diff options
| -rw-r--r-- | .gitattributes | 3 | ||||
| -rw-r--r-- | 31637-0.txt | 9754 | ||||
| -rw-r--r-- | 31637-0.zip | bin | 0 -> 216374 bytes | |||
| -rw-r--r-- | 31637-8.txt | 9754 | ||||
| -rw-r--r-- | 31637-8.zip | bin | 0 -> 214320 bytes | |||
| -rw-r--r-- | 31637-h.zip | bin | 0 -> 222331 bytes | |||
| -rw-r--r-- | 31637-h/31637-h.htm | 9784 | ||||
| -rw-r--r-- | LICENSE.txt | 11 | ||||
| -rw-r--r-- | README.md | 2 |
9 files changed, 29308 insertions, 0 deletions
diff --git a/.gitattributes b/.gitattributes new file mode 100644 index 0000000..6833f05 --- /dev/null +++ b/.gitattributes @@ -0,0 +1,3 @@ +* text=auto +*.txt text +*.md text diff --git a/31637-0.txt b/31637-0.txt new file mode 100644 index 0000000..f8fd79c --- /dev/null +++ b/31637-0.txt @@ -0,0 +1,9754 @@ +The Project Gutenberg EBook of La Fe, by Armando Palacio Valdés + +This eBook is for the use of anyone anywhere at no cost and with +almost no restrictions whatsoever. You may copy it, give it away or +re-use it under the terms of the Project Gutenberg License included +with this eBook or online at www.gutenberg.org + + +Title: La Fe + +Author: Armando Palacio Valdés + +Release Date: March 14, 2010 [EBook #31637] + +Language: Spanish + +Character set encoding: UTF-8 + +*** START OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK LA FE *** + + + + +Produced by Chuck Greif and the Online Distributed +Proofreading Team at http://www.pgdp.net + + + + + + + + + +LA FE + +NOVELA + +POR + +DON ARMANDO PALACIO VALDÉS + +MADRID + + + + +I + + +No cabía en la iglesia una persona más. Hablando con verdad, tampoco +cabían las que estaban dentro si ocupase cada cual el espacio que por +derecho natural, el que la naturaleza enseñó a todos los animales, le +correspondía. Pero en aquel momento no sólo se infringía este derecho, +pero se violaba descaradamente también la ley de impenetrabilidad de los +cuerpos. D. Peregrín Casanova, persona que hacía viso en la villa, y que +hasta entonces había guardado rigurosamente la ley en todas las +solemnidades, lo mismo profanas que religiosas, tenía ahora metidas en +los riñones las rodillas de otro bípedo racional de seis pies de alto, +lo cual le producía algunos movimientos convulsivos en el epigastrio y +un vivo desasosiego acompañado de sudor copioso. D.ª Teodora, señorita +de cincuenta años, castísima, limpísima, pulquérrima, que había huido +toda su vida cualquier contacto, fuere cual fuere, se vio obligada a +sentarse sobre los pies del jorobado Osuna, sujeto de malísimos +antecedentes, que no se estaba quieto un momento. D. Gaspar de Silva, +poeta famoso en la villa, tanto por sus versos como por sus callos, +sufrió la operación cesárea de uno de éstos que le hizo con gran +destreza el chico mayor de D.ª Trinidad. De igual modo otra porción de +vecinos respetables experimentaron molestias sin cuento en aquella +mañana memorable en que por vez primera cantaba misa un joven de la +villa. + +Como siempre pasa, había bulas para difuntos. En sitio privilegiado, +entre la verja de madera y el altar, no sólo estaban la madrina y las +señoras que habían pagado la carrera al preste, sino otras a quienes no +asistía derecho alguno; y lo que es aún más digno de censura, unos +cuantos hombres. El nuevo presbítero era casi un niño por la apariencia: +los ojos azules, profundos y tristes, la tez blanca y nacarada como la +de una dama, los cabellos rubios, el cuerpo delgado y esbelto. La +emoción le tenía ahora muy pálido: esto hacía aún más interesante su +fisonomía espiritual. Asistíanle como diácono y subdiácono el párroco +de Peñascosa y D. Narciso, un capellán suelto procedente de Sarrió, +establecido hacía algunos años en la villa. + +En la iglesia sonaba murmullo sordo originado por el cuchicheo de las +comadres, que se disputaban el sitio o se comunicaban sus impresiones, +por las exclamaciones y suspiros de malestar de los hombres. El calor se +iba haciendo por momentos intolerable. D. Peregrín dejaba escapar por +sus narices de trompeta unos bufidos semejantes a los de las +locomotoras, y se alzaba sobre las puntas de los pies, sin lograr +enterarse de nada. ¡Si al menos tuviera la estatura de su hermano Juan! +Pero éste, que muy bien pudiera haberse quedado atrás, estaba +perfectamente acomodado en el presbiterio entre los curas, el alcalde y +varios concejales, lo cual levantaba en su corazón una ola de envidia +que le sofocaba aún más que las rodillas del jayán que tenía detrás. Tal +era su destino. Aunque se considerase mucho más inteligente que su +hermano, y sirviera largos años a la Administración pública en varias +provincias de España, y hubiese leído la _Historia universal_ de César +Cantú y la de España de Lafuente, sin faltar un tomo, y poseyese los +mismos bienes de fortuna, con más la jubilación de 2.500 pesetas +anuales, lo cierto es que D. Juan, sin haber salido jamás de Peñascosa +ni haber leído en su vida más que el periódico a que estaba suscrito, +gozaba de mucho mayor prestigio en la villa. Esto, en concepto de D. +Peregrín, no procedía más que de la estatura. En efecto, D. Juan +Casanova era hombre alto y seco, de rostro aguileño, ojos grandes de +párpados caídos y mirar imponente, calva venerable, cortas patillas +blancas y marcha acompasada y majestuosa. Estas dotes extraordinarias, +unidas a un hablar mesurado y prudente, le habían captado el respeto y +hasta la veneración de sus convecinos. Así que fue grande el estupor de +éstos cuando a la llegada de D. Peregrín de Andalucía, donde había +estado empleado últimamente, le oyeron llamar ignorante y majadero a su +hermano en una discusión que con él tuvo en el casino a propósito de la +renta de tabacos. Vivían juntos, ambos solteros y entregados al cuidado +despótico de D.ª Mariquita, ama de llaves y dueño absoluto de sus vidas +y haciendas. + +D. Juan, a fuerza de pasear su mirada severa y majestuosa por el mar de +cabezas que se extendía desde la valla hasta la puerta del templo, +tropezó con la calva reluciente del pigmeo de su hermano. Viendo la +congoja pintada en su semblante, se apresuró noblemente a hacerle señas +para que avanzase, ofreciéndole sitio en el banco que ocupaba. Pero D. +Peregrín, por ventura notando la imposibilidad de dar un paso, o +sofocado por la cólera, que se le había ido aumentando poco a poco, +respondió con una mueca de ira y desdén que sobrecogió a su infeliz +hermano y le quitó por completo las ganas de insistir. + +--¿Qué es eso?--preguntó D. Martín de las Casas, que estaba sentado a su +lado.--¿No quiere venir D. Peregrín? + +--Es que lo ve imposible. ¿Quién rompe esa muralla de carne? + +--Pues cualquiera. Verá usted cómo voy allá y lo traigo en +seguida--replicó D. Martín, hombre de carácter enérgico y expeditivo, +disponiéndose a levantarse. + +D. Juan le retuvo por la manga de la levita. + +--No; déjelo usted... Acaso no quiera venir... Ya conoce usted su +carácter. + +--¡Pues hombre, no es plato de gusto estarse ahí sudando café con +leche!--repuso con aspereza, alzando al mismo tiempo los hombros. + +La iglesia es de las más espaciosas que pueden verse en una villa. +Verdad que Peñascosa, con tener de siete a ocho mil almas, no cuenta con +más templo que éste. Quizá por ser demasiado espaciosa, el sacristán y +sus ayudantes no quieren encargarse de limpiarla a menudo. Su aspecto es +lóbrego y sucio. De las paredes, que no se enjalbegaron hace ya muchos +años, penden cadenas, cuadros sombríos y borrosos, una muchedumbre de +piernas, brazos, cabezas de cera amarilla y otra mayor aún de barquitos +y lanchas que la fe de los marineros o de sus familias han llevado allí +en recuerdo de algún peligro milagrosamente evitado. Mas para la función +que se celebraba habíanla adornado cuanto les fue posible. Guirnaldas de +flores circundaban los altares principales cubiertos de paños blancos +planchados de fresco. Se habían colgado algunos cortinones en los +lienzos de pared cercanos al altar mayor y tapizado una parte del suelo +con la alfombra, sucia ya y desgarrada por varios sitios, que salía a +relucir hacía cuarenta años, en los días solemnes. D.ª Eloisa, la +madrina del nuevo presbítero, y las damas que la habían secundado en la +noble empresa de darle carrera, habían añadido algunos pormenores +delicados al adorno tosco y rutinario del sacristán. Grandes macetas de +flores colocadas en artísticos floreros sacados de las mejores casas de +la villa, algunas cortinas de damasco formando pabellón sobre los +altares, candelabros, arañas. Donde, como es natural, había recaído +particularmente su atención y esmero era en el arreo del joven +sacerdote. Alba finísima de batista bordada con primor, estola, casulla +del más rico tisú de oro que pudo hallarse en la capital, cáliz, de oro +también, con algunas piedras preciosas. Las bondadosas señoras no habían +escatimado el dinero para dar remate o coronar la obra de caridad que +hacía algunos años acometieran. + +Todo el mundo lo recordaba en la villa; unos por haberlo presenciado, +otros por haberlo oído contar frecuentemente. Hacía poco más de veinte +años había en Peñascosa un pescador de altura llamado Mariano Lastra, a +quien todos sus compañeros apreciaban por sus sentimientos honrados y +carácter apacible. Este pescador pereció con otros ocho tripulantes de +la lancha en que iba, a consecuencia de una galerna de poca importancia. +Sólo aquella embarcación había zozobrado. Mariano se había casado hacía +dos años y dejaba un niño de pocos meses. La viuda era una joven buena y +honrada, pero de escasa disposición para el trabajo, y que sobre esto +gozaba de poca salud. Viose gravemente apurada para poder subsistir. El +niño le estorbaba mucho en cualquier trabajo. Dedicose a asistir por las +casas desempeñando los oficios más bajos y penosos, traer agua o fregar +suelos, llevar recados; lo único que era capaz de hacer, pues no tenía +oficio alguno. Pero llegó un momento al parecer en que las fuerzas la +abandonaron; su salud, cada día más vacilante, la iba dejando inútil +para el trabajo. Fue despedida de algunas casas. Otras por caridad la +siguieron empleando, aunque con menos frecuencia. Comenzó a pasar hambre +y su hijo también. + +Un día fue despedida también de la única casa en que ya asistía. + +--Basilisa--le dijo la señora--Usted no puede ya traer agua y fregar +suelos. Se está usted matando y no consigue cumplir como es debido. +Necesito buscar otra asistenta... Bien quisiera seguir manteniéndola... +pero no soy rica, como usted sabe... tenemos muchos gastos... + +--Sí señora, sí, ya lo comprendo--respondió la infeliz con sonrisa +humilde y forzada.--Demasiado ha hecho por mí. + +Salió de aquella casa, su último refugio, con el corazón apretado y las +piernas vacilantes. Llegó a la zahurda que habitaba en los arrabales. Su +hijo dormía en la cuna el sueño dulce y sereno de los ángeles. La +infeliz cayó de rodillas y sollozó largo rato. Levantó la cabeza al fin, +y dijo sordamente contemplando al niño: + +--¡No, no irás al hospicio! + +Varias comadres, y hasta alguna señora también, se lo habían aconsejado. +Pero la idea de abandonar al hijo de sus entrañas en manos de mujeres +sórdidas y empleados brutales la había horrorizado siempre. Luchó +bravamente cuanto pudo, privándose ella bastantes veces del necesario +sustento para alimentar al niño, que ya contaba cerca de tres años. +Había llegado, sin embargo, el fin del combate y resultaba vencida. Le +quedaba el recurso de pedir limosna, pero además del espanto que le +causaba, comprendía muy bien que sus días estaban contados. Y +muriéndose ella, ¿qué iba a ser de aquella criatura? + +Meditó un buen espacio con los ojos secos y clavados en el niño, +repitiendo de vez en cuando la misma frase: + +--¡No, no irás al hospicio! + +De pronto se alzó animada por una voluntad fatal, besó a su hijo +apasionadamente hasta que logró despertarlo, envolviolo en una manta y +cogiéndolo en brazos salió de la casa. + +Era la hora del oscurecer. Desde lo alto de la Gusanera, donde Basilisa +vivía, veíanse llegar al muelle ya las lanchas pescadoras. Una +muchedumbre las aguardaba. Por la plaza, y por la calle larga que va +desde ésta a la iglesia a orillas del mar, discurría también bastante +gente. Basilisa tomó por la carretera de Rodillero, que ciñe la orilla +opuesta da la pequeña ensenada frente por frente de Peñascosa, y marchó +apresuradamente, casi a la carrera. + +--¿Por qué corres, mamá? ¿Dónde vamos?--preguntó el niño acariciándole +con sus manecitas la cara. + +--Vamos al cielo, vida mía--respondió la desdichada con los ojos +nublados por las lágrimas. + +--¿Vamos con papá? + +No pudo responder; se le hizo un nudo en la garganta. + +--¿Vamos con papá?--insistió el chiquito. + +Detúvose un instante para tomar aliento. + +--Sí, vamos a verle, rico mío--dijo al cabo.--¿No quieres ir al cielo +con él? + +--No; yo contigo. + +Y al mismo tiempo la apretó el cuello con sus tiernos brazos y la cubrió +el rostro de besos. + +--¿Por qué lloras, mamá?--preguntó sorprendido al sentir en los labios +el amargor de las lágrimas.--¿No tenes nada? Toma mi corneta... + +Y le ofreció una de plomo que le había costado a Basilisa dos cuartos. +Para Gil, que no comprendía la existencia sin estar enredando con algo, +la mayor desgracia que podía pesar sobre un ser humano era el tener las +manos vacías. + +La madre le apretó contra el pecho, descargó sobre sus rosadas mejillas +una granizada de besos y continuó la carrera. Al llegar a cierto paraje +en que la carretera se separa de la orilla del mar para internarse, +dejola y tomó una veredita que conducía a éste. Llegó a las peñas altas +y sombrías que lo circundan por aquel paraje. Puso a su hijo en el suelo +y arrodillándose después, rezó entre sollozos comprimidos una oración +que, por no ir dirigida en forma, no debió de escuchar el Altísimo. + +Era ya casi noche cerrada. El mar estaba inmóvil, sombrío, esperando +impasible que las lágrimas de aquella infeliz mujer viniesen como tantas +otras a aumentar el caudal amargo de sus aguas. Del lado de allá de la +ensenada se veía la silueta del muelle y de tres o cuatro pataches que +ordinariamente yacen anclados cerca de él. El grupo de las lanchas +pescadoras, un poco apartado, se movía y resonaba aún con los gritos de +las mujeres ocupadas en abrir el vientre a los pescados, mientras los +maridos descansaban ya gravemente en alguna taberna de la villa. +Basilisa atendió un instante a aquellos ruidos tan conocidos. Ella +también esperaba a su esposo en otro tiempo, le acariciaba con la mirada +al llegar, tomaba de sus manos el capote de agua, la caja de los +aparejos y el cesto de las provisiones y los llevaba con alegría a casa. +Mariano llegaba poco después y se sentaba al amor de la lumbre, haciendo +bailar entre sus manazas al tierno niño que contaba pocos meses. + +La viuda estuvo largo rato contemplando fijamente el grupo de la ribera, +que parecía ya una masa informe y movible. Su hijo, sentado sobre el +césped, jugaba atascando de tierra la corneta. De pronto vino hacia él, +le levantó entre sus brazos flacos y corrió hacia el borde del +precipicio. + +--¡Mamá! ¿Dónde vamos?--gritó el niño. + +La respuesta, si se la dio, debió de ser desde el cielo. Saltó con +ímpetu al fondo del abismo. Al caer sobre las piedras de la orilla se +deshizo la cabeza: quedó muerta en el acto: el niño salvó +milagrosamente. El vientre de donde había salido le sirvió ahora de +resorte para no despedazarse. + +Un marinero viejo, que andaba a la sazón por entre aquellas peñas a la +pesca de pulpos, oyó el ruido y prestó los primeros socorros al niño. +Corrió a dar la noticia: pronto se inundó el paraje de gente. El caso +produjo honda impresión. Las mujeres lloraban y se pasaban al tierno +infante de mano en mano prodigándole mil cuidados y caricias. Muchas se +ofrecían a adoptarlo y hubo disputa sobre quién había de llevárselo. +Enteradas las señoras de la villa y conmovidas, quisieron asimismo +recoger al huérfano. Las mujeres de los pescadores renunciaron entonces +a ello en interés de aquél. Quedó, pues, en poder de D.ª Eloisa, la +señora de D. Martín de las Casas, secundada por otras seis u ocho damas +que de ningún modo quisieron renunciar a la participación de tan +caritativa obra. + +La infancia de Gil (que así se llamaba el huérfano), si no feliz, +tampoco fue desgraciada. Sus protectoras ejercieron sobre él una +vigilancia un poco impertinente a veces, otro poco humillante también, +pero cariñosa siempre y bien intencionada. Entre todas, aunque tomando +parte más principal D.ª Eloisa, le pagaron la crianza y el pupilaje en +casa de un matrimonio artesano que habitaba en la Gusanera, cerca de la +casa en que la desgraciada viuda vivía. Cuando estuvo en edad para +ello, le mandaron a la escuela. Dio señales de ser un niño pacífico, +reservado, sensible, y comenzó a aprender sus lecciones muy bien. Sus +siete u ocho mamás se encargaban de preguntar al maestro por su conducta +y aplicación siempre que le tropezaban en la calle, animándole «a que le +apretase los tornillos.» El maestro se encargaba, en efecto, de +apretárselos recordándole al mismo tiempo a cada momento, en presencia +de sus condiscípulos, su orfandad, su miseria y la imprescindible +necesidad que tenía de mostrarse humilde y agradecido con sus +bienhechoras. Esto de la humildad era cosa que no cesaban de cantarle al +oído en la villa. Cuantos le tropezaban en la calle y se dignaban +ponerle paternalmente la mano sobre la cabeza, le decían: + +--¡Cuidado con ser humilde! Sé obediente y sumiso con las señoras que te +han recogido por caridad, ¿entiendes?... por caridad. + +Y por último, sus condiscípulos se encargaban generosamente de +advertirle sin cesar que era un desdichado sin padres, alimentado por la +caridad y que debiera estar en el hospicio y no alternando con hijos de +zapateros distinguidos, albañiles, sastres y panaderos _fashionables_, y +otra gente no menos principal y digna de respeto. + +La humildad teníala en el corazón el hijo del ahogado y la suicida, que +si no la tuviese, no sería fácil que se la inculcaran las burlas y +desprecios de sus compañeros, ni los paternales azotes del maestro y de +sus protectoras: porque éstas todas se creían con derecho a amarle, pero +a castigarle también. Era la suya una naturaleza amante y agradecida. +Comprendía que a todas sus protectoras debía respeto y cariño, y se lo +tributaba. Claro que en el fondo de su corazón sentía preferencias; esto +es irremediable. Amaba con pasión a D.ª Eloisa. Esta buena señora, que +era a quien más debía, jamás le reñía ni castigaba, ni le decía siquiera +una palabra desagradable: tratábalo con extremada dulzura, le acariciaba +como si fuese su hijo y ocultaba y disculpaba sus pequeñas travesuras. + +Cuando llegó a los doce años, se reunieron en cónclave las damas y +deliberaron acerca de lo que debía hacerse con el chico. Desechose por +unanimidad la idea de dedicarle al oficio de su padre. Pensaron en otros +varios, sin lograr ponerse de acuerdo, hasta que D.ª Trinidad, la esposa +de D. Remigio Flórez, fabricante de conservas alimenticias, propuso +llevarle de criado recadista a su casa. Asintieron casi todas a esta +resolución; pero D.ª Eloisa, a quien le dolía, hizo presente a sus +amigas que el chico había mostrado aptitud para los estudios, y que +sería una obra meritoria hacer de él un sacerdote. Las damas acogieron +la idea con entusiasmo. Sólo D.ª Trinidad, señora de gran puntillo y +amiga de imponer su voluntad a todo el mundo, se opuso fuertemente y se +retiró desabrida de la reunión. Pasáronse las damas sin su concurso, y +fijando una cantidad mensual, que abonarían a escote, mandaron el chico +al seminario de Lancia, capital de la provincia donde nos hallamos. + +Fue Gil un seminarista modelo; aplicado, dulce, respetuoso, afecto a las +prácticas religiosas y mostrando mucho fervor en ellas. Las damas no +tuvieron más que motivos para felicitarse de su resolución. Cuando venía +a pasar las vacaciones a Peñascosa, traía para cada una de ellas una +carta del rector manifestando su satisfacción por la conducta y los +progresos del huérfano. En los dos o tres meses que permanecía allí, les +prestaba algunos servicios, repasando las lecciones a sus hijos, +acompañándolas en sus oraciones o sirviéndoles de amanuense, etc. +Habitaba en casa de D.ª Eloisa. Cada verano se iba trasformando un poco: +el niño se convertía en hombre. Al fin dejó tres años consecutivos de +venir, para tomar las últimas órdenes. Llegó el momento de hacerse +presbítero. Cuando apareció al fin un día en Peñascosa en traje de +sacerdote, su presencia causó emoción profunda en el corazón de sus +protectoras. Todas se consideraban madres de él, y por consiguiente, +con derecho a llorar de alegría y a caer en sus brazos enternecidas. Por +cierto que estos desahogos cariñosos dieron ocasión a algunos dimes y +diretes entre ellas. Porque las que menos afectuosas y tolerantes se +habían mostrado con el niño, eran más extremosas ahora con el hombre. +Esto sacó de sus casillas a D.ª Eloisa, D.ª Teodora y D.ª Marciala, que +le trataron siempre con dulzura y hasta con mimo. + +Comenzaron los preparativos para la primera misa. Fue un certamen de +primores entre ellas. Las ricas, como D.ª Eloisa y D.ª Teodora, se +encargaron de comprar el cáliz y los ornamentos más costosos: las que no +contaban con tantos bienes de fortuna, como D.ª Rita, D.ª Filomena y +otras, suplieron el dinero con la habilidad de sus manos bordando el +alba, la estola y el paño del altar, que causaban admiración. Se arregló +la iglesia, y en el adorno tomaron parte no sólo estas damas, sino otras +muchas de la población, sus amigas. Fue un acontecimiento de marca en +Peñascosa, tanto por la calidad de las personas que habían costeado la +carrera del joven presbítero, como por las terribles circunstancias que +habían dado lugar a esta protección. Se nombró madrina del oficiante a +D.ª Eloisa, por indicación de aquél. Ninguna tenía mejor derecho para +ello; pero todas se creían con tanto, y esto volvió a originar secretos +resentimientos y algunas palabrillas desagradables. + +El preste volviose hacia el pueblo y cantó con voz débil y temblorosa: + +--_Dominus vobiscum._ + +Todas las voces de la tribuna, rotas y cascadas, le respondieron +acompañadas del estampido del órgano: + +--_Et cum spiritu tuooooo._ + +--¡Qué blanco está!--dijo una joven artesana a la compañera que tenía al +lado. + +--Parece una imagen. + +Cantó D. Narciso con voz atiplada, bajando y subiendo el tono y +escuchándose con placer, la epístola. + +--¡Hija, cómo lo repicotea el capellán!--volvió a decir la artesana. + +--Ya ves, tiene ahí a la hija del jorobado. Querrá lucirse. + +Era especie muy acreditada en la villa que D. Narciso y la niña de Osuna +sentían una mutua inclinación, aunque sólo los espíritus heterodoxos y +maleantes se atrevían a decirlo en alta voz. D. Narciso era, en verdad, +mucho más dado a vivir entre el sexo débil que entre el fuerte. Así que +llegó de Sarrió haría unos tres años, poco más o menos, fue el ídolo de +las damas de Peñascosa por su elegante porte, que hacía contraste con el +desaliño de la mayor parte de los sacerdotes de la villa, por su +conversación alegre, por sus bromitas y, sobre todo, por su afición a +estar siempre entre _ellas_. Distaba mucho de ser hermoso ni gallardo: +era hombre de unos treinta y cinco años, seco, moreno, los pies grandes +y juanetudos y la dentadura muy fea; pero había logrado pasar plaza en +seguida de chistoso. Jamás hablaba en serio a sus devotas amigas. +Bromita va, bromita viene, un requiebro a ésta, una chufleta a la otra, +sin acortarse nunca por estar en medio de un corro numeroso. Al +contrario, D. Narciso se placía extremadamente en ello, gozaba campando +solo en el gallinero. Dirigía la conciencia de la mayoría de ellas y se +autorizaba el reprenderlas fuera del confesonario, a veces ásperamente. +Casi todas recibían sus correcciones con sumisión, hasta con placer, y +si alguna se rebelaba momentáneamente, era para demandar perdón +enseguida. Con esto, don Narciso era el comensal obligado en todas las +fiestas y _gaudeamus_ de la sociedad elegante de Peñascosa: comía +vorazmente, y de ello hacía alarde, bebía al mismo tenor, y cuando +llegaban los postres, nunca dejaba de brindar con alguna coplita que +resultaba casi siempre sucia. Porque D. Narciso, que a causa de su +ministerio no podía autorizarse bromas referentes a las relaciones de +sexo a sexo, se creía con derecho a soltar las más asquerosas acerca de +otras miserias del cuerpo humano. Y las damas ¡caso extraño! las reían +y celebraban cual si fuesen ingeniosidades y agudezas portentosas. Dos +años después de llegado a la villa había tenido un fracaso. Bajando la +escalera de cierta casa que frecuentaba mucho, se rompió una pierna. Se +dijo que el marido de la señora, cuya era la casa, le había ayudado a +caer, por no estar de acuerdo enteramente con la hora y la ocasión de +sus visitas; pero al instante las buenas almas de Peñascosa se +apresuraron a sofocar este rumor sacrílego. Y en prueba de la +indignación con que rechazaron el supuesto, las damas más principales de +la villa se constituyeron en enfermeras al lado de su cama, no dejándole +un instante solo, relevándose noche y día cada pocas horas, como si +hiciesen la guardia al Santísimo. D. Narciso merecía estas atenciones +del bello sexo. Nadie con más ahínco y fervoroso celo se ocupó jamás de +la salvación de la hermosa mitad del género humano. No sólo dirigía con +particular esmero la conciencia de las que mejor lo representaban en +Peñascosa, apacentaba sus ovejitas con amor, sin dejar por eso de +arrojar alguna piedra a la que se extraviaba, como pastor diligente que +era, sino que a fuerza de muchos desvelos había logrado fundar una +cofradía, establecida ya en otros puntos de España y el extranjero, la +cofradía de las _Hijas de María_. En esta cofradía no entraban más que +las jóvenes solteras. Tal privilegio excitaba un vago despecho mezclado +de apetito en las casadas. Creíanse humilladas con aquella exclusión. D. +Narciso aprovechaba esta sombra de rivalidad para tenerlas más sujetas. + +--¡Oh, señoras, no deben ustedes envidiar el privilegio! Ustedes tienen +marido a quien contemplar y servir. + +Lo decía en un tonillo irónico que demostraba la hostilidad secreta que +el capellán sentía hacia todos los maridos. Las damas, en quienes los +encantos de aquéllos no ejercían ya fascinación alguna, sonreían forzada +y maliciosamente como diciendo: «¡Ya, ya!» Se murmuraba que había varias +enamoradas de él. D.ª Marciala, la esposa del boticario de la plaza, +había ido a Sarrió a llevarle calcetas estando el presbítero pasando una +temporada con su familia. D.ª Filomena, viuda de un teniente de navío, +hacía a su hijo único ir a ayudarle a misa todos los días. Sin embargo, +habíase notado cierta preferencia en él por Obdulia, la hija de Osuna, +administrador de Montesinos. + +--¿Pero será cierto que se gustan?--preguntó la joven artesana, oyendo a +su compañera expresarse tan claramente. + +--¡Chica, yo no sé! Lo que te puedo decir es que D. Narciso no sale de +su casa, y que muchos días desde la ventana de mi cuarto los veo correr +uno tras de otro por el jardín de Montesinos jugando al escondite... +Tanto, que se lo he dicho. + +--¡Se lo has dicho!--exclamó la otra, estupefacta. + +--Sí, niña... ¿no ves que confieso con él?... No había más remedio... Le +dije: «Mire, D. Narciso... no se ofenda usted... pero yo, viéndoles a +usted y a Obdulia jugar en el jardín, tengo sospechas... se me ocurren +malos pensamientos.» + +--¡Ave María, qué barbaridad! ¿Y qué dijo él? + +--Se puso todo sofocado... ¡Uf! Comenzó a decirme: «¡Por ustedes y otras +como ustedes pierden el crédito y la honra los sacerdotes y decae la +religión!» Me llamó saco de malicia; que parecía mentira que se me +ocurrieran semejantes atrocidades, y que por aquí y que por allá... Al +principio quería comerme; después se fue sosegando... «Tiene usted +razón, D. Narciso, le respondí; pero yo no puedo remediarlo...» Y es la +verdad, chica, no puedo remediarlo... ¡no puedo! + +Después de la epístola cantó el párroco de Peñascosa el Evangelio. Tenía +una voz áspera sin inflexiones. Cantó enteramente distraído sin mirar +apenas al libro, levantando sus ojos pequeños y duros por encima de las +gafas para contemplar fijamente, mejor dicho, para pulverizar con la +mirada al hijo de la Pepaina, que disimuladamente estaba arrancando las +babas a los cirios y guardándoselas en el bolsillo. Aunque uno de los +pilletes más desvergonzados de la villa, Lorito (que por tal nombre era +conocido este joven distinguido) se sintió molesto y un tantico inquieto +bajo la mirada del clérigo. La cosa no era para menos. D. Miguel Vigil, +párroco de Peñascosa, desde el año 25 de este siglo era uno de los +hombres de peor genio de España, y no exageramos nada si decimos del +globo terráqueo. Contaba a la sazón ochenta y dos años; era alto, seco, +las facciones pronunciadas, las cejas espesas y juntas, los ojos +pequeños y penetrantes. Conservaba aún gran vigor físico, y lo que es +aún más raro, en los cabellos que le quedaban apenas se notaban las +canas. Mientras duró la primer guerra civil, abandonó el rebaño y se fue +a las provincias vascas a pelear con las armas en la mano por la causa +del Pretendiente. Volvió al cabo de algunos años. Su carácter bravío no +se había dulcificado mucho andando a tiros por los montes. Los +feligreses de Peñascosa tuvieron en él un pastor muy semejante a un +capitán de bandoleros. Nadie le levantaba el gallo en la población. Los +más arduos casos de conciencia solía resolverlos D. Miguel en un +instante con media docena de mojicones o de puntapiés bien dirigidos. +Que Marcelino, el de Cosme, tenía en cinta a la hija de Laureana la +tejedora y no quería casarse con ella. D. Miguel se plantaba en casa de +Cosme, cogía a Marcelino por las orejas, le daba tres bofetadas de +cuello vuelto, y a los quince días, quieras o no, los tenía casados. Que +Ramón el confitero le negaba a D. Cipriano dos mil reales que éste le +había prestado sin recibo. El cura llamaba a Ramón a su casa, se +encerraba con él en una habitación, tomaba un garrote y le obligaba a +firmar el correspondiente recibo. Por medio de estos procedimientos +teológicos D. Miguel infundía la moral evangélica entre las almas +encomendadas a su cuidado. + +No eran de su agrado las novedades en el culto. Miraba con desprecio a +los clérigos que trataban de introducirlas y cuidaban del traje y el +aseo. Los toleraba porque sabía que estaban apoyados por el obispo y el +alto clero de la diócesis, pero se reía de ellos a todas horas de un +modo grosero, irritante, y solía hacerles algunas jugarretas malignas, +aguarles alguno de aquellos jolgorios místicos en que ponían más empeño. +Tratábase, por ejemplo, de celebrar una comunión general de niñas con +acompañamiento de orquesta. El día que estaba señalado, D. Miguel +enviaba a la iglesia una cuadrilla de carpinteros que se ponían a +arreglar la tribuna con horrendos martillazos, que impedían escuchar las +concertadas voces e instrumentos de la música. Otras veces obligaba a +las penitentes asiduas de D. Narciso a examinarse de doctrina cristiana; +o bien las prohibía cantar en la iglesia después de un mes de ensayos, +o retiraba de los altares los paños que ellas habían bordado y +aplanchado, o las arrojaba de alguna capilla donde habían sentado sus +reales, etc., etc. Estos actos de despotismo habíanle granjeado la +animadversión de los clérigos afrancesados y del sexo femenino. A D. +Miguel le daba un ardite por tal animadversión. El goce de su vida no +era ser querido o admirado, sino hacer en todo tiempo y ocasión su +voluntad. Además, podría tener todos los defectos que quisieran sus +enemigos, pero nadie le conoció jamás sombra de inclinación hacia el +sexo débil. Despreciaba a las mujeres positivamente: creía que ninguna +era capaz de decir ni hacer cosa con sentido común. En su carácter viril +parecía haber encarnado el espíritu romano, que negaba a la mujer +facultad para regirse nunca por sí misma. + +Ni se crea que D. Miguel se mostraba tampoco obediente con sus +superiores. Al obispo le costaba un trabajo inmenso entenderse con él. +Si le mandaba una orden, el cura la archivaba sin darla cumplimiento; si +giraba una visita, metíase en cama fingiéndose enfermo para no +recibirle. Había concluido por no hacerle caso y dejarle pasar con la +suya. No confesaba en Peñascosa sino a media docena de veteranos de la +guerra civil. Los demás feligreses se repartían entre los capellanes +adscritos a la parroquia: las cuatro quintas partes de las damas +confiaban el fardo de sus flaquezas al irresistible D. Narciso. D. +Miguel no sentía el menor desabrimiento por esta preferencia. Y sin +embargo, el corto número de sus penitentes aseguraba que era un confesor +prudente, discreto y delicado en sus preguntas. + +Terminó la lectura del Evangelio y pudo darse la satisfacción de +contemplar un rato con persistencia los movimientos de Lorito. ¿Por qué +estaba este pillo tan distraído mirando a la tribuna arrobado en la +audición de las melodías del órgano, cuando no hacía dos segundos que le +había visto meterse en el bolsillo media libra de cera por lo menos? Por +el alma del párroco cruzaron pensamientos de muerte y exterminio. Tuvo +fuerzas, no obstante, para contenerse. La misa continuó. El presbítero +novel elevó la sagrada Hostia con manos temblorosas, en medio de un +murmullo de fervor y adoración. El órgano, soltando en _trémolo_ sus +registros más gangosos, contribuyó poderosamente a hacer más solemne y +conmovedora la bajada del Hijo de Dios a las manos del hombre. Gil +sintió estremecerse su cuerpo bajo la impresión. Una alegría inefable +subió del fondo de su pecho y le apretó suavemente la garganta. Aquel +favor inmenso, infinito, que su Dios le hacía, y que con tanto anhelo +había esperado, removió hasta las últimas fibras de su corazón. Sus +ojos quedaron velados por las lágrimas, y al hincar la rodilla en +tierra, antes de elevar el cáliz de la pasión, estuvo algunos segundos +sin poder alzarse y a punto de caer desmayado. + +De muy distintas impresiones participaba el jorobado Osuna, +administrador de Montesinos, en aquel momento. Ya sabemos que se había +situado lo más cerca posible de D.ª Teodora. Era también un hombre +místico a su manera; pero en vez de buscar la unión con la Divinidad en +abstracto, se placía en realizarla de un modo concreto, por mediación de +las mujeres gordas y frescas. Las mujeres gordas habían constituido su +pasión dominante desde los felices días de la adolescencia. Dios sólo +sabe el peso de las que Osuna amó desde este tiempo hasta los sesenta y +cuatro años que ahora tiene. En Peñascosa el número era limitado; por +eso de vez en cuando hacía excursiones a la capital para recoger del +cieno de la prostitución alguna desdichada que traía y guardaba, durante +quince días o un mes, en alguna cámara oscura del cuarto bajo de su +casa. Teníala allí como una fiera enjaulada, encargándose él mismo de +llevarla el alimento y proveer a todas sus necesidades corporales. Al +cabo de este tiempo la soltaba, y vuelta a comenzar con otra. Toda la +villa conocía estas flaquezas de su temperamento. Contábanse de él en +las tertulias de hombres muchísimas anécdotas, graciosas unas y sucias +otras, que hacían reír a los pacíficos habitantes en las largas, +lluviosas noches de invierno. No se violentaba para ocultar los excesos +de su viciosa naturaleza. La mayor parte de estas anécdotas él mismo las +había referido: gozaba hablando de sus obscenidades. Los vecinos le +despreciaban y le temían al mismo tiempo. Se le tenía por un ser +extraño, misterioso, mal intencionado. Ocupaba un puesto desde el cual +podía hacer daño a mucha gente. Era administrador de Montesinos, el +propietario más rico de Peñascosa, y habitaba una de las alas del +inmenso palacio o caserón que éste poseía. Estaba viudo de tres mujeres, +con una hija que ya conocemos de nombre. Era excesivamente pequeño, con +una gran corcova a la espalda, color macilento, mejillas pendientes y +flácidas, ojos sin brillo y asustados siempre. Percibíase un leve +temblor en sus manos, como sucede con frecuencia a los hombres gastados +por la sensualidad. + +D.ª Teodora había cambiado de sitio ya varias veces: corriose hacia +adelante, se fue después hacia un lado; todo inútilmente. Donde quiera +que iba, sentía los pies de Osuna entre las enaguas. Y al sentirlos, una +ola de rubor encendía sus frescas mejillas, se estremecía como una +zagala de catorce años. En ninguna mujer se conservó nunca más delicado +y vidrioso el pudor virginal. Algunas conversaciones, hoy corrientes, la +ofendían: no se podía aludir en su presencia ni directa ni +indirectamente a ciertos asuntos escabrosos. No decía nada, porque era +la prudencia personificada y de tímido natural; pero se la veía +ruborizada, inquieta, con ganas de retirarse. Tan limpia y tan pulcra +era de cuerpo como de alma. Le gustaba vestir con elegancia y cuidaba +con refinamientos, no usados en Peñascosa, de su persona. Los que la +conocieron de niña, decían que no había sido bonita, sino pasable, y que +ahora, con sus cabellos blancos, sus carnes frescas y mejillas +sonrosadas, estaba más guapa que nunca, ¿Por qué se había quedado +soltera D.ª Teodora, poseyendo una figura agradable y un regular caudal? +Se decía que sostuvo amores muy finos y románticos con un teniente de +Arapiles que pereció en la acción de Ramales. La víspera de la batalla +se había despedido de ella, por medio de una carta escrita sobre un +tambor: el corazón le decía que al día siguiente «una bala traidora +cortaría el hilo de su existencia, pero que moriría con el nombre de +Teodora en los labios.» Ésta conservaba la carta como preciosa reliquia +y guardaba asimismo fiel su corazón a la memoria del valeroso y +romántico teniente. Sin embargo, hacía muchos años que tenía un galán +asiduo. D. Juan Casanova, aquel hidalgo de rostro aguileño y majestuoso +de que hemos hablado, iba a su casa indefectiblemente todas las noches, +de ocho a once. Esto bastaba para que en la villa se creyese, no que era +su amante, que nadie dudaba de la castidad de D.ª Teodora, sino su +enamorado platónico, y que más tarde o más temprano concluiría por +casarse con ella. Tal fausto acontecimiento se estuvo esperando veinte +años en Peñascosa. A la hora presente ya se dudaba bastante de que se +realizase. Los futuros se iban haciendo demasiado viejos, sobre todo D. +Juan, a quien costaba esfuerzos sobrehumanos subir a la casa, por el +maldito reuma de las rodillas. Cada día que pasaba eran, pues, menos +aptos para el cumplimiento de los sagrados fines del matrimonio. Además, +últimamente, cierto suceso de que más adelante haremos mención turbó un +poco las tranquilas y afectuosas relaciones del avellanado hidalgo y de +la fresca jamona. + +Cuando el diácono cantó el _Ite, misa est_, aquella dio un suspiro de +consuelo y se dispuso a levantarse y huir de los indecorosos pies que la +perseguían. Pero era negocio más arduo de lo que se imaginaba. La +iglesia estaba tan atestada de fieles que nadie podía revolverse. Todos +pretendían besar las manos del nuevo sacerdote, o al menos presenciar la +curiosa y tierna ceremonia. Bajó éste una escalera del altar y quedó +inmóvil y de pie frente a la muchedumbre, derramando por ella una mirada +vaga y sonriente. Hubo un fuerte murmullo que casi se convirtió en +gritería, cuando D. Narciso empujó suavemente a la madrina para que +tributase la primera su homenaje al oficiante. D.ª Eloisa hincó las +rodillas delante de su ahijado y le besó las manos con visible emoción. +Cuando se levantó, corrían algunas lágrimas por sus mejillas. Después +tomó un frasco de agua perfumada, dio otro a D.ª Rita, y colocadas ambas +a derecha e izquierda del presbítero, comenzaron a rociar a los que se +acercaban a besarle las manos. Uno a uno, empujándose con prisa, fueron +la mayor parte de los fieles rindiéndole este homenaje. Los hombres le +besaban en la palma, las mujeres en el dorso, según estaba prevenido. +Éstas se mostraban conmovidas, gozosas, riendo cuando D.ª Rita o D.ª +Eloisa les arrojaban al rostro algunas gotas de colonia: después se +retiraban para dejar paso a las otras; y de lejos seguían contemplando +con afectuoso interés la faz pálida y delicada del sacerdote. Sonaba en +la iglesia rumor alegre. El roce de las enaguas, el cuchicheo y las +risas contenidas de las damas, producían un zumbido de colmena. El +tañido de las campanas que el sacristán y algunos chicuelos repicaban +alto en la torre, entraba vivo y gozoso por las ventanas. También +penetraban algunos rayos de sol que se desparramaban por los altares, +haciendo llamear sus dorados metales. Pero si en el camino tropezaban +con alguna linda cabeza blonda, de las que tanto abundan entre las +artesanas de Peñascosa, no tenían inconveniente alguno en detenerse a +darla un beso de admiración. + +Gil estaba fuertemente conmovido; el corazón le saltaba dentro del +pecho. Sentía impulsos de romper en sollozos: procuraba, no obstante, +con esfuerzo reprimirse, y esto le causaba malestar. Aquellas muestras +de veneración, aunque representaban una ceremonia usual, le +avergonzaban. Al ver arrodillados a sus pies a todos los próceres y +damas de la villa, que tanto respeto le habían infundido siempre, +experimentaba confusión y desasosiego. Sus labios estaban contraídos por +una sonrisa que revelaba más inquietud que placer. D.ª Eloisa y D.ª Rita +consumieron varios frascos de esencia, haciendo copiosas aspersiones, +sobre todo a sus amigas, a quienes bañaban el rostro en medio de una +algazara, que no por ser reprimida, era menos sabrosa. Poco a poco la +religiosa solemnidad se iba trasformando en una fiesta de carácter +íntimo y familiar. Las amigas de la madrina y de las damas protectoras +del joven presbítero se habían ido quedando detrás, formando en torno +suyo un grupo pintoresco, mientras el resto de la gente desfilaba por +las dos puertas de la iglesia. Un rayo de sol vino a dar sobre el +preste: las ricas vestiduras de tisú de oro despidieron vivos destellos; +su hermosa cabeza rubia semejaba la de un querubín. Las damas le +contemplaban extasiadas. + +El párroco y D. Narciso, asistentes de la misa, se habían retirado para +despojarse de sus ornamentos. No tardó el primero en volver provisto de +sotana y bonete, debajo del cual se agitaban algunos pensamientos +siniestros. La conducta de Lorito en lo concerniente a las babas de los +cirios le había puesto pensativo y sombrío. Hacía ya algún tiempo que +este joven personaje disfrutaba el privilegio de desazonarle. En una +ocasión supo que se había encaramado sobre el tejado de la iglesia para +apoderarse de algunos nidos de gorrión; en otra sospechó que le había +robado las uvas que tenía la parra del corredor de la rectoral. Y aunque +ya había procurado tranquilizar su espíritu por medio de algunos +adecuados puntapiés, todavía lo sentía agitado y triste cada vez que el +hijo de la Pepaina se ofrecía a su vista. + +Sin preocuparse poco ni mucho de la conmovedora ceremonia que se estaba +realizando en el presbiterio, D. Miguel recorrió la iglesia a paso +lento, escudriñando todos los rincones. Las personas que aún quedaban en +el templo le abrían paso con más miedo que respeto. Penetró en todas +las capillas y examinó minuciosamente el estado de los cirios que ardían +en los altares. Alguna huella debió de reconocer en ellos del paso del +vándalo, porque su rostro se fue encapotando cada vez más. Ya no fue un +reconocimiento, sino una verdadera caza la que emprendió al través de +todas las capillas. En la última de la izquierda, donde está la pila +bautismal, olfateó al fin la pieza. Marchó con precaución, y asomando su +enérgica nariz aguileña, pudo al fin columbrar la roma y barnizada de +mocos del granuja, que en compañía de uno de sus más fieles discípulos +se ocupaba en hacer crecer la inmensa bola de cera que había extraído de +las velas. El párroco sintió el nervioso temblor de los gatos a la vista +del ratón: se preparó como ellos rozando el suelo con los pies, y ¡zas! +de un par de brincos cayó sobre los bárbaros. Pero Lorito no era un +vándalo vulgar de los que se dejan atrapar como un ratoncillo inocente. +Sin ver a D. Miguel sintió su hálito poderoso, y bajándose +repentinamente al tiempo que aquél llegó a echarle la zarpa, consiguió +que fallara el golpe y fuera a dar de bruces en el altar. Antes que el +párroco pudiera revolverse, ya había emprendido la carrera hacia la +puerta. Fue en vano. D. Miguel se apoderó rápidamente del Cristo de +bronce que había sobre el altar, y se lo arrojó con tal ímpetu y certera +puntería que le alcanzó en la cabeza y le hizo venir al suelo soltando +chorros de sangre. + +Al grito del chico y al ruido que produjo su caída acudió la gente; le +levantaron y le prestaron los primeros socorros, estancándole la sangre +con telas de araña y poniéndole un pañuelo a guisa de venda. Mientras se +llevaron a cabo estas operaciones, no dejó de murmurarse, aunque en voz +baja, de la brutalidad del cura. Éste, perfectamente satisfecho de su +obra, se retiró majestuosamente a la sacristía, no sin que tuviera +ocasión antes de administrar dos patadas en el trasero al cómplice, que +andaba por allí trémulo y abatido con la desgracia de su maestro. + +Pero es el caso que el glorioso progenitor de éste, Pepe el de la +Pepaina, como le llamaban en la población, para distinguirle de los +otros muchos Pepes que había, pescador de oficio y un bruto muy +pacífico, que hablaría sobre tres docenas de palabras por semana, al +contemplar a su hijo en aquel estado, comenzó a vociferar en el atrio de +la iglesia como un energúmeno. La síntesis de su discurso era que él no +sentía respeto alguno hacia el estado eclesiástico, y que padecían una +equivocación lamentable los que se atrevieran a suponer que él, Pepe +Raya, dejaría de dar al cura, en cuanto pusiese el pie fuera de la +iglesia, una de babor y otra de estribor, y acaso también una buena +patada en la popa que se la metiera bajo el agua. + +D. Miguel, que desde adentro había creído percibir alguno de los +extremos de este discurso, se empeñó en salir al atrio por ver su +demostración; pero se lo impidieron D. Narciso y el sacristán. +Lleváronle a la sacristía, y allí le tuvieron entretenido hasta que +desapareció el peligro. + +Al salir la gente del templo, el sol nadaba en el espacio azul, +bañándolo de luz y de alegría. Repicaban las campanas con frenesí +creciente. Estallaban multitud de cohetes, que impregnaban el aire con +el humo de la pólvora. Y las olas estallaban también suavemente en los +peñascos que casi rodean por completo la iglesia de la villa. En aquel +concierto gozoso de una naturaleza que sonríe pocas veces, sólo se oía +la nota áspera de bajo profundo que entonaba el marido de la Pepaina. + + + + +II + + +Peñascosa está situada en el fondo de una pequeña ensenada del +Cantábrico. Su caserío se extiende todo él por la orilla del mar, sin +penetrar más de cien varas en lo interior. Sólo allá en el vértice de la +angostura hay una plaza medianamente espaciosa, de la cual arranca la +carretera que conduce a Nieva. La parte de la villa que se extiende a la +derecha es menos importante y extensa que la de la izquierda. Por esta +orilla corre la mejor y aun puede decirse la única calle del pueblo. Es +larga, empinada a trozos, a trozos llana, ancha en algunos parajes y en +otros estrecha, con ánditos de un lado para los transeúntes. Las casas +de la derecha tienen todas salida a la mar por medio de escaleras mejor +o peor labradas, según la importancia del edificio. Termina en el Campo +de los Desmayos, donde se alza la iglesia, sobre una punta de tierra que +avanza en el mar. Este campo toma su nombre de algunos sauces que allí +dejan caer sus ramas sobre toscos bancos de piedra, donde los honrados +vecinos se sientan a tomar el sol en invierno o a respirar la brisa en +verano. Es el paraje en que se efectúan todas las fiestas y regocijos +públicos de la villa, las iluminaciones y verbenas, fuegos de artificio, +ascensión de globos, música, danza y giraldilla: sirve además de punto +de reunión para el gremio de mareantes cuando necesitan congregarse y +tomar algún acuerdo, y de real para la feria y de campo de maniobras +para los chiquillos de la escuela. No es maravilla que así suceda, dada +la particular estructura de la población, donde fuera de la plaza, no +hay ningún otro espacio abierto y cómodo más que éste. + +El muelle es un espolón de piedra que arranca de la calle mencionada +hacia su promedio y avanza poco más de cien varas por el mar. Bajase a +él por una rampa suave donde hay media docena de tabernas por lo menos y +dos cafetuchos, el de la _Marina_ y el _Imperial_. Unas y otros hierven +de gente a todas horas, pero muy especialmente a la del crepúsculo, +cuando llegan del mar las lanchas pescadoras y termina sus faenas la +tripulación de los pataches y quechemarines anclados. Éstos son los +únicos buques que llegan hasta Peñascosa. Hay, no obstante, un vapor que +surca de vez en cuando las aguas de la ensenada y osa acercarse al +muelle. Es un remolcador de Sarrió llamado _Gaviota_: sus largos +quejumbrosos silbos estremecen al vecindario de orgullo. Porque en lo +tocante a amar a su pueblo y despreciar a los demás de la tierra, nadie +ha ganado jamás a los _peñascos_, ni los romanos siquiera. No hay +peñasco que no esté plenamente convencido de que su puerto es el más +favorecido por la naturaleza en toda la costa española: si no tiene la +importancia comercial de Barcelona, Málaga o Bilbao, consiste en que +nadie se ha ocupado en proporcionársela por medio de obras adecuadas. +Hacia Sarrió, villa que quintuplica su población y que ha adquirido gran +importancia en los últimos años, sienten un odio y un desprecio +inveterados. Cuando ven los vapores cruzar por delante de la «abrigada, +tranquila y segura ensenada» de Peñascosa y meterse en el «sucio y +peligroso fondeadero» de Sarrió, todo buen peñasco siente latir su pecho +con indignación, como el que ha sido víctima de un robo mira cruzar en +coche a su estafador. Hay que oírles hablar de las cualidades del puerto +de Sarrió, sobre todo cuando les escucha un forastero. Principia a +dibujarse en sus labios una sonrisa levemente irónica y despreciativa +que poco a poco se va acentuando hasta trasformarse en sonora, homérica +carcajada cuando llegan a aquello de: «Los cangrejos están muy +satisfechos todos de la boca de Sarrió. Dicen que entran y salen sin +peligro alguno.» Si alguna vez las lanchas pescadoras de este puerto se +ven precisadas a arribar a Peñascosa a causa del temporal, ¡con qué +protección tan humillante los reciben los indígenas! Y cuando por sus +negocios van éstos a la aborrecida villa, están allá inquietos, +nerviosos: el tráfago y los ruidos del muelle les suena dolorosamente en +el corazón: llegan a su pueblo con el estómago sucio y excitados, +narrando los mil disgustos que la envidia de los sarrienses les ha +causado. Llevan cuenta exactísima de todos los siniestros ocurridos en +la barra de su rival y no se cansan jamás de compadecer a los pobres +buques extranjeros a quienes la suerte impía conduce a un puerto tan +inhospitalario. + +No sólo en el calado, en el abrigo, en la seguridad del puerto, cifran +su orgullo los peñascos. Poseen además otra porción de ventajas +naturales verdaderamente inapreciables. Existe en las afueras de la +villa una fuente de agua ferruginosa que es admiración de propios y +extraños, sobre todo de propios. Los extraños consideran que si el agua +no viniese unida a tantos cuerpos heterogéneos, se bebería con más +facilidad y produciría los mismos resultados. Y verdaderamente nosotros +también nos inclinamos a pensar que su virtud saludable no se acrecienta +con que los chicos del barrio orinen en ella y a veces se desahoguen de +otro modo aún menos diplomático. Por influencia del clima, críanse en +Peñascosa los mejores cerdos del orbe, con lo cual está dicho que en +ningún país del extranjero saben lo que es comer jamón mas que en éste +afortunado pueblo. Dicho se está igualmente que, si los cerdos de +Peñascosa son los mejores del mundo, las castañas con que se crían estos +cerdos son las más gordas, las más suaves y nutritivas. El mar de +Peñascosa tampoco es igual al de otros puertos: sobre todo con el de +Sarrió no guarda parecido alguno. Hay personas que, sin saber por qué, +se van debilitando paulatinamente en este pueblo, pierden el apetito y +el humor: pues bien, hasta que van a tomar los baños de mar en Peñascosa +no se ponen buenas. Los de Sarrió no producen efecto alguno medicinal: +al contrario, todo el que se bañe allí se expone a erupciones, catarros, +reuma y otros desarreglos tristísimos. Por la parte de Oeste, o mejor +dicho Noroeste, la villa está resguardada de los vientos más vivos y +constantes. El clima es, por lo tanto, suave y benigno: las epidemias no +prosperan. Los peñascos hacen saber con orgullo que, mientras en el +último cólera murieron en Sarrió trescientas doce personas, en Peñascosa +sólo murieron sesenta y una, y de éstas por lo menos treinta bajaron a +la tumba por descuidos lamentables que las familias respectivas debieron +evitar, aunque no fuese más que por el crédito de la villa. Inútil es +hablar del pescado que se coge en este privilegiado puerto. En cien +leguas a la redonda, nadie ignora que ni la sardina, ni la merluza, ni +el congrio, ni el besugo admiten comparación con los de Sarrió. Como el +caso parece extraño habiendo tan poca distancia de un pueblo a otro, los +de Peñascosa lo explican por los mejores pastos que sus peces tienen. En +suma, nosotros no conocemos otro pueblo más agradecido al Supremo +Hacedor por las condiciones topográficas, hidrográficas y climatológicas +con que le plugo favorecerle. + +Respecto a las etnográficas, la mayor ventaja que hemos podido apreciar +es la hermosura y gallardía de las mujeres. Son altas, macizas, de tez +sonrosada y ojos negros; la voz es dulce, sonora y hablan con un dejo +musical muy característico: parece que recitan al piano. No presumen de +bellas y lo son. En cambio se vanaglorian de cantar mejor que las de +ningún otro pueblo de la provincia, y no es así. Cierto que, como +acabamos de indicar, hay entre ellas muchas voces gratas y extensas; +pero el oído y sobre todo el gusto no corresponden a la voz. Repicotean +de tal modo lo que cantan que no lo conoce nadie, ni el mismo autor que +lo creó. En verdad que las peñascas abusan de las _fermatas_ y +_fiorituras_ que las muchachas de Sarrió, sin tener tan buena voz, +cantan con mejor gusto y afinación. Silencio acerca de este particular, +porque si alguien lo dice en Peñascosa, le sacan los ojos. + +Igualmente tienen metido las jóvenes peñascas en la cabeza (digamos en +la hermosa cabeza, que no hay mentira en ello) que poseen especialísima +aptitud para componer coplas oportunas o de circunstancias. Las componen +generalmente sobre canciones populares que sirven para bailar en las +romerías. Que se inaugura el edificio de las escuelas, copla al canto; +que llegó el diputado del distrito a tomar baños, serenata y coplas; que +D. José el Estanquero monta un servicio de _ómnibus_ a la capital, +coplita laudatoria a D. José el Estanquero. Pero donde brilla +principalmente el estro de las jóvenes artesanas es en las coplas +satíricas: no necesitamos añadir que el blanco preferente de sus sátiras +es el mezquino, peligroso y sucio puerto de Sarrió. No suelen estar bien +medidas las coplas; tampoco se ve en muchas de ellas el aguijón. ¡Qué +importa! Las peñascas las cantan con un fuego y un retintín que +desespera a las jóvenes de Sarrió y les hace enfermar de ira. + +Los hombres suelen ser como en todas partes, más feos que hermosos, más +tontos que graciosos, más groseros que corteses, más vulgares que +originales. Sin embargo, hay en casi todos ellos un rescoldo de +imaginación que, si no les sirve para escribir novelas, les hace más +noveleros y curiosos que a los del resto de la provincia. Cualquier +acontecimiento insignificante adquiere proporciones grandiosas en +Peñascosa. El pueblo se conmueve hondamente cada vez que arriba cierto +bergantín-goleta trayendo tabla de pino rojo del Norte para D. Romualdo, +y acude todo a presenciar la descarga. Un prestidigitador vulgar produce +extraordinaria agitación y ocasiona largas y violentas disputas en el +casino, en los cafés, en las tertulias de las tiendas, y encauza el +gusto y la fantasía de los peñascos por distintos derroteros. Llegó en +cierta ocasión un magnetizador que dio algunas sesiones en el teatro +(llamémoslo así). Durante seis meses los peñascos no se ocuparon apenas +en otra cosa que en magnetizarse los unos a los otros. En ninguna +tertulia se entraba que no se tropezase con alguna señorita dormida +mientras un joven indígena, en actitud de espantarle las moscas, le +arrojaba puñados de fluido a la cara: todo era _mediums_ y espíritus, y +veladores giratorios: algunos honrados vecinos quisieron volverse +locos: uno de ellos salió de noche pidiendo confesión a gritos porque +había hablado con cierto pariente difunto. Después llegó un frenólogo. +Los peñascos se dedicaron otra temporada a palparse la cabeza y hacer +vaticinios sobre el destino reservado a los niños. Los cuadros +disolventes de algún saltimbanqui engendraban la afición a las linternas +mágicas, y las compañías dramáticas que por casualidad llegaban hasta +allí, verdaderas cuadrillas de facinerosos, despertaban extrañas +aptitudes para el arte escénico en muchos vecinos que hasta entonces +jamás las habían revelado. Un náufrago austriaco les infundió el amor a +la filología; dio unas cuantas lecciones de alemán y ruso a varias +personas caracterizadas de la localidad, y al cabo de dos meses se +escapó con seis mil reales de D. José el Estanquero, dos mil de D. +Remigio Flórez y algunas pesetas más de otros caballeros. No se habló de +otra cosa en un par de meses. + +Hay en Peñascosa un casino suscrito a cinco periódicos de Madrid y a uno +de Lancia. _El Faro de Sarrió_, que les enviaban gratuitamente, fue +devuelto a su destino a propuesta de varios socios dignísimos cuando +este periódico propuso (¡qué asco!) la construcción de un gran puerto de +refugio en Sarrió. Existe además una sociedad de recreo, de la cual es +alma y vida D. Gaspar de Silva, un poeta de la localidad que tiene +escritas más obras dramáticas que Shakspeare. Púsole por nombre el +_Ágora_, en consonancia con sus aficiones clásicas. Es el templo del +arte. Allí se representan las piezas de D. Gaspar por los jóvenes +aficionados y se leen sus poesías líricas, en medio de las lágrimas y +los aplausos de las señoritas de la localidad, adivínanse charadas y +logogrifos, se cantan _mandolinatas_ y _stornellos_ en un italiano +estupendo y se juega de mil modos ingeniosos. Verdaderamente el Ágora de +Peñascosa recuerda, más que la asamblea griega que le ha dado nombre, la +tertulia de la reina de Navarra, aquella gozosa y poética reunión de +hermosas damas y caballeros, donde rebosaba el ingenio y de la cual +tanta gallarda invención ha salido. No llevaremos, sin embargo, nuestro +afán de similitudes hasta comparar a D. Gaspar con Margarita de Valois. +Cada cual en su género deben considerarse como seres privilegiados; mas +pertenecen a géneros diferentes. + +D. Gaspar era un hombre alto, seco, con el rostro lleno de manchas +coloradas que delataban su juventud borrascosa, el pelo ralo, la barba, +que gastaba al uso de Espronceda, Larra y los literatos del treinta al +cuarenta, entrecana y erizada, las manos y los pies descomunales, tan +apretados por los callos estos últimos que el poeta andaba apoyado +siempre en una muleta y doblado fuertemente por el espinazo. A pesar de +esta circunstancia, no puede negarse que era un hombre notabilísimo, y +con razón se vanagloriaba Peñascosa de haber sido su cuna y guardarle en +su seno. No se limitó jamás, como la mayoría de los literatos, a +cultivar un género con mejor o peor fortuna. Escribió poemas épicos, +poesías líricas de todas clases, amorosas, satíricas, filosóficas, +didascálicas; fue novelista y autor dramático. Las tres cuartas partes +de sus obras permanecen manuscritas; pero bastan las impresas (a +expensas de un primo hermano que el poeta tiene en Puerto Rico) para +dejar de él imperecedera memoria. Por lo menos, los que hemos tenido la +dicha de conocerle personalmente, es seguro que no lo olvidaremos +mientras nos dure la existencia. Silva era un poeta que guardaba más +semejanza con los vates antiguos que con los modernos. Como Shakspeare, +como Molière y Lope de Rueda, él mismo representaba sus obras en la +escena, reservándose los papeles de característico, a causa de la +curvatura del espinazo. En este caso solía sacar una voz engolada y +tremante que causaba honda emoción en sus convecinos. Los títulos de +ellas tenían un sello de originalidad que recordaba bastante los del +inmortal dramaturgo inglés. Entre otros títulos extraños, +originalísimos, recordamos los siguientes: _No me vengas con belenes, +que te rompo el esternón_ (comedia en tres actos), _Entre col y col, +lechuga_ (pieza en un acto), _Y sin embargo se muere_ (drama en tres +actos), _¿Le gustan o no las rubias?_ (pieza en un acto). Aunque ha +brillado y brilla en todos los géneros literarios, nosotros pensamos que +su genio es más dramático que lírico. + +No hay más sociedades reglamentadas en Peñascosa. La tertulia de la +botica, la de D. Martín de las Casas y la de los mosqueteros (esta +última al aire libre, en el Campo de los Desmayos) son agrupaciones +libres, sin ideal artístico ni político. + +De esta villa insigne por su maravillosa situación geográfica y por el +talento de sus hijos, blanco de la envidia, no sólo de Sarrió, sino +también de Santander y Bilbao y todos los demás puertos de la costa +cantábrica, que en vano han pretendido humillarla; de este pueblo +generoso, patriota, idealista, fue nombrado teniente párroco el joven +presbítero protagonista de esta verídica historia. Lo fue por influencia +o mediación de D. Martín de las Casas y otros próceres. No les costó +trabajo obtener este nombramiento del obispo, porque Gil se había hecho +notar extremadamente como alumno aplicado e inteligente en el seminario +de Lancia. Al mismo tiempo sus costumbres puras y la suavidad y +mansedumbre de su carácter, acreditadas por todos los profesores, le +ponían en aptitud de desempeñar cualquier oficio en la iglesia. El +rector del seminario, varios dignatarios del clero y hasta el mismo +prelado le insinuaron la idea de quedarse en Lancia y hacer oposición a +alguna de las prebendas que pudieran vacar en la catedral. Nadie dudaba +de su pericia para conseguirla. Sin embargo, el nuevo presbítero rechazó +con humildad la proposición, alegando la insuficiencia de sus estudios, +que esperaba ampliar con el tiempo, y su excesiva juventud para +desempeñar cargo de tal importancia, caso de que se lo otorgasen. En el +fondo de su ser existía también, sin que él mismo se diera cuenta de +ello, cierta repugnancia a la vida sociable y regalona de los canónigos. + +Gil era un místico. Había tenido la fortuna de tropezar, en el rector +del seminario, con un hombre de una piedad exaltada, con un orador +elocuente, apasionado, genial, un verdadero apóstol. Este hombre +extraordinario, que formaba contraste con el clero prudente y prosaico +que le rodeaba, ejerció influencia decisiva en el espíritu delicado y +soñador de nuestro héroe, consiguió arrastrarlo en su vuelo, +comunicándole el fuego que devoraba su alma de asceta. Era medianamente +instruido, pero hasta su pequeño bagaje de instrucción le pesaba. Sentía +un respeto idolátrico, que comunicó a su discípulo, hacia la Teología +por lo que había en ella de misterioso e incomprensible. En cambio +miraba con indiferencia la Filosofía y despreciaba las ciencias +naturales. Era, como todos los hombres de fe viva y corazón ardiente, +enemigo de la razón. Cuando se cree y se ama de veras se apetece el +absurdo, se despoja el alma con placer de su facultad analítica y la +deposita a los pies del objeto amado, como Santa Isabel ponía su corona +ducal a los pies de la imagen de Jesús antes de orar. Era un caso de +suicidio por ortodoxia mística. Bajo su dirección, el seminario de +Lancia fue perdiendo el ligero barniz científico que por las últimas +reformas se le había dado. Seguíanse los cursos de física, de historia +natural, de matemáticas, de filosofía, pero con tan poco aprovechamiento +que ningún profesor se atrevía a dejar suspenso a un alumno, por mucho +que disparatase en el simulacro de examen que se hacía. En cambio +concedíase importancia decisiva a las prácticas religiosas, a todos los +ejercicios de piedad. Se pasaba el día orando, meditando. El alumno más +apreciado no era el que mejor dijese y entendiese las lecciones, sino el +que supiera pasar más horas de rodillas, o ayunase con más rigor, el más +silencioso y taciturno. + +La mayoría de los colegiales, hijos de labradores y artesanos, cumplía +con estos deberes sin gran esfuerzo, viendo en ello una manera de +arribar pronto y sin dificultades al sacerdocio. El estudio les hubiera +mortificado más. Para Gil, tal género de vida representaba un trabajo +constante, una lucha consigo mismo. Su inteligencia vigorosa apetecía el +estudio, su fantasía el movimiento. Con sistemática tenacidad se puso a +contrariar las expansiones de su naturaleza, dio comienzo al lento +suicidio que primero había operado su maestro y antes todos los místicos +del mundo. Penetró en el pensamiento de aquél, participó del ideal +sombrío de su vida, de su furor de penitencias, de su desprecio de los +placeres, de los horrores y también de la ciencia del mundo. En esta +lucha con la carne hay su poesía. De otra suerte, no habría místicos. +Cuando terminó la carrera era el modelo que se ofrecía a los colegiales. +Humilde, reservado, grave y dulce a la par, rezador incansable y con la +nota de _meritissimus_ en todos los cursos. + +Ya le tenemos ejerciendo el cargo de teniente párroco en Peñascosa. +Hubiera preferido marcharse a regentar una parroquia rural. El trato +mundanal le producía penosa impresión: para él Peñascosa, con su casino, +sus cafés y tertulias, era un centro de frivolidad, por no decir +corrupción. Pero Dª Eloisa y sus protectoras se habían empeñado en +tenerle en el pueblo, y el rector del seminario, su venerado maestro, le +aconsejó que no desatendiese sus ruegos: si la frivolidad de la villa +le molestaba, su tarea, en cambio, sería más meritoria y fructífera; las +almas de los campesinos no necesitan tanto prolijo cuidado. Con la +emoción y el anhelo de quien pone mano en una obra sacratísima, dio +comienzo el nuevo presbítero a sus tareas. Levantábase al amanecer y se +dirigía a la iglesia, donde entraba el primero, antes que el sacristán. +Sentábase en el confesonario y allí permanecía escuchando a los que se +acercaban al sagrado tribunal hasta las ocho, hora en que decía su misa. +Después, aún se sentaba otro rato a confesar, y se iba a casa. Hasta la +hora de comer, estudio, meditación, rezo. Después otra vez a la iglesia: +rosario, enseñanza de doctrina, arreglo y aseo del templo. Desde que él +llegó, éste comenzó a estar limpio y decoroso. Sin reprenderle, logró +con el ejemplo, echando él mismo mano al plumero y a la escoba, que el +sacristán cumpliese con su deber. Pero en lo que más se placía su alma +fervorosa era en acudir prontamente al lado de los moribundos, en +permanecer clavado junto a su lecho, exhortándoles al arrepentimiento, +sosteniendo su confianza en Dios hasta que exhalaban el último suspiro. +Esta era la parte grata de su tarea, la obra verdaderamente divina que +le dejaba el corazón anegado de dulzura y entusiasmo. ¡Arrancar un alma +de las garras del demonio! Cuando a la madrugada, después de cerrar los +ojos a un pobre feligrés, se dirigía a la iglesia transido de frío, rota +su flaca naturaleza por una noche de vigilia y trabajo, sus ojos se +posaban en aquel mar siempre colérico, en aquel cielo sombrío, y en vez +de sentir la tristeza y el dolor de la existencia, su espíritu se +dilataba por la alegría y acudían a sus ojos lágrimas de reconocimiento. +Era el gozo sublime de Jesús recorriendo a pie las abrasadas márgenes +del lago Tiberiade, anunciando el reinado del Padre; era el gozo de San +Francisco cuando tornaba a la _Porciúncula_ con algún nuevo compañero de +penitencia; era el del santo rey Fernando al apoderarse de Sevilla; era, +en suma, el gozo de todos los apóstoles. + +Se había ido a vivir con el cura no por gusto, sino porque éste siempre +lo había tenido en que los tenientes (o excusadores, como allí se les +llamaba) viviesen a su lado, tal vez para tiranizarlos mejor. La +rectoral estaba situada no muy lejos de la iglesia, a la entrada misma +del Campo de los Desmayos. D. Miguel tenía por servidores una ama vieja +y un criado joven. Los goces espirituales del pobre Gil estaban bien +compensados con un sinnúmero de contrariedades y molestias que su rudo +párroco le hizo padecer en seguida. D. Miguel era tan bárbaro en la +vida privada como en la pública. Su voluntad despótica se dejaba sentir +en todos los pormenores y en todos los momentos de la existencia. Luego, +si esta voluntad fuese racional, vaya con Dios; pero la del formidable +viejo era tan caprichosa como maligna. Se gozaba en contrariar los +deseos de los que a su alrededor estaban, por mínimos que fuesen. Al ama +la tenía frita: un día le impedía dormir la siesta, otro día le mataba +un perrito al cual tomara gran cariño, otro le tiraba los tiestos que +tenía en el balcón o la obligaba a permanecer en casa en ocasión de +cualquier gran solemnidad religiosa, o le hacía pagar un desperfecto de +la vajilla, etc., etc. Al criado le tostaba en parrilla: unas veces le +mandaba en tarde de romería a cualquier aldea con un recado +insignificante, para que no se recrease; otras veces le cerraba de noche +la puerta si llegaba un minuto más tarde de lo convenido y le hacía +dormir al sereno, o bien le obligaba a quitarse las patillas, o le +vestía el ropón del monaguillo porque notaba que esto le molestaba +mucho. Al excusador le crucificaba. Había tenido muchos, y a todos los +había estudiado silenciosamente durante algunos días para conocer sus +tendencias y aficiones. Una vez enterado, se ponía con particular +cuidado a contrariárselas. Al anterior, hombre obeso y amigo de los +placeres de la mesa, le hizo pasar cada hambre que por milagro no +feneció; venía el infeliz de decir misa con ansia de tragarse el +chocolate. ¡Buen chocolate te dé Dios! El cura había mandado previamente +al ama a algún recado que durase dos horas por lo menos. ¡Qué debilidad, +qué sudores, qué congojas las del pobre capellán! Si llegaban en sus +paseos vespertinos a alguna casa donde les invitaban a merendar, el cura +rehusaba manifestando que ya lo habían hecho en casa. Él no padecía +porque era extremadamente sobrio, pero a su infeliz compañero se le +hacía la boca agua. + +El estudio de Gil le causó gran sorpresa. Entre los muchos tenientes que +habían desfilado por su casa no había tropezado con un místico hasta +ahora. Hubo alguno aficionado al culto y a la oración, pero sin la +ardiente piedad y el entusiasmo que éste mostraba. El cabecilla de don +Carlos le miró con una especie de curiosidad burlona, con la compasión +desdeñosa con que los viejos miran casi siempre las ilusiones y los +arrebatos de la juventud. Durante algún tiempo le dejó trabajar +libremente en la viña del Señor; la inocencia y la bondad de Gil +apagaban sus instintos malignos. Pero al fin éstos no pudieron +permanecer inactivos, y comenzó a poner obstáculos al apostolado de su +excusador. Unas veces le quitaba de predicar en determinados días, otras +le prohibía sentarse tantas horas en el confesonario o le obligaba a +decir la misa más tarde. Hubo ocasiones en que, haciéndose el distraído, +llegó a dejarle encerrado en su habitación para que no pudiera decirla a +ninguna hora. + +Nuestro presbítero aceptaba resignado estos vejámenes y los encomendaba +a Dios, como todos los disgustos y alegrías que experimentaba en esta +vida. El carácter de D. Miguel le producía repugnancia y terror. Tenía +el espíritu demasiado inflamado por el amor divino para ver lo que había +de cómico e interesante en este personaje estrafalario, para +contemplarlo y estudiarlo con ojos de artista. Aquella violencia, mejor +aún, aquella ferocidad, turbaba su alma delicada; el poco apego que el +cura mostraba a los asuntos teológicos o de tejas arriba le indignaba; +pero sobre todo, la avaricia sórdida de aquel viejo, que estaba con un +pie en el sepulcro, del ministro de Aquel que dijo: «No queráis tener +oro, ni plata, ni dinero, ni en vuestros viajes llevéis alforja, dos +túnicas, ni zapatos, ni báculo,» le causaba repugnancia invencible. El +párroco de Peñascosa pasaba por hombre rico, y lo era en efecto. +Cincuenta años regentando una parroquia populosa y viviendo con +extremada economía, le habían permitido juntar un capital respetable. +Había comprado muchas tierras, pero se decía que guardaba en casa +también una gran cantidad en metálico. Y así debía de ser, atento la +vigilancia que desplegaba, sobre todo de noche. Después que terminaban +su frugal cena y rezaban un padrenuestro en acción de gracias, D. Miguel +se levantaba, y tambaleándose un poco, porque el torso era más recio en +él que las piernas, se dirigía a la cómoda, sacaba de ella un par de +pistolas enormes de chispa, y con una en cada mano se encaminaba a su +alcoba, bajo la mirada atónita de Gil. Porque aunque todos los días se +repetía la escena, nunca dejaba de producirle estupefacción dolorosa. +¡Un sacerdote con dos pistolas en las manos, en aquellas mismas manos +que al día siguiente habían de tocar el cuerpo de nuestro Redentor! +Alguna vez había visto a su maestro el rector del seminario de Lancia en +la cama. Sobre su mesa de noche había un crucifijo de bronce y unas +disciplinas ensangrentadas. Al comparar ambos sacerdotes, no sólo sentía +crecer su admiración hacia este virtuosísimo varón, pero también, a +despecho suyo, nacía en su espíritu cierto desprecio hacia su párroco. + +Esto no obstante, su humildad le obligaba a rechazar este sentimiento y +a repetirse la frase común a todos los místicos: «Así y todo es mejor +que yo.» No sólo, pues, le miraba como su superior jerárquico y le +tributaba todo el respeto debido, sino que hacía esfuerzos por +representárselo mejor que él moralmente. En el confesonario se le +ofrecían casos de conciencia complicados, que no entraban en las +fórmulas de los libros que había estudiado. Viéndose apurado para +resolverlos, acudía a D. Miguel en demanda de luces; le exponía +tímidamente el caso pidiéndole consejo. El antiguo cabecilla le +escuchaba con visible impaciencia y, frunciendo el torvo entrecejo, +solía contestarle ásperamente: + +--Anda adelante y no te detengas en pataratadas. + +¡Pataratadas! El cura de Peñascosa calificaba así los extravíos de una +conciencia, los dolores del remordimiento. El teniente se estremecía y +hacía lo posible por ahuyentar los pensamientos que en aquel momento +acudían en tropel a su cerebro. Concluyó por no pedirle consejo alguno, +y obró cuerdamente. La teología moral de don Miguel era sin duda más +deficiente que la táctica militar. + +Después de recoger el último suspiro de los moribundos, el gozo mayor +del novel presbítero consistía en sentarse en el confesonario y +esclarecer la conciencia de sus penitentes y conducirlos por el camino +de la perfección. Pero este gozo fue decayendo al observar la pequeñez, +la insignificancia de los sujetos que a su tribunal se acercaban. Casi +todos eran mujeres: por milagro llegaba un hombre a confesarse. Estas +mujeres, siempre las mismas y con los mismos pecados, concluyeron por +aburrirle. Al principio, observando la docilidad con que escuchaban sus +consejos, la ardiente piedad que mostraban y afición a los sacramentos, +imaginó que le sería fácil hacerlas cada día mejores, levantarlas hasta +la santidad o poco menos. Pronto se convenció de que era más difícil +cambiar la vida de aquellas beatas que la de un pecador empedernido. Le +causó gran desaliento: comenzó a fastidiarse de aquellas nonadas, de +aquellas confidencias domésticas insulsas y necias con que las devotas +sazonan sus confesiones. Y no podía menos de admirar a su compañero el +P. Narciso, que se pasaba las horas muertas confesándolas con la misma +afición que el primer día. No sólo las confesaba, sino que, por uno u +otro motivo, siempre estaba entre ellas: unas veces eran las Flores de +Mayo, otras la novena de las Hijas de María, otras la congregación de +San Vicente de Paul, etc. El P. Narciso era, como ya sabemos, el +director espiritual y el ídolo del sexo femenino de Peñascosa. + +Sin embargo, desde la llegada del P. Gil al pueblo, el rebaño había +experimentado algunas bajas. Varias beatas abandonaron su sotana +protectora para colocarse bajo la férula del nuevo excusador. Éste no +tenía la verbosidad y la gracia del P. Narciso, ni se placía en gastar +bromitas saladas con sus penitentas; pero en cambio poseía una figura +delicada como la de un querubín, una sonrisa dulce y melancólica y +modales tan suaves y distinguidos, que compensaban bien las cualidades +del otro. Algunas señoras así lo entendieron al menos, y se produjo la +desbandada que acabamos de indicar. Mas lo raro, lo estupendo del caso +fue que la oveja predilecta del capellán de Sarrió, aquella Obdulia de +quien murmuraban las jóvenes artesanas el día de misa nueva, abandonó +también a su pastor, con quien triscaba espiritualmente, al decir de +aquéllas, en el jardín de Montesinos, y vino humildemente a postrarse a +los pies del joven presbítero. + +Dos meses después de tomar éste posesión de su oficio, se hallaba una +tarde en el confesonario, rezando por su brevario de bolsillo. En la +capillita donde acostumbraba a sentarse no había nadie. Dos mujerucas a +quienes había confesado se habían ido ya. De pronto una figura elevada y +esbelta tapó a medias la puerta, por donde entraba alguna claridad, no +mucha. El P. Gil levantó los ojos y reconoció a la hija de Osuna. La +conocía mucho de vista, aunque jamás había hablado con ella. No ignoraba +que era penitenta muy asidua del P. Narciso, y aun habían llegado a sus +oídos ciertos rumores que rechazó, por supuesto, con indignación. Sin +embargo, aquella joven tan aficionada a la iglesia, tan suelta y +andariega, no le era simpática. Obdulia tenía la tez pálida, +extremadamente pálida, donde brillaban unos ojos negros grandes y +hermosos como pocos. Sus cabellos eran negros también y abundantes, su +talle delgadísimo. Todo en su persona indicaba un temperamento +enfermizo. No podía llamársela con justicia hermosa, pero sí interesante +y distinguida. Avanzó lentamente por la capilla. El joven clérigo creyó +que vendría a hacerle alguna pregunta referente a la comunión general +del día siguiente. Pero en vez de eso, Obdulia se inclinó hacia él +tímidamente y le preguntó con voz temblorosa, donde se advertía extraña +emoción: + +--¿Me puede usted confesar? + +Quedó sorprendido y descontento. Tardó un instante en responder; al fin +dijo gravemente con manifiesta sequedad: + +--Para eso estoy aquí, para confesar a todo el que lo desee. + +La faz pálida de la joven se coloreó fuertemente, sus labios temblaron +como para dar las gracias; pero no dejaron escapar ningún sonido. +Arrodillose sobre la tarima contigua al confesonario, oró breves +instantes y acercó al fin su rostro demacrado a la ventanilla enrejada. + +El P. Gil estaba inquieto, muy poco satisfecho de aquella preferencia. +No que el confesar a una joven mas o menos agraciada le importase nada. +Era el suyo un temperamento puro, sosegado. La lucha con la carne no le +había costado nunca grandes fatigas. Las mujeres eran para él seres +débiles, más necesitadas, por tanto, de protección y consejo: si había +que vivir siempre prevenido contra ellas, era porque los Santos Padres +así lo habían establecido, teniendo presente sin duda su frivolidad y su +naturaleza pecaminosa. El combate formidable que había necesitado +sostener no era contra la sensualidad, sino contra su espíritu analítico +lleno de curiosidad, enamorado de la ciencia. Su maestro venerado, el +rector del seminario, al verle entregado con ardor al estudio de las +matemáticas, de la física, de la filosofía, le había dado la voz de +alerta. ¿Por qué estudiar tanto? ¿A qué conducía, en último resultado, +la ciencia? Lo necesario para salvarse se podía aprender bien en un día, +en una hora, en un minuto. Lo importante no es saber, sino orar y +trabajar. El hombre virtuoso es el más sabio, porque conoce el camino +para llegar a Dios y lo sigue. Estas verdades se impusieron pronto a su +espíritu y le previnieron contra su curiosidad científica y le +impulsaron a sofocarla. Alentado por los consejos y por el ejemplo de su +maestro, había matado la sed de conocimientos con el refresco de la +oración y la penitencia. Logró, como él, amar lo inexplicable, lo +absurdo, porque esto satisface mejor los anhelos de un alma enamorada. + +Pero aunque la mujer no había sido para él jamás un peligro, guardaba en +el fondo de su ser hacia ella ese rencoroso desprecio que caracteriza a +todos los místicos, no por la influencia que sobre ellos puede ejercer, +sino por la funesta que despliega sobre otras pobres almas. En esta +ocasión los dichos que sobre aquella joven corrían, su fama de +caprichosa, estrambótica, despertaban en él cierto sentimiento de +hostilidad que se tradujo en una reprensión tan dulce en la forma como +severa en el fondo cuando la joven le dijo que no había tenido motivo +para variar de confesor. + +--No he hallado nada en él de malo... Solamente que pienso que no acaba +de entenderme--concluyó por manifestar, viéndose apretada. + +--Todo ministro del Señor--repuso ásperamente el P. Gil--entiende lo que +es pecado, y esto basta. + +Pero la confesión que siguió, larga, sincera, fervorosa, regada más de +una vez por las lágrimas, hizo cambiar la disposición del clérigo. +Comprendió que no se las había con un alma vulgar, con una mujerzuela +frívola, sino con una cristiana de corazón entusiasta como el suyo, +tocada del amor divino y ansiosa de perfección. Había sin duda bastante +incoherencia en sus frases, relataba pormenores ridículos y hasta necios +e indignos en ocasiones, pero en otras se mostraba grande y fuerte, +pisoteando sus pasiones y lanzando su vuelo hacia la luz y la verdad. +Hubo momentos en que su novel confesor pensaba estar escrutando el alma +de una santa; hasta tal punto semejaban los ímpetus, los anhelos +místicos de aquella joven a lo que tenía leído en la vida de Santa +Teresa, Santa Catalina de Sena y otras gloriosas madres de la Iglesia. +El relato de las penitencias con que se mortificaba le impresionó +vivamente y le hizo formar de ella un concepto elevado. + +Sin darse cuenta de ello, Obdulia vino a hacer en aquella tarde una +confesión general. Al comunicar al nuevo confesor las flaquezas de su +temperamento, los movimientos pecaminosos de su alma, su vida entera le +acudió a la memoria: ¡una vida bien triste por cierto! Era hija de la +primera esposa que su padre había tenido: no había conocido a su madre. +Su padre había casado otras dos veces, pero no habían durado mucho sus +madrastras. Decíase en el pueblo que el lúbrico jorobado mataba a sus +mujeres a cosquillas. Esta especie monstruosa, que halagaba la +imaginación del vulgo, se la metían por el oído a Obdulia sus compañeras +de colegio para hacerle rabiar. ¡Oh, cuánto había sufrido escuchándolas +y observando el desprecio mezclado de terror que su padre inspiraba! +Éste era para ella cariñoso e indulgente. La pobre no comprendía la +razón de tal desprecio, a no ser por la joroba que la naturaleza le +había dado. Parecíale, como es natural, enorme injusticia. ¿Tenía él por +ventura la culpa de no haber nacido derecho como los demás? Todavía +recordaba con lágrimas la noche en que algunos jóvenes ebrios le ataron +con una faja y le zambulleron en el mar repetidas veces entre bromas y +risotadas. ¡Pobre padre! ¡En qué estado de cólera y miseria llegó a +casa! Lo que no supo la niña fue que estos jóvenes le habían sorprendido +en un portal oscuro en situación poco decorosa. Se asombraba +dolorosamente cada vez que notaba el miedo que inspiraba a sus amigas; y +cuando alguna de éstas, más benévola que las otras, la mostraba +compasión, irritábase fuertemente sosteniendo con calor que su padre era +muy bueno y que la quería entrañablemente. Su naturaleza había sido +siempre pobre y enfermiza: varias veces se temió por su vida. Padeció +desde la infancia fuertes hemorragias por la nariz, que la dejaban +desangrada, aniquilada. Estuvo dos años, desde los doce hasta los +catorce, paralítica de ambas piernas. Su padre la había llevado a varios +establecimientos balnearios sin resultado: hasta que un día, sin saber +cómo ni por qué, echó a andar repentinamente. Otros muchos desórdenes +experimentó su organismo, sobre todo en el período de la adolescencia; +pero el más señalado, o por lo menos el que más llamó la atención de la +gente y el que salía a relucir siempre que se hablaba de ella en la +villa, fue una aberración del apetito que la impulsaba a comer la cal de +las paredes. En vano se hicieron esfuerzos por su padre y maestras para +arrancarle este vicio; en vano se la castigaba, se la recluía, se le +ataban las manos. Al menor descuido, ya estaba descascarillando la pared +y haciendo en ella agujeros profundos. + +Ésta y otras aberraciones desaparecieron al hacerse mujer. Tuvo un +período, desde los diez y seis hasta los veinte años, en que su salud se +fortaleció notablemente, en que se hizo una joven gallarda y bien +parecida. Pronto se secó aquella flor, no obstante. Su salud quebrantose +de nuevo, y aunque no se repitieron los extraños desórdenes pasados, +comenzó a decaer visiblemente, a sentir frecuentes indisposiciones. Los +amigos y su mismo padre atribuían estas dolencias a sus largas oraciones +y penitencias. Le había acometido una afición desmedida a las prácticas +piadosas, a frecuentar los sacramentos y a permanecer horas y horas en +la iglesia. A pesar de las advertencias de todos y de los ruegos de su +padre, nunca quiso refrenar su piedad; antes iba cada día en aumento. La +influencia de D. Narciso quizá tuviera buena parte en ello. + +Había llegado Obdulia a los veintiocho años sin que hubiera tenido más +que unos amores, cuando contaba diez y siete. Fue novia de un mancebo de +Lancia que pasaba en Peñascosa largas temporadas en casa de unos amigos. +Llegaron estos amores a formalizarse. Se habló de boda, se hizo ropa la +novia, se fijó la época. De repente llega el padre del muchacho de la +isla de Cuba, y una noche lo empaqueta en la diligencia y se lo lleva, +no se sabe adónde. Después de este aborto de matrimonio, nada. El +carácter de Obdulia, ordinariamente alegre, se hizo desde entonces +melancólico y reservado. Sin duda el amor divino fue para ella un +consuelo en este fracaso del amor humano. Su carácter experimentó al +mismo tiempo una exaltación extraña. Antes, cualquier censura la echaba +a risa y no le impresionaba; ahora, la observación más delicada la +conmovía fuertemente, le hacía derramar copiosas lágrimas. Su amor +propio se había hecho tan nervioso, tan excitable, que el más ligero +choque con él sentíalo como una profunda puñalada. Su conciencia la +acusaba continuamente de orgullo. Sostenía contra sí misma una lucha +cruel, y no lograba calmar aquella singular irritabilidad. + +El P. Gil sondeó aquel día y los sucesivos (porque Obdulia se confesaba +a menudo) con profunda emoción un espíritu verdaderamente piadoso, al +cual su lucha consigo mismo hacía aún más interesante. Era una de esas +almas que sólo había visto descritas en los libros místicos. Su inefable +dulzura, la sumisión con que recibía los consejos y advertencias, le +sedujo y le inquietó al mismo tiempo: le inquietó porque desconfiaba +mucho de si mismo, temía no acertar a comprender los anhelos ardientes, +las reconditeces sublimes de un ser superior a todos los que hasta +entonces había conocido. Comenzó a prestar intensa atención a las +extrañas confidencias de la joven, a sus escrúpulos, a sus alegrías y +terrores, a sus visiones, porque las tenía de vez en cuando. Y ya no le +sorprendió que los demás confesores no la hubiesen comprendido. +Recordaba lo que le sucediera a Santa Teresa, y se propuso con el +ejemplo no despreciar por ridículas ciertas menudencias, señales de una +conciencia siempre alerta, ni considerar como deslumbramientos y +trampantojos los que muy bien podrían ser favores reales del Cielo. + +Lo que más le impresionó en la piedad de su nueva penitenta fue el afán +de mortificarse. Trataba a su cuerpo sin compasión, un cuerpo delicado +como el tallo de una flor. Varias veces durante la noche levantábase a +orar; al amanecer, en los días más húmedos y fríos del año, salía de +casa para ir a la iglesia, donde pasaba algunas horas de rodillas; +ayunaba con un rigor que no había visto ni en su ascético maestro del +seminario, abstinencias prolongadas, terribles, que parecían imposibles +de resistir; gastaba cilicios en las piernas y los brazos, y se +disciplinaba los viernes y en las vísperas de las fiestas señaladas. +Este desapego de la carne, este odio de la bestia nunca lo había sentido +el joven sacerdote. En vano se lo había querido inculcar su director +espiritual, en vano había trabajado toda su vida por adquirirlo. Todo +fue inútil. Las penitencias corporales le dolían, le aterraban de tal +modo que apenas comenzadas tenía que suspenderlas. Maltrataba a su +espíritu con gran valor, sofocaba en él toda aspiración, todo deseo que +le pareciese pecaminoso, lo humillaba siempre que quería; pero temía al +dolor físico como la más sensible damisela: de ello se acusaba al +confesor y se dolía en sus largas y fervorosas oraciones. Por eso las +ásperas penitencias de la joven le causaron una admiración ilimitada. + +Todos admiran más aquello que les falta. Nunca se sintió más humillado +ni dudó tanto de su virtud y su salvación. Y tomándolo como una +advertencia del Cielo, se propuso intentar nuevamente este camino de +perfección, por el cual habían andado todos los que verdaderamente +quieren acercarse a Dios. Alentado por el ejemplo de la piadosa +doncella, comenzó a maltratar su carne como ella: cada una de sus +confidencias servíale de ejemplo. Quiso también ayunar rigurosamente, +quiso también levantarse al primer sueño y pasar una hora en cruz de +rodillas, quiso gastar cilicio, quiso disciplinarse. Fue un combate +terrible con su naturaleza pura y tranquila de hombre sin pasiones, que +no siente por tanto la necesidad de aquietarlas a latigazos. + +Su admiración por la virtuosa doncella le impulsó no sólo a tomarla de +ejemplo, sino también de consejera. Era tan humilde e inocente de +corazón que se sentía avergonzado teniendo que dirigir y reprender a +quien en el fondo consideraba como superior. Poco a poco comenzaron las +mutuas confidencias. El nuevo clérigo, no teniendo en Peñascosa un +director espiritual acomodado a su educación mística, abrió +insensiblemente su pecho y comunicó a la joven sus alegrías, sus +triunfos y sus desmayos en la vía de salud que se había trazado. Fue una +amistad espiritual, en que no se trataba otro asunto que el del servicio +de Dios, en que se pasaban largos ratos hablando dulcemente de las cosas +del Cielo. Ni faltaban tampoco en sus coloquios algunas bromitas +inocentes que los regocijaban por breves instantes. + +--Cuando usted se encuentre en el cielo--decía sonriendo el P. Gil,--muy +arrellanadita en la silla que le corresponda, ¡qué poco se acordará de +su pobre confesor, que estará padeciendo en el purgatorio! + +--¡No diga eso, padre! Si usted no va derecho al cielo, ¿quién ha de ir? + +--¡Oh, no!--respondía con un suspiro el sacerdote.--Usted tiene formado +de mí un concepto muy equivocado... Yo soy un indigno pecador... Gracias +infinitas daré a Dios si me lleva al purgatorio, aunque esté allí miles +de años... + +Y lo decía de todo corazón el virtuoso clérigo. Creía de buena fe que, +porque no le era posible macerarse, no poseía una virtud sólida, y se +alegraba en el fondo del alma de haber tropezado con un ser que gozaba +de este privilegio. Acudíale a la memoria frecuentemente el ejemplo del +P. Gracián, a quien Santa Teresa tanto había ayudado en el camino de la +perfección con sus virtudes y consejos. Su amor platónico al ascetismo +le impulsaba a alentar en vez de reprimir prudentemente el de su +penitenta. Cada mortificación que ésta se infligía y temblando y +ruborizada venía a relatarle en el confesonario le causaba un gozo +profundo, le parecía un triunfo sobre el pecado y se forjaba la ilusión +de que a él le correspondía una parte de la victoria. + +Muchas y variadas fueron las que la valerosa doncella consiguió sobre la +carne en el espacio de pocos meses. Así como los hombres corrompidos +agotan su imaginación en busca de nuevos placeres, así ella sobresalía +en la invención de variados tormentos para su delicado cuerpo. La +aprobación de su confesor, las frases de elogio que a despecho suyo se +le escapaban de los labios, indudablemente calentaban su fantasía y +aguijaban sus ímpetus. Un día se pasaba veinticuatro horas sin tomar +alimento, otro echaba ceniza en el plato que más le gustaba, otro se +ponía una camisa de lana burda a raíz de la carne, otro se disciplinaba +hasta saltar la sangre, etc. + +Cierta tarde se acercó al confesonario con la faz más radiante, con un +gozo intenso pintado en sus grandes ojos negros y misteriosos. Acababa +de lograr un nuevo triunfo sobre el enemigo y ansiaba comunicarlo a su +confesor. Pero éste, en vez de entretenerse en coloquios místicos como +otras veces, y de enterarse con afectuoso interés de sus penitencias, de +sus luchas con la carne, se atuvo severamente a los pecados. Se hallaba +quizá en un momento de melancolía o de concentración del pensamiento. +Mantúvose en una actitud reservada, hablando poco, tratándola casi como +a una desconocida. Esta reserva impresionó a la joven. Hallábase ella +precisamente en uno de esos momentos de expansión, en que la alegría +espiritual rebosa del pecho. Pensaba hacer partícipe de ella a su +virtuoso confesor. Mas hete aquí que a éste le da por callar y abreviar +la confesión todo lo posible. La joven se levantó al fin triste y sin +poder reprimir un movimiento de despecho. Dio algunos pasos por la +capilla, que estaba solitaria. De repente, no pudiendo vencer el deseo +de hacer saber a su confesor la terrible penitencia que había llevado a +cabo, se acerca de nuevo al confesonario, no por la ventanilla, sino por +la puerta. + +--Padre--dice con voz temblorosa, ahogada por la emoción,--se me olvidó +decir que esta noche hice una penitencia que acaso, por excesiva, +pudiera ser un pecado. + +El joven presbítero levantó los ojos sin comprender bien, expresando una +muda interrogación. + +--Me he quemado con una plancha. + +El confesor permaneció silencioso, mirándola con ojos distraídos. + +--Me he puesto la plancha ardiendo en un brazo... + +El mismo silencio. El P. Gil, o estaba pensando en otra cosa, o el +estupor le había inmovilizado. + +Sin duda creyó lo primero Obdulia, porque dijo con cierta viveza: + +--Sí, señor, me he hecho en el brazo esta quemadura... + +Y al mismo tiempo levantó la manga del vestido y puso al descubierto +una herida fea y dolorosa que tenía en el antebrazo. + +El sacerdote se encendió como una amapola, y volviendo prontamente la +cabeza, repuso con aspereza mirando a las tablas del confesonario: + +--Bueno, bueno... Deje usted... Me parece excesivo, en efecto... +Absténgase en adelante de hacer tales penitencias sin consultarlas antes +con su confesor. + + + + +III + + +A las ocho de la noche, después de haber cenado con D. Miguel y de +haberle visto retirarse a la cama en la dulce compañía de sus pistolas +de chispa, el P. Gil salió de la rectoral con dirección a la casa de su +protectora D.ª Eloisa Montesinos. Pocas veces iba a la tertulia que ésta +reunía por las noches. Ni tenía gusto en ello, ni el régimen severo de +la casa del cura lo consentía. Pero su protectora se había quejado del +abandono; hasta le pareció que estaba más fría con él. Temeroso de ser +tachado de ingratitud y apesadumbrado realmente, porque profesaba tierno +y respetuoso cariño a la bondadosa señora, resolviose a ir más a menudo, +haciéndolo así presente al párroco. + +El agua de un fuerte chubasco le azotó el rostro al poner el pie fuera +de la puerta. Abrió el paraguas, mas a los pocos pasos, el viento que +soplaba huracanado en el Campo de los Desmayos se lo volvió. En la +imposibilidad de cerrarlo y sintiéndose empujado violentamente por el +huracán, el joven excusador se refugió en el negro, enorme portal de +Montesinos. Nunca pasaba por delante de él sin sentir cierto +estremecimiento de temor y curiosidad. En aquel sombrío palacio habitaba +un hombre misterioso de quien se contaban vagamente mil extrañas +historias, a quien se atribuían además ideas y frases escandalosas +contra la religión y sus ministros. El joven clérigo apenas le conocía. +D. Álvaro Montesinos había pasado casi toda su vida en Madrid. Hacía dos +o tres años solamente que había venido a establecerse a Peñascosa. Vivía +en un retiro casi absoluto, paseando alguna que otra rara vez por las +orillas del mar, enteramente solo. El resto de los días lo pasaba +encerrado en casa, según se decía, leyendo o escribiendo artículos +impíos. El clero de Peñascosa hablaba de él con cierto desprecio +rencoroso, del cual había llegado a participar el P. Gil, sin conocerle. + +Arregló su paraguas lo mejor que pudo, y como los ímpetus del viento +hubiesen sosegado un instante, saliose del portal, no sin dirigir una +mirada de miedo y hostilidad a la gran puerta negra del fondo, en lo +alto de la cual ardía tristemente una lamparilla de aceite detrás de +una ventanilla enrejada. Salió del Campo de los Desmayos y, una vez en +la calle del Cuadrante (que así se llamaba la única grande y poblada de +Peñascosa), el viento ya no soplaba tan recio y pudo aprovecharse del +paraguas y llegar a casa de Dª Eloisa, situada en la plaza, sin mojarse +seriamente. La morada de D. Martín de las Casas era también antigua, +pero notablemente reformada, mucho más chica que la de su cuñado, con +todas las comodidades y aditamentos exigidos por las necesidades +modernas: portal de azulejos con cancela, escalera bien labrada de álamo +con pasamano charolado, las habitaciones con elegantes frisos y papeles, +todo muy aseado y pintadito. + +--¡Buenos ojos le vean, padre! ¡Qué caro se vende!--exclamó Dª Eloisa, +que desde que su protegido había recibido las sagradas órdenes no le +tuteaba. + +Al mismo tiempo se levantó y le besó la mano con verdadero afecto. Lo +mismo hicieron Dª Rita, Obdulia, que desde hacía poco tiempo era +tertulia asidua de la casa, Marcelina y también Dª Serafina Barrado, a +pesar de la mirada oblicua que le dirigió su capellán D. Joaquín. Dª +Marciala y Dª Filomena se hicieron las distraídas hablando con D. +Peregrín Casanova, y saludaron al fin desde su asiento con sonrisa +halagüeña. + +Mientras duraron las salutaciones, D. Narciso, que estaba arrimado de +espaldas al piano, no quitó los ojos de su compañero, unos ojos donde se +leían claramente la aversión y el recelo. Sin que el P. Gil la provocara +ni aun se diera bien cuenta de ella, existía viva rivalidad entre él y +D. Narciso, a quien había arrancado más de la mitad de las hijas de +confesión. Bien sabía Dios que no había hecho nada por conseguirlo; +antes, al contrario, le pesaba mucho cada vez que una de ellas se +acercaba a su confesonario. Pero ¿qué le tocaba hacer? Nada más que +confesarlas, pues era su obligación. Insistir mucho en que no variasen +de confesor era conceder demasiada importancia a la cuestión de persona: +no estaba dentro del espíritu del sacramento. Pero el capellán de Sarrió +no se hallaba penetrado de la intención de su compañero, y si se +hallaba, no alteraba gran cosa sus sentimientos. Ateníase al resultado, +y éste era triste para él. Antes de la llegada de Gil puede decirse que +campaba él sólo entre el bello sexo de Peñascosa y señoreaba sus +conciencias. Los demás capellanes no le hacían sombra alguna. Era el +niño mimado de las beatas. Ninguno de sus chistes, de sus pasos y gestos +pasaba inadvertido: las devotas que tenían la dicha de escucharlos o +presenciarlos, se encargaban prontamente de difundirlos entre sus +amigas. A cada instante testimonios irrecusables de la viva simpatía y +veneración que despertaba en la villa: regalos de casullas, de +corporales bordados por dedos primorosos, de alzacuellos de raso, etc., +etc.; ofrendas más positivas aún, de jamones, botellas de jerez, tartas +y chocolate. D. Narciso tenía admirablemente cubiertas sus necesidades +espirituales y temporales. Era un pastor que apacentaba felizmente sus +ovejas, conduciéndolas con dulzura por el sendero de la virtud hacia el +paraíso y trasquilándolas de vez en cuando el rico vellón para que no se +enredaran en las zarzas. + +La aparición de su nuevo compañero vino a turbar aquella deliciosa +Arcadia mística. Las ovejas, acometidas súbito de agitación insana, se +pusieron a saltar y encabritarse cual si escuchasen los sones de un +caramillo encantado. Ni las pedradas ni los halagos lograron retener a +una gran parte de ellas. Quedó en cuadro su rebaño, y él, que había +tenido fuerzas para gobernar un hato tan considerable, desmayaba ahora +al verse solo, al percibir la hostilidad con que le miraban algunas de +sus antiguas y queridas ovejitas. Porque no solamente ya no llegaban a +su casa los ricos dones ultramarinos y nacionales de otros tiempos, sino +que con profundo dolor notaba que empezaba a discutírsele. Decíase entre +las damas piadosas, y esto llegaba a sus oídos, que, si era cierto que +tenía palabra más fácil que el joven excusador, la mayor parte de las +veces «no había sustancia en lo que decía,» y que éste le aventajaba +mucho en peso, en razón natural y en instrucción. Hubo ocasión en que al +lanzar uno de sus chistes más picantes, relacionado como siempre con las +materias fecales, apenas produjo risa entre las oyentes, y supo que una +de ellas, después que se fue, le había calificado de grosero y mal +educado. De las gracias corporales no había que hablar, pues bien se le +alcanzaba que nunca podría competir con la delicada y gallarda figura de +su rival. En resumen, D. Narciso se sentía minado en los cimientos y +temía a cada instante venir al suelo. No es maravilla, pues, que la +mirada y el saludo con que acogió al joven presbítero fuesen menos +afectuosos de lo que debía esperarse. No recordaba poco ni mucho la +amable recepción que San Juan Bautista, maestro querido y celebrado, +hizo al joven y divino discípulo que le había de eclipsar en seguida. + +--No le riñas, mujer. ¿Sabes tú, por ventura, si le será fácil salir de +noche, con el miedo que D. Miguel tiene a los ladrones?--gritó D. Martín +de las Casas desde la mesa de tresillo donde jugaba con otros dos, un +cura y un seglar. + +--No, señor; no es eso--dijo el clérigo, ruborizándose bajo las miradas +de toda la tertulia. + +--¿Que no tiene D. Miguel miedo a los ladrones?--preguntó con acento +afectadamente brusco el señor de las Casas. + +--Sí que lo tiene--repuso sonriendo dulcemente el joven, sentándose al +propio tiempo al lado de su madrina.--Sus razones habrá. Los ricos son +los que temen. Los pobres, como yo, están tranquilos. + +--Pero ¿tendrá el señor cura tanto dinero como se dice?--preguntó D.ª +Marciala con curiosidad. + +--Yo no puedo decir a usted, señora... Presumo que sí, porque atiende +mucho a su hacienda. Sus gastos son pequeños, y en vez de aumentarse los +va restringiendo cada día más. Donde entra mucho y sale poco no tiene +más remedio que hacerse montón. + +--Los derechos parroquiales deben producir mucho, ¿verdad?--preguntó con +más curiosidad aún la esposa del boticario de la plaza. + +--Ya comprenderá usted que en una parroquia tan extensa como ésta no han +de ser cortos. + +--Pero D. Miguel perdonará muchos de ellos--replicó la señora, con una +leve inflexión cómica en la voz. + +--Es posible, señora. Por mi parte, no lo he visto--repuso con perfecta +ingenuidad el excusador. + +D. Narciso y D. Joaquín, el capellán de la señora de Barrado, cambiaron +una rápida mirada significativa. + +Este capellán era un joven delgado, con rosetas en las mejillas, indicio +de un temperamento enfermizo, los ojos vivos e insolentes, la nariz +fina, la boca pequeña, con un pliegue hipócrita y malicioso. Había sido +un criadillo que doña Serafina metió en casa para recados y servir a la +mesa, poco después de quedar viuda. Observando su listeza y encariñada +con él, una vez trasladado su domicilio a Lancia, le dio carrera, +enviándole al seminario. En las horas que le dejaban libres las clases, +Joaquín seguía desempeñando su oficio de criado. Luego que tomó las +órdenes le hizo su administrador; hoy era sus pies y sus manos. No salía +a la calle sino en su compañía, era su director espiritual y su +consejero temporal. Espectáculo curioso en verdad la trasformación +súbita de un doméstico en señor de su propia ama. Ésta le trataba de +usted, le llamaba siempre D. Joaquín y, públicamente al menos, le +prodigaba mil muestras de respeto, obligando asimismo a los criados a +tributárselo. + +D.ª Eloisa volvió a insistir, preguntando con acento cariñoso: + +--Entonces, ¿cuál es la razón de su retraimiento, pícaro? + +--Señora, comprendo que a D. Miguel no le gusta mucho que salga de +noche; pero la principal razón es que la mayor parte de los días estoy +rendido... ¡Como me levanto a las cuatro de la madrugada!... Otras veces +necesito rezar un poco... + +--Usted trabaja demasiado, padre--dijo Marcelina, una joven soltera que, +al decir de la gente, frisaba ya en los cuarenta, fea, apergaminada, muy +habilidosa de manos y no poco también de lengua.--¡Tantas horas de +confesonario!... ¡Y luego los enfermos!... + +--Sin contar las horas que pasa de rodillas en oración...--apuntó con +timidez Obdulia. Después de soltar la frase se puso colorada. + +D. Narciso le clavó una mirada singular, entre irónica y agresiva, que +la joven no pudo ver, porque ponía empeño en no mirar cara a cara a su +antiguo confesor. + +El P. Gil hizo un gesto de impaciencia, molestado por aquellos elogios, +y para desviar la conversación de su persona, se encaró con uno de los +que jugaban al tresillo. + +--Señor Consejero, hoy le he visto desde la rectoral sacar con la caña +un pez muy gordo. Por cierto que me pareció un salmonete, y a D. Miguel +una robaliza. Hemos disputado un poco. + +--Tiene mejor vista el cura que usted. Una robaliza era--dijo gravemente +el caballero interpelado, sin levantar la vista de las cartas. + +Este D. Romualdo Consejero era un anciano de bigote y cortas patillas +blancas, color cetrino, la frente surcada con profundas arrugas, los +ojos grandes, severos, de párpados caídos. No sonreía jamás. Hablaba +constantemente con acento de mal humor, como hombre desengañado de todo. + +--Los salmonetes no caen en el muelle, don Gil de las calzas +verdes--profirió el señor de las Casas con su habitual rudeza, por no +decir grosería. Solía llamar así, en broma, a su antiguo protegido. + +--Sí caen tal, D. Martín de las Casas blancas--profirió con voz sorda +Consejero. + +Los tertulianos rieron, lo cual amoscó un tanto a D. Martín, hombre, +como ya sabemos, propenso a irritarse. + +--Yo lo creía así, Consejero de picardías--respondió con retintín, +mirándole a la cara fijamente, y poniendo sobre la mesa al mismo tiempo +un rey de copas. + +--Pues creía usted muy mal--replicó el anciano, siempre con los ojos +sobre las cartas.--También creía usted que ese rey de copas iba a pasar +triunfante, y... vea usted, ¡lo fallo! + +--Eso lo hará usted porque es un grosero y ha adquirido malas mañas allá +por Málaga. Aquí el padre Norberto de seguro no lo hubiera hecho. + +--¡No, no! Yo soy incapaz...--dijo el cura, sofocado por la risa, +tosiendo hasta reventar.--No he salido de Peñascosa... Yo lo que hago es +achicarme y correr ese punto de oros de mi compañero. + +Y puso sobre la mesa un cuatro. + +--¡Hurra por el cura!--rugió D. Martín, echando el caballo y recogiendo +la baza. + +--Amigo, yo pensé que D. Martín no tendría el caballo--suspiró D. +Norberto, dirigiéndose a Consejero con ojos de angustia. + +--Lo pensó usted porque es un babieca y lo ha sido toda su vida--repuso +éste con afectada naturalidad donde se traslucía la cólera. + +--¡Pero hombre de Dios!...--exclamó el clérigo, disponiéndose a dar +explicaciones. + +Consejero le atajó con ademán colérico, poniendo resueltamente las +cartas boca abajo sobre la mesa. + +--¡Hombre del diablo! digo yo... ¿Cómo se le ocurre a usted correr un +punto no estando cubierto?... + +Armose una disputa violenta que duró breves instantes. Las de Consejero +y el P. Norberto no se prolongaban mucho tiempo, porque éste, hombre de +buena pasta, flemático, concluía por callarse alzando los hombros con +resignación y sacudiendo al mismo tiempo la cabeza en señal de muda +protesta. Las que se eternizaban eran las de Consejero con D. Martín, +siendo ambos a cual más irascible y tozudo. + +D. Martín de las Casas, teniente coronel retirado, que había hecho la +guerra de Cuba, donde había recibido una herida en un hombro que le +impidió continuar en el servicio, se creía en el caso, por su profesión, +de llevarlo todo por la tremenda. Desde el año 1873 en que pasó al +cuerpo de Inválidos no volvió a salir de Peñascosa. Contaba en aquella +época cuarenta y dos años. Su esposa se alegró de aquel retiro forzoso, +aunque deplorase que viniera al seno de la familia con un hombro de +algodón. Consideraba como virtud excelsa, privativa del militar, la +energía lo mismo en el campo de batalla que tomando café en el casino. +Sus disputas, sus baladronadas en este centro de recreo eran +proverbiales en Peñascosa y las bofetadas que solía repartir al final de +ellas también. Desde la llegada del tremendo teniente coronel ningún +vecino, por grave y respetable que fuese, estaba seguro. Muchos hidalgos +y ricos hacendados de la villa, que hasta entonces habían conservado +inmaculadas sus mejillas, ni soñaban con que nadie pudiese atentar a +ellas, las vieron selladas y rubricadas cuando más descuidados estaban +por los dedos del feroz inválido. Esto fue causa de un lento reflujo +entre sus amigos y conocidos, que le habían recibido cordialmente a su +vuelta del servicio. El movimiento no engendró aquí el calor sino el +frío. Poco a poco fueron dejándole aislado, juzgando su sociedad +peligrosa. Se vio necesitado a alternar con gentecilla de poco más o +menos y con clérigos, que por su sagrado carácter estaban libres de sus +manos expeditas, o así lo parecía al menos. En el casino se le veía +rodeado casi siempre de dos escribientillos de casas de comercio, un +profesor de música, un maestro de obras y otros tres o cuatro individuos +del mismo porte. Le escuchaban como un oráculo, y si alguna vez en el +calor de la improvisación les largaba un soplamocos, blasfemaban un poco +por dignidad y volvían en seguida a las buenas. + +Consejero formaba excepción. Tenía peor genio que él. En el de D. Martín +había mucho de afectado y profesional: el de aquél era puro y nativo. +Pero su avanzada edad, su debilidad física y sus achaques le ponían a +cubierto de cualquier brutal agresión por parte de su amigo. Éste solía +concluir la disputa con un gesto violento de desprecio. Alguna vez llegó +a decirle: + +--D. Romualdo, si usted tuviera treinta años menos, le estampaba contra +la pared. + +D. Romualdo vivía sólo. Un hijo que tenía empleado en Málaga se le había +muerto hacía cuatro años. Disfrutaba una pequeña renta, suficiente a +subvenir a sus cortas necesidades, y no tenía otra ocupación que pescar +con caña, ni otro recreo que el de jugar al tresillo. La vida se partía +para Consejero entre los anzuelos y los naipes. La mañana se la pasaba +entera sentado sobre su sillita de tijera en el muelle, o en las peñas +de tras la iglesia, con un sombrero de jipijapa si hacía sol o un +paraguas si llovía. Por la tarde, tresillo en el casino hasta las cuatro +en que de nuevo tomaba la caña. Por la noche, tresillo en casa de D. +Martín con éste y el P. Norberto. + +Era éste un clérigo al cual se le podrían echar cuarenta años de edad, +aunque pasaba bastante de cincuenta, grueso, rollizo, colorado, +admirable dentadura, los ojos redondos y saltones, la nariz ancha, sin +una cana en el pelo ni una arruga en el rostro. Hablaba poco y reía +mucho. Todo le hacía gracia: vivía en perpetuo espasmo de alegría y +admiración. Celebraba cualquier insulsez de los amigos como el chiste +más acerado, hasta verse obligado a sujetar el vientre sacudido por los +flujos de risa. Y los reía de buena fe, sin asomo de hipocresía ni +adulación, lo cual, como es lógico, lisonjeaba el amor propio de los que +estaban a su lado. Por tal razón quizá, el P. Norberto gozaba de +generales simpatías en la villa y no era mal quisto de sus compañeros. +Sólo se le conocían tres pasiones, los callos guisados, el tresillo y +otra de que más adelante hablaremos. Cuando en una casa, de las que +frecuentaba, había callos para la comida o la cena, ya se sabía que era +de rúbrica el convidarle. Se servía dos o tres platos colmados, se +desabrochaba, la frente le empezaba a ahumar y había que dejarle reposar +después una hora sobre la cama; si no, corría peligro de estallar como +una bomba. Consejero solía decirle que cada día comía más callos y +jugaba peor al tresillo. Y nunca soltaba la frase sin que el buen +clérigo se retorciese y sofocase de risa. Los chistes jamás se hacían +viejos para él. + +Las señoras apartaron prontamente su atención de los tresillistas así +que comenzaron a disputar. Todas las noches había una porción de +reyertas como ésta. + +--Y usted, D. Narciso, tampoco ha venido ni ayer ni anteayer. ¿Qué ha +sido de usted? ¿Reza también por las noches?--dijo D.ª Marciala, que +hacía calceta cerca de la mesa de tresillo; de vez en cuando alzaba las +manos hacia el quinqué de los jugadores, para tomar un punto que se le +había escapado. + +--No, señora; yo no soy gran rezador. No tengo la virtud de la oración. +En cambio me abstengo de ciertos vicios, como el de murmurar de mis +superiores y compañeros--profirió el capellán con acento insolente, +mirando con afectación al techo. + +La alusión iba directamente al excusador, que acababa de hablar de la +avaricia del cura. Así lo entendió él, y si no lo hubiera entendido +claramente, se lo manifestaran los ojos de los circunstantes. Ante +aquella brutal agresión se le encendió el rostro como una brasa. Las +carcajadas malignas de D. Joaquín y D. Melchor concluyeron de turbarle. + +--¡Hombre, no está mal eso! ¡jo! ¡jo! ¡Me gusta eso! ¡jo! ¡jo! Está bien +eso de la abstención. ¡Mucho que sí! Tiene usted ingenio, D. Narciso. +¡Mucho ingenio! ¡jo! ¡jo! ¡jo! + +El P. Melchor se reía a boca llena de un modo insolente y grosero, +mirando alternativamente al joven excusador y a D. Narciso. El capellán +de D.ª Serafina también se reía con una risita aguda, minúscula, que +aparentaba sofocar llevándose el pañuelo a las narices. Las señoras +permanecían serias y disgustadas comprendiendo la venenosa intención del +capellán de Sarrió. Sólo D.ª Marciala sonreía frente a él aplaudiéndole. + +En Obdulia el dardo produjo aún impresión más dolorosa que en su +confesor. Sintiose invadida por un frío extraño acompañado de ligero +temblor; luego fuertes llamaradas de calor le subieron al rostro y con +ellas un vivo irracional deseo de lanzarse sobre D. Narciso y arañarle. +Costole trabajo inmenso dominar sus ímpetus. + +--Malo es murmurar--dijo D.ª Serafina Barrado para salir del silencio +embarazoso que reinaba, disgustada como las demás por aquella +injustificada agresión;--pero muchas veces se toma por murmuración lo +que no es. Se habla de cualquier persona... por hablar de algo, sin +ánimo alguno de ofenderla. Hasta nos reímos muchas veces de sus manías, +y no dejamos por eso de estimarla, ni nos creemos superiores a ella... + +Al llegar aquí sus ojos tropezaron con los de su capellán, que había +cesado de reír y le clavaba una mirada fría y aguda como un puñal de +Albacete. La pobre señora quedó acortada y sólo tuvo ánimos para +concluir con voz más baja: + +--...Al menos, eso me pasa a mí... + +--Y le pasa a todo el que tiene un corazón franco, señora--dijo +impetuosamente Obdulia. + +--Sólo los envidiosos, los malintencionados saben dorar la píldora de +veneno y clavar el puñal cuando parece que están haciendo una caricia. + +La voz de la joven salía alterada, un poco ronca. + +D. Narciso dejó escapar una risita maligna y dijo con acento irónico: + +--¡Mire usted cuántas cosas sabe de teología moral la señorita! Habrá +que declararla doctora de la Iglesia, como a Santa Teresa. + +--¡Caramba, tampoco está mal eso! ¡jo! ¡jo! ¡Conque doctora de la +Iglesia! ¡jo! ¡jo!... ¡Pero qué perverso es este D. Narciso! ¡Jo! ¡jo! +¡jo!... ¡Es mucho D. Narciso! + +--No se ría usted tan fuerte, D. Melchor, que puede saltarle la +dentadura--dijo la joven, por cuyos ojos pasó un relámpago de cólera. + +El P. Melchor cesó de reír repentinamente. Este clérigo, de edad de +treinta y cinco a cuarenta años, alto, de facciones regulares, ojos +grandes y negros sin expresión, y figura triste y descuadernada, +presumía, según pública voz, de guapo, lo mismo que de inteligente, +maligno, ilustrado, etc., etc. La frase de Obdulia le hizo un efecto +terrible, porque imaginaba que lo de la dentadura postiza nadie lo sabía +más que Dios y el dentista de Lancia que se la había puesto. Murmuró +algunas frases incoherentes, pero Obdulia continuó sin hacer caso de él: + +--Yo de teología sólo sé que los sacerdotes están obligados a tener +oración, y que el alabarse de no rezar es más propio de impíos que de +ministros del Señor. + +Lo dijo con calma y naturalidad que hicieron más incisivo y profundo el +arañazo. + +--¿Y dónde ha aprendido usted tanto, señorita?--preguntó D. Narciso, +desconcertado ya. + +--Pues lo he aprendido en el catecismo explicado y en los sermones del +magistral de Lancia... a quien dicen por ahí que usted imita... pero +nada más que en los gestos, ¿sabe usted? + +D. Narciso se sintió herido en lo más vivo de su ser, porque +efectivamente hacía todo lo posible por parecerse al magistral, notable +orador sagrado. Quedó algunos instantes silencioso y se disponía a +contestar, cuando vino a interrumpir el tiroteo la entrada de una nueva +señorita llamada Cándida, alta, delgada, enjuta y apretada, de la +familia de los bacalaos. Fortuna tuvo D. Narciso, pues en la disputa +llevaba la de perder. Obdulia poseía una imaginación vivísima, y antes +de haberse dado a la mística gozaba fama de alegre y chistosa entre sus +amigas. + +D.ª Eloisa aprovechó la oportunidad para cambiar la conversación, que se +había hecho peligrosa. Detrás de Cándida entró D.ª Teodora. Venía ésta +acompañada de D. Juan Casanova. Este recto y majestuoso caballero tenía +la costumbre desde tiempo inmemorial de hacer la tertulia por las noches +a D.ª Teodora. Cuando ésta venía a la de su amiga D.ª Eloisa, lo cual +sucedía una o dos veces por semana, la acompañaba juntamente con el +criado. D. Peregrín, después que llegó de su excursión burocrática por +Cataluña, también adquirió el hábito de pasar un rato todas las noches +en casa de D.ª Teodora. + +No es posible resolver cuándo y cómo nació en la mente del antiguo +oficial del gobierno civil de Tarragona la idea de suplantar a su +hermano en el corazón de la fresca señorita; pero es cosa averiguada que +nació, y que se desarrolló con extraordinaria fuerza en poco tiempo. +Comenzó a tributarla mil atenciones, a recrearla con el sabroso +repertorio de sus recuerdos de empleado, a hacer gala en su presencia de +un ingenio sutil, de una facilidad pasmosa para los retruécanos. Procuró +asimismo demostrar su incontestable superioridad intelectual sobre su +hermano, llevando la contraria a cuanto decía, sonriendo +despreciativamente cuando hablaba, vejándole, en fin, de mil modos. D.ª +Teodora, sin embargo, resistió tenazmente esta suplantación. Aunque +debía de estar bien convencida de la superioridad de D. Peregrín, como +hombre de mundo y erudito, no por eso dejó de seguir prodigando a don +Juan las mismas señales de afecto. Al contrario, los desprecios de su +hermano no sirvieron más que para que se lo manifestase más vivo que +antes. Esto llenó de amargura el corazón de don Peregrín. Fue el motivo +más poderoso de rencor entre los muchos que tenía contra su hermano, +después de la estatura. + +Cándida fue a besar la mano del P. Melchor, de quien era hija de +confesión, y le consoló, con el respeto, la sumisión y el cariño con que +empezó a hablarle, del fracaso que acababa de experimentar. + +Apenas se acomodaron todos de nuevo, D. Peregrín, que hasta entonces se +había mantenido dentro de una locuacidad ordinaria, estimulado por la +presencia de D.ª Teodora, quiso dar gallarda muestra de sus maravillosas +aptitudes para amenizar cualquier tertulia. Cogió por los pelos la +ocasión que le dio D. Narciso, al censurar lo mal empedradas que estaban +las calles de Peñascosa, para decir con su voz gangosa y penetrante en +una pausa: + +--Siendo yo gobernador de Tarragona... + +--¡Ya pareció Tarragona!--dijo sordamente Consejero, mientras colocaba +las cartas. + +Los que estaban cerca oyeron la exclamación y rieron. A los oídos de D. +Peregrín llegó el rumor, se detuvo un instante y dirigió una mirada +cobarde a Consejero. Después prosiguió con decisión su anécdota. Los +quince días que había desempeñado el gobierno de Tarragona, por ausencia +del gobernador y enfermedad del secretario, eran la edad de oro de la +existencia de don Peregrín, el período dulce y poético cuyo recuerdo +hacía vibrar siempre su corazón. ¡Cuántos sucesos en aquellos quince +días! ¡Cuántas imágenes brillantes de gloria y poder surgían en su mente +al pensar en ellos! Los más insignificantes pormenores de tan hermoso +sueño teníalos presentes cual si acabaran de efectuarse. Podría decir +cuántas veces había llovido en aquellos quince días, qué había comido y +bebido, de qué color eran los pantalones que gastaba. Durante algún +tiempo, cuando hablaba de esta época, solía decir:--«Haciendo yo de +gobernador en Tarragona...» Más adelante sustituyó la frase con esta +otra:--«Siendo yo gobernador de Tarragona...» + +Y cuando era gobernador de Tarragona sucedió que la prensa local se +quejó del abandono de las calles, achacándolo, como todo lo demás que +andaba mal, a la administración conservadora. Entonces él, encargado de +velar por el gobierno y el partido, había llamado al alcalde a su +despacho y le había dicho: «Amigo mío...» Aquí una tirada de +observaciones que D. Peregrín, cada vez que la repetía, iba haciendo más +enérgica, hasta convertirla en severísima filípica. El alcalde le +respondía esto y lo otro (la respuesta del alcalde iba siendo cada vez +más débil e insignificante). Entonces él, sin descomponerse poco ni +mucho, con la mayor calma, como quien no dice nada, le replicaba: +«Querido alcalde, tiene usted dos caminos para elegir: o la suspensión, +o el arreglo inmediato de las calles.» + +--Al día siguiente, bien temprano, estaban trabajando dos cuadrillas de +obreros en las calles--terminó diciendo D. Peregrín con una fría sonrisa +maliciosa. La conclusión y la sonrisa eran lo único que no se iba +modificando lentamente en la interesante anécdota. + +O porque ya la hubieran oído muchas veces o por no tener el espíritu +bien dispuesto para esta clase de confidencias administrativas, es lo +cierto que muy pocos eran los tertulios que atendían. Hablaban los unos +con los otros en parejas o en grupos de tres y de cuatro. Cándida +cuchicheaba con el P. Melchor, D.ª Eloisa con su ahijado el P. Gil y con +Obdulia, D. Joaquín con Marcelina, y el P. Narciso con D.ª Filomena. Se +puede asegurar que los únicos que escuchaban realmente al ex-gobernador +interino de Tarragona eran su hermano y D.ª Teodora, esto es, los que ya +conocían los pormenores de su gestión administrativa tan bien como él. +Porque D.ª Serafina Barrado, aunque estaba inmóvil y atenta con los ojos +puestos en el orador, ofrecía tal vaguedad en la mirada, que bien se +echaba de ver que se hallaba muy lejos de lo que decía. Lo que esta +señora escuchaba, con imperceptibles estremecimientos de dolor y rabia, +era el rumor de la plática de su capellán con Marcelina. Hacía ya +bastante tiempo que D. Joaquín distinguía mucho a esta señorita, su +penitenta. Estas distinciones llegaban al alma a D.ª Serafina, que por +lo visto aspiraba al monopolio de ellas. Teniendo en cuenta que el +capellán, fuera del acto de ser engendrado y nacer, era en un todo +hechura suya, parecía que tenía derecho a ello. Mas él no lo creía así, +o sentía placer en agitarla con desvíos y seriedades injustificadas. No +se pasaba un día sin que la buena señora experimentase algún desaire +por parte de su protegido. Acaso ella tomase como tal lo que no era; +pero el clérigo, conociendo el afecto susceptible y celoso que le +profesaba, debiera mostrar más cuidado en evitárselos. Ahora se notaba +bien claramente que sus apartes y cuchicheos eran intencionados: acaso +tuvieran por fin castigarla por la defensa indirecta que había hecho del +P. Gil, a quien D. Joaquín odiaba a par de muerte. + +D.ª Marciala, más franca o más colérica, apenas quitaba los ojos de D. +Narciso y D.ª Filomena, unos ojos escrutadores, inquietos, por donde +pasaban de vez en cuando relámpagos de ira. En los centros de +murmuración de la villa decíase que D.ª Marciala estaba enamorada del P. +Narciso. Aunque esto no sea creíble, por tratarse de una señora que toda +la vida se había manifestado muy circunspecta y religiosa, no hay duda +que sus familiaridades con el clérigo podían dar lugar a torcidas +interpretaciones entre la gente propensa a pensar mal del prójimo. Había +casado ya tarde, cuando contaba más de treinta años, con D. José María, +el boticario de la plaza. Éste, que había sido toda su vida un +republicano rabioso, que apenas frecuentaba la iglesia, y que reunía en +su trastienda por las noches un grupo de demócratas (masones los +llamaban las beatas del pueblo), por el influjo de su piadosa mujer +había ido cambiando poco a poco de opinión. Principió por alejarse de +la política y dejar la suscrición a _El Motín_; después fue eliminando +de su tertulia a los sujetos más exaltados y peligrosos; luego se le vio +alternando cortésmente con varios sacerdotes. Finalmente, como llegase +una misión de jesuitas a la villa, D.ª Marciala consiguió llevarle a +confesar con uno. Desde entonces se realizó un cambio completo y radical +en la vida de D. José María. El feroz republicano, suscritor de _El +Motín_, se trasformó en un cofrade de San Vicente de Paul, hermano del +Sagrado Corazón. Alumbraba en las procesiones, hacía la guardia al +Santísimo con escapulario al cuello, etc., etc. Y no sólo practicaba +todos los actos religiosos de un fervoroso creyente, sino que dio en +acompañarse de clérigos y en recibirlos en su trastienda, en vez de los +impíos que antes iban; de tal suerte, que su botica vino a ser al cabo +de algún tiempo el centro de reunión de los tradicionalistas de +Peñascosa. Tal fue la obra benemérita llevada a cabo con singular +fortaleza y habilidad por D.ª Marciala. En ella le ayudó muchísimo con +sus consejos el P. Narciso. Acaso por esta razón su alma quedó tan +ligada y agradecida a su director, que por no saber contenerse, daba +pávulo y estimulaba a las malas lenguas de Peñascosa. + +Fue, como ya sabemos, una de las que contribuyeron a la educación y a +la carrera del P. Gil; pero en la deserción que se operó en el rebaño de +D. Narciso a la llegada de aquél, permaneció fiel a su pastor. Quizá +ayudase a mantenerla firme la huida de Obdulia, de quien ella tenía, +según fama, unos celos rabiosos, y por lo visto no le faltaba razón. +Aspiró a sustituir a ésta en la gracia del elocuente y donoso sacerdote, +y casi lo tenía conseguido. Desgraciadamente, se interpuso en su camino +D.ª Filomena, la viuda que ya conocemos, quien con más modestia y +reserva admiraba a su director espiritual y le prodigaba en silencio y +en la sombra mil atenciones delicadas, que concluyeron por hacer mella +en su corazón. No significa esto que dejase de considerar y atender como +debía a D.ª Marciala; pero se observaba en él de algún tiempo a aquella +parte más inclinación hacia D.ª Filomena, aunque nunca por supuesto tan +señalada como la que había sentido por Obdulia. + +En la tertulia de D.ª Eloisa se agitaban mil dulces sentimientos, a los +cuales, como la sombra a la luz, acompañan siempre otros amargos. Varias +jóvenes solteras, a quienes el tiempo y los desengaños habían hecho más +reflexivas, algunas señoras casadas en las cuales sus maridos no habían +podido extinguir la sed de lo infinito, y tal que otra viuda necesitada +de consuelos, se reunían todas las noches en torno de media docena de +presbíteros, formando un grupo interesante y conmovedor. Aquel pequeño +mundo, ajeno enteramente a las luchas de la política, de la ciencia y de +los intereses materiales, representaba un oasis deleitoso enmedio de la +corrupción general de las costumbres. La perfecta sumisión de aquellas +almas femeninas a sus directores, la benevolencia y la ternura con que +éstos se esforzaban en conducirlas por el sendero de la virtud, +prestaban a la tertulia un carácter suave, inocente y piadoso que no se +hallará seguramente en las exclusivamente seglares. Existía una dichosa +compenetración de lo espiritual en lo temporal; era una imagen +aproximada de lo que debe ser el reinado de Dios sobre la tierra. + +El rebaño místico se repartía, como era natural. Cada clérigo tenía sus +hijas de confesión, que le obedecían y le admiraban. Y ellos, +aprovechando, como expertos y hábiles pastores, el carácter y condición +de cada oveja, solían estimularlas por medio de acertados manejos, ora +halagando su amor propio, ora mortificándolo unas veces con celos, otras +con saludable frialdad, otras con alguna lisonja adecuada. Ni faltaban +tampoco en aquella exquisita sociedad algunos honestos recreos. No era +todo hacer calceta ni colchas de crochet: también se rendía culto a la +música. El P. Norberto era organista de la iglesia, y aunque conocía +poca música profana, algunos _nocturnos_ tocaba, y cuando no, +acompañaba al P. Narciso, que entre sus múltiples habilidades tenía la +de tocar en la flauta dos o tres pavanas y la sinfonía de _Juana de +Arco_. También Marcelina sabía cantar _La Stella confidente_ y la +_Plegaria a la Virgen_. D. Melchor sabía hacer algunos juegos de manos; +D. Peregrín Casanova sazonaba la tertulia con salerosos cuentos; Cándida +recitaba admirablemente al piano varias fábulas morales; por último, el +P. Joaquín tocaba, rascando los dientes con las uñas, cualquier pieza +musical, y remedaba el grito del gallo con tal perfección que cualquiera +le confundía con este bípedo. + +Aquella noche no hubo música. Los ánimos estaban un poco abstraídos. +Reinaba cierta inquietud en la tertulia, motivada por la presencia del +P. Gil, a quien ninguno de sus colegas, si se exceptúa el P. Norberto, +mostraba simpatía. La conversación fue rodando de uno en otro asunto, +todos de poca monta. En un momento de silencio, D. Juan Casanova, que +tenía la cabeza inclinada hacia un lado, sin duda por el excesivo peso +del cerebro, la descargó algún tanto, diciendo con su acostumbrada +solemnidad: + +--Eloisa, hoy he hallado a su hermano Álvaro en el paseo de la Atalaya. +Llevaba un pantalón de cuadros. + +D.ª Eloisa suspiró, como siempre que se tocaba el punto de su hermano. + +--Estos días ha estado un poco enfermo. Me lo ha dicho el +criado--manifestó dirigiendo una mirada tímida a la mesa donde jugaba su +marido. + +D. Martín y su cuñado hacía tiempo que no se relacionaban. Por el motivo +baladí de un mueble de la casa que aquél pretendía llevar a la suya, sin +derecho alguno, rompieron de un modo violento. D. Martín (¿cómo no?) +puso la mano en la cara a su cuñado, y a más de esto le desafió. Desde +entonces, absoluta separación entre ambos. D. Álvaro vivía en su enorme +casa, enteramente solo, y D. Martín en la suya con su esposa. Ésta, de +vez en cuando, a escondidas de don Martín, iba a visitar a su hermano. + +--No parece que goza de buena salud--dijo el P. Gil, a quien sin saber +por qué interesaba aquel hombre. + +--¡Oh! Sumamente enfermizo y delicado. Sólo cuidándose mucho puede ir +viviendo. + +Los clérigos, como siempre que se trataba de Montesinos en presencia de +su hermana, guardaban un silencio sombrío, con la cara larga y +enfoscada. Si no estuviera ella, de seguro hubieran soltado alguna frase +de indignación o algún sarcasmo contra aquel impío, que tenía +escandalizada a la villa con sus opiniones y con su conducta. A duras +penas respetaban el lazo estrecho de familia. + +Hubo un silencio lúgubre, porque las damas, comprendiendo lo que pasaba +en lo interior de sus directores espirituales, no osaban hablar. D.ª +Eloisa tornó a exhalar otro suspiro y dijo con acento dolorido, como si +terminase en alta voz un monólogo: + +--¡Qué lástima que le hayan pervertido en Madrid! Álvaro tiene buen +corazón... y todos dicen que es hombre de talento. + +Los clérigos se sintieron molestados por aquellos elogios. Uno de ellos, +el P. Melchor, se atrevió a decir con sonrisita de suficiencia: + +--Señora, permítame usted que no reconozca talento en quien no admite +las verdades de nuestra santa religión. + +--A lo menos fue el primero en su cátedra y pasaba entre sus profesores +por un chico despejado. + +--Y lo será, señora,--dijo el P. Gil, a quien el tonillo agresivo de su +compañero había disgustado.--Se puede tener talento y estar obcecado en +cualquier asunto. Su hermano, desgraciadamente, lo está en lo que se +refiere al más interesante para el hombre. Mas no hay razón para negarle +el talento. Los grandes heresiarcas lo han tenido; si no fuese así, +seguramente no habrían podido dar apariencia de verdad al error y +engañar tanta gente. + +Aunque se sintiese herido en lo vivo por esta réplica indirecta, el P. +Melchor no osó responder, y prefirió hacerse el distraído devorando su +enojo. Por más que no la confesasen, todos los clérigos de Peñascosa +sentían la superioridad del P. Gil, que achacaban, por supuesto, a que +era el único entre ellos que había seguido la carrera lata de teología. +Ningún otro intentó tampoco llevarle la contraria por temor de hacer un +mal papel. + +La conversación se encauzó por otro lado. Charlose animadamente del +proyecto de construcción de una nueva iglesia, cerca de la plaza, echado +a volar por varios vecinos y al cual se oponía con todas sus fuerzas el +cura, por temor de que se dividiera la parroquia. Los jugadores seguían +en sus alternativas de silencio y ruidosos altercados. El P. Gil quedó +mudo y pensativo, impresionado con lo que acababa de oír y decir. La +figura de Montesinos, a quien no había visto más de tres o cuatro veces +en su vida, y eso de lejos, flotaba en su imaginación despertando en él +viva curiosidad. La afirmación de doña Eloisa de que había sido siempre +el primero entre sus condiscípulos, contribuyó a hacer más grande, por +no decir más interesante a sus ojos, aquel hombre. Un deseo vago, +indefinido de acercarse y conquistarle nació en su mente. Cuando la +llegada de D. José María el boticario y de Osuna dio la señal de +disolverse la tertulia, aún rodaba este pensamiento por su cerebro en +busca de forma. + +La noche seguía encapotada y triste. El cielo dejaba caer con pertinacia +una lluvia menuda y fría. En la puerta de la casa los tertulios se +dividieron: la mayor parte se quedó por las inmediaciones de la plaza, +otros siguieron por la calle del Cuadrante. Y en ella se fueron +separando todos hasta que quedaron solos el P. Gil, Osuna y su hija, los +únicos que vivían en el Campo de los Desmayos. Obdulia maniobró para que +el P. Gil la tapase con su paraguas. El jorobado marchaba detrás, +satisfecho de no pasar por la humillación de que su hija le tapase, pues +a causa de la gran diferencia de estatura así sucedía siempre. + +Caminaron unos instantes en silencio, escuchando el estruendo lejano del +mar que batía contra las peñas y el leve rumor de la lluvia sobre el +paraguas. La joven esperaba que el P. Gil sacara la conversación de su +altercado con el P. Narciso, y de intento prolongaba indefinidamente el +silencio. Viéndole taciturno y abstraído, se aventuró a decirle con voz +temblorosa: + +--¿Está usted enfadado conmigo, padre? + +--¿Por qué?--preguntó el clérigo con sorpresa, saliendo repentinamente +de su meditación. + +--Por la disputa que he tenido con D. Narciso. + +--¡Ah! Sí... en efecto, no me ha gustado la actitud rebelde en que usted +se ha colocado frente a él. Es indigno de una joven humilde y virtuosa +como usted... + +Obdulia guardó silencio, sintiendo en el corazón la censura de su +director. Al cabo dijo, poniéndose colorada, lo cual nadie pudo +advertir: + +--Tiene usted razón; he cometido un pecado y me arrepiento... + +Después de una pausa larga, añadió humildemente: + +--No puede usted figurarse cuánto me disgusta el observar la envidia de +D. Narciso. + +--¿La envidia?--preguntó el sacerdote con sorpresa.--¿A quién tiene +envidia? + +--A usted, padre, a usted--repuso con firmeza la joven. + +--No, hija, no--dijo el P. Gil todo azorado.--Yo no puedo excitar la +envidia de nadie... Soy un pobre clérigo... un miserable pecador... + +--Pues así y todo... yo me entiendo... + +Repuesto de su turbación, el sacerdote dijo entonces con aspereza: + +--Ruego a usted que no vuelva a decir esas cosas, ni que las piense... +Se lo prohíbo... Advierta usted que se trata de dos sacerdotes--añadió +después de una pausa, dulcificando la voz. + +Obdulia no replicó. Muda y con el corazón apretado por una pena extraña, +siguió marchando al lado del clérigo. Éste dirigió la palabra a Osuna +sin volverse: + +--Al llegar al Campo vamos a sentir el aire, señor Osuna. + +--¿Cuándo no sopla en ese maldito Campo?--replicó el jorobado con mal +humor. + +Y en efecto, al abocar a él, una ráfaga violenta les azotó el rostro y +estuvo a punto de volverles los paraguas. La sotana del clérigo, las +enaguas de la joven tremolaron: les costaba trabajo avanzar. + +Por fin alcanzaron el gran portal de Montesinos. Se limpiaron el rostro +con el pañuelo y repusieron el desorden de sus vestidos. El P. Gil +volvió a dirigir una mirada curiosa y escrutadora a la oscura puerta en +cuya cima ardía siempre la lamparita de aceite. + +--Adiós, señor Osuna, que usted descanse--dijo tendiendo la mano al +jorobado. + +Luego tuvo un momento de indecisión: iba a tendérsela a Obdulia; pero +turbado por la mirada intensa y extática que la joven le clavaba, la +llevó al sombrero y se inclinó gravemente, diciendo: + +--Buenas noches, señorita. + +Alzó de nuevo el paraguas y salvó de prisa la distancia que le separaba +de la rectoral. Los ojos de Obdulia, inmóvil a la puerta mientras su +padre llamaba, le siguieron algún tiempo. + +Antes de penetrar en la rectoral, el P. Gil volviose y quedó inmóvil +también algunos instantes. Pero sus ojos no buscaron la puerta de donde +aquélla acababa de desaparecer. Fueron más arriba, abrazaron de una vez +la extensa y sombría fachada de la gran casa solariega que, avezada a +los golpes del huracán, dormía grave y desdeñosa bajo la intemperie. +Contemplola larga, atentamente. Sus ojos brillaron con un fuego de gozo +místico. Era la mirada del apóstol, ávida, tierna, clemente. Tal debió +ser la expresión que reflejaron los ojos de San Pedro a la vista de +Roma. + + + + +IV + + +Desde aquella noche el P. Gil no soñó con otra cosa. La fiebre del +apostolado le encendió de tal modo que no dejó rincón vacío en su +cerebro para otro pensamiento. Dentro de él entablose una lucha sorda +entre el deseo vivo y ardiente de ennoblecer su vida con la conquista de +un enemigo encarnizado de la Iglesia, y el miedo desapoderado, loco, que +sin saber por qué le inspiraba. En sus continuos paseos por la estancia +que ocupaba en la rectoral, mientras con el breviario en la mano decía +los rezos obligatorios, a menudo se detenía ante la ventana, levantaba +la punta del visillo y dirigía una mirada tímida y ansiosa al palacio de +Montesinos. Allí estaba, adusto, impenetrable, hostil como un baluarte +fabricado por la impiedad. Los balcones eternamente cerrados. El hombre +misterioso que lo habitaba debía de odiar tanto la luz del sol como la +de la fe. El P. Gil dirigía luego la vista al cielo y daba gracias a +Dios desde el fondo del corazón por haberle tenido siempre de su mano, +por haberle hecho nacer y vivir en la región luminosa de las santas +creencias cristianas. + +En vano trató de inquirir pormenores de la vida y carácter de aquella +oveja descarriada a quien ansiaba traer al redil. Los datos que le +suministraron eran contradictorios. Mientras su hermana y algunas otras +personas se lo presentaban como un perfecto caballero, un hombre de buen +fondo, extraviado por las malas compañías y la lectura de libros impíos, +otras, que también pretendían conocerle desde la infancia, lo pintaban +como un ser avieso, mal intencionado, riendo siempre de las desgracias y +las flaquezas del prójimo, insolente y agresivo de palabra, ya que de +obra no podía serlo por su natural débil y enfermizo. A este propósito +narraban algunas anécdotas de su infancia y adolescencia que acreditaban +esta opinión. Otros, en fin, le tenían por un desdichado, por un hombre +a quien los desengaños de su carrera literaria y los profundos pesares +domésticos habían llenado el corazón de hiel. Suponían que Montesinos, +aficionado a las letras, enamorado de la gloria, había ido a Madrid. En +vez de ella, sólo halló glacial indiferencia: esto, unido a la +catástrofe de su matrimonio, le había obligado a retirarse de nuevo a +Peñascosa «rabo entre piernas,» como decían pintorescamente los graves +biógrafos. Y terminaban afirmando que Montesinos desahogaba su amargura +y despecho blasfemando de palabra cuando se le presentaba la ocasión y +publicando artículos en los periódicos y revistas de los masones. El P. +Gil no sabía a qué atenerse. Inclinábase, no obstante, a esta última +opinión, que conciliaba hasta cierto punto la benévola de su hermana y +ciertos amigos con la mala fama que tenía en el pueblo. Lo que no dejaba +de sorprenderle era que mientras el clero y los tradicionalistas de +Peñascosa le detestaban cordialmente, los pocos republicanos y masones +que había en la villa no le demostraban estimación alguna. Decíase que +Montesinos se reía de ellos con más gana aún que de los católicos, y que +había huido constantemente su trato. + +Todas estas noticias, que recogía de un lado y de otro disimulando, por +supuesto, su proyecto, no eran a propósito para apartarle de él. El +misterio impenetrable que envolvía el carácter de aquel hombre le +interesaba cada día más, y más le atemorizaba. Sabía cuánto importaba +atraer un alma perdida al seno de la Iglesia; pero cuando esta alma era +la de un hereje, un enemigo encarnizado de ella, el acto crecía +desmesuradamente a los ojos de Dios. Dando vueltas a la idea, concibió +varias veces el propósito de acercarse inmediatamente a él, hablarle y +convencerle con razones y con ruegos; mas pronto lo abandonaba temiendo +un fracaso. No era que le mortificase lo más mínimo en su amor propio: +estaba resuelto a padecer por Dios con alegría toda clase de martirios, +cuanto más una injuria. Lo que temía era tener que renunciar a una +empresa tan noble y gloriosa. Poco a poco llegó a convencerse de que el +mismo Dios se la encomendaba especialmente, que ésta era la tarea +principal que le había impuesto al enviarlo a Peñascosa. Y convencido de +que lo sublime del propósito no empece a que se adopten los medios más +eficaces para llevarlo a feliz remate, resolviose a comunicarlo con su +madrina doña Eloisa y a pedirle ayuda. Grande fue el gozo de la buena +señora al recibir la confidencia. Aplaudió de todas veras el proyecto, +que satisfacía los deseos más ardientes de su corazón, y prometió hacer +cuanto humanamente fuese posible por que tan hermoso sueño se realizase. +Hubo entre ambos largas pláticas, en que se buscaron y ponderaron los +medios de llevarlo a cabo; se trazaron y se rechazaron diferentes +planes; por último, quedaron convenidos en que el excusador fuese a la +morada de D. Álvaro por encargo de su hermana a pedirle una limosna +para las viudas y los huérfanos de unos pescadores que habían perecido +recientemente en la mar. Aprovechando la ocasión, podía tantearle, +hacerse amigo suyo y dar comienzo poco a poco a la obra de su +conversión. D.ª Eloisa no dudaba del éxito, fiada en el buen fondo de su +hermano y en la virtud y la ciencia de su ahijado. Cuando alguna vez le +había hablado de las prácticas religiosas, Álvaro había respondido con +alguna invectiva grosera contra los clérigos de Peñascosa; a unos los +consideraba idiotas, a otros malvados; de todos se reía a mandíbula +batiente. Pero ¿qué podía decir de este muchacho tan bueno, tan +estudioso, de costumbres tan puras y austeras? + +Él no estaba tan confiado. A medida que se acercaba el día de la visita, +sentíase más agitado y medroso. Pedía con insistencia a Dios que le +diese fuerzas y valor, y preparaba sus argumentos y hasta sus frases con +una atención exagerada. Una mañana, después de haber estado en oración +largo rato, salió de la rectoral con paso firme, salvó la pequeña +distancia que le separaba del palacio de Montesinos, penetró en el +lóbrego portal y tiró del grasiento cordel de la campana. Ésta sonó a lo +lejos cascada y triste. El corazón del sacerdote se contrajo, a pesar +del ánimo que la oración le había infundido. Presentose al cabo de un +buen rato de espera un criado anciano de semblante hosco. Al ver al +excusador, sus ojos duros y penetrantes expresaron asombro. + +--¿D. Álvaro está? + +Tardó en contestar. + +--¡Ya se ve que está!--respondió al cabo.--No sale nunca. + +--¿Y se le puede ver? + +--¿Por qué no? + +--Pues avísele usted que el teniente cura de la parroquia desea hablar +con él por encargo de su señora hermana D.ª Eloisa. + +--No hay necesidad. Venga usted conmigo--replicó bruscamente. + +Y después de cerrar y trancar con cuidado la puerta, echó a andar +delante. No dejó de sorprenderle al excusador el aire de autoridad del +viejo doméstico, y lo poco en que tenía la voluntad de su amo para +recibir o no las visitas. Después de atravesar un gran patio húmedo, mal +empedrado, donde crecía por todas partes la hierba, rodeado de columnas +toscas de piedra manchadas de musgo, ascendieron por una escalera de +piedra y tosca también, con los pasos gastados por el uso. En el piso +principal salvaron un ancho corredor abierto, con el pavimento de +madera, tan deteriorado que era preciso ir con cuidado para no meter el +pie por algún agujero. Por todas partes se observaba un abandono +extraño; las paredes sucias, descascarilladas, el suelo con un dedo de +polvo, los techos agrietados: no parecía una casa habitada, sino una +antigua abadía solitaria. La gran casa solariega de los Montesinos se +pudría, se derrumbaba, sin que su dueño intentase en ella la menor +reforma, sin que lo advirtiese siquiera. En el piso segundo el criado le +condujo al través de varias salas destartaladas y lóbregas, abrió al fin +una puerta de cristales con visillos sucios, después de echar una mirada +por el interior, dijo: + +--No está aquí. Habrá subido a la biblioteca. + +Vuelta a desandar lo andado. Hallaron en el corredor una puertecita +estrecha, y por ella entró el criado seguido del clérigo, subiendo por +una escalera de caracol más oscura y más sucia aún que el resto de la +casa. Cuando iban hacia el medio, el P. Gil oyó en lo alto una tosecilla +seca que volvió a apretarle el corazón de temor. La biblioteca se +hallaba en una de las dos torres cuadradas que la casa tenía a los +lados. Había una pequeña antesala sin mueble alguno, con puerta de +madera sin pintar, charolada por el uso, que el viejo empujó, diciendo: + +--Álvaro, aquí tienes al señor excusador, que desea hablarte. + +El susto que éste llevaba en el cuerpo no le impidió sorprenderse de la +confianza extraña del criado. ¡Un señor tan rico, tan noble, tan +misterioso, tuteado por un criado! + +La biblioteca corría parejas con el resto de la casa en lo destartalada +y sucia. Era una gran pieza cuadrada, de techo abovedado, cuyas paredes +estaban cubiertas a trechos de tosca estantería con libros. Éstos +andaban asimismo amontonados por el suelo sin orden ni curiosidad +alguna. Los había encuadernados con pasta antigua, los había también en +rústica modernísima, pero todos eran víctimas por igual del descuido de +su dueño y de la inclemencia del polvo. Dos ventanas de vidrios +emplomados, sin cortinas, esclarecían la estancia. Una estufa moderna, +cuyo tubo, sostenido por alambres, salía por un cristal roto, la +calentaba. Cerca de una mesa deteriorada, cubierta por un hule todo +salpicado de tinta, estaba sentado en un sillón antiguo de vaqueta un +hombre cuya figura y atavío correspondían perfectamente al decorado de +la estancia. Era menudo de cuerpo, gordo de cabeza, el rostro pálido, +nariz y labios finos, los ojos pequeños y de un color indefinible, el +cabello bermejo y ralo, las manos diminutas y descarnadas. Vestía una +bata usada, mugrienta, traía anudado al cuello un pañuelo de seda, y se +cubría las piernas y los pies con una manta de viaje tan rapada y +grasienta como la bata. + +Al abrirse la puerta levantó la cabeza, y sus ojos verdosos con puntos +amarillos, como los de los gatos, se clavaron en el sacerdote con una +curiosidad que llegó a ser insolente por el acto de no levantarse más +que a medias del sillón ni hacer siquiera una inclinación de cabeza. El +P. Gil se había despojado del sombrero canal, y se inclinaba confuso y +molesto bajo aquella fría y escrutadora mirada. El criado se retiró y +entornó la puerta. Después de preguntarle por la salud, tardó en hallar +palabras el sacerdote. + +--Estará usted enterado, señor, de la desgracia que ha ocurrido hace +algunos días en la mar. Unas cuantas familias han quedado sin más amparo +que la capa del cielo y el de las almas caritativas. Confiado en la +caridad de este pueblo, emprendí la tarea de implorarla de casa en casa. +En cumplimiento de este deber y excitado por su señora hermana, me tomo +la libertad de venir a pedirle a usted para las pobres viudas y +huérfanos una limosna por el amor de Dios. + +El dueño de la casa le contempló todavía unos instantes. Luego sacó del +bolsillo una llave, abrió un cajón de la mesa, sacó unas monedas de oro +y, alargando la mano, las depositó silenciosamente en la del sacerdote. + +--Dios se lo pague a usted, señor--dijo éste. + +No había más remedio que retirarse. D. Álvaro no decía una palabra ni le +invitaba a sentarse. Pero el hacerlo sin tentar de algún modo su +proyecto, le dolía tanto que permaneció inmóvil, a despecho de la mirada +de despedida que aquél le estaba clavando. + +--No me sorprende su generosidad--dijo.--Su señora hermana me había +hecho muchos elogios de su corazón, y veo que no estaba equivocada. + +--Supongo que a nadie más que a mi hermana habrá usted oído hacer +elogios de mi corazón. + +La voz del mayorazgo de Montesinos era singularmente armoniosa y dulce, +y contrastaba notablemente con lo inarmónico y triste de su figura. El +P. Gil, que era la rectitud personificada, quedó un instante suspenso. + +--En efecto, a nadie he oído hacer elogios de usted más que a su +hermana--dijo al cabo, con naturalidad. + +Montesinos no pareció disgustado con esta respuesta, pero sus ojos +brillaron con más curiosidad, y volvió a examinar atentamente al clérigo +de los pies a la cabeza. + +--Como los elogios de mi hermana no tienen valor alguno... saque usted +la consecuencia. + +Una levísima sonrisa apuntó a sus labios al pronunciar estas palabras. + +--Para juzgar a los hombres no me atengo al juicio de los hombres, sino +al de Dios. ¿Quién sabe la bondad o la maldad que pueden ocultarse en el +fondo de un alma? Hasta ahora lo único positivo que sé respecto a +usted, señor, es que no he llamado en vano a su puerta, es que los +huérfanos desvalidos bendecirán su nombre y su corazón. + +Los ojos del caballero se desviaron bruscamente del clérigo y expresaron +malestar. + +--El dar una limosna más o menos crecida nada tiene que ver con la +bondad del corazón. Damos lo que nos sobra. ¿Está usted seguro de que si +el dinero que acabo de darle me hiciese falta se lo daría? + +--No, señor: de lo que estoy seguro es de que haría usted bien en darlo +aunque le hiciese falta--respondió gravemente el sacerdote. + +El aristócrata le miró aún con más interés y quedó unos instantes +pensativo. Luego alzó los hombros con indiferencia. + +--¡Ps! Yo no sé hasta qué punto es eso cierto. Suponiendo que mi dinero +sirviese para que vivan esos huérfanos, no es gran favor el que les +hago. Es más; si se considera lo que indudablemente les espera en esta +vida, puede asegurarse que les causo un terrible mal... Vivir abrumados +de trabajo, de sufrimientos, de angustias, y por fin de fiesta quizá una +muerte aterradora como la de sus padres allá entre las olas +embravecidas. ¡Hermoso porvenir! Bien pueden darnos las gracias esos +pobres chicos por la felicidad que les preparamos. + +--Todo hombre tiene un destino que cumplir sobre la tierra. + +--Conozco perfectamente ese destino. Padecer los innumerables dolores +que la naturaleza y nuestros semejantes nos proporcionan. + +--Y si los padecemos con paciencia y los encomendamos a Dios, lograr la +recompensa reservada a los buenos. + +D. Álvaro hizo una mueca de desdén, y levantándose de la silla con +señales de impaciencia, tendió la mano al sacerdote. + +--Señor excusador, nuestra conversación, si se prolongase, podría +convertirse en disputa. Siempre es mala educación disputar con las +personas que vienen a visitarnos, pero en este caso, tratándose de un +sacerdote, sería una verdadera ofensa. + +--Diga usted cuanto se le ocurra, señor. Mi deber es pregonar la verdad +sin temor a las ofensas. + +El caballero volvió a mirarle esta vez con una benevolencia compasiva, y +acercándose a él y poniéndole una mano sobre el hombro, le preguntó +sonriendo: + +--Vamos a ver, señor cura, si usted fuera Dios, ¿haría un mundo tan +perverso como éste? + +--Esa pregunta más parece una burla...--respondió con señales de +tristeza y disgusto el clérigo. + +--¡Lo ve usted cómo se ofende!... Lo que yo pretendo preguntarle es si, +teniendo usted en su mano fabricar un mundo bueno, poblado de seres +felices, eternamente felices, crearía usted por capricho otro lleno de +dolores, de tristezas, de amarguras, daría usted vida a unos pobres +seres, malos y buenos, por el gusto de recompensar a los buenos y +castigar a los malos. + +--Dios no ha creado el mundo malo, sino bueno. Fue el primer hombre +quien se acarreó todos los dolores con su desobediencia. + +--¡Ah, sí! El mito de la manzana. Yo no le creo a usted capaz, señor +excusador, de un capricho tan ridículo. ¿A qué conducía el reservar esa +manzana, sobre todo conociendo el carácter caprichoso de Eva y la +debilidad de Adán por ella? Pero dando por supuesto que esos dos +merecieran castigo, ¿qué tenemos que ver nosotros con su delito? Si una +persona le agraviase, ¿sería usted capaz de vengarse en sus hijos y sus +nietos? No lo creo. Principiaría usted por perdonar al ofensor, y si no +le perdonaba, al menos se guardaría de causar ningún daño a sus hijos. +Vea usted, por lo tanto, cómo me veo en la precisión de considerarle a +usted mejor persona que Dios. + +Una ola de sangre subió al rostro del presbítero. El estupor, la +indignación, le trabaron la lengua. + +--Eso es mofarse indignamente de las cosas más santas--articuló al +fin.--Me sorprende que habiendo usted recibido una educación cristiana +haya llegado a tal extremo de impiedad. + +Una sonrisa sarcástica se dibujó en el rostro macilento del hidalgo. + +--Efectivamente, he recibido una educación cristiana... al menos según +se ha entendido hasta ahora el cristianismo. Mire usted, señor +excusador, yo he tenido un padre que era como Dios. Por la más leve +falta, hija de mi inexperiencia, de mi temperamento, de mi edad, me +imponía un castigo bárbaro, cruel. Si me dormía durante el rosario, +azotes; si cometía tres equivocaciones en la lección, azotes; si me caía +un borrón en la plana escrita, azotes; si corría por la casa, azotes; si +manchaba el vestido, azotes. ¡Siempre azotes!... Y no se tomaba siquiera +la molestia de dármelos por su mano: encargaba de la ejecución a Ramiro, +ese criado que le ha conducido a usted hasta aquí, el cual, +cristianamente, me los propinaba hasta hacerme sangre. Pero todavía mi +padre era mucho mejor que Dios en este punto; porque los azotes de +Ramiro duraban un rato, mientras que los que los diablos nos han de dar +durarán eternamente, según aseguran ustedes... + +La sonrisa que vagaba por sus labios se apagó. Guardó silencio un rato: +quedó profundamente ensimismado. Sus ojos, fijos en el suelo, se +dilataron con expresión de terror. Por delante de ellos pasó en rauda y +lúgubre visión toda su infancia. Su padre, alto, seco, con su gran nariz +encorvada y cortante como el pico de un águila. Jamás le había visto +sonreír. La mitad de la vida la pasaba en la iglesia, donde se dejaba +caer de rodillas con un fuerte golpe que le hacía estremecer (a veces +imaginaba que tenía las rodillas de hierro o piedra). Sólo le hablaba +para reprenderle o exigirle el cumplimiento de alguna tarea. No tenía +más amigos que dos o tres clérigos, con los cuales le oía abominar del +liberalismo y la impiedad moderna. Se veía a él, pobre niño, enteco y +enfermizo, pasando dos y tres horas arrodillado en la iglesia, sin +gustar jamás el placer de correr al aire libre como los hijos de los +miserables pescadores, sin tener un compañero con quien comunicar sus +inocentes pensamientos. Un día igual a otro. El cielo siempre plomizo. +La mar bramando tristemente en las peñas. El viento aleteando con +violencia sobre los cristales. Y la casa silenciosa, lóbrega, sucia, +resonando de vez en cuando con los paseos lentos, acompasados, de su +padre. Veíase más tarde en Lancia estudiando la segunda enseñanza, +hospedándose en casa de un clérigo del mismo temperamento y costumbres +que su padre. Sus compañeros le despreciaban a causa de su debilidad, +de su falta de destreza; los profesores le miraban con recelo por su +carácter reservado y triste. Y por las vacaciones vuelta al lúgubre y +aborrecible palacio, al austero régimen, a los eternos rezos. A pesar de +sus ardientes deseos de seguir una carrera no lo consiguió. Su padre +consideraba indigno del mayorazgo de la casa de Montesinos el escribir +un pedimento o trazar una carretera: a los abogados los llamaba +curiales, a los ingenieros canteros, a los profesores maestrillos. La +milicia le agradaba, pero sus ideas tradicionalistas le impedían mandar +a su hijo a servir a un gobierno liberal. No pudiendo servir a su rey +con las armas, la vida de un noble debía ser levantarse temprano para +oír misa, echar un vistazo a su hacienda, platicar un rato con el +mayordomo, jugar al tresillo con los curas, dar luego con ellos un +paseo, rezar el rosario, confesarse a menudo y dar constantemente +ejemplo a los plebeyos de virtud y religiosidad, sin rozarse jamás con +ellos. Pero a pesar del gran respeto que mostraba a los sacerdotes y de +besarles la mano en público, Álvaro recordaba un pormenor que siempre le +había llamado mucho la atención: a la hora de comer los criados servían +antes al amo y a su hijo que al capellán de la casa. El orgullo +nobiliario latía aún más vivo en el corazón de su padre que el +sentimiento religioso; pero sabía aliarlos tan bien en el fondo de su +conciencia, que había llegado a creer que la religiosidad era una +cualidad privativa de los aristócratas, y que por ella se distinguían +mejor que por ninguna otra del vulgo despreciable. + +Veíase en Peñascosa haciendo la vida de hidalgo desocupado, sometido +como un niño de diez años a la autoridad despótica de su padre. Su +espíritu imaginativo, soñador, no podía soportar aquella inacción. +Comenzó a leer a hurtadillas novelas que le proporcionaba una señora que +tenía estanquillo en la calle del Cuadrante. Subió después a la +biblioteca, donde un clérigo, hermano de su abuelo, que pasó por sabio +en vida, había dejado gran copia de libros, y comenzó a devorarlos. Leyó +a Platón, a Descartes, a Santo Tomás, a Fenelón, etc. + +Se hizo sabio. Pero al entrar la luz de la ciencia en su espíritu, +también se deslizó la duda. ¡Qué tormentos tan crueles le causó! En su +vida, triste, monótona, sólo la religión, el pensamiento de Dios, la +promesa de la inmortalidad, de otro mundo más justo y más hermoso +endulzaba un poco el amargor de las horas. Y he aquí que repentinamente +desconfiaba de esta dulce promesa, dudaba de las verdades todas de la +religión, hasta de la existencia de Dios. En un principio anduvo +receloso, sombrío, temiendo que su padre le descubriera en los ojos sus +abominables pensamientos. Después, atormentado cruelmente, abrumado por +ellos, ansioso de hallar remedio a su mal, de una mano que le sostuviese +antes de caer en el abismo de perdición, tuvo el valor un día de +arrojarse a los pies de su padre y confesárselos. El viejo aristócrata +quedó aterrado, y para remediar la locura de su hijo (así la calificó) +no halló otro remedio que aconsejarle la penitencia, los ayunos, las +mortificaciones de todo género. Para él estas dudas no provenían más que +de rebeliones de la carne, a la cual había que combatir con la humildad +y las disciplinas. + +Saltó pronto la barrera de la duda y cayó en el campo de la +incredulidad. Desde entonces, ni un momento de vacilación; más y más +convencido cada día de que este mundo no valía nada, y que fuera de este +mundo no había que esperar otra cosa. Murió su padre y se confesó con +remordimiento que no lo sentía. Respiró con ansia y delicia el aire de +la libertad. Hubo un momento en que la vida le pareció menos horrible; +el mundo tuvo para él una dulce sonrisa. Fue cuando, el bolsillo bien +repleto, se marchó a Madrid. Primero la ciencia le ofreció un consuelo y +un entretenimiento. Se puso al corriente con avidez de las últimas ideas +en filosofía, en historia, en ciencias naturales; alternó, discutió con +los hombres más eminentes de España. Y tuvo la satisfacción de observar +que allá en sus soledades de Peñascosa, meditando sobre los libros +antiguos, había llegado a los mismos resultados que los filósofos +modernos. Después vino el amor: un sueño dulce y embriagador, una música +penetrante y divina que le suspendió algún tiempo sobre la miseria de la +tierra, que le reconcilió con la vida y despertó en su corazón la +esperanza infinita, la ilusión de la dicha inmortal. La caída de aquel +mundo luminoso, encantado, risueño, fue bien cruel; una de las páginas +más negras que registra la historia de los hombres, ¡donde las hay tan +negras!... + +--Por lo demás--dijo saliendo de su éxtasis doloroso y pasando la mano +de esqueleto por la frente,--yo he tomado bastante tiempo en serio esas +cosas que usted cree. Me ha costado mucho dolor, muchas horas de +insomnio, muchas lágrimas separarme de ellas. Déjeme usted que a cambio +de tantas lágrimas me ría ahora un poco. + +--De modo--dijo el sacerdote con mal reprimida agitación--que, olvidando +por entero las creencias que usted mamó, la santa religión de sus +padres, se declara usted enemigo de Dios... + +--Sí, señor, enemigo de Dios y de los hombres... Es decir, de Dios +desgraciadamente no puedo serlo, porque no existe. Si existiera, a +juzgar por sus obras, sería un Dios bien perverso. No pudiendo serlo de +Dios, lo soy de los hombres, no para hacerles daño, sino para huir de +ellos como se huye de las bestias feroces. Desde que nací me han hecho +experimentar muchos dolores. Sin embargo, nunca intenté vengarme de +ellos, porque sé muy bien que son malvados porque así los ha creado la +Naturaleza o el Destino; hacen daño como lo hacen las fieras, por el +egoísmo que ruge dentro de todo ser animado. El mundo está organizado +para devorarse los seres, unos a otros. Lo que pasa entre los peces pasa +entre los hombres; sólo que nosotros no abrimos la boca y nos tragamos +la víctima de golpe, lo cual, después de todo, es una ventaja para ella, +sino que la vamos devorando a pequeños mordiscos, arrancándole la carne +hasta dejarla en esqueleto... ¿No me ve usted a mí?--añadió con sonrisa +feroz apuntando a su rostro.--El pez que me ha comido lo entendía. No me +ha dejado más que los huesos. + +El P. Gil, cada vez más aterrado, se atrevió a preguntar: + +--¿Y usted piensa que no hay sobre la tierra ningún hombre honrado, +ninguna mujer virtuosa? + +--Sí los hay, pero son productos excepcionales de la Naturaleza; mejor +dicho, son aberraciones de un organismo creado para el mal. Los hombres +buenos sufren las consecuencias de toda aberración; no pueden +subsistir. Todos los animales nacen con defensa para la lucha en el +combate de la vida, unos tienen dientes, otros tienen garras, otros +tienen cuernos, otros tienen alas para huir: el hombre bueno es el único +animal que carece de medios de defensa. No siendo apto para luchar, está +fatalmente destinado a perecer. Es la pobre mosca que se enreda en la +inmensa tela de araña labrada por los bribones que componen la inmensa +mayoría del género humano. El consuelo único que el hombre bueno puede +tener es que sus verdugos tampoco son felices. La vida es un gran fraude +para todos, para los buenos y para los malos. Dentro del universo se +oculta una fuerza astuta, perversa, que nos impulsa, que nos dirige +hacia un fin desconocido para nosotros, en el cual nada tenemos que ver. +Para este fin misterioso necesita de nosotros y nos obliga a +reproducirnos. No le importa que seamos desgraciados. El individuo para +ella es nada, la especie lo es todo. Obra como el dueño de una +ganadería, que antes de matar un buen caballo que ya no sirve, le obliga +a dejar una cría. Preocupada únicamente con la perpetuidad para que no +le falten jamás instrumentos, nos engaña con el señuelo del placer, de +la ambición o del orgullo. Usted mismo, que no obra por ninguno de estos +móviles, es igualmente un instrumento de la especie. Al preocuparse con +la suerte de esos pobres huérfanos, al buscar con afán los medios de +que vivan, obedece usted inconscientemente las órdenes de esa fuerza +malvada. Cuando no le basta el atractivo del placer para la conservación +de la vida, apela al sentimiento de compasión que ha puesto dentro de +nosotros. + +El P. Gil, que escuchaba petrificado tal sarta de impiedades, sintió un +estremecimiento de horror al oír aquella interpretación monstruosa del +sentimiento de la caridad. A este estremecimiento sucedió una viva +irritación. Necesitó un gran esfuerzo de voluntad para no romper en +insultos contra el blasfemo. + +--Todo eso está muy bien--dijo dominándose y sonriendo +forzadamente;--pero usted me dispensará que le haga una pregunta. En ese +pesimismo tan desconsolador que usted profesa, en la idea deplorable que +usted ha formado del mundo y de los hombres, en ese mismo ateísmo brutal +(¡perdón por la frase!) que tanto gusto tiene en exhibir, ¿está usted +seguro de que todo depende de la razón fría y serena? ¿No habrán +influido nada sus tristezas individuales, los acontecimientos +desgraciados de su vida? + +Los ojos felinos del hidalgo brillaron iracundos; le había herido en lo +vivo. + +--¡Ah, la eterna cantilena!--exclamó impetuosamente.--Cuando no se puede +atacar una teoría, se escudriñan los móviles del que la sustenta. ¿Qué +pretende usted probar con eso? Supongamos que el mundo es un paraíso, +que todos los hombres, menos yo, son felices, y que mi pesimismo depende +en un todo de mis desgracias. ¿Dejaré por eso de afirmar el mal que me +ha tocado en suerte? ¿No tendré derecho yo, criatura desdichada, a +calificar a Dios (caso de que lo hubiera) de perverso, puesto que +pudiendo haberme hecho feliz como a los demás me hizo desgraciado? Todo +el que padece sobre la tierra puede preguntar a Dios como Job: ¿Cuándo +la existencia te pidió la nada?... Por lo demás--añadió adoptando un +tono despreciativo, insultante,--desde que usted ha entrado por esa +puerta supe a lo que venía. No quiero discutir con usted, porque me +aburriré. Estoy persuadido de que la religión en que usted cree no es +más que un conjunto de hipótesis inocentes como las de todas las demás +religiones inventadas por la miseria y la cobardía de los hombres, que +no pueden resignarse a morir buenamente como los demás seres animados, +como nos lo enseña irrefutablemente la experiencia, que no pueden +convencerse de que han nacido para el dolor. Y esto no lo creo por +capricho, sino después de haber estudiado y meditado el asunto +largamente, después de haber seguido paso a paso con cuidado la historia +de las religiones más importantes. Si hubiera de elegir alguna entre +ellas, no sería ciertamente el cristianismo, que es una de las más +tristes e insensatas. Me sucede lo que a Goethe: la cruz me crispa los +nervios. Ni Santo Tomás, ni San Agustín, ni Fenelón, ni Pascal me han +convencido. Por consiguiente, ninguno de ustedes me convencerá. Usted no +tiene más respetabilidad para mí que la que le preste su carácter y sus +obras. De su ciencia y de la de todos sus colegas, obispos y arzobispos +me río a carcajadas. + +Sus ojos brillaban con fiereza, mirándole de arriba abajo; pero estos +ojos se dulcificaron repentinamente al ver temblar una lágrima en los +del P. Gil. + +--Dispénseme usted, señor excusador--se apresuró a decir, acercándose a +él,--si le he ofendido. Tengo mal carácter... me irrito con facilidad... + +--Adiós, señor, adiós--respondió el P. Gil, estrechando la mano que +Montesinos le tendía.--A mí no me ha ofendido... Es a Dios a quien... + +--Entonces estoy contento, porque eso no importa nada...--replicó +sonriendo.--Hasta la vista. Ya sabe que tiene aquí un amigo y una casa a +su disposición. + + + + +V + + +Salió de aquella casa maldita en un estado de confusión y tristeza +indescriptibles. No quiso ir a la de D.ª Eloisa, que le esperaba +impacientemente. Cuando más tarde la vio, manifestole su fracaso en +cortas y secas palabras. + +Durante algunos días hizo esfuerzos para alejar de su pensamiento +aquella desagradable entrevista y hasta la imagen del blasfemo. +Abrumado, abatido por un recibimiento tan brutal, no imaginaba que +hubiese medio alguno de combatir aquel diablo rabioso henchido de ira y +de impiedad. Pero sus palabras resonaban noche y día en sus oídos, le +perseguían, le dolían como crueles latigazos. Conocía algunos +razonamientos de los herejes; aquellos que los libros de teología +traían, y que el autor, con la autoridad de los Santos Padres, refutaba +siempre victoriosamente. Sabía de la existencia de los racionalistas, +pero sus noticias eran deficientes y vagas. Jamás había visto expresado +de un modo tan cínico el ateísmo. No pensaba que hubiese quien estuviera +verdaderamente convencido de que Dios no existía. + +Disipada, no obstante, al cabo de algún tiempo la impresión, no pudo +menos de pensar que se había amilanado pronto. Demasiado sabía que la +oveja no se le había de entregar de buenas a primeras, que iba a +encontrarse con un hombre avisado, erudito, a quien no se atraería con +cuatro lugares comunes. Entonces, ¿por qué abatirse repentinamente? ¿Por +qué darse por vencido sin luchar? El P. Gil se confesó, con su habitual +y sincera modestia, que no estaba preparado para este combate. Debajo de +las frases irónicas y cínicas del mayorazgo de Montesinos adivinaba un +estudio largo de la materia, un sistema meditado y completo. Para +combatir este sistema y los razonamientos que la impiedad puede alegar +era menester conocerlos de antemano, discutirlos y ponderarlos +previamente en la cabeza, para luego, al aparecer en la boca del +incrédulo, destruirlos, hacerlos polvo. Por eso no se atrevía a intentar +de nuevo aquella apetecida conversión. + +Pero cuanto más difícil se le hacía, cuantos más obstáculos encontraba +en el camino, más vivos eran sus deseos de lograrla. En las vidas de los +santos había visto que jamás se daban por vencidos en su lucha con el +pecado. Por enorme, por imposible que la empresa fuera, una y otra vez +la acometían con creciente ardor, fiados únicamente en la ayuda de Dios. +Debía hacer otro tanto. Si le faltaban fuerzas, Dios se las prestaría. +Trabajar sin descanso hasta conseguir la vuelta del hijo pródigo, hasta +destruir este foco de impiedad que podía contagiar los corazones sanos +de Peñascosa, hasta remover aquella piedra de escándalo. + +Quedó decidido en su pensamiento que volvería de nuevo a la carga. Pero +esta vez iría mejor apercibido; conocería perfectamente todos los +argumentos de los herejes y llevaría preparada la réplica. Comunicó con +su maestro el rector del seminario de Lancia el proyecto de la +conversión y le rogó que pidiese al prelado un permiso para leer libros +prohibidos. Tardó poco en mandárselo el rector, pero en la carta que lo +acompañaba no aparecía muy entusiasmado con la empresa de su discípulo. +El ascético sacerdote gozaba más con perfeccionar las almas creyentes y +buenas, que en atraer las que definitivamente se hallaban en las garras +del pecado. + +Lo primero que se le ocurrió leer al P. Gil fue cierta _Vida de Jesús_, +muy popular a la sazón entre los impíos y de la cual se hablaba siempre +con desprecio mezclado de terror en el seminario. La leyó con profundo +dolor y tristeza. Nuestro Señor Jesucristo era considerado por el hereje +que la escribiera como hombre. Le prodigaba mil irrisorias alabanzas, le +manifestaba exagerada admiración, pero era para demostrar mejor su +condición exclusivamente humana y deslizar el veneno de la impiedad con +más fruto. El libro estaba atestado de patrañas. «El cristianismo, +decía, es un fenómeno histórico, y como tal debe ser estudiado +históricamente.» Esto era evidentemente absurdo, porque el cristianismo +significa la redención del género humano por el Hijo de Dios; es la +revelación de la verdad divina. El autor pedía que se examinasen los +relatos de los Evangelios mediante los mismos principios con que se +juzga cualquiera otra tradición, que no se impusieran de antemano a la +crítica los resultados y se la dejase libre de hipótesis preconcebidas. +Esto era otro absurdo, porque ¿cómo hemos de aplicar a la fe, a la +palabra de Dios, los mismos principios que a los hechos y a las palabras +de los hombres? De este modo iba respondiendo uno por uno a los +argumentos del autor racionalista, y deshaciéndolos. + +Preocupado con esta discusión interior y ganoso de exteriorizarla, como +acaece con todo lo que llena y embaraza nuestro espíritu, se aventuró a +hacer otra visita al mayorazgo de Montesinos. Esta vez le recibió muy +bien, con exquisita amabilidad, como si le remordiese la conciencia de +su grosería pasada. Hablaron de cosas indiferentes. Montesinos tuvo +ocasión de manifestarle que tenía muy buenas noticias de su carácter, +que conocía las virtudes que le adornaban. El P. Gil se ruborizó con +estos elogios y respondió, sonriendo tristemente, que lo que quisiera en +aquel momento era tener mucho talento y mucha ciencia para convencerle +de la verdad de la revelación. «¿De cuál revelación?--le había +preguntado el hidalgo sonriendo también con benevolencia.--¿Cómo de cuál +revelación?--Sí, ¿de cuál? porque hay varias: los cristianos, los +buddhistas, los mahometanos, los judíos, todos creen su religión +revelada por Dios.--Hablo de la única verdadera, de la revelación de +Nuestro Señor Jesucristo.--¿Y en qué se funda usted para creer que ésa +es verdadera y las otras falsas?--En que las otras están llenas de cosas +monstruosas, irracionales--respondió imperiosamente el clérigo,--en que +sólo la religión del Crucificado llena todas las aspiraciones de nuestro +sentimiento y nuestra razón.--¡Tenga usted cuidado, señor +excusador!--exclamó el mayorazgo soltando una alegre carcajada--que +está usted haciendo depender la verdad revelada del aserto de la razón, +que está usted proclamando la supremacía de ésta, lo cual es una +proposición herética.--¿Cómo? ¿cómo?--preguntó aturdido el sacerdote.» +Pero Montesinos cambió la conversación bruscamente. No se atrevió a +insistir. + +Le costó gran trabajo tragar aquella píldora. Estuvo una porción de días +sin poder pensar apenas en otra cosa. La idea de que sin darse cuenta de +ello pudiera incurrir en algún error condenado por la Iglesia le +inquietaba vivamente. Indudablemente el leer libros heréticos, el pensar +demasiado en los fundamentos de la religión era parecido a jugar con +fuego. Mejor haría en dejar los dados quedos y a Montesinos que se lo +llevase el diablo. Contra esta resolución clamaban todos los santos que +vivieron en el mundo y los mandamientos divinos que ordenan amar al +prójimo como a uno mismo. Por otra parte, presentía que su agitación +interior no iba a cesar. Las ideas de la _Vida de Jesús_ y las que había +oído a Montesinos bullían confusamente en su cerebro, y no se calmarían +repentinamente por un esfuerzo de la voluntad. ¿Por qué no había de +ahondar en el examen de los orígenes de la religión cristiana? ¿Por qué +no había de conocer hasta en sus últimos pormenores los datos de la +discusión, a fin de confundir, de pulverizar a cualquier racionalista +que se le presentase, por sabio que fuera? En esto no había peligro +alguno. La poca ciencia aleja de Dios: la mucha acerca. + +Dedicose con ardor, con frenesí se puede decir, al estudio. Montesinos, +con quien empezó a intimar, puso a su disposición la biblioteca. Leyó +sin tregua, con atención profunda, los escritos más sobresalientes +acerca de las investigaciones críticas sobre el cristianismo primitivo, +sobre los libros del Nuevo Testamento y la historia de los dogmas. Bebió +a grandes tragos el veneno de la herejía sin percibir su sabor, con la +esperanza de que al agotar el vaso quedaría perfectamente tranquilo, +seguro para siempre de la insensatez y maldad que encerraba todo lo que +se opusiera a la Iglesia de Cristo. Mas ¡ay! no sucedió así. Al cabo de +algunos meses la duda levantó su cabeza hedionda en su espíritu +atribulado. Estuvo muchos días sin confesárselo, procurando engañarse a +sí mismo, desviando los ojos para no verla. Llegó un momento, sin +embargo, en que ya no fue posible. La infame se había ido enroscando +cautelosamente a su alma, se había apoderado insensiblemente de toda +ella. ¡Qué estupor! ¡Qué horrible desconsuelo! + +La Biblia es la palabra de Dios. Lo que Dios sugiere es la infalible +verdad. En la Biblia no pueden existir narraciones falsas o +contradictorias. Esto se repetía el sacerdote a cada instante, hasta en +voz alta cuando se hallaba solo. + +Si la Escritura no fuese de origen divino, ¿cómo se explica que Isaías +pudiese profetizar que Jesús nacería de una virgen y que había de ser en +Belén? ¿Cómo pudo el mismo Isaías, siglo y medio antes de Ciro, señalar +a éste como libertador de los judíos? ¿Cómo pudo Daniel, bajo el imperio +de Nabucodonosor, profetizar el nacimiento de Alejandro Magno y muchas +particularidades de su historia? + +¿A quién dirigía con violencia el P. Gil estas contundentes preguntas +hallándose solo? A un heresiarca invisible que le replicaba silbando +como una serpiente: «Los diferentes libros de la Biblia son obra de los +hombres, como todos los demás que se atribuyen origen divino, el Corán, +los Vedas, etc. Son compilaciones de escritos de diversos géneros y +épocas. Los libros atribuidos a Moisés y a Samuel son compilaciones muy +posteriores, en las cuales se han introducido fragmentos de diferentes +épocas. Lo mismo pasa con los libros del Nuevo Testamento. Isaías no ha +pensado con su hijo de virgen para nada en Jesús. El último tercio de +las profecías de Isaías procede de un contemporáneo de Ciro y todo el +libro de Daniel de un contemporáneo de Antioco, por lo cual muy bien +pudieron profetizar lo que ya había sucedido.» + +El P. Gil se tapaba los ojos, se mesaba los cabellos, horrorizado de +aquella disputa sacrílega. ¡Él, un ministro del Altísimo, buscando +reparos y contradicciones a las palabras del Espíritu Santo! Merecía que +la tierra se abriese repentinamente y se lo tragara. Aquellos libros +infames que le había prestado el hereje Montesinos tenían la culpa. +Arrebatado de santa indignación contra ellos, sin reparar en que no le +pertenecían, los cogió todos un día, hizo un montón con ellos en el +patio, y le dio fuego. D. Miguel, que estaba muy lejos de sospechar lo +que pasaba por el alma de su teniente, aplaudía desde el balcón con +fuertes risotadas el auto de fe. + +Quedó más tranquilo desde que no tuvo en la habitación aquellos +perversos enemigos de su salvación. Dejó por completo la lectura y +entregose de nuevo a los deberes del confesonario, que tenía algo +abandonados. Y procediendo con sus dudas de crítica histórica como los +santos antiguos procedían con las tentaciones de la carne, comenzó a +mortificarse despiadadamente. Él, que hasta entonces se había mostrado +débil y cobarde en esta vía de perfección, siguiola ahora con arrojo, +ansioso de pagar con los dolores del cuerpo la rebelión escandalosa del +espíritu. Mucho le confortó y ayudó en este trance el ejemplo de la +piadosa hija de Osuna. Cada día descubría en el alma pura de su +penitenta nuevos tesoros de bondad y perfección cristianas. Creía estar +en presencia de una de aquellas elegidas del Señor, consagradas por la +Iglesia y adoradas por los fieles de toda la cristiandad: Santa Teresa, +Santa Isabel, Santa Catalina, Santa Eulalia, la beata Margarita de +Alacoque. Las mismas particularidades que había leído en la historia de +estas santas, observábalas ahora en su hija de confesión; la misma sed +de penitencia, iguales escrúpulos y temores, la misma humildad, los +mismos favores divinos. + +Porque Obdulia, llena de vergüenza, como si se acusara de un pecado +grave, temblando de emoción, le había confesado que de vez en cuando +experimentaba desmayos hallándose en oración, caía al suelo +repentinamente, y en los breves momentos en que permanecía sin sentido, +veía unas veces a Jesús entre nubes rodeado de ángeles, escuchaba una +música divina, embriagadora; otras veces notaba que un ángel grande, +fuerte, hermoso, con dos alas inmensas y trasparentes, se acercaba a +ella y le ponía con dulzura la mano en la cabeza, diciéndole: +«Persevera;» otras, las más, percibía solamente una gran claridad, que +la bañaba toda de placer, sin ver a nadie; pero se sentía acompañada +como si todos los santos y santas del cielo vagasen invisibles a su +alrededor. Al principio, como confesor prudente, mostró no dar +importancia a aquellas visiones: podría muy bien estar equivocada; el +diablo finge muchas veces tales escenas para engañar a las almas +incautas, deslizando en ellas el veneno de la vanidad y la soberbia. +Obdulia persistía, sin embargo: los síncopes eran cada vez más +frecuentes y prolongados, las visiones más intensas; aseguraba con mal +reprimido fuego que veía a Jesús, que veía al ángel. El P. Gil dudaba +siempre, o fingía dudar, haciendo un gesto desdeñoso cada vez que la +joven relataba con labios temblorosos aquellos favores del cielo. Sólo +había un signo seguro para reconocer si venían directamente de Dios; +cuando el alma se perfecciona con ellos a tal punto que un levísimo +pecado venial le causa tanto dolor y tantas lágrimas como el más nefando +y mortal. Ahora bien, en ella todavía existían las rebeliones de la +carne, todavía apuntaba el amor propio. No podía juzgar divinos aquellos +deslumbramientos. Obdulia experimentaba un gran desconsuelo ante esta +actitud severa y reservada. + +Pero poco a poco el sello que el sacerdote pedía para reconocer el +origen celestial de sus visiones fue apareciendo. El espíritu de la +joven se acendró de todas las impurezas. Su devoción a las prácticas +religiosas, sobre todo al sagrado pan eucarístico, era cada día mayor. +Se deshacía, se derretía en amor divino, rompiendo muchas veces en +exclamaciones de entusiasmo, en frases incoherentes, como si estuviera +loca. Y con esto, su humildad y sumisión tan perfectas, que bastaba una +mirada de su confesor para confundirla, para hacerle temblar y pedir +perdón por los actos más inocentes. A la postre no tuvo más remedio +aquél que inclinarse ante la voluntad de Dios y confesar su presencia. +Lo hizo con gran placer. Después de sus sacrílegas dudas, estaba ansioso +de ver los testimonios de la omnipotencia y de la bondad infinitas; +quería anegarse en el océano de lo inexplicable, de lo sobrenatural, +para escapar a la crítica minuciosa y perversa que todo lo marchita. +Considerose feliz, libre de ella, teniendo a su lado tan claro ejemplo +del poder milagroso de Dios. Creyó que así le advertía para que no +volviese a caer en la tentación, que le enviaba un faro para esclarecer +las tinieblas de su espíritu. Recordaba siempre lo que le había pasado +al P. Gracián, a quien Santa Teresa tanto ayudó en el camino de la +virtud con el ejemplo de su conciencia inmaculada. Y en el fondo de su +corazón nació un gran respeto a par que una inmensa gratitud hacia +aquella piadosa mujer, que le libertaba de las garras del demonio. +Escuchó con atención el prolijo relato de sus visiones, y armado de +santa emulación emprendió de nuevo con más ardor, si no con más fe, el +camino de las mortificaciones, que había abandonado mientras gimió en la +servidumbre de la duda. + +Obdulia, que durante los últimos meses le había visto con pena +distraído, sintió gran alegría al hallarle de nuevo atento, solícito, +escuchándole horas enteras desahogar las menudas preocupaciones de su +espíritu sin impacientarse. Era un retorno feliz a la dulce confianza, a +las pláticas místicas, a las familiaridades de antes. Y como suele +acontecer en casos semejantes, se apretó más el lazo entre ellos; esto +es, la confianza y el afecto fueron mayores. Al cabo de poco tiempo +consultaba con su penitenta, no sólo los asuntos piadosos, sino también +los domésticos; era su consejera espiritual y temporal. La joven devota +penetraba todos sus pensamientos, a veces antes de formularse con +precisión en su cerebro. + +--Padre, hoy está usted de mal humor; es porque no ha podido decir misa +en el altar de la Concepción como otras veces.--Tiene usted ojeras; bien +se ve que se ha pasado toda la noche rezando.--Ya sé por qué dijo la +misa el domingo más tarde: esperaba que llegase doña Eloisa.--Ese +alzacuello le aprieta a usted mucho. Está usted incómodo. ¿Quiere que yo +se lo arregle?... + +Sus vidas se iban compenetrando insensiblemente. No sólo tenían un rato +de plática casi todos los días en el confesonario, sino que por la tarde +se veían en la iglesia, al rosario, y por la noche también a menudo en +casa de D.ª Eloisa. Además, de vez en cuando, para algún motivo piadoso, +como una novena, una reunión de la cofradía, etc., la joven iba a la +rectoral a consultarle, aunque le costase siempre un esfuerzo, porque +tenía gran miedo a D. Miguel. Se le había metido en la cabeza que éste +la miraba de mal ojo, que la despreciaba. Y acaso no le faltase razón +para suponerlo. + +Esta confianza llegó a pecar de excesiva en algunas ocasiones. Al menos +así lo pensó el P. Gil. Obdulia se autorizaba de vez en cuando algunas +familiaridades que le chocaban, y en ocasiones llegaron a turbar +momentáneamente la limpidez de su conciencia. Un día le habló de sus +apuros económicos. El padre le daba poco dinero para los gastos de la +casa, y como tenía el vicio de la caridad, de dar limosnas a troche y +moche, había contraído deudas, que la mortificaban; sobre todo había una +tendera a quien debía veinte duros, que la molestaba a todas horas y le +amenazaba con decírselo a su papá. ¿No podría él facilitarle por poco +tiempo esta cantidad? El clérigo tampoco los tenía, pero se los pidió a +su madrina y se los entregó ruborizado. Ella los aceptó sin vergüenza +alguna, como la cosa más natural. Otro día le llevó a la iglesia el +paquete de cartas del novio que había tenido para que las leyese. Más +adelante le pidió el escapulario que traía al cuello, y tanto le instó y +tales pretextos adujo, que concluyó por obtenerlo. Al día siguiente le +confesó, sonriendo, que no había sido para ponérselo a una amiga que +acababa de morir, sino para traerlo ella sobre el pecho. Estas cosas +herían e inquietaban vagamente al joven sacerdote. Las bromitas que la +beata se permitía de palabra también rebasaban algunas veces los límites +convenientes. Un día le dijo repentinamente: + +--¿Sabe usted lo que estoy pensando, padre? Que el ángel que viene +muchas veces a ponerme la mano sobre la cabeza tiene los ojos muy +parecidos a los de usted. + +Y soltó la carcajada al decirlo. El clérigo rió también ruborizándose. +Luego quedó serio y de mal humor. + +Un suceso extraño, que escandalizó a la villa, vino de un modo indirecto +a estrechar aún más su relación y a inquietar al P. Gil. Cierta noche se +despertó despavorido con el ruido de una detonación dentro de casa. +Levantose de un salto y acudió corriendo a la habitación de D. Miguel, +donde se figuró que había sonado. Al llegar a ella quedó petrificado de +terror ante la escena que apareció a su vista. Un hombre se revolcaba +en medio de la habitación en un charco de sangre, mientras D. Miguel, de +pie sobre la cama, agitaba triunfante una pistola gritando con sonrisa +feroz:--¡Ya cayó uno! ¡Ya cayó uno!--La mortecina luz de una bujía +tirada en el suelo alumbraba aquella fatídica escena. + +El caso había sido que, hallándose el párroco en la cama, un hombre +había penetrado en su dormitorio, le había despertado y le intimó para +que le entregase el dinero. D. Miguel sin inmutarse echó mano al +chaleco, sacó la llave y la arrojó al medio de la habitación. Luego, +mientras el ladrón la recogía, sacó una de las pistolas que tenía debajo +del colchón y le descerrajó un tiro dejándole tendido. La bala le había +penetrado por los riñones. El excusador, dominando su espanto, se +apresuró a prestarle los auxilios espirituales. Sólo tardó tres horas en +expirar. + +El suceso se comentó mucho y de muy diverso modo en el pueblo. Algunos +aprobaban la conducta del cura. Estaba en su derecho defendiéndose de un +facineroso que Dios sabe lo que haría con él después de robarle. Otros, +los más, la censuraban con acritud. Un sacerdote no puede obrar como los +demás en tal caso. Es un ministro de Jesucristo y debe proceder siempre +con caridad aunque sea en legítima defensa. El P. Gil estaba +profundamente indignado, aunque guardaba silencio. Un sacerdote, antes +que ensangrentar sus manos, no sólo debía dejarse robar, sino matar. +Nuestro Señor así lo había enseñado cuando San Pedro cortó la oreja al +soldado que venía a prenderle. Obdulia traslució bien los sentimientos +que le agitaban y le aconsejó que dejase la rectoral y se estableciese +en otra casa. + +--Usted ya no puede vivir ahí después de lo que ha pasado, padre. El +susto que ha llevado ha sido muy fuerte, y todos los días tiene que +renovarse la impresión viendo el sitio. + +No era esto precisamente lo que quería decir, sino que un hombre +verdaderamente cristiano y virtuoso debía de padecer mucho viviendo al +lado de quien acababa de dar muerte violenta a un semejante. Pero si no +lo decía con las palabras, se dejaba adivinar en la gravedad y tristeza +de su continente. El P. Gil no ansiaba otra cosa hacía mucho tiempo. La +compañía del párroco le era molesta, como ya sabemos. Ahora, después del +_asesinato_ (así lo calificaba su conciencia), se le había hecho +insoportable. D. Miguel había incurrido en la censura de la Iglesia, se +le retiraron las licencias para confesar y decir misa: mientras llegase +la rehabilitación pasaría una temporada. Aprovechando aquellos momentos +de flaqueza del terrible cura, con la ayuda de su madrina alquiló una +casita no muy lejos de la iglesia y se trasladó a ella. Una antigua +criada de D.ª Eloisa vino a servirle y a ser su ama de gobierno. + +Libre ya del temor al párroco, Obdulia empezó a frecuentar la nueva casa +del excusador y a ejercer en ella una alta vigilancia. Enterábase de la +ropa blanca, del estado de las sotanas, de los alimentos que más placían +al padre, de las particularidades de su cama. Algunas veces venía a +ayudar al planchado o llevaba para aplanchar en su casa aquellas cosas +más delicadas, como las albas y los roquetes, recosía las medias que se +habían roto, quitaba las manchas de las sotanas, etc. Éstas eran las +tareas ordinarias. Pero también se ocupaba en alguna obra más fina, en +bordarle un amito, o unos corporales o cualquier otra prenda de las +vestiduras sacerdotales. D.ª Josefa, el ama de llaves, no aceptaba de +buena gana este protectorado; pero como aún no había echado raíces +hondas en la casa y observaba la estrecha amistad que aquella señorita +llevaba con su amo, no se atrevía a protestar. Contentábase con murmurar +de ella cuando iba a visitar a su antigua señora y llamarla entrometida +y tonta. Más adelante fue tascando el freno de peor voluntad aún y +concluyó por desbocarse, como ya tendremos ocasión de ver. Tampoco el P. +Gil estaba tranquilo ni satisfecho en la atmósfera de atenciones +delicadas, de afecto y veneración en que la joven le tenía envuelto. +Por más que la profesaba viva admiración y tenía en cuenta sus +consejos, sentía un vago malestar cada vez que la veía ocupándose del +cuidado material de su persona. Le parecía a él que esto era rebajar el +carácter de aquella amistad espiritual, formada y sostenida para mejorar +sus almas, para ayudarse en el camino de la perfección. No tenía noticia +alguna de que Santa Teresa repasase las medias de San Juan de la Cruz. +Además, no se comprendía muy bien el desprecio de la carne, que tan bien +practicaba ella, con las comodidades de que pretendía rodearle. ¿Por qué +había de ser tan severa para ella y tan blanda para él? ¿Por ventura, le +suponía tan débil y cobarde que no podía vivir sin tales cuidados? + +El P. Gil meditaba esto, apoyado en la baranda de un corredor enrejado +que su habitación tenía sobre el mar. El sol declinaba entre celajes +carmesíes, envolviendo en una onda de luz tibia y rojiza el pueblo y la +rada. El lienzo de rocas que la cierra allá enfrente alzaba su masa +enorme sobre las aguas, proyectando ya una vasta región de sombra. Y +entre aquel negror los ojos del presbítero percibían el fulgor de las +olas, mostrando y apagando a cortos intervalos su blancura. El muelle +estaba desierto: aún no era llegada la hora de la vuelta de las lanchas. +Los pataches y quechemarines cabeceaban dulcemente, aburridos de su +inacción. Una gaviota volaba en círculos concéntricos rozando con sus +alas la superficie del agua. El suave lejano rumor de las olas henchía +el ambiente dormido de un murmullo sordo. La pequeña ensenada sólo vivía +del juego movible de la luz que la bañaba de una claridad sangrienta que +se iba retirando lentamente detrás de las peñas. + +Tan absorto estaba, que D.ª Josefa necesitó llamarle tres veces desde la +puerta para conseguir que se volviese. + +--¿Qué hay? + +--Una señora está abajo preguntando por usted. Dice que necesita +hablarle en seguida. + +--¿Una señora?--replicó el P. Gil abriendo mucho los ojos.--Será la +señorita Obdulia. + +--No, señor, no es ésa--replicó el ama haciendo con los labios un gesto +de desdén.--La señora que aguarda abajo es mucho más guapa y elegante. + +--¿No la conoce usted?--preguntó algo acortado por la intención que +advertía en las palabras de D.ª Josefa. + +--No, señor, es forastera. + +--Pues hágale usted subir. + +Tardó pocos segundos en aparecer una linda joven como de veinticuatro +años, rubia, de rostro blanquísimo y facciones delicadas, vestida con +elegancia peregrina. En su vida había visto el P. Gil, ni aun en Lancia, +una dama tan distinguida. Su traje era sencillo, de viaje, pero tan +original el corte y con tal lujo y esmero en los pormenores, que se +echaba de ver inmediatamente la elevada calidad de la persona. Despedía +de ella un perfume suave que vino a herir su nariz así que puso el pie +en el cuarto. Mirola con sorpresa, que se convirtió en estupefacción al +ver que la dama avanzó con resolución hasta él, y sin decir palabra se +dejó caer de rodillas a sus pies sollozando. + +--¡Señora... por Dios... levántese usted!--dijo aturdido. + +La dama no se movió. + +--Señora, levántese usted--repitió de nuevo cogiéndola suavemente por un +brazo. + +La forastera se levantó en silencio y se dejó caer en una silla, alzó el +velito del sombrero que le tapaba los ojos y se los enjugó con el +pañuelo. El P. Gil, en pie frente a ella, aguardaba a que se explicase. +Y como no daba señales de hacerlo, antes se tapaba el rostro cada vez +más, aventurose a decir: + +--Señora, desearía saber en qué puedo servirla... + +Todavía tardó unos instantes en responder. Al cabo dijo, sin apartar el +pañuelo de los ojos: + +--Soy la esposa de D. Álvaro Montesinos. + +El excusador dio un paso atrás involuntariamente. + +¿Cómo? ¿aquella dama era la mujerzuela despreciable que había hecho la +desgracia de D. Álvaro, de quien su madrina D.ª Eloisa hablaba siempre +con horror? Por ésta conocía la triste historia del aquel matrimonio. El +heredero de la casa de Montesinos se había enamorado como un loco de una +joven de buena familia, pero sin dinero; una de esas chicas que suelen +verse en Madrid en todos los teatros y en todos los saraos a la caza de +un marido rico. Aun con serlo Montesinos, Joaquinita Domínguez (que así +se llamaba) le dio cordelejo una temporada, esperando tal vez que +llegase otro con la misma hacienda y mejor figura; porque la del +mayorazgo de Peñascosa era, cierto, de lo más raquítico y desgraciado +que pudiera verse. Mas como no llegaba, resolviose un día a enamorarse +perdidamente de él y se lo demostró de un modo que no daba lugar a +dudas. «Todo el Madrid elegante» recordará a una linda rubia abonada al +turno primero par del teatro Real, que se pasaba la noche charlando con +un caballero flacucho y pálido sentado en la fila de atrás; que en el +teatro de la Comedia y en el de Apolo no le quitaba los gemelos de +encima desde su platea; que lo llevaba de remolque en el paseo del +Retiro, y hasta por las mañanas, cuando iba de tiendas, se la veía con +él, escoltados por la mamá. Enteramente convencido de su amor, el +hidalgo la pidió en matrimonio, y la obtuvo no sin algún trabajo, pues +a la mamá costole muchas lágrimas entregarle aquella joya, que era la +alegría de la casa. En los primeros cuatro meses gastó D. Álvaro la +renta de todo el año. Joaquinita quiso coche y palco en los teatros, y +dio reuniones y saraos. Pero estaba tan hermosa y su marido la +encontraba tan alegre, que con el amor frenético que la profesaba no le +hubiera rehusado ni la sangre del corazón si un día se la pidiera +después de un beso de amor largo, oprimido, espasmódico, como los que le +daba cuando tenía que pedirle una _rivière_ de brillantes o una +_sociable_ de doble suspensión. + +A los seis meses justos se le antojó a la joven esposa viajar por +Europa, un viaje largo que había de durar un año o más; visitar toda +Francia, Italia, subir luego a Inglaterra, pasar a Alemania y correrse +hasta San Petersburgo. El enamorado Montesinos no puso obstáculos a este +deseo, aunque debiera ponerlos. Necesitábase un capital respetable para +realizarlo, atento a las comodidades y boato con que Joaquinita +pretendía viajar. Pidió a préstamo sobre algunas de sus fincas 30.000 +duros y salieron de Madrid. En Hendaya vieron en la fonda del +ferrocarril tomando chocolate a Federico Torres, un sietemesino +madrileño hijo de un ministro del Tribunal de Cuentas. A Joaquinita +siempre le había sido muy antipático, sin saber por qué. + +--¿Adonde irá este títere?--preguntó por lo bajo, después de +corresponder fríamente a su saludo. + +Montesinos alzó los hombros con indiferencia. + +--¡Qué pelea le tienes a este chico! Yo le encuentro fino y agradable. + +--¡Qué horror!--exclamó ella riendo. + +En Pau volvieron a verle en la estación, y ya no le vieron más. En +Marsella pensaba el matrimonio detenerse cuatro o cinco días; pero al +tercero, viniendo D. Álvaro de la estación de arreglar el asunto del +sleeping-car para el día siguiente, con gran sorpresa no encontró a su +esposa en casa. La sorpresa convirtiose en horrible estupor al observar +el desorden de la habitación. El gran baúl mundo de su mujer había +desaparecido. Había diferentes prendas de ropa por el suelo. Los criados +le dijeron que la señora había hecho trasportar el baúl después de irse +él para facturarlo en doble pequeña, según decía. Luego había salido y +no había vuelto. Montesinos, aturdido, horrorizado de la idea que le +cruzaba por el cerebro, abrió con mano convulsa el secreto del cofre +donde guardaban el dinero. Ni un céntimo había allí ya. Comprendiendo de +una vez toda su desgracia, cayó al suelo como herido por un rayo. Estuvo +algunos días entre la vida y la muerte. Cuando recobró el conocimiento, +hizo telegrafiar a su cuñado D. Martín, el cual se presentó +inmediatamente y le condujo a Peñascosa. No tardó en saberse que +Joaquinita se había escapado con Federico Torres, y que viajaban +alegremente por Europa con el dinero del hidalgo. + +Ésta era la mujer que tenía delante el P. Gil. Después de aquel primer +movimiento de repulsión, se rehizo y dijo: + +--Serénese usted un poco, señora, y dígame en qué puedo favorecerla. + +--Acabo de llegar de Madrid--articuló con trabajo la dama,--y me he +dirigido a casa de mi marido, con quien hace tiempo estoy reñida... +Deseaba reconciliarme con él... que concluyese esta separación tan fea y +tan escandalosa... Un criado viejo que tiene... ¡un bruto!... no me +permitió verle... me cogió por el brazo... me arrojó de casa a +empellones... ¡sí, a empellones! + +Aquí la dama volvió a estallar en sollozos, y se tapó de nuevo el rostro +con el pañuelo. + +El clérigo esperó a que continuase; pero viendo que no lo hacía, tomó de +nuevo la palabra. + +--Siento mucho ese percance, señora... Pero no creo que haya motivo para +tal desconsuelo. Las ofensas que se perdonan no se sienten. Perdone +usted a ese pobre criado que ha obrado sin saber lo que hacía, y dígame +qué es lo que puedo hacer en su obsequio. + +Secose los ojos la esposa infiel. Volvieron a humedecérsele y volvió a +secarlos. + +--Según me han dicho ahí en la posada, usted es la única persona que +visita a mi marido... Yo le suplico, por lo más sagrado, ya que es usted +su amigo, que intervenga para que termine nuestra separación. Lo deseo +hace mucho tiempo con ansia... Confieso que no he sido buena para él... + +--Sí, sí; lo sé todo--interrumpió el clérigo con impaciencia. + +La dama se puso fuertemente colorada. + +--Confieso que le he ofendido gravemente... Fue un momento de +obcecación... una tentación del demonio... Pero yo siempre le he +querido... y le quiero... No tengo inconveniente en humillarme, en +pedirle perdón de rodillas... Ya ve usted, padre, si no le quisiera no +me humillaría... ¡Me horroriza la idea de no obtener su perdón, de morir +lejos de él sola, maldita! ¡Ah, qué porvenir tan espantoso!... Si mucho +he pecado, crea usted que mucho he padecido en estos últimos tiempos... + +--Señora, ya puede usted comprender si yo tendría satisfacción en unir +un matrimonio disuelto... lo mismo el de usted que cualquier otro. Mi +misión es predicar la concordia entre los hombres y morir por ella si es +preciso. Aun sin pedírmelo tengo el deber, por mi cargo, de procurar en +esta parroquia la reconciliación de los matrimonios desavenidos... Pero +este caso es delicado. Aparte de la ofensa gravísima que usted ha +inferido a su esposo, del escándalo que la acompañó, de los que la +siguieron, todo lo cual dificulta extraordinariamente la reconciliación, +aparte de eso, repito, hay otra dificultad mayor. Y es que su marido de +usted está fuera de la Iglesia católica. No tengo sobre él otra +influencia que la que puede dar una amistad superficial. Ninguno de los +razonamientos a los cuales pudiera yo apelar como sacerdote tiene fuerza +sobre su ánimo. Al contrario, dadas sus ideas, es posible que sirviesen +para embravecerle más, o cuando menos de mofa... + +--Sí, sí--interrumpió la dama con voz chillona, malévola,--mi marido ha +sido siempre un impío, un ateo escandaloso. + +--Señora, de poco sirve creer si se obra como si no se creyera--replicó +severamente el excusador, a quien había herido el tono agresivo de la +dama, tan contrario a la humildad de antes. + +Tornó a ponerse colorada y bajó los ojos afectando de nuevo una gran +contrición. El P. Gil prosiguió: + +--De todos modos, como cristiano y como sacerdote, estoy dispuesto a +hacer todo lo que puedan mis fuerzas por conseguir lo que usted desea. +Dudo mucho del éxito de mi intervención... Sé también que me expongo a +ser arrojado como usted de la casa, pero no me importa. Cumpliré mi +deber, y si no conseguimos nada, me quedará al menos la satisfacción de +haberlo cumplido... + +Quedose pensativo unos instantes, mientras la dama mantenía sobre él una +mirada intensa y ansiosa. Luego, como si hablase consigo mismo más que +con ella, prosiguió: + +--El dirigirme ahora a casa de D. Álvaro ofrece inconvenientes. La gente +del pueblo es curiosa... Vendrían las hablillas... después el +escándalo... Opino que deberíamos aguardar un rato a que concluyera de +oscurecer, o mejor aún, que yo fuese por delante a tantear el asunto... + +--¡No! ¡no!--exclamó la dama.--No le prevenga usted. Se negaría a +recibirme. Es necesario cogerle de improviso; aprovechar el primer +movimiento de su corazón, que es generoso. Luego, cuando reflexiona, se +hace malo, burlón... + +--Como usted quiera. Entonces, aguardaremos. + +Pero en el instante de pronunciar esta palabra se hizo cargo de lo +inconveniente de permanecer tanto tiempo a solas con una mujer, y dijo +un poco turbado: + +--Usted me permitirá que mientras tanto la deje sola unos momentos... +Soy con usted en seguida. + +En vez de ser con ella, mandó a su ama para que la acompañase. Sólo +cuando la luz se hubo extinguido por completo subió de nuevo con el +sombrero en la mano, preparado a salir. La esposa de D. Álvaro, así que +le vio en esta traza, se levantó de la silla. + +Había cerrado ya la noche. La gente de mar se había retirado a sus casas +o a las tabernas. Por la larga, sinuosa calle del Cuadrante circulaban +pocos transeúntes. El excusador y la esposa de Montesinos caminaron un +rato en silencio en dirección al Campo de los Desmayos. Al aproximarse a +él ambos se sentían agitados, temerosos. Tanto para calmarse un poco +como para prevenirse, se detuvieron un instante, y metiéndose en el +hueco de una puerta, cuchichearon con animación. El P. Gil insistía en +su idea de entrar primero en la casa y explorar el ánimo de D. Álvaro: +tenía miedo a un escándalo. La dama se oponía con calor, convencida +hasta la evidencia de que su marido se negaría en absoluto a recibirla, +y tomaría precauciones para que no pisase el suelo de su casa. Cuando +más embebidos se hallaban en la discusión, del hueco de otra puerta +cercana salió una sombra estrecha, elevada, y se aproximó a ellos +rápidamente. + +--Buenas noches, padre, buenas noches. + +Era la hija de Osuna. Había en la inflexión de su voz al pronunciar +estas palabras cierta ironía, mezclada de cólera, que sorprendieron a la +vez a la dama y al sacerdote. Éste levantó la cabeza y respondió +fríamente: + +--Buenas noches, hija. + +--¿Va usted a hacer oración, o viene usted?--preguntó con el mismo +retintín y sonriendo. + +--Ni voy ni vengo de hacer oración, hija mía. En este momento me ocupo +de asuntos de mi ministerio--replicó en tono severo el P. Gil. + +Pero este tono, en vez de sosegar a la joven o amedrentarla, la encrespó +al parecer. + +--Usted siempre haciendo algo por Dios, padre, ¡ji! ¡ji! lo mismo en la +iglesia, que a la cabecera de los moribundos... que en los huecos de las +puertas, ¡ji! ¡ji!... Si usted se muere antes que yo, ya tiene usted un +testigo de alguno de sus milagros para que le canonicen... Vaya, no +quiero estorbar el milagro. Hasta la vista. ¡Ji! ¡Ji! + +Y cuando hubo dado dos o tres pasos, sin volverse dijo: + +--¡Y que aproveche! + +La esposa de Montesinos levantó la cabeza y clavó en el P. Gil una +mirada de estupor y curiosidad. + +--¿Qué es eso? + +El sacerdote, rojo de vergüenza y de indignación, alzó los hombros en +señal de ignorancia y echó a andar hacia el caserón de Montesinos. + + + + +VI + + +Al tirar del cordel grasiento, el mismo tañido lúgubre, que tanto había +impresionado al P. Gil la vez primera que puso los pies en aquella casa, +produjo a ambos un estremecimiento de temor y ansiedad. No tardó en +oírse la voz cascada de Ramiro. + +--¿Quién es? + +--Gente de paz. + +--¿Quién es?--tornó a preguntar. + +--Soy yo, Ramiro. Abre--respondió el sacerdote. + +La puerta giró pausadamente sobre sus goznes y apareció la silueta del +viejo, débilmente esclarecida por la luz de la lamparilla que ardía +sobre el dintel. + +--Pase usted, señor excusador--dijo sin percibir a la dama, que se +había ocultado detrás de éste. Pero viéndola al fin, dio un paso atrás +y, abriendo los brazos en actitud de impedir la entrada, exclamó: + +--¡Ah! ¿Vuelve usted acompañada?... Pues ni por esas... ¡No entrará +usted, no! + +--Vamos, Ramiro--dijo con dulzura el sacerdote, poniéndole una mano +sobre el hombro,--déjanos paso, que éste es un asunto delicado y que no +te concierne. + +--Pase usted cuando quiera, pero esa mujer no puede pasar. + +--¿Por qué no puede pasar?--preguntó con entereza el sacerdote, alzando +la cabeza. + +--Porque aquí no entran p.... ni ladronas. + +Ante aquella injuria bárbara, la dama se tapó el rostro con las manos y +dejó escapar un gemido. El P. Gil se puso rojo, y cogiendo al viejo por +un brazo, le sacudió con violencia. + +--Sea usted más comedido, y ya que no respete la sotana que visto, +guarde los miramientos que se deben a las señoras. Ante Dios y ante los +hombres ésta es la esposa legítima de su amo de usted. Déjeme el paso +franco, que a usted no le toca en este asunto más que oír, ver y callar. + +Y dando un empellón al viejo, se volvió diciendo: + +--Venga usted, señora. + +Pero Ramiro, agitado, convulso, como si fuera a caer presa de un +síncope, se puso a correr delante de ellos, gritando: + +--¡Álvaro, Álvaro! ¡Que entra la z... en tu casa! + +Dos criadas se asomaron a la escalera y contemplaron con estupor la +escena. El viejo no se detuvo en el principal; siguió hasta el segundo, +dando los mismos gritos. El P. Gil, que le seguía con Joaquinita, dijo a +ésta al llegar al piso primero: + +--Quédese por ahora aquí; yo subiré solamente. + +Cuando llegó al segundo, tropezó con D. Álvaro que salía a punto de su +habitación. Su rostro, siempre pálido, lo estaba ahora tanto que daba +miedo. En cuatro palabras Ramiro le había enterado de lo que ocurría. +Por la tarde, cuando por primera vez había venido la esposa infiel a la +casa, no lo había hecho. D. Álvaro no pronunció una palabra. Cogió con +mano convulsa por un brazo al sacerdote y le hizo entrar en su gabinete. +Luego cerró con cuidado la puerta. + +--¿A qué viene esa mujer?--preguntó haciendo inútiles esfuerzos por +aparecer sosegado. La voz salía de su garganta débil y ronca. + +--Viene a implorar su perdón. + +--Se equivoca usted; viene por dinero--repuso sonriendo ya forzadamente. + +El P. Gil permaneció un instante silencioso y dijo al cabo: + +--No me atrevo a asegurar a usted nada. Parece que está arrepentida... +Su acento es sincero y ha llorado con verdadero dolor en mi presencia. + +Un relámpago de ira pasó por los ojos del hidalgo. En aquel tropel de +emociones que se agitaban en su espíritu, la indignación logró vencer a +todas las demás y profirió con acento despreciativo: + +--Estoy perfectamente convencido de que no viene más que por cuartos... +pero de todos modos, me importa un bledo su arrepentimiento y su +sinceridad... Si está arrepentida, que pida a un cura la absolución. El +figurarse por un instante que yo puedo perdonarla es un nuevo insulto, +es una idea que sólo cabe en un alma tan miserable como la suya. + +--El perdón jamás degrada. Es la virtud que más ennoblece al ser +humano--manifestó el clérigo, sorprendido. + +D. Álvaro le clavó una larga mirada colérica. Después alzó los hombros +con desdén y dijo: + +--Está bien: dejemos eso. Lo que importa es que, ya que la ha traído, se +lleve usted inmediatamente a esa señora. + +--Me atrevería a suplicarle que, aunque no la perdone, le permita al +menos hablar con usted... Quizá tenga algunas revelaciones que hacerle. + +--No soy curioso. Puede guardarse sus revelaciones o confiarlas a quien +se le antoje... Por mi parte (escuche usted bien lo que voy a +decirle)--al mismo tiempo le cogió con mano crispada la muñeca,--por mi +parte, ni ahora ni nunca cruzaré con ella la palabra... Puede usted +decírselo. + +El P. Gil bajó la cabeza y permaneció silencioso mientras el mayorazgo +comenzó a pasear agitadamente por la estancia con las manos en los +bolsillos. De vez en cuando se dibujaba en su rostro una sonrisa +sarcástica y dejaba escapar por la nariz un leve resoplido que acusaba +la tensión de su espíritu, como el pito revela la tensión de la caldera +de vapor. + +--Ya que eso no pueda ser--manifestó al cabo de un rato con suavidad el +sacerdote,--usted comprenderá, D. Álvaro, que esa señora no puede irse a +dormir fuera de esta casa sin dar pábulo a las malas lenguas, sin +renovar conversaciones que no deben renovarse. Por egoísmo, ya que no +por caridad, debe usted consentir que su esposa duerma hoy en esta casa, +pues no creo que le convenga a usted escandalizar a la población. + +D. Álvaro prosiguió sus paseos agitados sin responder palabra, como si +no hubiese oído la proposición del sacerdote. Al cabo de un rato se +plantó delante de él y, mirándole fijamente, dijo: + +--Está bien. Dígale usted que, si es su gusto, no hay inconveniente en +que duerma en esta casa... aunque se necesite bien poca dignidad para +aceptarlo--añadió bajando la voz y recalcando las sílabas.--Y si quiere +dinero para el viaje de vuelta, Osuna se lo proporcionará. + +--Le doy las gracias por esta deferencia, pero me voy muy +triste--replicó sonriendo el P. Gil.--Cualquier sacrificio haría por +borrar de su memoria la ofensa recibida y soldar de nuevo la cadena de +su matrimonio. ¡Cuánto daría en este momento por ser un hombre +elocuente!... + +--La elocuencia, señor excusador, ha servido en este mundo para que se +cometiesen grandes vilezas; pero creo que ninguna lo sería mayor que la +que usted me propone. + +--Para usted es una vileza lo que para mí sería un acto noble y +generoso, propio de un imitador de Cristo. No nos entendemos en lo que +se refiere a lo que es dignidad o indignidad... + +--Lo siento por usted, padre--repuso el mayorazgo, tendiéndole la mano. + +--Y yo por usted, D. Álvaro. Buenas noches. + +Al quedarse solo éste, siguió paseando todavía unos momentos; luego se +paró delante del cordón de la campanilla y tiró con fuerza. No tardó en +presentarse Ramiro. + +--Esa mujer está ahí... ¿Quieres que la eche?--preguntó el viejo, sin +aguardar las órdenes de su amo. + +--No. Condúcela a la sala, enciende todas las lámparas y avisa a Dolores +que suba. + +El criado permaneció inmóvil, mirándole con sorpresa. + +--¿Y vas a consentir que esa... + +--¡Silencio!--exclamó el mayorazgo con energía, llevando el dedo a los +labios.--Haz inmediatamente lo que te mando. + +El viejo se alejó gruñendo. Al instante se presentó la doncella. + +--Dolores, di a la cocinera que prepare cena para la señora que está +abajo, y que haga todo lo que sepa. Ilumina el comedor, saca la vajilla +fina, arregla el gabinete azul y toma del armario la ropa mejor para +ponerla en la cama... Que no le falte absolutamente nada. Ayúdala a +desvestirse: cualquier cosa que ordene la hacéis inmediatamente. ¿Estás +enterada? + +--Sí, señorito; pierda usted cuidado, que se la tratará como quien es. + +D. Álvaro dirigió una mirada oblicua a la doncella y se apresuró a +decir, algo acortado: + +--Despáchate pronto y enséñale el gabinete azul. Si desea dormir en otro +lado, puedes mostrarle también el que llamáis cuarto del obispo. + +Otra vez quedó solo y otra vez emprendió su paseo nervioso de un ángulo +a otro de la cámara. A pesar de la fortaleza y sosiego que había +mostrado para rechazar las súplicas del P. Gil, su cerebro trabajaba +agitado, febril. Aquella visita tan inesperada removió los recuerdos +felices y aciagos que se habían depositado en el fondo de su ser, y que +ya no le molestaban. Su vida matrimonial, que en aquellos tres años se +había ido alejando de su memoria como un sueño que la claridad de la +aurora desvanece, surgió de pronto delante de sus ojos, tan próxima que +la tocaba con la mano. Ni un pormenor faltaba al cuadro. Y ante aquella +visión sentíase turbado, como si los sucesos acabasen de efectuarse. + +Después de pasear algunos minutos a grandes trancos, comenzó a detenerse +a menudo, prestando oído a los ruidos que llegaban del piso primero. +Adivinaba más que percibía los preparativos que la servidumbre estaba +ejecutando en obsequio de aquella vil mujer que le había revelado toda +la negrura y todo el dolor de la existencia: «Ahora bajan la lámpara del +comedor... Ahora sacan la vajilla... Deben de estar haciendo la cama... +Ha salido gente: será Rufino a buscar a la tienda alguna cosa... Parece +que están hablando en el gabinete azul...» + +Ya no paseaba. Con el oído pegado a la cerradura, recogía ávidamente +todos los rumores que llegaban de abajo. Y como llegaban demasiado +confusos, concluyó por abrir la puerta, avanzar cautelosamente hasta el +pasamanos de la escalera y escuchar desde allí, inmóvil, recogiendo el +aliento. Había imaginado vagamente que su esposa, una vez sola y libre, +subiría hasta su cuarto para hablarle. Lo hubiera deseado, para darse el +gozo de arrojarla con algunas frases despreciativas que le llegasen +hasta el fondo del alma. Hubo un instante en que pensó que este deseo se +realizaba. Sintió pasos en la escalera: toda su sangre fluyó al corazón; +se apresuró a dejar el pasamanos y a meterse de nuevo en el cuarto. Era +Dolores que subía a pedirle una llave. Cuando se fue, tornó a su +espionaje; permaneció en la escalera larguísimo rato sin saber por qué +hacía aquello. Escuchó el rumor confuso de la conversación de Dolores y +su mujer. La doncella era charlatana; Joaquinita también tenía un +temperamento expansivo: la plática se animaba cada vez más. Hasta se le +figuró percibir algunas alegres carcajadas de su esposa, que le +sorprendieron más que le indignaron. Por fin notó que se ponía a cenar. +Dolores iba y venía con los platos. Terminó la cena. La doncella se +detuvo en el comedor y prosiguió la charla. Cansado de estar en pie, se +sentó en uno de los peldaños de la escalera. Al hacerlo sintió vergüenza +y comenzó a darse alguna cuenta vaga de las emociones que embargaban su +espíritu. Una hora larga esperó de aquel modo, percibiendo el rumor +confuso de las voces, en el cual nada podía distinguir, ni siquiera cuál +era la de su esposa y cuál la de la criada. Al cabo observó que salían +del comedor. Todavía se figuró que su mujer aprovecharía aquella ocasión +para subir a visitarle. Se puso en pie vivamente y se preparó a meterse +en su cuarto tan pronto como sintiese pasos en la escalera. Pero esperó +en vano. La señora se dirigió con Dolores hacia el gabinete azul. Sintió +cerrarse la puerta tras ellas: luego notó que se abría de nuevo y salía +la doncella y tomaba el camino de su cuarto. Sin duda había ayudado a +desnudarse a la señora y la dejaba en la cama. + +Con la cabeza entre las manos, los codos apoyados sobre las rodillas, +permaneció inmóvil, abstraído, escuchando ya solamente la voz de su +pensamiento y los latidos de su corazón. Un vivo despecho, del cual no +quería darse cuenta, le mordía cruelmente las entrañas. Sentía la +necesidad de avistarse con su mujer, de injuriarla, de escupirla, de +abofetearla. ¿Por qué hacía unos instantes se había negado a recibirla, +y ahora ansiaba de aquel modo tenerla delante? El mayorazgo creía que +era porque su odio y su indignación habían crecido. No supo el tiempo +que permaneció en aquella postura. El deseo de verse frente a su esposa +ardía cada vez más vivo en su pecho, le ponía inquieto, excitado; se iba +convirtiendo en una fiebre, en una rabia intensa que le devoraba. ¡Oh, +tenerla entre sus manos, apretarla hasta hacerle gritar de dolor, +hacerle padecer en el cuerpo lo que él había padecido en el alma! Puntas +de hierro candentes le pinchaban por la espalda, las manos le temblaban +como si le pidieran una estrangulación con que calmar sus ansias; un +calor insoportable le subía de las piernas al cerebro. Las tinieblas se +espesaban, le envolvían en una atmósfera tibia, sofocante, como si se +hallase en un subterráneo. Hubo un instante en que pensó que no podía +moverse; los miembros entumecidos se negaban a obedecer a su voluntad. +Hizo un esfuerzo, sin embargo, como si tratase de romper una tela que le +sujetara, y se puso en pie. + +Se dirigió con paso vacilante a su cuarto. La luz del quinqué que ardía +sobre la mesa le hirió de tal modo que estuvo a punto de caer ofuscado. +Apagola de un soplo, buscó a tientas la ventana y la abrió de par en +par. Una ráfaga viva de viento y agua le azotó el rostro y penetró +rugiendo por la estancia, echando a volar los papeles de la mesa. D. +Álvaro aspiró con delicia el aire frío y húmedo, asomose a la ventana y +expuso su frente ardorosa a la inclemencia del chubasco. Las mil agujas +de la lluvia se le clavaron en las mejillas y convertidas en lágrimas +las bañaron completamente. Por algunos minutos gozó con voluptuosidad de +aquel frío, apeteciendo que le penetrase en el cerebro y sosegase su +desordenada actividad. La noche no era tenebrosa. A pesar del espeso +toldo de nubes, la luz de la luna conseguía cernirse y esparcía una +débil y triste claridad. Sólo cuando algún nubarrón más espeso y más +negro pasaba por delante de ella descargando su fardo de agua, la luz se +extinguía casi por completo. Las olas se estrellaban contra los peñascos +que sirven de baluarte al Campo de los Desmayos. El viento silbaba entre +las grietas de la torre de la iglesia. La música lúgubre de los +elementos embravecidos calmó un poco la fiebre del hidalgo. + +Consolado por aquel refresco, respiró con libertad; se creyó dueño de +sí. Sin embargo, a los pocos instantes el mismo deseo agudo, candente, +volvió a pincharle el cerebro. ¡Oh, tener delante a la infame, vomitarle +en el rostro las injurias que su dolor y su indignación habían acumulado +durante tres años; luego cogerla así por el cuello y retorcérselo! Aquel +instante de placer compensaría los tormentos que había experimentado. Un +minuto que valía por toda una existencia de dolor. ¿Y por qué no +gozarlo? ¿No tenía en su poder al verdugo de su dicha? ¿No estaba allí +debajo, durmiendo tranquilamente, mientras él se agitaba todavía entre +crueles torturas? Apartose un poco de la ventana y se secó el rostro con +el pañuelo. Sintió que era impotente para luchar con aquel apetito de +venganza. Toda su filosofía despiadada, indiferente, se había ido a +pique. El mundo dejó de ser pura representación; se convertía en +realidad innegable; la vida adquiría el valor absoluto que tiene para +todo ser finito. Era forzoso, a despecho de la razón, satisfacer los +instintos animales que gritan en el fondo de nuestro ser. En vano, para +calmarse, se decía que todas aquellas emociones nada valían ni +significaban en el curso eterno de las cosas, que dentro de muy poco +tiempo todo sería humo; en vano se representaba la imbecilidad del ser +humano, luchando y padeciendo en holocausto de una fuerza que se burlaba +de él. Todos sus pensamientos se estrellaban contra un anhelo poderoso, +irracional que le dominaba. El bruto, como sucede siempre, podía más que +el filósofo. + +Buscó a tientas la salida, y apoyándose en las paredes llegó hasta la +escalera. Al bajar el primer peldaño, sus botas rechinaron en el +silencio de la casa. Sentose y se despojó de ellas. Luego se deslizó +hasta abajo sin hacer el menor ruido. Sin tropezar, por el conocimiento +perfecto de la casa, avanzó por los corredores hasta llegar a la puerta +del gabinete azul. En aquel momento el gran reloj del comedor dio una +campanada. No supo a qué hora pertenecía esta media. Acercó el oído a la +cerradura y estuvo un rato escuchando sin percibir ruido alguno. +Indudablemente Joaquina estaba ya durmiendo. Entonces se deslizó hasta +la puerta de escape que la alcoba tenía en el pasillo y volvió a poner +el oído. Al cabo de un momento pudo oír una respiración igual y serena. +Un vivo estremecimiento corrió por todo su cuerpo al percibirla. Sintió +un nudo en la garganta, pero un nudo de fuego: el corazón quería +saltarle del pecho: apoyó las manos sobre él para apagar el ruido de las +palpitaciones. La traidora dormía tranquilamente sin curarse de él. +¿Aquel deseo de reconciliación era, pues, una farsa? ¿Venía a buscar +dinero solamente? ¡Qué miserable! ¡Qué mujer tan odiosa! + +Empleando todas las precauciones imaginables, levantó el pestillo de la +puerta y empujó. Tenía el pasador echado por dentro. Entonces se fue a +la puerta del gabinete. Aquélla estaba abierta. Avanzó por la estancia +sobre la punta de los pies conteniendo la respiración, llegó hasta la +alcoba y levantó las cortinas. Dio un paso más y chocó con la cama: puso +la mano sobre ella y la deslizó hacia la cabecera. Sintió la presión del +cuerpo de su esposa al hincharse con la respiración. Acercó el rostro +hacia el sitio donde debía de estar la cabeza de la dama, y dijo muy +quedo: + +--Joaquina, Joaquina. + +No despertó. + +--Joaquina, Joaquina--repitió. + +Tampoco hizo movimiento alguno. Entonces la sacudió levemente por el +hombro, llamándola de nuevo. + +La dama dio un grito y despertó despavorida. + +--¡Jesús! ¿Quién es? ¿Quién va? + +--No te asustes, soy yo--dijo con voz débil el mayorazgo. + +--¿Quién? ¿Quién?--replicó la dama, con señales de terror en la voz, +echándose hacia la pared. + +--Soy yo, soy Álvaro... Mira--añadió con voz temblorosa,--sé que has +venido a hacer las amistades... Has hecho bien... Olvidémoslo todo, +comencemos una nueva vida... + +La dama no respondió. Metida contra la pared, escuchábase su respiración +aún anhelante por el susto. + +--Hice esfuerzos sobrehumanos para olvidarte--prosiguió con la misma voz +temblorosa, apagada por la emoción,--pero fueron inútiles... Estás +metida a hierro y a fuego dentro de mi pecho... Has sido mi primero, mi +único amor en este mundo... Me has hecho mucho daño, ¡mucho! pero aunque +me hicieses mil veces más, no se borrarán de mi alma los momentos de +dicha embriagadora que te debo... ¡Te quiero, sí, te quiero, te +adoro!... Aunque me llamen cobarde, indigno, lo repetiré a la faz del +mundo entero... ¡Si supieses cuánto he sufrido! No ha sido mi dignidad, +mi orgullo destrozado lo que me ha hecho padecer... Mi corazón es el que +ha sufrido... ¡Qué desconsuelo! ¡Qué tristeza tan honda! Parecía como +si una mano helada me arrancase suavemente las entrañas... Pero ya pasó +todo... ¿Verdad que ya pasó?... Comenzaremos a amarnos de nuevo, como +aquella tarde en que te estreché entre mis brazos por primera vez, en +una calle de árboles de los jardines de Aranjuez... + +El mismo silencio por parte de Joaquinita. + +--Contéstame... ¿Te he asustado, vida mía? Perdóname... ¿Por qué no has +salido luego que se fue ese cura?... ¿Pensabas que iba a arrojarte?... +No, preciosa mía... no... Te quiero, te adoro... + +Al mismo tiempo, alargando las manos, tropezó con una de su esposa, la +cogió y la llevó a sus labios con entusiasmo. La dama la retiró +prontamente. + +D. Álvaro quedó sobrecogido. + +--¿Por qué me retiras tu mano?... ¿No te tiendo yo la mía, y soy el +ofendido?... ¿No has venido a reconciliarte conmigo?... + +--Sí, sí, Álvaro--murmuró ella.--A eso he venido... Me has asustado... + +--Perdóname, Joaquina... ¡Si supieses qué alegría me causa el oír tu +voz! Pensé que nunca ya, ¡nunca ya! la volvería a oír. ¿Quieres ser mi +esposa?--añadió bajando la voz, inclinándose para acercar la boca al +rostro de la dama.--Déjame un sitio a tu lado, hermosa... Déjame ser +una noche feliz... + +--No, Álvaro, ahora no--volvió a murmurar la esposa infiel.--Mañana... +Déjame, estoy muy cansada... Déjame hasta mañana... + +--No te molestaré. Me estrecharé cuanto pueda y dormirás tranquila... + +--No, ahora no puede ser... Mañana. + +--¿Por qué no? ¿No quieres ser mi mujercita? ¿No quieres que seamos +felices otra vez, como en aquellos primeros meses de nuestro matrimonio? + +--Sí, lo quiero... Pero ahora estoy muy nerviosa... Deseo quedarme +sola... Mañana será otro día, y te prometo ser tuya... Ahí tienes mi +mano... Vete a dormir, Álvaro... Hasta mañana. + +Montesinos buscó en la oscuridad aquella pequeña y hermosa mano, que tan +bien conocía, y la apretó contra sus labios perdidamente, la devoró a +besos. Joaquina la abandonó en su poder, esperando que al cabo se +marcharía. Soltola, en efecto, pero fue para echarle los brazos al +cuello y apretarla contra su pecho, loco, perdido de amor, aplastando +sus labios con besos brutales, frenéticos. La dama forcejeó rabiosamente +para desasirse, y lo logró, haciendo tambalearse a su marido de un +empellón. + +--¡Te he dicho que no quiero, que no quiero!--le gritó con voz +colérica.--Si vuelves a tocarme, me marcho desnuda como estoy por esas +calles... ¡Vete! ¡Vete! + +D. Álvaro quedó clavado al suelo por el estupor. No eran sus palabras +las que le dejaban frío, horrorizado; era aquella voz aguda como la hoja +de un puñal, que le llegaba hasta lo más hondo del pecho. + +--¡Vete! ¡Vete!--repitió ella alzando aún más el grito. + +En aquel momento ni un pensamiento cruzaba, por el cerebro del +mayorazgo: todas sus facultades quedaron aniquiladas, rotas por la +sorpresa y el horror del golpe. No sentía más que una viva impresión de +anhelo, como si se hubiese caído de algún sitio muy elevado y estuviese +aún por el aire. El mundo desapareció en medio de aquella oscuridad; +nada existía en las tinieblas que le envolvían, ni siquiera su +pensamiento. Sólo quedaba una voz estridente, fatal y un gran dolor, un +dolor eterno. + +--¡Vete! ¡Vete! + +Tropezando con los muebles, brincando como si escapase de una +catástrofe, salió de aquella estancia. Se encontró en la escalera +agarrado fuertemente al pasamanos para no caer. Allí se detuvo y quiso +coordinar sus ideas. ¿Por qué corría? ¿Qué había pasado? No se daba +razón de aquella huida repentina. Trató de volverse y penetrar de nuevo +en la estancia de su esposa y entrar en explicaciones; pero las piernas +se negaron a obedecerle. Un horror instintivo, como si hubiese delante +un pozo negro y hondo, le detuvo. Avanzó, cogiéndose con ambas manos a +la barandilla, y llegó hasta su cuarto. El huracán, penetrando por la +ventana abierta, se había enseñoreado de él; los papeles volaban, los +muebles a que se iba agarrando estaban mojados. Sus manos tropezaron con +el sillón del escritorio, y se sentó sin intentar siquiera buscar los +fósforos ni cerrar la ventana. Así permaneció inmóvil, con los ojos +desmesuradamente abiertos en la oscuridad, sin sentir el frío que le +penetraba hasta los huesos ni el agua de los chubascos que le bañaba a +intervalos la cabeza, no pudiendo determinar si el rumor que le +ensordecía y le mareaba era realmente el de las olas o sonaba tan sólo +en su cerebro. + +Así le sorprendió la claridad del día, un día triste y sucio, como casi +todos los del invierno en Peñascosa. Alzose al fin como un sonámbulo, +entró en la alcoba y se dejó caer pesadamente en la cama. Ramiro no pudo +despertarle a las nueve para tomar el desayuno. Era un sueño invencible, +de aniquilamiento, semejante a la muerte. Dormía en una inmovilidad +absoluta, con los ojos entreabiertos y el rostro densamente pálido. +Cuando a las tres de la tarde salió de aquel profundo letargo, supo, sin +asombro alguno, que su esposa se había marchado en la diligencia de +Lancia. + + + + +VII + + +Después de desahogar su ira la hija de Osuna, siguió por la calle del +Cuadrante abajo, riendo todavía nerviosamente algún tiempo. Pero aquella +risita se apagó al cabo. Sintió un desasosiego extraño, cierto +abatimiento que hizo flaquear sus piernas. Detúvose un instante: le +acometieron deseos de volverse y espiar de nuevo a la pareja que dejaba +allá en el Campo de los Desmayos. El temor de ser notada la contuvo. +Aunque vagamente, se daba también cuenta de lo singular y censurable de +su conducta. ¿Por qué había hecho aquello? ¿Quién era ella para espiar +los pasos de su confesor, ni menos reprenderle? Su despecho era tan +vivo, sin embargo, que no le permitía arrepentirse. Tenía la boca seca; +le ardían las mejillas. Siguió caminando apresuradamente, y se dirigió +al muelle. Estaba ya solitario. La brisa del mar le refrescó un poco. Se +sintió, no obstante, tan agitada que no quiso volver a casa: necesitaba +charlar, distraerse. Iría a casa de D.ª Eloisa y cenaría allí como otras +veces. + +Justamente iban a ponerse a la mesa los esposos cuando llegó ella. Les +acompañaba el P. Norberto, lo cual significaba que había callos. + +--¡Qué sofocada vienes, hija!--exclamó doña Eloisa. + +--¿No sabe usted?... Vengo sola desde casa de D.ª Trinidad... Vengo a +cenar con ustedes... Pero háganme el favor de mandar un recado a papá. + +Se esforzaba en aparecer serena y risueña. + +--Conque solita, ¿eh? Solita a las ocho de la noche--dijo D. Martín en +tono de broma. + +--¡Ay, si supieran ustedes qué agitada venía!... Anda tan poca gente por +la calle. En un momento en que me vi sola, eché a correr hasta que hallé +a unas mujeres. + +--¿Qué? ¿Tenía usted miedo que la tomasen por una de esas palomas que +aquí el P. Norberto caza con lazo?--tornó a decir D. Martín con ático +humorismo de cuartel. + +La joven se ruborizó hasta las orejas. Doña Eloisa dirigió una mirada +severa a su marido. + +--Vamos, no empieces a barbarizar, Martín. + +--¡Señor, yo no hablo más que de la posibilidad de una +equivocación!--replicó el inválido riendo.--Y si no, que me diga el P. +Norberto si hay mucha diferencia en la figura entre una señorita y esas +amiguitas suyas. + +--No son amigas mías, D. Martín--replicó riendo benévolamente el buen +sacerdote;--son ovejas descarriadas... + +--Pero usted no les tira piedras para que vuelvan al redil, sino +besos... + +--¡Oh! ¡oh! ¡D. Martín! + +El bueno de D. Norberto, capellán y organista de la parroquia, demasiado +modesto para aspirar a sacar triunfante la virtud y la fe entre las +clases elevadas, se dedicaba con entusiasmo hacía ya tiempo a arrancar +del vicio a esas pobres mujeres que caen en él la mayor parte de las +veces por miseria. Se introducía en las asquerosas moradas que ocupaban, +las catequizaba haciendo esfuerzos titánicos de oratoria que le ponían +rojo como un tomate y le obligaban a toser y escupir de un modo +imponente. Y cuando el arte de Bossuet no producía efecto, apelaba al +dinero. Era un soborno piadoso en el que había gastado el corto caudal +que heredara de sus padres y que se llevaba también la mayor parte de su +paga. Había logrado el arrepentimiento de varias pecadoras, a las +cuales solía llevar a cierto asilo o convento establecido para ellas en +Valladolid, sufragando él, por supuesto, los gastos de viaje, +instalación, etc. Pero a cambio de estos triunfos experimentó el buen +capellán horribles desengaños. Muchas veces las bellas pecadoras se +mostraban arrepentidas, le sacaban todos los cuartos que podían y +concluían riéndose de él y contando el chasco por la villa. Pero no +desmayaba en su obra. Estaba a prueba de risas y fracasos. Algunas que +comenzaron engañándole, habían terminado arrepintiéndose sinceramente. +El sueño de D. Norberto era fundar en Peñascosa un convento de +arrepentidas. Para lograrlo sería capaz de andar pidiendo limosna por +toda la provincia, de trabajar él mismo como bracero en el edificio, +hasta de renunciar a comer callos por el resto de su vida. + +En la villa todos conocían esta su manía. La mayor parte se mofaba de +ella. No había quien no se creyese con derecho para darle acerca del +particular su bromita más o menos pesada, según la educación del +individuo. Mas, por mucho que lo fuesen, jamás se le vio enfadarse ni +dar siquiera señales de impaciencia. Reía bondadosamente o se alejaba +tapándose los oídos. Nadie dudaba tampoco, aunque algunos lo +aparentasen, de su recta intención y del completo desinterés con que +trabajaba en este asunto. Las mismas mujerzuelas, que le engañaban, no +osaban calumniarle, y si alguna lo había hecho, pronto fue +categóricamente desmentida por sus compañeras. + +--¡Martín, te pido por Dios que no desbarres!--exclamó llena de angustia +D.ª Eloisa. + +--Mujer, hablo de besos místicos. + +--Sí, D.ª Eloisa--se apresuró a decir D. Norberto,--su esposo quiere +referirse a los medios suaves que necesito emplear para convencer a esas +desgraciadas. + +D. Martín, comprendiendo que había ido demasiado lejos, asintió, no sin +dirigir un guiño expresivo al capellán. + +Sentáronse a la mesa. Obdulia hacía esfuerzos atroces por comer, pero su +estómago se negaba a recibir alimento alguno. Seguía en un estado de +agitación bien visible. D. Martín la embromó acerca de su falta de +apetito. ¿Estaría por ventura enamorada? A pesar de su inclinación a la +iglesia, él apostaba a que había de concluir apasionándose +violentamente. De una sola ojeada conocía él los temperamentos +destinados al amor. Había ciertas señales: la ojera, que ella tenía muy +pronunciada, los ojitos un poco entornados, los labios secos... y otras, +y otras. El jefe de inválidos volvió a deslizarse. D.ª Eloisa estaba en +brasas, y otra vez le llamó al orden con voz angustiosa. Sucedía esto +muy a menudo. D. Martín gozaba lo indecible colóreando las mejillas de +las damas con sus frases atrevidas. Le parecía que era el adecuado +complemento de aquella otra tendencia que sentía a enrojecer las de los +caballeros con sus proverbiales bofetadas. Ambas inclinaciones acusaban +su temperamento heroico y daban testimonio innegable de su procedencia +del arma de caballería. Obdulia solía responderle con oportunidad y con +gracia, dejándole no pocas veces amoscado; pero la preocupación que +ahora la embargaba le impidió tomar nota de sus palabras y darles su +merecido. Antes de terminar la cena sintiose indispuesta y tuvo que +salir a otra habitación y arrojó cuanto había comido. + +A los postres llegó D.ª Serafina Barrado con su capellán y mayordomo. +Ambos venían encarnados, risueños y extraordinariamente locuaces. Los +ojos les brillaban con fuego alegre y malicioso, que llamó la atención +de sus amigos. + +--Ahí va un cigarro, D. Martín--dijo el joven presbítero, ofreciéndole +uno de acreditada vitola, igual al que él estaba chupando +voluptuosamente. + +--¡Buen tabaco!--exclamó el amo de la casa dándole vueltas entre los +dedos.--¡Qué latigazos se pega usted, amigo! + +--Regulares, regulares--respondió el clérigo con sonrisa de +satisfacción, dirigiendo al mismo tiempo una mirada expresiva a su +antigua ama, que le pagó con otra brillante y cariñosa. + +--¿Dónde los compra usted? + +--No los compro: me los regalan. + +Otro cambio de miraditas risueñas y apasionadas. + +--¡Ah! Entonces le salen a usted por una friolera. ¿Se puede saber quién +es el señor tan generoso... + +--No es señor; es señora. + +Otra miradita. + +--¡Ah, pícaro! Ya sabía yo que gozaba usted de gran favor entre las +damas. + +Por la fisonomía alegrísima de D.ª Serafina corrió una nube que la +oscureció momentáneamente. + +--Es regalo de D.ª Serafina, con motivo de ser hoy mi cumpleaños--se +apresuró a decir el presbítero. + +--¡Ya me parecía a mí que venían ustedes hoy demasiado contentos!... Con +tan fausto motivo hubo juerga, ¿verdad? + +--¿Cómo juerga?--preguntó D. Joaquín con cierta inquietud, temiendo la +franqueza militar de su amigo. + +--Sí, una comidita íntima con algunos platos extraordinarios y un par de +botellas de _burdeos_. + +--No fue _burdeos_--replicó D. Joaquín riendo,--Fue borgoña. + +--Mejor que mejor. + +--¡Ya lo creo!--exclamó D.ª Serafina, comiéndose con los ojos a su +capellán. + +Y volvió a comenzar entre ellos el tiroteo de miraditas y guiños, +prodigándose mil atenciones tiernas que denotaban un estado de felicidad +perfecta. + +La llegada de D.ª Rita no turbó poco ni mucho su éxtasis delicioso. Esta +señora, pequeña y regordeta, con grandes ojos negros sin expresión y +dientes grandes también, sanos y amarillos, entraba siempre con un cesto +donde guardaba la labor. Sacábala con lentitud, trabajaba media hora en +silencio escuchando atentamente todo lo que se decía, y al cabo recogía +de nuevo los bártulos y se iba a hacer lo mismo a otra parte. De este +modo recorría en la noche tres o cuatro casas. Era su manía la de saber; +saberlo todo, hasta lo más trivial e insignificante. Se la toleraba bien +en todas partes, porque a pesar de su desmedida febril curiosidad nunca +hubo disgusto alguno por su causa. Gozaba con saber tan solamente: era +un placer desinteresado, intenso, como el de los hombres de ciencia que +no miran el resultado que sus conocimientos les puede dar. Como el avaro +amontona en su caja monedas de oro sin pensar en utilizarlas jamás, así +D.ª Rita atesoraba en su cerebro cuantas noticias privadas podía recoger +en sus peregrinaciones por la villa, sin molestar a nadie con ellas. +Pocos se guardaban, pues, de hablar secretos en su presencia; pero si +alguno lo hacía y llegaba a notarlo, le acometían tales ansias y +congojas por conocer lo que le ocultaban, que no dormía, ni descansaba +un momento; andaba pálida, ojerosa, se hacía grosera, intratable. Una +vez que descubría el ansiado secreto, aunque fuese la cosa más baladí, +recobraba la calma y serenidad, volvía a su ser dulce, pacífico, +inofensivo. Algunos sujetos maleantes, como don Martín, el P. Narciso, +D. Joaquín y otros, solían embromarla fingiendo algún misterio entre +ellos, la atormentaban, le hacían perder el juicio de pura curiosidad. + +Pero cuando entró el P. Narciso, D. Joaquín se puso más grave, ocultando +a su compañero aquella dicha inefable, que le retozaba dentro del alma, +evitando encontrarse con los ojos alegres, chispeantes de su antigua +ama. Aquél sintió en seguida en la nariz el tufillo aromático del +cigarro, dirigió una mirada escrutadora a su colega, otra a D.ª Serafina +y se puso al tanto. + +--Hubo _gaudeamus_, ¿verdad?--preguntó por lo bajo. + +D. Joaquín negó descaradamente. + +Unos tras otros fueron llegando Consejero, Cándida, D.ª Filomena, el P. +Melchor, Marcelina y, en suma, casi todos los tertulianos habituales. +Formáronse pronto los grupos de siempre, se disgregaron los elementos de +aquella sociedad, operándose en ella el fenómeno químico de las +afinidades electivas. Mas esta operación no se efectuaba sin las +violentas conmociones y sacudidas que se observan en el seno de la +naturaleza, sin las acciones y reacciones a que da origen toda +fermentación. Aquella noche Cándida, la huesuda señorita que ya +conocemos, en vez de ir a besar la mano al P. Melchor y sentarse a su +lado y cuchichear toda la velada, fue a hacer lo mismo con el P. +Norberto. ¿Por qué esta deserción? En la tertulia nadie lo sabía más que +los interesados y D.ª Rita. El P. Melchor había tenido la imprevisión de +decir en una casa que los roquetes que le hacía la citada joven eran +escasos de manga, y que le costaba trabajo con ellos doblar el brazo. En +cambio, había elogiado calurosamente un alzacuello que le había regalado +D.ª Marciala. El caso era grave, como cualquiera comprenderá, y debía +producir este triste resultado. D.ª Marciala, viendo al padre Narciso +cada vez más inclinado a admitir y agradecer la fervorosa admiración de +D.ª Filomena, mostraba su sentimiento y despecho, acercándose a D. +Melchor y hablándole con afectado cariño. D.ª Filomena, después de +algunos años de adoración resignada, silenciosa, había llegado, cuando +ya no lo esperaba, a la meta de sus aspiraciones. Tanta atención, tanto +cariño habían logrado al fin cautivar el espíritu del elocuente capellán +de Sarrió, quien daba claras muestras a la viuda de su afecto. Después +de haberlo intentado en vano muchas veces, aquélla había recabado de él +que fuese preceptor de su hijo, y que tomase el cargo con afición. Su +temperamento dominante y fogoso se manifestó en seguida. El pobre niño +tuvo que experimentar no sólo un trabajo excesivo, superior a su edad, +sino una serie de castigos crueles, malévolos, refinados. Y D.ª +Filomena, que era la dulzura personificada, que jamás había levantado la +mano sobre su hijo, consentía impasible que aquel hombre lo azotase +despiadadamente. Acallaba su conciencia diciéndose que era para su bien. + +Marcelina, que había soñado con suplantar a D.ª Serafina en el corazón +de D. Joaquín (y en realidad había cierto fundamento para este sueño, +pues el joven presbítero no cesaba de distinguirla entre todas), andaba +ya bastante desengañada. Adquirió el convencimiento de que aquél la +tomaba como instrumento para hacer padecer un poco a su ama y tenerla +más atenta y sumisa. Tal convicción la empujó de nuevo hacia D. Narciso, +a quien hacía tiempo había abandonado; pero éste, que nunca le había +profesado gran afición, como a Obdulia, la rechazó sin miramientos. Si +embargo, la ex-joven seguía luchando bravamente con D.ª Filomena. Hacía +pocos días había regalado al capellán una colcha de crochet que era una +verdadera maravilla de trabajo pacienzudo y habilidoso. Por cierto que +la viuda, al verla sobre la cama del clérigo, experimentó un vivo +disgusto y lloró muchas lágrimas en secreto. + +Estas agitaciones espirituales, estas luchas de sensibilidad y +abnegación entre las piadosas damas que allí asistían, eran precisamente +las que daban algún interés dramático a aquel mundo sereno, inocente. No +eran ciertamente las competencias groseras que se establecen en las +sociedades profanas, donde las intrigas afectan un carácter violento, +donde las relaciones del varón y la hembra tienen su fundamento siempre +en la explosión de los sentidos, llevan el sello abominable de la +animalidad. Aquí todo se efectuaba de un modo suave, inocente, +espiritual: los pequeños sacudimientos de que hemos hecho mención +semejaban el leve rizado de un lago trasparente y hermoso. Era aquella +tertulia como una antesala del cielo, donde las relaciones de los +ángeles, de los santos y las santas alcanzan el supremo grado de la +pureza inmortal. + +Lo que estaba pasando por el alma de la hija de Osuna confirma bien la +idea que acabamos de formular. Después de experimentar aquel trastorno +gástrico, hijo de la excitación en que se hallaba, cayó en profundo +desfallecimiento físico y moral. Sentía la impresión de si hubieran +cometido con ella una gran perfidia, y aunque su pensamiento le decía +vagamente lo absurdo de tal sensación, no podía minorar su intensidad, +ni menos desecharla. Odiaba al P. Gil, le odiaba con toda su alma. Daría +algo por vengarse. ¿De qué? No se lo decía; pero allá en el fondo del +alma estaba persuadida de que tenía razón para ello. Formó resolución +inquebrantable de no confesar más con él. ¡Con él! ¡Un sacerdote que +entra de noche en los portales a cuchichear con mujeres hermosas y +elegantes! ¡Puf! Sería vergüenza el hacerlo. Obdulia estaba bien segura +de que la mujer que hablaba con su confesor era linda. Esta seguridad la +torturaba. Por supuesto que, si tenía el atrevimiento de venir a +hablarle, le daría un desaire de los gordos, le volvería la espalda. Y +confesaría otra vez con D. Narciso. Y diría a sus amigas en qué +situación le había visto con una señora desconocida y elegante. Porque +no cabía duda de que vestía con elegancia, bien lo había reparado. Aquel +abrigo largo no estaba hecho en Peñascosa. ¿Quién sería? Alguna de +Lancia, seguro, que vendría a hacerle una visita. Y ¿por qué se viene de +lejos a visitar a un sacerdote no siendo su madre, o su hermana o su +deuda? ¿No sabe esa señora que la fama de los sacerdotes es muy delicada +y cualquier cosa la quiebra? El cerebro de la joven no cesaba de dar +vueltas y más vueltas a estas ideas y a otras análogas, mientras su +cuerpo permanecía inmóvil, abatido, clavando los ojos obstinadamente en +las manos de D.ª Marciala, que no dejaba un momento su calceta. Sentíase +enferma, deseaba irse; pero una vaga esperanza, que no podía definir, la +retenía a su pesar. + +Mientras tanto el P. Norberto estaba sorprendido y confuso por las +inusitadas atenciones de que era objeto por parte de Cándida. El pobre +no estaba acostumbrado a que se las prodigasen. El bello sexo de +Peñascosa le profesaba cierto desdén compasivo. Teníasele por un +sacerdote virtuoso, pero de muy cortos alcances. Sus mismos compañeros, +cuando hablaban de él, lo hacían sin dejar de los labios una sonrisa +medio protectora, medio burlona. Para las damas, la virtud del P. +Norberto no tenía poesía, carecía de ese encanto especial que en otros +sacerdotes la hace contagiosa, era una virtud pedestre, que no se +traducía en conceptos delicados y sublimes como en el P. Narciso, el P. +Gil y otros. Así que rara era la joven que se confesaba con él, ni menos +la que apeteciese su conversación o tuviese gusto en envolverle entre +nubes de incienso, como hacía Cándida en aquel momento. Su misma +inclinación a rescatar las mujerzuelas perdidas, por más que se +respetase, no le hacía simpático a las señoritas. Verdad que él se +pasaba admirablemente sin esta simpatía y no le quitaba de engordar cada +día más y pasar la vida riendo. Las lisonjas que le estaba vertiendo al +oído con voz insinuante su nueva hija de confesión, en vez de agradarle, +le turbaban, le molestaban visiblemente. Fue una de las pocas veces en +que pudo vérsele serio. Hacía rechinar la silla, cambiando de postura a +cada instante, y restallaba los nudillos de las manos de un modo +formidable, tosía, se ponía colorado, y de vez en cuando dejaba escapar +de la garganta un leve bufido con que su modestia alarmada protestaba. +Por último, solicitado vivamente por la dulce perspectiva del tresillo, +aprovechó una pausa de la doncella para levantarse y decir torciendo un +poco las caderas a guisa de saludo: + +--Con permiso de usted, señorita. + +En cuanto salió de aquella situación angustiosa, su faz sanguínea se +dilató y volvió a aparecer en ella la sonrisa de benevolencia universal +que le servía de principal ornamento. Su llegada al grupo donde estaban +Consejero, D. Martín, Osuna y otro caballero militar de Lancia fue +acogida con alegría. + +--Te presento--dijo D. Martín a su amigo forastero, bajando la voz y +echando una mirada recelosa alrededor para cerciorarse de que no le oía +su mujer,--al padre Norberto, un cura que te podrá informar de todos +los _chamizos_ de la población, si deseas conocer alguno. + +--¡Oh, oh! ¡D. Martín, por Dios! + +--¡Atrévase usted a decir que no los conoce! + +--Hombre, sí... de algunos sé... Por desgracia, necesito entrar en ellos +alguna vez... + +--Este señor se dedica a las jóvenes extraviadas--continuó D. Martín, +dirigiéndose a su compañero, que sonreía lleno de asombro. + +--¡Jesús! Considere, D. Martín, que este señor no me conoce... + +--Pues para que le conozca a usted hablo. + +D.ª Eloisa, de lejos, echaba miradas de terror a su marido, observando +la confusión de D. Norberto y la risa de los otros. + +--Bueno--prosiguió el señor de las Casas, haciéndose prudente y +conciliador,--yo no diré, D. Norberto, que usted vaya con mala idea a +esas casas de perdición; pero lo que sostendré siempre es que les está +usted prestando un gran servicio: está usted haciendo su agosto. + +--¿Cómo, cómo?--preguntó asustado el clérigo. + +--Pues muy sencillo; ayudando a que se eleve el precio de la mercancía. +Recuerde el ejemplo de Carmen la zapatillera... + +Ésta era una muchacha a quien el P. Norberto había conseguido sacar de +una casa de prostitución y llevar a un convento. Al cabo de algún +tiempo se salió y volvió a la mala vida. Tornó D. Norberto a persuadirla +al arrepentimiento, y otra vez ella se vino del asilo y se entregó al +vicio. + +--¿Y qué tiene que ver?... + +--Voy a explicárselo, padre, voy a explicárselo... Atiendan ustedes... +Cuando usted catequizó a Carmen, no me negará que la mercancía estaba +bastante depreciada ya... + +--¡Yo no sé! ¡Qué cosas tiene usted, D. Martín!--exclamó el clérigo +azorado. + +--Me consta, padre, me consta. Pues bien, después que estuvo un año por +allá y engordó un poco en el convento y volvió rodeada de cierta aureola +de honradez, el precio se elevó notablemente. Vuelve usted a llevársela +cuando ya estaba un poco estropeadilla y la demanda había mermado hasta +un punto que hacía temer por la bucólica, y ahora que viene otra vez +gordita y santificada, se cotiza de nuevo como en sus mejores tiempos. + +--¡Jesús! ¡Jesús! ¡Vaya todo por Dios!--exclamó el clérigo tapándose los +oídos, pero sin enfadarse.--No sea usted tan malo, D. Martín. + +D.ª Eloisa, que bien advertía lo que estaba pasando, se levantó al fin +de la silla y vino hacia ellos, preguntando con mal humor: + +--¿No juegan hoy al tresillo? + +--Vamos allá, vamos allá--respondió su marido, sofocando la risa que le +fluía del cuerpo, como a los demás. + +Sentáronse Consejero, D. Norberto y él a la mesa, y no tardaron en +abstraerse de todos los ruidos mundanales bajo la influencia fascinadora +de la espada, la mala y el basto. Poco después Consejero rechinaba los +dientes y se tiraba cruelmente del bigote, encontrándose dos veces +seguidas con el tres de bastos, su enemigo personal. Hacía ya muchos +años que se tenían declarada una guerra a muerte. Cada vez que le venía +a las manos, Consejero se crispaba, juraba sordamente como un carretero. +El tres de bastos, malintencionado y socarrón como ningún otro naipe, +gozaba al parecer con verle irritado, y se colaba bonitamente siempre +que podía en el montoncillo que le repartían. No sólo en la tertulia, +sino en toda la villa era conocida esta antipatía. Algunos, con ciertas +precauciones por supuesto, porque D. Romualdo se disparaba fácilmente, +le embromaban con ella. En cierta ocasión, pescando con caña detrás de +la iglesia, sacó en el anzuelo un naipe que resultó ser el tres de +bastos. No le cupo duda de que lo habían tirado allí con intención, pero +no dijo palabra para que no se rieran. + +Mientras tanto Osuna había ido a frotarse un poco contra D.ª Eloisa. +Entre todas las damas que asistían a aquella tertulia no había más que +dos gordas, D.ª Teodora y D.ª Eloisa. Estaba también en buenas carnes +D.ª Rita, pero era blanda, amarilla. Las demás «escocia pura,» como él +llamaba a las flacas, aludiendo al bacalao. Así que no tenía fin el +desprecio que nuestro jorobado profesaba a aquella sociedad degenerada y +exhausta de tejido adiposo. Sólo iba por allí a buscar a su hija, o +cuando materialmente no sabía dónde refugiarse. D.ª Eloisa miraba con +benevolencia (como lo miraba todo la buena señora) aquella pasión que el +monstruo parecía sentir hacia ella. Cuando se le acercaba demasiado, +separábase dulcemente, sin extinguirse por eso su sonrisa bondadosa. En +cambio D.ª Teodora le tenía un gran miedo, verdadero terror. Lo mismo +era aproximarse Osuna, que ya estaba la casta jamona sofocada, inquieta, +un color se le iba y otro se le venía. Pero era tal la vergüenza que +sentía, que no hubiera declarado a su mismo padre las insinuaciones del +sucio contrahecho. ¡Qué diferencia entre este indecente y el sereno, +majestuoso y romántico D. Juan Casanova! Ni con D. Peregrín podía +comparársele, con ser éste, en concepto de la madura doncella, un sujeto +mucho más voluptuoso y terrestre. + +D. Peregrín había llegado, según costumbre, de los últimos. Y si la +tertulia no advirtió en la mayor estridencia de sus bufidos nasales, en +su parpadear infinitamente más solemne y en la grave manera de poner +una pierna sobre otra y echarse hacia atrás que algo importante, +importantísimo, tenía que comunicar, fue que no quiso advertirlo. +Aguardó pacientemente, como todos los hombres seguros del éxito, a que +hubiese una pausa, y cuando llegó, profirió con su voz gangosa, +penetrante, encarándose con el ama de la casa: + +--¿A que no sabe usted a quién acabo de ver entrar en casa de su +hermano, en compañía del excusador? + +A Obdulia le dio un salto tan recio el corazón, que pensó caer al suelo. +Los demás, incluso D.ª Eloisa, alzaron la cabeza con curiosidad. + +--¿Quién era? + +--Su cuñada Joaquina--gritó más que dijo el ex-gobernador interino de +Tarragona, como si anunciara el juicio final. + +Profundo estupor en toda la tertulia. + +--¡Mi cuñada!--exclamó. + +--Su misma cuñada--confirmó D. Peregrín con trompeteo horrísono. + +--¡No puede ser!--dijo D.ª Eloisa. + +--¡No puede ser!--exclamó su marido, suspendiendo el juego. + +--¡No puede ser!--repitió D.ª Serafina Barrado. + +El ex-gobernador de Tarragona dejó escapar por la nariz algunos +resoplidos fragorosos, como una locomotora que desaloja el vapor +sobrante, y repuso: + +--¿Creen ustedes, señores, que no tengo ojos en la cara? + +Esta pregunta trascendental, acompañada del adecuado fruncimiento de +cejas, produjo bastante impresión entre los interruptores. + +--Bien pudo usted haberse equivocado--dijo el inválido. + +--¡Es tan fácil!--exclamó D.ª Eloisa. + +--La he visto como les veo a ustedes ahora, a tres pasos de distancia. +Venía yo de hablar con el sacristán para la cuestión del aniversario de +mi señor padre, cuando al embocar la calle del Cuadrante veo al P. Gil +con una señora que me pareció forastera. Quise saber quién era, y me +detuve un poco cerca del farol, ocultándome detrás del quicio de una +puerta. Era Joaquinita, sin duda alguna. Esperé un poco y los seguí con +la vista hasta que entraron en casa de Montesinos. + +--Pero ¿usted la conoce bien?--preguntó el P. Narciso. + +--Lo mismo que a usted. + +--Peregrín, debes tener presente que no le has hecho más que una visita +en Madrid, y por la noche, según me has dicho--apuntó tímidamente D. +Juan. + +El ex-gobernador arrojó a su hermano una mirada de indecible desprecio. + +--Juan, no metas la pata. + +--Peregrín, no sé por qué... + +--¡Juan!... + +--¡Peregrín!... + +--¡Que no la metas! ¡Que no la metas! A esa señora la he visto después +de visitarla otra porción de veces en la calle, y la he saludado. Por lo +tanto, me veo en la triste necesidad de manifestarte que lo que acabas +de decir es una impertinencia. Cuando he asegurado que conocía a esa +señora, es porque la conocía. Yo no hablo nunca a humo de pajas. Si +fuera un hombre ligero y sin fundamento, no hubiera podido ocupar las +posiciones que he ocupado. Sírvate de gobierno. + +--Ahora que me acuerdo--dijo Cándida,--hoy he visto apearse de la +diligencia a una señora rubia con un traje muy elegante. + +D. Peregrín alzó los hombros con un gesto de profundo desdén, como si +quisiera decir: «¿A qué viene usted en mi apoyo para contrarrestar los +absurdos de este necio?» + +Aquel dato y aquel gesto concluyeron de aniquilar a D. Juan, cuyo rostro +expresó el abatimiento. Pero D.ª Teodora, con sus grandes ojos serenos, +le clavó una mirada tan afectuosa que las facciones del caballero, +contraídas por la pesadumbre, se fueron dilatando gradualmente, y una +plácida sonrisa melancólica concluyó por esfumarse en sus labios. La +frente de D. Peregrín, en cambio, quedó surcada instantáneamente por una +porción de arrugas. La innegable superioridad que tenía sobre su +hermano, ¿de qué le servía? Cuanto mejor la demostraba delante de la +fresca jamona, tanto más se inclinaba ésta a favor de él. Razón tenía el +juez de primera instancia de Tarragona cuando le decía que la mujer era +un tejido de contradicciones. + +Obdulia sintió que una alegría intensa, infinita, le entraba a chorros +dentro del alma. Su cuerpo, enervado, incapaz de movimiento, adquirió +súbito la ligereza de un pájaro. Quería salir prontamente de aquella +estancia y surcar los aires y cantar su gozo. Cualquiera podría observar +el cambio operado en ella. Al mutismo obstinado en que yacía sucedió una +locuacidad extrema, una charla animada, insustancial, entreverada de +carcajadas extrañas en que se placía, desahogando la emoción que la +embargaba, estirando sus nervios encogidos. Ni sabía bien lo que estaba +diciendo, ni D.ª Filomena, con quien platicaba, se enteraba tampoco, +atenta a contemplar la faz inteligente del P. Narciso y gozar del brillo +de sus humoradas. Al poco rato sintió la garganta seca y calor inusitado +en las mejillas. El caballero de Lancia, que allí estaba, hizo la +observación, que se apresuró a comunicar a Osuna, de que su hija tenía +los ojos muy negros y brillantes, y que le sentaban muy bien las rosetas +encarnadas que el calor le había sacado en el rostro. + +La noticia había producido sensación en todos. Pocos eran los que +conocían allí a la esposa de Montesinos, aunque nadie ignoraba los +incidentes del drama conyugal que había retraído al mayorazgo a +Peñascosa. Pero lo que en los extraños era pura curiosidad, en la buena +de doña Eloisa se ofreció, como es lógico, con la apariencia de viva y +honda emoción. Quiso desde luego salir a saber lo que pasaba en casa de +su hermano, quiso después que fuese su marido, quiso enviar un criado. A +todo se opuso D. Martín que, viendo las cosas con más frialdad, +comprendía que cualquier paso de éstos en aquel instante era inoportuno. +La conversación se animó extremadamente, hasta el punto de que los +tresillistas suspendieron el juego y tomaron parte en ella. Los +comentarios que se hicieron, infinitos. Se forjaron mil hipótesis sobre +el caso. Unos opinaban que la esposa, arrepentida, venía a pedir perdón +a su marido, otros que hacía el viaje tan sólo para reclamar de él +alimentos, otros que su intento era entablar la demanda para formalizar +el divorcio, otros que el marido la había llamado, no pudiendo desterrar +de su corazón el amor que la profesaba (la mayoría del elemento +femenino se inclinaba a esta suposición), otros que el P. Gil, _motu +proprio_, había escrito a D.ª Joaquinita y había preparado la escena, a +fin de que D. Álvaro la perdonase, otros que había persuadido a éste a +que la llamase a Peñascosa. Ni faltaba tampoco quien supusiera que D. +Álvaro y su esposa hacía tiempo que mantenían correspondencia, y que era +ella quien resistía venir a visitarle hasta la hora presente. + +--De todos modos, lo que no ofrece duda es que el P. Gil tiene una +intervención muy principal en el asunto, y a él le pertenece la gloria +de la reconciliación--dijo gravemente D. Narciso. + +--Si la hay--repuso Consejero. + +--La habrá--replicó el capellán.--La habrá, y aquí D. Martín tendrá +quizá el gusto pronto de ver un sobrinito que le distraerá con sus +travesuras y sus gracias. + +D. Martín, a quien su alma de héroe no le quitaba de tener muchísimas +ganas a la herencia del cuñado, cuya salud era endeble, arrugó las +narices y murmuró groseramente: + +--Me tiene sin cuidado. + +--No lo creo; no puedo creerlo, D. Martín. A usted no puede menos de +alegrarle que la noble casa de Montesinos no se extinga, que haya quien +lleve honrosamente este apellido... Luego ha de parecer bien aquella +casa tan grande con unos cuantos chicos que la alegren con sus risas y +sus gritos. La obra del padre Gil es de las más meritorias que ha +llevado a cabo, y eso que las ha hecho muy buenas. + +Obdulia le clavó una mirada colérica; pero templándose súbito, repuso +con sonrisa inocente: + +--Usted no tiene nada que envidiarle, don Narciso. ¿Quién no recuerda en +la villa los muchos matrimonios que por su mediación están hoy bien +avenidos? Sin ir más lejos, todo el mundo sabe que D. Feliciano quería +muy poco a D.ª Nieves... y ya ve usted, hoy están como dos pichones. + +Este D. Feliciano era el marido que, según se decía en secreto, había +roto una pierna al P. Narciso arrojándole por las escaleras. + +Los circunstantes se miraron con inquietud. Hubo un silencio embarazoso. +Consejero soltó la carcajada, y exclamó, poniendo una carta sobre la +mesa, como si se refiriese al juego: + +--¡Anda, vuelva usted por otra! + +Todos comprendieron que se dirigía al padre Narciso, y esto aumentó la +inquietud. El clérigo se puso colorado y murmuró: + +--Gracias, gracias. Todos tenemos obligación... + +--Usted va más allá de la obligación, padre... Muchas veces lo que usted +hace es pura devoción--replicó la hija de Osuna con encantadora +sencillez. + +--¡Arrea!--volvió a exclamar Consejero, con la vista fija en las cartas. + +--¿Qué es eso, D. Romualdo?--preguntó riendo D. Norberto.--¿Le ha tocado +el tres de bastos? + +--Sí, señor; pero me consuela que hay palos para todos. + +--Pues yo no tengo ninguno--replicó el cándido presbítero. + +--¡Otro los recibirá! + +--Hacemos todos lo que podemos; pero no cabe duda que unos pueden más +que otros. El P. Gil es un santo, es un apóstol de los primeros tiempos +de la Iglesia. Ninguno de nosotros tiene la presunción de competir con +él en celo ni en sabiduría--manifestó D. Joaquín, viniendo en socorro de +su amigo, con una risita venenosa que haría saltar una piedra. + +--En sabiduría puede que tenga usted razón, D. Joaquín--replicó +vivamente Obdulia;--pero en celo, me parece que está usted en un error. +Es usted demasiado modesto... No es por adularle, pero tratándose de +celo, yo creo que es usted tan celoso como el primero, ¿verdad, doña +Serafina? + +Un gruñido de todo punto extraño se escapó en aquel momento de la +garganta de Consejero, al cual siguió inmediatamente un violento golpe +de tos que le dejó sin respiración por algunos segundos. D. Joaquín +también sintió cierto picor en la garganta, que le obligó a toser +volviendo la cabeza. D.ª Serafina no contestó a la pregunta, porque se +distrajo hablando con D.ª Eloisa. + +La conversación cambió de rumbo, como si tácitamente todos convinieran +en que aquél era peligroso. Poco después cesó de ser general, y +volvieron a formarse los grupitos de costumbre. D. Martín estaba +malhumorado y disputaba a cada jugada. D.ª Eloisa hablaba tranquilamente +del caso. Ninguno, por estupendo que fuese, conseguía alterar el sistema +nervioso de la buena señora. Su interlocutora D.ª Serafina seguía +dirigiendo frecuentes miraditas y sonrisas a su capellán; pero éste se +había puesto repentinamente serio, cejijunto. Una nube de tristeza pasó +también por la bella alma apasionada de la respetable viuda, y sus +miradas comenzaron a ser tímidas, inquietas, llenas de muda +reconvención. + +Sonó la campanilla de la puerta. Nadie lo advirtió mas que el ama de la +casa y Obdulia, cuyo rostro se cubrió de palidez. Clavó los ojos en la +puerta con espanto, como si por ella fuese a entrar un aparecido: sus +nervios se pusieron en tensión bajo una misteriosa influencia magnética. +Un minuto después alzose la cortina y apareció la esbelta figura del P. +Gil. + +Todos los ojos se volvieron hacia él con expresión de curiosidad. La +noticia de la llegada de Joaquinita los tenía sobresaltados: se anhelaba +saber lo que había pasado. Pero antes de que nadie hablase ni el +sacerdote diera paso alguno por la sala, Obdulia se levantó de la silla, +avanzó precipitadamente a su encuentro y se dejó caer de rodillas a sus +pies. Al mismo tiempo le tomó una mano y comenzó a imprimir en ella +vivos y fuertes besos, mientras bañaban sus mejillas las lágrimas y le +rompían el pecho los sollozos. El P. Gil quiso arrancarse a aquellas +demostraciones, pero no pudo. La arrepentida doncella le tenía sujeto +con las manos crispadas. Turbado hasta lo indecible, no supo decir más +que... + +--Obdulia, ¡cálmese usted... ¡Cálmese usted! ¡Cálmese usted, por Dios! +¡Levántese usted!... ¡Levántese usted, por Dios!... + +Su faz blanca, nacarada, estaba cubierta de vivo rubor. Un soplo de +emoción delicada y mística corrió por toda la tertulia. Algunas jóvenes +también se ruborizaron. Los clérigos se miraron unos a otros. Consejero, +después de echar una mirada socarrona de absoluta indiferencia al grupo, +convirtió de nuevo la vista a los naipes y murmuró: + +--¡El Redentor y la Magdalena! + +Pero Obdulia soltó al fin la mano del sacerdote y cayó al suelo, presa +de un violento ataque de nervios. Entonces todas las señoras se +precipitaron hacia ella y le prodigaron los cuidados de costumbre. +Porque escenas semejantes e idénticos ataques se producían a menudo en +aquella tertulia de vírgenes nerviosas y viudas místicas. Salieron a +relucir los pomos, los frascos de antiespasmódico. Un olor penetrante de +éter se esparció en seguida por la estancia. + + + + +VIII + + +«La distinción entre las llamadas naturaleza orgánica e inorgánica es +completamente arbitraria. La fuerza vital, como vulgarmente se la +concibe, es una quimera. La materia en que reside la vida nada tiene de +especial. No existe en los cuerpos orgánicos ningún elemento fundamental +que no se encuentre ya en la naturaleza inorgánica: la sola cosa +especial es el movimiento de esta materia. La vida no es más que un modo +particular más complicado de la mecánica: una porción de la materia +total pasa de tiempo en tiempo de su curso habitual a otras +combinaciones químicas y orgánicas; después que ha permanecido en ellas +un cierto período vuelve al movimiento general.» + +El P. Gil leía con profunda emoción estas y otras análogas +proposiciones en un libro que había sacado de la biblioteca de D. +Álvaro. Después que hizo un auto de fe con los libros históricos de +éste, referentes a los orígenes del cristianismo, estuvo mucho tiempo +sin tomar siquiera en las manos ningún otro de su biblioteca. Continuaba +visitando al mayorazgo de vez en cuando, pero huía de toda conversación +metafísica. La salud de D. Álvaro empeoraba a ojos vistas desde la +llegada y súbita partida de su esposa. Su tristeza, su estado miserable +le inspiraban cada día más compasión. El horror que antes sentía hacia +él había desaparecido. Por encima de las diferencias religiosas y +filosóficas, de la oposición de inteligencia y carácter asomaba +briosamente el amor a la humanidad que latía en el corazón profundamente +cristiano del joven sacerdote. D. Álvaro era un hermano que padecía. +Ante esta consideración, todas las demás ceden en las almas donde ha +soplado el espíritu del sublime Nazareno. Pero D. Álvaro tampoco era el +malvado diabólico, que se había representado en los primeros días que le +conoció. A ratos lo parecía. Un demonio hablaba y reía por su boca en +ocasiones, maldiciendo de Dios y de los hombres. En otras, sin embargo, +mostrábase dulce, afectuoso, compasivo, y hablaba con tal inocencia que +parecía estar oyendo a un niño. Aunque se defendiese contra ella, el P. +Gil no podía menos de sentir cada día más afición a este desgraciado. + +Una mañana departían los dos en el gabinete de la torre que servía de +despacho y biblioteca. D. Álvaro había pasado toda la noche tosiendo. +Estaba fatigado, molido. Al cabo de un rato cerró los ojos y se quedó +traspuesto en la butaca. El P. Gil ni creyó bueno el despertarle para +despedirse, ni se atrevió a marcharse sin hacerlo. En esta +incertidumbre, se puso a hojear algunos libros que andaban esparcidos +sobre la mesa. Tropezaron sus ojos con uno de geografía, y leyó +distraídamente algunos párrafos. Al cabo la lectura logró interesarle. +El autor describía pintorescamente algunas comarcas desconocidas y +ciertos fenómenos de la mar muy curiosos. La instrucción del P. Gil en +las ciencias naturales era limitadísima. En el seminario de Lancia +ocupaban éstas un lugar muy secundario: apenas si se les exigía a los +alumnos algunas nociones insignificantes de física, química e historia +natural. Además, siempre les había profesado cierto desprecio inculcado +por el rector su maestro; el desprecio que los ascetas sienten hacia +todo lo que se relaciona con la materia. Así que tales descripciones le +cogían de nuevas. El libro era célebre en el mundo científico; había +oído hablar de él; pero nunca cayera en sus manos hasta entonces. +Titulábase _Cosmos_; su autor, Alejandro Humboldt. Cuando D. Álvaro +abrió los ojos al fin y le vio enfrascado en la lectura, le preguntó +sonriendo: + +--¿Le interesa a usted ese libro, padre? + +--Muchísimo. + +--Pues lléveselo usted... Llévese usted el primer tomo, que ése es el +segundo. + +Y levantándose y sacándolo de uno de los armarios, se lo presentó al +sacerdote. Este vaciló en tomarlo. + +--¿Está condenado por la Iglesia? + +--No lo creo--replicó sonriendo el hidalgo.--Es un libro puramente +expositivo, sin intención alguna polémica. + +En esta confianza se llevó a su casa el tomo primero y se puso con afán +a leerlo. Comenzaba con una descripción elocuentísima del mundo sideral, +del panorama de las grandezas celestes. El autor desenvolvía con pluma +vigorosa el mecanismo inmenso de los cuerpos que giran en el espacio. +Ante su vista asombrada pasaron mundos tras mundos, sistemas tras +sistemas en la sucesión sin fin de los universos estrellados, globos +inmensos volando en rápido torbellino sobre sí mismos, lanzados a toda +velocidad en los desiertos del vacío. ¡Qué velocidad, eterno Dios! Una +bala de cañón es una tortuga en comparación con ellos. Estos globos, +millares y millones de veces más grandes que nuestra tierra, caminan +centenares de miles de leguas por día. Bajo la acción irresistible de +fuerzas colosales, misteriosas, son arrebatados por el espacio con la +rapidez del relámpago. Y todos ellos son mundos donde palpita la vida +con eterna y maravillosa fecundidad: en la combinación misma de sus +movimientos hallan la renovación de su juventud y belleza: son otros +tantos soles que esparcen y trasmiten como el nuestro a otras tierras +que los acompañan su luz y su vida. En ellos también se alzan las +montañas hermosas coronadas de nieve, también suspira el viento en los +bosques y se retratan sus paisajes en los lagos silenciosos; también se +despliega en su superficie la inmensidad de los océanos, agitados, +turbulentos unas veces, otras serenos, iluminados por los resplandores +de la luz crepuscular; también se sufre, también se goza, también se +lucha, también se ama... Y todas estas moradas del espacio navegan al +través del océano celeste sin temor a los escollos, a los choques o a +las tempestades, sostenidos y guiados por una fuerza invisible que jamás +se equivoca. Más allá de esos millares de astros, que percibimos a +simple vista, hay cien millones que percibimos con el telescopio; más +allá de esos cien millones hay otros millones de millones más, que +recorren la inmensidad con celeridades aterradoras. Eso que nos aparece +como un poco de polvo blanco, como leve imperceptible vapor, es una +nebulosa: millones de soles tan grandes y mayores que el nuestro la +forman, escoltados por una legión de planetas y satélites que respiran y +beben su aliento. Y esta nebulosa no es más que una provincia del éter. +Más allá hay otras, y otras, hasta el infinito. + +Ante esos movimientos inconcebibles que arrastran por los desiertos +infinitos a millares y millares de soles; ante esa colosal catarata, esa +lluvia de estrellas que rueda sin cesar por los abismos del espacio; +ante esas órbitas inconmensurables; ante esas distancias y velocidades +donde la imaginación se pierde, descritas con la firmeza de un sabio y +el fuego de un poeta por el barón de Humboldt, el joven presbítero se +sintió acometido de un vértigo. Sujetose las sienes con las manos y +estuvo largo rato con los ojos cerrados. Al abrirlos, percibió las +mejillas húmedas. Algunas lágrimas se habían deslizado entre sus +pestañas. + +Una melancolía profunda invadió su alma. ¿Por qué? ¿Todas aquellas +maravillas no pregonaban la grandeza del Creador? Sin duda; mas a pesar +de esto, el desconsuelo le ahogaba, como el hombre que repentinamente se +ve perdido enmedio del océano. Estaba acostumbrado a medir su +insignificancia en el orden moral, su maldad y perversión comparadas con +la bondad infinita de Dios. Pero nunca había visto de modo tan evidente +lo ínfimo y microscópico de su naturaleza. La tierra que habitamos le +pareció un pobre globo ridículo navegando por el espacio sin ser notado +ni sentido de nadie. Las guerras, las grandes catástrofes y +trasformaciones históricas que en ella se efectúan, cosas tan +despreciables y risibles como las luchas de los seres que habitan una +gota de agua. Y lo que era peor, Jesucristo, cuya figura, aun en sus +momentos de duda, se le aparecía elevada siempre y majestuosa, se +presentaba ahora a su imaginación como un grano de polvo; la historia de +la Redención, tan insignificante como la caída de una hoja. + +Quiso penetrar más en el estudio de la Naturaleza. Después del _Cosmos_ +leyó otra porción de libros de astronomía, de física, de geología. Poco +a poco se acostumbró a ver en los fenómenos naturales el resultado de la +actividad de las fuerzas inherentes a la materia. El mundo pudo haberse +formado, sin la intervención de una Inteligencia, por la sola acción de +las leyes naturales. La antigua idea de un Arquitecto inteligente, de un +inspirador personal de los instintos se fue debilitando en su espíritu. +Y cuando menos lo imaginaba comenzó a dudar de la existencia de un Dios +personal separado del Universo. El acto de la creación lo encontraba +inconcebible, absurdo. En todas partes veía la acción de una fuerza +constante que opera según leyes fatales, no la de un Dios que puede +obrar por capricho, cuya voluntad es capaz de contrarrestar estas leyes. + +La idea era aterradora. El P. Gil hacía esfuerzos desesperados por +arrojarla de su cerebro, aunque inútilmente. Cayó de nuevo en aquel +estado angustioso de duda en que le dejaran los libros de exegesis +bíblica, mucho más angustioso y miserable porque se veía lanzado en +pleno materialismo, lejos de la idea de Dios y de la inmortalidad. +Luchaba bravamente procurando representarse a todas horas las verdades +sublimes de la religión, la idea de un Dios padre de las almas, +arquitecto y director del Universo, a quien ofenden nuestros pecados, a +quien ablandan nuestras súplicas y nuestras lágrimas; se agarraba con +toda su alma a estas firmes doctrinas; estaba un día entero unido con +fervoroso anhelo a ellas; pero cuando más descuidado se hallaba, un +pensamiento impío, fatal, caía en su cerebro y lo volvía todo del revés. +La idea del Dios personal separado del Universo le parecía un absurdo, +porque Dios no sería entonces infinito, pues que estaba limitado por el +mundo; la creencia de que nuestras oraciones pueden alterar el curso de +las leyes naturales, un cuento de viejas para engañar a los niños; la +religión, en conjunto, una serie de mitos, más o menos ingeniosos y +bellos, creados por la fantasía viva, pero infantil aún de los hombres. +Cuando esto le pasaba, el P. Gil se mesaba los cabellos y se mordía las +manos; metía la frente por la almohada, a ver si lograba paralizar su +pensamiento. Se horrorizaba de sí mismo. + +Después del lamentable suceso que privó a D. Miguel de licencias para +confesar y decir misa, quedó él al frente de la parroquia. Y aunque poco +después se rehabilitó al párroco, el obispo no quiso que apacentase otra +vez las ovejas de Peñascosa. No le privó del curato (que esto no podía +hacerlo), pero le puso un coadjutor para desempeñarlo. Se encomendó este +cargo interinamente al P. Gil, en espera del nombramiento definitivo. +Todo el peso y la responsabilidad de la cura de almas de Peñascosa vino +a recaer, pues, sobre nuestro presbítero en los momentos en que más +necesitaba él que curasen la suya, lacerada por la duda. El trabajo de +velar por los intereses de la religión, de mantener viva en aquel pueblo +la antorcha de la fe, que era para él antes un manantial de puros goces, +se le hizo molestísimo, odioso; se convirtió en un tormento. ¿Con qué +derecho subía a la cátedra del Espíritu Santo a exponer la divina +palabra, o escuchaba en el confesonario los pecados del creyente, o +elevaba en el altar la sagrada Hostia, él, que dudaba si las palabras +del Evangelio fueron o no pronunciadas por Jesús, si la confesión +auricular era ley divina o una institución creada en interés de la +hierocracia, si el sacramento de la Eucaristía encerraba una verdad +sublime o era una reminiscencia de los símbolos y misterios de las +religiones del Oriente? + +Muchas tardes, agobiado por sus pensamientos, salía de casa y recorría a +paso largo las orillas solitarias de la mar. La brisa le refrescaba las +sienes, la vista del océano calmaba la fiebre de su cerebro. Sentábase +en un peñasco batido por las olas, y permanecía horas enteras con los +ojos extáticos clavados en el horizonte. La belleza imponente de aquel +espectáculo no lograba cautivarle. Ni el clamor de las olas, ni su +cambiante manto de ópalo y plata y zafiro, ni los hermosos celajes +abrasados por los rayos del sol moribundo serenaban jamás por completo +su frente. La misma arruga dolorosa la cruzaba siempre, la misma fatal +interrogación se leía constantemente en ella. ¿En esta agitación eterna +de las aguas hay algo más que una fuerza ciega empujando los átomos unos +contra otros? ¿La luz hermosa que reverbera en el horizonte es algo más +que una vibración de la materia? Ese pájaro que hiende los aires y se +precipita en el agua para atrapar un desdichado pez y devorarlo, ¿qué +misterio guarda dentro de su organismo? ¿Yo mismo soy otra cosa más que +una expresión individual de la fuerza que anima a todos los seres del +Universo? + +Pero cuando estos pensamientos, horribles siempre, le apretaban como las +cuerdas de un potro, se le hacían irresistibles, era cuando le acometían +al tiempo de ejercer alguna función de su sagrado ministerio. Si al +celebrar el santo sacrificio de la misa o dar la absolución a un +penitente cruzaba por su espíritu una de estas ideas negras, sentía la +misma impresión que si le atenazasen el cerebro con un hierro candente, +le asaltaba una congoja que le dejaba paralizado. Pensaba morirse. Lo +deseaba ardientemente por librarse de aquel suplicio. + +Un día le avisaron para llevar el Viático a un caserío próximo a la +villa. Como era preciso caminar algún tiempo a campo traviesa, fue sin +campanilla ni convocar a los fieles. Salió solo con el sacristán, la +bolsa de los corporales colgada al cuello y en ella la Sagrada Forma. El +camino ceñía a trechos la orilla de la mar. Fascinado como siempre por +la inmensidad del océano, distrajo su atención del misterio inefable que +llevaba sobre su pecho, dejó de balbucir oraciones y entregó su +pensamiento a las mismas meditaciones que noche y día le embargaban +hacía tiempo. Los rayos del sol desparramados sobre los cristales del +agua le impulsaron a considerar la acción suprema, omnipotente de este +astro sobre la vida terrestre. Él es quien la ha creado, quien la +sostiene, quien la renueva. La flor le debe su perfume, la fiera su +agilidad y su instinto sanguinario, nuestra alma sus impresiones más +dulces o terribles. El sol es el padre de todo, del amor y del odio. +Consideró después que la vida no es más que un dinamismo inmenso en cuyo +seno se trasforman las fuerzas formidables de la física y de la química. +Todos los seres de la tierra, hombres, animales, plantas, están +íntimamente ligados. La vida de todos ellos es una misma, y esta vida +universal no es otra cosa que un incesante cambio de materias. Un +movimiento universal arrastra a los átomos, como a los mundos. Mil +ondulaciones se entrecruzan en la atmósfera, mil fuerzas se combinan, el +calor y la luz, la afinidad y el magnetismo se unen en los misterios del +mundo vegetal y mineral. Todos los seres están constituidos de las +mismas moléculas, que pasan sucesiva e indiferentemente de uno a otro, +de modo que nada les pertenece en propiedad. Nuestro cuerpo se renueva +de tal modo que al cabo de cierto tiempo no poseemos ya un solo gramo +del cuerpo material que poseíamos antes. Este movimiento de renovación +se opera en cada uno de los animales, en cada una de las plantas. Los +millones de seres que habitan la superficie del globo viven en mutuo +cambio de organismos. La molécula de oxígeno que ahora respiro fue ayer +respirada por uno de estos árboles que bordan el camino. La molécula de +carbono que arde en uno de estos montoncitos de hoja seca que sirven +para abonar la tierra, quizá haya ardido ayer en los pulmones de un +héroe. Quizá en una de esas conchas de ostras que yacen adheridas a +estas peñas se esconda el fósforo que formaba las fibras más preciosas +del cerebro de Jesucristo... + +Sintió dentro de su ser algo que se desgarra y cae. Había olvidado por +completo que llevaba consigo el cuerpo divino del Redentor. Le pareció +una cosa tan extraña, tan fuera de la realidad eterna que veía y +palpaba, que imaginó estar soñando. Y sin saber de qué antro oscuro de +su ser venían, le acometieron unas ganas feroces, impías, de soltar la +carcajada. ¿Qué comedia era aquélla? Un poco de harina amasada y tostada +ayer por el ama de D. Miguel se trasformó por arte mágico en la persona +de Jesucristo, un ser que desapareció de entre los vivos hace diez y +nueve siglos. ¿Esas leyes soberanas, sublimes de la Naturaleza, quedarán +violadas porque unos cuantos insectos de este microscópico planeta +reunidos en concilio lo decreten? Separó los ojos del mar y los fijó en +el sacristán, que corría delante silbando a su perro, que se escapaba +detrás de unas gallinas. ¡Qué reverencia la de aquel hombre, llevando a +su lado al Dios de los cielos, al Creador de todas las cosas! Y la +carcajada subía del pecho cada vez con más ímpetu, llegaba a la +garganta, tocaba en los labios, estaba a punto de estallar. Un extraño +temblor le hizo dar diente con diente; sintió la frente bañada por un +sudor frío; se le turbó repentinamente la vista, y cayó al suelo sin +conocimiento. Cuando lo recobró, estaba en brazos del sacristán y dos o +tres labriegos que por allí andaban. Le habían bañado la cara con agua +fría, le abrieron la sotana y le quitaron el alzacuello. Uno le echaba +el humo del cigarro a la nariz. La bolsa de los corporales con el cuerpo +del divino Redentor yacía sobre la paredilla de un prado. El P. Gil se +apresuró a recogerla, se la colgó de nuevo al cuello, y después de orar +un instante hincado de rodillas, siguió su camino sin separar los ojos +del suelo. + + + + +IX + + +Su confesor, hasta que le retiraron las licencias, había sido D. Miguel. +Se confesaban mutuamente, como acontece entre los clérigos. Con él fue +con quien comunicó primero sus dudas. El viejo cabecilla quedó más +sorprendido que escandalizado de ellas. Le parecían cosa tan +insustancial que no merecía la pena de fijar mucho tiempo la atención. +Los dogmas eran para él como las leyes físicas de la gravedad, la +impenetrabilidad, etc. Se contaba con ellos sin pensar en su existencia. +Todo el drama conmovedor de la pasión y muerte de Jesús lo miraba el +párroco de Peñascosa en el fondo como una especie de romanticismo que +sirve de acompañamiento obligado a la verdadera religión. Ésta consistía +en la misa, los responsos, el rezo del día, el rosario, la abstinencia +de carne en los días de vigilia, y sobre todo en los derechos +parroquiales, que tal vez juzgaba simultáneos con el acto de la +Creación. No se paraba, pues, en analizar y desvanecer las dudas de su +excusador. «Anda adelante.--No hagas caso.--¡Pataratadas!--Déjate +estar.--¡Otra te pego!--¿Cómo no había de resucitar al tercero día, +majadero? ¿No ves que lo dice San Juan y San Mateo y San Marcos?» Éstos +eran los consuelos que ordinariamente le prodigaba. + +Nuestro sacerdote unas veces se entristecía con ellos, pero otras se +confortaba pensando que no debía de estar tan condenado y maldito cuando +D. Miguel tomaba sus terribles dudas con tanta calma. Cuando a éste le +retiraron las licencias no tuvo más remedio que buscar otro confesor. +Convencido de la hostilidad con que le miraban D. Narciso, D. Melchor y +D. Joaquín, no quiso desahogar con ninguno de ellos su conciencia, +aunque bien sabía que en el tribunal de la penitencia nada tienen que +hacer las simpatías o las antipatías. Fue a dar con un joven capellán, +más joven aún que él, recién llegado del seminario. Era hijo de un +carpintero de la villa, tan tímido y encogido que apenas sabía saludar, +feliz de verse elevado sobre su antigua condición, tributando un respeto +sin límites a todas las grandezas del cielo y a todas las pequeñeces de +la tierra. Éste quedó vivamente impresionado con la confesión del P. +Gil, y desde luego trató de convencerle de que todo aquello venía del +demonio y que no había otro remedio más que ponerle la cruz y darse +buenas disciplinas, rezar y ayunar mucho. Por espíritu de humildad y +obediencia, el excusador hizo lo que su confesor le mandaba, +secretamente persuadido, sin embargo, de que no adelantaría nada. Ya +antes había intentado estos medios, sin resultado. Las dudas seguían +atormentándole; se le ofrecían cada vez más crueles, más imponentes. El +tímido capellán pasaba un rato muy amargo cada vez que le confesaba; +temblaba y se azoraba como si le sucediese una desgracia: tanto padecía +y tales temores le asaltaban, no se sabe de qué, que poco a poco fue +excusándose de oírle en confesión y concluyó por negarse en absoluto. + +Entonces se le ocurrió ir a ver a D. Restituto, párroco de una de las +aldeas inmediatas a Peñascosa, hombre que pasaba entre sus compañeros +por avisado, prudente y aficionado a los libros. Decíase que tenía una +gran biblioteca y que en su juventud había hecho en Lancia ejercicios +brillantísimos a una de las prebendas de la catedral, y que no se la +dieron porque el obispo la tenía reservada para un sobrino. Don +Restituto, herido por la injusticia se había retirado a aquel curato +rural, y nunca más quiso salir de él para intentar nueva contienda. Si +continuó dedicado al estudio de la teología o pagó en ella el desaire +que había recibido, no se sabe con certeza. Gustábale, sí, cuando alguna +fiesta o funeral le reunía con sus compañeros, mostrar erudición y +excederles en ingenio y sutileza para defender cualquier proposición; +pero los curas de las parroquias inmediatas todos eran _moralistas_, +esto es, ninguno había estudiado la carrera lata de teología más que él. +Pocas gracias que los arrollase en las disputas de sobremesa. Por lo +demás, D. Restituto llevaba tanta labranza y estaba tan interesado en +ella, que no debía de tener mucho tiempo, ni humor tampoco, para +profundizar en la Dogmática ni en la Patrología. + +Nuestro acongojado presbítero salió una tarde, después de comer, y +encaminó sus pasos hacia la aldea donde moraba el teólogo. Le conocía +bastante, pero no le trataba con intimidad. Estaba apartada la aldea +como media legua. El camino era vario y pintoresco: callejas estrechas +con altos setos de zarzal, trozos de bosque, vereditas entre maizales y +senderos al través de los prados. A la entrada de una garganta, sobre +una vega de maíz y teniendo detrás algunas praderas deliciosas, estaba +asentado el principal caserío de la parroquia. La iglesia y la casa +rectoral estaban un buen trecho más allá, en una angostura sombría y +húmeda. Todo dormía en el silencio más completo cuando el joven +sacerdote llegó. Las gallinas picoteaban en la calle delante de la casa; +un gato rabón se lavaba la cara sentado sobre la paredilla de la huerta, +y un mastín desorejado dormía de bruces sobre la tabla del hórreo vecino +de la casa. Este mastín fue el encargado de romper la paz de aquel +paraje, alzándose iracundo contra el advenedizo, ladrando con un grito +ronco, apagado, testimonio de su decrepitud. El P. Gil detuvo el paso, y +comenzó a decir en tono dulce y persuasivo: + +--¡Toma, toma! ¡Quis, quis! + +¡Que si quieres! El mastín, viendo al recién llegado achicarse, se +creció horriblemente. ¡Guau, guau! gritó, buscando el registro más feroz +y amenazador que pudo hallar en su pecho. Al mismo tiempo clavaba una +mirada de exterminio en el presbítero y avanzaba, aunque con cierta +cautela, hacia él. Éste, aterrado por aquellos ladridos salvajes, dio +tres o cuatro pasos atrás y extendió el brazo con el paraguas, que traía +para quitarse el sol, hacia adelante. «¡Paraguas! El recurso de los +cobardes,» debió pensar el mastín. Y se encrespó de tal modo ante aquel +ultraje, que no lo hubiera pasado bien el clérigo a no salir a la puerta +una vieja chillando: + +--¡Cuco! ¡Cuco! ¡Aquí, Cuco! ¡Fuera, Cuco! ¡Maldito perro! ¡Aquí!... +¡Aquí! ¡Ven aquí! + +El perro vaciló un instante, dejó de ladrar y mostró bastante claramente +la resolución de volverse otra vez a dormir como si no hubiera pasado +nada; pero la vieja no se dio por satisfecha; exigía un acto de +sumisión. + +--¡Aquí, Cuco! ¡Aquí, ahora mismo! + +El Cuco bajó la cabeza humildemente y emprendió hacia ella una marcha +lenta, penosísima, como si el camino estuviera erizado de peligros. + +--¡Aquí! ¡Venga usted aquí! + +«Me trata de usted, ¡malísimo!» se dijo el perro, a quien no hacían +efecto las pompas y vanidades. Y avanzó con mayores precauciones aún, +asegurando bien la pezuña a cada paso que daba, meneando el rabo de un +modo vertiginoso. + +--¡Aquí! ¡Aquí!--seguía gritando la vieja. + +Por fin, a una velocidad máxima de seis pasos por minuto, llegó el Cuco +a su destino. La vieja le cogió por la parte de oreja que le quedaba y +dio tres o cuatro tirones con fuerza. El perro lanzó un aullido de +dolor. Luego le cogió por la otra, y otros tantos tirones. Mayor y más +triste aullido aún. Cumplidos sus deberes con la justicia de la tierra, +el mastín se retrajo de nuevo hacia la tabla del hórreo, no sin lanzar +por lo bajo algunas imprecaciones y blasfemias. Esta escena se repetía +unas cuantas veces al día, siempre que alguna persona sospechosa, como +ahora, llegaba con propósitos hostiles a la rectoral. El Cuco deploraba +en su fuero interno que no le hubieran rapado mejor las orejas. + +--Buenas tardes, D. Gil--dijo la vieja, cambiando súbito la expresión +colérica por otra sonriente, melosísima, dando muestras de que le +conocía. + +El P. Gil, a quien no sucedía otro tanto, respondió muy cortésmente y +preguntó por D. Restituto. + +--El señor cura debe de estar hacia el establo. Pase usted, D. Gil. Iré +a llamarlo. + +--No hay necesidad: yo mismo iré a buscarlo. ¿El establo está aquí?... + +--Sí, señor; aquí detrás de la casa. + +Dio la vuelta a toda ella el sacerdote, subió algunos pasos por una +calleja sucia, y se encontró con una misérrima fábrica hecha de piedras +del río sin labrar apenas, con una puerta desvencijada. Estaba cerrada, +y a nadie vio por allí delante. Iba a dejar aquel sitio y volverse a la +casa, cuando detrás del establo oyó ruido de voces. Fuese hacia allá, y +halló, en efecto, a don Restituto, sorprendiéndose no poco del traje y +la situación en que se le apareció. + +El anciano cura vestía unos calzones anchos de pana, remendados, como +los que gastan los paisanos por aquella tierra; traía en los pies +almadreñas con escarpines de paño burdo, chaqueta lustrosa por el uso, +y camisa de lienzo hilado por el ama, sin alzacuello ni cosa que lo +valga. Era el traje de un labrador, sin quitar ni poner nada. Pero lo +que hacía verdaderamente peregrino y estrafalario el atavío es que en la +cabeza traía un bonete viejo y grasiento. + +El P. Gil quedó asombrado de aquella figura, y más asombrado, cuando +advirtió la ocupación a que el párroco se entregaba. Estaba, con una +rodilla hincada en tierra, desollando un becerro. Le ayudaba en la +operación el criado. Tenían al animal extendido entre los dos, la mayor +parte de él en carne viva ya. Volvió la cabeza D. Restituto al sentir +pasos, y hallándose con su joven compañero, se puso en pie y vino hacia +él con las manos ensangrentadas empuñando un enorme cuchillo. + +--¿Qué milagro es éste, amigo? ¡El futuro cura de Peñascosa se digna +hacernos una visita!... Mira, no te doy la mano, porque ya ves cómo la +tengo. Bien de salud, ¿verdad?... Por aquí tampoco hay novedad. + +D. Restituto trataba de tú, familiarmente, a todos los clérigos más +jóvenes que él desde la primera entrevista. Cuando Gil le hubo explicado +el motivo de su viaje, mostró cierta extrañeza, pero se apresuró a +responderle: + +--Bueno, bueno. Yo voy a concluir en seguida. Vete a casa, y espérame. + +Pero el joven manifestó deseos de ir a la iglesia. + +--¿A la iglesia?--dijo sorprendido. Entre ellos era costumbre confesarse +en casa.--Está bien. No hay inconveniente. Pide al ama la llave, y +espérame allí. No tardaré. + +¡Pluguiera a Dios que hubiese tardado más! Y sobre todo, pluguiérale que +hubiera tenido tiempo a lavarse bien. Porque el teólogo despedía de sí +un vaho de matadero que derribaba. Mientras duró la confesión, y duró +bastante, el P. Gil apenas pudo pensar en otra cosa. Sentíase asfixiado +por aquel olor nauseabundo; acudíanle unas congojas y sudores que +estuvieron a punto varias veces de privarle del sentido. Don Restituto +sintió verdadera satisfacción en poder sacar a relucir su antigua +batería de proposiciones teológicas. A cada duda que su atribulado +penitente le ofrecía, contestaba victoriosamente con un texto latino. +Como el veterano descuelga con gozo sus armas a la señal de guerra, así +el viejo opositor a la lectoralía de Lancia descolgó de su memoria los +textos enmohecidos ya de Perronne y de Balmes. ¿Cómo dudar de la +inmortalidad del alma, cuando ésta es una cosa simple, y las cosas +simples no pueden descomponerse? ¿Quién se atreve a imaginar que la +Iglesia católica puede algún día perecer, cuando están ahí sangrando las +palabras de Jesucristo: «Las puertas del infierno no prevalecerán (_non +prœvalebunt?_)» ¿Cómo se ha de dar más crédito a la palabra de los +hombres que a la de Dios? Pues qué, ¿la Divina Sabiduría no ha dicho: +«Yo para esto nací y para esto vine al mundo, para dar testimonio a la +verdad?» Y este testimonio ¿no está bien claro y bien patente en las +obras visibles que exceden al poder natural, por ejemplo, en la curación +de los enfermos, en la resurrección de los muertos y en otros admirables +milagros llevados a cabo por Nuestro Señor Jesucristo y por los Santos +Apóstoles? + +El P. Gil recibió la absolución, prometiendo no ser más demente ni +idiota; así juzgaba don Restituto al que dudaba de las verdades +reveladas por angélico ministerio. Poco después de besar aquella mano no +bien purgada de la sangre del becerro, y cuando se hubo levantado para +rezar ante un altar la penitencia, nuestro presbítero se sintió +indispuesto. Tuvo que salir inmediatamente de la iglesia, acometido de +violentas náuseas. En el pórtico devolvió toda la comida. Llevole a casa +el cura, y quiso curarle con una taza de salvia, remedio supremo que +empleaba contra todas las dolencias que afligen al género humano; pero +su joven compañero, que sabía a qué atenerse sobre su enfermedad, rehusó +obstinadamente toda medicación. El párroco entonces pasó a mostrarle la +huerta, en la cual tenía cifrado tanto orgullo como en la profundidad +de sus conocimientos teológicos. Estaba llena de árboles frutales y +legumbres. No se veía una flor ni un arbusto de adorno. Desde allí +pasaron a un vasto prado, donde tenía unos cuantos operarios alzando +pared. D. Restituto comenzó a darles instrucciones, aprobó algunas +cosas, reprobó otras, olvidándose por completo de su huésped. Uno de los +operarios le participó que el molino había parado porque el hijo de +Cosme había desviado el agua más arriba para secar el cauce del +riachuelo y pescar las anguilas. D. Restituto se enfureció y anunció su +propósito de demandar a Cosme y pedirle indemnización de daños y +perjuicios. De él no se burlaba nadie; estaba resuelto a hacer que se +respetase su propiedad. Desde allí se corrieron a los maizales, y el +párroco mostró a su compañero con extremado gozo el estado magnífico de +las plantas. El agua había venido muy a tiempo, pero más que al agua se +debía a la gran cantidad de abono que había echado. + +--Tú dirás: ¿dónde podrá hacer D. Restituto tanto estiércol para una +tierra como ésta, de quince días de bueyes? Voy a explicártelo. Yo, +aunque tengo nueve cabezas de ganado, no podría abonar ni la mitad de la +tierra que llevo. ¡Aquí del _intelectus_! En todas las parroquias, como +tú sabes bien, hay una porción de pobretes, a los cuales no es posible +sacarles un cuarto ni por bautizos ni por matrimonios ni por nada. Pues +bien, a estas calamidades vivientes les obligo a echar de vez en cuando +delante de sus casas (vulgo pocilgas) una buena cantidad de hoja seca o +tojo. Con el agua y el paso de los transeúntes y el estiércol de las +reses que cruzan se convierte al cabo de algún tiempo en abono. Cuando +ya está bien podrido me lo traen y voy formando montón hasta que llega +el tiempo de distribuirlo por la tierra. ¿Qué tal? + +Desde allí saltaron a una heredad de prado. D. Restituto, en cuanto se +vio en ella, dejó escapar una risita aguda y burlona, que hizo levantar +la cabeza a su joven compañero y mirarle con curiosidad. + +--Este es el _prado del molino de abajo_... el _prado del molino de +abajo_, ya sabrás... ¿Cómo? ¿no sabes la historia de este prado? Pues ha +corrido mucho por la villa... Pertenecía a los mansos de la parroquia, y +había quedado trasconejado cuando la venta de todos ellos. Yo lo +llevaba, y nadie en la parroquia se atrevía a denunciarlo. Pero había +aquí un tabernero rico llamado Lino (que ya reventó, a Dios gracias, el +año pasado), y este Lino le tenía muchas ganas al prado. Al fin dio el +soplo en la administración, guardando la mano, porque no quería ponerse +mal conmigo, y lo sacaron a subasta. Dos días antes de hacerse, vino +por acá el muy hipócrita y me dijo: «Señor cura, voy a hacer postura al +_prado del molino de abajo_, pero si usted lo quiere me quedo en casa.» +El tunante trataba de sonsacarme la cantidad que yo pensaba ofrecer. +«No, no lo quiero; puedes rematarlo cuando gustes,» le contesté. El +hombre, viendo que yo no iba al remate, y sabiendo que ningún vecino +estaba en situación de tirarle, se las prometía muy felices. Y mandó a +Lancia a un primo hermano suyo. Pero a éste le fui a tropezar camino de +Peñascosa, y le hablé muy al caso, representándole el pecado en que +incurría rematando bienes de la Iglesia, le prometí darle en arriendo el +prado, y le puse cuarenta duros en la mano. ¿Qué había de hacer el +hombre? Fue a Lancia, lo remató y me lo traspasó a mí acto continuo... +¡Vaya una risa que se armó en el pueblo, amigo! Lino enfermó de rabia, y +en cuanto se le presentó ocasión, que fue al cabo de dos meses, viniendo +de una romería, le pegó una puñalada a su primo... ¡Pero, anda, que +buenos cuartos le costó la tal puñaladita! No lo hizo con diez mil +reales. + +Como ya el sol declinaba, después de haberle enseñado un lagar, que +acababa de construir para la sidra, D. Restituto llevó de nuevo a su +penitente a casa y le convidó a chocolate. Pero el excusador no se +sentía aún bien. Además tenía prisa. Rehusó todo convite y emprendió el +camino de Peñascosa. El cura le acompañó un buen trecho. + +Fuera ya de sus fincas y comprendiendo por el continente reflexivo del +excusador de Peñascosa que su ánimo seguía embargado por pensamientos +serios, D. Restituto quiso volver a la carga, aunque le pareciese +sobradamente demostrado que todas las dudas de su compañero no eran más +que bombas de jabón, las cuales deshace con un soplo cualquiera que haya +saludado siquiera la Sagrada Teología. + +--Debes fijarte, querido--le decía con protección ilimitada,--que las +verdades de la fe no son contrarias a la razón, sino que están sobre +ella. Lo contrario de lo verdadero, ¿qué es? Lo falso, ¿no es cierto? ¿Y +cómo ha de tenerse por falso lo que está divinamente confirmado? Las +cosas que sabemos por revelación divina no pueden ser contrarias al +conocimiento natural, porque el conocimiento natural viene también de +Dios, puesto que Dios es el autor de nuestra naturaleza. Porque exceda a +la razón una cosa no debe reputarse contraria a ella. Así dice San +Agustín que aquello que como verdad se demuestra por los libros santos, +sea del Antiguo, sea del Nuevo Testamento, de ningún modo puede serle +contrario. El entendimiento humano no puede llegar, naturalmente, a +conocer la existencia de Dios, supuesto que nuestra inteligencia en el +modo de la presente vida comienza su conocimiento por el sentido, y por +lo tanto, las cosas que no caen bajo el sentido no pueden percibirse +sino en cuanto por los sentidos puede colegirse su conocimiento... + +La tarde estaba fría y apacible. La campiña se extendía debajo del cielo +trasparente, reflejando con tonos verdes, claros, amarillentos, los +rayos del sol que se ocultaba. El mar era una mancha azul allá a lo +lejos. Los dos clérigos habían atravesado ya el caserío principal, donde +las mujeres, sentadas a la puerta de casa, les daban las buenas tardes y +los niños acudían a besarles la mano. Estaban en la región abierta, +ligeramente ondulada, que caracteriza la costa en aquel país. El P. Gil, +silencioso, caminaba con la cabeza baja, levantándola de vez en cuando +para enderezar su mirada vaga, perdida, hacia lo lejos, a las tierras +rojas y a las rocas peladas que festonaban la orilla del mar. El sol +moría despidiendo su última llamarada, que enrojecía una parte del +horizonte. Y de allí venía una leve brisa helada que coloreaba los dedos +y la punta de la nariz, vigorizando los músculos y produciendo +cosquilleo en los ojos. La campiña se preparaba a dormir, exhalaba un +suspiro de bienestar, mezcla confusa de voces y mugidos, rechinar de +carros, tañido de esquilas y rumor de olas, fundido todo y armonizado +en la amplitud de la llanura ilimitada. El P. Gil se esforzaba en +atender a los argumentos que su anciano compañero iba vertiendo con voz +profunda y solemne. Eran los mismos que había estado oyendo durante +siete años en las cátedras del seminario de Lancia. + +Al dejar la senda y penetrar en una callejuela estrecha vieron llegar un +hato de ganado avanzando lentamente. D. Restituto atajó su discurso +teológico y se llevó la mano a los ojos a guisa de pantalla. + +--Son mis vacas--dijo sordamente. + +Y antes que llegasen se puso a gritar al criado que las conducía: + +--¿Qué tiene la _Parda_, que cojea? + +--Debió meterse una espina. + +--Pues en cuanto llegue al corral la registras bien y se la sacas, +¿entiendes?... Es la mejor vaca que tengo--añadió por lo bajo, +dirigiéndose a su compañero. + +Y como ya estuviera entre ellas, el cura se acercó solícito, paternal, a +la Parda y comenzó a acariciarle el testuz, bajando al mismo tiempo la +cabeza, para mirarle las patas. + +--¡To, Parda!... ¡to! ¡to!... Espina debe de ser, porque en las patas no +veo nada. Después que se la saques la lavas bien con un poco de vino y +romero... Di a Teresa que te lo prepare... Nacida y criada en casa, +¿sabes tú?--prosiguió volviéndose al excusador con la fisonomía +enternecida.--Me daba D. Jovino, tu feligrés, sesenta duros por ella... +¡Como si me diera ochenta! Esta alhaja no sale de casa. ¡Qué anchura de +pechos, eh? ¡Qué cuarto trasero! (Y se lo acariciaba blandamente con la +palma de la mano.) No da mucha leche, pero toda es manteca... Esta otra +también nació en casa... ¡Quieta, Guinda, quieta!... Es más torpe que la +otra... Una novilla todavía... No hace quince días que ha parido por +primera vez... Ésta se deshace en leche... ¡Repara, repara que ubre! ¡No +puede andar con ella!... Cada chorro suelta como el dedo... Mira, +mira... ¡Quieta, Guinda!... + +Y bajándose tiró de una de las tetas al animal e hizo salir dos o tres +chorros de leche que humedecieron el suelo. Al mismo tiempo volvió su +faz, congestionada por la posición tanto como por el gozo, hacia el +joven coadjutor. Éste sonrió por complacencia, pero separó al instante +la vista, no pudiendo reprimir bien la repugnancia que sentía. + +Se puso de nuevo el hato en marcha y ellos también. D. Restituto cogió +otra vez el hilo de su discurso. + +--Ya sé que hay quien dice que por la razón no puede demostrarse que +Dios es, y que esto sólo puede obtenerse por la fe y la revelación... +Error crasísimo. La falsedad de esta opinión se manifiesta por el arte +de la demostración, que deduce por los efectos las causas, y por el +orden mismo de las ciencias, porque si no hay ninguna sustancia +cognoscible fuera de lo sensible, no habrá tampoco ninguna ciencia +supranatural, como se dice _in quarto Metaphysicorum_. Hay que +distinguir lo que es conocido _per se simpliciter_, y lo que es conocido +_quoad nos_. _Simpliciter_ que Dios es por sí, es conocido... + +D. Restituto tenía una memoria felicísima. Al cabo de tantos años +recordaba perfectamente su Dogmática, y la recitaba vertida al +castellano con el mismo énfasis que si la hubiera inventado. También la +recordaba el P. Gil, porque la tenía más reciente, pero escuchaba con +atención, por humildad, esforzándose en admirar la fortaleza de aquellos +argumentos, en considerarlos irrefutables. El anciano teólogo se detenía +a menudo, balbucía olvidando alguna demostración, pero súbito tomaba +vuelo y se lanzaba vigoroso sobre las premisas, haciéndoles sudar +inmediatamente las conclusiones apetecidas. + +--...Todo lo que se mueve se mueve por algo. O lo que mueve es movido o +no. Si no se mueve, tenemos lo que buscamos, un móvil inmóvil, y a esto +llamamos Dios. Si se mueve, es por algo que le mueve, y entonces, o hay +que seguir así hasta el infinito, o tenemos que llegar a algún móvil +inmóvil; pero en el orden del movimiento no puede haber proceso +infinito... ergo hay que suponer un primer móvil inmóvil. Probemos ahora +que todo movimiento se determina por algo. Si algo se mueve a sí mismo, +es necesario que tenga en sí el principio de su movimiento... + +Caminaban por una senda estrecha abierta entre los maizales. El teólogo +iba delante y el P. Gil detrás. Súbito aquél paró en firme el paso y la +lengua. Al doblar un recodo se encontró de frente con el hijo de Cosme, +que traía colgado a la espalda un cesto mediado de anguilas. Verlo el +teólogo y arrojarse sobre él sin conmiseración fue todo uno. + +--¡Granuja! ¡Grandísimo perro! ¿Conque eres tú el que me quitas el agua +del molino? ¡Te voy a desollar vivo! ¿Es tu padre quien te enseña esas +picardías? ¿Es el maestro quien te las enseña? ¡Desvergonzado, cínico! + +Le tenía asido fuertemente por entrambas orejas, y a cada interrogación +le daba una fuerte sacudida. El chico, comprendiendo bien que aquellos +interrogantes tenían un fin puramente retórico y no debían ser +contestados, limitábase a lanzar gritos de dolor inarticulados. + +--¡Ven acá, pilluelo! ¡Quiero llevarte delante de tu padre! ¡A ver si me +dices ahora que yo te tengo mala voluntad! ¡Has de parar en un presidio! +¡Ven aquí, ven! + +Y como no era factible llevarle cogido de las dos orejas, el anciano +teólogo se avino, aunque con profundo dolor, a soltar una, comunicando +instantáneamente a la otra su parte de presión para que no se +desperdiciase nada. En esta forma, con el rostro encendido y los ojos +llameando de cólera, dio la vuelta hacia el pueblo sin despedirse de su +compañero, llevando medio en suspensión al chico, que lanzaba quejidos +lastimeros. + +El P. Gil le contempló estupefacto hasta que le perdió de vista. +Permaneció todavía unos momentos inmóvil, abstraído. Y emprendió de +nuevo su camino que se acercaba cada vez más a la orilla del mar, para +bajar por una rampa suave a Peñascosa. La luz desaparecía por momentos. +El frío aumentaba. El océano en calma había perdido su bello color azul, +cambiándolo por otro gris con reflejos acerados. De vez en cuando un +soplo de viento helado hacía correr por la tersa superficie de las aguas +un estremecimiento que las rizaba leve y momentáneamente, como si al mar +se le pusiera carne de gallina. Y este estremecimiento se comunicaba al +joven presbítero y llegaba hasta el fondo de su ser. Lo que sentía en su +alma no era ni dolor, ni agitación, ni congoja; era tan sólo frío, un +frío mortal que le roía los huesos. Nunca se había visto tan solo y +desvalido. Sus ojos iban obstinadamente fijos en el suelo. No se +atrevía a levantarlos e interrogar la inmensidad como otras veces. +Estaba seguro de su respuesta y la temía. + +Cuando llegó a las primeras casas del arrabal de la Gusanera había +cerrado ya la noche. Al pasar por delante de una de las más pobres y +sucias llamó su atención el estrépito de golpes y gritos que de adentro +partía. Detuvo el paso asustado y procuró averiguar qué era aquello. Por +las pequeñas ventanas iluminadas no se veía más que agitarse +violentamente algunas sombras. A sus oídos llegaban, entre el confuso +vocerío, algunas blasfemias que le estremecían. De pronto se abre con +violencia la puerta y sale precipitadamente una masa negra, disparada +por unas manos que cierran de nuevo al instante. El P. Gil reconoció en +aquella masa negra a un clérigo. Se aproximó solícito y vio que era el +P. Norberto, con manteos y sin sombrero. + +--¡D. Norberto! ¿Qué es eso? ¿Qué le pasa? + +--Hola, querido. Nada, nada... no es nada--respondió sin aturdimiento. + +--Sí le pasa algo... ¿Qué le han hecho a usted en esa casa? + +--Nada, nada... Vámonos que se reúne gente. + +--¿Se va usted a ir sin sombrero? + +--Es verdad... Voy a pedirlo... Aguarda un poco. + +Pero en aquel instante salió de una de las ventanas de la casa y voló +por el aire el sombrero, cayendo enmedio de la carretera, esto es, cerca +de los clérigos. Al mismo tiempo una voz ruda dijo, acompañándolo de +varias interjecciones: + +--Toma la teja, ladrón. Si vuelves por aquí, te vas sin las orejas. + +El P. Norberto se apresuró a recogerla del suelo y echó a andar. + +--Pero explíqueme usted...--le dijo el coadjutor juntándose a él y +haciendo esfuerzos por seguirle el paso. + +--Ya te lo explicaré... Ahí más abajo. + +Cuando hubieron salido de la Gusanera, salvado la plaza y entrado en la +calle del Cuadrante, D. Norberto acortó un poco el paso. El excusador +aprovechó la ocasión para insistir en sus preguntas. + +--Vamos a ver, ¿qué le ha pasado a usted? + +--Pues mira, en esa casa vive una muchacha, una niña que apenas tiene +quince años, a quien su madre ha prostituido, entregándola a ese chalán +que llaman Pepe el Manchego. + +--¿Y usted ha ido allí a ver si la sacaba de sus garras? + +--La había visto ya otras dos veces, y no parecía mal dispuesta; pero no +sé quién dio soplo a ese hombre, y hoy se presentó de repente y armó un +alboroto. + +--¡Jesús! ¡Está usted herido!--exclamó el padre Gil, viendo correr +algunas gotas de sangre por las mejillas de su compañero. Al mismo +tiempo le levantó un poco el sombrero y vio que tenía un fuerte golpe en +la frente, de donde partía la sangre. + +--¡Pero esto es una indignidad! Vamos a dar parte en seguida al juez... + +--No pienses en eso, querido... Esto no vale nada... El parte lo echaría +todo a perder; se daría un escándalo, y la chica, viéndose perdida, se +iría de este pueblo con el chalán. Quedándose aquí, tengo esperanzas que +con un poco de maña lograré quitársela a ese diablo y reducir a la misma +madre... Esto no es nada--añadió limpiándose la sangre con el +pañuelo.--Lo que me duele algo más es este hombro... + +--Pero ¿le ha dado a usted más golpes? + +--Me ha sacudido un poco la badana--respondió riendo candorosamente.--Es +cuestión de árnica y reposo... Yo creo que no me viene mal. Estaba +demasiado apoltronado... Desde hace algún tiempo todos los días me +convidan a callos... Voy engordando demasiado, ¿no te parece? + +Despidiose el P. Gil a la puerta de su casa y siguió caminando con pie +más ligero hacia la suya. Parecía como si le hubiesen aliviado de la +carga que le abrumaba. Sintió suavizarse la honda melancolía que le +había oprimido todo el camino, y corrió por su ser una dulce +inexplicable vibración de bienestar. + +Después de interrogar a la naturaleza muda, después de consultar a la +teología decrépita, el soplo de Jesús había pasado al fin por su alma y +la había refrescado. + + + + +X + + +Dos meses después, el P. Gil descansaba sentado en su pobre sillón de +gutapercha. El trabajo de todos aquellos días, sobre todo del último, le +había rendido. Era un trabajo puramente material, donde su espíritu, +atribulado por nefandos y horribles pensamientos, se complacía; buscaba +un calmante para la agitación interior que le atormentaba. Tratábase de +festejar la colocación de la primera piedra del nuevo templo con una +gran función religiosa y profana. La erección de este templo había sido +desde largos años el sueño dorado de los piadosos vecinos de Peñascosa. +Siempre había tropezado con obstáculos insuperables. El dinero por una +parte, por otra la corta voluntad del párroco, que oponía sorda +resistencia al proyecto, le habían hecho fracasar constantemente. Pero +al encargarse Gil de la parroquia tomó este asunto con calor; convocó a +los vecinos más ricos de la villa y abrió una suscrición, que dio buen +resultado; logró que el ayuntamiento otorgase una crecida subvención; +fue a Lancia e interesó al prelado y a varios próceres, que le +prometieron su concurso. En fin, después de muchas vueltas y sudores, la +nueva iglesia era un hecho. La primera piedra debía de colocarse el día +24 de Enero, con asistencia del prelado, el gobernador, varias +dignidades del cabildo catedral de Lancia y muchas personas notables de +la provincia. Estábamos a 23. El peso de los preparativos había caído +sobre los hombros del P. Gil, quien, ayudado de las personas de buena +voluntad que se prestaron a ello, organizó no sólo la fiesta religiosa, +sino también alguna parte de la profana, la iluminación, los fuegos y la +ceremonia de la primera piedra. + +En aquellos últimos días no había tenido tiempo a pensar. Había sido +menos desgraciado. Pero sus fuerzas estaban agotadas con tanta menuda y +enfadosa ocupación, y gozaba con voluptuosidad de un corto momento de +reposo, en espera del trajín del día siguiente. Caíansele ya blandamente +los párpados, cuando se abrió la puerta con violencia, haciéndole dar +un brinco en la butaca. Aturdido por la sorpresa, con los ojos +desmesuradamente abiertos, vio a Obdulia que penetraba como un huracán y +se dirigía a él con la fisonomía alterada, mostrando en ella agitación y +cólera. + +--¿Sabe usted lo que pasa, padre?--le preguntó sin saludarle. + +El coadjutor no respondió, interrogando sólo con la vista. + +--Pues acabo de saber que le han birlado a usted el cargo de +coadjutor... Se lo han dado a D. Narciso. + +--¿Nada más?--preguntó sorprendido aún el presbítero. + +--¿Y le parece a usted poco?--exclamó con ímpetu.--Después de lo que +usted ha trabajado en este pueblo, después de haberlo puesto todo en +orden, después de haber logrado que se edificara la iglesia... Porque a +usted exclusivamente se debe... todo el mundo lo sabe... ¡Quitarle lo +que le pertenece y darle la plaza a un D. Narciso!... ¡Es una infamia! +¡es un asco!... ¡Qué bien han manejado la intriga esos envidiosos! ¡Ya +me parecía a mí que tanto viaje a Lancia algo significaba!... Por +supuesto que yo bien sé quién le ha ayudado... ¡ya lo creo que lo sé! +D.ª Filomena es prima hermana del gobernador de Madrid, y por ahí viene +la cosa... ¿Y qué diremos del señor obispo que, sabiendo los servicios +que usted ha prestado a la religión en este pueblo, se presta a servir +de juguete a una vieja verde? ¡Qué indignidad! ¿No le dije bien a tiempo +que no se durmiera en las pajas?... ¡Ah, qué infamia tan grande! ¡Qué +infamia! ¡Qué reteinfamia! + +Hablaba atropellándose, con las mejillas encendidas, vibrando por los +ojos rayos de ira, agitando las manos temblorosas, moviendo todo su +esbelto cuerpo como si estuviera sujeto a una fuerte corriente +eléctrica. El P. Gil la contemplaba estupefacto. Por fin, aprovechando +un instante de vacilación, antes que de nuevo tomara vuelo y lanzara +otra sarta de denuestos, la atajó diciendo: + +--Agradezco a usted mucho, hija mía, el interés que me manifiesta en +esta que usted cree injusticia que se me hace, y que no lo es. Yo no he +deseado nunca ese cargo ni he hecho nada por merecerlo. La persona a +quien se encomienda, si es cierto lo que usted me dice, me parece +dignísima y me lleva, entre otras muchas ventajas, la de la antigüedad. +Pero sobre todo, aunque en efecto se cometiera conmigo una injusticia, +¿a qué viene esa alteración? ¿A qué vienen esos insultos a personas +respetables por cuya cabeza no habrá pasado la idea de hacerme daño +alguno? + +Obdulia se puso fuertemente colorada y dijo balbuciendo: + +--Porque usted es un santo... sí... porque usted es un santo. + +--¡Qué santo!--exclamo el clérigo alzando la mano con impaciencia. + +--Sí; porque usted es un santo y mira todas estas cosas desde la altura +en que se encuentra... Pero es una injusticia, padre; ¡es una +villanía!--añadió volviendo a exaltarse.--Usted es demasiado bueno para +vivir entre esta gente... y le sacrifican como un cordero... ¡Si fuera +yo!... ¿Cree usted que no me apena verle a usted humillado, verle +pisoteado por esos peleles que no sirven para limpiarle los zapatos?... +¿No es triste que otro recoja el premio de sus afanes?... A usted no le +importará nada, padre, pero yo no podré, sin que me arda toda la sangre +del cuerpo, verle a usted de excusador, de simple ayudante de ese... de +ese farfantón. + +Se dejó caer en una silla y comenzó a sollozar; pero levantándose +súbito, prosiguió, dando patadas de rabia en el suelo, agitando frente a +la puerta los puños cerrados, con una voz concentrada y áspera que daba +miedo: + +--¡Pillos! ¡Infames! ¡Herejes! ¿Creéis que os ha de salir bien la +cuenta? Pues no os saldrá, porque hay un Dios en el cielo... y porque +estoy yo además sobre la tierra, que os he de dar todavía alguna +guerra... ¡Vaya si os la daré!... ¡Ya veréis de lo que es capaz una +pobre mujer!... No os reiréis, no... Ya veréis cómo me arreglo para +echar una gotita de hiel en vuestro plato de crema, para que no os +relamáis, ¡puercos!... + +Concluyó por sentirse mal. Fue necesario que el P. Gil llamase a D.ª +Josefa y le mandase traer una taza de tila con gotas de azahar. + +A las nueve de la noche aún no habían concluido de adornar la iglesia +las señoritas y los obreros que las secundaban. La velada se prolongó +sabrosamente para todas aquellas almas piadosas que servían a su Amo +Divino en tales pequeños menesteres con una espontánea alegría +precursora de la que habrán de sentir en el cielo cuando, trasformadas +en ángeles, rodeen cantando el trono del Altísimo. Aquí una cortina que +tape la suciedad de la pared, allí una araña, más allá un jarrón con +flores, todo discutido larga y calurosamente antes de ser colocado en su +sitio. Las que más se distinguían en la obra de ornamentación eran D.ª +Marciala y Marcelina, la primera por su actividad frenética, la segunda +por su gusto y habilidad. Presidía los trabajos el P. Gil, como +coadjutor interino, pero la mayor parte de las damas atendían ya más a +las indicaciones del P. Narciso. La noticia de su triunfo había volado +por todo Peñascosa, y las señoras, con su inclinación nativa a todo lo +que brilla y alcanza éxito lisonjero en el mundo, comenzaban a sentir de +nuevo cierta ternura por él. En los grupos que se formaban por los +rincones del templo cuchicheábase dirigiéndole miradas furtivas, +acogíanse todas sus palabras con mirada benévola y sumisa, se le colmaba +de atenciones. Mientras tanto, D.ª Filomena, procurando ocultarse detrás +de todas, gozaba en lo profundo de su corazón de aquel fausto suceso, +que a ella sola se debía, acariciaba a su director con una mirada húmeda +y suave donde se pintaba la ternura, el secreto y la sumisión. Obdulia +se había retirado temprano, no pudiendo soportar tanta asquerosa +adulación y el abandono de su amado confesor. Además Marcelina le había +dirigido una pulla, y aunque había contestado con otra más sangrienta, +que en esto nunca se había quedado atrás, tenía miedo a enfermar de ira. + +No todo era bienandanza, sin embargo, para los futuros querubes de la +corte celestial. Don Miguel, el terrible párroco, turbaba de mil modos, +a cual más grosero, la paz de su corazón, ora echando una cortina al +suelo bajo pretexto de que le tapaba alguna imagen, bien trasladando los +jarrones de flores adonde se le antojaba, o deteniendo a los recadistas +y empleándolos en otros menesteres, etc., etc. Ninguna censura o mandato +episcopal podía debilitar la energía del feroz cabecilla ni hacerle +doblar la cerviz. Él era el cura propio de Peñascosa y ninguna potestad +de la tierra, ni la del mismo Pontífice, podía privarle de este +carácter. Que le pusieran coadjutor. Bueno, él se reía del coadjutor, y +si se torcía un poco, le alumbraba un par de coscorrones para que +anduviera derecho. Felizmente para todos, el P. Gil era la mansedumbre +personificada, y le dejaba pasar con cuanto quería, con tal que no +tocase directamente a la cura de almas, y esto último no era, como ya +sabemos, la especialidad de D. Miguel. Pero las damas protestaban +sordamente contra su tiranía y esperaban con anhelo que D. Narciso +empuñara con más brío las riendas de la parroquia. + +--¡Holgazanazas! ¡Pendonas! Mejor estabais en vuestras casas espumando +el puchero o recosiendo calcetas... ¡Lástima de vara de fresno! Si yo +fuera marido o padre vuestro, ya os diría lo que era candonguear a todas +horas por la iglesia... + +Estos y otros requiebros semejantes eran los que el cura murmuraba por +los rincones de la iglesia en tono bastante alto para que pudieran +oírle. Y claro está, todas aquellas rosas místicas, oyéndolas, se +estremecían en sus cálices y se plegaban tímidamente. Susurrábanse al +oído amargas quejas, mas no osaban producirlas en voz alta. D. Miguel +era muy capaz de echarlas de la iglesia a coces. No teniendo ocasión de +hacerlo, el párroco aliviaba su corazón administrando un par de ellas en +el trasero a cualquier monaguillo que tropezaba en su camino. + +Mientras esto sucedía en la iglesia, una muchedumbre inmensa se agolpaba +a las puertas del _Ágora_, donde su digno presidente, D. Gaspar de +Silva, estaba ensayando a dos docenas de jóvenes artesanas un himno de +su invención (música del director de la banda municipal) para cantar +durante el banquete del teatro. Y las voces argentinas del coro salían a +intervalos por las ventanas de la casa, despertando en la multitud un +entusiasmo sin límites, que estallaba en aplausos y en hurras. De tal +manera que al cabo de algún tiempo varios dignísimos vecinos, de oficio +pescadores, pidieron a gritos que se presentase D. Gaspar a la ventana +para tributarle los honores merecidos. El gran poeta no tuvo más remedio +que ceder a esta exigencia de la multitud, que le recibió con palmoteo +atronador y fuertes vivas. La silueta angulosa del vate se destacó en el +hueco de la ventana, y pudo verse claramente que se llevó repetidas +veces la mano al sitio del corazón, con lo cual el entusiasmo de la +muchedumbre se convirtió en verdadero delirio. + +Un viento de regocijo, de pura y fervorosa alegría soplaba por el +vecindario de la noble villa. Habían deseado siempre un templo más +digno y más capaz, pero no se daban cuenta cabal de la importancia que +esto tenía. Sólo cuando supieron positivamente que iba a alzarse uno en +la plaza, de mayores dimensiones que todos los de Sarrió, sintieron +removidas hasta las últimas fibras de su patriotismo. No hubo grande ni +pequeño que no repitiese con frenesí: «Cuarenta y cinco cincuenta de +largo, treinta veinticinco de ancho. La iglesia mayor de Sarrió no tiene +más que cuarenta por veintiocho cincuenta.» Estaban reservadas aún al +corazón de los beneméritos peñascos otra porción de alegrías inefables. +El pavimento del nuevo templo no sería de baldosa común, como el de +Sarrió, sino de azulejos; los altares vendrían tallados de Italia, los +cristales de Londres; el altar mayor sería todo de mármol. Cada uno de +estos pormenores, repetidos de boca en boca, les hacía derramar lágrimas +de ternura. + +En la plaza y sitio que había de ocupar el nuevo templo se había +levantado un cadalso para las autoridades, los próceres del pueblo y las +damas. Desde este cadalso, el obispo colocaría la primera piedra, que ya +pendía de unos cordones de seda, perfectamente preparada. En el teatro +no cesaba el martilleo para colocar la mesa del banquete, guirnaldas y +trofeos. Sobre cada uno de los pesebres, llamados palcos, colocaron dos +banderas nacionales cruzadas; una guirnalda de laurel las iba enlazando +todas graciosamente. Fue idea de D. Peregrín Casanova, que también había +presidido un banquete en el teatro de Tarragona en los quince días que +gobernó aquella provincia. Por último, en el Campo de los Desmayos +estaban ya tendidos los alambres para la iluminación, si bien no pendían +de ellos aún los faroles. Esto se dejaba para lo último, por miedo a la +lluvia. + +No había cuidado. El día 24 amaneció sereno. Unas cuantas nubecillas +impertinentes, que se amontonaban del lado de tierra, fueron barridas +muy pronto por la brisa del Nordeste, con gran regocijo y aplauso de +todas las personas sensatas de la población. El mar se rizaba +blandamente sonriendo a la privilegiada villa, y el sol asomaba +majestuosamente su disco por detrás de las olas, dispuesto a dar gusto +siquiera una vez en su vida a los honrados peñascos. Porque desde tiempo +inmemorial se sabía que apenas se preparaba una fiesta en Peñascosa, el +sol tomaba las de Villadiego y dejaba que las nubes diesen buena cuenta +de ella. Cuatro docenas de cohetes de dinamita, capaces de estremecer a +los muertos en sus tumbas, anunciaron su salida. La murga municipal +saludó al astro del día tocando por las calles la famosa _polka de los +paraguas_. Después se situó en el Campo de los Desmayos, rodeada de un +enjambre de chiquillos, y ejecutó algunas piezas de ópera. El mar, +batiendo suavemente en las peñas, le servía de contrabajo. Hasta que a +eso de las nueve se fue hacia la plaza tocando un paso doble, y desde +allí salió por la carretera de Lancia a esperar al prelado, al +gobernador y a las personas que los acompañaban. + +No tardaron en llegar en seis coches que con el estrépito de sus ruedas +estremecieron de júbilo la villa. Una nube de cohetes estalló en el +aire. Los viajeros fueron acogidos en la plaza con inmensa gritería. +Todo peñasco en uso de sus extremidades abdominales salió del domicilio +en aquella sazón, para regocijar la vista con el espectáculo de la bella +comitiva. El obispo era un hombre alto, gordo, con el pelo blanco y la +faz redonda, de luna llena, adornada de gafas. El gobernador un +hombrecillo enteco, pálido, de ojos hundidos. Vestía de gran uniforme y +cruzaba su pecho la banda de Isabel la Católica. Igualmente las personas +que los acompañaban lucían cruces, uniformes y condecoraciones. Detrás +de ellos marchaba el piquete de carabineros. Al ver desfilar aquel +lúcido y esplendoroso cortejo, la fantasía, siempre propensa a la +exaltación, de los patriotas peñascos, se arrebató de un modo +inexplicable. El orgullo de haber nacido en aquel pueblo privilegiado +les embriagó como nunca. Por un instante creyeron estar en la capital +de un gran imperio, que los ojos de todo el mundo civilizado estaban +fijos en Peñascosa. Irresistible debía de ser esta embriaguez cuando a +persona tan grave y calificada como D. Juan Casanova se le subió a la +cabeza hasta hacerle caminar delante de la comitiva con el sombrero en +la mano, gesticulando y hablando solo como un loco. «¡Cuándo habíamos de +pensar--exclamaba agitando el sombrero!--¡Cuándo habíamos de pensar que +se reunieran en nuestra villa tantas notabilidades, tantas personas +eminentes del clero, de la administración y de la milicia! ¡Alegraos, +vecinos de Peñascosa! ¡Alegraos! Para nosotros comienza la era de la +justicia. Esta pobre villa, tan postergada ¡ya sabéis por quien!... esta +pobre villa, tan postergada, levanta al fin la cabeza y dirá al mundo +entero lo que vale... eso es... lo que vale. Si hemos sido esclavos +hasta ahora de otro pueblo que no vale lo que el nuestro, ya hemos roto +nuestras cadenas. ¡Salid a los balcones, bellas peñascas! ¡Salid a los +balcones y arrojad flores sobre nuestros ilustres huéspedes! ¡Salid! +¡Salid!» + +D. Juan Casanova había ganado mucho en emoción, en calor, durante esta +tirada. La voz salía temblorosa, ronca. Pero la imparcialidad nos obliga +a confesar que había perdido algo de su majestad característica. Por lo +menos aquellos movimientos descompasados de hombros y cabeza eran +inexcusables en un hombre tan elevado física y moralmente. Los chicos +que iban a la par le miraban con asombro, y las bellas peñascas, +evocadas por él, si no arrojaban flores, sonreían desde los balcones al +verle tan descompuesto, mostrando unas hileras de dientes como nunca +veréis en Sarrió, yo os lo juro. + +Después de tomar un refrigerio en las Consistoriales y descansar un +poco, la comitiva se restituyó a la plaza, donde se efectuó con una +solemnidad capaz de hacer derramar lágrimas al ateo más empedernido el +acto de colocar la primera piedra de la nueva casa de Dios. Uno de los +que más bullían y mangoneaban por allí era D. José María el boticario, +el antiguo suscritor de _El Motín_ y corifeo de los masones, dando claro +testimonio de que para Dios no hay imposibles, y que nadie puede decir +que está por completo dejado de su mano. Después el gobernador dirigió +desde el tablado la palabra al pueblo, y aunque su discurso no llegó a +más de tres o cuatro metros de distancia, el pueblo comprendió en +seguida con admirable instinto que rebosaba de elocuencia y se +entusiasmó de un modo frenético. Centenares de boinas de todos colores +surcaron el aire en prueba del efecto mágico que entre ellas había +producido la oración de la primera autoridad civil de la provincia. Los +cohetes y la murga municipal secundaron esta gloriosa manifestación de +las boinas. Una muchedumbre inmensa de blusas azules y pantalones +rayados se agitó conmovida, embargada por los más nobles sentimientos +religiosos y humanitarios. + +Acto continuo se trasladaron todos a la antigua iglesia parroquial para +cantar el _Te Deum_ en acción de gracias. El templo, adornado como ya +sabemos por lo más selecto de la sociedad femenina de Peñascosa, estaba +deslumbrante de lentejuelas, arañas y cirios. El día anterior había +llegado una exigua orquesta de Lancia, compuesta de dos violines, una +viola, un violoncello y un contrabajo, y con ella tres o cuatro cantores +de la catedral. Los músicos se situaron en el coro, el obispo y el clero +en el presbiterio. Don Miguel, el tozudo párroco, no quiso revestirse +con los sagrados ornamentos, bajo pretexto de sus achaques, y se fue al +coro con la orquesta. El prelado dijo una breve y sentida plática desde +el púlpito. Tenía una hermosa voz de barítono que hizo vibrar las +cuerdas más delicadas del corazón de todas las rosas místicas de la +villa. El brillo del pectoral de diamantes y de los cristales de sus +gafas daba mayor realce y un poder mágico a su palabra sonora, dulce, +persuasiva. + +Cantose después el _Te Deum_. Los tiples y los bajos de la catedral de +Lancia hicieron prodigiosos gorgoritos, que dejaron asombrados a los +buenos peñascos. La diminuta orquesta les secundó perfectamente; Pero he +aquí que a D. Miguel se le antoja mirar con malos ojos al pobre +contrabajo, tan sólo porque no pasaba el arco sobre las cuerda más que +de vez en cuando. El párroco estaba de rodillas y tenía delante y vuelto +de espaldas al músico. Mirábale de hito en hito y cada vez con mayor +excitación. El músico cumplía con su deber rozando las cuerdas +parsimoniosamente, produciendo un sonido sordo y antipático. A D. Miguel +le parecía aquello el colmo de la estupidez y la holgazanería. Venir de +Lancia con un buen sueldo y el viaje gratis para hacer unas cuantas +veces _ron_, _ron_ con aquel trasto, era cosa verdaderamente irritante. +La ola de la indignación fue subiendo en su pecho. Mil pensamientos de +exterminio se le amontonaron en el cerebro mientras su mirada torva y +siniestra permanecía clavada en las espaldas del infeliz contrabajo, +bien ajeno por cierto de los sentimientos sanguinarios que en aquel +momento inspiraba su inofensiva persona. Al fin, habiendo dejado escapar +un acorde más áspero y estridente que los otros, el viejo párroco no +pudo aguantar más, y levantándose vivamente, se fue hacia él y le encajó +una patada en los riñones que le hizo caer de bruces. Allá fueron el +músico y su violón rodando con estrépito. Al ruido levantaron la cabeza +todos los fieles. Satisfecha su justicia, D. Miguel se volvió al sitio +que ocupaba antes. Cuando el desdichado músico vino a preguntarle por +qué había hecho aquello, respondió que él no quería gorrones en la +iglesia y que hiciese el favor de marcharse con su armatoste más lejos, +porque no daba palabra de contenerse. + +Concluido el _Te Deum_, volvieron, como es lógico, a restallar en el +aire otras cuantas docenas de cohetes de dinamita. Los simpáticos hijos +de la Pepaina, Chola y Lorito, estuvieron a punto de perecer, víctimas +de su arrojo, al apoderarse de uno que aún no había chasqueado. D. +Miguel, cuando supo que se habían quemado la cara y las manos, +manifestó, de acuerdo con todos los Santos Padres, que creía en la +intervención directa de la Providencia en las cosas humanas. + +Poco después dio comienzo el banquete en el teatro. Exceptuando el +obispo y sus familiares, todos los huéspedes de Lancia asistieron a él. +Eran más de cien los comensales, que ocupaban tres mesas paralelas, +situadas en el recinto de las butacas. En el escenario se colocó el coro +de muchachas ensayadas en el _Ágora_ por D. Gaspar de Silva y el +director de la murga municipal. Los palcos estaban ocupados por cuanto +de elegante, aristocrático y exquisito guardaba Peñascosa en su seno. +Apenas sirvieron la sopa, se dejó oír el himno de D. Gaspar. Comenzaba +por una especie de recitado de notas lúgubres, prolongadas, ejecutado +por un tenorete, ebanista de oficio. Decía, si no recordamos mal: + + «Peñascosa, triste ayer, + Hoy venturosa, + Sacude la apatía en que vivió, + Y se lanza al progreso entusiasmaaaada + Y se laaaanza al progreso con ardor.» + +Después de esta tirada, sombría como un lamento, que el tenor cantó con +todo el énfasis de que es susceptible un ebanista en casos semejantes, +las doncellas arremetieron vigorosamente con el alegro. + + «El pueblo animoso + Y lleno de esperanza + A gozaaaaar se lanza + Con mágico ardor.» + +Este himno de corte clásico, y que bien puede compararse, sin +desmerecer, con los más inspirados de los sacerdotes salios, en el caso +de que conociésemos alguno, despertó inmediatamente en los comensales y +en el público mil ideas de progreso indefinido y perfectibilidad. Por un +momento todos aquellos espíritus elevados vivieron dos siglos más +adelante y vieron con los ojos del alma una Peñascosa ideal cuajada de +fábricas y cervecerías. ¡Poder maravilloso de la poesía! Se aplaudió +furiosamente con las manos y con las cucharillas. Y aunque algún +personaje de espíritu ligero y afeminado manifestó por lo bajo que lo +que él aplaudía eran los ojos negros y los dientes blancos de las +peñascas, tenemos la certeza de que la mayoría supo apreciar +perfectamente la intención pura y el clasicismo del himno del vate de +Peñascosa. La prueba de ello es que cuando se escuchó en una de las +pesebreras la voz de: «¡Que salga el autor!», en todas las demás se +pusieron a gritar lo mismo, y los convidados expresaron con la boca +llena idéntico deseo. D. Gaspar salió al fin al escenario y avanzó, +doblado como un arco, hasta el borde del tablado. Después, haciendo un +esfuerzo sobre sus callos, se volvió prontamente y fue a recoger del +foro al autor de la música, un hombrecillo regordete, que se presentó +con los pelos tiesos como un aparecido. El público rompió a aplaudir +calurosamente al verlos cogidos de la mano. D. Gaspar apuntaba para el +director de la murga como diciendo: «A éste se debe todo.» El director +de la murga apuntaba para D. Gaspar, manifestando por mímica: «El +triunfo es de este señor.» Por último, en la imposibilidad de expresar +de un modo más plástico la profunda admiración que el uno sentía por el +otro y la perfecta compenetración de sus espíritus entusiastas, se +abrazaron en medio del escenario y permanecieron unidos bastante tiempo. + +No sabemos qué influencia misteriosa, mágica puede ejercer sobre un +concurso el acto de abrazarse dos individuos del mismo sexo; pero +siempre que lo hemos visto declaramos que produjo el mismo efecto +sorprendente. El público se levanta electrizado, grita, aplaude, saca el +pañuelo, gesticula con violencia y hasta hay señoras que derraman +lágrimas. ¿Por qué? No nos lo preguntéis. Creemos que la ciencia no se +encuentra todavía en estado de dar una explicación satisfactoria a este +enigma. Aquello fue un vértigo, un delirio; más de diez minutos duró el +estrépito, mientras Euterpe y Talía permanecieron estrechamente +abrazadas. Cuando empezó a sosegarse el tumulto se oyó uno voz que dijo: +«¡Que se besen!» Al parecer, quien lanzó este grito fue un periodista de +Lancia. Si se trataba de una broma, la verdad es que tenía bien poca +gracia. Burlarse en aquel acto solemne donde se festejaba la +regeneración moral y material de Peñascosa, era una insolencia, y como +decía muy bien D. Juan Casanova, «no daba buena idea de la cultura de la +prensa de Lancia.» No se besaron, pues, aunque D. Gaspar mostró ciertas +tendencias a hacerlo, aproximando demasiadamente sus narices color +violeta al rostro del aparecido; pero éste lo retiró, dando pruebas de +prudencia, pues se hablaba en términos muy graves por Peñascosa de las +narices de D. Gaspar. + +Terminado el himno, comenzó de nuevo y se repitió indefinidamente hasta +los postres. El gobernador volvió a dirigir la palabra al público. A +unos gobernadores les da por destituir ayuntamientos, a otros por +llevarse los colchones que les pone la Diputación provincial. A éste le +daba por la elocuencia. Le contestó D. Peregrín Casanova, y tuvo ocasión +de llamarle «mi distinguido compañero» y aludir a los altos deberes que +impone el gobierno de una provincia, «que él había tratado de cumplir en +otro tiempo en la medida de sus débiles fuerzas.» Habló también D. José +María el boticario, abogando por el fomento de la religión como +«elemento de progreso» (le quedaban ciertas frasecillas del tiempo en +que era librepensador) y como «freno para los apetitos bastardos.» Habló +don José el estanquero; habló D. Remigio Flórez, el fabricante de +conservas alimenticias; habló el director de _El Porvenir de Lancia_ +(que hacía pocos días se había batido a sable con D. Rosendo Belinchón, +director de _El Faro de Sarrió_). Y habló otra vez el gobernador. Un +redactor de _El Joven Sarriense_ trató de pronunciar algunas palabras, +pero le interrumpieron con algunos murmullos desde los palcos, y se +sentó muy desabrido. Por último, D. Gaspar de Silva avanzó por el +escenario con un papel en la mano. «¡Silencio! ¡Chis, chis!... ¡Que se +callen!--¡Silencio! ¡Fuera!--¡Chis, chis!» En medio de un silencio +religioso, el famoso vate de Peñascosa comenzó a leer con voz dramática +una _Oda a la Religión_. Los temas sagrados no eran su especialidad. +Había preferido siempre poner la lira al servicio de la libertad y de +las ideas democráticas. Su mejor composición era un soneto al _pacto +sinalagmático bilateral_. Comprendiendo, sin embargo, con profunda +intuición, el sublime destino que el cielo le había designado, cantaba, +como los vates y semidioses de la antigüedad, todo lo que se ofrecía a +su vista, la paz y la guerra, la democracia y los señoríos, la religión +y el libre pensamiento. Esta oda, que empezaba: «¡Oh dulce religión +inmaculada!» era inspiradísima y fue recibida con vivas muestras de +aprobación. El banquete terminó de noche cerrada. + +A las seis, el sacristán y algunos empleados del municipio comenzaron a +iluminar los farolillos a la veneciana del Campo de los Desmayos, de tal +modo que a las ocho estaban casi todos encendidos. La velada se presentó +muy alegre. En uno de los ángulos del Campo bailaban los aldeanos al son +de la gaita y el tambor; en otro hacían lo propio las artesanas al +compás de la banda municipal. La gente discurría por el espacio libre +cada vez con menos desahogo, pues la calle del Cuadrante no cesaba de +vomitar blusas azules y pañuelos de percal sobre el citado Campo. Lo más +exquisito de la sociedad peñasquense se refugió en el pórtico de la +iglesia, estableciendo la consabida división de castas. Organizose un +paseo inmediatamente donde los forasteros de Lancia pudieran apreciar de +un solo golpe de vista todo lo grande y majestuoso que encerraba +Peñascosa en su seno. Allí estaba la tertulia en masa de D.ª Eloisa, y +además, otra parte de la nobleza de la villa, con la cual no hemos +podido poner al lector en relación. Después de haber disfrutado por +largo rato del placer de verse, como los inmortales en el Olimpo, +aislados y encima del resto de los seres de la creación, aquella +sociedad hizo irrupción en el Campo de los Desmayos, para contemplar los +fuegos artificiales de los renombrados pirotécnicos palentinos. Entró +sin descomponerse, con un desdén y una gravedad calculados para henchir +de respeto el corazón de las castas inferiores. + +Deslizándose como un mono por los parajes oscuros, buscando la +proximidad de las mujeres obesas, y cuando no, la de las que estaban en +regulares carnes, andaba nuestro amigo Osuna, el administrador de la +casa Montesinos. A la hora en que le sorprendemos no se había ganado +más que una bofetada; caso extraño, porque en estas noches de jolgorio +solía encontrarse con media docena, por lo menos. Algo desengañado bajo +este aspecto, no tanto por las bofetadas como por lo que las precedía, +movíase impaciente echando miradas carniceras en torno suyo, sin hallar +un sitio lo bastante ameno y deleitoso para fijar sus pasos. Aquella +noche se habían dado cita todas las flacas de Peñascosa. Mas hete aquí +que cuando empieza a arder la primera rueda de pólvora, columbra no muy +lejos a la fresca D.ª Teodora, al sueño constante de su existencia, más +radiante y más lozana que nunca, con sus cabellos blancos y sus mejillas +rosadas de cutis terso y brillante. Verla y emprender la marcha hacia +ella fue todo uno. Pero esta marcha en tales circunstancias era más +difícil de lo que cualquiera puede imaginarse. La gente se apiñaba a ver +los fuegos y permanecía inmóvil, formando una espesa muralla. Nuestro +jorobado la atravesó con arte diabólico, retorciéndose como una +lagartija para pasar por los agujeros más estrechos. Después de un buen +rato logró colocarse detrás de la simpática jamona. Estaba escoltada por +los dos hermanos Casanova, que la habían acompañado en unión de la +doncella. Continuaban disputándose su corazón, con empeño rabioso por +parte de D. Peregrín, con noble y severa tranquilidad por la de D. +Juan. En este certamen de amor la virtuosa y madura señorita padecía +mucho, por creerse culpable de las reyertas que a lo mejor estallaban +entre los dos hermanos. Procuraba conservar la neutralidad, pero se +echaba de ver que D. Peregrín llevaba la peor parte. Explicábale éste, +con el tono de suficiencia que le caracterizaba, algunos pormenores +interesantes de la industria pirotécnica y citaba algunos fuegos que +había visto, en su época de covachuelista, verdaderamente asombrosos. El +pobre D. Juan, que no había salido jamás del estrecho recinto de +Peñascosa y que no podía citar nada, callaba como siempre. Pero la +pulquérrima jamona le dirigía de vez en cuando una mirada suave y una +sonrisa más suave aún, que podían indemnizarle de su vida sedentaria. + +Cuando D.ª Teodora volvió la cabeza para ver quién la apretaba tanto y +se encontró con Osuna, cambió de color. Aquel maldito jorobado no la +dejaba jamás en paz. En la tertulia, en el paseo, en el teatro, en la +iglesia, en todas partes donde tuviera ocasión de aproximarse, era +sabido que se veía necesitada a sufrir el contacto asqueroso de sus +piernas y a veces de sus manos también. Osuna conocía bien el terreno +que pisaba. La bella y pudorosa jamona se hubiera caído antes muerta de +vergüenza que confesar a alguno los atentados de que era objeto. Pero +si no los confesaba, cualquiera podría cerciorarse de ellos, observando +el estado de agitación en que se hallaba. En esta ocasión el jorobado +anduvo audaz en demasía. D.ª Teodora comenzó a dar muestras tales de +inquietud que para cualquiera serían visibles. D. Juan no las vio, sin +embargo. Era un varón puro y magnánimo, incapaz de sospechar las grandes +suciedades que puede haber sobre la tierra. Pero D. Peregrín, como +hombre de mundo, concluyó por advertir algo de lo que pasaba. Espió a +Osuna con el rabillo del ojo, y cuando penetró en su espíritu +gubernamental el convencimiento de la trasgresión que se estaba +cometiendo, comenzó a roncar y silbar por la nariz como un vapor en +peligro, lanzando al mismo tiempo centelleantes miradas de indignación +al audaz jorobado. Éste prescindió en absoluto de aquellos silbidos +temerosos, y no vio siquiera la expresión fatídica de los ojos del +ex-gobernador interino de Tarragona. ¿Qué había de suceder? La caldera +del remolcador, no teniendo más desahogo que el de la nariz, estalló con +horrible estruendo. + +--¡Oiga usted, grosero, sucio, cínico, desorejado!--rugió D. Peregrín +cogiendo por el cuello al contrahecho y sacudiéndole con rabia.--Si +usted continúa en modo alguno molestando a esta señora, con esta mano +(alzando la derecha) le doy una bofetada en esta mejilla, y con la otra +(alzando la izquierda) le doy otra bofetada en la opuesta. Acto continuo +le vuelvo a usted, y con estas botas gordas que usted ve aquí le doy a +usted dos puntapiés en el trasero. + +El físico de D. Peregrín no era a propósito para infundir terror pánico +en el corazón de sus enemigos. Sin embargo, su continente severo y +administrativo como pocos y el torrente de voz grandioso con que la +naturaleza le dotara suplían bastante bien la deficiencia de otros +órganos. Además, Osuna era un ser más débil y más ruin que él. Por esto +y por el tumulto que se armó en seguida, en vez de hacerle frente, se +escurrió entre la muchedumbre y desapareció en un momento. D.ª Teodora, +al verse objeto de la curiosidad pública, se desmayó. D. Juan y la +doncella la sostuvieron. D. Peregrín siguió increpando a su enemigo +ausente. La muchedumbre rió, gritó, se agitó tumultuosamente. Al fin +todo quedó en paz, y la pudibunda jamona tornó a su domicilio, donde la +dejaremos esparciendo un torrente de lágrimas. + +Obdulia, agitada todo el día por un vivo dolor y por un deseo rabioso de +reparar la injusticia que se había cometido con su amado director +espiritual, no salió de casa ni de la cama. Estaba realmente enferma. +Tenía fiebre, la fiebre que produce en los temperamentos como el de ella +un pensamiento único que se va exacerbando por grados. Al llegar la +noche se levantó y se vistió apresuradamente. Sus grandes ojeras +azuladas se marcaban ahora de un modo chocante. Una arruga profunda, +signo de resolución inquebrantable, le surcaba la frente. Llamó a la +doncella y le manifestó que quería salir a ver los fuegos. Todo lo que +ésta hizo por disuadirla, representándole el grave daño que podía +ocasionarle el frío y la humedad de la noche, fue inútil. Cogió la +mantilla, se la echó encima de la cabeza con mano convulsa, obligó a la +doméstica a ponerse la suya y se lanzaron a la calle. El Campo de los +Desmayos hervía ya de gente. Les costó mucho trabajo avanzar hasta +colocarse en el medio. Obdulia quería a todo trance acercarse a la casa +del párroco, donde se alojaba el prelado. Había visto brillar las gafas +de éste y ocultarse en seguida en una de las ventanas. Debajo, a la +puerta misma de la rectoral, un grupo numeroso de muchachas bailaba la +giraldilla, cantando a grito pelado coplas de circunstancias +improvisadas en el momento. Aludían en ellas a la nueva iglesia, +piropeaban al obispo, al gobernador, a los próceres de Peñascosa, sin +que faltase tampoco, por supuesto, la consabida puntadita a Sarrió. + +La imaginación de la hija de Osuna trabajaba sin descanso, aumentando la +calentura que la consumía. Mas por encima de los mil pensamientos y +fantasmas que daban vueltas en ella, asomaba una idea fija, tenaz, que +la impulsaba inconscientemente a abrirse paso con los codos por la +muchedumbre, seguida de la doncella, que no comprendía el afán de su +señorita. Cuando estuvieron próximas a la rectoral, la joven se detuvo +unos minutos. Observó con el rabillo del ojo a su doncella, y cuando la +vio más absorta en la contemplación de los fuegos que se estaban +quemando, maniobró hábilmente y se alejó de ella ocultándose entre la +gente. Una vez sola, se detuvo otra vez. Después de dirigir infinitas +miradas de ansiedad y temor a la casa del párroco, después de resolverse +más de veinte veces y de arrepentirse otras tantas, al fin se deslizó +como una sombra por detrás de las muchachas que bailaban y del círculo +de espectadores que tenían en torno, y se introdujo en el portal de la +casa. Dentro de él había unos cuantos criados que charlaban contemplando +desde allí lo que podían. Tenían la puerta abierta, y Obdulia, sin +decirles palabra, se introdujo por ella y subió unas cuantas escaleras. +Pero deteniéndose de repente y permaneciendo un instante indecisa, tornó +a bajarlas y se dirigió al grupo de los domésticos. + +--¿El secretario del señor obispo está arriba?--preguntó al más +próximo. + +--¿D. Cayetano?... Sí, señora, arriba está--respondió uno de los más +lejanos. + +--¿Podría hablar unas palabras con él? + +--¿Por qué no?... Le avisaré... Suba usted conmigo. + +Ascendieron ambos por la sucia escalera de D. Miguel, pues ni por la +llegada del prelado se había limpiado. + +--Tenga usted la bondad de aguardar un momento. + +Poco después se presentaba el secretario, un clérigo de media edad, feo, +desgarbado, pero de mirada inteligente y franca. La miró con gran +curiosidad y preguntó, esforzándose en mostrarse amable: + +--¿Preguntaba usted por mí, señora? + +--Sí, señor. + +--Usted me dirá... + +--Deseo hablar con el señor obispo. + +Volvió a mirarla el secretario con mayor curiosidad aún, y después de un +instante de vacilación, apareciendo en su rostro un esbozo de sonrisa, +respondió: + +--Usted comprenderá que la hora no es oportuna... Su Ilustrísima se va a +retirar en seguida a descansar... + +--Es urgente y de mucha importancia lo que tengo que +comunicarle...--dijo precipitadamente. + +Otra vez la contempló el clérigo con penetrante mirada, advirtiendo su +agitación. + +--Bueno... Lo que puedo hacer en su obsequio es avisar a Su +Ilustrísima... No respondo de que la reciba a usted a estas horas... +Puede usted pasar a esta sala y aguardar un momento. No tardaré en +traerle la respuesta. + +Abrió la puerta del saloncito de recibo, hizo traer un quinqué y la dejó +sola. En aquel instante la joven sintió que le abandonaban todas sus +fuerzas. El corazón comenzó a darle fuertes golpes en el pecho. La +habitación se movía suavemente como la cámara de un buque. Se vio +obligada a sujetarse con las dos manos al respaldo de una butaca para no +venir al suelo. El secretario apareció a los pocos minutos, y sin +traspasar el marco de la puerta, dijo con afectada solemnidad: + +--Su Ilustrísima va a llegar en este momento. + +Obdulia cerró los ojos y se agarró con más fuerza a la butaca. Cuando +los abrió tenía delante de sí la figura imponente del prelado. + +La estancia se hallaba a media luz a causa de la pantalla que cubría el +quinqué. Los contornos de aquella figura se esfumaban en la sombra. Pero +los diamantes del pectoral lanzaban destellos y los cristales de las +gafas brillaban también con los débiles rayos de luz que sobre ellos +caían. Avanzó algunos pasos por la sala. Obdulia se dejó caer de +rodillas. + +--¿Es para algún asunto de conciencia, hija mía?--preguntole el prelado +dulcemente, dándole al mismo tiempo su anillo a besar. + +--Sí, señor--respondió la joven con voz alterada por la emoción.--Es +para un asunto de la conciencia de Su Ilustrísima. + +--¿De mi conciencia?--exclamó el obispo, irguiéndose lentamente y +dejando caer sobre ella una mirada de sorpresa y curiosidad. + +--La conciencia más pura, Su Ilustrísima lo sabe mejor que yo, está +sujeta a error. Cuando pensamos estar haciendo el bien hacemos el mal. +El alma de Su Ilustrísima es noble y es santa, según dicen todos los que +la conocen. Por algo Dios le ha elegido para apacentar su rebaño. Pero +los ojos de Su Ilustrísima no llegan a todas partes como los de Dios. Su +brazo se extiende en vano para bendecir. La bendición no alcanza a +todos. Entre los pastores que Su Ilustrísima tiene colocados para +ayudarle los hay que guardan con fidelidad y amor el rebaño, los hay +también que tienen la vista y el amor fijos en sí mismos... + +--Levántese usted, hija mía... ¿Qué quiere decir con estas palabras? + +--Lo que quiero decirle, señor--profirió la hija de Osuna con audacia, +serenándose de pronto bajo el impulso de la exaltación,--es que teníamos +en esta villa un coadjutor celoso, modelo de abnegación, de +mansedumbre, de actividad, que había logrado a fuerza de inmensos +sacrificios inspirar devoción y piedad a muchos que jamás las habían +sentido, que sin violencia ninguna había puesto en orden la parroquia y +devuelto a Dios lo que le pertenecía... Pues bien, he sabido... hemos +sabido con dolor los feligreses todos, que en vez de dejarle en el cargo +que desempeñaba interinamente, Su Ilustrísima se lo ha dado a otra +persona... + +El obispo la contempló en silencio un buen espacio. La joven, bajo +aquella mirada, que pasaba por los cristales de las gafas penetrante, +indagadora, volvió a perder la serenidad. + +--¿Es el coadjutor interino quien la envía a usted para dirigirme una +representación?--preguntó con extremado sosiego, recalcando cada sílaba +de un modo que resultaba epigramático. + +--¡Oh! ¡No, señor!--exclamó toda turbada la joven, poniéndose roja.--El +señor coadjutor no tiene aspiración ninguna. Está tan contento con el +cargo como sin él. Nada sabe ni nada quiero que sepa... He sido yo quien +por el odio que me inspira la injusticia me atreví a dar este paso... +acaso imprudentemente... + +--¡Sin acaso! ¡Sin acaso!--murmuró el prelado, sacudiendo la cabeza. + +Quedósela otra vez mirando fijamente sin pestañear, absorto en intensa +contemplación. Obdulia bajó la cabeza. + +--Hija mía--siguió diciendo gravemente,--la juventud tiene sus derechos. +Puede ser aturdida, imprevisora, gozar sin medida de los dones con que +Dios nos ha favorecido, vivir ofuscada sin el pensamiento del pecado... +Pero la juventud no tiene derecho a jugar con nuestra salvación eterna, +con la vida y con la muerte. La Santa Iglesia Católica tiene sus +ministros encargados de velar por la fe. Yo, aunque indigno, soy uno de +ellos y soy responsable ante Dios y ante el Sumo Pontífice de mis actos. +No he aprendido en ningún Santo Padre ni en ninguna decretal que los +prelados tuviéramos que dar cuenta de ellos a las niñas como usted... + +--¡Oh, señor obispo... yo no quería!... + +--Escuche usted, escuche usted con paciencia, hija mía, escuche usted de +rodillas a su prelado. + +Obdulia se arrodilló de nuevo llena de confusión, roja como una amapola. +La figura corpulenta del obispo se agrandó desmesuradamente delante de +sus ojos; su blanca cabeza coronada por el morado solideo resplandecía +de majestad. + +--Los cargos de la Iglesia católica no deben ser empleos codiciados: no +se buscan, se aceptan con humildad y resignación. Cuanto más alto, más +duro y espinoso es para el que quiere servir a Dios. Usted, al hablar de +injusticia, los ha considerado por lo visto como una granjería, y ha +pecado gravemente. Si no he dado el cargo de coadjutor a la persona por +quien usted se interesa, esa persona debe agradecérmelo, pues la he +librado de muchas terribles responsabilidades que dificultarían su +salvación eterna. + +Obdulia, viendo el rayo marchar otra vez hacia su confesor, halló +palabras para desviarlo. + +--Vuelvo a decirle, señor obispo, que el padre Gil nada sabe de este +paso... que se morirá de pena y de vergüenza si llega a conocerlo, +porque es la modestia y la humildad personificadas. La estimación y el +respeto que le profeso, como todos los vecinos de este pueblo, y mi +deseo de ver la parroquia en orden y bien servida, me impulsaron en un +momento de ligereza a acudir a Su Ilustrísima... + +--Pero ¿no comprende usted, hija, que al dar este paso, extraño en una +joven sensata y piadosa, se compromete usted, y lo que es peor, +compromete usted a un sacerdote gravemente? + +--¡Oh Virgen Santa! ¿Qué he hecho?--exclamó la joven tapándose la cara +con las manos.--Sí, sí, comprendo ahora que he sido una loca, que +tratando de hacer un bien he causado un terrible mal... Su Ilustrísima +me desprecia y tiene razón, porque no soy más que una pobre tonta... +Pero no es eso lo malo... Lo horrible es que de aquí en adelante estará +prevenido contra un pobre inocente... ¡Jesús de mi corazón, qué +tentación ha sido la mía!... + +Y rompió a sollozar perdidamente murmurando frases ininteligibles. El +prelado se inclinó hacia ella y le habló con dulzura. + +--Sosiéguese usted, hija mía. Sosiéguese usted y aprenda que un sucesor +de los Apóstoles no puede sentir prevención ni odio. Si usted ha pecado, +pida la absolución a su confesor. Serénese usted, que ningún mal ha +causado más que a sí misma... Ni el inocente ni el culpable tienen nada +que temer de mí. Que lo teman todo de Dios... + +Después de pedir muchas veces perdón y derramar infinitas lágrimas, +Obdulia besó otra vez con devoción el anillo del prelado, y se levantó. +Sin alzar los ojos del suelo murmuró débilmente: + +--Adiós, señor obispo. Perdone Su Ilustrísima el disgusto que le he +causado, y olvídelo. + +--Que la Virgen Santísima la proteja, hija mía. Rece una salve por mí, +que bien la necesito--respondió el prelado, dejándola pasar y mirándola +con expresión de lástima hasta que traspasó la puerta. + +Salió aturdida, loca de vergüenza, con las manos trémulas y las mejillas +encendidas. En cuanto llegó a casa se metió en la cama, con una fiebre +altísima. + + + + +XI + + +Ya está descifrado el enigma, padre Gil--dijo D. Álvaro desde su butaca +viéndole entrar. La sonrisa con que acompañó estas palabras era tan +contraída y extraña que daba frío. + +--¿Qué enigma?--preguntó el P. Gil, un poco agitado por el +presentimiento de alguna desgracia. + +--No se asuste usted; no es el de la Creación: un enigma más modesto, el +de la venida de mi mujer a Peñascosa hace unos meses... Entérese usted +de esa carta. + +El joven presbítero tomó de las manos del mayorazgo la que le presentaba +y se puso a leer: + + * * * * * + +«Mi querido Álvaro: Acabo de saber que Joaquina dio a luz hace seis +días un niño, el cual se ha inscrito en la parroquia y en el registro +civil con tu apellido. He procurado informarme, y me han dicho que era +perfectamente legítimo, puesto que tu esposa ha estado en Peñascosa hace +unos meses y ha dormido en tu misma casa. Te escribo apresuradamente +para preguntarte si es cierto. Lo dudo mucho, porque no me has dicho +jamás una palabra del asunto. Contéstame inmediatamente. + +JULIO.» + + * * * * * + +El P. Gil dejó caer los brazos, dobló la cabeza y murmuró sordamente: + +--¡Qué infamia! + +El mayorazgo soltó una carcajada. + +--Pero ¿aún cree usted que hay infamias en el mundo? ¿De qué le sirve a +usted tanto como ha leído? Quisiera que me explicase cómo es posible +hacer porquerías dentro de una letrina. Por lo visto, todavía se +encuentra usted asistiendo a la primera representación de la comedia. Yo +estoy en la segunda, y puedo decir anticipadamente lo que ha de suceder. + +--De todos modos, D. Álvaro, me duele en el alma esta indignidad que con +usted se ha cometido sin merecerla. + +--¿Indignidad? ¿Llama usted indigna a la araña que ahoga a la pobre +mosca en su tela, o al milano que cae sobre el inocente polluelo y lo +arrebata por el aire? Pues la misma fuerza infame (¡ésa sí que es la +infame!), la misma fuerza que mueve a la araña y al milano es la que +habita dentro de mi mujer. La mosca, el pollo y yo merecemos la misma +suerte por haber nacido. _Porque el delito mayor--del hombre es haber +nacido_, ya lo ha dicho Calderón, que era sacerdote como usted. + +El P. Gil meditó unos momentos, y dijo al cabo, como si se hablase a sí +mismo: + +--No puedo acabar de persuadirme a que en nosotros no exista más que la +fuerza ciega; que esta luz que de vez en cuando brilla en el corazón de +los hombres, y que se llama unas veces justicia, otras amor y +abnegación, dependa exclusivamente de combinaciones químicas. La infamia +es infamia siempre, y despierta en nuestro espíritu un sentimiento de +repugnancia. La araña y el milano no saben que hacen el mal, pero su +esposa lo sabe. + +--¿Y qué importa? Dote usted a la bestia con la conciencia de sus actos +y habrá usted formado al hombre. La conciencia no es más que una +antorcha. Los crímenes lo mismo pueden ejecutarse en las tinieblas que a +la luz. Si yo pensase, como usted, que hay un Dios creador consciente de +todos los seres, le mandaría un «besa la mano» felicitándole por haber +formado una criatura tan amable y encantadora como mi mujer y dándole +las gracias por haberla reservado para mi uso particular. +Desgraciadamente no puedo representarme a ese Dios recibiendo en bata y +zapatillas mis tarjetas de felicitación. Creo más bien que ella y yo +somos víctimas de la lógica. La vida tiene por objeto inmediato el +dolor... Saque usted la consecuencia. Mi mujer nació con uñas para +desgarrar. Yo nací con un corazón blando a propósito para ser +desgarrado. Sería una contradicción que ella no arañara y que yo no +fuese arañado. + +--¡Y sin embargo, usted ha amado a esa mujer con toda su alma! + +--¡Ah, sí!--exclamó el hidalgo, cerrando los ojos y pasando su mano +descarnada por la frente.--¡La he amado!... Por un momento fui +comparable a los inmortales del Olimpo. La felicidad cantó dentro de mi +alma el himno más hermoso que acompañó jamás a sus divinos juegos. El +sol se levantaba y se acostaba tan sólo para dorar mis ilusiones. El mar +estaba murmurando ahí únicamente para reflejar las imágenes de oro que +cruzaban por mi mente... Ningún hombre fue cazado por la especie con más +precauciones, con más exquisito cuidado... Todos los lazos que nos +tiende la Naturaleza para realizar su plan misterioso se pueden evitar; +hasta la misma voluntad de vivir se puede vencer; yo la he vencido, +pues que apetezco con ansia la muerte. Pero esta voluntad de perpetuarse +que se manifiesta en toda la especie, esta fuerza soberana que empuja a +un individuo hacia otro de sexo diferente, crea usted, padre, que es +insuperable... ¡Qué brazo tan bien torneado! ¡Qué espaldas de alabastro! +¡Qué modo tan fascinador de quitarse los guantes y agitar su dedo +meñique, que tenía lindísimo! + +--No conozco el amor, pero sé que hay dos clases: uno el que tiene por +objeto exclusivamente el goce sensual que nos equipara a los brutos, y +otro el amor puro de dos almas que se completan, de dos corazones que se +unen para gozar y padecer al mismo tiempo, para formar uno solo hasta la +muerte. Éste es el amor que nos ennoblece, el único digno del ser humano +y que merezca tal nombre. + +--En efecto, eso creen todos los poetas cursis y todas las niñas +opiladas... Pero usted es una persona formal y no puede pensar semejante +disparate. Todo amor, por tierno y sublime que sea, tiene su raíz en el +instinto natural de los sexos: no es más que ese instinto +individualizado. ¿Ha visto usted alguna vez unirse un corazón de diez y +ocho años con otro de ochenta para formar uno solo? Y sin embargo, el de +ochenta puede ser tanto y más noble y bondadoso que el de diez y ocho. +Suprima usted la voluptuosidad, y ¿cuántos serían los hombres que se +unieran a una mujer y soportaran la carga de los hijos y las +innumerables molestias del matrimonio por el solo gusto de completar su +espíritu? El amor no es más que una treta de la Naturaleza, padre. Para +vencer nuestro egoísmo, que es muy grande, nos engaña con una ilusión, +haciéndonos creer que lo que deseamos es nuestra felicidad, cuando sólo +es el bien de la especie. El individuo es el esclavo inconsciente de... + +Un violento golpe de tos le cortó la palabra. Pidió por señas al P. Gil +el pañuelo que tenía sobre la mesa y se lo llevó a la boca. Cuando lo +separó, estaba manchado de sangre. Una sonrisa de tristeza mortal +contrajo sus labios al contemplar aquella sangre. + +--Ésta es la única amante que no engaña jamás, padre--dijo mostrando el +pañuelo al joven presbítero, que había empalidecido.--Vea usted el beso +que acaba de darme. Mañana me dará otro más prolongado; después otro y +otro, hasta que me coja entre sus brazos fríos y me estreche +eternamente. + +Y lo terrible del caso era que tenía razón. La salud de D. Álvaro, que +jamás había sido completa, se arruinaba sensiblemente desde hacía una +temporada: tal vez desde la visita inopinada de su esposa. Habíase +demacrado mucho más, con estarlo siempre bastante. El color, de pálido +daba ya en terroso; los ojos habían perdido en movilidad y ganado en +brillo; las manos parecían las de un esqueleto. + +Desde que supo la cobarde y traidora intriga urdida para que sus bienes +fueran a parar al fruto de los adúlteros, no levantó cabeza. Bebió el +cáliz del dolor hasta las heces. Lo bebió con la sonrisa en los labios +para no desmentir sus teorías, pero el veneno produce siempre su efecto; +le abrasó las entrañas. La tos fue en aumento, los esputos +sanguinolentos también. Pasaba las noches enteras sin poder conciliar el +sueño. Comenzaron a darle algunos ataques de disnea. Todo hacía +presagiar un próximo y funesto desenlace. + +En aquellos días se operó una crisis interesante en el espíritu +atormentado del P. Gil. El materialismo pesaba como una losa sepulcral +sobre su corazón. Pero dentro de aquel sepulcro el espíritu idealista +del sacerdote se revolvía incesantemente, luchaba con ansia por salir al +aire libre y respirar una atmósfera más pura. El afán de sacudir la +lepra que le iba royendo poco a poco le impulsó a estudiar los sistemas +de metafísica dogmática antiguos y modernos. Fue una felicidad para él +que el obispo hubiese nombrado coadjutor al P. Narciso. Tenía mucho más +tiempo disponible y el espíritu más libre. Entregose de nuevo a la +lectura con ardor febril. Por delante de su vista asombrada desfilaron +todas las grandes concepciones del entendimiento humano, los esfuerzos +colosales, sublimes, llevados a cabo por el hombre para dar una +explicación satisfactoria al gran problema de la existencia. De muchos +de ellos tenía noticia, pero era vaga, incompleta y a veces falsa, como +que procedía de las citas de los libros que había manejado en el +seminario. Al estudiarlos ahora en sus fuentes se sintió poseído de una +admiración que semejaba al estupor. La grandeza, la perfección +maravillosa de algunos de estos sistemas parecía insuperable y fascinó +su alma. Por momentos, cuando acababa de examinar alguno, le parecía +haber levantado el velo de la verdad para siempre. Aquel sabio y +portentoso engranaje de todas las verdades parciales para obtener la +verdad total satisfacía la aspiración de su mente hacia la unidad. +Además, aquellos sistemas le devolvían a Dios. No se lo devolvían como +él lo quería, personal, providente, atento a las oraciones de los +hombres, pero al fin lo alzaban sobre el Universo material como su +principio y su razón. Ya no andábamos perdidos como tristes náufragos en +el océano turbulento de las fuerzas físicas; ya teníamos algo a donde +levantar los ojos y el corazón. El malo volvía a ser malo, y el bueno, +bueno. Y como hombre de espíritu lúcido no se fijó en la contradicción +superficial de los sistemas, que tanto impresiona y desencanta al +vulgo. Fue más allá y vio claramente que, por debajo de esta aparente +lucha, los sistemas de la filosofía moderna idealista se besaban +fraternalmente. Todos estaban empapados en el mismo idealismo panteista. +Penetrando aún más, advirtió que la filosofía alemana se daba la mano +con la griega al través del desierto de la Edad Media. + +Por desgracia, el último filósofo que leyó fue a Kant, debiendo ser el +primero. Al recorrer las primeras páginas de la _Crítica de la razón +pura_, sintió la impresión extraña del que va a contemplar un paisaje y +le faltan los pies. + +Estaba avezado a no pensar en el suelo, y hete aquí que de repente se +hunde. Para conocer las cosas es preciso averiguar antes si podemos +conocerlas. Y el resultado que iba deduciendo de la lectura es que de +las cosas no podemos conocer más que la apariencia. Nuestros +conocimientos no son, en último término, más que percepciones; las +percepciones, impresiones, modificaciones de nuestro propio ser. Todo +es, pues, una pura representación. El instinto le obligó a buscar con +anhelo tierra firme; pero cuanto más se esforzaba en levantar los pies, +más se hundía, a imagen de los incautos que penetran en un terreno +pantanoso. Alzábase repentinamente y quería apoyarse en esas nociones +firmísimas que jamás han faltado al entendimiento humano, en las +nociones de Tiempo y Espacio. El filósofo de Koenisberg le demostraba +poco a poco, con lógica inflexible, que el Espacio y el Tiempo no son +seres reales, ni tampoco propiedades de estos seres, sino tan sólo +formas de la percepción que tocan a las cualidades de nuestro espíritu y +no a la realidad externa. Buscaba después con ansia apoyo en el enlace +constante de la causa con el efecto. Kant le hacía ver que este enlace +no es más que el encadenamiento no interrumpido de los _cambios_ +sucediéndose en el tiempo, que cada _efecto_ es un cambio y cada causa +también. Por lo tanto, que es tan absurdo pensar en una causa primera de +las cosas como en el sitio en que termina el espacio o el instante en +que el tiempo ha comenzado. + +El pánico se apoderó de su alma como nunca. El positivismo materialista +le dejaba algo: la materia era una realidad; sus relaciones también. +Además, nunca se había entregado a él, por más que agitara en su mente +dudas violentísimas. Pero ahora quedaba solo, sumido en completa +oscuridad, lo mismo acerca del universo que nos envuelve, como de su +propia existencia y destino. Luchó, pues, con las ansias del que va a +morir, con la desesperación del náufrago que disputa a otro el socorro +de una tabla. Discutió las proposiciones del libro una por una. Era el +combate de un niño con un atleta. Cada una de aquellas proposiciones +había sido meditada en todos sus aspectos largamente por el pensador más +profundo de su siglo y también por el más prudente. ¿Qué fuerza habían +de hacer sus débiles manos contra baluartes fabricados con tanto esmero? +Su espíritu sobrexcitado imaginaba un argumento; lo apuntaba en la +margen del libro; lo juzgaba inexpugnable. A la página siguiente se +encontraba con que el filósofo ya lo había tenido en cuenta y lo +deshacía de un soplo. + +¡Lucha triste y cruel! Lanzaba, en el frenesí de su cólera y pavor, una +granizada de golpes al pecho del viejo atleta. Éste permanecía inmóvil +como una roca. Luego, con burlona calma, dejaba caer su mano de hierro +sobre la frente del sacerdote y le hacía rodar por el suelo. Alzábase +vivamente y acometía de nuevo con mayor ardimiento, y otra vez volvía a +caer aturdido por el golpe. Se aproximaba al término del libro. Sentía +ya sus fuerzas agotadas. Quiso, no obstante, tentar un último esfuerzo +contra aquella lógica abrumadora y desembarazarse de los lazos que le +aprisionaban. Todo fue inútil. El hércules alemán le sujetó entre sus +brazos poderosos, le sacudió unas cuantas veces, cual si fuese de paja, +y por último lo arrojó con violencia al suelo. + +Ya no pudo levantarse. Cuando despertó de su aturdimiento se confesó que +estaba vencido. El mundo se le ofreció entonces claramente como su +propia representación. Todo lo que existe no existe más que por el +pensamiento. El filósofo de Koenisberg no quiso sacar esta consecuencia; +pero estaba bien clara; no había otra posible para sus terribles +premisas. Ese sol que nos alumbra, ese mar que ruge a nuestros pies, +esos mundos que pueblan el espacio son otras tantas representaciones de +nuestro pensamiento. Sólo sabemos de ellos que hay un ojo que los ve. El +centro de gravedad de la existencia recae en el sujeto y es un fenómeno +de su cerebro. Todo este universo tan rico y tan vario, todos los seres +grandes y pequeños, los astros como los insectos, tienen suspendida su +existencia de un hilo muy delgado, el hilo de la conciencia. El mundo +guarda mucha semejanza con un sueño, una quimera... Y de ese Dios +creador de las cosas, padre de los hombres, ¿qué sabemos? Jamás sabremos +nada. Desde el momento en que el mundo y el orden del mundo son puros +fenómenos determinados por nuestra inteligencia, no tiene razón de ser +una Inteligencia Suprema. Había llegado la hora de poner a Dios a la +puerta y despedirlo con todos los honores de un rey destronado +legalmente. + +Pálido, anhelante, con el cuerpo rendido a la fatiga y el alma deshecha +de dolor, el P. Gil permanecía extendido en su pobre sillón. Tenía el +libro abierto sobre las rodillas, los brazos pendientes, los ojos +cerrados. Por los intersticios de sus pestañas comenzaron a rezumar +algunas lágrimas, que bajaron trémulas y silenciosas por sus mejillas. +Era la imagen triste del vencido. Poco después su cuerpo delicado se +estremeció, contrajéronse los rasgos de su fisonomía dulce y apacible, y +sacudió su pecho un sollozo. Se llevó las manos al rostro y lloró con +desconsuelo. + +--¡Nada, nada!... ¡Nunca sabremos nada! + +Su ama D.ª Josefa quedó estupefacta al penetrar en la estancia y +encontrarle de aquel modo. El excusador levantó la cabeza y se apresuró +a volverla en seguida para que la buena mujer no advirtiese su estado; +pero ya era tarde. + +--¿Cómo?... ¿Está usted llorando, señor excusador? ¿Qué le ha pasado, +criatura? ¡Virgen de la Soledad! Si tuviera padres o hermanos, creería +que se le había muerto alguno... Apuesto a que ese narizotas de D. +Narciso le ha dado otro disgusto. ¡Desprécielo, D. Gil, desprécielo! + +--¡Oh, no! ¡Cuidado con las injusticias, doña Josefa!--se apresuró a +decir el joven.--Nadie me ha causado disgusto alguno. Estas lágrimas +provienen de un malestar nervioso que siento hace días. + +--¡Si ya se lo decía yo! Usted trabaja demasiado... Esos dichosos +libros, que quisiera ver quemados... + +Aquí D.ª Josefa enjaretó una larga catilinaria, declarándose en +principio sectaria devota del califa Omar. El P. Gil la atajó antes de +terminar. + +--¿Qué venía usted a decirme, D.ª Josefa? + +--¡Ah, se me olvidaba! Su madrina manda recado de que el hermano se está +muriendo: que vaya usted en seguida y que lleve los santos óleos. + +--¡Jesús!... ¡Vaya por Dios! ¡Vaya por Dios!... No pensé que fuera para +tan pronto... ¡Pobre D. Álvaro!--exclamó levantándose vivamente y +apresurándose a ponerse los manteos y el sombrero. + +--¡Bah! ¡Un hereje que no ponía los pies en la iglesia! ¿Qué importa que +se muera? Cuanto primero se lo lleven los demonios, mejor. + +El excusador le dirigió una mirada tímida y ansiosa. No se atrevió a +protestar de la barbarie: temía que penetrara en su alma y leyera sus +sacrílegas dudas. + +Después de pasar por la iglesia y recoger los óleos, penetró en el +vetusto palacio de Montesinos. El día estaba encapotado. La lluvia caía +tristemente con una pertinacia que sólo se conoce en aquella región de +la Península. Salió a abrirle, como siempre, Ramiro. El viejo doméstico +estaba desencajado. Parecía que le habían echado en pocos días diez años +encima. Así que vio al sacerdote le cogió, con sus manos trémulas, por +las muñecas y exclamó con voz alterada: + +--¡Se muere, D. Gil! ¡Se muere! + +Y un raudal de lágrimas corrió por sus mejillas surcadas de arrugas. + +--¿Está tan grave? + +--¡Se muere! ¡Se muere!... ¡Ha sido ella, sí, ella!... Pero yo la +mato... ¿sabe usted? la mato... Después que me maten a mí... que me +echen al mar... Quiero vengar a mi señorito... ¡Yo mato la zorra, yo! + +El anciano, sin saber de dónde la sacaba, apretaba al mismo tiempo con +tal fuerza las muñecas del presbítero que a éste le costó trabajo +reprimir un grito de dolor. + +--¡Calma, Ramiro, calma! Lo que ahora nos toca es atender al enfermo y +ver si podemos aliviarle. + +--Suba usted conmigo, señor excusador. No hay esperanza... El médico lo +ha dicho... ¡Pobre señorito de mi alma!... ¡La mato, la mato! + +En el gran patio, toscamente empedrado, la lluvia producía ruido +lúgubre. Subieron la escalera deteriorada y sucia del principal. Ramiro +iba llorando y murmurando amenazas. Ascendieron después al segundo. El +viejo empujó la puerta del cuarto de su amo, y el sacerdote se detuvo, +impresionado por el espectáculo que se ofreció a su vista. D. Álvaro +Montesinos yacía en la cama, más bien reclinado que extendido, con una +pila de almohadas detrás de la espalda; yacía presa de un síncope o +ataque de disnea, con los ojos cerrados y la boca entreabierta, sacudido +de vez en cuando su mísero tórax por un hipo aciago. No había a su lado +más que D.ª Eloisa y una criada. Aquélla le daba con un abanico aire, +que el enfermo instintivamente trataba de recoger. Ofrecía ya en su +fisonomía todos los signos de la muerte. + +D.ª Eloisa, al sentir el ruido de la puerta, volvió su rostro bañado de +lágrimas, e hizo seña al sacerdote para que se aproximase. + +--Hace un cuarto de hora que está en el ataque--dijo con voz de +falsete.--Puede quedarse en él... ¿Quiere usted ponerle la Santa Unción? + +Ni las ideas del enfermo, ni el caos que reinaba en aquel momento en su +cabeza le estimulaban a hacerlo. Sin embargo, el P. Gil abrió como un +autómata la caja de los óleos y se dispuso a imponer el último +sacramento a su desdichado amigo. Hubo que alzar un poco la ropa para +ungirle los pies. D.ª Eloisa y la criada se volvieron; marcharon hacia +un rincón de la estancia y sollozaron fuertemente. La lluvia batía en +aquel momento los cristales emplomados del balcón con triste repiqueteo. +Las cortinas sucias ya, de muselina antigua, cernían tenue claridad en +la alcoba. El P. Gil, con mano trémula, iba cumpliendo su piadoso +oficio, mientras el último vástago de la casa Montesinos yacía sin +conocimiento, con la terrible palidez de la muerte impresa en sus +facciones. Cuando estaban a punto de terminar, serenose un tanto el +pecho del enfermo. Poco después abrió los ojos y paseó una mirada de +sorpresa y aun de espanto por la estancia. Tornó a cerrarlos. Al cabo de +un momento los abrió, miró fijamente al P. Gil, dirigió después la vista +a los óleos que tenía en la mano, y sus labios amoratados quisieron +plegarse con una sonrisa. + +--¡Al fin me han untado ustedes!--dijo con voz apenas perceptible.--Han +hecho bien... Pero esta máquina ya no anda, por mucho aceite que ustedes +la echen... + +El P. Gil dirigió una mirada expresiva a doña Eloisa. Ésta exclamó con +angustia: + +--¡Acuérdate de Dios, hermano mío! + +--Me acuerdo mucho, querida... Le estoy muy agradecido. + +El P. Gil quiso evitar una escena repugnante. Hizo seña a D.ª Eloisa y a +la criada de que se retirasen, como si fuese a confesarle. Las mujeres +se apresuraron a cumplir la orden, ávidas, sobre todo la hermana, de +que el moribundo se reconciliase con Dios. + +--Aunque hace ya mucho tiempo que no hemos hablado de asuntos +religiosos--dijo el padre Gil, sentándose al pie de la cama e inclinando +su cabeza hacia el mayorazgo,--presumo que sus ideas no habrán cambiado +desde la última vez que hemos discutido. Sin embargo, en estos momentos +en que su vida corre algún peligro, ¿no siente usted la necesidad de una +fe que le alumbre en las tinieblas en que puede ser envuelto, de alguna +esperanza que le consuele en este amargo trance? + +--Ninguna... He llegado felizmente al desenlace de la horrible +comedia... Todos los hombres juegan en ella un papel bien poco airoso... +El mío ha sido tristísimo... + +--Verdad, D. Álvaro... Es usted uno de los hombres más desgraciados que +he conocido. Por lo mismo creo que, o no hay justicia en el cielo, o +recibirá en él la recompensa de sus dolores si se arrepiente en este +instante de sus pecados... y también de sus ideas anticristianas. + +Estas últimas palabras las pronunció el padre Gil en voz más baja, como +si sintiera vergüenza. + +--Ni en el cielo ni en la tierra... hay esa justicia ridícula que usted +supone... Pero hay otra más grande... y se va a cumplir ahora. + +--Y tantos dolores como usted ha experimentado, ¿serán infructuosos? +¿No se cree usted con derecho a una compensación? + +--No... Soy profundamente culpable por el hecho de haber nacido. + +--Eso es horrible, D. Álvaro, y además absurdo. Los dolores de este +mundo nos hacen creer que éste es un pasaje de tránsito y prueba, que +después de esta vida, triste y amarga, hay otra eterna donde nuestra +alma inmortal gozará al fin la felicidad más pura. Usted, que ha +padecido más que los otros, gozará de mayor premio. + +--¡Oh, no!... ¡No quiero premios!... ¡No quiero vida futura!... Quiero +reposar... ¡reposar eternamente!... ¡Qué dulce... es esta palabra, +padre!... ¡No sentir ya nunca más los latigazos de la naturaleza ni las +puñaladas de los hombres!... ¡No sentir este cuerpo miserable que tanto +me ha hecho padecer! ¡No sentir los dientes de esa infame royéndome el +corazón lentamente!... Escuche usted, padre... Si usted me tiene +siquiera un poco de lástima... no intente quitarme esta última +ilusión... Si sabe usted que hay cielo, cállelo... No turbe usted, por +cuanto más haya querido en el mundo, esta paz bendita en que voy a +entrar... + +El P. Gil, sacudido por un estremecimiento de tristeza y compasión, +comenzó a llorar. + +--Gracias... gracias por esas lágrimas--dijo el enfermo sonriendo.--Al +mismo tiempo dejó caer su mano, trasparente como la porcelana, sobre la +del sacerdote y la apretó suavemente. + +Hubo un largo y triste silencio. El P. Gil, con la mirada extática, +clavada en el balcón, meditaba. El moribundo, con los ojos cerrados, +parecía prepararse a conciliar el sueño dulce que anhelaba. La estancia +se oscurecía por momentos fuertemente y en otros se esclarecía, +revelando la espesura de las nubes que interceptaban la luz del sol. + +--Pero ¿no siente usted horror a la nada, al aniquilamiento +absoluto?--exclamó al fin el P. Gil con cierta violencia, como si +argumentase contra su propio pensamiento. + +El mayorazgo abrió los ojos sorprendido. + +--¿Cómo?... ¿Si no tengo miedo a la nada?... ¡Oh, no! A lo que tengo +miedo es a la vida... Todos se casan con ella al nacer, y a todos les +sale p... Unos lo dicen como yo... Otros lo callan por vergüenza, como +hacen la mayor parte de los maridos. + +--¿Y si Dios le condenase después de esta vida a eternos tormentos por +haber blasfemado tanto? + +El moribundo sonrió con trabajo. + +--Eso lo han inventado ustedes los clérigos... para turbar la paz de +esta hora... de esta hora dichosa... Pero yo la he comprado demasiado +cara para desprenderme de ella... + +Hubo otro largo silencio. El enfermo volvió a cerrar los ojos. Aparte de +cierta extraña agitación en los dedos, su actitud tranquila confirmaba +el sentido de sus palabras. Parecía estar gozando con voluptuosidad de +la insensibilidad que poco a poco penetraba en su ser, de los preludios +de la nada. + +--Y sin embargo--concluyó por decir el P. Gil, exhalando un suspiro y +con los ojos clavados siempre en el balcón,--¿no sería infinitamente más +dulce esta hora si fuese la entrada de una nueva vida, si por nuestra +alma bajase una legión de ángeles que la llevasen a gozar de Dios +eternamente, como creemos los cristianos? + +El mayorazgo alzó un poco los ojos e hizo signos de negación con la +cabeza. Volvió a cerrarlos. Pero haciendo al cabo de algunos instantes +un esfuerzo para incorporarse, dijo con voz más firme: + +--Para que la vida en otro mundo me fuese soportable... sería forzoso +que trasformasen mi ser por completo... Mi carácter por sí sólo bastaría +para aburrirme... Déjeme usted reposar en paz... Deje usted, padre, que +se destruya el error fundamental de mi existencia... Ni yo ganaría nada +con perpetuarme... ni el Universo tampoco... Ahí quedan otros millones +de seres encargados de sostener el fardo de la vida. + +--¡Pero es horrible entrar en una noche sin límites, eterna! + +--No tal... La vida es una pesadilla... La muerte es un sueño +tranquilo... + +Cerró de nuevo los ojos. El P. Gil le apretó cariñosamente la mano, +exclamando: + +--¡Quién sabe! + +La mano del moribundo se estremeció levemente. El excusador no volvió a +desplegar los labios. Inclinó la cabeza sobre el pecho y cerró también +los ojos, apretándolos con las yemas de los dedos, cual si tratara de +contener el torrente de pensamientos que se escapaban de su cerebro. El +viento y la lluvia habían cesado. No se oía en la estancia más que el +rumor lejano de las olas batiendo contra los peñascos. + +La meditación del sacerdote fue larga y dolorosa. La hoja aguda y fría +del escepticismo penetraba en sus entrañas: una mano cruel la revolvía +sin piedad para desgarrárselas mejor. Lo que aquel hombre, enloquecido +por el dolor, decía quizá no fuese cierto. Pero ¿lo era lo que afirmaba +el cristianismo? Éste, en último resultado, también era una tentativa +para explicar la Existencia y el Universo, más hermosa, más consoladora +que las demás... pero al fin una tentativa. Ninguna seguridad podíamos +tener de ella, pues que no la tenemos de nuestra facultad de conocer las +cosas. + +Cuando al cabo de un rato largo levantó la cabeza, el susto que recibió +le hizo dar un salto en la silla. D. Álvaro se estaba muriendo. Tenía la +boca abierta y recogía en silencio el aire, que ya no bastaba a mover +sus deshechos pulmones. + +--¡D. Álvaro! ¡D. Álvaro!--le gritó, sacudiéndole. + +No respondió. El P. Gil cogió el abanico que estaba sobre la mesa de +noche y se apresuró a darle aire. Al mismo tiempo gritó: + +--¡Madrina! ¡madrina! ¡Venga usted! + +D.ª Eloisa y la criada se precipitaron en la habitación. En vano +trataron de reanimar al moribundo dándole aire después de incorporarle, +abriendo el balcón, frotándole los pies con un cepillo, haciendo todo lo +que les sugería en aquel momento su imaginación. Era el último ataque de +disnea. Abría de vez en cuando la boca. Movía los dedos con ligeras +sacudidas. Pero su fisonomía se iba inmovilizando rápidamente. El hombre +trasmigraba a la estatua; el alma se convertía en piedra. + +Aspiró tres o cuatro veces seguidas el aire y quedó rígido, inmóvil, con +los ojos y la boca entreabiertos. + +D.ª Eloisa se abrazó a él sollozando y cubrió de besos su faz +cadavérica. La criada rompió a gritar como si la estuvieran golpeando. +El padre Gil se dejó caer de rodillas y se puso a leer en voz baja por +su breviario. + +Al cabo de un rato D.ª Eloisa y la criada también se arrodillaron al pie +del lecho y oraron. Pero aquélla, viendo asomar una lágrima por entre +las pestañas de su hermano, se levantó prontamente y la recogió con el +pañuelo. Era la lágrima que vierten los que acaban de morir; lágrima de +protesta de la criatura contra el poder aciago que la ha sacado de la +nada sin pedírselo. + +--¡Mire usted, padre, qué sosiego, qué quietud tan dulce respira su +fisonomía!--exclamó la buena señora, contemplando a su hermano con ojos +de dolor y ternura.--¡Bien se conoce que al fin se ha reconciliado con +Dios! + +El sacerdote dejó caer el libro sobre el lecho y se tapó el rostro con +las manos. + + + + +XII + + +Obdulia manifestó a su confesor que estaba resuelta a dejar el mundo y +consagrarse por entero a Dios en un convento. No pudo darle noticia más +grata. Hacía ya mucho tiempo que las preferencias, la exagerada sumisión +y hasta idolatría que la joven devota se complacía en mostrarle +inquietaban al P. Gil. La última extravagancia que había cometido, y de +la cual le enteró el secretario del obispo, le puso en un estado tal de +confusión y enojo que en muchos días no quiso hablar con ella, ni menos +se avino a confesarla. El suceso había trascendido y se comentaba mucho +y se reía no poco también. Claro que quien perdía principalmente era +ella; pero de reflejo también se menoscababa la dignidad del sacerdote. +La joven estaba avergonzada. No se presentaba en público ni en casa de +sus amigas, y hasta procuraba ir a la iglesia a las horas en que no +hubiese gente. Pero estaba aún más afligida, con la actitud de su +confesor, que avergonzada. Quizá por esto, y para granjearse de nuevo su +voluntad, le fue a noticiar una tarde al confesonario la determinación +que había tomado. + +No vaciló en darle su consentimiento. Una devoción tan exaltada, un +anhelo tan vivo de penitencia y sacrificio se hallarían más a su grado +entre las paredes de un convento que en medio de las impurezas de la +vida mundanal. A decir verdad, siempre le había sorprendido un poco que +su penitenta no se acordase de la vida monástica, tan conforme con sus +inclinaciones. Luego, la edad a que había llegado, traspuesta ya la +primera juventud, no hacía temer que su resolución fuese hija de un +deseo efímero, de una fugaz exaltación romántica, como suele acaecer a +las niñas de quince a veinte años. No sólo, pues, se manifestó conforme, +sino que la alentó con suaves palabras a persistir en ella y a llevarla +a cabo en el plazo más corto posible. Quedó en principio acordado entre +ambos que se buscarían los medios más adecuados para ello. El P. Gil, +aunque no se lo confesase claramente, estaba contentísimo de librarse +de aquella inquieta y enfadosa beata, que a todas horas le molestaba, y +que el día menos pensado podía comprometerle gravemente. + +Se trató la cuestión de convento. El P. Gil deseaba que fuese al de +Agustinas de Lancia, pero la joven prefirió una regla más estrecha. En +un pueblecito de Castilla llamado Astudillo existía un convento de +Carmelitas Descalzas, donde estaba de superiora una prima suya. Era un +retiro dulce, remoto; no había más que diez o doce monjas: un rinconcito +del cielo, como le decía cierto capellán que lo había visitado. A ése se +empeñó en ir, y su confesor no tuvo al fin más remedio que ceder. + +Quedaba la cuestión más grave; el permiso de su padre. Obdulia la +presentó desde luego como muy ardua. Osuna no tenía más hija que ella. +Era verosímil que se resistiera a perderla para siempre. Mostrábase +reacia, temerosa, para hablarle: dejó trascurrir días y días sin +intentarlo. El P. Gil la animaba representándole que nada reprobado iba +a solicitar de él. La resolución de retirarse del mundo era buena y +piadosa para la Iglesia. Para los que no creyeran en ésta, indiferente, +nada tenía de inmoral; dependía en un todo del gusto o vocación de la +persona. Si un padre consiente que un hijo se case o elija carrera +acomodada a sus aficiones, ¿por qué no ha de permitir que otro busque +su felicidad en el silencio de una celda? Sobre todo, nada tenía de +ofensivo para su autoridad el solicitarlo humildemente. Si lo negaba, se +alegarían razones; tal vez se llegase a convencerle. + +Finalmente, después de muchas idas y vueltas, tentativas y sustos y +vacilaciones, las cuales rodeaba la exaltada doncella de gran aparato y +misterio, se decidió un día a acometer aquella empresa espeluznante. +¡Cielo santo, en qué estado de confusión y terror llegó aquella tarde al +confesonario! Su padre se había puesto loco, rabioso, al solo anuncio de +lo que deseaba hacer. No quiso escuchar razones; la increpó, la injurió +y la arrojó de su cuarto a empellones. Jamás consentiría en darle +permiso. Primero quisiera verla muerta, y aun la mataría por su propia +mano. El P. Gil halló exagerada y hasta irracional aquella oposición, y +manifestó propósitos de dirigirse él mismo a Osuna y hacerle comprender +que no tenía derecho a violentar de tal modo la inclinación de su hija, +sobre todo considerando que no era una niña privada de reflexión. +Obdulia se apresuró a disuadirle de este empeño. Su padre había dicho en +un arranque de enojo que consideraría como enemigo a cualquiera que le +hablase del asunto, que no le escucharía y le arrojaría de su casa. + +Fue preciso resignarse por el momento, esperando tiempo más propicio. +Sin embargo, la piadosa joven manifestaba cada día mayores y más +vehementes deseos de abandonar el mundo para siempre. Esto la +reconciliaba con el P. Gil, que había comenzado a desestimarla. Varias +veces, desde el primer intento, había abordado a su padre, pero siempre +en vano y con desgracia. Osuna se oponía cada vez con más alta +violencia. Desde que supiera el propósito de su hija se mostraba con +ella despegado, la trataba con extraordinaria dureza; en todas +ocasiones, pero sobre todo a la hora de comer, hacía befa de su devoción +y se complacía en atormentarla con burlas sangrientas que le hacían +llorar. Y no sólo con palabras, sino también con obras la torturaba +despiadadamente. Afirmaba tener los brazos negros de los pellizcos que +la infligía en cuanto se tocaba la cuestión del convento. Un día mostró +a su confesor una oreja rota, de un tirón del feroz jorobado; otro, +llegó con una mejilla inflamada y renegrida por haberle tirado un +cepillo a la cara. El P. Gil estaba horrorizado y confundido. No sabía +qué hacer ni aconsejar. + +Los malos tratos y la violencia de las escenas que con su padre tenía a +todas horas llegaron a tal extremo que un día declaró a su confesor +hallarse resuelta a no padecerlos más tiempo. Tenía el propósito de +entrar en el convento a despecho de todos los obstáculos que se le +presentasen. Si el P. Gil la ayudaba en su empresa, se escaparía de la +casa paterna y entraría inmediatamente en la de Dios. Quedó aquél +asustado y confuso ante tan arrebatada determinación. No se le ocultaba +que la joven tenía razones poderosas para desobedecer la autoridad de su +padre, y si se quiere para huirla. Pero el caso era muy grave. Desde +luego trató de disuadirla aconsejándole calma y resignación. Acaso con +el tiempo Osuna se convencería, le tocaría Dios en el corazón y podría +realizarse con su anuencia lo que tanto anhelaba. + +Obdulia no quiso escucharle. Había padecido ya demasiado. Dios no podía +querer que obedeciese a un padre tirano y cruel que desobedecía él mismo +las leyes divinas poniendo trabas a la salvación de una hija. Con muchas +lágrimas y extremosos ademanes le rogó que la socorriese en aquel +trance, que la condujese al convento de Astudillo. El sacerdote se negó +rotundamente a ello. Volvió a aconsejarle calma y que buscase siempre +por los medios suaves de la obediencia y la humildad ganar el +consentimiento de su padre. Pero Obdulia, conducida a la desesperación +por el creciente rigor de éste, le dijo al fin de un modo terminante que +si en el plazo de ocho días no se decidía a acompañarla al convento, se +escaparía de la casa y se iría sola. + +Gran turbación arrojaron estas palabras en el espíritu del joven +excusador. Ayudar tan directamente a cometer una desobediencia le +causaba repugnancia. Pero consentir que un padre abusase de tan bárbara +manera de su autoridad para violentar la inclinación de su hija y +contrariar la voluntad misma de Dios, que la llamaba hacia sí, tampoco +le parecía bien. Por algunos días lucharon dentro de él estas opuestas +tendencias. Obdulia le veía preocupado, irresoluto. Con astucia le iba +atrayendo a la determinación que ella deseaba, haciéndole entender, cada +vez con más fuerza, que si se negaba a acompañarla se marcharía sola. +Esto le parecía al excusador el colmo del escándalo. Además, se +expondría a mil accidentes lamentables, y acaso a su perdición completa. +Consentirlo, era echar sobre la conciencia una terrible responsabilidad. +Pensó prevenir a su padre; pero la joven, que le adivinó el pensamiento, +le declaró con firmeza que sería inútil y aun nocivo para todos este +paso. En cuanto tuviese un momento libre para escaparse, lo haría aunque +fuese a medianoche. + +El P. Gil tuvo la debilidad de ceder. Con la viva imaginación que la +caracterizaba, la hija de Osuna se puso a idear los medios de llevar a +cabo su propósito. Era condición de su temperamento el no hacer nada por +medios naturales y sencillos. Para que saliese a gusto suyo, todo había +de ser laberíntico, extraño, violento. El plan era el siguiente: el P. +Gil se iría una mañana a Lancia, alquilaría un coche y volvería con él +por la noche. Lo dejaría en las cercanías de la villa y vendría a dormir +a su casa. Por la mañanita, antes de amanecer, saldría ella con pretexto +de ir a misa, tomaría por la carretera de Lancia y se reunirían en el +lugar designado de antemano: se meterían en el coche e irían a tomar el +tren de Castilla a una estación más allá de Lancia, para despistar a su +padre, si por acaso pretendía perseguirla. + +No le pareció bien al excusador este proyecto: le causaba instintiva y +profunda repugnancia. Hizo algunas observaciones, pero todas se las +desbarató prontamente la joven con su facundia y aguzado ingenio. Le +hizo ver que cualquier otro ofrecería más graves inconvenientes; fue +paliando con arte los que en éste pudieran chocar más a su confesor; le +aturdió con tanta palabrería. El carácter débil y bondadoso del padre +Gil no supo resistir a aquellos ataques, y convino al fin en poner en +práctica lo que su penitenta había imaginado. + +Un lunes del mes de Abril salió nuestro excusador en la diligencia de +Lancia, con pretexto de ir a consultar sus achaques con un médico amigo. +Obdulia se personó poco después en su casa. Habían enterado a D.ª Josefa +de todo. Al ama le parecía tan mal como al excusador aquel plan, y en +su interior llamaba «enredadora y liosa» a la beata; pero era tanto el +gusto que sentía por verse desembarazada de ella, que calló y pasó por +todo. Existía siempre entre ambas una rivalidad fácil de explicar. +Obdulia, con ocasión o sin ella, visitaba a su confesor, vigilaba su +bienestar doméstico, unas veces arreglándole la ropa, otras enviándole +algún plato de su gusto, etc. Esto indignaba de un modo indecible a D.ª +Josefa. La odiaba a par de muerte. Decía de ella perrerías en todas +partes, y por causarle daño, estuvo a punto de comprometer varias veces +a su amo. No es extraño, pues, que conociendo todo lo ridículo y +peligroso de la escapatoria, la favoreciese, alentando al P. Gil, +disipando sus escrúpulos. No veía en ella más que un medio de librarse +para siempre de aquella insufrible verruga que le había salido. + +Lo primero que hizo la joven fue pedir al ama una maleta para colocar en +ella la ropa que su confesor había de necesitar en el viaje. Doña Josefa +trajo del desván un saquito de noche. + +--Esto es muy pequeño, señora. Aquí no cabe nada. + +--¿Cómo pequeño?...--preguntó el ama, estupefacta.--Aquí cabe ropa para +una porción de días. ¿Cuánto tiempo ha de estar por allá el señor +excusador? + +--Poco, poco--se apresuró a decir con manifiesta turbación, poniéndose +colorada.--Pero ya ve usted, en los viajes nunca se sabe lo que puede +ocurrir... A lo mejor falta la diligencia o las caballerías... Una +enfermedad... ¡Quién sabe!... + +--¡Válgala Dios, señorita, no se ponga a pensar esas cosas!... Iré por +otra. Por falta de maleta no se quede. + +Entre ambas acomodaron en ella algunas mudas de ropa blanca, zapatillas, +peines, el breviario, etc., etc. Ya que hubieron terminado la tarea, no +larga ni difícil por cierto, Obdulia se sentó en el sillón del clérigo, +declarando que estaba cansadísima, que aquella noche apenas había +dormido con la zozobra que produce siempre una resolución tan decisiva, +y que le vendría bien echar un sueño. D.ª Josefa la dejó reposar +tranquilamente y se fue a sus quehaceres. + +Cuando la sintió trajinar allá abajo, por la cocina, levantose y se puso +a examinar con placentera mirada cuantos objetos había en la estancia. +Todos los tocó con sus manos. Particularmente aquellos de uso más +inmediato y personal para su confesor, como los peines, las plumas de +escribir, la fosforera, etc., fueron objeto para ella de una atención +viva, ansiosa: les daba vueltas entre sus dedos con emoción, mientras +una sonrisa tierna y sumisa vagaba por sus labios. Un alzacuello usado +yacía sobre una silla. Se detuvo delante de él, lo alzó y lo contempló +unos momentos con interés; luego, echando una mirada tímida a la puerta, +lo llevó a los labios dos o tres veces y lo dejó donde estaba. +Permaneció algunos minutos inmóvil, de pie en medio de la habitación, +con los ojos en el vacío, enajenada por intensa meditación. Sus ojos +tornaron al cabo a brillar sonrientes, y una ola de leve carmín se +esparció por sus mejillas. Dio algunos pasos con pie vacilante y se paró +al fin a la puerta de la alcoba. Con una mirada intensa abrazó cuanto en +ella había. El lecho del sacerdote era pequeñito, de madera blanca; +blanca también la colcha que lo cubría; las almohadas y las sábanas +finas, pero sin encajes. Parecía la cama de una colegiala. Obdulia la +contempló largo rato, como si no hubiera visto jamás cosa más +sorprendente. En su rostro se notaban los signos de una emoción +respetuosa, la que se siente al penetrar en el camarín donde se guardan +las reliquias en las catedrales. + +Así permaneció sin osar mover un pie, la faz blanca, los ojos anegados +en gozo extático como si estuviese en un baño tibio y perfumado. Súbito +dio un paso atrás, corrió a la puerta del gabinete, la entreabrió, asomó +la cabeza y escuchó. Dª Josefa seguía en la cocina. La cerró nuevamente +y volvió en puntillas a la alcoba. Detúvose un instante, y avanzó +después hasta tocar en la cama. Puso sobre ella las manos. El corazón +le golpeaba en el pecho fuertemente. Dejose caer de bruces, y con mucha +delicadeza para no deshacer la ropa se subió a ella y se extendió, +apoyando la cabeza en las almohadas. Corrió por todo su cuerpo un +estremecimiento inexplicable de placer, de miedo, de vergüenza; un +estremecimiento delicioso que la dejó lánguida y desvanecida con los +ojos cerrados y el rostro pálido. Al cabo de un rato se volvió y hundió +sus mejillas en la almohada, aspirando con narices y boca el olor que +los rubios cabellos del P. Gil habían dejado en ella. Frotó repetidas +veces la cara contra el lienzo, percibiendo un cosquilleo gratísimo que +le penetraba hasta el alma. Gozaba con todo su cuerpo, como si mil bocas +la estuviesen besando a un mismo tiempo. Se dejó estar un largo rato +quieta, perdida en un sueño feliz, celeste, sacudida por leves +estremecimientos de una dulzura tan grande que le hacía daño. Sentía una +angustia deliciosa; suspiraba sin apartar el rostro de la almohada para +no romper la alegría que la inundaba. Se iba aletargando lentamente. Sus +miembros empezaban a dormir, privados de movimiento. Una niebla se +esparcía por su mente, borrando y confundiendo las imágenes. Pero su +corazón latía siempre con violencia, como si toda la vida se hubiera +refugiado en él. Cuando se levantó al cabo de una hora, tenía las +mejillas sonrosadas, los ojos brillantes: una sonrisa humilde, +vergonzosa, trasfiguraba su rostro marchito, prestándole una suavidad +cándida y virginal que jamás había tenido. Si en algún momento de su +vida estuvo hermosa, fue en aquél. + +Se apresuró a arreglar la cama haciendo desaparecer toda señal de haber +descansado en ella y salió de la estancia; se despidió de Dª Josefa y +fue a su casa. + +Al oscurecer llegó el P. Gil; se vio con él y convinieron en salir a la +madrugada, antes que fuese día, y montar en el coche que aquél había +dejado en las inmediaciones. Dª Josefa envió, de noche ya, las maletas +por su sobrino a cierta venta no lejana de Peñascosa. + +Gran rato antes de percibirse la claridad de la aurora, llamó Obdulia +discretamente a la puerta de la casa de su confesor. Salió Dª Josefa a +abrirle. El P. Gil estaba ya listo. Tomaron apresuradamente chocolate, y +después de haber besado a Dª Josefa con efusión, la presunta monja salvó +la puerta y se deslizó rápidamente por la calle abajo. Diez minutos +después salió el P. Gil. La noche estaba oscura y húmeda. Había llovido +bastante. La calle, llena de charcos; la carretera, de lodo. Fuera ya de +los arrabales, Obdulia esperó a su confesor y juntos se dirigieron a la +venta donde paraba el coche. Mientras llegaron allá no cruzaron ninguna +palabra. El P. Gil caminaba silencioso, taciturno, revelando bien a las +claras un mal humor que no era frecuente en él. Tardó un rato el cochero +en enganchar. Mientras duró la operación, la futura monja se metió en la +venta. El P. Gil permaneció fuera, presenciándola. Uno y otro fueron +objeto de gran curiosidad para la ventera, para sus hijos, para el +mayoral y el mozo del coche. Apenas les quitaban ojo. El joven +presbítero observó que cambiaban entre ellos algunas miradas expresivas +y burlonas que le avergonzaron. Vio repentinamente la falsedad de su +situación, la enorme tontería que había hecho. Otro hombre de más +carácter hubiera retrocedido en aquel instante. Tuvo amagos de hacerlo, +vaciló si le diría a la joven que le era imposible acompañarla; al fin +no se atrevió, y cuando el cochero advirtió que todo estaba listo y +Obdulia le dijo con su viveza característica: «Vamos, padre; pronto... +¡arriba!» subió al carruaje con la resignación de un cordero. + +Empezaba a amanecer. Clareaba el horizonte y soplaba un viento húmedo y +caliente, propio de primavera y de tiempo achubascado. El carruaje +rodaba por la carretera, haciendo saltar nubes de lodo. Era una +carretela vieja que en otro tiempo debió de pertenecer a un particular. +Obdulia se colocó en la trasera y el P. Gil en la delantera, lo más +lejos posible. Siguió mostrándose serio y taciturno, más aún que antes. +La joven le observaba con el rabillo del ojo, y adivinando lo que pasaba +en su espíritu, permanecía silenciosa también, en un estado de +recogimiento que diera buena muestra de sus místicos pensamientos. Para +ayudar a ella, dijo al cabo de media hora de silencio: + +--Padre, no hemos pedido a San José que nos proteja en nuestro viaje. + +--Es cierto--respondió el clérigo, cuyos ojos claros, azules, vagaban +perdidos por el paisaje, que empezaba a desembozarse del manto oscuro de +la noche y salía fresco y hermoso y goteando todavía de su baño +prolongado. + +--¿Quiere usted que le recemos cinco padrenuestros? + +El sacerdote se despojó del sombrero en silencio y comenzó en voz baja a +decir el padrenuestro. Obdulia le respondió con verdadera emoción, +también en voz baja. Formaban la del uno y la del otro un murmullo +suave, discreto, que sin saber por qué llenaba de emoción el alma de la +joven. Sentíase poseída de una languidez extraña, de una felicidad +íntima, que aniquilaba o adormecía su pensamiento. El ruido sordo de las +ruedas del coche y el cascabeleo de las mulas contribuían a sumergirla +en este arrobamiento. Cuando terminaron, quedó largo rato ensimismada. +Por su gusto aquella oración no se hubiera terminado nunca. + +Pero el joven presbítero se había puesto el sombrero y miraba otra vez +por la ventanilla. El paisaje se animaba bajo la claridad rosada de la +aurora. El viento había barrido los nubarrones hacia el poniente y +dejaba en la parte de levante una claraboya por donde surgía +esplendoroso el disco del sol. Aquella visión le apartó del mísero +cuidado que ocupaba su mente. Sintió un estremecimiento y cayó de nuevo +en la idea fija, terrible, que desde hacía algunos días le roía el +corazón. Volvió a sentir aquella angustia opresora que hinchaba poco a +poco su pecho y que amenazaba ahogarle. Dejó de existir Obdulia y cuanto +tenía a su alrededor. No quedó en el Universo más que su pensamiento +frente al gran problema del conocer. + +Aquélla, que le observaba atentamente, no se atrevió en mucho tiempo a +turbar su éxtasis. Pensaba que lo que le ponía taciturno era lo que le +había leído antes en los ojos, el pesar de haberse colocado en una falsa +situación. Sin embargo, concluyó por hablar y adoptó el tono jocoso. +Quería distraerle a todo trance. + +--Padre, está usted muy pensativo. Usted tiene hambre. + +El sacerdote hizo un esfuerzo para sonreír. + +--No tal. + +--Sí, la tiene; no me lo niegue usted. ¡Y el hambre nos hace pensar unas +cosas tan tristes!... Verá usted cómo yo le quito en un momentito esa +cara de vinagre y se la pongo de jerez amontillado... Aquí lo traigo en +este frasco... + +Al mismo tiempo abrió un saquito de piel que traía en la mano y comenzó +a sacar vitualla y dos o tres frascos con vino y leche. + +--Yo necesito verle a usted con cara de pascua, padre--prosiguió +mientras desenvolvía los papeles blancos en que traía envueltas las +rajas de carne, de pescado, los pastelitos, etc.--En cuanto le veo a +usted esa arruguita ahí... ahí--y le tocó con su dedo en la frente: el +sacerdote la retiró con viveza,--ya me tiene usted más triste que la +noche... ¿Por qué será?... ¿Por qué no será?... Usted, que sabe tanto, +me lo dirá. + +Las últimas palabras las dijo canturreando y afectando distracción. + +--¡Ea! Voy a poner la mesa... Tenga usted quietecitas las piernas, que +necesito de ellas en este momento. + +Juntó las suyas con las del clérigo, extendió una servilleta por encima +y fue colocando los víveres. Los frascos con el vino los puso en el +suelo. + +--Me parece que no habrá necesidad de que saque los tenedores, +¿verdad?... Seamos humildes. Comamos con los dedos. + +--¿Es humildad, o es que le sabe mejor así?--preguntó sonriendo el P. +Gil. + +Obdulia soltó la carcajada. + +--Es usted mi confesor y no puedo decirle mentira. Me gusta así mucho +más... Es de las pocas cosas sucias que me gustan. + +--Eso último tampoco es humildad--dijo el confesor sin dejar de sonreír. + +--Vaya, vaya, no se me ponga regañón y coma con garbo... si es que +sabe... que estoy viendo que no... Pero ¡criatura! ¿Qué hace usted ahí +echando bocados a ese trozo de mero sin quitarle las espinas?... ¿No ve +usted que se le puede clavar una en la garganta?... Deme usted acá--y se +la arrebató al mismo tiempo de las manos.--Verá usted cómo yo se las +quito sin dejar una... Digo... si es que usted no tiene asco a mis +dedos... + +El P. Gil se apresuró a hacer signos negativos. + +--Salen ahora mismo de los guantes... Además--exclamó riendo,--usted me +tiene mucho cariño y lo come más a gusto pasando por mis manos... ¡Qué +tonta soy! ¿Verdad, padre?--añadió bajando la voz. + +--Tonta, no. Un tanto ligera, sí--repuso el sacerdote, acompañando estas +palabras con una sonrisa para desvirtuar su aspereza. + +La joven se puso encarnada. La conversación se hizo más seria. + +Cerca de las nueve divisaron las torres de Lancia y la gran cortina +negra de montañas que cierra su horizonte. El cielo estaba despejado. El +viento soplaba tibio del Sur. La mañana ofrecía esa dulzura exquisita +que se observa en algunos días de primavera. + +El P. Gil advirtió al cochero que pasase cerca de la capital sin entrar +y se dirigiese a la primera estación del ferrocarril, distante una legua +de ella. Había resuelto tomar el tren allí para mayor recato. La +estación, se llamaba la Reguera. Cuando llegaron eran las once. Debían +esperar dos horas y media, porque el tren no pasaba por allí hasta la +una y cuarenta. + +La Reguera estaba situada al extremo de un pintoresco y risueño valle. +Desde la estación, asentada en un alto terraplén, se divisaba todo +perfectamente. Circundábalo un cinturón de colinas suaves vestidas de +árboles y praderas y después de éste otro de altas y escuetas montañas, +cuyos tonos rojizos formaban hermoso contraste con el verde del primero. +En el llano había un mosaico caprichoso de prados con lindes de +avellanos, tierras de maíz y arboledas. Por el medio atravesaba +majestuoso un río ancho, cristalino, que, herido por el sol, parecía una +gran faja brillante de plata. Así que despidieron el coche, Obdulia +propuso a su confesor el bajar a este llano y aguardar allí la llegada +del tren. Aceptó gustoso, por librarse de las miradas de la gente de la +estación. Bajaron por un sendero estrecho y empinado y entraron en un +bosque de castaños que se prolongaba hasta la orilla del río. El +sacerdote advirtió que estaba muy húmedo, pero la joven marchaba delante +dando gritos de alegría, metiéndose hasta la rodilla en la yerba, +batiendo las palmas como una niña a quien perdonasen la escuela. Las +grandes copas de los castaños aún no estaban vestidas del follaje que +ostentan en el verano. Los rayos del sol, pasando al través de sus ramas +descarnadas, bebían el agua fresca que formaba charcos entre el césped. + +Obdulia no paró hasta llegar al talud guijarroso que servía de margen al +río. Allí se detuvo y volvió la vista atrás y contempló con semblante +risueño a su confesor, que venía tomando precauciones, apoyando con +cuidado el pie en los sitios más secos. Tenía el rostro encendido por la +carrera, los cabellos revueltos y sus grandes ojos negros brillaban con +expresión de vivo placer. + +--¡Ande usted, cobarde! ¿Tiene miedo a morirse por los pies? + +--Y si pilla usted un catarro, ¿cómo podrá resistir la vida dura del año +de noviciado?--repuso el clérigo aproximándose. + +Por los ojos de la joven pasó una nube sombría y quedó repentinamente +seria. Luego, haciendo un esfuerzo para animarse, dijo: + +--¿A que no se atreve usted a desenganchar esa lancha para que demos un +paseito por el río? + +--¡Ya lo creo que no! + +--Pues yo sí... Ahora va usted a ver. + +Una gran barca vieja y deteriorada, que servía para trasportar a los +paisanos de una orilla a otra en los días de mercado, yacía amarrada por +una cadena a la orilla, debajo de unos juncales que la sombreaban. + +--¡Ay, qué lástima!--exclamó la joven devota cogiendo entre sus manos la +cadena.--¡Tiene candado! + +--Me alegro. Eso evita que usted hiciera una locura. + +--Pues yo no renuncio a flotar un poco. Me meto dentro. Soy de puerto de +mar y el agua es mi elemento. + +Y diciendo y haciendo, saltó con decisión en la barca, que se inclinó de +un lado para recibirla; se fue por encima de los bancos hasta la popa, y +allí se sentó. + +--¡Oh! ¡Qué bien se está aquí a la sombra! Y hay su cachito de +balanceo... Véngase, padre. En ninguna parte se puede esperar mejor... + +El clérigo saltó también por encima de los bancos, y se fue a sentar no +lejos de ella. La sombra, en efecto, era grata en aquella hora del +mediodía. La corriente balanceaba suavemente la lancha y producía al +chocar un glu glu suave y cristalino que convidaba al sueño. Después de +alegrarse de su buena fortuna por hallar asiento tan agradable y de +cambiar algunas frases, ambos guardaron silencio. Obdulia inclinó su +cuerpo sobre el agua y clavó los ojos en ella con expresión melancólica. +El P. Gil dejó los suyos vagar por el horizonte, recorriendo sin verlas +las altas montañas que aislaban el valle del resto del mundo. Y como +siempre que quedaba un momento abstraído, la fatal duda volvió a flotar +en su mente. ¿Qué era todo aquello que tenía a su alrededor? Una pura +representación de su pensamiento, un producto de él, un sueño quizá... +¡Un sueño!... Mientras dormimos también vemos, también palpamos, lo +sentimos todo al igual que despiertos. ¿Por qué no ha de ser la vida un +largo sueño? La diferencia que establece Kant entre la vigilia y el +sueño le parecía deleznable. Porque el encadenamiento de las +representaciones lo mismo existe en la una que en el otro. Lo único que +rompe este encadenamiento es el acto de despertar. Pero muchas veces al +despertar confundimos los acontecimientos del sueño con los de la +realidad. ¿No indica esto bastante claramente que todo tiene el mismo +origen y fundamento? ¿Por qué razón decimos que los unos son reales y +los otros no?... + +Sacole de su intensa meditación la voz de Obdulia, que desde hacía +algunos minutos le observaba. + +--Vamos, padre, no piense usted más en eso, y dígame de verdad si no +está a gusto aquí. + +--¿En qué no he de pensar, hija mía?--respondió el sacerdote poniéndose +levemente colorado, como si ya se lo hubiese adivinado. + +--¡En eso!... No sé lo que es, pero debe de ser algo malo cuando le hace +a usted arrugar la frente y abrir unos ojazos pasmados como si viera +delante un alma del otro mundo... Vamos, piense usted un poco en mí, ya +que me he confiado a sus cuidados. + +--Ya pienso. ¿No acabo de advertir a usted que no debía mojarse los +pies? Pero usted no hace caso--replicó sonriendo con benevolencia. + +--¡Eso es! Se acuerda usted de mí para regañarme... ¡Se ha vuelto usted +muy regañón, padre!... En otro tiempo era usted más cobarde, más +suavecito; todo lo decía dando rodeos, de miedo de ofender a una... +¡Pero ahora! ¡Anda, anda, buenos rodeos te dé Dios!... Ya ha aprendido +bien a regañar... Por supuesto--añadió cambiando de tono y acercándose +más a él--que a mí me gusta más de esta manera. Yo quiero que mi +confesor tenga firme por las riendas, que sea severo y hasta duro +conmigo... Usted me riñe poco todavía, padre. Quisiera que usted fuese +más severo... que me castigara fuerte... y hasta me pegara, para +demostrarle bien mi sumisión. + +Dijo las últimas palabras con voz temblorosa y el rostro avergonzado, +fijando en su confesor una mirada de tímida adoración. El rostro de éste +expresó turbación y disgusto. Volvió la vista al otro lado y guardó +silencio. + +Al cabo de unos instantes, la joven devota, que miraba melancólicamente +al agua, dijo con ímpetu reprimido: + +--Cuánto daría porque se rompiese la cadena que sujeta esta barca y la +corriente me llevase muy lejos... ¡muy lejos!... donde no viese nada de +lo que he visto hasta ahora, donde todo lo que imaginara se realizase al +instante... ¡Ah! Yo quisiera ir a parar a un valle más pequeño que éste, +pero más risueño todavía: el cielo siempre azul, la tierra llena de +flores y animales hermosos que viniesen a comer a mi mano. Y vivir allí +sola con Dios y las personas que eligiese para acompañarme. Vivir +enmedio de los campos y entender lo que dicen los árboles cuando el +viento agita sus copas y lo que murmuran las fuentes y lo que gorjean +las aves y lo que silban los insectos. Marchar siempre acompañados de +una escolta de pajaritos de Dios que nos enseñaran el camino y nos +deleitaran con su canto, embriagados por los aromas de las flores, +inundados de luz, envueltos en la caricia de una primavera eterna. Esto +es lo que soñaba cuando tenía catorce años. Y hoy, sin saber por qué, +vuelvo a soñarlo otra vez... Pero no--añadió con voz profunda al cabo de +una pausa, frunciendo fuertemente su frente pálida,--mejor sería que la +barca me llevase a alguna gruta oscura entre peñascos inaccesibles y me +volcase allí y me sepultase en sus aguas negras, para que nunca más se +volviese a saber de mí... Así concluiría de una vez de padecer... + +Al pronunciar las últimas palabras se llevó las manos a la cara y +comenzó a sollozar. + +El P. Gil la contempló un momento con ojos severos. + +--Lo que acaba de decir es una gran impiedad, tanto más grande y +abominable, cuanto que sale de una boca que va a pronunciar muy pronto +votos sagrados. + +--Perdón, padre... Son sueños nada más. + +--Pida usted perdón a Dios y prepárese de un modo más respetuoso para +ser su esposa. + +El P. Gil se levantó al decir esto gravemente y salió de la barca. +Obdulia le siguió con el pañuelo en los ojos. + +Subieron de nuevo a la estación. En una cantina próxima tomaron caldo y +aguardaron la llegada del tren, que no se hizo esperar. No había ningún +coche vacío, pero en uno estaba solamente una persona, y a él subieron. +Partió el tren al instante. El viajero les miró distraídamente, con poca +curiosidad, figurándose tal vez que eran hermanos. Sin embargo, al cabo +de unos momentos la joven pidió a su confesor que le bajase la maleta de +la rejilla para sacar un pañuelo. El viajero percibió que se trataban de +usted, y entonces los examinó con viva atención. El padre Gil se turbó +bajo su mirada fija, inquisidora. Por fortuna, a la tercera estación se +bajó. Pero todavía, en pie sobre el andén, los seguía saetando con los +ojos hasta que el tren se puso en marcha. + +Ambos guardaron silencio obstinado. El padre Gil ya no se sentía +arrastrado por la metafísica; empezaba a atormentarle una sorda +inquietud que llenaba su espíritu de temores, de vagos presentimientos. +Sentía vergüenza singular desde que el viajero que se había apeado les +observara con atención tan sostenida. Aquella muchacha le inspiraba +miedo. Un tropel de pensamientos feos, insensatos, acudió a su cerebro y +lo llenó de confusión. Tenía las mejillas encendidas y los ojos +asustados. Procuraba evitar el encuentro con los de su penitenta, que +sentía posados constantemente sobre él. + +Por atracción irresistible o por casualidad llegó un momento en que se +cruzaron sus miradas. La joven dejó escapar una risita maliciosa. El +sacerdote apartó prontamente la vista y permaneció grave, como si no la +hubiera advertido. Al cabo de un rato volvieron, sin saber cómo, a +encontrarse sus ojos, y otra vez soltó a reír la devota, mirándole con +semblante alegre. El padre Gil no hizo aprecio de ello y volvió el suyo +hacia la ventanilla. Pero Obdulia exclamó: + +--¿A que no sabe, padre, de qué me estoy riendo? + +--Usted dirá--repuso gravemente el clérigo sin volver la cabeza. + +--Pues de usted. + +--¿Por qué motivo?--preguntó con naturalidad y modestia. + +--Porque adivino perfectamente lo que está pensando. Usted teme que +llegue la noche, como los niños... Empieza usted a estar violento con +una mujer que todavía no es vieja, y se arrepiente ya de haber cedido a +acompañarme... + +--No anda usted muy distante de la verdad--replicó el sacerdote con +firmeza. + +Obdulia se turbó un poco; pero reponiéndose inmediatamente: + +--Eso prueba su gran modestia, padre. Un santo como usted no debe temer +nada en ninguna situación. Yo, sin ser santa, estoy perfectamente +tranquila. + +Estas palabras gustaron al P. Gil. Le respondió con benevolencia, y un +poco más sereno y confiado, volvió a entablar conversación con ella, +procurando mostrarse familiar y jocoso, tanto más cuanto que deseaba +alejar el malestar y la inquietud que se cernía sobre ellos. + +Rezaron el rosario. Luego cenaron con la vitualla que traían. Mientras +duró la cena, Obdulia estuvo oportuna y alegre. El clérigo le seguía el +humor con cierta afectación para ocultar el embarazo que a su pesar le +dominaba. + +Había cerrado la noche, una noche soberbia de Castilla, fría y azul, +alumbrada por los rayos de la luna, que trasformaba la llanura en un +vasto lago dormido. El tren corría a toda velocidad por el medio +rompiendo con sus silbos estridentes, con el fragor de su marcha, el +encanto de aquella claridad suave y tranquila. Los altos chopos parecían +flotar sobre ella como fantasmas envueltos en el blanco cendal de la +neblina. + +Los cristales del coche se empañaron al fin. Obdulia se apartó de su +confesor y fue a arrebujarse en un rincón, tiritando de frío. Luego se +puso a hacer dibujos sobre el cristal con un dedo. Escribió su nombre: +Obdulia Osuna; después el de su confesor, Gil Lastra. Y volviéndose al +rincón, se rebujó de nuevo. El P. Gil, que había leído bien desde su +sitio los dos nombres, se acercó a la ventanilla, con pretexto de +estirar las piernas, y escribió debajo del suyo con letra clara: +_presbítero_. + +Trascurrió un rato en silencio. Ambos parecían soñolientos. Obdulia dijo +al cabo: + +--Con permiso de usted, voy a acostarme un poquito, padre. Tengo sueño. + +Y se estiró sobre los almohadones, echándose una manta encima de las +piernas. + +--¡Ay! ¡ay!--exclamó a los pocos instantes.--¡Cómo me lastiman las +botas!... ¡Claro, como las he humedecido primero y luego puse los pies +sobre el calorífero, se han contraído!... Vamos, padre--añadió sonriendo +graciosamente,--sírvame de doncella una vez siquiera... Quítemelas +usted, que yo no puedo. + +Una ola de rubor subió a las mejillas del sacerdote. Tuvo un momento de +vacilación. + +--Vamos, padre--insistió ella,--sea usted humilde como todos los santos. +El Papa lava los pies a los pobres: bien puede usted quitarme a mí las +botas. + +El P. Gil se levantó y empezó con mano temblorosa, rojo como una +amapola, a soltar los botones del calzado a su hija de confesión. Ella +le contemplaba con sonrisa maliciosa. + +--Muchas gracias, padre. Ahora hágame el favor de envolverme las piernas +en la manta... Así; perfectamente. Ahora acuéstese un poco también y no +haga ruido. + +El sacerdote, que a todo esto sonreía forzadamente, se acomodó en el +rincón opuesto y quedó de repente serio, con el entrecejo violentamente +fruncido. Una viva terrible inquietud se apoderó de su espíritu. La +escapatoria le iba pareciendo una ligereza cada vez más imperdonable. +Aquella muchacha, ni tenía verdadera vocación de monja, ni llevaba +trazas de tenerla jamás. Era un temperamento frívolo, malicioso, +arrebatado, capaz de cualquier atrocidad. ¡Qué necedad la de haber +cedido a sus instancias! Se confesaba que merecía un poco lo que le +estaba pasando por su afán de desembarazarse de ella a todo trance. Pero +como ya no era tiempo de volverse atrás, lo importante era dejarla +cuanto más antes en el convento, y a eso debían tender todos sus +esfuerzos. + +Obdulia parecía dormida. Sus ojos, no obstante, se entreabrían de vez en +cuando para mirarle, y dejaban escapar una llamarada burlona y +maliciosa. + +A las nueve llegaron a Palencia. Se hicieron guiar a una posada modesta. +Antes de retirarse cada cual a su habitación, el P. Gil quiso prevenir +todo lo necesario para emprender el viaje a Astudillo al día siguiente. +Mandó buscar caballos, se enteró del camino que habían de seguir, del +tiempo que iban a tardar, etc. Quiso dejarlo todo listo, a pesar de que +Obdulia le indicaba que no corría tanta prisa. Puesto que se trataba de +un viaje corto, por la mañana era fácil arreglarlo todo. Pero el +excusador no podía disimular el ansia que tenía de dejar zanjado aquel +asunto. + +Se levantó muy temprano, pero no se atrevió a avisar a la joven. +Entretuvo su impaciencia rezando, paseando por la habitación, yendo a +casa del alquilador de los caballos para cerciorarse de que los tenía +dispuestos. Al fin, cerca ya de las diez, se atrevió a pasar un recado +por la criada, preguntándole si estaba ya preparada a partir. La +respuesta que aquélla trajo fue que la señorita aún no se había +levantado, por hallarse un poco constipada, que en cuanto se levantase +le avisaría para ponerse en camino. + +Sin saber por qué, aquella novedad produjo en el P. Gil un gran +desconsuelo; sintió profundo disgusto, presintiendo una catástrofe. Una +hora después recibió otro recado de ella aconsejándole que almorzase +solo y pasase después por su habitación, que para entonces ya estaría +vestida y preparada. Así lo hizo, cada vez más inquieto y receloso; pero +al entrar en el cuarto de la joven, encontró que estaba, en efecto, +levantada, pero de ningún modo dispuesta para partir. Vestía una bata +elegante y tenía los cabellos recogidos en una cofia blanca con lazos de +seda encarnados. Estaba bastante pálida y tenía los ojos con señales de +haber llorado. + +El P. Gil se detuvo a la puerta y frunció el entrecejo. + +--Entre usted, padre, y siéntese aquí en esta butaca--dijo ella desde +una sillita, mirándole con dulzura.--Ya estoy bien. He pasado una noche +muy mala. + +--¿Ha tosido usted?--preguntó el excusador, sentándose. + +--No... la he pasado toda llorando. + +El clérigo la miró estupefacto. + +--¿Cómo es eso, hija mía? + +Obdulia se llevó el pañuelo a los ojos y no contestó. Al cabo de un +largo silencio dejó caer el pañuelo, se apoderó de una mano de su +confesor y la besó con efusión repetidas veces y la llenó de lágrimas, +exclamando: + +--¡Soy muy desgraciada! + +El P. Gil quiso retirar la mano suavemente, pero la devota se la apretó +con más fuerza. + +--No... no me retire usted esta mano, padre... esta mano que tantas +veces me ha absuelto de mis pecados, y que ahora ¡ay! no podrá +absolverme ni sacarme del abismo en que he caído... + +--Cálmese usted, hija--repuso el clérigo, impresionado.--¿Acaso se +arrepiente usted de su decisión?... Por eso no ha caído usted en el +abismo. Todo se puede arreglar sin escándalo. Tiene usted un año de +noviciado, en que puede salir del convento cuando lo desee... + +Obdulia volvió a taparse el rostro con las manos y dijo entre sollozos: + +--No es eso... Es otra cosa peor... Yo tengo un secreto, padre; un +secreto que me pesa en el corazón hace tiempo y que me ahoga... + +El P. Gil quedó unos instantes suspenso, y dijo al fin: + +--Si usted lo desea, iremos a la iglesia y la escucharé en confesión. + +--No, no... Usted ya no puede ser mi confesor--y levantando +repentinamente la frente, pálidas las mejillas, los ojos secos y +brillantes, donde se pintaba una resolución extrema, siguió:--Sé muy +bien, padre, que mi vida entera está destinada a llorar... Sé también +que después de esta vida me espera quizá una eternidad de tormentos. +Pero la desesperación no cuenta los tormentos ni teme nada. No tiene más +que un pensamiento. Todo lo demás queda aniquilado... Yo le he engañado +a usted, padre. Yo no quiero ni puedo ser esposa de Jesucristo, porque +sería infiel a mis juramentos. Tengo dentro del alma, allá en el rincón +más oculto y sagrado, un amor al cual seré fiel toda la vida. Este amor +es mi delicia y es mi tormento. Hace dos años que vivo muriendo de una +muerte dulce, porque adoro mis propios sufrimientos... Hace dos años que +lloro en silencio, pero mis lágrimas son dulces y las bebo con placer. +Sin saberlo, padre, usted me ha estado envenenando lentamente; pero, +lejos de aborrecerle, le quiero, le adoro con toda mí alma... He +procurado arrancar de mi alma este amor que me consume, he golpeado mi +pecho, he martirizado mis carnes... Usted bien lo sabe, padre... Después +me he convencido de que era inútil, y lo he dejado florecer en mi +corazón. Cúmplase la voluntad de Dios. Sé que estoy condenada, pero yo +le quiero a usted... ¡Te quiero! ¡te quiero más que a mi salvación!... +Llévame adonde se te antoje, pero no me separes de ti... Déjame ser tu +sierva... Déjame besar el suelo que pisas... + +Cayó de rodillas delante de su consejero, con el rostro entre las manos. +Al través de sus dedos flacos se notaba el vivo carmín de que estaba +cubierto. + +El P. Gil se puso en pie vivamente, pálido como un muerto, con el +espanto pintado en los ojos. Sus labios temblaron para fulminar sin duda +alguna frase durísima, pero no llegó a pronunciarla. Se lanzó +rápidamente a la puerta y desapareció por ella. + +Salió de casa sin darse cuenta de lo que hacía. Caminó a la ventura +largo rato por las calles en un estado de aturdimiento que le impedía +razonar sobre lo que acababa de sucederle. Saliose al campo y dio un +largo paseo. El cansancio físico produjo su acostumbrado efecto sedante +y comenzó a ver con claridad su situación. Nada ganó con ello. Lo que le +estaba pasando era gravísimo, una verdadera catástrofe. Sus +presentimientos se habían realizado. ¿Cómo volver a Peñascosa con la +muchacha? ¿Cómo dejarla allí abandonada? Todas las soluciones que +acudían a su mente le parecían igualmente comprometidas. Pensó en +telegrafiar al padre, pero no era posible explicar en un telegrama lo +ocurrido, ni aun de palabra podía hacerlo dignamente. Además, ¡quién +sabe de lo que sería capaz aquella loca si se veía acosada! Una viva +irritación se iba apoderando del alma pacífica del presbítero. Hacía ya +tiempo que no estimaba a la exaltada beata; ahora la aborrecía. + +Cuando regresó a casa era ya noche. Se encerró en su cuarto sin +preguntar por su compañera, y continuó meditando con febril impaciencia +sobre el mismo tema. La solución que le pareció menos mala, después de +haber tomado y desechado muchas, fue presentarse al obispo de la +diócesis y confiarle todo el asunto y pedirle consejo y órdenes para +salir del paso. + +--Señor cura, la señorita que ha venido con usted me manda decirle que +haga el favor de pasar por su habitación. + +El P. Gil levantó la cabeza, y avergonzado y confuso como si tuviera que +arrepentirse de algo, respondió a la huéspeda: + +--¿La señorita?... ¡Ah! Bien... Allá voy en seguida. + +Pero no se movió del sitio. Aquella llamada aumentó aún más su +irritación. Estaba resuelto a no volver a verla mientras el prelado no +interviniese en un asunto que tan gravemente podía comprometerle. +Trascurrió cerca de una hora. Al cabo de ese tiempo se presentó de nuevo +la patrona, toda azorada. + +--La señorita tiene un ataque y está en la cama sin conocimiento. +¡Venga, venga, señor cura! + +--¡Voy, voy!--exclamó asustado, corriendo en pos de ella. + +En efecto, Obdulia yacía en la cama, privada de sentido y extrañamente +pálida. Parecía muerta. El P. Gil sintió al verla en tal estado una +punzada de remordimiento en el corazón. Se apresuró a prodigarle todos +los cuidados que en el momento se le ocurrieron. Entre la patrona y él +le bañaron las sienes con agua fría, le hicieron oler algunos pomos de +los que ella traía en su saquito de mano. No tardó mucho en abrir los +ojos. Estuvo algunos momentos con la mirada seria y fija en el +sacerdote. Luego sonrió dulcemente. La huéspeda se apresuró a ofrecerse. + +--¿Quiere usted que llamemos al médico, señorita? + +--No, no... Esto no es nada... Hágame una tacita de tila. + +--Ahora mismo. + +Cuando se quedaron solos, la beata volvió a mirarle larga y fijamente. +Al cabo dijo con voz débil: + +--Escuche usted, padre. + +--¿Qué desea usted, hija mía?--respondió inclinando la cabeza hacia +ella. + +--Acérquese usted más... No puedo esforzar la voz. + +El P. Gil se inclinó todavía más. Súbito, con movimiento imprevisto, la +joven devota sacó los brazos desnudos de la cama y se los echó al +cuello, atrajo su rostro hacia el de ella con inusitada fuerza y le dio +un beso prolongado, frenético, en los labios, y después otro y otro. El +sacerdote forcejeó en vano por desasirse. Aquellos brazos le apretaban +como si fuesen de hierro, y una nube de besos ardorosos corría por todo +su rostro, sin tregua. No se oía en la estancia más que el suave rumor +que producían y el resuello de dos pechos anhelantes. + +Al fin, el sacerdote, con un supremo esfuerzo, se desligó. La joven cayó +pesadamente en la cama. Aquél se sintió acometido de tal susto, +repugnancia y horror que, después de vacilar unos momentos, perdió el +sentido y se desplomó sobre el pavimento. + +Viéndole caer, la joven se levantó con presteza del lecho y acudió +solícita a socorrerle. Pero al poner los pies en el suelo, su flaca +naturaleza, hondamente perturbada por lo que acababa de suceder y por +la vista de su confesor tendido en el suelo, le faltó también y cayó +presa de un síncope. + +El del P. Gil era un desmayo pasajero. Tardó pocos segundos en volver en +sí. Incorporose en el suelo, y viendo a Obdulia tendida a su lado en +camisa y con una parte del cuerpo descubierta, sintió un fuerte +estremecimiento de vergüenza y se alzó como movido por un resorte. Y +pensando con horror que podía llegar el ama en aquel momento, se +apresuró a tomar a la joven entre sus brazos para trasportarla a la +cama. Cuando la tenía suspendida a media vara del suelo, sintió ruido en +la puerta. Volvió la cabeza aterrado, y un grito ahogado de vergüenza se +escapó de su garganta. A la puerta estaban Osuna, D. Martín de las Casas +y D. Peregrín Casanova. + +--¡Ya cayeron los tórtolos!--gritó D. Martín con voz estentórea. + +El P. Gil dejó caer de nuevo a la joven y retrocedió, mirándoles con +ojos de espanto. + +--¿Qué es esto?... ¿Qué es lo que pasa? ¡Mi hija!... ¡Dios mío!--clamó +Osuna, apresurándose a reconocerla. + +--Oiga usted, ¡sucio, canalla, desorejado!--profirió D. Peregrín, +dirigiéndose al excusador.--¿Qué situación es ésta para un sacerdote? +¿No se le cae la cara de vergüenza? + +D. Martín de las Casas le agarró con la mano izquierda por el brazo, y +empujándole contra la pared, le vomitó con voz campanuda, blandiendo al +mismo tiempo el bastón: + +--¡Granujota, indecente! ¡En buen lugar has dejado a los que te sacaron +del polvo! ¡Miserable gusano, debiera aplastarte y arrojarte después +como una piltrafa a la calle para que te coman los perros! Debiera +clavarte por las orejas a la pared y exponerte a la vergüenza pública... +Por lo menos debiera romperte las costillas con este bastón, ¡y me están +dando ganas de hacerlo! + +No sería difícil, mejor dicho, sería casi seguro que el enérgico +inválido satisficiera en esta ocasión, como en tantas otras, su apetito +desordenado de contundir a sus semejantes, si no fuera porque en aquel +instante se interpuso la huéspeda. + +--¿Qué va usted a hacer, caballero? ¡Maltratar a un sacerdote!... En mi +casa no se dará tal escándalo... + +Repuesto un poco de la sorpresa el P. Gil, dijo con firmeza entonces: + +--Señores, esta joven se ha desmayado al tiempo de venir en mi socorro +por haberme caído. La he acompañado hasta aquí, a ruego suyo, porque +desea entrar en un convento y consagrarse a Dios, a lo cual su padre se +opone sin razón ni derecho y para ello la maltrata bárbaramente... + +--¡Maltratar yo a mi hija, canalla!--gritó en el colmo de la indignación +el jorobado, que había conseguido trasportar a Obdulia hasta la cama y +se disponía a echarle agua en la cara.--Miente usted y miente quien lo +diga. Yo no sabía siquiera que deseaba entrar en un convento... ni me +hubiera opuesto a ello. + +El P. Gil quedó estupefacto, sin acertar a decir una palabra, porque el +acento de Osuna denotaba sinceridad. + +--Yo creo que lo que procede en este caso--manifestó D. Peregrín con su +voz gangosa, administrativa,--es dar inmediatamente conocimiento del +hecho a la autoridad civil... A mí se me presentó un padre, siendo +gobernador de Tarragona... + +--¡Déjenos usted de Tarragona, D. Peregrín!--interrumpió el señor de las +Casas.--Aquí lo que procede es atender a esa niña... Usted, señora, haga +lo que sepa para hacerle volver en sí. Usted, D. Peregrín, que conoce +bien la población, vaya a buscar un médico... Y tú, don Gil el +enamorado... al infierno si te parece. + +--¡Decir que yo maltrato a mi hija, porque quiere hacerse monja!--seguía +exclamando por lo bajo Osuna, mientras ayudaba a la huéspeda.--¡Canalla, +más que canalla! + +--Señor Osuna, dispénseme usted... Yo lo creía así--dijo el sacerdote. + +--Bueno, bueno. Ya se arreglará esa cuestión en Peñascosa--profirió D. +Martín con su energía característica.--Ahora, ¡largo de aquí!... ¡largo! + +El P. Gil se dirigió a la puerta, pero cuando ya iba a trasponerla, D. +Martín le gritó como si estuviese al frente de un batallón: ¡Alto! + +--Amigo Osuna--dijo dirigiéndose al jorobado,--a usted le han inferido +una ofensa grave y usted no queda decentemente si no da ahora mismo una +bofetada al individuo que le ha ofendido (apuntando para el P. Gil). + +Hubo silencio embarazoso. El semblante de Osuna expresó malestar y +vacilación. + +--Nada, nada--siguió el feroz inválido con su voz resonante de barba de +teatro,--no es usted hombre de honor, no tiene usted pizca de vergüenza +si deja sin correctivo la ofensa. + +Osuna vaciló todavía un instante, echó una mirada de misericordia al +inválido; pero viendo su rostro espantable, se resolvió al fin. Alzose +sobre la punta de los pies y descargó una sonora bofetada en la mejilla +del sacerdote. + +--¡Jesús!--exclamó la huéspeda.--¡Eso es una iniquidad! + +El P. Gil se puso densamente pálido: asomaron dos lágrimas a sus ojos; +pero no hizo movimiento alguno para arrojarse sobre su agresor. + + + + +XIII + + +Gracias a la actitud resuelta de Obdulia, el asunto no fue llevado a los +tribunales. Desde el primer momento se confesó autora y única +responsable de la fuga: el excusador ninguna culpa había tenido en ella; +sólo había cedido a acompañarla después de incesantes ruegos y +valiéndose del ardid de los malos tratos en su casa. D. Peregrín +Casanova, queriendo sin duda demostrar que no guardaba rencor alguno a +Osuna por la escena de la iluminación, seguía opinando que debía +instruirse expediente gubernativo. Hacía ya mucho tiempo que estaban +reconciliados. En Peñascosa los particulares se injurian públicamente, +se llaman canallas, miserables, etc., etc., y a los ocho días se les +vuelve a ver juntos tomando café. Pero esto no es privativo de +Peñascosa. Lo mismo sucede en Sarrió y en Nieva. De otro modo, ¿cómo +sería posible la vida en estas villas insignes? + +Contra el parecer de D. Peregrín se hallaban todas las personas sensatas +de la población. Unos por afectos al excusador, otros por timoratos, +otros porque no veían motivo para armar un escándalo, casi todos +aconsejaron a Osuna que se estuviese quedo. Sin embargo, los enemigos +que el excusador tenía, mejor diremos, los envidiosos, se encresparon +terriblemente. No quisieron asentir a la versión de la doncella. +Opinaban que era una patraña forjada por ella para salvarle; y si no lo +creían, por lo menos así lo manifestaban bajando la voz y sonriendo +maliciosamente. Se les cubrió de sarcasmos, lo mismo al sacerdote que a +su hija de confesión, y se hicieron correr por la villa mil chuscadas +más o menos ingeniosas a propósito de su viaje. Fácil es de adivinar que +quien más trabajó en esta propaganda, aunque de un modo solapado, fue el +P. Narciso. No le bastaba al capellán de Sarrió haber humillado a su +émulo arrancándole el cargo de coadjutor, que en justicia le pertenecía. +Quería a toda costa concluir con él, pulverizarle, que no se oyese más +su nombre en boca de las beatas de Peñascosa. + +Pareciole la ocasión de perlas para ello. Por eso se dirigió +espontáneamente a Osuna, preguntándole si no pensaba acudir a los +tribunales. Cuando supo que esto no podía ser porque Obdulia asumía toda +la responsabilidad y declaraba haber engañado a su confesor, experimentó +profundo pesar. Tanto era su anhelo de exterminar al P. Gil, que aunque +hacía ya muchísimo tiempo que sus relaciones con aquélla eran tirantes, +y aun puede decirse de abierta hostilidad, se aventuró a tantearla. Tres +o cuatro días después de haber regresado a Peñascosa la vio una mañana +en la iglesia. Le mandó recado por un monaguillo que deseaba hablar con +ella y la esperaba en la sacristía. Fue allá la joven, aunque de +malísima gana. El coadjutor se hizo de miel; la trató con extremado +cariño; manejó con brío el incensario, sabiendo hasta qué punto era vivo +y delicado su amor propio. Cuando creyó tenerla blanda, le hizo presente +con grandes perífrasis que él, como párroco coadjutor, tenía el deber de +velar por la honra de todas sus feligresas; que la de ella andaba en +boca de la gente hacía unos días, y que esto le pesaba en el alma por el +particular cariño que la profesaba. Le pesaba tanto más, cuanto estaba +seguro de que no había dado motivo alguno para ello. Conocía su carácter +generoso, su espíritu noble; por eso estaba convencido de que en esta +ocasión, como en tantas otras, se sacrificaba por los demás. Ahora +bien, este sacrificio no era admisible; podía considerarse como un +pecado. La honra no nos pertenece; es un depósito que Dios nos confía y +que tenemos la obligación de defender. Por otra parte, la deshonra no +era solamente para ella, sino también para su anciano padre. El pobre se +veía a causa de este sacrificio motejado y murmurado en la villa. Aún +más: aunque se diera por bueno tal rasgo de generosidad, tanto ella como +él, que eran miembros de la Iglesia, tenían el deber de denunciar a la +autoridad eclesiástica a cualquier sacerdote que se extralimitase en el +ejercicio de su ministerio, para que recibiese el condigno y fraternal +castigo que los cánones previenen. Esto redundaba en bien de la fe. +Ella, tan excelente cristiana, no había de permitir que se burlase la +justicia de Dios. Comprendía perfectamente que le sería doloroso +declarar contra su confesor; pero era un sacrificio mayor que el que +estaba llevando a cabo, y que Dios le agradecería seguramente. Además, +debía tener en cuenta que al denunciar a su confesor no le causaba daño +alguno; al contrario, el castigo en la Iglesia se considera como un +bien, como una justa expiación que, cuando va acompañada del +arrepentimiento, redime del pecado y nos libra de las penas del +infierno. + +El pobre D. Narciso ignoraba, a pesar de haberla tratado tanto tiempo, +con quién se las había. Antes de que hubiera pronunciado palabra, ya +sabía Obdulia qué iba a decirle y en qué forma poco más o menos; le +conocía como si pasara la vida dentro de su cerebro. Aquella habilidad +frailuna hecha de lugares comunes se estrellaba contra la viva +imaginación, el ingenio sutil y la perspicacia de la joven beata. +Respondiole en el mismo tono persuasivo, untuoso, que el clérigo había +adoptado. De nada podía acusar al P. Gil, que era un santo, un ser +excepcional cuya ilustración servía de faro en la parroquia desde que +por dicha había llegado a ella, y cuya modestia, abnegación y piedad +podían servir de ejemplo y estímulo a sus compañeros. Pero aunque +hubiera motivo para acusarle, se abstendría muy bien de hacerlo, +sabiendo que el escándalo aprovecharía principalmente a los enemigos de +la religión. La falta de una mujer cuando es soltera redunda sólo en +perjuicio de ella. La de un sacerdote, en desprestigio de la clase y en +menoscabo por lo tanto de la religión católica. Otras varias +consideraciones añadió, y entre ellas más de una frase aguda de doble +intención que supo a cuerno quemado al nuevo coadjutor. + +--Vaya, adiós, D. Narciso, y dispénseme si no he podido comprender bien +su caritativa intención. Soy una ruin mujer y no entiendo de teologías. + +El P. Narciso quedó sonriendo como el conejo. Viendo cerrada esta vía, +entró resueltamente por otra no menos tortuosa. Lo mismo D. Joaquín el +capellán y mayordomo de la señora de Barrado que el P. Melchor, enemigos +natos del joven excusador, vomitaban veneno contra él, como es lógico. +Pero había otros cuantos clérigos en Peñascosa que se habían mostrado +siempre imparciales. A éstos procuró atraérselos pintándoles el lance +desde otro punto de vista, asegurando que tenía motivos secretos para +saberlo. El viaje había sido un verdadero rapto frustrado. La muchacha +se sacrificaba. Hacía ya tiempo que él, D. Narciso, tenía sospechas de +lo que iba a pasar. El excusador había concebido una pasión sacrílega. +La escapatoria estaba concertada desde hacía tres meses, etc., etc. Les +llenó la cabeza de viento. La posición que ocupaba como párroco, de +hecho si no de derecho, facilitó mucho esta atracción. Quedó convenido +entre la mayoría, casi la totalidad de los capellanes de la villa, que +el excusador era un chicuelo sin peso ni formalidad, que había +desprestigiado a la clase sacerdotal y que Dios sabe dónde pararía si el +prelado no tomaba cartas en el asunto. + +Desde entonces no perdonaron medio todos ellos de demostrarle su +desprecio. No hay nada que plazca tanto a la naturaleza humana como +despreciar. Empezaron a saludarle fríamente, luego a volver la cabeza, +después a no contestarle. Cuando entraba en la sacristía, si había allí +otros sacerdotes, notaba que se apartaban de él y formaban grupo aparte. +Si iba a revestirse para decir misa, se encontraba la mayor parte de los +días con el armario de las vestiduras cerrado: había que esperar a que +D. Narciso llegase para pedirle la llave. Se prescindía de él en las +funciones cuando era posible: no le convidaban a los _gaudeamus_ que +celebraban. Finalmente, le vejaban de todas las formas y maneras que se +les ofrecía. Y no dejaban de ser bastantes. + +El P. Gil quedó más sorprendido que enojado de aquel desprecio. Viendo +que sus compañeros prescindían de él, prescindió de ellos sin gran +pesar. Sólo hablaba con el P. Norberto y con D. Miguel. El viejo +párroco, a quien se había privado de la jefatura de hecho, mantenía, no +obstante, con tesón su derecho, inventaba mil trazas de demostrarlo al +vecindario. Entre él y D. Narciso había una enemiga profunda, feroz. +Pero éste le tenía miedo. El antiguo cabecilla de las huestes carlistas +era capaz, si se le irritaba un poco, de apalearle en la misma iglesia. +Don Miguel triunfaba por el terror. El P. Narciso afectaba despreciarle, +pero siempre a sus espaldas. Delante le trataba con extremada +consideración, y sufría con paciencia las rociadas que de vez en cuando +le soltaba. Y cuando se le ocurría al coadjutor, predicando a los +feligreses en el ofertorio de la misa, decir: «Nosotros los párrocos +tenemos el deber, etc.,» D. Miguel, desde su rincón donde oía la misa, +profería en voz bastante alta para que le oyeran los que estaban a su +alrededor: «¡Párroco yo! ¡párroco yo!» + +Saliendo un día juntos de la iglesia, el P. Gil, que acababa de recibir +un fuerte desaire de sus compañeros, se lo dijo, sin lamentarse, como si +le diera cualquiera noticia. + +--No hagas caso de ellos--le replicó el viejo caudillo, poniéndole la +mano rugosa y seca como un haz de sarmientos sobre el hombro.--Son todos +unos maricas. Viven pegados a las enaguas de las beatas, como los +gatos... Mira: yo, cuando salgo de decir misa, como ahora, y llego a +casa, nunca dejo de soltarles media docena de... Pero tú, si estás +agraviado, puedes llegar sin inconveniente a la docena. + +Una carcajada brutal, semejante a un rugido, sacudió su pecho vigoroso +al pronunciar estas palabras. Sus ojos brillaron con franca, cordial +alegría. El excusador se puso rojo como una cereza y guardó silencio. No +volvió a tener más confidencias con él sobre este punto. + +Su vida interior le causaba demasiados tormentos para pensar mucho +tiempo en estas futilidades. El escepticismo le minaba sordamente. El +mundo le parecía cada vez más incomprensible. La idea constante de que +todo lo que le rodeaba era una pura apariencia, cuyo verdadero sentido +permanecería eternamente ignorado para el hombre, engendraba en su alma +una melancolía profunda, que se reflejaba bien en su frente pálida y en +la sonrisa triste e indiferente que plegaba sus labios. La experiencia +toda entera--decía Kant--no es más que el conocimiento del fenómeno, no +de la cosa en sí. Ésta se oculta y se ocultará eternamente a la razón +humana. Platón también lo había dicho antes. Las cosas de este mundo, +tales como nuestros sentidos las perciben, no tienen realidad alguna. +Mientras nos encerramos exclusivamente en la percepción sensible somos +como prisioneros sentados en una caverna oscura, encadenados tan +fuertemente que no pueden volver la cabeza. No ven nada. Sólo perciben +en la pared que tienen enfrente, a la luz del fuego que arde detrás, las +sombras de las cosas que pasan entre ellos y el fuego. Tampoco ellos +mismos se ven sino como sombras proyectadas en la pared. Nuestra +ciencia, pues, se reduce y se reducirá siempre a predecir, según la +experiencia, el orden en que se suceden las sombras. + +¡Triste resultado después de tantos esfuerzos! El Universo entero se le +aparecía como una sombra fugitiva que se desvanece con el sujeto que lo +contempla. Es la Maya--como dicen los Vedas,--es el velo de la ilusión +el que, cubriendo los ojos de los mortales, les hace ver un mundo del +cual no puede decirse si existe o no existe, un mundo que semeja a un +sueño, a la radiación del sol sobre la arena, donde el viajero de lejos +cree percibir un lago. Habiendo perdido la fe, no sólo en su razón, sino +también en sus sentidos, la vida de nuestro clérigo se arrastraba +silenciosa, indiferente, en medio de un hastío infinito. + +Obdulia no le había visto en los quince días siguientes a su regreso. La +beata salía muy poco de casa por razones fáciles de comprender, y a la +iglesia procuraba ir a las horas en que no estuviese el excusador. Esto +último no precisamente por vergüenza, sino por el mismo sentimiento +amoroso que seguía agitando su corazón. Creía, y no le faltaba motivo, +que, supuestas las habladurías que corrían por el pueblo y la guerra de +todos los capellanes, principalmente de D. Narciso, cualquiera +aproximación a su confesor podía comprometerle. Así que se imponía este +sacrificio con la satisfacción del que padece por el ser adorado. Pero +llegó a ser un tormento superior a sus fuerzas. Su loca pasión, en vez +de calmarse, cada día se exaltaba más. No vivía más que con la imagen +del joven excusador. Hasta en sueños le veía. Y su fantasía desarreglada +le forjaba un sin fin de ilusiones. Dábase a pensar que el P. Gil +correspondía a su amor, y para creerlo sacaba de quicio todas sus +palabras y acciones. Una vez que le había apretado la mano con más +fuerza, otra que le había sonreído desde lejos, otra que se había +ruborizado al encontrarla, etc., etc. Todo lo convertía en sustancia. +Luego el viaje a Palencia era objeto para ella de un minucioso y febril +examen. Su alegría en el coche cuando almorzaban, y ella le limpiaba el +pescado de espinas; la escena de la barca, en que le vio melancólico, a +punto de llorar al escucharla; la turbación que se apoderó de él en el +tren cuando le invitó a descalzarla; finalmente, aquel beso de amor en +los labios que le impresionó hasta hacerle perder el sentido, le +parecían a la luz de los recuerdos otros tantos signos indudables del +sentimiento que embargaba el pecho de su confesor. El pobrecillo era un +santo, y su amor luchaba con el deber. Esta lucha que creía adivinar le +hacía doblemente interesante a sus ojos, y exaltaba aún más, si posible +era, su desapoderada pasión. + +Al cabo nació en su mente la idea de verle otra vez. La idea se +convirtió al momento en propósito, y la inundó de alegría. La entrevista +debía ser secreta, que nadie en Peñascosa tuviese noticia de ella. Esto +satisfacía su deseo de no comprometerle, y al mismo tiempo la condición +de su temperamento, inclinado siempre al misterio. Determinó que fuese +de noche: sorprender al excusador en su cuarto, gozar unos momentos de +afectuosa expansión y marcharse al instante. Señaló, por fin, el día. +Durante todo él estuvo nerviosa, agitada dulcemente, como la colegiala +que espera ver a su amante escalar de noche las rejas del balcón. Cuando +llegó la hora, dijo a su padre que le dolía la cabeza, para retirarse +temprano. Así que le oyó salir de casa, se echó con mano trémula un +mantón sobre los hombros, y acompañada de su doncella, que era su +encubridora perpetua, encaminose a casa del excusador. Las piernas le +flaqueaban de placer, el corazón le latía fuertemente. + +Lo raro del caso es que no se le pasaba por la imaginación que aquel +amor era sacrílego. No sentía remordimientos. Su cerebro desequilibrado +trastornaba todas las leyes divinas y sociales, las fundía de nuevo a su +capricho. Para ella, el amor del joven presbítero era un puro idealismo +conforme con el espíritu cristiano: hallaba en las historias de los +santos varios casos semejantes. Cuando soñaba con huir en su compañía al +fondo de un retiro dulce y ameno, siempre era bajo el supuesto de seguir +confesándose con él y subir al cielo juntos. Si la carne hablaba dentro +de su ser, o no la escuchaba, o fingía no escucharla, engañándose a sí +propia. + +Al llegar a la mansión del sacerdote, ordenó a su doncella que la +aguardase en el portal: no tardaría en bajar. Llamó toda temblorosa. +Salió Dª Josefa a abrir. Como desde su famoso viaje no la había visto, +se arrojó en sus brazos, la abrazó y la besó con afectada efusión. El +ama se mostró muy poco contenta: la recibió con frialdad glacial; hasta +se le conocía que luchaba consigo misma para no soltarle una rociada de +desvergüenzas y darle con la puerta en las narices. Sólo le contuvo la +idea de que su amo se había reconciliado con la beata, lo cual deploraba +en el fondo del alma, juzgándolo feo y peligroso. + +Obdulia fingió no advertir la frialdad de la buena señora. + +--¿Está en casa?--preguntó con el mismo semblante risueño. + +--Está... Voy a avisarle. + +--No hay necesidad. Me ha mandado venir a estas horas y me estará +aguardando. + +Seguidamente tomó la escalera y se dirigió al cuarto del P. Gil. Dª +Josefa la miró subir con aversión y desconfianza. Preguntar si estaba en +casa y luego decir que la aguardaba era una contradicción manifiesta. +Por esto y por la curiosidad natural la siguió a los pocos momentos. + +Bailándole de gozo el corazón, Obdulia se acercó a la puerta del +gabinete y miró por el agujero de la cerradura. El P. Gil estaba sentado +a su mesa de escribir, leyendo a la luz de un quinqué. Una sonrisa de +afecto y entusiasmo contrajo los labios de la joven devota. Abrió de +golpe la puerta para darle una grata sorpresa y exclamó con alegría: + +--¡Padre, aquí me tiene usted! + +El sacerdote levantó los ojos sorprendido. La sonrisa de la beata se +heló repentinamente en su rostro. En vez del gozo que esperaba, vio +cruzar por ellos un relámpago de ira al cual sucedió instantáneamente +una expresión de absoluta indiferencia, la misma expresión de cansancio +y hastío que hacía tiempo reflejaba su semblante. Alzose con lentitud de +la silla, sin contestar a la exclamación de su penitenta, y avanzó hasta +ella en silencio. La beata, clavándole una angustiosa mirada de terror, +retrocedió un paso. El sacerdote llegó a cogerla por un brazo, y suave, +pero firmemente, la llevó en silencio hasta la puerta, la puso fuera del +gabinete y cerró de nuevo. + +Obdulia tropezó con un bulto. Era Dª Josefa, que le soltó una carcajada +en la cara. + +--¡Parece que no la reciben a usted bajo palio, señorita! + +No contestó. Pálida, con el corazón fuertemente contraído y en un estado +de desfallecimiento que le hacía tambalearse, bajó la escalera sin darse +cuenta. Dª Josefa, cortando el flujo de la risa, la persiguió hasta la +puerta de la calle gritándole con acento iracundo, esforzándose en +bajar la voz para que no le oyera su amo: + +--Bien empleado le está, holgazana, gallarina... ¡Vergüenza había de +darle!... ¡Engañar a mi pobre señor y llevarle como un dominguillo de la +ceca a la meca!... ¡Mire usted la monjita!... ¿Es ésa su religión? ¿Es +ésa su delicadeza?... Si quiere hombres, vaya a casa de María Ramona con +mil pares de demonios y no pretenda a los sacerdotes... ¡Fuera de +aquí!... Métase en su casa y tenga honradez y tenga vergüenza, y no ande +como una perra salida a todas horas por esas calles... Si fuera a +llevarme del genio, le levantaba las sayas ahora mismo y le daba en el +tras con la zapatilla hasta que me cansara... ¡Pícara! ¡Mala cabra! + +Salió a la calle aturdida, quebrantada. Tuvo que arrimarse a la pared de +la casa para no caer. Los horrores y monstruosidades que le había +vomitado el ama del excusador seguían sonándole como martillazos en los +oídos. Hubo un instante en que creyó perder el sentido; pero del fondo +de su ser salió un grito rabioso, un grito de venganza que le mandó +tenerse firme. Y cumplió la orden, haciendo un gran esfuerzo sobre sí +misma. Descansó unos momentos contra la pared, pasose la mano por la +frente y se encaminó con paso rápido hacia su casa, seguida de la +doncella, que no había podido obtener respuesta a ninguna de sus +preguntas. + +Aunque se sentía muy mal, se empeñó en esperar a su padre. Cuando llegó +éste a las once, le siguió hasta su cuarto y, después de cerrar la +puerta, le dijo de repente: + +--Papá, no te he dicho la verdad... Cuando me hallasteis con el +excusador acababa de arrojarse sobre mí, estando en la cama. Me resistí, +luchamos, y al fin quedé desmayada en sus brazos. + +El jorobado dio un grito de rabia. + +--¡Ah puerco! ¡Bien lo presumía yo! + +Y se puso a dar vueltas como un tigre por la estancia, vomitando +injurias y blasfemias. Al cabo de un rato se detuvo delante de su hija, +y le preguntó, más con la vista que con las palabras, algo. + +La joven bajó la cabeza ruborizada e hizo un signo negativo. + +--Bien... De todos modos, has perdido la honra en la población. Es +menester que ese infame no se ría de ti... ¿Estamos? + +--En eso estoy--repuso ella con firmeza,--y para eso te lo he confesado. + +Osuna le clavó una mirada de sorpresa y curiosidad. + +--Vamos--dijo al cabo con sonrisa sarcástica,--ha habido rompimiento. + +--Poco importa que haya uno u otro--respondió con acento desabrido.--Lo +que me interesa en este momento es que no pague yo sola la culpa que es +de los dos... de él principalmente. + +Asintió el jorobado con toda su alma, porque aún más que la desgracia de +su hija, le preocupaba el vengarse del excusador. Y comenzaron a +cuchichear largamente sobre los medios de llevarlo a cabo. Habían dado +ya las cuatro de la madrugada cuando Obdulia salió del cuarto de su +padre. + +Se metió en la cama con fiebre. No pudo conciliar el sueño. La escena en +que acababa de hacer un papel tan triste se le presentaba a la +imaginación cada vez con más relieve. Por más esfuerzos que hacía, no le +era posible borrarla ni por un momento siquiera. Su amor propio gemía +como si le estuvieran atenaceando. + +En cuanto se levantó llamó a su padre, y se fueron ambos, como habían +convenido, a ver al P. Narciso. Fue idea de ella. Comprendió que la +persona que en Peñascosa podía ayudarles más en la empresa era el +coadjutor, y a él se dirigió. Éste se mostró sorprendido de su +resolución, y aun quiso, hipócritamente, disuadirles; pero el gozo le +rebosaba de tal modo por los poros, que una palabra un poco agria de +Obdulia bastó para ponerle suave como un guante. + +Osuna apuntó la idea de acudir al obispo. Don Narciso se opuso +terminantemente a ello. El delito era común, y a los tribunales +ordinarios debía acudir. Cuando éstos hubieran cumplido con su +ministerio, entonces era el caso de pedir a la Iglesia el castigo del +culpable. El taimado clérigo sabía muy bien que los tribunales +eclesiásticos procuran encubrir los delitos de los sacerdotes para +evitar el escándalo, cuyas consecuencias son peores. Se hace como que no +se cree en ellos, para no verse en la precisión de imponer una pena que +excite la atención demasiado. Determinaron, pues, acudir en queja al +juez de primera instancia. Al día siguiente fue Obdulia a Lancia a +consultar el caso con uno de los abogados más notables. Le encargó la +dirección del negocio, dejó nombrado procurador e hizo con el mayor +sigilo todas las gestiones conducentes a su propósito, sin olvidar el +procurarse algunas cartas de los personajes más influyentes de la +provincia para el juez de Peñascosa. + +Mientras estas nubes temerosas se amontonaban sobre su cabeza, el +inocente excusador paseaba desde casa a la iglesia y desde la iglesia a +casa, su frente pálida, su figura melancólica y resignada. Los ojos, +ordinariamente fijos en el suelo, sólo dirigían de vez en cuando miradas +tímidas a la gente, como si temiera que por ellos descubrieran el cáncer +que roía su corazón. No leía más que libros de entretenimiento; no +meditaba. Fatigado de tropezar con el mismo muro infranqueable, huía +con terror de lanzar su pensamiento por las esferas de la metafísica. + +Llegó un momento, sin embargo, en que lo hizo sin darse cuenta de ello. +Era una noche plácida de Mayo. Hacía poco más de un mes del famoso viaje +a Palencia. Había leído un rato cierta historia de Grecia de la +biblioteca de Montesinos, que a su muerte se había deshecho. Sentía +calor y cansancio. Apagó el quinqué, abrió las puertas del corredor y +trasladó a él la butaca, sentándose a respirar el aire del mar. Por +algunos minutos fijó la vista con atención en la bóveda celeste cuajada +de estrellas, y se esforzó en reconocer algunas constelaciones. Después +contempló, con el asombro que siempre produce, la vía láctea, que +aquella noche se señalaba admirablemente. Aquella faja blanca donde se +veían los astros como polvo finísimo le causaba siempre un estupor +profundo. Cada grano de ese polvo es un cuerpo millares de veces mayor +que la Tierra, el cual hace girar a su alrededor otros planetas que +nosotros no podemos percibir. + +--Y sin embargo--se dijo al cabo de un momento, saliendo de su estupor +con un suspiro,--todas esas grandezas ya no me espantan, porque no +tienen realidad. La existencia de esos astros está pendiente del hilo de +mi razón. Yo llevo en mí la forma eterna de esos objetos, como de todos +los demás. No son otra cosa a mis ojos que un espejo donde se refleja +mi ser interior. Por medio del mecanismo de mi cerebro, de mi facultad +de conocer, se representa la comedia fantástica que se llama mundo +externo. Ese tiempo infinito al través del cual existe la materia +revistiendo formas infinitas; ese espacio infinito también que llenáis, +esferas luminosas, no existen más que en mi representación; son las +formas que yo llevo aparejadas en mi cerebro para que _seáis_, o lo que +es igual, para que estéis representadas en mí... + +Pero ¿qué es lo que hay detrás de ese fenómeno, única cosa que puedo +percibir? ¿Cuál es el ser íntimo y verdadero del Universo? Esos mundos +infinitos, ¿son por ventura algo fuera de mi representación? Sí. El +idealismo absoluto es un absurdo, porque yo soy objeto de representación +para los demás, y sin embargo, tengo la absoluta certeza de que existo +fuera de esa representación. Eso mismo pasará a los otros hombres. ¿Qué +soy yo mismo separado de esta forma corporal en que me veo, fuera del +tiempo y el espacio que llevo en el cerebro? ¿Cuál es mi propia esencia +y la esencia del Universo?... + +No lo sé. No lo sabré jamás. Los esfuerzos de la filosofía se han +estrellado contra este misterio impenetrable. Nadie ha descifrado hasta +ahora el gran enigma de la existencia. Algunos seres privilegiados han +intentado descorrer el velo y nos han ofrecido, cada cual según su +fantasía, sistemas risueños o lúgubres, austeros o frívolos, de lo que +constituye el fondo de la vida. Pero estos sistemas no tienen ningún +valor científico; no son más que hipótesis. El paso de la representación +al _ser_ es un salto mortal en que han perecido los filósofos más +sagaces y los genios más sublimes de la humanidad. Kant, el coloso, que +ha batido las cataratas de mi inteligencia, atribuye al imperativo de la +conciencia moral un valor absoluto fuera del tiempo y el espacio. +Partiendo de él, cree penetrar con planta segura en los misterios de la +esencia infinita. ¡Ilusión! Este imperativo es un fantasma. Los +filósofos materialistas han metido en él el escalpelo de su crítica y se +ha visto que está hueco. Schopenhauer, el sutil pensador que hoy +arrastra a la juventud, fuera del mundo fenomenal coloca la Voluntad, +que es en su opinión la cosa en sí. ¿Por qué? Con la misma razón que él +la llama _voluntad_, la han llamado los escolásticos _ens realissimum_, +y sus predecesores en Alemania _absoluto_. Por mucho que se esfuerce en +ocultarla, su teoría está fundada como las demás en una pura hipótesis, +y las hipótesis no tienen valor en la ciencia; sólo se sostienen en la +fe... + +Al formularse esta palabra en su cerebro, el corazón le dio un vuelco +sin saber por qué. Sintió vagamente que había chocado con algo donde +asirse y quedó sumido nuevamente en profunda meditación. + +--No hay que dudarlo. Lo que la ciencia puede darme son las relaciones +de las cosas bajo el imperio del tiempo y el espacio. Jamás me dirá su +esencia. Para que sepa algo de ella, menester es que se trasforme mi +facultad de conocer... ¿Y por qué no he de dejar que se trasforme? ¿Por +qué no he de prescindir por un momento de mi razón y no he de prestar +asenso a los presentimientos de mi alma, a la voz interior que me +explica de un modo claro la esencia divina del Universo? La razón no me +dice por qué es hermosa la puesta del sol en el mar. ¡Y sin embargo es +hermosa! La razón no me dice por qué San Juan de Dios es sublime +abrazándose a los leprosos. ¡Y sin embargo es sublime!... + +¡Ah, sí! Por encima de este vulgar conocimiento que me esclaviza a la +materia hay otro que me emancipa. Los ojos del cuerpo no penetran en la +intimidad profunda de los seres; pero la fe no necesita de ojos: la +pintan vendada. No sólo poseo una razón que me explica la apariencia de +las cosas: existe también en mi espíritu una revelación constante que +las ilumina por dentro... ¿Por qué he de prescindir de esta revelación? +¿Por qué he de cerrar los oídos a los suspiros de mi alma? Esta +revelación es el tesoro más precioso con que he sido dotado. Quiero +gozar de él; quiero recobrar la libertad y responder al llamamiento de +lo que hay en mí de divino. Esta revelación me dice que soy un +extranjero en este mundo, sometido a la necesidad, y que puedo romper +los lazos que me unen a él. Me manda sacudir el yugo del tiempo y +distinguir lo que hay en mi ser de temporal y lo que hay de eterno... Si +llevo en mi cerebro las formas eternas de los objetos, es que soy +superior y tengo una existencia independiente de ellas. Esta existencia +es lo único que hay en mí de real; lo demás es pura apariencia, y como +ha nacido debe morir... Quiero vivir esta vida inmortal y libre; quiero +conocer directamente la verdad eterna que se oculta detrás de este +Universo. «La hora vendrá--dice Jesús--en que los muertos oirán la voz +del Hijo de Dios, y aquellos que la oirán vivirán.» La hora ha llegado +para mí... ¡Oh sí, Dios eterno, al través del tiempo y el espacio y de +todas las formas efímeras de la existencia te veo inmutable, infinito, +única fuente de verdad y de vida, única luz en las tinieblas que +envuelven nuestra vida temporal; te veo, te reconozco y te adoro!... + +Un sacudimiento semejante al que produce una corriente eléctrica le hizo +ponerse en pie vivamente. El corazón le latía con tal fuerza que se +llevó las manos al pecho. Una emoción grande, intensa subía de él hasta +la garganta y se la apretaba. Sentíase inundado de una extraña alegría. +Comenzó a pasear por el corredor, presa de un desasosiego tan dulce que +le hacía daño. Le parecía que su ser trasmigraba súbito al de un ángel, +que en su espíritu se cumplía un misterio inefable y augusto. Le +acometían impulsos de reír y llorar al mismo tiempo. Se hallaba en la +situación de un desterrado a quien restituyen de repente al seno de su +patria y su familia. Necesitaba hacer esfuerzos sobre sí mismo para no +brincar, para no gritar y reír como un oxigenado. + +De tal modo estaba abstraído, que no oyó el ruido de la puerta de su +gabinete al abrirse, ni tampoco los pasos de una persona que avanzaba +por él hasta llegar al mismo corredor. + +--Buenas noches, señor excusador--dijo una voz conocida. + +--¿Quién va?... ¡Ah!... ¿Es usted, señor juez? ¿Cómo no han encendido +una luz? + +--No hace falta. La noche está hermosa. Indudablemente, este corredor es +una gran cosa. + +Se dieron la mano, y el juez de primera instancia, que era hombre de +unos cuarenta años, de fisonomía abierta y simpática, se arrimó a la +barandilla del corredor y puso las manos sobre ella. + +--Se extrañará usted--dijo con afectada indiferencia--de verme por aquí +a estas horas... ¡Phs!... Hay en el juzgado una denuncia... Nada... +Supongo que será nada entre dos platos. Pero como ya sabe usted que +todas estas cosas de justicia se llevan con tanta formalidad... Luego en +la audiencia no dejan pasar una rata; todo ha de ser a punta de lanza... +En fin, me veo en la necesidad de detener a usted... Supongo que será +por muy poco tiempo... una pura formalidad; pero hay que cumplirla... No +he querido mandar al alguacil ¿sabe usted? por no asustarle, porque la +cosa no merece la pena. He venido yo en persona para tranquilizarle... +No se apure usted, pues, que la detención no tiene importancia, y +véngase conmigo. De este modo y a esta hora nadie se enterará. + +--¿Una denuncia?... ¿De qué me acusan? + +--Al parecer es el asunto de la escapatoria de la chica de Osuna... No +se asuste usted. + +--No me asusto, señor juez. Estoy dispuesto a seguirle al instante... Si +usted me permite, encenderé el quinqué para quitarme las zapatillas y +ponerme los zapatos... + +--Todo lo que usted quiera, señor excusador--se apresuró a decir.--Puede +usted tomarse el tiempo que guste y mandar a la cárcel cuantos efectos +tenga por conveniente. + +El sacerdote sacó un fósforo y se dispuso a encender el quinqué. El juez +quedó estupefacto. En vez del rostro pálido y descompuesto que pensaba +hallar, pudo observar la fisonomía más plácida y feliz que jamás había +visto en su vida. En la mirada que el excusador le dirigió, después de +encender, brillaba una alegría tan pura como si hubiese venido a +noticiarle que le habían hecho obispo. El juez dio un paso atrás y le +clavó los ojos con desconfianza. Pero se aseguró en seguida viendo el +perfecto sosiego con que hacía todos los preparativos. Empaquetó alguna +ropa en una maleta, se puso los zapatos, la sotana y el sombrero y dijo +sonriendo: + +--Ya estoy. Los curas no tardamos mucho en arreglarnos, ¿verdad?... A Dª +Josefa no le diré nada para evitar una escena triste, ¿no le parece a +usted? Le escribiré desde la cárcel, pidiéndole la ropa. + +Aprobó el juez cuanto decía, y ambos tomaron la escalera y salieron a la +calle como dos amigos. Durante el trayecto, el joven presbítero dio +señales de una verbosidad y alegría que hacía tiempo no se observaban en +él. Entraron en la cárcel, eligió el juez la habitación menos mala y, +después de dejarle instalado, se despidió con creciente sorpresa al ver +que se quedaba allí tan sereno y risueño como en su casa. + +Salió vivamente impresionado de la cárcel. Mientras caminaba por la +calle del Cuadrante arriba, su imaginación daba vueltas buscando una +explicación a aquella conducta extraordinaria. + +El señor juez de primera instancia estaba lejos de sospechar que, al +ingresar en la cárcel, el excusador de Peñascosa acababa de salir de los +calabozos del escepticismo. + + + + +XIV + + +¡Guarden ceremonia, señores! + +La voz del hujier, imperativa, estridente, no lograba calmar la risa y +los murmullos de los concurrentes. Porque aunque el presidente de la +sala había resuelto que el juicio se celebrase a puertas cerradas, +atento a la índole delicada del delito y a las personas que habían +intervenido en él, fueron tantos los abogados que reclamaron su derecho +a presenciarlo y tantos los permisos concedidos, que se formó pronto una +asamblea numerosa y más inquieta de lo que debía esperarse. + +La sala de lo criminal de la audiencia de Lancia era una pieza +rectangular, grande, oscura, polvorienta. Allá en el fondo, debajo de un +dosel de damasco marchito, estaban sentados en sendos sillones de +terciopelo los tres magistrados que componían el tribunal. A un lado, el +acusador privado, con una mesa delante. Enfrente el defensor. El relator +en pie, frente al tribunal. Detrás el acusado en su banquillo. + +El testigo que deponía en aquel instante era el cochero que había +conducido al P. Gil y su penitenta desde Peñascosa a la estación de la +Reguera. Lo presentaba la acusación. Era hombre viejo ya, con la faz +extremadamente roja, iluminada por el alcohol tanto como por la +intemperie. Vestía un chaquetón del grueso de una albarda, y hacía rodar +su gorra de pana entre los dedos con manifiesto embarazo mientras +declaraba. La voz era bronca, como conviene a todo mayoral que se estime +en algo; el estilo pintoresco, abusando un poco de los tropos. + +--Pus a mí me dijo el amo: Lico, hay que dir a Peñascosa a por unos +señores. No pases de la venta de Marica, y duérmete allí. Llévate paja +pa el ganao, porque allí no la hay. (En esto el amo no habló bien, +porque en casa Marica hay paja... sólo que no se la da a los +cualisquiera, entendámonos.) Llévate al Tizón y al Sencillo: son quién +pa traerlos con la carretela.--Sigún y conforme, dije yo. El Tizón es un +perro. Como le dé la serenita por no andar, ya le puede usted alumbrar +candela, que ¡ni pa Dios! + +--Déjese usted de tizones y candelas, y diga lo que sepa del +asunto--interrumpió el presidente con voz irritada. + +Este presidente era un viejo terco, colérico, impertinente, que dirigía +las sesiones del juicio oral como una escuela de párvulos. Ofendía a +reos y a testigos, sin respetar mucho más a los abogados. Mostraba sus +simpatías o antipatías con una franqueza que aterraba. Sin embargo, no +era un perverso ni procedía de mala fe. Todo dependía de su temperamento +excesivamente nervioso y de la edad, que le obligaba a chochear. + +--Bien tá eso, señor, y voy al caso. A la una, menuto más o menos, llegó +este señor cura (apuntando para el acusado) a montar en la mesma +cochera. Llegaríamos a casa de Marica a eso de las seis. Allí nos dejó +el señor y nos dijo que volvería al día siguiente con otra presona pa +volvernos a Lancia. Por la noche vino un chico a traerme dos maletas, y +al otro día bien temprano dio allí el señor cura con una chavalita que +venía toa tapá. Nos mandó enganchar y, mientras, la chavalita se subió a +la casa. + +--¿Y no observó usted--preguntó el presidente--si el sacerdote la +acompañó arriba? + +--Yo no le vi subir. Si estuvo arriba, fue poco tiempo. + +--¿No notaron usted y el zagal nada de particular en la manera de +portarse y hablar entre sí el sacerdote y la joven? + +--Yo no estaba en el toque de los particulares, señor, porque andaba de +aquí para allá detrás del ganao, ni el zagal tampoco... Pero un pensar +naide se lo quita a uno. Cuando vi llegar por la carretera al señor +cura, que es bien parecido de suyo, con la chavala, dije: Éstos lo mesmo +pueen venir de rezar vísperas que de tocar a maitines... Dempués +enganché, y dempués me entré en la taberna a limpiar el pasapán. No +estaba allí más que Marica.--¿Sabes, Marica, le dije, que me pesa llevar +al curita y a la chavala en la carretela?--¿Por qué te pesa?--Porque +sí... porque el hombre no está hecho tovía a estos oficios, ¿entiendes +tú?--¡Ave María, qué burro eres, Lico! ¡Quita allá! ¿No te da +vergüenza?--Mia, Marica, tú no has corrío el mundo como yo. Yo he dido +por León, por Palencia, por Salamanca y hasta por tierra de +Extremadura... Los curas son, hablando con perdón, hombres como todos +los demás, y hay casos en que la mujer no arrepara ni en curas ni en +frailes, ni en el verbo devino... + +Estas palabras fueron las que promovieron la algazara dicha. Ni los +hujieres con sus voces, ni el presidente con la campanilla pudieron +apaciguarla en algún tiempo. Por último, aquél logró hacerse oír. +Amenazó con hacer desalojar el local inmediatamente, y esto bastó para +restablecer el silencio. Después se revolvió contra el testigo. + +--Advierto al testigo que si _ha dido_ por todos esos sitios que dice, +ahora no va por buen camino. Absténgase de frases groseras y declare +sencillamente la verdad. + +Después del cochero declaró el zagal. No tuvo importancia su +declaración. Salieron luego sucesivamente algunas beatas de Peñascosa +que declararon en términos vagos que habían observado cierta intimidad +desusada entre Obdulia y su confesor, aunque nunca habían pensado mal de +ella. También depuso el P. Narciso. Fue una declaración modelo de +hipocresía y maldad. Haciendo elogios hiperbólicos de la virtud y el +talento de su compañero, supo, no obstante, clavarle el estilete hasta +la empuñadura. Sus reticencias insidiosas, el acento protector y triste +con que disculpó las faltas de los sacerdotes, y las últimas palabras +dirigidas a excitar la benevolencia del tribunal, causaron profunda +impresión en el auditorio. Parecía justificar a su compañero; pero al +través de su acento y de su mímica se leía bien claro que le condenaba. + +Todas las miradas se volvieron hacia el acusado. El P. Gil estaba como +hacía tres meses, cuando ingresó en la cárcel de Peñascosa. Con el +encierro su rostro había ganado aún en blancura. En vez del cansancio y +melancolía que en los últimos tiempos reflejaba, observábase ahora un +alegre sosiego, una firmeza que tenía desconcertados a todos los +asistentes al juicio oral. Parecía que aquellos debates no iban con él, +que no estaban su honra y su libertad sobre el tapete. La opinión que +prevalecía en el concurso, y de la cual se había hecho eco ya la prensa +liberal de Lancia, era que aquel clérigo era un cínico, con poca o +ninguna vergüenza. No se necesitaba ser muy lince para ver que se había +captado la antipatía del tribunal, sobre todo del presidente, que la +había puesto ya de manifiesto en varias ocasiones. Como hacía siempre +que declaraba algún testigo, el acusado contemplaba ahora al P. Narciso +de hito en hito, con mirada firme y tranquila. El coadjutor habló con +los ojos puestos en el suelo, y todo el mundo aplaudió su modestia y la +moderación de sus palabras. + +Salió luego por la puerta de los testigos don Martín de las Casas. +Después de su nombre, edad, estado, profesión, etc., el presidente le +preguntó: + +--¿Ha estado usted procesado alguna vez? + +D. Martín, que se hallaba bastante turbado, porque era principalmente +hombre de acción, como ya sabemos, y no de derecho, respondió vacilando: + +--No recuerdo. + +--¡Hombre, no recuerda usted! Pues eso no suele olvidarse. + +La frase presidencial despertó gran alegría en el concurso. El inválido +rechinó los dientes. Hubiera dado el otro hombro por poder asestar una +bofetada a aquel viejo. Éste, observando su irritación, le interrumpió +varias veces mientras declaraba, dirigiéndole con zumba algunas +preguntas, que siguieron regocijando al auditorio. + +El feroz cacique de Peñascosa almacenó en pocos momentos tanta cólera, +que se propuso nada menos que escupir en la cara al presidente y +desafiarle tan pronto como saliesen a la calle. Sin embargo, este varón +poderoso, digno de vivir en la edad de hierro, tropezó con él por la +tarde en el casino, y en vez de inferirle agravio, le quitó el sombrero +con mucha reverencia. Y es que no hay nada que desanime a los héroes +tanto como las cárceles celulares. + +Llamaron inmediatamente a D. Peregrín Casanova, el cual, al revés de lo +que le había sucedido a su amigo, entró majestuosamente en el salón, +resoplando y balanceándose como un vapor que atraca al muelle. En +sustancia, el ex-gobernador interino de Tarragona vino a decir que el +excusador de Peñascosa nunca había sido santo de su devoción. Los +caracteres retraídos, mansos, silenciosos, no le habían dado resultado. +A otros quizá se lo dieran, no lo discutía, pero él en su larga carrera +administrativa tuvo varios subordinados que estuvieron a punto de +comprometerle, y siempre habían sido caracteres semejantes al del +acusado. Cuando corrió por Peñascosa la especie de que Obdulia se había +fugado con el excusador, él había dicho: «Imposible; estoy seguro de que +ese hombre la ha llevado engañada. Hace mucho tiempo que le observo, y +yo no necesito tanto. Me precio de tener buena nariz.» (_¿De qué no se +preciaba D. Peregrín?_) A pesar de que existían ciertas diferencias +entre él y Osuna, las dio al olvido inmediatamente, porque nunca había +sido rencoroso, y se ofreció a acompañarle en la persecución de la +pareja. La situación en que los habían encontrado en Palencia no era +para descrita. Baste saber que él, D. Peregrín, había enrojecido de +indignación. Sin embargo, a ruego del abogado acusador la describió. +Después quiso entrar en consideraciones filosóficas sobre la magnitud +del delito y sobre la conveniencia para la sociedad de que los +tribunales castiguen con mano firme en estos casos, pero le atajó el +presidente. El tono pedantesco, la voz nasal y recia y la acción de +dómine con que emitía su declaración habían impresionado de mal modo al +auditorio, pero peor que a todos al presidente, que le miraba con ojos +torvos desde que había comenzado. Cuando ya tuvo lleno el saco de la +paciencia, que no llevaba mucha, dijo con su voz áspera de vejete +irritable: + +--¿Acaso quiere usted darnos un curso de derecho penal? Déjese de +filosofías y manifieste los hechos como Dios le dé a entender... que se +lo da bien mal por cierto. + +--Señor presidente, creo que estoy en mi perfecto derecho... + +--Aquí no tiene usted derecho ninguno, ni perfecto ni imperfecto... + +--Señor presidente, yo... + +--Basta. Retírese usted. + +--¡Señor presidente!... + +--Que se retire usted inmediatamente, o será expulsado por los hujieres. + +Rojo de confusión, trémulo y aturdido, a punto de llorar, el hombre que +rigió los destinos de la provincia de Tarragona por más de dos semanas, +salió al fin de la estancia dando traspiés. + +--Señor presidente--manifestó el abogado acusador con entereza,--esa +orden debilita la prueba que propongo y me parece arbitraria... + +--¡Llamo al orden al letrado!--gritó furioso el presidente, agitando la +campanilla. + +--Señor presidente, yo entiendo que se vulneran los derechos de la +acusación... + +--¡Llamo por segunda vez al orden al letrado!--gritó más furioso aún el +presidente, levantándose a medias del asiento y golpeando la mesa con la +campanilla. + +--Pues formulo la correspondiente protesta. + +--Proteste usted cuanto quiera, pero absténgase en lo sucesivo de +dirigir palabras irrespetuosas a la presidencia. + +El abogado acusador era un joven flaco, de barba negra, ojos pequeños +insolentes, y muy sobre sí en todos los ademanes. Figuraba como jefe de +los republicanos federales de Lancia y dirigía el periódico que éstos +publicaban. Su odio al clero era proverbial en la población. Había +tenido varios choques por este motivo, uno de ellos con el obispo: +estuvo procesado por injurias a la religión. Como es natural, cogía por +los pelos cualquier ocasión de vejar a sus ministros. Un proceso como el +presente, en que figuraba como reo un sacerdote, le llenaba de júbilo, +lo atendía con cuidados tan tiernos como si se tratase de la honra de +una hermana. + +Después de D. Peregrín, fue llamada el ama de la casa de huéspedes de +Palencia. Venía presentada por la defensa. Declaró que había observado +relaciones extrañas entre el sacerdote y la joven, pero que en nada +podían comprometer a aquél. Cuando llegaron, pidieron caballos para +marchar al día siguiente por la mañana a Astudillo. Le dijo la criada +que ya no se marchaban, porque la señorita estaba algo constipada y no +se había levantado. Pasó a verla y la encontró pálida, pero no +constipada. Le preguntó si había estado a verla su compañero de viaje el +sacerdote, y se apresuró a responderle que no, de un modo tan vivo que +le llamó la atención. Después supo que había enviado un recado al +sacerdote diciéndole que almorzase solo y que pasase luego por su +habitación. Estuvo poco tiempo en ella. Le vio salir corriendo, agitado +y tembloroso y echarse a la calle. Estuvo por allá toda la tarde, y vino +muy de noche ya. Mientras tanto, la señorita había tenido dos ataques; +ella la había asistido, porque no quiso que se llamase al médico. El +sacerdote se encerró en su habitación. La señorita me mandó llamarle, +pero no quiso acudir hasta que le fui a decir que estaba con un ataque. +Después fue cuando la señorita me mandó que le hiciese un poco de tila, +y mientras yo estaba en la cocina subió su padre con los amigos. Cuando +llegué la encontré tendida en el suelo en paños menores. El papá trataba +de llevarla a la cama y yo le ayudé. + +--Dice usted--manifestó el acusador--que cuando le vio salir del +gabinete de la joven ofrecía señales evidentes de turbación. ¿No habrá +usted observado, por casualidad, si presentaba igualmente signos de +desarreglo en las ropas? + +Hubo un murmullo en el auditorio. + +--No, señor; no noté nada. + +Otras varias preguntas le hizo con la misma intención que ésta. Luego +fue repreguntada por la defensa. + +Salió inmediatamente, también presentada por ésta, D.ª Josefa, el ama +del excusador. Se decía que esta señora tenía pruebas de la inocencia de +su amo, que iba a relatar cosas muy curiosas. Se esperaba su declaración +con ansiedad. Cuando le hubo tomado juramento y después de las preguntas +de reglamento, el presidente le dijo con el tonillo agrio que le era +característico: + +--Ahora va usted a decir lo que sepa, pero mucho cuidado con los +embrollos, porque la tengo a usted sobre ojo... + +El abogado defensor, que era un hombre corpulento con largas patillas +blancas, protestó contra esta advertencia. Preguntada por el presidente, +D.ª Josefa declaró que Obdulia hacía tiempo que perseguía a su amo y le +molestaba proponiéndole la escapatoria al convento. Que el excusador +había tratado en vano de disuadirla; sus esfuerzos habían sido vanos. +Estaba tan resuelta a marcharse, que se hubiera ido sola si él se negaba +a acompañarla. En vista de eso, su amo, aunque de malísima gana, había +cedido. La testigo misma se lo había aconsejado para que se librase de +una beata tan insufrible. + +--¿Y no es cierto--preguntó el defensor--que un mes, poco más o menos, +después del regreso de Palencia, la querellante se presentó una noche en +casa de mi defendido, y que fue arrojada por él de allí? + +--Sí, señor. + +--Explique cómo ha sido. + +D.ª Josefa relató exactamente la escena ya conocida, sin omitir los +insultos que dirigió a la joven. + +--Como esta versión--dijo el defensor--no concuerda con lo manifestado +por la querellante en el sumario, de no haber hablado con mi defendido +desde su regreso de Palencia, pido un careo entre ambas. + +--Señor presidente--manifestó el abogado de Obdulia,--la acusación se +adhiere a esta petición de la defensa, pero solicita que este careo se +efectúe después que la querellante haya declarado. + +Así lo dispuso la presidencia. El acusador repreguntó a D.ª Josefa: + +--¿Es cierto que la testigo miraba con malos ojos a mi defendida, por +suponer que la sustraía una parte del cariño o la estimación de su +amo?... + +--¡No conteste usted a esa pregunta!--se apresuró a decir el presidente. + +--Está bien--expresó el defensor.--¿No es igualmente exacto que la +testigo detestaba a todas las hijas de confesión del procesado, +estableciendo con ellas una suerte de rivalidad? + +--No conteste usted tampoco. Esa pregunta es tan impertinente como la +otra. + +--Renuncio a seguir repreguntando--dijo el abogado con una sonrisa +maliciosa, que indicaba bien claramente que ya creía haber conseguido su +objeto. + +Faltaba la gran emoción de aquel juicio, el acontecimiento que desde que +se comenzara hacía unos días se esperaba por todos con verdadero anhelo; +faltaba, en suma, la declaración de la querellante, que estaba la última +en la lista. Cuando el presidente dio la orden de hacerla pasar, hubo un +prolongado rumor en el auditorio, al cual siguió silencio sepulcral. +Todos los ojos estaban vueltos hacia la puerta con expresión de intensa +curiosidad. + +Pareció, al fin, la hija de Osuna. Vestía con modestia y elegancia al +mismo tiempo. Su figura esbelta y distinguida y la hermosura ajada, pero +interesante, de su rostro causaron favorable impresión en los +circunstantes. Al pasar para ocupar su sitio, no se dignó arrojar una +mirada a su antiguo confesor. Estaba más pálida que de ordinario, más +ojerosa; pero en su mirada podía observarse una vehemencia y un brillo +inusitados. + +El presidente le hizo las preguntas de la ley, en tono respetuoso y +hasta galante. Respondió con notable claridad y precisión. + +--¿Es cierto--le preguntó el presidente--que ha sido usted objeto de una +agresión maliciosa y escandalosa por parte del procesado? + +--Sí, señor. + +--Relate usted lo ocurrido en la forma que usted crea más oportuna, sin +separarse de la verdad. + +--Muy poco tiempo después de llegar el padre Gil a Peñascosa y +desempeñar el cargo de excusador, empecé a confesarme con él. Le +encontré prudente, advertido y extraordinariamente piadoso. El respeto +que yo tenía a su talento y la admiración a sus virtudes eran tan +grandes que algunos maliciosos de la población pudieron muy bien +figurarse que existía una inclinación en mí hacia su persona. Yo no +puedo negar que le profesaba estimación y cariño. Durante el tiempo que +fue mi confesor, jamás noté en él más que una estimación espiritual a +veces, no siempre, porque ordinariamente se manifestaba severo y poco +comunicativo. Sólo en los últimos tiempos empecé a observar que se +detenía más tiempo que antes en las confesiones (_risas y murmullos en +el auditorio_); que procuraba prolongarlas entrando en conversaciones +que nada tenían que ver con ellas. No hice aprecio de esto, ni tampoco +de que alguna vez al despedirnos me retenía la mano entre las suyas +largo rato. (_Más risas. El presidente agita la campanilla._) Lo +atribuía a la confianza que había logrado inspirarle, porque tenía, al +menos en la apariencia, un carácter tímido y retraído. Hace ya lo menos +un año que le manifesté deseos de entrar en un convento, pero se opuso +tenazmente a ello. De vez en cuando volvía a la carga rogándole que me +ayudase a llevarlo a cabo. Siempre encontré la misma resistencia. Hasta +que repentinamente, pasados algunos meses, me dijo un día que encontraba +mi proyecto muy bueno y muy santo, y que estaba dispuesto a prestarme +los medios para realizarlo. Lo primero que se me ocurrió, como es +natural, fue solicitar el permiso de mi padre. El P. Gil se opuso a +ello. Me dijo que por entonces no era conveniente; más adelante ya +veríamos. Empezamos a tratar la cuestión de convento. Yo quería entrar +en las Agustinas de Lancia, pero él me dijo que conocía un convento de +Carmelitas en Astudillo que era el que me convenía. Era un convento que +no tenía más que diez o doce monjas, muy tranquilo, muy apartado, un +verdadero rinconcito del cielo, como él decía. (_Risas._) Preparamos la +expedición. Se ofreció a acompañarme. Yo no cesaba de instarle para que +mi padre tuviese noticia del proyecto. No se oponía abiertamente a ello, +pero lo iba dilatando. Por fin, cuando llegó el momento de realizarlo, +me dijo que creía más prudente no darle parte. El pobre iba a tener un +disgusto muy grande. Acaso viendo la posibilidad de desbaratarlo se +opondría, mientras que sabiéndolo cuando ya estuviese hecho, no tendría +más remedio que resignarse. En fin, me alegó una porción de razones que +concluyeron por convencerme... + +Aquí hizo una pausa la querellante; se llevó la mano a la frente, como +si le doliese traer a la memoria lo que iba a decir. Un gesto digno de +una actriz de primer orden. + +--Salimos un martes al amanecer. Lo había preparado todo perfectamente. +El día anterior había ido a Lancia y trajo una carretela que dejó en las +inmediaciones de Peñascosa. Durante el camino hablamos poco. Yo iba +inquieta y triste. No entramos en Lancia, sino que seguimos a la Reguera +para tomar allí el tren. Esperamos bastante tiempo y dimos un paseo por +la orilla del río. Nada me dijo entonces que pudiera hacerme concebir +sospechas. Sólo cuando estuvimos en el tren y quedamos solos, noté que +me miraba fijamente y de un modo particular. Yo me fui al opuesto +rincón. Traté de descansar y quise quitarme los zapatos porque me +lastimaban. Entonces él se brindó a sacármelos, y sin esperar +contestación se puso a hacerlo. (_Rumores y risas. El presidente amenaza +con despejar la sala._) A mí, a la verdad, me dio aquello vergüenza y +quedé muy inquieta. Me pesaba ya muchísimo de haber ido con él. Procuré +disimular, sin embargo, porque empezaba a tener miedo. Llegamos a +Palencia y mandamos a buscar caballos para ir al día siguiente a +Astudillo. Pero al día siguiente me sentí muy mal. La emoción del viaje +me había descompuesto los nervios. Me esperaban, por desgracia, otras +más fuertes. El padre entró a verme; se sentó a la cabecera de mi cama, +y después de algunos lugares comunes, empezó a hablarme de amor como un +galán cualquiera. Me hizo una declaración. Yo estaba aterrada y +escandalizada. Me dijo que sólo había ideado aquel viaje con el objeto +de marcharse conmigo, que podríamos ir al extranjero y vivir como marido +y mujer... una serie de cosas escandalosas que me dejaron yerta. Tuve +fuerzas, sin embargo, para responderle. Lo hice con tal energía, porque +estaba como loca, que le asusté. Le amenacé con gritar si no se marchaba +inmediatamente... + +Obedeció. Llegó el ama después a verme, y estuve por decirle lo que me +había pasado, pero me contuve. Sentía en el alma dar un escándalo y +perder a un sacerdote. Me pareció mejor disimular. Envié un recado al +padre para que almorzase solo y viniese después a verme. Mi objeto era +hacer que reflexionase un poco y rogarle que escribiese a papá o le +telegrafiase para que viniese a recogerme, con pretexto de que estaba +enferma y no podía entrar en el convento. Llegó después de almorzar; +pero en vez de presentarse arrepentido por lo que había hecho, comenzó +otra vez a solicitarme de un modo más feo, más asqueroso que antes. +Entonces le hablé como debía, recordándole sus deberes y la confianza +que había depositado en él. No hizo caso. Viéndome perdida, porque +trataba de pasar de las palabras a las obras, cogí un Santo Cristo de +ébano que había sobre la mesa de noche y lo puse delante de mí, +diciendo: ¡Señor, protegedme!... Entonces él, como si viera el diablo, +se marchó corriendo... + +Después tuve dos ataques muy fuertes. Creí que me moría. Cuando pude +coordinar las ideas, era ya cerca de noche. El ama me dijo que había +salido de casa y no había vuelto. Encargué que le avisaran para hablarle +por última vez y resolverme o no a dar parte de lo que ocurría. No quiso +venir, temiendo sin duda mi indignación. Caí con otro ataque, y el ama +sin duda fue a buscarle, porque cuando abrí los ojos estaba él a mi +lado. Pedí al ama que me hiciese una taza de tila... En cuanto quedamos +solos, sin mediar palabra alguna se arrojó sobre mí, cubriéndome la cara +de besos, apretándome con tal fuerza que pensé morir... Aturdida y +horrorizada, lancé algunos gritos, pero él los sofocó poniéndome la mano +en la boca... Luché con desesperación, y Dios me dio fuerzas para +desprenderme de sus brazos y saltar de la cama... Pero apenas había +puesto los pies en el suelo, me encontré otra vez sujeta y con la boca +tapada... Forcejeamos un rato, pero aquella lucha no podía durar mucho +tiempo... Al fin, perdí el sentido... + +Una emoción violenta corrió por la sala. Hubo un rumor prolongado. Todas +las miradas, fijas hasta entonces en la querellante, se dirigieron hacia +el acusado. El P. Gil había escuchado aquella infame declaración, +primero con sorpresa, después con una triste compasión, que los +circunstantes, impresionados por las palabras de la joven, no supieron +leer en sus ojos. Aquella actitud tranquila, aquella mirada persistente, +fija sobre su acusadora, siguió atribuyéndose a cinismo. + +Era difícil que sucediese de otro modo. Obdulia había mostrado, bajo el +latigazo de la ira, un talento diabólico. Su palabra y sus ademanes, un +poco exagerados, vibraban de indignación. Su mirada no se cruzó jamás +con la del sacerdote; pero supo bien dar a este miedo el aspecto de +desprecio. + +--Deseo que manifieste la querellante--preguntó el abogado +defensor--cómo es que, habiendo sucedido todo lo que acaba de declarar, +se confesó después única autora de aquella fuga y nada dijo hasta +trascurrido mucho tiempo de la violencia de que fue objeto. + +--No he dicho nada por vergüenza. Creo que cualquiera mujer haría lo +mismo en mi caso. ¿Qué ganaba con revelar estas cosas tan sucias? Sólo +cuando vi mi honra por los suelos, sólo cuando llegó a mis oídos lo que +se decía en Peñascosa, me aventuré a confesarlo a mi padre. Por mandato +de éste me encuentro aquí, que de otro modo tampoco hubiera venido. + +A todas las preguntas que le hicieron, tanto el presidente como los +letrados, respondió con admirable serenidad y viveza. Ni un momento le +faltó su imaginación. + +El defensor del P. Gil propuso al fin el careo con D.ª Josefa. Entró +ésta de nuevo y clavó una mirada iracunda en Obdulia, la cual le pagó +con otra de afectado desprecio. A instancia de la presidencia relató de +nuevo la escena en que el P. Gil arrojó de casa a su penitenta. A las +pocas palabras ésta dio señales de agitación y se puso horriblemente +pálida. + +--¡Falso, falso!--gritó sin poder contenerse. + +--¿Es falso que entró usted en la habitación de mi amo diciendo: +«¡Padre, aquí me tiene usted!», y que mi amo, sin contestar palabra, se +levantó de la silla, la cogió a usted por un brazo y la puso de patitas +fuera del gabinete? + +--¡Mentira!... Esa mujer está loca... Por salvar a su amo inventa una +calumnia. + +--No estoy loca, no, ni calumnio a nadie... La que calumnia a un +sacerdote es usted, pícara, que tiene que dar cuenta a Dios de su +maldad... + +--Repórtese la testigo--dijo el presidente.--Repórtese también la +querellante, o me veré obligado a expulsarlas de la sala. + +Pero ni una ni otra hicieron caso de la amenaza. Obdulia siguió +gritando: + +--¡Falso! ¡Miente usted! + +--La que miente es usted, que quiere por orgullo perder a un +sacerdote... ¡a un santo! + +--¡Silencio!--gritaba el presidente golpeando con la campanilla. + +--¡Buen santo te dé Dios!--exclamaba la joven con sonrisa +sarcástica.--No calumnie usted a los demás por salvarle a él. + +--¡Basta! Expulsad del local a estas mujeres--profirió el presidente, +dirigiéndose a los hujieres. + +--¡La calumniadora eres tú!... ¡Tú, bribona! ¡Bribona!... ¿Porque te ha +despreciado le acusas, infame? ¿No temes que se abra la tierra y te +trague?... + +En aquel momento un hujier la cogió por un brazo y la empujó brutalmente +hacia la puerta. Pero D.ª Josefa, hasta que llegó a ella, siguió +gritando: + +--¡No hay justicia que azote a esa mala mujer, que la emplume!... +¡Bribona, que has andado siempre detrás de los curas, como una perra +salida!... ¡Meterla en un baño de agua fría para que se refresque!... + +Otro hujier fue a expulsar a la otra; pero en el momento de acercarse, +Obdulia se desplomó, acometida de un síncope. Su abogado y las personas +que estaban cerca acudieron a socorrerla. Se la trasladó al despacho del +secretario. Dos médicos del concurso fueron espontáneamente a visitarla. + +Terminada la prueba, y después de descansar unos minutos, el presidente +concedió la palabra al acusador privado. + +Su discurso fue, como se esperaba, elocuente y sañudo. Tenía la voz +velada a causa de una bronquitis crónica: cuando quería elevarla +resultaba chillona, estridente. La palabra era fluida, aunque abundaba +en los lugares comunes del periodismo. En Lancia nadie sabía hablar con +esta tersura. Pintó al P. Gil como un ser hipócrita, rastrero, +alimentando en secreto pasiones vergonzosas, ocultándolas con cuidado +por el temor de perder su posición. Estas pasiones son frecuentes en los +clérigos, en quienes un régimen de holganza y una vida muelle y +sedentaria las excitan... + +Como insistiera demasiado en esto, el presidente le llamó al orden. + +Describió el delito con una crudeza pintoresca a propósito para +impresionar al tribunal. Un plan odioso trazado de antemano y llevado a +cabo con firmeza y habilidad implacables. Abuso de confianza primero, +ataque al pudor después; por último, una cobarde y sacrílega violación. +Las pruebas eran concluyentes. Con vigor y sutileza al mismo tiempo las +fue acumulando todas sobre la cabeza del presbítero para concluir con +este párrafo: + +--Y por si todos estos datos irrecusables no fuesen bastante a demostrar +palmariamente la premeditación del crimen, voy a aducir otro. Se dice, y +todos están conformes en ello, que el padre Gil llevaba a su hija de +confesión a un convento de Carmelitas en Astudillo. Pues bien, +excelentísimo señor... en Astudillo no hay convento de Carmelitas. +¿Quiere más el tribunal? + +El discurso fue corto y contundente. Al terminar se sintió un murmullo +aprobador, de mal agüero para el procesado. + +El defensor de éste era un abogado de experiencia e inteligente, pero +que carecía en absoluto de las dotes oratorias de su contrincante. Tenía +palabra abundante, pero era monótona, pesada, más a propósito para +dilucidar algún punto oscuro en un expediente civil que para arrastrar +el espíritu del tribunal y del público. Se entretuvo con suma prolijidad +a reconstituir el sumario buscando informalidades, llamando la atención +del tribunal acerca de pormenores, algunos de ellos insignificantes. +Nada de entrar, como debiera, en el carácter de la querellante, de hacer +resaltar el trastorno crónico de su sistema nervioso, la violencia +sorprendente de sus sentimientos, lo mismo el amor que el odio, la +susceptibilidad enfermiza de su amor propio que parecía desprovisto de +piel y en carne viva siempre; nada de buscar, en fin, el origen, el +verdadero génesis de aquella acusación extraña. + +Habló cerca de hora y media. Al terminar, lo mismo el tribunal que el +público, estaban visiblemente fatigados. Rectificó brevemente el +acusador privado algunos errores de hecho. Sostúvolos el defensor, según +era su condición, larga y prolijamente. De tal modo, que el fastidio +engendrado por su primer discurso se multiplicó notablemente en el +segundo. + +Por último, el presidente hizo sonar la campanilla y, encarándose con el +acusado, dijo: + +--En vista de las pruebas que acaban de practicarse y de los informes de +los señores letrados, ¿tiene el procesado algo que manifestar al +tribunal? + +El P. Gil se levantó de su banco y paseó una mirada tan suave como vaga +por la sala. Parecía que le despertaban de un sueño. Tardó algunos +instantes en hablar. Reinó en el auditorio silencio profundo y ansioso. +A pesar de la atmósfera desfavorable que habían formado en torno suyo, +su figura delicada, poética, donde resplandecía la humildad, no podía +menos de causar impresión favorable. + +--Soy inocente del crimen que se me imputa. En las manos de Dios, en +quien he dejado hace tiempo todos mis pensamientos y cuidados, dejo +ahora también mi sentencia. Cúmplase su voluntad. + +Estas sencillas palabras, pronunciadas con lentitud, causaron una +conmoción eléctrica en el concurso. Por un instante se entrevió la +verdad como a la luz de un relámpago. Pero las tinieblas cayeron de +nuevo en la sala y se espesaron dentro de las más perspicuas +inteligencias. No faltó quien murmurase que los curas, por malvados que +fuesen, tenían siempre en los labios estas palabras. El presidente le +respondió con su acritud acostumbrada: + +--Bueno; más adelante le juzgará Dios. Por lo pronto van a juzgarle a +usted los hombres. + + + + +XV + + +El tribunal de los hombres le condenó a catorce años, ocho meses y un +día de reclusión. + +El oficial de sala de la Audiencia que fue a leerle la sentencia a la +cárcel se creyó en el deber de prodigarle consuelos. El caso no era +desesperado. El Tribunal Supremo podía aún casar la sentencia. Si esto +no sucediese, él era todavía joven y volvería seguramente del presidio, +sobre todo teniendo en cuenta las rebajas de tiempo que el gobierno +otorga de vez en cuando, etc., etc. + +--Gracias, gracias, señor--dijo el presbítero, cuya fisonomía expresaba +una calma profunda, una serenidad íntima que llamaba la atención.--Usted +me cree muy desgraciado, ¿verdad? + +--Mucho... Me inspira usted una gran compasión--respondió con cara +compungida el curial. + +--¿De modo que no se cambiaría usted por mí en este momento? + +El empleado hizo una mueca de susto. + +--Por desgracia... Ya comprenderá usted... ¡El caso es terrible!... + +El P. Gil permaneció un instante mirándole fijamente con una dulzura no +exenta de lástima, y dijo al fin, poniéndole una mano sobre el hombro: + +--Pues haría usted mal, señor, haría usted mal. Podía usted muy bien dar +su libertad, su honor, su posición y su familia por hallarse como yo... +y todavía saldría usted enormemente ganancioso. + +El curial le miró con estupor. Por sus ojos pasó después un relámpago de +inquietud, temiendo hallarse frente a un loco, y se apresuró a +despedirse y salir. + +Quedó solo el sacerdote. La celda en que se hallaba era lóbrega y sucia. +Un catre de hierro, una mesilla de pino, una cómoda tosca y algunas +sillas de paja componían todo el mobiliario. Por la única ventana +enrejada que la esclarecía, abierta a bastante altura, entraba en aquel +momento un haz de rayos de sol. El P. Gil, después de permanecer un +momento inmóvil en actitud reflexiva, fue a colocarse debajo de +aquellos rayos. Su cabeza rubia, iluminada repentinamente, brilló con +reflejos de oro, su tez blanca adquirió una trasparencia singular. Su +cuerpo fino, delgado, vestido con negra sotana, parecía una columna de +ébano destinada a sostener aquella cabeza. + +Dejose anegar por la onda tibia, bebiendo lentamente su dulzura, +palpitando bajo su caricia como un pájaro prisionero. Alzó los ojos a la +ventana. Por entre las rejas percibió el azul del firmamento, +trasparente, infinito, convidando a volar por él. + +El cielo reía. Pero más alegremente que el cielo reía su alma, inundada +de gozo embriagador. En el fondo de su ser también brillaba el infinito +azul. Desde que la Gracia le había visitado vivía en perpetua fiesta. +Sus ojos, iluminados bruscamente, contemplaban el Universo en su +naturaleza ideal. Todos los velos tendidos por la razón habían caído al +suelo: el gran secreto de la existencia se le revelaba directamente con +admirable claridad y pureza. + +Detrás de esta vida aparente que nos rodea vio la vida real, la vida +infinita, y entró en ella con el corazón henchido de alegría. En esta +vida infinita todo es amor, o lo que es igual, todo es felicidad. Entrar +en ella es poner el pie en el imperio de la Eternidad. Es la vida del +espíritu. El mundo no puede cambiarla ni el tiempo destruirla, porque +es ella el principio mismo del tiempo y del mundo. Gustó la vida en +Dios; vivió más allá del tiempo en la fuente misma ideal y perenne del +mundo imaginativo que nos envuelve. Sus días ya no se deslizaban tristes +y ansiosos como una porción del tiempo. Ya no sufría el torcedor de la +voluntad; no exhalaba quejas lastimeras sobre sus pecados, sobre sus +resoluciones vencidas, porque no amaba ya sus propias obras, por buenas +que fuesen, como antes, sino únicamente lo Eterno. Porque las obras +tienen su origen en la persona, y él se había despojado de la suya; la +había negado con firmeza. En medio de una santa y dulce indiferencia +dejaba que Dios obrase dentro de su espíritu. Exento para siempre de +duda y de incertidumbre, sabía que no debía querer más que una cosa, y +que todo lo demás se le daría por añadidura. Estaba seguro de que la +fuente de amor divino que había brotado en él no se agotaría jamás, y +que este amor le guiaría eternamente. El temor de la destrucción por la +muerte ya no le turbaba. La muerte, desde que había entrado en la vida +de la eternidad, era para él incomprensible. No necesitaba bajar a la +tumba para obtener esta vida eterna. Bastábale unirse de corazón a Dios +para poseerla y para gozarla. + +Averiguó, en fin, de una vez para siempre, que el hombre no puede +salvarse del dolor y de la muerte por la razón, sino por la Fe, esto es, +por un conocimiento distinto y superior del que aquélla puede darnos. +Desde que este conocimiento iluminó su espíritu, alcanzó la felicidad +absoluta. Sin inquietud por lo porvenir, sin sentimiento por lo pasado, +no apeteciendo nada, no rechazando nada tampoco, su vida se deslizaba +tiempo hacía como un sueño feliz, como una dulce embriaguez. Dejó caer +el plomo de los deseos y las tristezas que le ligaban a la tierra. +Desprendido de toda ilusión y de todo esfuerzo, sin temores de +aniquilamiento ni esperanzas egoístas de resurrección, por la virtud de +la Fe y del amor supo reproducir en su alma el verdadero reinando de +Dios. + +Sólo breves instantes permaneció así inmóvil, recibiendo el beso cálido +del astro del día. No tardó en representársele que aquél era un goce de +los sentidos, y haciendo un gesto de desdén, fue a sentarse en el ángulo +más oscuro de la estancia. Sólo renunciando a los placeres, sólo +buscando el sufrimiento y señoreando sus sentidos había llegado a aquel +estado de beatitud, de sublime indiferencia. + +--¿Para qué necesito los rayos de ese sol--se dijo,--si el fuego que +arde dentro de mi alma me calienta y me conforta mejor? ¿Qué vale esa +luz efímera, comparada con esta otra que no se oscurecerá jamás? Vivir +en la vida de los sentidos es ser un esclavo del tiempo y la necesidad. +Todo lo que no pertenezca al ser interior y libre que dentro de mí he +conseguido hallar me es extraño e indiferente. ¡Oh, no! No temblaré ya +como un esclavo. Tengo la conciencia de mi libertad. No necesito morir +para recobrarla. Este sentimiento de mi libertad me llena de gozo, soy +un emancipado y llevo impreso en el alma el sello de mi Dios. Nada de lo +que sucede, nada de lo que sucederá puede alterar la paz de mi corazón. +El pulso de mi vida interior batirá con la misma fuerza hasta que suene +la hora de dejar este mundo. He comido de la carne y he bebido de la +sangre del Redentor, y según sus promesas, yo habito en Él y Él habita +en mí. Soy un hijo de la Eternidad. He recogido la herencia de mi Padre, +y nadie, ¡nadie me la podrá arrancar!... + +El cerrojo de la puerta sonó con estrépito. Apareció el llavero, un +hombre grueso, con la faz colorada, los ojos llenos de carne, el traje +sucio y grasiento, y alrededor del abultado abdomen un cinturón ancho de +cuero guarnecido de llaves. Sin dar los buenos días ni hacer una mínima +señal de cortesía, volvió el rostro hacia el pasillo, diciendo: + +--Pasen ustedes, señores, pasen ustedes. + +Detrás de él aparecieron dos caballeros con levita y sombrero de copa. +El uno alto, rubio, con larga barba que le llegaba hasta la mitad del +pecho, fisonomía abierta y simpática; joven aún. El otro más bajo y más +delgado, de color enfermizo, barba rala y gafas. El primero era un +médico distinguido de la población. El segundo, un jurista muy +aficionado a los estudios penales y que había publicado ya varias +monografías referentes a ellos. + +Levantose el P. Gil al verlos. Ellos le saludaron cortésmente, aunque +sin darle la mano. + +--Bueno; ahí les dejo a ustedes con el _pater_--dijo el llavero con +grosería.--Avisen ustedes cuando quieran salir. + +Y se fue. + +El abogado dio un paso hacia el penado, y le dijo con amable sonrisa: + +--Desearíamos, si usted no tiene inconveniente en ello, hacerle algunas +preguntas... + +--Son ustedes muy dueños--respondió el sacerdote, clavando en él una +mirada límpida que consiguió turbarle. + +El médico se adelantó también, y sacando la petaca le ofreció un cigarro +puro, preguntándole al mismo tiempo: + +--¿Qué tal? ¿Le tratan a usted bien por aquí? + +--Muchas gracias, no fumo... Sí, señor, me tratan bien. Hay más caridad +en la cárcel de lo que ordinariamente se dice. + +Entablose una conversación animada. Procuraron, lo mismo el médico que +el jurista, hacerla cada vez más íntima y familiar, enterándose con +interés de los pormenores de su vida cotidiana. Pasaron después +insensiblemente a interrogarle acerca de su infancia, de las primeras +impresiones de su vida, de su educación, y se detuvieron particularmente +en la adolescencia. ¿Cuál era su vida en el seminario? ¿Cuál su régimen +de alimentación? ¿Era aficionado a la soledad? ¿Qué enfermedades había +padecido? Enteráronse también de algunas particularidades referentes a +su familia. El suicidio de su madre les llamó sobre todo la atención, y +se entretuvieron largo rato a preguntarle lo que sabía acerca de la que +le había dado el ser. Por último, después de una hora de conversación, +durante la cual le miraban con la insistencia pertinaz de quien va a +comprar un animal, el médico le preguntó: + +--¿Nos permitirá usted ahora que tomemos algunos datos acerca de su +cráneo y otras medidas?... + +El P. Gil, un poco sorprendido, consintió inmediatamente. El médico sacó +del bolsillo de atrás de la levita un craniómetro y una cinta. + +Tomole la medida del cráneo en redondo, después la de la caja ósea que +protege el encéfalo, la del ángulo facial, la del largo de la cara; +midió la proyección facial y la parietal, los arcos zigomáticos y la +mandíbula... + +Al llegar aquí, el médico y el jurista cambiaron una rápida mirada +significativa. + +--¿Nos hace usted el favor de abrir los brazos? + +El P. Gil se puso en cruz, mientras una mirada dulce y melancólica +plegaba sus labios. Midieron el largo de los brazos. Después el de las +manos. En este punto, médico y jurista tornaron a cambiar otra mirada de +inteligencia. + +Finalmente, luego que se hubieron enterado de todo lo que quisieron, +despidiéronse de él muy cortésmente, dándole muchas veces las gracias +por su amabilidad y procurando animarle con buenas razones. + +Al día siguiente aparecía en _El Porvenir de Lancia_, firmado por el +abogado criminalista, un artículo con el título de _Una visita al P. +Gil_. Hacíase en él relación exacta de la entrevista, describíase con +minuciosidad la persona del sacerdote penado, y terminaba con una serie +de profundas consideraciones científicas acerca de los caracteres +anatómicos, patológicos y fisiológicos que el delincuente presentaba. + +«Entre los datos antropométricos--decía en uno de sus párrafos--comunes +a todos los criminales, sólo hemos podido observar cierto predominio +ligero de la proyección parietal comparada con la frontal y bastante +desarrollo de los arcos cigomáticos y de la mandíbula. En cambio, el P. +Gil ofrece en su figura absolutamente todos los rasgos que la escuela +criminal positiva asigna como peculiares a los _estupradores_ y +_libertinos_; es a saber: el pabellón de la oreja saliente e inserto a +manera de asa, la mirada brillante, la fisonomía delicada (a excepción +de la mandíbula), el cabello liso, el cutis mórbido, las manos muy +largas y algo de afeminado en el conjunto.» + + +FIN + + + + + +End of the Project Gutenberg EBook of La Fe, by Armando Palacio Valdés + +*** END OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK LA FE *** + +***** This file should be named 31637-0.txt or 31637-0.zip ***** +This and all associated files of various formats will be found in: + http://www.gutenberg.org/3/1/6/3/31637/ + +Produced by Chuck Greif and the Online Distributed +Proofreading Team at http://www.pgdp.net + + +Updated editions will replace the previous one--the old editions +will be renamed. + +Creating the works from public domain print editions means that no +one owns a United States copyright in these works, so the Foundation +(and you!) can copy and distribute it in the United States without +permission and without paying copyright royalties. Special rules, +set forth in the General Terms of Use part of this license, apply to +copying and distributing Project Gutenberg-tm electronic works to +protect the PROJECT GUTENBERG-tm concept and trademark. Project +Gutenberg is a registered trademark, and may not be used if you +charge for the eBooks, unless you receive specific permission. If you +do not charge anything for copies of this eBook, complying with the +rules is very easy. You may use this eBook for nearly any purpose +such as creation of derivative works, reports, performances and +research. They may be modified and printed and given away--you may do +practically ANYTHING with public domain eBooks. Redistribution is +subject to the trademark license, especially commercial +redistribution. + + + +*** START: FULL LICENSE *** + +THE FULL PROJECT GUTENBERG LICENSE +PLEASE READ THIS BEFORE YOU DISTRIBUTE OR USE THIS WORK + +To protect the Project Gutenberg-tm mission of promoting the free +distribution of electronic works, by using or distributing this work +(or any other work associated in any way with the phrase "Project +Gutenberg"), you agree to comply with all the terms of the Full Project +Gutenberg-tm License (available with this file or online at +http://gutenberg.org/license). + + +Section 1. General Terms of Use and Redistributing Project Gutenberg-tm +electronic works + +1.A. By reading or using any part of this Project Gutenberg-tm +electronic work, you indicate that you have read, understand, agree to +and accept all the terms of this license and intellectual property +(trademark/copyright) agreement. If you do not agree to abide by all +the terms of this agreement, you must cease using and return or destroy +all copies of Project Gutenberg-tm electronic works in your possession. +If you paid a fee for obtaining a copy of or access to a Project +Gutenberg-tm electronic work and you do not agree to be bound by the +terms of this agreement, you may obtain a refund from the person or +entity to whom you paid the fee as set forth in paragraph 1.E.8. + +1.B. "Project Gutenberg" is a registered trademark. It may only be +used on or associated in any way with an electronic work by people who +agree to be bound by the terms of this agreement. There are a few +things that you can do with most Project Gutenberg-tm electronic works +even without complying with the full terms of this agreement. See +paragraph 1.C below. There are a lot of things you can do with Project +Gutenberg-tm electronic works if you follow the terms of this agreement +and help preserve free future access to Project Gutenberg-tm electronic +works. See paragraph 1.E below. + +1.C. The Project Gutenberg Literary Archive Foundation ("the Foundation" +or PGLAF), owns a compilation copyright in the collection of Project +Gutenberg-tm electronic works. Nearly all the individual works in the +collection are in the public domain in the United States. If an +individual work is in the public domain in the United States and you are +located in the United States, we do not claim a right to prevent you from +copying, distributing, performing, displaying or creating derivative +works based on the work as long as all references to Project Gutenberg +are removed. Of course, we hope that you will support the Project +Gutenberg-tm mission of promoting free access to electronic works by +freely sharing Project Gutenberg-tm works in compliance with the terms of +this agreement for keeping the Project Gutenberg-tm name associated with +the work. You can easily comply with the terms of this agreement by +keeping this work in the same format with its attached full Project +Gutenberg-tm License when you share it without charge with others. + +1.D. The copyright laws of the place where you are located also govern +what you can do with this work. Copyright laws in most countries are in +a constant state of change. If you are outside the United States, check +the laws of your country in addition to the terms of this agreement +before downloading, copying, displaying, performing, distributing or +creating derivative works based on this work or any other Project +Gutenberg-tm work. The Foundation makes no representations concerning +the copyright status of any work in any country outside the United +States. + +1.E. Unless you have removed all references to Project Gutenberg: + +1.E.1. The following sentence, with active links to, or other immediate +access to, the full Project Gutenberg-tm License must appear prominently +whenever any copy of a Project Gutenberg-tm work (any work on which the +phrase "Project Gutenberg" appears, or with which the phrase "Project +Gutenberg" is associated) is accessed, displayed, performed, viewed, +copied or distributed: + +This eBook is for the use of anyone anywhere at no cost and with +almost no restrictions whatsoever. You may copy it, give it away or +re-use it under the terms of the Project Gutenberg License included +with this eBook or online at www.gutenberg.org + +1.E.2. If an individual Project Gutenberg-tm electronic work is derived +from the public domain (does not contain a notice indicating that it is +posted with permission of the copyright holder), the work can be copied +and distributed to anyone in the United States without paying any fees +or charges. If you are redistributing or providing access to a work +with the phrase "Project Gutenberg" associated with or appearing on the +work, you must comply either with the requirements of paragraphs 1.E.1 +through 1.E.7 or obtain permission for the use of the work and the +Project Gutenberg-tm trademark as set forth in paragraphs 1.E.8 or +1.E.9. + +1.E.3. If an individual Project Gutenberg-tm electronic work is posted +with the permission of the copyright holder, your use and distribution +must comply with both paragraphs 1.E.1 through 1.E.7 and any additional +terms imposed by the copyright holder. Additional terms will be linked +to the Project Gutenberg-tm License for all works posted with the +permission of the copyright holder found at the beginning of this work. + +1.E.4. Do not unlink or detach or remove the full Project Gutenberg-tm +License terms from this work, or any files containing a part of this +work or any other work associated with Project Gutenberg-tm. + +1.E.5. Do not copy, display, perform, distribute or redistribute this +electronic work, or any part of this electronic work, without +prominently displaying the sentence set forth in paragraph 1.E.1 with +active links or immediate access to the full terms of the Project +Gutenberg-tm License. + +1.E.6. You may convert to and distribute this work in any binary, +compressed, marked up, nonproprietary or proprietary form, including any +word processing or hypertext form. However, if you provide access to or +distribute copies of a Project Gutenberg-tm work in a format other than +"Plain Vanilla ASCII" or other format used in the official version +posted on the official Project Gutenberg-tm web site (www.gutenberg.org), +you must, at no additional cost, fee or expense to the user, provide a +copy, a means of exporting a copy, or a means of obtaining a copy upon +request, of the work in its original "Plain Vanilla ASCII" or other +form. Any alternate format must include the full Project Gutenberg-tm +License as specified in paragraph 1.E.1. + +1.E.7. Do not charge a fee for access to, viewing, displaying, +performing, copying or distributing any Project Gutenberg-tm works +unless you comply with paragraph 1.E.8 or 1.E.9. + +1.E.8. You may charge a reasonable fee for copies of or providing +access to or distributing Project Gutenberg-tm electronic works provided +that + +- You pay a royalty fee of 20% of the gross profits you derive from + the use of Project Gutenberg-tm works calculated using the method + you already use to calculate your applicable taxes. The fee is + owed to the owner of the Project Gutenberg-tm trademark, but he + has agreed to donate royalties under this paragraph to the + Project Gutenberg Literary Archive Foundation. Royalty payments + must be paid within 60 days following each date on which you + prepare (or are legally required to prepare) your periodic tax + returns. Royalty payments should be clearly marked as such and + sent to the Project Gutenberg Literary Archive Foundation at the + address specified in Section 4, "Information about donations to + the Project Gutenberg Literary Archive Foundation." + +- You provide a full refund of any money paid by a user who notifies + you in writing (or by e-mail) within 30 days of receipt that s/he + does not agree to the terms of the full Project Gutenberg-tm + License. You must require such a user to return or + destroy all copies of the works possessed in a physical medium + and discontinue all use of and all access to other copies of + Project Gutenberg-tm works. + +- You provide, in accordance with paragraph 1.F.3, a full refund of any + money paid for a work or a replacement copy, if a defect in the + electronic work is discovered and reported to you within 90 days + of receipt of the work. + +- You comply with all other terms of this agreement for free + distribution of Project Gutenberg-tm works. + +1.E.9. If you wish to charge a fee or distribute a Project Gutenberg-tm +electronic work or group of works on different terms than are set +forth in this agreement, you must obtain permission in writing from +both the Project Gutenberg Literary Archive Foundation and Michael +Hart, the owner of the Project Gutenberg-tm trademark. Contact the +Foundation as set forth in Section 3 below. + +1.F. + +1.F.1. Project Gutenberg volunteers and employees expend considerable +effort to identify, do copyright research on, transcribe and proofread +public domain works in creating the Project Gutenberg-tm +collection. Despite these efforts, Project Gutenberg-tm electronic +works, and the medium on which they may be stored, may contain +"Defects," such as, but not limited to, incomplete, inaccurate or +corrupt data, transcription errors, a copyright or other intellectual +property infringement, a defective or damaged disk or other medium, a +computer virus, or computer codes that damage or cannot be read by +your equipment. + +1.F.2. LIMITED WARRANTY, DISCLAIMER OF DAMAGES - Except for the "Right +of Replacement or Refund" described in paragraph 1.F.3, the Project +Gutenberg Literary Archive Foundation, the owner of the Project +Gutenberg-tm trademark, and any other party distributing a Project +Gutenberg-tm electronic work under this agreement, disclaim all +liability to you for damages, costs and expenses, including legal +fees. YOU AGREE THAT YOU HAVE NO REMEDIES FOR NEGLIGENCE, STRICT +LIABILITY, BREACH OF WARRANTY OR BREACH OF CONTRACT EXCEPT THOSE +PROVIDED IN PARAGRAPH F3. YOU AGREE THAT THE FOUNDATION, THE +TRADEMARK OWNER, AND ANY DISTRIBUTOR UNDER THIS AGREEMENT WILL NOT BE +LIABLE TO YOU FOR ACTUAL, DIRECT, INDIRECT, CONSEQUENTIAL, PUNITIVE OR +INCIDENTAL DAMAGES EVEN IF YOU GIVE NOTICE OF THE POSSIBILITY OF SUCH +DAMAGE. + +1.F.3. LIMITED RIGHT OF REPLACEMENT OR REFUND - If you discover a +defect in this electronic work within 90 days of receiving it, you can +receive a refund of the money (if any) you paid for it by sending a +written explanation to the person you received the work from. If you +received the work on a physical medium, you must return the medium with +your written explanation. The person or entity that provided you with +the defective work may elect to provide a replacement copy in lieu of a +refund. If you received the work electronically, the person or entity +providing it to you may choose to give you a second opportunity to +receive the work electronically in lieu of a refund. If the second copy +is also defective, you may demand a refund in writing without further +opportunities to fix the problem. + +1.F.4. Except for the limited right of replacement or refund set forth +in paragraph 1.F.3, this work is provided to you 'AS-IS' WITH NO OTHER +WARRANTIES OF ANY KIND, EXPRESS OR IMPLIED, INCLUDING BUT NOT LIMITED TO +WARRANTIES OF MERCHANTIBILITY OR FITNESS FOR ANY PURPOSE. + +1.F.5. Some states do not allow disclaimers of certain implied +warranties or the exclusion or limitation of certain types of damages. +If any disclaimer or limitation set forth in this agreement violates the +law of the state applicable to this agreement, the agreement shall be +interpreted to make the maximum disclaimer or limitation permitted by +the applicable state law. The invalidity or unenforceability of any +provision of this agreement shall not void the remaining provisions. + +1.F.6. INDEMNITY - You agree to indemnify and hold the Foundation, the +trademark owner, any agent or employee of the Foundation, anyone +providing copies of Project Gutenberg-tm electronic works in accordance +with this agreement, and any volunteers associated with the production, +promotion and distribution of Project Gutenberg-tm electronic works, +harmless from all liability, costs and expenses, including legal fees, +that arise directly or indirectly from any of the following which you do +or cause to occur: (a) distribution of this or any Project Gutenberg-tm +work, (b) alteration, modification, or additions or deletions to any +Project Gutenberg-tm work, and (c) any Defect you cause. + + +Section 2. Information about the Mission of Project Gutenberg-tm + +Project Gutenberg-tm is synonymous with the free distribution of +electronic works in formats readable by the widest variety of computers +including obsolete, old, middle-aged and new computers. It exists +because of the efforts of hundreds of volunteers and donations from +people in all walks of life. + +Volunteers and financial support to provide volunteers with the +assistance they need, are critical to reaching Project Gutenberg-tm's +goals and ensuring that the Project Gutenberg-tm collection will +remain freely available for generations to come. In 2001, the Project +Gutenberg Literary Archive Foundation was created to provide a secure +and permanent future for Project Gutenberg-tm and future generations. +To learn more about the Project Gutenberg Literary Archive Foundation +and how your efforts and donations can help, see Sections 3 and 4 +and the Foundation web page at http://www.pglaf.org. + + +Section 3. Information about the Project Gutenberg Literary Archive +Foundation + +The Project Gutenberg Literary Archive Foundation is a non profit +501(c)(3) educational corporation organized under the laws of the +state of Mississippi and granted tax exempt status by the Internal +Revenue Service. The Foundation's EIN or federal tax identification +number is 64-6221541. Its 501(c)(3) letter is posted at +http://pglaf.org/fundraising. Contributions to the Project Gutenberg +Literary Archive Foundation are tax deductible to the full extent +permitted by U.S. federal laws and your state's laws. + +The Foundation's principal office is located at 4557 Melan Dr. S. +Fairbanks, AK, 99712., but its volunteers and employees are scattered +throughout numerous locations. Its business office is located at +809 North 1500 West, Salt Lake City, UT 84116, (801) 596-1887, email +business@pglaf.org. Email contact links and up to date contact +information can be found at the Foundation's web site and official +page at http://pglaf.org + +For additional contact information: + Dr. Gregory B. Newby + Chief Executive and Director + gbnewby@pglaf.org + + +Section 4. Information about Donations to the Project Gutenberg +Literary Archive Foundation + +Project Gutenberg-tm depends upon and cannot survive without wide +spread public support and donations to carry out its mission of +increasing the number of public domain and licensed works that can be +freely distributed in machine readable form accessible by the widest +array of equipment including outdated equipment. Many small donations +($1 to $5,000) are particularly important to maintaining tax exempt +status with the IRS. + +The Foundation is committed to complying with the laws regulating +charities and charitable donations in all 50 states of the United +States. Compliance requirements are not uniform and it takes a +considerable effort, much paperwork and many fees to meet and keep up +with these requirements. We do not solicit donations in locations +where we have not received written confirmation of compliance. To +SEND DONATIONS or determine the status of compliance for any +particular state visit http://pglaf.org + +While we cannot and do not solicit contributions from states where we +have not met the solicitation requirements, we know of no prohibition +against accepting unsolicited donations from donors in such states who +approach us with offers to donate. + +International donations are gratefully accepted, but we cannot make +any statements concerning tax treatment of donations received from +outside the United States. U.S. laws alone swamp our small staff. + +Please check the Project Gutenberg Web pages for current donation +methods and addresses. Donations are accepted in a number of other +ways including checks, online payments and credit card donations. +To donate, please visit: http://pglaf.org/donate + + +Section 5. General Information About Project Gutenberg-tm electronic +works. + +Professor Michael S. Hart is the originator of the Project Gutenberg-tm +concept of a library of electronic works that could be freely shared +with anyone. For thirty years, he produced and distributed Project +Gutenberg-tm eBooks with only a loose network of volunteer support. + + +Project Gutenberg-tm eBooks are often created from several printed +editions, all of which are confirmed as Public Domain in the U.S. +unless a copyright notice is included. Thus, we do not necessarily +keep eBooks in compliance with any particular paper edition. + + +Most people start at our Web site which has the main PG search facility: + + http://www.gutenberg.org + +This Web site includes information about Project Gutenberg-tm, +including how to make donations to the Project Gutenberg Literary +Archive Foundation, how to help produce our new eBooks, and how to +subscribe to our email newsletter to hear about new eBooks. diff --git a/31637-0.zip b/31637-0.zip Binary files differnew file mode 100644 index 0000000..308ab43 --- /dev/null +++ b/31637-0.zip diff --git a/31637-8.txt b/31637-8.txt new file mode 100644 index 0000000..39290f7 --- /dev/null +++ b/31637-8.txt @@ -0,0 +1,9754 @@ +The Project Gutenberg EBook of La Fe, by Armando Palacio Valds + +This eBook is for the use of anyone anywhere at no cost and with +almost no restrictions whatsoever. You may copy it, give it away or +re-use it under the terms of the Project Gutenberg License included +with this eBook or online at www.gutenberg.org + + +Title: La Fe + +Author: Armando Palacio Valds + +Release Date: March 14, 2010 [EBook #31637] + +Language: Spanish + +Character set encoding: ISO-8859-1 + +*** START OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK LA FE *** + + + + +Produced by Chuck Greif and the Online Distributed +Proofreading Team at http://www.pgdp.net + + + + + + + + + +LA FE + +NOVELA + +POR + +DON ARMANDO PALACIO VALDS + +MADRID + + + + +I + + +No caba en la iglesia una persona ms. Hablando con verdad, tampoco +caban las que estaban dentro si ocupase cada cual el espacio que por +derecho natural, el que la naturaleza ense a todos los animales, le +corresponda. Pero en aquel momento no slo se infringa este derecho, +pero se violaba descaradamente tambin la ley de impenetrabilidad de los +cuerpos. D. Peregrn Casanova, persona que haca viso en la villa, y que +hasta entonces haba guardado rigurosamente la ley en todas las +solemnidades, lo mismo profanas que religiosas, tena ahora metidas en +los riones las rodillas de otro bpedo racional de seis pies de alto, +lo cual le produca algunos movimientos convulsivos en el epigastrio y +un vivo desasosiego acompaado de sudor copioso. D. Teodora, seorita +de cincuenta aos, castsima, limpsima, pulqurrima, que haba huido +toda su vida cualquier contacto, fuere cual fuere, se vio obligada a +sentarse sobre los pies del jorobado Osuna, sujeto de malsimos +antecedentes, que no se estaba quieto un momento. D. Gaspar de Silva, +poeta famoso en la villa, tanto por sus versos como por sus callos, +sufri la operacin cesrea de uno de stos que le hizo con gran +destreza el chico mayor de D. Trinidad. De igual modo otra porcin de +vecinos respetables experimentaron molestias sin cuento en aquella +maana memorable en que por vez primera cantaba misa un joven de la +villa. + +Como siempre pasa, haba bulas para difuntos. En sitio privilegiado, +entre la verja de madera y el altar, no slo estaban la madrina y las +seoras que haban pagado la carrera al preste, sino otras a quienes no +asista derecho alguno; y lo que es an ms digno de censura, unos +cuantos hombres. El nuevo presbtero era casi un nio por la apariencia: +los ojos azules, profundos y tristes, la tez blanca y nacarada como la +de una dama, los cabellos rubios, el cuerpo delgado y esbelto. La +emocin le tena ahora muy plido: esto haca an ms interesante su +fisonoma espiritual. Asistanle como dicono y subdicono el prroco +de Peascosa y D. Narciso, un capelln suelto procedente de Sarri, +establecido haca algunos aos en la villa. + +En la iglesia sonaba murmullo sordo originado por el cuchicheo de las +comadres, que se disputaban el sitio o se comunicaban sus impresiones, +por las exclamaciones y suspiros de malestar de los hombres. El calor se +iba haciendo por momentos intolerable. D. Peregrn dejaba escapar por +sus narices de trompeta unos bufidos semejantes a los de las +locomotoras, y se alzaba sobre las puntas de los pies, sin lograr +enterarse de nada. Si al menos tuviera la estatura de su hermano Juan! +Pero ste, que muy bien pudiera haberse quedado atrs, estaba +perfectamente acomodado en el presbiterio entre los curas, el alcalde y +varios concejales, lo cual levantaba en su corazn una ola de envidia +que le sofocaba an ms que las rodillas del jayn que tena detrs. Tal +era su destino. Aunque se considerase mucho ms inteligente que su +hermano, y sirviera largos aos a la Administracin pblica en varias +provincias de Espaa, y hubiese ledo la _Historia universal_ de Csar +Cant y la de Espaa de Lafuente, sin faltar un tomo, y poseyese los +mismos bienes de fortuna, con ms la jubilacin de 2.500 pesetas +anuales, lo cierto es que D. Juan, sin haber salido jams de Peascosa +ni haber ledo en su vida ms que el peridico a que estaba suscrito, +gozaba de mucho mayor prestigio en la villa. Esto, en concepto de D. +Peregrn, no proceda ms que de la estatura. En efecto, D. Juan +Casanova era hombre alto y seco, de rostro aguileo, ojos grandes de +prpados cados y mirar imponente, calva venerable, cortas patillas +blancas y marcha acompasada y majestuosa. Estas dotes extraordinarias, +unidas a un hablar mesurado y prudente, le haban captado el respeto y +hasta la veneracin de sus convecinos. As que fue grande el estupor de +stos cuando a la llegada de D. Peregrn de Andaluca, donde haba +estado empleado ltimamente, le oyeron llamar ignorante y majadero a su +hermano en una discusin que con l tuvo en el casino a propsito de la +renta de tabacos. Vivan juntos, ambos solteros y entregados al cuidado +desptico de D. Mariquita, ama de llaves y dueo absoluto de sus vidas +y haciendas. + +D. Juan, a fuerza de pasear su mirada severa y majestuosa por el mar de +cabezas que se extenda desde la valla hasta la puerta del templo, +tropez con la calva reluciente del pigmeo de su hermano. Viendo la +congoja pintada en su semblante, se apresur noblemente a hacerle seas +para que avanzase, ofrecindole sitio en el banco que ocupaba. Pero D. +Peregrn, por ventura notando la imposibilidad de dar un paso, o +sofocado por la clera, que se le haba ido aumentando poco a poco, +respondi con una mueca de ira y desdn que sobrecogi a su infeliz +hermano y le quit por completo las ganas de insistir. + +--Qu es eso?--pregunt D. Martn de las Casas, que estaba sentado a su +lado.--No quiere venir D. Peregrn? + +--Es que lo ve imposible. Quin rompe esa muralla de carne? + +--Pues cualquiera. Ver usted cmo voy all y lo traigo en +seguida--replic D. Martn, hombre de carcter enrgico y expeditivo, +disponindose a levantarse. + +D. Juan le retuvo por la manga de la levita. + +--No; djelo usted... Acaso no quiera venir... Ya conoce usted su +carcter. + +--Pues hombre, no es plato de gusto estarse ah sudando caf con +leche!--repuso con aspereza, alzando al mismo tiempo los hombros. + +La iglesia es de las ms espaciosas que pueden verse en una villa. +Verdad que Peascosa, con tener de siete a ocho mil almas, no cuenta con +ms templo que ste. Quiz por ser demasiado espaciosa, el sacristn y +sus ayudantes no quieren encargarse de limpiarla a menudo. Su aspecto es +lbrego y sucio. De las paredes, que no se enjalbegaron hace ya muchos +aos, penden cadenas, cuadros sombros y borrosos, una muchedumbre de +piernas, brazos, cabezas de cera amarilla y otra mayor an de barquitos +y lanchas que la fe de los marineros o de sus familias han llevado all +en recuerdo de algn peligro milagrosamente evitado. Mas para la funcin +que se celebraba habanla adornado cuanto les fue posible. Guirnaldas de +flores circundaban los altares principales cubiertos de paos blancos +planchados de fresco. Se haban colgado algunos cortinones en los +lienzos de pared cercanos al altar mayor y tapizado una parte del suelo +con la alfombra, sucia ya y desgarrada por varios sitios, que sala a +relucir haca cuarenta aos, en los das solemnes. D. Eloisa, la +madrina del nuevo presbtero, y las damas que la haban secundado en la +noble empresa de darle carrera, haban aadido algunos pormenores +delicados al adorno tosco y rutinario del sacristn. Grandes macetas de +flores colocadas en artsticos floreros sacados de las mejores casas de +la villa, algunas cortinas de damasco formando pabelln sobre los +altares, candelabros, araas. Donde, como es natural, haba recado +particularmente su atencin y esmero era en el arreo del joven +sacerdote. Alba finsima de batista bordada con primor, estola, casulla +del ms rico tis de oro que pudo hallarse en la capital, cliz, de oro +tambin, con algunas piedras preciosas. Las bondadosas seoras no haban +escatimado el dinero para dar remate o coronar la obra de caridad que +haca algunos aos acometieran. + +Todo el mundo lo recordaba en la villa; unos por haberlo presenciado, +otros por haberlo odo contar frecuentemente. Haca poco ms de veinte +aos haba en Peascosa un pescador de altura llamado Mariano Lastra, a +quien todos sus compaeros apreciaban por sus sentimientos honrados y +carcter apacible. Este pescador pereci con otros ocho tripulantes de +la lancha en que iba, a consecuencia de una galerna de poca importancia. +Slo aquella embarcacin haba zozobrado. Mariano se haba casado haca +dos aos y dejaba un nio de pocos meses. La viuda era una joven buena y +honrada, pero de escasa disposicin para el trabajo, y que sobre esto +gozaba de poca salud. Viose gravemente apurada para poder subsistir. El +nio le estorbaba mucho en cualquier trabajo. Dedicose a asistir por las +casas desempeando los oficios ms bajos y penosos, traer agua o fregar +suelos, llevar recados; lo nico que era capaz de hacer, pues no tena +oficio alguno. Pero lleg un momento al parecer en que las fuerzas la +abandonaron; su salud, cada da ms vacilante, la iba dejando intil +para el trabajo. Fue despedida de algunas casas. Otras por caridad la +siguieron empleando, aunque con menos frecuencia. Comenz a pasar hambre +y su hijo tambin. + +Un da fue despedida tambin de la nica casa en que ya asista. + +--Basilisa--le dijo la seora--Usted no puede ya traer agua y fregar +suelos. Se est usted matando y no consigue cumplir como es debido. +Necesito buscar otra asistenta... Bien quisiera seguir mantenindola... +pero no soy rica, como usted sabe... tenemos muchos gastos... + +--S seora, s, ya lo comprendo--respondi la infeliz con sonrisa +humilde y forzada.--Demasiado ha hecho por m. + +Sali de aquella casa, su ltimo refugio, con el corazn apretado y las +piernas vacilantes. Lleg a la zahurda que habitaba en los arrabales. Su +hijo dorma en la cuna el sueo dulce y sereno de los ngeles. La +infeliz cay de rodillas y solloz largo rato. Levant la cabeza al fin, +y dijo sordamente contemplando al nio: + +--No, no irs al hospicio! + +Varias comadres, y hasta alguna seora tambin, se lo haban aconsejado. +Pero la idea de abandonar al hijo de sus entraas en manos de mujeres +srdidas y empleados brutales la haba horrorizado siempre. Luch +bravamente cuanto pudo, privndose ella bastantes veces del necesario +sustento para alimentar al nio, que ya contaba cerca de tres aos. +Haba llegado, sin embargo, el fin del combate y resultaba vencida. Le +quedaba el recurso de pedir limosna, pero adems del espanto que le +causaba, comprenda muy bien que sus das estaban contados. Y +murindose ella, qu iba a ser de aquella criatura? + +Medit un buen espacio con los ojos secos y clavados en el nio, +repitiendo de vez en cuando la misma frase: + +--No, no irs al hospicio! + +De pronto se alz animada por una voluntad fatal, bes a su hijo +apasionadamente hasta que logr despertarlo, envolviolo en una manta y +cogindolo en brazos sali de la casa. + +Era la hora del oscurecer. Desde lo alto de la Gusanera, donde Basilisa +viva, veanse llegar al muelle ya las lanchas pescadoras. Una +muchedumbre las aguardaba. Por la plaza, y por la calle larga que va +desde sta a la iglesia a orillas del mar, discurra tambin bastante +gente. Basilisa tom por la carretera de Rodillero, que cie la orilla +opuesta da la pequea ensenada frente por frente de Peascosa, y march +apresuradamente, casi a la carrera. + +--Por qu corres, mam? Dnde vamos?--pregunt el nio acaricindole +con sus manecitas la cara. + +--Vamos al cielo, vida ma--respondi la desdichada con los ojos +nublados por las lgrimas. + +--Vamos con pap? + +No pudo responder; se le hizo un nudo en la garganta. + +--Vamos con pap?--insisti el chiquito. + +Detvose un instante para tomar aliento. + +--S, vamos a verle, rico mo--dijo al cabo.--No quieres ir al cielo +con l? + +--No; yo contigo. + +Y al mismo tiempo la apret el cuello con sus tiernos brazos y la cubri +el rostro de besos. + +--Por qu lloras, mam?--pregunt sorprendido al sentir en los labios +el amargor de las lgrimas.--No tenes nada? Toma mi corneta... + +Y le ofreci una de plomo que le haba costado a Basilisa dos cuartos. +Para Gil, que no comprenda la existencia sin estar enredando con algo, +la mayor desgracia que poda pesar sobre un ser humano era el tener las +manos vacas. + +La madre le apret contra el pecho, descarg sobre sus rosadas mejillas +una granizada de besos y continu la carrera. Al llegar a cierto paraje +en que la carretera se separa de la orilla del mar para internarse, +dejola y tom una veredita que conduca a ste. Lleg a las peas altas +y sombras que lo circundan por aquel paraje. Puso a su hijo en el suelo +y arrodillndose despus, rez entre sollozos comprimidos una oracin +que, por no ir dirigida en forma, no debi de escuchar el Altsimo. + +Era ya casi noche cerrada. El mar estaba inmvil, sombro, esperando +impasible que las lgrimas de aquella infeliz mujer viniesen como tantas +otras a aumentar el caudal amargo de sus aguas. Del lado de all de la +ensenada se vea la silueta del muelle y de tres o cuatro pataches que +ordinariamente yacen anclados cerca de l. El grupo de las lanchas +pescadoras, un poco apartado, se mova y resonaba an con los gritos de +las mujeres ocupadas en abrir el vientre a los pescados, mientras los +maridos descansaban ya gravemente en alguna taberna de la villa. +Basilisa atendi un instante a aquellos ruidos tan conocidos. Ella +tambin esperaba a su esposo en otro tiempo, le acariciaba con la mirada +al llegar, tomaba de sus manos el capote de agua, la caja de los +aparejos y el cesto de las provisiones y los llevaba con alegra a casa. +Mariano llegaba poco despus y se sentaba al amor de la lumbre, haciendo +bailar entre sus manazas al tierno nio que contaba pocos meses. + +La viuda estuvo largo rato contemplando fijamente el grupo de la ribera, +que pareca ya una masa informe y movible. Su hijo, sentado sobre el +csped, jugaba atascando de tierra la corneta. De pronto vino hacia l, +le levant entre sus brazos flacos y corri hacia el borde del +precipicio. + +--Mam! Dnde vamos?--grit el nio. + +La respuesta, si se la dio, debi de ser desde el cielo. Salt con +mpetu al fondo del abismo. Al caer sobre las piedras de la orilla se +deshizo la cabeza: qued muerta en el acto: el nio salv +milagrosamente. El vientre de donde haba salido le sirvi ahora de +resorte para no despedazarse. + +Un marinero viejo, que andaba a la sazn por entre aquellas peas a la +pesca de pulpos, oy el ruido y prest los primeros socorros al nio. +Corri a dar la noticia: pronto se inund el paraje de gente. El caso +produjo honda impresin. Las mujeres lloraban y se pasaban al tierno +infante de mano en mano prodigndole mil cuidados y caricias. Muchas se +ofrecan a adoptarlo y hubo disputa sobre quin haba de llevrselo. +Enteradas las seoras de la villa y conmovidas, quisieron asimismo +recoger al hurfano. Las mujeres de los pescadores renunciaron entonces +a ello en inters de aqul. Qued, pues, en poder de D. Eloisa, la +seora de D. Martn de las Casas, secundada por otras seis u ocho damas +que de ningn modo quisieron renunciar a la participacin de tan +caritativa obra. + +La infancia de Gil (que as se llamaba el hurfano), si no feliz, +tampoco fue desgraciada. Sus protectoras ejercieron sobre l una +vigilancia un poco impertinente a veces, otro poco humillante tambin, +pero cariosa siempre y bien intencionada. Entre todas, aunque tomando +parte ms principal D. Eloisa, le pagaron la crianza y el pupilaje en +casa de un matrimonio artesano que habitaba en la Gusanera, cerca de la +casa en que la desgraciada viuda viva. Cuando estuvo en edad para +ello, le mandaron a la escuela. Dio seales de ser un nio pacfico, +reservado, sensible, y comenz a aprender sus lecciones muy bien. Sus +siete u ocho mams se encargaban de preguntar al maestro por su conducta +y aplicacin siempre que le tropezaban en la calle, animndole a que le +apretase los tornillos. El maestro se encargaba, en efecto, de +apretrselos recordndole al mismo tiempo a cada momento, en presencia +de sus condiscpulos, su orfandad, su miseria y la imprescindible +necesidad que tena de mostrarse humilde y agradecido con sus +bienhechoras. Esto de la humildad era cosa que no cesaban de cantarle al +odo en la villa. Cuantos le tropezaban en la calle y se dignaban +ponerle paternalmente la mano sobre la cabeza, le decan: + +--Cuidado con ser humilde! S obediente y sumiso con las seoras que te +han recogido por caridad, entiendes?... por caridad. + +Y por ltimo, sus condiscpulos se encargaban generosamente de +advertirle sin cesar que era un desdichado sin padres, alimentado por la +caridad y que debiera estar en el hospicio y no alternando con hijos de +zapateros distinguidos, albailes, sastres y panaderos _fashionables_, y +otra gente no menos principal y digna de respeto. + +La humildad tenala en el corazn el hijo del ahogado y la suicida, que +si no la tuviese, no sera fcil que se la inculcaran las burlas y +desprecios de sus compaeros, ni los paternales azotes del maestro y de +sus protectoras: porque stas todas se crean con derecho a amarle, pero +a castigarle tambin. Era la suya una naturaleza amante y agradecida. +Comprenda que a todas sus protectoras deba respeto y cario, y se lo +tributaba. Claro que en el fondo de su corazn senta preferencias; esto +es irremediable. Amaba con pasin a D. Eloisa. Esta buena seora, que +era a quien ms deba, jams le rea ni castigaba, ni le deca siquiera +una palabra desagradable: tratbalo con extremada dulzura, le acariciaba +como si fuese su hijo y ocultaba y disculpaba sus pequeas travesuras. + +Cuando lleg a los doce aos, se reunieron en cnclave las damas y +deliberaron acerca de lo que deba hacerse con el chico. Desechose por +unanimidad la idea de dedicarle al oficio de su padre. Pensaron en otros +varios, sin lograr ponerse de acuerdo, hasta que D. Trinidad, la esposa +de D. Remigio Flrez, fabricante de conservas alimenticias, propuso +llevarle de criado recadista a su casa. Asintieron casi todas a esta +resolucin; pero D. Eloisa, a quien le dola, hizo presente a sus +amigas que el chico haba mostrado aptitud para los estudios, y que +sera una obra meritoria hacer de l un sacerdote. Las damas acogieron +la idea con entusiasmo. Slo D. Trinidad, seora de gran puntillo y +amiga de imponer su voluntad a todo el mundo, se opuso fuertemente y se +retir desabrida de la reunin. Pasronse las damas sin su concurso, y +fijando una cantidad mensual, que abonaran a escote, mandaron el chico +al seminario de Lancia, capital de la provincia donde nos hallamos. + +Fue Gil un seminarista modelo; aplicado, dulce, respetuoso, afecto a las +prcticas religiosas y mostrando mucho fervor en ellas. Las damas no +tuvieron ms que motivos para felicitarse de su resolucin. Cuando vena +a pasar las vacaciones a Peascosa, traa para cada una de ellas una +carta del rector manifestando su satisfaccin por la conducta y los +progresos del hurfano. En los dos o tres meses que permaneca all, les +prestaba algunos servicios, repasando las lecciones a sus hijos, +acompandolas en sus oraciones o sirvindoles de amanuense, etc. +Habitaba en casa de D. Eloisa. Cada verano se iba trasformando un poco: +el nio se converta en hombre. Al fin dej tres aos consecutivos de +venir, para tomar las ltimas rdenes. Lleg el momento de hacerse +presbtero. Cuando apareci al fin un da en Peascosa en traje de +sacerdote, su presencia caus emocin profunda en el corazn de sus +protectoras. Todas se consideraban madres de l, y por consiguiente, +con derecho a llorar de alegra y a caer en sus brazos enternecidas. Por +cierto que estos desahogos cariosos dieron ocasin a algunos dimes y +diretes entre ellas. Porque las que menos afectuosas y tolerantes se +haban mostrado con el nio, eran ms extremosas ahora con el hombre. +Esto sac de sus casillas a D. Eloisa, D. Teodora y D. Marciala, que +le trataron siempre con dulzura y hasta con mimo. + +Comenzaron los preparativos para la primera misa. Fue un certamen de +primores entre ellas. Las ricas, como D. Eloisa y D. Teodora, se +encargaron de comprar el cliz y los ornamentos ms costosos: las que no +contaban con tantos bienes de fortuna, como D. Rita, D. Filomena y +otras, suplieron el dinero con la habilidad de sus manos bordando el +alba, la estola y el pao del altar, que causaban admiracin. Se arregl +la iglesia, y en el adorno tomaron parte no slo estas damas, sino otras +muchas de la poblacin, sus amigas. Fue un acontecimiento de marca en +Peascosa, tanto por la calidad de las personas que haban costeado la +carrera del joven presbtero, como por las terribles circunstancias que +haban dado lugar a esta proteccin. Se nombr madrina del oficiante a +D. Eloisa, por indicacin de aqul. Ninguna tena mejor derecho para +ello; pero todas se crean con tanto, y esto volvi a originar secretos +resentimientos y algunas palabrillas desagradables. + +El preste volviose hacia el pueblo y cant con voz dbil y temblorosa: + +--_Dominus vobiscum._ + +Todas las voces de la tribuna, rotas y cascadas, le respondieron +acompaadas del estampido del rgano: + +--_Et cum spiritu tuooooo._ + +--Qu blanco est!--dijo una joven artesana a la compaera que tena al +lado. + +--Parece una imagen. + +Cant D. Narciso con voz atiplada, bajando y subiendo el tono y +escuchndose con placer, la epstola. + +--Hija, cmo lo repicotea el capelln!--volvi a decir la artesana. + +--Ya ves, tiene ah a la hija del jorobado. Querr lucirse. + +Era especie muy acreditada en la villa que D. Narciso y la nia de Osuna +sentan una mutua inclinacin, aunque slo los espritus heterodoxos y +maleantes se atrevan a decirlo en alta voz. D. Narciso era, en verdad, +mucho ms dado a vivir entre el sexo dbil que entre el fuerte. As que +lleg de Sarri hara unos tres aos, poco ms o menos, fue el dolo de +las damas de Peascosa por su elegante porte, que haca contraste con el +desalio de la mayor parte de los sacerdotes de la villa, por su +conversacin alegre, por sus bromitas y, sobre todo, por su aficin a +estar siempre entre _ellas_. Distaba mucho de ser hermoso ni gallardo: +era hombre de unos treinta y cinco aos, seco, moreno, los pies grandes +y juanetudos y la dentadura muy fea; pero haba logrado pasar plaza en +seguida de chistoso. Jams hablaba en serio a sus devotas amigas. +Bromita va, bromita viene, un requiebro a sta, una chufleta a la otra, +sin acortarse nunca por estar en medio de un corro numeroso. Al +contrario, D. Narciso se placa extremadamente en ello, gozaba campando +solo en el gallinero. Diriga la conciencia de la mayora de ellas y se +autorizaba el reprenderlas fuera del confesonario, a veces speramente. +Casi todas reciban sus correcciones con sumisin, hasta con placer, y +si alguna se rebelaba momentneamente, era para demandar perdn +enseguida. Con esto, don Narciso era el comensal obligado en todas las +fiestas y _gaudeamus_ de la sociedad elegante de Peascosa: coma +vorazmente, y de ello haca alarde, beba al mismo tenor, y cuando +llegaban los postres, nunca dejaba de brindar con alguna coplita que +resultaba casi siempre sucia. Porque D. Narciso, que a causa de su +ministerio no poda autorizarse bromas referentes a las relaciones de +sexo a sexo, se crea con derecho a soltar las ms asquerosas acerca de +otras miserias del cuerpo humano. Y las damas caso extrao! las rean +y celebraban cual si fuesen ingeniosidades y agudezas portentosas. Dos +aos despus de llegado a la villa haba tenido un fracaso. Bajando la +escalera de cierta casa que frecuentaba mucho, se rompi una pierna. Se +dijo que el marido de la seora, cuya era la casa, le haba ayudado a +caer, por no estar de acuerdo enteramente con la hora y la ocasin de +sus visitas; pero al instante las buenas almas de Peascosa se +apresuraron a sofocar este rumor sacrlego. Y en prueba de la +indignacin con que rechazaron el supuesto, las damas ms principales de +la villa se constituyeron en enfermeras al lado de su cama, no dejndole +un instante solo, relevndose noche y da cada pocas horas, como si +hiciesen la guardia al Santsimo. D. Narciso mereca estas atenciones +del bello sexo. Nadie con ms ahnco y fervoroso celo se ocup jams de +la salvacin de la hermosa mitad del gnero humano. No slo diriga con +particular esmero la conciencia de las que mejor lo representaban en +Peascosa, apacentaba sus ovejitas con amor, sin dejar por eso de +arrojar alguna piedra a la que se extraviaba, como pastor diligente que +era, sino que a fuerza de muchos desvelos haba logrado fundar una +cofrada, establecida ya en otros puntos de Espaa y el extranjero, la +cofrada de las _Hijas de Mara_. En esta cofrada no entraban ms que +las jvenes solteras. Tal privilegio excitaba un vago despecho mezclado +de apetito en las casadas. Creanse humilladas con aquella exclusin. D. +Narciso aprovechaba esta sombra de rivalidad para tenerlas ms sujetas. + +--Oh, seoras, no deben ustedes envidiar el privilegio! Ustedes tienen +marido a quien contemplar y servir. + +Lo deca en un tonillo irnico que demostraba la hostilidad secreta que +el capelln senta hacia todos los maridos. Las damas, en quienes los +encantos de aqullos no ejercan ya fascinacin alguna, sonrean forzada +y maliciosamente como diciendo: Ya, ya! Se murmuraba que haba varias +enamoradas de l. D. Marciala, la esposa del boticario de la plaza, +haba ido a Sarri a llevarle calcetas estando el presbtero pasando una +temporada con su familia. D. Filomena, viuda de un teniente de navo, +haca a su hijo nico ir a ayudarle a misa todos los das. Sin embargo, +habase notado cierta preferencia en l por Obdulia, la hija de Osuna, +administrador de Montesinos. + +--Pero ser cierto que se gustan?--pregunt la joven artesana, oyendo a +su compaera expresarse tan claramente. + +--Chica, yo no s! Lo que te puedo decir es que D. Narciso no sale de +su casa, y que muchos das desde la ventana de mi cuarto los veo correr +uno tras de otro por el jardn de Montesinos jugando al escondite... +Tanto, que se lo he dicho. + +--Se lo has dicho!--exclam la otra, estupefacta. + +--S, nia... no ves que confieso con l?... No haba ms remedio... Le +dije: Mire, D. Narciso... no se ofenda usted... pero yo, vindoles a +usted y a Obdulia jugar en el jardn, tengo sospechas... se me ocurren +malos pensamientos. + +--Ave Mara, qu barbaridad! Y qu dijo l? + +--Se puso todo sofocado... Uf! Comenz a decirme: Por ustedes y otras +como ustedes pierden el crdito y la honra los sacerdotes y decae la +religin! Me llam saco de malicia; que pareca mentira que se me +ocurrieran semejantes atrocidades, y que por aqu y que por all... Al +principio quera comerme; despus se fue sosegando... Tiene usted +razn, D. Narciso, le respond; pero yo no puedo remediarlo... Y es la +verdad, chica, no puedo remediarlo... no puedo! + +Despus de la epstola cant el prroco de Peascosa el Evangelio. Tena +una voz spera sin inflexiones. Cant enteramente distrado sin mirar +apenas al libro, levantando sus ojos pequeos y duros por encima de las +gafas para contemplar fijamente, mejor dicho, para pulverizar con la +mirada al hijo de la Pepaina, que disimuladamente estaba arrancando las +babas a los cirios y guardndoselas en el bolsillo. Aunque uno de los +pilletes ms desvergonzados de la villa, Lorito (que por tal nombre era +conocido este joven distinguido) se sinti molesto y un tantico inquieto +bajo la mirada del clrigo. La cosa no era para menos. D. Miguel Vigil, +prroco de Peascosa, desde el ao 25 de este siglo era uno de los +hombres de peor genio de Espaa, y no exageramos nada si decimos del +globo terrqueo. Contaba a la sazn ochenta y dos aos; era alto, seco, +las facciones pronunciadas, las cejas espesas y juntas, los ojos +pequeos y penetrantes. Conservaba an gran vigor fsico, y lo que es +an ms raro, en los cabellos que le quedaban apenas se notaban las +canas. Mientras dur la primer guerra civil, abandon el rebao y se fue +a las provincias vascas a pelear con las armas en la mano por la causa +del Pretendiente. Volvi al cabo de algunos aos. Su carcter bravo no +se haba dulcificado mucho andando a tiros por los montes. Los +feligreses de Peascosa tuvieron en l un pastor muy semejante a un +capitn de bandoleros. Nadie le levantaba el gallo en la poblacin. Los +ms arduos casos de conciencia sola resolverlos D. Miguel en un +instante con media docena de mojicones o de puntapis bien dirigidos. +Que Marcelino, el de Cosme, tena en cinta a la hija de Laureana la +tejedora y no quera casarse con ella. D. Miguel se plantaba en casa de +Cosme, coga a Marcelino por las orejas, le daba tres bofetadas de +cuello vuelto, y a los quince das, quieras o no, los tena casados. Que +Ramn el confitero le negaba a D. Cipriano dos mil reales que ste le +haba prestado sin recibo. El cura llamaba a Ramn a su casa, se +encerraba con l en una habitacin, tomaba un garrote y le obligaba a +firmar el correspondiente recibo. Por medio de estos procedimientos +teolgicos D. Miguel infunda la moral evanglica entre las almas +encomendadas a su cuidado. + +No eran de su agrado las novedades en el culto. Miraba con desprecio a +los clrigos que trataban de introducirlas y cuidaban del traje y el +aseo. Los toleraba porque saba que estaban apoyados por el obispo y el +alto clero de la dicesis, pero se rea de ellos a todas horas de un +modo grosero, irritante, y sola hacerles algunas jugarretas malignas, +aguarles alguno de aquellos jolgorios msticos en que ponan ms empeo. +Tratbase, por ejemplo, de celebrar una comunin general de nias con +acompaamiento de orquesta. El da que estaba sealado, D. Miguel +enviaba a la iglesia una cuadrilla de carpinteros que se ponan a +arreglar la tribuna con horrendos martillazos, que impedan escuchar las +concertadas voces e instrumentos de la msica. Otras veces obligaba a +las penitentes asiduas de D. Narciso a examinarse de doctrina cristiana; +o bien las prohiba cantar en la iglesia despus de un mes de ensayos, +o retiraba de los altares los paos que ellas haban bordado y +aplanchado, o las arrojaba de alguna capilla donde haban sentado sus +reales, etc., etc. Estos actos de despotismo habanle granjeado la +animadversin de los clrigos afrancesados y del sexo femenino. A D. +Miguel le daba un ardite por tal animadversin. El goce de su vida no +era ser querido o admirado, sino hacer en todo tiempo y ocasin su +voluntad. Adems, podra tener todos los defectos que quisieran sus +enemigos, pero nadie le conoci jams sombra de inclinacin hacia el +sexo dbil. Despreciaba a las mujeres positivamente: crea que ninguna +era capaz de decir ni hacer cosa con sentido comn. En su carcter viril +pareca haber encarnado el espritu romano, que negaba a la mujer +facultad para regirse nunca por s misma. + +Ni se crea que D. Miguel se mostraba tampoco obediente con sus +superiores. Al obispo le costaba un trabajo inmenso entenderse con l. +Si le mandaba una orden, el cura la archivaba sin darla cumplimiento; si +giraba una visita, metase en cama fingindose enfermo para no +recibirle. Haba concluido por no hacerle caso y dejarle pasar con la +suya. No confesaba en Peascosa sino a media docena de veteranos de la +guerra civil. Los dems feligreses se repartan entre los capellanes +adscritos a la parroquia: las cuatro quintas partes de las damas +confiaban el fardo de sus flaquezas al irresistible D. Narciso. D. +Miguel no senta el menor desabrimiento por esta preferencia. Y sin +embargo, el corto nmero de sus penitentes aseguraba que era un confesor +prudente, discreto y delicado en sus preguntas. + +Termin la lectura del Evangelio y pudo darse la satisfaccin de +contemplar un rato con persistencia los movimientos de Lorito. Por qu +estaba este pillo tan distrado mirando a la tribuna arrobado en la +audicin de las melodas del rgano, cuando no haca dos segundos que le +haba visto meterse en el bolsillo media libra de cera por lo menos? Por +el alma del prroco cruzaron pensamientos de muerte y exterminio. Tuvo +fuerzas, no obstante, para contenerse. La misa continu. El presbtero +novel elev la sagrada Hostia con manos temblorosas, en medio de un +murmullo de fervor y adoracin. El rgano, soltando en _trmolo_ sus +registros ms gangosos, contribuy poderosamente a hacer ms solemne y +conmovedora la bajada del Hijo de Dios a las manos del hombre. Gil +sinti estremecerse su cuerpo bajo la impresin. Una alegra inefable +subi del fondo de su pecho y le apret suavemente la garganta. Aquel +favor inmenso, infinito, que su Dios le haca, y que con tanto anhelo +haba esperado, removi hasta las ltimas fibras de su corazn. Sus +ojos quedaron velados por las lgrimas, y al hincar la rodilla en +tierra, antes de elevar el cliz de la pasin, estuvo algunos segundos +sin poder alzarse y a punto de caer desmayado. + +De muy distintas impresiones participaba el jorobado Osuna, +administrador de Montesinos, en aquel momento. Ya sabemos que se haba +situado lo ms cerca posible de D. Teodora. Era tambin un hombre +mstico a su manera; pero en vez de buscar la unin con la Divinidad en +abstracto, se placa en realizarla de un modo concreto, por mediacin de +las mujeres gordas y frescas. Las mujeres gordas haban constituido su +pasin dominante desde los felices das de la adolescencia. Dios slo +sabe el peso de las que Osuna am desde este tiempo hasta los sesenta y +cuatro aos que ahora tiene. En Peascosa el nmero era limitado; por +eso de vez en cuando haca excursiones a la capital para recoger del +cieno de la prostitucin alguna desdichada que traa y guardaba, durante +quince das o un mes, en alguna cmara oscura del cuarto bajo de su +casa. Tenala all como una fiera enjaulada, encargndose l mismo de +llevarla el alimento y proveer a todas sus necesidades corporales. Al +cabo de este tiempo la soltaba, y vuelta a comenzar con otra. Toda la +villa conoca estas flaquezas de su temperamento. Contbanse de l en +las tertulias de hombres muchsimas ancdotas, graciosas unas y sucias +otras, que hacan rer a los pacficos habitantes en las largas, +lluviosas noches de invierno. No se violentaba para ocultar los excesos +de su viciosa naturaleza. La mayor parte de estas ancdotas l mismo las +haba referido: gozaba hablando de sus obscenidades. Los vecinos le +despreciaban y le teman al mismo tiempo. Se le tena por un ser +extrao, misterioso, mal intencionado. Ocupaba un puesto desde el cual +poda hacer dao a mucha gente. Era administrador de Montesinos, el +propietario ms rico de Peascosa, y habitaba una de las alas del +inmenso palacio o casern que ste posea. Estaba viudo de tres mujeres, +con una hija que ya conocemos de nombre. Era excesivamente pequeo, con +una gran corcova a la espalda, color macilento, mejillas pendientes y +flcidas, ojos sin brillo y asustados siempre. Percibase un leve +temblor en sus manos, como sucede con frecuencia a los hombres gastados +por la sensualidad. + +D. Teodora haba cambiado de sitio ya varias veces: corriose hacia +adelante, se fue despus hacia un lado; todo intilmente. Donde quiera +que iba, senta los pies de Osuna entre las enaguas. Y al sentirlos, una +ola de rubor encenda sus frescas mejillas, se estremeca como una +zagala de catorce aos. En ninguna mujer se conserv nunca ms delicado +y vidrioso el pudor virginal. Algunas conversaciones, hoy corrientes, la +ofendan: no se poda aludir en su presencia ni directa ni +indirectamente a ciertos asuntos escabrosos. No deca nada, porque era +la prudencia personificada y de tmido natural; pero se la vea +ruborizada, inquieta, con ganas de retirarse. Tan limpia y tan pulcra +era de cuerpo como de alma. Le gustaba vestir con elegancia y cuidaba +con refinamientos, no usados en Peascosa, de su persona. Los que la +conocieron de nia, decan que no haba sido bonita, sino pasable, y que +ahora, con sus cabellos blancos, sus carnes frescas y mejillas +sonrosadas, estaba ms guapa que nunca, Por qu se haba quedado +soltera D. Teodora, poseyendo una figura agradable y un regular caudal? +Se deca que sostuvo amores muy finos y romnticos con un teniente de +Arapiles que pereci en la accin de Ramales. La vspera de la batalla +se haba despedido de ella, por medio de una carta escrita sobre un +tambor: el corazn le deca que al da siguiente una bala traidora +cortara el hilo de su existencia, pero que morira con el nombre de +Teodora en los labios. sta conservaba la carta como preciosa reliquia +y guardaba asimismo fiel su corazn a la memoria del valeroso y +romntico teniente. Sin embargo, haca muchos aos que tena un galn +asiduo. D. Juan Casanova, aquel hidalgo de rostro aguileo y majestuoso +de que hemos hablado, iba a su casa indefectiblemente todas las noches, +de ocho a once. Esto bastaba para que en la villa se creyese, no que era +su amante, que nadie dudaba de la castidad de D. Teodora, sino su +enamorado platnico, y que ms tarde o ms temprano concluira por +casarse con ella. Tal fausto acontecimiento se estuvo esperando veinte +aos en Peascosa. A la hora presente ya se dudaba bastante de que se +realizase. Los futuros se iban haciendo demasiado viejos, sobre todo D. +Juan, a quien costaba esfuerzos sobrehumanos subir a la casa, por el +maldito reuma de las rodillas. Cada da que pasaba eran, pues, menos +aptos para el cumplimiento de los sagrados fines del matrimonio. Adems, +ltimamente, cierto suceso de que ms adelante haremos mencin turb un +poco las tranquilas y afectuosas relaciones del avellanado hidalgo y de +la fresca jamona. + +Cuando el dicono cant el _Ite, misa est_, aquella dio un suspiro de +consuelo y se dispuso a levantarse y huir de los indecorosos pies que la +perseguan. Pero era negocio ms arduo de lo que se imaginaba. La +iglesia estaba tan atestada de fieles que nadie poda revolverse. Todos +pretendan besar las manos del nuevo sacerdote, o al menos presenciar la +curiosa y tierna ceremonia. Baj ste una escalera del altar y qued +inmvil y de pie frente a la muchedumbre, derramando por ella una mirada +vaga y sonriente. Hubo un fuerte murmullo que casi se convirti en +gritera, cuando D. Narciso empuj suavemente a la madrina para que +tributase la primera su homenaje al oficiante. D. Eloisa hinc las +rodillas delante de su ahijado y le bes las manos con visible emocin. +Cuando se levant, corran algunas lgrimas por sus mejillas. Despus +tom un frasco de agua perfumada, dio otro a D. Rita, y colocadas ambas +a derecha e izquierda del presbtero, comenzaron a rociar a los que se +acercaban a besarle las manos. Uno a uno, empujndose con prisa, fueron +la mayor parte de los fieles rindindole este homenaje. Los hombres le +besaban en la palma, las mujeres en el dorso, segn estaba prevenido. +stas se mostraban conmovidas, gozosas, riendo cuando D. Rita o D. +Eloisa les arrojaban al rostro algunas gotas de colonia: despus se +retiraban para dejar paso a las otras; y de lejos seguan contemplando +con afectuoso inters la faz plida y delicada del sacerdote. Sonaba en +la iglesia rumor alegre. El roce de las enaguas, el cuchicheo y las +risas contenidas de las damas, producan un zumbido de colmena. El +taido de las campanas que el sacristn y algunos chicuelos repicaban +alto en la torre, entraba vivo y gozoso por las ventanas. Tambin +penetraban algunos rayos de sol que se desparramaban por los altares, +haciendo llamear sus dorados metales. Pero si en el camino tropezaban +con alguna linda cabeza blonda, de las que tanto abundan entre las +artesanas de Peascosa, no tenan inconveniente alguno en detenerse a +darla un beso de admiracin. + +Gil estaba fuertemente conmovido; el corazn le saltaba dentro del +pecho. Senta impulsos de romper en sollozos: procuraba, no obstante, +con esfuerzo reprimirse, y esto le causaba malestar. Aquellas muestras +de veneracin, aunque representaban una ceremonia usual, le +avergonzaban. Al ver arrodillados a sus pies a todos los prceres y +damas de la villa, que tanto respeto le haban infundido siempre, +experimentaba confusin y desasosiego. Sus labios estaban contrados por +una sonrisa que revelaba ms inquietud que placer. D. Eloisa y D. Rita +consumieron varios frascos de esencia, haciendo copiosas aspersiones, +sobre todo a sus amigas, a quienes baaban el rostro en medio de una +algazara, que no por ser reprimida, era menos sabrosa. Poco a poco la +religiosa solemnidad se iba trasformando en una fiesta de carcter +ntimo y familiar. Las amigas de la madrina y de las damas protectoras +del joven presbtero se haban ido quedando detrs, formando en torno +suyo un grupo pintoresco, mientras el resto de la gente desfilaba por +las dos puertas de la iglesia. Un rayo de sol vino a dar sobre el +preste: las ricas vestiduras de tis de oro despidieron vivos destellos; +su hermosa cabeza rubia semejaba la de un querubn. Las damas le +contemplaban extasiadas. + +El prroco y D. Narciso, asistentes de la misa, se haban retirado para +despojarse de sus ornamentos. No tard el primero en volver provisto de +sotana y bonete, debajo del cual se agitaban algunos pensamientos +siniestros. La conducta de Lorito en lo concerniente a las babas de los +cirios le haba puesto pensativo y sombro. Haca ya algn tiempo que +este joven personaje disfrutaba el privilegio de desazonarle. En una +ocasin supo que se haba encaramado sobre el tejado de la iglesia para +apoderarse de algunos nidos de gorrin; en otra sospech que le haba +robado las uvas que tena la parra del corredor de la rectoral. Y aunque +ya haba procurado tranquilizar su espritu por medio de algunos +adecuados puntapis, todava lo senta agitado y triste cada vez que el +hijo de la Pepaina se ofreca a su vista. + +Sin preocuparse poco ni mucho de la conmovedora ceremonia que se estaba +realizando en el presbiterio, D. Miguel recorri la iglesia a paso +lento, escudriando todos los rincones. Las personas que an quedaban en +el templo le abran paso con ms miedo que respeto. Penetr en todas +las capillas y examin minuciosamente el estado de los cirios que ardan +en los altares. Alguna huella debi de reconocer en ellos del paso del +vndalo, porque su rostro se fue encapotando cada vez ms. Ya no fue un +reconocimiento, sino una verdadera caza la que emprendi al travs de +todas las capillas. En la ltima de la izquierda, donde est la pila +bautismal, olfate al fin la pieza. March con precaucin, y asomando su +enrgica nariz aguilea, pudo al fin columbrar la roma y barnizada de +mocos del granuja, que en compaa de uno de sus ms fieles discpulos +se ocupaba en hacer crecer la inmensa bola de cera que haba extrado de +las velas. El prroco sinti el nervioso temblor de los gatos a la vista +del ratn: se prepar como ellos rozando el suelo con los pies, y zas! +de un par de brincos cay sobre los brbaros. Pero Lorito no era un +vndalo vulgar de los que se dejan atrapar como un ratoncillo inocente. +Sin ver a D. Miguel sinti su hlito poderoso, y bajndose +repentinamente al tiempo que aqul lleg a echarle la zarpa, consigui +que fallara el golpe y fuera a dar de bruces en el altar. Antes que el +prroco pudiera revolverse, ya haba emprendido la carrera hacia la +puerta. Fue en vano. D. Miguel se apoder rpidamente del Cristo de +bronce que haba sobre el altar, y se lo arroj con tal mpetu y certera +puntera que le alcanz en la cabeza y le hizo venir al suelo soltando +chorros de sangre. + +Al grito del chico y al ruido que produjo su cada acudi la gente; le +levantaron y le prestaron los primeros socorros, estancndole la sangre +con telas de araa y ponindole un pauelo a guisa de venda. Mientras se +llevaron a cabo estas operaciones, no dej de murmurarse, aunque en voz +baja, de la brutalidad del cura. ste, perfectamente satisfecho de su +obra, se retir majestuosamente a la sacrista, no sin que tuviera +ocasin antes de administrar dos patadas en el trasero al cmplice, que +andaba por all trmulo y abatido con la desgracia de su maestro. + +Pero es el caso que el glorioso progenitor de ste, Pepe el de la +Pepaina, como le llamaban en la poblacin, para distinguirle de los +otros muchos Pepes que haba, pescador de oficio y un bruto muy +pacfico, que hablara sobre tres docenas de palabras por semana, al +contemplar a su hijo en aquel estado, comenz a vociferar en el atrio de +la iglesia como un energmeno. La sntesis de su discurso era que l no +senta respeto alguno hacia el estado eclesistico, y que padecan una +equivocacin lamentable los que se atrevieran a suponer que l, Pepe +Raya, dejara de dar al cura, en cuanto pusiese el pie fuera de la +iglesia, una de babor y otra de estribor, y acaso tambin una buena +patada en la popa que se la metiera bajo el agua. + +D. Miguel, que desde adentro haba credo percibir alguno de los +extremos de este discurso, se empe en salir al atrio por ver su +demostracin; pero se lo impidieron D. Narciso y el sacristn. +Llevronle a la sacrista, y all le tuvieron entretenido hasta que +desapareci el peligro. + +Al salir la gente del templo, el sol nadaba en el espacio azul, +bandolo de luz y de alegra. Repicaban las campanas con frenes +creciente. Estallaban multitud de cohetes, que impregnaban el aire con +el humo de la plvora. Y las olas estallaban tambin suavemente en los +peascos que casi rodean por completo la iglesia de la villa. En aquel +concierto gozoso de una naturaleza que sonre pocas veces, slo se oa +la nota spera de bajo profundo que entonaba el marido de la Pepaina. + + + + +II + + +Peascosa est situada en el fondo de una pequea ensenada del +Cantbrico. Su casero se extiende todo l por la orilla del mar, sin +penetrar ms de cien varas en lo interior. Slo all en el vrtice de la +angostura hay una plaza medianamente espaciosa, de la cual arranca la +carretera que conduce a Nieva. La parte de la villa que se extiende a la +derecha es menos importante y extensa que la de la izquierda. Por esta +orilla corre la mejor y aun puede decirse la nica calle del pueblo. Es +larga, empinada a trozos, a trozos llana, ancha en algunos parajes y en +otros estrecha, con nditos de un lado para los transentes. Las casas +de la derecha tienen todas salida a la mar por medio de escaleras mejor +o peor labradas, segn la importancia del edificio. Termina en el Campo +de los Desmayos, donde se alza la iglesia, sobre una punta de tierra que +avanza en el mar. Este campo toma su nombre de algunos sauces que all +dejan caer sus ramas sobre toscos bancos de piedra, donde los honrados +vecinos se sientan a tomar el sol en invierno o a respirar la brisa en +verano. Es el paraje en que se efectan todas las fiestas y regocijos +pblicos de la villa, las iluminaciones y verbenas, fuegos de artificio, +ascensin de globos, msica, danza y giraldilla: sirve adems de punto +de reunin para el gremio de mareantes cuando necesitan congregarse y +tomar algn acuerdo, y de real para la feria y de campo de maniobras +para los chiquillos de la escuela. No es maravilla que as suceda, dada +la particular estructura de la poblacin, donde fuera de la plaza, no +hay ningn otro espacio abierto y cmodo ms que ste. + +El muelle es un espoln de piedra que arranca de la calle mencionada +hacia su promedio y avanza poco ms de cien varas por el mar. Bajase a +l por una rampa suave donde hay media docena de tabernas por lo menos y +dos cafetuchos, el de la _Marina_ y el _Imperial_. Unas y otros hierven +de gente a todas horas, pero muy especialmente a la del crepsculo, +cuando llegan del mar las lanchas pescadoras y termina sus faenas la +tripulacin de los pataches y quechemarines anclados. stos son los +nicos buques que llegan hasta Peascosa. Hay, no obstante, un vapor que +surca de vez en cuando las aguas de la ensenada y osa acercarse al +muelle. Es un remolcador de Sarri llamado _Gaviota_: sus largos +quejumbrosos silbos estremecen al vecindario de orgullo. Porque en lo +tocante a amar a su pueblo y despreciar a los dems de la tierra, nadie +ha ganado jams a los _peascos_, ni los romanos siquiera. No hay +peasco que no est plenamente convencido de que su puerto es el ms +favorecido por la naturaleza en toda la costa espaola: si no tiene la +importancia comercial de Barcelona, Mlaga o Bilbao, consiste en que +nadie se ha ocupado en proporcionrsela por medio de obras adecuadas. +Hacia Sarri, villa que quintuplica su poblacin y que ha adquirido gran +importancia en los ltimos aos, sienten un odio y un desprecio +inveterados. Cuando ven los vapores cruzar por delante de la abrigada, +tranquila y segura ensenada de Peascosa y meterse en el sucio y +peligroso fondeadero de Sarri, todo buen peasco siente latir su pecho +con indignacin, como el que ha sido vctima de un robo mira cruzar en +coche a su estafador. Hay que orles hablar de las cualidades del puerto +de Sarri, sobre todo cuando les escucha un forastero. Principia a +dibujarse en sus labios una sonrisa levemente irnica y despreciativa +que poco a poco se va acentuando hasta trasformarse en sonora, homrica +carcajada cuando llegan a aquello de: Los cangrejos estn muy +satisfechos todos de la boca de Sarri. Dicen que entran y salen sin +peligro alguno. Si alguna vez las lanchas pescadoras de este puerto se +ven precisadas a arribar a Peascosa a causa del temporal, con qu +proteccin tan humillante los reciben los indgenas! Y cuando por sus +negocios van stos a la aborrecida villa, estn all inquietos, +nerviosos: el trfago y los ruidos del muelle les suena dolorosamente en +el corazn: llegan a su pueblo con el estmago sucio y excitados, +narrando los mil disgustos que la envidia de los sarrienses les ha +causado. Llevan cuenta exactsima de todos los siniestros ocurridos en +la barra de su rival y no se cansan jams de compadecer a los pobres +buques extranjeros a quienes la suerte impa conduce a un puerto tan +inhospitalario. + +No slo en el calado, en el abrigo, en la seguridad del puerto, cifran +su orgullo los peascos. Poseen adems otra porcin de ventajas +naturales verdaderamente inapreciables. Existe en las afueras de la +villa una fuente de agua ferruginosa que es admiracin de propios y +extraos, sobre todo de propios. Los extraos consideran que si el agua +no viniese unida a tantos cuerpos heterogneos, se bebera con ms +facilidad y producira los mismos resultados. Y verdaderamente nosotros +tambin nos inclinamos a pensar que su virtud saludable no se acrecienta +con que los chicos del barrio orinen en ella y a veces se desahoguen de +otro modo an menos diplomtico. Por influencia del clima, cranse en +Peascosa los mejores cerdos del orbe, con lo cual est dicho que en +ningn pas del extranjero saben lo que es comer jamn mas que en ste +afortunado pueblo. Dicho se est igualmente que, si los cerdos de +Peascosa son los mejores del mundo, las castaas con que se cran estos +cerdos son las ms gordas, las ms suaves y nutritivas. El mar de +Peascosa tampoco es igual al de otros puertos: sobre todo con el de +Sarri no guarda parecido alguno. Hay personas que, sin saber por qu, +se van debilitando paulatinamente en este pueblo, pierden el apetito y +el humor: pues bien, hasta que van a tomar los baos de mar en Peascosa +no se ponen buenas. Los de Sarri no producen efecto alguno medicinal: +al contrario, todo el que se bae all se expone a erupciones, catarros, +reuma y otros desarreglos tristsimos. Por la parte de Oeste, o mejor +dicho Noroeste, la villa est resguardada de los vientos ms vivos y +constantes. El clima es, por lo tanto, suave y benigno: las epidemias no +prosperan. Los peascos hacen saber con orgullo que, mientras en el +ltimo clera murieron en Sarri trescientas doce personas, en Peascosa +slo murieron sesenta y una, y de stas por lo menos treinta bajaron a +la tumba por descuidos lamentables que las familias respectivas debieron +evitar, aunque no fuese ms que por el crdito de la villa. Intil es +hablar del pescado que se coge en este privilegiado puerto. En cien +leguas a la redonda, nadie ignora que ni la sardina, ni la merluza, ni +el congrio, ni el besugo admiten comparacin con los de Sarri. Como el +caso parece extrao habiendo tan poca distancia de un pueblo a otro, los +de Peascosa lo explican por los mejores pastos que sus peces tienen. En +suma, nosotros no conocemos otro pueblo ms agradecido al Supremo +Hacedor por las condiciones topogrficas, hidrogrficas y climatolgicas +con que le plugo favorecerle. + +Respecto a las etnogrficas, la mayor ventaja que hemos podido apreciar +es la hermosura y gallarda de las mujeres. Son altas, macizas, de tez +sonrosada y ojos negros; la voz es dulce, sonora y hablan con un dejo +musical muy caracterstico: parece que recitan al piano. No presumen de +bellas y lo son. En cambio se vanaglorian de cantar mejor que las de +ningn otro pueblo de la provincia, y no es as. Cierto que, como +acabamos de indicar, hay entre ellas muchas voces gratas y extensas; +pero el odo y sobre todo el gusto no corresponden a la voz. Repicotean +de tal modo lo que cantan que no lo conoce nadie, ni el mismo autor que +lo cre. En verdad que las peascas abusan de las _fermatas_ y +_fiorituras_ que las muchachas de Sarri, sin tener tan buena voz, +cantan con mejor gusto y afinacin. Silencio acerca de este particular, +porque si alguien lo dice en Peascosa, le sacan los ojos. + +Igualmente tienen metido las jvenes peascas en la cabeza (digamos en +la hermosa cabeza, que no hay mentira en ello) que poseen especialsima +aptitud para componer coplas oportunas o de circunstancias. Las componen +generalmente sobre canciones populares que sirven para bailar en las +romeras. Que se inaugura el edificio de las escuelas, copla al canto; +que lleg el diputado del distrito a tomar baos, serenata y coplas; que +D. Jos el Estanquero monta un servicio de _mnibus_ a la capital, +coplita laudatoria a D. Jos el Estanquero. Pero donde brilla +principalmente el estro de las jvenes artesanas es en las coplas +satricas: no necesitamos aadir que el blanco preferente de sus stiras +es el mezquino, peligroso y sucio puerto de Sarri. No suelen estar bien +medidas las coplas; tampoco se ve en muchas de ellas el aguijn. Qu +importa! Las peascas las cantan con un fuego y un retintn que +desespera a las jvenes de Sarri y les hace enfermar de ira. + +Los hombres suelen ser como en todas partes, ms feos que hermosos, ms +tontos que graciosos, ms groseros que corteses, ms vulgares que +originales. Sin embargo, hay en casi todos ellos un rescoldo de +imaginacin que, si no les sirve para escribir novelas, les hace ms +noveleros y curiosos que a los del resto de la provincia. Cualquier +acontecimiento insignificante adquiere proporciones grandiosas en +Peascosa. El pueblo se conmueve hondamente cada vez que arriba cierto +bergantn-goleta trayendo tabla de pino rojo del Norte para D. Romualdo, +y acude todo a presenciar la descarga. Un prestidigitador vulgar produce +extraordinaria agitacin y ocasiona largas y violentas disputas en el +casino, en los cafs, en las tertulias de las tiendas, y encauza el +gusto y la fantasa de los peascos por distintos derroteros. Lleg en +cierta ocasin un magnetizador que dio algunas sesiones en el teatro +(llammoslo as). Durante seis meses los peascos no se ocuparon apenas +en otra cosa que en magnetizarse los unos a los otros. En ninguna +tertulia se entraba que no se tropezase con alguna seorita dormida +mientras un joven indgena, en actitud de espantarle las moscas, le +arrojaba puados de fluido a la cara: todo era _mediums_ y espritus, y +veladores giratorios: algunos honrados vecinos quisieron volverse +locos: uno de ellos sali de noche pidiendo confesin a gritos porque +haba hablado con cierto pariente difunto. Despus lleg un frenlogo. +Los peascos se dedicaron otra temporada a palparse la cabeza y hacer +vaticinios sobre el destino reservado a los nios. Los cuadros +disolventes de algn saltimbanqui engendraban la aficin a las linternas +mgicas, y las compaas dramticas que por casualidad llegaban hasta +all, verdaderas cuadrillas de facinerosos, despertaban extraas +aptitudes para el arte escnico en muchos vecinos que hasta entonces +jams las haban revelado. Un nufrago austriaco les infundi el amor a +la filologa; dio unas cuantas lecciones de alemn y ruso a varias +personas caracterizadas de la localidad, y al cabo de dos meses se +escap con seis mil reales de D. Jos el Estanquero, dos mil de D. +Remigio Flrez y algunas pesetas ms de otros caballeros. No se habl de +otra cosa en un par de meses. + +Hay en Peascosa un casino suscrito a cinco peridicos de Madrid y a uno +de Lancia. _El Faro de Sarri_, que les enviaban gratuitamente, fue +devuelto a su destino a propuesta de varios socios dignsimos cuando +este peridico propuso (qu asco!) la construccin de un gran puerto de +refugio en Sarri. Existe adems una sociedad de recreo, de la cual es +alma y vida D. Gaspar de Silva, un poeta de la localidad que tiene +escritas ms obras dramticas que Shakspeare. Psole por nombre el +_gora_, en consonancia con sus aficiones clsicas. Es el templo del +arte. All se representan las piezas de D. Gaspar por los jvenes +aficionados y se leen sus poesas lricas, en medio de las lgrimas y +los aplausos de las seoritas de la localidad, adivnanse charadas y +logogrifos, se cantan _mandolinatas_ y _stornellos_ en un italiano +estupendo y se juega de mil modos ingeniosos. Verdaderamente el gora de +Peascosa recuerda, ms que la asamblea griega que le ha dado nombre, la +tertulia de la reina de Navarra, aquella gozosa y potica reunin de +hermosas damas y caballeros, donde rebosaba el ingenio y de la cual +tanta gallarda invencin ha salido. No llevaremos, sin embargo, nuestro +afn de similitudes hasta comparar a D. Gaspar con Margarita de Valois. +Cada cual en su gnero deben considerarse como seres privilegiados; mas +pertenecen a gneros diferentes. + +D. Gaspar era un hombre alto, seco, con el rostro lleno de manchas +coloradas que delataban su juventud borrascosa, el pelo ralo, la barba, +que gastaba al uso de Espronceda, Larra y los literatos del treinta al +cuarenta, entrecana y erizada, las manos y los pies descomunales, tan +apretados por los callos estos ltimos que el poeta andaba apoyado +siempre en una muleta y doblado fuertemente por el espinazo. A pesar de +esta circunstancia, no puede negarse que era un hombre notabilsimo, y +con razn se vanagloriaba Peascosa de haber sido su cuna y guardarle en +su seno. No se limit jams, como la mayora de los literatos, a +cultivar un gnero con mejor o peor fortuna. Escribi poemas picos, +poesas lricas de todas clases, amorosas, satricas, filosficas, +didasclicas; fue novelista y autor dramtico. Las tres cuartas partes +de sus obras permanecen manuscritas; pero bastan las impresas (a +expensas de un primo hermano que el poeta tiene en Puerto Rico) para +dejar de l imperecedera memoria. Por lo menos, los que hemos tenido la +dicha de conocerle personalmente, es seguro que no lo olvidaremos +mientras nos dure la existencia. Silva era un poeta que guardaba ms +semejanza con los vates antiguos que con los modernos. Como Shakspeare, +como Molire y Lope de Rueda, l mismo representaba sus obras en la +escena, reservndose los papeles de caracterstico, a causa de la +curvatura del espinazo. En este caso sola sacar una voz engolada y +tremante que causaba honda emocin en sus convecinos. Los ttulos de +ellas tenan un sello de originalidad que recordaba bastante los del +inmortal dramaturgo ingls. Entre otros ttulos extraos, +originalsimos, recordamos los siguientes: _No me vengas con belenes, +que te rompo el esternn_ (comedia en tres actos), _Entre col y col, +lechuga_ (pieza en un acto), _Y sin embargo se muere_ (drama en tres +actos), _Le gustan o no las rubias?_ (pieza en un acto). Aunque ha +brillado y brilla en todos los gneros literarios, nosotros pensamos que +su genio es ms dramtico que lrico. + +No hay ms sociedades reglamentadas en Peascosa. La tertulia de la +botica, la de D. Martn de las Casas y la de los mosqueteros (esta +ltima al aire libre, en el Campo de los Desmayos) son agrupaciones +libres, sin ideal artstico ni poltico. + +De esta villa insigne por su maravillosa situacin geogrfica y por el +talento de sus hijos, blanco de la envidia, no slo de Sarri, sino +tambin de Santander y Bilbao y todos los dems puertos de la costa +cantbrica, que en vano han pretendido humillarla; de este pueblo +generoso, patriota, idealista, fue nombrado teniente prroco el joven +presbtero protagonista de esta verdica historia. Lo fue por influencia +o mediacin de D. Martn de las Casas y otros prceres. No les cost +trabajo obtener este nombramiento del obispo, porque Gil se haba hecho +notar extremadamente como alumno aplicado e inteligente en el seminario +de Lancia. Al mismo tiempo sus costumbres puras y la suavidad y +mansedumbre de su carcter, acreditadas por todos los profesores, le +ponan en aptitud de desempear cualquier oficio en la iglesia. El +rector del seminario, varios dignatarios del clero y hasta el mismo +prelado le insinuaron la idea de quedarse en Lancia y hacer oposicin a +alguna de las prebendas que pudieran vacar en la catedral. Nadie dudaba +de su pericia para conseguirla. Sin embargo, el nuevo presbtero rechaz +con humildad la proposicin, alegando la insuficiencia de sus estudios, +que esperaba ampliar con el tiempo, y su excesiva juventud para +desempear cargo de tal importancia, caso de que se lo otorgasen. En el +fondo de su ser exista tambin, sin que l mismo se diera cuenta de +ello, cierta repugnancia a la vida sociable y regalona de los cannigos. + +Gil era un mstico. Haba tenido la fortuna de tropezar, en el rector +del seminario, con un hombre de una piedad exaltada, con un orador +elocuente, apasionado, genial, un verdadero apstol. Este hombre +extraordinario, que formaba contraste con el clero prudente y prosaico +que le rodeaba, ejerci influencia decisiva en el espritu delicado y +soador de nuestro hroe, consigui arrastrarlo en su vuelo, +comunicndole el fuego que devoraba su alma de asceta. Era medianamente +instruido, pero hasta su pequeo bagaje de instruccin le pesaba. Senta +un respeto idoltrico, que comunic a su discpulo, hacia la Teologa +por lo que haba en ella de misterioso e incomprensible. En cambio +miraba con indiferencia la Filosofa y despreciaba las ciencias +naturales. Era, como todos los hombres de fe viva y corazn ardiente, +enemigo de la razn. Cuando se cree y se ama de veras se apetece el +absurdo, se despoja el alma con placer de su facultad analtica y la +deposita a los pies del objeto amado, como Santa Isabel pona su corona +ducal a los pies de la imagen de Jess antes de orar. Era un caso de +suicidio por ortodoxia mstica. Bajo su direccin, el seminario de +Lancia fue perdiendo el ligero barniz cientfico que por las ltimas +reformas se le haba dado. Seguanse los cursos de fsica, de historia +natural, de matemticas, de filosofa, pero con tan poco aprovechamiento +que ningn profesor se atreva a dejar suspenso a un alumno, por mucho +que disparatase en el simulacro de examen que se haca. En cambio +concedase importancia decisiva a las prcticas religiosas, a todos los +ejercicios de piedad. Se pasaba el da orando, meditando. El alumno ms +apreciado no era el que mejor dijese y entendiese las lecciones, sino el +que supiera pasar ms horas de rodillas, o ayunase con ms rigor, el ms +silencioso y taciturno. + +La mayora de los colegiales, hijos de labradores y artesanos, cumpla +con estos deberes sin gran esfuerzo, viendo en ello una manera de +arribar pronto y sin dificultades al sacerdocio. El estudio les hubiera +mortificado ms. Para Gil, tal gnero de vida representaba un trabajo +constante, una lucha consigo mismo. Su inteligencia vigorosa apeteca el +estudio, su fantasa el movimiento. Con sistemtica tenacidad se puso a +contrariar las expansiones de su naturaleza, dio comienzo al lento +suicidio que primero haba operado su maestro y antes todos los msticos +del mundo. Penetr en el pensamiento de aqul, particip del ideal +sombro de su vida, de su furor de penitencias, de su desprecio de los +placeres, de los horrores y tambin de la ciencia del mundo. En esta +lucha con la carne hay su poesa. De otra suerte, no habra msticos. +Cuando termin la carrera era el modelo que se ofreca a los colegiales. +Humilde, reservado, grave y dulce a la par, rezador incansable y con la +nota de _meritissimus_ en todos los cursos. + +Ya le tenemos ejerciendo el cargo de teniente prroco en Peascosa. +Hubiera preferido marcharse a regentar una parroquia rural. El trato +mundanal le produca penosa impresin: para l Peascosa, con su casino, +sus cafs y tertulias, era un centro de frivolidad, por no decir +corrupcin. Pero D Eloisa y sus protectoras se haban empeado en +tenerle en el pueblo, y el rector del seminario, su venerado maestro, le +aconsej que no desatendiese sus ruegos: si la frivolidad de la villa +le molestaba, su tarea, en cambio, sera ms meritoria y fructfera; las +almas de los campesinos no necesitan tanto prolijo cuidado. Con la +emocin y el anhelo de quien pone mano en una obra sacratsima, dio +comienzo el nuevo presbtero a sus tareas. Levantbase al amanecer y se +diriga a la iglesia, donde entraba el primero, antes que el sacristn. +Sentbase en el confesonario y all permaneca escuchando a los que se +acercaban al sagrado tribunal hasta las ocho, hora en que deca su misa. +Despus, an se sentaba otro rato a confesar, y se iba a casa. Hasta la +hora de comer, estudio, meditacin, rezo. Despus otra vez a la iglesia: +rosario, enseanza de doctrina, arreglo y aseo del templo. Desde que l +lleg, ste comenz a estar limpio y decoroso. Sin reprenderle, logr +con el ejemplo, echando l mismo mano al plumero y a la escoba, que el +sacristn cumpliese con su deber. Pero en lo que ms se placa su alma +fervorosa era en acudir prontamente al lado de los moribundos, en +permanecer clavado junto a su lecho, exhortndoles al arrepentimiento, +sosteniendo su confianza en Dios hasta que exhalaban el ltimo suspiro. +Esta era la parte grata de su tarea, la obra verdaderamente divina que +le dejaba el corazn anegado de dulzura y entusiasmo. Arrancar un alma +de las garras del demonio! Cuando a la madrugada, despus de cerrar los +ojos a un pobre feligrs, se diriga a la iglesia transido de fro, rota +su flaca naturaleza por una noche de vigilia y trabajo, sus ojos se +posaban en aquel mar siempre colrico, en aquel cielo sombro, y en vez +de sentir la tristeza y el dolor de la existencia, su espritu se +dilataba por la alegra y acudan a sus ojos lgrimas de reconocimiento. +Era el gozo sublime de Jess recorriendo a pie las abrasadas mrgenes +del lago Tiberiade, anunciando el reinado del Padre; era el gozo de San +Francisco cuando tornaba a la _Porcincula_ con algn nuevo compaero de +penitencia; era el del santo rey Fernando al apoderarse de Sevilla; era, +en suma, el gozo de todos los apstoles. + +Se haba ido a vivir con el cura no por gusto, sino porque ste siempre +lo haba tenido en que los tenientes (o excusadores, como all se les +llamaba) viviesen a su lado, tal vez para tiranizarlos mejor. La +rectoral estaba situada no muy lejos de la iglesia, a la entrada misma +del Campo de los Desmayos. D. Miguel tena por servidores una ama vieja +y un criado joven. Los goces espirituales del pobre Gil estaban bien +compensados con un sinnmero de contrariedades y molestias que su rudo +prroco le hizo padecer en seguida. D. Miguel era tan brbaro en la +vida privada como en la pblica. Su voluntad desptica se dejaba sentir +en todos los pormenores y en todos los momentos de la existencia. Luego, +si esta voluntad fuese racional, vaya con Dios; pero la del formidable +viejo era tan caprichosa como maligna. Se gozaba en contrariar los +deseos de los que a su alrededor estaban, por mnimos que fuesen. Al ama +la tena frita: un da le impeda dormir la siesta, otro da le mataba +un perrito al cual tomara gran cario, otro le tiraba los tiestos que +tena en el balcn o la obligaba a permanecer en casa en ocasin de +cualquier gran solemnidad religiosa, o le haca pagar un desperfecto de +la vajilla, etc., etc. Al criado le tostaba en parrilla: unas veces le +mandaba en tarde de romera a cualquier aldea con un recado +insignificante, para que no se recrease; otras veces le cerraba de noche +la puerta si llegaba un minuto ms tarde de lo convenido y le haca +dormir al sereno, o bien le obligaba a quitarse las patillas, o le +vesta el ropn del monaguillo porque notaba que esto le molestaba +mucho. Al excusador le crucificaba. Haba tenido muchos, y a todos los +haba estudiado silenciosamente durante algunos das para conocer sus +tendencias y aficiones. Una vez enterado, se pona con particular +cuidado a contrarirselas. Al anterior, hombre obeso y amigo de los +placeres de la mesa, le hizo pasar cada hambre que por milagro no +feneci; vena el infeliz de decir misa con ansia de tragarse el +chocolate. Buen chocolate te d Dios! El cura haba mandado previamente +al ama a algn recado que durase dos horas por lo menos. Qu debilidad, +qu sudores, qu congojas las del pobre capelln! Si llegaban en sus +paseos vespertinos a alguna casa donde les invitaban a merendar, el cura +rehusaba manifestando que ya lo haban hecho en casa. l no padeca +porque era extremadamente sobrio, pero a su infeliz compaero se le +haca la boca agua. + +El estudio de Gil le caus gran sorpresa. Entre los muchos tenientes que +haban desfilado por su casa no haba tropezado con un mstico hasta +ahora. Hubo alguno aficionado al culto y a la oracin, pero sin la +ardiente piedad y el entusiasmo que ste mostraba. El cabecilla de don +Carlos le mir con una especie de curiosidad burlona, con la compasin +desdeosa con que los viejos miran casi siempre las ilusiones y los +arrebatos de la juventud. Durante algn tiempo le dej trabajar +libremente en la via del Seor; la inocencia y la bondad de Gil +apagaban sus instintos malignos. Pero al fin stos no pudieron +permanecer inactivos, y comenz a poner obstculos al apostolado de su +excusador. Unas veces le quitaba de predicar en determinados das, otras +le prohiba sentarse tantas horas en el confesonario o le obligaba a +decir la misa ms tarde. Hubo ocasiones en que, hacindose el distrado, +lleg a dejarle encerrado en su habitacin para que no pudiera decirla a +ninguna hora. + +Nuestro presbtero aceptaba resignado estos vejmenes y los encomendaba +a Dios, como todos los disgustos y alegras que experimentaba en esta +vida. El carcter de D. Miguel le produca repugnancia y terror. Tena +el espritu demasiado inflamado por el amor divino para ver lo que haba +de cmico e interesante en este personaje estrafalario, para +contemplarlo y estudiarlo con ojos de artista. Aquella violencia, mejor +an, aquella ferocidad, turbaba su alma delicada; el poco apego que el +cura mostraba a los asuntos teolgicos o de tejas arriba le indignaba; +pero sobre todo, la avaricia srdida de aquel viejo, que estaba con un +pie en el sepulcro, del ministro de Aquel que dijo: No queris tener +oro, ni plata, ni dinero, ni en vuestros viajes llevis alforja, dos +tnicas, ni zapatos, ni bculo, le causaba repugnancia invencible. El +prroco de Peascosa pasaba por hombre rico, y lo era en efecto. +Cincuenta aos regentando una parroquia populosa y viviendo con +extremada economa, le haban permitido juntar un capital respetable. +Haba comprado muchas tierras, pero se deca que guardaba en casa +tambin una gran cantidad en metlico. Y as deba de ser, atento la +vigilancia que desplegaba, sobre todo de noche. Despus que terminaban +su frugal cena y rezaban un padrenuestro en accin de gracias, D. Miguel +se levantaba, y tambalendose un poco, porque el torso era ms recio en +l que las piernas, se diriga a la cmoda, sacaba de ella un par de +pistolas enormes de chispa, y con una en cada mano se encaminaba a su +alcoba, bajo la mirada atnita de Gil. Porque aunque todos los das se +repeta la escena, nunca dejaba de producirle estupefaccin dolorosa. +Un sacerdote con dos pistolas en las manos, en aquellas mismas manos +que al da siguiente haban de tocar el cuerpo de nuestro Redentor! +Alguna vez haba visto a su maestro el rector del seminario de Lancia en +la cama. Sobre su mesa de noche haba un crucifijo de bronce y unas +disciplinas ensangrentadas. Al comparar ambos sacerdotes, no slo senta +crecer su admiracin hacia este virtuossimo varn, pero tambin, a +despecho suyo, naca en su espritu cierto desprecio hacia su prroco. + +Esto no obstante, su humildad le obligaba a rechazar este sentimiento y +a repetirse la frase comn a todos los msticos: As y todo es mejor +que yo. No slo, pues, le miraba como su superior jerrquico y le +tributaba todo el respeto debido, sino que haca esfuerzos por +representrselo mejor que l moralmente. En el confesonario se le +ofrecan casos de conciencia complicados, que no entraban en las +frmulas de los libros que haba estudiado. Vindose apurado para +resolverlos, acuda a D. Miguel en demanda de luces; le expona +tmidamente el caso pidindole consejo. El antiguo cabecilla le +escuchaba con visible impaciencia y, frunciendo el torvo entrecejo, +sola contestarle speramente: + +--Anda adelante y no te detengas en pataratadas. + +Pataratadas! El cura de Peascosa calificaba as los extravos de una +conciencia, los dolores del remordimiento. El teniente se estremeca y +haca lo posible por ahuyentar los pensamientos que en aquel momento +acudan en tropel a su cerebro. Concluy por no pedirle consejo alguno, +y obr cuerdamente. La teologa moral de don Miguel era sin duda ms +deficiente que la tctica militar. + +Despus de recoger el ltimo suspiro de los moribundos, el gozo mayor +del novel presbtero consista en sentarse en el confesonario y +esclarecer la conciencia de sus penitentes y conducirlos por el camino +de la perfeccin. Pero este gozo fue decayendo al observar la pequeez, +la insignificancia de los sujetos que a su tribunal se acercaban. Casi +todos eran mujeres: por milagro llegaba un hombre a confesarse. Estas +mujeres, siempre las mismas y con los mismos pecados, concluyeron por +aburrirle. Al principio, observando la docilidad con que escuchaban sus +consejos, la ardiente piedad que mostraban y aficin a los sacramentos, +imagin que le sera fcil hacerlas cada da mejores, levantarlas hasta +la santidad o poco menos. Pronto se convenci de que era ms difcil +cambiar la vida de aquellas beatas que la de un pecador empedernido. Le +caus gran desaliento: comenz a fastidiarse de aquellas nonadas, de +aquellas confidencias domsticas insulsas y necias con que las devotas +sazonan sus confesiones. Y no poda menos de admirar a su compaero el +P. Narciso, que se pasaba las horas muertas confesndolas con la misma +aficin que el primer da. No slo las confesaba, sino que, por uno u +otro motivo, siempre estaba entre ellas: unas veces eran las Flores de +Mayo, otras la novena de las Hijas de Mara, otras la congregacin de +San Vicente de Paul, etc. El P. Narciso era, como ya sabemos, el +director espiritual y el dolo del sexo femenino de Peascosa. + +Sin embargo, desde la llegada del P. Gil al pueblo, el rebao haba +experimentado algunas bajas. Varias beatas abandonaron su sotana +protectora para colocarse bajo la frula del nuevo excusador. ste no +tena la verbosidad y la gracia del P. Narciso, ni se placa en gastar +bromitas saladas con sus penitentas; pero en cambio posea una figura +delicada como la de un querubn, una sonrisa dulce y melanclica y +modales tan suaves y distinguidos, que compensaban bien las cualidades +del otro. Algunas seoras as lo entendieron al menos, y se produjo la +desbandada que acabamos de indicar. Mas lo raro, lo estupendo del caso +fue que la oveja predilecta del capelln de Sarri, aquella Obdulia de +quien murmuraban las jvenes artesanas el da de misa nueva, abandon +tambin a su pastor, con quien triscaba espiritualmente, al decir de +aqullas, en el jardn de Montesinos, y vino humildemente a postrarse a +los pies del joven presbtero. + +Dos meses despus de tomar ste posesin de su oficio, se hallaba una +tarde en el confesonario, rezando por su brevario de bolsillo. En la +capillita donde acostumbraba a sentarse no haba nadie. Dos mujerucas a +quienes haba confesado se haban ido ya. De pronto una figura elevada y +esbelta tap a medias la puerta, por donde entraba alguna claridad, no +mucha. El P. Gil levant los ojos y reconoci a la hija de Osuna. La +conoca mucho de vista, aunque jams haba hablado con ella. No ignoraba +que era penitenta muy asidua del P. Narciso, y aun haban llegado a sus +odos ciertos rumores que rechaz, por supuesto, con indignacin. Sin +embargo, aquella joven tan aficionada a la iglesia, tan suelta y +andariega, no le era simptica. Obdulia tena la tez plida, +extremadamente plida, donde brillaban unos ojos negros grandes y +hermosos como pocos. Sus cabellos eran negros tambin y abundantes, su +talle delgadsimo. Todo en su persona indicaba un temperamento +enfermizo. No poda llamrsela con justicia hermosa, pero s interesante +y distinguida. Avanz lentamente por la capilla. El joven clrigo crey +que vendra a hacerle alguna pregunta referente a la comunin general +del da siguiente. Pero en vez de eso, Obdulia se inclin hacia l +tmidamente y le pregunt con voz temblorosa, donde se adverta extraa +emocin: + +--Me puede usted confesar? + +Qued sorprendido y descontento. Tard un instante en responder; al fin +dijo gravemente con manifiesta sequedad: + +--Para eso estoy aqu, para confesar a todo el que lo desee. + +La faz plida de la joven se colore fuertemente, sus labios temblaron +como para dar las gracias; pero no dejaron escapar ningn sonido. +Arrodillose sobre la tarima contigua al confesonario, or breves +instantes y acerc al fin su rostro demacrado a la ventanilla enrejada. + +El P. Gil estaba inquieto, muy poco satisfecho de aquella preferencia. +No que el confesar a una joven mas o menos agraciada le importase nada. +Era el suyo un temperamento puro, sosegado. La lucha con la carne no le +haba costado nunca grandes fatigas. Las mujeres eran para l seres +dbiles, ms necesitadas, por tanto, de proteccin y consejo: si haba +que vivir siempre prevenido contra ellas, era porque los Santos Padres +as lo haban establecido, teniendo presente sin duda su frivolidad y su +naturaleza pecaminosa. El combate formidable que haba necesitado +sostener no era contra la sensualidad, sino contra su espritu analtico +lleno de curiosidad, enamorado de la ciencia. Su maestro venerado, el +rector del seminario, al verle entregado con ardor al estudio de las +matemticas, de la fsica, de la filosofa, le haba dado la voz de +alerta. Por qu estudiar tanto? A qu conduca, en ltimo resultado, +la ciencia? Lo necesario para salvarse se poda aprender bien en un da, +en una hora, en un minuto. Lo importante no es saber, sino orar y +trabajar. El hombre virtuoso es el ms sabio, porque conoce el camino +para llegar a Dios y lo sigue. Estas verdades se impusieron pronto a su +espritu y le previnieron contra su curiosidad cientfica y le +impulsaron a sofocarla. Alentado por los consejos y por el ejemplo de su +maestro, haba matado la sed de conocimientos con el refresco de la +oracin y la penitencia. Logr, como l, amar lo inexplicable, lo +absurdo, porque esto satisface mejor los anhelos de un alma enamorada. + +Pero aunque la mujer no haba sido para l jams un peligro, guardaba en +el fondo de su ser hacia ella ese rencoroso desprecio que caracteriza a +todos los msticos, no por la influencia que sobre ellos puede ejercer, +sino por la funesta que despliega sobre otras pobres almas. En esta +ocasin los dichos que sobre aquella joven corran, su fama de +caprichosa, estrambtica, despertaban en l cierto sentimiento de +hostilidad que se tradujo en una reprensin tan dulce en la forma como +severa en el fondo cuando la joven le dijo que no haba tenido motivo +para variar de confesor. + +--No he hallado nada en l de malo... Solamente que pienso que no acaba +de entenderme--concluy por manifestar, vindose apretada. + +--Todo ministro del Seor--repuso speramente el P. Gil--entiende lo que +es pecado, y esto basta. + +Pero la confesin que sigui, larga, sincera, fervorosa, regada ms de +una vez por las lgrimas, hizo cambiar la disposicin del clrigo. +Comprendi que no se las haba con un alma vulgar, con una mujerzuela +frvola, sino con una cristiana de corazn entusiasta como el suyo, +tocada del amor divino y ansiosa de perfeccin. Haba sin duda bastante +incoherencia en sus frases, relataba pormenores ridculos y hasta necios +e indignos en ocasiones, pero en otras se mostraba grande y fuerte, +pisoteando sus pasiones y lanzando su vuelo hacia la luz y la verdad. +Hubo momentos en que su novel confesor pensaba estar escrutando el alma +de una santa; hasta tal punto semejaban los mpetus, los anhelos +msticos de aquella joven a lo que tena ledo en la vida de Santa +Teresa, Santa Catalina de Sena y otras gloriosas madres de la Iglesia. +El relato de las penitencias con que se mortificaba le impresion +vivamente y le hizo formar de ella un concepto elevado. + +Sin darse cuenta de ello, Obdulia vino a hacer en aquella tarde una +confesin general. Al comunicar al nuevo confesor las flaquezas de su +temperamento, los movimientos pecaminosos de su alma, su vida entera le +acudi a la memoria: una vida bien triste por cierto! Era hija de la +primera esposa que su padre haba tenido: no haba conocido a su madre. +Su padre haba casado otras dos veces, pero no haban durado mucho sus +madrastras. Decase en el pueblo que el lbrico jorobado mataba a sus +mujeres a cosquillas. Esta especie monstruosa, que halagaba la +imaginacin del vulgo, se la metan por el odo a Obdulia sus compaeras +de colegio para hacerle rabiar. Oh, cunto haba sufrido escuchndolas +y observando el desprecio mezclado de terror que su padre inspiraba! +ste era para ella carioso e indulgente. La pobre no comprenda la +razn de tal desprecio, a no ser por la joroba que la naturaleza le +haba dado. Parecale, como es natural, enorme injusticia. Tena l por +ventura la culpa de no haber nacido derecho como los dems? Todava +recordaba con lgrimas la noche en que algunos jvenes ebrios le ataron +con una faja y le zambulleron en el mar repetidas veces entre bromas y +risotadas. Pobre padre! En qu estado de clera y miseria lleg a +casa! Lo que no supo la nia fue que estos jvenes le haban sorprendido +en un portal oscuro en situacin poco decorosa. Se asombraba +dolorosamente cada vez que notaba el miedo que inspiraba a sus amigas; y +cuando alguna de stas, ms benvola que las otras, la mostraba +compasin, irritbase fuertemente sosteniendo con calor que su padre era +muy bueno y que la quera entraablemente. Su naturaleza haba sido +siempre pobre y enfermiza: varias veces se temi por su vida. Padeci +desde la infancia fuertes hemorragias por la nariz, que la dejaban +desangrada, aniquilada. Estuvo dos aos, desde los doce hasta los +catorce, paraltica de ambas piernas. Su padre la haba llevado a varios +establecimientos balnearios sin resultado: hasta que un da, sin saber +cmo ni por qu, ech a andar repentinamente. Otros muchos desrdenes +experiment su organismo, sobre todo en el perodo de la adolescencia; +pero el ms sealado, o por lo menos el que ms llam la atencin de la +gente y el que sala a relucir siempre que se hablaba de ella en la +villa, fue una aberracin del apetito que la impulsaba a comer la cal de +las paredes. En vano se hicieron esfuerzos por su padre y maestras para +arrancarle este vicio; en vano se la castigaba, se la reclua, se le +ataban las manos. Al menor descuido, ya estaba descascarillando la pared +y haciendo en ella agujeros profundos. + +sta y otras aberraciones desaparecieron al hacerse mujer. Tuvo un +perodo, desde los diez y seis hasta los veinte aos, en que su salud se +fortaleci notablemente, en que se hizo una joven gallarda y bien +parecida. Pronto se sec aquella flor, no obstante. Su salud quebrantose +de nuevo, y aunque no se repitieron los extraos desrdenes pasados, +comenz a decaer visiblemente, a sentir frecuentes indisposiciones. Los +amigos y su mismo padre atribuan estas dolencias a sus largas oraciones +y penitencias. Le haba acometido una aficin desmedida a las prcticas +piadosas, a frecuentar los sacramentos y a permanecer horas y horas en +la iglesia. A pesar de las advertencias de todos y de los ruegos de su +padre, nunca quiso refrenar su piedad; antes iba cada da en aumento. La +influencia de D. Narciso quiz tuviera buena parte en ello. + +Haba llegado Obdulia a los veintiocho aos sin que hubiera tenido ms +que unos amores, cuando contaba diez y siete. Fue novia de un mancebo de +Lancia que pasaba en Peascosa largas temporadas en casa de unos amigos. +Llegaron estos amores a formalizarse. Se habl de boda, se hizo ropa la +novia, se fij la poca. De repente llega el padre del muchacho de la +isla de Cuba, y una noche lo empaqueta en la diligencia y se lo lleva, +no se sabe adnde. Despus de este aborto de matrimonio, nada. El +carcter de Obdulia, ordinariamente alegre, se hizo desde entonces +melanclico y reservado. Sin duda el amor divino fue para ella un +consuelo en este fracaso del amor humano. Su carcter experiment al +mismo tiempo una exaltacin extraa. Antes, cualquier censura la echaba +a risa y no le impresionaba; ahora, la observacin ms delicada la +conmova fuertemente, le haca derramar copiosas lgrimas. Su amor +propio se haba hecho tan nervioso, tan excitable, que el ms ligero +choque con l sentalo como una profunda pualada. Su conciencia la +acusaba continuamente de orgullo. Sostena contra s misma una lucha +cruel, y no lograba calmar aquella singular irritabilidad. + +El P. Gil sonde aquel da y los sucesivos (porque Obdulia se confesaba +a menudo) con profunda emocin un espritu verdaderamente piadoso, al +cual su lucha consigo mismo haca an ms interesante. Era una de esas +almas que slo haba visto descritas en los libros msticos. Su inefable +dulzura, la sumisin con que reciba los consejos y advertencias, le +sedujo y le inquiet al mismo tiempo: le inquiet porque desconfiaba +mucho de si mismo, tema no acertar a comprender los anhelos ardientes, +las reconditeces sublimes de un ser superior a todos los que hasta +entonces haba conocido. Comenz a prestar intensa atencin a las +extraas confidencias de la joven, a sus escrpulos, a sus alegras y +terrores, a sus visiones, porque las tena de vez en cuando. Y ya no le +sorprendi que los dems confesores no la hubiesen comprendido. +Recordaba lo que le sucediera a Santa Teresa, y se propuso con el +ejemplo no despreciar por ridculas ciertas menudencias, seales de una +conciencia siempre alerta, ni considerar como deslumbramientos y +trampantojos los que muy bien podran ser favores reales del Cielo. + +Lo que ms le impresion en la piedad de su nueva penitenta fue el afn +de mortificarse. Trataba a su cuerpo sin compasin, un cuerpo delicado +como el tallo de una flor. Varias veces durante la noche levantbase a +orar; al amanecer, en los das ms hmedos y fros del ao, sala de +casa para ir a la iglesia, donde pasaba algunas horas de rodillas; +ayunaba con un rigor que no haba visto ni en su asctico maestro del +seminario, abstinencias prolongadas, terribles, que parecan imposibles +de resistir; gastaba cilicios en las piernas y los brazos, y se +disciplinaba los viernes y en las vsperas de las fiestas sealadas. +Este desapego de la carne, este odio de la bestia nunca lo haba sentido +el joven sacerdote. En vano se lo haba querido inculcar su director +espiritual, en vano haba trabajado toda su vida por adquirirlo. Todo +fue intil. Las penitencias corporales le dolan, le aterraban de tal +modo que apenas comenzadas tena que suspenderlas. Maltrataba a su +espritu con gran valor, sofocaba en l toda aspiracin, todo deseo que +le pareciese pecaminoso, lo humillaba siempre que quera; pero tema al +dolor fsico como la ms sensible damisela: de ello se acusaba al +confesor y se dola en sus largas y fervorosas oraciones. Por eso las +speras penitencias de la joven le causaron una admiracin ilimitada. + +Todos admiran ms aquello que les falta. Nunca se sinti ms humillado +ni dud tanto de su virtud y su salvacin. Y tomndolo como una +advertencia del Cielo, se propuso intentar nuevamente este camino de +perfeccin, por el cual haban andado todos los que verdaderamente +quieren acercarse a Dios. Alentado por el ejemplo de la piadosa +doncella, comenz a maltratar su carne como ella: cada una de sus +confidencias servale de ejemplo. Quiso tambin ayunar rigurosamente, +quiso tambin levantarse al primer sueo y pasar una hora en cruz de +rodillas, quiso gastar cilicio, quiso disciplinarse. Fue un combate +terrible con su naturaleza pura y tranquila de hombre sin pasiones, que +no siente por tanto la necesidad de aquietarlas a latigazos. + +Su admiracin por la virtuosa doncella le impuls no slo a tomarla de +ejemplo, sino tambin de consejera. Era tan humilde e inocente de +corazn que se senta avergonzado teniendo que dirigir y reprender a +quien en el fondo consideraba como superior. Poco a poco comenzaron las +mutuas confidencias. El nuevo clrigo, no teniendo en Peascosa un +director espiritual acomodado a su educacin mstica, abri +insensiblemente su pecho y comunic a la joven sus alegras, sus +triunfos y sus desmayos en la va de salud que se haba trazado. Fue una +amistad espiritual, en que no se trataba otro asunto que el del servicio +de Dios, en que se pasaban largos ratos hablando dulcemente de las cosas +del Cielo. Ni faltaban tampoco en sus coloquios algunas bromitas +inocentes que los regocijaban por breves instantes. + +--Cuando usted se encuentre en el cielo--deca sonriendo el P. Gil,--muy +arrellanadita en la silla que le corresponda, qu poco se acordar de +su pobre confesor, que estar padeciendo en el purgatorio! + +--No diga eso, padre! Si usted no va derecho al cielo, quin ha de ir? + +--Oh, no!--responda con un suspiro el sacerdote.--Usted tiene formado +de m un concepto muy equivocado... Yo soy un indigno pecador... Gracias +infinitas dar a Dios si me lleva al purgatorio, aunque est all miles +de aos... + +Y lo deca de todo corazn el virtuoso clrigo. Crea de buena fe que, +porque no le era posible macerarse, no posea una virtud slida, y se +alegraba en el fondo del alma de haber tropezado con un ser que gozaba +de este privilegio. Acudale a la memoria frecuentemente el ejemplo del +P. Gracin, a quien Santa Teresa tanto haba ayudado en el camino de la +perfeccin con sus virtudes y consejos. Su amor platnico al ascetismo +le impulsaba a alentar en vez de reprimir prudentemente el de su +penitenta. Cada mortificacin que sta se infliga y temblando y +ruborizada vena a relatarle en el confesonario le causaba un gozo +profundo, le pareca un triunfo sobre el pecado y se forjaba la ilusin +de que a l le corresponda una parte de la victoria. + +Muchas y variadas fueron las que la valerosa doncella consigui sobre la +carne en el espacio de pocos meses. As como los hombres corrompidos +agotan su imaginacin en busca de nuevos placeres, as ella sobresala +en la invencin de variados tormentos para su delicado cuerpo. La +aprobacin de su confesor, las frases de elogio que a despecho suyo se +le escapaban de los labios, indudablemente calentaban su fantasa y +aguijaban sus mpetus. Un da se pasaba veinticuatro horas sin tomar +alimento, otro echaba ceniza en el plato que ms le gustaba, otro se +pona una camisa de lana burda a raz de la carne, otro se disciplinaba +hasta saltar la sangre, etc. + +Cierta tarde se acerc al confesonario con la faz ms radiante, con un +gozo intenso pintado en sus grandes ojos negros y misteriosos. Acababa +de lograr un nuevo triunfo sobre el enemigo y ansiaba comunicarlo a su +confesor. Pero ste, en vez de entretenerse en coloquios msticos como +otras veces, y de enterarse con afectuoso inters de sus penitencias, de +sus luchas con la carne, se atuvo severamente a los pecados. Se hallaba +quiz en un momento de melancola o de concentracin del pensamiento. +Mantvose en una actitud reservada, hablando poco, tratndola casi como +a una desconocida. Esta reserva impresion a la joven. Hallbase ella +precisamente en uno de esos momentos de expansin, en que la alegra +espiritual rebosa del pecho. Pensaba hacer partcipe de ella a su +virtuoso confesor. Mas hete aqu que a ste le da por callar y abreviar +la confesin todo lo posible. La joven se levant al fin triste y sin +poder reprimir un movimiento de despecho. Dio algunos pasos por la +capilla, que estaba solitaria. De repente, no pudiendo vencer el deseo +de hacer saber a su confesor la terrible penitencia que haba llevado a +cabo, se acerca de nuevo al confesonario, no por la ventanilla, sino por +la puerta. + +--Padre--dice con voz temblorosa, ahogada por la emocin,--se me olvid +decir que esta noche hice una penitencia que acaso, por excesiva, +pudiera ser un pecado. + +El joven presbtero levant los ojos sin comprender bien, expresando una +muda interrogacin. + +--Me he quemado con una plancha. + +El confesor permaneci silencioso, mirndola con ojos distrados. + +--Me he puesto la plancha ardiendo en un brazo... + +El mismo silencio. El P. Gil, o estaba pensando en otra cosa, o el +estupor le haba inmovilizado. + +Sin duda crey lo primero Obdulia, porque dijo con cierta viveza: + +--S, seor, me he hecho en el brazo esta quemadura... + +Y al mismo tiempo levant la manga del vestido y puso al descubierto +una herida fea y dolorosa que tena en el antebrazo. + +El sacerdote se encendi como una amapola, y volviendo prontamente la +cabeza, repuso con aspereza mirando a las tablas del confesonario: + +--Bueno, bueno... Deje usted... Me parece excesivo, en efecto... +Abstngase en adelante de hacer tales penitencias sin consultarlas antes +con su confesor. + + + + +III + + +A las ocho de la noche, despus de haber cenado con D. Miguel y de +haberle visto retirarse a la cama en la dulce compaa de sus pistolas +de chispa, el P. Gil sali de la rectoral con direccin a la casa de su +protectora D. Eloisa Montesinos. Pocas veces iba a la tertulia que sta +reuna por las noches. Ni tena gusto en ello, ni el rgimen severo de +la casa del cura lo consenta. Pero su protectora se haba quejado del +abandono; hasta le pareci que estaba ms fra con l. Temeroso de ser +tachado de ingratitud y apesadumbrado realmente, porque profesaba tierno +y respetuoso cario a la bondadosa seora, resolviose a ir ms a menudo, +hacindolo as presente al prroco. + +El agua de un fuerte chubasco le azot el rostro al poner el pie fuera +de la puerta. Abri el paraguas, mas a los pocos pasos, el viento que +soplaba huracanado en el Campo de los Desmayos se lo volvi. En la +imposibilidad de cerrarlo y sintindose empujado violentamente por el +huracn, el joven excusador se refugi en el negro, enorme portal de +Montesinos. Nunca pasaba por delante de l sin sentir cierto +estremecimiento de temor y curiosidad. En aquel sombro palacio habitaba +un hombre misterioso de quien se contaban vagamente mil extraas +historias, a quien se atribuan adems ideas y frases escandalosas +contra la religin y sus ministros. El joven clrigo apenas le conoca. +D. lvaro Montesinos haba pasado casi toda su vida en Madrid. Haca dos +o tres aos solamente que haba venido a establecerse a Peascosa. Viva +en un retiro casi absoluto, paseando alguna que otra rara vez por las +orillas del mar, enteramente solo. El resto de los das lo pasaba +encerrado en casa, segn se deca, leyendo o escribiendo artculos +impos. El clero de Peascosa hablaba de l con cierto desprecio +rencoroso, del cual haba llegado a participar el P. Gil, sin conocerle. + +Arregl su paraguas lo mejor que pudo, y como los mpetus del viento +hubiesen sosegado un instante, saliose del portal, no sin dirigir una +mirada de miedo y hostilidad a la gran puerta negra del fondo, en lo +alto de la cual arda tristemente una lamparilla de aceite detrs de +una ventanilla enrejada. Sali del Campo de los Desmayos y, una vez en +la calle del Cuadrante (que as se llamaba la nica grande y poblada de +Peascosa), el viento ya no soplaba tan recio y pudo aprovecharse del +paraguas y llegar a casa de D Eloisa, situada en la plaza, sin mojarse +seriamente. La morada de D. Martn de las Casas era tambin antigua, +pero notablemente reformada, mucho ms chica que la de su cuado, con +todas las comodidades y aditamentos exigidos por las necesidades +modernas: portal de azulejos con cancela, escalera bien labrada de lamo +con pasamano charolado, las habitaciones con elegantes frisos y papeles, +todo muy aseado y pintadito. + +--Buenos ojos le vean, padre! Qu caro se vende!--exclam D Eloisa, +que desde que su protegido haba recibido las sagradas rdenes no le +tuteaba. + +Al mismo tiempo se levant y le bes la mano con verdadero afecto. Lo +mismo hicieron D Rita, Obdulia, que desde haca poco tiempo era +tertulia asidua de la casa, Marcelina y tambin D Serafina Barrado, a +pesar de la mirada oblicua que le dirigi su capelln D. Joaqun. D +Marciala y D Filomena se hicieron las distradas hablando con D. +Peregrn Casanova, y saludaron al fin desde su asiento con sonrisa +halagea. + +Mientras duraron las salutaciones, D. Narciso, que estaba arrimado de +espaldas al piano, no quit los ojos de su compaero, unos ojos donde se +lean claramente la aversin y el recelo. Sin que el P. Gil la provocara +ni aun se diera bien cuenta de ella, exista viva rivalidad entre l y +D. Narciso, a quien haba arrancado ms de la mitad de las hijas de +confesin. Bien saba Dios que no haba hecho nada por conseguirlo; +antes, al contrario, le pesaba mucho cada vez que una de ellas se +acercaba a su confesonario. Pero qu le tocaba hacer? Nada ms que +confesarlas, pues era su obligacin. Insistir mucho en que no variasen +de confesor era conceder demasiada importancia a la cuestin de persona: +no estaba dentro del espritu del sacramento. Pero el capelln de Sarri +no se hallaba penetrado de la intencin de su compaero, y si se +hallaba, no alteraba gran cosa sus sentimientos. Atenase al resultado, +y ste era triste para l. Antes de la llegada de Gil puede decirse que +campaba l slo entre el bello sexo de Peascosa y seoreaba sus +conciencias. Los dems capellanes no le hacan sombra alguna. Era el +nio mimado de las beatas. Ninguno de sus chistes, de sus pasos y gestos +pasaba inadvertido: las devotas que tenan la dicha de escucharlos o +presenciarlos, se encargaban prontamente de difundirlos entre sus +amigas. A cada instante testimonios irrecusables de la viva simpata y +veneracin que despertaba en la villa: regalos de casullas, de +corporales bordados por dedos primorosos, de alzacuellos de raso, etc., +etc.; ofrendas ms positivas an, de jamones, botellas de jerez, tartas +y chocolate. D. Narciso tena admirablemente cubiertas sus necesidades +espirituales y temporales. Era un pastor que apacentaba felizmente sus +ovejas, conducindolas con dulzura por el sendero de la virtud hacia el +paraso y trasquilndolas de vez en cuando el rico velln para que no se +enredaran en las zarzas. + +La aparicin de su nuevo compaero vino a turbar aquella deliciosa +Arcadia mstica. Las ovejas, acometidas sbito de agitacin insana, se +pusieron a saltar y encabritarse cual si escuchasen los sones de un +caramillo encantado. Ni las pedradas ni los halagos lograron retener a +una gran parte de ellas. Qued en cuadro su rebao, y l, que haba +tenido fuerzas para gobernar un hato tan considerable, desmayaba ahora +al verse solo, al percibir la hostilidad con que le miraban algunas de +sus antiguas y queridas ovejitas. Porque no solamente ya no llegaban a +su casa los ricos dones ultramarinos y nacionales de otros tiempos, sino +que con profundo dolor notaba que empezaba a discutrsele. Decase entre +las damas piadosas, y esto llegaba a sus odos, que, si era cierto que +tena palabra ms fcil que el joven excusador, la mayor parte de las +veces no haba sustancia en lo que deca, y que ste le aventajaba +mucho en peso, en razn natural y en instruccin. Hubo ocasin en que al +lanzar uno de sus chistes ms picantes, relacionado como siempre con las +materias fecales, apenas produjo risa entre las oyentes, y supo que una +de ellas, despus que se fue, le haba calificado de grosero y mal +educado. De las gracias corporales no haba que hablar, pues bien se le +alcanzaba que nunca podra competir con la delicada y gallarda figura de +su rival. En resumen, D. Narciso se senta minado en los cimientos y +tema a cada instante venir al suelo. No es maravilla, pues, que la +mirada y el saludo con que acogi al joven presbtero fuesen menos +afectuosos de lo que deba esperarse. No recordaba poco ni mucho la +amable recepcin que San Juan Bautista, maestro querido y celebrado, +hizo al joven y divino discpulo que le haba de eclipsar en seguida. + +--No le rias, mujer. Sabes t, por ventura, si le ser fcil salir de +noche, con el miedo que D. Miguel tiene a los ladrones?--grit D. Martn +de las Casas desde la mesa de tresillo donde jugaba con otros dos, un +cura y un seglar. + +--No, seor; no es eso--dijo el clrigo, ruborizndose bajo las miradas +de toda la tertulia. + +--Que no tiene D. Miguel miedo a los ladrones?--pregunt con acento +afectadamente brusco el seor de las Casas. + +--S que lo tiene--repuso sonriendo dulcemente el joven, sentndose al +propio tiempo al lado de su madrina.--Sus razones habr. Los ricos son +los que temen. Los pobres, como yo, estn tranquilos. + +--Pero tendr el seor cura tanto dinero como se dice?--pregunt D. +Marciala con curiosidad. + +--Yo no puedo decir a usted, seora... Presumo que s, porque atiende +mucho a su hacienda. Sus gastos son pequeos, y en vez de aumentarse los +va restringiendo cada da ms. Donde entra mucho y sale poco no tiene +ms remedio que hacerse montn. + +--Los derechos parroquiales deben producir mucho, verdad?--pregunt con +ms curiosidad an la esposa del boticario de la plaza. + +--Ya comprender usted que en una parroquia tan extensa como sta no han +de ser cortos. + +--Pero D. Miguel perdonar muchos de ellos--replic la seora, con una +leve inflexin cmica en la voz. + +--Es posible, seora. Por mi parte, no lo he visto--repuso con perfecta +ingenuidad el excusador. + +D. Narciso y D. Joaqun, el capelln de la seora de Barrado, cambiaron +una rpida mirada significativa. + +Este capelln era un joven delgado, con rosetas en las mejillas, indicio +de un temperamento enfermizo, los ojos vivos e insolentes, la nariz +fina, la boca pequea, con un pliegue hipcrita y malicioso. Haba sido +un criadillo que doa Serafina meti en casa para recados y servir a la +mesa, poco despus de quedar viuda. Observando su listeza y encariada +con l, una vez trasladado su domicilio a Lancia, le dio carrera, +envindole al seminario. En las horas que le dejaban libres las clases, +Joaqun segua desempeando su oficio de criado. Luego que tom las +rdenes le hizo su administrador; hoy era sus pies y sus manos. No sala +a la calle sino en su compaa, era su director espiritual y su +consejero temporal. Espectculo curioso en verdad la trasformacin +sbita de un domstico en seor de su propia ama. sta le trataba de +usted, le llamaba siempre D. Joaqun y, pblicamente al menos, le +prodigaba mil muestras de respeto, obligando asimismo a los criados a +tributrselo. + +D. Eloisa volvi a insistir, preguntando con acento carioso: + +--Entonces, cul es la razn de su retraimiento, pcaro? + +--Seora, comprendo que a D. Miguel no le gusta mucho que salga de +noche; pero la principal razn es que la mayor parte de los das estoy +rendido... Como me levanto a las cuatro de la madrugada!... Otras veces +necesito rezar un poco... + +--Usted trabaja demasiado, padre--dijo Marcelina, una joven soltera que, +al decir de la gente, frisaba ya en los cuarenta, fea, apergaminada, muy +habilidosa de manos y no poco tambin de lengua.--Tantas horas de +confesonario!... Y luego los enfermos!... + +--Sin contar las horas que pasa de rodillas en oracin...--apunt con +timidez Obdulia. Despus de soltar la frase se puso colorada. + +D. Narciso le clav una mirada singular, entre irnica y agresiva, que +la joven no pudo ver, porque pona empeo en no mirar cara a cara a su +antiguo confesor. + +El P. Gil hizo un gesto de impaciencia, molestado por aquellos elogios, +y para desviar la conversacin de su persona, se encar con uno de los +que jugaban al tresillo. + +--Seor Consejero, hoy le he visto desde la rectoral sacar con la caa +un pez muy gordo. Por cierto que me pareci un salmonete, y a D. Miguel +una robaliza. Hemos disputado un poco. + +--Tiene mejor vista el cura que usted. Una robaliza era--dijo gravemente +el caballero interpelado, sin levantar la vista de las cartas. + +Este D. Romualdo Consejero era un anciano de bigote y cortas patillas +blancas, color cetrino, la frente surcada con profundas arrugas, los +ojos grandes, severos, de prpados cados. No sonrea jams. Hablaba +constantemente con acento de mal humor, como hombre desengaado de todo. + +--Los salmonetes no caen en el muelle, don Gil de las calzas +verdes--profiri el seor de las Casas con su habitual rudeza, por no +decir grosera. Sola llamar as, en broma, a su antiguo protegido. + +--S caen tal, D. Martn de las Casas blancas--profiri con voz sorda +Consejero. + +Los tertulianos rieron, lo cual amosc un tanto a D. Martn, hombre, +como ya sabemos, propenso a irritarse. + +--Yo lo crea as, Consejero de picardas--respondi con retintn, +mirndole a la cara fijamente, y poniendo sobre la mesa al mismo tiempo +un rey de copas. + +--Pues crea usted muy mal--replic el anciano, siempre con los ojos +sobre las cartas.--Tambin crea usted que ese rey de copas iba a pasar +triunfante, y... vea usted, lo fallo! + +--Eso lo har usted porque es un grosero y ha adquirido malas maas all +por Mlaga. Aqu el padre Norberto de seguro no lo hubiera hecho. + +--No, no! Yo soy incapaz...--dijo el cura, sofocado por la risa, +tosiendo hasta reventar.--No he salido de Peascosa... Yo lo que hago es +achicarme y correr ese punto de oros de mi compaero. + +Y puso sobre la mesa un cuatro. + +--Hurra por el cura!--rugi D. Martn, echando el caballo y recogiendo +la baza. + +--Amigo, yo pens que D. Martn no tendra el caballo--suspir D. +Norberto, dirigindose a Consejero con ojos de angustia. + +--Lo pens usted porque es un babieca y lo ha sido toda su vida--repuso +ste con afectada naturalidad donde se trasluca la clera. + +--Pero hombre de Dios!...--exclam el clrigo, disponindose a dar +explicaciones. + +Consejero le ataj con ademn colrico, poniendo resueltamente las +cartas boca abajo sobre la mesa. + +--Hombre del diablo! digo yo... Cmo se le ocurre a usted correr un +punto no estando cubierto?... + +Armose una disputa violenta que dur breves instantes. Las de Consejero +y el P. Norberto no se prolongaban mucho tiempo, porque ste, hombre de +buena pasta, flemtico, conclua por callarse alzando los hombros con +resignacin y sacudiendo al mismo tiempo la cabeza en seal de muda +protesta. Las que se eternizaban eran las de Consejero con D. Martn, +siendo ambos a cual ms irascible y tozudo. + +D. Martn de las Casas, teniente coronel retirado, que haba hecho la +guerra de Cuba, donde haba recibido una herida en un hombro que le +impidi continuar en el servicio, se crea en el caso, por su profesin, +de llevarlo todo por la tremenda. Desde el ao 1873 en que pas al +cuerpo de Invlidos no volvi a salir de Peascosa. Contaba en aquella +poca cuarenta y dos aos. Su esposa se alegr de aquel retiro forzoso, +aunque deplorase que viniera al seno de la familia con un hombro de +algodn. Consideraba como virtud excelsa, privativa del militar, la +energa lo mismo en el campo de batalla que tomando caf en el casino. +Sus disputas, sus baladronadas en este centro de recreo eran +proverbiales en Peascosa y las bofetadas que sola repartir al final de +ellas tambin. Desde la llegada del tremendo teniente coronel ningn +vecino, por grave y respetable que fuese, estaba seguro. Muchos hidalgos +y ricos hacendados de la villa, que hasta entonces haban conservado +inmaculadas sus mejillas, ni soaban con que nadie pudiese atentar a +ellas, las vieron selladas y rubricadas cuando ms descuidados estaban +por los dedos del feroz invlido. Esto fue causa de un lento reflujo +entre sus amigos y conocidos, que le haban recibido cordialmente a su +vuelta del servicio. El movimiento no engendr aqu el calor sino el +fro. Poco a poco fueron dejndole aislado, juzgando su sociedad +peligrosa. Se vio necesitado a alternar con gentecilla de poco ms o +menos y con clrigos, que por su sagrado carcter estaban libres de sus +manos expeditas, o as lo pareca al menos. En el casino se le vea +rodeado casi siempre de dos escribientillos de casas de comercio, un +profesor de msica, un maestro de obras y otros tres o cuatro individuos +del mismo porte. Le escuchaban como un orculo, y si alguna vez en el +calor de la improvisacin les largaba un soplamocos, blasfemaban un poco +por dignidad y volvan en seguida a las buenas. + +Consejero formaba excepcin. Tena peor genio que l. En el de D. Martn +haba mucho de afectado y profesional: el de aqul era puro y nativo. +Pero su avanzada edad, su debilidad fsica y sus achaques le ponan a +cubierto de cualquier brutal agresin por parte de su amigo. ste sola +concluir la disputa con un gesto violento de desprecio. Alguna vez lleg +a decirle: + +--D. Romualdo, si usted tuviera treinta aos menos, le estampaba contra +la pared. + +D. Romualdo viva slo. Un hijo que tena empleado en Mlaga se le haba +muerto haca cuatro aos. Disfrutaba una pequea renta, suficiente a +subvenir a sus cortas necesidades, y no tena otra ocupacin que pescar +con caa, ni otro recreo que el de jugar al tresillo. La vida se parta +para Consejero entre los anzuelos y los naipes. La maana se la pasaba +entera sentado sobre su sillita de tijera en el muelle, o en las peas +de tras la iglesia, con un sombrero de jipijapa si haca sol o un +paraguas si llova. Por la tarde, tresillo en el casino hasta las cuatro +en que de nuevo tomaba la caa. Por la noche, tresillo en casa de D. +Martn con ste y el P. Norberto. + +Era ste un clrigo al cual se le podran echar cuarenta aos de edad, +aunque pasaba bastante de cincuenta, grueso, rollizo, colorado, +admirable dentadura, los ojos redondos y saltones, la nariz ancha, sin +una cana en el pelo ni una arruga en el rostro. Hablaba poco y rea +mucho. Todo le haca gracia: viva en perpetuo espasmo de alegra y +admiracin. Celebraba cualquier insulsez de los amigos como el chiste +ms acerado, hasta verse obligado a sujetar el vientre sacudido por los +flujos de risa. Y los rea de buena fe, sin asomo de hipocresa ni +adulacin, lo cual, como es lgico, lisonjeaba el amor propio de los que +estaban a su lado. Por tal razn quiz, el P. Norberto gozaba de +generales simpatas en la villa y no era mal quisto de sus compaeros. +Slo se le conocan tres pasiones, los callos guisados, el tresillo y +otra de que ms adelante hablaremos. Cuando en una casa, de las que +frecuentaba, haba callos para la comida o la cena, ya se saba que era +de rbrica el convidarle. Se serva dos o tres platos colmados, se +desabrochaba, la frente le empezaba a ahumar y haba que dejarle reposar +despus una hora sobre la cama; si no, corra peligro de estallar como +una bomba. Consejero sola decirle que cada da coma ms callos y +jugaba peor al tresillo. Y nunca soltaba la frase sin que el buen +clrigo se retorciese y sofocase de risa. Los chistes jams se hacan +viejos para l. + +Las seoras apartaron prontamente su atencin de los tresillistas as +que comenzaron a disputar. Todas las noches haba una porcin de +reyertas como sta. + +--Y usted, D. Narciso, tampoco ha venido ni ayer ni anteayer. Qu ha +sido de usted? Reza tambin por las noches?--dijo D. Marciala, que +haca calceta cerca de la mesa de tresillo; de vez en cuando alzaba las +manos hacia el quinqu de los jugadores, para tomar un punto que se le +haba escapado. + +--No, seora; yo no soy gran rezador. No tengo la virtud de la oracin. +En cambio me abstengo de ciertos vicios, como el de murmurar de mis +superiores y compaeros--profiri el capelln con acento insolente, +mirando con afectacin al techo. + +La alusin iba directamente al excusador, que acababa de hablar de la +avaricia del cura. As lo entendi l, y si no lo hubiera entendido +claramente, se lo manifestaran los ojos de los circunstantes. Ante +aquella brutal agresin se le encendi el rostro como una brasa. Las +carcajadas malignas de D. Joaqun y D. Melchor concluyeron de turbarle. + +--Hombre, no est mal eso! jo! jo! Me gusta eso! jo! jo! Est bien +eso de la abstencin. Mucho que s! Tiene usted ingenio, D. Narciso. +Mucho ingenio! jo! jo! jo! + +El P. Melchor se rea a boca llena de un modo insolente y grosero, +mirando alternativamente al joven excusador y a D. Narciso. El capelln +de D. Serafina tambin se rea con una risita aguda, minscula, que +aparentaba sofocar llevndose el pauelo a las narices. Las seoras +permanecan serias y disgustadas comprendiendo la venenosa intencin del +capelln de Sarri. Slo D. Marciala sonrea frente a l aplaudindole. + +En Obdulia el dardo produjo an impresin ms dolorosa que en su +confesor. Sintiose invadida por un fro extrao acompaado de ligero +temblor; luego fuertes llamaradas de calor le subieron al rostro y con +ellas un vivo irracional deseo de lanzarse sobre D. Narciso y araarle. +Costole trabajo inmenso dominar sus mpetus. + +--Malo es murmurar--dijo D. Serafina Barrado para salir del silencio +embarazoso que reinaba, disgustada como las dems por aquella +injustificada agresin;--pero muchas veces se toma por murmuracin lo +que no es. Se habla de cualquier persona... por hablar de algo, sin +nimo alguno de ofenderla. Hasta nos remos muchas veces de sus manas, +y no dejamos por eso de estimarla, ni nos creemos superiores a ella... + +Al llegar aqu sus ojos tropezaron con los de su capelln, que haba +cesado de rer y le clavaba una mirada fra y aguda como un pual de +Albacete. La pobre seora qued acortada y slo tuvo nimos para +concluir con voz ms baja: + +--...Al menos, eso me pasa a m... + +--Y le pasa a todo el que tiene un corazn franco, seora--dijo +impetuosamente Obdulia. + +--Slo los envidiosos, los malintencionados saben dorar la pldora de +veneno y clavar el pual cuando parece que estn haciendo una caricia. + +La voz de la joven sala alterada, un poco ronca. + +D. Narciso dej escapar una risita maligna y dijo con acento irnico: + +--Mire usted cuntas cosas sabe de teologa moral la seorita! Habr +que declararla doctora de la Iglesia, como a Santa Teresa. + +--Caramba, tampoco est mal eso! jo! jo! Conque doctora de la +Iglesia! jo! jo!... Pero qu perverso es este D. Narciso! Jo! jo! +jo!... Es mucho D. Narciso! + +--No se ra usted tan fuerte, D. Melchor, que puede saltarle la +dentadura--dijo la joven, por cuyos ojos pas un relmpago de clera. + +El P. Melchor ces de rer repentinamente. Este clrigo, de edad de +treinta y cinco a cuarenta aos, alto, de facciones regulares, ojos +grandes y negros sin expresin, y figura triste y descuadernada, +presuma, segn pblica voz, de guapo, lo mismo que de inteligente, +maligno, ilustrado, etc., etc. La frase de Obdulia le hizo un efecto +terrible, porque imaginaba que lo de la dentadura postiza nadie lo saba +ms que Dios y el dentista de Lancia que se la haba puesto. Murmur +algunas frases incoherentes, pero Obdulia continu sin hacer caso de l: + +--Yo de teologa slo s que los sacerdotes estn obligados a tener +oracin, y que el alabarse de no rezar es ms propio de impos que de +ministros del Seor. + +Lo dijo con calma y naturalidad que hicieron ms incisivo y profundo el +araazo. + +--Y dnde ha aprendido usted tanto, seorita?--pregunt D. Narciso, +desconcertado ya. + +--Pues lo he aprendido en el catecismo explicado y en los sermones del +magistral de Lancia... a quien dicen por ah que usted imita... pero +nada ms que en los gestos, sabe usted? + +D. Narciso se sinti herido en lo ms vivo de su ser, porque +efectivamente haca todo lo posible por parecerse al magistral, notable +orador sagrado. Qued algunos instantes silencioso y se dispona a +contestar, cuando vino a interrumpir el tiroteo la entrada de una nueva +seorita llamada Cndida, alta, delgada, enjuta y apretada, de la +familia de los bacalaos. Fortuna tuvo D. Narciso, pues en la disputa +llevaba la de perder. Obdulia posea una imaginacin vivsima, y antes +de haberse dado a la mstica gozaba fama de alegre y chistosa entre sus +amigas. + +D. Eloisa aprovech la oportunidad para cambiar la conversacin, que se +haba hecho peligrosa. Detrs de Cndida entr D. Teodora. Vena sta +acompaada de D. Juan Casanova. Este recto y majestuoso caballero tena +la costumbre desde tiempo inmemorial de hacer la tertulia por las noches +a D. Teodora. Cuando sta vena a la de su amiga D. Eloisa, lo cual +suceda una o dos veces por semana, la acompaaba juntamente con el +criado. D. Peregrn, despus que lleg de su excursin burocrtica por +Catalua, tambin adquiri el hbito de pasar un rato todas las noches +en casa de D. Teodora. + +No es posible resolver cundo y cmo naci en la mente del antiguo +oficial del gobierno civil de Tarragona la idea de suplantar a su +hermano en el corazn de la fresca seorita; pero es cosa averiguada que +naci, y que se desarroll con extraordinaria fuerza en poco tiempo. +Comenz a tributarla mil atenciones, a recrearla con el sabroso +repertorio de sus recuerdos de empleado, a hacer gala en su presencia de +un ingenio sutil, de una facilidad pasmosa para los retrucanos. Procur +asimismo demostrar su incontestable superioridad intelectual sobre su +hermano, llevando la contraria a cuanto deca, sonriendo +despreciativamente cuando hablaba, vejndole, en fin, de mil modos. D. +Teodora, sin embargo, resisti tenazmente esta suplantacin. Aunque +deba de estar bien convencida de la superioridad de D. Peregrn, como +hombre de mundo y erudito, no por eso dej de seguir prodigando a don +Juan las mismas seales de afecto. Al contrario, los desprecios de su +hermano no sirvieron ms que para que se lo manifestase ms vivo que +antes. Esto llen de amargura el corazn de don Peregrn. Fue el motivo +ms poderoso de rencor entre los muchos que tena contra su hermano, +despus de la estatura. + +Cndida fue a besar la mano del P. Melchor, de quien era hija de +confesin, y le consol, con el respeto, la sumisin y el cario con que +empez a hablarle, del fracaso que acababa de experimentar. + +Apenas se acomodaron todos de nuevo, D. Peregrn, que hasta entonces se +haba mantenido dentro de una locuacidad ordinaria, estimulado por la +presencia de D. Teodora, quiso dar gallarda muestra de sus maravillosas +aptitudes para amenizar cualquier tertulia. Cogi por los pelos la +ocasin que le dio D. Narciso, al censurar lo mal empedradas que estaban +las calles de Peascosa, para decir con su voz gangosa y penetrante en +una pausa: + +--Siendo yo gobernador de Tarragona... + +--Ya pareci Tarragona!--dijo sordamente Consejero, mientras colocaba +las cartas. + +Los que estaban cerca oyeron la exclamacin y rieron. A los odos de D. +Peregrn lleg el rumor, se detuvo un instante y dirigi una mirada +cobarde a Consejero. Despus prosigui con decisin su ancdota. Los +quince das que haba desempeado el gobierno de Tarragona, por ausencia +del gobernador y enfermedad del secretario, eran la edad de oro de la +existencia de don Peregrn, el perodo dulce y potico cuyo recuerdo +haca vibrar siempre su corazn. Cuntos sucesos en aquellos quince +das! Cuntas imgenes brillantes de gloria y poder surgan en su mente +al pensar en ellos! Los ms insignificantes pormenores de tan hermoso +sueo tenalos presentes cual si acabaran de efectuarse. Podra decir +cuntas veces haba llovido en aquellos quince das, qu haba comido y +bebido, de qu color eran los pantalones que gastaba. Durante algn +tiempo, cuando hablaba de esta poca, sola decir:--Haciendo yo de +gobernador en Tarragona... Ms adelante sustituy la frase con esta +otra:--Siendo yo gobernador de Tarragona... + +Y cuando era gobernador de Tarragona sucedi que la prensa local se +quej del abandono de las calles, achacndolo, como todo lo dems que +andaba mal, a la administracin conservadora. Entonces l, encargado de +velar por el gobierno y el partido, haba llamado al alcalde a su +despacho y le haba dicho: Amigo mo... Aqu una tirada de +observaciones que D. Peregrn, cada vez que la repeta, iba haciendo ms +enrgica, hasta convertirla en seversima filpica. El alcalde le +responda esto y lo otro (la respuesta del alcalde iba siendo cada vez +ms dbil e insignificante). Entonces l, sin descomponerse poco ni +mucho, con la mayor calma, como quien no dice nada, le replicaba: +Querido alcalde, tiene usted dos caminos para elegir: o la suspensin, +o el arreglo inmediato de las calles. + +--Al da siguiente, bien temprano, estaban trabajando dos cuadrillas de +obreros en las calles--termin diciendo D. Peregrn con una fra sonrisa +maliciosa. La conclusin y la sonrisa eran lo nico que no se iba +modificando lentamente en la interesante ancdota. + +O porque ya la hubieran odo muchas veces o por no tener el espritu +bien dispuesto para esta clase de confidencias administrativas, es lo +cierto que muy pocos eran los tertulios que atendan. Hablaban los unos +con los otros en parejas o en grupos de tres y de cuatro. Cndida +cuchicheaba con el P. Melchor, D. Eloisa con su ahijado el P. Gil y con +Obdulia, D. Joaqun con Marcelina, y el P. Narciso con D. Filomena. Se +puede asegurar que los nicos que escuchaban realmente al ex-gobernador +interino de Tarragona eran su hermano y D. Teodora, esto es, los que ya +conocan los pormenores de su gestin administrativa tan bien como l. +Porque D. Serafina Barrado, aunque estaba inmvil y atenta con los ojos +puestos en el orador, ofreca tal vaguedad en la mirada, que bien se +echaba de ver que se hallaba muy lejos de lo que deca. Lo que esta +seora escuchaba, con imperceptibles estremecimientos de dolor y rabia, +era el rumor de la pltica de su capelln con Marcelina. Haca ya +bastante tiempo que D. Joaqun distingua mucho a esta seorita, su +penitenta. Estas distinciones llegaban al alma a D. Serafina, que por +lo visto aspiraba al monopolio de ellas. Teniendo en cuenta que el +capelln, fuera del acto de ser engendrado y nacer, era en un todo +hechura suya, pareca que tena derecho a ello. Mas l no lo crea as, +o senta placer en agitarla con desvos y seriedades injustificadas. No +se pasaba un da sin que la buena seora experimentase algn desaire +por parte de su protegido. Acaso ella tomase como tal lo que no era; +pero el clrigo, conociendo el afecto susceptible y celoso que le +profesaba, debiera mostrar ms cuidado en evitrselos. Ahora se notaba +bien claramente que sus apartes y cuchicheos eran intencionados: acaso +tuvieran por fin castigarla por la defensa indirecta que haba hecho del +P. Gil, a quien D. Joaqun odiaba a par de muerte. + +D. Marciala, ms franca o ms colrica, apenas quitaba los ojos de D. +Narciso y D. Filomena, unos ojos escrutadores, inquietos, por donde +pasaban de vez en cuando relmpagos de ira. En los centros de +murmuracin de la villa decase que D. Marciala estaba enamorada del P. +Narciso. Aunque esto no sea creble, por tratarse de una seora que toda +la vida se haba manifestado muy circunspecta y religiosa, no hay duda +que sus familiaridades con el clrigo podan dar lugar a torcidas +interpretaciones entre la gente propensa a pensar mal del prjimo. Haba +casado ya tarde, cuando contaba ms de treinta aos, con D. Jos Mara, +el boticario de la plaza. ste, que haba sido toda su vida un +republicano rabioso, que apenas frecuentaba la iglesia, y que reuna en +su trastienda por las noches un grupo de demcratas (masones los +llamaban las beatas del pueblo), por el influjo de su piadosa mujer +haba ido cambiando poco a poco de opinin. Principi por alejarse de +la poltica y dejar la suscricin a _El Motn_; despus fue eliminando +de su tertulia a los sujetos ms exaltados y peligrosos; luego se le vio +alternando cortsmente con varios sacerdotes. Finalmente, como llegase +una misin de jesuitas a la villa, D. Marciala consigui llevarle a +confesar con uno. Desde entonces se realiz un cambio completo y radical +en la vida de D. Jos Mara. El feroz republicano, suscritor de _El +Motn_, se trasform en un cofrade de San Vicente de Paul, hermano del +Sagrado Corazn. Alumbraba en las procesiones, haca la guardia al +Santsimo con escapulario al cuello, etc., etc. Y no slo practicaba +todos los actos religiosos de un fervoroso creyente, sino que dio en +acompaarse de clrigos y en recibirlos en su trastienda, en vez de los +impos que antes iban; de tal suerte, que su botica vino a ser al cabo +de algn tiempo el centro de reunin de los tradicionalistas de +Peascosa. Tal fue la obra benemrita llevada a cabo con singular +fortaleza y habilidad por D. Marciala. En ella le ayud muchsimo con +sus consejos el P. Narciso. Acaso por esta razn su alma qued tan +ligada y agradecida a su director, que por no saber contenerse, daba +pvulo y estimulaba a las malas lenguas de Peascosa. + +Fue, como ya sabemos, una de las que contribuyeron a la educacin y a +la carrera del P. Gil; pero en la desercin que se oper en el rebao de +D. Narciso a la llegada de aqul, permaneci fiel a su pastor. Quiz +ayudase a mantenerla firme la huida de Obdulia, de quien ella tena, +segn fama, unos celos rabiosos, y por lo visto no le faltaba razn. +Aspir a sustituir a sta en la gracia del elocuente y donoso sacerdote, +y casi lo tena conseguido. Desgraciadamente, se interpuso en su camino +D. Filomena, la viuda que ya conocemos, quien con ms modestia y +reserva admiraba a su director espiritual y le prodigaba en silencio y +en la sombra mil atenciones delicadas, que concluyeron por hacer mella +en su corazn. No significa esto que dejase de considerar y atender como +deba a D. Marciala; pero se observaba en l de algn tiempo a aquella +parte ms inclinacin hacia D. Filomena, aunque nunca por supuesto tan +sealada como la que haba sentido por Obdulia. + +En la tertulia de D. Eloisa se agitaban mil dulces sentimientos, a los +cuales, como la sombra a la luz, acompaan siempre otros amargos. Varias +jvenes solteras, a quienes el tiempo y los desengaos haban hecho ms +reflexivas, algunas seoras casadas en las cuales sus maridos no haban +podido extinguir la sed de lo infinito, y tal que otra viuda necesitada +de consuelos, se reunan todas las noches en torno de media docena de +presbteros, formando un grupo interesante y conmovedor. Aquel pequeo +mundo, ajeno enteramente a las luchas de la poltica, de la ciencia y de +los intereses materiales, representaba un oasis deleitoso enmedio de la +corrupcin general de las costumbres. La perfecta sumisin de aquellas +almas femeninas a sus directores, la benevolencia y la ternura con que +stos se esforzaban en conducirlas por el sendero de la virtud, +prestaban a la tertulia un carcter suave, inocente y piadoso que no se +hallar seguramente en las exclusivamente seglares. Exista una dichosa +compenetracin de lo espiritual en lo temporal; era una imagen +aproximada de lo que debe ser el reinado de Dios sobre la tierra. + +El rebao mstico se reparta, como era natural. Cada clrigo tena sus +hijas de confesin, que le obedecan y le admiraban. Y ellos, +aprovechando, como expertos y hbiles pastores, el carcter y condicin +de cada oveja, solan estimularlas por medio de acertados manejos, ora +halagando su amor propio, ora mortificndolo unas veces con celos, otras +con saludable frialdad, otras con alguna lisonja adecuada. Ni faltaban +tampoco en aquella exquisita sociedad algunos honestos recreos. No era +todo hacer calceta ni colchas de crochet: tambin se renda culto a la +msica. El P. Norberto era organista de la iglesia, y aunque conoca +poca msica profana, algunos _nocturnos_ tocaba, y cuando no, +acompaaba al P. Narciso, que entre sus mltiples habilidades tena la +de tocar en la flauta dos o tres pavanas y la sinfona de _Juana de +Arco_. Tambin Marcelina saba cantar _La Stella confidente_ y la +_Plegaria a la Virgen_. D. Melchor saba hacer algunos juegos de manos; +D. Peregrn Casanova sazonaba la tertulia con salerosos cuentos; Cndida +recitaba admirablemente al piano varias fbulas morales; por ltimo, el +P. Joaqun tocaba, rascando los dientes con las uas, cualquier pieza +musical, y remedaba el grito del gallo con tal perfeccin que cualquiera +le confunda con este bpedo. + +Aquella noche no hubo msica. Los nimos estaban un poco abstrados. +Reinaba cierta inquietud en la tertulia, motivada por la presencia del +P. Gil, a quien ninguno de sus colegas, si se excepta el P. Norberto, +mostraba simpata. La conversacin fue rodando de uno en otro asunto, +todos de poca monta. En un momento de silencio, D. Juan Casanova, que +tena la cabeza inclinada hacia un lado, sin duda por el excesivo peso +del cerebro, la descarg algn tanto, diciendo con su acostumbrada +solemnidad: + +--Eloisa, hoy he hallado a su hermano lvaro en el paseo de la Atalaya. +Llevaba un pantaln de cuadros. + +D. Eloisa suspir, como siempre que se tocaba el punto de su hermano. + +--Estos das ha estado un poco enfermo. Me lo ha dicho el +criado--manifest dirigiendo una mirada tmida a la mesa donde jugaba su +marido. + +D. Martn y su cuado haca tiempo que no se relacionaban. Por el motivo +balad de un mueble de la casa que aqul pretenda llevar a la suya, sin +derecho alguno, rompieron de un modo violento. D. Martn (cmo no?) +puso la mano en la cara a su cuado, y a ms de esto le desafi. Desde +entonces, absoluta separacin entre ambos. D. lvaro viva en su enorme +casa, enteramente solo, y D. Martn en la suya con su esposa. sta, de +vez en cuando, a escondidas de don Martn, iba a visitar a su hermano. + +--No parece que goza de buena salud--dijo el P. Gil, a quien sin saber +por qu interesaba aquel hombre. + +--Oh! Sumamente enfermizo y delicado. Slo cuidndose mucho puede ir +viviendo. + +Los clrigos, como siempre que se trataba de Montesinos en presencia de +su hermana, guardaban un silencio sombro, con la cara larga y +enfoscada. Si no estuviera ella, de seguro hubieran soltado alguna frase +de indignacin o algn sarcasmo contra aquel impo, que tena +escandalizada a la villa con sus opiniones y con su conducta. A duras +penas respetaban el lazo estrecho de familia. + +Hubo un silencio lgubre, porque las damas, comprendiendo lo que pasaba +en lo interior de sus directores espirituales, no osaban hablar. D. +Eloisa torn a exhalar otro suspiro y dijo con acento dolorido, como si +terminase en alta voz un monlogo: + +--Qu lstima que le hayan pervertido en Madrid! lvaro tiene buen +corazn... y todos dicen que es hombre de talento. + +Los clrigos se sintieron molestados por aquellos elogios. Uno de ellos, +el P. Melchor, se atrevi a decir con sonrisita de suficiencia: + +--Seora, permtame usted que no reconozca talento en quien no admite +las verdades de nuestra santa religin. + +--A lo menos fue el primero en su ctedra y pasaba entre sus profesores +por un chico despejado. + +--Y lo ser, seora,--dijo el P. Gil, a quien el tonillo agresivo de su +compaero haba disgustado.--Se puede tener talento y estar obcecado en +cualquier asunto. Su hermano, desgraciadamente, lo est en lo que se +refiere al ms interesante para el hombre. Mas no hay razn para negarle +el talento. Los grandes heresiarcas lo han tenido; si no fuese as, +seguramente no habran podido dar apariencia de verdad al error y +engaar tanta gente. + +Aunque se sintiese herido en lo vivo por esta rplica indirecta, el P. +Melchor no os responder, y prefiri hacerse el distrado devorando su +enojo. Por ms que no la confesasen, todos los clrigos de Peascosa +sentan la superioridad del P. Gil, que achacaban, por supuesto, a que +era el nico entre ellos que haba seguido la carrera lata de teologa. +Ningn otro intent tampoco llevarle la contraria por temor de hacer un +mal papel. + +La conversacin se encauz por otro lado. Charlose animadamente del +proyecto de construccin de una nueva iglesia, cerca de la plaza, echado +a volar por varios vecinos y al cual se opona con todas sus fuerzas el +cura, por temor de que se dividiera la parroquia. Los jugadores seguan +en sus alternativas de silencio y ruidosos altercados. El P. Gil qued +mudo y pensativo, impresionado con lo que acababa de or y decir. La +figura de Montesinos, a quien no haba visto ms de tres o cuatro veces +en su vida, y eso de lejos, flotaba en su imaginacin despertando en l +viva curiosidad. La afirmacin de doa Eloisa de que haba sido siempre +el primero entre sus condiscpulos, contribuy a hacer ms grande, por +no decir ms interesante a sus ojos, aquel hombre. Un deseo vago, +indefinido de acercarse y conquistarle naci en su mente. Cuando la +llegada de D. Jos Mara el boticario y de Osuna dio la seal de +disolverse la tertulia, an rodaba este pensamiento por su cerebro en +busca de forma. + +La noche segua encapotada y triste. El cielo dejaba caer con pertinacia +una lluvia menuda y fra. En la puerta de la casa los tertulios se +dividieron: la mayor parte se qued por las inmediaciones de la plaza, +otros siguieron por la calle del Cuadrante. Y en ella se fueron +separando todos hasta que quedaron solos el P. Gil, Osuna y su hija, los +nicos que vivan en el Campo de los Desmayos. Obdulia maniobr para que +el P. Gil la tapase con su paraguas. El jorobado marchaba detrs, +satisfecho de no pasar por la humillacin de que su hija le tapase, pues +a causa de la gran diferencia de estatura as suceda siempre. + +Caminaron unos instantes en silencio, escuchando el estruendo lejano del +mar que bata contra las peas y el leve rumor de la lluvia sobre el +paraguas. La joven esperaba que el P. Gil sacara la conversacin de su +altercado con el P. Narciso, y de intento prolongaba indefinidamente el +silencio. Vindole taciturno y abstrado, se aventur a decirle con voz +temblorosa: + +--Est usted enfadado conmigo, padre? + +--Por qu?--pregunt el clrigo con sorpresa, saliendo repentinamente +de su meditacin. + +--Por la disputa que he tenido con D. Narciso. + +--Ah! S... en efecto, no me ha gustado la actitud rebelde en que usted +se ha colocado frente a l. Es indigno de una joven humilde y virtuosa +como usted... + +Obdulia guard silencio, sintiendo en el corazn la censura de su +director. Al cabo dijo, ponindose colorada, lo cual nadie pudo +advertir: + +--Tiene usted razn; he cometido un pecado y me arrepiento... + +Despus de una pausa larga, aadi humildemente: + +--No puede usted figurarse cunto me disgusta el observar la envidia de +D. Narciso. + +--La envidia?--pregunt el sacerdote con sorpresa.--A quin tiene +envidia? + +--A usted, padre, a usted--repuso con firmeza la joven. + +--No, hija, no--dijo el P. Gil todo azorado.--Yo no puedo excitar la +envidia de nadie... Soy un pobre clrigo... un miserable pecador... + +--Pues as y todo... yo me entiendo... + +Repuesto de su turbacin, el sacerdote dijo entonces con aspereza: + +--Ruego a usted que no vuelva a decir esas cosas, ni que las piense... +Se lo prohbo... Advierta usted que se trata de dos sacerdotes--aadi +despus de una pausa, dulcificando la voz. + +Obdulia no replic. Muda y con el corazn apretado por una pena extraa, +sigui marchando al lado del clrigo. ste dirigi la palabra a Osuna +sin volverse: + +--Al llegar al Campo vamos a sentir el aire, seor Osuna. + +--Cundo no sopla en ese maldito Campo?--replic el jorobado con mal +humor. + +Y en efecto, al abocar a l, una rfaga violenta les azot el rostro y +estuvo a punto de volverles los paraguas. La sotana del clrigo, las +enaguas de la joven tremolaron: les costaba trabajo avanzar. + +Por fin alcanzaron el gran portal de Montesinos. Se limpiaron el rostro +con el pauelo y repusieron el desorden de sus vestidos. El P. Gil +volvi a dirigir una mirada curiosa y escrutadora a la oscura puerta en +cuya cima arda siempre la lamparita de aceite. + +--Adis, seor Osuna, que usted descanse--dijo tendiendo la mano al +jorobado. + +Luego tuvo un momento de indecisin: iba a tendrsela a Obdulia; pero +turbado por la mirada intensa y exttica que la joven le clavaba, la +llev al sombrero y se inclin gravemente, diciendo: + +--Buenas noches, seorita. + +Alz de nuevo el paraguas y salv de prisa la distancia que le separaba +de la rectoral. Los ojos de Obdulia, inmvil a la puerta mientras su +padre llamaba, le siguieron algn tiempo. + +Antes de penetrar en la rectoral, el P. Gil volviose y qued inmvil +tambin algunos instantes. Pero sus ojos no buscaron la puerta de donde +aqulla acababa de desaparecer. Fueron ms arriba, abrazaron de una vez +la extensa y sombra fachada de la gran casa solariega que, avezada a +los golpes del huracn, dorma grave y desdeosa bajo la intemperie. +Contemplola larga, atentamente. Sus ojos brillaron con un fuego de gozo +mstico. Era la mirada del apstol, vida, tierna, clemente. Tal debi +ser la expresin que reflejaron los ojos de San Pedro a la vista de +Roma. + + + + +IV + + +Desde aquella noche el P. Gil no so con otra cosa. La fiebre del +apostolado le encendi de tal modo que no dej rincn vaco en su +cerebro para otro pensamiento. Dentro de l entablose una lucha sorda +entre el deseo vivo y ardiente de ennoblecer su vida con la conquista de +un enemigo encarnizado de la Iglesia, y el miedo desapoderado, loco, que +sin saber por qu le inspiraba. En sus continuos paseos por la estancia +que ocupaba en la rectoral, mientras con el breviario en la mano deca +los rezos obligatorios, a menudo se detena ante la ventana, levantaba +la punta del visillo y diriga una mirada tmida y ansiosa al palacio de +Montesinos. All estaba, adusto, impenetrable, hostil como un baluarte +fabricado por la impiedad. Los balcones eternamente cerrados. El hombre +misterioso que lo habitaba deba de odiar tanto la luz del sol como la +de la fe. El P. Gil diriga luego la vista al cielo y daba gracias a +Dios desde el fondo del corazn por haberle tenido siempre de su mano, +por haberle hecho nacer y vivir en la regin luminosa de las santas +creencias cristianas. + +En vano trat de inquirir pormenores de la vida y carcter de aquella +oveja descarriada a quien ansiaba traer al redil. Los datos que le +suministraron eran contradictorios. Mientras su hermana y algunas otras +personas se lo presentaban como un perfecto caballero, un hombre de buen +fondo, extraviado por las malas compaas y la lectura de libros impos, +otras, que tambin pretendan conocerle desde la infancia, lo pintaban +como un ser avieso, mal intencionado, riendo siempre de las desgracias y +las flaquezas del prjimo, insolente y agresivo de palabra, ya que de +obra no poda serlo por su natural dbil y enfermizo. A este propsito +narraban algunas ancdotas de su infancia y adolescencia que acreditaban +esta opinin. Otros, en fin, le tenan por un desdichado, por un hombre +a quien los desengaos de su carrera literaria y los profundos pesares +domsticos haban llenado el corazn de hiel. Suponan que Montesinos, +aficionado a las letras, enamorado de la gloria, haba ido a Madrid. En +vez de ella, slo hall glacial indiferencia: esto, unido a la +catstrofe de su matrimonio, le haba obligado a retirarse de nuevo a +Peascosa rabo entre piernas, como decan pintorescamente los graves +bigrafos. Y terminaban afirmando que Montesinos desahogaba su amargura +y despecho blasfemando de palabra cuando se le presentaba la ocasin y +publicando artculos en los peridicos y revistas de los masones. El P. +Gil no saba a qu atenerse. Inclinbase, no obstante, a esta ltima +opinin, que conciliaba hasta cierto punto la benvola de su hermana y +ciertos amigos con la mala fama que tena en el pueblo. Lo que no dejaba +de sorprenderle era que mientras el clero y los tradicionalistas de +Peascosa le detestaban cordialmente, los pocos republicanos y masones +que haba en la villa no le demostraban estimacin alguna. Decase que +Montesinos se rea de ellos con ms gana an que de los catlicos, y que +haba huido constantemente su trato. + +Todas estas noticias, que recoga de un lado y de otro disimulando, por +supuesto, su proyecto, no eran a propsito para apartarle de l. El +misterio impenetrable que envolva el carcter de aquel hombre le +interesaba cada da ms, y ms le atemorizaba. Saba cunto importaba +atraer un alma perdida al seno de la Iglesia; pero cuando esta alma era +la de un hereje, un enemigo encarnizado de ella, el acto creca +desmesuradamente a los ojos de Dios. Dando vueltas a la idea, concibi +varias veces el propsito de acercarse inmediatamente a l, hablarle y +convencerle con razones y con ruegos; mas pronto lo abandonaba temiendo +un fracaso. No era que le mortificase lo ms mnimo en su amor propio: +estaba resuelto a padecer por Dios con alegra toda clase de martirios, +cuanto ms una injuria. Lo que tema era tener que renunciar a una +empresa tan noble y gloriosa. Poco a poco lleg a convencerse de que el +mismo Dios se la encomendaba especialmente, que sta era la tarea +principal que le haba impuesto al enviarlo a Peascosa. Y convencido de +que lo sublime del propsito no empece a que se adopten los medios ms +eficaces para llevarlo a feliz remate, resolviose a comunicarlo con su +madrina doa Eloisa y a pedirle ayuda. Grande fue el gozo de la buena +seora al recibir la confidencia. Aplaudi de todas veras el proyecto, +que satisfaca los deseos ms ardientes de su corazn, y prometi hacer +cuanto humanamente fuese posible por que tan hermoso sueo se realizase. +Hubo entre ambos largas plticas, en que se buscaron y ponderaron los +medios de llevarlo a cabo; se trazaron y se rechazaron diferentes +planes; por ltimo, quedaron convenidos en que el excusador fuese a la +morada de D. lvaro por encargo de su hermana a pedirle una limosna +para las viudas y los hurfanos de unos pescadores que haban perecido +recientemente en la mar. Aprovechando la ocasin, poda tantearle, +hacerse amigo suyo y dar comienzo poco a poco a la obra de su +conversin. D. Eloisa no dudaba del xito, fiada en el buen fondo de su +hermano y en la virtud y la ciencia de su ahijado. Cuando alguna vez le +haba hablado de las prcticas religiosas, lvaro haba respondido con +alguna invectiva grosera contra los clrigos de Peascosa; a unos los +consideraba idiotas, a otros malvados; de todos se rea a mandbula +batiente. Pero qu poda decir de este muchacho tan bueno, tan +estudioso, de costumbres tan puras y austeras? + +l no estaba tan confiado. A medida que se acercaba el da de la visita, +sentase ms agitado y medroso. Peda con insistencia a Dios que le +diese fuerzas y valor, y preparaba sus argumentos y hasta sus frases con +una atencin exagerada. Una maana, despus de haber estado en oracin +largo rato, sali de la rectoral con paso firme, salv la pequea +distancia que le separaba del palacio de Montesinos, penetr en el +lbrego portal y tir del grasiento cordel de la campana. sta son a lo +lejos cascada y triste. El corazn del sacerdote se contrajo, a pesar +del nimo que la oracin le haba infundido. Presentose al cabo de un +buen rato de espera un criado anciano de semblante hosco. Al ver al +excusador, sus ojos duros y penetrantes expresaron asombro. + +--D. lvaro est? + +Tard en contestar. + +--Ya se ve que est!--respondi al cabo.--No sale nunca. + +--Y se le puede ver? + +--Por qu no? + +--Pues avsele usted que el teniente cura de la parroquia desea hablar +con l por encargo de su seora hermana D. Eloisa. + +--No hay necesidad. Venga usted conmigo--replic bruscamente. + +Y despus de cerrar y trancar con cuidado la puerta, ech a andar +delante. No dej de sorprenderle al excusador el aire de autoridad del +viejo domstico, y lo poco en que tena la voluntad de su amo para +recibir o no las visitas. Despus de atravesar un gran patio hmedo, mal +empedrado, donde creca por todas partes la hierba, rodeado de columnas +toscas de piedra manchadas de musgo, ascendieron por una escalera de +piedra y tosca tambin, con los pasos gastados por el uso. En el piso +principal salvaron un ancho corredor abierto, con el pavimento de +madera, tan deteriorado que era preciso ir con cuidado para no meter el +pie por algn agujero. Por todas partes se observaba un abandono +extrao; las paredes sucias, descascarilladas, el suelo con un dedo de +polvo, los techos agrietados: no pareca una casa habitada, sino una +antigua abada solitaria. La gran casa solariega de los Montesinos se +pudra, se derrumbaba, sin que su dueo intentase en ella la menor +reforma, sin que lo advirtiese siquiera. En el piso segundo el criado le +condujo al travs de varias salas destartaladas y lbregas, abri al fin +una puerta de cristales con visillos sucios, despus de echar una mirada +por el interior, dijo: + +--No est aqu. Habr subido a la biblioteca. + +Vuelta a desandar lo andado. Hallaron en el corredor una puertecita +estrecha, y por ella entr el criado seguido del clrigo, subiendo por +una escalera de caracol ms oscura y ms sucia an que el resto de la +casa. Cuando iban hacia el medio, el P. Gil oy en lo alto una tosecilla +seca que volvi a apretarle el corazn de temor. La biblioteca se +hallaba en una de las dos torres cuadradas que la casa tena a los +lados. Haba una pequea antesala sin mueble alguno, con puerta de +madera sin pintar, charolada por el uso, que el viejo empuj, diciendo: + +--lvaro, aqu tienes al seor excusador, que desea hablarte. + +El susto que ste llevaba en el cuerpo no le impidi sorprenderse de la +confianza extraa del criado. Un seor tan rico, tan noble, tan +misterioso, tuteado por un criado! + +La biblioteca corra parejas con el resto de la casa en lo destartalada +y sucia. Era una gran pieza cuadrada, de techo abovedado, cuyas paredes +estaban cubiertas a trechos de tosca estantera con libros. stos +andaban asimismo amontonados por el suelo sin orden ni curiosidad +alguna. Los haba encuadernados con pasta antigua, los haba tambin en +rstica modernsima, pero todos eran vctimas por igual del descuido de +su dueo y de la inclemencia del polvo. Dos ventanas de vidrios +emplomados, sin cortinas, esclarecan la estancia. Una estufa moderna, +cuyo tubo, sostenido por alambres, sala por un cristal roto, la +calentaba. Cerca de una mesa deteriorada, cubierta por un hule todo +salpicado de tinta, estaba sentado en un silln antiguo de vaqueta un +hombre cuya figura y atavo correspondan perfectamente al decorado de +la estancia. Era menudo de cuerpo, gordo de cabeza, el rostro plido, +nariz y labios finos, los ojos pequeos y de un color indefinible, el +cabello bermejo y ralo, las manos diminutas y descarnadas. Vesta una +bata usada, mugrienta, traa anudado al cuello un pauelo de seda, y se +cubra las piernas y los pies con una manta de viaje tan rapada y +grasienta como la bata. + +Al abrirse la puerta levant la cabeza, y sus ojos verdosos con puntos +amarillos, como los de los gatos, se clavaron en el sacerdote con una +curiosidad que lleg a ser insolente por el acto de no levantarse ms +que a medias del silln ni hacer siquiera una inclinacin de cabeza. El +P. Gil se haba despojado del sombrero canal, y se inclinaba confuso y +molesto bajo aquella fra y escrutadora mirada. El criado se retir y +entorn la puerta. Despus de preguntarle por la salud, tard en hallar +palabras el sacerdote. + +--Estar usted enterado, seor, de la desgracia que ha ocurrido hace +algunos das en la mar. Unas cuantas familias han quedado sin ms amparo +que la capa del cielo y el de las almas caritativas. Confiado en la +caridad de este pueblo, emprend la tarea de implorarla de casa en casa. +En cumplimiento de este deber y excitado por su seora hermana, me tomo +la libertad de venir a pedirle a usted para las pobres viudas y +hurfanos una limosna por el amor de Dios. + +El dueo de la casa le contempl todava unos instantes. Luego sac del +bolsillo una llave, abri un cajn de la mesa, sac unas monedas de oro +y, alargando la mano, las deposit silenciosamente en la del sacerdote. + +--Dios se lo pague a usted, seor--dijo ste. + +No haba ms remedio que retirarse. D. lvaro no deca una palabra ni le +invitaba a sentarse. Pero el hacerlo sin tentar de algn modo su +proyecto, le dola tanto que permaneci inmvil, a despecho de la mirada +de despedida que aqul le estaba clavando. + +--No me sorprende su generosidad--dijo.--Su seora hermana me haba +hecho muchos elogios de su corazn, y veo que no estaba equivocada. + +--Supongo que a nadie ms que a mi hermana habr usted odo hacer +elogios de mi corazn. + +La voz del mayorazgo de Montesinos era singularmente armoniosa y dulce, +y contrastaba notablemente con lo inarmnico y triste de su figura. El +P. Gil, que era la rectitud personificada, qued un instante suspenso. + +--En efecto, a nadie he odo hacer elogios de usted ms que a su +hermana--dijo al cabo, con naturalidad. + +Montesinos no pareci disgustado con esta respuesta, pero sus ojos +brillaron con ms curiosidad, y volvi a examinar atentamente al clrigo +de los pies a la cabeza. + +--Como los elogios de mi hermana no tienen valor alguno... saque usted +la consecuencia. + +Una levsima sonrisa apunt a sus labios al pronunciar estas palabras. + +--Para juzgar a los hombres no me atengo al juicio de los hombres, sino +al de Dios. Quin sabe la bondad o la maldad que pueden ocultarse en el +fondo de un alma? Hasta ahora lo nico positivo que s respecto a +usted, seor, es que no he llamado en vano a su puerta, es que los +hurfanos desvalidos bendecirn su nombre y su corazn. + +Los ojos del caballero se desviaron bruscamente del clrigo y expresaron +malestar. + +--El dar una limosna ms o menos crecida nada tiene que ver con la +bondad del corazn. Damos lo que nos sobra. Est usted seguro de que si +el dinero que acabo de darle me hiciese falta se lo dara? + +--No, seor: de lo que estoy seguro es de que hara usted bien en darlo +aunque le hiciese falta--respondi gravemente el sacerdote. + +El aristcrata le mir an con ms inters y qued unos instantes +pensativo. Luego alz los hombros con indiferencia. + +--Ps! Yo no s hasta qu punto es eso cierto. Suponiendo que mi dinero +sirviese para que vivan esos hurfanos, no es gran favor el que les +hago. Es ms; si se considera lo que indudablemente les espera en esta +vida, puede asegurarse que les causo un terrible mal... Vivir abrumados +de trabajo, de sufrimientos, de angustias, y por fin de fiesta quiz una +muerte aterradora como la de sus padres all entre las olas +embravecidas. Hermoso porvenir! Bien pueden darnos las gracias esos +pobres chicos por la felicidad que les preparamos. + +--Todo hombre tiene un destino que cumplir sobre la tierra. + +--Conozco perfectamente ese destino. Padecer los innumerables dolores +que la naturaleza y nuestros semejantes nos proporcionan. + +--Y si los padecemos con paciencia y los encomendamos a Dios, lograr la +recompensa reservada a los buenos. + +D. lvaro hizo una mueca de desdn, y levantndose de la silla con +seales de impaciencia, tendi la mano al sacerdote. + +--Seor excusador, nuestra conversacin, si se prolongase, podra +convertirse en disputa. Siempre es mala educacin disputar con las +personas que vienen a visitarnos, pero en este caso, tratndose de un +sacerdote, sera una verdadera ofensa. + +--Diga usted cuanto se le ocurra, seor. Mi deber es pregonar la verdad +sin temor a las ofensas. + +El caballero volvi a mirarle esta vez con una benevolencia compasiva, y +acercndose a l y ponindole una mano sobre el hombro, le pregunt +sonriendo: + +--Vamos a ver, seor cura, si usted fuera Dios, hara un mundo tan +perverso como ste? + +--Esa pregunta ms parece una burla...--respondi con seales de +tristeza y disgusto el clrigo. + +--Lo ve usted cmo se ofende!... Lo que yo pretendo preguntarle es si, +teniendo usted en su mano fabricar un mundo bueno, poblado de seres +felices, eternamente felices, creara usted por capricho otro lleno de +dolores, de tristezas, de amarguras, dara usted vida a unos pobres +seres, malos y buenos, por el gusto de recompensar a los buenos y +castigar a los malos. + +--Dios no ha creado el mundo malo, sino bueno. Fue el primer hombre +quien se acarre todos los dolores con su desobediencia. + +--Ah, s! El mito de la manzana. Yo no le creo a usted capaz, seor +excusador, de un capricho tan ridculo. A qu conduca el reservar esa +manzana, sobre todo conociendo el carcter caprichoso de Eva y la +debilidad de Adn por ella? Pero dando por supuesto que esos dos +merecieran castigo, qu tenemos que ver nosotros con su delito? Si una +persona le agraviase, sera usted capaz de vengarse en sus hijos y sus +nietos? No lo creo. Principiara usted por perdonar al ofensor, y si no +le perdonaba, al menos se guardara de causar ningn dao a sus hijos. +Vea usted, por lo tanto, cmo me veo en la precisin de considerarle a +usted mejor persona que Dios. + +Una ola de sangre subi al rostro del presbtero. El estupor, la +indignacin, le trabaron la lengua. + +--Eso es mofarse indignamente de las cosas ms santas--articul al +fin.--Me sorprende que habiendo usted recibido una educacin cristiana +haya llegado a tal extremo de impiedad. + +Una sonrisa sarcstica se dibuj en el rostro macilento del hidalgo. + +--Efectivamente, he recibido una educacin cristiana... al menos segn +se ha entendido hasta ahora el cristianismo. Mire usted, seor +excusador, yo he tenido un padre que era como Dios. Por la ms leve +falta, hija de mi inexperiencia, de mi temperamento, de mi edad, me +impona un castigo brbaro, cruel. Si me dorma durante el rosario, +azotes; si cometa tres equivocaciones en la leccin, azotes; si me caa +un borrn en la plana escrita, azotes; si corra por la casa, azotes; si +manchaba el vestido, azotes. Siempre azotes!... Y no se tomaba siquiera +la molestia de drmelos por su mano: encargaba de la ejecucin a Ramiro, +ese criado que le ha conducido a usted hasta aqu, el cual, +cristianamente, me los propinaba hasta hacerme sangre. Pero todava mi +padre era mucho mejor que Dios en este punto; porque los azotes de +Ramiro duraban un rato, mientras que los que los diablos nos han de dar +durarn eternamente, segn aseguran ustedes... + +La sonrisa que vagaba por sus labios se apag. Guard silencio un rato: +qued profundamente ensimismado. Sus ojos, fijos en el suelo, se +dilataron con expresin de terror. Por delante de ellos pas en rauda y +lgubre visin toda su infancia. Su padre, alto, seco, con su gran nariz +encorvada y cortante como el pico de un guila. Jams le haba visto +sonrer. La mitad de la vida la pasaba en la iglesia, donde se dejaba +caer de rodillas con un fuerte golpe que le haca estremecer (a veces +imaginaba que tena las rodillas de hierro o piedra). Slo le hablaba +para reprenderle o exigirle el cumplimiento de alguna tarea. No tena +ms amigos que dos o tres clrigos, con los cuales le oa abominar del +liberalismo y la impiedad moderna. Se vea a l, pobre nio, enteco y +enfermizo, pasando dos y tres horas arrodillado en la iglesia, sin +gustar jams el placer de correr al aire libre como los hijos de los +miserables pescadores, sin tener un compaero con quien comunicar sus +inocentes pensamientos. Un da igual a otro. El cielo siempre plomizo. +La mar bramando tristemente en las peas. El viento aleteando con +violencia sobre los cristales. Y la casa silenciosa, lbrega, sucia, +resonando de vez en cuando con los paseos lentos, acompasados, de su +padre. Vease ms tarde en Lancia estudiando la segunda enseanza, +hospedndose en casa de un clrigo del mismo temperamento y costumbres +que su padre. Sus compaeros le despreciaban a causa de su debilidad, +de su falta de destreza; los profesores le miraban con recelo por su +carcter reservado y triste. Y por las vacaciones vuelta al lgubre y +aborrecible palacio, al austero rgimen, a los eternos rezos. A pesar de +sus ardientes deseos de seguir una carrera no lo consigui. Su padre +consideraba indigno del mayorazgo de la casa de Montesinos el escribir +un pedimento o trazar una carretera: a los abogados los llamaba +curiales, a los ingenieros canteros, a los profesores maestrillos. La +milicia le agradaba, pero sus ideas tradicionalistas le impedan mandar +a su hijo a servir a un gobierno liberal. No pudiendo servir a su rey +con las armas, la vida de un noble deba ser levantarse temprano para +or misa, echar un vistazo a su hacienda, platicar un rato con el +mayordomo, jugar al tresillo con los curas, dar luego con ellos un +paseo, rezar el rosario, confesarse a menudo y dar constantemente +ejemplo a los plebeyos de virtud y religiosidad, sin rozarse jams con +ellos. Pero a pesar del gran respeto que mostraba a los sacerdotes y de +besarles la mano en pblico, lvaro recordaba un pormenor que siempre le +haba llamado mucho la atencin: a la hora de comer los criados servan +antes al amo y a su hijo que al capelln de la casa. El orgullo +nobiliario lata an ms vivo en el corazn de su padre que el +sentimiento religioso; pero saba aliarlos tan bien en el fondo de su +conciencia, que haba llegado a creer que la religiosidad era una +cualidad privativa de los aristcratas, y que por ella se distinguan +mejor que por ninguna otra del vulgo despreciable. + +Vease en Peascosa haciendo la vida de hidalgo desocupado, sometido +como un nio de diez aos a la autoridad desptica de su padre. Su +espritu imaginativo, soador, no poda soportar aquella inaccin. +Comenz a leer a hurtadillas novelas que le proporcionaba una seora que +tena estanquillo en la calle del Cuadrante. Subi despus a la +biblioteca, donde un clrigo, hermano de su abuelo, que pas por sabio +en vida, haba dejado gran copia de libros, y comenz a devorarlos. Ley +a Platn, a Descartes, a Santo Toms, a Feneln, etc. + +Se hizo sabio. Pero al entrar la luz de la ciencia en su espritu, +tambin se desliz la duda. Qu tormentos tan crueles le caus! En su +vida, triste, montona, slo la religin, el pensamiento de Dios, la +promesa de la inmortalidad, de otro mundo ms justo y ms hermoso +endulzaba un poco el amargor de las horas. Y he aqu que repentinamente +desconfiaba de esta dulce promesa, dudaba de las verdades todas de la +religin, hasta de la existencia de Dios. En un principio anduvo +receloso, sombro, temiendo que su padre le descubriera en los ojos sus +abominables pensamientos. Despus, atormentado cruelmente, abrumado por +ellos, ansioso de hallar remedio a su mal, de una mano que le sostuviese +antes de caer en el abismo de perdicin, tuvo el valor un da de +arrojarse a los pies de su padre y confesrselos. El viejo aristcrata +qued aterrado, y para remediar la locura de su hijo (as la calific) +no hall otro remedio que aconsejarle la penitencia, los ayunos, las +mortificaciones de todo gnero. Para l estas dudas no provenan ms que +de rebeliones de la carne, a la cual haba que combatir con la humildad +y las disciplinas. + +Salt pronto la barrera de la duda y cay en el campo de la +incredulidad. Desde entonces, ni un momento de vacilacin; ms y ms +convencido cada da de que este mundo no vala nada, y que fuera de este +mundo no haba que esperar otra cosa. Muri su padre y se confes con +remordimiento que no lo senta. Respir con ansia y delicia el aire de +la libertad. Hubo un momento en que la vida le pareci menos horrible; +el mundo tuvo para l una dulce sonrisa. Fue cuando, el bolsillo bien +repleto, se march a Madrid. Primero la ciencia le ofreci un consuelo y +un entretenimiento. Se puso al corriente con avidez de las ltimas ideas +en filosofa, en historia, en ciencias naturales; altern, discuti con +los hombres ms eminentes de Espaa. Y tuvo la satisfaccin de observar +que all en sus soledades de Peascosa, meditando sobre los libros +antiguos, haba llegado a los mismos resultados que los filsofos +modernos. Despus vino el amor: un sueo dulce y embriagador, una msica +penetrante y divina que le suspendi algn tiempo sobre la miseria de la +tierra, que le reconcili con la vida y despert en su corazn la +esperanza infinita, la ilusin de la dicha inmortal. La cada de aquel +mundo luminoso, encantado, risueo, fue bien cruel; una de las pginas +ms negras que registra la historia de los hombres, donde las hay tan +negras!... + +--Por lo dems--dijo saliendo de su xtasis doloroso y pasando la mano +de esqueleto por la frente,--yo he tomado bastante tiempo en serio esas +cosas que usted cree. Me ha costado mucho dolor, muchas horas de +insomnio, muchas lgrimas separarme de ellas. Djeme usted que a cambio +de tantas lgrimas me ra ahora un poco. + +--De modo--dijo el sacerdote con mal reprimida agitacin--que, olvidando +por entero las creencias que usted mam, la santa religin de sus +padres, se declara usted enemigo de Dios... + +--S, seor, enemigo de Dios y de los hombres... Es decir, de Dios +desgraciadamente no puedo serlo, porque no existe. Si existiera, a +juzgar por sus obras, sera un Dios bien perverso. No pudiendo serlo de +Dios, lo soy de los hombres, no para hacerles dao, sino para huir de +ellos como se huye de las bestias feroces. Desde que nac me han hecho +experimentar muchos dolores. Sin embargo, nunca intent vengarme de +ellos, porque s muy bien que son malvados porque as los ha creado la +Naturaleza o el Destino; hacen dao como lo hacen las fieras, por el +egosmo que ruge dentro de todo ser animado. El mundo est organizado +para devorarse los seres, unos a otros. Lo que pasa entre los peces pasa +entre los hombres; slo que nosotros no abrimos la boca y nos tragamos +la vctima de golpe, lo cual, despus de todo, es una ventaja para ella, +sino que la vamos devorando a pequeos mordiscos, arrancndole la carne +hasta dejarla en esqueleto... No me ve usted a m?--aadi con sonrisa +feroz apuntando a su rostro.--El pez que me ha comido lo entenda. No me +ha dejado ms que los huesos. + +El P. Gil, cada vez ms aterrado, se atrevi a preguntar: + +--Y usted piensa que no hay sobre la tierra ningn hombre honrado, +ninguna mujer virtuosa? + +--S los hay, pero son productos excepcionales de la Naturaleza; mejor +dicho, son aberraciones de un organismo creado para el mal. Los hombres +buenos sufren las consecuencias de toda aberracin; no pueden +subsistir. Todos los animales nacen con defensa para la lucha en el +combate de la vida, unos tienen dientes, otros tienen garras, otros +tienen cuernos, otros tienen alas para huir: el hombre bueno es el nico +animal que carece de medios de defensa. No siendo apto para luchar, est +fatalmente destinado a perecer. Es la pobre mosca que se enreda en la +inmensa tela de araa labrada por los bribones que componen la inmensa +mayora del gnero humano. El consuelo nico que el hombre bueno puede +tener es que sus verdugos tampoco son felices. La vida es un gran fraude +para todos, para los buenos y para los malos. Dentro del universo se +oculta una fuerza astuta, perversa, que nos impulsa, que nos dirige +hacia un fin desconocido para nosotros, en el cual nada tenemos que ver. +Para este fin misterioso necesita de nosotros y nos obliga a +reproducirnos. No le importa que seamos desgraciados. El individuo para +ella es nada, la especie lo es todo. Obra como el dueo de una +ganadera, que antes de matar un buen caballo que ya no sirve, le obliga +a dejar una cra. Preocupada nicamente con la perpetuidad para que no +le falten jams instrumentos, nos engaa con el seuelo del placer, de +la ambicin o del orgullo. Usted mismo, que no obra por ninguno de estos +mviles, es igualmente un instrumento de la especie. Al preocuparse con +la suerte de esos pobres hurfanos, al buscar con afn los medios de +que vivan, obedece usted inconscientemente las rdenes de esa fuerza +malvada. Cuando no le basta el atractivo del placer para la conservacin +de la vida, apela al sentimiento de compasin que ha puesto dentro de +nosotros. + +El P. Gil, que escuchaba petrificado tal sarta de impiedades, sinti un +estremecimiento de horror al or aquella interpretacin monstruosa del +sentimiento de la caridad. A este estremecimiento sucedi una viva +irritacin. Necesit un gran esfuerzo de voluntad para no romper en +insultos contra el blasfemo. + +--Todo eso est muy bien--dijo dominndose y sonriendo +forzadamente;--pero usted me dispensar que le haga una pregunta. En ese +pesimismo tan desconsolador que usted profesa, en la idea deplorable que +usted ha formado del mundo y de los hombres, en ese mismo atesmo brutal +(perdn por la frase!) que tanto gusto tiene en exhibir, est usted +seguro de que todo depende de la razn fra y serena? No habrn +influido nada sus tristezas individuales, los acontecimientos +desgraciados de su vida? + +Los ojos felinos del hidalgo brillaron iracundos; le haba herido en lo +vivo. + +--Ah, la eterna cantilena!--exclam impetuosamente.--Cuando no se puede +atacar una teora, se escudrian los mviles del que la sustenta. Qu +pretende usted probar con eso? Supongamos que el mundo es un paraso, +que todos los hombres, menos yo, son felices, y que mi pesimismo depende +en un todo de mis desgracias. Dejar por eso de afirmar el mal que me +ha tocado en suerte? No tendr derecho yo, criatura desdichada, a +calificar a Dios (caso de que lo hubiera) de perverso, puesto que +pudiendo haberme hecho feliz como a los dems me hizo desgraciado? Todo +el que padece sobre la tierra puede preguntar a Dios como Job: Cundo +la existencia te pidi la nada?... Por lo dems--aadi adoptando un +tono despreciativo, insultante,--desde que usted ha entrado por esa +puerta supe a lo que vena. No quiero discutir con usted, porque me +aburrir. Estoy persuadido de que la religin en que usted cree no es +ms que un conjunto de hiptesis inocentes como las de todas las dems +religiones inventadas por la miseria y la cobarda de los hombres, que +no pueden resignarse a morir buenamente como los dems seres animados, +como nos lo ensea irrefutablemente la experiencia, que no pueden +convencerse de que han nacido para el dolor. Y esto no lo creo por +capricho, sino despus de haber estudiado y meditado el asunto +largamente, despus de haber seguido paso a paso con cuidado la historia +de las religiones ms importantes. Si hubiera de elegir alguna entre +ellas, no sera ciertamente el cristianismo, que es una de las ms +tristes e insensatas. Me sucede lo que a Goethe: la cruz me crispa los +nervios. Ni Santo Toms, ni San Agustn, ni Feneln, ni Pascal me han +convencido. Por consiguiente, ninguno de ustedes me convencer. Usted no +tiene ms respetabilidad para m que la que le preste su carcter y sus +obras. De su ciencia y de la de todos sus colegas, obispos y arzobispos +me ro a carcajadas. + +Sus ojos brillaban con fiereza, mirndole de arriba abajo; pero estos +ojos se dulcificaron repentinamente al ver temblar una lgrima en los +del P. Gil. + +--Dispnseme usted, seor excusador--se apresur a decir, acercndose a +l,--si le he ofendido. Tengo mal carcter... me irrito con facilidad... + +--Adis, seor, adis--respondi el P. Gil, estrechando la mano que +Montesinos le tenda.--A m no me ha ofendido... Es a Dios a quien... + +--Entonces estoy contento, porque eso no importa nada...--replic +sonriendo.--Hasta la vista. Ya sabe que tiene aqu un amigo y una casa a +su disposicin. + + + + +V + + +Sali de aquella casa maldita en un estado de confusin y tristeza +indescriptibles. No quiso ir a la de D. Eloisa, que le esperaba +impacientemente. Cuando ms tarde la vio, manifestole su fracaso en +cortas y secas palabras. + +Durante algunos das hizo esfuerzos para alejar de su pensamiento +aquella desagradable entrevista y hasta la imagen del blasfemo. +Abrumado, abatido por un recibimiento tan brutal, no imaginaba que +hubiese medio alguno de combatir aquel diablo rabioso henchido de ira y +de impiedad. Pero sus palabras resonaban noche y da en sus odos, le +perseguan, le dolan como crueles latigazos. Conoca algunos +razonamientos de los herejes; aquellos que los libros de teologa +traan, y que el autor, con la autoridad de los Santos Padres, refutaba +siempre victoriosamente. Saba de la existencia de los racionalistas, +pero sus noticias eran deficientes y vagas. Jams haba visto expresado +de un modo tan cnico el atesmo. No pensaba que hubiese quien estuviera +verdaderamente convencido de que Dios no exista. + +Disipada, no obstante, al cabo de algn tiempo la impresin, no pudo +menos de pensar que se haba amilanado pronto. Demasiado saba que la +oveja no se le haba de entregar de buenas a primeras, que iba a +encontrarse con un hombre avisado, erudito, a quien no se atraera con +cuatro lugares comunes. Entonces, por qu abatirse repentinamente? Por +qu darse por vencido sin luchar? El P. Gil se confes, con su habitual +y sincera modestia, que no estaba preparado para este combate. Debajo de +las frases irnicas y cnicas del mayorazgo de Montesinos adivinaba un +estudio largo de la materia, un sistema meditado y completo. Para +combatir este sistema y los razonamientos que la impiedad puede alegar +era menester conocerlos de antemano, discutirlos y ponderarlos +previamente en la cabeza, para luego, al aparecer en la boca del +incrdulo, destruirlos, hacerlos polvo. Por eso no se atreva a intentar +de nuevo aquella apetecida conversin. + +Pero cuanto ms difcil se le haca, cuantos ms obstculos encontraba +en el camino, ms vivos eran sus deseos de lograrla. En las vidas de los +santos haba visto que jams se daban por vencidos en su lucha con el +pecado. Por enorme, por imposible que la empresa fuera, una y otra vez +la acometan con creciente ardor, fiados nicamente en la ayuda de Dios. +Deba hacer otro tanto. Si le faltaban fuerzas, Dios se las prestara. +Trabajar sin descanso hasta conseguir la vuelta del hijo prdigo, hasta +destruir este foco de impiedad que poda contagiar los corazones sanos +de Peascosa, hasta remover aquella piedra de escndalo. + +Qued decidido en su pensamiento que volvera de nuevo a la carga. Pero +esta vez ira mejor apercibido; conocera perfectamente todos los +argumentos de los herejes y llevara preparada la rplica. Comunic con +su maestro el rector del seminario de Lancia el proyecto de la +conversin y le rog que pidiese al prelado un permiso para leer libros +prohibidos. Tard poco en mandrselo el rector, pero en la carta que lo +acompaaba no apareca muy entusiasmado con la empresa de su discpulo. +El asctico sacerdote gozaba ms con perfeccionar las almas creyentes y +buenas, que en atraer las que definitivamente se hallaban en las garras +del pecado. + +Lo primero que se le ocurri leer al P. Gil fue cierta _Vida de Jess_, +muy popular a la sazn entre los impos y de la cual se hablaba siempre +con desprecio mezclado de terror en el seminario. La ley con profundo +dolor y tristeza. Nuestro Seor Jesucristo era considerado por el hereje +que la escribiera como hombre. Le prodigaba mil irrisorias alabanzas, le +manifestaba exagerada admiracin, pero era para demostrar mejor su +condicin exclusivamente humana y deslizar el veneno de la impiedad con +ms fruto. El libro estaba atestado de patraas. El cristianismo, +deca, es un fenmeno histrico, y como tal debe ser estudiado +histricamente. Esto era evidentemente absurdo, porque el cristianismo +significa la redencin del gnero humano por el Hijo de Dios; es la +revelacin de la verdad divina. El autor peda que se examinasen los +relatos de los Evangelios mediante los mismos principios con que se +juzga cualquiera otra tradicin, que no se impusieran de antemano a la +crtica los resultados y se la dejase libre de hiptesis preconcebidas. +Esto era otro absurdo, porque cmo hemos de aplicar a la fe, a la +palabra de Dios, los mismos principios que a los hechos y a las palabras +de los hombres? De este modo iba respondiendo uno por uno a los +argumentos del autor racionalista, y deshacindolos. + +Preocupado con esta discusin interior y ganoso de exteriorizarla, como +acaece con todo lo que llena y embaraza nuestro espritu, se aventur a +hacer otra visita al mayorazgo de Montesinos. Esta vez le recibi muy +bien, con exquisita amabilidad, como si le remordiese la conciencia de +su grosera pasada. Hablaron de cosas indiferentes. Montesinos tuvo +ocasin de manifestarle que tena muy buenas noticias de su carcter, +que conoca las virtudes que le adornaban. El P. Gil se ruboriz con +estos elogios y respondi, sonriendo tristemente, que lo que quisiera en +aquel momento era tener mucho talento y mucha ciencia para convencerle +de la verdad de la revelacin. De cul revelacin?--le haba +preguntado el hidalgo sonriendo tambin con benevolencia.--Cmo de cul +revelacin?--S, de cul? porque hay varias: los cristianos, los +buddhistas, los mahometanos, los judos, todos creen su religin +revelada por Dios.--Hablo de la nica verdadera, de la revelacin de +Nuestro Seor Jesucristo.--Y en qu se funda usted para creer que sa +es verdadera y las otras falsas?--En que las otras estn llenas de cosas +monstruosas, irracionales--respondi imperiosamente el clrigo,--en que +slo la religin del Crucificado llena todas las aspiraciones de nuestro +sentimiento y nuestra razn.--Tenga usted cuidado, seor +excusador!--exclam el mayorazgo soltando una alegre carcajada--que +est usted haciendo depender la verdad revelada del aserto de la razn, +que est usted proclamando la supremaca de sta, lo cual es una +proposicin hertica.--Cmo? cmo?--pregunt aturdido el sacerdote. +Pero Montesinos cambi la conversacin bruscamente. No se atrevi a +insistir. + +Le cost gran trabajo tragar aquella pldora. Estuvo una porcin de das +sin poder pensar apenas en otra cosa. La idea de que sin darse cuenta de +ello pudiera incurrir en algn error condenado por la Iglesia le +inquietaba vivamente. Indudablemente el leer libros herticos, el pensar +demasiado en los fundamentos de la religin era parecido a jugar con +fuego. Mejor hara en dejar los dados quedos y a Montesinos que se lo +llevase el diablo. Contra esta resolucin clamaban todos los santos que +vivieron en el mundo y los mandamientos divinos que ordenan amar al +prjimo como a uno mismo. Por otra parte, presenta que su agitacin +interior no iba a cesar. Las ideas de la _Vida de Jess_ y las que haba +odo a Montesinos bullan confusamente en su cerebro, y no se calmaran +repentinamente por un esfuerzo de la voluntad. Por qu no haba de +ahondar en el examen de los orgenes de la religin cristiana? Por qu +no haba de conocer hasta en sus ltimos pormenores los datos de la +discusin, a fin de confundir, de pulverizar a cualquier racionalista +que se le presentase, por sabio que fuera? En esto no haba peligro +alguno. La poca ciencia aleja de Dios: la mucha acerca. + +Dedicose con ardor, con frenes se puede decir, al estudio. Montesinos, +con quien empez a intimar, puso a su disposicin la biblioteca. Ley +sin tregua, con atencin profunda, los escritos ms sobresalientes +acerca de las investigaciones crticas sobre el cristianismo primitivo, +sobre los libros del Nuevo Testamento y la historia de los dogmas. Bebi +a grandes tragos el veneno de la hereja sin percibir su sabor, con la +esperanza de que al agotar el vaso quedara perfectamente tranquilo, +seguro para siempre de la insensatez y maldad que encerraba todo lo que +se opusiera a la Iglesia de Cristo. Mas ay! no sucedi as. Al cabo de +algunos meses la duda levant su cabeza hedionda en su espritu +atribulado. Estuvo muchos das sin confesrselo, procurando engaarse a +s mismo, desviando los ojos para no verla. Lleg un momento, sin +embargo, en que ya no fue posible. La infame se haba ido enroscando +cautelosamente a su alma, se haba apoderado insensiblemente de toda +ella. Qu estupor! Qu horrible desconsuelo! + +La Biblia es la palabra de Dios. Lo que Dios sugiere es la infalible +verdad. En la Biblia no pueden existir narraciones falsas o +contradictorias. Esto se repeta el sacerdote a cada instante, hasta en +voz alta cuando se hallaba solo. + +Si la Escritura no fuese de origen divino, cmo se explica que Isaas +pudiese profetizar que Jess nacera de una virgen y que haba de ser en +Beln? Cmo pudo el mismo Isaas, siglo y medio antes de Ciro, sealar +a ste como libertador de los judos? Cmo pudo Daniel, bajo el imperio +de Nabucodonosor, profetizar el nacimiento de Alejandro Magno y muchas +particularidades de su historia? + +A quin diriga con violencia el P. Gil estas contundentes preguntas +hallndose solo? A un heresiarca invisible que le replicaba silbando +como una serpiente: Los diferentes libros de la Biblia son obra de los +hombres, como todos los dems que se atribuyen origen divino, el Corn, +los Vedas, etc. Son compilaciones de escritos de diversos gneros y +pocas. Los libros atribuidos a Moiss y a Samuel son compilaciones muy +posteriores, en las cuales se han introducido fragmentos de diferentes +pocas. Lo mismo pasa con los libros del Nuevo Testamento. Isaas no ha +pensado con su hijo de virgen para nada en Jess. El ltimo tercio de +las profecas de Isaas procede de un contemporneo de Ciro y todo el +libro de Daniel de un contemporneo de Antioco, por lo cual muy bien +pudieron profetizar lo que ya haba sucedido. + +El P. Gil se tapaba los ojos, se mesaba los cabellos, horrorizado de +aquella disputa sacrlega. l, un ministro del Altsimo, buscando +reparos y contradicciones a las palabras del Espritu Santo! Mereca que +la tierra se abriese repentinamente y se lo tragara. Aquellos libros +infames que le haba prestado el hereje Montesinos tenan la culpa. +Arrebatado de santa indignacin contra ellos, sin reparar en que no le +pertenecan, los cogi todos un da, hizo un montn con ellos en el +patio, y le dio fuego. D. Miguel, que estaba muy lejos de sospechar lo +que pasaba por el alma de su teniente, aplauda desde el balcn con +fuertes risotadas el auto de fe. + +Qued ms tranquilo desde que no tuvo en la habitacin aquellos +perversos enemigos de su salvacin. Dej por completo la lectura y +entregose de nuevo a los deberes del confesonario, que tena algo +abandonados. Y procediendo con sus dudas de crtica histrica como los +santos antiguos procedan con las tentaciones de la carne, comenz a +mortificarse despiadadamente. l, que hasta entonces se haba mostrado +dbil y cobarde en esta va de perfeccin, siguiola ahora con arrojo, +ansioso de pagar con los dolores del cuerpo la rebelin escandalosa del +espritu. Mucho le confort y ayud en este trance el ejemplo de la +piadosa hija de Osuna. Cada da descubra en el alma pura de su +penitenta nuevos tesoros de bondad y perfeccin cristianas. Crea estar +en presencia de una de aquellas elegidas del Seor, consagradas por la +Iglesia y adoradas por los fieles de toda la cristiandad: Santa Teresa, +Santa Isabel, Santa Catalina, Santa Eulalia, la beata Margarita de +Alacoque. Las mismas particularidades que haba ledo en la historia de +estas santas, observbalas ahora en su hija de confesin; la misma sed +de penitencia, iguales escrpulos y temores, la misma humildad, los +mismos favores divinos. + +Porque Obdulia, llena de vergenza, como si se acusara de un pecado +grave, temblando de emocin, le haba confesado que de vez en cuando +experimentaba desmayos hallndose en oracin, caa al suelo +repentinamente, y en los breves momentos en que permaneca sin sentido, +vea unas veces a Jess entre nubes rodeado de ngeles, escuchaba una +msica divina, embriagadora; otras veces notaba que un ngel grande, +fuerte, hermoso, con dos alas inmensas y trasparentes, se acercaba a +ella y le pona con dulzura la mano en la cabeza, dicindole: +Persevera; otras, las ms, perciba solamente una gran claridad, que +la baaba toda de placer, sin ver a nadie; pero se senta acompaada +como si todos los santos y santas del cielo vagasen invisibles a su +alrededor. Al principio, como confesor prudente, mostr no dar +importancia a aquellas visiones: podra muy bien estar equivocada; el +diablo finge muchas veces tales escenas para engaar a las almas +incautas, deslizando en ellas el veneno de la vanidad y la soberbia. +Obdulia persista, sin embargo: los sncopes eran cada vez ms +frecuentes y prolongados, las visiones ms intensas; aseguraba con mal +reprimido fuego que vea a Jess, que vea al ngel. El P. Gil dudaba +siempre, o finga dudar, haciendo un gesto desdeoso cada vez que la +joven relataba con labios temblorosos aquellos favores del cielo. Slo +haba un signo seguro para reconocer si venan directamente de Dios; +cuando el alma se perfecciona con ellos a tal punto que un levsimo +pecado venial le causa tanto dolor y tantas lgrimas como el ms nefando +y mortal. Ahora bien, en ella todava existan las rebeliones de la +carne, todava apuntaba el amor propio. No poda juzgar divinos aquellos +deslumbramientos. Obdulia experimentaba un gran desconsuelo ante esta +actitud severa y reservada. + +Pero poco a poco el sello que el sacerdote peda para reconocer el +origen celestial de sus visiones fue apareciendo. El espritu de la +joven se acendr de todas las impurezas. Su devocin a las prcticas +religiosas, sobre todo al sagrado pan eucarstico, era cada da mayor. +Se deshaca, se derreta en amor divino, rompiendo muchas veces en +exclamaciones de entusiasmo, en frases incoherentes, como si estuviera +loca. Y con esto, su humildad y sumisin tan perfectas, que bastaba una +mirada de su confesor para confundirla, para hacerle temblar y pedir +perdn por los actos ms inocentes. A la postre no tuvo ms remedio +aqul que inclinarse ante la voluntad de Dios y confesar su presencia. +Lo hizo con gran placer. Despus de sus sacrlegas dudas, estaba ansioso +de ver los testimonios de la omnipotencia y de la bondad infinitas; +quera anegarse en el ocano de lo inexplicable, de lo sobrenatural, +para escapar a la crtica minuciosa y perversa que todo lo marchita. +Considerose feliz, libre de ella, teniendo a su lado tan claro ejemplo +del poder milagroso de Dios. Crey que as le adverta para que no +volviese a caer en la tentacin, que le enviaba un faro para esclarecer +las tinieblas de su espritu. Recordaba siempre lo que le haba pasado +al P. Gracin, a quien Santa Teresa tanto ayud en el camino de la +virtud con el ejemplo de su conciencia inmaculada. Y en el fondo de su +corazn naci un gran respeto a par que una inmensa gratitud hacia +aquella piadosa mujer, que le libertaba de las garras del demonio. +Escuch con atencin el prolijo relato de sus visiones, y armado de +santa emulacin emprendi de nuevo con ms ardor, si no con ms fe, el +camino de las mortificaciones, que haba abandonado mientras gimi en la +servidumbre de la duda. + +Obdulia, que durante los ltimos meses le haba visto con pena +distrado, sinti gran alegra al hallarle de nuevo atento, solcito, +escuchndole horas enteras desahogar las menudas preocupaciones de su +espritu sin impacientarse. Era un retorno feliz a la dulce confianza, a +las plticas msticas, a las familiaridades de antes. Y como suele +acontecer en casos semejantes, se apret ms el lazo entre ellos; esto +es, la confianza y el afecto fueron mayores. Al cabo de poco tiempo +consultaba con su penitenta, no slo los asuntos piadosos, sino tambin +los domsticos; era su consejera espiritual y temporal. La joven devota +penetraba todos sus pensamientos, a veces antes de formularse con +precisin en su cerebro. + +--Padre, hoy est usted de mal humor; es porque no ha podido decir misa +en el altar de la Concepcin como otras veces.--Tiene usted ojeras; bien +se ve que se ha pasado toda la noche rezando.--Ya s por qu dijo la +misa el domingo ms tarde: esperaba que llegase doa Eloisa.--Ese +alzacuello le aprieta a usted mucho. Est usted incmodo. Quiere que yo +se lo arregle?... + +Sus vidas se iban compenetrando insensiblemente. No slo tenan un rato +de pltica casi todos los das en el confesonario, sino que por la tarde +se vean en la iglesia, al rosario, y por la noche tambin a menudo en +casa de D. Eloisa. Adems, de vez en cuando, para algn motivo piadoso, +como una novena, una reunin de la cofrada, etc., la joven iba a la +rectoral a consultarle, aunque le costase siempre un esfuerzo, porque +tena gran miedo a D. Miguel. Se le haba metido en la cabeza que ste +la miraba de mal ojo, que la despreciaba. Y acaso no le faltase razn +para suponerlo. + +Esta confianza lleg a pecar de excesiva en algunas ocasiones. Al menos +as lo pens el P. Gil. Obdulia se autorizaba de vez en cuando algunas +familiaridades que le chocaban, y en ocasiones llegaron a turbar +momentneamente la limpidez de su conciencia. Un da le habl de sus +apuros econmicos. El padre le daba poco dinero para los gastos de la +casa, y como tena el vicio de la caridad, de dar limosnas a troche y +moche, haba contrado deudas, que la mortificaban; sobre todo haba una +tendera a quien deba veinte duros, que la molestaba a todas horas y le +amenazaba con decrselo a su pap. No podra l facilitarle por poco +tiempo esta cantidad? El clrigo tampoco los tena, pero se los pidi a +su madrina y se los entreg ruborizado. Ella los acept sin vergenza +alguna, como la cosa ms natural. Otro da le llev a la iglesia el +paquete de cartas del novio que haba tenido para que las leyese. Ms +adelante le pidi el escapulario que traa al cuello, y tanto le inst y +tales pretextos adujo, que concluy por obtenerlo. Al da siguiente le +confes, sonriendo, que no haba sido para ponrselo a una amiga que +acababa de morir, sino para traerlo ella sobre el pecho. Estas cosas +heran e inquietaban vagamente al joven sacerdote. Las bromitas que la +beata se permita de palabra tambin rebasaban algunas veces los lmites +convenientes. Un da le dijo repentinamente: + +--Sabe usted lo que estoy pensando, padre? Que el ngel que viene +muchas veces a ponerme la mano sobre la cabeza tiene los ojos muy +parecidos a los de usted. + +Y solt la carcajada al decirlo. El clrigo ri tambin ruborizndose. +Luego qued serio y de mal humor. + +Un suceso extrao, que escandaliz a la villa, vino de un modo indirecto +a estrechar an ms su relacin y a inquietar al P. Gil. Cierta noche se +despert despavorido con el ruido de una detonacin dentro de casa. +Levantose de un salto y acudi corriendo a la habitacin de D. Miguel, +donde se figur que haba sonado. Al llegar a ella qued petrificado de +terror ante la escena que apareci a su vista. Un hombre se revolcaba +en medio de la habitacin en un charco de sangre, mientras D. Miguel, de +pie sobre la cama, agitaba triunfante una pistola gritando con sonrisa +feroz:--Ya cay uno! Ya cay uno!--La mortecina luz de una buja +tirada en el suelo alumbraba aquella fatdica escena. + +El caso haba sido que, hallndose el prroco en la cama, un hombre +haba penetrado en su dormitorio, le haba despertado y le intim para +que le entregase el dinero. D. Miguel sin inmutarse ech mano al +chaleco, sac la llave y la arroj al medio de la habitacin. Luego, +mientras el ladrn la recoga, sac una de las pistolas que tena debajo +del colchn y le descerraj un tiro dejndole tendido. La bala le haba +penetrado por los riones. El excusador, dominando su espanto, se +apresur a prestarle los auxilios espirituales. Slo tard tres horas en +expirar. + +El suceso se coment mucho y de muy diverso modo en el pueblo. Algunos +aprobaban la conducta del cura. Estaba en su derecho defendindose de un +facineroso que Dios sabe lo que hara con l despus de robarle. Otros, +los ms, la censuraban con acritud. Un sacerdote no puede obrar como los +dems en tal caso. Es un ministro de Jesucristo y debe proceder siempre +con caridad aunque sea en legtima defensa. El P. Gil estaba +profundamente indignado, aunque guardaba silencio. Un sacerdote, antes +que ensangrentar sus manos, no slo deba dejarse robar, sino matar. +Nuestro Seor as lo haba enseado cuando San Pedro cort la oreja al +soldado que vena a prenderle. Obdulia trasluci bien los sentimientos +que le agitaban y le aconsej que dejase la rectoral y se estableciese +en otra casa. + +--Usted ya no puede vivir ah despus de lo que ha pasado, padre. El +susto que ha llevado ha sido muy fuerte, y todos los das tiene que +renovarse la impresin viendo el sitio. + +No era esto precisamente lo que quera decir, sino que un hombre +verdaderamente cristiano y virtuoso deba de padecer mucho viviendo al +lado de quien acababa de dar muerte violenta a un semejante. Pero si no +lo deca con las palabras, se dejaba adivinar en la gravedad y tristeza +de su continente. El P. Gil no ansiaba otra cosa haca mucho tiempo. La +compaa del prroco le era molesta, como ya sabemos. Ahora, despus del +_asesinato_ (as lo calificaba su conciencia), se le haba hecho +insoportable. D. Miguel haba incurrido en la censura de la Iglesia, se +le retiraron las licencias para confesar y decir misa: mientras llegase +la rehabilitacin pasara una temporada. Aprovechando aquellos momentos +de flaqueza del terrible cura, con la ayuda de su madrina alquil una +casita no muy lejos de la iglesia y se traslad a ella. Una antigua +criada de D. Eloisa vino a servirle y a ser su ama de gobierno. + +Libre ya del temor al prroco, Obdulia empez a frecuentar la nueva casa +del excusador y a ejercer en ella una alta vigilancia. Enterbase de la +ropa blanca, del estado de las sotanas, de los alimentos que ms placan +al padre, de las particularidades de su cama. Algunas veces vena a +ayudar al planchado o llevaba para aplanchar en su casa aquellas cosas +ms delicadas, como las albas y los roquetes, recosa las medias que se +haban roto, quitaba las manchas de las sotanas, etc. stas eran las +tareas ordinarias. Pero tambin se ocupaba en alguna obra ms fina, en +bordarle un amito, o unos corporales o cualquier otra prenda de las +vestiduras sacerdotales. D. Josefa, el ama de llaves, no aceptaba de +buena gana este protectorado; pero como an no haba echado races +hondas en la casa y observaba la estrecha amistad que aquella seorita +llevaba con su amo, no se atreva a protestar. Contentbase con murmurar +de ella cuando iba a visitar a su antigua seora y llamarla entrometida +y tonta. Ms adelante fue tascando el freno de peor voluntad an y +concluy por desbocarse, como ya tendremos ocasin de ver. Tampoco el P. +Gil estaba tranquilo ni satisfecho en la atmsfera de atenciones +delicadas, de afecto y veneracin en que la joven le tena envuelto. +Por ms que la profesaba viva admiracin y tena en cuenta sus +consejos, senta un vago malestar cada vez que la vea ocupndose del +cuidado material de su persona. Le pareca a l que esto era rebajar el +carcter de aquella amistad espiritual, formada y sostenida para mejorar +sus almas, para ayudarse en el camino de la perfeccin. No tena noticia +alguna de que Santa Teresa repasase las medias de San Juan de la Cruz. +Adems, no se comprenda muy bien el desprecio de la carne, que tan bien +practicaba ella, con las comodidades de que pretenda rodearle. Por qu +haba de ser tan severa para ella y tan blanda para l? Por ventura, le +supona tan dbil y cobarde que no poda vivir sin tales cuidados? + +El P. Gil meditaba esto, apoyado en la baranda de un corredor enrejado +que su habitacin tena sobre el mar. El sol declinaba entre celajes +carmeses, envolviendo en una onda de luz tibia y rojiza el pueblo y la +rada. El lienzo de rocas que la cierra all enfrente alzaba su masa +enorme sobre las aguas, proyectando ya una vasta regin de sombra. Y +entre aquel negror los ojos del presbtero perciban el fulgor de las +olas, mostrando y apagando a cortos intervalos su blancura. El muelle +estaba desierto: an no era llegada la hora de la vuelta de las lanchas. +Los pataches y quechemarines cabeceaban dulcemente, aburridos de su +inaccin. Una gaviota volaba en crculos concntricos rozando con sus +alas la superficie del agua. El suave lejano rumor de las olas hencha +el ambiente dormido de un murmullo sordo. La pequea ensenada slo viva +del juego movible de la luz que la baaba de una claridad sangrienta que +se iba retirando lentamente detrs de las peas. + +Tan absorto estaba, que D. Josefa necesit llamarle tres veces desde la +puerta para conseguir que se volviese. + +--Qu hay? + +--Una seora est abajo preguntando por usted. Dice que necesita +hablarle en seguida. + +--Una seora?--replic el P. Gil abriendo mucho los ojos.--Ser la +seorita Obdulia. + +--No, seor, no es sa--replic el ama haciendo con los labios un gesto +de desdn.--La seora que aguarda abajo es mucho ms guapa y elegante. + +--No la conoce usted?--pregunt algo acortado por la intencin que +adverta en las palabras de D. Josefa. + +--No, seor, es forastera. + +--Pues hgale usted subir. + +Tard pocos segundos en aparecer una linda joven como de veinticuatro +aos, rubia, de rostro blanqusimo y facciones delicadas, vestida con +elegancia peregrina. En su vida haba visto el P. Gil, ni aun en Lancia, +una dama tan distinguida. Su traje era sencillo, de viaje, pero tan +original el corte y con tal lujo y esmero en los pormenores, que se +echaba de ver inmediatamente la elevada calidad de la persona. Despeda +de ella un perfume suave que vino a herir su nariz as que puso el pie +en el cuarto. Mirola con sorpresa, que se convirti en estupefaccin al +ver que la dama avanz con resolucin hasta l, y sin decir palabra se +dej caer de rodillas a sus pies sollozando. + +--Seora... por Dios... levntese usted!--dijo aturdido. + +La dama no se movi. + +--Seora, levntese usted--repiti de nuevo cogindola suavemente por un +brazo. + +La forastera se levant en silencio y se dej caer en una silla, alz el +velito del sombrero que le tapaba los ojos y se los enjug con el +pauelo. El P. Gil, en pie frente a ella, aguardaba a que se explicase. +Y como no daba seales de hacerlo, antes se tapaba el rostro cada vez +ms, aventurose a decir: + +--Seora, deseara saber en qu puedo servirla... + +Todava tard unos instantes en responder. Al cabo dijo, sin apartar el +pauelo de los ojos: + +--Soy la esposa de D. lvaro Montesinos. + +El excusador dio un paso atrs involuntariamente. + +Cmo? aquella dama era la mujerzuela despreciable que haba hecho la +desgracia de D. lvaro, de quien su madrina D. Eloisa hablaba siempre +con horror? Por sta conoca la triste historia del aquel matrimonio. El +heredero de la casa de Montesinos se haba enamorado como un loco de una +joven de buena familia, pero sin dinero; una de esas chicas que suelen +verse en Madrid en todos los teatros y en todos los saraos a la caza de +un marido rico. Aun con serlo Montesinos, Joaquinita Domnguez (que as +se llamaba) le dio cordelejo una temporada, esperando tal vez que +llegase otro con la misma hacienda y mejor figura; porque la del +mayorazgo de Peascosa era, cierto, de lo ms raqutico y desgraciado +que pudiera verse. Mas como no llegaba, resolviose un da a enamorarse +perdidamente de l y se lo demostr de un modo que no daba lugar a +dudas. Todo el Madrid elegante recordar a una linda rubia abonada al +turno primero par del teatro Real, que se pasaba la noche charlando con +un caballero flacucho y plido sentado en la fila de atrs; que en el +teatro de la Comedia y en el de Apolo no le quitaba los gemelos de +encima desde su platea; que lo llevaba de remolque en el paseo del +Retiro, y hasta por las maanas, cuando iba de tiendas, se la vea con +l, escoltados por la mam. Enteramente convencido de su amor, el +hidalgo la pidi en matrimonio, y la obtuvo no sin algn trabajo, pues +a la mam costole muchas lgrimas entregarle aquella joya, que era la +alegra de la casa. En los primeros cuatro meses gast D. lvaro la +renta de todo el ao. Joaquinita quiso coche y palco en los teatros, y +dio reuniones y saraos. Pero estaba tan hermosa y su marido la +encontraba tan alegre, que con el amor frentico que la profesaba no le +hubiera rehusado ni la sangre del corazn si un da se la pidiera +despus de un beso de amor largo, oprimido, espasmdico, como los que le +daba cuando tena que pedirle una _rivire_ de brillantes o una +_sociable_ de doble suspensin. + +A los seis meses justos se le antoj a la joven esposa viajar por +Europa, un viaje largo que haba de durar un ao o ms; visitar toda +Francia, Italia, subir luego a Inglaterra, pasar a Alemania y correrse +hasta San Petersburgo. El enamorado Montesinos no puso obstculos a este +deseo, aunque debiera ponerlos. Necesitbase un capital respetable para +realizarlo, atento a las comodidades y boato con que Joaquinita +pretenda viajar. Pidi a prstamo sobre algunas de sus fincas 30.000 +duros y salieron de Madrid. En Hendaya vieron en la fonda del +ferrocarril tomando chocolate a Federico Torres, un sietemesino +madrileo hijo de un ministro del Tribunal de Cuentas. A Joaquinita +siempre le haba sido muy antiptico, sin saber por qu. + +--Adonde ir este ttere?--pregunt por lo bajo, despus de +corresponder framente a su saludo. + +Montesinos alz los hombros con indiferencia. + +--Qu pelea le tienes a este chico! Yo le encuentro fino y agradable. + +--Qu horror!--exclam ella riendo. + +En Pau volvieron a verle en la estacin, y ya no le vieron ms. En +Marsella pensaba el matrimonio detenerse cuatro o cinco das; pero al +tercero, viniendo D. lvaro de la estacin de arreglar el asunto del +sleeping-car para el da siguiente, con gran sorpresa no encontr a su +esposa en casa. La sorpresa convirtiose en horrible estupor al observar +el desorden de la habitacin. El gran bal mundo de su mujer haba +desaparecido. Haba diferentes prendas de ropa por el suelo. Los criados +le dijeron que la seora haba hecho trasportar el bal despus de irse +l para facturarlo en doble pequea, segn deca. Luego haba salido y +no haba vuelto. Montesinos, aturdido, horrorizado de la idea que le +cruzaba por el cerebro, abri con mano convulsa el secreto del cofre +donde guardaban el dinero. Ni un cntimo haba all ya. Comprendiendo de +una vez toda su desgracia, cay al suelo como herido por un rayo. Estuvo +algunos das entre la vida y la muerte. Cuando recobr el conocimiento, +hizo telegrafiar a su cuado D. Martn, el cual se present +inmediatamente y le condujo a Peascosa. No tard en saberse que +Joaquinita se haba escapado con Federico Torres, y que viajaban +alegremente por Europa con el dinero del hidalgo. + +sta era la mujer que tena delante el P. Gil. Despus de aquel primer +movimiento de repulsin, se rehizo y dijo: + +--Sernese usted un poco, seora, y dgame en qu puedo favorecerla. + +--Acabo de llegar de Madrid--articul con trabajo la dama,--y me he +dirigido a casa de mi marido, con quien hace tiempo estoy reida... +Deseaba reconciliarme con l... que concluyese esta separacin tan fea y +tan escandalosa... Un criado viejo que tiene... un bruto!... no me +permiti verle... me cogi por el brazo... me arroj de casa a +empellones... s, a empellones! + +Aqu la dama volvi a estallar en sollozos, y se tap de nuevo el rostro +con el pauelo. + +El clrigo esper a que continuase; pero viendo que no lo haca, tom de +nuevo la palabra. + +--Siento mucho ese percance, seora... Pero no creo que haya motivo para +tal desconsuelo. Las ofensas que se perdonan no se sienten. Perdone +usted a ese pobre criado que ha obrado sin saber lo que haca, y dgame +qu es lo que puedo hacer en su obsequio. + +Secose los ojos la esposa infiel. Volvieron a humedecrsele y volvi a +secarlos. + +--Segn me han dicho ah en la posada, usted es la nica persona que +visita a mi marido... Yo le suplico, por lo ms sagrado, ya que es usted +su amigo, que intervenga para que termine nuestra separacin. Lo deseo +hace mucho tiempo con ansia... Confieso que no he sido buena para l... + +--S, s; lo s todo--interrumpi el clrigo con impaciencia. + +La dama se puso fuertemente colorada. + +--Confieso que le he ofendido gravemente... Fue un momento de +obcecacin... una tentacin del demonio... Pero yo siempre le he +querido... y le quiero... No tengo inconveniente en humillarme, en +pedirle perdn de rodillas... Ya ve usted, padre, si no le quisiera no +me humillara... Me horroriza la idea de no obtener su perdn, de morir +lejos de l sola, maldita! Ah, qu porvenir tan espantoso!... Si mucho +he pecado, crea usted que mucho he padecido en estos ltimos tiempos... + +--Seora, ya puede usted comprender si yo tendra satisfaccin en unir +un matrimonio disuelto... lo mismo el de usted que cualquier otro. Mi +misin es predicar la concordia entre los hombres y morir por ella si es +preciso. Aun sin pedrmelo tengo el deber, por mi cargo, de procurar en +esta parroquia la reconciliacin de los matrimonios desavenidos... Pero +este caso es delicado. Aparte de la ofensa gravsima que usted ha +inferido a su esposo, del escndalo que la acompa, de los que la +siguieron, todo lo cual dificulta extraordinariamente la reconciliacin, +aparte de eso, repito, hay otra dificultad mayor. Y es que su marido de +usted est fuera de la Iglesia catlica. No tengo sobre l otra +influencia que la que puede dar una amistad superficial. Ninguno de los +razonamientos a los cuales pudiera yo apelar como sacerdote tiene fuerza +sobre su nimo. Al contrario, dadas sus ideas, es posible que sirviesen +para embravecerle ms, o cuando menos de mofa... + +--S, s--interrumpi la dama con voz chillona, malvola,--mi marido ha +sido siempre un impo, un ateo escandaloso. + +--Seora, de poco sirve creer si se obra como si no se creyera--replic +severamente el excusador, a quien haba herido el tono agresivo de la +dama, tan contrario a la humildad de antes. + +Torn a ponerse colorada y baj los ojos afectando de nuevo una gran +contricin. El P. Gil prosigui: + +--De todos modos, como cristiano y como sacerdote, estoy dispuesto a +hacer todo lo que puedan mis fuerzas por conseguir lo que usted desea. +Dudo mucho del xito de mi intervencin... S tambin que me expongo a +ser arrojado como usted de la casa, pero no me importa. Cumplir mi +deber, y si no conseguimos nada, me quedar al menos la satisfaccin de +haberlo cumplido... + +Quedose pensativo unos instantes, mientras la dama mantena sobre l una +mirada intensa y ansiosa. Luego, como si hablase consigo mismo ms que +con ella, prosigui: + +--El dirigirme ahora a casa de D. lvaro ofrece inconvenientes. La gente +del pueblo es curiosa... Vendran las hablillas... despus el +escndalo... Opino que deberamos aguardar un rato a que concluyera de +oscurecer, o mejor an, que yo fuese por delante a tantear el asunto... + +--No! no!--exclam la dama.--No le prevenga usted. Se negara a +recibirme. Es necesario cogerle de improviso; aprovechar el primer +movimiento de su corazn, que es generoso. Luego, cuando reflexiona, se +hace malo, burln... + +--Como usted quiera. Entonces, aguardaremos. + +Pero en el instante de pronunciar esta palabra se hizo cargo de lo +inconveniente de permanecer tanto tiempo a solas con una mujer, y dijo +un poco turbado: + +--Usted me permitir que mientras tanto la deje sola unos momentos... +Soy con usted en seguida. + +En vez de ser con ella, mand a su ama para que la acompaase. Slo +cuando la luz se hubo extinguido por completo subi de nuevo con el +sombrero en la mano, preparado a salir. La esposa de D. lvaro, as que +le vio en esta traza, se levant de la silla. + +Haba cerrado ya la noche. La gente de mar se haba retirado a sus casas +o a las tabernas. Por la larga, sinuosa calle del Cuadrante circulaban +pocos transentes. El excusador y la esposa de Montesinos caminaron un +rato en silencio en direccin al Campo de los Desmayos. Al aproximarse a +l ambos se sentan agitados, temerosos. Tanto para calmarse un poco +como para prevenirse, se detuvieron un instante, y metindose en el +hueco de una puerta, cuchichearon con animacin. El P. Gil insista en +su idea de entrar primero en la casa y explorar el nimo de D. lvaro: +tena miedo a un escndalo. La dama se opona con calor, convencida +hasta la evidencia de que su marido se negara en absoluto a recibirla, +y tomara precauciones para que no pisase el suelo de su casa. Cuando +ms embebidos se hallaban en la discusin, del hueco de otra puerta +cercana sali una sombra estrecha, elevada, y se aproxim a ellos +rpidamente. + +--Buenas noches, padre, buenas noches. + +Era la hija de Osuna. Haba en la inflexin de su voz al pronunciar +estas palabras cierta irona, mezclada de clera, que sorprendieron a la +vez a la dama y al sacerdote. ste levant la cabeza y respondi +framente: + +--Buenas noches, hija. + +--Va usted a hacer oracin, o viene usted?--pregunt con el mismo +retintn y sonriendo. + +--Ni voy ni vengo de hacer oracin, hija ma. En este momento me ocupo +de asuntos de mi ministerio--replic en tono severo el P. Gil. + +Pero este tono, en vez de sosegar a la joven o amedrentarla, la encresp +al parecer. + +--Usted siempre haciendo algo por Dios, padre, ji! ji! lo mismo en la +iglesia, que a la cabecera de los moribundos... que en los huecos de las +puertas, ji! ji!... Si usted se muere antes que yo, ya tiene usted un +testigo de alguno de sus milagros para que le canonicen... Vaya, no +quiero estorbar el milagro. Hasta la vista. Ji! Ji! + +Y cuando hubo dado dos o tres pasos, sin volverse dijo: + +--Y que aproveche! + +La esposa de Montesinos levant la cabeza y clav en el P. Gil una +mirada de estupor y curiosidad. + +--Qu es eso? + +El sacerdote, rojo de vergenza y de indignacin, alz los hombros en +seal de ignorancia y ech a andar hacia el casern de Montesinos. + + + + +VI + + +Al tirar del cordel grasiento, el mismo taido lgubre, que tanto haba +impresionado al P. Gil la vez primera que puso los pies en aquella casa, +produjo a ambos un estremecimiento de temor y ansiedad. No tard en +orse la voz cascada de Ramiro. + +--Quin es? + +--Gente de paz. + +--Quin es?--torn a preguntar. + +--Soy yo, Ramiro. Abre--respondi el sacerdote. + +La puerta gir pausadamente sobre sus goznes y apareci la silueta del +viejo, dbilmente esclarecida por la luz de la lamparilla que arda +sobre el dintel. + +--Pase usted, seor excusador--dijo sin percibir a la dama, que se +haba ocultado detrs de ste. Pero vindola al fin, dio un paso atrs +y, abriendo los brazos en actitud de impedir la entrada, exclam: + +--Ah! Vuelve usted acompaada?... Pues ni por esas... No entrar +usted, no! + +--Vamos, Ramiro--dijo con dulzura el sacerdote, ponindole una mano +sobre el hombro,--djanos paso, que ste es un asunto delicado y que no +te concierne. + +--Pase usted cuando quiera, pero esa mujer no puede pasar. + +--Por qu no puede pasar?--pregunt con entereza el sacerdote, alzando +la cabeza. + +--Porque aqu no entran p.... ni ladronas. + +Ante aquella injuria brbara, la dama se tap el rostro con las manos y +dej escapar un gemido. El P. Gil se puso rojo, y cogiendo al viejo por +un brazo, le sacudi con violencia. + +--Sea usted ms comedido, y ya que no respete la sotana que visto, +guarde los miramientos que se deben a las seoras. Ante Dios y ante los +hombres sta es la esposa legtima de su amo de usted. Djeme el paso +franco, que a usted no le toca en este asunto ms que or, ver y callar. + +Y dando un empelln al viejo, se volvi diciendo: + +--Venga usted, seora. + +Pero Ramiro, agitado, convulso, como si fuera a caer presa de un +sncope, se puso a correr delante de ellos, gritando: + +--lvaro, lvaro! Que entra la z... en tu casa! + +Dos criadas se asomaron a la escalera y contemplaron con estupor la +escena. El viejo no se detuvo en el principal; sigui hasta el segundo, +dando los mismos gritos. El P. Gil, que le segua con Joaquinita, dijo a +sta al llegar al piso primero: + +--Qudese por ahora aqu; yo subir solamente. + +Cuando lleg al segundo, tropez con D. lvaro que sala a punto de su +habitacin. Su rostro, siempre plido, lo estaba ahora tanto que daba +miedo. En cuatro palabras Ramiro le haba enterado de lo que ocurra. +Por la tarde, cuando por primera vez haba venido la esposa infiel a la +casa, no lo haba hecho. D. lvaro no pronunci una palabra. Cogi con +mano convulsa por un brazo al sacerdote y le hizo entrar en su gabinete. +Luego cerr con cuidado la puerta. + +--A qu viene esa mujer?--pregunt haciendo intiles esfuerzos por +aparecer sosegado. La voz sala de su garganta dbil y ronca. + +--Viene a implorar su perdn. + +--Se equivoca usted; viene por dinero--repuso sonriendo ya forzadamente. + +El P. Gil permaneci un instante silencioso y dijo al cabo: + +--No me atrevo a asegurar a usted nada. Parece que est arrepentida... +Su acento es sincero y ha llorado con verdadero dolor en mi presencia. + +Un relmpago de ira pas por los ojos del hidalgo. En aquel tropel de +emociones que se agitaban en su espritu, la indignacin logr vencer a +todas las dems y profiri con acento despreciativo: + +--Estoy perfectamente convencido de que no viene ms que por cuartos... +pero de todos modos, me importa un bledo su arrepentimiento y su +sinceridad... Si est arrepentida, que pida a un cura la absolucin. El +figurarse por un instante que yo puedo perdonarla es un nuevo insulto, +es una idea que slo cabe en un alma tan miserable como la suya. + +--El perdn jams degrada. Es la virtud que ms ennoblece al ser +humano--manifest el clrigo, sorprendido. + +D. lvaro le clav una larga mirada colrica. Despus alz los hombros +con desdn y dijo: + +--Est bien: dejemos eso. Lo que importa es que, ya que la ha trado, se +lleve usted inmediatamente a esa seora. + +--Me atrevera a suplicarle que, aunque no la perdone, le permita al +menos hablar con usted... Quiz tenga algunas revelaciones que hacerle. + +--No soy curioso. Puede guardarse sus revelaciones o confiarlas a quien +se le antoje... Por mi parte (escuche usted bien lo que voy a +decirle)--al mismo tiempo le cogi con mano crispada la mueca,--por mi +parte, ni ahora ni nunca cruzar con ella la palabra... Puede usted +decrselo. + +El P. Gil baj la cabeza y permaneci silencioso mientras el mayorazgo +comenz a pasear agitadamente por la estancia con las manos en los +bolsillos. De vez en cuando se dibujaba en su rostro una sonrisa +sarcstica y dejaba escapar por la nariz un leve resoplido que acusaba +la tensin de su espritu, como el pito revela la tensin de la caldera +de vapor. + +--Ya que eso no pueda ser--manifest al cabo de un rato con suavidad el +sacerdote,--usted comprender, D. lvaro, que esa seora no puede irse a +dormir fuera de esta casa sin dar pbulo a las malas lenguas, sin +renovar conversaciones que no deben renovarse. Por egosmo, ya que no +por caridad, debe usted consentir que su esposa duerma hoy en esta casa, +pues no creo que le convenga a usted escandalizar a la poblacin. + +D. lvaro prosigui sus paseos agitados sin responder palabra, como si +no hubiese odo la proposicin del sacerdote. Al cabo de un rato se +plant delante de l y, mirndole fijamente, dijo: + +--Est bien. Dgale usted que, si es su gusto, no hay inconveniente en +que duerma en esta casa... aunque se necesite bien poca dignidad para +aceptarlo--aadi bajando la voz y recalcando las slabas.--Y si quiere +dinero para el viaje de vuelta, Osuna se lo proporcionar. + +--Le doy las gracias por esta deferencia, pero me voy muy +triste--replic sonriendo el P. Gil.--Cualquier sacrificio hara por +borrar de su memoria la ofensa recibida y soldar de nuevo la cadena de +su matrimonio. Cunto dara en este momento por ser un hombre +elocuente!... + +--La elocuencia, seor excusador, ha servido en este mundo para que se +cometiesen grandes vilezas; pero creo que ninguna lo sera mayor que la +que usted me propone. + +--Para usted es una vileza lo que para m sera un acto noble y +generoso, propio de un imitador de Cristo. No nos entendemos en lo que +se refiere a lo que es dignidad o indignidad... + +--Lo siento por usted, padre--repuso el mayorazgo, tendindole la mano. + +--Y yo por usted, D. lvaro. Buenas noches. + +Al quedarse solo ste, sigui paseando todava unos momentos; luego se +par delante del cordn de la campanilla y tir con fuerza. No tard en +presentarse Ramiro. + +--Esa mujer est ah... Quieres que la eche?--pregunt el viejo, sin +aguardar las rdenes de su amo. + +--No. Condcela a la sala, enciende todas las lmparas y avisa a Dolores +que suba. + +El criado permaneci inmvil, mirndole con sorpresa. + +--Y vas a consentir que esa... + +--Silencio!--exclam el mayorazgo con energa, llevando el dedo a los +labios.--Haz inmediatamente lo que te mando. + +El viejo se alej gruendo. Al instante se present la doncella. + +--Dolores, di a la cocinera que prepare cena para la seora que est +abajo, y que haga todo lo que sepa. Ilumina el comedor, saca la vajilla +fina, arregla el gabinete azul y toma del armario la ropa mejor para +ponerla en la cama... Que no le falte absolutamente nada. Aydala a +desvestirse: cualquier cosa que ordene la hacis inmediatamente. Ests +enterada? + +--S, seorito; pierda usted cuidado, que se la tratar como quien es. + +D. lvaro dirigi una mirada oblicua a la doncella y se apresur a +decir, algo acortado: + +--Despchate pronto y ensale el gabinete azul. Si desea dormir en otro +lado, puedes mostrarle tambin el que llamis cuarto del obispo. + +Otra vez qued solo y otra vez emprendi su paseo nervioso de un ngulo +a otro de la cmara. A pesar de la fortaleza y sosiego que haba +mostrado para rechazar las splicas del P. Gil, su cerebro trabajaba +agitado, febril. Aquella visita tan inesperada removi los recuerdos +felices y aciagos que se haban depositado en el fondo de su ser, y que +ya no le molestaban. Su vida matrimonial, que en aquellos tres aos se +haba ido alejando de su memoria como un sueo que la claridad de la +aurora desvanece, surgi de pronto delante de sus ojos, tan prxima que +la tocaba con la mano. Ni un pormenor faltaba al cuadro. Y ante aquella +visin sentase turbado, como si los sucesos acabasen de efectuarse. + +Despus de pasear algunos minutos a grandes trancos, comenz a detenerse +a menudo, prestando odo a los ruidos que llegaban del piso primero. +Adivinaba ms que perciba los preparativos que la servidumbre estaba +ejecutando en obsequio de aquella vil mujer que le haba revelado toda +la negrura y todo el dolor de la existencia: Ahora bajan la lmpara del +comedor... Ahora sacan la vajilla... Deben de estar haciendo la cama... +Ha salido gente: ser Rufino a buscar a la tienda alguna cosa... Parece +que estn hablando en el gabinete azul... + +Ya no paseaba. Con el odo pegado a la cerradura, recoga vidamente +todos los rumores que llegaban de abajo. Y como llegaban demasiado +confusos, concluy por abrir la puerta, avanzar cautelosamente hasta el +pasamanos de la escalera y escuchar desde all, inmvil, recogiendo el +aliento. Haba imaginado vagamente que su esposa, una vez sola y libre, +subira hasta su cuarto para hablarle. Lo hubiera deseado, para darse el +gozo de arrojarla con algunas frases despreciativas que le llegasen +hasta el fondo del alma. Hubo un instante en que pens que este deseo se +realizaba. Sinti pasos en la escalera: toda su sangre fluy al corazn; +se apresur a dejar el pasamanos y a meterse de nuevo en el cuarto. Era +Dolores que suba a pedirle una llave. Cuando se fue, torn a su +espionaje; permaneci en la escalera largusimo rato sin saber por qu +haca aquello. Escuch el rumor confuso de la conversacin de Dolores y +su mujer. La doncella era charlatana; Joaquinita tambin tena un +temperamento expansivo: la pltica se animaba cada vez ms. Hasta se le +figur percibir algunas alegres carcajadas de su esposa, que le +sorprendieron ms que le indignaron. Por fin not que se pona a cenar. +Dolores iba y vena con los platos. Termin la cena. La doncella se +detuvo en el comedor y prosigui la charla. Cansado de estar en pie, se +sent en uno de los peldaos de la escalera. Al hacerlo sinti vergenza +y comenz a darse alguna cuenta vaga de las emociones que embargaban su +espritu. Una hora larga esper de aquel modo, percibiendo el rumor +confuso de las voces, en el cual nada poda distinguir, ni siquiera cul +era la de su esposa y cul la de la criada. Al cabo observ que salan +del comedor. Todava se figur que su mujer aprovechara aquella ocasin +para subir a visitarle. Se puso en pie vivamente y se prepar a meterse +en su cuarto tan pronto como sintiese pasos en la escalera. Pero esper +en vano. La seora se dirigi con Dolores hacia el gabinete azul. Sinti +cerrarse la puerta tras ellas: luego not que se abra de nuevo y sala +la doncella y tomaba el camino de su cuarto. Sin duda haba ayudado a +desnudarse a la seora y la dejaba en la cama. + +Con la cabeza entre las manos, los codos apoyados sobre las rodillas, +permaneci inmvil, abstrado, escuchando ya solamente la voz de su +pensamiento y los latidos de su corazn. Un vivo despecho, del cual no +quera darse cuenta, le morda cruelmente las entraas. Senta la +necesidad de avistarse con su mujer, de injuriarla, de escupirla, de +abofetearla. Por qu haca unos instantes se haba negado a recibirla, +y ahora ansiaba de aquel modo tenerla delante? El mayorazgo crea que +era porque su odio y su indignacin haban crecido. No supo el tiempo +que permaneci en aquella postura. El deseo de verse frente a su esposa +arda cada vez ms vivo en su pecho, le pona inquieto, excitado; se iba +convirtiendo en una fiebre, en una rabia intensa que le devoraba. Oh, +tenerla entre sus manos, apretarla hasta hacerle gritar de dolor, +hacerle padecer en el cuerpo lo que l haba padecido en el alma! Puntas +de hierro candentes le pinchaban por la espalda, las manos le temblaban +como si le pidieran una estrangulacin con que calmar sus ansias; un +calor insoportable le suba de las piernas al cerebro. Las tinieblas se +espesaban, le envolvan en una atmsfera tibia, sofocante, como si se +hallase en un subterrneo. Hubo un instante en que pens que no poda +moverse; los miembros entumecidos se negaban a obedecer a su voluntad. +Hizo un esfuerzo, sin embargo, como si tratase de romper una tela que le +sujetara, y se puso en pie. + +Se dirigi con paso vacilante a su cuarto. La luz del quinqu que arda +sobre la mesa le hiri de tal modo que estuvo a punto de caer ofuscado. +Apagola de un soplo, busc a tientas la ventana y la abri de par en +par. Una rfaga viva de viento y agua le azot el rostro y penetr +rugiendo por la estancia, echando a volar los papeles de la mesa. D. +lvaro aspir con delicia el aire fro y hmedo, asomose a la ventana y +expuso su frente ardorosa a la inclemencia del chubasco. Las mil agujas +de la lluvia se le clavaron en las mejillas y convertidas en lgrimas +las baaron completamente. Por algunos minutos goz con voluptuosidad de +aquel fro, apeteciendo que le penetrase en el cerebro y sosegase su +desordenada actividad. La noche no era tenebrosa. A pesar del espeso +toldo de nubes, la luz de la luna consegua cernirse y esparca una +dbil y triste claridad. Slo cuando algn nubarrn ms espeso y ms +negro pasaba por delante de ella descargando su fardo de agua, la luz se +extingua casi por completo. Las olas se estrellaban contra los peascos +que sirven de baluarte al Campo de los Desmayos. El viento silbaba entre +las grietas de la torre de la iglesia. La msica lgubre de los +elementos embravecidos calm un poco la fiebre del hidalgo. + +Consolado por aquel refresco, respir con libertad; se crey dueo de +s. Sin embargo, a los pocos instantes el mismo deseo agudo, candente, +volvi a pincharle el cerebro. Oh, tener delante a la infame, vomitarle +en el rostro las injurias que su dolor y su indignacin haban acumulado +durante tres aos; luego cogerla as por el cuello y retorcrselo! Aquel +instante de placer compensara los tormentos que haba experimentado. Un +minuto que vala por toda una existencia de dolor. Y por qu no +gozarlo? No tena en su poder al verdugo de su dicha? No estaba all +debajo, durmiendo tranquilamente, mientras l se agitaba todava entre +crueles torturas? Apartose un poco de la ventana y se sec el rostro con +el pauelo. Sinti que era impotente para luchar con aquel apetito de +venganza. Toda su filosofa despiadada, indiferente, se haba ido a +pique. El mundo dej de ser pura representacin; se converta en +realidad innegable; la vida adquira el valor absoluto que tiene para +todo ser finito. Era forzoso, a despecho de la razn, satisfacer los +instintos animales que gritan en el fondo de nuestro ser. En vano, para +calmarse, se deca que todas aquellas emociones nada valan ni +significaban en el curso eterno de las cosas, que dentro de muy poco +tiempo todo sera humo; en vano se representaba la imbecilidad del ser +humano, luchando y padeciendo en holocausto de una fuerza que se burlaba +de l. Todos sus pensamientos se estrellaban contra un anhelo poderoso, +irracional que le dominaba. El bruto, como sucede siempre, poda ms que +el filsofo. + +Busc a tientas la salida, y apoyndose en las paredes lleg hasta la +escalera. Al bajar el primer peldao, sus botas rechinaron en el +silencio de la casa. Sentose y se despoj de ellas. Luego se desliz +hasta abajo sin hacer el menor ruido. Sin tropezar, por el conocimiento +perfecto de la casa, avanz por los corredores hasta llegar a la puerta +del gabinete azul. En aquel momento el gran reloj del comedor dio una +campanada. No supo a qu hora perteneca esta media. Acerc el odo a la +cerradura y estuvo un rato escuchando sin percibir ruido alguno. +Indudablemente Joaquina estaba ya durmiendo. Entonces se desliz hasta +la puerta de escape que la alcoba tena en el pasillo y volvi a poner +el odo. Al cabo de un momento pudo or una respiracin igual y serena. +Un vivo estremecimiento corri por todo su cuerpo al percibirla. Sinti +un nudo en la garganta, pero un nudo de fuego: el corazn quera +saltarle del pecho: apoy las manos sobre l para apagar el ruido de las +palpitaciones. La traidora dorma tranquilamente sin curarse de l. +Aquel deseo de reconciliacin era, pues, una farsa? Vena a buscar +dinero solamente? Qu miserable! Qu mujer tan odiosa! + +Empleando todas las precauciones imaginables, levant el pestillo de la +puerta y empuj. Tena el pasador echado por dentro. Entonces se fue a +la puerta del gabinete. Aqulla estaba abierta. Avanz por la estancia +sobre la punta de los pies conteniendo la respiracin, lleg hasta la +alcoba y levant las cortinas. Dio un paso ms y choc con la cama: puso +la mano sobre ella y la desliz hacia la cabecera. Sinti la presin del +cuerpo de su esposa al hincharse con la respiracin. Acerc el rostro +hacia el sitio donde deba de estar la cabeza de la dama, y dijo muy +quedo: + +--Joaquina, Joaquina. + +No despert. + +--Joaquina, Joaquina--repiti. + +Tampoco hizo movimiento alguno. Entonces la sacudi levemente por el +hombro, llamndola de nuevo. + +La dama dio un grito y despert despavorida. + +--Jess! Quin es? Quin va? + +--No te asustes, soy yo--dijo con voz dbil el mayorazgo. + +--Quin? Quin?--replic la dama, con seales de terror en la voz, +echndose hacia la pared. + +--Soy yo, soy lvaro... Mira--aadi con voz temblorosa,--s que has +venido a hacer las amistades... Has hecho bien... Olvidmoslo todo, +comencemos una nueva vida... + +La dama no respondi. Metida contra la pared, escuchbase su respiracin +an anhelante por el susto. + +--Hice esfuerzos sobrehumanos para olvidarte--prosigui con la misma voz +temblorosa, apagada por la emocin,--pero fueron intiles... Ests +metida a hierro y a fuego dentro de mi pecho... Has sido mi primero, mi +nico amor en este mundo... Me has hecho mucho dao, mucho! pero aunque +me hicieses mil veces ms, no se borrarn de mi alma los momentos de +dicha embriagadora que te debo... Te quiero, s, te quiero, te +adoro!... Aunque me llamen cobarde, indigno, lo repetir a la faz del +mundo entero... Si supieses cunto he sufrido! No ha sido mi dignidad, +mi orgullo destrozado lo que me ha hecho padecer... Mi corazn es el que +ha sufrido... Qu desconsuelo! Qu tristeza tan honda! Pareca como +si una mano helada me arrancase suavemente las entraas... Pero ya pas +todo... Verdad que ya pas?... Comenzaremos a amarnos de nuevo, como +aquella tarde en que te estrech entre mis brazos por primera vez, en +una calle de rboles de los jardines de Aranjuez... + +El mismo silencio por parte de Joaquinita. + +--Contstame... Te he asustado, vida ma? Perdname... Por qu no has +salido luego que se fue ese cura?... Pensabas que iba a arrojarte?... +No, preciosa ma... no... Te quiero, te adoro... + +Al mismo tiempo, alargando las manos, tropez con una de su esposa, la +cogi y la llev a sus labios con entusiasmo. La dama la retir +prontamente. + +D. lvaro qued sobrecogido. + +--Por qu me retiras tu mano?... No te tiendo yo la ma, y soy el +ofendido?... No has venido a reconciliarte conmigo?... + +--S, s, lvaro--murmur ella.--A eso he venido... Me has asustado... + +--Perdname, Joaquina... Si supieses qu alegra me causa el or tu +voz! Pens que nunca ya, nunca ya! la volvera a or. Quieres ser mi +esposa?--aadi bajando la voz, inclinndose para acercar la boca al +rostro de la dama.--Djame un sitio a tu lado, hermosa... Djame ser +una noche feliz... + +--No, lvaro, ahora no--volvi a murmurar la esposa infiel.--Maana... +Djame, estoy muy cansada... Djame hasta maana... + +--No te molestar. Me estrechar cuanto pueda y dormirs tranquila... + +--No, ahora no puede ser... Maana. + +--Por qu no? No quieres ser mi mujercita? No quieres que seamos +felices otra vez, como en aquellos primeros meses de nuestro matrimonio? + +--S, lo quiero... Pero ahora estoy muy nerviosa... Deseo quedarme +sola... Maana ser otro da, y te prometo ser tuya... Ah tienes mi +mano... Vete a dormir, lvaro... Hasta maana. + +Montesinos busc en la oscuridad aquella pequea y hermosa mano, que tan +bien conoca, y la apret contra sus labios perdidamente, la devor a +besos. Joaquina la abandon en su poder, esperando que al cabo se +marchara. Soltola, en efecto, pero fue para echarle los brazos al +cuello y apretarla contra su pecho, loco, perdido de amor, aplastando +sus labios con besos brutales, frenticos. La dama forceje rabiosamente +para desasirse, y lo logr, haciendo tambalearse a su marido de un +empelln. + +--Te he dicho que no quiero, que no quiero!--le grit con voz +colrica.--Si vuelves a tocarme, me marcho desnuda como estoy por esas +calles... Vete! Vete! + +D. lvaro qued clavado al suelo por el estupor. No eran sus palabras +las que le dejaban fro, horrorizado; era aquella voz aguda como la hoja +de un pual, que le llegaba hasta lo ms hondo del pecho. + +--Vete! Vete!--repiti ella alzando an ms el grito. + +En aquel momento ni un pensamiento cruzaba, por el cerebro del +mayorazgo: todas sus facultades quedaron aniquiladas, rotas por la +sorpresa y el horror del golpe. No senta ms que una viva impresin de +anhelo, como si se hubiese cado de algn sitio muy elevado y estuviese +an por el aire. El mundo desapareci en medio de aquella oscuridad; +nada exista en las tinieblas que le envolvan, ni siquiera su +pensamiento. Slo quedaba una voz estridente, fatal y un gran dolor, un +dolor eterno. + +--Vete! Vete! + +Tropezando con los muebles, brincando como si escapase de una +catstrofe, sali de aquella estancia. Se encontr en la escalera +agarrado fuertemente al pasamanos para no caer. All se detuvo y quiso +coordinar sus ideas. Por qu corra? Qu haba pasado? No se daba +razn de aquella huida repentina. Trat de volverse y penetrar de nuevo +en la estancia de su esposa y entrar en explicaciones; pero las piernas +se negaron a obedecerle. Un horror instintivo, como si hubiese delante +un pozo negro y hondo, le detuvo. Avanz, cogindose con ambas manos a +la barandilla, y lleg hasta su cuarto. El huracn, penetrando por la +ventana abierta, se haba enseoreado de l; los papeles volaban, los +muebles a que se iba agarrando estaban mojados. Sus manos tropezaron con +el silln del escritorio, y se sent sin intentar siquiera buscar los +fsforos ni cerrar la ventana. As permaneci inmvil, con los ojos +desmesuradamente abiertos en la oscuridad, sin sentir el fro que le +penetraba hasta los huesos ni el agua de los chubascos que le baaba a +intervalos la cabeza, no pudiendo determinar si el rumor que le +ensordeca y le mareaba era realmente el de las olas o sonaba tan slo +en su cerebro. + +As le sorprendi la claridad del da, un da triste y sucio, como casi +todos los del invierno en Peascosa. Alzose al fin como un sonmbulo, +entr en la alcoba y se dej caer pesadamente en la cama. Ramiro no pudo +despertarle a las nueve para tomar el desayuno. Era un sueo invencible, +de aniquilamiento, semejante a la muerte. Dorma en una inmovilidad +absoluta, con los ojos entreabiertos y el rostro densamente plido. +Cuando a las tres de la tarde sali de aquel profundo letargo, supo, sin +asombro alguno, que su esposa se haba marchado en la diligencia de +Lancia. + + + + +VII + + +Despus de desahogar su ira la hija de Osuna, sigui por la calle del +Cuadrante abajo, riendo todava nerviosamente algn tiempo. Pero aquella +risita se apag al cabo. Sinti un desasosiego extrao, cierto +abatimiento que hizo flaquear sus piernas. Detvose un instante: le +acometieron deseos de volverse y espiar de nuevo a la pareja que dejaba +all en el Campo de los Desmayos. El temor de ser notada la contuvo. +Aunque vagamente, se daba tambin cuenta de lo singular y censurable de +su conducta. Por qu haba hecho aquello? Quin era ella para espiar +los pasos de su confesor, ni menos reprenderle? Su despecho era tan +vivo, sin embargo, que no le permita arrepentirse. Tena la boca seca; +le ardan las mejillas. Sigui caminando apresuradamente, y se dirigi +al muelle. Estaba ya solitario. La brisa del mar le refresc un poco. Se +sinti, no obstante, tan agitada que no quiso volver a casa: necesitaba +charlar, distraerse. Ira a casa de D. Eloisa y cenara all como otras +veces. + +Justamente iban a ponerse a la mesa los esposos cuando lleg ella. Les +acompaaba el P. Norberto, lo cual significaba que haba callos. + +--Qu sofocada vienes, hija!--exclam doa Eloisa. + +--No sabe usted?... Vengo sola desde casa de D. Trinidad... Vengo a +cenar con ustedes... Pero hganme el favor de mandar un recado a pap. + +Se esforzaba en aparecer serena y risuea. + +--Conque solita, eh? Solita a las ocho de la noche--dijo D. Martn en +tono de broma. + +--Ay, si supieran ustedes qu agitada vena!... Anda tan poca gente por +la calle. En un momento en que me vi sola, ech a correr hasta que hall +a unas mujeres. + +--Qu? Tena usted miedo que la tomasen por una de esas palomas que +aqu el P. Norberto caza con lazo?--torn a decir D. Martn con tico +humorismo de cuartel. + +La joven se ruboriz hasta las orejas. Doa Eloisa dirigi una mirada +severa a su marido. + +--Vamos, no empieces a barbarizar, Martn. + +--Seor, yo no hablo ms que de la posibilidad de una +equivocacin!--replic el invlido riendo.--Y si no, que me diga el P. +Norberto si hay mucha diferencia en la figura entre una seorita y esas +amiguitas suyas. + +--No son amigas mas, D. Martn--replic riendo benvolamente el buen +sacerdote;--son ovejas descarriadas... + +--Pero usted no les tira piedras para que vuelvan al redil, sino +besos... + +--Oh! oh! D. Martn! + +El bueno de D. Norberto, capelln y organista de la parroquia, demasiado +modesto para aspirar a sacar triunfante la virtud y la fe entre las +clases elevadas, se dedicaba con entusiasmo haca ya tiempo a arrancar +del vicio a esas pobres mujeres que caen en l la mayor parte de las +veces por miseria. Se introduca en las asquerosas moradas que ocupaban, +las catequizaba haciendo esfuerzos titnicos de oratoria que le ponan +rojo como un tomate y le obligaban a toser y escupir de un modo +imponente. Y cuando el arte de Bossuet no produca efecto, apelaba al +dinero. Era un soborno piadoso en el que haba gastado el corto caudal +que heredara de sus padres y que se llevaba tambin la mayor parte de su +paga. Haba logrado el arrepentimiento de varias pecadoras, a las +cuales sola llevar a cierto asilo o convento establecido para ellas en +Valladolid, sufragando l, por supuesto, los gastos de viaje, +instalacin, etc. Pero a cambio de estos triunfos experiment el buen +capelln horribles desengaos. Muchas veces las bellas pecadoras se +mostraban arrepentidas, le sacaban todos los cuartos que podan y +concluan rindose de l y contando el chasco por la villa. Pero no +desmayaba en su obra. Estaba a prueba de risas y fracasos. Algunas que +comenzaron engandole, haban terminado arrepintindose sinceramente. +El sueo de D. Norberto era fundar en Peascosa un convento de +arrepentidas. Para lograrlo sera capaz de andar pidiendo limosna por +toda la provincia, de trabajar l mismo como bracero en el edificio, +hasta de renunciar a comer callos por el resto de su vida. + +En la villa todos conocan esta su mana. La mayor parte se mofaba de +ella. No haba quien no se creyese con derecho para darle acerca del +particular su bromita ms o menos pesada, segn la educacin del +individuo. Mas, por mucho que lo fuesen, jams se le vio enfadarse ni +dar siquiera seales de impaciencia. Rea bondadosamente o se alejaba +tapndose los odos. Nadie dudaba tampoco, aunque algunos lo +aparentasen, de su recta intencin y del completo desinters con que +trabajaba en este asunto. Las mismas mujerzuelas, que le engaaban, no +osaban calumniarle, y si alguna lo haba hecho, pronto fue +categricamente desmentida por sus compaeras. + +--Martn, te pido por Dios que no desbarres!--exclam llena de angustia +D. Eloisa. + +--Mujer, hablo de besos msticos. + +--S, D. Eloisa--se apresur a decir D. Norberto,--su esposo quiere +referirse a los medios suaves que necesito emplear para convencer a esas +desgraciadas. + +D. Martn, comprendiendo que haba ido demasiado lejos, asinti, no sin +dirigir un guio expresivo al capelln. + +Sentronse a la mesa. Obdulia haca esfuerzos atroces por comer, pero su +estmago se negaba a recibir alimento alguno. Segua en un estado de +agitacin bien visible. D. Martn la embrom acerca de su falta de +apetito. Estara por ventura enamorada? A pesar de su inclinacin a la +iglesia, l apostaba a que haba de concluir apasionndose +violentamente. De una sola ojeada conoca l los temperamentos +destinados al amor. Haba ciertas seales: la ojera, que ella tena muy +pronunciada, los ojitos un poco entornados, los labios secos... y otras, +y otras. El jefe de invlidos volvi a deslizarse. D. Eloisa estaba en +brasas, y otra vez le llam al orden con voz angustiosa. Suceda esto +muy a menudo. D. Martn gozaba lo indecible colreando las mejillas de +las damas con sus frases atrevidas. Le pareca que era el adecuado +complemento de aquella otra tendencia que senta a enrojecer las de los +caballeros con sus proverbiales bofetadas. Ambas inclinaciones acusaban +su temperamento heroico y daban testimonio innegable de su procedencia +del arma de caballera. Obdulia sola responderle con oportunidad y con +gracia, dejndole no pocas veces amoscado; pero la preocupacin que +ahora la embargaba le impidi tomar nota de sus palabras y darles su +merecido. Antes de terminar la cena sintiose indispuesta y tuvo que +salir a otra habitacin y arroj cuanto haba comido. + +A los postres lleg D. Serafina Barrado con su capelln y mayordomo. +Ambos venan encarnados, risueos y extraordinariamente locuaces. Los +ojos les brillaban con fuego alegre y malicioso, que llam la atencin +de sus amigos. + +--Ah va un cigarro, D. Martn--dijo el joven presbtero, ofrecindole +uno de acreditada vitola, igual al que l estaba chupando +voluptuosamente. + +--Buen tabaco!--exclam el amo de la casa dndole vueltas entre los +dedos.--Qu latigazos se pega usted, amigo! + +--Regulares, regulares--respondi el clrigo con sonrisa de +satisfaccin, dirigiendo al mismo tiempo una mirada expresiva a su +antigua ama, que le pag con otra brillante y cariosa. + +--Dnde los compra usted? + +--No los compro: me los regalan. + +Otro cambio de miraditas risueas y apasionadas. + +--Ah! Entonces le salen a usted por una friolera. Se puede saber quin +es el seor tan generoso... + +--No es seor; es seora. + +Otra miradita. + +--Ah, pcaro! Ya saba yo que gozaba usted de gran favor entre las +damas. + +Por la fisonoma alegrsima de D. Serafina corri una nube que la +oscureci momentneamente. + +--Es regalo de D. Serafina, con motivo de ser hoy mi cumpleaos--se +apresur a decir el presbtero. + +--Ya me pareca a m que venan ustedes hoy demasiado contentos!... Con +tan fausto motivo hubo juerga, verdad? + +--Cmo juerga?--pregunt D. Joaqun con cierta inquietud, temiendo la +franqueza militar de su amigo. + +--S, una comidita ntima con algunos platos extraordinarios y un par de +botellas de _burdeos_. + +--No fue _burdeos_--replic D. Joaqun riendo,--Fue borgoa. + +--Mejor que mejor. + +--Ya lo creo!--exclam D. Serafina, comindose con los ojos a su +capelln. + +Y volvi a comenzar entre ellos el tiroteo de miraditas y guios, +prodigndose mil atenciones tiernas que denotaban un estado de felicidad +perfecta. + +La llegada de D. Rita no turb poco ni mucho su xtasis delicioso. Esta +seora, pequea y regordeta, con grandes ojos negros sin expresin y +dientes grandes tambin, sanos y amarillos, entraba siempre con un cesto +donde guardaba la labor. Sacbala con lentitud, trabajaba media hora en +silencio escuchando atentamente todo lo que se deca, y al cabo recoga +de nuevo los brtulos y se iba a hacer lo mismo a otra parte. De este +modo recorra en la noche tres o cuatro casas. Era su mana la de saber; +saberlo todo, hasta lo ms trivial e insignificante. Se la toleraba bien +en todas partes, porque a pesar de su desmedida febril curiosidad nunca +hubo disgusto alguno por su causa. Gozaba con saber tan solamente: era +un placer desinteresado, intenso, como el de los hombres de ciencia que +no miran el resultado que sus conocimientos les puede dar. Como el avaro +amontona en su caja monedas de oro sin pensar en utilizarlas jams, as +D. Rita atesoraba en su cerebro cuantas noticias privadas poda recoger +en sus peregrinaciones por la villa, sin molestar a nadie con ellas. +Pocos se guardaban, pues, de hablar secretos en su presencia; pero si +alguno lo haca y llegaba a notarlo, le acometan tales ansias y +congojas por conocer lo que le ocultaban, que no dorma, ni descansaba +un momento; andaba plida, ojerosa, se haca grosera, intratable. Una +vez que descubra el ansiado secreto, aunque fuese la cosa ms balad, +recobraba la calma y serenidad, volva a su ser dulce, pacfico, +inofensivo. Algunos sujetos maleantes, como don Martn, el P. Narciso, +D. Joaqun y otros, solan embromarla fingiendo algn misterio entre +ellos, la atormentaban, le hacan perder el juicio de pura curiosidad. + +Pero cuando entr el P. Narciso, D. Joaqun se puso ms grave, ocultando +a su compaero aquella dicha inefable, que le retozaba dentro del alma, +evitando encontrarse con los ojos alegres, chispeantes de su antigua +ama. Aqul sinti en seguida en la nariz el tufillo aromtico del +cigarro, dirigi una mirada escrutadora a su colega, otra a D. Serafina +y se puso al tanto. + +--Hubo _gaudeamus_, verdad?--pregunt por lo bajo. + +D. Joaqun neg descaradamente. + +Unos tras otros fueron llegando Consejero, Cndida, D. Filomena, el P. +Melchor, Marcelina y, en suma, casi todos los tertulianos habituales. +Formronse pronto los grupos de siempre, se disgregaron los elementos de +aquella sociedad, operndose en ella el fenmeno qumico de las +afinidades electivas. Mas esta operacin no se efectuaba sin las +violentas conmociones y sacudidas que se observan en el seno de la +naturaleza, sin las acciones y reacciones a que da origen toda +fermentacin. Aquella noche Cndida, la huesuda seorita que ya +conocemos, en vez de ir a besar la mano al P. Melchor y sentarse a su +lado y cuchichear toda la velada, fue a hacer lo mismo con el P. +Norberto. Por qu esta desercin? En la tertulia nadie lo saba ms que +los interesados y D. Rita. El P. Melchor haba tenido la imprevisin de +decir en una casa que los roquetes que le haca la citada joven eran +escasos de manga, y que le costaba trabajo con ellos doblar el brazo. En +cambio, haba elogiado calurosamente un alzacuello que le haba regalado +D. Marciala. El caso era grave, como cualquiera comprender, y deba +producir este triste resultado. D. Marciala, viendo al padre Narciso +cada vez ms inclinado a admitir y agradecer la fervorosa admiracin de +D. Filomena, mostraba su sentimiento y despecho, acercndose a D. +Melchor y hablndole con afectado cario. D. Filomena, despus de +algunos aos de adoracin resignada, silenciosa, haba llegado, cuando +ya no lo esperaba, a la meta de sus aspiraciones. Tanta atencin, tanto +cario haban logrado al fin cautivar el espritu del elocuente capelln +de Sarri, quien daba claras muestras a la viuda de su afecto. Despus +de haberlo intentado en vano muchas veces, aqulla haba recabado de l +que fuese preceptor de su hijo, y que tomase el cargo con aficin. Su +temperamento dominante y fogoso se manifest en seguida. El pobre nio +tuvo que experimentar no slo un trabajo excesivo, superior a su edad, +sino una serie de castigos crueles, malvolos, refinados. Y D. +Filomena, que era la dulzura personificada, que jams haba levantado la +mano sobre su hijo, consenta impasible que aquel hombre lo azotase +despiadadamente. Acallaba su conciencia dicindose que era para su bien. + +Marcelina, que haba soado con suplantar a D. Serafina en el corazn +de D. Joaqun (y en realidad haba cierto fundamento para este sueo, +pues el joven presbtero no cesaba de distinguirla entre todas), andaba +ya bastante desengaada. Adquiri el convencimiento de que aqul la +tomaba como instrumento para hacer padecer un poco a su ama y tenerla +ms atenta y sumisa. Tal conviccin la empuj de nuevo hacia D. Narciso, +a quien haca tiempo haba abandonado; pero ste, que nunca le haba +profesado gran aficin, como a Obdulia, la rechaz sin miramientos. Si +embargo, la ex-joven segua luchando bravamente con D. Filomena. Haca +pocos das haba regalado al capelln una colcha de crochet que era una +verdadera maravilla de trabajo pacienzudo y habilidoso. Por cierto que +la viuda, al verla sobre la cama del clrigo, experiment un vivo +disgusto y llor muchas lgrimas en secreto. + +Estas agitaciones espirituales, estas luchas de sensibilidad y +abnegacin entre las piadosas damas que all asistan, eran precisamente +las que daban algn inters dramtico a aquel mundo sereno, inocente. No +eran ciertamente las competencias groseras que se establecen en las +sociedades profanas, donde las intrigas afectan un carcter violento, +donde las relaciones del varn y la hembra tienen su fundamento siempre +en la explosin de los sentidos, llevan el sello abominable de la +animalidad. Aqu todo se efectuaba de un modo suave, inocente, +espiritual: los pequeos sacudimientos de que hemos hecho mencin +semejaban el leve rizado de un lago trasparente y hermoso. Era aquella +tertulia como una antesala del cielo, donde las relaciones de los +ngeles, de los santos y las santas alcanzan el supremo grado de la +pureza inmortal. + +Lo que estaba pasando por el alma de la hija de Osuna confirma bien la +idea que acabamos de formular. Despus de experimentar aquel trastorno +gstrico, hijo de la excitacin en que se hallaba, cay en profundo +desfallecimiento fsico y moral. Senta la impresin de si hubieran +cometido con ella una gran perfidia, y aunque su pensamiento le deca +vagamente lo absurdo de tal sensacin, no poda minorar su intensidad, +ni menos desecharla. Odiaba al P. Gil, le odiaba con toda su alma. Dara +algo por vengarse. De qu? No se lo deca; pero all en el fondo del +alma estaba persuadida de que tena razn para ello. Form resolucin +inquebrantable de no confesar ms con l. Con l! Un sacerdote que +entra de noche en los portales a cuchichear con mujeres hermosas y +elegantes! Puf! Sera vergenza el hacerlo. Obdulia estaba bien segura +de que la mujer que hablaba con su confesor era linda. Esta seguridad la +torturaba. Por supuesto que, si tena el atrevimiento de venir a +hablarle, le dara un desaire de los gordos, le volvera la espalda. Y +confesara otra vez con D. Narciso. Y dira a sus amigas en qu +situacin le haba visto con una seora desconocida y elegante. Porque +no caba duda de que vesta con elegancia, bien lo haba reparado. Aquel +abrigo largo no estaba hecho en Peascosa. Quin sera? Alguna de +Lancia, seguro, que vendra a hacerle una visita. Y por qu se viene de +lejos a visitar a un sacerdote no siendo su madre, o su hermana o su +deuda? No sabe esa seora que la fama de los sacerdotes es muy delicada +y cualquier cosa la quiebra? El cerebro de la joven no cesaba de dar +vueltas y ms vueltas a estas ideas y a otras anlogas, mientras su +cuerpo permaneca inmvil, abatido, clavando los ojos obstinadamente en +las manos de D. Marciala, que no dejaba un momento su calceta. Sentase +enferma, deseaba irse; pero una vaga esperanza, que no poda definir, la +retena a su pesar. + +Mientras tanto el P. Norberto estaba sorprendido y confuso por las +inusitadas atenciones de que era objeto por parte de Cndida. El pobre +no estaba acostumbrado a que se las prodigasen. El bello sexo de +Peascosa le profesaba cierto desdn compasivo. Tenasele por un +sacerdote virtuoso, pero de muy cortos alcances. Sus mismos compaeros, +cuando hablaban de l, lo hacan sin dejar de los labios una sonrisa +medio protectora, medio burlona. Para las damas, la virtud del P. +Norberto no tena poesa, careca de ese encanto especial que en otros +sacerdotes la hace contagiosa, era una virtud pedestre, que no se +traduca en conceptos delicados y sublimes como en el P. Narciso, el P. +Gil y otros. As que rara era la joven que se confesaba con l, ni menos +la que apeteciese su conversacin o tuviese gusto en envolverle entre +nubes de incienso, como haca Cndida en aquel momento. Su misma +inclinacin a rescatar las mujerzuelas perdidas, por ms que se +respetase, no le haca simptico a las seoritas. Verdad que l se +pasaba admirablemente sin esta simpata y no le quitaba de engordar cada +da ms y pasar la vida riendo. Las lisonjas que le estaba vertiendo al +odo con voz insinuante su nueva hija de confesin, en vez de agradarle, +le turbaban, le molestaban visiblemente. Fue una de las pocas veces en +que pudo vrsele serio. Haca rechinar la silla, cambiando de postura a +cada instante, y restallaba los nudillos de las manos de un modo +formidable, tosa, se pona colorado, y de vez en cuando dejaba escapar +de la garganta un leve bufido con que su modestia alarmada protestaba. +Por ltimo, solicitado vivamente por la dulce perspectiva del tresillo, +aprovech una pausa de la doncella para levantarse y decir torciendo un +poco las caderas a guisa de saludo: + +--Con permiso de usted, seorita. + +En cuanto sali de aquella situacin angustiosa, su faz sangunea se +dilat y volvi a aparecer en ella la sonrisa de benevolencia universal +que le serva de principal ornamento. Su llegada al grupo donde estaban +Consejero, D. Martn, Osuna y otro caballero militar de Lancia fue +acogida con alegra. + +--Te presento--dijo D. Martn a su amigo forastero, bajando la voz y +echando una mirada recelosa alrededor para cerciorarse de que no le oa +su mujer,--al padre Norberto, un cura que te podr informar de todos +los _chamizos_ de la poblacin, si deseas conocer alguno. + +--Oh, oh! D. Martn, por Dios! + +--Atrvase usted a decir que no los conoce! + +--Hombre, s... de algunos s... Por desgracia, necesito entrar en ellos +alguna vez... + +--Este seor se dedica a las jvenes extraviadas--continu D. Martn, +dirigindose a su compaero, que sonrea lleno de asombro. + +--Jess! Considere, D. Martn, que este seor no me conoce... + +--Pues para que le conozca a usted hablo. + +D. Eloisa, de lejos, echaba miradas de terror a su marido, observando +la confusin de D. Norberto y la risa de los otros. + +--Bueno--prosigui el seor de las Casas, hacindose prudente y +conciliador,--yo no dir, D. Norberto, que usted vaya con mala idea a +esas casas de perdicin; pero lo que sostendr siempre es que les est +usted prestando un gran servicio: est usted haciendo su agosto. + +--Cmo, cmo?--pregunt asustado el clrigo. + +--Pues muy sencillo; ayudando a que se eleve el precio de la mercanca. +Recuerde el ejemplo de Carmen la zapatillera... + +sta era una muchacha a quien el P. Norberto haba conseguido sacar de +una casa de prostitucin y llevar a un convento. Al cabo de algn +tiempo se sali y volvi a la mala vida. Torn D. Norberto a persuadirla +al arrepentimiento, y otra vez ella se vino del asilo y se entreg al +vicio. + +--Y qu tiene que ver?... + +--Voy a explicrselo, padre, voy a explicrselo... Atiendan ustedes... +Cuando usted catequiz a Carmen, no me negar que la mercanca estaba +bastante depreciada ya... + +--Yo no s! Qu cosas tiene usted, D. Martn!--exclam el clrigo +azorado. + +--Me consta, padre, me consta. Pues bien, despus que estuvo un ao por +all y engord un poco en el convento y volvi rodeada de cierta aureola +de honradez, el precio se elev notablemente. Vuelve usted a llevrsela +cuando ya estaba un poco estropeadilla y la demanda haba mermado hasta +un punto que haca temer por la buclica, y ahora que viene otra vez +gordita y santificada, se cotiza de nuevo como en sus mejores tiempos. + +--Jess! Jess! Vaya todo por Dios!--exclam el clrigo tapndose los +odos, pero sin enfadarse.--No sea usted tan malo, D. Martn. + +D. Eloisa, que bien adverta lo que estaba pasando, se levant al fin +de la silla y vino hacia ellos, preguntando con mal humor: + +--No juegan hoy al tresillo? + +--Vamos all, vamos all--respondi su marido, sofocando la risa que le +flua del cuerpo, como a los dems. + +Sentronse Consejero, D. Norberto y l a la mesa, y no tardaron en +abstraerse de todos los ruidos mundanales bajo la influencia fascinadora +de la espada, la mala y el basto. Poco despus Consejero rechinaba los +dientes y se tiraba cruelmente del bigote, encontrndose dos veces +seguidas con el tres de bastos, su enemigo personal. Haca ya muchos +aos que se tenan declarada una guerra a muerte. Cada vez que le vena +a las manos, Consejero se crispaba, juraba sordamente como un carretero. +El tres de bastos, malintencionado y socarrn como ningn otro naipe, +gozaba al parecer con verle irritado, y se colaba bonitamente siempre +que poda en el montoncillo que le repartan. No slo en la tertulia, +sino en toda la villa era conocida esta antipata. Algunos, con ciertas +precauciones por supuesto, porque D. Romualdo se disparaba fcilmente, +le embromaban con ella. En cierta ocasin, pescando con caa detrs de +la iglesia, sac en el anzuelo un naipe que result ser el tres de +bastos. No le cupo duda de que lo haban tirado all con intencin, pero +no dijo palabra para que no se rieran. + +Mientras tanto Osuna haba ido a frotarse un poco contra D. Eloisa. +Entre todas las damas que asistan a aquella tertulia no haba ms que +dos gordas, D. Teodora y D. Eloisa. Estaba tambin en buenas carnes +D. Rita, pero era blanda, amarilla. Las dems escocia pura, como l +llamaba a las flacas, aludiendo al bacalao. As que no tena fin el +desprecio que nuestro jorobado profesaba a aquella sociedad degenerada y +exhausta de tejido adiposo. Slo iba por all a buscar a su hija, o +cuando materialmente no saba dnde refugiarse. D. Eloisa miraba con +benevolencia (como lo miraba todo la buena seora) aquella pasin que el +monstruo pareca sentir hacia ella. Cuando se le acercaba demasiado, +separbase dulcemente, sin extinguirse por eso su sonrisa bondadosa. En +cambio D. Teodora le tena un gran miedo, verdadero terror. Lo mismo +era aproximarse Osuna, que ya estaba la casta jamona sofocada, inquieta, +un color se le iba y otro se le vena. Pero era tal la vergenza que +senta, que no hubiera declarado a su mismo padre las insinuaciones del +sucio contrahecho. Qu diferencia entre este indecente y el sereno, +majestuoso y romntico D. Juan Casanova! Ni con D. Peregrn poda +comparrsele, con ser ste, en concepto de la madura doncella, un sujeto +mucho ms voluptuoso y terrestre. + +D. Peregrn haba llegado, segn costumbre, de los ltimos. Y si la +tertulia no advirti en la mayor estridencia de sus bufidos nasales, en +su parpadear infinitamente ms solemne y en la grave manera de poner +una pierna sobre otra y echarse hacia atrs que algo importante, +importantsimo, tena que comunicar, fue que no quiso advertirlo. +Aguard pacientemente, como todos los hombres seguros del xito, a que +hubiese una pausa, y cuando lleg, profiri con su voz gangosa, +penetrante, encarndose con el ama de la casa: + +--A que no sabe usted a quin acabo de ver entrar en casa de su +hermano, en compaa del excusador? + +A Obdulia le dio un salto tan recio el corazn, que pens caer al suelo. +Los dems, incluso D. Eloisa, alzaron la cabeza con curiosidad. + +--Quin era? + +--Su cuada Joaquina--grit ms que dijo el ex-gobernador interino de +Tarragona, como si anunciara el juicio final. + +Profundo estupor en toda la tertulia. + +--Mi cuada!--exclam. + +--Su misma cuada--confirm D. Peregrn con trompeteo horrsono. + +--No puede ser!--dijo D. Eloisa. + +--No puede ser!--exclam su marido, suspendiendo el juego. + +--No puede ser!--repiti D. Serafina Barrado. + +El ex-gobernador de Tarragona dej escapar por la nariz algunos +resoplidos fragorosos, como una locomotora que desaloja el vapor +sobrante, y repuso: + +--Creen ustedes, seores, que no tengo ojos en la cara? + +Esta pregunta trascendental, acompaada del adecuado fruncimiento de +cejas, produjo bastante impresin entre los interruptores. + +--Bien pudo usted haberse equivocado--dijo el invlido. + +--Es tan fcil!--exclam D. Eloisa. + +--La he visto como les veo a ustedes ahora, a tres pasos de distancia. +Vena yo de hablar con el sacristn para la cuestin del aniversario de +mi seor padre, cuando al embocar la calle del Cuadrante veo al P. Gil +con una seora que me pareci forastera. Quise saber quin era, y me +detuve un poco cerca del farol, ocultndome detrs del quicio de una +puerta. Era Joaquinita, sin duda alguna. Esper un poco y los segu con +la vista hasta que entraron en casa de Montesinos. + +--Pero usted la conoce bien?--pregunt el P. Narciso. + +--Lo mismo que a usted. + +--Peregrn, debes tener presente que no le has hecho ms que una visita +en Madrid, y por la noche, segn me has dicho--apunt tmidamente D. +Juan. + +El ex-gobernador arroj a su hermano una mirada de indecible desprecio. + +--Juan, no metas la pata. + +--Peregrn, no s por qu... + +--Juan!... + +--Peregrn!... + +--Que no la metas! Que no la metas! A esa seora la he visto despus +de visitarla otra porcin de veces en la calle, y la he saludado. Por lo +tanto, me veo en la triste necesidad de manifestarte que lo que acabas +de decir es una impertinencia. Cuando he asegurado que conoca a esa +seora, es porque la conoca. Yo no hablo nunca a humo de pajas. Si +fuera un hombre ligero y sin fundamento, no hubiera podido ocupar las +posiciones que he ocupado. Srvate de gobierno. + +--Ahora que me acuerdo--dijo Cndida,--hoy he visto apearse de la +diligencia a una seora rubia con un traje muy elegante. + +D. Peregrn alz los hombros con un gesto de profundo desdn, como si +quisiera decir: A qu viene usted en mi apoyo para contrarrestar los +absurdos de este necio? + +Aquel dato y aquel gesto concluyeron de aniquilar a D. Juan, cuyo rostro +expres el abatimiento. Pero D. Teodora, con sus grandes ojos serenos, +le clav una mirada tan afectuosa que las facciones del caballero, +contradas por la pesadumbre, se fueron dilatando gradualmente, y una +plcida sonrisa melanclica concluy por esfumarse en sus labios. La +frente de D. Peregrn, en cambio, qued surcada instantneamente por una +porcin de arrugas. La innegable superioridad que tena sobre su +hermano, de qu le serva? Cuanto mejor la demostraba delante de la +fresca jamona, tanto ms se inclinaba sta a favor de l. Razn tena el +juez de primera instancia de Tarragona cuando le deca que la mujer era +un tejido de contradicciones. + +Obdulia sinti que una alegra intensa, infinita, le entraba a chorros +dentro del alma. Su cuerpo, enervado, incapaz de movimiento, adquiri +sbito la ligereza de un pjaro. Quera salir prontamente de aquella +estancia y surcar los aires y cantar su gozo. Cualquiera podra observar +el cambio operado en ella. Al mutismo obstinado en que yaca sucedi una +locuacidad extrema, una charla animada, insustancial, entreverada de +carcajadas extraas en que se placa, desahogando la emocin que la +embargaba, estirando sus nervios encogidos. Ni saba bien lo que estaba +diciendo, ni D. Filomena, con quien platicaba, se enteraba tampoco, +atenta a contemplar la faz inteligente del P. Narciso y gozar del brillo +de sus humoradas. Al poco rato sinti la garganta seca y calor inusitado +en las mejillas. El caballero de Lancia, que all estaba, hizo la +observacin, que se apresur a comunicar a Osuna, de que su hija tena +los ojos muy negros y brillantes, y que le sentaban muy bien las rosetas +encarnadas que el calor le haba sacado en el rostro. + +La noticia haba producido sensacin en todos. Pocos eran los que +conocan all a la esposa de Montesinos, aunque nadie ignoraba los +incidentes del drama conyugal que haba retrado al mayorazgo a +Peascosa. Pero lo que en los extraos era pura curiosidad, en la buena +de doa Eloisa se ofreci, como es lgico, con la apariencia de viva y +honda emocin. Quiso desde luego salir a saber lo que pasaba en casa de +su hermano, quiso despus que fuese su marido, quiso enviar un criado. A +todo se opuso D. Martn que, viendo las cosas con ms frialdad, +comprenda que cualquier paso de stos en aquel instante era inoportuno. +La conversacin se anim extremadamente, hasta el punto de que los +tresillistas suspendieron el juego y tomaron parte en ella. Los +comentarios que se hicieron, infinitos. Se forjaron mil hiptesis sobre +el caso. Unos opinaban que la esposa, arrepentida, vena a pedir perdn +a su marido, otros que haca el viaje tan slo para reclamar de l +alimentos, otros que su intento era entablar la demanda para formalizar +el divorcio, otros que el marido la haba llamado, no pudiendo desterrar +de su corazn el amor que la profesaba (la mayora del elemento +femenino se inclinaba a esta suposicin), otros que el P. Gil, _motu +proprio_, haba escrito a D. Joaquinita y haba preparado la escena, a +fin de que D. lvaro la perdonase, otros que haba persuadido a ste a +que la llamase a Peascosa. Ni faltaba tampoco quien supusiera que D. +lvaro y su esposa haca tiempo que mantenan correspondencia, y que era +ella quien resista venir a visitarle hasta la hora presente. + +--De todos modos, lo que no ofrece duda es que el P. Gil tiene una +intervencin muy principal en el asunto, y a l le pertenece la gloria +de la reconciliacin--dijo gravemente D. Narciso. + +--Si la hay--repuso Consejero. + +--La habr--replic el capelln.--La habr, y aqu D. Martn tendr +quiz el gusto pronto de ver un sobrinito que le distraer con sus +travesuras y sus gracias. + +D. Martn, a quien su alma de hroe no le quitaba de tener muchsimas +ganas a la herencia del cuado, cuya salud era endeble, arrug las +narices y murmur groseramente: + +--Me tiene sin cuidado. + +--No lo creo; no puedo creerlo, D. Martn. A usted no puede menos de +alegrarle que la noble casa de Montesinos no se extinga, que haya quien +lleve honrosamente este apellido... Luego ha de parecer bien aquella +casa tan grande con unos cuantos chicos que la alegren con sus risas y +sus gritos. La obra del padre Gil es de las ms meritorias que ha +llevado a cabo, y eso que las ha hecho muy buenas. + +Obdulia le clav una mirada colrica; pero templndose sbito, repuso +con sonrisa inocente: + +--Usted no tiene nada que envidiarle, don Narciso. Quin no recuerda en +la villa los muchos matrimonios que por su mediacin estn hoy bien +avenidos? Sin ir ms lejos, todo el mundo sabe que D. Feliciano quera +muy poco a D. Nieves... y ya ve usted, hoy estn como dos pichones. + +Este D. Feliciano era el marido que, segn se deca en secreto, haba +roto una pierna al P. Narciso arrojndole por las escaleras. + +Los circunstantes se miraron con inquietud. Hubo un silencio embarazoso. +Consejero solt la carcajada, y exclam, poniendo una carta sobre la +mesa, como si se refiriese al juego: + +--Anda, vuelva usted por otra! + +Todos comprendieron que se diriga al padre Narciso, y esto aument la +inquietud. El clrigo se puso colorado y murmur: + +--Gracias, gracias. Todos tenemos obligacin... + +--Usted va ms all de la obligacin, padre... Muchas veces lo que usted +hace es pura devocin--replic la hija de Osuna con encantadora +sencillez. + +--Arrea!--volvi a exclamar Consejero, con la vista fija en las cartas. + +--Qu es eso, D. Romualdo?--pregunt riendo D. Norberto.--Le ha tocado +el tres de bastos? + +--S, seor; pero me consuela que hay palos para todos. + +--Pues yo no tengo ninguno--replic el cndido presbtero. + +--Otro los recibir! + +--Hacemos todos lo que podemos; pero no cabe duda que unos pueden ms +que otros. El P. Gil es un santo, es un apstol de los primeros tiempos +de la Iglesia. Ninguno de nosotros tiene la presuncin de competir con +l en celo ni en sabidura--manifest D. Joaqun, viniendo en socorro de +su amigo, con una risita venenosa que hara saltar una piedra. + +--En sabidura puede que tenga usted razn, D. Joaqun--replic +vivamente Obdulia;--pero en celo, me parece que est usted en un error. +Es usted demasiado modesto... No es por adularle, pero tratndose de +celo, yo creo que es usted tan celoso como el primero, verdad, doa +Serafina? + +Un gruido de todo punto extrao se escap en aquel momento de la +garganta de Consejero, al cual sigui inmediatamente un violento golpe +de tos que le dej sin respiracin por algunos segundos. D. Joaqun +tambin sinti cierto picor en la garganta, que le oblig a toser +volviendo la cabeza. D. Serafina no contest a la pregunta, porque se +distrajo hablando con D. Eloisa. + +La conversacin cambi de rumbo, como si tcitamente todos convinieran +en que aqul era peligroso. Poco despus ces de ser general, y +volvieron a formarse los grupitos de costumbre. D. Martn estaba +malhumorado y disputaba a cada jugada. D. Eloisa hablaba tranquilamente +del caso. Ninguno, por estupendo que fuese, consegua alterar el sistema +nervioso de la buena seora. Su interlocutora D. Serafina segua +dirigiendo frecuentes miraditas y sonrisas a su capelln; pero ste se +haba puesto repentinamente serio, cejijunto. Una nube de tristeza pas +tambin por la bella alma apasionada de la respetable viuda, y sus +miradas comenzaron a ser tmidas, inquietas, llenas de muda +reconvencin. + +Son la campanilla de la puerta. Nadie lo advirti mas que el ama de la +casa y Obdulia, cuyo rostro se cubri de palidez. Clav los ojos en la +puerta con espanto, como si por ella fuese a entrar un aparecido: sus +nervios se pusieron en tensin bajo una misteriosa influencia magntica. +Un minuto despus alzose la cortina y apareci la esbelta figura del P. +Gil. + +Todos los ojos se volvieron hacia l con expresin de curiosidad. La +noticia de la llegada de Joaquinita los tena sobresaltados: se anhelaba +saber lo que haba pasado. Pero antes de que nadie hablase ni el +sacerdote diera paso alguno por la sala, Obdulia se levant de la silla, +avanz precipitadamente a su encuentro y se dej caer de rodillas a sus +pies. Al mismo tiempo le tom una mano y comenz a imprimir en ella +vivos y fuertes besos, mientras baaban sus mejillas las lgrimas y le +rompan el pecho los sollozos. El P. Gil quiso arrancarse a aquellas +demostraciones, pero no pudo. La arrepentida doncella le tena sujeto +con las manos crispadas. Turbado hasta lo indecible, no supo decir ms +que... + +--Obdulia, clmese usted... Clmese usted! Clmese usted, por Dios! +Levntese usted!... Levntese usted, por Dios!... + +Su faz blanca, nacarada, estaba cubierta de vivo rubor. Un soplo de +emocin delicada y mstica corri por toda la tertulia. Algunas jvenes +tambin se ruborizaron. Los clrigos se miraron unos a otros. Consejero, +despus de echar una mirada socarrona de absoluta indiferencia al grupo, +convirti de nuevo la vista a los naipes y murmur: + +--El Redentor y la Magdalena! + +Pero Obdulia solt al fin la mano del sacerdote y cay al suelo, presa +de un violento ataque de nervios. Entonces todas las seoras se +precipitaron hacia ella y le prodigaron los cuidados de costumbre. +Porque escenas semejantes e idnticos ataques se producan a menudo en +aquella tertulia de vrgenes nerviosas y viudas msticas. Salieron a +relucir los pomos, los frascos de antiespasmdico. Un olor penetrante de +ter se esparci en seguida por la estancia. + + + + +VIII + + +La distincin entre las llamadas naturaleza orgnica e inorgnica es +completamente arbitraria. La fuerza vital, como vulgarmente se la +concibe, es una quimera. La materia en que reside la vida nada tiene de +especial. No existe en los cuerpos orgnicos ningn elemento fundamental +que no se encuentre ya en la naturaleza inorgnica: la sola cosa +especial es el movimiento de esta materia. La vida no es ms que un modo +particular ms complicado de la mecnica: una porcin de la materia +total pasa de tiempo en tiempo de su curso habitual a otras +combinaciones qumicas y orgnicas; despus que ha permanecido en ellas +un cierto perodo vuelve al movimiento general. + +El P. Gil lea con profunda emocin estas y otras anlogas +proposiciones en un libro que haba sacado de la biblioteca de D. +lvaro. Despus que hizo un auto de fe con los libros histricos de +ste, referentes a los orgenes del cristianismo, estuvo mucho tiempo +sin tomar siquiera en las manos ningn otro de su biblioteca. Continuaba +visitando al mayorazgo de vez en cuando, pero hua de toda conversacin +metafsica. La salud de D. lvaro empeoraba a ojos vistas desde la +llegada y sbita partida de su esposa. Su tristeza, su estado miserable +le inspiraban cada da ms compasin. El horror que antes senta hacia +l haba desaparecido. Por encima de las diferencias religiosas y +filosficas, de la oposicin de inteligencia y carcter asomaba +briosamente el amor a la humanidad que lata en el corazn profundamente +cristiano del joven sacerdote. D. lvaro era un hermano que padeca. +Ante esta consideracin, todas las dems ceden en las almas donde ha +soplado el espritu del sublime Nazareno. Pero D. lvaro tampoco era el +malvado diablico, que se haba representado en los primeros das que le +conoci. A ratos lo pareca. Un demonio hablaba y rea por su boca en +ocasiones, maldiciendo de Dios y de los hombres. En otras, sin embargo, +mostrbase dulce, afectuoso, compasivo, y hablaba con tal inocencia que +pareca estar oyendo a un nio. Aunque se defendiese contra ella, el P. +Gil no poda menos de sentir cada da ms aficin a este desgraciado. + +Una maana departan los dos en el gabinete de la torre que serva de +despacho y biblioteca. D. lvaro haba pasado toda la noche tosiendo. +Estaba fatigado, molido. Al cabo de un rato cerr los ojos y se qued +traspuesto en la butaca. El P. Gil ni crey bueno el despertarle para +despedirse, ni se atrevi a marcharse sin hacerlo. En esta +incertidumbre, se puso a hojear algunos libros que andaban esparcidos +sobre la mesa. Tropezaron sus ojos con uno de geografa, y ley +distradamente algunos prrafos. Al cabo la lectura logr interesarle. +El autor describa pintorescamente algunas comarcas desconocidas y +ciertos fenmenos de la mar muy curiosos. La instruccin del P. Gil en +las ciencias naturales era limitadsima. En el seminario de Lancia +ocupaban stas un lugar muy secundario: apenas si se les exiga a los +alumnos algunas nociones insignificantes de fsica, qumica e historia +natural. Adems, siempre les haba profesado cierto desprecio inculcado +por el rector su maestro; el desprecio que los ascetas sienten hacia +todo lo que se relaciona con la materia. As que tales descripciones le +cogan de nuevas. El libro era clebre en el mundo cientfico; haba +odo hablar de l; pero nunca cayera en sus manos hasta entonces. +Titulbase _Cosmos_; su autor, Alejandro Humboldt. Cuando D. lvaro +abri los ojos al fin y le vio enfrascado en la lectura, le pregunt +sonriendo: + +--Le interesa a usted ese libro, padre? + +--Muchsimo. + +--Pues llveselo usted... Llvese usted el primer tomo, que se es el +segundo. + +Y levantndose y sacndolo de uno de los armarios, se lo present al +sacerdote. Este vacil en tomarlo. + +--Est condenado por la Iglesia? + +--No lo creo--replic sonriendo el hidalgo.--Es un libro puramente +expositivo, sin intencin alguna polmica. + +En esta confianza se llev a su casa el tomo primero y se puso con afn +a leerlo. Comenzaba con una descripcin elocuentsima del mundo sideral, +del panorama de las grandezas celestes. El autor desenvolva con pluma +vigorosa el mecanismo inmenso de los cuerpos que giran en el espacio. +Ante su vista asombrada pasaron mundos tras mundos, sistemas tras +sistemas en la sucesin sin fin de los universos estrellados, globos +inmensos volando en rpido torbellino sobre s mismos, lanzados a toda +velocidad en los desiertos del vaco. Qu velocidad, eterno Dios! Una +bala de can es una tortuga en comparacin con ellos. Estos globos, +millares y millones de veces ms grandes que nuestra tierra, caminan +centenares de miles de leguas por da. Bajo la accin irresistible de +fuerzas colosales, misteriosas, son arrebatados por el espacio con la +rapidez del relmpago. Y todos ellos son mundos donde palpita la vida +con eterna y maravillosa fecundidad: en la combinacin misma de sus +movimientos hallan la renovacin de su juventud y belleza: son otros +tantos soles que esparcen y trasmiten como el nuestro a otras tierras +que los acompaan su luz y su vida. En ellos tambin se alzan las +montaas hermosas coronadas de nieve, tambin suspira el viento en los +bosques y se retratan sus paisajes en los lagos silenciosos; tambin se +despliega en su superficie la inmensidad de los ocanos, agitados, +turbulentos unas veces, otras serenos, iluminados por los resplandores +de la luz crepuscular; tambin se sufre, tambin se goza, tambin se +lucha, tambin se ama... Y todas estas moradas del espacio navegan al +travs del ocano celeste sin temor a los escollos, a los choques o a +las tempestades, sostenidos y guiados por una fuerza invisible que jams +se equivoca. Ms all de esos millares de astros, que percibimos a +simple vista, hay cien millones que percibimos con el telescopio; ms +all de esos cien millones hay otros millones de millones ms, que +recorren la inmensidad con celeridades aterradoras. Eso que nos aparece +como un poco de polvo blanco, como leve imperceptible vapor, es una +nebulosa: millones de soles tan grandes y mayores que el nuestro la +forman, escoltados por una legin de planetas y satlites que respiran y +beben su aliento. Y esta nebulosa no es ms que una provincia del ter. +Ms all hay otras, y otras, hasta el infinito. + +Ante esos movimientos inconcebibles que arrastran por los desiertos +infinitos a millares y millares de soles; ante esa colosal catarata, esa +lluvia de estrellas que rueda sin cesar por los abismos del espacio; +ante esas rbitas inconmensurables; ante esas distancias y velocidades +donde la imaginacin se pierde, descritas con la firmeza de un sabio y +el fuego de un poeta por el barn de Humboldt, el joven presbtero se +sinti acometido de un vrtigo. Sujetose las sienes con las manos y +estuvo largo rato con los ojos cerrados. Al abrirlos, percibi las +mejillas hmedas. Algunas lgrimas se haban deslizado entre sus +pestaas. + +Una melancola profunda invadi su alma. Por qu? Todas aquellas +maravillas no pregonaban la grandeza del Creador? Sin duda; mas a pesar +de esto, el desconsuelo le ahogaba, como el hombre que repentinamente se +ve perdido enmedio del ocano. Estaba acostumbrado a medir su +insignificancia en el orden moral, su maldad y perversin comparadas con +la bondad infinita de Dios. Pero nunca haba visto de modo tan evidente +lo nfimo y microscpico de su naturaleza. La tierra que habitamos le +pareci un pobre globo ridculo navegando por el espacio sin ser notado +ni sentido de nadie. Las guerras, las grandes catstrofes y +trasformaciones histricas que en ella se efectan, cosas tan +despreciables y risibles como las luchas de los seres que habitan una +gota de agua. Y lo que era peor, Jesucristo, cuya figura, aun en sus +momentos de duda, se le apareca elevada siempre y majestuosa, se +presentaba ahora a su imaginacin como un grano de polvo; la historia de +la Redencin, tan insignificante como la cada de una hoja. + +Quiso penetrar ms en el estudio de la Naturaleza. Despus del _Cosmos_ +ley otra porcin de libros de astronoma, de fsica, de geologa. Poco +a poco se acostumbr a ver en los fenmenos naturales el resultado de la +actividad de las fuerzas inherentes a la materia. El mundo pudo haberse +formado, sin la intervencin de una Inteligencia, por la sola accin de +las leyes naturales. La antigua idea de un Arquitecto inteligente, de un +inspirador personal de los instintos se fue debilitando en su espritu. +Y cuando menos lo imaginaba comenz a dudar de la existencia de un Dios +personal separado del Universo. El acto de la creacin lo encontraba +inconcebible, absurdo. En todas partes vea la accin de una fuerza +constante que opera segn leyes fatales, no la de un Dios que puede +obrar por capricho, cuya voluntad es capaz de contrarrestar estas leyes. + +La idea era aterradora. El P. Gil haca esfuerzos desesperados por +arrojarla de su cerebro, aunque intilmente. Cay de nuevo en aquel +estado angustioso de duda en que le dejaran los libros de exegesis +bblica, mucho ms angustioso y miserable porque se vea lanzado en +pleno materialismo, lejos de la idea de Dios y de la inmortalidad. +Luchaba bravamente procurando representarse a todas horas las verdades +sublimes de la religin, la idea de un Dios padre de las almas, +arquitecto y director del Universo, a quien ofenden nuestros pecados, a +quien ablandan nuestras splicas y nuestras lgrimas; se agarraba con +toda su alma a estas firmes doctrinas; estaba un da entero unido con +fervoroso anhelo a ellas; pero cuando ms descuidado se hallaba, un +pensamiento impo, fatal, caa en su cerebro y lo volva todo del revs. +La idea del Dios personal separado del Universo le pareca un absurdo, +porque Dios no sera entonces infinito, pues que estaba limitado por el +mundo; la creencia de que nuestras oraciones pueden alterar el curso de +las leyes naturales, un cuento de viejas para engaar a los nios; la +religin, en conjunto, una serie de mitos, ms o menos ingeniosos y +bellos, creados por la fantasa viva, pero infantil an de los hombres. +Cuando esto le pasaba, el P. Gil se mesaba los cabellos y se morda las +manos; meta la frente por la almohada, a ver si lograba paralizar su +pensamiento. Se horrorizaba de s mismo. + +Despus del lamentable suceso que priv a D. Miguel de licencias para +confesar y decir misa, qued l al frente de la parroquia. Y aunque poco +despus se rehabilit al prroco, el obispo no quiso que apacentase otra +vez las ovejas de Peascosa. No le priv del curato (que esto no poda +hacerlo), pero le puso un coadjutor para desempearlo. Se encomend este +cargo interinamente al P. Gil, en espera del nombramiento definitivo. +Todo el peso y la responsabilidad de la cura de almas de Peascosa vino +a recaer, pues, sobre nuestro presbtero en los momentos en que ms +necesitaba l que curasen la suya, lacerada por la duda. El trabajo de +velar por los intereses de la religin, de mantener viva en aquel pueblo +la antorcha de la fe, que era para l antes un manantial de puros goces, +se le hizo molestsimo, odioso; se convirti en un tormento. Con qu +derecho suba a la ctedra del Espritu Santo a exponer la divina +palabra, o escuchaba en el confesonario los pecados del creyente, o +elevaba en el altar la sagrada Hostia, l, que dudaba si las palabras +del Evangelio fueron o no pronunciadas por Jess, si la confesin +auricular era ley divina o una institucin creada en inters de la +hierocracia, si el sacramento de la Eucarista encerraba una verdad +sublime o era una reminiscencia de los smbolos y misterios de las +religiones del Oriente? + +Muchas tardes, agobiado por sus pensamientos, sala de casa y recorra a +paso largo las orillas solitarias de la mar. La brisa le refrescaba las +sienes, la vista del ocano calmaba la fiebre de su cerebro. Sentbase +en un peasco batido por las olas, y permaneca horas enteras con los +ojos extticos clavados en el horizonte. La belleza imponente de aquel +espectculo no lograba cautivarle. Ni el clamor de las olas, ni su +cambiante manto de palo y plata y zafiro, ni los hermosos celajes +abrasados por los rayos del sol moribundo serenaban jams por completo +su frente. La misma arruga dolorosa la cruzaba siempre, la misma fatal +interrogacin se lea constantemente en ella. En esta agitacin eterna +de las aguas hay algo ms que una fuerza ciega empujando los tomos unos +contra otros? La luz hermosa que reverbera en el horizonte es algo ms +que una vibracin de la materia? Ese pjaro que hiende los aires y se +precipita en el agua para atrapar un desdichado pez y devorarlo, qu +misterio guarda dentro de su organismo? Yo mismo soy otra cosa ms que +una expresin individual de la fuerza que anima a todos los seres del +Universo? + +Pero cuando estos pensamientos, horribles siempre, le apretaban como las +cuerdas de un potro, se le hacan irresistibles, era cuando le acometan +al tiempo de ejercer alguna funcin de su sagrado ministerio. Si al +celebrar el santo sacrificio de la misa o dar la absolucin a un +penitente cruzaba por su espritu una de estas ideas negras, senta la +misma impresin que si le atenazasen el cerebro con un hierro candente, +le asaltaba una congoja que le dejaba paralizado. Pensaba morirse. Lo +deseaba ardientemente por librarse de aquel suplicio. + +Un da le avisaron para llevar el Vitico a un casero prximo a la +villa. Como era preciso caminar algn tiempo a campo traviesa, fue sin +campanilla ni convocar a los fieles. Sali solo con el sacristn, la +bolsa de los corporales colgada al cuello y en ella la Sagrada Forma. El +camino cea a trechos la orilla de la mar. Fascinado como siempre por +la inmensidad del ocano, distrajo su atencin del misterio inefable que +llevaba sobre su pecho, dej de balbucir oraciones y entreg su +pensamiento a las mismas meditaciones que noche y da le embargaban +haca tiempo. Los rayos del sol desparramados sobre los cristales del +agua le impulsaron a considerar la accin suprema, omnipotente de este +astro sobre la vida terrestre. l es quien la ha creado, quien la +sostiene, quien la renueva. La flor le debe su perfume, la fiera su +agilidad y su instinto sanguinario, nuestra alma sus impresiones ms +dulces o terribles. El sol es el padre de todo, del amor y del odio. +Consider despus que la vida no es ms que un dinamismo inmenso en cuyo +seno se trasforman las fuerzas formidables de la fsica y de la qumica. +Todos los seres de la tierra, hombres, animales, plantas, estn +ntimamente ligados. La vida de todos ellos es una misma, y esta vida +universal no es otra cosa que un incesante cambio de materias. Un +movimiento universal arrastra a los tomos, como a los mundos. Mil +ondulaciones se entrecruzan en la atmsfera, mil fuerzas se combinan, el +calor y la luz, la afinidad y el magnetismo se unen en los misterios del +mundo vegetal y mineral. Todos los seres estn constituidos de las +mismas molculas, que pasan sucesiva e indiferentemente de uno a otro, +de modo que nada les pertenece en propiedad. Nuestro cuerpo se renueva +de tal modo que al cabo de cierto tiempo no poseemos ya un solo gramo +del cuerpo material que poseamos antes. Este movimiento de renovacin +se opera en cada uno de los animales, en cada una de las plantas. Los +millones de seres que habitan la superficie del globo viven en mutuo +cambio de organismos. La molcula de oxgeno que ahora respiro fue ayer +respirada por uno de estos rboles que bordan el camino. La molcula de +carbono que arde en uno de estos montoncitos de hoja seca que sirven +para abonar la tierra, quiz haya ardido ayer en los pulmones de un +hroe. Quiz en una de esas conchas de ostras que yacen adheridas a +estas peas se esconda el fsforo que formaba las fibras ms preciosas +del cerebro de Jesucristo... + +Sinti dentro de su ser algo que se desgarra y cae. Haba olvidado por +completo que llevaba consigo el cuerpo divino del Redentor. Le pareci +una cosa tan extraa, tan fuera de la realidad eterna que vea y +palpaba, que imagin estar soando. Y sin saber de qu antro oscuro de +su ser venan, le acometieron unas ganas feroces, impas, de soltar la +carcajada. Qu comedia era aqulla? Un poco de harina amasada y tostada +ayer por el ama de D. Miguel se trasform por arte mgico en la persona +de Jesucristo, un ser que desapareci de entre los vivos hace diez y +nueve siglos. Esas leyes soberanas, sublimes de la Naturaleza, quedarn +violadas porque unos cuantos insectos de este microscpico planeta +reunidos en concilio lo decreten? Separ los ojos del mar y los fij en +el sacristn, que corra delante silbando a su perro, que se escapaba +detrs de unas gallinas. Qu reverencia la de aquel hombre, llevando a +su lado al Dios de los cielos, al Creador de todas las cosas! Y la +carcajada suba del pecho cada vez con ms mpetu, llegaba a la +garganta, tocaba en los labios, estaba a punto de estallar. Un extrao +temblor le hizo dar diente con diente; sinti la frente baada por un +sudor fro; se le turb repentinamente la vista, y cay al suelo sin +conocimiento. Cuando lo recobr, estaba en brazos del sacristn y dos o +tres labriegos que por all andaban. Le haban baado la cara con agua +fra, le abrieron la sotana y le quitaron el alzacuello. Uno le echaba +el humo del cigarro a la nariz. La bolsa de los corporales con el cuerpo +del divino Redentor yaca sobre la paredilla de un prado. El P. Gil se +apresur a recogerla, se la colg de nuevo al cuello, y despus de orar +un instante hincado de rodillas, sigui su camino sin separar los ojos +del suelo. + + + + +IX + + +Su confesor, hasta que le retiraron las licencias, haba sido D. Miguel. +Se confesaban mutuamente, como acontece entre los clrigos. Con l fue +con quien comunic primero sus dudas. El viejo cabecilla qued ms +sorprendido que escandalizado de ellas. Le parecan cosa tan +insustancial que no mereca la pena de fijar mucho tiempo la atencin. +Los dogmas eran para l como las leyes fsicas de la gravedad, la +impenetrabilidad, etc. Se contaba con ellos sin pensar en su existencia. +Todo el drama conmovedor de la pasin y muerte de Jess lo miraba el +prroco de Peascosa en el fondo como una especie de romanticismo que +sirve de acompaamiento obligado a la verdadera religin. sta consista +en la misa, los responsos, el rezo del da, el rosario, la abstinencia +de carne en los das de vigilia, y sobre todo en los derechos +parroquiales, que tal vez juzgaba simultneos con el acto de la +Creacin. No se paraba, pues, en analizar y desvanecer las dudas de su +excusador. Anda adelante.--No hagas caso.--Pataratadas!--Djate +estar.--Otra te pego!--Cmo no haba de resucitar al tercero da, +majadero? No ves que lo dice San Juan y San Mateo y San Marcos? stos +eran los consuelos que ordinariamente le prodigaba. + +Nuestro sacerdote unas veces se entristeca con ellos, pero otras se +confortaba pensando que no deba de estar tan condenado y maldito cuando +D. Miguel tomaba sus terribles dudas con tanta calma. Cuando a ste le +retiraron las licencias no tuvo ms remedio que buscar otro confesor. +Convencido de la hostilidad con que le miraban D. Narciso, D. Melchor y +D. Joaqun, no quiso desahogar con ninguno de ellos su conciencia, +aunque bien saba que en el tribunal de la penitencia nada tienen que +hacer las simpatas o las antipatas. Fue a dar con un joven capelln, +ms joven an que l, recin llegado del seminario. Era hijo de un +carpintero de la villa, tan tmido y encogido que apenas saba saludar, +feliz de verse elevado sobre su antigua condicin, tributando un respeto +sin lmites a todas las grandezas del cielo y a todas las pequeeces de +la tierra. ste qued vivamente impresionado con la confesin del P. +Gil, y desde luego trat de convencerle de que todo aquello vena del +demonio y que no haba otro remedio ms que ponerle la cruz y darse +buenas disciplinas, rezar y ayunar mucho. Por espritu de humildad y +obediencia, el excusador hizo lo que su confesor le mandaba, +secretamente persuadido, sin embargo, de que no adelantara nada. Ya +antes haba intentado estos medios, sin resultado. Las dudas seguan +atormentndole; se le ofrecan cada vez ms crueles, ms imponentes. El +tmido capelln pasaba un rato muy amargo cada vez que le confesaba; +temblaba y se azoraba como si le sucediese una desgracia: tanto padeca +y tales temores le asaltaban, no se sabe de qu, que poco a poco fue +excusndose de orle en confesin y concluy por negarse en absoluto. + +Entonces se le ocurri ir a ver a D. Restituto, prroco de una de las +aldeas inmediatas a Peascosa, hombre que pasaba entre sus compaeros +por avisado, prudente y aficionado a los libros. Decase que tena una +gran biblioteca y que en su juventud haba hecho en Lancia ejercicios +brillantsimos a una de las prebendas de la catedral, y que no se la +dieron porque el obispo la tena reservada para un sobrino. Don +Restituto, herido por la injusticia se haba retirado a aquel curato +rural, y nunca ms quiso salir de l para intentar nueva contienda. Si +continu dedicado al estudio de la teologa o pag en ella el desaire +que haba recibido, no se sabe con certeza. Gustbale, s, cuando alguna +fiesta o funeral le reuna con sus compaeros, mostrar erudicin y +excederles en ingenio y sutileza para defender cualquier proposicin; +pero los curas de las parroquias inmediatas todos eran _moralistas_, +esto es, ninguno haba estudiado la carrera lata de teologa ms que l. +Pocas gracias que los arrollase en las disputas de sobremesa. Por lo +dems, D. Restituto llevaba tanta labranza y estaba tan interesado en +ella, que no deba de tener mucho tiempo, ni humor tampoco, para +profundizar en la Dogmtica ni en la Patrologa. + +Nuestro acongojado presbtero sali una tarde, despus de comer, y +encamin sus pasos hacia la aldea donde moraba el telogo. Le conoca +bastante, pero no le trataba con intimidad. Estaba apartada la aldea +como media legua. El camino era vario y pintoresco: callejas estrechas +con altos setos de zarzal, trozos de bosque, vereditas entre maizales y +senderos al travs de los prados. A la entrada de una garganta, sobre +una vega de maz y teniendo detrs algunas praderas deliciosas, estaba +asentado el principal casero de la parroquia. La iglesia y la casa +rectoral estaban un buen trecho ms all, en una angostura sombra y +hmeda. Todo dorma en el silencio ms completo cuando el joven +sacerdote lleg. Las gallinas picoteaban en la calle delante de la casa; +un gato rabn se lavaba la cara sentado sobre la paredilla de la huerta, +y un mastn desorejado dorma de bruces sobre la tabla del hrreo vecino +de la casa. Este mastn fue el encargado de romper la paz de aquel +paraje, alzndose iracundo contra el advenedizo, ladrando con un grito +ronco, apagado, testimonio de su decrepitud. El P. Gil detuvo el paso, y +comenz a decir en tono dulce y persuasivo: + +--Toma, toma! Quis, quis! + +Que si quieres! El mastn, viendo al recin llegado achicarse, se +creci horriblemente. Guau, guau! grit, buscando el registro ms feroz +y amenazador que pudo hallar en su pecho. Al mismo tiempo clavaba una +mirada de exterminio en el presbtero y avanzaba, aunque con cierta +cautela, hacia l. ste, aterrado por aquellos ladridos salvajes, dio +tres o cuatro pasos atrs y extendi el brazo con el paraguas, que traa +para quitarse el sol, hacia adelante. Paraguas! El recurso de los +cobardes, debi pensar el mastn. Y se encresp de tal modo ante aquel +ultraje, que no lo hubiera pasado bien el clrigo a no salir a la puerta +una vieja chillando: + +--Cuco! Cuco! Aqu, Cuco! Fuera, Cuco! Maldito perro! Aqu!... +Aqu! Ven aqu! + +El perro vacil un instante, dej de ladrar y mostr bastante claramente +la resolucin de volverse otra vez a dormir como si no hubiera pasado +nada; pero la vieja no se dio por satisfecha; exiga un acto de +sumisin. + +--Aqu, Cuco! Aqu, ahora mismo! + +El Cuco baj la cabeza humildemente y emprendi hacia ella una marcha +lenta, penossima, como si el camino estuviera erizado de peligros. + +--Aqu! Venga usted aqu! + +Me trata de usted, malsimo! se dijo el perro, a quien no hacan +efecto las pompas y vanidades. Y avanz con mayores precauciones an, +asegurando bien la pezua a cada paso que daba, meneando el rabo de un +modo vertiginoso. + +--Aqu! Aqu!--segua gritando la vieja. + +Por fin, a una velocidad mxima de seis pasos por minuto, lleg el Cuco +a su destino. La vieja le cogi por la parte de oreja que le quedaba y +dio tres o cuatro tirones con fuerza. El perro lanz un aullido de +dolor. Luego le cogi por la otra, y otros tantos tirones. Mayor y ms +triste aullido an. Cumplidos sus deberes con la justicia de la tierra, +el mastn se retrajo de nuevo hacia la tabla del hrreo, no sin lanzar +por lo bajo algunas imprecaciones y blasfemias. Esta escena se repeta +unas cuantas veces al da, siempre que alguna persona sospechosa, como +ahora, llegaba con propsitos hostiles a la rectoral. El Cuco deploraba +en su fuero interno que no le hubieran rapado mejor las orejas. + +--Buenas tardes, D. Gil--dijo la vieja, cambiando sbito la expresin +colrica por otra sonriente, melossima, dando muestras de que le +conoca. + +El P. Gil, a quien no suceda otro tanto, respondi muy cortsmente y +pregunt por D. Restituto. + +--El seor cura debe de estar hacia el establo. Pase usted, D. Gil. Ir +a llamarlo. + +--No hay necesidad: yo mismo ir a buscarlo. El establo est aqu?... + +--S, seor; aqu detrs de la casa. + +Dio la vuelta a toda ella el sacerdote, subi algunos pasos por una +calleja sucia, y se encontr con una misrrima fbrica hecha de piedras +del ro sin labrar apenas, con una puerta desvencijada. Estaba cerrada, +y a nadie vio por all delante. Iba a dejar aquel sitio y volverse a la +casa, cuando detrs del establo oy ruido de voces. Fuese hacia all, y +hall, en efecto, a don Restituto, sorprendindose no poco del traje y +la situacin en que se le apareci. + +El anciano cura vesta unos calzones anchos de pana, remendados, como +los que gastan los paisanos por aquella tierra; traa en los pies +almadreas con escarpines de pao burdo, chaqueta lustrosa por el uso, +y camisa de lienzo hilado por el ama, sin alzacuello ni cosa que lo +valga. Era el traje de un labrador, sin quitar ni poner nada. Pero lo +que haca verdaderamente peregrino y estrafalario el atavo es que en la +cabeza traa un bonete viejo y grasiento. + +El P. Gil qued asombrado de aquella figura, y ms asombrado, cuando +advirti la ocupacin a que el prroco se entregaba. Estaba, con una +rodilla hincada en tierra, desollando un becerro. Le ayudaba en la +operacin el criado. Tenan al animal extendido entre los dos, la mayor +parte de l en carne viva ya. Volvi la cabeza D. Restituto al sentir +pasos, y hallndose con su joven compaero, se puso en pie y vino hacia +l con las manos ensangrentadas empuando un enorme cuchillo. + +--Qu milagro es ste, amigo? El futuro cura de Peascosa se digna +hacernos una visita!... Mira, no te doy la mano, porque ya ves cmo la +tengo. Bien de salud, verdad?... Por aqu tampoco hay novedad. + +D. Restituto trataba de t, familiarmente, a todos los clrigos ms +jvenes que l desde la primera entrevista. Cuando Gil le hubo explicado +el motivo de su viaje, mostr cierta extraeza, pero se apresur a +responderle: + +--Bueno, bueno. Yo voy a concluir en seguida. Vete a casa, y esprame. + +Pero el joven manifest deseos de ir a la iglesia. + +--A la iglesia?--dijo sorprendido. Entre ellos era costumbre confesarse +en casa.--Est bien. No hay inconveniente. Pide al ama la llave, y +esprame all. No tardar. + +Pluguiera a Dios que hubiese tardado ms! Y sobre todo, pluguirale que +hubiera tenido tiempo a lavarse bien. Porque el telogo despeda de s +un vaho de matadero que derribaba. Mientras dur la confesin, y dur +bastante, el P. Gil apenas pudo pensar en otra cosa. Sentase asfixiado +por aquel olor nauseabundo; acudanle unas congojas y sudores que +estuvieron a punto varias veces de privarle del sentido. Don Restituto +sinti verdadera satisfaccin en poder sacar a relucir su antigua +batera de proposiciones teolgicas. A cada duda que su atribulado +penitente le ofreca, contestaba victoriosamente con un texto latino. +Como el veterano descuelga con gozo sus armas a la seal de guerra, as +el viejo opositor a la lectorala de Lancia descolg de su memoria los +textos enmohecidos ya de Perronne y de Balmes. Cmo dudar de la +inmortalidad del alma, cuando sta es una cosa simple, y las cosas +simples no pueden descomponerse? Quin se atreve a imaginar que la +Iglesia catlica puede algn da perecer, cuando estn ah sangrando las +palabras de Jesucristo: Las puertas del infierno no prevalecern (_non +proevalebunt?_) Cmo se ha de dar ms crdito a la palabra de los +hombres que a la de Dios? Pues qu, la Divina Sabidura no ha dicho: +Yo para esto nac y para esto vine al mundo, para dar testimonio a la +verdad? Y este testimonio no est bien claro y bien patente en las +obras visibles que exceden al poder natural, por ejemplo, en la curacin +de los enfermos, en la resurreccin de los muertos y en otros admirables +milagros llevados a cabo por Nuestro Seor Jesucristo y por los Santos +Apstoles? + +El P. Gil recibi la absolucin, prometiendo no ser ms demente ni +idiota; as juzgaba don Restituto al que dudaba de las verdades +reveladas por anglico ministerio. Poco despus de besar aquella mano no +bien purgada de la sangre del becerro, y cuando se hubo levantado para +rezar ante un altar la penitencia, nuestro presbtero se sinti +indispuesto. Tuvo que salir inmediatamente de la iglesia, acometido de +violentas nuseas. En el prtico devolvi toda la comida. Llevole a casa +el cura, y quiso curarle con una taza de salvia, remedio supremo que +empleaba contra todas las dolencias que afligen al gnero humano; pero +su joven compaero, que saba a qu atenerse sobre su enfermedad, rehus +obstinadamente toda medicacin. El prroco entonces pas a mostrarle la +huerta, en la cual tena cifrado tanto orgullo como en la profundidad +de sus conocimientos teolgicos. Estaba llena de rboles frutales y +legumbres. No se vea una flor ni un arbusto de adorno. Desde all +pasaron a un vasto prado, donde tena unos cuantos operarios alzando +pared. D. Restituto comenz a darles instrucciones, aprob algunas +cosas, reprob otras, olvidndose por completo de su husped. Uno de los +operarios le particip que el molino haba parado porque el hijo de +Cosme haba desviado el agua ms arriba para secar el cauce del +riachuelo y pescar las anguilas. D. Restituto se enfureci y anunci su +propsito de demandar a Cosme y pedirle indemnizacin de daos y +perjuicios. De l no se burlaba nadie; estaba resuelto a hacer que se +respetase su propiedad. Desde all se corrieron a los maizales, y el +prroco mostr a su compaero con extremado gozo el estado magnfico de +las plantas. El agua haba venido muy a tiempo, pero ms que al agua se +deba a la gran cantidad de abono que haba echado. + +--T dirs: dnde podr hacer D. Restituto tanto estircol para una +tierra como sta, de quince das de bueyes? Voy a explicrtelo. Yo, +aunque tengo nueve cabezas de ganado, no podra abonar ni la mitad de la +tierra que llevo. Aqu del _intelectus_! En todas las parroquias, como +t sabes bien, hay una porcin de pobretes, a los cuales no es posible +sacarles un cuarto ni por bautizos ni por matrimonios ni por nada. Pues +bien, a estas calamidades vivientes les obligo a echar de vez en cuando +delante de sus casas (vulgo pocilgas) una buena cantidad de hoja seca o +tojo. Con el agua y el paso de los transentes y el estircol de las +reses que cruzan se convierte al cabo de algn tiempo en abono. Cuando +ya est bien podrido me lo traen y voy formando montn hasta que llega +el tiempo de distribuirlo por la tierra. Qu tal? + +Desde all saltaron a una heredad de prado. D. Restituto, en cuanto se +vio en ella, dej escapar una risita aguda y burlona, que hizo levantar +la cabeza a su joven compaero y mirarle con curiosidad. + +--Este es el _prado del molino de abajo_... el _prado del molino de +abajo_, ya sabrs... Cmo? no sabes la historia de este prado? Pues ha +corrido mucho por la villa... Perteneca a los mansos de la parroquia, y +haba quedado trasconejado cuando la venta de todos ellos. Yo lo +llevaba, y nadie en la parroquia se atreva a denunciarlo. Pero haba +aqu un tabernero rico llamado Lino (que ya revent, a Dios gracias, el +ao pasado), y este Lino le tena muchas ganas al prado. Al fin dio el +soplo en la administracin, guardando la mano, porque no quera ponerse +mal conmigo, y lo sacaron a subasta. Dos das antes de hacerse, vino +por ac el muy hipcrita y me dijo: Seor cura, voy a hacer postura al +_prado del molino de abajo_, pero si usted lo quiere me quedo en casa. +El tunante trataba de sonsacarme la cantidad que yo pensaba ofrecer. +No, no lo quiero; puedes rematarlo cuando gustes, le contest. El +hombre, viendo que yo no iba al remate, y sabiendo que ningn vecino +estaba en situacin de tirarle, se las prometa muy felices. Y mand a +Lancia a un primo hermano suyo. Pero a ste le fui a tropezar camino de +Peascosa, y le habl muy al caso, representndole el pecado en que +incurra rematando bienes de la Iglesia, le promet darle en arriendo el +prado, y le puse cuarenta duros en la mano. Qu haba de hacer el +hombre? Fue a Lancia, lo remat y me lo traspas a m acto continuo... +Vaya una risa que se arm en el pueblo, amigo! Lino enferm de rabia, y +en cuanto se le present ocasin, que fue al cabo de dos meses, viniendo +de una romera, le peg una pualada a su primo... Pero, anda, que +buenos cuartos le cost la tal pualadita! No lo hizo con diez mil +reales. + +Como ya el sol declinaba, despus de haberle enseado un lagar, que +acababa de construir para la sidra, D. Restituto llev de nuevo a su +penitente a casa y le convid a chocolate. Pero el excusador no se +senta an bien. Adems tena prisa. Rehus todo convite y emprendi el +camino de Peascosa. El cura le acompa un buen trecho. + +Fuera ya de sus fincas y comprendiendo por el continente reflexivo del +excusador de Peascosa que su nimo segua embargado por pensamientos +serios, D. Restituto quiso volver a la carga, aunque le pareciese +sobradamente demostrado que todas las dudas de su compaero no eran ms +que bombas de jabn, las cuales deshace con un soplo cualquiera que haya +saludado siquiera la Sagrada Teologa. + +--Debes fijarte, querido--le deca con proteccin ilimitada,--que las +verdades de la fe no son contrarias a la razn, sino que estn sobre +ella. Lo contrario de lo verdadero, qu es? Lo falso, no es cierto? Y +cmo ha de tenerse por falso lo que est divinamente confirmado? Las +cosas que sabemos por revelacin divina no pueden ser contrarias al +conocimiento natural, porque el conocimiento natural viene tambin de +Dios, puesto que Dios es el autor de nuestra naturaleza. Porque exceda a +la razn una cosa no debe reputarse contraria a ella. As dice San +Agustn que aquello que como verdad se demuestra por los libros santos, +sea del Antiguo, sea del Nuevo Testamento, de ningn modo puede serle +contrario. El entendimiento humano no puede llegar, naturalmente, a +conocer la existencia de Dios, supuesto que nuestra inteligencia en el +modo de la presente vida comienza su conocimiento por el sentido, y por +lo tanto, las cosas que no caen bajo el sentido no pueden percibirse +sino en cuanto por los sentidos puede colegirse su conocimiento... + +La tarde estaba fra y apacible. La campia se extenda debajo del cielo +trasparente, reflejando con tonos verdes, claros, amarillentos, los +rayos del sol que se ocultaba. El mar era una mancha azul all a lo +lejos. Los dos clrigos haban atravesado ya el casero principal, donde +las mujeres, sentadas a la puerta de casa, les daban las buenas tardes y +los nios acudan a besarles la mano. Estaban en la regin abierta, +ligeramente ondulada, que caracteriza la costa en aquel pas. El P. Gil, +silencioso, caminaba con la cabeza baja, levantndola de vez en cuando +para enderezar su mirada vaga, perdida, hacia lo lejos, a las tierras +rojas y a las rocas peladas que festonaban la orilla del mar. El sol +mora despidiendo su ltima llamarada, que enrojeca una parte del +horizonte. Y de all vena una leve brisa helada que coloreaba los dedos +y la punta de la nariz, vigorizando los msculos y produciendo +cosquilleo en los ojos. La campia se preparaba a dormir, exhalaba un +suspiro de bienestar, mezcla confusa de voces y mugidos, rechinar de +carros, taido de esquilas y rumor de olas, fundido todo y armonizado +en la amplitud de la llanura ilimitada. El P. Gil se esforzaba en +atender a los argumentos que su anciano compaero iba vertiendo con voz +profunda y solemne. Eran los mismos que haba estado oyendo durante +siete aos en las ctedras del seminario de Lancia. + +Al dejar la senda y penetrar en una callejuela estrecha vieron llegar un +hato de ganado avanzando lentamente. D. Restituto ataj su discurso +teolgico y se llev la mano a los ojos a guisa de pantalla. + +--Son mis vacas--dijo sordamente. + +Y antes que llegasen se puso a gritar al criado que las conduca: + +--Qu tiene la _Parda_, que cojea? + +--Debi meterse una espina. + +--Pues en cuanto llegue al corral la registras bien y se la sacas, +entiendes?... Es la mejor vaca que tengo--aadi por lo bajo, +dirigindose a su compaero. + +Y como ya estuviera entre ellas, el cura se acerc solcito, paternal, a +la Parda y comenz a acariciarle el testuz, bajando al mismo tiempo la +cabeza, para mirarle las patas. + +--To, Parda!... to! to!... Espina debe de ser, porque en las patas no +veo nada. Despus que se la saques la lavas bien con un poco de vino y +romero... Di a Teresa que te lo prepare... Nacida y criada en casa, +sabes t?--prosigui volvindose al excusador con la fisonoma +enternecida.--Me daba D. Jovino, tu feligrs, sesenta duros por ella... +Como si me diera ochenta! Esta alhaja no sale de casa. Qu anchura de +pechos, eh? Qu cuarto trasero! (Y se lo acariciaba blandamente con la +palma de la mano.) No da mucha leche, pero toda es manteca... Esta otra +tambin naci en casa... Quieta, Guinda, quieta!... Es ms torpe que la +otra... Una novilla todava... No hace quince das que ha parido por +primera vez... sta se deshace en leche... Repara, repara que ubre! No +puede andar con ella!... Cada chorro suelta como el dedo... Mira, +mira... Quieta, Guinda!... + +Y bajndose tir de una de las tetas al animal e hizo salir dos o tres +chorros de leche que humedecieron el suelo. Al mismo tiempo volvi su +faz, congestionada por la posicin tanto como por el gozo, hacia el +joven coadjutor. ste sonri por complacencia, pero separ al instante +la vista, no pudiendo reprimir bien la repugnancia que senta. + +Se puso de nuevo el hato en marcha y ellos tambin. D. Restituto cogi +otra vez el hilo de su discurso. + +--Ya s que hay quien dice que por la razn no puede demostrarse que +Dios es, y que esto slo puede obtenerse por la fe y la revelacin... +Error crassimo. La falsedad de esta opinin se manifiesta por el arte +de la demostracin, que deduce por los efectos las causas, y por el +orden mismo de las ciencias, porque si no hay ninguna sustancia +cognoscible fuera de lo sensible, no habr tampoco ninguna ciencia +supranatural, como se dice _in quarto Metaphysicorum_. Hay que +distinguir lo que es conocido _per se simpliciter_, y lo que es conocido +_quoad nos_. _Simpliciter_ que Dios es por s, es conocido... + +D. Restituto tena una memoria felicsima. Al cabo de tantos aos +recordaba perfectamente su Dogmtica, y la recitaba vertida al +castellano con el mismo nfasis que si la hubiera inventado. Tambin la +recordaba el P. Gil, porque la tena ms reciente, pero escuchaba con +atencin, por humildad, esforzndose en admirar la fortaleza de aquellos +argumentos, en considerarlos irrefutables. El anciano telogo se detena +a menudo, balbuca olvidando alguna demostracin, pero sbito tomaba +vuelo y se lanzaba vigoroso sobre las premisas, hacindoles sudar +inmediatamente las conclusiones apetecidas. + +--...Todo lo que se mueve se mueve por algo. O lo que mueve es movido o +no. Si no se mueve, tenemos lo que buscamos, un mvil inmvil, y a esto +llamamos Dios. Si se mueve, es por algo que le mueve, y entonces, o hay +que seguir as hasta el infinito, o tenemos que llegar a algn mvil +inmvil; pero en el orden del movimiento no puede haber proceso +infinito... ergo hay que suponer un primer mvil inmvil. Probemos ahora +que todo movimiento se determina por algo. Si algo se mueve a s mismo, +es necesario que tenga en s el principio de su movimiento... + +Caminaban por una senda estrecha abierta entre los maizales. El telogo +iba delante y el P. Gil detrs. Sbito aqul par en firme el paso y la +lengua. Al doblar un recodo se encontr de frente con el hijo de Cosme, +que traa colgado a la espalda un cesto mediado de anguilas. Verlo el +telogo y arrojarse sobre l sin conmiseracin fue todo uno. + +--Granuja! Grandsimo perro! Conque eres t el que me quitas el agua +del molino? Te voy a desollar vivo! Es tu padre quien te ensea esas +picardas? Es el maestro quien te las ensea? Desvergonzado, cnico! + +Le tena asido fuertemente por entrambas orejas, y a cada interrogacin +le daba una fuerte sacudida. El chico, comprendiendo bien que aquellos +interrogantes tenan un fin puramente retrico y no deban ser +contestados, limitbase a lanzar gritos de dolor inarticulados. + +--Ven ac, pilluelo! Quiero llevarte delante de tu padre! A ver si me +dices ahora que yo te tengo mala voluntad! Has de parar en un presidio! +Ven aqu, ven! + +Y como no era factible llevarle cogido de las dos orejas, el anciano +telogo se avino, aunque con profundo dolor, a soltar una, comunicando +instantneamente a la otra su parte de presin para que no se +desperdiciase nada. En esta forma, con el rostro encendido y los ojos +llameando de clera, dio la vuelta hacia el pueblo sin despedirse de su +compaero, llevando medio en suspensin al chico, que lanzaba quejidos +lastimeros. + +El P. Gil le contempl estupefacto hasta que le perdi de vista. +Permaneci todava unos momentos inmvil, abstrado. Y emprendi de +nuevo su camino que se acercaba cada vez ms a la orilla del mar, para +bajar por una rampa suave a Peascosa. La luz desapareca por momentos. +El fro aumentaba. El ocano en calma haba perdido su bello color azul, +cambindolo por otro gris con reflejos acerados. De vez en cuando un +soplo de viento helado haca correr por la tersa superficie de las aguas +un estremecimiento que las rizaba leve y momentneamente, como si al mar +se le pusiera carne de gallina. Y este estremecimiento se comunicaba al +joven presbtero y llegaba hasta el fondo de su ser. Lo que senta en su +alma no era ni dolor, ni agitacin, ni congoja; era tan slo fro, un +fro mortal que le roa los huesos. Nunca se haba visto tan solo y +desvalido. Sus ojos iban obstinadamente fijos en el suelo. No se +atreva a levantarlos e interrogar la inmensidad como otras veces. +Estaba seguro de su respuesta y la tema. + +Cuando lleg a las primeras casas del arrabal de la Gusanera haba +cerrado ya la noche. Al pasar por delante de una de las ms pobres y +sucias llam su atencin el estrpito de golpes y gritos que de adentro +parta. Detuvo el paso asustado y procur averiguar qu era aquello. Por +las pequeas ventanas iluminadas no se vea ms que agitarse +violentamente algunas sombras. A sus odos llegaban, entre el confuso +vocero, algunas blasfemias que le estremecan. De pronto se abre con +violencia la puerta y sale precipitadamente una masa negra, disparada +por unas manos que cierran de nuevo al instante. El P. Gil reconoci en +aquella masa negra a un clrigo. Se aproxim solcito y vio que era el +P. Norberto, con manteos y sin sombrero. + +--D. Norberto! Qu es eso? Qu le pasa? + +--Hola, querido. Nada, nada... no es nada--respondi sin aturdimiento. + +--S le pasa algo... Qu le han hecho a usted en esa casa? + +--Nada, nada... Vmonos que se rene gente. + +--Se va usted a ir sin sombrero? + +--Es verdad... Voy a pedirlo... Aguarda un poco. + +Pero en aquel instante sali de una de las ventanas de la casa y vol +por el aire el sombrero, cayendo enmedio de la carretera, esto es, cerca +de los clrigos. Al mismo tiempo una voz ruda dijo, acompandolo de +varias interjecciones: + +--Toma la teja, ladrn. Si vuelves por aqu, te vas sin las orejas. + +El P. Norberto se apresur a recogerla del suelo y ech a andar. + +--Pero explqueme usted...--le dijo el coadjutor juntndose a l y +haciendo esfuerzos por seguirle el paso. + +--Ya te lo explicar... Ah ms abajo. + +Cuando hubieron salido de la Gusanera, salvado la plaza y entrado en la +calle del Cuadrante, D. Norberto acort un poco el paso. El excusador +aprovech la ocasin para insistir en sus preguntas. + +--Vamos a ver, qu le ha pasado a usted? + +--Pues mira, en esa casa vive una muchacha, una nia que apenas tiene +quince aos, a quien su madre ha prostituido, entregndola a ese chaln +que llaman Pepe el Manchego. + +--Y usted ha ido all a ver si la sacaba de sus garras? + +--La haba visto ya otras dos veces, y no pareca mal dispuesta; pero no +s quin dio soplo a ese hombre, y hoy se present de repente y arm un +alboroto. + +--Jess! Est usted herido!--exclam el padre Gil, viendo correr +algunas gotas de sangre por las mejillas de su compaero. Al mismo +tiempo le levant un poco el sombrero y vio que tena un fuerte golpe en +la frente, de donde parta la sangre. + +--Pero esto es una indignidad! Vamos a dar parte en seguida al juez... + +--No pienses en eso, querido... Esto no vale nada... El parte lo echara +todo a perder; se dara un escndalo, y la chica, vindose perdida, se +ira de este pueblo con el chaln. Quedndose aqu, tengo esperanzas que +con un poco de maa lograr quitrsela a ese diablo y reducir a la misma +madre... Esto no es nada--aadi limpindose la sangre con el +pauelo.--Lo que me duele algo ms es este hombro... + +--Pero le ha dado a usted ms golpes? + +--Me ha sacudido un poco la badana--respondi riendo candorosamente.--Es +cuestin de rnica y reposo... Yo creo que no me viene mal. Estaba +demasiado apoltronado... Desde hace algn tiempo todos los das me +convidan a callos... Voy engordando demasiado, no te parece? + +Despidiose el P. Gil a la puerta de su casa y sigui caminando con pie +ms ligero hacia la suya. Pareca como si le hubiesen aliviado de la +carga que le abrumaba. Sinti suavizarse la honda melancola que le +haba oprimido todo el camino, y corri por su ser una dulce +inexplicable vibracin de bienestar. + +Despus de interrogar a la naturaleza muda, despus de consultar a la +teologa decrpita, el soplo de Jess haba pasado al fin por su alma y +la haba refrescado. + + + + +X + + +Dos meses despus, el P. Gil descansaba sentado en su pobre silln de +gutapercha. El trabajo de todos aquellos das, sobre todo del ltimo, le +haba rendido. Era un trabajo puramente material, donde su espritu, +atribulado por nefandos y horribles pensamientos, se complaca; buscaba +un calmante para la agitacin interior que le atormentaba. Tratbase de +festejar la colocacin de la primera piedra del nuevo templo con una +gran funcin religiosa y profana. La ereccin de este templo haba sido +desde largos aos el sueo dorado de los piadosos vecinos de Peascosa. +Siempre haba tropezado con obstculos insuperables. El dinero por una +parte, por otra la corta voluntad del prroco, que opona sorda +resistencia al proyecto, le haban hecho fracasar constantemente. Pero +al encargarse Gil de la parroquia tom este asunto con calor; convoc a +los vecinos ms ricos de la villa y abri una suscricin, que dio buen +resultado; logr que el ayuntamiento otorgase una crecida subvencin; +fue a Lancia e interes al prelado y a varios prceres, que le +prometieron su concurso. En fin, despus de muchas vueltas y sudores, la +nueva iglesia era un hecho. La primera piedra deba de colocarse el da +24 de Enero, con asistencia del prelado, el gobernador, varias +dignidades del cabildo catedral de Lancia y muchas personas notables de +la provincia. Estbamos a 23. El peso de los preparativos haba cado +sobre los hombros del P. Gil, quien, ayudado de las personas de buena +voluntad que se prestaron a ello, organiz no slo la fiesta religiosa, +sino tambin alguna parte de la profana, la iluminacin, los fuegos y la +ceremonia de la primera piedra. + +En aquellos ltimos das no haba tenido tiempo a pensar. Haba sido +menos desgraciado. Pero sus fuerzas estaban agotadas con tanta menuda y +enfadosa ocupacin, y gozaba con voluptuosidad de un corto momento de +reposo, en espera del trajn del da siguiente. Caansele ya blandamente +los prpados, cuando se abri la puerta con violencia, hacindole dar +un brinco en la butaca. Aturdido por la sorpresa, con los ojos +desmesuradamente abiertos, vio a Obdulia que penetraba como un huracn y +se diriga a l con la fisonoma alterada, mostrando en ella agitacin y +clera. + +--Sabe usted lo que pasa, padre?--le pregunt sin saludarle. + +El coadjutor no respondi, interrogando slo con la vista. + +--Pues acabo de saber que le han birlado a usted el cargo de +coadjutor... Se lo han dado a D. Narciso. + +--Nada ms?--pregunt sorprendido an el presbtero. + +--Y le parece a usted poco?--exclam con mpetu.--Despus de lo que +usted ha trabajado en este pueblo, despus de haberlo puesto todo en +orden, despus de haber logrado que se edificara la iglesia... Porque a +usted exclusivamente se debe... todo el mundo lo sabe... Quitarle lo +que le pertenece y darle la plaza a un D. Narciso!... Es una infamia! +es un asco!... Qu bien han manejado la intriga esos envidiosos! Ya +me pareca a m que tanto viaje a Lancia algo significaba!... Por +supuesto que yo bien s quin le ha ayudado... ya lo creo que lo s! +D. Filomena es prima hermana del gobernador de Madrid, y por ah viene +la cosa... Y qu diremos del seor obispo que, sabiendo los servicios +que usted ha prestado a la religin en este pueblo, se presta a servir +de juguete a una vieja verde? Qu indignidad! No le dije bien a tiempo +que no se durmiera en las pajas?... Ah, qu infamia tan grande! Qu +infamia! Qu reteinfamia! + +Hablaba atropellndose, con las mejillas encendidas, vibrando por los +ojos rayos de ira, agitando las manos temblorosas, moviendo todo su +esbelto cuerpo como si estuviera sujeto a una fuerte corriente +elctrica. El P. Gil la contemplaba estupefacto. Por fin, aprovechando +un instante de vacilacin, antes que de nuevo tomara vuelo y lanzara +otra sarta de denuestos, la ataj diciendo: + +--Agradezco a usted mucho, hija ma, el inters que me manifiesta en +esta que usted cree injusticia que se me hace, y que no lo es. Yo no he +deseado nunca ese cargo ni he hecho nada por merecerlo. La persona a +quien se encomienda, si es cierto lo que usted me dice, me parece +dignsima y me lleva, entre otras muchas ventajas, la de la antigedad. +Pero sobre todo, aunque en efecto se cometiera conmigo una injusticia, +a qu viene esa alteracin? A qu vienen esos insultos a personas +respetables por cuya cabeza no habr pasado la idea de hacerme dao +alguno? + +Obdulia se puso fuertemente colorada y dijo balbuciendo: + +--Porque usted es un santo... s... porque usted es un santo. + +--Qu santo!--exclamo el clrigo alzando la mano con impaciencia. + +--S; porque usted es un santo y mira todas estas cosas desde la altura +en que se encuentra... Pero es una injusticia, padre; es una +villana!--aadi volviendo a exaltarse.--Usted es demasiado bueno para +vivir entre esta gente... y le sacrifican como un cordero... Si fuera +yo!... Cree usted que no me apena verle a usted humillado, verle +pisoteado por esos peleles que no sirven para limpiarle los zapatos?... +No es triste que otro recoja el premio de sus afanes?... A usted no le +importar nada, padre, pero yo no podr, sin que me arda toda la sangre +del cuerpo, verle a usted de excusador, de simple ayudante de ese... de +ese farfantn. + +Se dej caer en una silla y comenz a sollozar; pero levantndose +sbito, prosigui, dando patadas de rabia en el suelo, agitando frente a +la puerta los puos cerrados, con una voz concentrada y spera que daba +miedo: + +--Pillos! Infames! Herejes! Creis que os ha de salir bien la +cuenta? Pues no os saldr, porque hay un Dios en el cielo... y porque +estoy yo adems sobre la tierra, que os he de dar todava alguna +guerra... Vaya si os la dar!... Ya veris de lo que es capaz una +pobre mujer!... No os reiris, no... Ya veris cmo me arreglo para +echar una gotita de hiel en vuestro plato de crema, para que no os +relamis, puercos!... + +Concluy por sentirse mal. Fue necesario que el P. Gil llamase a D. +Josefa y le mandase traer una taza de tila con gotas de azahar. + +A las nueve de la noche an no haban concluido de adornar la iglesia +las seoritas y los obreros que las secundaban. La velada se prolong +sabrosamente para todas aquellas almas piadosas que servan a su Amo +Divino en tales pequeos menesteres con una espontnea alegra +precursora de la que habrn de sentir en el cielo cuando, trasformadas +en ngeles, rodeen cantando el trono del Altsimo. Aqu una cortina que +tape la suciedad de la pared, all una araa, ms all un jarrn con +flores, todo discutido larga y calurosamente antes de ser colocado en su +sitio. Las que ms se distinguan en la obra de ornamentacin eran D. +Marciala y Marcelina, la primera por su actividad frentica, la segunda +por su gusto y habilidad. Presida los trabajos el P. Gil, como +coadjutor interino, pero la mayor parte de las damas atendan ya ms a +las indicaciones del P. Narciso. La noticia de su triunfo haba volado +por todo Peascosa, y las seoras, con su inclinacin nativa a todo lo +que brilla y alcanza xito lisonjero en el mundo, comenzaban a sentir de +nuevo cierta ternura por l. En los grupos que se formaban por los +rincones del templo cuchichebase dirigindole miradas furtivas, +acoganse todas sus palabras con mirada benvola y sumisa, se le colmaba +de atenciones. Mientras tanto, D. Filomena, procurando ocultarse detrs +de todas, gozaba en lo profundo de su corazn de aquel fausto suceso, +que a ella sola se deba, acariciaba a su director con una mirada hmeda +y suave donde se pintaba la ternura, el secreto y la sumisin. Obdulia +se haba retirado temprano, no pudiendo soportar tanta asquerosa +adulacin y el abandono de su amado confesor. Adems Marcelina le haba +dirigido una pulla, y aunque haba contestado con otra ms sangrienta, +que en esto nunca se haba quedado atrs, tena miedo a enfermar de ira. + +No todo era bienandanza, sin embargo, para los futuros querubes de la +corte celestial. Don Miguel, el terrible prroco, turbaba de mil modos, +a cual ms grosero, la paz de su corazn, ora echando una cortina al +suelo bajo pretexto de que le tapaba alguna imagen, bien trasladando los +jarrones de flores adonde se le antojaba, o deteniendo a los recadistas +y emplendolos en otros menesteres, etc., etc. Ninguna censura o mandato +episcopal poda debilitar la energa del feroz cabecilla ni hacerle +doblar la cerviz. l era el cura propio de Peascosa y ninguna potestad +de la tierra, ni la del mismo Pontfice, poda privarle de este +carcter. Que le pusieran coadjutor. Bueno, l se rea del coadjutor, y +si se torca un poco, le alumbraba un par de coscorrones para que +anduviera derecho. Felizmente para todos, el P. Gil era la mansedumbre +personificada, y le dejaba pasar con cuanto quera, con tal que no +tocase directamente a la cura de almas, y esto ltimo no era, como ya +sabemos, la especialidad de D. Miguel. Pero las damas protestaban +sordamente contra su tirana y esperaban con anhelo que D. Narciso +empuara con ms bro las riendas de la parroquia. + +--Holgazanazas! Pendonas! Mejor estabais en vuestras casas espumando +el puchero o recosiendo calcetas... Lstima de vara de fresno! Si yo +fuera marido o padre vuestro, ya os dira lo que era candonguear a todas +horas por la iglesia... + +Estos y otros requiebros semejantes eran los que el cura murmuraba por +los rincones de la iglesia en tono bastante alto para que pudieran +orle. Y claro est, todas aquellas rosas msticas, oyndolas, se +estremecan en sus clices y se plegaban tmidamente. Susurrbanse al +odo amargas quejas, mas no osaban producirlas en voz alta. D. Miguel +era muy capaz de echarlas de la iglesia a coces. No teniendo ocasin de +hacerlo, el prroco aliviaba su corazn administrando un par de ellas en +el trasero a cualquier monaguillo que tropezaba en su camino. + +Mientras esto suceda en la iglesia, una muchedumbre inmensa se agolpaba +a las puertas del _gora_, donde su digno presidente, D. Gaspar de +Silva, estaba ensayando a dos docenas de jvenes artesanas un himno de +su invencin (msica del director de la banda municipal) para cantar +durante el banquete del teatro. Y las voces argentinas del coro salan a +intervalos por las ventanas de la casa, despertando en la multitud un +entusiasmo sin lmites, que estallaba en aplausos y en hurras. De tal +manera que al cabo de algn tiempo varios dignsimos vecinos, de oficio +pescadores, pidieron a gritos que se presentase D. Gaspar a la ventana +para tributarle los honores merecidos. El gran poeta no tuvo ms remedio +que ceder a esta exigencia de la multitud, que le recibi con palmoteo +atronador y fuertes vivas. La silueta angulosa del vate se destac en el +hueco de la ventana, y pudo verse claramente que se llev repetidas +veces la mano al sitio del corazn, con lo cual el entusiasmo de la +muchedumbre se convirti en verdadero delirio. + +Un viento de regocijo, de pura y fervorosa alegra soplaba por el +vecindario de la noble villa. Haban deseado siempre un templo ms +digno y ms capaz, pero no se daban cuenta cabal de la importancia que +esto tena. Slo cuando supieron positivamente que iba a alzarse uno en +la plaza, de mayores dimensiones que todos los de Sarri, sintieron +removidas hasta las ltimas fibras de su patriotismo. No hubo grande ni +pequeo que no repitiese con frenes: Cuarenta y cinco cincuenta de +largo, treinta veinticinco de ancho. La iglesia mayor de Sarri no tiene +ms que cuarenta por veintiocho cincuenta. Estaban reservadas an al +corazn de los benemritos peascos otra porcin de alegras inefables. +El pavimento del nuevo templo no sera de baldosa comn, como el de +Sarri, sino de azulejos; los altares vendran tallados de Italia, los +cristales de Londres; el altar mayor sera todo de mrmol. Cada uno de +estos pormenores, repetidos de boca en boca, les haca derramar lgrimas +de ternura. + +En la plaza y sitio que haba de ocupar el nuevo templo se haba +levantado un cadalso para las autoridades, los prceres del pueblo y las +damas. Desde este cadalso, el obispo colocara la primera piedra, que ya +penda de unos cordones de seda, perfectamente preparada. En el teatro +no cesaba el martilleo para colocar la mesa del banquete, guirnaldas y +trofeos. Sobre cada uno de los pesebres, llamados palcos, colocaron dos +banderas nacionales cruzadas; una guirnalda de laurel las iba enlazando +todas graciosamente. Fue idea de D. Peregrn Casanova, que tambin haba +presidido un banquete en el teatro de Tarragona en los quince das que +gobern aquella provincia. Por ltimo, en el Campo de los Desmayos +estaban ya tendidos los alambres para la iluminacin, si bien no pendan +de ellos an los faroles. Esto se dejaba para lo ltimo, por miedo a la +lluvia. + +No haba cuidado. El da 24 amaneci sereno. Unas cuantas nubecillas +impertinentes, que se amontonaban del lado de tierra, fueron barridas +muy pronto por la brisa del Nordeste, con gran regocijo y aplauso de +todas las personas sensatas de la poblacin. El mar se rizaba +blandamente sonriendo a la privilegiada villa, y el sol asomaba +majestuosamente su disco por detrs de las olas, dispuesto a dar gusto +siquiera una vez en su vida a los honrados peascos. Porque desde tiempo +inmemorial se saba que apenas se preparaba una fiesta en Peascosa, el +sol tomaba las de Villadiego y dejaba que las nubes diesen buena cuenta +de ella. Cuatro docenas de cohetes de dinamita, capaces de estremecer a +los muertos en sus tumbas, anunciaron su salida. La murga municipal +salud al astro del da tocando por las calles la famosa _polka de los +paraguas_. Despus se situ en el Campo de los Desmayos, rodeada de un +enjambre de chiquillos, y ejecut algunas piezas de pera. El mar, +batiendo suavemente en las peas, le serva de contrabajo. Hasta que a +eso de las nueve se fue hacia la plaza tocando un paso doble, y desde +all sali por la carretera de Lancia a esperar al prelado, al +gobernador y a las personas que los acompaaban. + +No tardaron en llegar en seis coches que con el estrpito de sus ruedas +estremecieron de jbilo la villa. Una nube de cohetes estall en el +aire. Los viajeros fueron acogidos en la plaza con inmensa gritera. +Todo peasco en uso de sus extremidades abdominales sali del domicilio +en aquella sazn, para regocijar la vista con el espectculo de la bella +comitiva. El obispo era un hombre alto, gordo, con el pelo blanco y la +faz redonda, de luna llena, adornada de gafas. El gobernador un +hombrecillo enteco, plido, de ojos hundidos. Vesta de gran uniforme y +cruzaba su pecho la banda de Isabel la Catlica. Igualmente las personas +que los acompaaban lucan cruces, uniformes y condecoraciones. Detrs +de ellos marchaba el piquete de carabineros. Al ver desfilar aquel +lcido y esplendoroso cortejo, la fantasa, siempre propensa a la +exaltacin, de los patriotas peascos, se arrebat de un modo +inexplicable. El orgullo de haber nacido en aquel pueblo privilegiado +les embriag como nunca. Por un instante creyeron estar en la capital +de un gran imperio, que los ojos de todo el mundo civilizado estaban +fijos en Peascosa. Irresistible deba de ser esta embriaguez cuando a +persona tan grave y calificada como D. Juan Casanova se le subi a la +cabeza hasta hacerle caminar delante de la comitiva con el sombrero en +la mano, gesticulando y hablando solo como un loco. Cundo habamos de +pensar--exclamaba agitando el sombrero!--Cundo habamos de pensar que +se reunieran en nuestra villa tantas notabilidades, tantas personas +eminentes del clero, de la administracin y de la milicia! Alegraos, +vecinos de Peascosa! Alegraos! Para nosotros comienza la era de la +justicia. Esta pobre villa, tan postergada ya sabis por quien!... esta +pobre villa, tan postergada, levanta al fin la cabeza y dir al mundo +entero lo que vale... eso es... lo que vale. Si hemos sido esclavos +hasta ahora de otro pueblo que no vale lo que el nuestro, ya hemos roto +nuestras cadenas. Salid a los balcones, bellas peascas! Salid a los +balcones y arrojad flores sobre nuestros ilustres huspedes! Salid! +Salid! + +D. Juan Casanova haba ganado mucho en emocin, en calor, durante esta +tirada. La voz sala temblorosa, ronca. Pero la imparcialidad nos obliga +a confesar que haba perdido algo de su majestad caracterstica. Por lo +menos aquellos movimientos descompasados de hombros y cabeza eran +inexcusables en un hombre tan elevado fsica y moralmente. Los chicos +que iban a la par le miraban con asombro, y las bellas peascas, +evocadas por l, si no arrojaban flores, sonrean desde los balcones al +verle tan descompuesto, mostrando unas hileras de dientes como nunca +veris en Sarri, yo os lo juro. + +Despus de tomar un refrigerio en las Consistoriales y descansar un +poco, la comitiva se restituy a la plaza, donde se efectu con una +solemnidad capaz de hacer derramar lgrimas al ateo ms empedernido el +acto de colocar la primera piedra de la nueva casa de Dios. Uno de los +que ms bullan y mangoneaban por all era D. Jos Mara el boticario, +el antiguo suscritor de _El Motn_ y corifeo de los masones, dando claro +testimonio de que para Dios no hay imposibles, y que nadie puede decir +que est por completo dejado de su mano. Despus el gobernador dirigi +desde el tablado la palabra al pueblo, y aunque su discurso no lleg a +ms de tres o cuatro metros de distancia, el pueblo comprendi en +seguida con admirable instinto que rebosaba de elocuencia y se +entusiasm de un modo frentico. Centenares de boinas de todos colores +surcaron el aire en prueba del efecto mgico que entre ellas haba +producido la oracin de la primera autoridad civil de la provincia. Los +cohetes y la murga municipal secundaron esta gloriosa manifestacin de +las boinas. Una muchedumbre inmensa de blusas azules y pantalones +rayados se agit conmovida, embargada por los ms nobles sentimientos +religiosos y humanitarios. + +Acto continuo se trasladaron todos a la antigua iglesia parroquial para +cantar el _Te Deum_ en accin de gracias. El templo, adornado como ya +sabemos por lo ms selecto de la sociedad femenina de Peascosa, estaba +deslumbrante de lentejuelas, araas y cirios. El da anterior haba +llegado una exigua orquesta de Lancia, compuesta de dos violines, una +viola, un violoncello y un contrabajo, y con ella tres o cuatro cantores +de la catedral. Los msicos se situaron en el coro, el obispo y el clero +en el presbiterio. Don Miguel, el tozudo prroco, no quiso revestirse +con los sagrados ornamentos, bajo pretexto de sus achaques, y se fue al +coro con la orquesta. El prelado dijo una breve y sentida pltica desde +el plpito. Tena una hermosa voz de bartono que hizo vibrar las +cuerdas ms delicadas del corazn de todas las rosas msticas de la +villa. El brillo del pectoral de diamantes y de los cristales de sus +gafas daba mayor realce y un poder mgico a su palabra sonora, dulce, +persuasiva. + +Cantose despus el _Te Deum_. Los tiples y los bajos de la catedral de +Lancia hicieron prodigiosos gorgoritos, que dejaron asombrados a los +buenos peascos. La diminuta orquesta les secund perfectamente; Pero he +aqu que a D. Miguel se le antoja mirar con malos ojos al pobre +contrabajo, tan slo porque no pasaba el arco sobre las cuerda ms que +de vez en cuando. El prroco estaba de rodillas y tena delante y vuelto +de espaldas al msico. Mirbale de hito en hito y cada vez con mayor +excitacin. El msico cumpla con su deber rozando las cuerdas +parsimoniosamente, produciendo un sonido sordo y antiptico. A D. Miguel +le pareca aquello el colmo de la estupidez y la holgazanera. Venir de +Lancia con un buen sueldo y el viaje gratis para hacer unas cuantas +veces _ron_, _ron_ con aquel trasto, era cosa verdaderamente irritante. +La ola de la indignacin fue subiendo en su pecho. Mil pensamientos de +exterminio se le amontonaron en el cerebro mientras su mirada torva y +siniestra permaneca clavada en las espaldas del infeliz contrabajo, +bien ajeno por cierto de los sentimientos sanguinarios que en aquel +momento inspiraba su inofensiva persona. Al fin, habiendo dejado escapar +un acorde ms spero y estridente que los otros, el viejo prroco no +pudo aguantar ms, y levantndose vivamente, se fue hacia l y le encaj +una patada en los riones que le hizo caer de bruces. All fueron el +msico y su violn rodando con estrpito. Al ruido levantaron la cabeza +todos los fieles. Satisfecha su justicia, D. Miguel se volvi al sitio +que ocupaba antes. Cuando el desdichado msico vino a preguntarle por +qu haba hecho aquello, respondi que l no quera gorrones en la +iglesia y que hiciese el favor de marcharse con su armatoste ms lejos, +porque no daba palabra de contenerse. + +Concluido el _Te Deum_, volvieron, como es lgico, a restallar en el +aire otras cuantas docenas de cohetes de dinamita. Los simpticos hijos +de la Pepaina, Chola y Lorito, estuvieron a punto de perecer, vctimas +de su arrojo, al apoderarse de uno que an no haba chasqueado. D. +Miguel, cuando supo que se haban quemado la cara y las manos, +manifest, de acuerdo con todos los Santos Padres, que crea en la +intervencin directa de la Providencia en las cosas humanas. + +Poco despus dio comienzo el banquete en el teatro. Exceptuando el +obispo y sus familiares, todos los huspedes de Lancia asistieron a l. +Eran ms de cien los comensales, que ocupaban tres mesas paralelas, +situadas en el recinto de las butacas. En el escenario se coloc el coro +de muchachas ensayadas en el _gora_ por D. Gaspar de Silva y el +director de la murga municipal. Los palcos estaban ocupados por cuanto +de elegante, aristocrtico y exquisito guardaba Peascosa en su seno. +Apenas sirvieron la sopa, se dej or el himno de D. Gaspar. Comenzaba +por una especie de recitado de notas lgubres, prolongadas, ejecutado +por un tenorete, ebanista de oficio. Deca, si no recordamos mal: + + Peascosa, triste ayer, + Hoy venturosa, + Sacude la apata en que vivi, + Y se lanza al progreso entusiasmaaaada + Y se laaaanza al progreso con ardor. + +Despus de esta tirada, sombra como un lamento, que el tenor cant con +todo el nfasis de que es susceptible un ebanista en casos semejantes, +las doncellas arremetieron vigorosamente con el alegro. + + El pueblo animoso + Y lleno de esperanza + A gozaaaaar se lanza + Con mgico ardor. + +Este himno de corte clsico, y que bien puede compararse, sin +desmerecer, con los ms inspirados de los sacerdotes salios, en el caso +de que conocisemos alguno, despert inmediatamente en los comensales y +en el pblico mil ideas de progreso indefinido y perfectibilidad. Por un +momento todos aquellos espritus elevados vivieron dos siglos ms +adelante y vieron con los ojos del alma una Peascosa ideal cuajada de +fbricas y cerveceras. Poder maravilloso de la poesa! Se aplaudi +furiosamente con las manos y con las cucharillas. Y aunque algn +personaje de espritu ligero y afeminado manifest por lo bajo que lo +que l aplauda eran los ojos negros y los dientes blancos de las +peascas, tenemos la certeza de que la mayora supo apreciar +perfectamente la intencin pura y el clasicismo del himno del vate de +Peascosa. La prueba de ello es que cuando se escuch en una de las +pesebreras la voz de: Que salga el autor!, en todas las dems se +pusieron a gritar lo mismo, y los convidados expresaron con la boca +llena idntico deseo. D. Gaspar sali al fin al escenario y avanz, +doblado como un arco, hasta el borde del tablado. Despus, haciendo un +esfuerzo sobre sus callos, se volvi prontamente y fue a recoger del +foro al autor de la msica, un hombrecillo regordete, que se present +con los pelos tiesos como un aparecido. El pblico rompi a aplaudir +calurosamente al verlos cogidos de la mano. D. Gaspar apuntaba para el +director de la murga como diciendo: A ste se debe todo. El director +de la murga apuntaba para D. Gaspar, manifestando por mmica: El +triunfo es de este seor. Por ltimo, en la imposibilidad de expresar +de un modo ms plstico la profunda admiracin que el uno senta por el +otro y la perfecta compenetracin de sus espritus entusiastas, se +abrazaron en medio del escenario y permanecieron unidos bastante tiempo. + +No sabemos qu influencia misteriosa, mgica puede ejercer sobre un +concurso el acto de abrazarse dos individuos del mismo sexo; pero +siempre que lo hemos visto declaramos que produjo el mismo efecto +sorprendente. El pblico se levanta electrizado, grita, aplaude, saca el +pauelo, gesticula con violencia y hasta hay seoras que derraman +lgrimas. Por qu? No nos lo preguntis. Creemos que la ciencia no se +encuentra todava en estado de dar una explicacin satisfactoria a este +enigma. Aquello fue un vrtigo, un delirio; ms de diez minutos dur el +estrpito, mientras Euterpe y Tala permanecieron estrechamente +abrazadas. Cuando empez a sosegarse el tumulto se oy uno voz que dijo: +Que se besen! Al parecer, quien lanz este grito fue un periodista de +Lancia. Si se trataba de una broma, la verdad es que tena bien poca +gracia. Burlarse en aquel acto solemne donde se festejaba la +regeneracin moral y material de Peascosa, era una insolencia, y como +deca muy bien D. Juan Casanova, no daba buena idea de la cultura de la +prensa de Lancia. No se besaron, pues, aunque D. Gaspar mostr ciertas +tendencias a hacerlo, aproximando demasiadamente sus narices color +violeta al rostro del aparecido; pero ste lo retir, dando pruebas de +prudencia, pues se hablaba en trminos muy graves por Peascosa de las +narices de D. Gaspar. + +Terminado el himno, comenz de nuevo y se repiti indefinidamente hasta +los postres. El gobernador volvi a dirigir la palabra al pblico. A +unos gobernadores les da por destituir ayuntamientos, a otros por +llevarse los colchones que les pone la Diputacin provincial. A ste le +daba por la elocuencia. Le contest D. Peregrn Casanova, y tuvo ocasin +de llamarle mi distinguido compaero y aludir a los altos deberes que +impone el gobierno de una provincia, que l haba tratado de cumplir en +otro tiempo en la medida de sus dbiles fuerzas. Habl tambin D. Jos +Mara el boticario, abogando por el fomento de la religin como +elemento de progreso (le quedaban ciertas frasecillas del tiempo en +que era librepensador) y como freno para los apetitos bastardos. Habl +don Jos el estanquero; habl D. Remigio Flrez, el fabricante de +conservas alimenticias; habl el director de _El Porvenir de Lancia_ +(que haca pocos das se haba batido a sable con D. Rosendo Belinchn, +director de _El Faro de Sarri_). Y habl otra vez el gobernador. Un +redactor de _El Joven Sarriense_ trat de pronunciar algunas palabras, +pero le interrumpieron con algunos murmullos desde los palcos, y se +sent muy desabrido. Por ltimo, D. Gaspar de Silva avanz por el +escenario con un papel en la mano. Silencio! Chis, chis!... Que se +callen!--Silencio! Fuera!--Chis, chis! En medio de un silencio +religioso, el famoso vate de Peascosa comenz a leer con voz dramtica +una _Oda a la Religin_. Los temas sagrados no eran su especialidad. +Haba preferido siempre poner la lira al servicio de la libertad y de +las ideas democrticas. Su mejor composicin era un soneto al _pacto +sinalagmtico bilateral_. Comprendiendo, sin embargo, con profunda +intuicin, el sublime destino que el cielo le haba designado, cantaba, +como los vates y semidioses de la antigedad, todo lo que se ofreca a +su vista, la paz y la guerra, la democracia y los seoros, la religin +y el libre pensamiento. Esta oda, que empezaba: Oh dulce religin +inmaculada! era inspiradsima y fue recibida con vivas muestras de +aprobacin. El banquete termin de noche cerrada. + +A las seis, el sacristn y algunos empleados del municipio comenzaron a +iluminar los farolillos a la veneciana del Campo de los Desmayos, de tal +modo que a las ocho estaban casi todos encendidos. La velada se present +muy alegre. En uno de los ngulos del Campo bailaban los aldeanos al son +de la gaita y el tambor; en otro hacan lo propio las artesanas al +comps de la banda municipal. La gente discurra por el espacio libre +cada vez con menos desahogo, pues la calle del Cuadrante no cesaba de +vomitar blusas azules y pauelos de percal sobre el citado Campo. Lo ms +exquisito de la sociedad peasquense se refugi en el prtico de la +iglesia, estableciendo la consabida divisin de castas. Organizose un +paseo inmediatamente donde los forasteros de Lancia pudieran apreciar de +un solo golpe de vista todo lo grande y majestuoso que encerraba +Peascosa en su seno. All estaba la tertulia en masa de D. Eloisa, y +adems, otra parte de la nobleza de la villa, con la cual no hemos +podido poner al lector en relacin. Despus de haber disfrutado por +largo rato del placer de verse, como los inmortales en el Olimpo, +aislados y encima del resto de los seres de la creacin, aquella +sociedad hizo irrupcin en el Campo de los Desmayos, para contemplar los +fuegos artificiales de los renombrados pirotcnicos palentinos. Entr +sin descomponerse, con un desdn y una gravedad calculados para henchir +de respeto el corazn de las castas inferiores. + +Deslizndose como un mono por los parajes oscuros, buscando la +proximidad de las mujeres obesas, y cuando no, la de las que estaban en +regulares carnes, andaba nuestro amigo Osuna, el administrador de la +casa Montesinos. A la hora en que le sorprendemos no se haba ganado +ms que una bofetada; caso extrao, porque en estas noches de jolgorio +sola encontrarse con media docena, por lo menos. Algo desengaado bajo +este aspecto, no tanto por las bofetadas como por lo que las preceda, +movase impaciente echando miradas carniceras en torno suyo, sin hallar +un sitio lo bastante ameno y deleitoso para fijar sus pasos. Aquella +noche se haban dado cita todas las flacas de Peascosa. Mas hete aqu +que cuando empieza a arder la primera rueda de plvora, columbra no muy +lejos a la fresca D. Teodora, al sueo constante de su existencia, ms +radiante y ms lozana que nunca, con sus cabellos blancos y sus mejillas +rosadas de cutis terso y brillante. Verla y emprender la marcha hacia +ella fue todo uno. Pero esta marcha en tales circunstancias era ms +difcil de lo que cualquiera puede imaginarse. La gente se apiaba a ver +los fuegos y permaneca inmvil, formando una espesa muralla. Nuestro +jorobado la atraves con arte diablico, retorcindose como una +lagartija para pasar por los agujeros ms estrechos. Despus de un buen +rato logr colocarse detrs de la simptica jamona. Estaba escoltada por +los dos hermanos Casanova, que la haban acompaado en unin de la +doncella. Continuaban disputndose su corazn, con empeo rabioso por +parte de D. Peregrn, con noble y severa tranquilidad por la de D. +Juan. En este certamen de amor la virtuosa y madura seorita padeca +mucho, por creerse culpable de las reyertas que a lo mejor estallaban +entre los dos hermanos. Procuraba conservar la neutralidad, pero se +echaba de ver que D. Peregrn llevaba la peor parte. Explicbale ste, +con el tono de suficiencia que le caracterizaba, algunos pormenores +interesantes de la industria pirotcnica y citaba algunos fuegos que +haba visto, en su poca de covachuelista, verdaderamente asombrosos. El +pobre D. Juan, que no haba salido jams del estrecho recinto de +Peascosa y que no poda citar nada, callaba como siempre. Pero la +pulqurrima jamona le diriga de vez en cuando una mirada suave y una +sonrisa ms suave an, que podan indemnizarle de su vida sedentaria. + +Cuando D. Teodora volvi la cabeza para ver quin la apretaba tanto y +se encontr con Osuna, cambi de color. Aquel maldito jorobado no la +dejaba jams en paz. En la tertulia, en el paseo, en el teatro, en la +iglesia, en todas partes donde tuviera ocasin de aproximarse, era +sabido que se vea necesitada a sufrir el contacto asqueroso de sus +piernas y a veces de sus manos tambin. Osuna conoca bien el terreno +que pisaba. La bella y pudorosa jamona se hubiera cado antes muerta de +vergenza que confesar a alguno los atentados de que era objeto. Pero +si no los confesaba, cualquiera podra cerciorarse de ellos, observando +el estado de agitacin en que se hallaba. En esta ocasin el jorobado +anduvo audaz en demasa. D. Teodora comenz a dar muestras tales de +inquietud que para cualquiera seran visibles. D. Juan no las vio, sin +embargo. Era un varn puro y magnnimo, incapaz de sospechar las grandes +suciedades que puede haber sobre la tierra. Pero D. Peregrn, como +hombre de mundo, concluy por advertir algo de lo que pasaba. Espi a +Osuna con el rabillo del ojo, y cuando penetr en su espritu +gubernamental el convencimiento de la trasgresin que se estaba +cometiendo, comenz a roncar y silbar por la nariz como un vapor en +peligro, lanzando al mismo tiempo centelleantes miradas de indignacin +al audaz jorobado. ste prescindi en absoluto de aquellos silbidos +temerosos, y no vio siquiera la expresin fatdica de los ojos del +ex-gobernador interino de Tarragona. Qu haba de suceder? La caldera +del remolcador, no teniendo ms desahogo que el de la nariz, estall con +horrible estruendo. + +--Oiga usted, grosero, sucio, cnico, desorejado!--rugi D. Peregrn +cogiendo por el cuello al contrahecho y sacudindole con rabia.--Si +usted contina en modo alguno molestando a esta seora, con esta mano +(alzando la derecha) le doy una bofetada en esta mejilla, y con la otra +(alzando la izquierda) le doy otra bofetada en la opuesta. Acto continuo +le vuelvo a usted, y con estas botas gordas que usted ve aqu le doy a +usted dos puntapis en el trasero. + +El fsico de D. Peregrn no era a propsito para infundir terror pnico +en el corazn de sus enemigos. Sin embargo, su continente severo y +administrativo como pocos y el torrente de voz grandioso con que la +naturaleza le dotara suplan bastante bien la deficiencia de otros +rganos. Adems, Osuna era un ser ms dbil y ms ruin que l. Por esto +y por el tumulto que se arm en seguida, en vez de hacerle frente, se +escurri entre la muchedumbre y desapareci en un momento. D. Teodora, +al verse objeto de la curiosidad pblica, se desmay. D. Juan y la +doncella la sostuvieron. D. Peregrn sigui increpando a su enemigo +ausente. La muchedumbre ri, grit, se agit tumultuosamente. Al fin +todo qued en paz, y la pudibunda jamona torn a su domicilio, donde la +dejaremos esparciendo un torrente de lgrimas. + +Obdulia, agitada todo el da por un vivo dolor y por un deseo rabioso de +reparar la injusticia que se haba cometido con su amado director +espiritual, no sali de casa ni de la cama. Estaba realmente enferma. +Tena fiebre, la fiebre que produce en los temperamentos como el de ella +un pensamiento nico que se va exacerbando por grados. Al llegar la +noche se levant y se visti apresuradamente. Sus grandes ojeras +azuladas se marcaban ahora de un modo chocante. Una arruga profunda, +signo de resolucin inquebrantable, le surcaba la frente. Llam a la +doncella y le manifest que quera salir a ver los fuegos. Todo lo que +sta hizo por disuadirla, representndole el grave dao que poda +ocasionarle el fro y la humedad de la noche, fue intil. Cogi la +mantilla, se la ech encima de la cabeza con mano convulsa, oblig a la +domstica a ponerse la suya y se lanzaron a la calle. El Campo de los +Desmayos herva ya de gente. Les cost mucho trabajo avanzar hasta +colocarse en el medio. Obdulia quera a todo trance acercarse a la casa +del prroco, donde se alojaba el prelado. Haba visto brillar las gafas +de ste y ocultarse en seguida en una de las ventanas. Debajo, a la +puerta misma de la rectoral, un grupo numeroso de muchachas bailaba la +giraldilla, cantando a grito pelado coplas de circunstancias +improvisadas en el momento. Aludan en ellas a la nueva iglesia, +piropeaban al obispo, al gobernador, a los prceres de Peascosa, sin +que faltase tampoco, por supuesto, la consabida puntadita a Sarri. + +La imaginacin de la hija de Osuna trabajaba sin descanso, aumentando la +calentura que la consuma. Mas por encima de los mil pensamientos y +fantasmas que daban vueltas en ella, asomaba una idea fija, tenaz, que +la impulsaba inconscientemente a abrirse paso con los codos por la +muchedumbre, seguida de la doncella, que no comprenda el afn de su +seorita. Cuando estuvieron prximas a la rectoral, la joven se detuvo +unos minutos. Observ con el rabillo del ojo a su doncella, y cuando la +vio ms absorta en la contemplacin de los fuegos que se estaban +quemando, maniobr hbilmente y se alej de ella ocultndose entre la +gente. Una vez sola, se detuvo otra vez. Despus de dirigir infinitas +miradas de ansiedad y temor a la casa del prroco, despus de resolverse +ms de veinte veces y de arrepentirse otras tantas, al fin se desliz +como una sombra por detrs de las muchachas que bailaban y del crculo +de espectadores que tenan en torno, y se introdujo en el portal de la +casa. Dentro de l haba unos cuantos criados que charlaban contemplando +desde all lo que podan. Tenan la puerta abierta, y Obdulia, sin +decirles palabra, se introdujo por ella y subi unas cuantas escaleras. +Pero detenindose de repente y permaneciendo un instante indecisa, torn +a bajarlas y se dirigi al grupo de los domsticos. + +--El secretario del seor obispo est arriba?--pregunt al ms +prximo. + +--D. Cayetano?... S, seora, arriba est--respondi uno de los ms +lejanos. + +--Podra hablar unas palabras con l? + +--Por qu no?... Le avisar... Suba usted conmigo. + +Ascendieron ambos por la sucia escalera de D. Miguel, pues ni por la +llegada del prelado se haba limpiado. + +--Tenga usted la bondad de aguardar un momento. + +Poco despus se presentaba el secretario, un clrigo de media edad, feo, +desgarbado, pero de mirada inteligente y franca. La mir con gran +curiosidad y pregunt, esforzndose en mostrarse amable: + +--Preguntaba usted por m, seora? + +--S, seor. + +--Usted me dir... + +--Deseo hablar con el seor obispo. + +Volvi a mirarla el secretario con mayor curiosidad an, y despus de un +instante de vacilacin, apareciendo en su rostro un esbozo de sonrisa, +respondi: + +--Usted comprender que la hora no es oportuna... Su Ilustrsima se va a +retirar en seguida a descansar... + +--Es urgente y de mucha importancia lo que tengo que +comunicarle...--dijo precipitadamente. + +Otra vez la contempl el clrigo con penetrante mirada, advirtiendo su +agitacin. + +--Bueno... Lo que puedo hacer en su obsequio es avisar a Su +Ilustrsima... No respondo de que la reciba a usted a estas horas... +Puede usted pasar a esta sala y aguardar un momento. No tardar en +traerle la respuesta. + +Abri la puerta del saloncito de recibo, hizo traer un quinqu y la dej +sola. En aquel instante la joven sinti que le abandonaban todas sus +fuerzas. El corazn comenz a darle fuertes golpes en el pecho. La +habitacin se mova suavemente como la cmara de un buque. Se vio +obligada a sujetarse con las dos manos al respaldo de una butaca para no +venir al suelo. El secretario apareci a los pocos minutos, y sin +traspasar el marco de la puerta, dijo con afectada solemnidad: + +--Su Ilustrsima va a llegar en este momento. + +Obdulia cerr los ojos y se agarr con ms fuerza a la butaca. Cuando +los abri tena delante de s la figura imponente del prelado. + +La estancia se hallaba a media luz a causa de la pantalla que cubra el +quinqu. Los contornos de aquella figura se esfumaban en la sombra. Pero +los diamantes del pectoral lanzaban destellos y los cristales de las +gafas brillaban tambin con los dbiles rayos de luz que sobre ellos +caan. Avanz algunos pasos por la sala. Obdulia se dej caer de +rodillas. + +--Es para algn asunto de conciencia, hija ma?--preguntole el prelado +dulcemente, dndole al mismo tiempo su anillo a besar. + +--S, seor--respondi la joven con voz alterada por la emocin.--Es +para un asunto de la conciencia de Su Ilustrsima. + +--De mi conciencia?--exclam el obispo, irguindose lentamente y +dejando caer sobre ella una mirada de sorpresa y curiosidad. + +--La conciencia ms pura, Su Ilustrsima lo sabe mejor que yo, est +sujeta a error. Cuando pensamos estar haciendo el bien hacemos el mal. +El alma de Su Ilustrsima es noble y es santa, segn dicen todos los que +la conocen. Por algo Dios le ha elegido para apacentar su rebao. Pero +los ojos de Su Ilustrsima no llegan a todas partes como los de Dios. Su +brazo se extiende en vano para bendecir. La bendicin no alcanza a +todos. Entre los pastores que Su Ilustrsima tiene colocados para +ayudarle los hay que guardan con fidelidad y amor el rebao, los hay +tambin que tienen la vista y el amor fijos en s mismos... + +--Levntese usted, hija ma... Qu quiere decir con estas palabras? + +--Lo que quiero decirle, seor--profiri la hija de Osuna con audacia, +serenndose de pronto bajo el impulso de la exaltacin,--es que tenamos +en esta villa un coadjutor celoso, modelo de abnegacin, de +mansedumbre, de actividad, que haba logrado a fuerza de inmensos +sacrificios inspirar devocin y piedad a muchos que jams las haban +sentido, que sin violencia ninguna haba puesto en orden la parroquia y +devuelto a Dios lo que le perteneca... Pues bien, he sabido... hemos +sabido con dolor los feligreses todos, que en vez de dejarle en el cargo +que desempeaba interinamente, Su Ilustrsima se lo ha dado a otra +persona... + +El obispo la contempl en silencio un buen espacio. La joven, bajo +aquella mirada, que pasaba por los cristales de las gafas penetrante, +indagadora, volvi a perder la serenidad. + +--Es el coadjutor interino quien la enva a usted para dirigirme una +representacin?--pregunt con extremado sosiego, recalcando cada slaba +de un modo que resultaba epigramtico. + +--Oh! No, seor!--exclam toda turbada la joven, ponindose roja.--El +seor coadjutor no tiene aspiracin ninguna. Est tan contento con el +cargo como sin l. Nada sabe ni nada quiero que sepa... He sido yo quien +por el odio que me inspira la injusticia me atrev a dar este paso... +acaso imprudentemente... + +--Sin acaso! Sin acaso!--murmur el prelado, sacudiendo la cabeza. + +Quedsela otra vez mirando fijamente sin pestaear, absorto en intensa +contemplacin. Obdulia baj la cabeza. + +--Hija ma--sigui diciendo gravemente,--la juventud tiene sus derechos. +Puede ser aturdida, imprevisora, gozar sin medida de los dones con que +Dios nos ha favorecido, vivir ofuscada sin el pensamiento del pecado... +Pero la juventud no tiene derecho a jugar con nuestra salvacin eterna, +con la vida y con la muerte. La Santa Iglesia Catlica tiene sus +ministros encargados de velar por la fe. Yo, aunque indigno, soy uno de +ellos y soy responsable ante Dios y ante el Sumo Pontfice de mis actos. +No he aprendido en ningn Santo Padre ni en ninguna decretal que los +prelados tuviramos que dar cuenta de ellos a las nias como usted... + +--Oh, seor obispo... yo no quera!... + +--Escuche usted, escuche usted con paciencia, hija ma, escuche usted de +rodillas a su prelado. + +Obdulia se arrodill de nuevo llena de confusin, roja como una amapola. +La figura corpulenta del obispo se agrand desmesuradamente delante de +sus ojos; su blanca cabeza coronada por el morado solideo resplandeca +de majestad. + +--Los cargos de la Iglesia catlica no deben ser empleos codiciados: no +se buscan, se aceptan con humildad y resignacin. Cuanto ms alto, ms +duro y espinoso es para el que quiere servir a Dios. Usted, al hablar de +injusticia, los ha considerado por lo visto como una granjera, y ha +pecado gravemente. Si no he dado el cargo de coadjutor a la persona por +quien usted se interesa, esa persona debe agradecrmelo, pues la he +librado de muchas terribles responsabilidades que dificultaran su +salvacin eterna. + +Obdulia, viendo el rayo marchar otra vez hacia su confesor, hall +palabras para desviarlo. + +--Vuelvo a decirle, seor obispo, que el padre Gil nada sabe de este +paso... que se morir de pena y de vergenza si llega a conocerlo, +porque es la modestia y la humildad personificadas. La estimacin y el +respeto que le profeso, como todos los vecinos de este pueblo, y mi +deseo de ver la parroquia en orden y bien servida, me impulsaron en un +momento de ligereza a acudir a Su Ilustrsima... + +--Pero no comprende usted, hija, que al dar este paso, extrao en una +joven sensata y piadosa, se compromete usted, y lo que es peor, +compromete usted a un sacerdote gravemente? + +--Oh Virgen Santa! Qu he hecho?--exclam la joven tapndose la cara +con las manos.--S, s, comprendo ahora que he sido una loca, que +tratando de hacer un bien he causado un terrible mal... Su Ilustrsima +me desprecia y tiene razn, porque no soy ms que una pobre tonta... +Pero no es eso lo malo... Lo horrible es que de aqu en adelante estar +prevenido contra un pobre inocente... Jess de mi corazn, qu +tentacin ha sido la ma!... + +Y rompi a sollozar perdidamente murmurando frases ininteligibles. El +prelado se inclin hacia ella y le habl con dulzura. + +--Sosiguese usted, hija ma. Sosiguese usted y aprenda que un sucesor +de los Apstoles no puede sentir prevencin ni odio. Si usted ha pecado, +pida la absolucin a su confesor. Sernese usted, que ningn mal ha +causado ms que a s misma... Ni el inocente ni el culpable tienen nada +que temer de m. Que lo teman todo de Dios... + +Despus de pedir muchas veces perdn y derramar infinitas lgrimas, +Obdulia bes otra vez con devocin el anillo del prelado, y se levant. +Sin alzar los ojos del suelo murmur dbilmente: + +--Adis, seor obispo. Perdone Su Ilustrsima el disgusto que le he +causado, y olvdelo. + +--Que la Virgen Santsima la proteja, hija ma. Rece una salve por m, +que bien la necesito--respondi el prelado, dejndola pasar y mirndola +con expresin de lstima hasta que traspas la puerta. + +Sali aturdida, loca de vergenza, con las manos trmulas y las mejillas +encendidas. En cuanto lleg a casa se meti en la cama, con una fiebre +altsima. + + + + +XI + + +Ya est descifrado el enigma, padre Gil--dijo D. lvaro desde su butaca +vindole entrar. La sonrisa con que acompa estas palabras era tan +contrada y extraa que daba fro. + +--Qu enigma?--pregunt el P. Gil, un poco agitado por el +presentimiento de alguna desgracia. + +--No se asuste usted; no es el de la Creacin: un enigma ms modesto, el +de la venida de mi mujer a Peascosa hace unos meses... Entrese usted +de esa carta. + +El joven presbtero tom de las manos del mayorazgo la que le presentaba +y se puso a leer: + + * * * * * + +Mi querido lvaro: Acabo de saber que Joaquina dio a luz hace seis +das un nio, el cual se ha inscrito en la parroquia y en el registro +civil con tu apellido. He procurado informarme, y me han dicho que era +perfectamente legtimo, puesto que tu esposa ha estado en Peascosa hace +unos meses y ha dormido en tu misma casa. Te escribo apresuradamente +para preguntarte si es cierto. Lo dudo mucho, porque no me has dicho +jams una palabra del asunto. Contstame inmediatamente. + +JULIO. + + * * * * * + +El P. Gil dej caer los brazos, dobl la cabeza y murmur sordamente: + +--Qu infamia! + +El mayorazgo solt una carcajada. + +--Pero an cree usted que hay infamias en el mundo? De qu le sirve a +usted tanto como ha ledo? Quisiera que me explicase cmo es posible +hacer porqueras dentro de una letrina. Por lo visto, todava se +encuentra usted asistiendo a la primera representacin de la comedia. Yo +estoy en la segunda, y puedo decir anticipadamente lo que ha de suceder. + +--De todos modos, D. lvaro, me duele en el alma esta indignidad que con +usted se ha cometido sin merecerla. + +--Indignidad? Llama usted indigna a la araa que ahoga a la pobre +mosca en su tela, o al milano que cae sobre el inocente polluelo y lo +arrebata por el aire? Pues la misma fuerza infame (sa s que es la +infame!), la misma fuerza que mueve a la araa y al milano es la que +habita dentro de mi mujer. La mosca, el pollo y yo merecemos la misma +suerte por haber nacido. _Porque el delito mayor--del hombre es haber +nacido_, ya lo ha dicho Caldern, que era sacerdote como usted. + +El P. Gil medit unos momentos, y dijo al cabo, como si se hablase a s +mismo: + +--No puedo acabar de persuadirme a que en nosotros no exista ms que la +fuerza ciega; que esta luz que de vez en cuando brilla en el corazn de +los hombres, y que se llama unas veces justicia, otras amor y +abnegacin, dependa exclusivamente de combinaciones qumicas. La infamia +es infamia siempre, y despierta en nuestro espritu un sentimiento de +repugnancia. La araa y el milano no saben que hacen el mal, pero su +esposa lo sabe. + +--Y qu importa? Dote usted a la bestia con la conciencia de sus actos +y habr usted formado al hombre. La conciencia no es ms que una +antorcha. Los crmenes lo mismo pueden ejecutarse en las tinieblas que a +la luz. Si yo pensase, como usted, que hay un Dios creador consciente de +todos los seres, le mandara un besa la mano felicitndole por haber +formado una criatura tan amable y encantadora como mi mujer y dndole +las gracias por haberla reservado para mi uso particular. +Desgraciadamente no puedo representarme a ese Dios recibiendo en bata y +zapatillas mis tarjetas de felicitacin. Creo ms bien que ella y yo +somos vctimas de la lgica. La vida tiene por objeto inmediato el +dolor... Saque usted la consecuencia. Mi mujer naci con uas para +desgarrar. Yo nac con un corazn blando a propsito para ser +desgarrado. Sera una contradiccin que ella no araara y que yo no +fuese araado. + +--Y sin embargo, usted ha amado a esa mujer con toda su alma! + +--Ah, s!--exclam el hidalgo, cerrando los ojos y pasando su mano +descarnada por la frente.--La he amado!... Por un momento fui +comparable a los inmortales del Olimpo. La felicidad cant dentro de mi +alma el himno ms hermoso que acompa jams a sus divinos juegos. El +sol se levantaba y se acostaba tan slo para dorar mis ilusiones. El mar +estaba murmurando ah nicamente para reflejar las imgenes de oro que +cruzaban por mi mente... Ningn hombre fue cazado por la especie con ms +precauciones, con ms exquisito cuidado... Todos los lazos que nos +tiende la Naturaleza para realizar su plan misterioso se pueden evitar; +hasta la misma voluntad de vivir se puede vencer; yo la he vencido, +pues que apetezco con ansia la muerte. Pero esta voluntad de perpetuarse +que se manifiesta en toda la especie, esta fuerza soberana que empuja a +un individuo hacia otro de sexo diferente, crea usted, padre, que es +insuperable... Qu brazo tan bien torneado! Qu espaldas de alabastro! +Qu modo tan fascinador de quitarse los guantes y agitar su dedo +meique, que tena lindsimo! + +--No conozco el amor, pero s que hay dos clases: uno el que tiene por +objeto exclusivamente el goce sensual que nos equipara a los brutos, y +otro el amor puro de dos almas que se completan, de dos corazones que se +unen para gozar y padecer al mismo tiempo, para formar uno solo hasta la +muerte. ste es el amor que nos ennoblece, el nico digno del ser humano +y que merezca tal nombre. + +--En efecto, eso creen todos los poetas cursis y todas las nias +opiladas... Pero usted es una persona formal y no puede pensar semejante +disparate. Todo amor, por tierno y sublime que sea, tiene su raz en el +instinto natural de los sexos: no es ms que ese instinto +individualizado. Ha visto usted alguna vez unirse un corazn de diez y +ocho aos con otro de ochenta para formar uno solo? Y sin embargo, el de +ochenta puede ser tanto y ms noble y bondadoso que el de diez y ocho. +Suprima usted la voluptuosidad, y cuntos seran los hombres que se +unieran a una mujer y soportaran la carga de los hijos y las +innumerables molestias del matrimonio por el solo gusto de completar su +espritu? El amor no es ms que una treta de la Naturaleza, padre. Para +vencer nuestro egosmo, que es muy grande, nos engaa con una ilusin, +hacindonos creer que lo que deseamos es nuestra felicidad, cuando slo +es el bien de la especie. El individuo es el esclavo inconsciente de... + +Un violento golpe de tos le cort la palabra. Pidi por seas al P. Gil +el pauelo que tena sobre la mesa y se lo llev a la boca. Cuando lo +separ, estaba manchado de sangre. Una sonrisa de tristeza mortal +contrajo sus labios al contemplar aquella sangre. + +--sta es la nica amante que no engaa jams, padre--dijo mostrando el +pauelo al joven presbtero, que haba empalidecido.--Vea usted el beso +que acaba de darme. Maana me dar otro ms prolongado; despus otro y +otro, hasta que me coja entre sus brazos fros y me estreche +eternamente. + +Y lo terrible del caso era que tena razn. La salud de D. lvaro, que +jams haba sido completa, se arruinaba sensiblemente desde haca una +temporada: tal vez desde la visita inopinada de su esposa. Habase +demacrado mucho ms, con estarlo siempre bastante. El color, de plido +daba ya en terroso; los ojos haban perdido en movilidad y ganado en +brillo; las manos parecan las de un esqueleto. + +Desde que supo la cobarde y traidora intriga urdida para que sus bienes +fueran a parar al fruto de los adlteros, no levant cabeza. Bebi el +cliz del dolor hasta las heces. Lo bebi con la sonrisa en los labios +para no desmentir sus teoras, pero el veneno produce siempre su efecto; +le abras las entraas. La tos fue en aumento, los esputos +sanguinolentos tambin. Pasaba las noches enteras sin poder conciliar el +sueo. Comenzaron a darle algunos ataques de disnea. Todo haca +presagiar un prximo y funesto desenlace. + +En aquellos das se oper una crisis interesante en el espritu +atormentado del P. Gil. El materialismo pesaba como una losa sepulcral +sobre su corazn. Pero dentro de aquel sepulcro el espritu idealista +del sacerdote se revolva incesantemente, luchaba con ansia por salir al +aire libre y respirar una atmsfera ms pura. El afn de sacudir la +lepra que le iba royendo poco a poco le impuls a estudiar los sistemas +de metafsica dogmtica antiguos y modernos. Fue una felicidad para l +que el obispo hubiese nombrado coadjutor al P. Narciso. Tena mucho ms +tiempo disponible y el espritu ms libre. Entregose de nuevo a la +lectura con ardor febril. Por delante de su vista asombrada desfilaron +todas las grandes concepciones del entendimiento humano, los esfuerzos +colosales, sublimes, llevados a cabo por el hombre para dar una +explicacin satisfactoria al gran problema de la existencia. De muchos +de ellos tena noticia, pero era vaga, incompleta y a veces falsa, como +que proceda de las citas de los libros que haba manejado en el +seminario. Al estudiarlos ahora en sus fuentes se sinti posedo de una +admiracin que semejaba al estupor. La grandeza, la perfeccin +maravillosa de algunos de estos sistemas pareca insuperable y fascin +su alma. Por momentos, cuando acababa de examinar alguno, le pareca +haber levantado el velo de la verdad para siempre. Aquel sabio y +portentoso engranaje de todas las verdades parciales para obtener la +verdad total satisfaca la aspiracin de su mente hacia la unidad. +Adems, aquellos sistemas le devolvan a Dios. No se lo devolvan como +l lo quera, personal, providente, atento a las oraciones de los +hombres, pero al fin lo alzaban sobre el Universo material como su +principio y su razn. Ya no andbamos perdidos como tristes nufragos en +el ocano turbulento de las fuerzas fsicas; ya tenamos algo a donde +levantar los ojos y el corazn. El malo volva a ser malo, y el bueno, +bueno. Y como hombre de espritu lcido no se fij en la contradiccin +superficial de los sistemas, que tanto impresiona y desencanta al +vulgo. Fue ms all y vio claramente que, por debajo de esta aparente +lucha, los sistemas de la filosofa moderna idealista se besaban +fraternalmente. Todos estaban empapados en el mismo idealismo panteista. +Penetrando an ms, advirti que la filosofa alemana se daba la mano +con la griega al travs del desierto de la Edad Media. + +Por desgracia, el ltimo filsofo que ley fue a Kant, debiendo ser el +primero. Al recorrer las primeras pginas de la _Crtica de la razn +pura_, sinti la impresin extraa del que va a contemplar un paisaje y +le faltan los pies. + +Estaba avezado a no pensar en el suelo, y hete aqu que de repente se +hunde. Para conocer las cosas es preciso averiguar antes si podemos +conocerlas. Y el resultado que iba deduciendo de la lectura es que de +las cosas no podemos conocer ms que la apariencia. Nuestros +conocimientos no son, en ltimo trmino, ms que percepciones; las +percepciones, impresiones, modificaciones de nuestro propio ser. Todo +es, pues, una pura representacin. El instinto le oblig a buscar con +anhelo tierra firme; pero cuanto ms se esforzaba en levantar los pies, +ms se hunda, a imagen de los incautos que penetran en un terreno +pantanoso. Alzbase repentinamente y quera apoyarse en esas nociones +firmsimas que jams han faltado al entendimiento humano, en las +nociones de Tiempo y Espacio. El filsofo de Koenisberg le demostraba +poco a poco, con lgica inflexible, que el Espacio y el Tiempo no son +seres reales, ni tampoco propiedades de estos seres, sino tan slo +formas de la percepcin que tocan a las cualidades de nuestro espritu y +no a la realidad externa. Buscaba despus con ansia apoyo en el enlace +constante de la causa con el efecto. Kant le haca ver que este enlace +no es ms que el encadenamiento no interrumpido de los _cambios_ +sucedindose en el tiempo, que cada _efecto_ es un cambio y cada causa +tambin. Por lo tanto, que es tan absurdo pensar en una causa primera de +las cosas como en el sitio en que termina el espacio o el instante en +que el tiempo ha comenzado. + +El pnico se apoder de su alma como nunca. El positivismo materialista +le dejaba algo: la materia era una realidad; sus relaciones tambin. +Adems, nunca se haba entregado a l, por ms que agitara en su mente +dudas violentsimas. Pero ahora quedaba solo, sumido en completa +oscuridad, lo mismo acerca del universo que nos envuelve, como de su +propia existencia y destino. Luch, pues, con las ansias del que va a +morir, con la desesperacin del nufrago que disputa a otro el socorro +de una tabla. Discuti las proposiciones del libro una por una. Era el +combate de un nio con un atleta. Cada una de aquellas proposiciones +haba sido meditada en todos sus aspectos largamente por el pensador ms +profundo de su siglo y tambin por el ms prudente. Qu fuerza haban +de hacer sus dbiles manos contra baluartes fabricados con tanto esmero? +Su espritu sobrexcitado imaginaba un argumento; lo apuntaba en la +margen del libro; lo juzgaba inexpugnable. A la pgina siguiente se +encontraba con que el filsofo ya lo haba tenido en cuenta y lo +deshaca de un soplo. + +Lucha triste y cruel! Lanzaba, en el frenes de su clera y pavor, una +granizada de golpes al pecho del viejo atleta. ste permaneca inmvil +como una roca. Luego, con burlona calma, dejaba caer su mano de hierro +sobre la frente del sacerdote y le haca rodar por el suelo. Alzbase +vivamente y acometa de nuevo con mayor ardimiento, y otra vez volva a +caer aturdido por el golpe. Se aproximaba al trmino del libro. Senta +ya sus fuerzas agotadas. Quiso, no obstante, tentar un ltimo esfuerzo +contra aquella lgica abrumadora y desembarazarse de los lazos que le +aprisionaban. Todo fue intil. El hrcules alemn le sujet entre sus +brazos poderosos, le sacudi unas cuantas veces, cual si fuese de paja, +y por ltimo lo arroj con violencia al suelo. + +Ya no pudo levantarse. Cuando despert de su aturdimiento se confes que +estaba vencido. El mundo se le ofreci entonces claramente como su +propia representacin. Todo lo que existe no existe ms que por el +pensamiento. El filsofo de Koenisberg no quiso sacar esta consecuencia; +pero estaba bien clara; no haba otra posible para sus terribles +premisas. Ese sol que nos alumbra, ese mar que ruge a nuestros pies, +esos mundos que pueblan el espacio son otras tantas representaciones de +nuestro pensamiento. Slo sabemos de ellos que hay un ojo que los ve. El +centro de gravedad de la existencia recae en el sujeto y es un fenmeno +de su cerebro. Todo este universo tan rico y tan vario, todos los seres +grandes y pequeos, los astros como los insectos, tienen suspendida su +existencia de un hilo muy delgado, el hilo de la conciencia. El mundo +guarda mucha semejanza con un sueo, una quimera... Y de ese Dios +creador de las cosas, padre de los hombres, qu sabemos? Jams sabremos +nada. Desde el momento en que el mundo y el orden del mundo son puros +fenmenos determinados por nuestra inteligencia, no tiene razn de ser +una Inteligencia Suprema. Haba llegado la hora de poner a Dios a la +puerta y despedirlo con todos los honores de un rey destronado +legalmente. + +Plido, anhelante, con el cuerpo rendido a la fatiga y el alma deshecha +de dolor, el P. Gil permaneca extendido en su pobre silln. Tena el +libro abierto sobre las rodillas, los brazos pendientes, los ojos +cerrados. Por los intersticios de sus pestaas comenzaron a rezumar +algunas lgrimas, que bajaron trmulas y silenciosas por sus mejillas. +Era la imagen triste del vencido. Poco despus su cuerpo delicado se +estremeci, contrajronse los rasgos de su fisonoma dulce y apacible, y +sacudi su pecho un sollozo. Se llev las manos al rostro y llor con +desconsuelo. + +--Nada, nada!... Nunca sabremos nada! + +Su ama D. Josefa qued estupefacta al penetrar en la estancia y +encontrarle de aquel modo. El excusador levant la cabeza y se apresur +a volverla en seguida para que la buena mujer no advirtiese su estado; +pero ya era tarde. + +--Cmo?... Est usted llorando, seor excusador? Qu le ha pasado, +criatura? Virgen de la Soledad! Si tuviera padres o hermanos, creera +que se le haba muerto alguno... Apuesto a que ese narizotas de D. +Narciso le ha dado otro disgusto. Desprcielo, D. Gil, desprcielo! + +--Oh, no! Cuidado con las injusticias, doa Josefa!--se apresur a +decir el joven.--Nadie me ha causado disgusto alguno. Estas lgrimas +provienen de un malestar nervioso que siento hace das. + +--Si ya se lo deca yo! Usted trabaja demasiado... Esos dichosos +libros, que quisiera ver quemados... + +Aqu D. Josefa enjaret una larga catilinaria, declarndose en +principio sectaria devota del califa Omar. El P. Gil la ataj antes de +terminar. + +--Qu vena usted a decirme, D. Josefa? + +--Ah, se me olvidaba! Su madrina manda recado de que el hermano se est +muriendo: que vaya usted en seguida y que lleve los santos leos. + +--Jess!... Vaya por Dios! Vaya por Dios!... No pens que fuera para +tan pronto... Pobre D. lvaro!--exclam levantndose vivamente y +apresurndose a ponerse los manteos y el sombrero. + +--Bah! Un hereje que no pona los pies en la iglesia! Qu importa que +se muera? Cuanto primero se lo lleven los demonios, mejor. + +El excusador le dirigi una mirada tmida y ansiosa. No se atrevi a +protestar de la barbarie: tema que penetrara en su alma y leyera sus +sacrlegas dudas. + +Despus de pasar por la iglesia y recoger los leos, penetr en el +vetusto palacio de Montesinos. El da estaba encapotado. La lluvia caa +tristemente con una pertinacia que slo se conoce en aquella regin de +la Pennsula. Sali a abrirle, como siempre, Ramiro. El viejo domstico +estaba desencajado. Pareca que le haban echado en pocos das diez aos +encima. As que vio al sacerdote le cogi, con sus manos trmulas, por +las muecas y exclam con voz alterada: + +--Se muere, D. Gil! Se muere! + +Y un raudal de lgrimas corri por sus mejillas surcadas de arrugas. + +--Est tan grave? + +--Se muere! Se muere!... Ha sido ella, s, ella!... Pero yo la +mato... sabe usted? la mato... Despus que me maten a m... que me +echen al mar... Quiero vengar a mi seorito... Yo mato la zorra, yo! + +El anciano, sin saber de dnde la sacaba, apretaba al mismo tiempo con +tal fuerza las muecas del presbtero que a ste le cost trabajo +reprimir un grito de dolor. + +--Calma, Ramiro, calma! Lo que ahora nos toca es atender al enfermo y +ver si podemos aliviarle. + +--Suba usted conmigo, seor excusador. No hay esperanza... El mdico lo +ha dicho... Pobre seorito de mi alma!... La mato, la mato! + +En el gran patio, toscamente empedrado, la lluvia produca ruido +lgubre. Subieron la escalera deteriorada y sucia del principal. Ramiro +iba llorando y murmurando amenazas. Ascendieron despus al segundo. El +viejo empuj la puerta del cuarto de su amo, y el sacerdote se detuvo, +impresionado por el espectculo que se ofreci a su vista. D. lvaro +Montesinos yaca en la cama, ms bien reclinado que extendido, con una +pila de almohadas detrs de la espalda; yaca presa de un sncope o +ataque de disnea, con los ojos cerrados y la boca entreabierta, sacudido +de vez en cuando su msero trax por un hipo aciago. No haba a su lado +ms que D. Eloisa y una criada. Aqulla le daba con un abanico aire, +que el enfermo instintivamente trataba de recoger. Ofreca ya en su +fisonoma todos los signos de la muerte. + +D. Eloisa, al sentir el ruido de la puerta, volvi su rostro baado de +lgrimas, e hizo sea al sacerdote para que se aproximase. + +--Hace un cuarto de hora que est en el ataque--dijo con voz de +falsete.--Puede quedarse en l... Quiere usted ponerle la Santa Uncin? + +Ni las ideas del enfermo, ni el caos que reinaba en aquel momento en su +cabeza le estimulaban a hacerlo. Sin embargo, el P. Gil abri como un +autmata la caja de los leos y se dispuso a imponer el ltimo +sacramento a su desdichado amigo. Hubo que alzar un poco la ropa para +ungirle los pies. D. Eloisa y la criada se volvieron; marcharon hacia +un rincn de la estancia y sollozaron fuertemente. La lluvia bata en +aquel momento los cristales emplomados del balcn con triste repiqueteo. +Las cortinas sucias ya, de muselina antigua, cernan tenue claridad en +la alcoba. El P. Gil, con mano trmula, iba cumpliendo su piadoso +oficio, mientras el ltimo vstago de la casa Montesinos yaca sin +conocimiento, con la terrible palidez de la muerte impresa en sus +facciones. Cuando estaban a punto de terminar, serenose un tanto el +pecho del enfermo. Poco despus abri los ojos y pase una mirada de +sorpresa y aun de espanto por la estancia. Torn a cerrarlos. Al cabo de +un momento los abri, mir fijamente al P. Gil, dirigi despus la vista +a los leos que tena en la mano, y sus labios amoratados quisieron +plegarse con una sonrisa. + +--Al fin me han untado ustedes!--dijo con voz apenas perceptible.--Han +hecho bien... Pero esta mquina ya no anda, por mucho aceite que ustedes +la echen... + +El P. Gil dirigi una mirada expresiva a doa Eloisa. sta exclam con +angustia: + +--Acurdate de Dios, hermano mo! + +--Me acuerdo mucho, querida... Le estoy muy agradecido. + +El P. Gil quiso evitar una escena repugnante. Hizo sea a D. Eloisa y a +la criada de que se retirasen, como si fuese a confesarle. Las mujeres +se apresuraron a cumplir la orden, vidas, sobre todo la hermana, de +que el moribundo se reconciliase con Dios. + +--Aunque hace ya mucho tiempo que no hemos hablado de asuntos +religiosos--dijo el padre Gil, sentndose al pie de la cama e inclinando +su cabeza hacia el mayorazgo,--presumo que sus ideas no habrn cambiado +desde la ltima vez que hemos discutido. Sin embargo, en estos momentos +en que su vida corre algn peligro, no siente usted la necesidad de una +fe que le alumbre en las tinieblas en que puede ser envuelto, de alguna +esperanza que le consuele en este amargo trance? + +--Ninguna... He llegado felizmente al desenlace de la horrible +comedia... Todos los hombres juegan en ella un papel bien poco airoso... +El mo ha sido tristsimo... + +--Verdad, D. lvaro... Es usted uno de los hombres ms desgraciados que +he conocido. Por lo mismo creo que, o no hay justicia en el cielo, o +recibir en l la recompensa de sus dolores si se arrepiente en este +instante de sus pecados... y tambin de sus ideas anticristianas. + +Estas ltimas palabras las pronunci el padre Gil en voz ms baja, como +si sintiera vergenza. + +--Ni en el cielo ni en la tierra... hay esa justicia ridcula que usted +supone... Pero hay otra ms grande... y se va a cumplir ahora. + +--Y tantos dolores como usted ha experimentado, sern infructuosos? +No se cree usted con derecho a una compensacin? + +--No... Soy profundamente culpable por el hecho de haber nacido. + +--Eso es horrible, D. lvaro, y adems absurdo. Los dolores de este +mundo nos hacen creer que ste es un pasaje de trnsito y prueba, que +despus de esta vida, triste y amarga, hay otra eterna donde nuestra +alma inmortal gozar al fin la felicidad ms pura. Usted, que ha +padecido ms que los otros, gozar de mayor premio. + +--Oh, no!... No quiero premios!... No quiero vida futura!... Quiero +reposar... reposar eternamente!... Qu dulce... es esta palabra, +padre!... No sentir ya nunca ms los latigazos de la naturaleza ni las +pualadas de los hombres!... No sentir este cuerpo miserable que tanto +me ha hecho padecer! No sentir los dientes de esa infame royndome el +corazn lentamente!... Escuche usted, padre... Si usted me tiene +siquiera un poco de lstima... no intente quitarme esta ltima +ilusin... Si sabe usted que hay cielo, cllelo... No turbe usted, por +cuanto ms haya querido en el mundo, esta paz bendita en que voy a +entrar... + +El P. Gil, sacudido por un estremecimiento de tristeza y compasin, +comenz a llorar. + +--Gracias... gracias por esas lgrimas--dijo el enfermo sonriendo.--Al +mismo tiempo dej caer su mano, trasparente como la porcelana, sobre la +del sacerdote y la apret suavemente. + +Hubo un largo y triste silencio. El P. Gil, con la mirada exttica, +clavada en el balcn, meditaba. El moribundo, con los ojos cerrados, +pareca prepararse a conciliar el sueo dulce que anhelaba. La estancia +se oscureca por momentos fuertemente y en otros se esclareca, +revelando la espesura de las nubes que interceptaban la luz del sol. + +--Pero no siente usted horror a la nada, al aniquilamiento +absoluto?--exclam al fin el P. Gil con cierta violencia, como si +argumentase contra su propio pensamiento. + +El mayorazgo abri los ojos sorprendido. + +--Cmo?... Si no tengo miedo a la nada?... Oh, no! A lo que tengo +miedo es a la vida... Todos se casan con ella al nacer, y a todos les +sale p... Unos lo dicen como yo... Otros lo callan por vergenza, como +hacen la mayor parte de los maridos. + +--Y si Dios le condenase despus de esta vida a eternos tormentos por +haber blasfemado tanto? + +El moribundo sonri con trabajo. + +--Eso lo han inventado ustedes los clrigos... para turbar la paz de +esta hora... de esta hora dichosa... Pero yo la he comprado demasiado +cara para desprenderme de ella... + +Hubo otro largo silencio. El enfermo volvi a cerrar los ojos. Aparte de +cierta extraa agitacin en los dedos, su actitud tranquila confirmaba +el sentido de sus palabras. Pareca estar gozando con voluptuosidad de +la insensibilidad que poco a poco penetraba en su ser, de los preludios +de la nada. + +--Y sin embargo--concluy por decir el P. Gil, exhalando un suspiro y +con los ojos clavados siempre en el balcn,--no sera infinitamente ms +dulce esta hora si fuese la entrada de una nueva vida, si por nuestra +alma bajase una legin de ngeles que la llevasen a gozar de Dios +eternamente, como creemos los cristianos? + +El mayorazgo alz un poco los ojos e hizo signos de negacin con la +cabeza. Volvi a cerrarlos. Pero haciendo al cabo de algunos instantes +un esfuerzo para incorporarse, dijo con voz ms firme: + +--Para que la vida en otro mundo me fuese soportable... sera forzoso +que trasformasen mi ser por completo... Mi carcter por s slo bastara +para aburrirme... Djeme usted reposar en paz... Deje usted, padre, que +se destruya el error fundamental de mi existencia... Ni yo ganara nada +con perpetuarme... ni el Universo tampoco... Ah quedan otros millones +de seres encargados de sostener el fardo de la vida. + +--Pero es horrible entrar en una noche sin lmites, eterna! + +--No tal... La vida es una pesadilla... La muerte es un sueo +tranquilo... + +Cerr de nuevo los ojos. El P. Gil le apret cariosamente la mano, +exclamando: + +--Quin sabe! + +La mano del moribundo se estremeci levemente. El excusador no volvi a +desplegar los labios. Inclin la cabeza sobre el pecho y cerr tambin +los ojos, apretndolos con las yemas de los dedos, cual si tratara de +contener el torrente de pensamientos que se escapaban de su cerebro. El +viento y la lluvia haban cesado. No se oa en la estancia ms que el +rumor lejano de las olas batiendo contra los peascos. + +La meditacin del sacerdote fue larga y dolorosa. La hoja aguda y fra +del escepticismo penetraba en sus entraas: una mano cruel la revolva +sin piedad para desgarrrselas mejor. Lo que aquel hombre, enloquecido +por el dolor, deca quiz no fuese cierto. Pero lo era lo que afirmaba +el cristianismo? ste, en ltimo resultado, tambin era una tentativa +para explicar la Existencia y el Universo, ms hermosa, ms consoladora +que las dems... pero al fin una tentativa. Ninguna seguridad podamos +tener de ella, pues que no la tenemos de nuestra facultad de conocer las +cosas. + +Cuando al cabo de un rato largo levant la cabeza, el susto que recibi +le hizo dar un salto en la silla. D. lvaro se estaba muriendo. Tena la +boca abierta y recoga en silencio el aire, que ya no bastaba a mover +sus deshechos pulmones. + +--D. lvaro! D. lvaro!--le grit, sacudindole. + +No respondi. El P. Gil cogi el abanico que estaba sobre la mesa de +noche y se apresur a darle aire. Al mismo tiempo grit: + +--Madrina! madrina! Venga usted! + +D. Eloisa y la criada se precipitaron en la habitacin. En vano +trataron de reanimar al moribundo dndole aire despus de incorporarle, +abriendo el balcn, frotndole los pies con un cepillo, haciendo todo lo +que les sugera en aquel momento su imaginacin. Era el ltimo ataque de +disnea. Abra de vez en cuando la boca. Mova los dedos con ligeras +sacudidas. Pero su fisonoma se iba inmovilizando rpidamente. El hombre +trasmigraba a la estatua; el alma se converta en piedra. + +Aspir tres o cuatro veces seguidas el aire y qued rgido, inmvil, con +los ojos y la boca entreabiertos. + +D. Eloisa se abraz a l sollozando y cubri de besos su faz +cadavrica. La criada rompi a gritar como si la estuvieran golpeando. +El padre Gil se dej caer de rodillas y se puso a leer en voz baja por +su breviario. + +Al cabo de un rato D. Eloisa y la criada tambin se arrodillaron al pie +del lecho y oraron. Pero aqulla, viendo asomar una lgrima por entre +las pestaas de su hermano, se levant prontamente y la recogi con el +pauelo. Era la lgrima que vierten los que acaban de morir; lgrima de +protesta de la criatura contra el poder aciago que la ha sacado de la +nada sin pedrselo. + +--Mire usted, padre, qu sosiego, qu quietud tan dulce respira su +fisonoma!--exclam la buena seora, contemplando a su hermano con ojos +de dolor y ternura.--Bien se conoce que al fin se ha reconciliado con +Dios! + +El sacerdote dej caer el libro sobre el lecho y se tap el rostro con +las manos. + + + + +XII + + +Obdulia manifest a su confesor que estaba resuelta a dejar el mundo y +consagrarse por entero a Dios en un convento. No pudo darle noticia ms +grata. Haca ya mucho tiempo que las preferencias, la exagerada sumisin +y hasta idolatra que la joven devota se complaca en mostrarle +inquietaban al P. Gil. La ltima extravagancia que haba cometido, y de +la cual le enter el secretario del obispo, le puso en un estado tal de +confusin y enojo que en muchos das no quiso hablar con ella, ni menos +se avino a confesarla. El suceso haba trascendido y se comentaba mucho +y se rea no poco tambin. Claro que quien perda principalmente era +ella; pero de reflejo tambin se menoscababa la dignidad del sacerdote. +La joven estaba avergonzada. No se presentaba en pblico ni en casa de +sus amigas, y hasta procuraba ir a la iglesia a las horas en que no +hubiese gente. Pero estaba an ms afligida, con la actitud de su +confesor, que avergonzada. Quiz por esto, y para granjearse de nuevo su +voluntad, le fue a noticiar una tarde al confesonario la determinacin +que haba tomado. + +No vacil en darle su consentimiento. Una devocin tan exaltada, un +anhelo tan vivo de penitencia y sacrificio se hallaran ms a su grado +entre las paredes de un convento que en medio de las impurezas de la +vida mundanal. A decir verdad, siempre le haba sorprendido un poco que +su penitenta no se acordase de la vida monstica, tan conforme con sus +inclinaciones. Luego, la edad a que haba llegado, traspuesta ya la +primera juventud, no haca temer que su resolucin fuese hija de un +deseo efmero, de una fugaz exaltacin romntica, como suele acaecer a +las nias de quince a veinte aos. No slo, pues, se manifest conforme, +sino que la alent con suaves palabras a persistir en ella y a llevarla +a cabo en el plazo ms corto posible. Qued en principio acordado entre +ambos que se buscaran los medios ms adecuados para ello. El P. Gil, +aunque no se lo confesase claramente, estaba contentsimo de librarse +de aquella inquieta y enfadosa beata, que a todas horas le molestaba, y +que el da menos pensado poda comprometerle gravemente. + +Se trat la cuestin de convento. El P. Gil deseaba que fuese al de +Agustinas de Lancia, pero la joven prefiri una regla ms estrecha. En +un pueblecito de Castilla llamado Astudillo exista un convento de +Carmelitas Descalzas, donde estaba de superiora una prima suya. Era un +retiro dulce, remoto; no haba ms que diez o doce monjas: un rinconcito +del cielo, como le deca cierto capelln que lo haba visitado. A se se +empe en ir, y su confesor no tuvo al fin ms remedio que ceder. + +Quedaba la cuestin ms grave; el permiso de su padre. Obdulia la +present desde luego como muy ardua. Osuna no tena ms hija que ella. +Era verosmil que se resistiera a perderla para siempre. Mostrbase +reacia, temerosa, para hablarle: dej trascurrir das y das sin +intentarlo. El P. Gil la animaba representndole que nada reprobado iba +a solicitar de l. La resolucin de retirarse del mundo era buena y +piadosa para la Iglesia. Para los que no creyeran en sta, indiferente, +nada tena de inmoral; dependa en un todo del gusto o vocacin de la +persona. Si un padre consiente que un hijo se case o elija carrera +acomodada a sus aficiones, por qu no ha de permitir que otro busque +su felicidad en el silencio de una celda? Sobre todo, nada tena de +ofensivo para su autoridad el solicitarlo humildemente. Si lo negaba, se +alegaran razones; tal vez se llegase a convencerle. + +Finalmente, despus de muchas idas y vueltas, tentativas y sustos y +vacilaciones, las cuales rodeaba la exaltada doncella de gran aparato y +misterio, se decidi un da a acometer aquella empresa espeluznante. +Cielo santo, en qu estado de confusin y terror lleg aquella tarde al +confesonario! Su padre se haba puesto loco, rabioso, al solo anuncio de +lo que deseaba hacer. No quiso escuchar razones; la increp, la injuri +y la arroj de su cuarto a empellones. Jams consentira en darle +permiso. Primero quisiera verla muerta, y aun la matara por su propia +mano. El P. Gil hall exagerada y hasta irracional aquella oposicin, y +manifest propsitos de dirigirse l mismo a Osuna y hacerle comprender +que no tena derecho a violentar de tal modo la inclinacin de su hija, +sobre todo considerando que no era una nia privada de reflexin. +Obdulia se apresur a disuadirle de este empeo. Su padre haba dicho en +un arranque de enojo que considerara como enemigo a cualquiera que le +hablase del asunto, que no le escuchara y le arrojara de su casa. + +Fue preciso resignarse por el momento, esperando tiempo ms propicio. +Sin embargo, la piadosa joven manifestaba cada da mayores y ms +vehementes deseos de abandonar el mundo para siempre. Esto la +reconciliaba con el P. Gil, que haba comenzado a desestimarla. Varias +veces, desde el primer intento, haba abordado a su padre, pero siempre +en vano y con desgracia. Osuna se opona cada vez con ms alta +violencia. Desde que supiera el propsito de su hija se mostraba con +ella despegado, la trataba con extraordinaria dureza; en todas +ocasiones, pero sobre todo a la hora de comer, haca befa de su devocin +y se complaca en atormentarla con burlas sangrientas que le hacan +llorar. Y no slo con palabras, sino tambin con obras la torturaba +despiadadamente. Afirmaba tener los brazos negros de los pellizcos que +la infliga en cuanto se tocaba la cuestin del convento. Un da mostr +a su confesor una oreja rota, de un tirn del feroz jorobado; otro, +lleg con una mejilla inflamada y renegrida por haberle tirado un +cepillo a la cara. El P. Gil estaba horrorizado y confundido. No saba +qu hacer ni aconsejar. + +Los malos tratos y la violencia de las escenas que con su padre tena a +todas horas llegaron a tal extremo que un da declar a su confesor +hallarse resuelta a no padecerlos ms tiempo. Tena el propsito de +entrar en el convento a despecho de todos los obstculos que se le +presentasen. Si el P. Gil la ayudaba en su empresa, se escapara de la +casa paterna y entrara inmediatamente en la de Dios. Qued aqul +asustado y confuso ante tan arrebatada determinacin. No se le ocultaba +que la joven tena razones poderosas para desobedecer la autoridad de su +padre, y si se quiere para huirla. Pero el caso era muy grave. Desde +luego trat de disuadirla aconsejndole calma y resignacin. Acaso con +el tiempo Osuna se convencera, le tocara Dios en el corazn y podra +realizarse con su anuencia lo que tanto anhelaba. + +Obdulia no quiso escucharle. Haba padecido ya demasiado. Dios no poda +querer que obedeciese a un padre tirano y cruel que desobedeca l mismo +las leyes divinas poniendo trabas a la salvacin de una hija. Con muchas +lgrimas y extremosos ademanes le rog que la socorriese en aquel +trance, que la condujese al convento de Astudillo. El sacerdote se neg +rotundamente a ello. Volvi a aconsejarle calma y que buscase siempre +por los medios suaves de la obediencia y la humildad ganar el +consentimiento de su padre. Pero Obdulia, conducida a la desesperacin +por el creciente rigor de ste, le dijo al fin de un modo terminante que +si en el plazo de ocho das no se decida a acompaarla al convento, se +escapara de la casa y se ira sola. + +Gran turbacin arrojaron estas palabras en el espritu del joven +excusador. Ayudar tan directamente a cometer una desobediencia le +causaba repugnancia. Pero consentir que un padre abusase de tan brbara +manera de su autoridad para violentar la inclinacin de su hija y +contrariar la voluntad misma de Dios, que la llamaba hacia s, tampoco +le pareca bien. Por algunos das lucharon dentro de l estas opuestas +tendencias. Obdulia le vea preocupado, irresoluto. Con astucia le iba +atrayendo a la determinacin que ella deseaba, hacindole entender, cada +vez con ms fuerza, que si se negaba a acompaarla se marchara sola. +Esto le pareca al excusador el colmo del escndalo. Adems, se +expondra a mil accidentes lamentables, y acaso a su perdicin completa. +Consentirlo, era echar sobre la conciencia una terrible responsabilidad. +Pens prevenir a su padre; pero la joven, que le adivin el pensamiento, +le declar con firmeza que sera intil y aun nocivo para todos este +paso. En cuanto tuviese un momento libre para escaparse, lo hara aunque +fuese a medianoche. + +El P. Gil tuvo la debilidad de ceder. Con la viva imaginacin que la +caracterizaba, la hija de Osuna se puso a idear los medios de llevar a +cabo su propsito. Era condicin de su temperamento el no hacer nada por +medios naturales y sencillos. Para que saliese a gusto suyo, todo haba +de ser laberntico, extrao, violento. El plan era el siguiente: el P. +Gil se ira una maana a Lancia, alquilara un coche y volvera con l +por la noche. Lo dejara en las cercanas de la villa y vendra a dormir +a su casa. Por la maanita, antes de amanecer, saldra ella con pretexto +de ir a misa, tomara por la carretera de Lancia y se reuniran en el +lugar designado de antemano: se meteran en el coche e iran a tomar el +tren de Castilla a una estacin ms all de Lancia, para despistar a su +padre, si por acaso pretenda perseguirla. + +No le pareci bien al excusador este proyecto: le causaba instintiva y +profunda repugnancia. Hizo algunas observaciones, pero todas se las +desbarat prontamente la joven con su facundia y aguzado ingenio. Le +hizo ver que cualquier otro ofrecera ms graves inconvenientes; fue +paliando con arte los que en ste pudieran chocar ms a su confesor; le +aturdi con tanta palabrera. El carcter dbil y bondadoso del padre +Gil no supo resistir a aquellos ataques, y convino al fin en poner en +prctica lo que su penitenta haba imaginado. + +Un lunes del mes de Abril sali nuestro excusador en la diligencia de +Lancia, con pretexto de ir a consultar sus achaques con un mdico amigo. +Obdulia se person poco despus en su casa. Haban enterado a D. Josefa +de todo. Al ama le pareca tan mal como al excusador aquel plan, y en +su interior llamaba enredadora y liosa a la beata; pero era tanto el +gusto que senta por verse desembarazada de ella, que call y pas por +todo. Exista siempre entre ambas una rivalidad fcil de explicar. +Obdulia, con ocasin o sin ella, visitaba a su confesor, vigilaba su +bienestar domstico, unas veces arreglndole la ropa, otras envindole +algn plato de su gusto, etc. Esto indignaba de un modo indecible a D. +Josefa. La odiaba a par de muerte. Deca de ella perreras en todas +partes, y por causarle dao, estuvo a punto de comprometer varias veces +a su amo. No es extrao, pues, que conociendo todo lo ridculo y +peligroso de la escapatoria, la favoreciese, alentando al P. Gil, +disipando sus escrpulos. No vea en ella ms que un medio de librarse +para siempre de aquella insufrible verruga que le haba salido. + +Lo primero que hizo la joven fue pedir al ama una maleta para colocar en +ella la ropa que su confesor haba de necesitar en el viaje. Doa Josefa +trajo del desvn un saquito de noche. + +--Esto es muy pequeo, seora. Aqu no cabe nada. + +--Cmo pequeo?...--pregunt el ama, estupefacta.--Aqu cabe ropa para +una porcin de das. Cunto tiempo ha de estar por all el seor +excusador? + +--Poco, poco--se apresur a decir con manifiesta turbacin, ponindose +colorada.--Pero ya ve usted, en los viajes nunca se sabe lo que puede +ocurrir... A lo mejor falta la diligencia o las caballeras... Una +enfermedad... Quin sabe!... + +--Vlgala Dios, seorita, no se ponga a pensar esas cosas!... Ir por +otra. Por falta de maleta no se quede. + +Entre ambas acomodaron en ella algunas mudas de ropa blanca, zapatillas, +peines, el breviario, etc., etc. Ya que hubieron terminado la tarea, no +larga ni difcil por cierto, Obdulia se sent en el silln del clrigo, +declarando que estaba cansadsima, que aquella noche apenas haba +dormido con la zozobra que produce siempre una resolucin tan decisiva, +y que le vendra bien echar un sueo. D. Josefa la dej reposar +tranquilamente y se fue a sus quehaceres. + +Cuando la sinti trajinar all abajo, por la cocina, levantose y se puso +a examinar con placentera mirada cuantos objetos haba en la estancia. +Todos los toc con sus manos. Particularmente aquellos de uso ms +inmediato y personal para su confesor, como los peines, las plumas de +escribir, la fosforera, etc., fueron objeto para ella de una atencin +viva, ansiosa: les daba vueltas entre sus dedos con emocin, mientras +una sonrisa tierna y sumisa vagaba por sus labios. Un alzacuello usado +yaca sobre una silla. Se detuvo delante de l, lo alz y lo contempl +unos momentos con inters; luego, echando una mirada tmida a la puerta, +lo llev a los labios dos o tres veces y lo dej donde estaba. +Permaneci algunos minutos inmvil, de pie en medio de la habitacin, +con los ojos en el vaco, enajenada por intensa meditacin. Sus ojos +tornaron al cabo a brillar sonrientes, y una ola de leve carmn se +esparci por sus mejillas. Dio algunos pasos con pie vacilante y se par +al fin a la puerta de la alcoba. Con una mirada intensa abraz cuanto en +ella haba. El lecho del sacerdote era pequeito, de madera blanca; +blanca tambin la colcha que lo cubra; las almohadas y las sbanas +finas, pero sin encajes. Pareca la cama de una colegiala. Obdulia la +contempl largo rato, como si no hubiera visto jams cosa ms +sorprendente. En su rostro se notaban los signos de una emocin +respetuosa, la que se siente al penetrar en el camarn donde se guardan +las reliquias en las catedrales. + +As permaneci sin osar mover un pie, la faz blanca, los ojos anegados +en gozo exttico como si estuviese en un bao tibio y perfumado. Sbito +dio un paso atrs, corri a la puerta del gabinete, la entreabri, asom +la cabeza y escuch. D Josefa segua en la cocina. La cerr nuevamente +y volvi en puntillas a la alcoba. Detvose un instante, y avanz +despus hasta tocar en la cama. Puso sobre ella las manos. El corazn +le golpeaba en el pecho fuertemente. Dejose caer de bruces, y con mucha +delicadeza para no deshacer la ropa se subi a ella y se extendi, +apoyando la cabeza en las almohadas. Corri por todo su cuerpo un +estremecimiento inexplicable de placer, de miedo, de vergenza; un +estremecimiento delicioso que la dej lnguida y desvanecida con los +ojos cerrados y el rostro plido. Al cabo de un rato se volvi y hundi +sus mejillas en la almohada, aspirando con narices y boca el olor que +los rubios cabellos del P. Gil haban dejado en ella. Frot repetidas +veces la cara contra el lienzo, percibiendo un cosquilleo gratsimo que +le penetraba hasta el alma. Gozaba con todo su cuerpo, como si mil bocas +la estuviesen besando a un mismo tiempo. Se dej estar un largo rato +quieta, perdida en un sueo feliz, celeste, sacudida por leves +estremecimientos de una dulzura tan grande que le haca dao. Senta una +angustia deliciosa; suspiraba sin apartar el rostro de la almohada para +no romper la alegra que la inundaba. Se iba aletargando lentamente. Sus +miembros empezaban a dormir, privados de movimiento. Una niebla se +esparca por su mente, borrando y confundiendo las imgenes. Pero su +corazn lata siempre con violencia, como si toda la vida se hubiera +refugiado en l. Cuando se levant al cabo de una hora, tena las +mejillas sonrosadas, los ojos brillantes: una sonrisa humilde, +vergonzosa, trasfiguraba su rostro marchito, prestndole una suavidad +cndida y virginal que jams haba tenido. Si en algn momento de su +vida estuvo hermosa, fue en aqul. + +Se apresur a arreglar la cama haciendo desaparecer toda seal de haber +descansado en ella y sali de la estancia; se despidi de D Josefa y +fue a su casa. + +Al oscurecer lleg el P. Gil; se vio con l y convinieron en salir a la +madrugada, antes que fuese da, y montar en el coche que aqul haba +dejado en las inmediaciones. D Josefa envi, de noche ya, las maletas +por su sobrino a cierta venta no lejana de Peascosa. + +Gran rato antes de percibirse la claridad de la aurora, llam Obdulia +discretamente a la puerta de la casa de su confesor. Sali D Josefa a +abrirle. El P. Gil estaba ya listo. Tomaron apresuradamente chocolate, y +despus de haber besado a D Josefa con efusin, la presunta monja salv +la puerta y se desliz rpidamente por la calle abajo. Diez minutos +despus sali el P. Gil. La noche estaba oscura y hmeda. Haba llovido +bastante. La calle, llena de charcos; la carretera, de lodo. Fuera ya de +los arrabales, Obdulia esper a su confesor y juntos se dirigieron a la +venta donde paraba el coche. Mientras llegaron all no cruzaron ninguna +palabra. El P. Gil caminaba silencioso, taciturno, revelando bien a las +claras un mal humor que no era frecuente en l. Tard un rato el cochero +en enganchar. Mientras dur la operacin, la futura monja se meti en la +venta. El P. Gil permaneci fuera, presencindola. Uno y otro fueron +objeto de gran curiosidad para la ventera, para sus hijos, para el +mayoral y el mozo del coche. Apenas les quitaban ojo. El joven +presbtero observ que cambiaban entre ellos algunas miradas expresivas +y burlonas que le avergonzaron. Vio repentinamente la falsedad de su +situacin, la enorme tontera que haba hecho. Otro hombre de ms +carcter hubiera retrocedido en aquel instante. Tuvo amagos de hacerlo, +vacil si le dira a la joven que le era imposible acompaarla; al fin +no se atrevi, y cuando el cochero advirti que todo estaba listo y +Obdulia le dijo con su viveza caracterstica: Vamos, padre; pronto... +arriba! subi al carruaje con la resignacin de un cordero. + +Empezaba a amanecer. Clareaba el horizonte y soplaba un viento hmedo y +caliente, propio de primavera y de tiempo achubascado. El carruaje +rodaba por la carretera, haciendo saltar nubes de lodo. Era una +carretela vieja que en otro tiempo debi de pertenecer a un particular. +Obdulia se coloc en la trasera y el P. Gil en la delantera, lo ms +lejos posible. Sigui mostrndose serio y taciturno, ms an que antes. +La joven le observaba con el rabillo del ojo, y adivinando lo que pasaba +en su espritu, permaneca silenciosa tambin, en un estado de +recogimiento que diera buena muestra de sus msticos pensamientos. Para +ayudar a ella, dijo al cabo de media hora de silencio: + +--Padre, no hemos pedido a San Jos que nos proteja en nuestro viaje. + +--Es cierto--respondi el clrigo, cuyos ojos claros, azules, vagaban +perdidos por el paisaje, que empezaba a desembozarse del manto oscuro de +la noche y sala fresco y hermoso y goteando todava de su bao +prolongado. + +--Quiere usted que le recemos cinco padrenuestros? + +El sacerdote se despoj del sombrero en silencio y comenz en voz baja a +decir el padrenuestro. Obdulia le respondi con verdadera emocin, +tambin en voz baja. Formaban la del uno y la del otro un murmullo +suave, discreto, que sin saber por qu llenaba de emocin el alma de la +joven. Sentase poseda de una languidez extraa, de una felicidad +ntima, que aniquilaba o adormeca su pensamiento. El ruido sordo de las +ruedas del coche y el cascabeleo de las mulas contribuan a sumergirla +en este arrobamiento. Cuando terminaron, qued largo rato ensimismada. +Por su gusto aquella oracin no se hubiera terminado nunca. + +Pero el joven presbtero se haba puesto el sombrero y miraba otra vez +por la ventanilla. El paisaje se animaba bajo la claridad rosada de la +aurora. El viento haba barrido los nubarrones hacia el poniente y +dejaba en la parte de levante una claraboya por donde surga +esplendoroso el disco del sol. Aquella visin le apart del msero +cuidado que ocupaba su mente. Sinti un estremecimiento y cay de nuevo +en la idea fija, terrible, que desde haca algunos das le roa el +corazn. Volvi a sentir aquella angustia opresora que hinchaba poco a +poco su pecho y que amenazaba ahogarle. Dej de existir Obdulia y cuanto +tena a su alrededor. No qued en el Universo ms que su pensamiento +frente al gran problema del conocer. + +Aqulla, que le observaba atentamente, no se atrevi en mucho tiempo a +turbar su xtasis. Pensaba que lo que le pona taciturno era lo que le +haba ledo antes en los ojos, el pesar de haberse colocado en una falsa +situacin. Sin embargo, concluy por hablar y adopt el tono jocoso. +Quera distraerle a todo trance. + +--Padre, est usted muy pensativo. Usted tiene hambre. + +El sacerdote hizo un esfuerzo para sonrer. + +--No tal. + +--S, la tiene; no me lo niegue usted. Y el hambre nos hace pensar unas +cosas tan tristes!... Ver usted cmo yo le quito en un momentito esa +cara de vinagre y se la pongo de jerez amontillado... Aqu lo traigo en +este frasco... + +Al mismo tiempo abri un saquito de piel que traa en la mano y comenz +a sacar vitualla y dos o tres frascos con vino y leche. + +--Yo necesito verle a usted con cara de pascua, padre--prosigui +mientras desenvolva los papeles blancos en que traa envueltas las +rajas de carne, de pescado, los pastelitos, etc.--En cuanto le veo a +usted esa arruguita ah... ah--y le toc con su dedo en la frente: el +sacerdote la retir con viveza,--ya me tiene usted ms triste que la +noche... Por qu ser?... Por qu no ser?... Usted, que sabe tanto, +me lo dir. + +Las ltimas palabras las dijo canturreando y afectando distraccin. + +--Ea! Voy a poner la mesa... Tenga usted quietecitas las piernas, que +necesito de ellas en este momento. + +Junt las suyas con las del clrigo, extendi una servilleta por encima +y fue colocando los vveres. Los frascos con el vino los puso en el +suelo. + +--Me parece que no habr necesidad de que saque los tenedores, +verdad?... Seamos humildes. Comamos con los dedos. + +--Es humildad, o es que le sabe mejor as?--pregunt sonriendo el P. +Gil. + +Obdulia solt la carcajada. + +--Es usted mi confesor y no puedo decirle mentira. Me gusta as mucho +ms... Es de las pocas cosas sucias que me gustan. + +--Eso ltimo tampoco es humildad--dijo el confesor sin dejar de sonrer. + +--Vaya, vaya, no se me ponga regan y coma con garbo... si es que +sabe... que estoy viendo que no... Pero criatura! Qu hace usted ah +echando bocados a ese trozo de mero sin quitarle las espinas?... No ve +usted que se le puede clavar una en la garganta?... Deme usted ac--y se +la arrebat al mismo tiempo de las manos.--Ver usted cmo yo se las +quito sin dejar una... Digo... si es que usted no tiene asco a mis +dedos... + +El P. Gil se apresur a hacer signos negativos. + +--Salen ahora mismo de los guantes... Adems--exclam riendo,--usted me +tiene mucho cario y lo come ms a gusto pasando por mis manos... Qu +tonta soy! Verdad, padre?--aadi bajando la voz. + +--Tonta, no. Un tanto ligera, s--repuso el sacerdote, acompaando estas +palabras con una sonrisa para desvirtuar su aspereza. + +La joven se puso encarnada. La conversacin se hizo ms seria. + +Cerca de las nueve divisaron las torres de Lancia y la gran cortina +negra de montaas que cierra su horizonte. El cielo estaba despejado. El +viento soplaba tibio del Sur. La maana ofreca esa dulzura exquisita +que se observa en algunos das de primavera. + +El P. Gil advirti al cochero que pasase cerca de la capital sin entrar +y se dirigiese a la primera estacin del ferrocarril, distante una legua +de ella. Haba resuelto tomar el tren all para mayor recato. La +estacin, se llamaba la Reguera. Cuando llegaron eran las once. Deban +esperar dos horas y media, porque el tren no pasaba por all hasta la +una y cuarenta. + +La Reguera estaba situada al extremo de un pintoresco y risueo valle. +Desde la estacin, asentada en un alto terrapln, se divisaba todo +perfectamente. Circundbalo un cinturn de colinas suaves vestidas de +rboles y praderas y despus de ste otro de altas y escuetas montaas, +cuyos tonos rojizos formaban hermoso contraste con el verde del primero. +En el llano haba un mosaico caprichoso de prados con lindes de +avellanos, tierras de maz y arboledas. Por el medio atravesaba +majestuoso un ro ancho, cristalino, que, herido por el sol, pareca una +gran faja brillante de plata. As que despidieron el coche, Obdulia +propuso a su confesor el bajar a este llano y aguardar all la llegada +del tren. Acept gustoso, por librarse de las miradas de la gente de la +estacin. Bajaron por un sendero estrecho y empinado y entraron en un +bosque de castaos que se prolongaba hasta la orilla del ro. El +sacerdote advirti que estaba muy hmedo, pero la joven marchaba delante +dando gritos de alegra, metindose hasta la rodilla en la yerba, +batiendo las palmas como una nia a quien perdonasen la escuela. Las +grandes copas de los castaos an no estaban vestidas del follaje que +ostentan en el verano. Los rayos del sol, pasando al travs de sus ramas +descarnadas, beban el agua fresca que formaba charcos entre el csped. + +Obdulia no par hasta llegar al talud guijarroso que serva de margen al +ro. All se detuvo y volvi la vista atrs y contempl con semblante +risueo a su confesor, que vena tomando precauciones, apoyando con +cuidado el pie en los sitios ms secos. Tena el rostro encendido por la +carrera, los cabellos revueltos y sus grandes ojos negros brillaban con +expresin de vivo placer. + +--Ande usted, cobarde! Tiene miedo a morirse por los pies? + +--Y si pilla usted un catarro, cmo podr resistir la vida dura del ao +de noviciado?--repuso el clrigo aproximndose. + +Por los ojos de la joven pas una nube sombra y qued repentinamente +seria. Luego, haciendo un esfuerzo para animarse, dijo: + +--A que no se atreve usted a desenganchar esa lancha para que demos un +paseito por el ro? + +--Ya lo creo que no! + +--Pues yo s... Ahora va usted a ver. + +Una gran barca vieja y deteriorada, que serva para trasportar a los +paisanos de una orilla a otra en los das de mercado, yaca amarrada por +una cadena a la orilla, debajo de unos juncales que la sombreaban. + +--Ay, qu lstima!--exclam la joven devota cogiendo entre sus manos la +cadena.--Tiene candado! + +--Me alegro. Eso evita que usted hiciera una locura. + +--Pues yo no renuncio a flotar un poco. Me meto dentro. Soy de puerto de +mar y el agua es mi elemento. + +Y diciendo y haciendo, salt con decisin en la barca, que se inclin de +un lado para recibirla; se fue por encima de los bancos hasta la popa, y +all se sent. + +--Oh! Qu bien se est aqu a la sombra! Y hay su cachito de +balanceo... Vngase, padre. En ninguna parte se puede esperar mejor... + +El clrigo salt tambin por encima de los bancos, y se fue a sentar no +lejos de ella. La sombra, en efecto, era grata en aquella hora del +medioda. La corriente balanceaba suavemente la lancha y produca al +chocar un glu glu suave y cristalino que convidaba al sueo. Despus de +alegrarse de su buena fortuna por hallar asiento tan agradable y de +cambiar algunas frases, ambos guardaron silencio. Obdulia inclin su +cuerpo sobre el agua y clav los ojos en ella con expresin melanclica. +El P. Gil dej los suyos vagar por el horizonte, recorriendo sin verlas +las altas montaas que aislaban el valle del resto del mundo. Y como +siempre que quedaba un momento abstrado, la fatal duda volvi a flotar +en su mente. Qu era todo aquello que tena a su alrededor? Una pura +representacin de su pensamiento, un producto de l, un sueo quiz... +Un sueo!... Mientras dormimos tambin vemos, tambin palpamos, lo +sentimos todo al igual que despiertos. Por qu no ha de ser la vida un +largo sueo? La diferencia que establece Kant entre la vigilia y el +sueo le pareca deleznable. Porque el encadenamiento de las +representaciones lo mismo existe en la una que en el otro. Lo nico que +rompe este encadenamiento es el acto de despertar. Pero muchas veces al +despertar confundimos los acontecimientos del sueo con los de la +realidad. No indica esto bastante claramente que todo tiene el mismo +origen y fundamento? Por qu razn decimos que los unos son reales y +los otros no?... + +Sacole de su intensa meditacin la voz de Obdulia, que desde haca +algunos minutos le observaba. + +--Vamos, padre, no piense usted ms en eso, y dgame de verdad si no +est a gusto aqu. + +--En qu no he de pensar, hija ma?--respondi el sacerdote ponindose +levemente colorado, como si ya se lo hubiese adivinado. + +--En eso!... No s lo que es, pero debe de ser algo malo cuando le hace +a usted arrugar la frente y abrir unos ojazos pasmados como si viera +delante un alma del otro mundo... Vamos, piense usted un poco en m, ya +que me he confiado a sus cuidados. + +--Ya pienso. No acabo de advertir a usted que no deba mojarse los +pies? Pero usted no hace caso--replic sonriendo con benevolencia. + +--Eso es! Se acuerda usted de m para regaarme... Se ha vuelto usted +muy regan, padre!... En otro tiempo era usted ms cobarde, ms +suavecito; todo lo deca dando rodeos, de miedo de ofender a una... +Pero ahora! Anda, anda, buenos rodeos te d Dios!... Ya ha aprendido +bien a regaar... Por supuesto--aadi cambiando de tono y acercndose +ms a l--que a m me gusta ms de esta manera. Yo quiero que mi +confesor tenga firme por las riendas, que sea severo y hasta duro +conmigo... Usted me rie poco todava, padre. Quisiera que usted fuese +ms severo... que me castigara fuerte... y hasta me pegara, para +demostrarle bien mi sumisin. + +Dijo las ltimas palabras con voz temblorosa y el rostro avergonzado, +fijando en su confesor una mirada de tmida adoracin. El rostro de ste +expres turbacin y disgusto. Volvi la vista al otro lado y guard +silencio. + +Al cabo de unos instantes, la joven devota, que miraba melanclicamente +al agua, dijo con mpetu reprimido: + +--Cunto dara porque se rompiese la cadena que sujeta esta barca y la +corriente me llevase muy lejos... muy lejos!... donde no viese nada de +lo que he visto hasta ahora, donde todo lo que imaginara se realizase al +instante... Ah! Yo quisiera ir a parar a un valle ms pequeo que ste, +pero ms risueo todava: el cielo siempre azul, la tierra llena de +flores y animales hermosos que viniesen a comer a mi mano. Y vivir all +sola con Dios y las personas que eligiese para acompaarme. Vivir +enmedio de los campos y entender lo que dicen los rboles cuando el +viento agita sus copas y lo que murmuran las fuentes y lo que gorjean +las aves y lo que silban los insectos. Marchar siempre acompaados de +una escolta de pajaritos de Dios que nos ensearan el camino y nos +deleitaran con su canto, embriagados por los aromas de las flores, +inundados de luz, envueltos en la caricia de una primavera eterna. Esto +es lo que soaba cuando tena catorce aos. Y hoy, sin saber por qu, +vuelvo a soarlo otra vez... Pero no--aadi con voz profunda al cabo de +una pausa, frunciendo fuertemente su frente plida,--mejor sera que la +barca me llevase a alguna gruta oscura entre peascos inaccesibles y me +volcase all y me sepultase en sus aguas negras, para que nunca ms se +volviese a saber de m... As concluira de una vez de padecer... + +Al pronunciar las ltimas palabras se llev las manos a la cara y +comenz a sollozar. + +El P. Gil la contempl un momento con ojos severos. + +--Lo que acaba de decir es una gran impiedad, tanto ms grande y +abominable, cuanto que sale de una boca que va a pronunciar muy pronto +votos sagrados. + +--Perdn, padre... Son sueos nada ms. + +--Pida usted perdn a Dios y preprese de un modo ms respetuoso para +ser su esposa. + +El P. Gil se levant al decir esto gravemente y sali de la barca. +Obdulia le sigui con el pauelo en los ojos. + +Subieron de nuevo a la estacin. En una cantina prxima tomaron caldo y +aguardaron la llegada del tren, que no se hizo esperar. No haba ningn +coche vaco, pero en uno estaba solamente una persona, y a l subieron. +Parti el tren al instante. El viajero les mir distradamente, con poca +curiosidad, figurndose tal vez que eran hermanos. Sin embargo, al cabo +de unos momentos la joven pidi a su confesor que le bajase la maleta de +la rejilla para sacar un pauelo. El viajero percibi que se trataban de +usted, y entonces los examin con viva atencin. El padre Gil se turb +bajo su mirada fija, inquisidora. Por fortuna, a la tercera estacin se +baj. Pero todava, en pie sobre el andn, los segua saetando con los +ojos hasta que el tren se puso en marcha. + +Ambos guardaron silencio obstinado. El padre Gil ya no se senta +arrastrado por la metafsica; empezaba a atormentarle una sorda +inquietud que llenaba su espritu de temores, de vagos presentimientos. +Senta vergenza singular desde que el viajero que se haba apeado les +observara con atencin tan sostenida. Aquella muchacha le inspiraba +miedo. Un tropel de pensamientos feos, insensatos, acudi a su cerebro y +lo llen de confusin. Tena las mejillas encendidas y los ojos +asustados. Procuraba evitar el encuentro con los de su penitenta, que +senta posados constantemente sobre l. + +Por atraccin irresistible o por casualidad lleg un momento en que se +cruzaron sus miradas. La joven dej escapar una risita maliciosa. El +sacerdote apart prontamente la vista y permaneci grave, como si no la +hubiera advertido. Al cabo de un rato volvieron, sin saber cmo, a +encontrarse sus ojos, y otra vez solt a rer la devota, mirndole con +semblante alegre. El padre Gil no hizo aprecio de ello y volvi el suyo +hacia la ventanilla. Pero Obdulia exclam: + +--A que no sabe, padre, de qu me estoy riendo? + +--Usted dir--repuso gravemente el clrigo sin volver la cabeza. + +--Pues de usted. + +--Por qu motivo?--pregunt con naturalidad y modestia. + +--Porque adivino perfectamente lo que est pensando. Usted teme que +llegue la noche, como los nios... Empieza usted a estar violento con +una mujer que todava no es vieja, y se arrepiente ya de haber cedido a +acompaarme... + +--No anda usted muy distante de la verdad--replic el sacerdote con +firmeza. + +Obdulia se turb un poco; pero reponindose inmediatamente: + +--Eso prueba su gran modestia, padre. Un santo como usted no debe temer +nada en ninguna situacin. Yo, sin ser santa, estoy perfectamente +tranquila. + +Estas palabras gustaron al P. Gil. Le respondi con benevolencia, y un +poco ms sereno y confiado, volvi a entablar conversacin con ella, +procurando mostrarse familiar y jocoso, tanto ms cuanto que deseaba +alejar el malestar y la inquietud que se cerna sobre ellos. + +Rezaron el rosario. Luego cenaron con la vitualla que traan. Mientras +dur la cena, Obdulia estuvo oportuna y alegre. El clrigo le segua el +humor con cierta afectacin para ocultar el embarazo que a su pesar le +dominaba. + +Haba cerrado la noche, una noche soberbia de Castilla, fra y azul, +alumbrada por los rayos de la luna, que trasformaba la llanura en un +vasto lago dormido. El tren corra a toda velocidad por el medio +rompiendo con sus silbos estridentes, con el fragor de su marcha, el +encanto de aquella claridad suave y tranquila. Los altos chopos parecan +flotar sobre ella como fantasmas envueltos en el blanco cendal de la +neblina. + +Los cristales del coche se empaaron al fin. Obdulia se apart de su +confesor y fue a arrebujarse en un rincn, tiritando de fro. Luego se +puso a hacer dibujos sobre el cristal con un dedo. Escribi su nombre: +Obdulia Osuna; despus el de su confesor, Gil Lastra. Y volvindose al +rincn, se rebuj de nuevo. El P. Gil, que haba ledo bien desde su +sitio los dos nombres, se acerc a la ventanilla, con pretexto de +estirar las piernas, y escribi debajo del suyo con letra clara: +_presbtero_. + +Trascurri un rato en silencio. Ambos parecan soolientos. Obdulia dijo +al cabo: + +--Con permiso de usted, voy a acostarme un poquito, padre. Tengo sueo. + +Y se estir sobre los almohadones, echndose una manta encima de las +piernas. + +--Ay! ay!--exclam a los pocos instantes.--Cmo me lastiman las +botas!... Claro, como las he humedecido primero y luego puse los pies +sobre el calorfero, se han contrado!... Vamos, padre--aadi sonriendo +graciosamente,--srvame de doncella una vez siquiera... Qutemelas +usted, que yo no puedo. + +Una ola de rubor subi a las mejillas del sacerdote. Tuvo un momento de +vacilacin. + +--Vamos, padre--insisti ella,--sea usted humilde como todos los santos. +El Papa lava los pies a los pobres: bien puede usted quitarme a m las +botas. + +El P. Gil se levant y empez con mano temblorosa, rojo como una +amapola, a soltar los botones del calzado a su hija de confesin. Ella +le contemplaba con sonrisa maliciosa. + +--Muchas gracias, padre. Ahora hgame el favor de envolverme las piernas +en la manta... As; perfectamente. Ahora acustese un poco tambin y no +haga ruido. + +El sacerdote, que a todo esto sonrea forzadamente, se acomod en el +rincn opuesto y qued de repente serio, con el entrecejo violentamente +fruncido. Una viva terrible inquietud se apoder de su espritu. La +escapatoria le iba pareciendo una ligereza cada vez ms imperdonable. +Aquella muchacha, ni tena verdadera vocacin de monja, ni llevaba +trazas de tenerla jams. Era un temperamento frvolo, malicioso, +arrebatado, capaz de cualquier atrocidad. Qu necedad la de haber +cedido a sus instancias! Se confesaba que mereca un poco lo que le +estaba pasando por su afn de desembarazarse de ella a todo trance. Pero +como ya no era tiempo de volverse atrs, lo importante era dejarla +cuanto ms antes en el convento, y a eso deban tender todos sus +esfuerzos. + +Obdulia pareca dormida. Sus ojos, no obstante, se entreabran de vez en +cuando para mirarle, y dejaban escapar una llamarada burlona y +maliciosa. + +A las nueve llegaron a Palencia. Se hicieron guiar a una posada modesta. +Antes de retirarse cada cual a su habitacin, el P. Gil quiso prevenir +todo lo necesario para emprender el viaje a Astudillo al da siguiente. +Mand buscar caballos, se enter del camino que haban de seguir, del +tiempo que iban a tardar, etc. Quiso dejarlo todo listo, a pesar de que +Obdulia le indicaba que no corra tanta prisa. Puesto que se trataba de +un viaje corto, por la maana era fcil arreglarlo todo. Pero el +excusador no poda disimular el ansia que tena de dejar zanjado aquel +asunto. + +Se levant muy temprano, pero no se atrevi a avisar a la joven. +Entretuvo su impaciencia rezando, paseando por la habitacin, yendo a +casa del alquilador de los caballos para cerciorarse de que los tena +dispuestos. Al fin, cerca ya de las diez, se atrevi a pasar un recado +por la criada, preguntndole si estaba ya preparada a partir. La +respuesta que aqulla trajo fue que la seorita an no se haba +levantado, por hallarse un poco constipada, que en cuanto se levantase +le avisara para ponerse en camino. + +Sin saber por qu, aquella novedad produjo en el P. Gil un gran +desconsuelo; sinti profundo disgusto, presintiendo una catstrofe. Una +hora despus recibi otro recado de ella aconsejndole que almorzase +solo y pasase despus por su habitacin, que para entonces ya estara +vestida y preparada. As lo hizo, cada vez ms inquieto y receloso; pero +al entrar en el cuarto de la joven, encontr que estaba, en efecto, +levantada, pero de ningn modo dispuesta para partir. Vesta una bata +elegante y tena los cabellos recogidos en una cofia blanca con lazos de +seda encarnados. Estaba bastante plida y tena los ojos con seales de +haber llorado. + +El P. Gil se detuvo a la puerta y frunci el entrecejo. + +--Entre usted, padre, y sintese aqu en esta butaca--dijo ella desde +una sillita, mirndole con dulzura.--Ya estoy bien. He pasado una noche +muy mala. + +--Ha tosido usted?--pregunt el excusador, sentndose. + +--No... la he pasado toda llorando. + +El clrigo la mir estupefacto. + +--Cmo es eso, hija ma? + +Obdulia se llev el pauelo a los ojos y no contest. Al cabo de un +largo silencio dej caer el pauelo, se apoder de una mano de su +confesor y la bes con efusin repetidas veces y la llen de lgrimas, +exclamando: + +--Soy muy desgraciada! + +El P. Gil quiso retirar la mano suavemente, pero la devota se la apret +con ms fuerza. + +--No... no me retire usted esta mano, padre... esta mano que tantas +veces me ha absuelto de mis pecados, y que ahora ay! no podr +absolverme ni sacarme del abismo en que he cado... + +--Clmese usted, hija--repuso el clrigo, impresionado.--Acaso se +arrepiente usted de su decisin?... Por eso no ha cado usted en el +abismo. Todo se puede arreglar sin escndalo. Tiene usted un ao de +noviciado, en que puede salir del convento cuando lo desee... + +Obdulia volvi a taparse el rostro con las manos y dijo entre sollozos: + +--No es eso... Es otra cosa peor... Yo tengo un secreto, padre; un +secreto que me pesa en el corazn hace tiempo y que me ahoga... + +El P. Gil qued unos instantes suspenso, y dijo al fin: + +--Si usted lo desea, iremos a la iglesia y la escuchar en confesin. + +--No, no... Usted ya no puede ser mi confesor--y levantando +repentinamente la frente, plidas las mejillas, los ojos secos y +brillantes, donde se pintaba una resolucin extrema, sigui:--S muy +bien, padre, que mi vida entera est destinada a llorar... S tambin +que despus de esta vida me espera quiz una eternidad de tormentos. +Pero la desesperacin no cuenta los tormentos ni teme nada. No tiene ms +que un pensamiento. Todo lo dems queda aniquilado... Yo le he engaado +a usted, padre. Yo no quiero ni puedo ser esposa de Jesucristo, porque +sera infiel a mis juramentos. Tengo dentro del alma, all en el rincn +ms oculto y sagrado, un amor al cual ser fiel toda la vida. Este amor +es mi delicia y es mi tormento. Hace dos aos que vivo muriendo de una +muerte dulce, porque adoro mis propios sufrimientos... Hace dos aos que +lloro en silencio, pero mis lgrimas son dulces y las bebo con placer. +Sin saberlo, padre, usted me ha estado envenenando lentamente; pero, +lejos de aborrecerle, le quiero, le adoro con toda m alma... He +procurado arrancar de mi alma este amor que me consume, he golpeado mi +pecho, he martirizado mis carnes... Usted bien lo sabe, padre... Despus +me he convencido de que era intil, y lo he dejado florecer en mi +corazn. Cmplase la voluntad de Dios. S que estoy condenada, pero yo +le quiero a usted... Te quiero! te quiero ms que a mi salvacin!... +Llvame adonde se te antoje, pero no me separes de ti... Djame ser tu +sierva... Djame besar el suelo que pisas... + +Cay de rodillas delante de su consejero, con el rostro entre las manos. +Al travs de sus dedos flacos se notaba el vivo carmn de que estaba +cubierto. + +El P. Gil se puso en pie vivamente, plido como un muerto, con el +espanto pintado en los ojos. Sus labios temblaron para fulminar sin duda +alguna frase dursima, pero no lleg a pronunciarla. Se lanz +rpidamente a la puerta y desapareci por ella. + +Sali de casa sin darse cuenta de lo que haca. Camin a la ventura +largo rato por las calles en un estado de aturdimiento que le impeda +razonar sobre lo que acababa de sucederle. Saliose al campo y dio un +largo paseo. El cansancio fsico produjo su acostumbrado efecto sedante +y comenz a ver con claridad su situacin. Nada gan con ello. Lo que le +estaba pasando era gravsimo, una verdadera catstrofe. Sus +presentimientos se haban realizado. Cmo volver a Peascosa con la +muchacha? Cmo dejarla all abandonada? Todas las soluciones que +acudan a su mente le parecan igualmente comprometidas. Pens en +telegrafiar al padre, pero no era posible explicar en un telegrama lo +ocurrido, ni aun de palabra poda hacerlo dignamente. Adems, quin +sabe de lo que sera capaz aquella loca si se vea acosada! Una viva +irritacin se iba apoderando del alma pacfica del presbtero. Haca ya +tiempo que no estimaba a la exaltada beata; ahora la aborreca. + +Cuando regres a casa era ya noche. Se encerr en su cuarto sin +preguntar por su compaera, y continu meditando con febril impaciencia +sobre el mismo tema. La solucin que le pareci menos mala, despus de +haber tomado y desechado muchas, fue presentarse al obispo de la +dicesis y confiarle todo el asunto y pedirle consejo y rdenes para +salir del paso. + +--Seor cura, la seorita que ha venido con usted me manda decirle que +haga el favor de pasar por su habitacin. + +El P. Gil levant la cabeza, y avergonzado y confuso como si tuviera que +arrepentirse de algo, respondi a la huspeda: + +--La seorita?... Ah! Bien... All voy en seguida. + +Pero no se movi del sitio. Aquella llamada aument an ms su +irritacin. Estaba resuelto a no volver a verla mientras el prelado no +interviniese en un asunto que tan gravemente poda comprometerle. +Trascurri cerca de una hora. Al cabo de ese tiempo se present de nuevo +la patrona, toda azorada. + +--La seorita tiene un ataque y est en la cama sin conocimiento. +Venga, venga, seor cura! + +--Voy, voy!--exclam asustado, corriendo en pos de ella. + +En efecto, Obdulia yaca en la cama, privada de sentido y extraamente +plida. Pareca muerta. El P. Gil sinti al verla en tal estado una +punzada de remordimiento en el corazn. Se apresur a prodigarle todos +los cuidados que en el momento se le ocurrieron. Entre la patrona y l +le baaron las sienes con agua fra, le hicieron oler algunos pomos de +los que ella traa en su saquito de mano. No tard mucho en abrir los +ojos. Estuvo algunos momentos con la mirada seria y fija en el +sacerdote. Luego sonri dulcemente. La huspeda se apresur a ofrecerse. + +--Quiere usted que llamemos al mdico, seorita? + +--No, no... Esto no es nada... Hgame una tacita de tila. + +--Ahora mismo. + +Cuando se quedaron solos, la beata volvi a mirarle larga y fijamente. +Al cabo dijo con voz dbil: + +--Escuche usted, padre. + +--Qu desea usted, hija ma?--respondi inclinando la cabeza hacia +ella. + +--Acrquese usted ms... No puedo esforzar la voz. + +El P. Gil se inclin todava ms. Sbito, con movimiento imprevisto, la +joven devota sac los brazos desnudos de la cama y se los ech al +cuello, atrajo su rostro hacia el de ella con inusitada fuerza y le dio +un beso prolongado, frentico, en los labios, y despus otro y otro. El +sacerdote forceje en vano por desasirse. Aquellos brazos le apretaban +como si fuesen de hierro, y una nube de besos ardorosos corra por todo +su rostro, sin tregua. No se oa en la estancia ms que el suave rumor +que producan y el resuello de dos pechos anhelantes. + +Al fin, el sacerdote, con un supremo esfuerzo, se deslig. La joven cay +pesadamente en la cama. Aqul se sinti acometido de tal susto, +repugnancia y horror que, despus de vacilar unos momentos, perdi el +sentido y se desplom sobre el pavimento. + +Vindole caer, la joven se levant con presteza del lecho y acudi +solcita a socorrerle. Pero al poner los pies en el suelo, su flaca +naturaleza, hondamente perturbada por lo que acababa de suceder y por +la vista de su confesor tendido en el suelo, le falt tambin y cay +presa de un sncope. + +El del P. Gil era un desmayo pasajero. Tard pocos segundos en volver en +s. Incorporose en el suelo, y viendo a Obdulia tendida a su lado en +camisa y con una parte del cuerpo descubierta, sinti un fuerte +estremecimiento de vergenza y se alz como movido por un resorte. Y +pensando con horror que poda llegar el ama en aquel momento, se +apresur a tomar a la joven entre sus brazos para trasportarla a la +cama. Cuando la tena suspendida a media vara del suelo, sinti ruido en +la puerta. Volvi la cabeza aterrado, y un grito ahogado de vergenza se +escap de su garganta. A la puerta estaban Osuna, D. Martn de las Casas +y D. Peregrn Casanova. + +--Ya cayeron los trtolos!--grit D. Martn con voz estentrea. + +El P. Gil dej caer de nuevo a la joven y retrocedi, mirndoles con +ojos de espanto. + +--Qu es esto?... Qu es lo que pasa? Mi hija!... Dios mo!--clam +Osuna, apresurndose a reconocerla. + +--Oiga usted, sucio, canalla, desorejado!--profiri D. Peregrn, +dirigindose al excusador.--Qu situacin es sta para un sacerdote? +No se le cae la cara de vergenza? + +D. Martn de las Casas le agarr con la mano izquierda por el brazo, y +empujndole contra la pared, le vomit con voz campanuda, blandiendo al +mismo tiempo el bastn: + +--Granujota, indecente! En buen lugar has dejado a los que te sacaron +del polvo! Miserable gusano, debiera aplastarte y arrojarte despus +como una piltrafa a la calle para que te coman los perros! Debiera +clavarte por las orejas a la pared y exponerte a la vergenza pblica... +Por lo menos debiera romperte las costillas con este bastn, y me estn +dando ganas de hacerlo! + +No sera difcil, mejor dicho, sera casi seguro que el enrgico +invlido satisficiera en esta ocasin, como en tantas otras, su apetito +desordenado de contundir a sus semejantes, si no fuera porque en aquel +instante se interpuso la huspeda. + +--Qu va usted a hacer, caballero? Maltratar a un sacerdote!... En mi +casa no se dar tal escndalo... + +Repuesto un poco de la sorpresa el P. Gil, dijo con firmeza entonces: + +--Seores, esta joven se ha desmayado al tiempo de venir en mi socorro +por haberme cado. La he acompaado hasta aqu, a ruego suyo, porque +desea entrar en un convento y consagrarse a Dios, a lo cual su padre se +opone sin razn ni derecho y para ello la maltrata brbaramente... + +--Maltratar yo a mi hija, canalla!--grit en el colmo de la indignacin +el jorobado, que haba conseguido trasportar a Obdulia hasta la cama y +se dispona a echarle agua en la cara.--Miente usted y miente quien lo +diga. Yo no saba siquiera que deseaba entrar en un convento... ni me +hubiera opuesto a ello. + +El P. Gil qued estupefacto, sin acertar a decir una palabra, porque el +acento de Osuna denotaba sinceridad. + +--Yo creo que lo que procede en este caso--manifest D. Peregrn con su +voz gangosa, administrativa,--es dar inmediatamente conocimiento del +hecho a la autoridad civil... A m se me present un padre, siendo +gobernador de Tarragona... + +--Djenos usted de Tarragona, D. Peregrn!--interrumpi el seor de las +Casas.--Aqu lo que procede es atender a esa nia... Usted, seora, haga +lo que sepa para hacerle volver en s. Usted, D. Peregrn, que conoce +bien la poblacin, vaya a buscar un mdico... Y t, don Gil el +enamorado... al infierno si te parece. + +--Decir que yo maltrato a mi hija, porque quiere hacerse monja!--segua +exclamando por lo bajo Osuna, mientras ayudaba a la huspeda.--Canalla, +ms que canalla! + +--Seor Osuna, dispnseme usted... Yo lo crea as--dijo el sacerdote. + +--Bueno, bueno. Ya se arreglar esa cuestin en Peascosa--profiri D. +Martn con su energa caracterstica.--Ahora, largo de aqu!... largo! + +El P. Gil se dirigi a la puerta, pero cuando ya iba a trasponerla, D. +Martn le grit como si estuviese al frente de un batalln: Alto! + +--Amigo Osuna--dijo dirigindose al jorobado,--a usted le han inferido +una ofensa grave y usted no queda decentemente si no da ahora mismo una +bofetada al individuo que le ha ofendido (apuntando para el P. Gil). + +Hubo silencio embarazoso. El semblante de Osuna expres malestar y +vacilacin. + +--Nada, nada--sigui el feroz invlido con su voz resonante de barba de +teatro,--no es usted hombre de honor, no tiene usted pizca de vergenza +si deja sin correctivo la ofensa. + +Osuna vacil todava un instante, ech una mirada de misericordia al +invlido; pero viendo su rostro espantable, se resolvi al fin. Alzose +sobre la punta de los pies y descarg una sonora bofetada en la mejilla +del sacerdote. + +--Jess!--exclam la huspeda.--Eso es una iniquidad! + +El P. Gil se puso densamente plido: asomaron dos lgrimas a sus ojos; +pero no hizo movimiento alguno para arrojarse sobre su agresor. + + + + +XIII + + +Gracias a la actitud resuelta de Obdulia, el asunto no fue llevado a los +tribunales. Desde el primer momento se confes autora y nica +responsable de la fuga: el excusador ninguna culpa haba tenido en ella; +slo haba cedido a acompaarla despus de incesantes ruegos y +valindose del ardid de los malos tratos en su casa. D. Peregrn +Casanova, queriendo sin duda demostrar que no guardaba rencor alguno a +Osuna por la escena de la iluminacin, segua opinando que deba +instruirse expediente gubernativo. Haca ya mucho tiempo que estaban +reconciliados. En Peascosa los particulares se injurian pblicamente, +se llaman canallas, miserables, etc., etc., y a los ocho das se les +vuelve a ver juntos tomando caf. Pero esto no es privativo de +Peascosa. Lo mismo sucede en Sarri y en Nieva. De otro modo, cmo +sera posible la vida en estas villas insignes? + +Contra el parecer de D. Peregrn se hallaban todas las personas sensatas +de la poblacin. Unos por afectos al excusador, otros por timoratos, +otros porque no vean motivo para armar un escndalo, casi todos +aconsejaron a Osuna que se estuviese quedo. Sin embargo, los enemigos +que el excusador tena, mejor diremos, los envidiosos, se encresparon +terriblemente. No quisieron asentir a la versin de la doncella. +Opinaban que era una patraa forjada por ella para salvarle; y si no lo +crean, por lo menos as lo manifestaban bajando la voz y sonriendo +maliciosamente. Se les cubri de sarcasmos, lo mismo al sacerdote que a +su hija de confesin, y se hicieron correr por la villa mil chuscadas +ms o menos ingeniosas a propsito de su viaje. Fcil es de adivinar que +quien ms trabaj en esta propaganda, aunque de un modo solapado, fue el +P. Narciso. No le bastaba al capelln de Sarri haber humillado a su +mulo arrancndole el cargo de coadjutor, que en justicia le perteneca. +Quera a toda costa concluir con l, pulverizarle, que no se oyese ms +su nombre en boca de las beatas de Peascosa. + +Pareciole la ocasin de perlas para ello. Por eso se dirigi +espontneamente a Osuna, preguntndole si no pensaba acudir a los +tribunales. Cuando supo que esto no poda ser porque Obdulia asuma toda +la responsabilidad y declaraba haber engaado a su confesor, experiment +profundo pesar. Tanto era su anhelo de exterminar al P. Gil, que aunque +haca ya muchsimo tiempo que sus relaciones con aqulla eran tirantes, +y aun puede decirse de abierta hostilidad, se aventur a tantearla. Tres +o cuatro das despus de haber regresado a Peascosa la vio una maana +en la iglesia. Le mand recado por un monaguillo que deseaba hablar con +ella y la esperaba en la sacrista. Fue all la joven, aunque de +malsima gana. El coadjutor se hizo de miel; la trat con extremado +cario; manej con bro el incensario, sabiendo hasta qu punto era vivo +y delicado su amor propio. Cuando crey tenerla blanda, le hizo presente +con grandes perfrasis que l, como prroco coadjutor, tena el deber de +velar por la honra de todas sus feligresas; que la de ella andaba en +boca de la gente haca unos das, y que esto le pesaba en el alma por el +particular cario que la profesaba. Le pesaba tanto ms, cuanto estaba +seguro de que no haba dado motivo alguno para ello. Conoca su carcter +generoso, su espritu noble; por eso estaba convencido de que en esta +ocasin, como en tantas otras, se sacrificaba por los dems. Ahora +bien, este sacrificio no era admisible; poda considerarse como un +pecado. La honra no nos pertenece; es un depsito que Dios nos confa y +que tenemos la obligacin de defender. Por otra parte, la deshonra no +era solamente para ella, sino tambin para su anciano padre. El pobre se +vea a causa de este sacrificio motejado y murmurado en la villa. An +ms: aunque se diera por bueno tal rasgo de generosidad, tanto ella como +l, que eran miembros de la Iglesia, tenan el deber de denunciar a la +autoridad eclesistica a cualquier sacerdote que se extralimitase en el +ejercicio de su ministerio, para que recibiese el condigno y fraternal +castigo que los cnones previenen. Esto redundaba en bien de la fe. +Ella, tan excelente cristiana, no haba de permitir que se burlase la +justicia de Dios. Comprenda perfectamente que le sera doloroso +declarar contra su confesor; pero era un sacrificio mayor que el que +estaba llevando a cabo, y que Dios le agradecera seguramente. Adems, +deba tener en cuenta que al denunciar a su confesor no le causaba dao +alguno; al contrario, el castigo en la Iglesia se considera como un +bien, como una justa expiacin que, cuando va acompaada del +arrepentimiento, redime del pecado y nos libra de las penas del +infierno. + +El pobre D. Narciso ignoraba, a pesar de haberla tratado tanto tiempo, +con quin se las haba. Antes de que hubiera pronunciado palabra, ya +saba Obdulia qu iba a decirle y en qu forma poco ms o menos; le +conoca como si pasara la vida dentro de su cerebro. Aquella habilidad +frailuna hecha de lugares comunes se estrellaba contra la viva +imaginacin, el ingenio sutil y la perspicacia de la joven beata. +Respondiole en el mismo tono persuasivo, untuoso, que el clrigo haba +adoptado. De nada poda acusar al P. Gil, que era un santo, un ser +excepcional cuya ilustracin serva de faro en la parroquia desde que +por dicha haba llegado a ella, y cuya modestia, abnegacin y piedad +podan servir de ejemplo y estmulo a sus compaeros. Pero aunque +hubiera motivo para acusarle, se abstendra muy bien de hacerlo, +sabiendo que el escndalo aprovechara principalmente a los enemigos de +la religin. La falta de una mujer cuando es soltera redunda slo en +perjuicio de ella. La de un sacerdote, en desprestigio de la clase y en +menoscabo por lo tanto de la religin catlica. Otras varias +consideraciones aadi, y entre ellas ms de una frase aguda de doble +intencin que supo a cuerno quemado al nuevo coadjutor. + +--Vaya, adis, D. Narciso, y dispnseme si no he podido comprender bien +su caritativa intencin. Soy una ruin mujer y no entiendo de teologas. + +El P. Narciso qued sonriendo como el conejo. Viendo cerrada esta va, +entr resueltamente por otra no menos tortuosa. Lo mismo D. Joaqun el +capelln y mayordomo de la seora de Barrado que el P. Melchor, enemigos +natos del joven excusador, vomitaban veneno contra l, como es lgico. +Pero haba otros cuantos clrigos en Peascosa que se haban mostrado +siempre imparciales. A stos procur atrarselos pintndoles el lance +desde otro punto de vista, asegurando que tena motivos secretos para +saberlo. El viaje haba sido un verdadero rapto frustrado. La muchacha +se sacrificaba. Haca ya tiempo que l, D. Narciso, tena sospechas de +lo que iba a pasar. El excusador haba concebido una pasin sacrlega. +La escapatoria estaba concertada desde haca tres meses, etc., etc. Les +llen la cabeza de viento. La posicin que ocupaba como prroco, de +hecho si no de derecho, facilit mucho esta atraccin. Qued convenido +entre la mayora, casi la totalidad de los capellanes de la villa, que +el excusador era un chicuelo sin peso ni formalidad, que haba +desprestigiado a la clase sacerdotal y que Dios sabe dnde parara si el +prelado no tomaba cartas en el asunto. + +Desde entonces no perdonaron medio todos ellos de demostrarle su +desprecio. No hay nada que plazca tanto a la naturaleza humana como +despreciar. Empezaron a saludarle framente, luego a volver la cabeza, +despus a no contestarle. Cuando entraba en la sacrista, si haba all +otros sacerdotes, notaba que se apartaban de l y formaban grupo aparte. +Si iba a revestirse para decir misa, se encontraba la mayor parte de los +das con el armario de las vestiduras cerrado: haba que esperar a que +D. Narciso llegase para pedirle la llave. Se prescinda de l en las +funciones cuando era posible: no le convidaban a los _gaudeamus_ que +celebraban. Finalmente, le vejaban de todas las formas y maneras que se +les ofreca. Y no dejaban de ser bastantes. + +El P. Gil qued ms sorprendido que enojado de aquel desprecio. Viendo +que sus compaeros prescindan de l, prescindi de ellos sin gran +pesar. Slo hablaba con el P. Norberto y con D. Miguel. El viejo +prroco, a quien se haba privado de la jefatura de hecho, mantena, no +obstante, con tesn su derecho, inventaba mil trazas de demostrarlo al +vecindario. Entre l y D. Narciso haba una enemiga profunda, feroz. +Pero ste le tena miedo. El antiguo cabecilla de las huestes carlistas +era capaz, si se le irritaba un poco, de apalearle en la misma iglesia. +Don Miguel triunfaba por el terror. El P. Narciso afectaba despreciarle, +pero siempre a sus espaldas. Delante le trataba con extremada +consideracin, y sufra con paciencia las rociadas que de vez en cuando +le soltaba. Y cuando se le ocurra al coadjutor, predicando a los +feligreses en el ofertorio de la misa, decir: Nosotros los prrocos +tenemos el deber, etc., D. Miguel, desde su rincn donde oa la misa, +profera en voz bastante alta para que le oyeran los que estaban a su +alrededor: Prroco yo! prroco yo! + +Saliendo un da juntos de la iglesia, el P. Gil, que acababa de recibir +un fuerte desaire de sus compaeros, se lo dijo, sin lamentarse, como si +le diera cualquiera noticia. + +--No hagas caso de ellos--le replic el viejo caudillo, ponindole la +mano rugosa y seca como un haz de sarmientos sobre el hombro.--Son todos +unos maricas. Viven pegados a las enaguas de las beatas, como los +gatos... Mira: yo, cuando salgo de decir misa, como ahora, y llego a +casa, nunca dejo de soltarles media docena de... Pero t, si ests +agraviado, puedes llegar sin inconveniente a la docena. + +Una carcajada brutal, semejante a un rugido, sacudi su pecho vigoroso +al pronunciar estas palabras. Sus ojos brillaron con franca, cordial +alegra. El excusador se puso rojo como una cereza y guard silencio. No +volvi a tener ms confidencias con l sobre este punto. + +Su vida interior le causaba demasiados tormentos para pensar mucho +tiempo en estas futilidades. El escepticismo le minaba sordamente. El +mundo le pareca cada vez ms incomprensible. La idea constante de que +todo lo que le rodeaba era una pura apariencia, cuyo verdadero sentido +permanecera eternamente ignorado para el hombre, engendraba en su alma +una melancola profunda, que se reflejaba bien en su frente plida y en +la sonrisa triste e indiferente que plegaba sus labios. La experiencia +toda entera--deca Kant--no es ms que el conocimiento del fenmeno, no +de la cosa en s. sta se oculta y se ocultar eternamente a la razn +humana. Platn tambin lo haba dicho antes. Las cosas de este mundo, +tales como nuestros sentidos las perciben, no tienen realidad alguna. +Mientras nos encerramos exclusivamente en la percepcin sensible somos +como prisioneros sentados en una caverna oscura, encadenados tan +fuertemente que no pueden volver la cabeza. No ven nada. Slo perciben +en la pared que tienen enfrente, a la luz del fuego que arde detrs, las +sombras de las cosas que pasan entre ellos y el fuego. Tampoco ellos +mismos se ven sino como sombras proyectadas en la pared. Nuestra +ciencia, pues, se reduce y se reducir siempre a predecir, segn la +experiencia, el orden en que se suceden las sombras. + +Triste resultado despus de tantos esfuerzos! El Universo entero se le +apareca como una sombra fugitiva que se desvanece con el sujeto que lo +contempla. Es la Maya--como dicen los Vedas,--es el velo de la ilusin +el que, cubriendo los ojos de los mortales, les hace ver un mundo del +cual no puede decirse si existe o no existe, un mundo que semeja a un +sueo, a la radiacin del sol sobre la arena, donde el viajero de lejos +cree percibir un lago. Habiendo perdido la fe, no slo en su razn, sino +tambin en sus sentidos, la vida de nuestro clrigo se arrastraba +silenciosa, indiferente, en medio de un hasto infinito. + +Obdulia no le haba visto en los quince das siguientes a su regreso. La +beata sala muy poco de casa por razones fciles de comprender, y a la +iglesia procuraba ir a las horas en que no estuviese el excusador. Esto +ltimo no precisamente por vergenza, sino por el mismo sentimiento +amoroso que segua agitando su corazn. Crea, y no le faltaba motivo, +que, supuestas las habladuras que corran por el pueblo y la guerra de +todos los capellanes, principalmente de D. Narciso, cualquiera +aproximacin a su confesor poda comprometerle. As que se impona este +sacrificio con la satisfaccin del que padece por el ser adorado. Pero +lleg a ser un tormento superior a sus fuerzas. Su loca pasin, en vez +de calmarse, cada da se exaltaba ms. No viva ms que con la imagen +del joven excusador. Hasta en sueos le vea. Y su fantasa desarreglada +le forjaba un sin fin de ilusiones. Dbase a pensar que el P. Gil +corresponda a su amor, y para creerlo sacaba de quicio todas sus +palabras y acciones. Una vez que le haba apretado la mano con ms +fuerza, otra que le haba sonredo desde lejos, otra que se haba +ruborizado al encontrarla, etc., etc. Todo lo converta en sustancia. +Luego el viaje a Palencia era objeto para ella de un minucioso y febril +examen. Su alegra en el coche cuando almorzaban, y ella le limpiaba el +pescado de espinas; la escena de la barca, en que le vio melanclico, a +punto de llorar al escucharla; la turbacin que se apoder de l en el +tren cuando le invit a descalzarla; finalmente, aquel beso de amor en +los labios que le impresion hasta hacerle perder el sentido, le +parecan a la luz de los recuerdos otros tantos signos indudables del +sentimiento que embargaba el pecho de su confesor. El pobrecillo era un +santo, y su amor luchaba con el deber. Esta lucha que crea adivinar le +haca doblemente interesante a sus ojos, y exaltaba an ms, si posible +era, su desapoderada pasin. + +Al cabo naci en su mente la idea de verle otra vez. La idea se +convirti al momento en propsito, y la inund de alegra. La entrevista +deba ser secreta, que nadie en Peascosa tuviese noticia de ella. Esto +satisfaca su deseo de no comprometerle, y al mismo tiempo la condicin +de su temperamento, inclinado siempre al misterio. Determin que fuese +de noche: sorprender al excusador en su cuarto, gozar unos momentos de +afectuosa expansin y marcharse al instante. Seal, por fin, el da. +Durante todo l estuvo nerviosa, agitada dulcemente, como la colegiala +que espera ver a su amante escalar de noche las rejas del balcn. Cuando +lleg la hora, dijo a su padre que le dola la cabeza, para retirarse +temprano. As que le oy salir de casa, se ech con mano trmula un +mantn sobre los hombros, y acompaada de su doncella, que era su +encubridora perpetua, encaminose a casa del excusador. Las piernas le +flaqueaban de placer, el corazn le lata fuertemente. + +Lo raro del caso es que no se le pasaba por la imaginacin que aquel +amor era sacrlego. No senta remordimientos. Su cerebro desequilibrado +trastornaba todas las leyes divinas y sociales, las funda de nuevo a su +capricho. Para ella, el amor del joven presbtero era un puro idealismo +conforme con el espritu cristiano: hallaba en las historias de los +santos varios casos semejantes. Cuando soaba con huir en su compaa al +fondo de un retiro dulce y ameno, siempre era bajo el supuesto de seguir +confesndose con l y subir al cielo juntos. Si la carne hablaba dentro +de su ser, o no la escuchaba, o finga no escucharla, engandose a s +propia. + +Al llegar a la mansin del sacerdote, orden a su doncella que la +aguardase en el portal: no tardara en bajar. Llam toda temblorosa. +Sali D Josefa a abrir. Como desde su famoso viaje no la haba visto, +se arroj en sus brazos, la abraz y la bes con afectada efusin. El +ama se mostr muy poco contenta: la recibi con frialdad glacial; hasta +se le conoca que luchaba consigo misma para no soltarle una rociada de +desvergenzas y darle con la puerta en las narices. Slo le contuvo la +idea de que su amo se haba reconciliado con la beata, lo cual deploraba +en el fondo del alma, juzgndolo feo y peligroso. + +Obdulia fingi no advertir la frialdad de la buena seora. + +--Est en casa?--pregunt con el mismo semblante risueo. + +--Est... Voy a avisarle. + +--No hay necesidad. Me ha mandado venir a estas horas y me estar +aguardando. + +Seguidamente tom la escalera y se dirigi al cuarto del P. Gil. D +Josefa la mir subir con aversin y desconfianza. Preguntar si estaba en +casa y luego decir que la aguardaba era una contradiccin manifiesta. +Por esto y por la curiosidad natural la sigui a los pocos momentos. + +Bailndole de gozo el corazn, Obdulia se acerc a la puerta del +gabinete y mir por el agujero de la cerradura. El P. Gil estaba sentado +a su mesa de escribir, leyendo a la luz de un quinqu. Una sonrisa de +afecto y entusiasmo contrajo los labios de la joven devota. Abri de +golpe la puerta para darle una grata sorpresa y exclam con alegra: + +--Padre, aqu me tiene usted! + +El sacerdote levant los ojos sorprendido. La sonrisa de la beata se +hel repentinamente en su rostro. En vez del gozo que esperaba, vio +cruzar por ellos un relmpago de ira al cual sucedi instantneamente +una expresin de absoluta indiferencia, la misma expresin de cansancio +y hasto que haca tiempo reflejaba su semblante. Alzose con lentitud de +la silla, sin contestar a la exclamacin de su penitenta, y avanz hasta +ella en silencio. La beata, clavndole una angustiosa mirada de terror, +retrocedi un paso. El sacerdote lleg a cogerla por un brazo, y suave, +pero firmemente, la llev en silencio hasta la puerta, la puso fuera del +gabinete y cerr de nuevo. + +Obdulia tropez con un bulto. Era D Josefa, que le solt una carcajada +en la cara. + +--Parece que no la reciben a usted bajo palio, seorita! + +No contest. Plida, con el corazn fuertemente contrado y en un estado +de desfallecimiento que le haca tambalearse, baj la escalera sin darse +cuenta. D Josefa, cortando el flujo de la risa, la persigui hasta la +puerta de la calle gritndole con acento iracundo, esforzndose en +bajar la voz para que no le oyera su amo: + +--Bien empleado le est, holgazana, gallarina... Vergenza haba de +darle!... Engaar a mi pobre seor y llevarle como un dominguillo de la +ceca a la meca!... Mire usted la monjita!... Es sa su religin? Es +sa su delicadeza?... Si quiere hombres, vaya a casa de Mara Ramona con +mil pares de demonios y no pretenda a los sacerdotes... Fuera de +aqu!... Mtase en su casa y tenga honradez y tenga vergenza, y no ande +como una perra salida a todas horas por esas calles... Si fuera a +llevarme del genio, le levantaba las sayas ahora mismo y le daba en el +tras con la zapatilla hasta que me cansara... Pcara! Mala cabra! + +Sali a la calle aturdida, quebrantada. Tuvo que arrimarse a la pared de +la casa para no caer. Los horrores y monstruosidades que le haba +vomitado el ama del excusador seguan sonndole como martillazos en los +odos. Hubo un instante en que crey perder el sentido; pero del fondo +de su ser sali un grito rabioso, un grito de venganza que le mand +tenerse firme. Y cumpli la orden, haciendo un gran esfuerzo sobre s +misma. Descans unos momentos contra la pared, pasose la mano por la +frente y se encamin con paso rpido hacia su casa, seguida de la +doncella, que no haba podido obtener respuesta a ninguna de sus +preguntas. + +Aunque se senta muy mal, se empe en esperar a su padre. Cuando lleg +ste a las once, le sigui hasta su cuarto y, despus de cerrar la +puerta, le dijo de repente: + +--Pap, no te he dicho la verdad... Cuando me hallasteis con el +excusador acababa de arrojarse sobre m, estando en la cama. Me resist, +luchamos, y al fin qued desmayada en sus brazos. + +El jorobado dio un grito de rabia. + +--Ah puerco! Bien lo presuma yo! + +Y se puso a dar vueltas como un tigre por la estancia, vomitando +injurias y blasfemias. Al cabo de un rato se detuvo delante de su hija, +y le pregunt, ms con la vista que con las palabras, algo. + +La joven baj la cabeza ruborizada e hizo un signo negativo. + +--Bien... De todos modos, has perdido la honra en la poblacin. Es +menester que ese infame no se ra de ti... Estamos? + +--En eso estoy--repuso ella con firmeza,--y para eso te lo he confesado. + +Osuna le clav una mirada de sorpresa y curiosidad. + +--Vamos--dijo al cabo con sonrisa sarcstica,--ha habido rompimiento. + +--Poco importa que haya uno u otro--respondi con acento desabrido.--Lo +que me interesa en este momento es que no pague yo sola la culpa que es +de los dos... de l principalmente. + +Asinti el jorobado con toda su alma, porque an ms que la desgracia de +su hija, le preocupaba el vengarse del excusador. Y comenzaron a +cuchichear largamente sobre los medios de llevarlo a cabo. Haban dado +ya las cuatro de la madrugada cuando Obdulia sali del cuarto de su +padre. + +Se meti en la cama con fiebre. No pudo conciliar el sueo. La escena en +que acababa de hacer un papel tan triste se le presentaba a la +imaginacin cada vez con ms relieve. Por ms esfuerzos que haca, no le +era posible borrarla ni por un momento siquiera. Su amor propio gema +como si le estuvieran atenaceando. + +En cuanto se levant llam a su padre, y se fueron ambos, como haban +convenido, a ver al P. Narciso. Fue idea de ella. Comprendi que la +persona que en Peascosa poda ayudarles ms en la empresa era el +coadjutor, y a l se dirigi. ste se mostr sorprendido de su +resolucin, y aun quiso, hipcritamente, disuadirles; pero el gozo le +rebosaba de tal modo por los poros, que una palabra un poco agria de +Obdulia bast para ponerle suave como un guante. + +Osuna apunt la idea de acudir al obispo. Don Narciso se opuso +terminantemente a ello. El delito era comn, y a los tribunales +ordinarios deba acudir. Cuando stos hubieran cumplido con su +ministerio, entonces era el caso de pedir a la Iglesia el castigo del +culpable. El taimado clrigo saba muy bien que los tribunales +eclesisticos procuran encubrir los delitos de los sacerdotes para +evitar el escndalo, cuyas consecuencias son peores. Se hace como que no +se cree en ellos, para no verse en la precisin de imponer una pena que +excite la atencin demasiado. Determinaron, pues, acudir en queja al +juez de primera instancia. Al da siguiente fue Obdulia a Lancia a +consultar el caso con uno de los abogados ms notables. Le encarg la +direccin del negocio, dej nombrado procurador e hizo con el mayor +sigilo todas las gestiones conducentes a su propsito, sin olvidar el +procurarse algunas cartas de los personajes ms influyentes de la +provincia para el juez de Peascosa. + +Mientras estas nubes temerosas se amontonaban sobre su cabeza, el +inocente excusador paseaba desde casa a la iglesia y desde la iglesia a +casa, su frente plida, su figura melanclica y resignada. Los ojos, +ordinariamente fijos en el suelo, slo dirigan de vez en cuando miradas +tmidas a la gente, como si temiera que por ellos descubrieran el cncer +que roa su corazn. No lea ms que libros de entretenimiento; no +meditaba. Fatigado de tropezar con el mismo muro infranqueable, hua +con terror de lanzar su pensamiento por las esferas de la metafsica. + +Lleg un momento, sin embargo, en que lo hizo sin darse cuenta de ello. +Era una noche plcida de Mayo. Haca poco ms de un mes del famoso viaje +a Palencia. Haba ledo un rato cierta historia de Grecia de la +biblioteca de Montesinos, que a su muerte se haba deshecho. Senta +calor y cansancio. Apag el quinqu, abri las puertas del corredor y +traslad a l la butaca, sentndose a respirar el aire del mar. Por +algunos minutos fij la vista con atencin en la bveda celeste cuajada +de estrellas, y se esforz en reconocer algunas constelaciones. Despus +contempl, con el asombro que siempre produce, la va lctea, que +aquella noche se sealaba admirablemente. Aquella faja blanca donde se +vean los astros como polvo finsimo le causaba siempre un estupor +profundo. Cada grano de ese polvo es un cuerpo millares de veces mayor +que la Tierra, el cual hace girar a su alrededor otros planetas que +nosotros no podemos percibir. + +--Y sin embargo--se dijo al cabo de un momento, saliendo de su estupor +con un suspiro,--todas esas grandezas ya no me espantan, porque no +tienen realidad. La existencia de esos astros est pendiente del hilo de +mi razn. Yo llevo en m la forma eterna de esos objetos, como de todos +los dems. No son otra cosa a mis ojos que un espejo donde se refleja +mi ser interior. Por medio del mecanismo de mi cerebro, de mi facultad +de conocer, se representa la comedia fantstica que se llama mundo +externo. Ese tiempo infinito al travs del cual existe la materia +revistiendo formas infinitas; ese espacio infinito tambin que llenis, +esferas luminosas, no existen ms que en mi representacin; son las +formas que yo llevo aparejadas en mi cerebro para que _seis_, o lo que +es igual, para que estis representadas en m... + +Pero qu es lo que hay detrs de ese fenmeno, nica cosa que puedo +percibir? Cul es el ser ntimo y verdadero del Universo? Esos mundos +infinitos, son por ventura algo fuera de mi representacin? S. El +idealismo absoluto es un absurdo, porque yo soy objeto de representacin +para los dems, y sin embargo, tengo la absoluta certeza de que existo +fuera de esa representacin. Eso mismo pasar a los otros hombres. Qu +soy yo mismo separado de esta forma corporal en que me veo, fuera del +tiempo y el espacio que llevo en el cerebro? Cul es mi propia esencia +y la esencia del Universo?... + +No lo s. No lo sabr jams. Los esfuerzos de la filosofa se han +estrellado contra este misterio impenetrable. Nadie ha descifrado hasta +ahora el gran enigma de la existencia. Algunos seres privilegiados han +intentado descorrer el velo y nos han ofrecido, cada cual segn su +fantasa, sistemas risueos o lgubres, austeros o frvolos, de lo que +constituye el fondo de la vida. Pero estos sistemas no tienen ningn +valor cientfico; no son ms que hiptesis. El paso de la representacin +al _ser_ es un salto mortal en que han perecido los filsofos ms +sagaces y los genios ms sublimes de la humanidad. Kant, el coloso, que +ha batido las cataratas de mi inteligencia, atribuye al imperativo de la +conciencia moral un valor absoluto fuera del tiempo y el espacio. +Partiendo de l, cree penetrar con planta segura en los misterios de la +esencia infinita. Ilusin! Este imperativo es un fantasma. Los +filsofos materialistas han metido en l el escalpelo de su crtica y se +ha visto que est hueco. Schopenhauer, el sutil pensador que hoy +arrastra a la juventud, fuera del mundo fenomenal coloca la Voluntad, +que es en su opinin la cosa en s. Por qu? Con la misma razn que l +la llama _voluntad_, la han llamado los escolsticos _ens realissimum_, +y sus predecesores en Alemania _absoluto_. Por mucho que se esfuerce en +ocultarla, su teora est fundada como las dems en una pura hiptesis, +y las hiptesis no tienen valor en la ciencia; slo se sostienen en la +fe... + +Al formularse esta palabra en su cerebro, el corazn le dio un vuelco +sin saber por qu. Sinti vagamente que haba chocado con algo donde +asirse y qued sumido nuevamente en profunda meditacin. + +--No hay que dudarlo. Lo que la ciencia puede darme son las relaciones +de las cosas bajo el imperio del tiempo y el espacio. Jams me dir su +esencia. Para que sepa algo de ella, menester es que se trasforme mi +facultad de conocer... Y por qu no he de dejar que se trasforme? Por +qu no he de prescindir por un momento de mi razn y no he de prestar +asenso a los presentimientos de mi alma, a la voz interior que me +explica de un modo claro la esencia divina del Universo? La razn no me +dice por qu es hermosa la puesta del sol en el mar. Y sin embargo es +hermosa! La razn no me dice por qu San Juan de Dios es sublime +abrazndose a los leprosos. Y sin embargo es sublime!... + +Ah, s! Por encima de este vulgar conocimiento que me esclaviza a la +materia hay otro que me emancipa. Los ojos del cuerpo no penetran en la +intimidad profunda de los seres; pero la fe no necesita de ojos: la +pintan vendada. No slo poseo una razn que me explica la apariencia de +las cosas: existe tambin en mi espritu una revelacin constante que +las ilumina por dentro... Por qu he de prescindir de esta revelacin? +Por qu he de cerrar los odos a los suspiros de mi alma? Esta +revelacin es el tesoro ms precioso con que he sido dotado. Quiero +gozar de l; quiero recobrar la libertad y responder al llamamiento de +lo que hay en m de divino. Esta revelacin me dice que soy un +extranjero en este mundo, sometido a la necesidad, y que puedo romper +los lazos que me unen a l. Me manda sacudir el yugo del tiempo y +distinguir lo que hay en mi ser de temporal y lo que hay de eterno... Si +llevo en mi cerebro las formas eternas de los objetos, es que soy +superior y tengo una existencia independiente de ellas. Esta existencia +es lo nico que hay en m de real; lo dems es pura apariencia, y como +ha nacido debe morir... Quiero vivir esta vida inmortal y libre; quiero +conocer directamente la verdad eterna que se oculta detrs de este +Universo. La hora vendr--dice Jess--en que los muertos oirn la voz +del Hijo de Dios, y aquellos que la oirn vivirn. La hora ha llegado +para m... Oh s, Dios eterno, al travs del tiempo y el espacio y de +todas las formas efmeras de la existencia te veo inmutable, infinito, +nica fuente de verdad y de vida, nica luz en las tinieblas que +envuelven nuestra vida temporal; te veo, te reconozco y te adoro!... + +Un sacudimiento semejante al que produce una corriente elctrica le hizo +ponerse en pie vivamente. El corazn le lata con tal fuerza que se +llev las manos al pecho. Una emocin grande, intensa suba de l hasta +la garganta y se la apretaba. Sentase inundado de una extraa alegra. +Comenz a pasear por el corredor, presa de un desasosiego tan dulce que +le haca dao. Le pareca que su ser trasmigraba sbito al de un ngel, +que en su espritu se cumpla un misterio inefable y augusto. Le +acometan impulsos de rer y llorar al mismo tiempo. Se hallaba en la +situacin de un desterrado a quien restituyen de repente al seno de su +patria y su familia. Necesitaba hacer esfuerzos sobre s mismo para no +brincar, para no gritar y rer como un oxigenado. + +De tal modo estaba abstrado, que no oy el ruido de la puerta de su +gabinete al abrirse, ni tampoco los pasos de una persona que avanzaba +por l hasta llegar al mismo corredor. + +--Buenas noches, seor excusador--dijo una voz conocida. + +--Quin va?... Ah!... Es usted, seor juez? Cmo no han encendido +una luz? + +--No hace falta. La noche est hermosa. Indudablemente, este corredor es +una gran cosa. + +Se dieron la mano, y el juez de primera instancia, que era hombre de +unos cuarenta aos, de fisonoma abierta y simptica, se arrim a la +barandilla del corredor y puso las manos sobre ella. + +--Se extraar usted--dijo con afectada indiferencia--de verme por aqu +a estas horas... Phs!... Hay en el juzgado una denuncia... Nada... +Supongo que ser nada entre dos platos. Pero como ya sabe usted que +todas estas cosas de justicia se llevan con tanta formalidad... Luego en +la audiencia no dejan pasar una rata; todo ha de ser a punta de lanza... +En fin, me veo en la necesidad de detener a usted... Supongo que ser +por muy poco tiempo... una pura formalidad; pero hay que cumplirla... No +he querido mandar al alguacil sabe usted? por no asustarle, porque la +cosa no merece la pena. He venido yo en persona para tranquilizarle... +No se apure usted, pues, que la detencin no tiene importancia, y +vngase conmigo. De este modo y a esta hora nadie se enterar. + +--Una denuncia?... De qu me acusan? + +--Al parecer es el asunto de la escapatoria de la chica de Osuna... No +se asuste usted. + +--No me asusto, seor juez. Estoy dispuesto a seguirle al instante... Si +usted me permite, encender el quinqu para quitarme las zapatillas y +ponerme los zapatos... + +--Todo lo que usted quiera, seor excusador--se apresur a decir.--Puede +usted tomarse el tiempo que guste y mandar a la crcel cuantos efectos +tenga por conveniente. + +El sacerdote sac un fsforo y se dispuso a encender el quinqu. El juez +qued estupefacto. En vez del rostro plido y descompuesto que pensaba +hallar, pudo observar la fisonoma ms plcida y feliz que jams haba +visto en su vida. En la mirada que el excusador le dirigi, despus de +encender, brillaba una alegra tan pura como si hubiese venido a +noticiarle que le haban hecho obispo. El juez dio un paso atrs y le +clav los ojos con desconfianza. Pero se asegur en seguida viendo el +perfecto sosiego con que haca todos los preparativos. Empaquet alguna +ropa en una maleta, se puso los zapatos, la sotana y el sombrero y dijo +sonriendo: + +--Ya estoy. Los curas no tardamos mucho en arreglarnos, verdad?... A D +Josefa no le dir nada para evitar una escena triste, no le parece a +usted? Le escribir desde la crcel, pidindole la ropa. + +Aprob el juez cuanto deca, y ambos tomaron la escalera y salieron a la +calle como dos amigos. Durante el trayecto, el joven presbtero dio +seales de una verbosidad y alegra que haca tiempo no se observaban en +l. Entraron en la crcel, eligi el juez la habitacin menos mala y, +despus de dejarle instalado, se despidi con creciente sorpresa al ver +que se quedaba all tan sereno y risueo como en su casa. + +Sali vivamente impresionado de la crcel. Mientras caminaba por la +calle del Cuadrante arriba, su imaginacin daba vueltas buscando una +explicacin a aquella conducta extraordinaria. + +El seor juez de primera instancia estaba lejos de sospechar que, al +ingresar en la crcel, el excusador de Peascosa acababa de salir de los +calabozos del escepticismo. + + + + +XIV + + +Guarden ceremonia, seores! + +La voz del hujier, imperativa, estridente, no lograba calmar la risa y +los murmullos de los concurrentes. Porque aunque el presidente de la +sala haba resuelto que el juicio se celebrase a puertas cerradas, +atento a la ndole delicada del delito y a las personas que haban +intervenido en l, fueron tantos los abogados que reclamaron su derecho +a presenciarlo y tantos los permisos concedidos, que se form pronto una +asamblea numerosa y ms inquieta de lo que deba esperarse. + +La sala de lo criminal de la audiencia de Lancia era una pieza +rectangular, grande, oscura, polvorienta. All en el fondo, debajo de un +dosel de damasco marchito, estaban sentados en sendos sillones de +terciopelo los tres magistrados que componan el tribunal. A un lado, el +acusador privado, con una mesa delante. Enfrente el defensor. El relator +en pie, frente al tribunal. Detrs el acusado en su banquillo. + +El testigo que depona en aquel instante era el cochero que haba +conducido al P. Gil y su penitenta desde Peascosa a la estacin de la +Reguera. Lo presentaba la acusacin. Era hombre viejo ya, con la faz +extremadamente roja, iluminada por el alcohol tanto como por la +intemperie. Vesta un chaquetn del grueso de una albarda, y haca rodar +su gorra de pana entre los dedos con manifiesto embarazo mientras +declaraba. La voz era bronca, como conviene a todo mayoral que se estime +en algo; el estilo pintoresco, abusando un poco de los tropos. + +--Pus a m me dijo el amo: Lico, hay que dir a Peascosa a por unos +seores. No pases de la venta de Marica, y durmete all. Llvate paja +pa el ganao, porque all no la hay. (En esto el amo no habl bien, +porque en casa Marica hay paja... slo que no se la da a los +cualisquiera, entendmonos.) Llvate al Tizn y al Sencillo: son quin +pa traerlos con la carretela.--Sign y conforme, dije yo. El Tizn es un +perro. Como le d la serenita por no andar, ya le puede usted alumbrar +candela, que ni pa Dios! + +--Djese usted de tizones y candelas, y diga lo que sepa del +asunto--interrumpi el presidente con voz irritada. + +Este presidente era un viejo terco, colrico, impertinente, que diriga +las sesiones del juicio oral como una escuela de prvulos. Ofenda a +reos y a testigos, sin respetar mucho ms a los abogados. Mostraba sus +simpatas o antipatas con una franqueza que aterraba. Sin embargo, no +era un perverso ni proceda de mala fe. Todo dependa de su temperamento +excesivamente nervioso y de la edad, que le obligaba a chochear. + +--Bien t eso, seor, y voy al caso. A la una, menuto ms o menos, lleg +este seor cura (apuntando para el acusado) a montar en la mesma +cochera. Llegaramos a casa de Marica a eso de las seis. All nos dej +el seor y nos dijo que volvera al da siguiente con otra presona pa +volvernos a Lancia. Por la noche vino un chico a traerme dos maletas, y +al otro da bien temprano dio all el seor cura con una chavalita que +vena toa tap. Nos mand enganchar y, mientras, la chavalita se subi a +la casa. + +--Y no observ usted--pregunt el presidente--si el sacerdote la +acompa arriba? + +--Yo no le vi subir. Si estuvo arriba, fue poco tiempo. + +--No notaron usted y el zagal nada de particular en la manera de +portarse y hablar entre s el sacerdote y la joven? + +--Yo no estaba en el toque de los particulares, seor, porque andaba de +aqu para all detrs del ganao, ni el zagal tampoco... Pero un pensar +naide se lo quita a uno. Cuando vi llegar por la carretera al seor +cura, que es bien parecido de suyo, con la chavala, dije: stos lo mesmo +pueen venir de rezar vsperas que de tocar a maitines... Dempus +enganch, y dempus me entr en la taberna a limpiar el pasapn. No +estaba all ms que Marica.--Sabes, Marica, le dije, que me pesa llevar +al curita y a la chavala en la carretela?--Por qu te pesa?--Porque +s... porque el hombre no est hecho tova a estos oficios, entiendes +t?--Ave Mara, qu burro eres, Lico! Quita all! No te da +vergenza?--Mia, Marica, t no has corro el mundo como yo. Yo he dido +por Len, por Palencia, por Salamanca y hasta por tierra de +Extremadura... Los curas son, hablando con perdn, hombres como todos +los dems, y hay casos en que la mujer no arrepara ni en curas ni en +frailes, ni en el verbo devino... + +Estas palabras fueron las que promovieron la algazara dicha. Ni los +hujieres con sus voces, ni el presidente con la campanilla pudieron +apaciguarla en algn tiempo. Por ltimo, aqul logr hacerse or. +Amenaz con hacer desalojar el local inmediatamente, y esto bast para +restablecer el silencio. Despus se revolvi contra el testigo. + +--Advierto al testigo que si _ha dido_ por todos esos sitios que dice, +ahora no va por buen camino. Abstngase de frases groseras y declare +sencillamente la verdad. + +Despus del cochero declar el zagal. No tuvo importancia su +declaracin. Salieron luego sucesivamente algunas beatas de Peascosa +que declararon en trminos vagos que haban observado cierta intimidad +desusada entre Obdulia y su confesor, aunque nunca haban pensado mal de +ella. Tambin depuso el P. Narciso. Fue una declaracin modelo de +hipocresa y maldad. Haciendo elogios hiperblicos de la virtud y el +talento de su compaero, supo, no obstante, clavarle el estilete hasta +la empuadura. Sus reticencias insidiosas, el acento protector y triste +con que disculp las faltas de los sacerdotes, y las ltimas palabras +dirigidas a excitar la benevolencia del tribunal, causaron profunda +impresin en el auditorio. Pareca justificar a su compaero; pero al +travs de su acento y de su mmica se lea bien claro que le condenaba. + +Todas las miradas se volvieron hacia el acusado. El P. Gil estaba como +haca tres meses, cuando ingres en la crcel de Peascosa. Con el +encierro su rostro haba ganado an en blancura. En vez del cansancio y +melancola que en los ltimos tiempos reflejaba, observbase ahora un +alegre sosiego, una firmeza que tena desconcertados a todos los +asistentes al juicio oral. Pareca que aquellos debates no iban con l, +que no estaban su honra y su libertad sobre el tapete. La opinin que +prevaleca en el concurso, y de la cual se haba hecho eco ya la prensa +liberal de Lancia, era que aquel clrigo era un cnico, con poca o +ninguna vergenza. No se necesitaba ser muy lince para ver que se haba +captado la antipata del tribunal, sobre todo del presidente, que la +haba puesto ya de manifiesto en varias ocasiones. Como haca siempre +que declaraba algn testigo, el acusado contemplaba ahora al P. Narciso +de hito en hito, con mirada firme y tranquila. El coadjutor habl con +los ojos puestos en el suelo, y todo el mundo aplaudi su modestia y la +moderacin de sus palabras. + +Sali luego por la puerta de los testigos don Martn de las Casas. +Despus de su nombre, edad, estado, profesin, etc., el presidente le +pregunt: + +--Ha estado usted procesado alguna vez? + +D. Martn, que se hallaba bastante turbado, porque era principalmente +hombre de accin, como ya sabemos, y no de derecho, respondi vacilando: + +--No recuerdo. + +--Hombre, no recuerda usted! Pues eso no suele olvidarse. + +La frase presidencial despert gran alegra en el concurso. El invlido +rechin los dientes. Hubiera dado el otro hombro por poder asestar una +bofetada a aquel viejo. ste, observando su irritacin, le interrumpi +varias veces mientras declaraba, dirigindole con zumba algunas +preguntas, que siguieron regocijando al auditorio. + +El feroz cacique de Peascosa almacen en pocos momentos tanta clera, +que se propuso nada menos que escupir en la cara al presidente y +desafiarle tan pronto como saliesen a la calle. Sin embargo, este varn +poderoso, digno de vivir en la edad de hierro, tropez con l por la +tarde en el casino, y en vez de inferirle agravio, le quit el sombrero +con mucha reverencia. Y es que no hay nada que desanime a los hroes +tanto como las crceles celulares. + +Llamaron inmediatamente a D. Peregrn Casanova, el cual, al revs de lo +que le haba sucedido a su amigo, entr majestuosamente en el saln, +resoplando y balancendose como un vapor que atraca al muelle. En +sustancia, el ex-gobernador interino de Tarragona vino a decir que el +excusador de Peascosa nunca haba sido santo de su devocin. Los +caracteres retrados, mansos, silenciosos, no le haban dado resultado. +A otros quiz se lo dieran, no lo discuta, pero l en su larga carrera +administrativa tuvo varios subordinados que estuvieron a punto de +comprometerle, y siempre haban sido caracteres semejantes al del +acusado. Cuando corri por Peascosa la especie de que Obdulia se haba +fugado con el excusador, l haba dicho: Imposible; estoy seguro de que +ese hombre la ha llevado engaada. Hace mucho tiempo que le observo, y +yo no necesito tanto. Me precio de tener buena nariz. (_De qu no se +preciaba D. Peregrn?_) A pesar de que existan ciertas diferencias +entre l y Osuna, las dio al olvido inmediatamente, porque nunca haba +sido rencoroso, y se ofreci a acompaarle en la persecucin de la +pareja. La situacin en que los haban encontrado en Palencia no era +para descrita. Baste saber que l, D. Peregrn, haba enrojecido de +indignacin. Sin embargo, a ruego del abogado acusador la describi. +Despus quiso entrar en consideraciones filosficas sobre la magnitud +del delito y sobre la conveniencia para la sociedad de que los +tribunales castiguen con mano firme en estos casos, pero le ataj el +presidente. El tono pedantesco, la voz nasal y recia y la accin de +dmine con que emita su declaracin haban impresionado de mal modo al +auditorio, pero peor que a todos al presidente, que le miraba con ojos +torvos desde que haba comenzado. Cuando ya tuvo lleno el saco de la +paciencia, que no llevaba mucha, dijo con su voz spera de vejete +irritable: + +--Acaso quiere usted darnos un curso de derecho penal? Djese de +filosofas y manifieste los hechos como Dios le d a entender... que se +lo da bien mal por cierto. + +--Seor presidente, creo que estoy en mi perfecto derecho... + +--Aqu no tiene usted derecho ninguno, ni perfecto ni imperfecto... + +--Seor presidente, yo... + +--Basta. Retrese usted. + +--Seor presidente!... + +--Que se retire usted inmediatamente, o ser expulsado por los hujieres. + +Rojo de confusin, trmulo y aturdido, a punto de llorar, el hombre que +rigi los destinos de la provincia de Tarragona por ms de dos semanas, +sali al fin de la estancia dando traspis. + +--Seor presidente--manifest el abogado acusador con entereza,--esa +orden debilita la prueba que propongo y me parece arbitraria... + +--Llamo al orden al letrado!--grit furioso el presidente, agitando la +campanilla. + +--Seor presidente, yo entiendo que se vulneran los derechos de la +acusacin... + +--Llamo por segunda vez al orden al letrado!--grit ms furioso an el +presidente, levantndose a medias del asiento y golpeando la mesa con la +campanilla. + +--Pues formulo la correspondiente protesta. + +--Proteste usted cuanto quiera, pero abstngase en lo sucesivo de +dirigir palabras irrespetuosas a la presidencia. + +El abogado acusador era un joven flaco, de barba negra, ojos pequeos +insolentes, y muy sobre s en todos los ademanes. Figuraba como jefe de +los republicanos federales de Lancia y diriga el peridico que stos +publicaban. Su odio al clero era proverbial en la poblacin. Haba +tenido varios choques por este motivo, uno de ellos con el obispo: +estuvo procesado por injurias a la religin. Como es natural, coga por +los pelos cualquier ocasin de vejar a sus ministros. Un proceso como el +presente, en que figuraba como reo un sacerdote, le llenaba de jbilo, +lo atenda con cuidados tan tiernos como si se tratase de la honra de +una hermana. + +Despus de D. Peregrn, fue llamada el ama de la casa de huspedes de +Palencia. Vena presentada por la defensa. Declar que haba observado +relaciones extraas entre el sacerdote y la joven, pero que en nada +podan comprometer a aqul. Cuando llegaron, pidieron caballos para +marchar al da siguiente por la maana a Astudillo. Le dijo la criada +que ya no se marchaban, porque la seorita estaba algo constipada y no +se haba levantado. Pas a verla y la encontr plida, pero no +constipada. Le pregunt si haba estado a verla su compaero de viaje el +sacerdote, y se apresur a responderle que no, de un modo tan vivo que +le llam la atencin. Despus supo que haba enviado un recado al +sacerdote dicindole que almorzase solo y que pasase luego por su +habitacin. Estuvo poco tiempo en ella. Le vio salir corriendo, agitado +y tembloroso y echarse a la calle. Estuvo por all toda la tarde, y vino +muy de noche ya. Mientras tanto, la seorita haba tenido dos ataques; +ella la haba asistido, porque no quiso que se llamase al mdico. El +sacerdote se encerr en su habitacin. La seorita me mand llamarle, +pero no quiso acudir hasta que le fui a decir que estaba con un ataque. +Despus fue cuando la seorita me mand que le hiciese un poco de tila, +y mientras yo estaba en la cocina subi su padre con los amigos. Cuando +llegu la encontr tendida en el suelo en paos menores. El pap trataba +de llevarla a la cama y yo le ayud. + +--Dice usted--manifest el acusador--que cuando le vio salir del +gabinete de la joven ofreca seales evidentes de turbacin. No habr +usted observado, por casualidad, si presentaba igualmente signos de +desarreglo en las ropas? + +Hubo un murmullo en el auditorio. + +--No, seor; no not nada. + +Otras varias preguntas le hizo con la misma intencin que sta. Luego +fue repreguntada por la defensa. + +Sali inmediatamente, tambin presentada por sta, D. Josefa, el ama +del excusador. Se deca que esta seora tena pruebas de la inocencia de +su amo, que iba a relatar cosas muy curiosas. Se esperaba su declaracin +con ansiedad. Cuando le hubo tomado juramento y despus de las preguntas +de reglamento, el presidente le dijo con el tonillo agrio que le era +caracterstico: + +--Ahora va usted a decir lo que sepa, pero mucho cuidado con los +embrollos, porque la tengo a usted sobre ojo... + +El abogado defensor, que era un hombre corpulento con largas patillas +blancas, protest contra esta advertencia. Preguntada por el presidente, +D. Josefa declar que Obdulia haca tiempo que persegua a su amo y le +molestaba proponindole la escapatoria al convento. Que el excusador +haba tratado en vano de disuadirla; sus esfuerzos haban sido vanos. +Estaba tan resuelta a marcharse, que se hubiera ido sola si l se negaba +a acompaarla. En vista de eso, su amo, aunque de malsima gana, haba +cedido. La testigo misma se lo haba aconsejado para que se librase de +una beata tan insufrible. + +--Y no es cierto--pregunt el defensor--que un mes, poco ms o menos, +despus del regreso de Palencia, la querellante se present una noche en +casa de mi defendido, y que fue arrojada por l de all? + +--S, seor. + +--Explique cmo ha sido. + +D. Josefa relat exactamente la escena ya conocida, sin omitir los +insultos que dirigi a la joven. + +--Como esta versin--dijo el defensor--no concuerda con lo manifestado +por la querellante en el sumario, de no haber hablado con mi defendido +desde su regreso de Palencia, pido un careo entre ambas. + +--Seor presidente--manifest el abogado de Obdulia,--la acusacin se +adhiere a esta peticin de la defensa, pero solicita que este careo se +efecte despus que la querellante haya declarado. + +As lo dispuso la presidencia. El acusador repregunt a D. Josefa: + +--Es cierto que la testigo miraba con malos ojos a mi defendida, por +suponer que la sustraa una parte del cario o la estimacin de su +amo?... + +--No conteste usted a esa pregunta!--se apresur a decir el presidente. + +--Est bien--expres el defensor.--No es igualmente exacto que la +testigo detestaba a todas las hijas de confesin del procesado, +estableciendo con ellas una suerte de rivalidad? + +--No conteste usted tampoco. Esa pregunta es tan impertinente como la +otra. + +--Renuncio a seguir repreguntando--dijo el abogado con una sonrisa +maliciosa, que indicaba bien claramente que ya crea haber conseguido su +objeto. + +Faltaba la gran emocin de aquel juicio, el acontecimiento que desde que +se comenzara haca unos das se esperaba por todos con verdadero anhelo; +faltaba, en suma, la declaracin de la querellante, que estaba la ltima +en la lista. Cuando el presidente dio la orden de hacerla pasar, hubo un +prolongado rumor en el auditorio, al cual sigui silencio sepulcral. +Todos los ojos estaban vueltos hacia la puerta con expresin de intensa +curiosidad. + +Pareci, al fin, la hija de Osuna. Vesta con modestia y elegancia al +mismo tiempo. Su figura esbelta y distinguida y la hermosura ajada, pero +interesante, de su rostro causaron favorable impresin en los +circunstantes. Al pasar para ocupar su sitio, no se dign arrojar una +mirada a su antiguo confesor. Estaba ms plida que de ordinario, ms +ojerosa; pero en su mirada poda observarse una vehemencia y un brillo +inusitados. + +El presidente le hizo las preguntas de la ley, en tono respetuoso y +hasta galante. Respondi con notable claridad y precisin. + +--Es cierto--le pregunt el presidente--que ha sido usted objeto de una +agresin maliciosa y escandalosa por parte del procesado? + +--S, seor. + +--Relate usted lo ocurrido en la forma que usted crea ms oportuna, sin +separarse de la verdad. + +--Muy poco tiempo despus de llegar el padre Gil a Peascosa y +desempear el cargo de excusador, empec a confesarme con l. Le +encontr prudente, advertido y extraordinariamente piadoso. El respeto +que yo tena a su talento y la admiracin a sus virtudes eran tan +grandes que algunos maliciosos de la poblacin pudieron muy bien +figurarse que exista una inclinacin en m hacia su persona. Yo no +puedo negar que le profesaba estimacin y cario. Durante el tiempo que +fue mi confesor, jams not en l ms que una estimacin espiritual a +veces, no siempre, porque ordinariamente se manifestaba severo y poco +comunicativo. Slo en los ltimos tiempos empec a observar que se +detena ms tiempo que antes en las confesiones (_risas y murmullos en +el auditorio_); que procuraba prolongarlas entrando en conversaciones +que nada tenan que ver con ellas. No hice aprecio de esto, ni tampoco +de que alguna vez al despedirnos me retena la mano entre las suyas +largo rato. (_Ms risas. El presidente agita la campanilla._) Lo +atribua a la confianza que haba logrado inspirarle, porque tena, al +menos en la apariencia, un carcter tmido y retrado. Hace ya lo menos +un ao que le manifest deseos de entrar en un convento, pero se opuso +tenazmente a ello. De vez en cuando volva a la carga rogndole que me +ayudase a llevarlo a cabo. Siempre encontr la misma resistencia. Hasta +que repentinamente, pasados algunos meses, me dijo un da que encontraba +mi proyecto muy bueno y muy santo, y que estaba dispuesto a prestarme +los medios para realizarlo. Lo primero que se me ocurri, como es +natural, fue solicitar el permiso de mi padre. El P. Gil se opuso a +ello. Me dijo que por entonces no era conveniente; ms adelante ya +veramos. Empezamos a tratar la cuestin de convento. Yo quera entrar +en las Agustinas de Lancia, pero l me dijo que conoca un convento de +Carmelitas en Astudillo que era el que me convena. Era un convento que +no tena ms que diez o doce monjas, muy tranquilo, muy apartado, un +verdadero rinconcito del cielo, como l deca. (_Risas._) Preparamos la +expedicin. Se ofreci a acompaarme. Yo no cesaba de instarle para que +mi padre tuviese noticia del proyecto. No se opona abiertamente a ello, +pero lo iba dilatando. Por fin, cuando lleg el momento de realizarlo, +me dijo que crea ms prudente no darle parte. El pobre iba a tener un +disgusto muy grande. Acaso viendo la posibilidad de desbaratarlo se +opondra, mientras que sabindolo cuando ya estuviese hecho, no tendra +ms remedio que resignarse. En fin, me aleg una porcin de razones que +concluyeron por convencerme... + +Aqu hizo una pausa la querellante; se llev la mano a la frente, como +si le doliese traer a la memoria lo que iba a decir. Un gesto digno de +una actriz de primer orden. + +--Salimos un martes al amanecer. Lo haba preparado todo perfectamente. +El da anterior haba ido a Lancia y trajo una carretela que dej en las +inmediaciones de Peascosa. Durante el camino hablamos poco. Yo iba +inquieta y triste. No entramos en Lancia, sino que seguimos a la Reguera +para tomar all el tren. Esperamos bastante tiempo y dimos un paseo por +la orilla del ro. Nada me dijo entonces que pudiera hacerme concebir +sospechas. Slo cuando estuvimos en el tren y quedamos solos, not que +me miraba fijamente y de un modo particular. Yo me fui al opuesto +rincn. Trat de descansar y quise quitarme los zapatos porque me +lastimaban. Entonces l se brind a sacrmelos, y sin esperar +contestacin se puso a hacerlo. (_Rumores y risas. El presidente amenaza +con despejar la sala._) A m, a la verdad, me dio aquello vergenza y +qued muy inquieta. Me pesaba ya muchsimo de haber ido con l. Procur +disimular, sin embargo, porque empezaba a tener miedo. Llegamos a +Palencia y mandamos a buscar caballos para ir al da siguiente a +Astudillo. Pero al da siguiente me sent muy mal. La emocin del viaje +me haba descompuesto los nervios. Me esperaban, por desgracia, otras +ms fuertes. El padre entr a verme; se sent a la cabecera de mi cama, +y despus de algunos lugares comunes, empez a hablarme de amor como un +galn cualquiera. Me hizo una declaracin. Yo estaba aterrada y +escandalizada. Me dijo que slo haba ideado aquel viaje con el objeto +de marcharse conmigo, que podramos ir al extranjero y vivir como marido +y mujer... una serie de cosas escandalosas que me dejaron yerta. Tuve +fuerzas, sin embargo, para responderle. Lo hice con tal energa, porque +estaba como loca, que le asust. Le amenac con gritar si no se marchaba +inmediatamente... + +Obedeci. Lleg el ama despus a verme, y estuve por decirle lo que me +haba pasado, pero me contuve. Senta en el alma dar un escndalo y +perder a un sacerdote. Me pareci mejor disimular. Envi un recado al +padre para que almorzase solo y viniese despus a verme. Mi objeto era +hacer que reflexionase un poco y rogarle que escribiese a pap o le +telegrafiase para que viniese a recogerme, con pretexto de que estaba +enferma y no poda entrar en el convento. Lleg despus de almorzar; +pero en vez de presentarse arrepentido por lo que haba hecho, comenz +otra vez a solicitarme de un modo ms feo, ms asqueroso que antes. +Entonces le habl como deba, recordndole sus deberes y la confianza +que haba depositado en l. No hizo caso. Vindome perdida, porque +trataba de pasar de las palabras a las obras, cog un Santo Cristo de +bano que haba sobre la mesa de noche y lo puse delante de m, +diciendo: Seor, protegedme!... Entonces l, como si viera el diablo, +se march corriendo... + +Despus tuve dos ataques muy fuertes. Cre que me mora. Cuando pude +coordinar las ideas, era ya cerca de noche. El ama me dijo que haba +salido de casa y no haba vuelto. Encargu que le avisaran para hablarle +por ltima vez y resolverme o no a dar parte de lo que ocurra. No quiso +venir, temiendo sin duda mi indignacin. Ca con otro ataque, y el ama +sin duda fue a buscarle, porque cuando abr los ojos estaba l a mi +lado. Ped al ama que me hiciese una taza de tila... En cuanto quedamos +solos, sin mediar palabra alguna se arroj sobre m, cubrindome la cara +de besos, apretndome con tal fuerza que pens morir... Aturdida y +horrorizada, lanc algunos gritos, pero l los sofoc ponindome la mano +en la boca... Luch con desesperacin, y Dios me dio fuerzas para +desprenderme de sus brazos y saltar de la cama... Pero apenas haba +puesto los pies en el suelo, me encontr otra vez sujeta y con la boca +tapada... Forcejeamos un rato, pero aquella lucha no poda durar mucho +tiempo... Al fin, perd el sentido... + +Una emocin violenta corri por la sala. Hubo un rumor prolongado. Todas +las miradas, fijas hasta entonces en la querellante, se dirigieron hacia +el acusado. El P. Gil haba escuchado aquella infame declaracin, +primero con sorpresa, despus con una triste compasin, que los +circunstantes, impresionados por las palabras de la joven, no supieron +leer en sus ojos. Aquella actitud tranquila, aquella mirada persistente, +fija sobre su acusadora, sigui atribuyndose a cinismo. + +Era difcil que sucediese de otro modo. Obdulia haba mostrado, bajo el +latigazo de la ira, un talento diablico. Su palabra y sus ademanes, un +poco exagerados, vibraban de indignacin. Su mirada no se cruz jams +con la del sacerdote; pero supo bien dar a este miedo el aspecto de +desprecio. + +--Deseo que manifieste la querellante--pregunt el abogado +defensor--cmo es que, habiendo sucedido todo lo que acaba de declarar, +se confes despus nica autora de aquella fuga y nada dijo hasta +trascurrido mucho tiempo de la violencia de que fue objeto. + +--No he dicho nada por vergenza. Creo que cualquiera mujer hara lo +mismo en mi caso. Qu ganaba con revelar estas cosas tan sucias? Slo +cuando vi mi honra por los suelos, slo cuando lleg a mis odos lo que +se deca en Peascosa, me aventur a confesarlo a mi padre. Por mandato +de ste me encuentro aqu, que de otro modo tampoco hubiera venido. + +A todas las preguntas que le hicieron, tanto el presidente como los +letrados, respondi con admirable serenidad y viveza. Ni un momento le +falt su imaginacin. + +El defensor del P. Gil propuso al fin el careo con D. Josefa. Entr +sta de nuevo y clav una mirada iracunda en Obdulia, la cual le pag +con otra de afectado desprecio. A instancia de la presidencia relat de +nuevo la escena en que el P. Gil arroj de casa a su penitenta. A las +pocas palabras sta dio seales de agitacin y se puso horriblemente +plida. + +--Falso, falso!--grit sin poder contenerse. + +--Es falso que entr usted en la habitacin de mi amo diciendo: +Padre, aqu me tiene usted!, y que mi amo, sin contestar palabra, se +levant de la silla, la cogi a usted por un brazo y la puso de patitas +fuera del gabinete? + +--Mentira!... Esa mujer est loca... Por salvar a su amo inventa una +calumnia. + +--No estoy loca, no, ni calumnio a nadie... La que calumnia a un +sacerdote es usted, pcara, que tiene que dar cuenta a Dios de su +maldad... + +--Reprtese la testigo--dijo el presidente.--Reprtese tambin la +querellante, o me ver obligado a expulsarlas de la sala. + +Pero ni una ni otra hicieron caso de la amenaza. Obdulia sigui +gritando: + +--Falso! Miente usted! + +--La que miente es usted, que quiere por orgullo perder a un +sacerdote... a un santo! + +--Silencio!--gritaba el presidente golpeando con la campanilla. + +--Buen santo te d Dios!--exclamaba la joven con sonrisa +sarcstica.--No calumnie usted a los dems por salvarle a l. + +--Basta! Expulsad del local a estas mujeres--profiri el presidente, +dirigindose a los hujieres. + +--La calumniadora eres t!... T, bribona! Bribona!... Porque te ha +despreciado le acusas, infame? No temes que se abra la tierra y te +trague?... + +En aquel momento un hujier la cogi por un brazo y la empuj brutalmente +hacia la puerta. Pero D. Josefa, hasta que lleg a ella, sigui +gritando: + +--No hay justicia que azote a esa mala mujer, que la emplume!... +Bribona, que has andado siempre detrs de los curas, como una perra +salida!... Meterla en un bao de agua fra para que se refresque!... + +Otro hujier fue a expulsar a la otra; pero en el momento de acercarse, +Obdulia se desplom, acometida de un sncope. Su abogado y las personas +que estaban cerca acudieron a socorrerla. Se la traslad al despacho del +secretario. Dos mdicos del concurso fueron espontneamente a visitarla. + +Terminada la prueba, y despus de descansar unos minutos, el presidente +concedi la palabra al acusador privado. + +Su discurso fue, como se esperaba, elocuente y saudo. Tena la voz +velada a causa de una bronquitis crnica: cuando quera elevarla +resultaba chillona, estridente. La palabra era fluida, aunque abundaba +en los lugares comunes del periodismo. En Lancia nadie saba hablar con +esta tersura. Pint al P. Gil como un ser hipcrita, rastrero, +alimentando en secreto pasiones vergonzosas, ocultndolas con cuidado +por el temor de perder su posicin. Estas pasiones son frecuentes en los +clrigos, en quienes un rgimen de holganza y una vida muelle y +sedentaria las excitan... + +Como insistiera demasiado en esto, el presidente le llam al orden. + +Describi el delito con una crudeza pintoresca a propsito para +impresionar al tribunal. Un plan odioso trazado de antemano y llevado a +cabo con firmeza y habilidad implacables. Abuso de confianza primero, +ataque al pudor despus; por ltimo, una cobarde y sacrlega violacin. +Las pruebas eran concluyentes. Con vigor y sutileza al mismo tiempo las +fue acumulando todas sobre la cabeza del presbtero para concluir con +este prrafo: + +--Y por si todos estos datos irrecusables no fuesen bastante a demostrar +palmariamente la premeditacin del crimen, voy a aducir otro. Se dice, y +todos estn conformes en ello, que el padre Gil llevaba a su hija de +confesin a un convento de Carmelitas en Astudillo. Pues bien, +excelentsimo seor... en Astudillo no hay convento de Carmelitas. +Quiere ms el tribunal? + +El discurso fue corto y contundente. Al terminar se sinti un murmullo +aprobador, de mal agero para el procesado. + +El defensor de ste era un abogado de experiencia e inteligente, pero +que careca en absoluto de las dotes oratorias de su contrincante. Tena +palabra abundante, pero era montona, pesada, ms a propsito para +dilucidar algn punto oscuro en un expediente civil que para arrastrar +el espritu del tribunal y del pblico. Se entretuvo con suma prolijidad +a reconstituir el sumario buscando informalidades, llamando la atencin +del tribunal acerca de pormenores, algunos de ellos insignificantes. +Nada de entrar, como debiera, en el carcter de la querellante, de hacer +resaltar el trastorno crnico de su sistema nervioso, la violencia +sorprendente de sus sentimientos, lo mismo el amor que el odio, la +susceptibilidad enfermiza de su amor propio que pareca desprovisto de +piel y en carne viva siempre; nada de buscar, en fin, el origen, el +verdadero gnesis de aquella acusacin extraa. + +Habl cerca de hora y media. Al terminar, lo mismo el tribunal que el +pblico, estaban visiblemente fatigados. Rectific brevemente el +acusador privado algunos errores de hecho. Sostvolos el defensor, segn +era su condicin, larga y prolijamente. De tal modo, que el fastidio +engendrado por su primer discurso se multiplic notablemente en el +segundo. + +Por ltimo, el presidente hizo sonar la campanilla y, encarndose con el +acusado, dijo: + +--En vista de las pruebas que acaban de practicarse y de los informes de +los seores letrados, tiene el procesado algo que manifestar al +tribunal? + +El P. Gil se levant de su banco y pase una mirada tan suave como vaga +por la sala. Pareca que le despertaban de un sueo. Tard algunos +instantes en hablar. Rein en el auditorio silencio profundo y ansioso. +A pesar de la atmsfera desfavorable que haban formado en torno suyo, +su figura delicada, potica, donde resplandeca la humildad, no poda +menos de causar impresin favorable. + +--Soy inocente del crimen que se me imputa. En las manos de Dios, en +quien he dejado hace tiempo todos mis pensamientos y cuidados, dejo +ahora tambin mi sentencia. Cmplase su voluntad. + +Estas sencillas palabras, pronunciadas con lentitud, causaron una +conmocin elctrica en el concurso. Por un instante se entrevi la +verdad como a la luz de un relmpago. Pero las tinieblas cayeron de +nuevo en la sala y se espesaron dentro de las ms perspicuas +inteligencias. No falt quien murmurase que los curas, por malvados que +fuesen, tenan siempre en los labios estas palabras. El presidente le +respondi con su acritud acostumbrada: + +--Bueno; ms adelante le juzgar Dios. Por lo pronto van a juzgarle a +usted los hombres. + + + + +XV + + +El tribunal de los hombres le conden a catorce aos, ocho meses y un +da de reclusin. + +El oficial de sala de la Audiencia que fue a leerle la sentencia a la +crcel se crey en el deber de prodigarle consuelos. El caso no era +desesperado. El Tribunal Supremo poda an casar la sentencia. Si esto +no sucediese, l era todava joven y volvera seguramente del presidio, +sobre todo teniendo en cuenta las rebajas de tiempo que el gobierno +otorga de vez en cuando, etc., etc. + +--Gracias, gracias, seor--dijo el presbtero, cuya fisonoma expresaba +una calma profunda, una serenidad ntima que llamaba la atencin.--Usted +me cree muy desgraciado, verdad? + +--Mucho... Me inspira usted una gran compasin--respondi con cara +compungida el curial. + +--De modo que no se cambiara usted por m en este momento? + +El empleado hizo una mueca de susto. + +--Por desgracia... Ya comprender usted... El caso es terrible!... + +El P. Gil permaneci un instante mirndole fijamente con una dulzura no +exenta de lstima, y dijo al fin, ponindole una mano sobre el hombro: + +--Pues hara usted mal, seor, hara usted mal. Poda usted muy bien dar +su libertad, su honor, su posicin y su familia por hallarse como yo... +y todava saldra usted enormemente ganancioso. + +El curial le mir con estupor. Por sus ojos pas despus un relmpago de +inquietud, temiendo hallarse frente a un loco, y se apresur a +despedirse y salir. + +Qued solo el sacerdote. La celda en que se hallaba era lbrega y sucia. +Un catre de hierro, una mesilla de pino, una cmoda tosca y algunas +sillas de paja componan todo el mobiliario. Por la nica ventana +enrejada que la esclareca, abierta a bastante altura, entraba en aquel +momento un haz de rayos de sol. El P. Gil, despus de permanecer un +momento inmvil en actitud reflexiva, fue a colocarse debajo de +aquellos rayos. Su cabeza rubia, iluminada repentinamente, brill con +reflejos de oro, su tez blanca adquiri una trasparencia singular. Su +cuerpo fino, delgado, vestido con negra sotana, pareca una columna de +bano destinada a sostener aquella cabeza. + +Dejose anegar por la onda tibia, bebiendo lentamente su dulzura, +palpitando bajo su caricia como un pjaro prisionero. Alz los ojos a la +ventana. Por entre las rejas percibi el azul del firmamento, +trasparente, infinito, convidando a volar por l. + +El cielo rea. Pero ms alegremente que el cielo rea su alma, inundada +de gozo embriagador. En el fondo de su ser tambin brillaba el infinito +azul. Desde que la Gracia le haba visitado viva en perpetua fiesta. +Sus ojos, iluminados bruscamente, contemplaban el Universo en su +naturaleza ideal. Todos los velos tendidos por la razn haban cado al +suelo: el gran secreto de la existencia se le revelaba directamente con +admirable claridad y pureza. + +Detrs de esta vida aparente que nos rodea vio la vida real, la vida +infinita, y entr en ella con el corazn henchido de alegra. En esta +vida infinita todo es amor, o lo que es igual, todo es felicidad. Entrar +en ella es poner el pie en el imperio de la Eternidad. Es la vida del +espritu. El mundo no puede cambiarla ni el tiempo destruirla, porque +es ella el principio mismo del tiempo y del mundo. Gust la vida en +Dios; vivi ms all del tiempo en la fuente misma ideal y perenne del +mundo imaginativo que nos envuelve. Sus das ya no se deslizaban tristes +y ansiosos como una porcin del tiempo. Ya no sufra el torcedor de la +voluntad; no exhalaba quejas lastimeras sobre sus pecados, sobre sus +resoluciones vencidas, porque no amaba ya sus propias obras, por buenas +que fuesen, como antes, sino nicamente lo Eterno. Porque las obras +tienen su origen en la persona, y l se haba despojado de la suya; la +haba negado con firmeza. En medio de una santa y dulce indiferencia +dejaba que Dios obrase dentro de su espritu. Exento para siempre de +duda y de incertidumbre, saba que no deba querer ms que una cosa, y +que todo lo dems se le dara por aadidura. Estaba seguro de que la +fuente de amor divino que haba brotado en l no se agotara jams, y +que este amor le guiara eternamente. El temor de la destruccin por la +muerte ya no le turbaba. La muerte, desde que haba entrado en la vida +de la eternidad, era para l incomprensible. No necesitaba bajar a la +tumba para obtener esta vida eterna. Bastbale unirse de corazn a Dios +para poseerla y para gozarla. + +Averigu, en fin, de una vez para siempre, que el hombre no puede +salvarse del dolor y de la muerte por la razn, sino por la Fe, esto es, +por un conocimiento distinto y superior del que aqulla puede darnos. +Desde que este conocimiento ilumin su espritu, alcanz la felicidad +absoluta. Sin inquietud por lo porvenir, sin sentimiento por lo pasado, +no apeteciendo nada, no rechazando nada tampoco, su vida se deslizaba +tiempo haca como un sueo feliz, como una dulce embriaguez. Dej caer +el plomo de los deseos y las tristezas que le ligaban a la tierra. +Desprendido de toda ilusin y de todo esfuerzo, sin temores de +aniquilamiento ni esperanzas egostas de resurreccin, por la virtud de +la Fe y del amor supo reproducir en su alma el verdadero reinando de +Dios. + +Slo breves instantes permaneci as inmvil, recibiendo el beso clido +del astro del da. No tard en representrsele que aqul era un goce de +los sentidos, y haciendo un gesto de desdn, fue a sentarse en el ngulo +ms oscuro de la estancia. Slo renunciando a los placeres, slo +buscando el sufrimiento y seoreando sus sentidos haba llegado a aquel +estado de beatitud, de sublime indiferencia. + +--Para qu necesito los rayos de ese sol--se dijo,--si el fuego que +arde dentro de mi alma me calienta y me conforta mejor? Qu vale esa +luz efmera, comparada con esta otra que no se oscurecer jams? Vivir +en la vida de los sentidos es ser un esclavo del tiempo y la necesidad. +Todo lo que no pertenezca al ser interior y libre que dentro de m he +conseguido hallar me es extrao e indiferente. Oh, no! No temblar ya +como un esclavo. Tengo la conciencia de mi libertad. No necesito morir +para recobrarla. Este sentimiento de mi libertad me llena de gozo, soy +un emancipado y llevo impreso en el alma el sello de mi Dios. Nada de lo +que sucede, nada de lo que suceder puede alterar la paz de mi corazn. +El pulso de mi vida interior batir con la misma fuerza hasta que suene +la hora de dejar este mundo. He comido de la carne y he bebido de la +sangre del Redentor, y segn sus promesas, yo habito en l y l habita +en m. Soy un hijo de la Eternidad. He recogido la herencia de mi Padre, +y nadie, nadie me la podr arrancar!... + +El cerrojo de la puerta son con estrpito. Apareci el llavero, un +hombre grueso, con la faz colorada, los ojos llenos de carne, el traje +sucio y grasiento, y alrededor del abultado abdomen un cinturn ancho de +cuero guarnecido de llaves. Sin dar los buenos das ni hacer una mnima +seal de cortesa, volvi el rostro hacia el pasillo, diciendo: + +--Pasen ustedes, seores, pasen ustedes. + +Detrs de l aparecieron dos caballeros con levita y sombrero de copa. +El uno alto, rubio, con larga barba que le llegaba hasta la mitad del +pecho, fisonoma abierta y simptica; joven an. El otro ms bajo y ms +delgado, de color enfermizo, barba rala y gafas. El primero era un +mdico distinguido de la poblacin. El segundo, un jurista muy +aficionado a los estudios penales y que haba publicado ya varias +monografas referentes a ellos. + +Levantose el P. Gil al verlos. Ellos le saludaron cortsmente, aunque +sin darle la mano. + +--Bueno; ah les dejo a ustedes con el _pater_--dijo el llavero con +grosera.--Avisen ustedes cuando quieran salir. + +Y se fue. + +El abogado dio un paso hacia el penado, y le dijo con amable sonrisa: + +--Desearamos, si usted no tiene inconveniente en ello, hacerle algunas +preguntas... + +--Son ustedes muy dueos--respondi el sacerdote, clavando en l una +mirada lmpida que consigui turbarle. + +El mdico se adelant tambin, y sacando la petaca le ofreci un cigarro +puro, preguntndole al mismo tiempo: + +--Qu tal? Le tratan a usted bien por aqu? + +--Muchas gracias, no fumo... S, seor, me tratan bien. Hay ms caridad +en la crcel de lo que ordinariamente se dice. + +Entablose una conversacin animada. Procuraron, lo mismo el mdico que +el jurista, hacerla cada vez ms ntima y familiar, enterndose con +inters de los pormenores de su vida cotidiana. Pasaron despus +insensiblemente a interrogarle acerca de su infancia, de las primeras +impresiones de su vida, de su educacin, y se detuvieron particularmente +en la adolescencia. Cul era su vida en el seminario? Cul su rgimen +de alimentacin? Era aficionado a la soledad? Qu enfermedades haba +padecido? Enterronse tambin de algunas particularidades referentes a +su familia. El suicidio de su madre les llam sobre todo la atencin, y +se entretuvieron largo rato a preguntarle lo que saba acerca de la que +le haba dado el ser. Por ltimo, despus de una hora de conversacin, +durante la cual le miraban con la insistencia pertinaz de quien va a +comprar un animal, el mdico le pregunt: + +--Nos permitir usted ahora que tomemos algunos datos acerca de su +crneo y otras medidas?... + +El P. Gil, un poco sorprendido, consinti inmediatamente. El mdico sac +del bolsillo de atrs de la levita un cranimetro y una cinta. + +Tomole la medida del crneo en redondo, despus la de la caja sea que +protege el encfalo, la del ngulo facial, la del largo de la cara; +midi la proyeccin facial y la parietal, los arcos zigomticos y la +mandbula... + +Al llegar aqu, el mdico y el jurista cambiaron una rpida mirada +significativa. + +--Nos hace usted el favor de abrir los brazos? + +El P. Gil se puso en cruz, mientras una mirada dulce y melanclica +plegaba sus labios. Midieron el largo de los brazos. Despus el de las +manos. En este punto, mdico y jurista tornaron a cambiar otra mirada de +inteligencia. + +Finalmente, luego que se hubieron enterado de todo lo que quisieron, +despidironse de l muy cortsmente, dndole muchas veces las gracias +por su amabilidad y procurando animarle con buenas razones. + +Al da siguiente apareca en _El Porvenir de Lancia_, firmado por el +abogado criminalista, un artculo con el ttulo de _Una visita al P. +Gil_. Hacase en l relacin exacta de la entrevista, describase con +minuciosidad la persona del sacerdote penado, y terminaba con una serie +de profundas consideraciones cientficas acerca de los caracteres +anatmicos, patolgicos y fisiolgicos que el delincuente presentaba. + +Entre los datos antropomtricos--deca en uno de sus prrafos--comunes +a todos los criminales, slo hemos podido observar cierto predominio +ligero de la proyeccin parietal comparada con la frontal y bastante +desarrollo de los arcos cigomticos y de la mandbula. En cambio, el P. +Gil ofrece en su figura absolutamente todos los rasgos que la escuela +criminal positiva asigna como peculiares a los _estupradores_ y +_libertinos_; es a saber: el pabelln de la oreja saliente e inserto a +manera de asa, la mirada brillante, la fisonoma delicada (a excepcin +de la mandbula), el cabello liso, el cutis mrbido, las manos muy +largas y algo de afeminado en el conjunto. + + +FIN + + + + + +End of the Project Gutenberg EBook of La Fe, by Armando Palacio Valds + +*** END OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK LA FE *** + +***** This file should be named 31637-8.txt or 31637-8.zip ***** +This and all associated files of various formats will be found in: + http://www.gutenberg.org/3/1/6/3/31637/ + +Produced by Chuck Greif and the Online Distributed +Proofreading Team at http://www.pgdp.net + + +Updated editions will replace the previous one--the old editions +will be renamed. + +Creating the works from public domain print editions means that no +one owns a United States copyright in these works, so the Foundation +(and you!) can copy and distribute it in the United States without +permission and without paying copyright royalties. Special rules, +set forth in the General Terms of Use part of this license, apply to +copying and distributing Project Gutenberg-tm electronic works to +protect the PROJECT GUTENBERG-tm concept and trademark. Project +Gutenberg is a registered trademark, and may not be used if you +charge for the eBooks, unless you receive specific permission. If you +do not charge anything for copies of this eBook, complying with the +rules is very easy. You may use this eBook for nearly any purpose +such as creation of derivative works, reports, performances and +research. They may be modified and printed and given away--you may do +practically ANYTHING with public domain eBooks. Redistribution is +subject to the trademark license, especially commercial +redistribution. + + + +*** START: FULL LICENSE *** + +THE FULL PROJECT GUTENBERG LICENSE +PLEASE READ THIS BEFORE YOU DISTRIBUTE OR USE THIS WORK + +To protect the Project Gutenberg-tm mission of promoting the free +distribution of electronic works, by using or distributing this work +(or any other work associated in any way with the phrase "Project +Gutenberg"), you agree to comply with all the terms of the Full Project +Gutenberg-tm License (available with this file or online at +http://gutenberg.org/license). + + +Section 1. General Terms of Use and Redistributing Project Gutenberg-tm +electronic works + +1.A. By reading or using any part of this Project Gutenberg-tm +electronic work, you indicate that you have read, understand, agree to +and accept all the terms of this license and intellectual property +(trademark/copyright) agreement. If you do not agree to abide by all +the terms of this agreement, you must cease using and return or destroy +all copies of Project Gutenberg-tm electronic works in your possession. +If you paid a fee for obtaining a copy of or access to a Project +Gutenberg-tm electronic work and you do not agree to be bound by the +terms of this agreement, you may obtain a refund from the person or +entity to whom you paid the fee as set forth in paragraph 1.E.8. + +1.B. "Project Gutenberg" is a registered trademark. It may only be +used on or associated in any way with an electronic work by people who +agree to be bound by the terms of this agreement. There are a few +things that you can do with most Project Gutenberg-tm electronic works +even without complying with the full terms of this agreement. See +paragraph 1.C below. There are a lot of things you can do with Project +Gutenberg-tm electronic works if you follow the terms of this agreement +and help preserve free future access to Project Gutenberg-tm electronic +works. See paragraph 1.E below. + +1.C. The Project Gutenberg Literary Archive Foundation ("the Foundation" +or PGLAF), owns a compilation copyright in the collection of Project +Gutenberg-tm electronic works. Nearly all the individual works in the +collection are in the public domain in the United States. If an +individual work is in the public domain in the United States and you are +located in the United States, we do not claim a right to prevent you from +copying, distributing, performing, displaying or creating derivative +works based on the work as long as all references to Project Gutenberg +are removed. Of course, we hope that you will support the Project +Gutenberg-tm mission of promoting free access to electronic works by +freely sharing Project Gutenberg-tm works in compliance with the terms of +this agreement for keeping the Project Gutenberg-tm name associated with +the work. You can easily comply with the terms of this agreement by +keeping this work in the same format with its attached full Project +Gutenberg-tm License when you share it without charge with others. + +1.D. The copyright laws of the place where you are located also govern +what you can do with this work. Copyright laws in most countries are in +a constant state of change. If you are outside the United States, check +the laws of your country in addition to the terms of this agreement +before downloading, copying, displaying, performing, distributing or +creating derivative works based on this work or any other Project +Gutenberg-tm work. The Foundation makes no representations concerning +the copyright status of any work in any country outside the United +States. + +1.E. Unless you have removed all references to Project Gutenberg: + +1.E.1. The following sentence, with active links to, or other immediate +access to, the full Project Gutenberg-tm License must appear prominently +whenever any copy of a Project Gutenberg-tm work (any work on which the +phrase "Project Gutenberg" appears, or with which the phrase "Project +Gutenberg" is associated) is accessed, displayed, performed, viewed, +copied or distributed: + +This eBook is for the use of anyone anywhere at no cost and with +almost no restrictions whatsoever. You may copy it, give it away or +re-use it under the terms of the Project Gutenberg License included +with this eBook or online at www.gutenberg.org + +1.E.2. If an individual Project Gutenberg-tm electronic work is derived +from the public domain (does not contain a notice indicating that it is +posted with permission of the copyright holder), the work can be copied +and distributed to anyone in the United States without paying any fees +or charges. If you are redistributing or providing access to a work +with the phrase "Project Gutenberg" associated with or appearing on the +work, you must comply either with the requirements of paragraphs 1.E.1 +through 1.E.7 or obtain permission for the use of the work and the +Project Gutenberg-tm trademark as set forth in paragraphs 1.E.8 or +1.E.9. + +1.E.3. If an individual Project Gutenberg-tm electronic work is posted +with the permission of the copyright holder, your use and distribution +must comply with both paragraphs 1.E.1 through 1.E.7 and any additional +terms imposed by the copyright holder. Additional terms will be linked +to the Project Gutenberg-tm License for all works posted with the +permission of the copyright holder found at the beginning of this work. + +1.E.4. Do not unlink or detach or remove the full Project Gutenberg-tm +License terms from this work, or any files containing a part of this +work or any other work associated with Project Gutenberg-tm. + +1.E.5. Do not copy, display, perform, distribute or redistribute this +electronic work, or any part of this electronic work, without +prominently displaying the sentence set forth in paragraph 1.E.1 with +active links or immediate access to the full terms of the Project +Gutenberg-tm License. + +1.E.6. You may convert to and distribute this work in any binary, +compressed, marked up, nonproprietary or proprietary form, including any +word processing or hypertext form. However, if you provide access to or +distribute copies of a Project Gutenberg-tm work in a format other than +"Plain Vanilla ASCII" or other format used in the official version +posted on the official Project Gutenberg-tm web site (www.gutenberg.org), +you must, at no additional cost, fee or expense to the user, provide a +copy, a means of exporting a copy, or a means of obtaining a copy upon +request, of the work in its original "Plain Vanilla ASCII" or other +form. Any alternate format must include the full Project Gutenberg-tm +License as specified in paragraph 1.E.1. + +1.E.7. Do not charge a fee for access to, viewing, displaying, +performing, copying or distributing any Project Gutenberg-tm works +unless you comply with paragraph 1.E.8 or 1.E.9. + +1.E.8. You may charge a reasonable fee for copies of or providing +access to or distributing Project Gutenberg-tm electronic works provided +that + +- You pay a royalty fee of 20% of the gross profits you derive from + the use of Project Gutenberg-tm works calculated using the method + you already use to calculate your applicable taxes. The fee is + owed to the owner of the Project Gutenberg-tm trademark, but he + has agreed to donate royalties under this paragraph to the + Project Gutenberg Literary Archive Foundation. Royalty payments + must be paid within 60 days following each date on which you + prepare (or are legally required to prepare) your periodic tax + returns. Royalty payments should be clearly marked as such and + sent to the Project Gutenberg Literary Archive Foundation at the + address specified in Section 4, "Information about donations to + the Project Gutenberg Literary Archive Foundation." + +- You provide a full refund of any money paid by a user who notifies + you in writing (or by e-mail) within 30 days of receipt that s/he + does not agree to the terms of the full Project Gutenberg-tm + License. You must require such a user to return or + destroy all copies of the works possessed in a physical medium + and discontinue all use of and all access to other copies of + Project Gutenberg-tm works. + +- You provide, in accordance with paragraph 1.F.3, a full refund of any + money paid for a work or a replacement copy, if a defect in the + electronic work is discovered and reported to you within 90 days + of receipt of the work. + +- You comply with all other terms of this agreement for free + distribution of Project Gutenberg-tm works. + +1.E.9. If you wish to charge a fee or distribute a Project Gutenberg-tm +electronic work or group of works on different terms than are set +forth in this agreement, you must obtain permission in writing from +both the Project Gutenberg Literary Archive Foundation and Michael +Hart, the owner of the Project Gutenberg-tm trademark. Contact the +Foundation as set forth in Section 3 below. + +1.F. + +1.F.1. Project Gutenberg volunteers and employees expend considerable +effort to identify, do copyright research on, transcribe and proofread +public domain works in creating the Project Gutenberg-tm +collection. Despite these efforts, Project Gutenberg-tm electronic +works, and the medium on which they may be stored, may contain +"Defects," such as, but not limited to, incomplete, inaccurate or +corrupt data, transcription errors, a copyright or other intellectual +property infringement, a defective or damaged disk or other medium, a +computer virus, or computer codes that damage or cannot be read by +your equipment. + +1.F.2. LIMITED WARRANTY, DISCLAIMER OF DAMAGES - Except for the "Right +of Replacement or Refund" described in paragraph 1.F.3, the Project +Gutenberg Literary Archive Foundation, the owner of the Project +Gutenberg-tm trademark, and any other party distributing a Project +Gutenberg-tm electronic work under this agreement, disclaim all +liability to you for damages, costs and expenses, including legal +fees. YOU AGREE THAT YOU HAVE NO REMEDIES FOR NEGLIGENCE, STRICT +LIABILITY, BREACH OF WARRANTY OR BREACH OF CONTRACT EXCEPT THOSE +PROVIDED IN PARAGRAPH F3. YOU AGREE THAT THE FOUNDATION, THE +TRADEMARK OWNER, AND ANY DISTRIBUTOR UNDER THIS AGREEMENT WILL NOT BE +LIABLE TO YOU FOR ACTUAL, DIRECT, INDIRECT, CONSEQUENTIAL, PUNITIVE OR +INCIDENTAL DAMAGES EVEN IF YOU GIVE NOTICE OF THE POSSIBILITY OF SUCH +DAMAGE. + +1.F.3. LIMITED RIGHT OF REPLACEMENT OR REFUND - If you discover a +defect in this electronic work within 90 days of receiving it, you can +receive a refund of the money (if any) you paid for it by sending a +written explanation to the person you received the work from. If you +received the work on a physical medium, you must return the medium with +your written explanation. The person or entity that provided you with +the defective work may elect to provide a replacement copy in lieu of a +refund. If you received the work electronically, the person or entity +providing it to you may choose to give you a second opportunity to +receive the work electronically in lieu of a refund. If the second copy +is also defective, you may demand a refund in writing without further +opportunities to fix the problem. + +1.F.4. Except for the limited right of replacement or refund set forth +in paragraph 1.F.3, this work is provided to you 'AS-IS' WITH NO OTHER +WARRANTIES OF ANY KIND, EXPRESS OR IMPLIED, INCLUDING BUT NOT LIMITED TO +WARRANTIES OF MERCHANTIBILITY OR FITNESS FOR ANY PURPOSE. + +1.F.5. Some states do not allow disclaimers of certain implied +warranties or the exclusion or limitation of certain types of damages. +If any disclaimer or limitation set forth in this agreement violates the +law of the state applicable to this agreement, the agreement shall be +interpreted to make the maximum disclaimer or limitation permitted by +the applicable state law. The invalidity or unenforceability of any +provision of this agreement shall not void the remaining provisions. + +1.F.6. INDEMNITY - You agree to indemnify and hold the Foundation, the +trademark owner, any agent or employee of the Foundation, anyone +providing copies of Project Gutenberg-tm electronic works in accordance +with this agreement, and any volunteers associated with the production, +promotion and distribution of Project Gutenberg-tm electronic works, +harmless from all liability, costs and expenses, including legal fees, +that arise directly or indirectly from any of the following which you do +or cause to occur: (a) distribution of this or any Project Gutenberg-tm +work, (b) alteration, modification, or additions or deletions to any +Project Gutenberg-tm work, and (c) any Defect you cause. + + +Section 2. Information about the Mission of Project Gutenberg-tm + +Project Gutenberg-tm is synonymous with the free distribution of +electronic works in formats readable by the widest variety of computers +including obsolete, old, middle-aged and new computers. It exists +because of the efforts of hundreds of volunteers and donations from +people in all walks of life. + +Volunteers and financial support to provide volunteers with the +assistance they need, are critical to reaching Project Gutenberg-tm's +goals and ensuring that the Project Gutenberg-tm collection will +remain freely available for generations to come. In 2001, the Project +Gutenberg Literary Archive Foundation was created to provide a secure +and permanent future for Project Gutenberg-tm and future generations. +To learn more about the Project Gutenberg Literary Archive Foundation +and how your efforts and donations can help, see Sections 3 and 4 +and the Foundation web page at http://www.pglaf.org. + + +Section 3. Information about the Project Gutenberg Literary Archive +Foundation + +The Project Gutenberg Literary Archive Foundation is a non profit +501(c)(3) educational corporation organized under the laws of the +state of Mississippi and granted tax exempt status by the Internal +Revenue Service. The Foundation's EIN or federal tax identification +number is 64-6221541. Its 501(c)(3) letter is posted at +http://pglaf.org/fundraising. Contributions to the Project Gutenberg +Literary Archive Foundation are tax deductible to the full extent +permitted by U.S. federal laws and your state's laws. + +The Foundation's principal office is located at 4557 Melan Dr. S. +Fairbanks, AK, 99712., but its volunteers and employees are scattered +throughout numerous locations. Its business office is located at +809 North 1500 West, Salt Lake City, UT 84116, (801) 596-1887, email +business@pglaf.org. Email contact links and up to date contact +information can be found at the Foundation's web site and official +page at http://pglaf.org + +For additional contact information: + Dr. Gregory B. Newby + Chief Executive and Director + gbnewby@pglaf.org + + +Section 4. Information about Donations to the Project Gutenberg +Literary Archive Foundation + +Project Gutenberg-tm depends upon and cannot survive without wide +spread public support and donations to carry out its mission of +increasing the number of public domain and licensed works that can be +freely distributed in machine readable form accessible by the widest +array of equipment including outdated equipment. Many small donations +($1 to $5,000) are particularly important to maintaining tax exempt +status with the IRS. + +The Foundation is committed to complying with the laws regulating +charities and charitable donations in all 50 states of the United +States. Compliance requirements are not uniform and it takes a +considerable effort, much paperwork and many fees to meet and keep up +with these requirements. We do not solicit donations in locations +where we have not received written confirmation of compliance. To +SEND DONATIONS or determine the status of compliance for any +particular state visit http://pglaf.org + +While we cannot and do not solicit contributions from states where we +have not met the solicitation requirements, we know of no prohibition +against accepting unsolicited donations from donors in such states who +approach us with offers to donate. + +International donations are gratefully accepted, but we cannot make +any statements concerning tax treatment of donations received from +outside the United States. U.S. laws alone swamp our small staff. + +Please check the Project Gutenberg Web pages for current donation +methods and addresses. Donations are accepted in a number of other +ways including checks, online payments and credit card donations. +To donate, please visit: http://pglaf.org/donate + + +Section 5. General Information About Project Gutenberg-tm electronic +works. + +Professor Michael S. Hart is the originator of the Project Gutenberg-tm +concept of a library of electronic works that could be freely shared +with anyone. For thirty years, he produced and distributed Project +Gutenberg-tm eBooks with only a loose network of volunteer support. + + +Project Gutenberg-tm eBooks are often created from several printed +editions, all of which are confirmed as Public Domain in the U.S. +unless a copyright notice is included. Thus, we do not necessarily +keep eBooks in compliance with any particular paper edition. + + +Most people start at our Web site which has the main PG search facility: + + http://www.gutenberg.org + +This Web site includes information about Project Gutenberg-tm, +including how to make donations to the Project Gutenberg Literary +Archive Foundation, how to help produce our new eBooks, and how to +subscribe to our email newsletter to hear about new eBooks. diff --git a/31637-8.zip b/31637-8.zip Binary files differnew file mode 100644 index 0000000..2c8064d --- /dev/null +++ b/31637-8.zip diff --git a/31637-h.zip b/31637-h.zip Binary files differnew file mode 100644 index 0000000..cc61b53 --- /dev/null +++ b/31637-h.zip diff --git a/31637-h/31637-h.htm b/31637-h/31637-h.htm new file mode 100644 index 0000000..4a60f56 --- /dev/null +++ b/31637-h/31637-h.htm @@ -0,0 +1,9784 @@ +<!DOCTYPE html PUBLIC "-//W3C//DTD XHTML 1.0 Strict//EN" +"http://www.w3.org/TR/xhtml1/DTD/xhtml1-strict.dtd"> + +<html xmlns="http://www.w3.org/1999/xhtml" lang="es" xml:lang="es"> + <head> +<meta http-equiv="Content-Type" content="text/html;charset=iso-8859-1" /> +<title> + The Project Gutenberg eBook of La Fe, por Armando Palacio Valds. +</title> +<style type="text/css"> + p {margin-top:.75em;text-align:justify;margin-bottom:.75em;text-indent:2%;} + +.c {text-align:center;text-indent:0%;font-weight:bold;} + +.toc {padding:2%;text-align:center;text-indent:0%;margin:5% 25% 5% 25%;border:double gray 3px;} + +.r {text-align:right;margin-right:25%;} + + h1 {text-align:center;clear:both;font-size:300%;letter-spacing:2px;} + + h2 {text-align:center;clear:both;} + + h3 {margin-top:15%;text-align:center;clear:both;} + +.fin {margin-top:15%;text-align:center;text-indent:0%;} + + hr {width:100%;margin:5% auto 5% auto;border:4px double gray;} + + body{margin-left:10%;margin-right:10%;background:#fdfdfd;color:black;font-family:"Times New Roman", serif;font-size:medium;} + +a:link {background-color:#ffffff;color:blue;text-decoration:none;} + + link {background-color:#ffffff;color:blue;text-decoration:none;} + +a:visited {background-color:#ffffff;color:purple;text-decoration:none;} + +a:hover {background-color:#ffffff;color:#FF0000;text-decoration:underline;} + +.smcap {font-variant:small-caps;font-family:"Times New Roman", serif;font-size:95%;} + +.bloque {margin:5% auto 5% auto;} + +.poesia {margin-left:25%;white-space:nowrap;text-indent:0%;} +</style> + </head> +<body> + + +<pre> + +The Project Gutenberg EBook of La Fe, by Armando Palacio Valds + +This eBook is for the use of anyone anywhere at no cost and with +almost no restrictions whatsoever. You may copy it, give it away or +re-use it under the terms of the Project Gutenberg License included +with this eBook or online at www.gutenberg.org + + +Title: La Fe + +Author: Armando Palacio Valds + +Release Date: March 14, 2010 [EBook #31637] + +Language: Spanish + +Character set encoding: ISO-8859-1 + +*** START OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK LA FE *** + + + + +Produced by Chuck Greif and the Online Distributed +Proofreading Team at http://www.pgdp.net + + + + + + +</pre> + + +<hr /> + +<h1>LA FE</h1> + +<p class="c">NOVELA</p> + +<p class="c">POR</p> + +<h2>DON ARMANDO PALACIO VALDS</h2> + +<p class="c">MADRID<br /> +1892</p> + +<p class="toc">Captulo: <a href="#I"><b>I, </b></a> +<a href="#II"><b>II, </b></a> +<a href="#III"><b>III, </b></a> +<a href="#IV"><b>IV, </b></a> +<a href="#V"><b>V, </b></a> +<a href="#VI"><b>VI, </b></a> +<a href="#VII"><b>VII, </b></a> +<a href="#VIII"><b>VIII, </b></a> +<a href="#IX"><b>IX, </b></a> +<a href="#X"><b>X, </b></a> +<a href="#XI"><b>XI, </b></a> +<a href="#XII"><b>XII, </b></a> +<a href="#XIII"><b>XIII, </b></a> +<a href="#XIV"><b>XIV, </b></a> +<a href="#XV"><b>XV</b></a> +</p> + +<p><a name="page_1" id="page_1"></a></p> + +<h3><a name="I" id="I"></a>I</h3> + +<p>No caba en la iglesia una persona ms. Hablando con verdad, tampoco +caban las que estaban dentro si ocupase cada cual el espacio que por +derecho natural, el que la naturaleza ense a todos los animales, le +corresponda. Pero en aquel momento no slo se infringa este derecho, +pero se violaba descaradamente tambin la ley de impenetrabilidad de los +cuerpos. D. Peregrn Casanova, persona que haca viso en la villa, y que +hasta entonces haba guardado rigurosamente la ley en todas las +solemnidades, lo mismo profanas que religiosas, tena ahora metidas en +los riones las rodillas de otro bpedo racional de seis pies de alto, +<a name="page_2" id="page_2"></a>lo cual le produca algunos movimientos convulsivos en el epigastrio y +un vivo desasosiego acompaado de sudor copioso. D. Teodora, seorita +de cincuenta aos, castsima, limpsima, pulqurrima, que haba huido +toda su vida cualquier contacto, fuere cual fuere, se vio obligada a +sentarse sobre los pies del jorobado Osuna, sujeto de malsimos +antecedentes, que no se estaba quieto un momento. D. Gaspar de Silva, +poeta famoso en la villa, tanto por sus versos como por sus callos, +sufri la operacin cesrea de uno de stos que le hizo con gran +destreza el chico mayor de D. Trinidad. De igual modo otra porcin de +vecinos respetables experimentaron molestias sin cuento en aquella +maana memorable en que por vez primera cantaba misa un joven de la +villa.</p> + +<p>Como siempre pasa, haba bulas para difuntos. En sitio privilegiado, +entre la verja de madera y el altar, no slo estaban la madrina y las +seoras que haban pagado la carrera al preste, sino otras a quienes no +asista derecho alguno; y lo que es an ms digno de censura, unos +cuantos hombres. El nuevo presbtero era casi un nio por la apariencia: +los ojos azules, profundos y tristes, la tez blanca y nacarada como la +de una dama, los cabellos rubios, el cuerpo delgado y esbelto. La +emocin le tena ahora muy plido: esto haca an ms interesante su +<a name="page_3" id="page_3"></a>fisonoma espiritual. Asistanle como dicono y subdicono el prroco +de Peascosa y D. Narciso, un capelln suelto procedente de Sarri, +establecido haca algunos aos en la villa.</p> + +<p>En la iglesia sonaba murmullo sordo originado por el cuchicheo de las +comadres, que se disputaban el sitio o se comunicaban sus impresiones, +por las exclamaciones y suspiros de malestar de los hombres. El calor se +iba haciendo por momentos intolerable. D. Peregrn dejaba escapar por +sus narices de trompeta unos bufidos semejantes a los de las +locomotoras, y se alzaba sobre las puntas de los pies, sin lograr +enterarse de nada. Si al menos tuviera la estatura de su hermano Juan! +Pero ste, que muy bien pudiera haberse quedado atrs, estaba +perfectamente acomodado en el presbiterio entre los curas, el alcalde y +varios concejales, lo cual levantaba en su corazn una ola de envidia +que le sofocaba an ms que las rodillas del jayn que tena detrs. Tal +era su destino. Aunque se considerase mucho ms inteligente que su +hermano, y sirviera largos aos a la Administracin pblica en varias +provincias de Espaa, y hubiese ledo la <i>Historia universal</i> de Csar +Cant y la de Espaa de Lafuente, sin faltar un tomo, y poseyese los +mismos bienes de fortuna, con ms la jubilacin de 2.500 pesetas +anuales, lo cierto es que D. Juan, sin haber salido jams de Peascosa +<a name="page_4" id="page_4"></a>ni haber ledo en su vida ms que el peridico a que estaba suscrito, +gozaba de mucho mayor prestigio en la villa. Esto, en concepto de D. +Peregrn, no proceda ms que de la estatura. En efecto, D. Juan +Casanova era hombre alto y seco, de rostro aguileo, ojos grandes de +prpados cados y mirar imponente, calva venerable, cortas patillas +blancas y marcha acompasada y majestuosa. Estas dotes extraordinarias, +unidas a un hablar mesurado y prudente, le haban captado el respeto y +hasta la veneracin de sus convecinos. As que fue grande el estupor de +stos cuando a la llegada de D. Peregrn de Andaluca, donde haba +estado empleado ltimamente, le oyeron llamar ignorante y majadero a su +hermano en una discusin que con l tuvo en el casino a propsito de la +renta de tabacos. Vivan juntos, ambos solteros y entregados al cuidado +desptico de D. Mariquita, ama de llaves y dueo absoluto de sus vidas +y haciendas.</p> + +<p>D. Juan, a fuerza de pasear su mirada severa y majestuosa por el mar de +cabezas que se extenda desde la valla hasta la puerta del templo, +tropez con la calva reluciente del pigmeo de su hermano. Viendo la +congoja pintada en su semblante, se apresur noblemente a hacerle seas +para que avanzase, ofrecindole sitio en el banco que ocupaba. Pero D. +Peregrn, por ventura notando la imposibilidad de dar un paso, o +<a name="page_5" id="page_5"></a>sofocado por la clera, que se le haba ido aumentando poco a poco, +respondi con una mueca de ira y desdn que sobrecogi a su infeliz +hermano y le quit por completo las ganas de insistir.</p> + +<p>—Qu es eso?—pregunt D. Martn de las Casas, que estaba sentado a su +lado.—No quiere venir D. Peregrn?</p> + +<p>—Es que lo ve imposible. Quin rompe esa muralla de carne?</p> + +<p>—Pues cualquiera. Ver usted cmo voy all y lo traigo en +seguida—replic D. Martn, hombre de carcter enrgico y expeditivo, +disponindose a levantarse.</p> + +<p>D. Juan le retuvo por la manga de la levita.</p> + +<p>—No; djelo usted... Acaso no quiera venir... Ya conoce usted su +carcter.</p> + +<p>—Pues hombre, no es plato de gusto estarse ah sudando caf con +leche!—repuso con aspereza, alzando al mismo tiempo los hombros.</p> + +<p>La iglesia es de las ms espaciosas que pueden verse en una villa. +Verdad que Peascosa, con tener de siete a ocho mil almas, no cuenta con +ms templo que ste. Quiz por ser demasiado espaciosa, el sacristn y +sus ayudantes no quieren encargarse de limpiarla a menudo. Su aspecto es +lbrego y sucio. De las paredes, que no se enjalbegaron hace ya muchos +aos, penden cadenas, cuadros sombros y borrosos, una muchedumbre de +piernas, brazos, cabezas de cera amarilla y otra mayor an de barquitos +y lanchas<a name="page_6" id="page_6"></a> que la fe de los marineros o de sus familias han llevado all +en recuerdo de algn peligro milagrosamente evitado. Mas para la funcin +que se celebraba habanla adornado cuanto les fue posible. Guirnaldas de +flores circundaban los altares principales cubiertos de paos blancos +planchados de fresco. Se haban colgado algunos cortinones en los +lienzos de pared cercanos al altar mayor y tapizado una parte del suelo +con la alfombra, sucia ya y desgarrada por varios sitios, que sala a +relucir haca cuarenta aos, en los das solemnes. D. Eloisa, la +madrina del nuevo presbtero, y las damas que la haban secundado en la +noble empresa de darle carrera, haban aadido algunos pormenores +delicados al adorno tosco y rutinario del sacristn. Grandes macetas de +flores colocadas en artsticos floreros sacados de las mejores casas de +la villa, algunas cortinas de damasco formando pabelln sobre los +altares, candelabros, araas. Donde, como es natural, haba recado +particularmente su atencin y esmero era en el arreo del joven +sacerdote. Alba finsima de batista bordada con primor, estola, casulla +del ms rico tis de oro que pudo hallarse en la capital, cliz, de oro +tambin, con algunas piedras preciosas. Las bondadosas seoras no haban +escatimado el dinero para dar remate o coronar la obra de caridad que +haca algunos aos acometieran.<a name="page_7" id="page_7"></a></p> + +<p>Todo el mundo lo recordaba en la villa; unos por haberlo presenciado, +otros por haberlo odo contar frecuentemente. Haca poco ms de veinte +aos haba en Peascosa un pescador de altura llamado Mariano Lastra, a +quien todos sus compaeros apreciaban por sus sentimientos honrados y +carcter apacible. Este pescador pereci con otros ocho tripulantes de +la lancha en que iba, a consecuencia de una galerna de poca importancia. +Slo aquella embarcacin haba zozobrado. Mariano se haba casado haca +dos aos y dejaba un nio de pocos meses. La viuda era una joven buena y +honrada, pero de escasa disposicin para el trabajo, y que sobre esto +gozaba de poca salud. Viose gravemente apurada para poder subsistir. El +nio le estorbaba mucho en cualquier trabajo. Dedicose a asistir por las +casas desempeando los oficios ms bajos y penosos, traer agua o fregar +suelos, llevar recados; lo nico que era capaz de hacer, pues no tena +oficio alguno. Pero lleg un momento al parecer en que las fuerzas la +abandonaron; su salud, cada da ms vacilante, la iba dejando intil +para el trabajo. Fue despedida de algunas casas. Otras por caridad la +siguieron empleando, aunque con menos frecuencia. Comenz a pasar hambre +y su hijo tambin.</p> + +<p>Un da fue despedida tambin de la nica casa en que ya asista.<a name="page_8" id="page_8"></a></p> + +<p>—Basilisa—le dijo la seora—Usted no puede ya traer agua y fregar +suelos. Se est usted matando y no consigue cumplir como es debido. +Necesito buscar otra asistenta... Bien quisiera seguir mantenindola... +pero no soy rica, como usted sabe... tenemos muchos gastos...</p> + +<p>—S seora, s, ya lo comprendo—respondi la infeliz con sonrisa +humilde y forzada.—Demasiado ha hecho por m.</p> + +<p>Sali de aquella casa, su ltimo refugio, con el corazn apretado y las +piernas vacilantes. Lleg a la zahurda que habitaba en los arrabales. Su +hijo dorma en la cuna el sueo dulce y sereno de los ngeles. La +infeliz cay de rodillas y solloz largo rato. Levant la cabeza al fin, +y dijo sordamente contemplando al nio:</p> + +<p>—No, no irs al hospicio!</p> + +<p>Varias comadres, y hasta alguna seora tambin, se lo haban aconsejado. +Pero la idea de abandonar al hijo de sus entraas en manos de mujeres +srdidas y empleados brutales la haba horrorizado siempre. Luch +bravamente cuanto pudo, privndose ella bastantes veces del necesario +sustento para alimentar al nio, que ya contaba cerca de tres aos. +Haba llegado, sin embargo, el fin del combate y resultaba vencida. Le +quedaba el recurso de pedir limosna, pero adems del espanto que le +causaba, comprenda muy bien que sus das estaban contados. Y<a name="page_9" id="page_9"></a> +murindose ella, qu iba a ser de aquella criatura?</p> + +<p>Medit un buen espacio con los ojos secos y clavados en el nio, +repitiendo de vez en cuando la misma frase:</p> + +<p>—No, no irs al hospicio!</p> + +<p>De pronto se alz animada por una voluntad fatal, bes a su hijo +apasionadamente hasta que logr despertarlo, envolviolo en una manta y +cogindolo en brazos sali de la casa.</p> + +<p>Era la hora del oscurecer. Desde lo alto de la Gusanera, donde Basilisa +viva, veanse llegar al muelle ya las lanchas pescadoras. Una +muchedumbre las aguardaba. Por la plaza, y por la calle larga que va +desde sta a la iglesia a orillas del mar, discurra tambin bastante +gente. Basilisa tom por la carretera de Rodillero, que cie la orilla +opuesta da la pequea ensenada frente por frente de Peascosa, y march +apresuradamente, casi a la carrera.</p> + +<p>—Por qu corres, mam? Dnde vamos?—pregunt el nio acaricindole +con sus manecitas la cara.</p> + +<p>—Vamos al cielo, vida ma—respondi la desdichada con los ojos +nublados por las lgrimas.</p> + +<p>—Vamos con pap?</p> + +<p>No pudo responder; se le hizo un nudo en la garganta.</p> + +<p>—Vamos con pap?—insisti el chiquito.<a name="page_10" id="page_10"></a></p> + +<p>Detvose un instante para tomar aliento.</p> + +<p>—S, vamos a verle, rico mo—dijo al cabo.—No quieres ir al cielo +con l?</p> + +<p>—No; yo contigo.</p> + +<p>Y al mismo tiempo la apret el cuello con sus tiernos brazos y la cubri +el rostro de besos.</p> + +<p>—Por qu lloras, mam?—pregunt sorprendido al sentir en los labios +el amargor de las lgrimas.—No tenes nada? Toma mi corneta...</p> + +<p>Y le ofreci una de plomo que le haba costado a Basilisa dos cuartos. +Para Gil, que no comprenda la existencia sin estar enredando con algo, +la mayor desgracia que poda pesar sobre un ser humano era el tener las +manos vacas.</p> + +<p>La madre le apret contra el pecho, descarg sobre sus rosadas mejillas +una granizada de besos y continu la carrera. Al llegar a cierto paraje +en que la carretera se separa de la orilla del mar para internarse, +dejola y tom una veredita que conduca a ste. Lleg a las peas altas +y sombras que lo circundan por aquel paraje. Puso a su hijo en el suelo +y arrodillndose despus, rez entre sollozos comprimidos una oracin +que, por no ir dirigida en forma, no debi de escuchar el Altsimo.</p> + +<p>Era ya casi noche cerrada. El mar estaba inmvil, sombro, esperando +impasible que las lgrimas de aquella infeliz mujer viniesen como tantas +otras a aumentar el caudal amargo de sus<a name="page_11" id="page_11"></a> aguas. Del lado de all de la +ensenada se vea la silueta del muelle y de tres o cuatro pataches que +ordinariamente yacen anclados cerca de l. El grupo de las lanchas +pescadoras, un poco apartado, se mova y resonaba an con los gritos de +las mujeres ocupadas en abrir el vientre a los pescados, mientras los +maridos descansaban ya gravemente en alguna taberna de la villa. +Basilisa atendi un instante a aquellos ruidos tan conocidos. Ella +tambin esperaba a su esposo en otro tiempo, le acariciaba con la mirada +al llegar, tomaba de sus manos el capote de agua, la caja de los +aparejos y el cesto de las provisiones y los llevaba con alegra a casa. +Mariano llegaba poco despus y se sentaba al amor de la lumbre, haciendo +bailar entre sus manazas al tierno nio que contaba pocos meses.</p> + +<p>La viuda estuvo largo rato contemplando fijamente el grupo de la ribera, +que pareca ya una masa informe y movible. Su hijo, sentado sobre el +csped, jugaba atascando de tierra la corneta. De pronto vino hacia l, +le levant entre sus brazos flacos y corri hacia el borde del +precipicio.</p> + +<p>—Mam! Dnde vamos?—grit el nio.</p> + +<p>La respuesta, si se la dio, debi de ser desde el cielo. Salt con +mpetu al fondo del abismo. Al caer sobre las piedras de la orilla se +deshizo la cabeza: qued muerta en el acto: el nio salv +milagrosamente. El vientre de donde haba salido<a name="page_12" id="page_12"></a> le sirvi ahora de +resorte para no despedazarse.</p> + +<p>Un marinero viejo, que andaba a la sazn por entre aquellas peas a la +pesca de pulpos, oy el ruido y prest los primeros socorros al nio. +Corri a dar la noticia: pronto se inund el paraje de gente. El caso +produjo honda impresin. Las mujeres lloraban y se pasaban al tierno +infante de mano en mano prodigndole mil cuidados y caricias. Muchas se +ofrecan a adoptarlo y hubo disputa sobre quin haba de llevrselo. +Enteradas las seoras de la villa y conmovidas, quisieron asimismo +recoger al hurfano. Las mujeres de los pescadores renunciaron entonces +a ello en inters de aqul. Qued, pues, en poder de D. Eloisa, la +seora de D. Martn de las Casas, secundada por otras seis u ocho damas +que de ningn modo quisieron renunciar a la participacin de tan +caritativa obra.</p> + +<p>La infancia de Gil (que as se llamaba el hurfano), si no feliz, +tampoco fue desgraciada. Sus protectoras ejercieron sobre l una +vigilancia un poco impertinente a veces, otro poco humillante tambin, +pero cariosa siempre y bien intencionada. Entre todas, aunque tomando +parte ms principal D. Eloisa, le pagaron la crianza y el pupilaje en +casa de un matrimonio artesano que habitaba en la Gusanera, cerca de la +casa en que la desgraciada viuda viva. Cuando<a name="page_13" id="page_13"></a> estuvo en edad para +ello, le mandaron a la escuela. Dio seales de ser un nio pacfico, +reservado, sensible, y comenz a aprender sus lecciones muy bien. Sus +siete u ocho mams se encargaban de preguntar al maestro por su conducta +y aplicacin siempre que le tropezaban en la calle, animndole a que le +apretase los tornillos. El maestro se encargaba, en efecto, de +apretrselos recordndole al mismo tiempo a cada momento, en presencia +de sus condiscpulos, su orfandad, su miseria y la imprescindible +necesidad que tena de mostrarse humilde y agradecido con sus +bienhechoras. Esto de la humildad era cosa que no cesaban de cantarle al +odo en la villa. Cuantos le tropezaban en la calle y se dignaban +ponerle paternalmente la mano sobre la cabeza, le decan:</p> + +<p>—Cuidado con ser humilde! S obediente y sumiso con las seoras que te +han recogido por caridad, entiendes?... por caridad.</p> + +<p>Y por ltimo, sus condiscpulos se encargaban generosamente de +advertirle sin cesar que era un desdichado sin padres, alimentado por la +caridad y que debiera estar en el hospicio y no alternando con hijos de +zapateros distinguidos, albailes, sastres y panaderos <i>fashionables</i>, y +otra gente no menos principal y digna de respeto.</p> + +<p>La humildad tenala en el corazn el hijo del<a name="page_14" id="page_14"></a> ahogado y la suicida, que +si no la tuviese, no sera fcil que se la inculcaran las burlas y +desprecios de sus compaeros, ni los paternales azotes del maestro y de +sus protectoras: porque stas todas se crean con derecho a amarle, pero +a castigarle tambin. Era la suya una naturaleza amante y agradecida. +Comprenda que a todas sus protectoras deba respeto y cario, y se lo +tributaba. Claro que en el fondo de su corazn senta preferencias; esto +es irremediable. Amaba con pasin a D. Eloisa. Esta buena seora, que +era a quien ms deba, jams le rea ni castigaba, ni le deca siquiera +una palabra desagradable: tratbalo con extremada dulzura, le acariciaba +como si fuese su hijo y ocultaba y disculpaba sus pequeas travesuras.</p> + +<p>Cuando lleg a los doce aos, se reunieron en cnclave las damas y +deliberaron acerca de lo que deba hacerse con el chico. Desechose por +unanimidad la idea de dedicarle al oficio de su padre. Pensaron en otros +varios, sin lograr ponerse de acuerdo, hasta que D. Trinidad, la esposa +de D. Remigio Flrez, fabricante de conservas alimenticias, propuso +llevarle de criado recadista a su casa. Asintieron casi todas a esta +resolucin; pero D. Eloisa, a quien le dola, hizo presente a sus +amigas que el chico haba mostrado aptitud para los estudios, y que +sera una obra meritoria hacer de l un sacerdote.<a name="page_15" id="page_15"></a> Las damas acogieron +la idea con entusiasmo. Slo D. Trinidad, seora de gran puntillo y +amiga de imponer su voluntad a todo el mundo, se opuso fuertemente y se +retir desabrida de la reunin. Pasronse las damas sin su concurso, y +fijando una cantidad mensual, que abonaran a escote, mandaron el chico +al seminario de Lancia, capital de la provincia donde nos hallamos.</p> + +<p>Fue Gil un seminarista modelo; aplicado, dulce, respetuoso, afecto a las +prcticas religiosas y mostrando mucho fervor en ellas. Las damas no +tuvieron ms que motivos para felicitarse de su resolucin. Cuando vena +a pasar las vacaciones a Peascosa, traa para cada una de ellas una +carta del rector manifestando su satisfaccin por la conducta y los +progresos del hurfano. En los dos o tres meses que permaneca all, les +prestaba algunos servicios, repasando las lecciones a sus hijos, +acompandolas en sus oraciones o sirvindoles de amanuense, etc. +Habitaba en casa de D. Eloisa. Cada verano se iba trasformando un poco: +el nio se converta en hombre. Al fin dej tres aos consecutivos de +venir, para tomar las ltimas rdenes. Lleg el momento de hacerse +presbtero. Cuando apareci al fin un da en Peascosa en traje de +sacerdote, su presencia caus emocin profunda en el corazn de sus +protectoras. Todas<a name="page_16" id="page_16"></a> se consideraban madres de l, y por consiguiente, +con derecho a llorar de alegra y a caer en sus brazos enternecidas. Por +cierto que estos desahogos cariosos dieron ocasin a algunos dimes y +diretes entre ellas. Porque las que menos afectuosas y tolerantes se +haban mostrado con el nio, eran ms extremosas ahora con el hombre. +Esto sac de sus casillas a D. Eloisa, D. Teodora y D. Marciala, que +le trataron siempre con dulzura y hasta con mimo.</p> + +<p>Comenzaron los preparativos para la primera misa. Fue un certamen de +primores entre ellas. Las ricas, como D. Eloisa y D. Teodora, se +encargaron de comprar el cliz y los ornamentos ms costosos: las que no +contaban con tantos bienes de fortuna, como D. Rita, D. Filomena y +otras, suplieron el dinero con la habilidad de sus manos bordando el +alba, la estola y el pao del altar, que causaban admiracin. Se arregl +la iglesia, y en el adorno tomaron parte no slo estas damas, sino otras +muchas de la poblacin, sus amigas. Fue un acontecimiento de marca en +Peascosa, tanto por la calidad de las personas que haban costeado la +carrera del joven presbtero, como por las terribles circunstancias que +haban dado lugar a esta proteccin. Se nombr madrina del oficiante a +D. Eloisa, por indicacin de aqul. Ninguna tena mejor derecho para +ello; pero todas se crean con tanto,<a name="page_17" id="page_17"></a> y esto volvi a originar secretos +resentimientos y algunas palabrillas desagradables.</p> + +<p>El preste volviose hacia el pueblo y cant con voz dbil y temblorosa:</p> + +<p>—<i>Dominus vobiscum.</i></p> + +<p>Todas las voces de la tribuna, rotas y cascadas, le respondieron +acompaadas del estampido del rgano:</p> + +<p>—<i>Et cum spiritu tuooooo.</i></p> + +<p>—Qu blanco est!—dijo una joven artesana a la compaera que tena al +lado.</p> + +<p>—Parece una imagen.</p> + +<p>Cant D. Narciso con voz atiplada, bajando y subiendo el tono y +escuchndose con placer, la epstola.</p> + +<p>—Hija, cmo lo repicotea el capelln!—volvi a decir la artesana.</p> + +<p>—Ya ves, tiene ah a la hija del jorobado. Querr lucirse.</p> + +<p>Era especie muy acreditada en la villa que D. Narciso y la nia de Osuna +sentan una mutua inclinacin, aunque slo los espritus heterodoxos y +maleantes se atrevan a decirlo en alta voz. D. Narciso era, en verdad, +mucho ms dado a vivir entre el sexo dbil que entre el fuerte. As que +lleg de Sarri hara unos tres aos, poco ms o menos, fue el dolo de +las damas de Peascosa por su elegante porte, que haca contraste con el +desalio de la mayor parte de los<a name="page_18" id="page_18"></a> sacerdotes de la villa, por su +conversacin alegre, por sus bromitas y, sobre todo, por su aficin a +estar siempre entre <i>ellas</i>. Distaba mucho de ser hermoso ni gallardo: +era hombre de unos treinta y cinco aos, seco, moreno, los pies grandes +y juanetudos y la dentadura muy fea; pero haba logrado pasar plaza en +seguida de chistoso. Jams hablaba en serio a sus devotas amigas. +Bromita va, bromita viene, un requiebro a sta, una chufleta a la otra, +sin acortarse nunca por estar en medio de un corro numeroso. Al +contrario, D. Narciso se placa extremadamente en ello, gozaba campando +solo en el gallinero. Diriga la conciencia de la mayora de ellas y se +autorizaba el reprenderlas fuera del confesonario, a veces speramente. +Casi todas reciban sus correcciones con sumisin, hasta con placer, y +si alguna se rebelaba momentneamente, era para demandar perdn +enseguida. Con esto, don Narciso era el comensal obligado en todas las +fiestas y <i>gaudeamus</i> de la sociedad elegante de Peascosa: coma +vorazmente, y de ello haca alarde, beba al mismo tenor, y cuando +llegaban los postres, nunca dejaba de brindar con alguna coplita que +resultaba casi siempre sucia. Porque D. Narciso, que a causa de su +ministerio no poda autorizarse bromas referentes a las relaciones de +sexo a sexo, se crea con derecho a soltar las ms asquerosas acerca de +otras miserias del<a name="page_19" id="page_19"></a> cuerpo humano. Y las damas caso extrao! las rean +y celebraban cual si fuesen ingeniosidades y agudezas portentosas. Dos +aos despus de llegado a la villa haba tenido un fracaso. Bajando la +escalera de cierta casa que frecuentaba mucho, se rompi una pierna. Se +dijo que el marido de la seora, cuya era la casa, le haba ayudado a +caer, por no estar de acuerdo enteramente con la hora y la ocasin de +sus visitas; pero al instante las buenas almas de Peascosa se +apresuraron a sofocar este rumor sacrlego. Y en prueba de la +indignacin con que rechazaron el supuesto, las damas ms principales de +la villa se constituyeron en enfermeras al lado de su cama, no dejndole +un instante solo, relevndose noche y da cada pocas horas, como si +hiciesen la guardia al Santsimo. D. Narciso mereca estas atenciones +del bello sexo. Nadie con ms ahnco y fervoroso celo se ocup jams de +la salvacin de la hermosa mitad del gnero humano. No slo diriga con +particular esmero la conciencia de las que mejor lo representaban en +Peascosa, apacentaba sus ovejitas con amor, sin dejar por eso de +arrojar alguna piedra a la que se extraviaba, como pastor diligente que +era, sino que a fuerza de muchos desvelos haba logrado fundar una +cofrada, establecida ya en otros puntos de Espaa y el extranjero, la +cofrada de las <i>Hijas de Mara</i>. En esta cofrada no<a name="page_20" id="page_20"></a> entraban ms que +las jvenes solteras. Tal privilegio excitaba un vago despecho mezclado +de apetito en las casadas. Creanse humilladas con aquella exclusin. D. +Narciso aprovechaba esta sombra de rivalidad para tenerlas ms sujetas.</p> + +<p>—Oh, seoras, no deben ustedes envidiar el privilegio! Ustedes tienen +marido a quien contemplar y servir.</p> + +<p>Lo deca en un tonillo irnico que demostraba la hostilidad secreta que +el capelln senta hacia todos los maridos. Las damas, en quienes los +encantos de aqullos no ejercan ya fascinacin alguna, sonrean forzada +y maliciosamente como diciendo: Ya, ya! Se murmuraba que haba varias +enamoradas de l. D. Marciala, la esposa del boticario de la plaza, +haba ido a Sarri a llevarle calcetas estando el presbtero pasando una +temporada con su familia. D. Filomena, viuda de un teniente de navo, +haca a su hijo nico ir a ayudarle a misa todos los das. Sin embargo, +habase notado cierta preferencia en l por Obdulia, la hija de Osuna, +administrador de Montesinos.</p> + +<p>—Pero ser cierto que se gustan?—pregunt la joven artesana, oyendo a +su compaera expresarse tan claramente.</p> + +<p>—Chica, yo no s! Lo que te puedo decir es que D. Narciso no sale de +su casa, y que muchos das desde la ventana de mi cuarto los veo correr<a name="page_21" id="page_21"></a> +uno tras de otro por el jardn de Montesinos jugando al escondite... +Tanto, que se lo he dicho.</p> + +<p>—Se lo has dicho!—exclam la otra, estupefacta.</p> + +<p>—S, nia... no ves que confieso con l?... No haba ms remedio... Le +dije: Mire, D. Narciso... no se ofenda usted... pero yo, vindoles a +usted y a Obdulia jugar en el jardn, tengo sospechas... se me ocurren +malos pensamientos.</p> + +<p>—Ave Mara, qu barbaridad! Y qu dijo l?</p> + +<p>—Se puso todo sofocado... Uf! Comenz a decirme: Por ustedes y otras +como ustedes pierden el crdito y la honra los sacerdotes y decae la +religin! Me llam saco de malicia; que pareca mentira que se me +ocurrieran semejantes atrocidades, y que por aqu y que por all... Al +principio quera comerme; despus se fue sosegando... Tiene usted +razn, D. Narciso, le respond; pero yo no puedo remediarlo... Y es la +verdad, chica, no puedo remediarlo... no puedo!</p> + +<p>Despus de la epstola cant el prroco de Peascosa el Evangelio. Tena +una voz spera sin inflexiones. Cant enteramente distrado sin mirar +apenas al libro, levantando sus ojos pequeos y duros por encima de las +gafas para contemplar fijamente, mejor dicho, para pulverizar con la +mirada al hijo de la Pepaina, que disimuladamente estaba arrancando las +babas a los cirios y guardndoselas en el bolsillo. Aunque uno de<a name="page_22" id="page_22"></a> los +pilletes ms desvergonzados de la villa, Lorito (que por tal nombre era +conocido este joven distinguido) se sinti molesto y un tantico inquieto +bajo la mirada del clrigo. La cosa no era para menos. D. Miguel Vigil, +prroco de Peascosa, desde el ao 25 de este siglo era uno de los +hombres de peor genio de Espaa, y no exageramos nada si decimos del +globo terrqueo. Contaba a la sazn ochenta y dos aos; era alto, seco, +las facciones pronunciadas, las cejas espesas y juntas, los ojos +pequeos y penetrantes. Conservaba an gran vigor fsico, y lo que es +an ms raro, en los cabellos que le quedaban apenas se notaban las +canas. Mientras dur la primer guerra civil, abandon el rebao y se fue +a las provincias vascas a pelear con las armas en la mano por la causa +del Pretendiente. Volvi al cabo de algunos aos. Su carcter bravo no +se haba dulcificado mucho andando a tiros por los montes. Los +feligreses de Peascosa tuvieron en l un pastor muy semejante a un +capitn de bandoleros. Nadie le levantaba el gallo en la poblacin. Los +ms arduos casos de conciencia sola resolverlos D. Miguel en un +instante con media docena de mojicones o de puntapis bien dirigidos. +Que Marcelino, el de Cosme, tena en cinta a la hija de Laureana la +tejedora y no quera casarse con ella. D. Miguel se plantaba en casa de +Cosme, coga a Marcelino por las orejas, le daba<a name="page_23" id="page_23"></a> tres bofetadas de +cuello vuelto, y a los quince das, quieras o no, los tena casados. Que +Ramn el confitero le negaba a D. Cipriano dos mil reales que ste le +haba prestado sin recibo. El cura llamaba a Ramn a su casa, se +encerraba con l en una habitacin, tomaba un garrote y le obligaba a +firmar el correspondiente recibo. Por medio de estos procedimientos +teolgicos D. Miguel infunda la moral evanglica entre las almas +encomendadas a su cuidado.</p> + +<p>No eran de su agrado las novedades en el culto. Miraba con desprecio a +los clrigos que trataban de introducirlas y cuidaban del traje y el +aseo. Los toleraba porque saba que estaban apoyados por el obispo y el +alto clero de la dicesis, pero se rea de ellos a todas horas de un +modo grosero, irritante, y sola hacerles algunas jugarretas malignas, +aguarles alguno de aquellos jolgorios msticos en que ponan ms empeo. +Tratbase, por ejemplo, de celebrar una comunin general de nias con +acompaamiento de orquesta. El da que estaba sealado, D. Miguel +enviaba a la iglesia una cuadrilla de carpinteros que se ponan a +arreglar la tribuna con horrendos martillazos, que impedan escuchar las +concertadas voces e instrumentos de la msica. Otras veces obligaba a +las penitentes asiduas de D. Narciso a examinarse de doctrina cristiana; +o bien las prohiba cantar en la iglesia<a name="page_24" id="page_24"></a> despus de un mes de ensayos, +o retiraba de los altares los paos que ellas haban bordado y +aplanchado, o las arrojaba de alguna capilla donde haban sentado sus +reales, etc., etc. Estos actos de despotismo habanle granjeado la +animadversin de los clrigos afrancesados y del sexo femenino. A D. +Miguel le daba un ardite por tal animadversin. El goce de su vida no +era ser querido o admirado, sino hacer en todo tiempo y ocasin su +voluntad. Adems, podra tener todos los defectos que quisieran sus +enemigos, pero nadie le conoci jams sombra de inclinacin hacia el +sexo dbil. Despreciaba a las mujeres positivamente: crea que ninguna +era capaz de decir ni hacer cosa con sentido comn. En su carcter viril +pareca haber encarnado el espritu romano, que negaba a la mujer +facultad para regirse nunca por s misma.</p> + +<p>Ni se crea que D. Miguel se mostraba tampoco obediente con sus +superiores. Al obispo le costaba un trabajo inmenso entenderse con l. +Si le mandaba una orden, el cura la archivaba sin darla cumplimiento; si +giraba una visita, metase en cama fingindose enfermo para no +recibirle. Haba concluido por no hacerle caso y dejarle pasar con la +suya. No confesaba en Peascosa sino a media docena de veteranos de la +guerra civil. Los dems feligreses se repartan entre los capellanes +adscritos a la parroquia: las<a name="page_25" id="page_25"></a> cuatro quintas partes de las damas +confiaban el fardo de sus flaquezas al irresistible D. Narciso. D. +Miguel no senta el menor desabrimiento por esta preferencia. Y sin +embargo, el corto nmero de sus penitentes aseguraba que era un confesor +prudente, discreto y delicado en sus preguntas.</p> + +<p>Termin la lectura del Evangelio y pudo darse la satisfaccin de +contemplar un rato con persistencia los movimientos de Lorito. Por qu +estaba este pillo tan distrado mirando a la tribuna arrobado en la +audicin de las melodas del rgano, cuando no haca dos segundos que le +haba visto meterse en el bolsillo media libra de cera por lo menos? Por +el alma del prroco cruzaron pensamientos de muerte y exterminio. Tuvo +fuerzas, no obstante, para contenerse. La misa continu. El presbtero +novel elev la sagrada Hostia con manos temblorosas, en medio de un +murmullo de fervor y adoracin. El rgano, soltando en <i>trmolo</i> sus +registros ms gangosos, contribuy poderosamente a hacer ms solemne y +conmovedora la bajada del Hijo de Dios a las manos del hombre. Gil +sinti estremecerse su cuerpo bajo la impresin. Una alegra inefable +subi del fondo de su pecho y le apret suavemente la garganta. Aquel +favor inmenso, infinito, que su Dios le haca, y que con tanto anhelo +haba esperado, removi hasta las<a name="page_26" id="page_26"></a> ltimas fibras de su corazn. Sus +ojos quedaron velados por las lgrimas, y al hincar la rodilla en +tierra, antes de elevar el cliz de la pasin, estuvo algunos segundos +sin poder alzarse y a punto de caer desmayado.</p> + +<p>De muy distintas impresiones participaba el jorobado Osuna, +administrador de Montesinos, en aquel momento. Ya sabemos que se haba +situado lo ms cerca posible de D. Teodora. Era tambin un hombre +mstico a su manera; pero en vez de buscar la unin con la Divinidad en +abstracto, se placa en realizarla de un modo concreto, por mediacin de +las mujeres gordas y frescas. Las mujeres gordas haban constituido su +pasin dominante desde los felices das de la adolescencia. Dios slo +sabe el peso de las que Osuna am desde este tiempo hasta los sesenta y +cuatro aos que ahora tiene. En Peascosa el nmero era limitado; por +eso de vez en cuando haca excursiones a la capital para recoger del +cieno de la prostitucin alguna desdichada que traa y guardaba, durante +quince das o un mes, en alguna cmara oscura del cuarto bajo de su +casa. Tenala all como una fiera enjaulada, encargndose l mismo de +llevarla el alimento y proveer a todas sus necesidades corporales. Al +cabo de este tiempo la soltaba, y vuelta a comenzar con otra. Toda la +villa conoca estas flaquezas de su temperamento. Contbanse de l en +las<a name="page_27" id="page_27"></a> tertulias de hombres muchsimas ancdotas, graciosas unas y sucias +otras, que hacan rer a los pacficos habitantes en las largas, +lluviosas noches de invierno. No se violentaba para ocultar los excesos +de su viciosa naturaleza. La mayor parte de estas ancdotas l mismo las +haba referido: gozaba hablando de sus obscenidades. Los vecinos le +despreciaban y le teman al mismo tiempo. Se le tena por un ser +extrao, misterioso, mal intencionado. Ocupaba un puesto desde el cual +poda hacer dao a mucha gente. Era administrador de Montesinos, el +propietario ms rico de Peascosa, y habitaba una de las alas del +inmenso palacio o casern que ste posea. Estaba viudo de tres mujeres, +con una hija que ya conocemos de nombre. Era excesivamente pequeo, con +una gran corcova a la espalda, color macilento, mejillas pendientes y +flcidas, ojos sin brillo y asustados siempre. Percibase un leve +temblor en sus manos, como sucede con frecuencia a los hombres gastados +por la sensualidad.</p> + +<p>D. Teodora haba cambiado de sitio ya varias veces: corriose hacia +adelante, se fue despus hacia un lado; todo intilmente. Donde quiera +que iba, senta los pies de Osuna entre las enaguas. Y al sentirlos, una +ola de rubor encenda sus frescas mejillas, se estremeca como una +zagala de catorce aos. En ninguna mujer se conserv<a name="page_28" id="page_28"></a> nunca ms delicado +y vidrioso el pudor virginal. Algunas conversaciones, hoy corrientes, la +ofendan: no se poda aludir en su presencia ni directa ni +indirectamente a ciertos asuntos escabrosos. No deca nada, porque era +la prudencia personificada y de tmido natural; pero se la vea +ruborizada, inquieta, con ganas de retirarse. Tan limpia y tan pulcra +era de cuerpo como de alma. Le gustaba vestir con elegancia y cuidaba +con refinamientos, no usados en Peascosa, de su persona. Los que la +conocieron de nia, decan que no haba sido bonita, sino pasable, y que +ahora, con sus cabellos blancos, sus carnes frescas y mejillas +sonrosadas, estaba ms guapa que nunca, Por qu se haba quedado +soltera D. Teodora, poseyendo una figura agradable y un regular caudal? +Se deca que sostuvo amores muy finos y romnticos con un teniente de +Arapiles que pereci en la accin de Ramales. La vspera de la batalla +se haba despedido de ella, por medio de una carta escrita sobre un +tambor: el corazn le deca que al da siguiente una bala traidora +cortara el hilo de su existencia, pero que morira con el nombre de +Teodora en los labios. sta conservaba la carta como preciosa reliquia +y guardaba asimismo fiel su corazn a la memoria del valeroso y +romntico teniente. Sin embargo, haca muchos aos que tena un galn +asiduo. D. Juan Casanova, aquel hidalgo<a name="page_29" id="page_29"></a> de rostro aguileo y majestuoso +de que hemos hablado, iba a su casa indefectiblemente todas las noches, +de ocho a once. Esto bastaba para que en la villa se creyese, no que era +su amante, que nadie dudaba de la castidad de D. Teodora, sino su +enamorado platnico, y que ms tarde o ms temprano concluira por +casarse con ella. Tal fausto acontecimiento se estuvo esperando veinte +aos en Peascosa. A la hora presente ya se dudaba bastante de que se +realizase. Los futuros se iban haciendo demasiado viejos, sobre todo D. +Juan, a quien costaba esfuerzos sobrehumanos subir a la casa, por el +maldito reuma de las rodillas. Cada da que pasaba eran, pues, menos +aptos para el cumplimiento de los sagrados fines del matrimonio. Adems, +ltimamente, cierto suceso de que ms adelante haremos mencin turb un +poco las tranquilas y afectuosas relaciones del avellanado hidalgo y de +la fresca jamona.</p> + +<p>Cuando el dicono cant el <i>Ite, misa est</i>, aquella dio un suspiro de +consuelo y se dispuso a levantarse y huir de los indecorosos pies que la +perseguan. Pero era negocio ms arduo de lo que se imaginaba. La +iglesia estaba tan atestada de fieles que nadie poda revolverse. Todos +pretendan besar las manos del nuevo sacerdote, o al menos presenciar la +curiosa y tierna ceremonia. Baj ste una escalera del altar y qued<a name="page_30" id="page_30"></a> +inmvil y de pie frente a la muchedumbre, derramando por ella una mirada +vaga y sonriente. Hubo un fuerte murmullo que casi se convirti en +gritera, cuando D. Narciso empuj suavemente a la madrina para que +tributase la primera su homenaje al oficiante. D. Eloisa hinc las +rodillas delante de su ahijado y le bes las manos con visible emocin. +Cuando se levant, corran algunas lgrimas por sus mejillas. Despus +tom un frasco de agua perfumada, dio otro a D. Rita, y colocadas ambas +a derecha e izquierda del presbtero, comenzaron a rociar a los que se +acercaban a besarle las manos. Uno a uno, empujndose con prisa, fueron +la mayor parte de los fieles rindindole este homenaje. Los hombres le +besaban en la palma, las mujeres en el dorso, segn estaba prevenido. +stas se mostraban conmovidas, gozosas, riendo cuando D. Rita o D. +Eloisa les arrojaban al rostro algunas gotas de colonia: despus se +retiraban para dejar paso a las otras; y de lejos seguan contemplando +con afectuoso inters la faz plida y delicada del sacerdote. Sonaba en +la iglesia rumor alegre. El roce de las enaguas, el cuchicheo y las +risas contenidas de las damas, producan un zumbido de colmena. El +taido de las campanas que el sacristn y algunos chicuelos repicaban +alto en la torre, entraba vivo y gozoso por las ventanas. Tambin +penetraban algunos<a name="page_31" id="page_31"></a> rayos de sol que se desparramaban por los altares, +haciendo llamear sus dorados metales. Pero si en el camino tropezaban +con alguna linda cabeza blonda, de las que tanto abundan entre las +artesanas de Peascosa, no tenan inconveniente alguno en detenerse a +darla un beso de admiracin.</p> + +<p>Gil estaba fuertemente conmovido; el corazn le saltaba dentro del +pecho. Senta impulsos de romper en sollozos: procuraba, no obstante, +con esfuerzo reprimirse, y esto le causaba malestar. Aquellas muestras +de veneracin, aunque representaban una ceremonia usual, le +avergonzaban. Al ver arrodillados a sus pies a todos los prceres y +damas de la villa, que tanto respeto le haban infundido siempre, +experimentaba confusin y desasosiego. Sus labios estaban contrados por +una sonrisa que revelaba ms inquietud que placer. D. Eloisa y D. Rita +consumieron varios frascos de esencia, haciendo copiosas aspersiones, +sobre todo a sus amigas, a quienes baaban el rostro en medio de una +algazara, que no por ser reprimida, era menos sabrosa. Poco a poco la +religiosa solemnidad se iba trasformando en una fiesta de carcter +ntimo y familiar. Las amigas de la madrina y de las damas protectoras +del joven presbtero se haban ido quedando detrs, formando en torno +suyo un grupo pintoresco, mientras el resto de la gente desfilaba por +las<a name="page_32" id="page_32"></a> dos puertas de la iglesia. Un rayo de sol vino a dar sobre el +preste: las ricas vestiduras de tis de oro despidieron vivos destellos; +su hermosa cabeza rubia semejaba la de un querubn. Las damas le +contemplaban extasiadas.</p> + +<p>El prroco y D. Narciso, asistentes de la misa, se haban retirado para +despojarse de sus ornamentos. No tard el primero en volver provisto de +sotana y bonete, debajo del cual se agitaban algunos pensamientos +siniestros. La conducta de Lorito en lo concerniente a las babas de los +cirios le haba puesto pensativo y sombro. Haca ya algn tiempo que +este joven personaje disfrutaba el privilegio de desazonarle. En una +ocasin supo que se haba encaramado sobre el tejado de la iglesia para +apoderarse de algunos nidos de gorrin; en otra sospech que le haba +robado las uvas que tena la parra del corredor de la rectoral. Y aunque +ya haba procurado tranquilizar su espritu por medio de algunos +adecuados puntapis, todava lo senta agitado y triste cada vez que el +hijo de la Pepaina se ofreca a su vista.</p> + +<p>Sin preocuparse poco ni mucho de la conmovedora ceremonia que se estaba +realizando en el presbiterio, D. Miguel recorri la iglesia a paso +lento, escudriando todos los rincones. Las personas que an quedaban en +el templo le abran paso con ms miedo que respeto. Penetr en todas<a name="page_33" id="page_33"></a> +las capillas y examin minuciosamente el estado de los cirios que ardan +en los altares. Alguna huella debi de reconocer en ellos del paso del +vndalo, porque su rostro se fue encapotando cada vez ms. Ya no fue un +reconocimiento, sino una verdadera caza la que emprendi al travs de +todas las capillas. En la ltima de la izquierda, donde est la pila +bautismal, olfate al fin la pieza. March con precaucin, y asomando su +enrgica nariz aguilea, pudo al fin columbrar la roma y barnizada de +mocos del granuja, que en compaa de uno de sus ms fieles discpulos +se ocupaba en hacer crecer la inmensa bola de cera que haba extrado de +las velas. El prroco sinti el nervioso temblor de los gatos a la vista +del ratn: se prepar como ellos rozando el suelo con los pies, y zas! +de un par de brincos cay sobre los brbaros. Pero Lorito no era un +vndalo vulgar de los que se dejan atrapar como un ratoncillo inocente. +Sin ver a D. Miguel sinti su hlito poderoso, y bajndose +repentinamente al tiempo que aqul lleg a echarle la zarpa, consigui +que fallara el golpe y fuera a dar de bruces en el altar. Antes que el +prroco pudiera revolverse, ya haba emprendido la carrera hacia la +puerta. Fue en vano. D. Miguel se apoder rpidamente del Cristo de +bronce que haba sobre el altar, y se lo arroj con tal mpetu y certera +puntera que le alcanz en la cabeza<a name="page_34" id="page_34"></a> y le hizo venir al suelo soltando +chorros de sangre.</p> + +<p>Al grito del chico y al ruido que produjo su cada acudi la gente; le +levantaron y le prestaron los primeros socorros, estancndole la sangre +con telas de araa y ponindole un pauelo a guisa de venda. Mientras se +llevaron a cabo estas operaciones, no dej de murmurarse, aunque en voz +baja, de la brutalidad del cura. ste, perfectamente satisfecho de su +obra, se retir majestuosamente a la sacrista, no sin que tuviera +ocasin antes de administrar dos patadas en el trasero al cmplice, que +andaba por all trmulo y abatido con la desgracia de su maestro.</p> + +<p>Pero es el caso que el glorioso progenitor de ste, Pepe el de la +Pepaina, como le llamaban en la poblacin, para distinguirle de los +otros muchos Pepes que haba, pescador de oficio y un bruto muy +pacfico, que hablara sobre tres docenas de palabras por semana, al +contemplar a su hijo en aquel estado, comenz a vociferar en el atrio de +la iglesia como un energmeno. La sntesis de su discurso era que l no +senta respeto alguno hacia el estado eclesistico, y que padecan una +equivocacin lamentable los que se atrevieran a suponer que l, Pepe +Raya, dejara de dar al cura, en cuanto pusiese el pie fuera de la +iglesia, una de babor y otra de estribor,<a name="page_35" id="page_35"></a> y acaso tambin una buena +patada en la popa que se la metiera bajo el agua.</p> + +<p>D. Miguel, que desde adentro haba credo percibir alguno de los +extremos de este discurso, se empe en salir al atrio por ver su +demostracin; pero se lo impidieron D. Narciso y el sacristn. +Llevronle a la sacrista, y all le tuvieron entretenido hasta que +desapareci el peligro.</p> + +<p>Al salir la gente del templo, el sol nadaba en el espacio azul, +bandolo de luz y de alegra. Repicaban las campanas con frenes +creciente. Estallaban multitud de cohetes, que impregnaban el aire con +el humo de la plvora. Y las olas estallaban tambin suavemente en los +peascos que casi rodean por completo la iglesia de la villa. En aquel +concierto gozoso de una naturaleza que sonre pocas veces, slo se oa +la nota spera de bajo profundo que entonaba el marido de la Pepaina.<a name="page_37" id="page_37"></a><a name="page_36" id="page_36"></a></p> + +<h3><a name="II" id="II"></a>II</h3> + +<p>Peascosa est situada en el fondo de una pequea ensenada del +Cantbrico. Su casero se extiende todo l por la orilla del mar, sin +penetrar ms de cien varas en lo interior. Slo all en el vrtice de la +angostura hay una plaza medianamente espaciosa, de la cual arranca la +carretera que conduce a Nieva. La parte de la villa que se extiende a la +derecha es menos importante y extensa que la de la izquierda. Por esta +orilla corre la mejor y aun puede decirse la nica calle del pueblo. Es +larga, empinada a trozos, a trozos llana, ancha en algunos parajes y en +otros estrecha, con nditos de un lado para los transentes. Las casas +de la derecha tienen todas salida a la mar por medio<a name="page_38" id="page_38"></a> de escaleras mejor +o peor labradas, segn la importancia del edificio. Termina en el Campo +de los Desmayos, donde se alza la iglesia, sobre una punta de tierra que +avanza en el mar. Este campo toma su nombre de algunos sauces que all +dejan caer sus ramas sobre toscos bancos de piedra, donde los honrados +vecinos se sientan a tomar el sol en invierno o a respirar la brisa en +verano. Es el paraje en que se efectan todas las fiestas y regocijos +pblicos de la villa, las iluminaciones y verbenas, fuegos de artificio, +ascensin de globos, msica, danza y giraldilla: sirve adems de punto +de reunin para el gremio de mareantes cuando necesitan congregarse y +tomar algn acuerdo, y de real para la feria y de campo de maniobras +para los chiquillos de la escuela. No es maravilla que as suceda, dada +la particular estructura de la poblacin, donde fuera de la plaza, no +hay ningn otro espacio abierto y cmodo ms que ste.</p> + +<p>El muelle es un espoln de piedra que arranca de la calle mencionada +hacia su promedio y avanza poco ms de cien varas por el mar. Bajase a +l por una rampa suave donde hay media docena de tabernas por lo menos y +dos cafetuchos, el de la <i>Marina</i> y el <i>Imperial</i>. Unas y otros hierven +de gente a todas horas, pero muy especialmente a la del crepsculo, +cuando llegan del<a name="page_39" id="page_39"></a> mar las lanchas pescadoras y termina sus faenas la +tripulacin de los pataches y quechemarines anclados. stos son los +nicos buques que llegan hasta Peascosa. Hay, no obstante, un vapor que +surca de vez en cuando las aguas de la ensenada y osa acercarse al +muelle. Es un remolcador de Sarri llamado <i>Gaviota</i>: sus largos +quejumbrosos silbos estremecen al vecindario de orgullo. Porque en lo +tocante a amar a su pueblo y despreciar a los dems de la tierra, nadie +ha ganado jams a los <i>peascos</i>, ni los romanos siquiera. No hay +peasco que no est plenamente convencido de que su puerto es el ms +favorecido por la naturaleza en toda la costa espaola: si no tiene la +importancia comercial de Barcelona, Mlaga o Bilbao, consiste en que +nadie se ha ocupado en proporcionrsela por medio de obras adecuadas. +Hacia Sarri, villa que quintuplica su poblacin y que ha adquirido gran +importancia en los ltimos aos, sienten un odio y un desprecio +inveterados. Cuando ven los vapores cruzar por delante de la abrigada, +tranquila y segura ensenada de Peascosa y meterse en el sucio y +peligroso fondeadero de Sarri, todo buen peasco siente latir su pecho +con indignacin, como el que ha sido vctima de un robo mira cruzar en +coche a su estafador. Hay que orles hablar de las cualidades del puerto +de Sarri, sobre todo cuando les escucha un forastero.<a name="page_40" id="page_40"></a> Principia a +dibujarse en sus labios una sonrisa levemente irnica y despreciativa +que poco a poco se va acentuando hasta trasformarse en sonora, homrica +carcajada cuando llegan a aquello de: Los cangrejos estn muy +satisfechos todos de la boca de Sarri. Dicen que entran y salen sin +peligro alguno. Si alguna vez las lanchas pescadoras de este puerto se +ven precisadas a arribar a Peascosa a causa del temporal, con qu +proteccin tan humillante los reciben los indgenas! Y cuando por sus +negocios van stos a la aborrecida villa, estn all inquietos, +nerviosos: el trfago y los ruidos del muelle les suena dolorosamente en +el corazn: llegan a su pueblo con el estmago sucio y excitados, +narrando los mil disgustos que la envidia de los sarrienses les ha +causado. Llevan cuenta exactsima de todos los siniestros ocurridos en +la barra de su rival y no se cansan jams de compadecer a los pobres +buques extranjeros a quienes la suerte impa conduce a un puerto tan +inhospitalario.</p> + +<p>No slo en el calado, en el abrigo, en la seguridad del puerto, cifran +su orgullo los peascos. Poseen adems otra porcin de ventajas +naturales verdaderamente inapreciables. Existe en las afueras de la +villa una fuente de agua ferruginosa que es admiracin de propios y +extraos, sobre todo de propios. Los extraos consideran<a name="page_41" id="page_41"></a> que si el agua +no viniese unida a tantos cuerpos heterogneos, se bebera con ms +facilidad y producira los mismos resultados. Y verdaderamente nosotros +tambin nos inclinamos a pensar que su virtud saludable no se acrecienta +con que los chicos del barrio orinen en ella y a veces se desahoguen de +otro modo an menos diplomtico. Por influencia del clima, cranse en +Peascosa los mejores cerdos del orbe, con lo cual est dicho que en +ningn pas del extranjero saben lo que es comer jamn mas que en ste +afortunado pueblo. Dicho se est igualmente que, si los cerdos de +Peascosa son los mejores del mundo, las castaas con que se cran estos +cerdos son las ms gordas, las ms suaves y nutritivas. El mar de +Peascosa tampoco es igual al de otros puertos: sobre todo con el de +Sarri no guarda parecido alguno. Hay personas que, sin saber por qu, +se van debilitando paulatinamente en este pueblo, pierden el apetito y +el humor: pues bien, hasta que van a tomar los baos de mar en Peascosa +no se ponen buenas. Los de Sarri no producen efecto alguno medicinal: +al contrario, todo el que se bae all se expone a erupciones, catarros, +reuma y otros desarreglos tristsimos. Por la parte de Oeste, o mejor +dicho Noroeste, la villa est resguardada de los vientos ms vivos y +constantes. El clima es, por lo tanto, suave y benigno: las epidemias no +prosperan.<a name="page_42" id="page_42"></a> Los peascos hacen saber con orgullo que, mientras en el +ltimo clera murieron en Sarri trescientas doce personas, en Peascosa +slo murieron sesenta y una, y de stas por lo menos treinta bajaron a +la tumba por descuidos lamentables que las familias respectivas debieron +evitar, aunque no fuese ms que por el crdito de la villa. Intil es +hablar del pescado que se coge en este privilegiado puerto. En cien +leguas a la redonda, nadie ignora que ni la sardina, ni la merluza, ni +el congrio, ni el besugo admiten comparacin con los de Sarri. Como el +caso parece extrao habiendo tan poca distancia de un pueblo a otro, los +de Peascosa lo explican por los mejores pastos que sus peces tienen. En +suma, nosotros no conocemos otro pueblo ms agradecido al Supremo +Hacedor por las condiciones topogrficas, hidrogrficas y climatolgicas +con que le plugo favorecerle.</p> + +<p>Respecto a las etnogrficas, la mayor ventaja que hemos podido apreciar +es la hermosura y gallarda de las mujeres. Son altas, macizas, de tez +sonrosada y ojos negros; la voz es dulce, sonora y hablan con un dejo +musical muy caracterstico: parece que recitan al piano. No presumen de +bellas y lo son. En cambio se vanaglorian de cantar mejor que las de +ningn otro pueblo de la provincia, y no es as. Cierto que, como +acabamos de indicar, hay entre ellas muchas<a name="page_43" id="page_43"></a> voces gratas y extensas; +pero el odo y sobre todo el gusto no corresponden a la voz. Repicotean +de tal modo lo que cantan que no lo conoce nadie, ni el mismo autor que +lo cre. En verdad que las peascas abusan de las <i>fermatas</i> y +<i>fiorituras</i> que las muchachas de Sarri, sin tener tan buena voz, +cantan con mejor gusto y afinacin. Silencio acerca de este particular, +porque si alguien lo dice en Peascosa, le sacan los ojos.</p> + +<p>Igualmente tienen metido las jvenes peascas en la cabeza (digamos en +la hermosa cabeza, que no hay mentira en ello) que poseen especialsima +aptitud para componer coplas oportunas o de circunstancias. Las componen +generalmente sobre canciones populares que sirven para bailar en las +romeras. Que se inaugura el edificio de las escuelas, copla al canto; +que lleg el diputado del distrito a tomar baos, serenata y coplas; que +D. Jos el Estanquero monta un servicio de <i>mnibus</i> a la capital, +coplita laudatoria a D. Jos el Estanquero. Pero donde brilla +principalmente el estro de las jvenes artesanas es en las coplas +satricas: no necesitamos aadir que el blanco preferente de sus stiras +es el mezquino, peligroso y sucio puerto de Sarri. No suelen estar bien +medidas las coplas; tampoco se ve en muchas de ellas el aguijn. Qu +importa! Las peascas las cantan con un fuego y<a name="page_44" id="page_44"></a> un retintn que +desespera a las jvenes de Sarri y les hace enfermar de ira.</p> + +<p>Los hombres suelen ser como en todas partes, ms feos que hermosos, ms +tontos que graciosos, ms groseros que corteses, ms vulgares que +originales. Sin embargo, hay en casi todos ellos un rescoldo de +imaginacin que, si no les sirve para escribir novelas, les hace ms +noveleros y curiosos que a los del resto de la provincia. Cualquier +acontecimiento insignificante adquiere proporciones grandiosas en +Peascosa. El pueblo se conmueve hondamente cada vez que arriba cierto +bergantn-goleta trayendo tabla de pino rojo del Norte para D. Romualdo, +y acude todo a presenciar la descarga. Un prestidigitador vulgar produce +extraordinaria agitacin y ocasiona largas y violentas disputas en el +casino, en los cafs, en las tertulias de las tiendas, y encauza el +gusto y la fantasa de los peascos por distintos derroteros. Lleg en +cierta ocasin un magnetizador que dio algunas sesiones en el teatro +(llammoslo as). Durante seis meses los peascos no se ocuparon apenas +en otra cosa que en magnetizarse los unos a los otros. En ninguna +tertulia se entraba que no se tropezase con alguna seorita dormida +mientras un joven indgena, en actitud de espantarle las moscas, le +arrojaba puados de fluido a la cara: todo era <i>mediums</i> y espritus, y +veladores giratorios:<a name="page_45" id="page_45"></a> algunos honrados vecinos quisieron volverse +locos: uno de ellos sali de noche pidiendo confesin a gritos porque +haba hablado con cierto pariente difunto. Despus lleg un frenlogo. +Los peascos se dedicaron otra temporada a palparse la cabeza y hacer +vaticinios sobre el destino reservado a los nios. Los cuadros +disolventes de algn saltimbanqui engendraban la aficin a las linternas +mgicas, y las compaas dramticas que por casualidad llegaban hasta +all, verdaderas cuadrillas de facinerosos, despertaban extraas +aptitudes para el arte escnico en muchos vecinos que hasta entonces +jams las haban revelado. Un nufrago austriaco les infundi el amor a +la filologa; dio unas cuantas lecciones de alemn y ruso a varias +personas caracterizadas de la localidad, y al cabo de dos meses se +escap con seis mil reales de D. Jos el Estanquero, dos mil de D. +Remigio Flrez y algunas pesetas ms de otros caballeros. No se habl de +otra cosa en un par de meses.</p> + +<p>Hay en Peascosa un casino suscrito a cinco peridicos de Madrid y a uno +de Lancia. <i>El Faro de Sarri</i>, que les enviaban gratuitamente, fue +devuelto a su destino a propuesta de varios socios dignsimos cuando +este peridico propuso (qu asco!) la construccin de un gran puerto de +refugio en Sarri. Existe adems una sociedad de recreo, de la cual es +alma y vida D. Gaspar<a name="page_46" id="page_46"></a> de Silva, un poeta de la localidad que tiene +escritas ms obras dramticas que Shakspeare. Psole por nombre el +<i>gora</i>, en consonancia con sus aficiones clsicas. Es el templo del +arte. All se representan las piezas de D. Gaspar por los jvenes +aficionados y se leen sus poesas lricas, en medio de las lgrimas y +los aplausos de las seoritas de la localidad, adivnanse charadas y +logogrifos, se cantan <i>mandolinatas</i> y <i>stornellos</i> en un italiano +estupendo y se juega de mil modos ingeniosos. Verdaderamente el gora de +Peascosa recuerda, ms que la asamblea griega que le ha dado nombre, la +tertulia de la reina de Navarra, aquella gozosa y potica reunin de +hermosas damas y caballeros, donde rebosaba el ingenio y de la cual +tanta gallarda invencin ha salido. No llevaremos, sin embargo, nuestro +afn de similitudes hasta comparar a D. Gaspar con Margarita de Valois. +Cada cual en su gnero deben considerarse como seres privilegiados; mas +pertenecen a gneros diferentes.</p> + +<p>D. Gaspar era un hombre alto, seco, con el rostro lleno de manchas +coloradas que delataban su juventud borrascosa, el pelo ralo, la barba, +que gastaba al uso de Espronceda, Larra y los literatos del treinta al +cuarenta, entrecana y erizada, las manos y los pies descomunales, tan +apretados por los callos estos ltimos que el poeta andaba apoyado +siempre en una muleta y<a name="page_47" id="page_47"></a> doblado fuertemente por el espinazo. A pesar de +esta circunstancia, no puede negarse que era un hombre notabilsimo, y +con razn se vanagloriaba Peascosa de haber sido su cuna y guardarle en +su seno. No se limit jams, como la mayora de los literatos, a +cultivar un gnero con mejor o peor fortuna. Escribi poemas picos, +poesas lricas de todas clases, amorosas, satricas, filosficas, +didasclicas; fue novelista y autor dramtico. Las tres cuartas partes +de sus obras permanecen manuscritas; pero bastan las impresas (a +expensas de un primo hermano que el poeta tiene en Puerto Rico) para +dejar de l imperecedera memoria. Por lo menos, los que hemos tenido la +dicha de conocerle personalmente, es seguro que no lo olvidaremos +mientras nos dure la existencia. Silva era un poeta que guardaba ms +semejanza con los vates antiguos que con los modernos. Como Shakspeare, +como Molire y Lope de Rueda, l mismo representaba sus obras en la +escena, reservndose los papeles de caracterstico, a causa de la +curvatura del espinazo. En este caso sola sacar una voz engolada y +tremante que causaba honda emocin en sus convecinos. Los ttulos de +ellas tenan un sello de originalidad que recordaba bastante los del +inmortal dramaturgo ingls. Entre otros ttulos extraos, +originalsimos, recordamos los siguientes: <i>No me vengas<a name="page_48" id="page_48"></a> con belenes, +que te rompo el esternn</i> (comedia en tres actos), <i>Entre col y col, +lechuga</i> (pieza en un acto), <i>Y sin embargo se muere</i> (drama en tres +actos), <i>Le gustan o no las rubias?</i> (pieza en un acto). Aunque ha +brillado y brilla en todos los gneros literarios, nosotros pensamos que +su genio es ms dramtico que lrico.</p> + +<p>No hay ms sociedades reglamentadas en Peascosa. La tertulia de la +botica, la de D. Martn de las Casas y la de los mosqueteros (esta +ltima al aire libre, en el Campo de los Desmayos) son agrupaciones +libres, sin ideal artstico ni poltico.</p> + +<p>De esta villa insigne por su maravillosa situacin geogrfica y por el +talento de sus hijos, blanco de la envidia, no slo de Sarri, sino +tambin de Santander y Bilbao y todos los dems puertos de la costa +cantbrica, que en vano han pretendido humillarla; de este pueblo +generoso, patriota, idealista, fue nombrado teniente prroco el joven +presbtero protagonista de esta verdica historia. Lo fue por influencia +o mediacin de D. Martn de las Casas y otros prceres. No les cost +trabajo obtener este nombramiento del obispo, porque Gil se haba hecho +notar extremadamente como alumno aplicado e inteligente en el seminario +de Lancia. Al mismo tiempo sus costumbres puras y la suavidad y +mansedumbre de su carcter, acreditadas por todos los<a name="page_49" id="page_49"></a> profesores, le +ponan en aptitud de desempear cualquier oficio en la iglesia. El +rector del seminario, varios dignatarios del clero y hasta el mismo +prelado le insinuaron la idea de quedarse en Lancia y hacer oposicin a +alguna de las prebendas que pudieran vacar en la catedral. Nadie dudaba +de su pericia para conseguirla. Sin embargo, el nuevo presbtero rechaz +con humildad la proposicin, alegando la insuficiencia de sus estudios, +que esperaba ampliar con el tiempo, y su excesiva juventud para +desempear cargo de tal importancia, caso de que se lo otorgasen. En el +fondo de su ser exista tambin, sin que l mismo se diera cuenta de +ello, cierta repugnancia a la vida sociable y regalona de los cannigos.</p> + +<p>Gil era un mstico. Haba tenido la fortuna de tropezar, en el rector +del seminario, con un hombre de una piedad exaltada, con un orador +elocuente, apasionado, genial, un verdadero apstol. Este hombre +extraordinario, que formaba contraste con el clero prudente y prosaico +que le rodeaba, ejerci influencia decisiva en el espritu delicado y +soador de nuestro hroe, consigui arrastrarlo en su vuelo, +comunicndole el fuego que devoraba su alma de asceta. Era medianamente +instruido, pero hasta su pequeo bagaje de instruccin le pesaba. Senta +un respeto idoltrico, que comunic a su discpulo, hacia<a name="page_50" id="page_50"></a> la Teologa +por lo que haba en ella de misterioso e incomprensible. En cambio +miraba con indiferencia la Filosofa y despreciaba las ciencias +naturales. Era, como todos los hombres de fe viva y corazn ardiente, +enemigo de la razn. Cuando se cree y se ama de veras se apetece el +absurdo, se despoja el alma con placer de su facultad analtica y la +deposita a los pies del objeto amado, como Santa Isabel pona su corona +ducal a los pies de la imagen de Jess antes de orar. Era un caso de +suicidio por ortodoxia mstica. Bajo su direccin, el seminario de +Lancia fue perdiendo el ligero barniz cientfico que por las ltimas +reformas se le haba dado. Seguanse los cursos de fsica, de historia +natural, de matemticas, de filosofa, pero con tan poco aprovechamiento +que ningn profesor se atreva a dejar suspenso a un alumno, por mucho +que disparatase en el simulacro de examen que se haca. En cambio +concedase importancia decisiva a las prcticas religiosas, a todos los +ejercicios de piedad. Se pasaba el da orando, meditando. El alumno ms +apreciado no era el que mejor dijese y entendiese las lecciones, sino el +que supiera pasar ms horas de rodillas, o ayunase con ms rigor, el ms +silencioso y taciturno.</p> + +<p>La mayora de los colegiales, hijos de labradores y artesanos, cumpla +con estos deberes<a name="page_51" id="page_51"></a> sin gran esfuerzo, viendo en ello una manera de +arribar pronto y sin dificultades al sacerdocio. El estudio les hubiera +mortificado ms. Para Gil, tal gnero de vida representaba un trabajo +constante, una lucha consigo mismo. Su inteligencia vigorosa apeteca el +estudio, su fantasa el movimiento. Con sistemtica tenacidad se puso a +contrariar las expansiones de su naturaleza, dio comienzo al lento +suicidio que primero haba operado su maestro y antes todos los msticos +del mundo. Penetr en el pensamiento de aqul, particip del ideal +sombro de su vida, de su furor de penitencias, de su desprecio de los +placeres, de los horrores y tambin de la ciencia del mundo. En esta +lucha con la carne hay su poesa. De otra suerte, no habra msticos. +Cuando termin la carrera era el modelo que se ofreca a los colegiales. +Humilde, reservado, grave y dulce a la par, rezador incansable y con la +nota de <i>meritissimus</i> en todos los cursos.</p> + +<p>Ya le tenemos ejerciendo el cargo de teniente prroco en Peascosa. +Hubiera preferido marcharse a regentar una parroquia rural. El trato +mundanal le produca penosa impresin: para l Peascosa, con su casino, +sus cafs y tertulias, era un centro de frivolidad, por no decir +corrupcin. Pero D Eloisa y sus protectoras se haban empeado en +tenerle en el pueblo, y el rector del seminario, su venerado maestro, le +aconsej<a name="page_52" id="page_52"></a> que no desatendiese sus ruegos: si la frivolidad de la villa +le molestaba, su tarea, en cambio, sera ms meritoria y fructfera; las +almas de los campesinos no necesitan tanto prolijo cuidado. Con la +emocin y el anhelo de quien pone mano en una obra sacratsima, dio +comienzo el nuevo presbtero a sus tareas. Levantbase al amanecer y se +diriga a la iglesia, donde entraba el primero, antes que el sacristn. +Sentbase en el confesonario y all permaneca escuchando a los que se +acercaban al sagrado tribunal hasta las ocho, hora en que deca su misa. +Despus, an se sentaba otro rato a confesar, y se iba a casa. Hasta la +hora de comer, estudio, meditacin, rezo. Despus otra vez a la iglesia: +rosario, enseanza de doctrina, arreglo y aseo del templo. Desde que l +lleg, ste comenz a estar limpio y decoroso. Sin reprenderle, logr +con el ejemplo, echando l mismo mano al plumero y a la escoba, que el +sacristn cumpliese con su deber. Pero en lo que ms se placa su alma +fervorosa era en acudir prontamente al lado de los moribundos, en +permanecer clavado junto a su lecho, exhortndoles al arrepentimiento, +sosteniendo su confianza en Dios hasta que exhalaban el ltimo suspiro. +Esta era la parte grata de su tarea, la obra verdaderamente divina que +le dejaba el corazn anegado de dulzura y entusiasmo. Arrancar un alma<a name="page_53" id="page_53"></a> +de las garras del demonio! Cuando a la madrugada, despus de cerrar los +ojos a un pobre feligrs, se diriga a la iglesia transido de fro, rota +su flaca naturaleza por una noche de vigilia y trabajo, sus ojos se +posaban en aquel mar siempre colrico, en aquel cielo sombro, y en vez +de sentir la tristeza y el dolor de la existencia, su espritu se +dilataba por la alegra y acudan a sus ojos lgrimas de reconocimiento. +Era el gozo sublime de Jess recorriendo a pie las abrasadas mrgenes +del lago Tiberiade, anunciando el reinado del Padre; era el gozo de San +Francisco cuando tornaba a la <i>Porcincula</i> con algn nuevo compaero de +penitencia; era el del santo rey Fernando al apoderarse de Sevilla; era, +en suma, el gozo de todos los apstoles.</p> + +<p>Se haba ido a vivir con el cura no por gusto, sino porque ste siempre +lo haba tenido en que los tenientes (o excusadores, como all se les +llamaba) viviesen a su lado, tal vez para tiranizarlos mejor. La +rectoral estaba situada no muy lejos de la iglesia, a la entrada misma +del Campo de los Desmayos. D. Miguel tena por servidores una ama vieja +y un criado joven. Los goces espirituales del pobre Gil estaban bien +compensados con un sinnmero de contrariedades y molestias que su rudo +prroco le hizo padecer en seguida. D. Miguel era tan brbaro en la +vida<a name="page_54" id="page_54"></a> privada como en la pblica. Su voluntad desptica se dejaba sentir +en todos los pormenores y en todos los momentos de la existencia. Luego, +si esta voluntad fuese racional, vaya con Dios; pero la del formidable +viejo era tan caprichosa como maligna. Se gozaba en contrariar los +deseos de los que a su alrededor estaban, por mnimos que fuesen. Al ama +la tena frita: un da le impeda dormir la siesta, otro da le mataba +un perrito al cual tomara gran cario, otro le tiraba los tiestos que +tena en el balcn o la obligaba a permanecer en casa en ocasin de +cualquier gran solemnidad religiosa, o le haca pagar un desperfecto de +la vajilla, etc., etc. Al criado le tostaba en parrilla: unas veces le +mandaba en tarde de romera a cualquier aldea con un recado +insignificante, para que no se recrease; otras veces le cerraba de noche +la puerta si llegaba un minuto ms tarde de lo convenido y le haca +dormir al sereno, o bien le obligaba a quitarse las patillas, o le +vesta el ropn del monaguillo porque notaba que esto le molestaba +mucho. Al excusador le crucificaba. Haba tenido muchos, y a todos los +haba estudiado silenciosamente durante algunos das para conocer sus +tendencias y aficiones. Una vez enterado, se pona con particular +cuidado a contrarirselas. Al anterior, hombre obeso y amigo de los +placeres de la mesa, le hizo pasar cada hambre<a name="page_55" id="page_55"></a> que por milagro no +feneci; vena el infeliz de decir misa con ansia de tragarse el +chocolate. Buen chocolate te d Dios! El cura haba mandado previamente +al ama a algn recado que durase dos horas por lo menos. Qu debilidad, +qu sudores, qu congojas las del pobre capelln! Si llegaban en sus +paseos vespertinos a alguna casa donde les invitaban a merendar, el cura +rehusaba manifestando que ya lo haban hecho en casa. l no padeca +porque era extremadamente sobrio, pero a su infeliz compaero se le +haca la boca agua.</p> + +<p>El estudio de Gil le caus gran sorpresa. Entre los muchos tenientes que +haban desfilado por su casa no haba tropezado con un mstico hasta +ahora. Hubo alguno aficionado al culto y a la oracin, pero sin la +ardiente piedad y el entusiasmo que ste mostraba. El cabecilla de don +Carlos le mir con una especie de curiosidad burlona, con la compasin +desdeosa con que los viejos miran casi siempre las ilusiones y los +arrebatos de la juventud. Durante algn tiempo le dej trabajar +libremente en la via del Seor; la inocencia y la bondad de Gil +apagaban sus instintos malignos. Pero al fin stos no pudieron +permanecer inactivos, y comenz a poner obstculos al apostolado de su +excusador. Unas veces le quitaba de predicar en determinados das, otras +le prohiba sentarse tantas horas en el confesonario<a name="page_56" id="page_56"></a> o le obligaba a +decir la misa ms tarde. Hubo ocasiones en que, hacindose el distrado, +lleg a dejarle encerrado en su habitacin para que no pudiera decirla a +ninguna hora.</p> + +<p>Nuestro presbtero aceptaba resignado estos vejmenes y los encomendaba +a Dios, como todos los disgustos y alegras que experimentaba en esta +vida. El carcter de D. Miguel le produca repugnancia y terror. Tena +el espritu demasiado inflamado por el amor divino para ver lo que haba +de cmico e interesante en este personaje estrafalario, para +contemplarlo y estudiarlo con ojos de artista. Aquella violencia, mejor +an, aquella ferocidad, turbaba su alma delicada; el poco apego que el +cura mostraba a los asuntos teolgicos o de tejas arriba le indignaba; +pero sobre todo, la avaricia srdida de aquel viejo, que estaba con un +pie en el sepulcro, del ministro de Aquel que dijo: No queris tener +oro, ni plata, ni dinero, ni en vuestros viajes llevis alforja, dos +tnicas, ni zapatos, ni bculo, le causaba repugnancia invencible. El +prroco de Peascosa pasaba por hombre rico, y lo era en efecto. +Cincuenta aos regentando una parroquia populosa y viviendo con +extremada economa, le haban permitido juntar un capital respetable. +Haba comprado muchas tierras, pero se deca que guardaba en casa +tambin una gran cantidad en metlico. Y<a name="page_57" id="page_57"></a> as deba de ser, atento la +vigilancia que desplegaba, sobre todo de noche. Despus que terminaban +su frugal cena y rezaban un padrenuestro en accin de gracias, D. Miguel +se levantaba, y tambalendose un poco, porque el torso era ms recio en +l que las piernas, se diriga a la cmoda, sacaba de ella un par de +pistolas enormes de chispa, y con una en cada mano se encaminaba a su +alcoba, bajo la mirada atnita de Gil. Porque aunque todos los das se +repeta la escena, nunca dejaba de producirle estupefaccin dolorosa. +Un sacerdote con dos pistolas en las manos, en aquellas mismas manos +que al da siguiente haban de tocar el cuerpo de nuestro Redentor! +Alguna vez haba visto a su maestro el rector del seminario de Lancia en +la cama. Sobre su mesa de noche haba un crucifijo de bronce y unas +disciplinas ensangrentadas. Al comparar ambos sacerdotes, no slo senta +crecer su admiracin hacia este virtuossimo varn, pero tambin, a +despecho suyo, naca en su espritu cierto desprecio hacia su prroco.</p> + +<p>Esto no obstante, su humildad le obligaba a rechazar este sentimiento y +a repetirse la frase comn a todos los msticos: As y todo es mejor +que yo. No slo, pues, le miraba como su superior jerrquico y le +tributaba todo el respeto debido, sino que haca esfuerzos por +representrselo mejor que l moralmente. En el confesonario se<a name="page_58" id="page_58"></a> le +ofrecan casos de conciencia complicados, que no entraban en las +frmulas de los libros que haba estudiado. Vindose apurado para +resolverlos, acuda a D. Miguel en demanda de luces; le expona +tmidamente el caso pidindole consejo. El antiguo cabecilla le +escuchaba con visible impaciencia y, frunciendo el torvo entrecejo, +sola contestarle speramente:</p> + +<p>—Anda adelante y no te detengas en pataratadas.</p> + +<p>Pataratadas! El cura de Peascosa calificaba as los extravos de una +conciencia, los dolores del remordimiento. El teniente se estremeca y +haca lo posible por ahuyentar los pensamientos que en aquel momento +acudan en tropel a su cerebro. Concluy por no pedirle consejo alguno, +y obr cuerdamente. La teologa moral de don Miguel era sin duda ms +deficiente que la tctica militar.</p> + +<p>Despus de recoger el ltimo suspiro de los moribundos, el gozo mayor +del novel presbtero consista en sentarse en el confesonario y +esclarecer la conciencia de sus penitentes y conducirlos por el camino +de la perfeccin. Pero este gozo fue decayendo al observar la pequeez, +la insignificancia de los sujetos que a su tribunal se acercaban. Casi +todos eran mujeres: por milagro llegaba un hombre a confesarse. Estas +mujeres, siempre las mismas y con los mismos pecados,<a name="page_59" id="page_59"></a> concluyeron por +aburrirle. Al principio, observando la docilidad con que escuchaban sus +consejos, la ardiente piedad que mostraban y aficin a los sacramentos, +imagin que le sera fcil hacerlas cada da mejores, levantarlas hasta +la santidad o poco menos. Pronto se convenci de que era ms difcil +cambiar la vida de aquellas beatas que la de un pecador empedernido. Le +caus gran desaliento: comenz a fastidiarse de aquellas nonadas, de +aquellas confidencias domsticas insulsas y necias con que las devotas +sazonan sus confesiones. Y no poda menos de admirar a su compaero el +P. Narciso, que se pasaba las horas muertas confesndolas con la misma +aficin que el primer da. No slo las confesaba, sino que, por uno u +otro motivo, siempre estaba entre ellas: unas veces eran las Flores de +Mayo, otras la novena de las Hijas de Mara, otras la congregacin de +San Vicente de Paul, etc. El P. Narciso era, como ya sabemos, el +director espiritual y el dolo del sexo femenino de Peascosa.</p> + +<p>Sin embargo, desde la llegada del P. Gil al pueblo, el rebao haba +experimentado algunas bajas. Varias beatas abandonaron su sotana +protectora para colocarse bajo la frula del nuevo excusador. ste no +tena la verbosidad y la gracia del P. Narciso, ni se placa en gastar +bromitas saladas con sus penitentas; pero en cambio posea una figura +delicada como la de un<a name="page_60" id="page_60"></a> querubn, una sonrisa dulce y melanclica y +modales tan suaves y distinguidos, que compensaban bien las cualidades +del otro. Algunas seoras as lo entendieron al menos, y se produjo la +desbandada que acabamos de indicar. Mas lo raro, lo estupendo del caso +fue que la oveja predilecta del capelln de Sarri, aquella Obdulia de +quien murmuraban las jvenes artesanas el da de misa nueva, abandon +tambin a su pastor, con quien triscaba espiritualmente, al decir de +aqullas, en el jardn de Montesinos, y vino humildemente a postrarse a +los pies del joven presbtero.</p> + +<p>Dos meses despus de tomar ste posesin de su oficio, se hallaba una +tarde en el confesonario, rezando por su brevario de bolsillo. En la +capillita donde acostumbraba a sentarse no haba nadie. Dos mujerucas a +quienes haba confesado se haban ido ya. De pronto una figura elevada y +esbelta tap a medias la puerta, por donde entraba alguna claridad, no +mucha. El P. Gil levant los ojos y reconoci a la hija de Osuna. La +conoca mucho de vista, aunque jams haba hablado con ella. No ignoraba +que era penitenta muy asidua del P. Narciso, y aun haban llegado a sus +odos ciertos rumores que rechaz, por supuesto, con indignacin. Sin +embargo, aquella joven tan aficionada a la iglesia, tan suelta y +andariega, no le era simptica. Obdulia<a name="page_61" id="page_61"></a> tena la tez plida, +extremadamente plida, donde brillaban unos ojos negros grandes y +hermosos como pocos. Sus cabellos eran negros tambin y abundantes, su +talle delgadsimo. Todo en su persona indicaba un temperamento +enfermizo. No poda llamrsela con justicia hermosa, pero s interesante +y distinguida. Avanz lentamente por la capilla. El joven clrigo crey +que vendra a hacerle alguna pregunta referente a la comunin general +del da siguiente. Pero en vez de eso, Obdulia se inclin hacia l +tmidamente y le pregunt con voz temblorosa, donde se adverta extraa +emocin:</p> + +<p>—Me puede usted confesar?</p> + +<p>Qued sorprendido y descontento. Tard un instante en responder; al fin +dijo gravemente con manifiesta sequedad:</p> + +<p>—Para eso estoy aqu, para confesar a todo el que lo desee.</p> + +<p>La faz plida de la joven se colore fuertemente, sus labios temblaron +como para dar las gracias; pero no dejaron escapar ningn sonido. +Arrodillose sobre la tarima contigua al confesonario, or breves +instantes y acerc al fin su rostro demacrado a la ventanilla enrejada.</p> + +<p>El P. Gil estaba inquieto, muy poco satisfecho de aquella preferencia. +No que el confesar a una joven mas o menos agraciada le importase nada. +Era el suyo un temperamento puro, sosegado.<a name="page_62" id="page_62"></a> La lucha con la carne no le +haba costado nunca grandes fatigas. Las mujeres eran para l seres +dbiles, ms necesitadas, por tanto, de proteccin y consejo: si haba +que vivir siempre prevenido contra ellas, era porque los Santos Padres +as lo haban establecido, teniendo presente sin duda su frivolidad y su +naturaleza pecaminosa. El combate formidable que haba necesitado +sostener no era contra la sensualidad, sino contra su espritu analtico +lleno de curiosidad, enamorado de la ciencia. Su maestro venerado, el +rector del seminario, al verle entregado con ardor al estudio de las +matemticas, de la fsica, de la filosofa, le haba dado la voz de +alerta. Por qu estudiar tanto? A qu conduca, en ltimo resultado, +la ciencia? Lo necesario para salvarse se poda aprender bien en un da, +en una hora, en un minuto. Lo importante no es saber, sino orar y +trabajar. El hombre virtuoso es el ms sabio, porque conoce el camino +para llegar a Dios y lo sigue. Estas verdades se impusieron pronto a su +espritu y le previnieron contra su curiosidad cientfica y le +impulsaron a sofocarla. Alentado por los consejos y por el ejemplo de su +maestro, haba matado la sed de conocimientos con el refresco de la +oracin y la penitencia. Logr, como l, amar lo inexplicable, lo +absurdo, porque esto satisface mejor los anhelos de un alma enamorada.<a name="page_63" id="page_63"></a></p> + +<p>Pero aunque la mujer no haba sido para l jams un peligro, guardaba en +el fondo de su ser hacia ella ese rencoroso desprecio que caracteriza a +todos los msticos, no por la influencia que sobre ellos puede ejercer, +sino por la funesta que despliega sobre otras pobres almas. En esta +ocasin los dichos que sobre aquella joven corran, su fama de +caprichosa, estrambtica, despertaban en l cierto sentimiento de +hostilidad que se tradujo en una reprensin tan dulce en la forma como +severa en el fondo cuando la joven le dijo que no haba tenido motivo +para variar de confesor.</p> + +<p>—No he hallado nada en l de malo... Solamente que pienso que no acaba +de entenderme—concluy por manifestar, vindose apretada.</p> + +<p>—Todo ministro del Seor—repuso speramente el P. Gil—entiende lo que +es pecado, y esto basta.</p> + +<p>Pero la confesin que sigui, larga, sincera, fervorosa, regada ms de +una vez por las lgrimas, hizo cambiar la disposicin del clrigo. +Comprendi que no se las haba con un alma vulgar, con una mujerzuela +frvola, sino con una cristiana de corazn entusiasta como el suyo, +tocada del amor divino y ansiosa de perfeccin. Haba sin duda bastante +incoherencia en sus frases, relataba pormenores ridculos y hasta necios +e indignos en ocasiones, pero en otras se mostraba<a name="page_64" id="page_64"></a> grande y fuerte, +pisoteando sus pasiones y lanzando su vuelo hacia la luz y la verdad. +Hubo momentos en que su novel confesor pensaba estar escrutando el alma +de una santa; hasta tal punto semejaban los mpetus, los anhelos +msticos de aquella joven a lo que tena ledo en la vida de Santa +Teresa, Santa Catalina de Sena y otras gloriosas madres de la Iglesia. +El relato de las penitencias con que se mortificaba le impresion +vivamente y le hizo formar de ella un concepto elevado.</p> + +<p>Sin darse cuenta de ello, Obdulia vino a hacer en aquella tarde una +confesin general. Al comunicar al nuevo confesor las flaquezas de su +temperamento, los movimientos pecaminosos de su alma, su vida entera le +acudi a la memoria: una vida bien triste por cierto! Era hija de la +primera esposa que su padre haba tenido: no haba conocido a su madre. +Su padre haba casado otras dos veces, pero no haban durado mucho sus +madrastras. Decase en el pueblo que el lbrico jorobado mataba a sus +mujeres a cosquillas. Esta especie monstruosa, que halagaba la +imaginacin del vulgo, se la metan por el odo a Obdulia sus compaeras +de colegio para hacerle rabiar. Oh, cunto haba sufrido escuchndolas +y observando el desprecio mezclado de terror que su padre inspiraba! +ste era para ella carioso e indulgente. La pobre no comprenda la<a name="page_65" id="page_65"></a> +razn de tal desprecio, a no ser por la joroba que la naturaleza le +haba dado. Parecale, como es natural, enorme injusticia. Tena l por +ventura la culpa de no haber nacido derecho como los dems? Todava +recordaba con lgrimas la noche en que algunos jvenes ebrios le ataron +con una faja y le zambulleron en el mar repetidas veces entre bromas y +risotadas. Pobre padre! En qu estado de clera y miseria lleg a +casa! Lo que no supo la nia fue que estos jvenes le haban sorprendido +en un portal oscuro en situacin poco decorosa. Se asombraba +dolorosamente cada vez que notaba el miedo que inspiraba a sus amigas; y +cuando alguna de stas, ms benvola que las otras, la mostraba +compasin, irritbase fuertemente sosteniendo con calor que su padre era +muy bueno y que la quera entraablemente. Su naturaleza haba sido +siempre pobre y enfermiza: varias veces se temi por su vida. Padeci +desde la infancia fuertes hemorragias por la nariz, que la dejaban +desangrada, aniquilada. Estuvo dos aos, desde los doce hasta los +catorce, paraltica de ambas piernas. Su padre la haba llevado a varios +establecimientos balnearios sin resultado: hasta que un da, sin saber +cmo ni por qu, ech a andar repentinamente. Otros muchos desrdenes +experiment su organismo, sobre todo en el perodo de la adolescencia; +pero el ms sealado, o por<a name="page_66" id="page_66"></a> lo menos el que ms llam la atencin de la +gente y el que sala a relucir siempre que se hablaba de ella en la +villa, fue una aberracin del apetito que la impulsaba a comer la cal de +las paredes. En vano se hicieron esfuerzos por su padre y maestras para +arrancarle este vicio; en vano se la castigaba, se la reclua, se le +ataban las manos. Al menor descuido, ya estaba descascarillando la pared +y haciendo en ella agujeros profundos.</p> + +<p>sta y otras aberraciones desaparecieron al hacerse mujer. Tuvo un +perodo, desde los diez y seis hasta los veinte aos, en que su salud se +fortaleci notablemente, en que se hizo una joven gallarda y bien +parecida. Pronto se sec aquella flor, no obstante. Su salud quebrantose +de nuevo, y aunque no se repitieron los extraos desrdenes pasados, +comenz a decaer visiblemente, a sentir frecuentes indisposiciones. Los +amigos y su mismo padre atribuan estas dolencias a sus largas oraciones +y penitencias. Le haba acometido una aficin desmedida a las prcticas +piadosas, a frecuentar los sacramentos y a permanecer horas y horas en +la iglesia. A pesar de las advertencias de todos y de los ruegos de su +padre, nunca quiso refrenar su piedad; antes iba cada da en aumento. La +influencia de D. Narciso quiz tuviera buena parte en ello.<a name="page_67" id="page_67"></a></p> + +<p>Haba llegado Obdulia a los veintiocho aos sin que hubiera tenido ms +que unos amores, cuando contaba diez y siete. Fue novia de un mancebo de +Lancia que pasaba en Peascosa largas temporadas en casa de unos amigos. +Llegaron estos amores a formalizarse. Se habl de boda, se hizo ropa la +novia, se fij la poca. De repente llega el padre del muchacho de la +isla de Cuba, y una noche lo empaqueta en la diligencia y se lo lleva, +no se sabe adnde. Despus de este aborto de matrimonio, nada. El +carcter de Obdulia, ordinariamente alegre, se hizo desde entonces +melanclico y reservado. Sin duda el amor divino fue para ella un +consuelo en este fracaso del amor humano. Su carcter experiment al +mismo tiempo una exaltacin extraa. Antes, cualquier censura la echaba +a risa y no le impresionaba; ahora, la observacin ms delicada la +conmova fuertemente, le haca derramar copiosas lgrimas. Su amor +propio se haba hecho tan nervioso, tan excitable, que el ms ligero +choque con l sentalo como una profunda pualada. Su conciencia la +acusaba continuamente de orgullo. Sostena contra s misma una lucha +cruel, y no lograba calmar aquella singular irritabilidad.</p> + +<p>El P. Gil sonde aquel da y los sucesivos (porque Obdulia se confesaba +a menudo) con profunda emocin un espritu verdaderamente<a name="page_68" id="page_68"></a> piadoso, al +cual su lucha consigo mismo haca an ms interesante. Era una de esas +almas que slo haba visto descritas en los libros msticos. Su inefable +dulzura, la sumisin con que reciba los consejos y advertencias, le +sedujo y le inquiet al mismo tiempo: le inquiet porque desconfiaba +mucho de si mismo, tema no acertar a comprender los anhelos ardientes, +las reconditeces sublimes de un ser superior a todos los que hasta +entonces haba conocido. Comenz a prestar intensa atencin a las +extraas confidencias de la joven, a sus escrpulos, a sus alegras y +terrores, a sus visiones, porque las tena de vez en cuando. Y ya no le +sorprendi que los dems confesores no la hubiesen comprendido. +Recordaba lo que le sucediera a Santa Teresa, y se propuso con el +ejemplo no despreciar por ridculas ciertas menudencias, seales de una +conciencia siempre alerta, ni considerar como deslumbramientos y +trampantojos los que muy bien podran ser favores reales del Cielo.</p> + +<p>Lo que ms le impresion en la piedad de su nueva penitenta fue el afn +de mortificarse. Trataba a su cuerpo sin compasin, un cuerpo delicado +como el tallo de una flor. Varias veces durante la noche levantbase a +orar; al amanecer, en los das ms hmedos y fros del ao, sala de +casa para ir a la iglesia, donde pasaba algunas horas de rodillas; +ayunaba con un rigor<a name="page_69" id="page_69"></a> que no haba visto ni en su asctico maestro del +seminario, abstinencias prolongadas, terribles, que parecan imposibles +de resistir; gastaba cilicios en las piernas y los brazos, y se +disciplinaba los viernes y en las vsperas de las fiestas sealadas. +Este desapego de la carne, este odio de la bestia nunca lo haba sentido +el joven sacerdote. En vano se lo haba querido inculcar su director +espiritual, en vano haba trabajado toda su vida por adquirirlo. Todo +fue intil. Las penitencias corporales le dolan, le aterraban de tal +modo que apenas comenzadas tena que suspenderlas. Maltrataba a su +espritu con gran valor, sofocaba en l toda aspiracin, todo deseo que +le pareciese pecaminoso, lo humillaba siempre que quera; pero tema al +dolor fsico como la ms sensible damisela: de ello se acusaba al +confesor y se dola en sus largas y fervorosas oraciones. Por eso las +speras penitencias de la joven le causaron una admiracin ilimitada.</p> + +<p>Todos admiran ms aquello que les falta. Nunca se sinti ms humillado +ni dud tanto de su virtud y su salvacin. Y tomndolo como una +advertencia del Cielo, se propuso intentar nuevamente este camino de +perfeccin, por el cual haban andado todos los que verdaderamente +quieren acercarse a Dios. Alentado por el ejemplo de la piadosa +doncella, comenz a maltratar su carne como ella: cada una de sus +confidencias<a name="page_70" id="page_70"></a> servale de ejemplo. Quiso tambin ayunar rigurosamente, +quiso tambin levantarse al primer sueo y pasar una hora en cruz de +rodillas, quiso gastar cilicio, quiso disciplinarse. Fue un combate +terrible con su naturaleza pura y tranquila de hombre sin pasiones, que +no siente por tanto la necesidad de aquietarlas a latigazos.</p> + +<p>Su admiracin por la virtuosa doncella le impuls no slo a tomarla de +ejemplo, sino tambin de consejera. Era tan humilde e inocente de +corazn que se senta avergonzado teniendo que dirigir y reprender a +quien en el fondo consideraba como superior. Poco a poco comenzaron las +mutuas confidencias. El nuevo clrigo, no teniendo en Peascosa un +director espiritual acomodado a su educacin mstica, abri +insensiblemente su pecho y comunic a la joven sus alegras, sus +triunfos y sus desmayos en la va de salud que se haba trazado. Fue una +amistad espiritual, en que no se trataba otro asunto que el del servicio +de Dios, en que se pasaban largos ratos hablando dulcemente de las cosas +del Cielo. Ni faltaban tampoco en sus coloquios algunas bromitas +inocentes que los regocijaban por breves instantes.</p> + +<p>—Cuando usted se encuentre en el cielo—deca sonriendo el P. Gil,—muy +arrellanadita en la silla que le corresponda, qu poco se acordar<a name="page_71" id="page_71"></a> de +su pobre confesor, que estar padeciendo en el purgatorio!</p> + +<p>—No diga eso, padre! Si usted no va derecho al cielo, quin ha de ir?</p> + +<p>—Oh, no!—responda con un suspiro el sacerdote.—Usted tiene formado +de m un concepto muy equivocado... Yo soy un indigno pecador... Gracias +infinitas dar a Dios si me lleva al purgatorio, aunque est all miles +de aos...</p> + +<p>Y lo deca de todo corazn el virtuoso clrigo. Crea de buena fe que, +porque no le era posible macerarse, no posea una virtud slida, y se +alegraba en el fondo del alma de haber tropezado con un ser que gozaba +de este privilegio. Acudale a la memoria frecuentemente el ejemplo del +P. Gracin, a quien Santa Teresa tanto haba ayudado en el camino de la +perfeccin con sus virtudes y consejos. Su amor platnico al ascetismo +le impulsaba a alentar en vez de reprimir prudentemente el de su +penitenta. Cada mortificacin que sta se infliga y temblando y +ruborizada vena a relatarle en el confesonario le causaba un gozo +profundo, le pareca un triunfo sobre el pecado y se forjaba la ilusin +de que a l le corresponda una parte de la victoria.</p> + +<p>Muchas y variadas fueron las que la valerosa doncella consigui sobre la +carne en el espacio de pocos meses. As como los hombres corrompidos +agotan su imaginacin en busca de nuevos<a name="page_72" id="page_72"></a> placeres, as ella sobresala +en la invencin de variados tormentos para su delicado cuerpo. La +aprobacin de su confesor, las frases de elogio que a despecho suyo se +le escapaban de los labios, indudablemente calentaban su fantasa y +aguijaban sus mpetus. Un da se pasaba veinticuatro horas sin tomar +alimento, otro echaba ceniza en el plato que ms le gustaba, otro se +pona una camisa de lana burda a raz de la carne, otro se disciplinaba +hasta saltar la sangre, etc.</p> + +<p>Cierta tarde se acerc al confesonario con la faz ms radiante, con un +gozo intenso pintado en sus grandes ojos negros y misteriosos. Acababa +de lograr un nuevo triunfo sobre el enemigo y ansiaba comunicarlo a su +confesor. Pero ste, en vez de entretenerse en coloquios msticos como +otras veces, y de enterarse con afectuoso inters de sus penitencias, de +sus luchas con la carne, se atuvo severamente a los pecados. Se hallaba +quiz en un momento de melancola o de concentracin del pensamiento. +Mantvose en una actitud reservada, hablando poco, tratndola casi como +a una desconocida. Esta reserva impresion a la joven. Hallbase ella +precisamente en uno de esos momentos de expansin, en que la alegra +espiritual rebosa del pecho. Pensaba hacer partcipe de ella a su +virtuoso confesor. Mas hete aqu que a ste le da<a name="page_73" id="page_73"></a> por callar y abreviar +la confesin todo lo posible. La joven se levant al fin triste y sin +poder reprimir un movimiento de despecho. Dio algunos pasos por la +capilla, que estaba solitaria. De repente, no pudiendo vencer el deseo +de hacer saber a su confesor la terrible penitencia que haba llevado a +cabo, se acerca de nuevo al confesonario, no por la ventanilla, sino por +la puerta.</p> + +<p>—Padre—dice con voz temblorosa, ahogada por la emocin,—se me olvid +decir que esta noche hice una penitencia que acaso, por excesiva, +pudiera ser un pecado.</p> + +<p>El joven presbtero levant los ojos sin comprender bien, expresando una +muda interrogacin.</p> + +<p>—Me he quemado con una plancha.</p> + +<p>El confesor permaneci silencioso, mirndola con ojos distrados.</p> + +<p>—Me he puesto la plancha ardiendo en un brazo...</p> + +<p>El mismo silencio. El P. Gil, o estaba pensando en otra cosa, o el +estupor le haba inmovilizado.</p> + +<p>Sin duda crey lo primero Obdulia, porque dijo con cierta viveza:</p> + +<p>—S, seor, me he hecho en el brazo esta quemadura...</p> + +<p>Y al mismo tiempo levant la manga del vestido<a name="page_74" id="page_74"></a> y puso al descubierto +una herida fea y dolorosa que tena en el antebrazo.</p> + +<p>El sacerdote se encendi como una amapola, y volviendo prontamente la +cabeza, repuso con aspereza mirando a las tablas del confesonario:</p> + +<p>—Bueno, bueno... Deje usted... Me parece excesivo, en efecto... +Abstngase en adelante de hacer tales penitencias sin consultarlas antes +con su confesor.<a name="page_75" id="page_75"></a></p> + +<h3><a name="III" id="III"></a>III</h3> + +<p>A las ocho de la noche, despus de haber cenado con D. Miguel y de +haberle visto retirarse a la cama en la dulce compaa de sus pistolas +de chispa, el P. Gil sali de la rectoral con direccin a la casa de su +protectora D. Eloisa Montesinos. Pocas veces iba a la tertulia que sta +reuna por las noches. Ni tena gusto en ello, ni el rgimen severo de +la casa del cura lo consenta. Pero su protectora se haba quejado del +abandono; hasta le pareci que estaba ms fra con l. Temeroso de ser +tachado de ingratitud y apesadumbrado realmente, porque profesaba tierno +y respetuoso cario a la bondadosa seora, resolviose a ir ms a menudo, +hacindolo as presente al prroco.</p> + +<p>El agua de un fuerte chubasco le azot el rostro<a name="page_76" id="page_76"></a> al poner el pie fuera +de la puerta. Abri el paraguas, mas a los pocos pasos, el viento que +soplaba huracanado en el Campo de los Desmayos se lo volvi. En la +imposibilidad de cerrarlo y sintindose empujado violentamente por el +huracn, el joven excusador se refugi en el negro, enorme portal de +Montesinos. Nunca pasaba por delante de l sin sentir cierto +estremecimiento de temor y curiosidad. En aquel sombro palacio habitaba +un hombre misterioso de quien se contaban vagamente mil extraas +historias, a quien se atribuan adems ideas y frases escandalosas +contra la religin y sus ministros. El joven clrigo apenas le conoca. +D. lvaro Montesinos haba pasado casi toda su vida en Madrid. Haca dos +o tres aos solamente que haba venido a establecerse a Peascosa. Viva +en un retiro casi absoluto, paseando alguna que otra rara vez por las +orillas del mar, enteramente solo. El resto de los das lo pasaba +encerrado en casa, segn se deca, leyendo o escribiendo artculos +impos. El clero de Peascosa hablaba de l con cierto desprecio +rencoroso, del cual haba llegado a participar el P. Gil, sin conocerle.</p> + +<p>Arregl su paraguas lo mejor que pudo, y como los mpetus del viento +hubiesen sosegado un instante, saliose del portal, no sin dirigir una +mirada de miedo y hostilidad a la gran puerta negra del fondo, en lo +alto de la cual arda tristemente<a name="page_77" id="page_77"></a> una lamparilla de aceite detrs de +una ventanilla enrejada. Sali del Campo de los Desmayos y, una vez en +la calle del Cuadrante (que as se llamaba la nica grande y poblada de +Peascosa), el viento ya no soplaba tan recio y pudo aprovecharse del +paraguas y llegar a casa de D Eloisa, situada en la plaza, sin mojarse +seriamente. La morada de D. Martn de las Casas era tambin antigua, +pero notablemente reformada, mucho ms chica que la de su cuado, con +todas las comodidades y aditamentos exigidos por las necesidades +modernas: portal de azulejos con cancela, escalera bien labrada de lamo +con pasamano charolado, las habitaciones con elegantes frisos y papeles, +todo muy aseado y pintadito.</p> + +<p>—Buenos ojos le vean, padre! Qu caro se vende!—exclam D Eloisa, +que desde que su protegido haba recibido las sagradas rdenes no le +tuteaba.</p> + +<p>Al mismo tiempo se levant y le bes la mano con verdadero afecto. Lo +mismo hicieron D Rita, Obdulia, que desde haca poco tiempo era +tertulia asidua de la casa, Marcelina y tambin D Serafina Barrado, a +pesar de la mirada oblicua que le dirigi su capelln D. Joaqun. D +Marciala y D Filomena se hicieron las distradas hablando con D. +Peregrn Casanova, y saludaron al fin desde su asiento con sonrisa +halagea.<a name="page_78" id="page_78"></a></p> + +<p>Mientras duraron las salutaciones, D. Narciso, que estaba arrimado de +espaldas al piano, no quit los ojos de su compaero, unos ojos donde se +lean claramente la aversin y el recelo. Sin que el P. Gil la provocara +ni aun se diera bien cuenta de ella, exista viva rivalidad entre l y +D. Narciso, a quien haba arrancado ms de la mitad de las hijas de +confesin. Bien saba Dios que no haba hecho nada por conseguirlo; +antes, al contrario, le pesaba mucho cada vez que una de ellas se +acercaba a su confesonario. Pero qu le tocaba hacer? Nada ms que +confesarlas, pues era su obligacin. Insistir mucho en que no variasen +de confesor era conceder demasiada importancia a la cuestin de persona: +no estaba dentro del espritu del sacramento. Pero el capelln de Sarri +no se hallaba penetrado de la intencin de su compaero, y si se +hallaba, no alteraba gran cosa sus sentimientos. Atenase al resultado, +y ste era triste para l. Antes de la llegada de Gil puede decirse que +campaba l slo entre el bello sexo de Peascosa y seoreaba sus +conciencias. Los dems capellanes no le hacan sombra alguna. Era el +nio mimado de las beatas. Ninguno de sus chistes, de sus pasos y gestos +pasaba inadvertido: las devotas que tenan la dicha de escucharlos o +presenciarlos, se encargaban prontamente de difundirlos entre sus +amigas. A cada instante testimonios irrecusables<a name="page_79" id="page_79"></a> de la viva simpata y +veneracin que despertaba en la villa: regalos de casullas, de +corporales bordados por dedos primorosos, de alzacuellos de raso, etc., +etc.; ofrendas ms positivas an, de jamones, botellas de jerez, tartas +y chocolate. D. Narciso tena admirablemente cubiertas sus necesidades +espirituales y temporales. Era un pastor que apacentaba felizmente sus +ovejas, conducindolas con dulzura por el sendero de la virtud hacia el +paraso y trasquilndolas de vez en cuando el rico velln para que no se +enredaran en las zarzas.</p> + +<p>La aparicin de su nuevo compaero vino a turbar aquella deliciosa +Arcadia mstica. Las ovejas, acometidas sbito de agitacin insana, se +pusieron a saltar y encabritarse cual si escuchasen los sones de un +caramillo encantado. Ni las pedradas ni los halagos lograron retener a +una gran parte de ellas. Qued en cuadro su rebao, y l, que haba +tenido fuerzas para gobernar un hato tan considerable, desmayaba ahora +al verse solo, al percibir la hostilidad con que le miraban algunas de +sus antiguas y queridas ovejitas. Porque no solamente ya no llegaban a +su casa los ricos dones ultramarinos y nacionales de otros tiempos, sino +que con profundo dolor notaba que empezaba a discutrsele. Decase entre +las damas piadosas, y esto llegaba a sus odos, que, si era cierto que +tena palabra ms fcil que el joven<a name="page_80" id="page_80"></a> excusador, la mayor parte de las +veces no haba sustancia en lo que deca, y que ste le aventajaba +mucho en peso, en razn natural y en instruccin. Hubo ocasin en que al +lanzar uno de sus chistes ms picantes, relacionado como siempre con las +materias fecales, apenas produjo risa entre las oyentes, y supo que una +de ellas, despus que se fue, le haba calificado de grosero y mal +educado. De las gracias corporales no haba que hablar, pues bien se le +alcanzaba que nunca podra competir con la delicada y gallarda figura de +su rival. En resumen, D. Narciso se senta minado en los cimientos y +tema a cada instante venir al suelo. No es maravilla, pues, que la +mirada y el saludo con que acogi al joven presbtero fuesen menos +afectuosos de lo que deba esperarse. No recordaba poco ni mucho la +amable recepcin que San Juan Bautista, maestro querido y celebrado, +hizo al joven y divino discpulo que le haba de eclipsar en seguida.</p> + +<p>—No le rias, mujer. Sabes t, por ventura, si le ser fcil salir de +noche, con el miedo que D. Miguel tiene a los ladrones?—grit D. Martn +de las Casas desde la mesa de tresillo donde jugaba con otros dos, un +cura y un seglar.</p> + +<p>—No, seor; no es eso—dijo el clrigo, ruborizndose bajo las miradas +de toda la tertulia.</p> + +<p>—Que no tiene D. Miguel miedo a los ladrones?<a name="page_81" id="page_81"></a>—pregunt con acento +afectadamente brusco el seor de las Casas.</p> + +<p>—S que lo tiene—repuso sonriendo dulcemente el joven, sentndose al +propio tiempo al lado de su madrina.—Sus razones habr. Los ricos son +los que temen. Los pobres, como yo, estn tranquilos.</p> + +<p>—Pero tendr el seor cura tanto dinero como se dice?—pregunt D. +Marciala con curiosidad.</p> + +<p>—Yo no puedo decir a usted, seora... Presumo que s, porque atiende +mucho a su hacienda. Sus gastos son pequeos, y en vez de aumentarse los +va restringiendo cada da ms. Donde entra mucho y sale poco no tiene +ms remedio que hacerse montn.</p> + +<p>—Los derechos parroquiales deben producir mucho, verdad?—pregunt con +ms curiosidad an la esposa del boticario de la plaza.</p> + +<p>—Ya comprender usted que en una parroquia tan extensa como sta no han +de ser cortos.</p> + +<p>—Pero D. Miguel perdonar muchos de ellos—replic la seora, con una +leve inflexin cmica en la voz.</p> + +<p>—Es posible, seora. Por mi parte, no lo he visto—repuso con perfecta +ingenuidad el excusador.</p> + +<p>D. Narciso y D. Joaqun, el capelln de la<a name="page_82" id="page_82"></a> seora de Barrado, cambiaron +una rpida mirada significativa.</p> + +<p>Este capelln era un joven delgado, con rosetas en las mejillas, indicio +de un temperamento enfermizo, los ojos vivos e insolentes, la nariz +fina, la boca pequea, con un pliegue hipcrita y malicioso. Haba sido +un criadillo que doa Serafina meti en casa para recados y servir a la +mesa, poco despus de quedar viuda. Observando su listeza y encariada +con l, una vez trasladado su domicilio a Lancia, le dio carrera, +envindole al seminario. En las horas que le dejaban libres las clases, +Joaqun segua desempeando su oficio de criado. Luego que tom las +rdenes le hizo su administrador; hoy era sus pies y sus manos. No sala +a la calle sino en su compaa, era su director espiritual y su +consejero temporal. Espectculo curioso en verdad la trasformacin +sbita de un domstico en seor de su propia ama. sta le trataba de +usted, le llamaba siempre D. Joaqun y, pblicamente al menos, le +prodigaba mil muestras de respeto, obligando asimismo a los criados a +tributrselo.</p> + +<p>D. Eloisa volvi a insistir, preguntando con acento carioso:</p> + +<p>—Entonces, cul es la razn de su retraimiento, pcaro?</p> + +<p>—Seora, comprendo que a D. Miguel no le gusta mucho que salga de +noche; pero la principal<a name="page_83" id="page_83"></a> razn es que la mayor parte de los das estoy +rendido... Como me levanto a las cuatro de la madrugada!... Otras veces +necesito rezar un poco...</p> + +<p>—Usted trabaja demasiado, padre—dijo Marcelina, una joven soltera que, +al decir de la gente, frisaba ya en los cuarenta, fea, apergaminada, muy +habilidosa de manos y no poco tambin de lengua.—Tantas horas de +confesonario!... Y luego los enfermos!...</p> + +<p>—Sin contar las horas que pasa de rodillas en oracin...—apunt con +timidez Obdulia. Despus de soltar la frase se puso colorada.</p> + +<p>D. Narciso le clav una mirada singular, entre irnica y agresiva, que +la joven no pudo ver, porque pona empeo en no mirar cara a cara a su +antiguo confesor.</p> + +<p>El P. Gil hizo un gesto de impaciencia, molestado por aquellos elogios, +y para desviar la conversacin de su persona, se encar con uno de los +que jugaban al tresillo.</p> + +<p>—Seor Consejero, hoy le he visto desde la rectoral sacar con la caa +un pez muy gordo. Por cierto que me pareci un salmonete, y a D. Miguel +una robaliza. Hemos disputado un poco.</p> + +<p>—Tiene mejor vista el cura que usted. Una robaliza era—dijo gravemente +el caballero interpelado, sin levantar la vista de las cartas.<a name="page_84" id="page_84"></a></p> + +<p>Este D. Romualdo Consejero era un anciano de bigote y cortas patillas +blancas, color cetrino, la frente surcada con profundas arrugas, los +ojos grandes, severos, de prpados cados. No sonrea jams. Hablaba +constantemente con acento de mal humor, como hombre desengaado de todo.</p> + +<p>—Los salmonetes no caen en el muelle, don Gil de las calzas +verdes—profiri el seor de las Casas con su habitual rudeza, por no +decir grosera. Sola llamar as, en broma, a su antiguo protegido.</p> + +<p>—S caen tal, D. Martn de las Casas blancas—profiri con voz sorda +Consejero.</p> + +<p>Los tertulianos rieron, lo cual amosc un tanto a D. Martn, hombre, +como ya sabemos, propenso a irritarse.</p> + +<p>—Yo lo crea as, Consejero de picardas—respondi con retintn, +mirndole a la cara fijamente, y poniendo sobre la mesa al mismo tiempo +un rey de copas.</p> + +<p>—Pues crea usted muy mal—replic el anciano, siempre con los ojos +sobre las cartas.—Tambin crea usted que ese rey de copas iba a pasar +triunfante, y... vea usted, lo fallo!</p> + +<p>—Eso lo har usted porque es un grosero y ha adquirido malas maas all +por Mlaga. Aqu el padre Norberto de seguro no lo hubiera hecho.<a name="page_85" id="page_85"></a></p> + +<p>—No, no! Yo soy incapaz...—dijo el cura, sofocado por la risa, +tosiendo hasta reventar.—No he salido de Peascosa... Yo lo que hago es +achicarme y correr ese punto de oros de mi compaero.</p> + +<p>Y puso sobre la mesa un cuatro.</p> + +<p>—Hurra por el cura!—rugi D. Martn, echando el caballo y recogiendo +la baza.</p> + +<p>—Amigo, yo pens que D. Martn no tendra el caballo—suspir D. +Norberto, dirigindose a Consejero con ojos de angustia.</p> + +<p>—Lo pens usted porque es un babieca y lo ha sido toda su vida—repuso +ste con afectada naturalidad donde se trasluca la clera.</p> + +<p>—Pero hombre de Dios!...—exclam el clrigo, disponindose a dar +explicaciones.</p> + +<p>Consejero le ataj con ademn colrico, poniendo resueltamente las +cartas boca abajo sobre la mesa.</p> + +<p>—Hombre del diablo! digo yo... Cmo se le ocurre a usted correr un +punto no estando cubierto?...</p> + +<p>Armose una disputa violenta que dur breves instantes. Las de Consejero +y el P. Norberto no se prolongaban mucho tiempo, porque ste, hombre de +buena pasta, flemtico, conclua por callarse alzando los hombros con +resignacin y sacudiendo al mismo tiempo la cabeza en seal de muda +protesta. Las que se eternizaban eran<a name="page_86" id="page_86"></a> las de Consejero con D. Martn, +siendo ambos a cual ms irascible y tozudo.</p> + +<p>D. Martn de las Casas, teniente coronel retirado, que haba hecho la +guerra de Cuba, donde haba recibido una herida en un hombro que le +impidi continuar en el servicio, se crea en el caso, por su profesin, +de llevarlo todo por la tremenda. Desde el ao 1873 en que pas al +cuerpo de Invlidos no volvi a salir de Peascosa. Contaba en aquella +poca cuarenta y dos aos. Su esposa se alegr de aquel retiro forzoso, +aunque deplorase que viniera al seno de la familia con un hombro de +algodn. Consideraba como virtud excelsa, privativa del militar, la +energa lo mismo en el campo de batalla que tomando caf en el casino. +Sus disputas, sus baladronadas en este centro de recreo eran +proverbiales en Peascosa y las bofetadas que sola repartir al final de +ellas tambin. Desde la llegada del tremendo teniente coronel ningn +vecino, por grave y respetable que fuese, estaba seguro. Muchos hidalgos +y ricos hacendados de la villa, que hasta entonces haban conservado +inmaculadas sus mejillas, ni soaban con que nadie pudiese atentar a +ellas, las vieron selladas y rubricadas cuando ms descuidados estaban +por los dedos del feroz invlido. Esto fue causa de un lento reflujo +entre sus amigos y conocidos, que le haban recibido cordialmente a su +vuelta del servicio. El movimiento no engendr<a name="page_87" id="page_87"></a> aqu el calor sino el +fro. Poco a poco fueron dejndole aislado, juzgando su sociedad +peligrosa. Se vio necesitado a alternar con gentecilla de poco ms o +menos y con clrigos, que por su sagrado carcter estaban libres de sus +manos expeditas, o as lo pareca al menos. En el casino se le vea +rodeado casi siempre de dos escribientillos de casas de comercio, un +profesor de msica, un maestro de obras y otros tres o cuatro individuos +del mismo porte. Le escuchaban como un orculo, y si alguna vez en el +calor de la improvisacin les largaba un soplamocos, blasfemaban un poco +por dignidad y volvan en seguida a las buenas.</p> + +<p>Consejero formaba excepcin. Tena peor genio que l. En el de D. Martn +haba mucho de afectado y profesional: el de aqul era puro y nativo. +Pero su avanzada edad, su debilidad fsica y sus achaques le ponan a +cubierto de cualquier brutal agresin por parte de su amigo. ste sola +concluir la disputa con un gesto violento de desprecio. Alguna vez lleg +a decirle:</p> + +<p>—D. Romualdo, si usted tuviera treinta aos menos, le estampaba contra +la pared.</p> + +<p>D. Romualdo viva slo. Un hijo que tena empleado en Mlaga se le haba +muerto haca cuatro aos. Disfrutaba una pequea renta, suficiente a +subvenir a sus cortas necesidades, y no tena otra ocupacin que pescar +con caa, ni<a name="page_88" id="page_88"></a> otro recreo que el de jugar al tresillo. La vida se parta +para Consejero entre los anzuelos y los naipes. La maana se la pasaba +entera sentado sobre su sillita de tijera en el muelle, o en las peas +de tras la iglesia, con un sombrero de jipijapa si haca sol o un +paraguas si llova. Por la tarde, tresillo en el casino hasta las cuatro +en que de nuevo tomaba la caa. Por la noche, tresillo en casa de D. +Martn con ste y el P. Norberto.</p> + +<p>Era ste un clrigo al cual se le podran echar cuarenta aos de edad, +aunque pasaba bastante de cincuenta, grueso, rollizo, colorado, +admirable dentadura, los ojos redondos y saltones, la nariz ancha, sin +una cana en el pelo ni una arruga en el rostro. Hablaba poco y rea +mucho. Todo le haca gracia: viva en perpetuo espasmo de alegra y +admiracin. Celebraba cualquier insulsez de los amigos como el chiste +ms acerado, hasta verse obligado a sujetar el vientre sacudido por los +flujos de risa. Y los rea de buena fe, sin asomo de hipocresa ni +adulacin, lo cual, como es lgico, lisonjeaba el amor propio de los que +estaban a su lado. Por tal razn quiz, el P. Norberto gozaba de +generales simpatas en la villa y no era mal quisto de sus compaeros. +Slo se le conocan tres pasiones, los callos guisados, el tresillo y +otra de que ms adelante hablaremos. Cuando en una casa, de las que +frecuentaba,<a name="page_89" id="page_89"></a> haba callos para la comida o la cena, ya se saba que era +de rbrica el convidarle. Se serva dos o tres platos colmados, se +desabrochaba, la frente le empezaba a ahumar y haba que dejarle reposar +despus una hora sobre la cama; si no, corra peligro de estallar como +una bomba. Consejero sola decirle que cada da coma ms callos y +jugaba peor al tresillo. Y nunca soltaba la frase sin que el buen +clrigo se retorciese y sofocase de risa. Los chistes jams se hacan +viejos para l.</p> + +<p>Las seoras apartaron prontamente su atencin de los tresillistas as +que comenzaron a disputar. Todas las noches haba una porcin de +reyertas como sta.</p> + +<p>—Y usted, D. Narciso, tampoco ha venido ni ayer ni anteayer. Qu ha +sido de usted? Reza tambin por las noches?—dijo D. Marciala, que +haca calceta cerca de la mesa de tresillo; de vez en cuando alzaba las +manos hacia el quinqu de los jugadores, para tomar un punto que se le +haba escapado.</p> + +<p>—No, seora; yo no soy gran rezador. No tengo la virtud de la oracin. +En cambio me abstengo de ciertos vicios, como el de murmurar de mis +superiores y compaeros—profiri el capelln con acento insolente, +mirando con afectacin al techo.</p> + +<p>La alusin iba directamente al excusador, que<a name="page_90" id="page_90"></a> acababa de hablar de la +avaricia del cura. As lo entendi l, y si no lo hubiera entendido +claramente, se lo manifestaran los ojos de los circunstantes. Ante +aquella brutal agresin se le encendi el rostro como una brasa. Las +carcajadas malignas de D. Joaqun y D. Melchor concluyeron de turbarle.</p> + +<p>—Hombre, no est mal eso! jo! jo! Me gusta eso! jo! jo! Est bien +eso de la abstencin. Mucho que s! Tiene usted ingenio, D. Narciso. +Mucho ingenio! jo! jo! jo!</p> + +<p>El P. Melchor se rea a boca llena de un modo insolente y grosero, +mirando alternativamente al joven excusador y a D. Narciso. El capelln +de D. Serafina tambin se rea con una risita aguda, minscula, que +aparentaba sofocar llevndose el pauelo a las narices. Las seoras +permanecan serias y disgustadas comprendiendo la venenosa intencin del +capelln de Sarri. Slo D. Marciala sonrea frente a l aplaudindole.</p> + +<p>En Obdulia el dardo produjo an impresin ms dolorosa que en su +confesor. Sintiose invadida por un fro extrao acompaado de ligero +temblor; luego fuertes llamaradas de calor le subieron al rostro y con +ellas un vivo irracional deseo de lanzarse sobre D. Narciso y araarle. +Costole trabajo inmenso dominar sus mpetus.</p> + +<p>—Malo es murmurar—dijo D. Serafina Barrado para salir del silencio +embarazoso que reinaba,<a name="page_91" id="page_91"></a> disgustada como las dems por aquella +injustificada agresin;—pero muchas veces se toma por murmuracin lo +que no es. Se habla de cualquier persona... por hablar de algo, sin +nimo alguno de ofenderla. Hasta nos remos muchas veces de sus manas, +y no dejamos por eso de estimarla, ni nos creemos superiores a ella...</p> + +<p>Al llegar aqu sus ojos tropezaron con los de su capelln, que haba +cesado de rer y le clavaba una mirada fra y aguda como un pual de +Albacete. La pobre seora qued acortada y slo tuvo nimos para +concluir con voz ms baja:</p> + +<p>—...Al menos, eso me pasa a m...</p> + +<p>—Y le pasa a todo el que tiene un corazn franco, seora—dijo +impetuosamente Obdulia.</p> + +<p>—Slo los envidiosos, los malintencionados saben dorar la pldora de +veneno y clavar el pual cuando parece que estn haciendo una caricia.</p> + +<p>La voz de la joven sala alterada, un poco ronca.</p> + +<p>D. Narciso dej escapar una risita maligna y dijo con acento irnico:</p> + +<p>—Mire usted cuntas cosas sabe de teologa moral la seorita! Habr +que declararla doctora de la Iglesia, como a Santa Teresa.</p> + +<p>—Caramba, tampoco est mal eso! jo! jo! Conque doctora de la +Iglesia! jo! jo!... Pero qu perverso es este D. Narciso! Jo! jo! +jo!... Es mucho D. Narciso!<a name="page_92" id="page_92"></a></p> + +<p>—No se ra usted tan fuerte, D. Melchor, que puede saltarle la +dentadura—dijo la joven, por cuyos ojos pas un relmpago de clera.</p> + +<p>El P. Melchor ces de rer repentinamente. Este clrigo, de edad de +treinta y cinco a cuarenta aos, alto, de facciones regulares, ojos +grandes y negros sin expresin, y figura triste y descuadernada, +presuma, segn pblica voz, de guapo, lo mismo que de inteligente, +maligno, ilustrado, etc., etc. La frase de Obdulia le hizo un efecto +terrible, porque imaginaba que lo de la dentadura postiza nadie lo saba +ms que Dios y el dentista de Lancia que se la haba puesto. Murmur +algunas frases incoherentes, pero Obdulia continu sin hacer caso de l:</p> + +<p>—Yo de teologa slo s que los sacerdotes estn obligados a tener +oracin, y que el alabarse de no rezar es ms propio de impos que de +ministros del Seor.</p> + +<p>Lo dijo con calma y naturalidad que hicieron ms incisivo y profundo el +araazo.</p> + +<p>—Y dnde ha aprendido usted tanto, seorita?—pregunt D. Narciso, +desconcertado ya.</p> + +<p>—Pues lo he aprendido en el catecismo explicado y en los sermones del +magistral de Lancia... a quien dicen por ah que usted imita... pero +nada ms que en los gestos, sabe usted?</p> + +<p>D. Narciso se sinti herido en lo ms vivo de su ser, porque +efectivamente haca todo lo<a name="page_93" id="page_93"></a> posible por parecerse al magistral, notable +orador sagrado. Qued algunos instantes silencioso y se dispona a +contestar, cuando vino a interrumpir el tiroteo la entrada de una nueva +seorita llamada Cndida, alta, delgada, enjuta y apretada, de la +familia de los bacalaos. Fortuna tuvo D. Narciso, pues en la disputa +llevaba la de perder. Obdulia posea una imaginacin vivsima, y antes +de haberse dado a la mstica gozaba fama de alegre y chistosa entre sus +amigas.</p> + +<p>D. Eloisa aprovech la oportunidad para cambiar la conversacin, que se +haba hecho peligrosa. Detrs de Cndida entr D. Teodora. Vena sta +acompaada de D. Juan Casanova. Este recto y majestuoso caballero tena +la costumbre desde tiempo inmemorial de hacer la tertulia por las noches +a D. Teodora. Cuando sta vena a la de su amiga D. Eloisa, lo cual +suceda una o dos veces por semana, la acompaaba juntamente con el +criado. D. Peregrn, despus que lleg de su excursin burocrtica por +Catalua, tambin adquiri el hbito de pasar un rato todas las noches +en casa de D. Teodora.</p> + +<p>No es posible resolver cundo y cmo naci en la mente del antiguo +oficial del gobierno civil de Tarragona la idea de suplantar a su +hermano en el corazn de la fresca seorita; pero es cosa averiguada que +naci, y que se desarroll con<a name="page_94" id="page_94"></a> extraordinaria fuerza en poco tiempo. +Comenz a tributarla mil atenciones, a recrearla con el sabroso +repertorio de sus recuerdos de empleado, a hacer gala en su presencia de +un ingenio sutil, de una facilidad pasmosa para los retrucanos. Procur +asimismo demostrar su incontestable superioridad intelectual sobre su +hermano, llevando la contraria a cuanto deca, sonriendo +despreciativamente cuando hablaba, vejndole, en fin, de mil modos. D. +Teodora, sin embargo, resisti tenazmente esta suplantacin. Aunque +deba de estar bien convencida de la superioridad de D. Peregrn, como +hombre de mundo y erudito, no por eso dej de seguir prodigando a don +Juan las mismas seales de afecto. Al contrario, los desprecios de su +hermano no sirvieron ms que para que se lo manifestase ms vivo que +antes. Esto llen de amargura el corazn de don Peregrn. Fue el motivo +ms poderoso de rencor entre los muchos que tena contra su hermano, +despus de la estatura.</p> + +<p>Cndida fue a besar la mano del P. Melchor, de quien era hija de +confesin, y le consol, con el respeto, la sumisin y el cario con que +empez a hablarle, del fracaso que acababa de experimentar.</p> + +<p>Apenas se acomodaron todos de nuevo, D. Peregrn, que hasta entonces se +haba mantenido dentro de una locuacidad ordinaria, estimulado<a name="page_95" id="page_95"></a> por la +presencia de D. Teodora, quiso dar gallarda muestra de sus maravillosas +aptitudes para amenizar cualquier tertulia. Cogi por los pelos la +ocasin que le dio D. Narciso, al censurar lo mal empedradas que estaban +las calles de Peascosa, para decir con su voz gangosa y penetrante en +una pausa:</p> + +<p>—Siendo yo gobernador de Tarragona...</p> + +<p>—Ya pareci Tarragona!—dijo sordamente Consejero, mientras colocaba +las cartas.</p> + +<p>Los que estaban cerca oyeron la exclamacin y rieron. A los odos de D. +Peregrn lleg el rumor, se detuvo un instante y dirigi una mirada +cobarde a Consejero. Despus prosigui con decisin su ancdota. Los +quince das que haba desempeado el gobierno de Tarragona, por ausencia +del gobernador y enfermedad del secretario, eran la edad de oro de la +existencia de don Peregrn, el perodo dulce y potico cuyo recuerdo +haca vibrar siempre su corazn. Cuntos sucesos en aquellos quince +das! Cuntas imgenes brillantes de gloria y poder surgan en su mente +al pensar en ellos! Los ms insignificantes pormenores de tan hermoso +sueo tenalos presentes cual si acabaran de efectuarse. Podra decir +cuntas veces haba llovido en aquellos quince das, qu haba comido y +bebido, de qu color eran los pantalones que gastaba. Durante algn +tiempo, cuando hablaba de esta poca,<a name="page_96" id="page_96"></a> sola decir:—Haciendo yo de +gobernador en Tarragona... Ms adelante sustituy la frase con esta +otra:—Siendo yo gobernador de Tarragona...</p> + +<p>Y cuando era gobernador de Tarragona sucedi que la prensa local se +quej del abandono de las calles, achacndolo, como todo lo dems que +andaba mal, a la administracin conservadora. Entonces l, encargado de +velar por el gobierno y el partido, haba llamado al alcalde a su +despacho y le haba dicho: Amigo mo... Aqu una tirada de +observaciones que D. Peregrn, cada vez que la repeta, iba haciendo ms +enrgica, hasta convertirla en seversima filpica. El alcalde le +responda esto y lo otro (la respuesta del alcalde iba siendo cada vez +ms dbil e insignificante). Entonces l, sin descomponerse poco ni +mucho, con la mayor calma, como quien no dice nada, le replicaba: +Querido alcalde, tiene usted dos caminos para elegir: o la suspensin, +o el arreglo inmediato de las calles.</p> + +<p>—Al da siguiente, bien temprano, estaban trabajando dos cuadrillas de +obreros en las calles—termin diciendo D. Peregrn con una fra sonrisa +maliciosa. La conclusin y la sonrisa eran lo nico que no se iba +modificando lentamente en la interesante ancdota.</p> + +<p>O porque ya la hubieran odo muchas veces o por no tener el espritu +bien dispuesto para esta<a name="page_97" id="page_97"></a> clase de confidencias administrativas, es lo +cierto que muy pocos eran los tertulios que atendan. Hablaban los unos +con los otros en parejas o en grupos de tres y de cuatro. Cndida +cuchicheaba con el P. Melchor, D. Eloisa con su ahijado el P. Gil y con +Obdulia, D. Joaqun con Marcelina, y el P. Narciso con D. Filomena. Se +puede asegurar que los nicos que escuchaban realmente al ex-gobernador +interino de Tarragona eran su hermano y D. Teodora, esto es, los que ya +conocan los pormenores de su gestin administrativa tan bien como l. +Porque D. Serafina Barrado, aunque estaba inmvil y atenta con los ojos +puestos en el orador, ofreca tal vaguedad en la mirada, que bien se +echaba de ver que se hallaba muy lejos de lo que deca. Lo que esta +seora escuchaba, con imperceptibles estremecimientos de dolor y rabia, +era el rumor de la pltica de su capelln con Marcelina. Haca ya +bastante tiempo que D. Joaqun distingua mucho a esta seorita, su +penitenta. Estas distinciones llegaban al alma a D. Serafina, que por +lo visto aspiraba al monopolio de ellas. Teniendo en cuenta que el +capelln, fuera del acto de ser engendrado y nacer, era en un todo +hechura suya, pareca que tena derecho a ello. Mas l no lo crea as, +o senta placer en agitarla con desvos y seriedades injustificadas. No +se pasaba un da sin que la buena seora experimentase<a name="page_98" id="page_98"></a> algn desaire +por parte de su protegido. Acaso ella tomase como tal lo que no era; +pero el clrigo, conociendo el afecto susceptible y celoso que le +profesaba, debiera mostrar ms cuidado en evitrselos. Ahora se notaba +bien claramente que sus apartes y cuchicheos eran intencionados: acaso +tuvieran por fin castigarla por la defensa indirecta que haba hecho del +P. Gil, a quien D. Joaqun odiaba a par de muerte.</p> + +<p>D. Marciala, ms franca o ms colrica, apenas quitaba los ojos de D. +Narciso y D. Filomena, unos ojos escrutadores, inquietos, por donde +pasaban de vez en cuando relmpagos de ira. En los centros de +murmuracin de la villa decase que D. Marciala estaba enamorada del P. +Narciso. Aunque esto no sea creble, por tratarse de una seora que toda +la vida se haba manifestado muy circunspecta y religiosa, no hay duda +que sus familiaridades con el clrigo podan dar lugar a torcidas +interpretaciones entre la gente propensa a pensar mal del prjimo. Haba +casado ya tarde, cuando contaba ms de treinta aos, con D. Jos Mara, +el boticario de la plaza. ste, que haba sido toda su vida un +republicano rabioso, que apenas frecuentaba la iglesia, y que reuna en +su trastienda por las noches un grupo de demcratas (masones los +llamaban las beatas del pueblo), por el influjo de su piadosa mujer +haba ido cambiando<a name="page_99" id="page_99"></a> poco a poco de opinin. Principi por alejarse de +la poltica y dejar la suscricin a <i>El Motn</i>; despus fue eliminando +de su tertulia a los sujetos ms exaltados y peligrosos; luego se le vio +alternando cortsmente con varios sacerdotes. Finalmente, como llegase +una misin de jesuitas a la villa, D. Marciala consigui llevarle a +confesar con uno. Desde entonces se realiz un cambio completo y radical +en la vida de D. Jos Mara. El feroz republicano, suscritor de <i>El +Motn</i>, se trasform en un cofrade de San Vicente de Paul, hermano del +Sagrado Corazn. Alumbraba en las procesiones, haca la guardia al +Santsimo con escapulario al cuello, etc., etc. Y no slo practicaba +todos los actos religiosos de un fervoroso creyente, sino que dio en +acompaarse de clrigos y en recibirlos en su trastienda, en vez de los +impos que antes iban; de tal suerte, que su botica vino a ser al cabo +de algn tiempo el centro de reunin de los tradicionalistas de +Peascosa. Tal fue la obra benemrita llevada a cabo con singular +fortaleza y habilidad por D. Marciala. En ella le ayud muchsimo con +sus consejos el P. Narciso. Acaso por esta razn su alma qued tan +ligada y agradecida a su director, que por no saber contenerse, daba +pvulo y estimulaba a las malas lenguas de Peascosa.</p> + +<p>Fue, como ya sabemos, una de las que contribuyeron<a name="page_100" id="page_100"></a> a la educacin y a +la carrera del P. Gil; pero en la desercin que se oper en el rebao de +D. Narciso a la llegada de aqul, permaneci fiel a su pastor. Quiz +ayudase a mantenerla firme la huida de Obdulia, de quien ella tena, +segn fama, unos celos rabiosos, y por lo visto no le faltaba razn. +Aspir a sustituir a sta en la gracia del elocuente y donoso sacerdote, +y casi lo tena conseguido. Desgraciadamente, se interpuso en su camino +D. Filomena, la viuda que ya conocemos, quien con ms modestia y +reserva admiraba a su director espiritual y le prodigaba en silencio y +en la sombra mil atenciones delicadas, que concluyeron por hacer mella +en su corazn. No significa esto que dejase de considerar y atender como +deba a D. Marciala; pero se observaba en l de algn tiempo a aquella +parte ms inclinacin hacia D. Filomena, aunque nunca por supuesto tan +sealada como la que haba sentido por Obdulia.</p> + +<p>En la tertulia de D. Eloisa se agitaban mil dulces sentimientos, a los +cuales, como la sombra a la luz, acompaan siempre otros amargos. Varias +jvenes solteras, a quienes el tiempo y los desengaos haban hecho ms +reflexivas, algunas seoras casadas en las cuales sus maridos no haban +podido extinguir la sed de lo infinito, y tal que otra viuda necesitada +de consuelos, se reunan todas las noches en torno de media docena<a name="page_101" id="page_101"></a> de +presbteros, formando un grupo interesante y conmovedor. Aquel pequeo +mundo, ajeno enteramente a las luchas de la poltica, de la ciencia y de +los intereses materiales, representaba un oasis deleitoso enmedio de la +corrupcin general de las costumbres. La perfecta sumisin de aquellas +almas femeninas a sus directores, la benevolencia y la ternura con que +stos se esforzaban en conducirlas por el sendero de la virtud, +prestaban a la tertulia un carcter suave, inocente y piadoso que no se +hallar seguramente en las exclusivamente seglares. Exista una dichosa +compenetracin de lo espiritual en lo temporal; era una imagen +aproximada de lo que debe ser el reinado de Dios sobre la tierra.</p> + +<p>El rebao mstico se reparta, como era natural. Cada clrigo tena sus +hijas de confesin, que le obedecan y le admiraban. Y ellos, +aprovechando, como expertos y hbiles pastores, el carcter y condicin +de cada oveja, solan estimularlas por medio de acertados manejos, ora +halagando su amor propio, ora mortificndolo unas veces con celos, otras +con saludable frialdad, otras con alguna lisonja adecuada. Ni faltaban +tampoco en aquella exquisita sociedad algunos honestos recreos. No era +todo hacer calceta ni colchas de crochet: tambin se renda culto a la +msica. El P. Norberto era organista de la iglesia, y aunque conoca +poca msica profana,<a name="page_102" id="page_102"></a> algunos <i>nocturnos</i> tocaba, y cuando no, +acompaaba al P. Narciso, que entre sus mltiples habilidades tena la +de tocar en la flauta dos o tres pavanas y la sinfona de <i>Juana de +Arco</i>. Tambin Marcelina saba cantar <i>La Stella confidente</i> y la +<i>Plegaria a la Virgen</i>. D. Melchor saba hacer algunos juegos de manos; +D. Peregrn Casanova sazonaba la tertulia con salerosos cuentos; Cndida +recitaba admirablemente al piano varias fbulas morales; por ltimo, el +P. Joaqun tocaba, rascando los dientes con las uas, cualquier pieza +musical, y remedaba el grito del gallo con tal perfeccin que cualquiera +le confunda con este bpedo.</p> + +<p>Aquella noche no hubo msica. Los nimos estaban un poco abstrados. +Reinaba cierta inquietud en la tertulia, motivada por la presencia del +P. Gil, a quien ninguno de sus colegas, si se excepta el P. Norberto, +mostraba simpata. La conversacin fue rodando de uno en otro asunto, +todos de poca monta. En un momento de silencio, D. Juan Casanova, que +tena la cabeza inclinada hacia un lado, sin duda por el excesivo peso +del cerebro, la descarg algn tanto, diciendo con su acostumbrada +solemnidad:</p> + +<p>—Eloisa, hoy he hallado a su hermano lvaro en el paseo de la Atalaya. +Llevaba un pantaln de cuadros.<a name="page_103" id="page_103"></a></p> + +<p>D. Eloisa suspir, como siempre que se tocaba el punto de su hermano.</p> + +<p>—Estos das ha estado un poco enfermo. Me lo ha dicho el +criado—manifest dirigiendo una mirada tmida a la mesa donde jugaba su +marido.</p> + +<p>D. Martn y su cuado haca tiempo que no se relacionaban. Por el motivo +balad de un mueble de la casa que aqul pretenda llevar a la suya, sin +derecho alguno, rompieron de un modo violento. D. Martn (cmo no?) +puso la mano en la cara a su cuado, y a ms de esto le desafi. Desde +entonces, absoluta separacin entre ambos. D. lvaro viva en su enorme +casa, enteramente solo, y D. Martn en la suya con su esposa. sta, de +vez en cuando, a escondidas de don Martn, iba a visitar a su hermano.</p> + +<p>—No parece que goza de buena salud—dijo el P. Gil, a quien sin saber +por qu interesaba aquel hombre.</p> + +<p>—Oh! Sumamente enfermizo y delicado. Slo cuidndose mucho puede ir +viviendo.</p> + +<p>Los clrigos, como siempre que se trataba de Montesinos en presencia de +su hermana, guardaban un silencio sombro, con la cara larga y +enfoscada. Si no estuviera ella, de seguro hubieran soltado alguna frase +de indignacin o algn sarcasmo contra aquel impo, que tena +escandalizada a la villa con sus opiniones y con su<a name="page_104" id="page_104"></a> conducta. A duras +penas respetaban el lazo estrecho de familia.</p> + +<p>Hubo un silencio lgubre, porque las damas, comprendiendo lo que pasaba +en lo interior de sus directores espirituales, no osaban hablar. D. +Eloisa torn a exhalar otro suspiro y dijo con acento dolorido, como si +terminase en alta voz un monlogo:</p> + +<p>—Qu lstima que le hayan pervertido en Madrid! lvaro tiene buen +corazn... y todos dicen que es hombre de talento.</p> + +<p>Los clrigos se sintieron molestados por aquellos elogios. Uno de ellos, +el P. Melchor, se atrevi a decir con sonrisita de suficiencia:</p> + +<p>—Seora, permtame usted que no reconozca talento en quien no admite +las verdades de nuestra santa religin.</p> + +<p>—A lo menos fue el primero en su ctedra y pasaba entre sus profesores +por un chico despejado.</p> + +<p>—Y lo ser, seora,—dijo el P. Gil, a quien el tonillo agresivo de su +compaero haba disgustado.—Se puede tener talento y estar obcecado en +cualquier asunto. Su hermano, desgraciadamente, lo est en lo que se +refiere al ms interesante para el hombre. Mas no hay razn para negarle +el talento. Los grandes heresiarcas lo han tenido; si no fuese as, +seguramente no habran podido dar apariencia de verdad al error y +engaar tanta gente.<a name="page_105" id="page_105"></a></p> + +<p>Aunque se sintiese herido en lo vivo por esta rplica indirecta, el P. +Melchor no os responder, y prefiri hacerse el distrado devorando su +enojo. Por ms que no la confesasen, todos los clrigos de Peascosa +sentan la superioridad del P. Gil, que achacaban, por supuesto, a que +era el nico entre ellos que haba seguido la carrera lata de teologa. +Ningn otro intent tampoco llevarle la contraria por temor de hacer un +mal papel.</p> + +<p>La conversacin se encauz por otro lado. Charlose animadamente del +proyecto de construccin de una nueva iglesia, cerca de la plaza, echado +a volar por varios vecinos y al cual se opona con todas sus fuerzas el +cura, por temor de que se dividiera la parroquia. Los jugadores seguan +en sus alternativas de silencio y ruidosos altercados. El P. Gil qued +mudo y pensativo, impresionado con lo que acababa de or y decir. La +figura de Montesinos, a quien no haba visto ms de tres o cuatro veces +en su vida, y eso de lejos, flotaba en su imaginacin despertando en l +viva curiosidad. La afirmacin de doa Eloisa de que haba sido siempre +el primero entre sus condiscpulos, contribuy a hacer ms grande, por +no decir ms interesante a sus ojos, aquel hombre. Un deseo vago, +indefinido de acercarse y conquistarle naci en su mente. Cuando la +llegada de D. Jos Mara el boticario y de<a name="page_106" id="page_106"></a> Osuna dio la seal de +disolverse la tertulia, an rodaba este pensamiento por su cerebro en +busca de forma.</p> + +<p>La noche segua encapotada y triste. El cielo dejaba caer con pertinacia +una lluvia menuda y fra. En la puerta de la casa los tertulios se +dividieron: la mayor parte se qued por las inmediaciones de la plaza, +otros siguieron por la calle del Cuadrante. Y en ella se fueron +separando todos hasta que quedaron solos el P. Gil, Osuna y su hija, los +nicos que vivan en el Campo de los Desmayos. Obdulia maniobr para que +el P. Gil la tapase con su paraguas. El jorobado marchaba detrs, +satisfecho de no pasar por la humillacin de que su hija le tapase, pues +a causa de la gran diferencia de estatura as suceda siempre.</p> + +<p>Caminaron unos instantes en silencio, escuchando el estruendo lejano del +mar que bata contra las peas y el leve rumor de la lluvia sobre el +paraguas. La joven esperaba que el P. Gil sacara la conversacin de su +altercado con el P. Narciso, y de intento prolongaba indefinidamente el +silencio. Vindole taciturno y abstrado, se aventur a decirle con voz +temblorosa:</p> + +<p>—Est usted enfadado conmigo, padre?</p> + +<p>—Por qu?—pregunt el clrigo con sorpresa, saliendo repentinamente +de su meditacin.<a name="page_107" id="page_107"></a></p> + +<p>—Por la disputa que he tenido con D. Narciso.</p> + +<p>—Ah! S... en efecto, no me ha gustado la actitud rebelde en que usted +se ha colocado frente a l. Es indigno de una joven humilde y virtuosa +como usted...</p> + +<p>Obdulia guard silencio, sintiendo en el corazn la censura de su +director. Al cabo dijo, ponindose colorada, lo cual nadie pudo +advertir:</p> + +<p>—Tiene usted razn; he cometido un pecado y me arrepiento...</p> + +<p>Despus de una pausa larga, aadi humildemente:</p> + +<p>—No puede usted figurarse cunto me disgusta el observar la envidia de +D. Narciso.</p> + +<p>—La envidia?—pregunt el sacerdote con sorpresa.—A quin tiene +envidia?</p> + +<p>—A usted, padre, a usted—repuso con firmeza la joven.</p> + +<p>—No, hija, no—dijo el P. Gil todo azorado.—Yo no puedo excitar la +envidia de nadie... Soy un pobre clrigo... un miserable pecador...</p> + +<p>—Pues as y todo... yo me entiendo...</p> + +<p>Repuesto de su turbacin, el sacerdote dijo entonces con aspereza:</p> + +<p>—Ruego a usted que no vuelva a decir esas cosas, ni que las piense... +Se lo prohbo... Advierta usted que se trata de dos sacerdotes—aadi<a name="page_108" id="page_108"></a> +despus de una pausa, dulcificando la voz.</p> + +<p>Obdulia no replic. Muda y con el corazn apretado por una pena extraa, +sigui marchando al lado del clrigo. ste dirigi la palabra a Osuna +sin volverse:</p> + +<p>—Al llegar al Campo vamos a sentir el aire, seor Osuna.</p> + +<p>—Cundo no sopla en ese maldito Campo?—replic el jorobado con mal +humor.</p> + +<p>Y en efecto, al abocar a l, una rfaga violenta les azot el rostro y +estuvo a punto de volverles los paraguas. La sotana del clrigo, las +enaguas de la joven tremolaron: les costaba trabajo avanzar.</p> + +<p>Por fin alcanzaron el gran portal de Montesinos. Se limpiaron el rostro +con el pauelo y repusieron el desorden de sus vestidos. El P. Gil +volvi a dirigir una mirada curiosa y escrutadora a la oscura puerta en +cuya cima arda siempre la lamparita de aceite.</p> + +<p>—Adis, seor Osuna, que usted descanse—dijo tendiendo la mano al +jorobado.</p> + +<p>Luego tuvo un momento de indecisin: iba a tendrsela a Obdulia; pero +turbado por la mirada intensa y exttica que la joven le clavaba, la +llev al sombrero y se inclin gravemente, diciendo:</p> + +<p>—Buenas noches, seorita.</p> + +<p>Alz de nuevo el paraguas y salv de prisa la<a name="page_109" id="page_109"></a> distancia que le separaba +de la rectoral. Los ojos de Obdulia, inmvil a la puerta mientras su +padre llamaba, le siguieron algn tiempo.</p> + +<p>Antes de penetrar en la rectoral, el P. Gil volviose y qued inmvil +tambin algunos instantes. Pero sus ojos no buscaron la puerta de donde +aqulla acababa de desaparecer. Fueron ms arriba, abrazaron de una vez +la extensa y sombra fachada de la gran casa solariega que, avezada a +los golpes del huracn, dorma grave y desdeosa bajo la intemperie. +Contemplola larga, atentamente. Sus ojos brillaron con un fuego de gozo +mstico. Era la mirada del apstol, vida, tierna, clemente. Tal debi +ser la expresin que reflejaron los ojos de San Pedro a la vista de +Roma.<a name="page_111" id="page_111"></a><a name="page_110" id="page_110"></a></p> + +<h3><a name="IV" id="IV"></a>IV</h3> + +<p>Desde aquella noche el P. Gil no so con otra cosa. La fiebre del +apostolado le encendi de tal modo que no dej rincn vaco en su +cerebro para otro pensamiento. Dentro de l entablose una lucha sorda +entre el deseo vivo y ardiente de ennoblecer su vida con la conquista de +un enemigo encarnizado de la Iglesia, y el miedo desapoderado, loco, que +sin saber por qu le inspiraba. En sus continuos paseos por la estancia +que ocupaba en la rectoral, mientras con el breviario en la mano deca +los rezos obligatorios, a menudo se detena ante la ventana, levantaba +la punta del visillo y diriga una mirada tmida y ansiosa al palacio de +Montesinos. All estaba, adusto, impenetrable, hostil como un baluarte +fabricado<a name="page_112" id="page_112"></a> por la impiedad. Los balcones eternamente cerrados. El hombre +misterioso que lo habitaba deba de odiar tanto la luz del sol como la +de la fe. El P. Gil diriga luego la vista al cielo y daba gracias a +Dios desde el fondo del corazn por haberle tenido siempre de su mano, +por haberle hecho nacer y vivir en la regin luminosa de las santas +creencias cristianas.</p> + +<p>En vano trat de inquirir pormenores de la vida y carcter de aquella +oveja descarriada a quien ansiaba traer al redil. Los datos que le +suministraron eran contradictorios. Mientras su hermana y algunas otras +personas se lo presentaban como un perfecto caballero, un hombre de buen +fondo, extraviado por las malas compaas y la lectura de libros impos, +otras, que tambin pretendan conocerle desde la infancia, lo pintaban +como un ser avieso, mal intencionado, riendo siempre de las desgracias y +las flaquezas del prjimo, insolente y agresivo de palabra, ya que de +obra no poda serlo por su natural dbil y enfermizo. A este propsito +narraban algunas ancdotas de su infancia y adolescencia que acreditaban +esta opinin. Otros, en fin, le tenan por un desdichado, por un hombre +a quien los desengaos de su carrera literaria y los profundos pesares +domsticos haban llenado el corazn de hiel. Suponan que Montesinos, +aficionado a las letras, enamorado de la gloria, haba<a name="page_113" id="page_113"></a> ido a Madrid. En +vez de ella, slo hall glacial indiferencia: esto, unido a la +catstrofe de su matrimonio, le haba obligado a retirarse de nuevo a +Peascosa rabo entre piernas, como decan pintorescamente los graves +bigrafos. Y terminaban afirmando que Montesinos desahogaba su amargura +y despecho blasfemando de palabra cuando se le presentaba la ocasin y +publicando artculos en los peridicos y revistas de los masones. El P. +Gil no saba a qu atenerse. Inclinbase, no obstante, a esta ltima +opinin, que conciliaba hasta cierto punto la benvola de su hermana y +ciertos amigos con la mala fama que tena en el pueblo. Lo que no dejaba +de sorprenderle era que mientras el clero y los tradicionalistas de +Peascosa le detestaban cordialmente, los pocos republicanos y masones +que haba en la villa no le demostraban estimacin alguna. Decase que +Montesinos se rea de ellos con ms gana an que de los catlicos, y que +haba huido constantemente su trato.</p> + +<p>Todas estas noticias, que recoga de un lado y de otro disimulando, por +supuesto, su proyecto, no eran a propsito para apartarle de l. El +misterio impenetrable que envolva el carcter de aquel hombre le +interesaba cada da ms, y ms le atemorizaba. Saba cunto importaba +atraer un alma perdida al seno de la Iglesia; pero cuando esta alma era +la de un hereje, un enemigo<a name="page_114" id="page_114"></a> encarnizado de ella, el acto creca +desmesuradamente a los ojos de Dios. Dando vueltas a la idea, concibi +varias veces el propsito de acercarse inmediatamente a l, hablarle y +convencerle con razones y con ruegos; mas pronto lo abandonaba temiendo +un fracaso. No era que le mortificase lo ms mnimo en su amor propio: +estaba resuelto a padecer por Dios con alegra toda clase de martirios, +cuanto ms una injuria. Lo que tema era tener que renunciar a una +empresa tan noble y gloriosa. Poco a poco lleg a convencerse de que el +mismo Dios se la encomendaba especialmente, que sta era la tarea +principal que le haba impuesto al enviarlo a Peascosa. Y convencido de +que lo sublime del propsito no empece a que se adopten los medios ms +eficaces para llevarlo a feliz remate, resolviose a comunicarlo con su +madrina doa Eloisa y a pedirle ayuda. Grande fue el gozo de la buena +seora al recibir la confidencia. Aplaudi de todas veras el proyecto, +que satisfaca los deseos ms ardientes de su corazn, y prometi hacer +cuanto humanamente fuese posible por que tan hermoso sueo se realizase. +Hubo entre ambos largas plticas, en que se buscaron y ponderaron los +medios de llevarlo a cabo; se trazaron y se rechazaron diferentes +planes; por ltimo, quedaron convenidos en que el excusador fuese a la +morada de D. lvaro por encargo de su hermana<a name="page_115" id="page_115"></a> a pedirle una limosna +para las viudas y los hurfanos de unos pescadores que haban perecido +recientemente en la mar. Aprovechando la ocasin, poda tantearle, +hacerse amigo suyo y dar comienzo poco a poco a la obra de su +conversin. D. Eloisa no dudaba del xito, fiada en el buen fondo de su +hermano y en la virtud y la ciencia de su ahijado. Cuando alguna vez le +haba hablado de las prcticas religiosas, lvaro haba respondido con +alguna invectiva grosera contra los clrigos de Peascosa; a unos los +consideraba idiotas, a otros malvados; de todos se rea a mandbula +batiente. Pero qu poda decir de este muchacho tan bueno, tan +estudioso, de costumbres tan puras y austeras?</p> + +<p>l no estaba tan confiado. A medida que se acercaba el da de la visita, +sentase ms agitado y medroso. Peda con insistencia a Dios que le +diese fuerzas y valor, y preparaba sus argumentos y hasta sus frases con +una atencin exagerada. Una maana, despus de haber estado en oracin +largo rato, sali de la rectoral con paso firme, salv la pequea +distancia que le separaba del palacio de Montesinos, penetr en el +lbrego portal y tir del grasiento cordel de la campana. sta son a lo +lejos cascada y triste. El corazn del sacerdote se contrajo, a pesar +del nimo que la oracin le haba infundido. Presentose al cabo de un +buen rato de espera<a name="page_116" id="page_116"></a> un criado anciano de semblante hosco. Al ver al +excusador, sus ojos duros y penetrantes expresaron asombro.</p> + +<p>—D. lvaro est?</p> + +<p>Tard en contestar.</p> + +<p>—Ya se ve que est!—respondi al cabo.—No sale nunca.</p> + +<p>—Y se le puede ver?</p> + +<p>—Por qu no?</p> + +<p>—Pues avsele usted que el teniente cura de la parroquia desea hablar +con l por encargo de su seora hermana D. Eloisa.</p> + +<p>—No hay necesidad. Venga usted conmigo—replic bruscamente.</p> + +<p>Y despus de cerrar y trancar con cuidado la puerta, ech a andar +delante. No dej de sorprenderle al excusador el aire de autoridad del +viejo domstico, y lo poco en que tena la voluntad de su amo para +recibir o no las visitas. Despus de atravesar un gran patio hmedo, mal +empedrado, donde creca por todas partes la hierba, rodeado de columnas +toscas de piedra manchadas de musgo, ascendieron por una escalera de +piedra y tosca tambin, con los pasos gastados por el uso. En el piso +principal salvaron un ancho corredor abierto, con el pavimento de +madera, tan deteriorado que era preciso ir con cuidado para no meter el +pie por algn agujero. Por todas partes se observaba un<a name="page_117" id="page_117"></a> abandono +extrao; las paredes sucias, descascarilladas, el suelo con un dedo de +polvo, los techos agrietados: no pareca una casa habitada, sino una +antigua abada solitaria. La gran casa solariega de los Montesinos se +pudra, se derrumbaba, sin que su dueo intentase en ella la menor +reforma, sin que lo advirtiese siquiera. En el piso segundo el criado le +condujo al travs de varias salas destartaladas y lbregas, abri al fin +una puerta de cristales con visillos sucios, despus de echar una mirada +por el interior, dijo:</p> + +<p>—No est aqu. Habr subido a la biblioteca.</p> + +<p>Vuelta a desandar lo andado. Hallaron en el corredor una puertecita +estrecha, y por ella entr el criado seguido del clrigo, subiendo por +una escalera de caracol ms oscura y ms sucia an que el resto de la +casa. Cuando iban hacia el medio, el P. Gil oy en lo alto una tosecilla +seca que volvi a apretarle el corazn de temor. La biblioteca se +hallaba en una de las dos torres cuadradas que la casa tena a los +lados. Haba una pequea antesala sin mueble alguno, con puerta de +madera sin pintar, charolada por el uso, que el viejo empuj, diciendo:</p> + +<p>—lvaro, aqu tienes al seor excusador, que desea hablarte.</p> + +<p>El susto que ste llevaba en el cuerpo no le impidi sorprenderse de la +confianza extraa del<a name="page_118" id="page_118"></a> criado. Un seor tan rico, tan noble, tan +misterioso, tuteado por un criado!</p> + +<p>La biblioteca corra parejas con el resto de la casa en lo destartalada +y sucia. Era una gran pieza cuadrada, de techo abovedado, cuyas paredes +estaban cubiertas a trechos de tosca estantera con libros. stos +andaban asimismo amontonados por el suelo sin orden ni curiosidad +alguna. Los haba encuadernados con pasta antigua, los haba tambin en +rstica modernsima, pero todos eran vctimas por igual del descuido de +su dueo y de la inclemencia del polvo. Dos ventanas de vidrios +emplomados, sin cortinas, esclarecan la estancia. Una estufa moderna, +cuyo tubo, sostenido por alambres, sala por un cristal roto, la +calentaba. Cerca de una mesa deteriorada, cubierta por un hule todo +salpicado de tinta, estaba sentado en un silln antiguo de vaqueta un +hombre cuya figura y atavo correspondan perfectamente al decorado de +la estancia. Era menudo de cuerpo, gordo de cabeza, el rostro plido, +nariz y labios finos, los ojos pequeos y de un color indefinible, el +cabello bermejo y ralo, las manos diminutas y descarnadas. Vesta una +bata usada, mugrienta, traa anudado al cuello un pauelo de seda, y se +cubra las piernas y los pies con una manta de viaje tan rapada y +grasienta como la bata.</p> + +<p>Al abrirse la puerta levant la cabeza, y sus<a name="page_119" id="page_119"></a> ojos verdosos con puntos +amarillos, como los de los gatos, se clavaron en el sacerdote con una +curiosidad que lleg a ser insolente por el acto de no levantarse ms +que a medias del silln ni hacer siquiera una inclinacin de cabeza. El +P. Gil se haba despojado del sombrero canal, y se inclinaba confuso y +molesto bajo aquella fra y escrutadora mirada. El criado se retir y +entorn la puerta. Despus de preguntarle por la salud, tard en hallar +palabras el sacerdote.</p> + +<p>—Estar usted enterado, seor, de la desgracia que ha ocurrido hace +algunos das en la mar. Unas cuantas familias han quedado sin ms amparo +que la capa del cielo y el de las almas caritativas. Confiado en la +caridad de este pueblo, emprend la tarea de implorarla de casa en casa. +En cumplimiento de este deber y excitado por su seora hermana, me tomo +la libertad de venir a pedirle a usted para las pobres viudas y +hurfanos una limosna por el amor de Dios.</p> + +<p>El dueo de la casa le contempl todava unos instantes. Luego sac del +bolsillo una llave, abri un cajn de la mesa, sac unas monedas de oro +y, alargando la mano, las deposit silenciosamente en la del sacerdote.</p> + +<p>—Dios se lo pague a usted, seor—dijo ste.</p> + +<p>No haba ms remedio que retirarse. D. lvaro no deca una palabra ni le +invitaba a sentarse. Pero el hacerlo sin tentar de algn modo<a name="page_120" id="page_120"></a> su +proyecto, le dola tanto que permaneci inmvil, a despecho de la mirada +de despedida que aqul le estaba clavando.</p> + +<p>—No me sorprende su generosidad—dijo.—Su seora hermana me haba +hecho muchos elogios de su corazn, y veo que no estaba equivocada.</p> + +<p>—Supongo que a nadie ms que a mi hermana habr usted odo hacer +elogios de mi corazn.</p> + +<p>La voz del mayorazgo de Montesinos era singularmente armoniosa y dulce, +y contrastaba notablemente con lo inarmnico y triste de su figura. El +P. Gil, que era la rectitud personificada, qued un instante suspenso.</p> + +<p>—En efecto, a nadie he odo hacer elogios de usted ms que a su +hermana—dijo al cabo, con naturalidad.</p> + +<p>Montesinos no pareci disgustado con esta respuesta, pero sus ojos +brillaron con ms curiosidad, y volvi a examinar atentamente al clrigo +de los pies a la cabeza.</p> + +<p>—Como los elogios de mi hermana no tienen valor alguno... saque usted +la consecuencia.</p> + +<p>Una levsima sonrisa apunt a sus labios al pronunciar estas palabras.</p> + +<p>—Para juzgar a los hombres no me atengo al juicio de los hombres, sino +al de Dios. Quin sabe la bondad o la maldad que pueden ocultarse en el +fondo de un alma? Hasta ahora lo nico<a name="page_121" id="page_121"></a> positivo que s respecto a +usted, seor, es que no he llamado en vano a su puerta, es que los +hurfanos desvalidos bendecirn su nombre y su corazn.</p> + +<p>Los ojos del caballero se desviaron bruscamente del clrigo y expresaron +malestar.</p> + +<p>—El dar una limosna ms o menos crecida nada tiene que ver con la +bondad del corazn. Damos lo que nos sobra. Est usted seguro de que si +el dinero que acabo de darle me hiciese falta se lo dara?</p> + +<p>—No, seor: de lo que estoy seguro es de que hara usted bien en darlo +aunque le hiciese falta—respondi gravemente el sacerdote.</p> + +<p>El aristcrata le mir an con ms inters y qued unos instantes +pensativo. Luego alz los hombros con indiferencia.</p> + +<p>—Ps! Yo no s hasta qu punto es eso cierto. Suponiendo que mi dinero +sirviese para que vivan esos hurfanos, no es gran favor el que les +hago. Es ms; si se considera lo que indudablemente les espera en esta +vida, puede asegurarse que les causo un terrible mal... Vivir abrumados +de trabajo, de sufrimientos, de angustias, y por fin de fiesta quiz una +muerte aterradora como la de sus padres all entre las olas +embravecidas. Hermoso porvenir! Bien pueden darnos las gracias esos +pobres chicos por la felicidad que les preparamos.<a name="page_122" id="page_122"></a></p> + +<p>—Todo hombre tiene un destino que cumplir sobre la tierra.</p> + +<p>—Conozco perfectamente ese destino. Padecer los innumerables dolores +que la naturaleza y nuestros semejantes nos proporcionan.</p> + +<p>—Y si los padecemos con paciencia y los encomendamos a Dios, lograr la +recompensa reservada a los buenos.</p> + +<p>D. lvaro hizo una mueca de desdn, y levantndose de la silla con +seales de impaciencia, tendi la mano al sacerdote.</p> + +<p>—Seor excusador, nuestra conversacin, si se prolongase, podra +convertirse en disputa. Siempre es mala educacin disputar con las +personas que vienen a visitarnos, pero en este caso, tratndose de un +sacerdote, sera una verdadera ofensa.</p> + +<p>—Diga usted cuanto se le ocurra, seor. Mi deber es pregonar la verdad +sin temor a las ofensas.</p> + +<p>El caballero volvi a mirarle esta vez con una benevolencia compasiva, y +acercndose a l y ponindole una mano sobre el hombro, le pregunt +sonriendo:</p> + +<p>—Vamos a ver, seor cura, si usted fuera Dios, hara un mundo tan +perverso como ste?</p> + +<p>—Esa pregunta ms parece una burla...—respondi con seales de +tristeza y disgusto el clrigo.<a name="page_123" id="page_123"></a></p> + +<p>—Lo ve usted cmo se ofende!... Lo que yo pretendo preguntarle es si, +teniendo usted en su mano fabricar un mundo bueno, poblado de seres +felices, eternamente felices, creara usted por capricho otro lleno de +dolores, de tristezas, de amarguras, dara usted vida a unos pobres +seres, malos y buenos, por el gusto de recompensar a los buenos y +castigar a los malos.</p> + +<p>—Dios no ha creado el mundo malo, sino bueno. Fue el primer hombre +quien se acarre todos los dolores con su desobediencia.</p> + +<p>—Ah, s! El mito de la manzana. Yo no le creo a usted capaz, seor +excusador, de un capricho tan ridculo. A qu conduca el reservar esa +manzana, sobre todo conociendo el carcter caprichoso de Eva y la +debilidad de Adn por ella? Pero dando por supuesto que esos dos +merecieran castigo, qu tenemos que ver nosotros con su delito? Si una +persona le agraviase, sera usted capaz de vengarse en sus hijos y sus +nietos? No lo creo. Principiara usted por perdonar al ofensor, y si no +le perdonaba, al menos se guardara de causar ningn dao a sus hijos. +Vea usted, por lo tanto, cmo me veo en la precisin de considerarle a +usted mejor persona que Dios.</p> + +<p>Una ola de sangre subi al rostro del presbtero. El estupor, la +indignacin, le trabaron la lengua.<a name="page_124" id="page_124"></a></p> + +<p>—Eso es mofarse indignamente de las cosas ms santas—articul al +fin.—Me sorprende que habiendo usted recibido una educacin cristiana +haya llegado a tal extremo de impiedad.</p> + +<p>Una sonrisa sarcstica se dibuj en el rostro macilento del hidalgo.</p> + +<p>—Efectivamente, he recibido una educacin cristiana... al menos segn +se ha entendido hasta ahora el cristianismo. Mire usted, seor +excusador, yo he tenido un padre que era como Dios. Por la ms leve +falta, hija de mi inexperiencia, de mi temperamento, de mi edad, me +impona un castigo brbaro, cruel. Si me dorma durante el rosario, +azotes; si cometa tres equivocaciones en la leccin, azotes; si me caa +un borrn en la plana escrita, azotes; si corra por la casa, azotes; si +manchaba el vestido, azotes. Siempre azotes!... Y no se tomaba siquiera +la molestia de drmelos por su mano: encargaba de la ejecucin a Ramiro, +ese criado que le ha conducido a usted hasta aqu, el cual, +cristianamente, me los propinaba hasta hacerme sangre. Pero todava mi +padre era mucho mejor que Dios en este punto; porque los azotes de +Ramiro duraban un rato, mientras que los que los diablos nos han de dar +durarn eternamente, segn aseguran ustedes...</p> + +<p>La sonrisa que vagaba por sus labios se apag. Guard silencio un rato: +qued profundamente<a name="page_125" id="page_125"></a> ensimismado. Sus ojos, fijos en el suelo, se +dilataron con expresin de terror. Por delante de ellos pas en rauda y +lgubre visin toda su infancia. Su padre, alto, seco, con su gran nariz +encorvada y cortante como el pico de un guila. Jams le haba visto +sonrer. La mitad de la vida la pasaba en la iglesia, donde se dejaba +caer de rodillas con un fuerte golpe que le haca estremecer (a veces +imaginaba que tena las rodillas de hierro o piedra). Slo le hablaba +para reprenderle o exigirle el cumplimiento de alguna tarea. No tena +ms amigos que dos o tres clrigos, con los cuales le oa abominar del +liberalismo y la impiedad moderna. Se vea a l, pobre nio, enteco y +enfermizo, pasando dos y tres horas arrodillado en la iglesia, sin +gustar jams el placer de correr al aire libre como los hijos de los +miserables pescadores, sin tener un compaero con quien comunicar sus +inocentes pensamientos. Un da igual a otro. El cielo siempre plomizo. +La mar bramando tristemente en las peas. El viento aleteando con +violencia sobre los cristales. Y la casa silenciosa, lbrega, sucia, +resonando de vez en cuando con los paseos lentos, acompasados, de su +padre. Vease ms tarde en Lancia estudiando la segunda enseanza, +hospedndose en casa de un clrigo del mismo temperamento y costumbres +que su padre. Sus compaeros le despreciaban a causa de su<a name="page_126" id="page_126"></a> debilidad, +de su falta de destreza; los profesores le miraban con recelo por su +carcter reservado y triste. Y por las vacaciones vuelta al lgubre y +aborrecible palacio, al austero rgimen, a los eternos rezos. A pesar de +sus ardientes deseos de seguir una carrera no lo consigui. Su padre +consideraba indigno del mayorazgo de la casa de Montesinos el escribir +un pedimento o trazar una carretera: a los abogados los llamaba +curiales, a los ingenieros canteros, a los profesores maestrillos. La +milicia le agradaba, pero sus ideas tradicionalistas le impedan mandar +a su hijo a servir a un gobierno liberal. No pudiendo servir a su rey +con las armas, la vida de un noble deba ser levantarse temprano para +or misa, echar un vistazo a su hacienda, platicar un rato con el +mayordomo, jugar al tresillo con los curas, dar luego con ellos un +paseo, rezar el rosario, confesarse a menudo y dar constantemente +ejemplo a los plebeyos de virtud y religiosidad, sin rozarse jams con +ellos. Pero a pesar del gran respeto que mostraba a los sacerdotes y de +besarles la mano en pblico, lvaro recordaba un pormenor que siempre le +haba llamado mucho la atencin: a la hora de comer los criados servan +antes al amo y a su hijo que al capelln de la casa. El orgullo +nobiliario lata an ms vivo en el corazn de su padre que el +sentimiento religioso; pero saba aliarlos tan bien en el<a name="page_127" id="page_127"></a> fondo de su +conciencia, que haba llegado a creer que la religiosidad era una +cualidad privativa de los aristcratas, y que por ella se distinguan +mejor que por ninguna otra del vulgo despreciable.</p> + +<p>Vease en Peascosa haciendo la vida de hidalgo desocupado, sometido +como un nio de diez aos a la autoridad desptica de su padre. Su +espritu imaginativo, soador, no poda soportar aquella inaccin. +Comenz a leer a hurtadillas novelas que le proporcionaba una seora que +tena estanquillo en la calle del Cuadrante. Subi despus a la +biblioteca, donde un clrigo, hermano de su abuelo, que pas por sabio +en vida, haba dejado gran copia de libros, y comenz a devorarlos. Ley +a Platn, a Descartes, a Santo Toms, a Feneln, etc.</p> + +<p>Se hizo sabio. Pero al entrar la luz de la ciencia en su espritu, +tambin se desliz la duda. Qu tormentos tan crueles le caus! En su +vida, triste, montona, slo la religin, el pensamiento de Dios, la +promesa de la inmortalidad, de otro mundo ms justo y ms hermoso +endulzaba un poco el amargor de las horas. Y he aqu que repentinamente +desconfiaba de esta dulce promesa, dudaba de las verdades todas de la +religin, hasta de la existencia de Dios. En un principio anduvo +receloso, sombro, temiendo que su padre le descubriera en los ojos sus +abominables pensamientos. Despus,<a name="page_128" id="page_128"></a> atormentado cruelmente, abrumado por +ellos, ansioso de hallar remedio a su mal, de una mano que le sostuviese +antes de caer en el abismo de perdicin, tuvo el valor un da de +arrojarse a los pies de su padre y confesrselos. El viejo aristcrata +qued aterrado, y para remediar la locura de su hijo (as la calific) +no hall otro remedio que aconsejarle la penitencia, los ayunos, las +mortificaciones de todo gnero. Para l estas dudas no provenan ms que +de rebeliones de la carne, a la cual haba que combatir con la humildad +y las disciplinas.</p> + +<p>Salt pronto la barrera de la duda y cay en el campo de la +incredulidad. Desde entonces, ni un momento de vacilacin; ms y ms +convencido cada da de que este mundo no vala nada, y que fuera de este +mundo no haba que esperar otra cosa. Muri su padre y se confes con +remordimiento que no lo senta. Respir con ansia y delicia el aire de +la libertad. Hubo un momento en que la vida le pareci menos horrible; +el mundo tuvo para l una dulce sonrisa. Fue cuando, el bolsillo bien +repleto, se march a Madrid. Primero la ciencia le ofreci un consuelo y +un entretenimiento. Se puso al corriente con avidez de las ltimas ideas +en filosofa, en historia, en ciencias naturales; altern, discuti con +los hombres ms eminentes de Espaa.<a name="page_129" id="page_129"></a> Y tuvo la satisfaccin de observar +que all en sus soledades de Peascosa, meditando sobre los libros +antiguos, haba llegado a los mismos resultados que los filsofos +modernos. Despus vino el amor: un sueo dulce y embriagador, una msica +penetrante y divina que le suspendi algn tiempo sobre la miseria de la +tierra, que le reconcili con la vida y despert en su corazn la +esperanza infinita, la ilusin de la dicha inmortal. La cada de aquel +mundo luminoso, encantado, risueo, fue bien cruel; una de las pginas +ms negras que registra la historia de los hombres, donde las hay tan +negras!...</p> + +<p>—Por lo dems—dijo saliendo de su xtasis doloroso y pasando la mano +de esqueleto por la frente,—yo he tomado bastante tiempo en serio esas +cosas que usted cree. Me ha costado mucho dolor, muchas horas de +insomnio, muchas lgrimas separarme de ellas. Djeme usted que a cambio +de tantas lgrimas me ra ahora un poco.</p> + +<p>—De modo—dijo el sacerdote con mal reprimida agitacin—que, olvidando +por entero las creencias que usted mam, la santa religin de sus +padres, se declara usted enemigo de Dios...</p> + +<p>—S, seor, enemigo de Dios y de los hombres... Es decir, de Dios +desgraciadamente no puedo serlo, porque no existe. Si existiera, a +juzgar por sus obras, sera un Dios bien perverso.<a name="page_130" id="page_130"></a> No pudiendo serlo de +Dios, lo soy de los hombres, no para hacerles dao, sino para huir de +ellos como se huye de las bestias feroces. Desde que nac me han hecho +experimentar muchos dolores. Sin embargo, nunca intent vengarme de +ellos, porque s muy bien que son malvados porque as los ha creado la +Naturaleza o el Destino; hacen dao como lo hacen las fieras, por el +egosmo que ruge dentro de todo ser animado. El mundo est organizado +para devorarse los seres, unos a otros. Lo que pasa entre los peces pasa +entre los hombres; slo que nosotros no abrimos la boca y nos tragamos +la vctima de golpe, lo cual, despus de todo, es una ventaja para ella, +sino que la vamos devorando a pequeos mordiscos, arrancndole la carne +hasta dejarla en esqueleto... No me ve usted a m?—aadi con sonrisa +feroz apuntando a su rostro.—El pez que me ha comido lo entenda. No me +ha dejado ms que los huesos.</p> + +<p>El P. Gil, cada vez ms aterrado, se atrevi a preguntar:</p> + +<p>—Y usted piensa que no hay sobre la tierra ningn hombre honrado, +ninguna mujer virtuosa?</p> + +<p>—S los hay, pero son productos excepcionales de la Naturaleza; mejor +dicho, son aberraciones de un organismo creado para el mal. Los hombres +buenos sufren las consecuencias de toda<a name="page_131" id="page_131"></a> aberracin; no pueden +subsistir. Todos los animales nacen con defensa para la lucha en el +combate de la vida, unos tienen dientes, otros tienen garras, otros +tienen cuernos, otros tienen alas para huir: el hombre bueno es el nico +animal que carece de medios de defensa. No siendo apto para luchar, est +fatalmente destinado a perecer. Es la pobre mosca que se enreda en la +inmensa tela de araa labrada por los bribones que componen la inmensa +mayora del gnero humano. El consuelo nico que el hombre bueno puede +tener es que sus verdugos tampoco son felices. La vida es un gran fraude +para todos, para los buenos y para los malos. Dentro del universo se +oculta una fuerza astuta, perversa, que nos impulsa, que nos dirige +hacia un fin desconocido para nosotros, en el cual nada tenemos que ver. +Para este fin misterioso necesita de nosotros y nos obliga a +reproducirnos. No le importa que seamos desgraciados. El individuo para +ella es nada, la especie lo es todo. Obra como el dueo de una +ganadera, que antes de matar un buen caballo que ya no sirve, le obliga +a dejar una cra. Preocupada nicamente con la perpetuidad para que no +le falten jams instrumentos, nos engaa con el seuelo del placer, de +la ambicin o del orgullo. Usted mismo, que no obra por ninguno de estos +mviles, es igualmente un instrumento de la especie. Al preocuparse con +la suerte<a name="page_132" id="page_132"></a> de esos pobres hurfanos, al buscar con afn los medios de +que vivan, obedece usted inconscientemente las rdenes de esa fuerza +malvada. Cuando no le basta el atractivo del placer para la conservacin +de la vida, apela al sentimiento de compasin que ha puesto dentro de +nosotros.</p> + +<p>El P. Gil, que escuchaba petrificado tal sarta de impiedades, sinti un +estremecimiento de horror al or aquella interpretacin monstruosa del +sentimiento de la caridad. A este estremecimiento sucedi una viva +irritacin. Necesit un gran esfuerzo de voluntad para no romper en +insultos contra el blasfemo.</p> + +<p>—Todo eso est muy bien—dijo dominndose y sonriendo +forzadamente;—pero usted me dispensar que le haga una pregunta. En ese +pesimismo tan desconsolador que usted profesa, en la idea deplorable que +usted ha formado del mundo y de los hombres, en ese mismo atesmo brutal +(perdn por la frase!) que tanto gusto tiene en exhibir, est usted +seguro de que todo depende de la razn fra y serena? No habrn +influido nada sus tristezas individuales, los acontecimientos +desgraciados de su vida?</p> + +<p>Los ojos felinos del hidalgo brillaron iracundos; le haba herido en lo +vivo.</p> + +<p>—Ah, la eterna cantilena!—exclam impetuosamente.—Cuando no se puede +atacar una teora, se escudrian los mviles del que la sustenta.<a name="page_133" id="page_133"></a> Qu +pretende usted probar con eso? Supongamos que el mundo es un paraso, +que todos los hombres, menos yo, son felices, y que mi pesimismo depende +en un todo de mis desgracias. Dejar por eso de afirmar el mal que me +ha tocado en suerte? No tendr derecho yo, criatura desdichada, a +calificar a Dios (caso de que lo hubiera) de perverso, puesto que +pudiendo haberme hecho feliz como a los dems me hizo desgraciado? Todo +el que padece sobre la tierra puede preguntar a Dios como Job: Cundo +la existencia te pidi la nada?... Por lo dems—aadi adoptando un +tono despreciativo, insultante,—desde que usted ha entrado por esa +puerta supe a lo que vena. No quiero discutir con usted, porque me +aburrir. Estoy persuadido de que la religin en que usted cree no es +ms que un conjunto de hiptesis inocentes como las de todas las dems +religiones inventadas por la miseria y la cobarda de los hombres, que +no pueden resignarse a morir buenamente como los dems seres animados, +como nos lo ensea irrefutablemente la experiencia, que no pueden +convencerse de que han nacido para el dolor. Y esto no lo creo por +capricho, sino despus de haber estudiado y meditado el asunto +largamente, despus de haber seguido paso a paso con cuidado la historia +de las religiones ms importantes. Si hubiera de elegir alguna entre +ellas, no sera<a name="page_134" id="page_134"></a> ciertamente el cristianismo, que es una de las ms +tristes e insensatas. Me sucede lo que a Goethe: la cruz me crispa los +nervios. Ni Santo Toms, ni San Agustn, ni Feneln, ni Pascal me han +convencido. Por consiguiente, ninguno de ustedes me convencer. Usted no +tiene ms respetabilidad para m que la que le preste su carcter y sus +obras. De su ciencia y de la de todos sus colegas, obispos y arzobispos +me ro a carcajadas.</p> + +<p>Sus ojos brillaban con fiereza, mirndole de arriba abajo; pero estos +ojos se dulcificaron repentinamente al ver temblar una lgrima en los +del P. Gil.</p> + +<p>—Dispnseme usted, seor excusador—se apresur a decir, acercndose a +l,—si le he ofendido. Tengo mal carcter... me irrito con facilidad...</p> + +<p>—Adis, seor, adis—respondi el P. Gil, estrechando la mano que +Montesinos le tenda.—A m no me ha ofendido... Es a Dios a quien...</p> + +<p>—Entonces estoy contento, porque eso no importa nada...—replic +sonriendo.—Hasta la vista. Ya sabe que tiene aqu un amigo y una casa a +su disposicin.<a name="page_135" id="page_135"></a></p> + +<h3><a name="V" id="V"></a>V</h3> + +<p>Sali de aquella casa maldita en un estado de confusin y tristeza +indescriptibles. No quiso ir a la de D. Eloisa, que le esperaba +impacientemente. Cuando ms tarde la vio, manifestole su fracaso en +cortas y secas palabras.</p> + +<p>Durante algunos das hizo esfuerzos para alejar de su pensamiento +aquella desagradable entrevista y hasta la imagen del blasfemo. +Abrumado, abatido por un recibimiento tan brutal, no imaginaba que +hubiese medio alguno de combatir aquel diablo rabioso henchido de ira y +de impiedad. Pero sus palabras resonaban noche y da en sus odos, le +perseguan, le dolan como crueles latigazos. Conoca algunos +razonamientos de los herejes; aquellos que los libros de<a name="page_136" id="page_136"></a> teologa +traan, y que el autor, con la autoridad de los Santos Padres, refutaba +siempre victoriosamente. Saba de la existencia de los racionalistas, +pero sus noticias eran deficientes y vagas. Jams haba visto expresado +de un modo tan cnico el atesmo. No pensaba que hubiese quien estuviera +verdaderamente convencido de que Dios no exista.</p> + +<p>Disipada, no obstante, al cabo de algn tiempo la impresin, no pudo +menos de pensar que se haba amilanado pronto. Demasiado saba que la +oveja no se le haba de entregar de buenas a primeras, que iba a +encontrarse con un hombre avisado, erudito, a quien no se atraera con +cuatro lugares comunes. Entonces, por qu abatirse repentinamente? Por +qu darse por vencido sin luchar? El P. Gil se confes, con su habitual +y sincera modestia, que no estaba preparado para este combate. Debajo de +las frases irnicas y cnicas del mayorazgo de Montesinos adivinaba un +estudio largo de la materia, un sistema meditado y completo. Para +combatir este sistema y los razonamientos que la impiedad puede alegar +era menester conocerlos de antemano, discutirlos y ponderarlos +previamente en la cabeza, para luego, al aparecer en la boca del +incrdulo, destruirlos, hacerlos polvo. Por eso no se atreva a intentar +de nuevo aquella apetecida conversin.<a name="page_137" id="page_137"></a></p> + +<p>Pero cuanto ms difcil se le haca, cuantos ms obstculos encontraba +en el camino, ms vivos eran sus deseos de lograrla. En las vidas de los +santos haba visto que jams se daban por vencidos en su lucha con el +pecado. Por enorme, por imposible que la empresa fuera, una y otra vez +la acometan con creciente ardor, fiados nicamente en la ayuda de Dios. +Deba hacer otro tanto. Si le faltaban fuerzas, Dios se las prestara. +Trabajar sin descanso hasta conseguir la vuelta del hijo prdigo, hasta +destruir este foco de impiedad que poda contagiar los corazones sanos +de Peascosa, hasta remover aquella piedra de escndalo.</p> + +<p>Qued decidido en su pensamiento que volvera de nuevo a la carga. Pero +esta vez ira mejor apercibido; conocera perfectamente todos los +argumentos de los herejes y llevara preparada la rplica. Comunic con +su maestro el rector del seminario de Lancia el proyecto de la +conversin y le rog que pidiese al prelado un permiso para leer libros +prohibidos. Tard poco en mandrselo el rector, pero en la carta que lo +acompaaba no apareca muy entusiasmado con la empresa de su discpulo. +El asctico sacerdote gozaba ms con perfeccionar las almas creyentes y +buenas, que en atraer las que definitivamente se hallaban en las garras +del pecado.<a name="page_138" id="page_138"></a></p> + +<p>Lo primero que se le ocurri leer al P. Gil fue cierta <i>Vida de Jess</i>, +muy popular a la sazn entre los impos y de la cual se hablaba siempre +con desprecio mezclado de terror en el seminario. La ley con profundo +dolor y tristeza. Nuestro Seor Jesucristo era considerado por el hereje +que la escribiera como hombre. Le prodigaba mil irrisorias alabanzas, le +manifestaba exagerada admiracin, pero era para demostrar mejor su +condicin exclusivamente humana y deslizar el veneno de la impiedad con +ms fruto. El libro estaba atestado de patraas. El cristianismo, +deca, es un fenmeno histrico, y como tal debe ser estudiado +histricamente. Esto era evidentemente absurdo, porque el cristianismo +significa la redencin del gnero humano por el Hijo de Dios; es la +revelacin de la verdad divina. El autor peda que se examinasen los +relatos de los Evangelios mediante los mismos principios con que se +juzga cualquiera otra tradicin, que no se impusieran de antemano a la +crtica los resultados y se la dejase libre de hiptesis preconcebidas. +Esto era otro absurdo, porque cmo hemos de aplicar a la fe, a la +palabra de Dios, los mismos principios que a los hechos y a las palabras +de los hombres? De este modo iba respondiendo uno por uno a los +argumentos del autor racionalista, y deshacindolos.<a name="page_139" id="page_139"></a></p> + +<p>Preocupado con esta discusin interior y ganoso de exteriorizarla, como +acaece con todo lo que llena y embaraza nuestro espritu, se aventur a +hacer otra visita al mayorazgo de Montesinos. Esta vez le recibi muy +bien, con exquisita amabilidad, como si le remordiese la conciencia de +su grosera pasada. Hablaron de cosas indiferentes. Montesinos tuvo +ocasin de manifestarle que tena muy buenas noticias de su carcter, +que conoca las virtudes que le adornaban. El P. Gil se ruboriz con +estos elogios y respondi, sonriendo tristemente, que lo que quisiera en +aquel momento era tener mucho talento y mucha ciencia para convencerle +de la verdad de la revelacin. De cul revelacin?—le haba +preguntado el hidalgo sonriendo tambin con benevolencia.—Cmo de cul +revelacin?—S, de cul? porque hay varias: los cristianos, los +buddhistas, los mahometanos, los judos, todos creen su religin +revelada por Dios.—Hablo de la nica verdadera, de la revelacin de +Nuestro Seor Jesucristo.—Y en qu se funda usted para creer que sa +es verdadera y las otras falsas?—En que las otras estn llenas de cosas +monstruosas, irracionales—respondi imperiosamente el clrigo,—en que +slo la religin del Crucificado llena todas las aspiraciones de nuestro +sentimiento y nuestra razn.—Tenga usted cuidado, seor +excusador!—exclam el<a name="page_140" id="page_140"></a> mayorazgo soltando una alegre carcajada—que +est usted haciendo depender la verdad revelada del aserto de la razn, +que est usted proclamando la supremaca de sta, lo cual es una +proposicin hertica.—Cmo? cmo?—pregunt aturdido el sacerdote. +Pero Montesinos cambi la conversacin bruscamente. No se atrevi a +insistir.</p> + +<p>Le cost gran trabajo tragar aquella pldora. Estuvo una porcin de das +sin poder pensar apenas en otra cosa. La idea de que sin darse cuenta de +ello pudiera incurrir en algn error condenado por la Iglesia le +inquietaba vivamente. Indudablemente el leer libros herticos, el pensar +demasiado en los fundamentos de la religin era parecido a jugar con +fuego. Mejor hara en dejar los dados quedos y a Montesinos que se lo +llevase el diablo. Contra esta resolucin clamaban todos los santos que +vivieron en el mundo y los mandamientos divinos que ordenan amar al +prjimo como a uno mismo. Por otra parte, presenta que su agitacin +interior no iba a cesar. Las ideas de la <i>Vida de Jess</i> y las que haba +odo a Montesinos bullan confusamente en su cerebro, y no se calmaran +repentinamente por un esfuerzo de la voluntad. Por qu no haba de +ahondar en el examen de los orgenes de la religin cristiana? Por qu +no haba de conocer hasta en sus ltimos pormenores los datos de la<a name="page_141" id="page_141"></a> +discusin, a fin de confundir, de pulverizar a cualquier racionalista +que se le presentase, por sabio que fuera? En esto no haba peligro +alguno. La poca ciencia aleja de Dios: la mucha acerca.</p> + +<p>Dedicose con ardor, con frenes se puede decir, al estudio. Montesinos, +con quien empez a intimar, puso a su disposicin la biblioteca. Ley +sin tregua, con atencin profunda, los escritos ms sobresalientes +acerca de las investigaciones crticas sobre el cristianismo primitivo, +sobre los libros del Nuevo Testamento y la historia de los dogmas. Bebi +a grandes tragos el veneno de la hereja sin percibir su sabor, con la +esperanza de que al agotar el vaso quedara perfectamente tranquilo, +seguro para siempre de la insensatez y maldad que encerraba todo lo que +se opusiera a la Iglesia de Cristo. Mas ay! no sucedi as. Al cabo de +algunos meses la duda levant su cabeza hedionda en su espritu +atribulado. Estuvo muchos das sin confesrselo, procurando engaarse a +s mismo, desviando los ojos para no verla. Lleg un momento, sin +embargo, en que ya no fue posible. La infame se haba ido enroscando +cautelosamente a su alma, se haba apoderado insensiblemente de toda +ella. Qu estupor! Qu horrible desconsuelo!</p> + +<p>La Biblia es la palabra de Dios. Lo que Dios sugiere es la infalible +verdad. En la Biblia<a name="page_142" id="page_142"></a> no pueden existir narraciones falsas o +contradictorias. Esto se repeta el sacerdote a cada instante, hasta en +voz alta cuando se hallaba solo.</p> + +<p>Si la Escritura no fuese de origen divino, cmo se explica que Isaas +pudiese profetizar que Jess nacera de una virgen y que haba de ser en +Beln? Cmo pudo el mismo Isaas, siglo y medio antes de Ciro, sealar +a ste como libertador de los judos? Cmo pudo Daniel, bajo el imperio +de Nabucodonosor, profetizar el nacimiento de Alejandro Magno y muchas +particularidades de su historia?</p> + +<p>A quin diriga con violencia el P. Gil estas contundentes preguntas +hallndose solo? A un heresiarca invisible que le replicaba silbando +como una serpiente: Los diferentes libros de la Biblia son obra de los +hombres, como todos los dems que se atribuyen origen divino, el Corn, +los Vedas, etc. Son compilaciones de escritos de diversos gneros y +pocas. Los libros atribuidos a Moiss y a Samuel son compilaciones muy +posteriores, en las cuales se han introducido fragmentos de diferentes +pocas. Lo mismo pasa con los libros del Nuevo Testamento. Isaas no ha +pensado con su hijo de virgen para nada en Jess. El ltimo tercio de +las profecas de Isaas procede de un contemporneo de Ciro y todo el +libro de Daniel de un contemporneo de Antioco,<a name="page_143" id="page_143"></a> por lo cual muy bien +pudieron profetizar lo que ya haba sucedido.</p> + +<p>El P. Gil se tapaba los ojos, se mesaba los cabellos, horrorizado de +aquella disputa sacrlega. l, un ministro del Altsimo, buscando +reparos y contradicciones a las palabras del Espritu Santo! Mereca que +la tierra se abriese repentinamente y se lo tragara. Aquellos libros +infames que le haba prestado el hereje Montesinos tenan la culpa. +Arrebatado de santa indignacin contra ellos, sin reparar en que no le +pertenecan, los cogi todos un da, hizo un montn con ellos en el +patio, y le dio fuego. D. Miguel, que estaba muy lejos de sospechar lo +que pasaba por el alma de su teniente, aplauda desde el balcn con +fuertes risotadas el auto de fe.</p> + +<p>Qued ms tranquilo desde que no tuvo en la habitacin aquellos +perversos enemigos de su salvacin. Dej por completo la lectura y +entregose de nuevo a los deberes del confesonario, que tena algo +abandonados. Y procediendo con sus dudas de crtica histrica como los +santos antiguos procedan con las tentaciones de la carne, comenz a +mortificarse despiadadamente. l, que hasta entonces se haba mostrado +dbil y cobarde en esta va de perfeccin, siguiola ahora con arrojo, +ansioso de pagar con los dolores del cuerpo la rebelin escandalosa del +espritu. Mucho le confort y ayud en este trance el<a name="page_144" id="page_144"></a> ejemplo de la +piadosa hija de Osuna. Cada da descubra en el alma pura de su +penitenta nuevos tesoros de bondad y perfeccin cristianas. Crea estar +en presencia de una de aquellas elegidas del Seor, consagradas por la +Iglesia y adoradas por los fieles de toda la cristiandad: Santa Teresa, +Santa Isabel, Santa Catalina, Santa Eulalia, la beata Margarita de +Alacoque. Las mismas particularidades que haba ledo en la historia de +estas santas, observbalas ahora en su hija de confesin; la misma sed +de penitencia, iguales escrpulos y temores, la misma humildad, los +mismos favores divinos.</p> + +<p>Porque Obdulia, llena de vergenza, como si se acusara de un pecado +grave, temblando de emocin, le haba confesado que de vez en cuando +experimentaba desmayos hallndose en oracin, caa al suelo +repentinamente, y en los breves momentos en que permaneca sin sentido, +vea unas veces a Jess entre nubes rodeado de ngeles, escuchaba una +msica divina, embriagadora; otras veces notaba que un ngel grande, +fuerte, hermoso, con dos alas inmensas y trasparentes, se acercaba a +ella y le pona con dulzura la mano en la cabeza, dicindole: +Persevera; otras, las ms, perciba solamente una gran claridad, que +la baaba toda de placer, sin ver a nadie; pero se senta acompaada +como si todos los santos y santas del cielo vagasen invisibles<a name="page_145" id="page_145"></a> a su +alrededor. Al principio, como confesor prudente, mostr no dar +importancia a aquellas visiones: podra muy bien estar equivocada; el +diablo finge muchas veces tales escenas para engaar a las almas +incautas, deslizando en ellas el veneno de la vanidad y la soberbia. +Obdulia persista, sin embargo: los sncopes eran cada vez ms +frecuentes y prolongados, las visiones ms intensas; aseguraba con mal +reprimido fuego que vea a Jess, que vea al ngel. El P. Gil dudaba +siempre, o finga dudar, haciendo un gesto desdeoso cada vez que la +joven relataba con labios temblorosos aquellos favores del cielo. Slo +haba un signo seguro para reconocer si venan directamente de Dios; +cuando el alma se perfecciona con ellos a tal punto que un levsimo +pecado venial le causa tanto dolor y tantas lgrimas como el ms nefando +y mortal. Ahora bien, en ella todava existan las rebeliones de la +carne, todava apuntaba el amor propio. No poda juzgar divinos aquellos +deslumbramientos. Obdulia experimentaba un gran desconsuelo ante esta +actitud severa y reservada.</p> + +<p>Pero poco a poco el sello que el sacerdote peda para reconocer el +origen celestial de sus visiones fue apareciendo. El espritu de la +joven se acendr de todas las impurezas. Su devocin a las prcticas +religiosas, sobre todo al sagrado pan eucarstico, era cada da mayor. +Se deshaca,<a name="page_146" id="page_146"></a> se derreta en amor divino, rompiendo muchas veces en +exclamaciones de entusiasmo, en frases incoherentes, como si estuviera +loca. Y con esto, su humildad y sumisin tan perfectas, que bastaba una +mirada de su confesor para confundirla, para hacerle temblar y pedir +perdn por los actos ms inocentes. A la postre no tuvo ms remedio +aqul que inclinarse ante la voluntad de Dios y confesar su presencia. +Lo hizo con gran placer. Despus de sus sacrlegas dudas, estaba ansioso +de ver los testimonios de la omnipotencia y de la bondad infinitas; +quera anegarse en el ocano de lo inexplicable, de lo sobrenatural, +para escapar a la crtica minuciosa y perversa que todo lo marchita. +Considerose feliz, libre de ella, teniendo a su lado tan claro ejemplo +del poder milagroso de Dios. Crey que as le adverta para que no +volviese a caer en la tentacin, que le enviaba un faro para esclarecer +las tinieblas de su espritu. Recordaba siempre lo que le haba pasado +al P. Gracin, a quien Santa Teresa tanto ayud en el camino de la +virtud con el ejemplo de su conciencia inmaculada. Y en el fondo de su +corazn naci un gran respeto a par que una inmensa gratitud hacia +aquella piadosa mujer, que le libertaba de las garras del demonio. +Escuch con atencin el prolijo relato de sus visiones, y armado de +santa emulacin emprendi de nuevo con ms ardor, si no<a name="page_147" id="page_147"></a> con ms fe, el +camino de las mortificaciones, que haba abandonado mientras gimi en la +servidumbre de la duda.</p> + +<p>Obdulia, que durante los ltimos meses le haba visto con pena +distrado, sinti gran alegra al hallarle de nuevo atento, solcito, +escuchndole horas enteras desahogar las menudas preocupaciones de su +espritu sin impacientarse. Era un retorno feliz a la dulce confianza, a +las plticas msticas, a las familiaridades de antes. Y como suele +acontecer en casos semejantes, se apret ms el lazo entre ellos; esto +es, la confianza y el afecto fueron mayores. Al cabo de poco tiempo +consultaba con su penitenta, no slo los asuntos piadosos, sino tambin +los domsticos; era su consejera espiritual y temporal. La joven devota +penetraba todos sus pensamientos, a veces antes de formularse con +precisin en su cerebro.</p> + +<p>—Padre, hoy est usted de mal humor; es porque no ha podido decir misa +en el altar de la Concepcin como otras veces.—Tiene usted ojeras; bien +se ve que se ha pasado toda la noche rezando.—Ya s por qu dijo la +misa el domingo ms tarde: esperaba que llegase doa Eloisa.—Ese +alzacuello le aprieta a usted mucho. Est usted incmodo. Quiere que yo +se lo arregle?...</p> + +<p>Sus vidas se iban compenetrando insensiblemente.<a name="page_148" id="page_148"></a> No slo tenan un rato +de pltica casi todos los das en el confesonario, sino que por la tarde +se vean en la iglesia, al rosario, y por la noche tambin a menudo en +casa de D. Eloisa. Adems, de vez en cuando, para algn motivo piadoso, +como una novena, una reunin de la cofrada, etc., la joven iba a la +rectoral a consultarle, aunque le costase siempre un esfuerzo, porque +tena gran miedo a D. Miguel. Se le haba metido en la cabeza que ste +la miraba de mal ojo, que la despreciaba. Y acaso no le faltase razn +para suponerlo.</p> + +<p>Esta confianza lleg a pecar de excesiva en algunas ocasiones. Al menos +as lo pens el P. Gil. Obdulia se autorizaba de vez en cuando algunas +familiaridades que le chocaban, y en ocasiones llegaron a turbar +momentneamente la limpidez de su conciencia. Un da le habl de sus +apuros econmicos. El padre le daba poco dinero para los gastos de la +casa, y como tena el vicio de la caridad, de dar limosnas a troche y +moche, haba contrado deudas, que la mortificaban; sobre todo haba una +tendera a quien deba veinte duros, que la molestaba a todas horas y le +amenazaba con decrselo a su pap. No podra l facilitarle por poco +tiempo esta cantidad? El clrigo tampoco los tena, pero se los pidi a +su madrina y se los entreg ruborizado. Ella los acept sin vergenza +alguna,<a name="page_149" id="page_149"></a> como la cosa ms natural. Otro da le llev a la iglesia el +paquete de cartas del novio que haba tenido para que las leyese. Ms +adelante le pidi el escapulario que traa al cuello, y tanto le inst y +tales pretextos adujo, que concluy por obtenerlo. Al da siguiente le +confes, sonriendo, que no haba sido para ponrselo a una amiga que +acababa de morir, sino para traerlo ella sobre el pecho. Estas cosas +heran e inquietaban vagamente al joven sacerdote. Las bromitas que la +beata se permita de palabra tambin rebasaban algunas veces los lmites +convenientes. Un da le dijo repentinamente:</p> + +<p>—Sabe usted lo que estoy pensando, padre? Que el ngel que viene +muchas veces a ponerme la mano sobre la cabeza tiene los ojos muy +parecidos a los de usted.</p> + +<p>Y solt la carcajada al decirlo. El clrigo ri tambin ruborizndose. +Luego qued serio y de mal humor.</p> + +<p>Un suceso extrao, que escandaliz a la villa, vino de un modo indirecto +a estrechar an ms su relacin y a inquietar al P. Gil. Cierta noche se +despert despavorido con el ruido de una detonacin dentro de casa. +Levantose de un salto y acudi corriendo a la habitacin de D. Miguel, +donde se figur que haba sonado. Al llegar a ella qued petrificado de +terror ante la escena que apareci a su vista. Un hombre se<a name="page_150" id="page_150"></a> revolcaba +en medio de la habitacin en un charco de sangre, mientras D. Miguel, de +pie sobre la cama, agitaba triunfante una pistola gritando con sonrisa +feroz:—Ya cay uno! Ya cay uno!—La mortecina luz de una buja +tirada en el suelo alumbraba aquella fatdica escena.</p> + +<p>El caso haba sido que, hallndose el prroco en la cama, un hombre +haba penetrado en su dormitorio, le haba despertado y le intim para +que le entregase el dinero. D. Miguel sin inmutarse ech mano al +chaleco, sac la llave y la arroj al medio de la habitacin. Luego, +mientras el ladrn la recoga, sac una de las pistolas que tena debajo +del colchn y le descerraj un tiro dejndole tendido. La bala le haba +penetrado por los riones. El excusador, dominando su espanto, se +apresur a prestarle los auxilios espirituales. Slo tard tres horas en +expirar.</p> + +<p>El suceso se coment mucho y de muy diverso modo en el pueblo. Algunos +aprobaban la conducta del cura. Estaba en su derecho defendindose de un +facineroso que Dios sabe lo que hara con l despus de robarle. Otros, +los ms, la censuraban con acritud. Un sacerdote no puede obrar como los +dems en tal caso. Es un ministro de Jesucristo y debe proceder siempre +con caridad aunque sea en legtima defensa. El P. Gil estaba +profundamente indignado, aunque guardaba silencio. Un sacerdote, antes +que ensangrentar<a name="page_151" id="page_151"></a> sus manos, no slo deba dejarse robar, sino matar. +Nuestro Seor as lo haba enseado cuando San Pedro cort la oreja al +soldado que vena a prenderle. Obdulia trasluci bien los sentimientos +que le agitaban y le aconsej que dejase la rectoral y se estableciese +en otra casa.</p> + +<p>—Usted ya no puede vivir ah despus de lo que ha pasado, padre. El +susto que ha llevado ha sido muy fuerte, y todos los das tiene que +renovarse la impresin viendo el sitio.</p> + +<p>No era esto precisamente lo que quera decir, sino que un hombre +verdaderamente cristiano y virtuoso deba de padecer mucho viviendo al +lado de quien acababa de dar muerte violenta a un semejante. Pero si no +lo deca con las palabras, se dejaba adivinar en la gravedad y tristeza +de su continente. El P. Gil no ansiaba otra cosa haca mucho tiempo. La +compaa del prroco le era molesta, como ya sabemos. Ahora, despus del +<i>asesinato</i> (as lo calificaba su conciencia), se le haba hecho +insoportable. D. Miguel haba incurrido en la censura de la Iglesia, se +le retiraron las licencias para confesar y decir misa: mientras llegase +la rehabilitacin pasara una temporada. Aprovechando aquellos momentos +de flaqueza del terrible cura, con la ayuda de su madrina alquil una +casita no muy lejos de la iglesia y se traslad a ella. Una antigua<a name="page_152" id="page_152"></a> +criada de D. Eloisa vino a servirle y a ser su ama de gobierno.</p> + +<p>Libre ya del temor al prroco, Obdulia empez a frecuentar la nueva casa +del excusador y a ejercer en ella una alta vigilancia. Enterbase de la +ropa blanca, del estado de las sotanas, de los alimentos que ms placan +al padre, de las particularidades de su cama. Algunas veces vena a +ayudar al planchado o llevaba para aplanchar en su casa aquellas cosas +ms delicadas, como las albas y los roquetes, recosa las medias que se +haban roto, quitaba las manchas de las sotanas, etc. stas eran las +tareas ordinarias. Pero tambin se ocupaba en alguna obra ms fina, en +bordarle un amito, o unos corporales o cualquier otra prenda de las +vestiduras sacerdotales. D. Josefa, el ama de llaves, no aceptaba de +buena gana este protectorado; pero como an no haba echado races +hondas en la casa y observaba la estrecha amistad que aquella seorita +llevaba con su amo, no se atreva a protestar. Contentbase con murmurar +de ella cuando iba a visitar a su antigua seora y llamarla entrometida +y tonta. Ms adelante fue tascando el freno de peor voluntad an y +concluy por desbocarse, como ya tendremos ocasin de ver. Tampoco el P. +Gil estaba tranquilo ni satisfecho en la atmsfera de atenciones +delicadas, de afecto y veneracin en que la joven le tena envuelto. +Por<a name="page_153" id="page_153"></a> ms que la profesaba viva admiracin y tena en cuenta sus +consejos, senta un vago malestar cada vez que la vea ocupndose del +cuidado material de su persona. Le pareca a l que esto era rebajar el +carcter de aquella amistad espiritual, formada y sostenida para mejorar +sus almas, para ayudarse en el camino de la perfeccin. No tena noticia +alguna de que Santa Teresa repasase las medias de San Juan de la Cruz. +Adems, no se comprenda muy bien el desprecio de la carne, que tan bien +practicaba ella, con las comodidades de que pretenda rodearle. Por qu +haba de ser tan severa para ella y tan blanda para l? Por ventura, le +supona tan dbil y cobarde que no poda vivir sin tales cuidados?</p> + +<p>El P. Gil meditaba esto, apoyado en la baranda de un corredor enrejado +que su habitacin tena sobre el mar. El sol declinaba entre celajes +carmeses, envolviendo en una onda de luz tibia y rojiza el pueblo y la +rada. El lienzo de rocas que la cierra all enfrente alzaba su masa +enorme sobre las aguas, proyectando ya una vasta regin de sombra. Y +entre aquel negror los ojos del presbtero perciban el fulgor de las +olas, mostrando y apagando a cortos intervalos su blancura. El muelle +estaba desierto: an no era llegada la hora de la vuelta de las lanchas. +Los pataches y quechemarines cabeceaban dulcemente, aburridos de su +inaccin. Una gaviota<a name="page_154" id="page_154"></a> volaba en crculos concntricos rozando con sus +alas la superficie del agua. El suave lejano rumor de las olas hencha +el ambiente dormido de un murmullo sordo. La pequea ensenada slo viva +del juego movible de la luz que la baaba de una claridad sangrienta que +se iba retirando lentamente detrs de las peas.</p> + +<p>Tan absorto estaba, que D. Josefa necesit llamarle tres veces desde la +puerta para conseguir que se volviese.</p> + +<p>—Qu hay?</p> + +<p>—Una seora est abajo preguntando por usted. Dice que necesita +hablarle en seguida.</p> + +<p>—Una seora?—replic el P. Gil abriendo mucho los ojos.—Ser la +seorita Obdulia.</p> + +<p>—No, seor, no es sa—replic el ama haciendo con los labios un gesto +de desdn.—La seora que aguarda abajo es mucho ms guapa y elegante.</p> + +<p>—No la conoce usted?—pregunt algo acortado por la intencin que +adverta en las palabras de D. Josefa.</p> + +<p>—No, seor, es forastera.</p> + +<p>—Pues hgale usted subir.</p> + +<p>Tard pocos segundos en aparecer una linda joven como de veinticuatro +aos, rubia, de rostro blanqusimo y facciones delicadas, vestida con +elegancia peregrina. En su vida haba visto el P. Gil, ni aun en Lancia, +una dama tan distinguida.<a name="page_155" id="page_155"></a> Su traje era sencillo, de viaje, pero tan +original el corte y con tal lujo y esmero en los pormenores, que se +echaba de ver inmediatamente la elevada calidad de la persona. Despeda +de ella un perfume suave que vino a herir su nariz as que puso el pie +en el cuarto. Mirola con sorpresa, que se convirti en estupefaccin al +ver que la dama avanz con resolucin hasta l, y sin decir palabra se +dej caer de rodillas a sus pies sollozando.</p> + +<p>—Seora... por Dios... levntese usted!—dijo aturdido.</p> + +<p>La dama no se movi.</p> + +<p>—Seora, levntese usted—repiti de nuevo cogindola suavemente por un +brazo.</p> + +<p>La forastera se levant en silencio y se dej caer en una silla, alz el +velito del sombrero que le tapaba los ojos y se los enjug con el +pauelo. El P. Gil, en pie frente a ella, aguardaba a que se explicase. +Y como no daba seales de hacerlo, antes se tapaba el rostro cada vez +ms, aventurose a decir:</p> + +<p>—Seora, deseara saber en qu puedo servirla...</p> + +<p>Todava tard unos instantes en responder. Al cabo dijo, sin apartar el +pauelo de los ojos:</p> + +<p>—Soy la esposa de D. lvaro Montesinos.</p> + +<p>El excusador dio un paso atrs involuntariamente.<a name="page_156" id="page_156"></a></p> + +<p>Cmo? aquella dama era la mujerzuela despreciable que haba hecho la +desgracia de D. lvaro, de quien su madrina D. Eloisa hablaba siempre +con horror? Por sta conoca la triste historia del aquel matrimonio. El +heredero de la casa de Montesinos se haba enamorado como un loco de una +joven de buena familia, pero sin dinero; una de esas chicas que suelen +verse en Madrid en todos los teatros y en todos los saraos a la caza de +un marido rico. Aun con serlo Montesinos, Joaquinita Domnguez (que as +se llamaba) le dio cordelejo una temporada, esperando tal vez que +llegase otro con la misma hacienda y mejor figura; porque la del +mayorazgo de Peascosa era, cierto, de lo ms raqutico y desgraciado +que pudiera verse. Mas como no llegaba, resolviose un da a enamorarse +perdidamente de l y se lo demostr de un modo que no daba lugar a +dudas. Todo el Madrid elegante recordar a una linda rubia abonada al +turno primero par del teatro Real, que se pasaba la noche charlando con +un caballero flacucho y plido sentado en la fila de atrs; que en el +teatro de la Comedia y en el de Apolo no le quitaba los gemelos de +encima desde su platea; que lo llevaba de remolque en el paseo del +Retiro, y hasta por las maanas, cuando iba de tiendas, se la vea con +l, escoltados por la mam. Enteramente convencido de su amor, el +hidalgo la pidi en<a name="page_157" id="page_157"></a> matrimonio, y la obtuvo no sin algn trabajo, pues +a la mam costole muchas lgrimas entregarle aquella joya, que era la +alegra de la casa. En los primeros cuatro meses gast D. lvaro la +renta de todo el ao. Joaquinita quiso coche y palco en los teatros, y +dio reuniones y saraos. Pero estaba tan hermosa y su marido la +encontraba tan alegre, que con el amor frentico que la profesaba no le +hubiera rehusado ni la sangre del corazn si un da se la pidiera +despus de un beso de amor largo, oprimido, espasmdico, como los que le +daba cuando tena que pedirle una <i>rivire</i> de brillantes o una +<i>sociable</i> de doble suspensin.</p> + +<p>A los seis meses justos se le antoj a la joven esposa viajar por +Europa, un viaje largo que haba de durar un ao o ms; visitar toda +Francia, Italia, subir luego a Inglaterra, pasar a Alemania y correrse +hasta San Petersburgo. El enamorado Montesinos no puso obstculos a este +deseo, aunque debiera ponerlos. Necesitbase un capital respetable para +realizarlo, atento a las comodidades y boato con que Joaquinita +pretenda viajar. Pidi a prstamo sobre algunas de sus fincas 30.000 +duros y salieron de Madrid. En Hendaya vieron en la fonda del +ferrocarril tomando chocolate a Federico Torres, un sietemesino +madrileo hijo de un ministro del Tribunal de Cuentas. A Joaquinita +siempre le haba sido muy antiptico, sin saber por qu.<a name="page_158" id="page_158"></a></p> + +<p>—Adonde ir este ttere?—pregunt por lo bajo, despus de +corresponder framente a su saludo.</p> + +<p>Montesinos alz los hombros con indiferencia.</p> + +<p>—Qu pelea le tienes a este chico! Yo le encuentro fino y agradable.</p> + +<p>—Qu horror!—exclam ella riendo.</p> + +<p>En Pau volvieron a verle en la estacin, y ya no le vieron ms. En +Marsella pensaba el matrimonio detenerse cuatro o cinco das; pero al +tercero, viniendo D. lvaro de la estacin de arreglar el asunto del +sleeping-car para el da siguiente, con gran sorpresa no encontr a su +esposa en casa. La sorpresa convirtiose en horrible estupor al observar +el desorden de la habitacin. El gran bal mundo de su mujer haba +desaparecido. Haba diferentes prendas de ropa por el suelo. Los criados +le dijeron que la seora haba hecho trasportar el bal despus de irse +l para facturarlo en doble pequea, segn deca. Luego haba salido y +no haba vuelto. Montesinos, aturdido, horrorizado de la idea que le +cruzaba por el cerebro, abri con mano convulsa el secreto del cofre +donde guardaban el dinero. Ni un cntimo haba all ya. Comprendiendo de +una vez toda su desgracia, cay al suelo como herido por un rayo. Estuvo +algunos das entre la vida y la muerte. Cuando recobr el conocimiento, +hizo telegrafiar a su cuado D. Martn,<a name="page_159" id="page_159"></a> el cual se present +inmediatamente y le condujo a Peascosa. No tard en saberse que +Joaquinita se haba escapado con Federico Torres, y que viajaban +alegremente por Europa con el dinero del hidalgo.</p> + +<p>sta era la mujer que tena delante el P. Gil. Despus de aquel primer +movimiento de repulsin, se rehizo y dijo:</p> + +<p>—Sernese usted un poco, seora, y dgame en qu puedo favorecerla.</p> + +<p>—Acabo de llegar de Madrid—articul con trabajo la dama,—y me he +dirigido a casa de mi marido, con quien hace tiempo estoy reida... +Deseaba reconciliarme con l... que concluyese esta separacin tan fea y +tan escandalosa... Un criado viejo que tiene... un bruto!... no me +permiti verle... me cogi por el brazo... me arroj de casa a +empellones... s, a empellones!</p> + +<p>Aqu la dama volvi a estallar en sollozos, y se tap de nuevo el rostro +con el pauelo.</p> + +<p>El clrigo esper a que continuase; pero viendo que no lo haca, tom de +nuevo la palabra.</p> + +<p>—Siento mucho ese percance, seora... Pero no creo que haya motivo para +tal desconsuelo. Las ofensas que se perdonan no se sienten. Perdone +usted a ese pobre criado que ha obrado sin saber lo que haca, y dgame +qu es lo que puedo hacer en su obsequio.<a name="page_160" id="page_160"></a></p> + +<p>Secose los ojos la esposa infiel. Volvieron a humedecrsele y volvi a +secarlos.</p> + +<p>—Segn me han dicho ah en la posada, usted es la nica persona que +visita a mi marido... Yo le suplico, por lo ms sagrado, ya que es usted +su amigo, que intervenga para que termine nuestra separacin. Lo deseo +hace mucho tiempo con ansia... Confieso que no he sido buena para l...</p> + +<p>—S, s; lo s todo—interrumpi el clrigo con impaciencia.</p> + +<p>La dama se puso fuertemente colorada.</p> + +<p>—Confieso que le he ofendido gravemente... Fue un momento de +obcecacin... una tentacin del demonio... Pero yo siempre le he +querido... y le quiero... No tengo inconveniente en humillarme, en +pedirle perdn de rodillas... Ya ve usted, padre, si no le quisiera no +me humillara... Me horroriza la idea de no obtener su perdn, de morir +lejos de l sola, maldita! Ah, qu porvenir tan espantoso!... Si mucho +he pecado, crea usted que mucho he padecido en estos ltimos tiempos...</p> + +<p>—Seora, ya puede usted comprender si yo tendra satisfaccin en unir +un matrimonio disuelto... lo mismo el de usted que cualquier otro. Mi +misin es predicar la concordia entre los hombres y morir por ella si es +preciso. Aun sin pedrmelo tengo el deber, por mi cargo, de procurar en +esta parroquia la reconciliacin de los matrimonios<a name="page_161" id="page_161"></a> desavenidos... Pero +este caso es delicado. Aparte de la ofensa gravsima que usted ha +inferido a su esposo, del escndalo que la acompa, de los que la +siguieron, todo lo cual dificulta extraordinariamente la reconciliacin, +aparte de eso, repito, hay otra dificultad mayor. Y es que su marido de +usted est fuera de la Iglesia catlica. No tengo sobre l otra +influencia que la que puede dar una amistad superficial. Ninguno de los +razonamientos a los cuales pudiera yo apelar como sacerdote tiene fuerza +sobre su nimo. Al contrario, dadas sus ideas, es posible que sirviesen +para embravecerle ms, o cuando menos de mofa...</p> + +<p>—S, s—interrumpi la dama con voz chillona, malvola,—mi marido ha +sido siempre un impo, un ateo escandaloso.</p> + +<p>—Seora, de poco sirve creer si se obra como si no se creyera—replic +severamente el excusador, a quien haba herido el tono agresivo de la +dama, tan contrario a la humildad de antes.</p> + +<p>Torn a ponerse colorada y baj los ojos afectando de nuevo una gran +contricin. El P. Gil prosigui:</p> + +<p>—De todos modos, como cristiano y como sacerdote, estoy dispuesto a +hacer todo lo que puedan mis fuerzas por conseguir lo que usted desea. +Dudo mucho del xito de mi intervencin... S tambin que me expongo a +ser arrojado como<a name="page_162" id="page_162"></a> usted de la casa, pero no me importa. Cumplir mi +deber, y si no conseguimos nada, me quedar al menos la satisfaccin de +haberlo cumplido...</p> + +<p>Quedose pensativo unos instantes, mientras la dama mantena sobre l una +mirada intensa y ansiosa. Luego, como si hablase consigo mismo ms que +con ella, prosigui:</p> + +<p>—El dirigirme ahora a casa de D. lvaro ofrece inconvenientes. La gente +del pueblo es curiosa... Vendran las hablillas... despus el +escndalo... Opino que deberamos aguardar un rato a que concluyera de +oscurecer, o mejor an, que yo fuese por delante a tantear el asunto...</p> + +<p>—No! no!—exclam la dama.—No le prevenga usted. Se negara a +recibirme. Es necesario cogerle de improviso; aprovechar el primer +movimiento de su corazn, que es generoso. Luego, cuando reflexiona, se +hace malo, burln...</p> + +<p>—Como usted quiera. Entonces, aguardaremos.</p> + +<p>Pero en el instante de pronunciar esta palabra se hizo cargo de lo +inconveniente de permanecer tanto tiempo a solas con una mujer, y dijo +un poco turbado:</p> + +<p>—Usted me permitir que mientras tanto la deje sola unos momentos... +Soy con usted en seguida.</p> + +<p>En vez de ser con ella, mand a su ama para<a name="page_163" id="page_163"></a> que la acompaase. Slo +cuando la luz se hubo extinguido por completo subi de nuevo con el +sombrero en la mano, preparado a salir. La esposa de D. lvaro, as que +le vio en esta traza, se levant de la silla.</p> + +<p>Haba cerrado ya la noche. La gente de mar se haba retirado a sus casas +o a las tabernas. Por la larga, sinuosa calle del Cuadrante circulaban +pocos transentes. El excusador y la esposa de Montesinos caminaron un +rato en silencio en direccin al Campo de los Desmayos. Al aproximarse a +l ambos se sentan agitados, temerosos. Tanto para calmarse un poco +como para prevenirse, se detuvieron un instante, y metindose en el +hueco de una puerta, cuchichearon con animacin. El P. Gil insista en +su idea de entrar primero en la casa y explorar el nimo de D. lvaro: +tena miedo a un escndalo. La dama se opona con calor, convencida +hasta la evidencia de que su marido se negara en absoluto a recibirla, +y tomara precauciones para que no pisase el suelo de su casa. Cuando +ms embebidos se hallaban en la discusin, del hueco de otra puerta +cercana sali una sombra estrecha, elevada, y se aproxim a ellos +rpidamente.</p> + +<p>—Buenas noches, padre, buenas noches.</p> + +<p>Era la hija de Osuna. Haba en la inflexin de su voz al pronunciar +estas palabras cierta irona, mezclada de clera, que sorprendieron a la +vez<a name="page_164" id="page_164"></a> a la dama y al sacerdote. ste levant la cabeza y respondi +framente:</p> + +<p>—Buenas noches, hija.</p> + +<p>—Va usted a hacer oracin, o viene usted?—pregunt con el mismo +retintn y sonriendo.</p> + +<p>—Ni voy ni vengo de hacer oracin, hija ma. En este momento me ocupo +de asuntos de mi ministerio—replic en tono severo el P. Gil.</p> + +<p>Pero este tono, en vez de sosegar a la joven o amedrentarla, la encresp +al parecer.</p> + +<p>—Usted siempre haciendo algo por Dios, padre, ji! ji! lo mismo en la +iglesia, que a la cabecera de los moribundos... que en los huecos de las +puertas, ji! ji!... Si usted se muere antes que yo, ya tiene usted un +testigo de alguno de sus milagros para que le canonicen... Vaya, no +quiero estorbar el milagro. Hasta la vista. Ji! Ji!</p> + +<p>Y cuando hubo dado dos o tres pasos, sin volverse dijo:</p> + +<p>—Y que aproveche!</p> + +<p>La esposa de Montesinos levant la cabeza y clav en el P. Gil una +mirada de estupor y curiosidad.</p> + +<p>—Qu es eso?</p> + +<p>El sacerdote, rojo de vergenza y de indignacin, alz los hombros en +seal de ignorancia y ech a andar hacia el casern de Montesinos.<a name="page_165" id="page_165"></a></p> + +<h3><a name="VI" id="VI"></a>VI</h3> + +<p>Al tirar del cordel grasiento, el mismo taido lgubre, que tanto haba +impresionado al P. Gil la vez primera que puso los pies en aquella casa, +produjo a ambos un estremecimiento de temor y ansiedad. No tard en +orse la voz cascada de Ramiro.</p> + +<p>—Quin es?</p> + +<p>—Gente de paz.</p> + +<p>—Quin es?—torn a preguntar.</p> + +<p>—Soy yo, Ramiro. Abre—respondi el sacerdote.</p> + +<p>La puerta gir pausadamente sobre sus goznes y apareci la silueta del +viejo, dbilmente esclarecida por la luz de la lamparilla que arda +sobre el dintel.</p> + +<p>—Pase usted, seor excusador—dijo sin percibir<a name="page_166" id="page_166"></a> a la dama, que se +haba ocultado detrs de ste. Pero vindola al fin, dio un paso atrs +y, abriendo los brazos en actitud de impedir la entrada, exclam:</p> + +<p>—Ah! Vuelve usted acompaada?... Pues ni por esas... No entrar +usted, no!</p> + +<p>—Vamos, Ramiro—dijo con dulzura el sacerdote, ponindole una mano +sobre el hombro,—djanos paso, que ste es un asunto delicado y que no +te concierne.</p> + +<p>—Pase usted cuando quiera, pero esa mujer no puede pasar.</p> + +<p>—Por qu no puede pasar?—pregunt con entereza el sacerdote, alzando +la cabeza.</p> + +<p>—Porque aqu no entran p.... ni ladronas.</p> + +<p>Ante aquella injuria brbara, la dama se tap el rostro con las manos y +dej escapar un gemido. El P. Gil se puso rojo, y cogiendo al viejo por +un brazo, le sacudi con violencia.</p> + +<p>—Sea usted ms comedido, y ya que no respete la sotana que visto, +guarde los miramientos que se deben a las seoras. Ante Dios y ante los +hombres sta es la esposa legtima de su amo de usted. Djeme el paso +franco, que a usted no le toca en este asunto ms que or, ver y callar.</p> + +<p>Y dando un empelln al viejo, se volvi diciendo:</p> + +<p>—Venga usted, seora.</p> + +<p>Pero Ramiro, agitado, convulso, como si fuera<a name="page_167" id="page_167"></a> a caer presa de un +sncope, se puso a correr delante de ellos, gritando:</p> + +<p>—lvaro, lvaro! Que entra la z... en tu casa!</p> + +<p>Dos criadas se asomaron a la escalera y contemplaron con estupor la +escena. El viejo no se detuvo en el principal; sigui hasta el segundo, +dando los mismos gritos. El P. Gil, que le segua con Joaquinita, dijo a +sta al llegar al piso primero:</p> + +<p>—Qudese por ahora aqu; yo subir solamente.</p> + +<p>Cuando lleg al segundo, tropez con D. lvaro que sala a punto de su +habitacin. Su rostro, siempre plido, lo estaba ahora tanto que daba +miedo. En cuatro palabras Ramiro le haba enterado de lo que ocurra. +Por la tarde, cuando por primera vez haba venido la esposa infiel a la +casa, no lo haba hecho. D. lvaro no pronunci una palabra. Cogi con +mano convulsa por un brazo al sacerdote y le hizo entrar en su gabinete. +Luego cerr con cuidado la puerta.</p> + +<p>—A qu viene esa mujer?—pregunt haciendo intiles esfuerzos por +aparecer sosegado. La voz sala de su garganta dbil y ronca.</p> + +<p>—Viene a implorar su perdn.</p> + +<p>—Se equivoca usted; viene por dinero—repuso sonriendo ya forzadamente.</p> + +<p>El P. Gil permaneci un instante silencioso y dijo al cabo:<a name="page_168" id="page_168"></a></p> + +<p>—No me atrevo a asegurar a usted nada. Parece que est arrepentida... +Su acento es sincero y ha llorado con verdadero dolor en mi presencia.</p> + +<p>Un relmpago de ira pas por los ojos del hidalgo. En aquel tropel de +emociones que se agitaban en su espritu, la indignacin logr vencer a +todas las dems y profiri con acento despreciativo:</p> + +<p>—Estoy perfectamente convencido de que no viene ms que por cuartos... +pero de todos modos, me importa un bledo su arrepentimiento y su +sinceridad... Si est arrepentida, que pida a un cura la absolucin. El +figurarse por un instante que yo puedo perdonarla es un nuevo insulto, +es una idea que slo cabe en un alma tan miserable como la suya.</p> + +<p>—El perdn jams degrada. Es la virtud que ms ennoblece al ser +humano—manifest el clrigo, sorprendido.</p> + +<p>D. lvaro le clav una larga mirada colrica. Despus alz los hombros +con desdn y dijo:</p> + +<p>—Est bien: dejemos eso. Lo que importa es que, ya que la ha trado, se +lleve usted inmediatamente a esa seora.</p> + +<p>—Me atrevera a suplicarle que, aunque no la perdone, le permita al +menos hablar con usted... Quiz tenga algunas revelaciones que hacerle.</p> + +<p>—No soy curioso. Puede guardarse sus revelaciones<a name="page_169" id="page_169"></a> o confiarlas a quien +se le antoje... Por mi parte (escuche usted bien lo que voy a +decirle)—al mismo tiempo le cogi con mano crispada la mueca,—por mi +parte, ni ahora ni nunca cruzar con ella la palabra... Puede usted +decrselo.</p> + +<p>El P. Gil baj la cabeza y permaneci silencioso mientras el mayorazgo +comenz a pasear agitadamente por la estancia con las manos en los +bolsillos. De vez en cuando se dibujaba en su rostro una sonrisa +sarcstica y dejaba escapar por la nariz un leve resoplido que acusaba +la tensin de su espritu, como el pito revela la tensin de la caldera +de vapor.</p> + +<p>—Ya que eso no pueda ser—manifest al cabo de un rato con suavidad el +sacerdote,—usted comprender, D. lvaro, que esa seora no puede irse a +dormir fuera de esta casa sin dar pbulo a las malas lenguas, sin +renovar conversaciones que no deben renovarse. Por egosmo, ya que no +por caridad, debe usted consentir que su esposa duerma hoy en esta casa, +pues no creo que le convenga a usted escandalizar a la poblacin.</p> + +<p>D. lvaro prosigui sus paseos agitados sin responder palabra, como si +no hubiese odo la proposicin del sacerdote. Al cabo de un rato se +plant delante de l y, mirndole fijamente, dijo:</p> + +<p>—Est bien. Dgale usted que, si es su gusto,<a name="page_170" id="page_170"></a> no hay inconveniente en +que duerma en esta casa... aunque se necesite bien poca dignidad para +aceptarlo—aadi bajando la voz y recalcando las slabas.—Y si quiere +dinero para el viaje de vuelta, Osuna se lo proporcionar.</p> + +<p>—Le doy las gracias por esta deferencia, pero me voy muy +triste—replic sonriendo el P. Gil.—Cualquier sacrificio hara por +borrar de su memoria la ofensa recibida y soldar de nuevo la cadena de +su matrimonio. Cunto dara en este momento por ser un hombre +elocuente!...</p> + +<p>—La elocuencia, seor excusador, ha servido en este mundo para que se +cometiesen grandes vilezas; pero creo que ninguna lo sera mayor que la +que usted me propone.</p> + +<p>—Para usted es una vileza lo que para m sera un acto noble y +generoso, propio de un imitador de Cristo. No nos entendemos en lo que +se refiere a lo que es dignidad o indignidad...</p> + +<p>—Lo siento por usted, padre—repuso el mayorazgo, tendindole la mano.</p> + +<p>—Y yo por usted, D. lvaro. Buenas noches.</p> + +<p>Al quedarse solo ste, sigui paseando todava unos momentos; luego se +par delante del cordn de la campanilla y tir con fuerza. No tard en +presentarse Ramiro.</p> + +<p>—Esa mujer est ah... Quieres que la eche?—pregunt el viejo, sin +aguardar las rdenes de su amo.<a name="page_171" id="page_171"></a></p> + +<p>—No. Condcela a la sala, enciende todas las lmparas y avisa a Dolores +que suba.</p> + +<p>El criado permaneci inmvil, mirndole con sorpresa.</p> + +<p>—Y vas a consentir que esa...</p> + +<p>—Silencio!—exclam el mayorazgo con energa, llevando el dedo a los +labios.—Haz inmediatamente lo que te mando.</p> + +<p>El viejo se alej gruendo. Al instante se present la doncella.</p> + +<p>—Dolores, di a la cocinera que prepare cena para la seora que est +abajo, y que haga todo lo que sepa. Ilumina el comedor, saca la vajilla +fina, arregla el gabinete azul y toma del armario la ropa mejor para +ponerla en la cama... Que no le falte absolutamente nada. Aydala a +desvestirse: cualquier cosa que ordene la hacis inmediatamente. Ests +enterada?</p> + +<p>—S, seorito; pierda usted cuidado, que se la tratar como quien es.</p> + +<p>D. lvaro dirigi una mirada oblicua a la doncella y se apresur a +decir, algo acortado:</p> + +<p>—Despchate pronto y ensale el gabinete azul. Si desea dormir en otro +lado, puedes mostrarle tambin el que llamis cuarto del obispo.</p> + +<p>Otra vez qued solo y otra vez emprendi su paseo nervioso de un ngulo +a otro de la cmara. A pesar de la fortaleza y sosiego que haba +mostrado para rechazar las splicas del P. Gil,<a name="page_172" id="page_172"></a> su cerebro trabajaba +agitado, febril. Aquella visita tan inesperada removi los recuerdos +felices y aciagos que se haban depositado en el fondo de su ser, y que +ya no le molestaban. Su vida matrimonial, que en aquellos tres aos se +haba ido alejando de su memoria como un sueo que la claridad de la +aurora desvanece, surgi de pronto delante de sus ojos, tan prxima que +la tocaba con la mano. Ni un pormenor faltaba al cuadro. Y ante aquella +visin sentase turbado, como si los sucesos acabasen de efectuarse.</p> + +<p>Despus de pasear algunos minutos a grandes trancos, comenz a detenerse +a menudo, prestando odo a los ruidos que llegaban del piso primero. +Adivinaba ms que perciba los preparativos que la servidumbre estaba +ejecutando en obsequio de aquella vil mujer que le haba revelado toda +la negrura y todo el dolor de la existencia: Ahora bajan la lmpara del +comedor... Ahora sacan la vajilla... Deben de estar haciendo la cama... +Ha salido gente: ser Rufino a buscar a la tienda alguna cosa... Parece +que estn hablando en el gabinete azul...</p> + +<p>Ya no paseaba. Con el odo pegado a la cerradura, recoga vidamente +todos los rumores que llegaban de abajo. Y como llegaban demasiado +confusos, concluy por abrir la puerta, avanzar cautelosamente hasta el +pasamanos de la escalera y escuchar desde all, inmvil, recogiendo<a name="page_173" id="page_173"></a> el +aliento. Haba imaginado vagamente que su esposa, una vez sola y libre, +subira hasta su cuarto para hablarle. Lo hubiera deseado, para darse el +gozo de arrojarla con algunas frases despreciativas que le llegasen +hasta el fondo del alma. Hubo un instante en que pens que este deseo se +realizaba. Sinti pasos en la escalera: toda su sangre fluy al corazn; +se apresur a dejar el pasamanos y a meterse de nuevo en el cuarto. Era +Dolores que suba a pedirle una llave. Cuando se fue, torn a su +espionaje; permaneci en la escalera largusimo rato sin saber por qu +haca aquello. Escuch el rumor confuso de la conversacin de Dolores y +su mujer. La doncella era charlatana; Joaquinita tambin tena un +temperamento expansivo: la pltica se animaba cada vez ms. Hasta se le +figur percibir algunas alegres carcajadas de su esposa, que le +sorprendieron ms que le indignaron. Por fin not que se pona a cenar. +Dolores iba y vena con los platos. Termin la cena. La doncella se +detuvo en el comedor y prosigui la charla. Cansado de estar en pie, se +sent en uno de los peldaos de la escalera. Al hacerlo sinti vergenza +y comenz a darse alguna cuenta vaga de las emociones que embargaban su +espritu. Una hora larga esper de aquel modo, percibiendo el rumor +confuso de las voces, en el cual nada poda distinguir, ni siquiera cul +era la de su esposa<a name="page_174" id="page_174"></a> y cul la de la criada. Al cabo observ que salan +del comedor. Todava se figur que su mujer aprovechara aquella ocasin +para subir a visitarle. Se puso en pie vivamente y se prepar a meterse +en su cuarto tan pronto como sintiese pasos en la escalera. Pero esper +en vano. La seora se dirigi con Dolores hacia el gabinete azul. Sinti +cerrarse la puerta tras ellas: luego not que se abra de nuevo y sala +la doncella y tomaba el camino de su cuarto. Sin duda haba ayudado a +desnudarse a la seora y la dejaba en la cama.</p> + +<p>Con la cabeza entre las manos, los codos apoyados sobre las rodillas, +permaneci inmvil, abstrado, escuchando ya solamente la voz de su +pensamiento y los latidos de su corazn. Un vivo despecho, del cual no +quera darse cuenta, le morda cruelmente las entraas. Senta la +necesidad de avistarse con su mujer, de injuriarla, de escupirla, de +abofetearla. Por qu haca unos instantes se haba negado a recibirla, +y ahora ansiaba de aquel modo tenerla delante? El mayorazgo crea que +era porque su odio y su indignacin haban crecido. No supo el tiempo +que permaneci en aquella postura. El deseo de verse frente a su esposa +arda cada vez ms vivo en su pecho, le pona inquieto, excitado; se iba +convirtiendo en una fiebre, en una rabia intensa que le devoraba. Oh, +tenerla entre sus manos,<a name="page_175" id="page_175"></a> apretarla hasta hacerle gritar de dolor, +hacerle padecer en el cuerpo lo que l haba padecido en el alma! Puntas +de hierro candentes le pinchaban por la espalda, las manos le temblaban +como si le pidieran una estrangulacin con que calmar sus ansias; un +calor insoportable le suba de las piernas al cerebro. Las tinieblas se +espesaban, le envolvan en una atmsfera tibia, sofocante, como si se +hallase en un subterrneo. Hubo un instante en que pens que no poda +moverse; los miembros entumecidos se negaban a obedecer a su voluntad. +Hizo un esfuerzo, sin embargo, como si tratase de romper una tela que le +sujetara, y se puso en pie.</p> + +<p>Se dirigi con paso vacilante a su cuarto. La luz del quinqu que arda +sobre la mesa le hiri de tal modo que estuvo a punto de caer ofuscado. +Apagola de un soplo, busc a tientas la ventana y la abri de par en +par. Una rfaga viva de viento y agua le azot el rostro y penetr +rugiendo por la estancia, echando a volar los papeles de la mesa. D. +lvaro aspir con delicia el aire fro y hmedo, asomose a la ventana y +expuso su frente ardorosa a la inclemencia del chubasco. Las mil agujas +de la lluvia se le clavaron en las mejillas y convertidas en lgrimas +las baaron completamente. Por algunos minutos goz con voluptuosidad de +aquel fro, apeteciendo que le penetrase en el cerebro y sosegase<a name="page_176" id="page_176"></a> su +desordenada actividad. La noche no era tenebrosa. A pesar del espeso +toldo de nubes, la luz de la luna consegua cernirse y esparca una +dbil y triste claridad. Slo cuando algn nubarrn ms espeso y ms +negro pasaba por delante de ella descargando su fardo de agua, la luz se +extingua casi por completo. Las olas se estrellaban contra los peascos +que sirven de baluarte al Campo de los Desmayos. El viento silbaba entre +las grietas de la torre de la iglesia. La msica lgubre de los +elementos embravecidos calm un poco la fiebre del hidalgo.</p> + +<p>Consolado por aquel refresco, respir con libertad; se crey dueo de +s. Sin embargo, a los pocos instantes el mismo deseo agudo, candente, +volvi a pincharle el cerebro. Oh, tener delante a la infame, vomitarle +en el rostro las injurias que su dolor y su indignacin haban acumulado +durante tres aos; luego cogerla as por el cuello y retorcrselo! Aquel +instante de placer compensara los tormentos que haba experimentado. Un +minuto que vala por toda una existencia de dolor. Y por qu no +gozarlo? No tena en su poder al verdugo de su dicha? No estaba all +debajo, durmiendo tranquilamente, mientras l se agitaba todava entre +crueles torturas? Apartose un poco de la ventana y se sec el rostro con +el pauelo. Sinti que era impotente para luchar con aquel apetito de +venganza. Toda su filosofa<a name="page_177" id="page_177"></a> despiadada, indiferente, se haba ido a +pique. El mundo dej de ser pura representacin; se converta en +realidad innegable; la vida adquira el valor absoluto que tiene para +todo ser finito. Era forzoso, a despecho de la razn, satisfacer los +instintos animales que gritan en el fondo de nuestro ser. En vano, para +calmarse, se deca que todas aquellas emociones nada valan ni +significaban en el curso eterno de las cosas, que dentro de muy poco +tiempo todo sera humo; en vano se representaba la imbecilidad del ser +humano, luchando y padeciendo en holocausto de una fuerza que se burlaba +de l. Todos sus pensamientos se estrellaban contra un anhelo poderoso, +irracional que le dominaba. El bruto, como sucede siempre, poda ms que +el filsofo.</p> + +<p>Busc a tientas la salida, y apoyndose en las paredes lleg hasta la +escalera. Al bajar el primer peldao, sus botas rechinaron en el +silencio de la casa. Sentose y se despoj de ellas. Luego se desliz +hasta abajo sin hacer el menor ruido. Sin tropezar, por el conocimiento +perfecto de la casa, avanz por los corredores hasta llegar a la puerta +del gabinete azul. En aquel momento el gran reloj del comedor dio una +campanada. No supo a qu hora perteneca esta media. Acerc el odo a la +cerradura y estuvo un rato escuchando sin percibir ruido alguno. +Indudablemente Joaquina estaba ya durmiendo. Entonces se desliz<a name="page_178" id="page_178"></a> hasta +la puerta de escape que la alcoba tena en el pasillo y volvi a poner +el odo. Al cabo de un momento pudo or una respiracin igual y serena. +Un vivo estremecimiento corri por todo su cuerpo al percibirla. Sinti +un nudo en la garganta, pero un nudo de fuego: el corazn quera +saltarle del pecho: apoy las manos sobre l para apagar el ruido de las +palpitaciones. La traidora dorma tranquilamente sin curarse de l. +Aquel deseo de reconciliacin era, pues, una farsa? Vena a buscar +dinero solamente? Qu miserable! Qu mujer tan odiosa!</p> + +<p>Empleando todas las precauciones imaginables, levant el pestillo de la +puerta y empuj. Tena el pasador echado por dentro. Entonces se fue a +la puerta del gabinete. Aqulla estaba abierta. Avanz por la estancia +sobre la punta de los pies conteniendo la respiracin, lleg hasta la +alcoba y levant las cortinas. Dio un paso ms y choc con la cama: puso +la mano sobre ella y la desliz hacia la cabecera. Sinti la presin del +cuerpo de su esposa al hincharse con la respiracin. Acerc el rostro +hacia el sitio donde deba de estar la cabeza de la dama, y dijo muy +quedo:</p> + +<p>—Joaquina, Joaquina.</p> + +<p>No despert.</p> + +<p>—Joaquina, Joaquina—repiti.</p> + +<p>Tampoco hizo movimiento alguno. Entonces<a name="page_179" id="page_179"></a> la sacudi levemente por el +hombro, llamndola de nuevo.</p> + +<p>La dama dio un grito y despert despavorida.</p> + +<p>—Jess! Quin es? Quin va?</p> + +<p>—No te asustes, soy yo—dijo con voz dbil el mayorazgo.</p> + +<p>—Quin? Quin?—replic la dama, con seales de terror en la voz, +echndose hacia la pared.</p> + +<p>—Soy yo, soy lvaro... Mira—aadi con voz temblorosa,—s que has +venido a hacer las amistades... Has hecho bien... Olvidmoslo todo, +comencemos una nueva vida...</p> + +<p>La dama no respondi. Metida contra la pared, escuchbase su respiracin +an anhelante por el susto.</p> + +<p>—Hice esfuerzos sobrehumanos para olvidarte—prosigui con la misma voz +temblorosa, apagada por la emocin,—pero fueron intiles... Ests +metida a hierro y a fuego dentro de mi pecho... Has sido mi primero, mi +nico amor en este mundo... Me has hecho mucho dao, mucho! pero aunque +me hicieses mil veces ms, no se borrarn de mi alma los momentos de +dicha embriagadora que te debo... Te quiero, s, te quiero, te +adoro!... Aunque me llamen cobarde, indigno, lo repetir a la faz del +mundo entero... Si supieses cunto he sufrido! No ha sido mi dignidad, +mi orgullo destrozado lo que me ha hecho padecer... Mi corazn es el que +ha<a name="page_180" id="page_180"></a> sufrido... Qu desconsuelo! Qu tristeza tan honda! Pareca como +si una mano helada me arrancase suavemente las entraas... Pero ya pas +todo... Verdad que ya pas?... Comenzaremos a amarnos de nuevo, como +aquella tarde en que te estrech entre mis brazos por primera vez, en +una calle de rboles de los jardines de Aranjuez...</p> + +<p>El mismo silencio por parte de Joaquinita.</p> + +<p>—Contstame... Te he asustado, vida ma? Perdname... Por qu no has +salido luego que se fue ese cura?... Pensabas que iba a arrojarte?... +No, preciosa ma... no... Te quiero, te adoro...</p> + +<p>Al mismo tiempo, alargando las manos, tropez con una de su esposa, la +cogi y la llev a sus labios con entusiasmo. La dama la retir +prontamente.</p> + +<p>D. lvaro qued sobrecogido.</p> + +<p>—Por qu me retiras tu mano?... No te tiendo yo la ma, y soy el +ofendido?... No has venido a reconciliarte conmigo?...</p> + +<p>—S, s, lvaro—murmur ella.—A eso he venido... Me has asustado...</p> + +<p>—Perdname, Joaquina... Si supieses qu alegra me causa el or tu +voz! Pens que nunca ya, nunca ya! la volvera a or. Quieres ser mi +esposa?—aadi bajando la voz, inclinndose para acercar la boca al +rostro de la dama.—Djame<a name="page_181" id="page_181"></a> un sitio a tu lado, hermosa... Djame ser +una noche feliz...</p> + +<p>—No, lvaro, ahora no—volvi a murmurar la esposa infiel.—Maana... +Djame, estoy muy cansada... Djame hasta maana...</p> + +<p>—No te molestar. Me estrechar cuanto pueda y dormirs tranquila...</p> + +<p>—No, ahora no puede ser... Maana.</p> + +<p>—Por qu no? No quieres ser mi mujercita? No quieres que seamos +felices otra vez, como en aquellos primeros meses de nuestro matrimonio?</p> + +<p>—S, lo quiero... Pero ahora estoy muy nerviosa... Deseo quedarme +sola... Maana ser otro da, y te prometo ser tuya... Ah tienes mi +mano... Vete a dormir, lvaro... Hasta maana.</p> + +<p>Montesinos busc en la oscuridad aquella pequea y hermosa mano, que tan +bien conoca, y la apret contra sus labios perdidamente, la devor a +besos. Joaquina la abandon en su poder, esperando que al cabo se +marchara. Soltola, en efecto, pero fue para echarle los brazos al +cuello y apretarla contra su pecho, loco, perdido de amor, aplastando +sus labios con besos brutales, frenticos. La dama forceje rabiosamente +para desasirse, y lo logr, haciendo tambalearse a su marido de un +empelln.</p> + +<p>—Te he dicho que no quiero, que no quiero!—le grit con voz +colrica.—Si vuelves <a name="page_182" id="page_182"></a>a tocarme, me marcho desnuda como estoy por esas +calles... Vete! Vete!</p> + +<p>D. lvaro qued clavado al suelo por el estupor. No eran sus palabras +las que le dejaban fro, horrorizado; era aquella voz aguda como la hoja +de un pual, que le llegaba hasta lo ms hondo del pecho.</p> + +<p>—Vete! Vete!—repiti ella alzando an ms el grito.</p> + +<p>En aquel momento ni un pensamiento cruzaba, por el cerebro del +mayorazgo: todas sus facultades quedaron aniquiladas, rotas por la +sorpresa y el horror del golpe. No senta ms que una viva impresin de +anhelo, como si se hubiese cado de algn sitio muy elevado y estuviese +an por el aire. El mundo desapareci en medio de aquella oscuridad; +nada exista en las tinieblas que le envolvan, ni siquiera su +pensamiento. Slo quedaba una voz estridente, fatal y un gran dolor, un +dolor eterno.</p> + +<p>—Vete! Vete!</p> + +<p>Tropezando con los muebles, brincando como si escapase de una +catstrofe, sali de aquella estancia. Se encontr en la escalera +agarrado fuertemente al pasamanos para no caer. All se detuvo y quiso +coordinar sus ideas. Por qu corra? Qu haba pasado? No se daba +razn de aquella huida repentina. Trat de volverse y penetrar de nuevo +en la estancia de su esposa y entrar en<a name="page_183" id="page_183"></a> explicaciones; pero las piernas +se negaron a obedecerle. Un horror instintivo, como si hubiese delante +un pozo negro y hondo, le detuvo. Avanz, cogindose con ambas manos a +la barandilla, y lleg hasta su cuarto. El huracn, penetrando por la +ventana abierta, se haba enseoreado de l; los papeles volaban, los +muebles a que se iba agarrando estaban mojados. Sus manos tropezaron con +el silln del escritorio, y se sent sin intentar siquiera buscar los +fsforos ni cerrar la ventana. As permaneci inmvil, con los ojos +desmesuradamente abiertos en la oscuridad, sin sentir el fro que le +penetraba hasta los huesos ni el agua de los chubascos que le baaba a +intervalos la cabeza, no pudiendo determinar si el rumor que le +ensordeca y le mareaba era realmente el de las olas o sonaba tan slo +en su cerebro.</p> + +<p>As le sorprendi la claridad del da, un da triste y sucio, como casi +todos los del invierno en Peascosa. Alzose al fin como un sonmbulo, +entr en la alcoba y se dej caer pesadamente en la cama. Ramiro no pudo +despertarle a las nueve para tomar el desayuno. Era un sueo invencible, +de aniquilamiento, semejante a la muerte. Dorma en una inmovilidad +absoluta, con los ojos entreabiertos y el rostro densamente plido. +Cuando a las tres de la tarde sali de aquel profundo letargo, supo, sin +asombro alguno, que su esposa se haba marchado en la diligencia de +Lancia.<a name="page_185" id="page_185"></a><a name="page_184" id="page_184"></a></p> + +<h3><a name="VII" id="VII"></a>VII</h3> + +<p>Despus de desahogar su ira la hija de Osuna, sigui por la calle del +Cuadrante abajo, riendo todava nerviosamente algn tiempo. Pero aquella +risita se apag al cabo. Sinti un desasosiego extrao, cierto +abatimiento que hizo flaquear sus piernas. Detvose un instante: le +acometieron deseos de volverse y espiar de nuevo a la pareja que dejaba +all en el Campo de los Desmayos. El temor de ser notada la contuvo. +Aunque vagamente, se daba tambin cuenta de lo singular y censurable de +su conducta. Por qu haba hecho aquello? Quin era ella para espiar +los pasos de su confesor, ni menos reprenderle? Su despecho era tan +vivo, sin embargo, que no le<a name="page_186" id="page_186"></a> permita arrepentirse. Tena la boca seca; +le ardan las mejillas. Sigui caminando apresuradamente, y se dirigi +al muelle. Estaba ya solitario. La brisa del mar le refresc un poco. Se +sinti, no obstante, tan agitada que no quiso volver a casa: necesitaba +charlar, distraerse. Ira a casa de D. Eloisa y cenara all como otras +veces.</p> + +<p>Justamente iban a ponerse a la mesa los esposos cuando lleg ella. Les +acompaaba el P. Norberto, lo cual significaba que haba callos.</p> + +<p>—Qu sofocada vienes, hija!—exclam doa Eloisa.</p> + +<p>—No sabe usted?... Vengo sola desde casa de D. Trinidad... Vengo a +cenar con ustedes... Pero hganme el favor de mandar un recado a pap.</p> + +<p>Se esforzaba en aparecer serena y risuea.</p> + +<p>—Conque solita, eh? Solita a las ocho de la noche—dijo D. Martn en +tono de broma.</p> + +<p>—Ay, si supieran ustedes qu agitada vena!... Anda tan poca gente por +la calle. En un momento en que me vi sola, ech a correr hasta que hall +a unas mujeres.</p> + +<p>—Qu? Tena usted miedo que la tomasen por una de esas palomas que +aqu el P. Norberto caza con lazo?—torn a decir D. Martn con tico +humorismo de cuartel.</p> + +<p>La joven se ruboriz hasta las orejas. Doa<a name="page_187" id="page_187"></a> Eloisa dirigi una mirada +severa a su marido.</p> + +<p>—Vamos, no empieces a barbarizar, Martn.</p> + +<p>—Seor, yo no hablo ms que de la posibilidad de una +equivocacin!—replic el invlido riendo.—Y si no, que me diga el P. +Norberto si hay mucha diferencia en la figura entre una seorita y esas +amiguitas suyas.</p> + +<p>—No son amigas mas, D. Martn—replic riendo benvolamente el buen +sacerdote;—son ovejas descarriadas...</p> + +<p>—Pero usted no les tira piedras para que vuelvan al redil, sino +besos...</p> + +<p>—Oh! oh! D. Martn!</p> + +<p>El bueno de D. Norberto, capelln y organista de la parroquia, demasiado +modesto para aspirar a sacar triunfante la virtud y la fe entre las +clases elevadas, se dedicaba con entusiasmo haca ya tiempo a arrancar +del vicio a esas pobres mujeres que caen en l la mayor parte de las +veces por miseria. Se introduca en las asquerosas moradas que ocupaban, +las catequizaba haciendo esfuerzos titnicos de oratoria que le ponan +rojo como un tomate y le obligaban a toser y escupir de un modo +imponente. Y cuando el arte de Bossuet no produca efecto, apelaba al +dinero. Era un soborno piadoso en el que haba gastado el corto caudal +que heredara de sus padres y que se llevaba tambin la mayor parte de su +paga. Haba logrado el arrepentimiento de varias pecadoras,<a name="page_188" id="page_188"></a> a las +cuales sola llevar a cierto asilo o convento establecido para ellas en +Valladolid, sufragando l, por supuesto, los gastos de viaje, +instalacin, etc. Pero a cambio de estos triunfos experiment el buen +capelln horribles desengaos. Muchas veces las bellas pecadoras se +mostraban arrepentidas, le sacaban todos los cuartos que podan y +concluan rindose de l y contando el chasco por la villa. Pero no +desmayaba en su obra. Estaba a prueba de risas y fracasos. Algunas que +comenzaron engandole, haban terminado arrepintindose sinceramente. +El sueo de D. Norberto era fundar en Peascosa un convento de +arrepentidas. Para lograrlo sera capaz de andar pidiendo limosna por +toda la provincia, de trabajar l mismo como bracero en el edificio, +hasta de renunciar a comer callos por el resto de su vida.</p> + +<p>En la villa todos conocan esta su mana. La mayor parte se mofaba de +ella. No haba quien no se creyese con derecho para darle acerca del +particular su bromita ms o menos pesada, segn la educacin del +individuo. Mas, por mucho que lo fuesen, jams se le vio enfadarse ni +dar siquiera seales de impaciencia. Rea bondadosamente o se alejaba +tapndose los odos. Nadie dudaba tampoco, aunque algunos lo +aparentasen, de su recta intencin y del completo desinters con que +trabajaba en este asunto. Las mismas mujerzuelas,<a name="page_189" id="page_189"></a> que le engaaban, no +osaban calumniarle, y si alguna lo haba hecho, pronto fue +categricamente desmentida por sus compaeras.</p> + +<p>—Martn, te pido por Dios que no desbarres!—exclam llena de angustia +D. Eloisa.</p> + +<p>—Mujer, hablo de besos msticos.</p> + +<p>—S, D. Eloisa—se apresur a decir D. Norberto,—su esposo quiere +referirse a los medios suaves que necesito emplear para convencer a esas +desgraciadas.</p> + +<p>D. Martn, comprendiendo que haba ido demasiado lejos, asinti, no sin +dirigir un guio expresivo al capelln.</p> + +<p>Sentronse a la mesa. Obdulia haca esfuerzos atroces por comer, pero su +estmago se negaba a recibir alimento alguno. Segua en un estado de +agitacin bien visible. D. Martn la embrom acerca de su falta de +apetito. Estara por ventura enamorada? A pesar de su inclinacin a la +iglesia, l apostaba a que haba de concluir apasionndose +violentamente. De una sola ojeada conoca l los temperamentos +destinados al amor. Haba ciertas seales: la ojera, que ella tena muy +pronunciada, los ojitos un poco entornados, los labios secos... y otras, +y otras. El jefe de invlidos volvi a deslizarse. D. Eloisa estaba en +brasas, y otra vez le llam al orden con voz angustiosa. Suceda esto +muy a menudo. D. Martn gozaba lo indecible colreando<a name="page_190" id="page_190"></a> las mejillas de +las damas con sus frases atrevidas. Le pareca que era el adecuado +complemento de aquella otra tendencia que senta a enrojecer las de los +caballeros con sus proverbiales bofetadas. Ambas inclinaciones acusaban +su temperamento heroico y daban testimonio innegable de su procedencia +del arma de caballera. Obdulia sola responderle con oportunidad y con +gracia, dejndole no pocas veces amoscado; pero la preocupacin que +ahora la embargaba le impidi tomar nota de sus palabras y darles su +merecido. Antes de terminar la cena sintiose indispuesta y tuvo que +salir a otra habitacin y arroj cuanto haba comido.</p> + +<p>A los postres lleg D. Serafina Barrado con su capelln y mayordomo. +Ambos venan encarnados, risueos y extraordinariamente locuaces. Los +ojos les brillaban con fuego alegre y malicioso, que llam la atencin +de sus amigos.</p> + +<p>—Ah va un cigarro, D. Martn—dijo el joven presbtero, ofrecindole +uno de acreditada vitola, igual al que l estaba chupando +voluptuosamente.</p> + +<p>—Buen tabaco!—exclam el amo de la casa dndole vueltas entre los +dedos.—Qu latigazos se pega usted, amigo!</p> + +<p>—Regulares, regulares—respondi el clrigo con sonrisa de +satisfaccin, dirigiendo al mismo tiempo una mirada expresiva a su +antigua ama, que le pag con otra brillante y cariosa.<a name="page_191" id="page_191"></a></p> + +<p>—Dnde los compra usted?</p> + +<p>—No los compro: me los regalan.</p> + +<p>Otro cambio de miraditas risueas y apasionadas.</p> + +<p>—Ah! Entonces le salen a usted por una friolera. Se puede saber quin +es el seor tan generoso...</p> + +<p>—No es seor; es seora.</p> + +<p>Otra miradita.</p> + +<p>—Ah, pcaro! Ya saba yo que gozaba usted de gran favor entre las +damas.</p> + +<p>Por la fisonoma alegrsima de D. Serafina corri una nube que la +oscureci momentneamente.</p> + +<p>—Es regalo de D. Serafina, con motivo de ser hoy mi cumpleaos—se +apresur a decir el presbtero.</p> + +<p>—Ya me pareca a m que venan ustedes hoy demasiado contentos!... Con +tan fausto motivo hubo juerga, verdad?</p> + +<p>—Cmo juerga?—pregunt D. Joaqun con cierta inquietud, temiendo la +franqueza militar de su amigo.</p> + +<p>—S, una comidita ntima con algunos platos extraordinarios y un par de +botellas de <i>burdeos</i>.</p> + +<p>—No fue <i>burdeos</i>—replic D. Joaqun riendo,—Fue borgoa.</p> + +<p>—Mejor que mejor.</p> + +<p>—Ya lo creo!—exclam D. Serafina, comindose con los ojos a su +capelln.<a name="page_192" id="page_192"></a></p> + +<p>Y volvi a comenzar entre ellos el tiroteo de miraditas y guios, +prodigndose mil atenciones tiernas que denotaban un estado de felicidad +perfecta.</p> + +<p>La llegada de D. Rita no turb poco ni mucho su xtasis delicioso. Esta +seora, pequea y regordeta, con grandes ojos negros sin expresin y +dientes grandes tambin, sanos y amarillos, entraba siempre con un cesto +donde guardaba la labor. Sacbala con lentitud, trabajaba media hora en +silencio escuchando atentamente todo lo que se deca, y al cabo recoga +de nuevo los brtulos y se iba a hacer lo mismo a otra parte. De este +modo recorra en la noche tres o cuatro casas. Era su mana la de saber; +saberlo todo, hasta lo ms trivial e insignificante. Se la toleraba bien +en todas partes, porque a pesar de su desmedida febril curiosidad nunca +hubo disgusto alguno por su causa. Gozaba con saber tan solamente: era +un placer desinteresado, intenso, como el de los hombres de ciencia que +no miran el resultado que sus conocimientos les puede dar. Como el avaro +amontona en su caja monedas de oro sin pensar en utilizarlas jams, as +D. Rita atesoraba en su cerebro cuantas noticias privadas poda recoger +en sus peregrinaciones por la villa, sin molestar a nadie con ellas. +Pocos se guardaban, pues, de hablar secretos en su presencia; pero si +alguno lo haca<a name="page_193" id="page_193"></a> y llegaba a notarlo, le acometan tales ansias y +congojas por conocer lo que le ocultaban, que no dorma, ni descansaba +un momento; andaba plida, ojerosa, se haca grosera, intratable. Una +vez que descubra el ansiado secreto, aunque fuese la cosa ms balad, +recobraba la calma y serenidad, volva a su ser dulce, pacfico, +inofensivo. Algunos sujetos maleantes, como don Martn, el P. Narciso, +D. Joaqun y otros, solan embromarla fingiendo algn misterio entre +ellos, la atormentaban, le hacan perder el juicio de pura curiosidad.</p> + +<p>Pero cuando entr el P. Narciso, D. Joaqun se puso ms grave, ocultando +a su compaero aquella dicha inefable, que le retozaba dentro del alma, +evitando encontrarse con los ojos alegres, chispeantes de su antigua +ama. Aqul sinti en seguida en la nariz el tufillo aromtico del +cigarro, dirigi una mirada escrutadora a su colega, otra a D. Serafina +y se puso al tanto.</p> + +<p>—Hubo <i>gaudeamus</i>, verdad?—pregunt por lo bajo.</p> + +<p>D. Joaqun neg descaradamente.</p> + +<p>Unos tras otros fueron llegando Consejero, Cndida, D. Filomena, el P. +Melchor, Marcelina y, en suma, casi todos los tertulianos habituales. +Formronse pronto los grupos de siempre, se disgregaron los elementos de +aquella sociedad, operndose en ella el fenmeno qumico<a name="page_194" id="page_194"></a> de las +afinidades electivas. Mas esta operacin no se efectuaba sin las +violentas conmociones y sacudidas que se observan en el seno de la +naturaleza, sin las acciones y reacciones a que da origen toda +fermentacin. Aquella noche Cndida, la huesuda seorita que ya +conocemos, en vez de ir a besar la mano al P. Melchor y sentarse a su +lado y cuchichear toda la velada, fue a hacer lo mismo con el P. +Norberto. Por qu esta desercin? En la tertulia nadie lo saba ms que +los interesados y D. Rita. El P. Melchor haba tenido la imprevisin de +decir en una casa que los roquetes que le haca la citada joven eran +escasos de manga, y que le costaba trabajo con ellos doblar el brazo. En +cambio, haba elogiado calurosamente un alzacuello que le haba regalado +D. Marciala. El caso era grave, como cualquiera comprender, y deba +producir este triste resultado. D. Marciala, viendo al padre Narciso +cada vez ms inclinado a admitir y agradecer la fervorosa admiracin de +D. Filomena, mostraba su sentimiento y despecho, acercndose a D. +Melchor y hablndole con afectado cario. D. Filomena, despus de +algunos aos de adoracin resignada, silenciosa, haba llegado, cuando +ya no lo esperaba, a la meta de sus aspiraciones. Tanta atencin, tanto +cario haban logrado al fin cautivar el espritu del elocuente capelln +de Sarri, quien daba claras<a name="page_195" id="page_195"></a> muestras a la viuda de su afecto. Despus +de haberlo intentado en vano muchas veces, aqulla haba recabado de l +que fuese preceptor de su hijo, y que tomase el cargo con aficin. Su +temperamento dominante y fogoso se manifest en seguida. El pobre nio +tuvo que experimentar no slo un trabajo excesivo, superior a su edad, +sino una serie de castigos crueles, malvolos, refinados. Y D. +Filomena, que era la dulzura personificada, que jams haba levantado la +mano sobre su hijo, consenta impasible que aquel hombre lo azotase +despiadadamente. Acallaba su conciencia dicindose que era para su bien.</p> + +<p>Marcelina, que haba soado con suplantar a D. Serafina en el corazn +de D. Joaqun (y en realidad haba cierto fundamento para este sueo, +pues el joven presbtero no cesaba de distinguirla entre todas), andaba +ya bastante desengaada. Adquiri el convencimiento de que aqul la +tomaba como instrumento para hacer padecer un poco a su ama y tenerla +ms atenta y sumisa. Tal conviccin la empuj de nuevo hacia D. Narciso, +a quien haca tiempo haba abandonado; pero ste, que nunca le haba +profesado gran aficin, como a Obdulia, la rechaz sin miramientos. Si +embargo, la ex-joven segua luchando bravamente con D. Filomena. Haca +pocos das haba regalado al capelln una<a name="page_196" id="page_196"></a> colcha de crochet que era una +verdadera maravilla de trabajo pacienzudo y habilidoso. Por cierto que +la viuda, al verla sobre la cama del clrigo, experiment un vivo +disgusto y llor muchas lgrimas en secreto.</p> + +<p>Estas agitaciones espirituales, estas luchas de sensibilidad y +abnegacin entre las piadosas damas que all asistan, eran precisamente +las que daban algn inters dramtico a aquel mundo sereno, inocente. No +eran ciertamente las competencias groseras que se establecen en las +sociedades profanas, donde las intrigas afectan un carcter violento, +donde las relaciones del varn y la hembra tienen su fundamento siempre +en la explosin de los sentidos, llevan el sello abominable de la +animalidad. Aqu todo se efectuaba de un modo suave, inocente, +espiritual: los pequeos sacudimientos de que hemos hecho mencin +semejaban el leve rizado de un lago trasparente y hermoso. Era aquella +tertulia como una antesala del cielo, donde las relaciones de los +ngeles, de los santos y las santas alcanzan el supremo grado de la +pureza inmortal.</p> + +<p>Lo que estaba pasando por el alma de la hija de Osuna confirma bien la +idea que acabamos de formular. Despus de experimentar aquel trastorno +gstrico, hijo de la excitacin en que se hallaba, cay en profundo +desfallecimiento fsico y<a name="page_197" id="page_197"></a> moral. Senta la impresin de si hubieran +cometido con ella una gran perfidia, y aunque su pensamiento le deca +vagamente lo absurdo de tal sensacin, no poda minorar su intensidad, +ni menos desecharla. Odiaba al P. Gil, le odiaba con toda su alma. Dara +algo por vengarse. De qu? No se lo deca; pero all en el fondo del +alma estaba persuadida de que tena razn para ello. Form resolucin +inquebrantable de no confesar ms con l. Con l! Un sacerdote que +entra de noche en los portales a cuchichear con mujeres hermosas y +elegantes! Puf! Sera vergenza el hacerlo. Obdulia estaba bien segura +de que la mujer que hablaba con su confesor era linda. Esta seguridad la +torturaba. Por supuesto que, si tena el atrevimiento de venir a +hablarle, le dara un desaire de los gordos, le volvera la espalda. Y +confesara otra vez con D. Narciso. Y dira a sus amigas en qu +situacin le haba visto con una seora desconocida y elegante. Porque +no caba duda de que vesta con elegancia, bien lo haba reparado. Aquel +abrigo largo no estaba hecho en Peascosa. Quin sera? Alguna de +Lancia, seguro, que vendra a hacerle una visita. Y por qu se viene de +lejos a visitar a un sacerdote no siendo su madre, o su hermana o su +deuda? No sabe esa seora que la fama de los sacerdotes es muy delicada +y cualquier cosa la quiebra? El cerebro<a name="page_198" id="page_198"></a> de la joven no cesaba de dar +vueltas y ms vueltas a estas ideas y a otras anlogas, mientras su +cuerpo permaneca inmvil, abatido, clavando los ojos obstinadamente en +las manos de D. Marciala, que no dejaba un momento su calceta. Sentase +enferma, deseaba irse; pero una vaga esperanza, que no poda definir, la +retena a su pesar.</p> + +<p>Mientras tanto el P. Norberto estaba sorprendido y confuso por las +inusitadas atenciones de que era objeto por parte de Cndida. El pobre +no estaba acostumbrado a que se las prodigasen. El bello sexo de +Peascosa le profesaba cierto desdn compasivo. Tenasele por un +sacerdote virtuoso, pero de muy cortos alcances. Sus mismos compaeros, +cuando hablaban de l, lo hacan sin dejar de los labios una sonrisa +medio protectora, medio burlona. Para las damas, la virtud del P. +Norberto no tena poesa, careca de ese encanto especial que en otros +sacerdotes la hace contagiosa, era una virtud pedestre, que no se +traduca en conceptos delicados y sublimes como en el P. Narciso, el P. +Gil y otros. As que rara era la joven que se confesaba con l, ni menos +la que apeteciese su conversacin o tuviese gusto en envolverle entre +nubes de incienso, como haca Cndida en aquel momento. Su misma +inclinacin a rescatar las mujerzuelas perdidas, por ms que se +respetase, no le haca<a name="page_199" id="page_199"></a> simptico a las seoritas. Verdad que l se +pasaba admirablemente sin esta simpata y no le quitaba de engordar cada +da ms y pasar la vida riendo. Las lisonjas que le estaba vertiendo al +odo con voz insinuante su nueva hija de confesin, en vez de agradarle, +le turbaban, le molestaban visiblemente. Fue una de las pocas veces en +que pudo vrsele serio. Haca rechinar la silla, cambiando de postura a +cada instante, y restallaba los nudillos de las manos de un modo +formidable, tosa, se pona colorado, y de vez en cuando dejaba escapar +de la garganta un leve bufido con que su modestia alarmada protestaba. +Por ltimo, solicitado vivamente por la dulce perspectiva del tresillo, +aprovech una pausa de la doncella para levantarse y decir torciendo un +poco las caderas a guisa de saludo:</p> + +<p>—Con permiso de usted, seorita.</p> + +<p>En cuanto sali de aquella situacin angustiosa, su faz sangunea se +dilat y volvi a aparecer en ella la sonrisa de benevolencia universal +que le serva de principal ornamento. Su llegada al grupo donde estaban +Consejero, D. Martn, Osuna y otro caballero militar de Lancia fue +acogida con alegra.</p> + +<p>—Te presento—dijo D. Martn a su amigo forastero, bajando la voz y +echando una mirada recelosa alrededor para cerciorarse de que no le oa +su mujer,—al padre Norberto, un cura que<a name="page_200" id="page_200"></a> te podr informar de todos +los <i>chamizos</i> de la poblacin, si deseas conocer alguno.</p> + +<p>—Oh, oh! D. Martn, por Dios!</p> + +<p>—Atrvase usted a decir que no los conoce!</p> + +<p>—Hombre, s... de algunos s... Por desgracia, necesito entrar en ellos +alguna vez...</p> + +<p>—Este seor se dedica a las jvenes extraviadas—continu D. Martn, +dirigindose a su compaero, que sonrea lleno de asombro.</p> + +<p>—Jess! Considere, D. Martn, que este seor no me conoce...</p> + +<p>—Pues para que le conozca a usted hablo.</p> + +<p>D. Eloisa, de lejos, echaba miradas de terror a su marido, observando +la confusin de D. Norberto y la risa de los otros.</p> + +<p>—Bueno—prosigui el seor de las Casas, hacindose prudente y +conciliador,—yo no dir, D. Norberto, que usted vaya con mala idea a +esas casas de perdicin; pero lo que sostendr siempre es que les est +usted prestando un gran servicio: est usted haciendo su agosto.</p> + +<p>—Cmo, cmo?—pregunt asustado el clrigo.</p> + +<p>—Pues muy sencillo; ayudando a que se eleve el precio de la mercanca. +Recuerde el ejemplo de Carmen la zapatillera...</p> + +<p>sta era una muchacha a quien el P. Norberto haba conseguido sacar de +una casa de prostitucin y llevar a un convento. Al cabo de algn<a name="page_201" id="page_201"></a> +tiempo se sali y volvi a la mala vida. Torn D. Norberto a persuadirla +al arrepentimiento, y otra vez ella se vino del asilo y se entreg al +vicio.</p> + +<p>—Y qu tiene que ver?...</p> + +<p>—Voy a explicrselo, padre, voy a explicrselo... Atiendan ustedes... +Cuando usted catequiz a Carmen, no me negar que la mercanca estaba +bastante depreciada ya...</p> + +<p>—Yo no s! Qu cosas tiene usted, D. Martn!—exclam el clrigo +azorado.</p> + +<p>—Me consta, padre, me consta. Pues bien, despus que estuvo un ao por +all y engord un poco en el convento y volvi rodeada de cierta aureola +de honradez, el precio se elev notablemente. Vuelve usted a llevrsela +cuando ya estaba un poco estropeadilla y la demanda haba mermado hasta +un punto que haca temer por la buclica, y ahora que viene otra vez +gordita y santificada, se cotiza de nuevo como en sus mejores tiempos.</p> + +<p>—Jess! Jess! Vaya todo por Dios!—exclam el clrigo tapndose los +odos, pero sin enfadarse.—No sea usted tan malo, D. Martn.</p> + +<p>D. Eloisa, que bien adverta lo que estaba pasando, se levant al fin +de la silla y vino hacia ellos, preguntando con mal humor:</p> + +<p>—No juegan hoy al tresillo?</p> + +<p>—Vamos all, vamos all—respondi su marido,<a name="page_202" id="page_202"></a> sofocando la risa que le +flua del cuerpo, como a los dems.</p> + +<p>Sentronse Consejero, D. Norberto y l a la mesa, y no tardaron en +abstraerse de todos los ruidos mundanales bajo la influencia fascinadora +de la espada, la mala y el basto. Poco despus Consejero rechinaba los +dientes y se tiraba cruelmente del bigote, encontrndose dos veces +seguidas con el tres de bastos, su enemigo personal. Haca ya muchos +aos que se tenan declarada una guerra a muerte. Cada vez que le vena +a las manos, Consejero se crispaba, juraba sordamente como un carretero. +El tres de bastos, malintencionado y socarrn como ningn otro naipe, +gozaba al parecer con verle irritado, y se colaba bonitamente siempre +que poda en el montoncillo que le repartan. No slo en la tertulia, +sino en toda la villa era conocida esta antipata. Algunos, con ciertas +precauciones por supuesto, porque D. Romualdo se disparaba fcilmente, +le embromaban con ella. En cierta ocasin, pescando con caa detrs de +la iglesia, sac en el anzuelo un naipe que result ser el tres de +bastos. No le cupo duda de que lo haban tirado all con intencin, pero +no dijo palabra para que no se rieran.</p> + +<p>Mientras tanto Osuna haba ido a frotarse un poco contra D. Eloisa. +Entre todas las damas que asistan a aquella tertulia no haba ms<a name="page_203" id="page_203"></a> que +dos gordas, D. Teodora y D. Eloisa. Estaba tambin en buenas carnes +D. Rita, pero era blanda, amarilla. Las dems escocia pura, como l +llamaba a las flacas, aludiendo al bacalao. As que no tena fin el +desprecio que nuestro jorobado profesaba a aquella sociedad degenerada y +exhausta de tejido adiposo. Slo iba por all a buscar a su hija, o +cuando materialmente no saba dnde refugiarse. D. Eloisa miraba con +benevolencia (como lo miraba todo la buena seora) aquella pasin que el +monstruo pareca sentir hacia ella. Cuando se le acercaba demasiado, +separbase dulcemente, sin extinguirse por eso su sonrisa bondadosa. En +cambio D. Teodora le tena un gran miedo, verdadero terror. Lo mismo +era aproximarse Osuna, que ya estaba la casta jamona sofocada, inquieta, +un color se le iba y otro se le vena. Pero era tal la vergenza que +senta, que no hubiera declarado a su mismo padre las insinuaciones del +sucio contrahecho. Qu diferencia entre este indecente y el sereno, +majestuoso y romntico D. Juan Casanova! Ni con D. Peregrn poda +comparrsele, con ser ste, en concepto de la madura doncella, un sujeto +mucho ms voluptuoso y terrestre.</p> + +<p>D. Peregrn haba llegado, segn costumbre, de los ltimos. Y si la +tertulia no advirti en la mayor estridencia de sus bufidos nasales, en +su<a name="page_204" id="page_204"></a> parpadear infinitamente ms solemne y en la grave manera de poner +una pierna sobre otra y echarse hacia atrs que algo importante, +importantsimo, tena que comunicar, fue que no quiso advertirlo. +Aguard pacientemente, como todos los hombres seguros del xito, a que +hubiese una pausa, y cuando lleg, profiri con su voz gangosa, +penetrante, encarndose con el ama de la casa:</p> + +<p>—A que no sabe usted a quin acabo de ver entrar en casa de su +hermano, en compaa del excusador?</p> + +<p>A Obdulia le dio un salto tan recio el corazn, que pens caer al suelo. +Los dems, incluso D. Eloisa, alzaron la cabeza con curiosidad.</p> + +<p>—Quin era?</p> + +<p>—Su cuada Joaquina—grit ms que dijo el ex-gobernador interino de +Tarragona, como si anunciara el juicio final.</p> + +<p>Profundo estupor en toda la tertulia.</p> + +<p>—Mi cuada!—exclam.</p> + +<p>—Su misma cuada—confirm D. Peregrn con trompeteo horrsono.</p> + +<p>—No puede ser!—dijo D. Eloisa.</p> + +<p>—No puede ser!—exclam su marido, suspendiendo el juego.</p> + +<p>—No puede ser!—repiti D. Serafina Barrado.</p> + +<p>El ex-gobernador de Tarragona dej escapar<a name="page_205" id="page_205"></a> por la nariz algunos +resoplidos fragorosos, como una locomotora que desaloja el vapor +sobrante, y repuso:</p> + +<p>—Creen ustedes, seores, que no tengo ojos en la cara?</p> + +<p>Esta pregunta trascendental, acompaada del adecuado fruncimiento de +cejas, produjo bastante impresin entre los interruptores.</p> + +<p>—Bien pudo usted haberse equivocado—dijo el invlido.</p> + +<p>—Es tan fcil!—exclam D. Eloisa.</p> + +<p>—La he visto como les veo a ustedes ahora, a tres pasos de distancia. +Vena yo de hablar con el sacristn para la cuestin del aniversario de +mi seor padre, cuando al embocar la calle del Cuadrante veo al P. Gil +con una seora que me pareci forastera. Quise saber quin era, y me +detuve un poco cerca del farol, ocultndome detrs del quicio de una +puerta. Era Joaquinita, sin duda alguna. Esper un poco y los segu con +la vista hasta que entraron en casa de Montesinos.</p> + +<p>—Pero usted la conoce bien?—pregunt el P. Narciso.</p> + +<p>—Lo mismo que a usted.</p> + +<p>—Peregrn, debes tener presente que no le has hecho ms que una visita +en Madrid, y por la noche, segn me has dicho—apunt tmidamente D. +Juan.<a name="page_206" id="page_206"></a></p> + +<p>El ex-gobernador arroj a su hermano una mirada de indecible desprecio.</p> + +<p>—Juan, no metas la pata.</p> + +<p>—Peregrn, no s por qu...</p> + +<p>—Juan!...</p> + +<p>—Peregrn!...</p> + +<p>—Que no la metas! Que no la metas! A esa seora la he visto despus +de visitarla otra porcin de veces en la calle, y la he saludado. Por lo +tanto, me veo en la triste necesidad de manifestarte que lo que acabas +de decir es una impertinencia. Cuando he asegurado que conoca a esa +seora, es porque la conoca. Yo no hablo nunca a humo de pajas. Si +fuera un hombre ligero y sin fundamento, no hubiera podido ocupar las +posiciones que he ocupado. Srvate de gobierno.</p> + +<p>—Ahora que me acuerdo—dijo Cndida,—hoy he visto apearse de la +diligencia a una seora rubia con un traje muy elegante.</p> + +<p>D. Peregrn alz los hombros con un gesto de profundo desdn, como si +quisiera decir: A qu viene usted en mi apoyo para contrarrestar los +absurdos de este necio?</p> + +<p>Aquel dato y aquel gesto concluyeron de aniquilar a D. Juan, cuyo rostro +expres el abatimiento. Pero D. Teodora, con sus grandes ojos serenos, +le clav una mirada tan afectuosa que las facciones del caballero, +contradas por la pesadumbre, se fueron dilatando gradualmente, y<a name="page_207" id="page_207"></a> una +plcida sonrisa melanclica concluy por esfumarse en sus labios. La +frente de D. Peregrn, en cambio, qued surcada instantneamente por una +porcin de arrugas. La innegable superioridad que tena sobre su +hermano, de qu le serva? Cuanto mejor la demostraba delante de la +fresca jamona, tanto ms se inclinaba sta a favor de l. Razn tena el +juez de primera instancia de Tarragona cuando le deca que la mujer era +un tejido de contradicciones.</p> + +<p>Obdulia sinti que una alegra intensa, infinita, le entraba a chorros +dentro del alma. Su cuerpo, enervado, incapaz de movimiento, adquiri +sbito la ligereza de un pjaro. Quera salir prontamente de aquella +estancia y surcar los aires y cantar su gozo. Cualquiera podra observar +el cambio operado en ella. Al mutismo obstinado en que yaca sucedi una +locuacidad extrema, una charla animada, insustancial, entreverada de +carcajadas extraas en que se placa, desahogando la emocin que la +embargaba, estirando sus nervios encogidos. Ni saba bien lo que estaba +diciendo, ni D. Filomena, con quien platicaba, se enteraba tampoco, +atenta a contemplar la faz inteligente del P. Narciso y gozar del brillo +de sus humoradas. Al poco rato sinti la garganta seca y calor inusitado +en las mejillas. El caballero de Lancia, que all estaba, hizo la +observacin, que se apresur a comunicar a Osuna,<a name="page_208" id="page_208"></a> de que su hija tena +los ojos muy negros y brillantes, y que le sentaban muy bien las rosetas +encarnadas que el calor le haba sacado en el rostro.</p> + +<p>La noticia haba producido sensacin en todos. Pocos eran los que +conocan all a la esposa de Montesinos, aunque nadie ignoraba los +incidentes del drama conyugal que haba retrado al mayorazgo a +Peascosa. Pero lo que en los extraos era pura curiosidad, en la buena +de doa Eloisa se ofreci, como es lgico, con la apariencia de viva y +honda emocin. Quiso desde luego salir a saber lo que pasaba en casa de +su hermano, quiso despus que fuese su marido, quiso enviar un criado. A +todo se opuso D. Martn que, viendo las cosas con ms frialdad, +comprenda que cualquier paso de stos en aquel instante era inoportuno. +La conversacin se anim extremadamente, hasta el punto de que los +tresillistas suspendieron el juego y tomaron parte en ella. Los +comentarios que se hicieron, infinitos. Se forjaron mil hiptesis sobre +el caso. Unos opinaban que la esposa, arrepentida, vena a pedir perdn +a su marido, otros que haca el viaje tan slo para reclamar de l +alimentos, otros que su intento era entablar la demanda para formalizar +el divorcio, otros que el marido la haba llamado, no pudiendo desterrar +de su corazn el amor que la profesaba (la mayora del elemento +femenino<a name="page_209" id="page_209"></a> se inclinaba a esta suposicin), otros que el P. Gil, <i>motu +proprio</i>, haba escrito a D. Joaquinita y haba preparado la escena, a +fin de que D. lvaro la perdonase, otros que haba persuadido a ste a +que la llamase a Peascosa. Ni faltaba tampoco quien supusiera que D. +lvaro y su esposa haca tiempo que mantenan correspondencia, y que era +ella quien resista venir a visitarle hasta la hora presente.</p> + +<p>—De todos modos, lo que no ofrece duda es que el P. Gil tiene una +intervencin muy principal en el asunto, y a l le pertenece la gloria +de la reconciliacin—dijo gravemente D. Narciso.</p> + +<p>—Si la hay—repuso Consejero.</p> + +<p>—La habr—replic el capelln.—La habr, y aqu D. Martn tendr +quiz el gusto pronto de ver un sobrinito que le distraer con sus +travesuras y sus gracias.</p> + +<p>D. Martn, a quien su alma de hroe no le quitaba de tener muchsimas +ganas a la herencia del cuado, cuya salud era endeble, arrug las +narices y murmur groseramente:</p> + +<p>—Me tiene sin cuidado.</p> + +<p>—No lo creo; no puedo creerlo, D. Martn. A usted no puede menos de +alegrarle que la noble casa de Montesinos no se extinga, que haya quien +lleve honrosamente este apellido... Luego ha de parecer bien aquella +casa tan grande con unos cuantos chicos que la alegren con sus risas y +sus<a name="page_210" id="page_210"></a> gritos. La obra del padre Gil es de las ms meritorias que ha +llevado a cabo, y eso que las ha hecho muy buenas.</p> + +<p>Obdulia le clav una mirada colrica; pero templndose sbito, repuso +con sonrisa inocente:</p> + +<p>—Usted no tiene nada que envidiarle, don Narciso. Quin no recuerda en +la villa los muchos matrimonios que por su mediacin estn hoy bien +avenidos? Sin ir ms lejos, todo el mundo sabe que D. Feliciano quera +muy poco a D. Nieves... y ya ve usted, hoy estn como dos pichones.</p> + +<p>Este D. Feliciano era el marido que, segn se deca en secreto, haba +roto una pierna al P. Narciso arrojndole por las escaleras.</p> + +<p>Los circunstantes se miraron con inquietud. Hubo un silencio embarazoso. +Consejero solt la carcajada, y exclam, poniendo una carta sobre la +mesa, como si se refiriese al juego:</p> + +<p>—Anda, vuelva usted por otra!</p> + +<p>Todos comprendieron que se diriga al padre Narciso, y esto aument la +inquietud. El clrigo se puso colorado y murmur:</p> + +<p>—Gracias, gracias. Todos tenemos obligacin...</p> + +<p>—Usted va ms all de la obligacin, padre... Muchas veces lo que usted +hace es pura devocin—replic la hija de Osuna con encantadora +sencillez.<a name="page_211" id="page_211"></a></p> + +<p>—Arrea!—volvi a exclamar Consejero, con la vista fija en las cartas.</p> + +<p>—Qu es eso, D. Romualdo?—pregunt riendo D. Norberto.—Le ha tocado +el tres de bastos?</p> + +<p>—S, seor; pero me consuela que hay palos para todos.</p> + +<p>—Pues yo no tengo ninguno—replic el cndido presbtero.</p> + +<p>—Otro los recibir!</p> + +<p>—Hacemos todos lo que podemos; pero no cabe duda que unos pueden ms +que otros. El P. Gil es un santo, es un apstol de los primeros tiempos +de la Iglesia. Ninguno de nosotros tiene la presuncin de competir con +l en celo ni en sabidura—manifest D. Joaqun, viniendo en socorro de +su amigo, con una risita venenosa que hara saltar una piedra.</p> + +<p>—En sabidura puede que tenga usted razn, D. Joaqun—replic +vivamente Obdulia;—pero en celo, me parece que est usted en un error. +Es usted demasiado modesto... No es por adularle, pero tratndose de +celo, yo creo que es usted tan celoso como el primero, verdad, doa +Serafina?</p> + +<p>Un gruido de todo punto extrao se escap en aquel momento de la +garganta de Consejero, al cual sigui inmediatamente un violento golpe +de tos que le dej sin respiracin por algunos segundos.<a name="page_212" id="page_212"></a> D. Joaqun +tambin sinti cierto picor en la garganta, que le oblig a toser +volviendo la cabeza. D. Serafina no contest a la pregunta, porque se +distrajo hablando con D. Eloisa.</p> + +<p>La conversacin cambi de rumbo, como si tcitamente todos convinieran +en que aqul era peligroso. Poco despus ces de ser general, y +volvieron a formarse los grupitos de costumbre. D. Martn estaba +malhumorado y disputaba a cada jugada. D. Eloisa hablaba tranquilamente +del caso. Ninguno, por estupendo que fuese, consegua alterar el sistema +nervioso de la buena seora. Su interlocutora D. Serafina segua +dirigiendo frecuentes miraditas y sonrisas a su capelln; pero ste se +haba puesto repentinamente serio, cejijunto. Una nube de tristeza pas +tambin por la bella alma apasionada de la respetable viuda, y sus +miradas comenzaron a ser tmidas, inquietas, llenas de muda +reconvencin.</p> + +<p>Son la campanilla de la puerta. Nadie lo advirti mas que el ama de la +casa y Obdulia, cuyo rostro se cubri de palidez. Clav los ojos en la +puerta con espanto, como si por ella fuese a entrar un aparecido: sus +nervios se pusieron en tensin bajo una misteriosa influencia magntica. +Un minuto despus alzose la cortina y apareci la esbelta figura del P. +Gil.</p> + +<p>Todos los ojos se volvieron hacia l con expresin<a name="page_213" id="page_213"></a> de curiosidad. La +noticia de la llegada de Joaquinita los tena sobresaltados: se anhelaba +saber lo que haba pasado. Pero antes de que nadie hablase ni el +sacerdote diera paso alguno por la sala, Obdulia se levant de la silla, +avanz precipitadamente a su encuentro y se dej caer de rodillas a sus +pies. Al mismo tiempo le tom una mano y comenz a imprimir en ella +vivos y fuertes besos, mientras baaban sus mejillas las lgrimas y le +rompan el pecho los sollozos. El P. Gil quiso arrancarse a aquellas +demostraciones, pero no pudo. La arrepentida doncella le tena sujeto +con las manos crispadas. Turbado hasta lo indecible, no supo decir ms +que...</p> + +<p>—Obdulia, clmese usted... Clmese usted! Clmese usted, por Dios! +Levntese usted!... Levntese usted, por Dios!...</p> + +<p>Su faz blanca, nacarada, estaba cubierta de vivo rubor. Un soplo de +emocin delicada y mstica corri por toda la tertulia. Algunas jvenes +tambin se ruborizaron. Los clrigos se miraron unos a otros. Consejero, +despus de echar una mirada socarrona de absoluta indiferencia al grupo, +convirti de nuevo la vista a los naipes y murmur:</p> + +<p>—El Redentor y la Magdalena!</p> + +<p>Pero Obdulia solt al fin la mano del sacerdote y cay al suelo, presa +de un violento ataque de<a name="page_214" id="page_214"></a> nervios. Entonces todas las seoras se +precipitaron hacia ella y le prodigaron los cuidados de costumbre. +Porque escenas semejantes e idnticos ataques se producan a menudo en +aquella tertulia de vrgenes nerviosas y viudas msticas. Salieron a +relucir los pomos, los frascos de antiespasmdico. Un olor penetrante de +ter se esparci en seguida por la estancia.<a name="page_215" id="page_215"></a></p> + +<h3><a name="VIII" id="VIII"></a>VIII</h3> + +<p>La distincin entre las llamadas naturaleza orgnica e inorgnica es +completamente arbitraria. La fuerza vital, como vulgarmente se la +concibe, es una quimera. La materia en que reside la vida nada tiene de +especial. No existe en los cuerpos orgnicos ningn elemento fundamental +que no se encuentre ya en la naturaleza inorgnica: la sola cosa +especial es el movimiento de esta materia. La vida no es ms que un modo +particular ms complicado de la mecnica: una porcin de la materia +total pasa de tiempo en tiempo de su curso habitual a otras +combinaciones qumicas y orgnicas; despus que ha permanecido en ellas +un cierto perodo vuelve al movimiento general.</p> + +<p>El P. Gil lea con profunda emocin estas y<a name="page_216" id="page_216"></a> otras anlogas +proposiciones en un libro que haba sacado de la biblioteca de D. +lvaro. Despus que hizo un auto de fe con los libros histricos de +ste, referentes a los orgenes del cristianismo, estuvo mucho tiempo +sin tomar siquiera en las manos ningn otro de su biblioteca. Continuaba +visitando al mayorazgo de vez en cuando, pero hua de toda conversacin +metafsica. La salud de D. lvaro empeoraba a ojos vistas desde la +llegada y sbita partida de su esposa. Su tristeza, su estado miserable +le inspiraban cada da ms compasin. El horror que antes senta hacia +l haba desaparecido. Por encima de las diferencias religiosas y +filosficas, de la oposicin de inteligencia y carcter asomaba +briosamente el amor a la humanidad que lata en el corazn profundamente +cristiano del joven sacerdote. D. lvaro era un hermano que padeca. +Ante esta consideracin, todas las dems ceden en las almas donde ha +soplado el espritu del sublime Nazareno. Pero D. lvaro tampoco era el +malvado diablico, que se haba representado en los primeros das que le +conoci. A ratos lo pareca. Un demonio hablaba y rea por su boca en +ocasiones, maldiciendo de Dios y de los hombres. En otras, sin embargo, +mostrbase dulce, afectuoso, compasivo, y hablaba con tal inocencia que +pareca estar oyendo a un nio. Aunque se defendiese contra ella, el P. +Gil no<a name="page_217" id="page_217"></a> poda menos de sentir cada da ms aficin a este desgraciado.</p> + +<p>Una maana departan los dos en el gabinete de la torre que serva de +despacho y biblioteca. D. lvaro haba pasado toda la noche tosiendo. +Estaba fatigado, molido. Al cabo de un rato cerr los ojos y se qued +traspuesto en la butaca. El P. Gil ni crey bueno el despertarle para +despedirse, ni se atrevi a marcharse sin hacerlo. En esta +incertidumbre, se puso a hojear algunos libros que andaban esparcidos +sobre la mesa. Tropezaron sus ojos con uno de geografa, y ley +distradamente algunos prrafos. Al cabo la lectura logr interesarle. +El autor describa pintorescamente algunas comarcas desconocidas y +ciertos fenmenos de la mar muy curiosos. La instruccin del P. Gil en +las ciencias naturales era limitadsima. En el seminario de Lancia +ocupaban stas un lugar muy secundario: apenas si se les exiga a los +alumnos algunas nociones insignificantes de fsica, qumica e historia +natural. Adems, siempre les haba profesado cierto desprecio inculcado +por el rector su maestro; el desprecio que los ascetas sienten hacia +todo lo que se relaciona con la materia. As que tales descripciones le +cogan de nuevas. El libro era clebre en el mundo cientfico; haba +odo hablar de l; pero nunca cayera en sus manos hasta entonces. +Titulbase <i>Cosmos</i>; su<a name="page_218" id="page_218"></a> autor, Alejandro Humboldt. Cuando D. lvaro +abri los ojos al fin y le vio enfrascado en la lectura, le pregunt +sonriendo:</p> + +<p>—Le interesa a usted ese libro, padre?</p> + +<p>—Muchsimo.</p> + +<p>—Pues llveselo usted... Llvese usted el primer tomo, que se es el +segundo.</p> + +<p>Y levantndose y sacndolo de uno de los armarios, se lo present al +sacerdote. Este vacil en tomarlo.</p> + +<p>—Est condenado por la Iglesia?</p> + +<p>—No lo creo—replic sonriendo el hidalgo.—Es un libro puramente +expositivo, sin intencin alguna polmica.</p> + +<p>En esta confianza se llev a su casa el tomo primero y se puso con afn +a leerlo. Comenzaba con una descripcin elocuentsima del mundo sideral, +del panorama de las grandezas celestes. El autor desenvolva con pluma +vigorosa el mecanismo inmenso de los cuerpos que giran en el espacio. +Ante su vista asombrada pasaron mundos tras mundos, sistemas tras +sistemas en la sucesin sin fin de los universos estrellados, globos +inmensos volando en rpido torbellino sobre s mismos, lanzados a toda +velocidad en los desiertos del vaco. Qu velocidad, eterno Dios! Una +bala de can es una tortuga en comparacin con ellos. Estos globos, +millares y millones de veces ms grandes que nuestra tierra, caminan<a name="page_219" id="page_219"></a> +centenares de miles de leguas por da. Bajo la accin irresistible de +fuerzas colosales, misteriosas, son arrebatados por el espacio con la +rapidez del relmpago. Y todos ellos son mundos donde palpita la vida +con eterna y maravillosa fecundidad: en la combinacin misma de sus +movimientos hallan la renovacin de su juventud y belleza: son otros +tantos soles que esparcen y trasmiten como el nuestro a otras tierras +que los acompaan su luz y su vida. En ellos tambin se alzan las +montaas hermosas coronadas de nieve, tambin suspira el viento en los +bosques y se retratan sus paisajes en los lagos silenciosos; tambin se +despliega en su superficie la inmensidad de los ocanos, agitados, +turbulentos unas veces, otras serenos, iluminados por los resplandores +de la luz crepuscular; tambin se sufre, tambin se goza, tambin se +lucha, tambin se ama... Y todas estas moradas del espacio navegan al +travs del ocano celeste sin temor a los escollos, a los choques o a +las tempestades, sostenidos y guiados por una fuerza invisible que jams +se equivoca. Ms all de esos millares de astros, que percibimos a +simple vista, hay cien millones que percibimos con el telescopio; ms +all de esos cien millones hay otros millones de millones ms, que +recorren la inmensidad con celeridades aterradoras. Eso que nos aparece +como un poco de polvo blanco, como<a name="page_220" id="page_220"></a> leve imperceptible vapor, es una +nebulosa: millones de soles tan grandes y mayores que el nuestro la +forman, escoltados por una legin de planetas y satlites que respiran y +beben su aliento. Y esta nebulosa no es ms que una provincia del ter. +Ms all hay otras, y otras, hasta el infinito.</p> + +<p>Ante esos movimientos inconcebibles que arrastran por los desiertos +infinitos a millares y millares de soles; ante esa colosal catarata, esa +lluvia de estrellas que rueda sin cesar por los abismos del espacio; +ante esas rbitas inconmensurables; ante esas distancias y velocidades +donde la imaginacin se pierde, descritas con la firmeza de un sabio y +el fuego de un poeta por el barn de Humboldt, el joven presbtero se +sinti acometido de un vrtigo. Sujetose las sienes con las manos y +estuvo largo rato con los ojos cerrados. Al abrirlos, percibi las +mejillas hmedas. Algunas lgrimas se haban deslizado entre sus +pestaas.</p> + +<p>Una melancola profunda invadi su alma. Por qu? Todas aquellas +maravillas no pregonaban la grandeza del Creador? Sin duda; mas a pesar +de esto, el desconsuelo le ahogaba, como el hombre que repentinamente se +ve perdido enmedio del ocano. Estaba acostumbrado a medir su +insignificancia en el orden moral, su maldad y perversin comparadas con +la bondad infinita<a name="page_221" id="page_221"></a> de Dios. Pero nunca haba visto de modo tan evidente +lo nfimo y microscpico de su naturaleza. La tierra que habitamos le +pareci un pobre globo ridculo navegando por el espacio sin ser notado +ni sentido de nadie. Las guerras, las grandes catstrofes y +trasformaciones histricas que en ella se efectan, cosas tan +despreciables y risibles como las luchas de los seres que habitan una +gota de agua. Y lo que era peor, Jesucristo, cuya figura, aun en sus +momentos de duda, se le apareca elevada siempre y majestuosa, se +presentaba ahora a su imaginacin como un grano de polvo; la historia de +la Redencin, tan insignificante como la cada de una hoja.</p> + +<p>Quiso penetrar ms en el estudio de la Naturaleza. Despus del <i>Cosmos</i> +ley otra porcin de libros de astronoma, de fsica, de geologa. Poco +a poco se acostumbr a ver en los fenmenos naturales el resultado de la +actividad de las fuerzas inherentes a la materia. El mundo pudo haberse +formado, sin la intervencin de una Inteligencia, por la sola accin de +las leyes naturales. La antigua idea de un Arquitecto inteligente, de un +inspirador personal de los instintos se fue debilitando en su espritu. +Y cuando menos lo imaginaba comenz a dudar de la existencia de un Dios +personal separado del Universo. El acto de la creacin lo encontraba +inconcebible, absurdo.<a name="page_222" id="page_222"></a> En todas partes vea la accin de una fuerza +constante que opera segn leyes fatales, no la de un Dios que puede +obrar por capricho, cuya voluntad es capaz de contrarrestar estas leyes.</p> + +<p>La idea era aterradora. El P. Gil haca esfuerzos desesperados por +arrojarla de su cerebro, aunque intilmente. Cay de nuevo en aquel +estado angustioso de duda en que le dejaran los libros de exegesis +bblica, mucho ms angustioso y miserable porque se vea lanzado en +pleno materialismo, lejos de la idea de Dios y de la inmortalidad. +Luchaba bravamente procurando representarse a todas horas las verdades +sublimes de la religin, la idea de un Dios padre de las almas, +arquitecto y director del Universo, a quien ofenden nuestros pecados, a +quien ablandan nuestras splicas y nuestras lgrimas; se agarraba con +toda su alma a estas firmes doctrinas; estaba un da entero unido con +fervoroso anhelo a ellas; pero cuando ms descuidado se hallaba, un +pensamiento impo, fatal, caa en su cerebro y lo volva todo del revs. +La idea del Dios personal separado del Universo le pareca un absurdo, +porque Dios no sera entonces infinito, pues que estaba limitado por el +mundo; la creencia de que nuestras oraciones pueden alterar el curso de +las leyes naturales, un cuento de viejas para engaar a los nios; la +religin, en conjunto, una serie de mitos, ms o menos ingeniosos<a name="page_223" id="page_223"></a> y +bellos, creados por la fantasa viva, pero infantil an de los hombres. +Cuando esto le pasaba, el P. Gil se mesaba los cabellos y se morda las +manos; meta la frente por la almohada, a ver si lograba paralizar su +pensamiento. Se horrorizaba de s mismo.</p> + +<p>Despus del lamentable suceso que priv a D. Miguel de licencias para +confesar y decir misa, qued l al frente de la parroquia. Y aunque poco +despus se rehabilit al prroco, el obispo no quiso que apacentase otra +vez las ovejas de Peascosa. No le priv del curato (que esto no poda +hacerlo), pero le puso un coadjutor para desempearlo. Se encomend este +cargo interinamente al P. Gil, en espera del nombramiento definitivo. +Todo el peso y la responsabilidad de la cura de almas de Peascosa vino +a recaer, pues, sobre nuestro presbtero en los momentos en que ms +necesitaba l que curasen la suya, lacerada por la duda. El trabajo de +velar por los intereses de la religin, de mantener viva en aquel pueblo +la antorcha de la fe, que era para l antes un manantial de puros goces, +se le hizo molestsimo, odioso; se convirti en un tormento. Con qu +derecho suba a la ctedra del Espritu Santo a exponer la divina +palabra, o escuchaba en el confesonario los pecados del creyente, o +elevaba en el altar la sagrada Hostia, l, que dudaba si las palabras +del Evangelio<a name="page_224" id="page_224"></a> fueron o no pronunciadas por Jess, si la confesin +auricular era ley divina o una institucin creada en inters de la +hierocracia, si el sacramento de la Eucarista encerraba una verdad +sublime o era una reminiscencia de los smbolos y misterios de las +religiones del Oriente?</p> + +<p>Muchas tardes, agobiado por sus pensamientos, sala de casa y recorra a +paso largo las orillas solitarias de la mar. La brisa le refrescaba las +sienes, la vista del ocano calmaba la fiebre de su cerebro. Sentbase +en un peasco batido por las olas, y permaneca horas enteras con los +ojos extticos clavados en el horizonte. La belleza imponente de aquel +espectculo no lograba cautivarle. Ni el clamor de las olas, ni su +cambiante manto de palo y plata y zafiro, ni los hermosos celajes +abrasados por los rayos del sol moribundo serenaban jams por completo +su frente. La misma arruga dolorosa la cruzaba siempre, la misma fatal +interrogacin se lea constantemente en ella. En esta agitacin eterna +de las aguas hay algo ms que una fuerza ciega empujando los tomos unos +contra otros? La luz hermosa que reverbera en el horizonte es algo ms +que una vibracin de la materia? Ese pjaro que hiende los aires y se +precipita en el agua para atrapar un desdichado pez y devorarlo, qu +misterio guarda dentro de su organismo? Yo mismo soy otra cosa ms que +una<a name="page_225" id="page_225"></a> expresin individual de la fuerza que anima a todos los seres del +Universo?</p> + +<p>Pero cuando estos pensamientos, horribles siempre, le apretaban como las +cuerdas de un potro, se le hacan irresistibles, era cuando le acometan +al tiempo de ejercer alguna funcin de su sagrado ministerio. Si al +celebrar el santo sacrificio de la misa o dar la absolucin a un +penitente cruzaba por su espritu una de estas ideas negras, senta la +misma impresin que si le atenazasen el cerebro con un hierro candente, +le asaltaba una congoja que le dejaba paralizado. Pensaba morirse. Lo +deseaba ardientemente por librarse de aquel suplicio.</p> + +<p>Un da le avisaron para llevar el Vitico a un casero prximo a la +villa. Como era preciso caminar algn tiempo a campo traviesa, fue sin +campanilla ni convocar a los fieles. Sali solo con el sacristn, la +bolsa de los corporales colgada al cuello y en ella la Sagrada Forma. El +camino cea a trechos la orilla de la mar. Fascinado como siempre por +la inmensidad del ocano, distrajo su atencin del misterio inefable que +llevaba sobre su pecho, dej de balbucir oraciones y entreg su +pensamiento a las mismas meditaciones que noche y da le embargaban +haca tiempo. Los rayos del sol desparramados sobre los cristales del +agua le impulsaron a considerar la accin suprema, omnipotente de este +astro sobre<a name="page_226" id="page_226"></a> la vida terrestre. l es quien la ha creado, quien la +sostiene, quien la renueva. La flor le debe su perfume, la fiera su +agilidad y su instinto sanguinario, nuestra alma sus impresiones ms +dulces o terribles. El sol es el padre de todo, del amor y del odio. +Consider despus que la vida no es ms que un dinamismo inmenso en cuyo +seno se trasforman las fuerzas formidables de la fsica y de la qumica. +Todos los seres de la tierra, hombres, animales, plantas, estn +ntimamente ligados. La vida de todos ellos es una misma, y esta vida +universal no es otra cosa que un incesante cambio de materias. Un +movimiento universal arrastra a los tomos, como a los mundos. Mil +ondulaciones se entrecruzan en la atmsfera, mil fuerzas se combinan, el +calor y la luz, la afinidad y el magnetismo se unen en los misterios del +mundo vegetal y mineral. Todos los seres estn constituidos de las +mismas molculas, que pasan sucesiva e indiferentemente de uno a otro, +de modo que nada les pertenece en propiedad. Nuestro cuerpo se renueva +de tal modo que al cabo de cierto tiempo no poseemos ya un solo gramo +del cuerpo material que poseamos antes. Este movimiento de renovacin +se opera en cada uno de los animales, en cada una de las plantas. Los +millones de seres que habitan la superficie del globo viven en mutuo +cambio de organismos. La molcula de oxgeno<a name="page_227" id="page_227"></a> que ahora respiro fue ayer +respirada por uno de estos rboles que bordan el camino. La molcula de +carbono que arde en uno de estos montoncitos de hoja seca que sirven +para abonar la tierra, quiz haya ardido ayer en los pulmones de un +hroe. Quiz en una de esas conchas de ostras que yacen adheridas a +estas peas se esconda el fsforo que formaba las fibras ms preciosas +del cerebro de Jesucristo...</p> + +<p>Sinti dentro de su ser algo que se desgarra y cae. Haba olvidado por +completo que llevaba consigo el cuerpo divino del Redentor. Le pareci +una cosa tan extraa, tan fuera de la realidad eterna que vea y +palpaba, que imagin estar soando. Y sin saber de qu antro oscuro de +su ser venan, le acometieron unas ganas feroces, impas, de soltar la +carcajada. Qu comedia era aqulla? Un poco de harina amasada y tostada +ayer por el ama de D. Miguel se trasform por arte mgico en la persona +de Jesucristo, un ser que desapareci de entre los vivos hace diez y +nueve siglos. Esas leyes soberanas, sublimes de la Naturaleza, quedarn +violadas porque unos cuantos insectos de este microscpico planeta +reunidos en concilio lo decreten? Separ los ojos del mar y los fij en +el sacristn, que corra delante silbando a su perro, que se escapaba +detrs de unas gallinas. Qu reverencia la de aquel hombre, llevando a +su lado al Dios de los cielos,<a name="page_228" id="page_228"></a> al Creador de todas las cosas! Y la +carcajada suba del pecho cada vez con ms mpetu, llegaba a la +garganta, tocaba en los labios, estaba a punto de estallar. Un extrao +temblor le hizo dar diente con diente; sinti la frente baada por un +sudor fro; se le turb repentinamente la vista, y cay al suelo sin +conocimiento. Cuando lo recobr, estaba en brazos del sacristn y dos o +tres labriegos que por all andaban. Le haban baado la cara con agua +fra, le abrieron la sotana y le quitaron el alzacuello. Uno le echaba +el humo del cigarro a la nariz. La bolsa de los corporales con el cuerpo +del divino Redentor yaca sobre la paredilla de un prado. El P. Gil se +apresur a recogerla, se la colg de nuevo al cuello, y despus de orar +un instante hincado de rodillas, sigui su camino sin separar los ojos +del suelo.<a name="page_229" id="page_229"></a></p> + +<h3><a name="IX" id="IX"></a>IX</h3> + +<p>Su confesor, hasta que le retiraron las licencias, haba sido D. Miguel. +Se confesaban mutuamente, como acontece entre los clrigos. Con l fue +con quien comunic primero sus dudas. El viejo cabecilla qued ms +sorprendido que escandalizado de ellas. Le parecan cosa tan +insustancial que no mereca la pena de fijar mucho tiempo la atencin. +Los dogmas eran para l como las leyes fsicas de la gravedad, la +impenetrabilidad, etc. Se contaba con ellos sin pensar en su existencia. +Todo el drama conmovedor de la pasin y muerte de Jess lo miraba el +prroco de Peascosa en el fondo como una especie de romanticismo que +sirve de acompaamiento obligado a la verdadera religin. sta consista +en la misa, los responsos,<a name="page_230" id="page_230"></a> el rezo del da, el rosario, la abstinencia +de carne en los das de vigilia, y sobre todo en los derechos +parroquiales, que tal vez juzgaba simultneos con el acto de la +Creacin. No se paraba, pues, en analizar y desvanecer las dudas de su +excusador. Anda adelante.—No hagas caso.—Pataratadas!—Djate +estar.—Otra te pego!—Cmo no haba de resucitar al tercero da, +majadero? No ves que lo dice San Juan y San Mateo y San Marcos? stos +eran los consuelos que ordinariamente le prodigaba.</p> + +<p>Nuestro sacerdote unas veces se entristeca con ellos, pero otras se +confortaba pensando que no deba de estar tan condenado y maldito cuando +D. Miguel tomaba sus terribles dudas con tanta calma. Cuando a ste le +retiraron las licencias no tuvo ms remedio que buscar otro confesor. +Convencido de la hostilidad con que le miraban D. Narciso, D. Melchor y +D. Joaqun, no quiso desahogar con ninguno de ellos su conciencia, +aunque bien saba que en el tribunal de la penitencia nada tienen que +hacer las simpatas o las antipatas. Fue a dar con un joven capelln, +ms joven an que l, recin llegado del seminario. Era hijo de un +carpintero de la villa, tan tmido y encogido que apenas saba saludar, +feliz de verse elevado sobre su antigua condicin, tributando un respeto +sin lmites a todas las grandezas del cielo y a todas las pequeeces<a name="page_231" id="page_231"></a> de +la tierra. ste qued vivamente impresionado con la confesin del P. +Gil, y desde luego trat de convencerle de que todo aquello vena del +demonio y que no haba otro remedio ms que ponerle la cruz y darse +buenas disciplinas, rezar y ayunar mucho. Por espritu de humildad y +obediencia, el excusador hizo lo que su confesor le mandaba, +secretamente persuadido, sin embargo, de que no adelantara nada. Ya +antes haba intentado estos medios, sin resultado. Las dudas seguan +atormentndole; se le ofrecan cada vez ms crueles, ms imponentes. El +tmido capelln pasaba un rato muy amargo cada vez que le confesaba; +temblaba y se azoraba como si le sucediese una desgracia: tanto padeca +y tales temores le asaltaban, no se sabe de qu, que poco a poco fue +excusndose de orle en confesin y concluy por negarse en absoluto.</p> + +<p>Entonces se le ocurri ir a ver a D. Restituto, prroco de una de las +aldeas inmediatas a Peascosa, hombre que pasaba entre sus compaeros +por avisado, prudente y aficionado a los libros. Decase que tena una +gran biblioteca y que en su juventud haba hecho en Lancia ejercicios +brillantsimos a una de las prebendas de la catedral, y que no se la +dieron porque el obispo la tena reservada para un sobrino. Don +Restituto, herido por la injusticia se haba retirado a aquel curato +rural, y nunca ms quiso<a name="page_232" id="page_232"></a> salir de l para intentar nueva contienda. Si +continu dedicado al estudio de la teologa o pag en ella el desaire +que haba recibido, no se sabe con certeza. Gustbale, s, cuando alguna +fiesta o funeral le reuna con sus compaeros, mostrar erudicin y +excederles en ingenio y sutileza para defender cualquier proposicin; +pero los curas de las parroquias inmediatas todos eran <i>moralistas</i>, +esto es, ninguno haba estudiado la carrera lata de teologa ms que l. +Pocas gracias que los arrollase en las disputas de sobremesa. Por lo +dems, D. Restituto llevaba tanta labranza y estaba tan interesado en +ella, que no deba de tener mucho tiempo, ni humor tampoco, para +profundizar en la Dogmtica ni en la Patrologa.</p> + +<p>Nuestro acongojado presbtero sali una tarde, despus de comer, y +encamin sus pasos hacia la aldea donde moraba el telogo. Le conoca +bastante, pero no le trataba con intimidad. Estaba apartada la aldea +como media legua. El camino era vario y pintoresco: callejas estrechas +con altos setos de zarzal, trozos de bosque, vereditas entre maizales y +senderos al travs de los prados. A la entrada de una garganta, sobre +una vega de maz y teniendo detrs algunas praderas deliciosas, estaba +asentado el principal casero de la parroquia. La iglesia y la casa +rectoral estaban un buen trecho ms all, en<a name="page_233" id="page_233"></a> una angostura sombra y +hmeda. Todo dorma en el silencio ms completo cuando el joven +sacerdote lleg. Las gallinas picoteaban en la calle delante de la casa; +un gato rabn se lavaba la cara sentado sobre la paredilla de la huerta, +y un mastn desorejado dorma de bruces sobre la tabla del hrreo vecino +de la casa. Este mastn fue el encargado de romper la paz de aquel +paraje, alzndose iracundo contra el advenedizo, ladrando con un grito +ronco, apagado, testimonio de su decrepitud. El P. Gil detuvo el paso, y +comenz a decir en tono dulce y persuasivo:</p> + +<p>—Toma, toma! Quis, quis!</p> + +<p>Que si quieres! El mastn, viendo al recin llegado achicarse, se +creci horriblemente. Guau, guau! grit, buscando el registro ms feroz +y amenazador que pudo hallar en su pecho. Al mismo tiempo clavaba una +mirada de exterminio en el presbtero y avanzaba, aunque con cierta +cautela, hacia l. ste, aterrado por aquellos ladridos salvajes, dio +tres o cuatro pasos atrs y extendi el brazo con el paraguas, que traa +para quitarse el sol, hacia adelante. Paraguas! El recurso de los +cobardes, debi pensar el mastn. Y se encresp de tal modo ante aquel +ultraje, que no lo hubiera pasado bien el clrigo a no salir a la puerta +una vieja chillando:</p> + +<p>—Cuco! Cuco! Aqu, Cuco! Fuera, Cuco! Maldito perro! Aqu!... +Aqu! Ven aqu!<a name="page_234" id="page_234"></a></p> + +<p>El perro vacil un instante, dej de ladrar y mostr bastante claramente +la resolucin de volverse otra vez a dormir como si no hubiera pasado +nada; pero la vieja no se dio por satisfecha; exiga un acto de +sumisin.</p> + +<p>—Aqu, Cuco! Aqu, ahora mismo!</p> + +<p>El Cuco baj la cabeza humildemente y emprendi hacia ella una marcha +lenta, penossima, como si el camino estuviera erizado de peligros.</p> + +<p>—Aqu! Venga usted aqu!</p> + +<p>Me trata de usted, malsimo! se dijo el perro, a quien no hacan +efecto las pompas y vanidades. Y avanz con mayores precauciones an, +asegurando bien la pezua a cada paso que daba, meneando el rabo de un +modo vertiginoso.</p> + +<p>—Aqu! Aqu!—segua gritando la vieja.</p> + +<p>Por fin, a una velocidad mxima de seis pasos por minuto, lleg el Cuco +a su destino. La vieja le cogi por la parte de oreja que le quedaba y +dio tres o cuatro tirones con fuerza. El perro lanz un aullido de +dolor. Luego le cogi por la otra, y otros tantos tirones. Mayor y ms +triste aullido an. Cumplidos sus deberes con la justicia de la tierra, +el mastn se retrajo de nuevo hacia la tabla del hrreo, no sin lanzar +por lo bajo algunas imprecaciones y blasfemias. Esta escena se repeta +unas cuantas veces al da, siempre que alguna persona sospechosa, como<a name="page_235" id="page_235"></a> +ahora, llegaba con propsitos hostiles a la rectoral. El Cuco deploraba +en su fuero interno que no le hubieran rapado mejor las orejas.</p> + +<p>—Buenas tardes, D. Gil—dijo la vieja, cambiando sbito la expresin +colrica por otra sonriente, melossima, dando muestras de que le +conoca.</p> + +<p>El P. Gil, a quien no suceda otro tanto, respondi muy cortsmente y +pregunt por D. Restituto.</p> + +<p>—El seor cura debe de estar hacia el establo. Pase usted, D. Gil. Ir +a llamarlo.</p> + +<p>—No hay necesidad: yo mismo ir a buscarlo. El establo est aqu?...</p> + +<p>—S, seor; aqu detrs de la casa.</p> + +<p>Dio la vuelta a toda ella el sacerdote, subi algunos pasos por una +calleja sucia, y se encontr con una misrrima fbrica hecha de piedras +del ro sin labrar apenas, con una puerta desvencijada. Estaba cerrada, +y a nadie vio por all delante. Iba a dejar aquel sitio y volverse a la +casa, cuando detrs del establo oy ruido de voces. Fuese hacia all, y +hall, en efecto, a don Restituto, sorprendindose no poco del traje y +la situacin en que se le apareci.</p> + +<p>El anciano cura vesta unos calzones anchos de pana, remendados, como +los que gastan los paisanos por aquella tierra; traa en los pies +almadreas con escarpines de pao burdo, chaqueta<a name="page_236" id="page_236"></a> lustrosa por el uso, +y camisa de lienzo hilado por el ama, sin alzacuello ni cosa que lo +valga. Era el traje de un labrador, sin quitar ni poner nada. Pero lo +que haca verdaderamente peregrino y estrafalario el atavo es que en la +cabeza traa un bonete viejo y grasiento.</p> + +<p>El P. Gil qued asombrado de aquella figura, y ms asombrado, cuando +advirti la ocupacin a que el prroco se entregaba. Estaba, con una +rodilla hincada en tierra, desollando un becerro. Le ayudaba en la +operacin el criado. Tenan al animal extendido entre los dos, la mayor +parte de l en carne viva ya. Volvi la cabeza D. Restituto al sentir +pasos, y hallndose con su joven compaero, se puso en pie y vino hacia +l con las manos ensangrentadas empuando un enorme cuchillo.</p> + +<p>—Qu milagro es ste, amigo? El futuro cura de Peascosa se digna +hacernos una visita!... Mira, no te doy la mano, porque ya ves cmo la +tengo. Bien de salud, verdad?... Por aqu tampoco hay novedad.</p> + +<p>D. Restituto trataba de t, familiarmente, a todos los clrigos ms +jvenes que l desde la primera entrevista. Cuando Gil le hubo explicado +el motivo de su viaje, mostr cierta extraeza, pero se apresur a +responderle:</p> + +<p>—Bueno, bueno. Yo voy a concluir en seguida. Vete a casa, y esprame.<a name="page_237" id="page_237"></a></p> + +<p>Pero el joven manifest deseos de ir a la iglesia.</p> + +<p>—A la iglesia?—dijo sorprendido. Entre ellos era costumbre confesarse +en casa.—Est bien. No hay inconveniente. Pide al ama la llave, y +esprame all. No tardar.</p> + +<p>Pluguiera a Dios que hubiese tardado ms! Y sobre todo, pluguirale que +hubiera tenido tiempo a lavarse bien. Porque el telogo despeda de s +un vaho de matadero que derribaba. Mientras dur la confesin, y dur +bastante, el P. Gil apenas pudo pensar en otra cosa. Sentase asfixiado +por aquel olor nauseabundo; acudanle unas congojas y sudores que +estuvieron a punto varias veces de privarle del sentido. Don Restituto +sinti verdadera satisfaccin en poder sacar a relucir su antigua +batera de proposiciones teolgicas. A cada duda que su atribulado +penitente le ofreca, contestaba victoriosamente con un texto latino. +Como el veterano descuelga con gozo sus armas a la seal de guerra, as +el viejo opositor a la lectorala de Lancia descolg de su memoria los +textos enmohecidos ya de Perronne y de Balmes. Cmo dudar de la +inmortalidad del alma, cuando sta es una cosa simple, y las cosas +simples no pueden descomponerse? Quin se atreve a imaginar que la +Iglesia catlica puede algn da perecer, cuando estn ah sangrando las +palabras de Jesucristo: Las<a name="page_238" id="page_238"></a> puertas del infierno no prevalecern (<i>non +prœvalebunt?</i>) Cmo se ha de dar ms crdito a la palabra de los +hombres que a la de Dios? Pues qu, la Divina Sabidura no ha dicho: +Yo para esto nac y para esto vine al mundo, para dar testimonio a la +verdad? Y este testimonio no est bien claro y bien patente en las +obras visibles que exceden al poder natural, por ejemplo, en la curacin +de los enfermos, en la resurreccin de los muertos y en otros admirables +milagros llevados a cabo por Nuestro Seor Jesucristo y por los Santos +Apstoles?</p> + +<p>El P. Gil recibi la absolucin, prometiendo no ser ms demente ni +idiota; as juzgaba don Restituto al que dudaba de las verdades +reveladas por anglico ministerio. Poco despus de besar aquella mano no +bien purgada de la sangre del becerro, y cuando se hubo levantado para +rezar ante un altar la penitencia, nuestro presbtero se sinti +indispuesto. Tuvo que salir inmediatamente de la iglesia, acometido de +violentas nuseas. En el prtico devolvi toda la comida. Llevole a casa +el cura, y quiso curarle con una taza de salvia, remedio supremo que +empleaba contra todas las dolencias que afligen al gnero humano; pero +su joven compaero, que saba a qu atenerse sobre su enfermedad, rehus +obstinadamente toda medicacin. El prroco entonces pas a mostrarle la +huerta, en la<a name="page_239" id="page_239"></a> cual tena cifrado tanto orgullo como en la profundidad +de sus conocimientos teolgicos. Estaba llena de rboles frutales y +legumbres. No se vea una flor ni un arbusto de adorno. Desde all +pasaron a un vasto prado, donde tena unos cuantos operarios alzando +pared. D. Restituto comenz a darles instrucciones, aprob algunas +cosas, reprob otras, olvidndose por completo de su husped. Uno de los +operarios le particip que el molino haba parado porque el hijo de +Cosme haba desviado el agua ms arriba para secar el cauce del +riachuelo y pescar las anguilas. D. Restituto se enfureci y anunci su +propsito de demandar a Cosme y pedirle indemnizacin de daos y +perjuicios. De l no se burlaba nadie; estaba resuelto a hacer que se +respetase su propiedad. Desde all se corrieron a los maizales, y el +prroco mostr a su compaero con extremado gozo el estado magnfico de +las plantas. El agua haba venido muy a tiempo, pero ms que al agua se +deba a la gran cantidad de abono que haba echado.</p> + +<p>—T dirs: dnde podr hacer D. Restituto tanto estircol para una +tierra como sta, de quince das de bueyes? Voy a explicrtelo. Yo, +aunque tengo nueve cabezas de ganado, no podra abonar ni la mitad de la +tierra que llevo. Aqu del <i>intelectus</i>! En todas las parroquias, como +t sabes bien, hay una porcin de pobretes,<a name="page_240" id="page_240"></a> a los cuales no es posible +sacarles un cuarto ni por bautizos ni por matrimonios ni por nada. Pues +bien, a estas calamidades vivientes les obligo a echar de vez en cuando +delante de sus casas (vulgo pocilgas) una buena cantidad de hoja seca o +tojo. Con el agua y el paso de los transentes y el estircol de las +reses que cruzan se convierte al cabo de algn tiempo en abono. Cuando +ya est bien podrido me lo traen y voy formando montn hasta que llega +el tiempo de distribuirlo por la tierra. Qu tal?</p> + +<p>Desde all saltaron a una heredad de prado. D. Restituto, en cuanto se +vio en ella, dej escapar una risita aguda y burlona, que hizo levantar +la cabeza a su joven compaero y mirarle con curiosidad.</p> + +<p>—Este es el <i>prado del molino de abajo</i>... el <i>prado del molino de +abajo</i>, ya sabrs... Cmo? no sabes la historia de este prado? Pues ha +corrido mucho por la villa... Perteneca a los mansos de la parroquia, y +haba quedado trasconejado cuando la venta de todos ellos. Yo lo +llevaba, y nadie en la parroquia se atreva a denunciarlo. Pero haba +aqu un tabernero rico llamado Lino (que ya revent, a Dios gracias, el +ao pasado), y este Lino le tena muchas ganas al prado. Al fin dio el +soplo en la administracin, guardando la mano, porque no quera ponerse +mal conmigo, y lo sacaron a subasta. Dos das antes de hacerse,<a name="page_241" id="page_241"></a> vino +por ac el muy hipcrita y me dijo: Seor cura, voy a hacer postura al +<i>prado del molino de abajo</i>, pero si usted lo quiere me quedo en casa. +El tunante trataba de sonsacarme la cantidad que yo pensaba ofrecer. +No, no lo quiero; puedes rematarlo cuando gustes, le contest. El +hombre, viendo que yo no iba al remate, y sabiendo que ningn vecino +estaba en situacin de tirarle, se las prometa muy felices. Y mand a +Lancia a un primo hermano suyo. Pero a ste le fui a tropezar camino de +Peascosa, y le habl muy al caso, representndole el pecado en que +incurra rematando bienes de la Iglesia, le promet darle en arriendo el +prado, y le puse cuarenta duros en la mano. Qu haba de hacer el +hombre? Fue a Lancia, lo remat y me lo traspas a m acto continuo... +Vaya una risa que se arm en el pueblo, amigo! Lino enferm de rabia, y +en cuanto se le present ocasin, que fue al cabo de dos meses, viniendo +de una romera, le peg una pualada a su primo... Pero, anda, que +buenos cuartos le cost la tal pualadita! No lo hizo con diez mil +reales.</p> + +<p>Como ya el sol declinaba, despus de haberle enseado un lagar, que +acababa de construir para la sidra, D. Restituto llev de nuevo a su +penitente a casa y le convid a chocolate. Pero el excusador no se +senta an bien. Adems tena<a name="page_242" id="page_242"></a> prisa. Rehus todo convite y emprendi el +camino de Peascosa. El cura le acompa un buen trecho.</p> + +<p>Fuera ya de sus fincas y comprendiendo por el continente reflexivo del +excusador de Peascosa que su nimo segua embargado por pensamientos +serios, D. Restituto quiso volver a la carga, aunque le pareciese +sobradamente demostrado que todas las dudas de su compaero no eran ms +que bombas de jabn, las cuales deshace con un soplo cualquiera que haya +saludado siquiera la Sagrada Teologa.</p> + +<p>—Debes fijarte, querido—le deca con proteccin ilimitada,—que las +verdades de la fe no son contrarias a la razn, sino que estn sobre +ella. Lo contrario de lo verdadero, qu es? Lo falso, no es cierto? Y +cmo ha de tenerse por falso lo que est divinamente confirmado? Las +cosas que sabemos por revelacin divina no pueden ser contrarias al +conocimiento natural, porque el conocimiento natural viene tambin de +Dios, puesto que Dios es el autor de nuestra naturaleza. Porque exceda a +la razn una cosa no debe reputarse contraria a ella. As dice San +Agustn que aquello que como verdad se demuestra por los libros santos, +sea del Antiguo, sea del Nuevo Testamento, de ningn modo puede serle +contrario. El entendimiento humano no puede llegar, naturalmente, a +conocer la existencia de Dios, supuesto<a name="page_243" id="page_243"></a> que nuestra inteligencia en el +modo de la presente vida comienza su conocimiento por el sentido, y por +lo tanto, las cosas que no caen bajo el sentido no pueden percibirse +sino en cuanto por los sentidos puede colegirse su conocimiento...</p> + +<p>La tarde estaba fra y apacible. La campia se extenda debajo del cielo +trasparente, reflejando con tonos verdes, claros, amarillentos, los +rayos del sol que se ocultaba. El mar era una mancha azul all a lo +lejos. Los dos clrigos haban atravesado ya el casero principal, donde +las mujeres, sentadas a la puerta de casa, les daban las buenas tardes y +los nios acudan a besarles la mano. Estaban en la regin abierta, +ligeramente ondulada, que caracteriza la costa en aquel pas. El P. Gil, +silencioso, caminaba con la cabeza baja, levantndola de vez en cuando +para enderezar su mirada vaga, perdida, hacia lo lejos, a las tierras +rojas y a las rocas peladas que festonaban la orilla del mar. El sol +mora despidiendo su ltima llamarada, que enrojeca una parte del +horizonte. Y de all vena una leve brisa helada que coloreaba los dedos +y la punta de la nariz, vigorizando los msculos y produciendo +cosquilleo en los ojos. La campia se preparaba a dormir, exhalaba un +suspiro de bienestar, mezcla confusa de voces y mugidos, rechinar de +carros, taido de esquilas y rumor de<a name="page_244" id="page_244"></a> olas, fundido todo y armonizado +en la amplitud de la llanura ilimitada. El P. Gil se esforzaba en +atender a los argumentos que su anciano compaero iba vertiendo con voz +profunda y solemne. Eran los mismos que haba estado oyendo durante +siete aos en las ctedras del seminario de Lancia.</p> + +<p>Al dejar la senda y penetrar en una callejuela estrecha vieron llegar un +hato de ganado avanzando lentamente. D. Restituto ataj su discurso +teolgico y se llev la mano a los ojos a guisa de pantalla.</p> + +<p>—Son mis vacas—dijo sordamente.</p> + +<p>Y antes que llegasen se puso a gritar al criado que las conduca:</p> + +<p>—Qu tiene la <i>Parda</i>, que cojea?</p> + +<p>—Debi meterse una espina.</p> + +<p>—Pues en cuanto llegue al corral la registras bien y se la sacas, +entiendes?... Es la mejor vaca que tengo—aadi por lo bajo, +dirigindose a su compaero.</p> + +<p>Y como ya estuviera entre ellas, el cura se acerc solcito, paternal, a +la Parda y comenz a acariciarle el testuz, bajando al mismo tiempo la +cabeza, para mirarle las patas.</p> + +<p>—To, Parda!... to! to!... Espina debe de ser, porque en las patas no +veo nada. Despus que se la saques la lavas bien con un poco de vino y +romero... Di a Teresa que te lo prepare...<a name="page_245" id="page_245"></a> Nacida y criada en casa, +sabes t?—prosigui volvindose al excusador con la fisonoma +enternecida.—Me daba D. Jovino, tu feligrs, sesenta duros por ella... +Como si me diera ochenta! Esta alhaja no sale de casa. Qu anchura de +pechos, eh? Qu cuarto trasero! (Y se lo acariciaba blandamente con la +palma de la mano.) No da mucha leche, pero toda es manteca... Esta otra +tambin naci en casa... Quieta, Guinda, quieta!... Es ms torpe que la +otra... Una novilla todava... No hace quince das que ha parido por +primera vez... sta se deshace en leche... Repara, repara que ubre! No +puede andar con ella!... Cada chorro suelta como el dedo... Mira, +mira... Quieta, Guinda!...</p> + +<p>Y bajndose tir de una de las tetas al animal e hizo salir dos o tres +chorros de leche que humedecieron el suelo. Al mismo tiempo volvi su +faz, congestionada por la posicin tanto como por el gozo, hacia el +joven coadjutor. ste sonri por complacencia, pero separ al instante +la vista, no pudiendo reprimir bien la repugnancia que senta.</p> + +<p>Se puso de nuevo el hato en marcha y ellos tambin. D. Restituto cogi +otra vez el hilo de su discurso.</p> + +<p>—Ya s que hay quien dice que por la razn no puede demostrarse que +Dios es, y que esto slo puede obtenerse por la fe y la revelacin...<a name="page_246" id="page_246"></a> +Error crassimo. La falsedad de esta opinin se manifiesta por el arte +de la demostracin, que deduce por los efectos las causas, y por el +orden mismo de las ciencias, porque si no hay ninguna sustancia +cognoscible fuera de lo sensible, no habr tampoco ninguna ciencia +supranatural, como se dice <i>in quarto Metaphysicorum</i>. Hay que +distinguir lo que es conocido <i>per se simpliciter</i>, y lo que es conocido +<i>quoad nos</i>. <i>Simpliciter</i> que Dios es por s, es conocido...</p> + +<p>D. Restituto tena una memoria felicsima. Al cabo de tantos aos +recordaba perfectamente su Dogmtica, y la recitaba vertida al +castellano con el mismo nfasis que si la hubiera inventado. Tambin la +recordaba el P. Gil, porque la tena ms reciente, pero escuchaba con +atencin, por humildad, esforzndose en admirar la fortaleza de aquellos +argumentos, en considerarlos irrefutables. El anciano telogo se detena +a menudo, balbuca olvidando alguna demostracin, pero sbito tomaba +vuelo y se lanzaba vigoroso sobre las premisas, hacindoles sudar +inmediatamente las conclusiones apetecidas.</p> + +<p>—...Todo lo que se mueve se mueve por algo. O lo que mueve es movido o +no. Si no se mueve, tenemos lo que buscamos, un mvil inmvil, y a esto +llamamos Dios. Si se mueve, es por algo que le mueve, y entonces, o hay +que seguir as hasta el infinito, o tenemos que llegar<a name="page_247" id="page_247"></a> a algn mvil +inmvil; pero en el orden del movimiento no puede haber proceso +infinito... ergo hay que suponer un primer mvil inmvil. Probemos ahora +que todo movimiento se determina por algo. Si algo se mueve a s mismo, +es necesario que tenga en s el principio de su movimiento...</p> + +<p>Caminaban por una senda estrecha abierta entre los maizales. El telogo +iba delante y el P. Gil detrs. Sbito aqul par en firme el paso y la +lengua. Al doblar un recodo se encontr de frente con el hijo de Cosme, +que traa colgado a la espalda un cesto mediado de anguilas. Verlo el +telogo y arrojarse sobre l sin conmiseracin fue todo uno.</p> + +<p>—Granuja! Grandsimo perro! Conque eres t el que me quitas el agua +del molino? Te voy a desollar vivo! Es tu padre quien te ensea esas +picardas? Es el maestro quien te las ensea? Desvergonzado, cnico!</p> + +<p>Le tena asido fuertemente por entrambas orejas, y a cada interrogacin +le daba una fuerte sacudida. El chico, comprendiendo bien que aquellos +interrogantes tenan un fin puramente retrico y no deban ser +contestados, limitbase a lanzar gritos de dolor inarticulados.</p> + +<p>—Ven ac, pilluelo! Quiero llevarte delante de tu padre! A ver si me +dices ahora que yo te tengo mala voluntad! Has de parar en un presidio! +Ven aqu, ven!<a name="page_248" id="page_248"></a></p> + +<p>Y como no era factible llevarle cogido de las dos orejas, el anciano +telogo se avino, aunque con profundo dolor, a soltar una, comunicando +instantneamente a la otra su parte de presin para que no se +desperdiciase nada. En esta forma, con el rostro encendido y los ojos +llameando de clera, dio la vuelta hacia el pueblo sin despedirse de su +compaero, llevando medio en suspensin al chico, que lanzaba quejidos +lastimeros.</p> + +<p>El P. Gil le contempl estupefacto hasta que le perdi de vista. +Permaneci todava unos momentos inmvil, abstrado. Y emprendi de +nuevo su camino que se acercaba cada vez ms a la orilla del mar, para +bajar por una rampa suave a Peascosa. La luz desapareca por momentos. +El fro aumentaba. El ocano en calma haba perdido su bello color azul, +cambindolo por otro gris con reflejos acerados. De vez en cuando un +soplo de viento helado haca correr por la tersa superficie de las aguas +un estremecimiento que las rizaba leve y momentneamente, como si al mar +se le pusiera carne de gallina. Y este estremecimiento se comunicaba al +joven presbtero y llegaba hasta el fondo de su ser. Lo que senta en su +alma no era ni dolor, ni agitacin, ni congoja; era tan slo fro, un +fro mortal que le roa los huesos. Nunca se haba visto tan solo y +desvalido. Sus ojos iban obstinadamente fijos<a name="page_249" id="page_249"></a> en el suelo. No se +atreva a levantarlos e interrogar la inmensidad como otras veces. +Estaba seguro de su respuesta y la tema.</p> + +<p>Cuando lleg a las primeras casas del arrabal de la Gusanera haba +cerrado ya la noche. Al pasar por delante de una de las ms pobres y +sucias llam su atencin el estrpito de golpes y gritos que de adentro +parta. Detuvo el paso asustado y procur averiguar qu era aquello. Por +las pequeas ventanas iluminadas no se vea ms que agitarse +violentamente algunas sombras. A sus odos llegaban, entre el confuso +vocero, algunas blasfemias que le estremecan. De pronto se abre con +violencia la puerta y sale precipitadamente una masa negra, disparada +por unas manos que cierran de nuevo al instante. El P. Gil reconoci en +aquella masa negra a un clrigo. Se aproxim solcito y vio que era el +P. Norberto, con manteos y sin sombrero.</p> + +<p>—D. Norberto! Qu es eso? Qu le pasa?</p> + +<p>—Hola, querido. Nada, nada... no es nada—respondi sin aturdimiento.</p> + +<p>—S le pasa algo... Qu le han hecho a usted en esa casa?</p> + +<p>—Nada, nada... Vmonos que se rene gente.</p> + +<p>—Se va usted a ir sin sombrero?</p> + +<p>—Es verdad... Voy a pedirlo... Aguarda un poco.</p> + +<p>Pero en aquel instante sali de una de las ventanas<a name="page_250" id="page_250"></a> de la casa y vol +por el aire el sombrero, cayendo enmedio de la carretera, esto es, cerca +de los clrigos. Al mismo tiempo una voz ruda dijo, acompandolo de +varias interjecciones:</p> + +<p>—Toma la teja, ladrn. Si vuelves por aqu, te vas sin las orejas.</p> + +<p>El P. Norberto se apresur a recogerla del suelo y ech a andar.</p> + +<p>—Pero explqueme usted...—le dijo el coadjutor juntndose a l y +haciendo esfuerzos por seguirle el paso.</p> + +<p>—Ya te lo explicar... Ah ms abajo.</p> + +<p>Cuando hubieron salido de la Gusanera, salvado la plaza y entrado en la +calle del Cuadrante, D. Norberto acort un poco el paso. El excusador +aprovech la ocasin para insistir en sus preguntas.</p> + +<p>—Vamos a ver, qu le ha pasado a usted?</p> + +<p>—Pues mira, en esa casa vive una muchacha, una nia que apenas tiene +quince aos, a quien su madre ha prostituido, entregndola a ese chaln +que llaman Pepe el Manchego.</p> + +<p>—Y usted ha ido all a ver si la sacaba de sus garras?</p> + +<p>—La haba visto ya otras dos veces, y no pareca mal dispuesta; pero no +s quin dio soplo a ese hombre, y hoy se present de repente y arm un +alboroto.</p> + +<p>—Jess! Est usted herido!—exclam el padre<a name="page_251" id="page_251"></a> Gil, viendo correr +algunas gotas de sangre por las mejillas de su compaero. Al mismo +tiempo le levant un poco el sombrero y vio que tena un fuerte golpe en +la frente, de donde parta la sangre.</p> + +<p>—Pero esto es una indignidad! Vamos a dar parte en seguida al juez...</p> + +<p>—No pienses en eso, querido... Esto no vale nada... El parte lo echara +todo a perder; se dara un escndalo, y la chica, vindose perdida, se +ira de este pueblo con el chaln. Quedndose aqu, tengo esperanzas que +con un poco de maa lograr quitrsela a ese diablo y reducir a la misma +madre... Esto no es nada—aadi limpindose la sangre con el +pauelo.—Lo que me duele algo ms es este hombro...</p> + +<p>—Pero le ha dado a usted ms golpes?</p> + +<p>—Me ha sacudido un poco la badana—respondi riendo candorosamente.—Es +cuestin de rnica y reposo... Yo creo que no me viene mal. Estaba +demasiado apoltronado... Desde hace algn tiempo todos los das me +convidan a callos... Voy engordando demasiado, no te parece?</p> + +<p>Despidiose el P. Gil a la puerta de su casa y sigui caminando con pie +ms ligero hacia la suya. Pareca como si le hubiesen aliviado de la +carga que le abrumaba. Sinti suavizarse la honda melancola que le +haba oprimido todo el camino,<a name="page_252" id="page_252"></a> y corri por su ser una dulce +inexplicable vibracin de bienestar.</p> + +<p>Despus de interrogar a la naturaleza muda, despus de consultar a la +teologa decrpita, el soplo de Jess haba pasado al fin por su alma y +la haba refrescado.<a name="page_253" id="page_253"></a></p> + +<h3><a name="X" id="X"></a>X</h3> + +<p>Dos meses despus, el P. Gil descansaba sentado en su pobre silln de +gutapercha. El trabajo de todos aquellos das, sobre todo del ltimo, le +haba rendido. Era un trabajo puramente material, donde su espritu, +atribulado por nefandos y horribles pensamientos, se complaca; buscaba +un calmante para la agitacin interior que le atormentaba. Tratbase de +festejar la colocacin de la primera piedra del nuevo templo con una +gran funcin religiosa y profana. La ereccin de este templo haba sido +desde largos aos el sueo dorado de los piadosos vecinos de Peascosa. +Siempre haba tropezado con obstculos insuperables. El dinero por una +parte, por otra la corta voluntad<a name="page_254" id="page_254"></a> del prroco, que opona sorda +resistencia al proyecto, le haban hecho fracasar constantemente. Pero +al encargarse Gil de la parroquia tom este asunto con calor; convoc a +los vecinos ms ricos de la villa y abri una suscricin, que dio buen +resultado; logr que el ayuntamiento otorgase una crecida subvencin; +fue a Lancia e interes al prelado y a varios prceres, que le +prometieron su concurso. En fin, despus de muchas vueltas y sudores, la +nueva iglesia era un hecho. La primera piedra deba de colocarse el da +24 de Enero, con asistencia del prelado, el gobernador, varias +dignidades del cabildo catedral de Lancia y muchas personas notables de +la provincia. Estbamos a 23. El peso de los preparativos haba cado +sobre los hombros del P. Gil, quien, ayudado de las personas de buena +voluntad que se prestaron a ello, organiz no slo la fiesta religiosa, +sino tambin alguna parte de la profana, la iluminacin, los fuegos y la +ceremonia de la primera piedra.</p> + +<p>En aquellos ltimos das no haba tenido tiempo a pensar. Haba sido +menos desgraciado. Pero sus fuerzas estaban agotadas con tanta menuda y +enfadosa ocupacin, y gozaba con voluptuosidad de un corto momento de +reposo, en espera del trajn del da siguiente. Caansele ya blandamente +los prpados, cuando se abri la puerta<a name="page_255" id="page_255"></a> con violencia, hacindole dar +un brinco en la butaca. Aturdido por la sorpresa, con los ojos +desmesuradamente abiertos, vio a Obdulia que penetraba como un huracn y +se diriga a l con la fisonoma alterada, mostrando en ella agitacin y +clera.</p> + +<p>—Sabe usted lo que pasa, padre?—le pregunt sin saludarle.</p> + +<p>El coadjutor no respondi, interrogando slo con la vista.</p> + +<p>—Pues acabo de saber que le han birlado a usted el cargo de +coadjutor... Se lo han dado a D. Narciso.</p> + +<p>—Nada ms?—pregunt sorprendido an el presbtero.</p> + +<p>—Y le parece a usted poco?—exclam con mpetu.—Despus de lo que +usted ha trabajado en este pueblo, despus de haberlo puesto todo en +orden, despus de haber logrado que se edificara la iglesia... Porque a +usted exclusivamente se debe... todo el mundo lo sabe... Quitarle lo +que le pertenece y darle la plaza a un D. Narciso!... Es una infamia! +es un asco!... Qu bien han manejado la intriga esos envidiosos! Ya +me pareca a m que tanto viaje a Lancia algo significaba!... Por +supuesto que yo bien s quin le ha ayudado... ya lo creo que lo s! +D. Filomena es prima hermana del gobernador de Madrid, y por ah viene +la cosa... Y qu diremos<a name="page_256" id="page_256"></a> del seor obispo que, sabiendo los servicios +que usted ha prestado a la religin en este pueblo, se presta a servir +de juguete a una vieja verde? Qu indignidad! No le dije bien a tiempo +que no se durmiera en las pajas?... Ah, qu infamia tan grande! Qu +infamia! Qu reteinfamia!</p> + +<p>Hablaba atropellndose, con las mejillas encendidas, vibrando por los +ojos rayos de ira, agitando las manos temblorosas, moviendo todo su +esbelto cuerpo como si estuviera sujeto a una fuerte corriente +elctrica. El P. Gil la contemplaba estupefacto. Por fin, aprovechando +un instante de vacilacin, antes que de nuevo tomara vuelo y lanzara +otra sarta de denuestos, la ataj diciendo:</p> + +<p>—Agradezco a usted mucho, hija ma, el inters que me manifiesta en +esta que usted cree injusticia que se me hace, y que no lo es. Yo no he +deseado nunca ese cargo ni he hecho nada por merecerlo. La persona a +quien se encomienda, si es cierto lo que usted me dice, me parece +dignsima y me lleva, entre otras muchas ventajas, la de la antigedad. +Pero sobre todo, aunque en efecto se cometiera conmigo una injusticia, +a qu viene esa alteracin? A qu vienen esos insultos a personas +respetables por cuya cabeza no habr pasado la idea de hacerme dao +alguno?<a name="page_257" id="page_257"></a></p> + +<p>Obdulia se puso fuertemente colorada y dijo balbuciendo:</p> + +<p>—Porque usted es un santo... s... porque usted es un santo.</p> + +<p>—Qu santo!—exclamo el clrigo alzando la mano con impaciencia.</p> + +<p>—S; porque usted es un santo y mira todas estas cosas desde la altura +en que se encuentra... Pero es una injusticia, padre; es una +villana!—aadi volviendo a exaltarse.—Usted es demasiado bueno para +vivir entre esta gente... y le sacrifican como un cordero... Si fuera +yo!... Cree usted que no me apena verle a usted humillado, verle +pisoteado por esos peleles que no sirven para limpiarle los zapatos?... +No es triste que otro recoja el premio de sus afanes?... A usted no le +importar nada, padre, pero yo no podr, sin que me arda toda la sangre +del cuerpo, verle a usted de excusador, de simple ayudante de ese... de +ese farfantn.</p> + +<p>Se dej caer en una silla y comenz a sollozar; pero levantndose +sbito, prosigui, dando patadas de rabia en el suelo, agitando frente a +la puerta los puos cerrados, con una voz concentrada y spera que daba +miedo:</p> + +<p>—Pillos! Infames! Herejes! Creis que os ha de salir bien la +cuenta? Pues no os saldr, porque hay un Dios en el cielo... y porque +estoy yo adems sobre la tierra, que os he de dar todava<a name="page_258" id="page_258"></a> alguna +guerra... Vaya si os la dar!... Ya veris de lo que es capaz una +pobre mujer!... No os reiris, no... Ya veris cmo me arreglo para +echar una gotita de hiel en vuestro plato de crema, para que no os +relamis, puercos!...</p> + +<p>Concluy por sentirse mal. Fue necesario que el P. Gil llamase a D. +Josefa y le mandase traer una taza de tila con gotas de azahar.</p> + +<p>A las nueve de la noche an no haban concluido de adornar la iglesia +las seoritas y los obreros que las secundaban. La velada se prolong +sabrosamente para todas aquellas almas piadosas que servan a su Amo +Divino en tales pequeos menesteres con una espontnea alegra +precursora de la que habrn de sentir en el cielo cuando, trasformadas +en ngeles, rodeen cantando el trono del Altsimo. Aqu una cortina que +tape la suciedad de la pared, all una araa, ms all un jarrn con +flores, todo discutido larga y calurosamente antes de ser colocado en su +sitio. Las que ms se distinguan en la obra de ornamentacin eran D. +Marciala y Marcelina, la primera por su actividad frentica, la segunda +por su gusto y habilidad. Presida los trabajos el P. Gil, como +coadjutor interino, pero la mayor parte de las damas atendan ya ms a +las indicaciones del P. Narciso. La noticia de su triunfo haba volado +por todo Peascosa, y las seoras, con su inclinacin nativa<a name="page_259" id="page_259"></a> a todo lo +que brilla y alcanza xito lisonjero en el mundo, comenzaban a sentir de +nuevo cierta ternura por l. En los grupos que se formaban por los +rincones del templo cuchichebase dirigindole miradas furtivas, +acoganse todas sus palabras con mirada benvola y sumisa, se le colmaba +de atenciones. Mientras tanto, D. Filomena, procurando ocultarse detrs +de todas, gozaba en lo profundo de su corazn de aquel fausto suceso, +que a ella sola se deba, acariciaba a su director con una mirada hmeda +y suave donde se pintaba la ternura, el secreto y la sumisin. Obdulia +se haba retirado temprano, no pudiendo soportar tanta asquerosa +adulacin y el abandono de su amado confesor. Adems Marcelina le haba +dirigido una pulla, y aunque haba contestado con otra ms sangrienta, +que en esto nunca se haba quedado atrs, tena miedo a enfermar de ira.</p> + +<p>No todo era bienandanza, sin embargo, para los futuros querubes de la +corte celestial. Don Miguel, el terrible prroco, turbaba de mil modos, +a cual ms grosero, la paz de su corazn, ora echando una cortina al +suelo bajo pretexto de que le tapaba alguna imagen, bien trasladando los +jarrones de flores adonde se le antojaba, o deteniendo a los recadistas +y emplendolos en otros menesteres, etc., etc. Ninguna censura o mandato +episcopal poda debilitar la energa del<a name="page_260" id="page_260"></a> feroz cabecilla ni hacerle +doblar la cerviz. l era el cura propio de Peascosa y ninguna potestad +de la tierra, ni la del mismo Pontfice, poda privarle de este +carcter. Que le pusieran coadjutor. Bueno, l se rea del coadjutor, y +si se torca un poco, le alumbraba un par de coscorrones para que +anduviera derecho. Felizmente para todos, el P. Gil era la mansedumbre +personificada, y le dejaba pasar con cuanto quera, con tal que no +tocase directamente a la cura de almas, y esto ltimo no era, como ya +sabemos, la especialidad de D. Miguel. Pero las damas protestaban +sordamente contra su tirana y esperaban con anhelo que D. Narciso +empuara con ms bro las riendas de la parroquia.</p> + +<p>—Holgazanazas! Pendonas! Mejor estabais en vuestras casas espumando +el puchero o recosiendo calcetas... Lstima de vara de fresno! Si yo +fuera marido o padre vuestro, ya os dira lo que era candonguear a todas +horas por la iglesia...</p> + +<p>Estos y otros requiebros semejantes eran los que el cura murmuraba por +los rincones de la iglesia en tono bastante alto para que pudieran +orle. Y claro est, todas aquellas rosas msticas, oyndolas, se +estremecan en sus clices y se plegaban tmidamente. Susurrbanse al +odo amargas quejas, mas no osaban producirlas en voz alta. D. Miguel +era muy capaz de echarlas<a name="page_261" id="page_261"></a> de la iglesia a coces. No teniendo ocasin de +hacerlo, el prroco aliviaba su corazn administrando un par de ellas en +el trasero a cualquier monaguillo que tropezaba en su camino.</p> + +<p>Mientras esto suceda en la iglesia, una muchedumbre inmensa se agolpaba +a las puertas del <i>gora</i>, donde su digno presidente, D. Gaspar de +Silva, estaba ensayando a dos docenas de jvenes artesanas un himno de +su invencin (msica del director de la banda municipal) para cantar +durante el banquete del teatro. Y las voces argentinas del coro salan a +intervalos por las ventanas de la casa, despertando en la multitud un +entusiasmo sin lmites, que estallaba en aplausos y en hurras. De tal +manera que al cabo de algn tiempo varios dignsimos vecinos, de oficio +pescadores, pidieron a gritos que se presentase D. Gaspar a la ventana +para tributarle los honores merecidos. El gran poeta no tuvo ms remedio +que ceder a esta exigencia de la multitud, que le recibi con palmoteo +atronador y fuertes vivas. La silueta angulosa del vate se destac en el +hueco de la ventana, y pudo verse claramente que se llev repetidas +veces la mano al sitio del corazn, con lo cual el entusiasmo de la +muchedumbre se convirti en verdadero delirio.</p> + +<p>Un viento de regocijo, de pura y fervorosa alegra soplaba por el +vecindario de la noble<a name="page_262" id="page_262"></a> villa. Haban deseado siempre un templo ms +digno y ms capaz, pero no se daban cuenta cabal de la importancia que +esto tena. Slo cuando supieron positivamente que iba a alzarse uno en +la plaza, de mayores dimensiones que todos los de Sarri, sintieron +removidas hasta las ltimas fibras de su patriotismo. No hubo grande ni +pequeo que no repitiese con frenes: Cuarenta y cinco cincuenta de +largo, treinta veinticinco de ancho. La iglesia mayor de Sarri no tiene +ms que cuarenta por veintiocho cincuenta. Estaban reservadas an al +corazn de los benemritos peascos otra porcin de alegras inefables. +El pavimento del nuevo templo no sera de baldosa comn, como el de +Sarri, sino de azulejos; los altares vendran tallados de Italia, los +cristales de Londres; el altar mayor sera todo de mrmol. Cada uno de +estos pormenores, repetidos de boca en boca, les haca derramar lgrimas +de ternura.</p> + +<p>En la plaza y sitio que haba de ocupar el nuevo templo se haba +levantado un cadalso para las autoridades, los prceres del pueblo y las +damas. Desde este cadalso, el obispo colocara la primera piedra, que ya +penda de unos cordones de seda, perfectamente preparada. En el teatro +no cesaba el martilleo para colocar la mesa del banquete, guirnaldas y +trofeos. Sobre cada uno de los pesebres, llamados palcos, colocaron<a name="page_263" id="page_263"></a> dos +banderas nacionales cruzadas; una guirnalda de laurel las iba enlazando +todas graciosamente. Fue idea de D. Peregrn Casanova, que tambin haba +presidido un banquete en el teatro de Tarragona en los quince das que +gobern aquella provincia. Por ltimo, en el Campo de los Desmayos +estaban ya tendidos los alambres para la iluminacin, si bien no pendan +de ellos an los faroles. Esto se dejaba para lo ltimo, por miedo a la +lluvia.</p> + +<p>No haba cuidado. El da 24 amaneci sereno. Unas cuantas nubecillas +impertinentes, que se amontonaban del lado de tierra, fueron barridas +muy pronto por la brisa del Nordeste, con gran regocijo y aplauso de +todas las personas sensatas de la poblacin. El mar se rizaba +blandamente sonriendo a la privilegiada villa, y el sol asomaba +majestuosamente su disco por detrs de las olas, dispuesto a dar gusto +siquiera una vez en su vida a los honrados peascos. Porque desde tiempo +inmemorial se saba que apenas se preparaba una fiesta en Peascosa, el +sol tomaba las de Villadiego y dejaba que las nubes diesen buena cuenta +de ella. Cuatro docenas de cohetes de dinamita, capaces de estremecer a +los muertos en sus tumbas, anunciaron su salida. La murga municipal +salud al astro del da tocando por las calles la famosa <i>polka de los +paraguas</i>. Despus se situ en el Campo de los Desmayos,<a name="page_264" id="page_264"></a> rodeada de un +enjambre de chiquillos, y ejecut algunas piezas de pera. El mar, +batiendo suavemente en las peas, le serva de contrabajo. Hasta que a +eso de las nueve se fue hacia la plaza tocando un paso doble, y desde +all sali por la carretera de Lancia a esperar al prelado, al +gobernador y a las personas que los acompaaban.</p> + +<p>No tardaron en llegar en seis coches que con el estrpito de sus ruedas +estremecieron de jbilo la villa. Una nube de cohetes estall en el +aire. Los viajeros fueron acogidos en la plaza con inmensa gritera. +Todo peasco en uso de sus extremidades abdominales sali del domicilio +en aquella sazn, para regocijar la vista con el espectculo de la bella +comitiva. El obispo era un hombre alto, gordo, con el pelo blanco y la +faz redonda, de luna llena, adornada de gafas. El gobernador un +hombrecillo enteco, plido, de ojos hundidos. Vesta de gran uniforme y +cruzaba su pecho la banda de Isabel la Catlica. Igualmente las personas +que los acompaaban lucan cruces, uniformes y condecoraciones. Detrs +de ellos marchaba el piquete de carabineros. Al ver desfilar aquel +lcido y esplendoroso cortejo, la fantasa, siempre propensa a la +exaltacin, de los patriotas peascos, se arrebat de un modo +inexplicable. El orgullo de haber nacido en aquel pueblo privilegiado +les embriag como nunca. Por un instante creyeron estar en la capital +de<a name="page_265" id="page_265"></a> un gran imperio, que los ojos de todo el mundo civilizado estaban +fijos en Peascosa. Irresistible deba de ser esta embriaguez cuando a +persona tan grave y calificada como D. Juan Casanova se le subi a la +cabeza hasta hacerle caminar delante de la comitiva con el sombrero en +la mano, gesticulando y hablando solo como un loco. Cundo habamos de +pensar—exclamaba agitando el sombrero!—Cundo habamos de pensar que +se reunieran en nuestra villa tantas notabilidades, tantas personas +eminentes del clero, de la administracin y de la milicia! Alegraos, +vecinos de Peascosa! Alegraos! Para nosotros comienza la era de la +justicia. Esta pobre villa, tan postergada ya sabis por quien!... esta +pobre villa, tan postergada, levanta al fin la cabeza y dir al mundo +entero lo que vale... eso es... lo que vale. Si hemos sido esclavos +hasta ahora de otro pueblo que no vale lo que el nuestro, ya hemos roto +nuestras cadenas. Salid a los balcones, bellas peascas! Salid a los +balcones y arrojad flores sobre nuestros ilustres huspedes! Salid! +Salid!</p> + +<p>D. Juan Casanova haba ganado mucho en emocin, en calor, durante esta +tirada. La voz sala temblorosa, ronca. Pero la imparcialidad nos obliga +a confesar que haba perdido algo de su majestad caracterstica. Por lo +menos aquellos movimientos descompasados de hombros y<a name="page_266" id="page_266"></a> cabeza eran +inexcusables en un hombre tan elevado fsica y moralmente. Los chicos +que iban a la par le miraban con asombro, y las bellas peascas, +evocadas por l, si no arrojaban flores, sonrean desde los balcones al +verle tan descompuesto, mostrando unas hileras de dientes como nunca +veris en Sarri, yo os lo juro.</p> + +<p>Despus de tomar un refrigerio en las Consistoriales y descansar un +poco, la comitiva se restituy a la plaza, donde se efectu con una +solemnidad capaz de hacer derramar lgrimas al ateo ms empedernido el +acto de colocar la primera piedra de la nueva casa de Dios. Uno de los +que ms bullan y mangoneaban por all era D. Jos Mara el boticario, +el antiguo suscritor de <i>El Motn</i> y corifeo de los masones, dando claro +testimonio de que para Dios no hay imposibles, y que nadie puede decir +que est por completo dejado de su mano. Despus el gobernador dirigi +desde el tablado la palabra al pueblo, y aunque su discurso no lleg a +ms de tres o cuatro metros de distancia, el pueblo comprendi en +seguida con admirable instinto que rebosaba de elocuencia y se +entusiasm de un modo frentico. Centenares de boinas de todos colores +surcaron el aire en prueba del efecto mgico que entre ellas haba +producido la oracin de la primera autoridad civil de la provincia. Los +cohetes y la murga municipal secundaron esta gloriosa<a name="page_267" id="page_267"></a> manifestacin de +las boinas. Una muchedumbre inmensa de blusas azules y pantalones +rayados se agit conmovida, embargada por los ms nobles sentimientos +religiosos y humanitarios.</p> + +<p>Acto continuo se trasladaron todos a la antigua iglesia parroquial para +cantar el <i>Te Deum</i> en accin de gracias. El templo, adornado como ya +sabemos por lo ms selecto de la sociedad femenina de Peascosa, estaba +deslumbrante de lentejuelas, araas y cirios. El da anterior haba +llegado una exigua orquesta de Lancia, compuesta de dos violines, una +viola, un violoncello y un contrabajo, y con ella tres o cuatro cantores +de la catedral. Los msicos se situaron en el coro, el obispo y el clero +en el presbiterio. Don Miguel, el tozudo prroco, no quiso revestirse +con los sagrados ornamentos, bajo pretexto de sus achaques, y se fue al +coro con la orquesta. El prelado dijo una breve y sentida pltica desde +el plpito. Tena una hermosa voz de bartono que hizo vibrar las +cuerdas ms delicadas del corazn de todas las rosas msticas de la +villa. El brillo del pectoral de diamantes y de los cristales de sus +gafas daba mayor realce y un poder mgico a su palabra sonora, dulce, +persuasiva.</p> + +<p>Cantose despus el <i>Te Deum</i>. Los tiples y los bajos de la catedral de +Lancia hicieron prodigiosos<a name="page_268" id="page_268"></a> gorgoritos, que dejaron asombrados a los +buenos peascos. La diminuta orquesta les secund perfectamente; Pero he +aqu que a D. Miguel se le antoja mirar con malos ojos al pobre +contrabajo, tan slo porque no pasaba el arco sobre las cuerda ms que +de vez en cuando. El prroco estaba de rodillas y tena delante y vuelto +de espaldas al msico. Mirbale de hito en hito y cada vez con mayor +excitacin. El msico cumpla con su deber rozando las cuerdas +parsimoniosamente, produciendo un sonido sordo y antiptico. A D. Miguel +le pareca aquello el colmo de la estupidez y la holgazanera. Venir de +Lancia con un buen sueldo y el viaje gratis para hacer unas cuantas +veces <i>ron</i>, <i>ron</i> con aquel trasto, era cosa verdaderamente irritante. +La ola de la indignacin fue subiendo en su pecho. Mil pensamientos de +exterminio se le amontonaron en el cerebro mientras su mirada torva y +siniestra permaneca clavada en las espaldas del infeliz contrabajo, +bien ajeno por cierto de los sentimientos sanguinarios que en aquel +momento inspiraba su inofensiva persona. Al fin, habiendo dejado escapar +un acorde ms spero y estridente que los otros, el viejo prroco no +pudo aguantar ms, y levantndose vivamente, se fue hacia l y le encaj +una patada en los riones que le hizo caer de bruces. All fueron el +msico y su violn rodando con estrpito. Al ruido<a name="page_269" id="page_269"></a> levantaron la cabeza +todos los fieles. Satisfecha su justicia, D. Miguel se volvi al sitio +que ocupaba antes. Cuando el desdichado msico vino a preguntarle por +qu haba hecho aquello, respondi que l no quera gorrones en la +iglesia y que hiciese el favor de marcharse con su armatoste ms lejos, +porque no daba palabra de contenerse.</p> + +<p>Concluido el <i>Te Deum</i>, volvieron, como es lgico, a restallar en el +aire otras cuantas docenas de cohetes de dinamita. Los simpticos hijos +de la Pepaina, Chola y Lorito, estuvieron a punto de perecer, vctimas +de su arrojo, al apoderarse de uno que an no haba chasqueado. D. +Miguel, cuando supo que se haban quemado la cara y las manos, +manifest, de acuerdo con todos los Santos Padres, que crea en la +intervencin directa de la Providencia en las cosas humanas.</p> + +<p>Poco despus dio comienzo el banquete en el teatro. Exceptuando el +obispo y sus familiares, todos los huspedes de Lancia asistieron a l. +Eran ms de cien los comensales, que ocupaban tres mesas paralelas, +situadas en el recinto de las butacas. En el escenario se coloc el coro +de muchachas ensayadas en el <i>gora</i> por D. Gaspar de Silva y el +director de la murga municipal. Los palcos estaban ocupados por cuanto +de elegante, aristocrtico y exquisito guardaba Peascosa en su seno. +Apenas sirvieron la sopa, se<a name="page_270" id="page_270"></a> dej or el himno de D. Gaspar. Comenzaba +por una especie de recitado de notas lgubres, prolongadas, ejecutado +por un tenorete, ebanista de oficio. Deca, si no recordamos mal:</p> + +<p class="poesia"> +<span style="margin-left: 3em;">Peascosa, triste ayer,</span><br /> +<span style="margin-left: 2em;">Hoy venturosa,</span><br /> +<span style="margin-left: 2em;">Sacude la apata en que vivi,</span><br /> +<span style="margin-left: 2em;">Y se lanza al progreso entusiasmaaaada</span><br /> +<span style="margin-left: 2em;">Y se laaaanza al progreso con ardor.</span><br /> +</p> + +<p>Despus de esta tirada, sombra como un lamento, que el tenor cant con +todo el nfasis de que es susceptible un ebanista en casos semejantes, +las doncellas arremetieron vigorosamente con el alegro.</p> + +<p class="poesia"> +<span style="margin-left: 3em;">El pueblo animoso</span><br /> +<span style="margin-left: 2em;">Y lleno de esperanza</span><br /> +<span style="margin-left: 2em;">A gozaaaaar se lanza</span><br /> +<span style="margin-left: 2em;">Con mgico ardor.</span><br /> +</p> + +<p>Este himno de corte clsico, y que bien puede compararse, sin +desmerecer, con los ms inspirados de los sacerdotes salios, en el caso +de que conocisemos alguno, despert inmediatamente en los comensales y +en el pblico mil ideas de progreso indefinido y perfectibilidad. Por un +momento todos aquellos espritus elevados vivieron dos siglos ms +adelante y vieron con los ojos del<a name="page_271" id="page_271"></a> alma una Peascosa ideal cuajada de +fbricas y cerveceras. Poder maravilloso de la poesa! Se aplaudi +furiosamente con las manos y con las cucharillas. Y aunque algn +personaje de espritu ligero y afeminado manifest por lo bajo que lo +que l aplauda eran los ojos negros y los dientes blancos de las +peascas, tenemos la certeza de que la mayora supo apreciar +perfectamente la intencin pura y el clasicismo del himno del vate de +Peascosa. La prueba de ello es que cuando se escuch en una de las +pesebreras la voz de: Que salga el autor!, en todas las dems se +pusieron a gritar lo mismo, y los convidados expresaron con la boca +llena idntico deseo. D. Gaspar sali al fin al escenario y avanz, +doblado como un arco, hasta el borde del tablado. Despus, haciendo un +esfuerzo sobre sus callos, se volvi prontamente y fue a recoger del +foro al autor de la msica, un hombrecillo regordete, que se present +con los pelos tiesos como un aparecido. El pblico rompi a aplaudir +calurosamente al verlos cogidos de la mano. D. Gaspar apuntaba para el +director de la murga como diciendo: A ste se debe todo. El director +de la murga apuntaba para D. Gaspar, manifestando por mmica: El +triunfo es de este seor. Por ltimo, en la imposibilidad de expresar +de un modo ms plstico la profunda admiracin que el uno senta por el +otro y la perfecta<a name="page_272" id="page_272"></a> compenetracin de sus espritus entusiastas, se +abrazaron en medio del escenario y permanecieron unidos bastante tiempo.</p> + +<p>No sabemos qu influencia misteriosa, mgica puede ejercer sobre un +concurso el acto de abrazarse dos individuos del mismo sexo; pero +siempre que lo hemos visto declaramos que produjo el mismo efecto +sorprendente. El pblico se levanta electrizado, grita, aplaude, saca el +pauelo, gesticula con violencia y hasta hay seoras que derraman +lgrimas. Por qu? No nos lo preguntis. Creemos que la ciencia no se +encuentra todava en estado de dar una explicacin satisfactoria a este +enigma. Aquello fue un vrtigo, un delirio; ms de diez minutos dur el +estrpito, mientras Euterpe y Tala permanecieron estrechamente +abrazadas. Cuando empez a sosegarse el tumulto se oy uno voz que dijo: +Que se besen! Al parecer, quien lanz este grito fue un periodista de +Lancia. Si se trataba de una broma, la verdad es que tena bien poca +gracia. Burlarse en aquel acto solemne donde se festejaba la +regeneracin moral y material de Peascosa, era una insolencia, y como +deca muy bien D. Juan Casanova, no daba buena idea de la cultura de la +prensa de Lancia. No se besaron, pues, aunque D. Gaspar mostr ciertas +tendencias a hacerlo, aproximando demasiadamente sus narices color +violeta al rostro del aparecido;<a name="page_273" id="page_273"></a> pero ste lo retir, dando pruebas de +prudencia, pues se hablaba en trminos muy graves por Peascosa de las +narices de D. Gaspar.</p> + +<p>Terminado el himno, comenz de nuevo y se repiti indefinidamente hasta +los postres. El gobernador volvi a dirigir la palabra al pblico. A +unos gobernadores les da por destituir ayuntamientos, a otros por +llevarse los colchones que les pone la Diputacin provincial. A ste le +daba por la elocuencia. Le contest D. Peregrn Casanova, y tuvo ocasin +de llamarle mi distinguido compaero y aludir a los altos deberes que +impone el gobierno de una provincia, que l haba tratado de cumplir en +otro tiempo en la medida de sus dbiles fuerzas. Habl tambin D. Jos +Mara el boticario, abogando por el fomento de la religin como +elemento de progreso (le quedaban ciertas frasecillas del tiempo en +que era librepensador) y como freno para los apetitos bastardos. Habl +don Jos el estanquero; habl D. Remigio Flrez, el fabricante de +conservas alimenticias; habl el director de <i>El Porvenir de Lancia</i> +(que haca pocos das se haba batido a sable con D. Rosendo Belinchn, +director de <i>El Faro de Sarri</i>). Y habl otra vez el gobernador. Un +redactor de <i>El Joven Sarriense</i> trat de pronunciar algunas palabras, +pero le interrumpieron con algunos murmullos desde los palcos, y se +sent muy<a name="page_274" id="page_274"></a> desabrido. Por ltimo, D. Gaspar de Silva avanz por el +escenario con un papel en la mano. Silencio! Chis, chis!... Que se +callen!—Silencio! Fuera!—Chis, chis! En medio de un silencio +religioso, el famoso vate de Peascosa comenz a leer con voz dramtica +una <i>Oda a la Religin</i>. Los temas sagrados no eran su especialidad. +Haba preferido siempre poner la lira al servicio de la libertad y de +las ideas democrticas. Su mejor composicin era un soneto al <i>pacto +sinalagmtico bilateral</i>. Comprendiendo, sin embargo, con profunda +intuicin, el sublime destino que el cielo le haba designado, cantaba, +como los vates y semidioses de la antigedad, todo lo que se ofreca a +su vista, la paz y la guerra, la democracia y los seoros, la religin +y el libre pensamiento. Esta oda, que empezaba: Oh dulce religin +inmaculada! era inspiradsima y fue recibida con vivas muestras de +aprobacin. El banquete termin de noche cerrada.</p> + +<p>A las seis, el sacristn y algunos empleados del municipio comenzaron a +iluminar los farolillos a la veneciana del Campo de los Desmayos, de tal +modo que a las ocho estaban casi todos encendidos. La velada se present +muy alegre. En uno de los ngulos del Campo bailaban los aldeanos al son +de la gaita y el tambor; en otro hacan lo propio las artesanas al +comps<a name="page_275" id="page_275"></a> de la banda municipal. La gente discurra por el espacio libre +cada vez con menos desahogo, pues la calle del Cuadrante no cesaba de +vomitar blusas azules y pauelos de percal sobre el citado Campo. Lo ms +exquisito de la sociedad peasquense se refugi en el prtico de la +iglesia, estableciendo la consabida divisin de castas. Organizose un +paseo inmediatamente donde los forasteros de Lancia pudieran apreciar de +un solo golpe de vista todo lo grande y majestuoso que encerraba +Peascosa en su seno. All estaba la tertulia en masa de D. Eloisa, y +adems, otra parte de la nobleza de la villa, con la cual no hemos +podido poner al lector en relacin. Despus de haber disfrutado por +largo rato del placer de verse, como los inmortales en el Olimpo, +aislados y encima del resto de los seres de la creacin, aquella +sociedad hizo irrupcin en el Campo de los Desmayos, para contemplar los +fuegos artificiales de los renombrados pirotcnicos palentinos. Entr +sin descomponerse, con un desdn y una gravedad calculados para henchir +de respeto el corazn de las castas inferiores.</p> + +<p>Deslizndose como un mono por los parajes oscuros, buscando la +proximidad de las mujeres obesas, y cuando no, la de las que estaban en +regulares carnes, andaba nuestro amigo Osuna, el administrador de la +casa Montesinos. A la<a name="page_276" id="page_276"></a> hora en que le sorprendemos no se haba ganado +ms que una bofetada; caso extrao, porque en estas noches de jolgorio +sola encontrarse con media docena, por lo menos. Algo desengaado bajo +este aspecto, no tanto por las bofetadas como por lo que las preceda, +movase impaciente echando miradas carniceras en torno suyo, sin hallar +un sitio lo bastante ameno y deleitoso para fijar sus pasos. Aquella +noche se haban dado cita todas las flacas de Peascosa. Mas hete aqu +que cuando empieza a arder la primera rueda de plvora, columbra no muy +lejos a la fresca D. Teodora, al sueo constante de su existencia, ms +radiante y ms lozana que nunca, con sus cabellos blancos y sus mejillas +rosadas de cutis terso y brillante. Verla y emprender la marcha hacia +ella fue todo uno. Pero esta marcha en tales circunstancias era ms +difcil de lo que cualquiera puede imaginarse. La gente se apiaba a ver +los fuegos y permaneca inmvil, formando una espesa muralla. Nuestro +jorobado la atraves con arte diablico, retorcindose como una +lagartija para pasar por los agujeros ms estrechos. Despus de un buen +rato logr colocarse detrs de la simptica jamona. Estaba escoltada por +los dos hermanos Casanova, que la haban acompaado en unin de la +doncella. Continuaban disputndose su corazn, con empeo rabioso por +parte de D. Peregrn,<a name="page_277" id="page_277"></a> con noble y severa tranquilidad por la de D. +Juan. En este certamen de amor la virtuosa y madura seorita padeca +mucho, por creerse culpable de las reyertas que a lo mejor estallaban +entre los dos hermanos. Procuraba conservar la neutralidad, pero se +echaba de ver que D. Peregrn llevaba la peor parte. Explicbale ste, +con el tono de suficiencia que le caracterizaba, algunos pormenores +interesantes de la industria pirotcnica y citaba algunos fuegos que +haba visto, en su poca de covachuelista, verdaderamente asombrosos. El +pobre D. Juan, que no haba salido jams del estrecho recinto de +Peascosa y que no poda citar nada, callaba como siempre. Pero la +pulqurrima jamona le diriga de vez en cuando una mirada suave y una +sonrisa ms suave an, que podan indemnizarle de su vida sedentaria.</p> + +<p>Cuando D. Teodora volvi la cabeza para ver quin la apretaba tanto y +se encontr con Osuna, cambi de color. Aquel maldito jorobado no la +dejaba jams en paz. En la tertulia, en el paseo, en el teatro, en la +iglesia, en todas partes donde tuviera ocasin de aproximarse, era +sabido que se vea necesitada a sufrir el contacto asqueroso de sus +piernas y a veces de sus manos tambin. Osuna conoca bien el terreno +que pisaba. La bella y pudorosa jamona se hubiera cado antes muerta de +vergenza que<a name="page_278" id="page_278"></a> confesar a alguno los atentados de que era objeto. Pero +si no los confesaba, cualquiera podra cerciorarse de ellos, observando +el estado de agitacin en que se hallaba. En esta ocasin el jorobado +anduvo audaz en demasa. D. Teodora comenz a dar muestras tales de +inquietud que para cualquiera seran visibles. D. Juan no las vio, sin +embargo. Era un varn puro y magnnimo, incapaz de sospechar las grandes +suciedades que puede haber sobre la tierra. Pero D. Peregrn, como +hombre de mundo, concluy por advertir algo de lo que pasaba. Espi a +Osuna con el rabillo del ojo, y cuando penetr en su espritu +gubernamental el convencimiento de la trasgresin que se estaba +cometiendo, comenz a roncar y silbar por la nariz como un vapor en +peligro, lanzando al mismo tiempo centelleantes miradas de indignacin +al audaz jorobado. ste prescindi en absoluto de aquellos silbidos +temerosos, y no vio siquiera la expresin fatdica de los ojos del +ex-gobernador interino de Tarragona. Qu haba de suceder? La caldera +del remolcador, no teniendo ms desahogo que el de la nariz, estall con +horrible estruendo.</p> + +<p>—Oiga usted, grosero, sucio, cnico, desorejado!—rugi D. Peregrn +cogiendo por el cuello al contrahecho y sacudindole con rabia.—Si +usted contina en modo alguno molestando a esta seora, con esta mano +(alzando la derecha)<a name="page_279" id="page_279"></a> le doy una bofetada en esta mejilla, y con la otra +(alzando la izquierda) le doy otra bofetada en la opuesta. Acto continuo +le vuelvo a usted, y con estas botas gordas que usted ve aqu le doy a +usted dos puntapis en el trasero.</p> + +<p>El fsico de D. Peregrn no era a propsito para infundir terror pnico +en el corazn de sus enemigos. Sin embargo, su continente severo y +administrativo como pocos y el torrente de voz grandioso con que la +naturaleza le dotara suplan bastante bien la deficiencia de otros +rganos. Adems, Osuna era un ser ms dbil y ms ruin que l. Por esto +y por el tumulto que se arm en seguida, en vez de hacerle frente, se +escurri entre la muchedumbre y desapareci en un momento. D. Teodora, +al verse objeto de la curiosidad pblica, se desmay. D. Juan y la +doncella la sostuvieron. D. Peregrn sigui increpando a su enemigo +ausente. La muchedumbre ri, grit, se agit tumultuosamente. Al fin +todo qued en paz, y la pudibunda jamona torn a su domicilio, donde la +dejaremos esparciendo un torrente de lgrimas.</p> + +<p>Obdulia, agitada todo el da por un vivo dolor y por un deseo rabioso de +reparar la injusticia que se haba cometido con su amado director +espiritual, no sali de casa ni de la cama. Estaba realmente enferma. +Tena fiebre, la fiebre que produce en los temperamentos como el de ella +un<a name="page_280" id="page_280"></a> pensamiento nico que se va exacerbando por grados. Al llegar la +noche se levant y se visti apresuradamente. Sus grandes ojeras +azuladas se marcaban ahora de un modo chocante. Una arruga profunda, +signo de resolucin inquebrantable, le surcaba la frente. Llam a la +doncella y le manifest que quera salir a ver los fuegos. Todo lo que +sta hizo por disuadirla, representndole el grave dao que poda +ocasionarle el fro y la humedad de la noche, fue intil. Cogi la +mantilla, se la ech encima de la cabeza con mano convulsa, oblig a la +domstica a ponerse la suya y se lanzaron a la calle. El Campo de los +Desmayos herva ya de gente. Les cost mucho trabajo avanzar hasta +colocarse en el medio. Obdulia quera a todo trance acercarse a la casa +del prroco, donde se alojaba el prelado. Haba visto brillar las gafas +de ste y ocultarse en seguida en una de las ventanas. Debajo, a la +puerta misma de la rectoral, un grupo numeroso de muchachas bailaba la +giraldilla, cantando a grito pelado coplas de circunstancias +improvisadas en el momento. Aludan en ellas a la nueva iglesia, +piropeaban al obispo, al gobernador, a los prceres de Peascosa, sin +que faltase tampoco, por supuesto, la consabida puntadita a Sarri.</p> + +<p>La imaginacin de la hija de Osuna trabajaba sin descanso, aumentando la +calentura que la<a name="page_281" id="page_281"></a> consuma. Mas por encima de los mil pensamientos y +fantasmas que daban vueltas en ella, asomaba una idea fija, tenaz, que +la impulsaba inconscientemente a abrirse paso con los codos por la +muchedumbre, seguida de la doncella, que no comprenda el afn de su +seorita. Cuando estuvieron prximas a la rectoral, la joven se detuvo +unos minutos. Observ con el rabillo del ojo a su doncella, y cuando la +vio ms absorta en la contemplacin de los fuegos que se estaban +quemando, maniobr hbilmente y se alej de ella ocultndose entre la +gente. Una vez sola, se detuvo otra vez. Despus de dirigir infinitas +miradas de ansiedad y temor a la casa del prroco, despus de resolverse +ms de veinte veces y de arrepentirse otras tantas, al fin se desliz +como una sombra por detrs de las muchachas que bailaban y del crculo +de espectadores que tenan en torno, y se introdujo en el portal de la +casa. Dentro de l haba unos cuantos criados que charlaban contemplando +desde all lo que podan. Tenan la puerta abierta, y Obdulia, sin +decirles palabra, se introdujo por ella y subi unas cuantas escaleras. +Pero detenindose de repente y permaneciendo un instante indecisa, torn +a bajarlas y se dirigi al grupo de los domsticos.</p> + +<p>—El secretario del seor obispo est arriba?—pregunt al ms +prximo.<a name="page_282" id="page_282"></a></p> + +<p>—D. Cayetano?... S, seora, arriba est—respondi uno de los ms +lejanos.</p> + +<p>—Podra hablar unas palabras con l?</p> + +<p>—Por qu no?... Le avisar... Suba usted conmigo.</p> + +<p>Ascendieron ambos por la sucia escalera de D. Miguel, pues ni por la +llegada del prelado se haba limpiado.</p> + +<p>—Tenga usted la bondad de aguardar un momento.</p> + +<p>Poco despus se presentaba el secretario, un clrigo de media edad, feo, +desgarbado, pero de mirada inteligente y franca. La mir con gran +curiosidad y pregunt, esforzndose en mostrarse amable:</p> + +<p>—Preguntaba usted por m, seora?</p> + +<p>—S, seor.</p> + +<p>—Usted me dir...</p> + +<p>—Deseo hablar con el seor obispo.</p> + +<p>Volvi a mirarla el secretario con mayor curiosidad an, y despus de un +instante de vacilacin, apareciendo en su rostro un esbozo de sonrisa, +respondi:</p> + +<p>—Usted comprender que la hora no es oportuna... Su Ilustrsima se va a +retirar en seguida a descansar...</p> + +<p>—Es urgente y de mucha importancia lo que tengo que +comunicarle...—dijo precipitadamente.<a name="page_283" id="page_283"></a></p> + +<p>Otra vez la contempl el clrigo con penetrante mirada, advirtiendo su +agitacin.</p> + +<p>—Bueno... Lo que puedo hacer en su obsequio es avisar a Su +Ilustrsima... No respondo de que la reciba a usted a estas horas... +Puede usted pasar a esta sala y aguardar un momento. No tardar en +traerle la respuesta.</p> + +<p>Abri la puerta del saloncito de recibo, hizo traer un quinqu y la dej +sola. En aquel instante la joven sinti que le abandonaban todas sus +fuerzas. El corazn comenz a darle fuertes golpes en el pecho. La +habitacin se mova suavemente como la cmara de un buque. Se vio +obligada a sujetarse con las dos manos al respaldo de una butaca para no +venir al suelo. El secretario apareci a los pocos minutos, y sin +traspasar el marco de la puerta, dijo con afectada solemnidad:</p> + +<p>—Su Ilustrsima va a llegar en este momento.</p> + +<p>Obdulia cerr los ojos y se agarr con ms fuerza a la butaca. Cuando +los abri tena delante de s la figura imponente del prelado.</p> + +<p>La estancia se hallaba a media luz a causa de la pantalla que cubra el +quinqu. Los contornos de aquella figura se esfumaban en la sombra. Pero +los diamantes del pectoral lanzaban destellos y los cristales de las +gafas brillaban tambin con los dbiles rayos de luz que sobre ellos +caan. Avanz algunos pasos por la sala. Obdulia se dej caer de +rodillas.<a name="page_284" id="page_284"></a></p> + +<p>—Es para algn asunto de conciencia, hija ma?—preguntole el prelado +dulcemente, dndole al mismo tiempo su anillo a besar.</p> + +<p>—S, seor—respondi la joven con voz alterada por la emocin.—Es +para un asunto de la conciencia de Su Ilustrsima.</p> + +<p>—De mi conciencia?—exclam el obispo, irguindose lentamente y +dejando caer sobre ella una mirada de sorpresa y curiosidad.</p> + +<p>—La conciencia ms pura, Su Ilustrsima lo sabe mejor que yo, est +sujeta a error. Cuando pensamos estar haciendo el bien hacemos el mal. +El alma de Su Ilustrsima es noble y es santa, segn dicen todos los que +la conocen. Por algo Dios le ha elegido para apacentar su rebao. Pero +los ojos de Su Ilustrsima no llegan a todas partes como los de Dios. Su +brazo se extiende en vano para bendecir. La bendicin no alcanza a +todos. Entre los pastores que Su Ilustrsima tiene colocados para +ayudarle los hay que guardan con fidelidad y amor el rebao, los hay +tambin que tienen la vista y el amor fijos en s mismos...</p> + +<p>—Levntese usted, hija ma... Qu quiere decir con estas palabras?</p> + +<p>—Lo que quiero decirle, seor—profiri la hija de Osuna con audacia, +serenndose de pronto bajo el impulso de la exaltacin,—es que tenamos +en esta villa un coadjutor celoso, modelo<a name="page_285" id="page_285"></a> de abnegacin, de +mansedumbre, de actividad, que haba logrado a fuerza de inmensos +sacrificios inspirar devocin y piedad a muchos que jams las haban +sentido, que sin violencia ninguna haba puesto en orden la parroquia y +devuelto a Dios lo que le perteneca... Pues bien, he sabido... hemos +sabido con dolor los feligreses todos, que en vez de dejarle en el cargo +que desempeaba interinamente, Su Ilustrsima se lo ha dado a otra +persona...</p> + +<p>El obispo la contempl en silencio un buen espacio. La joven, bajo +aquella mirada, que pasaba por los cristales de las gafas penetrante, +indagadora, volvi a perder la serenidad.</p> + +<p>—Es el coadjutor interino quien la enva a usted para dirigirme una +representacin?—pregunt con extremado sosiego, recalcando cada slaba +de un modo que resultaba epigramtico.</p> + +<p>—Oh! No, seor!—exclam toda turbada la joven, ponindose roja.—El +seor coadjutor no tiene aspiracin ninguna. Est tan contento con el +cargo como sin l. Nada sabe ni nada quiero que sepa... He sido yo quien +por el odio que me inspira la injusticia me atrev a dar este paso... +acaso imprudentemente...</p> + +<p>—Sin acaso! Sin acaso!—murmur el prelado, sacudiendo la cabeza.</p> + +<p>Quedsela otra vez mirando fijamente sin pestaear,<a name="page_286" id="page_286"></a> absorto en intensa +contemplacin. Obdulia baj la cabeza.</p> + +<p>—Hija ma—sigui diciendo gravemente,—la juventud tiene sus derechos. +Puede ser aturdida, imprevisora, gozar sin medida de los dones con que +Dios nos ha favorecido, vivir ofuscada sin el pensamiento del pecado... +Pero la juventud no tiene derecho a jugar con nuestra salvacin eterna, +con la vida y con la muerte. La Santa Iglesia Catlica tiene sus +ministros encargados de velar por la fe. Yo, aunque indigno, soy uno de +ellos y soy responsable ante Dios y ante el Sumo Pontfice de mis actos. +No he aprendido en ningn Santo Padre ni en ninguna decretal que los +prelados tuviramos que dar cuenta de ellos a las nias como usted...</p> + +<p>—Oh, seor obispo... yo no quera!...</p> + +<p>—Escuche usted, escuche usted con paciencia, hija ma, escuche usted de +rodillas a su prelado.</p> + +<p>Obdulia se arrodill de nuevo llena de confusin, roja como una amapola. +La figura corpulenta del obispo se agrand desmesuradamente delante de +sus ojos; su blanca cabeza coronada por el morado solideo resplandeca +de majestad.</p> + +<p>—Los cargos de la Iglesia catlica no deben ser empleos codiciados: no +se buscan, se aceptan con humildad y resignacin. Cuanto ms alto, ms +duro y espinoso es para el que quiere servir a Dios. Usted, al hablar de +injusticia, los ha<a name="page_287" id="page_287"></a> considerado por lo visto como una granjera, y ha +pecado gravemente. Si no he dado el cargo de coadjutor a la persona por +quien usted se interesa, esa persona debe agradecrmelo, pues la he +librado de muchas terribles responsabilidades que dificultaran su +salvacin eterna.</p> + +<p>Obdulia, viendo el rayo marchar otra vez hacia su confesor, hall +palabras para desviarlo.</p> + +<p>—Vuelvo a decirle, seor obispo, que el padre Gil nada sabe de este +paso... que se morir de pena y de vergenza si llega a conocerlo, +porque es la modestia y la humildad personificadas. La estimacin y el +respeto que le profeso, como todos los vecinos de este pueblo, y mi +deseo de ver la parroquia en orden y bien servida, me impulsaron en un +momento de ligereza a acudir a Su Ilustrsima...</p> + +<p>—Pero no comprende usted, hija, que al dar este paso, extrao en una +joven sensata y piadosa, se compromete usted, y lo que es peor, +compromete usted a un sacerdote gravemente?</p> + +<p>—Oh Virgen Santa! Qu he hecho?—exclam la joven tapndose la cara +con las manos.—S, s, comprendo ahora que he sido una loca, que +tratando de hacer un bien he causado un terrible mal... Su Ilustrsima +me desprecia y tiene razn, porque no soy ms que una pobre tonta... +Pero no es eso lo malo... Lo horrible es que de aqu en adelante estar +prevenido contra un pobre<a name="page_288" id="page_288"></a> inocente... Jess de mi corazn, qu +tentacin ha sido la ma!...</p> + +<p>Y rompi a sollozar perdidamente murmurando frases ininteligibles. El +prelado se inclin hacia ella y le habl con dulzura.</p> + +<p>—Sosiguese usted, hija ma. Sosiguese usted y aprenda que un sucesor +de los Apstoles no puede sentir prevencin ni odio. Si usted ha pecado, +pida la absolucin a su confesor. Sernese usted, que ningn mal ha +causado ms que a s misma... Ni el inocente ni el culpable tienen nada +que temer de m. Que lo teman todo de Dios...</p> + +<p>Despus de pedir muchas veces perdn y derramar infinitas lgrimas, +Obdulia bes otra vez con devocin el anillo del prelado, y se levant. +Sin alzar los ojos del suelo murmur dbilmente:</p> + +<p>—Adis, seor obispo. Perdone Su Ilustrsima el disgusto que le he +causado, y olvdelo.</p> + +<p>—Que la Virgen Santsima la proteja, hija ma. Rece una salve por m, +que bien la necesito—respondi el prelado, dejndola pasar y mirndola +con expresin de lstima hasta que traspas la puerta.</p> + +<p>Sali aturdida, loca de vergenza, con las manos trmulas y las mejillas +encendidas. En cuanto lleg a casa se meti en la cama, con una fiebre +altsima.<a name="page_289" id="page_289"></a></p> + +<h3><a name="XI" id="XI"></a>XI</h3> + +<p>Ya est descifrado el enigma, padre Gil—dijo D. lvaro desde su butaca +vindole entrar. La sonrisa con que acompa estas palabras era tan +contrada y extraa que daba fro.</p> + +<p>—Qu enigma?—pregunt el P. Gil, un poco agitado por el +presentimiento de alguna desgracia.</p> + +<p>—No se asuste usted; no es el de la Creacin: un enigma ms modesto, el +de la venida de mi mujer a Peascosa hace unos meses... Entrese usted +de esa carta.</p> + +<p>El joven presbtero tom de las manos del mayorazgo la que le presentaba +y se puso a leer:</p> + +<p><a name="page_290" id="page_290"></a></p> +<div class="bloque"><p>Mi querido lvaro: Acabo de saber que Joaquina dio a luz hace +seis das un nio, el cual se ha inscrito en la parroquia y en el +registro civil con tu apellido. He procurado informarme, y me han +dicho que era perfectamente legtimo, puesto que tu esposa ha +estado en Peascosa hace unos meses y ha dormido en tu misma casa. +Te escribo apresuradamente para preguntarte si es cierto. Lo dudo +mucho, porque no me has dicho jams una palabra del asunto. +Contstame inmediatamente.</p> + +<p class="r smcap">Julio.</p> +</div> + +<p>El P. Gil dej caer los brazos, dobl la cabeza y murmur sordamente:</p> + +<p>—Qu infamia!</p> + +<p>El mayorazgo solt una carcajada.</p> + +<p>—Pero an cree usted que hay infamias en el mundo? De qu le sirve a +usted tanto como ha ledo? Quisiera que me explicase cmo es posible +hacer porqueras dentro de una letrina. Por lo visto, todava se +encuentra usted asistiendo a la primera representacin de la comedia. Yo +estoy en la segunda, y puedo decir anticipadamente lo que ha de suceder.</p> + +<p>—De todos modos, D. lvaro, me duele en el alma esta indignidad que con +usted se ha cometido sin merecerla.</p> + +<p>—Indignidad? Llama usted indigna a la araa que ahoga a la pobre +mosca en su tela, o al<a name="page_291" id="page_291"></a> milano que cae sobre el inocente polluelo y lo +arrebata por el aire? Pues la misma fuerza infame (sa s que es la +infame!), la misma fuerza que mueve a la araa y al milano es la que +habita dentro de mi mujer. La mosca, el pollo y yo merecemos la misma +suerte por haber nacido. <i>Porque el delito mayor—del hombre es haber +nacido</i>, ya lo ha dicho Caldern, que era sacerdote como usted.</p> + +<p>El P. Gil medit unos momentos, y dijo al cabo, como si se hablase a s +mismo:</p> + +<p>—No puedo acabar de persuadirme a que en nosotros no exista ms que la +fuerza ciega; que esta luz que de vez en cuando brilla en el corazn de +los hombres, y que se llama unas veces justicia, otras amor y +abnegacin, dependa exclusivamente de combinaciones qumicas. La infamia +es infamia siempre, y despierta en nuestro espritu un sentimiento de +repugnancia. La araa y el milano no saben que hacen el mal, pero su +esposa lo sabe.</p> + +<p>—Y qu importa? Dote usted a la bestia con la conciencia de sus actos +y habr usted formado al hombre. La conciencia no es ms que una +antorcha. Los crmenes lo mismo pueden ejecutarse en las tinieblas que a +la luz. Si yo pensase, como usted, que hay un Dios creador consciente de +todos los seres, le mandara un besa la mano felicitndole por haber +formado una criatura<a name="page_292" id="page_292"></a> tan amable y encantadora como mi mujer y dndole +las gracias por haberla reservado para mi uso particular. +Desgraciadamente no puedo representarme a ese Dios recibiendo en bata y +zapatillas mis tarjetas de felicitacin. Creo ms bien que ella y yo +somos vctimas de la lgica. La vida tiene por objeto inmediato el +dolor... Saque usted la consecuencia. Mi mujer naci con uas para +desgarrar. Yo nac con un corazn blando a propsito para ser +desgarrado. Sera una contradiccin que ella no araara y que yo no +fuese araado.</p> + +<p>—Y sin embargo, usted ha amado a esa mujer con toda su alma!</p> + +<p>—Ah, s!—exclam el hidalgo, cerrando los ojos y pasando su mano +descarnada por la frente.—La he amado!... Por un momento fui +comparable a los inmortales del Olimpo. La felicidad cant dentro de mi +alma el himno ms hermoso que acompa jams a sus divinos juegos. El +sol se levantaba y se acostaba tan slo para dorar mis ilusiones. El mar +estaba murmurando ah nicamente para reflejar las imgenes de oro que +cruzaban por mi mente... Ningn hombre fue cazado por la especie con ms +precauciones, con ms exquisito cuidado... Todos los lazos que nos +tiende la Naturaleza para realizar su plan misterioso se pueden evitar; +hasta la misma voluntad de vivir se puede vencer; yo la he<a name="page_293" id="page_293"></a> vencido, +pues que apetezco con ansia la muerte. Pero esta voluntad de perpetuarse +que se manifiesta en toda la especie, esta fuerza soberana que empuja a +un individuo hacia otro de sexo diferente, crea usted, padre, que es +insuperable... Qu brazo tan bien torneado! Qu espaldas de alabastro! +Qu modo tan fascinador de quitarse los guantes y agitar su dedo +meique, que tena lindsimo!</p> + +<p>—No conozco el amor, pero s que hay dos clases: uno el que tiene por +objeto exclusivamente el goce sensual que nos equipara a los brutos, y +otro el amor puro de dos almas que se completan, de dos corazones que se +unen para gozar y padecer al mismo tiempo, para formar uno solo hasta la +muerte. ste es el amor que nos ennoblece, el nico digno del ser humano +y que merezca tal nombre.</p> + +<p>—En efecto, eso creen todos los poetas cursis y todas las nias +opiladas... Pero usted es una persona formal y no puede pensar semejante +disparate. Todo amor, por tierno y sublime que sea, tiene su raz en el +instinto natural de los sexos: no es ms que ese instinto +individualizado. Ha visto usted alguna vez unirse un corazn de diez y +ocho aos con otro de ochenta para formar uno solo? Y sin embargo, el de +ochenta puede ser tanto y ms noble y bondadoso que el de diez y ocho. +Suprima usted la voluptuosidad, y cuntos<a name="page_294" id="page_294"></a> seran los hombres que se +unieran a una mujer y soportaran la carga de los hijos y las +innumerables molestias del matrimonio por el solo gusto de completar su +espritu? El amor no es ms que una treta de la Naturaleza, padre. Para +vencer nuestro egosmo, que es muy grande, nos engaa con una ilusin, +hacindonos creer que lo que deseamos es nuestra felicidad, cuando slo +es el bien de la especie. El individuo es el esclavo inconsciente de...</p> + +<p>Un violento golpe de tos le cort la palabra. Pidi por seas al P. Gil +el pauelo que tena sobre la mesa y se lo llev a la boca. Cuando lo +separ, estaba manchado de sangre. Una sonrisa de tristeza mortal +contrajo sus labios al contemplar aquella sangre.</p> + +<p>—sta es la nica amante que no engaa jams, padre—dijo mostrando el +pauelo al joven presbtero, que haba empalidecido.—Vea usted el beso +que acaba de darme. Maana me dar otro ms prolongado; despus otro y +otro, hasta que me coja entre sus brazos fros y me estreche +eternamente.</p> + +<p>Y lo terrible del caso era que tena razn. La salud de D. lvaro, que +jams haba sido completa, se arruinaba sensiblemente desde haca una +temporada: tal vez desde la visita inopinada de su esposa. Habase +demacrado mucho ms, con estarlo siempre bastante. El color, de plido<a name="page_295" id="page_295"></a> +daba ya en terroso; los ojos haban perdido en movilidad y ganado en +brillo; las manos parecan las de un esqueleto.</p> + +<p>Desde que supo la cobarde y traidora intriga urdida para que sus bienes +fueran a parar al fruto de los adlteros, no levant cabeza. Bebi el +cliz del dolor hasta las heces. Lo bebi con la sonrisa en los labios +para no desmentir sus teoras, pero el veneno produce siempre su efecto; +le abras las entraas. La tos fue en aumento, los esputos +sanguinolentos tambin. Pasaba las noches enteras sin poder conciliar el +sueo. Comenzaron a darle algunos ataques de disnea. Todo haca +presagiar un prximo y funesto desenlace.</p> + +<p>En aquellos das se oper una crisis interesante en el espritu +atormentado del P. Gil. El materialismo pesaba como una losa sepulcral +sobre su corazn. Pero dentro de aquel sepulcro el espritu idealista +del sacerdote se revolva incesantemente, luchaba con ansia por salir al +aire libre y respirar una atmsfera ms pura. El afn de sacudir la +lepra que le iba royendo poco a poco le impuls a estudiar los sistemas +de metafsica dogmtica antiguos y modernos. Fue una felicidad para l +que el obispo hubiese nombrado coadjutor al P. Narciso. Tena mucho ms +tiempo disponible y el espritu ms libre. Entregose de nuevo a la +lectura con ardor febril. Por<a name="page_296" id="page_296"></a> delante de su vista asombrada desfilaron +todas las grandes concepciones del entendimiento humano, los esfuerzos +colosales, sublimes, llevados a cabo por el hombre para dar una +explicacin satisfactoria al gran problema de la existencia. De muchos +de ellos tena noticia, pero era vaga, incompleta y a veces falsa, como +que proceda de las citas de los libros que haba manejado en el +seminario. Al estudiarlos ahora en sus fuentes se sinti posedo de una +admiracin que semejaba al estupor. La grandeza, la perfeccin +maravillosa de algunos de estos sistemas pareca insuperable y fascin +su alma. Por momentos, cuando acababa de examinar alguno, le pareca +haber levantado el velo de la verdad para siempre. Aquel sabio y +portentoso engranaje de todas las verdades parciales para obtener la +verdad total satisfaca la aspiracin de su mente hacia la unidad. +Adems, aquellos sistemas le devolvan a Dios. No se lo devolvan como +l lo quera, personal, providente, atento a las oraciones de los +hombres, pero al fin lo alzaban sobre el Universo material como su +principio y su razn. Ya no andbamos perdidos como tristes nufragos en +el ocano turbulento de las fuerzas fsicas; ya tenamos algo a donde +levantar los ojos y el corazn. El malo volva a ser malo, y el bueno, +bueno. Y como hombre de espritu lcido no se fij en la contradiccin +superficial de<a name="page_297" id="page_297"></a> los sistemas, que tanto impresiona y desencanta al +vulgo. Fue ms all y vio claramente que, por debajo de esta aparente +lucha, los sistemas de la filosofa moderna idealista se besaban +fraternalmente. Todos estaban empapados en el mismo idealismo panteista. +Penetrando an ms, advirti que la filosofa alemana se daba la mano +con la griega al travs del desierto de la Edad Media.</p> + +<p>Por desgracia, el ltimo filsofo que ley fue a Kant, debiendo ser el +primero. Al recorrer las primeras pginas de la <i>Crtica de la razn +pura</i>, sinti la impresin extraa del que va a contemplar un paisaje y +le faltan los pies.</p> + +<p>Estaba avezado a no pensar en el suelo, y hete aqu que de repente se +hunde. Para conocer las cosas es preciso averiguar antes si podemos +conocerlas. Y el resultado que iba deduciendo de la lectura es que de +las cosas no podemos conocer ms que la apariencia. Nuestros +conocimientos no son, en ltimo trmino, ms que percepciones; las +percepciones, impresiones, modificaciones de nuestro propio ser. Todo +es, pues, una pura representacin. El instinto le oblig a buscar con +anhelo tierra firme; pero cuanto ms se esforzaba en levantar los pies, +ms se hunda, a imagen de los incautos que penetran en un terreno +pantanoso. Alzbase repentinamente y quera apoyarse en esas nociones +firmsimas que<a name="page_298" id="page_298"></a> jams han faltado al entendimiento humano, en las +nociones de Tiempo y Espacio. El filsofo de Koenisberg le demostraba +poco a poco, con lgica inflexible, que el Espacio y el Tiempo no son +seres reales, ni tampoco propiedades de estos seres, sino tan slo +formas de la percepcin que tocan a las cualidades de nuestro espritu y +no a la realidad externa. Buscaba despus con ansia apoyo en el enlace +constante de la causa con el efecto. Kant le haca ver que este enlace +no es ms que el encadenamiento no interrumpido de los <i>cambios</i> +sucedindose en el tiempo, que cada <i>efecto</i> es un cambio y cada causa +tambin. Por lo tanto, que es tan absurdo pensar en una causa primera de +las cosas como en el sitio en que termina el espacio o el instante en +que el tiempo ha comenzado.</p> + +<p>El pnico se apoder de su alma como nunca. El positivismo materialista +le dejaba algo: la materia era una realidad; sus relaciones tambin. +Adems, nunca se haba entregado a l, por ms que agitara en su mente +dudas violentsimas. Pero ahora quedaba solo, sumido en completa +oscuridad, lo mismo acerca del universo que nos envuelve, como de su +propia existencia y destino. Luch, pues, con las ansias del que va a +morir, con la desesperacin del nufrago que disputa a otro el socorro +de una tabla. Discuti las proposiciones del libro una por una.<a name="page_299" id="page_299"></a> Era el +combate de un nio con un atleta. Cada una de aquellas proposiciones +haba sido meditada en todos sus aspectos largamente por el pensador ms +profundo de su siglo y tambin por el ms prudente. Qu fuerza haban +de hacer sus dbiles manos contra baluartes fabricados con tanto esmero? +Su espritu sobrexcitado imaginaba un argumento; lo apuntaba en la +margen del libro; lo juzgaba inexpugnable. A la pgina siguiente se +encontraba con que el filsofo ya lo haba tenido en cuenta y lo +deshaca de un soplo.</p> + +<p>Lucha triste y cruel! Lanzaba, en el frenes de su clera y pavor, una +granizada de golpes al pecho del viejo atleta. ste permaneca inmvil +como una roca. Luego, con burlona calma, dejaba caer su mano de hierro +sobre la frente del sacerdote y le haca rodar por el suelo. Alzbase +vivamente y acometa de nuevo con mayor ardimiento, y otra vez volva a +caer aturdido por el golpe. Se aproximaba al trmino del libro. Senta +ya sus fuerzas agotadas. Quiso, no obstante, tentar un ltimo esfuerzo +contra aquella lgica abrumadora y desembarazarse de los lazos que le +aprisionaban. Todo fue intil. El hrcules alemn le sujet entre sus +brazos poderosos, le sacudi unas cuantas veces, cual si fuese de paja, +y por ltimo lo arroj con violencia al suelo.<a name="page_300" id="page_300"></a></p> + +<p>Ya no pudo levantarse. Cuando despert de su aturdimiento se confes que +estaba vencido. El mundo se le ofreci entonces claramente como su +propia representacin. Todo lo que existe no existe ms que por el +pensamiento. El filsofo de Koenisberg no quiso sacar esta consecuencia; +pero estaba bien clara; no haba otra posible para sus terribles +premisas. Ese sol que nos alumbra, ese mar que ruge a nuestros pies, +esos mundos que pueblan el espacio son otras tantas representaciones de +nuestro pensamiento. Slo sabemos de ellos que hay un ojo que los ve. El +centro de gravedad de la existencia recae en el sujeto y es un fenmeno +de su cerebro. Todo este universo tan rico y tan vario, todos los seres +grandes y pequeos, los astros como los insectos, tienen suspendida su +existencia de un hilo muy delgado, el hilo de la conciencia. El mundo +guarda mucha semejanza con un sueo, una quimera... Y de ese Dios +creador de las cosas, padre de los hombres, qu sabemos? Jams sabremos +nada. Desde el momento en que el mundo y el orden del mundo son puros +fenmenos determinados por nuestra inteligencia, no tiene razn de ser +una Inteligencia Suprema. Haba llegado la hora de poner a Dios a la +puerta y despedirlo con todos los honores de un rey destronado +legalmente.</p> + +<p>Plido, anhelante, con el cuerpo rendido a la<a name="page_301" id="page_301"></a> fatiga y el alma deshecha +de dolor, el P. Gil permaneca extendido en su pobre silln. Tena el +libro abierto sobre las rodillas, los brazos pendientes, los ojos +cerrados. Por los intersticios de sus pestaas comenzaron a rezumar +algunas lgrimas, que bajaron trmulas y silenciosas por sus mejillas. +Era la imagen triste del vencido. Poco despus su cuerpo delicado se +estremeci, contrajronse los rasgos de su fisonoma dulce y apacible, y +sacudi su pecho un sollozo. Se llev las manos al rostro y llor con +desconsuelo.</p> + +<p>—Nada, nada!... Nunca sabremos nada!</p> + +<p>Su ama D. Josefa qued estupefacta al penetrar en la estancia y +encontrarle de aquel modo. El excusador levant la cabeza y se apresur +a volverla en seguida para que la buena mujer no advirtiese su estado; +pero ya era tarde.</p> + +<p>—Cmo?... Est usted llorando, seor excusador? Qu le ha pasado, +criatura? Virgen de la Soledad! Si tuviera padres o hermanos, creera +que se le haba muerto alguno... Apuesto a que ese narizotas de D. +Narciso le ha dado otro disgusto. Desprcielo, D. Gil, desprcielo!</p> + +<p>—Oh, no! Cuidado con las injusticias, doa Josefa!—se apresur a +decir el joven.—Nadie me ha causado disgusto alguno. Estas lgrimas +provienen de un malestar nervioso que siento hace das.</p> + +<p>—Si ya se lo deca yo! Usted trabaja demasiado.<a name="page_302" id="page_302"></a>.. Esos dichosos +libros, que quisiera ver quemados...</p> + +<p>Aqu D. Josefa enjaret una larga catilinaria, declarndose en +principio sectaria devota del califa Omar. El P. Gil la ataj antes de +terminar.</p> + +<p>—Qu vena usted a decirme, D. Josefa?</p> + +<p>—Ah, se me olvidaba! Su madrina manda recado de que el hermano se est +muriendo: que vaya usted en seguida y que lleve los santos leos.</p> + +<p>—Jess!... Vaya por Dios! Vaya por Dios!... No pens que fuera para +tan pronto... Pobre D. lvaro!—exclam levantndose vivamente y +apresurndose a ponerse los manteos y el sombrero.</p> + +<p>—Bah! Un hereje que no pona los pies en la iglesia! Qu importa que +se muera? Cuanto primero se lo lleven los demonios, mejor.</p> + +<p>El excusador le dirigi una mirada tmida y ansiosa. No se atrevi a +protestar de la barbarie: tema que penetrara en su alma y leyera sus +sacrlegas dudas.</p> + +<p>Despus de pasar por la iglesia y recoger los leos, penetr en el +vetusto palacio de Montesinos. El da estaba encapotado. La lluvia caa +tristemente con una pertinacia que slo se conoce en aquella regin de +la Pennsula. Sali a abrirle, como siempre, Ramiro. El viejo domstico<a name="page_303" id="page_303"></a> +estaba desencajado. Pareca que le haban echado en pocos das diez aos +encima. As que vio al sacerdote le cogi, con sus manos trmulas, por +las muecas y exclam con voz alterada:</p> + +<p>—Se muere, D. Gil! Se muere!</p> + +<p>Y un raudal de lgrimas corri por sus mejillas surcadas de arrugas.</p> + +<p>—Est tan grave?</p> + +<p>—Se muere! Se muere!... Ha sido ella, s, ella!... Pero yo la +mato... sabe usted? la mato... Despus que me maten a m... que me +echen al mar... Quiero vengar a mi seorito... Yo mato la zorra, yo!</p> + +<p>El anciano, sin saber de dnde la sacaba, apretaba al mismo tiempo con +tal fuerza las muecas del presbtero que a ste le cost trabajo +reprimir un grito de dolor.</p> + +<p>—Calma, Ramiro, calma! Lo que ahora nos toca es atender al enfermo y +ver si podemos aliviarle.</p> + +<p>—Suba usted conmigo, seor excusador. No hay esperanza... El mdico lo +ha dicho... Pobre seorito de mi alma!... La mato, la mato!</p> + +<p>En el gran patio, toscamente empedrado, la lluvia produca ruido +lgubre. Subieron la escalera deteriorada y sucia del principal. Ramiro +iba llorando y murmurando amenazas. Ascendieron despus al segundo. El +viejo empuj<a name="page_304" id="page_304"></a> la puerta del cuarto de su amo, y el sacerdote se detuvo, +impresionado por el espectculo que se ofreci a su vista. D. lvaro +Montesinos yaca en la cama, ms bien reclinado que extendido, con una +pila de almohadas detrs de la espalda; yaca presa de un sncope o +ataque de disnea, con los ojos cerrados y la boca entreabierta, sacudido +de vez en cuando su msero trax por un hipo aciago. No haba a su lado +ms que D. Eloisa y una criada. Aqulla le daba con un abanico aire, +que el enfermo instintivamente trataba de recoger. Ofreca ya en su +fisonoma todos los signos de la muerte.</p> + +<p>D. Eloisa, al sentir el ruido de la puerta, volvi su rostro baado de +lgrimas, e hizo sea al sacerdote para que se aproximase.</p> + +<p>—Hace un cuarto de hora que est en el ataque—dijo con voz de +falsete.—Puede quedarse en l... Quiere usted ponerle la Santa Uncin?</p> + +<p>Ni las ideas del enfermo, ni el caos que reinaba en aquel momento en su +cabeza le estimulaban a hacerlo. Sin embargo, el P. Gil abri como un +autmata la caja de los leos y se dispuso a imponer el ltimo +sacramento a su desdichado amigo. Hubo que alzar un poco la ropa para +ungirle los pies. D. Eloisa y la criada se volvieron; marcharon hacia +un rincn de la estancia y sollozaron fuertemente. La lluvia bata<a name="page_305" id="page_305"></a> en +aquel momento los cristales emplomados del balcn con triste repiqueteo. +Las cortinas sucias ya, de muselina antigua, cernan tenue claridad en +la alcoba. El P. Gil, con mano trmula, iba cumpliendo su piadoso +oficio, mientras el ltimo vstago de la casa Montesinos yaca sin +conocimiento, con la terrible palidez de la muerte impresa en sus +facciones. Cuando estaban a punto de terminar, serenose un tanto el +pecho del enfermo. Poco despus abri los ojos y pase una mirada de +sorpresa y aun de espanto por la estancia. Torn a cerrarlos. Al cabo de +un momento los abri, mir fijamente al P. Gil, dirigi despus la vista +a los leos que tena en la mano, y sus labios amoratados quisieron +plegarse con una sonrisa.</p> + +<p>—Al fin me han untado ustedes!—dijo con voz apenas perceptible.—Han +hecho bien... Pero esta mquina ya no anda, por mucho aceite que ustedes +la echen...</p> + +<p>El P. Gil dirigi una mirada expresiva a doa Eloisa. sta exclam con +angustia:</p> + +<p>—Acurdate de Dios, hermano mo!</p> + +<p>—Me acuerdo mucho, querida... Le estoy muy agradecido.</p> + +<p>El P. Gil quiso evitar una escena repugnante. Hizo sea a D. Eloisa y a +la criada de que se retirasen, como si fuese a confesarle. Las mujeres +se apresuraron a cumplir la orden, vidas,<a name="page_306" id="page_306"></a> sobre todo la hermana, de +que el moribundo se reconciliase con Dios.</p> + +<p>—Aunque hace ya mucho tiempo que no hemos hablado de asuntos +religiosos—dijo el padre Gil, sentndose al pie de la cama e inclinando +su cabeza hacia el mayorazgo,—presumo que sus ideas no habrn cambiado +desde la ltima vez que hemos discutido. Sin embargo, en estos momentos +en que su vida corre algn peligro, no siente usted la necesidad de una +fe que le alumbre en las tinieblas en que puede ser envuelto, de alguna +esperanza que le consuele en este amargo trance?</p> + +<p>—Ninguna... He llegado felizmente al desenlace de la horrible +comedia... Todos los hombres juegan en ella un papel bien poco airoso... +El mo ha sido tristsimo...</p> + +<p>—Verdad, D. lvaro... Es usted uno de los hombres ms desgraciados que +he conocido. Por lo mismo creo que, o no hay justicia en el cielo, o +recibir en l la recompensa de sus dolores si se arrepiente en este +instante de sus pecados... y tambin de sus ideas anticristianas.</p> + +<p>Estas ltimas palabras las pronunci el padre Gil en voz ms baja, como +si sintiera vergenza.</p> + +<p>—Ni en el cielo ni en la tierra... hay esa justicia ridcula que usted +supone... Pero hay otra ms grande... y se va a cumplir ahora.</p> + +<p>—Y tantos dolores como usted ha experimentado,<a name="page_307" id="page_307"></a> sern infructuosos? +No se cree usted con derecho a una compensacin?</p> + +<p>—No... Soy profundamente culpable por el hecho de haber nacido.</p> + +<p>—Eso es horrible, D. lvaro, y adems absurdo. Los dolores de este +mundo nos hacen creer que ste es un pasaje de trnsito y prueba, que +despus de esta vida, triste y amarga, hay otra eterna donde nuestra +alma inmortal gozar al fin la felicidad ms pura. Usted, que ha +padecido ms que los otros, gozar de mayor premio.</p> + +<p>—Oh, no!... No quiero premios!... No quiero vida futura!... Quiero +reposar... reposar eternamente!... Qu dulce... es esta palabra, +padre!... No sentir ya nunca ms los latigazos de la naturaleza ni las +pualadas de los hombres!... No sentir este cuerpo miserable que tanto +me ha hecho padecer! No sentir los dientes de esa infame royndome el +corazn lentamente!... Escuche usted, padre... Si usted me tiene +siquiera un poco de lstima... no intente quitarme esta ltima +ilusin... Si sabe usted que hay cielo, cllelo... No turbe usted, por +cuanto ms haya querido en el mundo, esta paz bendita en que voy a +entrar...</p> + +<p>El P. Gil, sacudido por un estremecimiento de tristeza y compasin, +comenz a llorar.</p> + +<p>—Gracias... gracias por esas lgrimas—dijo<a name="page_308" id="page_308"></a> el enfermo sonriendo.—Al +mismo tiempo dej caer su mano, trasparente como la porcelana, sobre la +del sacerdote y la apret suavemente.</p> + +<p>Hubo un largo y triste silencio. El P. Gil, con la mirada exttica, +clavada en el balcn, meditaba. El moribundo, con los ojos cerrados, +pareca prepararse a conciliar el sueo dulce que anhelaba. La estancia +se oscureca por momentos fuertemente y en otros se esclareca, +revelando la espesura de las nubes que interceptaban la luz del sol.</p> + +<p>—Pero no siente usted horror a la nada, al aniquilamiento +absoluto?—exclam al fin el P. Gil con cierta violencia, como si +argumentase contra su propio pensamiento.</p> + +<p>El mayorazgo abri los ojos sorprendido.</p> + +<p>—Cmo?... Si no tengo miedo a la nada?... Oh, no! A lo que tengo +miedo es a la vida... Todos se casan con ella al nacer, y a todos les +sale p... Unos lo dicen como yo... Otros lo callan por vergenza, como +hacen la mayor parte de los maridos.</p> + +<p>—Y si Dios le condenase despus de esta vida a eternos tormentos por +haber blasfemado tanto?</p> + +<p>El moribundo sonri con trabajo.</p> + +<p>—Eso lo han inventado ustedes los clrigos... para turbar la paz de +esta hora... de esta hora dichosa... Pero yo la he comprado demasiado +cara para desprenderme de ella...<a name="page_309" id="page_309"></a></p> + +<p>Hubo otro largo silencio. El enfermo volvi a cerrar los ojos. Aparte de +cierta extraa agitacin en los dedos, su actitud tranquila confirmaba +el sentido de sus palabras. Pareca estar gozando con voluptuosidad de +la insensibilidad que poco a poco penetraba en su ser, de los preludios +de la nada.</p> + +<p>—Y sin embargo—concluy por decir el P. Gil, exhalando un suspiro y +con los ojos clavados siempre en el balcn,—no sera infinitamente ms +dulce esta hora si fuese la entrada de una nueva vida, si por nuestra +alma bajase una legin de ngeles que la llevasen a gozar de Dios +eternamente, como creemos los cristianos?</p> + +<p>El mayorazgo alz un poco los ojos e hizo signos de negacin con la +cabeza. Volvi a cerrarlos. Pero haciendo al cabo de algunos instantes +un esfuerzo para incorporarse, dijo con voz ms firme:</p> + +<p>—Para que la vida en otro mundo me fuese soportable... sera forzoso +que trasformasen mi ser por completo... Mi carcter por s slo bastara +para aburrirme... Djeme usted reposar en paz... Deje usted, padre, que +se destruya el error fundamental de mi existencia... Ni yo ganara nada +con perpetuarme... ni el Universo tampoco... Ah quedan otros millones +de seres encargados de sostener el fardo de la vida.<a name="page_310" id="page_310"></a></p> + +<p>—Pero es horrible entrar en una noche sin lmites, eterna!</p> + +<p>—No tal... La vida es una pesadilla... La muerte es un sueo +tranquilo...</p> + +<p>Cerr de nuevo los ojos. El P. Gil le apret cariosamente la mano, +exclamando:</p> + +<p>—Quin sabe!</p> + +<p>La mano del moribundo se estremeci levemente. El excusador no volvi a +desplegar los labios. Inclin la cabeza sobre el pecho y cerr tambin +los ojos, apretndolos con las yemas de los dedos, cual si tratara de +contener el torrente de pensamientos que se escapaban de su cerebro. El +viento y la lluvia haban cesado. No se oa en la estancia ms que el +rumor lejano de las olas batiendo contra los peascos.</p> + +<p>La meditacin del sacerdote fue larga y dolorosa. La hoja aguda y fra +del escepticismo penetraba en sus entraas: una mano cruel la revolva +sin piedad para desgarrrselas mejor. Lo que aquel hombre, enloquecido +por el dolor, deca quiz no fuese cierto. Pero lo era lo que afirmaba +el cristianismo? ste, en ltimo resultado, tambin era una tentativa +para explicar la Existencia y el Universo, ms hermosa, ms consoladora +que las dems... pero al fin una tentativa. Ninguna seguridad podamos +tener de ella, pues que no la tenemos de nuestra facultad de conocer las +cosas.<a name="page_311" id="page_311"></a></p> + +<p>Cuando al cabo de un rato largo levant la cabeza, el susto que recibi +le hizo dar un salto en la silla. D. lvaro se estaba muriendo. Tena la +boca abierta y recoga en silencio el aire, que ya no bastaba a mover +sus deshechos pulmones.</p> + +<p>—D. lvaro! D. lvaro!—le grit, sacudindole.</p> + +<p>No respondi. El P. Gil cogi el abanico que estaba sobre la mesa de +noche y se apresur a darle aire. Al mismo tiempo grit:</p> + +<p>—Madrina! madrina! Venga usted!</p> + +<p>D. Eloisa y la criada se precipitaron en la habitacin. En vano +trataron de reanimar al moribundo dndole aire despus de incorporarle, +abriendo el balcn, frotndole los pies con un cepillo, haciendo todo lo +que les sugera en aquel momento su imaginacin. Era el ltimo ataque de +disnea. Abra de vez en cuando la boca. Mova los dedos con ligeras +sacudidas. Pero su fisonoma se iba inmovilizando rpidamente. El hombre +trasmigraba a la estatua; el alma se converta en piedra.</p> + +<p>Aspir tres o cuatro veces seguidas el aire y qued rgido, inmvil, con +los ojos y la boca entreabiertos.</p> + +<p>D. Eloisa se abraz a l sollozando y cubri de besos su faz +cadavrica. La criada rompi a gritar como si la estuvieran golpeando. +El padre<a name="page_312" id="page_312"></a> Gil se dej caer de rodillas y se puso a leer en voz baja por +su breviario.</p> + +<p>Al cabo de un rato D. Eloisa y la criada tambin se arrodillaron al pie +del lecho y oraron. Pero aqulla, viendo asomar una lgrima por entre +las pestaas de su hermano, se levant prontamente y la recogi con el +pauelo. Era la lgrima que vierten los que acaban de morir; lgrima de +protesta de la criatura contra el poder aciago que la ha sacado de la +nada sin pedrselo.</p> + +<p>—Mire usted, padre, qu sosiego, qu quietud tan dulce respira su +fisonoma!—exclam la buena seora, contemplando a su hermano con ojos +de dolor y ternura.—Bien se conoce que al fin se ha reconciliado con +Dios!</p> + +<p>El sacerdote dej caer el libro sobre el lecho y se tap el rostro con +las manos.<a name="page_313" id="page_313"></a></p> + +<h3><a name="XII" id="XII"></a>XII</h3> + +<p>Obdulia manifest a su confesor que estaba resuelta a dejar el mundo y +consagrarse por entero a Dios en un convento. No pudo darle noticia ms +grata. Haca ya mucho tiempo que las preferencias, la exagerada sumisin +y hasta idolatra que la joven devota se complaca en mostrarle +inquietaban al P. Gil. La ltima extravagancia que haba cometido, y de +la cual le enter el secretario del obispo, le puso en un estado tal de +confusin y enojo que en muchos das no quiso hablar con ella, ni menos +se avino a confesarla. El suceso haba trascendido y se comentaba mucho +y se rea no poco tambin. Claro que quien perda principalmente<a name="page_314" id="page_314"></a> era +ella; pero de reflejo tambin se menoscababa la dignidad del sacerdote. +La joven estaba avergonzada. No se presentaba en pblico ni en casa de +sus amigas, y hasta procuraba ir a la iglesia a las horas en que no +hubiese gente. Pero estaba an ms afligida, con la actitud de su +confesor, que avergonzada. Quiz por esto, y para granjearse de nuevo su +voluntad, le fue a noticiar una tarde al confesonario la determinacin +que haba tomado.</p> + +<p>No vacil en darle su consentimiento. Una devocin tan exaltada, un +anhelo tan vivo de penitencia y sacrificio se hallaran ms a su grado +entre las paredes de un convento que en medio de las impurezas de la +vida mundanal. A decir verdad, siempre le haba sorprendido un poco que +su penitenta no se acordase de la vida monstica, tan conforme con sus +inclinaciones. Luego, la edad a que haba llegado, traspuesta ya la +primera juventud, no haca temer que su resolucin fuese hija de un +deseo efmero, de una fugaz exaltacin romntica, como suele acaecer a +las nias de quince a veinte aos. No slo, pues, se manifest conforme, +sino que la alent con suaves palabras a persistir en ella y a llevarla +a cabo en el plazo ms corto posible. Qued en principio acordado entre +ambos que se buscaran los medios ms adecuados para ello. El P. Gil, +aunque no se lo confesase claramente, estaba<a name="page_315" id="page_315"></a> contentsimo de librarse +de aquella inquieta y enfadosa beata, que a todas horas le molestaba, y +que el da menos pensado poda comprometerle gravemente.</p> + +<p>Se trat la cuestin de convento. El P. Gil deseaba que fuese al de +Agustinas de Lancia, pero la joven prefiri una regla ms estrecha. En +un pueblecito de Castilla llamado Astudillo exista un convento de +Carmelitas Descalzas, donde estaba de superiora una prima suya. Era un +retiro dulce, remoto; no haba ms que diez o doce monjas: un rinconcito +del cielo, como le deca cierto capelln que lo haba visitado. A se se +empe en ir, y su confesor no tuvo al fin ms remedio que ceder.</p> + +<p>Quedaba la cuestin ms grave; el permiso de su padre. Obdulia la +present desde luego como muy ardua. Osuna no tena ms hija que ella. +Era verosmil que se resistiera a perderla para siempre. Mostrbase +reacia, temerosa, para hablarle: dej trascurrir das y das sin +intentarlo. El P. Gil la animaba representndole que nada reprobado iba +a solicitar de l. La resolucin de retirarse del mundo era buena y +piadosa para la Iglesia. Para los que no creyeran en sta, indiferente, +nada tena de inmoral; dependa en un todo del gusto o vocacin de la +persona. Si un padre consiente que un hijo se case o elija carrera +acomodada a sus aficiones, por qu no ha<a name="page_316" id="page_316"></a> de permitir que otro busque +su felicidad en el silencio de una celda? Sobre todo, nada tena de +ofensivo para su autoridad el solicitarlo humildemente. Si lo negaba, se +alegaran razones; tal vez se llegase a convencerle.</p> + +<p>Finalmente, despus de muchas idas y vueltas, tentativas y sustos y +vacilaciones, las cuales rodeaba la exaltada doncella de gran aparato y +misterio, se decidi un da a acometer aquella empresa espeluznante. +Cielo santo, en qu estado de confusin y terror lleg aquella tarde al +confesonario! Su padre se haba puesto loco, rabioso, al solo anuncio de +lo que deseaba hacer. No quiso escuchar razones; la increp, la injuri +y la arroj de su cuarto a empellones. Jams consentira en darle +permiso. Primero quisiera verla muerta, y aun la matara por su propia +mano. El P. Gil hall exagerada y hasta irracional aquella oposicin, y +manifest propsitos de dirigirse l mismo a Osuna y hacerle comprender +que no tena derecho a violentar de tal modo la inclinacin de su hija, +sobre todo considerando que no era una nia privada de reflexin. +Obdulia se apresur a disuadirle de este empeo. Su padre haba dicho en +un arranque de enojo que considerara como enemigo a cualquiera que le +hablase del asunto, que no le escuchara y le arrojara de su casa.</p> + +<p>Fue preciso resignarse por el momento, esperando<a name="page_317" id="page_317"></a> tiempo ms propicio. +Sin embargo, la piadosa joven manifestaba cada da mayores y ms +vehementes deseos de abandonar el mundo para siempre. Esto la +reconciliaba con el P. Gil, que haba comenzado a desestimarla. Varias +veces, desde el primer intento, haba abordado a su padre, pero siempre +en vano y con desgracia. Osuna se opona cada vez con ms alta +violencia. Desde que supiera el propsito de su hija se mostraba con +ella despegado, la trataba con extraordinaria dureza; en todas +ocasiones, pero sobre todo a la hora de comer, haca befa de su devocin +y se complaca en atormentarla con burlas sangrientas que le hacan +llorar. Y no slo con palabras, sino tambin con obras la torturaba +despiadadamente. Afirmaba tener los brazos negros de los pellizcos que +la infliga en cuanto se tocaba la cuestin del convento. Un da mostr +a su confesor una oreja rota, de un tirn del feroz jorobado; otro, +lleg con una mejilla inflamada y renegrida por haberle tirado un +cepillo a la cara. El P. Gil estaba horrorizado y confundido. No saba +qu hacer ni aconsejar.</p> + +<p>Los malos tratos y la violencia de las escenas que con su padre tena a +todas horas llegaron a tal extremo que un da declar a su confesor +hallarse resuelta a no padecerlos ms tiempo. Tena el propsito de +entrar en el convento a despecho de todos los obstculos que se le +presentasen.<a name="page_318" id="page_318"></a> Si el P. Gil la ayudaba en su empresa, se escapara de la +casa paterna y entrara inmediatamente en la de Dios. Qued aqul +asustado y confuso ante tan arrebatada determinacin. No se le ocultaba +que la joven tena razones poderosas para desobedecer la autoridad de su +padre, y si se quiere para huirla. Pero el caso era muy grave. Desde +luego trat de disuadirla aconsejndole calma y resignacin. Acaso con +el tiempo Osuna se convencera, le tocara Dios en el corazn y podra +realizarse con su anuencia lo que tanto anhelaba.</p> + +<p>Obdulia no quiso escucharle. Haba padecido ya demasiado. Dios no poda +querer que obedeciese a un padre tirano y cruel que desobedeca l mismo +las leyes divinas poniendo trabas a la salvacin de una hija. Con muchas +lgrimas y extremosos ademanes le rog que la socorriese en aquel +trance, que la condujese al convento de Astudillo. El sacerdote se neg +rotundamente a ello. Volvi a aconsejarle calma y que buscase siempre +por los medios suaves de la obediencia y la humildad ganar el +consentimiento de su padre. Pero Obdulia, conducida a la desesperacin +por el creciente rigor de ste, le dijo al fin de un modo terminante que +si en el plazo de ocho das no se decida a acompaarla al convento, se +escapara de la casa y se ira sola.</p> + +<p>Gran turbacin arrojaron estas palabras en el<a name="page_319" id="page_319"></a> espritu del joven +excusador. Ayudar tan directamente a cometer una desobediencia le +causaba repugnancia. Pero consentir que un padre abusase de tan brbara +manera de su autoridad para violentar la inclinacin de su hija y +contrariar la voluntad misma de Dios, que la llamaba hacia s, tampoco +le pareca bien. Por algunos das lucharon dentro de l estas opuestas +tendencias. Obdulia le vea preocupado, irresoluto. Con astucia le iba +atrayendo a la determinacin que ella deseaba, hacindole entender, cada +vez con ms fuerza, que si se negaba a acompaarla se marchara sola. +Esto le pareca al excusador el colmo del escndalo. Adems, se +expondra a mil accidentes lamentables, y acaso a su perdicin completa. +Consentirlo, era echar sobre la conciencia una terrible responsabilidad. +Pens prevenir a su padre; pero la joven, que le adivin el pensamiento, +le declar con firmeza que sera intil y aun nocivo para todos este +paso. En cuanto tuviese un momento libre para escaparse, lo hara aunque +fuese a medianoche.</p> + +<p>El P. Gil tuvo la debilidad de ceder. Con la viva imaginacin que la +caracterizaba, la hija de Osuna se puso a idear los medios de llevar a +cabo su propsito. Era condicin de su temperamento el no hacer nada por +medios naturales y sencillos. Para que saliese a gusto suyo, todo haba +de ser laberntico, extrao, violento. El plan<a name="page_320" id="page_320"></a> era el siguiente: el P. +Gil se ira una maana a Lancia, alquilara un coche y volvera con l +por la noche. Lo dejara en las cercanas de la villa y vendra a dormir +a su casa. Por la maanita, antes de amanecer, saldra ella con pretexto +de ir a misa, tomara por la carretera de Lancia y se reuniran en el +lugar designado de antemano: se meteran en el coche e iran a tomar el +tren de Castilla a una estacin ms all de Lancia, para despistar a su +padre, si por acaso pretenda perseguirla.</p> + +<p>No le pareci bien al excusador este proyecto: le causaba instintiva y +profunda repugnancia. Hizo algunas observaciones, pero todas se las +desbarat prontamente la joven con su facundia y aguzado ingenio. Le +hizo ver que cualquier otro ofrecera ms graves inconvenientes; fue +paliando con arte los que en ste pudieran chocar ms a su confesor; le +aturdi con tanta palabrera. El carcter dbil y bondadoso del padre +Gil no supo resistir a aquellos ataques, y convino al fin en poner en +prctica lo que su penitenta haba imaginado.</p> + +<p>Un lunes del mes de Abril sali nuestro excusador en la diligencia de +Lancia, con pretexto de ir a consultar sus achaques con un mdico amigo. +Obdulia se person poco despus en su casa. Haban enterado a D. Josefa +de todo. Al ama le pareca tan mal como al excusador aquel plan,<a name="page_321" id="page_321"></a> y en +su interior llamaba enredadora y liosa a la beata; pero era tanto el +gusto que senta por verse desembarazada de ella, que call y pas por +todo. Exista siempre entre ambas una rivalidad fcil de explicar. +Obdulia, con ocasin o sin ella, visitaba a su confesor, vigilaba su +bienestar domstico, unas veces arreglndole la ropa, otras envindole +algn plato de su gusto, etc. Esto indignaba de un modo indecible a D. +Josefa. La odiaba a par de muerte. Deca de ella perreras en todas +partes, y por causarle dao, estuvo a punto de comprometer varias veces +a su amo. No es extrao, pues, que conociendo todo lo ridculo y +peligroso de la escapatoria, la favoreciese, alentando al P. Gil, +disipando sus escrpulos. No vea en ella ms que un medio de librarse +para siempre de aquella insufrible verruga que le haba salido.</p> + +<p>Lo primero que hizo la joven fue pedir al ama una maleta para colocar en +ella la ropa que su confesor haba de necesitar en el viaje. Doa Josefa +trajo del desvn un saquito de noche.</p> + +<p>—Esto es muy pequeo, seora. Aqu no cabe nada.</p> + +<p>—Cmo pequeo?...—pregunt el ama, estupefacta.—Aqu cabe ropa para +una porcin de das. Cunto tiempo ha de estar por all el seor +excusador?</p> + +<p>—Poco, poco—se apresur a decir con manifiesta<a name="page_322" id="page_322"></a> turbacin, ponindose +colorada.—Pero ya ve usted, en los viajes nunca se sabe lo que puede +ocurrir... A lo mejor falta la diligencia o las caballeras... Una +enfermedad... Quin sabe!...</p> + +<p>—Vlgala Dios, seorita, no se ponga a pensar esas cosas!... Ir por +otra. Por falta de maleta no se quede.</p> + +<p>Entre ambas acomodaron en ella algunas mudas de ropa blanca, zapatillas, +peines, el breviario, etc., etc. Ya que hubieron terminado la tarea, no +larga ni difcil por cierto, Obdulia se sent en el silln del clrigo, +declarando que estaba cansadsima, que aquella noche apenas haba +dormido con la zozobra que produce siempre una resolucin tan decisiva, +y que le vendra bien echar un sueo. D. Josefa la dej reposar +tranquilamente y se fue a sus quehaceres.</p> + +<p>Cuando la sinti trajinar all abajo, por la cocina, levantose y se puso +a examinar con placentera mirada cuantos objetos haba en la estancia. +Todos los toc con sus manos. Particularmente aquellos de uso ms +inmediato y personal para su confesor, como los peines, las plumas de +escribir, la fosforera, etc., fueron objeto para ella de una atencin +viva, ansiosa: les daba vueltas entre sus dedos con emocin, mientras +una sonrisa tierna y sumisa vagaba por sus labios. Un alzacuello usado +yaca sobre una silla. Se detuvo<a name="page_323" id="page_323"></a> delante de l, lo alz y lo contempl +unos momentos con inters; luego, echando una mirada tmida a la puerta, +lo llev a los labios dos o tres veces y lo dej donde estaba. +Permaneci algunos minutos inmvil, de pie en medio de la habitacin, +con los ojos en el vaco, enajenada por intensa meditacin. Sus ojos +tornaron al cabo a brillar sonrientes, y una ola de leve carmn se +esparci por sus mejillas. Dio algunos pasos con pie vacilante y se par +al fin a la puerta de la alcoba. Con una mirada intensa abraz cuanto en +ella haba. El lecho del sacerdote era pequeito, de madera blanca; +blanca tambin la colcha que lo cubra; las almohadas y las sbanas +finas, pero sin encajes. Pareca la cama de una colegiala. Obdulia la +contempl largo rato, como si no hubiera visto jams cosa ms +sorprendente. En su rostro se notaban los signos de una emocin +respetuosa, la que se siente al penetrar en el camarn donde se guardan +las reliquias en las catedrales.</p> + +<p>As permaneci sin osar mover un pie, la faz blanca, los ojos anegados +en gozo exttico como si estuviese en un bao tibio y perfumado. Sbito +dio un paso atrs, corri a la puerta del gabinete, la entreabri, asom +la cabeza y escuch. D Josefa segua en la cocina. La cerr nuevamente +y volvi en puntillas a la alcoba. Detvose un instante, y avanz +despus hasta<a name="page_324" id="page_324"></a> tocar en la cama. Puso sobre ella las manos. El corazn +le golpeaba en el pecho fuertemente. Dejose caer de bruces, y con mucha +delicadeza para no deshacer la ropa se subi a ella y se extendi, +apoyando la cabeza en las almohadas. Corri por todo su cuerpo un +estremecimiento inexplicable de placer, de miedo, de vergenza; un +estremecimiento delicioso que la dej lnguida y desvanecida con los +ojos cerrados y el rostro plido. Al cabo de un rato se volvi y hundi +sus mejillas en la almohada, aspirando con narices y boca el olor que +los rubios cabellos del P. Gil haban dejado en ella. Frot repetidas +veces la cara contra el lienzo, percibiendo un cosquilleo gratsimo que +le penetraba hasta el alma. Gozaba con todo su cuerpo, como si mil bocas +la estuviesen besando a un mismo tiempo. Se dej estar un largo rato +quieta, perdida en un sueo feliz, celeste, sacudida por leves +estremecimientos de una dulzura tan grande que le haca dao. Senta una +angustia deliciosa; suspiraba sin apartar el rostro de la almohada para +no romper la alegra que la inundaba. Se iba aletargando lentamente. Sus +miembros empezaban a dormir, privados de movimiento. Una niebla se +esparca por su mente, borrando y confundiendo las imgenes. Pero su +corazn lata siempre con violencia, como si toda la vida se hubiera +refugiado en l. Cuando se levant al cabo de una<a name="page_325" id="page_325"></a> hora, tena las +mejillas sonrosadas, los ojos brillantes: una sonrisa humilde, +vergonzosa, trasfiguraba su rostro marchito, prestndole una suavidad +cndida y virginal que jams haba tenido. Si en algn momento de su +vida estuvo hermosa, fue en aqul.</p> + +<p>Se apresur a arreglar la cama haciendo desaparecer toda seal de haber +descansado en ella y sali de la estancia; se despidi de D Josefa y +fue a su casa.</p> + +<p>Al oscurecer lleg el P. Gil; se vio con l y convinieron en salir a la +madrugada, antes que fuese da, y montar en el coche que aqul haba +dejado en las inmediaciones. D Josefa envi, de noche ya, las maletas +por su sobrino a cierta venta no lejana de Peascosa.</p> + +<p>Gran rato antes de percibirse la claridad de la aurora, llam Obdulia +discretamente a la puerta de la casa de su confesor. Sali D Josefa a +abrirle. El P. Gil estaba ya listo. Tomaron apresuradamente chocolate, y +despus de haber besado a D Josefa con efusin, la presunta monja salv +la puerta y se desliz rpidamente por la calle abajo. Diez minutos +despus sali el P. Gil. La noche estaba oscura y hmeda. Haba llovido +bastante. La calle, llena de charcos; la carretera, de lodo. Fuera ya de +los arrabales, Obdulia esper a su confesor y juntos se dirigieron a la +venta donde paraba<a name="page_326" id="page_326"></a> el coche. Mientras llegaron all no cruzaron ninguna +palabra. El P. Gil caminaba silencioso, taciturno, revelando bien a las +claras un mal humor que no era frecuente en l. Tard un rato el cochero +en enganchar. Mientras dur la operacin, la futura monja se meti en la +venta. El P. Gil permaneci fuera, presencindola. Uno y otro fueron +objeto de gran curiosidad para la ventera, para sus hijos, para el +mayoral y el mozo del coche. Apenas les quitaban ojo. El joven +presbtero observ que cambiaban entre ellos algunas miradas expresivas +y burlonas que le avergonzaron. Vio repentinamente la falsedad de su +situacin, la enorme tontera que haba hecho. Otro hombre de ms +carcter hubiera retrocedido en aquel instante. Tuvo amagos de hacerlo, +vacil si le dira a la joven que le era imposible acompaarla; al fin +no se atrevi, y cuando el cochero advirti que todo estaba listo y +Obdulia le dijo con su viveza caracterstica: Vamos, padre; pronto... +arriba! subi al carruaje con la resignacin de un cordero.</p> + +<p>Empezaba a amanecer. Clareaba el horizonte y soplaba un viento hmedo y +caliente, propio de primavera y de tiempo achubascado. El carruaje +rodaba por la carretera, haciendo saltar nubes de lodo. Era una +carretela vieja que en otro tiempo debi de pertenecer a un particular. +Obdulia se coloc en la trasera y el P. Gil en la<a name="page_327" id="page_327"></a> delantera, lo ms +lejos posible. Sigui mostrndose serio y taciturno, ms an que antes. +La joven le observaba con el rabillo del ojo, y adivinando lo que pasaba +en su espritu, permaneca silenciosa tambin, en un estado de +recogimiento que diera buena muestra de sus msticos pensamientos. Para +ayudar a ella, dijo al cabo de media hora de silencio:</p> + +<p>—Padre, no hemos pedido a San Jos que nos proteja en nuestro viaje.</p> + +<p>—Es cierto—respondi el clrigo, cuyos ojos claros, azules, vagaban +perdidos por el paisaje, que empezaba a desembozarse del manto oscuro de +la noche y sala fresco y hermoso y goteando todava de su bao +prolongado.</p> + +<p>—Quiere usted que le recemos cinco padrenuestros?</p> + +<p>El sacerdote se despoj del sombrero en silencio y comenz en voz baja a +decir el padrenuestro. Obdulia le respondi con verdadera emocin, +tambin en voz baja. Formaban la del uno y la del otro un murmullo +suave, discreto, que sin saber por qu llenaba de emocin el alma de la +joven. Sentase poseda de una languidez extraa, de una felicidad +ntima, que aniquilaba o adormeca su pensamiento. El ruido sordo de las +ruedas del coche y el cascabeleo de las mulas contribuan a sumergirla +en este arrobamiento. Cuando terminaron, qued largo rato ensimismada.<a name="page_328" id="page_328"></a> +Por su gusto aquella oracin no se hubiera terminado nunca.</p> + +<p>Pero el joven presbtero se haba puesto el sombrero y miraba otra vez +por la ventanilla. El paisaje se animaba bajo la claridad rosada de la +aurora. El viento haba barrido los nubarrones hacia el poniente y +dejaba en la parte de levante una claraboya por donde surga +esplendoroso el disco del sol. Aquella visin le apart del msero +cuidado que ocupaba su mente. Sinti un estremecimiento y cay de nuevo +en la idea fija, terrible, que desde haca algunos das le roa el +corazn. Volvi a sentir aquella angustia opresora que hinchaba poco a +poco su pecho y que amenazaba ahogarle. Dej de existir Obdulia y cuanto +tena a su alrededor. No qued en el Universo ms que su pensamiento +frente al gran problema del conocer.</p> + +<p>Aqulla, que le observaba atentamente, no se atrevi en mucho tiempo a +turbar su xtasis. Pensaba que lo que le pona taciturno era lo que le +haba ledo antes en los ojos, el pesar de haberse colocado en una falsa +situacin. Sin embargo, concluy por hablar y adopt el tono jocoso. +Quera distraerle a todo trance.</p> + +<p>—Padre, est usted muy pensativo. Usted tiene hambre.</p> + +<p>El sacerdote hizo un esfuerzo para sonrer.</p> + +<p>—No tal.<a name="page_329" id="page_329"></a></p> + +<p>—S, la tiene; no me lo niegue usted. Y el hambre nos hace pensar unas +cosas tan tristes!... Ver usted cmo yo le quito en un momentito esa +cara de vinagre y se la pongo de jerez amontillado... Aqu lo traigo en +este frasco...</p> + +<p>Al mismo tiempo abri un saquito de piel que traa en la mano y comenz +a sacar vitualla y dos o tres frascos con vino y leche.</p> + +<p>—Yo necesito verle a usted con cara de pascua, padre—prosigui +mientras desenvolva los papeles blancos en que traa envueltas las +rajas de carne, de pescado, los pastelitos, etc.—En cuanto le veo a +usted esa arruguita ah... ah—y le toc con su dedo en la frente: el +sacerdote la retir con viveza,—ya me tiene usted ms triste que la +noche... Por qu ser?... Por qu no ser?... Usted, que sabe tanto, +me lo dir.</p> + +<p>Las ltimas palabras las dijo canturreando y afectando distraccin.</p> + +<p>—Ea! Voy a poner la mesa... Tenga usted quietecitas las piernas, que +necesito de ellas en este momento.</p> + +<p>Junt las suyas con las del clrigo, extendi una servilleta por encima +y fue colocando los vveres. Los frascos con el vino los puso en el +suelo.</p> + +<p>—Me parece que no habr necesidad de que saque los tenedores, +verdad?... Seamos humildes. Comamos con los dedos.<a name="page_330" id="page_330"></a></p> + +<p>—Es humildad, o es que le sabe mejor as?—pregunt sonriendo el P. +Gil.</p> + +<p>Obdulia solt la carcajada.</p> + +<p>—Es usted mi confesor y no puedo decirle mentira. Me gusta as mucho +ms... Es de las pocas cosas sucias que me gustan.</p> + +<p>—Eso ltimo tampoco es humildad—dijo el confesor sin dejar de sonrer.</p> + +<p>—Vaya, vaya, no se me ponga regan y coma con garbo... si es que +sabe... que estoy viendo que no... Pero criatura! Qu hace usted ah +echando bocados a ese trozo de mero sin quitarle las espinas?... No ve +usted que se le puede clavar una en la garganta?... Deme usted ac—y se +la arrebat al mismo tiempo de las manos.—Ver usted cmo yo se las +quito sin dejar una... Digo... si es que usted no tiene asco a mis +dedos...</p> + +<p>El P. Gil se apresur a hacer signos negativos.</p> + +<p>—Salen ahora mismo de los guantes... Adems—exclam riendo,—usted me +tiene mucho cario y lo come ms a gusto pasando por mis manos... Qu +tonta soy! Verdad, padre?—aadi bajando la voz.</p> + +<p>—Tonta, no. Un tanto ligera, s—repuso el sacerdote, acompaando estas +palabras con una sonrisa para desvirtuar su aspereza.</p> + +<p>La joven se puso encarnada. La conversacin se hizo ms seria.<a name="page_331" id="page_331"></a></p> + +<p>Cerca de las nueve divisaron las torres de Lancia y la gran cortina +negra de montaas que cierra su horizonte. El cielo estaba despejado. El +viento soplaba tibio del Sur. La maana ofreca esa dulzura exquisita +que se observa en algunos das de primavera.</p> + +<p>El P. Gil advirti al cochero que pasase cerca de la capital sin entrar +y se dirigiese a la primera estacin del ferrocarril, distante una legua +de ella. Haba resuelto tomar el tren all para mayor recato. La +estacin, se llamaba la Reguera. Cuando llegaron eran las once. Deban +esperar dos horas y media, porque el tren no pasaba por all hasta la +una y cuarenta.</p> + +<p>La Reguera estaba situada al extremo de un pintoresco y risueo valle. +Desde la estacin, asentada en un alto terrapln, se divisaba todo +perfectamente. Circundbalo un cinturn de colinas suaves vestidas de +rboles y praderas y despus de ste otro de altas y escuetas montaas, +cuyos tonos rojizos formaban hermoso contraste con el verde del primero. +En el llano haba un mosaico caprichoso de prados con lindes de +avellanos, tierras de maz y arboledas. Por el medio atravesaba +majestuoso un ro ancho, cristalino, que, herido por el sol, pareca una +gran faja brillante de plata. As que despidieron el coche, Obdulia +propuso a su confesor el bajar a este llano y aguardar all la llegada +del tren. Acept<a name="page_332" id="page_332"></a> gustoso, por librarse de las miradas de la gente de la +estacin. Bajaron por un sendero estrecho y empinado y entraron en un +bosque de castaos que se prolongaba hasta la orilla del ro. El +sacerdote advirti que estaba muy hmedo, pero la joven marchaba delante +dando gritos de alegra, metindose hasta la rodilla en la yerba, +batiendo las palmas como una nia a quien perdonasen la escuela. Las +grandes copas de los castaos an no estaban vestidas del follaje que +ostentan en el verano. Los rayos del sol, pasando al travs de sus ramas +descarnadas, beban el agua fresca que formaba charcos entre el csped.</p> + +<p>Obdulia no par hasta llegar al talud guijarroso que serva de margen al +ro. All se detuvo y volvi la vista atrs y contempl con semblante +risueo a su confesor, que vena tomando precauciones, apoyando con +cuidado el pie en los sitios ms secos. Tena el rostro encendido por la +carrera, los cabellos revueltos y sus grandes ojos negros brillaban con +expresin de vivo placer.</p> + +<p>—Ande usted, cobarde! Tiene miedo a morirse por los pies?</p> + +<p>—Y si pilla usted un catarro, cmo podr resistir la vida dura del ao +de noviciado?—repuso el clrigo aproximndose.</p> + +<p>Por los ojos de la joven pas una nube sombra y qued repentinamente +seria. Luego, haciendo un esfuerzo para animarse, dijo:<a name="page_333" id="page_333"></a></p> + +<p>—A que no se atreve usted a desenganchar esa lancha para que demos un +paseito por el ro?</p> + +<p>—Ya lo creo que no!</p> + +<p>—Pues yo s... Ahora va usted a ver.</p> + +<p>Una gran barca vieja y deteriorada, que serva para trasportar a los +paisanos de una orilla a otra en los das de mercado, yaca amarrada por +una cadena a la orilla, debajo de unos juncales que la sombreaban.</p> + +<p>—Ay, qu lstima!—exclam la joven devota cogiendo entre sus manos la +cadena.—Tiene candado!</p> + +<p>—Me alegro. Eso evita que usted hiciera una locura.</p> + +<p>—Pues yo no renuncio a flotar un poco. Me meto dentro. Soy de puerto de +mar y el agua es mi elemento.</p> + +<p>Y diciendo y haciendo, salt con decisin en la barca, que se inclin de +un lado para recibirla; se fue por encima de los bancos hasta la popa, y +all se sent.</p> + +<p>—Oh! Qu bien se est aqu a la sombra! Y hay su cachito de +balanceo... Vngase, padre. En ninguna parte se puede esperar mejor...</p> + +<p>El clrigo salt tambin por encima de los bancos, y se fue a sentar no +lejos de ella. La sombra, en efecto, era grata en aquella hora del +medioda. La corriente balanceaba suavemente la lancha y produca al +chocar un glu glu suave<a name="page_334" id="page_334"></a> y cristalino que convidaba al sueo. Despus de +alegrarse de su buena fortuna por hallar asiento tan agradable y de +cambiar algunas frases, ambos guardaron silencio. Obdulia inclin su +cuerpo sobre el agua y clav los ojos en ella con expresin melanclica. +El P. Gil dej los suyos vagar por el horizonte, recorriendo sin verlas +las altas montaas que aislaban el valle del resto del mundo. Y como +siempre que quedaba un momento abstrado, la fatal duda volvi a flotar +en su mente. Qu era todo aquello que tena a su alrededor? Una pura +representacin de su pensamiento, un producto de l, un sueo quiz... +Un sueo!... Mientras dormimos tambin vemos, tambin palpamos, lo +sentimos todo al igual que despiertos. Por qu no ha de ser la vida un +largo sueo? La diferencia que establece Kant entre la vigilia y el +sueo le pareca deleznable. Porque el encadenamiento de las +representaciones lo mismo existe en la una que en el otro. Lo nico que +rompe este encadenamiento es el acto de despertar. Pero muchas veces al +despertar confundimos los acontecimientos del sueo con los de la +realidad. No indica esto bastante claramente que todo tiene el mismo +origen y fundamento? Por qu razn decimos que los unos son reales y +los otros no?...</p> + +<p>Sacole de su intensa meditacin la voz de Obdulia,<a name="page_335" id="page_335"></a> que desde haca +algunos minutos le observaba.</p> + +<p>—Vamos, padre, no piense usted ms en eso, y dgame de verdad si no +est a gusto aqu.</p> + +<p>—En qu no he de pensar, hija ma?—respondi el sacerdote ponindose +levemente colorado, como si ya se lo hubiese adivinado.</p> + +<p>—En eso!... No s lo que es, pero debe de ser algo malo cuando le hace +a usted arrugar la frente y abrir unos ojazos pasmados como si viera +delante un alma del otro mundo... Vamos, piense usted un poco en m, ya +que me he confiado a sus cuidados.</p> + +<p>—Ya pienso. No acabo de advertir a usted que no deba mojarse los +pies? Pero usted no hace caso—replic sonriendo con benevolencia.</p> + +<p>—Eso es! Se acuerda usted de m para regaarme... Se ha vuelto usted +muy regan, padre!... En otro tiempo era usted ms cobarde, ms +suavecito; todo lo deca dando rodeos, de miedo de ofender a una... +Pero ahora! Anda, anda, buenos rodeos te d Dios!... Ya ha aprendido +bien a regaar... Por supuesto—aadi cambiando de tono y acercndose +ms a l—que a m me gusta ms de esta manera. Yo quiero que mi +confesor tenga firme por las riendas, que sea severo y hasta duro +conmigo... Usted me rie poco todava, padre. Quisiera que usted fuese +ms severo... que me castigara fuerte... y hasta<a name="page_336" id="page_336"></a> me pegara, para +demostrarle bien mi sumisin.</p> + +<p>Dijo las ltimas palabras con voz temblorosa y el rostro avergonzado, +fijando en su confesor una mirada de tmida adoracin. El rostro de ste +expres turbacin y disgusto. Volvi la vista al otro lado y guard +silencio.</p> + +<p>Al cabo de unos instantes, la joven devota, que miraba melanclicamente +al agua, dijo con mpetu reprimido:</p> + +<p>—Cunto dara porque se rompiese la cadena que sujeta esta barca y la +corriente me llevase muy lejos... muy lejos!... donde no viese nada de +lo que he visto hasta ahora, donde todo lo que imaginara se realizase al +instante... Ah! Yo quisiera ir a parar a un valle ms pequeo que ste, +pero ms risueo todava: el cielo siempre azul, la tierra llena de +flores y animales hermosos que viniesen a comer a mi mano. Y vivir all +sola con Dios y las personas que eligiese para acompaarme. Vivir +enmedio de los campos y entender lo que dicen los rboles cuando el +viento agita sus copas y lo que murmuran las fuentes y lo que gorjean +las aves y lo que silban los insectos. Marchar siempre acompaados de +una escolta de pajaritos de Dios que nos ensearan el camino y nos +deleitaran con su canto, embriagados por los aromas de las flores, +inundados de luz, envueltos en la caricia de una primavera eterna. Esto +es lo que soaba cuando tena catorce aos.<a name="page_337" id="page_337"></a> Y hoy, sin saber por qu, +vuelvo a soarlo otra vez... Pero no—aadi con voz profunda al cabo de +una pausa, frunciendo fuertemente su frente plida,—mejor sera que la +barca me llevase a alguna gruta oscura entre peascos inaccesibles y me +volcase all y me sepultase en sus aguas negras, para que nunca ms se +volviese a saber de m... As concluira de una vez de padecer...</p> + +<p>Al pronunciar las ltimas palabras se llev las manos a la cara y +comenz a sollozar.</p> + +<p>El P. Gil la contempl un momento con ojos severos.</p> + +<p>—Lo que acaba de decir es una gran impiedad, tanto ms grande y +abominable, cuanto que sale de una boca que va a pronunciar muy pronto +votos sagrados.</p> + +<p>—Perdn, padre... Son sueos nada ms.</p> + +<p>—Pida usted perdn a Dios y preprese de un modo ms respetuoso para +ser su esposa.</p> + +<p>El P. Gil se levant al decir esto gravemente y sali de la barca. +Obdulia le sigui con el pauelo en los ojos.</p> + +<p>Subieron de nuevo a la estacin. En una cantina prxima tomaron caldo y +aguardaron la llegada del tren, que no se hizo esperar. No haba ningn +coche vaco, pero en uno estaba solamente una persona, y a l subieron. +Parti el tren al instante. El viajero les mir distradamente, con poca +curiosidad, figurndose tal vez que eran<a name="page_338" id="page_338"></a> hermanos. Sin embargo, al cabo +de unos momentos la joven pidi a su confesor que le bajase la maleta de +la rejilla para sacar un pauelo. El viajero percibi que se trataban de +usted, y entonces los examin con viva atencin. El padre Gil se turb +bajo su mirada fija, inquisidora. Por fortuna, a la tercera estacin se +baj. Pero todava, en pie sobre el andn, los segua saetando con los +ojos hasta que el tren se puso en marcha.</p> + +<p>Ambos guardaron silencio obstinado. El padre Gil ya no se senta +arrastrado por la metafsica; empezaba a atormentarle una sorda +inquietud que llenaba su espritu de temores, de vagos presentimientos. +Senta vergenza singular desde que el viajero que se haba apeado les +observara con atencin tan sostenida. Aquella muchacha le inspiraba +miedo. Un tropel de pensamientos feos, insensatos, acudi a su cerebro y +lo llen de confusin. Tena las mejillas encendidas y los ojos +asustados. Procuraba evitar el encuentro con los de su penitenta, que +senta posados constantemente sobre l.</p> + +<p>Por atraccin irresistible o por casualidad lleg un momento en que se +cruzaron sus miradas. La joven dej escapar una risita maliciosa. El +sacerdote apart prontamente la vista y permaneci grave, como si no la +hubiera advertido. Al cabo de un rato volvieron, sin saber cmo, a +encontrarse<a name="page_339" id="page_339"></a> sus ojos, y otra vez solt a rer la devota, mirndole con +semblante alegre. El padre Gil no hizo aprecio de ello y volvi el suyo +hacia la ventanilla. Pero Obdulia exclam:</p> + +<p>—A que no sabe, padre, de qu me estoy riendo?</p> + +<p>—Usted dir—repuso gravemente el clrigo sin volver la cabeza.</p> + +<p>—Pues de usted.</p> + +<p>—Por qu motivo?—pregunt con naturalidad y modestia.</p> + +<p>—Porque adivino perfectamente lo que est pensando. Usted teme que +llegue la noche, como los nios... Empieza usted a estar violento con +una mujer que todava no es vieja, y se arrepiente ya de haber cedido a +acompaarme...</p> + +<p>—No anda usted muy distante de la verdad—replic el sacerdote con +firmeza.</p> + +<p>Obdulia se turb un poco; pero reponindose inmediatamente:</p> + +<p>—Eso prueba su gran modestia, padre. Un santo como usted no debe temer +nada en ninguna situacin. Yo, sin ser santa, estoy perfectamente +tranquila.</p> + +<p>Estas palabras gustaron al P. Gil. Le respondi con benevolencia, y un +poco ms sereno y confiado, volvi a entablar conversacin con ella, +procurando mostrarse familiar y jocoso, tanto<a name="page_340" id="page_340"></a> ms cuanto que deseaba +alejar el malestar y la inquietud que se cerna sobre ellos.</p> + +<p>Rezaron el rosario. Luego cenaron con la vitualla que traan. Mientras +dur la cena, Obdulia estuvo oportuna y alegre. El clrigo le segua el +humor con cierta afectacin para ocultar el embarazo que a su pesar le +dominaba.</p> + +<p>Haba cerrado la noche, una noche soberbia de Castilla, fra y azul, +alumbrada por los rayos de la luna, que trasformaba la llanura en un +vasto lago dormido. El tren corra a toda velocidad por el medio +rompiendo con sus silbos estridentes, con el fragor de su marcha, el +encanto de aquella claridad suave y tranquila. Los altos chopos parecan +flotar sobre ella como fantasmas envueltos en el blanco cendal de la +neblina.</p> + +<p>Los cristales del coche se empaaron al fin. Obdulia se apart de su +confesor y fue a arrebujarse en un rincn, tiritando de fro. Luego se +puso a hacer dibujos sobre el cristal con un dedo. Escribi su nombre: +Obdulia Osuna; despus el de su confesor, Gil Lastra. Y volvindose al +rincn, se rebuj de nuevo. El P. Gil, que haba ledo bien desde su +sitio los dos nombres, se acerc a la ventanilla, con pretexto de +estirar las piernas, y escribi debajo del suyo con letra clara: +<i>presbtero</i>.</p> + +<p>Trascurri un rato en silencio. Ambos parecan soolientos. Obdulia dijo +al cabo:<a name="page_341" id="page_341"></a></p> + +<p>—Con permiso de usted, voy a acostarme un poquito, padre. Tengo sueo.</p> + +<p>Y se estir sobre los almohadones, echndose una manta encima de las +piernas.</p> + +<p>—Ay! ay!—exclam a los pocos instantes.—Cmo me lastiman las +botas!... Claro, como las he humedecido primero y luego puse los pies +sobre el calorfero, se han contrado!... Vamos, padre—aadi sonriendo +graciosamente,—srvame de doncella una vez siquiera... Qutemelas +usted, que yo no puedo.</p> + +<p>Una ola de rubor subi a las mejillas del sacerdote. Tuvo un momento de +vacilacin.</p> + +<p>—Vamos, padre—insisti ella,—sea usted humilde como todos los santos. +El Papa lava los pies a los pobres: bien puede usted quitarme a m las +botas.</p> + +<p>El P. Gil se levant y empez con mano temblorosa, rojo como una +amapola, a soltar los botones del calzado a su hija de confesin. Ella +le contemplaba con sonrisa maliciosa.</p> + +<p>—Muchas gracias, padre. Ahora hgame el favor de envolverme las piernas +en la manta... As; perfectamente. Ahora acustese un poco tambin y no +haga ruido.</p> + +<p>El sacerdote, que a todo esto sonrea forzadamente, se acomod en el +rincn opuesto y qued de repente serio, con el entrecejo violentamente +fruncido. Una viva terrible inquietud se apoder<a name="page_342" id="page_342"></a> de su espritu. La +escapatoria le iba pareciendo una ligereza cada vez ms imperdonable. +Aquella muchacha, ni tena verdadera vocacin de monja, ni llevaba +trazas de tenerla jams. Era un temperamento frvolo, malicioso, +arrebatado, capaz de cualquier atrocidad. Qu necedad la de haber +cedido a sus instancias! Se confesaba que mereca un poco lo que le +estaba pasando por su afn de desembarazarse de ella a todo trance. Pero +como ya no era tiempo de volverse atrs, lo importante era dejarla +cuanto ms antes en el convento, y a eso deban tender todos sus +esfuerzos.</p> + +<p>Obdulia pareca dormida. Sus ojos, no obstante, se entreabran de vez en +cuando para mirarle, y dejaban escapar una llamarada burlona y +maliciosa.</p> + +<p>A las nueve llegaron a Palencia. Se hicieron guiar a una posada modesta. +Antes de retirarse cada cual a su habitacin, el P. Gil quiso prevenir +todo lo necesario para emprender el viaje a Astudillo al da siguiente. +Mand buscar caballos, se enter del camino que haban de seguir, del +tiempo que iban a tardar, etc. Quiso dejarlo todo listo, a pesar de que +Obdulia le indicaba que no corra tanta prisa. Puesto que se trataba de +un viaje corto, por la maana era fcil arreglarlo todo. Pero el +excusador no poda disimular el ansia que tena de dejar zanjado aquel +asunto.<a name="page_343" id="page_343"></a></p> + +<p>Se levant muy temprano, pero no se atrevi a avisar a la joven. +Entretuvo su impaciencia rezando, paseando por la habitacin, yendo a +casa del alquilador de los caballos para cerciorarse de que los tena +dispuestos. Al fin, cerca ya de las diez, se atrevi a pasar un recado +por la criada, preguntndole si estaba ya preparada a partir. La +respuesta que aqulla trajo fue que la seorita an no se haba +levantado, por hallarse un poco constipada, que en cuanto se levantase +le avisara para ponerse en camino.</p> + +<p>Sin saber por qu, aquella novedad produjo en el P. Gil un gran +desconsuelo; sinti profundo disgusto, presintiendo una catstrofe. Una +hora despus recibi otro recado de ella aconsejndole que almorzase +solo y pasase despus por su habitacin, que para entonces ya estara +vestida y preparada. As lo hizo, cada vez ms inquieto y receloso; pero +al entrar en el cuarto de la joven, encontr que estaba, en efecto, +levantada, pero de ningn modo dispuesta para partir. Vesta una bata +elegante y tena los cabellos recogidos en una cofia blanca con lazos de +seda encarnados. Estaba bastante plida y tena los ojos con seales de +haber llorado.</p> + +<p>El P. Gil se detuvo a la puerta y frunci el entrecejo.</p> + +<p>—Entre usted, padre, y sintese aqu en esta butaca—dijo ella desde +una sillita, mirndole<a name="page_344" id="page_344"></a> con dulzura.—Ya estoy bien. He pasado una noche +muy mala.</p> + +<p>—Ha tosido usted?—pregunt el excusador, sentndose.</p> + +<p>—No... la he pasado toda llorando.</p> + +<p>El clrigo la mir estupefacto.</p> + +<p>—Cmo es eso, hija ma?</p> + +<p>Obdulia se llev el pauelo a los ojos y no contest. Al cabo de un +largo silencio dej caer el pauelo, se apoder de una mano de su +confesor y la bes con efusin repetidas veces y la llen de lgrimas, +exclamando:</p> + +<p>—Soy muy desgraciada!</p> + +<p>El P. Gil quiso retirar la mano suavemente, pero la devota se la apret +con ms fuerza.</p> + +<p>—No... no me retire usted esta mano, padre... esta mano que tantas +veces me ha absuelto de mis pecados, y que ahora ay! no podr +absolverme ni sacarme del abismo en que he cado...</p> + +<p>—Clmese usted, hija—repuso el clrigo, impresionado.—Acaso se +arrepiente usted de su decisin?... Por eso no ha cado usted en el +abismo. Todo se puede arreglar sin escndalo. Tiene usted un ao de +noviciado, en que puede salir del convento cuando lo desee...</p> + +<p>Obdulia volvi a taparse el rostro con las manos y dijo entre sollozos:</p> + +<p>—No es eso... Es otra cosa peor... Yo tengo<a name="page_345" id="page_345"></a> un secreto, padre; un +secreto que me pesa en el corazn hace tiempo y que me ahoga...</p> + +<p>El P. Gil qued unos instantes suspenso, y dijo al fin:</p> + +<p>—Si usted lo desea, iremos a la iglesia y la escuchar en confesin.</p> + +<p>—No, no... Usted ya no puede ser mi confesor—y levantando +repentinamente la frente, plidas las mejillas, los ojos secos y +brillantes, donde se pintaba una resolucin extrema, sigui:—S muy +bien, padre, que mi vida entera est destinada a llorar... S tambin +que despus de esta vida me espera quiz una eternidad de tormentos. +Pero la desesperacin no cuenta los tormentos ni teme nada. No tiene ms +que un pensamiento. Todo lo dems queda aniquilado... Yo le he engaado +a usted, padre. Yo no quiero ni puedo ser esposa de Jesucristo, porque +sera infiel a mis juramentos. Tengo dentro del alma, all en el rincn +ms oculto y sagrado, un amor al cual ser fiel toda la vida. Este amor +es mi delicia y es mi tormento. Hace dos aos que vivo muriendo de una +muerte dulce, porque adoro mis propios sufrimientos... Hace dos aos que +lloro en silencio, pero mis lgrimas son dulces y las bebo con placer. +Sin saberlo, padre, usted me ha estado envenenando lentamente; pero, +lejos de aborrecerle, le quiero, le adoro con toda m alma... He +procurado arrancar de mi<a name="page_346" id="page_346"></a> alma este amor que me consume, he golpeado mi +pecho, he martirizado mis carnes... Usted bien lo sabe, padre... Despus +me he convencido de que era intil, y lo he dejado florecer en mi +corazn. Cmplase la voluntad de Dios. S que estoy condenada, pero yo +le quiero a usted... Te quiero! te quiero ms que a mi salvacin!... +Llvame adonde se te antoje, pero no me separes de ti... Djame ser tu +sierva... Djame besar el suelo que pisas...</p> + +<p>Cay de rodillas delante de su consejero, con el rostro entre las manos. +Al travs de sus dedos flacos se notaba el vivo carmn de que estaba +cubierto.</p> + +<p>El P. Gil se puso en pie vivamente, plido como un muerto, con el +espanto pintado en los ojos. Sus labios temblaron para fulminar sin duda +alguna frase dursima, pero no lleg a pronunciarla. Se lanz +rpidamente a la puerta y desapareci por ella.</p> + +<p>Sali de casa sin darse cuenta de lo que haca. Camin a la ventura +largo rato por las calles en un estado de aturdimiento que le impeda +razonar sobre lo que acababa de sucederle. Saliose al campo y dio un +largo paseo. El cansancio fsico produjo su acostumbrado efecto sedante +y comenz a ver con claridad su situacin. Nada gan con ello. Lo que le +estaba pasando era gravsimo, una verdadera catstrofe. Sus +presentimientos<a name="page_347" id="page_347"></a> se haban realizado. Cmo volver a Peascosa con la +muchacha? Cmo dejarla all abandonada? Todas las soluciones que +acudan a su mente le parecan igualmente comprometidas. Pens en +telegrafiar al padre, pero no era posible explicar en un telegrama lo +ocurrido, ni aun de palabra poda hacerlo dignamente. Adems, quin +sabe de lo que sera capaz aquella loca si se vea acosada! Una viva +irritacin se iba apoderando del alma pacfica del presbtero. Haca ya +tiempo que no estimaba a la exaltada beata; ahora la aborreca.</p> + +<p>Cuando regres a casa era ya noche. Se encerr en su cuarto sin +preguntar por su compaera, y continu meditando con febril impaciencia +sobre el mismo tema. La solucin que le pareci menos mala, despus de +haber tomado y desechado muchas, fue presentarse al obispo de la +dicesis y confiarle todo el asunto y pedirle consejo y rdenes para +salir del paso.</p> + +<p>—Seor cura, la seorita que ha venido con usted me manda decirle que +haga el favor de pasar por su habitacin.</p> + +<p>El P. Gil levant la cabeza, y avergonzado y confuso como si tuviera que +arrepentirse de algo, respondi a la huspeda:</p> + +<p>—La seorita?... Ah! Bien... All voy en seguida.</p> + +<p>Pero no se movi del sitio. Aquella llamada<a name="page_348" id="page_348"></a> aument an ms su +irritacin. Estaba resuelto a no volver a verla mientras el prelado no +interviniese en un asunto que tan gravemente poda comprometerle. +Trascurri cerca de una hora. Al cabo de ese tiempo se present de nuevo +la patrona, toda azorada.</p> + +<p>—La seorita tiene un ataque y est en la cama sin conocimiento. +Venga, venga, seor cura!</p> + +<p>—Voy, voy!—exclam asustado, corriendo en pos de ella.</p> + +<p>En efecto, Obdulia yaca en la cama, privada de sentido y extraamente +plida. Pareca muerta. El P. Gil sinti al verla en tal estado una +punzada de remordimiento en el corazn. Se apresur a prodigarle todos +los cuidados que en el momento se le ocurrieron. Entre la patrona y l +le baaron las sienes con agua fra, le hicieron oler algunos pomos de +los que ella traa en su saquito de mano. No tard mucho en abrir los +ojos. Estuvo algunos momentos con la mirada seria y fija en el +sacerdote. Luego sonri dulcemente. La huspeda se apresur a ofrecerse.</p> + +<p>—Quiere usted que llamemos al mdico, seorita?</p> + +<p>—No, no... Esto no es nada... Hgame una tacita de tila.</p> + +<p>—Ahora mismo.</p> + +<p>Cuando se quedaron solos, la beata volvi <a name="page_349" id="page_349"></a>a mirarle larga y fijamente. +Al cabo dijo con voz dbil:</p> + +<p>—Escuche usted, padre.</p> + +<p>—Qu desea usted, hija ma?—respondi inclinando la cabeza hacia +ella.</p> + +<p>—Acrquese usted ms... No puedo esforzar la voz.</p> + +<p>El P. Gil se inclin todava ms. Sbito, con movimiento imprevisto, la +joven devota sac los brazos desnudos de la cama y se los ech al +cuello, atrajo su rostro hacia el de ella con inusitada fuerza y le dio +un beso prolongado, frentico, en los labios, y despus otro y otro. El +sacerdote forceje en vano por desasirse. Aquellos brazos le apretaban +como si fuesen de hierro, y una nube de besos ardorosos corra por todo +su rostro, sin tregua. No se oa en la estancia ms que el suave rumor +que producan y el resuello de dos pechos anhelantes.</p> + +<p>Al fin, el sacerdote, con un supremo esfuerzo, se deslig. La joven cay +pesadamente en la cama. Aqul se sinti acometido de tal susto, +repugnancia y horror que, despus de vacilar unos momentos, perdi el +sentido y se desplom sobre el pavimento.</p> + +<p>Vindole caer, la joven se levant con presteza del lecho y acudi +solcita a socorrerle. Pero al poner los pies en el suelo, su flaca +naturaleza, hondamente perturbada por lo que acababa de<a name="page_350" id="page_350"></a> suceder y por +la vista de su confesor tendido en el suelo, le falt tambin y cay +presa de un sncope.</p> + +<p>El del P. Gil era un desmayo pasajero. Tard pocos segundos en volver en +s. Incorporose en el suelo, y viendo a Obdulia tendida a su lado en +camisa y con una parte del cuerpo descubierta, sinti un fuerte +estremecimiento de vergenza y se alz como movido por un resorte. Y +pensando con horror que poda llegar el ama en aquel momento, se +apresur a tomar a la joven entre sus brazos para trasportarla a la +cama. Cuando la tena suspendida a media vara del suelo, sinti ruido en +la puerta. Volvi la cabeza aterrado, y un grito ahogado de vergenza se +escap de su garganta. A la puerta estaban Osuna, D. Martn de las Casas +y D. Peregrn Casanova.</p> + +<p>—Ya cayeron los trtolos!—grit D. Martn con voz estentrea.</p> + +<p>El P. Gil dej caer de nuevo a la joven y retrocedi, mirndoles con +ojos de espanto.</p> + +<p>—Qu es esto?... Qu es lo que pasa? Mi hija!... Dios mo!—clam +Osuna, apresurndose a reconocerla.</p> + +<p>—Oiga usted, sucio, canalla, desorejado!—profiri D. Peregrn, +dirigindose al excusador.—Qu situacin es sta para un sacerdote? +No se le cae la cara de vergenza?<a name="page_351" id="page_351"></a></p> + +<p>D. Martn de las Casas le agarr con la mano izquierda por el brazo, y +empujndole contra la pared, le vomit con voz campanuda, blandiendo al +mismo tiempo el bastn:</p> + +<p>—Granujota, indecente! En buen lugar has dejado a los que te sacaron +del polvo! Miserable gusano, debiera aplastarte y arrojarte despus +como una piltrafa a la calle para que te coman los perros! Debiera +clavarte por las orejas a la pared y exponerte a la vergenza pblica... +Por lo menos debiera romperte las costillas con este bastn, y me estn +dando ganas de hacerlo!</p> + +<p>No sera difcil, mejor dicho, sera casi seguro que el enrgico +invlido satisficiera en esta ocasin, como en tantas otras, su apetito +desordenado de contundir a sus semejantes, si no fuera porque en aquel +instante se interpuso la huspeda.</p> + +<p>—Qu va usted a hacer, caballero? Maltratar a un sacerdote!... En mi +casa no se dar tal escndalo...</p> + +<p>Repuesto un poco de la sorpresa el P. Gil, dijo con firmeza entonces:</p> + +<p>—Seores, esta joven se ha desmayado al tiempo de venir en mi socorro +por haberme cado. La he acompaado hasta aqu, a ruego suyo, porque +desea entrar en un convento y consagrarse a Dios, a lo cual su padre se +opone sin razn<a name="page_352" id="page_352"></a> ni derecho y para ello la maltrata brbaramente...</p> + +<p>—Maltratar yo a mi hija, canalla!—grit en el colmo de la indignacin +el jorobado, que haba conseguido trasportar a Obdulia hasta la cama y +se dispona a echarle agua en la cara.—Miente usted y miente quien lo +diga. Yo no saba siquiera que deseaba entrar en un convento... ni me +hubiera opuesto a ello.</p> + +<p>El P. Gil qued estupefacto, sin acertar a decir una palabra, porque el +acento de Osuna denotaba sinceridad.</p> + +<p>—Yo creo que lo que procede en este caso—manifest D. Peregrn con su +voz gangosa, administrativa,—es dar inmediatamente conocimiento del +hecho a la autoridad civil... A m se me present un padre, siendo +gobernador de Tarragona...</p> + +<p>—Djenos usted de Tarragona, D. Peregrn!—interrumpi el seor de las +Casas.—Aqu lo que procede es atender a esa nia... Usted, seora, haga +lo que sepa para hacerle volver en s. Usted, D. Peregrn, que conoce +bien la poblacin, vaya a buscar un mdico... Y t, don Gil el +enamorado... al infierno si te parece.</p> + +<p>—Decir que yo maltrato a mi hija, porque quiere hacerse monja!—segua +exclamando por lo bajo Osuna, mientras ayudaba a la huspeda.—Canalla, +ms que canalla!<a name="page_353" id="page_353"></a></p> + +<p>—Seor Osuna, dispnseme usted... Yo lo crea as—dijo el sacerdote.</p> + +<p>—Bueno, bueno. Ya se arreglar esa cuestin en Peascosa—profiri D. +Martn con su energa caracterstica.—Ahora, largo de aqu!... largo!</p> + +<p>El P. Gil se dirigi a la puerta, pero cuando ya iba a trasponerla, D. +Martn le grit como si estuviese al frente de un batalln: Alto!</p> + +<p>—Amigo Osuna—dijo dirigindose al jorobado,—a usted le han inferido +una ofensa grave y usted no queda decentemente si no da ahora mismo una +bofetada al individuo que le ha ofendido (apuntando para el P. Gil).</p> + +<p>Hubo silencio embarazoso. El semblante de Osuna expres malestar y +vacilacin.</p> + +<p>—Nada, nada—sigui el feroz invlido con su voz resonante de barba de +teatro,—no es usted hombre de honor, no tiene usted pizca de vergenza +si deja sin correctivo la ofensa.</p> + +<p>Osuna vacil todava un instante, ech una mirada de misericordia al +invlido; pero viendo su rostro espantable, se resolvi al fin. Alzose +sobre la punta de los pies y descarg una sonora bofetada en la mejilla +del sacerdote.</p> + +<p>—Jess!—exclam la huspeda.—Eso es una iniquidad!</p> + +<p>El P. Gil se puso densamente plido: asomaron dos lgrimas a sus ojos; +pero no hizo movimiento alguno para arrojarse sobre su agresor.<a name="page_355" id="page_355"></a><a name="page_354" id="page_354"></a></p> + +<h3><a name="XIII" id="XIII"></a>XIII</h3> + +<p>Gracias a la actitud resuelta de Obdulia, el asunto no fue llevado a los +tribunales. Desde el primer momento se confes autora y nica +responsable de la fuga: el excusador ninguna culpa haba tenido en ella; +slo haba cedido a acompaarla despus de incesantes ruegos y +valindose del ardid de los malos tratos en su casa. D. Peregrn +Casanova, queriendo sin duda demostrar que no guardaba rencor alguno a +Osuna por la escena de la iluminacin, segua opinando que deba +instruirse expediente gubernativo. Haca ya mucho tiempo que estaban +reconciliados. En Peascosa los particulares se injurian pblicamente, +se llaman canallas, miserables, etc., etc., y a los ocho<a name="page_356" id="page_356"></a> das se les +vuelve a ver juntos tomando caf. Pero esto no es privativo de +Peascosa. Lo mismo sucede en Sarri y en Nieva. De otro modo, cmo +sera posible la vida en estas villas insignes?</p> + +<p>Contra el parecer de D. Peregrn se hallaban todas las personas sensatas +de la poblacin. Unos por afectos al excusador, otros por timoratos, +otros porque no vean motivo para armar un escndalo, casi todos +aconsejaron a Osuna que se estuviese quedo. Sin embargo, los enemigos +que el excusador tena, mejor diremos, los envidiosos, se encresparon +terriblemente. No quisieron asentir a la versin de la doncella. +Opinaban que era una patraa forjada por ella para salvarle; y si no lo +crean, por lo menos as lo manifestaban bajando la voz y sonriendo +maliciosamente. Se les cubri de sarcasmos, lo mismo al sacerdote que a +su hija de confesin, y se hicieron correr por la villa mil chuscadas +ms o menos ingeniosas a propsito de su viaje. Fcil es de adivinar que +quien ms trabaj en esta propaganda, aunque de un modo solapado, fue el +P. Narciso. No le bastaba al capelln de Sarri haber humillado a su +mulo arrancndole el cargo de coadjutor, que en justicia le perteneca. +Quera a toda costa concluir con l, pulverizarle, que no se oyese ms +su nombre en boca de las beatas de Peascosa.<a name="page_357" id="page_357"></a></p> + +<p>Pareciole la ocasin de perlas para ello. Por eso se dirigi +espontneamente a Osuna, preguntndole si no pensaba acudir a los +tribunales. Cuando supo que esto no poda ser porque Obdulia asuma toda +la responsabilidad y declaraba haber engaado a su confesor, experiment +profundo pesar. Tanto era su anhelo de exterminar al P. Gil, que aunque +haca ya muchsimo tiempo que sus relaciones con aqulla eran tirantes, +y aun puede decirse de abierta hostilidad, se aventur a tantearla. Tres +o cuatro das despus de haber regresado a Peascosa la vio una maana +en la iglesia. Le mand recado por un monaguillo que deseaba hablar con +ella y la esperaba en la sacrista. Fue all la joven, aunque de +malsima gana. El coadjutor se hizo de miel; la trat con extremado +cario; manej con bro el incensario, sabiendo hasta qu punto era vivo +y delicado su amor propio. Cuando crey tenerla blanda, le hizo presente +con grandes perfrasis que l, como prroco coadjutor, tena el deber de +velar por la honra de todas sus feligresas; que la de ella andaba en +boca de la gente haca unos das, y que esto le pesaba en el alma por el +particular cario que la profesaba. Le pesaba tanto ms, cuanto estaba +seguro de que no haba dado motivo alguno para ello. Conoca su carcter +generoso, su espritu noble; por eso estaba convencido de que en esta +ocasin, como en<a name="page_358" id="page_358"></a> tantas otras, se sacrificaba por los dems. Ahora +bien, este sacrificio no era admisible; poda considerarse como un +pecado. La honra no nos pertenece; es un depsito que Dios nos confa y +que tenemos la obligacin de defender. Por otra parte, la deshonra no +era solamente para ella, sino tambin para su anciano padre. El pobre se +vea a causa de este sacrificio motejado y murmurado en la villa. An +ms: aunque se diera por bueno tal rasgo de generosidad, tanto ella como +l, que eran miembros de la Iglesia, tenan el deber de denunciar a la +autoridad eclesistica a cualquier sacerdote que se extralimitase en el +ejercicio de su ministerio, para que recibiese el condigno y fraternal +castigo que los cnones previenen. Esto redundaba en bien de la fe. +Ella, tan excelente cristiana, no haba de permitir que se burlase la +justicia de Dios. Comprenda perfectamente que le sera doloroso +declarar contra su confesor; pero era un sacrificio mayor que el que +estaba llevando a cabo, y que Dios le agradecera seguramente. Adems, +deba tener en cuenta que al denunciar a su confesor no le causaba dao +alguno; al contrario, el castigo en la Iglesia se considera como un +bien, como una justa expiacin que, cuando va acompaada del +arrepentimiento, redime del pecado y nos libra de las penas del +infierno.</p> + +<p>El pobre D. Narciso ignoraba, a pesar de haberla<a name="page_359" id="page_359"></a> tratado tanto tiempo, +con quin se las haba. Antes de que hubiera pronunciado palabra, ya +saba Obdulia qu iba a decirle y en qu forma poco ms o menos; le +conoca como si pasara la vida dentro de su cerebro. Aquella habilidad +frailuna hecha de lugares comunes se estrellaba contra la viva +imaginacin, el ingenio sutil y la perspicacia de la joven beata. +Respondiole en el mismo tono persuasivo, untuoso, que el clrigo haba +adoptado. De nada poda acusar al P. Gil, que era un santo, un ser +excepcional cuya ilustracin serva de faro en la parroquia desde que +por dicha haba llegado a ella, y cuya modestia, abnegacin y piedad +podan servir de ejemplo y estmulo a sus compaeros. Pero aunque +hubiera motivo para acusarle, se abstendra muy bien de hacerlo, +sabiendo que el escndalo aprovechara principalmente a los enemigos de +la religin. La falta de una mujer cuando es soltera redunda slo en +perjuicio de ella. La de un sacerdote, en desprestigio de la clase y en +menoscabo por lo tanto de la religin catlica. Otras varias +consideraciones aadi, y entre ellas ms de una frase aguda de doble +intencin que supo a cuerno quemado al nuevo coadjutor.</p> + +<p>—Vaya, adis, D. Narciso, y dispnseme si no he podido comprender bien +su caritativa intencin. Soy una ruin mujer y no entiendo de teologas.<a name="page_360" id="page_360"></a></p> + +<p>El P. Narciso qued sonriendo como el conejo. Viendo cerrada esta va, +entr resueltamente por otra no menos tortuosa. Lo mismo D. Joaqun el +capelln y mayordomo de la seora de Barrado que el P. Melchor, enemigos +natos del joven excusador, vomitaban veneno contra l, como es lgico. +Pero haba otros cuantos clrigos en Peascosa que se haban mostrado +siempre imparciales. A stos procur atrarselos pintndoles el lance +desde otro punto de vista, asegurando que tena motivos secretos para +saberlo. El viaje haba sido un verdadero rapto frustrado. La muchacha +se sacrificaba. Haca ya tiempo que l, D. Narciso, tena sospechas de +lo que iba a pasar. El excusador haba concebido una pasin sacrlega. +La escapatoria estaba concertada desde haca tres meses, etc., etc. Les +llen la cabeza de viento. La posicin que ocupaba como prroco, de +hecho si no de derecho, facilit mucho esta atraccin. Qued convenido +entre la mayora, casi la totalidad de los capellanes de la villa, que +el excusador era un chicuelo sin peso ni formalidad, que haba +desprestigiado a la clase sacerdotal y que Dios sabe dnde parara si el +prelado no tomaba cartas en el asunto.</p> + +<p>Desde entonces no perdonaron medio todos ellos de demostrarle su +desprecio. No hay nada que plazca tanto a la naturaleza humana como +despreciar. Empezaron a saludarle framente,<a name="page_361" id="page_361"></a> luego a volver la cabeza, +despus a no contestarle. Cuando entraba en la sacrista, si haba all +otros sacerdotes, notaba que se apartaban de l y formaban grupo aparte. +Si iba a revestirse para decir misa, se encontraba la mayor parte de los +das con el armario de las vestiduras cerrado: haba que esperar a que +D. Narciso llegase para pedirle la llave. Se prescinda de l en las +funciones cuando era posible: no le convidaban a los <i>gaudeamus</i> que +celebraban. Finalmente, le vejaban de todas las formas y maneras que se +les ofreca. Y no dejaban de ser bastantes.</p> + +<p>El P. Gil qued ms sorprendido que enojado de aquel desprecio. Viendo +que sus compaeros prescindan de l, prescindi de ellos sin gran +pesar. Slo hablaba con el P. Norberto y con D. Miguel. El viejo +prroco, a quien se haba privado de la jefatura de hecho, mantena, no +obstante, con tesn su derecho, inventaba mil trazas de demostrarlo al +vecindario. Entre l y D. Narciso haba una enemiga profunda, feroz. +Pero ste le tena miedo. El antiguo cabecilla de las huestes carlistas +era capaz, si se le irritaba un poco, de apalearle en la misma iglesia. +Don Miguel triunfaba por el terror. El P. Narciso afectaba despreciarle, +pero siempre a sus espaldas. Delante le trataba con extremada +consideracin, y sufra con paciencia las rociadas que de vez en cuando +le soltaba. Y cuando se le ocurra<a name="page_362" id="page_362"></a> al coadjutor, predicando a los +feligreses en el ofertorio de la misa, decir: Nosotros los prrocos +tenemos el deber, etc., D. Miguel, desde su rincn donde oa la misa, +profera en voz bastante alta para que le oyeran los que estaban a su +alrededor: Prroco yo! prroco yo!</p> + +<p>Saliendo un da juntos de la iglesia, el P. Gil, que acababa de recibir +un fuerte desaire de sus compaeros, se lo dijo, sin lamentarse, como si +le diera cualquiera noticia.</p> + +<p>—No hagas caso de ellos—le replic el viejo caudillo, ponindole la +mano rugosa y seca como un haz de sarmientos sobre el hombro.—Son todos +unos maricas. Viven pegados a las enaguas de las beatas, como los +gatos... Mira: yo, cuando salgo de decir misa, como ahora, y llego a +casa, nunca dejo de soltarles media docena de... Pero t, si ests +agraviado, puedes llegar sin inconveniente a la docena.</p> + +<p>Una carcajada brutal, semejante a un rugido, sacudi su pecho vigoroso +al pronunciar estas palabras. Sus ojos brillaron con franca, cordial +alegra. El excusador se puso rojo como una cereza y guard silencio. No +volvi a tener ms confidencias con l sobre este punto.</p> + +<p>Su vida interior le causaba demasiados tormentos para pensar mucho +tiempo en estas futilidades. El escepticismo le minaba sordamente. El +mundo le pareca cada vez ms incomprensible.<a name="page_363" id="page_363"></a> La idea constante de que +todo lo que le rodeaba era una pura apariencia, cuyo verdadero sentido +permanecera eternamente ignorado para el hombre, engendraba en su alma +una melancola profunda, que se reflejaba bien en su frente plida y en +la sonrisa triste e indiferente que plegaba sus labios. La experiencia +toda entera—deca Kant—no es ms que el conocimiento del fenmeno, no +de la cosa en s. sta se oculta y se ocultar eternamente a la razn +humana. Platn tambin lo haba dicho antes. Las cosas de este mundo, +tales como nuestros sentidos las perciben, no tienen realidad alguna. +Mientras nos encerramos exclusivamente en la percepcin sensible somos +como prisioneros sentados en una caverna oscura, encadenados tan +fuertemente que no pueden volver la cabeza. No ven nada. Slo perciben +en la pared que tienen enfrente, a la luz del fuego que arde detrs, las +sombras de las cosas que pasan entre ellos y el fuego. Tampoco ellos +mismos se ven sino como sombras proyectadas en la pared. Nuestra +ciencia, pues, se reduce y se reducir siempre a predecir, segn la +experiencia, el orden en que se suceden las sombras.</p> + +<p>Triste resultado despus de tantos esfuerzos! El Universo entero se le +apareca como una sombra fugitiva que se desvanece con el sujeto que lo +contempla. Es la Maya—como dicen los Vedas,<a name="page_364" id="page_364"></a>—es el velo de la ilusin +el que, cubriendo los ojos de los mortales, les hace ver un mundo del +cual no puede decirse si existe o no existe, un mundo que semeja a un +sueo, a la radiacin del sol sobre la arena, donde el viajero de lejos +cree percibir un lago. Habiendo perdido la fe, no slo en su razn, sino +tambin en sus sentidos, la vida de nuestro clrigo se arrastraba +silenciosa, indiferente, en medio de un hasto infinito.</p> + +<p>Obdulia no le haba visto en los quince das siguientes a su regreso. La +beata sala muy poco de casa por razones fciles de comprender, y a la +iglesia procuraba ir a las horas en que no estuviese el excusador. Esto +ltimo no precisamente por vergenza, sino por el mismo sentimiento +amoroso que segua agitando su corazn. Crea, y no le faltaba motivo, +que, supuestas las habladuras que corran por el pueblo y la guerra de +todos los capellanes, principalmente de D. Narciso, cualquiera +aproximacin a su confesor poda comprometerle. As que se impona este +sacrificio con la satisfaccin del que padece por el ser adorado. Pero +lleg a ser un tormento superior a sus fuerzas. Su loca pasin, en vez +de calmarse, cada da se exaltaba ms. No viva ms que con la imagen +del joven excusador. Hasta en sueos le vea. Y su fantasa desarreglada +le forjaba un sin fin de ilusiones.<a name="page_365" id="page_365"></a> Dbase a pensar que el P. Gil +corresponda a su amor, y para creerlo sacaba de quicio todas sus +palabras y acciones. Una vez que le haba apretado la mano con ms +fuerza, otra que le haba sonredo desde lejos, otra que se haba +ruborizado al encontrarla, etc., etc. Todo lo converta en sustancia. +Luego el viaje a Palencia era objeto para ella de un minucioso y febril +examen. Su alegra en el coche cuando almorzaban, y ella le limpiaba el +pescado de espinas; la escena de la barca, en que le vio melanclico, a +punto de llorar al escucharla; la turbacin que se apoder de l en el +tren cuando le invit a descalzarla; finalmente, aquel beso de amor en +los labios que le impresion hasta hacerle perder el sentido, le +parecan a la luz de los recuerdos otros tantos signos indudables del +sentimiento que embargaba el pecho de su confesor. El pobrecillo era un +santo, y su amor luchaba con el deber. Esta lucha que crea adivinar le +haca doblemente interesante a sus ojos, y exaltaba an ms, si posible +era, su desapoderada pasin.</p> + +<p>Al cabo naci en su mente la idea de verle otra vez. La idea se +convirti al momento en propsito, y la inund de alegra. La entrevista +deba ser secreta, que nadie en Peascosa tuviese noticia de ella. Esto +satisfaca su deseo de no comprometerle, y al mismo tiempo la condicin<a name="page_366" id="page_366"></a> +de su temperamento, inclinado siempre al misterio. Determin que fuese +de noche: sorprender al excusador en su cuarto, gozar unos momentos de +afectuosa expansin y marcharse al instante. Seal, por fin, el da. +Durante todo l estuvo nerviosa, agitada dulcemente, como la colegiala +que espera ver a su amante escalar de noche las rejas del balcn. Cuando +lleg la hora, dijo a su padre que le dola la cabeza, para retirarse +temprano. As que le oy salir de casa, se ech con mano trmula un +mantn sobre los hombros, y acompaada de su doncella, que era su +encubridora perpetua, encaminose a casa del excusador. Las piernas le +flaqueaban de placer, el corazn le lata fuertemente.</p> + +<p>Lo raro del caso es que no se le pasaba por la imaginacin que aquel +amor era sacrlego. No senta remordimientos. Su cerebro desequilibrado +trastornaba todas las leyes divinas y sociales, las funda de nuevo a su +capricho. Para ella, el amor del joven presbtero era un puro idealismo +conforme con el espritu cristiano: hallaba en las historias de los +santos varios casos semejantes. Cuando soaba con huir en su compaa al +fondo de un retiro dulce y ameno, siempre era bajo el supuesto de seguir +confesndose con l y subir al cielo juntos. Si la carne hablaba dentro +de su ser, o no la escuchaba, o finga no escucharla, engandose a s +propia.<a name="page_367" id="page_367"></a></p> + +<p>Al llegar a la mansin del sacerdote, orden a su doncella que la +aguardase en el portal: no tardara en bajar. Llam toda temblorosa. +Sali D Josefa a abrir. Como desde su famoso viaje no la haba visto, +se arroj en sus brazos, la abraz y la bes con afectada efusin. El +ama se mostr muy poco contenta: la recibi con frialdad glacial; hasta +se le conoca que luchaba consigo misma para no soltarle una rociada de +desvergenzas y darle con la puerta en las narices. Slo le contuvo la +idea de que su amo se haba reconciliado con la beata, lo cual deploraba +en el fondo del alma, juzgndolo feo y peligroso.</p> + +<p>Obdulia fingi no advertir la frialdad de la buena seora.</p> + +<p>—Est en casa?—pregunt con el mismo semblante risueo.</p> + +<p>—Est... Voy a avisarle.</p> + +<p>—No hay necesidad. Me ha mandado venir a estas horas y me estar +aguardando.</p> + +<p>Seguidamente tom la escalera y se dirigi al cuarto del P. Gil. D +Josefa la mir subir con aversin y desconfianza. Preguntar si estaba en +casa y luego decir que la aguardaba era una contradiccin manifiesta. +Por esto y por la curiosidad natural la sigui a los pocos momentos.</p> + +<p>Bailndole de gozo el corazn, Obdulia se acerc a la puerta del +gabinete y mir por el agujero de la cerradura. El P. Gil estaba sentado +<a name="page_368" id="page_368"></a>a su mesa de escribir, leyendo a la luz de un quinqu. Una sonrisa de +afecto y entusiasmo contrajo los labios de la joven devota. Abri de +golpe la puerta para darle una grata sorpresa y exclam con alegra:</p> + +<p>—Padre, aqu me tiene usted!</p> + +<p>El sacerdote levant los ojos sorprendido. La sonrisa de la beata se +hel repentinamente en su rostro. En vez del gozo que esperaba, vio +cruzar por ellos un relmpago de ira al cual sucedi instantneamente +una expresin de absoluta indiferencia, la misma expresin de cansancio +y hasto que haca tiempo reflejaba su semblante. Alzose con lentitud de +la silla, sin contestar a la exclamacin de su penitenta, y avanz hasta +ella en silencio. La beata, clavndole una angustiosa mirada de terror, +retrocedi un paso. El sacerdote lleg a cogerla por un brazo, y suave, +pero firmemente, la llev en silencio hasta la puerta, la puso fuera del +gabinete y cerr de nuevo.</p> + +<p>Obdulia tropez con un bulto. Era D Josefa, que le solt una carcajada +en la cara.</p> + +<p>—Parece que no la reciben a usted bajo palio, seorita!</p> + +<p>No contest. Plida, con el corazn fuertemente contrado y en un estado +de desfallecimiento que le haca tambalearse, baj la escalera sin darse +cuenta. D Josefa, cortando el flujo de la risa, la persigui hasta la +puerta de la calle<a name="page_369" id="page_369"></a> gritndole con acento iracundo, esforzndose en +bajar la voz para que no le oyera su amo:</p> + +<p>—Bien empleado le est, holgazana, gallarina... Vergenza haba de +darle!... Engaar a mi pobre seor y llevarle como un dominguillo de la +ceca a la meca!... Mire usted la monjita!... Es sa su religin? Es +sa su delicadeza?... Si quiere hombres, vaya a casa de Mara Ramona con +mil pares de demonios y no pretenda a los sacerdotes... Fuera de +aqu!... Mtase en su casa y tenga honradez y tenga vergenza, y no ande +como una perra salida a todas horas por esas calles... Si fuera a +llevarme del genio, le levantaba las sayas ahora mismo y le daba en el +tras con la zapatilla hasta que me cansara... Pcara! Mala cabra!</p> + +<p>Sali a la calle aturdida, quebrantada. Tuvo que arrimarse a la pared de +la casa para no caer. Los horrores y monstruosidades que le haba +vomitado el ama del excusador seguan sonndole como martillazos en los +odos. Hubo un instante en que crey perder el sentido; pero del fondo +de su ser sali un grito rabioso, un grito de venganza que le mand +tenerse firme. Y cumpli la orden, haciendo un gran esfuerzo sobre s +misma. Descans unos momentos contra la pared, pasose la mano por la +frente y se encamin con paso rpido hacia su casa, seguida de la +doncella, que no haba podido obtener respuesta a ninguna de sus +preguntas.<a name="page_370" id="page_370"></a></p> + +<p>Aunque se senta muy mal, se empe en esperar a su padre. Cuando lleg +ste a las once, le sigui hasta su cuarto y, despus de cerrar la +puerta, le dijo de repente:</p> + +<p>—Pap, no te he dicho la verdad... Cuando me hallasteis con el +excusador acababa de arrojarse sobre m, estando en la cama. Me resist, +luchamos, y al fin qued desmayada en sus brazos.</p> + +<p>El jorobado dio un grito de rabia.</p> + +<p>—Ah puerco! Bien lo presuma yo!</p> + +<p>Y se puso a dar vueltas como un tigre por la estancia, vomitando +injurias y blasfemias. Al cabo de un rato se detuvo delante de su hija, +y le pregunt, ms con la vista que con las palabras, algo.</p> + +<p>La joven baj la cabeza ruborizada e hizo un signo negativo.</p> + +<p>—Bien... De todos modos, has perdido la honra en la poblacin. Es +menester que ese infame no se ra de ti... Estamos?</p> + +<p>—En eso estoy—repuso ella con firmeza,—y para eso te lo he confesado.</p> + +<p>Osuna le clav una mirada de sorpresa y curiosidad.</p> + +<p>—Vamos—dijo al cabo con sonrisa sarcstica,—ha habido rompimiento.</p> + +<p>—Poco importa que haya uno u otro—respondi con acento desabrido.—Lo +que me interesa<a name="page_371" id="page_371"></a> en este momento es que no pague yo sola la culpa que es +de los dos... de l principalmente.</p> + +<p>Asinti el jorobado con toda su alma, porque an ms que la desgracia de +su hija, le preocupaba el vengarse del excusador. Y comenzaron a +cuchichear largamente sobre los medios de llevarlo a cabo. Haban dado +ya las cuatro de la madrugada cuando Obdulia sali del cuarto de su +padre.</p> + +<p>Se meti en la cama con fiebre. No pudo conciliar el sueo. La escena en +que acababa de hacer un papel tan triste se le presentaba a la +imaginacin cada vez con ms relieve. Por ms esfuerzos que haca, no le +era posible borrarla ni por un momento siquiera. Su amor propio gema +como si le estuvieran atenaceando.</p> + +<p>En cuanto se levant llam a su padre, y se fueron ambos, como haban +convenido, a ver al P. Narciso. Fue idea de ella. Comprendi que la +persona que en Peascosa poda ayudarles ms en la empresa era el +coadjutor, y a l se dirigi. ste se mostr sorprendido de su +resolucin, y aun quiso, hipcritamente, disuadirles; pero el gozo le +rebosaba de tal modo por los poros, que una palabra un poco agria de +Obdulia bast para ponerle suave como un guante.</p> + +<p>Osuna apunt la idea de acudir al obispo. Don Narciso se opuso +terminantemente a ello. El<a name="page_372" id="page_372"></a> delito era comn, y a los tribunales +ordinarios deba acudir. Cuando stos hubieran cumplido con su +ministerio, entonces era el caso de pedir a la Iglesia el castigo del +culpable. El taimado clrigo saba muy bien que los tribunales +eclesisticos procuran encubrir los delitos de los sacerdotes para +evitar el escndalo, cuyas consecuencias son peores. Se hace como que no +se cree en ellos, para no verse en la precisin de imponer una pena que +excite la atencin demasiado. Determinaron, pues, acudir en queja al +juez de primera instancia. Al da siguiente fue Obdulia a Lancia a +consultar el caso con uno de los abogados ms notables. Le encarg la +direccin del negocio, dej nombrado procurador e hizo con el mayor +sigilo todas las gestiones conducentes a su propsito, sin olvidar el +procurarse algunas cartas de los personajes ms influyentes de la +provincia para el juez de Peascosa.</p> + +<p>Mientras estas nubes temerosas se amontonaban sobre su cabeza, el +inocente excusador paseaba desde casa a la iglesia y desde la iglesia a +casa, su frente plida, su figura melanclica y resignada. Los ojos, +ordinariamente fijos en el suelo, slo dirigan de vez en cuando miradas +tmidas a la gente, como si temiera que por ellos descubrieran el cncer +que roa su corazn. No lea ms que libros de entretenimiento; no +meditaba. Fatigado de tropezar con el mismo muro<a name="page_373" id="page_373"></a> infranqueable, hua +con terror de lanzar su pensamiento por las esferas de la metafsica.</p> + +<p>Lleg un momento, sin embargo, en que lo hizo sin darse cuenta de ello. +Era una noche plcida de Mayo. Haca poco ms de un mes del famoso viaje +a Palencia. Haba ledo un rato cierta historia de Grecia de la +biblioteca de Montesinos, que a su muerte se haba deshecho. Senta +calor y cansancio. Apag el quinqu, abri las puertas del corredor y +traslad a l la butaca, sentndose a respirar el aire del mar. Por +algunos minutos fij la vista con atencin en la bveda celeste cuajada +de estrellas, y se esforz en reconocer algunas constelaciones. Despus +contempl, con el asombro que siempre produce, la va lctea, que +aquella noche se sealaba admirablemente. Aquella faja blanca donde se +vean los astros como polvo finsimo le causaba siempre un estupor +profundo. Cada grano de ese polvo es un cuerpo millares de veces mayor +que la Tierra, el cual hace girar a su alrededor otros planetas que +nosotros no podemos percibir.</p> + +<p>—Y sin embargo—se dijo al cabo de un momento, saliendo de su estupor +con un suspiro,—todas esas grandezas ya no me espantan, porque no +tienen realidad. La existencia de esos astros est pendiente del hilo de +mi razn. Yo llevo en m la forma eterna de esos objetos, como de todos +los dems. No son otra cosa a mis ojos que un<a name="page_374" id="page_374"></a> espejo donde se refleja +mi ser interior. Por medio del mecanismo de mi cerebro, de mi facultad +de conocer, se representa la comedia fantstica que se llama mundo +externo. Ese tiempo infinito al travs del cual existe la materia +revistiendo formas infinitas; ese espacio infinito tambin que llenis, +esferas luminosas, no existen ms que en mi representacin; son las +formas que yo llevo aparejadas en mi cerebro para que <i>seis</i>, o lo que +es igual, para que estis representadas en m...</p> + +<p>Pero qu es lo que hay detrs de ese fenmeno, nica cosa que puedo +percibir? Cul es el ser ntimo y verdadero del Universo? Esos mundos +infinitos, son por ventura algo fuera de mi representacin? S. El +idealismo absoluto es un absurdo, porque yo soy objeto de representacin +para los dems, y sin embargo, tengo la absoluta certeza de que existo +fuera de esa representacin. Eso mismo pasar a los otros hombres. Qu +soy yo mismo separado de esta forma corporal en que me veo, fuera del +tiempo y el espacio que llevo en el cerebro? Cul es mi propia esencia +y la esencia del Universo?...</p> + +<p>No lo s. No lo sabr jams. Los esfuerzos de la filosofa se han +estrellado contra este misterio impenetrable. Nadie ha descifrado hasta +ahora el gran enigma de la existencia. Algunos seres privilegiados han +intentado descorrer el velo y nos han ofrecido, cada cual segn su +fantasa,<a name="page_375" id="page_375"></a> sistemas risueos o lgubres, austeros o frvolos, de lo que +constituye el fondo de la vida. Pero estos sistemas no tienen ningn +valor cientfico; no son ms que hiptesis. El paso de la representacin +al <i>ser</i> es un salto mortal en que han perecido los filsofos ms +sagaces y los genios ms sublimes de la humanidad. Kant, el coloso, que +ha batido las cataratas de mi inteligencia, atribuye al imperativo de la +conciencia moral un valor absoluto fuera del tiempo y el espacio. +Partiendo de l, cree penetrar con planta segura en los misterios de la +esencia infinita. Ilusin! Este imperativo es un fantasma. Los +filsofos materialistas han metido en l el escalpelo de su crtica y se +ha visto que est hueco. Schopenhauer, el sutil pensador que hoy +arrastra a la juventud, fuera del mundo fenomenal coloca la Voluntad, +que es en su opinin la cosa en s. Por qu? Con la misma razn que l +la llama <i>voluntad</i>, la han llamado los escolsticos <i>ens realissimum</i>, +y sus predecesores en Alemania <i>absoluto</i>. Por mucho que se esfuerce en +ocultarla, su teora est fundada como las dems en una pura hiptesis, +y las hiptesis no tienen valor en la ciencia; slo se sostienen en la +fe...</p> + +<p>Al formularse esta palabra en su cerebro, el corazn le dio un vuelco +sin saber por qu. Sinti vagamente que haba chocado con algo<a name="page_376" id="page_376"></a> donde +asirse y qued sumido nuevamente en profunda meditacin.</p> + +<p>—No hay que dudarlo. Lo que la ciencia puede darme son las relaciones +de las cosas bajo el imperio del tiempo y el espacio. Jams me dir su +esencia. Para que sepa algo de ella, menester es que se trasforme mi +facultad de conocer... Y por qu no he de dejar que se trasforme? Por +qu no he de prescindir por un momento de mi razn y no he de prestar +asenso a los presentimientos de mi alma, a la voz interior que me +explica de un modo claro la esencia divina del Universo? La razn no me +dice por qu es hermosa la puesta del sol en el mar. Y sin embargo es +hermosa! La razn no me dice por qu San Juan de Dios es sublime +abrazndose a los leprosos. Y sin embargo es sublime!...</p> + +<p>Ah, s! Por encima de este vulgar conocimiento que me esclaviza a la +materia hay otro que me emancipa. Los ojos del cuerpo no penetran en la +intimidad profunda de los seres; pero la fe no necesita de ojos: la +pintan vendada. No slo poseo una razn que me explica la apariencia de +las cosas: existe tambin en mi espritu una revelacin constante que +las ilumina por dentro... Por qu he de prescindir de esta revelacin? +Por qu he de cerrar los odos a los suspiros de mi alma? Esta +revelacin es el tesoro ms precioso con que he sido dotado. Quiero +gozar<a name="page_377" id="page_377"></a> de l; quiero recobrar la libertad y responder al llamamiento de +lo que hay en m de divino. Esta revelacin me dice que soy un +extranjero en este mundo, sometido a la necesidad, y que puedo romper +los lazos que me unen a l. Me manda sacudir el yugo del tiempo y +distinguir lo que hay en mi ser de temporal y lo que hay de eterno... Si +llevo en mi cerebro las formas eternas de los objetos, es que soy +superior y tengo una existencia independiente de ellas. Esta existencia +es lo nico que hay en m de real; lo dems es pura apariencia, y como +ha nacido debe morir... Quiero vivir esta vida inmortal y libre; quiero +conocer directamente la verdad eterna que se oculta detrs de este +Universo. La hora vendr—dice Jess—en que los muertos oirn la voz +del Hijo de Dios, y aquellos que la oirn vivirn. La hora ha llegado +para m... Oh s, Dios eterno, al travs del tiempo y el espacio y de +todas las formas efmeras de la existencia te veo inmutable, infinito, +nica fuente de verdad y de vida, nica luz en las tinieblas que +envuelven nuestra vida temporal; te veo, te reconozco y te adoro!...</p> + +<p>Un sacudimiento semejante al que produce una corriente elctrica le hizo +ponerse en pie vivamente. El corazn le lata con tal fuerza que se +llev las manos al pecho. Una emocin grande, intensa suba de l hasta +la garganta y se la<a name="page_378" id="page_378"></a> apretaba. Sentase inundado de una extraa alegra. +Comenz a pasear por el corredor, presa de un desasosiego tan dulce que +le haca dao. Le pareca que su ser trasmigraba sbito al de un ngel, +que en su espritu se cumpla un misterio inefable y augusto. Le +acometan impulsos de rer y llorar al mismo tiempo. Se hallaba en la +situacin de un desterrado a quien restituyen de repente al seno de su +patria y su familia. Necesitaba hacer esfuerzos sobre s mismo para no +brincar, para no gritar y rer como un oxigenado.</p> + +<p>De tal modo estaba abstrado, que no oy el ruido de la puerta de su +gabinete al abrirse, ni tampoco los pasos de una persona que avanzaba +por l hasta llegar al mismo corredor.</p> + +<p>—Buenas noches, seor excusador—dijo una voz conocida.</p> + +<p>—Quin va?... Ah!... Es usted, seor juez? Cmo no han encendido +una luz?</p> + +<p>—No hace falta. La noche est hermosa. Indudablemente, este corredor es +una gran cosa.</p> + +<p>Se dieron la mano, y el juez de primera instancia, que era hombre de +unos cuarenta aos, de fisonoma abierta y simptica, se arrim a la +barandilla del corredor y puso las manos sobre ella.</p> + +<p>—Se extraar usted—dijo con afectada indiferencia—de verme por aqu +a estas horas... Phs!... Hay en el juzgado una denuncia... Nada...<a name="page_379" id="page_379"></a> +Supongo que ser nada entre dos platos. Pero como ya sabe usted que +todas estas cosas de justicia se llevan con tanta formalidad... Luego en +la audiencia no dejan pasar una rata; todo ha de ser a punta de lanza... +En fin, me veo en la necesidad de detener a usted... Supongo que ser +por muy poco tiempo... una pura formalidad; pero hay que cumplirla... No +he querido mandar al alguacil sabe usted? por no asustarle, porque la +cosa no merece la pena. He venido yo en persona para tranquilizarle... +No se apure usted, pues, que la detencin no tiene importancia, y +vngase conmigo. De este modo y a esta hora nadie se enterar.</p> + +<p>—Una denuncia?... De qu me acusan?</p> + +<p>—Al parecer es el asunto de la escapatoria de la chica de Osuna... No +se asuste usted.</p> + +<p>—No me asusto, seor juez. Estoy dispuesto a seguirle al instante... Si +usted me permite, encender el quinqu para quitarme las zapatillas y +ponerme los zapatos...</p> + +<p>—Todo lo que usted quiera, seor excusador—se apresur a decir.—Puede +usted tomarse el tiempo que guste y mandar a la crcel cuantos efectos +tenga por conveniente.</p> + +<p>El sacerdote sac un fsforo y se dispuso a encender el quinqu. El juez +qued estupefacto. En vez del rostro plido y descompuesto que pensaba +hallar, pudo observar la fisonoma ms<a name="page_380" id="page_380"></a> plcida y feliz que jams haba +visto en su vida. En la mirada que el excusador le dirigi, despus de +encender, brillaba una alegra tan pura como si hubiese venido a +noticiarle que le haban hecho obispo. El juez dio un paso atrs y le +clav los ojos con desconfianza. Pero se asegur en seguida viendo el +perfecto sosiego con que haca todos los preparativos. Empaquet alguna +ropa en una maleta, se puso los zapatos, la sotana y el sombrero y dijo +sonriendo:</p> + +<p>—Ya estoy. Los curas no tardamos mucho en arreglarnos, verdad?... A D +Josefa no le dir nada para evitar una escena triste, no le parece a +usted? Le escribir desde la crcel, pidindole la ropa.</p> + +<p>Aprob el juez cuanto deca, y ambos tomaron la escalera y salieron a la +calle como dos amigos. Durante el trayecto, el joven presbtero dio +seales de una verbosidad y alegra que haca tiempo no se observaban en +l. Entraron en la crcel, eligi el juez la habitacin menos mala y, +despus de dejarle instalado, se despidi con creciente sorpresa al ver +que se quedaba all tan sereno y risueo como en su casa.</p> + +<p>Sali vivamente impresionado de la crcel. Mientras caminaba por la +calle del Cuadrante arriba, su imaginacin daba vueltas buscando una +explicacin a aquella conducta extraordinaria.<a name="page_381" id="page_381"></a></p> + +<p>El seor juez de primera instancia estaba lejos de sospechar que, al +ingresar en la crcel, el excusador de Peascosa acababa de salir de los +calabozos del escepticismo.<a name="page_383" id="page_383"></a><a name="page_382" id="page_382"></a></p> + +<h3><a name="XIV" id="XIV"></a>XIV</h3> + +<p>Guarden ceremonia, seores!</p> + +<p>La voz del hujier, imperativa, estridente, no lograba calmar la risa y +los murmullos de los concurrentes. Porque aunque el presidente de la +sala haba resuelto que el juicio se celebrase a puertas cerradas, +atento a la ndole delicada del delito y a las personas que haban +intervenido en l, fueron tantos los abogados que reclamaron su derecho +a presenciarlo y tantos los permisos concedidos, que se form pronto una +asamblea numerosa y ms inquieta de lo que deba esperarse.</p> + +<p>La sala de lo criminal de la audiencia de Lancia era una pieza +rectangular, grande, oscura, polvorienta. All en el fondo, debajo de un +dosel de damasco marchito, estaban sentados en<a name="page_384" id="page_384"></a> sendos sillones de +terciopelo los tres magistrados que componan el tribunal. A un lado, el +acusador privado, con una mesa delante. Enfrente el defensor. El relator +en pie, frente al tribunal. Detrs el acusado en su banquillo.</p> + +<p>El testigo que depona en aquel instante era el cochero que haba +conducido al P. Gil y su penitenta desde Peascosa a la estacin de la +Reguera. Lo presentaba la acusacin. Era hombre viejo ya, con la faz +extremadamente roja, iluminada por el alcohol tanto como por la +intemperie. Vesta un chaquetn del grueso de una albarda, y haca rodar +su gorra de pana entre los dedos con manifiesto embarazo mientras +declaraba. La voz era bronca, como conviene a todo mayoral que se estime +en algo; el estilo pintoresco, abusando un poco de los tropos.</p> + +<p>—Pus a m me dijo el amo: Lico, hay que dir a Peascosa a por unos +seores. No pases de la venta de Marica, y durmete all. Llvate paja +pa el ganao, porque all no la hay. (En esto el amo no habl bien, +porque en casa Marica hay paja... slo que no se la da a los +cualisquiera, entendmonos.) Llvate al Tizn y al Sencillo: son quin +pa traerlos con la carretela.—Sign y conforme, dije yo. El Tizn es un +perro. Como le d la serenita por no andar, ya le puede usted alumbrar +candela, que ni pa Dios!</p> + +<p>—Djese usted de tizones y candelas, y diga<a name="page_385" id="page_385"></a> lo que sepa del +asunto—interrumpi el presidente con voz irritada.</p> + +<p>Este presidente era un viejo terco, colrico, impertinente, que diriga +las sesiones del juicio oral como una escuela de prvulos. Ofenda a +reos y a testigos, sin respetar mucho ms a los abogados. Mostraba sus +simpatas o antipatas con una franqueza que aterraba. Sin embargo, no +era un perverso ni proceda de mala fe. Todo dependa de su temperamento +excesivamente nervioso y de la edad, que le obligaba a chochear.</p> + +<p>—Bien t eso, seor, y voy al caso. A la una, menuto ms o menos, lleg +este seor cura (apuntando para el acusado) a montar en la mesma +cochera. Llegaramos a casa de Marica a eso de las seis. All nos dej +el seor y nos dijo que volvera al da siguiente con otra presona pa +volvernos a Lancia. Por la noche vino un chico a traerme dos maletas, y +al otro da bien temprano dio all el seor cura con una chavalita que +vena toa tap. Nos mand enganchar y, mientras, la chavalita se subi a +la casa.</p> + +<p>—Y no observ usted—pregunt el presidente—si el sacerdote la +acompa arriba?</p> + +<p>—Yo no le vi subir. Si estuvo arriba, fue poco tiempo.</p> + +<p>—No notaron usted y el zagal nada de particular en la manera de +portarse y hablar entre s el sacerdote y la joven?<a name="page_386" id="page_386"></a></p> + +<p>—Yo no estaba en el toque de los particulares, seor, porque andaba de +aqu para all detrs del ganao, ni el zagal tampoco... Pero un pensar +naide se lo quita a uno. Cuando vi llegar por la carretera al seor +cura, que es bien parecido de suyo, con la chavala, dije: stos lo mesmo +pueen venir de rezar vsperas que de tocar a maitines... Dempus +enganch, y dempus me entr en la taberna a limpiar el pasapn. No +estaba all ms que Marica.—Sabes, Marica, le dije, que me pesa llevar +al curita y a la chavala en la carretela?—Por qu te pesa?—Porque +s... porque el hombre no est hecho tova a estos oficios, entiendes +t?—Ave Mara, qu burro eres, Lico! Quita all! No te da +vergenza?—Mia, Marica, t no has corro el mundo como yo. Yo he dido +por Len, por Palencia, por Salamanca y hasta por tierra de +Extremadura... Los curas son, hablando con perdn, hombres como todos +los dems, y hay casos en que la mujer no arrepara ni en curas ni en +frailes, ni en el verbo devino...</p> + +<p>Estas palabras fueron las que promovieron la algazara dicha. Ni los +hujieres con sus voces, ni el presidente con la campanilla pudieron +apaciguarla en algn tiempo. Por ltimo, aqul logr hacerse or. +Amenaz con hacer desalojar el local inmediatamente, y esto bast para +restablecer el silencio. Despus se revolvi contra el testigo.<a name="page_387" id="page_387"></a></p> + +<p>—Advierto al testigo que si <i>ha dido</i> por todos esos sitios que dice, +ahora no va por buen camino. Abstngase de frases groseras y declare +sencillamente la verdad.</p> + +<p>Despus del cochero declar el zagal. No tuvo importancia su +declaracin. Salieron luego sucesivamente algunas beatas de Peascosa +que declararon en trminos vagos que haban observado cierta intimidad +desusada entre Obdulia y su confesor, aunque nunca haban pensado mal de +ella. Tambin depuso el P. Narciso. Fue una declaracin modelo de +hipocresa y maldad. Haciendo elogios hiperblicos de la virtud y el +talento de su compaero, supo, no obstante, clavarle el estilete hasta +la empuadura. Sus reticencias insidiosas, el acento protector y triste +con que disculp las faltas de los sacerdotes, y las ltimas palabras +dirigidas a excitar la benevolencia del tribunal, causaron profunda +impresin en el auditorio. Pareca justificar a su compaero; pero al +travs de su acento y de su mmica se lea bien claro que le condenaba.</p> + +<p>Todas las miradas se volvieron hacia el acusado. El P. Gil estaba como +haca tres meses, cuando ingres en la crcel de Peascosa. Con el +encierro su rostro haba ganado an en blancura. En vez del cansancio y +melancola que en los ltimos tiempos reflejaba, observbase ahora un +alegre sosiego, una firmeza que tena desconcertados<a name="page_388" id="page_388"></a> a todos los +asistentes al juicio oral. Pareca que aquellos debates no iban con l, +que no estaban su honra y su libertad sobre el tapete. La opinin que +prevaleca en el concurso, y de la cual se haba hecho eco ya la prensa +liberal de Lancia, era que aquel clrigo era un cnico, con poca o +ninguna vergenza. No se necesitaba ser muy lince para ver que se haba +captado la antipata del tribunal, sobre todo del presidente, que la +haba puesto ya de manifiesto en varias ocasiones. Como haca siempre +que declaraba algn testigo, el acusado contemplaba ahora al P. Narciso +de hito en hito, con mirada firme y tranquila. El coadjutor habl con +los ojos puestos en el suelo, y todo el mundo aplaudi su modestia y la +moderacin de sus palabras.</p> + +<p>Sali luego por la puerta de los testigos don Martn de las Casas. +Despus de su nombre, edad, estado, profesin, etc., el presidente le +pregunt:</p> + +<p>—Ha estado usted procesado alguna vez?</p> + +<p>D. Martn, que se hallaba bastante turbado, porque era principalmente +hombre de accin, como ya sabemos, y no de derecho, respondi vacilando:</p> + +<p>—No recuerdo.</p> + +<p>—Hombre, no recuerda usted! Pues eso no suele olvidarse.</p> + +<p>La frase presidencial despert gran alegra en<a name="page_389" id="page_389"></a> el concurso. El invlido +rechin los dientes. Hubiera dado el otro hombro por poder asestar una +bofetada a aquel viejo. ste, observando su irritacin, le interrumpi +varias veces mientras declaraba, dirigindole con zumba algunas +preguntas, que siguieron regocijando al auditorio.</p> + +<p>El feroz cacique de Peascosa almacen en pocos momentos tanta clera, +que se propuso nada menos que escupir en la cara al presidente y +desafiarle tan pronto como saliesen a la calle. Sin embargo, este varn +poderoso, digno de vivir en la edad de hierro, tropez con l por la +tarde en el casino, y en vez de inferirle agravio, le quit el sombrero +con mucha reverencia. Y es que no hay nada que desanime a los hroes +tanto como las crceles celulares.</p> + +<p>Llamaron inmediatamente a D. Peregrn Casanova, el cual, al revs de lo +que le haba sucedido a su amigo, entr majestuosamente en el saln, +resoplando y balancendose como un vapor que atraca al muelle. En +sustancia, el ex-gobernador interino de Tarragona vino a decir que el +excusador de Peascosa nunca haba sido santo de su devocin. Los +caracteres retrados, mansos, silenciosos, no le haban dado resultado. +A otros quiz se lo dieran, no lo discuta, pero l en su larga carrera +administrativa tuvo varios subordinados que estuvieron a punto de +comprometerle, y siempre haban sido caracteres<a name="page_390" id="page_390"></a> semejantes al del +acusado. Cuando corri por Peascosa la especie de que Obdulia se haba +fugado con el excusador, l haba dicho: Imposible; estoy seguro de que +ese hombre la ha llevado engaada. Hace mucho tiempo que le observo, y +yo no necesito tanto. Me precio de tener buena nariz. (<i>De qu no se +preciaba D. Peregrn?</i>) A pesar de que existan ciertas diferencias +entre l y Osuna, las dio al olvido inmediatamente, porque nunca haba +sido rencoroso, y se ofreci a acompaarle en la persecucin de la +pareja. La situacin en que los haban encontrado en Palencia no era +para descrita. Baste saber que l, D. Peregrn, haba enrojecido de +indignacin. Sin embargo, a ruego del abogado acusador la describi. +Despus quiso entrar en consideraciones filosficas sobre la magnitud +del delito y sobre la conveniencia para la sociedad de que los +tribunales castiguen con mano firme en estos casos, pero le ataj el +presidente. El tono pedantesco, la voz nasal y recia y la accin de +dmine con que emita su declaracin haban impresionado de mal modo al +auditorio, pero peor que a todos al presidente, que le miraba con ojos +torvos desde que haba comenzado. Cuando ya tuvo lleno el saco de la +paciencia, que no llevaba mucha, dijo con su voz spera de vejete +irritable:</p> + +<p>—Acaso quiere usted darnos un curso de derecho<a name="page_391" id="page_391"></a> penal? Djese de +filosofas y manifieste los hechos como Dios le d a entender... que se +lo da bien mal por cierto.</p> + +<p>—Seor presidente, creo que estoy en mi perfecto derecho...</p> + +<p>—Aqu no tiene usted derecho ninguno, ni perfecto ni imperfecto...</p> + +<p>—Seor presidente, yo...</p> + +<p>—Basta. Retrese usted.</p> + +<p>—Seor presidente!...</p> + +<p>—Que se retire usted inmediatamente, o ser expulsado por los hujieres.</p> + +<p>Rojo de confusin, trmulo y aturdido, a punto de llorar, el hombre que +rigi los destinos de la provincia de Tarragona por ms de dos semanas, +sali al fin de la estancia dando traspis.</p> + +<p>—Seor presidente—manifest el abogado acusador con entereza,—esa +orden debilita la prueba que propongo y me parece arbitraria...</p> + +<p>—Llamo al orden al letrado!—grit furioso el presidente, agitando la +campanilla.</p> + +<p>—Seor presidente, yo entiendo que se vulneran los derechos de la +acusacin...</p> + +<p>—Llamo por segunda vez al orden al letrado!—grit ms furioso an el +presidente, levantndose a medias del asiento y golpeando la mesa con la +campanilla.</p> + +<p>—Pues formulo la correspondiente protesta.</p> + +<p>—Proteste usted cuanto quiera, pero abstngase<a name="page_392" id="page_392"></a> en lo sucesivo de +dirigir palabras irrespetuosas a la presidencia.</p> + +<p>El abogado acusador era un joven flaco, de barba negra, ojos pequeos +insolentes, y muy sobre s en todos los ademanes. Figuraba como jefe de +los republicanos federales de Lancia y diriga el peridico que stos +publicaban. Su odio al clero era proverbial en la poblacin. Haba +tenido varios choques por este motivo, uno de ellos con el obispo: +estuvo procesado por injurias a la religin. Como es natural, coga por +los pelos cualquier ocasin de vejar a sus ministros. Un proceso como el +presente, en que figuraba como reo un sacerdote, le llenaba de jbilo, +lo atenda con cuidados tan tiernos como si se tratase de la honra de +una hermana.</p> + +<p>Despus de D. Peregrn, fue llamada el ama de la casa de huspedes de +Palencia. Vena presentada por la defensa. Declar que haba observado +relaciones extraas entre el sacerdote y la joven, pero que en nada +podan comprometer a aqul. Cuando llegaron, pidieron caballos para +marchar al da siguiente por la maana a Astudillo. Le dijo la criada +que ya no se marchaban, porque la seorita estaba algo constipada y no +se haba levantado. Pas a verla y la encontr plida, pero no +constipada. Le pregunt si haba estado a verla su compaero de viaje el +sacerdote, y se apresur a responderle que no, de un<a name="page_393" id="page_393"></a> modo tan vivo que +le llam la atencin. Despus supo que haba enviado un recado al +sacerdote dicindole que almorzase solo y que pasase luego por su +habitacin. Estuvo poco tiempo en ella. Le vio salir corriendo, agitado +y tembloroso y echarse a la calle. Estuvo por all toda la tarde, y vino +muy de noche ya. Mientras tanto, la seorita haba tenido dos ataques; +ella la haba asistido, porque no quiso que se llamase al mdico. El +sacerdote se encerr en su habitacin. La seorita me mand llamarle, +pero no quiso acudir hasta que le fui a decir que estaba con un ataque. +Despus fue cuando la seorita me mand que le hiciese un poco de tila, +y mientras yo estaba en la cocina subi su padre con los amigos. Cuando +llegu la encontr tendida en el suelo en paos menores. El pap trataba +de llevarla a la cama y yo le ayud.</p> + +<p>—Dice usted—manifest el acusador—que cuando le vio salir del +gabinete de la joven ofreca seales evidentes de turbacin. No habr +usted observado, por casualidad, si presentaba igualmente signos de +desarreglo en las ropas?</p> + +<p>Hubo un murmullo en el auditorio.</p> + +<p>—No, seor; no not nada.</p> + +<p>Otras varias preguntas le hizo con la misma intencin que sta. Luego +fue repreguntada por la defensa.</p> + +<p>Sali inmediatamente, tambin presentada<a name="page_394" id="page_394"></a> por sta, D. Josefa, el ama +del excusador. Se deca que esta seora tena pruebas de la inocencia de +su amo, que iba a relatar cosas muy curiosas. Se esperaba su declaracin +con ansiedad. Cuando le hubo tomado juramento y despus de las preguntas +de reglamento, el presidente le dijo con el tonillo agrio que le era +caracterstico:</p> + +<p>—Ahora va usted a decir lo que sepa, pero mucho cuidado con los +embrollos, porque la tengo a usted sobre ojo...</p> + +<p>El abogado defensor, que era un hombre corpulento con largas patillas +blancas, protest contra esta advertencia. Preguntada por el presidente, +D. Josefa declar que Obdulia haca tiempo que persegua a su amo y le +molestaba proponindole la escapatoria al convento. Que el excusador +haba tratado en vano de disuadirla; sus esfuerzos haban sido vanos. +Estaba tan resuelta a marcharse, que se hubiera ido sola si l se negaba +a acompaarla. En vista de eso, su amo, aunque de malsima gana, haba +cedido. La testigo misma se lo haba aconsejado para que se librase de +una beata tan insufrible.</p> + +<p>—Y no es cierto—pregunt el defensor—que un mes, poco ms o menos, +despus del regreso de Palencia, la querellante se present una noche en +casa de mi defendido, y que fue arrojada por l de all?<a name="page_395" id="page_395"></a></p> + +<p>—S, seor.</p> + +<p>—Explique cmo ha sido.</p> + +<p>D. Josefa relat exactamente la escena ya conocida, sin omitir los +insultos que dirigi a la joven.</p> + +<p>—Como esta versin—dijo el defensor—no concuerda con lo manifestado +por la querellante en el sumario, de no haber hablado con mi defendido +desde su regreso de Palencia, pido un careo entre ambas.</p> + +<p>—Seor presidente—manifest el abogado de Obdulia,—la acusacin se +adhiere a esta peticin de la defensa, pero solicita que este careo se +efecte despus que la querellante haya declarado.</p> + +<p>As lo dispuso la presidencia. El acusador repregunt a D. Josefa:</p> + +<p>—Es cierto que la testigo miraba con malos ojos a mi defendida, por +suponer que la sustraa una parte del cario o la estimacin de su +amo?...</p> + +<p>—No conteste usted a esa pregunta!—se apresur a decir el presidente.</p> + +<p>—Est bien—expres el defensor.—No es igualmente exacto que la +testigo detestaba a todas las hijas de confesin del procesado, +estableciendo con ellas una suerte de rivalidad?</p> + +<p>—No conteste usted tampoco. Esa pregunta es tan impertinente como la +otra.<a name="page_396" id="page_396"></a></p> + +<p>—Renuncio a seguir repreguntando—dijo el abogado con una sonrisa +maliciosa, que indicaba bien claramente que ya crea haber conseguido su +objeto.</p> + +<p>Faltaba la gran emocin de aquel juicio, el acontecimiento que desde que +se comenzara haca unos das se esperaba por todos con verdadero anhelo; +faltaba, en suma, la declaracin de la querellante, que estaba la ltima +en la lista. Cuando el presidente dio la orden de hacerla pasar, hubo un +prolongado rumor en el auditorio, al cual sigui silencio sepulcral. +Todos los ojos estaban vueltos hacia la puerta con expresin de intensa +curiosidad.</p> + +<p>Pareci, al fin, la hija de Osuna. Vesta con modestia y elegancia al +mismo tiempo. Su figura esbelta y distinguida y la hermosura ajada, pero +interesante, de su rostro causaron favorable impresin en los +circunstantes. Al pasar para ocupar su sitio, no se dign arrojar una +mirada a su antiguo confesor. Estaba ms plida que de ordinario, ms +ojerosa; pero en su mirada poda observarse una vehemencia y un brillo +inusitados.</p> + +<p>El presidente le hizo las preguntas de la ley, en tono respetuoso y +hasta galante. Respondi con notable claridad y precisin.</p> + +<p>—Es cierto—le pregunt el presidente—que ha sido usted objeto de una +agresin maliciosa y escandalosa por parte del procesado?<a name="page_397" id="page_397"></a></p> + +<p>—S, seor.</p> + +<p>—Relate usted lo ocurrido en la forma que usted crea ms oportuna, sin +separarse de la verdad.</p> + +<p>—Muy poco tiempo despus de llegar el padre Gil a Peascosa y +desempear el cargo de excusador, empec a confesarme con l. Le +encontr prudente, advertido y extraordinariamente piadoso. El respeto +que yo tena a su talento y la admiracin a sus virtudes eran tan +grandes que algunos maliciosos de la poblacin pudieron muy bien +figurarse que exista una inclinacin en m hacia su persona. Yo no +puedo negar que le profesaba estimacin y cario. Durante el tiempo que +fue mi confesor, jams not en l ms que una estimacin espiritual a +veces, no siempre, porque ordinariamente se manifestaba severo y poco +comunicativo. Slo en los ltimos tiempos empec a observar que se +detena ms tiempo que antes en las confesiones (<i>risas y murmullos en +el auditorio</i>); que procuraba prolongarlas entrando en conversaciones +que nada tenan que ver con ellas. No hice aprecio de esto, ni tampoco +de que alguna vez al despedirnos me retena la mano entre las suyas +largo rato. (<i>Ms risas. El presidente agita la campanilla.</i>) Lo +atribua a la confianza que haba logrado inspirarle, porque tena, al +menos en la apariencia, un carcter tmido y retrado. Hace<a name="page_398" id="page_398"></a> ya lo menos +un ao que le manifest deseos de entrar en un convento, pero se opuso +tenazmente a ello. De vez en cuando volva a la carga rogndole que me +ayudase a llevarlo a cabo. Siempre encontr la misma resistencia. Hasta +que repentinamente, pasados algunos meses, me dijo un da que encontraba +mi proyecto muy bueno y muy santo, y que estaba dispuesto a prestarme +los medios para realizarlo. Lo primero que se me ocurri, como es +natural, fue solicitar el permiso de mi padre. El P. Gil se opuso a +ello. Me dijo que por entonces no era conveniente; ms adelante ya +veramos. Empezamos a tratar la cuestin de convento. Yo quera entrar +en las Agustinas de Lancia, pero l me dijo que conoca un convento de +Carmelitas en Astudillo que era el que me convena. Era un convento que +no tena ms que diez o doce monjas, muy tranquilo, muy apartado, un +verdadero rinconcito del cielo, como l deca. (<i>Risas.</i>) Preparamos la +expedicin. Se ofreci a acompaarme. Yo no cesaba de instarle para que +mi padre tuviese noticia del proyecto. No se opona abiertamente a ello, +pero lo iba dilatando. Por fin, cuando lleg el momento de realizarlo, +me dijo que crea ms prudente no darle parte. El pobre iba a tener un +disgusto muy grande. Acaso viendo la posibilidad de desbaratarlo se +opondra, mientras que sabindolo cuando ya estuviese hecho, no tendra<a name="page_399" id="page_399"></a> +ms remedio que resignarse. En fin, me aleg una porcin de razones que +concluyeron por convencerme...</p> + +<p>Aqu hizo una pausa la querellante; se llev la mano a la frente, como +si le doliese traer a la memoria lo que iba a decir. Un gesto digno de +una actriz de primer orden.</p> + +<p>—Salimos un martes al amanecer. Lo haba preparado todo perfectamente. +El da anterior haba ido a Lancia y trajo una carretela que dej en las +inmediaciones de Peascosa. Durante el camino hablamos poco. Yo iba +inquieta y triste. No entramos en Lancia, sino que seguimos a la Reguera +para tomar all el tren. Esperamos bastante tiempo y dimos un paseo por +la orilla del ro. Nada me dijo entonces que pudiera hacerme concebir +sospechas. Slo cuando estuvimos en el tren y quedamos solos, not que +me miraba fijamente y de un modo particular. Yo me fui al opuesto +rincn. Trat de descansar y quise quitarme los zapatos porque me +lastimaban. Entonces l se brind a sacrmelos, y sin esperar +contestacin se puso a hacerlo. (<i>Rumores y risas. El presidente amenaza +con despejar la sala.</i>) A m, a la verdad, me dio aquello vergenza y +qued muy inquieta. Me pesaba ya muchsimo de haber ido con l. Procur +disimular, sin embargo, porque empezaba a tener miedo. Llegamos a +Palencia y mandamos <a name="page_400" id="page_400"></a>a buscar caballos para ir al da siguiente a +Astudillo. Pero al da siguiente me sent muy mal. La emocin del viaje +me haba descompuesto los nervios. Me esperaban, por desgracia, otras +ms fuertes. El padre entr a verme; se sent a la cabecera de mi cama, +y despus de algunos lugares comunes, empez a hablarme de amor como un +galn cualquiera. Me hizo una declaracin. Yo estaba aterrada y +escandalizada. Me dijo que slo haba ideado aquel viaje con el objeto +de marcharse conmigo, que podramos ir al extranjero y vivir como marido +y mujer... una serie de cosas escandalosas que me dejaron yerta. Tuve +fuerzas, sin embargo, para responderle. Lo hice con tal energa, porque +estaba como loca, que le asust. Le amenac con gritar si no se marchaba +inmediatamente...</p> + +<p>Obedeci. Lleg el ama despus a verme, y estuve por decirle lo que me +haba pasado, pero me contuve. Senta en el alma dar un escndalo y +perder a un sacerdote. Me pareci mejor disimular. Envi un recado al +padre para que almorzase solo y viniese despus a verme. Mi objeto era +hacer que reflexionase un poco y rogarle que escribiese a pap o le +telegrafiase para que viniese a recogerme, con pretexto de que estaba +enferma y no poda entrar en el convento. Lleg despus de almorzar; +pero en vez de presentarse arrepentido por lo que haba<a name="page_401" id="page_401"></a> hecho, comenz +otra vez a solicitarme de un modo ms feo, ms asqueroso que antes. +Entonces le habl como deba, recordndole sus deberes y la confianza +que haba depositado en l. No hizo caso. Vindome perdida, porque +trataba de pasar de las palabras a las obras, cog un Santo Cristo de +bano que haba sobre la mesa de noche y lo puse delante de m, +diciendo: Seor, protegedme!... Entonces l, como si viera el diablo, +se march corriendo...</p> + +<p>Despus tuve dos ataques muy fuertes. Cre que me mora. Cuando pude +coordinar las ideas, era ya cerca de noche. El ama me dijo que haba +salido de casa y no haba vuelto. Encargu que le avisaran para hablarle +por ltima vez y resolverme o no a dar parte de lo que ocurra. No quiso +venir, temiendo sin duda mi indignacin. Ca con otro ataque, y el ama +sin duda fue a buscarle, porque cuando abr los ojos estaba l a mi +lado. Ped al ama que me hiciese una taza de tila... En cuanto quedamos +solos, sin mediar palabra alguna se arroj sobre m, cubrindome la cara +de besos, apretndome con tal fuerza que pens morir... Aturdida y +horrorizada, lanc algunos gritos, pero l los sofoc ponindome la mano +en la boca... Luch con desesperacin, y Dios me dio fuerzas para +desprenderme de sus brazos y saltar de la cama... Pero apenas haba +puesto los pies en el suelo, me encontr<a name="page_402" id="page_402"></a> otra vez sujeta y con la boca +tapada... Forcejeamos un rato, pero aquella lucha no poda durar mucho +tiempo... Al fin, perd el sentido...</p> + +<p>Una emocin violenta corri por la sala. Hubo un rumor prolongado. Todas +las miradas, fijas hasta entonces en la querellante, se dirigieron hacia +el acusado. El P. Gil haba escuchado aquella infame declaracin, +primero con sorpresa, despus con una triste compasin, que los +circunstantes, impresionados por las palabras de la joven, no supieron +leer en sus ojos. Aquella actitud tranquila, aquella mirada persistente, +fija sobre su acusadora, sigui atribuyndose a cinismo.</p> + +<p>Era difcil que sucediese de otro modo. Obdulia haba mostrado, bajo el +latigazo de la ira, un talento diablico. Su palabra y sus ademanes, un +poco exagerados, vibraban de indignacin. Su mirada no se cruz jams +con la del sacerdote; pero supo bien dar a este miedo el aspecto de +desprecio.</p> + +<p>—Deseo que manifieste la querellante—pregunt el abogado +defensor—cmo es que, habiendo sucedido todo lo que acaba de declarar, +se confes despus nica autora de aquella fuga y nada dijo hasta +trascurrido mucho tiempo de la violencia de que fue objeto.</p> + +<p>—No he dicho nada por vergenza. Creo que cualquiera mujer hara lo +mismo en mi caso.<a name="page_403" id="page_403"></a> Qu ganaba con revelar estas cosas tan sucias? Slo +cuando vi mi honra por los suelos, slo cuando lleg a mis odos lo que +se deca en Peascosa, me aventur a confesarlo a mi padre. Por mandato +de ste me encuentro aqu, que de otro modo tampoco hubiera venido.</p> + +<p>A todas las preguntas que le hicieron, tanto el presidente como los +letrados, respondi con admirable serenidad y viveza. Ni un momento le +falt su imaginacin.</p> + +<p>El defensor del P. Gil propuso al fin el careo con D. Josefa. Entr +sta de nuevo y clav una mirada iracunda en Obdulia, la cual le pag +con otra de afectado desprecio. A instancia de la presidencia relat de +nuevo la escena en que el P. Gil arroj de casa a su penitenta. A las +pocas palabras sta dio seales de agitacin y se puso horriblemente +plida.</p> + +<p>—Falso, falso!—grit sin poder contenerse.</p> + +<p>—Es falso que entr usted en la habitacin de mi amo diciendo: +Padre, aqu me tiene usted!, y que mi amo, sin contestar palabra, se +levant de la silla, la cogi a usted por un brazo y la puso de patitas +fuera del gabinete?</p> + +<p>—Mentira!... Esa mujer est loca... Por salvar a su amo inventa una +calumnia.</p> + +<p>—No estoy loca, no, ni calumnio a nadie... La que calumnia a un +sacerdote es usted, pcara, que tiene que dar cuenta a Dios de su +maldad...<a name="page_404" id="page_404"></a></p> + +<p>—Reprtese la testigo—dijo el presidente.—Reprtese tambin la +querellante, o me ver obligado a expulsarlas de la sala.</p> + +<p>Pero ni una ni otra hicieron caso de la amenaza. Obdulia sigui +gritando:</p> + +<p>—Falso! Miente usted!</p> + +<p>—La que miente es usted, que quiere por orgullo perder a un +sacerdote... a un santo!</p> + +<p>—Silencio!—gritaba el presidente golpeando con la campanilla.</p> + +<p>—Buen santo te d Dios!—exclamaba la joven con sonrisa +sarcstica.—No calumnie usted a los dems por salvarle a l.</p> + +<p>—Basta! Expulsad del local a estas mujeres—profiri el presidente, +dirigindose a los hujieres.</p> + +<p>—La calumniadora eres t!... T, bribona! Bribona!... Porque te ha +despreciado le acusas, infame? No temes que se abra la tierra y te +trague?...</p> + +<p>En aquel momento un hujier la cogi por un brazo y la empuj brutalmente +hacia la puerta. Pero D. Josefa, hasta que lleg a ella, sigui +gritando:</p> + +<p>—No hay justicia que azote a esa mala mujer, que la emplume!... +Bribona, que has andado siempre detrs de los curas, como una perra +salida!... Meterla en un bao de agua fra para que se refresque!...<a name="page_405" id="page_405"></a></p> + +<p>Otro hujier fue a expulsar a la otra; pero en el momento de acercarse, +Obdulia se desplom, acometida de un sncope. Su abogado y las personas +que estaban cerca acudieron a socorrerla. Se la traslad al despacho del +secretario. Dos mdicos del concurso fueron espontneamente a visitarla.</p> + +<p>Terminada la prueba, y despus de descansar unos minutos, el presidente +concedi la palabra al acusador privado.</p> + +<p>Su discurso fue, como se esperaba, elocuente y saudo. Tena la voz +velada a causa de una bronquitis crnica: cuando quera elevarla +resultaba chillona, estridente. La palabra era fluida, aunque abundaba +en los lugares comunes del periodismo. En Lancia nadie saba hablar con +esta tersura. Pint al P. Gil como un ser hipcrita, rastrero, +alimentando en secreto pasiones vergonzosas, ocultndolas con cuidado +por el temor de perder su posicin. Estas pasiones son frecuentes en los +clrigos, en quienes un rgimen de holganza y una vida muelle y +sedentaria las excitan...</p> + +<p>Como insistiera demasiado en esto, el presidente le llam al orden.</p> + +<p>Describi el delito con una crudeza pintoresca a propsito para +impresionar al tribunal. Un plan odioso trazado de antemano y llevado a +cabo con firmeza y habilidad implacables. Abuso de confianza primero, +ataque al pudor despus;<a name="page_406" id="page_406"></a> por ltimo, una cobarde y sacrlega violacin. +Las pruebas eran concluyentes. Con vigor y sutileza al mismo tiempo las +fue acumulando todas sobre la cabeza del presbtero para concluir con +este prrafo:</p> + +<p>—Y por si todos estos datos irrecusables no fuesen bastante a demostrar +palmariamente la premeditacin del crimen, voy a aducir otro. Se dice, y +todos estn conformes en ello, que el padre Gil llevaba a su hija de +confesin a un convento de Carmelitas en Astudillo. Pues bien, +excelentsimo seor... en Astudillo no hay convento de Carmelitas. +Quiere ms el tribunal?</p> + +<p>El discurso fue corto y contundente. Al terminar se sinti un murmullo +aprobador, de mal agero para el procesado.</p> + +<p>El defensor de ste era un abogado de experiencia e inteligente, pero +que careca en absoluto de las dotes oratorias de su contrincante. Tena +palabra abundante, pero era montona, pesada, ms a propsito para +dilucidar algn punto oscuro en un expediente civil que para arrastrar +el espritu del tribunal y del pblico. Se entretuvo con suma prolijidad +a reconstituir el sumario buscando informalidades, llamando la atencin +del tribunal acerca de pormenores, algunos de ellos insignificantes. +Nada de entrar, como debiera, en el carcter de la querellante, de hacer +resaltar el trastorno crnico de su sistema<a name="page_407" id="page_407"></a> nervioso, la violencia +sorprendente de sus sentimientos, lo mismo el amor que el odio, la +susceptibilidad enfermiza de su amor propio que pareca desprovisto de +piel y en carne viva siempre; nada de buscar, en fin, el origen, el +verdadero gnesis de aquella acusacin extraa.</p> + +<p>Habl cerca de hora y media. Al terminar, lo mismo el tribunal que el +pblico, estaban visiblemente fatigados. Rectific brevemente el +acusador privado algunos errores de hecho. Sostvolos el defensor, segn +era su condicin, larga y prolijamente. De tal modo, que el fastidio +engendrado por su primer discurso se multiplic notablemente en el +segundo.</p> + +<p>Por ltimo, el presidente hizo sonar la campanilla y, encarndose con el +acusado, dijo:</p> + +<p>—En vista de las pruebas que acaban de practicarse y de los informes de +los seores letrados, tiene el procesado algo que manifestar al +tribunal?</p> + +<p>El P. Gil se levant de su banco y pase una mirada tan suave como vaga +por la sala. Pareca que le despertaban de un sueo. Tard algunos +instantes en hablar. Rein en el auditorio silencio profundo y ansioso. +A pesar de la atmsfera desfavorable que haban formado en torno suyo, +su figura delicada, potica, donde resplandeca la humildad, no poda +menos de causar impresin favorable.<a name="page_408" id="page_408"></a></p> + +<p>—Soy inocente del crimen que se me imputa. En las manos de Dios, en +quien he dejado hace tiempo todos mis pensamientos y cuidados, dejo +ahora tambin mi sentencia. Cmplase su voluntad.</p> + +<p>Estas sencillas palabras, pronunciadas con lentitud, causaron una +conmocin elctrica en el concurso. Por un instante se entrevi la +verdad como a la luz de un relmpago. Pero las tinieblas cayeron de +nuevo en la sala y se espesaron dentro de las ms perspicuas +inteligencias. No falt quien murmurase que los curas, por malvados que +fuesen, tenan siempre en los labios estas palabras. El presidente le +respondi con su acritud acostumbrada:</p> + +<p>—Bueno; ms adelante le juzgar Dios. Por lo pronto van a juzgarle a +usted los hombres.<a name="page_409" id="page_409"></a></p> + +<h3><a name="XV" id="XV"></a>XV</h3> + +<p>El tribunal de los hombres le conden a catorce aos, ocho meses y un +da de reclusin.</p> + +<p>El oficial de sala de la Audiencia que fue a leerle la sentencia a la +crcel se crey en el deber de prodigarle consuelos. El caso no era +desesperado. El Tribunal Supremo poda an casar la sentencia. Si esto +no sucediese, l era todava joven y volvera seguramente del presidio, +sobre todo teniendo en cuenta las rebajas de tiempo que el gobierno +otorga de vez en cuando, etc., etc.</p> + +<p>—Gracias, gracias, seor—dijo el presbtero, cuya fisonoma expresaba +una calma profunda, una serenidad ntima que llamaba la atencin.—Usted +me cree muy desgraciado, verdad?<a name="page_410" id="page_410"></a></p> + +<p>—Mucho... Me inspira usted una gran compasin—respondi con cara +compungida el curial.</p> + +<p>—De modo que no se cambiara usted por m en este momento?</p> + +<p>El empleado hizo una mueca de susto.</p> + +<p>—Por desgracia... Ya comprender usted... El caso es terrible!...</p> + +<p>El P. Gil permaneci un instante mirndole fijamente con una dulzura no +exenta de lstima, y dijo al fin, ponindole una mano sobre el hombro:</p> + +<p>—Pues hara usted mal, seor, hara usted mal. Poda usted muy bien dar +su libertad, su honor, su posicin y su familia por hallarse como yo... +y todava saldra usted enormemente ganancioso.</p> + +<p>El curial le mir con estupor. Por sus ojos pas despus un relmpago de +inquietud, temiendo hallarse frente a un loco, y se apresur a +despedirse y salir.</p> + +<p>Qued solo el sacerdote. La celda en que se hallaba era lbrega y sucia. +Un catre de hierro, una mesilla de pino, una cmoda tosca y algunas +sillas de paja componan todo el mobiliario. Por la nica ventana +enrejada que la esclareca, abierta a bastante altura, entraba en aquel +momento un haz de rayos de sol. El P. Gil, despus de permanecer un +momento inmvil en actitud<a name="page_411" id="page_411"></a> reflexiva, fue a colocarse debajo de +aquellos rayos. Su cabeza rubia, iluminada repentinamente, brill con +reflejos de oro, su tez blanca adquiri una trasparencia singular. Su +cuerpo fino, delgado, vestido con negra sotana, pareca una columna de +bano destinada a sostener aquella cabeza.</p> + +<p>Dejose anegar por la onda tibia, bebiendo lentamente su dulzura, +palpitando bajo su caricia como un pjaro prisionero. Alz los ojos a la +ventana. Por entre las rejas percibi el azul del firmamento, +trasparente, infinito, convidando a volar por l.</p> + +<p>El cielo rea. Pero ms alegremente que el cielo rea su alma, inundada +de gozo embriagador. En el fondo de su ser tambin brillaba el infinito +azul. Desde que la Gracia le haba visitado viva en perpetua fiesta. +Sus ojos, iluminados bruscamente, contemplaban el Universo en su +naturaleza ideal. Todos los velos tendidos por la razn haban cado al +suelo: el gran secreto de la existencia se le revelaba directamente con +admirable claridad y pureza.</p> + +<p>Detrs de esta vida aparente que nos rodea vio la vida real, la vida +infinita, y entr en ella con el corazn henchido de alegra. En esta +vida infinita todo es amor, o lo que es igual, todo es felicidad. Entrar +en ella es poner el pie en el imperio de la Eternidad. Es la vida del +espritu.<a name="page_412" id="page_412"></a> El mundo no puede cambiarla ni el tiempo destruirla, porque +es ella el principio mismo del tiempo y del mundo. Gust la vida en +Dios; vivi ms all del tiempo en la fuente misma ideal y perenne del +mundo imaginativo que nos envuelve. Sus das ya no se deslizaban tristes +y ansiosos como una porcin del tiempo. Ya no sufra el torcedor de la +voluntad; no exhalaba quejas lastimeras sobre sus pecados, sobre sus +resoluciones vencidas, porque no amaba ya sus propias obras, por buenas +que fuesen, como antes, sino nicamente lo Eterno. Porque las obras +tienen su origen en la persona, y l se haba despojado de la suya; la +haba negado con firmeza. En medio de una santa y dulce indiferencia +dejaba que Dios obrase dentro de su espritu. Exento para siempre de +duda y de incertidumbre, saba que no deba querer ms que una cosa, y +que todo lo dems se le dara por aadidura. Estaba seguro de que la +fuente de amor divino que haba brotado en l no se agotara jams, y +que este amor le guiara eternamente. El temor de la destruccin por la +muerte ya no le turbaba. La muerte, desde que haba entrado en la vida +de la eternidad, era para l incomprensible. No necesitaba bajar a la +tumba para obtener esta vida eterna. Bastbale unirse de corazn a Dios +para poseerla y para gozarla.</p> + +<p>Averigu, en fin, de una vez para siempre,<a name="page_413" id="page_413"></a> que el hombre no puede +salvarse del dolor y de la muerte por la razn, sino por la Fe, esto es, +por un conocimiento distinto y superior del que aqulla puede darnos. +Desde que este conocimiento ilumin su espritu, alcanz la felicidad +absoluta. Sin inquietud por lo porvenir, sin sentimiento por lo pasado, +no apeteciendo nada, no rechazando nada tampoco, su vida se deslizaba +tiempo haca como un sueo feliz, como una dulce embriaguez. Dej caer +el plomo de los deseos y las tristezas que le ligaban a la tierra. +Desprendido de toda ilusin y de todo esfuerzo, sin temores de +aniquilamiento ni esperanzas egostas de resurreccin, por la virtud de +la Fe y del amor supo reproducir en su alma el verdadero reinando de +Dios.</p> + +<p>Slo breves instantes permaneci as inmvil, recibiendo el beso clido +del astro del da. No tard en representrsele que aqul era un goce de +los sentidos, y haciendo un gesto de desdn, fue a sentarse en el ngulo +ms oscuro de la estancia. Slo renunciando a los placeres, slo +buscando el sufrimiento y seoreando sus sentidos haba llegado a aquel +estado de beatitud, de sublime indiferencia.</p> + +<p>—Para qu necesito los rayos de ese sol—se dijo,—si el fuego que +arde dentro de mi alma me calienta y me conforta mejor? Qu vale esa +luz efmera, comparada con esta otra que no se oscurecer<a name="page_414" id="page_414"></a> jams? Vivir +en la vida de los sentidos es ser un esclavo del tiempo y la necesidad. +Todo lo que no pertenezca al ser interior y libre que dentro de m he +conseguido hallar me es extrao e indiferente. Oh, no! No temblar ya +como un esclavo. Tengo la conciencia de mi libertad. No necesito morir +para recobrarla. Este sentimiento de mi libertad me llena de gozo, soy +un emancipado y llevo impreso en el alma el sello de mi Dios. Nada de lo +que sucede, nada de lo que suceder puede alterar la paz de mi corazn. +El pulso de mi vida interior batir con la misma fuerza hasta que suene +la hora de dejar este mundo. He comido de la carne y he bebido de la +sangre del Redentor, y segn sus promesas, yo habito en l y l habita +en m. Soy un hijo de la Eternidad. He recogido la herencia de mi Padre, +y nadie, nadie me la podr arrancar!...</p> + +<p>El cerrojo de la puerta son con estrpito. Apareci el llavero, un +hombre grueso, con la faz colorada, los ojos llenos de carne, el traje +sucio y grasiento, y alrededor del abultado abdomen un cinturn ancho de +cuero guarnecido de llaves. Sin dar los buenos das ni hacer una mnima +seal de cortesa, volvi el rostro hacia el pasillo, diciendo:</p> + +<p>—Pasen ustedes, seores, pasen ustedes.</p> + +<p>Detrs de l aparecieron dos caballeros con levita y sombrero de copa. +El uno alto, rubio,<a name="page_415" id="page_415"></a> con larga barba que le llegaba hasta la mitad del +pecho, fisonoma abierta y simptica; joven an. El otro ms bajo y ms +delgado, de color enfermizo, barba rala y gafas. El primero era un +mdico distinguido de la poblacin. El segundo, un jurista muy +aficionado a los estudios penales y que haba publicado ya varias +monografas referentes a ellos.</p> + +<p>Levantose el P. Gil al verlos. Ellos le saludaron cortsmente, aunque +sin darle la mano.</p> + +<p>—Bueno; ah les dejo a ustedes con el <i>pater</i>—dijo el llavero con +grosera.—Avisen ustedes cuando quieran salir.</p> + +<p>Y se fue.</p> + +<p>El abogado dio un paso hacia el penado, y le dijo con amable sonrisa:</p> + +<p>—Desearamos, si usted no tiene inconveniente en ello, hacerle algunas +preguntas...</p> + +<p>—Son ustedes muy dueos—respondi el sacerdote, clavando en l una +mirada lmpida que consigui turbarle.</p> + +<p>El mdico se adelant tambin, y sacando la petaca le ofreci un cigarro +puro, preguntndole al mismo tiempo:</p> + +<p>—Qu tal? Le tratan a usted bien por aqu?</p> + +<p>—Muchas gracias, no fumo... S, seor, me tratan bien. Hay ms caridad +en la crcel de lo que ordinariamente se dice.</p> + +<p>Entablose una conversacin animada. Procuraron,<a name="page_416" id="page_416"></a> lo mismo el mdico que +el jurista, hacerla cada vez ms ntima y familiar, enterndose con +inters de los pormenores de su vida cotidiana. Pasaron despus +insensiblemente a interrogarle acerca de su infancia, de las primeras +impresiones de su vida, de su educacin, y se detuvieron particularmente +en la adolescencia. Cul era su vida en el seminario? Cul su rgimen +de alimentacin? Era aficionado a la soledad? Qu enfermedades haba +padecido? Enterronse tambin de algunas particularidades referentes a +su familia. El suicidio de su madre les llam sobre todo la atencin, y +se entretuvieron largo rato a preguntarle lo que saba acerca de la que +le haba dado el ser. Por ltimo, despus de una hora de conversacin, +durante la cual le miraban con la insistencia pertinaz de quien va a +comprar un animal, el mdico le pregunt:</p> + +<p>—Nos permitir usted ahora que tomemos algunos datos acerca de su +crneo y otras medidas?...</p> + +<p>El P. Gil, un poco sorprendido, consinti inmediatamente. El mdico sac +del bolsillo de atrs de la levita un cranimetro y una cinta.</p> + +<p>Tomole la medida del crneo en redondo, despus la de la caja sea que +protege el encfalo, la del ngulo facial, la del largo de la<a name="page_417" id="page_417"></a> cara; +midi la proyeccin facial y la parietal, los arcos zigomticos y la +mandbula...</p> + +<p>Al llegar aqu, el mdico y el jurista cambiaron una rpida mirada +significativa.</p> + +<p>—Nos hace usted el favor de abrir los brazos?</p> + +<p>El P. Gil se puso en cruz, mientras una mirada dulce y melanclica +plegaba sus labios. Midieron el largo de los brazos. Despus el de las +manos. En este punto, mdico y jurista tornaron a cambiar otra mirada de +inteligencia.</p> + +<p>Finalmente, luego que se hubieron enterado de todo lo que quisieron, +despidironse de l muy cortsmente, dndole muchas veces las gracias +por su amabilidad y procurando animarle con buenas razones.</p> + +<p>Al da siguiente apareca en <i>El Porvenir de Lancia</i>, firmado por el +abogado criminalista, un artculo con el ttulo de <i>Una visita al P. +Gil</i>. Hacase en l relacin exacta de la entrevista, describase con +minuciosidad la persona del sacerdote penado, y terminaba con una serie +de profundas consideraciones cientficas acerca de los caracteres +anatmicos, patolgicos y fisiolgicos que el delincuente presentaba.</p> + +<p>Entre los datos antropomtricos—deca en uno de sus prrafos—comunes +a todos los criminales, slo hemos podido observar cierto predominio +ligero de la proyeccin parietal comparada con la frontal y bastante +desarrollo de los<a name="page_418" id="page_418"></a> arcos cigomticos y de la mandbula. En cambio, el P. +Gil ofrece en su figura absolutamente todos los rasgos que la escuela +criminal positiva asigna como peculiares a los <i>estupradores</i> y +<i>libertinos</i>; es a saber: el pabelln de la oreja saliente e inserto a +manera de asa, la mirada brillante, la fisonoma delicada (a excepcin +de la mandbula), el cabello liso, el cutis mrbido, las manos muy +largas y algo de afeminado en el conjunto.</p> + +<p class="fin">FIN</p> + +<hr /> + + + + + + + +<pre> + + + + + +End of the Project Gutenberg EBook of La Fe, by Armando Palacio Valds + +*** END OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK LA FE *** + +***** This file should be named 31637-h.htm or 31637-h.zip ***** +This and all associated files of various formats will be found in: + http://www.gutenberg.org/3/1/6/3/31637/ + +Produced by Chuck Greif and the Online Distributed +Proofreading Team at http://www.pgdp.net + + +Updated editions will replace the previous one--the old editions +will be renamed. + +Creating the works from public domain print editions means that no +one owns a United States copyright in these works, so the Foundation +(and you!) can copy and distribute it in the United States without +permission and without paying copyright royalties. Special rules, +set forth in the General Terms of Use part of this license, apply to +copying and distributing Project Gutenberg-tm electronic works to +protect the PROJECT GUTENBERG-tm concept and trademark. Project +Gutenberg is a registered trademark, and may not be used if you +charge for the eBooks, unless you receive specific permission. If you +do not charge anything for copies of this eBook, complying with the +rules is very easy. You may use this eBook for nearly any purpose +such as creation of derivative works, reports, performances and +research. They may be modified and printed and given away--you may do +practically ANYTHING with public domain eBooks. Redistribution is +subject to the trademark license, especially commercial +redistribution. + + + +*** START: FULL LICENSE *** + +THE FULL PROJECT GUTENBERG LICENSE +PLEASE READ THIS BEFORE YOU DISTRIBUTE OR USE THIS WORK + +To protect the Project Gutenberg-tm mission of promoting the free +distribution of electronic works, by using or distributing this work +(or any other work associated in any way with the phrase "Project +Gutenberg"), you agree to comply with all the terms of the Full Project +Gutenberg-tm License (available with this file or online at +http://gutenberg.org/license). + + +Section 1. General Terms of Use and Redistributing Project Gutenberg-tm +electronic works + +1.A. By reading or using any part of this Project Gutenberg-tm +electronic work, you indicate that you have read, understand, agree to +and accept all the terms of this license and intellectual property +(trademark/copyright) agreement. If you do not agree to abide by all +the terms of this agreement, you must cease using and return or destroy +all copies of Project Gutenberg-tm electronic works in your possession. +If you paid a fee for obtaining a copy of or access to a Project +Gutenberg-tm electronic work and you do not agree to be bound by the +terms of this agreement, you may obtain a refund from the person or +entity to whom you paid the fee as set forth in paragraph 1.E.8. + +1.B. "Project Gutenberg" is a registered trademark. It may only be +used on or associated in any way with an electronic work by people who +agree to be bound by the terms of this agreement. There are a few +things that you can do with most Project Gutenberg-tm electronic works +even without complying with the full terms of this agreement. See +paragraph 1.C below. There are a lot of things you can do with Project +Gutenberg-tm electronic works if you follow the terms of this agreement +and help preserve free future access to Project Gutenberg-tm electronic +works. See paragraph 1.E below. + +1.C. The Project Gutenberg Literary Archive Foundation ("the Foundation" +or PGLAF), owns a compilation copyright in the collection of Project +Gutenberg-tm electronic works. Nearly all the individual works in the +collection are in the public domain in the United States. If an +individual work is in the public domain in the United States and you are +located in the United States, we do not claim a right to prevent you from +copying, distributing, performing, displaying or creating derivative +works based on the work as long as all references to Project Gutenberg +are removed. Of course, we hope that you will support the Project +Gutenberg-tm mission of promoting free access to electronic works by +freely sharing Project Gutenberg-tm works in compliance with the terms of +this agreement for keeping the Project Gutenberg-tm name associated with +the work. You can easily comply with the terms of this agreement by +keeping this work in the same format with its attached full Project +Gutenberg-tm License when you share it without charge with others. + +1.D. The copyright laws of the place where you are located also govern +what you can do with this work. Copyright laws in most countries are in +a constant state of change. If you are outside the United States, check +the laws of your country in addition to the terms of this agreement +before downloading, copying, displaying, performing, distributing or +creating derivative works based on this work or any other Project +Gutenberg-tm work. The Foundation makes no representations concerning +the copyright status of any work in any country outside the United +States. + +1.E. Unless you have removed all references to Project Gutenberg: + +1.E.1. The following sentence, with active links to, or other immediate +access to, the full Project Gutenberg-tm License must appear prominently +whenever any copy of a Project Gutenberg-tm work (any work on which the +phrase "Project Gutenberg" appears, or with which the phrase "Project +Gutenberg" is associated) is accessed, displayed, performed, viewed, +copied or distributed: + +This eBook is for the use of anyone anywhere at no cost and with +almost no restrictions whatsoever. You may copy it, give it away or +re-use it under the terms of the Project Gutenberg License included +with this eBook or online at www.gutenberg.org + +1.E.2. If an individual Project Gutenberg-tm electronic work is derived +from the public domain (does not contain a notice indicating that it is +posted with permission of the copyright holder), the work can be copied +and distributed to anyone in the United States without paying any fees +or charges. If you are redistributing or providing access to a work +with the phrase "Project Gutenberg" associated with or appearing on the +work, you must comply either with the requirements of paragraphs 1.E.1 +through 1.E.7 or obtain permission for the use of the work and the +Project Gutenberg-tm trademark as set forth in paragraphs 1.E.8 or +1.E.9. + +1.E.3. If an individual Project Gutenberg-tm electronic work is posted +with the permission of the copyright holder, your use and distribution +must comply with both paragraphs 1.E.1 through 1.E.7 and any additional +terms imposed by the copyright holder. Additional terms will be linked +to the Project Gutenberg-tm License for all works posted with the +permission of the copyright holder found at the beginning of this work. + +1.E.4. Do not unlink or detach or remove the full Project Gutenberg-tm +License terms from this work, or any files containing a part of this +work or any other work associated with Project Gutenberg-tm. + +1.E.5. Do not copy, display, perform, distribute or redistribute this +electronic work, or any part of this electronic work, without +prominently displaying the sentence set forth in paragraph 1.E.1 with +active links or immediate access to the full terms of the Project +Gutenberg-tm License. + +1.E.6. You may convert to and distribute this work in any binary, +compressed, marked up, nonproprietary or proprietary form, including any +word processing or hypertext form. However, if you provide access to or +distribute copies of a Project Gutenberg-tm work in a format other than +"Plain Vanilla ASCII" or other format used in the official version +posted on the official Project Gutenberg-tm web site (www.gutenberg.org), +you must, at no additional cost, fee or expense to the user, provide a +copy, a means of exporting a copy, or a means of obtaining a copy upon +request, of the work in its original "Plain Vanilla ASCII" or other +form. Any alternate format must include the full Project Gutenberg-tm +License as specified in paragraph 1.E.1. + +1.E.7. Do not charge a fee for access to, viewing, displaying, +performing, copying or distributing any Project Gutenberg-tm works +unless you comply with paragraph 1.E.8 or 1.E.9. + +1.E.8. You may charge a reasonable fee for copies of or providing +access to or distributing Project Gutenberg-tm electronic works provided +that + +- You pay a royalty fee of 20% of the gross profits you derive from + the use of Project Gutenberg-tm works calculated using the method + you already use to calculate your applicable taxes. The fee is + owed to the owner of the Project Gutenberg-tm trademark, but he + has agreed to donate royalties under this paragraph to the + Project Gutenberg Literary Archive Foundation. Royalty payments + must be paid within 60 days following each date on which you + prepare (or are legally required to prepare) your periodic tax + returns. Royalty payments should be clearly marked as such and + sent to the Project Gutenberg Literary Archive Foundation at the + address specified in Section 4, "Information about donations to + the Project Gutenberg Literary Archive Foundation." + +- You provide a full refund of any money paid by a user who notifies + you in writing (or by e-mail) within 30 days of receipt that s/he + does not agree to the terms of the full Project Gutenberg-tm + License. You must require such a user to return or + destroy all copies of the works possessed in a physical medium + and discontinue all use of and all access to other copies of + Project Gutenberg-tm works. + +- You provide, in accordance with paragraph 1.F.3, a full refund of any + money paid for a work or a replacement copy, if a defect in the + electronic work is discovered and reported to you within 90 days + of receipt of the work. + +- You comply with all other terms of this agreement for free + distribution of Project Gutenberg-tm works. + +1.E.9. If you wish to charge a fee or distribute a Project Gutenberg-tm +electronic work or group of works on different terms than are set +forth in this agreement, you must obtain permission in writing from +both the Project Gutenberg Literary Archive Foundation and Michael +Hart, the owner of the Project Gutenberg-tm trademark. Contact the +Foundation as set forth in Section 3 below. + +1.F. + +1.F.1. Project Gutenberg volunteers and employees expend considerable +effort to identify, do copyright research on, transcribe and proofread +public domain works in creating the Project Gutenberg-tm +collection. Despite these efforts, Project Gutenberg-tm electronic +works, and the medium on which they may be stored, may contain +"Defects," such as, but not limited to, incomplete, inaccurate or +corrupt data, transcription errors, a copyright or other intellectual +property infringement, a defective or damaged disk or other medium, a +computer virus, or computer codes that damage or cannot be read by +your equipment. + +1.F.2. LIMITED WARRANTY, DISCLAIMER OF DAMAGES - Except for the "Right +of Replacement or Refund" described in paragraph 1.F.3, the Project +Gutenberg Literary Archive Foundation, the owner of the Project +Gutenberg-tm trademark, and any other party distributing a Project +Gutenberg-tm electronic work under this agreement, disclaim all +liability to you for damages, costs and expenses, including legal +fees. YOU AGREE THAT YOU HAVE NO REMEDIES FOR NEGLIGENCE, STRICT +LIABILITY, BREACH OF WARRANTY OR BREACH OF CONTRACT EXCEPT THOSE +PROVIDED IN PARAGRAPH F3. YOU AGREE THAT THE FOUNDATION, THE +TRADEMARK OWNER, AND ANY DISTRIBUTOR UNDER THIS AGREEMENT WILL NOT BE +LIABLE TO YOU FOR ACTUAL, DIRECT, INDIRECT, CONSEQUENTIAL, PUNITIVE OR +INCIDENTAL DAMAGES EVEN IF YOU GIVE NOTICE OF THE POSSIBILITY OF SUCH +DAMAGE. + +1.F.3. LIMITED RIGHT OF REPLACEMENT OR REFUND - If you discover a +defect in this electronic work within 90 days of receiving it, you can +receive a refund of the money (if any) you paid for it by sending a +written explanation to the person you received the work from. If you +received the work on a physical medium, you must return the medium with +your written explanation. The person or entity that provided you with +the defective work may elect to provide a replacement copy in lieu of a +refund. If you received the work electronically, the person or entity +providing it to you may choose to give you a second opportunity to +receive the work electronically in lieu of a refund. If the second copy +is also defective, you may demand a refund in writing without further +opportunities to fix the problem. + +1.F.4. Except for the limited right of replacement or refund set forth +in paragraph 1.F.3, this work is provided to you 'AS-IS' WITH NO OTHER +WARRANTIES OF ANY KIND, EXPRESS OR IMPLIED, INCLUDING BUT NOT LIMITED TO +WARRANTIES OF MERCHANTIBILITY OR FITNESS FOR ANY PURPOSE. + +1.F.5. Some states do not allow disclaimers of certain implied +warranties or the exclusion or limitation of certain types of damages. +If any disclaimer or limitation set forth in this agreement violates the +law of the state applicable to this agreement, the agreement shall be +interpreted to make the maximum disclaimer or limitation permitted by +the applicable state law. The invalidity or unenforceability of any +provision of this agreement shall not void the remaining provisions. + +1.F.6. INDEMNITY - You agree to indemnify and hold the Foundation, the +trademark owner, any agent or employee of the Foundation, anyone +providing copies of Project Gutenberg-tm electronic works in accordance +with this agreement, and any volunteers associated with the production, +promotion and distribution of Project Gutenberg-tm electronic works, +harmless from all liability, costs and expenses, including legal fees, +that arise directly or indirectly from any of the following which you do +or cause to occur: (a) distribution of this or any Project Gutenberg-tm +work, (b) alteration, modification, or additions or deletions to any +Project Gutenberg-tm work, and (c) any Defect you cause. + + +Section 2. Information about the Mission of Project Gutenberg-tm + +Project Gutenberg-tm is synonymous with the free distribution of +electronic works in formats readable by the widest variety of computers +including obsolete, old, middle-aged and new computers. It exists +because of the efforts of hundreds of volunteers and donations from +people in all walks of life. + +Volunteers and financial support to provide volunteers with the +assistance they need, are critical to reaching Project Gutenberg-tm's +goals and ensuring that the Project Gutenberg-tm collection will +remain freely available for generations to come. In 2001, the Project +Gutenberg Literary Archive Foundation was created to provide a secure +and permanent future for Project Gutenberg-tm and future generations. +To learn more about the Project Gutenberg Literary Archive Foundation +and how your efforts and donations can help, see Sections 3 and 4 +and the Foundation web page at http://www.pglaf.org. + + +Section 3. Information about the Project Gutenberg Literary Archive +Foundation + +The Project Gutenberg Literary Archive Foundation is a non profit +501(c)(3) educational corporation organized under the laws of the +state of Mississippi and granted tax exempt status by the Internal +Revenue Service. The Foundation's EIN or federal tax identification +number is 64-6221541. Its 501(c)(3) letter is posted at +http://pglaf.org/fundraising. Contributions to the Project Gutenberg +Literary Archive Foundation are tax deductible to the full extent +permitted by U.S. federal laws and your state's laws. + +The Foundation's principal office is located at 4557 Melan Dr. S. +Fairbanks, AK, 99712., but its volunteers and employees are scattered +throughout numerous locations. Its business office is located at +809 North 1500 West, Salt Lake City, UT 84116, (801) 596-1887, email +business@pglaf.org. Email contact links and up to date contact +information can be found at the Foundation's web site and official +page at http://pglaf.org + +For additional contact information: + Dr. Gregory B. Newby + Chief Executive and Director + gbnewby@pglaf.org + + +Section 4. Information about Donations to the Project Gutenberg +Literary Archive Foundation + +Project Gutenberg-tm depends upon and cannot survive without wide +spread public support and donations to carry out its mission of +increasing the number of public domain and licensed works that can be +freely distributed in machine readable form accessible by the widest +array of equipment including outdated equipment. Many small donations +($1 to $5,000) are particularly important to maintaining tax exempt +status with the IRS. + +The Foundation is committed to complying with the laws regulating +charities and charitable donations in all 50 states of the United +States. Compliance requirements are not uniform and it takes a +considerable effort, much paperwork and many fees to meet and keep up +with these requirements. We do not solicit donations in locations +where we have not received written confirmation of compliance. To +SEND DONATIONS or determine the status of compliance for any +particular state visit http://pglaf.org + +While we cannot and do not solicit contributions from states where we +have not met the solicitation requirements, we know of no prohibition +against accepting unsolicited donations from donors in such states who +approach us with offers to donate. + +International donations are gratefully accepted, but we cannot make +any statements concerning tax treatment of donations received from +outside the United States. U.S. laws alone swamp our small staff. + +Please check the Project Gutenberg Web pages for current donation +methods and addresses. Donations are accepted in a number of other +ways including checks, online payments and credit card donations. +To donate, please visit: http://pglaf.org/donate + + +Section 5. General Information About Project Gutenberg-tm electronic +works. + +Professor Michael S. Hart is the originator of the Project Gutenberg-tm +concept of a library of electronic works that could be freely shared +with anyone. For thirty years, he produced and distributed Project +Gutenberg-tm eBooks with only a loose network of volunteer support. + + +Project Gutenberg-tm eBooks are often created from several printed +editions, all of which are confirmed as Public Domain in the U.S. +unless a copyright notice is included. Thus, we do not necessarily +keep eBooks in compliance with any particular paper edition. + + +Most people start at our Web site which has the main PG search facility: + + http://www.gutenberg.org + +This Web site includes information about Project Gutenberg-tm, +including how to make donations to the Project Gutenberg Literary +Archive Foundation, how to help produce our new eBooks, and how to +subscribe to our email newsletter to hear about new eBooks. + + +</pre> + +</body> +</html> diff --git a/LICENSE.txt b/LICENSE.txt new file mode 100644 index 0000000..6312041 --- /dev/null +++ b/LICENSE.txt @@ -0,0 +1,11 @@ +This eBook, including all associated images, markup, improvements, +metadata, and any other content or labor, has been confirmed to be +in the PUBLIC DOMAIN IN THE UNITED STATES. + +Procedures for determining public domain status are described in +the "Copyright How-To" at https://www.gutenberg.org. + +No investigation has been made concerning possible copyrights in +jurisdictions other than the United States. Anyone seeking to utilize +this eBook outside of the United States should confirm copyright +status under the laws that apply to them. diff --git a/README.md b/README.md new file mode 100644 index 0000000..d84654c --- /dev/null +++ b/README.md @@ -0,0 +1,2 @@ +Project Gutenberg (https://www.gutenberg.org) public repository for +eBook #31637 (https://www.gutenberg.org/ebooks/31637) |
