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authorRoger Frank <rfrank@pglaf.org>2025-10-14 19:56:08 -0700
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+The Project Gutenberg EBook of La Fe, by Armando Palacio Valdés
+
+This eBook is for the use of anyone anywhere at no cost and with
+almost no restrictions whatsoever. You may copy it, give it away or
+re-use it under the terms of the Project Gutenberg License included
+with this eBook or online at www.gutenberg.org
+
+
+Title: La Fe
+
+Author: Armando Palacio Valdés
+
+Release Date: March 14, 2010 [EBook #31637]
+
+Language: Spanish
+
+Character set encoding: UTF-8
+
+*** START OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK LA FE ***
+
+
+
+
+Produced by Chuck Greif and the Online Distributed
+Proofreading Team at http://www.pgdp.net
+
+
+
+
+
+
+
+
+
+LA FE
+
+NOVELA
+
+POR
+
+DON ARMANDO PALACIO VALDÉS
+
+MADRID
+
+
+
+
+I
+
+
+No cabía en la iglesia una persona más. Hablando con verdad, tampoco
+cabían las que estaban dentro si ocupase cada cual el espacio que por
+derecho natural, el que la naturaleza enseñó a todos los animales, le
+correspondía. Pero en aquel momento no sólo se infringía este derecho,
+pero se violaba descaradamente también la ley de impenetrabilidad de los
+cuerpos. D. Peregrín Casanova, persona que hacía viso en la villa, y que
+hasta entonces había guardado rigurosamente la ley en todas las
+solemnidades, lo mismo profanas que religiosas, tenía ahora metidas en
+los riñones las rodillas de otro bípedo racional de seis pies de alto,
+lo cual le producía algunos movimientos convulsivos en el epigastrio y
+un vivo desasosiego acompañado de sudor copioso. D.ª Teodora, señorita
+de cincuenta años, castísima, limpísima, pulquérrima, que había huido
+toda su vida cualquier contacto, fuere cual fuere, se vio obligada a
+sentarse sobre los pies del jorobado Osuna, sujeto de malísimos
+antecedentes, que no se estaba quieto un momento. D. Gaspar de Silva,
+poeta famoso en la villa, tanto por sus versos como por sus callos,
+sufrió la operación cesárea de uno de éstos que le hizo con gran
+destreza el chico mayor de D.ª Trinidad. De igual modo otra porción de
+vecinos respetables experimentaron molestias sin cuento en aquella
+mañana memorable en que por vez primera cantaba misa un joven de la
+villa.
+
+Como siempre pasa, había bulas para difuntos. En sitio privilegiado,
+entre la verja de madera y el altar, no sólo estaban la madrina y las
+señoras que habían pagado la carrera al preste, sino otras a quienes no
+asistía derecho alguno; y lo que es aún más digno de censura, unos
+cuantos hombres. El nuevo presbítero era casi un niño por la apariencia:
+los ojos azules, profundos y tristes, la tez blanca y nacarada como la
+de una dama, los cabellos rubios, el cuerpo delgado y esbelto. La
+emoción le tenía ahora muy pálido: esto hacía aún más interesante su
+fisonomía espiritual. Asistíanle como diácono y subdiácono el párroco
+de Peñascosa y D. Narciso, un capellán suelto procedente de Sarrió,
+establecido hacía algunos años en la villa.
+
+En la iglesia sonaba murmullo sordo originado por el cuchicheo de las
+comadres, que se disputaban el sitio o se comunicaban sus impresiones,
+por las exclamaciones y suspiros de malestar de los hombres. El calor se
+iba haciendo por momentos intolerable. D. Peregrín dejaba escapar por
+sus narices de trompeta unos bufidos semejantes a los de las
+locomotoras, y se alzaba sobre las puntas de los pies, sin lograr
+enterarse de nada. ¡Si al menos tuviera la estatura de su hermano Juan!
+Pero éste, que muy bien pudiera haberse quedado atrás, estaba
+perfectamente acomodado en el presbiterio entre los curas, el alcalde y
+varios concejales, lo cual levantaba en su corazón una ola de envidia
+que le sofocaba aún más que las rodillas del jayán que tenía detrás. Tal
+era su destino. Aunque se considerase mucho más inteligente que su
+hermano, y sirviera largos años a la Administración pública en varias
+provincias de España, y hubiese leído la _Historia universal_ de César
+Cantú y la de España de Lafuente, sin faltar un tomo, y poseyese los
+mismos bienes de fortuna, con más la jubilación de 2.500 pesetas
+anuales, lo cierto es que D. Juan, sin haber salido jamás de Peñascosa
+ni haber leído en su vida más que el periódico a que estaba suscrito,
+gozaba de mucho mayor prestigio en la villa. Esto, en concepto de D.
+Peregrín, no procedía más que de la estatura. En efecto, D. Juan
+Casanova era hombre alto y seco, de rostro aguileño, ojos grandes de
+párpados caídos y mirar imponente, calva venerable, cortas patillas
+blancas y marcha acompasada y majestuosa. Estas dotes extraordinarias,
+unidas a un hablar mesurado y prudente, le habían captado el respeto y
+hasta la veneración de sus convecinos. Así que fue grande el estupor de
+éstos cuando a la llegada de D. Peregrín de Andalucía, donde había
+estado empleado últimamente, le oyeron llamar ignorante y majadero a su
+hermano en una discusión que con él tuvo en el casino a propósito de la
+renta de tabacos. Vivían juntos, ambos solteros y entregados al cuidado
+despótico de D.ª Mariquita, ama de llaves y dueño absoluto de sus vidas
+y haciendas.
+
+D. Juan, a fuerza de pasear su mirada severa y majestuosa por el mar de
+cabezas que se extendía desde la valla hasta la puerta del templo,
+tropezó con la calva reluciente del pigmeo de su hermano. Viendo la
+congoja pintada en su semblante, se apresuró noblemente a hacerle señas
+para que avanzase, ofreciéndole sitio en el banco que ocupaba. Pero D.
+Peregrín, por ventura notando la imposibilidad de dar un paso, o
+sofocado por la cólera, que se le había ido aumentando poco a poco,
+respondió con una mueca de ira y desdén que sobrecogió a su infeliz
+hermano y le quitó por completo las ganas de insistir.
+
+--¿Qué es eso?--preguntó D. Martín de las Casas, que estaba sentado a su
+lado.--¿No quiere venir D. Peregrín?
+
+--Es que lo ve imposible. ¿Quién rompe esa muralla de carne?
+
+--Pues cualquiera. Verá usted cómo voy allá y lo traigo en
+seguida--replicó D. Martín, hombre de carácter enérgico y expeditivo,
+disponiéndose a levantarse.
+
+D. Juan le retuvo por la manga de la levita.
+
+--No; déjelo usted... Acaso no quiera venir... Ya conoce usted su
+carácter.
+
+--¡Pues hombre, no es plato de gusto estarse ahí sudando café con
+leche!--repuso con aspereza, alzando al mismo tiempo los hombros.
+
+La iglesia es de las más espaciosas que pueden verse en una villa.
+Verdad que Peñascosa, con tener de siete a ocho mil almas, no cuenta con
+más templo que éste. Quizá por ser demasiado espaciosa, el sacristán y
+sus ayudantes no quieren encargarse de limpiarla a menudo. Su aspecto es
+lóbrego y sucio. De las paredes, que no se enjalbegaron hace ya muchos
+años, penden cadenas, cuadros sombríos y borrosos, una muchedumbre de
+piernas, brazos, cabezas de cera amarilla y otra mayor aún de barquitos
+y lanchas que la fe de los marineros o de sus familias han llevado allí
+en recuerdo de algún peligro milagrosamente evitado. Mas para la función
+que se celebraba habíanla adornado cuanto les fue posible. Guirnaldas de
+flores circundaban los altares principales cubiertos de paños blancos
+planchados de fresco. Se habían colgado algunos cortinones en los
+lienzos de pared cercanos al altar mayor y tapizado una parte del suelo
+con la alfombra, sucia ya y desgarrada por varios sitios, que salía a
+relucir hacía cuarenta años, en los días solemnes. D.ª Eloisa, la
+madrina del nuevo presbítero, y las damas que la habían secundado en la
+noble empresa de darle carrera, habían añadido algunos pormenores
+delicados al adorno tosco y rutinario del sacristán. Grandes macetas de
+flores colocadas en artísticos floreros sacados de las mejores casas de
+la villa, algunas cortinas de damasco formando pabellón sobre los
+altares, candelabros, arañas. Donde, como es natural, había recaído
+particularmente su atención y esmero era en el arreo del joven
+sacerdote. Alba finísima de batista bordada con primor, estola, casulla
+del más rico tisú de oro que pudo hallarse en la capital, cáliz, de oro
+también, con algunas piedras preciosas. Las bondadosas señoras no habían
+escatimado el dinero para dar remate o coronar la obra de caridad que
+hacía algunos años acometieran.
+
+Todo el mundo lo recordaba en la villa; unos por haberlo presenciado,
+otros por haberlo oído contar frecuentemente. Hacía poco más de veinte
+años había en Peñascosa un pescador de altura llamado Mariano Lastra, a
+quien todos sus compañeros apreciaban por sus sentimientos honrados y
+carácter apacible. Este pescador pereció con otros ocho tripulantes de
+la lancha en que iba, a consecuencia de una galerna de poca importancia.
+Sólo aquella embarcación había zozobrado. Mariano se había casado hacía
+dos años y dejaba un niño de pocos meses. La viuda era una joven buena y
+honrada, pero de escasa disposición para el trabajo, y que sobre esto
+gozaba de poca salud. Viose gravemente apurada para poder subsistir. El
+niño le estorbaba mucho en cualquier trabajo. Dedicose a asistir por las
+casas desempeñando los oficios más bajos y penosos, traer agua o fregar
+suelos, llevar recados; lo único que era capaz de hacer, pues no tenía
+oficio alguno. Pero llegó un momento al parecer en que las fuerzas la
+abandonaron; su salud, cada día más vacilante, la iba dejando inútil
+para el trabajo. Fue despedida de algunas casas. Otras por caridad la
+siguieron empleando, aunque con menos frecuencia. Comenzó a pasar hambre
+y su hijo también.
+
+Un día fue despedida también de la única casa en que ya asistía.
+
+--Basilisa--le dijo la señora--Usted no puede ya traer agua y fregar
+suelos. Se está usted matando y no consigue cumplir como es debido.
+Necesito buscar otra asistenta... Bien quisiera seguir manteniéndola...
+pero no soy rica, como usted sabe... tenemos muchos gastos...
+
+--Sí señora, sí, ya lo comprendo--respondió la infeliz con sonrisa
+humilde y forzada.--Demasiado ha hecho por mí.
+
+Salió de aquella casa, su último refugio, con el corazón apretado y las
+piernas vacilantes. Llegó a la zahurda que habitaba en los arrabales. Su
+hijo dormía en la cuna el sueño dulce y sereno de los ángeles. La
+infeliz cayó de rodillas y sollozó largo rato. Levantó la cabeza al fin,
+y dijo sordamente contemplando al niño:
+
+--¡No, no irás al hospicio!
+
+Varias comadres, y hasta alguna señora también, se lo habían aconsejado.
+Pero la idea de abandonar al hijo de sus entrañas en manos de mujeres
+sórdidas y empleados brutales la había horrorizado siempre. Luchó
+bravamente cuanto pudo, privándose ella bastantes veces del necesario
+sustento para alimentar al niño, que ya contaba cerca de tres años.
+Había llegado, sin embargo, el fin del combate y resultaba vencida. Le
+quedaba el recurso de pedir limosna, pero además del espanto que le
+causaba, comprendía muy bien que sus días estaban contados. Y
+muriéndose ella, ¿qué iba a ser de aquella criatura?
+
+Meditó un buen espacio con los ojos secos y clavados en el niño,
+repitiendo de vez en cuando la misma frase:
+
+--¡No, no irás al hospicio!
+
+De pronto se alzó animada por una voluntad fatal, besó a su hijo
+apasionadamente hasta que logró despertarlo, envolviolo en una manta y
+cogiéndolo en brazos salió de la casa.
+
+Era la hora del oscurecer. Desde lo alto de la Gusanera, donde Basilisa
+vivía, veíanse llegar al muelle ya las lanchas pescadoras. Una
+muchedumbre las aguardaba. Por la plaza, y por la calle larga que va
+desde ésta a la iglesia a orillas del mar, discurría también bastante
+gente. Basilisa tomó por la carretera de Rodillero, que ciñe la orilla
+opuesta da la pequeña ensenada frente por frente de Peñascosa, y marchó
+apresuradamente, casi a la carrera.
+
+--¿Por qué corres, mamá? ¿Dónde vamos?--preguntó el niño acariciándole
+con sus manecitas la cara.
+
+--Vamos al cielo, vida mía--respondió la desdichada con los ojos
+nublados por las lágrimas.
+
+--¿Vamos con papá?
+
+No pudo responder; se le hizo un nudo en la garganta.
+
+--¿Vamos con papá?--insistió el chiquito.
+
+Detúvose un instante para tomar aliento.
+
+--Sí, vamos a verle, rico mío--dijo al cabo.--¿No quieres ir al cielo
+con él?
+
+--No; yo contigo.
+
+Y al mismo tiempo la apretó el cuello con sus tiernos brazos y la cubrió
+el rostro de besos.
+
+--¿Por qué lloras, mamá?--preguntó sorprendido al sentir en los labios
+el amargor de las lágrimas.--¿No tenes nada? Toma mi corneta...
+
+Y le ofreció una de plomo que le había costado a Basilisa dos cuartos.
+Para Gil, que no comprendía la existencia sin estar enredando con algo,
+la mayor desgracia que podía pesar sobre un ser humano era el tener las
+manos vacías.
+
+La madre le apretó contra el pecho, descargó sobre sus rosadas mejillas
+una granizada de besos y continuó la carrera. Al llegar a cierto paraje
+en que la carretera se separa de la orilla del mar para internarse,
+dejola y tomó una veredita que conducía a éste. Llegó a las peñas altas
+y sombrías que lo circundan por aquel paraje. Puso a su hijo en el suelo
+y arrodillándose después, rezó entre sollozos comprimidos una oración
+que, por no ir dirigida en forma, no debió de escuchar el Altísimo.
+
+Era ya casi noche cerrada. El mar estaba inmóvil, sombrío, esperando
+impasible que las lágrimas de aquella infeliz mujer viniesen como tantas
+otras a aumentar el caudal amargo de sus aguas. Del lado de allá de la
+ensenada se veía la silueta del muelle y de tres o cuatro pataches que
+ordinariamente yacen anclados cerca de él. El grupo de las lanchas
+pescadoras, un poco apartado, se movía y resonaba aún con los gritos de
+las mujeres ocupadas en abrir el vientre a los pescados, mientras los
+maridos descansaban ya gravemente en alguna taberna de la villa.
+Basilisa atendió un instante a aquellos ruidos tan conocidos. Ella
+también esperaba a su esposo en otro tiempo, le acariciaba con la mirada
+al llegar, tomaba de sus manos el capote de agua, la caja de los
+aparejos y el cesto de las provisiones y los llevaba con alegría a casa.
+Mariano llegaba poco después y se sentaba al amor de la lumbre, haciendo
+bailar entre sus manazas al tierno niño que contaba pocos meses.
+
+La viuda estuvo largo rato contemplando fijamente el grupo de la ribera,
+que parecía ya una masa informe y movible. Su hijo, sentado sobre el
+césped, jugaba atascando de tierra la corneta. De pronto vino hacia él,
+le levantó entre sus brazos flacos y corrió hacia el borde del
+precipicio.
+
+--¡Mamá! ¿Dónde vamos?--gritó el niño.
+
+La respuesta, si se la dio, debió de ser desde el cielo. Saltó con
+ímpetu al fondo del abismo. Al caer sobre las piedras de la orilla se
+deshizo la cabeza: quedó muerta en el acto: el niño salvó
+milagrosamente. El vientre de donde había salido le sirvió ahora de
+resorte para no despedazarse.
+
+Un marinero viejo, que andaba a la sazón por entre aquellas peñas a la
+pesca de pulpos, oyó el ruido y prestó los primeros socorros al niño.
+Corrió a dar la noticia: pronto se inundó el paraje de gente. El caso
+produjo honda impresión. Las mujeres lloraban y se pasaban al tierno
+infante de mano en mano prodigándole mil cuidados y caricias. Muchas se
+ofrecían a adoptarlo y hubo disputa sobre quién había de llevárselo.
+Enteradas las señoras de la villa y conmovidas, quisieron asimismo
+recoger al huérfano. Las mujeres de los pescadores renunciaron entonces
+a ello en interés de aquél. Quedó, pues, en poder de D.ª Eloisa, la
+señora de D. Martín de las Casas, secundada por otras seis u ocho damas
+que de ningún modo quisieron renunciar a la participación de tan
+caritativa obra.
+
+La infancia de Gil (que así se llamaba el huérfano), si no feliz,
+tampoco fue desgraciada. Sus protectoras ejercieron sobre él una
+vigilancia un poco impertinente a veces, otro poco humillante también,
+pero cariñosa siempre y bien intencionada. Entre todas, aunque tomando
+parte más principal D.ª Eloisa, le pagaron la crianza y el pupilaje en
+casa de un matrimonio artesano que habitaba en la Gusanera, cerca de la
+casa en que la desgraciada viuda vivía. Cuando estuvo en edad para
+ello, le mandaron a la escuela. Dio señales de ser un niño pacífico,
+reservado, sensible, y comenzó a aprender sus lecciones muy bien. Sus
+siete u ocho mamás se encargaban de preguntar al maestro por su conducta
+y aplicación siempre que le tropezaban en la calle, animándole «a que le
+apretase los tornillos.» El maestro se encargaba, en efecto, de
+apretárselos recordándole al mismo tiempo a cada momento, en presencia
+de sus condiscípulos, su orfandad, su miseria y la imprescindible
+necesidad que tenía de mostrarse humilde y agradecido con sus
+bienhechoras. Esto de la humildad era cosa que no cesaban de cantarle al
+oído en la villa. Cuantos le tropezaban en la calle y se dignaban
+ponerle paternalmente la mano sobre la cabeza, le decían:
+
+--¡Cuidado con ser humilde! Sé obediente y sumiso con las señoras que te
+han recogido por caridad, ¿entiendes?... por caridad.
+
+Y por último, sus condiscípulos se encargaban generosamente de
+advertirle sin cesar que era un desdichado sin padres, alimentado por la
+caridad y que debiera estar en el hospicio y no alternando con hijos de
+zapateros distinguidos, albañiles, sastres y panaderos _fashionables_, y
+otra gente no menos principal y digna de respeto.
+
+La humildad teníala en el corazón el hijo del ahogado y la suicida, que
+si no la tuviese, no sería fácil que se la inculcaran las burlas y
+desprecios de sus compañeros, ni los paternales azotes del maestro y de
+sus protectoras: porque éstas todas se creían con derecho a amarle, pero
+a castigarle también. Era la suya una naturaleza amante y agradecida.
+Comprendía que a todas sus protectoras debía respeto y cariño, y se lo
+tributaba. Claro que en el fondo de su corazón sentía preferencias; esto
+es irremediable. Amaba con pasión a D.ª Eloisa. Esta buena señora, que
+era a quien más debía, jamás le reñía ni castigaba, ni le decía siquiera
+una palabra desagradable: tratábalo con extremada dulzura, le acariciaba
+como si fuese su hijo y ocultaba y disculpaba sus pequeñas travesuras.
+
+Cuando llegó a los doce años, se reunieron en cónclave las damas y
+deliberaron acerca de lo que debía hacerse con el chico. Desechose por
+unanimidad la idea de dedicarle al oficio de su padre. Pensaron en otros
+varios, sin lograr ponerse de acuerdo, hasta que D.ª Trinidad, la esposa
+de D. Remigio Flórez, fabricante de conservas alimenticias, propuso
+llevarle de criado recadista a su casa. Asintieron casi todas a esta
+resolución; pero D.ª Eloisa, a quien le dolía, hizo presente a sus
+amigas que el chico había mostrado aptitud para los estudios, y que
+sería una obra meritoria hacer de él un sacerdote. Las damas acogieron
+la idea con entusiasmo. Sólo D.ª Trinidad, señora de gran puntillo y
+amiga de imponer su voluntad a todo el mundo, se opuso fuertemente y se
+retiró desabrida de la reunión. Pasáronse las damas sin su concurso, y
+fijando una cantidad mensual, que abonarían a escote, mandaron el chico
+al seminario de Lancia, capital de la provincia donde nos hallamos.
+
+Fue Gil un seminarista modelo; aplicado, dulce, respetuoso, afecto a las
+prácticas religiosas y mostrando mucho fervor en ellas. Las damas no
+tuvieron más que motivos para felicitarse de su resolución. Cuando venía
+a pasar las vacaciones a Peñascosa, traía para cada una de ellas una
+carta del rector manifestando su satisfacción por la conducta y los
+progresos del huérfano. En los dos o tres meses que permanecía allí, les
+prestaba algunos servicios, repasando las lecciones a sus hijos,
+acompañándolas en sus oraciones o sirviéndoles de amanuense, etc.
+Habitaba en casa de D.ª Eloisa. Cada verano se iba trasformando un poco:
+el niño se convertía en hombre. Al fin dejó tres años consecutivos de
+venir, para tomar las últimas órdenes. Llegó el momento de hacerse
+presbítero. Cuando apareció al fin un día en Peñascosa en traje de
+sacerdote, su presencia causó emoción profunda en el corazón de sus
+protectoras. Todas se consideraban madres de él, y por consiguiente,
+con derecho a llorar de alegría y a caer en sus brazos enternecidas. Por
+cierto que estos desahogos cariñosos dieron ocasión a algunos dimes y
+diretes entre ellas. Porque las que menos afectuosas y tolerantes se
+habían mostrado con el niño, eran más extremosas ahora con el hombre.
+Esto sacó de sus casillas a D.ª Eloisa, D.ª Teodora y D.ª Marciala, que
+le trataron siempre con dulzura y hasta con mimo.
+
+Comenzaron los preparativos para la primera misa. Fue un certamen de
+primores entre ellas. Las ricas, como D.ª Eloisa y D.ª Teodora, se
+encargaron de comprar el cáliz y los ornamentos más costosos: las que no
+contaban con tantos bienes de fortuna, como D.ª Rita, D.ª Filomena y
+otras, suplieron el dinero con la habilidad de sus manos bordando el
+alba, la estola y el paño del altar, que causaban admiración. Se arregló
+la iglesia, y en el adorno tomaron parte no sólo estas damas, sino otras
+muchas de la población, sus amigas. Fue un acontecimiento de marca en
+Peñascosa, tanto por la calidad de las personas que habían costeado la
+carrera del joven presbítero, como por las terribles circunstancias que
+habían dado lugar a esta protección. Se nombró madrina del oficiante a
+D.ª Eloisa, por indicación de aquél. Ninguna tenía mejor derecho para
+ello; pero todas se creían con tanto, y esto volvió a originar secretos
+resentimientos y algunas palabrillas desagradables.
+
+El preste volviose hacia el pueblo y cantó con voz débil y temblorosa:
+
+--_Dominus vobiscum._
+
+Todas las voces de la tribuna, rotas y cascadas, le respondieron
+acompañadas del estampido del órgano:
+
+--_Et cum spiritu tuooooo._
+
+--¡Qué blanco está!--dijo una joven artesana a la compañera que tenía al
+lado.
+
+--Parece una imagen.
+
+Cantó D. Narciso con voz atiplada, bajando y subiendo el tono y
+escuchándose con placer, la epístola.
+
+--¡Hija, cómo lo repicotea el capellán!--volvió a decir la artesana.
+
+--Ya ves, tiene ahí a la hija del jorobado. Querrá lucirse.
+
+Era especie muy acreditada en la villa que D. Narciso y la niña de Osuna
+sentían una mutua inclinación, aunque sólo los espíritus heterodoxos y
+maleantes se atrevían a decirlo en alta voz. D. Narciso era, en verdad,
+mucho más dado a vivir entre el sexo débil que entre el fuerte. Así que
+llegó de Sarrió haría unos tres años, poco más o menos, fue el ídolo de
+las damas de Peñascosa por su elegante porte, que hacía contraste con el
+desaliño de la mayor parte de los sacerdotes de la villa, por su
+conversación alegre, por sus bromitas y, sobre todo, por su afición a
+estar siempre entre _ellas_. Distaba mucho de ser hermoso ni gallardo:
+era hombre de unos treinta y cinco años, seco, moreno, los pies grandes
+y juanetudos y la dentadura muy fea; pero había logrado pasar plaza en
+seguida de chistoso. Jamás hablaba en serio a sus devotas amigas.
+Bromita va, bromita viene, un requiebro a ésta, una chufleta a la otra,
+sin acortarse nunca por estar en medio de un corro numeroso. Al
+contrario, D. Narciso se placía extremadamente en ello, gozaba campando
+solo en el gallinero. Dirigía la conciencia de la mayoría de ellas y se
+autorizaba el reprenderlas fuera del confesonario, a veces ásperamente.
+Casi todas recibían sus correcciones con sumisión, hasta con placer, y
+si alguna se rebelaba momentáneamente, era para demandar perdón
+enseguida. Con esto, don Narciso era el comensal obligado en todas las
+fiestas y _gaudeamus_ de la sociedad elegante de Peñascosa: comía
+vorazmente, y de ello hacía alarde, bebía al mismo tenor, y cuando
+llegaban los postres, nunca dejaba de brindar con alguna coplita que
+resultaba casi siempre sucia. Porque D. Narciso, que a causa de su
+ministerio no podía autorizarse bromas referentes a las relaciones de
+sexo a sexo, se creía con derecho a soltar las más asquerosas acerca de
+otras miserias del cuerpo humano. Y las damas ¡caso extraño! las reían
+y celebraban cual si fuesen ingeniosidades y agudezas portentosas. Dos
+años después de llegado a la villa había tenido un fracaso. Bajando la
+escalera de cierta casa que frecuentaba mucho, se rompió una pierna. Se
+dijo que el marido de la señora, cuya era la casa, le había ayudado a
+caer, por no estar de acuerdo enteramente con la hora y la ocasión de
+sus visitas; pero al instante las buenas almas de Peñascosa se
+apresuraron a sofocar este rumor sacrílego. Y en prueba de la
+indignación con que rechazaron el supuesto, las damas más principales de
+la villa se constituyeron en enfermeras al lado de su cama, no dejándole
+un instante solo, relevándose noche y día cada pocas horas, como si
+hiciesen la guardia al Santísimo. D. Narciso merecía estas atenciones
+del bello sexo. Nadie con más ahínco y fervoroso celo se ocupó jamás de
+la salvación de la hermosa mitad del género humano. No sólo dirigía con
+particular esmero la conciencia de las que mejor lo representaban en
+Peñascosa, apacentaba sus ovejitas con amor, sin dejar por eso de
+arrojar alguna piedra a la que se extraviaba, como pastor diligente que
+era, sino que a fuerza de muchos desvelos había logrado fundar una
+cofradía, establecida ya en otros puntos de España y el extranjero, la
+cofradía de las _Hijas de María_. En esta cofradía no entraban más que
+las jóvenes solteras. Tal privilegio excitaba un vago despecho mezclado
+de apetito en las casadas. Creíanse humilladas con aquella exclusión. D.
+Narciso aprovechaba esta sombra de rivalidad para tenerlas más sujetas.
+
+--¡Oh, señoras, no deben ustedes envidiar el privilegio! Ustedes tienen
+marido a quien contemplar y servir.
+
+Lo decía en un tonillo irónico que demostraba la hostilidad secreta que
+el capellán sentía hacia todos los maridos. Las damas, en quienes los
+encantos de aquéllos no ejercían ya fascinación alguna, sonreían forzada
+y maliciosamente como diciendo: «¡Ya, ya!» Se murmuraba que había varias
+enamoradas de él. D.ª Marciala, la esposa del boticario de la plaza,
+había ido a Sarrió a llevarle calcetas estando el presbítero pasando una
+temporada con su familia. D.ª Filomena, viuda de un teniente de navío,
+hacía a su hijo único ir a ayudarle a misa todos los días. Sin embargo,
+habíase notado cierta preferencia en él por Obdulia, la hija de Osuna,
+administrador de Montesinos.
+
+--¿Pero será cierto que se gustan?--preguntó la joven artesana, oyendo a
+su compañera expresarse tan claramente.
+
+--¡Chica, yo no sé! Lo que te puedo decir es que D. Narciso no sale de
+su casa, y que muchos días desde la ventana de mi cuarto los veo correr
+uno tras de otro por el jardín de Montesinos jugando al escondite...
+Tanto, que se lo he dicho.
+
+--¡Se lo has dicho!--exclamó la otra, estupefacta.
+
+--Sí, niña... ¿no ves que confieso con él?... No había más remedio... Le
+dije: «Mire, D. Narciso... no se ofenda usted... pero yo, viéndoles a
+usted y a Obdulia jugar en el jardín, tengo sospechas... se me ocurren
+malos pensamientos.»
+
+--¡Ave María, qué barbaridad! ¿Y qué dijo él?
+
+--Se puso todo sofocado... ¡Uf! Comenzó a decirme: «¡Por ustedes y otras
+como ustedes pierden el crédito y la honra los sacerdotes y decae la
+religión!» Me llamó saco de malicia; que parecía mentira que se me
+ocurrieran semejantes atrocidades, y que por aquí y que por allá... Al
+principio quería comerme; después se fue sosegando... «Tiene usted
+razón, D. Narciso, le respondí; pero yo no puedo remediarlo...» Y es la
+verdad, chica, no puedo remediarlo... ¡no puedo!
+
+Después de la epístola cantó el párroco de Peñascosa el Evangelio. Tenía
+una voz áspera sin inflexiones. Cantó enteramente distraído sin mirar
+apenas al libro, levantando sus ojos pequeños y duros por encima de las
+gafas para contemplar fijamente, mejor dicho, para pulverizar con la
+mirada al hijo de la Pepaina, que disimuladamente estaba arrancando las
+babas a los cirios y guardándoselas en el bolsillo. Aunque uno de los
+pilletes más desvergonzados de la villa, Lorito (que por tal nombre era
+conocido este joven distinguido) se sintió molesto y un tantico inquieto
+bajo la mirada del clérigo. La cosa no era para menos. D. Miguel Vigil,
+párroco de Peñascosa, desde el año 25 de este siglo era uno de los
+hombres de peor genio de España, y no exageramos nada si decimos del
+globo terráqueo. Contaba a la sazón ochenta y dos años; era alto, seco,
+las facciones pronunciadas, las cejas espesas y juntas, los ojos
+pequeños y penetrantes. Conservaba aún gran vigor físico, y lo que es
+aún más raro, en los cabellos que le quedaban apenas se notaban las
+canas. Mientras duró la primer guerra civil, abandonó el rebaño y se fue
+a las provincias vascas a pelear con las armas en la mano por la causa
+del Pretendiente. Volvió al cabo de algunos años. Su carácter bravío no
+se había dulcificado mucho andando a tiros por los montes. Los
+feligreses de Peñascosa tuvieron en él un pastor muy semejante a un
+capitán de bandoleros. Nadie le levantaba el gallo en la población. Los
+más arduos casos de conciencia solía resolverlos D. Miguel en un
+instante con media docena de mojicones o de puntapiés bien dirigidos.
+Que Marcelino, el de Cosme, tenía en cinta a la hija de Laureana la
+tejedora y no quería casarse con ella. D. Miguel se plantaba en casa de
+Cosme, cogía a Marcelino por las orejas, le daba tres bofetadas de
+cuello vuelto, y a los quince días, quieras o no, los tenía casados. Que
+Ramón el confitero le negaba a D. Cipriano dos mil reales que éste le
+había prestado sin recibo. El cura llamaba a Ramón a su casa, se
+encerraba con él en una habitación, tomaba un garrote y le obligaba a
+firmar el correspondiente recibo. Por medio de estos procedimientos
+teológicos D. Miguel infundía la moral evangélica entre las almas
+encomendadas a su cuidado.
+
+No eran de su agrado las novedades en el culto. Miraba con desprecio a
+los clérigos que trataban de introducirlas y cuidaban del traje y el
+aseo. Los toleraba porque sabía que estaban apoyados por el obispo y el
+alto clero de la diócesis, pero se reía de ellos a todas horas de un
+modo grosero, irritante, y solía hacerles algunas jugarretas malignas,
+aguarles alguno de aquellos jolgorios místicos en que ponían más empeño.
+Tratábase, por ejemplo, de celebrar una comunión general de niñas con
+acompañamiento de orquesta. El día que estaba señalado, D. Miguel
+enviaba a la iglesia una cuadrilla de carpinteros que se ponían a
+arreglar la tribuna con horrendos martillazos, que impedían escuchar las
+concertadas voces e instrumentos de la música. Otras veces obligaba a
+las penitentes asiduas de D. Narciso a examinarse de doctrina cristiana;
+o bien las prohibía cantar en la iglesia después de un mes de ensayos,
+o retiraba de los altares los paños que ellas habían bordado y
+aplanchado, o las arrojaba de alguna capilla donde habían sentado sus
+reales, etc., etc. Estos actos de despotismo habíanle granjeado la
+animadversión de los clérigos afrancesados y del sexo femenino. A D.
+Miguel le daba un ardite por tal animadversión. El goce de su vida no
+era ser querido o admirado, sino hacer en todo tiempo y ocasión su
+voluntad. Además, podría tener todos los defectos que quisieran sus
+enemigos, pero nadie le conoció jamás sombra de inclinación hacia el
+sexo débil. Despreciaba a las mujeres positivamente: creía que ninguna
+era capaz de decir ni hacer cosa con sentido común. En su carácter viril
+parecía haber encarnado el espíritu romano, que negaba a la mujer
+facultad para regirse nunca por sí misma.
+
+Ni se crea que D. Miguel se mostraba tampoco obediente con sus
+superiores. Al obispo le costaba un trabajo inmenso entenderse con él.
+Si le mandaba una orden, el cura la archivaba sin darla cumplimiento; si
+giraba una visita, metíase en cama fingiéndose enfermo para no
+recibirle. Había concluido por no hacerle caso y dejarle pasar con la
+suya. No confesaba en Peñascosa sino a media docena de veteranos de la
+guerra civil. Los demás feligreses se repartían entre los capellanes
+adscritos a la parroquia: las cuatro quintas partes de las damas
+confiaban el fardo de sus flaquezas al irresistible D. Narciso. D.
+Miguel no sentía el menor desabrimiento por esta preferencia. Y sin
+embargo, el corto número de sus penitentes aseguraba que era un confesor
+prudente, discreto y delicado en sus preguntas.
+
+Terminó la lectura del Evangelio y pudo darse la satisfacción de
+contemplar un rato con persistencia los movimientos de Lorito. ¿Por qué
+estaba este pillo tan distraído mirando a la tribuna arrobado en la
+audición de las melodías del órgano, cuando no hacía dos segundos que le
+había visto meterse en el bolsillo media libra de cera por lo menos? Por
+el alma del párroco cruzaron pensamientos de muerte y exterminio. Tuvo
+fuerzas, no obstante, para contenerse. La misa continuó. El presbítero
+novel elevó la sagrada Hostia con manos temblorosas, en medio de un
+murmullo de fervor y adoración. El órgano, soltando en _trémolo_ sus
+registros más gangosos, contribuyó poderosamente a hacer más solemne y
+conmovedora la bajada del Hijo de Dios a las manos del hombre. Gil
+sintió estremecerse su cuerpo bajo la impresión. Una alegría inefable
+subió del fondo de su pecho y le apretó suavemente la garganta. Aquel
+favor inmenso, infinito, que su Dios le hacía, y que con tanto anhelo
+había esperado, removió hasta las últimas fibras de su corazón. Sus
+ojos quedaron velados por las lágrimas, y al hincar la rodilla en
+tierra, antes de elevar el cáliz de la pasión, estuvo algunos segundos
+sin poder alzarse y a punto de caer desmayado.
+
+De muy distintas impresiones participaba el jorobado Osuna,
+administrador de Montesinos, en aquel momento. Ya sabemos que se había
+situado lo más cerca posible de D.ª Teodora. Era también un hombre
+místico a su manera; pero en vez de buscar la unión con la Divinidad en
+abstracto, se placía en realizarla de un modo concreto, por mediación de
+las mujeres gordas y frescas. Las mujeres gordas habían constituido su
+pasión dominante desde los felices días de la adolescencia. Dios sólo
+sabe el peso de las que Osuna amó desde este tiempo hasta los sesenta y
+cuatro años que ahora tiene. En Peñascosa el número era limitado; por
+eso de vez en cuando hacía excursiones a la capital para recoger del
+cieno de la prostitución alguna desdichada que traía y guardaba, durante
+quince días o un mes, en alguna cámara oscura del cuarto bajo de su
+casa. Teníala allí como una fiera enjaulada, encargándose él mismo de
+llevarla el alimento y proveer a todas sus necesidades corporales. Al
+cabo de este tiempo la soltaba, y vuelta a comenzar con otra. Toda la
+villa conocía estas flaquezas de su temperamento. Contábanse de él en
+las tertulias de hombres muchísimas anécdotas, graciosas unas y sucias
+otras, que hacían reír a los pacíficos habitantes en las largas,
+lluviosas noches de invierno. No se violentaba para ocultar los excesos
+de su viciosa naturaleza. La mayor parte de estas anécdotas él mismo las
+había referido: gozaba hablando de sus obscenidades. Los vecinos le
+despreciaban y le temían al mismo tiempo. Se le tenía por un ser
+extraño, misterioso, mal intencionado. Ocupaba un puesto desde el cual
+podía hacer daño a mucha gente. Era administrador de Montesinos, el
+propietario más rico de Peñascosa, y habitaba una de las alas del
+inmenso palacio o caserón que éste poseía. Estaba viudo de tres mujeres,
+con una hija que ya conocemos de nombre. Era excesivamente pequeño, con
+una gran corcova a la espalda, color macilento, mejillas pendientes y
+flácidas, ojos sin brillo y asustados siempre. Percibíase un leve
+temblor en sus manos, como sucede con frecuencia a los hombres gastados
+por la sensualidad.
+
+D.ª Teodora había cambiado de sitio ya varias veces: corriose hacia
+adelante, se fue después hacia un lado; todo inútilmente. Donde quiera
+que iba, sentía los pies de Osuna entre las enaguas. Y al sentirlos, una
+ola de rubor encendía sus frescas mejillas, se estremecía como una
+zagala de catorce años. En ninguna mujer se conservó nunca más delicado
+y vidrioso el pudor virginal. Algunas conversaciones, hoy corrientes, la
+ofendían: no se podía aludir en su presencia ni directa ni
+indirectamente a ciertos asuntos escabrosos. No decía nada, porque era
+la prudencia personificada y de tímido natural; pero se la veía
+ruborizada, inquieta, con ganas de retirarse. Tan limpia y tan pulcra
+era de cuerpo como de alma. Le gustaba vestir con elegancia y cuidaba
+con refinamientos, no usados en Peñascosa, de su persona. Los que la
+conocieron de niña, decían que no había sido bonita, sino pasable, y que
+ahora, con sus cabellos blancos, sus carnes frescas y mejillas
+sonrosadas, estaba más guapa que nunca, ¿Por qué se había quedado
+soltera D.ª Teodora, poseyendo una figura agradable y un regular caudal?
+Se decía que sostuvo amores muy finos y románticos con un teniente de
+Arapiles que pereció en la acción de Ramales. La víspera de la batalla
+se había despedido de ella, por medio de una carta escrita sobre un
+tambor: el corazón le decía que al día siguiente «una bala traidora
+cortaría el hilo de su existencia, pero que moriría con el nombre de
+Teodora en los labios.» Ésta conservaba la carta como preciosa reliquia
+y guardaba asimismo fiel su corazón a la memoria del valeroso y
+romántico teniente. Sin embargo, hacía muchos años que tenía un galán
+asiduo. D. Juan Casanova, aquel hidalgo de rostro aguileño y majestuoso
+de que hemos hablado, iba a su casa indefectiblemente todas las noches,
+de ocho a once. Esto bastaba para que en la villa se creyese, no que era
+su amante, que nadie dudaba de la castidad de D.ª Teodora, sino su
+enamorado platónico, y que más tarde o más temprano concluiría por
+casarse con ella. Tal fausto acontecimiento se estuvo esperando veinte
+años en Peñascosa. A la hora presente ya se dudaba bastante de que se
+realizase. Los futuros se iban haciendo demasiado viejos, sobre todo D.
+Juan, a quien costaba esfuerzos sobrehumanos subir a la casa, por el
+maldito reuma de las rodillas. Cada día que pasaba eran, pues, menos
+aptos para el cumplimiento de los sagrados fines del matrimonio. Además,
+últimamente, cierto suceso de que más adelante haremos mención turbó un
+poco las tranquilas y afectuosas relaciones del avellanado hidalgo y de
+la fresca jamona.
+
+Cuando el diácono cantó el _Ite, misa est_, aquella dio un suspiro de
+consuelo y se dispuso a levantarse y huir de los indecorosos pies que la
+perseguían. Pero era negocio más arduo de lo que se imaginaba. La
+iglesia estaba tan atestada de fieles que nadie podía revolverse. Todos
+pretendían besar las manos del nuevo sacerdote, o al menos presenciar la
+curiosa y tierna ceremonia. Bajó éste una escalera del altar y quedó
+inmóvil y de pie frente a la muchedumbre, derramando por ella una mirada
+vaga y sonriente. Hubo un fuerte murmullo que casi se convirtió en
+gritería, cuando D. Narciso empujó suavemente a la madrina para que
+tributase la primera su homenaje al oficiante. D.ª Eloisa hincó las
+rodillas delante de su ahijado y le besó las manos con visible emoción.
+Cuando se levantó, corrían algunas lágrimas por sus mejillas. Después
+tomó un frasco de agua perfumada, dio otro a D.ª Rita, y colocadas ambas
+a derecha e izquierda del presbítero, comenzaron a rociar a los que se
+acercaban a besarle las manos. Uno a uno, empujándose con prisa, fueron
+la mayor parte de los fieles rindiéndole este homenaje. Los hombres le
+besaban en la palma, las mujeres en el dorso, según estaba prevenido.
+Éstas se mostraban conmovidas, gozosas, riendo cuando D.ª Rita o D.ª
+Eloisa les arrojaban al rostro algunas gotas de colonia: después se
+retiraban para dejar paso a las otras; y de lejos seguían contemplando
+con afectuoso interés la faz pálida y delicada del sacerdote. Sonaba en
+la iglesia rumor alegre. El roce de las enaguas, el cuchicheo y las
+risas contenidas de las damas, producían un zumbido de colmena. El
+tañido de las campanas que el sacristán y algunos chicuelos repicaban
+alto en la torre, entraba vivo y gozoso por las ventanas. También
+penetraban algunos rayos de sol que se desparramaban por los altares,
+haciendo llamear sus dorados metales. Pero si en el camino tropezaban
+con alguna linda cabeza blonda, de las que tanto abundan entre las
+artesanas de Peñascosa, no tenían inconveniente alguno en detenerse a
+darla un beso de admiración.
+
+Gil estaba fuertemente conmovido; el corazón le saltaba dentro del
+pecho. Sentía impulsos de romper en sollozos: procuraba, no obstante,
+con esfuerzo reprimirse, y esto le causaba malestar. Aquellas muestras
+de veneración, aunque representaban una ceremonia usual, le
+avergonzaban. Al ver arrodillados a sus pies a todos los próceres y
+damas de la villa, que tanto respeto le habían infundido siempre,
+experimentaba confusión y desasosiego. Sus labios estaban contraídos por
+una sonrisa que revelaba más inquietud que placer. D.ª Eloisa y D.ª Rita
+consumieron varios frascos de esencia, haciendo copiosas aspersiones,
+sobre todo a sus amigas, a quienes bañaban el rostro en medio de una
+algazara, que no por ser reprimida, era menos sabrosa. Poco a poco la
+religiosa solemnidad se iba trasformando en una fiesta de carácter
+íntimo y familiar. Las amigas de la madrina y de las damas protectoras
+del joven presbítero se habían ido quedando detrás, formando en torno
+suyo un grupo pintoresco, mientras el resto de la gente desfilaba por
+las dos puertas de la iglesia. Un rayo de sol vino a dar sobre el
+preste: las ricas vestiduras de tisú de oro despidieron vivos destellos;
+su hermosa cabeza rubia semejaba la de un querubín. Las damas le
+contemplaban extasiadas.
+
+El párroco y D. Narciso, asistentes de la misa, se habían retirado para
+despojarse de sus ornamentos. No tardó el primero en volver provisto de
+sotana y bonete, debajo del cual se agitaban algunos pensamientos
+siniestros. La conducta de Lorito en lo concerniente a las babas de los
+cirios le había puesto pensativo y sombrío. Hacía ya algún tiempo que
+este joven personaje disfrutaba el privilegio de desazonarle. En una
+ocasión supo que se había encaramado sobre el tejado de la iglesia para
+apoderarse de algunos nidos de gorrión; en otra sospechó que le había
+robado las uvas que tenía la parra del corredor de la rectoral. Y aunque
+ya había procurado tranquilizar su espíritu por medio de algunos
+adecuados puntapiés, todavía lo sentía agitado y triste cada vez que el
+hijo de la Pepaina se ofrecía a su vista.
+
+Sin preocuparse poco ni mucho de la conmovedora ceremonia que se estaba
+realizando en el presbiterio, D. Miguel recorrió la iglesia a paso
+lento, escudriñando todos los rincones. Las personas que aún quedaban en
+el templo le abrían paso con más miedo que respeto. Penetró en todas
+las capillas y examinó minuciosamente el estado de los cirios que ardían
+en los altares. Alguna huella debió de reconocer en ellos del paso del
+vándalo, porque su rostro se fue encapotando cada vez más. Ya no fue un
+reconocimiento, sino una verdadera caza la que emprendió al través de
+todas las capillas. En la última de la izquierda, donde está la pila
+bautismal, olfateó al fin la pieza. Marchó con precaución, y asomando su
+enérgica nariz aguileña, pudo al fin columbrar la roma y barnizada de
+mocos del granuja, que en compañía de uno de sus más fieles discípulos
+se ocupaba en hacer crecer la inmensa bola de cera que había extraído de
+las velas. El párroco sintió el nervioso temblor de los gatos a la vista
+del ratón: se preparó como ellos rozando el suelo con los pies, y ¡zas!
+de un par de brincos cayó sobre los bárbaros. Pero Lorito no era un
+vándalo vulgar de los que se dejan atrapar como un ratoncillo inocente.
+Sin ver a D. Miguel sintió su hálito poderoso, y bajándose
+repentinamente al tiempo que aquél llegó a echarle la zarpa, consiguió
+que fallara el golpe y fuera a dar de bruces en el altar. Antes que el
+párroco pudiera revolverse, ya había emprendido la carrera hacia la
+puerta. Fue en vano. D. Miguel se apoderó rápidamente del Cristo de
+bronce que había sobre el altar, y se lo arrojó con tal ímpetu y certera
+puntería que le alcanzó en la cabeza y le hizo venir al suelo soltando
+chorros de sangre.
+
+Al grito del chico y al ruido que produjo su caída acudió la gente; le
+levantaron y le prestaron los primeros socorros, estancándole la sangre
+con telas de araña y poniéndole un pañuelo a guisa de venda. Mientras se
+llevaron a cabo estas operaciones, no dejó de murmurarse, aunque en voz
+baja, de la brutalidad del cura. Éste, perfectamente satisfecho de su
+obra, se retiró majestuosamente a la sacristía, no sin que tuviera
+ocasión antes de administrar dos patadas en el trasero al cómplice, que
+andaba por allí trémulo y abatido con la desgracia de su maestro.
+
+Pero es el caso que el glorioso progenitor de éste, Pepe el de la
+Pepaina, como le llamaban en la población, para distinguirle de los
+otros muchos Pepes que había, pescador de oficio y un bruto muy
+pacífico, que hablaría sobre tres docenas de palabras por semana, al
+contemplar a su hijo en aquel estado, comenzó a vociferar en el atrio de
+la iglesia como un energúmeno. La síntesis de su discurso era que él no
+sentía respeto alguno hacia el estado eclesiástico, y que padecían una
+equivocación lamentable los que se atrevieran a suponer que él, Pepe
+Raya, dejaría de dar al cura, en cuanto pusiese el pie fuera de la
+iglesia, una de babor y otra de estribor, y acaso también una buena
+patada en la popa que se la metiera bajo el agua.
+
+D. Miguel, que desde adentro había creído percibir alguno de los
+extremos de este discurso, se empeñó en salir al atrio por ver su
+demostración; pero se lo impidieron D. Narciso y el sacristán.
+Lleváronle a la sacristía, y allí le tuvieron entretenido hasta que
+desapareció el peligro.
+
+Al salir la gente del templo, el sol nadaba en el espacio azul,
+bañándolo de luz y de alegría. Repicaban las campanas con frenesí
+creciente. Estallaban multitud de cohetes, que impregnaban el aire con
+el humo de la pólvora. Y las olas estallaban también suavemente en los
+peñascos que casi rodean por completo la iglesia de la villa. En aquel
+concierto gozoso de una naturaleza que sonríe pocas veces, sólo se oía
+la nota áspera de bajo profundo que entonaba el marido de la Pepaina.
+
+
+
+
+II
+
+
+Peñascosa está situada en el fondo de una pequeña ensenada del
+Cantábrico. Su caserío se extiende todo él por la orilla del mar, sin
+penetrar más de cien varas en lo interior. Sólo allá en el vértice de la
+angostura hay una plaza medianamente espaciosa, de la cual arranca la
+carretera que conduce a Nieva. La parte de la villa que se extiende a la
+derecha es menos importante y extensa que la de la izquierda. Por esta
+orilla corre la mejor y aun puede decirse la única calle del pueblo. Es
+larga, empinada a trozos, a trozos llana, ancha en algunos parajes y en
+otros estrecha, con ánditos de un lado para los transeúntes. Las casas
+de la derecha tienen todas salida a la mar por medio de escaleras mejor
+o peor labradas, según la importancia del edificio. Termina en el Campo
+de los Desmayos, donde se alza la iglesia, sobre una punta de tierra que
+avanza en el mar. Este campo toma su nombre de algunos sauces que allí
+dejan caer sus ramas sobre toscos bancos de piedra, donde los honrados
+vecinos se sientan a tomar el sol en invierno o a respirar la brisa en
+verano. Es el paraje en que se efectúan todas las fiestas y regocijos
+públicos de la villa, las iluminaciones y verbenas, fuegos de artificio,
+ascensión de globos, música, danza y giraldilla: sirve además de punto
+de reunión para el gremio de mareantes cuando necesitan congregarse y
+tomar algún acuerdo, y de real para la feria y de campo de maniobras
+para los chiquillos de la escuela. No es maravilla que así suceda, dada
+la particular estructura de la población, donde fuera de la plaza, no
+hay ningún otro espacio abierto y cómodo más que éste.
+
+El muelle es un espolón de piedra que arranca de la calle mencionada
+hacia su promedio y avanza poco más de cien varas por el mar. Bajase a
+él por una rampa suave donde hay media docena de tabernas por lo menos y
+dos cafetuchos, el de la _Marina_ y el _Imperial_. Unas y otros hierven
+de gente a todas horas, pero muy especialmente a la del crepúsculo,
+cuando llegan del mar las lanchas pescadoras y termina sus faenas la
+tripulación de los pataches y quechemarines anclados. Éstos son los
+únicos buques que llegan hasta Peñascosa. Hay, no obstante, un vapor que
+surca de vez en cuando las aguas de la ensenada y osa acercarse al
+muelle. Es un remolcador de Sarrió llamado _Gaviota_: sus largos
+quejumbrosos silbos estremecen al vecindario de orgullo. Porque en lo
+tocante a amar a su pueblo y despreciar a los demás de la tierra, nadie
+ha ganado jamás a los _peñascos_, ni los romanos siquiera. No hay
+peñasco que no esté plenamente convencido de que su puerto es el más
+favorecido por la naturaleza en toda la costa española: si no tiene la
+importancia comercial de Barcelona, Málaga o Bilbao, consiste en que
+nadie se ha ocupado en proporcionársela por medio de obras adecuadas.
+Hacia Sarrió, villa que quintuplica su población y que ha adquirido gran
+importancia en los últimos años, sienten un odio y un desprecio
+inveterados. Cuando ven los vapores cruzar por delante de la «abrigada,
+tranquila y segura ensenada» de Peñascosa y meterse en el «sucio y
+peligroso fondeadero» de Sarrió, todo buen peñasco siente latir su pecho
+con indignación, como el que ha sido víctima de un robo mira cruzar en
+coche a su estafador. Hay que oírles hablar de las cualidades del puerto
+de Sarrió, sobre todo cuando les escucha un forastero. Principia a
+dibujarse en sus labios una sonrisa levemente irónica y despreciativa
+que poco a poco se va acentuando hasta trasformarse en sonora, homérica
+carcajada cuando llegan a aquello de: «Los cangrejos están muy
+satisfechos todos de la boca de Sarrió. Dicen que entran y salen sin
+peligro alguno.» Si alguna vez las lanchas pescadoras de este puerto se
+ven precisadas a arribar a Peñascosa a causa del temporal, ¡con qué
+protección tan humillante los reciben los indígenas! Y cuando por sus
+negocios van éstos a la aborrecida villa, están allá inquietos,
+nerviosos: el tráfago y los ruidos del muelle les suena dolorosamente en
+el corazón: llegan a su pueblo con el estómago sucio y excitados,
+narrando los mil disgustos que la envidia de los sarrienses les ha
+causado. Llevan cuenta exactísima de todos los siniestros ocurridos en
+la barra de su rival y no se cansan jamás de compadecer a los pobres
+buques extranjeros a quienes la suerte impía conduce a un puerto tan
+inhospitalario.
+
+No sólo en el calado, en el abrigo, en la seguridad del puerto, cifran
+su orgullo los peñascos. Poseen además otra porción de ventajas
+naturales verdaderamente inapreciables. Existe en las afueras de la
+villa una fuente de agua ferruginosa que es admiración de propios y
+extraños, sobre todo de propios. Los extraños consideran que si el agua
+no viniese unida a tantos cuerpos heterogéneos, se bebería con más
+facilidad y produciría los mismos resultados. Y verdaderamente nosotros
+también nos inclinamos a pensar que su virtud saludable no se acrecienta
+con que los chicos del barrio orinen en ella y a veces se desahoguen de
+otro modo aún menos diplomático. Por influencia del clima, críanse en
+Peñascosa los mejores cerdos del orbe, con lo cual está dicho que en
+ningún país del extranjero saben lo que es comer jamón mas que en éste
+afortunado pueblo. Dicho se está igualmente que, si los cerdos de
+Peñascosa son los mejores del mundo, las castañas con que se crían estos
+cerdos son las más gordas, las más suaves y nutritivas. El mar de
+Peñascosa tampoco es igual al de otros puertos: sobre todo con el de
+Sarrió no guarda parecido alguno. Hay personas que, sin saber por qué,
+se van debilitando paulatinamente en este pueblo, pierden el apetito y
+el humor: pues bien, hasta que van a tomar los baños de mar en Peñascosa
+no se ponen buenas. Los de Sarrió no producen efecto alguno medicinal:
+al contrario, todo el que se bañe allí se expone a erupciones, catarros,
+reuma y otros desarreglos tristísimos. Por la parte de Oeste, o mejor
+dicho Noroeste, la villa está resguardada de los vientos más vivos y
+constantes. El clima es, por lo tanto, suave y benigno: las epidemias no
+prosperan. Los peñascos hacen saber con orgullo que, mientras en el
+último cólera murieron en Sarrió trescientas doce personas, en Peñascosa
+sólo murieron sesenta y una, y de éstas por lo menos treinta bajaron a
+la tumba por descuidos lamentables que las familias respectivas debieron
+evitar, aunque no fuese más que por el crédito de la villa. Inútil es
+hablar del pescado que se coge en este privilegiado puerto. En cien
+leguas a la redonda, nadie ignora que ni la sardina, ni la merluza, ni
+el congrio, ni el besugo admiten comparación con los de Sarrió. Como el
+caso parece extraño habiendo tan poca distancia de un pueblo a otro, los
+de Peñascosa lo explican por los mejores pastos que sus peces tienen. En
+suma, nosotros no conocemos otro pueblo más agradecido al Supremo
+Hacedor por las condiciones topográficas, hidrográficas y climatológicas
+con que le plugo favorecerle.
+
+Respecto a las etnográficas, la mayor ventaja que hemos podido apreciar
+es la hermosura y gallardía de las mujeres. Son altas, macizas, de tez
+sonrosada y ojos negros; la voz es dulce, sonora y hablan con un dejo
+musical muy característico: parece que recitan al piano. No presumen de
+bellas y lo son. En cambio se vanaglorian de cantar mejor que las de
+ningún otro pueblo de la provincia, y no es así. Cierto que, como
+acabamos de indicar, hay entre ellas muchas voces gratas y extensas;
+pero el oído y sobre todo el gusto no corresponden a la voz. Repicotean
+de tal modo lo que cantan que no lo conoce nadie, ni el mismo autor que
+lo creó. En verdad que las peñascas abusan de las _fermatas_ y
+_fiorituras_ que las muchachas de Sarrió, sin tener tan buena voz,
+cantan con mejor gusto y afinación. Silencio acerca de este particular,
+porque si alguien lo dice en Peñascosa, le sacan los ojos.
+
+Igualmente tienen metido las jóvenes peñascas en la cabeza (digamos en
+la hermosa cabeza, que no hay mentira en ello) que poseen especialísima
+aptitud para componer coplas oportunas o de circunstancias. Las componen
+generalmente sobre canciones populares que sirven para bailar en las
+romerías. Que se inaugura el edificio de las escuelas, copla al canto;
+que llegó el diputado del distrito a tomar baños, serenata y coplas; que
+D. José el Estanquero monta un servicio de _ómnibus_ a la capital,
+coplita laudatoria a D. José el Estanquero. Pero donde brilla
+principalmente el estro de las jóvenes artesanas es en las coplas
+satíricas: no necesitamos añadir que el blanco preferente de sus sátiras
+es el mezquino, peligroso y sucio puerto de Sarrió. No suelen estar bien
+medidas las coplas; tampoco se ve en muchas de ellas el aguijón. ¡Qué
+importa! Las peñascas las cantan con un fuego y un retintín que
+desespera a las jóvenes de Sarrió y les hace enfermar de ira.
+
+Los hombres suelen ser como en todas partes, más feos que hermosos, más
+tontos que graciosos, más groseros que corteses, más vulgares que
+originales. Sin embargo, hay en casi todos ellos un rescoldo de
+imaginación que, si no les sirve para escribir novelas, les hace más
+noveleros y curiosos que a los del resto de la provincia. Cualquier
+acontecimiento insignificante adquiere proporciones grandiosas en
+Peñascosa. El pueblo se conmueve hondamente cada vez que arriba cierto
+bergantín-goleta trayendo tabla de pino rojo del Norte para D. Romualdo,
+y acude todo a presenciar la descarga. Un prestidigitador vulgar produce
+extraordinaria agitación y ocasiona largas y violentas disputas en el
+casino, en los cafés, en las tertulias de las tiendas, y encauza el
+gusto y la fantasía de los peñascos por distintos derroteros. Llegó en
+cierta ocasión un magnetizador que dio algunas sesiones en el teatro
+(llamémoslo así). Durante seis meses los peñascos no se ocuparon apenas
+en otra cosa que en magnetizarse los unos a los otros. En ninguna
+tertulia se entraba que no se tropezase con alguna señorita dormida
+mientras un joven indígena, en actitud de espantarle las moscas, le
+arrojaba puñados de fluido a la cara: todo era _mediums_ y espíritus, y
+veladores giratorios: algunos honrados vecinos quisieron volverse
+locos: uno de ellos salió de noche pidiendo confesión a gritos porque
+había hablado con cierto pariente difunto. Después llegó un frenólogo.
+Los peñascos se dedicaron otra temporada a palparse la cabeza y hacer
+vaticinios sobre el destino reservado a los niños. Los cuadros
+disolventes de algún saltimbanqui engendraban la afición a las linternas
+mágicas, y las compañías dramáticas que por casualidad llegaban hasta
+allí, verdaderas cuadrillas de facinerosos, despertaban extrañas
+aptitudes para el arte escénico en muchos vecinos que hasta entonces
+jamás las habían revelado. Un náufrago austriaco les infundió el amor a
+la filología; dio unas cuantas lecciones de alemán y ruso a varias
+personas caracterizadas de la localidad, y al cabo de dos meses se
+escapó con seis mil reales de D. José el Estanquero, dos mil de D.
+Remigio Flórez y algunas pesetas más de otros caballeros. No se habló de
+otra cosa en un par de meses.
+
+Hay en Peñascosa un casino suscrito a cinco periódicos de Madrid y a uno
+de Lancia. _El Faro de Sarrió_, que les enviaban gratuitamente, fue
+devuelto a su destino a propuesta de varios socios dignísimos cuando
+este periódico propuso (¡qué asco!) la construcción de un gran puerto de
+refugio en Sarrió. Existe además una sociedad de recreo, de la cual es
+alma y vida D. Gaspar de Silva, un poeta de la localidad que tiene
+escritas más obras dramáticas que Shakspeare. Púsole por nombre el
+_Ágora_, en consonancia con sus aficiones clásicas. Es el templo del
+arte. Allí se representan las piezas de D. Gaspar por los jóvenes
+aficionados y se leen sus poesías líricas, en medio de las lágrimas y
+los aplausos de las señoritas de la localidad, adivínanse charadas y
+logogrifos, se cantan _mandolinatas_ y _stornellos_ en un italiano
+estupendo y se juega de mil modos ingeniosos. Verdaderamente el Ágora de
+Peñascosa recuerda, más que la asamblea griega que le ha dado nombre, la
+tertulia de la reina de Navarra, aquella gozosa y poética reunión de
+hermosas damas y caballeros, donde rebosaba el ingenio y de la cual
+tanta gallarda invención ha salido. No llevaremos, sin embargo, nuestro
+afán de similitudes hasta comparar a D. Gaspar con Margarita de Valois.
+Cada cual en su género deben considerarse como seres privilegiados; mas
+pertenecen a géneros diferentes.
+
+D. Gaspar era un hombre alto, seco, con el rostro lleno de manchas
+coloradas que delataban su juventud borrascosa, el pelo ralo, la barba,
+que gastaba al uso de Espronceda, Larra y los literatos del treinta al
+cuarenta, entrecana y erizada, las manos y los pies descomunales, tan
+apretados por los callos estos últimos que el poeta andaba apoyado
+siempre en una muleta y doblado fuertemente por el espinazo. A pesar de
+esta circunstancia, no puede negarse que era un hombre notabilísimo, y
+con razón se vanagloriaba Peñascosa de haber sido su cuna y guardarle en
+su seno. No se limitó jamás, como la mayoría de los literatos, a
+cultivar un género con mejor o peor fortuna. Escribió poemas épicos,
+poesías líricas de todas clases, amorosas, satíricas, filosóficas,
+didascálicas; fue novelista y autor dramático. Las tres cuartas partes
+de sus obras permanecen manuscritas; pero bastan las impresas (a
+expensas de un primo hermano que el poeta tiene en Puerto Rico) para
+dejar de él imperecedera memoria. Por lo menos, los que hemos tenido la
+dicha de conocerle personalmente, es seguro que no lo olvidaremos
+mientras nos dure la existencia. Silva era un poeta que guardaba más
+semejanza con los vates antiguos que con los modernos. Como Shakspeare,
+como Molière y Lope de Rueda, él mismo representaba sus obras en la
+escena, reservándose los papeles de característico, a causa de la
+curvatura del espinazo. En este caso solía sacar una voz engolada y
+tremante que causaba honda emoción en sus convecinos. Los títulos de
+ellas tenían un sello de originalidad que recordaba bastante los del
+inmortal dramaturgo inglés. Entre otros títulos extraños,
+originalísimos, recordamos los siguientes: _No me vengas con belenes,
+que te rompo el esternón_ (comedia en tres actos), _Entre col y col,
+lechuga_ (pieza en un acto), _Y sin embargo se muere_ (drama en tres
+actos), _¿Le gustan o no las rubias?_ (pieza en un acto). Aunque ha
+brillado y brilla en todos los géneros literarios, nosotros pensamos que
+su genio es más dramático que lírico.
+
+No hay más sociedades reglamentadas en Peñascosa. La tertulia de la
+botica, la de D. Martín de las Casas y la de los mosqueteros (esta
+última al aire libre, en el Campo de los Desmayos) son agrupaciones
+libres, sin ideal artístico ni político.
+
+De esta villa insigne por su maravillosa situación geográfica y por el
+talento de sus hijos, blanco de la envidia, no sólo de Sarrió, sino
+también de Santander y Bilbao y todos los demás puertos de la costa
+cantábrica, que en vano han pretendido humillarla; de este pueblo
+generoso, patriota, idealista, fue nombrado teniente párroco el joven
+presbítero protagonista de esta verídica historia. Lo fue por influencia
+o mediación de D. Martín de las Casas y otros próceres. No les costó
+trabajo obtener este nombramiento del obispo, porque Gil se había hecho
+notar extremadamente como alumno aplicado e inteligente en el seminario
+de Lancia. Al mismo tiempo sus costumbres puras y la suavidad y
+mansedumbre de su carácter, acreditadas por todos los profesores, le
+ponían en aptitud de desempeñar cualquier oficio en la iglesia. El
+rector del seminario, varios dignatarios del clero y hasta el mismo
+prelado le insinuaron la idea de quedarse en Lancia y hacer oposición a
+alguna de las prebendas que pudieran vacar en la catedral. Nadie dudaba
+de su pericia para conseguirla. Sin embargo, el nuevo presbítero rechazó
+con humildad la proposición, alegando la insuficiencia de sus estudios,
+que esperaba ampliar con el tiempo, y su excesiva juventud para
+desempeñar cargo de tal importancia, caso de que se lo otorgasen. En el
+fondo de su ser existía también, sin que él mismo se diera cuenta de
+ello, cierta repugnancia a la vida sociable y regalona de los canónigos.
+
+Gil era un místico. Había tenido la fortuna de tropezar, en el rector
+del seminario, con un hombre de una piedad exaltada, con un orador
+elocuente, apasionado, genial, un verdadero apóstol. Este hombre
+extraordinario, que formaba contraste con el clero prudente y prosaico
+que le rodeaba, ejerció influencia decisiva en el espíritu delicado y
+soñador de nuestro héroe, consiguió arrastrarlo en su vuelo,
+comunicándole el fuego que devoraba su alma de asceta. Era medianamente
+instruido, pero hasta su pequeño bagaje de instrucción le pesaba. Sentía
+un respeto idolátrico, que comunicó a su discípulo, hacia la Teología
+por lo que había en ella de misterioso e incomprensible. En cambio
+miraba con indiferencia la Filosofía y despreciaba las ciencias
+naturales. Era, como todos los hombres de fe viva y corazón ardiente,
+enemigo de la razón. Cuando se cree y se ama de veras se apetece el
+absurdo, se despoja el alma con placer de su facultad analítica y la
+deposita a los pies del objeto amado, como Santa Isabel ponía su corona
+ducal a los pies de la imagen de Jesús antes de orar. Era un caso de
+suicidio por ortodoxia mística. Bajo su dirección, el seminario de
+Lancia fue perdiendo el ligero barniz científico que por las últimas
+reformas se le había dado. Seguíanse los cursos de física, de historia
+natural, de matemáticas, de filosofía, pero con tan poco aprovechamiento
+que ningún profesor se atrevía a dejar suspenso a un alumno, por mucho
+que disparatase en el simulacro de examen que se hacía. En cambio
+concedíase importancia decisiva a las prácticas religiosas, a todos los
+ejercicios de piedad. Se pasaba el día orando, meditando. El alumno más
+apreciado no era el que mejor dijese y entendiese las lecciones, sino el
+que supiera pasar más horas de rodillas, o ayunase con más rigor, el más
+silencioso y taciturno.
+
+La mayoría de los colegiales, hijos de labradores y artesanos, cumplía
+con estos deberes sin gran esfuerzo, viendo en ello una manera de
+arribar pronto y sin dificultades al sacerdocio. El estudio les hubiera
+mortificado más. Para Gil, tal género de vida representaba un trabajo
+constante, una lucha consigo mismo. Su inteligencia vigorosa apetecía el
+estudio, su fantasía el movimiento. Con sistemática tenacidad se puso a
+contrariar las expansiones de su naturaleza, dio comienzo al lento
+suicidio que primero había operado su maestro y antes todos los místicos
+del mundo. Penetró en el pensamiento de aquél, participó del ideal
+sombrío de su vida, de su furor de penitencias, de su desprecio de los
+placeres, de los horrores y también de la ciencia del mundo. En esta
+lucha con la carne hay su poesía. De otra suerte, no habría místicos.
+Cuando terminó la carrera era el modelo que se ofrecía a los colegiales.
+Humilde, reservado, grave y dulce a la par, rezador incansable y con la
+nota de _meritissimus_ en todos los cursos.
+
+Ya le tenemos ejerciendo el cargo de teniente párroco en Peñascosa.
+Hubiera preferido marcharse a regentar una parroquia rural. El trato
+mundanal le producía penosa impresión: para él Peñascosa, con su casino,
+sus cafés y tertulias, era un centro de frivolidad, por no decir
+corrupción. Pero Dª Eloisa y sus protectoras se habían empeñado en
+tenerle en el pueblo, y el rector del seminario, su venerado maestro, le
+aconsejó que no desatendiese sus ruegos: si la frivolidad de la villa
+le molestaba, su tarea, en cambio, sería más meritoria y fructífera; las
+almas de los campesinos no necesitan tanto prolijo cuidado. Con la
+emoción y el anhelo de quien pone mano en una obra sacratísima, dio
+comienzo el nuevo presbítero a sus tareas. Levantábase al amanecer y se
+dirigía a la iglesia, donde entraba el primero, antes que el sacristán.
+Sentábase en el confesonario y allí permanecía escuchando a los que se
+acercaban al sagrado tribunal hasta las ocho, hora en que decía su misa.
+Después, aún se sentaba otro rato a confesar, y se iba a casa. Hasta la
+hora de comer, estudio, meditación, rezo. Después otra vez a la iglesia:
+rosario, enseñanza de doctrina, arreglo y aseo del templo. Desde que él
+llegó, éste comenzó a estar limpio y decoroso. Sin reprenderle, logró
+con el ejemplo, echando él mismo mano al plumero y a la escoba, que el
+sacristán cumpliese con su deber. Pero en lo que más se placía su alma
+fervorosa era en acudir prontamente al lado de los moribundos, en
+permanecer clavado junto a su lecho, exhortándoles al arrepentimiento,
+sosteniendo su confianza en Dios hasta que exhalaban el último suspiro.
+Esta era la parte grata de su tarea, la obra verdaderamente divina que
+le dejaba el corazón anegado de dulzura y entusiasmo. ¡Arrancar un alma
+de las garras del demonio! Cuando a la madrugada, después de cerrar los
+ojos a un pobre feligrés, se dirigía a la iglesia transido de frío, rota
+su flaca naturaleza por una noche de vigilia y trabajo, sus ojos se
+posaban en aquel mar siempre colérico, en aquel cielo sombrío, y en vez
+de sentir la tristeza y el dolor de la existencia, su espíritu se
+dilataba por la alegría y acudían a sus ojos lágrimas de reconocimiento.
+Era el gozo sublime de Jesús recorriendo a pie las abrasadas márgenes
+del lago Tiberiade, anunciando el reinado del Padre; era el gozo de San
+Francisco cuando tornaba a la _Porciúncula_ con algún nuevo compañero de
+penitencia; era el del santo rey Fernando al apoderarse de Sevilla; era,
+en suma, el gozo de todos los apóstoles.
+
+Se había ido a vivir con el cura no por gusto, sino porque éste siempre
+lo había tenido en que los tenientes (o excusadores, como allí se les
+llamaba) viviesen a su lado, tal vez para tiranizarlos mejor. La
+rectoral estaba situada no muy lejos de la iglesia, a la entrada misma
+del Campo de los Desmayos. D. Miguel tenía por servidores una ama vieja
+y un criado joven. Los goces espirituales del pobre Gil estaban bien
+compensados con un sinnúmero de contrariedades y molestias que su rudo
+párroco le hizo padecer en seguida. D. Miguel era tan bárbaro en la
+vida privada como en la pública. Su voluntad despótica se dejaba sentir
+en todos los pormenores y en todos los momentos de la existencia. Luego,
+si esta voluntad fuese racional, vaya con Dios; pero la del formidable
+viejo era tan caprichosa como maligna. Se gozaba en contrariar los
+deseos de los que a su alrededor estaban, por mínimos que fuesen. Al ama
+la tenía frita: un día le impedía dormir la siesta, otro día le mataba
+un perrito al cual tomara gran cariño, otro le tiraba los tiestos que
+tenía en el balcón o la obligaba a permanecer en casa en ocasión de
+cualquier gran solemnidad religiosa, o le hacía pagar un desperfecto de
+la vajilla, etc., etc. Al criado le tostaba en parrilla: unas veces le
+mandaba en tarde de romería a cualquier aldea con un recado
+insignificante, para que no se recrease; otras veces le cerraba de noche
+la puerta si llegaba un minuto más tarde de lo convenido y le hacía
+dormir al sereno, o bien le obligaba a quitarse las patillas, o le
+vestía el ropón del monaguillo porque notaba que esto le molestaba
+mucho. Al excusador le crucificaba. Había tenido muchos, y a todos los
+había estudiado silenciosamente durante algunos días para conocer sus
+tendencias y aficiones. Una vez enterado, se ponía con particular
+cuidado a contrariárselas. Al anterior, hombre obeso y amigo de los
+placeres de la mesa, le hizo pasar cada hambre que por milagro no
+feneció; venía el infeliz de decir misa con ansia de tragarse el
+chocolate. ¡Buen chocolate te dé Dios! El cura había mandado previamente
+al ama a algún recado que durase dos horas por lo menos. ¡Qué debilidad,
+qué sudores, qué congojas las del pobre capellán! Si llegaban en sus
+paseos vespertinos a alguna casa donde les invitaban a merendar, el cura
+rehusaba manifestando que ya lo habían hecho en casa. Él no padecía
+porque era extremadamente sobrio, pero a su infeliz compañero se le
+hacía la boca agua.
+
+El estudio de Gil le causó gran sorpresa. Entre los muchos tenientes que
+habían desfilado por su casa no había tropezado con un místico hasta
+ahora. Hubo alguno aficionado al culto y a la oración, pero sin la
+ardiente piedad y el entusiasmo que éste mostraba. El cabecilla de don
+Carlos le miró con una especie de curiosidad burlona, con la compasión
+desdeñosa con que los viejos miran casi siempre las ilusiones y los
+arrebatos de la juventud. Durante algún tiempo le dejó trabajar
+libremente en la viña del Señor; la inocencia y la bondad de Gil
+apagaban sus instintos malignos. Pero al fin éstos no pudieron
+permanecer inactivos, y comenzó a poner obstáculos al apostolado de su
+excusador. Unas veces le quitaba de predicar en determinados días, otras
+le prohibía sentarse tantas horas en el confesonario o le obligaba a
+decir la misa más tarde. Hubo ocasiones en que, haciéndose el distraído,
+llegó a dejarle encerrado en su habitación para que no pudiera decirla a
+ninguna hora.
+
+Nuestro presbítero aceptaba resignado estos vejámenes y los encomendaba
+a Dios, como todos los disgustos y alegrías que experimentaba en esta
+vida. El carácter de D. Miguel le producía repugnancia y terror. Tenía
+el espíritu demasiado inflamado por el amor divino para ver lo que había
+de cómico e interesante en este personaje estrafalario, para
+contemplarlo y estudiarlo con ojos de artista. Aquella violencia, mejor
+aún, aquella ferocidad, turbaba su alma delicada; el poco apego que el
+cura mostraba a los asuntos teológicos o de tejas arriba le indignaba;
+pero sobre todo, la avaricia sórdida de aquel viejo, que estaba con un
+pie en el sepulcro, del ministro de Aquel que dijo: «No queráis tener
+oro, ni plata, ni dinero, ni en vuestros viajes llevéis alforja, dos
+túnicas, ni zapatos, ni báculo,» le causaba repugnancia invencible. El
+párroco de Peñascosa pasaba por hombre rico, y lo era en efecto.
+Cincuenta años regentando una parroquia populosa y viviendo con
+extremada economía, le habían permitido juntar un capital respetable.
+Había comprado muchas tierras, pero se decía que guardaba en casa
+también una gran cantidad en metálico. Y así debía de ser, atento la
+vigilancia que desplegaba, sobre todo de noche. Después que terminaban
+su frugal cena y rezaban un padrenuestro en acción de gracias, D. Miguel
+se levantaba, y tambaleándose un poco, porque el torso era más recio en
+él que las piernas, se dirigía a la cómoda, sacaba de ella un par de
+pistolas enormes de chispa, y con una en cada mano se encaminaba a su
+alcoba, bajo la mirada atónita de Gil. Porque aunque todos los días se
+repetía la escena, nunca dejaba de producirle estupefacción dolorosa.
+¡Un sacerdote con dos pistolas en las manos, en aquellas mismas manos
+que al día siguiente habían de tocar el cuerpo de nuestro Redentor!
+Alguna vez había visto a su maestro el rector del seminario de Lancia en
+la cama. Sobre su mesa de noche había un crucifijo de bronce y unas
+disciplinas ensangrentadas. Al comparar ambos sacerdotes, no sólo sentía
+crecer su admiración hacia este virtuosísimo varón, pero también, a
+despecho suyo, nacía en su espíritu cierto desprecio hacia su párroco.
+
+Esto no obstante, su humildad le obligaba a rechazar este sentimiento y
+a repetirse la frase común a todos los místicos: «Así y todo es mejor
+que yo.» No sólo, pues, le miraba como su superior jerárquico y le
+tributaba todo el respeto debido, sino que hacía esfuerzos por
+representárselo mejor que él moralmente. En el confesonario se le
+ofrecían casos de conciencia complicados, que no entraban en las
+fórmulas de los libros que había estudiado. Viéndose apurado para
+resolverlos, acudía a D. Miguel en demanda de luces; le exponía
+tímidamente el caso pidiéndole consejo. El antiguo cabecilla le
+escuchaba con visible impaciencia y, frunciendo el torvo entrecejo,
+solía contestarle ásperamente:
+
+--Anda adelante y no te detengas en pataratadas.
+
+¡Pataratadas! El cura de Peñascosa calificaba así los extravíos de una
+conciencia, los dolores del remordimiento. El teniente se estremecía y
+hacía lo posible por ahuyentar los pensamientos que en aquel momento
+acudían en tropel a su cerebro. Concluyó por no pedirle consejo alguno,
+y obró cuerdamente. La teología moral de don Miguel era sin duda más
+deficiente que la táctica militar.
+
+Después de recoger el último suspiro de los moribundos, el gozo mayor
+del novel presbítero consistía en sentarse en el confesonario y
+esclarecer la conciencia de sus penitentes y conducirlos por el camino
+de la perfección. Pero este gozo fue decayendo al observar la pequeñez,
+la insignificancia de los sujetos que a su tribunal se acercaban. Casi
+todos eran mujeres: por milagro llegaba un hombre a confesarse. Estas
+mujeres, siempre las mismas y con los mismos pecados, concluyeron por
+aburrirle. Al principio, observando la docilidad con que escuchaban sus
+consejos, la ardiente piedad que mostraban y afición a los sacramentos,
+imaginó que le sería fácil hacerlas cada día mejores, levantarlas hasta
+la santidad o poco menos. Pronto se convenció de que era más difícil
+cambiar la vida de aquellas beatas que la de un pecador empedernido. Le
+causó gran desaliento: comenzó a fastidiarse de aquellas nonadas, de
+aquellas confidencias domésticas insulsas y necias con que las devotas
+sazonan sus confesiones. Y no podía menos de admirar a su compañero el
+P. Narciso, que se pasaba las horas muertas confesándolas con la misma
+afición que el primer día. No sólo las confesaba, sino que, por uno u
+otro motivo, siempre estaba entre ellas: unas veces eran las Flores de
+Mayo, otras la novena de las Hijas de María, otras la congregación de
+San Vicente de Paul, etc. El P. Narciso era, como ya sabemos, el
+director espiritual y el ídolo del sexo femenino de Peñascosa.
+
+Sin embargo, desde la llegada del P. Gil al pueblo, el rebaño había
+experimentado algunas bajas. Varias beatas abandonaron su sotana
+protectora para colocarse bajo la férula del nuevo excusador. Éste no
+tenía la verbosidad y la gracia del P. Narciso, ni se placía en gastar
+bromitas saladas con sus penitentas; pero en cambio poseía una figura
+delicada como la de un querubín, una sonrisa dulce y melancólica y
+modales tan suaves y distinguidos, que compensaban bien las cualidades
+del otro. Algunas señoras así lo entendieron al menos, y se produjo la
+desbandada que acabamos de indicar. Mas lo raro, lo estupendo del caso
+fue que la oveja predilecta del capellán de Sarrió, aquella Obdulia de
+quien murmuraban las jóvenes artesanas el día de misa nueva, abandonó
+también a su pastor, con quien triscaba espiritualmente, al decir de
+aquéllas, en el jardín de Montesinos, y vino humildemente a postrarse a
+los pies del joven presbítero.
+
+Dos meses después de tomar éste posesión de su oficio, se hallaba una
+tarde en el confesonario, rezando por su brevario de bolsillo. En la
+capillita donde acostumbraba a sentarse no había nadie. Dos mujerucas a
+quienes había confesado se habían ido ya. De pronto una figura elevada y
+esbelta tapó a medias la puerta, por donde entraba alguna claridad, no
+mucha. El P. Gil levantó los ojos y reconoció a la hija de Osuna. La
+conocía mucho de vista, aunque jamás había hablado con ella. No ignoraba
+que era penitenta muy asidua del P. Narciso, y aun habían llegado a sus
+oídos ciertos rumores que rechazó, por supuesto, con indignación. Sin
+embargo, aquella joven tan aficionada a la iglesia, tan suelta y
+andariega, no le era simpática. Obdulia tenía la tez pálida,
+extremadamente pálida, donde brillaban unos ojos negros grandes y
+hermosos como pocos. Sus cabellos eran negros también y abundantes, su
+talle delgadísimo. Todo en su persona indicaba un temperamento
+enfermizo. No podía llamársela con justicia hermosa, pero sí interesante
+y distinguida. Avanzó lentamente por la capilla. El joven clérigo creyó
+que vendría a hacerle alguna pregunta referente a la comunión general
+del día siguiente. Pero en vez de eso, Obdulia se inclinó hacia él
+tímidamente y le preguntó con voz temblorosa, donde se advertía extraña
+emoción:
+
+--¿Me puede usted confesar?
+
+Quedó sorprendido y descontento. Tardó un instante en responder; al fin
+dijo gravemente con manifiesta sequedad:
+
+--Para eso estoy aquí, para confesar a todo el que lo desee.
+
+La faz pálida de la joven se coloreó fuertemente, sus labios temblaron
+como para dar las gracias; pero no dejaron escapar ningún sonido.
+Arrodillose sobre la tarima contigua al confesonario, oró breves
+instantes y acercó al fin su rostro demacrado a la ventanilla enrejada.
+
+El P. Gil estaba inquieto, muy poco satisfecho de aquella preferencia.
+No que el confesar a una joven mas o menos agraciada le importase nada.
+Era el suyo un temperamento puro, sosegado. La lucha con la carne no le
+había costado nunca grandes fatigas. Las mujeres eran para él seres
+débiles, más necesitadas, por tanto, de protección y consejo: si había
+que vivir siempre prevenido contra ellas, era porque los Santos Padres
+así lo habían establecido, teniendo presente sin duda su frivolidad y su
+naturaleza pecaminosa. El combate formidable que había necesitado
+sostener no era contra la sensualidad, sino contra su espíritu analítico
+lleno de curiosidad, enamorado de la ciencia. Su maestro venerado, el
+rector del seminario, al verle entregado con ardor al estudio de las
+matemáticas, de la física, de la filosofía, le había dado la voz de
+alerta. ¿Por qué estudiar tanto? ¿A qué conducía, en último resultado,
+la ciencia? Lo necesario para salvarse se podía aprender bien en un día,
+en una hora, en un minuto. Lo importante no es saber, sino orar y
+trabajar. El hombre virtuoso es el más sabio, porque conoce el camino
+para llegar a Dios y lo sigue. Estas verdades se impusieron pronto a su
+espíritu y le previnieron contra su curiosidad científica y le
+impulsaron a sofocarla. Alentado por los consejos y por el ejemplo de su
+maestro, había matado la sed de conocimientos con el refresco de la
+oración y la penitencia. Logró, como él, amar lo inexplicable, lo
+absurdo, porque esto satisface mejor los anhelos de un alma enamorada.
+
+Pero aunque la mujer no había sido para él jamás un peligro, guardaba en
+el fondo de su ser hacia ella ese rencoroso desprecio que caracteriza a
+todos los místicos, no por la influencia que sobre ellos puede ejercer,
+sino por la funesta que despliega sobre otras pobres almas. En esta
+ocasión los dichos que sobre aquella joven corrían, su fama de
+caprichosa, estrambótica, despertaban en él cierto sentimiento de
+hostilidad que se tradujo en una reprensión tan dulce en la forma como
+severa en el fondo cuando la joven le dijo que no había tenido motivo
+para variar de confesor.
+
+--No he hallado nada en él de malo... Solamente que pienso que no acaba
+de entenderme--concluyó por manifestar, viéndose apretada.
+
+--Todo ministro del Señor--repuso ásperamente el P. Gil--entiende lo que
+es pecado, y esto basta.
+
+Pero la confesión que siguió, larga, sincera, fervorosa, regada más de
+una vez por las lágrimas, hizo cambiar la disposición del clérigo.
+Comprendió que no se las había con un alma vulgar, con una mujerzuela
+frívola, sino con una cristiana de corazón entusiasta como el suyo,
+tocada del amor divino y ansiosa de perfección. Había sin duda bastante
+incoherencia en sus frases, relataba pormenores ridículos y hasta necios
+e indignos en ocasiones, pero en otras se mostraba grande y fuerte,
+pisoteando sus pasiones y lanzando su vuelo hacia la luz y la verdad.
+Hubo momentos en que su novel confesor pensaba estar escrutando el alma
+de una santa; hasta tal punto semejaban los ímpetus, los anhelos
+místicos de aquella joven a lo que tenía leído en la vida de Santa
+Teresa, Santa Catalina de Sena y otras gloriosas madres de la Iglesia.
+El relato de las penitencias con que se mortificaba le impresionó
+vivamente y le hizo formar de ella un concepto elevado.
+
+Sin darse cuenta de ello, Obdulia vino a hacer en aquella tarde una
+confesión general. Al comunicar al nuevo confesor las flaquezas de su
+temperamento, los movimientos pecaminosos de su alma, su vida entera le
+acudió a la memoria: ¡una vida bien triste por cierto! Era hija de la
+primera esposa que su padre había tenido: no había conocido a su madre.
+Su padre había casado otras dos veces, pero no habían durado mucho sus
+madrastras. Decíase en el pueblo que el lúbrico jorobado mataba a sus
+mujeres a cosquillas. Esta especie monstruosa, que halagaba la
+imaginación del vulgo, se la metían por el oído a Obdulia sus compañeras
+de colegio para hacerle rabiar. ¡Oh, cuánto había sufrido escuchándolas
+y observando el desprecio mezclado de terror que su padre inspiraba!
+Éste era para ella cariñoso e indulgente. La pobre no comprendía la
+razón de tal desprecio, a no ser por la joroba que la naturaleza le
+había dado. Parecíale, como es natural, enorme injusticia. ¿Tenía él por
+ventura la culpa de no haber nacido derecho como los demás? Todavía
+recordaba con lágrimas la noche en que algunos jóvenes ebrios le ataron
+con una faja y le zambulleron en el mar repetidas veces entre bromas y
+risotadas. ¡Pobre padre! ¡En qué estado de cólera y miseria llegó a
+casa! Lo que no supo la niña fue que estos jóvenes le habían sorprendido
+en un portal oscuro en situación poco decorosa. Se asombraba
+dolorosamente cada vez que notaba el miedo que inspiraba a sus amigas; y
+cuando alguna de éstas, más benévola que las otras, la mostraba
+compasión, irritábase fuertemente sosteniendo con calor que su padre era
+muy bueno y que la quería entrañablemente. Su naturaleza había sido
+siempre pobre y enfermiza: varias veces se temió por su vida. Padeció
+desde la infancia fuertes hemorragias por la nariz, que la dejaban
+desangrada, aniquilada. Estuvo dos años, desde los doce hasta los
+catorce, paralítica de ambas piernas. Su padre la había llevado a varios
+establecimientos balnearios sin resultado: hasta que un día, sin saber
+cómo ni por qué, echó a andar repentinamente. Otros muchos desórdenes
+experimentó su organismo, sobre todo en el período de la adolescencia;
+pero el más señalado, o por lo menos el que más llamó la atención de la
+gente y el que salía a relucir siempre que se hablaba de ella en la
+villa, fue una aberración del apetito que la impulsaba a comer la cal de
+las paredes. En vano se hicieron esfuerzos por su padre y maestras para
+arrancarle este vicio; en vano se la castigaba, se la recluía, se le
+ataban las manos. Al menor descuido, ya estaba descascarillando la pared
+y haciendo en ella agujeros profundos.
+
+Ésta y otras aberraciones desaparecieron al hacerse mujer. Tuvo un
+período, desde los diez y seis hasta los veinte años, en que su salud se
+fortaleció notablemente, en que se hizo una joven gallarda y bien
+parecida. Pronto se secó aquella flor, no obstante. Su salud quebrantose
+de nuevo, y aunque no se repitieron los extraños desórdenes pasados,
+comenzó a decaer visiblemente, a sentir frecuentes indisposiciones. Los
+amigos y su mismo padre atribuían estas dolencias a sus largas oraciones
+y penitencias. Le había acometido una afición desmedida a las prácticas
+piadosas, a frecuentar los sacramentos y a permanecer horas y horas en
+la iglesia. A pesar de las advertencias de todos y de los ruegos de su
+padre, nunca quiso refrenar su piedad; antes iba cada día en aumento. La
+influencia de D. Narciso quizá tuviera buena parte en ello.
+
+Había llegado Obdulia a los veintiocho años sin que hubiera tenido más
+que unos amores, cuando contaba diez y siete. Fue novia de un mancebo de
+Lancia que pasaba en Peñascosa largas temporadas en casa de unos amigos.
+Llegaron estos amores a formalizarse. Se habló de boda, se hizo ropa la
+novia, se fijó la época. De repente llega el padre del muchacho de la
+isla de Cuba, y una noche lo empaqueta en la diligencia y se lo lleva,
+no se sabe adónde. Después de este aborto de matrimonio, nada. El
+carácter de Obdulia, ordinariamente alegre, se hizo desde entonces
+melancólico y reservado. Sin duda el amor divino fue para ella un
+consuelo en este fracaso del amor humano. Su carácter experimentó al
+mismo tiempo una exaltación extraña. Antes, cualquier censura la echaba
+a risa y no le impresionaba; ahora, la observación más delicada la
+conmovía fuertemente, le hacía derramar copiosas lágrimas. Su amor
+propio se había hecho tan nervioso, tan excitable, que el más ligero
+choque con él sentíalo como una profunda puñalada. Su conciencia la
+acusaba continuamente de orgullo. Sostenía contra sí misma una lucha
+cruel, y no lograba calmar aquella singular irritabilidad.
+
+El P. Gil sondeó aquel día y los sucesivos (porque Obdulia se confesaba
+a menudo) con profunda emoción un espíritu verdaderamente piadoso, al
+cual su lucha consigo mismo hacía aún más interesante. Era una de esas
+almas que sólo había visto descritas en los libros místicos. Su inefable
+dulzura, la sumisión con que recibía los consejos y advertencias, le
+sedujo y le inquietó al mismo tiempo: le inquietó porque desconfiaba
+mucho de si mismo, temía no acertar a comprender los anhelos ardientes,
+las reconditeces sublimes de un ser superior a todos los que hasta
+entonces había conocido. Comenzó a prestar intensa atención a las
+extrañas confidencias de la joven, a sus escrúpulos, a sus alegrías y
+terrores, a sus visiones, porque las tenía de vez en cuando. Y ya no le
+sorprendió que los demás confesores no la hubiesen comprendido.
+Recordaba lo que le sucediera a Santa Teresa, y se propuso con el
+ejemplo no despreciar por ridículas ciertas menudencias, señales de una
+conciencia siempre alerta, ni considerar como deslumbramientos y
+trampantojos los que muy bien podrían ser favores reales del Cielo.
+
+Lo que más le impresionó en la piedad de su nueva penitenta fue el afán
+de mortificarse. Trataba a su cuerpo sin compasión, un cuerpo delicado
+como el tallo de una flor. Varias veces durante la noche levantábase a
+orar; al amanecer, en los días más húmedos y fríos del año, salía de
+casa para ir a la iglesia, donde pasaba algunas horas de rodillas;
+ayunaba con un rigor que no había visto ni en su ascético maestro del
+seminario, abstinencias prolongadas, terribles, que parecían imposibles
+de resistir; gastaba cilicios en las piernas y los brazos, y se
+disciplinaba los viernes y en las vísperas de las fiestas señaladas.
+Este desapego de la carne, este odio de la bestia nunca lo había sentido
+el joven sacerdote. En vano se lo había querido inculcar su director
+espiritual, en vano había trabajado toda su vida por adquirirlo. Todo
+fue inútil. Las penitencias corporales le dolían, le aterraban de tal
+modo que apenas comenzadas tenía que suspenderlas. Maltrataba a su
+espíritu con gran valor, sofocaba en él toda aspiración, todo deseo que
+le pareciese pecaminoso, lo humillaba siempre que quería; pero temía al
+dolor físico como la más sensible damisela: de ello se acusaba al
+confesor y se dolía en sus largas y fervorosas oraciones. Por eso las
+ásperas penitencias de la joven le causaron una admiración ilimitada.
+
+Todos admiran más aquello que les falta. Nunca se sintió más humillado
+ni dudó tanto de su virtud y su salvación. Y tomándolo como una
+advertencia del Cielo, se propuso intentar nuevamente este camino de
+perfección, por el cual habían andado todos los que verdaderamente
+quieren acercarse a Dios. Alentado por el ejemplo de la piadosa
+doncella, comenzó a maltratar su carne como ella: cada una de sus
+confidencias servíale de ejemplo. Quiso también ayunar rigurosamente,
+quiso también levantarse al primer sueño y pasar una hora en cruz de
+rodillas, quiso gastar cilicio, quiso disciplinarse. Fue un combate
+terrible con su naturaleza pura y tranquila de hombre sin pasiones, que
+no siente por tanto la necesidad de aquietarlas a latigazos.
+
+Su admiración por la virtuosa doncella le impulsó no sólo a tomarla de
+ejemplo, sino también de consejera. Era tan humilde e inocente de
+corazón que se sentía avergonzado teniendo que dirigir y reprender a
+quien en el fondo consideraba como superior. Poco a poco comenzaron las
+mutuas confidencias. El nuevo clérigo, no teniendo en Peñascosa un
+director espiritual acomodado a su educación mística, abrió
+insensiblemente su pecho y comunicó a la joven sus alegrías, sus
+triunfos y sus desmayos en la vía de salud que se había trazado. Fue una
+amistad espiritual, en que no se trataba otro asunto que el del servicio
+de Dios, en que se pasaban largos ratos hablando dulcemente de las cosas
+del Cielo. Ni faltaban tampoco en sus coloquios algunas bromitas
+inocentes que los regocijaban por breves instantes.
+
+--Cuando usted se encuentre en el cielo--decía sonriendo el P. Gil,--muy
+arrellanadita en la silla que le corresponda, ¡qué poco se acordará de
+su pobre confesor, que estará padeciendo en el purgatorio!
+
+--¡No diga eso, padre! Si usted no va derecho al cielo, ¿quién ha de ir?
+
+--¡Oh, no!--respondía con un suspiro el sacerdote.--Usted tiene formado
+de mí un concepto muy equivocado... Yo soy un indigno pecador... Gracias
+infinitas daré a Dios si me lleva al purgatorio, aunque esté allí miles
+de años...
+
+Y lo decía de todo corazón el virtuoso clérigo. Creía de buena fe que,
+porque no le era posible macerarse, no poseía una virtud sólida, y se
+alegraba en el fondo del alma de haber tropezado con un ser que gozaba
+de este privilegio. Acudíale a la memoria frecuentemente el ejemplo del
+P. Gracián, a quien Santa Teresa tanto había ayudado en el camino de la
+perfección con sus virtudes y consejos. Su amor platónico al ascetismo
+le impulsaba a alentar en vez de reprimir prudentemente el de su
+penitenta. Cada mortificación que ésta se infligía y temblando y
+ruborizada venía a relatarle en el confesonario le causaba un gozo
+profundo, le parecía un triunfo sobre el pecado y se forjaba la ilusión
+de que a él le correspondía una parte de la victoria.
+
+Muchas y variadas fueron las que la valerosa doncella consiguió sobre la
+carne en el espacio de pocos meses. Así como los hombres corrompidos
+agotan su imaginación en busca de nuevos placeres, así ella sobresalía
+en la invención de variados tormentos para su delicado cuerpo. La
+aprobación de su confesor, las frases de elogio que a despecho suyo se
+le escapaban de los labios, indudablemente calentaban su fantasía y
+aguijaban sus ímpetus. Un día se pasaba veinticuatro horas sin tomar
+alimento, otro echaba ceniza en el plato que más le gustaba, otro se
+ponía una camisa de lana burda a raíz de la carne, otro se disciplinaba
+hasta saltar la sangre, etc.
+
+Cierta tarde se acercó al confesonario con la faz más radiante, con un
+gozo intenso pintado en sus grandes ojos negros y misteriosos. Acababa
+de lograr un nuevo triunfo sobre el enemigo y ansiaba comunicarlo a su
+confesor. Pero éste, en vez de entretenerse en coloquios místicos como
+otras veces, y de enterarse con afectuoso interés de sus penitencias, de
+sus luchas con la carne, se atuvo severamente a los pecados. Se hallaba
+quizá en un momento de melancolía o de concentración del pensamiento.
+Mantúvose en una actitud reservada, hablando poco, tratándola casi como
+a una desconocida. Esta reserva impresionó a la joven. Hallábase ella
+precisamente en uno de esos momentos de expansión, en que la alegría
+espiritual rebosa del pecho. Pensaba hacer partícipe de ella a su
+virtuoso confesor. Mas hete aquí que a éste le da por callar y abreviar
+la confesión todo lo posible. La joven se levantó al fin triste y sin
+poder reprimir un movimiento de despecho. Dio algunos pasos por la
+capilla, que estaba solitaria. De repente, no pudiendo vencer el deseo
+de hacer saber a su confesor la terrible penitencia que había llevado a
+cabo, se acerca de nuevo al confesonario, no por la ventanilla, sino por
+la puerta.
+
+--Padre--dice con voz temblorosa, ahogada por la emoción,--se me olvidó
+decir que esta noche hice una penitencia que acaso, por excesiva,
+pudiera ser un pecado.
+
+El joven presbítero levantó los ojos sin comprender bien, expresando una
+muda interrogación.
+
+--Me he quemado con una plancha.
+
+El confesor permaneció silencioso, mirándola con ojos distraídos.
+
+--Me he puesto la plancha ardiendo en un brazo...
+
+El mismo silencio. El P. Gil, o estaba pensando en otra cosa, o el
+estupor le había inmovilizado.
+
+Sin duda creyó lo primero Obdulia, porque dijo con cierta viveza:
+
+--Sí, señor, me he hecho en el brazo esta quemadura...
+
+Y al mismo tiempo levantó la manga del vestido y puso al descubierto
+una herida fea y dolorosa que tenía en el antebrazo.
+
+El sacerdote se encendió como una amapola, y volviendo prontamente la
+cabeza, repuso con aspereza mirando a las tablas del confesonario:
+
+--Bueno, bueno... Deje usted... Me parece excesivo, en efecto...
+Absténgase en adelante de hacer tales penitencias sin consultarlas antes
+con su confesor.
+
+
+
+
+III
+
+
+A las ocho de la noche, después de haber cenado con D. Miguel y de
+haberle visto retirarse a la cama en la dulce compañía de sus pistolas
+de chispa, el P. Gil salió de la rectoral con dirección a la casa de su
+protectora D.ª Eloisa Montesinos. Pocas veces iba a la tertulia que ésta
+reunía por las noches. Ni tenía gusto en ello, ni el régimen severo de
+la casa del cura lo consentía. Pero su protectora se había quejado del
+abandono; hasta le pareció que estaba más fría con él. Temeroso de ser
+tachado de ingratitud y apesadumbrado realmente, porque profesaba tierno
+y respetuoso cariño a la bondadosa señora, resolviose a ir más a menudo,
+haciéndolo así presente al párroco.
+
+El agua de un fuerte chubasco le azotó el rostro al poner el pie fuera
+de la puerta. Abrió el paraguas, mas a los pocos pasos, el viento que
+soplaba huracanado en el Campo de los Desmayos se lo volvió. En la
+imposibilidad de cerrarlo y sintiéndose empujado violentamente por el
+huracán, el joven excusador se refugió en el negro, enorme portal de
+Montesinos. Nunca pasaba por delante de él sin sentir cierto
+estremecimiento de temor y curiosidad. En aquel sombrío palacio habitaba
+un hombre misterioso de quien se contaban vagamente mil extrañas
+historias, a quien se atribuían además ideas y frases escandalosas
+contra la religión y sus ministros. El joven clérigo apenas le conocía.
+D. Álvaro Montesinos había pasado casi toda su vida en Madrid. Hacía dos
+o tres años solamente que había venido a establecerse a Peñascosa. Vivía
+en un retiro casi absoluto, paseando alguna que otra rara vez por las
+orillas del mar, enteramente solo. El resto de los días lo pasaba
+encerrado en casa, según se decía, leyendo o escribiendo artículos
+impíos. El clero de Peñascosa hablaba de él con cierto desprecio
+rencoroso, del cual había llegado a participar el P. Gil, sin conocerle.
+
+Arregló su paraguas lo mejor que pudo, y como los ímpetus del viento
+hubiesen sosegado un instante, saliose del portal, no sin dirigir una
+mirada de miedo y hostilidad a la gran puerta negra del fondo, en lo
+alto de la cual ardía tristemente una lamparilla de aceite detrás de
+una ventanilla enrejada. Salió del Campo de los Desmayos y, una vez en
+la calle del Cuadrante (que así se llamaba la única grande y poblada de
+Peñascosa), el viento ya no soplaba tan recio y pudo aprovecharse del
+paraguas y llegar a casa de Dª Eloisa, situada en la plaza, sin mojarse
+seriamente. La morada de D. Martín de las Casas era también antigua,
+pero notablemente reformada, mucho más chica que la de su cuñado, con
+todas las comodidades y aditamentos exigidos por las necesidades
+modernas: portal de azulejos con cancela, escalera bien labrada de álamo
+con pasamano charolado, las habitaciones con elegantes frisos y papeles,
+todo muy aseado y pintadito.
+
+--¡Buenos ojos le vean, padre! ¡Qué caro se vende!--exclamó Dª Eloisa,
+que desde que su protegido había recibido las sagradas órdenes no le
+tuteaba.
+
+Al mismo tiempo se levantó y le besó la mano con verdadero afecto. Lo
+mismo hicieron Dª Rita, Obdulia, que desde hacía poco tiempo era
+tertulia asidua de la casa, Marcelina y también Dª Serafina Barrado, a
+pesar de la mirada oblicua que le dirigió su capellán D. Joaquín. Dª
+Marciala y Dª Filomena se hicieron las distraídas hablando con D.
+Peregrín Casanova, y saludaron al fin desde su asiento con sonrisa
+halagüeña.
+
+Mientras duraron las salutaciones, D. Narciso, que estaba arrimado de
+espaldas al piano, no quitó los ojos de su compañero, unos ojos donde se
+leían claramente la aversión y el recelo. Sin que el P. Gil la provocara
+ni aun se diera bien cuenta de ella, existía viva rivalidad entre él y
+D. Narciso, a quien había arrancado más de la mitad de las hijas de
+confesión. Bien sabía Dios que no había hecho nada por conseguirlo;
+antes, al contrario, le pesaba mucho cada vez que una de ellas se
+acercaba a su confesonario. Pero ¿qué le tocaba hacer? Nada más que
+confesarlas, pues era su obligación. Insistir mucho en que no variasen
+de confesor era conceder demasiada importancia a la cuestión de persona:
+no estaba dentro del espíritu del sacramento. Pero el capellán de Sarrió
+no se hallaba penetrado de la intención de su compañero, y si se
+hallaba, no alteraba gran cosa sus sentimientos. Ateníase al resultado,
+y éste era triste para él. Antes de la llegada de Gil puede decirse que
+campaba él sólo entre el bello sexo de Peñascosa y señoreaba sus
+conciencias. Los demás capellanes no le hacían sombra alguna. Era el
+niño mimado de las beatas. Ninguno de sus chistes, de sus pasos y gestos
+pasaba inadvertido: las devotas que tenían la dicha de escucharlos o
+presenciarlos, se encargaban prontamente de difundirlos entre sus
+amigas. A cada instante testimonios irrecusables de la viva simpatía y
+veneración que despertaba en la villa: regalos de casullas, de
+corporales bordados por dedos primorosos, de alzacuellos de raso, etc.,
+etc.; ofrendas más positivas aún, de jamones, botellas de jerez, tartas
+y chocolate. D. Narciso tenía admirablemente cubiertas sus necesidades
+espirituales y temporales. Era un pastor que apacentaba felizmente sus
+ovejas, conduciéndolas con dulzura por el sendero de la virtud hacia el
+paraíso y trasquilándolas de vez en cuando el rico vellón para que no se
+enredaran en las zarzas.
+
+La aparición de su nuevo compañero vino a turbar aquella deliciosa
+Arcadia mística. Las ovejas, acometidas súbito de agitación insana, se
+pusieron a saltar y encabritarse cual si escuchasen los sones de un
+caramillo encantado. Ni las pedradas ni los halagos lograron retener a
+una gran parte de ellas. Quedó en cuadro su rebaño, y él, que había
+tenido fuerzas para gobernar un hato tan considerable, desmayaba ahora
+al verse solo, al percibir la hostilidad con que le miraban algunas de
+sus antiguas y queridas ovejitas. Porque no solamente ya no llegaban a
+su casa los ricos dones ultramarinos y nacionales de otros tiempos, sino
+que con profundo dolor notaba que empezaba a discutírsele. Decíase entre
+las damas piadosas, y esto llegaba a sus oídos, que, si era cierto que
+tenía palabra más fácil que el joven excusador, la mayor parte de las
+veces «no había sustancia en lo que decía,» y que éste le aventajaba
+mucho en peso, en razón natural y en instrucción. Hubo ocasión en que al
+lanzar uno de sus chistes más picantes, relacionado como siempre con las
+materias fecales, apenas produjo risa entre las oyentes, y supo que una
+de ellas, después que se fue, le había calificado de grosero y mal
+educado. De las gracias corporales no había que hablar, pues bien se le
+alcanzaba que nunca podría competir con la delicada y gallarda figura de
+su rival. En resumen, D. Narciso se sentía minado en los cimientos y
+temía a cada instante venir al suelo. No es maravilla, pues, que la
+mirada y el saludo con que acogió al joven presbítero fuesen menos
+afectuosos de lo que debía esperarse. No recordaba poco ni mucho la
+amable recepción que San Juan Bautista, maestro querido y celebrado,
+hizo al joven y divino discípulo que le había de eclipsar en seguida.
+
+--No le riñas, mujer. ¿Sabes tú, por ventura, si le será fácil salir de
+noche, con el miedo que D. Miguel tiene a los ladrones?--gritó D. Martín
+de las Casas desde la mesa de tresillo donde jugaba con otros dos, un
+cura y un seglar.
+
+--No, señor; no es eso--dijo el clérigo, ruborizándose bajo las miradas
+de toda la tertulia.
+
+--¿Que no tiene D. Miguel miedo a los ladrones?--preguntó con acento
+afectadamente brusco el señor de las Casas.
+
+--Sí que lo tiene--repuso sonriendo dulcemente el joven, sentándose al
+propio tiempo al lado de su madrina.--Sus razones habrá. Los ricos son
+los que temen. Los pobres, como yo, están tranquilos.
+
+--Pero ¿tendrá el señor cura tanto dinero como se dice?--preguntó D.ª
+Marciala con curiosidad.
+
+--Yo no puedo decir a usted, señora... Presumo que sí, porque atiende
+mucho a su hacienda. Sus gastos son pequeños, y en vez de aumentarse los
+va restringiendo cada día más. Donde entra mucho y sale poco no tiene
+más remedio que hacerse montón.
+
+--Los derechos parroquiales deben producir mucho, ¿verdad?--preguntó con
+más curiosidad aún la esposa del boticario de la plaza.
+
+--Ya comprenderá usted que en una parroquia tan extensa como ésta no han
+de ser cortos.
+
+--Pero D. Miguel perdonará muchos de ellos--replicó la señora, con una
+leve inflexión cómica en la voz.
+
+--Es posible, señora. Por mi parte, no lo he visto--repuso con perfecta
+ingenuidad el excusador.
+
+D. Narciso y D. Joaquín, el capellán de la señora de Barrado, cambiaron
+una rápida mirada significativa.
+
+Este capellán era un joven delgado, con rosetas en las mejillas, indicio
+de un temperamento enfermizo, los ojos vivos e insolentes, la nariz
+fina, la boca pequeña, con un pliegue hipócrita y malicioso. Había sido
+un criadillo que doña Serafina metió en casa para recados y servir a la
+mesa, poco después de quedar viuda. Observando su listeza y encariñada
+con él, una vez trasladado su domicilio a Lancia, le dio carrera,
+enviándole al seminario. En las horas que le dejaban libres las clases,
+Joaquín seguía desempeñando su oficio de criado. Luego que tomó las
+órdenes le hizo su administrador; hoy era sus pies y sus manos. No salía
+a la calle sino en su compañía, era su director espiritual y su
+consejero temporal. Espectáculo curioso en verdad la trasformación
+súbita de un doméstico en señor de su propia ama. Ésta le trataba de
+usted, le llamaba siempre D. Joaquín y, públicamente al menos, le
+prodigaba mil muestras de respeto, obligando asimismo a los criados a
+tributárselo.
+
+D.ª Eloisa volvió a insistir, preguntando con acento cariñoso:
+
+--Entonces, ¿cuál es la razón de su retraimiento, pícaro?
+
+--Señora, comprendo que a D. Miguel no le gusta mucho que salga de
+noche; pero la principal razón es que la mayor parte de los días estoy
+rendido... ¡Como me levanto a las cuatro de la madrugada!... Otras veces
+necesito rezar un poco...
+
+--Usted trabaja demasiado, padre--dijo Marcelina, una joven soltera que,
+al decir de la gente, frisaba ya en los cuarenta, fea, apergaminada, muy
+habilidosa de manos y no poco también de lengua.--¡Tantas horas de
+confesonario!... ¡Y luego los enfermos!...
+
+--Sin contar las horas que pasa de rodillas en oración...--apuntó con
+timidez Obdulia. Después de soltar la frase se puso colorada.
+
+D. Narciso le clavó una mirada singular, entre irónica y agresiva, que
+la joven no pudo ver, porque ponía empeño en no mirar cara a cara a su
+antiguo confesor.
+
+El P. Gil hizo un gesto de impaciencia, molestado por aquellos elogios,
+y para desviar la conversación de su persona, se encaró con uno de los
+que jugaban al tresillo.
+
+--Señor Consejero, hoy le he visto desde la rectoral sacar con la caña
+un pez muy gordo. Por cierto que me pareció un salmonete, y a D. Miguel
+una robaliza. Hemos disputado un poco.
+
+--Tiene mejor vista el cura que usted. Una robaliza era--dijo gravemente
+el caballero interpelado, sin levantar la vista de las cartas.
+
+Este D. Romualdo Consejero era un anciano de bigote y cortas patillas
+blancas, color cetrino, la frente surcada con profundas arrugas, los
+ojos grandes, severos, de párpados caídos. No sonreía jamás. Hablaba
+constantemente con acento de mal humor, como hombre desengañado de todo.
+
+--Los salmonetes no caen en el muelle, don Gil de las calzas
+verdes--profirió el señor de las Casas con su habitual rudeza, por no
+decir grosería. Solía llamar así, en broma, a su antiguo protegido.
+
+--Sí caen tal, D. Martín de las Casas blancas--profirió con voz sorda
+Consejero.
+
+Los tertulianos rieron, lo cual amoscó un tanto a D. Martín, hombre,
+como ya sabemos, propenso a irritarse.
+
+--Yo lo creía así, Consejero de picardías--respondió con retintín,
+mirándole a la cara fijamente, y poniendo sobre la mesa al mismo tiempo
+un rey de copas.
+
+--Pues creía usted muy mal--replicó el anciano, siempre con los ojos
+sobre las cartas.--También creía usted que ese rey de copas iba a pasar
+triunfante, y... vea usted, ¡lo fallo!
+
+--Eso lo hará usted porque es un grosero y ha adquirido malas mañas allá
+por Málaga. Aquí el padre Norberto de seguro no lo hubiera hecho.
+
+--¡No, no! Yo soy incapaz...--dijo el cura, sofocado por la risa,
+tosiendo hasta reventar.--No he salido de Peñascosa... Yo lo que hago es
+achicarme y correr ese punto de oros de mi compañero.
+
+Y puso sobre la mesa un cuatro.
+
+--¡Hurra por el cura!--rugió D. Martín, echando el caballo y recogiendo
+la baza.
+
+--Amigo, yo pensé que D. Martín no tendría el caballo--suspiró D.
+Norberto, dirigiéndose a Consejero con ojos de angustia.
+
+--Lo pensó usted porque es un babieca y lo ha sido toda su vida--repuso
+éste con afectada naturalidad donde se traslucía la cólera.
+
+--¡Pero hombre de Dios!...--exclamó el clérigo, disponiéndose a dar
+explicaciones.
+
+Consejero le atajó con ademán colérico, poniendo resueltamente las
+cartas boca abajo sobre la mesa.
+
+--¡Hombre del diablo! digo yo... ¿Cómo se le ocurre a usted correr un
+punto no estando cubierto?...
+
+Armose una disputa violenta que duró breves instantes. Las de Consejero
+y el P. Norberto no se prolongaban mucho tiempo, porque éste, hombre de
+buena pasta, flemático, concluía por callarse alzando los hombros con
+resignación y sacudiendo al mismo tiempo la cabeza en señal de muda
+protesta. Las que se eternizaban eran las de Consejero con D. Martín,
+siendo ambos a cual más irascible y tozudo.
+
+D. Martín de las Casas, teniente coronel retirado, que había hecho la
+guerra de Cuba, donde había recibido una herida en un hombro que le
+impidió continuar en el servicio, se creía en el caso, por su profesión,
+de llevarlo todo por la tremenda. Desde el año 1873 en que pasó al
+cuerpo de Inválidos no volvió a salir de Peñascosa. Contaba en aquella
+época cuarenta y dos años. Su esposa se alegró de aquel retiro forzoso,
+aunque deplorase que viniera al seno de la familia con un hombro de
+algodón. Consideraba como virtud excelsa, privativa del militar, la
+energía lo mismo en el campo de batalla que tomando café en el casino.
+Sus disputas, sus baladronadas en este centro de recreo eran
+proverbiales en Peñascosa y las bofetadas que solía repartir al final de
+ellas también. Desde la llegada del tremendo teniente coronel ningún
+vecino, por grave y respetable que fuese, estaba seguro. Muchos hidalgos
+y ricos hacendados de la villa, que hasta entonces habían conservado
+inmaculadas sus mejillas, ni soñaban con que nadie pudiese atentar a
+ellas, las vieron selladas y rubricadas cuando más descuidados estaban
+por los dedos del feroz inválido. Esto fue causa de un lento reflujo
+entre sus amigos y conocidos, que le habían recibido cordialmente a su
+vuelta del servicio. El movimiento no engendró aquí el calor sino el
+frío. Poco a poco fueron dejándole aislado, juzgando su sociedad
+peligrosa. Se vio necesitado a alternar con gentecilla de poco más o
+menos y con clérigos, que por su sagrado carácter estaban libres de sus
+manos expeditas, o así lo parecía al menos. En el casino se le veía
+rodeado casi siempre de dos escribientillos de casas de comercio, un
+profesor de música, un maestro de obras y otros tres o cuatro individuos
+del mismo porte. Le escuchaban como un oráculo, y si alguna vez en el
+calor de la improvisación les largaba un soplamocos, blasfemaban un poco
+por dignidad y volvían en seguida a las buenas.
+
+Consejero formaba excepción. Tenía peor genio que él. En el de D. Martín
+había mucho de afectado y profesional: el de aquél era puro y nativo.
+Pero su avanzada edad, su debilidad física y sus achaques le ponían a
+cubierto de cualquier brutal agresión por parte de su amigo. Éste solía
+concluir la disputa con un gesto violento de desprecio. Alguna vez llegó
+a decirle:
+
+--D. Romualdo, si usted tuviera treinta años menos, le estampaba contra
+la pared.
+
+D. Romualdo vivía sólo. Un hijo que tenía empleado en Málaga se le había
+muerto hacía cuatro años. Disfrutaba una pequeña renta, suficiente a
+subvenir a sus cortas necesidades, y no tenía otra ocupación que pescar
+con caña, ni otro recreo que el de jugar al tresillo. La vida se partía
+para Consejero entre los anzuelos y los naipes. La mañana se la pasaba
+entera sentado sobre su sillita de tijera en el muelle, o en las peñas
+de tras la iglesia, con un sombrero de jipijapa si hacía sol o un
+paraguas si llovía. Por la tarde, tresillo en el casino hasta las cuatro
+en que de nuevo tomaba la caña. Por la noche, tresillo en casa de D.
+Martín con éste y el P. Norberto.
+
+Era éste un clérigo al cual se le podrían echar cuarenta años de edad,
+aunque pasaba bastante de cincuenta, grueso, rollizo, colorado,
+admirable dentadura, los ojos redondos y saltones, la nariz ancha, sin
+una cana en el pelo ni una arruga en el rostro. Hablaba poco y reía
+mucho. Todo le hacía gracia: vivía en perpetuo espasmo de alegría y
+admiración. Celebraba cualquier insulsez de los amigos como el chiste
+más acerado, hasta verse obligado a sujetar el vientre sacudido por los
+flujos de risa. Y los reía de buena fe, sin asomo de hipocresía ni
+adulación, lo cual, como es lógico, lisonjeaba el amor propio de los que
+estaban a su lado. Por tal razón quizá, el P. Norberto gozaba de
+generales simpatías en la villa y no era mal quisto de sus compañeros.
+Sólo se le conocían tres pasiones, los callos guisados, el tresillo y
+otra de que más adelante hablaremos. Cuando en una casa, de las que
+frecuentaba, había callos para la comida o la cena, ya se sabía que era
+de rúbrica el convidarle. Se servía dos o tres platos colmados, se
+desabrochaba, la frente le empezaba a ahumar y había que dejarle reposar
+después una hora sobre la cama; si no, corría peligro de estallar como
+una bomba. Consejero solía decirle que cada día comía más callos y
+jugaba peor al tresillo. Y nunca soltaba la frase sin que el buen
+clérigo se retorciese y sofocase de risa. Los chistes jamás se hacían
+viejos para él.
+
+Las señoras apartaron prontamente su atención de los tresillistas así
+que comenzaron a disputar. Todas las noches había una porción de
+reyertas como ésta.
+
+--Y usted, D. Narciso, tampoco ha venido ni ayer ni anteayer. ¿Qué ha
+sido de usted? ¿Reza también por las noches?--dijo D.ª Marciala, que
+hacía calceta cerca de la mesa de tresillo; de vez en cuando alzaba las
+manos hacia el quinqué de los jugadores, para tomar un punto que se le
+había escapado.
+
+--No, señora; yo no soy gran rezador. No tengo la virtud de la oración.
+En cambio me abstengo de ciertos vicios, como el de murmurar de mis
+superiores y compañeros--profirió el capellán con acento insolente,
+mirando con afectación al techo.
+
+La alusión iba directamente al excusador, que acababa de hablar de la
+avaricia del cura. Así lo entendió él, y si no lo hubiera entendido
+claramente, se lo manifestaran los ojos de los circunstantes. Ante
+aquella brutal agresión se le encendió el rostro como una brasa. Las
+carcajadas malignas de D. Joaquín y D. Melchor concluyeron de turbarle.
+
+--¡Hombre, no está mal eso! ¡jo! ¡jo! ¡Me gusta eso! ¡jo! ¡jo! Está bien
+eso de la abstención. ¡Mucho que sí! Tiene usted ingenio, D. Narciso.
+¡Mucho ingenio! ¡jo! ¡jo! ¡jo!
+
+El P. Melchor se reía a boca llena de un modo insolente y grosero,
+mirando alternativamente al joven excusador y a D. Narciso. El capellán
+de D.ª Serafina también se reía con una risita aguda, minúscula, que
+aparentaba sofocar llevándose el pañuelo a las narices. Las señoras
+permanecían serias y disgustadas comprendiendo la venenosa intención del
+capellán de Sarrió. Sólo D.ª Marciala sonreía frente a él aplaudiéndole.
+
+En Obdulia el dardo produjo aún impresión más dolorosa que en su
+confesor. Sintiose invadida por un frío extraño acompañado de ligero
+temblor; luego fuertes llamaradas de calor le subieron al rostro y con
+ellas un vivo irracional deseo de lanzarse sobre D. Narciso y arañarle.
+Costole trabajo inmenso dominar sus ímpetus.
+
+--Malo es murmurar--dijo D.ª Serafina Barrado para salir del silencio
+embarazoso que reinaba, disgustada como las demás por aquella
+injustificada agresión;--pero muchas veces se toma por murmuración lo
+que no es. Se habla de cualquier persona... por hablar de algo, sin
+ánimo alguno de ofenderla. Hasta nos reímos muchas veces de sus manías,
+y no dejamos por eso de estimarla, ni nos creemos superiores a ella...
+
+Al llegar aquí sus ojos tropezaron con los de su capellán, que había
+cesado de reír y le clavaba una mirada fría y aguda como un puñal de
+Albacete. La pobre señora quedó acortada y sólo tuvo ánimos para
+concluir con voz más baja:
+
+--...Al menos, eso me pasa a mí...
+
+--Y le pasa a todo el que tiene un corazón franco, señora--dijo
+impetuosamente Obdulia.
+
+--Sólo los envidiosos, los malintencionados saben dorar la píldora de
+veneno y clavar el puñal cuando parece que están haciendo una caricia.
+
+La voz de la joven salía alterada, un poco ronca.
+
+D. Narciso dejó escapar una risita maligna y dijo con acento irónico:
+
+--¡Mire usted cuántas cosas sabe de teología moral la señorita! Habrá
+que declararla doctora de la Iglesia, como a Santa Teresa.
+
+--¡Caramba, tampoco está mal eso! ¡jo! ¡jo! ¡Conque doctora de la
+Iglesia! ¡jo! ¡jo!... ¡Pero qué perverso es este D. Narciso! ¡Jo! ¡jo!
+¡jo!... ¡Es mucho D. Narciso!
+
+--No se ría usted tan fuerte, D. Melchor, que puede saltarle la
+dentadura--dijo la joven, por cuyos ojos pasó un relámpago de cólera.
+
+El P. Melchor cesó de reír repentinamente. Este clérigo, de edad de
+treinta y cinco a cuarenta años, alto, de facciones regulares, ojos
+grandes y negros sin expresión, y figura triste y descuadernada,
+presumía, según pública voz, de guapo, lo mismo que de inteligente,
+maligno, ilustrado, etc., etc. La frase de Obdulia le hizo un efecto
+terrible, porque imaginaba que lo de la dentadura postiza nadie lo sabía
+más que Dios y el dentista de Lancia que se la había puesto. Murmuró
+algunas frases incoherentes, pero Obdulia continuó sin hacer caso de él:
+
+--Yo de teología sólo sé que los sacerdotes están obligados a tener
+oración, y que el alabarse de no rezar es más propio de impíos que de
+ministros del Señor.
+
+Lo dijo con calma y naturalidad que hicieron más incisivo y profundo el
+arañazo.
+
+--¿Y dónde ha aprendido usted tanto, señorita?--preguntó D. Narciso,
+desconcertado ya.
+
+--Pues lo he aprendido en el catecismo explicado y en los sermones del
+magistral de Lancia... a quien dicen por ahí que usted imita... pero
+nada más que en los gestos, ¿sabe usted?
+
+D. Narciso se sintió herido en lo más vivo de su ser, porque
+efectivamente hacía todo lo posible por parecerse al magistral, notable
+orador sagrado. Quedó algunos instantes silencioso y se disponía a
+contestar, cuando vino a interrumpir el tiroteo la entrada de una nueva
+señorita llamada Cándida, alta, delgada, enjuta y apretada, de la
+familia de los bacalaos. Fortuna tuvo D. Narciso, pues en la disputa
+llevaba la de perder. Obdulia poseía una imaginación vivísima, y antes
+de haberse dado a la mística gozaba fama de alegre y chistosa entre sus
+amigas.
+
+D.ª Eloisa aprovechó la oportunidad para cambiar la conversación, que se
+había hecho peligrosa. Detrás de Cándida entró D.ª Teodora. Venía ésta
+acompañada de D. Juan Casanova. Este recto y majestuoso caballero tenía
+la costumbre desde tiempo inmemorial de hacer la tertulia por las noches
+a D.ª Teodora. Cuando ésta venía a la de su amiga D.ª Eloisa, lo cual
+sucedía una o dos veces por semana, la acompañaba juntamente con el
+criado. D. Peregrín, después que llegó de su excursión burocrática por
+Cataluña, también adquirió el hábito de pasar un rato todas las noches
+en casa de D.ª Teodora.
+
+No es posible resolver cuándo y cómo nació en la mente del antiguo
+oficial del gobierno civil de Tarragona la idea de suplantar a su
+hermano en el corazón de la fresca señorita; pero es cosa averiguada que
+nació, y que se desarrolló con extraordinaria fuerza en poco tiempo.
+Comenzó a tributarla mil atenciones, a recrearla con el sabroso
+repertorio de sus recuerdos de empleado, a hacer gala en su presencia de
+un ingenio sutil, de una facilidad pasmosa para los retruécanos. Procuró
+asimismo demostrar su incontestable superioridad intelectual sobre su
+hermano, llevando la contraria a cuanto decía, sonriendo
+despreciativamente cuando hablaba, vejándole, en fin, de mil modos. D.ª
+Teodora, sin embargo, resistió tenazmente esta suplantación. Aunque
+debía de estar bien convencida de la superioridad de D. Peregrín, como
+hombre de mundo y erudito, no por eso dejó de seguir prodigando a don
+Juan las mismas señales de afecto. Al contrario, los desprecios de su
+hermano no sirvieron más que para que se lo manifestase más vivo que
+antes. Esto llenó de amargura el corazón de don Peregrín. Fue el motivo
+más poderoso de rencor entre los muchos que tenía contra su hermano,
+después de la estatura.
+
+Cándida fue a besar la mano del P. Melchor, de quien era hija de
+confesión, y le consoló, con el respeto, la sumisión y el cariño con que
+empezó a hablarle, del fracaso que acababa de experimentar.
+
+Apenas se acomodaron todos de nuevo, D. Peregrín, que hasta entonces se
+había mantenido dentro de una locuacidad ordinaria, estimulado por la
+presencia de D.ª Teodora, quiso dar gallarda muestra de sus maravillosas
+aptitudes para amenizar cualquier tertulia. Cogió por los pelos la
+ocasión que le dio D. Narciso, al censurar lo mal empedradas que estaban
+las calles de Peñascosa, para decir con su voz gangosa y penetrante en
+una pausa:
+
+--Siendo yo gobernador de Tarragona...
+
+--¡Ya pareció Tarragona!--dijo sordamente Consejero, mientras colocaba
+las cartas.
+
+Los que estaban cerca oyeron la exclamación y rieron. A los oídos de D.
+Peregrín llegó el rumor, se detuvo un instante y dirigió una mirada
+cobarde a Consejero. Después prosiguió con decisión su anécdota. Los
+quince días que había desempeñado el gobierno de Tarragona, por ausencia
+del gobernador y enfermedad del secretario, eran la edad de oro de la
+existencia de don Peregrín, el período dulce y poético cuyo recuerdo
+hacía vibrar siempre su corazón. ¡Cuántos sucesos en aquellos quince
+días! ¡Cuántas imágenes brillantes de gloria y poder surgían en su mente
+al pensar en ellos! Los más insignificantes pormenores de tan hermoso
+sueño teníalos presentes cual si acabaran de efectuarse. Podría decir
+cuántas veces había llovido en aquellos quince días, qué había comido y
+bebido, de qué color eran los pantalones que gastaba. Durante algún
+tiempo, cuando hablaba de esta época, solía decir:--«Haciendo yo de
+gobernador en Tarragona...» Más adelante sustituyó la frase con esta
+otra:--«Siendo yo gobernador de Tarragona...»
+
+Y cuando era gobernador de Tarragona sucedió que la prensa local se
+quejó del abandono de las calles, achacándolo, como todo lo demás que
+andaba mal, a la administración conservadora. Entonces él, encargado de
+velar por el gobierno y el partido, había llamado al alcalde a su
+despacho y le había dicho: «Amigo mío...» Aquí una tirada de
+observaciones que D. Peregrín, cada vez que la repetía, iba haciendo más
+enérgica, hasta convertirla en severísima filípica. El alcalde le
+respondía esto y lo otro (la respuesta del alcalde iba siendo cada vez
+más débil e insignificante). Entonces él, sin descomponerse poco ni
+mucho, con la mayor calma, como quien no dice nada, le replicaba:
+«Querido alcalde, tiene usted dos caminos para elegir: o la suspensión,
+o el arreglo inmediato de las calles.»
+
+--Al día siguiente, bien temprano, estaban trabajando dos cuadrillas de
+obreros en las calles--terminó diciendo D. Peregrín con una fría sonrisa
+maliciosa. La conclusión y la sonrisa eran lo único que no se iba
+modificando lentamente en la interesante anécdota.
+
+O porque ya la hubieran oído muchas veces o por no tener el espíritu
+bien dispuesto para esta clase de confidencias administrativas, es lo
+cierto que muy pocos eran los tertulios que atendían. Hablaban los unos
+con los otros en parejas o en grupos de tres y de cuatro. Cándida
+cuchicheaba con el P. Melchor, D.ª Eloisa con su ahijado el P. Gil y con
+Obdulia, D. Joaquín con Marcelina, y el P. Narciso con D.ª Filomena. Se
+puede asegurar que los únicos que escuchaban realmente al ex-gobernador
+interino de Tarragona eran su hermano y D.ª Teodora, esto es, los que ya
+conocían los pormenores de su gestión administrativa tan bien como él.
+Porque D.ª Serafina Barrado, aunque estaba inmóvil y atenta con los ojos
+puestos en el orador, ofrecía tal vaguedad en la mirada, que bien se
+echaba de ver que se hallaba muy lejos de lo que decía. Lo que esta
+señora escuchaba, con imperceptibles estremecimientos de dolor y rabia,
+era el rumor de la plática de su capellán con Marcelina. Hacía ya
+bastante tiempo que D. Joaquín distinguía mucho a esta señorita, su
+penitenta. Estas distinciones llegaban al alma a D.ª Serafina, que por
+lo visto aspiraba al monopolio de ellas. Teniendo en cuenta que el
+capellán, fuera del acto de ser engendrado y nacer, era en un todo
+hechura suya, parecía que tenía derecho a ello. Mas él no lo creía así,
+o sentía placer en agitarla con desvíos y seriedades injustificadas. No
+se pasaba un día sin que la buena señora experimentase algún desaire
+por parte de su protegido. Acaso ella tomase como tal lo que no era;
+pero el clérigo, conociendo el afecto susceptible y celoso que le
+profesaba, debiera mostrar más cuidado en evitárselos. Ahora se notaba
+bien claramente que sus apartes y cuchicheos eran intencionados: acaso
+tuvieran por fin castigarla por la defensa indirecta que había hecho del
+P. Gil, a quien D. Joaquín odiaba a par de muerte.
+
+D.ª Marciala, más franca o más colérica, apenas quitaba los ojos de D.
+Narciso y D.ª Filomena, unos ojos escrutadores, inquietos, por donde
+pasaban de vez en cuando relámpagos de ira. En los centros de
+murmuración de la villa decíase que D.ª Marciala estaba enamorada del P.
+Narciso. Aunque esto no sea creíble, por tratarse de una señora que toda
+la vida se había manifestado muy circunspecta y religiosa, no hay duda
+que sus familiaridades con el clérigo podían dar lugar a torcidas
+interpretaciones entre la gente propensa a pensar mal del prójimo. Había
+casado ya tarde, cuando contaba más de treinta años, con D. José María,
+el boticario de la plaza. Éste, que había sido toda su vida un
+republicano rabioso, que apenas frecuentaba la iglesia, y que reunía en
+su trastienda por las noches un grupo de demócratas (masones los
+llamaban las beatas del pueblo), por el influjo de su piadosa mujer
+había ido cambiando poco a poco de opinión. Principió por alejarse de
+la política y dejar la suscrición a _El Motín_; después fue eliminando
+de su tertulia a los sujetos más exaltados y peligrosos; luego se le vio
+alternando cortésmente con varios sacerdotes. Finalmente, como llegase
+una misión de jesuitas a la villa, D.ª Marciala consiguió llevarle a
+confesar con uno. Desde entonces se realizó un cambio completo y radical
+en la vida de D. José María. El feroz republicano, suscritor de _El
+Motín_, se trasformó en un cofrade de San Vicente de Paul, hermano del
+Sagrado Corazón. Alumbraba en las procesiones, hacía la guardia al
+Santísimo con escapulario al cuello, etc., etc. Y no sólo practicaba
+todos los actos religiosos de un fervoroso creyente, sino que dio en
+acompañarse de clérigos y en recibirlos en su trastienda, en vez de los
+impíos que antes iban; de tal suerte, que su botica vino a ser al cabo
+de algún tiempo el centro de reunión de los tradicionalistas de
+Peñascosa. Tal fue la obra benemérita llevada a cabo con singular
+fortaleza y habilidad por D.ª Marciala. En ella le ayudó muchísimo con
+sus consejos el P. Narciso. Acaso por esta razón su alma quedó tan
+ligada y agradecida a su director, que por no saber contenerse, daba
+pávulo y estimulaba a las malas lenguas de Peñascosa.
+
+Fue, como ya sabemos, una de las que contribuyeron a la educación y a
+la carrera del P. Gil; pero en la deserción que se operó en el rebaño de
+D. Narciso a la llegada de aquél, permaneció fiel a su pastor. Quizá
+ayudase a mantenerla firme la huida de Obdulia, de quien ella tenía,
+según fama, unos celos rabiosos, y por lo visto no le faltaba razón.
+Aspiró a sustituir a ésta en la gracia del elocuente y donoso sacerdote,
+y casi lo tenía conseguido. Desgraciadamente, se interpuso en su camino
+D.ª Filomena, la viuda que ya conocemos, quien con más modestia y
+reserva admiraba a su director espiritual y le prodigaba en silencio y
+en la sombra mil atenciones delicadas, que concluyeron por hacer mella
+en su corazón. No significa esto que dejase de considerar y atender como
+debía a D.ª Marciala; pero se observaba en él de algún tiempo a aquella
+parte más inclinación hacia D.ª Filomena, aunque nunca por supuesto tan
+señalada como la que había sentido por Obdulia.
+
+En la tertulia de D.ª Eloisa se agitaban mil dulces sentimientos, a los
+cuales, como la sombra a la luz, acompañan siempre otros amargos. Varias
+jóvenes solteras, a quienes el tiempo y los desengaños habían hecho más
+reflexivas, algunas señoras casadas en las cuales sus maridos no habían
+podido extinguir la sed de lo infinito, y tal que otra viuda necesitada
+de consuelos, se reunían todas las noches en torno de media docena de
+presbíteros, formando un grupo interesante y conmovedor. Aquel pequeño
+mundo, ajeno enteramente a las luchas de la política, de la ciencia y de
+los intereses materiales, representaba un oasis deleitoso enmedio de la
+corrupción general de las costumbres. La perfecta sumisión de aquellas
+almas femeninas a sus directores, la benevolencia y la ternura con que
+éstos se esforzaban en conducirlas por el sendero de la virtud,
+prestaban a la tertulia un carácter suave, inocente y piadoso que no se
+hallará seguramente en las exclusivamente seglares. Existía una dichosa
+compenetración de lo espiritual en lo temporal; era una imagen
+aproximada de lo que debe ser el reinado de Dios sobre la tierra.
+
+El rebaño místico se repartía, como era natural. Cada clérigo tenía sus
+hijas de confesión, que le obedecían y le admiraban. Y ellos,
+aprovechando, como expertos y hábiles pastores, el carácter y condición
+de cada oveja, solían estimularlas por medio de acertados manejos, ora
+halagando su amor propio, ora mortificándolo unas veces con celos, otras
+con saludable frialdad, otras con alguna lisonja adecuada. Ni faltaban
+tampoco en aquella exquisita sociedad algunos honestos recreos. No era
+todo hacer calceta ni colchas de crochet: también se rendía culto a la
+música. El P. Norberto era organista de la iglesia, y aunque conocía
+poca música profana, algunos _nocturnos_ tocaba, y cuando no,
+acompañaba al P. Narciso, que entre sus múltiples habilidades tenía la
+de tocar en la flauta dos o tres pavanas y la sinfonía de _Juana de
+Arco_. También Marcelina sabía cantar _La Stella confidente_ y la
+_Plegaria a la Virgen_. D. Melchor sabía hacer algunos juegos de manos;
+D. Peregrín Casanova sazonaba la tertulia con salerosos cuentos; Cándida
+recitaba admirablemente al piano varias fábulas morales; por último, el
+P. Joaquín tocaba, rascando los dientes con las uñas, cualquier pieza
+musical, y remedaba el grito del gallo con tal perfección que cualquiera
+le confundía con este bípedo.
+
+Aquella noche no hubo música. Los ánimos estaban un poco abstraídos.
+Reinaba cierta inquietud en la tertulia, motivada por la presencia del
+P. Gil, a quien ninguno de sus colegas, si se exceptúa el P. Norberto,
+mostraba simpatía. La conversación fue rodando de uno en otro asunto,
+todos de poca monta. En un momento de silencio, D. Juan Casanova, que
+tenía la cabeza inclinada hacia un lado, sin duda por el excesivo peso
+del cerebro, la descargó algún tanto, diciendo con su acostumbrada
+solemnidad:
+
+--Eloisa, hoy he hallado a su hermano Álvaro en el paseo de la Atalaya.
+Llevaba un pantalón de cuadros.
+
+D.ª Eloisa suspiró, como siempre que se tocaba el punto de su hermano.
+
+--Estos días ha estado un poco enfermo. Me lo ha dicho el
+criado--manifestó dirigiendo una mirada tímida a la mesa donde jugaba su
+marido.
+
+D. Martín y su cuñado hacía tiempo que no se relacionaban. Por el motivo
+baladí de un mueble de la casa que aquél pretendía llevar a la suya, sin
+derecho alguno, rompieron de un modo violento. D. Martín (¿cómo no?)
+puso la mano en la cara a su cuñado, y a más de esto le desafió. Desde
+entonces, absoluta separación entre ambos. D. Álvaro vivía en su enorme
+casa, enteramente solo, y D. Martín en la suya con su esposa. Ésta, de
+vez en cuando, a escondidas de don Martín, iba a visitar a su hermano.
+
+--No parece que goza de buena salud--dijo el P. Gil, a quien sin saber
+por qué interesaba aquel hombre.
+
+--¡Oh! Sumamente enfermizo y delicado. Sólo cuidándose mucho puede ir
+viviendo.
+
+Los clérigos, como siempre que se trataba de Montesinos en presencia de
+su hermana, guardaban un silencio sombrío, con la cara larga y
+enfoscada. Si no estuviera ella, de seguro hubieran soltado alguna frase
+de indignación o algún sarcasmo contra aquel impío, que tenía
+escandalizada a la villa con sus opiniones y con su conducta. A duras
+penas respetaban el lazo estrecho de familia.
+
+Hubo un silencio lúgubre, porque las damas, comprendiendo lo que pasaba
+en lo interior de sus directores espirituales, no osaban hablar. D.ª
+Eloisa tornó a exhalar otro suspiro y dijo con acento dolorido, como si
+terminase en alta voz un monólogo:
+
+--¡Qué lástima que le hayan pervertido en Madrid! Álvaro tiene buen
+corazón... y todos dicen que es hombre de talento.
+
+Los clérigos se sintieron molestados por aquellos elogios. Uno de ellos,
+el P. Melchor, se atrevió a decir con sonrisita de suficiencia:
+
+--Señora, permítame usted que no reconozca talento en quien no admite
+las verdades de nuestra santa religión.
+
+--A lo menos fue el primero en su cátedra y pasaba entre sus profesores
+por un chico despejado.
+
+--Y lo será, señora,--dijo el P. Gil, a quien el tonillo agresivo de su
+compañero había disgustado.--Se puede tener talento y estar obcecado en
+cualquier asunto. Su hermano, desgraciadamente, lo está en lo que se
+refiere al más interesante para el hombre. Mas no hay razón para negarle
+el talento. Los grandes heresiarcas lo han tenido; si no fuese así,
+seguramente no habrían podido dar apariencia de verdad al error y
+engañar tanta gente.
+
+Aunque se sintiese herido en lo vivo por esta réplica indirecta, el P.
+Melchor no osó responder, y prefirió hacerse el distraído devorando su
+enojo. Por más que no la confesasen, todos los clérigos de Peñascosa
+sentían la superioridad del P. Gil, que achacaban, por supuesto, a que
+era el único entre ellos que había seguido la carrera lata de teología.
+Ningún otro intentó tampoco llevarle la contraria por temor de hacer un
+mal papel.
+
+La conversación se encauzó por otro lado. Charlose animadamente del
+proyecto de construcción de una nueva iglesia, cerca de la plaza, echado
+a volar por varios vecinos y al cual se oponía con todas sus fuerzas el
+cura, por temor de que se dividiera la parroquia. Los jugadores seguían
+en sus alternativas de silencio y ruidosos altercados. El P. Gil quedó
+mudo y pensativo, impresionado con lo que acababa de oír y decir. La
+figura de Montesinos, a quien no había visto más de tres o cuatro veces
+en su vida, y eso de lejos, flotaba en su imaginación despertando en él
+viva curiosidad. La afirmación de doña Eloisa de que había sido siempre
+el primero entre sus condiscípulos, contribuyó a hacer más grande, por
+no decir más interesante a sus ojos, aquel hombre. Un deseo vago,
+indefinido de acercarse y conquistarle nació en su mente. Cuando la
+llegada de D. José María el boticario y de Osuna dio la señal de
+disolverse la tertulia, aún rodaba este pensamiento por su cerebro en
+busca de forma.
+
+La noche seguía encapotada y triste. El cielo dejaba caer con pertinacia
+una lluvia menuda y fría. En la puerta de la casa los tertulios se
+dividieron: la mayor parte se quedó por las inmediaciones de la plaza,
+otros siguieron por la calle del Cuadrante. Y en ella se fueron
+separando todos hasta que quedaron solos el P. Gil, Osuna y su hija, los
+únicos que vivían en el Campo de los Desmayos. Obdulia maniobró para que
+el P. Gil la tapase con su paraguas. El jorobado marchaba detrás,
+satisfecho de no pasar por la humillación de que su hija le tapase, pues
+a causa de la gran diferencia de estatura así sucedía siempre.
+
+Caminaron unos instantes en silencio, escuchando el estruendo lejano del
+mar que batía contra las peñas y el leve rumor de la lluvia sobre el
+paraguas. La joven esperaba que el P. Gil sacara la conversación de su
+altercado con el P. Narciso, y de intento prolongaba indefinidamente el
+silencio. Viéndole taciturno y abstraído, se aventuró a decirle con voz
+temblorosa:
+
+--¿Está usted enfadado conmigo, padre?
+
+--¿Por qué?--preguntó el clérigo con sorpresa, saliendo repentinamente
+de su meditación.
+
+--Por la disputa que he tenido con D. Narciso.
+
+--¡Ah! Sí... en efecto, no me ha gustado la actitud rebelde en que usted
+se ha colocado frente a él. Es indigno de una joven humilde y virtuosa
+como usted...
+
+Obdulia guardó silencio, sintiendo en el corazón la censura de su
+director. Al cabo dijo, poniéndose colorada, lo cual nadie pudo
+advertir:
+
+--Tiene usted razón; he cometido un pecado y me arrepiento...
+
+Después de una pausa larga, añadió humildemente:
+
+--No puede usted figurarse cuánto me disgusta el observar la envidia de
+D. Narciso.
+
+--¿La envidia?--preguntó el sacerdote con sorpresa.--¿A quién tiene
+envidia?
+
+--A usted, padre, a usted--repuso con firmeza la joven.
+
+--No, hija, no--dijo el P. Gil todo azorado.--Yo no puedo excitar la
+envidia de nadie... Soy un pobre clérigo... un miserable pecador...
+
+--Pues así y todo... yo me entiendo...
+
+Repuesto de su turbación, el sacerdote dijo entonces con aspereza:
+
+--Ruego a usted que no vuelva a decir esas cosas, ni que las piense...
+Se lo prohíbo... Advierta usted que se trata de dos sacerdotes--añadió
+después de una pausa, dulcificando la voz.
+
+Obdulia no replicó. Muda y con el corazón apretado por una pena extraña,
+siguió marchando al lado del clérigo. Éste dirigió la palabra a Osuna
+sin volverse:
+
+--Al llegar al Campo vamos a sentir el aire, señor Osuna.
+
+--¿Cuándo no sopla en ese maldito Campo?--replicó el jorobado con mal
+humor.
+
+Y en efecto, al abocar a él, una ráfaga violenta les azotó el rostro y
+estuvo a punto de volverles los paraguas. La sotana del clérigo, las
+enaguas de la joven tremolaron: les costaba trabajo avanzar.
+
+Por fin alcanzaron el gran portal de Montesinos. Se limpiaron el rostro
+con el pañuelo y repusieron el desorden de sus vestidos. El P. Gil
+volvió a dirigir una mirada curiosa y escrutadora a la oscura puerta en
+cuya cima ardía siempre la lamparita de aceite.
+
+--Adiós, señor Osuna, que usted descanse--dijo tendiendo la mano al
+jorobado.
+
+Luego tuvo un momento de indecisión: iba a tendérsela a Obdulia; pero
+turbado por la mirada intensa y extática que la joven le clavaba, la
+llevó al sombrero y se inclinó gravemente, diciendo:
+
+--Buenas noches, señorita.
+
+Alzó de nuevo el paraguas y salvó de prisa la distancia que le separaba
+de la rectoral. Los ojos de Obdulia, inmóvil a la puerta mientras su
+padre llamaba, le siguieron algún tiempo.
+
+Antes de penetrar en la rectoral, el P. Gil volviose y quedó inmóvil
+también algunos instantes. Pero sus ojos no buscaron la puerta de donde
+aquélla acababa de desaparecer. Fueron más arriba, abrazaron de una vez
+la extensa y sombría fachada de la gran casa solariega que, avezada a
+los golpes del huracán, dormía grave y desdeñosa bajo la intemperie.
+Contemplola larga, atentamente. Sus ojos brillaron con un fuego de gozo
+místico. Era la mirada del apóstol, ávida, tierna, clemente. Tal debió
+ser la expresión que reflejaron los ojos de San Pedro a la vista de
+Roma.
+
+
+
+
+IV
+
+
+Desde aquella noche el P. Gil no soñó con otra cosa. La fiebre del
+apostolado le encendió de tal modo que no dejó rincón vacío en su
+cerebro para otro pensamiento. Dentro de él entablose una lucha sorda
+entre el deseo vivo y ardiente de ennoblecer su vida con la conquista de
+un enemigo encarnizado de la Iglesia, y el miedo desapoderado, loco, que
+sin saber por qué le inspiraba. En sus continuos paseos por la estancia
+que ocupaba en la rectoral, mientras con el breviario en la mano decía
+los rezos obligatorios, a menudo se detenía ante la ventana, levantaba
+la punta del visillo y dirigía una mirada tímida y ansiosa al palacio de
+Montesinos. Allí estaba, adusto, impenetrable, hostil como un baluarte
+fabricado por la impiedad. Los balcones eternamente cerrados. El hombre
+misterioso que lo habitaba debía de odiar tanto la luz del sol como la
+de la fe. El P. Gil dirigía luego la vista al cielo y daba gracias a
+Dios desde el fondo del corazón por haberle tenido siempre de su mano,
+por haberle hecho nacer y vivir en la región luminosa de las santas
+creencias cristianas.
+
+En vano trató de inquirir pormenores de la vida y carácter de aquella
+oveja descarriada a quien ansiaba traer al redil. Los datos que le
+suministraron eran contradictorios. Mientras su hermana y algunas otras
+personas se lo presentaban como un perfecto caballero, un hombre de buen
+fondo, extraviado por las malas compañías y la lectura de libros impíos,
+otras, que también pretendían conocerle desde la infancia, lo pintaban
+como un ser avieso, mal intencionado, riendo siempre de las desgracias y
+las flaquezas del prójimo, insolente y agresivo de palabra, ya que de
+obra no podía serlo por su natural débil y enfermizo. A este propósito
+narraban algunas anécdotas de su infancia y adolescencia que acreditaban
+esta opinión. Otros, en fin, le tenían por un desdichado, por un hombre
+a quien los desengaños de su carrera literaria y los profundos pesares
+domésticos habían llenado el corazón de hiel. Suponían que Montesinos,
+aficionado a las letras, enamorado de la gloria, había ido a Madrid. En
+vez de ella, sólo halló glacial indiferencia: esto, unido a la
+catástrofe de su matrimonio, le había obligado a retirarse de nuevo a
+Peñascosa «rabo entre piernas,» como decían pintorescamente los graves
+biógrafos. Y terminaban afirmando que Montesinos desahogaba su amargura
+y despecho blasfemando de palabra cuando se le presentaba la ocasión y
+publicando artículos en los periódicos y revistas de los masones. El P.
+Gil no sabía a qué atenerse. Inclinábase, no obstante, a esta última
+opinión, que conciliaba hasta cierto punto la benévola de su hermana y
+ciertos amigos con la mala fama que tenía en el pueblo. Lo que no dejaba
+de sorprenderle era que mientras el clero y los tradicionalistas de
+Peñascosa le detestaban cordialmente, los pocos republicanos y masones
+que había en la villa no le demostraban estimación alguna. Decíase que
+Montesinos se reía de ellos con más gana aún que de los católicos, y que
+había huido constantemente su trato.
+
+Todas estas noticias, que recogía de un lado y de otro disimulando, por
+supuesto, su proyecto, no eran a propósito para apartarle de él. El
+misterio impenetrable que envolvía el carácter de aquel hombre le
+interesaba cada día más, y más le atemorizaba. Sabía cuánto importaba
+atraer un alma perdida al seno de la Iglesia; pero cuando esta alma era
+la de un hereje, un enemigo encarnizado de ella, el acto crecía
+desmesuradamente a los ojos de Dios. Dando vueltas a la idea, concibió
+varias veces el propósito de acercarse inmediatamente a él, hablarle y
+convencerle con razones y con ruegos; mas pronto lo abandonaba temiendo
+un fracaso. No era que le mortificase lo más mínimo en su amor propio:
+estaba resuelto a padecer por Dios con alegría toda clase de martirios,
+cuanto más una injuria. Lo que temía era tener que renunciar a una
+empresa tan noble y gloriosa. Poco a poco llegó a convencerse de que el
+mismo Dios se la encomendaba especialmente, que ésta era la tarea
+principal que le había impuesto al enviarlo a Peñascosa. Y convencido de
+que lo sublime del propósito no empece a que se adopten los medios más
+eficaces para llevarlo a feliz remate, resolviose a comunicarlo con su
+madrina doña Eloisa y a pedirle ayuda. Grande fue el gozo de la buena
+señora al recibir la confidencia. Aplaudió de todas veras el proyecto,
+que satisfacía los deseos más ardientes de su corazón, y prometió hacer
+cuanto humanamente fuese posible por que tan hermoso sueño se realizase.
+Hubo entre ambos largas pláticas, en que se buscaron y ponderaron los
+medios de llevarlo a cabo; se trazaron y se rechazaron diferentes
+planes; por último, quedaron convenidos en que el excusador fuese a la
+morada de D. Álvaro por encargo de su hermana a pedirle una limosna
+para las viudas y los huérfanos de unos pescadores que habían perecido
+recientemente en la mar. Aprovechando la ocasión, podía tantearle,
+hacerse amigo suyo y dar comienzo poco a poco a la obra de su
+conversión. D.ª Eloisa no dudaba del éxito, fiada en el buen fondo de su
+hermano y en la virtud y la ciencia de su ahijado. Cuando alguna vez le
+había hablado de las prácticas religiosas, Álvaro había respondido con
+alguna invectiva grosera contra los clérigos de Peñascosa; a unos los
+consideraba idiotas, a otros malvados; de todos se reía a mandíbula
+batiente. Pero ¿qué podía decir de este muchacho tan bueno, tan
+estudioso, de costumbres tan puras y austeras?
+
+Él no estaba tan confiado. A medida que se acercaba el día de la visita,
+sentíase más agitado y medroso. Pedía con insistencia a Dios que le
+diese fuerzas y valor, y preparaba sus argumentos y hasta sus frases con
+una atención exagerada. Una mañana, después de haber estado en oración
+largo rato, salió de la rectoral con paso firme, salvó la pequeña
+distancia que le separaba del palacio de Montesinos, penetró en el
+lóbrego portal y tiró del grasiento cordel de la campana. Ésta sonó a lo
+lejos cascada y triste. El corazón del sacerdote se contrajo, a pesar
+del ánimo que la oración le había infundido. Presentose al cabo de un
+buen rato de espera un criado anciano de semblante hosco. Al ver al
+excusador, sus ojos duros y penetrantes expresaron asombro.
+
+--¿D. Álvaro está?
+
+Tardó en contestar.
+
+--¡Ya se ve que está!--respondió al cabo.--No sale nunca.
+
+--¿Y se le puede ver?
+
+--¿Por qué no?
+
+--Pues avísele usted que el teniente cura de la parroquia desea hablar
+con él por encargo de su señora hermana D.ª Eloisa.
+
+--No hay necesidad. Venga usted conmigo--replicó bruscamente.
+
+Y después de cerrar y trancar con cuidado la puerta, echó a andar
+delante. No dejó de sorprenderle al excusador el aire de autoridad del
+viejo doméstico, y lo poco en que tenía la voluntad de su amo para
+recibir o no las visitas. Después de atravesar un gran patio húmedo, mal
+empedrado, donde crecía por todas partes la hierba, rodeado de columnas
+toscas de piedra manchadas de musgo, ascendieron por una escalera de
+piedra y tosca también, con los pasos gastados por el uso. En el piso
+principal salvaron un ancho corredor abierto, con el pavimento de
+madera, tan deteriorado que era preciso ir con cuidado para no meter el
+pie por algún agujero. Por todas partes se observaba un abandono
+extraño; las paredes sucias, descascarilladas, el suelo con un dedo de
+polvo, los techos agrietados: no parecía una casa habitada, sino una
+antigua abadía solitaria. La gran casa solariega de los Montesinos se
+pudría, se derrumbaba, sin que su dueño intentase en ella la menor
+reforma, sin que lo advirtiese siquiera. En el piso segundo el criado le
+condujo al través de varias salas destartaladas y lóbregas, abrió al fin
+una puerta de cristales con visillos sucios, después de echar una mirada
+por el interior, dijo:
+
+--No está aquí. Habrá subido a la biblioteca.
+
+Vuelta a desandar lo andado. Hallaron en el corredor una puertecita
+estrecha, y por ella entró el criado seguido del clérigo, subiendo por
+una escalera de caracol más oscura y más sucia aún que el resto de la
+casa. Cuando iban hacia el medio, el P. Gil oyó en lo alto una tosecilla
+seca que volvió a apretarle el corazón de temor. La biblioteca se
+hallaba en una de las dos torres cuadradas que la casa tenía a los
+lados. Había una pequeña antesala sin mueble alguno, con puerta de
+madera sin pintar, charolada por el uso, que el viejo empujó, diciendo:
+
+--Álvaro, aquí tienes al señor excusador, que desea hablarte.
+
+El susto que éste llevaba en el cuerpo no le impidió sorprenderse de la
+confianza extraña del criado. ¡Un señor tan rico, tan noble, tan
+misterioso, tuteado por un criado!
+
+La biblioteca corría parejas con el resto de la casa en lo destartalada
+y sucia. Era una gran pieza cuadrada, de techo abovedado, cuyas paredes
+estaban cubiertas a trechos de tosca estantería con libros. Éstos
+andaban asimismo amontonados por el suelo sin orden ni curiosidad
+alguna. Los había encuadernados con pasta antigua, los había también en
+rústica modernísima, pero todos eran víctimas por igual del descuido de
+su dueño y de la inclemencia del polvo. Dos ventanas de vidrios
+emplomados, sin cortinas, esclarecían la estancia. Una estufa moderna,
+cuyo tubo, sostenido por alambres, salía por un cristal roto, la
+calentaba. Cerca de una mesa deteriorada, cubierta por un hule todo
+salpicado de tinta, estaba sentado en un sillón antiguo de vaqueta un
+hombre cuya figura y atavío correspondían perfectamente al decorado de
+la estancia. Era menudo de cuerpo, gordo de cabeza, el rostro pálido,
+nariz y labios finos, los ojos pequeños y de un color indefinible, el
+cabello bermejo y ralo, las manos diminutas y descarnadas. Vestía una
+bata usada, mugrienta, traía anudado al cuello un pañuelo de seda, y se
+cubría las piernas y los pies con una manta de viaje tan rapada y
+grasienta como la bata.
+
+Al abrirse la puerta levantó la cabeza, y sus ojos verdosos con puntos
+amarillos, como los de los gatos, se clavaron en el sacerdote con una
+curiosidad que llegó a ser insolente por el acto de no levantarse más
+que a medias del sillón ni hacer siquiera una inclinación de cabeza. El
+P. Gil se había despojado del sombrero canal, y se inclinaba confuso y
+molesto bajo aquella fría y escrutadora mirada. El criado se retiró y
+entornó la puerta. Después de preguntarle por la salud, tardó en hallar
+palabras el sacerdote.
+
+--Estará usted enterado, señor, de la desgracia que ha ocurrido hace
+algunos días en la mar. Unas cuantas familias han quedado sin más amparo
+que la capa del cielo y el de las almas caritativas. Confiado en la
+caridad de este pueblo, emprendí la tarea de implorarla de casa en casa.
+En cumplimiento de este deber y excitado por su señora hermana, me tomo
+la libertad de venir a pedirle a usted para las pobres viudas y
+huérfanos una limosna por el amor de Dios.
+
+El dueño de la casa le contempló todavía unos instantes. Luego sacó del
+bolsillo una llave, abrió un cajón de la mesa, sacó unas monedas de oro
+y, alargando la mano, las depositó silenciosamente en la del sacerdote.
+
+--Dios se lo pague a usted, señor--dijo éste.
+
+No había más remedio que retirarse. D. Álvaro no decía una palabra ni le
+invitaba a sentarse. Pero el hacerlo sin tentar de algún modo su
+proyecto, le dolía tanto que permaneció inmóvil, a despecho de la mirada
+de despedida que aquél le estaba clavando.
+
+--No me sorprende su generosidad--dijo.--Su señora hermana me había
+hecho muchos elogios de su corazón, y veo que no estaba equivocada.
+
+--Supongo que a nadie más que a mi hermana habrá usted oído hacer
+elogios de mi corazón.
+
+La voz del mayorazgo de Montesinos era singularmente armoniosa y dulce,
+y contrastaba notablemente con lo inarmónico y triste de su figura. El
+P. Gil, que era la rectitud personificada, quedó un instante suspenso.
+
+--En efecto, a nadie he oído hacer elogios de usted más que a su
+hermana--dijo al cabo, con naturalidad.
+
+Montesinos no pareció disgustado con esta respuesta, pero sus ojos
+brillaron con más curiosidad, y volvió a examinar atentamente al clérigo
+de los pies a la cabeza.
+
+--Como los elogios de mi hermana no tienen valor alguno... saque usted
+la consecuencia.
+
+Una levísima sonrisa apuntó a sus labios al pronunciar estas palabras.
+
+--Para juzgar a los hombres no me atengo al juicio de los hombres, sino
+al de Dios. ¿Quién sabe la bondad o la maldad que pueden ocultarse en el
+fondo de un alma? Hasta ahora lo único positivo que sé respecto a
+usted, señor, es que no he llamado en vano a su puerta, es que los
+huérfanos desvalidos bendecirán su nombre y su corazón.
+
+Los ojos del caballero se desviaron bruscamente del clérigo y expresaron
+malestar.
+
+--El dar una limosna más o menos crecida nada tiene que ver con la
+bondad del corazón. Damos lo que nos sobra. ¿Está usted seguro de que si
+el dinero que acabo de darle me hiciese falta se lo daría?
+
+--No, señor: de lo que estoy seguro es de que haría usted bien en darlo
+aunque le hiciese falta--respondió gravemente el sacerdote.
+
+El aristócrata le miró aún con más interés y quedó unos instantes
+pensativo. Luego alzó los hombros con indiferencia.
+
+--¡Ps! Yo no sé hasta qué punto es eso cierto. Suponiendo que mi dinero
+sirviese para que vivan esos huérfanos, no es gran favor el que les
+hago. Es más; si se considera lo que indudablemente les espera en esta
+vida, puede asegurarse que les causo un terrible mal... Vivir abrumados
+de trabajo, de sufrimientos, de angustias, y por fin de fiesta quizá una
+muerte aterradora como la de sus padres allá entre las olas
+embravecidas. ¡Hermoso porvenir! Bien pueden darnos las gracias esos
+pobres chicos por la felicidad que les preparamos.
+
+--Todo hombre tiene un destino que cumplir sobre la tierra.
+
+--Conozco perfectamente ese destino. Padecer los innumerables dolores
+que la naturaleza y nuestros semejantes nos proporcionan.
+
+--Y si los padecemos con paciencia y los encomendamos a Dios, lograr la
+recompensa reservada a los buenos.
+
+D. Álvaro hizo una mueca de desdén, y levantándose de la silla con
+señales de impaciencia, tendió la mano al sacerdote.
+
+--Señor excusador, nuestra conversación, si se prolongase, podría
+convertirse en disputa. Siempre es mala educación disputar con las
+personas que vienen a visitarnos, pero en este caso, tratándose de un
+sacerdote, sería una verdadera ofensa.
+
+--Diga usted cuanto se le ocurra, señor. Mi deber es pregonar la verdad
+sin temor a las ofensas.
+
+El caballero volvió a mirarle esta vez con una benevolencia compasiva, y
+acercándose a él y poniéndole una mano sobre el hombro, le preguntó
+sonriendo:
+
+--Vamos a ver, señor cura, si usted fuera Dios, ¿haría un mundo tan
+perverso como éste?
+
+--Esa pregunta más parece una burla...--respondió con señales de
+tristeza y disgusto el clérigo.
+
+--¡Lo ve usted cómo se ofende!... Lo que yo pretendo preguntarle es si,
+teniendo usted en su mano fabricar un mundo bueno, poblado de seres
+felices, eternamente felices, crearía usted por capricho otro lleno de
+dolores, de tristezas, de amarguras, daría usted vida a unos pobres
+seres, malos y buenos, por el gusto de recompensar a los buenos y
+castigar a los malos.
+
+--Dios no ha creado el mundo malo, sino bueno. Fue el primer hombre
+quien se acarreó todos los dolores con su desobediencia.
+
+--¡Ah, sí! El mito de la manzana. Yo no le creo a usted capaz, señor
+excusador, de un capricho tan ridículo. ¿A qué conducía el reservar esa
+manzana, sobre todo conociendo el carácter caprichoso de Eva y la
+debilidad de Adán por ella? Pero dando por supuesto que esos dos
+merecieran castigo, ¿qué tenemos que ver nosotros con su delito? Si una
+persona le agraviase, ¿sería usted capaz de vengarse en sus hijos y sus
+nietos? No lo creo. Principiaría usted por perdonar al ofensor, y si no
+le perdonaba, al menos se guardaría de causar ningún daño a sus hijos.
+Vea usted, por lo tanto, cómo me veo en la precisión de considerarle a
+usted mejor persona que Dios.
+
+Una ola de sangre subió al rostro del presbítero. El estupor, la
+indignación, le trabaron la lengua.
+
+--Eso es mofarse indignamente de las cosas más santas--articuló al
+fin.--Me sorprende que habiendo usted recibido una educación cristiana
+haya llegado a tal extremo de impiedad.
+
+Una sonrisa sarcástica se dibujó en el rostro macilento del hidalgo.
+
+--Efectivamente, he recibido una educación cristiana... al menos según
+se ha entendido hasta ahora el cristianismo. Mire usted, señor
+excusador, yo he tenido un padre que era como Dios. Por la más leve
+falta, hija de mi inexperiencia, de mi temperamento, de mi edad, me
+imponía un castigo bárbaro, cruel. Si me dormía durante el rosario,
+azotes; si cometía tres equivocaciones en la lección, azotes; si me caía
+un borrón en la plana escrita, azotes; si corría por la casa, azotes; si
+manchaba el vestido, azotes. ¡Siempre azotes!... Y no se tomaba siquiera
+la molestia de dármelos por su mano: encargaba de la ejecución a Ramiro,
+ese criado que le ha conducido a usted hasta aquí, el cual,
+cristianamente, me los propinaba hasta hacerme sangre. Pero todavía mi
+padre era mucho mejor que Dios en este punto; porque los azotes de
+Ramiro duraban un rato, mientras que los que los diablos nos han de dar
+durarán eternamente, según aseguran ustedes...
+
+La sonrisa que vagaba por sus labios se apagó. Guardó silencio un rato:
+quedó profundamente ensimismado. Sus ojos, fijos en el suelo, se
+dilataron con expresión de terror. Por delante de ellos pasó en rauda y
+lúgubre visión toda su infancia. Su padre, alto, seco, con su gran nariz
+encorvada y cortante como el pico de un águila. Jamás le había visto
+sonreír. La mitad de la vida la pasaba en la iglesia, donde se dejaba
+caer de rodillas con un fuerte golpe que le hacía estremecer (a veces
+imaginaba que tenía las rodillas de hierro o piedra). Sólo le hablaba
+para reprenderle o exigirle el cumplimiento de alguna tarea. No tenía
+más amigos que dos o tres clérigos, con los cuales le oía abominar del
+liberalismo y la impiedad moderna. Se veía a él, pobre niño, enteco y
+enfermizo, pasando dos y tres horas arrodillado en la iglesia, sin
+gustar jamás el placer de correr al aire libre como los hijos de los
+miserables pescadores, sin tener un compañero con quien comunicar sus
+inocentes pensamientos. Un día igual a otro. El cielo siempre plomizo.
+La mar bramando tristemente en las peñas. El viento aleteando con
+violencia sobre los cristales. Y la casa silenciosa, lóbrega, sucia,
+resonando de vez en cuando con los paseos lentos, acompasados, de su
+padre. Veíase más tarde en Lancia estudiando la segunda enseñanza,
+hospedándose en casa de un clérigo del mismo temperamento y costumbres
+que su padre. Sus compañeros le despreciaban a causa de su debilidad,
+de su falta de destreza; los profesores le miraban con recelo por su
+carácter reservado y triste. Y por las vacaciones vuelta al lúgubre y
+aborrecible palacio, al austero régimen, a los eternos rezos. A pesar de
+sus ardientes deseos de seguir una carrera no lo consiguió. Su padre
+consideraba indigno del mayorazgo de la casa de Montesinos el escribir
+un pedimento o trazar una carretera: a los abogados los llamaba
+curiales, a los ingenieros canteros, a los profesores maestrillos. La
+milicia le agradaba, pero sus ideas tradicionalistas le impedían mandar
+a su hijo a servir a un gobierno liberal. No pudiendo servir a su rey
+con las armas, la vida de un noble debía ser levantarse temprano para
+oír misa, echar un vistazo a su hacienda, platicar un rato con el
+mayordomo, jugar al tresillo con los curas, dar luego con ellos un
+paseo, rezar el rosario, confesarse a menudo y dar constantemente
+ejemplo a los plebeyos de virtud y religiosidad, sin rozarse jamás con
+ellos. Pero a pesar del gran respeto que mostraba a los sacerdotes y de
+besarles la mano en público, Álvaro recordaba un pormenor que siempre le
+había llamado mucho la atención: a la hora de comer los criados servían
+antes al amo y a su hijo que al capellán de la casa. El orgullo
+nobiliario latía aún más vivo en el corazón de su padre que el
+sentimiento religioso; pero sabía aliarlos tan bien en el fondo de su
+conciencia, que había llegado a creer que la religiosidad era una
+cualidad privativa de los aristócratas, y que por ella se distinguían
+mejor que por ninguna otra del vulgo despreciable.
+
+Veíase en Peñascosa haciendo la vida de hidalgo desocupado, sometido
+como un niño de diez años a la autoridad despótica de su padre. Su
+espíritu imaginativo, soñador, no podía soportar aquella inacción.
+Comenzó a leer a hurtadillas novelas que le proporcionaba una señora que
+tenía estanquillo en la calle del Cuadrante. Subió después a la
+biblioteca, donde un clérigo, hermano de su abuelo, que pasó por sabio
+en vida, había dejado gran copia de libros, y comenzó a devorarlos. Leyó
+a Platón, a Descartes, a Santo Tomás, a Fenelón, etc.
+
+Se hizo sabio. Pero al entrar la luz de la ciencia en su espíritu,
+también se deslizó la duda. ¡Qué tormentos tan crueles le causó! En su
+vida, triste, monótona, sólo la religión, el pensamiento de Dios, la
+promesa de la inmortalidad, de otro mundo más justo y más hermoso
+endulzaba un poco el amargor de las horas. Y he aquí que repentinamente
+desconfiaba de esta dulce promesa, dudaba de las verdades todas de la
+religión, hasta de la existencia de Dios. En un principio anduvo
+receloso, sombrío, temiendo que su padre le descubriera en los ojos sus
+abominables pensamientos. Después, atormentado cruelmente, abrumado por
+ellos, ansioso de hallar remedio a su mal, de una mano que le sostuviese
+antes de caer en el abismo de perdición, tuvo el valor un día de
+arrojarse a los pies de su padre y confesárselos. El viejo aristócrata
+quedó aterrado, y para remediar la locura de su hijo (así la calificó)
+no halló otro remedio que aconsejarle la penitencia, los ayunos, las
+mortificaciones de todo género. Para él estas dudas no provenían más que
+de rebeliones de la carne, a la cual había que combatir con la humildad
+y las disciplinas.
+
+Saltó pronto la barrera de la duda y cayó en el campo de la
+incredulidad. Desde entonces, ni un momento de vacilación; más y más
+convencido cada día de que este mundo no valía nada, y que fuera de este
+mundo no había que esperar otra cosa. Murió su padre y se confesó con
+remordimiento que no lo sentía. Respiró con ansia y delicia el aire de
+la libertad. Hubo un momento en que la vida le pareció menos horrible;
+el mundo tuvo para él una dulce sonrisa. Fue cuando, el bolsillo bien
+repleto, se marchó a Madrid. Primero la ciencia le ofreció un consuelo y
+un entretenimiento. Se puso al corriente con avidez de las últimas ideas
+en filosofía, en historia, en ciencias naturales; alternó, discutió con
+los hombres más eminentes de España. Y tuvo la satisfacción de observar
+que allá en sus soledades de Peñascosa, meditando sobre los libros
+antiguos, había llegado a los mismos resultados que los filósofos
+modernos. Después vino el amor: un sueño dulce y embriagador, una música
+penetrante y divina que le suspendió algún tiempo sobre la miseria de la
+tierra, que le reconcilió con la vida y despertó en su corazón la
+esperanza infinita, la ilusión de la dicha inmortal. La caída de aquel
+mundo luminoso, encantado, risueño, fue bien cruel; una de las páginas
+más negras que registra la historia de los hombres, ¡donde las hay tan
+negras!...
+
+--Por lo demás--dijo saliendo de su éxtasis doloroso y pasando la mano
+de esqueleto por la frente,--yo he tomado bastante tiempo en serio esas
+cosas que usted cree. Me ha costado mucho dolor, muchas horas de
+insomnio, muchas lágrimas separarme de ellas. Déjeme usted que a cambio
+de tantas lágrimas me ría ahora un poco.
+
+--De modo--dijo el sacerdote con mal reprimida agitación--que, olvidando
+por entero las creencias que usted mamó, la santa religión de sus
+padres, se declara usted enemigo de Dios...
+
+--Sí, señor, enemigo de Dios y de los hombres... Es decir, de Dios
+desgraciadamente no puedo serlo, porque no existe. Si existiera, a
+juzgar por sus obras, sería un Dios bien perverso. No pudiendo serlo de
+Dios, lo soy de los hombres, no para hacerles daño, sino para huir de
+ellos como se huye de las bestias feroces. Desde que nací me han hecho
+experimentar muchos dolores. Sin embargo, nunca intenté vengarme de
+ellos, porque sé muy bien que son malvados porque así los ha creado la
+Naturaleza o el Destino; hacen daño como lo hacen las fieras, por el
+egoísmo que ruge dentro de todo ser animado. El mundo está organizado
+para devorarse los seres, unos a otros. Lo que pasa entre los peces pasa
+entre los hombres; sólo que nosotros no abrimos la boca y nos tragamos
+la víctima de golpe, lo cual, después de todo, es una ventaja para ella,
+sino que la vamos devorando a pequeños mordiscos, arrancándole la carne
+hasta dejarla en esqueleto... ¿No me ve usted a mí?--añadió con sonrisa
+feroz apuntando a su rostro.--El pez que me ha comido lo entendía. No me
+ha dejado más que los huesos.
+
+El P. Gil, cada vez más aterrado, se atrevió a preguntar:
+
+--¿Y usted piensa que no hay sobre la tierra ningún hombre honrado,
+ninguna mujer virtuosa?
+
+--Sí los hay, pero son productos excepcionales de la Naturaleza; mejor
+dicho, son aberraciones de un organismo creado para el mal. Los hombres
+buenos sufren las consecuencias de toda aberración; no pueden
+subsistir. Todos los animales nacen con defensa para la lucha en el
+combate de la vida, unos tienen dientes, otros tienen garras, otros
+tienen cuernos, otros tienen alas para huir: el hombre bueno es el único
+animal que carece de medios de defensa. No siendo apto para luchar, está
+fatalmente destinado a perecer. Es la pobre mosca que se enreda en la
+inmensa tela de araña labrada por los bribones que componen la inmensa
+mayoría del género humano. El consuelo único que el hombre bueno puede
+tener es que sus verdugos tampoco son felices. La vida es un gran fraude
+para todos, para los buenos y para los malos. Dentro del universo se
+oculta una fuerza astuta, perversa, que nos impulsa, que nos dirige
+hacia un fin desconocido para nosotros, en el cual nada tenemos que ver.
+Para este fin misterioso necesita de nosotros y nos obliga a
+reproducirnos. No le importa que seamos desgraciados. El individuo para
+ella es nada, la especie lo es todo. Obra como el dueño de una
+ganadería, que antes de matar un buen caballo que ya no sirve, le obliga
+a dejar una cría. Preocupada únicamente con la perpetuidad para que no
+le falten jamás instrumentos, nos engaña con el señuelo del placer, de
+la ambición o del orgullo. Usted mismo, que no obra por ninguno de estos
+móviles, es igualmente un instrumento de la especie. Al preocuparse con
+la suerte de esos pobres huérfanos, al buscar con afán los medios de
+que vivan, obedece usted inconscientemente las órdenes de esa fuerza
+malvada. Cuando no le basta el atractivo del placer para la conservación
+de la vida, apela al sentimiento de compasión que ha puesto dentro de
+nosotros.
+
+El P. Gil, que escuchaba petrificado tal sarta de impiedades, sintió un
+estremecimiento de horror al oír aquella interpretación monstruosa del
+sentimiento de la caridad. A este estremecimiento sucedió una viva
+irritación. Necesitó un gran esfuerzo de voluntad para no romper en
+insultos contra el blasfemo.
+
+--Todo eso está muy bien--dijo dominándose y sonriendo
+forzadamente;--pero usted me dispensará que le haga una pregunta. En ese
+pesimismo tan desconsolador que usted profesa, en la idea deplorable que
+usted ha formado del mundo y de los hombres, en ese mismo ateísmo brutal
+(¡perdón por la frase!) que tanto gusto tiene en exhibir, ¿está usted
+seguro de que todo depende de la razón fría y serena? ¿No habrán
+influido nada sus tristezas individuales, los acontecimientos
+desgraciados de su vida?
+
+Los ojos felinos del hidalgo brillaron iracundos; le había herido en lo
+vivo.
+
+--¡Ah, la eterna cantilena!--exclamó impetuosamente.--Cuando no se puede
+atacar una teoría, se escudriñan los móviles del que la sustenta. ¿Qué
+pretende usted probar con eso? Supongamos que el mundo es un paraíso,
+que todos los hombres, menos yo, son felices, y que mi pesimismo depende
+en un todo de mis desgracias. ¿Dejaré por eso de afirmar el mal que me
+ha tocado en suerte? ¿No tendré derecho yo, criatura desdichada, a
+calificar a Dios (caso de que lo hubiera) de perverso, puesto que
+pudiendo haberme hecho feliz como a los demás me hizo desgraciado? Todo
+el que padece sobre la tierra puede preguntar a Dios como Job: ¿Cuándo
+la existencia te pidió la nada?... Por lo demás--añadió adoptando un
+tono despreciativo, insultante,--desde que usted ha entrado por esa
+puerta supe a lo que venía. No quiero discutir con usted, porque me
+aburriré. Estoy persuadido de que la religión en que usted cree no es
+más que un conjunto de hipótesis inocentes como las de todas las demás
+religiones inventadas por la miseria y la cobardía de los hombres, que
+no pueden resignarse a morir buenamente como los demás seres animados,
+como nos lo enseña irrefutablemente la experiencia, que no pueden
+convencerse de que han nacido para el dolor. Y esto no lo creo por
+capricho, sino después de haber estudiado y meditado el asunto
+largamente, después de haber seguido paso a paso con cuidado la historia
+de las religiones más importantes. Si hubiera de elegir alguna entre
+ellas, no sería ciertamente el cristianismo, que es una de las más
+tristes e insensatas. Me sucede lo que a Goethe: la cruz me crispa los
+nervios. Ni Santo Tomás, ni San Agustín, ni Fenelón, ni Pascal me han
+convencido. Por consiguiente, ninguno de ustedes me convencerá. Usted no
+tiene más respetabilidad para mí que la que le preste su carácter y sus
+obras. De su ciencia y de la de todos sus colegas, obispos y arzobispos
+me río a carcajadas.
+
+Sus ojos brillaban con fiereza, mirándole de arriba abajo; pero estos
+ojos se dulcificaron repentinamente al ver temblar una lágrima en los
+del P. Gil.
+
+--Dispénseme usted, señor excusador--se apresuró a decir, acercándose a
+él,--si le he ofendido. Tengo mal carácter... me irrito con facilidad...
+
+--Adiós, señor, adiós--respondió el P. Gil, estrechando la mano que
+Montesinos le tendía.--A mí no me ha ofendido... Es a Dios a quien...
+
+--Entonces estoy contento, porque eso no importa nada...--replicó
+sonriendo.--Hasta la vista. Ya sabe que tiene aquí un amigo y una casa a
+su disposición.
+
+
+
+
+V
+
+
+Salió de aquella casa maldita en un estado de confusión y tristeza
+indescriptibles. No quiso ir a la de D.ª Eloisa, que le esperaba
+impacientemente. Cuando más tarde la vio, manifestole su fracaso en
+cortas y secas palabras.
+
+Durante algunos días hizo esfuerzos para alejar de su pensamiento
+aquella desagradable entrevista y hasta la imagen del blasfemo.
+Abrumado, abatido por un recibimiento tan brutal, no imaginaba que
+hubiese medio alguno de combatir aquel diablo rabioso henchido de ira y
+de impiedad. Pero sus palabras resonaban noche y día en sus oídos, le
+perseguían, le dolían como crueles latigazos. Conocía algunos
+razonamientos de los herejes; aquellos que los libros de teología
+traían, y que el autor, con la autoridad de los Santos Padres, refutaba
+siempre victoriosamente. Sabía de la existencia de los racionalistas,
+pero sus noticias eran deficientes y vagas. Jamás había visto expresado
+de un modo tan cínico el ateísmo. No pensaba que hubiese quien estuviera
+verdaderamente convencido de que Dios no existía.
+
+Disipada, no obstante, al cabo de algún tiempo la impresión, no pudo
+menos de pensar que se había amilanado pronto. Demasiado sabía que la
+oveja no se le había de entregar de buenas a primeras, que iba a
+encontrarse con un hombre avisado, erudito, a quien no se atraería con
+cuatro lugares comunes. Entonces, ¿por qué abatirse repentinamente? ¿Por
+qué darse por vencido sin luchar? El P. Gil se confesó, con su habitual
+y sincera modestia, que no estaba preparado para este combate. Debajo de
+las frases irónicas y cínicas del mayorazgo de Montesinos adivinaba un
+estudio largo de la materia, un sistema meditado y completo. Para
+combatir este sistema y los razonamientos que la impiedad puede alegar
+era menester conocerlos de antemano, discutirlos y ponderarlos
+previamente en la cabeza, para luego, al aparecer en la boca del
+incrédulo, destruirlos, hacerlos polvo. Por eso no se atrevía a intentar
+de nuevo aquella apetecida conversión.
+
+Pero cuanto más difícil se le hacía, cuantos más obstáculos encontraba
+en el camino, más vivos eran sus deseos de lograrla. En las vidas de los
+santos había visto que jamás se daban por vencidos en su lucha con el
+pecado. Por enorme, por imposible que la empresa fuera, una y otra vez
+la acometían con creciente ardor, fiados únicamente en la ayuda de Dios.
+Debía hacer otro tanto. Si le faltaban fuerzas, Dios se las prestaría.
+Trabajar sin descanso hasta conseguir la vuelta del hijo pródigo, hasta
+destruir este foco de impiedad que podía contagiar los corazones sanos
+de Peñascosa, hasta remover aquella piedra de escándalo.
+
+Quedó decidido en su pensamiento que volvería de nuevo a la carga. Pero
+esta vez iría mejor apercibido; conocería perfectamente todos los
+argumentos de los herejes y llevaría preparada la réplica. Comunicó con
+su maestro el rector del seminario de Lancia el proyecto de la
+conversión y le rogó que pidiese al prelado un permiso para leer libros
+prohibidos. Tardó poco en mandárselo el rector, pero en la carta que lo
+acompañaba no aparecía muy entusiasmado con la empresa de su discípulo.
+El ascético sacerdote gozaba más con perfeccionar las almas creyentes y
+buenas, que en atraer las que definitivamente se hallaban en las garras
+del pecado.
+
+Lo primero que se le ocurrió leer al P. Gil fue cierta _Vida de Jesús_,
+muy popular a la sazón entre los impíos y de la cual se hablaba siempre
+con desprecio mezclado de terror en el seminario. La leyó con profundo
+dolor y tristeza. Nuestro Señor Jesucristo era considerado por el hereje
+que la escribiera como hombre. Le prodigaba mil irrisorias alabanzas, le
+manifestaba exagerada admiración, pero era para demostrar mejor su
+condición exclusivamente humana y deslizar el veneno de la impiedad con
+más fruto. El libro estaba atestado de patrañas. «El cristianismo,
+decía, es un fenómeno histórico, y como tal debe ser estudiado
+históricamente.» Esto era evidentemente absurdo, porque el cristianismo
+significa la redención del género humano por el Hijo de Dios; es la
+revelación de la verdad divina. El autor pedía que se examinasen los
+relatos de los Evangelios mediante los mismos principios con que se
+juzga cualquiera otra tradición, que no se impusieran de antemano a la
+crítica los resultados y se la dejase libre de hipótesis preconcebidas.
+Esto era otro absurdo, porque ¿cómo hemos de aplicar a la fe, a la
+palabra de Dios, los mismos principios que a los hechos y a las palabras
+de los hombres? De este modo iba respondiendo uno por uno a los
+argumentos del autor racionalista, y deshaciéndolos.
+
+Preocupado con esta discusión interior y ganoso de exteriorizarla, como
+acaece con todo lo que llena y embaraza nuestro espíritu, se aventuró a
+hacer otra visita al mayorazgo de Montesinos. Esta vez le recibió muy
+bien, con exquisita amabilidad, como si le remordiese la conciencia de
+su grosería pasada. Hablaron de cosas indiferentes. Montesinos tuvo
+ocasión de manifestarle que tenía muy buenas noticias de su carácter,
+que conocía las virtudes que le adornaban. El P. Gil se ruborizó con
+estos elogios y respondió, sonriendo tristemente, que lo que quisiera en
+aquel momento era tener mucho talento y mucha ciencia para convencerle
+de la verdad de la revelación. «¿De cuál revelación?--le había
+preguntado el hidalgo sonriendo también con benevolencia.--¿Cómo de cuál
+revelación?--Sí, ¿de cuál? porque hay varias: los cristianos, los
+buddhistas, los mahometanos, los judíos, todos creen su religión
+revelada por Dios.--Hablo de la única verdadera, de la revelación de
+Nuestro Señor Jesucristo.--¿Y en qué se funda usted para creer que ésa
+es verdadera y las otras falsas?--En que las otras están llenas de cosas
+monstruosas, irracionales--respondió imperiosamente el clérigo,--en que
+sólo la religión del Crucificado llena todas las aspiraciones de nuestro
+sentimiento y nuestra razón.--¡Tenga usted cuidado, señor
+excusador!--exclamó el mayorazgo soltando una alegre carcajada--que
+está usted haciendo depender la verdad revelada del aserto de la razón,
+que está usted proclamando la supremacía de ésta, lo cual es una
+proposición herética.--¿Cómo? ¿cómo?--preguntó aturdido el sacerdote.»
+Pero Montesinos cambió la conversación bruscamente. No se atrevió a
+insistir.
+
+Le costó gran trabajo tragar aquella píldora. Estuvo una porción de días
+sin poder pensar apenas en otra cosa. La idea de que sin darse cuenta de
+ello pudiera incurrir en algún error condenado por la Iglesia le
+inquietaba vivamente. Indudablemente el leer libros heréticos, el pensar
+demasiado en los fundamentos de la religión era parecido a jugar con
+fuego. Mejor haría en dejar los dados quedos y a Montesinos que se lo
+llevase el diablo. Contra esta resolución clamaban todos los santos que
+vivieron en el mundo y los mandamientos divinos que ordenan amar al
+prójimo como a uno mismo. Por otra parte, presentía que su agitación
+interior no iba a cesar. Las ideas de la _Vida de Jesús_ y las que había
+oído a Montesinos bullían confusamente en su cerebro, y no se calmarían
+repentinamente por un esfuerzo de la voluntad. ¿Por qué no había de
+ahondar en el examen de los orígenes de la religión cristiana? ¿Por qué
+no había de conocer hasta en sus últimos pormenores los datos de la
+discusión, a fin de confundir, de pulverizar a cualquier racionalista
+que se le presentase, por sabio que fuera? En esto no había peligro
+alguno. La poca ciencia aleja de Dios: la mucha acerca.
+
+Dedicose con ardor, con frenesí se puede decir, al estudio. Montesinos,
+con quien empezó a intimar, puso a su disposición la biblioteca. Leyó
+sin tregua, con atención profunda, los escritos más sobresalientes
+acerca de las investigaciones críticas sobre el cristianismo primitivo,
+sobre los libros del Nuevo Testamento y la historia de los dogmas. Bebió
+a grandes tragos el veneno de la herejía sin percibir su sabor, con la
+esperanza de que al agotar el vaso quedaría perfectamente tranquilo,
+seguro para siempre de la insensatez y maldad que encerraba todo lo que
+se opusiera a la Iglesia de Cristo. Mas ¡ay! no sucedió así. Al cabo de
+algunos meses la duda levantó su cabeza hedionda en su espíritu
+atribulado. Estuvo muchos días sin confesárselo, procurando engañarse a
+sí mismo, desviando los ojos para no verla. Llegó un momento, sin
+embargo, en que ya no fue posible. La infame se había ido enroscando
+cautelosamente a su alma, se había apoderado insensiblemente de toda
+ella. ¡Qué estupor! ¡Qué horrible desconsuelo!
+
+La Biblia es la palabra de Dios. Lo que Dios sugiere es la infalible
+verdad. En la Biblia no pueden existir narraciones falsas o
+contradictorias. Esto se repetía el sacerdote a cada instante, hasta en
+voz alta cuando se hallaba solo.
+
+Si la Escritura no fuese de origen divino, ¿cómo se explica que Isaías
+pudiese profetizar que Jesús nacería de una virgen y que había de ser en
+Belén? ¿Cómo pudo el mismo Isaías, siglo y medio antes de Ciro, señalar
+a éste como libertador de los judíos? ¿Cómo pudo Daniel, bajo el imperio
+de Nabucodonosor, profetizar el nacimiento de Alejandro Magno y muchas
+particularidades de su historia?
+
+¿A quién dirigía con violencia el P. Gil estas contundentes preguntas
+hallándose solo? A un heresiarca invisible que le replicaba silbando
+como una serpiente: «Los diferentes libros de la Biblia son obra de los
+hombres, como todos los demás que se atribuyen origen divino, el Corán,
+los Vedas, etc. Son compilaciones de escritos de diversos géneros y
+épocas. Los libros atribuidos a Moisés y a Samuel son compilaciones muy
+posteriores, en las cuales se han introducido fragmentos de diferentes
+épocas. Lo mismo pasa con los libros del Nuevo Testamento. Isaías no ha
+pensado con su hijo de virgen para nada en Jesús. El último tercio de
+las profecías de Isaías procede de un contemporáneo de Ciro y todo el
+libro de Daniel de un contemporáneo de Antioco, por lo cual muy bien
+pudieron profetizar lo que ya había sucedido.»
+
+El P. Gil se tapaba los ojos, se mesaba los cabellos, horrorizado de
+aquella disputa sacrílega. ¡Él, un ministro del Altísimo, buscando
+reparos y contradicciones a las palabras del Espíritu Santo! Merecía que
+la tierra se abriese repentinamente y se lo tragara. Aquellos libros
+infames que le había prestado el hereje Montesinos tenían la culpa.
+Arrebatado de santa indignación contra ellos, sin reparar en que no le
+pertenecían, los cogió todos un día, hizo un montón con ellos en el
+patio, y le dio fuego. D. Miguel, que estaba muy lejos de sospechar lo
+que pasaba por el alma de su teniente, aplaudía desde el balcón con
+fuertes risotadas el auto de fe.
+
+Quedó más tranquilo desde que no tuvo en la habitación aquellos
+perversos enemigos de su salvación. Dejó por completo la lectura y
+entregose de nuevo a los deberes del confesonario, que tenía algo
+abandonados. Y procediendo con sus dudas de crítica histórica como los
+santos antiguos procedían con las tentaciones de la carne, comenzó a
+mortificarse despiadadamente. Él, que hasta entonces se había mostrado
+débil y cobarde en esta vía de perfección, siguiola ahora con arrojo,
+ansioso de pagar con los dolores del cuerpo la rebelión escandalosa del
+espíritu. Mucho le confortó y ayudó en este trance el ejemplo de la
+piadosa hija de Osuna. Cada día descubría en el alma pura de su
+penitenta nuevos tesoros de bondad y perfección cristianas. Creía estar
+en presencia de una de aquellas elegidas del Señor, consagradas por la
+Iglesia y adoradas por los fieles de toda la cristiandad: Santa Teresa,
+Santa Isabel, Santa Catalina, Santa Eulalia, la beata Margarita de
+Alacoque. Las mismas particularidades que había leído en la historia de
+estas santas, observábalas ahora en su hija de confesión; la misma sed
+de penitencia, iguales escrúpulos y temores, la misma humildad, los
+mismos favores divinos.
+
+Porque Obdulia, llena de vergüenza, como si se acusara de un pecado
+grave, temblando de emoción, le había confesado que de vez en cuando
+experimentaba desmayos hallándose en oración, caía al suelo
+repentinamente, y en los breves momentos en que permanecía sin sentido,
+veía unas veces a Jesús entre nubes rodeado de ángeles, escuchaba una
+música divina, embriagadora; otras veces notaba que un ángel grande,
+fuerte, hermoso, con dos alas inmensas y trasparentes, se acercaba a
+ella y le ponía con dulzura la mano en la cabeza, diciéndole:
+«Persevera;» otras, las más, percibía solamente una gran claridad, que
+la bañaba toda de placer, sin ver a nadie; pero se sentía acompañada
+como si todos los santos y santas del cielo vagasen invisibles a su
+alrededor. Al principio, como confesor prudente, mostró no dar
+importancia a aquellas visiones: podría muy bien estar equivocada; el
+diablo finge muchas veces tales escenas para engañar a las almas
+incautas, deslizando en ellas el veneno de la vanidad y la soberbia.
+Obdulia persistía, sin embargo: los síncopes eran cada vez más
+frecuentes y prolongados, las visiones más intensas; aseguraba con mal
+reprimido fuego que veía a Jesús, que veía al ángel. El P. Gil dudaba
+siempre, o fingía dudar, haciendo un gesto desdeñoso cada vez que la
+joven relataba con labios temblorosos aquellos favores del cielo. Sólo
+había un signo seguro para reconocer si venían directamente de Dios;
+cuando el alma se perfecciona con ellos a tal punto que un levísimo
+pecado venial le causa tanto dolor y tantas lágrimas como el más nefando
+y mortal. Ahora bien, en ella todavía existían las rebeliones de la
+carne, todavía apuntaba el amor propio. No podía juzgar divinos aquellos
+deslumbramientos. Obdulia experimentaba un gran desconsuelo ante esta
+actitud severa y reservada.
+
+Pero poco a poco el sello que el sacerdote pedía para reconocer el
+origen celestial de sus visiones fue apareciendo. El espíritu de la
+joven se acendró de todas las impurezas. Su devoción a las prácticas
+religiosas, sobre todo al sagrado pan eucarístico, era cada día mayor.
+Se deshacía, se derretía en amor divino, rompiendo muchas veces en
+exclamaciones de entusiasmo, en frases incoherentes, como si estuviera
+loca. Y con esto, su humildad y sumisión tan perfectas, que bastaba una
+mirada de su confesor para confundirla, para hacerle temblar y pedir
+perdón por los actos más inocentes. A la postre no tuvo más remedio
+aquél que inclinarse ante la voluntad de Dios y confesar su presencia.
+Lo hizo con gran placer. Después de sus sacrílegas dudas, estaba ansioso
+de ver los testimonios de la omnipotencia y de la bondad infinitas;
+quería anegarse en el océano de lo inexplicable, de lo sobrenatural,
+para escapar a la crítica minuciosa y perversa que todo lo marchita.
+Considerose feliz, libre de ella, teniendo a su lado tan claro ejemplo
+del poder milagroso de Dios. Creyó que así le advertía para que no
+volviese a caer en la tentación, que le enviaba un faro para esclarecer
+las tinieblas de su espíritu. Recordaba siempre lo que le había pasado
+al P. Gracián, a quien Santa Teresa tanto ayudó en el camino de la
+virtud con el ejemplo de su conciencia inmaculada. Y en el fondo de su
+corazón nació un gran respeto a par que una inmensa gratitud hacia
+aquella piadosa mujer, que le libertaba de las garras del demonio.
+Escuchó con atención el prolijo relato de sus visiones, y armado de
+santa emulación emprendió de nuevo con más ardor, si no con más fe, el
+camino de las mortificaciones, que había abandonado mientras gimió en la
+servidumbre de la duda.
+
+Obdulia, que durante los últimos meses le había visto con pena
+distraído, sintió gran alegría al hallarle de nuevo atento, solícito,
+escuchándole horas enteras desahogar las menudas preocupaciones de su
+espíritu sin impacientarse. Era un retorno feliz a la dulce confianza, a
+las pláticas místicas, a las familiaridades de antes. Y como suele
+acontecer en casos semejantes, se apretó más el lazo entre ellos; esto
+es, la confianza y el afecto fueron mayores. Al cabo de poco tiempo
+consultaba con su penitenta, no sólo los asuntos piadosos, sino también
+los domésticos; era su consejera espiritual y temporal. La joven devota
+penetraba todos sus pensamientos, a veces antes de formularse con
+precisión en su cerebro.
+
+--Padre, hoy está usted de mal humor; es porque no ha podido decir misa
+en el altar de la Concepción como otras veces.--Tiene usted ojeras; bien
+se ve que se ha pasado toda la noche rezando.--Ya sé por qué dijo la
+misa el domingo más tarde: esperaba que llegase doña Eloisa.--Ese
+alzacuello le aprieta a usted mucho. Está usted incómodo. ¿Quiere que yo
+se lo arregle?...
+
+Sus vidas se iban compenetrando insensiblemente. No sólo tenían un rato
+de plática casi todos los días en el confesonario, sino que por la tarde
+se veían en la iglesia, al rosario, y por la noche también a menudo en
+casa de D.ª Eloisa. Además, de vez en cuando, para algún motivo piadoso,
+como una novena, una reunión de la cofradía, etc., la joven iba a la
+rectoral a consultarle, aunque le costase siempre un esfuerzo, porque
+tenía gran miedo a D. Miguel. Se le había metido en la cabeza que éste
+la miraba de mal ojo, que la despreciaba. Y acaso no le faltase razón
+para suponerlo.
+
+Esta confianza llegó a pecar de excesiva en algunas ocasiones. Al menos
+así lo pensó el P. Gil. Obdulia se autorizaba de vez en cuando algunas
+familiaridades que le chocaban, y en ocasiones llegaron a turbar
+momentáneamente la limpidez de su conciencia. Un día le habló de sus
+apuros económicos. El padre le daba poco dinero para los gastos de la
+casa, y como tenía el vicio de la caridad, de dar limosnas a troche y
+moche, había contraído deudas, que la mortificaban; sobre todo había una
+tendera a quien debía veinte duros, que la molestaba a todas horas y le
+amenazaba con decírselo a su papá. ¿No podría él facilitarle por poco
+tiempo esta cantidad? El clérigo tampoco los tenía, pero se los pidió a
+su madrina y se los entregó ruborizado. Ella los aceptó sin vergüenza
+alguna, como la cosa más natural. Otro día le llevó a la iglesia el
+paquete de cartas del novio que había tenido para que las leyese. Más
+adelante le pidió el escapulario que traía al cuello, y tanto le instó y
+tales pretextos adujo, que concluyó por obtenerlo. Al día siguiente le
+confesó, sonriendo, que no había sido para ponérselo a una amiga que
+acababa de morir, sino para traerlo ella sobre el pecho. Estas cosas
+herían e inquietaban vagamente al joven sacerdote. Las bromitas que la
+beata se permitía de palabra también rebasaban algunas veces los límites
+convenientes. Un día le dijo repentinamente:
+
+--¿Sabe usted lo que estoy pensando, padre? Que el ángel que viene
+muchas veces a ponerme la mano sobre la cabeza tiene los ojos muy
+parecidos a los de usted.
+
+Y soltó la carcajada al decirlo. El clérigo rió también ruborizándose.
+Luego quedó serio y de mal humor.
+
+Un suceso extraño, que escandalizó a la villa, vino de un modo indirecto
+a estrechar aún más su relación y a inquietar al P. Gil. Cierta noche se
+despertó despavorido con el ruido de una detonación dentro de casa.
+Levantose de un salto y acudió corriendo a la habitación de D. Miguel,
+donde se figuró que había sonado. Al llegar a ella quedó petrificado de
+terror ante la escena que apareció a su vista. Un hombre se revolcaba
+en medio de la habitación en un charco de sangre, mientras D. Miguel, de
+pie sobre la cama, agitaba triunfante una pistola gritando con sonrisa
+feroz:--¡Ya cayó uno! ¡Ya cayó uno!--La mortecina luz de una bujía
+tirada en el suelo alumbraba aquella fatídica escena.
+
+El caso había sido que, hallándose el párroco en la cama, un hombre
+había penetrado en su dormitorio, le había despertado y le intimó para
+que le entregase el dinero. D. Miguel sin inmutarse echó mano al
+chaleco, sacó la llave y la arrojó al medio de la habitación. Luego,
+mientras el ladrón la recogía, sacó una de las pistolas que tenía debajo
+del colchón y le descerrajó un tiro dejándole tendido. La bala le había
+penetrado por los riñones. El excusador, dominando su espanto, se
+apresuró a prestarle los auxilios espirituales. Sólo tardó tres horas en
+expirar.
+
+El suceso se comentó mucho y de muy diverso modo en el pueblo. Algunos
+aprobaban la conducta del cura. Estaba en su derecho defendiéndose de un
+facineroso que Dios sabe lo que haría con él después de robarle. Otros,
+los más, la censuraban con acritud. Un sacerdote no puede obrar como los
+demás en tal caso. Es un ministro de Jesucristo y debe proceder siempre
+con caridad aunque sea en legítima defensa. El P. Gil estaba
+profundamente indignado, aunque guardaba silencio. Un sacerdote, antes
+que ensangrentar sus manos, no sólo debía dejarse robar, sino matar.
+Nuestro Señor así lo había enseñado cuando San Pedro cortó la oreja al
+soldado que venía a prenderle. Obdulia traslució bien los sentimientos
+que le agitaban y le aconsejó que dejase la rectoral y se estableciese
+en otra casa.
+
+--Usted ya no puede vivir ahí después de lo que ha pasado, padre. El
+susto que ha llevado ha sido muy fuerte, y todos los días tiene que
+renovarse la impresión viendo el sitio.
+
+No era esto precisamente lo que quería decir, sino que un hombre
+verdaderamente cristiano y virtuoso debía de padecer mucho viviendo al
+lado de quien acababa de dar muerte violenta a un semejante. Pero si no
+lo decía con las palabras, se dejaba adivinar en la gravedad y tristeza
+de su continente. El P. Gil no ansiaba otra cosa hacía mucho tiempo. La
+compañía del párroco le era molesta, como ya sabemos. Ahora, después del
+_asesinato_ (así lo calificaba su conciencia), se le había hecho
+insoportable. D. Miguel había incurrido en la censura de la Iglesia, se
+le retiraron las licencias para confesar y decir misa: mientras llegase
+la rehabilitación pasaría una temporada. Aprovechando aquellos momentos
+de flaqueza del terrible cura, con la ayuda de su madrina alquiló una
+casita no muy lejos de la iglesia y se trasladó a ella. Una antigua
+criada de D.ª Eloisa vino a servirle y a ser su ama de gobierno.
+
+Libre ya del temor al párroco, Obdulia empezó a frecuentar la nueva casa
+del excusador y a ejercer en ella una alta vigilancia. Enterábase de la
+ropa blanca, del estado de las sotanas, de los alimentos que más placían
+al padre, de las particularidades de su cama. Algunas veces venía a
+ayudar al planchado o llevaba para aplanchar en su casa aquellas cosas
+más delicadas, como las albas y los roquetes, recosía las medias que se
+habían roto, quitaba las manchas de las sotanas, etc. Éstas eran las
+tareas ordinarias. Pero también se ocupaba en alguna obra más fina, en
+bordarle un amito, o unos corporales o cualquier otra prenda de las
+vestiduras sacerdotales. D.ª Josefa, el ama de llaves, no aceptaba de
+buena gana este protectorado; pero como aún no había echado raíces
+hondas en la casa y observaba la estrecha amistad que aquella señorita
+llevaba con su amo, no se atrevía a protestar. Contentábase con murmurar
+de ella cuando iba a visitar a su antigua señora y llamarla entrometida
+y tonta. Más adelante fue tascando el freno de peor voluntad aún y
+concluyó por desbocarse, como ya tendremos ocasión de ver. Tampoco el P.
+Gil estaba tranquilo ni satisfecho en la atmósfera de atenciones
+delicadas, de afecto y veneración en que la joven le tenía envuelto.
+Por más que la profesaba viva admiración y tenía en cuenta sus
+consejos, sentía un vago malestar cada vez que la veía ocupándose del
+cuidado material de su persona. Le parecía a él que esto era rebajar el
+carácter de aquella amistad espiritual, formada y sostenida para mejorar
+sus almas, para ayudarse en el camino de la perfección. No tenía noticia
+alguna de que Santa Teresa repasase las medias de San Juan de la Cruz.
+Además, no se comprendía muy bien el desprecio de la carne, que tan bien
+practicaba ella, con las comodidades de que pretendía rodearle. ¿Por qué
+había de ser tan severa para ella y tan blanda para él? ¿Por ventura, le
+suponía tan débil y cobarde que no podía vivir sin tales cuidados?
+
+El P. Gil meditaba esto, apoyado en la baranda de un corredor enrejado
+que su habitación tenía sobre el mar. El sol declinaba entre celajes
+carmesíes, envolviendo en una onda de luz tibia y rojiza el pueblo y la
+rada. El lienzo de rocas que la cierra allá enfrente alzaba su masa
+enorme sobre las aguas, proyectando ya una vasta región de sombra. Y
+entre aquel negror los ojos del presbítero percibían el fulgor de las
+olas, mostrando y apagando a cortos intervalos su blancura. El muelle
+estaba desierto: aún no era llegada la hora de la vuelta de las lanchas.
+Los pataches y quechemarines cabeceaban dulcemente, aburridos de su
+inacción. Una gaviota volaba en círculos concéntricos rozando con sus
+alas la superficie del agua. El suave lejano rumor de las olas henchía
+el ambiente dormido de un murmullo sordo. La pequeña ensenada sólo vivía
+del juego movible de la luz que la bañaba de una claridad sangrienta que
+se iba retirando lentamente detrás de las peñas.
+
+Tan absorto estaba, que D.ª Josefa necesitó llamarle tres veces desde la
+puerta para conseguir que se volviese.
+
+--¿Qué hay?
+
+--Una señora está abajo preguntando por usted. Dice que necesita
+hablarle en seguida.
+
+--¿Una señora?--replicó el P. Gil abriendo mucho los ojos.--Será la
+señorita Obdulia.
+
+--No, señor, no es ésa--replicó el ama haciendo con los labios un gesto
+de desdén.--La señora que aguarda abajo es mucho más guapa y elegante.
+
+--¿No la conoce usted?--preguntó algo acortado por la intención que
+advertía en las palabras de D.ª Josefa.
+
+--No, señor, es forastera.
+
+--Pues hágale usted subir.
+
+Tardó pocos segundos en aparecer una linda joven como de veinticuatro
+años, rubia, de rostro blanquísimo y facciones delicadas, vestida con
+elegancia peregrina. En su vida había visto el P. Gil, ni aun en Lancia,
+una dama tan distinguida. Su traje era sencillo, de viaje, pero tan
+original el corte y con tal lujo y esmero en los pormenores, que se
+echaba de ver inmediatamente la elevada calidad de la persona. Despedía
+de ella un perfume suave que vino a herir su nariz así que puso el pie
+en el cuarto. Mirola con sorpresa, que se convirtió en estupefacción al
+ver que la dama avanzó con resolución hasta él, y sin decir palabra se
+dejó caer de rodillas a sus pies sollozando.
+
+--¡Señora... por Dios... levántese usted!--dijo aturdido.
+
+La dama no se movió.
+
+--Señora, levántese usted--repitió de nuevo cogiéndola suavemente por un
+brazo.
+
+La forastera se levantó en silencio y se dejó caer en una silla, alzó el
+velito del sombrero que le tapaba los ojos y se los enjugó con el
+pañuelo. El P. Gil, en pie frente a ella, aguardaba a que se explicase.
+Y como no daba señales de hacerlo, antes se tapaba el rostro cada vez
+más, aventurose a decir:
+
+--Señora, desearía saber en qué puedo servirla...
+
+Todavía tardó unos instantes en responder. Al cabo dijo, sin apartar el
+pañuelo de los ojos:
+
+--Soy la esposa de D. Álvaro Montesinos.
+
+El excusador dio un paso atrás involuntariamente.
+
+¿Cómo? ¿aquella dama era la mujerzuela despreciable que había hecho la
+desgracia de D. Álvaro, de quien su madrina D.ª Eloisa hablaba siempre
+con horror? Por ésta conocía la triste historia del aquel matrimonio. El
+heredero de la casa de Montesinos se había enamorado como un loco de una
+joven de buena familia, pero sin dinero; una de esas chicas que suelen
+verse en Madrid en todos los teatros y en todos los saraos a la caza de
+un marido rico. Aun con serlo Montesinos, Joaquinita Domínguez (que así
+se llamaba) le dio cordelejo una temporada, esperando tal vez que
+llegase otro con la misma hacienda y mejor figura; porque la del
+mayorazgo de Peñascosa era, cierto, de lo más raquítico y desgraciado
+que pudiera verse. Mas como no llegaba, resolviose un día a enamorarse
+perdidamente de él y se lo demostró de un modo que no daba lugar a
+dudas. «Todo el Madrid elegante» recordará a una linda rubia abonada al
+turno primero par del teatro Real, que se pasaba la noche charlando con
+un caballero flacucho y pálido sentado en la fila de atrás; que en el
+teatro de la Comedia y en el de Apolo no le quitaba los gemelos de
+encima desde su platea; que lo llevaba de remolque en el paseo del
+Retiro, y hasta por las mañanas, cuando iba de tiendas, se la veía con
+él, escoltados por la mamá. Enteramente convencido de su amor, el
+hidalgo la pidió en matrimonio, y la obtuvo no sin algún trabajo, pues
+a la mamá costole muchas lágrimas entregarle aquella joya, que era la
+alegría de la casa. En los primeros cuatro meses gastó D. Álvaro la
+renta de todo el año. Joaquinita quiso coche y palco en los teatros, y
+dio reuniones y saraos. Pero estaba tan hermosa y su marido la
+encontraba tan alegre, que con el amor frenético que la profesaba no le
+hubiera rehusado ni la sangre del corazón si un día se la pidiera
+después de un beso de amor largo, oprimido, espasmódico, como los que le
+daba cuando tenía que pedirle una _rivière_ de brillantes o una
+_sociable_ de doble suspensión.
+
+A los seis meses justos se le antojó a la joven esposa viajar por
+Europa, un viaje largo que había de durar un año o más; visitar toda
+Francia, Italia, subir luego a Inglaterra, pasar a Alemania y correrse
+hasta San Petersburgo. El enamorado Montesinos no puso obstáculos a este
+deseo, aunque debiera ponerlos. Necesitábase un capital respetable para
+realizarlo, atento a las comodidades y boato con que Joaquinita
+pretendía viajar. Pidió a préstamo sobre algunas de sus fincas 30.000
+duros y salieron de Madrid. En Hendaya vieron en la fonda del
+ferrocarril tomando chocolate a Federico Torres, un sietemesino
+madrileño hijo de un ministro del Tribunal de Cuentas. A Joaquinita
+siempre le había sido muy antipático, sin saber por qué.
+
+--¿Adonde irá este títere?--preguntó por lo bajo, después de
+corresponder fríamente a su saludo.
+
+Montesinos alzó los hombros con indiferencia.
+
+--¡Qué pelea le tienes a este chico! Yo le encuentro fino y agradable.
+
+--¡Qué horror!--exclamó ella riendo.
+
+En Pau volvieron a verle en la estación, y ya no le vieron más. En
+Marsella pensaba el matrimonio detenerse cuatro o cinco días; pero al
+tercero, viniendo D. Álvaro de la estación de arreglar el asunto del
+sleeping-car para el día siguiente, con gran sorpresa no encontró a su
+esposa en casa. La sorpresa convirtiose en horrible estupor al observar
+el desorden de la habitación. El gran baúl mundo de su mujer había
+desaparecido. Había diferentes prendas de ropa por el suelo. Los criados
+le dijeron que la señora había hecho trasportar el baúl después de irse
+él para facturarlo en doble pequeña, según decía. Luego había salido y
+no había vuelto. Montesinos, aturdido, horrorizado de la idea que le
+cruzaba por el cerebro, abrió con mano convulsa el secreto del cofre
+donde guardaban el dinero. Ni un céntimo había allí ya. Comprendiendo de
+una vez toda su desgracia, cayó al suelo como herido por un rayo. Estuvo
+algunos días entre la vida y la muerte. Cuando recobró el conocimiento,
+hizo telegrafiar a su cuñado D. Martín, el cual se presentó
+inmediatamente y le condujo a Peñascosa. No tardó en saberse que
+Joaquinita se había escapado con Federico Torres, y que viajaban
+alegremente por Europa con el dinero del hidalgo.
+
+Ésta era la mujer que tenía delante el P. Gil. Después de aquel primer
+movimiento de repulsión, se rehizo y dijo:
+
+--Serénese usted un poco, señora, y dígame en qué puedo favorecerla.
+
+--Acabo de llegar de Madrid--articuló con trabajo la dama,--y me he
+dirigido a casa de mi marido, con quien hace tiempo estoy reñida...
+Deseaba reconciliarme con él... que concluyese esta separación tan fea y
+tan escandalosa... Un criado viejo que tiene... ¡un bruto!... no me
+permitió verle... me cogió por el brazo... me arrojó de casa a
+empellones... ¡sí, a empellones!
+
+Aquí la dama volvió a estallar en sollozos, y se tapó de nuevo el rostro
+con el pañuelo.
+
+El clérigo esperó a que continuase; pero viendo que no lo hacía, tomó de
+nuevo la palabra.
+
+--Siento mucho ese percance, señora... Pero no creo que haya motivo para
+tal desconsuelo. Las ofensas que se perdonan no se sienten. Perdone
+usted a ese pobre criado que ha obrado sin saber lo que hacía, y dígame
+qué es lo que puedo hacer en su obsequio.
+
+Secose los ojos la esposa infiel. Volvieron a humedecérsele y volvió a
+secarlos.
+
+--Según me han dicho ahí en la posada, usted es la única persona que
+visita a mi marido... Yo le suplico, por lo más sagrado, ya que es usted
+su amigo, que intervenga para que termine nuestra separación. Lo deseo
+hace mucho tiempo con ansia... Confieso que no he sido buena para él...
+
+--Sí, sí; lo sé todo--interrumpió el clérigo con impaciencia.
+
+La dama se puso fuertemente colorada.
+
+--Confieso que le he ofendido gravemente... Fue un momento de
+obcecación... una tentación del demonio... Pero yo siempre le he
+querido... y le quiero... No tengo inconveniente en humillarme, en
+pedirle perdón de rodillas... Ya ve usted, padre, si no le quisiera no
+me humillaría... ¡Me horroriza la idea de no obtener su perdón, de morir
+lejos de él sola, maldita! ¡Ah, qué porvenir tan espantoso!... Si mucho
+he pecado, crea usted que mucho he padecido en estos últimos tiempos...
+
+--Señora, ya puede usted comprender si yo tendría satisfacción en unir
+un matrimonio disuelto... lo mismo el de usted que cualquier otro. Mi
+misión es predicar la concordia entre los hombres y morir por ella si es
+preciso. Aun sin pedírmelo tengo el deber, por mi cargo, de procurar en
+esta parroquia la reconciliación de los matrimonios desavenidos... Pero
+este caso es delicado. Aparte de la ofensa gravísima que usted ha
+inferido a su esposo, del escándalo que la acompañó, de los que la
+siguieron, todo lo cual dificulta extraordinariamente la reconciliación,
+aparte de eso, repito, hay otra dificultad mayor. Y es que su marido de
+usted está fuera de la Iglesia católica. No tengo sobre él otra
+influencia que la que puede dar una amistad superficial. Ninguno de los
+razonamientos a los cuales pudiera yo apelar como sacerdote tiene fuerza
+sobre su ánimo. Al contrario, dadas sus ideas, es posible que sirviesen
+para embravecerle más, o cuando menos de mofa...
+
+--Sí, sí--interrumpió la dama con voz chillona, malévola,--mi marido ha
+sido siempre un impío, un ateo escandaloso.
+
+--Señora, de poco sirve creer si se obra como si no se creyera--replicó
+severamente el excusador, a quien había herido el tono agresivo de la
+dama, tan contrario a la humildad de antes.
+
+Tornó a ponerse colorada y bajó los ojos afectando de nuevo una gran
+contrición. El P. Gil prosiguió:
+
+--De todos modos, como cristiano y como sacerdote, estoy dispuesto a
+hacer todo lo que puedan mis fuerzas por conseguir lo que usted desea.
+Dudo mucho del éxito de mi intervención... Sé también que me expongo a
+ser arrojado como usted de la casa, pero no me importa. Cumpliré mi
+deber, y si no conseguimos nada, me quedará al menos la satisfacción de
+haberlo cumplido...
+
+Quedose pensativo unos instantes, mientras la dama mantenía sobre él una
+mirada intensa y ansiosa. Luego, como si hablase consigo mismo más que
+con ella, prosiguió:
+
+--El dirigirme ahora a casa de D. Álvaro ofrece inconvenientes. La gente
+del pueblo es curiosa... Vendrían las hablillas... después el
+escándalo... Opino que deberíamos aguardar un rato a que concluyera de
+oscurecer, o mejor aún, que yo fuese por delante a tantear el asunto...
+
+--¡No! ¡no!--exclamó la dama.--No le prevenga usted. Se negaría a
+recibirme. Es necesario cogerle de improviso; aprovechar el primer
+movimiento de su corazón, que es generoso. Luego, cuando reflexiona, se
+hace malo, burlón...
+
+--Como usted quiera. Entonces, aguardaremos.
+
+Pero en el instante de pronunciar esta palabra se hizo cargo de lo
+inconveniente de permanecer tanto tiempo a solas con una mujer, y dijo
+un poco turbado:
+
+--Usted me permitirá que mientras tanto la deje sola unos momentos...
+Soy con usted en seguida.
+
+En vez de ser con ella, mandó a su ama para que la acompañase. Sólo
+cuando la luz se hubo extinguido por completo subió de nuevo con el
+sombrero en la mano, preparado a salir. La esposa de D. Álvaro, así que
+le vio en esta traza, se levantó de la silla.
+
+Había cerrado ya la noche. La gente de mar se había retirado a sus casas
+o a las tabernas. Por la larga, sinuosa calle del Cuadrante circulaban
+pocos transeúntes. El excusador y la esposa de Montesinos caminaron un
+rato en silencio en dirección al Campo de los Desmayos. Al aproximarse a
+él ambos se sentían agitados, temerosos. Tanto para calmarse un poco
+como para prevenirse, se detuvieron un instante, y metiéndose en el
+hueco de una puerta, cuchichearon con animación. El P. Gil insistía en
+su idea de entrar primero en la casa y explorar el ánimo de D. Álvaro:
+tenía miedo a un escándalo. La dama se oponía con calor, convencida
+hasta la evidencia de que su marido se negaría en absoluto a recibirla,
+y tomaría precauciones para que no pisase el suelo de su casa. Cuando
+más embebidos se hallaban en la discusión, del hueco de otra puerta
+cercana salió una sombra estrecha, elevada, y se aproximó a ellos
+rápidamente.
+
+--Buenas noches, padre, buenas noches.
+
+Era la hija de Osuna. Había en la inflexión de su voz al pronunciar
+estas palabras cierta ironía, mezclada de cólera, que sorprendieron a la
+vez a la dama y al sacerdote. Éste levantó la cabeza y respondió
+fríamente:
+
+--Buenas noches, hija.
+
+--¿Va usted a hacer oración, o viene usted?--preguntó con el mismo
+retintín y sonriendo.
+
+--Ni voy ni vengo de hacer oración, hija mía. En este momento me ocupo
+de asuntos de mi ministerio--replicó en tono severo el P. Gil.
+
+Pero este tono, en vez de sosegar a la joven o amedrentarla, la encrespó
+al parecer.
+
+--Usted siempre haciendo algo por Dios, padre, ¡ji! ¡ji! lo mismo en la
+iglesia, que a la cabecera de los moribundos... que en los huecos de las
+puertas, ¡ji! ¡ji!... Si usted se muere antes que yo, ya tiene usted un
+testigo de alguno de sus milagros para que le canonicen... Vaya, no
+quiero estorbar el milagro. Hasta la vista. ¡Ji! ¡Ji!
+
+Y cuando hubo dado dos o tres pasos, sin volverse dijo:
+
+--¡Y que aproveche!
+
+La esposa de Montesinos levantó la cabeza y clavó en el P. Gil una
+mirada de estupor y curiosidad.
+
+--¿Qué es eso?
+
+El sacerdote, rojo de vergüenza y de indignación, alzó los hombros en
+señal de ignorancia y echó a andar hacia el caserón de Montesinos.
+
+
+
+
+VI
+
+
+Al tirar del cordel grasiento, el mismo tañido lúgubre, que tanto había
+impresionado al P. Gil la vez primera que puso los pies en aquella casa,
+produjo a ambos un estremecimiento de temor y ansiedad. No tardó en
+oírse la voz cascada de Ramiro.
+
+--¿Quién es?
+
+--Gente de paz.
+
+--¿Quién es?--tornó a preguntar.
+
+--Soy yo, Ramiro. Abre--respondió el sacerdote.
+
+La puerta giró pausadamente sobre sus goznes y apareció la silueta del
+viejo, débilmente esclarecida por la luz de la lamparilla que ardía
+sobre el dintel.
+
+--Pase usted, señor excusador--dijo sin percibir a la dama, que se
+había ocultado detrás de éste. Pero viéndola al fin, dio un paso atrás
+y, abriendo los brazos en actitud de impedir la entrada, exclamó:
+
+--¡Ah! ¿Vuelve usted acompañada?... Pues ni por esas... ¡No entrará
+usted, no!
+
+--Vamos, Ramiro--dijo con dulzura el sacerdote, poniéndole una mano
+sobre el hombro,--déjanos paso, que éste es un asunto delicado y que no
+te concierne.
+
+--Pase usted cuando quiera, pero esa mujer no puede pasar.
+
+--¿Por qué no puede pasar?--preguntó con entereza el sacerdote, alzando
+la cabeza.
+
+--Porque aquí no entran p.... ni ladronas.
+
+Ante aquella injuria bárbara, la dama se tapó el rostro con las manos y
+dejó escapar un gemido. El P. Gil se puso rojo, y cogiendo al viejo por
+un brazo, le sacudió con violencia.
+
+--Sea usted más comedido, y ya que no respete la sotana que visto,
+guarde los miramientos que se deben a las señoras. Ante Dios y ante los
+hombres ésta es la esposa legítima de su amo de usted. Déjeme el paso
+franco, que a usted no le toca en este asunto más que oír, ver y callar.
+
+Y dando un empellón al viejo, se volvió diciendo:
+
+--Venga usted, señora.
+
+Pero Ramiro, agitado, convulso, como si fuera a caer presa de un
+síncope, se puso a correr delante de ellos, gritando:
+
+--¡Álvaro, Álvaro! ¡Que entra la z... en tu casa!
+
+Dos criadas se asomaron a la escalera y contemplaron con estupor la
+escena. El viejo no se detuvo en el principal; siguió hasta el segundo,
+dando los mismos gritos. El P. Gil, que le seguía con Joaquinita, dijo a
+ésta al llegar al piso primero:
+
+--Quédese por ahora aquí; yo subiré solamente.
+
+Cuando llegó al segundo, tropezó con D. Álvaro que salía a punto de su
+habitación. Su rostro, siempre pálido, lo estaba ahora tanto que daba
+miedo. En cuatro palabras Ramiro le había enterado de lo que ocurría.
+Por la tarde, cuando por primera vez había venido la esposa infiel a la
+casa, no lo había hecho. D. Álvaro no pronunció una palabra. Cogió con
+mano convulsa por un brazo al sacerdote y le hizo entrar en su gabinete.
+Luego cerró con cuidado la puerta.
+
+--¿A qué viene esa mujer?--preguntó haciendo inútiles esfuerzos por
+aparecer sosegado. La voz salía de su garganta débil y ronca.
+
+--Viene a implorar su perdón.
+
+--Se equivoca usted; viene por dinero--repuso sonriendo ya forzadamente.
+
+El P. Gil permaneció un instante silencioso y dijo al cabo:
+
+--No me atrevo a asegurar a usted nada. Parece que está arrepentida...
+Su acento es sincero y ha llorado con verdadero dolor en mi presencia.
+
+Un relámpago de ira pasó por los ojos del hidalgo. En aquel tropel de
+emociones que se agitaban en su espíritu, la indignación logró vencer a
+todas las demás y profirió con acento despreciativo:
+
+--Estoy perfectamente convencido de que no viene más que por cuartos...
+pero de todos modos, me importa un bledo su arrepentimiento y su
+sinceridad... Si está arrepentida, que pida a un cura la absolución. El
+figurarse por un instante que yo puedo perdonarla es un nuevo insulto,
+es una idea que sólo cabe en un alma tan miserable como la suya.
+
+--El perdón jamás degrada. Es la virtud que más ennoblece al ser
+humano--manifestó el clérigo, sorprendido.
+
+D. Álvaro le clavó una larga mirada colérica. Después alzó los hombros
+con desdén y dijo:
+
+--Está bien: dejemos eso. Lo que importa es que, ya que la ha traído, se
+lleve usted inmediatamente a esa señora.
+
+--Me atrevería a suplicarle que, aunque no la perdone, le permita al
+menos hablar con usted... Quizá tenga algunas revelaciones que hacerle.
+
+--No soy curioso. Puede guardarse sus revelaciones o confiarlas a quien
+se le antoje... Por mi parte (escuche usted bien lo que voy a
+decirle)--al mismo tiempo le cogió con mano crispada la muñeca,--por mi
+parte, ni ahora ni nunca cruzaré con ella la palabra... Puede usted
+decírselo.
+
+El P. Gil bajó la cabeza y permaneció silencioso mientras el mayorazgo
+comenzó a pasear agitadamente por la estancia con las manos en los
+bolsillos. De vez en cuando se dibujaba en su rostro una sonrisa
+sarcástica y dejaba escapar por la nariz un leve resoplido que acusaba
+la tensión de su espíritu, como el pito revela la tensión de la caldera
+de vapor.
+
+--Ya que eso no pueda ser--manifestó al cabo de un rato con suavidad el
+sacerdote,--usted comprenderá, D. Álvaro, que esa señora no puede irse a
+dormir fuera de esta casa sin dar pábulo a las malas lenguas, sin
+renovar conversaciones que no deben renovarse. Por egoísmo, ya que no
+por caridad, debe usted consentir que su esposa duerma hoy en esta casa,
+pues no creo que le convenga a usted escandalizar a la población.
+
+D. Álvaro prosiguió sus paseos agitados sin responder palabra, como si
+no hubiese oído la proposición del sacerdote. Al cabo de un rato se
+plantó delante de él y, mirándole fijamente, dijo:
+
+--Está bien. Dígale usted que, si es su gusto, no hay inconveniente en
+que duerma en esta casa... aunque se necesite bien poca dignidad para
+aceptarlo--añadió bajando la voz y recalcando las sílabas.--Y si quiere
+dinero para el viaje de vuelta, Osuna se lo proporcionará.
+
+--Le doy las gracias por esta deferencia, pero me voy muy
+triste--replicó sonriendo el P. Gil.--Cualquier sacrificio haría por
+borrar de su memoria la ofensa recibida y soldar de nuevo la cadena de
+su matrimonio. ¡Cuánto daría en este momento por ser un hombre
+elocuente!...
+
+--La elocuencia, señor excusador, ha servido en este mundo para que se
+cometiesen grandes vilezas; pero creo que ninguna lo sería mayor que la
+que usted me propone.
+
+--Para usted es una vileza lo que para mí sería un acto noble y
+generoso, propio de un imitador de Cristo. No nos entendemos en lo que
+se refiere a lo que es dignidad o indignidad...
+
+--Lo siento por usted, padre--repuso el mayorazgo, tendiéndole la mano.
+
+--Y yo por usted, D. Álvaro. Buenas noches.
+
+Al quedarse solo éste, siguió paseando todavía unos momentos; luego se
+paró delante del cordón de la campanilla y tiró con fuerza. No tardó en
+presentarse Ramiro.
+
+--Esa mujer está ahí... ¿Quieres que la eche?--preguntó el viejo, sin
+aguardar las órdenes de su amo.
+
+--No. Condúcela a la sala, enciende todas las lámparas y avisa a Dolores
+que suba.
+
+El criado permaneció inmóvil, mirándole con sorpresa.
+
+--¿Y vas a consentir que esa...
+
+--¡Silencio!--exclamó el mayorazgo con energía, llevando el dedo a los
+labios.--Haz inmediatamente lo que te mando.
+
+El viejo se alejó gruñendo. Al instante se presentó la doncella.
+
+--Dolores, di a la cocinera que prepare cena para la señora que está
+abajo, y que haga todo lo que sepa. Ilumina el comedor, saca la vajilla
+fina, arregla el gabinete azul y toma del armario la ropa mejor para
+ponerla en la cama... Que no le falte absolutamente nada. Ayúdala a
+desvestirse: cualquier cosa que ordene la hacéis inmediatamente. ¿Estás
+enterada?
+
+--Sí, señorito; pierda usted cuidado, que se la tratará como quien es.
+
+D. Álvaro dirigió una mirada oblicua a la doncella y se apresuró a
+decir, algo acortado:
+
+--Despáchate pronto y enséñale el gabinete azul. Si desea dormir en otro
+lado, puedes mostrarle también el que llamáis cuarto del obispo.
+
+Otra vez quedó solo y otra vez emprendió su paseo nervioso de un ángulo
+a otro de la cámara. A pesar de la fortaleza y sosiego que había
+mostrado para rechazar las súplicas del P. Gil, su cerebro trabajaba
+agitado, febril. Aquella visita tan inesperada removió los recuerdos
+felices y aciagos que se habían depositado en el fondo de su ser, y que
+ya no le molestaban. Su vida matrimonial, que en aquellos tres años se
+había ido alejando de su memoria como un sueño que la claridad de la
+aurora desvanece, surgió de pronto delante de sus ojos, tan próxima que
+la tocaba con la mano. Ni un pormenor faltaba al cuadro. Y ante aquella
+visión sentíase turbado, como si los sucesos acabasen de efectuarse.
+
+Después de pasear algunos minutos a grandes trancos, comenzó a detenerse
+a menudo, prestando oído a los ruidos que llegaban del piso primero.
+Adivinaba más que percibía los preparativos que la servidumbre estaba
+ejecutando en obsequio de aquella vil mujer que le había revelado toda
+la negrura y todo el dolor de la existencia: «Ahora bajan la lámpara del
+comedor... Ahora sacan la vajilla... Deben de estar haciendo la cama...
+Ha salido gente: será Rufino a buscar a la tienda alguna cosa... Parece
+que están hablando en el gabinete azul...»
+
+Ya no paseaba. Con el oído pegado a la cerradura, recogía ávidamente
+todos los rumores que llegaban de abajo. Y como llegaban demasiado
+confusos, concluyó por abrir la puerta, avanzar cautelosamente hasta el
+pasamanos de la escalera y escuchar desde allí, inmóvil, recogiendo el
+aliento. Había imaginado vagamente que su esposa, una vez sola y libre,
+subiría hasta su cuarto para hablarle. Lo hubiera deseado, para darse el
+gozo de arrojarla con algunas frases despreciativas que le llegasen
+hasta el fondo del alma. Hubo un instante en que pensó que este deseo se
+realizaba. Sintió pasos en la escalera: toda su sangre fluyó al corazón;
+se apresuró a dejar el pasamanos y a meterse de nuevo en el cuarto. Era
+Dolores que subía a pedirle una llave. Cuando se fue, tornó a su
+espionaje; permaneció en la escalera larguísimo rato sin saber por qué
+hacía aquello. Escuchó el rumor confuso de la conversación de Dolores y
+su mujer. La doncella era charlatana; Joaquinita también tenía un
+temperamento expansivo: la plática se animaba cada vez más. Hasta se le
+figuró percibir algunas alegres carcajadas de su esposa, que le
+sorprendieron más que le indignaron. Por fin notó que se ponía a cenar.
+Dolores iba y venía con los platos. Terminó la cena. La doncella se
+detuvo en el comedor y prosiguió la charla. Cansado de estar en pie, se
+sentó en uno de los peldaños de la escalera. Al hacerlo sintió vergüenza
+y comenzó a darse alguna cuenta vaga de las emociones que embargaban su
+espíritu. Una hora larga esperó de aquel modo, percibiendo el rumor
+confuso de las voces, en el cual nada podía distinguir, ni siquiera cuál
+era la de su esposa y cuál la de la criada. Al cabo observó que salían
+del comedor. Todavía se figuró que su mujer aprovecharía aquella ocasión
+para subir a visitarle. Se puso en pie vivamente y se preparó a meterse
+en su cuarto tan pronto como sintiese pasos en la escalera. Pero esperó
+en vano. La señora se dirigió con Dolores hacia el gabinete azul. Sintió
+cerrarse la puerta tras ellas: luego notó que se abría de nuevo y salía
+la doncella y tomaba el camino de su cuarto. Sin duda había ayudado a
+desnudarse a la señora y la dejaba en la cama.
+
+Con la cabeza entre las manos, los codos apoyados sobre las rodillas,
+permaneció inmóvil, abstraído, escuchando ya solamente la voz de su
+pensamiento y los latidos de su corazón. Un vivo despecho, del cual no
+quería darse cuenta, le mordía cruelmente las entrañas. Sentía la
+necesidad de avistarse con su mujer, de injuriarla, de escupirla, de
+abofetearla. ¿Por qué hacía unos instantes se había negado a recibirla,
+y ahora ansiaba de aquel modo tenerla delante? El mayorazgo creía que
+era porque su odio y su indignación habían crecido. No supo el tiempo
+que permaneció en aquella postura. El deseo de verse frente a su esposa
+ardía cada vez más vivo en su pecho, le ponía inquieto, excitado; se iba
+convirtiendo en una fiebre, en una rabia intensa que le devoraba. ¡Oh,
+tenerla entre sus manos, apretarla hasta hacerle gritar de dolor,
+hacerle padecer en el cuerpo lo que él había padecido en el alma! Puntas
+de hierro candentes le pinchaban por la espalda, las manos le temblaban
+como si le pidieran una estrangulación con que calmar sus ansias; un
+calor insoportable le subía de las piernas al cerebro. Las tinieblas se
+espesaban, le envolvían en una atmósfera tibia, sofocante, como si se
+hallase en un subterráneo. Hubo un instante en que pensó que no podía
+moverse; los miembros entumecidos se negaban a obedecer a su voluntad.
+Hizo un esfuerzo, sin embargo, como si tratase de romper una tela que le
+sujetara, y se puso en pie.
+
+Se dirigió con paso vacilante a su cuarto. La luz del quinqué que ardía
+sobre la mesa le hirió de tal modo que estuvo a punto de caer ofuscado.
+Apagola de un soplo, buscó a tientas la ventana y la abrió de par en
+par. Una ráfaga viva de viento y agua le azotó el rostro y penetró
+rugiendo por la estancia, echando a volar los papeles de la mesa. D.
+Álvaro aspiró con delicia el aire frío y húmedo, asomose a la ventana y
+expuso su frente ardorosa a la inclemencia del chubasco. Las mil agujas
+de la lluvia se le clavaron en las mejillas y convertidas en lágrimas
+las bañaron completamente. Por algunos minutos gozó con voluptuosidad de
+aquel frío, apeteciendo que le penetrase en el cerebro y sosegase su
+desordenada actividad. La noche no era tenebrosa. A pesar del espeso
+toldo de nubes, la luz de la luna conseguía cernirse y esparcía una
+débil y triste claridad. Sólo cuando algún nubarrón más espeso y más
+negro pasaba por delante de ella descargando su fardo de agua, la luz se
+extinguía casi por completo. Las olas se estrellaban contra los peñascos
+que sirven de baluarte al Campo de los Desmayos. El viento silbaba entre
+las grietas de la torre de la iglesia. La música lúgubre de los
+elementos embravecidos calmó un poco la fiebre del hidalgo.
+
+Consolado por aquel refresco, respiró con libertad; se creyó dueño de
+sí. Sin embargo, a los pocos instantes el mismo deseo agudo, candente,
+volvió a pincharle el cerebro. ¡Oh, tener delante a la infame, vomitarle
+en el rostro las injurias que su dolor y su indignación habían acumulado
+durante tres años; luego cogerla así por el cuello y retorcérselo! Aquel
+instante de placer compensaría los tormentos que había experimentado. Un
+minuto que valía por toda una existencia de dolor. ¿Y por qué no
+gozarlo? ¿No tenía en su poder al verdugo de su dicha? ¿No estaba allí
+debajo, durmiendo tranquilamente, mientras él se agitaba todavía entre
+crueles torturas? Apartose un poco de la ventana y se secó el rostro con
+el pañuelo. Sintió que era impotente para luchar con aquel apetito de
+venganza. Toda su filosofía despiadada, indiferente, se había ido a
+pique. El mundo dejó de ser pura representación; se convertía en
+realidad innegable; la vida adquiría el valor absoluto que tiene para
+todo ser finito. Era forzoso, a despecho de la razón, satisfacer los
+instintos animales que gritan en el fondo de nuestro ser. En vano, para
+calmarse, se decía que todas aquellas emociones nada valían ni
+significaban en el curso eterno de las cosas, que dentro de muy poco
+tiempo todo sería humo; en vano se representaba la imbecilidad del ser
+humano, luchando y padeciendo en holocausto de una fuerza que se burlaba
+de él. Todos sus pensamientos se estrellaban contra un anhelo poderoso,
+irracional que le dominaba. El bruto, como sucede siempre, podía más que
+el filósofo.
+
+Buscó a tientas la salida, y apoyándose en las paredes llegó hasta la
+escalera. Al bajar el primer peldaño, sus botas rechinaron en el
+silencio de la casa. Sentose y se despojó de ellas. Luego se deslizó
+hasta abajo sin hacer el menor ruido. Sin tropezar, por el conocimiento
+perfecto de la casa, avanzó por los corredores hasta llegar a la puerta
+del gabinete azul. En aquel momento el gran reloj del comedor dio una
+campanada. No supo a qué hora pertenecía esta media. Acercó el oído a la
+cerradura y estuvo un rato escuchando sin percibir ruido alguno.
+Indudablemente Joaquina estaba ya durmiendo. Entonces se deslizó hasta
+la puerta de escape que la alcoba tenía en el pasillo y volvió a poner
+el oído. Al cabo de un momento pudo oír una respiración igual y serena.
+Un vivo estremecimiento corrió por todo su cuerpo al percibirla. Sintió
+un nudo en la garganta, pero un nudo de fuego: el corazón quería
+saltarle del pecho: apoyó las manos sobre él para apagar el ruido de las
+palpitaciones. La traidora dormía tranquilamente sin curarse de él.
+¿Aquel deseo de reconciliación era, pues, una farsa? ¿Venía a buscar
+dinero solamente? ¡Qué miserable! ¡Qué mujer tan odiosa!
+
+Empleando todas las precauciones imaginables, levantó el pestillo de la
+puerta y empujó. Tenía el pasador echado por dentro. Entonces se fue a
+la puerta del gabinete. Aquélla estaba abierta. Avanzó por la estancia
+sobre la punta de los pies conteniendo la respiración, llegó hasta la
+alcoba y levantó las cortinas. Dio un paso más y chocó con la cama: puso
+la mano sobre ella y la deslizó hacia la cabecera. Sintió la presión del
+cuerpo de su esposa al hincharse con la respiración. Acercó el rostro
+hacia el sitio donde debía de estar la cabeza de la dama, y dijo muy
+quedo:
+
+--Joaquina, Joaquina.
+
+No despertó.
+
+--Joaquina, Joaquina--repitió.
+
+Tampoco hizo movimiento alguno. Entonces la sacudió levemente por el
+hombro, llamándola de nuevo.
+
+La dama dio un grito y despertó despavorida.
+
+--¡Jesús! ¿Quién es? ¿Quién va?
+
+--No te asustes, soy yo--dijo con voz débil el mayorazgo.
+
+--¿Quién? ¿Quién?--replicó la dama, con señales de terror en la voz,
+echándose hacia la pared.
+
+--Soy yo, soy Álvaro... Mira--añadió con voz temblorosa,--sé que has
+venido a hacer las amistades... Has hecho bien... Olvidémoslo todo,
+comencemos una nueva vida...
+
+La dama no respondió. Metida contra la pared, escuchábase su respiración
+aún anhelante por el susto.
+
+--Hice esfuerzos sobrehumanos para olvidarte--prosiguió con la misma voz
+temblorosa, apagada por la emoción,--pero fueron inútiles... Estás
+metida a hierro y a fuego dentro de mi pecho... Has sido mi primero, mi
+único amor en este mundo... Me has hecho mucho daño, ¡mucho! pero aunque
+me hicieses mil veces más, no se borrarán de mi alma los momentos de
+dicha embriagadora que te debo... ¡Te quiero, sí, te quiero, te
+adoro!... Aunque me llamen cobarde, indigno, lo repetiré a la faz del
+mundo entero... ¡Si supieses cuánto he sufrido! No ha sido mi dignidad,
+mi orgullo destrozado lo que me ha hecho padecer... Mi corazón es el que
+ha sufrido... ¡Qué desconsuelo! ¡Qué tristeza tan honda! Parecía como
+si una mano helada me arrancase suavemente las entrañas... Pero ya pasó
+todo... ¿Verdad que ya pasó?... Comenzaremos a amarnos de nuevo, como
+aquella tarde en que te estreché entre mis brazos por primera vez, en
+una calle de árboles de los jardines de Aranjuez...
+
+El mismo silencio por parte de Joaquinita.
+
+--Contéstame... ¿Te he asustado, vida mía? Perdóname... ¿Por qué no has
+salido luego que se fue ese cura?... ¿Pensabas que iba a arrojarte?...
+No, preciosa mía... no... Te quiero, te adoro...
+
+Al mismo tiempo, alargando las manos, tropezó con una de su esposa, la
+cogió y la llevó a sus labios con entusiasmo. La dama la retiró
+prontamente.
+
+D. Álvaro quedó sobrecogido.
+
+--¿Por qué me retiras tu mano?... ¿No te tiendo yo la mía, y soy el
+ofendido?... ¿No has venido a reconciliarte conmigo?...
+
+--Sí, sí, Álvaro--murmuró ella.--A eso he venido... Me has asustado...
+
+--Perdóname, Joaquina... ¡Si supieses qué alegría me causa el oír tu
+voz! Pensé que nunca ya, ¡nunca ya! la volvería a oír. ¿Quieres ser mi
+esposa?--añadió bajando la voz, inclinándose para acercar la boca al
+rostro de la dama.--Déjame un sitio a tu lado, hermosa... Déjame ser
+una noche feliz...
+
+--No, Álvaro, ahora no--volvió a murmurar la esposa infiel.--Mañana...
+Déjame, estoy muy cansada... Déjame hasta mañana...
+
+--No te molestaré. Me estrecharé cuanto pueda y dormirás tranquila...
+
+--No, ahora no puede ser... Mañana.
+
+--¿Por qué no? ¿No quieres ser mi mujercita? ¿No quieres que seamos
+felices otra vez, como en aquellos primeros meses de nuestro matrimonio?
+
+--Sí, lo quiero... Pero ahora estoy muy nerviosa... Deseo quedarme
+sola... Mañana será otro día, y te prometo ser tuya... Ahí tienes mi
+mano... Vete a dormir, Álvaro... Hasta mañana.
+
+Montesinos buscó en la oscuridad aquella pequeña y hermosa mano, que tan
+bien conocía, y la apretó contra sus labios perdidamente, la devoró a
+besos. Joaquina la abandonó en su poder, esperando que al cabo se
+marcharía. Soltola, en efecto, pero fue para echarle los brazos al
+cuello y apretarla contra su pecho, loco, perdido de amor, aplastando
+sus labios con besos brutales, frenéticos. La dama forcejeó rabiosamente
+para desasirse, y lo logró, haciendo tambalearse a su marido de un
+empellón.
+
+--¡Te he dicho que no quiero, que no quiero!--le gritó con voz
+colérica.--Si vuelves a tocarme, me marcho desnuda como estoy por esas
+calles... ¡Vete! ¡Vete!
+
+D. Álvaro quedó clavado al suelo por el estupor. No eran sus palabras
+las que le dejaban frío, horrorizado; era aquella voz aguda como la hoja
+de un puñal, que le llegaba hasta lo más hondo del pecho.
+
+--¡Vete! ¡Vete!--repitió ella alzando aún más el grito.
+
+En aquel momento ni un pensamiento cruzaba, por el cerebro del
+mayorazgo: todas sus facultades quedaron aniquiladas, rotas por la
+sorpresa y el horror del golpe. No sentía más que una viva impresión de
+anhelo, como si se hubiese caído de algún sitio muy elevado y estuviese
+aún por el aire. El mundo desapareció en medio de aquella oscuridad;
+nada existía en las tinieblas que le envolvían, ni siquiera su
+pensamiento. Sólo quedaba una voz estridente, fatal y un gran dolor, un
+dolor eterno.
+
+--¡Vete! ¡Vete!
+
+Tropezando con los muebles, brincando como si escapase de una
+catástrofe, salió de aquella estancia. Se encontró en la escalera
+agarrado fuertemente al pasamanos para no caer. Allí se detuvo y quiso
+coordinar sus ideas. ¿Por qué corría? ¿Qué había pasado? No se daba
+razón de aquella huida repentina. Trató de volverse y penetrar de nuevo
+en la estancia de su esposa y entrar en explicaciones; pero las piernas
+se negaron a obedecerle. Un horror instintivo, como si hubiese delante
+un pozo negro y hondo, le detuvo. Avanzó, cogiéndose con ambas manos a
+la barandilla, y llegó hasta su cuarto. El huracán, penetrando por la
+ventana abierta, se había enseñoreado de él; los papeles volaban, los
+muebles a que se iba agarrando estaban mojados. Sus manos tropezaron con
+el sillón del escritorio, y se sentó sin intentar siquiera buscar los
+fósforos ni cerrar la ventana. Así permaneció inmóvil, con los ojos
+desmesuradamente abiertos en la oscuridad, sin sentir el frío que le
+penetraba hasta los huesos ni el agua de los chubascos que le bañaba a
+intervalos la cabeza, no pudiendo determinar si el rumor que le
+ensordecía y le mareaba era realmente el de las olas o sonaba tan sólo
+en su cerebro.
+
+Así le sorprendió la claridad del día, un día triste y sucio, como casi
+todos los del invierno en Peñascosa. Alzose al fin como un sonámbulo,
+entró en la alcoba y se dejó caer pesadamente en la cama. Ramiro no pudo
+despertarle a las nueve para tomar el desayuno. Era un sueño invencible,
+de aniquilamiento, semejante a la muerte. Dormía en una inmovilidad
+absoluta, con los ojos entreabiertos y el rostro densamente pálido.
+Cuando a las tres de la tarde salió de aquel profundo letargo, supo, sin
+asombro alguno, que su esposa se había marchado en la diligencia de
+Lancia.
+
+
+
+
+VII
+
+
+Después de desahogar su ira la hija de Osuna, siguió por la calle del
+Cuadrante abajo, riendo todavía nerviosamente algún tiempo. Pero aquella
+risita se apagó al cabo. Sintió un desasosiego extraño, cierto
+abatimiento que hizo flaquear sus piernas. Detúvose un instante: le
+acometieron deseos de volverse y espiar de nuevo a la pareja que dejaba
+allá en el Campo de los Desmayos. El temor de ser notada la contuvo.
+Aunque vagamente, se daba también cuenta de lo singular y censurable de
+su conducta. ¿Por qué había hecho aquello? ¿Quién era ella para espiar
+los pasos de su confesor, ni menos reprenderle? Su despecho era tan
+vivo, sin embargo, que no le permitía arrepentirse. Tenía la boca seca;
+le ardían las mejillas. Siguió caminando apresuradamente, y se dirigió
+al muelle. Estaba ya solitario. La brisa del mar le refrescó un poco. Se
+sintió, no obstante, tan agitada que no quiso volver a casa: necesitaba
+charlar, distraerse. Iría a casa de D.ª Eloisa y cenaría allí como otras
+veces.
+
+Justamente iban a ponerse a la mesa los esposos cuando llegó ella. Les
+acompañaba el P. Norberto, lo cual significaba que había callos.
+
+--¡Qué sofocada vienes, hija!--exclamó doña Eloisa.
+
+--¿No sabe usted?... Vengo sola desde casa de D.ª Trinidad... Vengo a
+cenar con ustedes... Pero háganme el favor de mandar un recado a papá.
+
+Se esforzaba en aparecer serena y risueña.
+
+--Conque solita, ¿eh? Solita a las ocho de la noche--dijo D. Martín en
+tono de broma.
+
+--¡Ay, si supieran ustedes qué agitada venía!... Anda tan poca gente por
+la calle. En un momento en que me vi sola, eché a correr hasta que hallé
+a unas mujeres.
+
+--¿Qué? ¿Tenía usted miedo que la tomasen por una de esas palomas que
+aquí el P. Norberto caza con lazo?--tornó a decir D. Martín con ático
+humorismo de cuartel.
+
+La joven se ruborizó hasta las orejas. Doña Eloisa dirigió una mirada
+severa a su marido.
+
+--Vamos, no empieces a barbarizar, Martín.
+
+--¡Señor, yo no hablo más que de la posibilidad de una
+equivocación!--replicó el inválido riendo.--Y si no, que me diga el P.
+Norberto si hay mucha diferencia en la figura entre una señorita y esas
+amiguitas suyas.
+
+--No son amigas mías, D. Martín--replicó riendo benévolamente el buen
+sacerdote;--son ovejas descarriadas...
+
+--Pero usted no les tira piedras para que vuelvan al redil, sino
+besos...
+
+--¡Oh! ¡oh! ¡D. Martín!
+
+El bueno de D. Norberto, capellán y organista de la parroquia, demasiado
+modesto para aspirar a sacar triunfante la virtud y la fe entre las
+clases elevadas, se dedicaba con entusiasmo hacía ya tiempo a arrancar
+del vicio a esas pobres mujeres que caen en él la mayor parte de las
+veces por miseria. Se introducía en las asquerosas moradas que ocupaban,
+las catequizaba haciendo esfuerzos titánicos de oratoria que le ponían
+rojo como un tomate y le obligaban a toser y escupir de un modo
+imponente. Y cuando el arte de Bossuet no producía efecto, apelaba al
+dinero. Era un soborno piadoso en el que había gastado el corto caudal
+que heredara de sus padres y que se llevaba también la mayor parte de su
+paga. Había logrado el arrepentimiento de varias pecadoras, a las
+cuales solía llevar a cierto asilo o convento establecido para ellas en
+Valladolid, sufragando él, por supuesto, los gastos de viaje,
+instalación, etc. Pero a cambio de estos triunfos experimentó el buen
+capellán horribles desengaños. Muchas veces las bellas pecadoras se
+mostraban arrepentidas, le sacaban todos los cuartos que podían y
+concluían riéndose de él y contando el chasco por la villa. Pero no
+desmayaba en su obra. Estaba a prueba de risas y fracasos. Algunas que
+comenzaron engañándole, habían terminado arrepintiéndose sinceramente.
+El sueño de D. Norberto era fundar en Peñascosa un convento de
+arrepentidas. Para lograrlo sería capaz de andar pidiendo limosna por
+toda la provincia, de trabajar él mismo como bracero en el edificio,
+hasta de renunciar a comer callos por el resto de su vida.
+
+En la villa todos conocían esta su manía. La mayor parte se mofaba de
+ella. No había quien no se creyese con derecho para darle acerca del
+particular su bromita más o menos pesada, según la educación del
+individuo. Mas, por mucho que lo fuesen, jamás se le vio enfadarse ni
+dar siquiera señales de impaciencia. Reía bondadosamente o se alejaba
+tapándose los oídos. Nadie dudaba tampoco, aunque algunos lo
+aparentasen, de su recta intención y del completo desinterés con que
+trabajaba en este asunto. Las mismas mujerzuelas, que le engañaban, no
+osaban calumniarle, y si alguna lo había hecho, pronto fue
+categóricamente desmentida por sus compañeras.
+
+--¡Martín, te pido por Dios que no desbarres!--exclamó llena de angustia
+D.ª Eloisa.
+
+--Mujer, hablo de besos místicos.
+
+--Sí, D.ª Eloisa--se apresuró a decir D. Norberto,--su esposo quiere
+referirse a los medios suaves que necesito emplear para convencer a esas
+desgraciadas.
+
+D. Martín, comprendiendo que había ido demasiado lejos, asintió, no sin
+dirigir un guiño expresivo al capellán.
+
+Sentáronse a la mesa. Obdulia hacía esfuerzos atroces por comer, pero su
+estómago se negaba a recibir alimento alguno. Seguía en un estado de
+agitación bien visible. D. Martín la embromó acerca de su falta de
+apetito. ¿Estaría por ventura enamorada? A pesar de su inclinación a la
+iglesia, él apostaba a que había de concluir apasionándose
+violentamente. De una sola ojeada conocía él los temperamentos
+destinados al amor. Había ciertas señales: la ojera, que ella tenía muy
+pronunciada, los ojitos un poco entornados, los labios secos... y otras,
+y otras. El jefe de inválidos volvió a deslizarse. D.ª Eloisa estaba en
+brasas, y otra vez le llamó al orden con voz angustiosa. Sucedía esto
+muy a menudo. D. Martín gozaba lo indecible colóreando las mejillas de
+las damas con sus frases atrevidas. Le parecía que era el adecuado
+complemento de aquella otra tendencia que sentía a enrojecer las de los
+caballeros con sus proverbiales bofetadas. Ambas inclinaciones acusaban
+su temperamento heroico y daban testimonio innegable de su procedencia
+del arma de caballería. Obdulia solía responderle con oportunidad y con
+gracia, dejándole no pocas veces amoscado; pero la preocupación que
+ahora la embargaba le impidió tomar nota de sus palabras y darles su
+merecido. Antes de terminar la cena sintiose indispuesta y tuvo que
+salir a otra habitación y arrojó cuanto había comido.
+
+A los postres llegó D.ª Serafina Barrado con su capellán y mayordomo.
+Ambos venían encarnados, risueños y extraordinariamente locuaces. Los
+ojos les brillaban con fuego alegre y malicioso, que llamó la atención
+de sus amigos.
+
+--Ahí va un cigarro, D. Martín--dijo el joven presbítero, ofreciéndole
+uno de acreditada vitola, igual al que él estaba chupando
+voluptuosamente.
+
+--¡Buen tabaco!--exclamó el amo de la casa dándole vueltas entre los
+dedos.--¡Qué latigazos se pega usted, amigo!
+
+--Regulares, regulares--respondió el clérigo con sonrisa de
+satisfacción, dirigiendo al mismo tiempo una mirada expresiva a su
+antigua ama, que le pagó con otra brillante y cariñosa.
+
+--¿Dónde los compra usted?
+
+--No los compro: me los regalan.
+
+Otro cambio de miraditas risueñas y apasionadas.
+
+--¡Ah! Entonces le salen a usted por una friolera. ¿Se puede saber quién
+es el señor tan generoso...
+
+--No es señor; es señora.
+
+Otra miradita.
+
+--¡Ah, pícaro! Ya sabía yo que gozaba usted de gran favor entre las
+damas.
+
+Por la fisonomía alegrísima de D.ª Serafina corrió una nube que la
+oscureció momentáneamente.
+
+--Es regalo de D.ª Serafina, con motivo de ser hoy mi cumpleaños--se
+apresuró a decir el presbítero.
+
+--¡Ya me parecía a mí que venían ustedes hoy demasiado contentos!... Con
+tan fausto motivo hubo juerga, ¿verdad?
+
+--¿Cómo juerga?--preguntó D. Joaquín con cierta inquietud, temiendo la
+franqueza militar de su amigo.
+
+--Sí, una comidita íntima con algunos platos extraordinarios y un par de
+botellas de _burdeos_.
+
+--No fue _burdeos_--replicó D. Joaquín riendo,--Fue borgoña.
+
+--Mejor que mejor.
+
+--¡Ya lo creo!--exclamó D.ª Serafina, comiéndose con los ojos a su
+capellán.
+
+Y volvió a comenzar entre ellos el tiroteo de miraditas y guiños,
+prodigándose mil atenciones tiernas que denotaban un estado de felicidad
+perfecta.
+
+La llegada de D.ª Rita no turbó poco ni mucho su éxtasis delicioso. Esta
+señora, pequeña y regordeta, con grandes ojos negros sin expresión y
+dientes grandes también, sanos y amarillos, entraba siempre con un cesto
+donde guardaba la labor. Sacábala con lentitud, trabajaba media hora en
+silencio escuchando atentamente todo lo que se decía, y al cabo recogía
+de nuevo los bártulos y se iba a hacer lo mismo a otra parte. De este
+modo recorría en la noche tres o cuatro casas. Era su manía la de saber;
+saberlo todo, hasta lo más trivial e insignificante. Se la toleraba bien
+en todas partes, porque a pesar de su desmedida febril curiosidad nunca
+hubo disgusto alguno por su causa. Gozaba con saber tan solamente: era
+un placer desinteresado, intenso, como el de los hombres de ciencia que
+no miran el resultado que sus conocimientos les puede dar. Como el avaro
+amontona en su caja monedas de oro sin pensar en utilizarlas jamás, así
+D.ª Rita atesoraba en su cerebro cuantas noticias privadas podía recoger
+en sus peregrinaciones por la villa, sin molestar a nadie con ellas.
+Pocos se guardaban, pues, de hablar secretos en su presencia; pero si
+alguno lo hacía y llegaba a notarlo, le acometían tales ansias y
+congojas por conocer lo que le ocultaban, que no dormía, ni descansaba
+un momento; andaba pálida, ojerosa, se hacía grosera, intratable. Una
+vez que descubría el ansiado secreto, aunque fuese la cosa más baladí,
+recobraba la calma y serenidad, volvía a su ser dulce, pacífico,
+inofensivo. Algunos sujetos maleantes, como don Martín, el P. Narciso,
+D. Joaquín y otros, solían embromarla fingiendo algún misterio entre
+ellos, la atormentaban, le hacían perder el juicio de pura curiosidad.
+
+Pero cuando entró el P. Narciso, D. Joaquín se puso más grave, ocultando
+a su compañero aquella dicha inefable, que le retozaba dentro del alma,
+evitando encontrarse con los ojos alegres, chispeantes de su antigua
+ama. Aquél sintió en seguida en la nariz el tufillo aromático del
+cigarro, dirigió una mirada escrutadora a su colega, otra a D.ª Serafina
+y se puso al tanto.
+
+--Hubo _gaudeamus_, ¿verdad?--preguntó por lo bajo.
+
+D. Joaquín negó descaradamente.
+
+Unos tras otros fueron llegando Consejero, Cándida, D.ª Filomena, el P.
+Melchor, Marcelina y, en suma, casi todos los tertulianos habituales.
+Formáronse pronto los grupos de siempre, se disgregaron los elementos de
+aquella sociedad, operándose en ella el fenómeno químico de las
+afinidades electivas. Mas esta operación no se efectuaba sin las
+violentas conmociones y sacudidas que se observan en el seno de la
+naturaleza, sin las acciones y reacciones a que da origen toda
+fermentación. Aquella noche Cándida, la huesuda señorita que ya
+conocemos, en vez de ir a besar la mano al P. Melchor y sentarse a su
+lado y cuchichear toda la velada, fue a hacer lo mismo con el P.
+Norberto. ¿Por qué esta deserción? En la tertulia nadie lo sabía más que
+los interesados y D.ª Rita. El P. Melchor había tenido la imprevisión de
+decir en una casa que los roquetes que le hacía la citada joven eran
+escasos de manga, y que le costaba trabajo con ellos doblar el brazo. En
+cambio, había elogiado calurosamente un alzacuello que le había regalado
+D.ª Marciala. El caso era grave, como cualquiera comprenderá, y debía
+producir este triste resultado. D.ª Marciala, viendo al padre Narciso
+cada vez más inclinado a admitir y agradecer la fervorosa admiración de
+D.ª Filomena, mostraba su sentimiento y despecho, acercándose a D.
+Melchor y hablándole con afectado cariño. D.ª Filomena, después de
+algunos años de adoración resignada, silenciosa, había llegado, cuando
+ya no lo esperaba, a la meta de sus aspiraciones. Tanta atención, tanto
+cariño habían logrado al fin cautivar el espíritu del elocuente capellán
+de Sarrió, quien daba claras muestras a la viuda de su afecto. Después
+de haberlo intentado en vano muchas veces, aquélla había recabado de él
+que fuese preceptor de su hijo, y que tomase el cargo con afición. Su
+temperamento dominante y fogoso se manifestó en seguida. El pobre niño
+tuvo que experimentar no sólo un trabajo excesivo, superior a su edad,
+sino una serie de castigos crueles, malévolos, refinados. Y D.ª
+Filomena, que era la dulzura personificada, que jamás había levantado la
+mano sobre su hijo, consentía impasible que aquel hombre lo azotase
+despiadadamente. Acallaba su conciencia diciéndose que era para su bien.
+
+Marcelina, que había soñado con suplantar a D.ª Serafina en el corazón
+de D. Joaquín (y en realidad había cierto fundamento para este sueño,
+pues el joven presbítero no cesaba de distinguirla entre todas), andaba
+ya bastante desengañada. Adquirió el convencimiento de que aquél la
+tomaba como instrumento para hacer padecer un poco a su ama y tenerla
+más atenta y sumisa. Tal convicción la empujó de nuevo hacia D. Narciso,
+a quien hacía tiempo había abandonado; pero éste, que nunca le había
+profesado gran afición, como a Obdulia, la rechazó sin miramientos. Si
+embargo, la ex-joven seguía luchando bravamente con D.ª Filomena. Hacía
+pocos días había regalado al capellán una colcha de crochet que era una
+verdadera maravilla de trabajo pacienzudo y habilidoso. Por cierto que
+la viuda, al verla sobre la cama del clérigo, experimentó un vivo
+disgusto y lloró muchas lágrimas en secreto.
+
+Estas agitaciones espirituales, estas luchas de sensibilidad y
+abnegación entre las piadosas damas que allí asistían, eran precisamente
+las que daban algún interés dramático a aquel mundo sereno, inocente. No
+eran ciertamente las competencias groseras que se establecen en las
+sociedades profanas, donde las intrigas afectan un carácter violento,
+donde las relaciones del varón y la hembra tienen su fundamento siempre
+en la explosión de los sentidos, llevan el sello abominable de la
+animalidad. Aquí todo se efectuaba de un modo suave, inocente,
+espiritual: los pequeños sacudimientos de que hemos hecho mención
+semejaban el leve rizado de un lago trasparente y hermoso. Era aquella
+tertulia como una antesala del cielo, donde las relaciones de los
+ángeles, de los santos y las santas alcanzan el supremo grado de la
+pureza inmortal.
+
+Lo que estaba pasando por el alma de la hija de Osuna confirma bien la
+idea que acabamos de formular. Después de experimentar aquel trastorno
+gástrico, hijo de la excitación en que se hallaba, cayó en profundo
+desfallecimiento físico y moral. Sentía la impresión de si hubieran
+cometido con ella una gran perfidia, y aunque su pensamiento le decía
+vagamente lo absurdo de tal sensación, no podía minorar su intensidad,
+ni menos desecharla. Odiaba al P. Gil, le odiaba con toda su alma. Daría
+algo por vengarse. ¿De qué? No se lo decía; pero allá en el fondo del
+alma estaba persuadida de que tenía razón para ello. Formó resolución
+inquebrantable de no confesar más con él. ¡Con él! ¡Un sacerdote que
+entra de noche en los portales a cuchichear con mujeres hermosas y
+elegantes! ¡Puf! Sería vergüenza el hacerlo. Obdulia estaba bien segura
+de que la mujer que hablaba con su confesor era linda. Esta seguridad la
+torturaba. Por supuesto que, si tenía el atrevimiento de venir a
+hablarle, le daría un desaire de los gordos, le volvería la espalda. Y
+confesaría otra vez con D. Narciso. Y diría a sus amigas en qué
+situación le había visto con una señora desconocida y elegante. Porque
+no cabía duda de que vestía con elegancia, bien lo había reparado. Aquel
+abrigo largo no estaba hecho en Peñascosa. ¿Quién sería? Alguna de
+Lancia, seguro, que vendría a hacerle una visita. Y ¿por qué se viene de
+lejos a visitar a un sacerdote no siendo su madre, o su hermana o su
+deuda? ¿No sabe esa señora que la fama de los sacerdotes es muy delicada
+y cualquier cosa la quiebra? El cerebro de la joven no cesaba de dar
+vueltas y más vueltas a estas ideas y a otras análogas, mientras su
+cuerpo permanecía inmóvil, abatido, clavando los ojos obstinadamente en
+las manos de D.ª Marciala, que no dejaba un momento su calceta. Sentíase
+enferma, deseaba irse; pero una vaga esperanza, que no podía definir, la
+retenía a su pesar.
+
+Mientras tanto el P. Norberto estaba sorprendido y confuso por las
+inusitadas atenciones de que era objeto por parte de Cándida. El pobre
+no estaba acostumbrado a que se las prodigasen. El bello sexo de
+Peñascosa le profesaba cierto desdén compasivo. Teníasele por un
+sacerdote virtuoso, pero de muy cortos alcances. Sus mismos compañeros,
+cuando hablaban de él, lo hacían sin dejar de los labios una sonrisa
+medio protectora, medio burlona. Para las damas, la virtud del P.
+Norberto no tenía poesía, carecía de ese encanto especial que en otros
+sacerdotes la hace contagiosa, era una virtud pedestre, que no se
+traducía en conceptos delicados y sublimes como en el P. Narciso, el P.
+Gil y otros. Así que rara era la joven que se confesaba con él, ni menos
+la que apeteciese su conversación o tuviese gusto en envolverle entre
+nubes de incienso, como hacía Cándida en aquel momento. Su misma
+inclinación a rescatar las mujerzuelas perdidas, por más que se
+respetase, no le hacía simpático a las señoritas. Verdad que él se
+pasaba admirablemente sin esta simpatía y no le quitaba de engordar cada
+día más y pasar la vida riendo. Las lisonjas que le estaba vertiendo al
+oído con voz insinuante su nueva hija de confesión, en vez de agradarle,
+le turbaban, le molestaban visiblemente. Fue una de las pocas veces en
+que pudo vérsele serio. Hacía rechinar la silla, cambiando de postura a
+cada instante, y restallaba los nudillos de las manos de un modo
+formidable, tosía, se ponía colorado, y de vez en cuando dejaba escapar
+de la garganta un leve bufido con que su modestia alarmada protestaba.
+Por último, solicitado vivamente por la dulce perspectiva del tresillo,
+aprovechó una pausa de la doncella para levantarse y decir torciendo un
+poco las caderas a guisa de saludo:
+
+--Con permiso de usted, señorita.
+
+En cuanto salió de aquella situación angustiosa, su faz sanguínea se
+dilató y volvió a aparecer en ella la sonrisa de benevolencia universal
+que le servía de principal ornamento. Su llegada al grupo donde estaban
+Consejero, D. Martín, Osuna y otro caballero militar de Lancia fue
+acogida con alegría.
+
+--Te presento--dijo D. Martín a su amigo forastero, bajando la voz y
+echando una mirada recelosa alrededor para cerciorarse de que no le oía
+su mujer,--al padre Norberto, un cura que te podrá informar de todos
+los _chamizos_ de la población, si deseas conocer alguno.
+
+--¡Oh, oh! ¡D. Martín, por Dios!
+
+--¡Atrévase usted a decir que no los conoce!
+
+--Hombre, sí... de algunos sé... Por desgracia, necesito entrar en ellos
+alguna vez...
+
+--Este señor se dedica a las jóvenes extraviadas--continuó D. Martín,
+dirigiéndose a su compañero, que sonreía lleno de asombro.
+
+--¡Jesús! Considere, D. Martín, que este señor no me conoce...
+
+--Pues para que le conozca a usted hablo.
+
+D.ª Eloisa, de lejos, echaba miradas de terror a su marido, observando
+la confusión de D. Norberto y la risa de los otros.
+
+--Bueno--prosiguió el señor de las Casas, haciéndose prudente y
+conciliador,--yo no diré, D. Norberto, que usted vaya con mala idea a
+esas casas de perdición; pero lo que sostendré siempre es que les está
+usted prestando un gran servicio: está usted haciendo su agosto.
+
+--¿Cómo, cómo?--preguntó asustado el clérigo.
+
+--Pues muy sencillo; ayudando a que se eleve el precio de la mercancía.
+Recuerde el ejemplo de Carmen la zapatillera...
+
+Ésta era una muchacha a quien el P. Norberto había conseguido sacar de
+una casa de prostitución y llevar a un convento. Al cabo de algún
+tiempo se salió y volvió a la mala vida. Tornó D. Norberto a persuadirla
+al arrepentimiento, y otra vez ella se vino del asilo y se entregó al
+vicio.
+
+--¿Y qué tiene que ver?...
+
+--Voy a explicárselo, padre, voy a explicárselo... Atiendan ustedes...
+Cuando usted catequizó a Carmen, no me negará que la mercancía estaba
+bastante depreciada ya...
+
+--¡Yo no sé! ¡Qué cosas tiene usted, D. Martín!--exclamó el clérigo
+azorado.
+
+--Me consta, padre, me consta. Pues bien, después que estuvo un año por
+allá y engordó un poco en el convento y volvió rodeada de cierta aureola
+de honradez, el precio se elevó notablemente. Vuelve usted a llevársela
+cuando ya estaba un poco estropeadilla y la demanda había mermado hasta
+un punto que hacía temer por la bucólica, y ahora que viene otra vez
+gordita y santificada, se cotiza de nuevo como en sus mejores tiempos.
+
+--¡Jesús! ¡Jesús! ¡Vaya todo por Dios!--exclamó el clérigo tapándose los
+oídos, pero sin enfadarse.--No sea usted tan malo, D. Martín.
+
+D.ª Eloisa, que bien advertía lo que estaba pasando, se levantó al fin
+de la silla y vino hacia ellos, preguntando con mal humor:
+
+--¿No juegan hoy al tresillo?
+
+--Vamos allá, vamos allá--respondió su marido, sofocando la risa que le
+fluía del cuerpo, como a los demás.
+
+Sentáronse Consejero, D. Norberto y él a la mesa, y no tardaron en
+abstraerse de todos los ruidos mundanales bajo la influencia fascinadora
+de la espada, la mala y el basto. Poco después Consejero rechinaba los
+dientes y se tiraba cruelmente del bigote, encontrándose dos veces
+seguidas con el tres de bastos, su enemigo personal. Hacía ya muchos
+años que se tenían declarada una guerra a muerte. Cada vez que le venía
+a las manos, Consejero se crispaba, juraba sordamente como un carretero.
+El tres de bastos, malintencionado y socarrón como ningún otro naipe,
+gozaba al parecer con verle irritado, y se colaba bonitamente siempre
+que podía en el montoncillo que le repartían. No sólo en la tertulia,
+sino en toda la villa era conocida esta antipatía. Algunos, con ciertas
+precauciones por supuesto, porque D. Romualdo se disparaba fácilmente,
+le embromaban con ella. En cierta ocasión, pescando con caña detrás de
+la iglesia, sacó en el anzuelo un naipe que resultó ser el tres de
+bastos. No le cupo duda de que lo habían tirado allí con intención, pero
+no dijo palabra para que no se rieran.
+
+Mientras tanto Osuna había ido a frotarse un poco contra D.ª Eloisa.
+Entre todas las damas que asistían a aquella tertulia no había más que
+dos gordas, D.ª Teodora y D.ª Eloisa. Estaba también en buenas carnes
+D.ª Rita, pero era blanda, amarilla. Las demás «escocia pura,» como él
+llamaba a las flacas, aludiendo al bacalao. Así que no tenía fin el
+desprecio que nuestro jorobado profesaba a aquella sociedad degenerada y
+exhausta de tejido adiposo. Sólo iba por allí a buscar a su hija, o
+cuando materialmente no sabía dónde refugiarse. D.ª Eloisa miraba con
+benevolencia (como lo miraba todo la buena señora) aquella pasión que el
+monstruo parecía sentir hacia ella. Cuando se le acercaba demasiado,
+separábase dulcemente, sin extinguirse por eso su sonrisa bondadosa. En
+cambio D.ª Teodora le tenía un gran miedo, verdadero terror. Lo mismo
+era aproximarse Osuna, que ya estaba la casta jamona sofocada, inquieta,
+un color se le iba y otro se le venía. Pero era tal la vergüenza que
+sentía, que no hubiera declarado a su mismo padre las insinuaciones del
+sucio contrahecho. ¡Qué diferencia entre este indecente y el sereno,
+majestuoso y romántico D. Juan Casanova! Ni con D. Peregrín podía
+comparársele, con ser éste, en concepto de la madura doncella, un sujeto
+mucho más voluptuoso y terrestre.
+
+D. Peregrín había llegado, según costumbre, de los últimos. Y si la
+tertulia no advirtió en la mayor estridencia de sus bufidos nasales, en
+su parpadear infinitamente más solemne y en la grave manera de poner
+una pierna sobre otra y echarse hacia atrás que algo importante,
+importantísimo, tenía que comunicar, fue que no quiso advertirlo.
+Aguardó pacientemente, como todos los hombres seguros del éxito, a que
+hubiese una pausa, y cuando llegó, profirió con su voz gangosa,
+penetrante, encarándose con el ama de la casa:
+
+--¿A que no sabe usted a quién acabo de ver entrar en casa de su
+hermano, en compañía del excusador?
+
+A Obdulia le dio un salto tan recio el corazón, que pensó caer al suelo.
+Los demás, incluso D.ª Eloisa, alzaron la cabeza con curiosidad.
+
+--¿Quién era?
+
+--Su cuñada Joaquina--gritó más que dijo el ex-gobernador interino de
+Tarragona, como si anunciara el juicio final.
+
+Profundo estupor en toda la tertulia.
+
+--¡Mi cuñada!--exclamó.
+
+--Su misma cuñada--confirmó D. Peregrín con trompeteo horrísono.
+
+--¡No puede ser!--dijo D.ª Eloisa.
+
+--¡No puede ser!--exclamó su marido, suspendiendo el juego.
+
+--¡No puede ser!--repitió D.ª Serafina Barrado.
+
+El ex-gobernador de Tarragona dejó escapar por la nariz algunos
+resoplidos fragorosos, como una locomotora que desaloja el vapor
+sobrante, y repuso:
+
+--¿Creen ustedes, señores, que no tengo ojos en la cara?
+
+Esta pregunta trascendental, acompañada del adecuado fruncimiento de
+cejas, produjo bastante impresión entre los interruptores.
+
+--Bien pudo usted haberse equivocado--dijo el inválido.
+
+--¡Es tan fácil!--exclamó D.ª Eloisa.
+
+--La he visto como les veo a ustedes ahora, a tres pasos de distancia.
+Venía yo de hablar con el sacristán para la cuestión del aniversario de
+mi señor padre, cuando al embocar la calle del Cuadrante veo al P. Gil
+con una señora que me pareció forastera. Quise saber quién era, y me
+detuve un poco cerca del farol, ocultándome detrás del quicio de una
+puerta. Era Joaquinita, sin duda alguna. Esperé un poco y los seguí con
+la vista hasta que entraron en casa de Montesinos.
+
+--Pero ¿usted la conoce bien?--preguntó el P. Narciso.
+
+--Lo mismo que a usted.
+
+--Peregrín, debes tener presente que no le has hecho más que una visita
+en Madrid, y por la noche, según me has dicho--apuntó tímidamente D.
+Juan.
+
+El ex-gobernador arrojó a su hermano una mirada de indecible desprecio.
+
+--Juan, no metas la pata.
+
+--Peregrín, no sé por qué...
+
+--¡Juan!...
+
+--¡Peregrín!...
+
+--¡Que no la metas! ¡Que no la metas! A esa señora la he visto después
+de visitarla otra porción de veces en la calle, y la he saludado. Por lo
+tanto, me veo en la triste necesidad de manifestarte que lo que acabas
+de decir es una impertinencia. Cuando he asegurado que conocía a esa
+señora, es porque la conocía. Yo no hablo nunca a humo de pajas. Si
+fuera un hombre ligero y sin fundamento, no hubiera podido ocupar las
+posiciones que he ocupado. Sírvate de gobierno.
+
+--Ahora que me acuerdo--dijo Cándida,--hoy he visto apearse de la
+diligencia a una señora rubia con un traje muy elegante.
+
+D. Peregrín alzó los hombros con un gesto de profundo desdén, como si
+quisiera decir: «¿A qué viene usted en mi apoyo para contrarrestar los
+absurdos de este necio?»
+
+Aquel dato y aquel gesto concluyeron de aniquilar a D. Juan, cuyo rostro
+expresó el abatimiento. Pero D.ª Teodora, con sus grandes ojos serenos,
+le clavó una mirada tan afectuosa que las facciones del caballero,
+contraídas por la pesadumbre, se fueron dilatando gradualmente, y una
+plácida sonrisa melancólica concluyó por esfumarse en sus labios. La
+frente de D. Peregrín, en cambio, quedó surcada instantáneamente por una
+porción de arrugas. La innegable superioridad que tenía sobre su
+hermano, ¿de qué le servía? Cuanto mejor la demostraba delante de la
+fresca jamona, tanto más se inclinaba ésta a favor de él. Razón tenía el
+juez de primera instancia de Tarragona cuando le decía que la mujer era
+un tejido de contradicciones.
+
+Obdulia sintió que una alegría intensa, infinita, le entraba a chorros
+dentro del alma. Su cuerpo, enervado, incapaz de movimiento, adquirió
+súbito la ligereza de un pájaro. Quería salir prontamente de aquella
+estancia y surcar los aires y cantar su gozo. Cualquiera podría observar
+el cambio operado en ella. Al mutismo obstinado en que yacía sucedió una
+locuacidad extrema, una charla animada, insustancial, entreverada de
+carcajadas extrañas en que se placía, desahogando la emoción que la
+embargaba, estirando sus nervios encogidos. Ni sabía bien lo que estaba
+diciendo, ni D.ª Filomena, con quien platicaba, se enteraba tampoco,
+atenta a contemplar la faz inteligente del P. Narciso y gozar del brillo
+de sus humoradas. Al poco rato sintió la garganta seca y calor inusitado
+en las mejillas. El caballero de Lancia, que allí estaba, hizo la
+observación, que se apresuró a comunicar a Osuna, de que su hija tenía
+los ojos muy negros y brillantes, y que le sentaban muy bien las rosetas
+encarnadas que el calor le había sacado en el rostro.
+
+La noticia había producido sensación en todos. Pocos eran los que
+conocían allí a la esposa de Montesinos, aunque nadie ignoraba los
+incidentes del drama conyugal que había retraído al mayorazgo a
+Peñascosa. Pero lo que en los extraños era pura curiosidad, en la buena
+de doña Eloisa se ofreció, como es lógico, con la apariencia de viva y
+honda emoción. Quiso desde luego salir a saber lo que pasaba en casa de
+su hermano, quiso después que fuese su marido, quiso enviar un criado. A
+todo se opuso D. Martín que, viendo las cosas con más frialdad,
+comprendía que cualquier paso de éstos en aquel instante era inoportuno.
+La conversación se animó extremadamente, hasta el punto de que los
+tresillistas suspendieron el juego y tomaron parte en ella. Los
+comentarios que se hicieron, infinitos. Se forjaron mil hipótesis sobre
+el caso. Unos opinaban que la esposa, arrepentida, venía a pedir perdón
+a su marido, otros que hacía el viaje tan sólo para reclamar de él
+alimentos, otros que su intento era entablar la demanda para formalizar
+el divorcio, otros que el marido la había llamado, no pudiendo desterrar
+de su corazón el amor que la profesaba (la mayoría del elemento
+femenino se inclinaba a esta suposición), otros que el P. Gil, _motu
+proprio_, había escrito a D.ª Joaquinita y había preparado la escena, a
+fin de que D. Álvaro la perdonase, otros que había persuadido a éste a
+que la llamase a Peñascosa. Ni faltaba tampoco quien supusiera que D.
+Álvaro y su esposa hacía tiempo que mantenían correspondencia, y que era
+ella quien resistía venir a visitarle hasta la hora presente.
+
+--De todos modos, lo que no ofrece duda es que el P. Gil tiene una
+intervención muy principal en el asunto, y a él le pertenece la gloria
+de la reconciliación--dijo gravemente D. Narciso.
+
+--Si la hay--repuso Consejero.
+
+--La habrá--replicó el capellán.--La habrá, y aquí D. Martín tendrá
+quizá el gusto pronto de ver un sobrinito que le distraerá con sus
+travesuras y sus gracias.
+
+D. Martín, a quien su alma de héroe no le quitaba de tener muchísimas
+ganas a la herencia del cuñado, cuya salud era endeble, arrugó las
+narices y murmuró groseramente:
+
+--Me tiene sin cuidado.
+
+--No lo creo; no puedo creerlo, D. Martín. A usted no puede menos de
+alegrarle que la noble casa de Montesinos no se extinga, que haya quien
+lleve honrosamente este apellido... Luego ha de parecer bien aquella
+casa tan grande con unos cuantos chicos que la alegren con sus risas y
+sus gritos. La obra del padre Gil es de las más meritorias que ha
+llevado a cabo, y eso que las ha hecho muy buenas.
+
+Obdulia le clavó una mirada colérica; pero templándose súbito, repuso
+con sonrisa inocente:
+
+--Usted no tiene nada que envidiarle, don Narciso. ¿Quién no recuerda en
+la villa los muchos matrimonios que por su mediación están hoy bien
+avenidos? Sin ir más lejos, todo el mundo sabe que D. Feliciano quería
+muy poco a D.ª Nieves... y ya ve usted, hoy están como dos pichones.
+
+Este D. Feliciano era el marido que, según se decía en secreto, había
+roto una pierna al P. Narciso arrojándole por las escaleras.
+
+Los circunstantes se miraron con inquietud. Hubo un silencio embarazoso.
+Consejero soltó la carcajada, y exclamó, poniendo una carta sobre la
+mesa, como si se refiriese al juego:
+
+--¡Anda, vuelva usted por otra!
+
+Todos comprendieron que se dirigía al padre Narciso, y esto aumentó la
+inquietud. El clérigo se puso colorado y murmuró:
+
+--Gracias, gracias. Todos tenemos obligación...
+
+--Usted va más allá de la obligación, padre... Muchas veces lo que usted
+hace es pura devoción--replicó la hija de Osuna con encantadora
+sencillez.
+
+--¡Arrea!--volvió a exclamar Consejero, con la vista fija en las cartas.
+
+--¿Qué es eso, D. Romualdo?--preguntó riendo D. Norberto.--¿Le ha tocado
+el tres de bastos?
+
+--Sí, señor; pero me consuela que hay palos para todos.
+
+--Pues yo no tengo ninguno--replicó el cándido presbítero.
+
+--¡Otro los recibirá!
+
+--Hacemos todos lo que podemos; pero no cabe duda que unos pueden más
+que otros. El P. Gil es un santo, es un apóstol de los primeros tiempos
+de la Iglesia. Ninguno de nosotros tiene la presunción de competir con
+él en celo ni en sabiduría--manifestó D. Joaquín, viniendo en socorro de
+su amigo, con una risita venenosa que haría saltar una piedra.
+
+--En sabiduría puede que tenga usted razón, D. Joaquín--replicó
+vivamente Obdulia;--pero en celo, me parece que está usted en un error.
+Es usted demasiado modesto... No es por adularle, pero tratándose de
+celo, yo creo que es usted tan celoso como el primero, ¿verdad, doña
+Serafina?
+
+Un gruñido de todo punto extraño se escapó en aquel momento de la
+garganta de Consejero, al cual siguió inmediatamente un violento golpe
+de tos que le dejó sin respiración por algunos segundos. D. Joaquín
+también sintió cierto picor en la garganta, que le obligó a toser
+volviendo la cabeza. D.ª Serafina no contestó a la pregunta, porque se
+distrajo hablando con D.ª Eloisa.
+
+La conversación cambió de rumbo, como si tácitamente todos convinieran
+en que aquél era peligroso. Poco después cesó de ser general, y
+volvieron a formarse los grupitos de costumbre. D. Martín estaba
+malhumorado y disputaba a cada jugada. D.ª Eloisa hablaba tranquilamente
+del caso. Ninguno, por estupendo que fuese, conseguía alterar el sistema
+nervioso de la buena señora. Su interlocutora D.ª Serafina seguía
+dirigiendo frecuentes miraditas y sonrisas a su capellán; pero éste se
+había puesto repentinamente serio, cejijunto. Una nube de tristeza pasó
+también por la bella alma apasionada de la respetable viuda, y sus
+miradas comenzaron a ser tímidas, inquietas, llenas de muda
+reconvención.
+
+Sonó la campanilla de la puerta. Nadie lo advirtió mas que el ama de la
+casa y Obdulia, cuyo rostro se cubrió de palidez. Clavó los ojos en la
+puerta con espanto, como si por ella fuese a entrar un aparecido: sus
+nervios se pusieron en tensión bajo una misteriosa influencia magnética.
+Un minuto después alzose la cortina y apareció la esbelta figura del P.
+Gil.
+
+Todos los ojos se volvieron hacia él con expresión de curiosidad. La
+noticia de la llegada de Joaquinita los tenía sobresaltados: se anhelaba
+saber lo que había pasado. Pero antes de que nadie hablase ni el
+sacerdote diera paso alguno por la sala, Obdulia se levantó de la silla,
+avanzó precipitadamente a su encuentro y se dejó caer de rodillas a sus
+pies. Al mismo tiempo le tomó una mano y comenzó a imprimir en ella
+vivos y fuertes besos, mientras bañaban sus mejillas las lágrimas y le
+rompían el pecho los sollozos. El P. Gil quiso arrancarse a aquellas
+demostraciones, pero no pudo. La arrepentida doncella le tenía sujeto
+con las manos crispadas. Turbado hasta lo indecible, no supo decir más
+que...
+
+--Obdulia, ¡cálmese usted... ¡Cálmese usted! ¡Cálmese usted, por Dios!
+¡Levántese usted!... ¡Levántese usted, por Dios!...
+
+Su faz blanca, nacarada, estaba cubierta de vivo rubor. Un soplo de
+emoción delicada y mística corrió por toda la tertulia. Algunas jóvenes
+también se ruborizaron. Los clérigos se miraron unos a otros. Consejero,
+después de echar una mirada socarrona de absoluta indiferencia al grupo,
+convirtió de nuevo la vista a los naipes y murmuró:
+
+--¡El Redentor y la Magdalena!
+
+Pero Obdulia soltó al fin la mano del sacerdote y cayó al suelo, presa
+de un violento ataque de nervios. Entonces todas las señoras se
+precipitaron hacia ella y le prodigaron los cuidados de costumbre.
+Porque escenas semejantes e idénticos ataques se producían a menudo en
+aquella tertulia de vírgenes nerviosas y viudas místicas. Salieron a
+relucir los pomos, los frascos de antiespasmódico. Un olor penetrante de
+éter se esparció en seguida por la estancia.
+
+
+
+
+VIII
+
+
+«La distinción entre las llamadas naturaleza orgánica e inorgánica es
+completamente arbitraria. La fuerza vital, como vulgarmente se la
+concibe, es una quimera. La materia en que reside la vida nada tiene de
+especial. No existe en los cuerpos orgánicos ningún elemento fundamental
+que no se encuentre ya en la naturaleza inorgánica: la sola cosa
+especial es el movimiento de esta materia. La vida no es más que un modo
+particular más complicado de la mecánica: una porción de la materia
+total pasa de tiempo en tiempo de su curso habitual a otras
+combinaciones químicas y orgánicas; después que ha permanecido en ellas
+un cierto período vuelve al movimiento general.»
+
+El P. Gil leía con profunda emoción estas y otras análogas
+proposiciones en un libro que había sacado de la biblioteca de D.
+Álvaro. Después que hizo un auto de fe con los libros históricos de
+éste, referentes a los orígenes del cristianismo, estuvo mucho tiempo
+sin tomar siquiera en las manos ningún otro de su biblioteca. Continuaba
+visitando al mayorazgo de vez en cuando, pero huía de toda conversación
+metafísica. La salud de D. Álvaro empeoraba a ojos vistas desde la
+llegada y súbita partida de su esposa. Su tristeza, su estado miserable
+le inspiraban cada día más compasión. El horror que antes sentía hacia
+él había desaparecido. Por encima de las diferencias religiosas y
+filosóficas, de la oposición de inteligencia y carácter asomaba
+briosamente el amor a la humanidad que latía en el corazón profundamente
+cristiano del joven sacerdote. D. Álvaro era un hermano que padecía.
+Ante esta consideración, todas las demás ceden en las almas donde ha
+soplado el espíritu del sublime Nazareno. Pero D. Álvaro tampoco era el
+malvado diabólico, que se había representado en los primeros días que le
+conoció. A ratos lo parecía. Un demonio hablaba y reía por su boca en
+ocasiones, maldiciendo de Dios y de los hombres. En otras, sin embargo,
+mostrábase dulce, afectuoso, compasivo, y hablaba con tal inocencia que
+parecía estar oyendo a un niño. Aunque se defendiese contra ella, el P.
+Gil no podía menos de sentir cada día más afición a este desgraciado.
+
+Una mañana departían los dos en el gabinete de la torre que servía de
+despacho y biblioteca. D. Álvaro había pasado toda la noche tosiendo.
+Estaba fatigado, molido. Al cabo de un rato cerró los ojos y se quedó
+traspuesto en la butaca. El P. Gil ni creyó bueno el despertarle para
+despedirse, ni se atrevió a marcharse sin hacerlo. En esta
+incertidumbre, se puso a hojear algunos libros que andaban esparcidos
+sobre la mesa. Tropezaron sus ojos con uno de geografía, y leyó
+distraídamente algunos párrafos. Al cabo la lectura logró interesarle.
+El autor describía pintorescamente algunas comarcas desconocidas y
+ciertos fenómenos de la mar muy curiosos. La instrucción del P. Gil en
+las ciencias naturales era limitadísima. En el seminario de Lancia
+ocupaban éstas un lugar muy secundario: apenas si se les exigía a los
+alumnos algunas nociones insignificantes de física, química e historia
+natural. Además, siempre les había profesado cierto desprecio inculcado
+por el rector su maestro; el desprecio que los ascetas sienten hacia
+todo lo que se relaciona con la materia. Así que tales descripciones le
+cogían de nuevas. El libro era célebre en el mundo científico; había
+oído hablar de él; pero nunca cayera en sus manos hasta entonces.
+Titulábase _Cosmos_; su autor, Alejandro Humboldt. Cuando D. Álvaro
+abrió los ojos al fin y le vio enfrascado en la lectura, le preguntó
+sonriendo:
+
+--¿Le interesa a usted ese libro, padre?
+
+--Muchísimo.
+
+--Pues lléveselo usted... Llévese usted el primer tomo, que ése es el
+segundo.
+
+Y levantándose y sacándolo de uno de los armarios, se lo presentó al
+sacerdote. Este vaciló en tomarlo.
+
+--¿Está condenado por la Iglesia?
+
+--No lo creo--replicó sonriendo el hidalgo.--Es un libro puramente
+expositivo, sin intención alguna polémica.
+
+En esta confianza se llevó a su casa el tomo primero y se puso con afán
+a leerlo. Comenzaba con una descripción elocuentísima del mundo sideral,
+del panorama de las grandezas celestes. El autor desenvolvía con pluma
+vigorosa el mecanismo inmenso de los cuerpos que giran en el espacio.
+Ante su vista asombrada pasaron mundos tras mundos, sistemas tras
+sistemas en la sucesión sin fin de los universos estrellados, globos
+inmensos volando en rápido torbellino sobre sí mismos, lanzados a toda
+velocidad en los desiertos del vacío. ¡Qué velocidad, eterno Dios! Una
+bala de cañón es una tortuga en comparación con ellos. Estos globos,
+millares y millones de veces más grandes que nuestra tierra, caminan
+centenares de miles de leguas por día. Bajo la acción irresistible de
+fuerzas colosales, misteriosas, son arrebatados por el espacio con la
+rapidez del relámpago. Y todos ellos son mundos donde palpita la vida
+con eterna y maravillosa fecundidad: en la combinación misma de sus
+movimientos hallan la renovación de su juventud y belleza: son otros
+tantos soles que esparcen y trasmiten como el nuestro a otras tierras
+que los acompañan su luz y su vida. En ellos también se alzan las
+montañas hermosas coronadas de nieve, también suspira el viento en los
+bosques y se retratan sus paisajes en los lagos silenciosos; también se
+despliega en su superficie la inmensidad de los océanos, agitados,
+turbulentos unas veces, otras serenos, iluminados por los resplandores
+de la luz crepuscular; también se sufre, también se goza, también se
+lucha, también se ama... Y todas estas moradas del espacio navegan al
+través del océano celeste sin temor a los escollos, a los choques o a
+las tempestades, sostenidos y guiados por una fuerza invisible que jamás
+se equivoca. Más allá de esos millares de astros, que percibimos a
+simple vista, hay cien millones que percibimos con el telescopio; más
+allá de esos cien millones hay otros millones de millones más, que
+recorren la inmensidad con celeridades aterradoras. Eso que nos aparece
+como un poco de polvo blanco, como leve imperceptible vapor, es una
+nebulosa: millones de soles tan grandes y mayores que el nuestro la
+forman, escoltados por una legión de planetas y satélites que respiran y
+beben su aliento. Y esta nebulosa no es más que una provincia del éter.
+Más allá hay otras, y otras, hasta el infinito.
+
+Ante esos movimientos inconcebibles que arrastran por los desiertos
+infinitos a millares y millares de soles; ante esa colosal catarata, esa
+lluvia de estrellas que rueda sin cesar por los abismos del espacio;
+ante esas órbitas inconmensurables; ante esas distancias y velocidades
+donde la imaginación se pierde, descritas con la firmeza de un sabio y
+el fuego de un poeta por el barón de Humboldt, el joven presbítero se
+sintió acometido de un vértigo. Sujetose las sienes con las manos y
+estuvo largo rato con los ojos cerrados. Al abrirlos, percibió las
+mejillas húmedas. Algunas lágrimas se habían deslizado entre sus
+pestañas.
+
+Una melancolía profunda invadió su alma. ¿Por qué? ¿Todas aquellas
+maravillas no pregonaban la grandeza del Creador? Sin duda; mas a pesar
+de esto, el desconsuelo le ahogaba, como el hombre que repentinamente se
+ve perdido enmedio del océano. Estaba acostumbrado a medir su
+insignificancia en el orden moral, su maldad y perversión comparadas con
+la bondad infinita de Dios. Pero nunca había visto de modo tan evidente
+lo ínfimo y microscópico de su naturaleza. La tierra que habitamos le
+pareció un pobre globo ridículo navegando por el espacio sin ser notado
+ni sentido de nadie. Las guerras, las grandes catástrofes y
+trasformaciones históricas que en ella se efectúan, cosas tan
+despreciables y risibles como las luchas de los seres que habitan una
+gota de agua. Y lo que era peor, Jesucristo, cuya figura, aun en sus
+momentos de duda, se le aparecía elevada siempre y majestuosa, se
+presentaba ahora a su imaginación como un grano de polvo; la historia de
+la Redención, tan insignificante como la caída de una hoja.
+
+Quiso penetrar más en el estudio de la Naturaleza. Después del _Cosmos_
+leyó otra porción de libros de astronomía, de física, de geología. Poco
+a poco se acostumbró a ver en los fenómenos naturales el resultado de la
+actividad de las fuerzas inherentes a la materia. El mundo pudo haberse
+formado, sin la intervención de una Inteligencia, por la sola acción de
+las leyes naturales. La antigua idea de un Arquitecto inteligente, de un
+inspirador personal de los instintos se fue debilitando en su espíritu.
+Y cuando menos lo imaginaba comenzó a dudar de la existencia de un Dios
+personal separado del Universo. El acto de la creación lo encontraba
+inconcebible, absurdo. En todas partes veía la acción de una fuerza
+constante que opera según leyes fatales, no la de un Dios que puede
+obrar por capricho, cuya voluntad es capaz de contrarrestar estas leyes.
+
+La idea era aterradora. El P. Gil hacía esfuerzos desesperados por
+arrojarla de su cerebro, aunque inútilmente. Cayó de nuevo en aquel
+estado angustioso de duda en que le dejaran los libros de exegesis
+bíblica, mucho más angustioso y miserable porque se veía lanzado en
+pleno materialismo, lejos de la idea de Dios y de la inmortalidad.
+Luchaba bravamente procurando representarse a todas horas las verdades
+sublimes de la religión, la idea de un Dios padre de las almas,
+arquitecto y director del Universo, a quien ofenden nuestros pecados, a
+quien ablandan nuestras súplicas y nuestras lágrimas; se agarraba con
+toda su alma a estas firmes doctrinas; estaba un día entero unido con
+fervoroso anhelo a ellas; pero cuando más descuidado se hallaba, un
+pensamiento impío, fatal, caía en su cerebro y lo volvía todo del revés.
+La idea del Dios personal separado del Universo le parecía un absurdo,
+porque Dios no sería entonces infinito, pues que estaba limitado por el
+mundo; la creencia de que nuestras oraciones pueden alterar el curso de
+las leyes naturales, un cuento de viejas para engañar a los niños; la
+religión, en conjunto, una serie de mitos, más o menos ingeniosos y
+bellos, creados por la fantasía viva, pero infantil aún de los hombres.
+Cuando esto le pasaba, el P. Gil se mesaba los cabellos y se mordía las
+manos; metía la frente por la almohada, a ver si lograba paralizar su
+pensamiento. Se horrorizaba de sí mismo.
+
+Después del lamentable suceso que privó a D. Miguel de licencias para
+confesar y decir misa, quedó él al frente de la parroquia. Y aunque poco
+después se rehabilitó al párroco, el obispo no quiso que apacentase otra
+vez las ovejas de Peñascosa. No le privó del curato (que esto no podía
+hacerlo), pero le puso un coadjutor para desempeñarlo. Se encomendó este
+cargo interinamente al P. Gil, en espera del nombramiento definitivo.
+Todo el peso y la responsabilidad de la cura de almas de Peñascosa vino
+a recaer, pues, sobre nuestro presbítero en los momentos en que más
+necesitaba él que curasen la suya, lacerada por la duda. El trabajo de
+velar por los intereses de la religión, de mantener viva en aquel pueblo
+la antorcha de la fe, que era para él antes un manantial de puros goces,
+se le hizo molestísimo, odioso; se convirtió en un tormento. ¿Con qué
+derecho subía a la cátedra del Espíritu Santo a exponer la divina
+palabra, o escuchaba en el confesonario los pecados del creyente, o
+elevaba en el altar la sagrada Hostia, él, que dudaba si las palabras
+del Evangelio fueron o no pronunciadas por Jesús, si la confesión
+auricular era ley divina o una institución creada en interés de la
+hierocracia, si el sacramento de la Eucaristía encerraba una verdad
+sublime o era una reminiscencia de los símbolos y misterios de las
+religiones del Oriente?
+
+Muchas tardes, agobiado por sus pensamientos, salía de casa y recorría a
+paso largo las orillas solitarias de la mar. La brisa le refrescaba las
+sienes, la vista del océano calmaba la fiebre de su cerebro. Sentábase
+en un peñasco batido por las olas, y permanecía horas enteras con los
+ojos extáticos clavados en el horizonte. La belleza imponente de aquel
+espectáculo no lograba cautivarle. Ni el clamor de las olas, ni su
+cambiante manto de ópalo y plata y zafiro, ni los hermosos celajes
+abrasados por los rayos del sol moribundo serenaban jamás por completo
+su frente. La misma arruga dolorosa la cruzaba siempre, la misma fatal
+interrogación se leía constantemente en ella. ¿En esta agitación eterna
+de las aguas hay algo más que una fuerza ciega empujando los átomos unos
+contra otros? ¿La luz hermosa que reverbera en el horizonte es algo más
+que una vibración de la materia? Ese pájaro que hiende los aires y se
+precipita en el agua para atrapar un desdichado pez y devorarlo, ¿qué
+misterio guarda dentro de su organismo? ¿Yo mismo soy otra cosa más que
+una expresión individual de la fuerza que anima a todos los seres del
+Universo?
+
+Pero cuando estos pensamientos, horribles siempre, le apretaban como las
+cuerdas de un potro, se le hacían irresistibles, era cuando le acometían
+al tiempo de ejercer alguna función de su sagrado ministerio. Si al
+celebrar el santo sacrificio de la misa o dar la absolución a un
+penitente cruzaba por su espíritu una de estas ideas negras, sentía la
+misma impresión que si le atenazasen el cerebro con un hierro candente,
+le asaltaba una congoja que le dejaba paralizado. Pensaba morirse. Lo
+deseaba ardientemente por librarse de aquel suplicio.
+
+Un día le avisaron para llevar el Viático a un caserío próximo a la
+villa. Como era preciso caminar algún tiempo a campo traviesa, fue sin
+campanilla ni convocar a los fieles. Salió solo con el sacristán, la
+bolsa de los corporales colgada al cuello y en ella la Sagrada Forma. El
+camino ceñía a trechos la orilla de la mar. Fascinado como siempre por
+la inmensidad del océano, distrajo su atención del misterio inefable que
+llevaba sobre su pecho, dejó de balbucir oraciones y entregó su
+pensamiento a las mismas meditaciones que noche y día le embargaban
+hacía tiempo. Los rayos del sol desparramados sobre los cristales del
+agua le impulsaron a considerar la acción suprema, omnipotente de este
+astro sobre la vida terrestre. Él es quien la ha creado, quien la
+sostiene, quien la renueva. La flor le debe su perfume, la fiera su
+agilidad y su instinto sanguinario, nuestra alma sus impresiones más
+dulces o terribles. El sol es el padre de todo, del amor y del odio.
+Consideró después que la vida no es más que un dinamismo inmenso en cuyo
+seno se trasforman las fuerzas formidables de la física y de la química.
+Todos los seres de la tierra, hombres, animales, plantas, están
+íntimamente ligados. La vida de todos ellos es una misma, y esta vida
+universal no es otra cosa que un incesante cambio de materias. Un
+movimiento universal arrastra a los átomos, como a los mundos. Mil
+ondulaciones se entrecruzan en la atmósfera, mil fuerzas se combinan, el
+calor y la luz, la afinidad y el magnetismo se unen en los misterios del
+mundo vegetal y mineral. Todos los seres están constituidos de las
+mismas moléculas, que pasan sucesiva e indiferentemente de uno a otro,
+de modo que nada les pertenece en propiedad. Nuestro cuerpo se renueva
+de tal modo que al cabo de cierto tiempo no poseemos ya un solo gramo
+del cuerpo material que poseíamos antes. Este movimiento de renovación
+se opera en cada uno de los animales, en cada una de las plantas. Los
+millones de seres que habitan la superficie del globo viven en mutuo
+cambio de organismos. La molécula de oxígeno que ahora respiro fue ayer
+respirada por uno de estos árboles que bordan el camino. La molécula de
+carbono que arde en uno de estos montoncitos de hoja seca que sirven
+para abonar la tierra, quizá haya ardido ayer en los pulmones de un
+héroe. Quizá en una de esas conchas de ostras que yacen adheridas a
+estas peñas se esconda el fósforo que formaba las fibras más preciosas
+del cerebro de Jesucristo...
+
+Sintió dentro de su ser algo que se desgarra y cae. Había olvidado por
+completo que llevaba consigo el cuerpo divino del Redentor. Le pareció
+una cosa tan extraña, tan fuera de la realidad eterna que veía y
+palpaba, que imaginó estar soñando. Y sin saber de qué antro oscuro de
+su ser venían, le acometieron unas ganas feroces, impías, de soltar la
+carcajada. ¿Qué comedia era aquélla? Un poco de harina amasada y tostada
+ayer por el ama de D. Miguel se trasformó por arte mágico en la persona
+de Jesucristo, un ser que desapareció de entre los vivos hace diez y
+nueve siglos. ¿Esas leyes soberanas, sublimes de la Naturaleza, quedarán
+violadas porque unos cuantos insectos de este microscópico planeta
+reunidos en concilio lo decreten? Separó los ojos del mar y los fijó en
+el sacristán, que corría delante silbando a su perro, que se escapaba
+detrás de unas gallinas. ¡Qué reverencia la de aquel hombre, llevando a
+su lado al Dios de los cielos, al Creador de todas las cosas! Y la
+carcajada subía del pecho cada vez con más ímpetu, llegaba a la
+garganta, tocaba en los labios, estaba a punto de estallar. Un extraño
+temblor le hizo dar diente con diente; sintió la frente bañada por un
+sudor frío; se le turbó repentinamente la vista, y cayó al suelo sin
+conocimiento. Cuando lo recobró, estaba en brazos del sacristán y dos o
+tres labriegos que por allí andaban. Le habían bañado la cara con agua
+fría, le abrieron la sotana y le quitaron el alzacuello. Uno le echaba
+el humo del cigarro a la nariz. La bolsa de los corporales con el cuerpo
+del divino Redentor yacía sobre la paredilla de un prado. El P. Gil se
+apresuró a recogerla, se la colgó de nuevo al cuello, y después de orar
+un instante hincado de rodillas, siguió su camino sin separar los ojos
+del suelo.
+
+
+
+
+IX
+
+
+Su confesor, hasta que le retiraron las licencias, había sido D. Miguel.
+Se confesaban mutuamente, como acontece entre los clérigos. Con él fue
+con quien comunicó primero sus dudas. El viejo cabecilla quedó más
+sorprendido que escandalizado de ellas. Le parecían cosa tan
+insustancial que no merecía la pena de fijar mucho tiempo la atención.
+Los dogmas eran para él como las leyes físicas de la gravedad, la
+impenetrabilidad, etc. Se contaba con ellos sin pensar en su existencia.
+Todo el drama conmovedor de la pasión y muerte de Jesús lo miraba el
+párroco de Peñascosa en el fondo como una especie de romanticismo que
+sirve de acompañamiento obligado a la verdadera religión. Ésta consistía
+en la misa, los responsos, el rezo del día, el rosario, la abstinencia
+de carne en los días de vigilia, y sobre todo en los derechos
+parroquiales, que tal vez juzgaba simultáneos con el acto de la
+Creación. No se paraba, pues, en analizar y desvanecer las dudas de su
+excusador. «Anda adelante.--No hagas caso.--¡Pataratadas!--Déjate
+estar.--¡Otra te pego!--¿Cómo no había de resucitar al tercero día,
+majadero? ¿No ves que lo dice San Juan y San Mateo y San Marcos?» Éstos
+eran los consuelos que ordinariamente le prodigaba.
+
+Nuestro sacerdote unas veces se entristecía con ellos, pero otras se
+confortaba pensando que no debía de estar tan condenado y maldito cuando
+D. Miguel tomaba sus terribles dudas con tanta calma. Cuando a éste le
+retiraron las licencias no tuvo más remedio que buscar otro confesor.
+Convencido de la hostilidad con que le miraban D. Narciso, D. Melchor y
+D. Joaquín, no quiso desahogar con ninguno de ellos su conciencia,
+aunque bien sabía que en el tribunal de la penitencia nada tienen que
+hacer las simpatías o las antipatías. Fue a dar con un joven capellán,
+más joven aún que él, recién llegado del seminario. Era hijo de un
+carpintero de la villa, tan tímido y encogido que apenas sabía saludar,
+feliz de verse elevado sobre su antigua condición, tributando un respeto
+sin límites a todas las grandezas del cielo y a todas las pequeñeces de
+la tierra. Éste quedó vivamente impresionado con la confesión del P.
+Gil, y desde luego trató de convencerle de que todo aquello venía del
+demonio y que no había otro remedio más que ponerle la cruz y darse
+buenas disciplinas, rezar y ayunar mucho. Por espíritu de humildad y
+obediencia, el excusador hizo lo que su confesor le mandaba,
+secretamente persuadido, sin embargo, de que no adelantaría nada. Ya
+antes había intentado estos medios, sin resultado. Las dudas seguían
+atormentándole; se le ofrecían cada vez más crueles, más imponentes. El
+tímido capellán pasaba un rato muy amargo cada vez que le confesaba;
+temblaba y se azoraba como si le sucediese una desgracia: tanto padecía
+y tales temores le asaltaban, no se sabe de qué, que poco a poco fue
+excusándose de oírle en confesión y concluyó por negarse en absoluto.
+
+Entonces se le ocurrió ir a ver a D. Restituto, párroco de una de las
+aldeas inmediatas a Peñascosa, hombre que pasaba entre sus compañeros
+por avisado, prudente y aficionado a los libros. Decíase que tenía una
+gran biblioteca y que en su juventud había hecho en Lancia ejercicios
+brillantísimos a una de las prebendas de la catedral, y que no se la
+dieron porque el obispo la tenía reservada para un sobrino. Don
+Restituto, herido por la injusticia se había retirado a aquel curato
+rural, y nunca más quiso salir de él para intentar nueva contienda. Si
+continuó dedicado al estudio de la teología o pagó en ella el desaire
+que había recibido, no se sabe con certeza. Gustábale, sí, cuando alguna
+fiesta o funeral le reunía con sus compañeros, mostrar erudición y
+excederles en ingenio y sutileza para defender cualquier proposición;
+pero los curas de las parroquias inmediatas todos eran _moralistas_,
+esto es, ninguno había estudiado la carrera lata de teología más que él.
+Pocas gracias que los arrollase en las disputas de sobremesa. Por lo
+demás, D. Restituto llevaba tanta labranza y estaba tan interesado en
+ella, que no debía de tener mucho tiempo, ni humor tampoco, para
+profundizar en la Dogmática ni en la Patrología.
+
+Nuestro acongojado presbítero salió una tarde, después de comer, y
+encaminó sus pasos hacia la aldea donde moraba el teólogo. Le conocía
+bastante, pero no le trataba con intimidad. Estaba apartada la aldea
+como media legua. El camino era vario y pintoresco: callejas estrechas
+con altos setos de zarzal, trozos de bosque, vereditas entre maizales y
+senderos al través de los prados. A la entrada de una garganta, sobre
+una vega de maíz y teniendo detrás algunas praderas deliciosas, estaba
+asentado el principal caserío de la parroquia. La iglesia y la casa
+rectoral estaban un buen trecho más allá, en una angostura sombría y
+húmeda. Todo dormía en el silencio más completo cuando el joven
+sacerdote llegó. Las gallinas picoteaban en la calle delante de la casa;
+un gato rabón se lavaba la cara sentado sobre la paredilla de la huerta,
+y un mastín desorejado dormía de bruces sobre la tabla del hórreo vecino
+de la casa. Este mastín fue el encargado de romper la paz de aquel
+paraje, alzándose iracundo contra el advenedizo, ladrando con un grito
+ronco, apagado, testimonio de su decrepitud. El P. Gil detuvo el paso, y
+comenzó a decir en tono dulce y persuasivo:
+
+--¡Toma, toma! ¡Quis, quis!
+
+¡Que si quieres! El mastín, viendo al recién llegado achicarse, se
+creció horriblemente. ¡Guau, guau! gritó, buscando el registro más feroz
+y amenazador que pudo hallar en su pecho. Al mismo tiempo clavaba una
+mirada de exterminio en el presbítero y avanzaba, aunque con cierta
+cautela, hacia él. Éste, aterrado por aquellos ladridos salvajes, dio
+tres o cuatro pasos atrás y extendió el brazo con el paraguas, que traía
+para quitarse el sol, hacia adelante. «¡Paraguas! El recurso de los
+cobardes,» debió pensar el mastín. Y se encrespó de tal modo ante aquel
+ultraje, que no lo hubiera pasado bien el clérigo a no salir a la puerta
+una vieja chillando:
+
+--¡Cuco! ¡Cuco! ¡Aquí, Cuco! ¡Fuera, Cuco! ¡Maldito perro! ¡Aquí!...
+¡Aquí! ¡Ven aquí!
+
+El perro vaciló un instante, dejó de ladrar y mostró bastante claramente
+la resolución de volverse otra vez a dormir como si no hubiera pasado
+nada; pero la vieja no se dio por satisfecha; exigía un acto de
+sumisión.
+
+--¡Aquí, Cuco! ¡Aquí, ahora mismo!
+
+El Cuco bajó la cabeza humildemente y emprendió hacia ella una marcha
+lenta, penosísima, como si el camino estuviera erizado de peligros.
+
+--¡Aquí! ¡Venga usted aquí!
+
+«Me trata de usted, ¡malísimo!» se dijo el perro, a quien no hacían
+efecto las pompas y vanidades. Y avanzó con mayores precauciones aún,
+asegurando bien la pezuña a cada paso que daba, meneando el rabo de un
+modo vertiginoso.
+
+--¡Aquí! ¡Aquí!--seguía gritando la vieja.
+
+Por fin, a una velocidad máxima de seis pasos por minuto, llegó el Cuco
+a su destino. La vieja le cogió por la parte de oreja que le quedaba y
+dio tres o cuatro tirones con fuerza. El perro lanzó un aullido de
+dolor. Luego le cogió por la otra, y otros tantos tirones. Mayor y más
+triste aullido aún. Cumplidos sus deberes con la justicia de la tierra,
+el mastín se retrajo de nuevo hacia la tabla del hórreo, no sin lanzar
+por lo bajo algunas imprecaciones y blasfemias. Esta escena se repetía
+unas cuantas veces al día, siempre que alguna persona sospechosa, como
+ahora, llegaba con propósitos hostiles a la rectoral. El Cuco deploraba
+en su fuero interno que no le hubieran rapado mejor las orejas.
+
+--Buenas tardes, D. Gil--dijo la vieja, cambiando súbito la expresión
+colérica por otra sonriente, melosísima, dando muestras de que le
+conocía.
+
+El P. Gil, a quien no sucedía otro tanto, respondió muy cortésmente y
+preguntó por D. Restituto.
+
+--El señor cura debe de estar hacia el establo. Pase usted, D. Gil. Iré
+a llamarlo.
+
+--No hay necesidad: yo mismo iré a buscarlo. ¿El establo está aquí?...
+
+--Sí, señor; aquí detrás de la casa.
+
+Dio la vuelta a toda ella el sacerdote, subió algunos pasos por una
+calleja sucia, y se encontró con una misérrima fábrica hecha de piedras
+del río sin labrar apenas, con una puerta desvencijada. Estaba cerrada,
+y a nadie vio por allí delante. Iba a dejar aquel sitio y volverse a la
+casa, cuando detrás del establo oyó ruido de voces. Fuese hacia allá, y
+halló, en efecto, a don Restituto, sorprendiéndose no poco del traje y
+la situación en que se le apareció.
+
+El anciano cura vestía unos calzones anchos de pana, remendados, como
+los que gastan los paisanos por aquella tierra; traía en los pies
+almadreñas con escarpines de paño burdo, chaqueta lustrosa por el uso,
+y camisa de lienzo hilado por el ama, sin alzacuello ni cosa que lo
+valga. Era el traje de un labrador, sin quitar ni poner nada. Pero lo
+que hacía verdaderamente peregrino y estrafalario el atavío es que en la
+cabeza traía un bonete viejo y grasiento.
+
+El P. Gil quedó asombrado de aquella figura, y más asombrado, cuando
+advirtió la ocupación a que el párroco se entregaba. Estaba, con una
+rodilla hincada en tierra, desollando un becerro. Le ayudaba en la
+operación el criado. Tenían al animal extendido entre los dos, la mayor
+parte de él en carne viva ya. Volvió la cabeza D. Restituto al sentir
+pasos, y hallándose con su joven compañero, se puso en pie y vino hacia
+él con las manos ensangrentadas empuñando un enorme cuchillo.
+
+--¿Qué milagro es éste, amigo? ¡El futuro cura de Peñascosa se digna
+hacernos una visita!... Mira, no te doy la mano, porque ya ves cómo la
+tengo. Bien de salud, ¿verdad?... Por aquí tampoco hay novedad.
+
+D. Restituto trataba de tú, familiarmente, a todos los clérigos más
+jóvenes que él desde la primera entrevista. Cuando Gil le hubo explicado
+el motivo de su viaje, mostró cierta extrañeza, pero se apresuró a
+responderle:
+
+--Bueno, bueno. Yo voy a concluir en seguida. Vete a casa, y espérame.
+
+Pero el joven manifestó deseos de ir a la iglesia.
+
+--¿A la iglesia?--dijo sorprendido. Entre ellos era costumbre confesarse
+en casa.--Está bien. No hay inconveniente. Pide al ama la llave, y
+espérame allí. No tardaré.
+
+¡Pluguiera a Dios que hubiese tardado más! Y sobre todo, pluguiérale que
+hubiera tenido tiempo a lavarse bien. Porque el teólogo despedía de sí
+un vaho de matadero que derribaba. Mientras duró la confesión, y duró
+bastante, el P. Gil apenas pudo pensar en otra cosa. Sentíase asfixiado
+por aquel olor nauseabundo; acudíanle unas congojas y sudores que
+estuvieron a punto varias veces de privarle del sentido. Don Restituto
+sintió verdadera satisfacción en poder sacar a relucir su antigua
+batería de proposiciones teológicas. A cada duda que su atribulado
+penitente le ofrecía, contestaba victoriosamente con un texto latino.
+Como el veterano descuelga con gozo sus armas a la señal de guerra, así
+el viejo opositor a la lectoralía de Lancia descolgó de su memoria los
+textos enmohecidos ya de Perronne y de Balmes. ¿Cómo dudar de la
+inmortalidad del alma, cuando ésta es una cosa simple, y las cosas
+simples no pueden descomponerse? ¿Quién se atreve a imaginar que la
+Iglesia católica puede algún día perecer, cuando están ahí sangrando las
+palabras de Jesucristo: «Las puertas del infierno no prevalecerán (_non
+prœvalebunt?_)» ¿Cómo se ha de dar más crédito a la palabra de los
+hombres que a la de Dios? Pues qué, ¿la Divina Sabiduría no ha dicho:
+«Yo para esto nací y para esto vine al mundo, para dar testimonio a la
+verdad?» Y este testimonio ¿no está bien claro y bien patente en las
+obras visibles que exceden al poder natural, por ejemplo, en la curación
+de los enfermos, en la resurrección de los muertos y en otros admirables
+milagros llevados a cabo por Nuestro Señor Jesucristo y por los Santos
+Apóstoles?
+
+El P. Gil recibió la absolución, prometiendo no ser más demente ni
+idiota; así juzgaba don Restituto al que dudaba de las verdades
+reveladas por angélico ministerio. Poco después de besar aquella mano no
+bien purgada de la sangre del becerro, y cuando se hubo levantado para
+rezar ante un altar la penitencia, nuestro presbítero se sintió
+indispuesto. Tuvo que salir inmediatamente de la iglesia, acometido de
+violentas náuseas. En el pórtico devolvió toda la comida. Llevole a casa
+el cura, y quiso curarle con una taza de salvia, remedio supremo que
+empleaba contra todas las dolencias que afligen al género humano; pero
+su joven compañero, que sabía a qué atenerse sobre su enfermedad, rehusó
+obstinadamente toda medicación. El párroco entonces pasó a mostrarle la
+huerta, en la cual tenía cifrado tanto orgullo como en la profundidad
+de sus conocimientos teológicos. Estaba llena de árboles frutales y
+legumbres. No se veía una flor ni un arbusto de adorno. Desde allí
+pasaron a un vasto prado, donde tenía unos cuantos operarios alzando
+pared. D. Restituto comenzó a darles instrucciones, aprobó algunas
+cosas, reprobó otras, olvidándose por completo de su huésped. Uno de los
+operarios le participó que el molino había parado porque el hijo de
+Cosme había desviado el agua más arriba para secar el cauce del
+riachuelo y pescar las anguilas. D. Restituto se enfureció y anunció su
+propósito de demandar a Cosme y pedirle indemnización de daños y
+perjuicios. De él no se burlaba nadie; estaba resuelto a hacer que se
+respetase su propiedad. Desde allí se corrieron a los maizales, y el
+párroco mostró a su compañero con extremado gozo el estado magnífico de
+las plantas. El agua había venido muy a tiempo, pero más que al agua se
+debía a la gran cantidad de abono que había echado.
+
+--Tú dirás: ¿dónde podrá hacer D. Restituto tanto estiércol para una
+tierra como ésta, de quince días de bueyes? Voy a explicártelo. Yo,
+aunque tengo nueve cabezas de ganado, no podría abonar ni la mitad de la
+tierra que llevo. ¡Aquí del _intelectus_! En todas las parroquias, como
+tú sabes bien, hay una porción de pobretes, a los cuales no es posible
+sacarles un cuarto ni por bautizos ni por matrimonios ni por nada. Pues
+bien, a estas calamidades vivientes les obligo a echar de vez en cuando
+delante de sus casas (vulgo pocilgas) una buena cantidad de hoja seca o
+tojo. Con el agua y el paso de los transeúntes y el estiércol de las
+reses que cruzan se convierte al cabo de algún tiempo en abono. Cuando
+ya está bien podrido me lo traen y voy formando montón hasta que llega
+el tiempo de distribuirlo por la tierra. ¿Qué tal?
+
+Desde allí saltaron a una heredad de prado. D. Restituto, en cuanto se
+vio en ella, dejó escapar una risita aguda y burlona, que hizo levantar
+la cabeza a su joven compañero y mirarle con curiosidad.
+
+--Este es el _prado del molino de abajo_... el _prado del molino de
+abajo_, ya sabrás... ¿Cómo? ¿no sabes la historia de este prado? Pues ha
+corrido mucho por la villa... Pertenecía a los mansos de la parroquia, y
+había quedado trasconejado cuando la venta de todos ellos. Yo lo
+llevaba, y nadie en la parroquia se atrevía a denunciarlo. Pero había
+aquí un tabernero rico llamado Lino (que ya reventó, a Dios gracias, el
+año pasado), y este Lino le tenía muchas ganas al prado. Al fin dio el
+soplo en la administración, guardando la mano, porque no quería ponerse
+mal conmigo, y lo sacaron a subasta. Dos días antes de hacerse, vino
+por acá el muy hipócrita y me dijo: «Señor cura, voy a hacer postura al
+_prado del molino de abajo_, pero si usted lo quiere me quedo en casa.»
+El tunante trataba de sonsacarme la cantidad que yo pensaba ofrecer.
+«No, no lo quiero; puedes rematarlo cuando gustes,» le contesté. El
+hombre, viendo que yo no iba al remate, y sabiendo que ningún vecino
+estaba en situación de tirarle, se las prometía muy felices. Y mandó a
+Lancia a un primo hermano suyo. Pero a éste le fui a tropezar camino de
+Peñascosa, y le hablé muy al caso, representándole el pecado en que
+incurría rematando bienes de la Iglesia, le prometí darle en arriendo el
+prado, y le puse cuarenta duros en la mano. ¿Qué había de hacer el
+hombre? Fue a Lancia, lo remató y me lo traspasó a mí acto continuo...
+¡Vaya una risa que se armó en el pueblo, amigo! Lino enfermó de rabia, y
+en cuanto se le presentó ocasión, que fue al cabo de dos meses, viniendo
+de una romería, le pegó una puñalada a su primo... ¡Pero, anda, que
+buenos cuartos le costó la tal puñaladita! No lo hizo con diez mil
+reales.
+
+Como ya el sol declinaba, después de haberle enseñado un lagar, que
+acababa de construir para la sidra, D. Restituto llevó de nuevo a su
+penitente a casa y le convidó a chocolate. Pero el excusador no se
+sentía aún bien. Además tenía prisa. Rehusó todo convite y emprendió el
+camino de Peñascosa. El cura le acompañó un buen trecho.
+
+Fuera ya de sus fincas y comprendiendo por el continente reflexivo del
+excusador de Peñascosa que su ánimo seguía embargado por pensamientos
+serios, D. Restituto quiso volver a la carga, aunque le pareciese
+sobradamente demostrado que todas las dudas de su compañero no eran más
+que bombas de jabón, las cuales deshace con un soplo cualquiera que haya
+saludado siquiera la Sagrada Teología.
+
+--Debes fijarte, querido--le decía con protección ilimitada,--que las
+verdades de la fe no son contrarias a la razón, sino que están sobre
+ella. Lo contrario de lo verdadero, ¿qué es? Lo falso, ¿no es cierto? ¿Y
+cómo ha de tenerse por falso lo que está divinamente confirmado? Las
+cosas que sabemos por revelación divina no pueden ser contrarias al
+conocimiento natural, porque el conocimiento natural viene también de
+Dios, puesto que Dios es el autor de nuestra naturaleza. Porque exceda a
+la razón una cosa no debe reputarse contraria a ella. Así dice San
+Agustín que aquello que como verdad se demuestra por los libros santos,
+sea del Antiguo, sea del Nuevo Testamento, de ningún modo puede serle
+contrario. El entendimiento humano no puede llegar, naturalmente, a
+conocer la existencia de Dios, supuesto que nuestra inteligencia en el
+modo de la presente vida comienza su conocimiento por el sentido, y por
+lo tanto, las cosas que no caen bajo el sentido no pueden percibirse
+sino en cuanto por los sentidos puede colegirse su conocimiento...
+
+La tarde estaba fría y apacible. La campiña se extendía debajo del cielo
+trasparente, reflejando con tonos verdes, claros, amarillentos, los
+rayos del sol que se ocultaba. El mar era una mancha azul allá a lo
+lejos. Los dos clérigos habían atravesado ya el caserío principal, donde
+las mujeres, sentadas a la puerta de casa, les daban las buenas tardes y
+los niños acudían a besarles la mano. Estaban en la región abierta,
+ligeramente ondulada, que caracteriza la costa en aquel país. El P. Gil,
+silencioso, caminaba con la cabeza baja, levantándola de vez en cuando
+para enderezar su mirada vaga, perdida, hacia lo lejos, a las tierras
+rojas y a las rocas peladas que festonaban la orilla del mar. El sol
+moría despidiendo su última llamarada, que enrojecía una parte del
+horizonte. Y de allí venía una leve brisa helada que coloreaba los dedos
+y la punta de la nariz, vigorizando los músculos y produciendo
+cosquilleo en los ojos. La campiña se preparaba a dormir, exhalaba un
+suspiro de bienestar, mezcla confusa de voces y mugidos, rechinar de
+carros, tañido de esquilas y rumor de olas, fundido todo y armonizado
+en la amplitud de la llanura ilimitada. El P. Gil se esforzaba en
+atender a los argumentos que su anciano compañero iba vertiendo con voz
+profunda y solemne. Eran los mismos que había estado oyendo durante
+siete años en las cátedras del seminario de Lancia.
+
+Al dejar la senda y penetrar en una callejuela estrecha vieron llegar un
+hato de ganado avanzando lentamente. D. Restituto atajó su discurso
+teológico y se llevó la mano a los ojos a guisa de pantalla.
+
+--Son mis vacas--dijo sordamente.
+
+Y antes que llegasen se puso a gritar al criado que las conducía:
+
+--¿Qué tiene la _Parda_, que cojea?
+
+--Debió meterse una espina.
+
+--Pues en cuanto llegue al corral la registras bien y se la sacas,
+¿entiendes?... Es la mejor vaca que tengo--añadió por lo bajo,
+dirigiéndose a su compañero.
+
+Y como ya estuviera entre ellas, el cura se acercó solícito, paternal, a
+la Parda y comenzó a acariciarle el testuz, bajando al mismo tiempo la
+cabeza, para mirarle las patas.
+
+--¡To, Parda!... ¡to! ¡to!... Espina debe de ser, porque en las patas no
+veo nada. Después que se la saques la lavas bien con un poco de vino y
+romero... Di a Teresa que te lo prepare... Nacida y criada en casa,
+¿sabes tú?--prosiguió volviéndose al excusador con la fisonomía
+enternecida.--Me daba D. Jovino, tu feligrés, sesenta duros por ella...
+¡Como si me diera ochenta! Esta alhaja no sale de casa. ¡Qué anchura de
+pechos, eh? ¡Qué cuarto trasero! (Y se lo acariciaba blandamente con la
+palma de la mano.) No da mucha leche, pero toda es manteca... Esta otra
+también nació en casa... ¡Quieta, Guinda, quieta!... Es más torpe que la
+otra... Una novilla todavía... No hace quince días que ha parido por
+primera vez... Ésta se deshace en leche... ¡Repara, repara que ubre! ¡No
+puede andar con ella!... Cada chorro suelta como el dedo... Mira,
+mira... ¡Quieta, Guinda!...
+
+Y bajándose tiró de una de las tetas al animal e hizo salir dos o tres
+chorros de leche que humedecieron el suelo. Al mismo tiempo volvió su
+faz, congestionada por la posición tanto como por el gozo, hacia el
+joven coadjutor. Éste sonrió por complacencia, pero separó al instante
+la vista, no pudiendo reprimir bien la repugnancia que sentía.
+
+Se puso de nuevo el hato en marcha y ellos también. D. Restituto cogió
+otra vez el hilo de su discurso.
+
+--Ya sé que hay quien dice que por la razón no puede demostrarse que
+Dios es, y que esto sólo puede obtenerse por la fe y la revelación...
+Error crasísimo. La falsedad de esta opinión se manifiesta por el arte
+de la demostración, que deduce por los efectos las causas, y por el
+orden mismo de las ciencias, porque si no hay ninguna sustancia
+cognoscible fuera de lo sensible, no habrá tampoco ninguna ciencia
+supranatural, como se dice _in quarto Metaphysicorum_. Hay que
+distinguir lo que es conocido _per se simpliciter_, y lo que es conocido
+_quoad nos_. _Simpliciter_ que Dios es por sí, es conocido...
+
+D. Restituto tenía una memoria felicísima. Al cabo de tantos años
+recordaba perfectamente su Dogmática, y la recitaba vertida al
+castellano con el mismo énfasis que si la hubiera inventado. También la
+recordaba el P. Gil, porque la tenía más reciente, pero escuchaba con
+atención, por humildad, esforzándose en admirar la fortaleza de aquellos
+argumentos, en considerarlos irrefutables. El anciano teólogo se detenía
+a menudo, balbucía olvidando alguna demostración, pero súbito tomaba
+vuelo y se lanzaba vigoroso sobre las premisas, haciéndoles sudar
+inmediatamente las conclusiones apetecidas.
+
+--...Todo lo que se mueve se mueve por algo. O lo que mueve es movido o
+no. Si no se mueve, tenemos lo que buscamos, un móvil inmóvil, y a esto
+llamamos Dios. Si se mueve, es por algo que le mueve, y entonces, o hay
+que seguir así hasta el infinito, o tenemos que llegar a algún móvil
+inmóvil; pero en el orden del movimiento no puede haber proceso
+infinito... ergo hay que suponer un primer móvil inmóvil. Probemos ahora
+que todo movimiento se determina por algo. Si algo se mueve a sí mismo,
+es necesario que tenga en sí el principio de su movimiento...
+
+Caminaban por una senda estrecha abierta entre los maizales. El teólogo
+iba delante y el P. Gil detrás. Súbito aquél paró en firme el paso y la
+lengua. Al doblar un recodo se encontró de frente con el hijo de Cosme,
+que traía colgado a la espalda un cesto mediado de anguilas. Verlo el
+teólogo y arrojarse sobre él sin conmiseración fue todo uno.
+
+--¡Granuja! ¡Grandísimo perro! ¿Conque eres tú el que me quitas el agua
+del molino? ¡Te voy a desollar vivo! ¿Es tu padre quien te enseña esas
+picardías? ¿Es el maestro quien te las enseña? ¡Desvergonzado, cínico!
+
+Le tenía asido fuertemente por entrambas orejas, y a cada interrogación
+le daba una fuerte sacudida. El chico, comprendiendo bien que aquellos
+interrogantes tenían un fin puramente retórico y no debían ser
+contestados, limitábase a lanzar gritos de dolor inarticulados.
+
+--¡Ven acá, pilluelo! ¡Quiero llevarte delante de tu padre! ¡A ver si me
+dices ahora que yo te tengo mala voluntad! ¡Has de parar en un presidio!
+¡Ven aquí, ven!
+
+Y como no era factible llevarle cogido de las dos orejas, el anciano
+teólogo se avino, aunque con profundo dolor, a soltar una, comunicando
+instantáneamente a la otra su parte de presión para que no se
+desperdiciase nada. En esta forma, con el rostro encendido y los ojos
+llameando de cólera, dio la vuelta hacia el pueblo sin despedirse de su
+compañero, llevando medio en suspensión al chico, que lanzaba quejidos
+lastimeros.
+
+El P. Gil le contempló estupefacto hasta que le perdió de vista.
+Permaneció todavía unos momentos inmóvil, abstraído. Y emprendió de
+nuevo su camino que se acercaba cada vez más a la orilla del mar, para
+bajar por una rampa suave a Peñascosa. La luz desaparecía por momentos.
+El frío aumentaba. El océano en calma había perdido su bello color azul,
+cambiándolo por otro gris con reflejos acerados. De vez en cuando un
+soplo de viento helado hacía correr por la tersa superficie de las aguas
+un estremecimiento que las rizaba leve y momentáneamente, como si al mar
+se le pusiera carne de gallina. Y este estremecimiento se comunicaba al
+joven presbítero y llegaba hasta el fondo de su ser. Lo que sentía en su
+alma no era ni dolor, ni agitación, ni congoja; era tan sólo frío, un
+frío mortal que le roía los huesos. Nunca se había visto tan solo y
+desvalido. Sus ojos iban obstinadamente fijos en el suelo. No se
+atrevía a levantarlos e interrogar la inmensidad como otras veces.
+Estaba seguro de su respuesta y la temía.
+
+Cuando llegó a las primeras casas del arrabal de la Gusanera había
+cerrado ya la noche. Al pasar por delante de una de las más pobres y
+sucias llamó su atención el estrépito de golpes y gritos que de adentro
+partía. Detuvo el paso asustado y procuró averiguar qué era aquello. Por
+las pequeñas ventanas iluminadas no se veía más que agitarse
+violentamente algunas sombras. A sus oídos llegaban, entre el confuso
+vocerío, algunas blasfemias que le estremecían. De pronto se abre con
+violencia la puerta y sale precipitadamente una masa negra, disparada
+por unas manos que cierran de nuevo al instante. El P. Gil reconoció en
+aquella masa negra a un clérigo. Se aproximó solícito y vio que era el
+P. Norberto, con manteos y sin sombrero.
+
+--¡D. Norberto! ¿Qué es eso? ¿Qué le pasa?
+
+--Hola, querido. Nada, nada... no es nada--respondió sin aturdimiento.
+
+--Sí le pasa algo... ¿Qué le han hecho a usted en esa casa?
+
+--Nada, nada... Vámonos que se reúne gente.
+
+--¿Se va usted a ir sin sombrero?
+
+--Es verdad... Voy a pedirlo... Aguarda un poco.
+
+Pero en aquel instante salió de una de las ventanas de la casa y voló
+por el aire el sombrero, cayendo enmedio de la carretera, esto es, cerca
+de los clérigos. Al mismo tiempo una voz ruda dijo, acompañándolo de
+varias interjecciones:
+
+--Toma la teja, ladrón. Si vuelves por aquí, te vas sin las orejas.
+
+El P. Norberto se apresuró a recogerla del suelo y echó a andar.
+
+--Pero explíqueme usted...--le dijo el coadjutor juntándose a él y
+haciendo esfuerzos por seguirle el paso.
+
+--Ya te lo explicaré... Ahí más abajo.
+
+Cuando hubieron salido de la Gusanera, salvado la plaza y entrado en la
+calle del Cuadrante, D. Norberto acortó un poco el paso. El excusador
+aprovechó la ocasión para insistir en sus preguntas.
+
+--Vamos a ver, ¿qué le ha pasado a usted?
+
+--Pues mira, en esa casa vive una muchacha, una niña que apenas tiene
+quince años, a quien su madre ha prostituido, entregándola a ese chalán
+que llaman Pepe el Manchego.
+
+--¿Y usted ha ido allí a ver si la sacaba de sus garras?
+
+--La había visto ya otras dos veces, y no parecía mal dispuesta; pero no
+sé quién dio soplo a ese hombre, y hoy se presentó de repente y armó un
+alboroto.
+
+--¡Jesús! ¡Está usted herido!--exclamó el padre Gil, viendo correr
+algunas gotas de sangre por las mejillas de su compañero. Al mismo
+tiempo le levantó un poco el sombrero y vio que tenía un fuerte golpe en
+la frente, de donde partía la sangre.
+
+--¡Pero esto es una indignidad! Vamos a dar parte en seguida al juez...
+
+--No pienses en eso, querido... Esto no vale nada... El parte lo echaría
+todo a perder; se daría un escándalo, y la chica, viéndose perdida, se
+iría de este pueblo con el chalán. Quedándose aquí, tengo esperanzas que
+con un poco de maña lograré quitársela a ese diablo y reducir a la misma
+madre... Esto no es nada--añadió limpiándose la sangre con el
+pañuelo.--Lo que me duele algo más es este hombro...
+
+--Pero ¿le ha dado a usted más golpes?
+
+--Me ha sacudido un poco la badana--respondió riendo candorosamente.--Es
+cuestión de árnica y reposo... Yo creo que no me viene mal. Estaba
+demasiado apoltronado... Desde hace algún tiempo todos los días me
+convidan a callos... Voy engordando demasiado, ¿no te parece?
+
+Despidiose el P. Gil a la puerta de su casa y siguió caminando con pie
+más ligero hacia la suya. Parecía como si le hubiesen aliviado de la
+carga que le abrumaba. Sintió suavizarse la honda melancolía que le
+había oprimido todo el camino, y corrió por su ser una dulce
+inexplicable vibración de bienestar.
+
+Después de interrogar a la naturaleza muda, después de consultar a la
+teología decrépita, el soplo de Jesús había pasado al fin por su alma y
+la había refrescado.
+
+
+
+
+X
+
+
+Dos meses después, el P. Gil descansaba sentado en su pobre sillón de
+gutapercha. El trabajo de todos aquellos días, sobre todo del último, le
+había rendido. Era un trabajo puramente material, donde su espíritu,
+atribulado por nefandos y horribles pensamientos, se complacía; buscaba
+un calmante para la agitación interior que le atormentaba. Tratábase de
+festejar la colocación de la primera piedra del nuevo templo con una
+gran función religiosa y profana. La erección de este templo había sido
+desde largos años el sueño dorado de los piadosos vecinos de Peñascosa.
+Siempre había tropezado con obstáculos insuperables. El dinero por una
+parte, por otra la corta voluntad del párroco, que oponía sorda
+resistencia al proyecto, le habían hecho fracasar constantemente. Pero
+al encargarse Gil de la parroquia tomó este asunto con calor; convocó a
+los vecinos más ricos de la villa y abrió una suscrición, que dio buen
+resultado; logró que el ayuntamiento otorgase una crecida subvención;
+fue a Lancia e interesó al prelado y a varios próceres, que le
+prometieron su concurso. En fin, después de muchas vueltas y sudores, la
+nueva iglesia era un hecho. La primera piedra debía de colocarse el día
+24 de Enero, con asistencia del prelado, el gobernador, varias
+dignidades del cabildo catedral de Lancia y muchas personas notables de
+la provincia. Estábamos a 23. El peso de los preparativos había caído
+sobre los hombros del P. Gil, quien, ayudado de las personas de buena
+voluntad que se prestaron a ello, organizó no sólo la fiesta religiosa,
+sino también alguna parte de la profana, la iluminación, los fuegos y la
+ceremonia de la primera piedra.
+
+En aquellos últimos días no había tenido tiempo a pensar. Había sido
+menos desgraciado. Pero sus fuerzas estaban agotadas con tanta menuda y
+enfadosa ocupación, y gozaba con voluptuosidad de un corto momento de
+reposo, en espera del trajín del día siguiente. Caíansele ya blandamente
+los párpados, cuando se abrió la puerta con violencia, haciéndole dar
+un brinco en la butaca. Aturdido por la sorpresa, con los ojos
+desmesuradamente abiertos, vio a Obdulia que penetraba como un huracán y
+se dirigía a él con la fisonomía alterada, mostrando en ella agitación y
+cólera.
+
+--¿Sabe usted lo que pasa, padre?--le preguntó sin saludarle.
+
+El coadjutor no respondió, interrogando sólo con la vista.
+
+--Pues acabo de saber que le han birlado a usted el cargo de
+coadjutor... Se lo han dado a D. Narciso.
+
+--¿Nada más?--preguntó sorprendido aún el presbítero.
+
+--¿Y le parece a usted poco?--exclamó con ímpetu.--Después de lo que
+usted ha trabajado en este pueblo, después de haberlo puesto todo en
+orden, después de haber logrado que se edificara la iglesia... Porque a
+usted exclusivamente se debe... todo el mundo lo sabe... ¡Quitarle lo
+que le pertenece y darle la plaza a un D. Narciso!... ¡Es una infamia!
+¡es un asco!... ¡Qué bien han manejado la intriga esos envidiosos! ¡Ya
+me parecía a mí que tanto viaje a Lancia algo significaba!... Por
+supuesto que yo bien sé quién le ha ayudado... ¡ya lo creo que lo sé!
+D.ª Filomena es prima hermana del gobernador de Madrid, y por ahí viene
+la cosa... ¿Y qué diremos del señor obispo que, sabiendo los servicios
+que usted ha prestado a la religión en este pueblo, se presta a servir
+de juguete a una vieja verde? ¡Qué indignidad! ¿No le dije bien a tiempo
+que no se durmiera en las pajas?... ¡Ah, qué infamia tan grande! ¡Qué
+infamia! ¡Qué reteinfamia!
+
+Hablaba atropellándose, con las mejillas encendidas, vibrando por los
+ojos rayos de ira, agitando las manos temblorosas, moviendo todo su
+esbelto cuerpo como si estuviera sujeto a una fuerte corriente
+eléctrica. El P. Gil la contemplaba estupefacto. Por fin, aprovechando
+un instante de vacilación, antes que de nuevo tomara vuelo y lanzara
+otra sarta de denuestos, la atajó diciendo:
+
+--Agradezco a usted mucho, hija mía, el interés que me manifiesta en
+esta que usted cree injusticia que se me hace, y que no lo es. Yo no he
+deseado nunca ese cargo ni he hecho nada por merecerlo. La persona a
+quien se encomienda, si es cierto lo que usted me dice, me parece
+dignísima y me lleva, entre otras muchas ventajas, la de la antigüedad.
+Pero sobre todo, aunque en efecto se cometiera conmigo una injusticia,
+¿a qué viene esa alteración? ¿A qué vienen esos insultos a personas
+respetables por cuya cabeza no habrá pasado la idea de hacerme daño
+alguno?
+
+Obdulia se puso fuertemente colorada y dijo balbuciendo:
+
+--Porque usted es un santo... sí... porque usted es un santo.
+
+--¡Qué santo!--exclamo el clérigo alzando la mano con impaciencia.
+
+--Sí; porque usted es un santo y mira todas estas cosas desde la altura
+en que se encuentra... Pero es una injusticia, padre; ¡es una
+villanía!--añadió volviendo a exaltarse.--Usted es demasiado bueno para
+vivir entre esta gente... y le sacrifican como un cordero... ¡Si fuera
+yo!... ¿Cree usted que no me apena verle a usted humillado, verle
+pisoteado por esos peleles que no sirven para limpiarle los zapatos?...
+¿No es triste que otro recoja el premio de sus afanes?... A usted no le
+importará nada, padre, pero yo no podré, sin que me arda toda la sangre
+del cuerpo, verle a usted de excusador, de simple ayudante de ese... de
+ese farfantón.
+
+Se dejó caer en una silla y comenzó a sollozar; pero levantándose
+súbito, prosiguió, dando patadas de rabia en el suelo, agitando frente a
+la puerta los puños cerrados, con una voz concentrada y áspera que daba
+miedo:
+
+--¡Pillos! ¡Infames! ¡Herejes! ¿Creéis que os ha de salir bien la
+cuenta? Pues no os saldrá, porque hay un Dios en el cielo... y porque
+estoy yo además sobre la tierra, que os he de dar todavía alguna
+guerra... ¡Vaya si os la daré!... ¡Ya veréis de lo que es capaz una
+pobre mujer!... No os reiréis, no... Ya veréis cómo me arreglo para
+echar una gotita de hiel en vuestro plato de crema, para que no os
+relamáis, ¡puercos!...
+
+Concluyó por sentirse mal. Fue necesario que el P. Gil llamase a D.ª
+Josefa y le mandase traer una taza de tila con gotas de azahar.
+
+A las nueve de la noche aún no habían concluido de adornar la iglesia
+las señoritas y los obreros que las secundaban. La velada se prolongó
+sabrosamente para todas aquellas almas piadosas que servían a su Amo
+Divino en tales pequeños menesteres con una espontánea alegría
+precursora de la que habrán de sentir en el cielo cuando, trasformadas
+en ángeles, rodeen cantando el trono del Altísimo. Aquí una cortina que
+tape la suciedad de la pared, allí una araña, más allá un jarrón con
+flores, todo discutido larga y calurosamente antes de ser colocado en su
+sitio. Las que más se distinguían en la obra de ornamentación eran D.ª
+Marciala y Marcelina, la primera por su actividad frenética, la segunda
+por su gusto y habilidad. Presidía los trabajos el P. Gil, como
+coadjutor interino, pero la mayor parte de las damas atendían ya más a
+las indicaciones del P. Narciso. La noticia de su triunfo había volado
+por todo Peñascosa, y las señoras, con su inclinación nativa a todo lo
+que brilla y alcanza éxito lisonjero en el mundo, comenzaban a sentir de
+nuevo cierta ternura por él. En los grupos que se formaban por los
+rincones del templo cuchicheábase dirigiéndole miradas furtivas,
+acogíanse todas sus palabras con mirada benévola y sumisa, se le colmaba
+de atenciones. Mientras tanto, D.ª Filomena, procurando ocultarse detrás
+de todas, gozaba en lo profundo de su corazón de aquel fausto suceso,
+que a ella sola se debía, acariciaba a su director con una mirada húmeda
+y suave donde se pintaba la ternura, el secreto y la sumisión. Obdulia
+se había retirado temprano, no pudiendo soportar tanta asquerosa
+adulación y el abandono de su amado confesor. Además Marcelina le había
+dirigido una pulla, y aunque había contestado con otra más sangrienta,
+que en esto nunca se había quedado atrás, tenía miedo a enfermar de ira.
+
+No todo era bienandanza, sin embargo, para los futuros querubes de la
+corte celestial. Don Miguel, el terrible párroco, turbaba de mil modos,
+a cual más grosero, la paz de su corazón, ora echando una cortina al
+suelo bajo pretexto de que le tapaba alguna imagen, bien trasladando los
+jarrones de flores adonde se le antojaba, o deteniendo a los recadistas
+y empleándolos en otros menesteres, etc., etc. Ninguna censura o mandato
+episcopal podía debilitar la energía del feroz cabecilla ni hacerle
+doblar la cerviz. Él era el cura propio de Peñascosa y ninguna potestad
+de la tierra, ni la del mismo Pontífice, podía privarle de este
+carácter. Que le pusieran coadjutor. Bueno, él se reía del coadjutor, y
+si se torcía un poco, le alumbraba un par de coscorrones para que
+anduviera derecho. Felizmente para todos, el P. Gil era la mansedumbre
+personificada, y le dejaba pasar con cuanto quería, con tal que no
+tocase directamente a la cura de almas, y esto último no era, como ya
+sabemos, la especialidad de D. Miguel. Pero las damas protestaban
+sordamente contra su tiranía y esperaban con anhelo que D. Narciso
+empuñara con más brío las riendas de la parroquia.
+
+--¡Holgazanazas! ¡Pendonas! Mejor estabais en vuestras casas espumando
+el puchero o recosiendo calcetas... ¡Lástima de vara de fresno! Si yo
+fuera marido o padre vuestro, ya os diría lo que era candonguear a todas
+horas por la iglesia...
+
+Estos y otros requiebros semejantes eran los que el cura murmuraba por
+los rincones de la iglesia en tono bastante alto para que pudieran
+oírle. Y claro está, todas aquellas rosas místicas, oyéndolas, se
+estremecían en sus cálices y se plegaban tímidamente. Susurrábanse al
+oído amargas quejas, mas no osaban producirlas en voz alta. D. Miguel
+era muy capaz de echarlas de la iglesia a coces. No teniendo ocasión de
+hacerlo, el párroco aliviaba su corazón administrando un par de ellas en
+el trasero a cualquier monaguillo que tropezaba en su camino.
+
+Mientras esto sucedía en la iglesia, una muchedumbre inmensa se agolpaba
+a las puertas del _Ágora_, donde su digno presidente, D. Gaspar de
+Silva, estaba ensayando a dos docenas de jóvenes artesanas un himno de
+su invención (música del director de la banda municipal) para cantar
+durante el banquete del teatro. Y las voces argentinas del coro salían a
+intervalos por las ventanas de la casa, despertando en la multitud un
+entusiasmo sin límites, que estallaba en aplausos y en hurras. De tal
+manera que al cabo de algún tiempo varios dignísimos vecinos, de oficio
+pescadores, pidieron a gritos que se presentase D. Gaspar a la ventana
+para tributarle los honores merecidos. El gran poeta no tuvo más remedio
+que ceder a esta exigencia de la multitud, que le recibió con palmoteo
+atronador y fuertes vivas. La silueta angulosa del vate se destacó en el
+hueco de la ventana, y pudo verse claramente que se llevó repetidas
+veces la mano al sitio del corazón, con lo cual el entusiasmo de la
+muchedumbre se convirtió en verdadero delirio.
+
+Un viento de regocijo, de pura y fervorosa alegría soplaba por el
+vecindario de la noble villa. Habían deseado siempre un templo más
+digno y más capaz, pero no se daban cuenta cabal de la importancia que
+esto tenía. Sólo cuando supieron positivamente que iba a alzarse uno en
+la plaza, de mayores dimensiones que todos los de Sarrió, sintieron
+removidas hasta las últimas fibras de su patriotismo. No hubo grande ni
+pequeño que no repitiese con frenesí: «Cuarenta y cinco cincuenta de
+largo, treinta veinticinco de ancho. La iglesia mayor de Sarrió no tiene
+más que cuarenta por veintiocho cincuenta.» Estaban reservadas aún al
+corazón de los beneméritos peñascos otra porción de alegrías inefables.
+El pavimento del nuevo templo no sería de baldosa común, como el de
+Sarrió, sino de azulejos; los altares vendrían tallados de Italia, los
+cristales de Londres; el altar mayor sería todo de mármol. Cada uno de
+estos pormenores, repetidos de boca en boca, les hacía derramar lágrimas
+de ternura.
+
+En la plaza y sitio que había de ocupar el nuevo templo se había
+levantado un cadalso para las autoridades, los próceres del pueblo y las
+damas. Desde este cadalso, el obispo colocaría la primera piedra, que ya
+pendía de unos cordones de seda, perfectamente preparada. En el teatro
+no cesaba el martilleo para colocar la mesa del banquete, guirnaldas y
+trofeos. Sobre cada uno de los pesebres, llamados palcos, colocaron dos
+banderas nacionales cruzadas; una guirnalda de laurel las iba enlazando
+todas graciosamente. Fue idea de D. Peregrín Casanova, que también había
+presidido un banquete en el teatro de Tarragona en los quince días que
+gobernó aquella provincia. Por último, en el Campo de los Desmayos
+estaban ya tendidos los alambres para la iluminación, si bien no pendían
+de ellos aún los faroles. Esto se dejaba para lo último, por miedo a la
+lluvia.
+
+No había cuidado. El día 24 amaneció sereno. Unas cuantas nubecillas
+impertinentes, que se amontonaban del lado de tierra, fueron barridas
+muy pronto por la brisa del Nordeste, con gran regocijo y aplauso de
+todas las personas sensatas de la población. El mar se rizaba
+blandamente sonriendo a la privilegiada villa, y el sol asomaba
+majestuosamente su disco por detrás de las olas, dispuesto a dar gusto
+siquiera una vez en su vida a los honrados peñascos. Porque desde tiempo
+inmemorial se sabía que apenas se preparaba una fiesta en Peñascosa, el
+sol tomaba las de Villadiego y dejaba que las nubes diesen buena cuenta
+de ella. Cuatro docenas de cohetes de dinamita, capaces de estremecer a
+los muertos en sus tumbas, anunciaron su salida. La murga municipal
+saludó al astro del día tocando por las calles la famosa _polka de los
+paraguas_. Después se situó en el Campo de los Desmayos, rodeada de un
+enjambre de chiquillos, y ejecutó algunas piezas de ópera. El mar,
+batiendo suavemente en las peñas, le servía de contrabajo. Hasta que a
+eso de las nueve se fue hacia la plaza tocando un paso doble, y desde
+allí salió por la carretera de Lancia a esperar al prelado, al
+gobernador y a las personas que los acompañaban.
+
+No tardaron en llegar en seis coches que con el estrépito de sus ruedas
+estremecieron de júbilo la villa. Una nube de cohetes estalló en el
+aire. Los viajeros fueron acogidos en la plaza con inmensa gritería.
+Todo peñasco en uso de sus extremidades abdominales salió del domicilio
+en aquella sazón, para regocijar la vista con el espectáculo de la bella
+comitiva. El obispo era un hombre alto, gordo, con el pelo blanco y la
+faz redonda, de luna llena, adornada de gafas. El gobernador un
+hombrecillo enteco, pálido, de ojos hundidos. Vestía de gran uniforme y
+cruzaba su pecho la banda de Isabel la Católica. Igualmente las personas
+que los acompañaban lucían cruces, uniformes y condecoraciones. Detrás
+de ellos marchaba el piquete de carabineros. Al ver desfilar aquel
+lúcido y esplendoroso cortejo, la fantasía, siempre propensa a la
+exaltación, de los patriotas peñascos, se arrebató de un modo
+inexplicable. El orgullo de haber nacido en aquel pueblo privilegiado
+les embriagó como nunca. Por un instante creyeron estar en la capital
+de un gran imperio, que los ojos de todo el mundo civilizado estaban
+fijos en Peñascosa. Irresistible debía de ser esta embriaguez cuando a
+persona tan grave y calificada como D. Juan Casanova se le subió a la
+cabeza hasta hacerle caminar delante de la comitiva con el sombrero en
+la mano, gesticulando y hablando solo como un loco. «¡Cuándo habíamos de
+pensar--exclamaba agitando el sombrero!--¡Cuándo habíamos de pensar que
+se reunieran en nuestra villa tantas notabilidades, tantas personas
+eminentes del clero, de la administración y de la milicia! ¡Alegraos,
+vecinos de Peñascosa! ¡Alegraos! Para nosotros comienza la era de la
+justicia. Esta pobre villa, tan postergada ¡ya sabéis por quien!... esta
+pobre villa, tan postergada, levanta al fin la cabeza y dirá al mundo
+entero lo que vale... eso es... lo que vale. Si hemos sido esclavos
+hasta ahora de otro pueblo que no vale lo que el nuestro, ya hemos roto
+nuestras cadenas. ¡Salid a los balcones, bellas peñascas! ¡Salid a los
+balcones y arrojad flores sobre nuestros ilustres huéspedes! ¡Salid!
+¡Salid!»
+
+D. Juan Casanova había ganado mucho en emoción, en calor, durante esta
+tirada. La voz salía temblorosa, ronca. Pero la imparcialidad nos obliga
+a confesar que había perdido algo de su majestad característica. Por lo
+menos aquellos movimientos descompasados de hombros y cabeza eran
+inexcusables en un hombre tan elevado física y moralmente. Los chicos
+que iban a la par le miraban con asombro, y las bellas peñascas,
+evocadas por él, si no arrojaban flores, sonreían desde los balcones al
+verle tan descompuesto, mostrando unas hileras de dientes como nunca
+veréis en Sarrió, yo os lo juro.
+
+Después de tomar un refrigerio en las Consistoriales y descansar un
+poco, la comitiva se restituyó a la plaza, donde se efectuó con una
+solemnidad capaz de hacer derramar lágrimas al ateo más empedernido el
+acto de colocar la primera piedra de la nueva casa de Dios. Uno de los
+que más bullían y mangoneaban por allí era D. José María el boticario,
+el antiguo suscritor de _El Motín_ y corifeo de los masones, dando claro
+testimonio de que para Dios no hay imposibles, y que nadie puede decir
+que está por completo dejado de su mano. Después el gobernador dirigió
+desde el tablado la palabra al pueblo, y aunque su discurso no llegó a
+más de tres o cuatro metros de distancia, el pueblo comprendió en
+seguida con admirable instinto que rebosaba de elocuencia y se
+entusiasmó de un modo frenético. Centenares de boinas de todos colores
+surcaron el aire en prueba del efecto mágico que entre ellas había
+producido la oración de la primera autoridad civil de la provincia. Los
+cohetes y la murga municipal secundaron esta gloriosa manifestación de
+las boinas. Una muchedumbre inmensa de blusas azules y pantalones
+rayados se agitó conmovida, embargada por los más nobles sentimientos
+religiosos y humanitarios.
+
+Acto continuo se trasladaron todos a la antigua iglesia parroquial para
+cantar el _Te Deum_ en acción de gracias. El templo, adornado como ya
+sabemos por lo más selecto de la sociedad femenina de Peñascosa, estaba
+deslumbrante de lentejuelas, arañas y cirios. El día anterior había
+llegado una exigua orquesta de Lancia, compuesta de dos violines, una
+viola, un violoncello y un contrabajo, y con ella tres o cuatro cantores
+de la catedral. Los músicos se situaron en el coro, el obispo y el clero
+en el presbiterio. Don Miguel, el tozudo párroco, no quiso revestirse
+con los sagrados ornamentos, bajo pretexto de sus achaques, y se fue al
+coro con la orquesta. El prelado dijo una breve y sentida plática desde
+el púlpito. Tenía una hermosa voz de barítono que hizo vibrar las
+cuerdas más delicadas del corazón de todas las rosas místicas de la
+villa. El brillo del pectoral de diamantes y de los cristales de sus
+gafas daba mayor realce y un poder mágico a su palabra sonora, dulce,
+persuasiva.
+
+Cantose después el _Te Deum_. Los tiples y los bajos de la catedral de
+Lancia hicieron prodigiosos gorgoritos, que dejaron asombrados a los
+buenos peñascos. La diminuta orquesta les secundó perfectamente; Pero he
+aquí que a D. Miguel se le antoja mirar con malos ojos al pobre
+contrabajo, tan sólo porque no pasaba el arco sobre las cuerda más que
+de vez en cuando. El párroco estaba de rodillas y tenía delante y vuelto
+de espaldas al músico. Mirábale de hito en hito y cada vez con mayor
+excitación. El músico cumplía con su deber rozando las cuerdas
+parsimoniosamente, produciendo un sonido sordo y antipático. A D. Miguel
+le parecía aquello el colmo de la estupidez y la holgazanería. Venir de
+Lancia con un buen sueldo y el viaje gratis para hacer unas cuantas
+veces _ron_, _ron_ con aquel trasto, era cosa verdaderamente irritante.
+La ola de la indignación fue subiendo en su pecho. Mil pensamientos de
+exterminio se le amontonaron en el cerebro mientras su mirada torva y
+siniestra permanecía clavada en las espaldas del infeliz contrabajo,
+bien ajeno por cierto de los sentimientos sanguinarios que en aquel
+momento inspiraba su inofensiva persona. Al fin, habiendo dejado escapar
+un acorde más áspero y estridente que los otros, el viejo párroco no
+pudo aguantar más, y levantándose vivamente, se fue hacia él y le encajó
+una patada en los riñones que le hizo caer de bruces. Allá fueron el
+músico y su violón rodando con estrépito. Al ruido levantaron la cabeza
+todos los fieles. Satisfecha su justicia, D. Miguel se volvió al sitio
+que ocupaba antes. Cuando el desdichado músico vino a preguntarle por
+qué había hecho aquello, respondió que él no quería gorrones en la
+iglesia y que hiciese el favor de marcharse con su armatoste más lejos,
+porque no daba palabra de contenerse.
+
+Concluido el _Te Deum_, volvieron, como es lógico, a restallar en el
+aire otras cuantas docenas de cohetes de dinamita. Los simpáticos hijos
+de la Pepaina, Chola y Lorito, estuvieron a punto de perecer, víctimas
+de su arrojo, al apoderarse de uno que aún no había chasqueado. D.
+Miguel, cuando supo que se habían quemado la cara y las manos,
+manifestó, de acuerdo con todos los Santos Padres, que creía en la
+intervención directa de la Providencia en las cosas humanas.
+
+Poco después dio comienzo el banquete en el teatro. Exceptuando el
+obispo y sus familiares, todos los huéspedes de Lancia asistieron a él.
+Eran más de cien los comensales, que ocupaban tres mesas paralelas,
+situadas en el recinto de las butacas. En el escenario se colocó el coro
+de muchachas ensayadas en el _Ágora_ por D. Gaspar de Silva y el
+director de la murga municipal. Los palcos estaban ocupados por cuanto
+de elegante, aristocrático y exquisito guardaba Peñascosa en su seno.
+Apenas sirvieron la sopa, se dejó oír el himno de D. Gaspar. Comenzaba
+por una especie de recitado de notas lúgubres, prolongadas, ejecutado
+por un tenorete, ebanista de oficio. Decía, si no recordamos mal:
+
+ «Peñascosa, triste ayer,
+ Hoy venturosa,
+ Sacude la apatía en que vivió,
+ Y se lanza al progreso entusiasmaaaada
+ Y se laaaanza al progreso con ardor.»
+
+Después de esta tirada, sombría como un lamento, que el tenor cantó con
+todo el énfasis de que es susceptible un ebanista en casos semejantes,
+las doncellas arremetieron vigorosamente con el alegro.
+
+ «El pueblo animoso
+ Y lleno de esperanza
+ A gozaaaaar se lanza
+ Con mágico ardor.»
+
+Este himno de corte clásico, y que bien puede compararse, sin
+desmerecer, con los más inspirados de los sacerdotes salios, en el caso
+de que conociésemos alguno, despertó inmediatamente en los comensales y
+en el público mil ideas de progreso indefinido y perfectibilidad. Por un
+momento todos aquellos espíritus elevados vivieron dos siglos más
+adelante y vieron con los ojos del alma una Peñascosa ideal cuajada de
+fábricas y cervecerías. ¡Poder maravilloso de la poesía! Se aplaudió
+furiosamente con las manos y con las cucharillas. Y aunque algún
+personaje de espíritu ligero y afeminado manifestó por lo bajo que lo
+que él aplaudía eran los ojos negros y los dientes blancos de las
+peñascas, tenemos la certeza de que la mayoría supo apreciar
+perfectamente la intención pura y el clasicismo del himno del vate de
+Peñascosa. La prueba de ello es que cuando se escuchó en una de las
+pesebreras la voz de: «¡Que salga el autor!», en todas las demás se
+pusieron a gritar lo mismo, y los convidados expresaron con la boca
+llena idéntico deseo. D. Gaspar salió al fin al escenario y avanzó,
+doblado como un arco, hasta el borde del tablado. Después, haciendo un
+esfuerzo sobre sus callos, se volvió prontamente y fue a recoger del
+foro al autor de la música, un hombrecillo regordete, que se presentó
+con los pelos tiesos como un aparecido. El público rompió a aplaudir
+calurosamente al verlos cogidos de la mano. D. Gaspar apuntaba para el
+director de la murga como diciendo: «A éste se debe todo.» El director
+de la murga apuntaba para D. Gaspar, manifestando por mímica: «El
+triunfo es de este señor.» Por último, en la imposibilidad de expresar
+de un modo más plástico la profunda admiración que el uno sentía por el
+otro y la perfecta compenetración de sus espíritus entusiastas, se
+abrazaron en medio del escenario y permanecieron unidos bastante tiempo.
+
+No sabemos qué influencia misteriosa, mágica puede ejercer sobre un
+concurso el acto de abrazarse dos individuos del mismo sexo; pero
+siempre que lo hemos visto declaramos que produjo el mismo efecto
+sorprendente. El público se levanta electrizado, grita, aplaude, saca el
+pañuelo, gesticula con violencia y hasta hay señoras que derraman
+lágrimas. ¿Por qué? No nos lo preguntéis. Creemos que la ciencia no se
+encuentra todavía en estado de dar una explicación satisfactoria a este
+enigma. Aquello fue un vértigo, un delirio; más de diez minutos duró el
+estrépito, mientras Euterpe y Talía permanecieron estrechamente
+abrazadas. Cuando empezó a sosegarse el tumulto se oyó uno voz que dijo:
+«¡Que se besen!» Al parecer, quien lanzó este grito fue un periodista de
+Lancia. Si se trataba de una broma, la verdad es que tenía bien poca
+gracia. Burlarse en aquel acto solemne donde se festejaba la
+regeneración moral y material de Peñascosa, era una insolencia, y como
+decía muy bien D. Juan Casanova, «no daba buena idea de la cultura de la
+prensa de Lancia.» No se besaron, pues, aunque D. Gaspar mostró ciertas
+tendencias a hacerlo, aproximando demasiadamente sus narices color
+violeta al rostro del aparecido; pero éste lo retiró, dando pruebas de
+prudencia, pues se hablaba en términos muy graves por Peñascosa de las
+narices de D. Gaspar.
+
+Terminado el himno, comenzó de nuevo y se repitió indefinidamente hasta
+los postres. El gobernador volvió a dirigir la palabra al público. A
+unos gobernadores les da por destituir ayuntamientos, a otros por
+llevarse los colchones que les pone la Diputación provincial. A éste le
+daba por la elocuencia. Le contestó D. Peregrín Casanova, y tuvo ocasión
+de llamarle «mi distinguido compañero» y aludir a los altos deberes que
+impone el gobierno de una provincia, «que él había tratado de cumplir en
+otro tiempo en la medida de sus débiles fuerzas.» Habló también D. José
+María el boticario, abogando por el fomento de la religión como
+«elemento de progreso» (le quedaban ciertas frasecillas del tiempo en
+que era librepensador) y como «freno para los apetitos bastardos.» Habló
+don José el estanquero; habló D. Remigio Flórez, el fabricante de
+conservas alimenticias; habló el director de _El Porvenir de Lancia_
+(que hacía pocos días se había batido a sable con D. Rosendo Belinchón,
+director de _El Faro de Sarrió_). Y habló otra vez el gobernador. Un
+redactor de _El Joven Sarriense_ trató de pronunciar algunas palabras,
+pero le interrumpieron con algunos murmullos desde los palcos, y se
+sentó muy desabrido. Por último, D. Gaspar de Silva avanzó por el
+escenario con un papel en la mano. «¡Silencio! ¡Chis, chis!... ¡Que se
+callen!--¡Silencio! ¡Fuera!--¡Chis, chis!» En medio de un silencio
+religioso, el famoso vate de Peñascosa comenzó a leer con voz dramática
+una _Oda a la Religión_. Los temas sagrados no eran su especialidad.
+Había preferido siempre poner la lira al servicio de la libertad y de
+las ideas democráticas. Su mejor composición era un soneto al _pacto
+sinalagmático bilateral_. Comprendiendo, sin embargo, con profunda
+intuición, el sublime destino que el cielo le había designado, cantaba,
+como los vates y semidioses de la antigüedad, todo lo que se ofrecía a
+su vista, la paz y la guerra, la democracia y los señoríos, la religión
+y el libre pensamiento. Esta oda, que empezaba: «¡Oh dulce religión
+inmaculada!» era inspiradísima y fue recibida con vivas muestras de
+aprobación. El banquete terminó de noche cerrada.
+
+A las seis, el sacristán y algunos empleados del municipio comenzaron a
+iluminar los farolillos a la veneciana del Campo de los Desmayos, de tal
+modo que a las ocho estaban casi todos encendidos. La velada se presentó
+muy alegre. En uno de los ángulos del Campo bailaban los aldeanos al son
+de la gaita y el tambor; en otro hacían lo propio las artesanas al
+compás de la banda municipal. La gente discurría por el espacio libre
+cada vez con menos desahogo, pues la calle del Cuadrante no cesaba de
+vomitar blusas azules y pañuelos de percal sobre el citado Campo. Lo más
+exquisito de la sociedad peñasquense se refugió en el pórtico de la
+iglesia, estableciendo la consabida división de castas. Organizose un
+paseo inmediatamente donde los forasteros de Lancia pudieran apreciar de
+un solo golpe de vista todo lo grande y majestuoso que encerraba
+Peñascosa en su seno. Allí estaba la tertulia en masa de D.ª Eloisa, y
+además, otra parte de la nobleza de la villa, con la cual no hemos
+podido poner al lector en relación. Después de haber disfrutado por
+largo rato del placer de verse, como los inmortales en el Olimpo,
+aislados y encima del resto de los seres de la creación, aquella
+sociedad hizo irrupción en el Campo de los Desmayos, para contemplar los
+fuegos artificiales de los renombrados pirotécnicos palentinos. Entró
+sin descomponerse, con un desdén y una gravedad calculados para henchir
+de respeto el corazón de las castas inferiores.
+
+Deslizándose como un mono por los parajes oscuros, buscando la
+proximidad de las mujeres obesas, y cuando no, la de las que estaban en
+regulares carnes, andaba nuestro amigo Osuna, el administrador de la
+casa Montesinos. A la hora en que le sorprendemos no se había ganado
+más que una bofetada; caso extraño, porque en estas noches de jolgorio
+solía encontrarse con media docena, por lo menos. Algo desengañado bajo
+este aspecto, no tanto por las bofetadas como por lo que las precedía,
+movíase impaciente echando miradas carniceras en torno suyo, sin hallar
+un sitio lo bastante ameno y deleitoso para fijar sus pasos. Aquella
+noche se habían dado cita todas las flacas de Peñascosa. Mas hete aquí
+que cuando empieza a arder la primera rueda de pólvora, columbra no muy
+lejos a la fresca D.ª Teodora, al sueño constante de su existencia, más
+radiante y más lozana que nunca, con sus cabellos blancos y sus mejillas
+rosadas de cutis terso y brillante. Verla y emprender la marcha hacia
+ella fue todo uno. Pero esta marcha en tales circunstancias era más
+difícil de lo que cualquiera puede imaginarse. La gente se apiñaba a ver
+los fuegos y permanecía inmóvil, formando una espesa muralla. Nuestro
+jorobado la atravesó con arte diabólico, retorciéndose como una
+lagartija para pasar por los agujeros más estrechos. Después de un buen
+rato logró colocarse detrás de la simpática jamona. Estaba escoltada por
+los dos hermanos Casanova, que la habían acompañado en unión de la
+doncella. Continuaban disputándose su corazón, con empeño rabioso por
+parte de D. Peregrín, con noble y severa tranquilidad por la de D.
+Juan. En este certamen de amor la virtuosa y madura señorita padecía
+mucho, por creerse culpable de las reyertas que a lo mejor estallaban
+entre los dos hermanos. Procuraba conservar la neutralidad, pero se
+echaba de ver que D. Peregrín llevaba la peor parte. Explicábale éste,
+con el tono de suficiencia que le caracterizaba, algunos pormenores
+interesantes de la industria pirotécnica y citaba algunos fuegos que
+había visto, en su época de covachuelista, verdaderamente asombrosos. El
+pobre D. Juan, que no había salido jamás del estrecho recinto de
+Peñascosa y que no podía citar nada, callaba como siempre. Pero la
+pulquérrima jamona le dirigía de vez en cuando una mirada suave y una
+sonrisa más suave aún, que podían indemnizarle de su vida sedentaria.
+
+Cuando D.ª Teodora volvió la cabeza para ver quién la apretaba tanto y
+se encontró con Osuna, cambió de color. Aquel maldito jorobado no la
+dejaba jamás en paz. En la tertulia, en el paseo, en el teatro, en la
+iglesia, en todas partes donde tuviera ocasión de aproximarse, era
+sabido que se veía necesitada a sufrir el contacto asqueroso de sus
+piernas y a veces de sus manos también. Osuna conocía bien el terreno
+que pisaba. La bella y pudorosa jamona se hubiera caído antes muerta de
+vergüenza que confesar a alguno los atentados de que era objeto. Pero
+si no los confesaba, cualquiera podría cerciorarse de ellos, observando
+el estado de agitación en que se hallaba. En esta ocasión el jorobado
+anduvo audaz en demasía. D.ª Teodora comenzó a dar muestras tales de
+inquietud que para cualquiera serían visibles. D. Juan no las vio, sin
+embargo. Era un varón puro y magnánimo, incapaz de sospechar las grandes
+suciedades que puede haber sobre la tierra. Pero D. Peregrín, como
+hombre de mundo, concluyó por advertir algo de lo que pasaba. Espió a
+Osuna con el rabillo del ojo, y cuando penetró en su espíritu
+gubernamental el convencimiento de la trasgresión que se estaba
+cometiendo, comenzó a roncar y silbar por la nariz como un vapor en
+peligro, lanzando al mismo tiempo centelleantes miradas de indignación
+al audaz jorobado. Éste prescindió en absoluto de aquellos silbidos
+temerosos, y no vio siquiera la expresión fatídica de los ojos del
+ex-gobernador interino de Tarragona. ¿Qué había de suceder? La caldera
+del remolcador, no teniendo más desahogo que el de la nariz, estalló con
+horrible estruendo.
+
+--¡Oiga usted, grosero, sucio, cínico, desorejado!--rugió D. Peregrín
+cogiendo por el cuello al contrahecho y sacudiéndole con rabia.--Si
+usted continúa en modo alguno molestando a esta señora, con esta mano
+(alzando la derecha) le doy una bofetada en esta mejilla, y con la otra
+(alzando la izquierda) le doy otra bofetada en la opuesta. Acto continuo
+le vuelvo a usted, y con estas botas gordas que usted ve aquí le doy a
+usted dos puntapiés en el trasero.
+
+El físico de D. Peregrín no era a propósito para infundir terror pánico
+en el corazón de sus enemigos. Sin embargo, su continente severo y
+administrativo como pocos y el torrente de voz grandioso con que la
+naturaleza le dotara suplían bastante bien la deficiencia de otros
+órganos. Además, Osuna era un ser más débil y más ruin que él. Por esto
+y por el tumulto que se armó en seguida, en vez de hacerle frente, se
+escurrió entre la muchedumbre y desapareció en un momento. D.ª Teodora,
+al verse objeto de la curiosidad pública, se desmayó. D. Juan y la
+doncella la sostuvieron. D. Peregrín siguió increpando a su enemigo
+ausente. La muchedumbre rió, gritó, se agitó tumultuosamente. Al fin
+todo quedó en paz, y la pudibunda jamona tornó a su domicilio, donde la
+dejaremos esparciendo un torrente de lágrimas.
+
+Obdulia, agitada todo el día por un vivo dolor y por un deseo rabioso de
+reparar la injusticia que se había cometido con su amado director
+espiritual, no salió de casa ni de la cama. Estaba realmente enferma.
+Tenía fiebre, la fiebre que produce en los temperamentos como el de ella
+un pensamiento único que se va exacerbando por grados. Al llegar la
+noche se levantó y se vistió apresuradamente. Sus grandes ojeras
+azuladas se marcaban ahora de un modo chocante. Una arruga profunda,
+signo de resolución inquebrantable, le surcaba la frente. Llamó a la
+doncella y le manifestó que quería salir a ver los fuegos. Todo lo que
+ésta hizo por disuadirla, representándole el grave daño que podía
+ocasionarle el frío y la humedad de la noche, fue inútil. Cogió la
+mantilla, se la echó encima de la cabeza con mano convulsa, obligó a la
+doméstica a ponerse la suya y se lanzaron a la calle. El Campo de los
+Desmayos hervía ya de gente. Les costó mucho trabajo avanzar hasta
+colocarse en el medio. Obdulia quería a todo trance acercarse a la casa
+del párroco, donde se alojaba el prelado. Había visto brillar las gafas
+de éste y ocultarse en seguida en una de las ventanas. Debajo, a la
+puerta misma de la rectoral, un grupo numeroso de muchachas bailaba la
+giraldilla, cantando a grito pelado coplas de circunstancias
+improvisadas en el momento. Aludían en ellas a la nueva iglesia,
+piropeaban al obispo, al gobernador, a los próceres de Peñascosa, sin
+que faltase tampoco, por supuesto, la consabida puntadita a Sarrió.
+
+La imaginación de la hija de Osuna trabajaba sin descanso, aumentando la
+calentura que la consumía. Mas por encima de los mil pensamientos y
+fantasmas que daban vueltas en ella, asomaba una idea fija, tenaz, que
+la impulsaba inconscientemente a abrirse paso con los codos por la
+muchedumbre, seguida de la doncella, que no comprendía el afán de su
+señorita. Cuando estuvieron próximas a la rectoral, la joven se detuvo
+unos minutos. Observó con el rabillo del ojo a su doncella, y cuando la
+vio más absorta en la contemplación de los fuegos que se estaban
+quemando, maniobró hábilmente y se alejó de ella ocultándose entre la
+gente. Una vez sola, se detuvo otra vez. Después de dirigir infinitas
+miradas de ansiedad y temor a la casa del párroco, después de resolverse
+más de veinte veces y de arrepentirse otras tantas, al fin se deslizó
+como una sombra por detrás de las muchachas que bailaban y del círculo
+de espectadores que tenían en torno, y se introdujo en el portal de la
+casa. Dentro de él había unos cuantos criados que charlaban contemplando
+desde allí lo que podían. Tenían la puerta abierta, y Obdulia, sin
+decirles palabra, se introdujo por ella y subió unas cuantas escaleras.
+Pero deteniéndose de repente y permaneciendo un instante indecisa, tornó
+a bajarlas y se dirigió al grupo de los domésticos.
+
+--¿El secretario del señor obispo está arriba?--preguntó al más
+próximo.
+
+--¿D. Cayetano?... Sí, señora, arriba está--respondió uno de los más
+lejanos.
+
+--¿Podría hablar unas palabras con él?
+
+--¿Por qué no?... Le avisaré... Suba usted conmigo.
+
+Ascendieron ambos por la sucia escalera de D. Miguel, pues ni por la
+llegada del prelado se había limpiado.
+
+--Tenga usted la bondad de aguardar un momento.
+
+Poco después se presentaba el secretario, un clérigo de media edad, feo,
+desgarbado, pero de mirada inteligente y franca. La miró con gran
+curiosidad y preguntó, esforzándose en mostrarse amable:
+
+--¿Preguntaba usted por mí, señora?
+
+--Sí, señor.
+
+--Usted me dirá...
+
+--Deseo hablar con el señor obispo.
+
+Volvió a mirarla el secretario con mayor curiosidad aún, y después de un
+instante de vacilación, apareciendo en su rostro un esbozo de sonrisa,
+respondió:
+
+--Usted comprenderá que la hora no es oportuna... Su Ilustrísima se va a
+retirar en seguida a descansar...
+
+--Es urgente y de mucha importancia lo que tengo que
+comunicarle...--dijo precipitadamente.
+
+Otra vez la contempló el clérigo con penetrante mirada, advirtiendo su
+agitación.
+
+--Bueno... Lo que puedo hacer en su obsequio es avisar a Su
+Ilustrísima... No respondo de que la reciba a usted a estas horas...
+Puede usted pasar a esta sala y aguardar un momento. No tardaré en
+traerle la respuesta.
+
+Abrió la puerta del saloncito de recibo, hizo traer un quinqué y la dejó
+sola. En aquel instante la joven sintió que le abandonaban todas sus
+fuerzas. El corazón comenzó a darle fuertes golpes en el pecho. La
+habitación se movía suavemente como la cámara de un buque. Se vio
+obligada a sujetarse con las dos manos al respaldo de una butaca para no
+venir al suelo. El secretario apareció a los pocos minutos, y sin
+traspasar el marco de la puerta, dijo con afectada solemnidad:
+
+--Su Ilustrísima va a llegar en este momento.
+
+Obdulia cerró los ojos y se agarró con más fuerza a la butaca. Cuando
+los abrió tenía delante de sí la figura imponente del prelado.
+
+La estancia se hallaba a media luz a causa de la pantalla que cubría el
+quinqué. Los contornos de aquella figura se esfumaban en la sombra. Pero
+los diamantes del pectoral lanzaban destellos y los cristales de las
+gafas brillaban también con los débiles rayos de luz que sobre ellos
+caían. Avanzó algunos pasos por la sala. Obdulia se dejó caer de
+rodillas.
+
+--¿Es para algún asunto de conciencia, hija mía?--preguntole el prelado
+dulcemente, dándole al mismo tiempo su anillo a besar.
+
+--Sí, señor--respondió la joven con voz alterada por la emoción.--Es
+para un asunto de la conciencia de Su Ilustrísima.
+
+--¿De mi conciencia?--exclamó el obispo, irguiéndose lentamente y
+dejando caer sobre ella una mirada de sorpresa y curiosidad.
+
+--La conciencia más pura, Su Ilustrísima lo sabe mejor que yo, está
+sujeta a error. Cuando pensamos estar haciendo el bien hacemos el mal.
+El alma de Su Ilustrísima es noble y es santa, según dicen todos los que
+la conocen. Por algo Dios le ha elegido para apacentar su rebaño. Pero
+los ojos de Su Ilustrísima no llegan a todas partes como los de Dios. Su
+brazo se extiende en vano para bendecir. La bendición no alcanza a
+todos. Entre los pastores que Su Ilustrísima tiene colocados para
+ayudarle los hay que guardan con fidelidad y amor el rebaño, los hay
+también que tienen la vista y el amor fijos en sí mismos...
+
+--Levántese usted, hija mía... ¿Qué quiere decir con estas palabras?
+
+--Lo que quiero decirle, señor--profirió la hija de Osuna con audacia,
+serenándose de pronto bajo el impulso de la exaltación,--es que teníamos
+en esta villa un coadjutor celoso, modelo de abnegación, de
+mansedumbre, de actividad, que había logrado a fuerza de inmensos
+sacrificios inspirar devoción y piedad a muchos que jamás las habían
+sentido, que sin violencia ninguna había puesto en orden la parroquia y
+devuelto a Dios lo que le pertenecía... Pues bien, he sabido... hemos
+sabido con dolor los feligreses todos, que en vez de dejarle en el cargo
+que desempeñaba interinamente, Su Ilustrísima se lo ha dado a otra
+persona...
+
+El obispo la contempló en silencio un buen espacio. La joven, bajo
+aquella mirada, que pasaba por los cristales de las gafas penetrante,
+indagadora, volvió a perder la serenidad.
+
+--¿Es el coadjutor interino quien la envía a usted para dirigirme una
+representación?--preguntó con extremado sosiego, recalcando cada sílaba
+de un modo que resultaba epigramático.
+
+--¡Oh! ¡No, señor!--exclamó toda turbada la joven, poniéndose roja.--El
+señor coadjutor no tiene aspiración ninguna. Está tan contento con el
+cargo como sin él. Nada sabe ni nada quiero que sepa... He sido yo quien
+por el odio que me inspira la injusticia me atreví a dar este paso...
+acaso imprudentemente...
+
+--¡Sin acaso! ¡Sin acaso!--murmuró el prelado, sacudiendo la cabeza.
+
+Quedósela otra vez mirando fijamente sin pestañear, absorto en intensa
+contemplación. Obdulia bajó la cabeza.
+
+--Hija mía--siguió diciendo gravemente,--la juventud tiene sus derechos.
+Puede ser aturdida, imprevisora, gozar sin medida de los dones con que
+Dios nos ha favorecido, vivir ofuscada sin el pensamiento del pecado...
+Pero la juventud no tiene derecho a jugar con nuestra salvación eterna,
+con la vida y con la muerte. La Santa Iglesia Católica tiene sus
+ministros encargados de velar por la fe. Yo, aunque indigno, soy uno de
+ellos y soy responsable ante Dios y ante el Sumo Pontífice de mis actos.
+No he aprendido en ningún Santo Padre ni en ninguna decretal que los
+prelados tuviéramos que dar cuenta de ellos a las niñas como usted...
+
+--¡Oh, señor obispo... yo no quería!...
+
+--Escuche usted, escuche usted con paciencia, hija mía, escuche usted de
+rodillas a su prelado.
+
+Obdulia se arrodilló de nuevo llena de confusión, roja como una amapola.
+La figura corpulenta del obispo se agrandó desmesuradamente delante de
+sus ojos; su blanca cabeza coronada por el morado solideo resplandecía
+de majestad.
+
+--Los cargos de la Iglesia católica no deben ser empleos codiciados: no
+se buscan, se aceptan con humildad y resignación. Cuanto más alto, más
+duro y espinoso es para el que quiere servir a Dios. Usted, al hablar de
+injusticia, los ha considerado por lo visto como una granjería, y ha
+pecado gravemente. Si no he dado el cargo de coadjutor a la persona por
+quien usted se interesa, esa persona debe agradecérmelo, pues la he
+librado de muchas terribles responsabilidades que dificultarían su
+salvación eterna.
+
+Obdulia, viendo el rayo marchar otra vez hacia su confesor, halló
+palabras para desviarlo.
+
+--Vuelvo a decirle, señor obispo, que el padre Gil nada sabe de este
+paso... que se morirá de pena y de vergüenza si llega a conocerlo,
+porque es la modestia y la humildad personificadas. La estimación y el
+respeto que le profeso, como todos los vecinos de este pueblo, y mi
+deseo de ver la parroquia en orden y bien servida, me impulsaron en un
+momento de ligereza a acudir a Su Ilustrísima...
+
+--Pero ¿no comprende usted, hija, que al dar este paso, extraño en una
+joven sensata y piadosa, se compromete usted, y lo que es peor,
+compromete usted a un sacerdote gravemente?
+
+--¡Oh Virgen Santa! ¿Qué he hecho?--exclamó la joven tapándose la cara
+con las manos.--Sí, sí, comprendo ahora que he sido una loca, que
+tratando de hacer un bien he causado un terrible mal... Su Ilustrísima
+me desprecia y tiene razón, porque no soy más que una pobre tonta...
+Pero no es eso lo malo... Lo horrible es que de aquí en adelante estará
+prevenido contra un pobre inocente... ¡Jesús de mi corazón, qué
+tentación ha sido la mía!...
+
+Y rompió a sollozar perdidamente murmurando frases ininteligibles. El
+prelado se inclinó hacia ella y le habló con dulzura.
+
+--Sosiéguese usted, hija mía. Sosiéguese usted y aprenda que un sucesor
+de los Apóstoles no puede sentir prevención ni odio. Si usted ha pecado,
+pida la absolución a su confesor. Serénese usted, que ningún mal ha
+causado más que a sí misma... Ni el inocente ni el culpable tienen nada
+que temer de mí. Que lo teman todo de Dios...
+
+Después de pedir muchas veces perdón y derramar infinitas lágrimas,
+Obdulia besó otra vez con devoción el anillo del prelado, y se levantó.
+Sin alzar los ojos del suelo murmuró débilmente:
+
+--Adiós, señor obispo. Perdone Su Ilustrísima el disgusto que le he
+causado, y olvídelo.
+
+--Que la Virgen Santísima la proteja, hija mía. Rece una salve por mí,
+que bien la necesito--respondió el prelado, dejándola pasar y mirándola
+con expresión de lástima hasta que traspasó la puerta.
+
+Salió aturdida, loca de vergüenza, con las manos trémulas y las mejillas
+encendidas. En cuanto llegó a casa se metió en la cama, con una fiebre
+altísima.
+
+
+
+
+XI
+
+
+Ya está descifrado el enigma, padre Gil--dijo D. Álvaro desde su butaca
+viéndole entrar. La sonrisa con que acompañó estas palabras era tan
+contraída y extraña que daba frío.
+
+--¿Qué enigma?--preguntó el P. Gil, un poco agitado por el
+presentimiento de alguna desgracia.
+
+--No se asuste usted; no es el de la Creación: un enigma más modesto, el
+de la venida de mi mujer a Peñascosa hace unos meses... Entérese usted
+de esa carta.
+
+El joven presbítero tomó de las manos del mayorazgo la que le presentaba
+y se puso a leer:
+
+ * * * * *
+
+«Mi querido Álvaro: Acabo de saber que Joaquina dio a luz hace seis
+días un niño, el cual se ha inscrito en la parroquia y en el registro
+civil con tu apellido. He procurado informarme, y me han dicho que era
+perfectamente legítimo, puesto que tu esposa ha estado en Peñascosa hace
+unos meses y ha dormido en tu misma casa. Te escribo apresuradamente
+para preguntarte si es cierto. Lo dudo mucho, porque no me has dicho
+jamás una palabra del asunto. Contéstame inmediatamente.
+
+JULIO.»
+
+ * * * * *
+
+El P. Gil dejó caer los brazos, dobló la cabeza y murmuró sordamente:
+
+--¡Qué infamia!
+
+El mayorazgo soltó una carcajada.
+
+--Pero ¿aún cree usted que hay infamias en el mundo? ¿De qué le sirve a
+usted tanto como ha leído? Quisiera que me explicase cómo es posible
+hacer porquerías dentro de una letrina. Por lo visto, todavía se
+encuentra usted asistiendo a la primera representación de la comedia. Yo
+estoy en la segunda, y puedo decir anticipadamente lo que ha de suceder.
+
+--De todos modos, D. Álvaro, me duele en el alma esta indignidad que con
+usted se ha cometido sin merecerla.
+
+--¿Indignidad? ¿Llama usted indigna a la araña que ahoga a la pobre
+mosca en su tela, o al milano que cae sobre el inocente polluelo y lo
+arrebata por el aire? Pues la misma fuerza infame (¡ésa sí que es la
+infame!), la misma fuerza que mueve a la araña y al milano es la que
+habita dentro de mi mujer. La mosca, el pollo y yo merecemos la misma
+suerte por haber nacido. _Porque el delito mayor--del hombre es haber
+nacido_, ya lo ha dicho Calderón, que era sacerdote como usted.
+
+El P. Gil meditó unos momentos, y dijo al cabo, como si se hablase a sí
+mismo:
+
+--No puedo acabar de persuadirme a que en nosotros no exista más que la
+fuerza ciega; que esta luz que de vez en cuando brilla en el corazón de
+los hombres, y que se llama unas veces justicia, otras amor y
+abnegación, dependa exclusivamente de combinaciones químicas. La infamia
+es infamia siempre, y despierta en nuestro espíritu un sentimiento de
+repugnancia. La araña y el milano no saben que hacen el mal, pero su
+esposa lo sabe.
+
+--¿Y qué importa? Dote usted a la bestia con la conciencia de sus actos
+y habrá usted formado al hombre. La conciencia no es más que una
+antorcha. Los crímenes lo mismo pueden ejecutarse en las tinieblas que a
+la luz. Si yo pensase, como usted, que hay un Dios creador consciente de
+todos los seres, le mandaría un «besa la mano» felicitándole por haber
+formado una criatura tan amable y encantadora como mi mujer y dándole
+las gracias por haberla reservado para mi uso particular.
+Desgraciadamente no puedo representarme a ese Dios recibiendo en bata y
+zapatillas mis tarjetas de felicitación. Creo más bien que ella y yo
+somos víctimas de la lógica. La vida tiene por objeto inmediato el
+dolor... Saque usted la consecuencia. Mi mujer nació con uñas para
+desgarrar. Yo nací con un corazón blando a propósito para ser
+desgarrado. Sería una contradicción que ella no arañara y que yo no
+fuese arañado.
+
+--¡Y sin embargo, usted ha amado a esa mujer con toda su alma!
+
+--¡Ah, sí!--exclamó el hidalgo, cerrando los ojos y pasando su mano
+descarnada por la frente.--¡La he amado!... Por un momento fui
+comparable a los inmortales del Olimpo. La felicidad cantó dentro de mi
+alma el himno más hermoso que acompañó jamás a sus divinos juegos. El
+sol se levantaba y se acostaba tan sólo para dorar mis ilusiones. El mar
+estaba murmurando ahí únicamente para reflejar las imágenes de oro que
+cruzaban por mi mente... Ningún hombre fue cazado por la especie con más
+precauciones, con más exquisito cuidado... Todos los lazos que nos
+tiende la Naturaleza para realizar su plan misterioso se pueden evitar;
+hasta la misma voluntad de vivir se puede vencer; yo la he vencido,
+pues que apetezco con ansia la muerte. Pero esta voluntad de perpetuarse
+que se manifiesta en toda la especie, esta fuerza soberana que empuja a
+un individuo hacia otro de sexo diferente, crea usted, padre, que es
+insuperable... ¡Qué brazo tan bien torneado! ¡Qué espaldas de alabastro!
+¡Qué modo tan fascinador de quitarse los guantes y agitar su dedo
+meñique, que tenía lindísimo!
+
+--No conozco el amor, pero sé que hay dos clases: uno el que tiene por
+objeto exclusivamente el goce sensual que nos equipara a los brutos, y
+otro el amor puro de dos almas que se completan, de dos corazones que se
+unen para gozar y padecer al mismo tiempo, para formar uno solo hasta la
+muerte. Éste es el amor que nos ennoblece, el único digno del ser humano
+y que merezca tal nombre.
+
+--En efecto, eso creen todos los poetas cursis y todas las niñas
+opiladas... Pero usted es una persona formal y no puede pensar semejante
+disparate. Todo amor, por tierno y sublime que sea, tiene su raíz en el
+instinto natural de los sexos: no es más que ese instinto
+individualizado. ¿Ha visto usted alguna vez unirse un corazón de diez y
+ocho años con otro de ochenta para formar uno solo? Y sin embargo, el de
+ochenta puede ser tanto y más noble y bondadoso que el de diez y ocho.
+Suprima usted la voluptuosidad, y ¿cuántos serían los hombres que se
+unieran a una mujer y soportaran la carga de los hijos y las
+innumerables molestias del matrimonio por el solo gusto de completar su
+espíritu? El amor no es más que una treta de la Naturaleza, padre. Para
+vencer nuestro egoísmo, que es muy grande, nos engaña con una ilusión,
+haciéndonos creer que lo que deseamos es nuestra felicidad, cuando sólo
+es el bien de la especie. El individuo es el esclavo inconsciente de...
+
+Un violento golpe de tos le cortó la palabra. Pidió por señas al P. Gil
+el pañuelo que tenía sobre la mesa y se lo llevó a la boca. Cuando lo
+separó, estaba manchado de sangre. Una sonrisa de tristeza mortal
+contrajo sus labios al contemplar aquella sangre.
+
+--Ésta es la única amante que no engaña jamás, padre--dijo mostrando el
+pañuelo al joven presbítero, que había empalidecido.--Vea usted el beso
+que acaba de darme. Mañana me dará otro más prolongado; después otro y
+otro, hasta que me coja entre sus brazos fríos y me estreche
+eternamente.
+
+Y lo terrible del caso era que tenía razón. La salud de D. Álvaro, que
+jamás había sido completa, se arruinaba sensiblemente desde hacía una
+temporada: tal vez desde la visita inopinada de su esposa. Habíase
+demacrado mucho más, con estarlo siempre bastante. El color, de pálido
+daba ya en terroso; los ojos habían perdido en movilidad y ganado en
+brillo; las manos parecían las de un esqueleto.
+
+Desde que supo la cobarde y traidora intriga urdida para que sus bienes
+fueran a parar al fruto de los adúlteros, no levantó cabeza. Bebió el
+cáliz del dolor hasta las heces. Lo bebió con la sonrisa en los labios
+para no desmentir sus teorías, pero el veneno produce siempre su efecto;
+le abrasó las entrañas. La tos fue en aumento, los esputos
+sanguinolentos también. Pasaba las noches enteras sin poder conciliar el
+sueño. Comenzaron a darle algunos ataques de disnea. Todo hacía
+presagiar un próximo y funesto desenlace.
+
+En aquellos días se operó una crisis interesante en el espíritu
+atormentado del P. Gil. El materialismo pesaba como una losa sepulcral
+sobre su corazón. Pero dentro de aquel sepulcro el espíritu idealista
+del sacerdote se revolvía incesantemente, luchaba con ansia por salir al
+aire libre y respirar una atmósfera más pura. El afán de sacudir la
+lepra que le iba royendo poco a poco le impulsó a estudiar los sistemas
+de metafísica dogmática antiguos y modernos. Fue una felicidad para él
+que el obispo hubiese nombrado coadjutor al P. Narciso. Tenía mucho más
+tiempo disponible y el espíritu más libre. Entregose de nuevo a la
+lectura con ardor febril. Por delante de su vista asombrada desfilaron
+todas las grandes concepciones del entendimiento humano, los esfuerzos
+colosales, sublimes, llevados a cabo por el hombre para dar una
+explicación satisfactoria al gran problema de la existencia. De muchos
+de ellos tenía noticia, pero era vaga, incompleta y a veces falsa, como
+que procedía de las citas de los libros que había manejado en el
+seminario. Al estudiarlos ahora en sus fuentes se sintió poseído de una
+admiración que semejaba al estupor. La grandeza, la perfección
+maravillosa de algunos de estos sistemas parecía insuperable y fascinó
+su alma. Por momentos, cuando acababa de examinar alguno, le parecía
+haber levantado el velo de la verdad para siempre. Aquel sabio y
+portentoso engranaje de todas las verdades parciales para obtener la
+verdad total satisfacía la aspiración de su mente hacia la unidad.
+Además, aquellos sistemas le devolvían a Dios. No se lo devolvían como
+él lo quería, personal, providente, atento a las oraciones de los
+hombres, pero al fin lo alzaban sobre el Universo material como su
+principio y su razón. Ya no andábamos perdidos como tristes náufragos en
+el océano turbulento de las fuerzas físicas; ya teníamos algo a donde
+levantar los ojos y el corazón. El malo volvía a ser malo, y el bueno,
+bueno. Y como hombre de espíritu lúcido no se fijó en la contradicción
+superficial de los sistemas, que tanto impresiona y desencanta al
+vulgo. Fue más allá y vio claramente que, por debajo de esta aparente
+lucha, los sistemas de la filosofía moderna idealista se besaban
+fraternalmente. Todos estaban empapados en el mismo idealismo panteista.
+Penetrando aún más, advirtió que la filosofía alemana se daba la mano
+con la griega al través del desierto de la Edad Media.
+
+Por desgracia, el último filósofo que leyó fue a Kant, debiendo ser el
+primero. Al recorrer las primeras páginas de la _Crítica de la razón
+pura_, sintió la impresión extraña del que va a contemplar un paisaje y
+le faltan los pies.
+
+Estaba avezado a no pensar en el suelo, y hete aquí que de repente se
+hunde. Para conocer las cosas es preciso averiguar antes si podemos
+conocerlas. Y el resultado que iba deduciendo de la lectura es que de
+las cosas no podemos conocer más que la apariencia. Nuestros
+conocimientos no son, en último término, más que percepciones; las
+percepciones, impresiones, modificaciones de nuestro propio ser. Todo
+es, pues, una pura representación. El instinto le obligó a buscar con
+anhelo tierra firme; pero cuanto más se esforzaba en levantar los pies,
+más se hundía, a imagen de los incautos que penetran en un terreno
+pantanoso. Alzábase repentinamente y quería apoyarse en esas nociones
+firmísimas que jamás han faltado al entendimiento humano, en las
+nociones de Tiempo y Espacio. El filósofo de Koenisberg le demostraba
+poco a poco, con lógica inflexible, que el Espacio y el Tiempo no son
+seres reales, ni tampoco propiedades de estos seres, sino tan sólo
+formas de la percepción que tocan a las cualidades de nuestro espíritu y
+no a la realidad externa. Buscaba después con ansia apoyo en el enlace
+constante de la causa con el efecto. Kant le hacía ver que este enlace
+no es más que el encadenamiento no interrumpido de los _cambios_
+sucediéndose en el tiempo, que cada _efecto_ es un cambio y cada causa
+también. Por lo tanto, que es tan absurdo pensar en una causa primera de
+las cosas como en el sitio en que termina el espacio o el instante en
+que el tiempo ha comenzado.
+
+El pánico se apoderó de su alma como nunca. El positivismo materialista
+le dejaba algo: la materia era una realidad; sus relaciones también.
+Además, nunca se había entregado a él, por más que agitara en su mente
+dudas violentísimas. Pero ahora quedaba solo, sumido en completa
+oscuridad, lo mismo acerca del universo que nos envuelve, como de su
+propia existencia y destino. Luchó, pues, con las ansias del que va a
+morir, con la desesperación del náufrago que disputa a otro el socorro
+de una tabla. Discutió las proposiciones del libro una por una. Era el
+combate de un niño con un atleta. Cada una de aquellas proposiciones
+había sido meditada en todos sus aspectos largamente por el pensador más
+profundo de su siglo y también por el más prudente. ¿Qué fuerza habían
+de hacer sus débiles manos contra baluartes fabricados con tanto esmero?
+Su espíritu sobrexcitado imaginaba un argumento; lo apuntaba en la
+margen del libro; lo juzgaba inexpugnable. A la página siguiente se
+encontraba con que el filósofo ya lo había tenido en cuenta y lo
+deshacía de un soplo.
+
+¡Lucha triste y cruel! Lanzaba, en el frenesí de su cólera y pavor, una
+granizada de golpes al pecho del viejo atleta. Éste permanecía inmóvil
+como una roca. Luego, con burlona calma, dejaba caer su mano de hierro
+sobre la frente del sacerdote y le hacía rodar por el suelo. Alzábase
+vivamente y acometía de nuevo con mayor ardimiento, y otra vez volvía a
+caer aturdido por el golpe. Se aproximaba al término del libro. Sentía
+ya sus fuerzas agotadas. Quiso, no obstante, tentar un último esfuerzo
+contra aquella lógica abrumadora y desembarazarse de los lazos que le
+aprisionaban. Todo fue inútil. El hércules alemán le sujetó entre sus
+brazos poderosos, le sacudió unas cuantas veces, cual si fuese de paja,
+y por último lo arrojó con violencia al suelo.
+
+Ya no pudo levantarse. Cuando despertó de su aturdimiento se confesó que
+estaba vencido. El mundo se le ofreció entonces claramente como su
+propia representación. Todo lo que existe no existe más que por el
+pensamiento. El filósofo de Koenisberg no quiso sacar esta consecuencia;
+pero estaba bien clara; no había otra posible para sus terribles
+premisas. Ese sol que nos alumbra, ese mar que ruge a nuestros pies,
+esos mundos que pueblan el espacio son otras tantas representaciones de
+nuestro pensamiento. Sólo sabemos de ellos que hay un ojo que los ve. El
+centro de gravedad de la existencia recae en el sujeto y es un fenómeno
+de su cerebro. Todo este universo tan rico y tan vario, todos los seres
+grandes y pequeños, los astros como los insectos, tienen suspendida su
+existencia de un hilo muy delgado, el hilo de la conciencia. El mundo
+guarda mucha semejanza con un sueño, una quimera... Y de ese Dios
+creador de las cosas, padre de los hombres, ¿qué sabemos? Jamás sabremos
+nada. Desde el momento en que el mundo y el orden del mundo son puros
+fenómenos determinados por nuestra inteligencia, no tiene razón de ser
+una Inteligencia Suprema. Había llegado la hora de poner a Dios a la
+puerta y despedirlo con todos los honores de un rey destronado
+legalmente.
+
+Pálido, anhelante, con el cuerpo rendido a la fatiga y el alma deshecha
+de dolor, el P. Gil permanecía extendido en su pobre sillón. Tenía el
+libro abierto sobre las rodillas, los brazos pendientes, los ojos
+cerrados. Por los intersticios de sus pestañas comenzaron a rezumar
+algunas lágrimas, que bajaron trémulas y silenciosas por sus mejillas.
+Era la imagen triste del vencido. Poco después su cuerpo delicado se
+estremeció, contrajéronse los rasgos de su fisonomía dulce y apacible, y
+sacudió su pecho un sollozo. Se llevó las manos al rostro y lloró con
+desconsuelo.
+
+--¡Nada, nada!... ¡Nunca sabremos nada!
+
+Su ama D.ª Josefa quedó estupefacta al penetrar en la estancia y
+encontrarle de aquel modo. El excusador levantó la cabeza y se apresuró
+a volverla en seguida para que la buena mujer no advirtiese su estado;
+pero ya era tarde.
+
+--¿Cómo?... ¿Está usted llorando, señor excusador? ¿Qué le ha pasado,
+criatura? ¡Virgen de la Soledad! Si tuviera padres o hermanos, creería
+que se le había muerto alguno... Apuesto a que ese narizotas de D.
+Narciso le ha dado otro disgusto. ¡Desprécielo, D. Gil, desprécielo!
+
+--¡Oh, no! ¡Cuidado con las injusticias, doña Josefa!--se apresuró a
+decir el joven.--Nadie me ha causado disgusto alguno. Estas lágrimas
+provienen de un malestar nervioso que siento hace días.
+
+--¡Si ya se lo decía yo! Usted trabaja demasiado... Esos dichosos
+libros, que quisiera ver quemados...
+
+Aquí D.ª Josefa enjaretó una larga catilinaria, declarándose en
+principio sectaria devota del califa Omar. El P. Gil la atajó antes de
+terminar.
+
+--¿Qué venía usted a decirme, D.ª Josefa?
+
+--¡Ah, se me olvidaba! Su madrina manda recado de que el hermano se está
+muriendo: que vaya usted en seguida y que lleve los santos óleos.
+
+--¡Jesús!... ¡Vaya por Dios! ¡Vaya por Dios!... No pensé que fuera para
+tan pronto... ¡Pobre D. Álvaro!--exclamó levantándose vivamente y
+apresurándose a ponerse los manteos y el sombrero.
+
+--¡Bah! ¡Un hereje que no ponía los pies en la iglesia! ¿Qué importa que
+se muera? Cuanto primero se lo lleven los demonios, mejor.
+
+El excusador le dirigió una mirada tímida y ansiosa. No se atrevió a
+protestar de la barbarie: temía que penetrara en su alma y leyera sus
+sacrílegas dudas.
+
+Después de pasar por la iglesia y recoger los óleos, penetró en el
+vetusto palacio de Montesinos. El día estaba encapotado. La lluvia caía
+tristemente con una pertinacia que sólo se conoce en aquella región de
+la Península. Salió a abrirle, como siempre, Ramiro. El viejo doméstico
+estaba desencajado. Parecía que le habían echado en pocos días diez años
+encima. Así que vio al sacerdote le cogió, con sus manos trémulas, por
+las muñecas y exclamó con voz alterada:
+
+--¡Se muere, D. Gil! ¡Se muere!
+
+Y un raudal de lágrimas corrió por sus mejillas surcadas de arrugas.
+
+--¿Está tan grave?
+
+--¡Se muere! ¡Se muere!... ¡Ha sido ella, sí, ella!... Pero yo la
+mato... ¿sabe usted? la mato... Después que me maten a mí... que me
+echen al mar... Quiero vengar a mi señorito... ¡Yo mato la zorra, yo!
+
+El anciano, sin saber de dónde la sacaba, apretaba al mismo tiempo con
+tal fuerza las muñecas del presbítero que a éste le costó trabajo
+reprimir un grito de dolor.
+
+--¡Calma, Ramiro, calma! Lo que ahora nos toca es atender al enfermo y
+ver si podemos aliviarle.
+
+--Suba usted conmigo, señor excusador. No hay esperanza... El médico lo
+ha dicho... ¡Pobre señorito de mi alma!... ¡La mato, la mato!
+
+En el gran patio, toscamente empedrado, la lluvia producía ruido
+lúgubre. Subieron la escalera deteriorada y sucia del principal. Ramiro
+iba llorando y murmurando amenazas. Ascendieron después al segundo. El
+viejo empujó la puerta del cuarto de su amo, y el sacerdote se detuvo,
+impresionado por el espectáculo que se ofreció a su vista. D. Álvaro
+Montesinos yacía en la cama, más bien reclinado que extendido, con una
+pila de almohadas detrás de la espalda; yacía presa de un síncope o
+ataque de disnea, con los ojos cerrados y la boca entreabierta, sacudido
+de vez en cuando su mísero tórax por un hipo aciago. No había a su lado
+más que D.ª Eloisa y una criada. Aquélla le daba con un abanico aire,
+que el enfermo instintivamente trataba de recoger. Ofrecía ya en su
+fisonomía todos los signos de la muerte.
+
+D.ª Eloisa, al sentir el ruido de la puerta, volvió su rostro bañado de
+lágrimas, e hizo seña al sacerdote para que se aproximase.
+
+--Hace un cuarto de hora que está en el ataque--dijo con voz de
+falsete.--Puede quedarse en él... ¿Quiere usted ponerle la Santa Unción?
+
+Ni las ideas del enfermo, ni el caos que reinaba en aquel momento en su
+cabeza le estimulaban a hacerlo. Sin embargo, el P. Gil abrió como un
+autómata la caja de los óleos y se dispuso a imponer el último
+sacramento a su desdichado amigo. Hubo que alzar un poco la ropa para
+ungirle los pies. D.ª Eloisa y la criada se volvieron; marcharon hacia
+un rincón de la estancia y sollozaron fuertemente. La lluvia batía en
+aquel momento los cristales emplomados del balcón con triste repiqueteo.
+Las cortinas sucias ya, de muselina antigua, cernían tenue claridad en
+la alcoba. El P. Gil, con mano trémula, iba cumpliendo su piadoso
+oficio, mientras el último vástago de la casa Montesinos yacía sin
+conocimiento, con la terrible palidez de la muerte impresa en sus
+facciones. Cuando estaban a punto de terminar, serenose un tanto el
+pecho del enfermo. Poco después abrió los ojos y paseó una mirada de
+sorpresa y aun de espanto por la estancia. Tornó a cerrarlos. Al cabo de
+un momento los abrió, miró fijamente al P. Gil, dirigió después la vista
+a los óleos que tenía en la mano, y sus labios amoratados quisieron
+plegarse con una sonrisa.
+
+--¡Al fin me han untado ustedes!--dijo con voz apenas perceptible.--Han
+hecho bien... Pero esta máquina ya no anda, por mucho aceite que ustedes
+la echen...
+
+El P. Gil dirigió una mirada expresiva a doña Eloisa. Ésta exclamó con
+angustia:
+
+--¡Acuérdate de Dios, hermano mío!
+
+--Me acuerdo mucho, querida... Le estoy muy agradecido.
+
+El P. Gil quiso evitar una escena repugnante. Hizo seña a D.ª Eloisa y a
+la criada de que se retirasen, como si fuese a confesarle. Las mujeres
+se apresuraron a cumplir la orden, ávidas, sobre todo la hermana, de
+que el moribundo se reconciliase con Dios.
+
+--Aunque hace ya mucho tiempo que no hemos hablado de asuntos
+religiosos--dijo el padre Gil, sentándose al pie de la cama e inclinando
+su cabeza hacia el mayorazgo,--presumo que sus ideas no habrán cambiado
+desde la última vez que hemos discutido. Sin embargo, en estos momentos
+en que su vida corre algún peligro, ¿no siente usted la necesidad de una
+fe que le alumbre en las tinieblas en que puede ser envuelto, de alguna
+esperanza que le consuele en este amargo trance?
+
+--Ninguna... He llegado felizmente al desenlace de la horrible
+comedia... Todos los hombres juegan en ella un papel bien poco airoso...
+El mío ha sido tristísimo...
+
+--Verdad, D. Álvaro... Es usted uno de los hombres más desgraciados que
+he conocido. Por lo mismo creo que, o no hay justicia en el cielo, o
+recibirá en él la recompensa de sus dolores si se arrepiente en este
+instante de sus pecados... y también de sus ideas anticristianas.
+
+Estas últimas palabras las pronunció el padre Gil en voz más baja, como
+si sintiera vergüenza.
+
+--Ni en el cielo ni en la tierra... hay esa justicia ridícula que usted
+supone... Pero hay otra más grande... y se va a cumplir ahora.
+
+--Y tantos dolores como usted ha experimentado, ¿serán infructuosos?
+¿No se cree usted con derecho a una compensación?
+
+--No... Soy profundamente culpable por el hecho de haber nacido.
+
+--Eso es horrible, D. Álvaro, y además absurdo. Los dolores de este
+mundo nos hacen creer que éste es un pasaje de tránsito y prueba, que
+después de esta vida, triste y amarga, hay otra eterna donde nuestra
+alma inmortal gozará al fin la felicidad más pura. Usted, que ha
+padecido más que los otros, gozará de mayor premio.
+
+--¡Oh, no!... ¡No quiero premios!... ¡No quiero vida futura!... Quiero
+reposar... ¡reposar eternamente!... ¡Qué dulce... es esta palabra,
+padre!... ¡No sentir ya nunca más los latigazos de la naturaleza ni las
+puñaladas de los hombres!... ¡No sentir este cuerpo miserable que tanto
+me ha hecho padecer! ¡No sentir los dientes de esa infame royéndome el
+corazón lentamente!... Escuche usted, padre... Si usted me tiene
+siquiera un poco de lástima... no intente quitarme esta última
+ilusión... Si sabe usted que hay cielo, cállelo... No turbe usted, por
+cuanto más haya querido en el mundo, esta paz bendita en que voy a
+entrar...
+
+El P. Gil, sacudido por un estremecimiento de tristeza y compasión,
+comenzó a llorar.
+
+--Gracias... gracias por esas lágrimas--dijo el enfermo sonriendo.--Al
+mismo tiempo dejó caer su mano, trasparente como la porcelana, sobre la
+del sacerdote y la apretó suavemente.
+
+Hubo un largo y triste silencio. El P. Gil, con la mirada extática,
+clavada en el balcón, meditaba. El moribundo, con los ojos cerrados,
+parecía prepararse a conciliar el sueño dulce que anhelaba. La estancia
+se oscurecía por momentos fuertemente y en otros se esclarecía,
+revelando la espesura de las nubes que interceptaban la luz del sol.
+
+--Pero ¿no siente usted horror a la nada, al aniquilamiento
+absoluto?--exclamó al fin el P. Gil con cierta violencia, como si
+argumentase contra su propio pensamiento.
+
+El mayorazgo abrió los ojos sorprendido.
+
+--¿Cómo?... ¿Si no tengo miedo a la nada?... ¡Oh, no! A lo que tengo
+miedo es a la vida... Todos se casan con ella al nacer, y a todos les
+sale p... Unos lo dicen como yo... Otros lo callan por vergüenza, como
+hacen la mayor parte de los maridos.
+
+--¿Y si Dios le condenase después de esta vida a eternos tormentos por
+haber blasfemado tanto?
+
+El moribundo sonrió con trabajo.
+
+--Eso lo han inventado ustedes los clérigos... para turbar la paz de
+esta hora... de esta hora dichosa... Pero yo la he comprado demasiado
+cara para desprenderme de ella...
+
+Hubo otro largo silencio. El enfermo volvió a cerrar los ojos. Aparte de
+cierta extraña agitación en los dedos, su actitud tranquila confirmaba
+el sentido de sus palabras. Parecía estar gozando con voluptuosidad de
+la insensibilidad que poco a poco penetraba en su ser, de los preludios
+de la nada.
+
+--Y sin embargo--concluyó por decir el P. Gil, exhalando un suspiro y
+con los ojos clavados siempre en el balcón,--¿no sería infinitamente más
+dulce esta hora si fuese la entrada de una nueva vida, si por nuestra
+alma bajase una legión de ángeles que la llevasen a gozar de Dios
+eternamente, como creemos los cristianos?
+
+El mayorazgo alzó un poco los ojos e hizo signos de negación con la
+cabeza. Volvió a cerrarlos. Pero haciendo al cabo de algunos instantes
+un esfuerzo para incorporarse, dijo con voz más firme:
+
+--Para que la vida en otro mundo me fuese soportable... sería forzoso
+que trasformasen mi ser por completo... Mi carácter por sí sólo bastaría
+para aburrirme... Déjeme usted reposar en paz... Deje usted, padre, que
+se destruya el error fundamental de mi existencia... Ni yo ganaría nada
+con perpetuarme... ni el Universo tampoco... Ahí quedan otros millones
+de seres encargados de sostener el fardo de la vida.
+
+--¡Pero es horrible entrar en una noche sin límites, eterna!
+
+--No tal... La vida es una pesadilla... La muerte es un sueño
+tranquilo...
+
+Cerró de nuevo los ojos. El P. Gil le apretó cariñosamente la mano,
+exclamando:
+
+--¡Quién sabe!
+
+La mano del moribundo se estremeció levemente. El excusador no volvió a
+desplegar los labios. Inclinó la cabeza sobre el pecho y cerró también
+los ojos, apretándolos con las yemas de los dedos, cual si tratara de
+contener el torrente de pensamientos que se escapaban de su cerebro. El
+viento y la lluvia habían cesado. No se oía en la estancia más que el
+rumor lejano de las olas batiendo contra los peñascos.
+
+La meditación del sacerdote fue larga y dolorosa. La hoja aguda y fría
+del escepticismo penetraba en sus entrañas: una mano cruel la revolvía
+sin piedad para desgarrárselas mejor. Lo que aquel hombre, enloquecido
+por el dolor, decía quizá no fuese cierto. Pero ¿lo era lo que afirmaba
+el cristianismo? Éste, en último resultado, también era una tentativa
+para explicar la Existencia y el Universo, más hermosa, más consoladora
+que las demás... pero al fin una tentativa. Ninguna seguridad podíamos
+tener de ella, pues que no la tenemos de nuestra facultad de conocer las
+cosas.
+
+Cuando al cabo de un rato largo levantó la cabeza, el susto que recibió
+le hizo dar un salto en la silla. D. Álvaro se estaba muriendo. Tenía la
+boca abierta y recogía en silencio el aire, que ya no bastaba a mover
+sus deshechos pulmones.
+
+--¡D. Álvaro! ¡D. Álvaro!--le gritó, sacudiéndole.
+
+No respondió. El P. Gil cogió el abanico que estaba sobre la mesa de
+noche y se apresuró a darle aire. Al mismo tiempo gritó:
+
+--¡Madrina! ¡madrina! ¡Venga usted!
+
+D.ª Eloisa y la criada se precipitaron en la habitación. En vano
+trataron de reanimar al moribundo dándole aire después de incorporarle,
+abriendo el balcón, frotándole los pies con un cepillo, haciendo todo lo
+que les sugería en aquel momento su imaginación. Era el último ataque de
+disnea. Abría de vez en cuando la boca. Movía los dedos con ligeras
+sacudidas. Pero su fisonomía se iba inmovilizando rápidamente. El hombre
+trasmigraba a la estatua; el alma se convertía en piedra.
+
+Aspiró tres o cuatro veces seguidas el aire y quedó rígido, inmóvil, con
+los ojos y la boca entreabiertos.
+
+D.ª Eloisa se abrazó a él sollozando y cubrió de besos su faz
+cadavérica. La criada rompió a gritar como si la estuvieran golpeando.
+El padre Gil se dejó caer de rodillas y se puso a leer en voz baja por
+su breviario.
+
+Al cabo de un rato D.ª Eloisa y la criada también se arrodillaron al pie
+del lecho y oraron. Pero aquélla, viendo asomar una lágrima por entre
+las pestañas de su hermano, se levantó prontamente y la recogió con el
+pañuelo. Era la lágrima que vierten los que acaban de morir; lágrima de
+protesta de la criatura contra el poder aciago que la ha sacado de la
+nada sin pedírselo.
+
+--¡Mire usted, padre, qué sosiego, qué quietud tan dulce respira su
+fisonomía!--exclamó la buena señora, contemplando a su hermano con ojos
+de dolor y ternura.--¡Bien se conoce que al fin se ha reconciliado con
+Dios!
+
+El sacerdote dejó caer el libro sobre el lecho y se tapó el rostro con
+las manos.
+
+
+
+
+XII
+
+
+Obdulia manifestó a su confesor que estaba resuelta a dejar el mundo y
+consagrarse por entero a Dios en un convento. No pudo darle noticia más
+grata. Hacía ya mucho tiempo que las preferencias, la exagerada sumisión
+y hasta idolatría que la joven devota se complacía en mostrarle
+inquietaban al P. Gil. La última extravagancia que había cometido, y de
+la cual le enteró el secretario del obispo, le puso en un estado tal de
+confusión y enojo que en muchos días no quiso hablar con ella, ni menos
+se avino a confesarla. El suceso había trascendido y se comentaba mucho
+y se reía no poco también. Claro que quien perdía principalmente era
+ella; pero de reflejo también se menoscababa la dignidad del sacerdote.
+La joven estaba avergonzada. No se presentaba en público ni en casa de
+sus amigas, y hasta procuraba ir a la iglesia a las horas en que no
+hubiese gente. Pero estaba aún más afligida, con la actitud de su
+confesor, que avergonzada. Quizá por esto, y para granjearse de nuevo su
+voluntad, le fue a noticiar una tarde al confesonario la determinación
+que había tomado.
+
+No vaciló en darle su consentimiento. Una devoción tan exaltada, un
+anhelo tan vivo de penitencia y sacrificio se hallarían más a su grado
+entre las paredes de un convento que en medio de las impurezas de la
+vida mundanal. A decir verdad, siempre le había sorprendido un poco que
+su penitenta no se acordase de la vida monástica, tan conforme con sus
+inclinaciones. Luego, la edad a que había llegado, traspuesta ya la
+primera juventud, no hacía temer que su resolución fuese hija de un
+deseo efímero, de una fugaz exaltación romántica, como suele acaecer a
+las niñas de quince a veinte años. No sólo, pues, se manifestó conforme,
+sino que la alentó con suaves palabras a persistir en ella y a llevarla
+a cabo en el plazo más corto posible. Quedó en principio acordado entre
+ambos que se buscarían los medios más adecuados para ello. El P. Gil,
+aunque no se lo confesase claramente, estaba contentísimo de librarse
+de aquella inquieta y enfadosa beata, que a todas horas le molestaba, y
+que el día menos pensado podía comprometerle gravemente.
+
+Se trató la cuestión de convento. El P. Gil deseaba que fuese al de
+Agustinas de Lancia, pero la joven prefirió una regla más estrecha. En
+un pueblecito de Castilla llamado Astudillo existía un convento de
+Carmelitas Descalzas, donde estaba de superiora una prima suya. Era un
+retiro dulce, remoto; no había más que diez o doce monjas: un rinconcito
+del cielo, como le decía cierto capellán que lo había visitado. A ése se
+empeñó en ir, y su confesor no tuvo al fin más remedio que ceder.
+
+Quedaba la cuestión más grave; el permiso de su padre. Obdulia la
+presentó desde luego como muy ardua. Osuna no tenía más hija que ella.
+Era verosímil que se resistiera a perderla para siempre. Mostrábase
+reacia, temerosa, para hablarle: dejó trascurrir días y días sin
+intentarlo. El P. Gil la animaba representándole que nada reprobado iba
+a solicitar de él. La resolución de retirarse del mundo era buena y
+piadosa para la Iglesia. Para los que no creyeran en ésta, indiferente,
+nada tenía de inmoral; dependía en un todo del gusto o vocación de la
+persona. Si un padre consiente que un hijo se case o elija carrera
+acomodada a sus aficiones, ¿por qué no ha de permitir que otro busque
+su felicidad en el silencio de una celda? Sobre todo, nada tenía de
+ofensivo para su autoridad el solicitarlo humildemente. Si lo negaba, se
+alegarían razones; tal vez se llegase a convencerle.
+
+Finalmente, después de muchas idas y vueltas, tentativas y sustos y
+vacilaciones, las cuales rodeaba la exaltada doncella de gran aparato y
+misterio, se decidió un día a acometer aquella empresa espeluznante.
+¡Cielo santo, en qué estado de confusión y terror llegó aquella tarde al
+confesonario! Su padre se había puesto loco, rabioso, al solo anuncio de
+lo que deseaba hacer. No quiso escuchar razones; la increpó, la injurió
+y la arrojó de su cuarto a empellones. Jamás consentiría en darle
+permiso. Primero quisiera verla muerta, y aun la mataría por su propia
+mano. El P. Gil halló exagerada y hasta irracional aquella oposición, y
+manifestó propósitos de dirigirse él mismo a Osuna y hacerle comprender
+que no tenía derecho a violentar de tal modo la inclinación de su hija,
+sobre todo considerando que no era una niña privada de reflexión.
+Obdulia se apresuró a disuadirle de este empeño. Su padre había dicho en
+un arranque de enojo que consideraría como enemigo a cualquiera que le
+hablase del asunto, que no le escucharía y le arrojaría de su casa.
+
+Fue preciso resignarse por el momento, esperando tiempo más propicio.
+Sin embargo, la piadosa joven manifestaba cada día mayores y más
+vehementes deseos de abandonar el mundo para siempre. Esto la
+reconciliaba con el P. Gil, que había comenzado a desestimarla. Varias
+veces, desde el primer intento, había abordado a su padre, pero siempre
+en vano y con desgracia. Osuna se oponía cada vez con más alta
+violencia. Desde que supiera el propósito de su hija se mostraba con
+ella despegado, la trataba con extraordinaria dureza; en todas
+ocasiones, pero sobre todo a la hora de comer, hacía befa de su devoción
+y se complacía en atormentarla con burlas sangrientas que le hacían
+llorar. Y no sólo con palabras, sino también con obras la torturaba
+despiadadamente. Afirmaba tener los brazos negros de los pellizcos que
+la infligía en cuanto se tocaba la cuestión del convento. Un día mostró
+a su confesor una oreja rota, de un tirón del feroz jorobado; otro,
+llegó con una mejilla inflamada y renegrida por haberle tirado un
+cepillo a la cara. El P. Gil estaba horrorizado y confundido. No sabía
+qué hacer ni aconsejar.
+
+Los malos tratos y la violencia de las escenas que con su padre tenía a
+todas horas llegaron a tal extremo que un día declaró a su confesor
+hallarse resuelta a no padecerlos más tiempo. Tenía el propósito de
+entrar en el convento a despecho de todos los obstáculos que se le
+presentasen. Si el P. Gil la ayudaba en su empresa, se escaparía de la
+casa paterna y entraría inmediatamente en la de Dios. Quedó aquél
+asustado y confuso ante tan arrebatada determinación. No se le ocultaba
+que la joven tenía razones poderosas para desobedecer la autoridad de su
+padre, y si se quiere para huirla. Pero el caso era muy grave. Desde
+luego trató de disuadirla aconsejándole calma y resignación. Acaso con
+el tiempo Osuna se convencería, le tocaría Dios en el corazón y podría
+realizarse con su anuencia lo que tanto anhelaba.
+
+Obdulia no quiso escucharle. Había padecido ya demasiado. Dios no podía
+querer que obedeciese a un padre tirano y cruel que desobedecía él mismo
+las leyes divinas poniendo trabas a la salvación de una hija. Con muchas
+lágrimas y extremosos ademanes le rogó que la socorriese en aquel
+trance, que la condujese al convento de Astudillo. El sacerdote se negó
+rotundamente a ello. Volvió a aconsejarle calma y que buscase siempre
+por los medios suaves de la obediencia y la humildad ganar el
+consentimiento de su padre. Pero Obdulia, conducida a la desesperación
+por el creciente rigor de éste, le dijo al fin de un modo terminante que
+si en el plazo de ocho días no se decidía a acompañarla al convento, se
+escaparía de la casa y se iría sola.
+
+Gran turbación arrojaron estas palabras en el espíritu del joven
+excusador. Ayudar tan directamente a cometer una desobediencia le
+causaba repugnancia. Pero consentir que un padre abusase de tan bárbara
+manera de su autoridad para violentar la inclinación de su hija y
+contrariar la voluntad misma de Dios, que la llamaba hacia sí, tampoco
+le parecía bien. Por algunos días lucharon dentro de él estas opuestas
+tendencias. Obdulia le veía preocupado, irresoluto. Con astucia le iba
+atrayendo a la determinación que ella deseaba, haciéndole entender, cada
+vez con más fuerza, que si se negaba a acompañarla se marcharía sola.
+Esto le parecía al excusador el colmo del escándalo. Además, se
+expondría a mil accidentes lamentables, y acaso a su perdición completa.
+Consentirlo, era echar sobre la conciencia una terrible responsabilidad.
+Pensó prevenir a su padre; pero la joven, que le adivinó el pensamiento,
+le declaró con firmeza que sería inútil y aun nocivo para todos este
+paso. En cuanto tuviese un momento libre para escaparse, lo haría aunque
+fuese a medianoche.
+
+El P. Gil tuvo la debilidad de ceder. Con la viva imaginación que la
+caracterizaba, la hija de Osuna se puso a idear los medios de llevar a
+cabo su propósito. Era condición de su temperamento el no hacer nada por
+medios naturales y sencillos. Para que saliese a gusto suyo, todo había
+de ser laberíntico, extraño, violento. El plan era el siguiente: el P.
+Gil se iría una mañana a Lancia, alquilaría un coche y volvería con él
+por la noche. Lo dejaría en las cercanías de la villa y vendría a dormir
+a su casa. Por la mañanita, antes de amanecer, saldría ella con pretexto
+de ir a misa, tomaría por la carretera de Lancia y se reunirían en el
+lugar designado de antemano: se meterían en el coche e irían a tomar el
+tren de Castilla a una estación más allá de Lancia, para despistar a su
+padre, si por acaso pretendía perseguirla.
+
+No le pareció bien al excusador este proyecto: le causaba instintiva y
+profunda repugnancia. Hizo algunas observaciones, pero todas se las
+desbarató prontamente la joven con su facundia y aguzado ingenio. Le
+hizo ver que cualquier otro ofrecería más graves inconvenientes; fue
+paliando con arte los que en éste pudieran chocar más a su confesor; le
+aturdió con tanta palabrería. El carácter débil y bondadoso del padre
+Gil no supo resistir a aquellos ataques, y convino al fin en poner en
+práctica lo que su penitenta había imaginado.
+
+Un lunes del mes de Abril salió nuestro excusador en la diligencia de
+Lancia, con pretexto de ir a consultar sus achaques con un médico amigo.
+Obdulia se personó poco después en su casa. Habían enterado a D.ª Josefa
+de todo. Al ama le parecía tan mal como al excusador aquel plan, y en
+su interior llamaba «enredadora y liosa» a la beata; pero era tanto el
+gusto que sentía por verse desembarazada de ella, que calló y pasó por
+todo. Existía siempre entre ambas una rivalidad fácil de explicar.
+Obdulia, con ocasión o sin ella, visitaba a su confesor, vigilaba su
+bienestar doméstico, unas veces arreglándole la ropa, otras enviándole
+algún plato de su gusto, etc. Esto indignaba de un modo indecible a D.ª
+Josefa. La odiaba a par de muerte. Decía de ella perrerías en todas
+partes, y por causarle daño, estuvo a punto de comprometer varias veces
+a su amo. No es extraño, pues, que conociendo todo lo ridículo y
+peligroso de la escapatoria, la favoreciese, alentando al P. Gil,
+disipando sus escrúpulos. No veía en ella más que un medio de librarse
+para siempre de aquella insufrible verruga que le había salido.
+
+Lo primero que hizo la joven fue pedir al ama una maleta para colocar en
+ella la ropa que su confesor había de necesitar en el viaje. Doña Josefa
+trajo del desván un saquito de noche.
+
+--Esto es muy pequeño, señora. Aquí no cabe nada.
+
+--¿Cómo pequeño?...--preguntó el ama, estupefacta.--Aquí cabe ropa para
+una porción de días. ¿Cuánto tiempo ha de estar por allá el señor
+excusador?
+
+--Poco, poco--se apresuró a decir con manifiesta turbación, poniéndose
+colorada.--Pero ya ve usted, en los viajes nunca se sabe lo que puede
+ocurrir... A lo mejor falta la diligencia o las caballerías... Una
+enfermedad... ¡Quién sabe!...
+
+--¡Válgala Dios, señorita, no se ponga a pensar esas cosas!... Iré por
+otra. Por falta de maleta no se quede.
+
+Entre ambas acomodaron en ella algunas mudas de ropa blanca, zapatillas,
+peines, el breviario, etc., etc. Ya que hubieron terminado la tarea, no
+larga ni difícil por cierto, Obdulia se sentó en el sillón del clérigo,
+declarando que estaba cansadísima, que aquella noche apenas había
+dormido con la zozobra que produce siempre una resolución tan decisiva,
+y que le vendría bien echar un sueño. D.ª Josefa la dejó reposar
+tranquilamente y se fue a sus quehaceres.
+
+Cuando la sintió trajinar allá abajo, por la cocina, levantose y se puso
+a examinar con placentera mirada cuantos objetos había en la estancia.
+Todos los tocó con sus manos. Particularmente aquellos de uso más
+inmediato y personal para su confesor, como los peines, las plumas de
+escribir, la fosforera, etc., fueron objeto para ella de una atención
+viva, ansiosa: les daba vueltas entre sus dedos con emoción, mientras
+una sonrisa tierna y sumisa vagaba por sus labios. Un alzacuello usado
+yacía sobre una silla. Se detuvo delante de él, lo alzó y lo contempló
+unos momentos con interés; luego, echando una mirada tímida a la puerta,
+lo llevó a los labios dos o tres veces y lo dejó donde estaba.
+Permaneció algunos minutos inmóvil, de pie en medio de la habitación,
+con los ojos en el vacío, enajenada por intensa meditación. Sus ojos
+tornaron al cabo a brillar sonrientes, y una ola de leve carmín se
+esparció por sus mejillas. Dio algunos pasos con pie vacilante y se paró
+al fin a la puerta de la alcoba. Con una mirada intensa abrazó cuanto en
+ella había. El lecho del sacerdote era pequeñito, de madera blanca;
+blanca también la colcha que lo cubría; las almohadas y las sábanas
+finas, pero sin encajes. Parecía la cama de una colegiala. Obdulia la
+contempló largo rato, como si no hubiera visto jamás cosa más
+sorprendente. En su rostro se notaban los signos de una emoción
+respetuosa, la que se siente al penetrar en el camarín donde se guardan
+las reliquias en las catedrales.
+
+Así permaneció sin osar mover un pie, la faz blanca, los ojos anegados
+en gozo extático como si estuviese en un baño tibio y perfumado. Súbito
+dio un paso atrás, corrió a la puerta del gabinete, la entreabrió, asomó
+la cabeza y escuchó. Dª Josefa seguía en la cocina. La cerró nuevamente
+y volvió en puntillas a la alcoba. Detúvose un instante, y avanzó
+después hasta tocar en la cama. Puso sobre ella las manos. El corazón
+le golpeaba en el pecho fuertemente. Dejose caer de bruces, y con mucha
+delicadeza para no deshacer la ropa se subió a ella y se extendió,
+apoyando la cabeza en las almohadas. Corrió por todo su cuerpo un
+estremecimiento inexplicable de placer, de miedo, de vergüenza; un
+estremecimiento delicioso que la dejó lánguida y desvanecida con los
+ojos cerrados y el rostro pálido. Al cabo de un rato se volvió y hundió
+sus mejillas en la almohada, aspirando con narices y boca el olor que
+los rubios cabellos del P. Gil habían dejado en ella. Frotó repetidas
+veces la cara contra el lienzo, percibiendo un cosquilleo gratísimo que
+le penetraba hasta el alma. Gozaba con todo su cuerpo, como si mil bocas
+la estuviesen besando a un mismo tiempo. Se dejó estar un largo rato
+quieta, perdida en un sueño feliz, celeste, sacudida por leves
+estremecimientos de una dulzura tan grande que le hacía daño. Sentía una
+angustia deliciosa; suspiraba sin apartar el rostro de la almohada para
+no romper la alegría que la inundaba. Se iba aletargando lentamente. Sus
+miembros empezaban a dormir, privados de movimiento. Una niebla se
+esparcía por su mente, borrando y confundiendo las imágenes. Pero su
+corazón latía siempre con violencia, como si toda la vida se hubiera
+refugiado en él. Cuando se levantó al cabo de una hora, tenía las
+mejillas sonrosadas, los ojos brillantes: una sonrisa humilde,
+vergonzosa, trasfiguraba su rostro marchito, prestándole una suavidad
+cándida y virginal que jamás había tenido. Si en algún momento de su
+vida estuvo hermosa, fue en aquél.
+
+Se apresuró a arreglar la cama haciendo desaparecer toda señal de haber
+descansado en ella y salió de la estancia; se despidió de Dª Josefa y
+fue a su casa.
+
+Al oscurecer llegó el P. Gil; se vio con él y convinieron en salir a la
+madrugada, antes que fuese día, y montar en el coche que aquél había
+dejado en las inmediaciones. Dª Josefa envió, de noche ya, las maletas
+por su sobrino a cierta venta no lejana de Peñascosa.
+
+Gran rato antes de percibirse la claridad de la aurora, llamó Obdulia
+discretamente a la puerta de la casa de su confesor. Salió Dª Josefa a
+abrirle. El P. Gil estaba ya listo. Tomaron apresuradamente chocolate, y
+después de haber besado a Dª Josefa con efusión, la presunta monja salvó
+la puerta y se deslizó rápidamente por la calle abajo. Diez minutos
+después salió el P. Gil. La noche estaba oscura y húmeda. Había llovido
+bastante. La calle, llena de charcos; la carretera, de lodo. Fuera ya de
+los arrabales, Obdulia esperó a su confesor y juntos se dirigieron a la
+venta donde paraba el coche. Mientras llegaron allá no cruzaron ninguna
+palabra. El P. Gil caminaba silencioso, taciturno, revelando bien a las
+claras un mal humor que no era frecuente en él. Tardó un rato el cochero
+en enganchar. Mientras duró la operación, la futura monja se metió en la
+venta. El P. Gil permaneció fuera, presenciándola. Uno y otro fueron
+objeto de gran curiosidad para la ventera, para sus hijos, para el
+mayoral y el mozo del coche. Apenas les quitaban ojo. El joven
+presbítero observó que cambiaban entre ellos algunas miradas expresivas
+y burlonas que le avergonzaron. Vio repentinamente la falsedad de su
+situación, la enorme tontería que había hecho. Otro hombre de más
+carácter hubiera retrocedido en aquel instante. Tuvo amagos de hacerlo,
+vaciló si le diría a la joven que le era imposible acompañarla; al fin
+no se atrevió, y cuando el cochero advirtió que todo estaba listo y
+Obdulia le dijo con su viveza característica: «Vamos, padre; pronto...
+¡arriba!» subió al carruaje con la resignación de un cordero.
+
+Empezaba a amanecer. Clareaba el horizonte y soplaba un viento húmedo y
+caliente, propio de primavera y de tiempo achubascado. El carruaje
+rodaba por la carretera, haciendo saltar nubes de lodo. Era una
+carretela vieja que en otro tiempo debió de pertenecer a un particular.
+Obdulia se colocó en la trasera y el P. Gil en la delantera, lo más
+lejos posible. Siguió mostrándose serio y taciturno, más aún que antes.
+La joven le observaba con el rabillo del ojo, y adivinando lo que pasaba
+en su espíritu, permanecía silenciosa también, en un estado de
+recogimiento que diera buena muestra de sus místicos pensamientos. Para
+ayudar a ella, dijo al cabo de media hora de silencio:
+
+--Padre, no hemos pedido a San José que nos proteja en nuestro viaje.
+
+--Es cierto--respondió el clérigo, cuyos ojos claros, azules, vagaban
+perdidos por el paisaje, que empezaba a desembozarse del manto oscuro de
+la noche y salía fresco y hermoso y goteando todavía de su baño
+prolongado.
+
+--¿Quiere usted que le recemos cinco padrenuestros?
+
+El sacerdote se despojó del sombrero en silencio y comenzó en voz baja a
+decir el padrenuestro. Obdulia le respondió con verdadera emoción,
+también en voz baja. Formaban la del uno y la del otro un murmullo
+suave, discreto, que sin saber por qué llenaba de emoción el alma de la
+joven. Sentíase poseída de una languidez extraña, de una felicidad
+íntima, que aniquilaba o adormecía su pensamiento. El ruido sordo de las
+ruedas del coche y el cascabeleo de las mulas contribuían a sumergirla
+en este arrobamiento. Cuando terminaron, quedó largo rato ensimismada.
+Por su gusto aquella oración no se hubiera terminado nunca.
+
+Pero el joven presbítero se había puesto el sombrero y miraba otra vez
+por la ventanilla. El paisaje se animaba bajo la claridad rosada de la
+aurora. El viento había barrido los nubarrones hacia el poniente y
+dejaba en la parte de levante una claraboya por donde surgía
+esplendoroso el disco del sol. Aquella visión le apartó del mísero
+cuidado que ocupaba su mente. Sintió un estremecimiento y cayó de nuevo
+en la idea fija, terrible, que desde hacía algunos días le roía el
+corazón. Volvió a sentir aquella angustia opresora que hinchaba poco a
+poco su pecho y que amenazaba ahogarle. Dejó de existir Obdulia y cuanto
+tenía a su alrededor. No quedó en el Universo más que su pensamiento
+frente al gran problema del conocer.
+
+Aquélla, que le observaba atentamente, no se atrevió en mucho tiempo a
+turbar su éxtasis. Pensaba que lo que le ponía taciturno era lo que le
+había leído antes en los ojos, el pesar de haberse colocado en una falsa
+situación. Sin embargo, concluyó por hablar y adoptó el tono jocoso.
+Quería distraerle a todo trance.
+
+--Padre, está usted muy pensativo. Usted tiene hambre.
+
+El sacerdote hizo un esfuerzo para sonreír.
+
+--No tal.
+
+--Sí, la tiene; no me lo niegue usted. ¡Y el hambre nos hace pensar unas
+cosas tan tristes!... Verá usted cómo yo le quito en un momentito esa
+cara de vinagre y se la pongo de jerez amontillado... Aquí lo traigo en
+este frasco...
+
+Al mismo tiempo abrió un saquito de piel que traía en la mano y comenzó
+a sacar vitualla y dos o tres frascos con vino y leche.
+
+--Yo necesito verle a usted con cara de pascua, padre--prosiguió
+mientras desenvolvía los papeles blancos en que traía envueltas las
+rajas de carne, de pescado, los pastelitos, etc.--En cuanto le veo a
+usted esa arruguita ahí... ahí--y le tocó con su dedo en la frente: el
+sacerdote la retiró con viveza,--ya me tiene usted más triste que la
+noche... ¿Por qué será?... ¿Por qué no será?... Usted, que sabe tanto,
+me lo dirá.
+
+Las últimas palabras las dijo canturreando y afectando distracción.
+
+--¡Ea! Voy a poner la mesa... Tenga usted quietecitas las piernas, que
+necesito de ellas en este momento.
+
+Juntó las suyas con las del clérigo, extendió una servilleta por encima
+y fue colocando los víveres. Los frascos con el vino los puso en el
+suelo.
+
+--Me parece que no habrá necesidad de que saque los tenedores,
+¿verdad?... Seamos humildes. Comamos con los dedos.
+
+--¿Es humildad, o es que le sabe mejor así?--preguntó sonriendo el P.
+Gil.
+
+Obdulia soltó la carcajada.
+
+--Es usted mi confesor y no puedo decirle mentira. Me gusta así mucho
+más... Es de las pocas cosas sucias que me gustan.
+
+--Eso último tampoco es humildad--dijo el confesor sin dejar de sonreír.
+
+--Vaya, vaya, no se me ponga regañón y coma con garbo... si es que
+sabe... que estoy viendo que no... Pero ¡criatura! ¿Qué hace usted ahí
+echando bocados a ese trozo de mero sin quitarle las espinas?... ¿No ve
+usted que se le puede clavar una en la garganta?... Deme usted acá--y se
+la arrebató al mismo tiempo de las manos.--Verá usted cómo yo se las
+quito sin dejar una... Digo... si es que usted no tiene asco a mis
+dedos...
+
+El P. Gil se apresuró a hacer signos negativos.
+
+--Salen ahora mismo de los guantes... Además--exclamó riendo,--usted me
+tiene mucho cariño y lo come más a gusto pasando por mis manos... ¡Qué
+tonta soy! ¿Verdad, padre?--añadió bajando la voz.
+
+--Tonta, no. Un tanto ligera, sí--repuso el sacerdote, acompañando estas
+palabras con una sonrisa para desvirtuar su aspereza.
+
+La joven se puso encarnada. La conversación se hizo más seria.
+
+Cerca de las nueve divisaron las torres de Lancia y la gran cortina
+negra de montañas que cierra su horizonte. El cielo estaba despejado. El
+viento soplaba tibio del Sur. La mañana ofrecía esa dulzura exquisita
+que se observa en algunos días de primavera.
+
+El P. Gil advirtió al cochero que pasase cerca de la capital sin entrar
+y se dirigiese a la primera estación del ferrocarril, distante una legua
+de ella. Había resuelto tomar el tren allí para mayor recato. La
+estación, se llamaba la Reguera. Cuando llegaron eran las once. Debían
+esperar dos horas y media, porque el tren no pasaba por allí hasta la
+una y cuarenta.
+
+La Reguera estaba situada al extremo de un pintoresco y risueño valle.
+Desde la estación, asentada en un alto terraplén, se divisaba todo
+perfectamente. Circundábalo un cinturón de colinas suaves vestidas de
+árboles y praderas y después de éste otro de altas y escuetas montañas,
+cuyos tonos rojizos formaban hermoso contraste con el verde del primero.
+En el llano había un mosaico caprichoso de prados con lindes de
+avellanos, tierras de maíz y arboledas. Por el medio atravesaba
+majestuoso un río ancho, cristalino, que, herido por el sol, parecía una
+gran faja brillante de plata. Así que despidieron el coche, Obdulia
+propuso a su confesor el bajar a este llano y aguardar allí la llegada
+del tren. Aceptó gustoso, por librarse de las miradas de la gente de la
+estación. Bajaron por un sendero estrecho y empinado y entraron en un
+bosque de castaños que se prolongaba hasta la orilla del río. El
+sacerdote advirtió que estaba muy húmedo, pero la joven marchaba delante
+dando gritos de alegría, metiéndose hasta la rodilla en la yerba,
+batiendo las palmas como una niña a quien perdonasen la escuela. Las
+grandes copas de los castaños aún no estaban vestidas del follaje que
+ostentan en el verano. Los rayos del sol, pasando al través de sus ramas
+descarnadas, bebían el agua fresca que formaba charcos entre el césped.
+
+Obdulia no paró hasta llegar al talud guijarroso que servía de margen al
+río. Allí se detuvo y volvió la vista atrás y contempló con semblante
+risueño a su confesor, que venía tomando precauciones, apoyando con
+cuidado el pie en los sitios más secos. Tenía el rostro encendido por la
+carrera, los cabellos revueltos y sus grandes ojos negros brillaban con
+expresión de vivo placer.
+
+--¡Ande usted, cobarde! ¿Tiene miedo a morirse por los pies?
+
+--Y si pilla usted un catarro, ¿cómo podrá resistir la vida dura del año
+de noviciado?--repuso el clérigo aproximándose.
+
+Por los ojos de la joven pasó una nube sombría y quedó repentinamente
+seria. Luego, haciendo un esfuerzo para animarse, dijo:
+
+--¿A que no se atreve usted a desenganchar esa lancha para que demos un
+paseito por el río?
+
+--¡Ya lo creo que no!
+
+--Pues yo sí... Ahora va usted a ver.
+
+Una gran barca vieja y deteriorada, que servía para trasportar a los
+paisanos de una orilla a otra en los días de mercado, yacía amarrada por
+una cadena a la orilla, debajo de unos juncales que la sombreaban.
+
+--¡Ay, qué lástima!--exclamó la joven devota cogiendo entre sus manos la
+cadena.--¡Tiene candado!
+
+--Me alegro. Eso evita que usted hiciera una locura.
+
+--Pues yo no renuncio a flotar un poco. Me meto dentro. Soy de puerto de
+mar y el agua es mi elemento.
+
+Y diciendo y haciendo, saltó con decisión en la barca, que se inclinó de
+un lado para recibirla; se fue por encima de los bancos hasta la popa, y
+allí se sentó.
+
+--¡Oh! ¡Qué bien se está aquí a la sombra! Y hay su cachito de
+balanceo... Véngase, padre. En ninguna parte se puede esperar mejor...
+
+El clérigo saltó también por encima de los bancos, y se fue a sentar no
+lejos de ella. La sombra, en efecto, era grata en aquella hora del
+mediodía. La corriente balanceaba suavemente la lancha y producía al
+chocar un glu glu suave y cristalino que convidaba al sueño. Después de
+alegrarse de su buena fortuna por hallar asiento tan agradable y de
+cambiar algunas frases, ambos guardaron silencio. Obdulia inclinó su
+cuerpo sobre el agua y clavó los ojos en ella con expresión melancólica.
+El P. Gil dejó los suyos vagar por el horizonte, recorriendo sin verlas
+las altas montañas que aislaban el valle del resto del mundo. Y como
+siempre que quedaba un momento abstraído, la fatal duda volvió a flotar
+en su mente. ¿Qué era todo aquello que tenía a su alrededor? Una pura
+representación de su pensamiento, un producto de él, un sueño quizá...
+¡Un sueño!... Mientras dormimos también vemos, también palpamos, lo
+sentimos todo al igual que despiertos. ¿Por qué no ha de ser la vida un
+largo sueño? La diferencia que establece Kant entre la vigilia y el
+sueño le parecía deleznable. Porque el encadenamiento de las
+representaciones lo mismo existe en la una que en el otro. Lo único que
+rompe este encadenamiento es el acto de despertar. Pero muchas veces al
+despertar confundimos los acontecimientos del sueño con los de la
+realidad. ¿No indica esto bastante claramente que todo tiene el mismo
+origen y fundamento? ¿Por qué razón decimos que los unos son reales y
+los otros no?...
+
+Sacole de su intensa meditación la voz de Obdulia, que desde hacía
+algunos minutos le observaba.
+
+--Vamos, padre, no piense usted más en eso, y dígame de verdad si no
+está a gusto aquí.
+
+--¿En qué no he de pensar, hija mía?--respondió el sacerdote poniéndose
+levemente colorado, como si ya se lo hubiese adivinado.
+
+--¡En eso!... No sé lo que es, pero debe de ser algo malo cuando le hace
+a usted arrugar la frente y abrir unos ojazos pasmados como si viera
+delante un alma del otro mundo... Vamos, piense usted un poco en mí, ya
+que me he confiado a sus cuidados.
+
+--Ya pienso. ¿No acabo de advertir a usted que no debía mojarse los
+pies? Pero usted no hace caso--replicó sonriendo con benevolencia.
+
+--¡Eso es! Se acuerda usted de mí para regañarme... ¡Se ha vuelto usted
+muy regañón, padre!... En otro tiempo era usted más cobarde, más
+suavecito; todo lo decía dando rodeos, de miedo de ofender a una...
+¡Pero ahora! ¡Anda, anda, buenos rodeos te dé Dios!... Ya ha aprendido
+bien a regañar... Por supuesto--añadió cambiando de tono y acercándose
+más a él--que a mí me gusta más de esta manera. Yo quiero que mi
+confesor tenga firme por las riendas, que sea severo y hasta duro
+conmigo... Usted me riñe poco todavía, padre. Quisiera que usted fuese
+más severo... que me castigara fuerte... y hasta me pegara, para
+demostrarle bien mi sumisión.
+
+Dijo las últimas palabras con voz temblorosa y el rostro avergonzado,
+fijando en su confesor una mirada de tímida adoración. El rostro de éste
+expresó turbación y disgusto. Volvió la vista al otro lado y guardó
+silencio.
+
+Al cabo de unos instantes, la joven devota, que miraba melancólicamente
+al agua, dijo con ímpetu reprimido:
+
+--Cuánto daría porque se rompiese la cadena que sujeta esta barca y la
+corriente me llevase muy lejos... ¡muy lejos!... donde no viese nada de
+lo que he visto hasta ahora, donde todo lo que imaginara se realizase al
+instante... ¡Ah! Yo quisiera ir a parar a un valle más pequeño que éste,
+pero más risueño todavía: el cielo siempre azul, la tierra llena de
+flores y animales hermosos que viniesen a comer a mi mano. Y vivir allí
+sola con Dios y las personas que eligiese para acompañarme. Vivir
+enmedio de los campos y entender lo que dicen los árboles cuando el
+viento agita sus copas y lo que murmuran las fuentes y lo que gorjean
+las aves y lo que silban los insectos. Marchar siempre acompañados de
+una escolta de pajaritos de Dios que nos enseñaran el camino y nos
+deleitaran con su canto, embriagados por los aromas de las flores,
+inundados de luz, envueltos en la caricia de una primavera eterna. Esto
+es lo que soñaba cuando tenía catorce años. Y hoy, sin saber por qué,
+vuelvo a soñarlo otra vez... Pero no--añadió con voz profunda al cabo de
+una pausa, frunciendo fuertemente su frente pálida,--mejor sería que la
+barca me llevase a alguna gruta oscura entre peñascos inaccesibles y me
+volcase allí y me sepultase en sus aguas negras, para que nunca más se
+volviese a saber de mí... Así concluiría de una vez de padecer...
+
+Al pronunciar las últimas palabras se llevó las manos a la cara y
+comenzó a sollozar.
+
+El P. Gil la contempló un momento con ojos severos.
+
+--Lo que acaba de decir es una gran impiedad, tanto más grande y
+abominable, cuanto que sale de una boca que va a pronunciar muy pronto
+votos sagrados.
+
+--Perdón, padre... Son sueños nada más.
+
+--Pida usted perdón a Dios y prepárese de un modo más respetuoso para
+ser su esposa.
+
+El P. Gil se levantó al decir esto gravemente y salió de la barca.
+Obdulia le siguió con el pañuelo en los ojos.
+
+Subieron de nuevo a la estación. En una cantina próxima tomaron caldo y
+aguardaron la llegada del tren, que no se hizo esperar. No había ningún
+coche vacío, pero en uno estaba solamente una persona, y a él subieron.
+Partió el tren al instante. El viajero les miró distraídamente, con poca
+curiosidad, figurándose tal vez que eran hermanos. Sin embargo, al cabo
+de unos momentos la joven pidió a su confesor que le bajase la maleta de
+la rejilla para sacar un pañuelo. El viajero percibió que se trataban de
+usted, y entonces los examinó con viva atención. El padre Gil se turbó
+bajo su mirada fija, inquisidora. Por fortuna, a la tercera estación se
+bajó. Pero todavía, en pie sobre el andén, los seguía saetando con los
+ojos hasta que el tren se puso en marcha.
+
+Ambos guardaron silencio obstinado. El padre Gil ya no se sentía
+arrastrado por la metafísica; empezaba a atormentarle una sorda
+inquietud que llenaba su espíritu de temores, de vagos presentimientos.
+Sentía vergüenza singular desde que el viajero que se había apeado les
+observara con atención tan sostenida. Aquella muchacha le inspiraba
+miedo. Un tropel de pensamientos feos, insensatos, acudió a su cerebro y
+lo llenó de confusión. Tenía las mejillas encendidas y los ojos
+asustados. Procuraba evitar el encuentro con los de su penitenta, que
+sentía posados constantemente sobre él.
+
+Por atracción irresistible o por casualidad llegó un momento en que se
+cruzaron sus miradas. La joven dejó escapar una risita maliciosa. El
+sacerdote apartó prontamente la vista y permaneció grave, como si no la
+hubiera advertido. Al cabo de un rato volvieron, sin saber cómo, a
+encontrarse sus ojos, y otra vez soltó a reír la devota, mirándole con
+semblante alegre. El padre Gil no hizo aprecio de ello y volvió el suyo
+hacia la ventanilla. Pero Obdulia exclamó:
+
+--¿A que no sabe, padre, de qué me estoy riendo?
+
+--Usted dirá--repuso gravemente el clérigo sin volver la cabeza.
+
+--Pues de usted.
+
+--¿Por qué motivo?--preguntó con naturalidad y modestia.
+
+--Porque adivino perfectamente lo que está pensando. Usted teme que
+llegue la noche, como los niños... Empieza usted a estar violento con
+una mujer que todavía no es vieja, y se arrepiente ya de haber cedido a
+acompañarme...
+
+--No anda usted muy distante de la verdad--replicó el sacerdote con
+firmeza.
+
+Obdulia se turbó un poco; pero reponiéndose inmediatamente:
+
+--Eso prueba su gran modestia, padre. Un santo como usted no debe temer
+nada en ninguna situación. Yo, sin ser santa, estoy perfectamente
+tranquila.
+
+Estas palabras gustaron al P. Gil. Le respondió con benevolencia, y un
+poco más sereno y confiado, volvió a entablar conversación con ella,
+procurando mostrarse familiar y jocoso, tanto más cuanto que deseaba
+alejar el malestar y la inquietud que se cernía sobre ellos.
+
+Rezaron el rosario. Luego cenaron con la vitualla que traían. Mientras
+duró la cena, Obdulia estuvo oportuna y alegre. El clérigo le seguía el
+humor con cierta afectación para ocultar el embarazo que a su pesar le
+dominaba.
+
+Había cerrado la noche, una noche soberbia de Castilla, fría y azul,
+alumbrada por los rayos de la luna, que trasformaba la llanura en un
+vasto lago dormido. El tren corría a toda velocidad por el medio
+rompiendo con sus silbos estridentes, con el fragor de su marcha, el
+encanto de aquella claridad suave y tranquila. Los altos chopos parecían
+flotar sobre ella como fantasmas envueltos en el blanco cendal de la
+neblina.
+
+Los cristales del coche se empañaron al fin. Obdulia se apartó de su
+confesor y fue a arrebujarse en un rincón, tiritando de frío. Luego se
+puso a hacer dibujos sobre el cristal con un dedo. Escribió su nombre:
+Obdulia Osuna; después el de su confesor, Gil Lastra. Y volviéndose al
+rincón, se rebujó de nuevo. El P. Gil, que había leído bien desde su
+sitio los dos nombres, se acercó a la ventanilla, con pretexto de
+estirar las piernas, y escribió debajo del suyo con letra clara:
+_presbítero_.
+
+Trascurrió un rato en silencio. Ambos parecían soñolientos. Obdulia dijo
+al cabo:
+
+--Con permiso de usted, voy a acostarme un poquito, padre. Tengo sueño.
+
+Y se estiró sobre los almohadones, echándose una manta encima de las
+piernas.
+
+--¡Ay! ¡ay!--exclamó a los pocos instantes.--¡Cómo me lastiman las
+botas!... ¡Claro, como las he humedecido primero y luego puse los pies
+sobre el calorífero, se han contraído!... Vamos, padre--añadió sonriendo
+graciosamente,--sírvame de doncella una vez siquiera... Quítemelas
+usted, que yo no puedo.
+
+Una ola de rubor subió a las mejillas del sacerdote. Tuvo un momento de
+vacilación.
+
+--Vamos, padre--insistió ella,--sea usted humilde como todos los santos.
+El Papa lava los pies a los pobres: bien puede usted quitarme a mí las
+botas.
+
+El P. Gil se levantó y empezó con mano temblorosa, rojo como una
+amapola, a soltar los botones del calzado a su hija de confesión. Ella
+le contemplaba con sonrisa maliciosa.
+
+--Muchas gracias, padre. Ahora hágame el favor de envolverme las piernas
+en la manta... Así; perfectamente. Ahora acuéstese un poco también y no
+haga ruido.
+
+El sacerdote, que a todo esto sonreía forzadamente, se acomodó en el
+rincón opuesto y quedó de repente serio, con el entrecejo violentamente
+fruncido. Una viva terrible inquietud se apoderó de su espíritu. La
+escapatoria le iba pareciendo una ligereza cada vez más imperdonable.
+Aquella muchacha, ni tenía verdadera vocación de monja, ni llevaba
+trazas de tenerla jamás. Era un temperamento frívolo, malicioso,
+arrebatado, capaz de cualquier atrocidad. ¡Qué necedad la de haber
+cedido a sus instancias! Se confesaba que merecía un poco lo que le
+estaba pasando por su afán de desembarazarse de ella a todo trance. Pero
+como ya no era tiempo de volverse atrás, lo importante era dejarla
+cuanto más antes en el convento, y a eso debían tender todos sus
+esfuerzos.
+
+Obdulia parecía dormida. Sus ojos, no obstante, se entreabrían de vez en
+cuando para mirarle, y dejaban escapar una llamarada burlona y
+maliciosa.
+
+A las nueve llegaron a Palencia. Se hicieron guiar a una posada modesta.
+Antes de retirarse cada cual a su habitación, el P. Gil quiso prevenir
+todo lo necesario para emprender el viaje a Astudillo al día siguiente.
+Mandó buscar caballos, se enteró del camino que habían de seguir, del
+tiempo que iban a tardar, etc. Quiso dejarlo todo listo, a pesar de que
+Obdulia le indicaba que no corría tanta prisa. Puesto que se trataba de
+un viaje corto, por la mañana era fácil arreglarlo todo. Pero el
+excusador no podía disimular el ansia que tenía de dejar zanjado aquel
+asunto.
+
+Se levantó muy temprano, pero no se atrevió a avisar a la joven.
+Entretuvo su impaciencia rezando, paseando por la habitación, yendo a
+casa del alquilador de los caballos para cerciorarse de que los tenía
+dispuestos. Al fin, cerca ya de las diez, se atrevió a pasar un recado
+por la criada, preguntándole si estaba ya preparada a partir. La
+respuesta que aquélla trajo fue que la señorita aún no se había
+levantado, por hallarse un poco constipada, que en cuanto se levantase
+le avisaría para ponerse en camino.
+
+Sin saber por qué, aquella novedad produjo en el P. Gil un gran
+desconsuelo; sintió profundo disgusto, presintiendo una catástrofe. Una
+hora después recibió otro recado de ella aconsejándole que almorzase
+solo y pasase después por su habitación, que para entonces ya estaría
+vestida y preparada. Así lo hizo, cada vez más inquieto y receloso; pero
+al entrar en el cuarto de la joven, encontró que estaba, en efecto,
+levantada, pero de ningún modo dispuesta para partir. Vestía una bata
+elegante y tenía los cabellos recogidos en una cofia blanca con lazos de
+seda encarnados. Estaba bastante pálida y tenía los ojos con señales de
+haber llorado.
+
+El P. Gil se detuvo a la puerta y frunció el entrecejo.
+
+--Entre usted, padre, y siéntese aquí en esta butaca--dijo ella desde
+una sillita, mirándole con dulzura.--Ya estoy bien. He pasado una noche
+muy mala.
+
+--¿Ha tosido usted?--preguntó el excusador, sentándose.
+
+--No... la he pasado toda llorando.
+
+El clérigo la miró estupefacto.
+
+--¿Cómo es eso, hija mía?
+
+Obdulia se llevó el pañuelo a los ojos y no contestó. Al cabo de un
+largo silencio dejó caer el pañuelo, se apoderó de una mano de su
+confesor y la besó con efusión repetidas veces y la llenó de lágrimas,
+exclamando:
+
+--¡Soy muy desgraciada!
+
+El P. Gil quiso retirar la mano suavemente, pero la devota se la apretó
+con más fuerza.
+
+--No... no me retire usted esta mano, padre... esta mano que tantas
+veces me ha absuelto de mis pecados, y que ahora ¡ay! no podrá
+absolverme ni sacarme del abismo en que he caído...
+
+--Cálmese usted, hija--repuso el clérigo, impresionado.--¿Acaso se
+arrepiente usted de su decisión?... Por eso no ha caído usted en el
+abismo. Todo se puede arreglar sin escándalo. Tiene usted un año de
+noviciado, en que puede salir del convento cuando lo desee...
+
+Obdulia volvió a taparse el rostro con las manos y dijo entre sollozos:
+
+--No es eso... Es otra cosa peor... Yo tengo un secreto, padre; un
+secreto que me pesa en el corazón hace tiempo y que me ahoga...
+
+El P. Gil quedó unos instantes suspenso, y dijo al fin:
+
+--Si usted lo desea, iremos a la iglesia y la escucharé en confesión.
+
+--No, no... Usted ya no puede ser mi confesor--y levantando
+repentinamente la frente, pálidas las mejillas, los ojos secos y
+brillantes, donde se pintaba una resolución extrema, siguió:--Sé muy
+bien, padre, que mi vida entera está destinada a llorar... Sé también
+que después de esta vida me espera quizá una eternidad de tormentos.
+Pero la desesperación no cuenta los tormentos ni teme nada. No tiene más
+que un pensamiento. Todo lo demás queda aniquilado... Yo le he engañado
+a usted, padre. Yo no quiero ni puedo ser esposa de Jesucristo, porque
+sería infiel a mis juramentos. Tengo dentro del alma, allá en el rincón
+más oculto y sagrado, un amor al cual seré fiel toda la vida. Este amor
+es mi delicia y es mi tormento. Hace dos años que vivo muriendo de una
+muerte dulce, porque adoro mis propios sufrimientos... Hace dos años que
+lloro en silencio, pero mis lágrimas son dulces y las bebo con placer.
+Sin saberlo, padre, usted me ha estado envenenando lentamente; pero,
+lejos de aborrecerle, le quiero, le adoro con toda mí alma... He
+procurado arrancar de mi alma este amor que me consume, he golpeado mi
+pecho, he martirizado mis carnes... Usted bien lo sabe, padre... Después
+me he convencido de que era inútil, y lo he dejado florecer en mi
+corazón. Cúmplase la voluntad de Dios. Sé que estoy condenada, pero yo
+le quiero a usted... ¡Te quiero! ¡te quiero más que a mi salvación!...
+Llévame adonde se te antoje, pero no me separes de ti... Déjame ser tu
+sierva... Déjame besar el suelo que pisas...
+
+Cayó de rodillas delante de su consejero, con el rostro entre las manos.
+Al través de sus dedos flacos se notaba el vivo carmín de que estaba
+cubierto.
+
+El P. Gil se puso en pie vivamente, pálido como un muerto, con el
+espanto pintado en los ojos. Sus labios temblaron para fulminar sin duda
+alguna frase durísima, pero no llegó a pronunciarla. Se lanzó
+rápidamente a la puerta y desapareció por ella.
+
+Salió de casa sin darse cuenta de lo que hacía. Caminó a la ventura
+largo rato por las calles en un estado de aturdimiento que le impedía
+razonar sobre lo que acababa de sucederle. Saliose al campo y dio un
+largo paseo. El cansancio físico produjo su acostumbrado efecto sedante
+y comenzó a ver con claridad su situación. Nada ganó con ello. Lo que le
+estaba pasando era gravísimo, una verdadera catástrofe. Sus
+presentimientos se habían realizado. ¿Cómo volver a Peñascosa con la
+muchacha? ¿Cómo dejarla allí abandonada? Todas las soluciones que
+acudían a su mente le parecían igualmente comprometidas. Pensó en
+telegrafiar al padre, pero no era posible explicar en un telegrama lo
+ocurrido, ni aun de palabra podía hacerlo dignamente. Además, ¡quién
+sabe de lo que sería capaz aquella loca si se veía acosada! Una viva
+irritación se iba apoderando del alma pacífica del presbítero. Hacía ya
+tiempo que no estimaba a la exaltada beata; ahora la aborrecía.
+
+Cuando regresó a casa era ya noche. Se encerró en su cuarto sin
+preguntar por su compañera, y continuó meditando con febril impaciencia
+sobre el mismo tema. La solución que le pareció menos mala, después de
+haber tomado y desechado muchas, fue presentarse al obispo de la
+diócesis y confiarle todo el asunto y pedirle consejo y órdenes para
+salir del paso.
+
+--Señor cura, la señorita que ha venido con usted me manda decirle que
+haga el favor de pasar por su habitación.
+
+El P. Gil levantó la cabeza, y avergonzado y confuso como si tuviera que
+arrepentirse de algo, respondió a la huéspeda:
+
+--¿La señorita?... ¡Ah! Bien... Allá voy en seguida.
+
+Pero no se movió del sitio. Aquella llamada aumentó aún más su
+irritación. Estaba resuelto a no volver a verla mientras el prelado no
+interviniese en un asunto que tan gravemente podía comprometerle.
+Trascurrió cerca de una hora. Al cabo de ese tiempo se presentó de nuevo
+la patrona, toda azorada.
+
+--La señorita tiene un ataque y está en la cama sin conocimiento.
+¡Venga, venga, señor cura!
+
+--¡Voy, voy!--exclamó asustado, corriendo en pos de ella.
+
+En efecto, Obdulia yacía en la cama, privada de sentido y extrañamente
+pálida. Parecía muerta. El P. Gil sintió al verla en tal estado una
+punzada de remordimiento en el corazón. Se apresuró a prodigarle todos
+los cuidados que en el momento se le ocurrieron. Entre la patrona y él
+le bañaron las sienes con agua fría, le hicieron oler algunos pomos de
+los que ella traía en su saquito de mano. No tardó mucho en abrir los
+ojos. Estuvo algunos momentos con la mirada seria y fija en el
+sacerdote. Luego sonrió dulcemente. La huéspeda se apresuró a ofrecerse.
+
+--¿Quiere usted que llamemos al médico, señorita?
+
+--No, no... Esto no es nada... Hágame una tacita de tila.
+
+--Ahora mismo.
+
+Cuando se quedaron solos, la beata volvió a mirarle larga y fijamente.
+Al cabo dijo con voz débil:
+
+--Escuche usted, padre.
+
+--¿Qué desea usted, hija mía?--respondió inclinando la cabeza hacia
+ella.
+
+--Acérquese usted más... No puedo esforzar la voz.
+
+El P. Gil se inclinó todavía más. Súbito, con movimiento imprevisto, la
+joven devota sacó los brazos desnudos de la cama y se los echó al
+cuello, atrajo su rostro hacia el de ella con inusitada fuerza y le dio
+un beso prolongado, frenético, en los labios, y después otro y otro. El
+sacerdote forcejeó en vano por desasirse. Aquellos brazos le apretaban
+como si fuesen de hierro, y una nube de besos ardorosos corría por todo
+su rostro, sin tregua. No se oía en la estancia más que el suave rumor
+que producían y el resuello de dos pechos anhelantes.
+
+Al fin, el sacerdote, con un supremo esfuerzo, se desligó. La joven cayó
+pesadamente en la cama. Aquél se sintió acometido de tal susto,
+repugnancia y horror que, después de vacilar unos momentos, perdió el
+sentido y se desplomó sobre el pavimento.
+
+Viéndole caer, la joven se levantó con presteza del lecho y acudió
+solícita a socorrerle. Pero al poner los pies en el suelo, su flaca
+naturaleza, hondamente perturbada por lo que acababa de suceder y por
+la vista de su confesor tendido en el suelo, le faltó también y cayó
+presa de un síncope.
+
+El del P. Gil era un desmayo pasajero. Tardó pocos segundos en volver en
+sí. Incorporose en el suelo, y viendo a Obdulia tendida a su lado en
+camisa y con una parte del cuerpo descubierta, sintió un fuerte
+estremecimiento de vergüenza y se alzó como movido por un resorte. Y
+pensando con horror que podía llegar el ama en aquel momento, se
+apresuró a tomar a la joven entre sus brazos para trasportarla a la
+cama. Cuando la tenía suspendida a media vara del suelo, sintió ruido en
+la puerta. Volvió la cabeza aterrado, y un grito ahogado de vergüenza se
+escapó de su garganta. A la puerta estaban Osuna, D. Martín de las Casas
+y D. Peregrín Casanova.
+
+--¡Ya cayeron los tórtolos!--gritó D. Martín con voz estentórea.
+
+El P. Gil dejó caer de nuevo a la joven y retrocedió, mirándoles con
+ojos de espanto.
+
+--¿Qué es esto?... ¿Qué es lo que pasa? ¡Mi hija!... ¡Dios mío!--clamó
+Osuna, apresurándose a reconocerla.
+
+--Oiga usted, ¡sucio, canalla, desorejado!--profirió D. Peregrín,
+dirigiéndose al excusador.--¿Qué situación es ésta para un sacerdote?
+¿No se le cae la cara de vergüenza?
+
+D. Martín de las Casas le agarró con la mano izquierda por el brazo, y
+empujándole contra la pared, le vomitó con voz campanuda, blandiendo al
+mismo tiempo el bastón:
+
+--¡Granujota, indecente! ¡En buen lugar has dejado a los que te sacaron
+del polvo! ¡Miserable gusano, debiera aplastarte y arrojarte después
+como una piltrafa a la calle para que te coman los perros! Debiera
+clavarte por las orejas a la pared y exponerte a la vergüenza pública...
+Por lo menos debiera romperte las costillas con este bastón, ¡y me están
+dando ganas de hacerlo!
+
+No sería difícil, mejor dicho, sería casi seguro que el enérgico
+inválido satisficiera en esta ocasión, como en tantas otras, su apetito
+desordenado de contundir a sus semejantes, si no fuera porque en aquel
+instante se interpuso la huéspeda.
+
+--¿Qué va usted a hacer, caballero? ¡Maltratar a un sacerdote!... En mi
+casa no se dará tal escándalo...
+
+Repuesto un poco de la sorpresa el P. Gil, dijo con firmeza entonces:
+
+--Señores, esta joven se ha desmayado al tiempo de venir en mi socorro
+por haberme caído. La he acompañado hasta aquí, a ruego suyo, porque
+desea entrar en un convento y consagrarse a Dios, a lo cual su padre se
+opone sin razón ni derecho y para ello la maltrata bárbaramente...
+
+--¡Maltratar yo a mi hija, canalla!--gritó en el colmo de la indignación
+el jorobado, que había conseguido trasportar a Obdulia hasta la cama y
+se disponía a echarle agua en la cara.--Miente usted y miente quien lo
+diga. Yo no sabía siquiera que deseaba entrar en un convento... ni me
+hubiera opuesto a ello.
+
+El P. Gil quedó estupefacto, sin acertar a decir una palabra, porque el
+acento de Osuna denotaba sinceridad.
+
+--Yo creo que lo que procede en este caso--manifestó D. Peregrín con su
+voz gangosa, administrativa,--es dar inmediatamente conocimiento del
+hecho a la autoridad civil... A mí se me presentó un padre, siendo
+gobernador de Tarragona...
+
+--¡Déjenos usted de Tarragona, D. Peregrín!--interrumpió el señor de las
+Casas.--Aquí lo que procede es atender a esa niña... Usted, señora, haga
+lo que sepa para hacerle volver en sí. Usted, D. Peregrín, que conoce
+bien la población, vaya a buscar un médico... Y tú, don Gil el
+enamorado... al infierno si te parece.
+
+--¡Decir que yo maltrato a mi hija, porque quiere hacerse monja!--seguía
+exclamando por lo bajo Osuna, mientras ayudaba a la huéspeda.--¡Canalla,
+más que canalla!
+
+--Señor Osuna, dispénseme usted... Yo lo creía así--dijo el sacerdote.
+
+--Bueno, bueno. Ya se arreglará esa cuestión en Peñascosa--profirió D.
+Martín con su energía característica.--Ahora, ¡largo de aquí!... ¡largo!
+
+El P. Gil se dirigió a la puerta, pero cuando ya iba a trasponerla, D.
+Martín le gritó como si estuviese al frente de un batallón: ¡Alto!
+
+--Amigo Osuna--dijo dirigiéndose al jorobado,--a usted le han inferido
+una ofensa grave y usted no queda decentemente si no da ahora mismo una
+bofetada al individuo que le ha ofendido (apuntando para el P. Gil).
+
+Hubo silencio embarazoso. El semblante de Osuna expresó malestar y
+vacilación.
+
+--Nada, nada--siguió el feroz inválido con su voz resonante de barba de
+teatro,--no es usted hombre de honor, no tiene usted pizca de vergüenza
+si deja sin correctivo la ofensa.
+
+Osuna vaciló todavía un instante, echó una mirada de misericordia al
+inválido; pero viendo su rostro espantable, se resolvió al fin. Alzose
+sobre la punta de los pies y descargó una sonora bofetada en la mejilla
+del sacerdote.
+
+--¡Jesús!--exclamó la huéspeda.--¡Eso es una iniquidad!
+
+El P. Gil se puso densamente pálido: asomaron dos lágrimas a sus ojos;
+pero no hizo movimiento alguno para arrojarse sobre su agresor.
+
+
+
+
+XIII
+
+
+Gracias a la actitud resuelta de Obdulia, el asunto no fue llevado a los
+tribunales. Desde el primer momento se confesó autora y única
+responsable de la fuga: el excusador ninguna culpa había tenido en ella;
+sólo había cedido a acompañarla después de incesantes ruegos y
+valiéndose del ardid de los malos tratos en su casa. D. Peregrín
+Casanova, queriendo sin duda demostrar que no guardaba rencor alguno a
+Osuna por la escena de la iluminación, seguía opinando que debía
+instruirse expediente gubernativo. Hacía ya mucho tiempo que estaban
+reconciliados. En Peñascosa los particulares se injurian públicamente,
+se llaman canallas, miserables, etc., etc., y a los ocho días se les
+vuelve a ver juntos tomando café. Pero esto no es privativo de
+Peñascosa. Lo mismo sucede en Sarrió y en Nieva. De otro modo, ¿cómo
+sería posible la vida en estas villas insignes?
+
+Contra el parecer de D. Peregrín se hallaban todas las personas sensatas
+de la población. Unos por afectos al excusador, otros por timoratos,
+otros porque no veían motivo para armar un escándalo, casi todos
+aconsejaron a Osuna que se estuviese quedo. Sin embargo, los enemigos
+que el excusador tenía, mejor diremos, los envidiosos, se encresparon
+terriblemente. No quisieron asentir a la versión de la doncella.
+Opinaban que era una patraña forjada por ella para salvarle; y si no lo
+creían, por lo menos así lo manifestaban bajando la voz y sonriendo
+maliciosamente. Se les cubrió de sarcasmos, lo mismo al sacerdote que a
+su hija de confesión, y se hicieron correr por la villa mil chuscadas
+más o menos ingeniosas a propósito de su viaje. Fácil es de adivinar que
+quien más trabajó en esta propaganda, aunque de un modo solapado, fue el
+P. Narciso. No le bastaba al capellán de Sarrió haber humillado a su
+émulo arrancándole el cargo de coadjutor, que en justicia le pertenecía.
+Quería a toda costa concluir con él, pulverizarle, que no se oyese más
+su nombre en boca de las beatas de Peñascosa.
+
+Pareciole la ocasión de perlas para ello. Por eso se dirigió
+espontáneamente a Osuna, preguntándole si no pensaba acudir a los
+tribunales. Cuando supo que esto no podía ser porque Obdulia asumía toda
+la responsabilidad y declaraba haber engañado a su confesor, experimentó
+profundo pesar. Tanto era su anhelo de exterminar al P. Gil, que aunque
+hacía ya muchísimo tiempo que sus relaciones con aquélla eran tirantes,
+y aun puede decirse de abierta hostilidad, se aventuró a tantearla. Tres
+o cuatro días después de haber regresado a Peñascosa la vio una mañana
+en la iglesia. Le mandó recado por un monaguillo que deseaba hablar con
+ella y la esperaba en la sacristía. Fue allá la joven, aunque de
+malísima gana. El coadjutor se hizo de miel; la trató con extremado
+cariño; manejó con brío el incensario, sabiendo hasta qué punto era vivo
+y delicado su amor propio. Cuando creyó tenerla blanda, le hizo presente
+con grandes perífrasis que él, como párroco coadjutor, tenía el deber de
+velar por la honra de todas sus feligresas; que la de ella andaba en
+boca de la gente hacía unos días, y que esto le pesaba en el alma por el
+particular cariño que la profesaba. Le pesaba tanto más, cuanto estaba
+seguro de que no había dado motivo alguno para ello. Conocía su carácter
+generoso, su espíritu noble; por eso estaba convencido de que en esta
+ocasión, como en tantas otras, se sacrificaba por los demás. Ahora
+bien, este sacrificio no era admisible; podía considerarse como un
+pecado. La honra no nos pertenece; es un depósito que Dios nos confía y
+que tenemos la obligación de defender. Por otra parte, la deshonra no
+era solamente para ella, sino también para su anciano padre. El pobre se
+veía a causa de este sacrificio motejado y murmurado en la villa. Aún
+más: aunque se diera por bueno tal rasgo de generosidad, tanto ella como
+él, que eran miembros de la Iglesia, tenían el deber de denunciar a la
+autoridad eclesiástica a cualquier sacerdote que se extralimitase en el
+ejercicio de su ministerio, para que recibiese el condigno y fraternal
+castigo que los cánones previenen. Esto redundaba en bien de la fe.
+Ella, tan excelente cristiana, no había de permitir que se burlase la
+justicia de Dios. Comprendía perfectamente que le sería doloroso
+declarar contra su confesor; pero era un sacrificio mayor que el que
+estaba llevando a cabo, y que Dios le agradecería seguramente. Además,
+debía tener en cuenta que al denunciar a su confesor no le causaba daño
+alguno; al contrario, el castigo en la Iglesia se considera como un
+bien, como una justa expiación que, cuando va acompañada del
+arrepentimiento, redime del pecado y nos libra de las penas del
+infierno.
+
+El pobre D. Narciso ignoraba, a pesar de haberla tratado tanto tiempo,
+con quién se las había. Antes de que hubiera pronunciado palabra, ya
+sabía Obdulia qué iba a decirle y en qué forma poco más o menos; le
+conocía como si pasara la vida dentro de su cerebro. Aquella habilidad
+frailuna hecha de lugares comunes se estrellaba contra la viva
+imaginación, el ingenio sutil y la perspicacia de la joven beata.
+Respondiole en el mismo tono persuasivo, untuoso, que el clérigo había
+adoptado. De nada podía acusar al P. Gil, que era un santo, un ser
+excepcional cuya ilustración servía de faro en la parroquia desde que
+por dicha había llegado a ella, y cuya modestia, abnegación y piedad
+podían servir de ejemplo y estímulo a sus compañeros. Pero aunque
+hubiera motivo para acusarle, se abstendría muy bien de hacerlo,
+sabiendo que el escándalo aprovecharía principalmente a los enemigos de
+la religión. La falta de una mujer cuando es soltera redunda sólo en
+perjuicio de ella. La de un sacerdote, en desprestigio de la clase y en
+menoscabo por lo tanto de la religión católica. Otras varias
+consideraciones añadió, y entre ellas más de una frase aguda de doble
+intención que supo a cuerno quemado al nuevo coadjutor.
+
+--Vaya, adiós, D. Narciso, y dispénseme si no he podido comprender bien
+su caritativa intención. Soy una ruin mujer y no entiendo de teologías.
+
+El P. Narciso quedó sonriendo como el conejo. Viendo cerrada esta vía,
+entró resueltamente por otra no menos tortuosa. Lo mismo D. Joaquín el
+capellán y mayordomo de la señora de Barrado que el P. Melchor, enemigos
+natos del joven excusador, vomitaban veneno contra él, como es lógico.
+Pero había otros cuantos clérigos en Peñascosa que se habían mostrado
+siempre imparciales. A éstos procuró atraérselos pintándoles el lance
+desde otro punto de vista, asegurando que tenía motivos secretos para
+saberlo. El viaje había sido un verdadero rapto frustrado. La muchacha
+se sacrificaba. Hacía ya tiempo que él, D. Narciso, tenía sospechas de
+lo que iba a pasar. El excusador había concebido una pasión sacrílega.
+La escapatoria estaba concertada desde hacía tres meses, etc., etc. Les
+llenó la cabeza de viento. La posición que ocupaba como párroco, de
+hecho si no de derecho, facilitó mucho esta atracción. Quedó convenido
+entre la mayoría, casi la totalidad de los capellanes de la villa, que
+el excusador era un chicuelo sin peso ni formalidad, que había
+desprestigiado a la clase sacerdotal y que Dios sabe dónde pararía si el
+prelado no tomaba cartas en el asunto.
+
+Desde entonces no perdonaron medio todos ellos de demostrarle su
+desprecio. No hay nada que plazca tanto a la naturaleza humana como
+despreciar. Empezaron a saludarle fríamente, luego a volver la cabeza,
+después a no contestarle. Cuando entraba en la sacristía, si había allí
+otros sacerdotes, notaba que se apartaban de él y formaban grupo aparte.
+Si iba a revestirse para decir misa, se encontraba la mayor parte de los
+días con el armario de las vestiduras cerrado: había que esperar a que
+D. Narciso llegase para pedirle la llave. Se prescindía de él en las
+funciones cuando era posible: no le convidaban a los _gaudeamus_ que
+celebraban. Finalmente, le vejaban de todas las formas y maneras que se
+les ofrecía. Y no dejaban de ser bastantes.
+
+El P. Gil quedó más sorprendido que enojado de aquel desprecio. Viendo
+que sus compañeros prescindían de él, prescindió de ellos sin gran
+pesar. Sólo hablaba con el P. Norberto y con D. Miguel. El viejo
+párroco, a quien se había privado de la jefatura de hecho, mantenía, no
+obstante, con tesón su derecho, inventaba mil trazas de demostrarlo al
+vecindario. Entre él y D. Narciso había una enemiga profunda, feroz.
+Pero éste le tenía miedo. El antiguo cabecilla de las huestes carlistas
+era capaz, si se le irritaba un poco, de apalearle en la misma iglesia.
+Don Miguel triunfaba por el terror. El P. Narciso afectaba despreciarle,
+pero siempre a sus espaldas. Delante le trataba con extremada
+consideración, y sufría con paciencia las rociadas que de vez en cuando
+le soltaba. Y cuando se le ocurría al coadjutor, predicando a los
+feligreses en el ofertorio de la misa, decir: «Nosotros los párrocos
+tenemos el deber, etc.,» D. Miguel, desde su rincón donde oía la misa,
+profería en voz bastante alta para que le oyeran los que estaban a su
+alrededor: «¡Párroco yo! ¡párroco yo!»
+
+Saliendo un día juntos de la iglesia, el P. Gil, que acababa de recibir
+un fuerte desaire de sus compañeros, se lo dijo, sin lamentarse, como si
+le diera cualquiera noticia.
+
+--No hagas caso de ellos--le replicó el viejo caudillo, poniéndole la
+mano rugosa y seca como un haz de sarmientos sobre el hombro.--Son todos
+unos maricas. Viven pegados a las enaguas de las beatas, como los
+gatos... Mira: yo, cuando salgo de decir misa, como ahora, y llego a
+casa, nunca dejo de soltarles media docena de... Pero tú, si estás
+agraviado, puedes llegar sin inconveniente a la docena.
+
+Una carcajada brutal, semejante a un rugido, sacudió su pecho vigoroso
+al pronunciar estas palabras. Sus ojos brillaron con franca, cordial
+alegría. El excusador se puso rojo como una cereza y guardó silencio. No
+volvió a tener más confidencias con él sobre este punto.
+
+Su vida interior le causaba demasiados tormentos para pensar mucho
+tiempo en estas futilidades. El escepticismo le minaba sordamente. El
+mundo le parecía cada vez más incomprensible. La idea constante de que
+todo lo que le rodeaba era una pura apariencia, cuyo verdadero sentido
+permanecería eternamente ignorado para el hombre, engendraba en su alma
+una melancolía profunda, que se reflejaba bien en su frente pálida y en
+la sonrisa triste e indiferente que plegaba sus labios. La experiencia
+toda entera--decía Kant--no es más que el conocimiento del fenómeno, no
+de la cosa en sí. Ésta se oculta y se ocultará eternamente a la razón
+humana. Platón también lo había dicho antes. Las cosas de este mundo,
+tales como nuestros sentidos las perciben, no tienen realidad alguna.
+Mientras nos encerramos exclusivamente en la percepción sensible somos
+como prisioneros sentados en una caverna oscura, encadenados tan
+fuertemente que no pueden volver la cabeza. No ven nada. Sólo perciben
+en la pared que tienen enfrente, a la luz del fuego que arde detrás, las
+sombras de las cosas que pasan entre ellos y el fuego. Tampoco ellos
+mismos se ven sino como sombras proyectadas en la pared. Nuestra
+ciencia, pues, se reduce y se reducirá siempre a predecir, según la
+experiencia, el orden en que se suceden las sombras.
+
+¡Triste resultado después de tantos esfuerzos! El Universo entero se le
+aparecía como una sombra fugitiva que se desvanece con el sujeto que lo
+contempla. Es la Maya--como dicen los Vedas,--es el velo de la ilusión
+el que, cubriendo los ojos de los mortales, les hace ver un mundo del
+cual no puede decirse si existe o no existe, un mundo que semeja a un
+sueño, a la radiación del sol sobre la arena, donde el viajero de lejos
+cree percibir un lago. Habiendo perdido la fe, no sólo en su razón, sino
+también en sus sentidos, la vida de nuestro clérigo se arrastraba
+silenciosa, indiferente, en medio de un hastío infinito.
+
+Obdulia no le había visto en los quince días siguientes a su regreso. La
+beata salía muy poco de casa por razones fáciles de comprender, y a la
+iglesia procuraba ir a las horas en que no estuviese el excusador. Esto
+último no precisamente por vergüenza, sino por el mismo sentimiento
+amoroso que seguía agitando su corazón. Creía, y no le faltaba motivo,
+que, supuestas las habladurías que corrían por el pueblo y la guerra de
+todos los capellanes, principalmente de D. Narciso, cualquiera
+aproximación a su confesor podía comprometerle. Así que se imponía este
+sacrificio con la satisfacción del que padece por el ser adorado. Pero
+llegó a ser un tormento superior a sus fuerzas. Su loca pasión, en vez
+de calmarse, cada día se exaltaba más. No vivía más que con la imagen
+del joven excusador. Hasta en sueños le veía. Y su fantasía desarreglada
+le forjaba un sin fin de ilusiones. Dábase a pensar que el P. Gil
+correspondía a su amor, y para creerlo sacaba de quicio todas sus
+palabras y acciones. Una vez que le había apretado la mano con más
+fuerza, otra que le había sonreído desde lejos, otra que se había
+ruborizado al encontrarla, etc., etc. Todo lo convertía en sustancia.
+Luego el viaje a Palencia era objeto para ella de un minucioso y febril
+examen. Su alegría en el coche cuando almorzaban, y ella le limpiaba el
+pescado de espinas; la escena de la barca, en que le vio melancólico, a
+punto de llorar al escucharla; la turbación que se apoderó de él en el
+tren cuando le invitó a descalzarla; finalmente, aquel beso de amor en
+los labios que le impresionó hasta hacerle perder el sentido, le
+parecían a la luz de los recuerdos otros tantos signos indudables del
+sentimiento que embargaba el pecho de su confesor. El pobrecillo era un
+santo, y su amor luchaba con el deber. Esta lucha que creía adivinar le
+hacía doblemente interesante a sus ojos, y exaltaba aún más, si posible
+era, su desapoderada pasión.
+
+Al cabo nació en su mente la idea de verle otra vez. La idea se
+convirtió al momento en propósito, y la inundó de alegría. La entrevista
+debía ser secreta, que nadie en Peñascosa tuviese noticia de ella. Esto
+satisfacía su deseo de no comprometerle, y al mismo tiempo la condición
+de su temperamento, inclinado siempre al misterio. Determinó que fuese
+de noche: sorprender al excusador en su cuarto, gozar unos momentos de
+afectuosa expansión y marcharse al instante. Señaló, por fin, el día.
+Durante todo él estuvo nerviosa, agitada dulcemente, como la colegiala
+que espera ver a su amante escalar de noche las rejas del balcón. Cuando
+llegó la hora, dijo a su padre que le dolía la cabeza, para retirarse
+temprano. Así que le oyó salir de casa, se echó con mano trémula un
+mantón sobre los hombros, y acompañada de su doncella, que era su
+encubridora perpetua, encaminose a casa del excusador. Las piernas le
+flaqueaban de placer, el corazón le latía fuertemente.
+
+Lo raro del caso es que no se le pasaba por la imaginación que aquel
+amor era sacrílego. No sentía remordimientos. Su cerebro desequilibrado
+trastornaba todas las leyes divinas y sociales, las fundía de nuevo a su
+capricho. Para ella, el amor del joven presbítero era un puro idealismo
+conforme con el espíritu cristiano: hallaba en las historias de los
+santos varios casos semejantes. Cuando soñaba con huir en su compañía al
+fondo de un retiro dulce y ameno, siempre era bajo el supuesto de seguir
+confesándose con él y subir al cielo juntos. Si la carne hablaba dentro
+de su ser, o no la escuchaba, o fingía no escucharla, engañándose a sí
+propia.
+
+Al llegar a la mansión del sacerdote, ordenó a su doncella que la
+aguardase en el portal: no tardaría en bajar. Llamó toda temblorosa.
+Salió Dª Josefa a abrir. Como desde su famoso viaje no la había visto,
+se arrojó en sus brazos, la abrazó y la besó con afectada efusión. El
+ama se mostró muy poco contenta: la recibió con frialdad glacial; hasta
+se le conocía que luchaba consigo misma para no soltarle una rociada de
+desvergüenzas y darle con la puerta en las narices. Sólo le contuvo la
+idea de que su amo se había reconciliado con la beata, lo cual deploraba
+en el fondo del alma, juzgándolo feo y peligroso.
+
+Obdulia fingió no advertir la frialdad de la buena señora.
+
+--¿Está en casa?--preguntó con el mismo semblante risueño.
+
+--Está... Voy a avisarle.
+
+--No hay necesidad. Me ha mandado venir a estas horas y me estará
+aguardando.
+
+Seguidamente tomó la escalera y se dirigió al cuarto del P. Gil. Dª
+Josefa la miró subir con aversión y desconfianza. Preguntar si estaba en
+casa y luego decir que la aguardaba era una contradicción manifiesta.
+Por esto y por la curiosidad natural la siguió a los pocos momentos.
+
+Bailándole de gozo el corazón, Obdulia se acercó a la puerta del
+gabinete y miró por el agujero de la cerradura. El P. Gil estaba sentado
+a su mesa de escribir, leyendo a la luz de un quinqué. Una sonrisa de
+afecto y entusiasmo contrajo los labios de la joven devota. Abrió de
+golpe la puerta para darle una grata sorpresa y exclamó con alegría:
+
+--¡Padre, aquí me tiene usted!
+
+El sacerdote levantó los ojos sorprendido. La sonrisa de la beata se
+heló repentinamente en su rostro. En vez del gozo que esperaba, vio
+cruzar por ellos un relámpago de ira al cual sucedió instantáneamente
+una expresión de absoluta indiferencia, la misma expresión de cansancio
+y hastío que hacía tiempo reflejaba su semblante. Alzose con lentitud de
+la silla, sin contestar a la exclamación de su penitenta, y avanzó hasta
+ella en silencio. La beata, clavándole una angustiosa mirada de terror,
+retrocedió un paso. El sacerdote llegó a cogerla por un brazo, y suave,
+pero firmemente, la llevó en silencio hasta la puerta, la puso fuera del
+gabinete y cerró de nuevo.
+
+Obdulia tropezó con un bulto. Era Dª Josefa, que le soltó una carcajada
+en la cara.
+
+--¡Parece que no la reciben a usted bajo palio, señorita!
+
+No contestó. Pálida, con el corazón fuertemente contraído y en un estado
+de desfallecimiento que le hacía tambalearse, bajó la escalera sin darse
+cuenta. Dª Josefa, cortando el flujo de la risa, la persiguió hasta la
+puerta de la calle gritándole con acento iracundo, esforzándose en
+bajar la voz para que no le oyera su amo:
+
+--Bien empleado le está, holgazana, gallarina... ¡Vergüenza había de
+darle!... ¡Engañar a mi pobre señor y llevarle como un dominguillo de la
+ceca a la meca!... ¡Mire usted la monjita!... ¿Es ésa su religión? ¿Es
+ésa su delicadeza?... Si quiere hombres, vaya a casa de María Ramona con
+mil pares de demonios y no pretenda a los sacerdotes... ¡Fuera de
+aquí!... Métase en su casa y tenga honradez y tenga vergüenza, y no ande
+como una perra salida a todas horas por esas calles... Si fuera a
+llevarme del genio, le levantaba las sayas ahora mismo y le daba en el
+tras con la zapatilla hasta que me cansara... ¡Pícara! ¡Mala cabra!
+
+Salió a la calle aturdida, quebrantada. Tuvo que arrimarse a la pared de
+la casa para no caer. Los horrores y monstruosidades que le había
+vomitado el ama del excusador seguían sonándole como martillazos en los
+oídos. Hubo un instante en que creyó perder el sentido; pero del fondo
+de su ser salió un grito rabioso, un grito de venganza que le mandó
+tenerse firme. Y cumplió la orden, haciendo un gran esfuerzo sobre sí
+misma. Descansó unos momentos contra la pared, pasose la mano por la
+frente y se encaminó con paso rápido hacia su casa, seguida de la
+doncella, que no había podido obtener respuesta a ninguna de sus
+preguntas.
+
+Aunque se sentía muy mal, se empeñó en esperar a su padre. Cuando llegó
+éste a las once, le siguió hasta su cuarto y, después de cerrar la
+puerta, le dijo de repente:
+
+--Papá, no te he dicho la verdad... Cuando me hallasteis con el
+excusador acababa de arrojarse sobre mí, estando en la cama. Me resistí,
+luchamos, y al fin quedé desmayada en sus brazos.
+
+El jorobado dio un grito de rabia.
+
+--¡Ah puerco! ¡Bien lo presumía yo!
+
+Y se puso a dar vueltas como un tigre por la estancia, vomitando
+injurias y blasfemias. Al cabo de un rato se detuvo delante de su hija,
+y le preguntó, más con la vista que con las palabras, algo.
+
+La joven bajó la cabeza ruborizada e hizo un signo negativo.
+
+--Bien... De todos modos, has perdido la honra en la población. Es
+menester que ese infame no se ría de ti... ¿Estamos?
+
+--En eso estoy--repuso ella con firmeza,--y para eso te lo he confesado.
+
+Osuna le clavó una mirada de sorpresa y curiosidad.
+
+--Vamos--dijo al cabo con sonrisa sarcástica,--ha habido rompimiento.
+
+--Poco importa que haya uno u otro--respondió con acento desabrido.--Lo
+que me interesa en este momento es que no pague yo sola la culpa que es
+de los dos... de él principalmente.
+
+Asintió el jorobado con toda su alma, porque aún más que la desgracia de
+su hija, le preocupaba el vengarse del excusador. Y comenzaron a
+cuchichear largamente sobre los medios de llevarlo a cabo. Habían dado
+ya las cuatro de la madrugada cuando Obdulia salió del cuarto de su
+padre.
+
+Se metió en la cama con fiebre. No pudo conciliar el sueño. La escena en
+que acababa de hacer un papel tan triste se le presentaba a la
+imaginación cada vez con más relieve. Por más esfuerzos que hacía, no le
+era posible borrarla ni por un momento siquiera. Su amor propio gemía
+como si le estuvieran atenaceando.
+
+En cuanto se levantó llamó a su padre, y se fueron ambos, como habían
+convenido, a ver al P. Narciso. Fue idea de ella. Comprendió que la
+persona que en Peñascosa podía ayudarles más en la empresa era el
+coadjutor, y a él se dirigió. Éste se mostró sorprendido de su
+resolución, y aun quiso, hipócritamente, disuadirles; pero el gozo le
+rebosaba de tal modo por los poros, que una palabra un poco agria de
+Obdulia bastó para ponerle suave como un guante.
+
+Osuna apuntó la idea de acudir al obispo. Don Narciso se opuso
+terminantemente a ello. El delito era común, y a los tribunales
+ordinarios debía acudir. Cuando éstos hubieran cumplido con su
+ministerio, entonces era el caso de pedir a la Iglesia el castigo del
+culpable. El taimado clérigo sabía muy bien que los tribunales
+eclesiásticos procuran encubrir los delitos de los sacerdotes para
+evitar el escándalo, cuyas consecuencias son peores. Se hace como que no
+se cree en ellos, para no verse en la precisión de imponer una pena que
+excite la atención demasiado. Determinaron, pues, acudir en queja al
+juez de primera instancia. Al día siguiente fue Obdulia a Lancia a
+consultar el caso con uno de los abogados más notables. Le encargó la
+dirección del negocio, dejó nombrado procurador e hizo con el mayor
+sigilo todas las gestiones conducentes a su propósito, sin olvidar el
+procurarse algunas cartas de los personajes más influyentes de la
+provincia para el juez de Peñascosa.
+
+Mientras estas nubes temerosas se amontonaban sobre su cabeza, el
+inocente excusador paseaba desde casa a la iglesia y desde la iglesia a
+casa, su frente pálida, su figura melancólica y resignada. Los ojos,
+ordinariamente fijos en el suelo, sólo dirigían de vez en cuando miradas
+tímidas a la gente, como si temiera que por ellos descubrieran el cáncer
+que roía su corazón. No leía más que libros de entretenimiento; no
+meditaba. Fatigado de tropezar con el mismo muro infranqueable, huía
+con terror de lanzar su pensamiento por las esferas de la metafísica.
+
+Llegó un momento, sin embargo, en que lo hizo sin darse cuenta de ello.
+Era una noche plácida de Mayo. Hacía poco más de un mes del famoso viaje
+a Palencia. Había leído un rato cierta historia de Grecia de la
+biblioteca de Montesinos, que a su muerte se había deshecho. Sentía
+calor y cansancio. Apagó el quinqué, abrió las puertas del corredor y
+trasladó a él la butaca, sentándose a respirar el aire del mar. Por
+algunos minutos fijó la vista con atención en la bóveda celeste cuajada
+de estrellas, y se esforzó en reconocer algunas constelaciones. Después
+contempló, con el asombro que siempre produce, la vía láctea, que
+aquella noche se señalaba admirablemente. Aquella faja blanca donde se
+veían los astros como polvo finísimo le causaba siempre un estupor
+profundo. Cada grano de ese polvo es un cuerpo millares de veces mayor
+que la Tierra, el cual hace girar a su alrededor otros planetas que
+nosotros no podemos percibir.
+
+--Y sin embargo--se dijo al cabo de un momento, saliendo de su estupor
+con un suspiro,--todas esas grandezas ya no me espantan, porque no
+tienen realidad. La existencia de esos astros está pendiente del hilo de
+mi razón. Yo llevo en mí la forma eterna de esos objetos, como de todos
+los demás. No son otra cosa a mis ojos que un espejo donde se refleja
+mi ser interior. Por medio del mecanismo de mi cerebro, de mi facultad
+de conocer, se representa la comedia fantástica que se llama mundo
+externo. Ese tiempo infinito al través del cual existe la materia
+revistiendo formas infinitas; ese espacio infinito también que llenáis,
+esferas luminosas, no existen más que en mi representación; son las
+formas que yo llevo aparejadas en mi cerebro para que _seáis_, o lo que
+es igual, para que estéis representadas en mí...
+
+Pero ¿qué es lo que hay detrás de ese fenómeno, única cosa que puedo
+percibir? ¿Cuál es el ser íntimo y verdadero del Universo? Esos mundos
+infinitos, ¿son por ventura algo fuera de mi representación? Sí. El
+idealismo absoluto es un absurdo, porque yo soy objeto de representación
+para los demás, y sin embargo, tengo la absoluta certeza de que existo
+fuera de esa representación. Eso mismo pasará a los otros hombres. ¿Qué
+soy yo mismo separado de esta forma corporal en que me veo, fuera del
+tiempo y el espacio que llevo en el cerebro? ¿Cuál es mi propia esencia
+y la esencia del Universo?...
+
+No lo sé. No lo sabré jamás. Los esfuerzos de la filosofía se han
+estrellado contra este misterio impenetrable. Nadie ha descifrado hasta
+ahora el gran enigma de la existencia. Algunos seres privilegiados han
+intentado descorrer el velo y nos han ofrecido, cada cual según su
+fantasía, sistemas risueños o lúgubres, austeros o frívolos, de lo que
+constituye el fondo de la vida. Pero estos sistemas no tienen ningún
+valor científico; no son más que hipótesis. El paso de la representación
+al _ser_ es un salto mortal en que han perecido los filósofos más
+sagaces y los genios más sublimes de la humanidad. Kant, el coloso, que
+ha batido las cataratas de mi inteligencia, atribuye al imperativo de la
+conciencia moral un valor absoluto fuera del tiempo y el espacio.
+Partiendo de él, cree penetrar con planta segura en los misterios de la
+esencia infinita. ¡Ilusión! Este imperativo es un fantasma. Los
+filósofos materialistas han metido en él el escalpelo de su crítica y se
+ha visto que está hueco. Schopenhauer, el sutil pensador que hoy
+arrastra a la juventud, fuera del mundo fenomenal coloca la Voluntad,
+que es en su opinión la cosa en sí. ¿Por qué? Con la misma razón que él
+la llama _voluntad_, la han llamado los escolásticos _ens realissimum_,
+y sus predecesores en Alemania _absoluto_. Por mucho que se esfuerce en
+ocultarla, su teoría está fundada como las demás en una pura hipótesis,
+y las hipótesis no tienen valor en la ciencia; sólo se sostienen en la
+fe...
+
+Al formularse esta palabra en su cerebro, el corazón le dio un vuelco
+sin saber por qué. Sintió vagamente que había chocado con algo donde
+asirse y quedó sumido nuevamente en profunda meditación.
+
+--No hay que dudarlo. Lo que la ciencia puede darme son las relaciones
+de las cosas bajo el imperio del tiempo y el espacio. Jamás me dirá su
+esencia. Para que sepa algo de ella, menester es que se trasforme mi
+facultad de conocer... ¿Y por qué no he de dejar que se trasforme? ¿Por
+qué no he de prescindir por un momento de mi razón y no he de prestar
+asenso a los presentimientos de mi alma, a la voz interior que me
+explica de un modo claro la esencia divina del Universo? La razón no me
+dice por qué es hermosa la puesta del sol en el mar. ¡Y sin embargo es
+hermosa! La razón no me dice por qué San Juan de Dios es sublime
+abrazándose a los leprosos. ¡Y sin embargo es sublime!...
+
+¡Ah, sí! Por encima de este vulgar conocimiento que me esclaviza a la
+materia hay otro que me emancipa. Los ojos del cuerpo no penetran en la
+intimidad profunda de los seres; pero la fe no necesita de ojos: la
+pintan vendada. No sólo poseo una razón que me explica la apariencia de
+las cosas: existe también en mi espíritu una revelación constante que
+las ilumina por dentro... ¿Por qué he de prescindir de esta revelación?
+¿Por qué he de cerrar los oídos a los suspiros de mi alma? Esta
+revelación es el tesoro más precioso con que he sido dotado. Quiero
+gozar de él; quiero recobrar la libertad y responder al llamamiento de
+lo que hay en mí de divino. Esta revelación me dice que soy un
+extranjero en este mundo, sometido a la necesidad, y que puedo romper
+los lazos que me unen a él. Me manda sacudir el yugo del tiempo y
+distinguir lo que hay en mi ser de temporal y lo que hay de eterno... Si
+llevo en mi cerebro las formas eternas de los objetos, es que soy
+superior y tengo una existencia independiente de ellas. Esta existencia
+es lo único que hay en mí de real; lo demás es pura apariencia, y como
+ha nacido debe morir... Quiero vivir esta vida inmortal y libre; quiero
+conocer directamente la verdad eterna que se oculta detrás de este
+Universo. «La hora vendrá--dice Jesús--en que los muertos oirán la voz
+del Hijo de Dios, y aquellos que la oirán vivirán.» La hora ha llegado
+para mí... ¡Oh sí, Dios eterno, al través del tiempo y el espacio y de
+todas las formas efímeras de la existencia te veo inmutable, infinito,
+única fuente de verdad y de vida, única luz en las tinieblas que
+envuelven nuestra vida temporal; te veo, te reconozco y te adoro!...
+
+Un sacudimiento semejante al que produce una corriente eléctrica le hizo
+ponerse en pie vivamente. El corazón le latía con tal fuerza que se
+llevó las manos al pecho. Una emoción grande, intensa subía de él hasta
+la garganta y se la apretaba. Sentíase inundado de una extraña alegría.
+Comenzó a pasear por el corredor, presa de un desasosiego tan dulce que
+le hacía daño. Le parecía que su ser trasmigraba súbito al de un ángel,
+que en su espíritu se cumplía un misterio inefable y augusto. Le
+acometían impulsos de reír y llorar al mismo tiempo. Se hallaba en la
+situación de un desterrado a quien restituyen de repente al seno de su
+patria y su familia. Necesitaba hacer esfuerzos sobre sí mismo para no
+brincar, para no gritar y reír como un oxigenado.
+
+De tal modo estaba abstraído, que no oyó el ruido de la puerta de su
+gabinete al abrirse, ni tampoco los pasos de una persona que avanzaba
+por él hasta llegar al mismo corredor.
+
+--Buenas noches, señor excusador--dijo una voz conocida.
+
+--¿Quién va?... ¡Ah!... ¿Es usted, señor juez? ¿Cómo no han encendido
+una luz?
+
+--No hace falta. La noche está hermosa. Indudablemente, este corredor es
+una gran cosa.
+
+Se dieron la mano, y el juez de primera instancia, que era hombre de
+unos cuarenta años, de fisonomía abierta y simpática, se arrimó a la
+barandilla del corredor y puso las manos sobre ella.
+
+--Se extrañará usted--dijo con afectada indiferencia--de verme por aquí
+a estas horas... ¡Phs!... Hay en el juzgado una denuncia... Nada...
+Supongo que será nada entre dos platos. Pero como ya sabe usted que
+todas estas cosas de justicia se llevan con tanta formalidad... Luego en
+la audiencia no dejan pasar una rata; todo ha de ser a punta de lanza...
+En fin, me veo en la necesidad de detener a usted... Supongo que será
+por muy poco tiempo... una pura formalidad; pero hay que cumplirla... No
+he querido mandar al alguacil ¿sabe usted? por no asustarle, porque la
+cosa no merece la pena. He venido yo en persona para tranquilizarle...
+No se apure usted, pues, que la detención no tiene importancia, y
+véngase conmigo. De este modo y a esta hora nadie se enterará.
+
+--¿Una denuncia?... ¿De qué me acusan?
+
+--Al parecer es el asunto de la escapatoria de la chica de Osuna... No
+se asuste usted.
+
+--No me asusto, señor juez. Estoy dispuesto a seguirle al instante... Si
+usted me permite, encenderé el quinqué para quitarme las zapatillas y
+ponerme los zapatos...
+
+--Todo lo que usted quiera, señor excusador--se apresuró a decir.--Puede
+usted tomarse el tiempo que guste y mandar a la cárcel cuantos efectos
+tenga por conveniente.
+
+El sacerdote sacó un fósforo y se dispuso a encender el quinqué. El juez
+quedó estupefacto. En vez del rostro pálido y descompuesto que pensaba
+hallar, pudo observar la fisonomía más plácida y feliz que jamás había
+visto en su vida. En la mirada que el excusador le dirigió, después de
+encender, brillaba una alegría tan pura como si hubiese venido a
+noticiarle que le habían hecho obispo. El juez dio un paso atrás y le
+clavó los ojos con desconfianza. Pero se aseguró en seguida viendo el
+perfecto sosiego con que hacía todos los preparativos. Empaquetó alguna
+ropa en una maleta, se puso los zapatos, la sotana y el sombrero y dijo
+sonriendo:
+
+--Ya estoy. Los curas no tardamos mucho en arreglarnos, ¿verdad?... A Dª
+Josefa no le diré nada para evitar una escena triste, ¿no le parece a
+usted? Le escribiré desde la cárcel, pidiéndole la ropa.
+
+Aprobó el juez cuanto decía, y ambos tomaron la escalera y salieron a la
+calle como dos amigos. Durante el trayecto, el joven presbítero dio
+señales de una verbosidad y alegría que hacía tiempo no se observaban en
+él. Entraron en la cárcel, eligió el juez la habitación menos mala y,
+después de dejarle instalado, se despidió con creciente sorpresa al ver
+que se quedaba allí tan sereno y risueño como en su casa.
+
+Salió vivamente impresionado de la cárcel. Mientras caminaba por la
+calle del Cuadrante arriba, su imaginación daba vueltas buscando una
+explicación a aquella conducta extraordinaria.
+
+El señor juez de primera instancia estaba lejos de sospechar que, al
+ingresar en la cárcel, el excusador de Peñascosa acababa de salir de los
+calabozos del escepticismo.
+
+
+
+
+XIV
+
+
+¡Guarden ceremonia, señores!
+
+La voz del hujier, imperativa, estridente, no lograba calmar la risa y
+los murmullos de los concurrentes. Porque aunque el presidente de la
+sala había resuelto que el juicio se celebrase a puertas cerradas,
+atento a la índole delicada del delito y a las personas que habían
+intervenido en él, fueron tantos los abogados que reclamaron su derecho
+a presenciarlo y tantos los permisos concedidos, que se formó pronto una
+asamblea numerosa y más inquieta de lo que debía esperarse.
+
+La sala de lo criminal de la audiencia de Lancia era una pieza
+rectangular, grande, oscura, polvorienta. Allá en el fondo, debajo de un
+dosel de damasco marchito, estaban sentados en sendos sillones de
+terciopelo los tres magistrados que componían el tribunal. A un lado, el
+acusador privado, con una mesa delante. Enfrente el defensor. El relator
+en pie, frente al tribunal. Detrás el acusado en su banquillo.
+
+El testigo que deponía en aquel instante era el cochero que había
+conducido al P. Gil y su penitenta desde Peñascosa a la estación de la
+Reguera. Lo presentaba la acusación. Era hombre viejo ya, con la faz
+extremadamente roja, iluminada por el alcohol tanto como por la
+intemperie. Vestía un chaquetón del grueso de una albarda, y hacía rodar
+su gorra de pana entre los dedos con manifiesto embarazo mientras
+declaraba. La voz era bronca, como conviene a todo mayoral que se estime
+en algo; el estilo pintoresco, abusando un poco de los tropos.
+
+--Pus a mí me dijo el amo: Lico, hay que dir a Peñascosa a por unos
+señores. No pases de la venta de Marica, y duérmete allí. Llévate paja
+pa el ganao, porque allí no la hay. (En esto el amo no habló bien,
+porque en casa Marica hay paja... sólo que no se la da a los
+cualisquiera, entendámonos.) Llévate al Tizón y al Sencillo: son quién
+pa traerlos con la carretela.--Sigún y conforme, dije yo. El Tizón es un
+perro. Como le dé la serenita por no andar, ya le puede usted alumbrar
+candela, que ¡ni pa Dios!
+
+--Déjese usted de tizones y candelas, y diga lo que sepa del
+asunto--interrumpió el presidente con voz irritada.
+
+Este presidente era un viejo terco, colérico, impertinente, que dirigía
+las sesiones del juicio oral como una escuela de párvulos. Ofendía a
+reos y a testigos, sin respetar mucho más a los abogados. Mostraba sus
+simpatías o antipatías con una franqueza que aterraba. Sin embargo, no
+era un perverso ni procedía de mala fe. Todo dependía de su temperamento
+excesivamente nervioso y de la edad, que le obligaba a chochear.
+
+--Bien tá eso, señor, y voy al caso. A la una, menuto más o menos, llegó
+este señor cura (apuntando para el acusado) a montar en la mesma
+cochera. Llegaríamos a casa de Marica a eso de las seis. Allí nos dejó
+el señor y nos dijo que volvería al día siguiente con otra presona pa
+volvernos a Lancia. Por la noche vino un chico a traerme dos maletas, y
+al otro día bien temprano dio allí el señor cura con una chavalita que
+venía toa tapá. Nos mandó enganchar y, mientras, la chavalita se subió a
+la casa.
+
+--¿Y no observó usted--preguntó el presidente--si el sacerdote la
+acompañó arriba?
+
+--Yo no le vi subir. Si estuvo arriba, fue poco tiempo.
+
+--¿No notaron usted y el zagal nada de particular en la manera de
+portarse y hablar entre sí el sacerdote y la joven?
+
+--Yo no estaba en el toque de los particulares, señor, porque andaba de
+aquí para allá detrás del ganao, ni el zagal tampoco... Pero un pensar
+naide se lo quita a uno. Cuando vi llegar por la carretera al señor
+cura, que es bien parecido de suyo, con la chavala, dije: Éstos lo mesmo
+pueen venir de rezar vísperas que de tocar a maitines... Dempués
+enganché, y dempués me entré en la taberna a limpiar el pasapán. No
+estaba allí más que Marica.--¿Sabes, Marica, le dije, que me pesa llevar
+al curita y a la chavala en la carretela?--¿Por qué te pesa?--Porque
+sí... porque el hombre no está hecho tovía a estos oficios, ¿entiendes
+tú?--¡Ave María, qué burro eres, Lico! ¡Quita allá! ¿No te da
+vergüenza?--Mia, Marica, tú no has corrío el mundo como yo. Yo he dido
+por León, por Palencia, por Salamanca y hasta por tierra de
+Extremadura... Los curas son, hablando con perdón, hombres como todos
+los demás, y hay casos en que la mujer no arrepara ni en curas ni en
+frailes, ni en el verbo devino...
+
+Estas palabras fueron las que promovieron la algazara dicha. Ni los
+hujieres con sus voces, ni el presidente con la campanilla pudieron
+apaciguarla en algún tiempo. Por último, aquél logró hacerse oír.
+Amenazó con hacer desalojar el local inmediatamente, y esto bastó para
+restablecer el silencio. Después se revolvió contra el testigo.
+
+--Advierto al testigo que si _ha dido_ por todos esos sitios que dice,
+ahora no va por buen camino. Absténgase de frases groseras y declare
+sencillamente la verdad.
+
+Después del cochero declaró el zagal. No tuvo importancia su
+declaración. Salieron luego sucesivamente algunas beatas de Peñascosa
+que declararon en términos vagos que habían observado cierta intimidad
+desusada entre Obdulia y su confesor, aunque nunca habían pensado mal de
+ella. También depuso el P. Narciso. Fue una declaración modelo de
+hipocresía y maldad. Haciendo elogios hiperbólicos de la virtud y el
+talento de su compañero, supo, no obstante, clavarle el estilete hasta
+la empuñadura. Sus reticencias insidiosas, el acento protector y triste
+con que disculpó las faltas de los sacerdotes, y las últimas palabras
+dirigidas a excitar la benevolencia del tribunal, causaron profunda
+impresión en el auditorio. Parecía justificar a su compañero; pero al
+través de su acento y de su mímica se leía bien claro que le condenaba.
+
+Todas las miradas se volvieron hacia el acusado. El P. Gil estaba como
+hacía tres meses, cuando ingresó en la cárcel de Peñascosa. Con el
+encierro su rostro había ganado aún en blancura. En vez del cansancio y
+melancolía que en los últimos tiempos reflejaba, observábase ahora un
+alegre sosiego, una firmeza que tenía desconcertados a todos los
+asistentes al juicio oral. Parecía que aquellos debates no iban con él,
+que no estaban su honra y su libertad sobre el tapete. La opinión que
+prevalecía en el concurso, y de la cual se había hecho eco ya la prensa
+liberal de Lancia, era que aquel clérigo era un cínico, con poca o
+ninguna vergüenza. No se necesitaba ser muy lince para ver que se había
+captado la antipatía del tribunal, sobre todo del presidente, que la
+había puesto ya de manifiesto en varias ocasiones. Como hacía siempre
+que declaraba algún testigo, el acusado contemplaba ahora al P. Narciso
+de hito en hito, con mirada firme y tranquila. El coadjutor habló con
+los ojos puestos en el suelo, y todo el mundo aplaudió su modestia y la
+moderación de sus palabras.
+
+Salió luego por la puerta de los testigos don Martín de las Casas.
+Después de su nombre, edad, estado, profesión, etc., el presidente le
+preguntó:
+
+--¿Ha estado usted procesado alguna vez?
+
+D. Martín, que se hallaba bastante turbado, porque era principalmente
+hombre de acción, como ya sabemos, y no de derecho, respondió vacilando:
+
+--No recuerdo.
+
+--¡Hombre, no recuerda usted! Pues eso no suele olvidarse.
+
+La frase presidencial despertó gran alegría en el concurso. El inválido
+rechinó los dientes. Hubiera dado el otro hombro por poder asestar una
+bofetada a aquel viejo. Éste, observando su irritación, le interrumpió
+varias veces mientras declaraba, dirigiéndole con zumba algunas
+preguntas, que siguieron regocijando al auditorio.
+
+El feroz cacique de Peñascosa almacenó en pocos momentos tanta cólera,
+que se propuso nada menos que escupir en la cara al presidente y
+desafiarle tan pronto como saliesen a la calle. Sin embargo, este varón
+poderoso, digno de vivir en la edad de hierro, tropezó con él por la
+tarde en el casino, y en vez de inferirle agravio, le quitó el sombrero
+con mucha reverencia. Y es que no hay nada que desanime a los héroes
+tanto como las cárceles celulares.
+
+Llamaron inmediatamente a D. Peregrín Casanova, el cual, al revés de lo
+que le había sucedido a su amigo, entró majestuosamente en el salón,
+resoplando y balanceándose como un vapor que atraca al muelle. En
+sustancia, el ex-gobernador interino de Tarragona vino a decir que el
+excusador de Peñascosa nunca había sido santo de su devoción. Los
+caracteres retraídos, mansos, silenciosos, no le habían dado resultado.
+A otros quizá se lo dieran, no lo discutía, pero él en su larga carrera
+administrativa tuvo varios subordinados que estuvieron a punto de
+comprometerle, y siempre habían sido caracteres semejantes al del
+acusado. Cuando corrió por Peñascosa la especie de que Obdulia se había
+fugado con el excusador, él había dicho: «Imposible; estoy seguro de que
+ese hombre la ha llevado engañada. Hace mucho tiempo que le observo, y
+yo no necesito tanto. Me precio de tener buena nariz.» (_¿De qué no se
+preciaba D. Peregrín?_) A pesar de que existían ciertas diferencias
+entre él y Osuna, las dio al olvido inmediatamente, porque nunca había
+sido rencoroso, y se ofreció a acompañarle en la persecución de la
+pareja. La situación en que los habían encontrado en Palencia no era
+para descrita. Baste saber que él, D. Peregrín, había enrojecido de
+indignación. Sin embargo, a ruego del abogado acusador la describió.
+Después quiso entrar en consideraciones filosóficas sobre la magnitud
+del delito y sobre la conveniencia para la sociedad de que los
+tribunales castiguen con mano firme en estos casos, pero le atajó el
+presidente. El tono pedantesco, la voz nasal y recia y la acción de
+dómine con que emitía su declaración habían impresionado de mal modo al
+auditorio, pero peor que a todos al presidente, que le miraba con ojos
+torvos desde que había comenzado. Cuando ya tuvo lleno el saco de la
+paciencia, que no llevaba mucha, dijo con su voz áspera de vejete
+irritable:
+
+--¿Acaso quiere usted darnos un curso de derecho penal? Déjese de
+filosofías y manifieste los hechos como Dios le dé a entender... que se
+lo da bien mal por cierto.
+
+--Señor presidente, creo que estoy en mi perfecto derecho...
+
+--Aquí no tiene usted derecho ninguno, ni perfecto ni imperfecto...
+
+--Señor presidente, yo...
+
+--Basta. Retírese usted.
+
+--¡Señor presidente!...
+
+--Que se retire usted inmediatamente, o será expulsado por los hujieres.
+
+Rojo de confusión, trémulo y aturdido, a punto de llorar, el hombre que
+rigió los destinos de la provincia de Tarragona por más de dos semanas,
+salió al fin de la estancia dando traspiés.
+
+--Señor presidente--manifestó el abogado acusador con entereza,--esa
+orden debilita la prueba que propongo y me parece arbitraria...
+
+--¡Llamo al orden al letrado!--gritó furioso el presidente, agitando la
+campanilla.
+
+--Señor presidente, yo entiendo que se vulneran los derechos de la
+acusación...
+
+--¡Llamo por segunda vez al orden al letrado!--gritó más furioso aún el
+presidente, levantándose a medias del asiento y golpeando la mesa con la
+campanilla.
+
+--Pues formulo la correspondiente protesta.
+
+--Proteste usted cuanto quiera, pero absténgase en lo sucesivo de
+dirigir palabras irrespetuosas a la presidencia.
+
+El abogado acusador era un joven flaco, de barba negra, ojos pequeños
+insolentes, y muy sobre sí en todos los ademanes. Figuraba como jefe de
+los republicanos federales de Lancia y dirigía el periódico que éstos
+publicaban. Su odio al clero era proverbial en la población. Había
+tenido varios choques por este motivo, uno de ellos con el obispo:
+estuvo procesado por injurias a la religión. Como es natural, cogía por
+los pelos cualquier ocasión de vejar a sus ministros. Un proceso como el
+presente, en que figuraba como reo un sacerdote, le llenaba de júbilo,
+lo atendía con cuidados tan tiernos como si se tratase de la honra de
+una hermana.
+
+Después de D. Peregrín, fue llamada el ama de la casa de huéspedes de
+Palencia. Venía presentada por la defensa. Declaró que había observado
+relaciones extrañas entre el sacerdote y la joven, pero que en nada
+podían comprometer a aquél. Cuando llegaron, pidieron caballos para
+marchar al día siguiente por la mañana a Astudillo. Le dijo la criada
+que ya no se marchaban, porque la señorita estaba algo constipada y no
+se había levantado. Pasó a verla y la encontró pálida, pero no
+constipada. Le preguntó si había estado a verla su compañero de viaje el
+sacerdote, y se apresuró a responderle que no, de un modo tan vivo que
+le llamó la atención. Después supo que había enviado un recado al
+sacerdote diciéndole que almorzase solo y que pasase luego por su
+habitación. Estuvo poco tiempo en ella. Le vio salir corriendo, agitado
+y tembloroso y echarse a la calle. Estuvo por allá toda la tarde, y vino
+muy de noche ya. Mientras tanto, la señorita había tenido dos ataques;
+ella la había asistido, porque no quiso que se llamase al médico. El
+sacerdote se encerró en su habitación. La señorita me mandó llamarle,
+pero no quiso acudir hasta que le fui a decir que estaba con un ataque.
+Después fue cuando la señorita me mandó que le hiciese un poco de tila,
+y mientras yo estaba en la cocina subió su padre con los amigos. Cuando
+llegué la encontré tendida en el suelo en paños menores. El papá trataba
+de llevarla a la cama y yo le ayudé.
+
+--Dice usted--manifestó el acusador--que cuando le vio salir del
+gabinete de la joven ofrecía señales evidentes de turbación. ¿No habrá
+usted observado, por casualidad, si presentaba igualmente signos de
+desarreglo en las ropas?
+
+Hubo un murmullo en el auditorio.
+
+--No, señor; no noté nada.
+
+Otras varias preguntas le hizo con la misma intención que ésta. Luego
+fue repreguntada por la defensa.
+
+Salió inmediatamente, también presentada por ésta, D.ª Josefa, el ama
+del excusador. Se decía que esta señora tenía pruebas de la inocencia de
+su amo, que iba a relatar cosas muy curiosas. Se esperaba su declaración
+con ansiedad. Cuando le hubo tomado juramento y después de las preguntas
+de reglamento, el presidente le dijo con el tonillo agrio que le era
+característico:
+
+--Ahora va usted a decir lo que sepa, pero mucho cuidado con los
+embrollos, porque la tengo a usted sobre ojo...
+
+El abogado defensor, que era un hombre corpulento con largas patillas
+blancas, protestó contra esta advertencia. Preguntada por el presidente,
+D.ª Josefa declaró que Obdulia hacía tiempo que perseguía a su amo y le
+molestaba proponiéndole la escapatoria al convento. Que el excusador
+había tratado en vano de disuadirla; sus esfuerzos habían sido vanos.
+Estaba tan resuelta a marcharse, que se hubiera ido sola si él se negaba
+a acompañarla. En vista de eso, su amo, aunque de malísima gana, había
+cedido. La testigo misma se lo había aconsejado para que se librase de
+una beata tan insufrible.
+
+--¿Y no es cierto--preguntó el defensor--que un mes, poco más o menos,
+después del regreso de Palencia, la querellante se presentó una noche en
+casa de mi defendido, y que fue arrojada por él de allí?
+
+--Sí, señor.
+
+--Explique cómo ha sido.
+
+D.ª Josefa relató exactamente la escena ya conocida, sin omitir los
+insultos que dirigió a la joven.
+
+--Como esta versión--dijo el defensor--no concuerda con lo manifestado
+por la querellante en el sumario, de no haber hablado con mi defendido
+desde su regreso de Palencia, pido un careo entre ambas.
+
+--Señor presidente--manifestó el abogado de Obdulia,--la acusación se
+adhiere a esta petición de la defensa, pero solicita que este careo se
+efectúe después que la querellante haya declarado.
+
+Así lo dispuso la presidencia. El acusador repreguntó a D.ª Josefa:
+
+--¿Es cierto que la testigo miraba con malos ojos a mi defendida, por
+suponer que la sustraía una parte del cariño o la estimación de su
+amo?...
+
+--¡No conteste usted a esa pregunta!--se apresuró a decir el presidente.
+
+--Está bien--expresó el defensor.--¿No es igualmente exacto que la
+testigo detestaba a todas las hijas de confesión del procesado,
+estableciendo con ellas una suerte de rivalidad?
+
+--No conteste usted tampoco. Esa pregunta es tan impertinente como la
+otra.
+
+--Renuncio a seguir repreguntando--dijo el abogado con una sonrisa
+maliciosa, que indicaba bien claramente que ya creía haber conseguido su
+objeto.
+
+Faltaba la gran emoción de aquel juicio, el acontecimiento que desde que
+se comenzara hacía unos días se esperaba por todos con verdadero anhelo;
+faltaba, en suma, la declaración de la querellante, que estaba la última
+en la lista. Cuando el presidente dio la orden de hacerla pasar, hubo un
+prolongado rumor en el auditorio, al cual siguió silencio sepulcral.
+Todos los ojos estaban vueltos hacia la puerta con expresión de intensa
+curiosidad.
+
+Pareció, al fin, la hija de Osuna. Vestía con modestia y elegancia al
+mismo tiempo. Su figura esbelta y distinguida y la hermosura ajada, pero
+interesante, de su rostro causaron favorable impresión en los
+circunstantes. Al pasar para ocupar su sitio, no se dignó arrojar una
+mirada a su antiguo confesor. Estaba más pálida que de ordinario, más
+ojerosa; pero en su mirada podía observarse una vehemencia y un brillo
+inusitados.
+
+El presidente le hizo las preguntas de la ley, en tono respetuoso y
+hasta galante. Respondió con notable claridad y precisión.
+
+--¿Es cierto--le preguntó el presidente--que ha sido usted objeto de una
+agresión maliciosa y escandalosa por parte del procesado?
+
+--Sí, señor.
+
+--Relate usted lo ocurrido en la forma que usted crea más oportuna, sin
+separarse de la verdad.
+
+--Muy poco tiempo después de llegar el padre Gil a Peñascosa y
+desempeñar el cargo de excusador, empecé a confesarme con él. Le
+encontré prudente, advertido y extraordinariamente piadoso. El respeto
+que yo tenía a su talento y la admiración a sus virtudes eran tan
+grandes que algunos maliciosos de la población pudieron muy bien
+figurarse que existía una inclinación en mí hacia su persona. Yo no
+puedo negar que le profesaba estimación y cariño. Durante el tiempo que
+fue mi confesor, jamás noté en él más que una estimación espiritual a
+veces, no siempre, porque ordinariamente se manifestaba severo y poco
+comunicativo. Sólo en los últimos tiempos empecé a observar que se
+detenía más tiempo que antes en las confesiones (_risas y murmullos en
+el auditorio_); que procuraba prolongarlas entrando en conversaciones
+que nada tenían que ver con ellas. No hice aprecio de esto, ni tampoco
+de que alguna vez al despedirnos me retenía la mano entre las suyas
+largo rato. (_Más risas. El presidente agita la campanilla._) Lo
+atribuía a la confianza que había logrado inspirarle, porque tenía, al
+menos en la apariencia, un carácter tímido y retraído. Hace ya lo menos
+un año que le manifesté deseos de entrar en un convento, pero se opuso
+tenazmente a ello. De vez en cuando volvía a la carga rogándole que me
+ayudase a llevarlo a cabo. Siempre encontré la misma resistencia. Hasta
+que repentinamente, pasados algunos meses, me dijo un día que encontraba
+mi proyecto muy bueno y muy santo, y que estaba dispuesto a prestarme
+los medios para realizarlo. Lo primero que se me ocurrió, como es
+natural, fue solicitar el permiso de mi padre. El P. Gil se opuso a
+ello. Me dijo que por entonces no era conveniente; más adelante ya
+veríamos. Empezamos a tratar la cuestión de convento. Yo quería entrar
+en las Agustinas de Lancia, pero él me dijo que conocía un convento de
+Carmelitas en Astudillo que era el que me convenía. Era un convento que
+no tenía más que diez o doce monjas, muy tranquilo, muy apartado, un
+verdadero rinconcito del cielo, como él decía. (_Risas._) Preparamos la
+expedición. Se ofreció a acompañarme. Yo no cesaba de instarle para que
+mi padre tuviese noticia del proyecto. No se oponía abiertamente a ello,
+pero lo iba dilatando. Por fin, cuando llegó el momento de realizarlo,
+me dijo que creía más prudente no darle parte. El pobre iba a tener un
+disgusto muy grande. Acaso viendo la posibilidad de desbaratarlo se
+opondría, mientras que sabiéndolo cuando ya estuviese hecho, no tendría
+más remedio que resignarse. En fin, me alegó una porción de razones que
+concluyeron por convencerme...
+
+Aquí hizo una pausa la querellante; se llevó la mano a la frente, como
+si le doliese traer a la memoria lo que iba a decir. Un gesto digno de
+una actriz de primer orden.
+
+--Salimos un martes al amanecer. Lo había preparado todo perfectamente.
+El día anterior había ido a Lancia y trajo una carretela que dejó en las
+inmediaciones de Peñascosa. Durante el camino hablamos poco. Yo iba
+inquieta y triste. No entramos en Lancia, sino que seguimos a la Reguera
+para tomar allí el tren. Esperamos bastante tiempo y dimos un paseo por
+la orilla del río. Nada me dijo entonces que pudiera hacerme concebir
+sospechas. Sólo cuando estuvimos en el tren y quedamos solos, noté que
+me miraba fijamente y de un modo particular. Yo me fui al opuesto
+rincón. Traté de descansar y quise quitarme los zapatos porque me
+lastimaban. Entonces él se brindó a sacármelos, y sin esperar
+contestación se puso a hacerlo. (_Rumores y risas. El presidente amenaza
+con despejar la sala._) A mí, a la verdad, me dio aquello vergüenza y
+quedé muy inquieta. Me pesaba ya muchísimo de haber ido con él. Procuré
+disimular, sin embargo, porque empezaba a tener miedo. Llegamos a
+Palencia y mandamos a buscar caballos para ir al día siguiente a
+Astudillo. Pero al día siguiente me sentí muy mal. La emoción del viaje
+me había descompuesto los nervios. Me esperaban, por desgracia, otras
+más fuertes. El padre entró a verme; se sentó a la cabecera de mi cama,
+y después de algunos lugares comunes, empezó a hablarme de amor como un
+galán cualquiera. Me hizo una declaración. Yo estaba aterrada y
+escandalizada. Me dijo que sólo había ideado aquel viaje con el objeto
+de marcharse conmigo, que podríamos ir al extranjero y vivir como marido
+y mujer... una serie de cosas escandalosas que me dejaron yerta. Tuve
+fuerzas, sin embargo, para responderle. Lo hice con tal energía, porque
+estaba como loca, que le asusté. Le amenacé con gritar si no se marchaba
+inmediatamente...
+
+Obedeció. Llegó el ama después a verme, y estuve por decirle lo que me
+había pasado, pero me contuve. Sentía en el alma dar un escándalo y
+perder a un sacerdote. Me pareció mejor disimular. Envié un recado al
+padre para que almorzase solo y viniese después a verme. Mi objeto era
+hacer que reflexionase un poco y rogarle que escribiese a papá o le
+telegrafiase para que viniese a recogerme, con pretexto de que estaba
+enferma y no podía entrar en el convento. Llegó después de almorzar;
+pero en vez de presentarse arrepentido por lo que había hecho, comenzó
+otra vez a solicitarme de un modo más feo, más asqueroso que antes.
+Entonces le hablé como debía, recordándole sus deberes y la confianza
+que había depositado en él. No hizo caso. Viéndome perdida, porque
+trataba de pasar de las palabras a las obras, cogí un Santo Cristo de
+ébano que había sobre la mesa de noche y lo puse delante de mí,
+diciendo: ¡Señor, protegedme!... Entonces él, como si viera el diablo,
+se marchó corriendo...
+
+Después tuve dos ataques muy fuertes. Creí que me moría. Cuando pude
+coordinar las ideas, era ya cerca de noche. El ama me dijo que había
+salido de casa y no había vuelto. Encargué que le avisaran para hablarle
+por última vez y resolverme o no a dar parte de lo que ocurría. No quiso
+venir, temiendo sin duda mi indignación. Caí con otro ataque, y el ama
+sin duda fue a buscarle, porque cuando abrí los ojos estaba él a mi
+lado. Pedí al ama que me hiciese una taza de tila... En cuanto quedamos
+solos, sin mediar palabra alguna se arrojó sobre mí, cubriéndome la cara
+de besos, apretándome con tal fuerza que pensé morir... Aturdida y
+horrorizada, lancé algunos gritos, pero él los sofocó poniéndome la mano
+en la boca... Luché con desesperación, y Dios me dio fuerzas para
+desprenderme de sus brazos y saltar de la cama... Pero apenas había
+puesto los pies en el suelo, me encontré otra vez sujeta y con la boca
+tapada... Forcejeamos un rato, pero aquella lucha no podía durar mucho
+tiempo... Al fin, perdí el sentido...
+
+Una emoción violenta corrió por la sala. Hubo un rumor prolongado. Todas
+las miradas, fijas hasta entonces en la querellante, se dirigieron hacia
+el acusado. El P. Gil había escuchado aquella infame declaración,
+primero con sorpresa, después con una triste compasión, que los
+circunstantes, impresionados por las palabras de la joven, no supieron
+leer en sus ojos. Aquella actitud tranquila, aquella mirada persistente,
+fija sobre su acusadora, siguió atribuyéndose a cinismo.
+
+Era difícil que sucediese de otro modo. Obdulia había mostrado, bajo el
+latigazo de la ira, un talento diabólico. Su palabra y sus ademanes, un
+poco exagerados, vibraban de indignación. Su mirada no se cruzó jamás
+con la del sacerdote; pero supo bien dar a este miedo el aspecto de
+desprecio.
+
+--Deseo que manifieste la querellante--preguntó el abogado
+defensor--cómo es que, habiendo sucedido todo lo que acaba de declarar,
+se confesó después única autora de aquella fuga y nada dijo hasta
+trascurrido mucho tiempo de la violencia de que fue objeto.
+
+--No he dicho nada por vergüenza. Creo que cualquiera mujer haría lo
+mismo en mi caso. ¿Qué ganaba con revelar estas cosas tan sucias? Sólo
+cuando vi mi honra por los suelos, sólo cuando llegó a mis oídos lo que
+se decía en Peñascosa, me aventuré a confesarlo a mi padre. Por mandato
+de éste me encuentro aquí, que de otro modo tampoco hubiera venido.
+
+A todas las preguntas que le hicieron, tanto el presidente como los
+letrados, respondió con admirable serenidad y viveza. Ni un momento le
+faltó su imaginación.
+
+El defensor del P. Gil propuso al fin el careo con D.ª Josefa. Entró
+ésta de nuevo y clavó una mirada iracunda en Obdulia, la cual le pagó
+con otra de afectado desprecio. A instancia de la presidencia relató de
+nuevo la escena en que el P. Gil arrojó de casa a su penitenta. A las
+pocas palabras ésta dio señales de agitación y se puso horriblemente
+pálida.
+
+--¡Falso, falso!--gritó sin poder contenerse.
+
+--¿Es falso que entró usted en la habitación de mi amo diciendo:
+«¡Padre, aquí me tiene usted!», y que mi amo, sin contestar palabra, se
+levantó de la silla, la cogió a usted por un brazo y la puso de patitas
+fuera del gabinete?
+
+--¡Mentira!... Esa mujer está loca... Por salvar a su amo inventa una
+calumnia.
+
+--No estoy loca, no, ni calumnio a nadie... La que calumnia a un
+sacerdote es usted, pícara, que tiene que dar cuenta a Dios de su
+maldad...
+
+--Repórtese la testigo--dijo el presidente.--Repórtese también la
+querellante, o me veré obligado a expulsarlas de la sala.
+
+Pero ni una ni otra hicieron caso de la amenaza. Obdulia siguió
+gritando:
+
+--¡Falso! ¡Miente usted!
+
+--La que miente es usted, que quiere por orgullo perder a un
+sacerdote... ¡a un santo!
+
+--¡Silencio!--gritaba el presidente golpeando con la campanilla.
+
+--¡Buen santo te dé Dios!--exclamaba la joven con sonrisa
+sarcástica.--No calumnie usted a los demás por salvarle a él.
+
+--¡Basta! Expulsad del local a estas mujeres--profirió el presidente,
+dirigiéndose a los hujieres.
+
+--¡La calumniadora eres tú!... ¡Tú, bribona! ¡Bribona!... ¿Porque te ha
+despreciado le acusas, infame? ¿No temes que se abra la tierra y te
+trague?...
+
+En aquel momento un hujier la cogió por un brazo y la empujó brutalmente
+hacia la puerta. Pero D.ª Josefa, hasta que llegó a ella, siguió
+gritando:
+
+--¡No hay justicia que azote a esa mala mujer, que la emplume!...
+¡Bribona, que has andado siempre detrás de los curas, como una perra
+salida!... ¡Meterla en un baño de agua fría para que se refresque!...
+
+Otro hujier fue a expulsar a la otra; pero en el momento de acercarse,
+Obdulia se desplomó, acometida de un síncope. Su abogado y las personas
+que estaban cerca acudieron a socorrerla. Se la trasladó al despacho del
+secretario. Dos médicos del concurso fueron espontáneamente a visitarla.
+
+Terminada la prueba, y después de descansar unos minutos, el presidente
+concedió la palabra al acusador privado.
+
+Su discurso fue, como se esperaba, elocuente y sañudo. Tenía la voz
+velada a causa de una bronquitis crónica: cuando quería elevarla
+resultaba chillona, estridente. La palabra era fluida, aunque abundaba
+en los lugares comunes del periodismo. En Lancia nadie sabía hablar con
+esta tersura. Pintó al P. Gil como un ser hipócrita, rastrero,
+alimentando en secreto pasiones vergonzosas, ocultándolas con cuidado
+por el temor de perder su posición. Estas pasiones son frecuentes en los
+clérigos, en quienes un régimen de holganza y una vida muelle y
+sedentaria las excitan...
+
+Como insistiera demasiado en esto, el presidente le llamó al orden.
+
+Describió el delito con una crudeza pintoresca a propósito para
+impresionar al tribunal. Un plan odioso trazado de antemano y llevado a
+cabo con firmeza y habilidad implacables. Abuso de confianza primero,
+ataque al pudor después; por último, una cobarde y sacrílega violación.
+Las pruebas eran concluyentes. Con vigor y sutileza al mismo tiempo las
+fue acumulando todas sobre la cabeza del presbítero para concluir con
+este párrafo:
+
+--Y por si todos estos datos irrecusables no fuesen bastante a demostrar
+palmariamente la premeditación del crimen, voy a aducir otro. Se dice, y
+todos están conformes en ello, que el padre Gil llevaba a su hija de
+confesión a un convento de Carmelitas en Astudillo. Pues bien,
+excelentísimo señor... en Astudillo no hay convento de Carmelitas.
+¿Quiere más el tribunal?
+
+El discurso fue corto y contundente. Al terminar se sintió un murmullo
+aprobador, de mal agüero para el procesado.
+
+El defensor de éste era un abogado de experiencia e inteligente, pero
+que carecía en absoluto de las dotes oratorias de su contrincante. Tenía
+palabra abundante, pero era monótona, pesada, más a propósito para
+dilucidar algún punto oscuro en un expediente civil que para arrastrar
+el espíritu del tribunal y del público. Se entretuvo con suma prolijidad
+a reconstituir el sumario buscando informalidades, llamando la atención
+del tribunal acerca de pormenores, algunos de ellos insignificantes.
+Nada de entrar, como debiera, en el carácter de la querellante, de hacer
+resaltar el trastorno crónico de su sistema nervioso, la violencia
+sorprendente de sus sentimientos, lo mismo el amor que el odio, la
+susceptibilidad enfermiza de su amor propio que parecía desprovisto de
+piel y en carne viva siempre; nada de buscar, en fin, el origen, el
+verdadero génesis de aquella acusación extraña.
+
+Habló cerca de hora y media. Al terminar, lo mismo el tribunal que el
+público, estaban visiblemente fatigados. Rectificó brevemente el
+acusador privado algunos errores de hecho. Sostúvolos el defensor, según
+era su condición, larga y prolijamente. De tal modo, que el fastidio
+engendrado por su primer discurso se multiplicó notablemente en el
+segundo.
+
+Por último, el presidente hizo sonar la campanilla y, encarándose con el
+acusado, dijo:
+
+--En vista de las pruebas que acaban de practicarse y de los informes de
+los señores letrados, ¿tiene el procesado algo que manifestar al
+tribunal?
+
+El P. Gil se levantó de su banco y paseó una mirada tan suave como vaga
+por la sala. Parecía que le despertaban de un sueño. Tardó algunos
+instantes en hablar. Reinó en el auditorio silencio profundo y ansioso.
+A pesar de la atmósfera desfavorable que habían formado en torno suyo,
+su figura delicada, poética, donde resplandecía la humildad, no podía
+menos de causar impresión favorable.
+
+--Soy inocente del crimen que se me imputa. En las manos de Dios, en
+quien he dejado hace tiempo todos mis pensamientos y cuidados, dejo
+ahora también mi sentencia. Cúmplase su voluntad.
+
+Estas sencillas palabras, pronunciadas con lentitud, causaron una
+conmoción eléctrica en el concurso. Por un instante se entrevió la
+verdad como a la luz de un relámpago. Pero las tinieblas cayeron de
+nuevo en la sala y se espesaron dentro de las más perspicuas
+inteligencias. No faltó quien murmurase que los curas, por malvados que
+fuesen, tenían siempre en los labios estas palabras. El presidente le
+respondió con su acritud acostumbrada:
+
+--Bueno; más adelante le juzgará Dios. Por lo pronto van a juzgarle a
+usted los hombres.
+
+
+
+
+XV
+
+
+El tribunal de los hombres le condenó a catorce años, ocho meses y un
+día de reclusión.
+
+El oficial de sala de la Audiencia que fue a leerle la sentencia a la
+cárcel se creyó en el deber de prodigarle consuelos. El caso no era
+desesperado. El Tribunal Supremo podía aún casar la sentencia. Si esto
+no sucediese, él era todavía joven y volvería seguramente del presidio,
+sobre todo teniendo en cuenta las rebajas de tiempo que el gobierno
+otorga de vez en cuando, etc., etc.
+
+--Gracias, gracias, señor--dijo el presbítero, cuya fisonomía expresaba
+una calma profunda, una serenidad íntima que llamaba la atención.--Usted
+me cree muy desgraciado, ¿verdad?
+
+--Mucho... Me inspira usted una gran compasión--respondió con cara
+compungida el curial.
+
+--¿De modo que no se cambiaría usted por mí en este momento?
+
+El empleado hizo una mueca de susto.
+
+--Por desgracia... Ya comprenderá usted... ¡El caso es terrible!...
+
+El P. Gil permaneció un instante mirándole fijamente con una dulzura no
+exenta de lástima, y dijo al fin, poniéndole una mano sobre el hombro:
+
+--Pues haría usted mal, señor, haría usted mal. Podía usted muy bien dar
+su libertad, su honor, su posición y su familia por hallarse como yo...
+y todavía saldría usted enormemente ganancioso.
+
+El curial le miró con estupor. Por sus ojos pasó después un relámpago de
+inquietud, temiendo hallarse frente a un loco, y se apresuró a
+despedirse y salir.
+
+Quedó solo el sacerdote. La celda en que se hallaba era lóbrega y sucia.
+Un catre de hierro, una mesilla de pino, una cómoda tosca y algunas
+sillas de paja componían todo el mobiliario. Por la única ventana
+enrejada que la esclarecía, abierta a bastante altura, entraba en aquel
+momento un haz de rayos de sol. El P. Gil, después de permanecer un
+momento inmóvil en actitud reflexiva, fue a colocarse debajo de
+aquellos rayos. Su cabeza rubia, iluminada repentinamente, brilló con
+reflejos de oro, su tez blanca adquirió una trasparencia singular. Su
+cuerpo fino, delgado, vestido con negra sotana, parecía una columna de
+ébano destinada a sostener aquella cabeza.
+
+Dejose anegar por la onda tibia, bebiendo lentamente su dulzura,
+palpitando bajo su caricia como un pájaro prisionero. Alzó los ojos a la
+ventana. Por entre las rejas percibió el azul del firmamento,
+trasparente, infinito, convidando a volar por él.
+
+El cielo reía. Pero más alegremente que el cielo reía su alma, inundada
+de gozo embriagador. En el fondo de su ser también brillaba el infinito
+azul. Desde que la Gracia le había visitado vivía en perpetua fiesta.
+Sus ojos, iluminados bruscamente, contemplaban el Universo en su
+naturaleza ideal. Todos los velos tendidos por la razón habían caído al
+suelo: el gran secreto de la existencia se le revelaba directamente con
+admirable claridad y pureza.
+
+Detrás de esta vida aparente que nos rodea vio la vida real, la vida
+infinita, y entró en ella con el corazón henchido de alegría. En esta
+vida infinita todo es amor, o lo que es igual, todo es felicidad. Entrar
+en ella es poner el pie en el imperio de la Eternidad. Es la vida del
+espíritu. El mundo no puede cambiarla ni el tiempo destruirla, porque
+es ella el principio mismo del tiempo y del mundo. Gustó la vida en
+Dios; vivió más allá del tiempo en la fuente misma ideal y perenne del
+mundo imaginativo que nos envuelve. Sus días ya no se deslizaban tristes
+y ansiosos como una porción del tiempo. Ya no sufría el torcedor de la
+voluntad; no exhalaba quejas lastimeras sobre sus pecados, sobre sus
+resoluciones vencidas, porque no amaba ya sus propias obras, por buenas
+que fuesen, como antes, sino únicamente lo Eterno. Porque las obras
+tienen su origen en la persona, y él se había despojado de la suya; la
+había negado con firmeza. En medio de una santa y dulce indiferencia
+dejaba que Dios obrase dentro de su espíritu. Exento para siempre de
+duda y de incertidumbre, sabía que no debía querer más que una cosa, y
+que todo lo demás se le daría por añadidura. Estaba seguro de que la
+fuente de amor divino que había brotado en él no se agotaría jamás, y
+que este amor le guiaría eternamente. El temor de la destrucción por la
+muerte ya no le turbaba. La muerte, desde que había entrado en la vida
+de la eternidad, era para él incomprensible. No necesitaba bajar a la
+tumba para obtener esta vida eterna. Bastábale unirse de corazón a Dios
+para poseerla y para gozarla.
+
+Averiguó, en fin, de una vez para siempre, que el hombre no puede
+salvarse del dolor y de la muerte por la razón, sino por la Fe, esto es,
+por un conocimiento distinto y superior del que aquélla puede darnos.
+Desde que este conocimiento iluminó su espíritu, alcanzó la felicidad
+absoluta. Sin inquietud por lo porvenir, sin sentimiento por lo pasado,
+no apeteciendo nada, no rechazando nada tampoco, su vida se deslizaba
+tiempo hacía como un sueño feliz, como una dulce embriaguez. Dejó caer
+el plomo de los deseos y las tristezas que le ligaban a la tierra.
+Desprendido de toda ilusión y de todo esfuerzo, sin temores de
+aniquilamiento ni esperanzas egoístas de resurrección, por la virtud de
+la Fe y del amor supo reproducir en su alma el verdadero reinando de
+Dios.
+
+Sólo breves instantes permaneció así inmóvil, recibiendo el beso cálido
+del astro del día. No tardó en representársele que aquél era un goce de
+los sentidos, y haciendo un gesto de desdén, fue a sentarse en el ángulo
+más oscuro de la estancia. Sólo renunciando a los placeres, sólo
+buscando el sufrimiento y señoreando sus sentidos había llegado a aquel
+estado de beatitud, de sublime indiferencia.
+
+--¿Para qué necesito los rayos de ese sol--se dijo,--si el fuego que
+arde dentro de mi alma me calienta y me conforta mejor? ¿Qué vale esa
+luz efímera, comparada con esta otra que no se oscurecerá jamás? Vivir
+en la vida de los sentidos es ser un esclavo del tiempo y la necesidad.
+Todo lo que no pertenezca al ser interior y libre que dentro de mí he
+conseguido hallar me es extraño e indiferente. ¡Oh, no! No temblaré ya
+como un esclavo. Tengo la conciencia de mi libertad. No necesito morir
+para recobrarla. Este sentimiento de mi libertad me llena de gozo, soy
+un emancipado y llevo impreso en el alma el sello de mi Dios. Nada de lo
+que sucede, nada de lo que sucederá puede alterar la paz de mi corazón.
+El pulso de mi vida interior batirá con la misma fuerza hasta que suene
+la hora de dejar este mundo. He comido de la carne y he bebido de la
+sangre del Redentor, y según sus promesas, yo habito en Él y Él habita
+en mí. Soy un hijo de la Eternidad. He recogido la herencia de mi Padre,
+y nadie, ¡nadie me la podrá arrancar!...
+
+El cerrojo de la puerta sonó con estrépito. Apareció el llavero, un
+hombre grueso, con la faz colorada, los ojos llenos de carne, el traje
+sucio y grasiento, y alrededor del abultado abdomen un cinturón ancho de
+cuero guarnecido de llaves. Sin dar los buenos días ni hacer una mínima
+señal de cortesía, volvió el rostro hacia el pasillo, diciendo:
+
+--Pasen ustedes, señores, pasen ustedes.
+
+Detrás de él aparecieron dos caballeros con levita y sombrero de copa.
+El uno alto, rubio, con larga barba que le llegaba hasta la mitad del
+pecho, fisonomía abierta y simpática; joven aún. El otro más bajo y más
+delgado, de color enfermizo, barba rala y gafas. El primero era un
+médico distinguido de la población. El segundo, un jurista muy
+aficionado a los estudios penales y que había publicado ya varias
+monografías referentes a ellos.
+
+Levantose el P. Gil al verlos. Ellos le saludaron cortésmente, aunque
+sin darle la mano.
+
+--Bueno; ahí les dejo a ustedes con el _pater_--dijo el llavero con
+grosería.--Avisen ustedes cuando quieran salir.
+
+Y se fue.
+
+El abogado dio un paso hacia el penado, y le dijo con amable sonrisa:
+
+--Desearíamos, si usted no tiene inconveniente en ello, hacerle algunas
+preguntas...
+
+--Son ustedes muy dueños--respondió el sacerdote, clavando en él una
+mirada límpida que consiguió turbarle.
+
+El médico se adelantó también, y sacando la petaca le ofreció un cigarro
+puro, preguntándole al mismo tiempo:
+
+--¿Qué tal? ¿Le tratan a usted bien por aquí?
+
+--Muchas gracias, no fumo... Sí, señor, me tratan bien. Hay más caridad
+en la cárcel de lo que ordinariamente se dice.
+
+Entablose una conversación animada. Procuraron, lo mismo el médico que
+el jurista, hacerla cada vez más íntima y familiar, enterándose con
+interés de los pormenores de su vida cotidiana. Pasaron después
+insensiblemente a interrogarle acerca de su infancia, de las primeras
+impresiones de su vida, de su educación, y se detuvieron particularmente
+en la adolescencia. ¿Cuál era su vida en el seminario? ¿Cuál su régimen
+de alimentación? ¿Era aficionado a la soledad? ¿Qué enfermedades había
+padecido? Enteráronse también de algunas particularidades referentes a
+su familia. El suicidio de su madre les llamó sobre todo la atención, y
+se entretuvieron largo rato a preguntarle lo que sabía acerca de la que
+le había dado el ser. Por último, después de una hora de conversación,
+durante la cual le miraban con la insistencia pertinaz de quien va a
+comprar un animal, el médico le preguntó:
+
+--¿Nos permitirá usted ahora que tomemos algunos datos acerca de su
+cráneo y otras medidas?...
+
+El P. Gil, un poco sorprendido, consintió inmediatamente. El médico sacó
+del bolsillo de atrás de la levita un craniómetro y una cinta.
+
+Tomole la medida del cráneo en redondo, después la de la caja ósea que
+protege el encéfalo, la del ángulo facial, la del largo de la cara;
+midió la proyección facial y la parietal, los arcos zigomáticos y la
+mandíbula...
+
+Al llegar aquí, el médico y el jurista cambiaron una rápida mirada
+significativa.
+
+--¿Nos hace usted el favor de abrir los brazos?
+
+El P. Gil se puso en cruz, mientras una mirada dulce y melancólica
+plegaba sus labios. Midieron el largo de los brazos. Después el de las
+manos. En este punto, médico y jurista tornaron a cambiar otra mirada de
+inteligencia.
+
+Finalmente, luego que se hubieron enterado de todo lo que quisieron,
+despidiéronse de él muy cortésmente, dándole muchas veces las gracias
+por su amabilidad y procurando animarle con buenas razones.
+
+Al día siguiente aparecía en _El Porvenir de Lancia_, firmado por el
+abogado criminalista, un artículo con el título de _Una visita al P.
+Gil_. Hacíase en él relación exacta de la entrevista, describíase con
+minuciosidad la persona del sacerdote penado, y terminaba con una serie
+de profundas consideraciones científicas acerca de los caracteres
+anatómicos, patológicos y fisiológicos que el delincuente presentaba.
+
+«Entre los datos antropométricos--decía en uno de sus párrafos--comunes
+a todos los criminales, sólo hemos podido observar cierto predominio
+ligero de la proyección parietal comparada con la frontal y bastante
+desarrollo de los arcos cigomáticos y de la mandíbula. En cambio, el P.
+Gil ofrece en su figura absolutamente todos los rasgos que la escuela
+criminal positiva asigna como peculiares a los _estupradores_ y
+_libertinos_; es a saber: el pabellón de la oreja saliente e inserto a
+manera de asa, la mirada brillante, la fisonomía delicada (a excepción
+de la mandíbula), el cabello liso, el cutis mórbido, las manos muy
+largas y algo de afeminado en el conjunto.»
+
+
+FIN
+
+
+
+
+
+End of the Project Gutenberg EBook of La Fe, by Armando Palacio Valdés
+
+*** END OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK LA FE ***
+
+***** This file should be named 31637-0.txt or 31637-0.zip *****
+This and all associated files of various formats will be found in:
+ http://www.gutenberg.org/3/1/6/3/31637/
+
+Produced by Chuck Greif and the Online Distributed
+Proofreading Team at http://www.pgdp.net
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+
+Updated editions will replace the previous one--the old editions
+will be renamed.
+
+Creating the works from public domain print editions means that no
+one owns a United States copyright in these works, so the Foundation
+(and you!) can copy and distribute it in the United States without
+permission and without paying copyright royalties. Special rules,
+set forth in the General Terms of Use part of this license, apply to
+copying and distributing Project Gutenberg-tm electronic works to
+protect the PROJECT GUTENBERG-tm concept and trademark. Project
+Gutenberg is a registered trademark, and may not be used if you
+charge for the eBooks, unless you receive specific permission. If you
+do not charge anything for copies of this eBook, complying with the
+rules is very easy. You may use this eBook for nearly any purpose
+such as creation of derivative works, reports, performances and
+research. They may be modified and printed and given away--you may do
+practically ANYTHING with public domain eBooks. Redistribution is
+subject to the trademark license, especially commercial
+redistribution.
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+THE FULL PROJECT GUTENBERG LICENSE
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+electronic work, you indicate that you have read, understand, agree to
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+the terms of this agreement, you must cease using and return or destroy
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+If you paid a fee for obtaining a copy of or access to a Project
+Gutenberg-tm electronic work and you do not agree to be bound by the
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+entity to whom you paid the fee as set forth in paragraph 1.E.8.
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+used on or associated in any way with an electronic work by people who
+agree to be bound by the terms of this agreement. There are a few
+things that you can do with most Project Gutenberg-tm electronic works
+even without complying with the full terms of this agreement. See
+paragraph 1.C below. There are a lot of things you can do with Project
+Gutenberg-tm electronic works if you follow the terms of this agreement
+and help preserve free future access to Project Gutenberg-tm electronic
+works. See paragraph 1.E below.
+
+1.C. The Project Gutenberg Literary Archive Foundation ("the Foundation"
+or PGLAF), owns a compilation copyright in the collection of Project
+Gutenberg-tm electronic works. Nearly all the individual works in the
+collection are in the public domain in the United States. If an
+individual work is in the public domain in the United States and you are
+located in the United States, we do not claim a right to prevent you from
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+1.E.7. Do not charge a fee for access to, viewing, displaying,
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+ address specified in Section 4, "Information about donations to
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+WARRANTIES OF MERCHANTIBILITY OR FITNESS FOR ANY PURPOSE.
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+1.F.5. Some states do not allow disclaimers of certain implied
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+interpreted to make the maximum disclaimer or limitation permitted by
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+harmless from all liability, costs and expenses, including legal fees,
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+or cause to occur: (a) distribution of this or any Project Gutenberg-tm
+work, (b) alteration, modification, or additions or deletions to any
+Project Gutenberg-tm work, and (c) any Defect you cause.
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+
+Project Gutenberg-tm is synonymous with the free distribution of
+electronic works in formats readable by the widest variety of computers
+including obsolete, old, middle-aged and new computers. It exists
+because of the efforts of hundreds of volunteers and donations from
+people in all walks of life.
+
+Volunteers and financial support to provide volunteers with the
+assistance they need, are critical to reaching Project Gutenberg-tm's
+goals and ensuring that the Project Gutenberg-tm collection will
+remain freely available for generations to come. In 2001, the Project
+Gutenberg Literary Archive Foundation was created to provide a secure
+and permanent future for Project Gutenberg-tm and future generations.
+To learn more about the Project Gutenberg Literary Archive Foundation
+and how your efforts and donations can help, see Sections 3 and 4
+and the Foundation web page at http://www.pglaf.org.
+
+
+Section 3. Information about the Project Gutenberg Literary Archive
+Foundation
+
+The Project Gutenberg Literary Archive Foundation is a non profit
+501(c)(3) educational corporation organized under the laws of the
+state of Mississippi and granted tax exempt status by the Internal
+Revenue Service. The Foundation's EIN or federal tax identification
+number is 64-6221541. Its 501(c)(3) letter is posted at
+http://pglaf.org/fundraising. Contributions to the Project Gutenberg
+Literary Archive Foundation are tax deductible to the full extent
+permitted by U.S. federal laws and your state's laws.
+
+The Foundation's principal office is located at 4557 Melan Dr. S.
+Fairbanks, AK, 99712., but its volunteers and employees are scattered
+throughout numerous locations. Its business office is located at
+809 North 1500 West, Salt Lake City, UT 84116, (801) 596-1887, email
+business@pglaf.org. Email contact links and up to date contact
+information can be found at the Foundation's web site and official
+page at http://pglaf.org
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+ Dr. Gregory B. Newby
+ Chief Executive and Director
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+
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+Section 4. Information about Donations to the Project Gutenberg
+Literary Archive Foundation
+
+Project Gutenberg-tm depends upon and cannot survive without wide
+spread public support and donations to carry out its mission of
+increasing the number of public domain and licensed works that can be
+freely distributed in machine readable form accessible by the widest
+array of equipment including outdated equipment. Many small donations
+($1 to $5,000) are particularly important to maintaining tax exempt
+status with the IRS.
+
+The Foundation is committed to complying with the laws regulating
+charities and charitable donations in all 50 states of the United
+States. Compliance requirements are not uniform and it takes a
+considerable effort, much paperwork and many fees to meet and keep up
+with these requirements. We do not solicit donations in locations
+where we have not received written confirmation of compliance. To
+SEND DONATIONS or determine the status of compliance for any
+particular state visit http://pglaf.org
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+While we cannot and do not solicit contributions from states where we
+have not met the solicitation requirements, we know of no prohibition
+against accepting unsolicited donations from donors in such states who
+approach us with offers to donate.
+
+International donations are gratefully accepted, but we cannot make
+any statements concerning tax treatment of donations received from
+outside the United States. U.S. laws alone swamp our small staff.
+
+Please check the Project Gutenberg Web pages for current donation
+methods and addresses. Donations are accepted in a number of other
+ways including checks, online payments and credit card donations.
+To donate, please visit: http://pglaf.org/donate
+
+
+Section 5. General Information About Project Gutenberg-tm electronic
+works.
+
+Professor Michael S. Hart is the originator of the Project Gutenberg-tm
+concept of a library of electronic works that could be freely shared
+with anyone. For thirty years, he produced and distributed Project
+Gutenberg-tm eBooks with only a loose network of volunteer support.
+
+
+Project Gutenberg-tm eBooks are often created from several printed
+editions, all of which are confirmed as Public Domain in the U.S.
+unless a copyright notice is included. Thus, we do not necessarily
+keep eBooks in compliance with any particular paper edition.
+
+
+Most people start at our Web site which has the main PG search facility:
+
+ http://www.gutenberg.org
+
+This Web site includes information about Project Gutenberg-tm,
+including how to make donations to the Project Gutenberg Literary
+Archive Foundation, how to help produce our new eBooks, and how to
+subscribe to our email newsletter to hear about new eBooks.
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@@ -0,0 +1,9754 @@
+The Project Gutenberg EBook of La Fe, by Armando Palacio Valds
+
+This eBook is for the use of anyone anywhere at no cost and with
+almost no restrictions whatsoever. You may copy it, give it away or
+re-use it under the terms of the Project Gutenberg License included
+with this eBook or online at www.gutenberg.org
+
+
+Title: La Fe
+
+Author: Armando Palacio Valds
+
+Release Date: March 14, 2010 [EBook #31637]
+
+Language: Spanish
+
+Character set encoding: ISO-8859-1
+
+*** START OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK LA FE ***
+
+
+
+
+Produced by Chuck Greif and the Online Distributed
+Proofreading Team at http://www.pgdp.net
+
+
+
+
+
+
+
+
+
+LA FE
+
+NOVELA
+
+POR
+
+DON ARMANDO PALACIO VALDS
+
+MADRID
+
+
+
+
+I
+
+
+No caba en la iglesia una persona ms. Hablando con verdad, tampoco
+caban las que estaban dentro si ocupase cada cual el espacio que por
+derecho natural, el que la naturaleza ense a todos los animales, le
+corresponda. Pero en aquel momento no slo se infringa este derecho,
+pero se violaba descaradamente tambin la ley de impenetrabilidad de los
+cuerpos. D. Peregrn Casanova, persona que haca viso en la villa, y que
+hasta entonces haba guardado rigurosamente la ley en todas las
+solemnidades, lo mismo profanas que religiosas, tena ahora metidas en
+los riones las rodillas de otro bpedo racional de seis pies de alto,
+lo cual le produca algunos movimientos convulsivos en el epigastrio y
+un vivo desasosiego acompaado de sudor copioso. D. Teodora, seorita
+de cincuenta aos, castsima, limpsima, pulqurrima, que haba huido
+toda su vida cualquier contacto, fuere cual fuere, se vio obligada a
+sentarse sobre los pies del jorobado Osuna, sujeto de malsimos
+antecedentes, que no se estaba quieto un momento. D. Gaspar de Silva,
+poeta famoso en la villa, tanto por sus versos como por sus callos,
+sufri la operacin cesrea de uno de stos que le hizo con gran
+destreza el chico mayor de D. Trinidad. De igual modo otra porcin de
+vecinos respetables experimentaron molestias sin cuento en aquella
+maana memorable en que por vez primera cantaba misa un joven de la
+villa.
+
+Como siempre pasa, haba bulas para difuntos. En sitio privilegiado,
+entre la verja de madera y el altar, no slo estaban la madrina y las
+seoras que haban pagado la carrera al preste, sino otras a quienes no
+asista derecho alguno; y lo que es an ms digno de censura, unos
+cuantos hombres. El nuevo presbtero era casi un nio por la apariencia:
+los ojos azules, profundos y tristes, la tez blanca y nacarada como la
+de una dama, los cabellos rubios, el cuerpo delgado y esbelto. La
+emocin le tena ahora muy plido: esto haca an ms interesante su
+fisonoma espiritual. Asistanle como dicono y subdicono el prroco
+de Peascosa y D. Narciso, un capelln suelto procedente de Sarri,
+establecido haca algunos aos en la villa.
+
+En la iglesia sonaba murmullo sordo originado por el cuchicheo de las
+comadres, que se disputaban el sitio o se comunicaban sus impresiones,
+por las exclamaciones y suspiros de malestar de los hombres. El calor se
+iba haciendo por momentos intolerable. D. Peregrn dejaba escapar por
+sus narices de trompeta unos bufidos semejantes a los de las
+locomotoras, y se alzaba sobre las puntas de los pies, sin lograr
+enterarse de nada. Si al menos tuviera la estatura de su hermano Juan!
+Pero ste, que muy bien pudiera haberse quedado atrs, estaba
+perfectamente acomodado en el presbiterio entre los curas, el alcalde y
+varios concejales, lo cual levantaba en su corazn una ola de envidia
+que le sofocaba an ms que las rodillas del jayn que tena detrs. Tal
+era su destino. Aunque se considerase mucho ms inteligente que su
+hermano, y sirviera largos aos a la Administracin pblica en varias
+provincias de Espaa, y hubiese ledo la _Historia universal_ de Csar
+Cant y la de Espaa de Lafuente, sin faltar un tomo, y poseyese los
+mismos bienes de fortuna, con ms la jubilacin de 2.500 pesetas
+anuales, lo cierto es que D. Juan, sin haber salido jams de Peascosa
+ni haber ledo en su vida ms que el peridico a que estaba suscrito,
+gozaba de mucho mayor prestigio en la villa. Esto, en concepto de D.
+Peregrn, no proceda ms que de la estatura. En efecto, D. Juan
+Casanova era hombre alto y seco, de rostro aguileo, ojos grandes de
+prpados cados y mirar imponente, calva venerable, cortas patillas
+blancas y marcha acompasada y majestuosa. Estas dotes extraordinarias,
+unidas a un hablar mesurado y prudente, le haban captado el respeto y
+hasta la veneracin de sus convecinos. As que fue grande el estupor de
+stos cuando a la llegada de D. Peregrn de Andaluca, donde haba
+estado empleado ltimamente, le oyeron llamar ignorante y majadero a su
+hermano en una discusin que con l tuvo en el casino a propsito de la
+renta de tabacos. Vivan juntos, ambos solteros y entregados al cuidado
+desptico de D. Mariquita, ama de llaves y dueo absoluto de sus vidas
+y haciendas.
+
+D. Juan, a fuerza de pasear su mirada severa y majestuosa por el mar de
+cabezas que se extenda desde la valla hasta la puerta del templo,
+tropez con la calva reluciente del pigmeo de su hermano. Viendo la
+congoja pintada en su semblante, se apresur noblemente a hacerle seas
+para que avanzase, ofrecindole sitio en el banco que ocupaba. Pero D.
+Peregrn, por ventura notando la imposibilidad de dar un paso, o
+sofocado por la clera, que se le haba ido aumentando poco a poco,
+respondi con una mueca de ira y desdn que sobrecogi a su infeliz
+hermano y le quit por completo las ganas de insistir.
+
+--Qu es eso?--pregunt D. Martn de las Casas, que estaba sentado a su
+lado.--No quiere venir D. Peregrn?
+
+--Es que lo ve imposible. Quin rompe esa muralla de carne?
+
+--Pues cualquiera. Ver usted cmo voy all y lo traigo en
+seguida--replic D. Martn, hombre de carcter enrgico y expeditivo,
+disponindose a levantarse.
+
+D. Juan le retuvo por la manga de la levita.
+
+--No; djelo usted... Acaso no quiera venir... Ya conoce usted su
+carcter.
+
+--Pues hombre, no es plato de gusto estarse ah sudando caf con
+leche!--repuso con aspereza, alzando al mismo tiempo los hombros.
+
+La iglesia es de las ms espaciosas que pueden verse en una villa.
+Verdad que Peascosa, con tener de siete a ocho mil almas, no cuenta con
+ms templo que ste. Quiz por ser demasiado espaciosa, el sacristn y
+sus ayudantes no quieren encargarse de limpiarla a menudo. Su aspecto es
+lbrego y sucio. De las paredes, que no se enjalbegaron hace ya muchos
+aos, penden cadenas, cuadros sombros y borrosos, una muchedumbre de
+piernas, brazos, cabezas de cera amarilla y otra mayor an de barquitos
+y lanchas que la fe de los marineros o de sus familias han llevado all
+en recuerdo de algn peligro milagrosamente evitado. Mas para la funcin
+que se celebraba habanla adornado cuanto les fue posible. Guirnaldas de
+flores circundaban los altares principales cubiertos de paos blancos
+planchados de fresco. Se haban colgado algunos cortinones en los
+lienzos de pared cercanos al altar mayor y tapizado una parte del suelo
+con la alfombra, sucia ya y desgarrada por varios sitios, que sala a
+relucir haca cuarenta aos, en los das solemnes. D. Eloisa, la
+madrina del nuevo presbtero, y las damas que la haban secundado en la
+noble empresa de darle carrera, haban aadido algunos pormenores
+delicados al adorno tosco y rutinario del sacristn. Grandes macetas de
+flores colocadas en artsticos floreros sacados de las mejores casas de
+la villa, algunas cortinas de damasco formando pabelln sobre los
+altares, candelabros, araas. Donde, como es natural, haba recado
+particularmente su atencin y esmero era en el arreo del joven
+sacerdote. Alba finsima de batista bordada con primor, estola, casulla
+del ms rico tis de oro que pudo hallarse en la capital, cliz, de oro
+tambin, con algunas piedras preciosas. Las bondadosas seoras no haban
+escatimado el dinero para dar remate o coronar la obra de caridad que
+haca algunos aos acometieran.
+
+Todo el mundo lo recordaba en la villa; unos por haberlo presenciado,
+otros por haberlo odo contar frecuentemente. Haca poco ms de veinte
+aos haba en Peascosa un pescador de altura llamado Mariano Lastra, a
+quien todos sus compaeros apreciaban por sus sentimientos honrados y
+carcter apacible. Este pescador pereci con otros ocho tripulantes de
+la lancha en que iba, a consecuencia de una galerna de poca importancia.
+Slo aquella embarcacin haba zozobrado. Mariano se haba casado haca
+dos aos y dejaba un nio de pocos meses. La viuda era una joven buena y
+honrada, pero de escasa disposicin para el trabajo, y que sobre esto
+gozaba de poca salud. Viose gravemente apurada para poder subsistir. El
+nio le estorbaba mucho en cualquier trabajo. Dedicose a asistir por las
+casas desempeando los oficios ms bajos y penosos, traer agua o fregar
+suelos, llevar recados; lo nico que era capaz de hacer, pues no tena
+oficio alguno. Pero lleg un momento al parecer en que las fuerzas la
+abandonaron; su salud, cada da ms vacilante, la iba dejando intil
+para el trabajo. Fue despedida de algunas casas. Otras por caridad la
+siguieron empleando, aunque con menos frecuencia. Comenz a pasar hambre
+y su hijo tambin.
+
+Un da fue despedida tambin de la nica casa en que ya asista.
+
+--Basilisa--le dijo la seora--Usted no puede ya traer agua y fregar
+suelos. Se est usted matando y no consigue cumplir como es debido.
+Necesito buscar otra asistenta... Bien quisiera seguir mantenindola...
+pero no soy rica, como usted sabe... tenemos muchos gastos...
+
+--S seora, s, ya lo comprendo--respondi la infeliz con sonrisa
+humilde y forzada.--Demasiado ha hecho por m.
+
+Sali de aquella casa, su ltimo refugio, con el corazn apretado y las
+piernas vacilantes. Lleg a la zahurda que habitaba en los arrabales. Su
+hijo dorma en la cuna el sueo dulce y sereno de los ngeles. La
+infeliz cay de rodillas y solloz largo rato. Levant la cabeza al fin,
+y dijo sordamente contemplando al nio:
+
+--No, no irs al hospicio!
+
+Varias comadres, y hasta alguna seora tambin, se lo haban aconsejado.
+Pero la idea de abandonar al hijo de sus entraas en manos de mujeres
+srdidas y empleados brutales la haba horrorizado siempre. Luch
+bravamente cuanto pudo, privndose ella bastantes veces del necesario
+sustento para alimentar al nio, que ya contaba cerca de tres aos.
+Haba llegado, sin embargo, el fin del combate y resultaba vencida. Le
+quedaba el recurso de pedir limosna, pero adems del espanto que le
+causaba, comprenda muy bien que sus das estaban contados. Y
+murindose ella, qu iba a ser de aquella criatura?
+
+Medit un buen espacio con los ojos secos y clavados en el nio,
+repitiendo de vez en cuando la misma frase:
+
+--No, no irs al hospicio!
+
+De pronto se alz animada por una voluntad fatal, bes a su hijo
+apasionadamente hasta que logr despertarlo, envolviolo en una manta y
+cogindolo en brazos sali de la casa.
+
+Era la hora del oscurecer. Desde lo alto de la Gusanera, donde Basilisa
+viva, veanse llegar al muelle ya las lanchas pescadoras. Una
+muchedumbre las aguardaba. Por la plaza, y por la calle larga que va
+desde sta a la iglesia a orillas del mar, discurra tambin bastante
+gente. Basilisa tom por la carretera de Rodillero, que cie la orilla
+opuesta da la pequea ensenada frente por frente de Peascosa, y march
+apresuradamente, casi a la carrera.
+
+--Por qu corres, mam? Dnde vamos?--pregunt el nio acaricindole
+con sus manecitas la cara.
+
+--Vamos al cielo, vida ma--respondi la desdichada con los ojos
+nublados por las lgrimas.
+
+--Vamos con pap?
+
+No pudo responder; se le hizo un nudo en la garganta.
+
+--Vamos con pap?--insisti el chiquito.
+
+Detvose un instante para tomar aliento.
+
+--S, vamos a verle, rico mo--dijo al cabo.--No quieres ir al cielo
+con l?
+
+--No; yo contigo.
+
+Y al mismo tiempo la apret el cuello con sus tiernos brazos y la cubri
+el rostro de besos.
+
+--Por qu lloras, mam?--pregunt sorprendido al sentir en los labios
+el amargor de las lgrimas.--No tenes nada? Toma mi corneta...
+
+Y le ofreci una de plomo que le haba costado a Basilisa dos cuartos.
+Para Gil, que no comprenda la existencia sin estar enredando con algo,
+la mayor desgracia que poda pesar sobre un ser humano era el tener las
+manos vacas.
+
+La madre le apret contra el pecho, descarg sobre sus rosadas mejillas
+una granizada de besos y continu la carrera. Al llegar a cierto paraje
+en que la carretera se separa de la orilla del mar para internarse,
+dejola y tom una veredita que conduca a ste. Lleg a las peas altas
+y sombras que lo circundan por aquel paraje. Puso a su hijo en el suelo
+y arrodillndose despus, rez entre sollozos comprimidos una oracin
+que, por no ir dirigida en forma, no debi de escuchar el Altsimo.
+
+Era ya casi noche cerrada. El mar estaba inmvil, sombro, esperando
+impasible que las lgrimas de aquella infeliz mujer viniesen como tantas
+otras a aumentar el caudal amargo de sus aguas. Del lado de all de la
+ensenada se vea la silueta del muelle y de tres o cuatro pataches que
+ordinariamente yacen anclados cerca de l. El grupo de las lanchas
+pescadoras, un poco apartado, se mova y resonaba an con los gritos de
+las mujeres ocupadas en abrir el vientre a los pescados, mientras los
+maridos descansaban ya gravemente en alguna taberna de la villa.
+Basilisa atendi un instante a aquellos ruidos tan conocidos. Ella
+tambin esperaba a su esposo en otro tiempo, le acariciaba con la mirada
+al llegar, tomaba de sus manos el capote de agua, la caja de los
+aparejos y el cesto de las provisiones y los llevaba con alegra a casa.
+Mariano llegaba poco despus y se sentaba al amor de la lumbre, haciendo
+bailar entre sus manazas al tierno nio que contaba pocos meses.
+
+La viuda estuvo largo rato contemplando fijamente el grupo de la ribera,
+que pareca ya una masa informe y movible. Su hijo, sentado sobre el
+csped, jugaba atascando de tierra la corneta. De pronto vino hacia l,
+le levant entre sus brazos flacos y corri hacia el borde del
+precipicio.
+
+--Mam! Dnde vamos?--grit el nio.
+
+La respuesta, si se la dio, debi de ser desde el cielo. Salt con
+mpetu al fondo del abismo. Al caer sobre las piedras de la orilla se
+deshizo la cabeza: qued muerta en el acto: el nio salv
+milagrosamente. El vientre de donde haba salido le sirvi ahora de
+resorte para no despedazarse.
+
+Un marinero viejo, que andaba a la sazn por entre aquellas peas a la
+pesca de pulpos, oy el ruido y prest los primeros socorros al nio.
+Corri a dar la noticia: pronto se inund el paraje de gente. El caso
+produjo honda impresin. Las mujeres lloraban y se pasaban al tierno
+infante de mano en mano prodigndole mil cuidados y caricias. Muchas se
+ofrecan a adoptarlo y hubo disputa sobre quin haba de llevrselo.
+Enteradas las seoras de la villa y conmovidas, quisieron asimismo
+recoger al hurfano. Las mujeres de los pescadores renunciaron entonces
+a ello en inters de aqul. Qued, pues, en poder de D. Eloisa, la
+seora de D. Martn de las Casas, secundada por otras seis u ocho damas
+que de ningn modo quisieron renunciar a la participacin de tan
+caritativa obra.
+
+La infancia de Gil (que as se llamaba el hurfano), si no feliz,
+tampoco fue desgraciada. Sus protectoras ejercieron sobre l una
+vigilancia un poco impertinente a veces, otro poco humillante tambin,
+pero cariosa siempre y bien intencionada. Entre todas, aunque tomando
+parte ms principal D. Eloisa, le pagaron la crianza y el pupilaje en
+casa de un matrimonio artesano que habitaba en la Gusanera, cerca de la
+casa en que la desgraciada viuda viva. Cuando estuvo en edad para
+ello, le mandaron a la escuela. Dio seales de ser un nio pacfico,
+reservado, sensible, y comenz a aprender sus lecciones muy bien. Sus
+siete u ocho mams se encargaban de preguntar al maestro por su conducta
+y aplicacin siempre que le tropezaban en la calle, animndole a que le
+apretase los tornillos. El maestro se encargaba, en efecto, de
+apretrselos recordndole al mismo tiempo a cada momento, en presencia
+de sus condiscpulos, su orfandad, su miseria y la imprescindible
+necesidad que tena de mostrarse humilde y agradecido con sus
+bienhechoras. Esto de la humildad era cosa que no cesaban de cantarle al
+odo en la villa. Cuantos le tropezaban en la calle y se dignaban
+ponerle paternalmente la mano sobre la cabeza, le decan:
+
+--Cuidado con ser humilde! S obediente y sumiso con las seoras que te
+han recogido por caridad, entiendes?... por caridad.
+
+Y por ltimo, sus condiscpulos se encargaban generosamente de
+advertirle sin cesar que era un desdichado sin padres, alimentado por la
+caridad y que debiera estar en el hospicio y no alternando con hijos de
+zapateros distinguidos, albailes, sastres y panaderos _fashionables_, y
+otra gente no menos principal y digna de respeto.
+
+La humildad tenala en el corazn el hijo del ahogado y la suicida, que
+si no la tuviese, no sera fcil que se la inculcaran las burlas y
+desprecios de sus compaeros, ni los paternales azotes del maestro y de
+sus protectoras: porque stas todas se crean con derecho a amarle, pero
+a castigarle tambin. Era la suya una naturaleza amante y agradecida.
+Comprenda que a todas sus protectoras deba respeto y cario, y se lo
+tributaba. Claro que en el fondo de su corazn senta preferencias; esto
+es irremediable. Amaba con pasin a D. Eloisa. Esta buena seora, que
+era a quien ms deba, jams le rea ni castigaba, ni le deca siquiera
+una palabra desagradable: tratbalo con extremada dulzura, le acariciaba
+como si fuese su hijo y ocultaba y disculpaba sus pequeas travesuras.
+
+Cuando lleg a los doce aos, se reunieron en cnclave las damas y
+deliberaron acerca de lo que deba hacerse con el chico. Desechose por
+unanimidad la idea de dedicarle al oficio de su padre. Pensaron en otros
+varios, sin lograr ponerse de acuerdo, hasta que D. Trinidad, la esposa
+de D. Remigio Flrez, fabricante de conservas alimenticias, propuso
+llevarle de criado recadista a su casa. Asintieron casi todas a esta
+resolucin; pero D. Eloisa, a quien le dola, hizo presente a sus
+amigas que el chico haba mostrado aptitud para los estudios, y que
+sera una obra meritoria hacer de l un sacerdote. Las damas acogieron
+la idea con entusiasmo. Slo D. Trinidad, seora de gran puntillo y
+amiga de imponer su voluntad a todo el mundo, se opuso fuertemente y se
+retir desabrida de la reunin. Pasronse las damas sin su concurso, y
+fijando una cantidad mensual, que abonaran a escote, mandaron el chico
+al seminario de Lancia, capital de la provincia donde nos hallamos.
+
+Fue Gil un seminarista modelo; aplicado, dulce, respetuoso, afecto a las
+prcticas religiosas y mostrando mucho fervor en ellas. Las damas no
+tuvieron ms que motivos para felicitarse de su resolucin. Cuando vena
+a pasar las vacaciones a Peascosa, traa para cada una de ellas una
+carta del rector manifestando su satisfaccin por la conducta y los
+progresos del hurfano. En los dos o tres meses que permaneca all, les
+prestaba algunos servicios, repasando las lecciones a sus hijos,
+acompandolas en sus oraciones o sirvindoles de amanuense, etc.
+Habitaba en casa de D. Eloisa. Cada verano se iba trasformando un poco:
+el nio se converta en hombre. Al fin dej tres aos consecutivos de
+venir, para tomar las ltimas rdenes. Lleg el momento de hacerse
+presbtero. Cuando apareci al fin un da en Peascosa en traje de
+sacerdote, su presencia caus emocin profunda en el corazn de sus
+protectoras. Todas se consideraban madres de l, y por consiguiente,
+con derecho a llorar de alegra y a caer en sus brazos enternecidas. Por
+cierto que estos desahogos cariosos dieron ocasin a algunos dimes y
+diretes entre ellas. Porque las que menos afectuosas y tolerantes se
+haban mostrado con el nio, eran ms extremosas ahora con el hombre.
+Esto sac de sus casillas a D. Eloisa, D. Teodora y D. Marciala, que
+le trataron siempre con dulzura y hasta con mimo.
+
+Comenzaron los preparativos para la primera misa. Fue un certamen de
+primores entre ellas. Las ricas, como D. Eloisa y D. Teodora, se
+encargaron de comprar el cliz y los ornamentos ms costosos: las que no
+contaban con tantos bienes de fortuna, como D. Rita, D. Filomena y
+otras, suplieron el dinero con la habilidad de sus manos bordando el
+alba, la estola y el pao del altar, que causaban admiracin. Se arregl
+la iglesia, y en el adorno tomaron parte no slo estas damas, sino otras
+muchas de la poblacin, sus amigas. Fue un acontecimiento de marca en
+Peascosa, tanto por la calidad de las personas que haban costeado la
+carrera del joven presbtero, como por las terribles circunstancias que
+haban dado lugar a esta proteccin. Se nombr madrina del oficiante a
+D. Eloisa, por indicacin de aqul. Ninguna tena mejor derecho para
+ello; pero todas se crean con tanto, y esto volvi a originar secretos
+resentimientos y algunas palabrillas desagradables.
+
+El preste volviose hacia el pueblo y cant con voz dbil y temblorosa:
+
+--_Dominus vobiscum._
+
+Todas las voces de la tribuna, rotas y cascadas, le respondieron
+acompaadas del estampido del rgano:
+
+--_Et cum spiritu tuooooo._
+
+--Qu blanco est!--dijo una joven artesana a la compaera que tena al
+lado.
+
+--Parece una imagen.
+
+Cant D. Narciso con voz atiplada, bajando y subiendo el tono y
+escuchndose con placer, la epstola.
+
+--Hija, cmo lo repicotea el capelln!--volvi a decir la artesana.
+
+--Ya ves, tiene ah a la hija del jorobado. Querr lucirse.
+
+Era especie muy acreditada en la villa que D. Narciso y la nia de Osuna
+sentan una mutua inclinacin, aunque slo los espritus heterodoxos y
+maleantes se atrevan a decirlo en alta voz. D. Narciso era, en verdad,
+mucho ms dado a vivir entre el sexo dbil que entre el fuerte. As que
+lleg de Sarri hara unos tres aos, poco ms o menos, fue el dolo de
+las damas de Peascosa por su elegante porte, que haca contraste con el
+desalio de la mayor parte de los sacerdotes de la villa, por su
+conversacin alegre, por sus bromitas y, sobre todo, por su aficin a
+estar siempre entre _ellas_. Distaba mucho de ser hermoso ni gallardo:
+era hombre de unos treinta y cinco aos, seco, moreno, los pies grandes
+y juanetudos y la dentadura muy fea; pero haba logrado pasar plaza en
+seguida de chistoso. Jams hablaba en serio a sus devotas amigas.
+Bromita va, bromita viene, un requiebro a sta, una chufleta a la otra,
+sin acortarse nunca por estar en medio de un corro numeroso. Al
+contrario, D. Narciso se placa extremadamente en ello, gozaba campando
+solo en el gallinero. Diriga la conciencia de la mayora de ellas y se
+autorizaba el reprenderlas fuera del confesonario, a veces speramente.
+Casi todas reciban sus correcciones con sumisin, hasta con placer, y
+si alguna se rebelaba momentneamente, era para demandar perdn
+enseguida. Con esto, don Narciso era el comensal obligado en todas las
+fiestas y _gaudeamus_ de la sociedad elegante de Peascosa: coma
+vorazmente, y de ello haca alarde, beba al mismo tenor, y cuando
+llegaban los postres, nunca dejaba de brindar con alguna coplita que
+resultaba casi siempre sucia. Porque D. Narciso, que a causa de su
+ministerio no poda autorizarse bromas referentes a las relaciones de
+sexo a sexo, se crea con derecho a soltar las ms asquerosas acerca de
+otras miserias del cuerpo humano. Y las damas caso extrao! las rean
+y celebraban cual si fuesen ingeniosidades y agudezas portentosas. Dos
+aos despus de llegado a la villa haba tenido un fracaso. Bajando la
+escalera de cierta casa que frecuentaba mucho, se rompi una pierna. Se
+dijo que el marido de la seora, cuya era la casa, le haba ayudado a
+caer, por no estar de acuerdo enteramente con la hora y la ocasin de
+sus visitas; pero al instante las buenas almas de Peascosa se
+apresuraron a sofocar este rumor sacrlego. Y en prueba de la
+indignacin con que rechazaron el supuesto, las damas ms principales de
+la villa se constituyeron en enfermeras al lado de su cama, no dejndole
+un instante solo, relevndose noche y da cada pocas horas, como si
+hiciesen la guardia al Santsimo. D. Narciso mereca estas atenciones
+del bello sexo. Nadie con ms ahnco y fervoroso celo se ocup jams de
+la salvacin de la hermosa mitad del gnero humano. No slo diriga con
+particular esmero la conciencia de las que mejor lo representaban en
+Peascosa, apacentaba sus ovejitas con amor, sin dejar por eso de
+arrojar alguna piedra a la que se extraviaba, como pastor diligente que
+era, sino que a fuerza de muchos desvelos haba logrado fundar una
+cofrada, establecida ya en otros puntos de Espaa y el extranjero, la
+cofrada de las _Hijas de Mara_. En esta cofrada no entraban ms que
+las jvenes solteras. Tal privilegio excitaba un vago despecho mezclado
+de apetito en las casadas. Creanse humilladas con aquella exclusin. D.
+Narciso aprovechaba esta sombra de rivalidad para tenerlas ms sujetas.
+
+--Oh, seoras, no deben ustedes envidiar el privilegio! Ustedes tienen
+marido a quien contemplar y servir.
+
+Lo deca en un tonillo irnico que demostraba la hostilidad secreta que
+el capelln senta hacia todos los maridos. Las damas, en quienes los
+encantos de aqullos no ejercan ya fascinacin alguna, sonrean forzada
+y maliciosamente como diciendo: Ya, ya! Se murmuraba que haba varias
+enamoradas de l. D. Marciala, la esposa del boticario de la plaza,
+haba ido a Sarri a llevarle calcetas estando el presbtero pasando una
+temporada con su familia. D. Filomena, viuda de un teniente de navo,
+haca a su hijo nico ir a ayudarle a misa todos los das. Sin embargo,
+habase notado cierta preferencia en l por Obdulia, la hija de Osuna,
+administrador de Montesinos.
+
+--Pero ser cierto que se gustan?--pregunt la joven artesana, oyendo a
+su compaera expresarse tan claramente.
+
+--Chica, yo no s! Lo que te puedo decir es que D. Narciso no sale de
+su casa, y que muchos das desde la ventana de mi cuarto los veo correr
+uno tras de otro por el jardn de Montesinos jugando al escondite...
+Tanto, que se lo he dicho.
+
+--Se lo has dicho!--exclam la otra, estupefacta.
+
+--S, nia... no ves que confieso con l?... No haba ms remedio... Le
+dije: Mire, D. Narciso... no se ofenda usted... pero yo, vindoles a
+usted y a Obdulia jugar en el jardn, tengo sospechas... se me ocurren
+malos pensamientos.
+
+--Ave Mara, qu barbaridad! Y qu dijo l?
+
+--Se puso todo sofocado... Uf! Comenz a decirme: Por ustedes y otras
+como ustedes pierden el crdito y la honra los sacerdotes y decae la
+religin! Me llam saco de malicia; que pareca mentira que se me
+ocurrieran semejantes atrocidades, y que por aqu y que por all... Al
+principio quera comerme; despus se fue sosegando... Tiene usted
+razn, D. Narciso, le respond; pero yo no puedo remediarlo... Y es la
+verdad, chica, no puedo remediarlo... no puedo!
+
+Despus de la epstola cant el prroco de Peascosa el Evangelio. Tena
+una voz spera sin inflexiones. Cant enteramente distrado sin mirar
+apenas al libro, levantando sus ojos pequeos y duros por encima de las
+gafas para contemplar fijamente, mejor dicho, para pulverizar con la
+mirada al hijo de la Pepaina, que disimuladamente estaba arrancando las
+babas a los cirios y guardndoselas en el bolsillo. Aunque uno de los
+pilletes ms desvergonzados de la villa, Lorito (que por tal nombre era
+conocido este joven distinguido) se sinti molesto y un tantico inquieto
+bajo la mirada del clrigo. La cosa no era para menos. D. Miguel Vigil,
+prroco de Peascosa, desde el ao 25 de este siglo era uno de los
+hombres de peor genio de Espaa, y no exageramos nada si decimos del
+globo terrqueo. Contaba a la sazn ochenta y dos aos; era alto, seco,
+las facciones pronunciadas, las cejas espesas y juntas, los ojos
+pequeos y penetrantes. Conservaba an gran vigor fsico, y lo que es
+an ms raro, en los cabellos que le quedaban apenas se notaban las
+canas. Mientras dur la primer guerra civil, abandon el rebao y se fue
+a las provincias vascas a pelear con las armas en la mano por la causa
+del Pretendiente. Volvi al cabo de algunos aos. Su carcter bravo no
+se haba dulcificado mucho andando a tiros por los montes. Los
+feligreses de Peascosa tuvieron en l un pastor muy semejante a un
+capitn de bandoleros. Nadie le levantaba el gallo en la poblacin. Los
+ms arduos casos de conciencia sola resolverlos D. Miguel en un
+instante con media docena de mojicones o de puntapis bien dirigidos.
+Que Marcelino, el de Cosme, tena en cinta a la hija de Laureana la
+tejedora y no quera casarse con ella. D. Miguel se plantaba en casa de
+Cosme, coga a Marcelino por las orejas, le daba tres bofetadas de
+cuello vuelto, y a los quince das, quieras o no, los tena casados. Que
+Ramn el confitero le negaba a D. Cipriano dos mil reales que ste le
+haba prestado sin recibo. El cura llamaba a Ramn a su casa, se
+encerraba con l en una habitacin, tomaba un garrote y le obligaba a
+firmar el correspondiente recibo. Por medio de estos procedimientos
+teolgicos D. Miguel infunda la moral evanglica entre las almas
+encomendadas a su cuidado.
+
+No eran de su agrado las novedades en el culto. Miraba con desprecio a
+los clrigos que trataban de introducirlas y cuidaban del traje y el
+aseo. Los toleraba porque saba que estaban apoyados por el obispo y el
+alto clero de la dicesis, pero se rea de ellos a todas horas de un
+modo grosero, irritante, y sola hacerles algunas jugarretas malignas,
+aguarles alguno de aquellos jolgorios msticos en que ponan ms empeo.
+Tratbase, por ejemplo, de celebrar una comunin general de nias con
+acompaamiento de orquesta. El da que estaba sealado, D. Miguel
+enviaba a la iglesia una cuadrilla de carpinteros que se ponan a
+arreglar la tribuna con horrendos martillazos, que impedan escuchar las
+concertadas voces e instrumentos de la msica. Otras veces obligaba a
+las penitentes asiduas de D. Narciso a examinarse de doctrina cristiana;
+o bien las prohiba cantar en la iglesia despus de un mes de ensayos,
+o retiraba de los altares los paos que ellas haban bordado y
+aplanchado, o las arrojaba de alguna capilla donde haban sentado sus
+reales, etc., etc. Estos actos de despotismo habanle granjeado la
+animadversin de los clrigos afrancesados y del sexo femenino. A D.
+Miguel le daba un ardite por tal animadversin. El goce de su vida no
+era ser querido o admirado, sino hacer en todo tiempo y ocasin su
+voluntad. Adems, podra tener todos los defectos que quisieran sus
+enemigos, pero nadie le conoci jams sombra de inclinacin hacia el
+sexo dbil. Despreciaba a las mujeres positivamente: crea que ninguna
+era capaz de decir ni hacer cosa con sentido comn. En su carcter viril
+pareca haber encarnado el espritu romano, que negaba a la mujer
+facultad para regirse nunca por s misma.
+
+Ni se crea que D. Miguel se mostraba tampoco obediente con sus
+superiores. Al obispo le costaba un trabajo inmenso entenderse con l.
+Si le mandaba una orden, el cura la archivaba sin darla cumplimiento; si
+giraba una visita, metase en cama fingindose enfermo para no
+recibirle. Haba concluido por no hacerle caso y dejarle pasar con la
+suya. No confesaba en Peascosa sino a media docena de veteranos de la
+guerra civil. Los dems feligreses se repartan entre los capellanes
+adscritos a la parroquia: las cuatro quintas partes de las damas
+confiaban el fardo de sus flaquezas al irresistible D. Narciso. D.
+Miguel no senta el menor desabrimiento por esta preferencia. Y sin
+embargo, el corto nmero de sus penitentes aseguraba que era un confesor
+prudente, discreto y delicado en sus preguntas.
+
+Termin la lectura del Evangelio y pudo darse la satisfaccin de
+contemplar un rato con persistencia los movimientos de Lorito. Por qu
+estaba este pillo tan distrado mirando a la tribuna arrobado en la
+audicin de las melodas del rgano, cuando no haca dos segundos que le
+haba visto meterse en el bolsillo media libra de cera por lo menos? Por
+el alma del prroco cruzaron pensamientos de muerte y exterminio. Tuvo
+fuerzas, no obstante, para contenerse. La misa continu. El presbtero
+novel elev la sagrada Hostia con manos temblorosas, en medio de un
+murmullo de fervor y adoracin. El rgano, soltando en _trmolo_ sus
+registros ms gangosos, contribuy poderosamente a hacer ms solemne y
+conmovedora la bajada del Hijo de Dios a las manos del hombre. Gil
+sinti estremecerse su cuerpo bajo la impresin. Una alegra inefable
+subi del fondo de su pecho y le apret suavemente la garganta. Aquel
+favor inmenso, infinito, que su Dios le haca, y que con tanto anhelo
+haba esperado, removi hasta las ltimas fibras de su corazn. Sus
+ojos quedaron velados por las lgrimas, y al hincar la rodilla en
+tierra, antes de elevar el cliz de la pasin, estuvo algunos segundos
+sin poder alzarse y a punto de caer desmayado.
+
+De muy distintas impresiones participaba el jorobado Osuna,
+administrador de Montesinos, en aquel momento. Ya sabemos que se haba
+situado lo ms cerca posible de D. Teodora. Era tambin un hombre
+mstico a su manera; pero en vez de buscar la unin con la Divinidad en
+abstracto, se placa en realizarla de un modo concreto, por mediacin de
+las mujeres gordas y frescas. Las mujeres gordas haban constituido su
+pasin dominante desde los felices das de la adolescencia. Dios slo
+sabe el peso de las que Osuna am desde este tiempo hasta los sesenta y
+cuatro aos que ahora tiene. En Peascosa el nmero era limitado; por
+eso de vez en cuando haca excursiones a la capital para recoger del
+cieno de la prostitucin alguna desdichada que traa y guardaba, durante
+quince das o un mes, en alguna cmara oscura del cuarto bajo de su
+casa. Tenala all como una fiera enjaulada, encargndose l mismo de
+llevarla el alimento y proveer a todas sus necesidades corporales. Al
+cabo de este tiempo la soltaba, y vuelta a comenzar con otra. Toda la
+villa conoca estas flaquezas de su temperamento. Contbanse de l en
+las tertulias de hombres muchsimas ancdotas, graciosas unas y sucias
+otras, que hacan rer a los pacficos habitantes en las largas,
+lluviosas noches de invierno. No se violentaba para ocultar los excesos
+de su viciosa naturaleza. La mayor parte de estas ancdotas l mismo las
+haba referido: gozaba hablando de sus obscenidades. Los vecinos le
+despreciaban y le teman al mismo tiempo. Se le tena por un ser
+extrao, misterioso, mal intencionado. Ocupaba un puesto desde el cual
+poda hacer dao a mucha gente. Era administrador de Montesinos, el
+propietario ms rico de Peascosa, y habitaba una de las alas del
+inmenso palacio o casern que ste posea. Estaba viudo de tres mujeres,
+con una hija que ya conocemos de nombre. Era excesivamente pequeo, con
+una gran corcova a la espalda, color macilento, mejillas pendientes y
+flcidas, ojos sin brillo y asustados siempre. Percibase un leve
+temblor en sus manos, como sucede con frecuencia a los hombres gastados
+por la sensualidad.
+
+D. Teodora haba cambiado de sitio ya varias veces: corriose hacia
+adelante, se fue despus hacia un lado; todo intilmente. Donde quiera
+que iba, senta los pies de Osuna entre las enaguas. Y al sentirlos, una
+ola de rubor encenda sus frescas mejillas, se estremeca como una
+zagala de catorce aos. En ninguna mujer se conserv nunca ms delicado
+y vidrioso el pudor virginal. Algunas conversaciones, hoy corrientes, la
+ofendan: no se poda aludir en su presencia ni directa ni
+indirectamente a ciertos asuntos escabrosos. No deca nada, porque era
+la prudencia personificada y de tmido natural; pero se la vea
+ruborizada, inquieta, con ganas de retirarse. Tan limpia y tan pulcra
+era de cuerpo como de alma. Le gustaba vestir con elegancia y cuidaba
+con refinamientos, no usados en Peascosa, de su persona. Los que la
+conocieron de nia, decan que no haba sido bonita, sino pasable, y que
+ahora, con sus cabellos blancos, sus carnes frescas y mejillas
+sonrosadas, estaba ms guapa que nunca, Por qu se haba quedado
+soltera D. Teodora, poseyendo una figura agradable y un regular caudal?
+Se deca que sostuvo amores muy finos y romnticos con un teniente de
+Arapiles que pereci en la accin de Ramales. La vspera de la batalla
+se haba despedido de ella, por medio de una carta escrita sobre un
+tambor: el corazn le deca que al da siguiente una bala traidora
+cortara el hilo de su existencia, pero que morira con el nombre de
+Teodora en los labios. sta conservaba la carta como preciosa reliquia
+y guardaba asimismo fiel su corazn a la memoria del valeroso y
+romntico teniente. Sin embargo, haca muchos aos que tena un galn
+asiduo. D. Juan Casanova, aquel hidalgo de rostro aguileo y majestuoso
+de que hemos hablado, iba a su casa indefectiblemente todas las noches,
+de ocho a once. Esto bastaba para que en la villa se creyese, no que era
+su amante, que nadie dudaba de la castidad de D. Teodora, sino su
+enamorado platnico, y que ms tarde o ms temprano concluira por
+casarse con ella. Tal fausto acontecimiento se estuvo esperando veinte
+aos en Peascosa. A la hora presente ya se dudaba bastante de que se
+realizase. Los futuros se iban haciendo demasiado viejos, sobre todo D.
+Juan, a quien costaba esfuerzos sobrehumanos subir a la casa, por el
+maldito reuma de las rodillas. Cada da que pasaba eran, pues, menos
+aptos para el cumplimiento de los sagrados fines del matrimonio. Adems,
+ltimamente, cierto suceso de que ms adelante haremos mencin turb un
+poco las tranquilas y afectuosas relaciones del avellanado hidalgo y de
+la fresca jamona.
+
+Cuando el dicono cant el _Ite, misa est_, aquella dio un suspiro de
+consuelo y se dispuso a levantarse y huir de los indecorosos pies que la
+perseguan. Pero era negocio ms arduo de lo que se imaginaba. La
+iglesia estaba tan atestada de fieles que nadie poda revolverse. Todos
+pretendan besar las manos del nuevo sacerdote, o al menos presenciar la
+curiosa y tierna ceremonia. Baj ste una escalera del altar y qued
+inmvil y de pie frente a la muchedumbre, derramando por ella una mirada
+vaga y sonriente. Hubo un fuerte murmullo que casi se convirti en
+gritera, cuando D. Narciso empuj suavemente a la madrina para que
+tributase la primera su homenaje al oficiante. D. Eloisa hinc las
+rodillas delante de su ahijado y le bes las manos con visible emocin.
+Cuando se levant, corran algunas lgrimas por sus mejillas. Despus
+tom un frasco de agua perfumada, dio otro a D. Rita, y colocadas ambas
+a derecha e izquierda del presbtero, comenzaron a rociar a los que se
+acercaban a besarle las manos. Uno a uno, empujndose con prisa, fueron
+la mayor parte de los fieles rindindole este homenaje. Los hombres le
+besaban en la palma, las mujeres en el dorso, segn estaba prevenido.
+stas se mostraban conmovidas, gozosas, riendo cuando D. Rita o D.
+Eloisa les arrojaban al rostro algunas gotas de colonia: despus se
+retiraban para dejar paso a las otras; y de lejos seguan contemplando
+con afectuoso inters la faz plida y delicada del sacerdote. Sonaba en
+la iglesia rumor alegre. El roce de las enaguas, el cuchicheo y las
+risas contenidas de las damas, producan un zumbido de colmena. El
+taido de las campanas que el sacristn y algunos chicuelos repicaban
+alto en la torre, entraba vivo y gozoso por las ventanas. Tambin
+penetraban algunos rayos de sol que se desparramaban por los altares,
+haciendo llamear sus dorados metales. Pero si en el camino tropezaban
+con alguna linda cabeza blonda, de las que tanto abundan entre las
+artesanas de Peascosa, no tenan inconveniente alguno en detenerse a
+darla un beso de admiracin.
+
+Gil estaba fuertemente conmovido; el corazn le saltaba dentro del
+pecho. Senta impulsos de romper en sollozos: procuraba, no obstante,
+con esfuerzo reprimirse, y esto le causaba malestar. Aquellas muestras
+de veneracin, aunque representaban una ceremonia usual, le
+avergonzaban. Al ver arrodillados a sus pies a todos los prceres y
+damas de la villa, que tanto respeto le haban infundido siempre,
+experimentaba confusin y desasosiego. Sus labios estaban contrados por
+una sonrisa que revelaba ms inquietud que placer. D. Eloisa y D. Rita
+consumieron varios frascos de esencia, haciendo copiosas aspersiones,
+sobre todo a sus amigas, a quienes baaban el rostro en medio de una
+algazara, que no por ser reprimida, era menos sabrosa. Poco a poco la
+religiosa solemnidad se iba trasformando en una fiesta de carcter
+ntimo y familiar. Las amigas de la madrina y de las damas protectoras
+del joven presbtero se haban ido quedando detrs, formando en torno
+suyo un grupo pintoresco, mientras el resto de la gente desfilaba por
+las dos puertas de la iglesia. Un rayo de sol vino a dar sobre el
+preste: las ricas vestiduras de tis de oro despidieron vivos destellos;
+su hermosa cabeza rubia semejaba la de un querubn. Las damas le
+contemplaban extasiadas.
+
+El prroco y D. Narciso, asistentes de la misa, se haban retirado para
+despojarse de sus ornamentos. No tard el primero en volver provisto de
+sotana y bonete, debajo del cual se agitaban algunos pensamientos
+siniestros. La conducta de Lorito en lo concerniente a las babas de los
+cirios le haba puesto pensativo y sombro. Haca ya algn tiempo que
+este joven personaje disfrutaba el privilegio de desazonarle. En una
+ocasin supo que se haba encaramado sobre el tejado de la iglesia para
+apoderarse de algunos nidos de gorrin; en otra sospech que le haba
+robado las uvas que tena la parra del corredor de la rectoral. Y aunque
+ya haba procurado tranquilizar su espritu por medio de algunos
+adecuados puntapis, todava lo senta agitado y triste cada vez que el
+hijo de la Pepaina se ofreca a su vista.
+
+Sin preocuparse poco ni mucho de la conmovedora ceremonia que se estaba
+realizando en el presbiterio, D. Miguel recorri la iglesia a paso
+lento, escudriando todos los rincones. Las personas que an quedaban en
+el templo le abran paso con ms miedo que respeto. Penetr en todas
+las capillas y examin minuciosamente el estado de los cirios que ardan
+en los altares. Alguna huella debi de reconocer en ellos del paso del
+vndalo, porque su rostro se fue encapotando cada vez ms. Ya no fue un
+reconocimiento, sino una verdadera caza la que emprendi al travs de
+todas las capillas. En la ltima de la izquierda, donde est la pila
+bautismal, olfate al fin la pieza. March con precaucin, y asomando su
+enrgica nariz aguilea, pudo al fin columbrar la roma y barnizada de
+mocos del granuja, que en compaa de uno de sus ms fieles discpulos
+se ocupaba en hacer crecer la inmensa bola de cera que haba extrado de
+las velas. El prroco sinti el nervioso temblor de los gatos a la vista
+del ratn: se prepar como ellos rozando el suelo con los pies, y zas!
+de un par de brincos cay sobre los brbaros. Pero Lorito no era un
+vndalo vulgar de los que se dejan atrapar como un ratoncillo inocente.
+Sin ver a D. Miguel sinti su hlito poderoso, y bajndose
+repentinamente al tiempo que aqul lleg a echarle la zarpa, consigui
+que fallara el golpe y fuera a dar de bruces en el altar. Antes que el
+prroco pudiera revolverse, ya haba emprendido la carrera hacia la
+puerta. Fue en vano. D. Miguel se apoder rpidamente del Cristo de
+bronce que haba sobre el altar, y se lo arroj con tal mpetu y certera
+puntera que le alcanz en la cabeza y le hizo venir al suelo soltando
+chorros de sangre.
+
+Al grito del chico y al ruido que produjo su cada acudi la gente; le
+levantaron y le prestaron los primeros socorros, estancndole la sangre
+con telas de araa y ponindole un pauelo a guisa de venda. Mientras se
+llevaron a cabo estas operaciones, no dej de murmurarse, aunque en voz
+baja, de la brutalidad del cura. ste, perfectamente satisfecho de su
+obra, se retir majestuosamente a la sacrista, no sin que tuviera
+ocasin antes de administrar dos patadas en el trasero al cmplice, que
+andaba por all trmulo y abatido con la desgracia de su maestro.
+
+Pero es el caso que el glorioso progenitor de ste, Pepe el de la
+Pepaina, como le llamaban en la poblacin, para distinguirle de los
+otros muchos Pepes que haba, pescador de oficio y un bruto muy
+pacfico, que hablara sobre tres docenas de palabras por semana, al
+contemplar a su hijo en aquel estado, comenz a vociferar en el atrio de
+la iglesia como un energmeno. La sntesis de su discurso era que l no
+senta respeto alguno hacia el estado eclesistico, y que padecan una
+equivocacin lamentable los que se atrevieran a suponer que l, Pepe
+Raya, dejara de dar al cura, en cuanto pusiese el pie fuera de la
+iglesia, una de babor y otra de estribor, y acaso tambin una buena
+patada en la popa que se la metiera bajo el agua.
+
+D. Miguel, que desde adentro haba credo percibir alguno de los
+extremos de este discurso, se empe en salir al atrio por ver su
+demostracin; pero se lo impidieron D. Narciso y el sacristn.
+Llevronle a la sacrista, y all le tuvieron entretenido hasta que
+desapareci el peligro.
+
+Al salir la gente del templo, el sol nadaba en el espacio azul,
+bandolo de luz y de alegra. Repicaban las campanas con frenes
+creciente. Estallaban multitud de cohetes, que impregnaban el aire con
+el humo de la plvora. Y las olas estallaban tambin suavemente en los
+peascos que casi rodean por completo la iglesia de la villa. En aquel
+concierto gozoso de una naturaleza que sonre pocas veces, slo se oa
+la nota spera de bajo profundo que entonaba el marido de la Pepaina.
+
+
+
+
+II
+
+
+Peascosa est situada en el fondo de una pequea ensenada del
+Cantbrico. Su casero se extiende todo l por la orilla del mar, sin
+penetrar ms de cien varas en lo interior. Slo all en el vrtice de la
+angostura hay una plaza medianamente espaciosa, de la cual arranca la
+carretera que conduce a Nieva. La parte de la villa que se extiende a la
+derecha es menos importante y extensa que la de la izquierda. Por esta
+orilla corre la mejor y aun puede decirse la nica calle del pueblo. Es
+larga, empinada a trozos, a trozos llana, ancha en algunos parajes y en
+otros estrecha, con nditos de un lado para los transentes. Las casas
+de la derecha tienen todas salida a la mar por medio de escaleras mejor
+o peor labradas, segn la importancia del edificio. Termina en el Campo
+de los Desmayos, donde se alza la iglesia, sobre una punta de tierra que
+avanza en el mar. Este campo toma su nombre de algunos sauces que all
+dejan caer sus ramas sobre toscos bancos de piedra, donde los honrados
+vecinos se sientan a tomar el sol en invierno o a respirar la brisa en
+verano. Es el paraje en que se efectan todas las fiestas y regocijos
+pblicos de la villa, las iluminaciones y verbenas, fuegos de artificio,
+ascensin de globos, msica, danza y giraldilla: sirve adems de punto
+de reunin para el gremio de mareantes cuando necesitan congregarse y
+tomar algn acuerdo, y de real para la feria y de campo de maniobras
+para los chiquillos de la escuela. No es maravilla que as suceda, dada
+la particular estructura de la poblacin, donde fuera de la plaza, no
+hay ningn otro espacio abierto y cmodo ms que ste.
+
+El muelle es un espoln de piedra que arranca de la calle mencionada
+hacia su promedio y avanza poco ms de cien varas por el mar. Bajase a
+l por una rampa suave donde hay media docena de tabernas por lo menos y
+dos cafetuchos, el de la _Marina_ y el _Imperial_. Unas y otros hierven
+de gente a todas horas, pero muy especialmente a la del crepsculo,
+cuando llegan del mar las lanchas pescadoras y termina sus faenas la
+tripulacin de los pataches y quechemarines anclados. stos son los
+nicos buques que llegan hasta Peascosa. Hay, no obstante, un vapor que
+surca de vez en cuando las aguas de la ensenada y osa acercarse al
+muelle. Es un remolcador de Sarri llamado _Gaviota_: sus largos
+quejumbrosos silbos estremecen al vecindario de orgullo. Porque en lo
+tocante a amar a su pueblo y despreciar a los dems de la tierra, nadie
+ha ganado jams a los _peascos_, ni los romanos siquiera. No hay
+peasco que no est plenamente convencido de que su puerto es el ms
+favorecido por la naturaleza en toda la costa espaola: si no tiene la
+importancia comercial de Barcelona, Mlaga o Bilbao, consiste en que
+nadie se ha ocupado en proporcionrsela por medio de obras adecuadas.
+Hacia Sarri, villa que quintuplica su poblacin y que ha adquirido gran
+importancia en los ltimos aos, sienten un odio y un desprecio
+inveterados. Cuando ven los vapores cruzar por delante de la abrigada,
+tranquila y segura ensenada de Peascosa y meterse en el sucio y
+peligroso fondeadero de Sarri, todo buen peasco siente latir su pecho
+con indignacin, como el que ha sido vctima de un robo mira cruzar en
+coche a su estafador. Hay que orles hablar de las cualidades del puerto
+de Sarri, sobre todo cuando les escucha un forastero. Principia a
+dibujarse en sus labios una sonrisa levemente irnica y despreciativa
+que poco a poco se va acentuando hasta trasformarse en sonora, homrica
+carcajada cuando llegan a aquello de: Los cangrejos estn muy
+satisfechos todos de la boca de Sarri. Dicen que entran y salen sin
+peligro alguno. Si alguna vez las lanchas pescadoras de este puerto se
+ven precisadas a arribar a Peascosa a causa del temporal, con qu
+proteccin tan humillante los reciben los indgenas! Y cuando por sus
+negocios van stos a la aborrecida villa, estn all inquietos,
+nerviosos: el trfago y los ruidos del muelle les suena dolorosamente en
+el corazn: llegan a su pueblo con el estmago sucio y excitados,
+narrando los mil disgustos que la envidia de los sarrienses les ha
+causado. Llevan cuenta exactsima de todos los siniestros ocurridos en
+la barra de su rival y no se cansan jams de compadecer a los pobres
+buques extranjeros a quienes la suerte impa conduce a un puerto tan
+inhospitalario.
+
+No slo en el calado, en el abrigo, en la seguridad del puerto, cifran
+su orgullo los peascos. Poseen adems otra porcin de ventajas
+naturales verdaderamente inapreciables. Existe en las afueras de la
+villa una fuente de agua ferruginosa que es admiracin de propios y
+extraos, sobre todo de propios. Los extraos consideran que si el agua
+no viniese unida a tantos cuerpos heterogneos, se bebera con ms
+facilidad y producira los mismos resultados. Y verdaderamente nosotros
+tambin nos inclinamos a pensar que su virtud saludable no se acrecienta
+con que los chicos del barrio orinen en ella y a veces se desahoguen de
+otro modo an menos diplomtico. Por influencia del clima, cranse en
+Peascosa los mejores cerdos del orbe, con lo cual est dicho que en
+ningn pas del extranjero saben lo que es comer jamn mas que en ste
+afortunado pueblo. Dicho se est igualmente que, si los cerdos de
+Peascosa son los mejores del mundo, las castaas con que se cran estos
+cerdos son las ms gordas, las ms suaves y nutritivas. El mar de
+Peascosa tampoco es igual al de otros puertos: sobre todo con el de
+Sarri no guarda parecido alguno. Hay personas que, sin saber por qu,
+se van debilitando paulatinamente en este pueblo, pierden el apetito y
+el humor: pues bien, hasta que van a tomar los baos de mar en Peascosa
+no se ponen buenas. Los de Sarri no producen efecto alguno medicinal:
+al contrario, todo el que se bae all se expone a erupciones, catarros,
+reuma y otros desarreglos tristsimos. Por la parte de Oeste, o mejor
+dicho Noroeste, la villa est resguardada de los vientos ms vivos y
+constantes. El clima es, por lo tanto, suave y benigno: las epidemias no
+prosperan. Los peascos hacen saber con orgullo que, mientras en el
+ltimo clera murieron en Sarri trescientas doce personas, en Peascosa
+slo murieron sesenta y una, y de stas por lo menos treinta bajaron a
+la tumba por descuidos lamentables que las familias respectivas debieron
+evitar, aunque no fuese ms que por el crdito de la villa. Intil es
+hablar del pescado que se coge en este privilegiado puerto. En cien
+leguas a la redonda, nadie ignora que ni la sardina, ni la merluza, ni
+el congrio, ni el besugo admiten comparacin con los de Sarri. Como el
+caso parece extrao habiendo tan poca distancia de un pueblo a otro, los
+de Peascosa lo explican por los mejores pastos que sus peces tienen. En
+suma, nosotros no conocemos otro pueblo ms agradecido al Supremo
+Hacedor por las condiciones topogrficas, hidrogrficas y climatolgicas
+con que le plugo favorecerle.
+
+Respecto a las etnogrficas, la mayor ventaja que hemos podido apreciar
+es la hermosura y gallarda de las mujeres. Son altas, macizas, de tez
+sonrosada y ojos negros; la voz es dulce, sonora y hablan con un dejo
+musical muy caracterstico: parece que recitan al piano. No presumen de
+bellas y lo son. En cambio se vanaglorian de cantar mejor que las de
+ningn otro pueblo de la provincia, y no es as. Cierto que, como
+acabamos de indicar, hay entre ellas muchas voces gratas y extensas;
+pero el odo y sobre todo el gusto no corresponden a la voz. Repicotean
+de tal modo lo que cantan que no lo conoce nadie, ni el mismo autor que
+lo cre. En verdad que las peascas abusan de las _fermatas_ y
+_fiorituras_ que las muchachas de Sarri, sin tener tan buena voz,
+cantan con mejor gusto y afinacin. Silencio acerca de este particular,
+porque si alguien lo dice en Peascosa, le sacan los ojos.
+
+Igualmente tienen metido las jvenes peascas en la cabeza (digamos en
+la hermosa cabeza, que no hay mentira en ello) que poseen especialsima
+aptitud para componer coplas oportunas o de circunstancias. Las componen
+generalmente sobre canciones populares que sirven para bailar en las
+romeras. Que se inaugura el edificio de las escuelas, copla al canto;
+que lleg el diputado del distrito a tomar baos, serenata y coplas; que
+D. Jos el Estanquero monta un servicio de _mnibus_ a la capital,
+coplita laudatoria a D. Jos el Estanquero. Pero donde brilla
+principalmente el estro de las jvenes artesanas es en las coplas
+satricas: no necesitamos aadir que el blanco preferente de sus stiras
+es el mezquino, peligroso y sucio puerto de Sarri. No suelen estar bien
+medidas las coplas; tampoco se ve en muchas de ellas el aguijn. Qu
+importa! Las peascas las cantan con un fuego y un retintn que
+desespera a las jvenes de Sarri y les hace enfermar de ira.
+
+Los hombres suelen ser como en todas partes, ms feos que hermosos, ms
+tontos que graciosos, ms groseros que corteses, ms vulgares que
+originales. Sin embargo, hay en casi todos ellos un rescoldo de
+imaginacin que, si no les sirve para escribir novelas, les hace ms
+noveleros y curiosos que a los del resto de la provincia. Cualquier
+acontecimiento insignificante adquiere proporciones grandiosas en
+Peascosa. El pueblo se conmueve hondamente cada vez que arriba cierto
+bergantn-goleta trayendo tabla de pino rojo del Norte para D. Romualdo,
+y acude todo a presenciar la descarga. Un prestidigitador vulgar produce
+extraordinaria agitacin y ocasiona largas y violentas disputas en el
+casino, en los cafs, en las tertulias de las tiendas, y encauza el
+gusto y la fantasa de los peascos por distintos derroteros. Lleg en
+cierta ocasin un magnetizador que dio algunas sesiones en el teatro
+(llammoslo as). Durante seis meses los peascos no se ocuparon apenas
+en otra cosa que en magnetizarse los unos a los otros. En ninguna
+tertulia se entraba que no se tropezase con alguna seorita dormida
+mientras un joven indgena, en actitud de espantarle las moscas, le
+arrojaba puados de fluido a la cara: todo era _mediums_ y espritus, y
+veladores giratorios: algunos honrados vecinos quisieron volverse
+locos: uno de ellos sali de noche pidiendo confesin a gritos porque
+haba hablado con cierto pariente difunto. Despus lleg un frenlogo.
+Los peascos se dedicaron otra temporada a palparse la cabeza y hacer
+vaticinios sobre el destino reservado a los nios. Los cuadros
+disolventes de algn saltimbanqui engendraban la aficin a las linternas
+mgicas, y las compaas dramticas que por casualidad llegaban hasta
+all, verdaderas cuadrillas de facinerosos, despertaban extraas
+aptitudes para el arte escnico en muchos vecinos que hasta entonces
+jams las haban revelado. Un nufrago austriaco les infundi el amor a
+la filologa; dio unas cuantas lecciones de alemn y ruso a varias
+personas caracterizadas de la localidad, y al cabo de dos meses se
+escap con seis mil reales de D. Jos el Estanquero, dos mil de D.
+Remigio Flrez y algunas pesetas ms de otros caballeros. No se habl de
+otra cosa en un par de meses.
+
+Hay en Peascosa un casino suscrito a cinco peridicos de Madrid y a uno
+de Lancia. _El Faro de Sarri_, que les enviaban gratuitamente, fue
+devuelto a su destino a propuesta de varios socios dignsimos cuando
+este peridico propuso (qu asco!) la construccin de un gran puerto de
+refugio en Sarri. Existe adems una sociedad de recreo, de la cual es
+alma y vida D. Gaspar de Silva, un poeta de la localidad que tiene
+escritas ms obras dramticas que Shakspeare. Psole por nombre el
+_gora_, en consonancia con sus aficiones clsicas. Es el templo del
+arte. All se representan las piezas de D. Gaspar por los jvenes
+aficionados y se leen sus poesas lricas, en medio de las lgrimas y
+los aplausos de las seoritas de la localidad, adivnanse charadas y
+logogrifos, se cantan _mandolinatas_ y _stornellos_ en un italiano
+estupendo y se juega de mil modos ingeniosos. Verdaderamente el gora de
+Peascosa recuerda, ms que la asamblea griega que le ha dado nombre, la
+tertulia de la reina de Navarra, aquella gozosa y potica reunin de
+hermosas damas y caballeros, donde rebosaba el ingenio y de la cual
+tanta gallarda invencin ha salido. No llevaremos, sin embargo, nuestro
+afn de similitudes hasta comparar a D. Gaspar con Margarita de Valois.
+Cada cual en su gnero deben considerarse como seres privilegiados; mas
+pertenecen a gneros diferentes.
+
+D. Gaspar era un hombre alto, seco, con el rostro lleno de manchas
+coloradas que delataban su juventud borrascosa, el pelo ralo, la barba,
+que gastaba al uso de Espronceda, Larra y los literatos del treinta al
+cuarenta, entrecana y erizada, las manos y los pies descomunales, tan
+apretados por los callos estos ltimos que el poeta andaba apoyado
+siempre en una muleta y doblado fuertemente por el espinazo. A pesar de
+esta circunstancia, no puede negarse que era un hombre notabilsimo, y
+con razn se vanagloriaba Peascosa de haber sido su cuna y guardarle en
+su seno. No se limit jams, como la mayora de los literatos, a
+cultivar un gnero con mejor o peor fortuna. Escribi poemas picos,
+poesas lricas de todas clases, amorosas, satricas, filosficas,
+didasclicas; fue novelista y autor dramtico. Las tres cuartas partes
+de sus obras permanecen manuscritas; pero bastan las impresas (a
+expensas de un primo hermano que el poeta tiene en Puerto Rico) para
+dejar de l imperecedera memoria. Por lo menos, los que hemos tenido la
+dicha de conocerle personalmente, es seguro que no lo olvidaremos
+mientras nos dure la existencia. Silva era un poeta que guardaba ms
+semejanza con los vates antiguos que con los modernos. Como Shakspeare,
+como Molire y Lope de Rueda, l mismo representaba sus obras en la
+escena, reservndose los papeles de caracterstico, a causa de la
+curvatura del espinazo. En este caso sola sacar una voz engolada y
+tremante que causaba honda emocin en sus convecinos. Los ttulos de
+ellas tenan un sello de originalidad que recordaba bastante los del
+inmortal dramaturgo ingls. Entre otros ttulos extraos,
+originalsimos, recordamos los siguientes: _No me vengas con belenes,
+que te rompo el esternn_ (comedia en tres actos), _Entre col y col,
+lechuga_ (pieza en un acto), _Y sin embargo se muere_ (drama en tres
+actos), _Le gustan o no las rubias?_ (pieza en un acto). Aunque ha
+brillado y brilla en todos los gneros literarios, nosotros pensamos que
+su genio es ms dramtico que lrico.
+
+No hay ms sociedades reglamentadas en Peascosa. La tertulia de la
+botica, la de D. Martn de las Casas y la de los mosqueteros (esta
+ltima al aire libre, en el Campo de los Desmayos) son agrupaciones
+libres, sin ideal artstico ni poltico.
+
+De esta villa insigne por su maravillosa situacin geogrfica y por el
+talento de sus hijos, blanco de la envidia, no slo de Sarri, sino
+tambin de Santander y Bilbao y todos los dems puertos de la costa
+cantbrica, que en vano han pretendido humillarla; de este pueblo
+generoso, patriota, idealista, fue nombrado teniente prroco el joven
+presbtero protagonista de esta verdica historia. Lo fue por influencia
+o mediacin de D. Martn de las Casas y otros prceres. No les cost
+trabajo obtener este nombramiento del obispo, porque Gil se haba hecho
+notar extremadamente como alumno aplicado e inteligente en el seminario
+de Lancia. Al mismo tiempo sus costumbres puras y la suavidad y
+mansedumbre de su carcter, acreditadas por todos los profesores, le
+ponan en aptitud de desempear cualquier oficio en la iglesia. El
+rector del seminario, varios dignatarios del clero y hasta el mismo
+prelado le insinuaron la idea de quedarse en Lancia y hacer oposicin a
+alguna de las prebendas que pudieran vacar en la catedral. Nadie dudaba
+de su pericia para conseguirla. Sin embargo, el nuevo presbtero rechaz
+con humildad la proposicin, alegando la insuficiencia de sus estudios,
+que esperaba ampliar con el tiempo, y su excesiva juventud para
+desempear cargo de tal importancia, caso de que se lo otorgasen. En el
+fondo de su ser exista tambin, sin que l mismo se diera cuenta de
+ello, cierta repugnancia a la vida sociable y regalona de los cannigos.
+
+Gil era un mstico. Haba tenido la fortuna de tropezar, en el rector
+del seminario, con un hombre de una piedad exaltada, con un orador
+elocuente, apasionado, genial, un verdadero apstol. Este hombre
+extraordinario, que formaba contraste con el clero prudente y prosaico
+que le rodeaba, ejerci influencia decisiva en el espritu delicado y
+soador de nuestro hroe, consigui arrastrarlo en su vuelo,
+comunicndole el fuego que devoraba su alma de asceta. Era medianamente
+instruido, pero hasta su pequeo bagaje de instruccin le pesaba. Senta
+un respeto idoltrico, que comunic a su discpulo, hacia la Teologa
+por lo que haba en ella de misterioso e incomprensible. En cambio
+miraba con indiferencia la Filosofa y despreciaba las ciencias
+naturales. Era, como todos los hombres de fe viva y corazn ardiente,
+enemigo de la razn. Cuando se cree y se ama de veras se apetece el
+absurdo, se despoja el alma con placer de su facultad analtica y la
+deposita a los pies del objeto amado, como Santa Isabel pona su corona
+ducal a los pies de la imagen de Jess antes de orar. Era un caso de
+suicidio por ortodoxia mstica. Bajo su direccin, el seminario de
+Lancia fue perdiendo el ligero barniz cientfico que por las ltimas
+reformas se le haba dado. Seguanse los cursos de fsica, de historia
+natural, de matemticas, de filosofa, pero con tan poco aprovechamiento
+que ningn profesor se atreva a dejar suspenso a un alumno, por mucho
+que disparatase en el simulacro de examen que se haca. En cambio
+concedase importancia decisiva a las prcticas religiosas, a todos los
+ejercicios de piedad. Se pasaba el da orando, meditando. El alumno ms
+apreciado no era el que mejor dijese y entendiese las lecciones, sino el
+que supiera pasar ms horas de rodillas, o ayunase con ms rigor, el ms
+silencioso y taciturno.
+
+La mayora de los colegiales, hijos de labradores y artesanos, cumpla
+con estos deberes sin gran esfuerzo, viendo en ello una manera de
+arribar pronto y sin dificultades al sacerdocio. El estudio les hubiera
+mortificado ms. Para Gil, tal gnero de vida representaba un trabajo
+constante, una lucha consigo mismo. Su inteligencia vigorosa apeteca el
+estudio, su fantasa el movimiento. Con sistemtica tenacidad se puso a
+contrariar las expansiones de su naturaleza, dio comienzo al lento
+suicidio que primero haba operado su maestro y antes todos los msticos
+del mundo. Penetr en el pensamiento de aqul, particip del ideal
+sombro de su vida, de su furor de penitencias, de su desprecio de los
+placeres, de los horrores y tambin de la ciencia del mundo. En esta
+lucha con la carne hay su poesa. De otra suerte, no habra msticos.
+Cuando termin la carrera era el modelo que se ofreca a los colegiales.
+Humilde, reservado, grave y dulce a la par, rezador incansable y con la
+nota de _meritissimus_ en todos los cursos.
+
+Ya le tenemos ejerciendo el cargo de teniente prroco en Peascosa.
+Hubiera preferido marcharse a regentar una parroquia rural. El trato
+mundanal le produca penosa impresin: para l Peascosa, con su casino,
+sus cafs y tertulias, era un centro de frivolidad, por no decir
+corrupcin. Pero D Eloisa y sus protectoras se haban empeado en
+tenerle en el pueblo, y el rector del seminario, su venerado maestro, le
+aconsej que no desatendiese sus ruegos: si la frivolidad de la villa
+le molestaba, su tarea, en cambio, sera ms meritoria y fructfera; las
+almas de los campesinos no necesitan tanto prolijo cuidado. Con la
+emocin y el anhelo de quien pone mano en una obra sacratsima, dio
+comienzo el nuevo presbtero a sus tareas. Levantbase al amanecer y se
+diriga a la iglesia, donde entraba el primero, antes que el sacristn.
+Sentbase en el confesonario y all permaneca escuchando a los que se
+acercaban al sagrado tribunal hasta las ocho, hora en que deca su misa.
+Despus, an se sentaba otro rato a confesar, y se iba a casa. Hasta la
+hora de comer, estudio, meditacin, rezo. Despus otra vez a la iglesia:
+rosario, enseanza de doctrina, arreglo y aseo del templo. Desde que l
+lleg, ste comenz a estar limpio y decoroso. Sin reprenderle, logr
+con el ejemplo, echando l mismo mano al plumero y a la escoba, que el
+sacristn cumpliese con su deber. Pero en lo que ms se placa su alma
+fervorosa era en acudir prontamente al lado de los moribundos, en
+permanecer clavado junto a su lecho, exhortndoles al arrepentimiento,
+sosteniendo su confianza en Dios hasta que exhalaban el ltimo suspiro.
+Esta era la parte grata de su tarea, la obra verdaderamente divina que
+le dejaba el corazn anegado de dulzura y entusiasmo. Arrancar un alma
+de las garras del demonio! Cuando a la madrugada, despus de cerrar los
+ojos a un pobre feligrs, se diriga a la iglesia transido de fro, rota
+su flaca naturaleza por una noche de vigilia y trabajo, sus ojos se
+posaban en aquel mar siempre colrico, en aquel cielo sombro, y en vez
+de sentir la tristeza y el dolor de la existencia, su espritu se
+dilataba por la alegra y acudan a sus ojos lgrimas de reconocimiento.
+Era el gozo sublime de Jess recorriendo a pie las abrasadas mrgenes
+del lago Tiberiade, anunciando el reinado del Padre; era el gozo de San
+Francisco cuando tornaba a la _Porcincula_ con algn nuevo compaero de
+penitencia; era el del santo rey Fernando al apoderarse de Sevilla; era,
+en suma, el gozo de todos los apstoles.
+
+Se haba ido a vivir con el cura no por gusto, sino porque ste siempre
+lo haba tenido en que los tenientes (o excusadores, como all se les
+llamaba) viviesen a su lado, tal vez para tiranizarlos mejor. La
+rectoral estaba situada no muy lejos de la iglesia, a la entrada misma
+del Campo de los Desmayos. D. Miguel tena por servidores una ama vieja
+y un criado joven. Los goces espirituales del pobre Gil estaban bien
+compensados con un sinnmero de contrariedades y molestias que su rudo
+prroco le hizo padecer en seguida. D. Miguel era tan brbaro en la
+vida privada como en la pblica. Su voluntad desptica se dejaba sentir
+en todos los pormenores y en todos los momentos de la existencia. Luego,
+si esta voluntad fuese racional, vaya con Dios; pero la del formidable
+viejo era tan caprichosa como maligna. Se gozaba en contrariar los
+deseos de los que a su alrededor estaban, por mnimos que fuesen. Al ama
+la tena frita: un da le impeda dormir la siesta, otro da le mataba
+un perrito al cual tomara gran cario, otro le tiraba los tiestos que
+tena en el balcn o la obligaba a permanecer en casa en ocasin de
+cualquier gran solemnidad religiosa, o le haca pagar un desperfecto de
+la vajilla, etc., etc. Al criado le tostaba en parrilla: unas veces le
+mandaba en tarde de romera a cualquier aldea con un recado
+insignificante, para que no se recrease; otras veces le cerraba de noche
+la puerta si llegaba un minuto ms tarde de lo convenido y le haca
+dormir al sereno, o bien le obligaba a quitarse las patillas, o le
+vesta el ropn del monaguillo porque notaba que esto le molestaba
+mucho. Al excusador le crucificaba. Haba tenido muchos, y a todos los
+haba estudiado silenciosamente durante algunos das para conocer sus
+tendencias y aficiones. Una vez enterado, se pona con particular
+cuidado a contrarirselas. Al anterior, hombre obeso y amigo de los
+placeres de la mesa, le hizo pasar cada hambre que por milagro no
+feneci; vena el infeliz de decir misa con ansia de tragarse el
+chocolate. Buen chocolate te d Dios! El cura haba mandado previamente
+al ama a algn recado que durase dos horas por lo menos. Qu debilidad,
+qu sudores, qu congojas las del pobre capelln! Si llegaban en sus
+paseos vespertinos a alguna casa donde les invitaban a merendar, el cura
+rehusaba manifestando que ya lo haban hecho en casa. l no padeca
+porque era extremadamente sobrio, pero a su infeliz compaero se le
+haca la boca agua.
+
+El estudio de Gil le caus gran sorpresa. Entre los muchos tenientes que
+haban desfilado por su casa no haba tropezado con un mstico hasta
+ahora. Hubo alguno aficionado al culto y a la oracin, pero sin la
+ardiente piedad y el entusiasmo que ste mostraba. El cabecilla de don
+Carlos le mir con una especie de curiosidad burlona, con la compasin
+desdeosa con que los viejos miran casi siempre las ilusiones y los
+arrebatos de la juventud. Durante algn tiempo le dej trabajar
+libremente en la via del Seor; la inocencia y la bondad de Gil
+apagaban sus instintos malignos. Pero al fin stos no pudieron
+permanecer inactivos, y comenz a poner obstculos al apostolado de su
+excusador. Unas veces le quitaba de predicar en determinados das, otras
+le prohiba sentarse tantas horas en el confesonario o le obligaba a
+decir la misa ms tarde. Hubo ocasiones en que, hacindose el distrado,
+lleg a dejarle encerrado en su habitacin para que no pudiera decirla a
+ninguna hora.
+
+Nuestro presbtero aceptaba resignado estos vejmenes y los encomendaba
+a Dios, como todos los disgustos y alegras que experimentaba en esta
+vida. El carcter de D. Miguel le produca repugnancia y terror. Tena
+el espritu demasiado inflamado por el amor divino para ver lo que haba
+de cmico e interesante en este personaje estrafalario, para
+contemplarlo y estudiarlo con ojos de artista. Aquella violencia, mejor
+an, aquella ferocidad, turbaba su alma delicada; el poco apego que el
+cura mostraba a los asuntos teolgicos o de tejas arriba le indignaba;
+pero sobre todo, la avaricia srdida de aquel viejo, que estaba con un
+pie en el sepulcro, del ministro de Aquel que dijo: No queris tener
+oro, ni plata, ni dinero, ni en vuestros viajes llevis alforja, dos
+tnicas, ni zapatos, ni bculo, le causaba repugnancia invencible. El
+prroco de Peascosa pasaba por hombre rico, y lo era en efecto.
+Cincuenta aos regentando una parroquia populosa y viviendo con
+extremada economa, le haban permitido juntar un capital respetable.
+Haba comprado muchas tierras, pero se deca que guardaba en casa
+tambin una gran cantidad en metlico. Y as deba de ser, atento la
+vigilancia que desplegaba, sobre todo de noche. Despus que terminaban
+su frugal cena y rezaban un padrenuestro en accin de gracias, D. Miguel
+se levantaba, y tambalendose un poco, porque el torso era ms recio en
+l que las piernas, se diriga a la cmoda, sacaba de ella un par de
+pistolas enormes de chispa, y con una en cada mano se encaminaba a su
+alcoba, bajo la mirada atnita de Gil. Porque aunque todos los das se
+repeta la escena, nunca dejaba de producirle estupefaccin dolorosa.
+Un sacerdote con dos pistolas en las manos, en aquellas mismas manos
+que al da siguiente haban de tocar el cuerpo de nuestro Redentor!
+Alguna vez haba visto a su maestro el rector del seminario de Lancia en
+la cama. Sobre su mesa de noche haba un crucifijo de bronce y unas
+disciplinas ensangrentadas. Al comparar ambos sacerdotes, no slo senta
+crecer su admiracin hacia este virtuossimo varn, pero tambin, a
+despecho suyo, naca en su espritu cierto desprecio hacia su prroco.
+
+Esto no obstante, su humildad le obligaba a rechazar este sentimiento y
+a repetirse la frase comn a todos los msticos: As y todo es mejor
+que yo. No slo, pues, le miraba como su superior jerrquico y le
+tributaba todo el respeto debido, sino que haca esfuerzos por
+representrselo mejor que l moralmente. En el confesonario se le
+ofrecan casos de conciencia complicados, que no entraban en las
+frmulas de los libros que haba estudiado. Vindose apurado para
+resolverlos, acuda a D. Miguel en demanda de luces; le expona
+tmidamente el caso pidindole consejo. El antiguo cabecilla le
+escuchaba con visible impaciencia y, frunciendo el torvo entrecejo,
+sola contestarle speramente:
+
+--Anda adelante y no te detengas en pataratadas.
+
+Pataratadas! El cura de Peascosa calificaba as los extravos de una
+conciencia, los dolores del remordimiento. El teniente se estremeca y
+haca lo posible por ahuyentar los pensamientos que en aquel momento
+acudan en tropel a su cerebro. Concluy por no pedirle consejo alguno,
+y obr cuerdamente. La teologa moral de don Miguel era sin duda ms
+deficiente que la tctica militar.
+
+Despus de recoger el ltimo suspiro de los moribundos, el gozo mayor
+del novel presbtero consista en sentarse en el confesonario y
+esclarecer la conciencia de sus penitentes y conducirlos por el camino
+de la perfeccin. Pero este gozo fue decayendo al observar la pequeez,
+la insignificancia de los sujetos que a su tribunal se acercaban. Casi
+todos eran mujeres: por milagro llegaba un hombre a confesarse. Estas
+mujeres, siempre las mismas y con los mismos pecados, concluyeron por
+aburrirle. Al principio, observando la docilidad con que escuchaban sus
+consejos, la ardiente piedad que mostraban y aficin a los sacramentos,
+imagin que le sera fcil hacerlas cada da mejores, levantarlas hasta
+la santidad o poco menos. Pronto se convenci de que era ms difcil
+cambiar la vida de aquellas beatas que la de un pecador empedernido. Le
+caus gran desaliento: comenz a fastidiarse de aquellas nonadas, de
+aquellas confidencias domsticas insulsas y necias con que las devotas
+sazonan sus confesiones. Y no poda menos de admirar a su compaero el
+P. Narciso, que se pasaba las horas muertas confesndolas con la misma
+aficin que el primer da. No slo las confesaba, sino que, por uno u
+otro motivo, siempre estaba entre ellas: unas veces eran las Flores de
+Mayo, otras la novena de las Hijas de Mara, otras la congregacin de
+San Vicente de Paul, etc. El P. Narciso era, como ya sabemos, el
+director espiritual y el dolo del sexo femenino de Peascosa.
+
+Sin embargo, desde la llegada del P. Gil al pueblo, el rebao haba
+experimentado algunas bajas. Varias beatas abandonaron su sotana
+protectora para colocarse bajo la frula del nuevo excusador. ste no
+tena la verbosidad y la gracia del P. Narciso, ni se placa en gastar
+bromitas saladas con sus penitentas; pero en cambio posea una figura
+delicada como la de un querubn, una sonrisa dulce y melanclica y
+modales tan suaves y distinguidos, que compensaban bien las cualidades
+del otro. Algunas seoras as lo entendieron al menos, y se produjo la
+desbandada que acabamos de indicar. Mas lo raro, lo estupendo del caso
+fue que la oveja predilecta del capelln de Sarri, aquella Obdulia de
+quien murmuraban las jvenes artesanas el da de misa nueva, abandon
+tambin a su pastor, con quien triscaba espiritualmente, al decir de
+aqullas, en el jardn de Montesinos, y vino humildemente a postrarse a
+los pies del joven presbtero.
+
+Dos meses despus de tomar ste posesin de su oficio, se hallaba una
+tarde en el confesonario, rezando por su brevario de bolsillo. En la
+capillita donde acostumbraba a sentarse no haba nadie. Dos mujerucas a
+quienes haba confesado se haban ido ya. De pronto una figura elevada y
+esbelta tap a medias la puerta, por donde entraba alguna claridad, no
+mucha. El P. Gil levant los ojos y reconoci a la hija de Osuna. La
+conoca mucho de vista, aunque jams haba hablado con ella. No ignoraba
+que era penitenta muy asidua del P. Narciso, y aun haban llegado a sus
+odos ciertos rumores que rechaz, por supuesto, con indignacin. Sin
+embargo, aquella joven tan aficionada a la iglesia, tan suelta y
+andariega, no le era simptica. Obdulia tena la tez plida,
+extremadamente plida, donde brillaban unos ojos negros grandes y
+hermosos como pocos. Sus cabellos eran negros tambin y abundantes, su
+talle delgadsimo. Todo en su persona indicaba un temperamento
+enfermizo. No poda llamrsela con justicia hermosa, pero s interesante
+y distinguida. Avanz lentamente por la capilla. El joven clrigo crey
+que vendra a hacerle alguna pregunta referente a la comunin general
+del da siguiente. Pero en vez de eso, Obdulia se inclin hacia l
+tmidamente y le pregunt con voz temblorosa, donde se adverta extraa
+emocin:
+
+--Me puede usted confesar?
+
+Qued sorprendido y descontento. Tard un instante en responder; al fin
+dijo gravemente con manifiesta sequedad:
+
+--Para eso estoy aqu, para confesar a todo el que lo desee.
+
+La faz plida de la joven se colore fuertemente, sus labios temblaron
+como para dar las gracias; pero no dejaron escapar ningn sonido.
+Arrodillose sobre la tarima contigua al confesonario, or breves
+instantes y acerc al fin su rostro demacrado a la ventanilla enrejada.
+
+El P. Gil estaba inquieto, muy poco satisfecho de aquella preferencia.
+No que el confesar a una joven mas o menos agraciada le importase nada.
+Era el suyo un temperamento puro, sosegado. La lucha con la carne no le
+haba costado nunca grandes fatigas. Las mujeres eran para l seres
+dbiles, ms necesitadas, por tanto, de proteccin y consejo: si haba
+que vivir siempre prevenido contra ellas, era porque los Santos Padres
+as lo haban establecido, teniendo presente sin duda su frivolidad y su
+naturaleza pecaminosa. El combate formidable que haba necesitado
+sostener no era contra la sensualidad, sino contra su espritu analtico
+lleno de curiosidad, enamorado de la ciencia. Su maestro venerado, el
+rector del seminario, al verle entregado con ardor al estudio de las
+matemticas, de la fsica, de la filosofa, le haba dado la voz de
+alerta. Por qu estudiar tanto? A qu conduca, en ltimo resultado,
+la ciencia? Lo necesario para salvarse se poda aprender bien en un da,
+en una hora, en un minuto. Lo importante no es saber, sino orar y
+trabajar. El hombre virtuoso es el ms sabio, porque conoce el camino
+para llegar a Dios y lo sigue. Estas verdades se impusieron pronto a su
+espritu y le previnieron contra su curiosidad cientfica y le
+impulsaron a sofocarla. Alentado por los consejos y por el ejemplo de su
+maestro, haba matado la sed de conocimientos con el refresco de la
+oracin y la penitencia. Logr, como l, amar lo inexplicable, lo
+absurdo, porque esto satisface mejor los anhelos de un alma enamorada.
+
+Pero aunque la mujer no haba sido para l jams un peligro, guardaba en
+el fondo de su ser hacia ella ese rencoroso desprecio que caracteriza a
+todos los msticos, no por la influencia que sobre ellos puede ejercer,
+sino por la funesta que despliega sobre otras pobres almas. En esta
+ocasin los dichos que sobre aquella joven corran, su fama de
+caprichosa, estrambtica, despertaban en l cierto sentimiento de
+hostilidad que se tradujo en una reprensin tan dulce en la forma como
+severa en el fondo cuando la joven le dijo que no haba tenido motivo
+para variar de confesor.
+
+--No he hallado nada en l de malo... Solamente que pienso que no acaba
+de entenderme--concluy por manifestar, vindose apretada.
+
+--Todo ministro del Seor--repuso speramente el P. Gil--entiende lo que
+es pecado, y esto basta.
+
+Pero la confesin que sigui, larga, sincera, fervorosa, regada ms de
+una vez por las lgrimas, hizo cambiar la disposicin del clrigo.
+Comprendi que no se las haba con un alma vulgar, con una mujerzuela
+frvola, sino con una cristiana de corazn entusiasta como el suyo,
+tocada del amor divino y ansiosa de perfeccin. Haba sin duda bastante
+incoherencia en sus frases, relataba pormenores ridculos y hasta necios
+e indignos en ocasiones, pero en otras se mostraba grande y fuerte,
+pisoteando sus pasiones y lanzando su vuelo hacia la luz y la verdad.
+Hubo momentos en que su novel confesor pensaba estar escrutando el alma
+de una santa; hasta tal punto semejaban los mpetus, los anhelos
+msticos de aquella joven a lo que tena ledo en la vida de Santa
+Teresa, Santa Catalina de Sena y otras gloriosas madres de la Iglesia.
+El relato de las penitencias con que se mortificaba le impresion
+vivamente y le hizo formar de ella un concepto elevado.
+
+Sin darse cuenta de ello, Obdulia vino a hacer en aquella tarde una
+confesin general. Al comunicar al nuevo confesor las flaquezas de su
+temperamento, los movimientos pecaminosos de su alma, su vida entera le
+acudi a la memoria: una vida bien triste por cierto! Era hija de la
+primera esposa que su padre haba tenido: no haba conocido a su madre.
+Su padre haba casado otras dos veces, pero no haban durado mucho sus
+madrastras. Decase en el pueblo que el lbrico jorobado mataba a sus
+mujeres a cosquillas. Esta especie monstruosa, que halagaba la
+imaginacin del vulgo, se la metan por el odo a Obdulia sus compaeras
+de colegio para hacerle rabiar. Oh, cunto haba sufrido escuchndolas
+y observando el desprecio mezclado de terror que su padre inspiraba!
+ste era para ella carioso e indulgente. La pobre no comprenda la
+razn de tal desprecio, a no ser por la joroba que la naturaleza le
+haba dado. Parecale, como es natural, enorme injusticia. Tena l por
+ventura la culpa de no haber nacido derecho como los dems? Todava
+recordaba con lgrimas la noche en que algunos jvenes ebrios le ataron
+con una faja y le zambulleron en el mar repetidas veces entre bromas y
+risotadas. Pobre padre! En qu estado de clera y miseria lleg a
+casa! Lo que no supo la nia fue que estos jvenes le haban sorprendido
+en un portal oscuro en situacin poco decorosa. Se asombraba
+dolorosamente cada vez que notaba el miedo que inspiraba a sus amigas; y
+cuando alguna de stas, ms benvola que las otras, la mostraba
+compasin, irritbase fuertemente sosteniendo con calor que su padre era
+muy bueno y que la quera entraablemente. Su naturaleza haba sido
+siempre pobre y enfermiza: varias veces se temi por su vida. Padeci
+desde la infancia fuertes hemorragias por la nariz, que la dejaban
+desangrada, aniquilada. Estuvo dos aos, desde los doce hasta los
+catorce, paraltica de ambas piernas. Su padre la haba llevado a varios
+establecimientos balnearios sin resultado: hasta que un da, sin saber
+cmo ni por qu, ech a andar repentinamente. Otros muchos desrdenes
+experiment su organismo, sobre todo en el perodo de la adolescencia;
+pero el ms sealado, o por lo menos el que ms llam la atencin de la
+gente y el que sala a relucir siempre que se hablaba de ella en la
+villa, fue una aberracin del apetito que la impulsaba a comer la cal de
+las paredes. En vano se hicieron esfuerzos por su padre y maestras para
+arrancarle este vicio; en vano se la castigaba, se la reclua, se le
+ataban las manos. Al menor descuido, ya estaba descascarillando la pared
+y haciendo en ella agujeros profundos.
+
+sta y otras aberraciones desaparecieron al hacerse mujer. Tuvo un
+perodo, desde los diez y seis hasta los veinte aos, en que su salud se
+fortaleci notablemente, en que se hizo una joven gallarda y bien
+parecida. Pronto se sec aquella flor, no obstante. Su salud quebrantose
+de nuevo, y aunque no se repitieron los extraos desrdenes pasados,
+comenz a decaer visiblemente, a sentir frecuentes indisposiciones. Los
+amigos y su mismo padre atribuan estas dolencias a sus largas oraciones
+y penitencias. Le haba acometido una aficin desmedida a las prcticas
+piadosas, a frecuentar los sacramentos y a permanecer horas y horas en
+la iglesia. A pesar de las advertencias de todos y de los ruegos de su
+padre, nunca quiso refrenar su piedad; antes iba cada da en aumento. La
+influencia de D. Narciso quiz tuviera buena parte en ello.
+
+Haba llegado Obdulia a los veintiocho aos sin que hubiera tenido ms
+que unos amores, cuando contaba diez y siete. Fue novia de un mancebo de
+Lancia que pasaba en Peascosa largas temporadas en casa de unos amigos.
+Llegaron estos amores a formalizarse. Se habl de boda, se hizo ropa la
+novia, se fij la poca. De repente llega el padre del muchacho de la
+isla de Cuba, y una noche lo empaqueta en la diligencia y se lo lleva,
+no se sabe adnde. Despus de este aborto de matrimonio, nada. El
+carcter de Obdulia, ordinariamente alegre, se hizo desde entonces
+melanclico y reservado. Sin duda el amor divino fue para ella un
+consuelo en este fracaso del amor humano. Su carcter experiment al
+mismo tiempo una exaltacin extraa. Antes, cualquier censura la echaba
+a risa y no le impresionaba; ahora, la observacin ms delicada la
+conmova fuertemente, le haca derramar copiosas lgrimas. Su amor
+propio se haba hecho tan nervioso, tan excitable, que el ms ligero
+choque con l sentalo como una profunda pualada. Su conciencia la
+acusaba continuamente de orgullo. Sostena contra s misma una lucha
+cruel, y no lograba calmar aquella singular irritabilidad.
+
+El P. Gil sonde aquel da y los sucesivos (porque Obdulia se confesaba
+a menudo) con profunda emocin un espritu verdaderamente piadoso, al
+cual su lucha consigo mismo haca an ms interesante. Era una de esas
+almas que slo haba visto descritas en los libros msticos. Su inefable
+dulzura, la sumisin con que reciba los consejos y advertencias, le
+sedujo y le inquiet al mismo tiempo: le inquiet porque desconfiaba
+mucho de si mismo, tema no acertar a comprender los anhelos ardientes,
+las reconditeces sublimes de un ser superior a todos los que hasta
+entonces haba conocido. Comenz a prestar intensa atencin a las
+extraas confidencias de la joven, a sus escrpulos, a sus alegras y
+terrores, a sus visiones, porque las tena de vez en cuando. Y ya no le
+sorprendi que los dems confesores no la hubiesen comprendido.
+Recordaba lo que le sucediera a Santa Teresa, y se propuso con el
+ejemplo no despreciar por ridculas ciertas menudencias, seales de una
+conciencia siempre alerta, ni considerar como deslumbramientos y
+trampantojos los que muy bien podran ser favores reales del Cielo.
+
+Lo que ms le impresion en la piedad de su nueva penitenta fue el afn
+de mortificarse. Trataba a su cuerpo sin compasin, un cuerpo delicado
+como el tallo de una flor. Varias veces durante la noche levantbase a
+orar; al amanecer, en los das ms hmedos y fros del ao, sala de
+casa para ir a la iglesia, donde pasaba algunas horas de rodillas;
+ayunaba con un rigor que no haba visto ni en su asctico maestro del
+seminario, abstinencias prolongadas, terribles, que parecan imposibles
+de resistir; gastaba cilicios en las piernas y los brazos, y se
+disciplinaba los viernes y en las vsperas de las fiestas sealadas.
+Este desapego de la carne, este odio de la bestia nunca lo haba sentido
+el joven sacerdote. En vano se lo haba querido inculcar su director
+espiritual, en vano haba trabajado toda su vida por adquirirlo. Todo
+fue intil. Las penitencias corporales le dolan, le aterraban de tal
+modo que apenas comenzadas tena que suspenderlas. Maltrataba a su
+espritu con gran valor, sofocaba en l toda aspiracin, todo deseo que
+le pareciese pecaminoso, lo humillaba siempre que quera; pero tema al
+dolor fsico como la ms sensible damisela: de ello se acusaba al
+confesor y se dola en sus largas y fervorosas oraciones. Por eso las
+speras penitencias de la joven le causaron una admiracin ilimitada.
+
+Todos admiran ms aquello que les falta. Nunca se sinti ms humillado
+ni dud tanto de su virtud y su salvacin. Y tomndolo como una
+advertencia del Cielo, se propuso intentar nuevamente este camino de
+perfeccin, por el cual haban andado todos los que verdaderamente
+quieren acercarse a Dios. Alentado por el ejemplo de la piadosa
+doncella, comenz a maltratar su carne como ella: cada una de sus
+confidencias servale de ejemplo. Quiso tambin ayunar rigurosamente,
+quiso tambin levantarse al primer sueo y pasar una hora en cruz de
+rodillas, quiso gastar cilicio, quiso disciplinarse. Fue un combate
+terrible con su naturaleza pura y tranquila de hombre sin pasiones, que
+no siente por tanto la necesidad de aquietarlas a latigazos.
+
+Su admiracin por la virtuosa doncella le impuls no slo a tomarla de
+ejemplo, sino tambin de consejera. Era tan humilde e inocente de
+corazn que se senta avergonzado teniendo que dirigir y reprender a
+quien en el fondo consideraba como superior. Poco a poco comenzaron las
+mutuas confidencias. El nuevo clrigo, no teniendo en Peascosa un
+director espiritual acomodado a su educacin mstica, abri
+insensiblemente su pecho y comunic a la joven sus alegras, sus
+triunfos y sus desmayos en la va de salud que se haba trazado. Fue una
+amistad espiritual, en que no se trataba otro asunto que el del servicio
+de Dios, en que se pasaban largos ratos hablando dulcemente de las cosas
+del Cielo. Ni faltaban tampoco en sus coloquios algunas bromitas
+inocentes que los regocijaban por breves instantes.
+
+--Cuando usted se encuentre en el cielo--deca sonriendo el P. Gil,--muy
+arrellanadita en la silla que le corresponda, qu poco se acordar de
+su pobre confesor, que estar padeciendo en el purgatorio!
+
+--No diga eso, padre! Si usted no va derecho al cielo, quin ha de ir?
+
+--Oh, no!--responda con un suspiro el sacerdote.--Usted tiene formado
+de m un concepto muy equivocado... Yo soy un indigno pecador... Gracias
+infinitas dar a Dios si me lleva al purgatorio, aunque est all miles
+de aos...
+
+Y lo deca de todo corazn el virtuoso clrigo. Crea de buena fe que,
+porque no le era posible macerarse, no posea una virtud slida, y se
+alegraba en el fondo del alma de haber tropezado con un ser que gozaba
+de este privilegio. Acudale a la memoria frecuentemente el ejemplo del
+P. Gracin, a quien Santa Teresa tanto haba ayudado en el camino de la
+perfeccin con sus virtudes y consejos. Su amor platnico al ascetismo
+le impulsaba a alentar en vez de reprimir prudentemente el de su
+penitenta. Cada mortificacin que sta se infliga y temblando y
+ruborizada vena a relatarle en el confesonario le causaba un gozo
+profundo, le pareca un triunfo sobre el pecado y se forjaba la ilusin
+de que a l le corresponda una parte de la victoria.
+
+Muchas y variadas fueron las que la valerosa doncella consigui sobre la
+carne en el espacio de pocos meses. As como los hombres corrompidos
+agotan su imaginacin en busca de nuevos placeres, as ella sobresala
+en la invencin de variados tormentos para su delicado cuerpo. La
+aprobacin de su confesor, las frases de elogio que a despecho suyo se
+le escapaban de los labios, indudablemente calentaban su fantasa y
+aguijaban sus mpetus. Un da se pasaba veinticuatro horas sin tomar
+alimento, otro echaba ceniza en el plato que ms le gustaba, otro se
+pona una camisa de lana burda a raz de la carne, otro se disciplinaba
+hasta saltar la sangre, etc.
+
+Cierta tarde se acerc al confesonario con la faz ms radiante, con un
+gozo intenso pintado en sus grandes ojos negros y misteriosos. Acababa
+de lograr un nuevo triunfo sobre el enemigo y ansiaba comunicarlo a su
+confesor. Pero ste, en vez de entretenerse en coloquios msticos como
+otras veces, y de enterarse con afectuoso inters de sus penitencias, de
+sus luchas con la carne, se atuvo severamente a los pecados. Se hallaba
+quiz en un momento de melancola o de concentracin del pensamiento.
+Mantvose en una actitud reservada, hablando poco, tratndola casi como
+a una desconocida. Esta reserva impresion a la joven. Hallbase ella
+precisamente en uno de esos momentos de expansin, en que la alegra
+espiritual rebosa del pecho. Pensaba hacer partcipe de ella a su
+virtuoso confesor. Mas hete aqu que a ste le da por callar y abreviar
+la confesin todo lo posible. La joven se levant al fin triste y sin
+poder reprimir un movimiento de despecho. Dio algunos pasos por la
+capilla, que estaba solitaria. De repente, no pudiendo vencer el deseo
+de hacer saber a su confesor la terrible penitencia que haba llevado a
+cabo, se acerca de nuevo al confesonario, no por la ventanilla, sino por
+la puerta.
+
+--Padre--dice con voz temblorosa, ahogada por la emocin,--se me olvid
+decir que esta noche hice una penitencia que acaso, por excesiva,
+pudiera ser un pecado.
+
+El joven presbtero levant los ojos sin comprender bien, expresando una
+muda interrogacin.
+
+--Me he quemado con una plancha.
+
+El confesor permaneci silencioso, mirndola con ojos distrados.
+
+--Me he puesto la plancha ardiendo en un brazo...
+
+El mismo silencio. El P. Gil, o estaba pensando en otra cosa, o el
+estupor le haba inmovilizado.
+
+Sin duda crey lo primero Obdulia, porque dijo con cierta viveza:
+
+--S, seor, me he hecho en el brazo esta quemadura...
+
+Y al mismo tiempo levant la manga del vestido y puso al descubierto
+una herida fea y dolorosa que tena en el antebrazo.
+
+El sacerdote se encendi como una amapola, y volviendo prontamente la
+cabeza, repuso con aspereza mirando a las tablas del confesonario:
+
+--Bueno, bueno... Deje usted... Me parece excesivo, en efecto...
+Abstngase en adelante de hacer tales penitencias sin consultarlas antes
+con su confesor.
+
+
+
+
+III
+
+
+A las ocho de la noche, despus de haber cenado con D. Miguel y de
+haberle visto retirarse a la cama en la dulce compaa de sus pistolas
+de chispa, el P. Gil sali de la rectoral con direccin a la casa de su
+protectora D. Eloisa Montesinos. Pocas veces iba a la tertulia que sta
+reuna por las noches. Ni tena gusto en ello, ni el rgimen severo de
+la casa del cura lo consenta. Pero su protectora se haba quejado del
+abandono; hasta le pareci que estaba ms fra con l. Temeroso de ser
+tachado de ingratitud y apesadumbrado realmente, porque profesaba tierno
+y respetuoso cario a la bondadosa seora, resolviose a ir ms a menudo,
+hacindolo as presente al prroco.
+
+El agua de un fuerte chubasco le azot el rostro al poner el pie fuera
+de la puerta. Abri el paraguas, mas a los pocos pasos, el viento que
+soplaba huracanado en el Campo de los Desmayos se lo volvi. En la
+imposibilidad de cerrarlo y sintindose empujado violentamente por el
+huracn, el joven excusador se refugi en el negro, enorme portal de
+Montesinos. Nunca pasaba por delante de l sin sentir cierto
+estremecimiento de temor y curiosidad. En aquel sombro palacio habitaba
+un hombre misterioso de quien se contaban vagamente mil extraas
+historias, a quien se atribuan adems ideas y frases escandalosas
+contra la religin y sus ministros. El joven clrigo apenas le conoca.
+D. lvaro Montesinos haba pasado casi toda su vida en Madrid. Haca dos
+o tres aos solamente que haba venido a establecerse a Peascosa. Viva
+en un retiro casi absoluto, paseando alguna que otra rara vez por las
+orillas del mar, enteramente solo. El resto de los das lo pasaba
+encerrado en casa, segn se deca, leyendo o escribiendo artculos
+impos. El clero de Peascosa hablaba de l con cierto desprecio
+rencoroso, del cual haba llegado a participar el P. Gil, sin conocerle.
+
+Arregl su paraguas lo mejor que pudo, y como los mpetus del viento
+hubiesen sosegado un instante, saliose del portal, no sin dirigir una
+mirada de miedo y hostilidad a la gran puerta negra del fondo, en lo
+alto de la cual arda tristemente una lamparilla de aceite detrs de
+una ventanilla enrejada. Sali del Campo de los Desmayos y, una vez en
+la calle del Cuadrante (que as se llamaba la nica grande y poblada de
+Peascosa), el viento ya no soplaba tan recio y pudo aprovecharse del
+paraguas y llegar a casa de D Eloisa, situada en la plaza, sin mojarse
+seriamente. La morada de D. Martn de las Casas era tambin antigua,
+pero notablemente reformada, mucho ms chica que la de su cuado, con
+todas las comodidades y aditamentos exigidos por las necesidades
+modernas: portal de azulejos con cancela, escalera bien labrada de lamo
+con pasamano charolado, las habitaciones con elegantes frisos y papeles,
+todo muy aseado y pintadito.
+
+--Buenos ojos le vean, padre! Qu caro se vende!--exclam D Eloisa,
+que desde que su protegido haba recibido las sagradas rdenes no le
+tuteaba.
+
+Al mismo tiempo se levant y le bes la mano con verdadero afecto. Lo
+mismo hicieron D Rita, Obdulia, que desde haca poco tiempo era
+tertulia asidua de la casa, Marcelina y tambin D Serafina Barrado, a
+pesar de la mirada oblicua que le dirigi su capelln D. Joaqun. D
+Marciala y D Filomena se hicieron las distradas hablando con D.
+Peregrn Casanova, y saludaron al fin desde su asiento con sonrisa
+halagea.
+
+Mientras duraron las salutaciones, D. Narciso, que estaba arrimado de
+espaldas al piano, no quit los ojos de su compaero, unos ojos donde se
+lean claramente la aversin y el recelo. Sin que el P. Gil la provocara
+ni aun se diera bien cuenta de ella, exista viva rivalidad entre l y
+D. Narciso, a quien haba arrancado ms de la mitad de las hijas de
+confesin. Bien saba Dios que no haba hecho nada por conseguirlo;
+antes, al contrario, le pesaba mucho cada vez que una de ellas se
+acercaba a su confesonario. Pero qu le tocaba hacer? Nada ms que
+confesarlas, pues era su obligacin. Insistir mucho en que no variasen
+de confesor era conceder demasiada importancia a la cuestin de persona:
+no estaba dentro del espritu del sacramento. Pero el capelln de Sarri
+no se hallaba penetrado de la intencin de su compaero, y si se
+hallaba, no alteraba gran cosa sus sentimientos. Atenase al resultado,
+y ste era triste para l. Antes de la llegada de Gil puede decirse que
+campaba l slo entre el bello sexo de Peascosa y seoreaba sus
+conciencias. Los dems capellanes no le hacan sombra alguna. Era el
+nio mimado de las beatas. Ninguno de sus chistes, de sus pasos y gestos
+pasaba inadvertido: las devotas que tenan la dicha de escucharlos o
+presenciarlos, se encargaban prontamente de difundirlos entre sus
+amigas. A cada instante testimonios irrecusables de la viva simpata y
+veneracin que despertaba en la villa: regalos de casullas, de
+corporales bordados por dedos primorosos, de alzacuellos de raso, etc.,
+etc.; ofrendas ms positivas an, de jamones, botellas de jerez, tartas
+y chocolate. D. Narciso tena admirablemente cubiertas sus necesidades
+espirituales y temporales. Era un pastor que apacentaba felizmente sus
+ovejas, conducindolas con dulzura por el sendero de la virtud hacia el
+paraso y trasquilndolas de vez en cuando el rico velln para que no se
+enredaran en las zarzas.
+
+La aparicin de su nuevo compaero vino a turbar aquella deliciosa
+Arcadia mstica. Las ovejas, acometidas sbito de agitacin insana, se
+pusieron a saltar y encabritarse cual si escuchasen los sones de un
+caramillo encantado. Ni las pedradas ni los halagos lograron retener a
+una gran parte de ellas. Qued en cuadro su rebao, y l, que haba
+tenido fuerzas para gobernar un hato tan considerable, desmayaba ahora
+al verse solo, al percibir la hostilidad con que le miraban algunas de
+sus antiguas y queridas ovejitas. Porque no solamente ya no llegaban a
+su casa los ricos dones ultramarinos y nacionales de otros tiempos, sino
+que con profundo dolor notaba que empezaba a discutrsele. Decase entre
+las damas piadosas, y esto llegaba a sus odos, que, si era cierto que
+tena palabra ms fcil que el joven excusador, la mayor parte de las
+veces no haba sustancia en lo que deca, y que ste le aventajaba
+mucho en peso, en razn natural y en instruccin. Hubo ocasin en que al
+lanzar uno de sus chistes ms picantes, relacionado como siempre con las
+materias fecales, apenas produjo risa entre las oyentes, y supo que una
+de ellas, despus que se fue, le haba calificado de grosero y mal
+educado. De las gracias corporales no haba que hablar, pues bien se le
+alcanzaba que nunca podra competir con la delicada y gallarda figura de
+su rival. En resumen, D. Narciso se senta minado en los cimientos y
+tema a cada instante venir al suelo. No es maravilla, pues, que la
+mirada y el saludo con que acogi al joven presbtero fuesen menos
+afectuosos de lo que deba esperarse. No recordaba poco ni mucho la
+amable recepcin que San Juan Bautista, maestro querido y celebrado,
+hizo al joven y divino discpulo que le haba de eclipsar en seguida.
+
+--No le rias, mujer. Sabes t, por ventura, si le ser fcil salir de
+noche, con el miedo que D. Miguel tiene a los ladrones?--grit D. Martn
+de las Casas desde la mesa de tresillo donde jugaba con otros dos, un
+cura y un seglar.
+
+--No, seor; no es eso--dijo el clrigo, ruborizndose bajo las miradas
+de toda la tertulia.
+
+--Que no tiene D. Miguel miedo a los ladrones?--pregunt con acento
+afectadamente brusco el seor de las Casas.
+
+--S que lo tiene--repuso sonriendo dulcemente el joven, sentndose al
+propio tiempo al lado de su madrina.--Sus razones habr. Los ricos son
+los que temen. Los pobres, como yo, estn tranquilos.
+
+--Pero tendr el seor cura tanto dinero como se dice?--pregunt D.
+Marciala con curiosidad.
+
+--Yo no puedo decir a usted, seora... Presumo que s, porque atiende
+mucho a su hacienda. Sus gastos son pequeos, y en vez de aumentarse los
+va restringiendo cada da ms. Donde entra mucho y sale poco no tiene
+ms remedio que hacerse montn.
+
+--Los derechos parroquiales deben producir mucho, verdad?--pregunt con
+ms curiosidad an la esposa del boticario de la plaza.
+
+--Ya comprender usted que en una parroquia tan extensa como sta no han
+de ser cortos.
+
+--Pero D. Miguel perdonar muchos de ellos--replic la seora, con una
+leve inflexin cmica en la voz.
+
+--Es posible, seora. Por mi parte, no lo he visto--repuso con perfecta
+ingenuidad el excusador.
+
+D. Narciso y D. Joaqun, el capelln de la seora de Barrado, cambiaron
+una rpida mirada significativa.
+
+Este capelln era un joven delgado, con rosetas en las mejillas, indicio
+de un temperamento enfermizo, los ojos vivos e insolentes, la nariz
+fina, la boca pequea, con un pliegue hipcrita y malicioso. Haba sido
+un criadillo que doa Serafina meti en casa para recados y servir a la
+mesa, poco despus de quedar viuda. Observando su listeza y encariada
+con l, una vez trasladado su domicilio a Lancia, le dio carrera,
+envindole al seminario. En las horas que le dejaban libres las clases,
+Joaqun segua desempeando su oficio de criado. Luego que tom las
+rdenes le hizo su administrador; hoy era sus pies y sus manos. No sala
+a la calle sino en su compaa, era su director espiritual y su
+consejero temporal. Espectculo curioso en verdad la trasformacin
+sbita de un domstico en seor de su propia ama. sta le trataba de
+usted, le llamaba siempre D. Joaqun y, pblicamente al menos, le
+prodigaba mil muestras de respeto, obligando asimismo a los criados a
+tributrselo.
+
+D. Eloisa volvi a insistir, preguntando con acento carioso:
+
+--Entonces, cul es la razn de su retraimiento, pcaro?
+
+--Seora, comprendo que a D. Miguel no le gusta mucho que salga de
+noche; pero la principal razn es que la mayor parte de los das estoy
+rendido... Como me levanto a las cuatro de la madrugada!... Otras veces
+necesito rezar un poco...
+
+--Usted trabaja demasiado, padre--dijo Marcelina, una joven soltera que,
+al decir de la gente, frisaba ya en los cuarenta, fea, apergaminada, muy
+habilidosa de manos y no poco tambin de lengua.--Tantas horas de
+confesonario!... Y luego los enfermos!...
+
+--Sin contar las horas que pasa de rodillas en oracin...--apunt con
+timidez Obdulia. Despus de soltar la frase se puso colorada.
+
+D. Narciso le clav una mirada singular, entre irnica y agresiva, que
+la joven no pudo ver, porque pona empeo en no mirar cara a cara a su
+antiguo confesor.
+
+El P. Gil hizo un gesto de impaciencia, molestado por aquellos elogios,
+y para desviar la conversacin de su persona, se encar con uno de los
+que jugaban al tresillo.
+
+--Seor Consejero, hoy le he visto desde la rectoral sacar con la caa
+un pez muy gordo. Por cierto que me pareci un salmonete, y a D. Miguel
+una robaliza. Hemos disputado un poco.
+
+--Tiene mejor vista el cura que usted. Una robaliza era--dijo gravemente
+el caballero interpelado, sin levantar la vista de las cartas.
+
+Este D. Romualdo Consejero era un anciano de bigote y cortas patillas
+blancas, color cetrino, la frente surcada con profundas arrugas, los
+ojos grandes, severos, de prpados cados. No sonrea jams. Hablaba
+constantemente con acento de mal humor, como hombre desengaado de todo.
+
+--Los salmonetes no caen en el muelle, don Gil de las calzas
+verdes--profiri el seor de las Casas con su habitual rudeza, por no
+decir grosera. Sola llamar as, en broma, a su antiguo protegido.
+
+--S caen tal, D. Martn de las Casas blancas--profiri con voz sorda
+Consejero.
+
+Los tertulianos rieron, lo cual amosc un tanto a D. Martn, hombre,
+como ya sabemos, propenso a irritarse.
+
+--Yo lo crea as, Consejero de picardas--respondi con retintn,
+mirndole a la cara fijamente, y poniendo sobre la mesa al mismo tiempo
+un rey de copas.
+
+--Pues crea usted muy mal--replic el anciano, siempre con los ojos
+sobre las cartas.--Tambin crea usted que ese rey de copas iba a pasar
+triunfante, y... vea usted, lo fallo!
+
+--Eso lo har usted porque es un grosero y ha adquirido malas maas all
+por Mlaga. Aqu el padre Norberto de seguro no lo hubiera hecho.
+
+--No, no! Yo soy incapaz...--dijo el cura, sofocado por la risa,
+tosiendo hasta reventar.--No he salido de Peascosa... Yo lo que hago es
+achicarme y correr ese punto de oros de mi compaero.
+
+Y puso sobre la mesa un cuatro.
+
+--Hurra por el cura!--rugi D. Martn, echando el caballo y recogiendo
+la baza.
+
+--Amigo, yo pens que D. Martn no tendra el caballo--suspir D.
+Norberto, dirigindose a Consejero con ojos de angustia.
+
+--Lo pens usted porque es un babieca y lo ha sido toda su vida--repuso
+ste con afectada naturalidad donde se trasluca la clera.
+
+--Pero hombre de Dios!...--exclam el clrigo, disponindose a dar
+explicaciones.
+
+Consejero le ataj con ademn colrico, poniendo resueltamente las
+cartas boca abajo sobre la mesa.
+
+--Hombre del diablo! digo yo... Cmo se le ocurre a usted correr un
+punto no estando cubierto?...
+
+Armose una disputa violenta que dur breves instantes. Las de Consejero
+y el P. Norberto no se prolongaban mucho tiempo, porque ste, hombre de
+buena pasta, flemtico, conclua por callarse alzando los hombros con
+resignacin y sacudiendo al mismo tiempo la cabeza en seal de muda
+protesta. Las que se eternizaban eran las de Consejero con D. Martn,
+siendo ambos a cual ms irascible y tozudo.
+
+D. Martn de las Casas, teniente coronel retirado, que haba hecho la
+guerra de Cuba, donde haba recibido una herida en un hombro que le
+impidi continuar en el servicio, se crea en el caso, por su profesin,
+de llevarlo todo por la tremenda. Desde el ao 1873 en que pas al
+cuerpo de Invlidos no volvi a salir de Peascosa. Contaba en aquella
+poca cuarenta y dos aos. Su esposa se alegr de aquel retiro forzoso,
+aunque deplorase que viniera al seno de la familia con un hombro de
+algodn. Consideraba como virtud excelsa, privativa del militar, la
+energa lo mismo en el campo de batalla que tomando caf en el casino.
+Sus disputas, sus baladronadas en este centro de recreo eran
+proverbiales en Peascosa y las bofetadas que sola repartir al final de
+ellas tambin. Desde la llegada del tremendo teniente coronel ningn
+vecino, por grave y respetable que fuese, estaba seguro. Muchos hidalgos
+y ricos hacendados de la villa, que hasta entonces haban conservado
+inmaculadas sus mejillas, ni soaban con que nadie pudiese atentar a
+ellas, las vieron selladas y rubricadas cuando ms descuidados estaban
+por los dedos del feroz invlido. Esto fue causa de un lento reflujo
+entre sus amigos y conocidos, que le haban recibido cordialmente a su
+vuelta del servicio. El movimiento no engendr aqu el calor sino el
+fro. Poco a poco fueron dejndole aislado, juzgando su sociedad
+peligrosa. Se vio necesitado a alternar con gentecilla de poco ms o
+menos y con clrigos, que por su sagrado carcter estaban libres de sus
+manos expeditas, o as lo pareca al menos. En el casino se le vea
+rodeado casi siempre de dos escribientillos de casas de comercio, un
+profesor de msica, un maestro de obras y otros tres o cuatro individuos
+del mismo porte. Le escuchaban como un orculo, y si alguna vez en el
+calor de la improvisacin les largaba un soplamocos, blasfemaban un poco
+por dignidad y volvan en seguida a las buenas.
+
+Consejero formaba excepcin. Tena peor genio que l. En el de D. Martn
+haba mucho de afectado y profesional: el de aqul era puro y nativo.
+Pero su avanzada edad, su debilidad fsica y sus achaques le ponan a
+cubierto de cualquier brutal agresin por parte de su amigo. ste sola
+concluir la disputa con un gesto violento de desprecio. Alguna vez lleg
+a decirle:
+
+--D. Romualdo, si usted tuviera treinta aos menos, le estampaba contra
+la pared.
+
+D. Romualdo viva slo. Un hijo que tena empleado en Mlaga se le haba
+muerto haca cuatro aos. Disfrutaba una pequea renta, suficiente a
+subvenir a sus cortas necesidades, y no tena otra ocupacin que pescar
+con caa, ni otro recreo que el de jugar al tresillo. La vida se parta
+para Consejero entre los anzuelos y los naipes. La maana se la pasaba
+entera sentado sobre su sillita de tijera en el muelle, o en las peas
+de tras la iglesia, con un sombrero de jipijapa si haca sol o un
+paraguas si llova. Por la tarde, tresillo en el casino hasta las cuatro
+en que de nuevo tomaba la caa. Por la noche, tresillo en casa de D.
+Martn con ste y el P. Norberto.
+
+Era ste un clrigo al cual se le podran echar cuarenta aos de edad,
+aunque pasaba bastante de cincuenta, grueso, rollizo, colorado,
+admirable dentadura, los ojos redondos y saltones, la nariz ancha, sin
+una cana en el pelo ni una arruga en el rostro. Hablaba poco y rea
+mucho. Todo le haca gracia: viva en perpetuo espasmo de alegra y
+admiracin. Celebraba cualquier insulsez de los amigos como el chiste
+ms acerado, hasta verse obligado a sujetar el vientre sacudido por los
+flujos de risa. Y los rea de buena fe, sin asomo de hipocresa ni
+adulacin, lo cual, como es lgico, lisonjeaba el amor propio de los que
+estaban a su lado. Por tal razn quiz, el P. Norberto gozaba de
+generales simpatas en la villa y no era mal quisto de sus compaeros.
+Slo se le conocan tres pasiones, los callos guisados, el tresillo y
+otra de que ms adelante hablaremos. Cuando en una casa, de las que
+frecuentaba, haba callos para la comida o la cena, ya se saba que era
+de rbrica el convidarle. Se serva dos o tres platos colmados, se
+desabrochaba, la frente le empezaba a ahumar y haba que dejarle reposar
+despus una hora sobre la cama; si no, corra peligro de estallar como
+una bomba. Consejero sola decirle que cada da coma ms callos y
+jugaba peor al tresillo. Y nunca soltaba la frase sin que el buen
+clrigo se retorciese y sofocase de risa. Los chistes jams se hacan
+viejos para l.
+
+Las seoras apartaron prontamente su atencin de los tresillistas as
+que comenzaron a disputar. Todas las noches haba una porcin de
+reyertas como sta.
+
+--Y usted, D. Narciso, tampoco ha venido ni ayer ni anteayer. Qu ha
+sido de usted? Reza tambin por las noches?--dijo D. Marciala, que
+haca calceta cerca de la mesa de tresillo; de vez en cuando alzaba las
+manos hacia el quinqu de los jugadores, para tomar un punto que se le
+haba escapado.
+
+--No, seora; yo no soy gran rezador. No tengo la virtud de la oracin.
+En cambio me abstengo de ciertos vicios, como el de murmurar de mis
+superiores y compaeros--profiri el capelln con acento insolente,
+mirando con afectacin al techo.
+
+La alusin iba directamente al excusador, que acababa de hablar de la
+avaricia del cura. As lo entendi l, y si no lo hubiera entendido
+claramente, se lo manifestaran los ojos de los circunstantes. Ante
+aquella brutal agresin se le encendi el rostro como una brasa. Las
+carcajadas malignas de D. Joaqun y D. Melchor concluyeron de turbarle.
+
+--Hombre, no est mal eso! jo! jo! Me gusta eso! jo! jo! Est bien
+eso de la abstencin. Mucho que s! Tiene usted ingenio, D. Narciso.
+Mucho ingenio! jo! jo! jo!
+
+El P. Melchor se rea a boca llena de un modo insolente y grosero,
+mirando alternativamente al joven excusador y a D. Narciso. El capelln
+de D. Serafina tambin se rea con una risita aguda, minscula, que
+aparentaba sofocar llevndose el pauelo a las narices. Las seoras
+permanecan serias y disgustadas comprendiendo la venenosa intencin del
+capelln de Sarri. Slo D. Marciala sonrea frente a l aplaudindole.
+
+En Obdulia el dardo produjo an impresin ms dolorosa que en su
+confesor. Sintiose invadida por un fro extrao acompaado de ligero
+temblor; luego fuertes llamaradas de calor le subieron al rostro y con
+ellas un vivo irracional deseo de lanzarse sobre D. Narciso y araarle.
+Costole trabajo inmenso dominar sus mpetus.
+
+--Malo es murmurar--dijo D. Serafina Barrado para salir del silencio
+embarazoso que reinaba, disgustada como las dems por aquella
+injustificada agresin;--pero muchas veces se toma por murmuracin lo
+que no es. Se habla de cualquier persona... por hablar de algo, sin
+nimo alguno de ofenderla. Hasta nos remos muchas veces de sus manas,
+y no dejamos por eso de estimarla, ni nos creemos superiores a ella...
+
+Al llegar aqu sus ojos tropezaron con los de su capelln, que haba
+cesado de rer y le clavaba una mirada fra y aguda como un pual de
+Albacete. La pobre seora qued acortada y slo tuvo nimos para
+concluir con voz ms baja:
+
+--...Al menos, eso me pasa a m...
+
+--Y le pasa a todo el que tiene un corazn franco, seora--dijo
+impetuosamente Obdulia.
+
+--Slo los envidiosos, los malintencionados saben dorar la pldora de
+veneno y clavar el pual cuando parece que estn haciendo una caricia.
+
+La voz de la joven sala alterada, un poco ronca.
+
+D. Narciso dej escapar una risita maligna y dijo con acento irnico:
+
+--Mire usted cuntas cosas sabe de teologa moral la seorita! Habr
+que declararla doctora de la Iglesia, como a Santa Teresa.
+
+--Caramba, tampoco est mal eso! jo! jo! Conque doctora de la
+Iglesia! jo! jo!... Pero qu perverso es este D. Narciso! Jo! jo!
+jo!... Es mucho D. Narciso!
+
+--No se ra usted tan fuerte, D. Melchor, que puede saltarle la
+dentadura--dijo la joven, por cuyos ojos pas un relmpago de clera.
+
+El P. Melchor ces de rer repentinamente. Este clrigo, de edad de
+treinta y cinco a cuarenta aos, alto, de facciones regulares, ojos
+grandes y negros sin expresin, y figura triste y descuadernada,
+presuma, segn pblica voz, de guapo, lo mismo que de inteligente,
+maligno, ilustrado, etc., etc. La frase de Obdulia le hizo un efecto
+terrible, porque imaginaba que lo de la dentadura postiza nadie lo saba
+ms que Dios y el dentista de Lancia que se la haba puesto. Murmur
+algunas frases incoherentes, pero Obdulia continu sin hacer caso de l:
+
+--Yo de teologa slo s que los sacerdotes estn obligados a tener
+oracin, y que el alabarse de no rezar es ms propio de impos que de
+ministros del Seor.
+
+Lo dijo con calma y naturalidad que hicieron ms incisivo y profundo el
+araazo.
+
+--Y dnde ha aprendido usted tanto, seorita?--pregunt D. Narciso,
+desconcertado ya.
+
+--Pues lo he aprendido en el catecismo explicado y en los sermones del
+magistral de Lancia... a quien dicen por ah que usted imita... pero
+nada ms que en los gestos, sabe usted?
+
+D. Narciso se sinti herido en lo ms vivo de su ser, porque
+efectivamente haca todo lo posible por parecerse al magistral, notable
+orador sagrado. Qued algunos instantes silencioso y se dispona a
+contestar, cuando vino a interrumpir el tiroteo la entrada de una nueva
+seorita llamada Cndida, alta, delgada, enjuta y apretada, de la
+familia de los bacalaos. Fortuna tuvo D. Narciso, pues en la disputa
+llevaba la de perder. Obdulia posea una imaginacin vivsima, y antes
+de haberse dado a la mstica gozaba fama de alegre y chistosa entre sus
+amigas.
+
+D. Eloisa aprovech la oportunidad para cambiar la conversacin, que se
+haba hecho peligrosa. Detrs de Cndida entr D. Teodora. Vena sta
+acompaada de D. Juan Casanova. Este recto y majestuoso caballero tena
+la costumbre desde tiempo inmemorial de hacer la tertulia por las noches
+a D. Teodora. Cuando sta vena a la de su amiga D. Eloisa, lo cual
+suceda una o dos veces por semana, la acompaaba juntamente con el
+criado. D. Peregrn, despus que lleg de su excursin burocrtica por
+Catalua, tambin adquiri el hbito de pasar un rato todas las noches
+en casa de D. Teodora.
+
+No es posible resolver cundo y cmo naci en la mente del antiguo
+oficial del gobierno civil de Tarragona la idea de suplantar a su
+hermano en el corazn de la fresca seorita; pero es cosa averiguada que
+naci, y que se desarroll con extraordinaria fuerza en poco tiempo.
+Comenz a tributarla mil atenciones, a recrearla con el sabroso
+repertorio de sus recuerdos de empleado, a hacer gala en su presencia de
+un ingenio sutil, de una facilidad pasmosa para los retrucanos. Procur
+asimismo demostrar su incontestable superioridad intelectual sobre su
+hermano, llevando la contraria a cuanto deca, sonriendo
+despreciativamente cuando hablaba, vejndole, en fin, de mil modos. D.
+Teodora, sin embargo, resisti tenazmente esta suplantacin. Aunque
+deba de estar bien convencida de la superioridad de D. Peregrn, como
+hombre de mundo y erudito, no por eso dej de seguir prodigando a don
+Juan las mismas seales de afecto. Al contrario, los desprecios de su
+hermano no sirvieron ms que para que se lo manifestase ms vivo que
+antes. Esto llen de amargura el corazn de don Peregrn. Fue el motivo
+ms poderoso de rencor entre los muchos que tena contra su hermano,
+despus de la estatura.
+
+Cndida fue a besar la mano del P. Melchor, de quien era hija de
+confesin, y le consol, con el respeto, la sumisin y el cario con que
+empez a hablarle, del fracaso que acababa de experimentar.
+
+Apenas se acomodaron todos de nuevo, D. Peregrn, que hasta entonces se
+haba mantenido dentro de una locuacidad ordinaria, estimulado por la
+presencia de D. Teodora, quiso dar gallarda muestra de sus maravillosas
+aptitudes para amenizar cualquier tertulia. Cogi por los pelos la
+ocasin que le dio D. Narciso, al censurar lo mal empedradas que estaban
+las calles de Peascosa, para decir con su voz gangosa y penetrante en
+una pausa:
+
+--Siendo yo gobernador de Tarragona...
+
+--Ya pareci Tarragona!--dijo sordamente Consejero, mientras colocaba
+las cartas.
+
+Los que estaban cerca oyeron la exclamacin y rieron. A los odos de D.
+Peregrn lleg el rumor, se detuvo un instante y dirigi una mirada
+cobarde a Consejero. Despus prosigui con decisin su ancdota. Los
+quince das que haba desempeado el gobierno de Tarragona, por ausencia
+del gobernador y enfermedad del secretario, eran la edad de oro de la
+existencia de don Peregrn, el perodo dulce y potico cuyo recuerdo
+haca vibrar siempre su corazn. Cuntos sucesos en aquellos quince
+das! Cuntas imgenes brillantes de gloria y poder surgan en su mente
+al pensar en ellos! Los ms insignificantes pormenores de tan hermoso
+sueo tenalos presentes cual si acabaran de efectuarse. Podra decir
+cuntas veces haba llovido en aquellos quince das, qu haba comido y
+bebido, de qu color eran los pantalones que gastaba. Durante algn
+tiempo, cuando hablaba de esta poca, sola decir:--Haciendo yo de
+gobernador en Tarragona... Ms adelante sustituy la frase con esta
+otra:--Siendo yo gobernador de Tarragona...
+
+Y cuando era gobernador de Tarragona sucedi que la prensa local se
+quej del abandono de las calles, achacndolo, como todo lo dems que
+andaba mal, a la administracin conservadora. Entonces l, encargado de
+velar por el gobierno y el partido, haba llamado al alcalde a su
+despacho y le haba dicho: Amigo mo... Aqu una tirada de
+observaciones que D. Peregrn, cada vez que la repeta, iba haciendo ms
+enrgica, hasta convertirla en seversima filpica. El alcalde le
+responda esto y lo otro (la respuesta del alcalde iba siendo cada vez
+ms dbil e insignificante). Entonces l, sin descomponerse poco ni
+mucho, con la mayor calma, como quien no dice nada, le replicaba:
+Querido alcalde, tiene usted dos caminos para elegir: o la suspensin,
+o el arreglo inmediato de las calles.
+
+--Al da siguiente, bien temprano, estaban trabajando dos cuadrillas de
+obreros en las calles--termin diciendo D. Peregrn con una fra sonrisa
+maliciosa. La conclusin y la sonrisa eran lo nico que no se iba
+modificando lentamente en la interesante ancdota.
+
+O porque ya la hubieran odo muchas veces o por no tener el espritu
+bien dispuesto para esta clase de confidencias administrativas, es lo
+cierto que muy pocos eran los tertulios que atendan. Hablaban los unos
+con los otros en parejas o en grupos de tres y de cuatro. Cndida
+cuchicheaba con el P. Melchor, D. Eloisa con su ahijado el P. Gil y con
+Obdulia, D. Joaqun con Marcelina, y el P. Narciso con D. Filomena. Se
+puede asegurar que los nicos que escuchaban realmente al ex-gobernador
+interino de Tarragona eran su hermano y D. Teodora, esto es, los que ya
+conocan los pormenores de su gestin administrativa tan bien como l.
+Porque D. Serafina Barrado, aunque estaba inmvil y atenta con los ojos
+puestos en el orador, ofreca tal vaguedad en la mirada, que bien se
+echaba de ver que se hallaba muy lejos de lo que deca. Lo que esta
+seora escuchaba, con imperceptibles estremecimientos de dolor y rabia,
+era el rumor de la pltica de su capelln con Marcelina. Haca ya
+bastante tiempo que D. Joaqun distingua mucho a esta seorita, su
+penitenta. Estas distinciones llegaban al alma a D. Serafina, que por
+lo visto aspiraba al monopolio de ellas. Teniendo en cuenta que el
+capelln, fuera del acto de ser engendrado y nacer, era en un todo
+hechura suya, pareca que tena derecho a ello. Mas l no lo crea as,
+o senta placer en agitarla con desvos y seriedades injustificadas. No
+se pasaba un da sin que la buena seora experimentase algn desaire
+por parte de su protegido. Acaso ella tomase como tal lo que no era;
+pero el clrigo, conociendo el afecto susceptible y celoso que le
+profesaba, debiera mostrar ms cuidado en evitrselos. Ahora se notaba
+bien claramente que sus apartes y cuchicheos eran intencionados: acaso
+tuvieran por fin castigarla por la defensa indirecta que haba hecho del
+P. Gil, a quien D. Joaqun odiaba a par de muerte.
+
+D. Marciala, ms franca o ms colrica, apenas quitaba los ojos de D.
+Narciso y D. Filomena, unos ojos escrutadores, inquietos, por donde
+pasaban de vez en cuando relmpagos de ira. En los centros de
+murmuracin de la villa decase que D. Marciala estaba enamorada del P.
+Narciso. Aunque esto no sea creble, por tratarse de una seora que toda
+la vida se haba manifestado muy circunspecta y religiosa, no hay duda
+que sus familiaridades con el clrigo podan dar lugar a torcidas
+interpretaciones entre la gente propensa a pensar mal del prjimo. Haba
+casado ya tarde, cuando contaba ms de treinta aos, con D. Jos Mara,
+el boticario de la plaza. ste, que haba sido toda su vida un
+republicano rabioso, que apenas frecuentaba la iglesia, y que reuna en
+su trastienda por las noches un grupo de demcratas (masones los
+llamaban las beatas del pueblo), por el influjo de su piadosa mujer
+haba ido cambiando poco a poco de opinin. Principi por alejarse de
+la poltica y dejar la suscricin a _El Motn_; despus fue eliminando
+de su tertulia a los sujetos ms exaltados y peligrosos; luego se le vio
+alternando cortsmente con varios sacerdotes. Finalmente, como llegase
+una misin de jesuitas a la villa, D. Marciala consigui llevarle a
+confesar con uno. Desde entonces se realiz un cambio completo y radical
+en la vida de D. Jos Mara. El feroz republicano, suscritor de _El
+Motn_, se trasform en un cofrade de San Vicente de Paul, hermano del
+Sagrado Corazn. Alumbraba en las procesiones, haca la guardia al
+Santsimo con escapulario al cuello, etc., etc. Y no slo practicaba
+todos los actos religiosos de un fervoroso creyente, sino que dio en
+acompaarse de clrigos y en recibirlos en su trastienda, en vez de los
+impos que antes iban; de tal suerte, que su botica vino a ser al cabo
+de algn tiempo el centro de reunin de los tradicionalistas de
+Peascosa. Tal fue la obra benemrita llevada a cabo con singular
+fortaleza y habilidad por D. Marciala. En ella le ayud muchsimo con
+sus consejos el P. Narciso. Acaso por esta razn su alma qued tan
+ligada y agradecida a su director, que por no saber contenerse, daba
+pvulo y estimulaba a las malas lenguas de Peascosa.
+
+Fue, como ya sabemos, una de las que contribuyeron a la educacin y a
+la carrera del P. Gil; pero en la desercin que se oper en el rebao de
+D. Narciso a la llegada de aqul, permaneci fiel a su pastor. Quiz
+ayudase a mantenerla firme la huida de Obdulia, de quien ella tena,
+segn fama, unos celos rabiosos, y por lo visto no le faltaba razn.
+Aspir a sustituir a sta en la gracia del elocuente y donoso sacerdote,
+y casi lo tena conseguido. Desgraciadamente, se interpuso en su camino
+D. Filomena, la viuda que ya conocemos, quien con ms modestia y
+reserva admiraba a su director espiritual y le prodigaba en silencio y
+en la sombra mil atenciones delicadas, que concluyeron por hacer mella
+en su corazn. No significa esto que dejase de considerar y atender como
+deba a D. Marciala; pero se observaba en l de algn tiempo a aquella
+parte ms inclinacin hacia D. Filomena, aunque nunca por supuesto tan
+sealada como la que haba sentido por Obdulia.
+
+En la tertulia de D. Eloisa se agitaban mil dulces sentimientos, a los
+cuales, como la sombra a la luz, acompaan siempre otros amargos. Varias
+jvenes solteras, a quienes el tiempo y los desengaos haban hecho ms
+reflexivas, algunas seoras casadas en las cuales sus maridos no haban
+podido extinguir la sed de lo infinito, y tal que otra viuda necesitada
+de consuelos, se reunan todas las noches en torno de media docena de
+presbteros, formando un grupo interesante y conmovedor. Aquel pequeo
+mundo, ajeno enteramente a las luchas de la poltica, de la ciencia y de
+los intereses materiales, representaba un oasis deleitoso enmedio de la
+corrupcin general de las costumbres. La perfecta sumisin de aquellas
+almas femeninas a sus directores, la benevolencia y la ternura con que
+stos se esforzaban en conducirlas por el sendero de la virtud,
+prestaban a la tertulia un carcter suave, inocente y piadoso que no se
+hallar seguramente en las exclusivamente seglares. Exista una dichosa
+compenetracin de lo espiritual en lo temporal; era una imagen
+aproximada de lo que debe ser el reinado de Dios sobre la tierra.
+
+El rebao mstico se reparta, como era natural. Cada clrigo tena sus
+hijas de confesin, que le obedecan y le admiraban. Y ellos,
+aprovechando, como expertos y hbiles pastores, el carcter y condicin
+de cada oveja, solan estimularlas por medio de acertados manejos, ora
+halagando su amor propio, ora mortificndolo unas veces con celos, otras
+con saludable frialdad, otras con alguna lisonja adecuada. Ni faltaban
+tampoco en aquella exquisita sociedad algunos honestos recreos. No era
+todo hacer calceta ni colchas de crochet: tambin se renda culto a la
+msica. El P. Norberto era organista de la iglesia, y aunque conoca
+poca msica profana, algunos _nocturnos_ tocaba, y cuando no,
+acompaaba al P. Narciso, que entre sus mltiples habilidades tena la
+de tocar en la flauta dos o tres pavanas y la sinfona de _Juana de
+Arco_. Tambin Marcelina saba cantar _La Stella confidente_ y la
+_Plegaria a la Virgen_. D. Melchor saba hacer algunos juegos de manos;
+D. Peregrn Casanova sazonaba la tertulia con salerosos cuentos; Cndida
+recitaba admirablemente al piano varias fbulas morales; por ltimo, el
+P. Joaqun tocaba, rascando los dientes con las uas, cualquier pieza
+musical, y remedaba el grito del gallo con tal perfeccin que cualquiera
+le confunda con este bpedo.
+
+Aquella noche no hubo msica. Los nimos estaban un poco abstrados.
+Reinaba cierta inquietud en la tertulia, motivada por la presencia del
+P. Gil, a quien ninguno de sus colegas, si se excepta el P. Norberto,
+mostraba simpata. La conversacin fue rodando de uno en otro asunto,
+todos de poca monta. En un momento de silencio, D. Juan Casanova, que
+tena la cabeza inclinada hacia un lado, sin duda por el excesivo peso
+del cerebro, la descarg algn tanto, diciendo con su acostumbrada
+solemnidad:
+
+--Eloisa, hoy he hallado a su hermano lvaro en el paseo de la Atalaya.
+Llevaba un pantaln de cuadros.
+
+D. Eloisa suspir, como siempre que se tocaba el punto de su hermano.
+
+--Estos das ha estado un poco enfermo. Me lo ha dicho el
+criado--manifest dirigiendo una mirada tmida a la mesa donde jugaba su
+marido.
+
+D. Martn y su cuado haca tiempo que no se relacionaban. Por el motivo
+balad de un mueble de la casa que aqul pretenda llevar a la suya, sin
+derecho alguno, rompieron de un modo violento. D. Martn (cmo no?)
+puso la mano en la cara a su cuado, y a ms de esto le desafi. Desde
+entonces, absoluta separacin entre ambos. D. lvaro viva en su enorme
+casa, enteramente solo, y D. Martn en la suya con su esposa. sta, de
+vez en cuando, a escondidas de don Martn, iba a visitar a su hermano.
+
+--No parece que goza de buena salud--dijo el P. Gil, a quien sin saber
+por qu interesaba aquel hombre.
+
+--Oh! Sumamente enfermizo y delicado. Slo cuidndose mucho puede ir
+viviendo.
+
+Los clrigos, como siempre que se trataba de Montesinos en presencia de
+su hermana, guardaban un silencio sombro, con la cara larga y
+enfoscada. Si no estuviera ella, de seguro hubieran soltado alguna frase
+de indignacin o algn sarcasmo contra aquel impo, que tena
+escandalizada a la villa con sus opiniones y con su conducta. A duras
+penas respetaban el lazo estrecho de familia.
+
+Hubo un silencio lgubre, porque las damas, comprendiendo lo que pasaba
+en lo interior de sus directores espirituales, no osaban hablar. D.
+Eloisa torn a exhalar otro suspiro y dijo con acento dolorido, como si
+terminase en alta voz un monlogo:
+
+--Qu lstima que le hayan pervertido en Madrid! lvaro tiene buen
+corazn... y todos dicen que es hombre de talento.
+
+Los clrigos se sintieron molestados por aquellos elogios. Uno de ellos,
+el P. Melchor, se atrevi a decir con sonrisita de suficiencia:
+
+--Seora, permtame usted que no reconozca talento en quien no admite
+las verdades de nuestra santa religin.
+
+--A lo menos fue el primero en su ctedra y pasaba entre sus profesores
+por un chico despejado.
+
+--Y lo ser, seora,--dijo el P. Gil, a quien el tonillo agresivo de su
+compaero haba disgustado.--Se puede tener talento y estar obcecado en
+cualquier asunto. Su hermano, desgraciadamente, lo est en lo que se
+refiere al ms interesante para el hombre. Mas no hay razn para negarle
+el talento. Los grandes heresiarcas lo han tenido; si no fuese as,
+seguramente no habran podido dar apariencia de verdad al error y
+engaar tanta gente.
+
+Aunque se sintiese herido en lo vivo por esta rplica indirecta, el P.
+Melchor no os responder, y prefiri hacerse el distrado devorando su
+enojo. Por ms que no la confesasen, todos los clrigos de Peascosa
+sentan la superioridad del P. Gil, que achacaban, por supuesto, a que
+era el nico entre ellos que haba seguido la carrera lata de teologa.
+Ningn otro intent tampoco llevarle la contraria por temor de hacer un
+mal papel.
+
+La conversacin se encauz por otro lado. Charlose animadamente del
+proyecto de construccin de una nueva iglesia, cerca de la plaza, echado
+a volar por varios vecinos y al cual se opona con todas sus fuerzas el
+cura, por temor de que se dividiera la parroquia. Los jugadores seguan
+en sus alternativas de silencio y ruidosos altercados. El P. Gil qued
+mudo y pensativo, impresionado con lo que acababa de or y decir. La
+figura de Montesinos, a quien no haba visto ms de tres o cuatro veces
+en su vida, y eso de lejos, flotaba en su imaginacin despertando en l
+viva curiosidad. La afirmacin de doa Eloisa de que haba sido siempre
+el primero entre sus condiscpulos, contribuy a hacer ms grande, por
+no decir ms interesante a sus ojos, aquel hombre. Un deseo vago,
+indefinido de acercarse y conquistarle naci en su mente. Cuando la
+llegada de D. Jos Mara el boticario y de Osuna dio la seal de
+disolverse la tertulia, an rodaba este pensamiento por su cerebro en
+busca de forma.
+
+La noche segua encapotada y triste. El cielo dejaba caer con pertinacia
+una lluvia menuda y fra. En la puerta de la casa los tertulios se
+dividieron: la mayor parte se qued por las inmediaciones de la plaza,
+otros siguieron por la calle del Cuadrante. Y en ella se fueron
+separando todos hasta que quedaron solos el P. Gil, Osuna y su hija, los
+nicos que vivan en el Campo de los Desmayos. Obdulia maniobr para que
+el P. Gil la tapase con su paraguas. El jorobado marchaba detrs,
+satisfecho de no pasar por la humillacin de que su hija le tapase, pues
+a causa de la gran diferencia de estatura as suceda siempre.
+
+Caminaron unos instantes en silencio, escuchando el estruendo lejano del
+mar que bata contra las peas y el leve rumor de la lluvia sobre el
+paraguas. La joven esperaba que el P. Gil sacara la conversacin de su
+altercado con el P. Narciso, y de intento prolongaba indefinidamente el
+silencio. Vindole taciturno y abstrado, se aventur a decirle con voz
+temblorosa:
+
+--Est usted enfadado conmigo, padre?
+
+--Por qu?--pregunt el clrigo con sorpresa, saliendo repentinamente
+de su meditacin.
+
+--Por la disputa que he tenido con D. Narciso.
+
+--Ah! S... en efecto, no me ha gustado la actitud rebelde en que usted
+se ha colocado frente a l. Es indigno de una joven humilde y virtuosa
+como usted...
+
+Obdulia guard silencio, sintiendo en el corazn la censura de su
+director. Al cabo dijo, ponindose colorada, lo cual nadie pudo
+advertir:
+
+--Tiene usted razn; he cometido un pecado y me arrepiento...
+
+Despus de una pausa larga, aadi humildemente:
+
+--No puede usted figurarse cunto me disgusta el observar la envidia de
+D. Narciso.
+
+--La envidia?--pregunt el sacerdote con sorpresa.--A quin tiene
+envidia?
+
+--A usted, padre, a usted--repuso con firmeza la joven.
+
+--No, hija, no--dijo el P. Gil todo azorado.--Yo no puedo excitar la
+envidia de nadie... Soy un pobre clrigo... un miserable pecador...
+
+--Pues as y todo... yo me entiendo...
+
+Repuesto de su turbacin, el sacerdote dijo entonces con aspereza:
+
+--Ruego a usted que no vuelva a decir esas cosas, ni que las piense...
+Se lo prohbo... Advierta usted que se trata de dos sacerdotes--aadi
+despus de una pausa, dulcificando la voz.
+
+Obdulia no replic. Muda y con el corazn apretado por una pena extraa,
+sigui marchando al lado del clrigo. ste dirigi la palabra a Osuna
+sin volverse:
+
+--Al llegar al Campo vamos a sentir el aire, seor Osuna.
+
+--Cundo no sopla en ese maldito Campo?--replic el jorobado con mal
+humor.
+
+Y en efecto, al abocar a l, una rfaga violenta les azot el rostro y
+estuvo a punto de volverles los paraguas. La sotana del clrigo, las
+enaguas de la joven tremolaron: les costaba trabajo avanzar.
+
+Por fin alcanzaron el gran portal de Montesinos. Se limpiaron el rostro
+con el pauelo y repusieron el desorden de sus vestidos. El P. Gil
+volvi a dirigir una mirada curiosa y escrutadora a la oscura puerta en
+cuya cima arda siempre la lamparita de aceite.
+
+--Adis, seor Osuna, que usted descanse--dijo tendiendo la mano al
+jorobado.
+
+Luego tuvo un momento de indecisin: iba a tendrsela a Obdulia; pero
+turbado por la mirada intensa y exttica que la joven le clavaba, la
+llev al sombrero y se inclin gravemente, diciendo:
+
+--Buenas noches, seorita.
+
+Alz de nuevo el paraguas y salv de prisa la distancia que le separaba
+de la rectoral. Los ojos de Obdulia, inmvil a la puerta mientras su
+padre llamaba, le siguieron algn tiempo.
+
+Antes de penetrar en la rectoral, el P. Gil volviose y qued inmvil
+tambin algunos instantes. Pero sus ojos no buscaron la puerta de donde
+aqulla acababa de desaparecer. Fueron ms arriba, abrazaron de una vez
+la extensa y sombra fachada de la gran casa solariega que, avezada a
+los golpes del huracn, dorma grave y desdeosa bajo la intemperie.
+Contemplola larga, atentamente. Sus ojos brillaron con un fuego de gozo
+mstico. Era la mirada del apstol, vida, tierna, clemente. Tal debi
+ser la expresin que reflejaron los ojos de San Pedro a la vista de
+Roma.
+
+
+
+
+IV
+
+
+Desde aquella noche el P. Gil no so con otra cosa. La fiebre del
+apostolado le encendi de tal modo que no dej rincn vaco en su
+cerebro para otro pensamiento. Dentro de l entablose una lucha sorda
+entre el deseo vivo y ardiente de ennoblecer su vida con la conquista de
+un enemigo encarnizado de la Iglesia, y el miedo desapoderado, loco, que
+sin saber por qu le inspiraba. En sus continuos paseos por la estancia
+que ocupaba en la rectoral, mientras con el breviario en la mano deca
+los rezos obligatorios, a menudo se detena ante la ventana, levantaba
+la punta del visillo y diriga una mirada tmida y ansiosa al palacio de
+Montesinos. All estaba, adusto, impenetrable, hostil como un baluarte
+fabricado por la impiedad. Los balcones eternamente cerrados. El hombre
+misterioso que lo habitaba deba de odiar tanto la luz del sol como la
+de la fe. El P. Gil diriga luego la vista al cielo y daba gracias a
+Dios desde el fondo del corazn por haberle tenido siempre de su mano,
+por haberle hecho nacer y vivir en la regin luminosa de las santas
+creencias cristianas.
+
+En vano trat de inquirir pormenores de la vida y carcter de aquella
+oveja descarriada a quien ansiaba traer al redil. Los datos que le
+suministraron eran contradictorios. Mientras su hermana y algunas otras
+personas se lo presentaban como un perfecto caballero, un hombre de buen
+fondo, extraviado por las malas compaas y la lectura de libros impos,
+otras, que tambin pretendan conocerle desde la infancia, lo pintaban
+como un ser avieso, mal intencionado, riendo siempre de las desgracias y
+las flaquezas del prjimo, insolente y agresivo de palabra, ya que de
+obra no poda serlo por su natural dbil y enfermizo. A este propsito
+narraban algunas ancdotas de su infancia y adolescencia que acreditaban
+esta opinin. Otros, en fin, le tenan por un desdichado, por un hombre
+a quien los desengaos de su carrera literaria y los profundos pesares
+domsticos haban llenado el corazn de hiel. Suponan que Montesinos,
+aficionado a las letras, enamorado de la gloria, haba ido a Madrid. En
+vez de ella, slo hall glacial indiferencia: esto, unido a la
+catstrofe de su matrimonio, le haba obligado a retirarse de nuevo a
+Peascosa rabo entre piernas, como decan pintorescamente los graves
+bigrafos. Y terminaban afirmando que Montesinos desahogaba su amargura
+y despecho blasfemando de palabra cuando se le presentaba la ocasin y
+publicando artculos en los peridicos y revistas de los masones. El P.
+Gil no saba a qu atenerse. Inclinbase, no obstante, a esta ltima
+opinin, que conciliaba hasta cierto punto la benvola de su hermana y
+ciertos amigos con la mala fama que tena en el pueblo. Lo que no dejaba
+de sorprenderle era que mientras el clero y los tradicionalistas de
+Peascosa le detestaban cordialmente, los pocos republicanos y masones
+que haba en la villa no le demostraban estimacin alguna. Decase que
+Montesinos se rea de ellos con ms gana an que de los catlicos, y que
+haba huido constantemente su trato.
+
+Todas estas noticias, que recoga de un lado y de otro disimulando, por
+supuesto, su proyecto, no eran a propsito para apartarle de l. El
+misterio impenetrable que envolva el carcter de aquel hombre le
+interesaba cada da ms, y ms le atemorizaba. Saba cunto importaba
+atraer un alma perdida al seno de la Iglesia; pero cuando esta alma era
+la de un hereje, un enemigo encarnizado de ella, el acto creca
+desmesuradamente a los ojos de Dios. Dando vueltas a la idea, concibi
+varias veces el propsito de acercarse inmediatamente a l, hablarle y
+convencerle con razones y con ruegos; mas pronto lo abandonaba temiendo
+un fracaso. No era que le mortificase lo ms mnimo en su amor propio:
+estaba resuelto a padecer por Dios con alegra toda clase de martirios,
+cuanto ms una injuria. Lo que tema era tener que renunciar a una
+empresa tan noble y gloriosa. Poco a poco lleg a convencerse de que el
+mismo Dios se la encomendaba especialmente, que sta era la tarea
+principal que le haba impuesto al enviarlo a Peascosa. Y convencido de
+que lo sublime del propsito no empece a que se adopten los medios ms
+eficaces para llevarlo a feliz remate, resolviose a comunicarlo con su
+madrina doa Eloisa y a pedirle ayuda. Grande fue el gozo de la buena
+seora al recibir la confidencia. Aplaudi de todas veras el proyecto,
+que satisfaca los deseos ms ardientes de su corazn, y prometi hacer
+cuanto humanamente fuese posible por que tan hermoso sueo se realizase.
+Hubo entre ambos largas plticas, en que se buscaron y ponderaron los
+medios de llevarlo a cabo; se trazaron y se rechazaron diferentes
+planes; por ltimo, quedaron convenidos en que el excusador fuese a la
+morada de D. lvaro por encargo de su hermana a pedirle una limosna
+para las viudas y los hurfanos de unos pescadores que haban perecido
+recientemente en la mar. Aprovechando la ocasin, poda tantearle,
+hacerse amigo suyo y dar comienzo poco a poco a la obra de su
+conversin. D. Eloisa no dudaba del xito, fiada en el buen fondo de su
+hermano y en la virtud y la ciencia de su ahijado. Cuando alguna vez le
+haba hablado de las prcticas religiosas, lvaro haba respondido con
+alguna invectiva grosera contra los clrigos de Peascosa; a unos los
+consideraba idiotas, a otros malvados; de todos se rea a mandbula
+batiente. Pero qu poda decir de este muchacho tan bueno, tan
+estudioso, de costumbres tan puras y austeras?
+
+l no estaba tan confiado. A medida que se acercaba el da de la visita,
+sentase ms agitado y medroso. Peda con insistencia a Dios que le
+diese fuerzas y valor, y preparaba sus argumentos y hasta sus frases con
+una atencin exagerada. Una maana, despus de haber estado en oracin
+largo rato, sali de la rectoral con paso firme, salv la pequea
+distancia que le separaba del palacio de Montesinos, penetr en el
+lbrego portal y tir del grasiento cordel de la campana. sta son a lo
+lejos cascada y triste. El corazn del sacerdote se contrajo, a pesar
+del nimo que la oracin le haba infundido. Presentose al cabo de un
+buen rato de espera un criado anciano de semblante hosco. Al ver al
+excusador, sus ojos duros y penetrantes expresaron asombro.
+
+--D. lvaro est?
+
+Tard en contestar.
+
+--Ya se ve que est!--respondi al cabo.--No sale nunca.
+
+--Y se le puede ver?
+
+--Por qu no?
+
+--Pues avsele usted que el teniente cura de la parroquia desea hablar
+con l por encargo de su seora hermana D. Eloisa.
+
+--No hay necesidad. Venga usted conmigo--replic bruscamente.
+
+Y despus de cerrar y trancar con cuidado la puerta, ech a andar
+delante. No dej de sorprenderle al excusador el aire de autoridad del
+viejo domstico, y lo poco en que tena la voluntad de su amo para
+recibir o no las visitas. Despus de atravesar un gran patio hmedo, mal
+empedrado, donde creca por todas partes la hierba, rodeado de columnas
+toscas de piedra manchadas de musgo, ascendieron por una escalera de
+piedra y tosca tambin, con los pasos gastados por el uso. En el piso
+principal salvaron un ancho corredor abierto, con el pavimento de
+madera, tan deteriorado que era preciso ir con cuidado para no meter el
+pie por algn agujero. Por todas partes se observaba un abandono
+extrao; las paredes sucias, descascarilladas, el suelo con un dedo de
+polvo, los techos agrietados: no pareca una casa habitada, sino una
+antigua abada solitaria. La gran casa solariega de los Montesinos se
+pudra, se derrumbaba, sin que su dueo intentase en ella la menor
+reforma, sin que lo advirtiese siquiera. En el piso segundo el criado le
+condujo al travs de varias salas destartaladas y lbregas, abri al fin
+una puerta de cristales con visillos sucios, despus de echar una mirada
+por el interior, dijo:
+
+--No est aqu. Habr subido a la biblioteca.
+
+Vuelta a desandar lo andado. Hallaron en el corredor una puertecita
+estrecha, y por ella entr el criado seguido del clrigo, subiendo por
+una escalera de caracol ms oscura y ms sucia an que el resto de la
+casa. Cuando iban hacia el medio, el P. Gil oy en lo alto una tosecilla
+seca que volvi a apretarle el corazn de temor. La biblioteca se
+hallaba en una de las dos torres cuadradas que la casa tena a los
+lados. Haba una pequea antesala sin mueble alguno, con puerta de
+madera sin pintar, charolada por el uso, que el viejo empuj, diciendo:
+
+--lvaro, aqu tienes al seor excusador, que desea hablarte.
+
+El susto que ste llevaba en el cuerpo no le impidi sorprenderse de la
+confianza extraa del criado. Un seor tan rico, tan noble, tan
+misterioso, tuteado por un criado!
+
+La biblioteca corra parejas con el resto de la casa en lo destartalada
+y sucia. Era una gran pieza cuadrada, de techo abovedado, cuyas paredes
+estaban cubiertas a trechos de tosca estantera con libros. stos
+andaban asimismo amontonados por el suelo sin orden ni curiosidad
+alguna. Los haba encuadernados con pasta antigua, los haba tambin en
+rstica modernsima, pero todos eran vctimas por igual del descuido de
+su dueo y de la inclemencia del polvo. Dos ventanas de vidrios
+emplomados, sin cortinas, esclarecan la estancia. Una estufa moderna,
+cuyo tubo, sostenido por alambres, sala por un cristal roto, la
+calentaba. Cerca de una mesa deteriorada, cubierta por un hule todo
+salpicado de tinta, estaba sentado en un silln antiguo de vaqueta un
+hombre cuya figura y atavo correspondan perfectamente al decorado de
+la estancia. Era menudo de cuerpo, gordo de cabeza, el rostro plido,
+nariz y labios finos, los ojos pequeos y de un color indefinible, el
+cabello bermejo y ralo, las manos diminutas y descarnadas. Vesta una
+bata usada, mugrienta, traa anudado al cuello un pauelo de seda, y se
+cubra las piernas y los pies con una manta de viaje tan rapada y
+grasienta como la bata.
+
+Al abrirse la puerta levant la cabeza, y sus ojos verdosos con puntos
+amarillos, como los de los gatos, se clavaron en el sacerdote con una
+curiosidad que lleg a ser insolente por el acto de no levantarse ms
+que a medias del silln ni hacer siquiera una inclinacin de cabeza. El
+P. Gil se haba despojado del sombrero canal, y se inclinaba confuso y
+molesto bajo aquella fra y escrutadora mirada. El criado se retir y
+entorn la puerta. Despus de preguntarle por la salud, tard en hallar
+palabras el sacerdote.
+
+--Estar usted enterado, seor, de la desgracia que ha ocurrido hace
+algunos das en la mar. Unas cuantas familias han quedado sin ms amparo
+que la capa del cielo y el de las almas caritativas. Confiado en la
+caridad de este pueblo, emprend la tarea de implorarla de casa en casa.
+En cumplimiento de este deber y excitado por su seora hermana, me tomo
+la libertad de venir a pedirle a usted para las pobres viudas y
+hurfanos una limosna por el amor de Dios.
+
+El dueo de la casa le contempl todava unos instantes. Luego sac del
+bolsillo una llave, abri un cajn de la mesa, sac unas monedas de oro
+y, alargando la mano, las deposit silenciosamente en la del sacerdote.
+
+--Dios se lo pague a usted, seor--dijo ste.
+
+No haba ms remedio que retirarse. D. lvaro no deca una palabra ni le
+invitaba a sentarse. Pero el hacerlo sin tentar de algn modo su
+proyecto, le dola tanto que permaneci inmvil, a despecho de la mirada
+de despedida que aqul le estaba clavando.
+
+--No me sorprende su generosidad--dijo.--Su seora hermana me haba
+hecho muchos elogios de su corazn, y veo que no estaba equivocada.
+
+--Supongo que a nadie ms que a mi hermana habr usted odo hacer
+elogios de mi corazn.
+
+La voz del mayorazgo de Montesinos era singularmente armoniosa y dulce,
+y contrastaba notablemente con lo inarmnico y triste de su figura. El
+P. Gil, que era la rectitud personificada, qued un instante suspenso.
+
+--En efecto, a nadie he odo hacer elogios de usted ms que a su
+hermana--dijo al cabo, con naturalidad.
+
+Montesinos no pareci disgustado con esta respuesta, pero sus ojos
+brillaron con ms curiosidad, y volvi a examinar atentamente al clrigo
+de los pies a la cabeza.
+
+--Como los elogios de mi hermana no tienen valor alguno... saque usted
+la consecuencia.
+
+Una levsima sonrisa apunt a sus labios al pronunciar estas palabras.
+
+--Para juzgar a los hombres no me atengo al juicio de los hombres, sino
+al de Dios. Quin sabe la bondad o la maldad que pueden ocultarse en el
+fondo de un alma? Hasta ahora lo nico positivo que s respecto a
+usted, seor, es que no he llamado en vano a su puerta, es que los
+hurfanos desvalidos bendecirn su nombre y su corazn.
+
+Los ojos del caballero se desviaron bruscamente del clrigo y expresaron
+malestar.
+
+--El dar una limosna ms o menos crecida nada tiene que ver con la
+bondad del corazn. Damos lo que nos sobra. Est usted seguro de que si
+el dinero que acabo de darle me hiciese falta se lo dara?
+
+--No, seor: de lo que estoy seguro es de que hara usted bien en darlo
+aunque le hiciese falta--respondi gravemente el sacerdote.
+
+El aristcrata le mir an con ms inters y qued unos instantes
+pensativo. Luego alz los hombros con indiferencia.
+
+--Ps! Yo no s hasta qu punto es eso cierto. Suponiendo que mi dinero
+sirviese para que vivan esos hurfanos, no es gran favor el que les
+hago. Es ms; si se considera lo que indudablemente les espera en esta
+vida, puede asegurarse que les causo un terrible mal... Vivir abrumados
+de trabajo, de sufrimientos, de angustias, y por fin de fiesta quiz una
+muerte aterradora como la de sus padres all entre las olas
+embravecidas. Hermoso porvenir! Bien pueden darnos las gracias esos
+pobres chicos por la felicidad que les preparamos.
+
+--Todo hombre tiene un destino que cumplir sobre la tierra.
+
+--Conozco perfectamente ese destino. Padecer los innumerables dolores
+que la naturaleza y nuestros semejantes nos proporcionan.
+
+--Y si los padecemos con paciencia y los encomendamos a Dios, lograr la
+recompensa reservada a los buenos.
+
+D. lvaro hizo una mueca de desdn, y levantndose de la silla con
+seales de impaciencia, tendi la mano al sacerdote.
+
+--Seor excusador, nuestra conversacin, si se prolongase, podra
+convertirse en disputa. Siempre es mala educacin disputar con las
+personas que vienen a visitarnos, pero en este caso, tratndose de un
+sacerdote, sera una verdadera ofensa.
+
+--Diga usted cuanto se le ocurra, seor. Mi deber es pregonar la verdad
+sin temor a las ofensas.
+
+El caballero volvi a mirarle esta vez con una benevolencia compasiva, y
+acercndose a l y ponindole una mano sobre el hombro, le pregunt
+sonriendo:
+
+--Vamos a ver, seor cura, si usted fuera Dios, hara un mundo tan
+perverso como ste?
+
+--Esa pregunta ms parece una burla...--respondi con seales de
+tristeza y disgusto el clrigo.
+
+--Lo ve usted cmo se ofende!... Lo que yo pretendo preguntarle es si,
+teniendo usted en su mano fabricar un mundo bueno, poblado de seres
+felices, eternamente felices, creara usted por capricho otro lleno de
+dolores, de tristezas, de amarguras, dara usted vida a unos pobres
+seres, malos y buenos, por el gusto de recompensar a los buenos y
+castigar a los malos.
+
+--Dios no ha creado el mundo malo, sino bueno. Fue el primer hombre
+quien se acarre todos los dolores con su desobediencia.
+
+--Ah, s! El mito de la manzana. Yo no le creo a usted capaz, seor
+excusador, de un capricho tan ridculo. A qu conduca el reservar esa
+manzana, sobre todo conociendo el carcter caprichoso de Eva y la
+debilidad de Adn por ella? Pero dando por supuesto que esos dos
+merecieran castigo, qu tenemos que ver nosotros con su delito? Si una
+persona le agraviase, sera usted capaz de vengarse en sus hijos y sus
+nietos? No lo creo. Principiara usted por perdonar al ofensor, y si no
+le perdonaba, al menos se guardara de causar ningn dao a sus hijos.
+Vea usted, por lo tanto, cmo me veo en la precisin de considerarle a
+usted mejor persona que Dios.
+
+Una ola de sangre subi al rostro del presbtero. El estupor, la
+indignacin, le trabaron la lengua.
+
+--Eso es mofarse indignamente de las cosas ms santas--articul al
+fin.--Me sorprende que habiendo usted recibido una educacin cristiana
+haya llegado a tal extremo de impiedad.
+
+Una sonrisa sarcstica se dibuj en el rostro macilento del hidalgo.
+
+--Efectivamente, he recibido una educacin cristiana... al menos segn
+se ha entendido hasta ahora el cristianismo. Mire usted, seor
+excusador, yo he tenido un padre que era como Dios. Por la ms leve
+falta, hija de mi inexperiencia, de mi temperamento, de mi edad, me
+impona un castigo brbaro, cruel. Si me dorma durante el rosario,
+azotes; si cometa tres equivocaciones en la leccin, azotes; si me caa
+un borrn en la plana escrita, azotes; si corra por la casa, azotes; si
+manchaba el vestido, azotes. Siempre azotes!... Y no se tomaba siquiera
+la molestia de drmelos por su mano: encargaba de la ejecucin a Ramiro,
+ese criado que le ha conducido a usted hasta aqu, el cual,
+cristianamente, me los propinaba hasta hacerme sangre. Pero todava mi
+padre era mucho mejor que Dios en este punto; porque los azotes de
+Ramiro duraban un rato, mientras que los que los diablos nos han de dar
+durarn eternamente, segn aseguran ustedes...
+
+La sonrisa que vagaba por sus labios se apag. Guard silencio un rato:
+qued profundamente ensimismado. Sus ojos, fijos en el suelo, se
+dilataron con expresin de terror. Por delante de ellos pas en rauda y
+lgubre visin toda su infancia. Su padre, alto, seco, con su gran nariz
+encorvada y cortante como el pico de un guila. Jams le haba visto
+sonrer. La mitad de la vida la pasaba en la iglesia, donde se dejaba
+caer de rodillas con un fuerte golpe que le haca estremecer (a veces
+imaginaba que tena las rodillas de hierro o piedra). Slo le hablaba
+para reprenderle o exigirle el cumplimiento de alguna tarea. No tena
+ms amigos que dos o tres clrigos, con los cuales le oa abominar del
+liberalismo y la impiedad moderna. Se vea a l, pobre nio, enteco y
+enfermizo, pasando dos y tres horas arrodillado en la iglesia, sin
+gustar jams el placer de correr al aire libre como los hijos de los
+miserables pescadores, sin tener un compaero con quien comunicar sus
+inocentes pensamientos. Un da igual a otro. El cielo siempre plomizo.
+La mar bramando tristemente en las peas. El viento aleteando con
+violencia sobre los cristales. Y la casa silenciosa, lbrega, sucia,
+resonando de vez en cuando con los paseos lentos, acompasados, de su
+padre. Vease ms tarde en Lancia estudiando la segunda enseanza,
+hospedndose en casa de un clrigo del mismo temperamento y costumbres
+que su padre. Sus compaeros le despreciaban a causa de su debilidad,
+de su falta de destreza; los profesores le miraban con recelo por su
+carcter reservado y triste. Y por las vacaciones vuelta al lgubre y
+aborrecible palacio, al austero rgimen, a los eternos rezos. A pesar de
+sus ardientes deseos de seguir una carrera no lo consigui. Su padre
+consideraba indigno del mayorazgo de la casa de Montesinos el escribir
+un pedimento o trazar una carretera: a los abogados los llamaba
+curiales, a los ingenieros canteros, a los profesores maestrillos. La
+milicia le agradaba, pero sus ideas tradicionalistas le impedan mandar
+a su hijo a servir a un gobierno liberal. No pudiendo servir a su rey
+con las armas, la vida de un noble deba ser levantarse temprano para
+or misa, echar un vistazo a su hacienda, platicar un rato con el
+mayordomo, jugar al tresillo con los curas, dar luego con ellos un
+paseo, rezar el rosario, confesarse a menudo y dar constantemente
+ejemplo a los plebeyos de virtud y religiosidad, sin rozarse jams con
+ellos. Pero a pesar del gran respeto que mostraba a los sacerdotes y de
+besarles la mano en pblico, lvaro recordaba un pormenor que siempre le
+haba llamado mucho la atencin: a la hora de comer los criados servan
+antes al amo y a su hijo que al capelln de la casa. El orgullo
+nobiliario lata an ms vivo en el corazn de su padre que el
+sentimiento religioso; pero saba aliarlos tan bien en el fondo de su
+conciencia, que haba llegado a creer que la religiosidad era una
+cualidad privativa de los aristcratas, y que por ella se distinguan
+mejor que por ninguna otra del vulgo despreciable.
+
+Vease en Peascosa haciendo la vida de hidalgo desocupado, sometido
+como un nio de diez aos a la autoridad desptica de su padre. Su
+espritu imaginativo, soador, no poda soportar aquella inaccin.
+Comenz a leer a hurtadillas novelas que le proporcionaba una seora que
+tena estanquillo en la calle del Cuadrante. Subi despus a la
+biblioteca, donde un clrigo, hermano de su abuelo, que pas por sabio
+en vida, haba dejado gran copia de libros, y comenz a devorarlos. Ley
+a Platn, a Descartes, a Santo Toms, a Feneln, etc.
+
+Se hizo sabio. Pero al entrar la luz de la ciencia en su espritu,
+tambin se desliz la duda. Qu tormentos tan crueles le caus! En su
+vida, triste, montona, slo la religin, el pensamiento de Dios, la
+promesa de la inmortalidad, de otro mundo ms justo y ms hermoso
+endulzaba un poco el amargor de las horas. Y he aqu que repentinamente
+desconfiaba de esta dulce promesa, dudaba de las verdades todas de la
+religin, hasta de la existencia de Dios. En un principio anduvo
+receloso, sombro, temiendo que su padre le descubriera en los ojos sus
+abominables pensamientos. Despus, atormentado cruelmente, abrumado por
+ellos, ansioso de hallar remedio a su mal, de una mano que le sostuviese
+antes de caer en el abismo de perdicin, tuvo el valor un da de
+arrojarse a los pies de su padre y confesrselos. El viejo aristcrata
+qued aterrado, y para remediar la locura de su hijo (as la calific)
+no hall otro remedio que aconsejarle la penitencia, los ayunos, las
+mortificaciones de todo gnero. Para l estas dudas no provenan ms que
+de rebeliones de la carne, a la cual haba que combatir con la humildad
+y las disciplinas.
+
+Salt pronto la barrera de la duda y cay en el campo de la
+incredulidad. Desde entonces, ni un momento de vacilacin; ms y ms
+convencido cada da de que este mundo no vala nada, y que fuera de este
+mundo no haba que esperar otra cosa. Muri su padre y se confes con
+remordimiento que no lo senta. Respir con ansia y delicia el aire de
+la libertad. Hubo un momento en que la vida le pareci menos horrible;
+el mundo tuvo para l una dulce sonrisa. Fue cuando, el bolsillo bien
+repleto, se march a Madrid. Primero la ciencia le ofreci un consuelo y
+un entretenimiento. Se puso al corriente con avidez de las ltimas ideas
+en filosofa, en historia, en ciencias naturales; altern, discuti con
+los hombres ms eminentes de Espaa. Y tuvo la satisfaccin de observar
+que all en sus soledades de Peascosa, meditando sobre los libros
+antiguos, haba llegado a los mismos resultados que los filsofos
+modernos. Despus vino el amor: un sueo dulce y embriagador, una msica
+penetrante y divina que le suspendi algn tiempo sobre la miseria de la
+tierra, que le reconcili con la vida y despert en su corazn la
+esperanza infinita, la ilusin de la dicha inmortal. La cada de aquel
+mundo luminoso, encantado, risueo, fue bien cruel; una de las pginas
+ms negras que registra la historia de los hombres, donde las hay tan
+negras!...
+
+--Por lo dems--dijo saliendo de su xtasis doloroso y pasando la mano
+de esqueleto por la frente,--yo he tomado bastante tiempo en serio esas
+cosas que usted cree. Me ha costado mucho dolor, muchas horas de
+insomnio, muchas lgrimas separarme de ellas. Djeme usted que a cambio
+de tantas lgrimas me ra ahora un poco.
+
+--De modo--dijo el sacerdote con mal reprimida agitacin--que, olvidando
+por entero las creencias que usted mam, la santa religin de sus
+padres, se declara usted enemigo de Dios...
+
+--S, seor, enemigo de Dios y de los hombres... Es decir, de Dios
+desgraciadamente no puedo serlo, porque no existe. Si existiera, a
+juzgar por sus obras, sera un Dios bien perverso. No pudiendo serlo de
+Dios, lo soy de los hombres, no para hacerles dao, sino para huir de
+ellos como se huye de las bestias feroces. Desde que nac me han hecho
+experimentar muchos dolores. Sin embargo, nunca intent vengarme de
+ellos, porque s muy bien que son malvados porque as los ha creado la
+Naturaleza o el Destino; hacen dao como lo hacen las fieras, por el
+egosmo que ruge dentro de todo ser animado. El mundo est organizado
+para devorarse los seres, unos a otros. Lo que pasa entre los peces pasa
+entre los hombres; slo que nosotros no abrimos la boca y nos tragamos
+la vctima de golpe, lo cual, despus de todo, es una ventaja para ella,
+sino que la vamos devorando a pequeos mordiscos, arrancndole la carne
+hasta dejarla en esqueleto... No me ve usted a m?--aadi con sonrisa
+feroz apuntando a su rostro.--El pez que me ha comido lo entenda. No me
+ha dejado ms que los huesos.
+
+El P. Gil, cada vez ms aterrado, se atrevi a preguntar:
+
+--Y usted piensa que no hay sobre la tierra ningn hombre honrado,
+ninguna mujer virtuosa?
+
+--S los hay, pero son productos excepcionales de la Naturaleza; mejor
+dicho, son aberraciones de un organismo creado para el mal. Los hombres
+buenos sufren las consecuencias de toda aberracin; no pueden
+subsistir. Todos los animales nacen con defensa para la lucha en el
+combate de la vida, unos tienen dientes, otros tienen garras, otros
+tienen cuernos, otros tienen alas para huir: el hombre bueno es el nico
+animal que carece de medios de defensa. No siendo apto para luchar, est
+fatalmente destinado a perecer. Es la pobre mosca que se enreda en la
+inmensa tela de araa labrada por los bribones que componen la inmensa
+mayora del gnero humano. El consuelo nico que el hombre bueno puede
+tener es que sus verdugos tampoco son felices. La vida es un gran fraude
+para todos, para los buenos y para los malos. Dentro del universo se
+oculta una fuerza astuta, perversa, que nos impulsa, que nos dirige
+hacia un fin desconocido para nosotros, en el cual nada tenemos que ver.
+Para este fin misterioso necesita de nosotros y nos obliga a
+reproducirnos. No le importa que seamos desgraciados. El individuo para
+ella es nada, la especie lo es todo. Obra como el dueo de una
+ganadera, que antes de matar un buen caballo que ya no sirve, le obliga
+a dejar una cra. Preocupada nicamente con la perpetuidad para que no
+le falten jams instrumentos, nos engaa con el seuelo del placer, de
+la ambicin o del orgullo. Usted mismo, que no obra por ninguno de estos
+mviles, es igualmente un instrumento de la especie. Al preocuparse con
+la suerte de esos pobres hurfanos, al buscar con afn los medios de
+que vivan, obedece usted inconscientemente las rdenes de esa fuerza
+malvada. Cuando no le basta el atractivo del placer para la conservacin
+de la vida, apela al sentimiento de compasin que ha puesto dentro de
+nosotros.
+
+El P. Gil, que escuchaba petrificado tal sarta de impiedades, sinti un
+estremecimiento de horror al or aquella interpretacin monstruosa del
+sentimiento de la caridad. A este estremecimiento sucedi una viva
+irritacin. Necesit un gran esfuerzo de voluntad para no romper en
+insultos contra el blasfemo.
+
+--Todo eso est muy bien--dijo dominndose y sonriendo
+forzadamente;--pero usted me dispensar que le haga una pregunta. En ese
+pesimismo tan desconsolador que usted profesa, en la idea deplorable que
+usted ha formado del mundo y de los hombres, en ese mismo atesmo brutal
+(perdn por la frase!) que tanto gusto tiene en exhibir, est usted
+seguro de que todo depende de la razn fra y serena? No habrn
+influido nada sus tristezas individuales, los acontecimientos
+desgraciados de su vida?
+
+Los ojos felinos del hidalgo brillaron iracundos; le haba herido en lo
+vivo.
+
+--Ah, la eterna cantilena!--exclam impetuosamente.--Cuando no se puede
+atacar una teora, se escudrian los mviles del que la sustenta. Qu
+pretende usted probar con eso? Supongamos que el mundo es un paraso,
+que todos los hombres, menos yo, son felices, y que mi pesimismo depende
+en un todo de mis desgracias. Dejar por eso de afirmar el mal que me
+ha tocado en suerte? No tendr derecho yo, criatura desdichada, a
+calificar a Dios (caso de que lo hubiera) de perverso, puesto que
+pudiendo haberme hecho feliz como a los dems me hizo desgraciado? Todo
+el que padece sobre la tierra puede preguntar a Dios como Job: Cundo
+la existencia te pidi la nada?... Por lo dems--aadi adoptando un
+tono despreciativo, insultante,--desde que usted ha entrado por esa
+puerta supe a lo que vena. No quiero discutir con usted, porque me
+aburrir. Estoy persuadido de que la religin en que usted cree no es
+ms que un conjunto de hiptesis inocentes como las de todas las dems
+religiones inventadas por la miseria y la cobarda de los hombres, que
+no pueden resignarse a morir buenamente como los dems seres animados,
+como nos lo ensea irrefutablemente la experiencia, que no pueden
+convencerse de que han nacido para el dolor. Y esto no lo creo por
+capricho, sino despus de haber estudiado y meditado el asunto
+largamente, despus de haber seguido paso a paso con cuidado la historia
+de las religiones ms importantes. Si hubiera de elegir alguna entre
+ellas, no sera ciertamente el cristianismo, que es una de las ms
+tristes e insensatas. Me sucede lo que a Goethe: la cruz me crispa los
+nervios. Ni Santo Toms, ni San Agustn, ni Feneln, ni Pascal me han
+convencido. Por consiguiente, ninguno de ustedes me convencer. Usted no
+tiene ms respetabilidad para m que la que le preste su carcter y sus
+obras. De su ciencia y de la de todos sus colegas, obispos y arzobispos
+me ro a carcajadas.
+
+Sus ojos brillaban con fiereza, mirndole de arriba abajo; pero estos
+ojos se dulcificaron repentinamente al ver temblar una lgrima en los
+del P. Gil.
+
+--Dispnseme usted, seor excusador--se apresur a decir, acercndose a
+l,--si le he ofendido. Tengo mal carcter... me irrito con facilidad...
+
+--Adis, seor, adis--respondi el P. Gil, estrechando la mano que
+Montesinos le tenda.--A m no me ha ofendido... Es a Dios a quien...
+
+--Entonces estoy contento, porque eso no importa nada...--replic
+sonriendo.--Hasta la vista. Ya sabe que tiene aqu un amigo y una casa a
+su disposicin.
+
+
+
+
+V
+
+
+Sali de aquella casa maldita en un estado de confusin y tristeza
+indescriptibles. No quiso ir a la de D. Eloisa, que le esperaba
+impacientemente. Cuando ms tarde la vio, manifestole su fracaso en
+cortas y secas palabras.
+
+Durante algunos das hizo esfuerzos para alejar de su pensamiento
+aquella desagradable entrevista y hasta la imagen del blasfemo.
+Abrumado, abatido por un recibimiento tan brutal, no imaginaba que
+hubiese medio alguno de combatir aquel diablo rabioso henchido de ira y
+de impiedad. Pero sus palabras resonaban noche y da en sus odos, le
+perseguan, le dolan como crueles latigazos. Conoca algunos
+razonamientos de los herejes; aquellos que los libros de teologa
+traan, y que el autor, con la autoridad de los Santos Padres, refutaba
+siempre victoriosamente. Saba de la existencia de los racionalistas,
+pero sus noticias eran deficientes y vagas. Jams haba visto expresado
+de un modo tan cnico el atesmo. No pensaba que hubiese quien estuviera
+verdaderamente convencido de que Dios no exista.
+
+Disipada, no obstante, al cabo de algn tiempo la impresin, no pudo
+menos de pensar que se haba amilanado pronto. Demasiado saba que la
+oveja no se le haba de entregar de buenas a primeras, que iba a
+encontrarse con un hombre avisado, erudito, a quien no se atraera con
+cuatro lugares comunes. Entonces, por qu abatirse repentinamente? Por
+qu darse por vencido sin luchar? El P. Gil se confes, con su habitual
+y sincera modestia, que no estaba preparado para este combate. Debajo de
+las frases irnicas y cnicas del mayorazgo de Montesinos adivinaba un
+estudio largo de la materia, un sistema meditado y completo. Para
+combatir este sistema y los razonamientos que la impiedad puede alegar
+era menester conocerlos de antemano, discutirlos y ponderarlos
+previamente en la cabeza, para luego, al aparecer en la boca del
+incrdulo, destruirlos, hacerlos polvo. Por eso no se atreva a intentar
+de nuevo aquella apetecida conversin.
+
+Pero cuanto ms difcil se le haca, cuantos ms obstculos encontraba
+en el camino, ms vivos eran sus deseos de lograrla. En las vidas de los
+santos haba visto que jams se daban por vencidos en su lucha con el
+pecado. Por enorme, por imposible que la empresa fuera, una y otra vez
+la acometan con creciente ardor, fiados nicamente en la ayuda de Dios.
+Deba hacer otro tanto. Si le faltaban fuerzas, Dios se las prestara.
+Trabajar sin descanso hasta conseguir la vuelta del hijo prdigo, hasta
+destruir este foco de impiedad que poda contagiar los corazones sanos
+de Peascosa, hasta remover aquella piedra de escndalo.
+
+Qued decidido en su pensamiento que volvera de nuevo a la carga. Pero
+esta vez ira mejor apercibido; conocera perfectamente todos los
+argumentos de los herejes y llevara preparada la rplica. Comunic con
+su maestro el rector del seminario de Lancia el proyecto de la
+conversin y le rog que pidiese al prelado un permiso para leer libros
+prohibidos. Tard poco en mandrselo el rector, pero en la carta que lo
+acompaaba no apareca muy entusiasmado con la empresa de su discpulo.
+El asctico sacerdote gozaba ms con perfeccionar las almas creyentes y
+buenas, que en atraer las que definitivamente se hallaban en las garras
+del pecado.
+
+Lo primero que se le ocurri leer al P. Gil fue cierta _Vida de Jess_,
+muy popular a la sazn entre los impos y de la cual se hablaba siempre
+con desprecio mezclado de terror en el seminario. La ley con profundo
+dolor y tristeza. Nuestro Seor Jesucristo era considerado por el hereje
+que la escribiera como hombre. Le prodigaba mil irrisorias alabanzas, le
+manifestaba exagerada admiracin, pero era para demostrar mejor su
+condicin exclusivamente humana y deslizar el veneno de la impiedad con
+ms fruto. El libro estaba atestado de patraas. El cristianismo,
+deca, es un fenmeno histrico, y como tal debe ser estudiado
+histricamente. Esto era evidentemente absurdo, porque el cristianismo
+significa la redencin del gnero humano por el Hijo de Dios; es la
+revelacin de la verdad divina. El autor peda que se examinasen los
+relatos de los Evangelios mediante los mismos principios con que se
+juzga cualquiera otra tradicin, que no se impusieran de antemano a la
+crtica los resultados y se la dejase libre de hiptesis preconcebidas.
+Esto era otro absurdo, porque cmo hemos de aplicar a la fe, a la
+palabra de Dios, los mismos principios que a los hechos y a las palabras
+de los hombres? De este modo iba respondiendo uno por uno a los
+argumentos del autor racionalista, y deshacindolos.
+
+Preocupado con esta discusin interior y ganoso de exteriorizarla, como
+acaece con todo lo que llena y embaraza nuestro espritu, se aventur a
+hacer otra visita al mayorazgo de Montesinos. Esta vez le recibi muy
+bien, con exquisita amabilidad, como si le remordiese la conciencia de
+su grosera pasada. Hablaron de cosas indiferentes. Montesinos tuvo
+ocasin de manifestarle que tena muy buenas noticias de su carcter,
+que conoca las virtudes que le adornaban. El P. Gil se ruboriz con
+estos elogios y respondi, sonriendo tristemente, que lo que quisiera en
+aquel momento era tener mucho talento y mucha ciencia para convencerle
+de la verdad de la revelacin. De cul revelacin?--le haba
+preguntado el hidalgo sonriendo tambin con benevolencia.--Cmo de cul
+revelacin?--S, de cul? porque hay varias: los cristianos, los
+buddhistas, los mahometanos, los judos, todos creen su religin
+revelada por Dios.--Hablo de la nica verdadera, de la revelacin de
+Nuestro Seor Jesucristo.--Y en qu se funda usted para creer que sa
+es verdadera y las otras falsas?--En que las otras estn llenas de cosas
+monstruosas, irracionales--respondi imperiosamente el clrigo,--en que
+slo la religin del Crucificado llena todas las aspiraciones de nuestro
+sentimiento y nuestra razn.--Tenga usted cuidado, seor
+excusador!--exclam el mayorazgo soltando una alegre carcajada--que
+est usted haciendo depender la verdad revelada del aserto de la razn,
+que est usted proclamando la supremaca de sta, lo cual es una
+proposicin hertica.--Cmo? cmo?--pregunt aturdido el sacerdote.
+Pero Montesinos cambi la conversacin bruscamente. No se atrevi a
+insistir.
+
+Le cost gran trabajo tragar aquella pldora. Estuvo una porcin de das
+sin poder pensar apenas en otra cosa. La idea de que sin darse cuenta de
+ello pudiera incurrir en algn error condenado por la Iglesia le
+inquietaba vivamente. Indudablemente el leer libros herticos, el pensar
+demasiado en los fundamentos de la religin era parecido a jugar con
+fuego. Mejor hara en dejar los dados quedos y a Montesinos que se lo
+llevase el diablo. Contra esta resolucin clamaban todos los santos que
+vivieron en el mundo y los mandamientos divinos que ordenan amar al
+prjimo como a uno mismo. Por otra parte, presenta que su agitacin
+interior no iba a cesar. Las ideas de la _Vida de Jess_ y las que haba
+odo a Montesinos bullan confusamente en su cerebro, y no se calmaran
+repentinamente por un esfuerzo de la voluntad. Por qu no haba de
+ahondar en el examen de los orgenes de la religin cristiana? Por qu
+no haba de conocer hasta en sus ltimos pormenores los datos de la
+discusin, a fin de confundir, de pulverizar a cualquier racionalista
+que se le presentase, por sabio que fuera? En esto no haba peligro
+alguno. La poca ciencia aleja de Dios: la mucha acerca.
+
+Dedicose con ardor, con frenes se puede decir, al estudio. Montesinos,
+con quien empez a intimar, puso a su disposicin la biblioteca. Ley
+sin tregua, con atencin profunda, los escritos ms sobresalientes
+acerca de las investigaciones crticas sobre el cristianismo primitivo,
+sobre los libros del Nuevo Testamento y la historia de los dogmas. Bebi
+a grandes tragos el veneno de la hereja sin percibir su sabor, con la
+esperanza de que al agotar el vaso quedara perfectamente tranquilo,
+seguro para siempre de la insensatez y maldad que encerraba todo lo que
+se opusiera a la Iglesia de Cristo. Mas ay! no sucedi as. Al cabo de
+algunos meses la duda levant su cabeza hedionda en su espritu
+atribulado. Estuvo muchos das sin confesrselo, procurando engaarse a
+s mismo, desviando los ojos para no verla. Lleg un momento, sin
+embargo, en que ya no fue posible. La infame se haba ido enroscando
+cautelosamente a su alma, se haba apoderado insensiblemente de toda
+ella. Qu estupor! Qu horrible desconsuelo!
+
+La Biblia es la palabra de Dios. Lo que Dios sugiere es la infalible
+verdad. En la Biblia no pueden existir narraciones falsas o
+contradictorias. Esto se repeta el sacerdote a cada instante, hasta en
+voz alta cuando se hallaba solo.
+
+Si la Escritura no fuese de origen divino, cmo se explica que Isaas
+pudiese profetizar que Jess nacera de una virgen y que haba de ser en
+Beln? Cmo pudo el mismo Isaas, siglo y medio antes de Ciro, sealar
+a ste como libertador de los judos? Cmo pudo Daniel, bajo el imperio
+de Nabucodonosor, profetizar el nacimiento de Alejandro Magno y muchas
+particularidades de su historia?
+
+A quin diriga con violencia el P. Gil estas contundentes preguntas
+hallndose solo? A un heresiarca invisible que le replicaba silbando
+como una serpiente: Los diferentes libros de la Biblia son obra de los
+hombres, como todos los dems que se atribuyen origen divino, el Corn,
+los Vedas, etc. Son compilaciones de escritos de diversos gneros y
+pocas. Los libros atribuidos a Moiss y a Samuel son compilaciones muy
+posteriores, en las cuales se han introducido fragmentos de diferentes
+pocas. Lo mismo pasa con los libros del Nuevo Testamento. Isaas no ha
+pensado con su hijo de virgen para nada en Jess. El ltimo tercio de
+las profecas de Isaas procede de un contemporneo de Ciro y todo el
+libro de Daniel de un contemporneo de Antioco, por lo cual muy bien
+pudieron profetizar lo que ya haba sucedido.
+
+El P. Gil se tapaba los ojos, se mesaba los cabellos, horrorizado de
+aquella disputa sacrlega. l, un ministro del Altsimo, buscando
+reparos y contradicciones a las palabras del Espritu Santo! Mereca que
+la tierra se abriese repentinamente y se lo tragara. Aquellos libros
+infames que le haba prestado el hereje Montesinos tenan la culpa.
+Arrebatado de santa indignacin contra ellos, sin reparar en que no le
+pertenecan, los cogi todos un da, hizo un montn con ellos en el
+patio, y le dio fuego. D. Miguel, que estaba muy lejos de sospechar lo
+que pasaba por el alma de su teniente, aplauda desde el balcn con
+fuertes risotadas el auto de fe.
+
+Qued ms tranquilo desde que no tuvo en la habitacin aquellos
+perversos enemigos de su salvacin. Dej por completo la lectura y
+entregose de nuevo a los deberes del confesonario, que tena algo
+abandonados. Y procediendo con sus dudas de crtica histrica como los
+santos antiguos procedan con las tentaciones de la carne, comenz a
+mortificarse despiadadamente. l, que hasta entonces se haba mostrado
+dbil y cobarde en esta va de perfeccin, siguiola ahora con arrojo,
+ansioso de pagar con los dolores del cuerpo la rebelin escandalosa del
+espritu. Mucho le confort y ayud en este trance el ejemplo de la
+piadosa hija de Osuna. Cada da descubra en el alma pura de su
+penitenta nuevos tesoros de bondad y perfeccin cristianas. Crea estar
+en presencia de una de aquellas elegidas del Seor, consagradas por la
+Iglesia y adoradas por los fieles de toda la cristiandad: Santa Teresa,
+Santa Isabel, Santa Catalina, Santa Eulalia, la beata Margarita de
+Alacoque. Las mismas particularidades que haba ledo en la historia de
+estas santas, observbalas ahora en su hija de confesin; la misma sed
+de penitencia, iguales escrpulos y temores, la misma humildad, los
+mismos favores divinos.
+
+Porque Obdulia, llena de vergenza, como si se acusara de un pecado
+grave, temblando de emocin, le haba confesado que de vez en cuando
+experimentaba desmayos hallndose en oracin, caa al suelo
+repentinamente, y en los breves momentos en que permaneca sin sentido,
+vea unas veces a Jess entre nubes rodeado de ngeles, escuchaba una
+msica divina, embriagadora; otras veces notaba que un ngel grande,
+fuerte, hermoso, con dos alas inmensas y trasparentes, se acercaba a
+ella y le pona con dulzura la mano en la cabeza, dicindole:
+Persevera; otras, las ms, perciba solamente una gran claridad, que
+la baaba toda de placer, sin ver a nadie; pero se senta acompaada
+como si todos los santos y santas del cielo vagasen invisibles a su
+alrededor. Al principio, como confesor prudente, mostr no dar
+importancia a aquellas visiones: podra muy bien estar equivocada; el
+diablo finge muchas veces tales escenas para engaar a las almas
+incautas, deslizando en ellas el veneno de la vanidad y la soberbia.
+Obdulia persista, sin embargo: los sncopes eran cada vez ms
+frecuentes y prolongados, las visiones ms intensas; aseguraba con mal
+reprimido fuego que vea a Jess, que vea al ngel. El P. Gil dudaba
+siempre, o finga dudar, haciendo un gesto desdeoso cada vez que la
+joven relataba con labios temblorosos aquellos favores del cielo. Slo
+haba un signo seguro para reconocer si venan directamente de Dios;
+cuando el alma se perfecciona con ellos a tal punto que un levsimo
+pecado venial le causa tanto dolor y tantas lgrimas como el ms nefando
+y mortal. Ahora bien, en ella todava existan las rebeliones de la
+carne, todava apuntaba el amor propio. No poda juzgar divinos aquellos
+deslumbramientos. Obdulia experimentaba un gran desconsuelo ante esta
+actitud severa y reservada.
+
+Pero poco a poco el sello que el sacerdote peda para reconocer el
+origen celestial de sus visiones fue apareciendo. El espritu de la
+joven se acendr de todas las impurezas. Su devocin a las prcticas
+religiosas, sobre todo al sagrado pan eucarstico, era cada da mayor.
+Se deshaca, se derreta en amor divino, rompiendo muchas veces en
+exclamaciones de entusiasmo, en frases incoherentes, como si estuviera
+loca. Y con esto, su humildad y sumisin tan perfectas, que bastaba una
+mirada de su confesor para confundirla, para hacerle temblar y pedir
+perdn por los actos ms inocentes. A la postre no tuvo ms remedio
+aqul que inclinarse ante la voluntad de Dios y confesar su presencia.
+Lo hizo con gran placer. Despus de sus sacrlegas dudas, estaba ansioso
+de ver los testimonios de la omnipotencia y de la bondad infinitas;
+quera anegarse en el ocano de lo inexplicable, de lo sobrenatural,
+para escapar a la crtica minuciosa y perversa que todo lo marchita.
+Considerose feliz, libre de ella, teniendo a su lado tan claro ejemplo
+del poder milagroso de Dios. Crey que as le adverta para que no
+volviese a caer en la tentacin, que le enviaba un faro para esclarecer
+las tinieblas de su espritu. Recordaba siempre lo que le haba pasado
+al P. Gracin, a quien Santa Teresa tanto ayud en el camino de la
+virtud con el ejemplo de su conciencia inmaculada. Y en el fondo de su
+corazn naci un gran respeto a par que una inmensa gratitud hacia
+aquella piadosa mujer, que le libertaba de las garras del demonio.
+Escuch con atencin el prolijo relato de sus visiones, y armado de
+santa emulacin emprendi de nuevo con ms ardor, si no con ms fe, el
+camino de las mortificaciones, que haba abandonado mientras gimi en la
+servidumbre de la duda.
+
+Obdulia, que durante los ltimos meses le haba visto con pena
+distrado, sinti gran alegra al hallarle de nuevo atento, solcito,
+escuchndole horas enteras desahogar las menudas preocupaciones de su
+espritu sin impacientarse. Era un retorno feliz a la dulce confianza, a
+las plticas msticas, a las familiaridades de antes. Y como suele
+acontecer en casos semejantes, se apret ms el lazo entre ellos; esto
+es, la confianza y el afecto fueron mayores. Al cabo de poco tiempo
+consultaba con su penitenta, no slo los asuntos piadosos, sino tambin
+los domsticos; era su consejera espiritual y temporal. La joven devota
+penetraba todos sus pensamientos, a veces antes de formularse con
+precisin en su cerebro.
+
+--Padre, hoy est usted de mal humor; es porque no ha podido decir misa
+en el altar de la Concepcin como otras veces.--Tiene usted ojeras; bien
+se ve que se ha pasado toda la noche rezando.--Ya s por qu dijo la
+misa el domingo ms tarde: esperaba que llegase doa Eloisa.--Ese
+alzacuello le aprieta a usted mucho. Est usted incmodo. Quiere que yo
+se lo arregle?...
+
+Sus vidas se iban compenetrando insensiblemente. No slo tenan un rato
+de pltica casi todos los das en el confesonario, sino que por la tarde
+se vean en la iglesia, al rosario, y por la noche tambin a menudo en
+casa de D. Eloisa. Adems, de vez en cuando, para algn motivo piadoso,
+como una novena, una reunin de la cofrada, etc., la joven iba a la
+rectoral a consultarle, aunque le costase siempre un esfuerzo, porque
+tena gran miedo a D. Miguel. Se le haba metido en la cabeza que ste
+la miraba de mal ojo, que la despreciaba. Y acaso no le faltase razn
+para suponerlo.
+
+Esta confianza lleg a pecar de excesiva en algunas ocasiones. Al menos
+as lo pens el P. Gil. Obdulia se autorizaba de vez en cuando algunas
+familiaridades que le chocaban, y en ocasiones llegaron a turbar
+momentneamente la limpidez de su conciencia. Un da le habl de sus
+apuros econmicos. El padre le daba poco dinero para los gastos de la
+casa, y como tena el vicio de la caridad, de dar limosnas a troche y
+moche, haba contrado deudas, que la mortificaban; sobre todo haba una
+tendera a quien deba veinte duros, que la molestaba a todas horas y le
+amenazaba con decrselo a su pap. No podra l facilitarle por poco
+tiempo esta cantidad? El clrigo tampoco los tena, pero se los pidi a
+su madrina y se los entreg ruborizado. Ella los acept sin vergenza
+alguna, como la cosa ms natural. Otro da le llev a la iglesia el
+paquete de cartas del novio que haba tenido para que las leyese. Ms
+adelante le pidi el escapulario que traa al cuello, y tanto le inst y
+tales pretextos adujo, que concluy por obtenerlo. Al da siguiente le
+confes, sonriendo, que no haba sido para ponrselo a una amiga que
+acababa de morir, sino para traerlo ella sobre el pecho. Estas cosas
+heran e inquietaban vagamente al joven sacerdote. Las bromitas que la
+beata se permita de palabra tambin rebasaban algunas veces los lmites
+convenientes. Un da le dijo repentinamente:
+
+--Sabe usted lo que estoy pensando, padre? Que el ngel que viene
+muchas veces a ponerme la mano sobre la cabeza tiene los ojos muy
+parecidos a los de usted.
+
+Y solt la carcajada al decirlo. El clrigo ri tambin ruborizndose.
+Luego qued serio y de mal humor.
+
+Un suceso extrao, que escandaliz a la villa, vino de un modo indirecto
+a estrechar an ms su relacin y a inquietar al P. Gil. Cierta noche se
+despert despavorido con el ruido de una detonacin dentro de casa.
+Levantose de un salto y acudi corriendo a la habitacin de D. Miguel,
+donde se figur que haba sonado. Al llegar a ella qued petrificado de
+terror ante la escena que apareci a su vista. Un hombre se revolcaba
+en medio de la habitacin en un charco de sangre, mientras D. Miguel, de
+pie sobre la cama, agitaba triunfante una pistola gritando con sonrisa
+feroz:--Ya cay uno! Ya cay uno!--La mortecina luz de una buja
+tirada en el suelo alumbraba aquella fatdica escena.
+
+El caso haba sido que, hallndose el prroco en la cama, un hombre
+haba penetrado en su dormitorio, le haba despertado y le intim para
+que le entregase el dinero. D. Miguel sin inmutarse ech mano al
+chaleco, sac la llave y la arroj al medio de la habitacin. Luego,
+mientras el ladrn la recoga, sac una de las pistolas que tena debajo
+del colchn y le descerraj un tiro dejndole tendido. La bala le haba
+penetrado por los riones. El excusador, dominando su espanto, se
+apresur a prestarle los auxilios espirituales. Slo tard tres horas en
+expirar.
+
+El suceso se coment mucho y de muy diverso modo en el pueblo. Algunos
+aprobaban la conducta del cura. Estaba en su derecho defendindose de un
+facineroso que Dios sabe lo que hara con l despus de robarle. Otros,
+los ms, la censuraban con acritud. Un sacerdote no puede obrar como los
+dems en tal caso. Es un ministro de Jesucristo y debe proceder siempre
+con caridad aunque sea en legtima defensa. El P. Gil estaba
+profundamente indignado, aunque guardaba silencio. Un sacerdote, antes
+que ensangrentar sus manos, no slo deba dejarse robar, sino matar.
+Nuestro Seor as lo haba enseado cuando San Pedro cort la oreja al
+soldado que vena a prenderle. Obdulia trasluci bien los sentimientos
+que le agitaban y le aconsej que dejase la rectoral y se estableciese
+en otra casa.
+
+--Usted ya no puede vivir ah despus de lo que ha pasado, padre. El
+susto que ha llevado ha sido muy fuerte, y todos los das tiene que
+renovarse la impresin viendo el sitio.
+
+No era esto precisamente lo que quera decir, sino que un hombre
+verdaderamente cristiano y virtuoso deba de padecer mucho viviendo al
+lado de quien acababa de dar muerte violenta a un semejante. Pero si no
+lo deca con las palabras, se dejaba adivinar en la gravedad y tristeza
+de su continente. El P. Gil no ansiaba otra cosa haca mucho tiempo. La
+compaa del prroco le era molesta, como ya sabemos. Ahora, despus del
+_asesinato_ (as lo calificaba su conciencia), se le haba hecho
+insoportable. D. Miguel haba incurrido en la censura de la Iglesia, se
+le retiraron las licencias para confesar y decir misa: mientras llegase
+la rehabilitacin pasara una temporada. Aprovechando aquellos momentos
+de flaqueza del terrible cura, con la ayuda de su madrina alquil una
+casita no muy lejos de la iglesia y se traslad a ella. Una antigua
+criada de D. Eloisa vino a servirle y a ser su ama de gobierno.
+
+Libre ya del temor al prroco, Obdulia empez a frecuentar la nueva casa
+del excusador y a ejercer en ella una alta vigilancia. Enterbase de la
+ropa blanca, del estado de las sotanas, de los alimentos que ms placan
+al padre, de las particularidades de su cama. Algunas veces vena a
+ayudar al planchado o llevaba para aplanchar en su casa aquellas cosas
+ms delicadas, como las albas y los roquetes, recosa las medias que se
+haban roto, quitaba las manchas de las sotanas, etc. stas eran las
+tareas ordinarias. Pero tambin se ocupaba en alguna obra ms fina, en
+bordarle un amito, o unos corporales o cualquier otra prenda de las
+vestiduras sacerdotales. D. Josefa, el ama de llaves, no aceptaba de
+buena gana este protectorado; pero como an no haba echado races
+hondas en la casa y observaba la estrecha amistad que aquella seorita
+llevaba con su amo, no se atreva a protestar. Contentbase con murmurar
+de ella cuando iba a visitar a su antigua seora y llamarla entrometida
+y tonta. Ms adelante fue tascando el freno de peor voluntad an y
+concluy por desbocarse, como ya tendremos ocasin de ver. Tampoco el P.
+Gil estaba tranquilo ni satisfecho en la atmsfera de atenciones
+delicadas, de afecto y veneracin en que la joven le tena envuelto.
+Por ms que la profesaba viva admiracin y tena en cuenta sus
+consejos, senta un vago malestar cada vez que la vea ocupndose del
+cuidado material de su persona. Le pareca a l que esto era rebajar el
+carcter de aquella amistad espiritual, formada y sostenida para mejorar
+sus almas, para ayudarse en el camino de la perfeccin. No tena noticia
+alguna de que Santa Teresa repasase las medias de San Juan de la Cruz.
+Adems, no se comprenda muy bien el desprecio de la carne, que tan bien
+practicaba ella, con las comodidades de que pretenda rodearle. Por qu
+haba de ser tan severa para ella y tan blanda para l? Por ventura, le
+supona tan dbil y cobarde que no poda vivir sin tales cuidados?
+
+El P. Gil meditaba esto, apoyado en la baranda de un corredor enrejado
+que su habitacin tena sobre el mar. El sol declinaba entre celajes
+carmeses, envolviendo en una onda de luz tibia y rojiza el pueblo y la
+rada. El lienzo de rocas que la cierra all enfrente alzaba su masa
+enorme sobre las aguas, proyectando ya una vasta regin de sombra. Y
+entre aquel negror los ojos del presbtero perciban el fulgor de las
+olas, mostrando y apagando a cortos intervalos su blancura. El muelle
+estaba desierto: an no era llegada la hora de la vuelta de las lanchas.
+Los pataches y quechemarines cabeceaban dulcemente, aburridos de su
+inaccin. Una gaviota volaba en crculos concntricos rozando con sus
+alas la superficie del agua. El suave lejano rumor de las olas hencha
+el ambiente dormido de un murmullo sordo. La pequea ensenada slo viva
+del juego movible de la luz que la baaba de una claridad sangrienta que
+se iba retirando lentamente detrs de las peas.
+
+Tan absorto estaba, que D. Josefa necesit llamarle tres veces desde la
+puerta para conseguir que se volviese.
+
+--Qu hay?
+
+--Una seora est abajo preguntando por usted. Dice que necesita
+hablarle en seguida.
+
+--Una seora?--replic el P. Gil abriendo mucho los ojos.--Ser la
+seorita Obdulia.
+
+--No, seor, no es sa--replic el ama haciendo con los labios un gesto
+de desdn.--La seora que aguarda abajo es mucho ms guapa y elegante.
+
+--No la conoce usted?--pregunt algo acortado por la intencin que
+adverta en las palabras de D. Josefa.
+
+--No, seor, es forastera.
+
+--Pues hgale usted subir.
+
+Tard pocos segundos en aparecer una linda joven como de veinticuatro
+aos, rubia, de rostro blanqusimo y facciones delicadas, vestida con
+elegancia peregrina. En su vida haba visto el P. Gil, ni aun en Lancia,
+una dama tan distinguida. Su traje era sencillo, de viaje, pero tan
+original el corte y con tal lujo y esmero en los pormenores, que se
+echaba de ver inmediatamente la elevada calidad de la persona. Despeda
+de ella un perfume suave que vino a herir su nariz as que puso el pie
+en el cuarto. Mirola con sorpresa, que se convirti en estupefaccin al
+ver que la dama avanz con resolucin hasta l, y sin decir palabra se
+dej caer de rodillas a sus pies sollozando.
+
+--Seora... por Dios... levntese usted!--dijo aturdido.
+
+La dama no se movi.
+
+--Seora, levntese usted--repiti de nuevo cogindola suavemente por un
+brazo.
+
+La forastera se levant en silencio y se dej caer en una silla, alz el
+velito del sombrero que le tapaba los ojos y se los enjug con el
+pauelo. El P. Gil, en pie frente a ella, aguardaba a que se explicase.
+Y como no daba seales de hacerlo, antes se tapaba el rostro cada vez
+ms, aventurose a decir:
+
+--Seora, deseara saber en qu puedo servirla...
+
+Todava tard unos instantes en responder. Al cabo dijo, sin apartar el
+pauelo de los ojos:
+
+--Soy la esposa de D. lvaro Montesinos.
+
+El excusador dio un paso atrs involuntariamente.
+
+Cmo? aquella dama era la mujerzuela despreciable que haba hecho la
+desgracia de D. lvaro, de quien su madrina D. Eloisa hablaba siempre
+con horror? Por sta conoca la triste historia del aquel matrimonio. El
+heredero de la casa de Montesinos se haba enamorado como un loco de una
+joven de buena familia, pero sin dinero; una de esas chicas que suelen
+verse en Madrid en todos los teatros y en todos los saraos a la caza de
+un marido rico. Aun con serlo Montesinos, Joaquinita Domnguez (que as
+se llamaba) le dio cordelejo una temporada, esperando tal vez que
+llegase otro con la misma hacienda y mejor figura; porque la del
+mayorazgo de Peascosa era, cierto, de lo ms raqutico y desgraciado
+que pudiera verse. Mas como no llegaba, resolviose un da a enamorarse
+perdidamente de l y se lo demostr de un modo que no daba lugar a
+dudas. Todo el Madrid elegante recordar a una linda rubia abonada al
+turno primero par del teatro Real, que se pasaba la noche charlando con
+un caballero flacucho y plido sentado en la fila de atrs; que en el
+teatro de la Comedia y en el de Apolo no le quitaba los gemelos de
+encima desde su platea; que lo llevaba de remolque en el paseo del
+Retiro, y hasta por las maanas, cuando iba de tiendas, se la vea con
+l, escoltados por la mam. Enteramente convencido de su amor, el
+hidalgo la pidi en matrimonio, y la obtuvo no sin algn trabajo, pues
+a la mam costole muchas lgrimas entregarle aquella joya, que era la
+alegra de la casa. En los primeros cuatro meses gast D. lvaro la
+renta de todo el ao. Joaquinita quiso coche y palco en los teatros, y
+dio reuniones y saraos. Pero estaba tan hermosa y su marido la
+encontraba tan alegre, que con el amor frentico que la profesaba no le
+hubiera rehusado ni la sangre del corazn si un da se la pidiera
+despus de un beso de amor largo, oprimido, espasmdico, como los que le
+daba cuando tena que pedirle una _rivire_ de brillantes o una
+_sociable_ de doble suspensin.
+
+A los seis meses justos se le antoj a la joven esposa viajar por
+Europa, un viaje largo que haba de durar un ao o ms; visitar toda
+Francia, Italia, subir luego a Inglaterra, pasar a Alemania y correrse
+hasta San Petersburgo. El enamorado Montesinos no puso obstculos a este
+deseo, aunque debiera ponerlos. Necesitbase un capital respetable para
+realizarlo, atento a las comodidades y boato con que Joaquinita
+pretenda viajar. Pidi a prstamo sobre algunas de sus fincas 30.000
+duros y salieron de Madrid. En Hendaya vieron en la fonda del
+ferrocarril tomando chocolate a Federico Torres, un sietemesino
+madrileo hijo de un ministro del Tribunal de Cuentas. A Joaquinita
+siempre le haba sido muy antiptico, sin saber por qu.
+
+--Adonde ir este ttere?--pregunt por lo bajo, despus de
+corresponder framente a su saludo.
+
+Montesinos alz los hombros con indiferencia.
+
+--Qu pelea le tienes a este chico! Yo le encuentro fino y agradable.
+
+--Qu horror!--exclam ella riendo.
+
+En Pau volvieron a verle en la estacin, y ya no le vieron ms. En
+Marsella pensaba el matrimonio detenerse cuatro o cinco das; pero al
+tercero, viniendo D. lvaro de la estacin de arreglar el asunto del
+sleeping-car para el da siguiente, con gran sorpresa no encontr a su
+esposa en casa. La sorpresa convirtiose en horrible estupor al observar
+el desorden de la habitacin. El gran bal mundo de su mujer haba
+desaparecido. Haba diferentes prendas de ropa por el suelo. Los criados
+le dijeron que la seora haba hecho trasportar el bal despus de irse
+l para facturarlo en doble pequea, segn deca. Luego haba salido y
+no haba vuelto. Montesinos, aturdido, horrorizado de la idea que le
+cruzaba por el cerebro, abri con mano convulsa el secreto del cofre
+donde guardaban el dinero. Ni un cntimo haba all ya. Comprendiendo de
+una vez toda su desgracia, cay al suelo como herido por un rayo. Estuvo
+algunos das entre la vida y la muerte. Cuando recobr el conocimiento,
+hizo telegrafiar a su cuado D. Martn, el cual se present
+inmediatamente y le condujo a Peascosa. No tard en saberse que
+Joaquinita se haba escapado con Federico Torres, y que viajaban
+alegremente por Europa con el dinero del hidalgo.
+
+sta era la mujer que tena delante el P. Gil. Despus de aquel primer
+movimiento de repulsin, se rehizo y dijo:
+
+--Sernese usted un poco, seora, y dgame en qu puedo favorecerla.
+
+--Acabo de llegar de Madrid--articul con trabajo la dama,--y me he
+dirigido a casa de mi marido, con quien hace tiempo estoy reida...
+Deseaba reconciliarme con l... que concluyese esta separacin tan fea y
+tan escandalosa... Un criado viejo que tiene... un bruto!... no me
+permiti verle... me cogi por el brazo... me arroj de casa a
+empellones... s, a empellones!
+
+Aqu la dama volvi a estallar en sollozos, y se tap de nuevo el rostro
+con el pauelo.
+
+El clrigo esper a que continuase; pero viendo que no lo haca, tom de
+nuevo la palabra.
+
+--Siento mucho ese percance, seora... Pero no creo que haya motivo para
+tal desconsuelo. Las ofensas que se perdonan no se sienten. Perdone
+usted a ese pobre criado que ha obrado sin saber lo que haca, y dgame
+qu es lo que puedo hacer en su obsequio.
+
+Secose los ojos la esposa infiel. Volvieron a humedecrsele y volvi a
+secarlos.
+
+--Segn me han dicho ah en la posada, usted es la nica persona que
+visita a mi marido... Yo le suplico, por lo ms sagrado, ya que es usted
+su amigo, que intervenga para que termine nuestra separacin. Lo deseo
+hace mucho tiempo con ansia... Confieso que no he sido buena para l...
+
+--S, s; lo s todo--interrumpi el clrigo con impaciencia.
+
+La dama se puso fuertemente colorada.
+
+--Confieso que le he ofendido gravemente... Fue un momento de
+obcecacin... una tentacin del demonio... Pero yo siempre le he
+querido... y le quiero... No tengo inconveniente en humillarme, en
+pedirle perdn de rodillas... Ya ve usted, padre, si no le quisiera no
+me humillara... Me horroriza la idea de no obtener su perdn, de morir
+lejos de l sola, maldita! Ah, qu porvenir tan espantoso!... Si mucho
+he pecado, crea usted que mucho he padecido en estos ltimos tiempos...
+
+--Seora, ya puede usted comprender si yo tendra satisfaccin en unir
+un matrimonio disuelto... lo mismo el de usted que cualquier otro. Mi
+misin es predicar la concordia entre los hombres y morir por ella si es
+preciso. Aun sin pedrmelo tengo el deber, por mi cargo, de procurar en
+esta parroquia la reconciliacin de los matrimonios desavenidos... Pero
+este caso es delicado. Aparte de la ofensa gravsima que usted ha
+inferido a su esposo, del escndalo que la acompa, de los que la
+siguieron, todo lo cual dificulta extraordinariamente la reconciliacin,
+aparte de eso, repito, hay otra dificultad mayor. Y es que su marido de
+usted est fuera de la Iglesia catlica. No tengo sobre l otra
+influencia que la que puede dar una amistad superficial. Ninguno de los
+razonamientos a los cuales pudiera yo apelar como sacerdote tiene fuerza
+sobre su nimo. Al contrario, dadas sus ideas, es posible que sirviesen
+para embravecerle ms, o cuando menos de mofa...
+
+--S, s--interrumpi la dama con voz chillona, malvola,--mi marido ha
+sido siempre un impo, un ateo escandaloso.
+
+--Seora, de poco sirve creer si se obra como si no se creyera--replic
+severamente el excusador, a quien haba herido el tono agresivo de la
+dama, tan contrario a la humildad de antes.
+
+Torn a ponerse colorada y baj los ojos afectando de nuevo una gran
+contricin. El P. Gil prosigui:
+
+--De todos modos, como cristiano y como sacerdote, estoy dispuesto a
+hacer todo lo que puedan mis fuerzas por conseguir lo que usted desea.
+Dudo mucho del xito de mi intervencin... S tambin que me expongo a
+ser arrojado como usted de la casa, pero no me importa. Cumplir mi
+deber, y si no conseguimos nada, me quedar al menos la satisfaccin de
+haberlo cumplido...
+
+Quedose pensativo unos instantes, mientras la dama mantena sobre l una
+mirada intensa y ansiosa. Luego, como si hablase consigo mismo ms que
+con ella, prosigui:
+
+--El dirigirme ahora a casa de D. lvaro ofrece inconvenientes. La gente
+del pueblo es curiosa... Vendran las hablillas... despus el
+escndalo... Opino que deberamos aguardar un rato a que concluyera de
+oscurecer, o mejor an, que yo fuese por delante a tantear el asunto...
+
+--No! no!--exclam la dama.--No le prevenga usted. Se negara a
+recibirme. Es necesario cogerle de improviso; aprovechar el primer
+movimiento de su corazn, que es generoso. Luego, cuando reflexiona, se
+hace malo, burln...
+
+--Como usted quiera. Entonces, aguardaremos.
+
+Pero en el instante de pronunciar esta palabra se hizo cargo de lo
+inconveniente de permanecer tanto tiempo a solas con una mujer, y dijo
+un poco turbado:
+
+--Usted me permitir que mientras tanto la deje sola unos momentos...
+Soy con usted en seguida.
+
+En vez de ser con ella, mand a su ama para que la acompaase. Slo
+cuando la luz se hubo extinguido por completo subi de nuevo con el
+sombrero en la mano, preparado a salir. La esposa de D. lvaro, as que
+le vio en esta traza, se levant de la silla.
+
+Haba cerrado ya la noche. La gente de mar se haba retirado a sus casas
+o a las tabernas. Por la larga, sinuosa calle del Cuadrante circulaban
+pocos transentes. El excusador y la esposa de Montesinos caminaron un
+rato en silencio en direccin al Campo de los Desmayos. Al aproximarse a
+l ambos se sentan agitados, temerosos. Tanto para calmarse un poco
+como para prevenirse, se detuvieron un instante, y metindose en el
+hueco de una puerta, cuchichearon con animacin. El P. Gil insista en
+su idea de entrar primero en la casa y explorar el nimo de D. lvaro:
+tena miedo a un escndalo. La dama se opona con calor, convencida
+hasta la evidencia de que su marido se negara en absoluto a recibirla,
+y tomara precauciones para que no pisase el suelo de su casa. Cuando
+ms embebidos se hallaban en la discusin, del hueco de otra puerta
+cercana sali una sombra estrecha, elevada, y se aproxim a ellos
+rpidamente.
+
+--Buenas noches, padre, buenas noches.
+
+Era la hija de Osuna. Haba en la inflexin de su voz al pronunciar
+estas palabras cierta irona, mezclada de clera, que sorprendieron a la
+vez a la dama y al sacerdote. ste levant la cabeza y respondi
+framente:
+
+--Buenas noches, hija.
+
+--Va usted a hacer oracin, o viene usted?--pregunt con el mismo
+retintn y sonriendo.
+
+--Ni voy ni vengo de hacer oracin, hija ma. En este momento me ocupo
+de asuntos de mi ministerio--replic en tono severo el P. Gil.
+
+Pero este tono, en vez de sosegar a la joven o amedrentarla, la encresp
+al parecer.
+
+--Usted siempre haciendo algo por Dios, padre, ji! ji! lo mismo en la
+iglesia, que a la cabecera de los moribundos... que en los huecos de las
+puertas, ji! ji!... Si usted se muere antes que yo, ya tiene usted un
+testigo de alguno de sus milagros para que le canonicen... Vaya, no
+quiero estorbar el milagro. Hasta la vista. Ji! Ji!
+
+Y cuando hubo dado dos o tres pasos, sin volverse dijo:
+
+--Y que aproveche!
+
+La esposa de Montesinos levant la cabeza y clav en el P. Gil una
+mirada de estupor y curiosidad.
+
+--Qu es eso?
+
+El sacerdote, rojo de vergenza y de indignacin, alz los hombros en
+seal de ignorancia y ech a andar hacia el casern de Montesinos.
+
+
+
+
+VI
+
+
+Al tirar del cordel grasiento, el mismo taido lgubre, que tanto haba
+impresionado al P. Gil la vez primera que puso los pies en aquella casa,
+produjo a ambos un estremecimiento de temor y ansiedad. No tard en
+orse la voz cascada de Ramiro.
+
+--Quin es?
+
+--Gente de paz.
+
+--Quin es?--torn a preguntar.
+
+--Soy yo, Ramiro. Abre--respondi el sacerdote.
+
+La puerta gir pausadamente sobre sus goznes y apareci la silueta del
+viejo, dbilmente esclarecida por la luz de la lamparilla que arda
+sobre el dintel.
+
+--Pase usted, seor excusador--dijo sin percibir a la dama, que se
+haba ocultado detrs de ste. Pero vindola al fin, dio un paso atrs
+y, abriendo los brazos en actitud de impedir la entrada, exclam:
+
+--Ah! Vuelve usted acompaada?... Pues ni por esas... No entrar
+usted, no!
+
+--Vamos, Ramiro--dijo con dulzura el sacerdote, ponindole una mano
+sobre el hombro,--djanos paso, que ste es un asunto delicado y que no
+te concierne.
+
+--Pase usted cuando quiera, pero esa mujer no puede pasar.
+
+--Por qu no puede pasar?--pregunt con entereza el sacerdote, alzando
+la cabeza.
+
+--Porque aqu no entran p.... ni ladronas.
+
+Ante aquella injuria brbara, la dama se tap el rostro con las manos y
+dej escapar un gemido. El P. Gil se puso rojo, y cogiendo al viejo por
+un brazo, le sacudi con violencia.
+
+--Sea usted ms comedido, y ya que no respete la sotana que visto,
+guarde los miramientos que se deben a las seoras. Ante Dios y ante los
+hombres sta es la esposa legtima de su amo de usted. Djeme el paso
+franco, que a usted no le toca en este asunto ms que or, ver y callar.
+
+Y dando un empelln al viejo, se volvi diciendo:
+
+--Venga usted, seora.
+
+Pero Ramiro, agitado, convulso, como si fuera a caer presa de un
+sncope, se puso a correr delante de ellos, gritando:
+
+--lvaro, lvaro! Que entra la z... en tu casa!
+
+Dos criadas se asomaron a la escalera y contemplaron con estupor la
+escena. El viejo no se detuvo en el principal; sigui hasta el segundo,
+dando los mismos gritos. El P. Gil, que le segua con Joaquinita, dijo a
+sta al llegar al piso primero:
+
+--Qudese por ahora aqu; yo subir solamente.
+
+Cuando lleg al segundo, tropez con D. lvaro que sala a punto de su
+habitacin. Su rostro, siempre plido, lo estaba ahora tanto que daba
+miedo. En cuatro palabras Ramiro le haba enterado de lo que ocurra.
+Por la tarde, cuando por primera vez haba venido la esposa infiel a la
+casa, no lo haba hecho. D. lvaro no pronunci una palabra. Cogi con
+mano convulsa por un brazo al sacerdote y le hizo entrar en su gabinete.
+Luego cerr con cuidado la puerta.
+
+--A qu viene esa mujer?--pregunt haciendo intiles esfuerzos por
+aparecer sosegado. La voz sala de su garganta dbil y ronca.
+
+--Viene a implorar su perdn.
+
+--Se equivoca usted; viene por dinero--repuso sonriendo ya forzadamente.
+
+El P. Gil permaneci un instante silencioso y dijo al cabo:
+
+--No me atrevo a asegurar a usted nada. Parece que est arrepentida...
+Su acento es sincero y ha llorado con verdadero dolor en mi presencia.
+
+Un relmpago de ira pas por los ojos del hidalgo. En aquel tropel de
+emociones que se agitaban en su espritu, la indignacin logr vencer a
+todas las dems y profiri con acento despreciativo:
+
+--Estoy perfectamente convencido de que no viene ms que por cuartos...
+pero de todos modos, me importa un bledo su arrepentimiento y su
+sinceridad... Si est arrepentida, que pida a un cura la absolucin. El
+figurarse por un instante que yo puedo perdonarla es un nuevo insulto,
+es una idea que slo cabe en un alma tan miserable como la suya.
+
+--El perdn jams degrada. Es la virtud que ms ennoblece al ser
+humano--manifest el clrigo, sorprendido.
+
+D. lvaro le clav una larga mirada colrica. Despus alz los hombros
+con desdn y dijo:
+
+--Est bien: dejemos eso. Lo que importa es que, ya que la ha trado, se
+lleve usted inmediatamente a esa seora.
+
+--Me atrevera a suplicarle que, aunque no la perdone, le permita al
+menos hablar con usted... Quiz tenga algunas revelaciones que hacerle.
+
+--No soy curioso. Puede guardarse sus revelaciones o confiarlas a quien
+se le antoje... Por mi parte (escuche usted bien lo que voy a
+decirle)--al mismo tiempo le cogi con mano crispada la mueca,--por mi
+parte, ni ahora ni nunca cruzar con ella la palabra... Puede usted
+decrselo.
+
+El P. Gil baj la cabeza y permaneci silencioso mientras el mayorazgo
+comenz a pasear agitadamente por la estancia con las manos en los
+bolsillos. De vez en cuando se dibujaba en su rostro una sonrisa
+sarcstica y dejaba escapar por la nariz un leve resoplido que acusaba
+la tensin de su espritu, como el pito revela la tensin de la caldera
+de vapor.
+
+--Ya que eso no pueda ser--manifest al cabo de un rato con suavidad el
+sacerdote,--usted comprender, D. lvaro, que esa seora no puede irse a
+dormir fuera de esta casa sin dar pbulo a las malas lenguas, sin
+renovar conversaciones que no deben renovarse. Por egosmo, ya que no
+por caridad, debe usted consentir que su esposa duerma hoy en esta casa,
+pues no creo que le convenga a usted escandalizar a la poblacin.
+
+D. lvaro prosigui sus paseos agitados sin responder palabra, como si
+no hubiese odo la proposicin del sacerdote. Al cabo de un rato se
+plant delante de l y, mirndole fijamente, dijo:
+
+--Est bien. Dgale usted que, si es su gusto, no hay inconveniente en
+que duerma en esta casa... aunque se necesite bien poca dignidad para
+aceptarlo--aadi bajando la voz y recalcando las slabas.--Y si quiere
+dinero para el viaje de vuelta, Osuna se lo proporcionar.
+
+--Le doy las gracias por esta deferencia, pero me voy muy
+triste--replic sonriendo el P. Gil.--Cualquier sacrificio hara por
+borrar de su memoria la ofensa recibida y soldar de nuevo la cadena de
+su matrimonio. Cunto dara en este momento por ser un hombre
+elocuente!...
+
+--La elocuencia, seor excusador, ha servido en este mundo para que se
+cometiesen grandes vilezas; pero creo que ninguna lo sera mayor que la
+que usted me propone.
+
+--Para usted es una vileza lo que para m sera un acto noble y
+generoso, propio de un imitador de Cristo. No nos entendemos en lo que
+se refiere a lo que es dignidad o indignidad...
+
+--Lo siento por usted, padre--repuso el mayorazgo, tendindole la mano.
+
+--Y yo por usted, D. lvaro. Buenas noches.
+
+Al quedarse solo ste, sigui paseando todava unos momentos; luego se
+par delante del cordn de la campanilla y tir con fuerza. No tard en
+presentarse Ramiro.
+
+--Esa mujer est ah... Quieres que la eche?--pregunt el viejo, sin
+aguardar las rdenes de su amo.
+
+--No. Condcela a la sala, enciende todas las lmparas y avisa a Dolores
+que suba.
+
+El criado permaneci inmvil, mirndole con sorpresa.
+
+--Y vas a consentir que esa...
+
+--Silencio!--exclam el mayorazgo con energa, llevando el dedo a los
+labios.--Haz inmediatamente lo que te mando.
+
+El viejo se alej gruendo. Al instante se present la doncella.
+
+--Dolores, di a la cocinera que prepare cena para la seora que est
+abajo, y que haga todo lo que sepa. Ilumina el comedor, saca la vajilla
+fina, arregla el gabinete azul y toma del armario la ropa mejor para
+ponerla en la cama... Que no le falte absolutamente nada. Aydala a
+desvestirse: cualquier cosa que ordene la hacis inmediatamente. Ests
+enterada?
+
+--S, seorito; pierda usted cuidado, que se la tratar como quien es.
+
+D. lvaro dirigi una mirada oblicua a la doncella y se apresur a
+decir, algo acortado:
+
+--Despchate pronto y ensale el gabinete azul. Si desea dormir en otro
+lado, puedes mostrarle tambin el que llamis cuarto del obispo.
+
+Otra vez qued solo y otra vez emprendi su paseo nervioso de un ngulo
+a otro de la cmara. A pesar de la fortaleza y sosiego que haba
+mostrado para rechazar las splicas del P. Gil, su cerebro trabajaba
+agitado, febril. Aquella visita tan inesperada removi los recuerdos
+felices y aciagos que se haban depositado en el fondo de su ser, y que
+ya no le molestaban. Su vida matrimonial, que en aquellos tres aos se
+haba ido alejando de su memoria como un sueo que la claridad de la
+aurora desvanece, surgi de pronto delante de sus ojos, tan prxima que
+la tocaba con la mano. Ni un pormenor faltaba al cuadro. Y ante aquella
+visin sentase turbado, como si los sucesos acabasen de efectuarse.
+
+Despus de pasear algunos minutos a grandes trancos, comenz a detenerse
+a menudo, prestando odo a los ruidos que llegaban del piso primero.
+Adivinaba ms que perciba los preparativos que la servidumbre estaba
+ejecutando en obsequio de aquella vil mujer que le haba revelado toda
+la negrura y todo el dolor de la existencia: Ahora bajan la lmpara del
+comedor... Ahora sacan la vajilla... Deben de estar haciendo la cama...
+Ha salido gente: ser Rufino a buscar a la tienda alguna cosa... Parece
+que estn hablando en el gabinete azul...
+
+Ya no paseaba. Con el odo pegado a la cerradura, recoga vidamente
+todos los rumores que llegaban de abajo. Y como llegaban demasiado
+confusos, concluy por abrir la puerta, avanzar cautelosamente hasta el
+pasamanos de la escalera y escuchar desde all, inmvil, recogiendo el
+aliento. Haba imaginado vagamente que su esposa, una vez sola y libre,
+subira hasta su cuarto para hablarle. Lo hubiera deseado, para darse el
+gozo de arrojarla con algunas frases despreciativas que le llegasen
+hasta el fondo del alma. Hubo un instante en que pens que este deseo se
+realizaba. Sinti pasos en la escalera: toda su sangre fluy al corazn;
+se apresur a dejar el pasamanos y a meterse de nuevo en el cuarto. Era
+Dolores que suba a pedirle una llave. Cuando se fue, torn a su
+espionaje; permaneci en la escalera largusimo rato sin saber por qu
+haca aquello. Escuch el rumor confuso de la conversacin de Dolores y
+su mujer. La doncella era charlatana; Joaquinita tambin tena un
+temperamento expansivo: la pltica se animaba cada vez ms. Hasta se le
+figur percibir algunas alegres carcajadas de su esposa, que le
+sorprendieron ms que le indignaron. Por fin not que se pona a cenar.
+Dolores iba y vena con los platos. Termin la cena. La doncella se
+detuvo en el comedor y prosigui la charla. Cansado de estar en pie, se
+sent en uno de los peldaos de la escalera. Al hacerlo sinti vergenza
+y comenz a darse alguna cuenta vaga de las emociones que embargaban su
+espritu. Una hora larga esper de aquel modo, percibiendo el rumor
+confuso de las voces, en el cual nada poda distinguir, ni siquiera cul
+era la de su esposa y cul la de la criada. Al cabo observ que salan
+del comedor. Todava se figur que su mujer aprovechara aquella ocasin
+para subir a visitarle. Se puso en pie vivamente y se prepar a meterse
+en su cuarto tan pronto como sintiese pasos en la escalera. Pero esper
+en vano. La seora se dirigi con Dolores hacia el gabinete azul. Sinti
+cerrarse la puerta tras ellas: luego not que se abra de nuevo y sala
+la doncella y tomaba el camino de su cuarto. Sin duda haba ayudado a
+desnudarse a la seora y la dejaba en la cama.
+
+Con la cabeza entre las manos, los codos apoyados sobre las rodillas,
+permaneci inmvil, abstrado, escuchando ya solamente la voz de su
+pensamiento y los latidos de su corazn. Un vivo despecho, del cual no
+quera darse cuenta, le morda cruelmente las entraas. Senta la
+necesidad de avistarse con su mujer, de injuriarla, de escupirla, de
+abofetearla. Por qu haca unos instantes se haba negado a recibirla,
+y ahora ansiaba de aquel modo tenerla delante? El mayorazgo crea que
+era porque su odio y su indignacin haban crecido. No supo el tiempo
+que permaneci en aquella postura. El deseo de verse frente a su esposa
+arda cada vez ms vivo en su pecho, le pona inquieto, excitado; se iba
+convirtiendo en una fiebre, en una rabia intensa que le devoraba. Oh,
+tenerla entre sus manos, apretarla hasta hacerle gritar de dolor,
+hacerle padecer en el cuerpo lo que l haba padecido en el alma! Puntas
+de hierro candentes le pinchaban por la espalda, las manos le temblaban
+como si le pidieran una estrangulacin con que calmar sus ansias; un
+calor insoportable le suba de las piernas al cerebro. Las tinieblas se
+espesaban, le envolvan en una atmsfera tibia, sofocante, como si se
+hallase en un subterrneo. Hubo un instante en que pens que no poda
+moverse; los miembros entumecidos se negaban a obedecer a su voluntad.
+Hizo un esfuerzo, sin embargo, como si tratase de romper una tela que le
+sujetara, y se puso en pie.
+
+Se dirigi con paso vacilante a su cuarto. La luz del quinqu que arda
+sobre la mesa le hiri de tal modo que estuvo a punto de caer ofuscado.
+Apagola de un soplo, busc a tientas la ventana y la abri de par en
+par. Una rfaga viva de viento y agua le azot el rostro y penetr
+rugiendo por la estancia, echando a volar los papeles de la mesa. D.
+lvaro aspir con delicia el aire fro y hmedo, asomose a la ventana y
+expuso su frente ardorosa a la inclemencia del chubasco. Las mil agujas
+de la lluvia se le clavaron en las mejillas y convertidas en lgrimas
+las baaron completamente. Por algunos minutos goz con voluptuosidad de
+aquel fro, apeteciendo que le penetrase en el cerebro y sosegase su
+desordenada actividad. La noche no era tenebrosa. A pesar del espeso
+toldo de nubes, la luz de la luna consegua cernirse y esparca una
+dbil y triste claridad. Slo cuando algn nubarrn ms espeso y ms
+negro pasaba por delante de ella descargando su fardo de agua, la luz se
+extingua casi por completo. Las olas se estrellaban contra los peascos
+que sirven de baluarte al Campo de los Desmayos. El viento silbaba entre
+las grietas de la torre de la iglesia. La msica lgubre de los
+elementos embravecidos calm un poco la fiebre del hidalgo.
+
+Consolado por aquel refresco, respir con libertad; se crey dueo de
+s. Sin embargo, a los pocos instantes el mismo deseo agudo, candente,
+volvi a pincharle el cerebro. Oh, tener delante a la infame, vomitarle
+en el rostro las injurias que su dolor y su indignacin haban acumulado
+durante tres aos; luego cogerla as por el cuello y retorcrselo! Aquel
+instante de placer compensara los tormentos que haba experimentado. Un
+minuto que vala por toda una existencia de dolor. Y por qu no
+gozarlo? No tena en su poder al verdugo de su dicha? No estaba all
+debajo, durmiendo tranquilamente, mientras l se agitaba todava entre
+crueles torturas? Apartose un poco de la ventana y se sec el rostro con
+el pauelo. Sinti que era impotente para luchar con aquel apetito de
+venganza. Toda su filosofa despiadada, indiferente, se haba ido a
+pique. El mundo dej de ser pura representacin; se converta en
+realidad innegable; la vida adquira el valor absoluto que tiene para
+todo ser finito. Era forzoso, a despecho de la razn, satisfacer los
+instintos animales que gritan en el fondo de nuestro ser. En vano, para
+calmarse, se deca que todas aquellas emociones nada valan ni
+significaban en el curso eterno de las cosas, que dentro de muy poco
+tiempo todo sera humo; en vano se representaba la imbecilidad del ser
+humano, luchando y padeciendo en holocausto de una fuerza que se burlaba
+de l. Todos sus pensamientos se estrellaban contra un anhelo poderoso,
+irracional que le dominaba. El bruto, como sucede siempre, poda ms que
+el filsofo.
+
+Busc a tientas la salida, y apoyndose en las paredes lleg hasta la
+escalera. Al bajar el primer peldao, sus botas rechinaron en el
+silencio de la casa. Sentose y se despoj de ellas. Luego se desliz
+hasta abajo sin hacer el menor ruido. Sin tropezar, por el conocimiento
+perfecto de la casa, avanz por los corredores hasta llegar a la puerta
+del gabinete azul. En aquel momento el gran reloj del comedor dio una
+campanada. No supo a qu hora perteneca esta media. Acerc el odo a la
+cerradura y estuvo un rato escuchando sin percibir ruido alguno.
+Indudablemente Joaquina estaba ya durmiendo. Entonces se desliz hasta
+la puerta de escape que la alcoba tena en el pasillo y volvi a poner
+el odo. Al cabo de un momento pudo or una respiracin igual y serena.
+Un vivo estremecimiento corri por todo su cuerpo al percibirla. Sinti
+un nudo en la garganta, pero un nudo de fuego: el corazn quera
+saltarle del pecho: apoy las manos sobre l para apagar el ruido de las
+palpitaciones. La traidora dorma tranquilamente sin curarse de l.
+Aquel deseo de reconciliacin era, pues, una farsa? Vena a buscar
+dinero solamente? Qu miserable! Qu mujer tan odiosa!
+
+Empleando todas las precauciones imaginables, levant el pestillo de la
+puerta y empuj. Tena el pasador echado por dentro. Entonces se fue a
+la puerta del gabinete. Aqulla estaba abierta. Avanz por la estancia
+sobre la punta de los pies conteniendo la respiracin, lleg hasta la
+alcoba y levant las cortinas. Dio un paso ms y choc con la cama: puso
+la mano sobre ella y la desliz hacia la cabecera. Sinti la presin del
+cuerpo de su esposa al hincharse con la respiracin. Acerc el rostro
+hacia el sitio donde deba de estar la cabeza de la dama, y dijo muy
+quedo:
+
+--Joaquina, Joaquina.
+
+No despert.
+
+--Joaquina, Joaquina--repiti.
+
+Tampoco hizo movimiento alguno. Entonces la sacudi levemente por el
+hombro, llamndola de nuevo.
+
+La dama dio un grito y despert despavorida.
+
+--Jess! Quin es? Quin va?
+
+--No te asustes, soy yo--dijo con voz dbil el mayorazgo.
+
+--Quin? Quin?--replic la dama, con seales de terror en la voz,
+echndose hacia la pared.
+
+--Soy yo, soy lvaro... Mira--aadi con voz temblorosa,--s que has
+venido a hacer las amistades... Has hecho bien... Olvidmoslo todo,
+comencemos una nueva vida...
+
+La dama no respondi. Metida contra la pared, escuchbase su respiracin
+an anhelante por el susto.
+
+--Hice esfuerzos sobrehumanos para olvidarte--prosigui con la misma voz
+temblorosa, apagada por la emocin,--pero fueron intiles... Ests
+metida a hierro y a fuego dentro de mi pecho... Has sido mi primero, mi
+nico amor en este mundo... Me has hecho mucho dao, mucho! pero aunque
+me hicieses mil veces ms, no se borrarn de mi alma los momentos de
+dicha embriagadora que te debo... Te quiero, s, te quiero, te
+adoro!... Aunque me llamen cobarde, indigno, lo repetir a la faz del
+mundo entero... Si supieses cunto he sufrido! No ha sido mi dignidad,
+mi orgullo destrozado lo que me ha hecho padecer... Mi corazn es el que
+ha sufrido... Qu desconsuelo! Qu tristeza tan honda! Pareca como
+si una mano helada me arrancase suavemente las entraas... Pero ya pas
+todo... Verdad que ya pas?... Comenzaremos a amarnos de nuevo, como
+aquella tarde en que te estrech entre mis brazos por primera vez, en
+una calle de rboles de los jardines de Aranjuez...
+
+El mismo silencio por parte de Joaquinita.
+
+--Contstame... Te he asustado, vida ma? Perdname... Por qu no has
+salido luego que se fue ese cura?... Pensabas que iba a arrojarte?...
+No, preciosa ma... no... Te quiero, te adoro...
+
+Al mismo tiempo, alargando las manos, tropez con una de su esposa, la
+cogi y la llev a sus labios con entusiasmo. La dama la retir
+prontamente.
+
+D. lvaro qued sobrecogido.
+
+--Por qu me retiras tu mano?... No te tiendo yo la ma, y soy el
+ofendido?... No has venido a reconciliarte conmigo?...
+
+--S, s, lvaro--murmur ella.--A eso he venido... Me has asustado...
+
+--Perdname, Joaquina... Si supieses qu alegra me causa el or tu
+voz! Pens que nunca ya, nunca ya! la volvera a or. Quieres ser mi
+esposa?--aadi bajando la voz, inclinndose para acercar la boca al
+rostro de la dama.--Djame un sitio a tu lado, hermosa... Djame ser
+una noche feliz...
+
+--No, lvaro, ahora no--volvi a murmurar la esposa infiel.--Maana...
+Djame, estoy muy cansada... Djame hasta maana...
+
+--No te molestar. Me estrechar cuanto pueda y dormirs tranquila...
+
+--No, ahora no puede ser... Maana.
+
+--Por qu no? No quieres ser mi mujercita? No quieres que seamos
+felices otra vez, como en aquellos primeros meses de nuestro matrimonio?
+
+--S, lo quiero... Pero ahora estoy muy nerviosa... Deseo quedarme
+sola... Maana ser otro da, y te prometo ser tuya... Ah tienes mi
+mano... Vete a dormir, lvaro... Hasta maana.
+
+Montesinos busc en la oscuridad aquella pequea y hermosa mano, que tan
+bien conoca, y la apret contra sus labios perdidamente, la devor a
+besos. Joaquina la abandon en su poder, esperando que al cabo se
+marchara. Soltola, en efecto, pero fue para echarle los brazos al
+cuello y apretarla contra su pecho, loco, perdido de amor, aplastando
+sus labios con besos brutales, frenticos. La dama forceje rabiosamente
+para desasirse, y lo logr, haciendo tambalearse a su marido de un
+empelln.
+
+--Te he dicho que no quiero, que no quiero!--le grit con voz
+colrica.--Si vuelves a tocarme, me marcho desnuda como estoy por esas
+calles... Vete! Vete!
+
+D. lvaro qued clavado al suelo por el estupor. No eran sus palabras
+las que le dejaban fro, horrorizado; era aquella voz aguda como la hoja
+de un pual, que le llegaba hasta lo ms hondo del pecho.
+
+--Vete! Vete!--repiti ella alzando an ms el grito.
+
+En aquel momento ni un pensamiento cruzaba, por el cerebro del
+mayorazgo: todas sus facultades quedaron aniquiladas, rotas por la
+sorpresa y el horror del golpe. No senta ms que una viva impresin de
+anhelo, como si se hubiese cado de algn sitio muy elevado y estuviese
+an por el aire. El mundo desapareci en medio de aquella oscuridad;
+nada exista en las tinieblas que le envolvan, ni siquiera su
+pensamiento. Slo quedaba una voz estridente, fatal y un gran dolor, un
+dolor eterno.
+
+--Vete! Vete!
+
+Tropezando con los muebles, brincando como si escapase de una
+catstrofe, sali de aquella estancia. Se encontr en la escalera
+agarrado fuertemente al pasamanos para no caer. All se detuvo y quiso
+coordinar sus ideas. Por qu corra? Qu haba pasado? No se daba
+razn de aquella huida repentina. Trat de volverse y penetrar de nuevo
+en la estancia de su esposa y entrar en explicaciones; pero las piernas
+se negaron a obedecerle. Un horror instintivo, como si hubiese delante
+un pozo negro y hondo, le detuvo. Avanz, cogindose con ambas manos a
+la barandilla, y lleg hasta su cuarto. El huracn, penetrando por la
+ventana abierta, se haba enseoreado de l; los papeles volaban, los
+muebles a que se iba agarrando estaban mojados. Sus manos tropezaron con
+el silln del escritorio, y se sent sin intentar siquiera buscar los
+fsforos ni cerrar la ventana. As permaneci inmvil, con los ojos
+desmesuradamente abiertos en la oscuridad, sin sentir el fro que le
+penetraba hasta los huesos ni el agua de los chubascos que le baaba a
+intervalos la cabeza, no pudiendo determinar si el rumor que le
+ensordeca y le mareaba era realmente el de las olas o sonaba tan slo
+en su cerebro.
+
+As le sorprendi la claridad del da, un da triste y sucio, como casi
+todos los del invierno en Peascosa. Alzose al fin como un sonmbulo,
+entr en la alcoba y se dej caer pesadamente en la cama. Ramiro no pudo
+despertarle a las nueve para tomar el desayuno. Era un sueo invencible,
+de aniquilamiento, semejante a la muerte. Dorma en una inmovilidad
+absoluta, con los ojos entreabiertos y el rostro densamente plido.
+Cuando a las tres de la tarde sali de aquel profundo letargo, supo, sin
+asombro alguno, que su esposa se haba marchado en la diligencia de
+Lancia.
+
+
+
+
+VII
+
+
+Despus de desahogar su ira la hija de Osuna, sigui por la calle del
+Cuadrante abajo, riendo todava nerviosamente algn tiempo. Pero aquella
+risita se apag al cabo. Sinti un desasosiego extrao, cierto
+abatimiento que hizo flaquear sus piernas. Detvose un instante: le
+acometieron deseos de volverse y espiar de nuevo a la pareja que dejaba
+all en el Campo de los Desmayos. El temor de ser notada la contuvo.
+Aunque vagamente, se daba tambin cuenta de lo singular y censurable de
+su conducta. Por qu haba hecho aquello? Quin era ella para espiar
+los pasos de su confesor, ni menos reprenderle? Su despecho era tan
+vivo, sin embargo, que no le permita arrepentirse. Tena la boca seca;
+le ardan las mejillas. Sigui caminando apresuradamente, y se dirigi
+al muelle. Estaba ya solitario. La brisa del mar le refresc un poco. Se
+sinti, no obstante, tan agitada que no quiso volver a casa: necesitaba
+charlar, distraerse. Ira a casa de D. Eloisa y cenara all como otras
+veces.
+
+Justamente iban a ponerse a la mesa los esposos cuando lleg ella. Les
+acompaaba el P. Norberto, lo cual significaba que haba callos.
+
+--Qu sofocada vienes, hija!--exclam doa Eloisa.
+
+--No sabe usted?... Vengo sola desde casa de D. Trinidad... Vengo a
+cenar con ustedes... Pero hganme el favor de mandar un recado a pap.
+
+Se esforzaba en aparecer serena y risuea.
+
+--Conque solita, eh? Solita a las ocho de la noche--dijo D. Martn en
+tono de broma.
+
+--Ay, si supieran ustedes qu agitada vena!... Anda tan poca gente por
+la calle. En un momento en que me vi sola, ech a correr hasta que hall
+a unas mujeres.
+
+--Qu? Tena usted miedo que la tomasen por una de esas palomas que
+aqu el P. Norberto caza con lazo?--torn a decir D. Martn con tico
+humorismo de cuartel.
+
+La joven se ruboriz hasta las orejas. Doa Eloisa dirigi una mirada
+severa a su marido.
+
+--Vamos, no empieces a barbarizar, Martn.
+
+--Seor, yo no hablo ms que de la posibilidad de una
+equivocacin!--replic el invlido riendo.--Y si no, que me diga el P.
+Norberto si hay mucha diferencia en la figura entre una seorita y esas
+amiguitas suyas.
+
+--No son amigas mas, D. Martn--replic riendo benvolamente el buen
+sacerdote;--son ovejas descarriadas...
+
+--Pero usted no les tira piedras para que vuelvan al redil, sino
+besos...
+
+--Oh! oh! D. Martn!
+
+El bueno de D. Norberto, capelln y organista de la parroquia, demasiado
+modesto para aspirar a sacar triunfante la virtud y la fe entre las
+clases elevadas, se dedicaba con entusiasmo haca ya tiempo a arrancar
+del vicio a esas pobres mujeres que caen en l la mayor parte de las
+veces por miseria. Se introduca en las asquerosas moradas que ocupaban,
+las catequizaba haciendo esfuerzos titnicos de oratoria que le ponan
+rojo como un tomate y le obligaban a toser y escupir de un modo
+imponente. Y cuando el arte de Bossuet no produca efecto, apelaba al
+dinero. Era un soborno piadoso en el que haba gastado el corto caudal
+que heredara de sus padres y que se llevaba tambin la mayor parte de su
+paga. Haba logrado el arrepentimiento de varias pecadoras, a las
+cuales sola llevar a cierto asilo o convento establecido para ellas en
+Valladolid, sufragando l, por supuesto, los gastos de viaje,
+instalacin, etc. Pero a cambio de estos triunfos experiment el buen
+capelln horribles desengaos. Muchas veces las bellas pecadoras se
+mostraban arrepentidas, le sacaban todos los cuartos que podan y
+concluan rindose de l y contando el chasco por la villa. Pero no
+desmayaba en su obra. Estaba a prueba de risas y fracasos. Algunas que
+comenzaron engandole, haban terminado arrepintindose sinceramente.
+El sueo de D. Norberto era fundar en Peascosa un convento de
+arrepentidas. Para lograrlo sera capaz de andar pidiendo limosna por
+toda la provincia, de trabajar l mismo como bracero en el edificio,
+hasta de renunciar a comer callos por el resto de su vida.
+
+En la villa todos conocan esta su mana. La mayor parte se mofaba de
+ella. No haba quien no se creyese con derecho para darle acerca del
+particular su bromita ms o menos pesada, segn la educacin del
+individuo. Mas, por mucho que lo fuesen, jams se le vio enfadarse ni
+dar siquiera seales de impaciencia. Rea bondadosamente o se alejaba
+tapndose los odos. Nadie dudaba tampoco, aunque algunos lo
+aparentasen, de su recta intencin y del completo desinters con que
+trabajaba en este asunto. Las mismas mujerzuelas, que le engaaban, no
+osaban calumniarle, y si alguna lo haba hecho, pronto fue
+categricamente desmentida por sus compaeras.
+
+--Martn, te pido por Dios que no desbarres!--exclam llena de angustia
+D. Eloisa.
+
+--Mujer, hablo de besos msticos.
+
+--S, D. Eloisa--se apresur a decir D. Norberto,--su esposo quiere
+referirse a los medios suaves que necesito emplear para convencer a esas
+desgraciadas.
+
+D. Martn, comprendiendo que haba ido demasiado lejos, asinti, no sin
+dirigir un guio expresivo al capelln.
+
+Sentronse a la mesa. Obdulia haca esfuerzos atroces por comer, pero su
+estmago se negaba a recibir alimento alguno. Segua en un estado de
+agitacin bien visible. D. Martn la embrom acerca de su falta de
+apetito. Estara por ventura enamorada? A pesar de su inclinacin a la
+iglesia, l apostaba a que haba de concluir apasionndose
+violentamente. De una sola ojeada conoca l los temperamentos
+destinados al amor. Haba ciertas seales: la ojera, que ella tena muy
+pronunciada, los ojitos un poco entornados, los labios secos... y otras,
+y otras. El jefe de invlidos volvi a deslizarse. D. Eloisa estaba en
+brasas, y otra vez le llam al orden con voz angustiosa. Suceda esto
+muy a menudo. D. Martn gozaba lo indecible colreando las mejillas de
+las damas con sus frases atrevidas. Le pareca que era el adecuado
+complemento de aquella otra tendencia que senta a enrojecer las de los
+caballeros con sus proverbiales bofetadas. Ambas inclinaciones acusaban
+su temperamento heroico y daban testimonio innegable de su procedencia
+del arma de caballera. Obdulia sola responderle con oportunidad y con
+gracia, dejndole no pocas veces amoscado; pero la preocupacin que
+ahora la embargaba le impidi tomar nota de sus palabras y darles su
+merecido. Antes de terminar la cena sintiose indispuesta y tuvo que
+salir a otra habitacin y arroj cuanto haba comido.
+
+A los postres lleg D. Serafina Barrado con su capelln y mayordomo.
+Ambos venan encarnados, risueos y extraordinariamente locuaces. Los
+ojos les brillaban con fuego alegre y malicioso, que llam la atencin
+de sus amigos.
+
+--Ah va un cigarro, D. Martn--dijo el joven presbtero, ofrecindole
+uno de acreditada vitola, igual al que l estaba chupando
+voluptuosamente.
+
+--Buen tabaco!--exclam el amo de la casa dndole vueltas entre los
+dedos.--Qu latigazos se pega usted, amigo!
+
+--Regulares, regulares--respondi el clrigo con sonrisa de
+satisfaccin, dirigiendo al mismo tiempo una mirada expresiva a su
+antigua ama, que le pag con otra brillante y cariosa.
+
+--Dnde los compra usted?
+
+--No los compro: me los regalan.
+
+Otro cambio de miraditas risueas y apasionadas.
+
+--Ah! Entonces le salen a usted por una friolera. Se puede saber quin
+es el seor tan generoso...
+
+--No es seor; es seora.
+
+Otra miradita.
+
+--Ah, pcaro! Ya saba yo que gozaba usted de gran favor entre las
+damas.
+
+Por la fisonoma alegrsima de D. Serafina corri una nube que la
+oscureci momentneamente.
+
+--Es regalo de D. Serafina, con motivo de ser hoy mi cumpleaos--se
+apresur a decir el presbtero.
+
+--Ya me pareca a m que venan ustedes hoy demasiado contentos!... Con
+tan fausto motivo hubo juerga, verdad?
+
+--Cmo juerga?--pregunt D. Joaqun con cierta inquietud, temiendo la
+franqueza militar de su amigo.
+
+--S, una comidita ntima con algunos platos extraordinarios y un par de
+botellas de _burdeos_.
+
+--No fue _burdeos_--replic D. Joaqun riendo,--Fue borgoa.
+
+--Mejor que mejor.
+
+--Ya lo creo!--exclam D. Serafina, comindose con los ojos a su
+capelln.
+
+Y volvi a comenzar entre ellos el tiroteo de miraditas y guios,
+prodigndose mil atenciones tiernas que denotaban un estado de felicidad
+perfecta.
+
+La llegada de D. Rita no turb poco ni mucho su xtasis delicioso. Esta
+seora, pequea y regordeta, con grandes ojos negros sin expresin y
+dientes grandes tambin, sanos y amarillos, entraba siempre con un cesto
+donde guardaba la labor. Sacbala con lentitud, trabajaba media hora en
+silencio escuchando atentamente todo lo que se deca, y al cabo recoga
+de nuevo los brtulos y se iba a hacer lo mismo a otra parte. De este
+modo recorra en la noche tres o cuatro casas. Era su mana la de saber;
+saberlo todo, hasta lo ms trivial e insignificante. Se la toleraba bien
+en todas partes, porque a pesar de su desmedida febril curiosidad nunca
+hubo disgusto alguno por su causa. Gozaba con saber tan solamente: era
+un placer desinteresado, intenso, como el de los hombres de ciencia que
+no miran el resultado que sus conocimientos les puede dar. Como el avaro
+amontona en su caja monedas de oro sin pensar en utilizarlas jams, as
+D. Rita atesoraba en su cerebro cuantas noticias privadas poda recoger
+en sus peregrinaciones por la villa, sin molestar a nadie con ellas.
+Pocos se guardaban, pues, de hablar secretos en su presencia; pero si
+alguno lo haca y llegaba a notarlo, le acometan tales ansias y
+congojas por conocer lo que le ocultaban, que no dorma, ni descansaba
+un momento; andaba plida, ojerosa, se haca grosera, intratable. Una
+vez que descubra el ansiado secreto, aunque fuese la cosa ms balad,
+recobraba la calma y serenidad, volva a su ser dulce, pacfico,
+inofensivo. Algunos sujetos maleantes, como don Martn, el P. Narciso,
+D. Joaqun y otros, solan embromarla fingiendo algn misterio entre
+ellos, la atormentaban, le hacan perder el juicio de pura curiosidad.
+
+Pero cuando entr el P. Narciso, D. Joaqun se puso ms grave, ocultando
+a su compaero aquella dicha inefable, que le retozaba dentro del alma,
+evitando encontrarse con los ojos alegres, chispeantes de su antigua
+ama. Aqul sinti en seguida en la nariz el tufillo aromtico del
+cigarro, dirigi una mirada escrutadora a su colega, otra a D. Serafina
+y se puso al tanto.
+
+--Hubo _gaudeamus_, verdad?--pregunt por lo bajo.
+
+D. Joaqun neg descaradamente.
+
+Unos tras otros fueron llegando Consejero, Cndida, D. Filomena, el P.
+Melchor, Marcelina y, en suma, casi todos los tertulianos habituales.
+Formronse pronto los grupos de siempre, se disgregaron los elementos de
+aquella sociedad, operndose en ella el fenmeno qumico de las
+afinidades electivas. Mas esta operacin no se efectuaba sin las
+violentas conmociones y sacudidas que se observan en el seno de la
+naturaleza, sin las acciones y reacciones a que da origen toda
+fermentacin. Aquella noche Cndida, la huesuda seorita que ya
+conocemos, en vez de ir a besar la mano al P. Melchor y sentarse a su
+lado y cuchichear toda la velada, fue a hacer lo mismo con el P.
+Norberto. Por qu esta desercin? En la tertulia nadie lo saba ms que
+los interesados y D. Rita. El P. Melchor haba tenido la imprevisin de
+decir en una casa que los roquetes que le haca la citada joven eran
+escasos de manga, y que le costaba trabajo con ellos doblar el brazo. En
+cambio, haba elogiado calurosamente un alzacuello que le haba regalado
+D. Marciala. El caso era grave, como cualquiera comprender, y deba
+producir este triste resultado. D. Marciala, viendo al padre Narciso
+cada vez ms inclinado a admitir y agradecer la fervorosa admiracin de
+D. Filomena, mostraba su sentimiento y despecho, acercndose a D.
+Melchor y hablndole con afectado cario. D. Filomena, despus de
+algunos aos de adoracin resignada, silenciosa, haba llegado, cuando
+ya no lo esperaba, a la meta de sus aspiraciones. Tanta atencin, tanto
+cario haban logrado al fin cautivar el espritu del elocuente capelln
+de Sarri, quien daba claras muestras a la viuda de su afecto. Despus
+de haberlo intentado en vano muchas veces, aqulla haba recabado de l
+que fuese preceptor de su hijo, y que tomase el cargo con aficin. Su
+temperamento dominante y fogoso se manifest en seguida. El pobre nio
+tuvo que experimentar no slo un trabajo excesivo, superior a su edad,
+sino una serie de castigos crueles, malvolos, refinados. Y D.
+Filomena, que era la dulzura personificada, que jams haba levantado la
+mano sobre su hijo, consenta impasible que aquel hombre lo azotase
+despiadadamente. Acallaba su conciencia dicindose que era para su bien.
+
+Marcelina, que haba soado con suplantar a D. Serafina en el corazn
+de D. Joaqun (y en realidad haba cierto fundamento para este sueo,
+pues el joven presbtero no cesaba de distinguirla entre todas), andaba
+ya bastante desengaada. Adquiri el convencimiento de que aqul la
+tomaba como instrumento para hacer padecer un poco a su ama y tenerla
+ms atenta y sumisa. Tal conviccin la empuj de nuevo hacia D. Narciso,
+a quien haca tiempo haba abandonado; pero ste, que nunca le haba
+profesado gran aficin, como a Obdulia, la rechaz sin miramientos. Si
+embargo, la ex-joven segua luchando bravamente con D. Filomena. Haca
+pocos das haba regalado al capelln una colcha de crochet que era una
+verdadera maravilla de trabajo pacienzudo y habilidoso. Por cierto que
+la viuda, al verla sobre la cama del clrigo, experiment un vivo
+disgusto y llor muchas lgrimas en secreto.
+
+Estas agitaciones espirituales, estas luchas de sensibilidad y
+abnegacin entre las piadosas damas que all asistan, eran precisamente
+las que daban algn inters dramtico a aquel mundo sereno, inocente. No
+eran ciertamente las competencias groseras que se establecen en las
+sociedades profanas, donde las intrigas afectan un carcter violento,
+donde las relaciones del varn y la hembra tienen su fundamento siempre
+en la explosin de los sentidos, llevan el sello abominable de la
+animalidad. Aqu todo se efectuaba de un modo suave, inocente,
+espiritual: los pequeos sacudimientos de que hemos hecho mencin
+semejaban el leve rizado de un lago trasparente y hermoso. Era aquella
+tertulia como una antesala del cielo, donde las relaciones de los
+ngeles, de los santos y las santas alcanzan el supremo grado de la
+pureza inmortal.
+
+Lo que estaba pasando por el alma de la hija de Osuna confirma bien la
+idea que acabamos de formular. Despus de experimentar aquel trastorno
+gstrico, hijo de la excitacin en que se hallaba, cay en profundo
+desfallecimiento fsico y moral. Senta la impresin de si hubieran
+cometido con ella una gran perfidia, y aunque su pensamiento le deca
+vagamente lo absurdo de tal sensacin, no poda minorar su intensidad,
+ni menos desecharla. Odiaba al P. Gil, le odiaba con toda su alma. Dara
+algo por vengarse. De qu? No se lo deca; pero all en el fondo del
+alma estaba persuadida de que tena razn para ello. Form resolucin
+inquebrantable de no confesar ms con l. Con l! Un sacerdote que
+entra de noche en los portales a cuchichear con mujeres hermosas y
+elegantes! Puf! Sera vergenza el hacerlo. Obdulia estaba bien segura
+de que la mujer que hablaba con su confesor era linda. Esta seguridad la
+torturaba. Por supuesto que, si tena el atrevimiento de venir a
+hablarle, le dara un desaire de los gordos, le volvera la espalda. Y
+confesara otra vez con D. Narciso. Y dira a sus amigas en qu
+situacin le haba visto con una seora desconocida y elegante. Porque
+no caba duda de que vesta con elegancia, bien lo haba reparado. Aquel
+abrigo largo no estaba hecho en Peascosa. Quin sera? Alguna de
+Lancia, seguro, que vendra a hacerle una visita. Y por qu se viene de
+lejos a visitar a un sacerdote no siendo su madre, o su hermana o su
+deuda? No sabe esa seora que la fama de los sacerdotes es muy delicada
+y cualquier cosa la quiebra? El cerebro de la joven no cesaba de dar
+vueltas y ms vueltas a estas ideas y a otras anlogas, mientras su
+cuerpo permaneca inmvil, abatido, clavando los ojos obstinadamente en
+las manos de D. Marciala, que no dejaba un momento su calceta. Sentase
+enferma, deseaba irse; pero una vaga esperanza, que no poda definir, la
+retena a su pesar.
+
+Mientras tanto el P. Norberto estaba sorprendido y confuso por las
+inusitadas atenciones de que era objeto por parte de Cndida. El pobre
+no estaba acostumbrado a que se las prodigasen. El bello sexo de
+Peascosa le profesaba cierto desdn compasivo. Tenasele por un
+sacerdote virtuoso, pero de muy cortos alcances. Sus mismos compaeros,
+cuando hablaban de l, lo hacan sin dejar de los labios una sonrisa
+medio protectora, medio burlona. Para las damas, la virtud del P.
+Norberto no tena poesa, careca de ese encanto especial que en otros
+sacerdotes la hace contagiosa, era una virtud pedestre, que no se
+traduca en conceptos delicados y sublimes como en el P. Narciso, el P.
+Gil y otros. As que rara era la joven que se confesaba con l, ni menos
+la que apeteciese su conversacin o tuviese gusto en envolverle entre
+nubes de incienso, como haca Cndida en aquel momento. Su misma
+inclinacin a rescatar las mujerzuelas perdidas, por ms que se
+respetase, no le haca simptico a las seoritas. Verdad que l se
+pasaba admirablemente sin esta simpata y no le quitaba de engordar cada
+da ms y pasar la vida riendo. Las lisonjas que le estaba vertiendo al
+odo con voz insinuante su nueva hija de confesin, en vez de agradarle,
+le turbaban, le molestaban visiblemente. Fue una de las pocas veces en
+que pudo vrsele serio. Haca rechinar la silla, cambiando de postura a
+cada instante, y restallaba los nudillos de las manos de un modo
+formidable, tosa, se pona colorado, y de vez en cuando dejaba escapar
+de la garganta un leve bufido con que su modestia alarmada protestaba.
+Por ltimo, solicitado vivamente por la dulce perspectiva del tresillo,
+aprovech una pausa de la doncella para levantarse y decir torciendo un
+poco las caderas a guisa de saludo:
+
+--Con permiso de usted, seorita.
+
+En cuanto sali de aquella situacin angustiosa, su faz sangunea se
+dilat y volvi a aparecer en ella la sonrisa de benevolencia universal
+que le serva de principal ornamento. Su llegada al grupo donde estaban
+Consejero, D. Martn, Osuna y otro caballero militar de Lancia fue
+acogida con alegra.
+
+--Te presento--dijo D. Martn a su amigo forastero, bajando la voz y
+echando una mirada recelosa alrededor para cerciorarse de que no le oa
+su mujer,--al padre Norberto, un cura que te podr informar de todos
+los _chamizos_ de la poblacin, si deseas conocer alguno.
+
+--Oh, oh! D. Martn, por Dios!
+
+--Atrvase usted a decir que no los conoce!
+
+--Hombre, s... de algunos s... Por desgracia, necesito entrar en ellos
+alguna vez...
+
+--Este seor se dedica a las jvenes extraviadas--continu D. Martn,
+dirigindose a su compaero, que sonrea lleno de asombro.
+
+--Jess! Considere, D. Martn, que este seor no me conoce...
+
+--Pues para que le conozca a usted hablo.
+
+D. Eloisa, de lejos, echaba miradas de terror a su marido, observando
+la confusin de D. Norberto y la risa de los otros.
+
+--Bueno--prosigui el seor de las Casas, hacindose prudente y
+conciliador,--yo no dir, D. Norberto, que usted vaya con mala idea a
+esas casas de perdicin; pero lo que sostendr siempre es que les est
+usted prestando un gran servicio: est usted haciendo su agosto.
+
+--Cmo, cmo?--pregunt asustado el clrigo.
+
+--Pues muy sencillo; ayudando a que se eleve el precio de la mercanca.
+Recuerde el ejemplo de Carmen la zapatillera...
+
+sta era una muchacha a quien el P. Norberto haba conseguido sacar de
+una casa de prostitucin y llevar a un convento. Al cabo de algn
+tiempo se sali y volvi a la mala vida. Torn D. Norberto a persuadirla
+al arrepentimiento, y otra vez ella se vino del asilo y se entreg al
+vicio.
+
+--Y qu tiene que ver?...
+
+--Voy a explicrselo, padre, voy a explicrselo... Atiendan ustedes...
+Cuando usted catequiz a Carmen, no me negar que la mercanca estaba
+bastante depreciada ya...
+
+--Yo no s! Qu cosas tiene usted, D. Martn!--exclam el clrigo
+azorado.
+
+--Me consta, padre, me consta. Pues bien, despus que estuvo un ao por
+all y engord un poco en el convento y volvi rodeada de cierta aureola
+de honradez, el precio se elev notablemente. Vuelve usted a llevrsela
+cuando ya estaba un poco estropeadilla y la demanda haba mermado hasta
+un punto que haca temer por la buclica, y ahora que viene otra vez
+gordita y santificada, se cotiza de nuevo como en sus mejores tiempos.
+
+--Jess! Jess! Vaya todo por Dios!--exclam el clrigo tapndose los
+odos, pero sin enfadarse.--No sea usted tan malo, D. Martn.
+
+D. Eloisa, que bien adverta lo que estaba pasando, se levant al fin
+de la silla y vino hacia ellos, preguntando con mal humor:
+
+--No juegan hoy al tresillo?
+
+--Vamos all, vamos all--respondi su marido, sofocando la risa que le
+flua del cuerpo, como a los dems.
+
+Sentronse Consejero, D. Norberto y l a la mesa, y no tardaron en
+abstraerse de todos los ruidos mundanales bajo la influencia fascinadora
+de la espada, la mala y el basto. Poco despus Consejero rechinaba los
+dientes y se tiraba cruelmente del bigote, encontrndose dos veces
+seguidas con el tres de bastos, su enemigo personal. Haca ya muchos
+aos que se tenan declarada una guerra a muerte. Cada vez que le vena
+a las manos, Consejero se crispaba, juraba sordamente como un carretero.
+El tres de bastos, malintencionado y socarrn como ningn otro naipe,
+gozaba al parecer con verle irritado, y se colaba bonitamente siempre
+que poda en el montoncillo que le repartan. No slo en la tertulia,
+sino en toda la villa era conocida esta antipata. Algunos, con ciertas
+precauciones por supuesto, porque D. Romualdo se disparaba fcilmente,
+le embromaban con ella. En cierta ocasin, pescando con caa detrs de
+la iglesia, sac en el anzuelo un naipe que result ser el tres de
+bastos. No le cupo duda de que lo haban tirado all con intencin, pero
+no dijo palabra para que no se rieran.
+
+Mientras tanto Osuna haba ido a frotarse un poco contra D. Eloisa.
+Entre todas las damas que asistan a aquella tertulia no haba ms que
+dos gordas, D. Teodora y D. Eloisa. Estaba tambin en buenas carnes
+D. Rita, pero era blanda, amarilla. Las dems escocia pura, como l
+llamaba a las flacas, aludiendo al bacalao. As que no tena fin el
+desprecio que nuestro jorobado profesaba a aquella sociedad degenerada y
+exhausta de tejido adiposo. Slo iba por all a buscar a su hija, o
+cuando materialmente no saba dnde refugiarse. D. Eloisa miraba con
+benevolencia (como lo miraba todo la buena seora) aquella pasin que el
+monstruo pareca sentir hacia ella. Cuando se le acercaba demasiado,
+separbase dulcemente, sin extinguirse por eso su sonrisa bondadosa. En
+cambio D. Teodora le tena un gran miedo, verdadero terror. Lo mismo
+era aproximarse Osuna, que ya estaba la casta jamona sofocada, inquieta,
+un color se le iba y otro se le vena. Pero era tal la vergenza que
+senta, que no hubiera declarado a su mismo padre las insinuaciones del
+sucio contrahecho. Qu diferencia entre este indecente y el sereno,
+majestuoso y romntico D. Juan Casanova! Ni con D. Peregrn poda
+comparrsele, con ser ste, en concepto de la madura doncella, un sujeto
+mucho ms voluptuoso y terrestre.
+
+D. Peregrn haba llegado, segn costumbre, de los ltimos. Y si la
+tertulia no advirti en la mayor estridencia de sus bufidos nasales, en
+su parpadear infinitamente ms solemne y en la grave manera de poner
+una pierna sobre otra y echarse hacia atrs que algo importante,
+importantsimo, tena que comunicar, fue que no quiso advertirlo.
+Aguard pacientemente, como todos los hombres seguros del xito, a que
+hubiese una pausa, y cuando lleg, profiri con su voz gangosa,
+penetrante, encarndose con el ama de la casa:
+
+--A que no sabe usted a quin acabo de ver entrar en casa de su
+hermano, en compaa del excusador?
+
+A Obdulia le dio un salto tan recio el corazn, que pens caer al suelo.
+Los dems, incluso D. Eloisa, alzaron la cabeza con curiosidad.
+
+--Quin era?
+
+--Su cuada Joaquina--grit ms que dijo el ex-gobernador interino de
+Tarragona, como si anunciara el juicio final.
+
+Profundo estupor en toda la tertulia.
+
+--Mi cuada!--exclam.
+
+--Su misma cuada--confirm D. Peregrn con trompeteo horrsono.
+
+--No puede ser!--dijo D. Eloisa.
+
+--No puede ser!--exclam su marido, suspendiendo el juego.
+
+--No puede ser!--repiti D. Serafina Barrado.
+
+El ex-gobernador de Tarragona dej escapar por la nariz algunos
+resoplidos fragorosos, como una locomotora que desaloja el vapor
+sobrante, y repuso:
+
+--Creen ustedes, seores, que no tengo ojos en la cara?
+
+Esta pregunta trascendental, acompaada del adecuado fruncimiento de
+cejas, produjo bastante impresin entre los interruptores.
+
+--Bien pudo usted haberse equivocado--dijo el invlido.
+
+--Es tan fcil!--exclam D. Eloisa.
+
+--La he visto como les veo a ustedes ahora, a tres pasos de distancia.
+Vena yo de hablar con el sacristn para la cuestin del aniversario de
+mi seor padre, cuando al embocar la calle del Cuadrante veo al P. Gil
+con una seora que me pareci forastera. Quise saber quin era, y me
+detuve un poco cerca del farol, ocultndome detrs del quicio de una
+puerta. Era Joaquinita, sin duda alguna. Esper un poco y los segu con
+la vista hasta que entraron en casa de Montesinos.
+
+--Pero usted la conoce bien?--pregunt el P. Narciso.
+
+--Lo mismo que a usted.
+
+--Peregrn, debes tener presente que no le has hecho ms que una visita
+en Madrid, y por la noche, segn me has dicho--apunt tmidamente D.
+Juan.
+
+El ex-gobernador arroj a su hermano una mirada de indecible desprecio.
+
+--Juan, no metas la pata.
+
+--Peregrn, no s por qu...
+
+--Juan!...
+
+--Peregrn!...
+
+--Que no la metas! Que no la metas! A esa seora la he visto despus
+de visitarla otra porcin de veces en la calle, y la he saludado. Por lo
+tanto, me veo en la triste necesidad de manifestarte que lo que acabas
+de decir es una impertinencia. Cuando he asegurado que conoca a esa
+seora, es porque la conoca. Yo no hablo nunca a humo de pajas. Si
+fuera un hombre ligero y sin fundamento, no hubiera podido ocupar las
+posiciones que he ocupado. Srvate de gobierno.
+
+--Ahora que me acuerdo--dijo Cndida,--hoy he visto apearse de la
+diligencia a una seora rubia con un traje muy elegante.
+
+D. Peregrn alz los hombros con un gesto de profundo desdn, como si
+quisiera decir: A qu viene usted en mi apoyo para contrarrestar los
+absurdos de este necio?
+
+Aquel dato y aquel gesto concluyeron de aniquilar a D. Juan, cuyo rostro
+expres el abatimiento. Pero D. Teodora, con sus grandes ojos serenos,
+le clav una mirada tan afectuosa que las facciones del caballero,
+contradas por la pesadumbre, se fueron dilatando gradualmente, y una
+plcida sonrisa melanclica concluy por esfumarse en sus labios. La
+frente de D. Peregrn, en cambio, qued surcada instantneamente por una
+porcin de arrugas. La innegable superioridad que tena sobre su
+hermano, de qu le serva? Cuanto mejor la demostraba delante de la
+fresca jamona, tanto ms se inclinaba sta a favor de l. Razn tena el
+juez de primera instancia de Tarragona cuando le deca que la mujer era
+un tejido de contradicciones.
+
+Obdulia sinti que una alegra intensa, infinita, le entraba a chorros
+dentro del alma. Su cuerpo, enervado, incapaz de movimiento, adquiri
+sbito la ligereza de un pjaro. Quera salir prontamente de aquella
+estancia y surcar los aires y cantar su gozo. Cualquiera podra observar
+el cambio operado en ella. Al mutismo obstinado en que yaca sucedi una
+locuacidad extrema, una charla animada, insustancial, entreverada de
+carcajadas extraas en que se placa, desahogando la emocin que la
+embargaba, estirando sus nervios encogidos. Ni saba bien lo que estaba
+diciendo, ni D. Filomena, con quien platicaba, se enteraba tampoco,
+atenta a contemplar la faz inteligente del P. Narciso y gozar del brillo
+de sus humoradas. Al poco rato sinti la garganta seca y calor inusitado
+en las mejillas. El caballero de Lancia, que all estaba, hizo la
+observacin, que se apresur a comunicar a Osuna, de que su hija tena
+los ojos muy negros y brillantes, y que le sentaban muy bien las rosetas
+encarnadas que el calor le haba sacado en el rostro.
+
+La noticia haba producido sensacin en todos. Pocos eran los que
+conocan all a la esposa de Montesinos, aunque nadie ignoraba los
+incidentes del drama conyugal que haba retrado al mayorazgo a
+Peascosa. Pero lo que en los extraos era pura curiosidad, en la buena
+de doa Eloisa se ofreci, como es lgico, con la apariencia de viva y
+honda emocin. Quiso desde luego salir a saber lo que pasaba en casa de
+su hermano, quiso despus que fuese su marido, quiso enviar un criado. A
+todo se opuso D. Martn que, viendo las cosas con ms frialdad,
+comprenda que cualquier paso de stos en aquel instante era inoportuno.
+La conversacin se anim extremadamente, hasta el punto de que los
+tresillistas suspendieron el juego y tomaron parte en ella. Los
+comentarios que se hicieron, infinitos. Se forjaron mil hiptesis sobre
+el caso. Unos opinaban que la esposa, arrepentida, vena a pedir perdn
+a su marido, otros que haca el viaje tan slo para reclamar de l
+alimentos, otros que su intento era entablar la demanda para formalizar
+el divorcio, otros que el marido la haba llamado, no pudiendo desterrar
+de su corazn el amor que la profesaba (la mayora del elemento
+femenino se inclinaba a esta suposicin), otros que el P. Gil, _motu
+proprio_, haba escrito a D. Joaquinita y haba preparado la escena, a
+fin de que D. lvaro la perdonase, otros que haba persuadido a ste a
+que la llamase a Peascosa. Ni faltaba tampoco quien supusiera que D.
+lvaro y su esposa haca tiempo que mantenan correspondencia, y que era
+ella quien resista venir a visitarle hasta la hora presente.
+
+--De todos modos, lo que no ofrece duda es que el P. Gil tiene una
+intervencin muy principal en el asunto, y a l le pertenece la gloria
+de la reconciliacin--dijo gravemente D. Narciso.
+
+--Si la hay--repuso Consejero.
+
+--La habr--replic el capelln.--La habr, y aqu D. Martn tendr
+quiz el gusto pronto de ver un sobrinito que le distraer con sus
+travesuras y sus gracias.
+
+D. Martn, a quien su alma de hroe no le quitaba de tener muchsimas
+ganas a la herencia del cuado, cuya salud era endeble, arrug las
+narices y murmur groseramente:
+
+--Me tiene sin cuidado.
+
+--No lo creo; no puedo creerlo, D. Martn. A usted no puede menos de
+alegrarle que la noble casa de Montesinos no se extinga, que haya quien
+lleve honrosamente este apellido... Luego ha de parecer bien aquella
+casa tan grande con unos cuantos chicos que la alegren con sus risas y
+sus gritos. La obra del padre Gil es de las ms meritorias que ha
+llevado a cabo, y eso que las ha hecho muy buenas.
+
+Obdulia le clav una mirada colrica; pero templndose sbito, repuso
+con sonrisa inocente:
+
+--Usted no tiene nada que envidiarle, don Narciso. Quin no recuerda en
+la villa los muchos matrimonios que por su mediacin estn hoy bien
+avenidos? Sin ir ms lejos, todo el mundo sabe que D. Feliciano quera
+muy poco a D. Nieves... y ya ve usted, hoy estn como dos pichones.
+
+Este D. Feliciano era el marido que, segn se deca en secreto, haba
+roto una pierna al P. Narciso arrojndole por las escaleras.
+
+Los circunstantes se miraron con inquietud. Hubo un silencio embarazoso.
+Consejero solt la carcajada, y exclam, poniendo una carta sobre la
+mesa, como si se refiriese al juego:
+
+--Anda, vuelva usted por otra!
+
+Todos comprendieron que se diriga al padre Narciso, y esto aument la
+inquietud. El clrigo se puso colorado y murmur:
+
+--Gracias, gracias. Todos tenemos obligacin...
+
+--Usted va ms all de la obligacin, padre... Muchas veces lo que usted
+hace es pura devocin--replic la hija de Osuna con encantadora
+sencillez.
+
+--Arrea!--volvi a exclamar Consejero, con la vista fija en las cartas.
+
+--Qu es eso, D. Romualdo?--pregunt riendo D. Norberto.--Le ha tocado
+el tres de bastos?
+
+--S, seor; pero me consuela que hay palos para todos.
+
+--Pues yo no tengo ninguno--replic el cndido presbtero.
+
+--Otro los recibir!
+
+--Hacemos todos lo que podemos; pero no cabe duda que unos pueden ms
+que otros. El P. Gil es un santo, es un apstol de los primeros tiempos
+de la Iglesia. Ninguno de nosotros tiene la presuncin de competir con
+l en celo ni en sabidura--manifest D. Joaqun, viniendo en socorro de
+su amigo, con una risita venenosa que hara saltar una piedra.
+
+--En sabidura puede que tenga usted razn, D. Joaqun--replic
+vivamente Obdulia;--pero en celo, me parece que est usted en un error.
+Es usted demasiado modesto... No es por adularle, pero tratndose de
+celo, yo creo que es usted tan celoso como el primero, verdad, doa
+Serafina?
+
+Un gruido de todo punto extrao se escap en aquel momento de la
+garganta de Consejero, al cual sigui inmediatamente un violento golpe
+de tos que le dej sin respiracin por algunos segundos. D. Joaqun
+tambin sinti cierto picor en la garganta, que le oblig a toser
+volviendo la cabeza. D. Serafina no contest a la pregunta, porque se
+distrajo hablando con D. Eloisa.
+
+La conversacin cambi de rumbo, como si tcitamente todos convinieran
+en que aqul era peligroso. Poco despus ces de ser general, y
+volvieron a formarse los grupitos de costumbre. D. Martn estaba
+malhumorado y disputaba a cada jugada. D. Eloisa hablaba tranquilamente
+del caso. Ninguno, por estupendo que fuese, consegua alterar el sistema
+nervioso de la buena seora. Su interlocutora D. Serafina segua
+dirigiendo frecuentes miraditas y sonrisas a su capelln; pero ste se
+haba puesto repentinamente serio, cejijunto. Una nube de tristeza pas
+tambin por la bella alma apasionada de la respetable viuda, y sus
+miradas comenzaron a ser tmidas, inquietas, llenas de muda
+reconvencin.
+
+Son la campanilla de la puerta. Nadie lo advirti mas que el ama de la
+casa y Obdulia, cuyo rostro se cubri de palidez. Clav los ojos en la
+puerta con espanto, como si por ella fuese a entrar un aparecido: sus
+nervios se pusieron en tensin bajo una misteriosa influencia magntica.
+Un minuto despus alzose la cortina y apareci la esbelta figura del P.
+Gil.
+
+Todos los ojos se volvieron hacia l con expresin de curiosidad. La
+noticia de la llegada de Joaquinita los tena sobresaltados: se anhelaba
+saber lo que haba pasado. Pero antes de que nadie hablase ni el
+sacerdote diera paso alguno por la sala, Obdulia se levant de la silla,
+avanz precipitadamente a su encuentro y se dej caer de rodillas a sus
+pies. Al mismo tiempo le tom una mano y comenz a imprimir en ella
+vivos y fuertes besos, mientras baaban sus mejillas las lgrimas y le
+rompan el pecho los sollozos. El P. Gil quiso arrancarse a aquellas
+demostraciones, pero no pudo. La arrepentida doncella le tena sujeto
+con las manos crispadas. Turbado hasta lo indecible, no supo decir ms
+que...
+
+--Obdulia, clmese usted... Clmese usted! Clmese usted, por Dios!
+Levntese usted!... Levntese usted, por Dios!...
+
+Su faz blanca, nacarada, estaba cubierta de vivo rubor. Un soplo de
+emocin delicada y mstica corri por toda la tertulia. Algunas jvenes
+tambin se ruborizaron. Los clrigos se miraron unos a otros. Consejero,
+despus de echar una mirada socarrona de absoluta indiferencia al grupo,
+convirti de nuevo la vista a los naipes y murmur:
+
+--El Redentor y la Magdalena!
+
+Pero Obdulia solt al fin la mano del sacerdote y cay al suelo, presa
+de un violento ataque de nervios. Entonces todas las seoras se
+precipitaron hacia ella y le prodigaron los cuidados de costumbre.
+Porque escenas semejantes e idnticos ataques se producan a menudo en
+aquella tertulia de vrgenes nerviosas y viudas msticas. Salieron a
+relucir los pomos, los frascos de antiespasmdico. Un olor penetrante de
+ter se esparci en seguida por la estancia.
+
+
+
+
+VIII
+
+
+La distincin entre las llamadas naturaleza orgnica e inorgnica es
+completamente arbitraria. La fuerza vital, como vulgarmente se la
+concibe, es una quimera. La materia en que reside la vida nada tiene de
+especial. No existe en los cuerpos orgnicos ningn elemento fundamental
+que no se encuentre ya en la naturaleza inorgnica: la sola cosa
+especial es el movimiento de esta materia. La vida no es ms que un modo
+particular ms complicado de la mecnica: una porcin de la materia
+total pasa de tiempo en tiempo de su curso habitual a otras
+combinaciones qumicas y orgnicas; despus que ha permanecido en ellas
+un cierto perodo vuelve al movimiento general.
+
+El P. Gil lea con profunda emocin estas y otras anlogas
+proposiciones en un libro que haba sacado de la biblioteca de D.
+lvaro. Despus que hizo un auto de fe con los libros histricos de
+ste, referentes a los orgenes del cristianismo, estuvo mucho tiempo
+sin tomar siquiera en las manos ningn otro de su biblioteca. Continuaba
+visitando al mayorazgo de vez en cuando, pero hua de toda conversacin
+metafsica. La salud de D. lvaro empeoraba a ojos vistas desde la
+llegada y sbita partida de su esposa. Su tristeza, su estado miserable
+le inspiraban cada da ms compasin. El horror que antes senta hacia
+l haba desaparecido. Por encima de las diferencias religiosas y
+filosficas, de la oposicin de inteligencia y carcter asomaba
+briosamente el amor a la humanidad que lata en el corazn profundamente
+cristiano del joven sacerdote. D. lvaro era un hermano que padeca.
+Ante esta consideracin, todas las dems ceden en las almas donde ha
+soplado el espritu del sublime Nazareno. Pero D. lvaro tampoco era el
+malvado diablico, que se haba representado en los primeros das que le
+conoci. A ratos lo pareca. Un demonio hablaba y rea por su boca en
+ocasiones, maldiciendo de Dios y de los hombres. En otras, sin embargo,
+mostrbase dulce, afectuoso, compasivo, y hablaba con tal inocencia que
+pareca estar oyendo a un nio. Aunque se defendiese contra ella, el P.
+Gil no poda menos de sentir cada da ms aficin a este desgraciado.
+
+Una maana departan los dos en el gabinete de la torre que serva de
+despacho y biblioteca. D. lvaro haba pasado toda la noche tosiendo.
+Estaba fatigado, molido. Al cabo de un rato cerr los ojos y se qued
+traspuesto en la butaca. El P. Gil ni crey bueno el despertarle para
+despedirse, ni se atrevi a marcharse sin hacerlo. En esta
+incertidumbre, se puso a hojear algunos libros que andaban esparcidos
+sobre la mesa. Tropezaron sus ojos con uno de geografa, y ley
+distradamente algunos prrafos. Al cabo la lectura logr interesarle.
+El autor describa pintorescamente algunas comarcas desconocidas y
+ciertos fenmenos de la mar muy curiosos. La instruccin del P. Gil en
+las ciencias naturales era limitadsima. En el seminario de Lancia
+ocupaban stas un lugar muy secundario: apenas si se les exiga a los
+alumnos algunas nociones insignificantes de fsica, qumica e historia
+natural. Adems, siempre les haba profesado cierto desprecio inculcado
+por el rector su maestro; el desprecio que los ascetas sienten hacia
+todo lo que se relaciona con la materia. As que tales descripciones le
+cogan de nuevas. El libro era clebre en el mundo cientfico; haba
+odo hablar de l; pero nunca cayera en sus manos hasta entonces.
+Titulbase _Cosmos_; su autor, Alejandro Humboldt. Cuando D. lvaro
+abri los ojos al fin y le vio enfrascado en la lectura, le pregunt
+sonriendo:
+
+--Le interesa a usted ese libro, padre?
+
+--Muchsimo.
+
+--Pues llveselo usted... Llvese usted el primer tomo, que se es el
+segundo.
+
+Y levantndose y sacndolo de uno de los armarios, se lo present al
+sacerdote. Este vacil en tomarlo.
+
+--Est condenado por la Iglesia?
+
+--No lo creo--replic sonriendo el hidalgo.--Es un libro puramente
+expositivo, sin intencin alguna polmica.
+
+En esta confianza se llev a su casa el tomo primero y se puso con afn
+a leerlo. Comenzaba con una descripcin elocuentsima del mundo sideral,
+del panorama de las grandezas celestes. El autor desenvolva con pluma
+vigorosa el mecanismo inmenso de los cuerpos que giran en el espacio.
+Ante su vista asombrada pasaron mundos tras mundos, sistemas tras
+sistemas en la sucesin sin fin de los universos estrellados, globos
+inmensos volando en rpido torbellino sobre s mismos, lanzados a toda
+velocidad en los desiertos del vaco. Qu velocidad, eterno Dios! Una
+bala de can es una tortuga en comparacin con ellos. Estos globos,
+millares y millones de veces ms grandes que nuestra tierra, caminan
+centenares de miles de leguas por da. Bajo la accin irresistible de
+fuerzas colosales, misteriosas, son arrebatados por el espacio con la
+rapidez del relmpago. Y todos ellos son mundos donde palpita la vida
+con eterna y maravillosa fecundidad: en la combinacin misma de sus
+movimientos hallan la renovacin de su juventud y belleza: son otros
+tantos soles que esparcen y trasmiten como el nuestro a otras tierras
+que los acompaan su luz y su vida. En ellos tambin se alzan las
+montaas hermosas coronadas de nieve, tambin suspira el viento en los
+bosques y se retratan sus paisajes en los lagos silenciosos; tambin se
+despliega en su superficie la inmensidad de los ocanos, agitados,
+turbulentos unas veces, otras serenos, iluminados por los resplandores
+de la luz crepuscular; tambin se sufre, tambin se goza, tambin se
+lucha, tambin se ama... Y todas estas moradas del espacio navegan al
+travs del ocano celeste sin temor a los escollos, a los choques o a
+las tempestades, sostenidos y guiados por una fuerza invisible que jams
+se equivoca. Ms all de esos millares de astros, que percibimos a
+simple vista, hay cien millones que percibimos con el telescopio; ms
+all de esos cien millones hay otros millones de millones ms, que
+recorren la inmensidad con celeridades aterradoras. Eso que nos aparece
+como un poco de polvo blanco, como leve imperceptible vapor, es una
+nebulosa: millones de soles tan grandes y mayores que el nuestro la
+forman, escoltados por una legin de planetas y satlites que respiran y
+beben su aliento. Y esta nebulosa no es ms que una provincia del ter.
+Ms all hay otras, y otras, hasta el infinito.
+
+Ante esos movimientos inconcebibles que arrastran por los desiertos
+infinitos a millares y millares de soles; ante esa colosal catarata, esa
+lluvia de estrellas que rueda sin cesar por los abismos del espacio;
+ante esas rbitas inconmensurables; ante esas distancias y velocidades
+donde la imaginacin se pierde, descritas con la firmeza de un sabio y
+el fuego de un poeta por el barn de Humboldt, el joven presbtero se
+sinti acometido de un vrtigo. Sujetose las sienes con las manos y
+estuvo largo rato con los ojos cerrados. Al abrirlos, percibi las
+mejillas hmedas. Algunas lgrimas se haban deslizado entre sus
+pestaas.
+
+Una melancola profunda invadi su alma. Por qu? Todas aquellas
+maravillas no pregonaban la grandeza del Creador? Sin duda; mas a pesar
+de esto, el desconsuelo le ahogaba, como el hombre que repentinamente se
+ve perdido enmedio del ocano. Estaba acostumbrado a medir su
+insignificancia en el orden moral, su maldad y perversin comparadas con
+la bondad infinita de Dios. Pero nunca haba visto de modo tan evidente
+lo nfimo y microscpico de su naturaleza. La tierra que habitamos le
+pareci un pobre globo ridculo navegando por el espacio sin ser notado
+ni sentido de nadie. Las guerras, las grandes catstrofes y
+trasformaciones histricas que en ella se efectan, cosas tan
+despreciables y risibles como las luchas de los seres que habitan una
+gota de agua. Y lo que era peor, Jesucristo, cuya figura, aun en sus
+momentos de duda, se le apareca elevada siempre y majestuosa, se
+presentaba ahora a su imaginacin como un grano de polvo; la historia de
+la Redencin, tan insignificante como la cada de una hoja.
+
+Quiso penetrar ms en el estudio de la Naturaleza. Despus del _Cosmos_
+ley otra porcin de libros de astronoma, de fsica, de geologa. Poco
+a poco se acostumbr a ver en los fenmenos naturales el resultado de la
+actividad de las fuerzas inherentes a la materia. El mundo pudo haberse
+formado, sin la intervencin de una Inteligencia, por la sola accin de
+las leyes naturales. La antigua idea de un Arquitecto inteligente, de un
+inspirador personal de los instintos se fue debilitando en su espritu.
+Y cuando menos lo imaginaba comenz a dudar de la existencia de un Dios
+personal separado del Universo. El acto de la creacin lo encontraba
+inconcebible, absurdo. En todas partes vea la accin de una fuerza
+constante que opera segn leyes fatales, no la de un Dios que puede
+obrar por capricho, cuya voluntad es capaz de contrarrestar estas leyes.
+
+La idea era aterradora. El P. Gil haca esfuerzos desesperados por
+arrojarla de su cerebro, aunque intilmente. Cay de nuevo en aquel
+estado angustioso de duda en que le dejaran los libros de exegesis
+bblica, mucho ms angustioso y miserable porque se vea lanzado en
+pleno materialismo, lejos de la idea de Dios y de la inmortalidad.
+Luchaba bravamente procurando representarse a todas horas las verdades
+sublimes de la religin, la idea de un Dios padre de las almas,
+arquitecto y director del Universo, a quien ofenden nuestros pecados, a
+quien ablandan nuestras splicas y nuestras lgrimas; se agarraba con
+toda su alma a estas firmes doctrinas; estaba un da entero unido con
+fervoroso anhelo a ellas; pero cuando ms descuidado se hallaba, un
+pensamiento impo, fatal, caa en su cerebro y lo volva todo del revs.
+La idea del Dios personal separado del Universo le pareca un absurdo,
+porque Dios no sera entonces infinito, pues que estaba limitado por el
+mundo; la creencia de que nuestras oraciones pueden alterar el curso de
+las leyes naturales, un cuento de viejas para engaar a los nios; la
+religin, en conjunto, una serie de mitos, ms o menos ingeniosos y
+bellos, creados por la fantasa viva, pero infantil an de los hombres.
+Cuando esto le pasaba, el P. Gil se mesaba los cabellos y se morda las
+manos; meta la frente por la almohada, a ver si lograba paralizar su
+pensamiento. Se horrorizaba de s mismo.
+
+Despus del lamentable suceso que priv a D. Miguel de licencias para
+confesar y decir misa, qued l al frente de la parroquia. Y aunque poco
+despus se rehabilit al prroco, el obispo no quiso que apacentase otra
+vez las ovejas de Peascosa. No le priv del curato (que esto no poda
+hacerlo), pero le puso un coadjutor para desempearlo. Se encomend este
+cargo interinamente al P. Gil, en espera del nombramiento definitivo.
+Todo el peso y la responsabilidad de la cura de almas de Peascosa vino
+a recaer, pues, sobre nuestro presbtero en los momentos en que ms
+necesitaba l que curasen la suya, lacerada por la duda. El trabajo de
+velar por los intereses de la religin, de mantener viva en aquel pueblo
+la antorcha de la fe, que era para l antes un manantial de puros goces,
+se le hizo molestsimo, odioso; se convirti en un tormento. Con qu
+derecho suba a la ctedra del Espritu Santo a exponer la divina
+palabra, o escuchaba en el confesonario los pecados del creyente, o
+elevaba en el altar la sagrada Hostia, l, que dudaba si las palabras
+del Evangelio fueron o no pronunciadas por Jess, si la confesin
+auricular era ley divina o una institucin creada en inters de la
+hierocracia, si el sacramento de la Eucarista encerraba una verdad
+sublime o era una reminiscencia de los smbolos y misterios de las
+religiones del Oriente?
+
+Muchas tardes, agobiado por sus pensamientos, sala de casa y recorra a
+paso largo las orillas solitarias de la mar. La brisa le refrescaba las
+sienes, la vista del ocano calmaba la fiebre de su cerebro. Sentbase
+en un peasco batido por las olas, y permaneca horas enteras con los
+ojos extticos clavados en el horizonte. La belleza imponente de aquel
+espectculo no lograba cautivarle. Ni el clamor de las olas, ni su
+cambiante manto de palo y plata y zafiro, ni los hermosos celajes
+abrasados por los rayos del sol moribundo serenaban jams por completo
+su frente. La misma arruga dolorosa la cruzaba siempre, la misma fatal
+interrogacin se lea constantemente en ella. En esta agitacin eterna
+de las aguas hay algo ms que una fuerza ciega empujando los tomos unos
+contra otros? La luz hermosa que reverbera en el horizonte es algo ms
+que una vibracin de la materia? Ese pjaro que hiende los aires y se
+precipita en el agua para atrapar un desdichado pez y devorarlo, qu
+misterio guarda dentro de su organismo? Yo mismo soy otra cosa ms que
+una expresin individual de la fuerza que anima a todos los seres del
+Universo?
+
+Pero cuando estos pensamientos, horribles siempre, le apretaban como las
+cuerdas de un potro, se le hacan irresistibles, era cuando le acometan
+al tiempo de ejercer alguna funcin de su sagrado ministerio. Si al
+celebrar el santo sacrificio de la misa o dar la absolucin a un
+penitente cruzaba por su espritu una de estas ideas negras, senta la
+misma impresin que si le atenazasen el cerebro con un hierro candente,
+le asaltaba una congoja que le dejaba paralizado. Pensaba morirse. Lo
+deseaba ardientemente por librarse de aquel suplicio.
+
+Un da le avisaron para llevar el Vitico a un casero prximo a la
+villa. Como era preciso caminar algn tiempo a campo traviesa, fue sin
+campanilla ni convocar a los fieles. Sali solo con el sacristn, la
+bolsa de los corporales colgada al cuello y en ella la Sagrada Forma. El
+camino cea a trechos la orilla de la mar. Fascinado como siempre por
+la inmensidad del ocano, distrajo su atencin del misterio inefable que
+llevaba sobre su pecho, dej de balbucir oraciones y entreg su
+pensamiento a las mismas meditaciones que noche y da le embargaban
+haca tiempo. Los rayos del sol desparramados sobre los cristales del
+agua le impulsaron a considerar la accin suprema, omnipotente de este
+astro sobre la vida terrestre. l es quien la ha creado, quien la
+sostiene, quien la renueva. La flor le debe su perfume, la fiera su
+agilidad y su instinto sanguinario, nuestra alma sus impresiones ms
+dulces o terribles. El sol es el padre de todo, del amor y del odio.
+Consider despus que la vida no es ms que un dinamismo inmenso en cuyo
+seno se trasforman las fuerzas formidables de la fsica y de la qumica.
+Todos los seres de la tierra, hombres, animales, plantas, estn
+ntimamente ligados. La vida de todos ellos es una misma, y esta vida
+universal no es otra cosa que un incesante cambio de materias. Un
+movimiento universal arrastra a los tomos, como a los mundos. Mil
+ondulaciones se entrecruzan en la atmsfera, mil fuerzas se combinan, el
+calor y la luz, la afinidad y el magnetismo se unen en los misterios del
+mundo vegetal y mineral. Todos los seres estn constituidos de las
+mismas molculas, que pasan sucesiva e indiferentemente de uno a otro,
+de modo que nada les pertenece en propiedad. Nuestro cuerpo se renueva
+de tal modo que al cabo de cierto tiempo no poseemos ya un solo gramo
+del cuerpo material que poseamos antes. Este movimiento de renovacin
+se opera en cada uno de los animales, en cada una de las plantas. Los
+millones de seres que habitan la superficie del globo viven en mutuo
+cambio de organismos. La molcula de oxgeno que ahora respiro fue ayer
+respirada por uno de estos rboles que bordan el camino. La molcula de
+carbono que arde en uno de estos montoncitos de hoja seca que sirven
+para abonar la tierra, quiz haya ardido ayer en los pulmones de un
+hroe. Quiz en una de esas conchas de ostras que yacen adheridas a
+estas peas se esconda el fsforo que formaba las fibras ms preciosas
+del cerebro de Jesucristo...
+
+Sinti dentro de su ser algo que se desgarra y cae. Haba olvidado por
+completo que llevaba consigo el cuerpo divino del Redentor. Le pareci
+una cosa tan extraa, tan fuera de la realidad eterna que vea y
+palpaba, que imagin estar soando. Y sin saber de qu antro oscuro de
+su ser venan, le acometieron unas ganas feroces, impas, de soltar la
+carcajada. Qu comedia era aqulla? Un poco de harina amasada y tostada
+ayer por el ama de D. Miguel se trasform por arte mgico en la persona
+de Jesucristo, un ser que desapareci de entre los vivos hace diez y
+nueve siglos. Esas leyes soberanas, sublimes de la Naturaleza, quedarn
+violadas porque unos cuantos insectos de este microscpico planeta
+reunidos en concilio lo decreten? Separ los ojos del mar y los fij en
+el sacristn, que corra delante silbando a su perro, que se escapaba
+detrs de unas gallinas. Qu reverencia la de aquel hombre, llevando a
+su lado al Dios de los cielos, al Creador de todas las cosas! Y la
+carcajada suba del pecho cada vez con ms mpetu, llegaba a la
+garganta, tocaba en los labios, estaba a punto de estallar. Un extrao
+temblor le hizo dar diente con diente; sinti la frente baada por un
+sudor fro; se le turb repentinamente la vista, y cay al suelo sin
+conocimiento. Cuando lo recobr, estaba en brazos del sacristn y dos o
+tres labriegos que por all andaban. Le haban baado la cara con agua
+fra, le abrieron la sotana y le quitaron el alzacuello. Uno le echaba
+el humo del cigarro a la nariz. La bolsa de los corporales con el cuerpo
+del divino Redentor yaca sobre la paredilla de un prado. El P. Gil se
+apresur a recogerla, se la colg de nuevo al cuello, y despus de orar
+un instante hincado de rodillas, sigui su camino sin separar los ojos
+del suelo.
+
+
+
+
+IX
+
+
+Su confesor, hasta que le retiraron las licencias, haba sido D. Miguel.
+Se confesaban mutuamente, como acontece entre los clrigos. Con l fue
+con quien comunic primero sus dudas. El viejo cabecilla qued ms
+sorprendido que escandalizado de ellas. Le parecan cosa tan
+insustancial que no mereca la pena de fijar mucho tiempo la atencin.
+Los dogmas eran para l como las leyes fsicas de la gravedad, la
+impenetrabilidad, etc. Se contaba con ellos sin pensar en su existencia.
+Todo el drama conmovedor de la pasin y muerte de Jess lo miraba el
+prroco de Peascosa en el fondo como una especie de romanticismo que
+sirve de acompaamiento obligado a la verdadera religin. sta consista
+en la misa, los responsos, el rezo del da, el rosario, la abstinencia
+de carne en los das de vigilia, y sobre todo en los derechos
+parroquiales, que tal vez juzgaba simultneos con el acto de la
+Creacin. No se paraba, pues, en analizar y desvanecer las dudas de su
+excusador. Anda adelante.--No hagas caso.--Pataratadas!--Djate
+estar.--Otra te pego!--Cmo no haba de resucitar al tercero da,
+majadero? No ves que lo dice San Juan y San Mateo y San Marcos? stos
+eran los consuelos que ordinariamente le prodigaba.
+
+Nuestro sacerdote unas veces se entristeca con ellos, pero otras se
+confortaba pensando que no deba de estar tan condenado y maldito cuando
+D. Miguel tomaba sus terribles dudas con tanta calma. Cuando a ste le
+retiraron las licencias no tuvo ms remedio que buscar otro confesor.
+Convencido de la hostilidad con que le miraban D. Narciso, D. Melchor y
+D. Joaqun, no quiso desahogar con ninguno de ellos su conciencia,
+aunque bien saba que en el tribunal de la penitencia nada tienen que
+hacer las simpatas o las antipatas. Fue a dar con un joven capelln,
+ms joven an que l, recin llegado del seminario. Era hijo de un
+carpintero de la villa, tan tmido y encogido que apenas saba saludar,
+feliz de verse elevado sobre su antigua condicin, tributando un respeto
+sin lmites a todas las grandezas del cielo y a todas las pequeeces de
+la tierra. ste qued vivamente impresionado con la confesin del P.
+Gil, y desde luego trat de convencerle de que todo aquello vena del
+demonio y que no haba otro remedio ms que ponerle la cruz y darse
+buenas disciplinas, rezar y ayunar mucho. Por espritu de humildad y
+obediencia, el excusador hizo lo que su confesor le mandaba,
+secretamente persuadido, sin embargo, de que no adelantara nada. Ya
+antes haba intentado estos medios, sin resultado. Las dudas seguan
+atormentndole; se le ofrecan cada vez ms crueles, ms imponentes. El
+tmido capelln pasaba un rato muy amargo cada vez que le confesaba;
+temblaba y se azoraba como si le sucediese una desgracia: tanto padeca
+y tales temores le asaltaban, no se sabe de qu, que poco a poco fue
+excusndose de orle en confesin y concluy por negarse en absoluto.
+
+Entonces se le ocurri ir a ver a D. Restituto, prroco de una de las
+aldeas inmediatas a Peascosa, hombre que pasaba entre sus compaeros
+por avisado, prudente y aficionado a los libros. Decase que tena una
+gran biblioteca y que en su juventud haba hecho en Lancia ejercicios
+brillantsimos a una de las prebendas de la catedral, y que no se la
+dieron porque el obispo la tena reservada para un sobrino. Don
+Restituto, herido por la injusticia se haba retirado a aquel curato
+rural, y nunca ms quiso salir de l para intentar nueva contienda. Si
+continu dedicado al estudio de la teologa o pag en ella el desaire
+que haba recibido, no se sabe con certeza. Gustbale, s, cuando alguna
+fiesta o funeral le reuna con sus compaeros, mostrar erudicin y
+excederles en ingenio y sutileza para defender cualquier proposicin;
+pero los curas de las parroquias inmediatas todos eran _moralistas_,
+esto es, ninguno haba estudiado la carrera lata de teologa ms que l.
+Pocas gracias que los arrollase en las disputas de sobremesa. Por lo
+dems, D. Restituto llevaba tanta labranza y estaba tan interesado en
+ella, que no deba de tener mucho tiempo, ni humor tampoco, para
+profundizar en la Dogmtica ni en la Patrologa.
+
+Nuestro acongojado presbtero sali una tarde, despus de comer, y
+encamin sus pasos hacia la aldea donde moraba el telogo. Le conoca
+bastante, pero no le trataba con intimidad. Estaba apartada la aldea
+como media legua. El camino era vario y pintoresco: callejas estrechas
+con altos setos de zarzal, trozos de bosque, vereditas entre maizales y
+senderos al travs de los prados. A la entrada de una garganta, sobre
+una vega de maz y teniendo detrs algunas praderas deliciosas, estaba
+asentado el principal casero de la parroquia. La iglesia y la casa
+rectoral estaban un buen trecho ms all, en una angostura sombra y
+hmeda. Todo dorma en el silencio ms completo cuando el joven
+sacerdote lleg. Las gallinas picoteaban en la calle delante de la casa;
+un gato rabn se lavaba la cara sentado sobre la paredilla de la huerta,
+y un mastn desorejado dorma de bruces sobre la tabla del hrreo vecino
+de la casa. Este mastn fue el encargado de romper la paz de aquel
+paraje, alzndose iracundo contra el advenedizo, ladrando con un grito
+ronco, apagado, testimonio de su decrepitud. El P. Gil detuvo el paso, y
+comenz a decir en tono dulce y persuasivo:
+
+--Toma, toma! Quis, quis!
+
+Que si quieres! El mastn, viendo al recin llegado achicarse, se
+creci horriblemente. Guau, guau! grit, buscando el registro ms feroz
+y amenazador que pudo hallar en su pecho. Al mismo tiempo clavaba una
+mirada de exterminio en el presbtero y avanzaba, aunque con cierta
+cautela, hacia l. ste, aterrado por aquellos ladridos salvajes, dio
+tres o cuatro pasos atrs y extendi el brazo con el paraguas, que traa
+para quitarse el sol, hacia adelante. Paraguas! El recurso de los
+cobardes, debi pensar el mastn. Y se encresp de tal modo ante aquel
+ultraje, que no lo hubiera pasado bien el clrigo a no salir a la puerta
+una vieja chillando:
+
+--Cuco! Cuco! Aqu, Cuco! Fuera, Cuco! Maldito perro! Aqu!...
+Aqu! Ven aqu!
+
+El perro vacil un instante, dej de ladrar y mostr bastante claramente
+la resolucin de volverse otra vez a dormir como si no hubiera pasado
+nada; pero la vieja no se dio por satisfecha; exiga un acto de
+sumisin.
+
+--Aqu, Cuco! Aqu, ahora mismo!
+
+El Cuco baj la cabeza humildemente y emprendi hacia ella una marcha
+lenta, penossima, como si el camino estuviera erizado de peligros.
+
+--Aqu! Venga usted aqu!
+
+Me trata de usted, malsimo! se dijo el perro, a quien no hacan
+efecto las pompas y vanidades. Y avanz con mayores precauciones an,
+asegurando bien la pezua a cada paso que daba, meneando el rabo de un
+modo vertiginoso.
+
+--Aqu! Aqu!--segua gritando la vieja.
+
+Por fin, a una velocidad mxima de seis pasos por minuto, lleg el Cuco
+a su destino. La vieja le cogi por la parte de oreja que le quedaba y
+dio tres o cuatro tirones con fuerza. El perro lanz un aullido de
+dolor. Luego le cogi por la otra, y otros tantos tirones. Mayor y ms
+triste aullido an. Cumplidos sus deberes con la justicia de la tierra,
+el mastn se retrajo de nuevo hacia la tabla del hrreo, no sin lanzar
+por lo bajo algunas imprecaciones y blasfemias. Esta escena se repeta
+unas cuantas veces al da, siempre que alguna persona sospechosa, como
+ahora, llegaba con propsitos hostiles a la rectoral. El Cuco deploraba
+en su fuero interno que no le hubieran rapado mejor las orejas.
+
+--Buenas tardes, D. Gil--dijo la vieja, cambiando sbito la expresin
+colrica por otra sonriente, melossima, dando muestras de que le
+conoca.
+
+El P. Gil, a quien no suceda otro tanto, respondi muy cortsmente y
+pregunt por D. Restituto.
+
+--El seor cura debe de estar hacia el establo. Pase usted, D. Gil. Ir
+a llamarlo.
+
+--No hay necesidad: yo mismo ir a buscarlo. El establo est aqu?...
+
+--S, seor; aqu detrs de la casa.
+
+Dio la vuelta a toda ella el sacerdote, subi algunos pasos por una
+calleja sucia, y se encontr con una misrrima fbrica hecha de piedras
+del ro sin labrar apenas, con una puerta desvencijada. Estaba cerrada,
+y a nadie vio por all delante. Iba a dejar aquel sitio y volverse a la
+casa, cuando detrs del establo oy ruido de voces. Fuese hacia all, y
+hall, en efecto, a don Restituto, sorprendindose no poco del traje y
+la situacin en que se le apareci.
+
+El anciano cura vesta unos calzones anchos de pana, remendados, como
+los que gastan los paisanos por aquella tierra; traa en los pies
+almadreas con escarpines de pao burdo, chaqueta lustrosa por el uso,
+y camisa de lienzo hilado por el ama, sin alzacuello ni cosa que lo
+valga. Era el traje de un labrador, sin quitar ni poner nada. Pero lo
+que haca verdaderamente peregrino y estrafalario el atavo es que en la
+cabeza traa un bonete viejo y grasiento.
+
+El P. Gil qued asombrado de aquella figura, y ms asombrado, cuando
+advirti la ocupacin a que el prroco se entregaba. Estaba, con una
+rodilla hincada en tierra, desollando un becerro. Le ayudaba en la
+operacin el criado. Tenan al animal extendido entre los dos, la mayor
+parte de l en carne viva ya. Volvi la cabeza D. Restituto al sentir
+pasos, y hallndose con su joven compaero, se puso en pie y vino hacia
+l con las manos ensangrentadas empuando un enorme cuchillo.
+
+--Qu milagro es ste, amigo? El futuro cura de Peascosa se digna
+hacernos una visita!... Mira, no te doy la mano, porque ya ves cmo la
+tengo. Bien de salud, verdad?... Por aqu tampoco hay novedad.
+
+D. Restituto trataba de t, familiarmente, a todos los clrigos ms
+jvenes que l desde la primera entrevista. Cuando Gil le hubo explicado
+el motivo de su viaje, mostr cierta extraeza, pero se apresur a
+responderle:
+
+--Bueno, bueno. Yo voy a concluir en seguida. Vete a casa, y esprame.
+
+Pero el joven manifest deseos de ir a la iglesia.
+
+--A la iglesia?--dijo sorprendido. Entre ellos era costumbre confesarse
+en casa.--Est bien. No hay inconveniente. Pide al ama la llave, y
+esprame all. No tardar.
+
+Pluguiera a Dios que hubiese tardado ms! Y sobre todo, pluguirale que
+hubiera tenido tiempo a lavarse bien. Porque el telogo despeda de s
+un vaho de matadero que derribaba. Mientras dur la confesin, y dur
+bastante, el P. Gil apenas pudo pensar en otra cosa. Sentase asfixiado
+por aquel olor nauseabundo; acudanle unas congojas y sudores que
+estuvieron a punto varias veces de privarle del sentido. Don Restituto
+sinti verdadera satisfaccin en poder sacar a relucir su antigua
+batera de proposiciones teolgicas. A cada duda que su atribulado
+penitente le ofreca, contestaba victoriosamente con un texto latino.
+Como el veterano descuelga con gozo sus armas a la seal de guerra, as
+el viejo opositor a la lectorala de Lancia descolg de su memoria los
+textos enmohecidos ya de Perronne y de Balmes. Cmo dudar de la
+inmortalidad del alma, cuando sta es una cosa simple, y las cosas
+simples no pueden descomponerse? Quin se atreve a imaginar que la
+Iglesia catlica puede algn da perecer, cuando estn ah sangrando las
+palabras de Jesucristo: Las puertas del infierno no prevalecern (_non
+proevalebunt?_) Cmo se ha de dar ms crdito a la palabra de los
+hombres que a la de Dios? Pues qu, la Divina Sabidura no ha dicho:
+Yo para esto nac y para esto vine al mundo, para dar testimonio a la
+verdad? Y este testimonio no est bien claro y bien patente en las
+obras visibles que exceden al poder natural, por ejemplo, en la curacin
+de los enfermos, en la resurreccin de los muertos y en otros admirables
+milagros llevados a cabo por Nuestro Seor Jesucristo y por los Santos
+Apstoles?
+
+El P. Gil recibi la absolucin, prometiendo no ser ms demente ni
+idiota; as juzgaba don Restituto al que dudaba de las verdades
+reveladas por anglico ministerio. Poco despus de besar aquella mano no
+bien purgada de la sangre del becerro, y cuando se hubo levantado para
+rezar ante un altar la penitencia, nuestro presbtero se sinti
+indispuesto. Tuvo que salir inmediatamente de la iglesia, acometido de
+violentas nuseas. En el prtico devolvi toda la comida. Llevole a casa
+el cura, y quiso curarle con una taza de salvia, remedio supremo que
+empleaba contra todas las dolencias que afligen al gnero humano; pero
+su joven compaero, que saba a qu atenerse sobre su enfermedad, rehus
+obstinadamente toda medicacin. El prroco entonces pas a mostrarle la
+huerta, en la cual tena cifrado tanto orgullo como en la profundidad
+de sus conocimientos teolgicos. Estaba llena de rboles frutales y
+legumbres. No se vea una flor ni un arbusto de adorno. Desde all
+pasaron a un vasto prado, donde tena unos cuantos operarios alzando
+pared. D. Restituto comenz a darles instrucciones, aprob algunas
+cosas, reprob otras, olvidndose por completo de su husped. Uno de los
+operarios le particip que el molino haba parado porque el hijo de
+Cosme haba desviado el agua ms arriba para secar el cauce del
+riachuelo y pescar las anguilas. D. Restituto se enfureci y anunci su
+propsito de demandar a Cosme y pedirle indemnizacin de daos y
+perjuicios. De l no se burlaba nadie; estaba resuelto a hacer que se
+respetase su propiedad. Desde all se corrieron a los maizales, y el
+prroco mostr a su compaero con extremado gozo el estado magnfico de
+las plantas. El agua haba venido muy a tiempo, pero ms que al agua se
+deba a la gran cantidad de abono que haba echado.
+
+--T dirs: dnde podr hacer D. Restituto tanto estircol para una
+tierra como sta, de quince das de bueyes? Voy a explicrtelo. Yo,
+aunque tengo nueve cabezas de ganado, no podra abonar ni la mitad de la
+tierra que llevo. Aqu del _intelectus_! En todas las parroquias, como
+t sabes bien, hay una porcin de pobretes, a los cuales no es posible
+sacarles un cuarto ni por bautizos ni por matrimonios ni por nada. Pues
+bien, a estas calamidades vivientes les obligo a echar de vez en cuando
+delante de sus casas (vulgo pocilgas) una buena cantidad de hoja seca o
+tojo. Con el agua y el paso de los transentes y el estircol de las
+reses que cruzan se convierte al cabo de algn tiempo en abono. Cuando
+ya est bien podrido me lo traen y voy formando montn hasta que llega
+el tiempo de distribuirlo por la tierra. Qu tal?
+
+Desde all saltaron a una heredad de prado. D. Restituto, en cuanto se
+vio en ella, dej escapar una risita aguda y burlona, que hizo levantar
+la cabeza a su joven compaero y mirarle con curiosidad.
+
+--Este es el _prado del molino de abajo_... el _prado del molino de
+abajo_, ya sabrs... Cmo? no sabes la historia de este prado? Pues ha
+corrido mucho por la villa... Perteneca a los mansos de la parroquia, y
+haba quedado trasconejado cuando la venta de todos ellos. Yo lo
+llevaba, y nadie en la parroquia se atreva a denunciarlo. Pero haba
+aqu un tabernero rico llamado Lino (que ya revent, a Dios gracias, el
+ao pasado), y este Lino le tena muchas ganas al prado. Al fin dio el
+soplo en la administracin, guardando la mano, porque no quera ponerse
+mal conmigo, y lo sacaron a subasta. Dos das antes de hacerse, vino
+por ac el muy hipcrita y me dijo: Seor cura, voy a hacer postura al
+_prado del molino de abajo_, pero si usted lo quiere me quedo en casa.
+El tunante trataba de sonsacarme la cantidad que yo pensaba ofrecer.
+No, no lo quiero; puedes rematarlo cuando gustes, le contest. El
+hombre, viendo que yo no iba al remate, y sabiendo que ningn vecino
+estaba en situacin de tirarle, se las prometa muy felices. Y mand a
+Lancia a un primo hermano suyo. Pero a ste le fui a tropezar camino de
+Peascosa, y le habl muy al caso, representndole el pecado en que
+incurra rematando bienes de la Iglesia, le promet darle en arriendo el
+prado, y le puse cuarenta duros en la mano. Qu haba de hacer el
+hombre? Fue a Lancia, lo remat y me lo traspas a m acto continuo...
+Vaya una risa que se arm en el pueblo, amigo! Lino enferm de rabia, y
+en cuanto se le present ocasin, que fue al cabo de dos meses, viniendo
+de una romera, le peg una pualada a su primo... Pero, anda, que
+buenos cuartos le cost la tal pualadita! No lo hizo con diez mil
+reales.
+
+Como ya el sol declinaba, despus de haberle enseado un lagar, que
+acababa de construir para la sidra, D. Restituto llev de nuevo a su
+penitente a casa y le convid a chocolate. Pero el excusador no se
+senta an bien. Adems tena prisa. Rehus todo convite y emprendi el
+camino de Peascosa. El cura le acompa un buen trecho.
+
+Fuera ya de sus fincas y comprendiendo por el continente reflexivo del
+excusador de Peascosa que su nimo segua embargado por pensamientos
+serios, D. Restituto quiso volver a la carga, aunque le pareciese
+sobradamente demostrado que todas las dudas de su compaero no eran ms
+que bombas de jabn, las cuales deshace con un soplo cualquiera que haya
+saludado siquiera la Sagrada Teologa.
+
+--Debes fijarte, querido--le deca con proteccin ilimitada,--que las
+verdades de la fe no son contrarias a la razn, sino que estn sobre
+ella. Lo contrario de lo verdadero, qu es? Lo falso, no es cierto? Y
+cmo ha de tenerse por falso lo que est divinamente confirmado? Las
+cosas que sabemos por revelacin divina no pueden ser contrarias al
+conocimiento natural, porque el conocimiento natural viene tambin de
+Dios, puesto que Dios es el autor de nuestra naturaleza. Porque exceda a
+la razn una cosa no debe reputarse contraria a ella. As dice San
+Agustn que aquello que como verdad se demuestra por los libros santos,
+sea del Antiguo, sea del Nuevo Testamento, de ningn modo puede serle
+contrario. El entendimiento humano no puede llegar, naturalmente, a
+conocer la existencia de Dios, supuesto que nuestra inteligencia en el
+modo de la presente vida comienza su conocimiento por el sentido, y por
+lo tanto, las cosas que no caen bajo el sentido no pueden percibirse
+sino en cuanto por los sentidos puede colegirse su conocimiento...
+
+La tarde estaba fra y apacible. La campia se extenda debajo del cielo
+trasparente, reflejando con tonos verdes, claros, amarillentos, los
+rayos del sol que se ocultaba. El mar era una mancha azul all a lo
+lejos. Los dos clrigos haban atravesado ya el casero principal, donde
+las mujeres, sentadas a la puerta de casa, les daban las buenas tardes y
+los nios acudan a besarles la mano. Estaban en la regin abierta,
+ligeramente ondulada, que caracteriza la costa en aquel pas. El P. Gil,
+silencioso, caminaba con la cabeza baja, levantndola de vez en cuando
+para enderezar su mirada vaga, perdida, hacia lo lejos, a las tierras
+rojas y a las rocas peladas que festonaban la orilla del mar. El sol
+mora despidiendo su ltima llamarada, que enrojeca una parte del
+horizonte. Y de all vena una leve brisa helada que coloreaba los dedos
+y la punta de la nariz, vigorizando los msculos y produciendo
+cosquilleo en los ojos. La campia se preparaba a dormir, exhalaba un
+suspiro de bienestar, mezcla confusa de voces y mugidos, rechinar de
+carros, taido de esquilas y rumor de olas, fundido todo y armonizado
+en la amplitud de la llanura ilimitada. El P. Gil se esforzaba en
+atender a los argumentos que su anciano compaero iba vertiendo con voz
+profunda y solemne. Eran los mismos que haba estado oyendo durante
+siete aos en las ctedras del seminario de Lancia.
+
+Al dejar la senda y penetrar en una callejuela estrecha vieron llegar un
+hato de ganado avanzando lentamente. D. Restituto ataj su discurso
+teolgico y se llev la mano a los ojos a guisa de pantalla.
+
+--Son mis vacas--dijo sordamente.
+
+Y antes que llegasen se puso a gritar al criado que las conduca:
+
+--Qu tiene la _Parda_, que cojea?
+
+--Debi meterse una espina.
+
+--Pues en cuanto llegue al corral la registras bien y se la sacas,
+entiendes?... Es la mejor vaca que tengo--aadi por lo bajo,
+dirigindose a su compaero.
+
+Y como ya estuviera entre ellas, el cura se acerc solcito, paternal, a
+la Parda y comenz a acariciarle el testuz, bajando al mismo tiempo la
+cabeza, para mirarle las patas.
+
+--To, Parda!... to! to!... Espina debe de ser, porque en las patas no
+veo nada. Despus que se la saques la lavas bien con un poco de vino y
+romero... Di a Teresa que te lo prepare... Nacida y criada en casa,
+sabes t?--prosigui volvindose al excusador con la fisonoma
+enternecida.--Me daba D. Jovino, tu feligrs, sesenta duros por ella...
+Como si me diera ochenta! Esta alhaja no sale de casa. Qu anchura de
+pechos, eh? Qu cuarto trasero! (Y se lo acariciaba blandamente con la
+palma de la mano.) No da mucha leche, pero toda es manteca... Esta otra
+tambin naci en casa... Quieta, Guinda, quieta!... Es ms torpe que la
+otra... Una novilla todava... No hace quince das que ha parido por
+primera vez... sta se deshace en leche... Repara, repara que ubre! No
+puede andar con ella!... Cada chorro suelta como el dedo... Mira,
+mira... Quieta, Guinda!...
+
+Y bajndose tir de una de las tetas al animal e hizo salir dos o tres
+chorros de leche que humedecieron el suelo. Al mismo tiempo volvi su
+faz, congestionada por la posicin tanto como por el gozo, hacia el
+joven coadjutor. ste sonri por complacencia, pero separ al instante
+la vista, no pudiendo reprimir bien la repugnancia que senta.
+
+Se puso de nuevo el hato en marcha y ellos tambin. D. Restituto cogi
+otra vez el hilo de su discurso.
+
+--Ya s que hay quien dice que por la razn no puede demostrarse que
+Dios es, y que esto slo puede obtenerse por la fe y la revelacin...
+Error crassimo. La falsedad de esta opinin se manifiesta por el arte
+de la demostracin, que deduce por los efectos las causas, y por el
+orden mismo de las ciencias, porque si no hay ninguna sustancia
+cognoscible fuera de lo sensible, no habr tampoco ninguna ciencia
+supranatural, como se dice _in quarto Metaphysicorum_. Hay que
+distinguir lo que es conocido _per se simpliciter_, y lo que es conocido
+_quoad nos_. _Simpliciter_ que Dios es por s, es conocido...
+
+D. Restituto tena una memoria felicsima. Al cabo de tantos aos
+recordaba perfectamente su Dogmtica, y la recitaba vertida al
+castellano con el mismo nfasis que si la hubiera inventado. Tambin la
+recordaba el P. Gil, porque la tena ms reciente, pero escuchaba con
+atencin, por humildad, esforzndose en admirar la fortaleza de aquellos
+argumentos, en considerarlos irrefutables. El anciano telogo se detena
+a menudo, balbuca olvidando alguna demostracin, pero sbito tomaba
+vuelo y se lanzaba vigoroso sobre las premisas, hacindoles sudar
+inmediatamente las conclusiones apetecidas.
+
+--...Todo lo que se mueve se mueve por algo. O lo que mueve es movido o
+no. Si no se mueve, tenemos lo que buscamos, un mvil inmvil, y a esto
+llamamos Dios. Si se mueve, es por algo que le mueve, y entonces, o hay
+que seguir as hasta el infinito, o tenemos que llegar a algn mvil
+inmvil; pero en el orden del movimiento no puede haber proceso
+infinito... ergo hay que suponer un primer mvil inmvil. Probemos ahora
+que todo movimiento se determina por algo. Si algo se mueve a s mismo,
+es necesario que tenga en s el principio de su movimiento...
+
+Caminaban por una senda estrecha abierta entre los maizales. El telogo
+iba delante y el P. Gil detrs. Sbito aqul par en firme el paso y la
+lengua. Al doblar un recodo se encontr de frente con el hijo de Cosme,
+que traa colgado a la espalda un cesto mediado de anguilas. Verlo el
+telogo y arrojarse sobre l sin conmiseracin fue todo uno.
+
+--Granuja! Grandsimo perro! Conque eres t el que me quitas el agua
+del molino? Te voy a desollar vivo! Es tu padre quien te ensea esas
+picardas? Es el maestro quien te las ensea? Desvergonzado, cnico!
+
+Le tena asido fuertemente por entrambas orejas, y a cada interrogacin
+le daba una fuerte sacudida. El chico, comprendiendo bien que aquellos
+interrogantes tenan un fin puramente retrico y no deban ser
+contestados, limitbase a lanzar gritos de dolor inarticulados.
+
+--Ven ac, pilluelo! Quiero llevarte delante de tu padre! A ver si me
+dices ahora que yo te tengo mala voluntad! Has de parar en un presidio!
+Ven aqu, ven!
+
+Y como no era factible llevarle cogido de las dos orejas, el anciano
+telogo se avino, aunque con profundo dolor, a soltar una, comunicando
+instantneamente a la otra su parte de presin para que no se
+desperdiciase nada. En esta forma, con el rostro encendido y los ojos
+llameando de clera, dio la vuelta hacia el pueblo sin despedirse de su
+compaero, llevando medio en suspensin al chico, que lanzaba quejidos
+lastimeros.
+
+El P. Gil le contempl estupefacto hasta que le perdi de vista.
+Permaneci todava unos momentos inmvil, abstrado. Y emprendi de
+nuevo su camino que se acercaba cada vez ms a la orilla del mar, para
+bajar por una rampa suave a Peascosa. La luz desapareca por momentos.
+El fro aumentaba. El ocano en calma haba perdido su bello color azul,
+cambindolo por otro gris con reflejos acerados. De vez en cuando un
+soplo de viento helado haca correr por la tersa superficie de las aguas
+un estremecimiento que las rizaba leve y momentneamente, como si al mar
+se le pusiera carne de gallina. Y este estremecimiento se comunicaba al
+joven presbtero y llegaba hasta el fondo de su ser. Lo que senta en su
+alma no era ni dolor, ni agitacin, ni congoja; era tan slo fro, un
+fro mortal que le roa los huesos. Nunca se haba visto tan solo y
+desvalido. Sus ojos iban obstinadamente fijos en el suelo. No se
+atreva a levantarlos e interrogar la inmensidad como otras veces.
+Estaba seguro de su respuesta y la tema.
+
+Cuando lleg a las primeras casas del arrabal de la Gusanera haba
+cerrado ya la noche. Al pasar por delante de una de las ms pobres y
+sucias llam su atencin el estrpito de golpes y gritos que de adentro
+parta. Detuvo el paso asustado y procur averiguar qu era aquello. Por
+las pequeas ventanas iluminadas no se vea ms que agitarse
+violentamente algunas sombras. A sus odos llegaban, entre el confuso
+vocero, algunas blasfemias que le estremecan. De pronto se abre con
+violencia la puerta y sale precipitadamente una masa negra, disparada
+por unas manos que cierran de nuevo al instante. El P. Gil reconoci en
+aquella masa negra a un clrigo. Se aproxim solcito y vio que era el
+P. Norberto, con manteos y sin sombrero.
+
+--D. Norberto! Qu es eso? Qu le pasa?
+
+--Hola, querido. Nada, nada... no es nada--respondi sin aturdimiento.
+
+--S le pasa algo... Qu le han hecho a usted en esa casa?
+
+--Nada, nada... Vmonos que se rene gente.
+
+--Se va usted a ir sin sombrero?
+
+--Es verdad... Voy a pedirlo... Aguarda un poco.
+
+Pero en aquel instante sali de una de las ventanas de la casa y vol
+por el aire el sombrero, cayendo enmedio de la carretera, esto es, cerca
+de los clrigos. Al mismo tiempo una voz ruda dijo, acompandolo de
+varias interjecciones:
+
+--Toma la teja, ladrn. Si vuelves por aqu, te vas sin las orejas.
+
+El P. Norberto se apresur a recogerla del suelo y ech a andar.
+
+--Pero explqueme usted...--le dijo el coadjutor juntndose a l y
+haciendo esfuerzos por seguirle el paso.
+
+--Ya te lo explicar... Ah ms abajo.
+
+Cuando hubieron salido de la Gusanera, salvado la plaza y entrado en la
+calle del Cuadrante, D. Norberto acort un poco el paso. El excusador
+aprovech la ocasin para insistir en sus preguntas.
+
+--Vamos a ver, qu le ha pasado a usted?
+
+--Pues mira, en esa casa vive una muchacha, una nia que apenas tiene
+quince aos, a quien su madre ha prostituido, entregndola a ese chaln
+que llaman Pepe el Manchego.
+
+--Y usted ha ido all a ver si la sacaba de sus garras?
+
+--La haba visto ya otras dos veces, y no pareca mal dispuesta; pero no
+s quin dio soplo a ese hombre, y hoy se present de repente y arm un
+alboroto.
+
+--Jess! Est usted herido!--exclam el padre Gil, viendo correr
+algunas gotas de sangre por las mejillas de su compaero. Al mismo
+tiempo le levant un poco el sombrero y vio que tena un fuerte golpe en
+la frente, de donde parta la sangre.
+
+--Pero esto es una indignidad! Vamos a dar parte en seguida al juez...
+
+--No pienses en eso, querido... Esto no vale nada... El parte lo echara
+todo a perder; se dara un escndalo, y la chica, vindose perdida, se
+ira de este pueblo con el chaln. Quedndose aqu, tengo esperanzas que
+con un poco de maa lograr quitrsela a ese diablo y reducir a la misma
+madre... Esto no es nada--aadi limpindose la sangre con el
+pauelo.--Lo que me duele algo ms es este hombro...
+
+--Pero le ha dado a usted ms golpes?
+
+--Me ha sacudido un poco la badana--respondi riendo candorosamente.--Es
+cuestin de rnica y reposo... Yo creo que no me viene mal. Estaba
+demasiado apoltronado... Desde hace algn tiempo todos los das me
+convidan a callos... Voy engordando demasiado, no te parece?
+
+Despidiose el P. Gil a la puerta de su casa y sigui caminando con pie
+ms ligero hacia la suya. Pareca como si le hubiesen aliviado de la
+carga que le abrumaba. Sinti suavizarse la honda melancola que le
+haba oprimido todo el camino, y corri por su ser una dulce
+inexplicable vibracin de bienestar.
+
+Despus de interrogar a la naturaleza muda, despus de consultar a la
+teologa decrpita, el soplo de Jess haba pasado al fin por su alma y
+la haba refrescado.
+
+
+
+
+X
+
+
+Dos meses despus, el P. Gil descansaba sentado en su pobre silln de
+gutapercha. El trabajo de todos aquellos das, sobre todo del ltimo, le
+haba rendido. Era un trabajo puramente material, donde su espritu,
+atribulado por nefandos y horribles pensamientos, se complaca; buscaba
+un calmante para la agitacin interior que le atormentaba. Tratbase de
+festejar la colocacin de la primera piedra del nuevo templo con una
+gran funcin religiosa y profana. La ereccin de este templo haba sido
+desde largos aos el sueo dorado de los piadosos vecinos de Peascosa.
+Siempre haba tropezado con obstculos insuperables. El dinero por una
+parte, por otra la corta voluntad del prroco, que opona sorda
+resistencia al proyecto, le haban hecho fracasar constantemente. Pero
+al encargarse Gil de la parroquia tom este asunto con calor; convoc a
+los vecinos ms ricos de la villa y abri una suscricin, que dio buen
+resultado; logr que el ayuntamiento otorgase una crecida subvencin;
+fue a Lancia e interes al prelado y a varios prceres, que le
+prometieron su concurso. En fin, despus de muchas vueltas y sudores, la
+nueva iglesia era un hecho. La primera piedra deba de colocarse el da
+24 de Enero, con asistencia del prelado, el gobernador, varias
+dignidades del cabildo catedral de Lancia y muchas personas notables de
+la provincia. Estbamos a 23. El peso de los preparativos haba cado
+sobre los hombros del P. Gil, quien, ayudado de las personas de buena
+voluntad que se prestaron a ello, organiz no slo la fiesta religiosa,
+sino tambin alguna parte de la profana, la iluminacin, los fuegos y la
+ceremonia de la primera piedra.
+
+En aquellos ltimos das no haba tenido tiempo a pensar. Haba sido
+menos desgraciado. Pero sus fuerzas estaban agotadas con tanta menuda y
+enfadosa ocupacin, y gozaba con voluptuosidad de un corto momento de
+reposo, en espera del trajn del da siguiente. Caansele ya blandamente
+los prpados, cuando se abri la puerta con violencia, hacindole dar
+un brinco en la butaca. Aturdido por la sorpresa, con los ojos
+desmesuradamente abiertos, vio a Obdulia que penetraba como un huracn y
+se diriga a l con la fisonoma alterada, mostrando en ella agitacin y
+clera.
+
+--Sabe usted lo que pasa, padre?--le pregunt sin saludarle.
+
+El coadjutor no respondi, interrogando slo con la vista.
+
+--Pues acabo de saber que le han birlado a usted el cargo de
+coadjutor... Se lo han dado a D. Narciso.
+
+--Nada ms?--pregunt sorprendido an el presbtero.
+
+--Y le parece a usted poco?--exclam con mpetu.--Despus de lo que
+usted ha trabajado en este pueblo, despus de haberlo puesto todo en
+orden, despus de haber logrado que se edificara la iglesia... Porque a
+usted exclusivamente se debe... todo el mundo lo sabe... Quitarle lo
+que le pertenece y darle la plaza a un D. Narciso!... Es una infamia!
+es un asco!... Qu bien han manejado la intriga esos envidiosos! Ya
+me pareca a m que tanto viaje a Lancia algo significaba!... Por
+supuesto que yo bien s quin le ha ayudado... ya lo creo que lo s!
+D. Filomena es prima hermana del gobernador de Madrid, y por ah viene
+la cosa... Y qu diremos del seor obispo que, sabiendo los servicios
+que usted ha prestado a la religin en este pueblo, se presta a servir
+de juguete a una vieja verde? Qu indignidad! No le dije bien a tiempo
+que no se durmiera en las pajas?... Ah, qu infamia tan grande! Qu
+infamia! Qu reteinfamia!
+
+Hablaba atropellndose, con las mejillas encendidas, vibrando por los
+ojos rayos de ira, agitando las manos temblorosas, moviendo todo su
+esbelto cuerpo como si estuviera sujeto a una fuerte corriente
+elctrica. El P. Gil la contemplaba estupefacto. Por fin, aprovechando
+un instante de vacilacin, antes que de nuevo tomara vuelo y lanzara
+otra sarta de denuestos, la ataj diciendo:
+
+--Agradezco a usted mucho, hija ma, el inters que me manifiesta en
+esta que usted cree injusticia que se me hace, y que no lo es. Yo no he
+deseado nunca ese cargo ni he hecho nada por merecerlo. La persona a
+quien se encomienda, si es cierto lo que usted me dice, me parece
+dignsima y me lleva, entre otras muchas ventajas, la de la antigedad.
+Pero sobre todo, aunque en efecto se cometiera conmigo una injusticia,
+a qu viene esa alteracin? A qu vienen esos insultos a personas
+respetables por cuya cabeza no habr pasado la idea de hacerme dao
+alguno?
+
+Obdulia se puso fuertemente colorada y dijo balbuciendo:
+
+--Porque usted es un santo... s... porque usted es un santo.
+
+--Qu santo!--exclamo el clrigo alzando la mano con impaciencia.
+
+--S; porque usted es un santo y mira todas estas cosas desde la altura
+en que se encuentra... Pero es una injusticia, padre; es una
+villana!--aadi volviendo a exaltarse.--Usted es demasiado bueno para
+vivir entre esta gente... y le sacrifican como un cordero... Si fuera
+yo!... Cree usted que no me apena verle a usted humillado, verle
+pisoteado por esos peleles que no sirven para limpiarle los zapatos?...
+No es triste que otro recoja el premio de sus afanes?... A usted no le
+importar nada, padre, pero yo no podr, sin que me arda toda la sangre
+del cuerpo, verle a usted de excusador, de simple ayudante de ese... de
+ese farfantn.
+
+Se dej caer en una silla y comenz a sollozar; pero levantndose
+sbito, prosigui, dando patadas de rabia en el suelo, agitando frente a
+la puerta los puos cerrados, con una voz concentrada y spera que daba
+miedo:
+
+--Pillos! Infames! Herejes! Creis que os ha de salir bien la
+cuenta? Pues no os saldr, porque hay un Dios en el cielo... y porque
+estoy yo adems sobre la tierra, que os he de dar todava alguna
+guerra... Vaya si os la dar!... Ya veris de lo que es capaz una
+pobre mujer!... No os reiris, no... Ya veris cmo me arreglo para
+echar una gotita de hiel en vuestro plato de crema, para que no os
+relamis, puercos!...
+
+Concluy por sentirse mal. Fue necesario que el P. Gil llamase a D.
+Josefa y le mandase traer una taza de tila con gotas de azahar.
+
+A las nueve de la noche an no haban concluido de adornar la iglesia
+las seoritas y los obreros que las secundaban. La velada se prolong
+sabrosamente para todas aquellas almas piadosas que servan a su Amo
+Divino en tales pequeos menesteres con una espontnea alegra
+precursora de la que habrn de sentir en el cielo cuando, trasformadas
+en ngeles, rodeen cantando el trono del Altsimo. Aqu una cortina que
+tape la suciedad de la pared, all una araa, ms all un jarrn con
+flores, todo discutido larga y calurosamente antes de ser colocado en su
+sitio. Las que ms se distinguan en la obra de ornamentacin eran D.
+Marciala y Marcelina, la primera por su actividad frentica, la segunda
+por su gusto y habilidad. Presida los trabajos el P. Gil, como
+coadjutor interino, pero la mayor parte de las damas atendan ya ms a
+las indicaciones del P. Narciso. La noticia de su triunfo haba volado
+por todo Peascosa, y las seoras, con su inclinacin nativa a todo lo
+que brilla y alcanza xito lisonjero en el mundo, comenzaban a sentir de
+nuevo cierta ternura por l. En los grupos que se formaban por los
+rincones del templo cuchichebase dirigindole miradas furtivas,
+acoganse todas sus palabras con mirada benvola y sumisa, se le colmaba
+de atenciones. Mientras tanto, D. Filomena, procurando ocultarse detrs
+de todas, gozaba en lo profundo de su corazn de aquel fausto suceso,
+que a ella sola se deba, acariciaba a su director con una mirada hmeda
+y suave donde se pintaba la ternura, el secreto y la sumisin. Obdulia
+se haba retirado temprano, no pudiendo soportar tanta asquerosa
+adulacin y el abandono de su amado confesor. Adems Marcelina le haba
+dirigido una pulla, y aunque haba contestado con otra ms sangrienta,
+que en esto nunca se haba quedado atrs, tena miedo a enfermar de ira.
+
+No todo era bienandanza, sin embargo, para los futuros querubes de la
+corte celestial. Don Miguel, el terrible prroco, turbaba de mil modos,
+a cual ms grosero, la paz de su corazn, ora echando una cortina al
+suelo bajo pretexto de que le tapaba alguna imagen, bien trasladando los
+jarrones de flores adonde se le antojaba, o deteniendo a los recadistas
+y emplendolos en otros menesteres, etc., etc. Ninguna censura o mandato
+episcopal poda debilitar la energa del feroz cabecilla ni hacerle
+doblar la cerviz. l era el cura propio de Peascosa y ninguna potestad
+de la tierra, ni la del mismo Pontfice, poda privarle de este
+carcter. Que le pusieran coadjutor. Bueno, l se rea del coadjutor, y
+si se torca un poco, le alumbraba un par de coscorrones para que
+anduviera derecho. Felizmente para todos, el P. Gil era la mansedumbre
+personificada, y le dejaba pasar con cuanto quera, con tal que no
+tocase directamente a la cura de almas, y esto ltimo no era, como ya
+sabemos, la especialidad de D. Miguel. Pero las damas protestaban
+sordamente contra su tirana y esperaban con anhelo que D. Narciso
+empuara con ms bro las riendas de la parroquia.
+
+--Holgazanazas! Pendonas! Mejor estabais en vuestras casas espumando
+el puchero o recosiendo calcetas... Lstima de vara de fresno! Si yo
+fuera marido o padre vuestro, ya os dira lo que era candonguear a todas
+horas por la iglesia...
+
+Estos y otros requiebros semejantes eran los que el cura murmuraba por
+los rincones de la iglesia en tono bastante alto para que pudieran
+orle. Y claro est, todas aquellas rosas msticas, oyndolas, se
+estremecan en sus clices y se plegaban tmidamente. Susurrbanse al
+odo amargas quejas, mas no osaban producirlas en voz alta. D. Miguel
+era muy capaz de echarlas de la iglesia a coces. No teniendo ocasin de
+hacerlo, el prroco aliviaba su corazn administrando un par de ellas en
+el trasero a cualquier monaguillo que tropezaba en su camino.
+
+Mientras esto suceda en la iglesia, una muchedumbre inmensa se agolpaba
+a las puertas del _gora_, donde su digno presidente, D. Gaspar de
+Silva, estaba ensayando a dos docenas de jvenes artesanas un himno de
+su invencin (msica del director de la banda municipal) para cantar
+durante el banquete del teatro. Y las voces argentinas del coro salan a
+intervalos por las ventanas de la casa, despertando en la multitud un
+entusiasmo sin lmites, que estallaba en aplausos y en hurras. De tal
+manera que al cabo de algn tiempo varios dignsimos vecinos, de oficio
+pescadores, pidieron a gritos que se presentase D. Gaspar a la ventana
+para tributarle los honores merecidos. El gran poeta no tuvo ms remedio
+que ceder a esta exigencia de la multitud, que le recibi con palmoteo
+atronador y fuertes vivas. La silueta angulosa del vate se destac en el
+hueco de la ventana, y pudo verse claramente que se llev repetidas
+veces la mano al sitio del corazn, con lo cual el entusiasmo de la
+muchedumbre se convirti en verdadero delirio.
+
+Un viento de regocijo, de pura y fervorosa alegra soplaba por el
+vecindario de la noble villa. Haban deseado siempre un templo ms
+digno y ms capaz, pero no se daban cuenta cabal de la importancia que
+esto tena. Slo cuando supieron positivamente que iba a alzarse uno en
+la plaza, de mayores dimensiones que todos los de Sarri, sintieron
+removidas hasta las ltimas fibras de su patriotismo. No hubo grande ni
+pequeo que no repitiese con frenes: Cuarenta y cinco cincuenta de
+largo, treinta veinticinco de ancho. La iglesia mayor de Sarri no tiene
+ms que cuarenta por veintiocho cincuenta. Estaban reservadas an al
+corazn de los benemritos peascos otra porcin de alegras inefables.
+El pavimento del nuevo templo no sera de baldosa comn, como el de
+Sarri, sino de azulejos; los altares vendran tallados de Italia, los
+cristales de Londres; el altar mayor sera todo de mrmol. Cada uno de
+estos pormenores, repetidos de boca en boca, les haca derramar lgrimas
+de ternura.
+
+En la plaza y sitio que haba de ocupar el nuevo templo se haba
+levantado un cadalso para las autoridades, los prceres del pueblo y las
+damas. Desde este cadalso, el obispo colocara la primera piedra, que ya
+penda de unos cordones de seda, perfectamente preparada. En el teatro
+no cesaba el martilleo para colocar la mesa del banquete, guirnaldas y
+trofeos. Sobre cada uno de los pesebres, llamados palcos, colocaron dos
+banderas nacionales cruzadas; una guirnalda de laurel las iba enlazando
+todas graciosamente. Fue idea de D. Peregrn Casanova, que tambin haba
+presidido un banquete en el teatro de Tarragona en los quince das que
+gobern aquella provincia. Por ltimo, en el Campo de los Desmayos
+estaban ya tendidos los alambres para la iluminacin, si bien no pendan
+de ellos an los faroles. Esto se dejaba para lo ltimo, por miedo a la
+lluvia.
+
+No haba cuidado. El da 24 amaneci sereno. Unas cuantas nubecillas
+impertinentes, que se amontonaban del lado de tierra, fueron barridas
+muy pronto por la brisa del Nordeste, con gran regocijo y aplauso de
+todas las personas sensatas de la poblacin. El mar se rizaba
+blandamente sonriendo a la privilegiada villa, y el sol asomaba
+majestuosamente su disco por detrs de las olas, dispuesto a dar gusto
+siquiera una vez en su vida a los honrados peascos. Porque desde tiempo
+inmemorial se saba que apenas se preparaba una fiesta en Peascosa, el
+sol tomaba las de Villadiego y dejaba que las nubes diesen buena cuenta
+de ella. Cuatro docenas de cohetes de dinamita, capaces de estremecer a
+los muertos en sus tumbas, anunciaron su salida. La murga municipal
+salud al astro del da tocando por las calles la famosa _polka de los
+paraguas_. Despus se situ en el Campo de los Desmayos, rodeada de un
+enjambre de chiquillos, y ejecut algunas piezas de pera. El mar,
+batiendo suavemente en las peas, le serva de contrabajo. Hasta que a
+eso de las nueve se fue hacia la plaza tocando un paso doble, y desde
+all sali por la carretera de Lancia a esperar al prelado, al
+gobernador y a las personas que los acompaaban.
+
+No tardaron en llegar en seis coches que con el estrpito de sus ruedas
+estremecieron de jbilo la villa. Una nube de cohetes estall en el
+aire. Los viajeros fueron acogidos en la plaza con inmensa gritera.
+Todo peasco en uso de sus extremidades abdominales sali del domicilio
+en aquella sazn, para regocijar la vista con el espectculo de la bella
+comitiva. El obispo era un hombre alto, gordo, con el pelo blanco y la
+faz redonda, de luna llena, adornada de gafas. El gobernador un
+hombrecillo enteco, plido, de ojos hundidos. Vesta de gran uniforme y
+cruzaba su pecho la banda de Isabel la Catlica. Igualmente las personas
+que los acompaaban lucan cruces, uniformes y condecoraciones. Detrs
+de ellos marchaba el piquete de carabineros. Al ver desfilar aquel
+lcido y esplendoroso cortejo, la fantasa, siempre propensa a la
+exaltacin, de los patriotas peascos, se arrebat de un modo
+inexplicable. El orgullo de haber nacido en aquel pueblo privilegiado
+les embriag como nunca. Por un instante creyeron estar en la capital
+de un gran imperio, que los ojos de todo el mundo civilizado estaban
+fijos en Peascosa. Irresistible deba de ser esta embriaguez cuando a
+persona tan grave y calificada como D. Juan Casanova se le subi a la
+cabeza hasta hacerle caminar delante de la comitiva con el sombrero en
+la mano, gesticulando y hablando solo como un loco. Cundo habamos de
+pensar--exclamaba agitando el sombrero!--Cundo habamos de pensar que
+se reunieran en nuestra villa tantas notabilidades, tantas personas
+eminentes del clero, de la administracin y de la milicia! Alegraos,
+vecinos de Peascosa! Alegraos! Para nosotros comienza la era de la
+justicia. Esta pobre villa, tan postergada ya sabis por quien!... esta
+pobre villa, tan postergada, levanta al fin la cabeza y dir al mundo
+entero lo que vale... eso es... lo que vale. Si hemos sido esclavos
+hasta ahora de otro pueblo que no vale lo que el nuestro, ya hemos roto
+nuestras cadenas. Salid a los balcones, bellas peascas! Salid a los
+balcones y arrojad flores sobre nuestros ilustres huspedes! Salid!
+Salid!
+
+D. Juan Casanova haba ganado mucho en emocin, en calor, durante esta
+tirada. La voz sala temblorosa, ronca. Pero la imparcialidad nos obliga
+a confesar que haba perdido algo de su majestad caracterstica. Por lo
+menos aquellos movimientos descompasados de hombros y cabeza eran
+inexcusables en un hombre tan elevado fsica y moralmente. Los chicos
+que iban a la par le miraban con asombro, y las bellas peascas,
+evocadas por l, si no arrojaban flores, sonrean desde los balcones al
+verle tan descompuesto, mostrando unas hileras de dientes como nunca
+veris en Sarri, yo os lo juro.
+
+Despus de tomar un refrigerio en las Consistoriales y descansar un
+poco, la comitiva se restituy a la plaza, donde se efectu con una
+solemnidad capaz de hacer derramar lgrimas al ateo ms empedernido el
+acto de colocar la primera piedra de la nueva casa de Dios. Uno de los
+que ms bullan y mangoneaban por all era D. Jos Mara el boticario,
+el antiguo suscritor de _El Motn_ y corifeo de los masones, dando claro
+testimonio de que para Dios no hay imposibles, y que nadie puede decir
+que est por completo dejado de su mano. Despus el gobernador dirigi
+desde el tablado la palabra al pueblo, y aunque su discurso no lleg a
+ms de tres o cuatro metros de distancia, el pueblo comprendi en
+seguida con admirable instinto que rebosaba de elocuencia y se
+entusiasm de un modo frentico. Centenares de boinas de todos colores
+surcaron el aire en prueba del efecto mgico que entre ellas haba
+producido la oracin de la primera autoridad civil de la provincia. Los
+cohetes y la murga municipal secundaron esta gloriosa manifestacin de
+las boinas. Una muchedumbre inmensa de blusas azules y pantalones
+rayados se agit conmovida, embargada por los ms nobles sentimientos
+religiosos y humanitarios.
+
+Acto continuo se trasladaron todos a la antigua iglesia parroquial para
+cantar el _Te Deum_ en accin de gracias. El templo, adornado como ya
+sabemos por lo ms selecto de la sociedad femenina de Peascosa, estaba
+deslumbrante de lentejuelas, araas y cirios. El da anterior haba
+llegado una exigua orquesta de Lancia, compuesta de dos violines, una
+viola, un violoncello y un contrabajo, y con ella tres o cuatro cantores
+de la catedral. Los msicos se situaron en el coro, el obispo y el clero
+en el presbiterio. Don Miguel, el tozudo prroco, no quiso revestirse
+con los sagrados ornamentos, bajo pretexto de sus achaques, y se fue al
+coro con la orquesta. El prelado dijo una breve y sentida pltica desde
+el plpito. Tena una hermosa voz de bartono que hizo vibrar las
+cuerdas ms delicadas del corazn de todas las rosas msticas de la
+villa. El brillo del pectoral de diamantes y de los cristales de sus
+gafas daba mayor realce y un poder mgico a su palabra sonora, dulce,
+persuasiva.
+
+Cantose despus el _Te Deum_. Los tiples y los bajos de la catedral de
+Lancia hicieron prodigiosos gorgoritos, que dejaron asombrados a los
+buenos peascos. La diminuta orquesta les secund perfectamente; Pero he
+aqu que a D. Miguel se le antoja mirar con malos ojos al pobre
+contrabajo, tan slo porque no pasaba el arco sobre las cuerda ms que
+de vez en cuando. El prroco estaba de rodillas y tena delante y vuelto
+de espaldas al msico. Mirbale de hito en hito y cada vez con mayor
+excitacin. El msico cumpla con su deber rozando las cuerdas
+parsimoniosamente, produciendo un sonido sordo y antiptico. A D. Miguel
+le pareca aquello el colmo de la estupidez y la holgazanera. Venir de
+Lancia con un buen sueldo y el viaje gratis para hacer unas cuantas
+veces _ron_, _ron_ con aquel trasto, era cosa verdaderamente irritante.
+La ola de la indignacin fue subiendo en su pecho. Mil pensamientos de
+exterminio se le amontonaron en el cerebro mientras su mirada torva y
+siniestra permaneca clavada en las espaldas del infeliz contrabajo,
+bien ajeno por cierto de los sentimientos sanguinarios que en aquel
+momento inspiraba su inofensiva persona. Al fin, habiendo dejado escapar
+un acorde ms spero y estridente que los otros, el viejo prroco no
+pudo aguantar ms, y levantndose vivamente, se fue hacia l y le encaj
+una patada en los riones que le hizo caer de bruces. All fueron el
+msico y su violn rodando con estrpito. Al ruido levantaron la cabeza
+todos los fieles. Satisfecha su justicia, D. Miguel se volvi al sitio
+que ocupaba antes. Cuando el desdichado msico vino a preguntarle por
+qu haba hecho aquello, respondi que l no quera gorrones en la
+iglesia y que hiciese el favor de marcharse con su armatoste ms lejos,
+porque no daba palabra de contenerse.
+
+Concluido el _Te Deum_, volvieron, como es lgico, a restallar en el
+aire otras cuantas docenas de cohetes de dinamita. Los simpticos hijos
+de la Pepaina, Chola y Lorito, estuvieron a punto de perecer, vctimas
+de su arrojo, al apoderarse de uno que an no haba chasqueado. D.
+Miguel, cuando supo que se haban quemado la cara y las manos,
+manifest, de acuerdo con todos los Santos Padres, que crea en la
+intervencin directa de la Providencia en las cosas humanas.
+
+Poco despus dio comienzo el banquete en el teatro. Exceptuando el
+obispo y sus familiares, todos los huspedes de Lancia asistieron a l.
+Eran ms de cien los comensales, que ocupaban tres mesas paralelas,
+situadas en el recinto de las butacas. En el escenario se coloc el coro
+de muchachas ensayadas en el _gora_ por D. Gaspar de Silva y el
+director de la murga municipal. Los palcos estaban ocupados por cuanto
+de elegante, aristocrtico y exquisito guardaba Peascosa en su seno.
+Apenas sirvieron la sopa, se dej or el himno de D. Gaspar. Comenzaba
+por una especie de recitado de notas lgubres, prolongadas, ejecutado
+por un tenorete, ebanista de oficio. Deca, si no recordamos mal:
+
+ Peascosa, triste ayer,
+ Hoy venturosa,
+ Sacude la apata en que vivi,
+ Y se lanza al progreso entusiasmaaaada
+ Y se laaaanza al progreso con ardor.
+
+Despus de esta tirada, sombra como un lamento, que el tenor cant con
+todo el nfasis de que es susceptible un ebanista en casos semejantes,
+las doncellas arremetieron vigorosamente con el alegro.
+
+ El pueblo animoso
+ Y lleno de esperanza
+ A gozaaaaar se lanza
+ Con mgico ardor.
+
+Este himno de corte clsico, y que bien puede compararse, sin
+desmerecer, con los ms inspirados de los sacerdotes salios, en el caso
+de que conocisemos alguno, despert inmediatamente en los comensales y
+en el pblico mil ideas de progreso indefinido y perfectibilidad. Por un
+momento todos aquellos espritus elevados vivieron dos siglos ms
+adelante y vieron con los ojos del alma una Peascosa ideal cuajada de
+fbricas y cerveceras. Poder maravilloso de la poesa! Se aplaudi
+furiosamente con las manos y con las cucharillas. Y aunque algn
+personaje de espritu ligero y afeminado manifest por lo bajo que lo
+que l aplauda eran los ojos negros y los dientes blancos de las
+peascas, tenemos la certeza de que la mayora supo apreciar
+perfectamente la intencin pura y el clasicismo del himno del vate de
+Peascosa. La prueba de ello es que cuando se escuch en una de las
+pesebreras la voz de: Que salga el autor!, en todas las dems se
+pusieron a gritar lo mismo, y los convidados expresaron con la boca
+llena idntico deseo. D. Gaspar sali al fin al escenario y avanz,
+doblado como un arco, hasta el borde del tablado. Despus, haciendo un
+esfuerzo sobre sus callos, se volvi prontamente y fue a recoger del
+foro al autor de la msica, un hombrecillo regordete, que se present
+con los pelos tiesos como un aparecido. El pblico rompi a aplaudir
+calurosamente al verlos cogidos de la mano. D. Gaspar apuntaba para el
+director de la murga como diciendo: A ste se debe todo. El director
+de la murga apuntaba para D. Gaspar, manifestando por mmica: El
+triunfo es de este seor. Por ltimo, en la imposibilidad de expresar
+de un modo ms plstico la profunda admiracin que el uno senta por el
+otro y la perfecta compenetracin de sus espritus entusiastas, se
+abrazaron en medio del escenario y permanecieron unidos bastante tiempo.
+
+No sabemos qu influencia misteriosa, mgica puede ejercer sobre un
+concurso el acto de abrazarse dos individuos del mismo sexo; pero
+siempre que lo hemos visto declaramos que produjo el mismo efecto
+sorprendente. El pblico se levanta electrizado, grita, aplaude, saca el
+pauelo, gesticula con violencia y hasta hay seoras que derraman
+lgrimas. Por qu? No nos lo preguntis. Creemos que la ciencia no se
+encuentra todava en estado de dar una explicacin satisfactoria a este
+enigma. Aquello fue un vrtigo, un delirio; ms de diez minutos dur el
+estrpito, mientras Euterpe y Tala permanecieron estrechamente
+abrazadas. Cuando empez a sosegarse el tumulto se oy uno voz que dijo:
+Que se besen! Al parecer, quien lanz este grito fue un periodista de
+Lancia. Si se trataba de una broma, la verdad es que tena bien poca
+gracia. Burlarse en aquel acto solemne donde se festejaba la
+regeneracin moral y material de Peascosa, era una insolencia, y como
+deca muy bien D. Juan Casanova, no daba buena idea de la cultura de la
+prensa de Lancia. No se besaron, pues, aunque D. Gaspar mostr ciertas
+tendencias a hacerlo, aproximando demasiadamente sus narices color
+violeta al rostro del aparecido; pero ste lo retir, dando pruebas de
+prudencia, pues se hablaba en trminos muy graves por Peascosa de las
+narices de D. Gaspar.
+
+Terminado el himno, comenz de nuevo y se repiti indefinidamente hasta
+los postres. El gobernador volvi a dirigir la palabra al pblico. A
+unos gobernadores les da por destituir ayuntamientos, a otros por
+llevarse los colchones que les pone la Diputacin provincial. A ste le
+daba por la elocuencia. Le contest D. Peregrn Casanova, y tuvo ocasin
+de llamarle mi distinguido compaero y aludir a los altos deberes que
+impone el gobierno de una provincia, que l haba tratado de cumplir en
+otro tiempo en la medida de sus dbiles fuerzas. Habl tambin D. Jos
+Mara el boticario, abogando por el fomento de la religin como
+elemento de progreso (le quedaban ciertas frasecillas del tiempo en
+que era librepensador) y como freno para los apetitos bastardos. Habl
+don Jos el estanquero; habl D. Remigio Flrez, el fabricante de
+conservas alimenticias; habl el director de _El Porvenir de Lancia_
+(que haca pocos das se haba batido a sable con D. Rosendo Belinchn,
+director de _El Faro de Sarri_). Y habl otra vez el gobernador. Un
+redactor de _El Joven Sarriense_ trat de pronunciar algunas palabras,
+pero le interrumpieron con algunos murmullos desde los palcos, y se
+sent muy desabrido. Por ltimo, D. Gaspar de Silva avanz por el
+escenario con un papel en la mano. Silencio! Chis, chis!... Que se
+callen!--Silencio! Fuera!--Chis, chis! En medio de un silencio
+religioso, el famoso vate de Peascosa comenz a leer con voz dramtica
+una _Oda a la Religin_. Los temas sagrados no eran su especialidad.
+Haba preferido siempre poner la lira al servicio de la libertad y de
+las ideas democrticas. Su mejor composicin era un soneto al _pacto
+sinalagmtico bilateral_. Comprendiendo, sin embargo, con profunda
+intuicin, el sublime destino que el cielo le haba designado, cantaba,
+como los vates y semidioses de la antigedad, todo lo que se ofreca a
+su vista, la paz y la guerra, la democracia y los seoros, la religin
+y el libre pensamiento. Esta oda, que empezaba: Oh dulce religin
+inmaculada! era inspiradsima y fue recibida con vivas muestras de
+aprobacin. El banquete termin de noche cerrada.
+
+A las seis, el sacristn y algunos empleados del municipio comenzaron a
+iluminar los farolillos a la veneciana del Campo de los Desmayos, de tal
+modo que a las ocho estaban casi todos encendidos. La velada se present
+muy alegre. En uno de los ngulos del Campo bailaban los aldeanos al son
+de la gaita y el tambor; en otro hacan lo propio las artesanas al
+comps de la banda municipal. La gente discurra por el espacio libre
+cada vez con menos desahogo, pues la calle del Cuadrante no cesaba de
+vomitar blusas azules y pauelos de percal sobre el citado Campo. Lo ms
+exquisito de la sociedad peasquense se refugi en el prtico de la
+iglesia, estableciendo la consabida divisin de castas. Organizose un
+paseo inmediatamente donde los forasteros de Lancia pudieran apreciar de
+un solo golpe de vista todo lo grande y majestuoso que encerraba
+Peascosa en su seno. All estaba la tertulia en masa de D. Eloisa, y
+adems, otra parte de la nobleza de la villa, con la cual no hemos
+podido poner al lector en relacin. Despus de haber disfrutado por
+largo rato del placer de verse, como los inmortales en el Olimpo,
+aislados y encima del resto de los seres de la creacin, aquella
+sociedad hizo irrupcin en el Campo de los Desmayos, para contemplar los
+fuegos artificiales de los renombrados pirotcnicos palentinos. Entr
+sin descomponerse, con un desdn y una gravedad calculados para henchir
+de respeto el corazn de las castas inferiores.
+
+Deslizndose como un mono por los parajes oscuros, buscando la
+proximidad de las mujeres obesas, y cuando no, la de las que estaban en
+regulares carnes, andaba nuestro amigo Osuna, el administrador de la
+casa Montesinos. A la hora en que le sorprendemos no se haba ganado
+ms que una bofetada; caso extrao, porque en estas noches de jolgorio
+sola encontrarse con media docena, por lo menos. Algo desengaado bajo
+este aspecto, no tanto por las bofetadas como por lo que las preceda,
+movase impaciente echando miradas carniceras en torno suyo, sin hallar
+un sitio lo bastante ameno y deleitoso para fijar sus pasos. Aquella
+noche se haban dado cita todas las flacas de Peascosa. Mas hete aqu
+que cuando empieza a arder la primera rueda de plvora, columbra no muy
+lejos a la fresca D. Teodora, al sueo constante de su existencia, ms
+radiante y ms lozana que nunca, con sus cabellos blancos y sus mejillas
+rosadas de cutis terso y brillante. Verla y emprender la marcha hacia
+ella fue todo uno. Pero esta marcha en tales circunstancias era ms
+difcil de lo que cualquiera puede imaginarse. La gente se apiaba a ver
+los fuegos y permaneca inmvil, formando una espesa muralla. Nuestro
+jorobado la atraves con arte diablico, retorcindose como una
+lagartija para pasar por los agujeros ms estrechos. Despus de un buen
+rato logr colocarse detrs de la simptica jamona. Estaba escoltada por
+los dos hermanos Casanova, que la haban acompaado en unin de la
+doncella. Continuaban disputndose su corazn, con empeo rabioso por
+parte de D. Peregrn, con noble y severa tranquilidad por la de D.
+Juan. En este certamen de amor la virtuosa y madura seorita padeca
+mucho, por creerse culpable de las reyertas que a lo mejor estallaban
+entre los dos hermanos. Procuraba conservar la neutralidad, pero se
+echaba de ver que D. Peregrn llevaba la peor parte. Explicbale ste,
+con el tono de suficiencia que le caracterizaba, algunos pormenores
+interesantes de la industria pirotcnica y citaba algunos fuegos que
+haba visto, en su poca de covachuelista, verdaderamente asombrosos. El
+pobre D. Juan, que no haba salido jams del estrecho recinto de
+Peascosa y que no poda citar nada, callaba como siempre. Pero la
+pulqurrima jamona le diriga de vez en cuando una mirada suave y una
+sonrisa ms suave an, que podan indemnizarle de su vida sedentaria.
+
+Cuando D. Teodora volvi la cabeza para ver quin la apretaba tanto y
+se encontr con Osuna, cambi de color. Aquel maldito jorobado no la
+dejaba jams en paz. En la tertulia, en el paseo, en el teatro, en la
+iglesia, en todas partes donde tuviera ocasin de aproximarse, era
+sabido que se vea necesitada a sufrir el contacto asqueroso de sus
+piernas y a veces de sus manos tambin. Osuna conoca bien el terreno
+que pisaba. La bella y pudorosa jamona se hubiera cado antes muerta de
+vergenza que confesar a alguno los atentados de que era objeto. Pero
+si no los confesaba, cualquiera podra cerciorarse de ellos, observando
+el estado de agitacin en que se hallaba. En esta ocasin el jorobado
+anduvo audaz en demasa. D. Teodora comenz a dar muestras tales de
+inquietud que para cualquiera seran visibles. D. Juan no las vio, sin
+embargo. Era un varn puro y magnnimo, incapaz de sospechar las grandes
+suciedades que puede haber sobre la tierra. Pero D. Peregrn, como
+hombre de mundo, concluy por advertir algo de lo que pasaba. Espi a
+Osuna con el rabillo del ojo, y cuando penetr en su espritu
+gubernamental el convencimiento de la trasgresin que se estaba
+cometiendo, comenz a roncar y silbar por la nariz como un vapor en
+peligro, lanzando al mismo tiempo centelleantes miradas de indignacin
+al audaz jorobado. ste prescindi en absoluto de aquellos silbidos
+temerosos, y no vio siquiera la expresin fatdica de los ojos del
+ex-gobernador interino de Tarragona. Qu haba de suceder? La caldera
+del remolcador, no teniendo ms desahogo que el de la nariz, estall con
+horrible estruendo.
+
+--Oiga usted, grosero, sucio, cnico, desorejado!--rugi D. Peregrn
+cogiendo por el cuello al contrahecho y sacudindole con rabia.--Si
+usted contina en modo alguno molestando a esta seora, con esta mano
+(alzando la derecha) le doy una bofetada en esta mejilla, y con la otra
+(alzando la izquierda) le doy otra bofetada en la opuesta. Acto continuo
+le vuelvo a usted, y con estas botas gordas que usted ve aqu le doy a
+usted dos puntapis en el trasero.
+
+El fsico de D. Peregrn no era a propsito para infundir terror pnico
+en el corazn de sus enemigos. Sin embargo, su continente severo y
+administrativo como pocos y el torrente de voz grandioso con que la
+naturaleza le dotara suplan bastante bien la deficiencia de otros
+rganos. Adems, Osuna era un ser ms dbil y ms ruin que l. Por esto
+y por el tumulto que se arm en seguida, en vez de hacerle frente, se
+escurri entre la muchedumbre y desapareci en un momento. D. Teodora,
+al verse objeto de la curiosidad pblica, se desmay. D. Juan y la
+doncella la sostuvieron. D. Peregrn sigui increpando a su enemigo
+ausente. La muchedumbre ri, grit, se agit tumultuosamente. Al fin
+todo qued en paz, y la pudibunda jamona torn a su domicilio, donde la
+dejaremos esparciendo un torrente de lgrimas.
+
+Obdulia, agitada todo el da por un vivo dolor y por un deseo rabioso de
+reparar la injusticia que se haba cometido con su amado director
+espiritual, no sali de casa ni de la cama. Estaba realmente enferma.
+Tena fiebre, la fiebre que produce en los temperamentos como el de ella
+un pensamiento nico que se va exacerbando por grados. Al llegar la
+noche se levant y se visti apresuradamente. Sus grandes ojeras
+azuladas se marcaban ahora de un modo chocante. Una arruga profunda,
+signo de resolucin inquebrantable, le surcaba la frente. Llam a la
+doncella y le manifest que quera salir a ver los fuegos. Todo lo que
+sta hizo por disuadirla, representndole el grave dao que poda
+ocasionarle el fro y la humedad de la noche, fue intil. Cogi la
+mantilla, se la ech encima de la cabeza con mano convulsa, oblig a la
+domstica a ponerse la suya y se lanzaron a la calle. El Campo de los
+Desmayos herva ya de gente. Les cost mucho trabajo avanzar hasta
+colocarse en el medio. Obdulia quera a todo trance acercarse a la casa
+del prroco, donde se alojaba el prelado. Haba visto brillar las gafas
+de ste y ocultarse en seguida en una de las ventanas. Debajo, a la
+puerta misma de la rectoral, un grupo numeroso de muchachas bailaba la
+giraldilla, cantando a grito pelado coplas de circunstancias
+improvisadas en el momento. Aludan en ellas a la nueva iglesia,
+piropeaban al obispo, al gobernador, a los prceres de Peascosa, sin
+que faltase tampoco, por supuesto, la consabida puntadita a Sarri.
+
+La imaginacin de la hija de Osuna trabajaba sin descanso, aumentando la
+calentura que la consuma. Mas por encima de los mil pensamientos y
+fantasmas que daban vueltas en ella, asomaba una idea fija, tenaz, que
+la impulsaba inconscientemente a abrirse paso con los codos por la
+muchedumbre, seguida de la doncella, que no comprenda el afn de su
+seorita. Cuando estuvieron prximas a la rectoral, la joven se detuvo
+unos minutos. Observ con el rabillo del ojo a su doncella, y cuando la
+vio ms absorta en la contemplacin de los fuegos que se estaban
+quemando, maniobr hbilmente y se alej de ella ocultndose entre la
+gente. Una vez sola, se detuvo otra vez. Despus de dirigir infinitas
+miradas de ansiedad y temor a la casa del prroco, despus de resolverse
+ms de veinte veces y de arrepentirse otras tantas, al fin se desliz
+como una sombra por detrs de las muchachas que bailaban y del crculo
+de espectadores que tenan en torno, y se introdujo en el portal de la
+casa. Dentro de l haba unos cuantos criados que charlaban contemplando
+desde all lo que podan. Tenan la puerta abierta, y Obdulia, sin
+decirles palabra, se introdujo por ella y subi unas cuantas escaleras.
+Pero detenindose de repente y permaneciendo un instante indecisa, torn
+a bajarlas y se dirigi al grupo de los domsticos.
+
+--El secretario del seor obispo est arriba?--pregunt al ms
+prximo.
+
+--D. Cayetano?... S, seora, arriba est--respondi uno de los ms
+lejanos.
+
+--Podra hablar unas palabras con l?
+
+--Por qu no?... Le avisar... Suba usted conmigo.
+
+Ascendieron ambos por la sucia escalera de D. Miguel, pues ni por la
+llegada del prelado se haba limpiado.
+
+--Tenga usted la bondad de aguardar un momento.
+
+Poco despus se presentaba el secretario, un clrigo de media edad, feo,
+desgarbado, pero de mirada inteligente y franca. La mir con gran
+curiosidad y pregunt, esforzndose en mostrarse amable:
+
+--Preguntaba usted por m, seora?
+
+--S, seor.
+
+--Usted me dir...
+
+--Deseo hablar con el seor obispo.
+
+Volvi a mirarla el secretario con mayor curiosidad an, y despus de un
+instante de vacilacin, apareciendo en su rostro un esbozo de sonrisa,
+respondi:
+
+--Usted comprender que la hora no es oportuna... Su Ilustrsima se va a
+retirar en seguida a descansar...
+
+--Es urgente y de mucha importancia lo que tengo que
+comunicarle...--dijo precipitadamente.
+
+Otra vez la contempl el clrigo con penetrante mirada, advirtiendo su
+agitacin.
+
+--Bueno... Lo que puedo hacer en su obsequio es avisar a Su
+Ilustrsima... No respondo de que la reciba a usted a estas horas...
+Puede usted pasar a esta sala y aguardar un momento. No tardar en
+traerle la respuesta.
+
+Abri la puerta del saloncito de recibo, hizo traer un quinqu y la dej
+sola. En aquel instante la joven sinti que le abandonaban todas sus
+fuerzas. El corazn comenz a darle fuertes golpes en el pecho. La
+habitacin se mova suavemente como la cmara de un buque. Se vio
+obligada a sujetarse con las dos manos al respaldo de una butaca para no
+venir al suelo. El secretario apareci a los pocos minutos, y sin
+traspasar el marco de la puerta, dijo con afectada solemnidad:
+
+--Su Ilustrsima va a llegar en este momento.
+
+Obdulia cerr los ojos y se agarr con ms fuerza a la butaca. Cuando
+los abri tena delante de s la figura imponente del prelado.
+
+La estancia se hallaba a media luz a causa de la pantalla que cubra el
+quinqu. Los contornos de aquella figura se esfumaban en la sombra. Pero
+los diamantes del pectoral lanzaban destellos y los cristales de las
+gafas brillaban tambin con los dbiles rayos de luz que sobre ellos
+caan. Avanz algunos pasos por la sala. Obdulia se dej caer de
+rodillas.
+
+--Es para algn asunto de conciencia, hija ma?--preguntole el prelado
+dulcemente, dndole al mismo tiempo su anillo a besar.
+
+--S, seor--respondi la joven con voz alterada por la emocin.--Es
+para un asunto de la conciencia de Su Ilustrsima.
+
+--De mi conciencia?--exclam el obispo, irguindose lentamente y
+dejando caer sobre ella una mirada de sorpresa y curiosidad.
+
+--La conciencia ms pura, Su Ilustrsima lo sabe mejor que yo, est
+sujeta a error. Cuando pensamos estar haciendo el bien hacemos el mal.
+El alma de Su Ilustrsima es noble y es santa, segn dicen todos los que
+la conocen. Por algo Dios le ha elegido para apacentar su rebao. Pero
+los ojos de Su Ilustrsima no llegan a todas partes como los de Dios. Su
+brazo se extiende en vano para bendecir. La bendicin no alcanza a
+todos. Entre los pastores que Su Ilustrsima tiene colocados para
+ayudarle los hay que guardan con fidelidad y amor el rebao, los hay
+tambin que tienen la vista y el amor fijos en s mismos...
+
+--Levntese usted, hija ma... Qu quiere decir con estas palabras?
+
+--Lo que quiero decirle, seor--profiri la hija de Osuna con audacia,
+serenndose de pronto bajo el impulso de la exaltacin,--es que tenamos
+en esta villa un coadjutor celoso, modelo de abnegacin, de
+mansedumbre, de actividad, que haba logrado a fuerza de inmensos
+sacrificios inspirar devocin y piedad a muchos que jams las haban
+sentido, que sin violencia ninguna haba puesto en orden la parroquia y
+devuelto a Dios lo que le perteneca... Pues bien, he sabido... hemos
+sabido con dolor los feligreses todos, que en vez de dejarle en el cargo
+que desempeaba interinamente, Su Ilustrsima se lo ha dado a otra
+persona...
+
+El obispo la contempl en silencio un buen espacio. La joven, bajo
+aquella mirada, que pasaba por los cristales de las gafas penetrante,
+indagadora, volvi a perder la serenidad.
+
+--Es el coadjutor interino quien la enva a usted para dirigirme una
+representacin?--pregunt con extremado sosiego, recalcando cada slaba
+de un modo que resultaba epigramtico.
+
+--Oh! No, seor!--exclam toda turbada la joven, ponindose roja.--El
+seor coadjutor no tiene aspiracin ninguna. Est tan contento con el
+cargo como sin l. Nada sabe ni nada quiero que sepa... He sido yo quien
+por el odio que me inspira la injusticia me atrev a dar este paso...
+acaso imprudentemente...
+
+--Sin acaso! Sin acaso!--murmur el prelado, sacudiendo la cabeza.
+
+Quedsela otra vez mirando fijamente sin pestaear, absorto en intensa
+contemplacin. Obdulia baj la cabeza.
+
+--Hija ma--sigui diciendo gravemente,--la juventud tiene sus derechos.
+Puede ser aturdida, imprevisora, gozar sin medida de los dones con que
+Dios nos ha favorecido, vivir ofuscada sin el pensamiento del pecado...
+Pero la juventud no tiene derecho a jugar con nuestra salvacin eterna,
+con la vida y con la muerte. La Santa Iglesia Catlica tiene sus
+ministros encargados de velar por la fe. Yo, aunque indigno, soy uno de
+ellos y soy responsable ante Dios y ante el Sumo Pontfice de mis actos.
+No he aprendido en ningn Santo Padre ni en ninguna decretal que los
+prelados tuviramos que dar cuenta de ellos a las nias como usted...
+
+--Oh, seor obispo... yo no quera!...
+
+--Escuche usted, escuche usted con paciencia, hija ma, escuche usted de
+rodillas a su prelado.
+
+Obdulia se arrodill de nuevo llena de confusin, roja como una amapola.
+La figura corpulenta del obispo se agrand desmesuradamente delante de
+sus ojos; su blanca cabeza coronada por el morado solideo resplandeca
+de majestad.
+
+--Los cargos de la Iglesia catlica no deben ser empleos codiciados: no
+se buscan, se aceptan con humildad y resignacin. Cuanto ms alto, ms
+duro y espinoso es para el que quiere servir a Dios. Usted, al hablar de
+injusticia, los ha considerado por lo visto como una granjera, y ha
+pecado gravemente. Si no he dado el cargo de coadjutor a la persona por
+quien usted se interesa, esa persona debe agradecrmelo, pues la he
+librado de muchas terribles responsabilidades que dificultaran su
+salvacin eterna.
+
+Obdulia, viendo el rayo marchar otra vez hacia su confesor, hall
+palabras para desviarlo.
+
+--Vuelvo a decirle, seor obispo, que el padre Gil nada sabe de este
+paso... que se morir de pena y de vergenza si llega a conocerlo,
+porque es la modestia y la humildad personificadas. La estimacin y el
+respeto que le profeso, como todos los vecinos de este pueblo, y mi
+deseo de ver la parroquia en orden y bien servida, me impulsaron en un
+momento de ligereza a acudir a Su Ilustrsima...
+
+--Pero no comprende usted, hija, que al dar este paso, extrao en una
+joven sensata y piadosa, se compromete usted, y lo que es peor,
+compromete usted a un sacerdote gravemente?
+
+--Oh Virgen Santa! Qu he hecho?--exclam la joven tapndose la cara
+con las manos.--S, s, comprendo ahora que he sido una loca, que
+tratando de hacer un bien he causado un terrible mal... Su Ilustrsima
+me desprecia y tiene razn, porque no soy ms que una pobre tonta...
+Pero no es eso lo malo... Lo horrible es que de aqu en adelante estar
+prevenido contra un pobre inocente... Jess de mi corazn, qu
+tentacin ha sido la ma!...
+
+Y rompi a sollozar perdidamente murmurando frases ininteligibles. El
+prelado se inclin hacia ella y le habl con dulzura.
+
+--Sosiguese usted, hija ma. Sosiguese usted y aprenda que un sucesor
+de los Apstoles no puede sentir prevencin ni odio. Si usted ha pecado,
+pida la absolucin a su confesor. Sernese usted, que ningn mal ha
+causado ms que a s misma... Ni el inocente ni el culpable tienen nada
+que temer de m. Que lo teman todo de Dios...
+
+Despus de pedir muchas veces perdn y derramar infinitas lgrimas,
+Obdulia bes otra vez con devocin el anillo del prelado, y se levant.
+Sin alzar los ojos del suelo murmur dbilmente:
+
+--Adis, seor obispo. Perdone Su Ilustrsima el disgusto que le he
+causado, y olvdelo.
+
+--Que la Virgen Santsima la proteja, hija ma. Rece una salve por m,
+que bien la necesito--respondi el prelado, dejndola pasar y mirndola
+con expresin de lstima hasta que traspas la puerta.
+
+Sali aturdida, loca de vergenza, con las manos trmulas y las mejillas
+encendidas. En cuanto lleg a casa se meti en la cama, con una fiebre
+altsima.
+
+
+
+
+XI
+
+
+Ya est descifrado el enigma, padre Gil--dijo D. lvaro desde su butaca
+vindole entrar. La sonrisa con que acompa estas palabras era tan
+contrada y extraa que daba fro.
+
+--Qu enigma?--pregunt el P. Gil, un poco agitado por el
+presentimiento de alguna desgracia.
+
+--No se asuste usted; no es el de la Creacin: un enigma ms modesto, el
+de la venida de mi mujer a Peascosa hace unos meses... Entrese usted
+de esa carta.
+
+El joven presbtero tom de las manos del mayorazgo la que le presentaba
+y se puso a leer:
+
+ * * * * *
+
+Mi querido lvaro: Acabo de saber que Joaquina dio a luz hace seis
+das un nio, el cual se ha inscrito en la parroquia y en el registro
+civil con tu apellido. He procurado informarme, y me han dicho que era
+perfectamente legtimo, puesto que tu esposa ha estado en Peascosa hace
+unos meses y ha dormido en tu misma casa. Te escribo apresuradamente
+para preguntarte si es cierto. Lo dudo mucho, porque no me has dicho
+jams una palabra del asunto. Contstame inmediatamente.
+
+JULIO.
+
+ * * * * *
+
+El P. Gil dej caer los brazos, dobl la cabeza y murmur sordamente:
+
+--Qu infamia!
+
+El mayorazgo solt una carcajada.
+
+--Pero an cree usted que hay infamias en el mundo? De qu le sirve a
+usted tanto como ha ledo? Quisiera que me explicase cmo es posible
+hacer porqueras dentro de una letrina. Por lo visto, todava se
+encuentra usted asistiendo a la primera representacin de la comedia. Yo
+estoy en la segunda, y puedo decir anticipadamente lo que ha de suceder.
+
+--De todos modos, D. lvaro, me duele en el alma esta indignidad que con
+usted se ha cometido sin merecerla.
+
+--Indignidad? Llama usted indigna a la araa que ahoga a la pobre
+mosca en su tela, o al milano que cae sobre el inocente polluelo y lo
+arrebata por el aire? Pues la misma fuerza infame (sa s que es la
+infame!), la misma fuerza que mueve a la araa y al milano es la que
+habita dentro de mi mujer. La mosca, el pollo y yo merecemos la misma
+suerte por haber nacido. _Porque el delito mayor--del hombre es haber
+nacido_, ya lo ha dicho Caldern, que era sacerdote como usted.
+
+El P. Gil medit unos momentos, y dijo al cabo, como si se hablase a s
+mismo:
+
+--No puedo acabar de persuadirme a que en nosotros no exista ms que la
+fuerza ciega; que esta luz que de vez en cuando brilla en el corazn de
+los hombres, y que se llama unas veces justicia, otras amor y
+abnegacin, dependa exclusivamente de combinaciones qumicas. La infamia
+es infamia siempre, y despierta en nuestro espritu un sentimiento de
+repugnancia. La araa y el milano no saben que hacen el mal, pero su
+esposa lo sabe.
+
+--Y qu importa? Dote usted a la bestia con la conciencia de sus actos
+y habr usted formado al hombre. La conciencia no es ms que una
+antorcha. Los crmenes lo mismo pueden ejecutarse en las tinieblas que a
+la luz. Si yo pensase, como usted, que hay un Dios creador consciente de
+todos los seres, le mandara un besa la mano felicitndole por haber
+formado una criatura tan amable y encantadora como mi mujer y dndole
+las gracias por haberla reservado para mi uso particular.
+Desgraciadamente no puedo representarme a ese Dios recibiendo en bata y
+zapatillas mis tarjetas de felicitacin. Creo ms bien que ella y yo
+somos vctimas de la lgica. La vida tiene por objeto inmediato el
+dolor... Saque usted la consecuencia. Mi mujer naci con uas para
+desgarrar. Yo nac con un corazn blando a propsito para ser
+desgarrado. Sera una contradiccin que ella no araara y que yo no
+fuese araado.
+
+--Y sin embargo, usted ha amado a esa mujer con toda su alma!
+
+--Ah, s!--exclam el hidalgo, cerrando los ojos y pasando su mano
+descarnada por la frente.--La he amado!... Por un momento fui
+comparable a los inmortales del Olimpo. La felicidad cant dentro de mi
+alma el himno ms hermoso que acompa jams a sus divinos juegos. El
+sol se levantaba y se acostaba tan slo para dorar mis ilusiones. El mar
+estaba murmurando ah nicamente para reflejar las imgenes de oro que
+cruzaban por mi mente... Ningn hombre fue cazado por la especie con ms
+precauciones, con ms exquisito cuidado... Todos los lazos que nos
+tiende la Naturaleza para realizar su plan misterioso se pueden evitar;
+hasta la misma voluntad de vivir se puede vencer; yo la he vencido,
+pues que apetezco con ansia la muerte. Pero esta voluntad de perpetuarse
+que se manifiesta en toda la especie, esta fuerza soberana que empuja a
+un individuo hacia otro de sexo diferente, crea usted, padre, que es
+insuperable... Qu brazo tan bien torneado! Qu espaldas de alabastro!
+Qu modo tan fascinador de quitarse los guantes y agitar su dedo
+meique, que tena lindsimo!
+
+--No conozco el amor, pero s que hay dos clases: uno el que tiene por
+objeto exclusivamente el goce sensual que nos equipara a los brutos, y
+otro el amor puro de dos almas que se completan, de dos corazones que se
+unen para gozar y padecer al mismo tiempo, para formar uno solo hasta la
+muerte. ste es el amor que nos ennoblece, el nico digno del ser humano
+y que merezca tal nombre.
+
+--En efecto, eso creen todos los poetas cursis y todas las nias
+opiladas... Pero usted es una persona formal y no puede pensar semejante
+disparate. Todo amor, por tierno y sublime que sea, tiene su raz en el
+instinto natural de los sexos: no es ms que ese instinto
+individualizado. Ha visto usted alguna vez unirse un corazn de diez y
+ocho aos con otro de ochenta para formar uno solo? Y sin embargo, el de
+ochenta puede ser tanto y ms noble y bondadoso que el de diez y ocho.
+Suprima usted la voluptuosidad, y cuntos seran los hombres que se
+unieran a una mujer y soportaran la carga de los hijos y las
+innumerables molestias del matrimonio por el solo gusto de completar su
+espritu? El amor no es ms que una treta de la Naturaleza, padre. Para
+vencer nuestro egosmo, que es muy grande, nos engaa con una ilusin,
+hacindonos creer que lo que deseamos es nuestra felicidad, cuando slo
+es el bien de la especie. El individuo es el esclavo inconsciente de...
+
+Un violento golpe de tos le cort la palabra. Pidi por seas al P. Gil
+el pauelo que tena sobre la mesa y se lo llev a la boca. Cuando lo
+separ, estaba manchado de sangre. Una sonrisa de tristeza mortal
+contrajo sus labios al contemplar aquella sangre.
+
+--sta es la nica amante que no engaa jams, padre--dijo mostrando el
+pauelo al joven presbtero, que haba empalidecido.--Vea usted el beso
+que acaba de darme. Maana me dar otro ms prolongado; despus otro y
+otro, hasta que me coja entre sus brazos fros y me estreche
+eternamente.
+
+Y lo terrible del caso era que tena razn. La salud de D. lvaro, que
+jams haba sido completa, se arruinaba sensiblemente desde haca una
+temporada: tal vez desde la visita inopinada de su esposa. Habase
+demacrado mucho ms, con estarlo siempre bastante. El color, de plido
+daba ya en terroso; los ojos haban perdido en movilidad y ganado en
+brillo; las manos parecan las de un esqueleto.
+
+Desde que supo la cobarde y traidora intriga urdida para que sus bienes
+fueran a parar al fruto de los adlteros, no levant cabeza. Bebi el
+cliz del dolor hasta las heces. Lo bebi con la sonrisa en los labios
+para no desmentir sus teoras, pero el veneno produce siempre su efecto;
+le abras las entraas. La tos fue en aumento, los esputos
+sanguinolentos tambin. Pasaba las noches enteras sin poder conciliar el
+sueo. Comenzaron a darle algunos ataques de disnea. Todo haca
+presagiar un prximo y funesto desenlace.
+
+En aquellos das se oper una crisis interesante en el espritu
+atormentado del P. Gil. El materialismo pesaba como una losa sepulcral
+sobre su corazn. Pero dentro de aquel sepulcro el espritu idealista
+del sacerdote se revolva incesantemente, luchaba con ansia por salir al
+aire libre y respirar una atmsfera ms pura. El afn de sacudir la
+lepra que le iba royendo poco a poco le impuls a estudiar los sistemas
+de metafsica dogmtica antiguos y modernos. Fue una felicidad para l
+que el obispo hubiese nombrado coadjutor al P. Narciso. Tena mucho ms
+tiempo disponible y el espritu ms libre. Entregose de nuevo a la
+lectura con ardor febril. Por delante de su vista asombrada desfilaron
+todas las grandes concepciones del entendimiento humano, los esfuerzos
+colosales, sublimes, llevados a cabo por el hombre para dar una
+explicacin satisfactoria al gran problema de la existencia. De muchos
+de ellos tena noticia, pero era vaga, incompleta y a veces falsa, como
+que proceda de las citas de los libros que haba manejado en el
+seminario. Al estudiarlos ahora en sus fuentes se sinti posedo de una
+admiracin que semejaba al estupor. La grandeza, la perfeccin
+maravillosa de algunos de estos sistemas pareca insuperable y fascin
+su alma. Por momentos, cuando acababa de examinar alguno, le pareca
+haber levantado el velo de la verdad para siempre. Aquel sabio y
+portentoso engranaje de todas las verdades parciales para obtener la
+verdad total satisfaca la aspiracin de su mente hacia la unidad.
+Adems, aquellos sistemas le devolvan a Dios. No se lo devolvan como
+l lo quera, personal, providente, atento a las oraciones de los
+hombres, pero al fin lo alzaban sobre el Universo material como su
+principio y su razn. Ya no andbamos perdidos como tristes nufragos en
+el ocano turbulento de las fuerzas fsicas; ya tenamos algo a donde
+levantar los ojos y el corazn. El malo volva a ser malo, y el bueno,
+bueno. Y como hombre de espritu lcido no se fij en la contradiccin
+superficial de los sistemas, que tanto impresiona y desencanta al
+vulgo. Fue ms all y vio claramente que, por debajo de esta aparente
+lucha, los sistemas de la filosofa moderna idealista se besaban
+fraternalmente. Todos estaban empapados en el mismo idealismo panteista.
+Penetrando an ms, advirti que la filosofa alemana se daba la mano
+con la griega al travs del desierto de la Edad Media.
+
+Por desgracia, el ltimo filsofo que ley fue a Kant, debiendo ser el
+primero. Al recorrer las primeras pginas de la _Crtica de la razn
+pura_, sinti la impresin extraa del que va a contemplar un paisaje y
+le faltan los pies.
+
+Estaba avezado a no pensar en el suelo, y hete aqu que de repente se
+hunde. Para conocer las cosas es preciso averiguar antes si podemos
+conocerlas. Y el resultado que iba deduciendo de la lectura es que de
+las cosas no podemos conocer ms que la apariencia. Nuestros
+conocimientos no son, en ltimo trmino, ms que percepciones; las
+percepciones, impresiones, modificaciones de nuestro propio ser. Todo
+es, pues, una pura representacin. El instinto le oblig a buscar con
+anhelo tierra firme; pero cuanto ms se esforzaba en levantar los pies,
+ms se hunda, a imagen de los incautos que penetran en un terreno
+pantanoso. Alzbase repentinamente y quera apoyarse en esas nociones
+firmsimas que jams han faltado al entendimiento humano, en las
+nociones de Tiempo y Espacio. El filsofo de Koenisberg le demostraba
+poco a poco, con lgica inflexible, que el Espacio y el Tiempo no son
+seres reales, ni tampoco propiedades de estos seres, sino tan slo
+formas de la percepcin que tocan a las cualidades de nuestro espritu y
+no a la realidad externa. Buscaba despus con ansia apoyo en el enlace
+constante de la causa con el efecto. Kant le haca ver que este enlace
+no es ms que el encadenamiento no interrumpido de los _cambios_
+sucedindose en el tiempo, que cada _efecto_ es un cambio y cada causa
+tambin. Por lo tanto, que es tan absurdo pensar en una causa primera de
+las cosas como en el sitio en que termina el espacio o el instante en
+que el tiempo ha comenzado.
+
+El pnico se apoder de su alma como nunca. El positivismo materialista
+le dejaba algo: la materia era una realidad; sus relaciones tambin.
+Adems, nunca se haba entregado a l, por ms que agitara en su mente
+dudas violentsimas. Pero ahora quedaba solo, sumido en completa
+oscuridad, lo mismo acerca del universo que nos envuelve, como de su
+propia existencia y destino. Luch, pues, con las ansias del que va a
+morir, con la desesperacin del nufrago que disputa a otro el socorro
+de una tabla. Discuti las proposiciones del libro una por una. Era el
+combate de un nio con un atleta. Cada una de aquellas proposiciones
+haba sido meditada en todos sus aspectos largamente por el pensador ms
+profundo de su siglo y tambin por el ms prudente. Qu fuerza haban
+de hacer sus dbiles manos contra baluartes fabricados con tanto esmero?
+Su espritu sobrexcitado imaginaba un argumento; lo apuntaba en la
+margen del libro; lo juzgaba inexpugnable. A la pgina siguiente se
+encontraba con que el filsofo ya lo haba tenido en cuenta y lo
+deshaca de un soplo.
+
+Lucha triste y cruel! Lanzaba, en el frenes de su clera y pavor, una
+granizada de golpes al pecho del viejo atleta. ste permaneca inmvil
+como una roca. Luego, con burlona calma, dejaba caer su mano de hierro
+sobre la frente del sacerdote y le haca rodar por el suelo. Alzbase
+vivamente y acometa de nuevo con mayor ardimiento, y otra vez volva a
+caer aturdido por el golpe. Se aproximaba al trmino del libro. Senta
+ya sus fuerzas agotadas. Quiso, no obstante, tentar un ltimo esfuerzo
+contra aquella lgica abrumadora y desembarazarse de los lazos que le
+aprisionaban. Todo fue intil. El hrcules alemn le sujet entre sus
+brazos poderosos, le sacudi unas cuantas veces, cual si fuese de paja,
+y por ltimo lo arroj con violencia al suelo.
+
+Ya no pudo levantarse. Cuando despert de su aturdimiento se confes que
+estaba vencido. El mundo se le ofreci entonces claramente como su
+propia representacin. Todo lo que existe no existe ms que por el
+pensamiento. El filsofo de Koenisberg no quiso sacar esta consecuencia;
+pero estaba bien clara; no haba otra posible para sus terribles
+premisas. Ese sol que nos alumbra, ese mar que ruge a nuestros pies,
+esos mundos que pueblan el espacio son otras tantas representaciones de
+nuestro pensamiento. Slo sabemos de ellos que hay un ojo que los ve. El
+centro de gravedad de la existencia recae en el sujeto y es un fenmeno
+de su cerebro. Todo este universo tan rico y tan vario, todos los seres
+grandes y pequeos, los astros como los insectos, tienen suspendida su
+existencia de un hilo muy delgado, el hilo de la conciencia. El mundo
+guarda mucha semejanza con un sueo, una quimera... Y de ese Dios
+creador de las cosas, padre de los hombres, qu sabemos? Jams sabremos
+nada. Desde el momento en que el mundo y el orden del mundo son puros
+fenmenos determinados por nuestra inteligencia, no tiene razn de ser
+una Inteligencia Suprema. Haba llegado la hora de poner a Dios a la
+puerta y despedirlo con todos los honores de un rey destronado
+legalmente.
+
+Plido, anhelante, con el cuerpo rendido a la fatiga y el alma deshecha
+de dolor, el P. Gil permaneca extendido en su pobre silln. Tena el
+libro abierto sobre las rodillas, los brazos pendientes, los ojos
+cerrados. Por los intersticios de sus pestaas comenzaron a rezumar
+algunas lgrimas, que bajaron trmulas y silenciosas por sus mejillas.
+Era la imagen triste del vencido. Poco despus su cuerpo delicado se
+estremeci, contrajronse los rasgos de su fisonoma dulce y apacible, y
+sacudi su pecho un sollozo. Se llev las manos al rostro y llor con
+desconsuelo.
+
+--Nada, nada!... Nunca sabremos nada!
+
+Su ama D. Josefa qued estupefacta al penetrar en la estancia y
+encontrarle de aquel modo. El excusador levant la cabeza y se apresur
+a volverla en seguida para que la buena mujer no advirtiese su estado;
+pero ya era tarde.
+
+--Cmo?... Est usted llorando, seor excusador? Qu le ha pasado,
+criatura? Virgen de la Soledad! Si tuviera padres o hermanos, creera
+que se le haba muerto alguno... Apuesto a que ese narizotas de D.
+Narciso le ha dado otro disgusto. Desprcielo, D. Gil, desprcielo!
+
+--Oh, no! Cuidado con las injusticias, doa Josefa!--se apresur a
+decir el joven.--Nadie me ha causado disgusto alguno. Estas lgrimas
+provienen de un malestar nervioso que siento hace das.
+
+--Si ya se lo deca yo! Usted trabaja demasiado... Esos dichosos
+libros, que quisiera ver quemados...
+
+Aqu D. Josefa enjaret una larga catilinaria, declarndose en
+principio sectaria devota del califa Omar. El P. Gil la ataj antes de
+terminar.
+
+--Qu vena usted a decirme, D. Josefa?
+
+--Ah, se me olvidaba! Su madrina manda recado de que el hermano se est
+muriendo: que vaya usted en seguida y que lleve los santos leos.
+
+--Jess!... Vaya por Dios! Vaya por Dios!... No pens que fuera para
+tan pronto... Pobre D. lvaro!--exclam levantndose vivamente y
+apresurndose a ponerse los manteos y el sombrero.
+
+--Bah! Un hereje que no pona los pies en la iglesia! Qu importa que
+se muera? Cuanto primero se lo lleven los demonios, mejor.
+
+El excusador le dirigi una mirada tmida y ansiosa. No se atrevi a
+protestar de la barbarie: tema que penetrara en su alma y leyera sus
+sacrlegas dudas.
+
+Despus de pasar por la iglesia y recoger los leos, penetr en el
+vetusto palacio de Montesinos. El da estaba encapotado. La lluvia caa
+tristemente con una pertinacia que slo se conoce en aquella regin de
+la Pennsula. Sali a abrirle, como siempre, Ramiro. El viejo domstico
+estaba desencajado. Pareca que le haban echado en pocos das diez aos
+encima. As que vio al sacerdote le cogi, con sus manos trmulas, por
+las muecas y exclam con voz alterada:
+
+--Se muere, D. Gil! Se muere!
+
+Y un raudal de lgrimas corri por sus mejillas surcadas de arrugas.
+
+--Est tan grave?
+
+--Se muere! Se muere!... Ha sido ella, s, ella!... Pero yo la
+mato... sabe usted? la mato... Despus que me maten a m... que me
+echen al mar... Quiero vengar a mi seorito... Yo mato la zorra, yo!
+
+El anciano, sin saber de dnde la sacaba, apretaba al mismo tiempo con
+tal fuerza las muecas del presbtero que a ste le cost trabajo
+reprimir un grito de dolor.
+
+--Calma, Ramiro, calma! Lo que ahora nos toca es atender al enfermo y
+ver si podemos aliviarle.
+
+--Suba usted conmigo, seor excusador. No hay esperanza... El mdico lo
+ha dicho... Pobre seorito de mi alma!... La mato, la mato!
+
+En el gran patio, toscamente empedrado, la lluvia produca ruido
+lgubre. Subieron la escalera deteriorada y sucia del principal. Ramiro
+iba llorando y murmurando amenazas. Ascendieron despus al segundo. El
+viejo empuj la puerta del cuarto de su amo, y el sacerdote se detuvo,
+impresionado por el espectculo que se ofreci a su vista. D. lvaro
+Montesinos yaca en la cama, ms bien reclinado que extendido, con una
+pila de almohadas detrs de la espalda; yaca presa de un sncope o
+ataque de disnea, con los ojos cerrados y la boca entreabierta, sacudido
+de vez en cuando su msero trax por un hipo aciago. No haba a su lado
+ms que D. Eloisa y una criada. Aqulla le daba con un abanico aire,
+que el enfermo instintivamente trataba de recoger. Ofreca ya en su
+fisonoma todos los signos de la muerte.
+
+D. Eloisa, al sentir el ruido de la puerta, volvi su rostro baado de
+lgrimas, e hizo sea al sacerdote para que se aproximase.
+
+--Hace un cuarto de hora que est en el ataque--dijo con voz de
+falsete.--Puede quedarse en l... Quiere usted ponerle la Santa Uncin?
+
+Ni las ideas del enfermo, ni el caos que reinaba en aquel momento en su
+cabeza le estimulaban a hacerlo. Sin embargo, el P. Gil abri como un
+autmata la caja de los leos y se dispuso a imponer el ltimo
+sacramento a su desdichado amigo. Hubo que alzar un poco la ropa para
+ungirle los pies. D. Eloisa y la criada se volvieron; marcharon hacia
+un rincn de la estancia y sollozaron fuertemente. La lluvia bata en
+aquel momento los cristales emplomados del balcn con triste repiqueteo.
+Las cortinas sucias ya, de muselina antigua, cernan tenue claridad en
+la alcoba. El P. Gil, con mano trmula, iba cumpliendo su piadoso
+oficio, mientras el ltimo vstago de la casa Montesinos yaca sin
+conocimiento, con la terrible palidez de la muerte impresa en sus
+facciones. Cuando estaban a punto de terminar, serenose un tanto el
+pecho del enfermo. Poco despus abri los ojos y pase una mirada de
+sorpresa y aun de espanto por la estancia. Torn a cerrarlos. Al cabo de
+un momento los abri, mir fijamente al P. Gil, dirigi despus la vista
+a los leos que tena en la mano, y sus labios amoratados quisieron
+plegarse con una sonrisa.
+
+--Al fin me han untado ustedes!--dijo con voz apenas perceptible.--Han
+hecho bien... Pero esta mquina ya no anda, por mucho aceite que ustedes
+la echen...
+
+El P. Gil dirigi una mirada expresiva a doa Eloisa. sta exclam con
+angustia:
+
+--Acurdate de Dios, hermano mo!
+
+--Me acuerdo mucho, querida... Le estoy muy agradecido.
+
+El P. Gil quiso evitar una escena repugnante. Hizo sea a D. Eloisa y a
+la criada de que se retirasen, como si fuese a confesarle. Las mujeres
+se apresuraron a cumplir la orden, vidas, sobre todo la hermana, de
+que el moribundo se reconciliase con Dios.
+
+--Aunque hace ya mucho tiempo que no hemos hablado de asuntos
+religiosos--dijo el padre Gil, sentndose al pie de la cama e inclinando
+su cabeza hacia el mayorazgo,--presumo que sus ideas no habrn cambiado
+desde la ltima vez que hemos discutido. Sin embargo, en estos momentos
+en que su vida corre algn peligro, no siente usted la necesidad de una
+fe que le alumbre en las tinieblas en que puede ser envuelto, de alguna
+esperanza que le consuele en este amargo trance?
+
+--Ninguna... He llegado felizmente al desenlace de la horrible
+comedia... Todos los hombres juegan en ella un papel bien poco airoso...
+El mo ha sido tristsimo...
+
+--Verdad, D. lvaro... Es usted uno de los hombres ms desgraciados que
+he conocido. Por lo mismo creo que, o no hay justicia en el cielo, o
+recibir en l la recompensa de sus dolores si se arrepiente en este
+instante de sus pecados... y tambin de sus ideas anticristianas.
+
+Estas ltimas palabras las pronunci el padre Gil en voz ms baja, como
+si sintiera vergenza.
+
+--Ni en el cielo ni en la tierra... hay esa justicia ridcula que usted
+supone... Pero hay otra ms grande... y se va a cumplir ahora.
+
+--Y tantos dolores como usted ha experimentado, sern infructuosos?
+No se cree usted con derecho a una compensacin?
+
+--No... Soy profundamente culpable por el hecho de haber nacido.
+
+--Eso es horrible, D. lvaro, y adems absurdo. Los dolores de este
+mundo nos hacen creer que ste es un pasaje de trnsito y prueba, que
+despus de esta vida, triste y amarga, hay otra eterna donde nuestra
+alma inmortal gozar al fin la felicidad ms pura. Usted, que ha
+padecido ms que los otros, gozar de mayor premio.
+
+--Oh, no!... No quiero premios!... No quiero vida futura!... Quiero
+reposar... reposar eternamente!... Qu dulce... es esta palabra,
+padre!... No sentir ya nunca ms los latigazos de la naturaleza ni las
+pualadas de los hombres!... No sentir este cuerpo miserable que tanto
+me ha hecho padecer! No sentir los dientes de esa infame royndome el
+corazn lentamente!... Escuche usted, padre... Si usted me tiene
+siquiera un poco de lstima... no intente quitarme esta ltima
+ilusin... Si sabe usted que hay cielo, cllelo... No turbe usted, por
+cuanto ms haya querido en el mundo, esta paz bendita en que voy a
+entrar...
+
+El P. Gil, sacudido por un estremecimiento de tristeza y compasin,
+comenz a llorar.
+
+--Gracias... gracias por esas lgrimas--dijo el enfermo sonriendo.--Al
+mismo tiempo dej caer su mano, trasparente como la porcelana, sobre la
+del sacerdote y la apret suavemente.
+
+Hubo un largo y triste silencio. El P. Gil, con la mirada exttica,
+clavada en el balcn, meditaba. El moribundo, con los ojos cerrados,
+pareca prepararse a conciliar el sueo dulce que anhelaba. La estancia
+se oscureca por momentos fuertemente y en otros se esclareca,
+revelando la espesura de las nubes que interceptaban la luz del sol.
+
+--Pero no siente usted horror a la nada, al aniquilamiento
+absoluto?--exclam al fin el P. Gil con cierta violencia, como si
+argumentase contra su propio pensamiento.
+
+El mayorazgo abri los ojos sorprendido.
+
+--Cmo?... Si no tengo miedo a la nada?... Oh, no! A lo que tengo
+miedo es a la vida... Todos se casan con ella al nacer, y a todos les
+sale p... Unos lo dicen como yo... Otros lo callan por vergenza, como
+hacen la mayor parte de los maridos.
+
+--Y si Dios le condenase despus de esta vida a eternos tormentos por
+haber blasfemado tanto?
+
+El moribundo sonri con trabajo.
+
+--Eso lo han inventado ustedes los clrigos... para turbar la paz de
+esta hora... de esta hora dichosa... Pero yo la he comprado demasiado
+cara para desprenderme de ella...
+
+Hubo otro largo silencio. El enfermo volvi a cerrar los ojos. Aparte de
+cierta extraa agitacin en los dedos, su actitud tranquila confirmaba
+el sentido de sus palabras. Pareca estar gozando con voluptuosidad de
+la insensibilidad que poco a poco penetraba en su ser, de los preludios
+de la nada.
+
+--Y sin embargo--concluy por decir el P. Gil, exhalando un suspiro y
+con los ojos clavados siempre en el balcn,--no sera infinitamente ms
+dulce esta hora si fuese la entrada de una nueva vida, si por nuestra
+alma bajase una legin de ngeles que la llevasen a gozar de Dios
+eternamente, como creemos los cristianos?
+
+El mayorazgo alz un poco los ojos e hizo signos de negacin con la
+cabeza. Volvi a cerrarlos. Pero haciendo al cabo de algunos instantes
+un esfuerzo para incorporarse, dijo con voz ms firme:
+
+--Para que la vida en otro mundo me fuese soportable... sera forzoso
+que trasformasen mi ser por completo... Mi carcter por s slo bastara
+para aburrirme... Djeme usted reposar en paz... Deje usted, padre, que
+se destruya el error fundamental de mi existencia... Ni yo ganara nada
+con perpetuarme... ni el Universo tampoco... Ah quedan otros millones
+de seres encargados de sostener el fardo de la vida.
+
+--Pero es horrible entrar en una noche sin lmites, eterna!
+
+--No tal... La vida es una pesadilla... La muerte es un sueo
+tranquilo...
+
+Cerr de nuevo los ojos. El P. Gil le apret cariosamente la mano,
+exclamando:
+
+--Quin sabe!
+
+La mano del moribundo se estremeci levemente. El excusador no volvi a
+desplegar los labios. Inclin la cabeza sobre el pecho y cerr tambin
+los ojos, apretndolos con las yemas de los dedos, cual si tratara de
+contener el torrente de pensamientos que se escapaban de su cerebro. El
+viento y la lluvia haban cesado. No se oa en la estancia ms que el
+rumor lejano de las olas batiendo contra los peascos.
+
+La meditacin del sacerdote fue larga y dolorosa. La hoja aguda y fra
+del escepticismo penetraba en sus entraas: una mano cruel la revolva
+sin piedad para desgarrrselas mejor. Lo que aquel hombre, enloquecido
+por el dolor, deca quiz no fuese cierto. Pero lo era lo que afirmaba
+el cristianismo? ste, en ltimo resultado, tambin era una tentativa
+para explicar la Existencia y el Universo, ms hermosa, ms consoladora
+que las dems... pero al fin una tentativa. Ninguna seguridad podamos
+tener de ella, pues que no la tenemos de nuestra facultad de conocer las
+cosas.
+
+Cuando al cabo de un rato largo levant la cabeza, el susto que recibi
+le hizo dar un salto en la silla. D. lvaro se estaba muriendo. Tena la
+boca abierta y recoga en silencio el aire, que ya no bastaba a mover
+sus deshechos pulmones.
+
+--D. lvaro! D. lvaro!--le grit, sacudindole.
+
+No respondi. El P. Gil cogi el abanico que estaba sobre la mesa de
+noche y se apresur a darle aire. Al mismo tiempo grit:
+
+--Madrina! madrina! Venga usted!
+
+D. Eloisa y la criada se precipitaron en la habitacin. En vano
+trataron de reanimar al moribundo dndole aire despus de incorporarle,
+abriendo el balcn, frotndole los pies con un cepillo, haciendo todo lo
+que les sugera en aquel momento su imaginacin. Era el ltimo ataque de
+disnea. Abra de vez en cuando la boca. Mova los dedos con ligeras
+sacudidas. Pero su fisonoma se iba inmovilizando rpidamente. El hombre
+trasmigraba a la estatua; el alma se converta en piedra.
+
+Aspir tres o cuatro veces seguidas el aire y qued rgido, inmvil, con
+los ojos y la boca entreabiertos.
+
+D. Eloisa se abraz a l sollozando y cubri de besos su faz
+cadavrica. La criada rompi a gritar como si la estuvieran golpeando.
+El padre Gil se dej caer de rodillas y se puso a leer en voz baja por
+su breviario.
+
+Al cabo de un rato D. Eloisa y la criada tambin se arrodillaron al pie
+del lecho y oraron. Pero aqulla, viendo asomar una lgrima por entre
+las pestaas de su hermano, se levant prontamente y la recogi con el
+pauelo. Era la lgrima que vierten los que acaban de morir; lgrima de
+protesta de la criatura contra el poder aciago que la ha sacado de la
+nada sin pedrselo.
+
+--Mire usted, padre, qu sosiego, qu quietud tan dulce respira su
+fisonoma!--exclam la buena seora, contemplando a su hermano con ojos
+de dolor y ternura.--Bien se conoce que al fin se ha reconciliado con
+Dios!
+
+El sacerdote dej caer el libro sobre el lecho y se tap el rostro con
+las manos.
+
+
+
+
+XII
+
+
+Obdulia manifest a su confesor que estaba resuelta a dejar el mundo y
+consagrarse por entero a Dios en un convento. No pudo darle noticia ms
+grata. Haca ya mucho tiempo que las preferencias, la exagerada sumisin
+y hasta idolatra que la joven devota se complaca en mostrarle
+inquietaban al P. Gil. La ltima extravagancia que haba cometido, y de
+la cual le enter el secretario del obispo, le puso en un estado tal de
+confusin y enojo que en muchos das no quiso hablar con ella, ni menos
+se avino a confesarla. El suceso haba trascendido y se comentaba mucho
+y se rea no poco tambin. Claro que quien perda principalmente era
+ella; pero de reflejo tambin se menoscababa la dignidad del sacerdote.
+La joven estaba avergonzada. No se presentaba en pblico ni en casa de
+sus amigas, y hasta procuraba ir a la iglesia a las horas en que no
+hubiese gente. Pero estaba an ms afligida, con la actitud de su
+confesor, que avergonzada. Quiz por esto, y para granjearse de nuevo su
+voluntad, le fue a noticiar una tarde al confesonario la determinacin
+que haba tomado.
+
+No vacil en darle su consentimiento. Una devocin tan exaltada, un
+anhelo tan vivo de penitencia y sacrificio se hallaran ms a su grado
+entre las paredes de un convento que en medio de las impurezas de la
+vida mundanal. A decir verdad, siempre le haba sorprendido un poco que
+su penitenta no se acordase de la vida monstica, tan conforme con sus
+inclinaciones. Luego, la edad a que haba llegado, traspuesta ya la
+primera juventud, no haca temer que su resolucin fuese hija de un
+deseo efmero, de una fugaz exaltacin romntica, como suele acaecer a
+las nias de quince a veinte aos. No slo, pues, se manifest conforme,
+sino que la alent con suaves palabras a persistir en ella y a llevarla
+a cabo en el plazo ms corto posible. Qued en principio acordado entre
+ambos que se buscaran los medios ms adecuados para ello. El P. Gil,
+aunque no se lo confesase claramente, estaba contentsimo de librarse
+de aquella inquieta y enfadosa beata, que a todas horas le molestaba, y
+que el da menos pensado poda comprometerle gravemente.
+
+Se trat la cuestin de convento. El P. Gil deseaba que fuese al de
+Agustinas de Lancia, pero la joven prefiri una regla ms estrecha. En
+un pueblecito de Castilla llamado Astudillo exista un convento de
+Carmelitas Descalzas, donde estaba de superiora una prima suya. Era un
+retiro dulce, remoto; no haba ms que diez o doce monjas: un rinconcito
+del cielo, como le deca cierto capelln que lo haba visitado. A se se
+empe en ir, y su confesor no tuvo al fin ms remedio que ceder.
+
+Quedaba la cuestin ms grave; el permiso de su padre. Obdulia la
+present desde luego como muy ardua. Osuna no tena ms hija que ella.
+Era verosmil que se resistiera a perderla para siempre. Mostrbase
+reacia, temerosa, para hablarle: dej trascurrir das y das sin
+intentarlo. El P. Gil la animaba representndole que nada reprobado iba
+a solicitar de l. La resolucin de retirarse del mundo era buena y
+piadosa para la Iglesia. Para los que no creyeran en sta, indiferente,
+nada tena de inmoral; dependa en un todo del gusto o vocacin de la
+persona. Si un padre consiente que un hijo se case o elija carrera
+acomodada a sus aficiones, por qu no ha de permitir que otro busque
+su felicidad en el silencio de una celda? Sobre todo, nada tena de
+ofensivo para su autoridad el solicitarlo humildemente. Si lo negaba, se
+alegaran razones; tal vez se llegase a convencerle.
+
+Finalmente, despus de muchas idas y vueltas, tentativas y sustos y
+vacilaciones, las cuales rodeaba la exaltada doncella de gran aparato y
+misterio, se decidi un da a acometer aquella empresa espeluznante.
+Cielo santo, en qu estado de confusin y terror lleg aquella tarde al
+confesonario! Su padre se haba puesto loco, rabioso, al solo anuncio de
+lo que deseaba hacer. No quiso escuchar razones; la increp, la injuri
+y la arroj de su cuarto a empellones. Jams consentira en darle
+permiso. Primero quisiera verla muerta, y aun la matara por su propia
+mano. El P. Gil hall exagerada y hasta irracional aquella oposicin, y
+manifest propsitos de dirigirse l mismo a Osuna y hacerle comprender
+que no tena derecho a violentar de tal modo la inclinacin de su hija,
+sobre todo considerando que no era una nia privada de reflexin.
+Obdulia se apresur a disuadirle de este empeo. Su padre haba dicho en
+un arranque de enojo que considerara como enemigo a cualquiera que le
+hablase del asunto, que no le escuchara y le arrojara de su casa.
+
+Fue preciso resignarse por el momento, esperando tiempo ms propicio.
+Sin embargo, la piadosa joven manifestaba cada da mayores y ms
+vehementes deseos de abandonar el mundo para siempre. Esto la
+reconciliaba con el P. Gil, que haba comenzado a desestimarla. Varias
+veces, desde el primer intento, haba abordado a su padre, pero siempre
+en vano y con desgracia. Osuna se opona cada vez con ms alta
+violencia. Desde que supiera el propsito de su hija se mostraba con
+ella despegado, la trataba con extraordinaria dureza; en todas
+ocasiones, pero sobre todo a la hora de comer, haca befa de su devocin
+y se complaca en atormentarla con burlas sangrientas que le hacan
+llorar. Y no slo con palabras, sino tambin con obras la torturaba
+despiadadamente. Afirmaba tener los brazos negros de los pellizcos que
+la infliga en cuanto se tocaba la cuestin del convento. Un da mostr
+a su confesor una oreja rota, de un tirn del feroz jorobado; otro,
+lleg con una mejilla inflamada y renegrida por haberle tirado un
+cepillo a la cara. El P. Gil estaba horrorizado y confundido. No saba
+qu hacer ni aconsejar.
+
+Los malos tratos y la violencia de las escenas que con su padre tena a
+todas horas llegaron a tal extremo que un da declar a su confesor
+hallarse resuelta a no padecerlos ms tiempo. Tena el propsito de
+entrar en el convento a despecho de todos los obstculos que se le
+presentasen. Si el P. Gil la ayudaba en su empresa, se escapara de la
+casa paterna y entrara inmediatamente en la de Dios. Qued aqul
+asustado y confuso ante tan arrebatada determinacin. No se le ocultaba
+que la joven tena razones poderosas para desobedecer la autoridad de su
+padre, y si se quiere para huirla. Pero el caso era muy grave. Desde
+luego trat de disuadirla aconsejndole calma y resignacin. Acaso con
+el tiempo Osuna se convencera, le tocara Dios en el corazn y podra
+realizarse con su anuencia lo que tanto anhelaba.
+
+Obdulia no quiso escucharle. Haba padecido ya demasiado. Dios no poda
+querer que obedeciese a un padre tirano y cruel que desobedeca l mismo
+las leyes divinas poniendo trabas a la salvacin de una hija. Con muchas
+lgrimas y extremosos ademanes le rog que la socorriese en aquel
+trance, que la condujese al convento de Astudillo. El sacerdote se neg
+rotundamente a ello. Volvi a aconsejarle calma y que buscase siempre
+por los medios suaves de la obediencia y la humildad ganar el
+consentimiento de su padre. Pero Obdulia, conducida a la desesperacin
+por el creciente rigor de ste, le dijo al fin de un modo terminante que
+si en el plazo de ocho das no se decida a acompaarla al convento, se
+escapara de la casa y se ira sola.
+
+Gran turbacin arrojaron estas palabras en el espritu del joven
+excusador. Ayudar tan directamente a cometer una desobediencia le
+causaba repugnancia. Pero consentir que un padre abusase de tan brbara
+manera de su autoridad para violentar la inclinacin de su hija y
+contrariar la voluntad misma de Dios, que la llamaba hacia s, tampoco
+le pareca bien. Por algunos das lucharon dentro de l estas opuestas
+tendencias. Obdulia le vea preocupado, irresoluto. Con astucia le iba
+atrayendo a la determinacin que ella deseaba, hacindole entender, cada
+vez con ms fuerza, que si se negaba a acompaarla se marchara sola.
+Esto le pareca al excusador el colmo del escndalo. Adems, se
+expondra a mil accidentes lamentables, y acaso a su perdicin completa.
+Consentirlo, era echar sobre la conciencia una terrible responsabilidad.
+Pens prevenir a su padre; pero la joven, que le adivin el pensamiento,
+le declar con firmeza que sera intil y aun nocivo para todos este
+paso. En cuanto tuviese un momento libre para escaparse, lo hara aunque
+fuese a medianoche.
+
+El P. Gil tuvo la debilidad de ceder. Con la viva imaginacin que la
+caracterizaba, la hija de Osuna se puso a idear los medios de llevar a
+cabo su propsito. Era condicin de su temperamento el no hacer nada por
+medios naturales y sencillos. Para que saliese a gusto suyo, todo haba
+de ser laberntico, extrao, violento. El plan era el siguiente: el P.
+Gil se ira una maana a Lancia, alquilara un coche y volvera con l
+por la noche. Lo dejara en las cercanas de la villa y vendra a dormir
+a su casa. Por la maanita, antes de amanecer, saldra ella con pretexto
+de ir a misa, tomara por la carretera de Lancia y se reuniran en el
+lugar designado de antemano: se meteran en el coche e iran a tomar el
+tren de Castilla a una estacin ms all de Lancia, para despistar a su
+padre, si por acaso pretenda perseguirla.
+
+No le pareci bien al excusador este proyecto: le causaba instintiva y
+profunda repugnancia. Hizo algunas observaciones, pero todas se las
+desbarat prontamente la joven con su facundia y aguzado ingenio. Le
+hizo ver que cualquier otro ofrecera ms graves inconvenientes; fue
+paliando con arte los que en ste pudieran chocar ms a su confesor; le
+aturdi con tanta palabrera. El carcter dbil y bondadoso del padre
+Gil no supo resistir a aquellos ataques, y convino al fin en poner en
+prctica lo que su penitenta haba imaginado.
+
+Un lunes del mes de Abril sali nuestro excusador en la diligencia de
+Lancia, con pretexto de ir a consultar sus achaques con un mdico amigo.
+Obdulia se person poco despus en su casa. Haban enterado a D. Josefa
+de todo. Al ama le pareca tan mal como al excusador aquel plan, y en
+su interior llamaba enredadora y liosa a la beata; pero era tanto el
+gusto que senta por verse desembarazada de ella, que call y pas por
+todo. Exista siempre entre ambas una rivalidad fcil de explicar.
+Obdulia, con ocasin o sin ella, visitaba a su confesor, vigilaba su
+bienestar domstico, unas veces arreglndole la ropa, otras envindole
+algn plato de su gusto, etc. Esto indignaba de un modo indecible a D.
+Josefa. La odiaba a par de muerte. Deca de ella perreras en todas
+partes, y por causarle dao, estuvo a punto de comprometer varias veces
+a su amo. No es extrao, pues, que conociendo todo lo ridculo y
+peligroso de la escapatoria, la favoreciese, alentando al P. Gil,
+disipando sus escrpulos. No vea en ella ms que un medio de librarse
+para siempre de aquella insufrible verruga que le haba salido.
+
+Lo primero que hizo la joven fue pedir al ama una maleta para colocar en
+ella la ropa que su confesor haba de necesitar en el viaje. Doa Josefa
+trajo del desvn un saquito de noche.
+
+--Esto es muy pequeo, seora. Aqu no cabe nada.
+
+--Cmo pequeo?...--pregunt el ama, estupefacta.--Aqu cabe ropa para
+una porcin de das. Cunto tiempo ha de estar por all el seor
+excusador?
+
+--Poco, poco--se apresur a decir con manifiesta turbacin, ponindose
+colorada.--Pero ya ve usted, en los viajes nunca se sabe lo que puede
+ocurrir... A lo mejor falta la diligencia o las caballeras... Una
+enfermedad... Quin sabe!...
+
+--Vlgala Dios, seorita, no se ponga a pensar esas cosas!... Ir por
+otra. Por falta de maleta no se quede.
+
+Entre ambas acomodaron en ella algunas mudas de ropa blanca, zapatillas,
+peines, el breviario, etc., etc. Ya que hubieron terminado la tarea, no
+larga ni difcil por cierto, Obdulia se sent en el silln del clrigo,
+declarando que estaba cansadsima, que aquella noche apenas haba
+dormido con la zozobra que produce siempre una resolucin tan decisiva,
+y que le vendra bien echar un sueo. D. Josefa la dej reposar
+tranquilamente y se fue a sus quehaceres.
+
+Cuando la sinti trajinar all abajo, por la cocina, levantose y se puso
+a examinar con placentera mirada cuantos objetos haba en la estancia.
+Todos los toc con sus manos. Particularmente aquellos de uso ms
+inmediato y personal para su confesor, como los peines, las plumas de
+escribir, la fosforera, etc., fueron objeto para ella de una atencin
+viva, ansiosa: les daba vueltas entre sus dedos con emocin, mientras
+una sonrisa tierna y sumisa vagaba por sus labios. Un alzacuello usado
+yaca sobre una silla. Se detuvo delante de l, lo alz y lo contempl
+unos momentos con inters; luego, echando una mirada tmida a la puerta,
+lo llev a los labios dos o tres veces y lo dej donde estaba.
+Permaneci algunos minutos inmvil, de pie en medio de la habitacin,
+con los ojos en el vaco, enajenada por intensa meditacin. Sus ojos
+tornaron al cabo a brillar sonrientes, y una ola de leve carmn se
+esparci por sus mejillas. Dio algunos pasos con pie vacilante y se par
+al fin a la puerta de la alcoba. Con una mirada intensa abraz cuanto en
+ella haba. El lecho del sacerdote era pequeito, de madera blanca;
+blanca tambin la colcha que lo cubra; las almohadas y las sbanas
+finas, pero sin encajes. Pareca la cama de una colegiala. Obdulia la
+contempl largo rato, como si no hubiera visto jams cosa ms
+sorprendente. En su rostro se notaban los signos de una emocin
+respetuosa, la que se siente al penetrar en el camarn donde se guardan
+las reliquias en las catedrales.
+
+As permaneci sin osar mover un pie, la faz blanca, los ojos anegados
+en gozo exttico como si estuviese en un bao tibio y perfumado. Sbito
+dio un paso atrs, corri a la puerta del gabinete, la entreabri, asom
+la cabeza y escuch. D Josefa segua en la cocina. La cerr nuevamente
+y volvi en puntillas a la alcoba. Detvose un instante, y avanz
+despus hasta tocar en la cama. Puso sobre ella las manos. El corazn
+le golpeaba en el pecho fuertemente. Dejose caer de bruces, y con mucha
+delicadeza para no deshacer la ropa se subi a ella y se extendi,
+apoyando la cabeza en las almohadas. Corri por todo su cuerpo un
+estremecimiento inexplicable de placer, de miedo, de vergenza; un
+estremecimiento delicioso que la dej lnguida y desvanecida con los
+ojos cerrados y el rostro plido. Al cabo de un rato se volvi y hundi
+sus mejillas en la almohada, aspirando con narices y boca el olor que
+los rubios cabellos del P. Gil haban dejado en ella. Frot repetidas
+veces la cara contra el lienzo, percibiendo un cosquilleo gratsimo que
+le penetraba hasta el alma. Gozaba con todo su cuerpo, como si mil bocas
+la estuviesen besando a un mismo tiempo. Se dej estar un largo rato
+quieta, perdida en un sueo feliz, celeste, sacudida por leves
+estremecimientos de una dulzura tan grande que le haca dao. Senta una
+angustia deliciosa; suspiraba sin apartar el rostro de la almohada para
+no romper la alegra que la inundaba. Se iba aletargando lentamente. Sus
+miembros empezaban a dormir, privados de movimiento. Una niebla se
+esparca por su mente, borrando y confundiendo las imgenes. Pero su
+corazn lata siempre con violencia, como si toda la vida se hubiera
+refugiado en l. Cuando se levant al cabo de una hora, tena las
+mejillas sonrosadas, los ojos brillantes: una sonrisa humilde,
+vergonzosa, trasfiguraba su rostro marchito, prestndole una suavidad
+cndida y virginal que jams haba tenido. Si en algn momento de su
+vida estuvo hermosa, fue en aqul.
+
+Se apresur a arreglar la cama haciendo desaparecer toda seal de haber
+descansado en ella y sali de la estancia; se despidi de D Josefa y
+fue a su casa.
+
+Al oscurecer lleg el P. Gil; se vio con l y convinieron en salir a la
+madrugada, antes que fuese da, y montar en el coche que aqul haba
+dejado en las inmediaciones. D Josefa envi, de noche ya, las maletas
+por su sobrino a cierta venta no lejana de Peascosa.
+
+Gran rato antes de percibirse la claridad de la aurora, llam Obdulia
+discretamente a la puerta de la casa de su confesor. Sali D Josefa a
+abrirle. El P. Gil estaba ya listo. Tomaron apresuradamente chocolate, y
+despus de haber besado a D Josefa con efusin, la presunta monja salv
+la puerta y se desliz rpidamente por la calle abajo. Diez minutos
+despus sali el P. Gil. La noche estaba oscura y hmeda. Haba llovido
+bastante. La calle, llena de charcos; la carretera, de lodo. Fuera ya de
+los arrabales, Obdulia esper a su confesor y juntos se dirigieron a la
+venta donde paraba el coche. Mientras llegaron all no cruzaron ninguna
+palabra. El P. Gil caminaba silencioso, taciturno, revelando bien a las
+claras un mal humor que no era frecuente en l. Tard un rato el cochero
+en enganchar. Mientras dur la operacin, la futura monja se meti en la
+venta. El P. Gil permaneci fuera, presencindola. Uno y otro fueron
+objeto de gran curiosidad para la ventera, para sus hijos, para el
+mayoral y el mozo del coche. Apenas les quitaban ojo. El joven
+presbtero observ que cambiaban entre ellos algunas miradas expresivas
+y burlonas que le avergonzaron. Vio repentinamente la falsedad de su
+situacin, la enorme tontera que haba hecho. Otro hombre de ms
+carcter hubiera retrocedido en aquel instante. Tuvo amagos de hacerlo,
+vacil si le dira a la joven que le era imposible acompaarla; al fin
+no se atrevi, y cuando el cochero advirti que todo estaba listo y
+Obdulia le dijo con su viveza caracterstica: Vamos, padre; pronto...
+arriba! subi al carruaje con la resignacin de un cordero.
+
+Empezaba a amanecer. Clareaba el horizonte y soplaba un viento hmedo y
+caliente, propio de primavera y de tiempo achubascado. El carruaje
+rodaba por la carretera, haciendo saltar nubes de lodo. Era una
+carretela vieja que en otro tiempo debi de pertenecer a un particular.
+Obdulia se coloc en la trasera y el P. Gil en la delantera, lo ms
+lejos posible. Sigui mostrndose serio y taciturno, ms an que antes.
+La joven le observaba con el rabillo del ojo, y adivinando lo que pasaba
+en su espritu, permaneca silenciosa tambin, en un estado de
+recogimiento que diera buena muestra de sus msticos pensamientos. Para
+ayudar a ella, dijo al cabo de media hora de silencio:
+
+--Padre, no hemos pedido a San Jos que nos proteja en nuestro viaje.
+
+--Es cierto--respondi el clrigo, cuyos ojos claros, azules, vagaban
+perdidos por el paisaje, que empezaba a desembozarse del manto oscuro de
+la noche y sala fresco y hermoso y goteando todava de su bao
+prolongado.
+
+--Quiere usted que le recemos cinco padrenuestros?
+
+El sacerdote se despoj del sombrero en silencio y comenz en voz baja a
+decir el padrenuestro. Obdulia le respondi con verdadera emocin,
+tambin en voz baja. Formaban la del uno y la del otro un murmullo
+suave, discreto, que sin saber por qu llenaba de emocin el alma de la
+joven. Sentase poseda de una languidez extraa, de una felicidad
+ntima, que aniquilaba o adormeca su pensamiento. El ruido sordo de las
+ruedas del coche y el cascabeleo de las mulas contribuan a sumergirla
+en este arrobamiento. Cuando terminaron, qued largo rato ensimismada.
+Por su gusto aquella oracin no se hubiera terminado nunca.
+
+Pero el joven presbtero se haba puesto el sombrero y miraba otra vez
+por la ventanilla. El paisaje se animaba bajo la claridad rosada de la
+aurora. El viento haba barrido los nubarrones hacia el poniente y
+dejaba en la parte de levante una claraboya por donde surga
+esplendoroso el disco del sol. Aquella visin le apart del msero
+cuidado que ocupaba su mente. Sinti un estremecimiento y cay de nuevo
+en la idea fija, terrible, que desde haca algunos das le roa el
+corazn. Volvi a sentir aquella angustia opresora que hinchaba poco a
+poco su pecho y que amenazaba ahogarle. Dej de existir Obdulia y cuanto
+tena a su alrededor. No qued en el Universo ms que su pensamiento
+frente al gran problema del conocer.
+
+Aqulla, que le observaba atentamente, no se atrevi en mucho tiempo a
+turbar su xtasis. Pensaba que lo que le pona taciturno era lo que le
+haba ledo antes en los ojos, el pesar de haberse colocado en una falsa
+situacin. Sin embargo, concluy por hablar y adopt el tono jocoso.
+Quera distraerle a todo trance.
+
+--Padre, est usted muy pensativo. Usted tiene hambre.
+
+El sacerdote hizo un esfuerzo para sonrer.
+
+--No tal.
+
+--S, la tiene; no me lo niegue usted. Y el hambre nos hace pensar unas
+cosas tan tristes!... Ver usted cmo yo le quito en un momentito esa
+cara de vinagre y se la pongo de jerez amontillado... Aqu lo traigo en
+este frasco...
+
+Al mismo tiempo abri un saquito de piel que traa en la mano y comenz
+a sacar vitualla y dos o tres frascos con vino y leche.
+
+--Yo necesito verle a usted con cara de pascua, padre--prosigui
+mientras desenvolva los papeles blancos en que traa envueltas las
+rajas de carne, de pescado, los pastelitos, etc.--En cuanto le veo a
+usted esa arruguita ah... ah--y le toc con su dedo en la frente: el
+sacerdote la retir con viveza,--ya me tiene usted ms triste que la
+noche... Por qu ser?... Por qu no ser?... Usted, que sabe tanto,
+me lo dir.
+
+Las ltimas palabras las dijo canturreando y afectando distraccin.
+
+--Ea! Voy a poner la mesa... Tenga usted quietecitas las piernas, que
+necesito de ellas en este momento.
+
+Junt las suyas con las del clrigo, extendi una servilleta por encima
+y fue colocando los vveres. Los frascos con el vino los puso en el
+suelo.
+
+--Me parece que no habr necesidad de que saque los tenedores,
+verdad?... Seamos humildes. Comamos con los dedos.
+
+--Es humildad, o es que le sabe mejor as?--pregunt sonriendo el P.
+Gil.
+
+Obdulia solt la carcajada.
+
+--Es usted mi confesor y no puedo decirle mentira. Me gusta as mucho
+ms... Es de las pocas cosas sucias que me gustan.
+
+--Eso ltimo tampoco es humildad--dijo el confesor sin dejar de sonrer.
+
+--Vaya, vaya, no se me ponga regan y coma con garbo... si es que
+sabe... que estoy viendo que no... Pero criatura! Qu hace usted ah
+echando bocados a ese trozo de mero sin quitarle las espinas?... No ve
+usted que se le puede clavar una en la garganta?... Deme usted ac--y se
+la arrebat al mismo tiempo de las manos.--Ver usted cmo yo se las
+quito sin dejar una... Digo... si es que usted no tiene asco a mis
+dedos...
+
+El P. Gil se apresur a hacer signos negativos.
+
+--Salen ahora mismo de los guantes... Adems--exclam riendo,--usted me
+tiene mucho cario y lo come ms a gusto pasando por mis manos... Qu
+tonta soy! Verdad, padre?--aadi bajando la voz.
+
+--Tonta, no. Un tanto ligera, s--repuso el sacerdote, acompaando estas
+palabras con una sonrisa para desvirtuar su aspereza.
+
+La joven se puso encarnada. La conversacin se hizo ms seria.
+
+Cerca de las nueve divisaron las torres de Lancia y la gran cortina
+negra de montaas que cierra su horizonte. El cielo estaba despejado. El
+viento soplaba tibio del Sur. La maana ofreca esa dulzura exquisita
+que se observa en algunos das de primavera.
+
+El P. Gil advirti al cochero que pasase cerca de la capital sin entrar
+y se dirigiese a la primera estacin del ferrocarril, distante una legua
+de ella. Haba resuelto tomar el tren all para mayor recato. La
+estacin, se llamaba la Reguera. Cuando llegaron eran las once. Deban
+esperar dos horas y media, porque el tren no pasaba por all hasta la
+una y cuarenta.
+
+La Reguera estaba situada al extremo de un pintoresco y risueo valle.
+Desde la estacin, asentada en un alto terrapln, se divisaba todo
+perfectamente. Circundbalo un cinturn de colinas suaves vestidas de
+rboles y praderas y despus de ste otro de altas y escuetas montaas,
+cuyos tonos rojizos formaban hermoso contraste con el verde del primero.
+En el llano haba un mosaico caprichoso de prados con lindes de
+avellanos, tierras de maz y arboledas. Por el medio atravesaba
+majestuoso un ro ancho, cristalino, que, herido por el sol, pareca una
+gran faja brillante de plata. As que despidieron el coche, Obdulia
+propuso a su confesor el bajar a este llano y aguardar all la llegada
+del tren. Acept gustoso, por librarse de las miradas de la gente de la
+estacin. Bajaron por un sendero estrecho y empinado y entraron en un
+bosque de castaos que se prolongaba hasta la orilla del ro. El
+sacerdote advirti que estaba muy hmedo, pero la joven marchaba delante
+dando gritos de alegra, metindose hasta la rodilla en la yerba,
+batiendo las palmas como una nia a quien perdonasen la escuela. Las
+grandes copas de los castaos an no estaban vestidas del follaje que
+ostentan en el verano. Los rayos del sol, pasando al travs de sus ramas
+descarnadas, beban el agua fresca que formaba charcos entre el csped.
+
+Obdulia no par hasta llegar al talud guijarroso que serva de margen al
+ro. All se detuvo y volvi la vista atrs y contempl con semblante
+risueo a su confesor, que vena tomando precauciones, apoyando con
+cuidado el pie en los sitios ms secos. Tena el rostro encendido por la
+carrera, los cabellos revueltos y sus grandes ojos negros brillaban con
+expresin de vivo placer.
+
+--Ande usted, cobarde! Tiene miedo a morirse por los pies?
+
+--Y si pilla usted un catarro, cmo podr resistir la vida dura del ao
+de noviciado?--repuso el clrigo aproximndose.
+
+Por los ojos de la joven pas una nube sombra y qued repentinamente
+seria. Luego, haciendo un esfuerzo para animarse, dijo:
+
+--A que no se atreve usted a desenganchar esa lancha para que demos un
+paseito por el ro?
+
+--Ya lo creo que no!
+
+--Pues yo s... Ahora va usted a ver.
+
+Una gran barca vieja y deteriorada, que serva para trasportar a los
+paisanos de una orilla a otra en los das de mercado, yaca amarrada por
+una cadena a la orilla, debajo de unos juncales que la sombreaban.
+
+--Ay, qu lstima!--exclam la joven devota cogiendo entre sus manos la
+cadena.--Tiene candado!
+
+--Me alegro. Eso evita que usted hiciera una locura.
+
+--Pues yo no renuncio a flotar un poco. Me meto dentro. Soy de puerto de
+mar y el agua es mi elemento.
+
+Y diciendo y haciendo, salt con decisin en la barca, que se inclin de
+un lado para recibirla; se fue por encima de los bancos hasta la popa, y
+all se sent.
+
+--Oh! Qu bien se est aqu a la sombra! Y hay su cachito de
+balanceo... Vngase, padre. En ninguna parte se puede esperar mejor...
+
+El clrigo salt tambin por encima de los bancos, y se fue a sentar no
+lejos de ella. La sombra, en efecto, era grata en aquella hora del
+medioda. La corriente balanceaba suavemente la lancha y produca al
+chocar un glu glu suave y cristalino que convidaba al sueo. Despus de
+alegrarse de su buena fortuna por hallar asiento tan agradable y de
+cambiar algunas frases, ambos guardaron silencio. Obdulia inclin su
+cuerpo sobre el agua y clav los ojos en ella con expresin melanclica.
+El P. Gil dej los suyos vagar por el horizonte, recorriendo sin verlas
+las altas montaas que aislaban el valle del resto del mundo. Y como
+siempre que quedaba un momento abstrado, la fatal duda volvi a flotar
+en su mente. Qu era todo aquello que tena a su alrededor? Una pura
+representacin de su pensamiento, un producto de l, un sueo quiz...
+Un sueo!... Mientras dormimos tambin vemos, tambin palpamos, lo
+sentimos todo al igual que despiertos. Por qu no ha de ser la vida un
+largo sueo? La diferencia que establece Kant entre la vigilia y el
+sueo le pareca deleznable. Porque el encadenamiento de las
+representaciones lo mismo existe en la una que en el otro. Lo nico que
+rompe este encadenamiento es el acto de despertar. Pero muchas veces al
+despertar confundimos los acontecimientos del sueo con los de la
+realidad. No indica esto bastante claramente que todo tiene el mismo
+origen y fundamento? Por qu razn decimos que los unos son reales y
+los otros no?...
+
+Sacole de su intensa meditacin la voz de Obdulia, que desde haca
+algunos minutos le observaba.
+
+--Vamos, padre, no piense usted ms en eso, y dgame de verdad si no
+est a gusto aqu.
+
+--En qu no he de pensar, hija ma?--respondi el sacerdote ponindose
+levemente colorado, como si ya se lo hubiese adivinado.
+
+--En eso!... No s lo que es, pero debe de ser algo malo cuando le hace
+a usted arrugar la frente y abrir unos ojazos pasmados como si viera
+delante un alma del otro mundo... Vamos, piense usted un poco en m, ya
+que me he confiado a sus cuidados.
+
+--Ya pienso. No acabo de advertir a usted que no deba mojarse los
+pies? Pero usted no hace caso--replic sonriendo con benevolencia.
+
+--Eso es! Se acuerda usted de m para regaarme... Se ha vuelto usted
+muy regan, padre!... En otro tiempo era usted ms cobarde, ms
+suavecito; todo lo deca dando rodeos, de miedo de ofender a una...
+Pero ahora! Anda, anda, buenos rodeos te d Dios!... Ya ha aprendido
+bien a regaar... Por supuesto--aadi cambiando de tono y acercndose
+ms a l--que a m me gusta ms de esta manera. Yo quiero que mi
+confesor tenga firme por las riendas, que sea severo y hasta duro
+conmigo... Usted me rie poco todava, padre. Quisiera que usted fuese
+ms severo... que me castigara fuerte... y hasta me pegara, para
+demostrarle bien mi sumisin.
+
+Dijo las ltimas palabras con voz temblorosa y el rostro avergonzado,
+fijando en su confesor una mirada de tmida adoracin. El rostro de ste
+expres turbacin y disgusto. Volvi la vista al otro lado y guard
+silencio.
+
+Al cabo de unos instantes, la joven devota, que miraba melanclicamente
+al agua, dijo con mpetu reprimido:
+
+--Cunto dara porque se rompiese la cadena que sujeta esta barca y la
+corriente me llevase muy lejos... muy lejos!... donde no viese nada de
+lo que he visto hasta ahora, donde todo lo que imaginara se realizase al
+instante... Ah! Yo quisiera ir a parar a un valle ms pequeo que ste,
+pero ms risueo todava: el cielo siempre azul, la tierra llena de
+flores y animales hermosos que viniesen a comer a mi mano. Y vivir all
+sola con Dios y las personas que eligiese para acompaarme. Vivir
+enmedio de los campos y entender lo que dicen los rboles cuando el
+viento agita sus copas y lo que murmuran las fuentes y lo que gorjean
+las aves y lo que silban los insectos. Marchar siempre acompaados de
+una escolta de pajaritos de Dios que nos ensearan el camino y nos
+deleitaran con su canto, embriagados por los aromas de las flores,
+inundados de luz, envueltos en la caricia de una primavera eterna. Esto
+es lo que soaba cuando tena catorce aos. Y hoy, sin saber por qu,
+vuelvo a soarlo otra vez... Pero no--aadi con voz profunda al cabo de
+una pausa, frunciendo fuertemente su frente plida,--mejor sera que la
+barca me llevase a alguna gruta oscura entre peascos inaccesibles y me
+volcase all y me sepultase en sus aguas negras, para que nunca ms se
+volviese a saber de m... As concluira de una vez de padecer...
+
+Al pronunciar las ltimas palabras se llev las manos a la cara y
+comenz a sollozar.
+
+El P. Gil la contempl un momento con ojos severos.
+
+--Lo que acaba de decir es una gran impiedad, tanto ms grande y
+abominable, cuanto que sale de una boca que va a pronunciar muy pronto
+votos sagrados.
+
+--Perdn, padre... Son sueos nada ms.
+
+--Pida usted perdn a Dios y preprese de un modo ms respetuoso para
+ser su esposa.
+
+El P. Gil se levant al decir esto gravemente y sali de la barca.
+Obdulia le sigui con el pauelo en los ojos.
+
+Subieron de nuevo a la estacin. En una cantina prxima tomaron caldo y
+aguardaron la llegada del tren, que no se hizo esperar. No haba ningn
+coche vaco, pero en uno estaba solamente una persona, y a l subieron.
+Parti el tren al instante. El viajero les mir distradamente, con poca
+curiosidad, figurndose tal vez que eran hermanos. Sin embargo, al cabo
+de unos momentos la joven pidi a su confesor que le bajase la maleta de
+la rejilla para sacar un pauelo. El viajero percibi que se trataban de
+usted, y entonces los examin con viva atencin. El padre Gil se turb
+bajo su mirada fija, inquisidora. Por fortuna, a la tercera estacin se
+baj. Pero todava, en pie sobre el andn, los segua saetando con los
+ojos hasta que el tren se puso en marcha.
+
+Ambos guardaron silencio obstinado. El padre Gil ya no se senta
+arrastrado por la metafsica; empezaba a atormentarle una sorda
+inquietud que llenaba su espritu de temores, de vagos presentimientos.
+Senta vergenza singular desde que el viajero que se haba apeado les
+observara con atencin tan sostenida. Aquella muchacha le inspiraba
+miedo. Un tropel de pensamientos feos, insensatos, acudi a su cerebro y
+lo llen de confusin. Tena las mejillas encendidas y los ojos
+asustados. Procuraba evitar el encuentro con los de su penitenta, que
+senta posados constantemente sobre l.
+
+Por atraccin irresistible o por casualidad lleg un momento en que se
+cruzaron sus miradas. La joven dej escapar una risita maliciosa. El
+sacerdote apart prontamente la vista y permaneci grave, como si no la
+hubiera advertido. Al cabo de un rato volvieron, sin saber cmo, a
+encontrarse sus ojos, y otra vez solt a rer la devota, mirndole con
+semblante alegre. El padre Gil no hizo aprecio de ello y volvi el suyo
+hacia la ventanilla. Pero Obdulia exclam:
+
+--A que no sabe, padre, de qu me estoy riendo?
+
+--Usted dir--repuso gravemente el clrigo sin volver la cabeza.
+
+--Pues de usted.
+
+--Por qu motivo?--pregunt con naturalidad y modestia.
+
+--Porque adivino perfectamente lo que est pensando. Usted teme que
+llegue la noche, como los nios... Empieza usted a estar violento con
+una mujer que todava no es vieja, y se arrepiente ya de haber cedido a
+acompaarme...
+
+--No anda usted muy distante de la verdad--replic el sacerdote con
+firmeza.
+
+Obdulia se turb un poco; pero reponindose inmediatamente:
+
+--Eso prueba su gran modestia, padre. Un santo como usted no debe temer
+nada en ninguna situacin. Yo, sin ser santa, estoy perfectamente
+tranquila.
+
+Estas palabras gustaron al P. Gil. Le respondi con benevolencia, y un
+poco ms sereno y confiado, volvi a entablar conversacin con ella,
+procurando mostrarse familiar y jocoso, tanto ms cuanto que deseaba
+alejar el malestar y la inquietud que se cerna sobre ellos.
+
+Rezaron el rosario. Luego cenaron con la vitualla que traan. Mientras
+dur la cena, Obdulia estuvo oportuna y alegre. El clrigo le segua el
+humor con cierta afectacin para ocultar el embarazo que a su pesar le
+dominaba.
+
+Haba cerrado la noche, una noche soberbia de Castilla, fra y azul,
+alumbrada por los rayos de la luna, que trasformaba la llanura en un
+vasto lago dormido. El tren corra a toda velocidad por el medio
+rompiendo con sus silbos estridentes, con el fragor de su marcha, el
+encanto de aquella claridad suave y tranquila. Los altos chopos parecan
+flotar sobre ella como fantasmas envueltos en el blanco cendal de la
+neblina.
+
+Los cristales del coche se empaaron al fin. Obdulia se apart de su
+confesor y fue a arrebujarse en un rincn, tiritando de fro. Luego se
+puso a hacer dibujos sobre el cristal con un dedo. Escribi su nombre:
+Obdulia Osuna; despus el de su confesor, Gil Lastra. Y volvindose al
+rincn, se rebuj de nuevo. El P. Gil, que haba ledo bien desde su
+sitio los dos nombres, se acerc a la ventanilla, con pretexto de
+estirar las piernas, y escribi debajo del suyo con letra clara:
+_presbtero_.
+
+Trascurri un rato en silencio. Ambos parecan soolientos. Obdulia dijo
+al cabo:
+
+--Con permiso de usted, voy a acostarme un poquito, padre. Tengo sueo.
+
+Y se estir sobre los almohadones, echndose una manta encima de las
+piernas.
+
+--Ay! ay!--exclam a los pocos instantes.--Cmo me lastiman las
+botas!... Claro, como las he humedecido primero y luego puse los pies
+sobre el calorfero, se han contrado!... Vamos, padre--aadi sonriendo
+graciosamente,--srvame de doncella una vez siquiera... Qutemelas
+usted, que yo no puedo.
+
+Una ola de rubor subi a las mejillas del sacerdote. Tuvo un momento de
+vacilacin.
+
+--Vamos, padre--insisti ella,--sea usted humilde como todos los santos.
+El Papa lava los pies a los pobres: bien puede usted quitarme a m las
+botas.
+
+El P. Gil se levant y empez con mano temblorosa, rojo como una
+amapola, a soltar los botones del calzado a su hija de confesin. Ella
+le contemplaba con sonrisa maliciosa.
+
+--Muchas gracias, padre. Ahora hgame el favor de envolverme las piernas
+en la manta... As; perfectamente. Ahora acustese un poco tambin y no
+haga ruido.
+
+El sacerdote, que a todo esto sonrea forzadamente, se acomod en el
+rincn opuesto y qued de repente serio, con el entrecejo violentamente
+fruncido. Una viva terrible inquietud se apoder de su espritu. La
+escapatoria le iba pareciendo una ligereza cada vez ms imperdonable.
+Aquella muchacha, ni tena verdadera vocacin de monja, ni llevaba
+trazas de tenerla jams. Era un temperamento frvolo, malicioso,
+arrebatado, capaz de cualquier atrocidad. Qu necedad la de haber
+cedido a sus instancias! Se confesaba que mereca un poco lo que le
+estaba pasando por su afn de desembarazarse de ella a todo trance. Pero
+como ya no era tiempo de volverse atrs, lo importante era dejarla
+cuanto ms antes en el convento, y a eso deban tender todos sus
+esfuerzos.
+
+Obdulia pareca dormida. Sus ojos, no obstante, se entreabran de vez en
+cuando para mirarle, y dejaban escapar una llamarada burlona y
+maliciosa.
+
+A las nueve llegaron a Palencia. Se hicieron guiar a una posada modesta.
+Antes de retirarse cada cual a su habitacin, el P. Gil quiso prevenir
+todo lo necesario para emprender el viaje a Astudillo al da siguiente.
+Mand buscar caballos, se enter del camino que haban de seguir, del
+tiempo que iban a tardar, etc. Quiso dejarlo todo listo, a pesar de que
+Obdulia le indicaba que no corra tanta prisa. Puesto que se trataba de
+un viaje corto, por la maana era fcil arreglarlo todo. Pero el
+excusador no poda disimular el ansia que tena de dejar zanjado aquel
+asunto.
+
+Se levant muy temprano, pero no se atrevi a avisar a la joven.
+Entretuvo su impaciencia rezando, paseando por la habitacin, yendo a
+casa del alquilador de los caballos para cerciorarse de que los tena
+dispuestos. Al fin, cerca ya de las diez, se atrevi a pasar un recado
+por la criada, preguntndole si estaba ya preparada a partir. La
+respuesta que aqulla trajo fue que la seorita an no se haba
+levantado, por hallarse un poco constipada, que en cuanto se levantase
+le avisara para ponerse en camino.
+
+Sin saber por qu, aquella novedad produjo en el P. Gil un gran
+desconsuelo; sinti profundo disgusto, presintiendo una catstrofe. Una
+hora despus recibi otro recado de ella aconsejndole que almorzase
+solo y pasase despus por su habitacin, que para entonces ya estara
+vestida y preparada. As lo hizo, cada vez ms inquieto y receloso; pero
+al entrar en el cuarto de la joven, encontr que estaba, en efecto,
+levantada, pero de ningn modo dispuesta para partir. Vesta una bata
+elegante y tena los cabellos recogidos en una cofia blanca con lazos de
+seda encarnados. Estaba bastante plida y tena los ojos con seales de
+haber llorado.
+
+El P. Gil se detuvo a la puerta y frunci el entrecejo.
+
+--Entre usted, padre, y sintese aqu en esta butaca--dijo ella desde
+una sillita, mirndole con dulzura.--Ya estoy bien. He pasado una noche
+muy mala.
+
+--Ha tosido usted?--pregunt el excusador, sentndose.
+
+--No... la he pasado toda llorando.
+
+El clrigo la mir estupefacto.
+
+--Cmo es eso, hija ma?
+
+Obdulia se llev el pauelo a los ojos y no contest. Al cabo de un
+largo silencio dej caer el pauelo, se apoder de una mano de su
+confesor y la bes con efusin repetidas veces y la llen de lgrimas,
+exclamando:
+
+--Soy muy desgraciada!
+
+El P. Gil quiso retirar la mano suavemente, pero la devota se la apret
+con ms fuerza.
+
+--No... no me retire usted esta mano, padre... esta mano que tantas
+veces me ha absuelto de mis pecados, y que ahora ay! no podr
+absolverme ni sacarme del abismo en que he cado...
+
+--Clmese usted, hija--repuso el clrigo, impresionado.--Acaso se
+arrepiente usted de su decisin?... Por eso no ha cado usted en el
+abismo. Todo se puede arreglar sin escndalo. Tiene usted un ao de
+noviciado, en que puede salir del convento cuando lo desee...
+
+Obdulia volvi a taparse el rostro con las manos y dijo entre sollozos:
+
+--No es eso... Es otra cosa peor... Yo tengo un secreto, padre; un
+secreto que me pesa en el corazn hace tiempo y que me ahoga...
+
+El P. Gil qued unos instantes suspenso, y dijo al fin:
+
+--Si usted lo desea, iremos a la iglesia y la escuchar en confesin.
+
+--No, no... Usted ya no puede ser mi confesor--y levantando
+repentinamente la frente, plidas las mejillas, los ojos secos y
+brillantes, donde se pintaba una resolucin extrema, sigui:--S muy
+bien, padre, que mi vida entera est destinada a llorar... S tambin
+que despus de esta vida me espera quiz una eternidad de tormentos.
+Pero la desesperacin no cuenta los tormentos ni teme nada. No tiene ms
+que un pensamiento. Todo lo dems queda aniquilado... Yo le he engaado
+a usted, padre. Yo no quiero ni puedo ser esposa de Jesucristo, porque
+sera infiel a mis juramentos. Tengo dentro del alma, all en el rincn
+ms oculto y sagrado, un amor al cual ser fiel toda la vida. Este amor
+es mi delicia y es mi tormento. Hace dos aos que vivo muriendo de una
+muerte dulce, porque adoro mis propios sufrimientos... Hace dos aos que
+lloro en silencio, pero mis lgrimas son dulces y las bebo con placer.
+Sin saberlo, padre, usted me ha estado envenenando lentamente; pero,
+lejos de aborrecerle, le quiero, le adoro con toda m alma... He
+procurado arrancar de mi alma este amor que me consume, he golpeado mi
+pecho, he martirizado mis carnes... Usted bien lo sabe, padre... Despus
+me he convencido de que era intil, y lo he dejado florecer en mi
+corazn. Cmplase la voluntad de Dios. S que estoy condenada, pero yo
+le quiero a usted... Te quiero! te quiero ms que a mi salvacin!...
+Llvame adonde se te antoje, pero no me separes de ti... Djame ser tu
+sierva... Djame besar el suelo que pisas...
+
+Cay de rodillas delante de su consejero, con el rostro entre las manos.
+Al travs de sus dedos flacos se notaba el vivo carmn de que estaba
+cubierto.
+
+El P. Gil se puso en pie vivamente, plido como un muerto, con el
+espanto pintado en los ojos. Sus labios temblaron para fulminar sin duda
+alguna frase dursima, pero no lleg a pronunciarla. Se lanz
+rpidamente a la puerta y desapareci por ella.
+
+Sali de casa sin darse cuenta de lo que haca. Camin a la ventura
+largo rato por las calles en un estado de aturdimiento que le impeda
+razonar sobre lo que acababa de sucederle. Saliose al campo y dio un
+largo paseo. El cansancio fsico produjo su acostumbrado efecto sedante
+y comenz a ver con claridad su situacin. Nada gan con ello. Lo que le
+estaba pasando era gravsimo, una verdadera catstrofe. Sus
+presentimientos se haban realizado. Cmo volver a Peascosa con la
+muchacha? Cmo dejarla all abandonada? Todas las soluciones que
+acudan a su mente le parecan igualmente comprometidas. Pens en
+telegrafiar al padre, pero no era posible explicar en un telegrama lo
+ocurrido, ni aun de palabra poda hacerlo dignamente. Adems, quin
+sabe de lo que sera capaz aquella loca si se vea acosada! Una viva
+irritacin se iba apoderando del alma pacfica del presbtero. Haca ya
+tiempo que no estimaba a la exaltada beata; ahora la aborreca.
+
+Cuando regres a casa era ya noche. Se encerr en su cuarto sin
+preguntar por su compaera, y continu meditando con febril impaciencia
+sobre el mismo tema. La solucin que le pareci menos mala, despus de
+haber tomado y desechado muchas, fue presentarse al obispo de la
+dicesis y confiarle todo el asunto y pedirle consejo y rdenes para
+salir del paso.
+
+--Seor cura, la seorita que ha venido con usted me manda decirle que
+haga el favor de pasar por su habitacin.
+
+El P. Gil levant la cabeza, y avergonzado y confuso como si tuviera que
+arrepentirse de algo, respondi a la huspeda:
+
+--La seorita?... Ah! Bien... All voy en seguida.
+
+Pero no se movi del sitio. Aquella llamada aument an ms su
+irritacin. Estaba resuelto a no volver a verla mientras el prelado no
+interviniese en un asunto que tan gravemente poda comprometerle.
+Trascurri cerca de una hora. Al cabo de ese tiempo se present de nuevo
+la patrona, toda azorada.
+
+--La seorita tiene un ataque y est en la cama sin conocimiento.
+Venga, venga, seor cura!
+
+--Voy, voy!--exclam asustado, corriendo en pos de ella.
+
+En efecto, Obdulia yaca en la cama, privada de sentido y extraamente
+plida. Pareca muerta. El P. Gil sinti al verla en tal estado una
+punzada de remordimiento en el corazn. Se apresur a prodigarle todos
+los cuidados que en el momento se le ocurrieron. Entre la patrona y l
+le baaron las sienes con agua fra, le hicieron oler algunos pomos de
+los que ella traa en su saquito de mano. No tard mucho en abrir los
+ojos. Estuvo algunos momentos con la mirada seria y fija en el
+sacerdote. Luego sonri dulcemente. La huspeda se apresur a ofrecerse.
+
+--Quiere usted que llamemos al mdico, seorita?
+
+--No, no... Esto no es nada... Hgame una tacita de tila.
+
+--Ahora mismo.
+
+Cuando se quedaron solos, la beata volvi a mirarle larga y fijamente.
+Al cabo dijo con voz dbil:
+
+--Escuche usted, padre.
+
+--Qu desea usted, hija ma?--respondi inclinando la cabeza hacia
+ella.
+
+--Acrquese usted ms... No puedo esforzar la voz.
+
+El P. Gil se inclin todava ms. Sbito, con movimiento imprevisto, la
+joven devota sac los brazos desnudos de la cama y se los ech al
+cuello, atrajo su rostro hacia el de ella con inusitada fuerza y le dio
+un beso prolongado, frentico, en los labios, y despus otro y otro. El
+sacerdote forceje en vano por desasirse. Aquellos brazos le apretaban
+como si fuesen de hierro, y una nube de besos ardorosos corra por todo
+su rostro, sin tregua. No se oa en la estancia ms que el suave rumor
+que producan y el resuello de dos pechos anhelantes.
+
+Al fin, el sacerdote, con un supremo esfuerzo, se deslig. La joven cay
+pesadamente en la cama. Aqul se sinti acometido de tal susto,
+repugnancia y horror que, despus de vacilar unos momentos, perdi el
+sentido y se desplom sobre el pavimento.
+
+Vindole caer, la joven se levant con presteza del lecho y acudi
+solcita a socorrerle. Pero al poner los pies en el suelo, su flaca
+naturaleza, hondamente perturbada por lo que acababa de suceder y por
+la vista de su confesor tendido en el suelo, le falt tambin y cay
+presa de un sncope.
+
+El del P. Gil era un desmayo pasajero. Tard pocos segundos en volver en
+s. Incorporose en el suelo, y viendo a Obdulia tendida a su lado en
+camisa y con una parte del cuerpo descubierta, sinti un fuerte
+estremecimiento de vergenza y se alz como movido por un resorte. Y
+pensando con horror que poda llegar el ama en aquel momento, se
+apresur a tomar a la joven entre sus brazos para trasportarla a la
+cama. Cuando la tena suspendida a media vara del suelo, sinti ruido en
+la puerta. Volvi la cabeza aterrado, y un grito ahogado de vergenza se
+escap de su garganta. A la puerta estaban Osuna, D. Martn de las Casas
+y D. Peregrn Casanova.
+
+--Ya cayeron los trtolos!--grit D. Martn con voz estentrea.
+
+El P. Gil dej caer de nuevo a la joven y retrocedi, mirndoles con
+ojos de espanto.
+
+--Qu es esto?... Qu es lo que pasa? Mi hija!... Dios mo!--clam
+Osuna, apresurndose a reconocerla.
+
+--Oiga usted, sucio, canalla, desorejado!--profiri D. Peregrn,
+dirigindose al excusador.--Qu situacin es sta para un sacerdote?
+No se le cae la cara de vergenza?
+
+D. Martn de las Casas le agarr con la mano izquierda por el brazo, y
+empujndole contra la pared, le vomit con voz campanuda, blandiendo al
+mismo tiempo el bastn:
+
+--Granujota, indecente! En buen lugar has dejado a los que te sacaron
+del polvo! Miserable gusano, debiera aplastarte y arrojarte despus
+como una piltrafa a la calle para que te coman los perros! Debiera
+clavarte por las orejas a la pared y exponerte a la vergenza pblica...
+Por lo menos debiera romperte las costillas con este bastn, y me estn
+dando ganas de hacerlo!
+
+No sera difcil, mejor dicho, sera casi seguro que el enrgico
+invlido satisficiera en esta ocasin, como en tantas otras, su apetito
+desordenado de contundir a sus semejantes, si no fuera porque en aquel
+instante se interpuso la huspeda.
+
+--Qu va usted a hacer, caballero? Maltratar a un sacerdote!... En mi
+casa no se dar tal escndalo...
+
+Repuesto un poco de la sorpresa el P. Gil, dijo con firmeza entonces:
+
+--Seores, esta joven se ha desmayado al tiempo de venir en mi socorro
+por haberme cado. La he acompaado hasta aqu, a ruego suyo, porque
+desea entrar en un convento y consagrarse a Dios, a lo cual su padre se
+opone sin razn ni derecho y para ello la maltrata brbaramente...
+
+--Maltratar yo a mi hija, canalla!--grit en el colmo de la indignacin
+el jorobado, que haba conseguido trasportar a Obdulia hasta la cama y
+se dispona a echarle agua en la cara.--Miente usted y miente quien lo
+diga. Yo no saba siquiera que deseaba entrar en un convento... ni me
+hubiera opuesto a ello.
+
+El P. Gil qued estupefacto, sin acertar a decir una palabra, porque el
+acento de Osuna denotaba sinceridad.
+
+--Yo creo que lo que procede en este caso--manifest D. Peregrn con su
+voz gangosa, administrativa,--es dar inmediatamente conocimiento del
+hecho a la autoridad civil... A m se me present un padre, siendo
+gobernador de Tarragona...
+
+--Djenos usted de Tarragona, D. Peregrn!--interrumpi el seor de las
+Casas.--Aqu lo que procede es atender a esa nia... Usted, seora, haga
+lo que sepa para hacerle volver en s. Usted, D. Peregrn, que conoce
+bien la poblacin, vaya a buscar un mdico... Y t, don Gil el
+enamorado... al infierno si te parece.
+
+--Decir que yo maltrato a mi hija, porque quiere hacerse monja!--segua
+exclamando por lo bajo Osuna, mientras ayudaba a la huspeda.--Canalla,
+ms que canalla!
+
+--Seor Osuna, dispnseme usted... Yo lo crea as--dijo el sacerdote.
+
+--Bueno, bueno. Ya se arreglar esa cuestin en Peascosa--profiri D.
+Martn con su energa caracterstica.--Ahora, largo de aqu!... largo!
+
+El P. Gil se dirigi a la puerta, pero cuando ya iba a trasponerla, D.
+Martn le grit como si estuviese al frente de un batalln: Alto!
+
+--Amigo Osuna--dijo dirigindose al jorobado,--a usted le han inferido
+una ofensa grave y usted no queda decentemente si no da ahora mismo una
+bofetada al individuo que le ha ofendido (apuntando para el P. Gil).
+
+Hubo silencio embarazoso. El semblante de Osuna expres malestar y
+vacilacin.
+
+--Nada, nada--sigui el feroz invlido con su voz resonante de barba de
+teatro,--no es usted hombre de honor, no tiene usted pizca de vergenza
+si deja sin correctivo la ofensa.
+
+Osuna vacil todava un instante, ech una mirada de misericordia al
+invlido; pero viendo su rostro espantable, se resolvi al fin. Alzose
+sobre la punta de los pies y descarg una sonora bofetada en la mejilla
+del sacerdote.
+
+--Jess!--exclam la huspeda.--Eso es una iniquidad!
+
+El P. Gil se puso densamente plido: asomaron dos lgrimas a sus ojos;
+pero no hizo movimiento alguno para arrojarse sobre su agresor.
+
+
+
+
+XIII
+
+
+Gracias a la actitud resuelta de Obdulia, el asunto no fue llevado a los
+tribunales. Desde el primer momento se confes autora y nica
+responsable de la fuga: el excusador ninguna culpa haba tenido en ella;
+slo haba cedido a acompaarla despus de incesantes ruegos y
+valindose del ardid de los malos tratos en su casa. D. Peregrn
+Casanova, queriendo sin duda demostrar que no guardaba rencor alguno a
+Osuna por la escena de la iluminacin, segua opinando que deba
+instruirse expediente gubernativo. Haca ya mucho tiempo que estaban
+reconciliados. En Peascosa los particulares se injurian pblicamente,
+se llaman canallas, miserables, etc., etc., y a los ocho das se les
+vuelve a ver juntos tomando caf. Pero esto no es privativo de
+Peascosa. Lo mismo sucede en Sarri y en Nieva. De otro modo, cmo
+sera posible la vida en estas villas insignes?
+
+Contra el parecer de D. Peregrn se hallaban todas las personas sensatas
+de la poblacin. Unos por afectos al excusador, otros por timoratos,
+otros porque no vean motivo para armar un escndalo, casi todos
+aconsejaron a Osuna que se estuviese quedo. Sin embargo, los enemigos
+que el excusador tena, mejor diremos, los envidiosos, se encresparon
+terriblemente. No quisieron asentir a la versin de la doncella.
+Opinaban que era una patraa forjada por ella para salvarle; y si no lo
+crean, por lo menos as lo manifestaban bajando la voz y sonriendo
+maliciosamente. Se les cubri de sarcasmos, lo mismo al sacerdote que a
+su hija de confesin, y se hicieron correr por la villa mil chuscadas
+ms o menos ingeniosas a propsito de su viaje. Fcil es de adivinar que
+quien ms trabaj en esta propaganda, aunque de un modo solapado, fue el
+P. Narciso. No le bastaba al capelln de Sarri haber humillado a su
+mulo arrancndole el cargo de coadjutor, que en justicia le perteneca.
+Quera a toda costa concluir con l, pulverizarle, que no se oyese ms
+su nombre en boca de las beatas de Peascosa.
+
+Pareciole la ocasin de perlas para ello. Por eso se dirigi
+espontneamente a Osuna, preguntndole si no pensaba acudir a los
+tribunales. Cuando supo que esto no poda ser porque Obdulia asuma toda
+la responsabilidad y declaraba haber engaado a su confesor, experiment
+profundo pesar. Tanto era su anhelo de exterminar al P. Gil, que aunque
+haca ya muchsimo tiempo que sus relaciones con aqulla eran tirantes,
+y aun puede decirse de abierta hostilidad, se aventur a tantearla. Tres
+o cuatro das despus de haber regresado a Peascosa la vio una maana
+en la iglesia. Le mand recado por un monaguillo que deseaba hablar con
+ella y la esperaba en la sacrista. Fue all la joven, aunque de
+malsima gana. El coadjutor se hizo de miel; la trat con extremado
+cario; manej con bro el incensario, sabiendo hasta qu punto era vivo
+y delicado su amor propio. Cuando crey tenerla blanda, le hizo presente
+con grandes perfrasis que l, como prroco coadjutor, tena el deber de
+velar por la honra de todas sus feligresas; que la de ella andaba en
+boca de la gente haca unos das, y que esto le pesaba en el alma por el
+particular cario que la profesaba. Le pesaba tanto ms, cuanto estaba
+seguro de que no haba dado motivo alguno para ello. Conoca su carcter
+generoso, su espritu noble; por eso estaba convencido de que en esta
+ocasin, como en tantas otras, se sacrificaba por los dems. Ahora
+bien, este sacrificio no era admisible; poda considerarse como un
+pecado. La honra no nos pertenece; es un depsito que Dios nos confa y
+que tenemos la obligacin de defender. Por otra parte, la deshonra no
+era solamente para ella, sino tambin para su anciano padre. El pobre se
+vea a causa de este sacrificio motejado y murmurado en la villa. An
+ms: aunque se diera por bueno tal rasgo de generosidad, tanto ella como
+l, que eran miembros de la Iglesia, tenan el deber de denunciar a la
+autoridad eclesistica a cualquier sacerdote que se extralimitase en el
+ejercicio de su ministerio, para que recibiese el condigno y fraternal
+castigo que los cnones previenen. Esto redundaba en bien de la fe.
+Ella, tan excelente cristiana, no haba de permitir que se burlase la
+justicia de Dios. Comprenda perfectamente que le sera doloroso
+declarar contra su confesor; pero era un sacrificio mayor que el que
+estaba llevando a cabo, y que Dios le agradecera seguramente. Adems,
+deba tener en cuenta que al denunciar a su confesor no le causaba dao
+alguno; al contrario, el castigo en la Iglesia se considera como un
+bien, como una justa expiacin que, cuando va acompaada del
+arrepentimiento, redime del pecado y nos libra de las penas del
+infierno.
+
+El pobre D. Narciso ignoraba, a pesar de haberla tratado tanto tiempo,
+con quin se las haba. Antes de que hubiera pronunciado palabra, ya
+saba Obdulia qu iba a decirle y en qu forma poco ms o menos; le
+conoca como si pasara la vida dentro de su cerebro. Aquella habilidad
+frailuna hecha de lugares comunes se estrellaba contra la viva
+imaginacin, el ingenio sutil y la perspicacia de la joven beata.
+Respondiole en el mismo tono persuasivo, untuoso, que el clrigo haba
+adoptado. De nada poda acusar al P. Gil, que era un santo, un ser
+excepcional cuya ilustracin serva de faro en la parroquia desde que
+por dicha haba llegado a ella, y cuya modestia, abnegacin y piedad
+podan servir de ejemplo y estmulo a sus compaeros. Pero aunque
+hubiera motivo para acusarle, se abstendra muy bien de hacerlo,
+sabiendo que el escndalo aprovechara principalmente a los enemigos de
+la religin. La falta de una mujer cuando es soltera redunda slo en
+perjuicio de ella. La de un sacerdote, en desprestigio de la clase y en
+menoscabo por lo tanto de la religin catlica. Otras varias
+consideraciones aadi, y entre ellas ms de una frase aguda de doble
+intencin que supo a cuerno quemado al nuevo coadjutor.
+
+--Vaya, adis, D. Narciso, y dispnseme si no he podido comprender bien
+su caritativa intencin. Soy una ruin mujer y no entiendo de teologas.
+
+El P. Narciso qued sonriendo como el conejo. Viendo cerrada esta va,
+entr resueltamente por otra no menos tortuosa. Lo mismo D. Joaqun el
+capelln y mayordomo de la seora de Barrado que el P. Melchor, enemigos
+natos del joven excusador, vomitaban veneno contra l, como es lgico.
+Pero haba otros cuantos clrigos en Peascosa que se haban mostrado
+siempre imparciales. A stos procur atrarselos pintndoles el lance
+desde otro punto de vista, asegurando que tena motivos secretos para
+saberlo. El viaje haba sido un verdadero rapto frustrado. La muchacha
+se sacrificaba. Haca ya tiempo que l, D. Narciso, tena sospechas de
+lo que iba a pasar. El excusador haba concebido una pasin sacrlega.
+La escapatoria estaba concertada desde haca tres meses, etc., etc. Les
+llen la cabeza de viento. La posicin que ocupaba como prroco, de
+hecho si no de derecho, facilit mucho esta atraccin. Qued convenido
+entre la mayora, casi la totalidad de los capellanes de la villa, que
+el excusador era un chicuelo sin peso ni formalidad, que haba
+desprestigiado a la clase sacerdotal y que Dios sabe dnde parara si el
+prelado no tomaba cartas en el asunto.
+
+Desde entonces no perdonaron medio todos ellos de demostrarle su
+desprecio. No hay nada que plazca tanto a la naturaleza humana como
+despreciar. Empezaron a saludarle framente, luego a volver la cabeza,
+despus a no contestarle. Cuando entraba en la sacrista, si haba all
+otros sacerdotes, notaba que se apartaban de l y formaban grupo aparte.
+Si iba a revestirse para decir misa, se encontraba la mayor parte de los
+das con el armario de las vestiduras cerrado: haba que esperar a que
+D. Narciso llegase para pedirle la llave. Se prescinda de l en las
+funciones cuando era posible: no le convidaban a los _gaudeamus_ que
+celebraban. Finalmente, le vejaban de todas las formas y maneras que se
+les ofreca. Y no dejaban de ser bastantes.
+
+El P. Gil qued ms sorprendido que enojado de aquel desprecio. Viendo
+que sus compaeros prescindan de l, prescindi de ellos sin gran
+pesar. Slo hablaba con el P. Norberto y con D. Miguel. El viejo
+prroco, a quien se haba privado de la jefatura de hecho, mantena, no
+obstante, con tesn su derecho, inventaba mil trazas de demostrarlo al
+vecindario. Entre l y D. Narciso haba una enemiga profunda, feroz.
+Pero ste le tena miedo. El antiguo cabecilla de las huestes carlistas
+era capaz, si se le irritaba un poco, de apalearle en la misma iglesia.
+Don Miguel triunfaba por el terror. El P. Narciso afectaba despreciarle,
+pero siempre a sus espaldas. Delante le trataba con extremada
+consideracin, y sufra con paciencia las rociadas que de vez en cuando
+le soltaba. Y cuando se le ocurra al coadjutor, predicando a los
+feligreses en el ofertorio de la misa, decir: Nosotros los prrocos
+tenemos el deber, etc., D. Miguel, desde su rincn donde oa la misa,
+profera en voz bastante alta para que le oyeran los que estaban a su
+alrededor: Prroco yo! prroco yo!
+
+Saliendo un da juntos de la iglesia, el P. Gil, que acababa de recibir
+un fuerte desaire de sus compaeros, se lo dijo, sin lamentarse, como si
+le diera cualquiera noticia.
+
+--No hagas caso de ellos--le replic el viejo caudillo, ponindole la
+mano rugosa y seca como un haz de sarmientos sobre el hombro.--Son todos
+unos maricas. Viven pegados a las enaguas de las beatas, como los
+gatos... Mira: yo, cuando salgo de decir misa, como ahora, y llego a
+casa, nunca dejo de soltarles media docena de... Pero t, si ests
+agraviado, puedes llegar sin inconveniente a la docena.
+
+Una carcajada brutal, semejante a un rugido, sacudi su pecho vigoroso
+al pronunciar estas palabras. Sus ojos brillaron con franca, cordial
+alegra. El excusador se puso rojo como una cereza y guard silencio. No
+volvi a tener ms confidencias con l sobre este punto.
+
+Su vida interior le causaba demasiados tormentos para pensar mucho
+tiempo en estas futilidades. El escepticismo le minaba sordamente. El
+mundo le pareca cada vez ms incomprensible. La idea constante de que
+todo lo que le rodeaba era una pura apariencia, cuyo verdadero sentido
+permanecera eternamente ignorado para el hombre, engendraba en su alma
+una melancola profunda, que se reflejaba bien en su frente plida y en
+la sonrisa triste e indiferente que plegaba sus labios. La experiencia
+toda entera--deca Kant--no es ms que el conocimiento del fenmeno, no
+de la cosa en s. sta se oculta y se ocultar eternamente a la razn
+humana. Platn tambin lo haba dicho antes. Las cosas de este mundo,
+tales como nuestros sentidos las perciben, no tienen realidad alguna.
+Mientras nos encerramos exclusivamente en la percepcin sensible somos
+como prisioneros sentados en una caverna oscura, encadenados tan
+fuertemente que no pueden volver la cabeza. No ven nada. Slo perciben
+en la pared que tienen enfrente, a la luz del fuego que arde detrs, las
+sombras de las cosas que pasan entre ellos y el fuego. Tampoco ellos
+mismos se ven sino como sombras proyectadas en la pared. Nuestra
+ciencia, pues, se reduce y se reducir siempre a predecir, segn la
+experiencia, el orden en que se suceden las sombras.
+
+Triste resultado despus de tantos esfuerzos! El Universo entero se le
+apareca como una sombra fugitiva que se desvanece con el sujeto que lo
+contempla. Es la Maya--como dicen los Vedas,--es el velo de la ilusin
+el que, cubriendo los ojos de los mortales, les hace ver un mundo del
+cual no puede decirse si existe o no existe, un mundo que semeja a un
+sueo, a la radiacin del sol sobre la arena, donde el viajero de lejos
+cree percibir un lago. Habiendo perdido la fe, no slo en su razn, sino
+tambin en sus sentidos, la vida de nuestro clrigo se arrastraba
+silenciosa, indiferente, en medio de un hasto infinito.
+
+Obdulia no le haba visto en los quince das siguientes a su regreso. La
+beata sala muy poco de casa por razones fciles de comprender, y a la
+iglesia procuraba ir a las horas en que no estuviese el excusador. Esto
+ltimo no precisamente por vergenza, sino por el mismo sentimiento
+amoroso que segua agitando su corazn. Crea, y no le faltaba motivo,
+que, supuestas las habladuras que corran por el pueblo y la guerra de
+todos los capellanes, principalmente de D. Narciso, cualquiera
+aproximacin a su confesor poda comprometerle. As que se impona este
+sacrificio con la satisfaccin del que padece por el ser adorado. Pero
+lleg a ser un tormento superior a sus fuerzas. Su loca pasin, en vez
+de calmarse, cada da se exaltaba ms. No viva ms que con la imagen
+del joven excusador. Hasta en sueos le vea. Y su fantasa desarreglada
+le forjaba un sin fin de ilusiones. Dbase a pensar que el P. Gil
+corresponda a su amor, y para creerlo sacaba de quicio todas sus
+palabras y acciones. Una vez que le haba apretado la mano con ms
+fuerza, otra que le haba sonredo desde lejos, otra que se haba
+ruborizado al encontrarla, etc., etc. Todo lo converta en sustancia.
+Luego el viaje a Palencia era objeto para ella de un minucioso y febril
+examen. Su alegra en el coche cuando almorzaban, y ella le limpiaba el
+pescado de espinas; la escena de la barca, en que le vio melanclico, a
+punto de llorar al escucharla; la turbacin que se apoder de l en el
+tren cuando le invit a descalzarla; finalmente, aquel beso de amor en
+los labios que le impresion hasta hacerle perder el sentido, le
+parecan a la luz de los recuerdos otros tantos signos indudables del
+sentimiento que embargaba el pecho de su confesor. El pobrecillo era un
+santo, y su amor luchaba con el deber. Esta lucha que crea adivinar le
+haca doblemente interesante a sus ojos, y exaltaba an ms, si posible
+era, su desapoderada pasin.
+
+Al cabo naci en su mente la idea de verle otra vez. La idea se
+convirti al momento en propsito, y la inund de alegra. La entrevista
+deba ser secreta, que nadie en Peascosa tuviese noticia de ella. Esto
+satisfaca su deseo de no comprometerle, y al mismo tiempo la condicin
+de su temperamento, inclinado siempre al misterio. Determin que fuese
+de noche: sorprender al excusador en su cuarto, gozar unos momentos de
+afectuosa expansin y marcharse al instante. Seal, por fin, el da.
+Durante todo l estuvo nerviosa, agitada dulcemente, como la colegiala
+que espera ver a su amante escalar de noche las rejas del balcn. Cuando
+lleg la hora, dijo a su padre que le dola la cabeza, para retirarse
+temprano. As que le oy salir de casa, se ech con mano trmula un
+mantn sobre los hombros, y acompaada de su doncella, que era su
+encubridora perpetua, encaminose a casa del excusador. Las piernas le
+flaqueaban de placer, el corazn le lata fuertemente.
+
+Lo raro del caso es que no se le pasaba por la imaginacin que aquel
+amor era sacrlego. No senta remordimientos. Su cerebro desequilibrado
+trastornaba todas las leyes divinas y sociales, las funda de nuevo a su
+capricho. Para ella, el amor del joven presbtero era un puro idealismo
+conforme con el espritu cristiano: hallaba en las historias de los
+santos varios casos semejantes. Cuando soaba con huir en su compaa al
+fondo de un retiro dulce y ameno, siempre era bajo el supuesto de seguir
+confesndose con l y subir al cielo juntos. Si la carne hablaba dentro
+de su ser, o no la escuchaba, o finga no escucharla, engandose a s
+propia.
+
+Al llegar a la mansin del sacerdote, orden a su doncella que la
+aguardase en el portal: no tardara en bajar. Llam toda temblorosa.
+Sali D Josefa a abrir. Como desde su famoso viaje no la haba visto,
+se arroj en sus brazos, la abraz y la bes con afectada efusin. El
+ama se mostr muy poco contenta: la recibi con frialdad glacial; hasta
+se le conoca que luchaba consigo misma para no soltarle una rociada de
+desvergenzas y darle con la puerta en las narices. Slo le contuvo la
+idea de que su amo se haba reconciliado con la beata, lo cual deploraba
+en el fondo del alma, juzgndolo feo y peligroso.
+
+Obdulia fingi no advertir la frialdad de la buena seora.
+
+--Est en casa?--pregunt con el mismo semblante risueo.
+
+--Est... Voy a avisarle.
+
+--No hay necesidad. Me ha mandado venir a estas horas y me estar
+aguardando.
+
+Seguidamente tom la escalera y se dirigi al cuarto del P. Gil. D
+Josefa la mir subir con aversin y desconfianza. Preguntar si estaba en
+casa y luego decir que la aguardaba era una contradiccin manifiesta.
+Por esto y por la curiosidad natural la sigui a los pocos momentos.
+
+Bailndole de gozo el corazn, Obdulia se acerc a la puerta del
+gabinete y mir por el agujero de la cerradura. El P. Gil estaba sentado
+a su mesa de escribir, leyendo a la luz de un quinqu. Una sonrisa de
+afecto y entusiasmo contrajo los labios de la joven devota. Abri de
+golpe la puerta para darle una grata sorpresa y exclam con alegra:
+
+--Padre, aqu me tiene usted!
+
+El sacerdote levant los ojos sorprendido. La sonrisa de la beata se
+hel repentinamente en su rostro. En vez del gozo que esperaba, vio
+cruzar por ellos un relmpago de ira al cual sucedi instantneamente
+una expresin de absoluta indiferencia, la misma expresin de cansancio
+y hasto que haca tiempo reflejaba su semblante. Alzose con lentitud de
+la silla, sin contestar a la exclamacin de su penitenta, y avanz hasta
+ella en silencio. La beata, clavndole una angustiosa mirada de terror,
+retrocedi un paso. El sacerdote lleg a cogerla por un brazo, y suave,
+pero firmemente, la llev en silencio hasta la puerta, la puso fuera del
+gabinete y cerr de nuevo.
+
+Obdulia tropez con un bulto. Era D Josefa, que le solt una carcajada
+en la cara.
+
+--Parece que no la reciben a usted bajo palio, seorita!
+
+No contest. Plida, con el corazn fuertemente contrado y en un estado
+de desfallecimiento que le haca tambalearse, baj la escalera sin darse
+cuenta. D Josefa, cortando el flujo de la risa, la persigui hasta la
+puerta de la calle gritndole con acento iracundo, esforzndose en
+bajar la voz para que no le oyera su amo:
+
+--Bien empleado le est, holgazana, gallarina... Vergenza haba de
+darle!... Engaar a mi pobre seor y llevarle como un dominguillo de la
+ceca a la meca!... Mire usted la monjita!... Es sa su religin? Es
+sa su delicadeza?... Si quiere hombres, vaya a casa de Mara Ramona con
+mil pares de demonios y no pretenda a los sacerdotes... Fuera de
+aqu!... Mtase en su casa y tenga honradez y tenga vergenza, y no ande
+como una perra salida a todas horas por esas calles... Si fuera a
+llevarme del genio, le levantaba las sayas ahora mismo y le daba en el
+tras con la zapatilla hasta que me cansara... Pcara! Mala cabra!
+
+Sali a la calle aturdida, quebrantada. Tuvo que arrimarse a la pared de
+la casa para no caer. Los horrores y monstruosidades que le haba
+vomitado el ama del excusador seguan sonndole como martillazos en los
+odos. Hubo un instante en que crey perder el sentido; pero del fondo
+de su ser sali un grito rabioso, un grito de venganza que le mand
+tenerse firme. Y cumpli la orden, haciendo un gran esfuerzo sobre s
+misma. Descans unos momentos contra la pared, pasose la mano por la
+frente y se encamin con paso rpido hacia su casa, seguida de la
+doncella, que no haba podido obtener respuesta a ninguna de sus
+preguntas.
+
+Aunque se senta muy mal, se empe en esperar a su padre. Cuando lleg
+ste a las once, le sigui hasta su cuarto y, despus de cerrar la
+puerta, le dijo de repente:
+
+--Pap, no te he dicho la verdad... Cuando me hallasteis con el
+excusador acababa de arrojarse sobre m, estando en la cama. Me resist,
+luchamos, y al fin qued desmayada en sus brazos.
+
+El jorobado dio un grito de rabia.
+
+--Ah puerco! Bien lo presuma yo!
+
+Y se puso a dar vueltas como un tigre por la estancia, vomitando
+injurias y blasfemias. Al cabo de un rato se detuvo delante de su hija,
+y le pregunt, ms con la vista que con las palabras, algo.
+
+La joven baj la cabeza ruborizada e hizo un signo negativo.
+
+--Bien... De todos modos, has perdido la honra en la poblacin. Es
+menester que ese infame no se ra de ti... Estamos?
+
+--En eso estoy--repuso ella con firmeza,--y para eso te lo he confesado.
+
+Osuna le clav una mirada de sorpresa y curiosidad.
+
+--Vamos--dijo al cabo con sonrisa sarcstica,--ha habido rompimiento.
+
+--Poco importa que haya uno u otro--respondi con acento desabrido.--Lo
+que me interesa en este momento es que no pague yo sola la culpa que es
+de los dos... de l principalmente.
+
+Asinti el jorobado con toda su alma, porque an ms que la desgracia de
+su hija, le preocupaba el vengarse del excusador. Y comenzaron a
+cuchichear largamente sobre los medios de llevarlo a cabo. Haban dado
+ya las cuatro de la madrugada cuando Obdulia sali del cuarto de su
+padre.
+
+Se meti en la cama con fiebre. No pudo conciliar el sueo. La escena en
+que acababa de hacer un papel tan triste se le presentaba a la
+imaginacin cada vez con ms relieve. Por ms esfuerzos que haca, no le
+era posible borrarla ni por un momento siquiera. Su amor propio gema
+como si le estuvieran atenaceando.
+
+En cuanto se levant llam a su padre, y se fueron ambos, como haban
+convenido, a ver al P. Narciso. Fue idea de ella. Comprendi que la
+persona que en Peascosa poda ayudarles ms en la empresa era el
+coadjutor, y a l se dirigi. ste se mostr sorprendido de su
+resolucin, y aun quiso, hipcritamente, disuadirles; pero el gozo le
+rebosaba de tal modo por los poros, que una palabra un poco agria de
+Obdulia bast para ponerle suave como un guante.
+
+Osuna apunt la idea de acudir al obispo. Don Narciso se opuso
+terminantemente a ello. El delito era comn, y a los tribunales
+ordinarios deba acudir. Cuando stos hubieran cumplido con su
+ministerio, entonces era el caso de pedir a la Iglesia el castigo del
+culpable. El taimado clrigo saba muy bien que los tribunales
+eclesisticos procuran encubrir los delitos de los sacerdotes para
+evitar el escndalo, cuyas consecuencias son peores. Se hace como que no
+se cree en ellos, para no verse en la precisin de imponer una pena que
+excite la atencin demasiado. Determinaron, pues, acudir en queja al
+juez de primera instancia. Al da siguiente fue Obdulia a Lancia a
+consultar el caso con uno de los abogados ms notables. Le encarg la
+direccin del negocio, dej nombrado procurador e hizo con el mayor
+sigilo todas las gestiones conducentes a su propsito, sin olvidar el
+procurarse algunas cartas de los personajes ms influyentes de la
+provincia para el juez de Peascosa.
+
+Mientras estas nubes temerosas se amontonaban sobre su cabeza, el
+inocente excusador paseaba desde casa a la iglesia y desde la iglesia a
+casa, su frente plida, su figura melanclica y resignada. Los ojos,
+ordinariamente fijos en el suelo, slo dirigan de vez en cuando miradas
+tmidas a la gente, como si temiera que por ellos descubrieran el cncer
+que roa su corazn. No lea ms que libros de entretenimiento; no
+meditaba. Fatigado de tropezar con el mismo muro infranqueable, hua
+con terror de lanzar su pensamiento por las esferas de la metafsica.
+
+Lleg un momento, sin embargo, en que lo hizo sin darse cuenta de ello.
+Era una noche plcida de Mayo. Haca poco ms de un mes del famoso viaje
+a Palencia. Haba ledo un rato cierta historia de Grecia de la
+biblioteca de Montesinos, que a su muerte se haba deshecho. Senta
+calor y cansancio. Apag el quinqu, abri las puertas del corredor y
+traslad a l la butaca, sentndose a respirar el aire del mar. Por
+algunos minutos fij la vista con atencin en la bveda celeste cuajada
+de estrellas, y se esforz en reconocer algunas constelaciones. Despus
+contempl, con el asombro que siempre produce, la va lctea, que
+aquella noche se sealaba admirablemente. Aquella faja blanca donde se
+vean los astros como polvo finsimo le causaba siempre un estupor
+profundo. Cada grano de ese polvo es un cuerpo millares de veces mayor
+que la Tierra, el cual hace girar a su alrededor otros planetas que
+nosotros no podemos percibir.
+
+--Y sin embargo--se dijo al cabo de un momento, saliendo de su estupor
+con un suspiro,--todas esas grandezas ya no me espantan, porque no
+tienen realidad. La existencia de esos astros est pendiente del hilo de
+mi razn. Yo llevo en m la forma eterna de esos objetos, como de todos
+los dems. No son otra cosa a mis ojos que un espejo donde se refleja
+mi ser interior. Por medio del mecanismo de mi cerebro, de mi facultad
+de conocer, se representa la comedia fantstica que se llama mundo
+externo. Ese tiempo infinito al travs del cual existe la materia
+revistiendo formas infinitas; ese espacio infinito tambin que llenis,
+esferas luminosas, no existen ms que en mi representacin; son las
+formas que yo llevo aparejadas en mi cerebro para que _seis_, o lo que
+es igual, para que estis representadas en m...
+
+Pero qu es lo que hay detrs de ese fenmeno, nica cosa que puedo
+percibir? Cul es el ser ntimo y verdadero del Universo? Esos mundos
+infinitos, son por ventura algo fuera de mi representacin? S. El
+idealismo absoluto es un absurdo, porque yo soy objeto de representacin
+para los dems, y sin embargo, tengo la absoluta certeza de que existo
+fuera de esa representacin. Eso mismo pasar a los otros hombres. Qu
+soy yo mismo separado de esta forma corporal en que me veo, fuera del
+tiempo y el espacio que llevo en el cerebro? Cul es mi propia esencia
+y la esencia del Universo?...
+
+No lo s. No lo sabr jams. Los esfuerzos de la filosofa se han
+estrellado contra este misterio impenetrable. Nadie ha descifrado hasta
+ahora el gran enigma de la existencia. Algunos seres privilegiados han
+intentado descorrer el velo y nos han ofrecido, cada cual segn su
+fantasa, sistemas risueos o lgubres, austeros o frvolos, de lo que
+constituye el fondo de la vida. Pero estos sistemas no tienen ningn
+valor cientfico; no son ms que hiptesis. El paso de la representacin
+al _ser_ es un salto mortal en que han perecido los filsofos ms
+sagaces y los genios ms sublimes de la humanidad. Kant, el coloso, que
+ha batido las cataratas de mi inteligencia, atribuye al imperativo de la
+conciencia moral un valor absoluto fuera del tiempo y el espacio.
+Partiendo de l, cree penetrar con planta segura en los misterios de la
+esencia infinita. Ilusin! Este imperativo es un fantasma. Los
+filsofos materialistas han metido en l el escalpelo de su crtica y se
+ha visto que est hueco. Schopenhauer, el sutil pensador que hoy
+arrastra a la juventud, fuera del mundo fenomenal coloca la Voluntad,
+que es en su opinin la cosa en s. Por qu? Con la misma razn que l
+la llama _voluntad_, la han llamado los escolsticos _ens realissimum_,
+y sus predecesores en Alemania _absoluto_. Por mucho que se esfuerce en
+ocultarla, su teora est fundada como las dems en una pura hiptesis,
+y las hiptesis no tienen valor en la ciencia; slo se sostienen en la
+fe...
+
+Al formularse esta palabra en su cerebro, el corazn le dio un vuelco
+sin saber por qu. Sinti vagamente que haba chocado con algo donde
+asirse y qued sumido nuevamente en profunda meditacin.
+
+--No hay que dudarlo. Lo que la ciencia puede darme son las relaciones
+de las cosas bajo el imperio del tiempo y el espacio. Jams me dir su
+esencia. Para que sepa algo de ella, menester es que se trasforme mi
+facultad de conocer... Y por qu no he de dejar que se trasforme? Por
+qu no he de prescindir por un momento de mi razn y no he de prestar
+asenso a los presentimientos de mi alma, a la voz interior que me
+explica de un modo claro la esencia divina del Universo? La razn no me
+dice por qu es hermosa la puesta del sol en el mar. Y sin embargo es
+hermosa! La razn no me dice por qu San Juan de Dios es sublime
+abrazndose a los leprosos. Y sin embargo es sublime!...
+
+Ah, s! Por encima de este vulgar conocimiento que me esclaviza a la
+materia hay otro que me emancipa. Los ojos del cuerpo no penetran en la
+intimidad profunda de los seres; pero la fe no necesita de ojos: la
+pintan vendada. No slo poseo una razn que me explica la apariencia de
+las cosas: existe tambin en mi espritu una revelacin constante que
+las ilumina por dentro... Por qu he de prescindir de esta revelacin?
+Por qu he de cerrar los odos a los suspiros de mi alma? Esta
+revelacin es el tesoro ms precioso con que he sido dotado. Quiero
+gozar de l; quiero recobrar la libertad y responder al llamamiento de
+lo que hay en m de divino. Esta revelacin me dice que soy un
+extranjero en este mundo, sometido a la necesidad, y que puedo romper
+los lazos que me unen a l. Me manda sacudir el yugo del tiempo y
+distinguir lo que hay en mi ser de temporal y lo que hay de eterno... Si
+llevo en mi cerebro las formas eternas de los objetos, es que soy
+superior y tengo una existencia independiente de ellas. Esta existencia
+es lo nico que hay en m de real; lo dems es pura apariencia, y como
+ha nacido debe morir... Quiero vivir esta vida inmortal y libre; quiero
+conocer directamente la verdad eterna que se oculta detrs de este
+Universo. La hora vendr--dice Jess--en que los muertos oirn la voz
+del Hijo de Dios, y aquellos que la oirn vivirn. La hora ha llegado
+para m... Oh s, Dios eterno, al travs del tiempo y el espacio y de
+todas las formas efmeras de la existencia te veo inmutable, infinito,
+nica fuente de verdad y de vida, nica luz en las tinieblas que
+envuelven nuestra vida temporal; te veo, te reconozco y te adoro!...
+
+Un sacudimiento semejante al que produce una corriente elctrica le hizo
+ponerse en pie vivamente. El corazn le lata con tal fuerza que se
+llev las manos al pecho. Una emocin grande, intensa suba de l hasta
+la garganta y se la apretaba. Sentase inundado de una extraa alegra.
+Comenz a pasear por el corredor, presa de un desasosiego tan dulce que
+le haca dao. Le pareca que su ser trasmigraba sbito al de un ngel,
+que en su espritu se cumpla un misterio inefable y augusto. Le
+acometan impulsos de rer y llorar al mismo tiempo. Se hallaba en la
+situacin de un desterrado a quien restituyen de repente al seno de su
+patria y su familia. Necesitaba hacer esfuerzos sobre s mismo para no
+brincar, para no gritar y rer como un oxigenado.
+
+De tal modo estaba abstrado, que no oy el ruido de la puerta de su
+gabinete al abrirse, ni tampoco los pasos de una persona que avanzaba
+por l hasta llegar al mismo corredor.
+
+--Buenas noches, seor excusador--dijo una voz conocida.
+
+--Quin va?... Ah!... Es usted, seor juez? Cmo no han encendido
+una luz?
+
+--No hace falta. La noche est hermosa. Indudablemente, este corredor es
+una gran cosa.
+
+Se dieron la mano, y el juez de primera instancia, que era hombre de
+unos cuarenta aos, de fisonoma abierta y simptica, se arrim a la
+barandilla del corredor y puso las manos sobre ella.
+
+--Se extraar usted--dijo con afectada indiferencia--de verme por aqu
+a estas horas... Phs!... Hay en el juzgado una denuncia... Nada...
+Supongo que ser nada entre dos platos. Pero como ya sabe usted que
+todas estas cosas de justicia se llevan con tanta formalidad... Luego en
+la audiencia no dejan pasar una rata; todo ha de ser a punta de lanza...
+En fin, me veo en la necesidad de detener a usted... Supongo que ser
+por muy poco tiempo... una pura formalidad; pero hay que cumplirla... No
+he querido mandar al alguacil sabe usted? por no asustarle, porque la
+cosa no merece la pena. He venido yo en persona para tranquilizarle...
+No se apure usted, pues, que la detencin no tiene importancia, y
+vngase conmigo. De este modo y a esta hora nadie se enterar.
+
+--Una denuncia?... De qu me acusan?
+
+--Al parecer es el asunto de la escapatoria de la chica de Osuna... No
+se asuste usted.
+
+--No me asusto, seor juez. Estoy dispuesto a seguirle al instante... Si
+usted me permite, encender el quinqu para quitarme las zapatillas y
+ponerme los zapatos...
+
+--Todo lo que usted quiera, seor excusador--se apresur a decir.--Puede
+usted tomarse el tiempo que guste y mandar a la crcel cuantos efectos
+tenga por conveniente.
+
+El sacerdote sac un fsforo y se dispuso a encender el quinqu. El juez
+qued estupefacto. En vez del rostro plido y descompuesto que pensaba
+hallar, pudo observar la fisonoma ms plcida y feliz que jams haba
+visto en su vida. En la mirada que el excusador le dirigi, despus de
+encender, brillaba una alegra tan pura como si hubiese venido a
+noticiarle que le haban hecho obispo. El juez dio un paso atrs y le
+clav los ojos con desconfianza. Pero se asegur en seguida viendo el
+perfecto sosiego con que haca todos los preparativos. Empaquet alguna
+ropa en una maleta, se puso los zapatos, la sotana y el sombrero y dijo
+sonriendo:
+
+--Ya estoy. Los curas no tardamos mucho en arreglarnos, verdad?... A D
+Josefa no le dir nada para evitar una escena triste, no le parece a
+usted? Le escribir desde la crcel, pidindole la ropa.
+
+Aprob el juez cuanto deca, y ambos tomaron la escalera y salieron a la
+calle como dos amigos. Durante el trayecto, el joven presbtero dio
+seales de una verbosidad y alegra que haca tiempo no se observaban en
+l. Entraron en la crcel, eligi el juez la habitacin menos mala y,
+despus de dejarle instalado, se despidi con creciente sorpresa al ver
+que se quedaba all tan sereno y risueo como en su casa.
+
+Sali vivamente impresionado de la crcel. Mientras caminaba por la
+calle del Cuadrante arriba, su imaginacin daba vueltas buscando una
+explicacin a aquella conducta extraordinaria.
+
+El seor juez de primera instancia estaba lejos de sospechar que, al
+ingresar en la crcel, el excusador de Peascosa acababa de salir de los
+calabozos del escepticismo.
+
+
+
+
+XIV
+
+
+Guarden ceremonia, seores!
+
+La voz del hujier, imperativa, estridente, no lograba calmar la risa y
+los murmullos de los concurrentes. Porque aunque el presidente de la
+sala haba resuelto que el juicio se celebrase a puertas cerradas,
+atento a la ndole delicada del delito y a las personas que haban
+intervenido en l, fueron tantos los abogados que reclamaron su derecho
+a presenciarlo y tantos los permisos concedidos, que se form pronto una
+asamblea numerosa y ms inquieta de lo que deba esperarse.
+
+La sala de lo criminal de la audiencia de Lancia era una pieza
+rectangular, grande, oscura, polvorienta. All en el fondo, debajo de un
+dosel de damasco marchito, estaban sentados en sendos sillones de
+terciopelo los tres magistrados que componan el tribunal. A un lado, el
+acusador privado, con una mesa delante. Enfrente el defensor. El relator
+en pie, frente al tribunal. Detrs el acusado en su banquillo.
+
+El testigo que depona en aquel instante era el cochero que haba
+conducido al P. Gil y su penitenta desde Peascosa a la estacin de la
+Reguera. Lo presentaba la acusacin. Era hombre viejo ya, con la faz
+extremadamente roja, iluminada por el alcohol tanto como por la
+intemperie. Vesta un chaquetn del grueso de una albarda, y haca rodar
+su gorra de pana entre los dedos con manifiesto embarazo mientras
+declaraba. La voz era bronca, como conviene a todo mayoral que se estime
+en algo; el estilo pintoresco, abusando un poco de los tropos.
+
+--Pus a m me dijo el amo: Lico, hay que dir a Peascosa a por unos
+seores. No pases de la venta de Marica, y durmete all. Llvate paja
+pa el ganao, porque all no la hay. (En esto el amo no habl bien,
+porque en casa Marica hay paja... slo que no se la da a los
+cualisquiera, entendmonos.) Llvate al Tizn y al Sencillo: son quin
+pa traerlos con la carretela.--Sign y conforme, dije yo. El Tizn es un
+perro. Como le d la serenita por no andar, ya le puede usted alumbrar
+candela, que ni pa Dios!
+
+--Djese usted de tizones y candelas, y diga lo que sepa del
+asunto--interrumpi el presidente con voz irritada.
+
+Este presidente era un viejo terco, colrico, impertinente, que diriga
+las sesiones del juicio oral como una escuela de prvulos. Ofenda a
+reos y a testigos, sin respetar mucho ms a los abogados. Mostraba sus
+simpatas o antipatas con una franqueza que aterraba. Sin embargo, no
+era un perverso ni proceda de mala fe. Todo dependa de su temperamento
+excesivamente nervioso y de la edad, que le obligaba a chochear.
+
+--Bien t eso, seor, y voy al caso. A la una, menuto ms o menos, lleg
+este seor cura (apuntando para el acusado) a montar en la mesma
+cochera. Llegaramos a casa de Marica a eso de las seis. All nos dej
+el seor y nos dijo que volvera al da siguiente con otra presona pa
+volvernos a Lancia. Por la noche vino un chico a traerme dos maletas, y
+al otro da bien temprano dio all el seor cura con una chavalita que
+vena toa tap. Nos mand enganchar y, mientras, la chavalita se subi a
+la casa.
+
+--Y no observ usted--pregunt el presidente--si el sacerdote la
+acompa arriba?
+
+--Yo no le vi subir. Si estuvo arriba, fue poco tiempo.
+
+--No notaron usted y el zagal nada de particular en la manera de
+portarse y hablar entre s el sacerdote y la joven?
+
+--Yo no estaba en el toque de los particulares, seor, porque andaba de
+aqu para all detrs del ganao, ni el zagal tampoco... Pero un pensar
+naide se lo quita a uno. Cuando vi llegar por la carretera al seor
+cura, que es bien parecido de suyo, con la chavala, dije: stos lo mesmo
+pueen venir de rezar vsperas que de tocar a maitines... Dempus
+enganch, y dempus me entr en la taberna a limpiar el pasapn. No
+estaba all ms que Marica.--Sabes, Marica, le dije, que me pesa llevar
+al curita y a la chavala en la carretela?--Por qu te pesa?--Porque
+s... porque el hombre no est hecho tova a estos oficios, entiendes
+t?--Ave Mara, qu burro eres, Lico! Quita all! No te da
+vergenza?--Mia, Marica, t no has corro el mundo como yo. Yo he dido
+por Len, por Palencia, por Salamanca y hasta por tierra de
+Extremadura... Los curas son, hablando con perdn, hombres como todos
+los dems, y hay casos en que la mujer no arrepara ni en curas ni en
+frailes, ni en el verbo devino...
+
+Estas palabras fueron las que promovieron la algazara dicha. Ni los
+hujieres con sus voces, ni el presidente con la campanilla pudieron
+apaciguarla en algn tiempo. Por ltimo, aqul logr hacerse or.
+Amenaz con hacer desalojar el local inmediatamente, y esto bast para
+restablecer el silencio. Despus se revolvi contra el testigo.
+
+--Advierto al testigo que si _ha dido_ por todos esos sitios que dice,
+ahora no va por buen camino. Abstngase de frases groseras y declare
+sencillamente la verdad.
+
+Despus del cochero declar el zagal. No tuvo importancia su
+declaracin. Salieron luego sucesivamente algunas beatas de Peascosa
+que declararon en trminos vagos que haban observado cierta intimidad
+desusada entre Obdulia y su confesor, aunque nunca haban pensado mal de
+ella. Tambin depuso el P. Narciso. Fue una declaracin modelo de
+hipocresa y maldad. Haciendo elogios hiperblicos de la virtud y el
+talento de su compaero, supo, no obstante, clavarle el estilete hasta
+la empuadura. Sus reticencias insidiosas, el acento protector y triste
+con que disculp las faltas de los sacerdotes, y las ltimas palabras
+dirigidas a excitar la benevolencia del tribunal, causaron profunda
+impresin en el auditorio. Pareca justificar a su compaero; pero al
+travs de su acento y de su mmica se lea bien claro que le condenaba.
+
+Todas las miradas se volvieron hacia el acusado. El P. Gil estaba como
+haca tres meses, cuando ingres en la crcel de Peascosa. Con el
+encierro su rostro haba ganado an en blancura. En vez del cansancio y
+melancola que en los ltimos tiempos reflejaba, observbase ahora un
+alegre sosiego, una firmeza que tena desconcertados a todos los
+asistentes al juicio oral. Pareca que aquellos debates no iban con l,
+que no estaban su honra y su libertad sobre el tapete. La opinin que
+prevaleca en el concurso, y de la cual se haba hecho eco ya la prensa
+liberal de Lancia, era que aquel clrigo era un cnico, con poca o
+ninguna vergenza. No se necesitaba ser muy lince para ver que se haba
+captado la antipata del tribunal, sobre todo del presidente, que la
+haba puesto ya de manifiesto en varias ocasiones. Como haca siempre
+que declaraba algn testigo, el acusado contemplaba ahora al P. Narciso
+de hito en hito, con mirada firme y tranquila. El coadjutor habl con
+los ojos puestos en el suelo, y todo el mundo aplaudi su modestia y la
+moderacin de sus palabras.
+
+Sali luego por la puerta de los testigos don Martn de las Casas.
+Despus de su nombre, edad, estado, profesin, etc., el presidente le
+pregunt:
+
+--Ha estado usted procesado alguna vez?
+
+D. Martn, que se hallaba bastante turbado, porque era principalmente
+hombre de accin, como ya sabemos, y no de derecho, respondi vacilando:
+
+--No recuerdo.
+
+--Hombre, no recuerda usted! Pues eso no suele olvidarse.
+
+La frase presidencial despert gran alegra en el concurso. El invlido
+rechin los dientes. Hubiera dado el otro hombro por poder asestar una
+bofetada a aquel viejo. ste, observando su irritacin, le interrumpi
+varias veces mientras declaraba, dirigindole con zumba algunas
+preguntas, que siguieron regocijando al auditorio.
+
+El feroz cacique de Peascosa almacen en pocos momentos tanta clera,
+que se propuso nada menos que escupir en la cara al presidente y
+desafiarle tan pronto como saliesen a la calle. Sin embargo, este varn
+poderoso, digno de vivir en la edad de hierro, tropez con l por la
+tarde en el casino, y en vez de inferirle agravio, le quit el sombrero
+con mucha reverencia. Y es que no hay nada que desanime a los hroes
+tanto como las crceles celulares.
+
+Llamaron inmediatamente a D. Peregrn Casanova, el cual, al revs de lo
+que le haba sucedido a su amigo, entr majestuosamente en el saln,
+resoplando y balancendose como un vapor que atraca al muelle. En
+sustancia, el ex-gobernador interino de Tarragona vino a decir que el
+excusador de Peascosa nunca haba sido santo de su devocin. Los
+caracteres retrados, mansos, silenciosos, no le haban dado resultado.
+A otros quiz se lo dieran, no lo discuta, pero l en su larga carrera
+administrativa tuvo varios subordinados que estuvieron a punto de
+comprometerle, y siempre haban sido caracteres semejantes al del
+acusado. Cuando corri por Peascosa la especie de que Obdulia se haba
+fugado con el excusador, l haba dicho: Imposible; estoy seguro de que
+ese hombre la ha llevado engaada. Hace mucho tiempo que le observo, y
+yo no necesito tanto. Me precio de tener buena nariz. (_De qu no se
+preciaba D. Peregrn?_) A pesar de que existan ciertas diferencias
+entre l y Osuna, las dio al olvido inmediatamente, porque nunca haba
+sido rencoroso, y se ofreci a acompaarle en la persecucin de la
+pareja. La situacin en que los haban encontrado en Palencia no era
+para descrita. Baste saber que l, D. Peregrn, haba enrojecido de
+indignacin. Sin embargo, a ruego del abogado acusador la describi.
+Despus quiso entrar en consideraciones filosficas sobre la magnitud
+del delito y sobre la conveniencia para la sociedad de que los
+tribunales castiguen con mano firme en estos casos, pero le ataj el
+presidente. El tono pedantesco, la voz nasal y recia y la accin de
+dmine con que emita su declaracin haban impresionado de mal modo al
+auditorio, pero peor que a todos al presidente, que le miraba con ojos
+torvos desde que haba comenzado. Cuando ya tuvo lleno el saco de la
+paciencia, que no llevaba mucha, dijo con su voz spera de vejete
+irritable:
+
+--Acaso quiere usted darnos un curso de derecho penal? Djese de
+filosofas y manifieste los hechos como Dios le d a entender... que se
+lo da bien mal por cierto.
+
+--Seor presidente, creo que estoy en mi perfecto derecho...
+
+--Aqu no tiene usted derecho ninguno, ni perfecto ni imperfecto...
+
+--Seor presidente, yo...
+
+--Basta. Retrese usted.
+
+--Seor presidente!...
+
+--Que se retire usted inmediatamente, o ser expulsado por los hujieres.
+
+Rojo de confusin, trmulo y aturdido, a punto de llorar, el hombre que
+rigi los destinos de la provincia de Tarragona por ms de dos semanas,
+sali al fin de la estancia dando traspis.
+
+--Seor presidente--manifest el abogado acusador con entereza,--esa
+orden debilita la prueba que propongo y me parece arbitraria...
+
+--Llamo al orden al letrado!--grit furioso el presidente, agitando la
+campanilla.
+
+--Seor presidente, yo entiendo que se vulneran los derechos de la
+acusacin...
+
+--Llamo por segunda vez al orden al letrado!--grit ms furioso an el
+presidente, levantndose a medias del asiento y golpeando la mesa con la
+campanilla.
+
+--Pues formulo la correspondiente protesta.
+
+--Proteste usted cuanto quiera, pero abstngase en lo sucesivo de
+dirigir palabras irrespetuosas a la presidencia.
+
+El abogado acusador era un joven flaco, de barba negra, ojos pequeos
+insolentes, y muy sobre s en todos los ademanes. Figuraba como jefe de
+los republicanos federales de Lancia y diriga el peridico que stos
+publicaban. Su odio al clero era proverbial en la poblacin. Haba
+tenido varios choques por este motivo, uno de ellos con el obispo:
+estuvo procesado por injurias a la religin. Como es natural, coga por
+los pelos cualquier ocasin de vejar a sus ministros. Un proceso como el
+presente, en que figuraba como reo un sacerdote, le llenaba de jbilo,
+lo atenda con cuidados tan tiernos como si se tratase de la honra de
+una hermana.
+
+Despus de D. Peregrn, fue llamada el ama de la casa de huspedes de
+Palencia. Vena presentada por la defensa. Declar que haba observado
+relaciones extraas entre el sacerdote y la joven, pero que en nada
+podan comprometer a aqul. Cuando llegaron, pidieron caballos para
+marchar al da siguiente por la maana a Astudillo. Le dijo la criada
+que ya no se marchaban, porque la seorita estaba algo constipada y no
+se haba levantado. Pas a verla y la encontr plida, pero no
+constipada. Le pregunt si haba estado a verla su compaero de viaje el
+sacerdote, y se apresur a responderle que no, de un modo tan vivo que
+le llam la atencin. Despus supo que haba enviado un recado al
+sacerdote dicindole que almorzase solo y que pasase luego por su
+habitacin. Estuvo poco tiempo en ella. Le vio salir corriendo, agitado
+y tembloroso y echarse a la calle. Estuvo por all toda la tarde, y vino
+muy de noche ya. Mientras tanto, la seorita haba tenido dos ataques;
+ella la haba asistido, porque no quiso que se llamase al mdico. El
+sacerdote se encerr en su habitacin. La seorita me mand llamarle,
+pero no quiso acudir hasta que le fui a decir que estaba con un ataque.
+Despus fue cuando la seorita me mand que le hiciese un poco de tila,
+y mientras yo estaba en la cocina subi su padre con los amigos. Cuando
+llegu la encontr tendida en el suelo en paos menores. El pap trataba
+de llevarla a la cama y yo le ayud.
+
+--Dice usted--manifest el acusador--que cuando le vio salir del
+gabinete de la joven ofreca seales evidentes de turbacin. No habr
+usted observado, por casualidad, si presentaba igualmente signos de
+desarreglo en las ropas?
+
+Hubo un murmullo en el auditorio.
+
+--No, seor; no not nada.
+
+Otras varias preguntas le hizo con la misma intencin que sta. Luego
+fue repreguntada por la defensa.
+
+Sali inmediatamente, tambin presentada por sta, D. Josefa, el ama
+del excusador. Se deca que esta seora tena pruebas de la inocencia de
+su amo, que iba a relatar cosas muy curiosas. Se esperaba su declaracin
+con ansiedad. Cuando le hubo tomado juramento y despus de las preguntas
+de reglamento, el presidente le dijo con el tonillo agrio que le era
+caracterstico:
+
+--Ahora va usted a decir lo que sepa, pero mucho cuidado con los
+embrollos, porque la tengo a usted sobre ojo...
+
+El abogado defensor, que era un hombre corpulento con largas patillas
+blancas, protest contra esta advertencia. Preguntada por el presidente,
+D. Josefa declar que Obdulia haca tiempo que persegua a su amo y le
+molestaba proponindole la escapatoria al convento. Que el excusador
+haba tratado en vano de disuadirla; sus esfuerzos haban sido vanos.
+Estaba tan resuelta a marcharse, que se hubiera ido sola si l se negaba
+a acompaarla. En vista de eso, su amo, aunque de malsima gana, haba
+cedido. La testigo misma se lo haba aconsejado para que se librase de
+una beata tan insufrible.
+
+--Y no es cierto--pregunt el defensor--que un mes, poco ms o menos,
+despus del regreso de Palencia, la querellante se present una noche en
+casa de mi defendido, y que fue arrojada por l de all?
+
+--S, seor.
+
+--Explique cmo ha sido.
+
+D. Josefa relat exactamente la escena ya conocida, sin omitir los
+insultos que dirigi a la joven.
+
+--Como esta versin--dijo el defensor--no concuerda con lo manifestado
+por la querellante en el sumario, de no haber hablado con mi defendido
+desde su regreso de Palencia, pido un careo entre ambas.
+
+--Seor presidente--manifest el abogado de Obdulia,--la acusacin se
+adhiere a esta peticin de la defensa, pero solicita que este careo se
+efecte despus que la querellante haya declarado.
+
+As lo dispuso la presidencia. El acusador repregunt a D. Josefa:
+
+--Es cierto que la testigo miraba con malos ojos a mi defendida, por
+suponer que la sustraa una parte del cario o la estimacin de su
+amo?...
+
+--No conteste usted a esa pregunta!--se apresur a decir el presidente.
+
+--Est bien--expres el defensor.--No es igualmente exacto que la
+testigo detestaba a todas las hijas de confesin del procesado,
+estableciendo con ellas una suerte de rivalidad?
+
+--No conteste usted tampoco. Esa pregunta es tan impertinente como la
+otra.
+
+--Renuncio a seguir repreguntando--dijo el abogado con una sonrisa
+maliciosa, que indicaba bien claramente que ya crea haber conseguido su
+objeto.
+
+Faltaba la gran emocin de aquel juicio, el acontecimiento que desde que
+se comenzara haca unos das se esperaba por todos con verdadero anhelo;
+faltaba, en suma, la declaracin de la querellante, que estaba la ltima
+en la lista. Cuando el presidente dio la orden de hacerla pasar, hubo un
+prolongado rumor en el auditorio, al cual sigui silencio sepulcral.
+Todos los ojos estaban vueltos hacia la puerta con expresin de intensa
+curiosidad.
+
+Pareci, al fin, la hija de Osuna. Vesta con modestia y elegancia al
+mismo tiempo. Su figura esbelta y distinguida y la hermosura ajada, pero
+interesante, de su rostro causaron favorable impresin en los
+circunstantes. Al pasar para ocupar su sitio, no se dign arrojar una
+mirada a su antiguo confesor. Estaba ms plida que de ordinario, ms
+ojerosa; pero en su mirada poda observarse una vehemencia y un brillo
+inusitados.
+
+El presidente le hizo las preguntas de la ley, en tono respetuoso y
+hasta galante. Respondi con notable claridad y precisin.
+
+--Es cierto--le pregunt el presidente--que ha sido usted objeto de una
+agresin maliciosa y escandalosa por parte del procesado?
+
+--S, seor.
+
+--Relate usted lo ocurrido en la forma que usted crea ms oportuna, sin
+separarse de la verdad.
+
+--Muy poco tiempo despus de llegar el padre Gil a Peascosa y
+desempear el cargo de excusador, empec a confesarme con l. Le
+encontr prudente, advertido y extraordinariamente piadoso. El respeto
+que yo tena a su talento y la admiracin a sus virtudes eran tan
+grandes que algunos maliciosos de la poblacin pudieron muy bien
+figurarse que exista una inclinacin en m hacia su persona. Yo no
+puedo negar que le profesaba estimacin y cario. Durante el tiempo que
+fue mi confesor, jams not en l ms que una estimacin espiritual a
+veces, no siempre, porque ordinariamente se manifestaba severo y poco
+comunicativo. Slo en los ltimos tiempos empec a observar que se
+detena ms tiempo que antes en las confesiones (_risas y murmullos en
+el auditorio_); que procuraba prolongarlas entrando en conversaciones
+que nada tenan que ver con ellas. No hice aprecio de esto, ni tampoco
+de que alguna vez al despedirnos me retena la mano entre las suyas
+largo rato. (_Ms risas. El presidente agita la campanilla._) Lo
+atribua a la confianza que haba logrado inspirarle, porque tena, al
+menos en la apariencia, un carcter tmido y retrado. Hace ya lo menos
+un ao que le manifest deseos de entrar en un convento, pero se opuso
+tenazmente a ello. De vez en cuando volva a la carga rogndole que me
+ayudase a llevarlo a cabo. Siempre encontr la misma resistencia. Hasta
+que repentinamente, pasados algunos meses, me dijo un da que encontraba
+mi proyecto muy bueno y muy santo, y que estaba dispuesto a prestarme
+los medios para realizarlo. Lo primero que se me ocurri, como es
+natural, fue solicitar el permiso de mi padre. El P. Gil se opuso a
+ello. Me dijo que por entonces no era conveniente; ms adelante ya
+veramos. Empezamos a tratar la cuestin de convento. Yo quera entrar
+en las Agustinas de Lancia, pero l me dijo que conoca un convento de
+Carmelitas en Astudillo que era el que me convena. Era un convento que
+no tena ms que diez o doce monjas, muy tranquilo, muy apartado, un
+verdadero rinconcito del cielo, como l deca. (_Risas._) Preparamos la
+expedicin. Se ofreci a acompaarme. Yo no cesaba de instarle para que
+mi padre tuviese noticia del proyecto. No se opona abiertamente a ello,
+pero lo iba dilatando. Por fin, cuando lleg el momento de realizarlo,
+me dijo que crea ms prudente no darle parte. El pobre iba a tener un
+disgusto muy grande. Acaso viendo la posibilidad de desbaratarlo se
+opondra, mientras que sabindolo cuando ya estuviese hecho, no tendra
+ms remedio que resignarse. En fin, me aleg una porcin de razones que
+concluyeron por convencerme...
+
+Aqu hizo una pausa la querellante; se llev la mano a la frente, como
+si le doliese traer a la memoria lo que iba a decir. Un gesto digno de
+una actriz de primer orden.
+
+--Salimos un martes al amanecer. Lo haba preparado todo perfectamente.
+El da anterior haba ido a Lancia y trajo una carretela que dej en las
+inmediaciones de Peascosa. Durante el camino hablamos poco. Yo iba
+inquieta y triste. No entramos en Lancia, sino que seguimos a la Reguera
+para tomar all el tren. Esperamos bastante tiempo y dimos un paseo por
+la orilla del ro. Nada me dijo entonces que pudiera hacerme concebir
+sospechas. Slo cuando estuvimos en el tren y quedamos solos, not que
+me miraba fijamente y de un modo particular. Yo me fui al opuesto
+rincn. Trat de descansar y quise quitarme los zapatos porque me
+lastimaban. Entonces l se brind a sacrmelos, y sin esperar
+contestacin se puso a hacerlo. (_Rumores y risas. El presidente amenaza
+con despejar la sala._) A m, a la verdad, me dio aquello vergenza y
+qued muy inquieta. Me pesaba ya muchsimo de haber ido con l. Procur
+disimular, sin embargo, porque empezaba a tener miedo. Llegamos a
+Palencia y mandamos a buscar caballos para ir al da siguiente a
+Astudillo. Pero al da siguiente me sent muy mal. La emocin del viaje
+me haba descompuesto los nervios. Me esperaban, por desgracia, otras
+ms fuertes. El padre entr a verme; se sent a la cabecera de mi cama,
+y despus de algunos lugares comunes, empez a hablarme de amor como un
+galn cualquiera. Me hizo una declaracin. Yo estaba aterrada y
+escandalizada. Me dijo que slo haba ideado aquel viaje con el objeto
+de marcharse conmigo, que podramos ir al extranjero y vivir como marido
+y mujer... una serie de cosas escandalosas que me dejaron yerta. Tuve
+fuerzas, sin embargo, para responderle. Lo hice con tal energa, porque
+estaba como loca, que le asust. Le amenac con gritar si no se marchaba
+inmediatamente...
+
+Obedeci. Lleg el ama despus a verme, y estuve por decirle lo que me
+haba pasado, pero me contuve. Senta en el alma dar un escndalo y
+perder a un sacerdote. Me pareci mejor disimular. Envi un recado al
+padre para que almorzase solo y viniese despus a verme. Mi objeto era
+hacer que reflexionase un poco y rogarle que escribiese a pap o le
+telegrafiase para que viniese a recogerme, con pretexto de que estaba
+enferma y no poda entrar en el convento. Lleg despus de almorzar;
+pero en vez de presentarse arrepentido por lo que haba hecho, comenz
+otra vez a solicitarme de un modo ms feo, ms asqueroso que antes.
+Entonces le habl como deba, recordndole sus deberes y la confianza
+que haba depositado en l. No hizo caso. Vindome perdida, porque
+trataba de pasar de las palabras a las obras, cog un Santo Cristo de
+bano que haba sobre la mesa de noche y lo puse delante de m,
+diciendo: Seor, protegedme!... Entonces l, como si viera el diablo,
+se march corriendo...
+
+Despus tuve dos ataques muy fuertes. Cre que me mora. Cuando pude
+coordinar las ideas, era ya cerca de noche. El ama me dijo que haba
+salido de casa y no haba vuelto. Encargu que le avisaran para hablarle
+por ltima vez y resolverme o no a dar parte de lo que ocurra. No quiso
+venir, temiendo sin duda mi indignacin. Ca con otro ataque, y el ama
+sin duda fue a buscarle, porque cuando abr los ojos estaba l a mi
+lado. Ped al ama que me hiciese una taza de tila... En cuanto quedamos
+solos, sin mediar palabra alguna se arroj sobre m, cubrindome la cara
+de besos, apretndome con tal fuerza que pens morir... Aturdida y
+horrorizada, lanc algunos gritos, pero l los sofoc ponindome la mano
+en la boca... Luch con desesperacin, y Dios me dio fuerzas para
+desprenderme de sus brazos y saltar de la cama... Pero apenas haba
+puesto los pies en el suelo, me encontr otra vez sujeta y con la boca
+tapada... Forcejeamos un rato, pero aquella lucha no poda durar mucho
+tiempo... Al fin, perd el sentido...
+
+Una emocin violenta corri por la sala. Hubo un rumor prolongado. Todas
+las miradas, fijas hasta entonces en la querellante, se dirigieron hacia
+el acusado. El P. Gil haba escuchado aquella infame declaracin,
+primero con sorpresa, despus con una triste compasin, que los
+circunstantes, impresionados por las palabras de la joven, no supieron
+leer en sus ojos. Aquella actitud tranquila, aquella mirada persistente,
+fija sobre su acusadora, sigui atribuyndose a cinismo.
+
+Era difcil que sucediese de otro modo. Obdulia haba mostrado, bajo el
+latigazo de la ira, un talento diablico. Su palabra y sus ademanes, un
+poco exagerados, vibraban de indignacin. Su mirada no se cruz jams
+con la del sacerdote; pero supo bien dar a este miedo el aspecto de
+desprecio.
+
+--Deseo que manifieste la querellante--pregunt el abogado
+defensor--cmo es que, habiendo sucedido todo lo que acaba de declarar,
+se confes despus nica autora de aquella fuga y nada dijo hasta
+trascurrido mucho tiempo de la violencia de que fue objeto.
+
+--No he dicho nada por vergenza. Creo que cualquiera mujer hara lo
+mismo en mi caso. Qu ganaba con revelar estas cosas tan sucias? Slo
+cuando vi mi honra por los suelos, slo cuando lleg a mis odos lo que
+se deca en Peascosa, me aventur a confesarlo a mi padre. Por mandato
+de ste me encuentro aqu, que de otro modo tampoco hubiera venido.
+
+A todas las preguntas que le hicieron, tanto el presidente como los
+letrados, respondi con admirable serenidad y viveza. Ni un momento le
+falt su imaginacin.
+
+El defensor del P. Gil propuso al fin el careo con D. Josefa. Entr
+sta de nuevo y clav una mirada iracunda en Obdulia, la cual le pag
+con otra de afectado desprecio. A instancia de la presidencia relat de
+nuevo la escena en que el P. Gil arroj de casa a su penitenta. A las
+pocas palabras sta dio seales de agitacin y se puso horriblemente
+plida.
+
+--Falso, falso!--grit sin poder contenerse.
+
+--Es falso que entr usted en la habitacin de mi amo diciendo:
+Padre, aqu me tiene usted!, y que mi amo, sin contestar palabra, se
+levant de la silla, la cogi a usted por un brazo y la puso de patitas
+fuera del gabinete?
+
+--Mentira!... Esa mujer est loca... Por salvar a su amo inventa una
+calumnia.
+
+--No estoy loca, no, ni calumnio a nadie... La que calumnia a un
+sacerdote es usted, pcara, que tiene que dar cuenta a Dios de su
+maldad...
+
+--Reprtese la testigo--dijo el presidente.--Reprtese tambin la
+querellante, o me ver obligado a expulsarlas de la sala.
+
+Pero ni una ni otra hicieron caso de la amenaza. Obdulia sigui
+gritando:
+
+--Falso! Miente usted!
+
+--La que miente es usted, que quiere por orgullo perder a un
+sacerdote... a un santo!
+
+--Silencio!--gritaba el presidente golpeando con la campanilla.
+
+--Buen santo te d Dios!--exclamaba la joven con sonrisa
+sarcstica.--No calumnie usted a los dems por salvarle a l.
+
+--Basta! Expulsad del local a estas mujeres--profiri el presidente,
+dirigindose a los hujieres.
+
+--La calumniadora eres t!... T, bribona! Bribona!... Porque te ha
+despreciado le acusas, infame? No temes que se abra la tierra y te
+trague?...
+
+En aquel momento un hujier la cogi por un brazo y la empuj brutalmente
+hacia la puerta. Pero D. Josefa, hasta que lleg a ella, sigui
+gritando:
+
+--No hay justicia que azote a esa mala mujer, que la emplume!...
+Bribona, que has andado siempre detrs de los curas, como una perra
+salida!... Meterla en un bao de agua fra para que se refresque!...
+
+Otro hujier fue a expulsar a la otra; pero en el momento de acercarse,
+Obdulia se desplom, acometida de un sncope. Su abogado y las personas
+que estaban cerca acudieron a socorrerla. Se la traslad al despacho del
+secretario. Dos mdicos del concurso fueron espontneamente a visitarla.
+
+Terminada la prueba, y despus de descansar unos minutos, el presidente
+concedi la palabra al acusador privado.
+
+Su discurso fue, como se esperaba, elocuente y saudo. Tena la voz
+velada a causa de una bronquitis crnica: cuando quera elevarla
+resultaba chillona, estridente. La palabra era fluida, aunque abundaba
+en los lugares comunes del periodismo. En Lancia nadie saba hablar con
+esta tersura. Pint al P. Gil como un ser hipcrita, rastrero,
+alimentando en secreto pasiones vergonzosas, ocultndolas con cuidado
+por el temor de perder su posicin. Estas pasiones son frecuentes en los
+clrigos, en quienes un rgimen de holganza y una vida muelle y
+sedentaria las excitan...
+
+Como insistiera demasiado en esto, el presidente le llam al orden.
+
+Describi el delito con una crudeza pintoresca a propsito para
+impresionar al tribunal. Un plan odioso trazado de antemano y llevado a
+cabo con firmeza y habilidad implacables. Abuso de confianza primero,
+ataque al pudor despus; por ltimo, una cobarde y sacrlega violacin.
+Las pruebas eran concluyentes. Con vigor y sutileza al mismo tiempo las
+fue acumulando todas sobre la cabeza del presbtero para concluir con
+este prrafo:
+
+--Y por si todos estos datos irrecusables no fuesen bastante a demostrar
+palmariamente la premeditacin del crimen, voy a aducir otro. Se dice, y
+todos estn conformes en ello, que el padre Gil llevaba a su hija de
+confesin a un convento de Carmelitas en Astudillo. Pues bien,
+excelentsimo seor... en Astudillo no hay convento de Carmelitas.
+Quiere ms el tribunal?
+
+El discurso fue corto y contundente. Al terminar se sinti un murmullo
+aprobador, de mal agero para el procesado.
+
+El defensor de ste era un abogado de experiencia e inteligente, pero
+que careca en absoluto de las dotes oratorias de su contrincante. Tena
+palabra abundante, pero era montona, pesada, ms a propsito para
+dilucidar algn punto oscuro en un expediente civil que para arrastrar
+el espritu del tribunal y del pblico. Se entretuvo con suma prolijidad
+a reconstituir el sumario buscando informalidades, llamando la atencin
+del tribunal acerca de pormenores, algunos de ellos insignificantes.
+Nada de entrar, como debiera, en el carcter de la querellante, de hacer
+resaltar el trastorno crnico de su sistema nervioso, la violencia
+sorprendente de sus sentimientos, lo mismo el amor que el odio, la
+susceptibilidad enfermiza de su amor propio que pareca desprovisto de
+piel y en carne viva siempre; nada de buscar, en fin, el origen, el
+verdadero gnesis de aquella acusacin extraa.
+
+Habl cerca de hora y media. Al terminar, lo mismo el tribunal que el
+pblico, estaban visiblemente fatigados. Rectific brevemente el
+acusador privado algunos errores de hecho. Sostvolos el defensor, segn
+era su condicin, larga y prolijamente. De tal modo, que el fastidio
+engendrado por su primer discurso se multiplic notablemente en el
+segundo.
+
+Por ltimo, el presidente hizo sonar la campanilla y, encarndose con el
+acusado, dijo:
+
+--En vista de las pruebas que acaban de practicarse y de los informes de
+los seores letrados, tiene el procesado algo que manifestar al
+tribunal?
+
+El P. Gil se levant de su banco y pase una mirada tan suave como vaga
+por la sala. Pareca que le despertaban de un sueo. Tard algunos
+instantes en hablar. Rein en el auditorio silencio profundo y ansioso.
+A pesar de la atmsfera desfavorable que haban formado en torno suyo,
+su figura delicada, potica, donde resplandeca la humildad, no poda
+menos de causar impresin favorable.
+
+--Soy inocente del crimen que se me imputa. En las manos de Dios, en
+quien he dejado hace tiempo todos mis pensamientos y cuidados, dejo
+ahora tambin mi sentencia. Cmplase su voluntad.
+
+Estas sencillas palabras, pronunciadas con lentitud, causaron una
+conmocin elctrica en el concurso. Por un instante se entrevi la
+verdad como a la luz de un relmpago. Pero las tinieblas cayeron de
+nuevo en la sala y se espesaron dentro de las ms perspicuas
+inteligencias. No falt quien murmurase que los curas, por malvados que
+fuesen, tenan siempre en los labios estas palabras. El presidente le
+respondi con su acritud acostumbrada:
+
+--Bueno; ms adelante le juzgar Dios. Por lo pronto van a juzgarle a
+usted los hombres.
+
+
+
+
+XV
+
+
+El tribunal de los hombres le conden a catorce aos, ocho meses y un
+da de reclusin.
+
+El oficial de sala de la Audiencia que fue a leerle la sentencia a la
+crcel se crey en el deber de prodigarle consuelos. El caso no era
+desesperado. El Tribunal Supremo poda an casar la sentencia. Si esto
+no sucediese, l era todava joven y volvera seguramente del presidio,
+sobre todo teniendo en cuenta las rebajas de tiempo que el gobierno
+otorga de vez en cuando, etc., etc.
+
+--Gracias, gracias, seor--dijo el presbtero, cuya fisonoma expresaba
+una calma profunda, una serenidad ntima que llamaba la atencin.--Usted
+me cree muy desgraciado, verdad?
+
+--Mucho... Me inspira usted una gran compasin--respondi con cara
+compungida el curial.
+
+--De modo que no se cambiara usted por m en este momento?
+
+El empleado hizo una mueca de susto.
+
+--Por desgracia... Ya comprender usted... El caso es terrible!...
+
+El P. Gil permaneci un instante mirndole fijamente con una dulzura no
+exenta de lstima, y dijo al fin, ponindole una mano sobre el hombro:
+
+--Pues hara usted mal, seor, hara usted mal. Poda usted muy bien dar
+su libertad, su honor, su posicin y su familia por hallarse como yo...
+y todava saldra usted enormemente ganancioso.
+
+El curial le mir con estupor. Por sus ojos pas despus un relmpago de
+inquietud, temiendo hallarse frente a un loco, y se apresur a
+despedirse y salir.
+
+Qued solo el sacerdote. La celda en que se hallaba era lbrega y sucia.
+Un catre de hierro, una mesilla de pino, una cmoda tosca y algunas
+sillas de paja componan todo el mobiliario. Por la nica ventana
+enrejada que la esclareca, abierta a bastante altura, entraba en aquel
+momento un haz de rayos de sol. El P. Gil, despus de permanecer un
+momento inmvil en actitud reflexiva, fue a colocarse debajo de
+aquellos rayos. Su cabeza rubia, iluminada repentinamente, brill con
+reflejos de oro, su tez blanca adquiri una trasparencia singular. Su
+cuerpo fino, delgado, vestido con negra sotana, pareca una columna de
+bano destinada a sostener aquella cabeza.
+
+Dejose anegar por la onda tibia, bebiendo lentamente su dulzura,
+palpitando bajo su caricia como un pjaro prisionero. Alz los ojos a la
+ventana. Por entre las rejas percibi el azul del firmamento,
+trasparente, infinito, convidando a volar por l.
+
+El cielo rea. Pero ms alegremente que el cielo rea su alma, inundada
+de gozo embriagador. En el fondo de su ser tambin brillaba el infinito
+azul. Desde que la Gracia le haba visitado viva en perpetua fiesta.
+Sus ojos, iluminados bruscamente, contemplaban el Universo en su
+naturaleza ideal. Todos los velos tendidos por la razn haban cado al
+suelo: el gran secreto de la existencia se le revelaba directamente con
+admirable claridad y pureza.
+
+Detrs de esta vida aparente que nos rodea vio la vida real, la vida
+infinita, y entr en ella con el corazn henchido de alegra. En esta
+vida infinita todo es amor, o lo que es igual, todo es felicidad. Entrar
+en ella es poner el pie en el imperio de la Eternidad. Es la vida del
+espritu. El mundo no puede cambiarla ni el tiempo destruirla, porque
+es ella el principio mismo del tiempo y del mundo. Gust la vida en
+Dios; vivi ms all del tiempo en la fuente misma ideal y perenne del
+mundo imaginativo que nos envuelve. Sus das ya no se deslizaban tristes
+y ansiosos como una porcin del tiempo. Ya no sufra el torcedor de la
+voluntad; no exhalaba quejas lastimeras sobre sus pecados, sobre sus
+resoluciones vencidas, porque no amaba ya sus propias obras, por buenas
+que fuesen, como antes, sino nicamente lo Eterno. Porque las obras
+tienen su origen en la persona, y l se haba despojado de la suya; la
+haba negado con firmeza. En medio de una santa y dulce indiferencia
+dejaba que Dios obrase dentro de su espritu. Exento para siempre de
+duda y de incertidumbre, saba que no deba querer ms que una cosa, y
+que todo lo dems se le dara por aadidura. Estaba seguro de que la
+fuente de amor divino que haba brotado en l no se agotara jams, y
+que este amor le guiara eternamente. El temor de la destruccin por la
+muerte ya no le turbaba. La muerte, desde que haba entrado en la vida
+de la eternidad, era para l incomprensible. No necesitaba bajar a la
+tumba para obtener esta vida eterna. Bastbale unirse de corazn a Dios
+para poseerla y para gozarla.
+
+Averigu, en fin, de una vez para siempre, que el hombre no puede
+salvarse del dolor y de la muerte por la razn, sino por la Fe, esto es,
+por un conocimiento distinto y superior del que aqulla puede darnos.
+Desde que este conocimiento ilumin su espritu, alcanz la felicidad
+absoluta. Sin inquietud por lo porvenir, sin sentimiento por lo pasado,
+no apeteciendo nada, no rechazando nada tampoco, su vida se deslizaba
+tiempo haca como un sueo feliz, como una dulce embriaguez. Dej caer
+el plomo de los deseos y las tristezas que le ligaban a la tierra.
+Desprendido de toda ilusin y de todo esfuerzo, sin temores de
+aniquilamiento ni esperanzas egostas de resurreccin, por la virtud de
+la Fe y del amor supo reproducir en su alma el verdadero reinando de
+Dios.
+
+Slo breves instantes permaneci as inmvil, recibiendo el beso clido
+del astro del da. No tard en representrsele que aqul era un goce de
+los sentidos, y haciendo un gesto de desdn, fue a sentarse en el ngulo
+ms oscuro de la estancia. Slo renunciando a los placeres, slo
+buscando el sufrimiento y seoreando sus sentidos haba llegado a aquel
+estado de beatitud, de sublime indiferencia.
+
+--Para qu necesito los rayos de ese sol--se dijo,--si el fuego que
+arde dentro de mi alma me calienta y me conforta mejor? Qu vale esa
+luz efmera, comparada con esta otra que no se oscurecer jams? Vivir
+en la vida de los sentidos es ser un esclavo del tiempo y la necesidad.
+Todo lo que no pertenezca al ser interior y libre que dentro de m he
+conseguido hallar me es extrao e indiferente. Oh, no! No temblar ya
+como un esclavo. Tengo la conciencia de mi libertad. No necesito morir
+para recobrarla. Este sentimiento de mi libertad me llena de gozo, soy
+un emancipado y llevo impreso en el alma el sello de mi Dios. Nada de lo
+que sucede, nada de lo que suceder puede alterar la paz de mi corazn.
+El pulso de mi vida interior batir con la misma fuerza hasta que suene
+la hora de dejar este mundo. He comido de la carne y he bebido de la
+sangre del Redentor, y segn sus promesas, yo habito en l y l habita
+en m. Soy un hijo de la Eternidad. He recogido la herencia de mi Padre,
+y nadie, nadie me la podr arrancar!...
+
+El cerrojo de la puerta son con estrpito. Apareci el llavero, un
+hombre grueso, con la faz colorada, los ojos llenos de carne, el traje
+sucio y grasiento, y alrededor del abultado abdomen un cinturn ancho de
+cuero guarnecido de llaves. Sin dar los buenos das ni hacer una mnima
+seal de cortesa, volvi el rostro hacia el pasillo, diciendo:
+
+--Pasen ustedes, seores, pasen ustedes.
+
+Detrs de l aparecieron dos caballeros con levita y sombrero de copa.
+El uno alto, rubio, con larga barba que le llegaba hasta la mitad del
+pecho, fisonoma abierta y simptica; joven an. El otro ms bajo y ms
+delgado, de color enfermizo, barba rala y gafas. El primero era un
+mdico distinguido de la poblacin. El segundo, un jurista muy
+aficionado a los estudios penales y que haba publicado ya varias
+monografas referentes a ellos.
+
+Levantose el P. Gil al verlos. Ellos le saludaron cortsmente, aunque
+sin darle la mano.
+
+--Bueno; ah les dejo a ustedes con el _pater_--dijo el llavero con
+grosera.--Avisen ustedes cuando quieran salir.
+
+Y se fue.
+
+El abogado dio un paso hacia el penado, y le dijo con amable sonrisa:
+
+--Desearamos, si usted no tiene inconveniente en ello, hacerle algunas
+preguntas...
+
+--Son ustedes muy dueos--respondi el sacerdote, clavando en l una
+mirada lmpida que consigui turbarle.
+
+El mdico se adelant tambin, y sacando la petaca le ofreci un cigarro
+puro, preguntndole al mismo tiempo:
+
+--Qu tal? Le tratan a usted bien por aqu?
+
+--Muchas gracias, no fumo... S, seor, me tratan bien. Hay ms caridad
+en la crcel de lo que ordinariamente se dice.
+
+Entablose una conversacin animada. Procuraron, lo mismo el mdico que
+el jurista, hacerla cada vez ms ntima y familiar, enterndose con
+inters de los pormenores de su vida cotidiana. Pasaron despus
+insensiblemente a interrogarle acerca de su infancia, de las primeras
+impresiones de su vida, de su educacin, y se detuvieron particularmente
+en la adolescencia. Cul era su vida en el seminario? Cul su rgimen
+de alimentacin? Era aficionado a la soledad? Qu enfermedades haba
+padecido? Enterronse tambin de algunas particularidades referentes a
+su familia. El suicidio de su madre les llam sobre todo la atencin, y
+se entretuvieron largo rato a preguntarle lo que saba acerca de la que
+le haba dado el ser. Por ltimo, despus de una hora de conversacin,
+durante la cual le miraban con la insistencia pertinaz de quien va a
+comprar un animal, el mdico le pregunt:
+
+--Nos permitir usted ahora que tomemos algunos datos acerca de su
+crneo y otras medidas?...
+
+El P. Gil, un poco sorprendido, consinti inmediatamente. El mdico sac
+del bolsillo de atrs de la levita un cranimetro y una cinta.
+
+Tomole la medida del crneo en redondo, despus la de la caja sea que
+protege el encfalo, la del ngulo facial, la del largo de la cara;
+midi la proyeccin facial y la parietal, los arcos zigomticos y la
+mandbula...
+
+Al llegar aqu, el mdico y el jurista cambiaron una rpida mirada
+significativa.
+
+--Nos hace usted el favor de abrir los brazos?
+
+El P. Gil se puso en cruz, mientras una mirada dulce y melanclica
+plegaba sus labios. Midieron el largo de los brazos. Despus el de las
+manos. En este punto, mdico y jurista tornaron a cambiar otra mirada de
+inteligencia.
+
+Finalmente, luego que se hubieron enterado de todo lo que quisieron,
+despidironse de l muy cortsmente, dndole muchas veces las gracias
+por su amabilidad y procurando animarle con buenas razones.
+
+Al da siguiente apareca en _El Porvenir de Lancia_, firmado por el
+abogado criminalista, un artculo con el ttulo de _Una visita al P.
+Gil_. Hacase en l relacin exacta de la entrevista, describase con
+minuciosidad la persona del sacerdote penado, y terminaba con una serie
+de profundas consideraciones cientficas acerca de los caracteres
+anatmicos, patolgicos y fisiolgicos que el delincuente presentaba.
+
+Entre los datos antropomtricos--deca en uno de sus prrafos--comunes
+a todos los criminales, slo hemos podido observar cierto predominio
+ligero de la proyeccin parietal comparada con la frontal y bastante
+desarrollo de los arcos cigomticos y de la mandbula. En cambio, el P.
+Gil ofrece en su figura absolutamente todos los rasgos que la escuela
+criminal positiva asigna como peculiares a los _estupradores_ y
+_libertinos_; es a saber: el pabelln de la oreja saliente e inserto a
+manera de asa, la mirada brillante, la fisonoma delicada (a excepcin
+de la mandbula), el cabello liso, el cutis mrbido, las manos muy
+largas y algo de afeminado en el conjunto.
+
+
+FIN
+
+
+
+
+
+End of the Project Gutenberg EBook of La Fe, by Armando Palacio Valds
+
+*** END OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK LA FE ***
+
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+works. See paragraph 1.E below.
+
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+ The Project Gutenberg eBook of La Fe, por Armando Palacio Valds.
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+with this eBook or online at www.gutenberg.org
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+Title: La Fe
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+Author: Armando Palacio Valds
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+*** START OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK LA FE ***
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+Produced by Chuck Greif and the Online Distributed
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+<h1>LA FE</h1>
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+<h2>DON ARMANDO PALACIO VALDS</h2>
+
+<p class="c">MADRID<br />
+1892</p>
+
+<p class="toc">Captulo: <a href="#I"><b>I, </b></a>
+<a href="#II"><b>II, </b></a>
+<a href="#III"><b>III, </b></a>
+<a href="#IV"><b>IV, </b></a>
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+<a href="#VII"><b>VII, </b></a>
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+<a href="#XII"><b>XII, </b></a>
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+<a href="#XIV"><b>XIV, </b></a>
+<a href="#XV"><b>XV</b></a>
+</p>
+
+<p><a name="page_1" id="page_1"></a></p>
+
+<h3><a name="I" id="I"></a>I</h3>
+
+<p>No caba en la iglesia una persona ms. Hablando con verdad, tampoco
+caban las que estaban dentro si ocupase cada cual el espacio que por
+derecho natural, el que la naturaleza ense a todos los animales, le
+corresponda. Pero en aquel momento no slo se infringa este derecho,
+pero se violaba descaradamente tambin la ley de impenetrabilidad de los
+cuerpos. D. Peregrn Casanova, persona que haca viso en la villa, y que
+hasta entonces haba guardado rigurosamente la ley en todas las
+solemnidades, lo mismo profanas que religiosas, tena ahora metidas en
+los riones las rodillas de otro bpedo racional de seis pies de alto,
+<a name="page_2" id="page_2"></a>lo cual le produca algunos movimientos convulsivos en el epigastrio y
+un vivo desasosiego acompaado de sudor copioso. D. Teodora, seorita
+de cincuenta aos, castsima, limpsima, pulqurrima, que haba huido
+toda su vida cualquier contacto, fuere cual fuere, se vio obligada a
+sentarse sobre los pies del jorobado Osuna, sujeto de malsimos
+antecedentes, que no se estaba quieto un momento. D. Gaspar de Silva,
+poeta famoso en la villa, tanto por sus versos como por sus callos,
+sufri la operacin cesrea de uno de stos que le hizo con gran
+destreza el chico mayor de D. Trinidad. De igual modo otra porcin de
+vecinos respetables experimentaron molestias sin cuento en aquella
+maana memorable en que por vez primera cantaba misa un joven de la
+villa.</p>
+
+<p>Como siempre pasa, haba bulas para difuntos. En sitio privilegiado,
+entre la verja de madera y el altar, no slo estaban la madrina y las
+seoras que haban pagado la carrera al preste, sino otras a quienes no
+asista derecho alguno; y lo que es an ms digno de censura, unos
+cuantos hombres. El nuevo presbtero era casi un nio por la apariencia:
+los ojos azules, profundos y tristes, la tez blanca y nacarada como la
+de una dama, los cabellos rubios, el cuerpo delgado y esbelto. La
+emocin le tena ahora muy plido: esto haca an ms interesante su
+<a name="page_3" id="page_3"></a>fisonoma espiritual. Asistanle como dicono y subdicono el prroco
+de Peascosa y D. Narciso, un capelln suelto procedente de Sarri,
+establecido haca algunos aos en la villa.</p>
+
+<p>En la iglesia sonaba murmullo sordo originado por el cuchicheo de las
+comadres, que se disputaban el sitio o se comunicaban sus impresiones,
+por las exclamaciones y suspiros de malestar de los hombres. El calor se
+iba haciendo por momentos intolerable. D. Peregrn dejaba escapar por
+sus narices de trompeta unos bufidos semejantes a los de las
+locomotoras, y se alzaba sobre las puntas de los pies, sin lograr
+enterarse de nada. Si al menos tuviera la estatura de su hermano Juan!
+Pero ste, que muy bien pudiera haberse quedado atrs, estaba
+perfectamente acomodado en el presbiterio entre los curas, el alcalde y
+varios concejales, lo cual levantaba en su corazn una ola de envidia
+que le sofocaba an ms que las rodillas del jayn que tena detrs. Tal
+era su destino. Aunque se considerase mucho ms inteligente que su
+hermano, y sirviera largos aos a la Administracin pblica en varias
+provincias de Espaa, y hubiese ledo la <i>Historia universal</i> de Csar
+Cant y la de Espaa de Lafuente, sin faltar un tomo, y poseyese los
+mismos bienes de fortuna, con ms la jubilacin de 2.500 pesetas
+anuales, lo cierto es que D. Juan, sin haber salido jams de Peascosa
+<a name="page_4" id="page_4"></a>ni haber ledo en su vida ms que el peridico a que estaba suscrito,
+gozaba de mucho mayor prestigio en la villa. Esto, en concepto de D.
+Peregrn, no proceda ms que de la estatura. En efecto, D. Juan
+Casanova era hombre alto y seco, de rostro aguileo, ojos grandes de
+prpados cados y mirar imponente, calva venerable, cortas patillas
+blancas y marcha acompasada y majestuosa. Estas dotes extraordinarias,
+unidas a un hablar mesurado y prudente, le haban captado el respeto y
+hasta la veneracin de sus convecinos. As que fue grande el estupor de
+stos cuando a la llegada de D. Peregrn de Andaluca, donde haba
+estado empleado ltimamente, le oyeron llamar ignorante y majadero a su
+hermano en una discusin que con l tuvo en el casino a propsito de la
+renta de tabacos. Vivan juntos, ambos solteros y entregados al cuidado
+desptico de D. Mariquita, ama de llaves y dueo absoluto de sus vidas
+y haciendas.</p>
+
+<p>D. Juan, a fuerza de pasear su mirada severa y majestuosa por el mar de
+cabezas que se extenda desde la valla hasta la puerta del templo,
+tropez con la calva reluciente del pigmeo de su hermano. Viendo la
+congoja pintada en su semblante, se apresur noblemente a hacerle seas
+para que avanzase, ofrecindole sitio en el banco que ocupaba. Pero D.
+Peregrn, por ventura notando la imposibilidad de dar un paso, o
+<a name="page_5" id="page_5"></a>sofocado por la clera, que se le haba ido aumentando poco a poco,
+respondi con una mueca de ira y desdn que sobrecogi a su infeliz
+hermano y le quit por completo las ganas de insistir.</p>
+
+<p>&mdash;Qu es eso?&mdash;pregunt D. Martn de las Casas, que estaba sentado a su
+lado.&mdash;No quiere venir D. Peregrn?</p>
+
+<p>&mdash;Es que lo ve imposible. Quin rompe esa muralla de carne?</p>
+
+<p>&mdash;Pues cualquiera. Ver usted cmo voy all y lo traigo en
+seguida&mdash;replic D. Martn, hombre de carcter enrgico y expeditivo,
+disponindose a levantarse.</p>
+
+<p>D. Juan le retuvo por la manga de la levita.</p>
+
+<p>&mdash;No; djelo usted... Acaso no quiera venir... Ya conoce usted su
+carcter.</p>
+
+<p>&mdash;Pues hombre, no es plato de gusto estarse ah sudando caf con
+leche!&mdash;repuso con aspereza, alzando al mismo tiempo los hombros.</p>
+
+<p>La iglesia es de las ms espaciosas que pueden verse en una villa.
+Verdad que Peascosa, con tener de siete a ocho mil almas, no cuenta con
+ms templo que ste. Quiz por ser demasiado espaciosa, el sacristn y
+sus ayudantes no quieren encargarse de limpiarla a menudo. Su aspecto es
+lbrego y sucio. De las paredes, que no se enjalbegaron hace ya muchos
+aos, penden cadenas, cuadros sombros y borrosos, una muchedumbre de
+piernas, brazos, cabezas de cera amarilla y otra mayor an de barquitos
+y lanchas<a name="page_6" id="page_6"></a> que la fe de los marineros o de sus familias han llevado all
+en recuerdo de algn peligro milagrosamente evitado. Mas para la funcin
+que se celebraba habanla adornado cuanto les fue posible. Guirnaldas de
+flores circundaban los altares principales cubiertos de paos blancos
+planchados de fresco. Se haban colgado algunos cortinones en los
+lienzos de pared cercanos al altar mayor y tapizado una parte del suelo
+con la alfombra, sucia ya y desgarrada por varios sitios, que sala a
+relucir haca cuarenta aos, en los das solemnes. D. Eloisa, la
+madrina del nuevo presbtero, y las damas que la haban secundado en la
+noble empresa de darle carrera, haban aadido algunos pormenores
+delicados al adorno tosco y rutinario del sacristn. Grandes macetas de
+flores colocadas en artsticos floreros sacados de las mejores casas de
+la villa, algunas cortinas de damasco formando pabelln sobre los
+altares, candelabros, araas. Donde, como es natural, haba recado
+particularmente su atencin y esmero era en el arreo del joven
+sacerdote. Alba finsima de batista bordada con primor, estola, casulla
+del ms rico tis de oro que pudo hallarse en la capital, cliz, de oro
+tambin, con algunas piedras preciosas. Las bondadosas seoras no haban
+escatimado el dinero para dar remate o coronar la obra de caridad que
+haca algunos aos acometieran.<a name="page_7" id="page_7"></a></p>
+
+<p>Todo el mundo lo recordaba en la villa; unos por haberlo presenciado,
+otros por haberlo odo contar frecuentemente. Haca poco ms de veinte
+aos haba en Peascosa un pescador de altura llamado Mariano Lastra, a
+quien todos sus compaeros apreciaban por sus sentimientos honrados y
+carcter apacible. Este pescador pereci con otros ocho tripulantes de
+la lancha en que iba, a consecuencia de una galerna de poca importancia.
+Slo aquella embarcacin haba zozobrado. Mariano se haba casado haca
+dos aos y dejaba un nio de pocos meses. La viuda era una joven buena y
+honrada, pero de escasa disposicin para el trabajo, y que sobre esto
+gozaba de poca salud. Viose gravemente apurada para poder subsistir. El
+nio le estorbaba mucho en cualquier trabajo. Dedicose a asistir por las
+casas desempeando los oficios ms bajos y penosos, traer agua o fregar
+suelos, llevar recados; lo nico que era capaz de hacer, pues no tena
+oficio alguno. Pero lleg un momento al parecer en que las fuerzas la
+abandonaron; su salud, cada da ms vacilante, la iba dejando intil
+para el trabajo. Fue despedida de algunas casas. Otras por caridad la
+siguieron empleando, aunque con menos frecuencia. Comenz a pasar hambre
+y su hijo tambin.</p>
+
+<p>Un da fue despedida tambin de la nica casa en que ya asista.<a name="page_8" id="page_8"></a></p>
+
+<p>&mdash;Basilisa&mdash;le dijo la seora&mdash;Usted no puede ya traer agua y fregar
+suelos. Se est usted matando y no consigue cumplir como es debido.
+Necesito buscar otra asistenta... Bien quisiera seguir mantenindola...
+pero no soy rica, como usted sabe... tenemos muchos gastos...</p>
+
+<p>&mdash;S seora, s, ya lo comprendo&mdash;respondi la infeliz con sonrisa
+humilde y forzada.&mdash;Demasiado ha hecho por m.</p>
+
+<p>Sali de aquella casa, su ltimo refugio, con el corazn apretado y las
+piernas vacilantes. Lleg a la zahurda que habitaba en los arrabales. Su
+hijo dorma en la cuna el sueo dulce y sereno de los ngeles. La
+infeliz cay de rodillas y solloz largo rato. Levant la cabeza al fin,
+y dijo sordamente contemplando al nio:</p>
+
+<p>&mdash;No, no irs al hospicio!</p>
+
+<p>Varias comadres, y hasta alguna seora tambin, se lo haban aconsejado.
+Pero la idea de abandonar al hijo de sus entraas en manos de mujeres
+srdidas y empleados brutales la haba horrorizado siempre. Luch
+bravamente cuanto pudo, privndose ella bastantes veces del necesario
+sustento para alimentar al nio, que ya contaba cerca de tres aos.
+Haba llegado, sin embargo, el fin del combate y resultaba vencida. Le
+quedaba el recurso de pedir limosna, pero adems del espanto que le
+causaba, comprenda muy bien que sus das estaban contados. Y<a name="page_9" id="page_9"></a>
+murindose ella, qu iba a ser de aquella criatura?</p>
+
+<p>Medit un buen espacio con los ojos secos y clavados en el nio,
+repitiendo de vez en cuando la misma frase:</p>
+
+<p>&mdash;No, no irs al hospicio!</p>
+
+<p>De pronto se alz animada por una voluntad fatal, bes a su hijo
+apasionadamente hasta que logr despertarlo, envolviolo en una manta y
+cogindolo en brazos sali de la casa.</p>
+
+<p>Era la hora del oscurecer. Desde lo alto de la Gusanera, donde Basilisa
+viva, veanse llegar al muelle ya las lanchas pescadoras. Una
+muchedumbre las aguardaba. Por la plaza, y por la calle larga que va
+desde sta a la iglesia a orillas del mar, discurra tambin bastante
+gente. Basilisa tom por la carretera de Rodillero, que cie la orilla
+opuesta da la pequea ensenada frente por frente de Peascosa, y march
+apresuradamente, casi a la carrera.</p>
+
+<p>&mdash;Por qu corres, mam? Dnde vamos?&mdash;pregunt el nio acaricindole
+con sus manecitas la cara.</p>
+
+<p>&mdash;Vamos al cielo, vida ma&mdash;respondi la desdichada con los ojos
+nublados por las lgrimas.</p>
+
+<p>&mdash;Vamos con pap?</p>
+
+<p>No pudo responder; se le hizo un nudo en la garganta.</p>
+
+<p>&mdash;Vamos con pap?&mdash;insisti el chiquito.<a name="page_10" id="page_10"></a></p>
+
+<p>Detvose un instante para tomar aliento.</p>
+
+<p>&mdash;S, vamos a verle, rico mo&mdash;dijo al cabo.&mdash;No quieres ir al cielo
+con l?</p>
+
+<p>&mdash;No; yo contigo.</p>
+
+<p>Y al mismo tiempo la apret el cuello con sus tiernos brazos y la cubri
+el rostro de besos.</p>
+
+<p>&mdash;Por qu lloras, mam?&mdash;pregunt sorprendido al sentir en los labios
+el amargor de las lgrimas.&mdash;No tenes nada? Toma mi corneta...</p>
+
+<p>Y le ofreci una de plomo que le haba costado a Basilisa dos cuartos.
+Para Gil, que no comprenda la existencia sin estar enredando con algo,
+la mayor desgracia que poda pesar sobre un ser humano era el tener las
+manos vacas.</p>
+
+<p>La madre le apret contra el pecho, descarg sobre sus rosadas mejillas
+una granizada de besos y continu la carrera. Al llegar a cierto paraje
+en que la carretera se separa de la orilla del mar para internarse,
+dejola y tom una veredita que conduca a ste. Lleg a las peas altas
+y sombras que lo circundan por aquel paraje. Puso a su hijo en el suelo
+y arrodillndose despus, rez entre sollozos comprimidos una oracin
+que, por no ir dirigida en forma, no debi de escuchar el Altsimo.</p>
+
+<p>Era ya casi noche cerrada. El mar estaba inmvil, sombro, esperando
+impasible que las lgrimas de aquella infeliz mujer viniesen como tantas
+otras a aumentar el caudal amargo de sus<a name="page_11" id="page_11"></a> aguas. Del lado de all de la
+ensenada se vea la silueta del muelle y de tres o cuatro pataches que
+ordinariamente yacen anclados cerca de l. El grupo de las lanchas
+pescadoras, un poco apartado, se mova y resonaba an con los gritos de
+las mujeres ocupadas en abrir el vientre a los pescados, mientras los
+maridos descansaban ya gravemente en alguna taberna de la villa.
+Basilisa atendi un instante a aquellos ruidos tan conocidos. Ella
+tambin esperaba a su esposo en otro tiempo, le acariciaba con la mirada
+al llegar, tomaba de sus manos el capote de agua, la caja de los
+aparejos y el cesto de las provisiones y los llevaba con alegra a casa.
+Mariano llegaba poco despus y se sentaba al amor de la lumbre, haciendo
+bailar entre sus manazas al tierno nio que contaba pocos meses.</p>
+
+<p>La viuda estuvo largo rato contemplando fijamente el grupo de la ribera,
+que pareca ya una masa informe y movible. Su hijo, sentado sobre el
+csped, jugaba atascando de tierra la corneta. De pronto vino hacia l,
+le levant entre sus brazos flacos y corri hacia el borde del
+precipicio.</p>
+
+<p>&mdash;Mam! Dnde vamos?&mdash;grit el nio.</p>
+
+<p>La respuesta, si se la dio, debi de ser desde el cielo. Salt con
+mpetu al fondo del abismo. Al caer sobre las piedras de la orilla se
+deshizo la cabeza: qued muerta en el acto: el nio salv
+milagrosamente. El vientre de donde haba salido<a name="page_12" id="page_12"></a> le sirvi ahora de
+resorte para no despedazarse.</p>
+
+<p>Un marinero viejo, que andaba a la sazn por entre aquellas peas a la
+pesca de pulpos, oy el ruido y prest los primeros socorros al nio.
+Corri a dar la noticia: pronto se inund el paraje de gente. El caso
+produjo honda impresin. Las mujeres lloraban y se pasaban al tierno
+infante de mano en mano prodigndole mil cuidados y caricias. Muchas se
+ofrecan a adoptarlo y hubo disputa sobre quin haba de llevrselo.
+Enteradas las seoras de la villa y conmovidas, quisieron asimismo
+recoger al hurfano. Las mujeres de los pescadores renunciaron entonces
+a ello en inters de aqul. Qued, pues, en poder de D. Eloisa, la
+seora de D. Martn de las Casas, secundada por otras seis u ocho damas
+que de ningn modo quisieron renunciar a la participacin de tan
+caritativa obra.</p>
+
+<p>La infancia de Gil (que as se llamaba el hurfano), si no feliz,
+tampoco fue desgraciada. Sus protectoras ejercieron sobre l una
+vigilancia un poco impertinente a veces, otro poco humillante tambin,
+pero cariosa siempre y bien intencionada. Entre todas, aunque tomando
+parte ms principal D. Eloisa, le pagaron la crianza y el pupilaje en
+casa de un matrimonio artesano que habitaba en la Gusanera, cerca de la
+casa en que la desgraciada viuda viva. Cuando<a name="page_13" id="page_13"></a> estuvo en edad para
+ello, le mandaron a la escuela. Dio seales de ser un nio pacfico,
+reservado, sensible, y comenz a aprender sus lecciones muy bien. Sus
+siete u ocho mams se encargaban de preguntar al maestro por su conducta
+y aplicacin siempre que le tropezaban en la calle, animndole a que le
+apretase los tornillos. El maestro se encargaba, en efecto, de
+apretrselos recordndole al mismo tiempo a cada momento, en presencia
+de sus condiscpulos, su orfandad, su miseria y la imprescindible
+necesidad que tena de mostrarse humilde y agradecido con sus
+bienhechoras. Esto de la humildad era cosa que no cesaban de cantarle al
+odo en la villa. Cuantos le tropezaban en la calle y se dignaban
+ponerle paternalmente la mano sobre la cabeza, le decan:</p>
+
+<p>&mdash;Cuidado con ser humilde! S obediente y sumiso con las seoras que te
+han recogido por caridad, entiendes?... por caridad.</p>
+
+<p>Y por ltimo, sus condiscpulos se encargaban generosamente de
+advertirle sin cesar que era un desdichado sin padres, alimentado por la
+caridad y que debiera estar en el hospicio y no alternando con hijos de
+zapateros distinguidos, albailes, sastres y panaderos <i>fashionables</i>, y
+otra gente no menos principal y digna de respeto.</p>
+
+<p>La humildad tenala en el corazn el hijo del<a name="page_14" id="page_14"></a> ahogado y la suicida, que
+si no la tuviese, no sera fcil que se la inculcaran las burlas y
+desprecios de sus compaeros, ni los paternales azotes del maestro y de
+sus protectoras: porque stas todas se crean con derecho a amarle, pero
+a castigarle tambin. Era la suya una naturaleza amante y agradecida.
+Comprenda que a todas sus protectoras deba respeto y cario, y se lo
+tributaba. Claro que en el fondo de su corazn senta preferencias; esto
+es irremediable. Amaba con pasin a D. Eloisa. Esta buena seora, que
+era a quien ms deba, jams le rea ni castigaba, ni le deca siquiera
+una palabra desagradable: tratbalo con extremada dulzura, le acariciaba
+como si fuese su hijo y ocultaba y disculpaba sus pequeas travesuras.</p>
+
+<p>Cuando lleg a los doce aos, se reunieron en cnclave las damas y
+deliberaron acerca de lo que deba hacerse con el chico. Desechose por
+unanimidad la idea de dedicarle al oficio de su padre. Pensaron en otros
+varios, sin lograr ponerse de acuerdo, hasta que D. Trinidad, la esposa
+de D. Remigio Flrez, fabricante de conservas alimenticias, propuso
+llevarle de criado recadista a su casa. Asintieron casi todas a esta
+resolucin; pero D. Eloisa, a quien le dola, hizo presente a sus
+amigas que el chico haba mostrado aptitud para los estudios, y que
+sera una obra meritoria hacer de l un sacerdote.<a name="page_15" id="page_15"></a> Las damas acogieron
+la idea con entusiasmo. Slo D. Trinidad, seora de gran puntillo y
+amiga de imponer su voluntad a todo el mundo, se opuso fuertemente y se
+retir desabrida de la reunin. Pasronse las damas sin su concurso, y
+fijando una cantidad mensual, que abonaran a escote, mandaron el chico
+al seminario de Lancia, capital de la provincia donde nos hallamos.</p>
+
+<p>Fue Gil un seminarista modelo; aplicado, dulce, respetuoso, afecto a las
+prcticas religiosas y mostrando mucho fervor en ellas. Las damas no
+tuvieron ms que motivos para felicitarse de su resolucin. Cuando vena
+a pasar las vacaciones a Peascosa, traa para cada una de ellas una
+carta del rector manifestando su satisfaccin por la conducta y los
+progresos del hurfano. En los dos o tres meses que permaneca all, les
+prestaba algunos servicios, repasando las lecciones a sus hijos,
+acompandolas en sus oraciones o sirvindoles de amanuense, etc.
+Habitaba en casa de D. Eloisa. Cada verano se iba trasformando un poco:
+el nio se converta en hombre. Al fin dej tres aos consecutivos de
+venir, para tomar las ltimas rdenes. Lleg el momento de hacerse
+presbtero. Cuando apareci al fin un da en Peascosa en traje de
+sacerdote, su presencia caus emocin profunda en el corazn de sus
+protectoras. Todas<a name="page_16" id="page_16"></a> se consideraban madres de l, y por consiguiente,
+con derecho a llorar de alegra y a caer en sus brazos enternecidas. Por
+cierto que estos desahogos cariosos dieron ocasin a algunos dimes y
+diretes entre ellas. Porque las que menos afectuosas y tolerantes se
+haban mostrado con el nio, eran ms extremosas ahora con el hombre.
+Esto sac de sus casillas a D. Eloisa, D. Teodora y D. Marciala, que
+le trataron siempre con dulzura y hasta con mimo.</p>
+
+<p>Comenzaron los preparativos para la primera misa. Fue un certamen de
+primores entre ellas. Las ricas, como D. Eloisa y D. Teodora, se
+encargaron de comprar el cliz y los ornamentos ms costosos: las que no
+contaban con tantos bienes de fortuna, como D. Rita, D. Filomena y
+otras, suplieron el dinero con la habilidad de sus manos bordando el
+alba, la estola y el pao del altar, que causaban admiracin. Se arregl
+la iglesia, y en el adorno tomaron parte no slo estas damas, sino otras
+muchas de la poblacin, sus amigas. Fue un acontecimiento de marca en
+Peascosa, tanto por la calidad de las personas que haban costeado la
+carrera del joven presbtero, como por las terribles circunstancias que
+haban dado lugar a esta proteccin. Se nombr madrina del oficiante a
+D. Eloisa, por indicacin de aqul. Ninguna tena mejor derecho para
+ello; pero todas se crean con tanto,<a name="page_17" id="page_17"></a> y esto volvi a originar secretos
+resentimientos y algunas palabrillas desagradables.</p>
+
+<p>El preste volviose hacia el pueblo y cant con voz dbil y temblorosa:</p>
+
+<p>&mdash;<i>Dominus vobiscum.</i></p>
+
+<p>Todas las voces de la tribuna, rotas y cascadas, le respondieron
+acompaadas del estampido del rgano:</p>
+
+<p>&mdash;<i>Et cum spiritu tuooooo.</i></p>
+
+<p>&mdash;Qu blanco est!&mdash;dijo una joven artesana a la compaera que tena al
+lado.</p>
+
+<p>&mdash;Parece una imagen.</p>
+
+<p>Cant D. Narciso con voz atiplada, bajando y subiendo el tono y
+escuchndose con placer, la epstola.</p>
+
+<p>&mdash;Hija, cmo lo repicotea el capelln!&mdash;volvi a decir la artesana.</p>
+
+<p>&mdash;Ya ves, tiene ah a la hija del jorobado. Querr lucirse.</p>
+
+<p>Era especie muy acreditada en la villa que D. Narciso y la nia de Osuna
+sentan una mutua inclinacin, aunque slo los espritus heterodoxos y
+maleantes se atrevan a decirlo en alta voz. D. Narciso era, en verdad,
+mucho ms dado a vivir entre el sexo dbil que entre el fuerte. As que
+lleg de Sarri hara unos tres aos, poco ms o menos, fue el dolo de
+las damas de Peascosa por su elegante porte, que haca contraste con el
+desalio de la mayor parte de los<a name="page_18" id="page_18"></a> sacerdotes de la villa, por su
+conversacin alegre, por sus bromitas y, sobre todo, por su aficin a
+estar siempre entre <i>ellas</i>. Distaba mucho de ser hermoso ni gallardo:
+era hombre de unos treinta y cinco aos, seco, moreno, los pies grandes
+y juanetudos y la dentadura muy fea; pero haba logrado pasar plaza en
+seguida de chistoso. Jams hablaba en serio a sus devotas amigas.
+Bromita va, bromita viene, un requiebro a sta, una chufleta a la otra,
+sin acortarse nunca por estar en medio de un corro numeroso. Al
+contrario, D. Narciso se placa extremadamente en ello, gozaba campando
+solo en el gallinero. Diriga la conciencia de la mayora de ellas y se
+autorizaba el reprenderlas fuera del confesonario, a veces speramente.
+Casi todas reciban sus correcciones con sumisin, hasta con placer, y
+si alguna se rebelaba momentneamente, era para demandar perdn
+enseguida. Con esto, don Narciso era el comensal obligado en todas las
+fiestas y <i>gaudeamus</i> de la sociedad elegante de Peascosa: coma
+vorazmente, y de ello haca alarde, beba al mismo tenor, y cuando
+llegaban los postres, nunca dejaba de brindar con alguna coplita que
+resultaba casi siempre sucia. Porque D. Narciso, que a causa de su
+ministerio no poda autorizarse bromas referentes a las relaciones de
+sexo a sexo, se crea con derecho a soltar las ms asquerosas acerca de
+otras miserias del<a name="page_19" id="page_19"></a> cuerpo humano. Y las damas caso extrao! las rean
+y celebraban cual si fuesen ingeniosidades y agudezas portentosas. Dos
+aos despus de llegado a la villa haba tenido un fracaso. Bajando la
+escalera de cierta casa que frecuentaba mucho, se rompi una pierna. Se
+dijo que el marido de la seora, cuya era la casa, le haba ayudado a
+caer, por no estar de acuerdo enteramente con la hora y la ocasin de
+sus visitas; pero al instante las buenas almas de Peascosa se
+apresuraron a sofocar este rumor sacrlego. Y en prueba de la
+indignacin con que rechazaron el supuesto, las damas ms principales de
+la villa se constituyeron en enfermeras al lado de su cama, no dejndole
+un instante solo, relevndose noche y da cada pocas horas, como si
+hiciesen la guardia al Santsimo. D. Narciso mereca estas atenciones
+del bello sexo. Nadie con ms ahnco y fervoroso celo se ocup jams de
+la salvacin de la hermosa mitad del gnero humano. No slo diriga con
+particular esmero la conciencia de las que mejor lo representaban en
+Peascosa, apacentaba sus ovejitas con amor, sin dejar por eso de
+arrojar alguna piedra a la que se extraviaba, como pastor diligente que
+era, sino que a fuerza de muchos desvelos haba logrado fundar una
+cofrada, establecida ya en otros puntos de Espaa y el extranjero, la
+cofrada de las <i>Hijas de Mara</i>. En esta cofrada no<a name="page_20" id="page_20"></a> entraban ms que
+las jvenes solteras. Tal privilegio excitaba un vago despecho mezclado
+de apetito en las casadas. Creanse humilladas con aquella exclusin. D.
+Narciso aprovechaba esta sombra de rivalidad para tenerlas ms sujetas.</p>
+
+<p>&mdash;Oh, seoras, no deben ustedes envidiar el privilegio! Ustedes tienen
+marido a quien contemplar y servir.</p>
+
+<p>Lo deca en un tonillo irnico que demostraba la hostilidad secreta que
+el capelln senta hacia todos los maridos. Las damas, en quienes los
+encantos de aqullos no ejercan ya fascinacin alguna, sonrean forzada
+y maliciosamente como diciendo: Ya, ya! Se murmuraba que haba varias
+enamoradas de l. D. Marciala, la esposa del boticario de la plaza,
+haba ido a Sarri a llevarle calcetas estando el presbtero pasando una
+temporada con su familia. D. Filomena, viuda de un teniente de navo,
+haca a su hijo nico ir a ayudarle a misa todos los das. Sin embargo,
+habase notado cierta preferencia en l por Obdulia, la hija de Osuna,
+administrador de Montesinos.</p>
+
+<p>&mdash;Pero ser cierto que se gustan?&mdash;pregunt la joven artesana, oyendo a
+su compaera expresarse tan claramente.</p>
+
+<p>&mdash;Chica, yo no s! Lo que te puedo decir es que D. Narciso no sale de
+su casa, y que muchos das desde la ventana de mi cuarto los veo correr<a name="page_21" id="page_21"></a>
+uno tras de otro por el jardn de Montesinos jugando al escondite...
+Tanto, que se lo he dicho.</p>
+
+<p>&mdash;Se lo has dicho!&mdash;exclam la otra, estupefacta.</p>
+
+<p>&mdash;S, nia... no ves que confieso con l?... No haba ms remedio... Le
+dije: Mire, D. Narciso... no se ofenda usted... pero yo, vindoles a
+usted y a Obdulia jugar en el jardn, tengo sospechas... se me ocurren
+malos pensamientos.</p>
+
+<p>&mdash;Ave Mara, qu barbaridad! Y qu dijo l?</p>
+
+<p>&mdash;Se puso todo sofocado... Uf! Comenz a decirme: Por ustedes y otras
+como ustedes pierden el crdito y la honra los sacerdotes y decae la
+religin! Me llam saco de malicia; que pareca mentira que se me
+ocurrieran semejantes atrocidades, y que por aqu y que por all... Al
+principio quera comerme; despus se fue sosegando... Tiene usted
+razn, D. Narciso, le respond; pero yo no puedo remediarlo... Y es la
+verdad, chica, no puedo remediarlo... no puedo!</p>
+
+<p>Despus de la epstola cant el prroco de Peascosa el Evangelio. Tena
+una voz spera sin inflexiones. Cant enteramente distrado sin mirar
+apenas al libro, levantando sus ojos pequeos y duros por encima de las
+gafas para contemplar fijamente, mejor dicho, para pulverizar con la
+mirada al hijo de la Pepaina, que disimuladamente estaba arrancando las
+babas a los cirios y guardndoselas en el bolsillo. Aunque uno de<a name="page_22" id="page_22"></a> los
+pilletes ms desvergonzados de la villa, Lorito (que por tal nombre era
+conocido este joven distinguido) se sinti molesto y un tantico inquieto
+bajo la mirada del clrigo. La cosa no era para menos. D. Miguel Vigil,
+prroco de Peascosa, desde el ao 25 de este siglo era uno de los
+hombres de peor genio de Espaa, y no exageramos nada si decimos del
+globo terrqueo. Contaba a la sazn ochenta y dos aos; era alto, seco,
+las facciones pronunciadas, las cejas espesas y juntas, los ojos
+pequeos y penetrantes. Conservaba an gran vigor fsico, y lo que es
+an ms raro, en los cabellos que le quedaban apenas se notaban las
+canas. Mientras dur la primer guerra civil, abandon el rebao y se fue
+a las provincias vascas a pelear con las armas en la mano por la causa
+del Pretendiente. Volvi al cabo de algunos aos. Su carcter bravo no
+se haba dulcificado mucho andando a tiros por los montes. Los
+feligreses de Peascosa tuvieron en l un pastor muy semejante a un
+capitn de bandoleros. Nadie le levantaba el gallo en la poblacin. Los
+ms arduos casos de conciencia sola resolverlos D. Miguel en un
+instante con media docena de mojicones o de puntapis bien dirigidos.
+Que Marcelino, el de Cosme, tena en cinta a la hija de Laureana la
+tejedora y no quera casarse con ella. D. Miguel se plantaba en casa de
+Cosme, coga a Marcelino por las orejas, le daba<a name="page_23" id="page_23"></a> tres bofetadas de
+cuello vuelto, y a los quince das, quieras o no, los tena casados. Que
+Ramn el confitero le negaba a D. Cipriano dos mil reales que ste le
+haba prestado sin recibo. El cura llamaba a Ramn a su casa, se
+encerraba con l en una habitacin, tomaba un garrote y le obligaba a
+firmar el correspondiente recibo. Por medio de estos procedimientos
+teolgicos D. Miguel infunda la moral evanglica entre las almas
+encomendadas a su cuidado.</p>
+
+<p>No eran de su agrado las novedades en el culto. Miraba con desprecio a
+los clrigos que trataban de introducirlas y cuidaban del traje y el
+aseo. Los toleraba porque saba que estaban apoyados por el obispo y el
+alto clero de la dicesis, pero se rea de ellos a todas horas de un
+modo grosero, irritante, y sola hacerles algunas jugarretas malignas,
+aguarles alguno de aquellos jolgorios msticos en que ponan ms empeo.
+Tratbase, por ejemplo, de celebrar una comunin general de nias con
+acompaamiento de orquesta. El da que estaba sealado, D. Miguel
+enviaba a la iglesia una cuadrilla de carpinteros que se ponan a
+arreglar la tribuna con horrendos martillazos, que impedan escuchar las
+concertadas voces e instrumentos de la msica. Otras veces obligaba a
+las penitentes asiduas de D. Narciso a examinarse de doctrina cristiana;
+o bien las prohiba cantar en la iglesia<a name="page_24" id="page_24"></a> despus de un mes de ensayos,
+o retiraba de los altares los paos que ellas haban bordado y
+aplanchado, o las arrojaba de alguna capilla donde haban sentado sus
+reales, etc., etc. Estos actos de despotismo habanle granjeado la
+animadversin de los clrigos afrancesados y del sexo femenino. A D.
+Miguel le daba un ardite por tal animadversin. El goce de su vida no
+era ser querido o admirado, sino hacer en todo tiempo y ocasin su
+voluntad. Adems, podra tener todos los defectos que quisieran sus
+enemigos, pero nadie le conoci jams sombra de inclinacin hacia el
+sexo dbil. Despreciaba a las mujeres positivamente: crea que ninguna
+era capaz de decir ni hacer cosa con sentido comn. En su carcter viril
+pareca haber encarnado el espritu romano, que negaba a la mujer
+facultad para regirse nunca por s misma.</p>
+
+<p>Ni se crea que D. Miguel se mostraba tampoco obediente con sus
+superiores. Al obispo le costaba un trabajo inmenso entenderse con l.
+Si le mandaba una orden, el cura la archivaba sin darla cumplimiento; si
+giraba una visita, metase en cama fingindose enfermo para no
+recibirle. Haba concluido por no hacerle caso y dejarle pasar con la
+suya. No confesaba en Peascosa sino a media docena de veteranos de la
+guerra civil. Los dems feligreses se repartan entre los capellanes
+adscritos a la parroquia: las<a name="page_25" id="page_25"></a> cuatro quintas partes de las damas
+confiaban el fardo de sus flaquezas al irresistible D. Narciso. D.
+Miguel no senta el menor desabrimiento por esta preferencia. Y sin
+embargo, el corto nmero de sus penitentes aseguraba que era un confesor
+prudente, discreto y delicado en sus preguntas.</p>
+
+<p>Termin la lectura del Evangelio y pudo darse la satisfaccin de
+contemplar un rato con persistencia los movimientos de Lorito. Por qu
+estaba este pillo tan distrado mirando a la tribuna arrobado en la
+audicin de las melodas del rgano, cuando no haca dos segundos que le
+haba visto meterse en el bolsillo media libra de cera por lo menos? Por
+el alma del prroco cruzaron pensamientos de muerte y exterminio. Tuvo
+fuerzas, no obstante, para contenerse. La misa continu. El presbtero
+novel elev la sagrada Hostia con manos temblorosas, en medio de un
+murmullo de fervor y adoracin. El rgano, soltando en <i>trmolo</i> sus
+registros ms gangosos, contribuy poderosamente a hacer ms solemne y
+conmovedora la bajada del Hijo de Dios a las manos del hombre. Gil
+sinti estremecerse su cuerpo bajo la impresin. Una alegra inefable
+subi del fondo de su pecho y le apret suavemente la garganta. Aquel
+favor inmenso, infinito, que su Dios le haca, y que con tanto anhelo
+haba esperado, removi hasta las<a name="page_26" id="page_26"></a> ltimas fibras de su corazn. Sus
+ojos quedaron velados por las lgrimas, y al hincar la rodilla en
+tierra, antes de elevar el cliz de la pasin, estuvo algunos segundos
+sin poder alzarse y a punto de caer desmayado.</p>
+
+<p>De muy distintas impresiones participaba el jorobado Osuna,
+administrador de Montesinos, en aquel momento. Ya sabemos que se haba
+situado lo ms cerca posible de D. Teodora. Era tambin un hombre
+mstico a su manera; pero en vez de buscar la unin con la Divinidad en
+abstracto, se placa en realizarla de un modo concreto, por mediacin de
+las mujeres gordas y frescas. Las mujeres gordas haban constituido su
+pasin dominante desde los felices das de la adolescencia. Dios slo
+sabe el peso de las que Osuna am desde este tiempo hasta los sesenta y
+cuatro aos que ahora tiene. En Peascosa el nmero era limitado; por
+eso de vez en cuando haca excursiones a la capital para recoger del
+cieno de la prostitucin alguna desdichada que traa y guardaba, durante
+quince das o un mes, en alguna cmara oscura del cuarto bajo de su
+casa. Tenala all como una fiera enjaulada, encargndose l mismo de
+llevarla el alimento y proveer a todas sus necesidades corporales. Al
+cabo de este tiempo la soltaba, y vuelta a comenzar con otra. Toda la
+villa conoca estas flaquezas de su temperamento. Contbanse de l en
+las<a name="page_27" id="page_27"></a> tertulias de hombres muchsimas ancdotas, graciosas unas y sucias
+otras, que hacan rer a los pacficos habitantes en las largas,
+lluviosas noches de invierno. No se violentaba para ocultar los excesos
+de su viciosa naturaleza. La mayor parte de estas ancdotas l mismo las
+haba referido: gozaba hablando de sus obscenidades. Los vecinos le
+despreciaban y le teman al mismo tiempo. Se le tena por un ser
+extrao, misterioso, mal intencionado. Ocupaba un puesto desde el cual
+poda hacer dao a mucha gente. Era administrador de Montesinos, el
+propietario ms rico de Peascosa, y habitaba una de las alas del
+inmenso palacio o casern que ste posea. Estaba viudo de tres mujeres,
+con una hija que ya conocemos de nombre. Era excesivamente pequeo, con
+una gran corcova a la espalda, color macilento, mejillas pendientes y
+flcidas, ojos sin brillo y asustados siempre. Percibase un leve
+temblor en sus manos, como sucede con frecuencia a los hombres gastados
+por la sensualidad.</p>
+
+<p>D. Teodora haba cambiado de sitio ya varias veces: corriose hacia
+adelante, se fue despus hacia un lado; todo intilmente. Donde quiera
+que iba, senta los pies de Osuna entre las enaguas. Y al sentirlos, una
+ola de rubor encenda sus frescas mejillas, se estremeca como una
+zagala de catorce aos. En ninguna mujer se conserv<a name="page_28" id="page_28"></a> nunca ms delicado
+y vidrioso el pudor virginal. Algunas conversaciones, hoy corrientes, la
+ofendan: no se poda aludir en su presencia ni directa ni
+indirectamente a ciertos asuntos escabrosos. No deca nada, porque era
+la prudencia personificada y de tmido natural; pero se la vea
+ruborizada, inquieta, con ganas de retirarse. Tan limpia y tan pulcra
+era de cuerpo como de alma. Le gustaba vestir con elegancia y cuidaba
+con refinamientos, no usados en Peascosa, de su persona. Los que la
+conocieron de nia, decan que no haba sido bonita, sino pasable, y que
+ahora, con sus cabellos blancos, sus carnes frescas y mejillas
+sonrosadas, estaba ms guapa que nunca, Por qu se haba quedado
+soltera D. Teodora, poseyendo una figura agradable y un regular caudal?
+Se deca que sostuvo amores muy finos y romnticos con un teniente de
+Arapiles que pereci en la accin de Ramales. La vspera de la batalla
+se haba despedido de ella, por medio de una carta escrita sobre un
+tambor: el corazn le deca que al da siguiente una bala traidora
+cortara el hilo de su existencia, pero que morira con el nombre de
+Teodora en los labios. sta conservaba la carta como preciosa reliquia
+y guardaba asimismo fiel su corazn a la memoria del valeroso y
+romntico teniente. Sin embargo, haca muchos aos que tena un galn
+asiduo. D. Juan Casanova, aquel hidalgo<a name="page_29" id="page_29"></a> de rostro aguileo y majestuoso
+de que hemos hablado, iba a su casa indefectiblemente todas las noches,
+de ocho a once. Esto bastaba para que en la villa se creyese, no que era
+su amante, que nadie dudaba de la castidad de D. Teodora, sino su
+enamorado platnico, y que ms tarde o ms temprano concluira por
+casarse con ella. Tal fausto acontecimiento se estuvo esperando veinte
+aos en Peascosa. A la hora presente ya se dudaba bastante de que se
+realizase. Los futuros se iban haciendo demasiado viejos, sobre todo D.
+Juan, a quien costaba esfuerzos sobrehumanos subir a la casa, por el
+maldito reuma de las rodillas. Cada da que pasaba eran, pues, menos
+aptos para el cumplimiento de los sagrados fines del matrimonio. Adems,
+ltimamente, cierto suceso de que ms adelante haremos mencin turb un
+poco las tranquilas y afectuosas relaciones del avellanado hidalgo y de
+la fresca jamona.</p>
+
+<p>Cuando el dicono cant el <i>Ite, misa est</i>, aquella dio un suspiro de
+consuelo y se dispuso a levantarse y huir de los indecorosos pies que la
+perseguan. Pero era negocio ms arduo de lo que se imaginaba. La
+iglesia estaba tan atestada de fieles que nadie poda revolverse. Todos
+pretendan besar las manos del nuevo sacerdote, o al menos presenciar la
+curiosa y tierna ceremonia. Baj ste una escalera del altar y qued<a name="page_30" id="page_30"></a>
+inmvil y de pie frente a la muchedumbre, derramando por ella una mirada
+vaga y sonriente. Hubo un fuerte murmullo que casi se convirti en
+gritera, cuando D. Narciso empuj suavemente a la madrina para que
+tributase la primera su homenaje al oficiante. D. Eloisa hinc las
+rodillas delante de su ahijado y le bes las manos con visible emocin.
+Cuando se levant, corran algunas lgrimas por sus mejillas. Despus
+tom un frasco de agua perfumada, dio otro a D. Rita, y colocadas ambas
+a derecha e izquierda del presbtero, comenzaron a rociar a los que se
+acercaban a besarle las manos. Uno a uno, empujndose con prisa, fueron
+la mayor parte de los fieles rindindole este homenaje. Los hombres le
+besaban en la palma, las mujeres en el dorso, segn estaba prevenido.
+stas se mostraban conmovidas, gozosas, riendo cuando D. Rita o D.
+Eloisa les arrojaban al rostro algunas gotas de colonia: despus se
+retiraban para dejar paso a las otras; y de lejos seguan contemplando
+con afectuoso inters la faz plida y delicada del sacerdote. Sonaba en
+la iglesia rumor alegre. El roce de las enaguas, el cuchicheo y las
+risas contenidas de las damas, producan un zumbido de colmena. El
+taido de las campanas que el sacristn y algunos chicuelos repicaban
+alto en la torre, entraba vivo y gozoso por las ventanas. Tambin
+penetraban algunos<a name="page_31" id="page_31"></a> rayos de sol que se desparramaban por los altares,
+haciendo llamear sus dorados metales. Pero si en el camino tropezaban
+con alguna linda cabeza blonda, de las que tanto abundan entre las
+artesanas de Peascosa, no tenan inconveniente alguno en detenerse a
+darla un beso de admiracin.</p>
+
+<p>Gil estaba fuertemente conmovido; el corazn le saltaba dentro del
+pecho. Senta impulsos de romper en sollozos: procuraba, no obstante,
+con esfuerzo reprimirse, y esto le causaba malestar. Aquellas muestras
+de veneracin, aunque representaban una ceremonia usual, le
+avergonzaban. Al ver arrodillados a sus pies a todos los prceres y
+damas de la villa, que tanto respeto le haban infundido siempre,
+experimentaba confusin y desasosiego. Sus labios estaban contrados por
+una sonrisa que revelaba ms inquietud que placer. D. Eloisa y D. Rita
+consumieron varios frascos de esencia, haciendo copiosas aspersiones,
+sobre todo a sus amigas, a quienes baaban el rostro en medio de una
+algazara, que no por ser reprimida, era menos sabrosa. Poco a poco la
+religiosa solemnidad se iba trasformando en una fiesta de carcter
+ntimo y familiar. Las amigas de la madrina y de las damas protectoras
+del joven presbtero se haban ido quedando detrs, formando en torno
+suyo un grupo pintoresco, mientras el resto de la gente desfilaba por
+las<a name="page_32" id="page_32"></a> dos puertas de la iglesia. Un rayo de sol vino a dar sobre el
+preste: las ricas vestiduras de tis de oro despidieron vivos destellos;
+su hermosa cabeza rubia semejaba la de un querubn. Las damas le
+contemplaban extasiadas.</p>
+
+<p>El prroco y D. Narciso, asistentes de la misa, se haban retirado para
+despojarse de sus ornamentos. No tard el primero en volver provisto de
+sotana y bonete, debajo del cual se agitaban algunos pensamientos
+siniestros. La conducta de Lorito en lo concerniente a las babas de los
+cirios le haba puesto pensativo y sombro. Haca ya algn tiempo que
+este joven personaje disfrutaba el privilegio de desazonarle. En una
+ocasin supo que se haba encaramado sobre el tejado de la iglesia para
+apoderarse de algunos nidos de gorrin; en otra sospech que le haba
+robado las uvas que tena la parra del corredor de la rectoral. Y aunque
+ya haba procurado tranquilizar su espritu por medio de algunos
+adecuados puntapis, todava lo senta agitado y triste cada vez que el
+hijo de la Pepaina se ofreca a su vista.</p>
+
+<p>Sin preocuparse poco ni mucho de la conmovedora ceremonia que se estaba
+realizando en el presbiterio, D. Miguel recorri la iglesia a paso
+lento, escudriando todos los rincones. Las personas que an quedaban en
+el templo le abran paso con ms miedo que respeto. Penetr en todas<a name="page_33" id="page_33"></a>
+las capillas y examin minuciosamente el estado de los cirios que ardan
+en los altares. Alguna huella debi de reconocer en ellos del paso del
+vndalo, porque su rostro se fue encapotando cada vez ms. Ya no fue un
+reconocimiento, sino una verdadera caza la que emprendi al travs de
+todas las capillas. En la ltima de la izquierda, donde est la pila
+bautismal, olfate al fin la pieza. March con precaucin, y asomando su
+enrgica nariz aguilea, pudo al fin columbrar la roma y barnizada de
+mocos del granuja, que en compaa de uno de sus ms fieles discpulos
+se ocupaba en hacer crecer la inmensa bola de cera que haba extrado de
+las velas. El prroco sinti el nervioso temblor de los gatos a la vista
+del ratn: se prepar como ellos rozando el suelo con los pies, y zas!
+de un par de brincos cay sobre los brbaros. Pero Lorito no era un
+vndalo vulgar de los que se dejan atrapar como un ratoncillo inocente.
+Sin ver a D. Miguel sinti su hlito poderoso, y bajndose
+repentinamente al tiempo que aqul lleg a echarle la zarpa, consigui
+que fallara el golpe y fuera a dar de bruces en el altar. Antes que el
+prroco pudiera revolverse, ya haba emprendido la carrera hacia la
+puerta. Fue en vano. D. Miguel se apoder rpidamente del Cristo de
+bronce que haba sobre el altar, y se lo arroj con tal mpetu y certera
+puntera que le alcanz en la cabeza<a name="page_34" id="page_34"></a> y le hizo venir al suelo soltando
+chorros de sangre.</p>
+
+<p>Al grito del chico y al ruido que produjo su cada acudi la gente; le
+levantaron y le prestaron los primeros socorros, estancndole la sangre
+con telas de araa y ponindole un pauelo a guisa de venda. Mientras se
+llevaron a cabo estas operaciones, no dej de murmurarse, aunque en voz
+baja, de la brutalidad del cura. ste, perfectamente satisfecho de su
+obra, se retir majestuosamente a la sacrista, no sin que tuviera
+ocasin antes de administrar dos patadas en el trasero al cmplice, que
+andaba por all trmulo y abatido con la desgracia de su maestro.</p>
+
+<p>Pero es el caso que el glorioso progenitor de ste, Pepe el de la
+Pepaina, como le llamaban en la poblacin, para distinguirle de los
+otros muchos Pepes que haba, pescador de oficio y un bruto muy
+pacfico, que hablara sobre tres docenas de palabras por semana, al
+contemplar a su hijo en aquel estado, comenz a vociferar en el atrio de
+la iglesia como un energmeno. La sntesis de su discurso era que l no
+senta respeto alguno hacia el estado eclesistico, y que padecan una
+equivocacin lamentable los que se atrevieran a suponer que l, Pepe
+Raya, dejara de dar al cura, en cuanto pusiese el pie fuera de la
+iglesia, una de babor y otra de estribor,<a name="page_35" id="page_35"></a> y acaso tambin una buena
+patada en la popa que se la metiera bajo el agua.</p>
+
+<p>D. Miguel, que desde adentro haba credo percibir alguno de los
+extremos de este discurso, se empe en salir al atrio por ver su
+demostracin; pero se lo impidieron D. Narciso y el sacristn.
+Llevronle a la sacrista, y all le tuvieron entretenido hasta que
+desapareci el peligro.</p>
+
+<p>Al salir la gente del templo, el sol nadaba en el espacio azul,
+bandolo de luz y de alegra. Repicaban las campanas con frenes
+creciente. Estallaban multitud de cohetes, que impregnaban el aire con
+el humo de la plvora. Y las olas estallaban tambin suavemente en los
+peascos que casi rodean por completo la iglesia de la villa. En aquel
+concierto gozoso de una naturaleza que sonre pocas veces, slo se oa
+la nota spera de bajo profundo que entonaba el marido de la Pepaina.<a name="page_37" id="page_37"></a><a name="page_36" id="page_36"></a></p>
+
+<h3><a name="II" id="II"></a>II</h3>
+
+<p>Peascosa est situada en el fondo de una pequea ensenada del
+Cantbrico. Su casero se extiende todo l por la orilla del mar, sin
+penetrar ms de cien varas en lo interior. Slo all en el vrtice de la
+angostura hay una plaza medianamente espaciosa, de la cual arranca la
+carretera que conduce a Nieva. La parte de la villa que se extiende a la
+derecha es menos importante y extensa que la de la izquierda. Por esta
+orilla corre la mejor y aun puede decirse la nica calle del pueblo. Es
+larga, empinada a trozos, a trozos llana, ancha en algunos parajes y en
+otros estrecha, con nditos de un lado para los transentes. Las casas
+de la derecha tienen todas salida a la mar por medio<a name="page_38" id="page_38"></a> de escaleras mejor
+o peor labradas, segn la importancia del edificio. Termina en el Campo
+de los Desmayos, donde se alza la iglesia, sobre una punta de tierra que
+avanza en el mar. Este campo toma su nombre de algunos sauces que all
+dejan caer sus ramas sobre toscos bancos de piedra, donde los honrados
+vecinos se sientan a tomar el sol en invierno o a respirar la brisa en
+verano. Es el paraje en que se efectan todas las fiestas y regocijos
+pblicos de la villa, las iluminaciones y verbenas, fuegos de artificio,
+ascensin de globos, msica, danza y giraldilla: sirve adems de punto
+de reunin para el gremio de mareantes cuando necesitan congregarse y
+tomar algn acuerdo, y de real para la feria y de campo de maniobras
+para los chiquillos de la escuela. No es maravilla que as suceda, dada
+la particular estructura de la poblacin, donde fuera de la plaza, no
+hay ningn otro espacio abierto y cmodo ms que ste.</p>
+
+<p>El muelle es un espoln de piedra que arranca de la calle mencionada
+hacia su promedio y avanza poco ms de cien varas por el mar. Bajase a
+l por una rampa suave donde hay media docena de tabernas por lo menos y
+dos cafetuchos, el de la <i>Marina</i> y el <i>Imperial</i>. Unas y otros hierven
+de gente a todas horas, pero muy especialmente a la del crepsculo,
+cuando llegan del<a name="page_39" id="page_39"></a> mar las lanchas pescadoras y termina sus faenas la
+tripulacin de los pataches y quechemarines anclados. stos son los
+nicos buques que llegan hasta Peascosa. Hay, no obstante, un vapor que
+surca de vez en cuando las aguas de la ensenada y osa acercarse al
+muelle. Es un remolcador de Sarri llamado <i>Gaviota</i>: sus largos
+quejumbrosos silbos estremecen al vecindario de orgullo. Porque en lo
+tocante a amar a su pueblo y despreciar a los dems de la tierra, nadie
+ha ganado jams a los <i>peascos</i>, ni los romanos siquiera. No hay
+peasco que no est plenamente convencido de que su puerto es el ms
+favorecido por la naturaleza en toda la costa espaola: si no tiene la
+importancia comercial de Barcelona, Mlaga o Bilbao, consiste en que
+nadie se ha ocupado en proporcionrsela por medio de obras adecuadas.
+Hacia Sarri, villa que quintuplica su poblacin y que ha adquirido gran
+importancia en los ltimos aos, sienten un odio y un desprecio
+inveterados. Cuando ven los vapores cruzar por delante de la abrigada,
+tranquila y segura ensenada de Peascosa y meterse en el sucio y
+peligroso fondeadero de Sarri, todo buen peasco siente latir su pecho
+con indignacin, como el que ha sido vctima de un robo mira cruzar en
+coche a su estafador. Hay que orles hablar de las cualidades del puerto
+de Sarri, sobre todo cuando les escucha un forastero.<a name="page_40" id="page_40"></a> Principia a
+dibujarse en sus labios una sonrisa levemente irnica y despreciativa
+que poco a poco se va acentuando hasta trasformarse en sonora, homrica
+carcajada cuando llegan a aquello de: Los cangrejos estn muy
+satisfechos todos de la boca de Sarri. Dicen que entran y salen sin
+peligro alguno. Si alguna vez las lanchas pescadoras de este puerto se
+ven precisadas a arribar a Peascosa a causa del temporal, con qu
+proteccin tan humillante los reciben los indgenas! Y cuando por sus
+negocios van stos a la aborrecida villa, estn all inquietos,
+nerviosos: el trfago y los ruidos del muelle les suena dolorosamente en
+el corazn: llegan a su pueblo con el estmago sucio y excitados,
+narrando los mil disgustos que la envidia de los sarrienses les ha
+causado. Llevan cuenta exactsima de todos los siniestros ocurridos en
+la barra de su rival y no se cansan jams de compadecer a los pobres
+buques extranjeros a quienes la suerte impa conduce a un puerto tan
+inhospitalario.</p>
+
+<p>No slo en el calado, en el abrigo, en la seguridad del puerto, cifran
+su orgullo los peascos. Poseen adems otra porcin de ventajas
+naturales verdaderamente inapreciables. Existe en las afueras de la
+villa una fuente de agua ferruginosa que es admiracin de propios y
+extraos, sobre todo de propios. Los extraos consideran<a name="page_41" id="page_41"></a> que si el agua
+no viniese unida a tantos cuerpos heterogneos, se bebera con ms
+facilidad y producira los mismos resultados. Y verdaderamente nosotros
+tambin nos inclinamos a pensar que su virtud saludable no se acrecienta
+con que los chicos del barrio orinen en ella y a veces se desahoguen de
+otro modo an menos diplomtico. Por influencia del clima, cranse en
+Peascosa los mejores cerdos del orbe, con lo cual est dicho que en
+ningn pas del extranjero saben lo que es comer jamn mas que en ste
+afortunado pueblo. Dicho se est igualmente que, si los cerdos de
+Peascosa son los mejores del mundo, las castaas con que se cran estos
+cerdos son las ms gordas, las ms suaves y nutritivas. El mar de
+Peascosa tampoco es igual al de otros puertos: sobre todo con el de
+Sarri no guarda parecido alguno. Hay personas que, sin saber por qu,
+se van debilitando paulatinamente en este pueblo, pierden el apetito y
+el humor: pues bien, hasta que van a tomar los baos de mar en Peascosa
+no se ponen buenas. Los de Sarri no producen efecto alguno medicinal:
+al contrario, todo el que se bae all se expone a erupciones, catarros,
+reuma y otros desarreglos tristsimos. Por la parte de Oeste, o mejor
+dicho Noroeste, la villa est resguardada de los vientos ms vivos y
+constantes. El clima es, por lo tanto, suave y benigno: las epidemias no
+prosperan.<a name="page_42" id="page_42"></a> Los peascos hacen saber con orgullo que, mientras en el
+ltimo clera murieron en Sarri trescientas doce personas, en Peascosa
+slo murieron sesenta y una, y de stas por lo menos treinta bajaron a
+la tumba por descuidos lamentables que las familias respectivas debieron
+evitar, aunque no fuese ms que por el crdito de la villa. Intil es
+hablar del pescado que se coge en este privilegiado puerto. En cien
+leguas a la redonda, nadie ignora que ni la sardina, ni la merluza, ni
+el congrio, ni el besugo admiten comparacin con los de Sarri. Como el
+caso parece extrao habiendo tan poca distancia de un pueblo a otro, los
+de Peascosa lo explican por los mejores pastos que sus peces tienen. En
+suma, nosotros no conocemos otro pueblo ms agradecido al Supremo
+Hacedor por las condiciones topogrficas, hidrogrficas y climatolgicas
+con que le plugo favorecerle.</p>
+
+<p>Respecto a las etnogrficas, la mayor ventaja que hemos podido apreciar
+es la hermosura y gallarda de las mujeres. Son altas, macizas, de tez
+sonrosada y ojos negros; la voz es dulce, sonora y hablan con un dejo
+musical muy caracterstico: parece que recitan al piano. No presumen de
+bellas y lo son. En cambio se vanaglorian de cantar mejor que las de
+ningn otro pueblo de la provincia, y no es as. Cierto que, como
+acabamos de indicar, hay entre ellas muchas<a name="page_43" id="page_43"></a> voces gratas y extensas;
+pero el odo y sobre todo el gusto no corresponden a la voz. Repicotean
+de tal modo lo que cantan que no lo conoce nadie, ni el mismo autor que
+lo cre. En verdad que las peascas abusan de las <i>fermatas</i> y
+<i>fiorituras</i> que las muchachas de Sarri, sin tener tan buena voz,
+cantan con mejor gusto y afinacin. Silencio acerca de este particular,
+porque si alguien lo dice en Peascosa, le sacan los ojos.</p>
+
+<p>Igualmente tienen metido las jvenes peascas en la cabeza (digamos en
+la hermosa cabeza, que no hay mentira en ello) que poseen especialsima
+aptitud para componer coplas oportunas o de circunstancias. Las componen
+generalmente sobre canciones populares que sirven para bailar en las
+romeras. Que se inaugura el edificio de las escuelas, copla al canto;
+que lleg el diputado del distrito a tomar baos, serenata y coplas; que
+D. Jos el Estanquero monta un servicio de <i>mnibus</i> a la capital,
+coplita laudatoria a D. Jos el Estanquero. Pero donde brilla
+principalmente el estro de las jvenes artesanas es en las coplas
+satricas: no necesitamos aadir que el blanco preferente de sus stiras
+es el mezquino, peligroso y sucio puerto de Sarri. No suelen estar bien
+medidas las coplas; tampoco se ve en muchas de ellas el aguijn. Qu
+importa! Las peascas las cantan con un fuego y<a name="page_44" id="page_44"></a> un retintn que
+desespera a las jvenes de Sarri y les hace enfermar de ira.</p>
+
+<p>Los hombres suelen ser como en todas partes, ms feos que hermosos, ms
+tontos que graciosos, ms groseros que corteses, ms vulgares que
+originales. Sin embargo, hay en casi todos ellos un rescoldo de
+imaginacin que, si no les sirve para escribir novelas, les hace ms
+noveleros y curiosos que a los del resto de la provincia. Cualquier
+acontecimiento insignificante adquiere proporciones grandiosas en
+Peascosa. El pueblo se conmueve hondamente cada vez que arriba cierto
+bergantn-goleta trayendo tabla de pino rojo del Norte para D. Romualdo,
+y acude todo a presenciar la descarga. Un prestidigitador vulgar produce
+extraordinaria agitacin y ocasiona largas y violentas disputas en el
+casino, en los cafs, en las tertulias de las tiendas, y encauza el
+gusto y la fantasa de los peascos por distintos derroteros. Lleg en
+cierta ocasin un magnetizador que dio algunas sesiones en el teatro
+(llammoslo as). Durante seis meses los peascos no se ocuparon apenas
+en otra cosa que en magnetizarse los unos a los otros. En ninguna
+tertulia se entraba que no se tropezase con alguna seorita dormida
+mientras un joven indgena, en actitud de espantarle las moscas, le
+arrojaba puados de fluido a la cara: todo era <i>mediums</i> y espritus, y
+veladores giratorios:<a name="page_45" id="page_45"></a> algunos honrados vecinos quisieron volverse
+locos: uno de ellos sali de noche pidiendo confesin a gritos porque
+haba hablado con cierto pariente difunto. Despus lleg un frenlogo.
+Los peascos se dedicaron otra temporada a palparse la cabeza y hacer
+vaticinios sobre el destino reservado a los nios. Los cuadros
+disolventes de algn saltimbanqui engendraban la aficin a las linternas
+mgicas, y las compaas dramticas que por casualidad llegaban hasta
+all, verdaderas cuadrillas de facinerosos, despertaban extraas
+aptitudes para el arte escnico en muchos vecinos que hasta entonces
+jams las haban revelado. Un nufrago austriaco les infundi el amor a
+la filologa; dio unas cuantas lecciones de alemn y ruso a varias
+personas caracterizadas de la localidad, y al cabo de dos meses se
+escap con seis mil reales de D. Jos el Estanquero, dos mil de D.
+Remigio Flrez y algunas pesetas ms de otros caballeros. No se habl de
+otra cosa en un par de meses.</p>
+
+<p>Hay en Peascosa un casino suscrito a cinco peridicos de Madrid y a uno
+de Lancia. <i>El Faro de Sarri</i>, que les enviaban gratuitamente, fue
+devuelto a su destino a propuesta de varios socios dignsimos cuando
+este peridico propuso (qu asco!) la construccin de un gran puerto de
+refugio en Sarri. Existe adems una sociedad de recreo, de la cual es
+alma y vida D. Gaspar<a name="page_46" id="page_46"></a> de Silva, un poeta de la localidad que tiene
+escritas ms obras dramticas que Shakspeare. Psole por nombre el
+<i>gora</i>, en consonancia con sus aficiones clsicas. Es el templo del
+arte. All se representan las piezas de D. Gaspar por los jvenes
+aficionados y se leen sus poesas lricas, en medio de las lgrimas y
+los aplausos de las seoritas de la localidad, adivnanse charadas y
+logogrifos, se cantan <i>mandolinatas</i> y <i>stornellos</i> en un italiano
+estupendo y se juega de mil modos ingeniosos. Verdaderamente el gora de
+Peascosa recuerda, ms que la asamblea griega que le ha dado nombre, la
+tertulia de la reina de Navarra, aquella gozosa y potica reunin de
+hermosas damas y caballeros, donde rebosaba el ingenio y de la cual
+tanta gallarda invencin ha salido. No llevaremos, sin embargo, nuestro
+afn de similitudes hasta comparar a D. Gaspar con Margarita de Valois.
+Cada cual en su gnero deben considerarse como seres privilegiados; mas
+pertenecen a gneros diferentes.</p>
+
+<p>D. Gaspar era un hombre alto, seco, con el rostro lleno de manchas
+coloradas que delataban su juventud borrascosa, el pelo ralo, la barba,
+que gastaba al uso de Espronceda, Larra y los literatos del treinta al
+cuarenta, entrecana y erizada, las manos y los pies descomunales, tan
+apretados por los callos estos ltimos que el poeta andaba apoyado
+siempre en una muleta y<a name="page_47" id="page_47"></a> doblado fuertemente por el espinazo. A pesar de
+esta circunstancia, no puede negarse que era un hombre notabilsimo, y
+con razn se vanagloriaba Peascosa de haber sido su cuna y guardarle en
+su seno. No se limit jams, como la mayora de los literatos, a
+cultivar un gnero con mejor o peor fortuna. Escribi poemas picos,
+poesas lricas de todas clases, amorosas, satricas, filosficas,
+didasclicas; fue novelista y autor dramtico. Las tres cuartas partes
+de sus obras permanecen manuscritas; pero bastan las impresas (a
+expensas de un primo hermano que el poeta tiene en Puerto Rico) para
+dejar de l imperecedera memoria. Por lo menos, los que hemos tenido la
+dicha de conocerle personalmente, es seguro que no lo olvidaremos
+mientras nos dure la existencia. Silva era un poeta que guardaba ms
+semejanza con los vates antiguos que con los modernos. Como Shakspeare,
+como Molire y Lope de Rueda, l mismo representaba sus obras en la
+escena, reservndose los papeles de caracterstico, a causa de la
+curvatura del espinazo. En este caso sola sacar una voz engolada y
+tremante que causaba honda emocin en sus convecinos. Los ttulos de
+ellas tenan un sello de originalidad que recordaba bastante los del
+inmortal dramaturgo ingls. Entre otros ttulos extraos,
+originalsimos, recordamos los siguientes: <i>No me vengas<a name="page_48" id="page_48"></a> con belenes,
+que te rompo el esternn</i> (comedia en tres actos), <i>Entre col y col,
+lechuga</i> (pieza en un acto), <i>Y sin embargo se muere</i> (drama en tres
+actos), <i>Le gustan o no las rubias?</i> (pieza en un acto). Aunque ha
+brillado y brilla en todos los gneros literarios, nosotros pensamos que
+su genio es ms dramtico que lrico.</p>
+
+<p>No hay ms sociedades reglamentadas en Peascosa. La tertulia de la
+botica, la de D. Martn de las Casas y la de los mosqueteros (esta
+ltima al aire libre, en el Campo de los Desmayos) son agrupaciones
+libres, sin ideal artstico ni poltico.</p>
+
+<p>De esta villa insigne por su maravillosa situacin geogrfica y por el
+talento de sus hijos, blanco de la envidia, no slo de Sarri, sino
+tambin de Santander y Bilbao y todos los dems puertos de la costa
+cantbrica, que en vano han pretendido humillarla; de este pueblo
+generoso, patriota, idealista, fue nombrado teniente prroco el joven
+presbtero protagonista de esta verdica historia. Lo fue por influencia
+o mediacin de D. Martn de las Casas y otros prceres. No les cost
+trabajo obtener este nombramiento del obispo, porque Gil se haba hecho
+notar extremadamente como alumno aplicado e inteligente en el seminario
+de Lancia. Al mismo tiempo sus costumbres puras y la suavidad y
+mansedumbre de su carcter, acreditadas por todos los<a name="page_49" id="page_49"></a> profesores, le
+ponan en aptitud de desempear cualquier oficio en la iglesia. El
+rector del seminario, varios dignatarios del clero y hasta el mismo
+prelado le insinuaron la idea de quedarse en Lancia y hacer oposicin a
+alguna de las prebendas que pudieran vacar en la catedral. Nadie dudaba
+de su pericia para conseguirla. Sin embargo, el nuevo presbtero rechaz
+con humildad la proposicin, alegando la insuficiencia de sus estudios,
+que esperaba ampliar con el tiempo, y su excesiva juventud para
+desempear cargo de tal importancia, caso de que se lo otorgasen. En el
+fondo de su ser exista tambin, sin que l mismo se diera cuenta de
+ello, cierta repugnancia a la vida sociable y regalona de los cannigos.</p>
+
+<p>Gil era un mstico. Haba tenido la fortuna de tropezar, en el rector
+del seminario, con un hombre de una piedad exaltada, con un orador
+elocuente, apasionado, genial, un verdadero apstol. Este hombre
+extraordinario, que formaba contraste con el clero prudente y prosaico
+que le rodeaba, ejerci influencia decisiva en el espritu delicado y
+soador de nuestro hroe, consigui arrastrarlo en su vuelo,
+comunicndole el fuego que devoraba su alma de asceta. Era medianamente
+instruido, pero hasta su pequeo bagaje de instruccin le pesaba. Senta
+un respeto idoltrico, que comunic a su discpulo, hacia<a name="page_50" id="page_50"></a> la Teologa
+por lo que haba en ella de misterioso e incomprensible. En cambio
+miraba con indiferencia la Filosofa y despreciaba las ciencias
+naturales. Era, como todos los hombres de fe viva y corazn ardiente,
+enemigo de la razn. Cuando se cree y se ama de veras se apetece el
+absurdo, se despoja el alma con placer de su facultad analtica y la
+deposita a los pies del objeto amado, como Santa Isabel pona su corona
+ducal a los pies de la imagen de Jess antes de orar. Era un caso de
+suicidio por ortodoxia mstica. Bajo su direccin, el seminario de
+Lancia fue perdiendo el ligero barniz cientfico que por las ltimas
+reformas se le haba dado. Seguanse los cursos de fsica, de historia
+natural, de matemticas, de filosofa, pero con tan poco aprovechamiento
+que ningn profesor se atreva a dejar suspenso a un alumno, por mucho
+que disparatase en el simulacro de examen que se haca. En cambio
+concedase importancia decisiva a las prcticas religiosas, a todos los
+ejercicios de piedad. Se pasaba el da orando, meditando. El alumno ms
+apreciado no era el que mejor dijese y entendiese las lecciones, sino el
+que supiera pasar ms horas de rodillas, o ayunase con ms rigor, el ms
+silencioso y taciturno.</p>
+
+<p>La mayora de los colegiales, hijos de labradores y artesanos, cumpla
+con estos deberes<a name="page_51" id="page_51"></a> sin gran esfuerzo, viendo en ello una manera de
+arribar pronto y sin dificultades al sacerdocio. El estudio les hubiera
+mortificado ms. Para Gil, tal gnero de vida representaba un trabajo
+constante, una lucha consigo mismo. Su inteligencia vigorosa apeteca el
+estudio, su fantasa el movimiento. Con sistemtica tenacidad se puso a
+contrariar las expansiones de su naturaleza, dio comienzo al lento
+suicidio que primero haba operado su maestro y antes todos los msticos
+del mundo. Penetr en el pensamiento de aqul, particip del ideal
+sombro de su vida, de su furor de penitencias, de su desprecio de los
+placeres, de los horrores y tambin de la ciencia del mundo. En esta
+lucha con la carne hay su poesa. De otra suerte, no habra msticos.
+Cuando termin la carrera era el modelo que se ofreca a los colegiales.
+Humilde, reservado, grave y dulce a la par, rezador incansable y con la
+nota de <i>meritissimus</i> en todos los cursos.</p>
+
+<p>Ya le tenemos ejerciendo el cargo de teniente prroco en Peascosa.
+Hubiera preferido marcharse a regentar una parroquia rural. El trato
+mundanal le produca penosa impresin: para l Peascosa, con su casino,
+sus cafs y tertulias, era un centro de frivolidad, por no decir
+corrupcin. Pero D Eloisa y sus protectoras se haban empeado en
+tenerle en el pueblo, y el rector del seminario, su venerado maestro, le
+aconsej<a name="page_52" id="page_52"></a> que no desatendiese sus ruegos: si la frivolidad de la villa
+le molestaba, su tarea, en cambio, sera ms meritoria y fructfera; las
+almas de los campesinos no necesitan tanto prolijo cuidado. Con la
+emocin y el anhelo de quien pone mano en una obra sacratsima, dio
+comienzo el nuevo presbtero a sus tareas. Levantbase al amanecer y se
+diriga a la iglesia, donde entraba el primero, antes que el sacristn.
+Sentbase en el confesonario y all permaneca escuchando a los que se
+acercaban al sagrado tribunal hasta las ocho, hora en que deca su misa.
+Despus, an se sentaba otro rato a confesar, y se iba a casa. Hasta la
+hora de comer, estudio, meditacin, rezo. Despus otra vez a la iglesia:
+rosario, enseanza de doctrina, arreglo y aseo del templo. Desde que l
+lleg, ste comenz a estar limpio y decoroso. Sin reprenderle, logr
+con el ejemplo, echando l mismo mano al plumero y a la escoba, que el
+sacristn cumpliese con su deber. Pero en lo que ms se placa su alma
+fervorosa era en acudir prontamente al lado de los moribundos, en
+permanecer clavado junto a su lecho, exhortndoles al arrepentimiento,
+sosteniendo su confianza en Dios hasta que exhalaban el ltimo suspiro.
+Esta era la parte grata de su tarea, la obra verdaderamente divina que
+le dejaba el corazn anegado de dulzura y entusiasmo. Arrancar un alma<a name="page_53" id="page_53"></a>
+de las garras del demonio! Cuando a la madrugada, despus de cerrar los
+ojos a un pobre feligrs, se diriga a la iglesia transido de fro, rota
+su flaca naturaleza por una noche de vigilia y trabajo, sus ojos se
+posaban en aquel mar siempre colrico, en aquel cielo sombro, y en vez
+de sentir la tristeza y el dolor de la existencia, su espritu se
+dilataba por la alegra y acudan a sus ojos lgrimas de reconocimiento.
+Era el gozo sublime de Jess recorriendo a pie las abrasadas mrgenes
+del lago Tiberiade, anunciando el reinado del Padre; era el gozo de San
+Francisco cuando tornaba a la <i>Porcincula</i> con algn nuevo compaero de
+penitencia; era el del santo rey Fernando al apoderarse de Sevilla; era,
+en suma, el gozo de todos los apstoles.</p>
+
+<p>Se haba ido a vivir con el cura no por gusto, sino porque ste siempre
+lo haba tenido en que los tenientes (o excusadores, como all se les
+llamaba) viviesen a su lado, tal vez para tiranizarlos mejor. La
+rectoral estaba situada no muy lejos de la iglesia, a la entrada misma
+del Campo de los Desmayos. D. Miguel tena por servidores una ama vieja
+y un criado joven. Los goces espirituales del pobre Gil estaban bien
+compensados con un sinnmero de contrariedades y molestias que su rudo
+prroco le hizo padecer en seguida. D. Miguel era tan brbaro en la
+vida<a name="page_54" id="page_54"></a> privada como en la pblica. Su voluntad desptica se dejaba sentir
+en todos los pormenores y en todos los momentos de la existencia. Luego,
+si esta voluntad fuese racional, vaya con Dios; pero la del formidable
+viejo era tan caprichosa como maligna. Se gozaba en contrariar los
+deseos de los que a su alrededor estaban, por mnimos que fuesen. Al ama
+la tena frita: un da le impeda dormir la siesta, otro da le mataba
+un perrito al cual tomara gran cario, otro le tiraba los tiestos que
+tena en el balcn o la obligaba a permanecer en casa en ocasin de
+cualquier gran solemnidad religiosa, o le haca pagar un desperfecto de
+la vajilla, etc., etc. Al criado le tostaba en parrilla: unas veces le
+mandaba en tarde de romera a cualquier aldea con un recado
+insignificante, para que no se recrease; otras veces le cerraba de noche
+la puerta si llegaba un minuto ms tarde de lo convenido y le haca
+dormir al sereno, o bien le obligaba a quitarse las patillas, o le
+vesta el ropn del monaguillo porque notaba que esto le molestaba
+mucho. Al excusador le crucificaba. Haba tenido muchos, y a todos los
+haba estudiado silenciosamente durante algunos das para conocer sus
+tendencias y aficiones. Una vez enterado, se pona con particular
+cuidado a contrarirselas. Al anterior, hombre obeso y amigo de los
+placeres de la mesa, le hizo pasar cada hambre<a name="page_55" id="page_55"></a> que por milagro no
+feneci; vena el infeliz de decir misa con ansia de tragarse el
+chocolate. Buen chocolate te d Dios! El cura haba mandado previamente
+al ama a algn recado que durase dos horas por lo menos. Qu debilidad,
+qu sudores, qu congojas las del pobre capelln! Si llegaban en sus
+paseos vespertinos a alguna casa donde les invitaban a merendar, el cura
+rehusaba manifestando que ya lo haban hecho en casa. l no padeca
+porque era extremadamente sobrio, pero a su infeliz compaero se le
+haca la boca agua.</p>
+
+<p>El estudio de Gil le caus gran sorpresa. Entre los muchos tenientes que
+haban desfilado por su casa no haba tropezado con un mstico hasta
+ahora. Hubo alguno aficionado al culto y a la oracin, pero sin la
+ardiente piedad y el entusiasmo que ste mostraba. El cabecilla de don
+Carlos le mir con una especie de curiosidad burlona, con la compasin
+desdeosa con que los viejos miran casi siempre las ilusiones y los
+arrebatos de la juventud. Durante algn tiempo le dej trabajar
+libremente en la via del Seor; la inocencia y la bondad de Gil
+apagaban sus instintos malignos. Pero al fin stos no pudieron
+permanecer inactivos, y comenz a poner obstculos al apostolado de su
+excusador. Unas veces le quitaba de predicar en determinados das, otras
+le prohiba sentarse tantas horas en el confesonario<a name="page_56" id="page_56"></a> o le obligaba a
+decir la misa ms tarde. Hubo ocasiones en que, hacindose el distrado,
+lleg a dejarle encerrado en su habitacin para que no pudiera decirla a
+ninguna hora.</p>
+
+<p>Nuestro presbtero aceptaba resignado estos vejmenes y los encomendaba
+a Dios, como todos los disgustos y alegras que experimentaba en esta
+vida. El carcter de D. Miguel le produca repugnancia y terror. Tena
+el espritu demasiado inflamado por el amor divino para ver lo que haba
+de cmico e interesante en este personaje estrafalario, para
+contemplarlo y estudiarlo con ojos de artista. Aquella violencia, mejor
+an, aquella ferocidad, turbaba su alma delicada; el poco apego que el
+cura mostraba a los asuntos teolgicos o de tejas arriba le indignaba;
+pero sobre todo, la avaricia srdida de aquel viejo, que estaba con un
+pie en el sepulcro, del ministro de Aquel que dijo: No queris tener
+oro, ni plata, ni dinero, ni en vuestros viajes llevis alforja, dos
+tnicas, ni zapatos, ni bculo, le causaba repugnancia invencible. El
+prroco de Peascosa pasaba por hombre rico, y lo era en efecto.
+Cincuenta aos regentando una parroquia populosa y viviendo con
+extremada economa, le haban permitido juntar un capital respetable.
+Haba comprado muchas tierras, pero se deca que guardaba en casa
+tambin una gran cantidad en metlico. Y<a name="page_57" id="page_57"></a> as deba de ser, atento la
+vigilancia que desplegaba, sobre todo de noche. Despus que terminaban
+su frugal cena y rezaban un padrenuestro en accin de gracias, D. Miguel
+se levantaba, y tambalendose un poco, porque el torso era ms recio en
+l que las piernas, se diriga a la cmoda, sacaba de ella un par de
+pistolas enormes de chispa, y con una en cada mano se encaminaba a su
+alcoba, bajo la mirada atnita de Gil. Porque aunque todos los das se
+repeta la escena, nunca dejaba de producirle estupefaccin dolorosa.
+Un sacerdote con dos pistolas en las manos, en aquellas mismas manos
+que al da siguiente haban de tocar el cuerpo de nuestro Redentor!
+Alguna vez haba visto a su maestro el rector del seminario de Lancia en
+la cama. Sobre su mesa de noche haba un crucifijo de bronce y unas
+disciplinas ensangrentadas. Al comparar ambos sacerdotes, no slo senta
+crecer su admiracin hacia este virtuossimo varn, pero tambin, a
+despecho suyo, naca en su espritu cierto desprecio hacia su prroco.</p>
+
+<p>Esto no obstante, su humildad le obligaba a rechazar este sentimiento y
+a repetirse la frase comn a todos los msticos: As y todo es mejor
+que yo. No slo, pues, le miraba como su superior jerrquico y le
+tributaba todo el respeto debido, sino que haca esfuerzos por
+representrselo mejor que l moralmente. En el confesonario se<a name="page_58" id="page_58"></a> le
+ofrecan casos de conciencia complicados, que no entraban en las
+frmulas de los libros que haba estudiado. Vindose apurado para
+resolverlos, acuda a D. Miguel en demanda de luces; le expona
+tmidamente el caso pidindole consejo. El antiguo cabecilla le
+escuchaba con visible impaciencia y, frunciendo el torvo entrecejo,
+sola contestarle speramente:</p>
+
+<p>&mdash;Anda adelante y no te detengas en pataratadas.</p>
+
+<p>Pataratadas! El cura de Peascosa calificaba as los extravos de una
+conciencia, los dolores del remordimiento. El teniente se estremeca y
+haca lo posible por ahuyentar los pensamientos que en aquel momento
+acudan en tropel a su cerebro. Concluy por no pedirle consejo alguno,
+y obr cuerdamente. La teologa moral de don Miguel era sin duda ms
+deficiente que la tctica militar.</p>
+
+<p>Despus de recoger el ltimo suspiro de los moribundos, el gozo mayor
+del novel presbtero consista en sentarse en el confesonario y
+esclarecer la conciencia de sus penitentes y conducirlos por el camino
+de la perfeccin. Pero este gozo fue decayendo al observar la pequeez,
+la insignificancia de los sujetos que a su tribunal se acercaban. Casi
+todos eran mujeres: por milagro llegaba un hombre a confesarse. Estas
+mujeres, siempre las mismas y con los mismos pecados,<a name="page_59" id="page_59"></a> concluyeron por
+aburrirle. Al principio, observando la docilidad con que escuchaban sus
+consejos, la ardiente piedad que mostraban y aficin a los sacramentos,
+imagin que le sera fcil hacerlas cada da mejores, levantarlas hasta
+la santidad o poco menos. Pronto se convenci de que era ms difcil
+cambiar la vida de aquellas beatas que la de un pecador empedernido. Le
+caus gran desaliento: comenz a fastidiarse de aquellas nonadas, de
+aquellas confidencias domsticas insulsas y necias con que las devotas
+sazonan sus confesiones. Y no poda menos de admirar a su compaero el
+P. Narciso, que se pasaba las horas muertas confesndolas con la misma
+aficin que el primer da. No slo las confesaba, sino que, por uno u
+otro motivo, siempre estaba entre ellas: unas veces eran las Flores de
+Mayo, otras la novena de las Hijas de Mara, otras la congregacin de
+San Vicente de Paul, etc. El P. Narciso era, como ya sabemos, el
+director espiritual y el dolo del sexo femenino de Peascosa.</p>
+
+<p>Sin embargo, desde la llegada del P. Gil al pueblo, el rebao haba
+experimentado algunas bajas. Varias beatas abandonaron su sotana
+protectora para colocarse bajo la frula del nuevo excusador. ste no
+tena la verbosidad y la gracia del P. Narciso, ni se placa en gastar
+bromitas saladas con sus penitentas; pero en cambio posea una figura
+delicada como la de un<a name="page_60" id="page_60"></a> querubn, una sonrisa dulce y melanclica y
+modales tan suaves y distinguidos, que compensaban bien las cualidades
+del otro. Algunas seoras as lo entendieron al menos, y se produjo la
+desbandada que acabamos de indicar. Mas lo raro, lo estupendo del caso
+fue que la oveja predilecta del capelln de Sarri, aquella Obdulia de
+quien murmuraban las jvenes artesanas el da de misa nueva, abandon
+tambin a su pastor, con quien triscaba espiritualmente, al decir de
+aqullas, en el jardn de Montesinos, y vino humildemente a postrarse a
+los pies del joven presbtero.</p>
+
+<p>Dos meses despus de tomar ste posesin de su oficio, se hallaba una
+tarde en el confesonario, rezando por su brevario de bolsillo. En la
+capillita donde acostumbraba a sentarse no haba nadie. Dos mujerucas a
+quienes haba confesado se haban ido ya. De pronto una figura elevada y
+esbelta tap a medias la puerta, por donde entraba alguna claridad, no
+mucha. El P. Gil levant los ojos y reconoci a la hija de Osuna. La
+conoca mucho de vista, aunque jams haba hablado con ella. No ignoraba
+que era penitenta muy asidua del P. Narciso, y aun haban llegado a sus
+odos ciertos rumores que rechaz, por supuesto, con indignacin. Sin
+embargo, aquella joven tan aficionada a la iglesia, tan suelta y
+andariega, no le era simptica. Obdulia<a name="page_61" id="page_61"></a> tena la tez plida,
+extremadamente plida, donde brillaban unos ojos negros grandes y
+hermosos como pocos. Sus cabellos eran negros tambin y abundantes, su
+talle delgadsimo. Todo en su persona indicaba un temperamento
+enfermizo. No poda llamrsela con justicia hermosa, pero s interesante
+y distinguida. Avanz lentamente por la capilla. El joven clrigo crey
+que vendra a hacerle alguna pregunta referente a la comunin general
+del da siguiente. Pero en vez de eso, Obdulia se inclin hacia l
+tmidamente y le pregunt con voz temblorosa, donde se adverta extraa
+emocin:</p>
+
+<p>&mdash;Me puede usted confesar?</p>
+
+<p>Qued sorprendido y descontento. Tard un instante en responder; al fin
+dijo gravemente con manifiesta sequedad:</p>
+
+<p>&mdash;Para eso estoy aqu, para confesar a todo el que lo desee.</p>
+
+<p>La faz plida de la joven se colore fuertemente, sus labios temblaron
+como para dar las gracias; pero no dejaron escapar ningn sonido.
+Arrodillose sobre la tarima contigua al confesonario, or breves
+instantes y acerc al fin su rostro demacrado a la ventanilla enrejada.</p>
+
+<p>El P. Gil estaba inquieto, muy poco satisfecho de aquella preferencia.
+No que el confesar a una joven mas o menos agraciada le importase nada.
+Era el suyo un temperamento puro, sosegado.<a name="page_62" id="page_62"></a> La lucha con la carne no le
+haba costado nunca grandes fatigas. Las mujeres eran para l seres
+dbiles, ms necesitadas, por tanto, de proteccin y consejo: si haba
+que vivir siempre prevenido contra ellas, era porque los Santos Padres
+as lo haban establecido, teniendo presente sin duda su frivolidad y su
+naturaleza pecaminosa. El combate formidable que haba necesitado
+sostener no era contra la sensualidad, sino contra su espritu analtico
+lleno de curiosidad, enamorado de la ciencia. Su maestro venerado, el
+rector del seminario, al verle entregado con ardor al estudio de las
+matemticas, de la fsica, de la filosofa, le haba dado la voz de
+alerta. Por qu estudiar tanto? A qu conduca, en ltimo resultado,
+la ciencia? Lo necesario para salvarse se poda aprender bien en un da,
+en una hora, en un minuto. Lo importante no es saber, sino orar y
+trabajar. El hombre virtuoso es el ms sabio, porque conoce el camino
+para llegar a Dios y lo sigue. Estas verdades se impusieron pronto a su
+espritu y le previnieron contra su curiosidad cientfica y le
+impulsaron a sofocarla. Alentado por los consejos y por el ejemplo de su
+maestro, haba matado la sed de conocimientos con el refresco de la
+oracin y la penitencia. Logr, como l, amar lo inexplicable, lo
+absurdo, porque esto satisface mejor los anhelos de un alma enamorada.<a name="page_63" id="page_63"></a></p>
+
+<p>Pero aunque la mujer no haba sido para l jams un peligro, guardaba en
+el fondo de su ser hacia ella ese rencoroso desprecio que caracteriza a
+todos los msticos, no por la influencia que sobre ellos puede ejercer,
+sino por la funesta que despliega sobre otras pobres almas. En esta
+ocasin los dichos que sobre aquella joven corran, su fama de
+caprichosa, estrambtica, despertaban en l cierto sentimiento de
+hostilidad que se tradujo en una reprensin tan dulce en la forma como
+severa en el fondo cuando la joven le dijo que no haba tenido motivo
+para variar de confesor.</p>
+
+<p>&mdash;No he hallado nada en l de malo... Solamente que pienso que no acaba
+de entenderme&mdash;concluy por manifestar, vindose apretada.</p>
+
+<p>&mdash;Todo ministro del Seor&mdash;repuso speramente el P. Gil&mdash;entiende lo que
+es pecado, y esto basta.</p>
+
+<p>Pero la confesin que sigui, larga, sincera, fervorosa, regada ms de
+una vez por las lgrimas, hizo cambiar la disposicin del clrigo.
+Comprendi que no se las haba con un alma vulgar, con una mujerzuela
+frvola, sino con una cristiana de corazn entusiasta como el suyo,
+tocada del amor divino y ansiosa de perfeccin. Haba sin duda bastante
+incoherencia en sus frases, relataba pormenores ridculos y hasta necios
+e indignos en ocasiones, pero en otras se mostraba<a name="page_64" id="page_64"></a> grande y fuerte,
+pisoteando sus pasiones y lanzando su vuelo hacia la luz y la verdad.
+Hubo momentos en que su novel confesor pensaba estar escrutando el alma
+de una santa; hasta tal punto semejaban los mpetus, los anhelos
+msticos de aquella joven a lo que tena ledo en la vida de Santa
+Teresa, Santa Catalina de Sena y otras gloriosas madres de la Iglesia.
+El relato de las penitencias con que se mortificaba le impresion
+vivamente y le hizo formar de ella un concepto elevado.</p>
+
+<p>Sin darse cuenta de ello, Obdulia vino a hacer en aquella tarde una
+confesin general. Al comunicar al nuevo confesor las flaquezas de su
+temperamento, los movimientos pecaminosos de su alma, su vida entera le
+acudi a la memoria: una vida bien triste por cierto! Era hija de la
+primera esposa que su padre haba tenido: no haba conocido a su madre.
+Su padre haba casado otras dos veces, pero no haban durado mucho sus
+madrastras. Decase en el pueblo que el lbrico jorobado mataba a sus
+mujeres a cosquillas. Esta especie monstruosa, que halagaba la
+imaginacin del vulgo, se la metan por el odo a Obdulia sus compaeras
+de colegio para hacerle rabiar. Oh, cunto haba sufrido escuchndolas
+y observando el desprecio mezclado de terror que su padre inspiraba!
+ste era para ella carioso e indulgente. La pobre no comprenda la<a name="page_65" id="page_65"></a>
+razn de tal desprecio, a no ser por la joroba que la naturaleza le
+haba dado. Parecale, como es natural, enorme injusticia. Tena l por
+ventura la culpa de no haber nacido derecho como los dems? Todava
+recordaba con lgrimas la noche en que algunos jvenes ebrios le ataron
+con una faja y le zambulleron en el mar repetidas veces entre bromas y
+risotadas. Pobre padre! En qu estado de clera y miseria lleg a
+casa! Lo que no supo la nia fue que estos jvenes le haban sorprendido
+en un portal oscuro en situacin poco decorosa. Se asombraba
+dolorosamente cada vez que notaba el miedo que inspiraba a sus amigas; y
+cuando alguna de stas, ms benvola que las otras, la mostraba
+compasin, irritbase fuertemente sosteniendo con calor que su padre era
+muy bueno y que la quera entraablemente. Su naturaleza haba sido
+siempre pobre y enfermiza: varias veces se temi por su vida. Padeci
+desde la infancia fuertes hemorragias por la nariz, que la dejaban
+desangrada, aniquilada. Estuvo dos aos, desde los doce hasta los
+catorce, paraltica de ambas piernas. Su padre la haba llevado a varios
+establecimientos balnearios sin resultado: hasta que un da, sin saber
+cmo ni por qu, ech a andar repentinamente. Otros muchos desrdenes
+experiment su organismo, sobre todo en el perodo de la adolescencia;
+pero el ms sealado, o por<a name="page_66" id="page_66"></a> lo menos el que ms llam la atencin de la
+gente y el que sala a relucir siempre que se hablaba de ella en la
+villa, fue una aberracin del apetito que la impulsaba a comer la cal de
+las paredes. En vano se hicieron esfuerzos por su padre y maestras para
+arrancarle este vicio; en vano se la castigaba, se la reclua, se le
+ataban las manos. Al menor descuido, ya estaba descascarillando la pared
+y haciendo en ella agujeros profundos.</p>
+
+<p>sta y otras aberraciones desaparecieron al hacerse mujer. Tuvo un
+perodo, desde los diez y seis hasta los veinte aos, en que su salud se
+fortaleci notablemente, en que se hizo una joven gallarda y bien
+parecida. Pronto se sec aquella flor, no obstante. Su salud quebrantose
+de nuevo, y aunque no se repitieron los extraos desrdenes pasados,
+comenz a decaer visiblemente, a sentir frecuentes indisposiciones. Los
+amigos y su mismo padre atribuan estas dolencias a sus largas oraciones
+y penitencias. Le haba acometido una aficin desmedida a las prcticas
+piadosas, a frecuentar los sacramentos y a permanecer horas y horas en
+la iglesia. A pesar de las advertencias de todos y de los ruegos de su
+padre, nunca quiso refrenar su piedad; antes iba cada da en aumento. La
+influencia de D. Narciso quiz tuviera buena parte en ello.<a name="page_67" id="page_67"></a></p>
+
+<p>Haba llegado Obdulia a los veintiocho aos sin que hubiera tenido ms
+que unos amores, cuando contaba diez y siete. Fue novia de un mancebo de
+Lancia que pasaba en Peascosa largas temporadas en casa de unos amigos.
+Llegaron estos amores a formalizarse. Se habl de boda, se hizo ropa la
+novia, se fij la poca. De repente llega el padre del muchacho de la
+isla de Cuba, y una noche lo empaqueta en la diligencia y se lo lleva,
+no se sabe adnde. Despus de este aborto de matrimonio, nada. El
+carcter de Obdulia, ordinariamente alegre, se hizo desde entonces
+melanclico y reservado. Sin duda el amor divino fue para ella un
+consuelo en este fracaso del amor humano. Su carcter experiment al
+mismo tiempo una exaltacin extraa. Antes, cualquier censura la echaba
+a risa y no le impresionaba; ahora, la observacin ms delicada la
+conmova fuertemente, le haca derramar copiosas lgrimas. Su amor
+propio se haba hecho tan nervioso, tan excitable, que el ms ligero
+choque con l sentalo como una profunda pualada. Su conciencia la
+acusaba continuamente de orgullo. Sostena contra s misma una lucha
+cruel, y no lograba calmar aquella singular irritabilidad.</p>
+
+<p>El P. Gil sonde aquel da y los sucesivos (porque Obdulia se confesaba
+a menudo) con profunda emocin un espritu verdaderamente<a name="page_68" id="page_68"></a> piadoso, al
+cual su lucha consigo mismo haca an ms interesante. Era una de esas
+almas que slo haba visto descritas en los libros msticos. Su inefable
+dulzura, la sumisin con que reciba los consejos y advertencias, le
+sedujo y le inquiet al mismo tiempo: le inquiet porque desconfiaba
+mucho de si mismo, tema no acertar a comprender los anhelos ardientes,
+las reconditeces sublimes de un ser superior a todos los que hasta
+entonces haba conocido. Comenz a prestar intensa atencin a las
+extraas confidencias de la joven, a sus escrpulos, a sus alegras y
+terrores, a sus visiones, porque las tena de vez en cuando. Y ya no le
+sorprendi que los dems confesores no la hubiesen comprendido.
+Recordaba lo que le sucediera a Santa Teresa, y se propuso con el
+ejemplo no despreciar por ridculas ciertas menudencias, seales de una
+conciencia siempre alerta, ni considerar como deslumbramientos y
+trampantojos los que muy bien podran ser favores reales del Cielo.</p>
+
+<p>Lo que ms le impresion en la piedad de su nueva penitenta fue el afn
+de mortificarse. Trataba a su cuerpo sin compasin, un cuerpo delicado
+como el tallo de una flor. Varias veces durante la noche levantbase a
+orar; al amanecer, en los das ms hmedos y fros del ao, sala de
+casa para ir a la iglesia, donde pasaba algunas horas de rodillas;
+ayunaba con un rigor<a name="page_69" id="page_69"></a> que no haba visto ni en su asctico maestro del
+seminario, abstinencias prolongadas, terribles, que parecan imposibles
+de resistir; gastaba cilicios en las piernas y los brazos, y se
+disciplinaba los viernes y en las vsperas de las fiestas sealadas.
+Este desapego de la carne, este odio de la bestia nunca lo haba sentido
+el joven sacerdote. En vano se lo haba querido inculcar su director
+espiritual, en vano haba trabajado toda su vida por adquirirlo. Todo
+fue intil. Las penitencias corporales le dolan, le aterraban de tal
+modo que apenas comenzadas tena que suspenderlas. Maltrataba a su
+espritu con gran valor, sofocaba en l toda aspiracin, todo deseo que
+le pareciese pecaminoso, lo humillaba siempre que quera; pero tema al
+dolor fsico como la ms sensible damisela: de ello se acusaba al
+confesor y se dola en sus largas y fervorosas oraciones. Por eso las
+speras penitencias de la joven le causaron una admiracin ilimitada.</p>
+
+<p>Todos admiran ms aquello que les falta. Nunca se sinti ms humillado
+ni dud tanto de su virtud y su salvacin. Y tomndolo como una
+advertencia del Cielo, se propuso intentar nuevamente este camino de
+perfeccin, por el cual haban andado todos los que verdaderamente
+quieren acercarse a Dios. Alentado por el ejemplo de la piadosa
+doncella, comenz a maltratar su carne como ella: cada una de sus
+confidencias<a name="page_70" id="page_70"></a> servale de ejemplo. Quiso tambin ayunar rigurosamente,
+quiso tambin levantarse al primer sueo y pasar una hora en cruz de
+rodillas, quiso gastar cilicio, quiso disciplinarse. Fue un combate
+terrible con su naturaleza pura y tranquila de hombre sin pasiones, que
+no siente por tanto la necesidad de aquietarlas a latigazos.</p>
+
+<p>Su admiracin por la virtuosa doncella le impuls no slo a tomarla de
+ejemplo, sino tambin de consejera. Era tan humilde e inocente de
+corazn que se senta avergonzado teniendo que dirigir y reprender a
+quien en el fondo consideraba como superior. Poco a poco comenzaron las
+mutuas confidencias. El nuevo clrigo, no teniendo en Peascosa un
+director espiritual acomodado a su educacin mstica, abri
+insensiblemente su pecho y comunic a la joven sus alegras, sus
+triunfos y sus desmayos en la va de salud que se haba trazado. Fue una
+amistad espiritual, en que no se trataba otro asunto que el del servicio
+de Dios, en que se pasaban largos ratos hablando dulcemente de las cosas
+del Cielo. Ni faltaban tampoco en sus coloquios algunas bromitas
+inocentes que los regocijaban por breves instantes.</p>
+
+<p>&mdash;Cuando usted se encuentre en el cielo&mdash;deca sonriendo el P. Gil,&mdash;muy
+arrellanadita en la silla que le corresponda, qu poco se acordar<a name="page_71" id="page_71"></a> de
+su pobre confesor, que estar padeciendo en el purgatorio!</p>
+
+<p>&mdash;No diga eso, padre! Si usted no va derecho al cielo, quin ha de ir?</p>
+
+<p>&mdash;Oh, no!&mdash;responda con un suspiro el sacerdote.&mdash;Usted tiene formado
+de m un concepto muy equivocado... Yo soy un indigno pecador... Gracias
+infinitas dar a Dios si me lleva al purgatorio, aunque est all miles
+de aos...</p>
+
+<p>Y lo deca de todo corazn el virtuoso clrigo. Crea de buena fe que,
+porque no le era posible macerarse, no posea una virtud slida, y se
+alegraba en el fondo del alma de haber tropezado con un ser que gozaba
+de este privilegio. Acudale a la memoria frecuentemente el ejemplo del
+P. Gracin, a quien Santa Teresa tanto haba ayudado en el camino de la
+perfeccin con sus virtudes y consejos. Su amor platnico al ascetismo
+le impulsaba a alentar en vez de reprimir prudentemente el de su
+penitenta. Cada mortificacin que sta se infliga y temblando y
+ruborizada vena a relatarle en el confesonario le causaba un gozo
+profundo, le pareca un triunfo sobre el pecado y se forjaba la ilusin
+de que a l le corresponda una parte de la victoria.</p>
+
+<p>Muchas y variadas fueron las que la valerosa doncella consigui sobre la
+carne en el espacio de pocos meses. As como los hombres corrompidos
+agotan su imaginacin en busca de nuevos<a name="page_72" id="page_72"></a> placeres, as ella sobresala
+en la invencin de variados tormentos para su delicado cuerpo. La
+aprobacin de su confesor, las frases de elogio que a despecho suyo se
+le escapaban de los labios, indudablemente calentaban su fantasa y
+aguijaban sus mpetus. Un da se pasaba veinticuatro horas sin tomar
+alimento, otro echaba ceniza en el plato que ms le gustaba, otro se
+pona una camisa de lana burda a raz de la carne, otro se disciplinaba
+hasta saltar la sangre, etc.</p>
+
+<p>Cierta tarde se acerc al confesonario con la faz ms radiante, con un
+gozo intenso pintado en sus grandes ojos negros y misteriosos. Acababa
+de lograr un nuevo triunfo sobre el enemigo y ansiaba comunicarlo a su
+confesor. Pero ste, en vez de entretenerse en coloquios msticos como
+otras veces, y de enterarse con afectuoso inters de sus penitencias, de
+sus luchas con la carne, se atuvo severamente a los pecados. Se hallaba
+quiz en un momento de melancola o de concentracin del pensamiento.
+Mantvose en una actitud reservada, hablando poco, tratndola casi como
+a una desconocida. Esta reserva impresion a la joven. Hallbase ella
+precisamente en uno de esos momentos de expansin, en que la alegra
+espiritual rebosa del pecho. Pensaba hacer partcipe de ella a su
+virtuoso confesor. Mas hete aqu que a ste le da<a name="page_73" id="page_73"></a> por callar y abreviar
+la confesin todo lo posible. La joven se levant al fin triste y sin
+poder reprimir un movimiento de despecho. Dio algunos pasos por la
+capilla, que estaba solitaria. De repente, no pudiendo vencer el deseo
+de hacer saber a su confesor la terrible penitencia que haba llevado a
+cabo, se acerca de nuevo al confesonario, no por la ventanilla, sino por
+la puerta.</p>
+
+<p>&mdash;Padre&mdash;dice con voz temblorosa, ahogada por la emocin,&mdash;se me olvid
+decir que esta noche hice una penitencia que acaso, por excesiva,
+pudiera ser un pecado.</p>
+
+<p>El joven presbtero levant los ojos sin comprender bien, expresando una
+muda interrogacin.</p>
+
+<p>&mdash;Me he quemado con una plancha.</p>
+
+<p>El confesor permaneci silencioso, mirndola con ojos distrados.</p>
+
+<p>&mdash;Me he puesto la plancha ardiendo en un brazo...</p>
+
+<p>El mismo silencio. El P. Gil, o estaba pensando en otra cosa, o el
+estupor le haba inmovilizado.</p>
+
+<p>Sin duda crey lo primero Obdulia, porque dijo con cierta viveza:</p>
+
+<p>&mdash;S, seor, me he hecho en el brazo esta quemadura...</p>
+
+<p>Y al mismo tiempo levant la manga del vestido<a name="page_74" id="page_74"></a> y puso al descubierto
+una herida fea y dolorosa que tena en el antebrazo.</p>
+
+<p>El sacerdote se encendi como una amapola, y volviendo prontamente la
+cabeza, repuso con aspereza mirando a las tablas del confesonario:</p>
+
+<p>&mdash;Bueno, bueno... Deje usted... Me parece excesivo, en efecto...
+Abstngase en adelante de hacer tales penitencias sin consultarlas antes
+con su confesor.<a name="page_75" id="page_75"></a></p>
+
+<h3><a name="III" id="III"></a>III</h3>
+
+<p>A las ocho de la noche, despus de haber cenado con D. Miguel y de
+haberle visto retirarse a la cama en la dulce compaa de sus pistolas
+de chispa, el P. Gil sali de la rectoral con direccin a la casa de su
+protectora D. Eloisa Montesinos. Pocas veces iba a la tertulia que sta
+reuna por las noches. Ni tena gusto en ello, ni el rgimen severo de
+la casa del cura lo consenta. Pero su protectora se haba quejado del
+abandono; hasta le pareci que estaba ms fra con l. Temeroso de ser
+tachado de ingratitud y apesadumbrado realmente, porque profesaba tierno
+y respetuoso cario a la bondadosa seora, resolviose a ir ms a menudo,
+hacindolo as presente al prroco.</p>
+
+<p>El agua de un fuerte chubasco le azot el rostro<a name="page_76" id="page_76"></a> al poner el pie fuera
+de la puerta. Abri el paraguas, mas a los pocos pasos, el viento que
+soplaba huracanado en el Campo de los Desmayos se lo volvi. En la
+imposibilidad de cerrarlo y sintindose empujado violentamente por el
+huracn, el joven excusador se refugi en el negro, enorme portal de
+Montesinos. Nunca pasaba por delante de l sin sentir cierto
+estremecimiento de temor y curiosidad. En aquel sombro palacio habitaba
+un hombre misterioso de quien se contaban vagamente mil extraas
+historias, a quien se atribuan adems ideas y frases escandalosas
+contra la religin y sus ministros. El joven clrigo apenas le conoca.
+D. lvaro Montesinos haba pasado casi toda su vida en Madrid. Haca dos
+o tres aos solamente que haba venido a establecerse a Peascosa. Viva
+en un retiro casi absoluto, paseando alguna que otra rara vez por las
+orillas del mar, enteramente solo. El resto de los das lo pasaba
+encerrado en casa, segn se deca, leyendo o escribiendo artculos
+impos. El clero de Peascosa hablaba de l con cierto desprecio
+rencoroso, del cual haba llegado a participar el P. Gil, sin conocerle.</p>
+
+<p>Arregl su paraguas lo mejor que pudo, y como los mpetus del viento
+hubiesen sosegado un instante, saliose del portal, no sin dirigir una
+mirada de miedo y hostilidad a la gran puerta negra del fondo, en lo
+alto de la cual arda tristemente<a name="page_77" id="page_77"></a> una lamparilla de aceite detrs de
+una ventanilla enrejada. Sali del Campo de los Desmayos y, una vez en
+la calle del Cuadrante (que as se llamaba la nica grande y poblada de
+Peascosa), el viento ya no soplaba tan recio y pudo aprovecharse del
+paraguas y llegar a casa de D Eloisa, situada en la plaza, sin mojarse
+seriamente. La morada de D. Martn de las Casas era tambin antigua,
+pero notablemente reformada, mucho ms chica que la de su cuado, con
+todas las comodidades y aditamentos exigidos por las necesidades
+modernas: portal de azulejos con cancela, escalera bien labrada de lamo
+con pasamano charolado, las habitaciones con elegantes frisos y papeles,
+todo muy aseado y pintadito.</p>
+
+<p>&mdash;Buenos ojos le vean, padre! Qu caro se vende!&mdash;exclam D Eloisa,
+que desde que su protegido haba recibido las sagradas rdenes no le
+tuteaba.</p>
+
+<p>Al mismo tiempo se levant y le bes la mano con verdadero afecto. Lo
+mismo hicieron D Rita, Obdulia, que desde haca poco tiempo era
+tertulia asidua de la casa, Marcelina y tambin D Serafina Barrado, a
+pesar de la mirada oblicua que le dirigi su capelln D. Joaqun. D
+Marciala y D Filomena se hicieron las distradas hablando con D.
+Peregrn Casanova, y saludaron al fin desde su asiento con sonrisa
+halagea.<a name="page_78" id="page_78"></a></p>
+
+<p>Mientras duraron las salutaciones, D. Narciso, que estaba arrimado de
+espaldas al piano, no quit los ojos de su compaero, unos ojos donde se
+lean claramente la aversin y el recelo. Sin que el P. Gil la provocara
+ni aun se diera bien cuenta de ella, exista viva rivalidad entre l y
+D. Narciso, a quien haba arrancado ms de la mitad de las hijas de
+confesin. Bien saba Dios que no haba hecho nada por conseguirlo;
+antes, al contrario, le pesaba mucho cada vez que una de ellas se
+acercaba a su confesonario. Pero qu le tocaba hacer? Nada ms que
+confesarlas, pues era su obligacin. Insistir mucho en que no variasen
+de confesor era conceder demasiada importancia a la cuestin de persona:
+no estaba dentro del espritu del sacramento. Pero el capelln de Sarri
+no se hallaba penetrado de la intencin de su compaero, y si se
+hallaba, no alteraba gran cosa sus sentimientos. Atenase al resultado,
+y ste era triste para l. Antes de la llegada de Gil puede decirse que
+campaba l slo entre el bello sexo de Peascosa y seoreaba sus
+conciencias. Los dems capellanes no le hacan sombra alguna. Era el
+nio mimado de las beatas. Ninguno de sus chistes, de sus pasos y gestos
+pasaba inadvertido: las devotas que tenan la dicha de escucharlos o
+presenciarlos, se encargaban prontamente de difundirlos entre sus
+amigas. A cada instante testimonios irrecusables<a name="page_79" id="page_79"></a> de la viva simpata y
+veneracin que despertaba en la villa: regalos de casullas, de
+corporales bordados por dedos primorosos, de alzacuellos de raso, etc.,
+etc.; ofrendas ms positivas an, de jamones, botellas de jerez, tartas
+y chocolate. D. Narciso tena admirablemente cubiertas sus necesidades
+espirituales y temporales. Era un pastor que apacentaba felizmente sus
+ovejas, conducindolas con dulzura por el sendero de la virtud hacia el
+paraso y trasquilndolas de vez en cuando el rico velln para que no se
+enredaran en las zarzas.</p>
+
+<p>La aparicin de su nuevo compaero vino a turbar aquella deliciosa
+Arcadia mstica. Las ovejas, acometidas sbito de agitacin insana, se
+pusieron a saltar y encabritarse cual si escuchasen los sones de un
+caramillo encantado. Ni las pedradas ni los halagos lograron retener a
+una gran parte de ellas. Qued en cuadro su rebao, y l, que haba
+tenido fuerzas para gobernar un hato tan considerable, desmayaba ahora
+al verse solo, al percibir la hostilidad con que le miraban algunas de
+sus antiguas y queridas ovejitas. Porque no solamente ya no llegaban a
+su casa los ricos dones ultramarinos y nacionales de otros tiempos, sino
+que con profundo dolor notaba que empezaba a discutrsele. Decase entre
+las damas piadosas, y esto llegaba a sus odos, que, si era cierto que
+tena palabra ms fcil que el joven<a name="page_80" id="page_80"></a> excusador, la mayor parte de las
+veces no haba sustancia en lo que deca, y que ste le aventajaba
+mucho en peso, en razn natural y en instruccin. Hubo ocasin en que al
+lanzar uno de sus chistes ms picantes, relacionado como siempre con las
+materias fecales, apenas produjo risa entre las oyentes, y supo que una
+de ellas, despus que se fue, le haba calificado de grosero y mal
+educado. De las gracias corporales no haba que hablar, pues bien se le
+alcanzaba que nunca podra competir con la delicada y gallarda figura de
+su rival. En resumen, D. Narciso se senta minado en los cimientos y
+tema a cada instante venir al suelo. No es maravilla, pues, que la
+mirada y el saludo con que acogi al joven presbtero fuesen menos
+afectuosos de lo que deba esperarse. No recordaba poco ni mucho la
+amable recepcin que San Juan Bautista, maestro querido y celebrado,
+hizo al joven y divino discpulo que le haba de eclipsar en seguida.</p>
+
+<p>&mdash;No le rias, mujer. Sabes t, por ventura, si le ser fcil salir de
+noche, con el miedo que D. Miguel tiene a los ladrones?&mdash;grit D. Martn
+de las Casas desde la mesa de tresillo donde jugaba con otros dos, un
+cura y un seglar.</p>
+
+<p>&mdash;No, seor; no es eso&mdash;dijo el clrigo, ruborizndose bajo las miradas
+de toda la tertulia.</p>
+
+<p>&mdash;Que no tiene D. Miguel miedo a los ladrones?<a name="page_81" id="page_81"></a>&mdash;pregunt con acento
+afectadamente brusco el seor de las Casas.</p>
+
+<p>&mdash;S que lo tiene&mdash;repuso sonriendo dulcemente el joven, sentndose al
+propio tiempo al lado de su madrina.&mdash;Sus razones habr. Los ricos son
+los que temen. Los pobres, como yo, estn tranquilos.</p>
+
+<p>&mdash;Pero tendr el seor cura tanto dinero como se dice?&mdash;pregunt D.
+Marciala con curiosidad.</p>
+
+<p>&mdash;Yo no puedo decir a usted, seora... Presumo que s, porque atiende
+mucho a su hacienda. Sus gastos son pequeos, y en vez de aumentarse los
+va restringiendo cada da ms. Donde entra mucho y sale poco no tiene
+ms remedio que hacerse montn.</p>
+
+<p>&mdash;Los derechos parroquiales deben producir mucho, verdad?&mdash;pregunt con
+ms curiosidad an la esposa del boticario de la plaza.</p>
+
+<p>&mdash;Ya comprender usted que en una parroquia tan extensa como sta no han
+de ser cortos.</p>
+
+<p>&mdash;Pero D. Miguel perdonar muchos de ellos&mdash;replic la seora, con una
+leve inflexin cmica en la voz.</p>
+
+<p>&mdash;Es posible, seora. Por mi parte, no lo he visto&mdash;repuso con perfecta
+ingenuidad el excusador.</p>
+
+<p>D. Narciso y D. Joaqun, el capelln de la<a name="page_82" id="page_82"></a> seora de Barrado, cambiaron
+una rpida mirada significativa.</p>
+
+<p>Este capelln era un joven delgado, con rosetas en las mejillas, indicio
+de un temperamento enfermizo, los ojos vivos e insolentes, la nariz
+fina, la boca pequea, con un pliegue hipcrita y malicioso. Haba sido
+un criadillo que doa Serafina meti en casa para recados y servir a la
+mesa, poco despus de quedar viuda. Observando su listeza y encariada
+con l, una vez trasladado su domicilio a Lancia, le dio carrera,
+envindole al seminario. En las horas que le dejaban libres las clases,
+Joaqun segua desempeando su oficio de criado. Luego que tom las
+rdenes le hizo su administrador; hoy era sus pies y sus manos. No sala
+a la calle sino en su compaa, era su director espiritual y su
+consejero temporal. Espectculo curioso en verdad la trasformacin
+sbita de un domstico en seor de su propia ama. sta le trataba de
+usted, le llamaba siempre D. Joaqun y, pblicamente al menos, le
+prodigaba mil muestras de respeto, obligando asimismo a los criados a
+tributrselo.</p>
+
+<p>D. Eloisa volvi a insistir, preguntando con acento carioso:</p>
+
+<p>&mdash;Entonces, cul es la razn de su retraimiento, pcaro?</p>
+
+<p>&mdash;Seora, comprendo que a D. Miguel no le gusta mucho que salga de
+noche; pero la principal<a name="page_83" id="page_83"></a> razn es que la mayor parte de los das estoy
+rendido... Como me levanto a las cuatro de la madrugada!... Otras veces
+necesito rezar un poco...</p>
+
+<p>&mdash;Usted trabaja demasiado, padre&mdash;dijo Marcelina, una joven soltera que,
+al decir de la gente, frisaba ya en los cuarenta, fea, apergaminada, muy
+habilidosa de manos y no poco tambin de lengua.&mdash;Tantas horas de
+confesonario!... Y luego los enfermos!...</p>
+
+<p>&mdash;Sin contar las horas que pasa de rodillas en oracin...&mdash;apunt con
+timidez Obdulia. Despus de soltar la frase se puso colorada.</p>
+
+<p>D. Narciso le clav una mirada singular, entre irnica y agresiva, que
+la joven no pudo ver, porque pona empeo en no mirar cara a cara a su
+antiguo confesor.</p>
+
+<p>El P. Gil hizo un gesto de impaciencia, molestado por aquellos elogios,
+y para desviar la conversacin de su persona, se encar con uno de los
+que jugaban al tresillo.</p>
+
+<p>&mdash;Seor Consejero, hoy le he visto desde la rectoral sacar con la caa
+un pez muy gordo. Por cierto que me pareci un salmonete, y a D. Miguel
+una robaliza. Hemos disputado un poco.</p>
+
+<p>&mdash;Tiene mejor vista el cura que usted. Una robaliza era&mdash;dijo gravemente
+el caballero interpelado, sin levantar la vista de las cartas.<a name="page_84" id="page_84"></a></p>
+
+<p>Este D. Romualdo Consejero era un anciano de bigote y cortas patillas
+blancas, color cetrino, la frente surcada con profundas arrugas, los
+ojos grandes, severos, de prpados cados. No sonrea jams. Hablaba
+constantemente con acento de mal humor, como hombre desengaado de todo.</p>
+
+<p>&mdash;Los salmonetes no caen en el muelle, don Gil de las calzas
+verdes&mdash;profiri el seor de las Casas con su habitual rudeza, por no
+decir grosera. Sola llamar as, en broma, a su antiguo protegido.</p>
+
+<p>&mdash;S caen tal, D. Martn de las Casas blancas&mdash;profiri con voz sorda
+Consejero.</p>
+
+<p>Los tertulianos rieron, lo cual amosc un tanto a D. Martn, hombre,
+como ya sabemos, propenso a irritarse.</p>
+
+<p>&mdash;Yo lo crea as, Consejero de picardas&mdash;respondi con retintn,
+mirndole a la cara fijamente, y poniendo sobre la mesa al mismo tiempo
+un rey de copas.</p>
+
+<p>&mdash;Pues crea usted muy mal&mdash;replic el anciano, siempre con los ojos
+sobre las cartas.&mdash;Tambin crea usted que ese rey de copas iba a pasar
+triunfante, y... vea usted, lo fallo!</p>
+
+<p>&mdash;Eso lo har usted porque es un grosero y ha adquirido malas maas all
+por Mlaga. Aqu el padre Norberto de seguro no lo hubiera hecho.<a name="page_85" id="page_85"></a></p>
+
+<p>&mdash;No, no! Yo soy incapaz...&mdash;dijo el cura, sofocado por la risa,
+tosiendo hasta reventar.&mdash;No he salido de Peascosa... Yo lo que hago es
+achicarme y correr ese punto de oros de mi compaero.</p>
+
+<p>Y puso sobre la mesa un cuatro.</p>
+
+<p>&mdash;Hurra por el cura!&mdash;rugi D. Martn, echando el caballo y recogiendo
+la baza.</p>
+
+<p>&mdash;Amigo, yo pens que D. Martn no tendra el caballo&mdash;suspir D.
+Norberto, dirigindose a Consejero con ojos de angustia.</p>
+
+<p>&mdash;Lo pens usted porque es un babieca y lo ha sido toda su vida&mdash;repuso
+ste con afectada naturalidad donde se trasluca la clera.</p>
+
+<p>&mdash;Pero hombre de Dios!...&mdash;exclam el clrigo, disponindose a dar
+explicaciones.</p>
+
+<p>Consejero le ataj con ademn colrico, poniendo resueltamente las
+cartas boca abajo sobre la mesa.</p>
+
+<p>&mdash;Hombre del diablo! digo yo... Cmo se le ocurre a usted correr un
+punto no estando cubierto?...</p>
+
+<p>Armose una disputa violenta que dur breves instantes. Las de Consejero
+y el P. Norberto no se prolongaban mucho tiempo, porque ste, hombre de
+buena pasta, flemtico, conclua por callarse alzando los hombros con
+resignacin y sacudiendo al mismo tiempo la cabeza en seal de muda
+protesta. Las que se eternizaban eran<a name="page_86" id="page_86"></a> las de Consejero con D. Martn,
+siendo ambos a cual ms irascible y tozudo.</p>
+
+<p>D. Martn de las Casas, teniente coronel retirado, que haba hecho la
+guerra de Cuba, donde haba recibido una herida en un hombro que le
+impidi continuar en el servicio, se crea en el caso, por su profesin,
+de llevarlo todo por la tremenda. Desde el ao 1873 en que pas al
+cuerpo de Invlidos no volvi a salir de Peascosa. Contaba en aquella
+poca cuarenta y dos aos. Su esposa se alegr de aquel retiro forzoso,
+aunque deplorase que viniera al seno de la familia con un hombro de
+algodn. Consideraba como virtud excelsa, privativa del militar, la
+energa lo mismo en el campo de batalla que tomando caf en el casino.
+Sus disputas, sus baladronadas en este centro de recreo eran
+proverbiales en Peascosa y las bofetadas que sola repartir al final de
+ellas tambin. Desde la llegada del tremendo teniente coronel ningn
+vecino, por grave y respetable que fuese, estaba seguro. Muchos hidalgos
+y ricos hacendados de la villa, que hasta entonces haban conservado
+inmaculadas sus mejillas, ni soaban con que nadie pudiese atentar a
+ellas, las vieron selladas y rubricadas cuando ms descuidados estaban
+por los dedos del feroz invlido. Esto fue causa de un lento reflujo
+entre sus amigos y conocidos, que le haban recibido cordialmente a su
+vuelta del servicio. El movimiento no engendr<a name="page_87" id="page_87"></a> aqu el calor sino el
+fro. Poco a poco fueron dejndole aislado, juzgando su sociedad
+peligrosa. Se vio necesitado a alternar con gentecilla de poco ms o
+menos y con clrigos, que por su sagrado carcter estaban libres de sus
+manos expeditas, o as lo pareca al menos. En el casino se le vea
+rodeado casi siempre de dos escribientillos de casas de comercio, un
+profesor de msica, un maestro de obras y otros tres o cuatro individuos
+del mismo porte. Le escuchaban como un orculo, y si alguna vez en el
+calor de la improvisacin les largaba un soplamocos, blasfemaban un poco
+por dignidad y volvan en seguida a las buenas.</p>
+
+<p>Consejero formaba excepcin. Tena peor genio que l. En el de D. Martn
+haba mucho de afectado y profesional: el de aqul era puro y nativo.
+Pero su avanzada edad, su debilidad fsica y sus achaques le ponan a
+cubierto de cualquier brutal agresin por parte de su amigo. ste sola
+concluir la disputa con un gesto violento de desprecio. Alguna vez lleg
+a decirle:</p>
+
+<p>&mdash;D. Romualdo, si usted tuviera treinta aos menos, le estampaba contra
+la pared.</p>
+
+<p>D. Romualdo viva slo. Un hijo que tena empleado en Mlaga se le haba
+muerto haca cuatro aos. Disfrutaba una pequea renta, suficiente a
+subvenir a sus cortas necesidades, y no tena otra ocupacin que pescar
+con caa, ni<a name="page_88" id="page_88"></a> otro recreo que el de jugar al tresillo. La vida se parta
+para Consejero entre los anzuelos y los naipes. La maana se la pasaba
+entera sentado sobre su sillita de tijera en el muelle, o en las peas
+de tras la iglesia, con un sombrero de jipijapa si haca sol o un
+paraguas si llova. Por la tarde, tresillo en el casino hasta las cuatro
+en que de nuevo tomaba la caa. Por la noche, tresillo en casa de D.
+Martn con ste y el P. Norberto.</p>
+
+<p>Era ste un clrigo al cual se le podran echar cuarenta aos de edad,
+aunque pasaba bastante de cincuenta, grueso, rollizo, colorado,
+admirable dentadura, los ojos redondos y saltones, la nariz ancha, sin
+una cana en el pelo ni una arruga en el rostro. Hablaba poco y rea
+mucho. Todo le haca gracia: viva en perpetuo espasmo de alegra y
+admiracin. Celebraba cualquier insulsez de los amigos como el chiste
+ms acerado, hasta verse obligado a sujetar el vientre sacudido por los
+flujos de risa. Y los rea de buena fe, sin asomo de hipocresa ni
+adulacin, lo cual, como es lgico, lisonjeaba el amor propio de los que
+estaban a su lado. Por tal razn quiz, el P. Norberto gozaba de
+generales simpatas en la villa y no era mal quisto de sus compaeros.
+Slo se le conocan tres pasiones, los callos guisados, el tresillo y
+otra de que ms adelante hablaremos. Cuando en una casa, de las que
+frecuentaba,<a name="page_89" id="page_89"></a> haba callos para la comida o la cena, ya se saba que era
+de rbrica el convidarle. Se serva dos o tres platos colmados, se
+desabrochaba, la frente le empezaba a ahumar y haba que dejarle reposar
+despus una hora sobre la cama; si no, corra peligro de estallar como
+una bomba. Consejero sola decirle que cada da coma ms callos y
+jugaba peor al tresillo. Y nunca soltaba la frase sin que el buen
+clrigo se retorciese y sofocase de risa. Los chistes jams se hacan
+viejos para l.</p>
+
+<p>Las seoras apartaron prontamente su atencin de los tresillistas as
+que comenzaron a disputar. Todas las noches haba una porcin de
+reyertas como sta.</p>
+
+<p>&mdash;Y usted, D. Narciso, tampoco ha venido ni ayer ni anteayer. Qu ha
+sido de usted? Reza tambin por las noches?&mdash;dijo D. Marciala, que
+haca calceta cerca de la mesa de tresillo; de vez en cuando alzaba las
+manos hacia el quinqu de los jugadores, para tomar un punto que se le
+haba escapado.</p>
+
+<p>&mdash;No, seora; yo no soy gran rezador. No tengo la virtud de la oracin.
+En cambio me abstengo de ciertos vicios, como el de murmurar de mis
+superiores y compaeros&mdash;profiri el capelln con acento insolente,
+mirando con afectacin al techo.</p>
+
+<p>La alusin iba directamente al excusador, que<a name="page_90" id="page_90"></a> acababa de hablar de la
+avaricia del cura. As lo entendi l, y si no lo hubiera entendido
+claramente, se lo manifestaran los ojos de los circunstantes. Ante
+aquella brutal agresin se le encendi el rostro como una brasa. Las
+carcajadas malignas de D. Joaqun y D. Melchor concluyeron de turbarle.</p>
+
+<p>&mdash;Hombre, no est mal eso! jo! jo! Me gusta eso! jo! jo! Est bien
+eso de la abstencin. Mucho que s! Tiene usted ingenio, D. Narciso.
+Mucho ingenio! jo! jo! jo!</p>
+
+<p>El P. Melchor se rea a boca llena de un modo insolente y grosero,
+mirando alternativamente al joven excusador y a D. Narciso. El capelln
+de D. Serafina tambin se rea con una risita aguda, minscula, que
+aparentaba sofocar llevndose el pauelo a las narices. Las seoras
+permanecan serias y disgustadas comprendiendo la venenosa intencin del
+capelln de Sarri. Slo D. Marciala sonrea frente a l aplaudindole.</p>
+
+<p>En Obdulia el dardo produjo an impresin ms dolorosa que en su
+confesor. Sintiose invadida por un fro extrao acompaado de ligero
+temblor; luego fuertes llamaradas de calor le subieron al rostro y con
+ellas un vivo irracional deseo de lanzarse sobre D. Narciso y araarle.
+Costole trabajo inmenso dominar sus mpetus.</p>
+
+<p>&mdash;Malo es murmurar&mdash;dijo D. Serafina Barrado para salir del silencio
+embarazoso que reinaba,<a name="page_91" id="page_91"></a> disgustada como las dems por aquella
+injustificada agresin;&mdash;pero muchas veces se toma por murmuracin lo
+que no es. Se habla de cualquier persona... por hablar de algo, sin
+nimo alguno de ofenderla. Hasta nos remos muchas veces de sus manas,
+y no dejamos por eso de estimarla, ni nos creemos superiores a ella...</p>
+
+<p>Al llegar aqu sus ojos tropezaron con los de su capelln, que haba
+cesado de rer y le clavaba una mirada fra y aguda como un pual de
+Albacete. La pobre seora qued acortada y slo tuvo nimos para
+concluir con voz ms baja:</p>
+
+<p>&mdash;...Al menos, eso me pasa a m...</p>
+
+<p>&mdash;Y le pasa a todo el que tiene un corazn franco, seora&mdash;dijo
+impetuosamente Obdulia.</p>
+
+<p>&mdash;Slo los envidiosos, los malintencionados saben dorar la pldora de
+veneno y clavar el pual cuando parece que estn haciendo una caricia.</p>
+
+<p>La voz de la joven sala alterada, un poco ronca.</p>
+
+<p>D. Narciso dej escapar una risita maligna y dijo con acento irnico:</p>
+
+<p>&mdash;Mire usted cuntas cosas sabe de teologa moral la seorita! Habr
+que declararla doctora de la Iglesia, como a Santa Teresa.</p>
+
+<p>&mdash;Caramba, tampoco est mal eso! jo! jo! Conque doctora de la
+Iglesia! jo! jo!... Pero qu perverso es este D. Narciso! Jo! jo!
+jo!... Es mucho D. Narciso!<a name="page_92" id="page_92"></a></p>
+
+<p>&mdash;No se ra usted tan fuerte, D. Melchor, que puede saltarle la
+dentadura&mdash;dijo la joven, por cuyos ojos pas un relmpago de clera.</p>
+
+<p>El P. Melchor ces de rer repentinamente. Este clrigo, de edad de
+treinta y cinco a cuarenta aos, alto, de facciones regulares, ojos
+grandes y negros sin expresin, y figura triste y descuadernada,
+presuma, segn pblica voz, de guapo, lo mismo que de inteligente,
+maligno, ilustrado, etc., etc. La frase de Obdulia le hizo un efecto
+terrible, porque imaginaba que lo de la dentadura postiza nadie lo saba
+ms que Dios y el dentista de Lancia que se la haba puesto. Murmur
+algunas frases incoherentes, pero Obdulia continu sin hacer caso de l:</p>
+
+<p>&mdash;Yo de teologa slo s que los sacerdotes estn obligados a tener
+oracin, y que el alabarse de no rezar es ms propio de impos que de
+ministros del Seor.</p>
+
+<p>Lo dijo con calma y naturalidad que hicieron ms incisivo y profundo el
+araazo.</p>
+
+<p>&mdash;Y dnde ha aprendido usted tanto, seorita?&mdash;pregunt D. Narciso,
+desconcertado ya.</p>
+
+<p>&mdash;Pues lo he aprendido en el catecismo explicado y en los sermones del
+magistral de Lancia... a quien dicen por ah que usted imita... pero
+nada ms que en los gestos, sabe usted?</p>
+
+<p>D. Narciso se sinti herido en lo ms vivo de su ser, porque
+efectivamente haca todo lo<a name="page_93" id="page_93"></a> posible por parecerse al magistral, notable
+orador sagrado. Qued algunos instantes silencioso y se dispona a
+contestar, cuando vino a interrumpir el tiroteo la entrada de una nueva
+seorita llamada Cndida, alta, delgada, enjuta y apretada, de la
+familia de los bacalaos. Fortuna tuvo D. Narciso, pues en la disputa
+llevaba la de perder. Obdulia posea una imaginacin vivsima, y antes
+de haberse dado a la mstica gozaba fama de alegre y chistosa entre sus
+amigas.</p>
+
+<p>D. Eloisa aprovech la oportunidad para cambiar la conversacin, que se
+haba hecho peligrosa. Detrs de Cndida entr D. Teodora. Vena sta
+acompaada de D. Juan Casanova. Este recto y majestuoso caballero tena
+la costumbre desde tiempo inmemorial de hacer la tertulia por las noches
+a D. Teodora. Cuando sta vena a la de su amiga D. Eloisa, lo cual
+suceda una o dos veces por semana, la acompaaba juntamente con el
+criado. D. Peregrn, despus que lleg de su excursin burocrtica por
+Catalua, tambin adquiri el hbito de pasar un rato todas las noches
+en casa de D. Teodora.</p>
+
+<p>No es posible resolver cundo y cmo naci en la mente del antiguo
+oficial del gobierno civil de Tarragona la idea de suplantar a su
+hermano en el corazn de la fresca seorita; pero es cosa averiguada que
+naci, y que se desarroll con<a name="page_94" id="page_94"></a> extraordinaria fuerza en poco tiempo.
+Comenz a tributarla mil atenciones, a recrearla con el sabroso
+repertorio de sus recuerdos de empleado, a hacer gala en su presencia de
+un ingenio sutil, de una facilidad pasmosa para los retrucanos. Procur
+asimismo demostrar su incontestable superioridad intelectual sobre su
+hermano, llevando la contraria a cuanto deca, sonriendo
+despreciativamente cuando hablaba, vejndole, en fin, de mil modos. D.
+Teodora, sin embargo, resisti tenazmente esta suplantacin. Aunque
+deba de estar bien convencida de la superioridad de D. Peregrn, como
+hombre de mundo y erudito, no por eso dej de seguir prodigando a don
+Juan las mismas seales de afecto. Al contrario, los desprecios de su
+hermano no sirvieron ms que para que se lo manifestase ms vivo que
+antes. Esto llen de amargura el corazn de don Peregrn. Fue el motivo
+ms poderoso de rencor entre los muchos que tena contra su hermano,
+despus de la estatura.</p>
+
+<p>Cndida fue a besar la mano del P. Melchor, de quien era hija de
+confesin, y le consol, con el respeto, la sumisin y el cario con que
+empez a hablarle, del fracaso que acababa de experimentar.</p>
+
+<p>Apenas se acomodaron todos de nuevo, D. Peregrn, que hasta entonces se
+haba mantenido dentro de una locuacidad ordinaria, estimulado<a name="page_95" id="page_95"></a> por la
+presencia de D. Teodora, quiso dar gallarda muestra de sus maravillosas
+aptitudes para amenizar cualquier tertulia. Cogi por los pelos la
+ocasin que le dio D. Narciso, al censurar lo mal empedradas que estaban
+las calles de Peascosa, para decir con su voz gangosa y penetrante en
+una pausa:</p>
+
+<p>&mdash;Siendo yo gobernador de Tarragona...</p>
+
+<p>&mdash;Ya pareci Tarragona!&mdash;dijo sordamente Consejero, mientras colocaba
+las cartas.</p>
+
+<p>Los que estaban cerca oyeron la exclamacin y rieron. A los odos de D.
+Peregrn lleg el rumor, se detuvo un instante y dirigi una mirada
+cobarde a Consejero. Despus prosigui con decisin su ancdota. Los
+quince das que haba desempeado el gobierno de Tarragona, por ausencia
+del gobernador y enfermedad del secretario, eran la edad de oro de la
+existencia de don Peregrn, el perodo dulce y potico cuyo recuerdo
+haca vibrar siempre su corazn. Cuntos sucesos en aquellos quince
+das! Cuntas imgenes brillantes de gloria y poder surgan en su mente
+al pensar en ellos! Los ms insignificantes pormenores de tan hermoso
+sueo tenalos presentes cual si acabaran de efectuarse. Podra decir
+cuntas veces haba llovido en aquellos quince das, qu haba comido y
+bebido, de qu color eran los pantalones que gastaba. Durante algn
+tiempo, cuando hablaba de esta poca,<a name="page_96" id="page_96"></a> sola decir:&mdash;Haciendo yo de
+gobernador en Tarragona... Ms adelante sustituy la frase con esta
+otra:&mdash;Siendo yo gobernador de Tarragona...</p>
+
+<p>Y cuando era gobernador de Tarragona sucedi que la prensa local se
+quej del abandono de las calles, achacndolo, como todo lo dems que
+andaba mal, a la administracin conservadora. Entonces l, encargado de
+velar por el gobierno y el partido, haba llamado al alcalde a su
+despacho y le haba dicho: Amigo mo... Aqu una tirada de
+observaciones que D. Peregrn, cada vez que la repeta, iba haciendo ms
+enrgica, hasta convertirla en seversima filpica. El alcalde le
+responda esto y lo otro (la respuesta del alcalde iba siendo cada vez
+ms dbil e insignificante). Entonces l, sin descomponerse poco ni
+mucho, con la mayor calma, como quien no dice nada, le replicaba:
+Querido alcalde, tiene usted dos caminos para elegir: o la suspensin,
+o el arreglo inmediato de las calles.</p>
+
+<p>&mdash;Al da siguiente, bien temprano, estaban trabajando dos cuadrillas de
+obreros en las calles&mdash;termin diciendo D. Peregrn con una fra sonrisa
+maliciosa. La conclusin y la sonrisa eran lo nico que no se iba
+modificando lentamente en la interesante ancdota.</p>
+
+<p>O porque ya la hubieran odo muchas veces o por no tener el espritu
+bien dispuesto para esta<a name="page_97" id="page_97"></a> clase de confidencias administrativas, es lo
+cierto que muy pocos eran los tertulios que atendan. Hablaban los unos
+con los otros en parejas o en grupos de tres y de cuatro. Cndida
+cuchicheaba con el P. Melchor, D. Eloisa con su ahijado el P. Gil y con
+Obdulia, D. Joaqun con Marcelina, y el P. Narciso con D. Filomena. Se
+puede asegurar que los nicos que escuchaban realmente al ex-gobernador
+interino de Tarragona eran su hermano y D. Teodora, esto es, los que ya
+conocan los pormenores de su gestin administrativa tan bien como l.
+Porque D. Serafina Barrado, aunque estaba inmvil y atenta con los ojos
+puestos en el orador, ofreca tal vaguedad en la mirada, que bien se
+echaba de ver que se hallaba muy lejos de lo que deca. Lo que esta
+seora escuchaba, con imperceptibles estremecimientos de dolor y rabia,
+era el rumor de la pltica de su capelln con Marcelina. Haca ya
+bastante tiempo que D. Joaqun distingua mucho a esta seorita, su
+penitenta. Estas distinciones llegaban al alma a D. Serafina, que por
+lo visto aspiraba al monopolio de ellas. Teniendo en cuenta que el
+capelln, fuera del acto de ser engendrado y nacer, era en un todo
+hechura suya, pareca que tena derecho a ello. Mas l no lo crea as,
+o senta placer en agitarla con desvos y seriedades injustificadas. No
+se pasaba un da sin que la buena seora experimentase<a name="page_98" id="page_98"></a> algn desaire
+por parte de su protegido. Acaso ella tomase como tal lo que no era;
+pero el clrigo, conociendo el afecto susceptible y celoso que le
+profesaba, debiera mostrar ms cuidado en evitrselos. Ahora se notaba
+bien claramente que sus apartes y cuchicheos eran intencionados: acaso
+tuvieran por fin castigarla por la defensa indirecta que haba hecho del
+P. Gil, a quien D. Joaqun odiaba a par de muerte.</p>
+
+<p>D. Marciala, ms franca o ms colrica, apenas quitaba los ojos de D.
+Narciso y D. Filomena, unos ojos escrutadores, inquietos, por donde
+pasaban de vez en cuando relmpagos de ira. En los centros de
+murmuracin de la villa decase que D. Marciala estaba enamorada del P.
+Narciso. Aunque esto no sea creble, por tratarse de una seora que toda
+la vida se haba manifestado muy circunspecta y religiosa, no hay duda
+que sus familiaridades con el clrigo podan dar lugar a torcidas
+interpretaciones entre la gente propensa a pensar mal del prjimo. Haba
+casado ya tarde, cuando contaba ms de treinta aos, con D. Jos Mara,
+el boticario de la plaza. ste, que haba sido toda su vida un
+republicano rabioso, que apenas frecuentaba la iglesia, y que reuna en
+su trastienda por las noches un grupo de demcratas (masones los
+llamaban las beatas del pueblo), por el influjo de su piadosa mujer
+haba ido cambiando<a name="page_99" id="page_99"></a> poco a poco de opinin. Principi por alejarse de
+la poltica y dejar la suscricin a <i>El Motn</i>; despus fue eliminando
+de su tertulia a los sujetos ms exaltados y peligrosos; luego se le vio
+alternando cortsmente con varios sacerdotes. Finalmente, como llegase
+una misin de jesuitas a la villa, D. Marciala consigui llevarle a
+confesar con uno. Desde entonces se realiz un cambio completo y radical
+en la vida de D. Jos Mara. El feroz republicano, suscritor de <i>El
+Motn</i>, se trasform en un cofrade de San Vicente de Paul, hermano del
+Sagrado Corazn. Alumbraba en las procesiones, haca la guardia al
+Santsimo con escapulario al cuello, etc., etc. Y no slo practicaba
+todos los actos religiosos de un fervoroso creyente, sino que dio en
+acompaarse de clrigos y en recibirlos en su trastienda, en vez de los
+impos que antes iban; de tal suerte, que su botica vino a ser al cabo
+de algn tiempo el centro de reunin de los tradicionalistas de
+Peascosa. Tal fue la obra benemrita llevada a cabo con singular
+fortaleza y habilidad por D. Marciala. En ella le ayud muchsimo con
+sus consejos el P. Narciso. Acaso por esta razn su alma qued tan
+ligada y agradecida a su director, que por no saber contenerse, daba
+pvulo y estimulaba a las malas lenguas de Peascosa.</p>
+
+<p>Fue, como ya sabemos, una de las que contribuyeron<a name="page_100" id="page_100"></a> a la educacin y a
+la carrera del P. Gil; pero en la desercin que se oper en el rebao de
+D. Narciso a la llegada de aqul, permaneci fiel a su pastor. Quiz
+ayudase a mantenerla firme la huida de Obdulia, de quien ella tena,
+segn fama, unos celos rabiosos, y por lo visto no le faltaba razn.
+Aspir a sustituir a sta en la gracia del elocuente y donoso sacerdote,
+y casi lo tena conseguido. Desgraciadamente, se interpuso en su camino
+D. Filomena, la viuda que ya conocemos, quien con ms modestia y
+reserva admiraba a su director espiritual y le prodigaba en silencio y
+en la sombra mil atenciones delicadas, que concluyeron por hacer mella
+en su corazn. No significa esto que dejase de considerar y atender como
+deba a D. Marciala; pero se observaba en l de algn tiempo a aquella
+parte ms inclinacin hacia D. Filomena, aunque nunca por supuesto tan
+sealada como la que haba sentido por Obdulia.</p>
+
+<p>En la tertulia de D. Eloisa se agitaban mil dulces sentimientos, a los
+cuales, como la sombra a la luz, acompaan siempre otros amargos. Varias
+jvenes solteras, a quienes el tiempo y los desengaos haban hecho ms
+reflexivas, algunas seoras casadas en las cuales sus maridos no haban
+podido extinguir la sed de lo infinito, y tal que otra viuda necesitada
+de consuelos, se reunan todas las noches en torno de media docena<a name="page_101" id="page_101"></a> de
+presbteros, formando un grupo interesante y conmovedor. Aquel pequeo
+mundo, ajeno enteramente a las luchas de la poltica, de la ciencia y de
+los intereses materiales, representaba un oasis deleitoso enmedio de la
+corrupcin general de las costumbres. La perfecta sumisin de aquellas
+almas femeninas a sus directores, la benevolencia y la ternura con que
+stos se esforzaban en conducirlas por el sendero de la virtud,
+prestaban a la tertulia un carcter suave, inocente y piadoso que no se
+hallar seguramente en las exclusivamente seglares. Exista una dichosa
+compenetracin de lo espiritual en lo temporal; era una imagen
+aproximada de lo que debe ser el reinado de Dios sobre la tierra.</p>
+
+<p>El rebao mstico se reparta, como era natural. Cada clrigo tena sus
+hijas de confesin, que le obedecan y le admiraban. Y ellos,
+aprovechando, como expertos y hbiles pastores, el carcter y condicin
+de cada oveja, solan estimularlas por medio de acertados manejos, ora
+halagando su amor propio, ora mortificndolo unas veces con celos, otras
+con saludable frialdad, otras con alguna lisonja adecuada. Ni faltaban
+tampoco en aquella exquisita sociedad algunos honestos recreos. No era
+todo hacer calceta ni colchas de crochet: tambin se renda culto a la
+msica. El P. Norberto era organista de la iglesia, y aunque conoca
+poca msica profana,<a name="page_102" id="page_102"></a> algunos <i>nocturnos</i> tocaba, y cuando no,
+acompaaba al P. Narciso, que entre sus mltiples habilidades tena la
+de tocar en la flauta dos o tres pavanas y la sinfona de <i>Juana de
+Arco</i>. Tambin Marcelina saba cantar <i>La Stella confidente</i> y la
+<i>Plegaria a la Virgen</i>. D. Melchor saba hacer algunos juegos de manos;
+D. Peregrn Casanova sazonaba la tertulia con salerosos cuentos; Cndida
+recitaba admirablemente al piano varias fbulas morales; por ltimo, el
+P. Joaqun tocaba, rascando los dientes con las uas, cualquier pieza
+musical, y remedaba el grito del gallo con tal perfeccin que cualquiera
+le confunda con este bpedo.</p>
+
+<p>Aquella noche no hubo msica. Los nimos estaban un poco abstrados.
+Reinaba cierta inquietud en la tertulia, motivada por la presencia del
+P. Gil, a quien ninguno de sus colegas, si se excepta el P. Norberto,
+mostraba simpata. La conversacin fue rodando de uno en otro asunto,
+todos de poca monta. En un momento de silencio, D. Juan Casanova, que
+tena la cabeza inclinada hacia un lado, sin duda por el excesivo peso
+del cerebro, la descarg algn tanto, diciendo con su acostumbrada
+solemnidad:</p>
+
+<p>&mdash;Eloisa, hoy he hallado a su hermano lvaro en el paseo de la Atalaya.
+Llevaba un pantaln de cuadros.<a name="page_103" id="page_103"></a></p>
+
+<p>D. Eloisa suspir, como siempre que se tocaba el punto de su hermano.</p>
+
+<p>&mdash;Estos das ha estado un poco enfermo. Me lo ha dicho el
+criado&mdash;manifest dirigiendo una mirada tmida a la mesa donde jugaba su
+marido.</p>
+
+<p>D. Martn y su cuado haca tiempo que no se relacionaban. Por el motivo
+balad de un mueble de la casa que aqul pretenda llevar a la suya, sin
+derecho alguno, rompieron de un modo violento. D. Martn (cmo no?)
+puso la mano en la cara a su cuado, y a ms de esto le desafi. Desde
+entonces, absoluta separacin entre ambos. D. lvaro viva en su enorme
+casa, enteramente solo, y D. Martn en la suya con su esposa. sta, de
+vez en cuando, a escondidas de don Martn, iba a visitar a su hermano.</p>
+
+<p>&mdash;No parece que goza de buena salud&mdash;dijo el P. Gil, a quien sin saber
+por qu interesaba aquel hombre.</p>
+
+<p>&mdash;Oh! Sumamente enfermizo y delicado. Slo cuidndose mucho puede ir
+viviendo.</p>
+
+<p>Los clrigos, como siempre que se trataba de Montesinos en presencia de
+su hermana, guardaban un silencio sombro, con la cara larga y
+enfoscada. Si no estuviera ella, de seguro hubieran soltado alguna frase
+de indignacin o algn sarcasmo contra aquel impo, que tena
+escandalizada a la villa con sus opiniones y con su<a name="page_104" id="page_104"></a> conducta. A duras
+penas respetaban el lazo estrecho de familia.</p>
+
+<p>Hubo un silencio lgubre, porque las damas, comprendiendo lo que pasaba
+en lo interior de sus directores espirituales, no osaban hablar. D.
+Eloisa torn a exhalar otro suspiro y dijo con acento dolorido, como si
+terminase en alta voz un monlogo:</p>
+
+<p>&mdash;Qu lstima que le hayan pervertido en Madrid! lvaro tiene buen
+corazn... y todos dicen que es hombre de talento.</p>
+
+<p>Los clrigos se sintieron molestados por aquellos elogios. Uno de ellos,
+el P. Melchor, se atrevi a decir con sonrisita de suficiencia:</p>
+
+<p>&mdash;Seora, permtame usted que no reconozca talento en quien no admite
+las verdades de nuestra santa religin.</p>
+
+<p>&mdash;A lo menos fue el primero en su ctedra y pasaba entre sus profesores
+por un chico despejado.</p>
+
+<p>&mdash;Y lo ser, seora,&mdash;dijo el P. Gil, a quien el tonillo agresivo de su
+compaero haba disgustado.&mdash;Se puede tener talento y estar obcecado en
+cualquier asunto. Su hermano, desgraciadamente, lo est en lo que se
+refiere al ms interesante para el hombre. Mas no hay razn para negarle
+el talento. Los grandes heresiarcas lo han tenido; si no fuese as,
+seguramente no habran podido dar apariencia de verdad al error y
+engaar tanta gente.<a name="page_105" id="page_105"></a></p>
+
+<p>Aunque se sintiese herido en lo vivo por esta rplica indirecta, el P.
+Melchor no os responder, y prefiri hacerse el distrado devorando su
+enojo. Por ms que no la confesasen, todos los clrigos de Peascosa
+sentan la superioridad del P. Gil, que achacaban, por supuesto, a que
+era el nico entre ellos que haba seguido la carrera lata de teologa.
+Ningn otro intent tampoco llevarle la contraria por temor de hacer un
+mal papel.</p>
+
+<p>La conversacin se encauz por otro lado. Charlose animadamente del
+proyecto de construccin de una nueva iglesia, cerca de la plaza, echado
+a volar por varios vecinos y al cual se opona con todas sus fuerzas el
+cura, por temor de que se dividiera la parroquia. Los jugadores seguan
+en sus alternativas de silencio y ruidosos altercados. El P. Gil qued
+mudo y pensativo, impresionado con lo que acababa de or y decir. La
+figura de Montesinos, a quien no haba visto ms de tres o cuatro veces
+en su vida, y eso de lejos, flotaba en su imaginacin despertando en l
+viva curiosidad. La afirmacin de doa Eloisa de que haba sido siempre
+el primero entre sus condiscpulos, contribuy a hacer ms grande, por
+no decir ms interesante a sus ojos, aquel hombre. Un deseo vago,
+indefinido de acercarse y conquistarle naci en su mente. Cuando la
+llegada de D. Jos Mara el boticario y de<a name="page_106" id="page_106"></a> Osuna dio la seal de
+disolverse la tertulia, an rodaba este pensamiento por su cerebro en
+busca de forma.</p>
+
+<p>La noche segua encapotada y triste. El cielo dejaba caer con pertinacia
+una lluvia menuda y fra. En la puerta de la casa los tertulios se
+dividieron: la mayor parte se qued por las inmediaciones de la plaza,
+otros siguieron por la calle del Cuadrante. Y en ella se fueron
+separando todos hasta que quedaron solos el P. Gil, Osuna y su hija, los
+nicos que vivan en el Campo de los Desmayos. Obdulia maniobr para que
+el P. Gil la tapase con su paraguas. El jorobado marchaba detrs,
+satisfecho de no pasar por la humillacin de que su hija le tapase, pues
+a causa de la gran diferencia de estatura as suceda siempre.</p>
+
+<p>Caminaron unos instantes en silencio, escuchando el estruendo lejano del
+mar que bata contra las peas y el leve rumor de la lluvia sobre el
+paraguas. La joven esperaba que el P. Gil sacara la conversacin de su
+altercado con el P. Narciso, y de intento prolongaba indefinidamente el
+silencio. Vindole taciturno y abstrado, se aventur a decirle con voz
+temblorosa:</p>
+
+<p>&mdash;Est usted enfadado conmigo, padre?</p>
+
+<p>&mdash;Por qu?&mdash;pregunt el clrigo con sorpresa, saliendo repentinamente
+de su meditacin.<a name="page_107" id="page_107"></a></p>
+
+<p>&mdash;Por la disputa que he tenido con D. Narciso.</p>
+
+<p>&mdash;Ah! S... en efecto, no me ha gustado la actitud rebelde en que usted
+se ha colocado frente a l. Es indigno de una joven humilde y virtuosa
+como usted...</p>
+
+<p>Obdulia guard silencio, sintiendo en el corazn la censura de su
+director. Al cabo dijo, ponindose colorada, lo cual nadie pudo
+advertir:</p>
+
+<p>&mdash;Tiene usted razn; he cometido un pecado y me arrepiento...</p>
+
+<p>Despus de una pausa larga, aadi humildemente:</p>
+
+<p>&mdash;No puede usted figurarse cunto me disgusta el observar la envidia de
+D. Narciso.</p>
+
+<p>&mdash;La envidia?&mdash;pregunt el sacerdote con sorpresa.&mdash;A quin tiene
+envidia?</p>
+
+<p>&mdash;A usted, padre, a usted&mdash;repuso con firmeza la joven.</p>
+
+<p>&mdash;No, hija, no&mdash;dijo el P. Gil todo azorado.&mdash;Yo no puedo excitar la
+envidia de nadie... Soy un pobre clrigo... un miserable pecador...</p>
+
+<p>&mdash;Pues as y todo... yo me entiendo...</p>
+
+<p>Repuesto de su turbacin, el sacerdote dijo entonces con aspereza:</p>
+
+<p>&mdash;Ruego a usted que no vuelva a decir esas cosas, ni que las piense...
+Se lo prohbo... Advierta usted que se trata de dos sacerdotes&mdash;aadi<a name="page_108" id="page_108"></a>
+despus de una pausa, dulcificando la voz.</p>
+
+<p>Obdulia no replic. Muda y con el corazn apretado por una pena extraa,
+sigui marchando al lado del clrigo. ste dirigi la palabra a Osuna
+sin volverse:</p>
+
+<p>&mdash;Al llegar al Campo vamos a sentir el aire, seor Osuna.</p>
+
+<p>&mdash;Cundo no sopla en ese maldito Campo?&mdash;replic el jorobado con mal
+humor.</p>
+
+<p>Y en efecto, al abocar a l, una rfaga violenta les azot el rostro y
+estuvo a punto de volverles los paraguas. La sotana del clrigo, las
+enaguas de la joven tremolaron: les costaba trabajo avanzar.</p>
+
+<p>Por fin alcanzaron el gran portal de Montesinos. Se limpiaron el rostro
+con el pauelo y repusieron el desorden de sus vestidos. El P. Gil
+volvi a dirigir una mirada curiosa y escrutadora a la oscura puerta en
+cuya cima arda siempre la lamparita de aceite.</p>
+
+<p>&mdash;Adis, seor Osuna, que usted descanse&mdash;dijo tendiendo la mano al
+jorobado.</p>
+
+<p>Luego tuvo un momento de indecisin: iba a tendrsela a Obdulia; pero
+turbado por la mirada intensa y exttica que la joven le clavaba, la
+llev al sombrero y se inclin gravemente, diciendo:</p>
+
+<p>&mdash;Buenas noches, seorita.</p>
+
+<p>Alz de nuevo el paraguas y salv de prisa la<a name="page_109" id="page_109"></a> distancia que le separaba
+de la rectoral. Los ojos de Obdulia, inmvil a la puerta mientras su
+padre llamaba, le siguieron algn tiempo.</p>
+
+<p>Antes de penetrar en la rectoral, el P. Gil volviose y qued inmvil
+tambin algunos instantes. Pero sus ojos no buscaron la puerta de donde
+aqulla acababa de desaparecer. Fueron ms arriba, abrazaron de una vez
+la extensa y sombra fachada de la gran casa solariega que, avezada a
+los golpes del huracn, dorma grave y desdeosa bajo la intemperie.
+Contemplola larga, atentamente. Sus ojos brillaron con un fuego de gozo
+mstico. Era la mirada del apstol, vida, tierna, clemente. Tal debi
+ser la expresin que reflejaron los ojos de San Pedro a la vista de
+Roma.<a name="page_111" id="page_111"></a><a name="page_110" id="page_110"></a></p>
+
+<h3><a name="IV" id="IV"></a>IV</h3>
+
+<p>Desde aquella noche el P. Gil no so con otra cosa. La fiebre del
+apostolado le encendi de tal modo que no dej rincn vaco en su
+cerebro para otro pensamiento. Dentro de l entablose una lucha sorda
+entre el deseo vivo y ardiente de ennoblecer su vida con la conquista de
+un enemigo encarnizado de la Iglesia, y el miedo desapoderado, loco, que
+sin saber por qu le inspiraba. En sus continuos paseos por la estancia
+que ocupaba en la rectoral, mientras con el breviario en la mano deca
+los rezos obligatorios, a menudo se detena ante la ventana, levantaba
+la punta del visillo y diriga una mirada tmida y ansiosa al palacio de
+Montesinos. All estaba, adusto, impenetrable, hostil como un baluarte
+fabricado<a name="page_112" id="page_112"></a> por la impiedad. Los balcones eternamente cerrados. El hombre
+misterioso que lo habitaba deba de odiar tanto la luz del sol como la
+de la fe. El P. Gil diriga luego la vista al cielo y daba gracias a
+Dios desde el fondo del corazn por haberle tenido siempre de su mano,
+por haberle hecho nacer y vivir en la regin luminosa de las santas
+creencias cristianas.</p>
+
+<p>En vano trat de inquirir pormenores de la vida y carcter de aquella
+oveja descarriada a quien ansiaba traer al redil. Los datos que le
+suministraron eran contradictorios. Mientras su hermana y algunas otras
+personas se lo presentaban como un perfecto caballero, un hombre de buen
+fondo, extraviado por las malas compaas y la lectura de libros impos,
+otras, que tambin pretendan conocerle desde la infancia, lo pintaban
+como un ser avieso, mal intencionado, riendo siempre de las desgracias y
+las flaquezas del prjimo, insolente y agresivo de palabra, ya que de
+obra no poda serlo por su natural dbil y enfermizo. A este propsito
+narraban algunas ancdotas de su infancia y adolescencia que acreditaban
+esta opinin. Otros, en fin, le tenan por un desdichado, por un hombre
+a quien los desengaos de su carrera literaria y los profundos pesares
+domsticos haban llenado el corazn de hiel. Suponan que Montesinos,
+aficionado a las letras, enamorado de la gloria, haba<a name="page_113" id="page_113"></a> ido a Madrid. En
+vez de ella, slo hall glacial indiferencia: esto, unido a la
+catstrofe de su matrimonio, le haba obligado a retirarse de nuevo a
+Peascosa rabo entre piernas, como decan pintorescamente los graves
+bigrafos. Y terminaban afirmando que Montesinos desahogaba su amargura
+y despecho blasfemando de palabra cuando se le presentaba la ocasin y
+publicando artculos en los peridicos y revistas de los masones. El P.
+Gil no saba a qu atenerse. Inclinbase, no obstante, a esta ltima
+opinin, que conciliaba hasta cierto punto la benvola de su hermana y
+ciertos amigos con la mala fama que tena en el pueblo. Lo que no dejaba
+de sorprenderle era que mientras el clero y los tradicionalistas de
+Peascosa le detestaban cordialmente, los pocos republicanos y masones
+que haba en la villa no le demostraban estimacin alguna. Decase que
+Montesinos se rea de ellos con ms gana an que de los catlicos, y que
+haba huido constantemente su trato.</p>
+
+<p>Todas estas noticias, que recoga de un lado y de otro disimulando, por
+supuesto, su proyecto, no eran a propsito para apartarle de l. El
+misterio impenetrable que envolva el carcter de aquel hombre le
+interesaba cada da ms, y ms le atemorizaba. Saba cunto importaba
+atraer un alma perdida al seno de la Iglesia; pero cuando esta alma era
+la de un hereje, un enemigo<a name="page_114" id="page_114"></a> encarnizado de ella, el acto creca
+desmesuradamente a los ojos de Dios. Dando vueltas a la idea, concibi
+varias veces el propsito de acercarse inmediatamente a l, hablarle y
+convencerle con razones y con ruegos; mas pronto lo abandonaba temiendo
+un fracaso. No era que le mortificase lo ms mnimo en su amor propio:
+estaba resuelto a padecer por Dios con alegra toda clase de martirios,
+cuanto ms una injuria. Lo que tema era tener que renunciar a una
+empresa tan noble y gloriosa. Poco a poco lleg a convencerse de que el
+mismo Dios se la encomendaba especialmente, que sta era la tarea
+principal que le haba impuesto al enviarlo a Peascosa. Y convencido de
+que lo sublime del propsito no empece a que se adopten los medios ms
+eficaces para llevarlo a feliz remate, resolviose a comunicarlo con su
+madrina doa Eloisa y a pedirle ayuda. Grande fue el gozo de la buena
+seora al recibir la confidencia. Aplaudi de todas veras el proyecto,
+que satisfaca los deseos ms ardientes de su corazn, y prometi hacer
+cuanto humanamente fuese posible por que tan hermoso sueo se realizase.
+Hubo entre ambos largas plticas, en que se buscaron y ponderaron los
+medios de llevarlo a cabo; se trazaron y se rechazaron diferentes
+planes; por ltimo, quedaron convenidos en que el excusador fuese a la
+morada de D. lvaro por encargo de su hermana<a name="page_115" id="page_115"></a> a pedirle una limosna
+para las viudas y los hurfanos de unos pescadores que haban perecido
+recientemente en la mar. Aprovechando la ocasin, poda tantearle,
+hacerse amigo suyo y dar comienzo poco a poco a la obra de su
+conversin. D. Eloisa no dudaba del xito, fiada en el buen fondo de su
+hermano y en la virtud y la ciencia de su ahijado. Cuando alguna vez le
+haba hablado de las prcticas religiosas, lvaro haba respondido con
+alguna invectiva grosera contra los clrigos de Peascosa; a unos los
+consideraba idiotas, a otros malvados; de todos se rea a mandbula
+batiente. Pero qu poda decir de este muchacho tan bueno, tan
+estudioso, de costumbres tan puras y austeras?</p>
+
+<p>l no estaba tan confiado. A medida que se acercaba el da de la visita,
+sentase ms agitado y medroso. Peda con insistencia a Dios que le
+diese fuerzas y valor, y preparaba sus argumentos y hasta sus frases con
+una atencin exagerada. Una maana, despus de haber estado en oracin
+largo rato, sali de la rectoral con paso firme, salv la pequea
+distancia que le separaba del palacio de Montesinos, penetr en el
+lbrego portal y tir del grasiento cordel de la campana. sta son a lo
+lejos cascada y triste. El corazn del sacerdote se contrajo, a pesar
+del nimo que la oracin le haba infundido. Presentose al cabo de un
+buen rato de espera<a name="page_116" id="page_116"></a> un criado anciano de semblante hosco. Al ver al
+excusador, sus ojos duros y penetrantes expresaron asombro.</p>
+
+<p>&mdash;D. lvaro est?</p>
+
+<p>Tard en contestar.</p>
+
+<p>&mdash;Ya se ve que est!&mdash;respondi al cabo.&mdash;No sale nunca.</p>
+
+<p>&mdash;Y se le puede ver?</p>
+
+<p>&mdash;Por qu no?</p>
+
+<p>&mdash;Pues avsele usted que el teniente cura de la parroquia desea hablar
+con l por encargo de su seora hermana D. Eloisa.</p>
+
+<p>&mdash;No hay necesidad. Venga usted conmigo&mdash;replic bruscamente.</p>
+
+<p>Y despus de cerrar y trancar con cuidado la puerta, ech a andar
+delante. No dej de sorprenderle al excusador el aire de autoridad del
+viejo domstico, y lo poco en que tena la voluntad de su amo para
+recibir o no las visitas. Despus de atravesar un gran patio hmedo, mal
+empedrado, donde creca por todas partes la hierba, rodeado de columnas
+toscas de piedra manchadas de musgo, ascendieron por una escalera de
+piedra y tosca tambin, con los pasos gastados por el uso. En el piso
+principal salvaron un ancho corredor abierto, con el pavimento de
+madera, tan deteriorado que era preciso ir con cuidado para no meter el
+pie por algn agujero. Por todas partes se observaba un<a name="page_117" id="page_117"></a> abandono
+extrao; las paredes sucias, descascarilladas, el suelo con un dedo de
+polvo, los techos agrietados: no pareca una casa habitada, sino una
+antigua abada solitaria. La gran casa solariega de los Montesinos se
+pudra, se derrumbaba, sin que su dueo intentase en ella la menor
+reforma, sin que lo advirtiese siquiera. En el piso segundo el criado le
+condujo al travs de varias salas destartaladas y lbregas, abri al fin
+una puerta de cristales con visillos sucios, despus de echar una mirada
+por el interior, dijo:</p>
+
+<p>&mdash;No est aqu. Habr subido a la biblioteca.</p>
+
+<p>Vuelta a desandar lo andado. Hallaron en el corredor una puertecita
+estrecha, y por ella entr el criado seguido del clrigo, subiendo por
+una escalera de caracol ms oscura y ms sucia an que el resto de la
+casa. Cuando iban hacia el medio, el P. Gil oy en lo alto una tosecilla
+seca que volvi a apretarle el corazn de temor. La biblioteca se
+hallaba en una de las dos torres cuadradas que la casa tena a los
+lados. Haba una pequea antesala sin mueble alguno, con puerta de
+madera sin pintar, charolada por el uso, que el viejo empuj, diciendo:</p>
+
+<p>&mdash;lvaro, aqu tienes al seor excusador, que desea hablarte.</p>
+
+<p>El susto que ste llevaba en el cuerpo no le impidi sorprenderse de la
+confianza extraa del<a name="page_118" id="page_118"></a> criado. Un seor tan rico, tan noble, tan
+misterioso, tuteado por un criado!</p>
+
+<p>La biblioteca corra parejas con el resto de la casa en lo destartalada
+y sucia. Era una gran pieza cuadrada, de techo abovedado, cuyas paredes
+estaban cubiertas a trechos de tosca estantera con libros. stos
+andaban asimismo amontonados por el suelo sin orden ni curiosidad
+alguna. Los haba encuadernados con pasta antigua, los haba tambin en
+rstica modernsima, pero todos eran vctimas por igual del descuido de
+su dueo y de la inclemencia del polvo. Dos ventanas de vidrios
+emplomados, sin cortinas, esclarecan la estancia. Una estufa moderna,
+cuyo tubo, sostenido por alambres, sala por un cristal roto, la
+calentaba. Cerca de una mesa deteriorada, cubierta por un hule todo
+salpicado de tinta, estaba sentado en un silln antiguo de vaqueta un
+hombre cuya figura y atavo correspondan perfectamente al decorado de
+la estancia. Era menudo de cuerpo, gordo de cabeza, el rostro plido,
+nariz y labios finos, los ojos pequeos y de un color indefinible, el
+cabello bermejo y ralo, las manos diminutas y descarnadas. Vesta una
+bata usada, mugrienta, traa anudado al cuello un pauelo de seda, y se
+cubra las piernas y los pies con una manta de viaje tan rapada y
+grasienta como la bata.</p>
+
+<p>Al abrirse la puerta levant la cabeza, y sus<a name="page_119" id="page_119"></a> ojos verdosos con puntos
+amarillos, como los de los gatos, se clavaron en el sacerdote con una
+curiosidad que lleg a ser insolente por el acto de no levantarse ms
+que a medias del silln ni hacer siquiera una inclinacin de cabeza. El
+P. Gil se haba despojado del sombrero canal, y se inclinaba confuso y
+molesto bajo aquella fra y escrutadora mirada. El criado se retir y
+entorn la puerta. Despus de preguntarle por la salud, tard en hallar
+palabras el sacerdote.</p>
+
+<p>&mdash;Estar usted enterado, seor, de la desgracia que ha ocurrido hace
+algunos das en la mar. Unas cuantas familias han quedado sin ms amparo
+que la capa del cielo y el de las almas caritativas. Confiado en la
+caridad de este pueblo, emprend la tarea de implorarla de casa en casa.
+En cumplimiento de este deber y excitado por su seora hermana, me tomo
+la libertad de venir a pedirle a usted para las pobres viudas y
+hurfanos una limosna por el amor de Dios.</p>
+
+<p>El dueo de la casa le contempl todava unos instantes. Luego sac del
+bolsillo una llave, abri un cajn de la mesa, sac unas monedas de oro
+y, alargando la mano, las deposit silenciosamente en la del sacerdote.</p>
+
+<p>&mdash;Dios se lo pague a usted, seor&mdash;dijo ste.</p>
+
+<p>No haba ms remedio que retirarse. D. lvaro no deca una palabra ni le
+invitaba a sentarse. Pero el hacerlo sin tentar de algn modo<a name="page_120" id="page_120"></a> su
+proyecto, le dola tanto que permaneci inmvil, a despecho de la mirada
+de despedida que aqul le estaba clavando.</p>
+
+<p>&mdash;No me sorprende su generosidad&mdash;dijo.&mdash;Su seora hermana me haba
+hecho muchos elogios de su corazn, y veo que no estaba equivocada.</p>
+
+<p>&mdash;Supongo que a nadie ms que a mi hermana habr usted odo hacer
+elogios de mi corazn.</p>
+
+<p>La voz del mayorazgo de Montesinos era singularmente armoniosa y dulce,
+y contrastaba notablemente con lo inarmnico y triste de su figura. El
+P. Gil, que era la rectitud personificada, qued un instante suspenso.</p>
+
+<p>&mdash;En efecto, a nadie he odo hacer elogios de usted ms que a su
+hermana&mdash;dijo al cabo, con naturalidad.</p>
+
+<p>Montesinos no pareci disgustado con esta respuesta, pero sus ojos
+brillaron con ms curiosidad, y volvi a examinar atentamente al clrigo
+de los pies a la cabeza.</p>
+
+<p>&mdash;Como los elogios de mi hermana no tienen valor alguno... saque usted
+la consecuencia.</p>
+
+<p>Una levsima sonrisa apunt a sus labios al pronunciar estas palabras.</p>
+
+<p>&mdash;Para juzgar a los hombres no me atengo al juicio de los hombres, sino
+al de Dios. Quin sabe la bondad o la maldad que pueden ocultarse en el
+fondo de un alma? Hasta ahora lo nico<a name="page_121" id="page_121"></a> positivo que s respecto a
+usted, seor, es que no he llamado en vano a su puerta, es que los
+hurfanos desvalidos bendecirn su nombre y su corazn.</p>
+
+<p>Los ojos del caballero se desviaron bruscamente del clrigo y expresaron
+malestar.</p>
+
+<p>&mdash;El dar una limosna ms o menos crecida nada tiene que ver con la
+bondad del corazn. Damos lo que nos sobra. Est usted seguro de que si
+el dinero que acabo de darle me hiciese falta se lo dara?</p>
+
+<p>&mdash;No, seor: de lo que estoy seguro es de que hara usted bien en darlo
+aunque le hiciese falta&mdash;respondi gravemente el sacerdote.</p>
+
+<p>El aristcrata le mir an con ms inters y qued unos instantes
+pensativo. Luego alz los hombros con indiferencia.</p>
+
+<p>&mdash;Ps! Yo no s hasta qu punto es eso cierto. Suponiendo que mi dinero
+sirviese para que vivan esos hurfanos, no es gran favor el que les
+hago. Es ms; si se considera lo que indudablemente les espera en esta
+vida, puede asegurarse que les causo un terrible mal... Vivir abrumados
+de trabajo, de sufrimientos, de angustias, y por fin de fiesta quiz una
+muerte aterradora como la de sus padres all entre las olas
+embravecidas. Hermoso porvenir! Bien pueden darnos las gracias esos
+pobres chicos por la felicidad que les preparamos.<a name="page_122" id="page_122"></a></p>
+
+<p>&mdash;Todo hombre tiene un destino que cumplir sobre la tierra.</p>
+
+<p>&mdash;Conozco perfectamente ese destino. Padecer los innumerables dolores
+que la naturaleza y nuestros semejantes nos proporcionan.</p>
+
+<p>&mdash;Y si los padecemos con paciencia y los encomendamos a Dios, lograr la
+recompensa reservada a los buenos.</p>
+
+<p>D. lvaro hizo una mueca de desdn, y levantndose de la silla con
+seales de impaciencia, tendi la mano al sacerdote.</p>
+
+<p>&mdash;Seor excusador, nuestra conversacin, si se prolongase, podra
+convertirse en disputa. Siempre es mala educacin disputar con las
+personas que vienen a visitarnos, pero en este caso, tratndose de un
+sacerdote, sera una verdadera ofensa.</p>
+
+<p>&mdash;Diga usted cuanto se le ocurra, seor. Mi deber es pregonar la verdad
+sin temor a las ofensas.</p>
+
+<p>El caballero volvi a mirarle esta vez con una benevolencia compasiva, y
+acercndose a l y ponindole una mano sobre el hombro, le pregunt
+sonriendo:</p>
+
+<p>&mdash;Vamos a ver, seor cura, si usted fuera Dios, hara un mundo tan
+perverso como ste?</p>
+
+<p>&mdash;Esa pregunta ms parece una burla...&mdash;respondi con seales de
+tristeza y disgusto el clrigo.<a name="page_123" id="page_123"></a></p>
+
+<p>&mdash;Lo ve usted cmo se ofende!... Lo que yo pretendo preguntarle es si,
+teniendo usted en su mano fabricar un mundo bueno, poblado de seres
+felices, eternamente felices, creara usted por capricho otro lleno de
+dolores, de tristezas, de amarguras, dara usted vida a unos pobres
+seres, malos y buenos, por el gusto de recompensar a los buenos y
+castigar a los malos.</p>
+
+<p>&mdash;Dios no ha creado el mundo malo, sino bueno. Fue el primer hombre
+quien se acarre todos los dolores con su desobediencia.</p>
+
+<p>&mdash;Ah, s! El mito de la manzana. Yo no le creo a usted capaz, seor
+excusador, de un capricho tan ridculo. A qu conduca el reservar esa
+manzana, sobre todo conociendo el carcter caprichoso de Eva y la
+debilidad de Adn por ella? Pero dando por supuesto que esos dos
+merecieran castigo, qu tenemos que ver nosotros con su delito? Si una
+persona le agraviase, sera usted capaz de vengarse en sus hijos y sus
+nietos? No lo creo. Principiara usted por perdonar al ofensor, y si no
+le perdonaba, al menos se guardara de causar ningn dao a sus hijos.
+Vea usted, por lo tanto, cmo me veo en la precisin de considerarle a
+usted mejor persona que Dios.</p>
+
+<p>Una ola de sangre subi al rostro del presbtero. El estupor, la
+indignacin, le trabaron la lengua.<a name="page_124" id="page_124"></a></p>
+
+<p>&mdash;Eso es mofarse indignamente de las cosas ms santas&mdash;articul al
+fin.&mdash;Me sorprende que habiendo usted recibido una educacin cristiana
+haya llegado a tal extremo de impiedad.</p>
+
+<p>Una sonrisa sarcstica se dibuj en el rostro macilento del hidalgo.</p>
+
+<p>&mdash;Efectivamente, he recibido una educacin cristiana... al menos segn
+se ha entendido hasta ahora el cristianismo. Mire usted, seor
+excusador, yo he tenido un padre que era como Dios. Por la ms leve
+falta, hija de mi inexperiencia, de mi temperamento, de mi edad, me
+impona un castigo brbaro, cruel. Si me dorma durante el rosario,
+azotes; si cometa tres equivocaciones en la leccin, azotes; si me caa
+un borrn en la plana escrita, azotes; si corra por la casa, azotes; si
+manchaba el vestido, azotes. Siempre azotes!... Y no se tomaba siquiera
+la molestia de drmelos por su mano: encargaba de la ejecucin a Ramiro,
+ese criado que le ha conducido a usted hasta aqu, el cual,
+cristianamente, me los propinaba hasta hacerme sangre. Pero todava mi
+padre era mucho mejor que Dios en este punto; porque los azotes de
+Ramiro duraban un rato, mientras que los que los diablos nos han de dar
+durarn eternamente, segn aseguran ustedes...</p>
+
+<p>La sonrisa que vagaba por sus labios se apag. Guard silencio un rato:
+qued profundamente<a name="page_125" id="page_125"></a> ensimismado. Sus ojos, fijos en el suelo, se
+dilataron con expresin de terror. Por delante de ellos pas en rauda y
+lgubre visin toda su infancia. Su padre, alto, seco, con su gran nariz
+encorvada y cortante como el pico de un guila. Jams le haba visto
+sonrer. La mitad de la vida la pasaba en la iglesia, donde se dejaba
+caer de rodillas con un fuerte golpe que le haca estremecer (a veces
+imaginaba que tena las rodillas de hierro o piedra). Slo le hablaba
+para reprenderle o exigirle el cumplimiento de alguna tarea. No tena
+ms amigos que dos o tres clrigos, con los cuales le oa abominar del
+liberalismo y la impiedad moderna. Se vea a l, pobre nio, enteco y
+enfermizo, pasando dos y tres horas arrodillado en la iglesia, sin
+gustar jams el placer de correr al aire libre como los hijos de los
+miserables pescadores, sin tener un compaero con quien comunicar sus
+inocentes pensamientos. Un da igual a otro. El cielo siempre plomizo.
+La mar bramando tristemente en las peas. El viento aleteando con
+violencia sobre los cristales. Y la casa silenciosa, lbrega, sucia,
+resonando de vez en cuando con los paseos lentos, acompasados, de su
+padre. Vease ms tarde en Lancia estudiando la segunda enseanza,
+hospedndose en casa de un clrigo del mismo temperamento y costumbres
+que su padre. Sus compaeros le despreciaban a causa de su<a name="page_126" id="page_126"></a> debilidad,
+de su falta de destreza; los profesores le miraban con recelo por su
+carcter reservado y triste. Y por las vacaciones vuelta al lgubre y
+aborrecible palacio, al austero rgimen, a los eternos rezos. A pesar de
+sus ardientes deseos de seguir una carrera no lo consigui. Su padre
+consideraba indigno del mayorazgo de la casa de Montesinos el escribir
+un pedimento o trazar una carretera: a los abogados los llamaba
+curiales, a los ingenieros canteros, a los profesores maestrillos. La
+milicia le agradaba, pero sus ideas tradicionalistas le impedan mandar
+a su hijo a servir a un gobierno liberal. No pudiendo servir a su rey
+con las armas, la vida de un noble deba ser levantarse temprano para
+or misa, echar un vistazo a su hacienda, platicar un rato con el
+mayordomo, jugar al tresillo con los curas, dar luego con ellos un
+paseo, rezar el rosario, confesarse a menudo y dar constantemente
+ejemplo a los plebeyos de virtud y religiosidad, sin rozarse jams con
+ellos. Pero a pesar del gran respeto que mostraba a los sacerdotes y de
+besarles la mano en pblico, lvaro recordaba un pormenor que siempre le
+haba llamado mucho la atencin: a la hora de comer los criados servan
+antes al amo y a su hijo que al capelln de la casa. El orgullo
+nobiliario lata an ms vivo en el corazn de su padre que el
+sentimiento religioso; pero saba aliarlos tan bien en el<a name="page_127" id="page_127"></a> fondo de su
+conciencia, que haba llegado a creer que la religiosidad era una
+cualidad privativa de los aristcratas, y que por ella se distinguan
+mejor que por ninguna otra del vulgo despreciable.</p>
+
+<p>Vease en Peascosa haciendo la vida de hidalgo desocupado, sometido
+como un nio de diez aos a la autoridad desptica de su padre. Su
+espritu imaginativo, soador, no poda soportar aquella inaccin.
+Comenz a leer a hurtadillas novelas que le proporcionaba una seora que
+tena estanquillo en la calle del Cuadrante. Subi despus a la
+biblioteca, donde un clrigo, hermano de su abuelo, que pas por sabio
+en vida, haba dejado gran copia de libros, y comenz a devorarlos. Ley
+a Platn, a Descartes, a Santo Toms, a Feneln, etc.</p>
+
+<p>Se hizo sabio. Pero al entrar la luz de la ciencia en su espritu,
+tambin se desliz la duda. Qu tormentos tan crueles le caus! En su
+vida, triste, montona, slo la religin, el pensamiento de Dios, la
+promesa de la inmortalidad, de otro mundo ms justo y ms hermoso
+endulzaba un poco el amargor de las horas. Y he aqu que repentinamente
+desconfiaba de esta dulce promesa, dudaba de las verdades todas de la
+religin, hasta de la existencia de Dios. En un principio anduvo
+receloso, sombro, temiendo que su padre le descubriera en los ojos sus
+abominables pensamientos. Despus,<a name="page_128" id="page_128"></a> atormentado cruelmente, abrumado por
+ellos, ansioso de hallar remedio a su mal, de una mano que le sostuviese
+antes de caer en el abismo de perdicin, tuvo el valor un da de
+arrojarse a los pies de su padre y confesrselos. El viejo aristcrata
+qued aterrado, y para remediar la locura de su hijo (as la calific)
+no hall otro remedio que aconsejarle la penitencia, los ayunos, las
+mortificaciones de todo gnero. Para l estas dudas no provenan ms que
+de rebeliones de la carne, a la cual haba que combatir con la humildad
+y las disciplinas.</p>
+
+<p>Salt pronto la barrera de la duda y cay en el campo de la
+incredulidad. Desde entonces, ni un momento de vacilacin; ms y ms
+convencido cada da de que este mundo no vala nada, y que fuera de este
+mundo no haba que esperar otra cosa. Muri su padre y se confes con
+remordimiento que no lo senta. Respir con ansia y delicia el aire de
+la libertad. Hubo un momento en que la vida le pareci menos horrible;
+el mundo tuvo para l una dulce sonrisa. Fue cuando, el bolsillo bien
+repleto, se march a Madrid. Primero la ciencia le ofreci un consuelo y
+un entretenimiento. Se puso al corriente con avidez de las ltimas ideas
+en filosofa, en historia, en ciencias naturales; altern, discuti con
+los hombres ms eminentes de Espaa.<a name="page_129" id="page_129"></a> Y tuvo la satisfaccin de observar
+que all en sus soledades de Peascosa, meditando sobre los libros
+antiguos, haba llegado a los mismos resultados que los filsofos
+modernos. Despus vino el amor: un sueo dulce y embriagador, una msica
+penetrante y divina que le suspendi algn tiempo sobre la miseria de la
+tierra, que le reconcili con la vida y despert en su corazn la
+esperanza infinita, la ilusin de la dicha inmortal. La cada de aquel
+mundo luminoso, encantado, risueo, fue bien cruel; una de las pginas
+ms negras que registra la historia de los hombres, donde las hay tan
+negras!...</p>
+
+<p>&mdash;Por lo dems&mdash;dijo saliendo de su xtasis doloroso y pasando la mano
+de esqueleto por la frente,&mdash;yo he tomado bastante tiempo en serio esas
+cosas que usted cree. Me ha costado mucho dolor, muchas horas de
+insomnio, muchas lgrimas separarme de ellas. Djeme usted que a cambio
+de tantas lgrimas me ra ahora un poco.</p>
+
+<p>&mdash;De modo&mdash;dijo el sacerdote con mal reprimida agitacin&mdash;que, olvidando
+por entero las creencias que usted mam, la santa religin de sus
+padres, se declara usted enemigo de Dios...</p>
+
+<p>&mdash;S, seor, enemigo de Dios y de los hombres... Es decir, de Dios
+desgraciadamente no puedo serlo, porque no existe. Si existiera, a
+juzgar por sus obras, sera un Dios bien perverso.<a name="page_130" id="page_130"></a> No pudiendo serlo de
+Dios, lo soy de los hombres, no para hacerles dao, sino para huir de
+ellos como se huye de las bestias feroces. Desde que nac me han hecho
+experimentar muchos dolores. Sin embargo, nunca intent vengarme de
+ellos, porque s muy bien que son malvados porque as los ha creado la
+Naturaleza o el Destino; hacen dao como lo hacen las fieras, por el
+egosmo que ruge dentro de todo ser animado. El mundo est organizado
+para devorarse los seres, unos a otros. Lo que pasa entre los peces pasa
+entre los hombres; slo que nosotros no abrimos la boca y nos tragamos
+la vctima de golpe, lo cual, despus de todo, es una ventaja para ella,
+sino que la vamos devorando a pequeos mordiscos, arrancndole la carne
+hasta dejarla en esqueleto... No me ve usted a m?&mdash;aadi con sonrisa
+feroz apuntando a su rostro.&mdash;El pez que me ha comido lo entenda. No me
+ha dejado ms que los huesos.</p>
+
+<p>El P. Gil, cada vez ms aterrado, se atrevi a preguntar:</p>
+
+<p>&mdash;Y usted piensa que no hay sobre la tierra ningn hombre honrado,
+ninguna mujer virtuosa?</p>
+
+<p>&mdash;S los hay, pero son productos excepcionales de la Naturaleza; mejor
+dicho, son aberraciones de un organismo creado para el mal. Los hombres
+buenos sufren las consecuencias de toda<a name="page_131" id="page_131"></a> aberracin; no pueden
+subsistir. Todos los animales nacen con defensa para la lucha en el
+combate de la vida, unos tienen dientes, otros tienen garras, otros
+tienen cuernos, otros tienen alas para huir: el hombre bueno es el nico
+animal que carece de medios de defensa. No siendo apto para luchar, est
+fatalmente destinado a perecer. Es la pobre mosca que se enreda en la
+inmensa tela de araa labrada por los bribones que componen la inmensa
+mayora del gnero humano. El consuelo nico que el hombre bueno puede
+tener es que sus verdugos tampoco son felices. La vida es un gran fraude
+para todos, para los buenos y para los malos. Dentro del universo se
+oculta una fuerza astuta, perversa, que nos impulsa, que nos dirige
+hacia un fin desconocido para nosotros, en el cual nada tenemos que ver.
+Para este fin misterioso necesita de nosotros y nos obliga a
+reproducirnos. No le importa que seamos desgraciados. El individuo para
+ella es nada, la especie lo es todo. Obra como el dueo de una
+ganadera, que antes de matar un buen caballo que ya no sirve, le obliga
+a dejar una cra. Preocupada nicamente con la perpetuidad para que no
+le falten jams instrumentos, nos engaa con el seuelo del placer, de
+la ambicin o del orgullo. Usted mismo, que no obra por ninguno de estos
+mviles, es igualmente un instrumento de la especie. Al preocuparse con
+la suerte<a name="page_132" id="page_132"></a> de esos pobres hurfanos, al buscar con afn los medios de
+que vivan, obedece usted inconscientemente las rdenes de esa fuerza
+malvada. Cuando no le basta el atractivo del placer para la conservacin
+de la vida, apela al sentimiento de compasin que ha puesto dentro de
+nosotros.</p>
+
+<p>El P. Gil, que escuchaba petrificado tal sarta de impiedades, sinti un
+estremecimiento de horror al or aquella interpretacin monstruosa del
+sentimiento de la caridad. A este estremecimiento sucedi una viva
+irritacin. Necesit un gran esfuerzo de voluntad para no romper en
+insultos contra el blasfemo.</p>
+
+<p>&mdash;Todo eso est muy bien&mdash;dijo dominndose y sonriendo
+forzadamente;&mdash;pero usted me dispensar que le haga una pregunta. En ese
+pesimismo tan desconsolador que usted profesa, en la idea deplorable que
+usted ha formado del mundo y de los hombres, en ese mismo atesmo brutal
+(perdn por la frase!) que tanto gusto tiene en exhibir, est usted
+seguro de que todo depende de la razn fra y serena? No habrn
+influido nada sus tristezas individuales, los acontecimientos
+desgraciados de su vida?</p>
+
+<p>Los ojos felinos del hidalgo brillaron iracundos; le haba herido en lo
+vivo.</p>
+
+<p>&mdash;Ah, la eterna cantilena!&mdash;exclam impetuosamente.&mdash;Cuando no se puede
+atacar una teora, se escudrian los mviles del que la sustenta.<a name="page_133" id="page_133"></a> Qu
+pretende usted probar con eso? Supongamos que el mundo es un paraso,
+que todos los hombres, menos yo, son felices, y que mi pesimismo depende
+en un todo de mis desgracias. Dejar por eso de afirmar el mal que me
+ha tocado en suerte? No tendr derecho yo, criatura desdichada, a
+calificar a Dios (caso de que lo hubiera) de perverso, puesto que
+pudiendo haberme hecho feliz como a los dems me hizo desgraciado? Todo
+el que padece sobre la tierra puede preguntar a Dios como Job: Cundo
+la existencia te pidi la nada?... Por lo dems&mdash;aadi adoptando un
+tono despreciativo, insultante,&mdash;desde que usted ha entrado por esa
+puerta supe a lo que vena. No quiero discutir con usted, porque me
+aburrir. Estoy persuadido de que la religin en que usted cree no es
+ms que un conjunto de hiptesis inocentes como las de todas las dems
+religiones inventadas por la miseria y la cobarda de los hombres, que
+no pueden resignarse a morir buenamente como los dems seres animados,
+como nos lo ensea irrefutablemente la experiencia, que no pueden
+convencerse de que han nacido para el dolor. Y esto no lo creo por
+capricho, sino despus de haber estudiado y meditado el asunto
+largamente, despus de haber seguido paso a paso con cuidado la historia
+de las religiones ms importantes. Si hubiera de elegir alguna entre
+ellas, no sera<a name="page_134" id="page_134"></a> ciertamente el cristianismo, que es una de las ms
+tristes e insensatas. Me sucede lo que a Goethe: la cruz me crispa los
+nervios. Ni Santo Toms, ni San Agustn, ni Feneln, ni Pascal me han
+convencido. Por consiguiente, ninguno de ustedes me convencer. Usted no
+tiene ms respetabilidad para m que la que le preste su carcter y sus
+obras. De su ciencia y de la de todos sus colegas, obispos y arzobispos
+me ro a carcajadas.</p>
+
+<p>Sus ojos brillaban con fiereza, mirndole de arriba abajo; pero estos
+ojos se dulcificaron repentinamente al ver temblar una lgrima en los
+del P. Gil.</p>
+
+<p>&mdash;Dispnseme usted, seor excusador&mdash;se apresur a decir, acercndose a
+l,&mdash;si le he ofendido. Tengo mal carcter... me irrito con facilidad...</p>
+
+<p>&mdash;Adis, seor, adis&mdash;respondi el P. Gil, estrechando la mano que
+Montesinos le tenda.&mdash;A m no me ha ofendido... Es a Dios a quien...</p>
+
+<p>&mdash;Entonces estoy contento, porque eso no importa nada...&mdash;replic
+sonriendo.&mdash;Hasta la vista. Ya sabe que tiene aqu un amigo y una casa a
+su disposicin.<a name="page_135" id="page_135"></a></p>
+
+<h3><a name="V" id="V"></a>V</h3>
+
+<p>Sali de aquella casa maldita en un estado de confusin y tristeza
+indescriptibles. No quiso ir a la de D. Eloisa, que le esperaba
+impacientemente. Cuando ms tarde la vio, manifestole su fracaso en
+cortas y secas palabras.</p>
+
+<p>Durante algunos das hizo esfuerzos para alejar de su pensamiento
+aquella desagradable entrevista y hasta la imagen del blasfemo.
+Abrumado, abatido por un recibimiento tan brutal, no imaginaba que
+hubiese medio alguno de combatir aquel diablo rabioso henchido de ira y
+de impiedad. Pero sus palabras resonaban noche y da en sus odos, le
+perseguan, le dolan como crueles latigazos. Conoca algunos
+razonamientos de los herejes; aquellos que los libros de<a name="page_136" id="page_136"></a> teologa
+traan, y que el autor, con la autoridad de los Santos Padres, refutaba
+siempre victoriosamente. Saba de la existencia de los racionalistas,
+pero sus noticias eran deficientes y vagas. Jams haba visto expresado
+de un modo tan cnico el atesmo. No pensaba que hubiese quien estuviera
+verdaderamente convencido de que Dios no exista.</p>
+
+<p>Disipada, no obstante, al cabo de algn tiempo la impresin, no pudo
+menos de pensar que se haba amilanado pronto. Demasiado saba que la
+oveja no se le haba de entregar de buenas a primeras, que iba a
+encontrarse con un hombre avisado, erudito, a quien no se atraera con
+cuatro lugares comunes. Entonces, por qu abatirse repentinamente? Por
+qu darse por vencido sin luchar? El P. Gil se confes, con su habitual
+y sincera modestia, que no estaba preparado para este combate. Debajo de
+las frases irnicas y cnicas del mayorazgo de Montesinos adivinaba un
+estudio largo de la materia, un sistema meditado y completo. Para
+combatir este sistema y los razonamientos que la impiedad puede alegar
+era menester conocerlos de antemano, discutirlos y ponderarlos
+previamente en la cabeza, para luego, al aparecer en la boca del
+incrdulo, destruirlos, hacerlos polvo. Por eso no se atreva a intentar
+de nuevo aquella apetecida conversin.<a name="page_137" id="page_137"></a></p>
+
+<p>Pero cuanto ms difcil se le haca, cuantos ms obstculos encontraba
+en el camino, ms vivos eran sus deseos de lograrla. En las vidas de los
+santos haba visto que jams se daban por vencidos en su lucha con el
+pecado. Por enorme, por imposible que la empresa fuera, una y otra vez
+la acometan con creciente ardor, fiados nicamente en la ayuda de Dios.
+Deba hacer otro tanto. Si le faltaban fuerzas, Dios se las prestara.
+Trabajar sin descanso hasta conseguir la vuelta del hijo prdigo, hasta
+destruir este foco de impiedad que poda contagiar los corazones sanos
+de Peascosa, hasta remover aquella piedra de escndalo.</p>
+
+<p>Qued decidido en su pensamiento que volvera de nuevo a la carga. Pero
+esta vez ira mejor apercibido; conocera perfectamente todos los
+argumentos de los herejes y llevara preparada la rplica. Comunic con
+su maestro el rector del seminario de Lancia el proyecto de la
+conversin y le rog que pidiese al prelado un permiso para leer libros
+prohibidos. Tard poco en mandrselo el rector, pero en la carta que lo
+acompaaba no apareca muy entusiasmado con la empresa de su discpulo.
+El asctico sacerdote gozaba ms con perfeccionar las almas creyentes y
+buenas, que en atraer las que definitivamente se hallaban en las garras
+del pecado.<a name="page_138" id="page_138"></a></p>
+
+<p>Lo primero que se le ocurri leer al P. Gil fue cierta <i>Vida de Jess</i>,
+muy popular a la sazn entre los impos y de la cual se hablaba siempre
+con desprecio mezclado de terror en el seminario. La ley con profundo
+dolor y tristeza. Nuestro Seor Jesucristo era considerado por el hereje
+que la escribiera como hombre. Le prodigaba mil irrisorias alabanzas, le
+manifestaba exagerada admiracin, pero era para demostrar mejor su
+condicin exclusivamente humana y deslizar el veneno de la impiedad con
+ms fruto. El libro estaba atestado de patraas. El cristianismo,
+deca, es un fenmeno histrico, y como tal debe ser estudiado
+histricamente. Esto era evidentemente absurdo, porque el cristianismo
+significa la redencin del gnero humano por el Hijo de Dios; es la
+revelacin de la verdad divina. El autor peda que se examinasen los
+relatos de los Evangelios mediante los mismos principios con que se
+juzga cualquiera otra tradicin, que no se impusieran de antemano a la
+crtica los resultados y se la dejase libre de hiptesis preconcebidas.
+Esto era otro absurdo, porque cmo hemos de aplicar a la fe, a la
+palabra de Dios, los mismos principios que a los hechos y a las palabras
+de los hombres? De este modo iba respondiendo uno por uno a los
+argumentos del autor racionalista, y deshacindolos.<a name="page_139" id="page_139"></a></p>
+
+<p>Preocupado con esta discusin interior y ganoso de exteriorizarla, como
+acaece con todo lo que llena y embaraza nuestro espritu, se aventur a
+hacer otra visita al mayorazgo de Montesinos. Esta vez le recibi muy
+bien, con exquisita amabilidad, como si le remordiese la conciencia de
+su grosera pasada. Hablaron de cosas indiferentes. Montesinos tuvo
+ocasin de manifestarle que tena muy buenas noticias de su carcter,
+que conoca las virtudes que le adornaban. El P. Gil se ruboriz con
+estos elogios y respondi, sonriendo tristemente, que lo que quisiera en
+aquel momento era tener mucho talento y mucha ciencia para convencerle
+de la verdad de la revelacin. De cul revelacin?&mdash;le haba
+preguntado el hidalgo sonriendo tambin con benevolencia.&mdash;Cmo de cul
+revelacin?&mdash;S, de cul? porque hay varias: los cristianos, los
+buddhistas, los mahometanos, los judos, todos creen su religin
+revelada por Dios.&mdash;Hablo de la nica verdadera, de la revelacin de
+Nuestro Seor Jesucristo.&mdash;Y en qu se funda usted para creer que sa
+es verdadera y las otras falsas?&mdash;En que las otras estn llenas de cosas
+monstruosas, irracionales&mdash;respondi imperiosamente el clrigo,&mdash;en que
+slo la religin del Crucificado llena todas las aspiraciones de nuestro
+sentimiento y nuestra razn.&mdash;Tenga usted cuidado, seor
+excusador!&mdash;exclam el<a name="page_140" id="page_140"></a> mayorazgo soltando una alegre carcajada&mdash;que
+est usted haciendo depender la verdad revelada del aserto de la razn,
+que est usted proclamando la supremaca de sta, lo cual es una
+proposicin hertica.&mdash;Cmo? cmo?&mdash;pregunt aturdido el sacerdote.
+Pero Montesinos cambi la conversacin bruscamente. No se atrevi a
+insistir.</p>
+
+<p>Le cost gran trabajo tragar aquella pldora. Estuvo una porcin de das
+sin poder pensar apenas en otra cosa. La idea de que sin darse cuenta de
+ello pudiera incurrir en algn error condenado por la Iglesia le
+inquietaba vivamente. Indudablemente el leer libros herticos, el pensar
+demasiado en los fundamentos de la religin era parecido a jugar con
+fuego. Mejor hara en dejar los dados quedos y a Montesinos que se lo
+llevase el diablo. Contra esta resolucin clamaban todos los santos que
+vivieron en el mundo y los mandamientos divinos que ordenan amar al
+prjimo como a uno mismo. Por otra parte, presenta que su agitacin
+interior no iba a cesar. Las ideas de la <i>Vida de Jess</i> y las que haba
+odo a Montesinos bullan confusamente en su cerebro, y no se calmaran
+repentinamente por un esfuerzo de la voluntad. Por qu no haba de
+ahondar en el examen de los orgenes de la religin cristiana? Por qu
+no haba de conocer hasta en sus ltimos pormenores los datos de la<a name="page_141" id="page_141"></a>
+discusin, a fin de confundir, de pulverizar a cualquier racionalista
+que se le presentase, por sabio que fuera? En esto no haba peligro
+alguno. La poca ciencia aleja de Dios: la mucha acerca.</p>
+
+<p>Dedicose con ardor, con frenes se puede decir, al estudio. Montesinos,
+con quien empez a intimar, puso a su disposicin la biblioteca. Ley
+sin tregua, con atencin profunda, los escritos ms sobresalientes
+acerca de las investigaciones crticas sobre el cristianismo primitivo,
+sobre los libros del Nuevo Testamento y la historia de los dogmas. Bebi
+a grandes tragos el veneno de la hereja sin percibir su sabor, con la
+esperanza de que al agotar el vaso quedara perfectamente tranquilo,
+seguro para siempre de la insensatez y maldad que encerraba todo lo que
+se opusiera a la Iglesia de Cristo. Mas ay! no sucedi as. Al cabo de
+algunos meses la duda levant su cabeza hedionda en su espritu
+atribulado. Estuvo muchos das sin confesrselo, procurando engaarse a
+s mismo, desviando los ojos para no verla. Lleg un momento, sin
+embargo, en que ya no fue posible. La infame se haba ido enroscando
+cautelosamente a su alma, se haba apoderado insensiblemente de toda
+ella. Qu estupor! Qu horrible desconsuelo!</p>
+
+<p>La Biblia es la palabra de Dios. Lo que Dios sugiere es la infalible
+verdad. En la Biblia<a name="page_142" id="page_142"></a> no pueden existir narraciones falsas o
+contradictorias. Esto se repeta el sacerdote a cada instante, hasta en
+voz alta cuando se hallaba solo.</p>
+
+<p>Si la Escritura no fuese de origen divino, cmo se explica que Isaas
+pudiese profetizar que Jess nacera de una virgen y que haba de ser en
+Beln? Cmo pudo el mismo Isaas, siglo y medio antes de Ciro, sealar
+a ste como libertador de los judos? Cmo pudo Daniel, bajo el imperio
+de Nabucodonosor, profetizar el nacimiento de Alejandro Magno y muchas
+particularidades de su historia?</p>
+
+<p>A quin diriga con violencia el P. Gil estas contundentes preguntas
+hallndose solo? A un heresiarca invisible que le replicaba silbando
+como una serpiente: Los diferentes libros de la Biblia son obra de los
+hombres, como todos los dems que se atribuyen origen divino, el Corn,
+los Vedas, etc. Son compilaciones de escritos de diversos gneros y
+pocas. Los libros atribuidos a Moiss y a Samuel son compilaciones muy
+posteriores, en las cuales se han introducido fragmentos de diferentes
+pocas. Lo mismo pasa con los libros del Nuevo Testamento. Isaas no ha
+pensado con su hijo de virgen para nada en Jess. El ltimo tercio de
+las profecas de Isaas procede de un contemporneo de Ciro y todo el
+libro de Daniel de un contemporneo de Antioco,<a name="page_143" id="page_143"></a> por lo cual muy bien
+pudieron profetizar lo que ya haba sucedido.</p>
+
+<p>El P. Gil se tapaba los ojos, se mesaba los cabellos, horrorizado de
+aquella disputa sacrlega. l, un ministro del Altsimo, buscando
+reparos y contradicciones a las palabras del Espritu Santo! Mereca que
+la tierra se abriese repentinamente y se lo tragara. Aquellos libros
+infames que le haba prestado el hereje Montesinos tenan la culpa.
+Arrebatado de santa indignacin contra ellos, sin reparar en que no le
+pertenecan, los cogi todos un da, hizo un montn con ellos en el
+patio, y le dio fuego. D. Miguel, que estaba muy lejos de sospechar lo
+que pasaba por el alma de su teniente, aplauda desde el balcn con
+fuertes risotadas el auto de fe.</p>
+
+<p>Qued ms tranquilo desde que no tuvo en la habitacin aquellos
+perversos enemigos de su salvacin. Dej por completo la lectura y
+entregose de nuevo a los deberes del confesonario, que tena algo
+abandonados. Y procediendo con sus dudas de crtica histrica como los
+santos antiguos procedan con las tentaciones de la carne, comenz a
+mortificarse despiadadamente. l, que hasta entonces se haba mostrado
+dbil y cobarde en esta va de perfeccin, siguiola ahora con arrojo,
+ansioso de pagar con los dolores del cuerpo la rebelin escandalosa del
+espritu. Mucho le confort y ayud en este trance el<a name="page_144" id="page_144"></a> ejemplo de la
+piadosa hija de Osuna. Cada da descubra en el alma pura de su
+penitenta nuevos tesoros de bondad y perfeccin cristianas. Crea estar
+en presencia de una de aquellas elegidas del Seor, consagradas por la
+Iglesia y adoradas por los fieles de toda la cristiandad: Santa Teresa,
+Santa Isabel, Santa Catalina, Santa Eulalia, la beata Margarita de
+Alacoque. Las mismas particularidades que haba ledo en la historia de
+estas santas, observbalas ahora en su hija de confesin; la misma sed
+de penitencia, iguales escrpulos y temores, la misma humildad, los
+mismos favores divinos.</p>
+
+<p>Porque Obdulia, llena de vergenza, como si se acusara de un pecado
+grave, temblando de emocin, le haba confesado que de vez en cuando
+experimentaba desmayos hallndose en oracin, caa al suelo
+repentinamente, y en los breves momentos en que permaneca sin sentido,
+vea unas veces a Jess entre nubes rodeado de ngeles, escuchaba una
+msica divina, embriagadora; otras veces notaba que un ngel grande,
+fuerte, hermoso, con dos alas inmensas y trasparentes, se acercaba a
+ella y le pona con dulzura la mano en la cabeza, dicindole:
+Persevera; otras, las ms, perciba solamente una gran claridad, que
+la baaba toda de placer, sin ver a nadie; pero se senta acompaada
+como si todos los santos y santas del cielo vagasen invisibles<a name="page_145" id="page_145"></a> a su
+alrededor. Al principio, como confesor prudente, mostr no dar
+importancia a aquellas visiones: podra muy bien estar equivocada; el
+diablo finge muchas veces tales escenas para engaar a las almas
+incautas, deslizando en ellas el veneno de la vanidad y la soberbia.
+Obdulia persista, sin embargo: los sncopes eran cada vez ms
+frecuentes y prolongados, las visiones ms intensas; aseguraba con mal
+reprimido fuego que vea a Jess, que vea al ngel. El P. Gil dudaba
+siempre, o finga dudar, haciendo un gesto desdeoso cada vez que la
+joven relataba con labios temblorosos aquellos favores del cielo. Slo
+haba un signo seguro para reconocer si venan directamente de Dios;
+cuando el alma se perfecciona con ellos a tal punto que un levsimo
+pecado venial le causa tanto dolor y tantas lgrimas como el ms nefando
+y mortal. Ahora bien, en ella todava existan las rebeliones de la
+carne, todava apuntaba el amor propio. No poda juzgar divinos aquellos
+deslumbramientos. Obdulia experimentaba un gran desconsuelo ante esta
+actitud severa y reservada.</p>
+
+<p>Pero poco a poco el sello que el sacerdote peda para reconocer el
+origen celestial de sus visiones fue apareciendo. El espritu de la
+joven se acendr de todas las impurezas. Su devocin a las prcticas
+religiosas, sobre todo al sagrado pan eucarstico, era cada da mayor.
+Se deshaca,<a name="page_146" id="page_146"></a> se derreta en amor divino, rompiendo muchas veces en
+exclamaciones de entusiasmo, en frases incoherentes, como si estuviera
+loca. Y con esto, su humildad y sumisin tan perfectas, que bastaba una
+mirada de su confesor para confundirla, para hacerle temblar y pedir
+perdn por los actos ms inocentes. A la postre no tuvo ms remedio
+aqul que inclinarse ante la voluntad de Dios y confesar su presencia.
+Lo hizo con gran placer. Despus de sus sacrlegas dudas, estaba ansioso
+de ver los testimonios de la omnipotencia y de la bondad infinitas;
+quera anegarse en el ocano de lo inexplicable, de lo sobrenatural,
+para escapar a la crtica minuciosa y perversa que todo lo marchita.
+Considerose feliz, libre de ella, teniendo a su lado tan claro ejemplo
+del poder milagroso de Dios. Crey que as le adverta para que no
+volviese a caer en la tentacin, que le enviaba un faro para esclarecer
+las tinieblas de su espritu. Recordaba siempre lo que le haba pasado
+al P. Gracin, a quien Santa Teresa tanto ayud en el camino de la
+virtud con el ejemplo de su conciencia inmaculada. Y en el fondo de su
+corazn naci un gran respeto a par que una inmensa gratitud hacia
+aquella piadosa mujer, que le libertaba de las garras del demonio.
+Escuch con atencin el prolijo relato de sus visiones, y armado de
+santa emulacin emprendi de nuevo con ms ardor, si no<a name="page_147" id="page_147"></a> con ms fe, el
+camino de las mortificaciones, que haba abandonado mientras gimi en la
+servidumbre de la duda.</p>
+
+<p>Obdulia, que durante los ltimos meses le haba visto con pena
+distrado, sinti gran alegra al hallarle de nuevo atento, solcito,
+escuchndole horas enteras desahogar las menudas preocupaciones de su
+espritu sin impacientarse. Era un retorno feliz a la dulce confianza, a
+las plticas msticas, a las familiaridades de antes. Y como suele
+acontecer en casos semejantes, se apret ms el lazo entre ellos; esto
+es, la confianza y el afecto fueron mayores. Al cabo de poco tiempo
+consultaba con su penitenta, no slo los asuntos piadosos, sino tambin
+los domsticos; era su consejera espiritual y temporal. La joven devota
+penetraba todos sus pensamientos, a veces antes de formularse con
+precisin en su cerebro.</p>
+
+<p>&mdash;Padre, hoy est usted de mal humor; es porque no ha podido decir misa
+en el altar de la Concepcin como otras veces.&mdash;Tiene usted ojeras; bien
+se ve que se ha pasado toda la noche rezando.&mdash;Ya s por qu dijo la
+misa el domingo ms tarde: esperaba que llegase doa Eloisa.&mdash;Ese
+alzacuello le aprieta a usted mucho. Est usted incmodo. Quiere que yo
+se lo arregle?...</p>
+
+<p>Sus vidas se iban compenetrando insensiblemente.<a name="page_148" id="page_148"></a> No slo tenan un rato
+de pltica casi todos los das en el confesonario, sino que por la tarde
+se vean en la iglesia, al rosario, y por la noche tambin a menudo en
+casa de D. Eloisa. Adems, de vez en cuando, para algn motivo piadoso,
+como una novena, una reunin de la cofrada, etc., la joven iba a la
+rectoral a consultarle, aunque le costase siempre un esfuerzo, porque
+tena gran miedo a D. Miguel. Se le haba metido en la cabeza que ste
+la miraba de mal ojo, que la despreciaba. Y acaso no le faltase razn
+para suponerlo.</p>
+
+<p>Esta confianza lleg a pecar de excesiva en algunas ocasiones. Al menos
+as lo pens el P. Gil. Obdulia se autorizaba de vez en cuando algunas
+familiaridades que le chocaban, y en ocasiones llegaron a turbar
+momentneamente la limpidez de su conciencia. Un da le habl de sus
+apuros econmicos. El padre le daba poco dinero para los gastos de la
+casa, y como tena el vicio de la caridad, de dar limosnas a troche y
+moche, haba contrado deudas, que la mortificaban; sobre todo haba una
+tendera a quien deba veinte duros, que la molestaba a todas horas y le
+amenazaba con decrselo a su pap. No podra l facilitarle por poco
+tiempo esta cantidad? El clrigo tampoco los tena, pero se los pidi a
+su madrina y se los entreg ruborizado. Ella los acept sin vergenza
+alguna,<a name="page_149" id="page_149"></a> como la cosa ms natural. Otro da le llev a la iglesia el
+paquete de cartas del novio que haba tenido para que las leyese. Ms
+adelante le pidi el escapulario que traa al cuello, y tanto le inst y
+tales pretextos adujo, que concluy por obtenerlo. Al da siguiente le
+confes, sonriendo, que no haba sido para ponrselo a una amiga que
+acababa de morir, sino para traerlo ella sobre el pecho. Estas cosas
+heran e inquietaban vagamente al joven sacerdote. Las bromitas que la
+beata se permita de palabra tambin rebasaban algunas veces los lmites
+convenientes. Un da le dijo repentinamente:</p>
+
+<p>&mdash;Sabe usted lo que estoy pensando, padre? Que el ngel que viene
+muchas veces a ponerme la mano sobre la cabeza tiene los ojos muy
+parecidos a los de usted.</p>
+
+<p>Y solt la carcajada al decirlo. El clrigo ri tambin ruborizndose.
+Luego qued serio y de mal humor.</p>
+
+<p>Un suceso extrao, que escandaliz a la villa, vino de un modo indirecto
+a estrechar an ms su relacin y a inquietar al P. Gil. Cierta noche se
+despert despavorido con el ruido de una detonacin dentro de casa.
+Levantose de un salto y acudi corriendo a la habitacin de D. Miguel,
+donde se figur que haba sonado. Al llegar a ella qued petrificado de
+terror ante la escena que apareci a su vista. Un hombre se<a name="page_150" id="page_150"></a> revolcaba
+en medio de la habitacin en un charco de sangre, mientras D. Miguel, de
+pie sobre la cama, agitaba triunfante una pistola gritando con sonrisa
+feroz:&mdash;Ya cay uno! Ya cay uno!&mdash;La mortecina luz de una buja
+tirada en el suelo alumbraba aquella fatdica escena.</p>
+
+<p>El caso haba sido que, hallndose el prroco en la cama, un hombre
+haba penetrado en su dormitorio, le haba despertado y le intim para
+que le entregase el dinero. D. Miguel sin inmutarse ech mano al
+chaleco, sac la llave y la arroj al medio de la habitacin. Luego,
+mientras el ladrn la recoga, sac una de las pistolas que tena debajo
+del colchn y le descerraj un tiro dejndole tendido. La bala le haba
+penetrado por los riones. El excusador, dominando su espanto, se
+apresur a prestarle los auxilios espirituales. Slo tard tres horas en
+expirar.</p>
+
+<p>El suceso se coment mucho y de muy diverso modo en el pueblo. Algunos
+aprobaban la conducta del cura. Estaba en su derecho defendindose de un
+facineroso que Dios sabe lo que hara con l despus de robarle. Otros,
+los ms, la censuraban con acritud. Un sacerdote no puede obrar como los
+dems en tal caso. Es un ministro de Jesucristo y debe proceder siempre
+con caridad aunque sea en legtima defensa. El P. Gil estaba
+profundamente indignado, aunque guardaba silencio. Un sacerdote, antes
+que ensangrentar<a name="page_151" id="page_151"></a> sus manos, no slo deba dejarse robar, sino matar.
+Nuestro Seor as lo haba enseado cuando San Pedro cort la oreja al
+soldado que vena a prenderle. Obdulia trasluci bien los sentimientos
+que le agitaban y le aconsej que dejase la rectoral y se estableciese
+en otra casa.</p>
+
+<p>&mdash;Usted ya no puede vivir ah despus de lo que ha pasado, padre. El
+susto que ha llevado ha sido muy fuerte, y todos los das tiene que
+renovarse la impresin viendo el sitio.</p>
+
+<p>No era esto precisamente lo que quera decir, sino que un hombre
+verdaderamente cristiano y virtuoso deba de padecer mucho viviendo al
+lado de quien acababa de dar muerte violenta a un semejante. Pero si no
+lo deca con las palabras, se dejaba adivinar en la gravedad y tristeza
+de su continente. El P. Gil no ansiaba otra cosa haca mucho tiempo. La
+compaa del prroco le era molesta, como ya sabemos. Ahora, despus del
+<i>asesinato</i> (as lo calificaba su conciencia), se le haba hecho
+insoportable. D. Miguel haba incurrido en la censura de la Iglesia, se
+le retiraron las licencias para confesar y decir misa: mientras llegase
+la rehabilitacin pasara una temporada. Aprovechando aquellos momentos
+de flaqueza del terrible cura, con la ayuda de su madrina alquil una
+casita no muy lejos de la iglesia y se traslad a ella. Una antigua<a name="page_152" id="page_152"></a>
+criada de D. Eloisa vino a servirle y a ser su ama de gobierno.</p>
+
+<p>Libre ya del temor al prroco, Obdulia empez a frecuentar la nueva casa
+del excusador y a ejercer en ella una alta vigilancia. Enterbase de la
+ropa blanca, del estado de las sotanas, de los alimentos que ms placan
+al padre, de las particularidades de su cama. Algunas veces vena a
+ayudar al planchado o llevaba para aplanchar en su casa aquellas cosas
+ms delicadas, como las albas y los roquetes, recosa las medias que se
+haban roto, quitaba las manchas de las sotanas, etc. stas eran las
+tareas ordinarias. Pero tambin se ocupaba en alguna obra ms fina, en
+bordarle un amito, o unos corporales o cualquier otra prenda de las
+vestiduras sacerdotales. D. Josefa, el ama de llaves, no aceptaba de
+buena gana este protectorado; pero como an no haba echado races
+hondas en la casa y observaba la estrecha amistad que aquella seorita
+llevaba con su amo, no se atreva a protestar. Contentbase con murmurar
+de ella cuando iba a visitar a su antigua seora y llamarla entrometida
+y tonta. Ms adelante fue tascando el freno de peor voluntad an y
+concluy por desbocarse, como ya tendremos ocasin de ver. Tampoco el P.
+Gil estaba tranquilo ni satisfecho en la atmsfera de atenciones
+delicadas, de afecto y veneracin en que la joven le tena envuelto.
+Por<a name="page_153" id="page_153"></a> ms que la profesaba viva admiracin y tena en cuenta sus
+consejos, senta un vago malestar cada vez que la vea ocupndose del
+cuidado material de su persona. Le pareca a l que esto era rebajar el
+carcter de aquella amistad espiritual, formada y sostenida para mejorar
+sus almas, para ayudarse en el camino de la perfeccin. No tena noticia
+alguna de que Santa Teresa repasase las medias de San Juan de la Cruz.
+Adems, no se comprenda muy bien el desprecio de la carne, que tan bien
+practicaba ella, con las comodidades de que pretenda rodearle. Por qu
+haba de ser tan severa para ella y tan blanda para l? Por ventura, le
+supona tan dbil y cobarde que no poda vivir sin tales cuidados?</p>
+
+<p>El P. Gil meditaba esto, apoyado en la baranda de un corredor enrejado
+que su habitacin tena sobre el mar. El sol declinaba entre celajes
+carmeses, envolviendo en una onda de luz tibia y rojiza el pueblo y la
+rada. El lienzo de rocas que la cierra all enfrente alzaba su masa
+enorme sobre las aguas, proyectando ya una vasta regin de sombra. Y
+entre aquel negror los ojos del presbtero perciban el fulgor de las
+olas, mostrando y apagando a cortos intervalos su blancura. El muelle
+estaba desierto: an no era llegada la hora de la vuelta de las lanchas.
+Los pataches y quechemarines cabeceaban dulcemente, aburridos de su
+inaccin. Una gaviota<a name="page_154" id="page_154"></a> volaba en crculos concntricos rozando con sus
+alas la superficie del agua. El suave lejano rumor de las olas hencha
+el ambiente dormido de un murmullo sordo. La pequea ensenada slo viva
+del juego movible de la luz que la baaba de una claridad sangrienta que
+se iba retirando lentamente detrs de las peas.</p>
+
+<p>Tan absorto estaba, que D. Josefa necesit llamarle tres veces desde la
+puerta para conseguir que se volviese.</p>
+
+<p>&mdash;Qu hay?</p>
+
+<p>&mdash;Una seora est abajo preguntando por usted. Dice que necesita
+hablarle en seguida.</p>
+
+<p>&mdash;Una seora?&mdash;replic el P. Gil abriendo mucho los ojos.&mdash;Ser la
+seorita Obdulia.</p>
+
+<p>&mdash;No, seor, no es sa&mdash;replic el ama haciendo con los labios un gesto
+de desdn.&mdash;La seora que aguarda abajo es mucho ms guapa y elegante.</p>
+
+<p>&mdash;No la conoce usted?&mdash;pregunt algo acortado por la intencin que
+adverta en las palabras de D. Josefa.</p>
+
+<p>&mdash;No, seor, es forastera.</p>
+
+<p>&mdash;Pues hgale usted subir.</p>
+
+<p>Tard pocos segundos en aparecer una linda joven como de veinticuatro
+aos, rubia, de rostro blanqusimo y facciones delicadas, vestida con
+elegancia peregrina. En su vida haba visto el P. Gil, ni aun en Lancia,
+una dama tan distinguida.<a name="page_155" id="page_155"></a> Su traje era sencillo, de viaje, pero tan
+original el corte y con tal lujo y esmero en los pormenores, que se
+echaba de ver inmediatamente la elevada calidad de la persona. Despeda
+de ella un perfume suave que vino a herir su nariz as que puso el pie
+en el cuarto. Mirola con sorpresa, que se convirti en estupefaccin al
+ver que la dama avanz con resolucin hasta l, y sin decir palabra se
+dej caer de rodillas a sus pies sollozando.</p>
+
+<p>&mdash;Seora... por Dios... levntese usted!&mdash;dijo aturdido.</p>
+
+<p>La dama no se movi.</p>
+
+<p>&mdash;Seora, levntese usted&mdash;repiti de nuevo cogindola suavemente por un
+brazo.</p>
+
+<p>La forastera se levant en silencio y se dej caer en una silla, alz el
+velito del sombrero que le tapaba los ojos y se los enjug con el
+pauelo. El P. Gil, en pie frente a ella, aguardaba a que se explicase.
+Y como no daba seales de hacerlo, antes se tapaba el rostro cada vez
+ms, aventurose a decir:</p>
+
+<p>&mdash;Seora, deseara saber en qu puedo servirla...</p>
+
+<p>Todava tard unos instantes en responder. Al cabo dijo, sin apartar el
+pauelo de los ojos:</p>
+
+<p>&mdash;Soy la esposa de D. lvaro Montesinos.</p>
+
+<p>El excusador dio un paso atrs involuntariamente.<a name="page_156" id="page_156"></a></p>
+
+<p>Cmo? aquella dama era la mujerzuela despreciable que haba hecho la
+desgracia de D. lvaro, de quien su madrina D. Eloisa hablaba siempre
+con horror? Por sta conoca la triste historia del aquel matrimonio. El
+heredero de la casa de Montesinos se haba enamorado como un loco de una
+joven de buena familia, pero sin dinero; una de esas chicas que suelen
+verse en Madrid en todos los teatros y en todos los saraos a la caza de
+un marido rico. Aun con serlo Montesinos, Joaquinita Domnguez (que as
+se llamaba) le dio cordelejo una temporada, esperando tal vez que
+llegase otro con la misma hacienda y mejor figura; porque la del
+mayorazgo de Peascosa era, cierto, de lo ms raqutico y desgraciado
+que pudiera verse. Mas como no llegaba, resolviose un da a enamorarse
+perdidamente de l y se lo demostr de un modo que no daba lugar a
+dudas. Todo el Madrid elegante recordar a una linda rubia abonada al
+turno primero par del teatro Real, que se pasaba la noche charlando con
+un caballero flacucho y plido sentado en la fila de atrs; que en el
+teatro de la Comedia y en el de Apolo no le quitaba los gemelos de
+encima desde su platea; que lo llevaba de remolque en el paseo del
+Retiro, y hasta por las maanas, cuando iba de tiendas, se la vea con
+l, escoltados por la mam. Enteramente convencido de su amor, el
+hidalgo la pidi en<a name="page_157" id="page_157"></a> matrimonio, y la obtuvo no sin algn trabajo, pues
+a la mam costole muchas lgrimas entregarle aquella joya, que era la
+alegra de la casa. En los primeros cuatro meses gast D. lvaro la
+renta de todo el ao. Joaquinita quiso coche y palco en los teatros, y
+dio reuniones y saraos. Pero estaba tan hermosa y su marido la
+encontraba tan alegre, que con el amor frentico que la profesaba no le
+hubiera rehusado ni la sangre del corazn si un da se la pidiera
+despus de un beso de amor largo, oprimido, espasmdico, como los que le
+daba cuando tena que pedirle una <i>rivire</i> de brillantes o una
+<i>sociable</i> de doble suspensin.</p>
+
+<p>A los seis meses justos se le antoj a la joven esposa viajar por
+Europa, un viaje largo que haba de durar un ao o ms; visitar toda
+Francia, Italia, subir luego a Inglaterra, pasar a Alemania y correrse
+hasta San Petersburgo. El enamorado Montesinos no puso obstculos a este
+deseo, aunque debiera ponerlos. Necesitbase un capital respetable para
+realizarlo, atento a las comodidades y boato con que Joaquinita
+pretenda viajar. Pidi a prstamo sobre algunas de sus fincas 30.000
+duros y salieron de Madrid. En Hendaya vieron en la fonda del
+ferrocarril tomando chocolate a Federico Torres, un sietemesino
+madrileo hijo de un ministro del Tribunal de Cuentas. A Joaquinita
+siempre le haba sido muy antiptico, sin saber por qu.<a name="page_158" id="page_158"></a></p>
+
+<p>&mdash;Adonde ir este ttere?&mdash;pregunt por lo bajo, despus de
+corresponder framente a su saludo.</p>
+
+<p>Montesinos alz los hombros con indiferencia.</p>
+
+<p>&mdash;Qu pelea le tienes a este chico! Yo le encuentro fino y agradable.</p>
+
+<p>&mdash;Qu horror!&mdash;exclam ella riendo.</p>
+
+<p>En Pau volvieron a verle en la estacin, y ya no le vieron ms. En
+Marsella pensaba el matrimonio detenerse cuatro o cinco das; pero al
+tercero, viniendo D. lvaro de la estacin de arreglar el asunto del
+sleeping-car para el da siguiente, con gran sorpresa no encontr a su
+esposa en casa. La sorpresa convirtiose en horrible estupor al observar
+el desorden de la habitacin. El gran bal mundo de su mujer haba
+desaparecido. Haba diferentes prendas de ropa por el suelo. Los criados
+le dijeron que la seora haba hecho trasportar el bal despus de irse
+l para facturarlo en doble pequea, segn deca. Luego haba salido y
+no haba vuelto. Montesinos, aturdido, horrorizado de la idea que le
+cruzaba por el cerebro, abri con mano convulsa el secreto del cofre
+donde guardaban el dinero. Ni un cntimo haba all ya. Comprendiendo de
+una vez toda su desgracia, cay al suelo como herido por un rayo. Estuvo
+algunos das entre la vida y la muerte. Cuando recobr el conocimiento,
+hizo telegrafiar a su cuado D. Martn,<a name="page_159" id="page_159"></a> el cual se present
+inmediatamente y le condujo a Peascosa. No tard en saberse que
+Joaquinita se haba escapado con Federico Torres, y que viajaban
+alegremente por Europa con el dinero del hidalgo.</p>
+
+<p>sta era la mujer que tena delante el P. Gil. Despus de aquel primer
+movimiento de repulsin, se rehizo y dijo:</p>
+
+<p>&mdash;Sernese usted un poco, seora, y dgame en qu puedo favorecerla.</p>
+
+<p>&mdash;Acabo de llegar de Madrid&mdash;articul con trabajo la dama,&mdash;y me he
+dirigido a casa de mi marido, con quien hace tiempo estoy reida...
+Deseaba reconciliarme con l... que concluyese esta separacin tan fea y
+tan escandalosa... Un criado viejo que tiene... un bruto!... no me
+permiti verle... me cogi por el brazo... me arroj de casa a
+empellones... s, a empellones!</p>
+
+<p>Aqu la dama volvi a estallar en sollozos, y se tap de nuevo el rostro
+con el pauelo.</p>
+
+<p>El clrigo esper a que continuase; pero viendo que no lo haca, tom de
+nuevo la palabra.</p>
+
+<p>&mdash;Siento mucho ese percance, seora... Pero no creo que haya motivo para
+tal desconsuelo. Las ofensas que se perdonan no se sienten. Perdone
+usted a ese pobre criado que ha obrado sin saber lo que haca, y dgame
+qu es lo que puedo hacer en su obsequio.<a name="page_160" id="page_160"></a></p>
+
+<p>Secose los ojos la esposa infiel. Volvieron a humedecrsele y volvi a
+secarlos.</p>
+
+<p>&mdash;Segn me han dicho ah en la posada, usted es la nica persona que
+visita a mi marido... Yo le suplico, por lo ms sagrado, ya que es usted
+su amigo, que intervenga para que termine nuestra separacin. Lo deseo
+hace mucho tiempo con ansia... Confieso que no he sido buena para l...</p>
+
+<p>&mdash;S, s; lo s todo&mdash;interrumpi el clrigo con impaciencia.</p>
+
+<p>La dama se puso fuertemente colorada.</p>
+
+<p>&mdash;Confieso que le he ofendido gravemente... Fue un momento de
+obcecacin... una tentacin del demonio... Pero yo siempre le he
+querido... y le quiero... No tengo inconveniente en humillarme, en
+pedirle perdn de rodillas... Ya ve usted, padre, si no le quisiera no
+me humillara... Me horroriza la idea de no obtener su perdn, de morir
+lejos de l sola, maldita! Ah, qu porvenir tan espantoso!... Si mucho
+he pecado, crea usted que mucho he padecido en estos ltimos tiempos...</p>
+
+<p>&mdash;Seora, ya puede usted comprender si yo tendra satisfaccin en unir
+un matrimonio disuelto... lo mismo el de usted que cualquier otro. Mi
+misin es predicar la concordia entre los hombres y morir por ella si es
+preciso. Aun sin pedrmelo tengo el deber, por mi cargo, de procurar en
+esta parroquia la reconciliacin de los matrimonios<a name="page_161" id="page_161"></a> desavenidos... Pero
+este caso es delicado. Aparte de la ofensa gravsima que usted ha
+inferido a su esposo, del escndalo que la acompa, de los que la
+siguieron, todo lo cual dificulta extraordinariamente la reconciliacin,
+aparte de eso, repito, hay otra dificultad mayor. Y es que su marido de
+usted est fuera de la Iglesia catlica. No tengo sobre l otra
+influencia que la que puede dar una amistad superficial. Ninguno de los
+razonamientos a los cuales pudiera yo apelar como sacerdote tiene fuerza
+sobre su nimo. Al contrario, dadas sus ideas, es posible que sirviesen
+para embravecerle ms, o cuando menos de mofa...</p>
+
+<p>&mdash;S, s&mdash;interrumpi la dama con voz chillona, malvola,&mdash;mi marido ha
+sido siempre un impo, un ateo escandaloso.</p>
+
+<p>&mdash;Seora, de poco sirve creer si se obra como si no se creyera&mdash;replic
+severamente el excusador, a quien haba herido el tono agresivo de la
+dama, tan contrario a la humildad de antes.</p>
+
+<p>Torn a ponerse colorada y baj los ojos afectando de nuevo una gran
+contricin. El P. Gil prosigui:</p>
+
+<p>&mdash;De todos modos, como cristiano y como sacerdote, estoy dispuesto a
+hacer todo lo que puedan mis fuerzas por conseguir lo que usted desea.
+Dudo mucho del xito de mi intervencin... S tambin que me expongo a
+ser arrojado como<a name="page_162" id="page_162"></a> usted de la casa, pero no me importa. Cumplir mi
+deber, y si no conseguimos nada, me quedar al menos la satisfaccin de
+haberlo cumplido...</p>
+
+<p>Quedose pensativo unos instantes, mientras la dama mantena sobre l una
+mirada intensa y ansiosa. Luego, como si hablase consigo mismo ms que
+con ella, prosigui:</p>
+
+<p>&mdash;El dirigirme ahora a casa de D. lvaro ofrece inconvenientes. La gente
+del pueblo es curiosa... Vendran las hablillas... despus el
+escndalo... Opino que deberamos aguardar un rato a que concluyera de
+oscurecer, o mejor an, que yo fuese por delante a tantear el asunto...</p>
+
+<p>&mdash;No! no!&mdash;exclam la dama.&mdash;No le prevenga usted. Se negara a
+recibirme. Es necesario cogerle de improviso; aprovechar el primer
+movimiento de su corazn, que es generoso. Luego, cuando reflexiona, se
+hace malo, burln...</p>
+
+<p>&mdash;Como usted quiera. Entonces, aguardaremos.</p>
+
+<p>Pero en el instante de pronunciar esta palabra se hizo cargo de lo
+inconveniente de permanecer tanto tiempo a solas con una mujer, y dijo
+un poco turbado:</p>
+
+<p>&mdash;Usted me permitir que mientras tanto la deje sola unos momentos...
+Soy con usted en seguida.</p>
+
+<p>En vez de ser con ella, mand a su ama para<a name="page_163" id="page_163"></a> que la acompaase. Slo
+cuando la luz se hubo extinguido por completo subi de nuevo con el
+sombrero en la mano, preparado a salir. La esposa de D. lvaro, as que
+le vio en esta traza, se levant de la silla.</p>
+
+<p>Haba cerrado ya la noche. La gente de mar se haba retirado a sus casas
+o a las tabernas. Por la larga, sinuosa calle del Cuadrante circulaban
+pocos transentes. El excusador y la esposa de Montesinos caminaron un
+rato en silencio en direccin al Campo de los Desmayos. Al aproximarse a
+l ambos se sentan agitados, temerosos. Tanto para calmarse un poco
+como para prevenirse, se detuvieron un instante, y metindose en el
+hueco de una puerta, cuchichearon con animacin. El P. Gil insista en
+su idea de entrar primero en la casa y explorar el nimo de D. lvaro:
+tena miedo a un escndalo. La dama se opona con calor, convencida
+hasta la evidencia de que su marido se negara en absoluto a recibirla,
+y tomara precauciones para que no pisase el suelo de su casa. Cuando
+ms embebidos se hallaban en la discusin, del hueco de otra puerta
+cercana sali una sombra estrecha, elevada, y se aproxim a ellos
+rpidamente.</p>
+
+<p>&mdash;Buenas noches, padre, buenas noches.</p>
+
+<p>Era la hija de Osuna. Haba en la inflexin de su voz al pronunciar
+estas palabras cierta irona, mezclada de clera, que sorprendieron a la
+vez<a name="page_164" id="page_164"></a> a la dama y al sacerdote. ste levant la cabeza y respondi
+framente:</p>
+
+<p>&mdash;Buenas noches, hija.</p>
+
+<p>&mdash;Va usted a hacer oracin, o viene usted?&mdash;pregunt con el mismo
+retintn y sonriendo.</p>
+
+<p>&mdash;Ni voy ni vengo de hacer oracin, hija ma. En este momento me ocupo
+de asuntos de mi ministerio&mdash;replic en tono severo el P. Gil.</p>
+
+<p>Pero este tono, en vez de sosegar a la joven o amedrentarla, la encresp
+al parecer.</p>
+
+<p>&mdash;Usted siempre haciendo algo por Dios, padre, ji! ji! lo mismo en la
+iglesia, que a la cabecera de los moribundos... que en los huecos de las
+puertas, ji! ji!... Si usted se muere antes que yo, ya tiene usted un
+testigo de alguno de sus milagros para que le canonicen... Vaya, no
+quiero estorbar el milagro. Hasta la vista. Ji! Ji!</p>
+
+<p>Y cuando hubo dado dos o tres pasos, sin volverse dijo:</p>
+
+<p>&mdash;Y que aproveche!</p>
+
+<p>La esposa de Montesinos levant la cabeza y clav en el P. Gil una
+mirada de estupor y curiosidad.</p>
+
+<p>&mdash;Qu es eso?</p>
+
+<p>El sacerdote, rojo de vergenza y de indignacin, alz los hombros en
+seal de ignorancia y ech a andar hacia el casern de Montesinos.<a name="page_165" id="page_165"></a></p>
+
+<h3><a name="VI" id="VI"></a>VI</h3>
+
+<p>Al tirar del cordel grasiento, el mismo taido lgubre, que tanto haba
+impresionado al P. Gil la vez primera que puso los pies en aquella casa,
+produjo a ambos un estremecimiento de temor y ansiedad. No tard en
+orse la voz cascada de Ramiro.</p>
+
+<p>&mdash;Quin es?</p>
+
+<p>&mdash;Gente de paz.</p>
+
+<p>&mdash;Quin es?&mdash;torn a preguntar.</p>
+
+<p>&mdash;Soy yo, Ramiro. Abre&mdash;respondi el sacerdote.</p>
+
+<p>La puerta gir pausadamente sobre sus goznes y apareci la silueta del
+viejo, dbilmente esclarecida por la luz de la lamparilla que arda
+sobre el dintel.</p>
+
+<p>&mdash;Pase usted, seor excusador&mdash;dijo sin percibir<a name="page_166" id="page_166"></a> a la dama, que se
+haba ocultado detrs de ste. Pero vindola al fin, dio un paso atrs
+y, abriendo los brazos en actitud de impedir la entrada, exclam:</p>
+
+<p>&mdash;Ah! Vuelve usted acompaada?... Pues ni por esas... No entrar
+usted, no!</p>
+
+<p>&mdash;Vamos, Ramiro&mdash;dijo con dulzura el sacerdote, ponindole una mano
+sobre el hombro,&mdash;djanos paso, que ste es un asunto delicado y que no
+te concierne.</p>
+
+<p>&mdash;Pase usted cuando quiera, pero esa mujer no puede pasar.</p>
+
+<p>&mdash;Por qu no puede pasar?&mdash;pregunt con entereza el sacerdote, alzando
+la cabeza.</p>
+
+<p>&mdash;Porque aqu no entran p.... ni ladronas.</p>
+
+<p>Ante aquella injuria brbara, la dama se tap el rostro con las manos y
+dej escapar un gemido. El P. Gil se puso rojo, y cogiendo al viejo por
+un brazo, le sacudi con violencia.</p>
+
+<p>&mdash;Sea usted ms comedido, y ya que no respete la sotana que visto,
+guarde los miramientos que se deben a las seoras. Ante Dios y ante los
+hombres sta es la esposa legtima de su amo de usted. Djeme el paso
+franco, que a usted no le toca en este asunto ms que or, ver y callar.</p>
+
+<p>Y dando un empelln al viejo, se volvi diciendo:</p>
+
+<p>&mdash;Venga usted, seora.</p>
+
+<p>Pero Ramiro, agitado, convulso, como si fuera<a name="page_167" id="page_167"></a> a caer presa de un
+sncope, se puso a correr delante de ellos, gritando:</p>
+
+<p>&mdash;lvaro, lvaro! Que entra la z... en tu casa!</p>
+
+<p>Dos criadas se asomaron a la escalera y contemplaron con estupor la
+escena. El viejo no se detuvo en el principal; sigui hasta el segundo,
+dando los mismos gritos. El P. Gil, que le segua con Joaquinita, dijo a
+sta al llegar al piso primero:</p>
+
+<p>&mdash;Qudese por ahora aqu; yo subir solamente.</p>
+
+<p>Cuando lleg al segundo, tropez con D. lvaro que sala a punto de su
+habitacin. Su rostro, siempre plido, lo estaba ahora tanto que daba
+miedo. En cuatro palabras Ramiro le haba enterado de lo que ocurra.
+Por la tarde, cuando por primera vez haba venido la esposa infiel a la
+casa, no lo haba hecho. D. lvaro no pronunci una palabra. Cogi con
+mano convulsa por un brazo al sacerdote y le hizo entrar en su gabinete.
+Luego cerr con cuidado la puerta.</p>
+
+<p>&mdash;A qu viene esa mujer?&mdash;pregunt haciendo intiles esfuerzos por
+aparecer sosegado. La voz sala de su garganta dbil y ronca.</p>
+
+<p>&mdash;Viene a implorar su perdn.</p>
+
+<p>&mdash;Se equivoca usted; viene por dinero&mdash;repuso sonriendo ya forzadamente.</p>
+
+<p>El P. Gil permaneci un instante silencioso y dijo al cabo:<a name="page_168" id="page_168"></a></p>
+
+<p>&mdash;No me atrevo a asegurar a usted nada. Parece que est arrepentida...
+Su acento es sincero y ha llorado con verdadero dolor en mi presencia.</p>
+
+<p>Un relmpago de ira pas por los ojos del hidalgo. En aquel tropel de
+emociones que se agitaban en su espritu, la indignacin logr vencer a
+todas las dems y profiri con acento despreciativo:</p>
+
+<p>&mdash;Estoy perfectamente convencido de que no viene ms que por cuartos...
+pero de todos modos, me importa un bledo su arrepentimiento y su
+sinceridad... Si est arrepentida, que pida a un cura la absolucin. El
+figurarse por un instante que yo puedo perdonarla es un nuevo insulto,
+es una idea que slo cabe en un alma tan miserable como la suya.</p>
+
+<p>&mdash;El perdn jams degrada. Es la virtud que ms ennoblece al ser
+humano&mdash;manifest el clrigo, sorprendido.</p>
+
+<p>D. lvaro le clav una larga mirada colrica. Despus alz los hombros
+con desdn y dijo:</p>
+
+<p>&mdash;Est bien: dejemos eso. Lo que importa es que, ya que la ha trado, se
+lleve usted inmediatamente a esa seora.</p>
+
+<p>&mdash;Me atrevera a suplicarle que, aunque no la perdone, le permita al
+menos hablar con usted... Quiz tenga algunas revelaciones que hacerle.</p>
+
+<p>&mdash;No soy curioso. Puede guardarse sus revelaciones<a name="page_169" id="page_169"></a> o confiarlas a quien
+se le antoje... Por mi parte (escuche usted bien lo que voy a
+decirle)&mdash;al mismo tiempo le cogi con mano crispada la mueca,&mdash;por mi
+parte, ni ahora ni nunca cruzar con ella la palabra... Puede usted
+decrselo.</p>
+
+<p>El P. Gil baj la cabeza y permaneci silencioso mientras el mayorazgo
+comenz a pasear agitadamente por la estancia con las manos en los
+bolsillos. De vez en cuando se dibujaba en su rostro una sonrisa
+sarcstica y dejaba escapar por la nariz un leve resoplido que acusaba
+la tensin de su espritu, como el pito revela la tensin de la caldera
+de vapor.</p>
+
+<p>&mdash;Ya que eso no pueda ser&mdash;manifest al cabo de un rato con suavidad el
+sacerdote,&mdash;usted comprender, D. lvaro, que esa seora no puede irse a
+dormir fuera de esta casa sin dar pbulo a las malas lenguas, sin
+renovar conversaciones que no deben renovarse. Por egosmo, ya que no
+por caridad, debe usted consentir que su esposa duerma hoy en esta casa,
+pues no creo que le convenga a usted escandalizar a la poblacin.</p>
+
+<p>D. lvaro prosigui sus paseos agitados sin responder palabra, como si
+no hubiese odo la proposicin del sacerdote. Al cabo de un rato se
+plant delante de l y, mirndole fijamente, dijo:</p>
+
+<p>&mdash;Est bien. Dgale usted que, si es su gusto,<a name="page_170" id="page_170"></a> no hay inconveniente en
+que duerma en esta casa... aunque se necesite bien poca dignidad para
+aceptarlo&mdash;aadi bajando la voz y recalcando las slabas.&mdash;Y si quiere
+dinero para el viaje de vuelta, Osuna se lo proporcionar.</p>
+
+<p>&mdash;Le doy las gracias por esta deferencia, pero me voy muy
+triste&mdash;replic sonriendo el P. Gil.&mdash;Cualquier sacrificio hara por
+borrar de su memoria la ofensa recibida y soldar de nuevo la cadena de
+su matrimonio. Cunto dara en este momento por ser un hombre
+elocuente!...</p>
+
+<p>&mdash;La elocuencia, seor excusador, ha servido en este mundo para que se
+cometiesen grandes vilezas; pero creo que ninguna lo sera mayor que la
+que usted me propone.</p>
+
+<p>&mdash;Para usted es una vileza lo que para m sera un acto noble y
+generoso, propio de un imitador de Cristo. No nos entendemos en lo que
+se refiere a lo que es dignidad o indignidad...</p>
+
+<p>&mdash;Lo siento por usted, padre&mdash;repuso el mayorazgo, tendindole la mano.</p>
+
+<p>&mdash;Y yo por usted, D. lvaro. Buenas noches.</p>
+
+<p>Al quedarse solo ste, sigui paseando todava unos momentos; luego se
+par delante del cordn de la campanilla y tir con fuerza. No tard en
+presentarse Ramiro.</p>
+
+<p>&mdash;Esa mujer est ah... Quieres que la eche?&mdash;pregunt el viejo, sin
+aguardar las rdenes de su amo.<a name="page_171" id="page_171"></a></p>
+
+<p>&mdash;No. Condcela a la sala, enciende todas las lmparas y avisa a Dolores
+que suba.</p>
+
+<p>El criado permaneci inmvil, mirndole con sorpresa.</p>
+
+<p>&mdash;Y vas a consentir que esa...</p>
+
+<p>&mdash;Silencio!&mdash;exclam el mayorazgo con energa, llevando el dedo a los
+labios.&mdash;Haz inmediatamente lo que te mando.</p>
+
+<p>El viejo se alej gruendo. Al instante se present la doncella.</p>
+
+<p>&mdash;Dolores, di a la cocinera que prepare cena para la seora que est
+abajo, y que haga todo lo que sepa. Ilumina el comedor, saca la vajilla
+fina, arregla el gabinete azul y toma del armario la ropa mejor para
+ponerla en la cama... Que no le falte absolutamente nada. Aydala a
+desvestirse: cualquier cosa que ordene la hacis inmediatamente. Ests
+enterada?</p>
+
+<p>&mdash;S, seorito; pierda usted cuidado, que se la tratar como quien es.</p>
+
+<p>D. lvaro dirigi una mirada oblicua a la doncella y se apresur a
+decir, algo acortado:</p>
+
+<p>&mdash;Despchate pronto y ensale el gabinete azul. Si desea dormir en otro
+lado, puedes mostrarle tambin el que llamis cuarto del obispo.</p>
+
+<p>Otra vez qued solo y otra vez emprendi su paseo nervioso de un ngulo
+a otro de la cmara. A pesar de la fortaleza y sosiego que haba
+mostrado para rechazar las splicas del P. Gil,<a name="page_172" id="page_172"></a> su cerebro trabajaba
+agitado, febril. Aquella visita tan inesperada removi los recuerdos
+felices y aciagos que se haban depositado en el fondo de su ser, y que
+ya no le molestaban. Su vida matrimonial, que en aquellos tres aos se
+haba ido alejando de su memoria como un sueo que la claridad de la
+aurora desvanece, surgi de pronto delante de sus ojos, tan prxima que
+la tocaba con la mano. Ni un pormenor faltaba al cuadro. Y ante aquella
+visin sentase turbado, como si los sucesos acabasen de efectuarse.</p>
+
+<p>Despus de pasear algunos minutos a grandes trancos, comenz a detenerse
+a menudo, prestando odo a los ruidos que llegaban del piso primero.
+Adivinaba ms que perciba los preparativos que la servidumbre estaba
+ejecutando en obsequio de aquella vil mujer que le haba revelado toda
+la negrura y todo el dolor de la existencia: Ahora bajan la lmpara del
+comedor... Ahora sacan la vajilla... Deben de estar haciendo la cama...
+Ha salido gente: ser Rufino a buscar a la tienda alguna cosa... Parece
+que estn hablando en el gabinete azul...</p>
+
+<p>Ya no paseaba. Con el odo pegado a la cerradura, recoga vidamente
+todos los rumores que llegaban de abajo. Y como llegaban demasiado
+confusos, concluy por abrir la puerta, avanzar cautelosamente hasta el
+pasamanos de la escalera y escuchar desde all, inmvil, recogiendo<a name="page_173" id="page_173"></a> el
+aliento. Haba imaginado vagamente que su esposa, una vez sola y libre,
+subira hasta su cuarto para hablarle. Lo hubiera deseado, para darse el
+gozo de arrojarla con algunas frases despreciativas que le llegasen
+hasta el fondo del alma. Hubo un instante en que pens que este deseo se
+realizaba. Sinti pasos en la escalera: toda su sangre fluy al corazn;
+se apresur a dejar el pasamanos y a meterse de nuevo en el cuarto. Era
+Dolores que suba a pedirle una llave. Cuando se fue, torn a su
+espionaje; permaneci en la escalera largusimo rato sin saber por qu
+haca aquello. Escuch el rumor confuso de la conversacin de Dolores y
+su mujer. La doncella era charlatana; Joaquinita tambin tena un
+temperamento expansivo: la pltica se animaba cada vez ms. Hasta se le
+figur percibir algunas alegres carcajadas de su esposa, que le
+sorprendieron ms que le indignaron. Por fin not que se pona a cenar.
+Dolores iba y vena con los platos. Termin la cena. La doncella se
+detuvo en el comedor y prosigui la charla. Cansado de estar en pie, se
+sent en uno de los peldaos de la escalera. Al hacerlo sinti vergenza
+y comenz a darse alguna cuenta vaga de las emociones que embargaban su
+espritu. Una hora larga esper de aquel modo, percibiendo el rumor
+confuso de las voces, en el cual nada poda distinguir, ni siquiera cul
+era la de su esposa<a name="page_174" id="page_174"></a> y cul la de la criada. Al cabo observ que salan
+del comedor. Todava se figur que su mujer aprovechara aquella ocasin
+para subir a visitarle. Se puso en pie vivamente y se prepar a meterse
+en su cuarto tan pronto como sintiese pasos en la escalera. Pero esper
+en vano. La seora se dirigi con Dolores hacia el gabinete azul. Sinti
+cerrarse la puerta tras ellas: luego not que se abra de nuevo y sala
+la doncella y tomaba el camino de su cuarto. Sin duda haba ayudado a
+desnudarse a la seora y la dejaba en la cama.</p>
+
+<p>Con la cabeza entre las manos, los codos apoyados sobre las rodillas,
+permaneci inmvil, abstrado, escuchando ya solamente la voz de su
+pensamiento y los latidos de su corazn. Un vivo despecho, del cual no
+quera darse cuenta, le morda cruelmente las entraas. Senta la
+necesidad de avistarse con su mujer, de injuriarla, de escupirla, de
+abofetearla. Por qu haca unos instantes se haba negado a recibirla,
+y ahora ansiaba de aquel modo tenerla delante? El mayorazgo crea que
+era porque su odio y su indignacin haban crecido. No supo el tiempo
+que permaneci en aquella postura. El deseo de verse frente a su esposa
+arda cada vez ms vivo en su pecho, le pona inquieto, excitado; se iba
+convirtiendo en una fiebre, en una rabia intensa que le devoraba. Oh,
+tenerla entre sus manos,<a name="page_175" id="page_175"></a> apretarla hasta hacerle gritar de dolor,
+hacerle padecer en el cuerpo lo que l haba padecido en el alma! Puntas
+de hierro candentes le pinchaban por la espalda, las manos le temblaban
+como si le pidieran una estrangulacin con que calmar sus ansias; un
+calor insoportable le suba de las piernas al cerebro. Las tinieblas se
+espesaban, le envolvan en una atmsfera tibia, sofocante, como si se
+hallase en un subterrneo. Hubo un instante en que pens que no poda
+moverse; los miembros entumecidos se negaban a obedecer a su voluntad.
+Hizo un esfuerzo, sin embargo, como si tratase de romper una tela que le
+sujetara, y se puso en pie.</p>
+
+<p>Se dirigi con paso vacilante a su cuarto. La luz del quinqu que arda
+sobre la mesa le hiri de tal modo que estuvo a punto de caer ofuscado.
+Apagola de un soplo, busc a tientas la ventana y la abri de par en
+par. Una rfaga viva de viento y agua le azot el rostro y penetr
+rugiendo por la estancia, echando a volar los papeles de la mesa. D.
+lvaro aspir con delicia el aire fro y hmedo, asomose a la ventana y
+expuso su frente ardorosa a la inclemencia del chubasco. Las mil agujas
+de la lluvia se le clavaron en las mejillas y convertidas en lgrimas
+las baaron completamente. Por algunos minutos goz con voluptuosidad de
+aquel fro, apeteciendo que le penetrase en el cerebro y sosegase<a name="page_176" id="page_176"></a> su
+desordenada actividad. La noche no era tenebrosa. A pesar del espeso
+toldo de nubes, la luz de la luna consegua cernirse y esparca una
+dbil y triste claridad. Slo cuando algn nubarrn ms espeso y ms
+negro pasaba por delante de ella descargando su fardo de agua, la luz se
+extingua casi por completo. Las olas se estrellaban contra los peascos
+que sirven de baluarte al Campo de los Desmayos. El viento silbaba entre
+las grietas de la torre de la iglesia. La msica lgubre de los
+elementos embravecidos calm un poco la fiebre del hidalgo.</p>
+
+<p>Consolado por aquel refresco, respir con libertad; se crey dueo de
+s. Sin embargo, a los pocos instantes el mismo deseo agudo, candente,
+volvi a pincharle el cerebro. Oh, tener delante a la infame, vomitarle
+en el rostro las injurias que su dolor y su indignacin haban acumulado
+durante tres aos; luego cogerla as por el cuello y retorcrselo! Aquel
+instante de placer compensara los tormentos que haba experimentado. Un
+minuto que vala por toda una existencia de dolor. Y por qu no
+gozarlo? No tena en su poder al verdugo de su dicha? No estaba all
+debajo, durmiendo tranquilamente, mientras l se agitaba todava entre
+crueles torturas? Apartose un poco de la ventana y se sec el rostro con
+el pauelo. Sinti que era impotente para luchar con aquel apetito de
+venganza. Toda su filosofa<a name="page_177" id="page_177"></a> despiadada, indiferente, se haba ido a
+pique. El mundo dej de ser pura representacin; se converta en
+realidad innegable; la vida adquira el valor absoluto que tiene para
+todo ser finito. Era forzoso, a despecho de la razn, satisfacer los
+instintos animales que gritan en el fondo de nuestro ser. En vano, para
+calmarse, se deca que todas aquellas emociones nada valan ni
+significaban en el curso eterno de las cosas, que dentro de muy poco
+tiempo todo sera humo; en vano se representaba la imbecilidad del ser
+humano, luchando y padeciendo en holocausto de una fuerza que se burlaba
+de l. Todos sus pensamientos se estrellaban contra un anhelo poderoso,
+irracional que le dominaba. El bruto, como sucede siempre, poda ms que
+el filsofo.</p>
+
+<p>Busc a tientas la salida, y apoyndose en las paredes lleg hasta la
+escalera. Al bajar el primer peldao, sus botas rechinaron en el
+silencio de la casa. Sentose y se despoj de ellas. Luego se desliz
+hasta abajo sin hacer el menor ruido. Sin tropezar, por el conocimiento
+perfecto de la casa, avanz por los corredores hasta llegar a la puerta
+del gabinete azul. En aquel momento el gran reloj del comedor dio una
+campanada. No supo a qu hora perteneca esta media. Acerc el odo a la
+cerradura y estuvo un rato escuchando sin percibir ruido alguno.
+Indudablemente Joaquina estaba ya durmiendo. Entonces se desliz<a name="page_178" id="page_178"></a> hasta
+la puerta de escape que la alcoba tena en el pasillo y volvi a poner
+el odo. Al cabo de un momento pudo or una respiracin igual y serena.
+Un vivo estremecimiento corri por todo su cuerpo al percibirla. Sinti
+un nudo en la garganta, pero un nudo de fuego: el corazn quera
+saltarle del pecho: apoy las manos sobre l para apagar el ruido de las
+palpitaciones. La traidora dorma tranquilamente sin curarse de l.
+Aquel deseo de reconciliacin era, pues, una farsa? Vena a buscar
+dinero solamente? Qu miserable! Qu mujer tan odiosa!</p>
+
+<p>Empleando todas las precauciones imaginables, levant el pestillo de la
+puerta y empuj. Tena el pasador echado por dentro. Entonces se fue a
+la puerta del gabinete. Aqulla estaba abierta. Avanz por la estancia
+sobre la punta de los pies conteniendo la respiracin, lleg hasta la
+alcoba y levant las cortinas. Dio un paso ms y choc con la cama: puso
+la mano sobre ella y la desliz hacia la cabecera. Sinti la presin del
+cuerpo de su esposa al hincharse con la respiracin. Acerc el rostro
+hacia el sitio donde deba de estar la cabeza de la dama, y dijo muy
+quedo:</p>
+
+<p>&mdash;Joaquina, Joaquina.</p>
+
+<p>No despert.</p>
+
+<p>&mdash;Joaquina, Joaquina&mdash;repiti.</p>
+
+<p>Tampoco hizo movimiento alguno. Entonces<a name="page_179" id="page_179"></a> la sacudi levemente por el
+hombro, llamndola de nuevo.</p>
+
+<p>La dama dio un grito y despert despavorida.</p>
+
+<p>&mdash;Jess! Quin es? Quin va?</p>
+
+<p>&mdash;No te asustes, soy yo&mdash;dijo con voz dbil el mayorazgo.</p>
+
+<p>&mdash;Quin? Quin?&mdash;replic la dama, con seales de terror en la voz,
+echndose hacia la pared.</p>
+
+<p>&mdash;Soy yo, soy lvaro... Mira&mdash;aadi con voz temblorosa,&mdash;s que has
+venido a hacer las amistades... Has hecho bien... Olvidmoslo todo,
+comencemos una nueva vida...</p>
+
+<p>La dama no respondi. Metida contra la pared, escuchbase su respiracin
+an anhelante por el susto.</p>
+
+<p>&mdash;Hice esfuerzos sobrehumanos para olvidarte&mdash;prosigui con la misma voz
+temblorosa, apagada por la emocin,&mdash;pero fueron intiles... Ests
+metida a hierro y a fuego dentro de mi pecho... Has sido mi primero, mi
+nico amor en este mundo... Me has hecho mucho dao, mucho! pero aunque
+me hicieses mil veces ms, no se borrarn de mi alma los momentos de
+dicha embriagadora que te debo... Te quiero, s, te quiero, te
+adoro!... Aunque me llamen cobarde, indigno, lo repetir a la faz del
+mundo entero... Si supieses cunto he sufrido! No ha sido mi dignidad,
+mi orgullo destrozado lo que me ha hecho padecer... Mi corazn es el que
+ha<a name="page_180" id="page_180"></a> sufrido... Qu desconsuelo! Qu tristeza tan honda! Pareca como
+si una mano helada me arrancase suavemente las entraas... Pero ya pas
+todo... Verdad que ya pas?... Comenzaremos a amarnos de nuevo, como
+aquella tarde en que te estrech entre mis brazos por primera vez, en
+una calle de rboles de los jardines de Aranjuez...</p>
+
+<p>El mismo silencio por parte de Joaquinita.</p>
+
+<p>&mdash;Contstame... Te he asustado, vida ma? Perdname... Por qu no has
+salido luego que se fue ese cura?... Pensabas que iba a arrojarte?...
+No, preciosa ma... no... Te quiero, te adoro...</p>
+
+<p>Al mismo tiempo, alargando las manos, tropez con una de su esposa, la
+cogi y la llev a sus labios con entusiasmo. La dama la retir
+prontamente.</p>
+
+<p>D. lvaro qued sobrecogido.</p>
+
+<p>&mdash;Por qu me retiras tu mano?... No te tiendo yo la ma, y soy el
+ofendido?... No has venido a reconciliarte conmigo?...</p>
+
+<p>&mdash;S, s, lvaro&mdash;murmur ella.&mdash;A eso he venido... Me has asustado...</p>
+
+<p>&mdash;Perdname, Joaquina... Si supieses qu alegra me causa el or tu
+voz! Pens que nunca ya, nunca ya! la volvera a or. Quieres ser mi
+esposa?&mdash;aadi bajando la voz, inclinndose para acercar la boca al
+rostro de la dama.&mdash;Djame<a name="page_181" id="page_181"></a> un sitio a tu lado, hermosa... Djame ser
+una noche feliz...</p>
+
+<p>&mdash;No, lvaro, ahora no&mdash;volvi a murmurar la esposa infiel.&mdash;Maana...
+Djame, estoy muy cansada... Djame hasta maana...</p>
+
+<p>&mdash;No te molestar. Me estrechar cuanto pueda y dormirs tranquila...</p>
+
+<p>&mdash;No, ahora no puede ser... Maana.</p>
+
+<p>&mdash;Por qu no? No quieres ser mi mujercita? No quieres que seamos
+felices otra vez, como en aquellos primeros meses de nuestro matrimonio?</p>
+
+<p>&mdash;S, lo quiero... Pero ahora estoy muy nerviosa... Deseo quedarme
+sola... Maana ser otro da, y te prometo ser tuya... Ah tienes mi
+mano... Vete a dormir, lvaro... Hasta maana.</p>
+
+<p>Montesinos busc en la oscuridad aquella pequea y hermosa mano, que tan
+bien conoca, y la apret contra sus labios perdidamente, la devor a
+besos. Joaquina la abandon en su poder, esperando que al cabo se
+marchara. Soltola, en efecto, pero fue para echarle los brazos al
+cuello y apretarla contra su pecho, loco, perdido de amor, aplastando
+sus labios con besos brutales, frenticos. La dama forceje rabiosamente
+para desasirse, y lo logr, haciendo tambalearse a su marido de un
+empelln.</p>
+
+<p>&mdash;Te he dicho que no quiero, que no quiero!&mdash;le grit con voz
+colrica.&mdash;Si vuelves <a name="page_182" id="page_182"></a>a tocarme, me marcho desnuda como estoy por esas
+calles... Vete! Vete!</p>
+
+<p>D. lvaro qued clavado al suelo por el estupor. No eran sus palabras
+las que le dejaban fro, horrorizado; era aquella voz aguda como la hoja
+de un pual, que le llegaba hasta lo ms hondo del pecho.</p>
+
+<p>&mdash;Vete! Vete!&mdash;repiti ella alzando an ms el grito.</p>
+
+<p>En aquel momento ni un pensamiento cruzaba, por el cerebro del
+mayorazgo: todas sus facultades quedaron aniquiladas, rotas por la
+sorpresa y el horror del golpe. No senta ms que una viva impresin de
+anhelo, como si se hubiese cado de algn sitio muy elevado y estuviese
+an por el aire. El mundo desapareci en medio de aquella oscuridad;
+nada exista en las tinieblas que le envolvan, ni siquiera su
+pensamiento. Slo quedaba una voz estridente, fatal y un gran dolor, un
+dolor eterno.</p>
+
+<p>&mdash;Vete! Vete!</p>
+
+<p>Tropezando con los muebles, brincando como si escapase de una
+catstrofe, sali de aquella estancia. Se encontr en la escalera
+agarrado fuertemente al pasamanos para no caer. All se detuvo y quiso
+coordinar sus ideas. Por qu corra? Qu haba pasado? No se daba
+razn de aquella huida repentina. Trat de volverse y penetrar de nuevo
+en la estancia de su esposa y entrar en<a name="page_183" id="page_183"></a> explicaciones; pero las piernas
+se negaron a obedecerle. Un horror instintivo, como si hubiese delante
+un pozo negro y hondo, le detuvo. Avanz, cogindose con ambas manos a
+la barandilla, y lleg hasta su cuarto. El huracn, penetrando por la
+ventana abierta, se haba enseoreado de l; los papeles volaban, los
+muebles a que se iba agarrando estaban mojados. Sus manos tropezaron con
+el silln del escritorio, y se sent sin intentar siquiera buscar los
+fsforos ni cerrar la ventana. As permaneci inmvil, con los ojos
+desmesuradamente abiertos en la oscuridad, sin sentir el fro que le
+penetraba hasta los huesos ni el agua de los chubascos que le baaba a
+intervalos la cabeza, no pudiendo determinar si el rumor que le
+ensordeca y le mareaba era realmente el de las olas o sonaba tan slo
+en su cerebro.</p>
+
+<p>As le sorprendi la claridad del da, un da triste y sucio, como casi
+todos los del invierno en Peascosa. Alzose al fin como un sonmbulo,
+entr en la alcoba y se dej caer pesadamente en la cama. Ramiro no pudo
+despertarle a las nueve para tomar el desayuno. Era un sueo invencible,
+de aniquilamiento, semejante a la muerte. Dorma en una inmovilidad
+absoluta, con los ojos entreabiertos y el rostro densamente plido.
+Cuando a las tres de la tarde sali de aquel profundo letargo, supo, sin
+asombro alguno, que su esposa se haba marchado en la diligencia de
+Lancia.<a name="page_185" id="page_185"></a><a name="page_184" id="page_184"></a></p>
+
+<h3><a name="VII" id="VII"></a>VII</h3>
+
+<p>Despus de desahogar su ira la hija de Osuna, sigui por la calle del
+Cuadrante abajo, riendo todava nerviosamente algn tiempo. Pero aquella
+risita se apag al cabo. Sinti un desasosiego extrao, cierto
+abatimiento que hizo flaquear sus piernas. Detvose un instante: le
+acometieron deseos de volverse y espiar de nuevo a la pareja que dejaba
+all en el Campo de los Desmayos. El temor de ser notada la contuvo.
+Aunque vagamente, se daba tambin cuenta de lo singular y censurable de
+su conducta. Por qu haba hecho aquello? Quin era ella para espiar
+los pasos de su confesor, ni menos reprenderle? Su despecho era tan
+vivo, sin embargo, que no le<a name="page_186" id="page_186"></a> permita arrepentirse. Tena la boca seca;
+le ardan las mejillas. Sigui caminando apresuradamente, y se dirigi
+al muelle. Estaba ya solitario. La brisa del mar le refresc un poco. Se
+sinti, no obstante, tan agitada que no quiso volver a casa: necesitaba
+charlar, distraerse. Ira a casa de D. Eloisa y cenara all como otras
+veces.</p>
+
+<p>Justamente iban a ponerse a la mesa los esposos cuando lleg ella. Les
+acompaaba el P. Norberto, lo cual significaba que haba callos.</p>
+
+<p>&mdash;Qu sofocada vienes, hija!&mdash;exclam doa Eloisa.</p>
+
+<p>&mdash;No sabe usted?... Vengo sola desde casa de D. Trinidad... Vengo a
+cenar con ustedes... Pero hganme el favor de mandar un recado a pap.</p>
+
+<p>Se esforzaba en aparecer serena y risuea.</p>
+
+<p>&mdash;Conque solita, eh? Solita a las ocho de la noche&mdash;dijo D. Martn en
+tono de broma.</p>
+
+<p>&mdash;Ay, si supieran ustedes qu agitada vena!... Anda tan poca gente por
+la calle. En un momento en que me vi sola, ech a correr hasta que hall
+a unas mujeres.</p>
+
+<p>&mdash;Qu? Tena usted miedo que la tomasen por una de esas palomas que
+aqu el P. Norberto caza con lazo?&mdash;torn a decir D. Martn con tico
+humorismo de cuartel.</p>
+
+<p>La joven se ruboriz hasta las orejas. Doa<a name="page_187" id="page_187"></a> Eloisa dirigi una mirada
+severa a su marido.</p>
+
+<p>&mdash;Vamos, no empieces a barbarizar, Martn.</p>
+
+<p>&mdash;Seor, yo no hablo ms que de la posibilidad de una
+equivocacin!&mdash;replic el invlido riendo.&mdash;Y si no, que me diga el P.
+Norberto si hay mucha diferencia en la figura entre una seorita y esas
+amiguitas suyas.</p>
+
+<p>&mdash;No son amigas mas, D. Martn&mdash;replic riendo benvolamente el buen
+sacerdote;&mdash;son ovejas descarriadas...</p>
+
+<p>&mdash;Pero usted no les tira piedras para que vuelvan al redil, sino
+besos...</p>
+
+<p>&mdash;Oh! oh! D. Martn!</p>
+
+<p>El bueno de D. Norberto, capelln y organista de la parroquia, demasiado
+modesto para aspirar a sacar triunfante la virtud y la fe entre las
+clases elevadas, se dedicaba con entusiasmo haca ya tiempo a arrancar
+del vicio a esas pobres mujeres que caen en l la mayor parte de las
+veces por miseria. Se introduca en las asquerosas moradas que ocupaban,
+las catequizaba haciendo esfuerzos titnicos de oratoria que le ponan
+rojo como un tomate y le obligaban a toser y escupir de un modo
+imponente. Y cuando el arte de Bossuet no produca efecto, apelaba al
+dinero. Era un soborno piadoso en el que haba gastado el corto caudal
+que heredara de sus padres y que se llevaba tambin la mayor parte de su
+paga. Haba logrado el arrepentimiento de varias pecadoras,<a name="page_188" id="page_188"></a> a las
+cuales sola llevar a cierto asilo o convento establecido para ellas en
+Valladolid, sufragando l, por supuesto, los gastos de viaje,
+instalacin, etc. Pero a cambio de estos triunfos experiment el buen
+capelln horribles desengaos. Muchas veces las bellas pecadoras se
+mostraban arrepentidas, le sacaban todos los cuartos que podan y
+concluan rindose de l y contando el chasco por la villa. Pero no
+desmayaba en su obra. Estaba a prueba de risas y fracasos. Algunas que
+comenzaron engandole, haban terminado arrepintindose sinceramente.
+El sueo de D. Norberto era fundar en Peascosa un convento de
+arrepentidas. Para lograrlo sera capaz de andar pidiendo limosna por
+toda la provincia, de trabajar l mismo como bracero en el edificio,
+hasta de renunciar a comer callos por el resto de su vida.</p>
+
+<p>En la villa todos conocan esta su mana. La mayor parte se mofaba de
+ella. No haba quien no se creyese con derecho para darle acerca del
+particular su bromita ms o menos pesada, segn la educacin del
+individuo. Mas, por mucho que lo fuesen, jams se le vio enfadarse ni
+dar siquiera seales de impaciencia. Rea bondadosamente o se alejaba
+tapndose los odos. Nadie dudaba tampoco, aunque algunos lo
+aparentasen, de su recta intencin y del completo desinters con que
+trabajaba en este asunto. Las mismas mujerzuelas,<a name="page_189" id="page_189"></a> que le engaaban, no
+osaban calumniarle, y si alguna lo haba hecho, pronto fue
+categricamente desmentida por sus compaeras.</p>
+
+<p>&mdash;Martn, te pido por Dios que no desbarres!&mdash;exclam llena de angustia
+D. Eloisa.</p>
+
+<p>&mdash;Mujer, hablo de besos msticos.</p>
+
+<p>&mdash;S, D. Eloisa&mdash;se apresur a decir D. Norberto,&mdash;su esposo quiere
+referirse a los medios suaves que necesito emplear para convencer a esas
+desgraciadas.</p>
+
+<p>D. Martn, comprendiendo que haba ido demasiado lejos, asinti, no sin
+dirigir un guio expresivo al capelln.</p>
+
+<p>Sentronse a la mesa. Obdulia haca esfuerzos atroces por comer, pero su
+estmago se negaba a recibir alimento alguno. Segua en un estado de
+agitacin bien visible. D. Martn la embrom acerca de su falta de
+apetito. Estara por ventura enamorada? A pesar de su inclinacin a la
+iglesia, l apostaba a que haba de concluir apasionndose
+violentamente. De una sola ojeada conoca l los temperamentos
+destinados al amor. Haba ciertas seales: la ojera, que ella tena muy
+pronunciada, los ojitos un poco entornados, los labios secos... y otras,
+y otras. El jefe de invlidos volvi a deslizarse. D. Eloisa estaba en
+brasas, y otra vez le llam al orden con voz angustiosa. Suceda esto
+muy a menudo. D. Martn gozaba lo indecible colreando<a name="page_190" id="page_190"></a> las mejillas de
+las damas con sus frases atrevidas. Le pareca que era el adecuado
+complemento de aquella otra tendencia que senta a enrojecer las de los
+caballeros con sus proverbiales bofetadas. Ambas inclinaciones acusaban
+su temperamento heroico y daban testimonio innegable de su procedencia
+del arma de caballera. Obdulia sola responderle con oportunidad y con
+gracia, dejndole no pocas veces amoscado; pero la preocupacin que
+ahora la embargaba le impidi tomar nota de sus palabras y darles su
+merecido. Antes de terminar la cena sintiose indispuesta y tuvo que
+salir a otra habitacin y arroj cuanto haba comido.</p>
+
+<p>A los postres lleg D. Serafina Barrado con su capelln y mayordomo.
+Ambos venan encarnados, risueos y extraordinariamente locuaces. Los
+ojos les brillaban con fuego alegre y malicioso, que llam la atencin
+de sus amigos.</p>
+
+<p>&mdash;Ah va un cigarro, D. Martn&mdash;dijo el joven presbtero, ofrecindole
+uno de acreditada vitola, igual al que l estaba chupando
+voluptuosamente.</p>
+
+<p>&mdash;Buen tabaco!&mdash;exclam el amo de la casa dndole vueltas entre los
+dedos.&mdash;Qu latigazos se pega usted, amigo!</p>
+
+<p>&mdash;Regulares, regulares&mdash;respondi el clrigo con sonrisa de
+satisfaccin, dirigiendo al mismo tiempo una mirada expresiva a su
+antigua ama, que le pag con otra brillante y cariosa.<a name="page_191" id="page_191"></a></p>
+
+<p>&mdash;Dnde los compra usted?</p>
+
+<p>&mdash;No los compro: me los regalan.</p>
+
+<p>Otro cambio de miraditas risueas y apasionadas.</p>
+
+<p>&mdash;Ah! Entonces le salen a usted por una friolera. Se puede saber quin
+es el seor tan generoso...</p>
+
+<p>&mdash;No es seor; es seora.</p>
+
+<p>Otra miradita.</p>
+
+<p>&mdash;Ah, pcaro! Ya saba yo que gozaba usted de gran favor entre las
+damas.</p>
+
+<p>Por la fisonoma alegrsima de D. Serafina corri una nube que la
+oscureci momentneamente.</p>
+
+<p>&mdash;Es regalo de D. Serafina, con motivo de ser hoy mi cumpleaos&mdash;se
+apresur a decir el presbtero.</p>
+
+<p>&mdash;Ya me pareca a m que venan ustedes hoy demasiado contentos!... Con
+tan fausto motivo hubo juerga, verdad?</p>
+
+<p>&mdash;Cmo juerga?&mdash;pregunt D. Joaqun con cierta inquietud, temiendo la
+franqueza militar de su amigo.</p>
+
+<p>&mdash;S, una comidita ntima con algunos platos extraordinarios y un par de
+botellas de <i>burdeos</i>.</p>
+
+<p>&mdash;No fue <i>burdeos</i>&mdash;replic D. Joaqun riendo,&mdash;Fue borgoa.</p>
+
+<p>&mdash;Mejor que mejor.</p>
+
+<p>&mdash;Ya lo creo!&mdash;exclam D. Serafina, comindose con los ojos a su
+capelln.<a name="page_192" id="page_192"></a></p>
+
+<p>Y volvi a comenzar entre ellos el tiroteo de miraditas y guios,
+prodigndose mil atenciones tiernas que denotaban un estado de felicidad
+perfecta.</p>
+
+<p>La llegada de D. Rita no turb poco ni mucho su xtasis delicioso. Esta
+seora, pequea y regordeta, con grandes ojos negros sin expresin y
+dientes grandes tambin, sanos y amarillos, entraba siempre con un cesto
+donde guardaba la labor. Sacbala con lentitud, trabajaba media hora en
+silencio escuchando atentamente todo lo que se deca, y al cabo recoga
+de nuevo los brtulos y se iba a hacer lo mismo a otra parte. De este
+modo recorra en la noche tres o cuatro casas. Era su mana la de saber;
+saberlo todo, hasta lo ms trivial e insignificante. Se la toleraba bien
+en todas partes, porque a pesar de su desmedida febril curiosidad nunca
+hubo disgusto alguno por su causa. Gozaba con saber tan solamente: era
+un placer desinteresado, intenso, como el de los hombres de ciencia que
+no miran el resultado que sus conocimientos les puede dar. Como el avaro
+amontona en su caja monedas de oro sin pensar en utilizarlas jams, as
+D. Rita atesoraba en su cerebro cuantas noticias privadas poda recoger
+en sus peregrinaciones por la villa, sin molestar a nadie con ellas.
+Pocos se guardaban, pues, de hablar secretos en su presencia; pero si
+alguno lo haca<a name="page_193" id="page_193"></a> y llegaba a notarlo, le acometan tales ansias y
+congojas por conocer lo que le ocultaban, que no dorma, ni descansaba
+un momento; andaba plida, ojerosa, se haca grosera, intratable. Una
+vez que descubra el ansiado secreto, aunque fuese la cosa ms balad,
+recobraba la calma y serenidad, volva a su ser dulce, pacfico,
+inofensivo. Algunos sujetos maleantes, como don Martn, el P. Narciso,
+D. Joaqun y otros, solan embromarla fingiendo algn misterio entre
+ellos, la atormentaban, le hacan perder el juicio de pura curiosidad.</p>
+
+<p>Pero cuando entr el P. Narciso, D. Joaqun se puso ms grave, ocultando
+a su compaero aquella dicha inefable, que le retozaba dentro del alma,
+evitando encontrarse con los ojos alegres, chispeantes de su antigua
+ama. Aqul sinti en seguida en la nariz el tufillo aromtico del
+cigarro, dirigi una mirada escrutadora a su colega, otra a D. Serafina
+y se puso al tanto.</p>
+
+<p>&mdash;Hubo <i>gaudeamus</i>, verdad?&mdash;pregunt por lo bajo.</p>
+
+<p>D. Joaqun neg descaradamente.</p>
+
+<p>Unos tras otros fueron llegando Consejero, Cndida, D. Filomena, el P.
+Melchor, Marcelina y, en suma, casi todos los tertulianos habituales.
+Formronse pronto los grupos de siempre, se disgregaron los elementos de
+aquella sociedad, operndose en ella el fenmeno qumico<a name="page_194" id="page_194"></a> de las
+afinidades electivas. Mas esta operacin no se efectuaba sin las
+violentas conmociones y sacudidas que se observan en el seno de la
+naturaleza, sin las acciones y reacciones a que da origen toda
+fermentacin. Aquella noche Cndida, la huesuda seorita que ya
+conocemos, en vez de ir a besar la mano al P. Melchor y sentarse a su
+lado y cuchichear toda la velada, fue a hacer lo mismo con el P.
+Norberto. Por qu esta desercin? En la tertulia nadie lo saba ms que
+los interesados y D. Rita. El P. Melchor haba tenido la imprevisin de
+decir en una casa que los roquetes que le haca la citada joven eran
+escasos de manga, y que le costaba trabajo con ellos doblar el brazo. En
+cambio, haba elogiado calurosamente un alzacuello que le haba regalado
+D. Marciala. El caso era grave, como cualquiera comprender, y deba
+producir este triste resultado. D. Marciala, viendo al padre Narciso
+cada vez ms inclinado a admitir y agradecer la fervorosa admiracin de
+D. Filomena, mostraba su sentimiento y despecho, acercndose a D.
+Melchor y hablndole con afectado cario. D. Filomena, despus de
+algunos aos de adoracin resignada, silenciosa, haba llegado, cuando
+ya no lo esperaba, a la meta de sus aspiraciones. Tanta atencin, tanto
+cario haban logrado al fin cautivar el espritu del elocuente capelln
+de Sarri, quien daba claras<a name="page_195" id="page_195"></a> muestras a la viuda de su afecto. Despus
+de haberlo intentado en vano muchas veces, aqulla haba recabado de l
+que fuese preceptor de su hijo, y que tomase el cargo con aficin. Su
+temperamento dominante y fogoso se manifest en seguida. El pobre nio
+tuvo que experimentar no slo un trabajo excesivo, superior a su edad,
+sino una serie de castigos crueles, malvolos, refinados. Y D.
+Filomena, que era la dulzura personificada, que jams haba levantado la
+mano sobre su hijo, consenta impasible que aquel hombre lo azotase
+despiadadamente. Acallaba su conciencia dicindose que era para su bien.</p>
+
+<p>Marcelina, que haba soado con suplantar a D. Serafina en el corazn
+de D. Joaqun (y en realidad haba cierto fundamento para este sueo,
+pues el joven presbtero no cesaba de distinguirla entre todas), andaba
+ya bastante desengaada. Adquiri el convencimiento de que aqul la
+tomaba como instrumento para hacer padecer un poco a su ama y tenerla
+ms atenta y sumisa. Tal conviccin la empuj de nuevo hacia D. Narciso,
+a quien haca tiempo haba abandonado; pero ste, que nunca le haba
+profesado gran aficin, como a Obdulia, la rechaz sin miramientos. Si
+embargo, la ex-joven segua luchando bravamente con D. Filomena. Haca
+pocos das haba regalado al capelln una<a name="page_196" id="page_196"></a> colcha de crochet que era una
+verdadera maravilla de trabajo pacienzudo y habilidoso. Por cierto que
+la viuda, al verla sobre la cama del clrigo, experiment un vivo
+disgusto y llor muchas lgrimas en secreto.</p>
+
+<p>Estas agitaciones espirituales, estas luchas de sensibilidad y
+abnegacin entre las piadosas damas que all asistan, eran precisamente
+las que daban algn inters dramtico a aquel mundo sereno, inocente. No
+eran ciertamente las competencias groseras que se establecen en las
+sociedades profanas, donde las intrigas afectan un carcter violento,
+donde las relaciones del varn y la hembra tienen su fundamento siempre
+en la explosin de los sentidos, llevan el sello abominable de la
+animalidad. Aqu todo se efectuaba de un modo suave, inocente,
+espiritual: los pequeos sacudimientos de que hemos hecho mencin
+semejaban el leve rizado de un lago trasparente y hermoso. Era aquella
+tertulia como una antesala del cielo, donde las relaciones de los
+ngeles, de los santos y las santas alcanzan el supremo grado de la
+pureza inmortal.</p>
+
+<p>Lo que estaba pasando por el alma de la hija de Osuna confirma bien la
+idea que acabamos de formular. Despus de experimentar aquel trastorno
+gstrico, hijo de la excitacin en que se hallaba, cay en profundo
+desfallecimiento fsico y<a name="page_197" id="page_197"></a> moral. Senta la impresin de si hubieran
+cometido con ella una gran perfidia, y aunque su pensamiento le deca
+vagamente lo absurdo de tal sensacin, no poda minorar su intensidad,
+ni menos desecharla. Odiaba al P. Gil, le odiaba con toda su alma. Dara
+algo por vengarse. De qu? No se lo deca; pero all en el fondo del
+alma estaba persuadida de que tena razn para ello. Form resolucin
+inquebrantable de no confesar ms con l. Con l! Un sacerdote que
+entra de noche en los portales a cuchichear con mujeres hermosas y
+elegantes! Puf! Sera vergenza el hacerlo. Obdulia estaba bien segura
+de que la mujer que hablaba con su confesor era linda. Esta seguridad la
+torturaba. Por supuesto que, si tena el atrevimiento de venir a
+hablarle, le dara un desaire de los gordos, le volvera la espalda. Y
+confesara otra vez con D. Narciso. Y dira a sus amigas en qu
+situacin le haba visto con una seora desconocida y elegante. Porque
+no caba duda de que vesta con elegancia, bien lo haba reparado. Aquel
+abrigo largo no estaba hecho en Peascosa. Quin sera? Alguna de
+Lancia, seguro, que vendra a hacerle una visita. Y por qu se viene de
+lejos a visitar a un sacerdote no siendo su madre, o su hermana o su
+deuda? No sabe esa seora que la fama de los sacerdotes es muy delicada
+y cualquier cosa la quiebra? El cerebro<a name="page_198" id="page_198"></a> de la joven no cesaba de dar
+vueltas y ms vueltas a estas ideas y a otras anlogas, mientras su
+cuerpo permaneca inmvil, abatido, clavando los ojos obstinadamente en
+las manos de D. Marciala, que no dejaba un momento su calceta. Sentase
+enferma, deseaba irse; pero una vaga esperanza, que no poda definir, la
+retena a su pesar.</p>
+
+<p>Mientras tanto el P. Norberto estaba sorprendido y confuso por las
+inusitadas atenciones de que era objeto por parte de Cndida. El pobre
+no estaba acostumbrado a que se las prodigasen. El bello sexo de
+Peascosa le profesaba cierto desdn compasivo. Tenasele por un
+sacerdote virtuoso, pero de muy cortos alcances. Sus mismos compaeros,
+cuando hablaban de l, lo hacan sin dejar de los labios una sonrisa
+medio protectora, medio burlona. Para las damas, la virtud del P.
+Norberto no tena poesa, careca de ese encanto especial que en otros
+sacerdotes la hace contagiosa, era una virtud pedestre, que no se
+traduca en conceptos delicados y sublimes como en el P. Narciso, el P.
+Gil y otros. As que rara era la joven que se confesaba con l, ni menos
+la que apeteciese su conversacin o tuviese gusto en envolverle entre
+nubes de incienso, como haca Cndida en aquel momento. Su misma
+inclinacin a rescatar las mujerzuelas perdidas, por ms que se
+respetase, no le haca<a name="page_199" id="page_199"></a> simptico a las seoritas. Verdad que l se
+pasaba admirablemente sin esta simpata y no le quitaba de engordar cada
+da ms y pasar la vida riendo. Las lisonjas que le estaba vertiendo al
+odo con voz insinuante su nueva hija de confesin, en vez de agradarle,
+le turbaban, le molestaban visiblemente. Fue una de las pocas veces en
+que pudo vrsele serio. Haca rechinar la silla, cambiando de postura a
+cada instante, y restallaba los nudillos de las manos de un modo
+formidable, tosa, se pona colorado, y de vez en cuando dejaba escapar
+de la garganta un leve bufido con que su modestia alarmada protestaba.
+Por ltimo, solicitado vivamente por la dulce perspectiva del tresillo,
+aprovech una pausa de la doncella para levantarse y decir torciendo un
+poco las caderas a guisa de saludo:</p>
+
+<p>&mdash;Con permiso de usted, seorita.</p>
+
+<p>En cuanto sali de aquella situacin angustiosa, su faz sangunea se
+dilat y volvi a aparecer en ella la sonrisa de benevolencia universal
+que le serva de principal ornamento. Su llegada al grupo donde estaban
+Consejero, D. Martn, Osuna y otro caballero militar de Lancia fue
+acogida con alegra.</p>
+
+<p>&mdash;Te presento&mdash;dijo D. Martn a su amigo forastero, bajando la voz y
+echando una mirada recelosa alrededor para cerciorarse de que no le oa
+su mujer,&mdash;al padre Norberto, un cura que<a name="page_200" id="page_200"></a> te podr informar de todos
+los <i>chamizos</i> de la poblacin, si deseas conocer alguno.</p>
+
+<p>&mdash;Oh, oh! D. Martn, por Dios!</p>
+
+<p>&mdash;Atrvase usted a decir que no los conoce!</p>
+
+<p>&mdash;Hombre, s... de algunos s... Por desgracia, necesito entrar en ellos
+alguna vez...</p>
+
+<p>&mdash;Este seor se dedica a las jvenes extraviadas&mdash;continu D. Martn,
+dirigindose a su compaero, que sonrea lleno de asombro.</p>
+
+<p>&mdash;Jess! Considere, D. Martn, que este seor no me conoce...</p>
+
+<p>&mdash;Pues para que le conozca a usted hablo.</p>
+
+<p>D. Eloisa, de lejos, echaba miradas de terror a su marido, observando
+la confusin de D. Norberto y la risa de los otros.</p>
+
+<p>&mdash;Bueno&mdash;prosigui el seor de las Casas, hacindose prudente y
+conciliador,&mdash;yo no dir, D. Norberto, que usted vaya con mala idea a
+esas casas de perdicin; pero lo que sostendr siempre es que les est
+usted prestando un gran servicio: est usted haciendo su agosto.</p>
+
+<p>&mdash;Cmo, cmo?&mdash;pregunt asustado el clrigo.</p>
+
+<p>&mdash;Pues muy sencillo; ayudando a que se eleve el precio de la mercanca.
+Recuerde el ejemplo de Carmen la zapatillera...</p>
+
+<p>sta era una muchacha a quien el P. Norberto haba conseguido sacar de
+una casa de prostitucin y llevar a un convento. Al cabo de algn<a name="page_201" id="page_201"></a>
+tiempo se sali y volvi a la mala vida. Torn D. Norberto a persuadirla
+al arrepentimiento, y otra vez ella se vino del asilo y se entreg al
+vicio.</p>
+
+<p>&mdash;Y qu tiene que ver?...</p>
+
+<p>&mdash;Voy a explicrselo, padre, voy a explicrselo... Atiendan ustedes...
+Cuando usted catequiz a Carmen, no me negar que la mercanca estaba
+bastante depreciada ya...</p>
+
+<p>&mdash;Yo no s! Qu cosas tiene usted, D. Martn!&mdash;exclam el clrigo
+azorado.</p>
+
+<p>&mdash;Me consta, padre, me consta. Pues bien, despus que estuvo un ao por
+all y engord un poco en el convento y volvi rodeada de cierta aureola
+de honradez, el precio se elev notablemente. Vuelve usted a llevrsela
+cuando ya estaba un poco estropeadilla y la demanda haba mermado hasta
+un punto que haca temer por la buclica, y ahora que viene otra vez
+gordita y santificada, se cotiza de nuevo como en sus mejores tiempos.</p>
+
+<p>&mdash;Jess! Jess! Vaya todo por Dios!&mdash;exclam el clrigo tapndose los
+odos, pero sin enfadarse.&mdash;No sea usted tan malo, D. Martn.</p>
+
+<p>D. Eloisa, que bien adverta lo que estaba pasando, se levant al fin
+de la silla y vino hacia ellos, preguntando con mal humor:</p>
+
+<p>&mdash;No juegan hoy al tresillo?</p>
+
+<p>&mdash;Vamos all, vamos all&mdash;respondi su marido,<a name="page_202" id="page_202"></a> sofocando la risa que le
+flua del cuerpo, como a los dems.</p>
+
+<p>Sentronse Consejero, D. Norberto y l a la mesa, y no tardaron en
+abstraerse de todos los ruidos mundanales bajo la influencia fascinadora
+de la espada, la mala y el basto. Poco despus Consejero rechinaba los
+dientes y se tiraba cruelmente del bigote, encontrndose dos veces
+seguidas con el tres de bastos, su enemigo personal. Haca ya muchos
+aos que se tenan declarada una guerra a muerte. Cada vez que le vena
+a las manos, Consejero se crispaba, juraba sordamente como un carretero.
+El tres de bastos, malintencionado y socarrn como ningn otro naipe,
+gozaba al parecer con verle irritado, y se colaba bonitamente siempre
+que poda en el montoncillo que le repartan. No slo en la tertulia,
+sino en toda la villa era conocida esta antipata. Algunos, con ciertas
+precauciones por supuesto, porque D. Romualdo se disparaba fcilmente,
+le embromaban con ella. En cierta ocasin, pescando con caa detrs de
+la iglesia, sac en el anzuelo un naipe que result ser el tres de
+bastos. No le cupo duda de que lo haban tirado all con intencin, pero
+no dijo palabra para que no se rieran.</p>
+
+<p>Mientras tanto Osuna haba ido a frotarse un poco contra D. Eloisa.
+Entre todas las damas que asistan a aquella tertulia no haba ms<a name="page_203" id="page_203"></a> que
+dos gordas, D. Teodora y D. Eloisa. Estaba tambin en buenas carnes
+D. Rita, pero era blanda, amarilla. Las dems escocia pura, como l
+llamaba a las flacas, aludiendo al bacalao. As que no tena fin el
+desprecio que nuestro jorobado profesaba a aquella sociedad degenerada y
+exhausta de tejido adiposo. Slo iba por all a buscar a su hija, o
+cuando materialmente no saba dnde refugiarse. D. Eloisa miraba con
+benevolencia (como lo miraba todo la buena seora) aquella pasin que el
+monstruo pareca sentir hacia ella. Cuando se le acercaba demasiado,
+separbase dulcemente, sin extinguirse por eso su sonrisa bondadosa. En
+cambio D. Teodora le tena un gran miedo, verdadero terror. Lo mismo
+era aproximarse Osuna, que ya estaba la casta jamona sofocada, inquieta,
+un color se le iba y otro se le vena. Pero era tal la vergenza que
+senta, que no hubiera declarado a su mismo padre las insinuaciones del
+sucio contrahecho. Qu diferencia entre este indecente y el sereno,
+majestuoso y romntico D. Juan Casanova! Ni con D. Peregrn poda
+comparrsele, con ser ste, en concepto de la madura doncella, un sujeto
+mucho ms voluptuoso y terrestre.</p>
+
+<p>D. Peregrn haba llegado, segn costumbre, de los ltimos. Y si la
+tertulia no advirti en la mayor estridencia de sus bufidos nasales, en
+su<a name="page_204" id="page_204"></a> parpadear infinitamente ms solemne y en la grave manera de poner
+una pierna sobre otra y echarse hacia atrs que algo importante,
+importantsimo, tena que comunicar, fue que no quiso advertirlo.
+Aguard pacientemente, como todos los hombres seguros del xito, a que
+hubiese una pausa, y cuando lleg, profiri con su voz gangosa,
+penetrante, encarndose con el ama de la casa:</p>
+
+<p>&mdash;A que no sabe usted a quin acabo de ver entrar en casa de su
+hermano, en compaa del excusador?</p>
+
+<p>A Obdulia le dio un salto tan recio el corazn, que pens caer al suelo.
+Los dems, incluso D. Eloisa, alzaron la cabeza con curiosidad.</p>
+
+<p>&mdash;Quin era?</p>
+
+<p>&mdash;Su cuada Joaquina&mdash;grit ms que dijo el ex-gobernador interino de
+Tarragona, como si anunciara el juicio final.</p>
+
+<p>Profundo estupor en toda la tertulia.</p>
+
+<p>&mdash;Mi cuada!&mdash;exclam.</p>
+
+<p>&mdash;Su misma cuada&mdash;confirm D. Peregrn con trompeteo horrsono.</p>
+
+<p>&mdash;No puede ser!&mdash;dijo D. Eloisa.</p>
+
+<p>&mdash;No puede ser!&mdash;exclam su marido, suspendiendo el juego.</p>
+
+<p>&mdash;No puede ser!&mdash;repiti D. Serafina Barrado.</p>
+
+<p>El ex-gobernador de Tarragona dej escapar<a name="page_205" id="page_205"></a> por la nariz algunos
+resoplidos fragorosos, como una locomotora que desaloja el vapor
+sobrante, y repuso:</p>
+
+<p>&mdash;Creen ustedes, seores, que no tengo ojos en la cara?</p>
+
+<p>Esta pregunta trascendental, acompaada del adecuado fruncimiento de
+cejas, produjo bastante impresin entre los interruptores.</p>
+
+<p>&mdash;Bien pudo usted haberse equivocado&mdash;dijo el invlido.</p>
+
+<p>&mdash;Es tan fcil!&mdash;exclam D. Eloisa.</p>
+
+<p>&mdash;La he visto como les veo a ustedes ahora, a tres pasos de distancia.
+Vena yo de hablar con el sacristn para la cuestin del aniversario de
+mi seor padre, cuando al embocar la calle del Cuadrante veo al P. Gil
+con una seora que me pareci forastera. Quise saber quin era, y me
+detuve un poco cerca del farol, ocultndome detrs del quicio de una
+puerta. Era Joaquinita, sin duda alguna. Esper un poco y los segu con
+la vista hasta que entraron en casa de Montesinos.</p>
+
+<p>&mdash;Pero usted la conoce bien?&mdash;pregunt el P. Narciso.</p>
+
+<p>&mdash;Lo mismo que a usted.</p>
+
+<p>&mdash;Peregrn, debes tener presente que no le has hecho ms que una visita
+en Madrid, y por la noche, segn me has dicho&mdash;apunt tmidamente D.
+Juan.<a name="page_206" id="page_206"></a></p>
+
+<p>El ex-gobernador arroj a su hermano una mirada de indecible desprecio.</p>
+
+<p>&mdash;Juan, no metas la pata.</p>
+
+<p>&mdash;Peregrn, no s por qu...</p>
+
+<p>&mdash;Juan!...</p>
+
+<p>&mdash;Peregrn!...</p>
+
+<p>&mdash;Que no la metas! Que no la metas! A esa seora la he visto despus
+de visitarla otra porcin de veces en la calle, y la he saludado. Por lo
+tanto, me veo en la triste necesidad de manifestarte que lo que acabas
+de decir es una impertinencia. Cuando he asegurado que conoca a esa
+seora, es porque la conoca. Yo no hablo nunca a humo de pajas. Si
+fuera un hombre ligero y sin fundamento, no hubiera podido ocupar las
+posiciones que he ocupado. Srvate de gobierno.</p>
+
+<p>&mdash;Ahora que me acuerdo&mdash;dijo Cndida,&mdash;hoy he visto apearse de la
+diligencia a una seora rubia con un traje muy elegante.</p>
+
+<p>D. Peregrn alz los hombros con un gesto de profundo desdn, como si
+quisiera decir: A qu viene usted en mi apoyo para contrarrestar los
+absurdos de este necio?</p>
+
+<p>Aquel dato y aquel gesto concluyeron de aniquilar a D. Juan, cuyo rostro
+expres el abatimiento. Pero D. Teodora, con sus grandes ojos serenos,
+le clav una mirada tan afectuosa que las facciones del caballero,
+contradas por la pesadumbre, se fueron dilatando gradualmente, y<a name="page_207" id="page_207"></a> una
+plcida sonrisa melanclica concluy por esfumarse en sus labios. La
+frente de D. Peregrn, en cambio, qued surcada instantneamente por una
+porcin de arrugas. La innegable superioridad que tena sobre su
+hermano, de qu le serva? Cuanto mejor la demostraba delante de la
+fresca jamona, tanto ms se inclinaba sta a favor de l. Razn tena el
+juez de primera instancia de Tarragona cuando le deca que la mujer era
+un tejido de contradicciones.</p>
+
+<p>Obdulia sinti que una alegra intensa, infinita, le entraba a chorros
+dentro del alma. Su cuerpo, enervado, incapaz de movimiento, adquiri
+sbito la ligereza de un pjaro. Quera salir prontamente de aquella
+estancia y surcar los aires y cantar su gozo. Cualquiera podra observar
+el cambio operado en ella. Al mutismo obstinado en que yaca sucedi una
+locuacidad extrema, una charla animada, insustancial, entreverada de
+carcajadas extraas en que se placa, desahogando la emocin que la
+embargaba, estirando sus nervios encogidos. Ni saba bien lo que estaba
+diciendo, ni D. Filomena, con quien platicaba, se enteraba tampoco,
+atenta a contemplar la faz inteligente del P. Narciso y gozar del brillo
+de sus humoradas. Al poco rato sinti la garganta seca y calor inusitado
+en las mejillas. El caballero de Lancia, que all estaba, hizo la
+observacin, que se apresur a comunicar a Osuna,<a name="page_208" id="page_208"></a> de que su hija tena
+los ojos muy negros y brillantes, y que le sentaban muy bien las rosetas
+encarnadas que el calor le haba sacado en el rostro.</p>
+
+<p>La noticia haba producido sensacin en todos. Pocos eran los que
+conocan all a la esposa de Montesinos, aunque nadie ignoraba los
+incidentes del drama conyugal que haba retrado al mayorazgo a
+Peascosa. Pero lo que en los extraos era pura curiosidad, en la buena
+de doa Eloisa se ofreci, como es lgico, con la apariencia de viva y
+honda emocin. Quiso desde luego salir a saber lo que pasaba en casa de
+su hermano, quiso despus que fuese su marido, quiso enviar un criado. A
+todo se opuso D. Martn que, viendo las cosas con ms frialdad,
+comprenda que cualquier paso de stos en aquel instante era inoportuno.
+La conversacin se anim extremadamente, hasta el punto de que los
+tresillistas suspendieron el juego y tomaron parte en ella. Los
+comentarios que se hicieron, infinitos. Se forjaron mil hiptesis sobre
+el caso. Unos opinaban que la esposa, arrepentida, vena a pedir perdn
+a su marido, otros que haca el viaje tan slo para reclamar de l
+alimentos, otros que su intento era entablar la demanda para formalizar
+el divorcio, otros que el marido la haba llamado, no pudiendo desterrar
+de su corazn el amor que la profesaba (la mayora del elemento
+femenino<a name="page_209" id="page_209"></a> se inclinaba a esta suposicin), otros que el P. Gil, <i>motu
+proprio</i>, haba escrito a D. Joaquinita y haba preparado la escena, a
+fin de que D. lvaro la perdonase, otros que haba persuadido a ste a
+que la llamase a Peascosa. Ni faltaba tampoco quien supusiera que D.
+lvaro y su esposa haca tiempo que mantenan correspondencia, y que era
+ella quien resista venir a visitarle hasta la hora presente.</p>
+
+<p>&mdash;De todos modos, lo que no ofrece duda es que el P. Gil tiene una
+intervencin muy principal en el asunto, y a l le pertenece la gloria
+de la reconciliacin&mdash;dijo gravemente D. Narciso.</p>
+
+<p>&mdash;Si la hay&mdash;repuso Consejero.</p>
+
+<p>&mdash;La habr&mdash;replic el capelln.&mdash;La habr, y aqu D. Martn tendr
+quiz el gusto pronto de ver un sobrinito que le distraer con sus
+travesuras y sus gracias.</p>
+
+<p>D. Martn, a quien su alma de hroe no le quitaba de tener muchsimas
+ganas a la herencia del cuado, cuya salud era endeble, arrug las
+narices y murmur groseramente:</p>
+
+<p>&mdash;Me tiene sin cuidado.</p>
+
+<p>&mdash;No lo creo; no puedo creerlo, D. Martn. A usted no puede menos de
+alegrarle que la noble casa de Montesinos no se extinga, que haya quien
+lleve honrosamente este apellido... Luego ha de parecer bien aquella
+casa tan grande con unos cuantos chicos que la alegren con sus risas y
+sus<a name="page_210" id="page_210"></a> gritos. La obra del padre Gil es de las ms meritorias que ha
+llevado a cabo, y eso que las ha hecho muy buenas.</p>
+
+<p>Obdulia le clav una mirada colrica; pero templndose sbito, repuso
+con sonrisa inocente:</p>
+
+<p>&mdash;Usted no tiene nada que envidiarle, don Narciso. Quin no recuerda en
+la villa los muchos matrimonios que por su mediacin estn hoy bien
+avenidos? Sin ir ms lejos, todo el mundo sabe que D. Feliciano quera
+muy poco a D. Nieves... y ya ve usted, hoy estn como dos pichones.</p>
+
+<p>Este D. Feliciano era el marido que, segn se deca en secreto, haba
+roto una pierna al P. Narciso arrojndole por las escaleras.</p>
+
+<p>Los circunstantes se miraron con inquietud. Hubo un silencio embarazoso.
+Consejero solt la carcajada, y exclam, poniendo una carta sobre la
+mesa, como si se refiriese al juego:</p>
+
+<p>&mdash;Anda, vuelva usted por otra!</p>
+
+<p>Todos comprendieron que se diriga al padre Narciso, y esto aument la
+inquietud. El clrigo se puso colorado y murmur:</p>
+
+<p>&mdash;Gracias, gracias. Todos tenemos obligacin...</p>
+
+<p>&mdash;Usted va ms all de la obligacin, padre... Muchas veces lo que usted
+hace es pura devocin&mdash;replic la hija de Osuna con encantadora
+sencillez.<a name="page_211" id="page_211"></a></p>
+
+<p>&mdash;Arrea!&mdash;volvi a exclamar Consejero, con la vista fija en las cartas.</p>
+
+<p>&mdash;Qu es eso, D. Romualdo?&mdash;pregunt riendo D. Norberto.&mdash;Le ha tocado
+el tres de bastos?</p>
+
+<p>&mdash;S, seor; pero me consuela que hay palos para todos.</p>
+
+<p>&mdash;Pues yo no tengo ninguno&mdash;replic el cndido presbtero.</p>
+
+<p>&mdash;Otro los recibir!</p>
+
+<p>&mdash;Hacemos todos lo que podemos; pero no cabe duda que unos pueden ms
+que otros. El P. Gil es un santo, es un apstol de los primeros tiempos
+de la Iglesia. Ninguno de nosotros tiene la presuncin de competir con
+l en celo ni en sabidura&mdash;manifest D. Joaqun, viniendo en socorro de
+su amigo, con una risita venenosa que hara saltar una piedra.</p>
+
+<p>&mdash;En sabidura puede que tenga usted razn, D. Joaqun&mdash;replic
+vivamente Obdulia;&mdash;pero en celo, me parece que est usted en un error.
+Es usted demasiado modesto... No es por adularle, pero tratndose de
+celo, yo creo que es usted tan celoso como el primero, verdad, doa
+Serafina?</p>
+
+<p>Un gruido de todo punto extrao se escap en aquel momento de la
+garganta de Consejero, al cual sigui inmediatamente un violento golpe
+de tos que le dej sin respiracin por algunos segundos.<a name="page_212" id="page_212"></a> D. Joaqun
+tambin sinti cierto picor en la garganta, que le oblig a toser
+volviendo la cabeza. D. Serafina no contest a la pregunta, porque se
+distrajo hablando con D. Eloisa.</p>
+
+<p>La conversacin cambi de rumbo, como si tcitamente todos convinieran
+en que aqul era peligroso. Poco despus ces de ser general, y
+volvieron a formarse los grupitos de costumbre. D. Martn estaba
+malhumorado y disputaba a cada jugada. D. Eloisa hablaba tranquilamente
+del caso. Ninguno, por estupendo que fuese, consegua alterar el sistema
+nervioso de la buena seora. Su interlocutora D. Serafina segua
+dirigiendo frecuentes miraditas y sonrisas a su capelln; pero ste se
+haba puesto repentinamente serio, cejijunto. Una nube de tristeza pas
+tambin por la bella alma apasionada de la respetable viuda, y sus
+miradas comenzaron a ser tmidas, inquietas, llenas de muda
+reconvencin.</p>
+
+<p>Son la campanilla de la puerta. Nadie lo advirti mas que el ama de la
+casa y Obdulia, cuyo rostro se cubri de palidez. Clav los ojos en la
+puerta con espanto, como si por ella fuese a entrar un aparecido: sus
+nervios se pusieron en tensin bajo una misteriosa influencia magntica.
+Un minuto despus alzose la cortina y apareci la esbelta figura del P.
+Gil.</p>
+
+<p>Todos los ojos se volvieron hacia l con expresin<a name="page_213" id="page_213"></a> de curiosidad. La
+noticia de la llegada de Joaquinita los tena sobresaltados: se anhelaba
+saber lo que haba pasado. Pero antes de que nadie hablase ni el
+sacerdote diera paso alguno por la sala, Obdulia se levant de la silla,
+avanz precipitadamente a su encuentro y se dej caer de rodillas a sus
+pies. Al mismo tiempo le tom una mano y comenz a imprimir en ella
+vivos y fuertes besos, mientras baaban sus mejillas las lgrimas y le
+rompan el pecho los sollozos. El P. Gil quiso arrancarse a aquellas
+demostraciones, pero no pudo. La arrepentida doncella le tena sujeto
+con las manos crispadas. Turbado hasta lo indecible, no supo decir ms
+que...</p>
+
+<p>&mdash;Obdulia, clmese usted... Clmese usted! Clmese usted, por Dios!
+Levntese usted!... Levntese usted, por Dios!...</p>
+
+<p>Su faz blanca, nacarada, estaba cubierta de vivo rubor. Un soplo de
+emocin delicada y mstica corri por toda la tertulia. Algunas jvenes
+tambin se ruborizaron. Los clrigos se miraron unos a otros. Consejero,
+despus de echar una mirada socarrona de absoluta indiferencia al grupo,
+convirti de nuevo la vista a los naipes y murmur:</p>
+
+<p>&mdash;El Redentor y la Magdalena!</p>
+
+<p>Pero Obdulia solt al fin la mano del sacerdote y cay al suelo, presa
+de un violento ataque de<a name="page_214" id="page_214"></a> nervios. Entonces todas las seoras se
+precipitaron hacia ella y le prodigaron los cuidados de costumbre.
+Porque escenas semejantes e idnticos ataques se producan a menudo en
+aquella tertulia de vrgenes nerviosas y viudas msticas. Salieron a
+relucir los pomos, los frascos de antiespasmdico. Un olor penetrante de
+ter se esparci en seguida por la estancia.<a name="page_215" id="page_215"></a></p>
+
+<h3><a name="VIII" id="VIII"></a>VIII</h3>
+
+<p>La distincin entre las llamadas naturaleza orgnica e inorgnica es
+completamente arbitraria. La fuerza vital, como vulgarmente se la
+concibe, es una quimera. La materia en que reside la vida nada tiene de
+especial. No existe en los cuerpos orgnicos ningn elemento fundamental
+que no se encuentre ya en la naturaleza inorgnica: la sola cosa
+especial es el movimiento de esta materia. La vida no es ms que un modo
+particular ms complicado de la mecnica: una porcin de la materia
+total pasa de tiempo en tiempo de su curso habitual a otras
+combinaciones qumicas y orgnicas; despus que ha permanecido en ellas
+un cierto perodo vuelve al movimiento general.</p>
+
+<p>El P. Gil lea con profunda emocin estas y<a name="page_216" id="page_216"></a> otras anlogas
+proposiciones en un libro que haba sacado de la biblioteca de D.
+lvaro. Despus que hizo un auto de fe con los libros histricos de
+ste, referentes a los orgenes del cristianismo, estuvo mucho tiempo
+sin tomar siquiera en las manos ningn otro de su biblioteca. Continuaba
+visitando al mayorazgo de vez en cuando, pero hua de toda conversacin
+metafsica. La salud de D. lvaro empeoraba a ojos vistas desde la
+llegada y sbita partida de su esposa. Su tristeza, su estado miserable
+le inspiraban cada da ms compasin. El horror que antes senta hacia
+l haba desaparecido. Por encima de las diferencias religiosas y
+filosficas, de la oposicin de inteligencia y carcter asomaba
+briosamente el amor a la humanidad que lata en el corazn profundamente
+cristiano del joven sacerdote. D. lvaro era un hermano que padeca.
+Ante esta consideracin, todas las dems ceden en las almas donde ha
+soplado el espritu del sublime Nazareno. Pero D. lvaro tampoco era el
+malvado diablico, que se haba representado en los primeros das que le
+conoci. A ratos lo pareca. Un demonio hablaba y rea por su boca en
+ocasiones, maldiciendo de Dios y de los hombres. En otras, sin embargo,
+mostrbase dulce, afectuoso, compasivo, y hablaba con tal inocencia que
+pareca estar oyendo a un nio. Aunque se defendiese contra ella, el P.
+Gil no<a name="page_217" id="page_217"></a> poda menos de sentir cada da ms aficin a este desgraciado.</p>
+
+<p>Una maana departan los dos en el gabinete de la torre que serva de
+despacho y biblioteca. D. lvaro haba pasado toda la noche tosiendo.
+Estaba fatigado, molido. Al cabo de un rato cerr los ojos y se qued
+traspuesto en la butaca. El P. Gil ni crey bueno el despertarle para
+despedirse, ni se atrevi a marcharse sin hacerlo. En esta
+incertidumbre, se puso a hojear algunos libros que andaban esparcidos
+sobre la mesa. Tropezaron sus ojos con uno de geografa, y ley
+distradamente algunos prrafos. Al cabo la lectura logr interesarle.
+El autor describa pintorescamente algunas comarcas desconocidas y
+ciertos fenmenos de la mar muy curiosos. La instruccin del P. Gil en
+las ciencias naturales era limitadsima. En el seminario de Lancia
+ocupaban stas un lugar muy secundario: apenas si se les exiga a los
+alumnos algunas nociones insignificantes de fsica, qumica e historia
+natural. Adems, siempre les haba profesado cierto desprecio inculcado
+por el rector su maestro; el desprecio que los ascetas sienten hacia
+todo lo que se relaciona con la materia. As que tales descripciones le
+cogan de nuevas. El libro era clebre en el mundo cientfico; haba
+odo hablar de l; pero nunca cayera en sus manos hasta entonces.
+Titulbase <i>Cosmos</i>; su<a name="page_218" id="page_218"></a> autor, Alejandro Humboldt. Cuando D. lvaro
+abri los ojos al fin y le vio enfrascado en la lectura, le pregunt
+sonriendo:</p>
+
+<p>&mdash;Le interesa a usted ese libro, padre?</p>
+
+<p>&mdash;Muchsimo.</p>
+
+<p>&mdash;Pues llveselo usted... Llvese usted el primer tomo, que se es el
+segundo.</p>
+
+<p>Y levantndose y sacndolo de uno de los armarios, se lo present al
+sacerdote. Este vacil en tomarlo.</p>
+
+<p>&mdash;Est condenado por la Iglesia?</p>
+
+<p>&mdash;No lo creo&mdash;replic sonriendo el hidalgo.&mdash;Es un libro puramente
+expositivo, sin intencin alguna polmica.</p>
+
+<p>En esta confianza se llev a su casa el tomo primero y se puso con afn
+a leerlo. Comenzaba con una descripcin elocuentsima del mundo sideral,
+del panorama de las grandezas celestes. El autor desenvolva con pluma
+vigorosa el mecanismo inmenso de los cuerpos que giran en el espacio.
+Ante su vista asombrada pasaron mundos tras mundos, sistemas tras
+sistemas en la sucesin sin fin de los universos estrellados, globos
+inmensos volando en rpido torbellino sobre s mismos, lanzados a toda
+velocidad en los desiertos del vaco. Qu velocidad, eterno Dios! Una
+bala de can es una tortuga en comparacin con ellos. Estos globos,
+millares y millones de veces ms grandes que nuestra tierra, caminan<a name="page_219" id="page_219"></a>
+centenares de miles de leguas por da. Bajo la accin irresistible de
+fuerzas colosales, misteriosas, son arrebatados por el espacio con la
+rapidez del relmpago. Y todos ellos son mundos donde palpita la vida
+con eterna y maravillosa fecundidad: en la combinacin misma de sus
+movimientos hallan la renovacin de su juventud y belleza: son otros
+tantos soles que esparcen y trasmiten como el nuestro a otras tierras
+que los acompaan su luz y su vida. En ellos tambin se alzan las
+montaas hermosas coronadas de nieve, tambin suspira el viento en los
+bosques y se retratan sus paisajes en los lagos silenciosos; tambin se
+despliega en su superficie la inmensidad de los ocanos, agitados,
+turbulentos unas veces, otras serenos, iluminados por los resplandores
+de la luz crepuscular; tambin se sufre, tambin se goza, tambin se
+lucha, tambin se ama... Y todas estas moradas del espacio navegan al
+travs del ocano celeste sin temor a los escollos, a los choques o a
+las tempestades, sostenidos y guiados por una fuerza invisible que jams
+se equivoca. Ms all de esos millares de astros, que percibimos a
+simple vista, hay cien millones que percibimos con el telescopio; ms
+all de esos cien millones hay otros millones de millones ms, que
+recorren la inmensidad con celeridades aterradoras. Eso que nos aparece
+como un poco de polvo blanco, como<a name="page_220" id="page_220"></a> leve imperceptible vapor, es una
+nebulosa: millones de soles tan grandes y mayores que el nuestro la
+forman, escoltados por una legin de planetas y satlites que respiran y
+beben su aliento. Y esta nebulosa no es ms que una provincia del ter.
+Ms all hay otras, y otras, hasta el infinito.</p>
+
+<p>Ante esos movimientos inconcebibles que arrastran por los desiertos
+infinitos a millares y millares de soles; ante esa colosal catarata, esa
+lluvia de estrellas que rueda sin cesar por los abismos del espacio;
+ante esas rbitas inconmensurables; ante esas distancias y velocidades
+donde la imaginacin se pierde, descritas con la firmeza de un sabio y
+el fuego de un poeta por el barn de Humboldt, el joven presbtero se
+sinti acometido de un vrtigo. Sujetose las sienes con las manos y
+estuvo largo rato con los ojos cerrados. Al abrirlos, percibi las
+mejillas hmedas. Algunas lgrimas se haban deslizado entre sus
+pestaas.</p>
+
+<p>Una melancola profunda invadi su alma. Por qu? Todas aquellas
+maravillas no pregonaban la grandeza del Creador? Sin duda; mas a pesar
+de esto, el desconsuelo le ahogaba, como el hombre que repentinamente se
+ve perdido enmedio del ocano. Estaba acostumbrado a medir su
+insignificancia en el orden moral, su maldad y perversin comparadas con
+la bondad infinita<a name="page_221" id="page_221"></a> de Dios. Pero nunca haba visto de modo tan evidente
+lo nfimo y microscpico de su naturaleza. La tierra que habitamos le
+pareci un pobre globo ridculo navegando por el espacio sin ser notado
+ni sentido de nadie. Las guerras, las grandes catstrofes y
+trasformaciones histricas que en ella se efectan, cosas tan
+despreciables y risibles como las luchas de los seres que habitan una
+gota de agua. Y lo que era peor, Jesucristo, cuya figura, aun en sus
+momentos de duda, se le apareca elevada siempre y majestuosa, se
+presentaba ahora a su imaginacin como un grano de polvo; la historia de
+la Redencin, tan insignificante como la cada de una hoja.</p>
+
+<p>Quiso penetrar ms en el estudio de la Naturaleza. Despus del <i>Cosmos</i>
+ley otra porcin de libros de astronoma, de fsica, de geologa. Poco
+a poco se acostumbr a ver en los fenmenos naturales el resultado de la
+actividad de las fuerzas inherentes a la materia. El mundo pudo haberse
+formado, sin la intervencin de una Inteligencia, por la sola accin de
+las leyes naturales. La antigua idea de un Arquitecto inteligente, de un
+inspirador personal de los instintos se fue debilitando en su espritu.
+Y cuando menos lo imaginaba comenz a dudar de la existencia de un Dios
+personal separado del Universo. El acto de la creacin lo encontraba
+inconcebible, absurdo.<a name="page_222" id="page_222"></a> En todas partes vea la accin de una fuerza
+constante que opera segn leyes fatales, no la de un Dios que puede
+obrar por capricho, cuya voluntad es capaz de contrarrestar estas leyes.</p>
+
+<p>La idea era aterradora. El P. Gil haca esfuerzos desesperados por
+arrojarla de su cerebro, aunque intilmente. Cay de nuevo en aquel
+estado angustioso de duda en que le dejaran los libros de exegesis
+bblica, mucho ms angustioso y miserable porque se vea lanzado en
+pleno materialismo, lejos de la idea de Dios y de la inmortalidad.
+Luchaba bravamente procurando representarse a todas horas las verdades
+sublimes de la religin, la idea de un Dios padre de las almas,
+arquitecto y director del Universo, a quien ofenden nuestros pecados, a
+quien ablandan nuestras splicas y nuestras lgrimas; se agarraba con
+toda su alma a estas firmes doctrinas; estaba un da entero unido con
+fervoroso anhelo a ellas; pero cuando ms descuidado se hallaba, un
+pensamiento impo, fatal, caa en su cerebro y lo volva todo del revs.
+La idea del Dios personal separado del Universo le pareca un absurdo,
+porque Dios no sera entonces infinito, pues que estaba limitado por el
+mundo; la creencia de que nuestras oraciones pueden alterar el curso de
+las leyes naturales, un cuento de viejas para engaar a los nios; la
+religin, en conjunto, una serie de mitos, ms o menos ingeniosos<a name="page_223" id="page_223"></a> y
+bellos, creados por la fantasa viva, pero infantil an de los hombres.
+Cuando esto le pasaba, el P. Gil se mesaba los cabellos y se morda las
+manos; meta la frente por la almohada, a ver si lograba paralizar su
+pensamiento. Se horrorizaba de s mismo.</p>
+
+<p>Despus del lamentable suceso que priv a D. Miguel de licencias para
+confesar y decir misa, qued l al frente de la parroquia. Y aunque poco
+despus se rehabilit al prroco, el obispo no quiso que apacentase otra
+vez las ovejas de Peascosa. No le priv del curato (que esto no poda
+hacerlo), pero le puso un coadjutor para desempearlo. Se encomend este
+cargo interinamente al P. Gil, en espera del nombramiento definitivo.
+Todo el peso y la responsabilidad de la cura de almas de Peascosa vino
+a recaer, pues, sobre nuestro presbtero en los momentos en que ms
+necesitaba l que curasen la suya, lacerada por la duda. El trabajo de
+velar por los intereses de la religin, de mantener viva en aquel pueblo
+la antorcha de la fe, que era para l antes un manantial de puros goces,
+se le hizo molestsimo, odioso; se convirti en un tormento. Con qu
+derecho suba a la ctedra del Espritu Santo a exponer la divina
+palabra, o escuchaba en el confesonario los pecados del creyente, o
+elevaba en el altar la sagrada Hostia, l, que dudaba si las palabras
+del Evangelio<a name="page_224" id="page_224"></a> fueron o no pronunciadas por Jess, si la confesin
+auricular era ley divina o una institucin creada en inters de la
+hierocracia, si el sacramento de la Eucarista encerraba una verdad
+sublime o era una reminiscencia de los smbolos y misterios de las
+religiones del Oriente?</p>
+
+<p>Muchas tardes, agobiado por sus pensamientos, sala de casa y recorra a
+paso largo las orillas solitarias de la mar. La brisa le refrescaba las
+sienes, la vista del ocano calmaba la fiebre de su cerebro. Sentbase
+en un peasco batido por las olas, y permaneca horas enteras con los
+ojos extticos clavados en el horizonte. La belleza imponente de aquel
+espectculo no lograba cautivarle. Ni el clamor de las olas, ni su
+cambiante manto de palo y plata y zafiro, ni los hermosos celajes
+abrasados por los rayos del sol moribundo serenaban jams por completo
+su frente. La misma arruga dolorosa la cruzaba siempre, la misma fatal
+interrogacin se lea constantemente en ella. En esta agitacin eterna
+de las aguas hay algo ms que una fuerza ciega empujando los tomos unos
+contra otros? La luz hermosa que reverbera en el horizonte es algo ms
+que una vibracin de la materia? Ese pjaro que hiende los aires y se
+precipita en el agua para atrapar un desdichado pez y devorarlo, qu
+misterio guarda dentro de su organismo? Yo mismo soy otra cosa ms que
+una<a name="page_225" id="page_225"></a> expresin individual de la fuerza que anima a todos los seres del
+Universo?</p>
+
+<p>Pero cuando estos pensamientos, horribles siempre, le apretaban como las
+cuerdas de un potro, se le hacan irresistibles, era cuando le acometan
+al tiempo de ejercer alguna funcin de su sagrado ministerio. Si al
+celebrar el santo sacrificio de la misa o dar la absolucin a un
+penitente cruzaba por su espritu una de estas ideas negras, senta la
+misma impresin que si le atenazasen el cerebro con un hierro candente,
+le asaltaba una congoja que le dejaba paralizado. Pensaba morirse. Lo
+deseaba ardientemente por librarse de aquel suplicio.</p>
+
+<p>Un da le avisaron para llevar el Vitico a un casero prximo a la
+villa. Como era preciso caminar algn tiempo a campo traviesa, fue sin
+campanilla ni convocar a los fieles. Sali solo con el sacristn, la
+bolsa de los corporales colgada al cuello y en ella la Sagrada Forma. El
+camino cea a trechos la orilla de la mar. Fascinado como siempre por
+la inmensidad del ocano, distrajo su atencin del misterio inefable que
+llevaba sobre su pecho, dej de balbucir oraciones y entreg su
+pensamiento a las mismas meditaciones que noche y da le embargaban
+haca tiempo. Los rayos del sol desparramados sobre los cristales del
+agua le impulsaron a considerar la accin suprema, omnipotente de este
+astro sobre<a name="page_226" id="page_226"></a> la vida terrestre. l es quien la ha creado, quien la
+sostiene, quien la renueva. La flor le debe su perfume, la fiera su
+agilidad y su instinto sanguinario, nuestra alma sus impresiones ms
+dulces o terribles. El sol es el padre de todo, del amor y del odio.
+Consider despus que la vida no es ms que un dinamismo inmenso en cuyo
+seno se trasforman las fuerzas formidables de la fsica y de la qumica.
+Todos los seres de la tierra, hombres, animales, plantas, estn
+ntimamente ligados. La vida de todos ellos es una misma, y esta vida
+universal no es otra cosa que un incesante cambio de materias. Un
+movimiento universal arrastra a los tomos, como a los mundos. Mil
+ondulaciones se entrecruzan en la atmsfera, mil fuerzas se combinan, el
+calor y la luz, la afinidad y el magnetismo se unen en los misterios del
+mundo vegetal y mineral. Todos los seres estn constituidos de las
+mismas molculas, que pasan sucesiva e indiferentemente de uno a otro,
+de modo que nada les pertenece en propiedad. Nuestro cuerpo se renueva
+de tal modo que al cabo de cierto tiempo no poseemos ya un solo gramo
+del cuerpo material que poseamos antes. Este movimiento de renovacin
+se opera en cada uno de los animales, en cada una de las plantas. Los
+millones de seres que habitan la superficie del globo viven en mutuo
+cambio de organismos. La molcula de oxgeno<a name="page_227" id="page_227"></a> que ahora respiro fue ayer
+respirada por uno de estos rboles que bordan el camino. La molcula de
+carbono que arde en uno de estos montoncitos de hoja seca que sirven
+para abonar la tierra, quiz haya ardido ayer en los pulmones de un
+hroe. Quiz en una de esas conchas de ostras que yacen adheridas a
+estas peas se esconda el fsforo que formaba las fibras ms preciosas
+del cerebro de Jesucristo...</p>
+
+<p>Sinti dentro de su ser algo que se desgarra y cae. Haba olvidado por
+completo que llevaba consigo el cuerpo divino del Redentor. Le pareci
+una cosa tan extraa, tan fuera de la realidad eterna que vea y
+palpaba, que imagin estar soando. Y sin saber de qu antro oscuro de
+su ser venan, le acometieron unas ganas feroces, impas, de soltar la
+carcajada. Qu comedia era aqulla? Un poco de harina amasada y tostada
+ayer por el ama de D. Miguel se trasform por arte mgico en la persona
+de Jesucristo, un ser que desapareci de entre los vivos hace diez y
+nueve siglos. Esas leyes soberanas, sublimes de la Naturaleza, quedarn
+violadas porque unos cuantos insectos de este microscpico planeta
+reunidos en concilio lo decreten? Separ los ojos del mar y los fij en
+el sacristn, que corra delante silbando a su perro, que se escapaba
+detrs de unas gallinas. Qu reverencia la de aquel hombre, llevando a
+su lado al Dios de los cielos,<a name="page_228" id="page_228"></a> al Creador de todas las cosas! Y la
+carcajada suba del pecho cada vez con ms mpetu, llegaba a la
+garganta, tocaba en los labios, estaba a punto de estallar. Un extrao
+temblor le hizo dar diente con diente; sinti la frente baada por un
+sudor fro; se le turb repentinamente la vista, y cay al suelo sin
+conocimiento. Cuando lo recobr, estaba en brazos del sacristn y dos o
+tres labriegos que por all andaban. Le haban baado la cara con agua
+fra, le abrieron la sotana y le quitaron el alzacuello. Uno le echaba
+el humo del cigarro a la nariz. La bolsa de los corporales con el cuerpo
+del divino Redentor yaca sobre la paredilla de un prado. El P. Gil se
+apresur a recogerla, se la colg de nuevo al cuello, y despus de orar
+un instante hincado de rodillas, sigui su camino sin separar los ojos
+del suelo.<a name="page_229" id="page_229"></a></p>
+
+<h3><a name="IX" id="IX"></a>IX</h3>
+
+<p>Su confesor, hasta que le retiraron las licencias, haba sido D. Miguel.
+Se confesaban mutuamente, como acontece entre los clrigos. Con l fue
+con quien comunic primero sus dudas. El viejo cabecilla qued ms
+sorprendido que escandalizado de ellas. Le parecan cosa tan
+insustancial que no mereca la pena de fijar mucho tiempo la atencin.
+Los dogmas eran para l como las leyes fsicas de la gravedad, la
+impenetrabilidad, etc. Se contaba con ellos sin pensar en su existencia.
+Todo el drama conmovedor de la pasin y muerte de Jess lo miraba el
+prroco de Peascosa en el fondo como una especie de romanticismo que
+sirve de acompaamiento obligado a la verdadera religin. sta consista
+en la misa, los responsos,<a name="page_230" id="page_230"></a> el rezo del da, el rosario, la abstinencia
+de carne en los das de vigilia, y sobre todo en los derechos
+parroquiales, que tal vez juzgaba simultneos con el acto de la
+Creacin. No se paraba, pues, en analizar y desvanecer las dudas de su
+excusador. Anda adelante.&mdash;No hagas caso.&mdash;Pataratadas!&mdash;Djate
+estar.&mdash;Otra te pego!&mdash;Cmo no haba de resucitar al tercero da,
+majadero? No ves que lo dice San Juan y San Mateo y San Marcos? stos
+eran los consuelos que ordinariamente le prodigaba.</p>
+
+<p>Nuestro sacerdote unas veces se entristeca con ellos, pero otras se
+confortaba pensando que no deba de estar tan condenado y maldito cuando
+D. Miguel tomaba sus terribles dudas con tanta calma. Cuando a ste le
+retiraron las licencias no tuvo ms remedio que buscar otro confesor.
+Convencido de la hostilidad con que le miraban D. Narciso, D. Melchor y
+D. Joaqun, no quiso desahogar con ninguno de ellos su conciencia,
+aunque bien saba que en el tribunal de la penitencia nada tienen que
+hacer las simpatas o las antipatas. Fue a dar con un joven capelln,
+ms joven an que l, recin llegado del seminario. Era hijo de un
+carpintero de la villa, tan tmido y encogido que apenas saba saludar,
+feliz de verse elevado sobre su antigua condicin, tributando un respeto
+sin lmites a todas las grandezas del cielo y a todas las pequeeces<a name="page_231" id="page_231"></a> de
+la tierra. ste qued vivamente impresionado con la confesin del P.
+Gil, y desde luego trat de convencerle de que todo aquello vena del
+demonio y que no haba otro remedio ms que ponerle la cruz y darse
+buenas disciplinas, rezar y ayunar mucho. Por espritu de humildad y
+obediencia, el excusador hizo lo que su confesor le mandaba,
+secretamente persuadido, sin embargo, de que no adelantara nada. Ya
+antes haba intentado estos medios, sin resultado. Las dudas seguan
+atormentndole; se le ofrecan cada vez ms crueles, ms imponentes. El
+tmido capelln pasaba un rato muy amargo cada vez que le confesaba;
+temblaba y se azoraba como si le sucediese una desgracia: tanto padeca
+y tales temores le asaltaban, no se sabe de qu, que poco a poco fue
+excusndose de orle en confesin y concluy por negarse en absoluto.</p>
+
+<p>Entonces se le ocurri ir a ver a D. Restituto, prroco de una de las
+aldeas inmediatas a Peascosa, hombre que pasaba entre sus compaeros
+por avisado, prudente y aficionado a los libros. Decase que tena una
+gran biblioteca y que en su juventud haba hecho en Lancia ejercicios
+brillantsimos a una de las prebendas de la catedral, y que no se la
+dieron porque el obispo la tena reservada para un sobrino. Don
+Restituto, herido por la injusticia se haba retirado a aquel curato
+rural, y nunca ms quiso<a name="page_232" id="page_232"></a> salir de l para intentar nueva contienda. Si
+continu dedicado al estudio de la teologa o pag en ella el desaire
+que haba recibido, no se sabe con certeza. Gustbale, s, cuando alguna
+fiesta o funeral le reuna con sus compaeros, mostrar erudicin y
+excederles en ingenio y sutileza para defender cualquier proposicin;
+pero los curas de las parroquias inmediatas todos eran <i>moralistas</i>,
+esto es, ninguno haba estudiado la carrera lata de teologa ms que l.
+Pocas gracias que los arrollase en las disputas de sobremesa. Por lo
+dems, D. Restituto llevaba tanta labranza y estaba tan interesado en
+ella, que no deba de tener mucho tiempo, ni humor tampoco, para
+profundizar en la Dogmtica ni en la Patrologa.</p>
+
+<p>Nuestro acongojado presbtero sali una tarde, despus de comer, y
+encamin sus pasos hacia la aldea donde moraba el telogo. Le conoca
+bastante, pero no le trataba con intimidad. Estaba apartada la aldea
+como media legua. El camino era vario y pintoresco: callejas estrechas
+con altos setos de zarzal, trozos de bosque, vereditas entre maizales y
+senderos al travs de los prados. A la entrada de una garganta, sobre
+una vega de maz y teniendo detrs algunas praderas deliciosas, estaba
+asentado el principal casero de la parroquia. La iglesia y la casa
+rectoral estaban un buen trecho ms all, en<a name="page_233" id="page_233"></a> una angostura sombra y
+hmeda. Todo dorma en el silencio ms completo cuando el joven
+sacerdote lleg. Las gallinas picoteaban en la calle delante de la casa;
+un gato rabn se lavaba la cara sentado sobre la paredilla de la huerta,
+y un mastn desorejado dorma de bruces sobre la tabla del hrreo vecino
+de la casa. Este mastn fue el encargado de romper la paz de aquel
+paraje, alzndose iracundo contra el advenedizo, ladrando con un grito
+ronco, apagado, testimonio de su decrepitud. El P. Gil detuvo el paso, y
+comenz a decir en tono dulce y persuasivo:</p>
+
+<p>&mdash;Toma, toma! Quis, quis!</p>
+
+<p>Que si quieres! El mastn, viendo al recin llegado achicarse, se
+creci horriblemente. Guau, guau! grit, buscando el registro ms feroz
+y amenazador que pudo hallar en su pecho. Al mismo tiempo clavaba una
+mirada de exterminio en el presbtero y avanzaba, aunque con cierta
+cautela, hacia l. ste, aterrado por aquellos ladridos salvajes, dio
+tres o cuatro pasos atrs y extendi el brazo con el paraguas, que traa
+para quitarse el sol, hacia adelante. Paraguas! El recurso de los
+cobardes, debi pensar el mastn. Y se encresp de tal modo ante aquel
+ultraje, que no lo hubiera pasado bien el clrigo a no salir a la puerta
+una vieja chillando:</p>
+
+<p>&mdash;Cuco! Cuco! Aqu, Cuco! Fuera, Cuco! Maldito perro! Aqu!...
+Aqu! Ven aqu!<a name="page_234" id="page_234"></a></p>
+
+<p>El perro vacil un instante, dej de ladrar y mostr bastante claramente
+la resolucin de volverse otra vez a dormir como si no hubiera pasado
+nada; pero la vieja no se dio por satisfecha; exiga un acto de
+sumisin.</p>
+
+<p>&mdash;Aqu, Cuco! Aqu, ahora mismo!</p>
+
+<p>El Cuco baj la cabeza humildemente y emprendi hacia ella una marcha
+lenta, penossima, como si el camino estuviera erizado de peligros.</p>
+
+<p>&mdash;Aqu! Venga usted aqu!</p>
+
+<p>Me trata de usted, malsimo! se dijo el perro, a quien no hacan
+efecto las pompas y vanidades. Y avanz con mayores precauciones an,
+asegurando bien la pezua a cada paso que daba, meneando el rabo de un
+modo vertiginoso.</p>
+
+<p>&mdash;Aqu! Aqu!&mdash;segua gritando la vieja.</p>
+
+<p>Por fin, a una velocidad mxima de seis pasos por minuto, lleg el Cuco
+a su destino. La vieja le cogi por la parte de oreja que le quedaba y
+dio tres o cuatro tirones con fuerza. El perro lanz un aullido de
+dolor. Luego le cogi por la otra, y otros tantos tirones. Mayor y ms
+triste aullido an. Cumplidos sus deberes con la justicia de la tierra,
+el mastn se retrajo de nuevo hacia la tabla del hrreo, no sin lanzar
+por lo bajo algunas imprecaciones y blasfemias. Esta escena se repeta
+unas cuantas veces al da, siempre que alguna persona sospechosa, como<a name="page_235" id="page_235"></a>
+ahora, llegaba con propsitos hostiles a la rectoral. El Cuco deploraba
+en su fuero interno que no le hubieran rapado mejor las orejas.</p>
+
+<p>&mdash;Buenas tardes, D. Gil&mdash;dijo la vieja, cambiando sbito la expresin
+colrica por otra sonriente, melossima, dando muestras de que le
+conoca.</p>
+
+<p>El P. Gil, a quien no suceda otro tanto, respondi muy cortsmente y
+pregunt por D. Restituto.</p>
+
+<p>&mdash;El seor cura debe de estar hacia el establo. Pase usted, D. Gil. Ir
+a llamarlo.</p>
+
+<p>&mdash;No hay necesidad: yo mismo ir a buscarlo. El establo est aqu?...</p>
+
+<p>&mdash;S, seor; aqu detrs de la casa.</p>
+
+<p>Dio la vuelta a toda ella el sacerdote, subi algunos pasos por una
+calleja sucia, y se encontr con una misrrima fbrica hecha de piedras
+del ro sin labrar apenas, con una puerta desvencijada. Estaba cerrada,
+y a nadie vio por all delante. Iba a dejar aquel sitio y volverse a la
+casa, cuando detrs del establo oy ruido de voces. Fuese hacia all, y
+hall, en efecto, a don Restituto, sorprendindose no poco del traje y
+la situacin en que se le apareci.</p>
+
+<p>El anciano cura vesta unos calzones anchos de pana, remendados, como
+los que gastan los paisanos por aquella tierra; traa en los pies
+almadreas con escarpines de pao burdo, chaqueta<a name="page_236" id="page_236"></a> lustrosa por el uso,
+y camisa de lienzo hilado por el ama, sin alzacuello ni cosa que lo
+valga. Era el traje de un labrador, sin quitar ni poner nada. Pero lo
+que haca verdaderamente peregrino y estrafalario el atavo es que en la
+cabeza traa un bonete viejo y grasiento.</p>
+
+<p>El P. Gil qued asombrado de aquella figura, y ms asombrado, cuando
+advirti la ocupacin a que el prroco se entregaba. Estaba, con una
+rodilla hincada en tierra, desollando un becerro. Le ayudaba en la
+operacin el criado. Tenan al animal extendido entre los dos, la mayor
+parte de l en carne viva ya. Volvi la cabeza D. Restituto al sentir
+pasos, y hallndose con su joven compaero, se puso en pie y vino hacia
+l con las manos ensangrentadas empuando un enorme cuchillo.</p>
+
+<p>&mdash;Qu milagro es ste, amigo? El futuro cura de Peascosa se digna
+hacernos una visita!... Mira, no te doy la mano, porque ya ves cmo la
+tengo. Bien de salud, verdad?... Por aqu tampoco hay novedad.</p>
+
+<p>D. Restituto trataba de t, familiarmente, a todos los clrigos ms
+jvenes que l desde la primera entrevista. Cuando Gil le hubo explicado
+el motivo de su viaje, mostr cierta extraeza, pero se apresur a
+responderle:</p>
+
+<p>&mdash;Bueno, bueno. Yo voy a concluir en seguida. Vete a casa, y esprame.<a name="page_237" id="page_237"></a></p>
+
+<p>Pero el joven manifest deseos de ir a la iglesia.</p>
+
+<p>&mdash;A la iglesia?&mdash;dijo sorprendido. Entre ellos era costumbre confesarse
+en casa.&mdash;Est bien. No hay inconveniente. Pide al ama la llave, y
+esprame all. No tardar.</p>
+
+<p>Pluguiera a Dios que hubiese tardado ms! Y sobre todo, pluguirale que
+hubiera tenido tiempo a lavarse bien. Porque el telogo despeda de s
+un vaho de matadero que derribaba. Mientras dur la confesin, y dur
+bastante, el P. Gil apenas pudo pensar en otra cosa. Sentase asfixiado
+por aquel olor nauseabundo; acudanle unas congojas y sudores que
+estuvieron a punto varias veces de privarle del sentido. Don Restituto
+sinti verdadera satisfaccin en poder sacar a relucir su antigua
+batera de proposiciones teolgicas. A cada duda que su atribulado
+penitente le ofreca, contestaba victoriosamente con un texto latino.
+Como el veterano descuelga con gozo sus armas a la seal de guerra, as
+el viejo opositor a la lectorala de Lancia descolg de su memoria los
+textos enmohecidos ya de Perronne y de Balmes. Cmo dudar de la
+inmortalidad del alma, cuando sta es una cosa simple, y las cosas
+simples no pueden descomponerse? Quin se atreve a imaginar que la
+Iglesia catlica puede algn da perecer, cuando estn ah sangrando las
+palabras de Jesucristo: Las<a name="page_238" id="page_238"></a> puertas del infierno no prevalecern (<i>non
+pr&oelig;valebunt?</i>) Cmo se ha de dar ms crdito a la palabra de los
+hombres que a la de Dios? Pues qu, la Divina Sabidura no ha dicho:
+Yo para esto nac y para esto vine al mundo, para dar testimonio a la
+verdad? Y este testimonio no est bien claro y bien patente en las
+obras visibles que exceden al poder natural, por ejemplo, en la curacin
+de los enfermos, en la resurreccin de los muertos y en otros admirables
+milagros llevados a cabo por Nuestro Seor Jesucristo y por los Santos
+Apstoles?</p>
+
+<p>El P. Gil recibi la absolucin, prometiendo no ser ms demente ni
+idiota; as juzgaba don Restituto al que dudaba de las verdades
+reveladas por anglico ministerio. Poco despus de besar aquella mano no
+bien purgada de la sangre del becerro, y cuando se hubo levantado para
+rezar ante un altar la penitencia, nuestro presbtero se sinti
+indispuesto. Tuvo que salir inmediatamente de la iglesia, acometido de
+violentas nuseas. En el prtico devolvi toda la comida. Llevole a casa
+el cura, y quiso curarle con una taza de salvia, remedio supremo que
+empleaba contra todas las dolencias que afligen al gnero humano; pero
+su joven compaero, que saba a qu atenerse sobre su enfermedad, rehus
+obstinadamente toda medicacin. El prroco entonces pas a mostrarle la
+huerta, en la<a name="page_239" id="page_239"></a> cual tena cifrado tanto orgullo como en la profundidad
+de sus conocimientos teolgicos. Estaba llena de rboles frutales y
+legumbres. No se vea una flor ni un arbusto de adorno. Desde all
+pasaron a un vasto prado, donde tena unos cuantos operarios alzando
+pared. D. Restituto comenz a darles instrucciones, aprob algunas
+cosas, reprob otras, olvidndose por completo de su husped. Uno de los
+operarios le particip que el molino haba parado porque el hijo de
+Cosme haba desviado el agua ms arriba para secar el cauce del
+riachuelo y pescar las anguilas. D. Restituto se enfureci y anunci su
+propsito de demandar a Cosme y pedirle indemnizacin de daos y
+perjuicios. De l no se burlaba nadie; estaba resuelto a hacer que se
+respetase su propiedad. Desde all se corrieron a los maizales, y el
+prroco mostr a su compaero con extremado gozo el estado magnfico de
+las plantas. El agua haba venido muy a tiempo, pero ms que al agua se
+deba a la gran cantidad de abono que haba echado.</p>
+
+<p>&mdash;T dirs: dnde podr hacer D. Restituto tanto estircol para una
+tierra como sta, de quince das de bueyes? Voy a explicrtelo. Yo,
+aunque tengo nueve cabezas de ganado, no podra abonar ni la mitad de la
+tierra que llevo. Aqu del <i>intelectus</i>! En todas las parroquias, como
+t sabes bien, hay una porcin de pobretes,<a name="page_240" id="page_240"></a> a los cuales no es posible
+sacarles un cuarto ni por bautizos ni por matrimonios ni por nada. Pues
+bien, a estas calamidades vivientes les obligo a echar de vez en cuando
+delante de sus casas (vulgo pocilgas) una buena cantidad de hoja seca o
+tojo. Con el agua y el paso de los transentes y el estircol de las
+reses que cruzan se convierte al cabo de algn tiempo en abono. Cuando
+ya est bien podrido me lo traen y voy formando montn hasta que llega
+el tiempo de distribuirlo por la tierra. Qu tal?</p>
+
+<p>Desde all saltaron a una heredad de prado. D. Restituto, en cuanto se
+vio en ella, dej escapar una risita aguda y burlona, que hizo levantar
+la cabeza a su joven compaero y mirarle con curiosidad.</p>
+
+<p>&mdash;Este es el <i>prado del molino de abajo</i>... el <i>prado del molino de
+abajo</i>, ya sabrs... Cmo? no sabes la historia de este prado? Pues ha
+corrido mucho por la villa... Perteneca a los mansos de la parroquia, y
+haba quedado trasconejado cuando la venta de todos ellos. Yo lo
+llevaba, y nadie en la parroquia se atreva a denunciarlo. Pero haba
+aqu un tabernero rico llamado Lino (que ya revent, a Dios gracias, el
+ao pasado), y este Lino le tena muchas ganas al prado. Al fin dio el
+soplo en la administracin, guardando la mano, porque no quera ponerse
+mal conmigo, y lo sacaron a subasta. Dos das antes de hacerse,<a name="page_241" id="page_241"></a> vino
+por ac el muy hipcrita y me dijo: Seor cura, voy a hacer postura al
+<i>prado del molino de abajo</i>, pero si usted lo quiere me quedo en casa.
+El tunante trataba de sonsacarme la cantidad que yo pensaba ofrecer.
+No, no lo quiero; puedes rematarlo cuando gustes, le contest. El
+hombre, viendo que yo no iba al remate, y sabiendo que ningn vecino
+estaba en situacin de tirarle, se las prometa muy felices. Y mand a
+Lancia a un primo hermano suyo. Pero a ste le fui a tropezar camino de
+Peascosa, y le habl muy al caso, representndole el pecado en que
+incurra rematando bienes de la Iglesia, le promet darle en arriendo el
+prado, y le puse cuarenta duros en la mano. Qu haba de hacer el
+hombre? Fue a Lancia, lo remat y me lo traspas a m acto continuo...
+Vaya una risa que se arm en el pueblo, amigo! Lino enferm de rabia, y
+en cuanto se le present ocasin, que fue al cabo de dos meses, viniendo
+de una romera, le peg una pualada a su primo... Pero, anda, que
+buenos cuartos le cost la tal pualadita! No lo hizo con diez mil
+reales.</p>
+
+<p>Como ya el sol declinaba, despus de haberle enseado un lagar, que
+acababa de construir para la sidra, D. Restituto llev de nuevo a su
+penitente a casa y le convid a chocolate. Pero el excusador no se
+senta an bien. Adems tena<a name="page_242" id="page_242"></a> prisa. Rehus todo convite y emprendi el
+camino de Peascosa. El cura le acompa un buen trecho.</p>
+
+<p>Fuera ya de sus fincas y comprendiendo por el continente reflexivo del
+excusador de Peascosa que su nimo segua embargado por pensamientos
+serios, D. Restituto quiso volver a la carga, aunque le pareciese
+sobradamente demostrado que todas las dudas de su compaero no eran ms
+que bombas de jabn, las cuales deshace con un soplo cualquiera que haya
+saludado siquiera la Sagrada Teologa.</p>
+
+<p>&mdash;Debes fijarte, querido&mdash;le deca con proteccin ilimitada,&mdash;que las
+verdades de la fe no son contrarias a la razn, sino que estn sobre
+ella. Lo contrario de lo verdadero, qu es? Lo falso, no es cierto? Y
+cmo ha de tenerse por falso lo que est divinamente confirmado? Las
+cosas que sabemos por revelacin divina no pueden ser contrarias al
+conocimiento natural, porque el conocimiento natural viene tambin de
+Dios, puesto que Dios es el autor de nuestra naturaleza. Porque exceda a
+la razn una cosa no debe reputarse contraria a ella. As dice San
+Agustn que aquello que como verdad se demuestra por los libros santos,
+sea del Antiguo, sea del Nuevo Testamento, de ningn modo puede serle
+contrario. El entendimiento humano no puede llegar, naturalmente, a
+conocer la existencia de Dios, supuesto<a name="page_243" id="page_243"></a> que nuestra inteligencia en el
+modo de la presente vida comienza su conocimiento por el sentido, y por
+lo tanto, las cosas que no caen bajo el sentido no pueden percibirse
+sino en cuanto por los sentidos puede colegirse su conocimiento...</p>
+
+<p>La tarde estaba fra y apacible. La campia se extenda debajo del cielo
+trasparente, reflejando con tonos verdes, claros, amarillentos, los
+rayos del sol que se ocultaba. El mar era una mancha azul all a lo
+lejos. Los dos clrigos haban atravesado ya el casero principal, donde
+las mujeres, sentadas a la puerta de casa, les daban las buenas tardes y
+los nios acudan a besarles la mano. Estaban en la regin abierta,
+ligeramente ondulada, que caracteriza la costa en aquel pas. El P. Gil,
+silencioso, caminaba con la cabeza baja, levantndola de vez en cuando
+para enderezar su mirada vaga, perdida, hacia lo lejos, a las tierras
+rojas y a las rocas peladas que festonaban la orilla del mar. El sol
+mora despidiendo su ltima llamarada, que enrojeca una parte del
+horizonte. Y de all vena una leve brisa helada que coloreaba los dedos
+y la punta de la nariz, vigorizando los msculos y produciendo
+cosquilleo en los ojos. La campia se preparaba a dormir, exhalaba un
+suspiro de bienestar, mezcla confusa de voces y mugidos, rechinar de
+carros, taido de esquilas y rumor de<a name="page_244" id="page_244"></a> olas, fundido todo y armonizado
+en la amplitud de la llanura ilimitada. El P. Gil se esforzaba en
+atender a los argumentos que su anciano compaero iba vertiendo con voz
+profunda y solemne. Eran los mismos que haba estado oyendo durante
+siete aos en las ctedras del seminario de Lancia.</p>
+
+<p>Al dejar la senda y penetrar en una callejuela estrecha vieron llegar un
+hato de ganado avanzando lentamente. D. Restituto ataj su discurso
+teolgico y se llev la mano a los ojos a guisa de pantalla.</p>
+
+<p>&mdash;Son mis vacas&mdash;dijo sordamente.</p>
+
+<p>Y antes que llegasen se puso a gritar al criado que las conduca:</p>
+
+<p>&mdash;Qu tiene la <i>Parda</i>, que cojea?</p>
+
+<p>&mdash;Debi meterse una espina.</p>
+
+<p>&mdash;Pues en cuanto llegue al corral la registras bien y se la sacas,
+entiendes?... Es la mejor vaca que tengo&mdash;aadi por lo bajo,
+dirigindose a su compaero.</p>
+
+<p>Y como ya estuviera entre ellas, el cura se acerc solcito, paternal, a
+la Parda y comenz a acariciarle el testuz, bajando al mismo tiempo la
+cabeza, para mirarle las patas.</p>
+
+<p>&mdash;To, Parda!... to! to!... Espina debe de ser, porque en las patas no
+veo nada. Despus que se la saques la lavas bien con un poco de vino y
+romero... Di a Teresa que te lo prepare...<a name="page_245" id="page_245"></a> Nacida y criada en casa,
+sabes t?&mdash;prosigui volvindose al excusador con la fisonoma
+enternecida.&mdash;Me daba D. Jovino, tu feligrs, sesenta duros por ella...
+Como si me diera ochenta! Esta alhaja no sale de casa. Qu anchura de
+pechos, eh? Qu cuarto trasero! (Y se lo acariciaba blandamente con la
+palma de la mano.) No da mucha leche, pero toda es manteca... Esta otra
+tambin naci en casa... Quieta, Guinda, quieta!... Es ms torpe que la
+otra... Una novilla todava... No hace quince das que ha parido por
+primera vez... sta se deshace en leche... Repara, repara que ubre! No
+puede andar con ella!... Cada chorro suelta como el dedo... Mira,
+mira... Quieta, Guinda!...</p>
+
+<p>Y bajndose tir de una de las tetas al animal e hizo salir dos o tres
+chorros de leche que humedecieron el suelo. Al mismo tiempo volvi su
+faz, congestionada por la posicin tanto como por el gozo, hacia el
+joven coadjutor. ste sonri por complacencia, pero separ al instante
+la vista, no pudiendo reprimir bien la repugnancia que senta.</p>
+
+<p>Se puso de nuevo el hato en marcha y ellos tambin. D. Restituto cogi
+otra vez el hilo de su discurso.</p>
+
+<p>&mdash;Ya s que hay quien dice que por la razn no puede demostrarse que
+Dios es, y que esto slo puede obtenerse por la fe y la revelacin...<a name="page_246" id="page_246"></a>
+Error crassimo. La falsedad de esta opinin se manifiesta por el arte
+de la demostracin, que deduce por los efectos las causas, y por el
+orden mismo de las ciencias, porque si no hay ninguna sustancia
+cognoscible fuera de lo sensible, no habr tampoco ninguna ciencia
+supranatural, como se dice <i>in quarto Metaphysicorum</i>. Hay que
+distinguir lo que es conocido <i>per se simpliciter</i>, y lo que es conocido
+<i>quoad nos</i>. <i>Simpliciter</i> que Dios es por s, es conocido...</p>
+
+<p>D. Restituto tena una memoria felicsima. Al cabo de tantos aos
+recordaba perfectamente su Dogmtica, y la recitaba vertida al
+castellano con el mismo nfasis que si la hubiera inventado. Tambin la
+recordaba el P. Gil, porque la tena ms reciente, pero escuchaba con
+atencin, por humildad, esforzndose en admirar la fortaleza de aquellos
+argumentos, en considerarlos irrefutables. El anciano telogo se detena
+a menudo, balbuca olvidando alguna demostracin, pero sbito tomaba
+vuelo y se lanzaba vigoroso sobre las premisas, hacindoles sudar
+inmediatamente las conclusiones apetecidas.</p>
+
+<p>&mdash;...Todo lo que se mueve se mueve por algo. O lo que mueve es movido o
+no. Si no se mueve, tenemos lo que buscamos, un mvil inmvil, y a esto
+llamamos Dios. Si se mueve, es por algo que le mueve, y entonces, o hay
+que seguir as hasta el infinito, o tenemos que llegar<a name="page_247" id="page_247"></a> a algn mvil
+inmvil; pero en el orden del movimiento no puede haber proceso
+infinito... ergo hay que suponer un primer mvil inmvil. Probemos ahora
+que todo movimiento se determina por algo. Si algo se mueve a s mismo,
+es necesario que tenga en s el principio de su movimiento...</p>
+
+<p>Caminaban por una senda estrecha abierta entre los maizales. El telogo
+iba delante y el P. Gil detrs. Sbito aqul par en firme el paso y la
+lengua. Al doblar un recodo se encontr de frente con el hijo de Cosme,
+que traa colgado a la espalda un cesto mediado de anguilas. Verlo el
+telogo y arrojarse sobre l sin conmiseracin fue todo uno.</p>
+
+<p>&mdash;Granuja! Grandsimo perro! Conque eres t el que me quitas el agua
+del molino? Te voy a desollar vivo! Es tu padre quien te ensea esas
+picardas? Es el maestro quien te las ensea? Desvergonzado, cnico!</p>
+
+<p>Le tena asido fuertemente por entrambas orejas, y a cada interrogacin
+le daba una fuerte sacudida. El chico, comprendiendo bien que aquellos
+interrogantes tenan un fin puramente retrico y no deban ser
+contestados, limitbase a lanzar gritos de dolor inarticulados.</p>
+
+<p>&mdash;Ven ac, pilluelo! Quiero llevarte delante de tu padre! A ver si me
+dices ahora que yo te tengo mala voluntad! Has de parar en un presidio!
+Ven aqu, ven!<a name="page_248" id="page_248"></a></p>
+
+<p>Y como no era factible llevarle cogido de las dos orejas, el anciano
+telogo se avino, aunque con profundo dolor, a soltar una, comunicando
+instantneamente a la otra su parte de presin para que no se
+desperdiciase nada. En esta forma, con el rostro encendido y los ojos
+llameando de clera, dio la vuelta hacia el pueblo sin despedirse de su
+compaero, llevando medio en suspensin al chico, que lanzaba quejidos
+lastimeros.</p>
+
+<p>El P. Gil le contempl estupefacto hasta que le perdi de vista.
+Permaneci todava unos momentos inmvil, abstrado. Y emprendi de
+nuevo su camino que se acercaba cada vez ms a la orilla del mar, para
+bajar por una rampa suave a Peascosa. La luz desapareca por momentos.
+El fro aumentaba. El ocano en calma haba perdido su bello color azul,
+cambindolo por otro gris con reflejos acerados. De vez en cuando un
+soplo de viento helado haca correr por la tersa superficie de las aguas
+un estremecimiento que las rizaba leve y momentneamente, como si al mar
+se le pusiera carne de gallina. Y este estremecimiento se comunicaba al
+joven presbtero y llegaba hasta el fondo de su ser. Lo que senta en su
+alma no era ni dolor, ni agitacin, ni congoja; era tan slo fro, un
+fro mortal que le roa los huesos. Nunca se haba visto tan solo y
+desvalido. Sus ojos iban obstinadamente fijos<a name="page_249" id="page_249"></a> en el suelo. No se
+atreva a levantarlos e interrogar la inmensidad como otras veces.
+Estaba seguro de su respuesta y la tema.</p>
+
+<p>Cuando lleg a las primeras casas del arrabal de la Gusanera haba
+cerrado ya la noche. Al pasar por delante de una de las ms pobres y
+sucias llam su atencin el estrpito de golpes y gritos que de adentro
+parta. Detuvo el paso asustado y procur averiguar qu era aquello. Por
+las pequeas ventanas iluminadas no se vea ms que agitarse
+violentamente algunas sombras. A sus odos llegaban, entre el confuso
+vocero, algunas blasfemias que le estremecan. De pronto se abre con
+violencia la puerta y sale precipitadamente una masa negra, disparada
+por unas manos que cierran de nuevo al instante. El P. Gil reconoci en
+aquella masa negra a un clrigo. Se aproxim solcito y vio que era el
+P. Norberto, con manteos y sin sombrero.</p>
+
+<p>&mdash;D. Norberto! Qu es eso? Qu le pasa?</p>
+
+<p>&mdash;Hola, querido. Nada, nada... no es nada&mdash;respondi sin aturdimiento.</p>
+
+<p>&mdash;S le pasa algo... Qu le han hecho a usted en esa casa?</p>
+
+<p>&mdash;Nada, nada... Vmonos que se rene gente.</p>
+
+<p>&mdash;Se va usted a ir sin sombrero?</p>
+
+<p>&mdash;Es verdad... Voy a pedirlo... Aguarda un poco.</p>
+
+<p>Pero en aquel instante sali de una de las ventanas<a name="page_250" id="page_250"></a> de la casa y vol
+por el aire el sombrero, cayendo enmedio de la carretera, esto es, cerca
+de los clrigos. Al mismo tiempo una voz ruda dijo, acompandolo de
+varias interjecciones:</p>
+
+<p>&mdash;Toma la teja, ladrn. Si vuelves por aqu, te vas sin las orejas.</p>
+
+<p>El P. Norberto se apresur a recogerla del suelo y ech a andar.</p>
+
+<p>&mdash;Pero explqueme usted...&mdash;le dijo el coadjutor juntndose a l y
+haciendo esfuerzos por seguirle el paso.</p>
+
+<p>&mdash;Ya te lo explicar... Ah ms abajo.</p>
+
+<p>Cuando hubieron salido de la Gusanera, salvado la plaza y entrado en la
+calle del Cuadrante, D. Norberto acort un poco el paso. El excusador
+aprovech la ocasin para insistir en sus preguntas.</p>
+
+<p>&mdash;Vamos a ver, qu le ha pasado a usted?</p>
+
+<p>&mdash;Pues mira, en esa casa vive una muchacha, una nia que apenas tiene
+quince aos, a quien su madre ha prostituido, entregndola a ese chaln
+que llaman Pepe el Manchego.</p>
+
+<p>&mdash;Y usted ha ido all a ver si la sacaba de sus garras?</p>
+
+<p>&mdash;La haba visto ya otras dos veces, y no pareca mal dispuesta; pero no
+s quin dio soplo a ese hombre, y hoy se present de repente y arm un
+alboroto.</p>
+
+<p>&mdash;Jess! Est usted herido!&mdash;exclam el padre<a name="page_251" id="page_251"></a> Gil, viendo correr
+algunas gotas de sangre por las mejillas de su compaero. Al mismo
+tiempo le levant un poco el sombrero y vio que tena un fuerte golpe en
+la frente, de donde parta la sangre.</p>
+
+<p>&mdash;Pero esto es una indignidad! Vamos a dar parte en seguida al juez...</p>
+
+<p>&mdash;No pienses en eso, querido... Esto no vale nada... El parte lo echara
+todo a perder; se dara un escndalo, y la chica, vindose perdida, se
+ira de este pueblo con el chaln. Quedndose aqu, tengo esperanzas que
+con un poco de maa lograr quitrsela a ese diablo y reducir a la misma
+madre... Esto no es nada&mdash;aadi limpindose la sangre con el
+pauelo.&mdash;Lo que me duele algo ms es este hombro...</p>
+
+<p>&mdash;Pero le ha dado a usted ms golpes?</p>
+
+<p>&mdash;Me ha sacudido un poco la badana&mdash;respondi riendo candorosamente.&mdash;Es
+cuestin de rnica y reposo... Yo creo que no me viene mal. Estaba
+demasiado apoltronado... Desde hace algn tiempo todos los das me
+convidan a callos... Voy engordando demasiado, no te parece?</p>
+
+<p>Despidiose el P. Gil a la puerta de su casa y sigui caminando con pie
+ms ligero hacia la suya. Pareca como si le hubiesen aliviado de la
+carga que le abrumaba. Sinti suavizarse la honda melancola que le
+haba oprimido todo el camino,<a name="page_252" id="page_252"></a> y corri por su ser una dulce
+inexplicable vibracin de bienestar.</p>
+
+<p>Despus de interrogar a la naturaleza muda, despus de consultar a la
+teologa decrpita, el soplo de Jess haba pasado al fin por su alma y
+la haba refrescado.<a name="page_253" id="page_253"></a></p>
+
+<h3><a name="X" id="X"></a>X</h3>
+
+<p>Dos meses despus, el P. Gil descansaba sentado en su pobre silln de
+gutapercha. El trabajo de todos aquellos das, sobre todo del ltimo, le
+haba rendido. Era un trabajo puramente material, donde su espritu,
+atribulado por nefandos y horribles pensamientos, se complaca; buscaba
+un calmante para la agitacin interior que le atormentaba. Tratbase de
+festejar la colocacin de la primera piedra del nuevo templo con una
+gran funcin religiosa y profana. La ereccin de este templo haba sido
+desde largos aos el sueo dorado de los piadosos vecinos de Peascosa.
+Siempre haba tropezado con obstculos insuperables. El dinero por una
+parte, por otra la corta voluntad<a name="page_254" id="page_254"></a> del prroco, que opona sorda
+resistencia al proyecto, le haban hecho fracasar constantemente. Pero
+al encargarse Gil de la parroquia tom este asunto con calor; convoc a
+los vecinos ms ricos de la villa y abri una suscricin, que dio buen
+resultado; logr que el ayuntamiento otorgase una crecida subvencin;
+fue a Lancia e interes al prelado y a varios prceres, que le
+prometieron su concurso. En fin, despus de muchas vueltas y sudores, la
+nueva iglesia era un hecho. La primera piedra deba de colocarse el da
+24 de Enero, con asistencia del prelado, el gobernador, varias
+dignidades del cabildo catedral de Lancia y muchas personas notables de
+la provincia. Estbamos a 23. El peso de los preparativos haba cado
+sobre los hombros del P. Gil, quien, ayudado de las personas de buena
+voluntad que se prestaron a ello, organiz no slo la fiesta religiosa,
+sino tambin alguna parte de la profana, la iluminacin, los fuegos y la
+ceremonia de la primera piedra.</p>
+
+<p>En aquellos ltimos das no haba tenido tiempo a pensar. Haba sido
+menos desgraciado. Pero sus fuerzas estaban agotadas con tanta menuda y
+enfadosa ocupacin, y gozaba con voluptuosidad de un corto momento de
+reposo, en espera del trajn del da siguiente. Caansele ya blandamente
+los prpados, cuando se abri la puerta<a name="page_255" id="page_255"></a> con violencia, hacindole dar
+un brinco en la butaca. Aturdido por la sorpresa, con los ojos
+desmesuradamente abiertos, vio a Obdulia que penetraba como un huracn y
+se diriga a l con la fisonoma alterada, mostrando en ella agitacin y
+clera.</p>
+
+<p>&mdash;Sabe usted lo que pasa, padre?&mdash;le pregunt sin saludarle.</p>
+
+<p>El coadjutor no respondi, interrogando slo con la vista.</p>
+
+<p>&mdash;Pues acabo de saber que le han birlado a usted el cargo de
+coadjutor... Se lo han dado a D. Narciso.</p>
+
+<p>&mdash;Nada ms?&mdash;pregunt sorprendido an el presbtero.</p>
+
+<p>&mdash;Y le parece a usted poco?&mdash;exclam con mpetu.&mdash;Despus de lo que
+usted ha trabajado en este pueblo, despus de haberlo puesto todo en
+orden, despus de haber logrado que se edificara la iglesia... Porque a
+usted exclusivamente se debe... todo el mundo lo sabe... Quitarle lo
+que le pertenece y darle la plaza a un D. Narciso!... Es una infamia!
+es un asco!... Qu bien han manejado la intriga esos envidiosos! Ya
+me pareca a m que tanto viaje a Lancia algo significaba!... Por
+supuesto que yo bien s quin le ha ayudado... ya lo creo que lo s!
+D. Filomena es prima hermana del gobernador de Madrid, y por ah viene
+la cosa... Y qu diremos<a name="page_256" id="page_256"></a> del seor obispo que, sabiendo los servicios
+que usted ha prestado a la religin en este pueblo, se presta a servir
+de juguete a una vieja verde? Qu indignidad! No le dije bien a tiempo
+que no se durmiera en las pajas?... Ah, qu infamia tan grande! Qu
+infamia! Qu reteinfamia!</p>
+
+<p>Hablaba atropellndose, con las mejillas encendidas, vibrando por los
+ojos rayos de ira, agitando las manos temblorosas, moviendo todo su
+esbelto cuerpo como si estuviera sujeto a una fuerte corriente
+elctrica. El P. Gil la contemplaba estupefacto. Por fin, aprovechando
+un instante de vacilacin, antes que de nuevo tomara vuelo y lanzara
+otra sarta de denuestos, la ataj diciendo:</p>
+
+<p>&mdash;Agradezco a usted mucho, hija ma, el inters que me manifiesta en
+esta que usted cree injusticia que se me hace, y que no lo es. Yo no he
+deseado nunca ese cargo ni he hecho nada por merecerlo. La persona a
+quien se encomienda, si es cierto lo que usted me dice, me parece
+dignsima y me lleva, entre otras muchas ventajas, la de la antigedad.
+Pero sobre todo, aunque en efecto se cometiera conmigo una injusticia,
+a qu viene esa alteracin? A qu vienen esos insultos a personas
+respetables por cuya cabeza no habr pasado la idea de hacerme dao
+alguno?<a name="page_257" id="page_257"></a></p>
+
+<p>Obdulia se puso fuertemente colorada y dijo balbuciendo:</p>
+
+<p>&mdash;Porque usted es un santo... s... porque usted es un santo.</p>
+
+<p>&mdash;Qu santo!&mdash;exclamo el clrigo alzando la mano con impaciencia.</p>
+
+<p>&mdash;S; porque usted es un santo y mira todas estas cosas desde la altura
+en que se encuentra... Pero es una injusticia, padre; es una
+villana!&mdash;aadi volviendo a exaltarse.&mdash;Usted es demasiado bueno para
+vivir entre esta gente... y le sacrifican como un cordero... Si fuera
+yo!... Cree usted que no me apena verle a usted humillado, verle
+pisoteado por esos peleles que no sirven para limpiarle los zapatos?...
+No es triste que otro recoja el premio de sus afanes?... A usted no le
+importar nada, padre, pero yo no podr, sin que me arda toda la sangre
+del cuerpo, verle a usted de excusador, de simple ayudante de ese... de
+ese farfantn.</p>
+
+<p>Se dej caer en una silla y comenz a sollozar; pero levantndose
+sbito, prosigui, dando patadas de rabia en el suelo, agitando frente a
+la puerta los puos cerrados, con una voz concentrada y spera que daba
+miedo:</p>
+
+<p>&mdash;Pillos! Infames! Herejes! Creis que os ha de salir bien la
+cuenta? Pues no os saldr, porque hay un Dios en el cielo... y porque
+estoy yo adems sobre la tierra, que os he de dar todava<a name="page_258" id="page_258"></a> alguna
+guerra... Vaya si os la dar!... Ya veris de lo que es capaz una
+pobre mujer!... No os reiris, no... Ya veris cmo me arreglo para
+echar una gotita de hiel en vuestro plato de crema, para que no os
+relamis, puercos!...</p>
+
+<p>Concluy por sentirse mal. Fue necesario que el P. Gil llamase a D.
+Josefa y le mandase traer una taza de tila con gotas de azahar.</p>
+
+<p>A las nueve de la noche an no haban concluido de adornar la iglesia
+las seoritas y los obreros que las secundaban. La velada se prolong
+sabrosamente para todas aquellas almas piadosas que servan a su Amo
+Divino en tales pequeos menesteres con una espontnea alegra
+precursora de la que habrn de sentir en el cielo cuando, trasformadas
+en ngeles, rodeen cantando el trono del Altsimo. Aqu una cortina que
+tape la suciedad de la pared, all una araa, ms all un jarrn con
+flores, todo discutido larga y calurosamente antes de ser colocado en su
+sitio. Las que ms se distinguan en la obra de ornamentacin eran D.
+Marciala y Marcelina, la primera por su actividad frentica, la segunda
+por su gusto y habilidad. Presida los trabajos el P. Gil, como
+coadjutor interino, pero la mayor parte de las damas atendan ya ms a
+las indicaciones del P. Narciso. La noticia de su triunfo haba volado
+por todo Peascosa, y las seoras, con su inclinacin nativa<a name="page_259" id="page_259"></a> a todo lo
+que brilla y alcanza xito lisonjero en el mundo, comenzaban a sentir de
+nuevo cierta ternura por l. En los grupos que se formaban por los
+rincones del templo cuchichebase dirigindole miradas furtivas,
+acoganse todas sus palabras con mirada benvola y sumisa, se le colmaba
+de atenciones. Mientras tanto, D. Filomena, procurando ocultarse detrs
+de todas, gozaba en lo profundo de su corazn de aquel fausto suceso,
+que a ella sola se deba, acariciaba a su director con una mirada hmeda
+y suave donde se pintaba la ternura, el secreto y la sumisin. Obdulia
+se haba retirado temprano, no pudiendo soportar tanta asquerosa
+adulacin y el abandono de su amado confesor. Adems Marcelina le haba
+dirigido una pulla, y aunque haba contestado con otra ms sangrienta,
+que en esto nunca se haba quedado atrs, tena miedo a enfermar de ira.</p>
+
+<p>No todo era bienandanza, sin embargo, para los futuros querubes de la
+corte celestial. Don Miguel, el terrible prroco, turbaba de mil modos,
+a cual ms grosero, la paz de su corazn, ora echando una cortina al
+suelo bajo pretexto de que le tapaba alguna imagen, bien trasladando los
+jarrones de flores adonde se le antojaba, o deteniendo a los recadistas
+y emplendolos en otros menesteres, etc., etc. Ninguna censura o mandato
+episcopal poda debilitar la energa del<a name="page_260" id="page_260"></a> feroz cabecilla ni hacerle
+doblar la cerviz. l era el cura propio de Peascosa y ninguna potestad
+de la tierra, ni la del mismo Pontfice, poda privarle de este
+carcter. Que le pusieran coadjutor. Bueno, l se rea del coadjutor, y
+si se torca un poco, le alumbraba un par de coscorrones para que
+anduviera derecho. Felizmente para todos, el P. Gil era la mansedumbre
+personificada, y le dejaba pasar con cuanto quera, con tal que no
+tocase directamente a la cura de almas, y esto ltimo no era, como ya
+sabemos, la especialidad de D. Miguel. Pero las damas protestaban
+sordamente contra su tirana y esperaban con anhelo que D. Narciso
+empuara con ms bro las riendas de la parroquia.</p>
+
+<p>&mdash;Holgazanazas! Pendonas! Mejor estabais en vuestras casas espumando
+el puchero o recosiendo calcetas... Lstima de vara de fresno! Si yo
+fuera marido o padre vuestro, ya os dira lo que era candonguear a todas
+horas por la iglesia...</p>
+
+<p>Estos y otros requiebros semejantes eran los que el cura murmuraba por
+los rincones de la iglesia en tono bastante alto para que pudieran
+orle. Y claro est, todas aquellas rosas msticas, oyndolas, se
+estremecan en sus clices y se plegaban tmidamente. Susurrbanse al
+odo amargas quejas, mas no osaban producirlas en voz alta. D. Miguel
+era muy capaz de echarlas<a name="page_261" id="page_261"></a> de la iglesia a coces. No teniendo ocasin de
+hacerlo, el prroco aliviaba su corazn administrando un par de ellas en
+el trasero a cualquier monaguillo que tropezaba en su camino.</p>
+
+<p>Mientras esto suceda en la iglesia, una muchedumbre inmensa se agolpaba
+a las puertas del <i>gora</i>, donde su digno presidente, D. Gaspar de
+Silva, estaba ensayando a dos docenas de jvenes artesanas un himno de
+su invencin (msica del director de la banda municipal) para cantar
+durante el banquete del teatro. Y las voces argentinas del coro salan a
+intervalos por las ventanas de la casa, despertando en la multitud un
+entusiasmo sin lmites, que estallaba en aplausos y en hurras. De tal
+manera que al cabo de algn tiempo varios dignsimos vecinos, de oficio
+pescadores, pidieron a gritos que se presentase D. Gaspar a la ventana
+para tributarle los honores merecidos. El gran poeta no tuvo ms remedio
+que ceder a esta exigencia de la multitud, que le recibi con palmoteo
+atronador y fuertes vivas. La silueta angulosa del vate se destac en el
+hueco de la ventana, y pudo verse claramente que se llev repetidas
+veces la mano al sitio del corazn, con lo cual el entusiasmo de la
+muchedumbre se convirti en verdadero delirio.</p>
+
+<p>Un viento de regocijo, de pura y fervorosa alegra soplaba por el
+vecindario de la noble<a name="page_262" id="page_262"></a> villa. Haban deseado siempre un templo ms
+digno y ms capaz, pero no se daban cuenta cabal de la importancia que
+esto tena. Slo cuando supieron positivamente que iba a alzarse uno en
+la plaza, de mayores dimensiones que todos los de Sarri, sintieron
+removidas hasta las ltimas fibras de su patriotismo. No hubo grande ni
+pequeo que no repitiese con frenes: Cuarenta y cinco cincuenta de
+largo, treinta veinticinco de ancho. La iglesia mayor de Sarri no tiene
+ms que cuarenta por veintiocho cincuenta. Estaban reservadas an al
+corazn de los benemritos peascos otra porcin de alegras inefables.
+El pavimento del nuevo templo no sera de baldosa comn, como el de
+Sarri, sino de azulejos; los altares vendran tallados de Italia, los
+cristales de Londres; el altar mayor sera todo de mrmol. Cada uno de
+estos pormenores, repetidos de boca en boca, les haca derramar lgrimas
+de ternura.</p>
+
+<p>En la plaza y sitio que haba de ocupar el nuevo templo se haba
+levantado un cadalso para las autoridades, los prceres del pueblo y las
+damas. Desde este cadalso, el obispo colocara la primera piedra, que ya
+penda de unos cordones de seda, perfectamente preparada. En el teatro
+no cesaba el martilleo para colocar la mesa del banquete, guirnaldas y
+trofeos. Sobre cada uno de los pesebres, llamados palcos, colocaron<a name="page_263" id="page_263"></a> dos
+banderas nacionales cruzadas; una guirnalda de laurel las iba enlazando
+todas graciosamente. Fue idea de D. Peregrn Casanova, que tambin haba
+presidido un banquete en el teatro de Tarragona en los quince das que
+gobern aquella provincia. Por ltimo, en el Campo de los Desmayos
+estaban ya tendidos los alambres para la iluminacin, si bien no pendan
+de ellos an los faroles. Esto se dejaba para lo ltimo, por miedo a la
+lluvia.</p>
+
+<p>No haba cuidado. El da 24 amaneci sereno. Unas cuantas nubecillas
+impertinentes, que se amontonaban del lado de tierra, fueron barridas
+muy pronto por la brisa del Nordeste, con gran regocijo y aplauso de
+todas las personas sensatas de la poblacin. El mar se rizaba
+blandamente sonriendo a la privilegiada villa, y el sol asomaba
+majestuosamente su disco por detrs de las olas, dispuesto a dar gusto
+siquiera una vez en su vida a los honrados peascos. Porque desde tiempo
+inmemorial se saba que apenas se preparaba una fiesta en Peascosa, el
+sol tomaba las de Villadiego y dejaba que las nubes diesen buena cuenta
+de ella. Cuatro docenas de cohetes de dinamita, capaces de estremecer a
+los muertos en sus tumbas, anunciaron su salida. La murga municipal
+salud al astro del da tocando por las calles la famosa <i>polka de los
+paraguas</i>. Despus se situ en el Campo de los Desmayos,<a name="page_264" id="page_264"></a> rodeada de un
+enjambre de chiquillos, y ejecut algunas piezas de pera. El mar,
+batiendo suavemente en las peas, le serva de contrabajo. Hasta que a
+eso de las nueve se fue hacia la plaza tocando un paso doble, y desde
+all sali por la carretera de Lancia a esperar al prelado, al
+gobernador y a las personas que los acompaaban.</p>
+
+<p>No tardaron en llegar en seis coches que con el estrpito de sus ruedas
+estremecieron de jbilo la villa. Una nube de cohetes estall en el
+aire. Los viajeros fueron acogidos en la plaza con inmensa gritera.
+Todo peasco en uso de sus extremidades abdominales sali del domicilio
+en aquella sazn, para regocijar la vista con el espectculo de la bella
+comitiva. El obispo era un hombre alto, gordo, con el pelo blanco y la
+faz redonda, de luna llena, adornada de gafas. El gobernador un
+hombrecillo enteco, plido, de ojos hundidos. Vesta de gran uniforme y
+cruzaba su pecho la banda de Isabel la Catlica. Igualmente las personas
+que los acompaaban lucan cruces, uniformes y condecoraciones. Detrs
+de ellos marchaba el piquete de carabineros. Al ver desfilar aquel
+lcido y esplendoroso cortejo, la fantasa, siempre propensa a la
+exaltacin, de los patriotas peascos, se arrebat de un modo
+inexplicable. El orgullo de haber nacido en aquel pueblo privilegiado
+les embriag como nunca. Por un instante creyeron estar en la capital
+de<a name="page_265" id="page_265"></a> un gran imperio, que los ojos de todo el mundo civilizado estaban
+fijos en Peascosa. Irresistible deba de ser esta embriaguez cuando a
+persona tan grave y calificada como D. Juan Casanova se le subi a la
+cabeza hasta hacerle caminar delante de la comitiva con el sombrero en
+la mano, gesticulando y hablando solo como un loco. Cundo habamos de
+pensar&mdash;exclamaba agitando el sombrero!&mdash;Cundo habamos de pensar que
+se reunieran en nuestra villa tantas notabilidades, tantas personas
+eminentes del clero, de la administracin y de la milicia! Alegraos,
+vecinos de Peascosa! Alegraos! Para nosotros comienza la era de la
+justicia. Esta pobre villa, tan postergada ya sabis por quien!... esta
+pobre villa, tan postergada, levanta al fin la cabeza y dir al mundo
+entero lo que vale... eso es... lo que vale. Si hemos sido esclavos
+hasta ahora de otro pueblo que no vale lo que el nuestro, ya hemos roto
+nuestras cadenas. Salid a los balcones, bellas peascas! Salid a los
+balcones y arrojad flores sobre nuestros ilustres huspedes! Salid!
+Salid!</p>
+
+<p>D. Juan Casanova haba ganado mucho en emocin, en calor, durante esta
+tirada. La voz sala temblorosa, ronca. Pero la imparcialidad nos obliga
+a confesar que haba perdido algo de su majestad caracterstica. Por lo
+menos aquellos movimientos descompasados de hombros y<a name="page_266" id="page_266"></a> cabeza eran
+inexcusables en un hombre tan elevado fsica y moralmente. Los chicos
+que iban a la par le miraban con asombro, y las bellas peascas,
+evocadas por l, si no arrojaban flores, sonrean desde los balcones al
+verle tan descompuesto, mostrando unas hileras de dientes como nunca
+veris en Sarri, yo os lo juro.</p>
+
+<p>Despus de tomar un refrigerio en las Consistoriales y descansar un
+poco, la comitiva se restituy a la plaza, donde se efectu con una
+solemnidad capaz de hacer derramar lgrimas al ateo ms empedernido el
+acto de colocar la primera piedra de la nueva casa de Dios. Uno de los
+que ms bullan y mangoneaban por all era D. Jos Mara el boticario,
+el antiguo suscritor de <i>El Motn</i> y corifeo de los masones, dando claro
+testimonio de que para Dios no hay imposibles, y que nadie puede decir
+que est por completo dejado de su mano. Despus el gobernador dirigi
+desde el tablado la palabra al pueblo, y aunque su discurso no lleg a
+ms de tres o cuatro metros de distancia, el pueblo comprendi en
+seguida con admirable instinto que rebosaba de elocuencia y se
+entusiasm de un modo frentico. Centenares de boinas de todos colores
+surcaron el aire en prueba del efecto mgico que entre ellas haba
+producido la oracin de la primera autoridad civil de la provincia. Los
+cohetes y la murga municipal secundaron esta gloriosa<a name="page_267" id="page_267"></a> manifestacin de
+las boinas. Una muchedumbre inmensa de blusas azules y pantalones
+rayados se agit conmovida, embargada por los ms nobles sentimientos
+religiosos y humanitarios.</p>
+
+<p>Acto continuo se trasladaron todos a la antigua iglesia parroquial para
+cantar el <i>Te Deum</i> en accin de gracias. El templo, adornado como ya
+sabemos por lo ms selecto de la sociedad femenina de Peascosa, estaba
+deslumbrante de lentejuelas, araas y cirios. El da anterior haba
+llegado una exigua orquesta de Lancia, compuesta de dos violines, una
+viola, un violoncello y un contrabajo, y con ella tres o cuatro cantores
+de la catedral. Los msicos se situaron en el coro, el obispo y el clero
+en el presbiterio. Don Miguel, el tozudo prroco, no quiso revestirse
+con los sagrados ornamentos, bajo pretexto de sus achaques, y se fue al
+coro con la orquesta. El prelado dijo una breve y sentida pltica desde
+el plpito. Tena una hermosa voz de bartono que hizo vibrar las
+cuerdas ms delicadas del corazn de todas las rosas msticas de la
+villa. El brillo del pectoral de diamantes y de los cristales de sus
+gafas daba mayor realce y un poder mgico a su palabra sonora, dulce,
+persuasiva.</p>
+
+<p>Cantose despus el <i>Te Deum</i>. Los tiples y los bajos de la catedral de
+Lancia hicieron prodigiosos<a name="page_268" id="page_268"></a> gorgoritos, que dejaron asombrados a los
+buenos peascos. La diminuta orquesta les secund perfectamente; Pero he
+aqu que a D. Miguel se le antoja mirar con malos ojos al pobre
+contrabajo, tan slo porque no pasaba el arco sobre las cuerda ms que
+de vez en cuando. El prroco estaba de rodillas y tena delante y vuelto
+de espaldas al msico. Mirbale de hito en hito y cada vez con mayor
+excitacin. El msico cumpla con su deber rozando las cuerdas
+parsimoniosamente, produciendo un sonido sordo y antiptico. A D. Miguel
+le pareca aquello el colmo de la estupidez y la holgazanera. Venir de
+Lancia con un buen sueldo y el viaje gratis para hacer unas cuantas
+veces <i>ron</i>, <i>ron</i> con aquel trasto, era cosa verdaderamente irritante.
+La ola de la indignacin fue subiendo en su pecho. Mil pensamientos de
+exterminio se le amontonaron en el cerebro mientras su mirada torva y
+siniestra permaneca clavada en las espaldas del infeliz contrabajo,
+bien ajeno por cierto de los sentimientos sanguinarios que en aquel
+momento inspiraba su inofensiva persona. Al fin, habiendo dejado escapar
+un acorde ms spero y estridente que los otros, el viejo prroco no
+pudo aguantar ms, y levantndose vivamente, se fue hacia l y le encaj
+una patada en los riones que le hizo caer de bruces. All fueron el
+msico y su violn rodando con estrpito. Al ruido<a name="page_269" id="page_269"></a> levantaron la cabeza
+todos los fieles. Satisfecha su justicia, D. Miguel se volvi al sitio
+que ocupaba antes. Cuando el desdichado msico vino a preguntarle por
+qu haba hecho aquello, respondi que l no quera gorrones en la
+iglesia y que hiciese el favor de marcharse con su armatoste ms lejos,
+porque no daba palabra de contenerse.</p>
+
+<p>Concluido el <i>Te Deum</i>, volvieron, como es lgico, a restallar en el
+aire otras cuantas docenas de cohetes de dinamita. Los simpticos hijos
+de la Pepaina, Chola y Lorito, estuvieron a punto de perecer, vctimas
+de su arrojo, al apoderarse de uno que an no haba chasqueado. D.
+Miguel, cuando supo que se haban quemado la cara y las manos,
+manifest, de acuerdo con todos los Santos Padres, que crea en la
+intervencin directa de la Providencia en las cosas humanas.</p>
+
+<p>Poco despus dio comienzo el banquete en el teatro. Exceptuando el
+obispo y sus familiares, todos los huspedes de Lancia asistieron a l.
+Eran ms de cien los comensales, que ocupaban tres mesas paralelas,
+situadas en el recinto de las butacas. En el escenario se coloc el coro
+de muchachas ensayadas en el <i>gora</i> por D. Gaspar de Silva y el
+director de la murga municipal. Los palcos estaban ocupados por cuanto
+de elegante, aristocrtico y exquisito guardaba Peascosa en su seno.
+Apenas sirvieron la sopa, se<a name="page_270" id="page_270"></a> dej or el himno de D. Gaspar. Comenzaba
+por una especie de recitado de notas lgubres, prolongadas, ejecutado
+por un tenorete, ebanista de oficio. Deca, si no recordamos mal:</p>
+
+<p class="poesia">
+<span style="margin-left: 3em;">Peascosa, triste ayer,</span><br />
+<span style="margin-left: 2em;">Hoy venturosa,</span><br />
+<span style="margin-left: 2em;">Sacude la apata en que vivi,</span><br />
+<span style="margin-left: 2em;">Y se lanza al progreso entusiasmaaaada</span><br />
+<span style="margin-left: 2em;">Y se laaaanza al progreso con ardor.</span><br />
+</p>
+
+<p>Despus de esta tirada, sombra como un lamento, que el tenor cant con
+todo el nfasis de que es susceptible un ebanista en casos semejantes,
+las doncellas arremetieron vigorosamente con el alegro.</p>
+
+<p class="poesia">
+<span style="margin-left: 3em;">El pueblo animoso</span><br />
+<span style="margin-left: 2em;">Y lleno de esperanza</span><br />
+<span style="margin-left: 2em;">A gozaaaaar se lanza</span><br />
+<span style="margin-left: 2em;">Con mgico ardor.</span><br />
+</p>
+
+<p>Este himno de corte clsico, y que bien puede compararse, sin
+desmerecer, con los ms inspirados de los sacerdotes salios, en el caso
+de que conocisemos alguno, despert inmediatamente en los comensales y
+en el pblico mil ideas de progreso indefinido y perfectibilidad. Por un
+momento todos aquellos espritus elevados vivieron dos siglos ms
+adelante y vieron con los ojos del<a name="page_271" id="page_271"></a> alma una Peascosa ideal cuajada de
+fbricas y cerveceras. Poder maravilloso de la poesa! Se aplaudi
+furiosamente con las manos y con las cucharillas. Y aunque algn
+personaje de espritu ligero y afeminado manifest por lo bajo que lo
+que l aplauda eran los ojos negros y los dientes blancos de las
+peascas, tenemos la certeza de que la mayora supo apreciar
+perfectamente la intencin pura y el clasicismo del himno del vate de
+Peascosa. La prueba de ello es que cuando se escuch en una de las
+pesebreras la voz de: Que salga el autor!, en todas las dems se
+pusieron a gritar lo mismo, y los convidados expresaron con la boca
+llena idntico deseo. D. Gaspar sali al fin al escenario y avanz,
+doblado como un arco, hasta el borde del tablado. Despus, haciendo un
+esfuerzo sobre sus callos, se volvi prontamente y fue a recoger del
+foro al autor de la msica, un hombrecillo regordete, que se present
+con los pelos tiesos como un aparecido. El pblico rompi a aplaudir
+calurosamente al verlos cogidos de la mano. D. Gaspar apuntaba para el
+director de la murga como diciendo: A ste se debe todo. El director
+de la murga apuntaba para D. Gaspar, manifestando por mmica: El
+triunfo es de este seor. Por ltimo, en la imposibilidad de expresar
+de un modo ms plstico la profunda admiracin que el uno senta por el
+otro y la perfecta<a name="page_272" id="page_272"></a> compenetracin de sus espritus entusiastas, se
+abrazaron en medio del escenario y permanecieron unidos bastante tiempo.</p>
+
+<p>No sabemos qu influencia misteriosa, mgica puede ejercer sobre un
+concurso el acto de abrazarse dos individuos del mismo sexo; pero
+siempre que lo hemos visto declaramos que produjo el mismo efecto
+sorprendente. El pblico se levanta electrizado, grita, aplaude, saca el
+pauelo, gesticula con violencia y hasta hay seoras que derraman
+lgrimas. Por qu? No nos lo preguntis. Creemos que la ciencia no se
+encuentra todava en estado de dar una explicacin satisfactoria a este
+enigma. Aquello fue un vrtigo, un delirio; ms de diez minutos dur el
+estrpito, mientras Euterpe y Tala permanecieron estrechamente
+abrazadas. Cuando empez a sosegarse el tumulto se oy uno voz que dijo:
+Que se besen! Al parecer, quien lanz este grito fue un periodista de
+Lancia. Si se trataba de una broma, la verdad es que tena bien poca
+gracia. Burlarse en aquel acto solemne donde se festejaba la
+regeneracin moral y material de Peascosa, era una insolencia, y como
+deca muy bien D. Juan Casanova, no daba buena idea de la cultura de la
+prensa de Lancia. No se besaron, pues, aunque D. Gaspar mostr ciertas
+tendencias a hacerlo, aproximando demasiadamente sus narices color
+violeta al rostro del aparecido;<a name="page_273" id="page_273"></a> pero ste lo retir, dando pruebas de
+prudencia, pues se hablaba en trminos muy graves por Peascosa de las
+narices de D. Gaspar.</p>
+
+<p>Terminado el himno, comenz de nuevo y se repiti indefinidamente hasta
+los postres. El gobernador volvi a dirigir la palabra al pblico. A
+unos gobernadores les da por destituir ayuntamientos, a otros por
+llevarse los colchones que les pone la Diputacin provincial. A ste le
+daba por la elocuencia. Le contest D. Peregrn Casanova, y tuvo ocasin
+de llamarle mi distinguido compaero y aludir a los altos deberes que
+impone el gobierno de una provincia, que l haba tratado de cumplir en
+otro tiempo en la medida de sus dbiles fuerzas. Habl tambin D. Jos
+Mara el boticario, abogando por el fomento de la religin como
+elemento de progreso (le quedaban ciertas frasecillas del tiempo en
+que era librepensador) y como freno para los apetitos bastardos. Habl
+don Jos el estanquero; habl D. Remigio Flrez, el fabricante de
+conservas alimenticias; habl el director de <i>El Porvenir de Lancia</i>
+(que haca pocos das se haba batido a sable con D. Rosendo Belinchn,
+director de <i>El Faro de Sarri</i>). Y habl otra vez el gobernador. Un
+redactor de <i>El Joven Sarriense</i> trat de pronunciar algunas palabras,
+pero le interrumpieron con algunos murmullos desde los palcos, y se
+sent muy<a name="page_274" id="page_274"></a> desabrido. Por ltimo, D. Gaspar de Silva avanz por el
+escenario con un papel en la mano. Silencio! Chis, chis!... Que se
+callen!&mdash;Silencio! Fuera!&mdash;Chis, chis! En medio de un silencio
+religioso, el famoso vate de Peascosa comenz a leer con voz dramtica
+una <i>Oda a la Religin</i>. Los temas sagrados no eran su especialidad.
+Haba preferido siempre poner la lira al servicio de la libertad y de
+las ideas democrticas. Su mejor composicin era un soneto al <i>pacto
+sinalagmtico bilateral</i>. Comprendiendo, sin embargo, con profunda
+intuicin, el sublime destino que el cielo le haba designado, cantaba,
+como los vates y semidioses de la antigedad, todo lo que se ofreca a
+su vista, la paz y la guerra, la democracia y los seoros, la religin
+y el libre pensamiento. Esta oda, que empezaba: Oh dulce religin
+inmaculada! era inspiradsima y fue recibida con vivas muestras de
+aprobacin. El banquete termin de noche cerrada.</p>
+
+<p>A las seis, el sacristn y algunos empleados del municipio comenzaron a
+iluminar los farolillos a la veneciana del Campo de los Desmayos, de tal
+modo que a las ocho estaban casi todos encendidos. La velada se present
+muy alegre. En uno de los ngulos del Campo bailaban los aldeanos al son
+de la gaita y el tambor; en otro hacan lo propio las artesanas al
+comps<a name="page_275" id="page_275"></a> de la banda municipal. La gente discurra por el espacio libre
+cada vez con menos desahogo, pues la calle del Cuadrante no cesaba de
+vomitar blusas azules y pauelos de percal sobre el citado Campo. Lo ms
+exquisito de la sociedad peasquense se refugi en el prtico de la
+iglesia, estableciendo la consabida divisin de castas. Organizose un
+paseo inmediatamente donde los forasteros de Lancia pudieran apreciar de
+un solo golpe de vista todo lo grande y majestuoso que encerraba
+Peascosa en su seno. All estaba la tertulia en masa de D. Eloisa, y
+adems, otra parte de la nobleza de la villa, con la cual no hemos
+podido poner al lector en relacin. Despus de haber disfrutado por
+largo rato del placer de verse, como los inmortales en el Olimpo,
+aislados y encima del resto de los seres de la creacin, aquella
+sociedad hizo irrupcin en el Campo de los Desmayos, para contemplar los
+fuegos artificiales de los renombrados pirotcnicos palentinos. Entr
+sin descomponerse, con un desdn y una gravedad calculados para henchir
+de respeto el corazn de las castas inferiores.</p>
+
+<p>Deslizndose como un mono por los parajes oscuros, buscando la
+proximidad de las mujeres obesas, y cuando no, la de las que estaban en
+regulares carnes, andaba nuestro amigo Osuna, el administrador de la
+casa Montesinos. A la<a name="page_276" id="page_276"></a> hora en que le sorprendemos no se haba ganado
+ms que una bofetada; caso extrao, porque en estas noches de jolgorio
+sola encontrarse con media docena, por lo menos. Algo desengaado bajo
+este aspecto, no tanto por las bofetadas como por lo que las preceda,
+movase impaciente echando miradas carniceras en torno suyo, sin hallar
+un sitio lo bastante ameno y deleitoso para fijar sus pasos. Aquella
+noche se haban dado cita todas las flacas de Peascosa. Mas hete aqu
+que cuando empieza a arder la primera rueda de plvora, columbra no muy
+lejos a la fresca D. Teodora, al sueo constante de su existencia, ms
+radiante y ms lozana que nunca, con sus cabellos blancos y sus mejillas
+rosadas de cutis terso y brillante. Verla y emprender la marcha hacia
+ella fue todo uno. Pero esta marcha en tales circunstancias era ms
+difcil de lo que cualquiera puede imaginarse. La gente se apiaba a ver
+los fuegos y permaneca inmvil, formando una espesa muralla. Nuestro
+jorobado la atraves con arte diablico, retorcindose como una
+lagartija para pasar por los agujeros ms estrechos. Despus de un buen
+rato logr colocarse detrs de la simptica jamona. Estaba escoltada por
+los dos hermanos Casanova, que la haban acompaado en unin de la
+doncella. Continuaban disputndose su corazn, con empeo rabioso por
+parte de D. Peregrn,<a name="page_277" id="page_277"></a> con noble y severa tranquilidad por la de D.
+Juan. En este certamen de amor la virtuosa y madura seorita padeca
+mucho, por creerse culpable de las reyertas que a lo mejor estallaban
+entre los dos hermanos. Procuraba conservar la neutralidad, pero se
+echaba de ver que D. Peregrn llevaba la peor parte. Explicbale ste,
+con el tono de suficiencia que le caracterizaba, algunos pormenores
+interesantes de la industria pirotcnica y citaba algunos fuegos que
+haba visto, en su poca de covachuelista, verdaderamente asombrosos. El
+pobre D. Juan, que no haba salido jams del estrecho recinto de
+Peascosa y que no poda citar nada, callaba como siempre. Pero la
+pulqurrima jamona le diriga de vez en cuando una mirada suave y una
+sonrisa ms suave an, que podan indemnizarle de su vida sedentaria.</p>
+
+<p>Cuando D. Teodora volvi la cabeza para ver quin la apretaba tanto y
+se encontr con Osuna, cambi de color. Aquel maldito jorobado no la
+dejaba jams en paz. En la tertulia, en el paseo, en el teatro, en la
+iglesia, en todas partes donde tuviera ocasin de aproximarse, era
+sabido que se vea necesitada a sufrir el contacto asqueroso de sus
+piernas y a veces de sus manos tambin. Osuna conoca bien el terreno
+que pisaba. La bella y pudorosa jamona se hubiera cado antes muerta de
+vergenza que<a name="page_278" id="page_278"></a> confesar a alguno los atentados de que era objeto. Pero
+si no los confesaba, cualquiera podra cerciorarse de ellos, observando
+el estado de agitacin en que se hallaba. En esta ocasin el jorobado
+anduvo audaz en demasa. D. Teodora comenz a dar muestras tales de
+inquietud que para cualquiera seran visibles. D. Juan no las vio, sin
+embargo. Era un varn puro y magnnimo, incapaz de sospechar las grandes
+suciedades que puede haber sobre la tierra. Pero D. Peregrn, como
+hombre de mundo, concluy por advertir algo de lo que pasaba. Espi a
+Osuna con el rabillo del ojo, y cuando penetr en su espritu
+gubernamental el convencimiento de la trasgresin que se estaba
+cometiendo, comenz a roncar y silbar por la nariz como un vapor en
+peligro, lanzando al mismo tiempo centelleantes miradas de indignacin
+al audaz jorobado. ste prescindi en absoluto de aquellos silbidos
+temerosos, y no vio siquiera la expresin fatdica de los ojos del
+ex-gobernador interino de Tarragona. Qu haba de suceder? La caldera
+del remolcador, no teniendo ms desahogo que el de la nariz, estall con
+horrible estruendo.</p>
+
+<p>&mdash;Oiga usted, grosero, sucio, cnico, desorejado!&mdash;rugi D. Peregrn
+cogiendo por el cuello al contrahecho y sacudindole con rabia.&mdash;Si
+usted contina en modo alguno molestando a esta seora, con esta mano
+(alzando la derecha)<a name="page_279" id="page_279"></a> le doy una bofetada en esta mejilla, y con la otra
+(alzando la izquierda) le doy otra bofetada en la opuesta. Acto continuo
+le vuelvo a usted, y con estas botas gordas que usted ve aqu le doy a
+usted dos puntapis en el trasero.</p>
+
+<p>El fsico de D. Peregrn no era a propsito para infundir terror pnico
+en el corazn de sus enemigos. Sin embargo, su continente severo y
+administrativo como pocos y el torrente de voz grandioso con que la
+naturaleza le dotara suplan bastante bien la deficiencia de otros
+rganos. Adems, Osuna era un ser ms dbil y ms ruin que l. Por esto
+y por el tumulto que se arm en seguida, en vez de hacerle frente, se
+escurri entre la muchedumbre y desapareci en un momento. D. Teodora,
+al verse objeto de la curiosidad pblica, se desmay. D. Juan y la
+doncella la sostuvieron. D. Peregrn sigui increpando a su enemigo
+ausente. La muchedumbre ri, grit, se agit tumultuosamente. Al fin
+todo qued en paz, y la pudibunda jamona torn a su domicilio, donde la
+dejaremos esparciendo un torrente de lgrimas.</p>
+
+<p>Obdulia, agitada todo el da por un vivo dolor y por un deseo rabioso de
+reparar la injusticia que se haba cometido con su amado director
+espiritual, no sali de casa ni de la cama. Estaba realmente enferma.
+Tena fiebre, la fiebre que produce en los temperamentos como el de ella
+un<a name="page_280" id="page_280"></a> pensamiento nico que se va exacerbando por grados. Al llegar la
+noche se levant y se visti apresuradamente. Sus grandes ojeras
+azuladas se marcaban ahora de un modo chocante. Una arruga profunda,
+signo de resolucin inquebrantable, le surcaba la frente. Llam a la
+doncella y le manifest que quera salir a ver los fuegos. Todo lo que
+sta hizo por disuadirla, representndole el grave dao que poda
+ocasionarle el fro y la humedad de la noche, fue intil. Cogi la
+mantilla, se la ech encima de la cabeza con mano convulsa, oblig a la
+domstica a ponerse la suya y se lanzaron a la calle. El Campo de los
+Desmayos herva ya de gente. Les cost mucho trabajo avanzar hasta
+colocarse en el medio. Obdulia quera a todo trance acercarse a la casa
+del prroco, donde se alojaba el prelado. Haba visto brillar las gafas
+de ste y ocultarse en seguida en una de las ventanas. Debajo, a la
+puerta misma de la rectoral, un grupo numeroso de muchachas bailaba la
+giraldilla, cantando a grito pelado coplas de circunstancias
+improvisadas en el momento. Aludan en ellas a la nueva iglesia,
+piropeaban al obispo, al gobernador, a los prceres de Peascosa, sin
+que faltase tampoco, por supuesto, la consabida puntadita a Sarri.</p>
+
+<p>La imaginacin de la hija de Osuna trabajaba sin descanso, aumentando la
+calentura que la<a name="page_281" id="page_281"></a> consuma. Mas por encima de los mil pensamientos y
+fantasmas que daban vueltas en ella, asomaba una idea fija, tenaz, que
+la impulsaba inconscientemente a abrirse paso con los codos por la
+muchedumbre, seguida de la doncella, que no comprenda el afn de su
+seorita. Cuando estuvieron prximas a la rectoral, la joven se detuvo
+unos minutos. Observ con el rabillo del ojo a su doncella, y cuando la
+vio ms absorta en la contemplacin de los fuegos que se estaban
+quemando, maniobr hbilmente y se alej de ella ocultndose entre la
+gente. Una vez sola, se detuvo otra vez. Despus de dirigir infinitas
+miradas de ansiedad y temor a la casa del prroco, despus de resolverse
+ms de veinte veces y de arrepentirse otras tantas, al fin se desliz
+como una sombra por detrs de las muchachas que bailaban y del crculo
+de espectadores que tenan en torno, y se introdujo en el portal de la
+casa. Dentro de l haba unos cuantos criados que charlaban contemplando
+desde all lo que podan. Tenan la puerta abierta, y Obdulia, sin
+decirles palabra, se introdujo por ella y subi unas cuantas escaleras.
+Pero detenindose de repente y permaneciendo un instante indecisa, torn
+a bajarlas y se dirigi al grupo de los domsticos.</p>
+
+<p>&mdash;El secretario del seor obispo est arriba?&mdash;pregunt al ms
+prximo.<a name="page_282" id="page_282"></a></p>
+
+<p>&mdash;D. Cayetano?... S, seora, arriba est&mdash;respondi uno de los ms
+lejanos.</p>
+
+<p>&mdash;Podra hablar unas palabras con l?</p>
+
+<p>&mdash;Por qu no?... Le avisar... Suba usted conmigo.</p>
+
+<p>Ascendieron ambos por la sucia escalera de D. Miguel, pues ni por la
+llegada del prelado se haba limpiado.</p>
+
+<p>&mdash;Tenga usted la bondad de aguardar un momento.</p>
+
+<p>Poco despus se presentaba el secretario, un clrigo de media edad, feo,
+desgarbado, pero de mirada inteligente y franca. La mir con gran
+curiosidad y pregunt, esforzndose en mostrarse amable:</p>
+
+<p>&mdash;Preguntaba usted por m, seora?</p>
+
+<p>&mdash;S, seor.</p>
+
+<p>&mdash;Usted me dir...</p>
+
+<p>&mdash;Deseo hablar con el seor obispo.</p>
+
+<p>Volvi a mirarla el secretario con mayor curiosidad an, y despus de un
+instante de vacilacin, apareciendo en su rostro un esbozo de sonrisa,
+respondi:</p>
+
+<p>&mdash;Usted comprender que la hora no es oportuna... Su Ilustrsima se va a
+retirar en seguida a descansar...</p>
+
+<p>&mdash;Es urgente y de mucha importancia lo que tengo que
+comunicarle...&mdash;dijo precipitadamente.<a name="page_283" id="page_283"></a></p>
+
+<p>Otra vez la contempl el clrigo con penetrante mirada, advirtiendo su
+agitacin.</p>
+
+<p>&mdash;Bueno... Lo que puedo hacer en su obsequio es avisar a Su
+Ilustrsima... No respondo de que la reciba a usted a estas horas...
+Puede usted pasar a esta sala y aguardar un momento. No tardar en
+traerle la respuesta.</p>
+
+<p>Abri la puerta del saloncito de recibo, hizo traer un quinqu y la dej
+sola. En aquel instante la joven sinti que le abandonaban todas sus
+fuerzas. El corazn comenz a darle fuertes golpes en el pecho. La
+habitacin se mova suavemente como la cmara de un buque. Se vio
+obligada a sujetarse con las dos manos al respaldo de una butaca para no
+venir al suelo. El secretario apareci a los pocos minutos, y sin
+traspasar el marco de la puerta, dijo con afectada solemnidad:</p>
+
+<p>&mdash;Su Ilustrsima va a llegar en este momento.</p>
+
+<p>Obdulia cerr los ojos y se agarr con ms fuerza a la butaca. Cuando
+los abri tena delante de s la figura imponente del prelado.</p>
+
+<p>La estancia se hallaba a media luz a causa de la pantalla que cubra el
+quinqu. Los contornos de aquella figura se esfumaban en la sombra. Pero
+los diamantes del pectoral lanzaban destellos y los cristales de las
+gafas brillaban tambin con los dbiles rayos de luz que sobre ellos
+caan. Avanz algunos pasos por la sala. Obdulia se dej caer de
+rodillas.<a name="page_284" id="page_284"></a></p>
+
+<p>&mdash;Es para algn asunto de conciencia, hija ma?&mdash;preguntole el prelado
+dulcemente, dndole al mismo tiempo su anillo a besar.</p>
+
+<p>&mdash;S, seor&mdash;respondi la joven con voz alterada por la emocin.&mdash;Es
+para un asunto de la conciencia de Su Ilustrsima.</p>
+
+<p>&mdash;De mi conciencia?&mdash;exclam el obispo, irguindose lentamente y
+dejando caer sobre ella una mirada de sorpresa y curiosidad.</p>
+
+<p>&mdash;La conciencia ms pura, Su Ilustrsima lo sabe mejor que yo, est
+sujeta a error. Cuando pensamos estar haciendo el bien hacemos el mal.
+El alma de Su Ilustrsima es noble y es santa, segn dicen todos los que
+la conocen. Por algo Dios le ha elegido para apacentar su rebao. Pero
+los ojos de Su Ilustrsima no llegan a todas partes como los de Dios. Su
+brazo se extiende en vano para bendecir. La bendicin no alcanza a
+todos. Entre los pastores que Su Ilustrsima tiene colocados para
+ayudarle los hay que guardan con fidelidad y amor el rebao, los hay
+tambin que tienen la vista y el amor fijos en s mismos...</p>
+
+<p>&mdash;Levntese usted, hija ma... Qu quiere decir con estas palabras?</p>
+
+<p>&mdash;Lo que quiero decirle, seor&mdash;profiri la hija de Osuna con audacia,
+serenndose de pronto bajo el impulso de la exaltacin,&mdash;es que tenamos
+en esta villa un coadjutor celoso, modelo<a name="page_285" id="page_285"></a> de abnegacin, de
+mansedumbre, de actividad, que haba logrado a fuerza de inmensos
+sacrificios inspirar devocin y piedad a muchos que jams las haban
+sentido, que sin violencia ninguna haba puesto en orden la parroquia y
+devuelto a Dios lo que le perteneca... Pues bien, he sabido... hemos
+sabido con dolor los feligreses todos, que en vez de dejarle en el cargo
+que desempeaba interinamente, Su Ilustrsima se lo ha dado a otra
+persona...</p>
+
+<p>El obispo la contempl en silencio un buen espacio. La joven, bajo
+aquella mirada, que pasaba por los cristales de las gafas penetrante,
+indagadora, volvi a perder la serenidad.</p>
+
+<p>&mdash;Es el coadjutor interino quien la enva a usted para dirigirme una
+representacin?&mdash;pregunt con extremado sosiego, recalcando cada slaba
+de un modo que resultaba epigramtico.</p>
+
+<p>&mdash;Oh! No, seor!&mdash;exclam toda turbada la joven, ponindose roja.&mdash;El
+seor coadjutor no tiene aspiracin ninguna. Est tan contento con el
+cargo como sin l. Nada sabe ni nada quiero que sepa... He sido yo quien
+por el odio que me inspira la injusticia me atrev a dar este paso...
+acaso imprudentemente...</p>
+
+<p>&mdash;Sin acaso! Sin acaso!&mdash;murmur el prelado, sacudiendo la cabeza.</p>
+
+<p>Quedsela otra vez mirando fijamente sin pestaear,<a name="page_286" id="page_286"></a> absorto en intensa
+contemplacin. Obdulia baj la cabeza.</p>
+
+<p>&mdash;Hija ma&mdash;sigui diciendo gravemente,&mdash;la juventud tiene sus derechos.
+Puede ser aturdida, imprevisora, gozar sin medida de los dones con que
+Dios nos ha favorecido, vivir ofuscada sin el pensamiento del pecado...
+Pero la juventud no tiene derecho a jugar con nuestra salvacin eterna,
+con la vida y con la muerte. La Santa Iglesia Catlica tiene sus
+ministros encargados de velar por la fe. Yo, aunque indigno, soy uno de
+ellos y soy responsable ante Dios y ante el Sumo Pontfice de mis actos.
+No he aprendido en ningn Santo Padre ni en ninguna decretal que los
+prelados tuviramos que dar cuenta de ellos a las nias como usted...</p>
+
+<p>&mdash;Oh, seor obispo... yo no quera!...</p>
+
+<p>&mdash;Escuche usted, escuche usted con paciencia, hija ma, escuche usted de
+rodillas a su prelado.</p>
+
+<p>Obdulia se arrodill de nuevo llena de confusin, roja como una amapola.
+La figura corpulenta del obispo se agrand desmesuradamente delante de
+sus ojos; su blanca cabeza coronada por el morado solideo resplandeca
+de majestad.</p>
+
+<p>&mdash;Los cargos de la Iglesia catlica no deben ser empleos codiciados: no
+se buscan, se aceptan con humildad y resignacin. Cuanto ms alto, ms
+duro y espinoso es para el que quiere servir a Dios. Usted, al hablar de
+injusticia, los ha<a name="page_287" id="page_287"></a> considerado por lo visto como una granjera, y ha
+pecado gravemente. Si no he dado el cargo de coadjutor a la persona por
+quien usted se interesa, esa persona debe agradecrmelo, pues la he
+librado de muchas terribles responsabilidades que dificultaran su
+salvacin eterna.</p>
+
+<p>Obdulia, viendo el rayo marchar otra vez hacia su confesor, hall
+palabras para desviarlo.</p>
+
+<p>&mdash;Vuelvo a decirle, seor obispo, que el padre Gil nada sabe de este
+paso... que se morir de pena y de vergenza si llega a conocerlo,
+porque es la modestia y la humildad personificadas. La estimacin y el
+respeto que le profeso, como todos los vecinos de este pueblo, y mi
+deseo de ver la parroquia en orden y bien servida, me impulsaron en un
+momento de ligereza a acudir a Su Ilustrsima...</p>
+
+<p>&mdash;Pero no comprende usted, hija, que al dar este paso, extrao en una
+joven sensata y piadosa, se compromete usted, y lo que es peor,
+compromete usted a un sacerdote gravemente?</p>
+
+<p>&mdash;Oh Virgen Santa! Qu he hecho?&mdash;exclam la joven tapndose la cara
+con las manos.&mdash;S, s, comprendo ahora que he sido una loca, que
+tratando de hacer un bien he causado un terrible mal... Su Ilustrsima
+me desprecia y tiene razn, porque no soy ms que una pobre tonta...
+Pero no es eso lo malo... Lo horrible es que de aqu en adelante estar
+prevenido contra un pobre<a name="page_288" id="page_288"></a> inocente... Jess de mi corazn, qu
+tentacin ha sido la ma!...</p>
+
+<p>Y rompi a sollozar perdidamente murmurando frases ininteligibles. El
+prelado se inclin hacia ella y le habl con dulzura.</p>
+
+<p>&mdash;Sosiguese usted, hija ma. Sosiguese usted y aprenda que un sucesor
+de los Apstoles no puede sentir prevencin ni odio. Si usted ha pecado,
+pida la absolucin a su confesor. Sernese usted, que ningn mal ha
+causado ms que a s misma... Ni el inocente ni el culpable tienen nada
+que temer de m. Que lo teman todo de Dios...</p>
+
+<p>Despus de pedir muchas veces perdn y derramar infinitas lgrimas,
+Obdulia bes otra vez con devocin el anillo del prelado, y se levant.
+Sin alzar los ojos del suelo murmur dbilmente:</p>
+
+<p>&mdash;Adis, seor obispo. Perdone Su Ilustrsima el disgusto que le he
+causado, y olvdelo.</p>
+
+<p>&mdash;Que la Virgen Santsima la proteja, hija ma. Rece una salve por m,
+que bien la necesito&mdash;respondi el prelado, dejndola pasar y mirndola
+con expresin de lstima hasta que traspas la puerta.</p>
+
+<p>Sali aturdida, loca de vergenza, con las manos trmulas y las mejillas
+encendidas. En cuanto lleg a casa se meti en la cama, con una fiebre
+altsima.<a name="page_289" id="page_289"></a></p>
+
+<h3><a name="XI" id="XI"></a>XI</h3>
+
+<p>Ya est descifrado el enigma, padre Gil&mdash;dijo D. lvaro desde su butaca
+vindole entrar. La sonrisa con que acompa estas palabras era tan
+contrada y extraa que daba fro.</p>
+
+<p>&mdash;Qu enigma?&mdash;pregunt el P. Gil, un poco agitado por el
+presentimiento de alguna desgracia.</p>
+
+<p>&mdash;No se asuste usted; no es el de la Creacin: un enigma ms modesto, el
+de la venida de mi mujer a Peascosa hace unos meses... Entrese usted
+de esa carta.</p>
+
+<p>El joven presbtero tom de las manos del mayorazgo la que le presentaba
+y se puso a leer:</p>
+
+<p><a name="page_290" id="page_290"></a></p>
+<div class="bloque"><p>Mi querido lvaro: Acabo de saber que Joaquina dio a luz hace
+seis das un nio, el cual se ha inscrito en la parroquia y en el
+registro civil con tu apellido. He procurado informarme, y me han
+dicho que era perfectamente legtimo, puesto que tu esposa ha
+estado en Peascosa hace unos meses y ha dormido en tu misma casa.
+Te escribo apresuradamente para preguntarte si es cierto. Lo dudo
+mucho, porque no me has dicho jams una palabra del asunto.
+Contstame inmediatamente.</p>
+
+<p class="r smcap">Julio.</p>
+</div>
+
+<p>El P. Gil dej caer los brazos, dobl la cabeza y murmur sordamente:</p>
+
+<p>&mdash;Qu infamia!</p>
+
+<p>El mayorazgo solt una carcajada.</p>
+
+<p>&mdash;Pero an cree usted que hay infamias en el mundo? De qu le sirve a
+usted tanto como ha ledo? Quisiera que me explicase cmo es posible
+hacer porqueras dentro de una letrina. Por lo visto, todava se
+encuentra usted asistiendo a la primera representacin de la comedia. Yo
+estoy en la segunda, y puedo decir anticipadamente lo que ha de suceder.</p>
+
+<p>&mdash;De todos modos, D. lvaro, me duele en el alma esta indignidad que con
+usted se ha cometido sin merecerla.</p>
+
+<p>&mdash;Indignidad? Llama usted indigna a la araa que ahoga a la pobre
+mosca en su tela, o al<a name="page_291" id="page_291"></a> milano que cae sobre el inocente polluelo y lo
+arrebata por el aire? Pues la misma fuerza infame (sa s que es la
+infame!), la misma fuerza que mueve a la araa y al milano es la que
+habita dentro de mi mujer. La mosca, el pollo y yo merecemos la misma
+suerte por haber nacido. <i>Porque el delito mayor&mdash;del hombre es haber
+nacido</i>, ya lo ha dicho Caldern, que era sacerdote como usted.</p>
+
+<p>El P. Gil medit unos momentos, y dijo al cabo, como si se hablase a s
+mismo:</p>
+
+<p>&mdash;No puedo acabar de persuadirme a que en nosotros no exista ms que la
+fuerza ciega; que esta luz que de vez en cuando brilla en el corazn de
+los hombres, y que se llama unas veces justicia, otras amor y
+abnegacin, dependa exclusivamente de combinaciones qumicas. La infamia
+es infamia siempre, y despierta en nuestro espritu un sentimiento de
+repugnancia. La araa y el milano no saben que hacen el mal, pero su
+esposa lo sabe.</p>
+
+<p>&mdash;Y qu importa? Dote usted a la bestia con la conciencia de sus actos
+y habr usted formado al hombre. La conciencia no es ms que una
+antorcha. Los crmenes lo mismo pueden ejecutarse en las tinieblas que a
+la luz. Si yo pensase, como usted, que hay un Dios creador consciente de
+todos los seres, le mandara un besa la mano felicitndole por haber
+formado una criatura<a name="page_292" id="page_292"></a> tan amable y encantadora como mi mujer y dndole
+las gracias por haberla reservado para mi uso particular.
+Desgraciadamente no puedo representarme a ese Dios recibiendo en bata y
+zapatillas mis tarjetas de felicitacin. Creo ms bien que ella y yo
+somos vctimas de la lgica. La vida tiene por objeto inmediato el
+dolor... Saque usted la consecuencia. Mi mujer naci con uas para
+desgarrar. Yo nac con un corazn blando a propsito para ser
+desgarrado. Sera una contradiccin que ella no araara y que yo no
+fuese araado.</p>
+
+<p>&mdash;Y sin embargo, usted ha amado a esa mujer con toda su alma!</p>
+
+<p>&mdash;Ah, s!&mdash;exclam el hidalgo, cerrando los ojos y pasando su mano
+descarnada por la frente.&mdash;La he amado!... Por un momento fui
+comparable a los inmortales del Olimpo. La felicidad cant dentro de mi
+alma el himno ms hermoso que acompa jams a sus divinos juegos. El
+sol se levantaba y se acostaba tan slo para dorar mis ilusiones. El mar
+estaba murmurando ah nicamente para reflejar las imgenes de oro que
+cruzaban por mi mente... Ningn hombre fue cazado por la especie con ms
+precauciones, con ms exquisito cuidado... Todos los lazos que nos
+tiende la Naturaleza para realizar su plan misterioso se pueden evitar;
+hasta la misma voluntad de vivir se puede vencer; yo la he<a name="page_293" id="page_293"></a> vencido,
+pues que apetezco con ansia la muerte. Pero esta voluntad de perpetuarse
+que se manifiesta en toda la especie, esta fuerza soberana que empuja a
+un individuo hacia otro de sexo diferente, crea usted, padre, que es
+insuperable... Qu brazo tan bien torneado! Qu espaldas de alabastro!
+Qu modo tan fascinador de quitarse los guantes y agitar su dedo
+meique, que tena lindsimo!</p>
+
+<p>&mdash;No conozco el amor, pero s que hay dos clases: uno el que tiene por
+objeto exclusivamente el goce sensual que nos equipara a los brutos, y
+otro el amor puro de dos almas que se completan, de dos corazones que se
+unen para gozar y padecer al mismo tiempo, para formar uno solo hasta la
+muerte. ste es el amor que nos ennoblece, el nico digno del ser humano
+y que merezca tal nombre.</p>
+
+<p>&mdash;En efecto, eso creen todos los poetas cursis y todas las nias
+opiladas... Pero usted es una persona formal y no puede pensar semejante
+disparate. Todo amor, por tierno y sublime que sea, tiene su raz en el
+instinto natural de los sexos: no es ms que ese instinto
+individualizado. Ha visto usted alguna vez unirse un corazn de diez y
+ocho aos con otro de ochenta para formar uno solo? Y sin embargo, el de
+ochenta puede ser tanto y ms noble y bondadoso que el de diez y ocho.
+Suprima usted la voluptuosidad, y cuntos<a name="page_294" id="page_294"></a> seran los hombres que se
+unieran a una mujer y soportaran la carga de los hijos y las
+innumerables molestias del matrimonio por el solo gusto de completar su
+espritu? El amor no es ms que una treta de la Naturaleza, padre. Para
+vencer nuestro egosmo, que es muy grande, nos engaa con una ilusin,
+hacindonos creer que lo que deseamos es nuestra felicidad, cuando slo
+es el bien de la especie. El individuo es el esclavo inconsciente de...</p>
+
+<p>Un violento golpe de tos le cort la palabra. Pidi por seas al P. Gil
+el pauelo que tena sobre la mesa y se lo llev a la boca. Cuando lo
+separ, estaba manchado de sangre. Una sonrisa de tristeza mortal
+contrajo sus labios al contemplar aquella sangre.</p>
+
+<p>&mdash;sta es la nica amante que no engaa jams, padre&mdash;dijo mostrando el
+pauelo al joven presbtero, que haba empalidecido.&mdash;Vea usted el beso
+que acaba de darme. Maana me dar otro ms prolongado; despus otro y
+otro, hasta que me coja entre sus brazos fros y me estreche
+eternamente.</p>
+
+<p>Y lo terrible del caso era que tena razn. La salud de D. lvaro, que
+jams haba sido completa, se arruinaba sensiblemente desde haca una
+temporada: tal vez desde la visita inopinada de su esposa. Habase
+demacrado mucho ms, con estarlo siempre bastante. El color, de plido<a name="page_295" id="page_295"></a>
+daba ya en terroso; los ojos haban perdido en movilidad y ganado en
+brillo; las manos parecan las de un esqueleto.</p>
+
+<p>Desde que supo la cobarde y traidora intriga urdida para que sus bienes
+fueran a parar al fruto de los adlteros, no levant cabeza. Bebi el
+cliz del dolor hasta las heces. Lo bebi con la sonrisa en los labios
+para no desmentir sus teoras, pero el veneno produce siempre su efecto;
+le abras las entraas. La tos fue en aumento, los esputos
+sanguinolentos tambin. Pasaba las noches enteras sin poder conciliar el
+sueo. Comenzaron a darle algunos ataques de disnea. Todo haca
+presagiar un prximo y funesto desenlace.</p>
+
+<p>En aquellos das se oper una crisis interesante en el espritu
+atormentado del P. Gil. El materialismo pesaba como una losa sepulcral
+sobre su corazn. Pero dentro de aquel sepulcro el espritu idealista
+del sacerdote se revolva incesantemente, luchaba con ansia por salir al
+aire libre y respirar una atmsfera ms pura. El afn de sacudir la
+lepra que le iba royendo poco a poco le impuls a estudiar los sistemas
+de metafsica dogmtica antiguos y modernos. Fue una felicidad para l
+que el obispo hubiese nombrado coadjutor al P. Narciso. Tena mucho ms
+tiempo disponible y el espritu ms libre. Entregose de nuevo a la
+lectura con ardor febril. Por<a name="page_296" id="page_296"></a> delante de su vista asombrada desfilaron
+todas las grandes concepciones del entendimiento humano, los esfuerzos
+colosales, sublimes, llevados a cabo por el hombre para dar una
+explicacin satisfactoria al gran problema de la existencia. De muchos
+de ellos tena noticia, pero era vaga, incompleta y a veces falsa, como
+que proceda de las citas de los libros que haba manejado en el
+seminario. Al estudiarlos ahora en sus fuentes se sinti posedo de una
+admiracin que semejaba al estupor. La grandeza, la perfeccin
+maravillosa de algunos de estos sistemas pareca insuperable y fascin
+su alma. Por momentos, cuando acababa de examinar alguno, le pareca
+haber levantado el velo de la verdad para siempre. Aquel sabio y
+portentoso engranaje de todas las verdades parciales para obtener la
+verdad total satisfaca la aspiracin de su mente hacia la unidad.
+Adems, aquellos sistemas le devolvan a Dios. No se lo devolvan como
+l lo quera, personal, providente, atento a las oraciones de los
+hombres, pero al fin lo alzaban sobre el Universo material como su
+principio y su razn. Ya no andbamos perdidos como tristes nufragos en
+el ocano turbulento de las fuerzas fsicas; ya tenamos algo a donde
+levantar los ojos y el corazn. El malo volva a ser malo, y el bueno,
+bueno. Y como hombre de espritu lcido no se fij en la contradiccin
+superficial de<a name="page_297" id="page_297"></a> los sistemas, que tanto impresiona y desencanta al
+vulgo. Fue ms all y vio claramente que, por debajo de esta aparente
+lucha, los sistemas de la filosofa moderna idealista se besaban
+fraternalmente. Todos estaban empapados en el mismo idealismo panteista.
+Penetrando an ms, advirti que la filosofa alemana se daba la mano
+con la griega al travs del desierto de la Edad Media.</p>
+
+<p>Por desgracia, el ltimo filsofo que ley fue a Kant, debiendo ser el
+primero. Al recorrer las primeras pginas de la <i>Crtica de la razn
+pura</i>, sinti la impresin extraa del que va a contemplar un paisaje y
+le faltan los pies.</p>
+
+<p>Estaba avezado a no pensar en el suelo, y hete aqu que de repente se
+hunde. Para conocer las cosas es preciso averiguar antes si podemos
+conocerlas. Y el resultado que iba deduciendo de la lectura es que de
+las cosas no podemos conocer ms que la apariencia. Nuestros
+conocimientos no son, en ltimo trmino, ms que percepciones; las
+percepciones, impresiones, modificaciones de nuestro propio ser. Todo
+es, pues, una pura representacin. El instinto le oblig a buscar con
+anhelo tierra firme; pero cuanto ms se esforzaba en levantar los pies,
+ms se hunda, a imagen de los incautos que penetran en un terreno
+pantanoso. Alzbase repentinamente y quera apoyarse en esas nociones
+firmsimas que<a name="page_298" id="page_298"></a> jams han faltado al entendimiento humano, en las
+nociones de Tiempo y Espacio. El filsofo de Koenisberg le demostraba
+poco a poco, con lgica inflexible, que el Espacio y el Tiempo no son
+seres reales, ni tampoco propiedades de estos seres, sino tan slo
+formas de la percepcin que tocan a las cualidades de nuestro espritu y
+no a la realidad externa. Buscaba despus con ansia apoyo en el enlace
+constante de la causa con el efecto. Kant le haca ver que este enlace
+no es ms que el encadenamiento no interrumpido de los <i>cambios</i>
+sucedindose en el tiempo, que cada <i>efecto</i> es un cambio y cada causa
+tambin. Por lo tanto, que es tan absurdo pensar en una causa primera de
+las cosas como en el sitio en que termina el espacio o el instante en
+que el tiempo ha comenzado.</p>
+
+<p>El pnico se apoder de su alma como nunca. El positivismo materialista
+le dejaba algo: la materia era una realidad; sus relaciones tambin.
+Adems, nunca se haba entregado a l, por ms que agitara en su mente
+dudas violentsimas. Pero ahora quedaba solo, sumido en completa
+oscuridad, lo mismo acerca del universo que nos envuelve, como de su
+propia existencia y destino. Luch, pues, con las ansias del que va a
+morir, con la desesperacin del nufrago que disputa a otro el socorro
+de una tabla. Discuti las proposiciones del libro una por una.<a name="page_299" id="page_299"></a> Era el
+combate de un nio con un atleta. Cada una de aquellas proposiciones
+haba sido meditada en todos sus aspectos largamente por el pensador ms
+profundo de su siglo y tambin por el ms prudente. Qu fuerza haban
+de hacer sus dbiles manos contra baluartes fabricados con tanto esmero?
+Su espritu sobrexcitado imaginaba un argumento; lo apuntaba en la
+margen del libro; lo juzgaba inexpugnable. A la pgina siguiente se
+encontraba con que el filsofo ya lo haba tenido en cuenta y lo
+deshaca de un soplo.</p>
+
+<p>Lucha triste y cruel! Lanzaba, en el frenes de su clera y pavor, una
+granizada de golpes al pecho del viejo atleta. ste permaneca inmvil
+como una roca. Luego, con burlona calma, dejaba caer su mano de hierro
+sobre la frente del sacerdote y le haca rodar por el suelo. Alzbase
+vivamente y acometa de nuevo con mayor ardimiento, y otra vez volva a
+caer aturdido por el golpe. Se aproximaba al trmino del libro. Senta
+ya sus fuerzas agotadas. Quiso, no obstante, tentar un ltimo esfuerzo
+contra aquella lgica abrumadora y desembarazarse de los lazos que le
+aprisionaban. Todo fue intil. El hrcules alemn le sujet entre sus
+brazos poderosos, le sacudi unas cuantas veces, cual si fuese de paja,
+y por ltimo lo arroj con violencia al suelo.<a name="page_300" id="page_300"></a></p>
+
+<p>Ya no pudo levantarse. Cuando despert de su aturdimiento se confes que
+estaba vencido. El mundo se le ofreci entonces claramente como su
+propia representacin. Todo lo que existe no existe ms que por el
+pensamiento. El filsofo de Koenisberg no quiso sacar esta consecuencia;
+pero estaba bien clara; no haba otra posible para sus terribles
+premisas. Ese sol que nos alumbra, ese mar que ruge a nuestros pies,
+esos mundos que pueblan el espacio son otras tantas representaciones de
+nuestro pensamiento. Slo sabemos de ellos que hay un ojo que los ve. El
+centro de gravedad de la existencia recae en el sujeto y es un fenmeno
+de su cerebro. Todo este universo tan rico y tan vario, todos los seres
+grandes y pequeos, los astros como los insectos, tienen suspendida su
+existencia de un hilo muy delgado, el hilo de la conciencia. El mundo
+guarda mucha semejanza con un sueo, una quimera... Y de ese Dios
+creador de las cosas, padre de los hombres, qu sabemos? Jams sabremos
+nada. Desde el momento en que el mundo y el orden del mundo son puros
+fenmenos determinados por nuestra inteligencia, no tiene razn de ser
+una Inteligencia Suprema. Haba llegado la hora de poner a Dios a la
+puerta y despedirlo con todos los honores de un rey destronado
+legalmente.</p>
+
+<p>Plido, anhelante, con el cuerpo rendido a la<a name="page_301" id="page_301"></a> fatiga y el alma deshecha
+de dolor, el P. Gil permaneca extendido en su pobre silln. Tena el
+libro abierto sobre las rodillas, los brazos pendientes, los ojos
+cerrados. Por los intersticios de sus pestaas comenzaron a rezumar
+algunas lgrimas, que bajaron trmulas y silenciosas por sus mejillas.
+Era la imagen triste del vencido. Poco despus su cuerpo delicado se
+estremeci, contrajronse los rasgos de su fisonoma dulce y apacible, y
+sacudi su pecho un sollozo. Se llev las manos al rostro y llor con
+desconsuelo.</p>
+
+<p>&mdash;Nada, nada!... Nunca sabremos nada!</p>
+
+<p>Su ama D. Josefa qued estupefacta al penetrar en la estancia y
+encontrarle de aquel modo. El excusador levant la cabeza y se apresur
+a volverla en seguida para que la buena mujer no advirtiese su estado;
+pero ya era tarde.</p>
+
+<p>&mdash;Cmo?... Est usted llorando, seor excusador? Qu le ha pasado,
+criatura? Virgen de la Soledad! Si tuviera padres o hermanos, creera
+que se le haba muerto alguno... Apuesto a que ese narizotas de D.
+Narciso le ha dado otro disgusto. Desprcielo, D. Gil, desprcielo!</p>
+
+<p>&mdash;Oh, no! Cuidado con las injusticias, doa Josefa!&mdash;se apresur a
+decir el joven.&mdash;Nadie me ha causado disgusto alguno. Estas lgrimas
+provienen de un malestar nervioso que siento hace das.</p>
+
+<p>&mdash;Si ya se lo deca yo! Usted trabaja demasiado.<a name="page_302" id="page_302"></a>.. Esos dichosos
+libros, que quisiera ver quemados...</p>
+
+<p>Aqu D. Josefa enjaret una larga catilinaria, declarndose en
+principio sectaria devota del califa Omar. El P. Gil la ataj antes de
+terminar.</p>
+
+<p>&mdash;Qu vena usted a decirme, D. Josefa?</p>
+
+<p>&mdash;Ah, se me olvidaba! Su madrina manda recado de que el hermano se est
+muriendo: que vaya usted en seguida y que lleve los santos leos.</p>
+
+<p>&mdash;Jess!... Vaya por Dios! Vaya por Dios!... No pens que fuera para
+tan pronto... Pobre D. lvaro!&mdash;exclam levantndose vivamente y
+apresurndose a ponerse los manteos y el sombrero.</p>
+
+<p>&mdash;Bah! Un hereje que no pona los pies en la iglesia! Qu importa que
+se muera? Cuanto primero se lo lleven los demonios, mejor.</p>
+
+<p>El excusador le dirigi una mirada tmida y ansiosa. No se atrevi a
+protestar de la barbarie: tema que penetrara en su alma y leyera sus
+sacrlegas dudas.</p>
+
+<p>Despus de pasar por la iglesia y recoger los leos, penetr en el
+vetusto palacio de Montesinos. El da estaba encapotado. La lluvia caa
+tristemente con una pertinacia que slo se conoce en aquella regin de
+la Pennsula. Sali a abrirle, como siempre, Ramiro. El viejo domstico<a name="page_303" id="page_303"></a>
+estaba desencajado. Pareca que le haban echado en pocos das diez aos
+encima. As que vio al sacerdote le cogi, con sus manos trmulas, por
+las muecas y exclam con voz alterada:</p>
+
+<p>&mdash;Se muere, D. Gil! Se muere!</p>
+
+<p>Y un raudal de lgrimas corri por sus mejillas surcadas de arrugas.</p>
+
+<p>&mdash;Est tan grave?</p>
+
+<p>&mdash;Se muere! Se muere!... Ha sido ella, s, ella!... Pero yo la
+mato... sabe usted? la mato... Despus que me maten a m... que me
+echen al mar... Quiero vengar a mi seorito... Yo mato la zorra, yo!</p>
+
+<p>El anciano, sin saber de dnde la sacaba, apretaba al mismo tiempo con
+tal fuerza las muecas del presbtero que a ste le cost trabajo
+reprimir un grito de dolor.</p>
+
+<p>&mdash;Calma, Ramiro, calma! Lo que ahora nos toca es atender al enfermo y
+ver si podemos aliviarle.</p>
+
+<p>&mdash;Suba usted conmigo, seor excusador. No hay esperanza... El mdico lo
+ha dicho... Pobre seorito de mi alma!... La mato, la mato!</p>
+
+<p>En el gran patio, toscamente empedrado, la lluvia produca ruido
+lgubre. Subieron la escalera deteriorada y sucia del principal. Ramiro
+iba llorando y murmurando amenazas. Ascendieron despus al segundo. El
+viejo empuj<a name="page_304" id="page_304"></a> la puerta del cuarto de su amo, y el sacerdote se detuvo,
+impresionado por el espectculo que se ofreci a su vista. D. lvaro
+Montesinos yaca en la cama, ms bien reclinado que extendido, con una
+pila de almohadas detrs de la espalda; yaca presa de un sncope o
+ataque de disnea, con los ojos cerrados y la boca entreabierta, sacudido
+de vez en cuando su msero trax por un hipo aciago. No haba a su lado
+ms que D. Eloisa y una criada. Aqulla le daba con un abanico aire,
+que el enfermo instintivamente trataba de recoger. Ofreca ya en su
+fisonoma todos los signos de la muerte.</p>
+
+<p>D. Eloisa, al sentir el ruido de la puerta, volvi su rostro baado de
+lgrimas, e hizo sea al sacerdote para que se aproximase.</p>
+
+<p>&mdash;Hace un cuarto de hora que est en el ataque&mdash;dijo con voz de
+falsete.&mdash;Puede quedarse en l... Quiere usted ponerle la Santa Uncin?</p>
+
+<p>Ni las ideas del enfermo, ni el caos que reinaba en aquel momento en su
+cabeza le estimulaban a hacerlo. Sin embargo, el P. Gil abri como un
+autmata la caja de los leos y se dispuso a imponer el ltimo
+sacramento a su desdichado amigo. Hubo que alzar un poco la ropa para
+ungirle los pies. D. Eloisa y la criada se volvieron; marcharon hacia
+un rincn de la estancia y sollozaron fuertemente. La lluvia bata<a name="page_305" id="page_305"></a> en
+aquel momento los cristales emplomados del balcn con triste repiqueteo.
+Las cortinas sucias ya, de muselina antigua, cernan tenue claridad en
+la alcoba. El P. Gil, con mano trmula, iba cumpliendo su piadoso
+oficio, mientras el ltimo vstago de la casa Montesinos yaca sin
+conocimiento, con la terrible palidez de la muerte impresa en sus
+facciones. Cuando estaban a punto de terminar, serenose un tanto el
+pecho del enfermo. Poco despus abri los ojos y pase una mirada de
+sorpresa y aun de espanto por la estancia. Torn a cerrarlos. Al cabo de
+un momento los abri, mir fijamente al P. Gil, dirigi despus la vista
+a los leos que tena en la mano, y sus labios amoratados quisieron
+plegarse con una sonrisa.</p>
+
+<p>&mdash;Al fin me han untado ustedes!&mdash;dijo con voz apenas perceptible.&mdash;Han
+hecho bien... Pero esta mquina ya no anda, por mucho aceite que ustedes
+la echen...</p>
+
+<p>El P. Gil dirigi una mirada expresiva a doa Eloisa. sta exclam con
+angustia:</p>
+
+<p>&mdash;Acurdate de Dios, hermano mo!</p>
+
+<p>&mdash;Me acuerdo mucho, querida... Le estoy muy agradecido.</p>
+
+<p>El P. Gil quiso evitar una escena repugnante. Hizo sea a D. Eloisa y a
+la criada de que se retirasen, como si fuese a confesarle. Las mujeres
+se apresuraron a cumplir la orden, vidas,<a name="page_306" id="page_306"></a> sobre todo la hermana, de
+que el moribundo se reconciliase con Dios.</p>
+
+<p>&mdash;Aunque hace ya mucho tiempo que no hemos hablado de asuntos
+religiosos&mdash;dijo el padre Gil, sentndose al pie de la cama e inclinando
+su cabeza hacia el mayorazgo,&mdash;presumo que sus ideas no habrn cambiado
+desde la ltima vez que hemos discutido. Sin embargo, en estos momentos
+en que su vida corre algn peligro, no siente usted la necesidad de una
+fe que le alumbre en las tinieblas en que puede ser envuelto, de alguna
+esperanza que le consuele en este amargo trance?</p>
+
+<p>&mdash;Ninguna... He llegado felizmente al desenlace de la horrible
+comedia... Todos los hombres juegan en ella un papel bien poco airoso...
+El mo ha sido tristsimo...</p>
+
+<p>&mdash;Verdad, D. lvaro... Es usted uno de los hombres ms desgraciados que
+he conocido. Por lo mismo creo que, o no hay justicia en el cielo, o
+recibir en l la recompensa de sus dolores si se arrepiente en este
+instante de sus pecados... y tambin de sus ideas anticristianas.</p>
+
+<p>Estas ltimas palabras las pronunci el padre Gil en voz ms baja, como
+si sintiera vergenza.</p>
+
+<p>&mdash;Ni en el cielo ni en la tierra... hay esa justicia ridcula que usted
+supone... Pero hay otra ms grande... y se va a cumplir ahora.</p>
+
+<p>&mdash;Y tantos dolores como usted ha experimentado,<a name="page_307" id="page_307"></a> sern infructuosos?
+No se cree usted con derecho a una compensacin?</p>
+
+<p>&mdash;No... Soy profundamente culpable por el hecho de haber nacido.</p>
+
+<p>&mdash;Eso es horrible, D. lvaro, y adems absurdo. Los dolores de este
+mundo nos hacen creer que ste es un pasaje de trnsito y prueba, que
+despus de esta vida, triste y amarga, hay otra eterna donde nuestra
+alma inmortal gozar al fin la felicidad ms pura. Usted, que ha
+padecido ms que los otros, gozar de mayor premio.</p>
+
+<p>&mdash;Oh, no!... No quiero premios!... No quiero vida futura!... Quiero
+reposar... reposar eternamente!... Qu dulce... es esta palabra,
+padre!... No sentir ya nunca ms los latigazos de la naturaleza ni las
+pualadas de los hombres!... No sentir este cuerpo miserable que tanto
+me ha hecho padecer! No sentir los dientes de esa infame royndome el
+corazn lentamente!... Escuche usted, padre... Si usted me tiene
+siquiera un poco de lstima... no intente quitarme esta ltima
+ilusin... Si sabe usted que hay cielo, cllelo... No turbe usted, por
+cuanto ms haya querido en el mundo, esta paz bendita en que voy a
+entrar...</p>
+
+<p>El P. Gil, sacudido por un estremecimiento de tristeza y compasin,
+comenz a llorar.</p>
+
+<p>&mdash;Gracias... gracias por esas lgrimas&mdash;dijo<a name="page_308" id="page_308"></a> el enfermo sonriendo.&mdash;Al
+mismo tiempo dej caer su mano, trasparente como la porcelana, sobre la
+del sacerdote y la apret suavemente.</p>
+
+<p>Hubo un largo y triste silencio. El P. Gil, con la mirada exttica,
+clavada en el balcn, meditaba. El moribundo, con los ojos cerrados,
+pareca prepararse a conciliar el sueo dulce que anhelaba. La estancia
+se oscureca por momentos fuertemente y en otros se esclareca,
+revelando la espesura de las nubes que interceptaban la luz del sol.</p>
+
+<p>&mdash;Pero no siente usted horror a la nada, al aniquilamiento
+absoluto?&mdash;exclam al fin el P. Gil con cierta violencia, como si
+argumentase contra su propio pensamiento.</p>
+
+<p>El mayorazgo abri los ojos sorprendido.</p>
+
+<p>&mdash;Cmo?... Si no tengo miedo a la nada?... Oh, no! A lo que tengo
+miedo es a la vida... Todos se casan con ella al nacer, y a todos les
+sale p... Unos lo dicen como yo... Otros lo callan por vergenza, como
+hacen la mayor parte de los maridos.</p>
+
+<p>&mdash;Y si Dios le condenase despus de esta vida a eternos tormentos por
+haber blasfemado tanto?</p>
+
+<p>El moribundo sonri con trabajo.</p>
+
+<p>&mdash;Eso lo han inventado ustedes los clrigos... para turbar la paz de
+esta hora... de esta hora dichosa... Pero yo la he comprado demasiado
+cara para desprenderme de ella...<a name="page_309" id="page_309"></a></p>
+
+<p>Hubo otro largo silencio. El enfermo volvi a cerrar los ojos. Aparte de
+cierta extraa agitacin en los dedos, su actitud tranquila confirmaba
+el sentido de sus palabras. Pareca estar gozando con voluptuosidad de
+la insensibilidad que poco a poco penetraba en su ser, de los preludios
+de la nada.</p>
+
+<p>&mdash;Y sin embargo&mdash;concluy por decir el P. Gil, exhalando un suspiro y
+con los ojos clavados siempre en el balcn,&mdash;no sera infinitamente ms
+dulce esta hora si fuese la entrada de una nueva vida, si por nuestra
+alma bajase una legin de ngeles que la llevasen a gozar de Dios
+eternamente, como creemos los cristianos?</p>
+
+<p>El mayorazgo alz un poco los ojos e hizo signos de negacin con la
+cabeza. Volvi a cerrarlos. Pero haciendo al cabo de algunos instantes
+un esfuerzo para incorporarse, dijo con voz ms firme:</p>
+
+<p>&mdash;Para que la vida en otro mundo me fuese soportable... sera forzoso
+que trasformasen mi ser por completo... Mi carcter por s slo bastara
+para aburrirme... Djeme usted reposar en paz... Deje usted, padre, que
+se destruya el error fundamental de mi existencia... Ni yo ganara nada
+con perpetuarme... ni el Universo tampoco... Ah quedan otros millones
+de seres encargados de sostener el fardo de la vida.<a name="page_310" id="page_310"></a></p>
+
+<p>&mdash;Pero es horrible entrar en una noche sin lmites, eterna!</p>
+
+<p>&mdash;No tal... La vida es una pesadilla... La muerte es un sueo
+tranquilo...</p>
+
+<p>Cerr de nuevo los ojos. El P. Gil le apret cariosamente la mano,
+exclamando:</p>
+
+<p>&mdash;Quin sabe!</p>
+
+<p>La mano del moribundo se estremeci levemente. El excusador no volvi a
+desplegar los labios. Inclin la cabeza sobre el pecho y cerr tambin
+los ojos, apretndolos con las yemas de los dedos, cual si tratara de
+contener el torrente de pensamientos que se escapaban de su cerebro. El
+viento y la lluvia haban cesado. No se oa en la estancia ms que el
+rumor lejano de las olas batiendo contra los peascos.</p>
+
+<p>La meditacin del sacerdote fue larga y dolorosa. La hoja aguda y fra
+del escepticismo penetraba en sus entraas: una mano cruel la revolva
+sin piedad para desgarrrselas mejor. Lo que aquel hombre, enloquecido
+por el dolor, deca quiz no fuese cierto. Pero lo era lo que afirmaba
+el cristianismo? ste, en ltimo resultado, tambin era una tentativa
+para explicar la Existencia y el Universo, ms hermosa, ms consoladora
+que las dems... pero al fin una tentativa. Ninguna seguridad podamos
+tener de ella, pues que no la tenemos de nuestra facultad de conocer las
+cosas.<a name="page_311" id="page_311"></a></p>
+
+<p>Cuando al cabo de un rato largo levant la cabeza, el susto que recibi
+le hizo dar un salto en la silla. D. lvaro se estaba muriendo. Tena la
+boca abierta y recoga en silencio el aire, que ya no bastaba a mover
+sus deshechos pulmones.</p>
+
+<p>&mdash;D. lvaro! D. lvaro!&mdash;le grit, sacudindole.</p>
+
+<p>No respondi. El P. Gil cogi el abanico que estaba sobre la mesa de
+noche y se apresur a darle aire. Al mismo tiempo grit:</p>
+
+<p>&mdash;Madrina! madrina! Venga usted!</p>
+
+<p>D. Eloisa y la criada se precipitaron en la habitacin. En vano
+trataron de reanimar al moribundo dndole aire despus de incorporarle,
+abriendo el balcn, frotndole los pies con un cepillo, haciendo todo lo
+que les sugera en aquel momento su imaginacin. Era el ltimo ataque de
+disnea. Abra de vez en cuando la boca. Mova los dedos con ligeras
+sacudidas. Pero su fisonoma se iba inmovilizando rpidamente. El hombre
+trasmigraba a la estatua; el alma se converta en piedra.</p>
+
+<p>Aspir tres o cuatro veces seguidas el aire y qued rgido, inmvil, con
+los ojos y la boca entreabiertos.</p>
+
+<p>D. Eloisa se abraz a l sollozando y cubri de besos su faz
+cadavrica. La criada rompi a gritar como si la estuvieran golpeando.
+El padre<a name="page_312" id="page_312"></a> Gil se dej caer de rodillas y se puso a leer en voz baja por
+su breviario.</p>
+
+<p>Al cabo de un rato D. Eloisa y la criada tambin se arrodillaron al pie
+del lecho y oraron. Pero aqulla, viendo asomar una lgrima por entre
+las pestaas de su hermano, se levant prontamente y la recogi con el
+pauelo. Era la lgrima que vierten los que acaban de morir; lgrima de
+protesta de la criatura contra el poder aciago que la ha sacado de la
+nada sin pedrselo.</p>
+
+<p>&mdash;Mire usted, padre, qu sosiego, qu quietud tan dulce respira su
+fisonoma!&mdash;exclam la buena seora, contemplando a su hermano con ojos
+de dolor y ternura.&mdash;Bien se conoce que al fin se ha reconciliado con
+Dios!</p>
+
+<p>El sacerdote dej caer el libro sobre el lecho y se tap el rostro con
+las manos.<a name="page_313" id="page_313"></a></p>
+
+<h3><a name="XII" id="XII"></a>XII</h3>
+
+<p>Obdulia manifest a su confesor que estaba resuelta a dejar el mundo y
+consagrarse por entero a Dios en un convento. No pudo darle noticia ms
+grata. Haca ya mucho tiempo que las preferencias, la exagerada sumisin
+y hasta idolatra que la joven devota se complaca en mostrarle
+inquietaban al P. Gil. La ltima extravagancia que haba cometido, y de
+la cual le enter el secretario del obispo, le puso en un estado tal de
+confusin y enojo que en muchos das no quiso hablar con ella, ni menos
+se avino a confesarla. El suceso haba trascendido y se comentaba mucho
+y se rea no poco tambin. Claro que quien perda principalmente<a name="page_314" id="page_314"></a> era
+ella; pero de reflejo tambin se menoscababa la dignidad del sacerdote.
+La joven estaba avergonzada. No se presentaba en pblico ni en casa de
+sus amigas, y hasta procuraba ir a la iglesia a las horas en que no
+hubiese gente. Pero estaba an ms afligida, con la actitud de su
+confesor, que avergonzada. Quiz por esto, y para granjearse de nuevo su
+voluntad, le fue a noticiar una tarde al confesonario la determinacin
+que haba tomado.</p>
+
+<p>No vacil en darle su consentimiento. Una devocin tan exaltada, un
+anhelo tan vivo de penitencia y sacrificio se hallaran ms a su grado
+entre las paredes de un convento que en medio de las impurezas de la
+vida mundanal. A decir verdad, siempre le haba sorprendido un poco que
+su penitenta no se acordase de la vida monstica, tan conforme con sus
+inclinaciones. Luego, la edad a que haba llegado, traspuesta ya la
+primera juventud, no haca temer que su resolucin fuese hija de un
+deseo efmero, de una fugaz exaltacin romntica, como suele acaecer a
+las nias de quince a veinte aos. No slo, pues, se manifest conforme,
+sino que la alent con suaves palabras a persistir en ella y a llevarla
+a cabo en el plazo ms corto posible. Qued en principio acordado entre
+ambos que se buscaran los medios ms adecuados para ello. El P. Gil,
+aunque no se lo confesase claramente, estaba<a name="page_315" id="page_315"></a> contentsimo de librarse
+de aquella inquieta y enfadosa beata, que a todas horas le molestaba, y
+que el da menos pensado poda comprometerle gravemente.</p>
+
+<p>Se trat la cuestin de convento. El P. Gil deseaba que fuese al de
+Agustinas de Lancia, pero la joven prefiri una regla ms estrecha. En
+un pueblecito de Castilla llamado Astudillo exista un convento de
+Carmelitas Descalzas, donde estaba de superiora una prima suya. Era un
+retiro dulce, remoto; no haba ms que diez o doce monjas: un rinconcito
+del cielo, como le deca cierto capelln que lo haba visitado. A se se
+empe en ir, y su confesor no tuvo al fin ms remedio que ceder.</p>
+
+<p>Quedaba la cuestin ms grave; el permiso de su padre. Obdulia la
+present desde luego como muy ardua. Osuna no tena ms hija que ella.
+Era verosmil que se resistiera a perderla para siempre. Mostrbase
+reacia, temerosa, para hablarle: dej trascurrir das y das sin
+intentarlo. El P. Gil la animaba representndole que nada reprobado iba
+a solicitar de l. La resolucin de retirarse del mundo era buena y
+piadosa para la Iglesia. Para los que no creyeran en sta, indiferente,
+nada tena de inmoral; dependa en un todo del gusto o vocacin de la
+persona. Si un padre consiente que un hijo se case o elija carrera
+acomodada a sus aficiones, por qu no ha<a name="page_316" id="page_316"></a> de permitir que otro busque
+su felicidad en el silencio de una celda? Sobre todo, nada tena de
+ofensivo para su autoridad el solicitarlo humildemente. Si lo negaba, se
+alegaran razones; tal vez se llegase a convencerle.</p>
+
+<p>Finalmente, despus de muchas idas y vueltas, tentativas y sustos y
+vacilaciones, las cuales rodeaba la exaltada doncella de gran aparato y
+misterio, se decidi un da a acometer aquella empresa espeluznante.
+Cielo santo, en qu estado de confusin y terror lleg aquella tarde al
+confesonario! Su padre se haba puesto loco, rabioso, al solo anuncio de
+lo que deseaba hacer. No quiso escuchar razones; la increp, la injuri
+y la arroj de su cuarto a empellones. Jams consentira en darle
+permiso. Primero quisiera verla muerta, y aun la matara por su propia
+mano. El P. Gil hall exagerada y hasta irracional aquella oposicin, y
+manifest propsitos de dirigirse l mismo a Osuna y hacerle comprender
+que no tena derecho a violentar de tal modo la inclinacin de su hija,
+sobre todo considerando que no era una nia privada de reflexin.
+Obdulia se apresur a disuadirle de este empeo. Su padre haba dicho en
+un arranque de enojo que considerara como enemigo a cualquiera que le
+hablase del asunto, que no le escuchara y le arrojara de su casa.</p>
+
+<p>Fue preciso resignarse por el momento, esperando<a name="page_317" id="page_317"></a> tiempo ms propicio.
+Sin embargo, la piadosa joven manifestaba cada da mayores y ms
+vehementes deseos de abandonar el mundo para siempre. Esto la
+reconciliaba con el P. Gil, que haba comenzado a desestimarla. Varias
+veces, desde el primer intento, haba abordado a su padre, pero siempre
+en vano y con desgracia. Osuna se opona cada vez con ms alta
+violencia. Desde que supiera el propsito de su hija se mostraba con
+ella despegado, la trataba con extraordinaria dureza; en todas
+ocasiones, pero sobre todo a la hora de comer, haca befa de su devocin
+y se complaca en atormentarla con burlas sangrientas que le hacan
+llorar. Y no slo con palabras, sino tambin con obras la torturaba
+despiadadamente. Afirmaba tener los brazos negros de los pellizcos que
+la infliga en cuanto se tocaba la cuestin del convento. Un da mostr
+a su confesor una oreja rota, de un tirn del feroz jorobado; otro,
+lleg con una mejilla inflamada y renegrida por haberle tirado un
+cepillo a la cara. El P. Gil estaba horrorizado y confundido. No saba
+qu hacer ni aconsejar.</p>
+
+<p>Los malos tratos y la violencia de las escenas que con su padre tena a
+todas horas llegaron a tal extremo que un da declar a su confesor
+hallarse resuelta a no padecerlos ms tiempo. Tena el propsito de
+entrar en el convento a despecho de todos los obstculos que se le
+presentasen.<a name="page_318" id="page_318"></a> Si el P. Gil la ayudaba en su empresa, se escapara de la
+casa paterna y entrara inmediatamente en la de Dios. Qued aqul
+asustado y confuso ante tan arrebatada determinacin. No se le ocultaba
+que la joven tena razones poderosas para desobedecer la autoridad de su
+padre, y si se quiere para huirla. Pero el caso era muy grave. Desde
+luego trat de disuadirla aconsejndole calma y resignacin. Acaso con
+el tiempo Osuna se convencera, le tocara Dios en el corazn y podra
+realizarse con su anuencia lo que tanto anhelaba.</p>
+
+<p>Obdulia no quiso escucharle. Haba padecido ya demasiado. Dios no poda
+querer que obedeciese a un padre tirano y cruel que desobedeca l mismo
+las leyes divinas poniendo trabas a la salvacin de una hija. Con muchas
+lgrimas y extremosos ademanes le rog que la socorriese en aquel
+trance, que la condujese al convento de Astudillo. El sacerdote se neg
+rotundamente a ello. Volvi a aconsejarle calma y que buscase siempre
+por los medios suaves de la obediencia y la humildad ganar el
+consentimiento de su padre. Pero Obdulia, conducida a la desesperacin
+por el creciente rigor de ste, le dijo al fin de un modo terminante que
+si en el plazo de ocho das no se decida a acompaarla al convento, se
+escapara de la casa y se ira sola.</p>
+
+<p>Gran turbacin arrojaron estas palabras en el<a name="page_319" id="page_319"></a> espritu del joven
+excusador. Ayudar tan directamente a cometer una desobediencia le
+causaba repugnancia. Pero consentir que un padre abusase de tan brbara
+manera de su autoridad para violentar la inclinacin de su hija y
+contrariar la voluntad misma de Dios, que la llamaba hacia s, tampoco
+le pareca bien. Por algunos das lucharon dentro de l estas opuestas
+tendencias. Obdulia le vea preocupado, irresoluto. Con astucia le iba
+atrayendo a la determinacin que ella deseaba, hacindole entender, cada
+vez con ms fuerza, que si se negaba a acompaarla se marchara sola.
+Esto le pareca al excusador el colmo del escndalo. Adems, se
+expondra a mil accidentes lamentables, y acaso a su perdicin completa.
+Consentirlo, era echar sobre la conciencia una terrible responsabilidad.
+Pens prevenir a su padre; pero la joven, que le adivin el pensamiento,
+le declar con firmeza que sera intil y aun nocivo para todos este
+paso. En cuanto tuviese un momento libre para escaparse, lo hara aunque
+fuese a medianoche.</p>
+
+<p>El P. Gil tuvo la debilidad de ceder. Con la viva imaginacin que la
+caracterizaba, la hija de Osuna se puso a idear los medios de llevar a
+cabo su propsito. Era condicin de su temperamento el no hacer nada por
+medios naturales y sencillos. Para que saliese a gusto suyo, todo haba
+de ser laberntico, extrao, violento. El plan<a name="page_320" id="page_320"></a> era el siguiente: el P.
+Gil se ira una maana a Lancia, alquilara un coche y volvera con l
+por la noche. Lo dejara en las cercanas de la villa y vendra a dormir
+a su casa. Por la maanita, antes de amanecer, saldra ella con pretexto
+de ir a misa, tomara por la carretera de Lancia y se reuniran en el
+lugar designado de antemano: se meteran en el coche e iran a tomar el
+tren de Castilla a una estacin ms all de Lancia, para despistar a su
+padre, si por acaso pretenda perseguirla.</p>
+
+<p>No le pareci bien al excusador este proyecto: le causaba instintiva y
+profunda repugnancia. Hizo algunas observaciones, pero todas se las
+desbarat prontamente la joven con su facundia y aguzado ingenio. Le
+hizo ver que cualquier otro ofrecera ms graves inconvenientes; fue
+paliando con arte los que en ste pudieran chocar ms a su confesor; le
+aturdi con tanta palabrera. El carcter dbil y bondadoso del padre
+Gil no supo resistir a aquellos ataques, y convino al fin en poner en
+prctica lo que su penitenta haba imaginado.</p>
+
+<p>Un lunes del mes de Abril sali nuestro excusador en la diligencia de
+Lancia, con pretexto de ir a consultar sus achaques con un mdico amigo.
+Obdulia se person poco despus en su casa. Haban enterado a D. Josefa
+de todo. Al ama le pareca tan mal como al excusador aquel plan,<a name="page_321" id="page_321"></a> y en
+su interior llamaba enredadora y liosa a la beata; pero era tanto el
+gusto que senta por verse desembarazada de ella, que call y pas por
+todo. Exista siempre entre ambas una rivalidad fcil de explicar.
+Obdulia, con ocasin o sin ella, visitaba a su confesor, vigilaba su
+bienestar domstico, unas veces arreglndole la ropa, otras envindole
+algn plato de su gusto, etc. Esto indignaba de un modo indecible a D.
+Josefa. La odiaba a par de muerte. Deca de ella perreras en todas
+partes, y por causarle dao, estuvo a punto de comprometer varias veces
+a su amo. No es extrao, pues, que conociendo todo lo ridculo y
+peligroso de la escapatoria, la favoreciese, alentando al P. Gil,
+disipando sus escrpulos. No vea en ella ms que un medio de librarse
+para siempre de aquella insufrible verruga que le haba salido.</p>
+
+<p>Lo primero que hizo la joven fue pedir al ama una maleta para colocar en
+ella la ropa que su confesor haba de necesitar en el viaje. Doa Josefa
+trajo del desvn un saquito de noche.</p>
+
+<p>&mdash;Esto es muy pequeo, seora. Aqu no cabe nada.</p>
+
+<p>&mdash;Cmo pequeo?...&mdash;pregunt el ama, estupefacta.&mdash;Aqu cabe ropa para
+una porcin de das. Cunto tiempo ha de estar por all el seor
+excusador?</p>
+
+<p>&mdash;Poco, poco&mdash;se apresur a decir con manifiesta<a name="page_322" id="page_322"></a> turbacin, ponindose
+colorada.&mdash;Pero ya ve usted, en los viajes nunca se sabe lo que puede
+ocurrir... A lo mejor falta la diligencia o las caballeras... Una
+enfermedad... Quin sabe!...</p>
+
+<p>&mdash;Vlgala Dios, seorita, no se ponga a pensar esas cosas!... Ir por
+otra. Por falta de maleta no se quede.</p>
+
+<p>Entre ambas acomodaron en ella algunas mudas de ropa blanca, zapatillas,
+peines, el breviario, etc., etc. Ya que hubieron terminado la tarea, no
+larga ni difcil por cierto, Obdulia se sent en el silln del clrigo,
+declarando que estaba cansadsima, que aquella noche apenas haba
+dormido con la zozobra que produce siempre una resolucin tan decisiva,
+y que le vendra bien echar un sueo. D. Josefa la dej reposar
+tranquilamente y se fue a sus quehaceres.</p>
+
+<p>Cuando la sinti trajinar all abajo, por la cocina, levantose y se puso
+a examinar con placentera mirada cuantos objetos haba en la estancia.
+Todos los toc con sus manos. Particularmente aquellos de uso ms
+inmediato y personal para su confesor, como los peines, las plumas de
+escribir, la fosforera, etc., fueron objeto para ella de una atencin
+viva, ansiosa: les daba vueltas entre sus dedos con emocin, mientras
+una sonrisa tierna y sumisa vagaba por sus labios. Un alzacuello usado
+yaca sobre una silla. Se detuvo<a name="page_323" id="page_323"></a> delante de l, lo alz y lo contempl
+unos momentos con inters; luego, echando una mirada tmida a la puerta,
+lo llev a los labios dos o tres veces y lo dej donde estaba.
+Permaneci algunos minutos inmvil, de pie en medio de la habitacin,
+con los ojos en el vaco, enajenada por intensa meditacin. Sus ojos
+tornaron al cabo a brillar sonrientes, y una ola de leve carmn se
+esparci por sus mejillas. Dio algunos pasos con pie vacilante y se par
+al fin a la puerta de la alcoba. Con una mirada intensa abraz cuanto en
+ella haba. El lecho del sacerdote era pequeito, de madera blanca;
+blanca tambin la colcha que lo cubra; las almohadas y las sbanas
+finas, pero sin encajes. Pareca la cama de una colegiala. Obdulia la
+contempl largo rato, como si no hubiera visto jams cosa ms
+sorprendente. En su rostro se notaban los signos de una emocin
+respetuosa, la que se siente al penetrar en el camarn donde se guardan
+las reliquias en las catedrales.</p>
+
+<p>As permaneci sin osar mover un pie, la faz blanca, los ojos anegados
+en gozo exttico como si estuviese en un bao tibio y perfumado. Sbito
+dio un paso atrs, corri a la puerta del gabinete, la entreabri, asom
+la cabeza y escuch. D Josefa segua en la cocina. La cerr nuevamente
+y volvi en puntillas a la alcoba. Detvose un instante, y avanz
+despus hasta<a name="page_324" id="page_324"></a> tocar en la cama. Puso sobre ella las manos. El corazn
+le golpeaba en el pecho fuertemente. Dejose caer de bruces, y con mucha
+delicadeza para no deshacer la ropa se subi a ella y se extendi,
+apoyando la cabeza en las almohadas. Corri por todo su cuerpo un
+estremecimiento inexplicable de placer, de miedo, de vergenza; un
+estremecimiento delicioso que la dej lnguida y desvanecida con los
+ojos cerrados y el rostro plido. Al cabo de un rato se volvi y hundi
+sus mejillas en la almohada, aspirando con narices y boca el olor que
+los rubios cabellos del P. Gil haban dejado en ella. Frot repetidas
+veces la cara contra el lienzo, percibiendo un cosquilleo gratsimo que
+le penetraba hasta el alma. Gozaba con todo su cuerpo, como si mil bocas
+la estuviesen besando a un mismo tiempo. Se dej estar un largo rato
+quieta, perdida en un sueo feliz, celeste, sacudida por leves
+estremecimientos de una dulzura tan grande que le haca dao. Senta una
+angustia deliciosa; suspiraba sin apartar el rostro de la almohada para
+no romper la alegra que la inundaba. Se iba aletargando lentamente. Sus
+miembros empezaban a dormir, privados de movimiento. Una niebla se
+esparca por su mente, borrando y confundiendo las imgenes. Pero su
+corazn lata siempre con violencia, como si toda la vida se hubiera
+refugiado en l. Cuando se levant al cabo de una<a name="page_325" id="page_325"></a> hora, tena las
+mejillas sonrosadas, los ojos brillantes: una sonrisa humilde,
+vergonzosa, trasfiguraba su rostro marchito, prestndole una suavidad
+cndida y virginal que jams haba tenido. Si en algn momento de su
+vida estuvo hermosa, fue en aqul.</p>
+
+<p>Se apresur a arreglar la cama haciendo desaparecer toda seal de haber
+descansado en ella y sali de la estancia; se despidi de D Josefa y
+fue a su casa.</p>
+
+<p>Al oscurecer lleg el P. Gil; se vio con l y convinieron en salir a la
+madrugada, antes que fuese da, y montar en el coche que aqul haba
+dejado en las inmediaciones. D Josefa envi, de noche ya, las maletas
+por su sobrino a cierta venta no lejana de Peascosa.</p>
+
+<p>Gran rato antes de percibirse la claridad de la aurora, llam Obdulia
+discretamente a la puerta de la casa de su confesor. Sali D Josefa a
+abrirle. El P. Gil estaba ya listo. Tomaron apresuradamente chocolate, y
+despus de haber besado a D Josefa con efusin, la presunta monja salv
+la puerta y se desliz rpidamente por la calle abajo. Diez minutos
+despus sali el P. Gil. La noche estaba oscura y hmeda. Haba llovido
+bastante. La calle, llena de charcos; la carretera, de lodo. Fuera ya de
+los arrabales, Obdulia esper a su confesor y juntos se dirigieron a la
+venta donde paraba<a name="page_326" id="page_326"></a> el coche. Mientras llegaron all no cruzaron ninguna
+palabra. El P. Gil caminaba silencioso, taciturno, revelando bien a las
+claras un mal humor que no era frecuente en l. Tard un rato el cochero
+en enganchar. Mientras dur la operacin, la futura monja se meti en la
+venta. El P. Gil permaneci fuera, presencindola. Uno y otro fueron
+objeto de gran curiosidad para la ventera, para sus hijos, para el
+mayoral y el mozo del coche. Apenas les quitaban ojo. El joven
+presbtero observ que cambiaban entre ellos algunas miradas expresivas
+y burlonas que le avergonzaron. Vio repentinamente la falsedad de su
+situacin, la enorme tontera que haba hecho. Otro hombre de ms
+carcter hubiera retrocedido en aquel instante. Tuvo amagos de hacerlo,
+vacil si le dira a la joven que le era imposible acompaarla; al fin
+no se atrevi, y cuando el cochero advirti que todo estaba listo y
+Obdulia le dijo con su viveza caracterstica: Vamos, padre; pronto...
+arriba! subi al carruaje con la resignacin de un cordero.</p>
+
+<p>Empezaba a amanecer. Clareaba el horizonte y soplaba un viento hmedo y
+caliente, propio de primavera y de tiempo achubascado. El carruaje
+rodaba por la carretera, haciendo saltar nubes de lodo. Era una
+carretela vieja que en otro tiempo debi de pertenecer a un particular.
+Obdulia se coloc en la trasera y el P. Gil en la<a name="page_327" id="page_327"></a> delantera, lo ms
+lejos posible. Sigui mostrndose serio y taciturno, ms an que antes.
+La joven le observaba con el rabillo del ojo, y adivinando lo que pasaba
+en su espritu, permaneca silenciosa tambin, en un estado de
+recogimiento que diera buena muestra de sus msticos pensamientos. Para
+ayudar a ella, dijo al cabo de media hora de silencio:</p>
+
+<p>&mdash;Padre, no hemos pedido a San Jos que nos proteja en nuestro viaje.</p>
+
+<p>&mdash;Es cierto&mdash;respondi el clrigo, cuyos ojos claros, azules, vagaban
+perdidos por el paisaje, que empezaba a desembozarse del manto oscuro de
+la noche y sala fresco y hermoso y goteando todava de su bao
+prolongado.</p>
+
+<p>&mdash;Quiere usted que le recemos cinco padrenuestros?</p>
+
+<p>El sacerdote se despoj del sombrero en silencio y comenz en voz baja a
+decir el padrenuestro. Obdulia le respondi con verdadera emocin,
+tambin en voz baja. Formaban la del uno y la del otro un murmullo
+suave, discreto, que sin saber por qu llenaba de emocin el alma de la
+joven. Sentase poseda de una languidez extraa, de una felicidad
+ntima, que aniquilaba o adormeca su pensamiento. El ruido sordo de las
+ruedas del coche y el cascabeleo de las mulas contribuan a sumergirla
+en este arrobamiento. Cuando terminaron, qued largo rato ensimismada.<a name="page_328" id="page_328"></a>
+Por su gusto aquella oracin no se hubiera terminado nunca.</p>
+
+<p>Pero el joven presbtero se haba puesto el sombrero y miraba otra vez
+por la ventanilla. El paisaje se animaba bajo la claridad rosada de la
+aurora. El viento haba barrido los nubarrones hacia el poniente y
+dejaba en la parte de levante una claraboya por donde surga
+esplendoroso el disco del sol. Aquella visin le apart del msero
+cuidado que ocupaba su mente. Sinti un estremecimiento y cay de nuevo
+en la idea fija, terrible, que desde haca algunos das le roa el
+corazn. Volvi a sentir aquella angustia opresora que hinchaba poco a
+poco su pecho y que amenazaba ahogarle. Dej de existir Obdulia y cuanto
+tena a su alrededor. No qued en el Universo ms que su pensamiento
+frente al gran problema del conocer.</p>
+
+<p>Aqulla, que le observaba atentamente, no se atrevi en mucho tiempo a
+turbar su xtasis. Pensaba que lo que le pona taciturno era lo que le
+haba ledo antes en los ojos, el pesar de haberse colocado en una falsa
+situacin. Sin embargo, concluy por hablar y adopt el tono jocoso.
+Quera distraerle a todo trance.</p>
+
+<p>&mdash;Padre, est usted muy pensativo. Usted tiene hambre.</p>
+
+<p>El sacerdote hizo un esfuerzo para sonrer.</p>
+
+<p>&mdash;No tal.<a name="page_329" id="page_329"></a></p>
+
+<p>&mdash;S, la tiene; no me lo niegue usted. Y el hambre nos hace pensar unas
+cosas tan tristes!... Ver usted cmo yo le quito en un momentito esa
+cara de vinagre y se la pongo de jerez amontillado... Aqu lo traigo en
+este frasco...</p>
+
+<p>Al mismo tiempo abri un saquito de piel que traa en la mano y comenz
+a sacar vitualla y dos o tres frascos con vino y leche.</p>
+
+<p>&mdash;Yo necesito verle a usted con cara de pascua, padre&mdash;prosigui
+mientras desenvolva los papeles blancos en que traa envueltas las
+rajas de carne, de pescado, los pastelitos, etc.&mdash;En cuanto le veo a
+usted esa arruguita ah... ah&mdash;y le toc con su dedo en la frente: el
+sacerdote la retir con viveza,&mdash;ya me tiene usted ms triste que la
+noche... Por qu ser?... Por qu no ser?... Usted, que sabe tanto,
+me lo dir.</p>
+
+<p>Las ltimas palabras las dijo canturreando y afectando distraccin.</p>
+
+<p>&mdash;Ea! Voy a poner la mesa... Tenga usted quietecitas las piernas, que
+necesito de ellas en este momento.</p>
+
+<p>Junt las suyas con las del clrigo, extendi una servilleta por encima
+y fue colocando los vveres. Los frascos con el vino los puso en el
+suelo.</p>
+
+<p>&mdash;Me parece que no habr necesidad de que saque los tenedores,
+verdad?... Seamos humildes. Comamos con los dedos.<a name="page_330" id="page_330"></a></p>
+
+<p>&mdash;Es humildad, o es que le sabe mejor as?&mdash;pregunt sonriendo el P.
+Gil.</p>
+
+<p>Obdulia solt la carcajada.</p>
+
+<p>&mdash;Es usted mi confesor y no puedo decirle mentira. Me gusta as mucho
+ms... Es de las pocas cosas sucias que me gustan.</p>
+
+<p>&mdash;Eso ltimo tampoco es humildad&mdash;dijo el confesor sin dejar de sonrer.</p>
+
+<p>&mdash;Vaya, vaya, no se me ponga regan y coma con garbo... si es que
+sabe... que estoy viendo que no... Pero criatura! Qu hace usted ah
+echando bocados a ese trozo de mero sin quitarle las espinas?... No ve
+usted que se le puede clavar una en la garganta?... Deme usted ac&mdash;y se
+la arrebat al mismo tiempo de las manos.&mdash;Ver usted cmo yo se las
+quito sin dejar una... Digo... si es que usted no tiene asco a mis
+dedos...</p>
+
+<p>El P. Gil se apresur a hacer signos negativos.</p>
+
+<p>&mdash;Salen ahora mismo de los guantes... Adems&mdash;exclam riendo,&mdash;usted me
+tiene mucho cario y lo come ms a gusto pasando por mis manos... Qu
+tonta soy! Verdad, padre?&mdash;aadi bajando la voz.</p>
+
+<p>&mdash;Tonta, no. Un tanto ligera, s&mdash;repuso el sacerdote, acompaando estas
+palabras con una sonrisa para desvirtuar su aspereza.</p>
+
+<p>La joven se puso encarnada. La conversacin se hizo ms seria.<a name="page_331" id="page_331"></a></p>
+
+<p>Cerca de las nueve divisaron las torres de Lancia y la gran cortina
+negra de montaas que cierra su horizonte. El cielo estaba despejado. El
+viento soplaba tibio del Sur. La maana ofreca esa dulzura exquisita
+que se observa en algunos das de primavera.</p>
+
+<p>El P. Gil advirti al cochero que pasase cerca de la capital sin entrar
+y se dirigiese a la primera estacin del ferrocarril, distante una legua
+de ella. Haba resuelto tomar el tren all para mayor recato. La
+estacin, se llamaba la Reguera. Cuando llegaron eran las once. Deban
+esperar dos horas y media, porque el tren no pasaba por all hasta la
+una y cuarenta.</p>
+
+<p>La Reguera estaba situada al extremo de un pintoresco y risueo valle.
+Desde la estacin, asentada en un alto terrapln, se divisaba todo
+perfectamente. Circundbalo un cinturn de colinas suaves vestidas de
+rboles y praderas y despus de ste otro de altas y escuetas montaas,
+cuyos tonos rojizos formaban hermoso contraste con el verde del primero.
+En el llano haba un mosaico caprichoso de prados con lindes de
+avellanos, tierras de maz y arboledas. Por el medio atravesaba
+majestuoso un ro ancho, cristalino, que, herido por el sol, pareca una
+gran faja brillante de plata. As que despidieron el coche, Obdulia
+propuso a su confesor el bajar a este llano y aguardar all la llegada
+del tren. Acept<a name="page_332" id="page_332"></a> gustoso, por librarse de las miradas de la gente de la
+estacin. Bajaron por un sendero estrecho y empinado y entraron en un
+bosque de castaos que se prolongaba hasta la orilla del ro. El
+sacerdote advirti que estaba muy hmedo, pero la joven marchaba delante
+dando gritos de alegra, metindose hasta la rodilla en la yerba,
+batiendo las palmas como una nia a quien perdonasen la escuela. Las
+grandes copas de los castaos an no estaban vestidas del follaje que
+ostentan en el verano. Los rayos del sol, pasando al travs de sus ramas
+descarnadas, beban el agua fresca que formaba charcos entre el csped.</p>
+
+<p>Obdulia no par hasta llegar al talud guijarroso que serva de margen al
+ro. All se detuvo y volvi la vista atrs y contempl con semblante
+risueo a su confesor, que vena tomando precauciones, apoyando con
+cuidado el pie en los sitios ms secos. Tena el rostro encendido por la
+carrera, los cabellos revueltos y sus grandes ojos negros brillaban con
+expresin de vivo placer.</p>
+
+<p>&mdash;Ande usted, cobarde! Tiene miedo a morirse por los pies?</p>
+
+<p>&mdash;Y si pilla usted un catarro, cmo podr resistir la vida dura del ao
+de noviciado?&mdash;repuso el clrigo aproximndose.</p>
+
+<p>Por los ojos de la joven pas una nube sombra y qued repentinamente
+seria. Luego, haciendo un esfuerzo para animarse, dijo:<a name="page_333" id="page_333"></a></p>
+
+<p>&mdash;A que no se atreve usted a desenganchar esa lancha para que demos un
+paseito por el ro?</p>
+
+<p>&mdash;Ya lo creo que no!</p>
+
+<p>&mdash;Pues yo s... Ahora va usted a ver.</p>
+
+<p>Una gran barca vieja y deteriorada, que serva para trasportar a los
+paisanos de una orilla a otra en los das de mercado, yaca amarrada por
+una cadena a la orilla, debajo de unos juncales que la sombreaban.</p>
+
+<p>&mdash;Ay, qu lstima!&mdash;exclam la joven devota cogiendo entre sus manos la
+cadena.&mdash;Tiene candado!</p>
+
+<p>&mdash;Me alegro. Eso evita que usted hiciera una locura.</p>
+
+<p>&mdash;Pues yo no renuncio a flotar un poco. Me meto dentro. Soy de puerto de
+mar y el agua es mi elemento.</p>
+
+<p>Y diciendo y haciendo, salt con decisin en la barca, que se inclin de
+un lado para recibirla; se fue por encima de los bancos hasta la popa, y
+all se sent.</p>
+
+<p>&mdash;Oh! Qu bien se est aqu a la sombra! Y hay su cachito de
+balanceo... Vngase, padre. En ninguna parte se puede esperar mejor...</p>
+
+<p>El clrigo salt tambin por encima de los bancos, y se fue a sentar no
+lejos de ella. La sombra, en efecto, era grata en aquella hora del
+medioda. La corriente balanceaba suavemente la lancha y produca al
+chocar un glu glu suave<a name="page_334" id="page_334"></a> y cristalino que convidaba al sueo. Despus de
+alegrarse de su buena fortuna por hallar asiento tan agradable y de
+cambiar algunas frases, ambos guardaron silencio. Obdulia inclin su
+cuerpo sobre el agua y clav los ojos en ella con expresin melanclica.
+El P. Gil dej los suyos vagar por el horizonte, recorriendo sin verlas
+las altas montaas que aislaban el valle del resto del mundo. Y como
+siempre que quedaba un momento abstrado, la fatal duda volvi a flotar
+en su mente. Qu era todo aquello que tena a su alrededor? Una pura
+representacin de su pensamiento, un producto de l, un sueo quiz...
+Un sueo!... Mientras dormimos tambin vemos, tambin palpamos, lo
+sentimos todo al igual que despiertos. Por qu no ha de ser la vida un
+largo sueo? La diferencia que establece Kant entre la vigilia y el
+sueo le pareca deleznable. Porque el encadenamiento de las
+representaciones lo mismo existe en la una que en el otro. Lo nico que
+rompe este encadenamiento es el acto de despertar. Pero muchas veces al
+despertar confundimos los acontecimientos del sueo con los de la
+realidad. No indica esto bastante claramente que todo tiene el mismo
+origen y fundamento? Por qu razn decimos que los unos son reales y
+los otros no?...</p>
+
+<p>Sacole de su intensa meditacin la voz de Obdulia,<a name="page_335" id="page_335"></a> que desde haca
+algunos minutos le observaba.</p>
+
+<p>&mdash;Vamos, padre, no piense usted ms en eso, y dgame de verdad si no
+est a gusto aqu.</p>
+
+<p>&mdash;En qu no he de pensar, hija ma?&mdash;respondi el sacerdote ponindose
+levemente colorado, como si ya se lo hubiese adivinado.</p>
+
+<p>&mdash;En eso!... No s lo que es, pero debe de ser algo malo cuando le hace
+a usted arrugar la frente y abrir unos ojazos pasmados como si viera
+delante un alma del otro mundo... Vamos, piense usted un poco en m, ya
+que me he confiado a sus cuidados.</p>
+
+<p>&mdash;Ya pienso. No acabo de advertir a usted que no deba mojarse los
+pies? Pero usted no hace caso&mdash;replic sonriendo con benevolencia.</p>
+
+<p>&mdash;Eso es! Se acuerda usted de m para regaarme... Se ha vuelto usted
+muy regan, padre!... En otro tiempo era usted ms cobarde, ms
+suavecito; todo lo deca dando rodeos, de miedo de ofender a una...
+Pero ahora! Anda, anda, buenos rodeos te d Dios!... Ya ha aprendido
+bien a regaar... Por supuesto&mdash;aadi cambiando de tono y acercndose
+ms a l&mdash;que a m me gusta ms de esta manera. Yo quiero que mi
+confesor tenga firme por las riendas, que sea severo y hasta duro
+conmigo... Usted me rie poco todava, padre. Quisiera que usted fuese
+ms severo... que me castigara fuerte... y hasta<a name="page_336" id="page_336"></a> me pegara, para
+demostrarle bien mi sumisin.</p>
+
+<p>Dijo las ltimas palabras con voz temblorosa y el rostro avergonzado,
+fijando en su confesor una mirada de tmida adoracin. El rostro de ste
+expres turbacin y disgusto. Volvi la vista al otro lado y guard
+silencio.</p>
+
+<p>Al cabo de unos instantes, la joven devota, que miraba melanclicamente
+al agua, dijo con mpetu reprimido:</p>
+
+<p>&mdash;Cunto dara porque se rompiese la cadena que sujeta esta barca y la
+corriente me llevase muy lejos... muy lejos!... donde no viese nada de
+lo que he visto hasta ahora, donde todo lo que imaginara se realizase al
+instante... Ah! Yo quisiera ir a parar a un valle ms pequeo que ste,
+pero ms risueo todava: el cielo siempre azul, la tierra llena de
+flores y animales hermosos que viniesen a comer a mi mano. Y vivir all
+sola con Dios y las personas que eligiese para acompaarme. Vivir
+enmedio de los campos y entender lo que dicen los rboles cuando el
+viento agita sus copas y lo que murmuran las fuentes y lo que gorjean
+las aves y lo que silban los insectos. Marchar siempre acompaados de
+una escolta de pajaritos de Dios que nos ensearan el camino y nos
+deleitaran con su canto, embriagados por los aromas de las flores,
+inundados de luz, envueltos en la caricia de una primavera eterna. Esto
+es lo que soaba cuando tena catorce aos.<a name="page_337" id="page_337"></a> Y hoy, sin saber por qu,
+vuelvo a soarlo otra vez... Pero no&mdash;aadi con voz profunda al cabo de
+una pausa, frunciendo fuertemente su frente plida,&mdash;mejor sera que la
+barca me llevase a alguna gruta oscura entre peascos inaccesibles y me
+volcase all y me sepultase en sus aguas negras, para que nunca ms se
+volviese a saber de m... As concluira de una vez de padecer...</p>
+
+<p>Al pronunciar las ltimas palabras se llev las manos a la cara y
+comenz a sollozar.</p>
+
+<p>El P. Gil la contempl un momento con ojos severos.</p>
+
+<p>&mdash;Lo que acaba de decir es una gran impiedad, tanto ms grande y
+abominable, cuanto que sale de una boca que va a pronunciar muy pronto
+votos sagrados.</p>
+
+<p>&mdash;Perdn, padre... Son sueos nada ms.</p>
+
+<p>&mdash;Pida usted perdn a Dios y preprese de un modo ms respetuoso para
+ser su esposa.</p>
+
+<p>El P. Gil se levant al decir esto gravemente y sali de la barca.
+Obdulia le sigui con el pauelo en los ojos.</p>
+
+<p>Subieron de nuevo a la estacin. En una cantina prxima tomaron caldo y
+aguardaron la llegada del tren, que no se hizo esperar. No haba ningn
+coche vaco, pero en uno estaba solamente una persona, y a l subieron.
+Parti el tren al instante. El viajero les mir distradamente, con poca
+curiosidad, figurndose tal vez que eran<a name="page_338" id="page_338"></a> hermanos. Sin embargo, al cabo
+de unos momentos la joven pidi a su confesor que le bajase la maleta de
+la rejilla para sacar un pauelo. El viajero percibi que se trataban de
+usted, y entonces los examin con viva atencin. El padre Gil se turb
+bajo su mirada fija, inquisidora. Por fortuna, a la tercera estacin se
+baj. Pero todava, en pie sobre el andn, los segua saetando con los
+ojos hasta que el tren se puso en marcha.</p>
+
+<p>Ambos guardaron silencio obstinado. El padre Gil ya no se senta
+arrastrado por la metafsica; empezaba a atormentarle una sorda
+inquietud que llenaba su espritu de temores, de vagos presentimientos.
+Senta vergenza singular desde que el viajero que se haba apeado les
+observara con atencin tan sostenida. Aquella muchacha le inspiraba
+miedo. Un tropel de pensamientos feos, insensatos, acudi a su cerebro y
+lo llen de confusin. Tena las mejillas encendidas y los ojos
+asustados. Procuraba evitar el encuentro con los de su penitenta, que
+senta posados constantemente sobre l.</p>
+
+<p>Por atraccin irresistible o por casualidad lleg un momento en que se
+cruzaron sus miradas. La joven dej escapar una risita maliciosa. El
+sacerdote apart prontamente la vista y permaneci grave, como si no la
+hubiera advertido. Al cabo de un rato volvieron, sin saber cmo, a
+encontrarse<a name="page_339" id="page_339"></a> sus ojos, y otra vez solt a rer la devota, mirndole con
+semblante alegre. El padre Gil no hizo aprecio de ello y volvi el suyo
+hacia la ventanilla. Pero Obdulia exclam:</p>
+
+<p>&mdash;A que no sabe, padre, de qu me estoy riendo?</p>
+
+<p>&mdash;Usted dir&mdash;repuso gravemente el clrigo sin volver la cabeza.</p>
+
+<p>&mdash;Pues de usted.</p>
+
+<p>&mdash;Por qu motivo?&mdash;pregunt con naturalidad y modestia.</p>
+
+<p>&mdash;Porque adivino perfectamente lo que est pensando. Usted teme que
+llegue la noche, como los nios... Empieza usted a estar violento con
+una mujer que todava no es vieja, y se arrepiente ya de haber cedido a
+acompaarme...</p>
+
+<p>&mdash;No anda usted muy distante de la verdad&mdash;replic el sacerdote con
+firmeza.</p>
+
+<p>Obdulia se turb un poco; pero reponindose inmediatamente:</p>
+
+<p>&mdash;Eso prueba su gran modestia, padre. Un santo como usted no debe temer
+nada en ninguna situacin. Yo, sin ser santa, estoy perfectamente
+tranquila.</p>
+
+<p>Estas palabras gustaron al P. Gil. Le respondi con benevolencia, y un
+poco ms sereno y confiado, volvi a entablar conversacin con ella,
+procurando mostrarse familiar y jocoso, tanto<a name="page_340" id="page_340"></a> ms cuanto que deseaba
+alejar el malestar y la inquietud que se cerna sobre ellos.</p>
+
+<p>Rezaron el rosario. Luego cenaron con la vitualla que traan. Mientras
+dur la cena, Obdulia estuvo oportuna y alegre. El clrigo le segua el
+humor con cierta afectacin para ocultar el embarazo que a su pesar le
+dominaba.</p>
+
+<p>Haba cerrado la noche, una noche soberbia de Castilla, fra y azul,
+alumbrada por los rayos de la luna, que trasformaba la llanura en un
+vasto lago dormido. El tren corra a toda velocidad por el medio
+rompiendo con sus silbos estridentes, con el fragor de su marcha, el
+encanto de aquella claridad suave y tranquila. Los altos chopos parecan
+flotar sobre ella como fantasmas envueltos en el blanco cendal de la
+neblina.</p>
+
+<p>Los cristales del coche se empaaron al fin. Obdulia se apart de su
+confesor y fue a arrebujarse en un rincn, tiritando de fro. Luego se
+puso a hacer dibujos sobre el cristal con un dedo. Escribi su nombre:
+Obdulia Osuna; despus el de su confesor, Gil Lastra. Y volvindose al
+rincn, se rebuj de nuevo. El P. Gil, que haba ledo bien desde su
+sitio los dos nombres, se acerc a la ventanilla, con pretexto de
+estirar las piernas, y escribi debajo del suyo con letra clara:
+<i>presbtero</i>.</p>
+
+<p>Trascurri un rato en silencio. Ambos parecan soolientos. Obdulia dijo
+al cabo:<a name="page_341" id="page_341"></a></p>
+
+<p>&mdash;Con permiso de usted, voy a acostarme un poquito, padre. Tengo sueo.</p>
+
+<p>Y se estir sobre los almohadones, echndose una manta encima de las
+piernas.</p>
+
+<p>&mdash;Ay! ay!&mdash;exclam a los pocos instantes.&mdash;Cmo me lastiman las
+botas!... Claro, como las he humedecido primero y luego puse los pies
+sobre el calorfero, se han contrado!... Vamos, padre&mdash;aadi sonriendo
+graciosamente,&mdash;srvame de doncella una vez siquiera... Qutemelas
+usted, que yo no puedo.</p>
+
+<p>Una ola de rubor subi a las mejillas del sacerdote. Tuvo un momento de
+vacilacin.</p>
+
+<p>&mdash;Vamos, padre&mdash;insisti ella,&mdash;sea usted humilde como todos los santos.
+El Papa lava los pies a los pobres: bien puede usted quitarme a m las
+botas.</p>
+
+<p>El P. Gil se levant y empez con mano temblorosa, rojo como una
+amapola, a soltar los botones del calzado a su hija de confesin. Ella
+le contemplaba con sonrisa maliciosa.</p>
+
+<p>&mdash;Muchas gracias, padre. Ahora hgame el favor de envolverme las piernas
+en la manta... As; perfectamente. Ahora acustese un poco tambin y no
+haga ruido.</p>
+
+<p>El sacerdote, que a todo esto sonrea forzadamente, se acomod en el
+rincn opuesto y qued de repente serio, con el entrecejo violentamente
+fruncido. Una viva terrible inquietud se apoder<a name="page_342" id="page_342"></a> de su espritu. La
+escapatoria le iba pareciendo una ligereza cada vez ms imperdonable.
+Aquella muchacha, ni tena verdadera vocacin de monja, ni llevaba
+trazas de tenerla jams. Era un temperamento frvolo, malicioso,
+arrebatado, capaz de cualquier atrocidad. Qu necedad la de haber
+cedido a sus instancias! Se confesaba que mereca un poco lo que le
+estaba pasando por su afn de desembarazarse de ella a todo trance. Pero
+como ya no era tiempo de volverse atrs, lo importante era dejarla
+cuanto ms antes en el convento, y a eso deban tender todos sus
+esfuerzos.</p>
+
+<p>Obdulia pareca dormida. Sus ojos, no obstante, se entreabran de vez en
+cuando para mirarle, y dejaban escapar una llamarada burlona y
+maliciosa.</p>
+
+<p>A las nueve llegaron a Palencia. Se hicieron guiar a una posada modesta.
+Antes de retirarse cada cual a su habitacin, el P. Gil quiso prevenir
+todo lo necesario para emprender el viaje a Astudillo al da siguiente.
+Mand buscar caballos, se enter del camino que haban de seguir, del
+tiempo que iban a tardar, etc. Quiso dejarlo todo listo, a pesar de que
+Obdulia le indicaba que no corra tanta prisa. Puesto que se trataba de
+un viaje corto, por la maana era fcil arreglarlo todo. Pero el
+excusador no poda disimular el ansia que tena de dejar zanjado aquel
+asunto.<a name="page_343" id="page_343"></a></p>
+
+<p>Se levant muy temprano, pero no se atrevi a avisar a la joven.
+Entretuvo su impaciencia rezando, paseando por la habitacin, yendo a
+casa del alquilador de los caballos para cerciorarse de que los tena
+dispuestos. Al fin, cerca ya de las diez, se atrevi a pasar un recado
+por la criada, preguntndole si estaba ya preparada a partir. La
+respuesta que aqulla trajo fue que la seorita an no se haba
+levantado, por hallarse un poco constipada, que en cuanto se levantase
+le avisara para ponerse en camino.</p>
+
+<p>Sin saber por qu, aquella novedad produjo en el P. Gil un gran
+desconsuelo; sinti profundo disgusto, presintiendo una catstrofe. Una
+hora despus recibi otro recado de ella aconsejndole que almorzase
+solo y pasase despus por su habitacin, que para entonces ya estara
+vestida y preparada. As lo hizo, cada vez ms inquieto y receloso; pero
+al entrar en el cuarto de la joven, encontr que estaba, en efecto,
+levantada, pero de ningn modo dispuesta para partir. Vesta una bata
+elegante y tena los cabellos recogidos en una cofia blanca con lazos de
+seda encarnados. Estaba bastante plida y tena los ojos con seales de
+haber llorado.</p>
+
+<p>El P. Gil se detuvo a la puerta y frunci el entrecejo.</p>
+
+<p>&mdash;Entre usted, padre, y sintese aqu en esta butaca&mdash;dijo ella desde
+una sillita, mirndole<a name="page_344" id="page_344"></a> con dulzura.&mdash;Ya estoy bien. He pasado una noche
+muy mala.</p>
+
+<p>&mdash;Ha tosido usted?&mdash;pregunt el excusador, sentndose.</p>
+
+<p>&mdash;No... la he pasado toda llorando.</p>
+
+<p>El clrigo la mir estupefacto.</p>
+
+<p>&mdash;Cmo es eso, hija ma?</p>
+
+<p>Obdulia se llev el pauelo a los ojos y no contest. Al cabo de un
+largo silencio dej caer el pauelo, se apoder de una mano de su
+confesor y la bes con efusin repetidas veces y la llen de lgrimas,
+exclamando:</p>
+
+<p>&mdash;Soy muy desgraciada!</p>
+
+<p>El P. Gil quiso retirar la mano suavemente, pero la devota se la apret
+con ms fuerza.</p>
+
+<p>&mdash;No... no me retire usted esta mano, padre... esta mano que tantas
+veces me ha absuelto de mis pecados, y que ahora ay! no podr
+absolverme ni sacarme del abismo en que he cado...</p>
+
+<p>&mdash;Clmese usted, hija&mdash;repuso el clrigo, impresionado.&mdash;Acaso se
+arrepiente usted de su decisin?... Por eso no ha cado usted en el
+abismo. Todo se puede arreglar sin escndalo. Tiene usted un ao de
+noviciado, en que puede salir del convento cuando lo desee...</p>
+
+<p>Obdulia volvi a taparse el rostro con las manos y dijo entre sollozos:</p>
+
+<p>&mdash;No es eso... Es otra cosa peor... Yo tengo<a name="page_345" id="page_345"></a> un secreto, padre; un
+secreto que me pesa en el corazn hace tiempo y que me ahoga...</p>
+
+<p>El P. Gil qued unos instantes suspenso, y dijo al fin:</p>
+
+<p>&mdash;Si usted lo desea, iremos a la iglesia y la escuchar en confesin.</p>
+
+<p>&mdash;No, no... Usted ya no puede ser mi confesor&mdash;y levantando
+repentinamente la frente, plidas las mejillas, los ojos secos y
+brillantes, donde se pintaba una resolucin extrema, sigui:&mdash;S muy
+bien, padre, que mi vida entera est destinada a llorar... S tambin
+que despus de esta vida me espera quiz una eternidad de tormentos.
+Pero la desesperacin no cuenta los tormentos ni teme nada. No tiene ms
+que un pensamiento. Todo lo dems queda aniquilado... Yo le he engaado
+a usted, padre. Yo no quiero ni puedo ser esposa de Jesucristo, porque
+sera infiel a mis juramentos. Tengo dentro del alma, all en el rincn
+ms oculto y sagrado, un amor al cual ser fiel toda la vida. Este amor
+es mi delicia y es mi tormento. Hace dos aos que vivo muriendo de una
+muerte dulce, porque adoro mis propios sufrimientos... Hace dos aos que
+lloro en silencio, pero mis lgrimas son dulces y las bebo con placer.
+Sin saberlo, padre, usted me ha estado envenenando lentamente; pero,
+lejos de aborrecerle, le quiero, le adoro con toda m alma... He
+procurado arrancar de mi<a name="page_346" id="page_346"></a> alma este amor que me consume, he golpeado mi
+pecho, he martirizado mis carnes... Usted bien lo sabe, padre... Despus
+me he convencido de que era intil, y lo he dejado florecer en mi
+corazn. Cmplase la voluntad de Dios. S que estoy condenada, pero yo
+le quiero a usted... Te quiero! te quiero ms que a mi salvacin!...
+Llvame adonde se te antoje, pero no me separes de ti... Djame ser tu
+sierva... Djame besar el suelo que pisas...</p>
+
+<p>Cay de rodillas delante de su consejero, con el rostro entre las manos.
+Al travs de sus dedos flacos se notaba el vivo carmn de que estaba
+cubierto.</p>
+
+<p>El P. Gil se puso en pie vivamente, plido como un muerto, con el
+espanto pintado en los ojos. Sus labios temblaron para fulminar sin duda
+alguna frase dursima, pero no lleg a pronunciarla. Se lanz
+rpidamente a la puerta y desapareci por ella.</p>
+
+<p>Sali de casa sin darse cuenta de lo que haca. Camin a la ventura
+largo rato por las calles en un estado de aturdimiento que le impeda
+razonar sobre lo que acababa de sucederle. Saliose al campo y dio un
+largo paseo. El cansancio fsico produjo su acostumbrado efecto sedante
+y comenz a ver con claridad su situacin. Nada gan con ello. Lo que le
+estaba pasando era gravsimo, una verdadera catstrofe. Sus
+presentimientos<a name="page_347" id="page_347"></a> se haban realizado. Cmo volver a Peascosa con la
+muchacha? Cmo dejarla all abandonada? Todas las soluciones que
+acudan a su mente le parecan igualmente comprometidas. Pens en
+telegrafiar al padre, pero no era posible explicar en un telegrama lo
+ocurrido, ni aun de palabra poda hacerlo dignamente. Adems, quin
+sabe de lo que sera capaz aquella loca si se vea acosada! Una viva
+irritacin se iba apoderando del alma pacfica del presbtero. Haca ya
+tiempo que no estimaba a la exaltada beata; ahora la aborreca.</p>
+
+<p>Cuando regres a casa era ya noche. Se encerr en su cuarto sin
+preguntar por su compaera, y continu meditando con febril impaciencia
+sobre el mismo tema. La solucin que le pareci menos mala, despus de
+haber tomado y desechado muchas, fue presentarse al obispo de la
+dicesis y confiarle todo el asunto y pedirle consejo y rdenes para
+salir del paso.</p>
+
+<p>&mdash;Seor cura, la seorita que ha venido con usted me manda decirle que
+haga el favor de pasar por su habitacin.</p>
+
+<p>El P. Gil levant la cabeza, y avergonzado y confuso como si tuviera que
+arrepentirse de algo, respondi a la huspeda:</p>
+
+<p>&mdash;La seorita?... Ah! Bien... All voy en seguida.</p>
+
+<p>Pero no se movi del sitio. Aquella llamada<a name="page_348" id="page_348"></a> aument an ms su
+irritacin. Estaba resuelto a no volver a verla mientras el prelado no
+interviniese en un asunto que tan gravemente poda comprometerle.
+Trascurri cerca de una hora. Al cabo de ese tiempo se present de nuevo
+la patrona, toda azorada.</p>
+
+<p>&mdash;La seorita tiene un ataque y est en la cama sin conocimiento.
+Venga, venga, seor cura!</p>
+
+<p>&mdash;Voy, voy!&mdash;exclam asustado, corriendo en pos de ella.</p>
+
+<p>En efecto, Obdulia yaca en la cama, privada de sentido y extraamente
+plida. Pareca muerta. El P. Gil sinti al verla en tal estado una
+punzada de remordimiento en el corazn. Se apresur a prodigarle todos
+los cuidados que en el momento se le ocurrieron. Entre la patrona y l
+le baaron las sienes con agua fra, le hicieron oler algunos pomos de
+los que ella traa en su saquito de mano. No tard mucho en abrir los
+ojos. Estuvo algunos momentos con la mirada seria y fija en el
+sacerdote. Luego sonri dulcemente. La huspeda se apresur a ofrecerse.</p>
+
+<p>&mdash;Quiere usted que llamemos al mdico, seorita?</p>
+
+<p>&mdash;No, no... Esto no es nada... Hgame una tacita de tila.</p>
+
+<p>&mdash;Ahora mismo.</p>
+
+<p>Cuando se quedaron solos, la beata volvi <a name="page_349" id="page_349"></a>a mirarle larga y fijamente.
+Al cabo dijo con voz dbil:</p>
+
+<p>&mdash;Escuche usted, padre.</p>
+
+<p>&mdash;Qu desea usted, hija ma?&mdash;respondi inclinando la cabeza hacia
+ella.</p>
+
+<p>&mdash;Acrquese usted ms... No puedo esforzar la voz.</p>
+
+<p>El P. Gil se inclin todava ms. Sbito, con movimiento imprevisto, la
+joven devota sac los brazos desnudos de la cama y se los ech al
+cuello, atrajo su rostro hacia el de ella con inusitada fuerza y le dio
+un beso prolongado, frentico, en los labios, y despus otro y otro. El
+sacerdote forceje en vano por desasirse. Aquellos brazos le apretaban
+como si fuesen de hierro, y una nube de besos ardorosos corra por todo
+su rostro, sin tregua. No se oa en la estancia ms que el suave rumor
+que producan y el resuello de dos pechos anhelantes.</p>
+
+<p>Al fin, el sacerdote, con un supremo esfuerzo, se deslig. La joven cay
+pesadamente en la cama. Aqul se sinti acometido de tal susto,
+repugnancia y horror que, despus de vacilar unos momentos, perdi el
+sentido y se desplom sobre el pavimento.</p>
+
+<p>Vindole caer, la joven se levant con presteza del lecho y acudi
+solcita a socorrerle. Pero al poner los pies en el suelo, su flaca
+naturaleza, hondamente perturbada por lo que acababa de<a name="page_350" id="page_350"></a> suceder y por
+la vista de su confesor tendido en el suelo, le falt tambin y cay
+presa de un sncope.</p>
+
+<p>El del P. Gil era un desmayo pasajero. Tard pocos segundos en volver en
+s. Incorporose en el suelo, y viendo a Obdulia tendida a su lado en
+camisa y con una parte del cuerpo descubierta, sinti un fuerte
+estremecimiento de vergenza y se alz como movido por un resorte. Y
+pensando con horror que poda llegar el ama en aquel momento, se
+apresur a tomar a la joven entre sus brazos para trasportarla a la
+cama. Cuando la tena suspendida a media vara del suelo, sinti ruido en
+la puerta. Volvi la cabeza aterrado, y un grito ahogado de vergenza se
+escap de su garganta. A la puerta estaban Osuna, D. Martn de las Casas
+y D. Peregrn Casanova.</p>
+
+<p>&mdash;Ya cayeron los trtolos!&mdash;grit D. Martn con voz estentrea.</p>
+
+<p>El P. Gil dej caer de nuevo a la joven y retrocedi, mirndoles con
+ojos de espanto.</p>
+
+<p>&mdash;Qu es esto?... Qu es lo que pasa? Mi hija!... Dios mo!&mdash;clam
+Osuna, apresurndose a reconocerla.</p>
+
+<p>&mdash;Oiga usted, sucio, canalla, desorejado!&mdash;profiri D. Peregrn,
+dirigindose al excusador.&mdash;Qu situacin es sta para un sacerdote?
+No se le cae la cara de vergenza?<a name="page_351" id="page_351"></a></p>
+
+<p>D. Martn de las Casas le agarr con la mano izquierda por el brazo, y
+empujndole contra la pared, le vomit con voz campanuda, blandiendo al
+mismo tiempo el bastn:</p>
+
+<p>&mdash;Granujota, indecente! En buen lugar has dejado a los que te sacaron
+del polvo! Miserable gusano, debiera aplastarte y arrojarte despus
+como una piltrafa a la calle para que te coman los perros! Debiera
+clavarte por las orejas a la pared y exponerte a la vergenza pblica...
+Por lo menos debiera romperte las costillas con este bastn, y me estn
+dando ganas de hacerlo!</p>
+
+<p>No sera difcil, mejor dicho, sera casi seguro que el enrgico
+invlido satisficiera en esta ocasin, como en tantas otras, su apetito
+desordenado de contundir a sus semejantes, si no fuera porque en aquel
+instante se interpuso la huspeda.</p>
+
+<p>&mdash;Qu va usted a hacer, caballero? Maltratar a un sacerdote!... En mi
+casa no se dar tal escndalo...</p>
+
+<p>Repuesto un poco de la sorpresa el P. Gil, dijo con firmeza entonces:</p>
+
+<p>&mdash;Seores, esta joven se ha desmayado al tiempo de venir en mi socorro
+por haberme cado. La he acompaado hasta aqu, a ruego suyo, porque
+desea entrar en un convento y consagrarse a Dios, a lo cual su padre se
+opone sin razn<a name="page_352" id="page_352"></a> ni derecho y para ello la maltrata brbaramente...</p>
+
+<p>&mdash;Maltratar yo a mi hija, canalla!&mdash;grit en el colmo de la indignacin
+el jorobado, que haba conseguido trasportar a Obdulia hasta la cama y
+se dispona a echarle agua en la cara.&mdash;Miente usted y miente quien lo
+diga. Yo no saba siquiera que deseaba entrar en un convento... ni me
+hubiera opuesto a ello.</p>
+
+<p>El P. Gil qued estupefacto, sin acertar a decir una palabra, porque el
+acento de Osuna denotaba sinceridad.</p>
+
+<p>&mdash;Yo creo que lo que procede en este caso&mdash;manifest D. Peregrn con su
+voz gangosa, administrativa,&mdash;es dar inmediatamente conocimiento del
+hecho a la autoridad civil... A m se me present un padre, siendo
+gobernador de Tarragona...</p>
+
+<p>&mdash;Djenos usted de Tarragona, D. Peregrn!&mdash;interrumpi el seor de las
+Casas.&mdash;Aqu lo que procede es atender a esa nia... Usted, seora, haga
+lo que sepa para hacerle volver en s. Usted, D. Peregrn, que conoce
+bien la poblacin, vaya a buscar un mdico... Y t, don Gil el
+enamorado... al infierno si te parece.</p>
+
+<p>&mdash;Decir que yo maltrato a mi hija, porque quiere hacerse monja!&mdash;segua
+exclamando por lo bajo Osuna, mientras ayudaba a la huspeda.&mdash;Canalla,
+ms que canalla!<a name="page_353" id="page_353"></a></p>
+
+<p>&mdash;Seor Osuna, dispnseme usted... Yo lo crea as&mdash;dijo el sacerdote.</p>
+
+<p>&mdash;Bueno, bueno. Ya se arreglar esa cuestin en Peascosa&mdash;profiri D.
+Martn con su energa caracterstica.&mdash;Ahora, largo de aqu!... largo!</p>
+
+<p>El P. Gil se dirigi a la puerta, pero cuando ya iba a trasponerla, D.
+Martn le grit como si estuviese al frente de un batalln: Alto!</p>
+
+<p>&mdash;Amigo Osuna&mdash;dijo dirigindose al jorobado,&mdash;a usted le han inferido
+una ofensa grave y usted no queda decentemente si no da ahora mismo una
+bofetada al individuo que le ha ofendido (apuntando para el P. Gil).</p>
+
+<p>Hubo silencio embarazoso. El semblante de Osuna expres malestar y
+vacilacin.</p>
+
+<p>&mdash;Nada, nada&mdash;sigui el feroz invlido con su voz resonante de barba de
+teatro,&mdash;no es usted hombre de honor, no tiene usted pizca de vergenza
+si deja sin correctivo la ofensa.</p>
+
+<p>Osuna vacil todava un instante, ech una mirada de misericordia al
+invlido; pero viendo su rostro espantable, se resolvi al fin. Alzose
+sobre la punta de los pies y descarg una sonora bofetada en la mejilla
+del sacerdote.</p>
+
+<p>&mdash;Jess!&mdash;exclam la huspeda.&mdash;Eso es una iniquidad!</p>
+
+<p>El P. Gil se puso densamente plido: asomaron dos lgrimas a sus ojos;
+pero no hizo movimiento alguno para arrojarse sobre su agresor.<a name="page_355" id="page_355"></a><a name="page_354" id="page_354"></a></p>
+
+<h3><a name="XIII" id="XIII"></a>XIII</h3>
+
+<p>Gracias a la actitud resuelta de Obdulia, el asunto no fue llevado a los
+tribunales. Desde el primer momento se confes autora y nica
+responsable de la fuga: el excusador ninguna culpa haba tenido en ella;
+slo haba cedido a acompaarla despus de incesantes ruegos y
+valindose del ardid de los malos tratos en su casa. D. Peregrn
+Casanova, queriendo sin duda demostrar que no guardaba rencor alguno a
+Osuna por la escena de la iluminacin, segua opinando que deba
+instruirse expediente gubernativo. Haca ya mucho tiempo que estaban
+reconciliados. En Peascosa los particulares se injurian pblicamente,
+se llaman canallas, miserables, etc., etc., y a los ocho<a name="page_356" id="page_356"></a> das se les
+vuelve a ver juntos tomando caf. Pero esto no es privativo de
+Peascosa. Lo mismo sucede en Sarri y en Nieva. De otro modo, cmo
+sera posible la vida en estas villas insignes?</p>
+
+<p>Contra el parecer de D. Peregrn se hallaban todas las personas sensatas
+de la poblacin. Unos por afectos al excusador, otros por timoratos,
+otros porque no vean motivo para armar un escndalo, casi todos
+aconsejaron a Osuna que se estuviese quedo. Sin embargo, los enemigos
+que el excusador tena, mejor diremos, los envidiosos, se encresparon
+terriblemente. No quisieron asentir a la versin de la doncella.
+Opinaban que era una patraa forjada por ella para salvarle; y si no lo
+crean, por lo menos as lo manifestaban bajando la voz y sonriendo
+maliciosamente. Se les cubri de sarcasmos, lo mismo al sacerdote que a
+su hija de confesin, y se hicieron correr por la villa mil chuscadas
+ms o menos ingeniosas a propsito de su viaje. Fcil es de adivinar que
+quien ms trabaj en esta propaganda, aunque de un modo solapado, fue el
+P. Narciso. No le bastaba al capelln de Sarri haber humillado a su
+mulo arrancndole el cargo de coadjutor, que en justicia le perteneca.
+Quera a toda costa concluir con l, pulverizarle, que no se oyese ms
+su nombre en boca de las beatas de Peascosa.<a name="page_357" id="page_357"></a></p>
+
+<p>Pareciole la ocasin de perlas para ello. Por eso se dirigi
+espontneamente a Osuna, preguntndole si no pensaba acudir a los
+tribunales. Cuando supo que esto no poda ser porque Obdulia asuma toda
+la responsabilidad y declaraba haber engaado a su confesor, experiment
+profundo pesar. Tanto era su anhelo de exterminar al P. Gil, que aunque
+haca ya muchsimo tiempo que sus relaciones con aqulla eran tirantes,
+y aun puede decirse de abierta hostilidad, se aventur a tantearla. Tres
+o cuatro das despus de haber regresado a Peascosa la vio una maana
+en la iglesia. Le mand recado por un monaguillo que deseaba hablar con
+ella y la esperaba en la sacrista. Fue all la joven, aunque de
+malsima gana. El coadjutor se hizo de miel; la trat con extremado
+cario; manej con bro el incensario, sabiendo hasta qu punto era vivo
+y delicado su amor propio. Cuando crey tenerla blanda, le hizo presente
+con grandes perfrasis que l, como prroco coadjutor, tena el deber de
+velar por la honra de todas sus feligresas; que la de ella andaba en
+boca de la gente haca unos das, y que esto le pesaba en el alma por el
+particular cario que la profesaba. Le pesaba tanto ms, cuanto estaba
+seguro de que no haba dado motivo alguno para ello. Conoca su carcter
+generoso, su espritu noble; por eso estaba convencido de que en esta
+ocasin, como en<a name="page_358" id="page_358"></a> tantas otras, se sacrificaba por los dems. Ahora
+bien, este sacrificio no era admisible; poda considerarse como un
+pecado. La honra no nos pertenece; es un depsito que Dios nos confa y
+que tenemos la obligacin de defender. Por otra parte, la deshonra no
+era solamente para ella, sino tambin para su anciano padre. El pobre se
+vea a causa de este sacrificio motejado y murmurado en la villa. An
+ms: aunque se diera por bueno tal rasgo de generosidad, tanto ella como
+l, que eran miembros de la Iglesia, tenan el deber de denunciar a la
+autoridad eclesistica a cualquier sacerdote que se extralimitase en el
+ejercicio de su ministerio, para que recibiese el condigno y fraternal
+castigo que los cnones previenen. Esto redundaba en bien de la fe.
+Ella, tan excelente cristiana, no haba de permitir que se burlase la
+justicia de Dios. Comprenda perfectamente que le sera doloroso
+declarar contra su confesor; pero era un sacrificio mayor que el que
+estaba llevando a cabo, y que Dios le agradecera seguramente. Adems,
+deba tener en cuenta que al denunciar a su confesor no le causaba dao
+alguno; al contrario, el castigo en la Iglesia se considera como un
+bien, como una justa expiacin que, cuando va acompaada del
+arrepentimiento, redime del pecado y nos libra de las penas del
+infierno.</p>
+
+<p>El pobre D. Narciso ignoraba, a pesar de haberla<a name="page_359" id="page_359"></a> tratado tanto tiempo,
+con quin se las haba. Antes de que hubiera pronunciado palabra, ya
+saba Obdulia qu iba a decirle y en qu forma poco ms o menos; le
+conoca como si pasara la vida dentro de su cerebro. Aquella habilidad
+frailuna hecha de lugares comunes se estrellaba contra la viva
+imaginacin, el ingenio sutil y la perspicacia de la joven beata.
+Respondiole en el mismo tono persuasivo, untuoso, que el clrigo haba
+adoptado. De nada poda acusar al P. Gil, que era un santo, un ser
+excepcional cuya ilustracin serva de faro en la parroquia desde que
+por dicha haba llegado a ella, y cuya modestia, abnegacin y piedad
+podan servir de ejemplo y estmulo a sus compaeros. Pero aunque
+hubiera motivo para acusarle, se abstendra muy bien de hacerlo,
+sabiendo que el escndalo aprovechara principalmente a los enemigos de
+la religin. La falta de una mujer cuando es soltera redunda slo en
+perjuicio de ella. La de un sacerdote, en desprestigio de la clase y en
+menoscabo por lo tanto de la religin catlica. Otras varias
+consideraciones aadi, y entre ellas ms de una frase aguda de doble
+intencin que supo a cuerno quemado al nuevo coadjutor.</p>
+
+<p>&mdash;Vaya, adis, D. Narciso, y dispnseme si no he podido comprender bien
+su caritativa intencin. Soy una ruin mujer y no entiendo de teologas.<a name="page_360" id="page_360"></a></p>
+
+<p>El P. Narciso qued sonriendo como el conejo. Viendo cerrada esta va,
+entr resueltamente por otra no menos tortuosa. Lo mismo D. Joaqun el
+capelln y mayordomo de la seora de Barrado que el P. Melchor, enemigos
+natos del joven excusador, vomitaban veneno contra l, como es lgico.
+Pero haba otros cuantos clrigos en Peascosa que se haban mostrado
+siempre imparciales. A stos procur atrarselos pintndoles el lance
+desde otro punto de vista, asegurando que tena motivos secretos para
+saberlo. El viaje haba sido un verdadero rapto frustrado. La muchacha
+se sacrificaba. Haca ya tiempo que l, D. Narciso, tena sospechas de
+lo que iba a pasar. El excusador haba concebido una pasin sacrlega.
+La escapatoria estaba concertada desde haca tres meses, etc., etc. Les
+llen la cabeza de viento. La posicin que ocupaba como prroco, de
+hecho si no de derecho, facilit mucho esta atraccin. Qued convenido
+entre la mayora, casi la totalidad de los capellanes de la villa, que
+el excusador era un chicuelo sin peso ni formalidad, que haba
+desprestigiado a la clase sacerdotal y que Dios sabe dnde parara si el
+prelado no tomaba cartas en el asunto.</p>
+
+<p>Desde entonces no perdonaron medio todos ellos de demostrarle su
+desprecio. No hay nada que plazca tanto a la naturaleza humana como
+despreciar. Empezaron a saludarle framente,<a name="page_361" id="page_361"></a> luego a volver la cabeza,
+despus a no contestarle. Cuando entraba en la sacrista, si haba all
+otros sacerdotes, notaba que se apartaban de l y formaban grupo aparte.
+Si iba a revestirse para decir misa, se encontraba la mayor parte de los
+das con el armario de las vestiduras cerrado: haba que esperar a que
+D. Narciso llegase para pedirle la llave. Se prescinda de l en las
+funciones cuando era posible: no le convidaban a los <i>gaudeamus</i> que
+celebraban. Finalmente, le vejaban de todas las formas y maneras que se
+les ofreca. Y no dejaban de ser bastantes.</p>
+
+<p>El P. Gil qued ms sorprendido que enojado de aquel desprecio. Viendo
+que sus compaeros prescindan de l, prescindi de ellos sin gran
+pesar. Slo hablaba con el P. Norberto y con D. Miguel. El viejo
+prroco, a quien se haba privado de la jefatura de hecho, mantena, no
+obstante, con tesn su derecho, inventaba mil trazas de demostrarlo al
+vecindario. Entre l y D. Narciso haba una enemiga profunda, feroz.
+Pero ste le tena miedo. El antiguo cabecilla de las huestes carlistas
+era capaz, si se le irritaba un poco, de apalearle en la misma iglesia.
+Don Miguel triunfaba por el terror. El P. Narciso afectaba despreciarle,
+pero siempre a sus espaldas. Delante le trataba con extremada
+consideracin, y sufra con paciencia las rociadas que de vez en cuando
+le soltaba. Y cuando se le ocurra<a name="page_362" id="page_362"></a> al coadjutor, predicando a los
+feligreses en el ofertorio de la misa, decir: Nosotros los prrocos
+tenemos el deber, etc., D. Miguel, desde su rincn donde oa la misa,
+profera en voz bastante alta para que le oyeran los que estaban a su
+alrededor: Prroco yo! prroco yo!</p>
+
+<p>Saliendo un da juntos de la iglesia, el P. Gil, que acababa de recibir
+un fuerte desaire de sus compaeros, se lo dijo, sin lamentarse, como si
+le diera cualquiera noticia.</p>
+
+<p>&mdash;No hagas caso de ellos&mdash;le replic el viejo caudillo, ponindole la
+mano rugosa y seca como un haz de sarmientos sobre el hombro.&mdash;Son todos
+unos maricas. Viven pegados a las enaguas de las beatas, como los
+gatos... Mira: yo, cuando salgo de decir misa, como ahora, y llego a
+casa, nunca dejo de soltarles media docena de... Pero t, si ests
+agraviado, puedes llegar sin inconveniente a la docena.</p>
+
+<p>Una carcajada brutal, semejante a un rugido, sacudi su pecho vigoroso
+al pronunciar estas palabras. Sus ojos brillaron con franca, cordial
+alegra. El excusador se puso rojo como una cereza y guard silencio. No
+volvi a tener ms confidencias con l sobre este punto.</p>
+
+<p>Su vida interior le causaba demasiados tormentos para pensar mucho
+tiempo en estas futilidades. El escepticismo le minaba sordamente. El
+mundo le pareca cada vez ms incomprensible.<a name="page_363" id="page_363"></a> La idea constante de que
+todo lo que le rodeaba era una pura apariencia, cuyo verdadero sentido
+permanecera eternamente ignorado para el hombre, engendraba en su alma
+una melancola profunda, que se reflejaba bien en su frente plida y en
+la sonrisa triste e indiferente que plegaba sus labios. La experiencia
+toda entera&mdash;deca Kant&mdash;no es ms que el conocimiento del fenmeno, no
+de la cosa en s. sta se oculta y se ocultar eternamente a la razn
+humana. Platn tambin lo haba dicho antes. Las cosas de este mundo,
+tales como nuestros sentidos las perciben, no tienen realidad alguna.
+Mientras nos encerramos exclusivamente en la percepcin sensible somos
+como prisioneros sentados en una caverna oscura, encadenados tan
+fuertemente que no pueden volver la cabeza. No ven nada. Slo perciben
+en la pared que tienen enfrente, a la luz del fuego que arde detrs, las
+sombras de las cosas que pasan entre ellos y el fuego. Tampoco ellos
+mismos se ven sino como sombras proyectadas en la pared. Nuestra
+ciencia, pues, se reduce y se reducir siempre a predecir, segn la
+experiencia, el orden en que se suceden las sombras.</p>
+
+<p>Triste resultado despus de tantos esfuerzos! El Universo entero se le
+apareca como una sombra fugitiva que se desvanece con el sujeto que lo
+contempla. Es la Maya&mdash;como dicen los Vedas,<a name="page_364" id="page_364"></a>&mdash;es el velo de la ilusin
+el que, cubriendo los ojos de los mortales, les hace ver un mundo del
+cual no puede decirse si existe o no existe, un mundo que semeja a un
+sueo, a la radiacin del sol sobre la arena, donde el viajero de lejos
+cree percibir un lago. Habiendo perdido la fe, no slo en su razn, sino
+tambin en sus sentidos, la vida de nuestro clrigo se arrastraba
+silenciosa, indiferente, en medio de un hasto infinito.</p>
+
+<p>Obdulia no le haba visto en los quince das siguientes a su regreso. La
+beata sala muy poco de casa por razones fciles de comprender, y a la
+iglesia procuraba ir a las horas en que no estuviese el excusador. Esto
+ltimo no precisamente por vergenza, sino por el mismo sentimiento
+amoroso que segua agitando su corazn. Crea, y no le faltaba motivo,
+que, supuestas las habladuras que corran por el pueblo y la guerra de
+todos los capellanes, principalmente de D. Narciso, cualquiera
+aproximacin a su confesor poda comprometerle. As que se impona este
+sacrificio con la satisfaccin del que padece por el ser adorado. Pero
+lleg a ser un tormento superior a sus fuerzas. Su loca pasin, en vez
+de calmarse, cada da se exaltaba ms. No viva ms que con la imagen
+del joven excusador. Hasta en sueos le vea. Y su fantasa desarreglada
+le forjaba un sin fin de ilusiones.<a name="page_365" id="page_365"></a> Dbase a pensar que el P. Gil
+corresponda a su amor, y para creerlo sacaba de quicio todas sus
+palabras y acciones. Una vez que le haba apretado la mano con ms
+fuerza, otra que le haba sonredo desde lejos, otra que se haba
+ruborizado al encontrarla, etc., etc. Todo lo converta en sustancia.
+Luego el viaje a Palencia era objeto para ella de un minucioso y febril
+examen. Su alegra en el coche cuando almorzaban, y ella le limpiaba el
+pescado de espinas; la escena de la barca, en que le vio melanclico, a
+punto de llorar al escucharla; la turbacin que se apoder de l en el
+tren cuando le invit a descalzarla; finalmente, aquel beso de amor en
+los labios que le impresion hasta hacerle perder el sentido, le
+parecan a la luz de los recuerdos otros tantos signos indudables del
+sentimiento que embargaba el pecho de su confesor. El pobrecillo era un
+santo, y su amor luchaba con el deber. Esta lucha que crea adivinar le
+haca doblemente interesante a sus ojos, y exaltaba an ms, si posible
+era, su desapoderada pasin.</p>
+
+<p>Al cabo naci en su mente la idea de verle otra vez. La idea se
+convirti al momento en propsito, y la inund de alegra. La entrevista
+deba ser secreta, que nadie en Peascosa tuviese noticia de ella. Esto
+satisfaca su deseo de no comprometerle, y al mismo tiempo la condicin<a name="page_366" id="page_366"></a>
+de su temperamento, inclinado siempre al misterio. Determin que fuese
+de noche: sorprender al excusador en su cuarto, gozar unos momentos de
+afectuosa expansin y marcharse al instante. Seal, por fin, el da.
+Durante todo l estuvo nerviosa, agitada dulcemente, como la colegiala
+que espera ver a su amante escalar de noche las rejas del balcn. Cuando
+lleg la hora, dijo a su padre que le dola la cabeza, para retirarse
+temprano. As que le oy salir de casa, se ech con mano trmula un
+mantn sobre los hombros, y acompaada de su doncella, que era su
+encubridora perpetua, encaminose a casa del excusador. Las piernas le
+flaqueaban de placer, el corazn le lata fuertemente.</p>
+
+<p>Lo raro del caso es que no se le pasaba por la imaginacin que aquel
+amor era sacrlego. No senta remordimientos. Su cerebro desequilibrado
+trastornaba todas las leyes divinas y sociales, las funda de nuevo a su
+capricho. Para ella, el amor del joven presbtero era un puro idealismo
+conforme con el espritu cristiano: hallaba en las historias de los
+santos varios casos semejantes. Cuando soaba con huir en su compaa al
+fondo de un retiro dulce y ameno, siempre era bajo el supuesto de seguir
+confesndose con l y subir al cielo juntos. Si la carne hablaba dentro
+de su ser, o no la escuchaba, o finga no escucharla, engandose a s
+propia.<a name="page_367" id="page_367"></a></p>
+
+<p>Al llegar a la mansin del sacerdote, orden a su doncella que la
+aguardase en el portal: no tardara en bajar. Llam toda temblorosa.
+Sali D Josefa a abrir. Como desde su famoso viaje no la haba visto,
+se arroj en sus brazos, la abraz y la bes con afectada efusin. El
+ama se mostr muy poco contenta: la recibi con frialdad glacial; hasta
+se le conoca que luchaba consigo misma para no soltarle una rociada de
+desvergenzas y darle con la puerta en las narices. Slo le contuvo la
+idea de que su amo se haba reconciliado con la beata, lo cual deploraba
+en el fondo del alma, juzgndolo feo y peligroso.</p>
+
+<p>Obdulia fingi no advertir la frialdad de la buena seora.</p>
+
+<p>&mdash;Est en casa?&mdash;pregunt con el mismo semblante risueo.</p>
+
+<p>&mdash;Est... Voy a avisarle.</p>
+
+<p>&mdash;No hay necesidad. Me ha mandado venir a estas horas y me estar
+aguardando.</p>
+
+<p>Seguidamente tom la escalera y se dirigi al cuarto del P. Gil. D
+Josefa la mir subir con aversin y desconfianza. Preguntar si estaba en
+casa y luego decir que la aguardaba era una contradiccin manifiesta.
+Por esto y por la curiosidad natural la sigui a los pocos momentos.</p>
+
+<p>Bailndole de gozo el corazn, Obdulia se acerc a la puerta del
+gabinete y mir por el agujero de la cerradura. El P. Gil estaba sentado
+<a name="page_368" id="page_368"></a>a su mesa de escribir, leyendo a la luz de un quinqu. Una sonrisa de
+afecto y entusiasmo contrajo los labios de la joven devota. Abri de
+golpe la puerta para darle una grata sorpresa y exclam con alegra:</p>
+
+<p>&mdash;Padre, aqu me tiene usted!</p>
+
+<p>El sacerdote levant los ojos sorprendido. La sonrisa de la beata se
+hel repentinamente en su rostro. En vez del gozo que esperaba, vio
+cruzar por ellos un relmpago de ira al cual sucedi instantneamente
+una expresin de absoluta indiferencia, la misma expresin de cansancio
+y hasto que haca tiempo reflejaba su semblante. Alzose con lentitud de
+la silla, sin contestar a la exclamacin de su penitenta, y avanz hasta
+ella en silencio. La beata, clavndole una angustiosa mirada de terror,
+retrocedi un paso. El sacerdote lleg a cogerla por un brazo, y suave,
+pero firmemente, la llev en silencio hasta la puerta, la puso fuera del
+gabinete y cerr de nuevo.</p>
+
+<p>Obdulia tropez con un bulto. Era D Josefa, que le solt una carcajada
+en la cara.</p>
+
+<p>&mdash;Parece que no la reciben a usted bajo palio, seorita!</p>
+
+<p>No contest. Plida, con el corazn fuertemente contrado y en un estado
+de desfallecimiento que le haca tambalearse, baj la escalera sin darse
+cuenta. D Josefa, cortando el flujo de la risa, la persigui hasta la
+puerta de la calle<a name="page_369" id="page_369"></a> gritndole con acento iracundo, esforzndose en
+bajar la voz para que no le oyera su amo:</p>
+
+<p>&mdash;Bien empleado le est, holgazana, gallarina... Vergenza haba de
+darle!... Engaar a mi pobre seor y llevarle como un dominguillo de la
+ceca a la meca!... Mire usted la monjita!... Es sa su religin? Es
+sa su delicadeza?... Si quiere hombres, vaya a casa de Mara Ramona con
+mil pares de demonios y no pretenda a los sacerdotes... Fuera de
+aqu!... Mtase en su casa y tenga honradez y tenga vergenza, y no ande
+como una perra salida a todas horas por esas calles... Si fuera a
+llevarme del genio, le levantaba las sayas ahora mismo y le daba en el
+tras con la zapatilla hasta que me cansara... Pcara! Mala cabra!</p>
+
+<p>Sali a la calle aturdida, quebrantada. Tuvo que arrimarse a la pared de
+la casa para no caer. Los horrores y monstruosidades que le haba
+vomitado el ama del excusador seguan sonndole como martillazos en los
+odos. Hubo un instante en que crey perder el sentido; pero del fondo
+de su ser sali un grito rabioso, un grito de venganza que le mand
+tenerse firme. Y cumpli la orden, haciendo un gran esfuerzo sobre s
+misma. Descans unos momentos contra la pared, pasose la mano por la
+frente y se encamin con paso rpido hacia su casa, seguida de la
+doncella, que no haba podido obtener respuesta a ninguna de sus
+preguntas.<a name="page_370" id="page_370"></a></p>
+
+<p>Aunque se senta muy mal, se empe en esperar a su padre. Cuando lleg
+ste a las once, le sigui hasta su cuarto y, despus de cerrar la
+puerta, le dijo de repente:</p>
+
+<p>&mdash;Pap, no te he dicho la verdad... Cuando me hallasteis con el
+excusador acababa de arrojarse sobre m, estando en la cama. Me resist,
+luchamos, y al fin qued desmayada en sus brazos.</p>
+
+<p>El jorobado dio un grito de rabia.</p>
+
+<p>&mdash;Ah puerco! Bien lo presuma yo!</p>
+
+<p>Y se puso a dar vueltas como un tigre por la estancia, vomitando
+injurias y blasfemias. Al cabo de un rato se detuvo delante de su hija,
+y le pregunt, ms con la vista que con las palabras, algo.</p>
+
+<p>La joven baj la cabeza ruborizada e hizo un signo negativo.</p>
+
+<p>&mdash;Bien... De todos modos, has perdido la honra en la poblacin. Es
+menester que ese infame no se ra de ti... Estamos?</p>
+
+<p>&mdash;En eso estoy&mdash;repuso ella con firmeza,&mdash;y para eso te lo he confesado.</p>
+
+<p>Osuna le clav una mirada de sorpresa y curiosidad.</p>
+
+<p>&mdash;Vamos&mdash;dijo al cabo con sonrisa sarcstica,&mdash;ha habido rompimiento.</p>
+
+<p>&mdash;Poco importa que haya uno u otro&mdash;respondi con acento desabrido.&mdash;Lo
+que me interesa<a name="page_371" id="page_371"></a> en este momento es que no pague yo sola la culpa que es
+de los dos... de l principalmente.</p>
+
+<p>Asinti el jorobado con toda su alma, porque an ms que la desgracia de
+su hija, le preocupaba el vengarse del excusador. Y comenzaron a
+cuchichear largamente sobre los medios de llevarlo a cabo. Haban dado
+ya las cuatro de la madrugada cuando Obdulia sali del cuarto de su
+padre.</p>
+
+<p>Se meti en la cama con fiebre. No pudo conciliar el sueo. La escena en
+que acababa de hacer un papel tan triste se le presentaba a la
+imaginacin cada vez con ms relieve. Por ms esfuerzos que haca, no le
+era posible borrarla ni por un momento siquiera. Su amor propio gema
+como si le estuvieran atenaceando.</p>
+
+<p>En cuanto se levant llam a su padre, y se fueron ambos, como haban
+convenido, a ver al P. Narciso. Fue idea de ella. Comprendi que la
+persona que en Peascosa poda ayudarles ms en la empresa era el
+coadjutor, y a l se dirigi. ste se mostr sorprendido de su
+resolucin, y aun quiso, hipcritamente, disuadirles; pero el gozo le
+rebosaba de tal modo por los poros, que una palabra un poco agria de
+Obdulia bast para ponerle suave como un guante.</p>
+
+<p>Osuna apunt la idea de acudir al obispo. Don Narciso se opuso
+terminantemente a ello. El<a name="page_372" id="page_372"></a> delito era comn, y a los tribunales
+ordinarios deba acudir. Cuando stos hubieran cumplido con su
+ministerio, entonces era el caso de pedir a la Iglesia el castigo del
+culpable. El taimado clrigo saba muy bien que los tribunales
+eclesisticos procuran encubrir los delitos de los sacerdotes para
+evitar el escndalo, cuyas consecuencias son peores. Se hace como que no
+se cree en ellos, para no verse en la precisin de imponer una pena que
+excite la atencin demasiado. Determinaron, pues, acudir en queja al
+juez de primera instancia. Al da siguiente fue Obdulia a Lancia a
+consultar el caso con uno de los abogados ms notables. Le encarg la
+direccin del negocio, dej nombrado procurador e hizo con el mayor
+sigilo todas las gestiones conducentes a su propsito, sin olvidar el
+procurarse algunas cartas de los personajes ms influyentes de la
+provincia para el juez de Peascosa.</p>
+
+<p>Mientras estas nubes temerosas se amontonaban sobre su cabeza, el
+inocente excusador paseaba desde casa a la iglesia y desde la iglesia a
+casa, su frente plida, su figura melanclica y resignada. Los ojos,
+ordinariamente fijos en el suelo, slo dirigan de vez en cuando miradas
+tmidas a la gente, como si temiera que por ellos descubrieran el cncer
+que roa su corazn. No lea ms que libros de entretenimiento; no
+meditaba. Fatigado de tropezar con el mismo muro<a name="page_373" id="page_373"></a> infranqueable, hua
+con terror de lanzar su pensamiento por las esferas de la metafsica.</p>
+
+<p>Lleg un momento, sin embargo, en que lo hizo sin darse cuenta de ello.
+Era una noche plcida de Mayo. Haca poco ms de un mes del famoso viaje
+a Palencia. Haba ledo un rato cierta historia de Grecia de la
+biblioteca de Montesinos, que a su muerte se haba deshecho. Senta
+calor y cansancio. Apag el quinqu, abri las puertas del corredor y
+traslad a l la butaca, sentndose a respirar el aire del mar. Por
+algunos minutos fij la vista con atencin en la bveda celeste cuajada
+de estrellas, y se esforz en reconocer algunas constelaciones. Despus
+contempl, con el asombro que siempre produce, la va lctea, que
+aquella noche se sealaba admirablemente. Aquella faja blanca donde se
+vean los astros como polvo finsimo le causaba siempre un estupor
+profundo. Cada grano de ese polvo es un cuerpo millares de veces mayor
+que la Tierra, el cual hace girar a su alrededor otros planetas que
+nosotros no podemos percibir.</p>
+
+<p>&mdash;Y sin embargo&mdash;se dijo al cabo de un momento, saliendo de su estupor
+con un suspiro,&mdash;todas esas grandezas ya no me espantan, porque no
+tienen realidad. La existencia de esos astros est pendiente del hilo de
+mi razn. Yo llevo en m la forma eterna de esos objetos, como de todos
+los dems. No son otra cosa a mis ojos que un<a name="page_374" id="page_374"></a> espejo donde se refleja
+mi ser interior. Por medio del mecanismo de mi cerebro, de mi facultad
+de conocer, se representa la comedia fantstica que se llama mundo
+externo. Ese tiempo infinito al travs del cual existe la materia
+revistiendo formas infinitas; ese espacio infinito tambin que llenis,
+esferas luminosas, no existen ms que en mi representacin; son las
+formas que yo llevo aparejadas en mi cerebro para que <i>seis</i>, o lo que
+es igual, para que estis representadas en m...</p>
+
+<p>Pero qu es lo que hay detrs de ese fenmeno, nica cosa que puedo
+percibir? Cul es el ser ntimo y verdadero del Universo? Esos mundos
+infinitos, son por ventura algo fuera de mi representacin? S. El
+idealismo absoluto es un absurdo, porque yo soy objeto de representacin
+para los dems, y sin embargo, tengo la absoluta certeza de que existo
+fuera de esa representacin. Eso mismo pasar a los otros hombres. Qu
+soy yo mismo separado de esta forma corporal en que me veo, fuera del
+tiempo y el espacio que llevo en el cerebro? Cul es mi propia esencia
+y la esencia del Universo?...</p>
+
+<p>No lo s. No lo sabr jams. Los esfuerzos de la filosofa se han
+estrellado contra este misterio impenetrable. Nadie ha descifrado hasta
+ahora el gran enigma de la existencia. Algunos seres privilegiados han
+intentado descorrer el velo y nos han ofrecido, cada cual segn su
+fantasa,<a name="page_375" id="page_375"></a> sistemas risueos o lgubres, austeros o frvolos, de lo que
+constituye el fondo de la vida. Pero estos sistemas no tienen ningn
+valor cientfico; no son ms que hiptesis. El paso de la representacin
+al <i>ser</i> es un salto mortal en que han perecido los filsofos ms
+sagaces y los genios ms sublimes de la humanidad. Kant, el coloso, que
+ha batido las cataratas de mi inteligencia, atribuye al imperativo de la
+conciencia moral un valor absoluto fuera del tiempo y el espacio.
+Partiendo de l, cree penetrar con planta segura en los misterios de la
+esencia infinita. Ilusin! Este imperativo es un fantasma. Los
+filsofos materialistas han metido en l el escalpelo de su crtica y se
+ha visto que est hueco. Schopenhauer, el sutil pensador que hoy
+arrastra a la juventud, fuera del mundo fenomenal coloca la Voluntad,
+que es en su opinin la cosa en s. Por qu? Con la misma razn que l
+la llama <i>voluntad</i>, la han llamado los escolsticos <i>ens realissimum</i>,
+y sus predecesores en Alemania <i>absoluto</i>. Por mucho que se esfuerce en
+ocultarla, su teora est fundada como las dems en una pura hiptesis,
+y las hiptesis no tienen valor en la ciencia; slo se sostienen en la
+fe...</p>
+
+<p>Al formularse esta palabra en su cerebro, el corazn le dio un vuelco
+sin saber por qu. Sinti vagamente que haba chocado con algo<a name="page_376" id="page_376"></a> donde
+asirse y qued sumido nuevamente en profunda meditacin.</p>
+
+<p>&mdash;No hay que dudarlo. Lo que la ciencia puede darme son las relaciones
+de las cosas bajo el imperio del tiempo y el espacio. Jams me dir su
+esencia. Para que sepa algo de ella, menester es que se trasforme mi
+facultad de conocer... Y por qu no he de dejar que se trasforme? Por
+qu no he de prescindir por un momento de mi razn y no he de prestar
+asenso a los presentimientos de mi alma, a la voz interior que me
+explica de un modo claro la esencia divina del Universo? La razn no me
+dice por qu es hermosa la puesta del sol en el mar. Y sin embargo es
+hermosa! La razn no me dice por qu San Juan de Dios es sublime
+abrazndose a los leprosos. Y sin embargo es sublime!...</p>
+
+<p>Ah, s! Por encima de este vulgar conocimiento que me esclaviza a la
+materia hay otro que me emancipa. Los ojos del cuerpo no penetran en la
+intimidad profunda de los seres; pero la fe no necesita de ojos: la
+pintan vendada. No slo poseo una razn que me explica la apariencia de
+las cosas: existe tambin en mi espritu una revelacin constante que
+las ilumina por dentro... Por qu he de prescindir de esta revelacin?
+Por qu he de cerrar los odos a los suspiros de mi alma? Esta
+revelacin es el tesoro ms precioso con que he sido dotado. Quiero
+gozar<a name="page_377" id="page_377"></a> de l; quiero recobrar la libertad y responder al llamamiento de
+lo que hay en m de divino. Esta revelacin me dice que soy un
+extranjero en este mundo, sometido a la necesidad, y que puedo romper
+los lazos que me unen a l. Me manda sacudir el yugo del tiempo y
+distinguir lo que hay en mi ser de temporal y lo que hay de eterno... Si
+llevo en mi cerebro las formas eternas de los objetos, es que soy
+superior y tengo una existencia independiente de ellas. Esta existencia
+es lo nico que hay en m de real; lo dems es pura apariencia, y como
+ha nacido debe morir... Quiero vivir esta vida inmortal y libre; quiero
+conocer directamente la verdad eterna que se oculta detrs de este
+Universo. La hora vendr&mdash;dice Jess&mdash;en que los muertos oirn la voz
+del Hijo de Dios, y aquellos que la oirn vivirn. La hora ha llegado
+para m... Oh s, Dios eterno, al travs del tiempo y el espacio y de
+todas las formas efmeras de la existencia te veo inmutable, infinito,
+nica fuente de verdad y de vida, nica luz en las tinieblas que
+envuelven nuestra vida temporal; te veo, te reconozco y te adoro!...</p>
+
+<p>Un sacudimiento semejante al que produce una corriente elctrica le hizo
+ponerse en pie vivamente. El corazn le lata con tal fuerza que se
+llev las manos al pecho. Una emocin grande, intensa suba de l hasta
+la garganta y se la<a name="page_378" id="page_378"></a> apretaba. Sentase inundado de una extraa alegra.
+Comenz a pasear por el corredor, presa de un desasosiego tan dulce que
+le haca dao. Le pareca que su ser trasmigraba sbito al de un ngel,
+que en su espritu se cumpla un misterio inefable y augusto. Le
+acometan impulsos de rer y llorar al mismo tiempo. Se hallaba en la
+situacin de un desterrado a quien restituyen de repente al seno de su
+patria y su familia. Necesitaba hacer esfuerzos sobre s mismo para no
+brincar, para no gritar y rer como un oxigenado.</p>
+
+<p>De tal modo estaba abstrado, que no oy el ruido de la puerta de su
+gabinete al abrirse, ni tampoco los pasos de una persona que avanzaba
+por l hasta llegar al mismo corredor.</p>
+
+<p>&mdash;Buenas noches, seor excusador&mdash;dijo una voz conocida.</p>
+
+<p>&mdash;Quin va?... Ah!... Es usted, seor juez? Cmo no han encendido
+una luz?</p>
+
+<p>&mdash;No hace falta. La noche est hermosa. Indudablemente, este corredor es
+una gran cosa.</p>
+
+<p>Se dieron la mano, y el juez de primera instancia, que era hombre de
+unos cuarenta aos, de fisonoma abierta y simptica, se arrim a la
+barandilla del corredor y puso las manos sobre ella.</p>
+
+<p>&mdash;Se extraar usted&mdash;dijo con afectada indiferencia&mdash;de verme por aqu
+a estas horas... Phs!... Hay en el juzgado una denuncia... Nada...<a name="page_379" id="page_379"></a>
+Supongo que ser nada entre dos platos. Pero como ya sabe usted que
+todas estas cosas de justicia se llevan con tanta formalidad... Luego en
+la audiencia no dejan pasar una rata; todo ha de ser a punta de lanza...
+En fin, me veo en la necesidad de detener a usted... Supongo que ser
+por muy poco tiempo... una pura formalidad; pero hay que cumplirla... No
+he querido mandar al alguacil sabe usted? por no asustarle, porque la
+cosa no merece la pena. He venido yo en persona para tranquilizarle...
+No se apure usted, pues, que la detencin no tiene importancia, y
+vngase conmigo. De este modo y a esta hora nadie se enterar.</p>
+
+<p>&mdash;Una denuncia?... De qu me acusan?</p>
+
+<p>&mdash;Al parecer es el asunto de la escapatoria de la chica de Osuna... No
+se asuste usted.</p>
+
+<p>&mdash;No me asusto, seor juez. Estoy dispuesto a seguirle al instante... Si
+usted me permite, encender el quinqu para quitarme las zapatillas y
+ponerme los zapatos...</p>
+
+<p>&mdash;Todo lo que usted quiera, seor excusador&mdash;se apresur a decir.&mdash;Puede
+usted tomarse el tiempo que guste y mandar a la crcel cuantos efectos
+tenga por conveniente.</p>
+
+<p>El sacerdote sac un fsforo y se dispuso a encender el quinqu. El juez
+qued estupefacto. En vez del rostro plido y descompuesto que pensaba
+hallar, pudo observar la fisonoma ms<a name="page_380" id="page_380"></a> plcida y feliz que jams haba
+visto en su vida. En la mirada que el excusador le dirigi, despus de
+encender, brillaba una alegra tan pura como si hubiese venido a
+noticiarle que le haban hecho obispo. El juez dio un paso atrs y le
+clav los ojos con desconfianza. Pero se asegur en seguida viendo el
+perfecto sosiego con que haca todos los preparativos. Empaquet alguna
+ropa en una maleta, se puso los zapatos, la sotana y el sombrero y dijo
+sonriendo:</p>
+
+<p>&mdash;Ya estoy. Los curas no tardamos mucho en arreglarnos, verdad?... A D
+Josefa no le dir nada para evitar una escena triste, no le parece a
+usted? Le escribir desde la crcel, pidindole la ropa.</p>
+
+<p>Aprob el juez cuanto deca, y ambos tomaron la escalera y salieron a la
+calle como dos amigos. Durante el trayecto, el joven presbtero dio
+seales de una verbosidad y alegra que haca tiempo no se observaban en
+l. Entraron en la crcel, eligi el juez la habitacin menos mala y,
+despus de dejarle instalado, se despidi con creciente sorpresa al ver
+que se quedaba all tan sereno y risueo como en su casa.</p>
+
+<p>Sali vivamente impresionado de la crcel. Mientras caminaba por la
+calle del Cuadrante arriba, su imaginacin daba vueltas buscando una
+explicacin a aquella conducta extraordinaria.<a name="page_381" id="page_381"></a></p>
+
+<p>El seor juez de primera instancia estaba lejos de sospechar que, al
+ingresar en la crcel, el excusador de Peascosa acababa de salir de los
+calabozos del escepticismo.<a name="page_383" id="page_383"></a><a name="page_382" id="page_382"></a></p>
+
+<h3><a name="XIV" id="XIV"></a>XIV</h3>
+
+<p>Guarden ceremonia, seores!</p>
+
+<p>La voz del hujier, imperativa, estridente, no lograba calmar la risa y
+los murmullos de los concurrentes. Porque aunque el presidente de la
+sala haba resuelto que el juicio se celebrase a puertas cerradas,
+atento a la ndole delicada del delito y a las personas que haban
+intervenido en l, fueron tantos los abogados que reclamaron su derecho
+a presenciarlo y tantos los permisos concedidos, que se form pronto una
+asamblea numerosa y ms inquieta de lo que deba esperarse.</p>
+
+<p>La sala de lo criminal de la audiencia de Lancia era una pieza
+rectangular, grande, oscura, polvorienta. All en el fondo, debajo de un
+dosel de damasco marchito, estaban sentados en<a name="page_384" id="page_384"></a> sendos sillones de
+terciopelo los tres magistrados que componan el tribunal. A un lado, el
+acusador privado, con una mesa delante. Enfrente el defensor. El relator
+en pie, frente al tribunal. Detrs el acusado en su banquillo.</p>
+
+<p>El testigo que depona en aquel instante era el cochero que haba
+conducido al P. Gil y su penitenta desde Peascosa a la estacin de la
+Reguera. Lo presentaba la acusacin. Era hombre viejo ya, con la faz
+extremadamente roja, iluminada por el alcohol tanto como por la
+intemperie. Vesta un chaquetn del grueso de una albarda, y haca rodar
+su gorra de pana entre los dedos con manifiesto embarazo mientras
+declaraba. La voz era bronca, como conviene a todo mayoral que se estime
+en algo; el estilo pintoresco, abusando un poco de los tropos.</p>
+
+<p>&mdash;Pus a m me dijo el amo: Lico, hay que dir a Peascosa a por unos
+seores. No pases de la venta de Marica, y durmete all. Llvate paja
+pa el ganao, porque all no la hay. (En esto el amo no habl bien,
+porque en casa Marica hay paja... slo que no se la da a los
+cualisquiera, entendmonos.) Llvate al Tizn y al Sencillo: son quin
+pa traerlos con la carretela.&mdash;Sign y conforme, dije yo. El Tizn es un
+perro. Como le d la serenita por no andar, ya le puede usted alumbrar
+candela, que ni pa Dios!</p>
+
+<p>&mdash;Djese usted de tizones y candelas, y diga<a name="page_385" id="page_385"></a> lo que sepa del
+asunto&mdash;interrumpi el presidente con voz irritada.</p>
+
+<p>Este presidente era un viejo terco, colrico, impertinente, que diriga
+las sesiones del juicio oral como una escuela de prvulos. Ofenda a
+reos y a testigos, sin respetar mucho ms a los abogados. Mostraba sus
+simpatas o antipatas con una franqueza que aterraba. Sin embargo, no
+era un perverso ni proceda de mala fe. Todo dependa de su temperamento
+excesivamente nervioso y de la edad, que le obligaba a chochear.</p>
+
+<p>&mdash;Bien t eso, seor, y voy al caso. A la una, menuto ms o menos, lleg
+este seor cura (apuntando para el acusado) a montar en la mesma
+cochera. Llegaramos a casa de Marica a eso de las seis. All nos dej
+el seor y nos dijo que volvera al da siguiente con otra presona pa
+volvernos a Lancia. Por la noche vino un chico a traerme dos maletas, y
+al otro da bien temprano dio all el seor cura con una chavalita que
+vena toa tap. Nos mand enganchar y, mientras, la chavalita se subi a
+la casa.</p>
+
+<p>&mdash;Y no observ usted&mdash;pregunt el presidente&mdash;si el sacerdote la
+acompa arriba?</p>
+
+<p>&mdash;Yo no le vi subir. Si estuvo arriba, fue poco tiempo.</p>
+
+<p>&mdash;No notaron usted y el zagal nada de particular en la manera de
+portarse y hablar entre s el sacerdote y la joven?<a name="page_386" id="page_386"></a></p>
+
+<p>&mdash;Yo no estaba en el toque de los particulares, seor, porque andaba de
+aqu para all detrs del ganao, ni el zagal tampoco... Pero un pensar
+naide se lo quita a uno. Cuando vi llegar por la carretera al seor
+cura, que es bien parecido de suyo, con la chavala, dije: stos lo mesmo
+pueen venir de rezar vsperas que de tocar a maitines... Dempus
+enganch, y dempus me entr en la taberna a limpiar el pasapn. No
+estaba all ms que Marica.&mdash;Sabes, Marica, le dije, que me pesa llevar
+al curita y a la chavala en la carretela?&mdash;Por qu te pesa?&mdash;Porque
+s... porque el hombre no est hecho tova a estos oficios, entiendes
+t?&mdash;Ave Mara, qu burro eres, Lico! Quita all! No te da
+vergenza?&mdash;Mia, Marica, t no has corro el mundo como yo. Yo he dido
+por Len, por Palencia, por Salamanca y hasta por tierra de
+Extremadura... Los curas son, hablando con perdn, hombres como todos
+los dems, y hay casos en que la mujer no arrepara ni en curas ni en
+frailes, ni en el verbo devino...</p>
+
+<p>Estas palabras fueron las que promovieron la algazara dicha. Ni los
+hujieres con sus voces, ni el presidente con la campanilla pudieron
+apaciguarla en algn tiempo. Por ltimo, aqul logr hacerse or.
+Amenaz con hacer desalojar el local inmediatamente, y esto bast para
+restablecer el silencio. Despus se revolvi contra el testigo.<a name="page_387" id="page_387"></a></p>
+
+<p>&mdash;Advierto al testigo que si <i>ha dido</i> por todos esos sitios que dice,
+ahora no va por buen camino. Abstngase de frases groseras y declare
+sencillamente la verdad.</p>
+
+<p>Despus del cochero declar el zagal. No tuvo importancia su
+declaracin. Salieron luego sucesivamente algunas beatas de Peascosa
+que declararon en trminos vagos que haban observado cierta intimidad
+desusada entre Obdulia y su confesor, aunque nunca haban pensado mal de
+ella. Tambin depuso el P. Narciso. Fue una declaracin modelo de
+hipocresa y maldad. Haciendo elogios hiperblicos de la virtud y el
+talento de su compaero, supo, no obstante, clavarle el estilete hasta
+la empuadura. Sus reticencias insidiosas, el acento protector y triste
+con que disculp las faltas de los sacerdotes, y las ltimas palabras
+dirigidas a excitar la benevolencia del tribunal, causaron profunda
+impresin en el auditorio. Pareca justificar a su compaero; pero al
+travs de su acento y de su mmica se lea bien claro que le condenaba.</p>
+
+<p>Todas las miradas se volvieron hacia el acusado. El P. Gil estaba como
+haca tres meses, cuando ingres en la crcel de Peascosa. Con el
+encierro su rostro haba ganado an en blancura. En vez del cansancio y
+melancola que en los ltimos tiempos reflejaba, observbase ahora un
+alegre sosiego, una firmeza que tena desconcertados<a name="page_388" id="page_388"></a> a todos los
+asistentes al juicio oral. Pareca que aquellos debates no iban con l,
+que no estaban su honra y su libertad sobre el tapete. La opinin que
+prevaleca en el concurso, y de la cual se haba hecho eco ya la prensa
+liberal de Lancia, era que aquel clrigo era un cnico, con poca o
+ninguna vergenza. No se necesitaba ser muy lince para ver que se haba
+captado la antipata del tribunal, sobre todo del presidente, que la
+haba puesto ya de manifiesto en varias ocasiones. Como haca siempre
+que declaraba algn testigo, el acusado contemplaba ahora al P. Narciso
+de hito en hito, con mirada firme y tranquila. El coadjutor habl con
+los ojos puestos en el suelo, y todo el mundo aplaudi su modestia y la
+moderacin de sus palabras.</p>
+
+<p>Sali luego por la puerta de los testigos don Martn de las Casas.
+Despus de su nombre, edad, estado, profesin, etc., el presidente le
+pregunt:</p>
+
+<p>&mdash;Ha estado usted procesado alguna vez?</p>
+
+<p>D. Martn, que se hallaba bastante turbado, porque era principalmente
+hombre de accin, como ya sabemos, y no de derecho, respondi vacilando:</p>
+
+<p>&mdash;No recuerdo.</p>
+
+<p>&mdash;Hombre, no recuerda usted! Pues eso no suele olvidarse.</p>
+
+<p>La frase presidencial despert gran alegra en<a name="page_389" id="page_389"></a> el concurso. El invlido
+rechin los dientes. Hubiera dado el otro hombro por poder asestar una
+bofetada a aquel viejo. ste, observando su irritacin, le interrumpi
+varias veces mientras declaraba, dirigindole con zumba algunas
+preguntas, que siguieron regocijando al auditorio.</p>
+
+<p>El feroz cacique de Peascosa almacen en pocos momentos tanta clera,
+que se propuso nada menos que escupir en la cara al presidente y
+desafiarle tan pronto como saliesen a la calle. Sin embargo, este varn
+poderoso, digno de vivir en la edad de hierro, tropez con l por la
+tarde en el casino, y en vez de inferirle agravio, le quit el sombrero
+con mucha reverencia. Y es que no hay nada que desanime a los hroes
+tanto como las crceles celulares.</p>
+
+<p>Llamaron inmediatamente a D. Peregrn Casanova, el cual, al revs de lo
+que le haba sucedido a su amigo, entr majestuosamente en el saln,
+resoplando y balancendose como un vapor que atraca al muelle. En
+sustancia, el ex-gobernador interino de Tarragona vino a decir que el
+excusador de Peascosa nunca haba sido santo de su devocin. Los
+caracteres retrados, mansos, silenciosos, no le haban dado resultado.
+A otros quiz se lo dieran, no lo discuta, pero l en su larga carrera
+administrativa tuvo varios subordinados que estuvieron a punto de
+comprometerle, y siempre haban sido caracteres<a name="page_390" id="page_390"></a> semejantes al del
+acusado. Cuando corri por Peascosa la especie de que Obdulia se haba
+fugado con el excusador, l haba dicho: Imposible; estoy seguro de que
+ese hombre la ha llevado engaada. Hace mucho tiempo que le observo, y
+yo no necesito tanto. Me precio de tener buena nariz. (<i>De qu no se
+preciaba D. Peregrn?</i>) A pesar de que existan ciertas diferencias
+entre l y Osuna, las dio al olvido inmediatamente, porque nunca haba
+sido rencoroso, y se ofreci a acompaarle en la persecucin de la
+pareja. La situacin en que los haban encontrado en Palencia no era
+para descrita. Baste saber que l, D. Peregrn, haba enrojecido de
+indignacin. Sin embargo, a ruego del abogado acusador la describi.
+Despus quiso entrar en consideraciones filosficas sobre la magnitud
+del delito y sobre la conveniencia para la sociedad de que los
+tribunales castiguen con mano firme en estos casos, pero le ataj el
+presidente. El tono pedantesco, la voz nasal y recia y la accin de
+dmine con que emita su declaracin haban impresionado de mal modo al
+auditorio, pero peor que a todos al presidente, que le miraba con ojos
+torvos desde que haba comenzado. Cuando ya tuvo lleno el saco de la
+paciencia, que no llevaba mucha, dijo con su voz spera de vejete
+irritable:</p>
+
+<p>&mdash;Acaso quiere usted darnos un curso de derecho<a name="page_391" id="page_391"></a> penal? Djese de
+filosofas y manifieste los hechos como Dios le d a entender... que se
+lo da bien mal por cierto.</p>
+
+<p>&mdash;Seor presidente, creo que estoy en mi perfecto derecho...</p>
+
+<p>&mdash;Aqu no tiene usted derecho ninguno, ni perfecto ni imperfecto...</p>
+
+<p>&mdash;Seor presidente, yo...</p>
+
+<p>&mdash;Basta. Retrese usted.</p>
+
+<p>&mdash;Seor presidente!...</p>
+
+<p>&mdash;Que se retire usted inmediatamente, o ser expulsado por los hujieres.</p>
+
+<p>Rojo de confusin, trmulo y aturdido, a punto de llorar, el hombre que
+rigi los destinos de la provincia de Tarragona por ms de dos semanas,
+sali al fin de la estancia dando traspis.</p>
+
+<p>&mdash;Seor presidente&mdash;manifest el abogado acusador con entereza,&mdash;esa
+orden debilita la prueba que propongo y me parece arbitraria...</p>
+
+<p>&mdash;Llamo al orden al letrado!&mdash;grit furioso el presidente, agitando la
+campanilla.</p>
+
+<p>&mdash;Seor presidente, yo entiendo que se vulneran los derechos de la
+acusacin...</p>
+
+<p>&mdash;Llamo por segunda vez al orden al letrado!&mdash;grit ms furioso an el
+presidente, levantndose a medias del asiento y golpeando la mesa con la
+campanilla.</p>
+
+<p>&mdash;Pues formulo la correspondiente protesta.</p>
+
+<p>&mdash;Proteste usted cuanto quiera, pero abstngase<a name="page_392" id="page_392"></a> en lo sucesivo de
+dirigir palabras irrespetuosas a la presidencia.</p>
+
+<p>El abogado acusador era un joven flaco, de barba negra, ojos pequeos
+insolentes, y muy sobre s en todos los ademanes. Figuraba como jefe de
+los republicanos federales de Lancia y diriga el peridico que stos
+publicaban. Su odio al clero era proverbial en la poblacin. Haba
+tenido varios choques por este motivo, uno de ellos con el obispo:
+estuvo procesado por injurias a la religin. Como es natural, coga por
+los pelos cualquier ocasin de vejar a sus ministros. Un proceso como el
+presente, en que figuraba como reo un sacerdote, le llenaba de jbilo,
+lo atenda con cuidados tan tiernos como si se tratase de la honra de
+una hermana.</p>
+
+<p>Despus de D. Peregrn, fue llamada el ama de la casa de huspedes de
+Palencia. Vena presentada por la defensa. Declar que haba observado
+relaciones extraas entre el sacerdote y la joven, pero que en nada
+podan comprometer a aqul. Cuando llegaron, pidieron caballos para
+marchar al da siguiente por la maana a Astudillo. Le dijo la criada
+que ya no se marchaban, porque la seorita estaba algo constipada y no
+se haba levantado. Pas a verla y la encontr plida, pero no
+constipada. Le pregunt si haba estado a verla su compaero de viaje el
+sacerdote, y se apresur a responderle que no, de un<a name="page_393" id="page_393"></a> modo tan vivo que
+le llam la atencin. Despus supo que haba enviado un recado al
+sacerdote dicindole que almorzase solo y que pasase luego por su
+habitacin. Estuvo poco tiempo en ella. Le vio salir corriendo, agitado
+y tembloroso y echarse a la calle. Estuvo por all toda la tarde, y vino
+muy de noche ya. Mientras tanto, la seorita haba tenido dos ataques;
+ella la haba asistido, porque no quiso que se llamase al mdico. El
+sacerdote se encerr en su habitacin. La seorita me mand llamarle,
+pero no quiso acudir hasta que le fui a decir que estaba con un ataque.
+Despus fue cuando la seorita me mand que le hiciese un poco de tila,
+y mientras yo estaba en la cocina subi su padre con los amigos. Cuando
+llegu la encontr tendida en el suelo en paos menores. El pap trataba
+de llevarla a la cama y yo le ayud.</p>
+
+<p>&mdash;Dice usted&mdash;manifest el acusador&mdash;que cuando le vio salir del
+gabinete de la joven ofreca seales evidentes de turbacin. No habr
+usted observado, por casualidad, si presentaba igualmente signos de
+desarreglo en las ropas?</p>
+
+<p>Hubo un murmullo en el auditorio.</p>
+
+<p>&mdash;No, seor; no not nada.</p>
+
+<p>Otras varias preguntas le hizo con la misma intencin que sta. Luego
+fue repreguntada por la defensa.</p>
+
+<p>Sali inmediatamente, tambin presentada<a name="page_394" id="page_394"></a> por sta, D. Josefa, el ama
+del excusador. Se deca que esta seora tena pruebas de la inocencia de
+su amo, que iba a relatar cosas muy curiosas. Se esperaba su declaracin
+con ansiedad. Cuando le hubo tomado juramento y despus de las preguntas
+de reglamento, el presidente le dijo con el tonillo agrio que le era
+caracterstico:</p>
+
+<p>&mdash;Ahora va usted a decir lo que sepa, pero mucho cuidado con los
+embrollos, porque la tengo a usted sobre ojo...</p>
+
+<p>El abogado defensor, que era un hombre corpulento con largas patillas
+blancas, protest contra esta advertencia. Preguntada por el presidente,
+D. Josefa declar que Obdulia haca tiempo que persegua a su amo y le
+molestaba proponindole la escapatoria al convento. Que el excusador
+haba tratado en vano de disuadirla; sus esfuerzos haban sido vanos.
+Estaba tan resuelta a marcharse, que se hubiera ido sola si l se negaba
+a acompaarla. En vista de eso, su amo, aunque de malsima gana, haba
+cedido. La testigo misma se lo haba aconsejado para que se librase de
+una beata tan insufrible.</p>
+
+<p>&mdash;Y no es cierto&mdash;pregunt el defensor&mdash;que un mes, poco ms o menos,
+despus del regreso de Palencia, la querellante se present una noche en
+casa de mi defendido, y que fue arrojada por l de all?<a name="page_395" id="page_395"></a></p>
+
+<p>&mdash;S, seor.</p>
+
+<p>&mdash;Explique cmo ha sido.</p>
+
+<p>D. Josefa relat exactamente la escena ya conocida, sin omitir los
+insultos que dirigi a la joven.</p>
+
+<p>&mdash;Como esta versin&mdash;dijo el defensor&mdash;no concuerda con lo manifestado
+por la querellante en el sumario, de no haber hablado con mi defendido
+desde su regreso de Palencia, pido un careo entre ambas.</p>
+
+<p>&mdash;Seor presidente&mdash;manifest el abogado de Obdulia,&mdash;la acusacin se
+adhiere a esta peticin de la defensa, pero solicita que este careo se
+efecte despus que la querellante haya declarado.</p>
+
+<p>As lo dispuso la presidencia. El acusador repregunt a D. Josefa:</p>
+
+<p>&mdash;Es cierto que la testigo miraba con malos ojos a mi defendida, por
+suponer que la sustraa una parte del cario o la estimacin de su
+amo?...</p>
+
+<p>&mdash;No conteste usted a esa pregunta!&mdash;se apresur a decir el presidente.</p>
+
+<p>&mdash;Est bien&mdash;expres el defensor.&mdash;No es igualmente exacto que la
+testigo detestaba a todas las hijas de confesin del procesado,
+estableciendo con ellas una suerte de rivalidad?</p>
+
+<p>&mdash;No conteste usted tampoco. Esa pregunta es tan impertinente como la
+otra.<a name="page_396" id="page_396"></a></p>
+
+<p>&mdash;Renuncio a seguir repreguntando&mdash;dijo el abogado con una sonrisa
+maliciosa, que indicaba bien claramente que ya crea haber conseguido su
+objeto.</p>
+
+<p>Faltaba la gran emocin de aquel juicio, el acontecimiento que desde que
+se comenzara haca unos das se esperaba por todos con verdadero anhelo;
+faltaba, en suma, la declaracin de la querellante, que estaba la ltima
+en la lista. Cuando el presidente dio la orden de hacerla pasar, hubo un
+prolongado rumor en el auditorio, al cual sigui silencio sepulcral.
+Todos los ojos estaban vueltos hacia la puerta con expresin de intensa
+curiosidad.</p>
+
+<p>Pareci, al fin, la hija de Osuna. Vesta con modestia y elegancia al
+mismo tiempo. Su figura esbelta y distinguida y la hermosura ajada, pero
+interesante, de su rostro causaron favorable impresin en los
+circunstantes. Al pasar para ocupar su sitio, no se dign arrojar una
+mirada a su antiguo confesor. Estaba ms plida que de ordinario, ms
+ojerosa; pero en su mirada poda observarse una vehemencia y un brillo
+inusitados.</p>
+
+<p>El presidente le hizo las preguntas de la ley, en tono respetuoso y
+hasta galante. Respondi con notable claridad y precisin.</p>
+
+<p>&mdash;Es cierto&mdash;le pregunt el presidente&mdash;que ha sido usted objeto de una
+agresin maliciosa y escandalosa por parte del procesado?<a name="page_397" id="page_397"></a></p>
+
+<p>&mdash;S, seor.</p>
+
+<p>&mdash;Relate usted lo ocurrido en la forma que usted crea ms oportuna, sin
+separarse de la verdad.</p>
+
+<p>&mdash;Muy poco tiempo despus de llegar el padre Gil a Peascosa y
+desempear el cargo de excusador, empec a confesarme con l. Le
+encontr prudente, advertido y extraordinariamente piadoso. El respeto
+que yo tena a su talento y la admiracin a sus virtudes eran tan
+grandes que algunos maliciosos de la poblacin pudieron muy bien
+figurarse que exista una inclinacin en m hacia su persona. Yo no
+puedo negar que le profesaba estimacin y cario. Durante el tiempo que
+fue mi confesor, jams not en l ms que una estimacin espiritual a
+veces, no siempre, porque ordinariamente se manifestaba severo y poco
+comunicativo. Slo en los ltimos tiempos empec a observar que se
+detena ms tiempo que antes en las confesiones (<i>risas y murmullos en
+el auditorio</i>); que procuraba prolongarlas entrando en conversaciones
+que nada tenan que ver con ellas. No hice aprecio de esto, ni tampoco
+de que alguna vez al despedirnos me retena la mano entre las suyas
+largo rato. (<i>Ms risas. El presidente agita la campanilla.</i>) Lo
+atribua a la confianza que haba logrado inspirarle, porque tena, al
+menos en la apariencia, un carcter tmido y retrado. Hace<a name="page_398" id="page_398"></a> ya lo menos
+un ao que le manifest deseos de entrar en un convento, pero se opuso
+tenazmente a ello. De vez en cuando volva a la carga rogndole que me
+ayudase a llevarlo a cabo. Siempre encontr la misma resistencia. Hasta
+que repentinamente, pasados algunos meses, me dijo un da que encontraba
+mi proyecto muy bueno y muy santo, y que estaba dispuesto a prestarme
+los medios para realizarlo. Lo primero que se me ocurri, como es
+natural, fue solicitar el permiso de mi padre. El P. Gil se opuso a
+ello. Me dijo que por entonces no era conveniente; ms adelante ya
+veramos. Empezamos a tratar la cuestin de convento. Yo quera entrar
+en las Agustinas de Lancia, pero l me dijo que conoca un convento de
+Carmelitas en Astudillo que era el que me convena. Era un convento que
+no tena ms que diez o doce monjas, muy tranquilo, muy apartado, un
+verdadero rinconcito del cielo, como l deca. (<i>Risas.</i>) Preparamos la
+expedicin. Se ofreci a acompaarme. Yo no cesaba de instarle para que
+mi padre tuviese noticia del proyecto. No se opona abiertamente a ello,
+pero lo iba dilatando. Por fin, cuando lleg el momento de realizarlo,
+me dijo que crea ms prudente no darle parte. El pobre iba a tener un
+disgusto muy grande. Acaso viendo la posibilidad de desbaratarlo se
+opondra, mientras que sabindolo cuando ya estuviese hecho, no tendra<a name="page_399" id="page_399"></a>
+ms remedio que resignarse. En fin, me aleg una porcin de razones que
+concluyeron por convencerme...</p>
+
+<p>Aqu hizo una pausa la querellante; se llev la mano a la frente, como
+si le doliese traer a la memoria lo que iba a decir. Un gesto digno de
+una actriz de primer orden.</p>
+
+<p>&mdash;Salimos un martes al amanecer. Lo haba preparado todo perfectamente.
+El da anterior haba ido a Lancia y trajo una carretela que dej en las
+inmediaciones de Peascosa. Durante el camino hablamos poco. Yo iba
+inquieta y triste. No entramos en Lancia, sino que seguimos a la Reguera
+para tomar all el tren. Esperamos bastante tiempo y dimos un paseo por
+la orilla del ro. Nada me dijo entonces que pudiera hacerme concebir
+sospechas. Slo cuando estuvimos en el tren y quedamos solos, not que
+me miraba fijamente y de un modo particular. Yo me fui al opuesto
+rincn. Trat de descansar y quise quitarme los zapatos porque me
+lastimaban. Entonces l se brind a sacrmelos, y sin esperar
+contestacin se puso a hacerlo. (<i>Rumores y risas. El presidente amenaza
+con despejar la sala.</i>) A m, a la verdad, me dio aquello vergenza y
+qued muy inquieta. Me pesaba ya muchsimo de haber ido con l. Procur
+disimular, sin embargo, porque empezaba a tener miedo. Llegamos a
+Palencia y mandamos <a name="page_400" id="page_400"></a>a buscar caballos para ir al da siguiente a
+Astudillo. Pero al da siguiente me sent muy mal. La emocin del viaje
+me haba descompuesto los nervios. Me esperaban, por desgracia, otras
+ms fuertes. El padre entr a verme; se sent a la cabecera de mi cama,
+y despus de algunos lugares comunes, empez a hablarme de amor como un
+galn cualquiera. Me hizo una declaracin. Yo estaba aterrada y
+escandalizada. Me dijo que slo haba ideado aquel viaje con el objeto
+de marcharse conmigo, que podramos ir al extranjero y vivir como marido
+y mujer... una serie de cosas escandalosas que me dejaron yerta. Tuve
+fuerzas, sin embargo, para responderle. Lo hice con tal energa, porque
+estaba como loca, que le asust. Le amenac con gritar si no se marchaba
+inmediatamente...</p>
+
+<p>Obedeci. Lleg el ama despus a verme, y estuve por decirle lo que me
+haba pasado, pero me contuve. Senta en el alma dar un escndalo y
+perder a un sacerdote. Me pareci mejor disimular. Envi un recado al
+padre para que almorzase solo y viniese despus a verme. Mi objeto era
+hacer que reflexionase un poco y rogarle que escribiese a pap o le
+telegrafiase para que viniese a recogerme, con pretexto de que estaba
+enferma y no poda entrar en el convento. Lleg despus de almorzar;
+pero en vez de presentarse arrepentido por lo que haba<a name="page_401" id="page_401"></a> hecho, comenz
+otra vez a solicitarme de un modo ms feo, ms asqueroso que antes.
+Entonces le habl como deba, recordndole sus deberes y la confianza
+que haba depositado en l. No hizo caso. Vindome perdida, porque
+trataba de pasar de las palabras a las obras, cog un Santo Cristo de
+bano que haba sobre la mesa de noche y lo puse delante de m,
+diciendo: Seor, protegedme!... Entonces l, como si viera el diablo,
+se march corriendo...</p>
+
+<p>Despus tuve dos ataques muy fuertes. Cre que me mora. Cuando pude
+coordinar las ideas, era ya cerca de noche. El ama me dijo que haba
+salido de casa y no haba vuelto. Encargu que le avisaran para hablarle
+por ltima vez y resolverme o no a dar parte de lo que ocurra. No quiso
+venir, temiendo sin duda mi indignacin. Ca con otro ataque, y el ama
+sin duda fue a buscarle, porque cuando abr los ojos estaba l a mi
+lado. Ped al ama que me hiciese una taza de tila... En cuanto quedamos
+solos, sin mediar palabra alguna se arroj sobre m, cubrindome la cara
+de besos, apretndome con tal fuerza que pens morir... Aturdida y
+horrorizada, lanc algunos gritos, pero l los sofoc ponindome la mano
+en la boca... Luch con desesperacin, y Dios me dio fuerzas para
+desprenderme de sus brazos y saltar de la cama... Pero apenas haba
+puesto los pies en el suelo, me encontr<a name="page_402" id="page_402"></a> otra vez sujeta y con la boca
+tapada... Forcejeamos un rato, pero aquella lucha no poda durar mucho
+tiempo... Al fin, perd el sentido...</p>
+
+<p>Una emocin violenta corri por la sala. Hubo un rumor prolongado. Todas
+las miradas, fijas hasta entonces en la querellante, se dirigieron hacia
+el acusado. El P. Gil haba escuchado aquella infame declaracin,
+primero con sorpresa, despus con una triste compasin, que los
+circunstantes, impresionados por las palabras de la joven, no supieron
+leer en sus ojos. Aquella actitud tranquila, aquella mirada persistente,
+fija sobre su acusadora, sigui atribuyndose a cinismo.</p>
+
+<p>Era difcil que sucediese de otro modo. Obdulia haba mostrado, bajo el
+latigazo de la ira, un talento diablico. Su palabra y sus ademanes, un
+poco exagerados, vibraban de indignacin. Su mirada no se cruz jams
+con la del sacerdote; pero supo bien dar a este miedo el aspecto de
+desprecio.</p>
+
+<p>&mdash;Deseo que manifieste la querellante&mdash;pregunt el abogado
+defensor&mdash;cmo es que, habiendo sucedido todo lo que acaba de declarar,
+se confes despus nica autora de aquella fuga y nada dijo hasta
+trascurrido mucho tiempo de la violencia de que fue objeto.</p>
+
+<p>&mdash;No he dicho nada por vergenza. Creo que cualquiera mujer hara lo
+mismo en mi caso.<a name="page_403" id="page_403"></a> Qu ganaba con revelar estas cosas tan sucias? Slo
+cuando vi mi honra por los suelos, slo cuando lleg a mis odos lo que
+se deca en Peascosa, me aventur a confesarlo a mi padre. Por mandato
+de ste me encuentro aqu, que de otro modo tampoco hubiera venido.</p>
+
+<p>A todas las preguntas que le hicieron, tanto el presidente como los
+letrados, respondi con admirable serenidad y viveza. Ni un momento le
+falt su imaginacin.</p>
+
+<p>El defensor del P. Gil propuso al fin el careo con D. Josefa. Entr
+sta de nuevo y clav una mirada iracunda en Obdulia, la cual le pag
+con otra de afectado desprecio. A instancia de la presidencia relat de
+nuevo la escena en que el P. Gil arroj de casa a su penitenta. A las
+pocas palabras sta dio seales de agitacin y se puso horriblemente
+plida.</p>
+
+<p>&mdash;Falso, falso!&mdash;grit sin poder contenerse.</p>
+
+<p>&mdash;Es falso que entr usted en la habitacin de mi amo diciendo:
+Padre, aqu me tiene usted!, y que mi amo, sin contestar palabra, se
+levant de la silla, la cogi a usted por un brazo y la puso de patitas
+fuera del gabinete?</p>
+
+<p>&mdash;Mentira!... Esa mujer est loca... Por salvar a su amo inventa una
+calumnia.</p>
+
+<p>&mdash;No estoy loca, no, ni calumnio a nadie... La que calumnia a un
+sacerdote es usted, pcara, que tiene que dar cuenta a Dios de su
+maldad...<a name="page_404" id="page_404"></a></p>
+
+<p>&mdash;Reprtese la testigo&mdash;dijo el presidente.&mdash;Reprtese tambin la
+querellante, o me ver obligado a expulsarlas de la sala.</p>
+
+<p>Pero ni una ni otra hicieron caso de la amenaza. Obdulia sigui
+gritando:</p>
+
+<p>&mdash;Falso! Miente usted!</p>
+
+<p>&mdash;La que miente es usted, que quiere por orgullo perder a un
+sacerdote... a un santo!</p>
+
+<p>&mdash;Silencio!&mdash;gritaba el presidente golpeando con la campanilla.</p>
+
+<p>&mdash;Buen santo te d Dios!&mdash;exclamaba la joven con sonrisa
+sarcstica.&mdash;No calumnie usted a los dems por salvarle a l.</p>
+
+<p>&mdash;Basta! Expulsad del local a estas mujeres&mdash;profiri el presidente,
+dirigindose a los hujieres.</p>
+
+<p>&mdash;La calumniadora eres t!... T, bribona! Bribona!... Porque te ha
+despreciado le acusas, infame? No temes que se abra la tierra y te
+trague?...</p>
+
+<p>En aquel momento un hujier la cogi por un brazo y la empuj brutalmente
+hacia la puerta. Pero D. Josefa, hasta que lleg a ella, sigui
+gritando:</p>
+
+<p>&mdash;No hay justicia que azote a esa mala mujer, que la emplume!...
+Bribona, que has andado siempre detrs de los curas, como una perra
+salida!... Meterla en un bao de agua fra para que se refresque!...<a name="page_405" id="page_405"></a></p>
+
+<p>Otro hujier fue a expulsar a la otra; pero en el momento de acercarse,
+Obdulia se desplom, acometida de un sncope. Su abogado y las personas
+que estaban cerca acudieron a socorrerla. Se la traslad al despacho del
+secretario. Dos mdicos del concurso fueron espontneamente a visitarla.</p>
+
+<p>Terminada la prueba, y despus de descansar unos minutos, el presidente
+concedi la palabra al acusador privado.</p>
+
+<p>Su discurso fue, como se esperaba, elocuente y saudo. Tena la voz
+velada a causa de una bronquitis crnica: cuando quera elevarla
+resultaba chillona, estridente. La palabra era fluida, aunque abundaba
+en los lugares comunes del periodismo. En Lancia nadie saba hablar con
+esta tersura. Pint al P. Gil como un ser hipcrita, rastrero,
+alimentando en secreto pasiones vergonzosas, ocultndolas con cuidado
+por el temor de perder su posicin. Estas pasiones son frecuentes en los
+clrigos, en quienes un rgimen de holganza y una vida muelle y
+sedentaria las excitan...</p>
+
+<p>Como insistiera demasiado en esto, el presidente le llam al orden.</p>
+
+<p>Describi el delito con una crudeza pintoresca a propsito para
+impresionar al tribunal. Un plan odioso trazado de antemano y llevado a
+cabo con firmeza y habilidad implacables. Abuso de confianza primero,
+ataque al pudor despus;<a name="page_406" id="page_406"></a> por ltimo, una cobarde y sacrlega violacin.
+Las pruebas eran concluyentes. Con vigor y sutileza al mismo tiempo las
+fue acumulando todas sobre la cabeza del presbtero para concluir con
+este prrafo:</p>
+
+<p>&mdash;Y por si todos estos datos irrecusables no fuesen bastante a demostrar
+palmariamente la premeditacin del crimen, voy a aducir otro. Se dice, y
+todos estn conformes en ello, que el padre Gil llevaba a su hija de
+confesin a un convento de Carmelitas en Astudillo. Pues bien,
+excelentsimo seor... en Astudillo no hay convento de Carmelitas.
+Quiere ms el tribunal?</p>
+
+<p>El discurso fue corto y contundente. Al terminar se sinti un murmullo
+aprobador, de mal agero para el procesado.</p>
+
+<p>El defensor de ste era un abogado de experiencia e inteligente, pero
+que careca en absoluto de las dotes oratorias de su contrincante. Tena
+palabra abundante, pero era montona, pesada, ms a propsito para
+dilucidar algn punto oscuro en un expediente civil que para arrastrar
+el espritu del tribunal y del pblico. Se entretuvo con suma prolijidad
+a reconstituir el sumario buscando informalidades, llamando la atencin
+del tribunal acerca de pormenores, algunos de ellos insignificantes.
+Nada de entrar, como debiera, en el carcter de la querellante, de hacer
+resaltar el trastorno crnico de su sistema<a name="page_407" id="page_407"></a> nervioso, la violencia
+sorprendente de sus sentimientos, lo mismo el amor que el odio, la
+susceptibilidad enfermiza de su amor propio que pareca desprovisto de
+piel y en carne viva siempre; nada de buscar, en fin, el origen, el
+verdadero gnesis de aquella acusacin extraa.</p>
+
+<p>Habl cerca de hora y media. Al terminar, lo mismo el tribunal que el
+pblico, estaban visiblemente fatigados. Rectific brevemente el
+acusador privado algunos errores de hecho. Sostvolos el defensor, segn
+era su condicin, larga y prolijamente. De tal modo, que el fastidio
+engendrado por su primer discurso se multiplic notablemente en el
+segundo.</p>
+
+<p>Por ltimo, el presidente hizo sonar la campanilla y, encarndose con el
+acusado, dijo:</p>
+
+<p>&mdash;En vista de las pruebas que acaban de practicarse y de los informes de
+los seores letrados, tiene el procesado algo que manifestar al
+tribunal?</p>
+
+<p>El P. Gil se levant de su banco y pase una mirada tan suave como vaga
+por la sala. Pareca que le despertaban de un sueo. Tard algunos
+instantes en hablar. Rein en el auditorio silencio profundo y ansioso.
+A pesar de la atmsfera desfavorable que haban formado en torno suyo,
+su figura delicada, potica, donde resplandeca la humildad, no poda
+menos de causar impresin favorable.<a name="page_408" id="page_408"></a></p>
+
+<p>&mdash;Soy inocente del crimen que se me imputa. En las manos de Dios, en
+quien he dejado hace tiempo todos mis pensamientos y cuidados, dejo
+ahora tambin mi sentencia. Cmplase su voluntad.</p>
+
+<p>Estas sencillas palabras, pronunciadas con lentitud, causaron una
+conmocin elctrica en el concurso. Por un instante se entrevi la
+verdad como a la luz de un relmpago. Pero las tinieblas cayeron de
+nuevo en la sala y se espesaron dentro de las ms perspicuas
+inteligencias. No falt quien murmurase que los curas, por malvados que
+fuesen, tenan siempre en los labios estas palabras. El presidente le
+respondi con su acritud acostumbrada:</p>
+
+<p>&mdash;Bueno; ms adelante le juzgar Dios. Por lo pronto van a juzgarle a
+usted los hombres.<a name="page_409" id="page_409"></a></p>
+
+<h3><a name="XV" id="XV"></a>XV</h3>
+
+<p>El tribunal de los hombres le conden a catorce aos, ocho meses y un
+da de reclusin.</p>
+
+<p>El oficial de sala de la Audiencia que fue a leerle la sentencia a la
+crcel se crey en el deber de prodigarle consuelos. El caso no era
+desesperado. El Tribunal Supremo poda an casar la sentencia. Si esto
+no sucediese, l era todava joven y volvera seguramente del presidio,
+sobre todo teniendo en cuenta las rebajas de tiempo que el gobierno
+otorga de vez en cuando, etc., etc.</p>
+
+<p>&mdash;Gracias, gracias, seor&mdash;dijo el presbtero, cuya fisonoma expresaba
+una calma profunda, una serenidad ntima que llamaba la atencin.&mdash;Usted
+me cree muy desgraciado, verdad?<a name="page_410" id="page_410"></a></p>
+
+<p>&mdash;Mucho... Me inspira usted una gran compasin&mdash;respondi con cara
+compungida el curial.</p>
+
+<p>&mdash;De modo que no se cambiara usted por m en este momento?</p>
+
+<p>El empleado hizo una mueca de susto.</p>
+
+<p>&mdash;Por desgracia... Ya comprender usted... El caso es terrible!...</p>
+
+<p>El P. Gil permaneci un instante mirndole fijamente con una dulzura no
+exenta de lstima, y dijo al fin, ponindole una mano sobre el hombro:</p>
+
+<p>&mdash;Pues hara usted mal, seor, hara usted mal. Poda usted muy bien dar
+su libertad, su honor, su posicin y su familia por hallarse como yo...
+y todava saldra usted enormemente ganancioso.</p>
+
+<p>El curial le mir con estupor. Por sus ojos pas despus un relmpago de
+inquietud, temiendo hallarse frente a un loco, y se apresur a
+despedirse y salir.</p>
+
+<p>Qued solo el sacerdote. La celda en que se hallaba era lbrega y sucia.
+Un catre de hierro, una mesilla de pino, una cmoda tosca y algunas
+sillas de paja componan todo el mobiliario. Por la nica ventana
+enrejada que la esclareca, abierta a bastante altura, entraba en aquel
+momento un haz de rayos de sol. El P. Gil, despus de permanecer un
+momento inmvil en actitud<a name="page_411" id="page_411"></a> reflexiva, fue a colocarse debajo de
+aquellos rayos. Su cabeza rubia, iluminada repentinamente, brill con
+reflejos de oro, su tez blanca adquiri una trasparencia singular. Su
+cuerpo fino, delgado, vestido con negra sotana, pareca una columna de
+bano destinada a sostener aquella cabeza.</p>
+
+<p>Dejose anegar por la onda tibia, bebiendo lentamente su dulzura,
+palpitando bajo su caricia como un pjaro prisionero. Alz los ojos a la
+ventana. Por entre las rejas percibi el azul del firmamento,
+trasparente, infinito, convidando a volar por l.</p>
+
+<p>El cielo rea. Pero ms alegremente que el cielo rea su alma, inundada
+de gozo embriagador. En el fondo de su ser tambin brillaba el infinito
+azul. Desde que la Gracia le haba visitado viva en perpetua fiesta.
+Sus ojos, iluminados bruscamente, contemplaban el Universo en su
+naturaleza ideal. Todos los velos tendidos por la razn haban cado al
+suelo: el gran secreto de la existencia se le revelaba directamente con
+admirable claridad y pureza.</p>
+
+<p>Detrs de esta vida aparente que nos rodea vio la vida real, la vida
+infinita, y entr en ella con el corazn henchido de alegra. En esta
+vida infinita todo es amor, o lo que es igual, todo es felicidad. Entrar
+en ella es poner el pie en el imperio de la Eternidad. Es la vida del
+espritu.<a name="page_412" id="page_412"></a> El mundo no puede cambiarla ni el tiempo destruirla, porque
+es ella el principio mismo del tiempo y del mundo. Gust la vida en
+Dios; vivi ms all del tiempo en la fuente misma ideal y perenne del
+mundo imaginativo que nos envuelve. Sus das ya no se deslizaban tristes
+y ansiosos como una porcin del tiempo. Ya no sufra el torcedor de la
+voluntad; no exhalaba quejas lastimeras sobre sus pecados, sobre sus
+resoluciones vencidas, porque no amaba ya sus propias obras, por buenas
+que fuesen, como antes, sino nicamente lo Eterno. Porque las obras
+tienen su origen en la persona, y l se haba despojado de la suya; la
+haba negado con firmeza. En medio de una santa y dulce indiferencia
+dejaba que Dios obrase dentro de su espritu. Exento para siempre de
+duda y de incertidumbre, saba que no deba querer ms que una cosa, y
+que todo lo dems se le dara por aadidura. Estaba seguro de que la
+fuente de amor divino que haba brotado en l no se agotara jams, y
+que este amor le guiara eternamente. El temor de la destruccin por la
+muerte ya no le turbaba. La muerte, desde que haba entrado en la vida
+de la eternidad, era para l incomprensible. No necesitaba bajar a la
+tumba para obtener esta vida eterna. Bastbale unirse de corazn a Dios
+para poseerla y para gozarla.</p>
+
+<p>Averigu, en fin, de una vez para siempre,<a name="page_413" id="page_413"></a> que el hombre no puede
+salvarse del dolor y de la muerte por la razn, sino por la Fe, esto es,
+por un conocimiento distinto y superior del que aqulla puede darnos.
+Desde que este conocimiento ilumin su espritu, alcanz la felicidad
+absoluta. Sin inquietud por lo porvenir, sin sentimiento por lo pasado,
+no apeteciendo nada, no rechazando nada tampoco, su vida se deslizaba
+tiempo haca como un sueo feliz, como una dulce embriaguez. Dej caer
+el plomo de los deseos y las tristezas que le ligaban a la tierra.
+Desprendido de toda ilusin y de todo esfuerzo, sin temores de
+aniquilamiento ni esperanzas egostas de resurreccin, por la virtud de
+la Fe y del amor supo reproducir en su alma el verdadero reinando de
+Dios.</p>
+
+<p>Slo breves instantes permaneci as inmvil, recibiendo el beso clido
+del astro del da. No tard en representrsele que aqul era un goce de
+los sentidos, y haciendo un gesto de desdn, fue a sentarse en el ngulo
+ms oscuro de la estancia. Slo renunciando a los placeres, slo
+buscando el sufrimiento y seoreando sus sentidos haba llegado a aquel
+estado de beatitud, de sublime indiferencia.</p>
+
+<p>&mdash;Para qu necesito los rayos de ese sol&mdash;se dijo,&mdash;si el fuego que
+arde dentro de mi alma me calienta y me conforta mejor? Qu vale esa
+luz efmera, comparada con esta otra que no se oscurecer<a name="page_414" id="page_414"></a> jams? Vivir
+en la vida de los sentidos es ser un esclavo del tiempo y la necesidad.
+Todo lo que no pertenezca al ser interior y libre que dentro de m he
+conseguido hallar me es extrao e indiferente. Oh, no! No temblar ya
+como un esclavo. Tengo la conciencia de mi libertad. No necesito morir
+para recobrarla. Este sentimiento de mi libertad me llena de gozo, soy
+un emancipado y llevo impreso en el alma el sello de mi Dios. Nada de lo
+que sucede, nada de lo que suceder puede alterar la paz de mi corazn.
+El pulso de mi vida interior batir con la misma fuerza hasta que suene
+la hora de dejar este mundo. He comido de la carne y he bebido de la
+sangre del Redentor, y segn sus promesas, yo habito en l y l habita
+en m. Soy un hijo de la Eternidad. He recogido la herencia de mi Padre,
+y nadie, nadie me la podr arrancar!...</p>
+
+<p>El cerrojo de la puerta son con estrpito. Apareci el llavero, un
+hombre grueso, con la faz colorada, los ojos llenos de carne, el traje
+sucio y grasiento, y alrededor del abultado abdomen un cinturn ancho de
+cuero guarnecido de llaves. Sin dar los buenos das ni hacer una mnima
+seal de cortesa, volvi el rostro hacia el pasillo, diciendo:</p>
+
+<p>&mdash;Pasen ustedes, seores, pasen ustedes.</p>
+
+<p>Detrs de l aparecieron dos caballeros con levita y sombrero de copa.
+El uno alto, rubio,<a name="page_415" id="page_415"></a> con larga barba que le llegaba hasta la mitad del
+pecho, fisonoma abierta y simptica; joven an. El otro ms bajo y ms
+delgado, de color enfermizo, barba rala y gafas. El primero era un
+mdico distinguido de la poblacin. El segundo, un jurista muy
+aficionado a los estudios penales y que haba publicado ya varias
+monografas referentes a ellos.</p>
+
+<p>Levantose el P. Gil al verlos. Ellos le saludaron cortsmente, aunque
+sin darle la mano.</p>
+
+<p>&mdash;Bueno; ah les dejo a ustedes con el <i>pater</i>&mdash;dijo el llavero con
+grosera.&mdash;Avisen ustedes cuando quieran salir.</p>
+
+<p>Y se fue.</p>
+
+<p>El abogado dio un paso hacia el penado, y le dijo con amable sonrisa:</p>
+
+<p>&mdash;Desearamos, si usted no tiene inconveniente en ello, hacerle algunas
+preguntas...</p>
+
+<p>&mdash;Son ustedes muy dueos&mdash;respondi el sacerdote, clavando en l una
+mirada lmpida que consigui turbarle.</p>
+
+<p>El mdico se adelant tambin, y sacando la petaca le ofreci un cigarro
+puro, preguntndole al mismo tiempo:</p>
+
+<p>&mdash;Qu tal? Le tratan a usted bien por aqu?</p>
+
+<p>&mdash;Muchas gracias, no fumo... S, seor, me tratan bien. Hay ms caridad
+en la crcel de lo que ordinariamente se dice.</p>
+
+<p>Entablose una conversacin animada. Procuraron,<a name="page_416" id="page_416"></a> lo mismo el mdico que
+el jurista, hacerla cada vez ms ntima y familiar, enterndose con
+inters de los pormenores de su vida cotidiana. Pasaron despus
+insensiblemente a interrogarle acerca de su infancia, de las primeras
+impresiones de su vida, de su educacin, y se detuvieron particularmente
+en la adolescencia. Cul era su vida en el seminario? Cul su rgimen
+de alimentacin? Era aficionado a la soledad? Qu enfermedades haba
+padecido? Enterronse tambin de algunas particularidades referentes a
+su familia. El suicidio de su madre les llam sobre todo la atencin, y
+se entretuvieron largo rato a preguntarle lo que saba acerca de la que
+le haba dado el ser. Por ltimo, despus de una hora de conversacin,
+durante la cual le miraban con la insistencia pertinaz de quien va a
+comprar un animal, el mdico le pregunt:</p>
+
+<p>&mdash;Nos permitir usted ahora que tomemos algunos datos acerca de su
+crneo y otras medidas?...</p>
+
+<p>El P. Gil, un poco sorprendido, consinti inmediatamente. El mdico sac
+del bolsillo de atrs de la levita un cranimetro y una cinta.</p>
+
+<p>Tomole la medida del crneo en redondo, despus la de la caja sea que
+protege el encfalo, la del ngulo facial, la del largo de la<a name="page_417" id="page_417"></a> cara;
+midi la proyeccin facial y la parietal, los arcos zigomticos y la
+mandbula...</p>
+
+<p>Al llegar aqu, el mdico y el jurista cambiaron una rpida mirada
+significativa.</p>
+
+<p>&mdash;Nos hace usted el favor de abrir los brazos?</p>
+
+<p>El P. Gil se puso en cruz, mientras una mirada dulce y melanclica
+plegaba sus labios. Midieron el largo de los brazos. Despus el de las
+manos. En este punto, mdico y jurista tornaron a cambiar otra mirada de
+inteligencia.</p>
+
+<p>Finalmente, luego que se hubieron enterado de todo lo que quisieron,
+despidironse de l muy cortsmente, dndole muchas veces las gracias
+por su amabilidad y procurando animarle con buenas razones.</p>
+
+<p>Al da siguiente apareca en <i>El Porvenir de Lancia</i>, firmado por el
+abogado criminalista, un artculo con el ttulo de <i>Una visita al P.
+Gil</i>. Hacase en l relacin exacta de la entrevista, describase con
+minuciosidad la persona del sacerdote penado, y terminaba con una serie
+de profundas consideraciones cientficas acerca de los caracteres
+anatmicos, patolgicos y fisiolgicos que el delincuente presentaba.</p>
+
+<p>Entre los datos antropomtricos&mdash;deca en uno de sus prrafos&mdash;comunes
+a todos los criminales, slo hemos podido observar cierto predominio
+ligero de la proyeccin parietal comparada con la frontal y bastante
+desarrollo de los<a name="page_418" id="page_418"></a> arcos cigomticos y de la mandbula. En cambio, el P.
+Gil ofrece en su figura absolutamente todos los rasgos que la escuela
+criminal positiva asigna como peculiares a los <i>estupradores</i> y
+<i>libertinos</i>; es a saber: el pabelln de la oreja saliente e inserto a
+manera de asa, la mirada brillante, la fisonoma delicada (a excepcin
+de la mandbula), el cabello liso, el cutis mrbido, las manos muy
+largas y algo de afeminado en el conjunto.</p>
+
+<p class="fin">FIN</p>
+
+<hr />
+
+
+
+
+
+
+
+<pre>
+
+
+
+
+
+End of the Project Gutenberg EBook of La Fe, by Armando Palacio Valds
+
+*** END OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK LA FE ***
+
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+(and you!) can copy and distribute it in the United States without
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+Gutenberg is a registered trademark, and may not be used if you
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+rules is very easy. You may use this eBook for nearly any purpose
+such as creation of derivative works, reports, performances and
+research. They may be modified and printed and given away--you may do
+practically ANYTHING with public domain eBooks. Redistribution is
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+redistribution.
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+
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+and help preserve free future access to Project Gutenberg-tm electronic
+works. See paragraph 1.E below.
+
+1.C. The Project Gutenberg Literary Archive Foundation ("the Foundation"
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+harmless from all liability, costs and expenses, including legal fees,
+that arise directly or indirectly from any of the following which you do
+or cause to occur: (a) distribution of this or any Project Gutenberg-tm
+work, (b) alteration, modification, or additions or deletions to any
+Project Gutenberg-tm work, and (c) any Defect you cause.
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+Section 2. Information about the Mission of Project Gutenberg-tm
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+Project Gutenberg-tm is synonymous with the free distribution of
+electronic works in formats readable by the widest variety of computers
+including obsolete, old, middle-aged and new computers. It exists
+because of the efforts of hundreds of volunteers and donations from
+people in all walks of life.
+
+Volunteers and financial support to provide volunteers with the
+assistance they need, are critical to reaching Project Gutenberg-tm's
+goals and ensuring that the Project Gutenberg-tm collection will
+remain freely available for generations to come. In 2001, the Project
+Gutenberg Literary Archive Foundation was created to provide a secure
+and permanent future for Project Gutenberg-tm and future generations.
+To learn more about the Project Gutenberg Literary Archive Foundation
+and how your efforts and donations can help, see Sections 3 and 4
+and the Foundation web page at http://www.pglaf.org.
+
+
+Section 3. Information about the Project Gutenberg Literary Archive
+Foundation
+
+The Project Gutenberg Literary Archive Foundation is a non profit
+501(c)(3) educational corporation organized under the laws of the
+state of Mississippi and granted tax exempt status by the Internal
+Revenue Service. The Foundation's EIN or federal tax identification
+number is 64-6221541. Its 501(c)(3) letter is posted at
+http://pglaf.org/fundraising. Contributions to the Project Gutenberg
+Literary Archive Foundation are tax deductible to the full extent
+permitted by U.S. federal laws and your state's laws.
+
+The Foundation's principal office is located at 4557 Melan Dr. S.
+Fairbanks, AK, 99712., but its volunteers and employees are scattered
+throughout numerous locations. Its business office is located at
+809 North 1500 West, Salt Lake City, UT 84116, (801) 596-1887, email
+business@pglaf.org. Email contact links and up to date contact
+information can be found at the Foundation's web site and official
+page at http://pglaf.org
+
+For additional contact information:
+ Dr. Gregory B. Newby
+ Chief Executive and Director
+ gbnewby@pglaf.org
+
+
+Section 4. Information about Donations to the Project Gutenberg
+Literary Archive Foundation
+
+Project Gutenberg-tm depends upon and cannot survive without wide
+spread public support and donations to carry out its mission of
+increasing the number of public domain and licensed works that can be
+freely distributed in machine readable form accessible by the widest
+array of equipment including outdated equipment. Many small donations
+($1 to $5,000) are particularly important to maintaining tax exempt
+status with the IRS.
+
+The Foundation is committed to complying with the laws regulating
+charities and charitable donations in all 50 states of the United
+States. Compliance requirements are not uniform and it takes a
+considerable effort, much paperwork and many fees to meet and keep up
+with these requirements. We do not solicit donations in locations
+where we have not received written confirmation of compliance. To
+SEND DONATIONS or determine the status of compliance for any
+particular state visit http://pglaf.org
+
+While we cannot and do not solicit contributions from states where we
+have not met the solicitation requirements, we know of no prohibition
+against accepting unsolicited donations from donors in such states who
+approach us with offers to donate.
+
+International donations are gratefully accepted, but we cannot make
+any statements concerning tax treatment of donations received from
+outside the United States. U.S. laws alone swamp our small staff.
+
+Please check the Project Gutenberg Web pages for current donation
+methods and addresses. Donations are accepted in a number of other
+ways including checks, online payments and credit card donations.
+To donate, please visit: http://pglaf.org/donate
+
+
+Section 5. General Information About Project Gutenberg-tm electronic
+works.
+
+Professor Michael S. Hart is the originator of the Project Gutenberg-tm
+concept of a library of electronic works that could be freely shared
+with anyone. For thirty years, he produced and distributed Project
+Gutenberg-tm eBooks with only a loose network of volunteer support.
+
+
+Project Gutenberg-tm eBooks are often created from several printed
+editions, all of which are confirmed as Public Domain in the U.S.
+unless a copyright notice is included. Thus, we do not necessarily
+keep eBooks in compliance with any particular paper edition.
+
+
+Most people start at our Web site which has the main PG search facility:
+
+ http://www.gutenberg.org
+
+This Web site includes information about Project Gutenberg-tm,
+including how to make donations to the Project Gutenberg Literary
+Archive Foundation, how to help produce our new eBooks, and how to
+subscribe to our email newsletter to hear about new eBooks.
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